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LA PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTOS, LA FORMACIÓN DEL RECURSO HUMANO Y SU VINCULACIÓN CON EL SECTOR PRODUCTIVO Amaira del Carmen Peña. RESUMEN La intención de este ensayo tiene como objetivo destacar la importancia que tiene la producción del conocimiento, la formación del recurso humano universitario y su vinculación con el sector productivo; se formulan desde el punto de vista teórico las perspectivas y posibilidades del docente en la Sociedad del Conocimiento. Del mismo modo, se busca reflexionar sobre el acelerado desarrollo científico y tecnológico, la aparición de nuevas formas de organización social y cultural, y en el cambio de paradigmas que anuncian, de manera urgente, un nuevo protagonismo de la producción de conocimientos, la formación de recurso humano y una universidad más actuante, comprometida con la producción y distribución de nuevos conocimientos. Tal como lo define, Sanz (1994): El conocimiento es información ordenada y estructurada y para que la información se transforme en conocimiento se requiere de la presencia de estructuras preexistentes de entendimiento en la memoria, que sean capaces de retener determinada información para que llegue a formar parte del conocimiento de una persona. (p21) Finalmente, se requiere de la participación de todos los entes involucrados para coadyuvar en la generación y coordinación de políticas que expresen en términos estratégicos planes de desarrollo de la ciencia y tecnología en el campo universitario, cuya producción de conocimientos y formación de recursos humanos estén interconectados con las verdaderas necesidades del sector productivo, profesionales formados con criterios de calidad y pertinencia social para responder a la sociedad del conocimiento, que influyan considerablemente en el desarrollo del país.

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Universidad “Fermín Toro”

LA PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTOS, LA FORMACIÓN DEL RECURSO HUMANO Y SU VINCULACIÓN CON EL SECTOR PRODUCTIVO

Amaira del Carmen Peña.

RESUMEN

La intención de este ensayo tiene como objetivo destacar la importancia que tiene la producción del conocimiento, la formación del recurso humano universitario y su vinculación con el sector productivo; se formulan desde el punto de vista teórico las perspectivas y posibilidades del docente en la Sociedad del Conocimiento. Del mismo modo, se busca reflexionar sobre el acelerado desarrollo científico y tecnológico, la aparición de nuevas formas de organización social y cultural, y en el cambio de paradigmas que anuncian, de manera urgente, un nuevo protagonismo de la producción de conocimientos, la formación de recurso humano y una universidad más actuante, comprometida con la producción y distribución de nuevos conocimientos. Tal como lo define, Sanz (1994):

El conocimiento es información ordenada y estructurada y para que la información se transforme en conocimiento se requiere de la presencia de estructuras preexistentes de entendimiento en la memoria, que sean capaces de retener determinada información para que llegue a formar parte del conocimiento de una persona. (p21)

Finalmente, se requiere de la participación de todos los entes involucrados para coadyuvar en la generación y coordinación de políticas que expresen en términos estratégicos planes de desarrollo de la ciencia y tecnología en el campo universitario, cuya producción de conocimientos y formación de recursos humanos estén interconectados con las verdaderas necesidades del sector productivo, profesionales formados con criterios de calidad y pertinencia social para responder a la sociedad del conocimiento, que influyan considerablemente en el desarrollo del país.

Palabras clave: producción de conocimientos, formación del recurso humano y sector productivo.

ABSTRACT

THE PRODUCTION OF KNOWLEDGE, THE BUILDING UP OF THE HUMAN RESOURCE AND THEIR ENTAIL WITH THE PRODUCTIVE SECTOR

The intention of this rehearsal has as objective the importance that has the production of the knowledge, the building up of the university human resource, and its entail with the productive sector, they are formulated from the theoretical point of view the perspectives and possibilities of the educational one in the Society of the Knowledge. In the same way, it is searched to meditate on the accelerated scientific and technological development, the appearance in new ways of social and cultural organization, and in the change of paradigms that they announce in an urgent way a new protagonist of the production of knowledge, the human resource building up and an university more active, committed with the production and distribution of new knowledge. Just as it defines it, Sanz (1994):

The knowledge is ordered and structured data; and so that the data becomes knowledge it is required of the appearance of structures understanding pre-existent in the memory that they are able to distrait determined data so that it ends up being part of the knowledge of a person. (p21)

Finally, it is required of the participation of all the entities involved to cooperate in the generation and coordination of politicians that express in term of validity strategic plans of development of the science and technology in the university field whose production of knowledge and building up of human resources are interconnect with the true requirements of the productive sector, professionals formed with approaches of quality and social relevancy to respond to the society of the knowledge that they influence considerably in the domestic development.

Key words: production of knowledge, building up of the human resource, productive sector.

INTRODUCCIÓN

La sociedad del conocimiento es la Sociedad de la Información, y ésta no se encuentra ubicada en un solo lugar, se encuentra en todas partes. El conocimiento está centrado en el ser humano, es elaborado, aumentado, mejorado, transmitido y usado por el individuo. En este sentido, la sociedad del conocimiento exige de mano de obra más calificada y para ello, la ciencia, la tecnología y, lógicamente, la investigación juegan un papel fundamental. Esto conlleva a pensar que todos los procesos estarán centrados en la educación con la participación de seres humanos con conocimientos profundos y ultra especializados, dedicados a resolver problemas complejos a futuro. Por otra parte, es necesario visualizar que el Estado debe proponer interacciones con la universidad y la Industria; su evolución marcha a la par de lo político, cultural, educativo y económico, siendo esta vía la instancia que promueve el desarrollo.

Con la mundialización de los intercambios, nuevas tendencias presiden hoy la apropiación del conocimiento por parte de los países en desarrollo. Si bien el norte ha establecido una agenda científica y tecnológica que, en función de las reglas que rigen la búsqueda de la competitividad, amenaza a los países del sur, de esta manera, es valido señalar que la apropiación del conocimiento está fuertemente sujeta a parámetros locales. Algunos grupos (los científicos) están más inclinados, por su cultura, a hacer apuestas de largo plazo sobre el conocimiento.

En estas circunstancias, interesa identificar a esos grupos, conocer si el cuerpo social valoriza su disponibilidad, si les deja vía libre, si los traba y si el Estado les brinda un ambiente favorable. El establecimiento de nuevos sistemas técnicos puede ser objeto de rechazo si va acompañado de un agravamiento de las desigualdades, de la estandarización forzada de los saberes, del empobrecimiento, de la pérdida de un empleo digno es decir, de la exclusión. El problema central para países como los de América Latina, es el de la gestión de la heterogeneidad social, que en las condiciones actuales provoca la promoción de nuevos conocimientos, tomando en cuenta el hecho de que la mundialización implica una homogeneización internacional de los sistemas educativos nacionales, rodea de instrumentos y mecanismos proteccionistas a las transferencias de tecnologías y normaliza los conocimientos útiles.

