VARIABLES DEL DIAGNÓSTICO EN LA HISTERIA Y LA OBSESION

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    FACULTAD DE PSICOLOGA - UBA / SECRETARA DE INVESTIGACIONES / A NUARIO DE INVESTIGACIONES / VOLUMEN XV

    DE LA PGINA 127 A LA 136

    VARIABLES DEL DIAGNSTICO PSICOANALTICODE NEUROSIS EN LA HISTERIA Y LA OBSESION

    VARIABLES OF THE PSYCHOANALYTICAL DIAGNOSIS OFNEUROSIS IN THE HYSTERIA AND THE OBSESION

    Thompson, Santiago1; Frydman, Arturo2; Lombardi, Gabriel3

    RESUMENSuponemos que el diagnstico en psicoanlisis se fun-

    da en la delimitacin del sntoma que responde del tipoclnico. Sin embargo un relevo clnico da cuenta de unavariedad de justificaciones que se apartan del diagnsti-co por el sntoma. El trabajo interroga las fuentes biblio-grficas de esta variedad y coexistencia de los argumen-tos que dan sustento a los denominados diagnsticospresuntivosa partir de los textos de Lacan, centrndoseen la oposicin neurosis histrica - neurosis obsesiva.En dicho recorrido se relevan: - La estructura de pregun-ta de las neurosis. - La distincin a partir del estatuto deldeseo. - Las respuestas a la falta en el Otro. - Las formu-laciones lacanianas del fantasma neurtico. - La histeriaen cuanto discurso.

    Finalmente se recorta en el recorrido realizado una arti-culacin posible con el sntoma, en la que se pone cues-tin tal nocin.

    Palabras clave:Lacan - Diagnstico - Neurosis histerica - Neurosis ob-sesiva

    ABSTRACTWe assumptive that the diagnosis in psychoanalysis isbased on the delimitation of the symptom that matches

    with the clinical type. Nevertheless a clinical survey re-leases a variety of justifications that are set apart of thediagnostic by the symptom. The work interrogates thebibliographical sources of this variety and the coexis-tence of the arguments that give living to the presump-tive diagnostic from the texts of Lacan, focusing on theopposition hysterical neurosis -obsessive neurosis. Inthat trajectory we distinguee: - The structure of questionof the neurosis. - The distinction from the statute of the

    desire. - The answers to the lack in the Other. - The la -canian formulations of the neurotic fantasy. -The hyste-

    ria as a discourse. Finally a possible articulation with the

    symptom is considered, putting the notion of symptomunder review.

    Key words:Lacan - Diagnosis - Obsessive neurosis - Hysteria

    1 Becario de Maestra de la Investigacin P043 UBACyT 2004-7. Doctorando de la Facultad de Psicologa, UBA. Docente de la CtedraClnica de Adultos I, Facultad de Psicologa, UBA.2Co-Director de la Investigacin P043 UBACyT 2004-7. Profesor Adjunto Regular de la Ctedra Clnica de Adultos I, Facultad de Psico-loga, UBA. Director de la Investigacin PO43 UBACyT 2004-7. Profesor Regular de la Ctedra Clnica de Adultos I, Facultad de Psico-

    loga, UBA.

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    VARIABLES DEL DIAGNSTICO PSICOANALTICO DE NEUROSIS E N LA HISTERIA Y LA OBSESIONVARIABLES OF THE PSYCHOANALYTICAL DIAGNOSIS OF NEUROSIS IN THE HYSTERIA AND THE OBSESIONThompson, Santiago; Frydman, Arturo; Lombardi, Gabriel

    DE LA PGINA 127 A LA 136

    INTRODUCCIN

    a. ACERCA DE LA INVESTIGACIN EN LA QUESE ENMARCA EL PRESENTE TRABAJONos propusimos como objetivo general de nuestra inves-

    tigacin indagar la factibilidad, las caractersticas y losefectos del proceso diagnstico psicoanaltico (Lombardi2003, 3). Para ello hemos tomado como base la activi-dad clnica del equipo del Programa de asistencia clni-ca de adultos de la Facultad de Psicologa.La metodologa del trabajo de campo consisti en rele-var los datos pertinentes a nuestra investigacin a tra-vs de instrumentos aplicados no slo a la poblacinque se atiende, sino tambin al conjunto de profesiona-les que los recibe. Lo diferencial de nuestro recorte esque el objeto de estudio es la prctica analtica, y noslo las vicisitudes de la poblacin atendida.En tal sentido, los instrumentos de recoleccin ms re-levantes fueron los testimonios, tanto escritos (historiasclnicas, vietas clnicas, escritos elaborados para alo-cuciones pblicas) como orales (en supervisiones y re-uniones clnicas semanales) de cada analista respecto

    de la poblacin atendida.

    Nuestro punto de partida ha sido que la delimitacin delsntoma, entendido como expresin de un saber incon-ciente que concierne y divide al sujeto que lo padece(Lombardi 2003, 4) debera ser el elemento central a lahora de concluir un diagnostico en psicoanlisis.

    b. RESULTADOS PARCIALES DE LA INVESTIGACINEn el curso de dicha investigacin hemos constatadoque en un primer tiempo del tratamiento el analista pue-

    de arribar a un diagnstico presuntivo, el cual se enun-cia en trminos aproximativos: parece una neurosis,parece una histeria, parece una perversin. Esta aproxi-macin queda marcada por una rmora y el llamadoproceso diagnostico1 (cuyas caractersticas y definicin,resumida en aqu una nota al pie, ha sido detallada en elvolumen XIV de esta publicacin) posibilita el salto de ladificultad que localizamos en el pasaje de este diagns-tico primario a dar cuenta de lo decisivo del caso para eldiagnstico psicoanaltico: la delimitacin del sntoma.

