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KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.º XXI, 1994 UTILIZACIÓN DE ALGUNOS CANTOS RODADOS EN LAMINAKII RESUMEN Juan José lbáñez Estévez (*) Jesús Emilio González Urquijo (**) Varios cantos recuperados en la excavación del yacimiento de Laminak II mostraban huellas de uso observables a simple vis- ta. Para interpretar estas huellas se diseñó un programa experimental que reprodujo las labores que podrían haber causado huellas similares a las detectadas. Ello ha permitido confirmar algunas de las hipótesis propuestas sobre el uso de los cantos estudiados. Uno de ellos ha partici- pado en las últimas fases de tratamiento de la piel seca con ocre -o en el mantenimiento de un objeto en esta materia- y también en el molido del ocre. Otro ha actuado como soporte para permitir el corte preciso de algún material, quizá piel. El tercero ha si- do interpretado como un retocador empleado en la talla de sílex. El estudio de este tipo de utillaje ha permitido documentar la existencia de trabajos de elaboración relativamente complejos en piel seca. El estudio de este material amplia la perspectiva sobre los trabajos desarrollados en Larninak II, obtenida por el análisis funcional del utillaje en sílex. RE SUMÉ Quelques galets récupérés lors de la fouille du gisement de Larninak II portent des traces d'utilisation qui peuvent étre obser- vées a l'oeil nu. Pour l'interprétation de ces stigmates un programme expérimental a été mis en place afin de reproduire les ta- ches qui pourraient laisser des traces semblables a celles des galets. Ce programme a permis de confirmer quelques hypotheses a propos de l'utilisation des galets étudiés. L'un d'entre eux a par- ticipé aux demieres étapes d'un traitement de peau séche avec de !'ocre -ou a son entretien-, ainsi que dans la mouture de !'ocre. Un autre a servi de support lors de la découpe d'une matiere qui pourrait étre la peau. Le troisieme a été interprété comme retou- choir. L'étude de ce type d'outillage a permis d'identifier l'existence de travaux de finission de la peau seche relativement comple- xes.Ces informations précieuses viennent compléter celles qui ont été recueillies par l'analyse fonctionnelle de l'outillage lithi- que taillé de Larninak II. LAPURPENA Laminak II aztarnategiaren indusketan batu ziren zenbait harkoskok begibistan zituen erabilera-aztarnak. Aztarna horiek inter- pretatzeko egitasmo esperimental bat diseinatu zen eta harkoskoetan ikusten ziren antzeko aztarnak sortaraz litzaketen lanak egin ziren hartaz baliatuz. Horren ondorioz, azterturiko harkoskoen erabilerari buruz proposatu izan diren zenbait hipotesi baieztatu dira. Izan ere, har- koskoetako bat larru lehorra okrearekin tratatzeko lanen azken faseetan erabili zen eta okrea bera ehotzeko lanetan ere bai. Beste bat, berriz, euskarri modura erabili zen materialen bat (!arrua, agian) zehatz-zehatz mozteko. Tankera horretako tresneriaren azterketak larru lehorrari nolabaiteko lan konplexuak egiten zitzaizkiola frogatzen du. Material honen estudioak Larninak II kobako sukarriz egindako tresneriari buruzko analisi funtzionalak ematen zuen ikuspegia zabaltzen du. (*) Institut de Préhistoire Orientale. ERA 17 du CNRS. Jalés, 07460, Berrias, Francia. (**) Universidad de Cantabria. Avda. de los Castros, s/n, Santander.

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KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.º XXI, 1994

UTILIZACIÓN DE ALGUNOS CANTOS RODADOS EN LAMINAKII

RESUMEN

Juan José lbáñez Estévez (*) Jesús Emilio González Urquijo (**)

Varios cantos recuperados en la excavación del yacimiento de Laminak II mostraban huellas de uso observables a simple vis­ta. Para interpretar estas huellas se diseñó un programa experimental que reprodujo las labores que podrían haber causado huellas similares a las detectadas.

Ello ha permitido confirmar algunas de las hipótesis propuestas sobre el uso de los cantos estudiados. Uno de ellos ha partici­pado en las últimas fases de tratamiento de la piel seca con ocre -o en el mantenimiento de un objeto en esta materia- y también en el molido del ocre. Otro ha actuado como soporte para permitir el corte preciso de algún material, quizá piel. El tercero ha si­do interpretado como un retocador empleado en la talla de sílex.

El estudio de este tipo de utillaje ha permitido documentar la existencia de trabajos de elaboración relativamente complejos en piel seca. El estudio de este material amplia la perspectiva sobre los trabajos desarrollados en Larninak II, obtenida por el análisis funcional del utillaje en sílex.

RE SUMÉ

Quelques galets récupérés lors de la fouille du gisement de Larninak II portent des traces d'utilisation qui peuvent étre obser­vées a l'oeil nu. Pour l'interprétation de ces stigmates un programme expérimental a été mis en place afin de reproduire les ta­ches qui pourraient laisser des traces semblables a celles des galets.

Ce programme a permis de confirmer quelques hypotheses a propos de l'utilisation des galets étudiés. L'un d'entre eux a par­ticipé aux demieres étapes d'un traitement de peau séche avec de !'ocre -ou a son entretien-, ainsi que dans la mouture de !'ocre. Un autre a servi de support lors de la découpe d'une matiere qui pourrait étre la peau. Le troisieme a été interprété comme retou­choir.

L'étude de ce type d'outillage a permis d'identifier l'existence de travaux de finission de la peau seche relativement comple­xes.Ces informations précieuses viennent compléter celles qui ont été recueillies par l'analyse fonctionnelle de l'outillage lithi­que taillé de Larninak II.

LAPURPENA

Laminak II aztarnategiaren indusketan batu ziren zenbait harkoskok begibistan zituen erabilera-aztarnak. Aztarna horiek inter­pretatzeko egitasmo esperimental bat diseinatu zen eta harkoskoetan ikusten ziren antzeko aztarnak sortaraz litzaketen lanak egin ziren hartaz baliatuz.

Horren ondorioz, azterturiko harkoskoen erabilerari buruz proposatu izan diren zenbait hipotesi baieztatu dira. Izan ere, har­koskoetako bat larru lehorra okrearekin tratatzeko lanen azken faseetan erabili zen eta okrea bera ehotzeko lanetan ere bai. Beste bat, berriz, euskarri modura erabili zen materialen bat (!arrua, agian) zehatz-zehatz mozteko.

Tankera horretako tresneriaren azterketak larru lehorrari nolabaiteko lan konplexuak egiten zitzaizkiola frogatzen du. Material honen estudioak Larninak II kobako sukarriz egindako tresneriari buruzko analisi funtzionalak ematen zuen ikuspegia zabaltzen du.

(*) Institut de Préhistoire Orientale. ERA 17 du CNRS. Jalés, 07460, Berrias, Francia.