Con el único fin de iluminar esta afirmación, el interés de la investigación se concentra en la transformación de la inscripción social de la ciencia en la actual configuración internacional. El cambio más visible es una mutación del ejercicio profesional en la producción científica, ya que progresivamente la empresa, y no la academia, surgen como el eje de esas actividades. La investigación que da ganancias (mas que conocimiento) parece convertirse en la regla; el monitoreo por medio del criterio de la utilidad (y no por los pares) pasa a asegurar la regulación y el control; el trabajo se realiza cada vez mas en el marco de lo inmediato y el corto plazo (y no de la carrera de vida).

La paradoja es que, si bien los cambios y el debate mismo sobre estos temas es vigoroso en los países desarrollados (con la expansión de la bioquímica, la biotecnología y la aparición de significativos laboratorios privados en los ámbitos de la alta tecnología), la revolución cultural y profesional sobre la que descansa el movimiento tiene efectos mas dramáticamente visibles en los países del sur y de allí el interés de su estudio en la región. La reducción del financiamiento gubernamental, la pérdida de status (en todos los sentidos del término) de los investigadores y de los docentes-investigadores, la privatización de muchos establecimientos abre el campo a la investigación contractual.

El inconveniente está en afirmar que el conocimiento es el motor principal, ya que se dice fácil y suena bien en teoría. Su transferencia a la práctica es más problemático, porque los mecanismos reales de transformación del conocimiento tácito en explícito son, por lo general, ampliamente complejos. Esto es así porque las fuentes del acto de conocer son, tanto desde el punto de vista individual como colectivo, múltiples. El proceso de conocimiento, además, no es simplemente el resultado de la suma de las partes o pedazos de información. El conocimiento puede provenir de fuentes muy diversas. Están las más formalizadas y al menos en apariencia sistemáticas: bases de datos, manuales, documentos corporativos. Existen, por otro lado, las creencias, los valores que rigen el comportamiento de los trabajadores, ese terreno complejo en el que ciertamente operan factores extra organizacionales. Se encuentran adicionalmente las prácticas, las rutinas, que pueden ser más poderosas que cualquier directriz que venga de la alta gerencia. Por supuesto, otro factor crucial son las normas, tanto las explícitas y defendidas por la empresa, como las normas informales propias de cualquier cultura organizacional y que por su misma naturaleza son difíciles de formalizar o sistematizar.

Producción del Conocimiento y la Investigación Científica

En la tradición cultural el conocimiento es información interiorizada, o sea, integrada en estructuras cognitivas del sujeto; sin sujeto del conocimiento no puede haber en ningún caso, conocimiento. Tal como lo plantea, Sanz (1994):

El conocimiento es información ordenada y estructurada y para que la información se transforme en conocimiento se requiere de la presencia de estructuras preexistentes de entendimiento en la memoria, que sean capaces de retener determinada información para que llegue a formar parte del conocimiento de una persona. (p21)

A partir de la implantación total de las nuevas tecnologías digitales de la información y de una clara influencia del ámbito anglosajón, directamente se conforma y condiciona el nuevo uso del vocablo conocimiento,

Sin embargo, Vizcaya (1997), precisa el conocimiento como:

Proceso en virtud del cual la realidad se refleja y se produce en el pensamiento humano, dicho proceso está condicionado por las leyes del devenir social y se halla indisolublemente unido a la actividad práctica esto es, conocimiento es la base para la acción. (p.156)

En la era electrónica, que sucede a la era tipográfica y que ha permanecido durante los últimos cinco siglos, se van a producir nuevas formas de pensamiento humano y nuevas formas de interdependencia y de estructuración del conocimiento, que van a dar origen a nuevos modos de conocimiento.

El conocimiento ha sido una actividad intelectual como producto de una conciencia cognoscente, y se está transformando en la entrante sociedad de la información electrónica, para ser el resultado de una información productiva. El conocimiento, por tanto, puede articularse en la actualidad como conocimiento artificial, como información electrónica útil o como información en potencia desde una perspectiva pragmática, por lo que habrá de insertarlo en la actual cuatrilogía informacional o del conocimiento: Datos, Información, Conocimiento y Saber.

La memoria que ha sido siempre natural ahora es también artificial-tecnológica, ambas suponen hoy, un método de conocimiento. Con el término saber se ha producido el mismo proceso, ya que respecto al concepto de saber, que no se sabe cuando se aprende sino cuando se recuerda, por lo que saber se considera como la capacidad de recordar. El saber, en la anterior tradición de pensamiento oral, reposaba únicamente en la memoria humana, pues al carecer de medios o soportes físicos, el saber dependía del adiestramiento y del arte de la memoria. Así, ahora existe otro método para recordar, si actualmente la memoria es artificial y tecnológica (Amat, 1990, p. 37), la capacidad de recordar, o sea, de recuperar información es lo que se va a denominar, hoy, el saber.

Cotidianamente se consideró al pensamiento lineal como la única forma de razonar, delimitada, en primer lugar, por el alfabeto fonético y, en segundo lugar, por la propia linealidad de la escritura; sin embargo, aunque nuestra propia estructura del pensamiento ha sido acomodada a la linealidad de la escritura y también a la de la imprenta, con los actuales medios electrónicos esta linealidad se ha perdido y se ha acercado más a la discontinuidad de la realidad. Esta discontinuidad está configurando las nuevas formas de conocimiento artificial y de saber artificial. Ambos términos, hoy día, ya carecen del adjetivo artificial y pretenden identificarse con el saber y el conocimiento natural o tradicional. Visto de esta forma, el nuevo procesamiento de la información electrónica y el modelo de ciencia anglosajón han determinado, conjuntamente, el conocimiento como información electrónica productiva y el saber como la representatividad o capacidad de recuperación de ésta.

El saber como capacidad de recordar o representar y el conocimiento como capacidad de ordenar o asociar dentro de una estructura preexistente, van a ser las bases conceptuales para las nuevas acepciones de estos términos. Así, estas capacidades de recordar y de ordenar, ya sean, en el entendimiento humano o no, llevarán a concebir al saber y al conocimiento artificial en tanto que son productivos. Por consiguiente, la actividad científica actual se va a fundamentar en este nuevo cambio de paradigma establecido en el concepto de conocimiento.

Desarrollo Científico y Tecnológico, y la Formación del Recurso Humano.

Dentro de esta perspectiva, la ciencia y tecnología, hoy por hoy, constituyen el factor mas importante para el desarrollo de la sociedad de conocimiento: Para inicios del año 2003, el Instituto de estadística de la UNESCO, realizó una encuesta a 79 países de América, Europa, África y Asia, con el objeto de conocer el grado de importancia que le asignan ciertos países a la necesidad de establecer políticas de ciencia y tecnología.

Con relación a este estudio, el 76% de los países encuestados consideran de extrema importancia la investigación como catalizador del avance social y económico de las regiones, y que éste tiene un impacto en la sociedad extremamente significativo por medio de la necesaria diseminación y transferencia del conocimiento y la tecnología en la sociedad. En líneas generales, las prioridades y congruencias entre las regiones ofrecen una tendencia general bastante parecida hacia la consideración de la investigación y su impacto en la sociedad como prioridad extrema, a la par de otros resultados evidentes.