    Tal delimitacin no es sencilla, ya sea por los disfraces

    1 Tal proceso diagnstico consiste en el trabajo por el que el ana -lista se ubica en el campo transferencial del paciente, para hacerposible desde all una manifestacin ms ntida del sntoma en

    tanto expresin de un saber inconsciente que concierne y divideal sujeto que lo padece. El resultado del proceso no es solamenteuna etiqueta o cdigo diagnstico, sino una puesta en forma delsntoma en un vnculo transferencial, que supone al menos unaexperiencia del inconsciente. El sntoma no es algo ya dado alcomienzo del proceso, sino que se completa en la transferencia,incluyendo al analista como uno de sus componentes: aquel aquien el sntoma en tanto mensaje inconsciente est dirigido. Enel proceso diagnstico intervienen ya los efectos del dispositivo yde la intervencin psicoanaltica, en la medida en que esos efec -tos hacen posible una formulacin ms explcita del padecimientosubjetivo. (Thompson, S.; Frydman, A.; Salinas, L.; Mantegazza,R.; Lombardi, G. et al. (2007).

    que este conlleva - propios del trabajo defensivo frenteal mismo sntoma- o bien porque el sntoma no asumealguna de las formas tpicas, o bien porque no se haproducido an la ruptura entre el sntoma y el reconoci-miento narcisstico necesaria para que el sntoma sea

    abordable analticamente2.Es decir que cuando el sntoma no se presenta con lanitidez con la que puede llegar a encontrarse, como enalgunos casos de psicosis por ejemplo, el diagnsticodebe ser construido en ocasiones a partir de una prcti-

    ca argumentativa que recurre a una diversidad de prue-bas y variables.Si seguimos las premisas de nuestra investigacin, es-peraramos que el diagnstico de histeria estuviera sus-tentado en la delimitacin de un sntoma inscripto en el

    cuerpo, mientras que en las neurosis obsesivas la ex-pectativa sera hallar circunscrito un sntoma caracteri-zado por la erotizacin del pensamiento.Sin embargo, ante la requisitoria respecto de la funda-mentacin de tales juicios diagnsticos nuestro trabajo

    de campo dio cuenta de una multiplicidad de argumen-

    taciones que intentaban zanjar la dificultad para delimi-tar el sntoma, al menos con los lmites de tiempo en elque se desarrollan las curas en el Servicio mencionado.Tal multiplicidad de argumentaciones incluye: la res-puesta al tratamiento, las manifestaciones transferen-ciales, la posicin frente al gran Otro, la posicin ante elpadre, la pregunta por la otra mujer, la modalidad deldeseo, los cambios de posicin subjetiva, la posibilidadde dialectizar determinadas afirmaciones, la formula-cin de alguna pregunta respecto a su padecimiento, lareferencia de la neurosis infantil, entre otras3.

    c. OBJETIVOS DEL PRESENTE TRABAJOLa constatacin descripta nos conduce a interrogar lasfuentes de esta variedad, y de su coexistencia, en elmarco de uno de los objetivos especficos de la reformu-lacin de nuestro proyecto para el perodo 2006-2007, asaber: Describir (especificar) las variables que definen

    2 Hemos abordado en profundidad tal dificultad para delimitar elsntoma en el volumen XIII de esta publicacin, bajo el ttulo Lasdificultades para delimitar el sntoma neurtico.3 Enunciamos aqu las justificaciones diagnsticas recortadas res-pecto a la pregunta Como arriba al diagnstico el analista enbase a una muestra de 90 casos. A continuacin adjuntamos acada una de las variables recortadas, as como la cantidad en ca-sos en que fue verificada entre parntesis: la respuesta al trata -miento (31), las manifestaciones transferenciales (6), la posicinfrente al gran Otro (31), la posicin ante el padre (19), la preguntapor la otra mujer (22), la modalidad del deseo (19), los cambios deposicin subjetiva (3), la posibilidad de dialectizar determinadasafirmaciones (6), la formulacin de alguna pregunta respecto a supadecimiento (3), la referencia de la neurosis infantil (31).La metodologa de recoleccin de datos es meramente esboza -da en nuestra introduccin, y puede ser verificada en detalle enel proyecto UBACyT P043 del ao 2004 y el informe de avancecorrespondiente al ao 2006. Informacin adicional al respecto es-tar disponible en el informe final del proyecto al momento de lapublicacin del presente trabajo.

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    al diagnstico psicoanaltico 4 (Lombardi 2005, 1).Sabemos, por la formacin de los analistas integrantesdel equipo en cuestin, que tales juicios estn fundadosen la lectura de Freud y Lacan. Nos proponemos enton-ces como objetivo de este trabajo localizar y describir

    las referencias tericas en la enseanza de JacquesLacan correspondientes a las argumentaciones diag-nsticas5 relevadas centrndonos en las neurosis obse-siva e histrica.Pasamos a resear los hallazgos de nuestra bsqueda,ordenados a los fines de su exposicin en cuatro gran-des temas bajo los cuales pueden encuadrarse las elu-

    cubraciones sobre histeria y obsesin: la neurosis como

    una pregunta, como estatuto del deseo, los fantasmasde la histeria y la obsesin y la neurosis como una posi-

    cin ante el Otro. Finalizamos con una referencia aldiscurso histrico y su incidencia en la cuestin diag -nstica. Y en cada uno de estos temas, buscamos sucorrelato con el sntoma.

