VALORACIÓN GERIÁTRICA EN PACIENTE INGRESADO DE EDAD … · 2016. 8. 6. · destacaba el gran...
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ANEMIA EN PACIENTES DE EDAD
AVANZADA CON INSUFICIENCIA
CARDÍACA INGRESADOS EN UN
SERVICIO DE MEDICINA INTERNA
Trabajo de investigación
Septiembre 2010
AUTOR: David García Hernández
Residente de 4º año de Medicina Familiar y Comunitaria
DIRECTORA: Dra. Roser Solans Laqué
Servicio de Medicina Interna, Hospital Vall d’Hebron
Profesora asociada del Departamento de Medicina Interna
Universitat Autònoma de Barcelona
2
CERTIFICAT DEL DIRECTOR DEL TREBALL DE RECERCA
Jo, Professora Roser Solans Laqué del Departament de Medicina de la Universitat Autònoma de Barcelona,
FA CONSTAR,
que el treball titulat “Anemia en pacientes de edad avanzada con insuficiencia cardíaca ingresados en un servicio de Medicina Interna” ha estat realitzat sota la meva direcció pel llicenciat David García Hernández, trobant-se en condicions de poder ser presentat com a treball d’investigació de 12 crèdits, dins el programa de doctorat en Medicina Interna (curs 2009-2010), a la convocatòria de setembre.
Barcelona, dos de setembre de dos mil deu.
3
AGRADECIMIENTOS
Mis más sinceros agradecimientos, por su ayuda a:
Verónica Moldón Garrido
Noemí Olona Tabuena
Marc Parramon Alcalde
Carmen Pérez Bocanegra
Laura Romera Liébana
Roser Solans Laqué
4
ÍNDICE Página
1. RESUMEN………………………………………………………………………....5
2. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………….6
3. OBJETIVOS………………………………………………………………………11
4. PACIENTES Y MÉTODO……………………………………………………….12
o Diseño del estudio………………………………………………………………………12
o Estudio de las variables principales…………………………………………………12
o Estudio de otras variables de interés…………………………………………….….13
o Valoración geriátrica……………………………………………………………………15
o Estudio de los tratamientos…………………………………………………………...16
o Análisis estadístico……………………………………………………………….…….17
5. RESULTADOS…………………………………………..………………………18
o Resultados generales………………………………………………………………..…18
o Resultados de las variables principales del estudio…………………………..…20
o Resultados de las pruebas complementarias……………………………………..26
o Resultados de la valoración geriátrica……………………………………………...29
o Resultados de los tratamientos……………………………………………...……….31
6. DISCUSIÓN……………………………………………..……………………….35
7. CONCLUSIONES………………………………………….……………………44
8. BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………….…………45
9. ANEXOS………………………………………………………………………….50
5
1. RESUMEN
Introducción: la anemia es una entidad muy prevalente en pacientes con
insuficiencia cardíaca (IC) y se asocia a mayor morbimortalidad.
Objetivos: analizar las comorbilidades de pacientes hospitalizados de ≥ 65 años
con IC. Estudiar el impacto de la anemia sobre esta población y comparar esta
comorbilidad respecto a aquéllos que no la presentan en relación a la valoración
geriátrica integral (VGI), así como la adecuación del tratamiento farmacológico
en la IC.
Pacientes y métodos: estudio descriptivo observacional transversal de una
cohorte de 150 pacientes ingresados en el Servicio de Medicina Interna del
Hospital Vall d’Hebron, entre junio de 2007 y enero de 2010, mediante entrevista
clínica y recogida de datos de la historia clínica.
Resultados: en la muestra prevalecían las mujeres (62%), los pacientes con
hipertensión (84%), los que tenían la FEVI conservada (66,4%) y los pacientes
con anemia (61,3%), de los cuales el 60,9% presentaban anemia inflamatoria y
el 35,9% anemia ferropénica. Los pacientes con anemia tuvieron peor valor de
MNA (p=0,017, con un RR de 2,7), mayor diferencial de Barthel (p=0,021) y peor
valor de albuminemia (p=0,001). Asimismo, se observó que 53 pacientes con
indicación según las guías clínicas de tratamiento con IECA o ARA II no lo
seguían, y hasta 105 pacientes en el caso de los betabloqueantes (BB).
Conclusiones: los pacientes con anemia presentaban pero estado nutricional, y
mayor empeoramiento del índice de Barthel. Respecto al tratamiento de la IC,
destacaba el gran número de pacientes sin tratamiento con IECA, ARA II o BB,
que deberían llevarlo según las guías de práctica clínica.
Palabras clave: edad avanzada, insuficiencia cardíaca, anemia, comorbilidad,
tratamiento, valoración geriátrica.
6
2. INTRODUCCIÓN
Aproximadamente un 17% de la población española actual es mayor de 65
años y, según las previsiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
para el año 2030, el porcentaje aumentará al 25,1%1. A este incremento de
población de edad avanzada se le asocia un aumento de diversas patologías
prevalentes en este grupo de edad, entre las cuales se encuentran la
insuficiencia cardíaca y la anemia, con el consecuente incremento de ingresos
hospitalarios y del gasto sanitario2, 3.
La prevalencia de la insuficiencia cardíaca (IC) ha aumentado en las
últimas décadas4, hasta situarse en el 10% en pacientes mayores de 70 años.
La incidencia anual en pacientes mayores de 65 años es de aproximadamente
el 1%4, 5. Asimismo, la IC es una de las principales causas de morbimortalidad
cardiovascular en España y representa la tercera causa de muerte
cardiovascular tras la cardiopatía isquémica y la enfermedad cerebrovascular6.
Los datos españoles correspondientes al año 2000 muestran que, en varones,
es responsable del 4% de las muertes por cualquier causa y del 10% de las
muertes por enfermedades cardiovasculares; en las mujeres, los porcentajes
son del 8% y del 18% respectivamente7. En los países desarrollados se sitúa
como primera causa de hospitalización en mayores de 65 años y genera
alrededor del 5% de todas las hospitalizaciones; además, el gasto económico
derivado de esta enfermedad representa aproximadamente el 3% del
presupuesto sanitario público español4, 5, 6.
La IC es un síndrome caracterizado por la presencia de disnea en reposo o
en relación con los esfuerzos, asociada o no a edema periférico; así como
evidencia objetiva de disfunción ventricular en reposo. Para el diagnóstico de la
IC se tienen en cuenta los criterios clínicos4 (ver anexos 1 y 2), que son
reforzados por las exploraciones complementarias básicas como el
electrocardiograma (ECG), la radiografía de tórax (RxT) y la analítica completa.
La confirmación del diagnóstico se determina mediante la valoración de la
función cardíaca en reposo con el ecocardiograma4, 8. En la ecocardiografía la
medición más importante es la cuantificación de la fracción de eyección del
ventrículo izquierdo (FEVI), que permite diferenciar a los pacientes con
7
disfunción cardíaca sistólica de los pacientes con la función sistólica
conservada9. La valoración de la función diastólica en el ecocardiograma es útil
en los siguientes casos: pacientes con IC crónica y una FEVI normal, pronóstico
de los pacientes con IC, estimación no invasiva de la presión diastólica
ventricular, diagnóstico de pericarditis constrictiva y diagnóstico de
miocardiopatía restrictiva10. Si aún con todas las pruebas anteriores existen
dudas diagnósticas, se pueden utilizar algunos marcadores de pronóstico de la
IC como el Brain Natriuretic Peptid (BNP) y su precursor el pro-BNP5, 11.
Para determinar los diferentes estadios clínicos de la IC se usa de forma
generalizada la clasificación de la New York Heart Association (NYHA) (ver
anexos 3 y 5), que valora la capacidad funcional. En el año 2001 la American
College of Cardiology y la American Heart Association (ACC/AHA)
recomendaron la utilización de una nueva clasificación basada en la anomalía
estructural9 (ver anexos 4 y 5). La guía de IC de la Sociedad Europea de
Cardiología (ESC) del 20088 (ver anexo 6) propuso clasificar la IC según la
cronicidad en: IC de debut, IC transitoria e IC crónica (esta última es la forma
más común, aproximadamente un 80% de los pacientes).
En cuanto a la evolución de la enfermedad, se trata de un trastorno
progresivo a pesar del tratamiento adecuado, con una supervivencia media del
50% a los 5 años del diagnóstico. La historia natural de la enfermedad es la de
una enfermedad crónica con reagudizaciones más o menos frecuentes.
El tratamiento farmacológico de la IC está estandarizado en las guías de
práctica clínica8, 9, 12. Los principales fármacos con utilidad en el manejo de esta
patología son los diuréticos, los inhibidores de la enzima conversora de la
angiotensina (IECA), los antagonistas de los receptores de la angiotensina II
(ARA II), los betabloqueantes (BB), los antagonistas de la aldosterona y la
digoxina. Los diuréticos y la digoxina tienen efecto sobre todo en el control de
los síntomas pero no sobre la supervivencia, mientras que el resto de fármacos
ha demostrado actuar sobre el pronóstico, mejorando la supervivencia y
ofreciendo a corto y medio plazo un beneficio sintomático13.
Otros tratamientos no farmacológicos han demostrado utilidad en pacientes
con disfunción sistólica del ventrículo izquierdo, clase funcional avanzada y
complejo QRS del ECG > 120 ms, como es el caso de la terapia de
resincronización cardíaca (TRC). En pacientes con historia de fibrilación
8
ventricular o taquicardia ventricular (como prevención secundaria) o en aquellos
pacientes con una FEVI < 35% a pesar de tratamiento óptimo (como profilaxis
primaria), la colocación de un dispositivo automático implantable (DAI) sería
beneficioso8.
El manejo de la IC en el anciano es complejo dada la presentación en
muchas ocasiones atípica y la existencia de enfermedades crónicas o agudas
asociadas, como la anemia y la insuficiencia renal. Por todo ello es útil la
valoración geriátrica en este grupo de pacientes de extrema fragilidad14. En los
últimos años se han estudiado las diferentes comorbilidades asociadas a la IC,
y entre ellas ha demostrado especial relevancia la anemia.
Igual que sucede en la IC, la presencia de anemia aumenta con la edad y en
el anciano representa un problema prevalente y de creciente impacto negativo a
nivel social, sanitario y económico15, 16. La prevalencia de la anemia en los
ancianos es de entre 9-18% en hombres y de entre 8-13% en las mujeres17. En
la población mayor de 85 años, la presencia de anemia sobrepasa el 20%17,
aunque en menos del 1% de estas personas la concentración de hemoglobina
es inferior a 10 gr/dL4, 18.
Las personas de edad avanzada son más susceptibles a desarrollar anemia
en situaciones de estrés como lo puede ser un ingreso hospitalario15. A nivel
fisiológico, con el envejecimiento se producen los siguientes cambios que
predisponen a la aparición de anemia15, 19: la reducción de las reservas
hematopoyéticas, el descenso de la actividad hematopoyética medular y el
aumento de la fragilidad osmótica de los hematíes.
Por lo que respecta a los tipos de anemia, los más frecuentes en el anciano
son19: la anemia por procesos crónicos o inflamatoria, la anemia por deficiencia
de hierro, la anemia por deficiencia de vitamina B12 y folatos y la anemia de
causa desconocida. Cabe destacar que existe el síndrome cardiorrenal, que
aúna diversos tipos de anemia como la ferropénica y la inflamatoria, por
disfunción renal en pacientes con IC.
La anemia es una patología frecuente en pacientes con IC, en los cuales
presenta una prevalencia de entre el 9,9 y el 55%20, 21, 22.
La aparición de anemia en pacientes con IC puede estar condicionada a
una mayor edad, al sexo femenino y a la comorbilidad con hipertensión arterial
(HTA), diabetes o enfermedad coronaria23. Respecto a la fisiopatología de la
9
anemia en IC, existen diversos factores, entre ellos la propia IC, que se detallan
a continuación:
El aumento en pacientes con IC de las citocinas libres como el Factor de
necrosis tumoral alfa (TNF-α) y la Interleucina-6 (IL-6), así como
reactantes de fase aguda como la Proteína C reactiva (PCR), la velocidad
de sedimentación globular (VSG) y la ferritina sérica24, 25, 26, 27, 28. Estos
cambios son consistentes con los encontrados en pacientes con anemia
de procesos crónicos. Se cree que muchos de los pacientes con IC y
anemia ferropénica presentan además un componente inflamatorio26.
La hemodilución, la cual parece favorecer un peor pronóstico29.