Así que países como Suecia, para datos de 1999, según la (OCDE cpu. Lucas y García, 2002) invierte casi el 4% de su PIB en investigación, seguido de Finlandia con un 3,2%. Japón invierte un 3,1%, y Estados Unidos hace lo propio con una inversión superior al 2,5%, entre otros países del mundo.

En una visión mas actualizada, la investigación como estrategia de desarrollo científico y tecnológico, según la UNESCO (2003), indica que los países del mundo consideran de vital importancia la calidad y cantidad de los recursos humanos dentro de sus políticas de ciencia y tecnología. En torno a la distribución de los recursos para investigación, todo el mundo, excepto Europa (lo asume medianamente), coincide que es extremamente importante la inversión para investigación. Al igual que la educación y entrenamiento de personal en el área de ciencia y tecnología (salvo Asia y Europa que lo consideran en medio y bajo grado respectivamente).

En relación a la universidad y estudios avanzados en América Latina, sin detenerse a analizar relativamente el inmenso gasto público que las economías hoy consolidadas hacen en educación superior, el FMI y el BM, por una parte, y buena parte de los sectores dominantes de los países del Tercer Mundo, por la otra, formulan como política a seguir por los países latinoamericanos la privatización de la educación superior, y muy particularmente los estudios de postgrado y en general la educación avanzada. Sostienen el criterio de que para nuestros países sólo la educación básica y media son importantes y deben ser gratuitas. Pretenden ignorar que los estudios avanzados se nutren de los niveles inferiores del sistema educativo, a ellos sirven y constituyen instrumentos estratégicos para soportar la soberanía y el desarrollo social.

Es así, como desde el inicio de la era moderna se reconoce que el conocimiento y la educación aumentan el poder del hombre y se reconoce al mismo tiempo,  hoy más que nunca, que el progreso de los pueblos, la soberanía y el desarrollo auto-sostenido, están vinculado estrechamente al desarrollo científico y tecnológico que logren. Colocarse realmente en vías de desarrollo significa, no solamente contar con recursos humanos capacitados y la conveniente infraestructura que ellos requieren, sino también, es urgente la necesidad de contar con un liderazgo político capaz de comprender la trascendencia de la ciencia y la tecnología para poder abrir las puertas del desarrollo.

No cabe la menor duda, y el caso de los países emergentes (los cuales son posiblemente los únicos que merecen el calificativo de países en vías de desarrollo) lo confirman, el hecho de que sólo cuando se disponga de una substancial producción científico y técnica nacional, producto de una sólida estructura educacional, podrá existir intercambio económico e intelectual fecundo con los centros avanzados de la ciencia, la tecnología y la cultura mundial y, sólo entonces, se estará en condiciones de utilizar racionalmente los logros del saber de fronteras para impulsar cada vez más los procesos amplios del bienestar humano.

Aunque tardíamente, en Venezuela y en la mayoría de los países latinoamericanos, especialmente durante las décadas de los años 50, 60 y 70, se realizaron esfuerzos y se invirtieron recursos monetarios en la formación de personal altamente calificado, así como en la construcción de la infraestructura y en el equipamiento para conformar instituciones importantes para generar ciencia nacional (Montilla y Navarro, 1997).

Hace algunos años, la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL) (1984) señalaba: Durante las últimas tres décadas la mayor parte de nuestros países han realizado esfuerzos e invertido dinero en la formación de científicos. Como consecuencia de esto puede afirmarse que existe actualmente una comunidad científica latinoamericana formada por personas con especial preparación para realizar investigación original que se dedican al cultivo de las ciencias. Esta comunidad está en condiciones de formar recursos humanos altamente capacitados y contribuir con su conocimiento al desarrollo tecnológico. De este modo, representa una base insustituible para el progreso de la región. Más recientemente un científico mexicano decía: “En América Latina ya podemos investigar; el próximo paso es tratar de hacer ciencia” (Cerejido, 1996).

Para comprender la gravísima situación de América Latina, en relación al desarrollo científico-técnico, es importante destacar que este subcontinente, a pesar de constituir el 15,6% de la superficie del planeta y estar habitado por 9% de la población total, apenas cuenta, a mitad de la década de los 90, con el 3,1% de los científicos e ingenieros dedicados a lo que ha dado en llamarse investigación y desarrollo (I&D) y a tal actividad se destinó, en 1992, no más 0,6% de los recursos invertidos (UNESCO, 1991).

En relación al impulso para su progreso científico y técnico, basta con recordar que mientras la ONU ha recomendado a los países subdesarrollados que destinen como mínimo el 1% de su Producto Territorial Bruto a la investigación y al desarrollo tecnológico, lo cierto es que, para 1991, en nuestra región la asignación correspondiente estaba entre 0,13 y 0,33%, mientras que, las naciones mas industrializadas asignan en promedio un 3%. Lo que significa que nuestro gasto per cápita  en esta materia se ubica entre 5 y 10 veces menor que el de los países industrializados y que, por ejemplo, lo invertido en un año en investigación y desarrollo por algunas compañías transnacionales, o por Estados Unidos, supera con creces lo que gasta toda América Latina en varias décadas y, como expresión de ello, solamente el 1% de las publicaciones científicas mundiales corresponden a nuestra región y apenas un latinoamericano se cuenta entre los 1000 científicos mas citados en dichas publicaciones. El problema es mas grave si analizamos los enfoques y contenidos de la ciencia, la investigación científica y del postgrado que hacemos y de la tecnología que producimos.

Investigación y Postgrado

No hay dudas acerca de que hoy, y mas en el futuro, los estudiantes de postgrado constituyen la base del sistema de producción intelectual (científica, tecnológica y humanística) de toda nación moderna, sistema que es complementario e interdependiente del sistema de producción material, o económica, y que cada vez mas se convierte en el factor determinante del desarrollo de la humanidad. Cada vez mas la producción material depende de las ideas, teorías, conocimientos y valores de quienes ejercen u otorgan el poder. .

Desafortunadamente en América Latina, y en especial en Venezuela, los programas de becas para los estudiantes de postgrado son realmente muy débiles, con excepción de las especialidades médicas, las cuales generalmente son sufragadas por el Estado. Para el resto de las áreas del conocimiento, el financiamiento estatal o institucional es casi nulo, con excepción de lo que ocurre en algunas universidades brasileñas.  Por el contrario, lo normal es que se exija que los estudiantes costeen sus propios estudios. En la actualidad, bajo la influencia del FMI y del Banco Mundial, se pretende imponer la tesis de que en nuestros países sólo la educación básica y media debe ser gratuita, con lo cual las grandes compañías transnacionales y los países industrializados eliminan toda competencia posible por parte de los países de menor desarrollo, quienes así nunca podrán superar la brecha tecnológica que los separa de ellos.