    LA NEUROSIS COMO PREGUNTADesde los inicios de su enseanza, Lacan dio cuenta deneurosis en cuanto solidaria de la estructura de una

    pregunta. Tales desarrollos de Lacan tienen su culmina-cin en la construccin del as llamado grafo del de -seo, donde la estructura de la pregunta sirve incluso asu construccin.

    En el seminario dedicado a las psicosis contrapone a

    las mismas, presentadas como una respuesta que sepresentifica antes que la pregunta pueda formularse, ala neurosis entendida como una pregunta

    Afirma all que el neurtico hace su pregunta neurtica,

    su pregunta secreta y amordazada, con su yo. () unao un histrico, cmo un obsesivo, usa de su yo parahacer la pregunta, es decir, precisamente para no ha -cerla. (Lacan, 1956, 249).Tal pregunta tiene aqu como agente al yo, entendidocomo homlogo al fantasma (Lacan da cuenta previa-mente de la relacin fantasmtica siempre correlativadel yo), correlato que en la construccin del grafo cie-rra la va imaginaria (Lacan, 1966b, 796). Entonces te-nemos una temprana articulacin entre la pregunta queestructura la neurosis y el fantasma.

    Lacan hace coincidir, por esta va, la estructura de laneurosis con la estructura de una pregunta, sosteniendoque La estructura de una neurosis es esencialmenteuna pregunta, y por eso mismo fue para nosotros duran-

    4Acerca de la diferenciacin conceptual entre el diagnstico y elproceso diagnostico ver Thompson, S.; Frydman, A.; Salinas, L.;Mantegazza, R.; Lombardi, G. et al. (2007). El proceso diagnsticoen Psicoanlisis. En XIV Anuario de Investigaciones (pp. 103-110).Buenos Aires: U.B.A.- Facultad de Psicologa-Secretara de Inves-tigaciones.5 Entendemos aqu por argumentaciones diagnsticas a las va-riables recortadas en funcin de la pregunta Como arriba al diag-nstico el analista en los resultados finales de la investigacinP043, disponibles para el mbito acadmico a partir de septiembrede 2008.

    te largo tiempo una pura y simple pregunta. (Lacan,1956, 249).Si seguimos los desarrollos lacanianos que en la claseen cuestin remiten al caso freudiano de Dora, conclui-mos que el sntoma se pone en juego precisamente

    cuando la pregunta neurtica pierde su sostn fantas-mtico. Si la afona de Dora se produce en la ausenciasdel Sr. K, razona Lacan, es porque ella pierde ese pun-to externo de identificacin imaginaria (Lacan, 1956,250) que este encarna, siendo dejada directamente enpresencia de la Sra. K (Lacan, 1956, 250). La declina-cin del fantasma a favor del sntoma es situada luegoen el grafo del deseo por el camino que lleva de ( )hacia s(A).En una primera lectura entonces, se nos imponen rela-ciones ineludibles entre la neurosis entendida como una

    pregunta, el fantasma y el sntoma. Toda una serie deparmetros que relevaremos aqu hacen a la distincinentre histeria y obsesin (demanda, deseo, fantasma,posicin ante la falta, relacin al Otro) confluyen en elgrafo del deseo, que es a nuestros fines la prueba msevidente de su articulacin en la enseanza de Lacan.

    Cual es la argumentacin de Lacan para afirmar que laneurosis es una pregunta? Partamos de la siguiente cita:

    La histeria es una pregunta centrada en torno a unsignificante que permanece enigmtico en cuanto a susignificacin. La pregunta sobre la muerte, la del naci-miento, son en efecto las dos preguntas ltimas quecarecen justamente de solucin en el significante. Estoda a los neurticos su valor existencial. (Lacan, 1956,271)

    Aqu nos entrega la primera pista: se trata de la res-puesta del sujeto frente a significantes enigmticos, esdecir, ante dimensin inescrutable de ciertos significan-tes como el de la mujer o el significante de la muerteque al decir de Freud no tienen inscripcin inconciente.Y ms adelante amplia su desarrollo:

    lo que caracteriza la posicin histrica es una pre-gunta que se relaciona justamente con los dos polossignificantes de lo masculino y lo femenino. El histri-co la formula con todo su ser: cmo se puede ser

    varn o ser hembra? Esto implica, efectivamente, queel histrico tiene de todos modos la referencia. Lapregunta es aquello en lo cual se introduce y se con-serva toda la estructura del histrico, con su identifica-cin fundamental al individuo del sexo opuesto al suyo,a travs de la cual interroga a su propio sexo. A la ma-nera histrica de preguntar o... o... se opone la res-puesta del obsesivo, la denegacin, ni... ni... ni varn nihembra. Esta denegacin se hace sobre el fondo de la

    experiencia mortal y el escamoteo de su ser a la pre -gunta, que es un modo de quedar suspendido de ella.El obsesivo precisamente no es ni uno ni otro; puedetambin decirse que es uno y otro a la vez. (Lacan,1956, 358).

