unhappy

3
Unhappy Sólo me diste un beso en la mejilla y te fuiste, ni siquiera te dignaste a voltear a verme. Ahora partes a Inglaterra. A ese país frío y lluvioso donde se habla un inglés chistoso. Sí, lo sé, la lengua inglesa proviene de allí, ya te escuchó regañándome y corrigiéndome, doña perfecta. Pero ¡qué acaso tú nunca te equivocabas! No, eso imposible; por eso obtuviste la beca de estudios y además terminar tus dos carreras: letras inglesas, obviamente, y comunicación. En cambio yo… Cuando te conocí, pensé que nuestro cariño sería para siempre. Desde que te vi en la fiesta del “flaco” me enamoré de ti. Recuerdo que te invite un trago, que bailamos juntos y que te pise cuando te di una pirueta. Te pusiste algo ebria y con hipo, pero cada que te escuchaba arrastrar las palabras al hablar me gustabas más. Me parecías tan bella y sencilla. Llevabas tus convers, pantalones de mezclillas rotos y traías tu playera de “muse”. Recuerdo que te llevé a la estación del metro más cercana. Hace cuánto fue eso, ¿dos años? Salimos dos veces más antes de que fueras mi novia. Primero te invite a una pizzería, lo recuerdo bien, porque tiré un poco de refresco en la mesa al querer servirme. Me dijiste: “Sírvete con cuidado, si no sabes te sirvo”. En realidad, estaba muy nervioso. Tus ojos pequeños me tenían embobado. No sabía que hacer o decirte para impresionarte; recuerdo sentir fuego en el rostro cada que te veía fijamente y te dabas cuentas. Empezabas a entrecerrar los ojos y luego reías mostrando tu lengua rosada. La segunda vez que salimos fuimos al cine. Ya no sentía pena al estar cerca de ti. Recuerdo que tomé tu mano y te di un beso en la palma. “No crees que eso es muy infantil, tenemos 20 años recuerdas”. Me dijiste. “No, tú tienes esa edad, yo tengo 27, sé que no se nota pero… ” Ahí te quedaste atónita. Me empezaste a cuestionar sobre mis deberes, mis metas, mis sueños y mis aspiraciones. Te conté todo, primero te dije que ayudaba a mi papá en su tienda de abarrotes, que mi sueño era ser tatuador profesional, también que estaba por terminar un curso de dibujo

description

cuento de josue isaac, taller de narrativa

Transcript of unhappy

Page 1: unhappy

Unhappy

Sólo me diste un beso en la mejilla y te fuiste, ni siquiera te dignaste a voltear a verme. Ahora partes a Inglaterra. A ese país frío y lluvioso donde se habla un inglés chistoso. Sí, lo sé, la lengua inglesa proviene de allí, ya te escuchó regañándome y corrigiéndome, doña perfecta. Pero ¡qué acaso tú nunca te equivocabas! No, eso imposible; por eso obtuviste la beca de estudios y además terminar tus dos carreras: letras inglesas, obviamente, y comunicación. En cambio yo…

Cuando te conocí, pensé que nuestro cariño sería para siempre. Desde que te vi en la fiesta del “flaco” me enamoré de ti. Recuerdo que te invite un trago, que bailamos juntos y que te pise cuando te di una pirueta. Te pusiste algo ebria y con hipo, pero cada que te escuchaba arrastrar las palabras al hablar me gustabas más. Me parecías tan bella y sencilla. Llevabas tus convers, pantalones de mezclillas rotos y traías tu playera de “muse”. Recuerdo que te llevé a la estación del metro más cercana. Hace cuánto fue eso, ¿dos años?

Salimos dos veces más antes de que fueras mi novia. Primero te invite a una pizzería, lo recuerdo bien, porque tiré un poco de refresco en la mesa al querer servirme. Me dijiste: “Sírvete con cuidado, si no sabes te sirvo”. En realidad, estaba muy nervioso. Tus ojos pequeños me tenían embobado. No sabía que hacer o decirte para impresionarte; recuerdo sentir fuego en el rostro cada que te veía fijamente y te dabas cuentas. Empezabas a entrecerrar los ojos y luego reías mostrando tu lengua rosada.

