Una Lectura de Kant Con Sade

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Una lectura de Kant con Sade, desde Lacan, a partir de un análisis de La misión. Pedro Ignacio Rosas Medina Con una orquesta hubieran sometido a todo el continente. Introducción En efecto, Con una orquesta hubieran sometido a todo el continente; sin embargo, lo interesante, para empezar, de esta frase, es de quien viene, esto es: del encargado de juzgar si la iglesia católica seguiría respaldando las misiones, o sea, un sacerdote. ¿Por qué interesante? La respuesta es sencilla, simplemente porque admite la iglesia dos cosas: i) había que someter a los indios (debido a que según ellos, vivían en un estado pre hobbesiano), o sea, conquistarlos mediante la vía de la evangelización; y ii) además debían de cumplir con lo que los reyes católicos pretendían, esto es, que lucharan por su causa. El presente ensayo busca, fundamentalmente, la explicación de la película La misión, protagonizada por Robert De Niro, mediante una lectura de Kant con Sade desde la visión de Lacan. Las premisa a la que este texto se remite, es que en esta película se puede observar la visión de Sade, desde Kant, para explicar el clivaje inducido por Kant, a saber: el bien y el bienestar, derivando la ley moral, induciendo, además, el goce. Para lograr, entonces, lo que planteamos, se hará una descripción global de la película, haciendo lógicamente- énfasis en los puntos clave para el análisis desde el lente conceptual antes mencionado; prosiguiendo con una descripción, también, muy global, de la lectura de Lacan, para, en síntesis, lograra el punto número tres, o sea: la confrontación de la película con la teoría filosófica kantiana. La película. La misión es una película británica de 1986 protagonizada por Robert De Niro (perdonar en este punto mi poca seriedad, pero vaya parecido que muestra De Niro con Raúl Di Blassio en esa edad de su vida), la cual interpreta lo que fue, probablemente, la interpretación en América de los Tratados de Madrid y la lucha entre tres potencias, a saber: España, Portugal y el Vaticano. Lo interesante de la película es, entre otras cosas, el enfoque teológico, político

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Trabajo introductorio a Kant desde Sade

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Una lectura de Kant con Sade, desde Lacan, a partir de

un análisis de La misión.

Pedro Ignacio Rosas Medina

“Con una orquesta hubieran sometido a todo el continente”.

Introducción

En efecto, “Con una orquesta hubieran sometido a todo el continente”; sin embargo, lo

interesante, para empezar, de esta frase, es de quien viene, esto es: del encargado de juzgar

si la iglesia católica seguiría respaldando las misiones, o sea, un sacerdote. ¿Por qué

interesante? La respuesta es sencilla, simplemente porque admite la iglesia dos cosas: i) había

que someter a los indios (debido a que según ellos, vivían en un estado pre hobbesiano), o

sea, conquistarlos mediante la vía de la evangelización; y ii) además debían de cumplir con

lo que los reyes católicos pretendían, esto es, que lucharan por su causa.

El presente ensayo busca, fundamentalmente, la explicación de la película La misión,

protagonizada por Robert De Niro, mediante una lectura de Kant con Sade desde la visión de

Lacan. Las premisa a la que este texto se remite, es que en esta película se puede observar la

visión de Sade, desde Kant, para explicar el clivaje inducido por Kant, a saber: el bien y el

bienestar, derivando la ley moral, induciendo, además, el goce. Para lograr, entonces, lo que

planteamos, se hará una descripción global de la película, haciendo –lógicamente- énfasis en

los puntos clave para el análisis desde el lente conceptual antes mencionado; prosiguiendo

con una descripción, también, muy global, de la lectura de Lacan, para, en síntesis, lograra

el punto número tres, o sea: la confrontación de la película con la teoría filosófica kantiana.

La película.

La misión es una película británica de 1986 protagonizada por Robert De Niro (perdonar en

este punto mi poca seriedad, pero vaya parecido que muestra De Niro con Raúl Di Blassio

en esa edad de su vida), la cual interpreta lo que fue, probablemente, la interpretación en

América de los Tratados de Madrid y la lucha entre tres potencias, a saber: España, Portugal

y el Vaticano. Lo interesante de la película es, entre otras cosas, el enfoque teológico, político

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y cultural que muestra. Claramente apreciamos la visión de estas tres esferas por parte de

ciertos personajes, a lo largo del filme. Por ejemplo, podemos recordar algunas frases dadas

por Don Cabeza1 cuando se refiere a las misiones como un producto meramente diabólico,

el cual, no se diferencia demasiado de lo que ellos, mediante la compra de indios para

utilizarlos como esclavos, hacían. Además podemos recordar, como otro ejemplo, lo que el

emisario por parte del vaticano para resolver el conflicto (o más bien, mediarlo), decía: es

evidente que nuestro rey (haciendo referencia al rey español) es controlado por el mandatario

portugués. Y, finalmente, son muchos los momentos en que los jesuitas y, por otra parte,

españoles y portugueses difieren en cómo definir a los indios guaranís: si por animales, o

como seres completamente espirituales.