La deficiencia de hierro, con una prevalencia estimada de hasta el 80%
en algunas series26. Cabe destacar que, dado que en gran parte de los
pacientes con IC existe un componente de anemia inflamatoria, la ferritina
no es un buen marcador de anemia ferropénica ya que puede ser normal
o incluso estar aumentada.
El uso de IECA, los cuales pueden producir anemia en estos pacientes
por un efecto inhibidor de la eritropoyesis, al aumentar el tetrapéptido Ac-
SDKP30.
La insuficiencia renal (IR).
Existen otros factores como: la hipoperfusión de la médula ósea, el déficit
nutricional26, 31, el uso de determinados tratamientos como digoxina o
antiarrítmicos o el no recibir tratamiento con BB21.
La anemia es una causa rara per se de IC. Sólo anemias muy severas (con
Hb < 5 g/dL) pueden producir IC en ausencia de cardiopatía previa. La anemia
de la IC es leve en la mayoría de pacientes, persistente y adaptativa y sus
efectos son similares a los de una hemorragia ligera con leve pero prolongada
repercusión hemodinámica20.
La anemia crónica puede jugar un papel importante en el desarrollo de IC en
pacientes con insuficiencia renal crónica avanzada32, como se demostró en un
estudio en que cada punto menos de hemoglobina (Hb) aumentaba el riesgo de
dilatación del ventrículo izquierdo cardíaco (VI), de desarrollar IC y la mortalidad.
La presencia de anemia se asocia a un mayor riesgo de mortalidad en
pacientes con IC3, 22, 29, 30, 33, 34, 35, 36, 37. Pero es incierto si la anemia es un factor
10
de riesgo de mortalidad independiente o si realmente refleja una enfermedad
más avanzada y mayor comorbilidad37.
Respecto al tratamiento de la anemia en IC, existen controversias, pero en la
mayoría de las guías terapéuticas no se recomienda la transfusión o el uso de
estimuladores de la eritropoyesis de manera rutinaria20. Los suplementos de
hierro están indicados si existe deficiencia de hierro con clínica acompañante o
ferropenia importante asintomática27. Referente a la corrección de la anemia
mediante transfusión existen muy pocos estudios.
11
3. OBJETIVOS
Por todo lo expuesto anteriormente, se creyó de interés realizar un estudio
con los siguientes objetivos:
1. Evaluar el impacto de la anemia sobre un grupo de pacientes de edad
igual o mayor a 65 años, con IC como uno de sus diagnósticos
principales, ingresados en el Servicio de Medicina Interna-M1 y en la
Unidad de Geriatría de agudos del hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
2. Realizar la comparación de los pacientes con y sin anemia respecto a los
resultados de la valoración geriátrica integral (VGI).
3. Describir la comorbilidad de esta población, analizando la relación entre la
anemia y el resto de condiciones comórbidas, en especial la IC.
4. Analizar la adecuación del tratamiento de la IC en estos pacientes a las
guías clínicas.
12
4. PACIENTES Y MÉTODO
Diseño del estudio:
Se realizó un estudio descriptivo observacional de una cohorte de 150
pacientes ingresados en el Servicio de Medicina Interna del Hospital Vall
d’Hebron (Unidad de Geriatría de agudos y Medicina Interna-M1), entre junio de
2007 y enero de 2010.
El reclutamiento de pacientes se hizo mediante entrevista clínica y recogida
de datos de la historia clínica archivada e informatizada. Para esto se tuvieron
en cuenta unos criterios de inclusión y exclusión, que se detallan a continuación:
Criterios de inclusión: pacientes de edad igual o superior a 65 años que
ingresaron por descompensación de IC o que presentaban IC dentro de
sus diagnósticos principales.
Criterios de exclusión: pacientes que no dieron el consentimiento para
participar en el estudio, individuos con deterioro cognitivo avanzado,
pacientes subsidiarios de manejo paliativo y aquellos con imposibilidad
para seguimiento en consultas externas.
Estudio de las variables principales:
En el estudio se recogieron un total de 163 variables, de la cuales se
simplificaron las de mayor interés. Las variables principales para el estudio
fueron la IC y la anemia.
La primera variable principal del estudio fue la IC. Se consideraron pacientes
con IC aquellos que cumplían, según historia clínica o en el momento del
ingreso, los criterios para IC según la ESC (ver anexo 1) y/o los criterios de
Framingham4 (ver anexo 2).
Para determinar los estadios de la IC se utilizó la clasificación funcional de la
NYHA (ver anexo 3) y la clasificación propuesta en 2001 por la ACC/AHA (ver
anexo 4), aunque para el análisis de datos sólo se empleó la clasificación de la
NYHA. La correlación entre ambas clasificaciones se puede apreciar en el
anexo 5.
La segunda variable principal del estudio fue la anemia, que se definió según
los criterios de la OMS como la concentración de Hb inferior a 13 g/dL (8,1
13
mmol/L) en los hombres e inferior a 12 g/dL (7,5 mmol) en las mujeres39. Dentro
de los pacientes con anemia, se realizaron dos clasificaciones: una según la
tipología de ésta y otra según la gravedad. Teniendo en cuenta el tipo, se dividió
el grupo de pacientes con anemia en tres categorías:
Anemia ferropénica, con presencia en la analítica de un volumen
corpuscular medio (VCM) normal o bajo, con niveles bajos de ferritina,
hierro y de saturación de transferrina y con niveles elevados del receptor
de transferrina.
Anemia inflamatoria o de procesos crónicos, caracterizada por VCM
normal, ferritina normal o elevada y concentración baja del receptor de
transferrina.
Anemia por déficit de vitamina B12 (Vit B12) y anemia por déficit de
ácido fólico. En estos casos se tuvieron en cuenta un VCM elevado, cifra
de reticulocitos elevada y valores de Vit B12 y ácido fólico disminuidos.
Para analizar la gravedad de la anemia se tuvo en cuenta el criterio del
National Cancer Institute40 (NCI) y no el de la OMS39, ya que este último
considera ausencia de anemia las cifras de Hb mayores a 11 g/dL y esto difiere
de la defición de anemia de la propia OMS (ver anexo 7). De esta manera, se
creó una variable con dos categorías en los pacientes anémicos que los
diferenciaba según si presentaban anemia leve o anemia moderada-grave, en
función de si la Hb era mayor o menor a 10 g/dL independientemente del sexo.
Estudio de otras variables de interés:
A nivel sociodemográfico, se estudiaron las variables edad en el momento de
la entrevista clínica, sexo y edad aproximada del diagnóstico de IC (en base a la
revisión de la historia y la entrevista clínicas).
Entre las variables consideradas factores de riesgo cardiovascular se
incluyeron la Diabetes mellitus (DM), la hipertensión arterial (HTA), dislipemia, la
obesidad (definida según los Criterios de la OMS mediante el índice de masa
corporal (IMC) (ver anexo 8) y la obesidad clasificada por perímetro abdominal
según la OMS (considerada como perímetro abdominal > 102 cm en varones y >
88 cm en mujeres). Dentro de los factores de riesgo cardiovascular también se
consideraron los hábitos tóxicos: tabaquismo al hecho de fumar habitualmente
(no esporádicamente) ≥ 2 cigarrillos al día durante > 1 año y se consideró
14
enolismo al consumo excesivo de forma prolongada con dependencia del mismo
(> 30-40 g/día de alcohol en hombres y > 20-30 g/día en mujeres)41.
En referencia al resto de comorbilidades recogidas en la historia clínica se
tuvieron en cuenta las siguientes: presencia de fibrilación auricular (FA),
cardiopatía isquémica (enfermedad coronaria con historia o no de angor,
revascularizada o no, con presencia o no de infarto de miocardio agudo
documentado), enfermedad cerebrovascular (documentada según la historia
clínica, incluyendo infarto lacunar, ictus isquémico o hemorrágico y accidente
isquémico transitorio), bronconeumopatía crónica (incluía la patología
respiratoria obstructiva y mixta, con clínica suficiente como para condicionar
tratamiento específico y/o consultas por descompensaciones, sin necesidad de
pruebas funcionales respiratorias documentadas). La variable insuficiencia renal
se definió como filtrado glomerular (FG) estimado mediante la determinación del
Modification of Diet in Renal Disease (MDRD) menor o igual a 60 mL/min42 (ver
anexo 9). En algunos enfermos también se pudo determinar el FG mediante el
índice de Cockroft-Gault42. También se analizó el nivel de creatinina en sangre.
Asimismo, se tuvo en cuenta la variable demencia. Se consideró que los
pacientes tenían demencia si constaba en la historia clínica el diagnóstico según
los criterios de la CIE-10 (décima clasificación internacional de enfermedades) o
la DSM-IV (manual de diagnóstico estadístico de la Asociación Americana de
Psiquiatría).
Dado que el índice de comorbilidad de Charslon ha demostrado su utilidad
como predictor de la mortalidad al año, se realizó a todos los pacientes la
encuesta para determinar este índice, en el que una puntuación ≥ 3 supone
comorbilidad media-alta43 (ver anexo 19).
A todos los pacientes se les realizó en la situación aguda del ingreso ECG,
RxT y analítica de sangre. A la mayoría de pacientes también se les realizó un
ecocardiograma durante el ingreso.
Por lo que respecta al estudio del ECG, se consideró relevante la existencia
de fibrilación auricular, ritmo sinusal o ritmo de marcapasos (excluyentes entre
sí) y la presencia de bloqueos cardíacos (aurículoventricular de primer o
segundo grado y de rama derecha o izquierda del Haz de Hiss).
En la RxT, se tuvieron en cuenta para el estudio las siguientes variables: la
normalidad de la radiografía; el aumento del índice cardiotorácico; la calcificación
15
del botón aórtico; la existencia de obliteración de senos costofrénicos (uni o
bilateral); la existencia de derrame pleural (uni o bilateral); la aparición de patrón
radiológico de redistribución vascular y la radiología compatible con edema
agudo de pulmón (patrón alveolar hiliofugal bilateral); éstos dos últimos
excluyentes entre sí.
Se recogieron los parámetros de la analítica de sangre al ingreso, y se
aceptaron los valores de normalidad del laboratorio del centro hospitalario del
estudio (ver anexo 11). Se obtuvieron los datos del hemograma básico, del
estudio de anemias, la glucosa, los iones sodio (Na+) y potasio (K+), los perfiles
lipídico, hepático y tiroideo, las proteínas totales, la albúmina sérica, la
homocisteína y la Lipoproteína A.
Se consideró la existencia o no de ecocardiograma al diagnóstico (variable
extraída de la historia clínica y la entrevista con el paciente) y se extrajo la
información del ecocardiograma más reciente al momento de la entrevista. Así,
se tuvo en cuenta la existencia de: hipertrofia ventricular izquierda (grosor de la
pared ventricular ≥ 12 mm en varones y ≥ 11 mm en mujeres); dilatación de
aurícula izquierda (ligera: 40-50mm de diámetro, moderada: 51-60 mm y severa:
> 60 mm); disfunción diastólica; hipocinesia; valvulopatía (incluyendo la
afectación de las válvulas aórtica, mitral, pulmonar o tricuspídea por estenosis,
insuficiencia, mixta, prolapso, calcificación o recambio valvular de cualquiera de
ellas); dilatación auricular derecha y de derrame pericárdico. También se tuvo en
cuenta la fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI), con la
clasificación de la disfunción sistólica (ver anexo 12).
Valoración geriátrica:
En cuanto a la valoración geriátrica se utilizaron los siguientes índices,
obtenidos a través de entrevista:
Para la evaluación de las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) se
empleó el índice de Barthel (IB) basal (de 1 mes previo al ingreso) y al
ingreso (ver anexo 14); así como la diferencia entre el IB al ingreso y el IB
basal, como marcador de deterioro funcional secundario a la
descompensación aguda y al ingreso hospitalario43, 44, 45. La puntuación
orientó sobre el grado de dependencia del paciente. De esta manera: Un
IB de 100 puntos indicaba que el paciente era autónomo, entre 99 y 91
16
indicaba dependencia escasa, entre 90 y 61 dependencia moderada,
entre 21 y 60 dependencia severa, y menor o igual a 20 dependencia
total.
Para la valoración del estado cognitivo se utilizaron el Mini-examen
Cognoscitivo de Lobo (MEC-35) (ver anexo 14) y el Test de Pfeiffer (ver
anexo 15). En el MEC-35 se consideró deterioro cognitivo a puntuaciones
inferiores a 23 en la población geriátrica con escolaridad normal, y a
puntuaciones inferiores a 20 en aquellos con una escolaridad baja o
analfabetismo44, 45.