(**) Universidad de Cantabria. Avda. de los Castros, s/n, Santander.

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Durante la excavación del yacimiento de Laminak II, de­tectamos la presencia de algunos cantos rodados o fragmentos de canto con diversas huellas de utilización que podían ser observadas a simple vista. Dado que nuestro interés principal es la reconstrucción de los procesos técnicos prehistóricos, la información sobre el tipo de actividades llevado a cabo con este utillaje resultaba de gran utilidad. Debido al escaso nú­mero de cantos con huellas presentes en el yacimiento, el es­tudio se ha adaptado para la respuesta a cuestiones precisas. No se pretende tanto crear una metodología explícita que per­mita analizar la función de cualquier tipo de canto en cual­quier contexto arqueológico, como reconocer el uso de los cantos con huellas encontrados en Laminak II.

LOS OBJETOS ESTUDIADOS Y SUS HUELLAS

El primer objeto, que denominaremos canto número 1, fue encontrado en el cuadro 22b, en el lecho 3-5, dentro del nivel II. Se trata de un canto de caliza negra silicificada, con una forma general cónica, que presenta diversas huellas de pique­teado y abrasionado (ilustración 1).

El segundo objeto consiste en un fragmento de canto de li­monita, que muestra en su cara original numerosas estrías re­lativamente paralelas. Además, en uno de sus laterales se constatan desconchados, fruto de un machacado de la roca (ilustración 2; foto 1). El fragmento fue hallado en el cuadro 22c, lecho 3, correspondiente al nivel II.

Un canto de caliza negra silicificada, de forma rectangular y aplanado, constituye el tercer objeto de estudio. Procede del cuadro 22c, lecho 3, atribuible al nivel II. Muestra su borde lateral machacado y algunas estrías en sus caras planas (ilus­tración 3).

EL CANTO 1

En el canto 1, que presenta unas dimensiones de 67x74x49 mm., se observan diversas zonas activas (ilustración 4). La que denominaremos como zona 1 se encuentra en la intersec­ción de la base y el dorso del canto. Se trata de una zona bise­lada por el uso, con una longitud total de 75 milímetros y una anchura media de 4. El bisel está surcado transversalmente por numerosas estrías anchas, que marcan la dirección del movimiento ejercido cuando esta zona estaba en contacto con la materia trabajada (foto 2). El área biselada está conformada por diversas facetas (foto 3), hasta un total de siete.

Tanto el facetado de la zona activa, creado por pérdida de materia, como las estriaciones nos orientan sobre la naturale­za del trabajo llevado a cabo. Este consistió en el frotamiento de una superficie homogénea de alta capacidad abrasiva, co­mo demuestra la nitidez del borde del bisel. La aparición de un bisel y la presencia de facetas dentro de este, creando su­perficies claramente definidas, sugieren que se trató de una materia relativamente rígida, o, si blanda, apoyada sobre un soporte rígido.

La zona 2 (ilustración 4) se sitúa en uno de los laterales del

canto. Se trata de una superficie amplia, 50x30 mm., y conve­xa. Se observa en ella un fino piqueteado unido a una serie de estrías anchas y relativamente irregulares (foto 4). El piquete­ado ha de ser producto del machacamiento de una materia du­ra, mientras que las estrías sugieren frotamiento. En este caso, el uso que ha creado las estriaciones no ha generado una su­perficie uniforme, por lo que no podemos suponer que se tra­bajara una superficie homogénea. Además, el frotamiento no ha facetado la zona activa, por lo que no queda tan en eviden­cia la capacidad abrasiva de la materia trabajada.

Por la disposición entre ambos tipos de huellas, machaca­miento y estrías podemos suponer que las dos se crearon al mismo tiempo. En efecto, si el frotamiento que hubiera crea­do las estrías fuera posterior, este hubiera erosionado los pe­queños cráteres del piqueteado. Si el orden cronológico del trabajo hubiera sido inverso, las estrías hubieran quedado sis­temáticamente cortadas por las extirpaciones de material.

Al no presentar las huellas una organización que muestre la sucesión de actividades, sino más bien una integración de ambos tipos de estigmas, pensamos que la génesis de ambas huellas se encuentra en un mismo proceso de trabajo. Por ello la actividad desarrollada con el canto en esta zona debió ser a la vez de percusión y de frotamiento. La materia trabajada de­bió ser dura, como señala el tamaño de los arrancamientos de material en la superficie del canto.

La zona 3 se sitúa en la parte dorsal de la pieza, algo des­plazada hacia uno de los laterales (ilustración 4). Como la an­terior, es amplia, 40x43 mm., y de forma oval. Originalmente tal zona activa presentó una conformación convexa, que con posterioridad al uso quedó lisa, debido a la perdida de mate­rial por la abrasión que conllevó la actividad. Las estrías son finas y regulares, paralelas entre sí, aunque se observan al menos tres orientaciones en el movimiento de esta zona acti­va (foto 5). Además, se observa un ligero lustre acompañando a las estrías.

La actividad que dio origen a estas huellas hubo de ser de frotamiento. La regularidad de las huellas sugiere una materia que muestre una superficie homogénea y plana. La zona de contacto entre el canto y la materia trabajada no es restringida, por lo que suponemos .que la superficie trabajada era relativa­mente extensa. La pérdida de materia del canto señala la capa­cidad abrasiva de la materia trabajada, pero la mayor regulari­dad de las estrías, la presencia de lustre y las facetas menos marcadas que las observadas en la zona 1 nos llevan a mante­ner que la materia transformada con la zona 3 presentaba una capacidad abrasiva y una rigidez menor que la de la zona l.

Es de señalar que para esta zona activa se observa una or­denación cronológica con respecto a la zona 2 y a la 4 (ver más abajo). La abrasión constatable en este zona se superpo­ne a las huellas de las otras dos, lo que indica que este trabajo fue posterior al ejercido con la zona 2 y la 4.

La zona 4 se encuentra en la cúspide del canto (ilustración 4). Se trata de una serie de machacamientos muy localizados y de mayor profundidad que los observados en la zona 2, ade­más de no estar asociados a estrías (foto 6). Estas huellas de­ben ser producto del golpeado de una materia dura, para lo que se destinó la zona más puntual o restringida del canto, con el fin de concentrar la fuerza ejercida con el golpe.

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o 2 3 CM.

ILUSTRACION l. Canto 1, en caliza silicificada.

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o 1 2 3 CI.

ILUSTRACION 2. Canto 2, en limonita.

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Foto l. Canto 2.

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ILUSTRACION 3. Canto 3, también de caliza silicificada.

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ZONA 3

ZONA

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ZONA 2

ILUSTRACION 4. El canto 1, con indicación de las cuatro zonas activas.

ZONA 4

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Foto 2. Canto 1, zona 1, bisel con estrías transversales.

