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Es probable que ningún colombiano rechazaría un aumento de salario y si un ingreso adicional llega al bolsillo, muchos quisieran  ver quién es el primero en alzar la mano para devolverlo. Quizás por eso, casi todos los congresistas guardaron sepulcral silencio esta semana cuando se conoció el Decreto 1739 de la Presidencia de la República que ordenaba un incremento de sus salarios en 4,66 %. Incluso, el presidente del Senado, Luis Fernando Velasco, salió al paso de cualquier polémica con el argumento de que ese incremento fue fijado por la Constitución. “Tengo entendido que esa fue una decisión que tomó la Asamblea Nacional Constituyente en 1991, los congresistas no tienen que ver absolutamente nada con su sueldo. De manera que ahí hay unos constituyent es, vaya y pregúnteles por qué tomaron esa decisión”, dijo el miércoles en el Congreso. El Gobierno insistió en que ese decreto no era caprichoso, sino que obedecía al cumplimiento de la ley. “En desarrollo de las normas generales señaladas en la Ley 4a d e 1992 y en la Ley 644 de 2001”, se lee en el decreto. No obstante, dos situaciones generaron cierta indignación en la opinión pública. Primero, el incremento del salario de los congresistas es superior al que por ley reciben el resto de colombianos, y se duplicó respecto del aumento que recibieron los parlamentarios en el 2014, cuando un decreto similar (el 620 de 2014) lo fijó en el 2,94 %. En plata blanca, con el aumento del 4,66 %, los congresistas, que devengan un salario (incluidos primas y gastos de representación) de aproximadamente 22 millones de pesos, pasaron a reci bir 1,8

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Es probable que ningún colombiano rechazaría un aumento desalario y si un ingreso adicional llega al bolsillo, muchos quisieran

 ver quién es el primero en alzar la mano para devolverlo.

Quizás por eso, casi todos los congresistas guardaron sepulcralsilencio esta semana cuando se conoció el Decreto 1739 de laPresidencia de la República que ordenaba un incremento de sussalarios en 4,66 %.

Incluso, el presidente del Senado, Luis Fernando Velasco, salió alpaso de cualquier polémica con el argumento de que eseincremento fue fijado por la Constitución. “Tengo entendido que

esa fue una decisión que tomó la Asamblea Nacional Constituyenteen 1991, los congresistas no tienen que ver absolutamente nadacon su sueldo. De manera que ahí hay unos constituyentes, vaya ypregúnteles por qué tomaron esa decisión”, dijo el miércoles en el

Congreso.

El Gobierno insistió en que ese decreto no era caprichoso, sino que

obedecía al cumplimiento de la ley. “En desarrollo de las normasgenerales señaladas en la Ley 4a de 1992 y en la Ley 644 de 2001”,

se lee en el decreto.

No obstante, dos situaciones generaron cierta indignación en laopinión pública. Primero, el incremento del salario de loscongresistas es superior al que por ley reciben el resto decolombianos, y se duplicó respecto del aumento que recibieron los

parlamentarios en el 2014, cuando un decreto similar (el 620 de2014) lo fijó en el 2,94 %.

En plata blanca, con el aumento del 4,66 %, los congresistas, quedevengan un salario (incluidos primas y gastos de representación)de aproximadamente 22 millones de pesos, pasaron a recibir 1,8

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millones adicionales, y su mesada pasó a casi 26 millones. A loscolombianos que ganan el salario mínimo ($644.336), porejemplo, el incremento se tradujo en sólo $28.000 adicionales. Asíestán las leyes.

El segundo hecho que generó polémica fue que el mismo día enque se conoció el decreto, los congresistas dieron un nuevo ylamentable espectáculo de ausentismo. La plenaria del Senado fuelevantada porque sólo 42 senadores (de 102) se encontraban paradebatir proyectos de ley.

Un día después, dos senadores que han sido contradictores entresí, que han sostenido duros cruces de declaraciones, coincidieronen la propuesta de, por lo menos, congelar los sueldos de loscongresistas hacia el futuro.

Claudia López, la investigadora que denunció muchos capítulososcuros de la parapolítica y que decidió meterse en el Congresoque desde afuera calificó como un nido de corrupción, y Álvaro

Uribe, el expresidente que dejó de lado su condición y se bajó unospeldaños para volver a ser congresista. Ambos coincidieron enanunciar sendos proyectos para congelar los salarios de losrepresentantes del pueblo, de los padres de la patria. Pero difierenen la fórmula para hacerlo.

Para Uribe la vía será una reforma a la Constitución para que elaumento del salario de los congresistas no supere el aumento del

salario mínimo mensual legal vigente. Su objetivo “desescalar elgasto público burocrático y político”. 

“Colombia necesita austeridad en el ejercicio de la política, quetiene que ser predominantemente cívico y debe dar ejemplo”, dijo

Uribe en un acto de campaña de Francisco Santos en Bogotá.

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“Nosotros proponemos que si el salario mínimo se aumentó en

28.000 pesos, en esos mismos 28.000 pesos se aumente el salariode los congresistas y que esa fórmula se mantenga por lo menospara dos períodos del Congreso. Presentaremos el martes unproyecto de acto legislativo en esa dirección”, anunció. 

Mientras el expresidente Uribe propone que el aumento sólo seade $28.000, lo que supone para los colombianos que se las apañancon el salario mínimo, Claudia López propone que ni siquiera hayaaumento, sino congelar el salario de los parlamentarios, que esequivalente a casi 40 salarios mínimos.

López confirmó que junto a la representante Angélica Lozano,también de la Alianza Verde, redactarán la propuesta para que enel proyecto del presupuesto general de la Nación, que se empezaráa discutir la próxima semana, se fije el tope del salario de loscongresistas.

Tanto a Uribe como a Claudia López ya les empezaron a llover

críticas, pues los señalan de populistas. “Congelar salarios como elmío de $22 millones me parece de sentido común, no populista”,

se defendió López, quien ironizó al señalar que si los congresistasreciben aumento genera escándalo, pero si lo devuelven, se tratade populismo.

La donación frustrada 

Esta misma semana, y coincidiendo con la polémica del aumentode los salarios de los congresistas, el senador Armando Benedettipropuso en la plenaria del Senado que cada parlamentario donaraun día de sueldo para paliar la crítica situación de los miles decolombianos expulsados de Venezuela que hoy están en tresalbergues en la frontera.

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 Un día de trabajo, para los congresistas, equivale aaproximadamente a $800.000, multiplicados por los 102senadores, se podrían recaudar $81.000.000.

Seguramente el dinero podrá parecer insuficiente para algunos,pero no dejaría de ser una solidaria contribución. Sin embargo, laproposición de Benedetti no fue aprobada esta semana por lamencionada falta de quórum de la plenaria del Senado. Por eso,los parlamentarios recibieron casi 1,8 millones de incremento,pero aún no han donado para los damnificados de la crisis en lafrontera.