Una nueva teoría de desarrollo · protección social, en el sentido de pertenencia ( ownership) de...

Una nueva teoría de desarrollo

16/02/2016

Repensando el desarrollo

• La liberalización económica fue presentada al mundo en desarrollo como la respuesta a estrategias ineficientes asociadas a la protección comercial, a los altos niveles de intervención estatal y a la captación de rentas (rent seeking) por parte de los agentes económicos, que dichas estrategias generaban.

• Fue presentada también como la forma de aprovechar plenamente las oportunidades que ofrecía la globalización.

• Esta visión representó un cambio significativo frente a la idea que sirvió de base a las estrategias de desarrollo durante varias décadas, según la cual la “industrialización tardía” exigía una amplia intervención del Estado.

El Consenso de Washington

• El Consenso de Washington fue uno de los mejores resúmenes de esta agenda de reformas, aunque por cierto no representaba las versiones más radicales, que reclamaban un Estado minimalista (Williamson, 1998). Igualmente, fue una manifestación del optimismo que despertaba la agenda de reformas hace una década.

El decálogo de las reformas1. Disciplina fiscal2. Reordenamiento de lasprioridades del gasto público3. Reforma Impositiva4. Liberalización de las tasas deinterés5. Una tasa de cambio competitiva

6. Liberalización del comerciointernacional7. Liberalización de la entrada deinversiones extranjeras directas8. Privatización9. Desregulación10. Derechos de propiedad


• Los países Latinoamericanos recibieron con optimismo los pilares de la reforma: la austeridad fiscal, las privatizaciones y la liberalización de los mercados, propuestas impulsadas por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y que más tarde terminaron siendo ejemplos de cómo la receta única para todo el continente nunca fue la adecuada.

• A nivel teórico las propuestas no estaban mal planteadas; por el contrario – y en la práctica – algunas dieron buenos resultados, como el hecho de privatizar aquellas empresas públicas que terminaron obteniendo tecnología nueva y que resultaba efectiva.

• Así, las empresas trasnacionales que compraron cumplían su papel de ser transmisoras de conocimiento y generadoras de tecnologías en los países sub desarrollados.


• Sin embargo el error fue que el Estados tenían poco control sobre ellas; y éstas abusaron con el medio ambiente, las fuerzas laborales o el aumento de los precios de sus productos y servicios, una actitud que en sus países de orígenes habrían sido penalizadas.

• En términos más generales, la insatisfacción con los resultados de las reformas es cada vez mayor. El comercio y la inversión extranjera directa han crecido notablemente, pero la “Tierra prometida” de altas tasas de crecimiento se percibe cada vez más como un espejismo. En América Latina, la región en donde más se ha avanzado en el proceso de reformas, el crecimiento de los años noventa fue tan sólo de un 3.2% anual, ritmo significativamente inferior a las cifras registradas durante las tres décadas de industrialización liderada por el Estado, entre los años cincuenta y setenta (5.5% por año).


• El desempeño del África subsahariana y, en general, de los países menos desarrollados, sigue siendo muy insuficiente. Varias de las economías en transición mantienen niveles de actividad económica inferiores a los registrados antes de la “gran eclosión”. La mayor parte de las economías asiáticas afectadas por la crisis ya se han recuperado, pero aún tienen que enfrentar las repercusiones de las crisis financieras. Las excepciones más notables son, como es obvio, China e India, que no figuran en todo caso entre las economías con mayores niveles de reforma.


• Estos hechos y el descontento que provocan ha dado origen a un debate positivo que enriquece la agenda del desarrollo. Este debate ha adquirido un carácter pluralista, del cual empiezan a surgir nuevas visiones del desarrollo. Nuevos énfasis —entre otros en la importancia del desarrollo institucional, en las redes de protección social, en el “sentido de pertenencia” (ownership) de las políticas de desarrollo— han penetrado con fuerza en el debate internacional.

• Dentro de sus contrapropuestas, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señalaba durante la década 1990 y 2000 que era necesario generar equidad en la sociedad, aumentar el gasto social, ampliar los programas de protección social (salud, educación y pensiones), así como reducir la inestabilidad macroeconómica.


• Otros enfoques que buscan solucionar el problema de la pobreza se centran en el papel que está jugando la cooperación internacional o las tecnocracias, y el cuál no debería ser “el de promover, y aún menos, el de dictar un modelo dominante de organización económica y social”.

“En lo particular siempre me ha resultado sospechosa la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) por ser esta una forma de no enseñarle al que tiene hambre a pescar, en

metáfora de un viejo proverbio Chino.”

• Así, una de las visiones principales señala que la cooperación viene a ser una pantalla de buenas voluntades, cuando lo que realmente necesitan los países del sur es que las naciones en el norte eliminen sus barreras arancelarias (Oxfam). De lo contrario, esto supone una amenaza para las regiones y para su mismo desarrollo a partir de los acuerdos comerciales o áreas de libre comercio.