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    VARIABLES DEL DIAGNSTICO PSICOANALTICO DE NEUROSIS E N LA HISTERIA Y LA OBSESIONVARIABLES OF THE PSYCHOANALYTICAL DIAGNOSIS OF NEUROSIS IN THE HYSTERIA AND THE OBSESIONThompson, Santiago; Frydman, Arturo; Lombardi, Gabriel

    DE LA PGINA 127 A LA 136

    Advirtamos que dicho estatuto de pregunta se estructu-ra sobre tres ejes, por un lado el recin mencionado, lossignificantes que no se pliegan a la significacin, porotro lado, la oposicin diferencial que caracteriza al sig-nificante: varn-mujer, vida-muerte. Finalmente un eje

    electivo, que slo mas adelante ser explicitado porLacan cuando desarrolle la produccin del sujeto a par-tir de la alienacin-separacin, por el cual el ser hablan-te se encuentra confrontado a la eleccin forzada impli-cando su neurosis una toma de posicin frente a ella.

    Sobre esta trama Lacan organiza lo que denomina laestructura de la histeria y la obsesin.

    El sntoma como preguntaEntendemos entonces que la afirmacin de que la neu-rosis es una pregunta no carece de articulacin con el

    sntoma. Al respecto, sostiene en su cuarto seminario:Si la neurosis es pues una especie de pregunta ce -rrada para el propio sujeto, pero organizada, estructu-rada como pregunta, los sntomas se pueden enten-der como los elementos vivos de esta preguntaarticulada sin que el sujeto sepa lo que articula. Poras decirlo, la pregunta esta viva y el sujeto no sabeque l est en esa pregunta. El mismo es a menudouno de sus elementos, que puede situarse a diversosniveles -a un nivel elemental, casi alfabtico, o a unnivel ms elevado, sintctico, en el cual nos permiti-mos hablar de funcin metafrica y de funcin meton-

    mica () las dos grandes vertientes de la articulacindel lenguaje. ()Al ser en efecto lo propio de la pregunta del neurticosu carcter absolutamente cerrado, no hay razn al-

    guna para que se confe a quien se conforma con to-mar nota de ella -no sera ms que un texto indescifra-ble, enigmtico, jeroglfico. Por este motivo pudieronllevarse a cabo observaciones de neurosis durantedcadas antes de Freud, sin llegar a sospechar siquie-ra la existencia de esa lengua. Porque la neurosis esuna lengua. (Lacan, 1957, 394)

    La neurosis, afirma Lacan, es una pregunta. El sntomaencarna esa pregunta y puede incluso encarnar al suje-

    to. Ahora bien, la pregunta como tal, no deja de estarcodificada segn las leyes del lenguaje: metfora y me-tonimia. Lo que le permite a Lacan terminar afirmandoque la neurosis es una lengua. Y el sntoma, entonces,el elemento vivo de esa lengua.La concepcin del sntoma como un texto indescifrable,enigmtico, jeroglfico, se articula necesariamente con laidea que el sntoma no puede ser interpretado directa-mente, se necesita de la transferencia, o sea, la introduc -cin del Otro (Lacan, 1963, 139). Destacar este aspectodel sntoma es crucial, ya que su dimensin de preguntaimplica al Otro al que esta pregunta va dirigida. De estamanera el sntoma incluye al analista y esto es lo quemarca la diferencia entre un objeto posible de investigardesde el exterior y un sujeto en cuyo campo transferen-

    cial es necesario introducirse para poder, desde all,concluir un juicio diagnostico. Lacan es claro al poner demanifiesto que no forma parte esencial de de la natura-leza del sntoma que deba ser interpretado. () elsntoma no es llamada al Otro, no es lo que se muestra

    al Otro. El sntoma, en su naturaleza, es goce (Lacan,1963, 139). Por lo que la introduccin del Otro en elsntoma es un efecto del dispositivo analtico, un artificiodel que ya daba cuenta Freud al situar una neurosisartificial en la cual todos los sntomas del enfermo hanabandonado su significado originario y se han incorpo-rado a un sentido nuevo, que consiste en un vnculo conla transferencia. (Freud 1917, 404)La articulacin del sntoma al Otro no va entonces desuyo, es un efecto de la transferencia, un efecto delanlisis. Desde esta perspectiva, el sujeto supuesto alsaber no consiste en otra cosa que en la suposicin deesta pregunta dirigida al lugar del Otro en las manifesta-ciones sintomticas del padecer.

    La pregunta histricaDentro del campo de las neurosis la histeria en cuantopregunta encuentra entonces su rasgo por referirse en

    forma privilegiada a la sexuacin del ser hablante.La pregunta por la femineidad fue reanimada por diver-sas formulaciones: la ya transcripta: cmo se puede ser

    varn o ser hembra? Qu es ser una mujer? (Lacan,1956, 240). O bien, ms adelante, Qu supone tenerel sexo que tengo? Qu quiere decir tener sexo? Qusignifica que pueda incluso preguntrmelo? (Lacan,1957, 393).Lo que el trmino pregunta vela es que el ser hablante,

    al encarnar la pregunta no lo hace sin articular una res-puesta. En efecto: por el hecho de la introduccin de ladimensin simblica, el hombre no es simplemente ma-cho o hembra, sino que esta obligado a situarse conrespecto a algo simbolizado que se llama macho y hem-bra (Lacan, 1957, 393).

    La obsesin como preguntaLa neurosis obsesiva, por su parte, se centra en la rela-cin con el propio hecho de existir. Lacan sostiene que,por oposicin a la modalidad histrica la pregunta so-bre la muerte es otro modo de la creacin neurtica de

    la pregunta, su modo obsesivo (Lacan, 1956, 257).Entonces las preguntas ligadas al existir, al ser y a lamuerte se sitan en forma privilegiada en el campo delobsesivo:

    Si la neurosis esta relacionada con el plano de laexistencia, lo est todava de forma ms dramtica enla neurosis obsesiva, en la que se trata no slo de larelacin del sujeto con su sexo, sino de su relacin conel propio hecho de existir. As, las siguientes preguntasse sitan como obsesivas - Qu es existir? Cmosoy con respecto a lo que soy sin serlo, ya que de al-guna forma puedo dispensarme de ello, distanciarme lo

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    bastante como para concebirme como muerto? (Lacan,1957, 393).