De acuerdo con la información disponible, los países mas ricos, como por ejemplo Estados Unidos, Japón o Alemania, prácticamente alcanzan un promedio de 4 mil científicos, investigadores y técnicos por millón de habitantes. Esa misma proporción es, en el caso de los países “en desarrollo”, del orden de 150 a 200 por millón, lo que significa una ventaja de más de 30 tantos en el caso de los primeros. Por lo tanto, si la brecha de ingresos, en términos del PIB per cápita ajustados al poder adquisitivo relativo, es de 3 a 1 entre países desarrollados y no desarrollados, la brecha de conocimientos es el triple, medida en términos de inversión y 10 veces si se considera el stock de recursos humanos capacitados. Si consideramos las diferencias en términos de patentes registradas por habitante y los recursos de infraestructuras de comunicaciones (telefonía, computadoras y nodos Internet), encontramos diferencias aún más importantes, en dimensiones que superan hasta en 100 veces o más la ventaja de los países mas desarrollados.

Si los intelectuales del Tercer Mundo, profesionales, educadores, políticos, investigadores y artistas no son capaces de imponer un cambio de conducta en la dirección de los Estados, parece que se va a producir, por largo tiempo, lo que Castellanos (1994), ha expresado en los siguientes términos:

Se ha conformado un determinante tecnológico hacia el control y la manipulación, autoafirmadora y centralizadora, cuya derivación ha sido enfatizar lo antiecológico, antisocial e inhumano. Su mejor expresión está en el armamentismo nuclear y la conformación de un gran complejo industrial y militar.  Su incompetencia está en que no contribuye a resolver conflictos sino a agravarlos; se impone por el terror y no ha aportado nada ni a la recuperación ni a la redistribución de la riqueza.

A partir estas aseveraciones se puede inferir que, el crecimiento bajo esta perspectiva reafirma el individualismo, conforma el dualismo: naciones ricas y pobres, poseedores y desposeídos. Acentúa las desigualdades sociales, políticas, económicas, culturales, raciales.

Afirma la autora que  alrededor del 18% de la población mundial en los países industrializados disponen del 78% de la producción, del 81% de los gastos de energía, del 70% de los fertilizantes químicos y del 84 % de los gastos en armamento que se dilapidan en el planeta. Un 82% de la población mundial, que habita en los países en desarrollo, apenas dispone de un quinto de la producción y de la riqueza mundial. (Castellanos, ob. cit)

En otras palabras, la conformación de una ciencia y una tecnología iberoamericana es esencial para avanzar hacia un desarrollo con rostro humano, pero tal como se aprecia en los porcentajes referidos por el autor, todo parece demostrar que la única alternativa planteada es la insubordinación permanente a los cuales deben estar sujetos los intelectuales. Del análisis de todos estos elementos se infiere que las capacidades existentes de formación de recursos humanos en América Latina y ubicándonos en Venezuela, la investigación ha estado muy concentrada en algunas universidades, desvinculada del aparato productivo y muy apartada del contexto internacional de ciencia y tecnología.

Universidad, Investigación, Innovación y Sector Productivo

La universidad, en el seno de las sociedades, está organizada de forma diversa, debido a las diferentes condiciones geográficas e históricas. Es una institución autónoma que produce y transmite la cultura por medio de la investigación y la enseñanza, y por lo tanto, para abrirse a las necesidades del mundo contemporáneo requiere lograr, en su esfuerzo de investigación y enseñanza, una independencia moral y científica de todo poder político y económico. De esta forma, la Universidad no es sólo un lugar donde se imparten conocimientos, es un ámbito donde se construye el saber científico echando mano al ya adquirido, y al saber que surge de la práctica misma, de allí que no son sitios estancados, sino que pueden y deben ser aprovechados por los docentes para la promoción de la investigación científica.

En este sentido vale decir que, la universidad es el centro del conocimiento, es en ella donde nuestras aspiraciones, como entes sociales, se concentran los resultados, y es en su presencia que se emprende la sustentabilidad del desarrollo. Es a partir del cumplimiento de sus funciones de docencia, investigación, extensión, producción y su relación con los actores (el Estado y la Industria) cuando podemos decir que cumplen con su función. Sin embargo, le corresponde asegurar a las generaciones futuras una educación y una formación que permita contribuir con los grandes equilibrios del entorno natural y de la vida. La tarea de difusión de los conocimientos que las universidades venezolanas necesitan asumir hacia las nuevas generaciones implica, hoy en día, que se dirija también al conjunto de la sociedad, cuyo porvenir cultural, social y económico requiere, especialmente, de un considerable esfuerzo de formación permanente del recurso humano a corto, mediano o largo plazo.

Por otro lado, es sabido que el rol de la investigación, la innovación educativa y la generación de nuevas tecnologías se considera como el motor central del acelerado crecimiento y, por ende, de la dinámica económica de nuestras sociedades modernas. Al mismo tiempo se pudiera aseverar que, ya no es simplemente la generación de innovaciones con el propósito de aumentar la productividad de los procesos productivos tradicionales, sino que, sencillamente estamos en presencia permanentemente de un sistema de generación de modernas tecnologías, nuevos procesos y recientes productos, como resultado de la creciente automatización de los denominados procesos productivos.

Otro punto de vista es que el centro de gravedad de la economía se desplaza, inexorablemente, de la producción de bienes a las desiguales actividades que se encuentran, en cierta forma, ligadas a los servicios, a la información, así como también a la innovación tecnológica y por lo tanto, a la utilización acelerada de los nuevos conocimientos, con lo cual la investigación, la generación de nuevas tecnologías y los referidos productos se transforman en un área de gran relevancia y de igual forma, en verdadera rentabilidad. En la actualidad, el crecimiento económico es más que un proceso de acumulación de capital.

Tales realidades han determinado que la competencia entre las empresas venezolanas esta determinada por la generación de nuevas tecnologías que permitan, de alguna forma, la generación de nuevos productos o sencillamente que incrementen sustancialmente los niveles de productividad a partir de la automatización de los procesos. En efecto, las nuevas modalidades de la competencia global han significado, no sólo incremento sustancial de los gastos globales en investigación y desarrollo, sino que estos crecientemente se localizan en las propias empresas.

Las grandes unidades de investigación y desarrollo de las empresas trasnacionales constituyen los centros de producción de nuevas tecnologías y forman una variable de primera importancia para explicar el fuerte incremento de la innovación tecnológica. Son los nuevos agentes que en la labor de investigación se han desarrollado en los últimos años y que comienzan a dirigir el proceso de investigación y la generación de nuevos conocimientos en función de responder a las necesidades de competencia y rentabilidad. El volumen de recursos económicos que implica la investigación, innovación educativa y el alto nivel de riesgo de dicha inversión, colocan, crecientemente, a esas actividades en la esfera privada.

