Una Salvacion Tan Grande - 1 Ped 1 (10-12)
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Transcript of Una Salvacion Tan Grande - 1 Ped 1 (10-12)
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“UNA SALVACIÓN TAN GRANDE”
TEXTO 1 Pedro 1:10-12
Introducción
Pedro está escribiendo a creyentes que estaban sufriendo por su fe (v.6-7). Felizmente estaban
reaccionando bien (v.8-9). Sin embargo, para animarles más, Pedro se detiene para describir algo
más de la salvación. Lo hace, porque ya ha mencionado esta palabra dos veces:
“que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que
está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (v.5)
“obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas” (v.9).
Al escribir la palabra, “salvación”, Pedro se detiene a meditar más este tema. Se imagina ciertas
preguntas:
¿Qué es la salvación?
¿De dónde viene la salvación?
¿Cómo escuchamos acerca de la salvación?
Para contestar estas preguntas, Pedro vuelve en su mente a los profetas del AT, y resalta ciertas
cosas:
- La salvación fue anunciada por los profetas del AT (v.10).
- La salvación tuvo que ver con los sufrimientos de Cristo (v.11).
- La salvación fue predicada por evangelistas, llenos del Espíritu Santo (v.12).
Todo esto indica, como afirma el autor de Hebreos, que la salvación de Dios no es cualquier cosa,
sino que es una “salvación tan grande” (Heb 2:3).
Pero, ¿en qué consiste la grandeza de la salvación? Podemos notar CUATRO cosas que Pedro
resalta en estos versos, que apuntan a la grandeza de la salvación:
1. LA SALVACIÓN SE DEBE A LA GRACIA DE DIOS (v.10A)
¿Qué significa la palabra “gracia”? Algunos lo definen como ‘un regalo o un favor inmerecido’.
Ilustración
Si fuera el cumpleaños de alguien, y una persona le diera un regalo, eso sería un lindo gesto, pero
no se consideraría ‘gracia’. Es el día de su cumpleaños; ¡merece un regalo ese día!
Pero si no fuera su cumpleaños, y aun así un amigo le sorprendiera con un regalo, eso tampoco
sería gracia. Quizá no esperaba un regalo ese día, pero no se podría decir que no lo merecía.
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Pero suponiendo que una persona, a quien había ofendido seriamente, se acercara y le diera un
regalo, eso SÍ sería considerado gracia: ‘un regalo inmerecido’.
La Biblia enseña que nosotros somos, por naturaleza, enemigos de Dios (Rom 5:10). Vivimos a
espaldas de Dios, le desobedecemos constantemente, le ofendemos con nuestras vidas, etc. Por lo
tanto, merecemos ser condenados, al igual que los demonios.
La Biblia afirma que no hay salvación para los demonios (los ángeles caídos); ver Heb 2:16. Sin
embargo, Dios ha decidido salvar a los seres humanos, que han pecado en exactamente la misma
manera que los demonios. ¿Por qué nos va a salvar a nosotros, y no a los ángeles caídos? La
única explicación es: Su GRACIA.
Veamos algunos textos que hablan de la gracia de la salvación. En Juan 1:17, el evangelista
hace un contraste entre la ley (que vino por Moisés), y la gracia (que viene por Cristo). ¡Qué
tremenda diferencia!
En Tito 2:11, Pablo escribe: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos
los hombres”. Esto no significa que todos los hombres serán salvos, sino que la salvación está al
alcance de todos los seres humanos. Nadie está excluido de la salvación, por edad, género, raza,
estatus social, inteligencia, etc. ¡Es la gracia de Dios!
En Hch 20:24, Pablo describe el mensaje que predicaba como las buenas noticias “de la gracia
de Dios”. ¡Y eso es exactamente lo que es! La gracia de Dios es una buena noticia
(“evangelio”), porque sin ella, no habría salvación para nadie.
Pero si la salvación consiste en ‘un regalo que no merecemos’, ¿cómo recibimos esa ‘gracia’? La
Biblia indica claramente que es por FE (Efe 2:5, 8; Rom 4:16). La fe es simplemente la acción de
extender la mano abierta hacia Dios, para recibir Su tremendo regalo de salvación.
La pregunta es, ¿hemos recibido esa salvación? ¿Somos poseedores del gran regalo de Dios?
Él nos quiere dar el regalo de la salvación. Lo único que tenemos que hacer es reconocer que no
tenemos ese regalo aun, pero que anhelamos recibirlo de Dios.
Pero en segundo lugar, la salvación de la cual Pedro habla es ‘tan grande’, porque:
2. LA SALVACIÓN COSTÓ MUCHO A CRISTO (v.11)
Para nosotros, la salvación es un regalo; no nos cuesta nada. Pero, ¿qué le costó a Dios?
Para contestar esta pregunta, tenemos que volver a Gén 1, y al relato de la creación. ¿Qué hizo
Dios para crear este universo? Simplemente habló la palabra. Todo lo que Él quiso hacer, lo hizo
por medio de Su palabra.