• Los actuales acuerdos que existen entre Estados Unidos o los que se buscan desde la Unión Europea con Latinoamérica están llenos de buenas voluntades y son vistos en verdad como una fuente para encontrar desarrollo. Estos podrían “beneficiar enormemente a estos países” (Stiglitz) pero solo cuando estén bajo la lógica de un comercio justo y de una institucionalidad verdadera del Estado que busque volver competitivo a su mismo país, dejando a un lado las privatizaciones y despreocupándose menos de la inflación para así crear nuevas empresas y generar más empleos.


• Todas estas perspectivas desarrolladas, y que hemos visto en clase, tienen mucho en común y podemos encontrar una en particular – la que más nos compete en estos momentos y en la que se resume una de las principales preocupaciones en el continente – es la lucha contra la pobreza. Quizás el dilema radicaría en qué hacemos con lo que ya hemos hecho.

• Ya Williamson nos da una pista: “La solución no es abolir las reformas de mercado, (…) pero si darle acceso a los pobres”(Williamson, 2003).

La democracia y el desarrollo

• Previo al Consenso de Washington, Latinoamérica sufrió importantes cambios en sus políticas internas que tienen mucha relación al proceso económico que nos compete estudiar durante los siguientes 18 años. Acudiendo al esquema teórico propuesto por Terry Lynn Karl, hubo varios procesos de transición del militarismo a la democracia actual en el continente. Algunas fueron transiciones propulsadas desde las elites (“desde arriba”) o por movilizadas socialmente (“desde abajo”), y por el otro, con transiciones basadas en el acuerdo o en el uso de la fuerza.

• La autora señala que América Latina puede encuadrarse entonces en cuatro vías de tránsitos a la democracia: el pacto (desde arriba y por acuerdo como es el caso de Chile y en cierta medida de Uruguay y Venezuela), las reformas (desde abajo y por acuerdo), la imposición (desde arriba y por la fuerza, como es el caso de Brasil y Ecuador) o la revolución (desde abajo y por la fuerza como el caso Portugués y Nicaragua).


• Sin embargo, este esquema deja por fuera casos como el de Argentina y Grecia, que otros autores conceptualizan como transiciones por colapso, ruptura o derrota.

• Es importante tener en cuenta el tipo de transiciones en el continente puesto que de ahí derribó el entusiasmo en la adopción de las reformas impulsadas desde el BM y el FMI y quienes las ejecutarían.

• A mediados de la década de los 80 y principios de los 90, la cooperación internacional comenzaba en el continente también y en gran medida estaba implicada a la realización efectiva de esas transiciones. La Unión Europea se convirtió en el principal cooperante de América Central, y fue su punto de partida para poner el ojo en toda Latinoamérica.

• El enfoque europeo se puso en marcha con la intención de ser la alternativa a los Estados Unidos, que buscaba además del fin de los conflictos armados el desarrollo democrático y económico. Sin embargo, después de esa etapa, pareciera que el encanto se enfrió por Centro América y pasó hacia América del Sur (Sotillo, 1997).


• Aquellos años turbulentos, durante la Guerra Fría, mejor conocidos como la década perdida, ahora se han superado. No solo se ve en los avances hacia la consolidación de la democracia, sino que son perceptibles al compara la economía en América Latina desde elinició la década de los 90 y dónde nos encontramos en la actualidad.

• De aquí que en su conjunto podamos afirmar que, en efecto, el continente ha mejorado sustancialmente en materia económica a lo largo de los últimos años, y mucho más después de las crisis financieras que han pasado países como México, Argentina o Brasil.


- 1.4

1.5

1.0

1.6

3.0

- 0.9

1.9

3.6

0.8

- 0.9

2.9

- 0.7

- 0.9

0.5

4.5

3.3

4.34.4

2.8

- 3.0

4.8

3.2

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011

Crecimiento del PIB per cápita en América Latina

y el Caribe 1990-2011


• Desde una perspectiva positivista debemos señalar que el Consenso de Washington contribuyó en avanzar sobre el control de la inflación. Ese control y la disciplina fiscal implementadas se reflejó en la confianza mostrada por las autoridades macroeconómicas; se logró expandir sus exportaciones y convertirse en un imán para la inversión extranjera directa (Ocampo).

• Ya no solo los países norteamericanos y europeos pretenden invertir en la región, sino que el interés actualmente por Latinoamérica llega a China, Corea del Sur o Taiwán, que están buscando (los chinos lo han conseguido en Chile, Nicaragua y Costa Rica) acuerdos comerciales o bien en materia de cooperación para el desarrollo.


• Hubo además un crecimiento promedio del volumen de las exportaciones, pese a la desaceleración de los primeros años del nuevo milenio.

• También se puede apuntar como un logro los resultados obtenidos después de vivir una crisis en la balanza de pagos, donde las importaciones fueron sobrevaloradas y las exportaciones disminuyeron.

• Integrarse a la economía mundial fue un hecho al que los países entraron desde tres perspectivas diferentes. México y los países Centroamericanos y el Caribe lo hicieron desde el comercio de las manufacturas y concentraron sus exportaciones hacia los Estados Unidos, y esto no es de extrañarse puesto que existe un flujo migratorio muy importante que hace estrechar más lar relaciones entre estos países.