La segunda vez que salimos fuimos al cine. Ya no sentía pena al estar cerca de ti. Recuerdo que tomé tu mano y te di un beso en la palma. “No crees que eso es muy infantil, tenemos 20 años recuerdas”. Me dijiste. “No, tú tienes esa edad, yo tengo 27, sé que no se nota pero… ” Ahí te quedaste atónita. Me empezaste a cuestionar sobre mis deberes, mis metas, mis sueños y mis aspiraciones. Te conté todo, primero te dije que ayudaba a mi papá en su tienda de abarrotes, que mi sueño era ser tatuador profesional, también que estaba por terminar un curso de dibujo avanzado y ahora que recuerdo te dije todo lo que pensaba en ese momento: nada te pareció. Fueron muy poco mis aspiraciones para ti. Tú querías empezar tu carrera simultánea de comunicación y terminar la de lenguas inglesas… ya dije eso, para qué me repito carajo. Tenías el sueño de ir a estudiar a otra parte, escribir una novela bilingüe con pasajes de alguna novela inglesa —para qué, quién la entendería— dar clases de español a los ingleses, aunque a ellos ni les importa el español, son pedantes sucios y además tienen una reina cómo si vivieran en las épocas medievales. Bueno tal vez, es puro adorno obsoleto.

Pero lo peor fue cuando viste mis tatuajes. Después de que te enojarás y en el cine me hicieras una escena de por qué no aspiraba a más, entramos a ver la película. Me seguías pareciendo bella, aunque autoritaria con los ideales de los demás. El color rojo de coraje que salpicaba tu rostro te hacía ver hermosa… A la mitad del filme nos besamos con tanta pasión que los amantes de la película parecían jóvenes temerosos de sus sensaciones. Al salir me dijiste que fuéramos a un lugar más íntimo. Nos fuimos a un parque, ya era noche cuando salimos, y allí nos besamos como locos. Estábamos recargados a un árbol, me lastimaba la corteza. Entonces trágicamente me alzaste la playera y viste mis tatuajes. Si pensabas que bromeaba, porque no traía ninguno visible,

Page 2: unhappy

diste cuenta de ellos en mi abdomen y pecho. Un fénix que salía volando de mi esternón y llegaba por debajo de mi garganta, y en mi abdomen un Quetzalcóatl de piedra de jade que recorría todo mi torso. Ninguno te gusto, me devolviste la playera y dijiste entre dientes: “llévame a casa de inmediato”. Sí señora, a la orden, y dar el saludo marcial. Lo bueno fue que nunca te comenté del tatuaje que me haría a mí, pues para tatuar a otros, primero hay que tatuarse a uno, es un tipo de rito.

Cuando llegamos a tu casa, me besaste con una pasión que me dejó confundido. Me querías a mí pero ¿no a mis ideales que son parte de mí?

Quedamos que seríamos novios pero que debíamos mejorar mis metas. ¿Por qué? ¿Son malas, patéticas, denigrantes?

Luego el asunto empeoró: yo no quería cambiar, porque me sentía bien conmigo mismo, y tú me decías que era un patán por no apuntar más alto. Para evitar discusiones nos dejábamos de ver, ya no te hablaba ni te iba buscar a la universidad. Sin embargo, siempre estuviste cerca de mí, pues te dibujaba en cada clase con cada estilo que aprendía. Algunas todavía las conservó, imágenes a acuarela, a lápiz, con pasteles y una con óleo, aunque era mi peor técnica.

En estos dos años de separaciones y reconciliaciones, nunca te hice feliz. Empecé a estudiar administración pero no te pareció suficiente, me dijiste que era patético querer estudiar para ganar dinero. Ni siquiera dejabas que me acercara a tu casa para conocer a tus padres. Sin embargo, nunca me dejabas totalmente, eras dependiente de mí. Me llamabas y nos veíamos cuando tu soledad te era insoportable. Era un sufrimiento estar contigo y la vez no.

Lo bueno es que ahora te vas y no volverás. Por más que te quiera, no puedo estar sufriendo por alguien como tú. Debes quererme por lo que soy, yo te quise a ti por lo que eras. Cuando estés lejos tal vez te des cuenta. Por ahora no queda más que despedirme de ti, y separarme emocional y mentalmente de tu ser. Olvidarte sería la palabra, pero no creo poderlo hacer. El tatuaje que me hice, o ya tenía empezado, tiene, no tus iniciales, sino una palabra que siempre me recuerda tu persona: musa. Sé que no es lo mismo al nombre de tu banda favorita, pero ya tenía empezado una letra, es decir una “s”, y sabes dónde lo tatué, abajo del ala del fénix. Sí, lo empecé frente a un espejo, y lo terminé hace poco. Al principio quería poner mi nombre completo, Salvador, pero sólo tenía la inicial. Cómo nunca tuvimos relaciones no lo llegaste a ver. Fue mejor eso, sino tal vez me hubieras arrancado un cacho de carne con los dientes. Hubieras explotado en ira al ver a tu banda hecha tatuaje, o tal vez, no lo hubieras entendido. Mejor así, y ahora que lo pienso ojala no vuelvas…