En Gén 1 leemos de todo lo que Dios hizo. Pero hay una cosa que falta en Gén 1 – la salvación.
¡Dios no creó la salvación! Y ¿por qué no la creó? Por la simple razón que la salvación no
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puede ser creada, tiene que ser comprada. Si era solo asunto de crear nuestra salvación, no le
habría costado nada a Dios. Pero comprar la salvación es otra cosa.
¿Qué preció pagó Dios para comprar este tremendo regalo de la salvación? En 1 Ped 1:18, Pedro
declara que NO hemos sido comprados con oro o plata. Aun eso hubiera sido fácil para Dios,
porque Él es dueño de todo, y si hubiera faltado más oro, podría haber creado más. El precio que
Dios pagó fue “la sangre preciosa de Cristo” (1 Ped 1:19).
Podemos relacionar eso con lo que leemos en 1 Ped 1:11 de los “sufrimientos de Cristo”. Él fue a
la cruz, y soportó tremendo dolor. No solo el dolor físico, sino el dolor espiritual y emocional, de
cargar con todo el pecado del mundo, y ser abandonado por el Padre, mientras Él llevaba la ira de
Dios contra tanta maldad.
Los profetas hablaron de estas cosas, cientos de años antes que sucedieran. Por ejemplo: Sal
22:1, 7-8, 14-18; Is 53:3-8.
Reflexión: A veces decimos, o pensamos, o sentimos, que nos cuesta mucho seguir a Cristo.
Algunos dicen que la vida cristiana es muy difícil. Pero comparemos nuestros
sufrimientos con los de Cristo. ¡No hay comparación! Y si Él sufrió tanto por
salvarnos, lo menos que podemos hacer es aceptar cualquier sufrimiento que nos
venga en la vida cristiana, con un espíritu de agradecimiento (Hch 5:41). Así que, la
próxima vez que nos toca sufrir algo por la causa de Cristo, vayamos a la cruz del
calvario, y pensemos en todo lo que le costó a Cristo y al Padre salvarnos. Eso debe
cambiar nuestra perspectiva acerca de nuestro sufrimiento.
En tercer lugar, nuestra salvación es “tan grande” porque:
3. LA SALVACIÓN FUE ANUNCIADA POR PREDICADORES INSPIRADOS (v.12)
Parte de la grandeza de la salvación es que Dios no deja nada al azar. Habiendo comprado el
regalo inmerecido de la salvación, Dios el Padre se encargó que el evangelio sea predicado (Rom
10:15). ¡Él llama y envía predicadores con el mensaje de salvación!
Ejemplo: Apóstoles (como Pedro, Hch 10) y evangelistas (como Felipe, Hch 8:5-8, 26-31, 35).
MEDITAR: ¿Quién te compartió el evangelio? ¿Quién fue la persona a quien Dios usó para que
tu escuches el mensaje de salvación? ¿Entiendes que Dios fue el que se encargó de
eso? Y lo hizo, para que ese regalo inmerecido de la salvación llegara a tu vida.
Es más, cuando Dios envió esa persona para compartir el evangelio, concedió el poder del
Espíritu Santo. ¡Por eso resultó en tu salvación!
Ilustración: Pablo predicando en Tesalónica (1 Tes 1:5-6).
TESTIMONIO PERSONAL:
¡Qué grande es esta salvación de Dios! ¡Todo está incluido!
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4. LA SALVACIÓN CONDUCE A GLORIAS VENIDERAS (v.11b)
Los profetas del AT, no solo predijeron los sufrimientos de Cristo, sino también “las glorias que
vendrían tras ellos” (v.11b). ¡Esta es parte de la grandeza de la salvación!
La salvación tiene como ‘fruto’ ciertas glorias que vemos ya en este mundo:
- vidas transformadas.
- familias restauradas.
- sociedades redimidas.
¡Estas cosas ya son tremendas!
Pero hay más todavía. La salvación tiene como ‘fruto’ ciertas glorias en la eternidad.
Tenemos descripciones de ellas en pasajes tales como Is 11:6-9; 65:17-25; Ezeq 40-48.
Y en el NT, en pasajes tales como Apo 22:1-5.
Conclusión
Pedro dice que los profetas del AT predijeron esta salvación tan grande (v.10-11); una salvación
que aun los ángeles anhelan estudiar (v.12b). Pero los beneficiaros de esta “salvación tan
grande” somos NOSOTROS (v.12). Pero, ¿la estudiamos? ¿Meditamos mucho en los detalles de
nuestra salvación? ¿Procuramos entenderla a cabalidad?
Esa es nuestra responsabilidad. Recordemos lo que dice Heb 2:3, “¿cómo escaparemos nosotros
si descuidamos una salvación tan grande?”. No hay que descuidarla; hay que prestar mucha
atención a ella, y ser diligentes en nuestro aprovechamiento de este tremendo ‘regalo inmerecido’
de Dios.