• En cuanto a América del Sur, los países se integraron a “redes horizontales de producción y comercialización, principalmente de materias primas y manufacturas basadas en recursos naturales” (Ocampo, 2005), y que produjo más comercialización de los productos entre la misma región – caso que no ocurrió en México pero sí en Centro América por el Mercado Común Centro Americano (MCCA), del que hablaremos más adelante –.

• Por último, también está el patrón que se basa en la exportación de servicios en áreas de turismo, en donde Colombia y Centro América está incursionando y obteniendo ganancias – el Caribe había tenido bastante protagonismo –; el financiero, así como Panamá se ha vuelto sede de hosting bancarios; y el transporte de energía, en Paraguay.


• Todas estas incursiones no se reflejaron en el incremento del PIB per cápita. Por el contrario, lo que se puede apreciar es una inconstancia al crecimiento, como antes hemos mostrado.

• La tasa promedio entre los años 1990-2001 fue de 1.39 – muy inferior a la que precedía a la década perdida, que entre 1970-1980 fue de 3.36. Aún cuando estas cifras han mejorado en los últimos años por diversas circunstancias que no son únicamente atribuidas a la liberalización del mercado sino a factores exógenos, puede verse que la clave no estaba dentro de la receta inicial del Consenso. Por lo menos no toda.

La teoría clásica del crecimiento económico

• La generalidad de las afirmaciones hace que no podamos ver las particularidades que cada país tiene. Podemos afirmar que el porcentaje de indigencia y pobreza ha disminuido en los últimos 10 años en el continente Latinoamericano, y lo que podríamos atribuir como un logro en el proceso de reformas.

• Pero al ver a cada país, nos damos cuenta de que solo cinco naciones están por debajo del promedio de pobreza y que el resto – la mayoría en Centroamérica y los países Andinos –, se encuentran en las peores condiciones. Son 75 millones de personas las que están por encima del porcentaje promedio de pobreza e indigencia del continente, mientras que otros 64 millones en Brasil rosan el mismo promedio. Es en los ingresos es donde mejor se refleja las desigualdades.

La teoría clásica del crecimiento económicoTabla 1. Reducción del número de personas que vive en pobreza extrema alrededor de 1990 - 2012 (Meta 1 de los ODM)

País Año Población total

Personas que vive con menos

de US$1.25Año

Población

total

Personas que vive con

menos de US$1.25Aumento o

reducción (en

%)

Característica

META 1.A Reducir a la mitad, entre 1990

y 2015, el porcentaje de personas cuyos

ingresos sean inferiores a 1 dólar por día.% Total % Total

Bolivia 1991 6,852,188 5.24 359,055 2012 7,015,020.00 7.98 559,799 64.1 Aumentó

EmpeoróArgentina 1992 33,522,403 0.97 325,167 2012 41,071,973.00 1.41 579,115 56.1 Aumentó

Venezuela 1992 20,687,932 4.4 910,269 2006 27,190,313.00 6.6 1,794,561 50.7 Aumentó

Paraguay 1991 2,538,658 1.05 26,656 2012 3,801,361.00 3.03 115,181 23.1 Aumentó

Colombia 1991 33,958,160 8.18 2,777,777 2012 47,735,137.00 5.63 2,687,488 3.3 Disminuyó

No alcanzó el ODM

Guatemala 1989 8,687,441 28.36 2,463,758 2011 14,687,616.00 13.6 1,997,516 18.9 Disminuyó

Uruguay 1989 3,089,302 0.45 13,902 2012 3,395,080.00 0.31 10,525 24.3 Disminuyó

México 1989 83,649,091 7.95 6,650,1032012

117,996,400.00 3.26 3,846,68342.2 Disminuyó

Honduras 1990 4,903,704 46.91 2,300,328 2011 7,769,088.00 16.48 1,280,346 44.3 Disminuyó

Ecuador 1994 11,107,042 14.59 1,620,517 2012 15,517,357.00 3.95 612,936 62.2 Disminuyó

Superó la meta de ODM

Perú 1994 23,517,967 9.81 2,307,113 2012 29,948,330.00 2.89 865,507 62.5 Disminuyó

Nicaragua 1993 4,452,099 32.73 1,457,172 2009 5,737,179.00 8.54 489,955 66.4 Disminuyó

Brasil 1990 149,644,561 16.23 24,287,3122012

198,422,734.00 3.75 7,440,85369.4 Disminuyó

Rep. Dominicana 1989 6,544,306 12.17 796,442 2012 10,298,804.00 2.25 231,723 70.9 Disminuyó

Costa Rica 1990 3,078,569 8.45 260,139 2012 4,797,523.00 1.35 64,767 75.1 Disminuyó

Chile 1990 13,214,478 4.91 648,831 2012 17,454,445.86 0.83 144,872 77.7 Disminuyó

El Salvador 1991 5,424,133 17.07 925,900 2012 6,288,306.00 2.53 159,094 82.8 Disminuyó

Total en

América Latina48,130,441 22,880,918 52.5 Disminuyó

Fuente: Elaboración propia en base a CEPAL (2015a y 2015b).