    La neurosis obsesiva sin dejar de lado entonces la pre-gunta por la sexuacin, se centra de modo privilegiadoen la cuestin sobre el ser.

    LA NEUROSIS COMO ESTATUTO DEL DESEOLa relectura que Lacan realiza de la clnica en funcindel ternario necesidad, demanda y deseo culmina conlas conocidas frmulas del deseo de ambas neurosis:

    la histeria y la obsesin se pueden definir a partir delos dos estatutos del deseo que llam para ustedes eldeseo insatisfecho y el deseo imposible, instituido ensu imposibilidad (Lacan, 1961, 407).

    Lacan eleva aqu ambos estatutos del deseo, el deseoinsatisfecho y el deseo imposible, a la altura de lo quedefine a ambas estructuras.

    El deseo histricoLacan nos indica que para el histrico se trata de hacersubsistir el objeto del deseo como distinto e indepen-

    diente de toda necesidad (Lacan, 1958, 475). Para ellorecurre a crearse un deseo insatisfecho. Cul es lafuncin de ese deseo insatisfecho?

    en el caso especfico del histrico, el deseo como msall de toda demanda, es decir, en tanto que ha deocupar su funcin en calidad de deseo rehusado, des-empea un papel de absoluta primaca. Nunca com-

    prendern ustedes nada de una o un histrico si noparten de este primer elemento estructural (Lacan,1958, 374).

    A partir de dicho ternario la distribucin se presenta de

    la siguiente manera a partir del anlisis de la as deno-minada Bella Carnicera: Qu demanda ella? El amor.Como todo el mundo, demanda amor. Qu desea?Desea caviar. Y qu quiere? Quiere que no se le dcaviar.La cuestin es saber porqu es necesario para una his-trica que mantiene un comercio amoroso que la satis-face, primeramente que desee otra cosa, y en segundolugar para que esta otra cosa llene bien la funcin quetiene la misin de llenar, no le sea dada:

    La histrica es precisamente, como sabemos, el su-jeto para el cual la constitucin del otro en tanto quegran Otro, en tanto que portador del signo hablado, esese con el que le es difcil establecer la relacin que lepermita, a ella, histrica (y est all la definicin mismaque podemos dar) guardar su lugar de sujeto. La his-trica, para decirlo todo, est tan abierta a la suges-tin de la palabra, que debe de haber algo en eso(Lacan, 1958, 372).

    La necesidad para el sujeto de crearse un deseo insatis-fecho tiene por objeto que se constituya para el sujetoun Otro real, que no sea enteramente inmanente a lasatisfaccin recproca de la demanda, es decir, a la cap-tura entera del deseo del sujeto por la palabra del Otro.

    Ahora bien, es necesario un complemento ms que sededuce del caso Dora:

    Como es una histrica, ella no sabe lo que demanda,simplemente tiene necesidad en alguna parte haya

    deseo ms all. Pero para que, este deseo, ella pueda

    apoyarse en l, consumarse en l, encontrar en el suidentificacin, su ideal, es preciso al menos que aqu,en un ms all de la demanda, hay un encuentro que lepermita descansar, situarse en sta lnea y es ah don-de interviene el Sr. K., en quien, como es evidente entoda la observacin, encuentra su otro en el sentido dela minscula, aqul en quien se reconoce. () No loama, pero le es indispensable, y le es mucho ms in-dispensable que l desee a la Sra. K. (Lacan, 1958,377).

    Tal complemento es la identificacin que implica unaapropiacin, un punto de vista, un lugar ideal marcadoen el campo exterior del sujeto, desde el cual ella se si-ta para poder sostener su deseo enigmtico:

    En cuanto a nuestra histrica, hemos visto que parasostener su deseo enigmtico, emplea a minsculacomo artificio. Podemos representarlo mediante dostensiones paralelas, una en el plano de la formacinidealizante, ( ), otra en el de la identificacin a conotro con minscula, i(a). Piensen ustedes en el senti-miento de Dora para con el Sr. K. Por otra parte, cadahistrica tiene, en una de las fases de su historia, unsoporte semejante, que viene a desempear aqu elmismo papel que a. (Lacan, 1958, 478).

    Sin embargo, la va del deseo introduce el lazo social,una condicin histrica generalizable en trminos dehisteria latente:

    Qu es el deseo de mi histrica? Es lo que le abre,yo no dira el universo pero s todo un mundo que yaes bastante vasto, debido a lo que podemos llamar ladimensin de la histeria latente en cualquier ser hu-mano del mundo. Todo lo que puede presentarsecomo pregunta sobre su deseo, lo que hemos llamadola x, el indecible del deseo, he ah porque la histricase encuentra de entrada en comunicacin, en el mis-mo nivel, con todo lo que pueda ocurrir de esa clasecon sus hermanos y hermanas histricas, y ah est,como Freud nos lo articula, la base de la identificacinhistrica.