Para determinar la existencia de depresión se realizó a todos los
pacientes la escala de depresión geriátrica45 Geriatric Depression Scale
(GDS) (ver anexo 16).
En cuanto a la valoración nutricional se utilizó el Mini Nutritional
Assesment (MNA) (ver anexo 17). Con el MNA, valores de 17 a 23,5
puntos indicaban riesgo de malnutrición y puntuación inferior a 17
indicaba malnutrición47.
Estudio de los tratamientos:
Respecto al tratamiento que seguían los pacientes previamente al ingreso, se
registraron los fármacos con utilidad en el tratamiento de la IC según las Guías
de Práctica Clínica de la IC12 (ver anexo 18): diuréticos, IECA, ARA II, BB,
antagonistas de la aldosterona, digoxina y antagonistas del calcio. Se tuvieron
en cuenta los distintos principios activos dentro de cada grupo farmacológico así
como el motivo de la no prescripción en los casos en que se diera esta
condición. Se registraron también otros tratamientos complementarios a la IC
como la ferroterapia y tratamiento con eritropoyetina, anticoagulantes y
antiagregantes (no excluyentes entre sí).
Se recogieron otros tratamientos para otras patologías comórbidas del
pacientes: antiinflamatorios no esteroideos (AINE), insulina y/o hipoglucemiantes
orales, betamiméticos, corticoides inhalados o sistémicos, estatinas y
psicofármacos (que incluían antidepresivos, ansiolíticos, hipnosedantes,
anticomiciales y neurolépticos).
17
Análisis estadístico:
Todos los datos recogidos se introdujeron en una base de datos, que fue
analizada por el programa estadístico SPSS 18.0.
Se inició el análisis identificando y corrigiendo los posibles errores según el
tipo de variable:
En las variables cuantitativas: detección de valores imposibles mediante
la búsqueda de valores fuera de rango (mediante la edición del valor
mínimo y el valor máximo de cada variable).
En las variables cualitativas: detección de valores imposibles mediante
las tablas de frecuencia de cada variable.
Se continuó con la descripción de la población de estudio en relación a cada
una de las variables recogidas y especialmente con las principales. Las
variables cualitativas se describieron mediante frecuencias absolutas y relativas
sobre el total, mientras que las variables cuantitativas se describieron a través
de medidas de tendencia central (media, mediana y moda) y de dispersión
(desviación estándar y rango).
Por último, se realizó la comparación de las variables estudiadas. Para
calcular la asociación entre dos variables cualitativas se utilizó la prueba Chi-
cuadrado de Pearson, pero si la frecuencia esperada de éstas era inferior a 5,
entonces el grado de significación p se calculó con el estadístico exacto de
Fisher. Se hizo uso de la prueba T de Student para muestras independientes
para comparar las medias de las variables continuas estimadas para las
variables principales. En aquellos casos en los que la variable cuantitativa no
seguía una distribución normal, previa comprobación a través de la prueba de
Kolmogorov-Smirnov, se aplicó la prueba no paramétrica U de Mann-Whitney.
En el estudio de la asociación de variables cualitativas de la cohorte también
se aplicó la detección de riesgos mediante el procedimiento de CROSSTABS
expresado a través del Riesgo Relativo (RR) y su intervalo de confianza
correspondiente (IC de 95%).
En todos los casos se aceptó un nivel de significación estadística del 5% (con
una p 0,05).
18
5. RESULTADOS
Resultados generales:
Se evaluaron 150 pacientes, de los cuales 57 (38%) eran hombres y 93
(62%) mujeres. La edad media en el momento de la inclusión en el estudio fue
de 80,5 años (con una desviación estándar (DE) de 7 años); con una edad
media en el momento del diagnóstico de insuficiencia cardíaca de 75,6 años (DE
de 10,2 años).
Respecto a los factores de riesgo cardiovascular estudiados en los
pacientes: 126 (84%) eran hipertensos, 59 (39,3%) diabéticos y 78 (52%)
dislipémicos. En el estudio de la obesidad (ver tabla 1) según el índice de masa
corporal (IMC), se pudieron obtener datos en 106 pacientes. De éstos, 1
paciente (0,9%) presentaba bajo peso, 38 (35,8%) cumplían normopeso, 33
(31,1%) tenían sobrepeso, mientras que 34 (32,1%) eran obesos; de éstos, 26
(76,5%) presentaban obesidad grado I (moderada), 6 (17,6%) obesidad grado II
(severa) y 2 (5,9%) obesidad grado III (muy severa). El índice de masa corporal
(IMC) medio de los pacientes estudiados fue de 27,48 kg/m2 (DE 5,3 kg/m2). El
análisis de la obesidad según perímetro abdominal se pudo determinar en 106
casos (58 mujeres y 48 hombres). De los 48 varones, 17 (35,4%) tenían un
perímetro abdominal normal y 31 (64,6%) obesidad abdominal. De las 58
mujeres, 5 (8,6%) mostraban un perímetro abdominal normal y 53 (91,4%)
obesidad abdominal. La proporción de mujeres con obesidad abdominal en
comparación con el porcentaje de hombres con este tipo de obesidad resultó
significativo (p=0,007), con un RR de 3,5 (IC 95% 1,4-9,2).
Tabla 1. Resultados de obesidad según IMC y perímetro abdominal
Obesidad por IMC (kg/m2)
Obesidad abdominal
(≥ 102 cm en hombres)
(≥ 88 cm en mujeres) Grado I Grado II Grado III
Hombres (n=48) 11 (22,9%) 1 (2,1%) 0 (0%) 31 (64,6%)
Mujeres (n=58) 15 (25,9%) 5 (8,6%) 2 (3,4%) 53 (91,4%)
19
Respecto a los hábitos tóxicos, sólo 7 pacientes (4,7%) afirmaban hábito
tabáquico activo mientras que 38 (25,6%) eran ex fumadores. En cuanto al
enolismo, en el momento del estudio, 8 pacientes (5,4%) practicaban un
consumo de riesgo y 12 (8,1%) habían abandonado totalmente el habito enólico
nocivo.
De los antecedentes patológicos recogidos en la historia clínica en el
momento del ingreso, 55 pacientes (36,7%) presentaban fibrilación auricular
(FA) crónica, 28 (18,7%) FA paroxística y en 2 (1,3%) casos se conocía la
existencia de un único episodio de FA. Sesenta y dos pacientes (41,3%) tenían
cardiopatía isquémica. Se habían registrado 62 pacientes (41,3%) con
bronconeumopatía crónica (BNMC) y 80 (53,3%) con insuficiencia renal crónica.
Ver tabla 2:
Tabla 2. Comorbilidades según historia clínica
Comorbilidades (según historia clínica) Frecuencia
n (%)
Hipertensión arterial 126 (84)
Diabetes mellitus 59 (39,3)
Dislipemia 78 (52)
Fumador/a 7 (4,7)
Exfumador/a 38 (25,5)
Enolismo 8 (5,4)
Exenolismo 12 (8,1)
Bajo peso 1 (0,7)
Sobrepeso 33 (22,6)
Obesidad 74 (50,7)
FA crónica 55 (36,7)
FA paroxística 28 (18,7)
FA única 2 (1,3)
Cardiopatía isquémica 62 (41,3)
Ictus/Accidente isquémico transitorio 23 (15,3)
Broncomeumopatía crónica 62 (41,3)
Insuficiencia renal 80 (53,3)
Demencia 12 (8)
Desde el punto de vista de la comorbilidad valorada mediante el índice de
Charlson, la media fue de 3,2 puntos (DE 1,7 puntos), la moda fue 2 puntos (36
pacientes, 24% del total) y la mediana fue 3 puntos. Ver tabla 3:
20
Tabla 3. Comorbilidades según índice de Charlson
Comorbilidades (según índice Charlson)
Frecuencia n (%)
Infarto de miocardio 46 (30,7)
Insuficiencia cardíaca 150 (100)
Enfermedad arterial periférica 28 (18,7)
Enfermedad cerebrovascular 23 (15,3)
Demencia 12 (8)
Enfermedad respiratoria crónica 62 (41,3)
Enfermedad del tejido conectivo 8 (5,3)
Úlcera gastroduodenal 14 (9,3)
Hepatopatía crónica leve 9 (6,1)
Diabetes 35 (23,3)
Hemiplejia 2 (1,3)
Insuficiencia renal crónica moderada/severa 1 (0,7)
Diabetes con lesión órganos diana 24 (16)
Tumor o neoplasia sólida 10 (6,3)
Leucemia 0 (0)
Linfoma 4 (2,7)
Hepatopatía crónica moderada/severa 1 (0,7)
Tumor o neoplasia sólida con metástasis 2 (1,3)
SIDA definido 1 (0,7)
Resultados de las variables principales del estudio:
Respecto a la IC, 83 pacientes (55,7%) presentaban descompensación
biventricular, 33 (22,1%) descompensación izquierda exclusivamente, 11 (7,4%)
sólo descompensación derecha y 22 pacientes (14,8%) no mostraban ningún
tipo de descompensación durante el ingreso. En la tabla 4 se puede observar la
distribución de los pacientes en los diferentes estadios e IC, según las
clasificaciones de la NYHA y de la ACC/AHA y en la tabla 5 se puede observar
la distribución según género:
Tabla 4. Resultados de estadios de IC según la NYHA y la ACC/AHA
NYHA I 2 (1,3%)
ACC A 0 (0%)
ACC B 2 (1,3%)
NYHA II 75 (50,3%)
ACC C 146 (97,4%)
NYHA III 71 (47,7%)
NYHA IV 2 (1,3%)
ACC D 2 (1,3%)
21
Tabla 5. Distribución de estadios de NYHA según género
NYHA I NYHA II NYHA III NYHA IV
Hombres (n=57)
1 (1,8%) 29 (50,9%) 27 (47,4%) 0 (0%)
Mujeres (n=93)
1 (1,1%) 46 (49,5%) 44 (47,3%) 2 (2,2%)
Total (n=150)
2 (0,7%) 75 (50%) 71 (47,3%) 2 (1,3%)
En cuanto a la otra variable principal del estudio, la anemia, 92 pacientes
(61,3%) la presentaban: 39 casos en varones (68,4% de los hombres
estudiados) y 53 casos en mujeres (57% de las mujeres estudiadas); no existía
una diferencia significativa entre sexos (p=0,163). Respecto a los parámetros
analíticos referentes a la anemia (ver tabla 6), la media de Hb del global de
pacientes fue de 12 g/dl (DE 2,1 g/dL; rango 6,1-18,8 g/dL) y el hematocrito (Ht)
medio fue 35,9% (DE 6,1%; rango 18,2-57,5%); el Ht era bajo en 106 pacientes
(70,7%), normal en 40 pacientes (26,7%) y elevado en 4 pacientes (2,7%). El
VCM fue de 87,8 fL (DE 8,4 fL; rango 40,5-115,2 fL); 45 pacientes (30,2%)
presentaban microcitosis (con un VCM bajo), 83 pacientes (55,7%) presentaban
un VCM normal y 21 pacientes (14,1%) presentaban macrocitosis. Se detectó
sideremia baja en 89 pacientes (61%), con valores de hierro medio de 50,5
µg/dL (DE 34,6 µg/dL; rango 8-208 µg/dL); y estaba disminuida en 89 pacientes
(61%), era normal en 54 pacientes (37%) y elevada en 3 pacientes (2,1%). El
valor medio de ferritina fue de 178,91 ng/mL (DE 231,8 ng/mL; rango 16-1488
ng/mL); se halló un nivel bajo en 7 pacientes (4,8%), un nivel normal en 127
pacientes (87,6%) y un nivel elevado en 11 pacientes (7,6%). La media de
transferrina fue de 227,3 mg/dL (DE 63,67 mg/dL; rango 2-400 mg/dL), resultó
baja en 43 pacientes (29,5%), era normal en 72 pacientes (49,3%) y era alta en
31 pacientes (21,2%).; y se obtuvo una saturación de transferrina media del
22,4% (DE 15,84%; rango 4-120%).