• En Nicaragua casi la mitad de las personas viven con un dólar al día; y el 80 por ciento con dos dólares. Venezuela, que se encuentra dentro de los países con menos pobreza e indigencia, tiene al 40 por ciento de sus pobladores viviendo con dos dólares a diario.

• El crecimiento económico lento e inestable es el responsable de que se genere comercio informal en estos países y que las brechas de ingresos entre trabajadores cualificados o no es prueba de ello (Ocampo, 2005). La pobreza es el reflejo más importante de esas desigualdades.

• Aunque se considera que el capitalismo ha estado siempre signado por enormes fluctuaciones (Stiglitz, 2003), la falta de sostenibilidad en el crecimiento expuso a los países a la volatilidad – que no puede sólo traducirse en pobreza y desigualdad, sino que se extiende hasta la generación de violencia y migración y al aumento de la deuda para apalear las nuevas crisis.


• Hace más de 50 años que la CEPAL había reconocido la necesidad de fomentar las exportaciones, la que fue una idea fundamental en sus propuestas durante ese período.

• Raúl Prebisch, el secretario ejecutivo de la CEPAL, pensaba entonces que las empresas transnacionales podrían contribuir en esa tarea por medio de una “asociación de la iniciativa extranjera con la latinoamericana, que puede ser una solución muy conveniente, desde el punto de vista de la irradiación tecnológica así como de la mejor convivencia con los intereses nacionales”, como señalaría en un artículo titulado El falso dilema entre el desarrollo económico y estabilidad monetaria en 1963.

• “En suma, latente en todas estas propuestas estaba la necesidad de formular políticas definitivas y claras, como las exenciones fiscales” (Kerner, 2003).


• Considero que las privatizaciones de los servicios públicos en la década de los 90 contribuyó al derrame tecnológico en la región: mejoraron la extensión de los servicios telefónicos y la electricidad. Sin embargo también fueron reformas regresivas puesto que no hubo control del Estado, lo que se tradujo en aumento del costo por los servicios y abusos por parte de las administradoras.

• En el caso de salud y pensiones es donde mejor esta relación se puede ver puesto que muchas de las reformas no terminaron mejorando el sistema: fue una de las reestructuraciones más volátiles que terminaron aumentando costos cuando lo que se pretendía era mejorar la administración y reducir sus costos. En el caso de las pensiones, en promedio, el coste administrativo ronda el 24.4 por ciento de las deducciones totales que se le hacen (Mesa-Lago, 2008). En cuanto al gasto sanitario en el sector privado de salud, este en promedio ronda el 48 por ciento; muy superior al gasto en el sector público, que es del 31.4 por ciento, y el del seguro social, del 20 por ciento (ibíd.).


• En salud, el ente contralor continúa siendo el ministerio de salud. La mayoría de los países Latinoamericanos tienen alta segmentación y baja coordinación (en algunos casos, como Bolivia ni siquiera existe coordinación) entre los sistemas públicos, privados o los seguros sociales.

• Esto demuestra la falta de capacidad institucional en el sector salud del que carecen los ministerios y sus debilidades. Esto lo hace una reforma regresiva. Para el caso de las pensiones, la reforma es regresiva porque el Estado debe de transferir recursos al sistema privado en casos donde la pensión mínima no se alcance y en aquellos programas que quedaron en un esquema separado del sistema público o privado.


• La carga económica que representa para el Estado la reforma al sistema de pensiones es una que más interés despierta. Por un lado, varios países mantuvieron dos sistemas de pensiones. En unos se combinó, como en Costa Rica, mientras que en otros se dio la opción de quedarse en uno u otro sistema. Los estados deben de buscar financiamiento para esos programas públicos que se finiquitarían en las próximas tres décadas.

• Muchas de las opciones para financiarlos se han buscado en el extranjero – pues los sistemas de solidaridad se quedaron sin fondos tras las privatizaciones, por ser estos un sistema de cuenta personal.


• La disposición a contraer préstamos con una financiación de corto plazo fue particularmente desencaminada (Stiglitz, 2005). Son precisamente estos préstamos los que más han afectado a las naciones Latinoamericanas porque aumentaban la volatilidad en cuanto a su carácter procíclico. Las naciones se vieron bastante influenciadas a adquirirlos por el BM y el FMI, del que más tarde se volvieron dependientes para obtener préstamos.

• Sin embargo a lo largo del tiempo el número de acreedores ha venido en aumento en América Latina. La deuda existe en dólares, lo que plantea otro de los grandes problemas en la liberalización que se hizo. Por un lado elevó la deuda por las tasas de cambio competitivas, mientras que los países tenían que ajustar sus monedas o buscar más dinero para comprar esos dólares y pagar la deuda; y la crisis recayó en las instituciones financieras nacionales, profundizando aún más a las economías.


• La deuda externa es ahora bastante similar a la que se tenía hace 28 años, al inicio de la década perdida. Casi un cuarto del PIB latinoamericano es parte de esa deuda, lo que significa precisamente que el 25 por ciento de la inversión de los Estados está destinada a pagar y no a invertir en desarrollo.