    Toda histrica se hace eco de todo lo relacionado con lapregunta sobre el deseo tal como se plantea en forma

    efectiva en algunos otros, sobre todo en otra histrica,pero tambin en alguien que puede no ser histrico sinoocasionalmente, incluso en forma latente, en la medidaen que en el se ponga de manifiesto una modalidadhistrica de plantear la pregunta. (Lacan, 1958, 475) (elsubrayado es nuestro).

    La ltima reflexin es una temprana aproximacin a loque luego formalizar como discurso histrico. Y nosconduce a suponer que, si la modalidad de lazo socialhistrica en cuanto pregunta trasciende el tipo clnico, el

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    VARIABLES DEL DIAGNSTICO PSICOANALTICO DE NEUROSIS E N LA HISTERIA Y LA OBSESIONVARIABLES OF THE PSYCHOANALYTICAL DIAGNOSIS OF NEUROSIS IN THE HYSTERIA AND THE OBSESIONThompson, Santiago; Frydman, Arturo; Lombardi, Gabriel

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    rasgo distintivo del diagnstico de la histeria respectodel sujeto obsesivo debe ser otro. Se nos impone dirigirnuestra atencin a algunas de las formas en que la neu-rosis se articula, no meramente como pregunta, sinocomo respuesta ante la falta: las ya mencionadas iden-

    tificaciones y el fantasma.

    El significante flico y el deseo histrico

    Lacan da un paso ms. No slo el deseo va a quedardefinido como un ms all de la demanda, sino que tie-ne un significante que lo articula, cualquiera sea este.

    [el] lugar que se le debe dar al deseo () no estasealado en el campo exterior del sujeto, no se tratade un deseo en tanto que el sujeto se lo niega msall de la demanda y solo lo asume en el sueo como

    el deseo del Otro, aqu, su amiga. Se trata de un de-seo en tanto se sostiene en su significante, por hip-tesis el significante falo. (Lacan, 1958, 386).

    La distincin que va a sostener Lacan es que no se tratadel deseo histrico como deseo del objeto flico sino delos modos de articular ese falo como significante. Lanovedad radica en la consideracin del falo, no ya comoimagen ni como fantasma, sino como significante. Signi-ficante del deseo en cuanto permite al sujeto histricosostener el campo del deseo.

    Slo tomado en tanto significante el falo entra en la dia-lctica del deseo, por las va identificatorias de serlo otenerlo, modos de solucin al embrollo edpico. Mien-tras que si se lo degrada al campo de los objetos lossntomas histricos sostienen un no a todo lo que apa-rezca en trminos flicos.Como correlato de este punto nos topamos con lo que

    Lacan denomina una conducta fundamental de la hist-rica: la provocacin.

    La provocacin de la histrica va dirigida a constituirel deseo, pero ms all de lo que llaman la defensa.Es decir que ella indica el lugar -ms all de la apa-riencia, de la mscara - de algo que se le presenta aldeseo sin, por supuesto, permitirle el acceso, porquees algo que se presenta detrs de un velo, pero, porotra parte, es imposible encontrarlo ah. No vale lapena que abra mi blusa, porque no encontrara ustedel falo, pero si me llevo la mano a la blusa es para queusted designe, detrs de mi blusa, el falo, es decir, elsignificante del deseo (Lacan, 1958, 388).

    La identificacin al falo y su oferta al partenaire requie-ren entonces de una combinacin estratgica en lasque seduccin, provocacin y mascara constituyen losejes principales.

    El significante flico y la defensa del obsesivo

    Freud seala respecto del caso del Hombre de las Ra -tas el hecho de que sus aventuras infantiles dejaron unresto ineliminable, el cual se presentaba un como impe-rioso deseo de ver mujeres desnudas que rpidamentese articulaba al complejo ominoso defensivo: la suposi-

    cin de que algo malo va a pasar y las medidas pre -cautorias consecuentes. Conclua entonces que lostempranos juegos sexuales, el encuentro con la diferen-cia sexual, con la castracin en mujer, eran la causa dela neurosis.

    Lacan retoma esta argumentacin posteriormente, des-tacando que el obsesivo se enfrenta al misterio del significante y trata de convertirlo en manejable, pero susalida es lo que llama insulto a la presencia real: cam-po en el que incluye, la fantasa sacrlega, la blasfemia,la agresividad con su pareja, etc.:

    Golpear el falo en el Otro para curar la castracinsimblica, golpearlo en el plano imaginario, tal es lava elegida por el obsesivo y restituir el deseo a suprimaca a costa de una degradacin del Otro, lo cuallo convierte esencialmente en funcin de elisin ima-ginaria del falo (Lacan, 1961, 282).

    Esta lgica ser despus relacionada al Uno, a sus co-rrelatos de goce, y las defensas que se producen frentea tal espolear de ese goce articulado al Uno. En tanto

    tal, la defensa es la respuesta subjetiva frente al aconte-cimiento que implic el encuentro con un goce flicosegn es pensado por Lacan en el Seminario 16, esdecir en tanto el falo es el significante fuera del siste-ma, y, para decirlo todo, el significante convencionalpara designar lo que del goce sexual est radicalmenteforcludo (Lacan, 1969a, 292). La relacin del ser ha-blante con esto fuera de sistema es la causa de lossntomas y genera la variedad de defensas que en suparticular combinatoria conforman los tipos clnicos.