22
Tabla 6. Parámetros analíticos de anemia
PARÁMETROS ANALÍTICOS Media DE
Hemoglobina (g/dL) 12 2,1
Hematocrito (%) 35,94 6,1
Volumen corpuscular medio (fL) 87,76 8,4
Ferritina (ng/mL) 178,91 231,8
Folatos (ng/mL) 9,1 4,2
Vitamina B12 (pg/mL) 554 296
Transferrina (mg/dL) 227,3 63,7
Saturación transferrina (%) 22,4 15,8
Hierro (µg/dL) 50,47 34,6
Haptoglobina (g/L) 1,93 0,9
Según el tipo de anemia, de los 92 pacientes, 33 (35,9%) presentaban
anemia ferropénica, 56 (60,9%) anemia de procesos crónicos y 3 (3,3%)
anemia por déficit de vitamina B12 o de folato).
Según el grado de anemia valorado por los criterios de la NCI, se clasificó en
anemia leve y anemia moderada-severa (con Hb<10). De los 92 pacientes con
anemia, 24 (26,1%) presentaban anemia moderada-severa y 68 pacientes
(73,9%) anemia leve. En la tabla 7 se pueden apreciar las proporciones de
pacientes de cada sexo según las clasificaciones de anemia por etiología y por
gravedad:
Tabla 7. Prevalencia de anemia según tipo y gravedad en ambos sexos
Anemia: tipo Anemia: gravedad
Ferropénica Procesos crónicos
Mixta Leve Moderada-
severa
Hombres (n=39) 11 (28,2%) 27 (69,2%) 1 (2,6%) 29 (74,4%) 10 (25,6%)
Mujeres (n=53) 22 (41,5%) 29 (54,7%) 2 (3,8%) 40 (75,5%) 13 (24,5%)
Total (n=92) 33 (35,9%) 56 (60,9%) 3 (3,3%) 69 (75%) 23 (25%)
De todos los pacientes con anemia, 1 (1,1%) tenía la clase funcional NYHA I,
37 pacientes (40,2%) tenían una NYHA II, 53 pacientes (57,6%) tenían una
NYHA III y 1 paciente (1,1%) tenía una NHYA IV. Según la clasificación
etiológica de anemias, de los pacientes que presentaban anemia ferropénica
(33), 13 (39,4%) tenían una NYHA I-II y 20 (60,6%) tenían una NYHA III-IV. De
23
los pacientes que tenían anemia no ferropénica (59), 25 (42,4%) tenían NYHA I-
II y 34 (57,6%) tenían NYHA III-IV. No hubieron diferencias significativas entre
grupos, con una p=0,828. Según la gravedad de la anemia, en pacientes con
NYHA I-II (38), había 9 (23,7%) con anemia moderada severa y 29 (76,3%) con
anemia leve. De los pacientes con NYHA III-IV (54), había 15 (27,8%) con
anemia moderada-severa y 39 (72,2%) con anemia leve. No hubieron
diferencias significativas entre grupos, (p=0,810).
Respecto a la comorbilidad, se estudió el valor del Charlson en el grupo de
pacientes con anemia (media 3,3 puntos, DE 1,7 puntos) y en el de los
pacientes que no tenían anemia (media 3,1 puntos, DE 1,7 puntos). El valor del
Charlson fue mayor en pacientes con anemia pero no de forma significativa (p=
0,508).
En referencia al IB previo al ingreso, los pacientes con anemia presentaban
una media de 83,9 puntos (DE 17,1 puntos) y los pacientes sin anemia una
media de 85,7 puntos (DE 17,1 puntos). No se obtuvieron diferencias
significativas (p=0,501). En cambio, sí se obtuvieron diferencias significativas
(p=0,021) en la comparación de la diferencia de Barthel entre el del ingreso y el
basal en el grupo de pacientes con anemia (media 22,6 puntos, DE 20,6
puntos) con el de los pacientes que no tenían anemia (media 15 puntos, DE
15,5 puntos).
Se estudió la obesidad calculada por el IMC, el valor medio del cual fue en
pacientes anémicos (27,6 kg/m2, DE 5,5 kg/m2) y en pacientes sin anemia (27,4
kg/m2, DE 5,1 kg/m2); no se observaron diferencias significativas (p=0,852).
La valoración nutricional se realizó mediante el cálculo del MNA; así, se
comparó la puntuación del test MNA en función de la presencia de anemia y se
obtuvo en el grupo de pacientes con anemia una media de 20,7 puntos (DE 3,9
puntos) y en el de los pacientes que no tenían anemia una media de 22,3
puntos (DE 4,9 puntos). El valor del MNA fue menor en pacientes con anemia y
al comparar con el grupo de pacientes sin anemia la diferencia resultó
significativa (p=0,017). Del total de pacientes, el MNA se realizó en 109; y, en
concreto, de los 92 pacientes con anemia, se puedo realizar a 66. De los
pacientes con anemia, presentaban malnutrición 10 (15,2%) y riesgo de
malnutrición 41 pacientes (62,1%). Se estratificó el resultado de la variable MNA
en 2 categorías (malnutrición o riesgo de malnutrición y la otra nutrición
24
adecuada). Se observó que de los 66 pacientes con anemia, 51 (77,3%) tenían
malnutrición o riesgo de malnutrición según el MNA, y, en cambio, de los 43
pacientes sin anemia 24 (55,8%) presentaban malnutrición o riesgo de
malnutrición. Así, se obtuvo un resultado significativo (p=0,018) a favor de que
los pacientes con anemia presentaban mayor malnutrición o riesgo que los
pacientes sin anemia y se obtuvo un RR de 2,7 (IC 95% 1,2-6,2). Respecto al
valor de la ALB en el grupo de pacientes con anemia, éste fue de media 3,4
g/dL (DE 0,44 g/dL) y en el de los pacientes que no tenían anemia fue de media
3,7 g/dL (DE 0,36 g/dL); de esta manera, la albuminemia media fue menor en
pacientes con anemia de forma significativa (p=0,001).
Se estudió el valor de la FEVI en el grupo de pacientes con anemia (media
52,4%, DE 13,8%) y en el de los pacientes que no tenían anemia (media 49,3%,
DE 16,5%), y no hubieron diferencias significativas entre ambos grupos
(p=0,224). También se calculó el valor medio de la FEVI según el tipo de
anemia; en el grupo de pacientes con anemia ferropénica la FEVI media fue
52,7% (DE 13,5%) y en el de los pacientes que tenían anemia de otro tipo fue
53,0% (DE 13,6%), esta diferencia no fue significativa (p=0,875).
Si se hace referencia a la DM, en pacientes anémicos se halló una
frecuencia de 39 pacientes (42,4%) con DM, mientras que en no anémicos los
diabéticos fueron 26 (44,8%); la diferencia entre los grupos no presentó
significación (p=0,338).
En pacientes anémicos la HTA estaba presente en 77 (83,7%) y en no
anémicos en 49 (84,5%); esta diferencia de porcentajes no resultó significativa
(p=0,898).
Respecto a la función renal, de los 92 pacientes con anemia 66 (71,7%)
presentaban IR según FG por MDRD. La media del FG por MDRD en pacientes
anémicos fue de 48,5 mL/min (DE 19,2 mL/min) y en pacientes no anémicos fue
de 52,8 mL/min (DE 17,3 mL/min), sin ser significativa la diferencia entre ambos
grupos (p=0,174). Asimismo, se agrupó a los pacientes que presentaban
anemia e IR (66) concomitantemente; de ellos, 28 (42,4%) presentaban
estadios funcionales NYHA I-II y 38 (57,6%) estaban en estadios NYHA III-IV.
De los pacientes que no tenían simultáneamente anemia e IR (83), 48 (57,8%)
tenían NYHA I-II y 35 (42,2%) tenían NYHA III-IV. No hubieron diferencias
significativas entre los grupos (p=0,71).
25
Referente al tratamiento específico de la anemia, en 30 pacientes con
anemia se conocía si seguían o no tratamiento con suplementos de hierro, de
ellos 9 (30%) seguían ferroterapia, y de estos 9 pacientes 4 presentaban
anemia ferropénica y 5 anemia de procesos crónicos. De los 10 pacientes con
anemia ferropénica en que había constancia si llevaban o no ferroterapia, 4
(40%) la seguían; en el caso de la anemia de procesos crónicos, 5 de 20 (25%)
pacientes tomaban tratamiento con suplemento de hierro. Sobre la terapia con
EPO, el total de pacientes con anemia en que se sabía si la seguían fue 30
pacientes, 2 (6,7%) estaban bajo tratamiento y eran pacientes con anemia de
procesos crónicos (en estadio NYHA II). Otros tratamientos que se estudiaron
en pacientes anémicos fueron los IECA y ARA II y de los 92 pacientes con
anemia se observó que 60 (65,2%) llevaban tratamiento con IECA o ARA II,
mientras que de los 58 pacientes sin anemia 36 (62,1%) se trataban con IECA o
ARA II. No se observaron diferencias significativas entre grupos (p=0,729). Por
último, en referencia a los AINE, de los 92 pacientes con anemia se constató
que 11 (12%) se medicaban con AINE; en cambio, de los 58 pacientes sin
anemia 9 (15,5%) tomaban AINE. No resultaron diferencias significativas entre
grupos (p=0,642).
Tabla 8. Diferencias en pacientes anémicos y no anémicos
ANEMIA NO ANEMIA p
Charlson (puntos) 3,3 (DE 1,7) 3,1 (DE 1,7) 0,508
Barthel previo (puntos) 83,9 (DE 17,1) 85,7 (DE 17,1) 0,501
Barthel diferencial (puntos) 22,6 (DE 20,6) 15 (DE 15,5) 0,021
Obesidad por IMC (kg/m2) 27,6 (DE 5,5) 27,4 (DE 5,1) 0,852
MNA (puntos) 20,7 (DE 3,9) 22,3 (DE 4,9) 0,017
Malnutrición o riesgo 51/66 (77,3%) 24/43 (55,8%) 0,018
Albúmina (g/dL) 3,4 (DE 0,44) 3,7 (DE 0,36) 0,001
FEVI (%) 52,4 (DE 13,8) 49,3 (DE 16,5) 0,224
DM 39/92 (42,4%) 26/58 (44,8%) 0,338
HTA 77/92 (83,7%) 49/58 (84,5%) 0,898
FG según MDRD (mL/min) 48,5 (DE 19,2) 52,8 (DE 17,3) 0,174
Tratamiento con IECA/ARA II 60/92 (65,2%) 36/58 (62,1%) 0,729
Tratamiento con AINE 11/92 (12%) 9/58 (15,5%) 0,624
26
Resultados de las pruebas complementarias:
En lo que a evaluación de pruebas complementarias se refiere, de los ECG
recogidos en la historia clínica desde urgencias se constató que 69 individuos
(46,3%) estaban en ritmo sinusal y 71 (47,7%) mostraban arritmia en forma de
FA. A través del ECG se objetivó que 28 pacientes (18%) presentaban signos de
hipertrofia de ventrículo izquierdo (HVI). Los datos obtenidos en el ECG se
resumen en la siguiente tabla 9:
Tabla 9. Resultados de los hallazgos en el ECG
HALLAZGOS ECG Frecuencia n (%)
Ritmo sinusal 69 (46,3)
Fibrilación auricular 71 (47,7)
Ritmo marcapasos 15 (10,1)
Hipertrofia ventrículo izquierdo 28 (18)
Bloqueo rama derecha 18 (12,1)
Bloqueo rama izquierda 25 (16,8)
Bloqueo AV 1 grado 9 (6)
Bloqueo AV 2 grado 1 (0,7)
En la radiografía de tórax de urgencias, se recogieron diversos hallazgos
como el índice cardiotorácico aumentado en el 94,5% de los casos y
calcificación aórtica en el 82,9% de las radiografías. Otros hallazgos se pueden
consultar en la tabla 10:
Tabla 10. Resultados de los hallazgos en la RxT
HALLAZGOS RxT Frecuencia n (%)
Índice cardiotorácico aumentado 142 (94,5)
Calcificación aórtica 124 (82,9)
Pinzamiento senos costofrénicos 65 (43,2)
Derrame pleural 36 (24)
Redistribución vascular 100 (67)
Edema agudo de pulmón 14 (9,6)
Se dispuso de ecocardiograma en 137 pacientes (91,3%) y se tuvo en
cuenta para la recogida de datos aquél más próximo a la inclusión del paciente
en el estudio. No se registraron todas las variables en el total de los
ecocardiogramas por ausencia de datos en los informes pertinentes. Así, 98 de
132 pacientes (74,2%) presentaban hipertrofia ventricular izquierda; 50 de 129
(38,8%) disfunción diastólica. La fracción de eyección media del ventrículo
27
izquierdo (FEVI) fue del 51,9% (DE 14,1%). Se establecieron 91 casos (66,4%)
con una FEVI conservada y 46 pacientes (33,6%) con una FEVI deprimida. La
media del diámetro de la aurícula izquierda (AI) de los pacientes que constaban
de ecocardiograma fue de 47,8 mm (DE 11,6 mm), la del diámetro telediastólico
del ventrículo izquierdo (VI) fue de 50,1 mm (DE 9,2 mm) y la presión de la
arteria pulmonar (PAP) media de 51,6 mmHg (DE 16,6 mmHg). Ver tabla 11:
Tabla 11. Resultados de los hallazgos en el ecocardiograma
HALLAZGOS ECOCARDIOGRAMA Frecuencia * n (%)
Hipertrofia ventricular izquierda 98/132 (74,2)
Disfunción diastólica 50/129 (38,8)
Hipo-acinesia miocárdica 49/118 (41,5)
Valvulopatía aórtica 94/134 (70,1)
Valvulopatía mitral 113/133 (85)
Valvulopatía pulmonar 4/129 (3,1)
Valvulopatía tricuspídea (insuficiencia) 101/124 (81,5)
Derrame pericárdico 16/129 (12,4)
FEVI deprimida (total) 46/137 (33,6)
FEVI ligeramente deprimida 18/137 (13,1)
FEVI moderadamente deprimida 18/137 (13,1)
FEVI severamente deprimida 10/137 (7,3)
*n de denominador variable en función de la disponibilidad de datos
Respecto a los resultados analíticos no incluidos en el estudio de anemia (ver
tabla 12), se recogieron los parámetros nutricionales analíticos, de los cuales
cabe destacar un valor medio de albúmina plasmática de 3,5 g/dL (DE 0,5 g/dL).