• Es precisamente la falta de ese desarrollo un peligro en América Latina. Y para llenar ese vacío, los países están acudiendo a la formación de áreas de libre comercio con los países del norte. Esto es peligroso puesto que se genera una extensa destrucción de las actividades económicas pre existentes, “enclave” de muchas actividades dinámicas, incapacidad de estimular el resto de sectores económicos a la productividad; y se profundiza si existen pocos liderazgos en los sectores productivos e incapacidad de estos para generar actividades competitivas (Ocampo, 2005), factores contrarios que hacen desde la lógica del Consenso de Washington ver la ausencia de políticas y estrategias claras para aumentar la productividad de los países.


• La falta de estas políticas ha provocado en México que – al estar vigente el Tratado de Libre Comercio entre esa nación, Estados Unidos y Canadá (NAFTA) – éste se convierte en un importante importador de granos básicos: 53 por ciento de arroz y 35 por ciento del trigo que se consume proviene de la nación estadounidense. Con la entrada en vigor del tratado, los comerciantes han tenido que reducir sus precios o reducir su productividad en el peor de los casos, generando despidos (Oxfam, 2007).

• Las negociaciones de Tratados de Libre Comercio entre países o bloques con mayor poder político y económico versus naciones menos desarrolladas han impulsado costos en áreas sociales. Al analizar acuerdos como el NAFTA y el CAFTA-DR, se puede observar como la apertura de ciertos sectores “sensibles” como la agricultura se ven afectados por la llegada de productos estadounidenses de menor precio.


• Aunque, si el tratado es negociado con equidad, este puede traer beneficios. “CAFTA-RD no es una solución mágica, pero ofrece grandes oportunidades para incrementar el comercio y reducir la pobreza”, dijo Jane Armitage, directora del Banco Mundial para América Central, durante la presentación de un informe sobre los desafíos y retos en 2005 que tiene el CAFTA-DR.

• Un tratado comercial de esta magnitud genera inversiones; reduce las trabas administrativas y puede aumentar la transparencia de las instituciones; así como la innovación en la industria. Pero a la vez es necesario que los pequeños productores también se vean beneficiados con programas de desarrollo, pues ahora son estos los menos protegidos en un proceso de globalización.


• Cuando los países en desarrollo exportan a los mercados de los países del norte se enfrentan a barreras arancelarias cuatro veces superiores a las que encuentran los países ricos (Watkins; Fowler, 2002). Estas barreras cuestan a los países en desarrollo 100 mil millones de dólares al año, el doble de lo que reciben en concepto de AOD.

• Los países ricos, además, invierten 1 mil millones de dólares diarios en subsidios a su agricultura, lo cual provoca una sobreproducción que afecta al sur. Algunos apelan a revalorar el precio de materias primas, como los cereales, y en buscar una solución al alto costo que paga el sur por las actuales normas de propiedad intelectual que son exigidas en todos los acuerdos comerciales. Los países desarrollados suelen estar más dispuestos a entregar donaciones que a jugar limpio en el comercio. La Unión Europea resultó en primer lugar en mantener estas políticas proteccionistas (ibíd.); luego Japón, Estados Unidos y Canadá durante el estudio realizado por Oxfam en el 2002.


• La clave no está en satanizar el libre comercio, sino en buscar esas formas que pueden ayudar a que contribuya al desarrollo. Por un lado la retirada de las barreras arancelarias en los países del norte, como Estados Unidos y la Unión Europea, daría beneficios claros a países como México, o a grupos centroamericanos.

• Sin embargo, la rápida liberalización de las importaciones aparejadas con la condicionalidad de los prestamos en programas financiados por el BM y el FMI han profundizado la brecha también de la desigualdad y la pobreza (Watkins; Fowler, 2002).


• Pero otra de las claves, y una de los principales retos económicos, políticos y sociales en el continente Latinoamericano, es el de modificar sus estrategias de desarrollo productivo, pieza fundamental para la reducción de la pobreza. Por un lado tenemos el de formular políticas de competencia, regulación de mercados no competitivos y la corrección de las fallas de mercado – sobre todo en el de capitales –, aumento de la inversión para buscar tecnología alternativa, capacitación de sus manos de obra y tierra (Ocampo, 2005). Y una reforma estructural en el área fiscal.

• América Latina no puede darse más el lujo de continuar con una política de exención fiscal – o de tolerancia a la elusión y evasión –, cuando parte de la obtención del dinero para mejorar la situación de sus ciudadanos se encuentra en la recaudación fiscal.


• No se trata de inventarse nuevos impuestos, sino de reforzar la hacienda pública. Chile le apostó a una profunda reforma fiscal con el propósito de finiquitar su deuda previsional, lo que le ha permitido concentrar fondos en otras áreas de desarrollo económico.

• Pero este es un proceso en el que la cohesión social es importante, puesto que muchos de los que se han visto beneficiados por políticas fiscales laxas podrían protestar; y ellos deben de ser los primeros en observar y denotar mediante los acuerdos políticos la importancia de las reformas estructurales.