La importancia de la innovación y la tecnología en los actuales contextos y la complejidad que han alcanzado las instituciones de educación superior de la región, determinan que las universidades venezolanas ya no pueden ser manejadas dentro de los esquemas de gestión surgidos a comienzo del siglo pasado y aunque parezca mentira, se mantienen en pie una gran cantidad de instituciones del país. El porvenir de la humanidad, en este fin de milenio, depende, en gran medida, del desarrollo cultural, científico y técnico que se forja en los centros de cultura, producción de conocimientos e investigación en que se han transformado las auténticas universidades.

La Investigación en la Educación Superior y la Formación de Recursos Humanos

La investigación que se hace en las universidades de la nación, no sólo se orientan a la producción de nuevos conocimientos y técnicas, sino también deben contribuir a la formación de profesionales mejor calificados, los cuales deberán desempeñarse en un contexto caracterizado por la rápida evolución de todas las disciplinas, así como por la creciente interdependencia de las mismas y la necesidad de enfrentar y resolver problemas, imposibles de prever durante su formación inicial. Es decir, el propósito fundamental de la investigación básica en las universidades no necesariamente se limita a acrecentar el acervo universal de conocimientos, de igual forma, debe estar orientada a la preparación de profesionales creativos que sean realmente capaces de resolver problemas a futuro.

De esta forma, coincido con lo expuesto por Mayorga (1997), quien acentúa que no todos los niveles, contenidos y formas de la docencia universitaria exigen hacer investigación de alto nivel y que muchos docentes ni siquiera la practican, no es por ello menos cierto que, en un país donde ninguna de sus instituciones de educación superior hacen investigación de buena calidad, sencillamente, se está condenado al país entero al retraso y al subdesarrollo.

En un informe escrito por el grupo consultivo Fuerza de Tareas para la UNESCO y el Banco Mundial en 1999, “Educación Superior en Países Subdesarrollados: Promesas y Peligros” (Task-Force 2000), se asevera: “La educación superior ha dejado de ser un lujo para los países subdesarrollados, por el contrario, es esencial para su supervivencia”. La economía mundial está cambiando con la rapidez con que el conocimiento científico reemplaza al capital físico como la fuente principal de bienestar presente y futuro”.

Ciertamente, el desarrollo social y económico de la sociedad moderna depende de su habilidad para aprovechar las oportunidades proporcionadas por la ciencia y la tecnología. La globalización de la economía ha creado la necesidad de mejorar el conocimiento de los procesos fundamentales en la naturaleza y la sociedad, pero también de un mejor conocimiento de la cultura, del mercado e incluso, del lenguaje de las naciones, otorgándole nuevos roles a los profesionales que se forman en las universidades. Ahora más que nunca, el conocimiento científico se ha convertido en una precondición indispensable para la innovación y el desarrollo humano.

Hoy mas que nunca, las organizaciones deben ser generadoras de aprendizaje, para formar y desarrollar capacidades en los recursos humanos, que les permitan capitalizar el conocimiento. Esta condición se ha convertido recientemente en ventaja competitiva aunada a la supervivencia de la organización en un entorno altamente cambiante. La globalización de los mercados, el aumento de la competitividad, el rápido y creciente desarrollo tecnológico y las tendencias demográficas y exigencias de la fuerza laboral, obligan a las organizaciones y a los profesionales a replantearse y reconsiderar, bajo nuevas perspectivas, el desarrollo del capital humano.

Dentro de este marco, Senge (1992), afirma que las organizaciones que utilizan prácticas colectivas de aprendizaje como centro de competencia están bien preparadas para prosperar en el futuro, porque serán capaces de desarrollar cualquier habilidad que se requiera para triunfar. En otras palabras, la capacidad de ganancia futura de cualquier organización esta directa y proporcionalmente relacionada con su habilidad y capacidad para aprender cosas nuevas. De este modo, las organizaciones que prosperarán en el futuro serán “organizaciones inteligentes”, organizaciones que explotarán la experiencia colectiva, talentos y capacidades de cada persona para aprender a cómo triunfar en conjunto. El aprendizaje se convertirá en una forma de vida y en un proceso continuo, en vez de una parte específica de la carrera de una persona. Para las corporaciones, el aprendizaje es vital para su éxito futuro.

Es necesario hacer énfasis en el capital humano, en su formación y valoración de dichos recursos para estar mas a tono con los tiempos de cambio y la capacidad de los individuos y organizaciones para adaptarse a los cambios vertiginosos que se están produciendo en un contexto, nacional e internacional, cada vez más incierto. Formación tiene que ver con educación, con la preparación de personas capaces de definirse a sí mismas como trabajadores del conocimiento, trabajadores de la nueva economía. Valoración significa pensar en la gente, en los empleados, por ejemplo, no como bueyes cuya opinión no importa o debe ser corregida, sino como individuos con imaginación, información y experiencias útiles, que pueden marcar la diferencia y hacer aportes que no están en ningún libro, manual, ni base de datos, por más sofisticados que sean. En consecuencia, es necesario lograr que el conocimiento, las habilidades, las intuiciones y experiencias del recurso humano que componen una organización se traduzcan en conocimientos utilizables por los demás, codificables y sistematizables, para que su acceso vaya más allá de la mente de sus propietarios.

Conjuntamente, la revolución científica y tecnológica de las últimas décadas está alterando, de manera significativa, la forma y el contenido de la actividad académica que concretiza la misión fundamental de la universidad como la institución que preserva, crea y transmite conocimientos y cultura. La velocidad con que se transmite el conocimiento, las nuevas formas de almacenamiento y organización de la información, e incluso, los instrumentos para su transmisión y enseñanza, están desplazando al aula como el principal espacio de aprendizaje en la universidad. Las nuevas formas de interactividad desarrolladas en la era de la cibernética, las aulas virtuales, el flujo de información a través de Internet, y otros cambios, están obligando a las universidades venezolanas a transformarse y adaptarse a los nuevos escenarios mundiales.

En lo que respecta a la función académica de la investigación en la universidad, se observa que actualmente en el mundo profesional se necesita cada vez más de individuos familiarizados con los procedimientos científicos, aunque no necesariamente estén envueltos en investigación científica o técnica. “Aun cuando el nivel terciario de educación no tiene como función específica formar investigadores, lo puede hacer, como subproducto de una docencia orientada a la práctica profesional o al desarrollo tecnológico” (Vessuri, 1991). En todo caso, agrega el referido autor que: son esencialmente necesarios los cursos de postgrado, y en particular las maestrías y doctorados, como requisito para la formación de recursos humanos calificados para la investigación. Además, existe una estrecha vinculación entre el nivel doctoral, la capacidad y el interés por la investigación.