    La obsesin y el deseo

    Es clsica la descripcin de los tropiezos que sufre elobsesivo con su deseo, para la cual Lacan hasta creuna ley de acercamiento a los fines de dar cuenta delprofundo desinters que caracteriza al sujeto cuandoalgo por l anhelado llega a ser alcanzado. Todo movi-miento en el obsesivo hacia el deseo, se choca con algoque es absolutamente tangible. Por qu? La respuestade Lacan es que lo que caracteriza el movimiento deldeseo del obsesivo es la destruccin del Otro. Y como lanaturaleza del deseo es necesitar el soporte del Otro, elobsesivo se confronta a esa brusca falta de sostn, quese manifiesta en una cada de la tensin libidinal.Esta particularidad, absolutamente observable, tienesus correlatos, que abordaremos a continuacin, a nivelde la fantasa y de la demanda.

    EL FANTASMA EN LA HISTERIA Y LA OBSESINLa neurosis como estatuto del deseo encuentra su sos-tn en el fantasma. La distincin entre ambas estructurassubjetivas a este nivel llega en la enseanza de Lacanhasta la formalizacin de dos modalidades de articula-cin del fantasma en la histeria y la obsesin. Lacanespecifica que la formula del fantasma obsesivo () seopone a la de la histrica (Lacan, 1961, 287).

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    As, el a esta en la histeria del lado del sujeto, mientrasque en la obsesin queda del lado del objeto de deseo,pluralizado.El Otro de la histeria esta del lado del objeto, lo cualimplica que la frmula pueda leerse como Deseo de() A(Lacan, 1961, 287). EsteA se propone como sinbarra, en posicin de amo. El Otro en la neurosis obse-siva permanece del lado del sujeto, barrado, ya queesta busca restituir el deseo a su primaca a costa deuna degradacin del Otro (Lacan, 1961, 282). Otro so-bre el que se proyecta la falta articulado a un objetosiempre metonmico, para el siempre intercambiable

    (Lacan, 1961, 282), objetos de deseo seriables.El , negativizado en la histeria, afectado por la sustitu-cin y del lado del sujeto, es decir la castracin imagina-rizada como propia, se encuentra positivizado en la lgi-ca del fantasma obsesivo, del lado del objeto, dandocuenta de la erotizacin de su mundo, y en especial desu mundo intelectual (Lacan, 1961, 289).En la formula del fantasma histrico el a oculta a la cas-tracin imaginaria, producindose como su metfora enrelacin con un Otro sin barrar, un amo sobre el quepueda reinar.

    El sujeto histrico se excluye como objeto, siendo suposicin ms bien el inters por el quien encarna el ob-jeto de goce del Otro.

    Mientras la accin del obsesivo toma las vas de la pos-tergacin y cuando intenta pasar al acto se confronta

    con la decepcin y la impotencia. Lo que es subsumidopor Lacan bajo el trmino de aphnisis.

    cuando [el obsesivo] se adentra en el camino de ()realizar su fantasma - ah es donde conviene emplearel trmino de aphnisis. (Lacan, 1961, 292).

    Esta revela la mecnica de la relacin del sujeto con eldeseo, que a medida que puede aproximarse a sus pre-tensiones tropieza con el amortiguamiento, la desespe-racin y hasta la extincin de sus deseos.Ahora bien, lo que ambas frmulas evidencian es el lu-gar central del Otro en la fantasmtica neurtica y obse-

    siva. El fantasma no se traduce simplemente con la re-lacin del sujeto con su objeto sino es a travs delpasaje por el campo del Otro. Por lo que Lacan afirmaque el fantasma, apoyo de mi deseo, est en su totali-dad del lado del Otro (Lacan, 1963, 36).

    LA NEUROSIS COMO UNA POSICINANTE EL OTROLas neurosis implican una respuesta fantasmtica res-pecto del deseo del Otro entendido como un elementoconstituyente de la estructura.

    Mientras el obsesivo se posiciona tratando de suturar elfadingdel sujeto la histrica se escabulle como objetode deseo. Entonces, dice Lacan, el deseo en cuantoposicin neurtica ante el Otro se constituye en el fan -tasma escindiendo sus dos trminos, sujeto y objeto.

    [el] deseo del Otro () difcil de comprender ()cuando no se tiene el hilo que permite establecer lafantasa como deseo del Otro. Se encuentran enton-ces sus dos trminos como hendidos: uno en el obse-sivo en la medida en que niega el deseo del Otro alformar su fantasma acentuando lo imposible del des-

    vanecimiento del sujeto, el otro en el histrico en lamedida en que el deseo slo se mantiene por la insatis-faccin que aporta all escabullndose como objeto.(Lacan, 1966b, 804).

    La mencionada escisin se realiza segn las reconocidasmodalidades, en la histeria, su tpica sustraccin y en laobsesin la rigidez que imprime su respuesta yoica.

    El sntoma histrico y lo traumticodel encuentro con la excitacin en el OtroOtro nivel que debemos sealar, claramente articuladoa la histeria, es la produccin de sntomas como res-puesta directa a la captacin del deseo propiamente

    sexual o del miembro viril en trminos de . Tal comoLacan lo ha descrito en el Seminario La Transferencia,lo destaca en la escena del abrazo del Sr. K a Dora y seevidencia en el Caso Katherina de los Estudios sobre lahisteria:

    Hay discordancia entre lo que tiene de absoluto lasubjetividad del Otro que da o no da amor y el hechode que para acceder a l como objeto de deseo, es

    necesario que se haga totalmente objeto. En esta des-viacin vertiginosa, nauseabunda para llamarla por sunombre, es donde se sita la dificultad del acceso alabordar el deseo sexual (Lacan, 1958, 393).