• La apertura comercial no debe verse solo hacia el norte, sino también hacia el sur del continente y que puede generar bastante riqueza entre las naciones Latinoamericanas por sus riquezas naturales. Los países han formado grupos económicos que no han resultado, precisamente por sus diferencias y las preferencias que encuentran arancelarias que encuentran en el norte – y que son cada vez menos –, pero que no encuentran entre ellos mismos.


• Muchas de esas uniones son inspiradas por la Unión Europea (UE). En la integración monetaria es la UE – y en su integración política también –, los países del sur pueden encontrar un modelo sustancioso que les sirva para salir adelante. Llegar a ese proceso tiene motivaciones históricas, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

• Los creadores del proceso de integración en Europa consideraron que era el único camino para que los intereses económicos en su conjunto lograran detener los enfrentamientos bélicos entre las naciones europeas.

• Son precisamente esas motivaciones políticas las que los llevaron a establecer formas de protección a sus sectores. Por cuanto esa idea llevó a crear el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el Fondo Social Europeo y los Fondos de Cohesión, con los que se incentivo a aquellos más débiles a la apertura de las fronteras. Es el regionalismo lo que más importa en este proceso.


• Los europeos se fijaron en beneficiar a su región; que no era cualquiera, ni estaba más distante, sino a la que geográficamente estaba más cercana y por la contribución que puede generar tal cercanía al desarrollo de los diferentes sectores. Si los europeos no hubiesen visto en los Fondos de Cohesión el camino para poder desarrollar sus industrias, al mismo tiempo que las protegían de mercados abiertos (Alemania versus Francia en la agricultura), es probable que nunca hubiesen alcanzado un unión monetaria.

• Por tanto, los tratados entre los países de América Latina con Estados Unidos y la Unión Europea plantean la desventaja de no poner a las regiones en un mismo nivel. De aquí que para la región Latinoamericana valdría más llegar a acuerdos de regionalismo abierto que estratégicos.


• Para que la escala mínima eficiente sea mayor, es necesario igualarla al tamaño del mercado entre el número de empresas. El mercado regional vendría a ser reducido si se le apuesta solo a sectores estratégicos, como en el CAFTA y NAFTA. No se generaría mayor comercio en ciertos sectores.

• El mercado se hace más pequeño, tiene menos ofertas y a la vez da menos soluciones sociales. Una oportunidad para lograr dinamizarlo es desde la integración comercial, y mucho más entre aquellos que son iguales o que se encuentran en una situación similar y de cercanía.


• El interés por la integración económica en los países Latinoamericanos se inició en los primeros años sesenta bajo el estímulo proporcionado por la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1957 y de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) en 1960. Los resultados de las experiencias de integración regional no estuvieron a la altura de sus expectativas (Rueda, 1999). Y ahora el proceso de integración que más avances tiene es el Centroamericano.

• Es verdad que los diferentes planes de integración económica del MCCA han contribuido a aumentar el comercio interregionales en los últimos años. Este proceso tampoco es nuevo y responde al nuevo regionalismo que se incentivó a inicios de la década de los 90. En parte motivado por los procesos de pacificación en la región. Por tanto ya existía una tendencia al aumento en el comercio de la región bastante exitoso, si tomamos en cuenta que este se había perdido durante la crisis de los 80.


• Aún siendo satisfactorio el aumento del comercio intrarregional, sigue siendo poco en cuanto a las cifras absolutas: más del 74 por ciento del comercio es extra-MCCA. También los beneficiados del comercio en la región no son para todos: El Salvador y Guatemala concentran el 30 por ciento del comercio intra-MCCA, por citar un ejemplo.

• Pero los procesos sur-sur, aún cuando son una posible vía para estrechar vínculos comerciales, hay que verlos con cautela porque no son todas favorables para un mundo en desarrollo (Watkins; Fowler, 2002). Lo que debe es buscarse áreas que sirvan como polos de desarrollo. Una quinta parte de las exportaciones en el Mercosur se realizan entre los países miembros, y su dinamismo podría contribuir.


• Aunque también los socios con los que los países se alineen pueden traer beneficios o maleficios en las políticas que se implementen. En Mercosur, la entra de Venezuela puede servir para replantear las estrategias de Brasil en materia comercial y ser más competitivo.

• Pero también puede ser una herramienta de doble filo que atrase el proceso de integración – que ya de por sí está estancado desde hace varios años. A su vez, Venezuela puede ser una piedra que impida aún más la posibilidad de entrar en una negociación conjunta entre el Mercosur y la UE por su propia política de negarse a negociar con países del norte o por buscar protagonismo en la región.

• Esto podría llevar, en palabras del Secretario general de la Secretaria General de Iberoamérica, Enrique V. Iglesias, a que la UE busque “negociar con cada país” para echar a andar el acuerdo; lo que sería lamentable para el bloque.


• Sucedería lo mismo que ocurrió con los países Centroamericanos que comenzaron un proceso de negociación en conjunto con Estados Unidos, pero que terminaron realizando reuniones bilaterales para sacar adelante el acuerdo que se firmó por separado y que a algunos resultó más beneficiosos que a otros, aún cuando en bloque podían tener mejores resultados.