La profesión de investigador es prácticamente desconocida en nuestro país debido a las escasas oportunidades de ejercerla en un mercado de trabajo muy limitado. Se trata de una actividad profesional relativamente reciente en la región. El desarrollo de una infraestructura investigativa es muy escaso en la mayoría de las áreas de conocimiento. Uno de los factores que ha restringido la expansión de las capacidades de investigación en el nación, es su dependencia de un empleador casi único, el Estado. En el área de las ciencias básicas y las áreas humanísticas, el mercado de trabajo para la investigación ha estado prácticamente limitado a la universidad pública. En este sentido, las condiciones de trabajo de los investigadores venezolanos han quedado sujetas a dos tipos de situaciones concretas:

a) La Investigación como actividad marginal. En virtud de la muy escasa visión y, de la hasta hace muy poco, débil y casi inexistente organización de los investigadores en la universidad, así como de la imagen que los docentes manejan acerca de las funciones académicas, la investigación ha sido una actividad marginada sujeta especialmente al entusiasmo personal de algunos docentes con vocación, o que han tenido la oportunidad de una mayor formación en el extranjero. En los últimos años, la docencia universitaria se ha orientado, primordialmente, a una práctica meramente repetitiva y verbalista de la enseñanza, reproduciendo versiones del conocimiento de segunda y tercera mano, y reflejando la inercia de un conservadurismo arcaico en la educación superior. Como resultado, el trabajo de investigación no se ha tomado en cuenta como parte de la carga académica.

b) Otro aspecto a considerar es la fuga de personal capacitado. Dada la estrechez de los mercados laborales nacionales de investigación, los mercados extranjeros han resultado fundamentales, no sólo en términos de sobrevivencia y de estrategias de salida, sino también, en el estímulo y apertura de oportunidades al personal nacional más calificado en investigación. Dicha situación ha producido la conocida fuga de cerebros, al permitir que investigadores con mayor formación y con contactos en el exterior puedan acceder con éxito al mercado de trabajo internacional de la investigación.

Asimismo, se observa ausencia de políticas institucionales referidas a la producción y transferencia de conocimientos, lo cual ha impedido su necesidad de intercambiar y transferir lo que aprende y lo que crea, a partir de la interacción social dentro de una plataforma tecnológica y un contexto muy particular. No existen mecanismos institucionales capaces de gestionar, globalmente, todos los procesos particulares, ni de hacer seguimiento a las investigaciones, lo cual imposibilita que se generen e intercambien información constantemente. Se evidencia poca motivación de los docentes para generar investigación, debido a la insuficiente interacción humana en la producción, almacenamiento, distribución, transferencia, acceso y análisis de los conocimientos producidos por el hombre de manera sistemática (por la investigación) que motive el interés personal o grupal por compartir datos de cualquier índole y a través de cualquier medio, generalmente electrónicos, con el objeto de desarrollar sus capacidades de creación, entendimiento, poder, estudio y transformación de la realidad que lo rodea dentro de un contexto económico social determinado.

Con estos planteamientos es de hacer notar que, además del esfuerzo de formar investigadores en la región, que por cierto, resulta sumamente costoso, debe repensarse en la forma de estimular y variar las formas de la actividad de investigación en la universidad. Pienso que, una alternativa sería la reorganización de las unidades académicas para formar, actualizar y reciclar a su personal. Cabe aquí la referencia al potencial de investigación que representan los cientos de docentes a tiempo completo y dedicaciones exclusivas adscritas a las universidades, que por nombramiento y por política académica debieran vincular docencia e investigación. Sin embargo, existe una porción nada despreciable de ese personal académico que ha venido haciendo esfuerzos por desarrollar alguna actividad de investigación de manera aislada y marginal, y sin más apoyo institucional que sus propios salarios.

Dentro de este norte institucional, la investigación académica, como un hacer de la universidad, debe constituirse en una actividad placentera para el goce, que debe llenar de regocijo al sujeto universitario al ver el producto de su jornada intelectual vertido en mejoras e impacto en la solución de problemas en lo social, en la oferta de respuestas exigidas por las firmas que conforman el sector productivo, o atendiendo a las necesidades del Estado. Tal como lo señala Licha (1996), “el disfrute de ver el producto del trabajo intelectual traducido en una aplicación a la solución que demanda la problemática social radicalizadas en el mejoramiento de la calidad de vida del sujeto”.

Por consiguiente, el docente en su rol de investigador, que pretenda desarrollar alguna investigación, necesita tener la capacidad de construir problemas posibles de resolver, capacidad para hacer equipos de trabajo que se dediquen a leer y escribir sobre los problemas, hablar de la experiencia para contrastarla con la teoría, entendida ésta como un reflector en la oscuridad, al tiempo que ilumina una parte, deja otra en la penumbra. Pero hay que tener presente que el peligro de las teorías es utilizarlas a manera de dogma, es cuando resulta uno pensando, que lo cierto es sólo aquello que está dicho por la teoría.

La investigación y sector productivo

El Estado debe proponer interacciones con la universidad y el sector productivo: En la economía capitalista, su evolución marcha a la par de lo político, cultural, educativo y económico, siendo esta vía la instancia que promueve el desarrollo. Por ello, para lograrlo, el Estado es el mediador al cual corresponde la tarea de reunir y orientar los recursos hacia las empresas industriales y el aporte a los servicios e infraestructuras económicas, asumiendo responsabilidades asociadas a la calificación de la fuerza de trabajo propiciando, a partir de esto, una política educativa orientada a las necesidades de la industria, en presencia de la innovación tecnológica.

Desde este punto de vista de país, la planificación en Venezuela ha contemplado la vinculación del sistema educativo con el productivo, así como la formación, el desarrollo y entrenamiento de los recursos humanos por parte de las empresas, como compromiso que debe asumir el sector privado a los fines de crear una economía competitiva. Esta vinculación la considera fundamental para la creación de factores especializados en aquellas actividades de la nueva industrialización, facilitada en los casos de industrias concertadas regionalmente.

En Venezuela, tal proceso ocurrió realmente. Miles de profesionales se formaron en las universidades y centros de investigación más prestigiosas del mundo. Pero, lamentablemente, ese proceso ha reducido su velocidad y, en cambio, ha crecido la emigración de calificados investigadores hacia países desarrollados o hacia otros sectores internos de la actividad económica.  Esto implica que gran parte de ese esfuerzo se perdió y se continúa perdiendo en estos momentos, lo cual realmente representa una tragedia para la región.

Es por ello que organizaciones como la UNESCO y el Banco Mundial, entre otros organismos multilaterales, han encomendado a las instituciones de educación superior emprender un proceso de renovación y fortalecimiento de los vínculos con el sector productivo, entendido este último, como el conjunto de instituciones y empresas de carácter público o privado dedicados a la producción de bienes y servicios, actividad que pudiera ir más allá de la industria y el comercio.

Sin embargo, una serie de indicadores dan a entender que la vinculación Educación Superior- Sector Productivo en los países de la región, salvo algunas excepciones, ha sido mínima, y en muchos casos, inexistente.