El valor medio de proteínas sanguíneas fue de 6,6 g/dL (DE 0,8 g/dL). El estudio
de lípidos mostró colesterol total medio de 164,4 mg/dL (DE 44,7 mg/dL), HDL
42,6 mg/dL (DE 12,0 mg/dL), LDL 96,2 mg/dL (DE 33,1 mg/dL) y triglicéridos de
137,8 mg/dL (DE 69,7 mg/dL).
En cuanto a la función tiroidea, la TSH media fue de 3,0 mU/L (DE 5,6
mU/L) y la T4 libre media de 1,6 ng/dL (DE 1,4 ng/dL).
28
Tabla 12. Resultados de los parámetros analíticos
PARÁMETROS ANALÍTICOS Media DE
Urea (mg/dL) 78,54 42
Creatinina (mg/dL) 1,39 0,5
Potasio (mmol/L) 4,26 0,6
Colesterol total (mg/dL) 164,4 44,7
Colesterol HDL (mg/dL) 42,56 12
Colesterol LDL (mg/dL) 96,19 33,1
Triglicéridos (mg/dL) 137,8 69,8
Albúmina (g/dL) 3,52 0,5
Proteínas (g/dL) 6,55 0,8
TSH (mU/L) 3,01 5,6
T4 libre (ng/dL) 1,59 1,4
FG (Cockcroft-Gault) (mL/min) 41,55 16,9
FG (MDRD) (mL/min) 50,16 18,5
En el estudio de la función renal, la media de la creatinina plasmática fue de
1,4 mg/dL (DE 0,5 mg/dL), y se detectó elevación en 67 pacientes (44,7%). La
urea media que se constató fue de 78,5 mg/dL (DE 42,0 mg/dL) y se registró
incrementada en 112 pacientes (74,4%). Se valoró el FG mediante el índice de
Cockroft-Gault y el MDRD. Ver tabla 13:
Según el índice de Cockroft-Gault (que se realizó en 123 pacientes): El
valor medio del FG fue de 41,6 mL/min (DE 16,9 mL/min) y 105 de los
123 pacientes (85,3%) presentaban un FG < 60 mL/min. Teniendo en
cuenta este índice, los pacientes se distribuyeron en los diferentes
estadios de función renal de la siguiente manera: función renal normal en
18 pacientes (14,6%), estadio III en 67 pacientes (54,5%), estadio IV en
36 pacientes (29,3%) y estadio V en 2 pacientes (1,6%).
En cambio, según el MDRD (que se pudo calcular en todos los
pacientes): el FG medio fue de 50,2 mL/min (DE 18,5 mL/min) y la
prevalencia de insuficiencia renal (FG < 60) fue del 70,7% (106
pacientes). Tomando el MDRD como referencia, los pacientes
presentaron: normalidad en 44 pacientes (29,3%), estadio III en 87
pacientes (58%), estadio IV en 19 pacientes (12,7%) y estadio V en
ningún paciente.
29
Tabla 13. Filtrado glomerular
FG según Cockroft
(n=123) FG según MDRD
(n=150)
FG medio (mL/min) 41,6 (DE 16,9) 50,2 (DE 18,5)
Estadios I-II (n=93) 18 (14,6%) 44 (29,3%)
Estadio III 67 (54,5%) 87 (58%)
Estadio IV 36 (29,3%) 19 (12,7%)
Estadio V 2 (1,6%) 0 (0%)
Resultados de la valoración geriátrica:
En cuanto a la valoración geriátrica integral (VGI), en el estudio de la
dependencia del funcionalismo para actividades básicas de la vida diaria, la
media global de la escala de Barthel previa al ingreso fue de 84,6 puntos (DE
17,1 puntos) mientras que en el momento del ingreso la media fue de 64,4
puntos (DE 25,2 puntos), de modo que la media de las diferencias entre ambas
determinaciones fue de 19,8 puntos (DE 19,2 puntos). Al analizarlo
detalladamente (ver tabla 14), se observa que los pacientes con dependencia
total previamente al ingreso fueron 2 (1,9%) y esta cifra ascendió hasta 13
(10,9%) durante el ingreso; la dependencia severa previa se objetivó en 12
casos (11,7%) y en cambio se manifestó en 39 pacientes (32,8%) durante su
estancia en la planta. Si bien 67 pacientes (65%) presentaban dependencia
moderada previa al ingreso aquí se mantuvo prácticamente estable la cifra de
pacientes durante el ingreso, con 64 casos (53,87%). De los 22 pacientes
(21,4%) que mostraron ser independientes previamente al ingreso sólo 3 (2,5%)
lograron permanecer en este estado. Se analizó la diferencia entre IB al ingreso
e IB basal en los diferentes grados de IC según la NYHA (ver tabla 15): resultó
una mayor diferencia de Barthel en los pacientes con NYHA III-IV (media 23,8
puntos; DE 21,4 puntos) que en los pacientes con NYHA I-II (media 15,7 puntos;
DE 15,7 puntos); así se obtuvo una diferencia significativa (p=0,025).
30
Tabla 14. Frecuencia de pacientes según Barthel previo y al ingreso
Frecuencia de pacientes según Barthel
Previo al ingreso Durante el ingreso
Independencia-Dependencia escasa 22 (21,4%) 3 (2,5%)
Dependencia moderada 67 (65%) 64 (53,87%)
Dependencia severa 12 (11,7%) 39 (32,8%)
Dependencia total 2 (9,1%) 13 (10,9%)
Tabla 15. Valor del Barthel diferencial y estadio de IC
BARTHEL DIFERENCIAL
Media DE
NYHA I-II 15,7 puntos 15,7 puntos
NYHA III-IV 23,8 puntos 21,4 puntos
El valor medio del MEC-35 fue de 25,0 puntos (DE 5,8 puntos); en 44
pacientes (35,2%) el MEC resultó 23 (compatible con deterioro cognitivo). En
el test de Pfeiffer la media fue de 2,2 errores (DE 2,0 errores). Se determinó
según el test de Pfeiffer que presentaban deterioro cognitivo leve o moderado 44
pacientes (35,8%), mientras que el test resultó normal (< 3 errores) en 79
pacientes (64,2%). La escala de depresión geriátrica (GDS) fue realizada en 112
casos y la media resultó 4,1 puntos y fue sugestiva de depresión en 40
pacientes (35,7%).
Por último, el valor medio de MNA (que se realizó a 109 pacientes) fue 21,3
puntos (DE 4,4); 34 pacientes (31,2%) tenían valores dentro de la normalidad (>
23,5 puntos), 61 (40,7%) estaba en valores que indicaban riesgo de malnutrición
(17-23,5 puntos) y 14 (9,3%) presentaban valores que sugestivos de
malnutrición.
En la siguiente tabla se pueden observar los resultados de la valoración
geriátrica:
Tabla 16. Resultados de la valoración geriátrica
Media DE
Moda
Mediana
Valores normalidad
IB basal (puntos) 84,6 17,1 100 90 >90
IB al ingreso (puntos) 64,4 25,2 85 70 >90
MEC-35 (puntos) 25,0 5,8 21 26 >23
Pfeiffer (errores) 2,2 2,0 0 2 <3
MNA (puntos) 21,3 4,4 22 21 >23,5
31
Resultados de los tratamientos:
En cuanto a los fármacos que consumían los pacientes previamente al
ingreso (ver tablas 17 y 18), 56 pacientes (37,3%) se encontraban en
tratamiento con IECA, de éstos, 51 (91,1%) con enalapril. Noventa y cuatro
pacientes (62,7%) no tomaban IECA por diversos motivos: por seguir
tratamiento con ARA II en 38 pacientes (40,4%), por estar contraindicado en 18
pacientes (19,2%), de los cuales 9 (9,6% de los que no tomaban IECA)
presentaban insuficiencia renal crónica (IRC); sin embargo, no se conocía el
motivo en 38 casos (39,4%).
En relación con el tratamiento con ARA II, 43 (28,7%) pacientes los
utilizaban; 23 enfermos (53,5%) losartan, 6 (14%) irbesartan, 4 (9,3%)
olmesartan, 4 (9,3%) candesartan y también 4 (9,3%) valsartan. Había 107
pacientes (71,3%) que no seguían tratamiento con ARA II por diversos motivos:
52 (49,1%) por estar ya bajo tratamiento con IECA y 19 (17,9%) por estar
contraindicado (como era el caso de 8 pacientes (7,5% de los que no tomaban
ARA II) que presentaban IRC). Se desconocía el motivo de no tomar ARA II en
36 pacientes (33,6%).
Se estudiaron los pacientes que llevaban tratamiento con IECA o ARA II en
los diversos grupos de NYHA (tabla 17). Del total de pacientes se observó que
53 (35,6%) no tomaban ni IECA ni ARA II. Cabe destacar en los grupos NYHA II
y III en que 26 de 75 (34,7%) y 27 de 71 (38%), respectivamente, no seguían
ninguno de estos medicamentos. Los pacientes que se beneficiaban de alguno
de estos fármacos se distribuían en los grupos de NYHA de la siguiente manera:
1 de 1 (100%) en NYHA I, 49 de 75 (65,3%) en NYHA II, 44 de 71 (62%) en
NYHA III y 2 de 2 (100%) en NYHA IV.
Tabla 17. Tratamientos con IECA o ARA II, con BB y con Antialdosterónicos
IECA o ARA II BB Antialdosterónicos
Sí No Sí No Sí No
NYHA I 1 (100%) 0 (0%) 0 (0%) 1 (100%) 10 (13,2%) 66 (86,8%)
NYHA II 49 (65,3%) 26 (34,7%) 22 (29,3%) 53 (70,7%)
NYHA III 44 (62,0%) 27 (38,0%) 19 (26,8%) 52 (73,2%) 18 (24,7%) 55 (75,3%)
NYHA IV 2 (100%) 0 (0%) 2 (100%) 0 (0%)
TOTAL 53 (35,6%) 106 (71,1%) 121 (81,2%)
32
Fueron 42 (28%) los pacientes que recibían BB antes del ingreso. De ellos:
16 (38,1%) con carvedilol, 15 (35,7%) con bisoprolol, 6 (14,3%) con nevibolol y 5
(11,9%) con atenolol. No recibían BB 108 pacientes (72%) por diversas causas:
hiperreactividad bronquial en 31 casos (28,7%), arteriopatía periférica en 4
(3,7%), bradicardia en 2 casos (1,9%), hipotensión arterial mantenida en un
enfermo (0,9%), no indicación en 9 pacientes (8,3%) y por motivo desconocido
en 61 de ellos (56,5%). También se analizó el tratamiento con BB en los
diversos grupos de NYHA. Se observó que 106 de 149 pacientes (71,1%) no
llevaban como tratamiento BB. Cabe destacar en los grupos NYHA II y III en que
53 de 75 (70,7%) y 52 de 71 (73,2%), respectivamente, no se trataban con BB.