• El desarrollo en Latinoamérica no debe de estar esperanzado en la AOD. La Inversión Extranjera Directa (IED) ascendió en el 2000 a $240 millones, mientras que la AOD se mantenía en $56 millones (Watkins; Fowler, 2002). Según el Informe 2006 Cooperación para Desarrollo presentado por la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCED), los países donantes deberán incrementar los fondos destinados a programas de desarrollo para cumplir el compromiso de incrementar la ayuda hasta los $130 mil millones de dólares en 2008 y duplicar la ayuda destinada a África para 2010.

• Sin embargo el incremento en los últimos años de la AOD es de 5 por ciento, muy inferior al compromiso de aumentarla al 11 por ciento anual que debería observarse para el 2008 y 2010, con el fin de cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).


• Para el 2005 AOD llegó a $106.800 millones, pero esta representa el 20 por ciento

• del alivio de la deuda externa de Iraq y Nigeria. En los países más pobres, donde viven ¾ partes de los pobres del mundo, la AOD asciende al 47 por ciento (OCED, 2006).

• El objetivo mediante la cooperación internacional no se está logrando, y sería bueno replantearse si esta es una de las alternativas más efectivas para el combate de la pobreza y la desigualdad en el mundo. Y sobre todo si los países cooperantes están realmente dispuestos a cooperar (Comesaña, 2003).


• Si uno de los ODM es fomentar una alianza mundial para el desarrollo, esta cada vez parece estar más lejos de alcanzarse y no solamente por la falta de cooperación en materia de AOD.

• Naciones Unidas señala que los aranceles sobre las exportaciones e importantes de los países en desarrollo casi no han cambiado; la deuda externa sigue siendo un obstáculo para el desarrollo, y no sólo en los países más pobres; señala que ya es hora de reducir los subsidios agrícolas en los países ricos (las crisis alimentarias en América Latina han comenzado a sentirse: falta de harinas, frijoles y maíz padecen los países Centroamericanos en estos momentos, y que son parte de su dieta alimentaria – esto se relaciona con la falta de poder ingresar otros productos al mercado internacional, como el café, para poder tener recursos y comprar en otros mercados la materia que les hace falta, o las políticas proteccionistas de la UE y los Estados Unidos).


• Si la IED es mayor que la cooperación, y esta – ahora en América más que nunca nos estamos dando cuenta de la importancia de reformas fiscales y el control estatal –se puede aprovechar a las empresas trasnacionales para que inviertan en el desarrollo tecnológico.

• No se trata de inventar nuevas tecnologías, sino de adaptarlas. En países como Japón y Corea la IED fue fundamental para su desarrollo actual. América Latina y en particular Centro América están bastante atrasados en el desarrollo tecnológico y en la misma formación de sus ciudadanos. En materia de producción podemos adaptar esos procesos de fabricación de tecnología, como ha comenzado a hacer Costa Rica con la entrada de Intel. Claro que para esto es necesario mejorar el acceso a la educación, a la salud, e incentivar a los jóvenes a inmiscuirse en las áreas del conocimiento más duras.


• El Consenso de Washington olvidó incluir en su agenda la necesidad de invertir en la educación. Tras el proceso de pacificación y la crisis de la década perdida, esto es fundamental retomarlo.

• La AOD puede ayudar, pero es desde la IED una de las mejores oportunidades – si se sabe aprovechar en un marco regulador – las que colaboren aún más en la transmisión de conocimientos nuevos en materia tecnológica; porque la cooperación, en definitiva, no tiene esa función. Este elemento es muy importante para Stiglitz porque por lo general en Latinoamérica no se ha prestado tanta atención a la asignación del gasto y al contenido de la educación.


• La educación produce factores endógenos, como la reducción de la pobreza. Por tanto, dentro del combate a la pobreza este es un factor trascendental. Sin embargo los programas enfocados en este punto van bastante alineados al suministro de recursos a las personas.

• El Salvador, México y Brasil despuntan en su lucha contra la pobreza en toda Latinoamérica en gran medida por sus programas dirigidos a erradicarla. A cambio de los subsidios que se entregan, existe un compromiso por parte del Estado y las familias favorecidas en enviar a los niños a recibir educación. Pero esto no viene a mejorar las condiciones de vida rotundamente. La falta de empleo es el problema principal que no se está combatiendo.

• Como punto de partida de una agenda en la lucha contra la pobreza, los gobiernos tienen que asumir el compromiso de generar empleos.


• La falta de oportunidades ha generado las migraciones en América Latina. En el caso salvadoreño, con una población de 5.7 millones de habitantes, 3 millones más se encuentran en los Estados Unidos. En lugar de exportar productos, El Salvador exporta su mano de obra. Desde una perspectiva empírica se puede afirmar que las migraciones han causado rupturas familiares y han contribuido a generar el fenómeno de las pandillas juveniles; y como lastre a que El Salvador se convierta en uno de los países más violentos del continente.

• La falta de políticas acertadas para generar empleo no estaba ni en el Consenso de Washington ni están claramente en la agenda actual. Está claro que a gobiernos como el mexicano o los países centroamericanos les interesa que sus compatriotas se queden en los Estados Unidos, enviando remesas a sus familiares y contribuyendo de esa forma a la economía local al generar comercio.