Foto 3. Canto 1, zona 1, diferentes facetas en el mismo bisel.

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Foto 4. Canto 1, zona 2, piqueteado junto con estrías anchas e irregulares.

Foto 5. Canto 1, zona 3, finas estrías mostrando al menos tres orientacio­nes.

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Foto 6. Canto 1, zona 4, machacamientos localizados en la cúspide del canto.

La observación mediante lupa binocular del canto 1 permi­tió constatar la existencia de residuos de ocre en diversas zo­nas de su superficie. Entendemos por ocre un mineral que contiene una alta proporción de óxido de hierro. Este se pre­senta en el canto en forma de pequeños puntos rojos observa­bles a partir de 20 aumentos. No todas las zonas del canto presentan la misma cantidad de ocre. El ocre se encuentra asociado preferentemente a las zonas activas 1, 2 y 3, es de­cir, aquellas en que aparecen estrías de utilización.

Surge el problema de reconocer si la presencia del ocre en el canto es accidental o si realmente está asociado a la funcio­nalidad del utensilio. En efecto, el sedimento de Laminak Il presentaba cierta proporción de lirnonitas, de cuya alteración hubo de proceder cierta cantidad de polvo de ocre que pudo teñir los objetos que se encontraban en el sedimento. En este sentido, en el análisis de la malacofauna se ha comprobado que algunas de las conchas estaban manchadas de ocre. Tam­bién una alta proporción de sílex muestran algunos puntos de ocre.

Dos factores nos llevan a desechar esta posibilidad. Por una parte, la distribución del ocre en el canto no es aleatoria, sino que queda asociada a las zonas activas con huellas de frotamiento. A la vez, las zonas que no muestran huellas, co­mo la zona central de la base o el dorso del canto, apenas es­tán teñidas de ocre. Además, otros dos cantos de caliza negra silicificada que fueron recogidos en el yacimiento no presen-

tan restos de ocre en cantidad significativa, lo que si es paten-te en el objeto analizado. ·

Los datos que hemos presentado nos llevan a orientar la in­vestigación sobre la funcionalidad de este canto hacia unas actividades de frotado y machacado, en contextos de uso en los que el ocre tenga sentido técnico.

REFERENCIAS ETNOGRAFICAS Y ARQUEOLOGICAS

Las referencias etnográficas permiten constatar que los cantos rodados pueden ser empleados en una amplia gama de funciones (Roux, 1986; de Beaune, 1989a). Sin embargo, ha­remos referencia exclusivamente a trabajos que puedan ser relacionados con las huellas encontradas en el canto l.

Por lo que se refiere al tipo de movimiento ejercido con los cantos, se pueden distinguir tres grandes grupos: las acciones de percusión, las de frotamiento y las de percusión/frotamien­to, actuación mixta en la que al tiempo de percutir sobre la materia trabajada se realiza un movimiento de frotamiento (de Beaune, 1989a).

S.A. de Beaune (1989b) recoge el uso multifuncional de un canto rodado entre un grupo tuareg. El uso principal se refiere al alisado del cuero, que produce en el canto facetas lisas, en las que, además, se pueden observar restos del colorante utili-

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zado en dicha tarea. Otro grupo de trabajos consiste en el ma­chacado de frutos y hierbas medicinales. También se usa en el molido de carbón o antimonio, este último destinado al ma­quillaje, realizando con el canto un movimiento mixto de ma­chacado y frotado. En las labores de molido la tarea se realiza sobre una losa plana o ligeramente redonda, mientras que en las de alisado del cuero este descansa sobre una base de ma­dera. El carácter multifuncional de este canto coincide con el que presentan los cantos utilizados por los aborígenes austra­lianos (de Beaune, 1989a:50).

Un movimiento similar de machacado/molido es conocido entre los aborígenes australianos, esta vez para moler en seco los granos duros de acacia (Smith, 1985, citado en de Beaune, 1989a).

Entre los esquimales lngalik se recogen cantos y se utilizan sin modificar para el raspado de pieles (Osgood, 1940:81). Se utiliza mediante frotamiento para añadir a la piel un com­puesto de minerales de feldespato y arcillas, dejándola secar con posterioridad. Más tarde se frota la piel, que está apoyada sobre madera, agarrando el canto con las dos manos. El tiem­po durante el cual estos útiles permanecen en uso es muy pro­longado.

En la ciudad de Tilchit, en Mauritania, se utilizan cantos de gres, cuarcita o delerita para flexibilizar y alisar pieles an­tes de elaborar diversos objetos, como sacos, portallaves, bol­sas, etc. Para ello se utilizan movimientos de frotado y de percusión directa. Los cantos presentan lustres y formas sua­vizadas por el frotamiento contra el cuero, apareciendo hue­llas muy intensas, ya que el tiempo útil de los instrumentos es muy prolongado, pasando de generación en generación (Roux, 1986: 51).

Los aborígenes australianos utilizan los cantos como per­cutores y yunques para machacar carne y huesos, para ablan­dar cortezas de árbol y poder hacer cuerdas y para pulverizar ocre que aplicar a los útiles y a los cuerpos humanos como decoración (Fullagar et al., 1992: 40).

Los paralelos arqueológicos de cantos con el tipo de hue­llas de utilización que venimos tratando es escaso. En los re­cientes trabajos de S.A. de Beaune se pone de manifiesto la existencia de un cierto número de este tipo de piezas en nive­les del Paleolítico Superior, en yacimientos tales como Santi­mamiñe, Bolinkoba, Isturitz, Mas d' Azil, Laugerie-Haute ... (de Beaune, 1989a).

Oriente Próximo es la región en la que el estudio de los cantos ha sido más privilegiado por la importancia que se atribuye a este material en el comienzo de la neolitización. Aquí se ha observado que los cantos que muestran restos de ocre son comparativamente más abundantes en los períodos del final del paleolítico (Wright, 1991). Algunos de los en­contrados en la cueva de Hayonim, en niveles natufienses (Belfer-Cohen, 1988: 192) presentan características similares al canto 1 de Laminak II: en caliza, con el lateral facetado, depósitos de ocre y algunos con huellas de percusión en otras caras. La autora atribuye este conjunto de huellas a trabajos sobre piel o a cestería. En el harifiense del Negev y Sinai (8.700-8.100 B.C.) también se han encontrado cantos con el filo biselado, interpretados como instrumentos usados en la transformación de pieles (Goring-Morris, 1987).

Piezas similares al canto 1 de Laminak II se han recogido en los niveles del final del Paleolíitico superior de la Grotta Polesini, en Italia (Mussi y Zampetti, 1993). En este yaci­miento se encontró al menos 25 cantos de caliza o caliza sili­cificada con alguno de sus bordes biselado, a menudo acom­pañados de huellas de ocre y evidencias de machacamiento en otras caras del mismo canto. Los autores han comprobado la efectividad de cantos similares para limpiar el interior de una piel fresca frotándolos junto con arena y han descrito huellas similares a las piezas arqueológicas sobre la pieza ex­perimental (Mussi y Zampetti, 1993: 80 y fig. 16).