La distribución de los tratados con BB en los diversos grupos de NYHA resultó
así: ningún paciente (0%) en NYHA I, 22 de 75 (29,3%) en NYHA II, 19 de 71
(26,8%) en NYHA III y los 2 pacientes (100%) en NYHA IV.
La mayoría de los pacientes evaluados seguían tratamiento con diuréticos,
en concreto 121 (80,7%), el más frecuentemente utilizado fue la furosemida en
106 pacientes (87,6%), seguido de la hidroclorotiazida en 9 pacientes (7,4%) y
torasemida en 5 (4,1%).
En cuanto a otros tratamientos, 44 pacientes (29,3%) eran tratados con
antagonistas del calcio, 44 (29,3%) con digoxina y 28 (18,7%) con
espironolactona. En referencia a la espironolactona (antagonista de la
aldosterona), en los grupos NYHA I-II 66 de 75 pacientes (86,8%) y en los
grupos NYHA III-IV 52 de 71 (75,3%) no se trataban con este fármaco. La
distribución de los tratados con espironolactona en los diversos grupos de NYHA
resultó así: 10 pacientes (13,2%) en NYHA I-II y 18 (24,7%) en NYHA III-IV.
33
Tabla 18. Tratamientos
TRATAMIENTO SI (+ Principio activo) NO (+Motivo)
IECA 56 (37,3%) 94 (62,7%)
51 (91,1%) Enalapril 5 (8,9%) Otros
38 (40,4%) ARAII 38 (40,4%) Desconocido 18 (19,2%) Contraindicado
ARA II 43 (28,7%) 107 (71,3%)
23 (53,5%) Losartán 6 (14%) Irbesartán 4 (9,3%) Candesartán 4 (9,3%) Olmesartán 4 (9,3%) Valsartán 2 (4,7%) Otros
52 (48,6%) IECAs 36 (33,6%) Desconocido 19 (17,8%) Contraindicado
BB 42 (28%) 108 (72%)
16 (38,1%) Carvedilol 15 (35,7%) Bisoprolol 6 (14,3%) Nevibolol 5 (11,9%) Atenolol
61 (56,5%) Desconocido 31 (28,7%) Hiperreactividad bronquial 9 (8,3%) No indicado 4 (3,7%) Arteriopatía periférica 2 (1,9%) Bradicardia 1 (0,9%) Hipotensión
DUIRÉTICOS 121 (80,7%) 29 (19,3%)
106 (87,6%) Furosemida 9 (7,4%) Hidroclorotiazida 5 (4,1%) Torasemida 1 (0,8%) Otros
ANTAGONISTAS ALDOSTERONA
28 (18,7%) 122 (81,3%)
ANTAGONISTAS CALCIO
44 (29,3%) 106 (70,7%)
DIGOXINA 44 (29,3%) 106 (70,7%)
Cincuenta y ocho pacientes (38,7%) seguían tratamiento anticoagulante con
acenocumarol y 61 (40,7%) recibían antiagregación.
Se evaluaron otros tratamientos (ver tabla 19) que, si bien no se encuentran
en relación directa con el diagnóstico de IC, sí lo están con las comorbilidades
presentes en la población anciana. Los hipoglucemiantes orales se encontraban
dentro de la farmacopea de 35 de los pacientes estudiados (23,3%) y la insulina
en 26 (17,3%). Los betamiméticos eran utilizados por 23 pacientes (15,3%), los
corticoides inhalados por 23 (15,3%), los corticoides sistémicos por 19 (12,7%) y
las estatinas por 63 (42%). De 51 pacientes en los cuales pudimos valorar
tratamiento específico para la anemia, 9 pacientes (17,6%) seguían tratamiento
con hierro oral y 2 (3,9%) con eritropoyetina.
Veinte pacientes (13,3%) tomaban AINES en el momento del ingreso. Se
comparó la variable NHYA con la variable tratamiento con AINE; así, se
observó que en los pacientes con NYHA I-II seguían tratamiento con AINE un
11,8% (9 de 76 pacientes), y en los pacientes con NYHA III-IV eran un 15,1%
34
(11 de 73 pacientes). No obstante, no hubieron diferencias significativas entre
los 2 grupos, con una p=0,635.
Asimismo, también se analizó el tratamiento con psicofármacos (ver tabla
20), que eran consumidos por 66 pacientes (44,3%). En el grupo de pacientes
con NYHA I-II 34 de 75 (45,3%) tomaban algún tipo de psicofármaco. En el
grupo de NYHA III-IV tomaban psicofármacos 31 de 73 (42,5%), sin haber
diferencias significativas entre grupos (p=0,743).
Tabla 19. Frecuencia de otros tratamientos
TRATAMIENTOS FRECUENCIA n (%)
Anticoagulantes 58 (38,7)
Antiagregantes 61 (40,7)
Hipoglucemiantes orales 35 (23,3)
Insulina 26 (17,3)
Betamiméticos 23 (15,3)
Corticoides inhalados 23 (15,3)
Corticoides sistémicos 19 (12,7)
Estatinas 63 (42)
Hierro oral 9/51 (17,6)
Eritropoyetina 2/51 (3,9)
AINE 20 (13,3)
Psicofármacos 65 (43,9)
Tabla 20. Tratamientos con AINE y psicofármacos según NYHA
AINE Psicofármacos
Sí No Sí No
NYHA I 0 (0%) 1 (100,0%) 1 (100%) 0 (0%)
NYHA II 9 (12,0%) 66 (88,0%) 33 (44,6%) 41 (55,4%)
NYHA III 11 (15,5%) 60 (84,5%) 31 (43,7%) 40 (56,3%)
NYHA IV 0 (0%) 2 (100%) 0 (0%) 2 (100%)
TOTAL 20 (13,3%) 65 (43,9%)
Entre los pacientes evaluados, 18 (12%) eran portadores de marcapasos y 3
(2%) DAI. Utilizaba dispositivo de presión positiva continua en la vía aérea
(CPAP) 1 paciente (0.7%) y oxígeno domiciliario 15 pacientes (10,1%).
Por último, de los pacientes estudiados, 49 (33,6%) no seguían una dieta sin
sal.
35
6. DISCUSIÓN
Tal y como se refleja en la literatura, la IC es una enfermedad muy
prevalente en personas mayores de 65 años4, que comporta un síndrome
clínico multifactorial y está asociada a diversas comorbilidades, entre las que
destaca la anemia. La IC presenta una historia natural caracterizada por su
cronicidad y aparición de reagudizaciones y con una supervivencia media del
50% a los 5 años del diagnóstico. Es por ello, que actualmente se destinan
muchos esfuerzos a la prevención primaria y al control en fases precoces, ya
que sólo en estadios tempranos se puede cambiar su historia natural4. En este
estudio, la gran mayoría de pacientes se encontraban en estadios ya
intermedios de la IC según la NYHA y presentaban una edad promedio muy
avanzada (80,5 años) en el momento de inclusión, por lo que la IC se constituye
en un verdadero síndrome geriátrico. Es de gran importancia el tratamiento de
las causas subyacentes de disfunción ventricular como son la HTA, la isquemia
miocárdica, las valvulopatías, las arritmias, las sustancias tóxicas y la
enfermedad tiroidea12, 48, así como otros factores de riesgo cardiovascular.
La cardiopatía isquémica estaba presente en el 41,3% de los pacientes
estudiados y es de gran trascendencia en el desarrollo de IC con disfunción
sistólica con FEVI disminuida (que fue hallada en el 33,6% de los pacientes de
este estudio). Por este motivo, resulta principal la prevención y el control de los
factores de riesgo cardiovascular (HTA, diabetes mellitus, dislipemia, obesidad,
tabaco, consumo excesivo de alcohol, dieta, factores psicosociales y
sedentarismo) que causan más de 90% de los IAM a nivel mundial49.
La HTA tiene un papel fundamental en la aparición de IC con FEVI
conservada, tal como está descrito en la literatura, la HTA es la primera causa
de IC en personas de edad avanzada20. De este estudio se desprende una
prevalencia muy elevada de HTA (84%) y dos tercios de los pacientes mostraron
una FEVI conservada en el ecocardiograma.
En diversos estudios50, 51 se ha demostrado que un buen control de la
glucemia y de la hemoglobina glucosilada reduce significativamente la incidencia
de IC. La diabetes mellitus, que constaba como antecedente en el 39,3% de los
36
pacientes de la muestra, contribuye al fallo diastólico. El 23,3% de los pacientes
eran tratados con hipoglucemiantes orales y el 17,3% con insulina.
Un factor de riesgo cardiovascular de control esencial es la dislipemia; llama
la atención que a pesar de que en esta serie estudiada más de la mitad de
pacientes presentaban dislipemia, sólo un tercio de éstos recibían tratamiento
con estatinas.
La IC es una complicación frecuente de la obesidad, aún en ausencia de
HTA o enfermedad coronaria52. La obesidad puede ocasionar hipertrofia del
ventrículo izquierdo, que da lugar a insuficiencia ventricular izquierda; pero
también puede producir fallo cardíaco derecho en el caso del síndrome de
obesidad-hipoventilación. En este estudio el 32,1% de los pacientes
presentaban un IMC compatible con obesidad. La obesidad valorada mediante
perímetro abdominal ha demostrado ser un factor de riesgo cardiovascular53. En
la serie estudiada, la proporción de mujeres con obesidad abdominal fue un
30% mayor que la de hombres con este tipo de obesidad, de manera que el
sexo femenino condicionó un riesgo más de tres veces superior de presentar
obesidad abdominal respecto a los hombres. Por ello se debería prestar
especial atención a la implementación de una dieta adecuada en estos
pacientes.
Los hábitos tóxicos como el tabaquismo o el enolismo son factores de riesgo
cardiovascular evitables, pero presentan una prevalencia destacable en la
población general54. El 4,7% de los pacientes de este estudio eran fumadores
activos, mientras que el 25,5% eran ex fumadores, probablemente esta
prevalencia relativamente baja de fumadores activos es debida a la edad
avanzada de la muestra estudiada y al predominio de mujeres. Respecto al
alcohol, el 5,4% de los individuos estudiados admitió consumo de riesgo en ese
momento, y el 8,4% habían abandonado el hábito enólico nocivo.
Cabe destacar el papel de las valvulopatías en el desarrollo de IC. Se halló
en este estudio un alto porcentaje de valvulopatías, según el ecocardiograma en
los pacientes: 85% de valvulopatía mitral, 81,5% de valvulopatía tricuspídea y
70,1% de valvulopatía aórtica; este último porcentaje es elevado probablemente
debido a la esclerosis valvular propia de pacientes de edad avanzada55.
La fibrilación auricular es más prevalente en personas de edad avanzada y
está relacionada con la IC55, por esta razón esta arritmia presentaba una
37
importante prevalencia en los pacientes de este estudio (56,7%). El 38,7% del
total de enfermos seguían tratamiento anticoagulante con acenocumarol y el
40,7% recibían antiagregación.
Otro factor a tener en cuenta a la hora de diagnosticar y tratar la IC es la
bronconeumopatía crónica (presente en el 41% de los pacientes estudiados). De
todos los pacientes de la cohorte el 15,3% era usuario de betamiméticos
inhalados y también el 15,3% de corticoides inhalados, el 10,1% tenía
oxigenoterapia domiciliaria y el 0,7% CPAP. Dado que en ambas entidades un
síntoma común es la disnea, está indicado realizar pruebas de función
respiratoria en caso de sospecha de ambas; asimismo, también se puede utilizar
la determinación de marcadores pronóstico de la IC como el BNP o el pro-BNP.
Respecto a la insuficiencia renal, es importante destacar que en esta serie el
70,7% de los pacientes tenían un FG disminuido, posiblemente como
consecuencia de la fisiopatología común entre la enfermedad coronaria
ateroesclerosa y la nefroangioesclerosis, así como por la hipoperfusión renal,
que justifica la alta prevalencia de IC e IR asociadas20. Así, se debería realizar
control posterior a la descompensación para valorar la verdadera función renal,
sin estar influenciada por una situación aguda. La disfunción renal representa un
factor de mal pronóstico en la IC20 y dificulta la terapéutica en la IC ya que obliga
a controlar estrictamente o cesar determinados fármacos que aumentan la
supervivencia, pero que empeoran la función renal y que bloquean el eje renina
angiotensina, como los IECA, los ARA II y los antialdosterónicos.