• Las remesas son una fuente de ingresos que se está perdiendo en la vía del consumismo en lugar de contribuir al desarrollo económico. Como parte de una nueva agenda es importante generar negocios en los países Latinoamericanos. Pero que básicamente no solo sea para atraer a inversionistas extranjeros, sino que se potencien las inversiones al interior.


• Tanto para generar empresas como para atraer IED es necesario el fortalecimiento de las instituciones del Estado. Esto genera confianza en los inversionistas. Tras el paso del militarismo a la democracia, el fortalecimiento institucional todavía no se ha logrado.

• Por muchos años, y el caso en particular de Argentina lo demuestra, la corrupción es lo que ha impedido hacer avanzar a un país o lo ha retrocedido en sus diferentes índices de desarrollo.

• Pero al hablar de corrupción se debe de ahondar en el término e ir en contra de la corrupción que se genera desde el robo del dinero de los ciudadanos hasta el que va en busca de favorecer compadrazgos para beneficiar a unos pocos – y a veces a los mismos.


• El flagelo que los funcionarios públicos provocan a la institucionalidad de los Estados debe de ser denunciada por los medios de comunicación, que muchas veces son cómplices. Se debe potenciar los medios de comunicación comunitarios (Stiglitz, 2003), que en varios países se les vincula despectivamente con los partidos de izquierda.

• Esa concepción debe de cambiar. Nadie deja de comprar un periódico por considerarlo de derecha, pero sí deja de tomarle importancia a las radios comunitarias y a sus denuncias por considerarlas de izquierda.

• Confío mucho en el papel de los medios de comunicación como instrumentos de fiscalización del quehacer político, económico y social. Y más allá de ello, como instrumentos para motivar a la población a participar de la vida democrática. Y esto, según la encuesta de Latinobarómetro en 2007, es lo que no existe en Latinoamérica.

Bibliografía

• CEPAL. “La integración económica en América Latina y el Caribe: en busca de la complementariedad y la convergencia”, capítulo 4 de Panorama de la inserción internacional de América Latina 2006. Tendencias, 2007, CEPAL, Santiago de Chile, 2007.

• CEPAL. Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe 2007 [En línea]. División de Estadística y Proyección Económica, CEPAL, 2007. Disponible en: http://websie.eclac.cl/anuario_estadistico/anuario_2007/default.asp [Fecha de consulta: 14-6-2015]

• Comesaña, Antón. Cooperación y desarrollo. Hacia una agenda comprehensiva para el desarrollo. Madrid: Pirámide, 2003.

• Kerner, Daniel: “La CEPAL, las empresas transnacionales y la búsqueda de una estrategia de desarrollo latinoamericana”. Revista de la CEPAL. Abril 2003. Nº 79, p: 85-99.

Bibliografía

• Carmelo, Mesa-Lago. “Reassembling Social Security: Pension and Healthcare Reforms in Latin America”. Oxford: Oxford University Press, 2008.

• Ocampo, J.A. “Más allá del Consenso de Washington: una agenda de desarrollo para América Latina”, en Serie de Estudios y Perspectivas de la Sede subregional de la CEPAL en México, número 26, 2005.

• Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCED), “Diario de la OCDE sobre el desarrollo: Cooperación para el desarrollo - Informe 2006 - Esfuerzos y políticas de los miembros del Comité de ayuda al desarrollo”. Volumen 8, Fascículo 1, 2006.

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• Oxfam. “Amistades peligrosas o lo que esconden las negociaciones comerciales entre países ricos y pobres”. Revista de estudios 19, Intermón Oxfam, 2007.

• Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). “Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008. La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido”. PNUD, 2007.

• Rueda-Junquera, Fernando. “La reactivación del mercado común Centroamericano”. Burgos: Servicios de publicaciones Universidad de Burgos, 1999.

• Sotillo, José Ángel: “Las relaciones Unión Europea - América Central”. [En línea]. América Latina, Hoy. Nº 17. Disponible en: http://www.usal.es/~iberoame/americalatinahoy/ALHPDF-TIFF/ALHvol17/ALHvol17sotillo.pdf [Fecha de consulta: 05-06-2015]

• Stiglitz, Joseph. “El rumbo de las reformas. Hacia una nueva agenda para América Latina”. Revista de la CEPAL, número 80, 2003.

Bibliografía

• Terry Lynn Karl. “Dilemmas of Democratization in Latin America”, en Roderic Ai Camp. Ed. Democracy in Latin America, 1990. Patterns and Cycles. Delaware: Jaguar Books on Latin America (P. 21-46).

• Watkins, Kewin; Fowler, Penny. “Cambiar las reglas: comercio, globalización y lucha contra la pobreza”. Barcelona: Oxfam internacional, 2002.

• Williamson, John. “Overview: An agenda for restarting Growth and reform” [Enlínea]. Institute for International Economics, 2003. Disponible en: http://www.petersoninstitute.org/publications/chapters_preview/350/0iie3470.pdf [Fecha de consulta: 15-6-2015]

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