En el yacimiento peruano de Telarmachay fueron localiza­dos numerosos cantos con huellas de utilización. Entre ellos destacamos aquellas piezas que presentan facetas estriadas asociadas a pequeños machacamientos (Julien, 1985:211). La autora interpreta que se desarrolló una actividad de molido completada por otra de machacamiento, destinada a fraccio­nar los elementos más duros o más groseros. En dos casos se observaron restos de ocre en las zonas activas, de lo que se supone que tal fue la materia trabajada.

Además, se encontraron tres cantos en roca silícea de gra­no fino y pequeñas dimensiones, enteramente lustrados. Uno de ellos se encontró asociado a raspadores líticos y a útiles de hueso, todos ellos relacionados con el trabajo de la piel. Aparte de este posible uso la autora señala la hipótesis de su utilización para alisar objetos en madera (Julien, 1985:212).

En relación a la utilización del ocre, tanto las referencias etnográficas como los datos arqueológicos nos refieren su uso como colorante en el arte, en relación a enterramientos, con un probable carácter simbólico, y para labores técnicas coti­dianas (Breuil y Cartailhac, 1906; Wreschner, 1980; Audouin y Plisson, 1982; Couraud, 1983 y 1988).

Por lo que respecta al uso tecnológico, se conoce la asocia­ción de esta materia con el trabajo de la piel. Además de la constatación realizada por S.A. de Beaune (1989b) entre los tuareg, recogemos las referencias citadas por F. Audouin y H. Plisson (1982). Steiman en 1906 señala el uso del ocre entre los Tehuelche, quienes untan la cara interna de la piel con una mezcla de grasa y ocre. Este comportamiento técnico es reco­nocido también entre los tasmanos, que untan la piel con gra­sa y ocre después de que ha sido secada (Sollas, 1924).

Los Selk'nam de Tierra de Fuego también untaban los ob­jetos de piel con una mezcla de grasa y tierra colorante roja. Los informantes indígenas señalaron que el sentido de este comportamiento era meramente estético, pero el propio ob­servador afirma que con toda probabilidad dicho tratamiento también favorecía la conservación, flexibilidad e impermea­bilidad de las pieles (Gusinde, 1931/1982:194 y 232).

El programa experimental

A partir de las orientaciones aportadas por la naturaleza de las huellas en el canto 1 y de las referencias etnográficas y ar­queológicas diseñamos un programa experimental que permi­tiera identificar el tipo de huellas que se crean en cada uno de los trabajos y, así, poder compararlas con las arqueológicas.

Recogimos los cantos rodados que iban a ser empleados en

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Foto 7. Huellas experimentales producidas por el frotamento de un canto de caliza silicificada contra ocre.

Foto 8. Piqueteado asociado a estrías producido por machacado/frotado de ocre.

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Foto 9. Trabajo de machacado/frotado en el molido de ocre.

Foto 10. Huellas creadas en un canto de caliza silicíficada tras el frotado contra un hueso.

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Foto 11. Facetada del canto 1, zona l.

Foto 12. Faceta en la pieza experimental con la que se frotó una piel con grasa y ocre.

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Foto 13. Aspecto de las estrías y de la textura de la superficie en la zona 1 del canto l.

Foto 14. Huellas similares a las de la foto 13, tras el frotamiento de una piel con grasa y ocre.

UTILIZACION DE ALGUNOS CANTOS RODADOS EN LAMINAK II

Foto 15. Estrías producidas por el raspado de piel seca con grasa y ocre, 5x.

Foto 17. Zona 3 del canto 1, 5x.

Foto 16. Misma zona que la foto 15 a l 7x.

Foto 18. Zona 3 del canto 1, l 7x.

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el río Urío, que discurre al pie de la cueva de Laminak II. En ese curso se pueden encontrar abundantes cantos de caliza ne­gra silicificada, material del canto 1.

En total realizamos 30 experimentos intentando reproducir las huellas arqueológicas. Un grupo de trabajos se destinó al tratamiento del ocre, es decir, a la obtención de polvo mineral de alto contenido en hierro. El cauce del río Urío arrastra una notable cantidad de cantos de limonita, presentes además en el sedimento del yacimiento; en nuestras experiencias se em­plearon cantos recogidos en el cauce del río a apenas cien metros de la boca de la cueva. Se intentó obtener polvo me­diante frotamiento de la limonita con el canto calcáreo, me­diante machacamiento sobre una laja de piedra y por un gesto técnico mixto de machacado y sucesivo frotamiento, también sobre una base de piedra.

Los cantos de limonita están formados por diversas capas de dureza diferente. El frotamiento con el canto calizo era efectivo, producía polvo de ocre, sólo en las capas más blan­das, siendo prácticamente inefectivo en las duras. Las huellas creadas en el canto consisten en facetas muy planas y marca­das, sin apenas estrías (foto 7). Estas huellas no son asocia­bles a las que presenta el canto 1, por lo que desechamos este trabajo como agente de las huellas arqueológicas.

El machacado y el machacado/frotado de la limonita se mostraron como trabajos más efectivos, reduciendo a polvo fragmentos de roca en un tiempo razonable de trabajo. Hay que señalar que ambos trabajos pueden ser complementarios. En las primeras fases de trabajo es necesario recurrir exclusi­vamente a la percusión, hasta que se obtiene una pedriza so­bre la que se puede aplicar el movimiento de machacado/fro­tado (foto 9). El machacado irregulariza la superficie del can­to con el que se percute, que muestra pequeñas concavidades. Este tipo de huellas son similares a las que presenta alguna de las zonas del canto l. El machacado/molido produce concavi­dades asociadas a estrías (foto 8), de manera similar a las que veíamos en la zona 2 del canto l. Evidentemente, todos los trabajos de tratamiento de ocre coinciden en dejar restos de la materia trabajada en el canto con que se transforma.

Otro conjunto de experimentos se destinaron al frotamien­to de materias óseas, de la madera y de la corteza de roble. El primero de los trabajos se mostró relativamente efectivo para el pulimentado del hueso, no tanto los otros dos. Por lo de­más, las huellas generadas en el canto fueron muy tenues (fo­to 10). Las trazas dejadas por el trabajo del hueso sólo podían ser observadas a simple vista después de una hora y media de trabajo, y ello con dificultad. Estos trabajos no pueden ser asociados a los realizados con el canto l.

Las características de las huellas en el canto 1 hicieron que desecháramos la realización de experimentos de trabajo de materias vegetales, molienda de granos o machacados de hierbas, ya que difícilmente se pueden crear con estas accio­nes las facetas surcadas de estrías unidireccionales encontra­das en el objeto estudiado.