En cuanto a la valoración geriátrica integral (VGI), es importante la valoración
de las ABVD, una de las pruebas empleadas para ello, que está validada y es
ampliamente utilizada es el índice de Barthel, que presenta un gran valor
predictivo sobre mortalidad a corto y largo plazo, hospitalización e
institucionalización45. En este estudio, se observó una caída del IB del ingreso
respecto al basal de 19,8 puntos. Asimismo, la diferencia del IB entre el ingreso
y el previo se cotejó con los grados de NYHA y resultó una mayor diferencia de
Barthel en los pacientes con NYHA III-IV que en los pacientes con NYHA I-II que
fue significativa, lo que indicaría un mayor deterioro funcional secundario al
proceso que ocasiona el ingreso hospitalario en aquellos pacientes con IC más
grave, por lo que sería importante la realización de acciones preventivas de
38
descompensaciones en este subgrupo de pacientes para intentar evitar el
aumento del grado de dependencia. No obstante, el IB puede discordar de la
clasificación NYHA ya que ambas miden aspectos distintos. En el caso concreto
de los pacientes con anemia e IC, en la serie analizada, la caída del IB fue
significativamente mayor que en los pacientes sin anemia, lo que de alguna
forma refleja la mayor fragilidad de estos pacientes, y la necesidad de tratar
tanto la IC como la anemia. La ausencia de diagnóstico y tratamiento correcto
de la anemia puede tener repercusiones a nivel físico, de calidad de vida y de
las funciones cognitivas17, 56.
Para cribar el deterioro cognitivo se utiliza el MEC-35. En el 35,2% de los
pacientes de este estudio el MEC-35 resultó compatible con deterioro cognitivo.
Otro test válido para la detección de deterioro cognitivo es el Pfeiffer, cuyos
resultados mostraron que presentaban deterioro cognitivo leve o moderado el
35,8% de los pacientes, cifra muy similar a la del MEC-35. Es importante
puntualizar que estos tests se realizaron durante la hospitalización y esto podía
introducir un sesgo, al no haberse realizado en la situación basal del paciente.
La IC puede ser causa de bajo gasto cerebral, con el consiguiente deterioro
cognitivo añadido al que pueden presentar los pacientes de edad avanzada, de
causa vascular o degenerativa, por lo que es crucial mantener en estos
pacientes la estabilidad hemodinámica para evitar el incremento del deterioro
cognitivo, así como la valoración de la situación cognitiva basal y
periódicamente durante la evolución de la enfermedad.
Para la valoración nutricional se utiliza el MNA, ya que tiene buena
correlación con el diagnóstico clínico y bioquímico de malnutrición, predice
mortalidad y complicaciones. La malnutrición no sólo es signo de enfermedad,
sino que su presencia aumenta la morbilidad, la estancia hospitalaria, la
institucionalización y la mortalidad por enfermedades concomitantes47. El valor
medio de MNA de los pacientes del estudio fue compatible con riesgo de
malnutrición; cabe destacar que el 50% de los pacientes se encontraban en
situación de malnutrición o de riesgo. Dada esta alta prevalencia, es importante
en los pacientes ancianos con IC la realización de una valoración nutricional y
el inicio precoz de las medidas dietéticas adecuadas.
Respecto a la comorbilidad, se estudió el valor del índice de Charlson, que
ha demostrado ser útil en el pronóstico de mortalidad al año del alta
39
hospitalaria43 e incluye 14 enfermedades que se han seleccionado sobre la
base de su asociación con la mortalidad, principalmente enfermedades
cardiovasculares43, 44. En la serie de este trabajo, el valor de este índice en el
grupo de pacientes con anemia fue mayor que en el grupo sin anemia, sin llegar
a ser significativa esta diferencia, ello probablemente es secundario a la edad
avanzada del total de la serie y a la alta comorbilidad.
Según las principales guías de terapéutica de IC8, 9, 12, los fármacos que han
demostrado actuar sobre el pronóstico, la supervivencia y los síntomas son los
IECA, los ARA II, los BB y los antagonistas de la aldosterona (ver anexo 18).
En cuanto a los fármacos que consumían los pacientes del estudio
previamente al ingreso, sólo el 37,3% se encontraban en tratamiento con IECA,
y de los que no tomaban IECA en más de un tercio de los casos se desconocía
la razón de no tomarlos. En relación con el tratamiento con ARA II, sólo el
28,7% de pacientes los utilizaban, y el motivo de no seguirlos era desconocido
en un tercio de los pacientes. Dado que los IECA o ARA II son fármacos
indicados como elección en todos los pacientes, salvo contraindicación, desde
las clases iniciales de la NYHA12, se estudió en detalle la presencia de estos
fármacos en cada clase funcional de la NYHA, y destacó que en las clases más
numerosas (NYHA II y NYHA III) el 34,7% y el 38% de los pacientes,
respectivamente, no tomaban ninguno de estos tratamientos pese a lo que
marcan las guías de tratamiento. Por este motivo, se podría deducir que eran
infratratados los pacientes de la cohorte. Aunque en los últimos años se
aprecia un ascenso en el número de pacientes en tratamiento con estos
fármacos, en relación con el mayor conocimiento de la enfermedad por parte de
los profesionales implicados en el manejo terapéutico y con la aparición de
unidades específicas de insuficiencia cardíaca27, 57.
Tal y como indican las guías clínicas, los BB son útiles para mejorar la
supervivencia en aquellos pacientes con antecedente de cardiopatía isquémica,
FEVI deprimida o clase funcional de la NYHA avanzada12. En el estudio, un
41,3% de los pacientes presentaba cardiopatía isquémica, el 33,6 tenía una
FEVI menor de 50% y el 98,7% estaban en clase funcional de la NYHA II o
superior, y sólo el 28% de los enfermos recibían BB antes del ingreso. De los
pacientes sin este tratamiento constaba la causa de la no indicación
40
(hiperreactividad bronquial, arteriopatía periférica, bradicardia, hipotensión
arterial mantenida) en únicamente el 43,4%. Cabe destacar que en pacientes
con EPOC se puede hacer uso de BB cardioselectivos y sólo se debería evitar la
utilización de BB en descompensaciones graves de esta patología respiratoria.
Otro aspecto importante a citar es que la no utilización de BB en aquellos
pacientes con IC tributarios de tomarlos, especialmente con FEVI disminuida, se
asocia en algún estudio a mayor riesgo de padecer anemia21.
Está indicado añadir antagonistas de la aldosterona (espironolactona) en
aquellos pacientes que presentan clase funcional NYHA III o superior. En este
caso también cabe destacar la poca adecuación del tratamiento a las guías
terapéuticas ya que solamente el 24,7% de los pacientes de la cohorte se
beneficiaba de este grupo farmacológico en clases funcionales avanzadas. Sin
embargo, hay que reseñar que al tratarse de pacientes de edad avanzada con
gran fragilidad renal, en muchas ocasiones estos fármacos deben ser retirados
por aparecer deterioro de la función renal e hiperpotasemia.
Los fármacos que sólo tienen efecto sobre el control de los síntomas son los
diuréticos y la digoxina (ver anexo 18). La mayoría de los pacientes evaluados
seguían tratamiento con diuréticos, en concreto el 80,7%, posiblemente debido a
la situación de descompensación de la IC previa al ingreso en muchos casos.
En cuanto a otros tratamientos con alguna indicación en la IC, el 29,3% de la
corte era tratado con digoxina y el 29,3% con antagonistas del calcio, dada la
alta prevalencia de FA y de HTA.
Entre otros tratamientos planteados para la IC, constan el marcapasos
(portado por el 12% de los pacientes del estudio) y el DAI (que tenía el 2% de la
muestra).
Es conocido en papel que pueden jugar los AINE como factor de
descompensación en la IC12, pese a esto, el 13,3% de los pacientes de la serie
tomaban AINE en el momento del ingreso y destacaba el grupo de pacientes
con clase funcional NYHA III-IV, en que el 15,1% eran usuarios de estos
fármacos. Es importante el conocimiento de este hecho para evitar la utilización
de estos fármacos en pacientes ancianos con IC.
En los pacientes de edad avanzada se debe restringir el uso de
psicofármacos, dado el mayor riesgo de síndrome confusional como en el caso
de las benzodiacepinas, la toxicidad cardíaca y el mayor riesgo de caídas como
41
en el caso de los antidepresivos tricíclicos58; sin embargo, el 44,4% de los
pacientes del estudio tomaban algún tipo de psicofármaco.
La anemia constituye por sí misma una entidad que merece una atención
especial en cuanto a que su prevalencia en pacientes con IC es elevada15 y
representa uno de los factores principales generadores de reagudizaciones y de
mortalidad para la IC3, 22, 24, 30, 33, 34, 35, 36, 37; de hecho, la anemia se considera un
objetivo terapéutico20. En esta serie, más de la mitad de los pacientes
presentaban anemia (61,3%), resultado superior al 9,9-55% que se menciona
en la bibliografía20. La mayor frecuencia en la serie estudiada puede deberse al
hecho de que se trata de pacientes con mayor fragilidad e ingresados por
patología aguda. La incidencia de anemia aumenta a mayor clase funcional de
IC (en pacientes con clase funcional NYHA I: 9%, en pacientes con clase
funcional IV según la NYHA: 79%). En este estudio, como en otros, los
pacientes con anemia e IC tendían a ser mujeres (57,6%), a tener clase
funcional de la NYHA III-IV (58,7%), a padecer HTA (83,7%), diabetes mellitus
(42,4%) y enfermedad renal crónica (71,7%). Se observó también que el 26,1%
de los pacientes con anemia presentaban cifras de Hb compatibles con anemia
moderada o grave, porcentaje mayor al descrito en la bibliografía4, 18. Se ha
descrito que valores bajos de Hb actúan como factor pronóstico independiente
de mortalidad24 y asocian peor hemodinámica y albuminemia. Asimismo, una
Hb disminuida produce un incremento de la uremia, de la creatinina sérica y de
la eritropoyetina (que se ha correlacionado con una menor supervivencia)59. En
el otro extremo, la policitemia también se asocia59 a menor supervivencia
(aunque en este caso el hábito tabáquico podría contribuir).
La fisiopatología de la anemia en la IC viene determinada, entre otros, por el
componente inflamatorio (que proporcionan las citocinas libres aumentadas), la
hemodilución, la deficiencia de hierro, el uso de IECA, el no uso de BB, la
insuficiencia renal o el déficit nutricional20. Según algunos artículos publicados,
la mayoría de las anemias en IC son de origen multifactorial. En un artículo
publicado en el año 200560 se clasificó la patogenia de la anemia en IC y se
obtuvo que la mayoría de las anemias correspondían a anemia de procesos
crónicos (58%), seguidas de las debidas a deficiencia de hierro (21%), de las
deficiencias nutricionales (8%) y a otras causas variadas como la hemorragia
42
crónica por anticoagulantes o antiagregantes (13%)22. Sin embargo en estudios
más recientes, se ha resaltado la deficiencia de hierro como causa hasta en el
80% de los casos26. De los pacientes con anemia en este estudio, el 60,9%
presentaba anemia de procesos crónicos, el 35,9% anemia ferropénica y el
3,3% anemia por déficit de vitamina B12 o de ácido fólico (probablemente
relacionado con una malnutrición).
Se conoce que la disfunción renal es un factor contribuyente a la aparición
de anemia en IC, como lo demuestra la existencia del síndrome cardiorrenal
anémico20, en el cual los fallos crónicos cardíacos y renales se influencian
mutuamente de manera desfavorable, y la anemia actúa como agravante. De
esta manera se ha sugerido que la anemia podría ser un marcador de
enfermedad renal crónica en pacientes con IC61. Respecto a la función renal,
casi tres cuartas partes de los pacientes con anemia en este trabajo
presentaban un FG disminuido, proporción similar a la de pacientes sin anemia;
en el caso de los pacientes en que se solapaban la anemia y la IR, la mayoría
presentaban estadios funcionales de la NYHA peores.
Un factor etiológico en la anemia en IC es la mala nutrición20. En este
sentido, se valoró la obesidad y se estudió si existían diferencias de valor de
albuminemia y del test MNA. En el caso de la obesidad no se apreciaron
diferencias entre pacientes anémicos y no anémicos del estudio. Sin embargo,
respecto al MNA el 77,3% de los pacientes con anemia presentaban
malnutrición o riesgo de la misma, frente al 55,8% de los pacientes no
anémicos; dicha diferencia fue significativa y resultó que los pacientes con
anemia tenían casi el triple de riesgo de no tener un buen estado nutricional que
los no anémicos. Un factor importante a tener en cuenta respecto al estado
nutricional es la desnutrición proteico-calórica, en la cual los valores de la
transferrina, del colesterol total y de la albúmina son indicadores útiles. Igual
que el MNA, en este estudio los pacientes con anemia presentaron una
albuminemia significativamente inferior a la de los individuos sin anemia.