La cuestión en este punto es enfatizar que la película, además de su carácter de filme

reflexivo, es uno donde se puede apreciar fácilmente cómo dos entes buscan justificar su

acción como acción del bien en el bien (el cual se puede apreciar que siempre es bien en el

mal).

La trama de la película se desarrolla entre lo que hoy conocemos como Brasil y Argentina

(yo diría que Paraguay y Argentina), y muestra la obra que los sacerdotes de la orden jesuita

hacían en nombre de Dios para sacar a los indios guaranís del estado pre hobbesiano que los

engloba. La trama se complica cuando, ante la firma por parte de Portugal y España de los

tratados de Madrid, las misiones llevadas a cabo por los jesuitas aparentemente dejarán de

ser subsidiadas por la iglesia. Ante esto, el Vaticano manda a un emisario (de la misma orden

jesuita) para que resuelva el conflicto. Sin embargo, la decisión está ya tomada por Portugal,

la cual, se instaura como una potencia por encima de España y que, además, si el Vaticano

no acata la orden por parte de Portugal, la orden jesuita peligraría a tal punto de su

desaparición.

La misión a la que se centra la película es la de San Carlos, ubicada más arriba de las

cataratas de Iguazú, y que tiene un peso mediático debido a que se encuentra entre los límites

del territorio español y portugués. A primera vista se podría pensar que no importa mucho lo

que pueda pasar: por un lado, si la iglesia pierde esas misiones, económicamente, por

1 Aparentemente, una especie de virrey, emisario, cacique, o algún puesto o cargo por parte de los españoles en la colonia.

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ejemplo, es mínimo lo que no pudiera ingresar debido a que, como se observa, las misiones

solo les otorga a la iglesia un 10% de lo que estas producen.

En fin, la trama de la película nos ofrece un arsenal basto para analizar desde la

postura de Kant, a partir de Sade, en la óptica de Lacan.

Kant con Sade desde Lacan

Lacan, en el capítulo que a su consideración debería servir de prefacio a La philosophie dans

le boudir, justifica el hecho de que, para él, Sade realmente es quien completa la obra de Kant

en el sentido de que Sade es quien inaugura una revolución de ideas al momento de entender

la frialdad del hombre. En este sentido, como nos aclara Lacan, Kant es el punto de viraje, o

sea, Kant es quien realmente nos proporciona el cambio de orientación de ideas que Sade

retoma. Con esto se pretende confirmar que Sade da verdad a los postulados que Kant ofrece

al final de la Crítica, o sea, todo lo que puede provenir de satisfactorio de la ley.

En este sentido es pertinente iniciar con lo que Kant propone, según Lacan, en la

Crítica a la razón práctica, o sea, la mal entendida relación de que el bienestar es estar bien

en el bien. Para ello, introduce la cuestión del goce. No obstante, la pregunta en este punto

sería, ¿por qué el bien se impone como Bien? La respuesta, nos dice Lacan, está en que el

bien “sólo se supone que es el Bien por proponerse […] contra y para con todo objeto que le

pusiera su condición, por oponerse a cualquiera de los bienes inciertos que esos objetos

puedan aportar, en una equivalencia de principio, por imponerse como superior por su valor

universal”. En síntesis, nos dice Lacan, lo que aquí Kant nos dice es que, en el momento en

que el sujeto encuentra una ley, ésta sólo tiene un efecto que se obtiene de la voz en nuestra

cabeza, y que al articularse como máxima, propone el orden de una razón puramente práctica

o voluntad. La pregunta es aquí, ¿cómo es que esta máxima se hace ley al sujeto? Simple, se

hace debido a que fue precisa para que valiera en todos los casos.

Otro de los puntos fundamentales en el escrito de Lacan sobre Kant desde Sade, es

cuando retoma el tema de la reciprocidad, la cual: es una “relación reversible por establecerse

sobre una línea simple uniendo a dos sujetos que, por su posición ‘recíproca’, consideran esa

relación como equivalente”. Sin embargo, aquí lo que hay en juego es el dolor provocado por

el desprecio. El dolor provoca que demos una mirada al goce como aquello que no proyecta

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acapara una voluntad sino a condición de haberla atravesado, debido al haber herido el pudor.

Y cuando se hiere el pudor, el impudor de uno basta para herir el pudor de otro.

Y cuidado con el dolor porque, como estamos a punto de ver, el dolor viene y termina

en el momento en que desaparece el goce, y para tener, una vez más, el goce, habrá que sufrir.