El número más elevado de experiencias con los cantos se destinó al trabajo de la piel, uno de los principales objetivos a los que nos orientaban las referencias etnográficas y las ca­racterísticas de las huellas de utilización. Realizamos 20 ex-

perimentos sobre una piel de caballo, en los que tuvimos en cuenta las siguientes variables: el estado de la piel -fresca o seca-, la morfología de la zona activa -una extensión amplia del canto o la confluencia de dos caras-, la adición de diver­sos elementos a la piel -grasa, agua, ocre- y el tiempo de tra­bajo. Además tuvimos especial .cuidado en conocer la efecti­vidad de cada uno de los trabajos como medio de transforma­ción de la piel en las tareas de limpieza, adelgazamiento y fle­xibilización.

Trataremos, en primer lugar, las huellas dejadas por los di­versos trabajos en las zonas activas formadas por la confluen­cia de dos caras, intentando reproducir las huellas de la zona l. Los primeros trabajos sobre pieles no tratadas con polvo de ocre mostraron que la capacidad abrasiva de la materia era sustancialmente menor que la que se deducía de las huellas arqueológicas. Por ello orientamos nuestros trabajos a la transformación de la piel con adición de ocre, lo que, por otra parte, coincidía con los restos de este mineral encontrados en el canto l.

Cuando la piel a la que se añadía ocre se encontraba en es­tado fresco o en estado seco pero con una adición sustancial de agua o grasa, no se creaban facetas de uso tan marcadas como las observadas en la zona 1, a la vez que las estrías eran más someras y regulares. Las huellas mas similares fueron obtenidas mediante raspado de piel, bien seca, bien poco lu­bricada y tratada con polvo de ocre. La faceta observada en la pieza arqueológica y la creada en el trabajo experimental se comparan en las fotos 11 y 12, respectivamente. La similitud en el aspecto de las estrías y en la textura de la superficie ac­tiva se observan en las fotos 13 y 14.

Las huellas de la zona 3 fueron creadas por el trabajo de una materia con una capacidad abrasiva menor que la zona 1, como se constata por la menor definición de la faceta creada en la zona de uso, la menor anchura y mayor regularidad de las estrías y la presencia de lustre. Según los experimentos re­alizados con superficies ligeramente convexas de cantos de caliza negra silicificada, las huellas más parecidas se obtenían bien mediante el frotado de la piel en estado seco, sin adición de ocre, o bien con la piel semi-seca o lubricada con grasa y adición de ocre. El parecido entre las huellas observadas en la zona 3 y las de los cantos experimentales se puede apreciar en las ilustraciones 15 a 18, con diferentes aumentos.

El análisis de esta zona activa mediante lupa binocular mostró la presencia de residuos de ocre en las depresiones creadas por las estrías. Esta presencia de ocre no puede ser justificada por un manchado accidental posterior al trabajo re­alizado con ella. Tal labor fue posterior a los trabajos de trata­miento de ocre realizados con la zona 2, dada la cronología que marca la disposición de las facetas. Además, hay más re­siduos de ocre en esta zona 3 que en la 1, lo cual sería ilógico, si el ocre presente en la zona 3 fuera producto del manchado accidental mientras se actuaba con la zona 1.

Si aceptamos que el ocre de la zona 3 es resultado de la ac­tuación con esta zona activa, hemos de concluir que el uso más probable para esta zona se refiere al frotado de piel semi­seca o ensebada a la que se había añadido ocre.

UTILIZACION DE ALGUNOS CANTOS RODADOS EN LAMINAK 11 147

LA FUNCIÓN DEL CANTO 1

El primer aspecto que se hace evidente al abordar la utili­zación del canto 1 es su multifuncionalidad. Tal conclusión puede ser mantenida a partir de la diversidad de huellas pre­sentes en su superficie. Algunos de los ejemplos etnográficos citados apuntan también a la multifuncionalidad de este tipo de herramientas, al tratarse de objetos versátiles que pueden ser empleados para una amplia gama de labores.

El programa experimental nos ha permitido asociar las huellas de la zona 2 al tratamiento de ocre, las de las zonas 1 y 3 al trabajo de la piel tratada con ocre y las de la zona 4 a la percusión sobre una materia muy dura, probablemente una roca. Además, hemos podido comprobar que el uso sobre la piel, al menos el realizado con la zona activa 3, es posterior al trabajo de tratamiento de ocre y al golpeo sobre la materia dura con la cúspide del canto.

Como ya hemos señalado anteriormente, el ocre se presen­ta en la zona en forma de cantos de limonita formados por di­ferentes capas. El tratamiento del material implica la realiza­ción de un primer golpeo contundente que fracture el canto y produzca fragmentos, seguido de un machacamiento de di­chos fragmentos hasta obtener una pedriza a la que se pueda aplicar la acción de machacado/molido. La naturaleza de las huellas de la zona 2, unida a la presencia de restos de ocre, permite identificar razonablemente la realización de la fase segunda y tercera del tratamiento de ocre con el canto estu­diado. En este contexto, no sería improbable que los macha­camientos de la cúspide del canto fueran el resultado de la primera fracturación del canto de limonita, explicándose la ausencia de restos de ocre en esta zona por el contacto trau­mático e instantáneo entre el percutor y la materia trabajada. Sin embargo, no desechamos que las huellas de la zona 4 puedan ser debidas a otra labor de percusión sobre roca, co­mo puede ser la destinada a la talla de sílex.

Las zonas 1 y 3 son producto, probablemente, del trabajo de la piel. En diferentes contextos etnográficos, el trabajo de la piel tratada con ocre u otros abrasivos mediante frotamien­to con cantos tiene la finalidad de flexibilizar y regularizar la materia en las fases previas a la producción de objetos.

En nuestro caso los experimentos nos han permitido com­probar que el estado de la piel trabajada con la zona 1 era se­ca, mientras la piel trabajada con la zona 3 estaba lubricada, quizás con agua o grasa. En cualquier caso, las huellas mues­tran que la piel trabajada presentaba una capacidad abrasiva que no coincide con la de la piel fresca, ni siquiera con poste­rioridad a la adición de ocre. Por otra parte, en nuestras expe­riencias hemos comprobado que el frotamiento de la piel fres­ca con adición de ocre mediante cantos de caliza es ineficaz para la limpieza de la grasa y la carne pegada a la zona inte­rior de la piel. Estos datos indican que las acciones del canto sobre la piel debieron tener lugar bien en las fases finales de transformación de esta materia, previas a la elaboración de objetos, bien en labores de mantenimiento de objetos en piel elaborados anteriormente. En ambos casos el estado de la piel sería seco, aunque es probable que para el trabajo de la zona 3 se hubiera añadido alguna materia lubricante, agua o grasa.