Dado que existe una evidencia creciente de que la corrección de la anemia
puede beneficiar la función cardíaca62, es importante realizar un estudio de
anemia para detectar causas reversibles e instaurar un tratamiento
individualizado. Los suplementos de hierro están indicados si existe deficiencia
de hierro con clínica acompañante o ferropenia importante asintomática27. En
43
muchas ocasiones debe recurrirse a la administración de hierro intravenoso, ya
que la absorción oral en situaciones de descompensación puede ser irregular y
escasa. El tratamiento con hierro intravenoso puede proporcionar beneficios
sintomáticos, pero los efectos a largo plazo son inciertos. Hasta el año 2008
diversas guías clínicas como la 2005 American College of Cardiology/American
Heart Association guidelines, la 2006 Heart Failure Society of America
guidelines o la 2008 ESC guidelines12 no consideraban como terapia rutinaria la
corrección de la anemia en estos pacientes. Sin embargo, diversos estudios
aleatorizados publicados recientemente entre los años 2007 y 200927, 28, 63 han
presentado evidencia del beneficio sintomático (respecto a la mejoría de clase
funcional de IC, a la calidad de vida y al test de marcha de 6 minutos) de tratar
con hierro intravenoso a pacientes con anemia ferropénica e IC; la mortalidad no
ha variado de forma significativa y presentan como limitación la no definición
clara del criterio de anemia inflamatoria. En la serie estudiada en este trabajo,
aproximadamente el 10% de todos los pacientes con anemia eran tratados con
hierro oral, de estos la mitad aproximadamente tenían anemia ferropénica y la
otra mitad anemia inflamatoria. A mayor edad, mayor probabilidad presenta el
paciente de déficits vitamínicos y de absorción así como empeoramiento de la
función renal64. Es importante en todo paciente anciano con IC conocer la
etiología de la anemia e intentar tratar a los pacientes con ferropenia objetivada;
restringiendo el uso de análogos de la eritropoyetina (epoetina alfa, beta o
darbepoyetina alfa) a la anemia asociada a IR crónica20. La terapia con agentes
estimuladores de la eritropoyesis se ha analizado en diversos pequeños
estudios20, que han mostrado beneficios a nivel funcional; en ellos se hace
referencia a la darbopoyetina alfa, que ha resultado ser eficaz en aumentar la
Hb frente a placebo, pero no se ha asociado a beneficios clínicos significativos
y, en algunos casos, puede incrementar el riesgo de HTA y de eventos
tromboembólicos. Sobre la terapia con EPO, sólo el 2% de los pacientes con
anemia en este estudio la seguían y presentaban anemia de procesos crónicos
(en estadio NYHA II). Otros tratamientos que se estudiaron en pacientes
anémicos fueron los IECA y ARA II, ya que estos fármacos se han implicado en
la fisiopatología de la anemia, y de los 92 pacientes con anemia se observó que
el 65,2% llevaban tratamiento con IECA o ARA II, porcentaje muy similar al de
los pacientes sin anemia.
44
7. CONCLUSIONES
1. Tras todo lo expuesto anteriormente, se puede concluir que la IC es una
enfermedad muy prevalente en pacientes de edad avanzada, con
predominio de la FEVI conservada.
2. La IC asocia importantes comorbilidades, deterioro funcional y riesgo de
malnutrición, por lo que deberían realizarse las intervenciones que se
consideren adecuadas para minimizar estos hechos.
3. Sería conveniente adecuar el tratamiento específico de la IC según las
guías de práctica clínica y las características del paciente, así como
evitar aquellos fármacos y factores que pueden descompensar esta
entidad.
4. Entre las comorbilidades de la IC en pacientes ancianos destaca la
anemia, como factor de morbimortalidad, de empeoramiento de la clase
funcional y como objetivo terapéutico.
5. Se debería realizar una identificación de las causas de anemia para
poder tratarlas de manera individualizada.
6. Un factor importante a tener en cuenta en la anemia e IC es la valoración
del estado nutricional, que debería realizarse mediante pruebas
bioquímicas, medidas antropométricas y tests específicos para ello, y la
posterior instauración de las acciones terapéuticas indicadas en cada
caso.
7. La valoración geriátrica integral es una herramienta útil en pacientes de
edad avanzada con anemia e IC, ya que evalúa el estado nutricional, las
ABVD, el deterioro cognitivo y la comorbilidad y facilita una correcta
planificación terapéutica.
45
8. BIBLIOGRAFÍA
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50
9. ANEXOS
ANEXO 1. Criterios de IC según la ESC
DEFINICIÓN DE INSUFICIENCIA CARDÍACA SEGÚN LA EUROPEAN SOCIETY OF CARDIOLOGY
(Los criterios 1 y 2 deben cumplirse en todos los casos)
Criterios esenciales
1. Síntomas o signos típicos de insuficiencia cardíaca (en reposo o en esfuerzo)
2. Evidencia objetiva de disfunción cardíaca (en reposo)
Confirmación (cuando existen dudas según los criterios anteriores)
3. Buena respuesta clínica al tratamiento de la insuficiencia cardíaca.
ANEXO 2. Criterios de IC según Framingham
CRITERIOS DE FRAMINGHAM (2 mayores ó 1 mayor y 2 menores)
Mayores Menores
DPN
IY
RHY
Estertores crepitantes
Cardiomegalia
EAP
Galope por tercer ruido
Presión venosa >16 cm H20
Pérdida >4.5Kg en 5 días tras tratamiento
Edemas maleolares
Tos nocturna
Disnea de esfuerzo
Hepatomegalia
Derrame pleural
Reducción 1/3 de capacidad vital
Taquicardia (≥120 lat/min)
ANEXO 3. Clasificación funcional de la IC según la NYHA
Estadio I No aparecen síntomas con la actividad física habitual
Sin limitación funcional
Estadio II Síntomas con la actividad física habitual, no en reposo
Limitación funcional ligera
Estadio III Síntomas con actividad ligera
Importante limitación funcional
Estadio IV Síntomas en reposo
Incapacidad funcional total
51
ANEXO 4. Clasificación de la IC según las ACC/AHA
Stage A Patients without symptoms, but at high risk of developing heart failure because of the presence of conditions that are strongly associated with the development of heart failure. E. g. systemic hypertension, coronary artery disease, history of cardiotoxic drug therapy or alcohol abuse, personal history of rheumatic fever, family history of cardiomyopathy.
Stage B Patients who have developed structural heart disease that is strongly associated with the developement of heart failure, but who have never shown signs or symptoms of heart failure. E. g. left ventricular hypertrophy and/or dilatation, hypocontractility, previous myocardial infarctation.
Stage C Patients who have current or prior symptoms of heart failure associated with underlying structural heart disease.
Stage D Patients with advanced structural heart disease and marked symptoms of heart failure at rest despite maximal medical therapy and who require specialized interventions.
ANEXO 5. Correlación clasificación NYHA-clasificación ACC/AHA
Grade I - Early heart failure - No impairment of physical ability - No regularly recurrent symptoms
Stage A - Risk factor of HF present
Stage B
- Structural heart disease, asymptomatic
Grade II - Mild symptoms (shortness of breath, palpitations) during ordinary activity - No complaints at rest - Except fatigue
Stage C
- Structural heart disease with symptomatic HF
Grade III - Moderate heart failure - Definite limitation of physical ability - Symptom-free only at rest - Shortness of breath and palpitations even during lighter than normal physical activity
Grade IV
- Severe heart failure - Patient has symptoms even at rest - Unable to perform even the slightest physical effort
Stage D - End-stage HF
52
ANEXO 6. Clasificación de la IC según la ESC (2008)
IC de debut Pacientes con primer episodio de la enfermedad
IC transitoria Pacientes que han sufrido una miocarditis con recuperación completa
Pacientes que han sufrido un infarto agudo de miocardio y en fase aguda precisaron diuréticos
Pacientes con cardiopatía isquémica que no requirieron tratamiento tras la revascularización
IC crónica
Pacientes que presentan una IC sintomática permanente con descompensaciones, que precisan manejo específico
ANEXO 7. Grado de anemia (según criterio del NCI)
GRADO DE ANEMIA Hb en sangre (g/dL) Ausente >13 (hombres), >12 (mujeres)
Anemia grado I (leve) 10-13 (hombres), 10-12 (mujeres)
Anemia grado II (moderada) 8-9,9
Anemia grado III (severa) 6,5-7,9
Anemia grado IV (muy severa) <6,5
ANEXO 8. Clasificación del peso según el IMC
TIPO IMC (kg/m2) (OMS 2000) Normal 18,5-24,9
Sobrepeso 25-29,9
Obesidad grado I (moderada) 30-34,9
Obesidad grado II (severa) 35-39,9
Obesidad grado III (muy severa) ≥ 40
ANEXO 9. Estadios de función renal
Estadio Descripción FG (mL/min) Estadio I Daño renal * con TFG normal ≥90
Estadio II Daño renal * con TFG ligeramente disminuido 60-89
Estadio III FG moderadamente disminuido 30-59
Estadio IV FG gravemente disminuido 15-29
Estadio V Fallo renal <15 o diálisis *Daño renal: alteraciones en las pruebas complementarias de orina, sangre o diagnóstico por imágenes
53
ANEXO 10. Índice de comorbilidad de Charlson
54
ANEXO 11. Parámetros normalidad analítica
PARÁMETROS INTERVALOS NORMALIDAD
Hemoglobina 13,1-16,3 g/dL
Hematocrito 38,7-48,6%
Volumen corpuscular medio 84,1-95,4 fL
Linfocitos totales 1,2-3,4 x106/L
Plaquetas 150-386x109/L
Ferritina 25-400 ng/mL
Folatos 4-19 ng/mL
Vitamina B12 360-1051 pg/mL
Transferrina 200-275 mg/dL
Saturación transferrina 20-50%
Hierro 50-150 µg/dL
Haptoglobina 1-2,5 g/L
Glucosa 71-110 mg/dL
Urea 21-52 mg/dL
Creatinina 0,83-1,3 mg/dL
Sodio 136,5-141,1 mmol/L
Potasio 3,7-4,8 mmol/L
AST 10-30 UI/L
ALT 7-34 UI/L
Colesterol total 132-220 mg/dL
Triglicéridos 37-200 mg/dL
Albúmina 3,4-4,8 g/dL
Proteínas 6,67-8,13 g/dL
Homocisteína total 4,45-12,42 µmol/L
Lipoproteína A 96-176 mg/dL
TSH 0,4-4 mU/L
T4 libre 0,8-1,9 ng/dL
ANEXO 12. Clasificación Fracción Eyección Ventrículo Izquierdo (FEVI)
FUNCIÓN SISTÓLICA FEVI Normal ≥50%
Disfunción sistólica ligera 40-49,99%
Disfunción sistólica moderada 30-39,99%
Disfunción sistólica 0-29,99%
55
ANEXO 13. Índice de Barthel
La interpretación sugerida por puntuación del IB es:
0-20: Dependencia total
21-60: Dependencia severa
61-90: Dependencia moderada
91-99: Dependencia escasa
100: Independencia
56
ANEXO 14. Mini examen cognoscitivo de Lobo
57
ANEXO 15. Cuestionario de Pfeiffer
58
ANEXO 16. Escala de depresión geriátrica (GDS)
59
ANEXO 17. Evaluación del estado nutricional (MNA)
60
ANEXO 18. Tratamiento de la IC en los estadios de la NYHA
(según la European Society of Cardiology)
TRATAMIENTO DE LA IC
Para supervivencia Para síntomas
NYHA I Continuar con IECA o ARA en caso de intolerancia
Continuar con antagonistas de aldosterona en caso de post-IAM
Agregar beta-bloqueante en caso de IAM
Reducir/suspender diuréticos
NYHA II IECA como tratamiento de primera línea o ARA si intolerancia
Agregar beta-bloqueante
Agregar antagonista aldosterona si post-IAM
+/- diuréticos dependiendo de retención hidrosalina
NYHA III IECA + ARA ó ARA sólo si intolerancia
Beta-bloqueantes
Agregar antagonista aldosterona
+diuréticos + digital si persisten síntomas
NYHA IV Continuar IECA/ARA
Beta-bloqueante
Antagonista aldosterona
+diuréticos +digital + considerar apoyo inotrópico temporal