Sin embargo, vamos en este punto por partes. El placer, como pudimos decir antes, es

enemiga de la voluntad. Sin embargo, hay un momento en que esto puede cambiar: el

fantasma entra en el juego y convierte al placer un cómplice de la voluntad. Y por ende, el

goce del placer es admitido. En resumen: “el fantasma hace al placer propio para el deseo”.

Algo complejo, sin embargo, no se puede avanzar sin recopilar y definir lo que Lacan muestra

en un gráfico. Él resume que se tiene a un sujeto, al cual se le presentan objetos externos a

su persona, los cuales no tienen otra función que dar validez a la ley moral. El sujeto, a su

vez tiene una voluntad, la cual, es la voluntad cambiante y la voluntad donde Sade entra para

preguntar ¿qué va a hacer el sujeto? Por qué lo pregunta, la respuesta se encuentra en que el

fantasma, al intervenir en el placer del sujeto para que este lo goce, cambia la voluntad del

sujeto.

Sade lo resuelve magistralmente: para él, es precisamente los excesos de lo

patológico, lo que hace que su voluntad surja como heróica. El fantasma, en este punto, es

efectivamente bien molesto puesto que no se sabe dónde ponerlo, por el hecho de que está

allí, entero en su naturaleza de fantasma que no tiene otra realidad que de discurso y no espera

nada de los poderes de uno, pero que le pide a uno, él, que se ponga en regla con los propios

deseos. O sea, qué deseos retomarás para conducir tu voluntad.

La cosa se complica más al entender en la lectura de Lacan que, para Kant, llega un

momento en que, ante la ausencia del objeto para la ley moral, el deseo convierte al ser en

un ser moral, ¿cómo? Cuando está entre la espada y la pared; cuando no tiene otra salida,

cuando es su única opción.

Conclusiones

En la película La misión encontramos varias similitudes. Fundamentalmente tenemos a un

sujeto, Rodrigo Mendoza, quien es un mercenario dedicado a capturar indios y venderlos

como esclavos a los españoles y portugueses. Hasta entonces, sus acciones no son ni han sido

castigadas debido a que la ley se los permite –sobre todo a los portugueses-. Sin embargo, en

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un momento, después de conocer que su relación con una dama, aparentemente recíproca,

resulta que él es excluido de la misma, por su hermano. Ante esto, el hombre se presenta con

una situación de desprecio, por parte de la dama, la cual, le causa dolor. El dolor es por el

ataque a su pudor, pudor aparentemente compartido con su mujer. Y aquí surge un problema:

el impudor de uno basta para violar el pudor de otro.

No obstante hay otros puntos para analizar, antes de pasar a la segunda etapa de este

fragmento de la vida de Mendoza. Por ejemplo, el bien en el bien, el cual, para los jesuitas,

su acción estaba dentro de la ley moral, o sea, dentro del campo del bienestar, debido a que

provenía del clivaje: bien en el bien. ¿Y si estaban bien en el mal? Nunca se preguntaron

ellos, aparentemente, esto. Nos diría Kant que la obra misionera por parte de los jesuitas, es

auténticamente una obra de bien en el mal. Al final de cuentas, querían someter a una idea

TOTALIZADORA a los indígenas. Las cosas se les empiezan a complicar a los jesuitas

cuando los mismos indígenas no entienden lo que es el bien para los curas. ¿Si Dios quiso,

por nuestro bien, traernos a la misión, y, con ello, sacarnos de la selva, por qué ahora quiere

meternos otra vez a la selva?

La vida de Mendoza corre por un sentido algo parecido. El problema nos llevaría a

un análisis bastante extenso. Sin embargo, es prudente hacer ciertos apuntes; por ejemplo,

ante la violación de lo patológico, o mejor dicho, ante el exceso de la voluntad ejercida

mediante la ley moral, Mendoza cae en crisis. Esta crisis, para él, ni siquiera Dios puede

hacer algo. Sin embargo, el padre le dice que sí. No obstante, hay que considerar que, como

Kant, solo el contacto con otro objeto, externo al individuo, puede cambiar o perdonar, en

este caso. De hecho, hay una escena donde Mendoza le da las gracias al padre y éste le

contesta: no me des las gracias a mí, dáselas a los guaranís. En efecto, de no haber sido por

ellos, tal vez, el pobre hombre nunca se hubiera perdonado a sí.

El fantasma está presente, claro está. Cuando no ven otra salida los mismos jesuitas

más que luchar por defender a los guaranís, Mendoza tiene que tomar una decisión: o ser un

cobarde, o luchar. Y es aquí cuando Sade preguntaría ¿y ahora qué va a hacer? La respuesta

fue que, ante el fantasma que se involucra con el placer de Mendoza, este prefiere convertir

su voluntad en el goce de sus deseos anteriores: matar.