Nuestras experiencias nos han mostrado que el frotamiento

de la piel en estado seco con cantos de caliza favorece la fle­xibilización de la piel y regulariza su superficie. Sin embargo, según hemos podido comprobar, estos objetivos se alcanzan adecuadamente sin adición de polvo de ocre. Con esta premi­sa, ¿cuál sería el papel del ocre en el trabajo de la piel?

La amplia difusión de la asociación piel-ocre y el análisis de las propiedades del mineral hacen pensar que la función del ocre no es meramente decorativa. F. Audouin y H. Plisson (1982), señalan las propiedades antisépticas del ocre, que evi­tan o ralentizan la putrefacción de materias orgánicas, a la vez que favorecen su impermeabilidad.

Como hemos apuntado anteriormente, Steiman (1906) atestigua el uso de ocre y grasa en el tratamiento de las pieles de guanaco entre los tehuelche, con la finalidad de asegurar su conservación. Esta misma finalidad es confirmada por So­llas (1924) para el trabajo de las pieles entre los tasmanos, mientras Peabody (1928) especifica que tal tratamiento tiene como finalidad la impermeabilización de la piel. M. Gusinde atribuye a la mezcla de ocre y grasa que utilizaban los Selk'nam para tratar sus pieles propiedades conservantes e impermeabilizantes (1931/1982).

S. Philibert (1993) ha puesto en duda las propiedades cur­tientes del ocre, basándose en opiniones de taxidermistas y especialistas en el curtido de pieles. Esta misma autora seña­la, sin embargo, que el ocre facilita el secado de las pieles, con lo que indirectamente paraliza los procesos de putrefac­ción, que se reinician cuando la piel vuelve a ser mojada. En este sentido, el ocre ayudaría a la momificación de la piel, con lo que, si bien no se produciría un auténtico curtido, con­tribuiría al mantenimiento de dicha materia.

Las experiencias que por nuestra parte hemos realizado con pieles parecen apuntar en esta dirección. Agregamos ocre a una parte de una piel de caballo, dejándola secar durante un mes. Pudimos comprobar que las zonas con ocre se secaban con mucha mayor rapidez.

La adición de ocre sobre la piel facilitaría el secado de es­ta, pero además protegería dicha materia contra la humedad, ya que una vez introducido en la piel realizaría labores dese­cantes permanentemente.

Hasta el momento hemos podido explicar la adición de ocre al trabajo de la piel, pero no hemos justificado su coinci­dencia con las labores de frotamiento con cantos de caliza. En efecto, el comportamiento técnico detectado consiste en el frotamiento con un canto de una piel a la que se ha añadido ocre.

Existe la probabilidad de que tal asociación no sea busca­da. En este caso, una piel tratada con polvo de ocre para faci­litar su conservación ha podido ser posteriormente frotado. El trabajo realizado con el canto pretendía flexibilizar y regulari­zar una piel que en una fase anterior de trabajo había sido te­ñida de ocre.

Otra posibilidad se refiere a que en la misma fase del pro­ceso técnico la piel fuera cubierta de ocre y frotada con el canto (foto 19). En este caso habría una interrelación entre los dos gestos técnicos.

No disponemos de datos suficientes para afirmar ninguna de las dos posibilidades, sin embargo, dos indicios nos llevan a considerar más probable la segunda. Por una parte, la labor

148 JUAN JOSE IBAÑEZ ESTEVEZ - JESUS EMILIO GONZALEZ URQUUO

Foto 19. Frotamiento con un canto de la piel cubierta con ocre.

de frotamiento de la piel teñida de ocre, realizado con la zona 3, fue posterior a labores de tratamiento de ocre. Ello podría ser explicado por una sucesión coherente de gestos técnicos: el ocre fue molido para cubrir una piel que luego fue frotada. En segundo lugar, en nuestras experiencias hemos encontrado sentido técnico al frotamiento de una piel teñida de ocre con un canto de caliza. El frotamiento favorece la penetración del polvo de ocre en la piel, aspecto que sería importante en obje­tos que son sometidos a movimientos que causarían una pér­dida paulatina del ocre. Así, la penetración del óxido de hie­rro favorecería la conservación de la piel, al actuar como agente secante durante un tiempo más prolongad9.

Los aspectos sobre el trabajo de la piel que hemos señala­do hasta ahora afe.ctan tanto al trabajo realizado con la zona 1 como con la zona 3. Sin embargo, es probable que la elección de dos zonas activas de naturaleza dispar responda a diferen­cias en el tipo de resultado esperado en la transformación de la piel. La utilización de la confluencia de la base y el dorso, zona 1, permite actuar con una zona de contacto limitada, por lo que la presión ejercida por unidad de superficie será ma­yor. Por contra, el empleo de una zona más extensa del canto favorecerá una transformación más superficial de la materia, pero en una extensión mayor. Si tenemos en cuenta que el frotamiento de la piel con cantos parece estar destinado, se­gún los datos etnográficos, a la flexibilización y regulariza­ción de la piel, sería razonable atribuir la primera labor, pre-

dominantemente, a la zona activa lineal, mientras la segunda labor quedaría más relacionada con el uso de una zona activa extensa y ligeramente convexa. En ambos casos a estas tareas se uniría, probablemente, la adición de ocre sobre la piel de una manera duradera, de forma que contribuyera al mayor se­cado de la piel tanto en el momento en que fue aplicado como en tiempos posteriores.

ELCANT02

Este fragmento de canto de lim.onita presenta dos zonas con claras huellas de, actividad intencional. En la cara más li­sa, resto de la superficie original del canto que denominare­mos zona 1, se observa un conjunto de estrías, mientras que en un extremo, zona 2, aparecen una serie de desconchados, la mayoría de los cuales afectan al lateral, mientras uno de ellos se sitúa en la superficie que constituye la zona l.

Las estrías de la zona 1 son abundantes, relativamente cor­tas y paralelas entre sí (foto 20). Existe una zona principal de estrías en la superficie del fragmento, pero también aparecen zonas secundarias, especialmente en lo que fue la arista del canto origÍl!al. Los surcos tienen cierto parecido a los come­tas en el sentido de que son más profundo en su inicio que en su zona final o cola (foto 21).

Hemos encontrado referencias a cantos con huellas sirnila-

UTILIZACION DE ALGUNOS CANTOS RODADOS EN LAMINAK II 149

Foto 20. Canto 2, zona 1, estrías paralelas.

Foto 21. Canto 2, zona 1, morfología en cometa de las estrías.

150 JUAN JOSE IBAÑEZ ESTEVEZ - JESUS EMJLIO GONZALEZ URQUIJO

res encontrados en niveles arqueológicos pertenecientes al Paleolítico Medio. Así, F. Bordes (1961:74; pl. 108, nº 5) se­ñala que en diversos niveles musterienses de Combe-Grenal aparecen algunos cantos de caliza con huellas de piqueteado e incisiones ligeras, que él considera que pudieron haber servi­do como soportes en el corte de pieles con instrumentos de sí­lex.