Lo anterior es corroborado por García (2001), cuando afirma:

“Si bien en algunos países las iniciativas de vinculación entre empresas e Institutos de Estudios Superiores de Administración (IESA) han sido exitosas, como en los casos de México y Brasil; no obstante, en términos generales, el contacto en muchas instituciones todavía es insignificante, debido a diversos factores, entre ellos, la desconfianza de las empresas hacia la IESA. (p.156)

Queda explicito, en los señalamientos anteriores, que ha existido en los últimos años una delimitada cooperación y vinculación del sector de educación superior con el entorno en el cual se desenvuelve, relación tan necesaria para incidir positivamente ante los desafíos actuales de un desarrollo sustentable que considere las dimensiones sociales, culturales, políticas y sobre todo, económicas. El logro de tal vinculación dependerá, en gran medida, de la voluntad y el esfuerzo de ambas partes.

El Estado, la Universidad y la Industria son considerados pivotes de la sociedad, su funcionamiento dentro de las múltiples interacciones sociales justifican el orden social existente y las acciones emprendidas por cada uno; desde sus competencias determinan el consenso, con y para la sociedad, acerca de un conjunto central de valores entre los cuales están las ideas democráticas, el conocimiento científico-tecnológico y el desarrollo tecnológico para incrementar, de manera positiva, las oportunidades de empleo. (Universitas, 2000, p. 81)

En este sentido, las normas de convivencia de la sociedad suponen alianzas entre los actores y solo puede hacerse con base a un programa que comprenda el máximo de conciencia del proceso de emprender. En esto, la mediación como sistema institucionalizado es una energía social que tiende a reducir la disonancia que se produce cuando los cambios culturales y tecnológicos se contraponen y no logran armonizar y se intenta reconciliar los cambios que ocurren en los diferentes niveles de la realidad.

La globalización económica supone un reto para la economía del país en términos de competitividad y empleo para consolidar su crecimiento económico. Para alcanzarlo, los actores sociales y económicos, como protagonistas, les corresponden establecer una estrategia para el desarrollo que se concrete en actuaciones funcionales que obtengan el máximo nivel de concertación con el objetivo de alcanzar la máxima complementariedad operativa de cada ámbito de actuación. Todo ello, en el marco de una planificación ascendente, basada en el respeto a la subsidiariedad en las actuaciones institucionales y en una estrechísima colaboración del sector público y privado. Esta globalidad afecta a todos los elementos del sistema económico, es decir, incide en todos los procesos que se dan en el campo productivo y desde los ámbitos mas locales.

De allí que, actualmente, la educación superior se encuentra bajo la influencia del proceso de globalización, y este dominio conlleva a que la educación superior enfrente cambios importantes dentro de su organización. "La educación hoy debe ligarse con la dinámica de cambio y adaptación constante en la relación que se establece entre el conocimiento científico y cultural, el desarrollo tecnológico, las necesidades e intereses sociales e individuales y el mundo de trabajo” (Adell, 1997).

En el mundo globalizado, la educación, en general, es impactada en varios niveles. A saber, y entre otros: la standardización derivada del uso de tecnologías aplicadas al quehacer educativo; las exigencias de correspondencia entre los objetivos de la educación y los del sector productivo; la necesidad, en los hechos, de que las instituciones públicas de educación superior (IES) busquen e implementen alternativas de financiamiento distintas al recurso oficial.

En el aspecto cultural, la globalización restringe los alcances y el desarrollo de las culturas nacionales, regionales y locales, permitiendo, por efecto de las prácticas derivadas del pensamiento "globalizado" (o el propio del entorno globalizado), que la penetración cultural de los países altamente desarrollados se produzcan de manera "natural", por la sencilla razón de que representa esa cultura y esos valores del llamado "mundo desarrollado", el ideal a seguir para los países subalternos cuya inserción en el esquema de la globalización se presenta como su única oportunidad de acceder a los niveles de vida que se tienen en las metrópolis industrializadas.

En este orden de ideas, las universidades venezolanas están situadas en el punto de convergencia entre la investigación, la educación y la innovación, teniendo una posición clave para el futuro científico y tecnológico de la sociedad. No obstante, están llamadas a ejercer su misión asumiendo desafíos múltiples sobre todos aquellos derivados de la globalización y de la lógica de la competencia, de la comercialización del saber y de los intereses diversos que suscita; de la reducción del espacio, el tiempo y de la evolución del trabajo intelectual, engendrados por las tecnologías de la información y comunicación; de la irresistible aceleración de los conocimientos que transforma la investigación así como la enseñanza.

Resulta evidente que las Universidades del país deben centrar su actividad académica en la investigación y la producción de conocimientos, la necesidad de concebir mecanismos gerenciales que permitan realizar, impulsar y estimular el trabajo investigativo, mediante el establecimiento de estructuras organizativas adecuadas para lograr la interconexión estratégica de la universidad con los sectores demandantes de la productividad académica, así como la creación de centros para la formación del recurso humano altamente capacitado y con mística de dedicación al trabajo académico contributivo al desarrollo de conocimientos científicos y de nuevas tecnologías como factores preponderantes de consideración para el desarrollo económico y social del país. (Petrillo y López, 1991)

El nuevo enfoque de gestión de la investigación académica debe estar montado sobre una estructura que permita la negociación libre de contratos de investigación entre los factores que integran tal proceso. Para ello se requiere el establecimiento de oficinas de transferencias de conocimientos y tecnologías, parques científicos y tecnológicos, centros de investigación académica y centros de formación de generación de relevo en materia de investigación científica y tecnológica, así como el establecimiento de la normativa jurídica que va a regir el sistema de inter colaboración Universidad-Empresa-Estado, o Universidad-Sociedad en general.

Como se puede entender, ante esta nueva situación, las universidades venezolanas plantean una fuerte competencia, y por supuesto, un reto para las mismas, ya que, es allí donde, tradicionalmente, se localizaba la investigación, tanto para fines sociales como económicos. Hoy día pareciera que las universidades han perdido su privilegio en cuanto a la generación de nuevos y más avanzados conocimientos. Dentro de este marco se proyecta la necesidad de introducir cambios en sus estructuras universitarias, puesto que, la historia demuestra claramente que aquellas universidades que han logrado mantenerse, han sido precisamente las que se han adaptado, modificando sus estructuras, sus objetivos y además, las que justamente han logrado reemplazar las funciones, por otras acordes con la realidad que vive la nación.

Asimismo, pienso que las universidades nacionales están obligadas a asumir con dignidad el desafío de producir y difundir conocimientos de calidad comprobada en todas las áreas del saber para poder responder adecuadamente a las exigencias del mercado social. El logro de tal reto está sujeto al perfeccionamiento de un enfoque de gestión en la investigación, condicionado a las exigencias del mercado contemporáneo en lo que respecta a los avances científicos, tecnológicos, culturales y educativos del mundo actual.

Ante el escenario actual, vale preguntarse ¿seguirán siendo las instituciones universitarias de nuestra nación las generadoras de los nuevos conocimientos?, ya que, se ha desvirtuado la investigación en las Universidades, donde resultan grandes cantidades de proyectos y tesis doctorales sin ninguna trascendencia para la sociedad y comunidades. Los docentes resultan investigando porque los requisitos de ascenso así lo exigen. Las universidades invierten grandes sumas de dinero en preparar a los docentes en estudios doctorales y luego no aprovechan el recurso humano. Además, considerables profesores universitarios no siempre son vocacionales de la investigación, sólo piensan mantenerse en un puesto de trabajo haciendo el trabajo mínimo.