Recientemente se han citado otros ejemplos de cantos con este tipo de incisiones, también en niveles musterienses. Se trata de 4 cantos encontrados en el yacimiento de "Chez-Pou­rré-Chez-Comte" que también muestran grupos de incisiones paralelas entre sí (Lhomme y Normand, 1993). Los mismos autores documentan estrías parecidas en la zona cortical de una lasca en el yacimiento del Paleolítico Medio de Cham­plost. En sus experiencias han obtenido huellas parecidas rea­lizando los surcos con un filo bruto de sílex (Lhomme y Nor­mand, 1993:123).

En el yacimiento neolítico de Clairvaux-les-Lacs aparecie­ron dos fragmentos craneales de grandes rumiantes con abun­dantes surcos, que son interpretados como resultados de las huellas de corte con instrumentos de sílex de materias que es­tuvieron apoyadas en dichos huesos (Voruz, 1989: 323-324).

La experimentación ha constituido un elemento fundamen­tal en la identificación del comportamiento que pudo dar ori­gen a las huellas observadas en el canto 2. Creemos que está fuera de duda la intencionalidad de dichas huellas, ya que son abundantes y sistemáticas en su naturaleza y orientación. Además, es difícil atribuir los surcos a un intento decorativo, ya que no presentan ninguna organización coherente. Ello nos lleva a dirigir la explicación hacia un origen meramente fun­cional.

Las estrías están separadas por zonas de superficie no altera­da, por lo que suponemos que se debieron crear con un objeto que realizaba cada una de las estrías de forma aislada. Si las es­trías se hubieran realizado al mismo tiempo, raspando con cualquier objeto, toda la superficie hubiese quedado alterada.

Se trata de surcos bien definidos, rectos, y bastante que pa­ralelos entre sí. Es difícil suponer que esta regularidad en las huellas se puedan obtener con un utensilio que presente una zona activa puntual, ya que la rectitud y el paralelismo de las huellas hubiera sido sensiblemente menor. Por tanto, conside­ramos que los surcos fueron realizados con un filo que, dada la profundidad y regularidad de los surcos, hubo de ser de sí­lex.

Es muy improbable que los cortes realizados con el filo de sílex pretendieran la transformación de la piedra, ya que el re­sultado obtenido no se concreta en ningún objeto definido. Por otra parte, la acción tampoco tiene sentido técnico con respecto al útil cortante. Tal movimiento elimina la agudeza del filo, y si este hubiera sido el objetivo deseado, ni los sur­cos hubieran sido tan numerosos, ni tan paralelos ni presenta­rían forma de cometa.

Por tanto, hemos de suponer que en el momento de contac­to entre el filo y la superficie del canto existía otra materia que participaba de la acción y daba sentido técnico a la activi­dad. Probablemente la materia se encontraba entre ambos ele­mentos, apoyada en el canto y siendo cortada por el filo de sí­lex. Las huellas observadas en el canto serían resultado del

roce del cuchillo con la superficie de piedra donde se apoyaba la materia mientras era seccionada.

La cantidad de surcos indica que el contacto entre el filo y el apoyo fue continuado. Este hecho, unido a la propia conve­niencia de apoyar la materia trabajada en un soporte duro in­dican que la materia cortada fue blanda. Esta pudo tener bien una naturaleza vegetal o animal.

En el análisis funcional de los útiles de sílex de Laminak II no hemos encontrado ni un solo uso de corte de vegetales. Ello podría deberse a razones de muestreo. Sin embargo, el trabajo de corte de vegetales está prácticamente ausente en las identificaciones funcionales de los yacimientos del final del Paleolítico Superior. Entre las más de 700 piezas de los yacimientos de Bemiollo y Santa Catalina cuya función fue estudiada, no se encontró un sólo indicio de corte de vegeta­les blandos. La práctica ausencia de este tipo de trabajos en el contexto cronológico en que nos movemos nos hace conside­rar como improbable la hipótesis de corte de vegetales apoya­dos en el canto.

Dada la cantidad de surcos observables, es improbable que se tratara del corte de tendones, ya que su preparación no im­plica un número tan elevado de cortes. Tampoco pensamos en el descuartizado de pequeños animales, ya que la necesidad de cambiar de posición el cuerpo del animal durante el des­cuartizado hubiera generado surcos de muy diversas orienta­ciones. Nos centramos, por tanto, en las acciones de corte de carne o piel.

Siguiendo las premisas señaladas hasta aquí, desarrollamos diversos experimentos de corte de carne y piel apoyadas en cantos de limonita, similares al arqueológico. Los cantos usa­dos como apoyo fueron recogidos en el lecho del río Urío, al pie del yacimiento de Laminak II, donde son abundantes.

Las experiencias nos permitieron diferenciar, en primer lu­gar, los diversos resultados con respecto a los surcos del corte transversal de tiras de materia, sea de carne o de piel, con res­pecto al corte a través de una materia extensa. El corte trans­versal de tiras genera surcos más largos que los observados en el canto 2, además de no presentar la forma de cometa que se evidencia en estos. Ello se debe a que en el corte de, tiras se realizan movimientos largos de va y viene, en una ditección paralela al canto que sirve de apoyo. Algo similar se puede aplicar al corte de bloques de carne.

Sin embargo, hemos obtenido huellas muy similares cor­tando extensiones de piel relativamente amplias (foto 24), tanto en la disposición de las estrías sobre la cara del canto (foto 22) como en la morfología de las estrías (foto 23). Este material es lo suficientemente consistente como para justifi­car la aplicación del cuchillo en un ángulo ligeramente obli­cuo al canto de apoyo, ejerciendo mayor presión al inicio del movimiento que al final. Además, el corte se ha de realizar con recorridos cortos y continuados. Estos movimientos cor­tos, continuados y con mayor presión al inicio que al final aseguran la precisión del corte.

La necesidad de apoyar la piel en un soporte mientras es cortada resulta evidente. Además, tal soporte debe ser rígido, de manera que no se deforme cuando el filo no entra en con­tacto con él. La no deformación del soporte asegura la efica­cia y precisión del corte. En nuestros experimentos pudimos

UTILIZACION DE ALGUNOS CANTOS RODADOS EN LAMINAK II 151

Foto 22. Disposición de las estrías en un canto de limonita usado experimentalmente como base para el corte de piel. ·

Foto 23. Morfología de las estrías en el mismo canto.

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Foto 24. Corte de piel experimental, apoyando sobre un canto.

comprobar que el corte de la piel apoyada en madera permitía una menor precisión, en comparación con los trabajos realiza­dos sobre un apoyo de canto.

Entre los zapateros artesanos es conocido el uso de plan­chas de zinc como soporte para asegurar el control en el corte del cuero. El zinc es a la vez rígido y menos duro que las he­rramientas de hierro, con lo que se asegura que los filos de los útiles no quedan romos inmediatamente.

Comprendemos que la interpretación propuesta para las huellas del canto 2 muestra el inconveniente señalado; el fro­tamiento del filo contra el canto reduce la eficacia de la herra­mienta más rápidamente que cuando la piel queda apoyada en la madera. Sobre este reparo debemos afirmar, en primer lu­gar, la presencia misma de las huellas, que manifiesta un con­tacto continuado entre un filo de sílex y el canto. Ello impli­ca, cualquiera que sea el trabajo del que se trate, una pérdida de la agudeza del filo. Por otra parte, a pesar de que el filo se embota más rápidamente que con apoyos de madera, en nues­tros experimentos pudimos cortar con apoyo de canto dos ti­ras de piel de 40 cms. de longitud, quedando el filo de sílex todavía efectivo después del trabajo. Quiere esto decir que la pérdida de eficacia del utensilio no es tan dramática como pa­ra desaconsejar radicalmente la actividad. Es razonable supo­ner que se sacrificara el tiempo útil de la herramienta en favor de un trabajo más preciso, especialmente en contextos en los que no se evidencia una escasez de materia prima lítica.

Complementariamente, entre el utillaje lítico hemos encon­trado una laminilla de dorso cuyas huellas de utilización pue­den responder adecuadamente a esta actividad. Tal pieza pre­senta unas huellas de corte de piel con adición de abrasivos. Sin embargo, el patrón de desconchamiento refleja el contac­to con una materia más dura que la piel, que suponemos pudo tratarse de un soporte de piedra. Ello queda confirmado por la existencia de pequeñas zonas de pulido por contacto con pie­dra que presenta el la laminilla en las zonas más cercanas al propio filo (ver foto 4 en González e Ibáñez, dentro de este mismo volumen).

Las huellas de la zona 2 de este mismo fragmento de limo­nita, diversos desconchados en uno de los laterales (ver ilus­tración 2), evidencian la práctica de una percusión sobre el la­teral del canto del cual formó parte el fragmento ahora estu­diado. Esta percusión pudo tener dos finalidades, bien pudo servir para conformar el canto bien para obtener fragmentos más pequeños de limonita con los que elaborar el polvo de ocre.

La primera hipótesis nos parece improbable, ya que el gol­peado produjo una arista machacada y totalmente roma, inuti­lizable como filo activo. Si tenemos en cuenta que hemos do­cumentado la realización de labores de procesado de ocre en el canto 1, labores que incluyen tanto el machacado como el molido del ocre, consideramos probable que las huellas de desconchamiento se deban a la segunda hipótesis señalada.

UTILIZACION DE ALGUNOS CANTOS RODADOS EN LAMINAK II 153

Foto 25. Canto 3, machacamiento en el lateral.

Foto 26. Canto 3, estrías adyacentes a los machacamientos laterales.

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Según la reconstrucción que proponemos se utilizarían cantos de limonita, abundantes en el lecho del río que discu­rre al pie de la cueva, para obtener el polvo de ocre. Los can­tos de limonita serían fracturados en primera instancia y des­pués machacados y molidos con otros cantos, al menos algu­nos de ellos de caliza negra silicificada, con lo que se obten­dría un polvo de ocre. Esta materia sería utilizada, al menos en parte, para la transformación de las pieles.

ELCANT03

El canto 3 presenta diversos machacamientos en los laterales largos, a la vez que algunas estrías en las zonas adyacentes a los machacamientos (fotos 25 y 26). Las estrías son por lo ge­neral individuales, reflejando el roce con alguna materia pun­tual dura. V arias de ellas están compuestas por diversas subes­trías, lo que es atribuible al contacto con una materia dura de morfología algo más extensa y con tres pequeños dentados. Una de las estrías es ligeramente curvada, consecuencia de la trayectoria no rectilínea que realizaba el canto al entrar en con­tacto con la materia que produjo la estriación (foto 26).

La observación de estas huellas nos llevó a pensar que las huellas podían ser debidas a la utilización del canto como percutor en la talla de sílex. Los machacamientos serían pro­ducto del golpeo sobre el sílex y las estrías se relacionarían con el roce del canto con protuberancias de la plataforma del núcleo, debido a golpes imprecisos o al deseo de eliminar al­guna protuberancia. Así se explicaría la asociación entre las estrías y los machacamientos, la presencia de estrías múlti­ples y de una ligeramente curvada.

Sin embargo, la utilización de cantos de caliza negra silici­ficada de esta morfología aplanada como percutores han de­mostrado que estos objetos son demasiado blandos como para realizar con ellos las diferentes fases de las cadenas de talla reconocidas en Laminak II.

Vista la ineficacia de este objeto para la talla, nos plantea-

mas la posibilidad de que el canto fuera utilizado para el reto­que de soportes ya elaborados, para la fabricación de lamini­llas y puntas de dorso, láminas retocadas, etc.

CONCLUSION

Consideramos que el presente artículo pone de manifiesto el interés del estudio de los cantos rodados como útiles poten­ciales en época prehistórica. Estos objetos han de ser estudia­dos a partir de las huellas de utilización que quedan preserva­das en sus caras. Para poder interpretar dichas huellas es ne­cesario recurrir a la experimentación, en la que se reproduz­can las huellas de utilización, y a la información etnográfica, que oriente la interpretación de los procesos técnicos en los que los cantos pudieron ser empleados como utensilios.

En el caso de Laminak II los resultados de mayor interés son los ofrecidos por el estudio de los cantos 1 y 2, relaciona­dos con el trabajo de la piel. El canto 1 fue probablemente empleado en el machacado y molido de cantos de limonita para obtener polvo de ocre, que fue extendido sobre pieles u objetos de piel para asegurar su conservación. Este mismo canto fue utilizado también para frotar piel o cuero, labor que pudo tener por finalidad bruñir, flexibilizar o introducir el ocre en la piel, o quizás varios de estos objetivos a la vez. El canto 2 muestra huellas de haber servido como apoyo en el corte de pieles, y, quizás, en un lateral, los machacamientos creados por las labores de tratamiento del ocre. Las labores realizadas se relacionan con las fases finales de los procesos técnicos encaminados al aprovechamiento de pieles (Ibáñez, 1993), destinadas a la elaboración de objetos y a la conserva­ción de la materia.

De esta manera, las informaciones aportadas por el utillaje en cantos rodados enriquece y complementa las informacio­nes sobre los trabajos llevados a cabo en el asentamiento, que tradicionalmente se han basado en el utillaje en sílex y mate­rias óseas exclusivamente.

UTILIZACION DE ALGUNOS CANTOS RODADOS EN LAMINAK II 155

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