En cuanto a la pregunta formulada, puede considerarse que sí, pues la universidad es considerada como un centro de docencia e investigación en forma integrada, de este modo, es vista como institución social estratégica para los propósitos de un innovador desarrollo, debe asumir que los tiempos que hoy se viven son de verdaderos y significativos cambios. Efectivamente, como instituciones de educación superior, no pueden abstraerse de las grandes responsabilidades que le corresponde asumir en los vertiginosos tiempos que viven. Además, para lograr la calidad en la educación superior, las universidades están obligadas a innovarse. Debe entenderse por innovación asumiendo todos los cambios intencionales y deliberados con sentido y verdadera legitimidad, que le facilite romper de una vez y para siempre con su situación convencional, a fin de implementar otras, que sean efectivas de ser aplicadas en el servicio educativo o en el producto académico, tomando en cuenta que es necesario la difusión de conocimientos, entendidos estos como elementos indispensable

El proceso de cambio por el que ha atravesado el país, enmarcado dentro del proceso de una sociedad de información y que ha sido complejo por la transformación de las ideas, el desarrollo de sociedades individuales, las comunicaciones, el mundo de la informática, la estimulación del desarrollo económico, la mejora de los sistemas de información y las formas de hacer, además de la rapidez con que los hechos y valores se han suscitado, ha carecido de igual dinamismo en la distribución de información a los diferentes niveles de la sociedad venezolana como aporte para la comprensión crítica de la turbulenta época.

El desafío de reorganizar la sociedad para un desarrollo democrático estable depende de las decisiones políticas. La consolidación democrática exige que las fuerzas políticas configuren un nuevo tipo de Estado que se relacione con la sociedad del conocimiento de manera distinta a como lo ha hecho hasta ahora. Requerimos de un Estado moderno, que maneje información, para así obtener un mejor rendimiento, canalizado a través de los distintos ministerios, utilizando la tecnología en línea más avanzada; un Estado capaz de satisfacer nuestros propios derechos, fundamentalmente, el acceso a la educación.

La educación superior en Venezuela está particularmente consciente de su misión, y de allí que ésta deba someterse a cambios profundos y radicales; su norte debe ser la búsqueda incansable de la calidad, para así contribuir eficazmente a la transformación de la sociedad. Uno de los caminos para lograr esta transformación es a través de docentes competentes y calificados. Únicamente un docente competente puede transformarse en un agente de cambio. Para lograrlo, es necesario un docente con un nuevo perfil, un docente formado y actualizado sin resistencia al cambio, un docente informador y capaz de investigar, y que además su campo experiencial cuente con la debida formación histórica, pedagógica, cognitiva y vivencial.

La primera cuestión acerca del papel que asumirán las universidades en el futuro inmediato tiene que ver con los diversos proyectos de país que circulan en las ofertas políticas del mundo: democracia para la educación o educación para la democracia. Es decir, alcanzar la convivencia democrática y desde ahí ajustar los espacios educativos, o bien, desde tales espacios pugnamos por un mundo mas democrático. La historia favorece la segunda opción. Los movimientos sociales que han orientado y desorientado la historia moderna se caracterizan por la conducción de líderes o pequeños grupos con una formación intelectual específica. Además, cabe pensar, que en un futuro el proceso de globalización se extenderá también a las universidades, en el sentido de que, los países además de contar con sus universidades nacionales contarán con la implantación de centros pertenecientes a universidades fuera de la región o país que por su prestigio y capacidad de oferta hayan conseguido instalarse en un determinado territorio.

Los grandes retos que en este sentido tienen las universidades del país para los próximos años, es abriendo la investigación universitaria a la comunidad, ampliando los horizontes investigativos a nivel nacional y reforzando la formación de nuevos investigadores. Tomando en cuenta que la investigación en las universidades se considera, hoy día, un elemento clave para el desarrollo del país, generando riquezas y beneficios a corto plazo. Ello supone, de antemano, la redefinición del proceso de investigación y del tipo de conocimiento que se requiere en la sociedad emergente, lo cual es, sin lugar a dudas, un reto agresivo para nuestras universidades. Se requiere de la participación de todos los entes involucrados para coadyuvar en la generación y coordinación de políticas que expresen, en términos estratégicos, planes de desarrollo de la ciencia y tecnología en el campo universitario, que estén interconectados con las verdaderas necesidades del sector productivo. De este modo, la actividad científica se desplegará en forma solapada con el contexto nacional y con las necesidades del homo humano.

Por consiguiente, para intensificar las relaciones universidad-sociedad, desde su realidad más inmediata hasta su contexto internacional con vistas a una acción transformadora, es una necesidad establecer un sistema de comunicación y colaboración con las instituciones del entorno social y empresarial. Los institutos de educación superior del país deben entender que la sociedad se encuentra en constante movimiento, y si la sociedad cambia constantemente, la educación debe ir a la par de estos cambios, para así lograr una posición relevante dentro de su entorno social, ya que, a ésta le corresponde una parte importante en la construcción de la nueva sociedad, y sin ninguna duda, la educación es la columna vertebral en el propósito de transformar la realidad social. Para ello, los recursos humanos con que cuenta el país deben integrarse activamente en la generación de nuevos conocimientos, buscando romper la pasividad que está construyendo un mundo dual de enchufados y desenchufados de la próxima sociedad del conocimiento y por ende de la información. Es urgente que los docentes universitarios asuman su doble rol: la formación de los profesionales que el país necesita y la producción y difusión del conocimiento, deben profundizar el área de su conocimiento, incrementando sus competencias para manejar las teorías, asumir los cambios de paradigmas, concepciones y metodologías de las ciencias relacionadas con la educación, y por ello, las nuevas tecnologías deben considerarse como un elemento clave dentro del patrón de trabajo del docente. El conocimiento es innovación, creatividad y por consiguiente, la piedra angular del cambio tecnológico.

Finalmente, el nuevo modelo de Universidad que necesita el país debe construirse junto con el triángulo: educación-ciencia-tecnología, y que integre a toda la sociedad en la prioridad que reviste la producción de conocimientos, en la orientación de los recursos humanos y financieros, así como también que permita, de alguna manera, abrir las puertas de las instituciones oficiales a las demandas de los sectores productivos, y que al mismo tiempo, establezcan parámetros asociados a la investigación en todos sus aspectos, tanto pública como privada. Igualmente, disponerse a participar activamente en el contexto local, regional, nacional e internacional, pues, el país cuenta con enormes recursos humanos capaces de producir y generar soluciones que deben integrarse activamente en la generación de nuevos conocimientos, y de este modo, se estará en capacidad de competir en estos escenarios bajo parámetros de calidad.

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