    Queda destacado el instante en el que, en la escena(amorosa o no) la histrica es requerida en posicin deobjeto, as como su repuesta sintomtica. Freud ya ha-ba destacado esto en el historial de Dora:

    Yo llamara histrica, sin vacilar, a toda persona,sea o no capaz de producir sntomas somticos, enquien una ocasin de excitacin sexual provoca pre-dominante o exclusivamente sentimientos de displa-cer. (Freud, 1905, 27).

    Parecera entonces que lo caracterstico de la histeriano se distingue por la inscripcin del sntoma en el cuer-

    po, sino por la posicin subjetiva ante el goce. Lacansita sin embargo las coordenadas de tal displacer enrelacin al Otro:

    Si el sujeto experimenta algo que se parece a un cu-rioso vrtigo, es porque el Otro como objeto de deseoes percibido como falo y, en cuanto tal, es percibidocomo falta en el lugar de su propio falo. (Lacan, 1958,393)

    Lo que Lacan pone de relevancia respecto de la afirma-

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    cin freudiana es que la excitacin sexual en cuestines la excitacin sexual del Otro. La identificacin con lafalta en la histeria excluye identificarse con el objeto degoce. Por lo que Lacan afirma que la histrica se iden-tifica con la falta tomada como objeto, no con la causa

    de la falta (Lacan, 1975)

    El desdoblamiento del obsesivoHay un par de figuras del Otro que son prevalentes en laneurosis obsesiva, el padre muerto y la dama idealiza-da, porque sus dos imgenes se sostienen con unaequivalencia notable, la primera marcada por la agresi-vidad fantasiosa y por la deuda eternizada e imposiblede saldar que la perpeta, la segunda por la pasin mor-tificante que la transforma en dolo.Pero el elemento que se revela como central lo encon -tramos en este prrafo de Funcin y campo de la pala-

    bra y el lenguaje...:

    El histrico cautiva ese objeto en una intriga refinaday su ego est en el tercero por cuyo intermedio el su-

    jeto goza de ese objeto en el cual se encarna su pre-gunta. El obsesivo arrastra en la jaula de su narcisis-mo los objetos en que su pregunta se repercute en lacoartada multiplicada de figuras mortales y, domesti-cando su alta voltereta, dirige su homenaje ambiguohacia el palco donde tiene eI mismo su lugar, el delamo que no puede verse (Lacan, 1966a, 292).

    La localizacin del sujeto en la neurosis obsesiva, tanresbaladiza, se revela en un desdoblamiento en el cualsu lugar es el mismo que el de ese Otro que escruta laescena, a quien dedica sus desvelos y que es el tasadorde sus hazaas.

    Por esto mismo ser asimilado a un actor, pero a uno talque desempea su papel como si estuviera muerto, locual se constata en el esfuerzo por mostrarse invulnera-ble, asumiendo una falsa dominacin en sus contactoscon los dems. Este juego se desarrolla delante de un

    Otro que asiste al espectculo, que es l mismo, aundesconociendo el lugar que ocupa. An as indica que eljuego est en otra parte, y por eso casi nada de lo queocurre tiene para l verdadera importancia. Esta posi-cin exterior y omnividente, que lo aleja de los otros y desu propio deseo, se constituye en su principal defensa.

    La cesin a la demanda del Otro en la obsesinEl obsesivo subsume su deseo a la demanda del Otro,por lo que su posicin tpica respecto del lugar del Otroes buscar all la autorizacin respecto de su acto.Pedir un permiso, es justamente tener como sujeto unarelacin privilegiada con la demanda y entraa ponerseen la mas extrema dependencia del Otro. Para que?Para restituirlo de la destruccin sufrida en su fantasa.

    Por ello en la fantasa del obsesivo se sostiene un Otroque siempre le dice no a su anhelo.

    LA HISTERIA COMO DISCURSOEn el marco del recorrido realizado, no podemos omitirhacer referencia al viraje terico que hace de la histeria,ya no un tipo clnico, sino un discurso en el marco de laproduccin lacaniana de los cuatro discursos.

    Mientras que el solipsismo del sujeto obsesivo lo alejadel Otro, la conexin ntima del sujeto histrico con eldeseo del Otro eleva su posicin subjetiva la categorade lazo social, el cual coincide con aquel al que es lleva-do el analizante en la cura.Al incluir a la histeria como uno de los cuatro discursos,Lacan hace surgir ciertas caractersticas propias de lamisma. La pregunta de la histrica se reformula sobre labase de la no relacin sexual.

    El sujeto histrico es el que tiene el mrito de mante-ner en la institucin discursiva la pregunta por lo queconstituye la relacin sexual, a saber cmo puedesostenerla o, por el contrario, no puede sostenerla(Lacan, 1969b, 98)

    La pregunta histrica, que haba sido hallada y expues-ta como qu soy? hombre o mujer? y cuales sonlas relaciones entre ambos?, ahora se reformula en tr-minos de discurso.

    La histeria se dirige al amo, tratando de sacar a luz cuales la relacin del S1 al goce cuando se trata de la rela-

    cin sexual.

    El sujeto histrico busca obtener del amo una produc-cin de saber:

    El histrico () es el inconciente en ejercicio, que poneal amo al pie del muro de producir un nuevo saber (La-can, 1973, 61).

    Su partenaire electivo ser quien pueda ocupar el lugardel amo a los fines de hacerle producir un saber referidoprecisamente a lo que no se puede saber de la relacinsexual, para que diga de qu goza. Mientras, ella pre-serva un objeto a de su lado mantenindolo como unafalta para el deseo del Otro:

    Pero si se trata de su discurso y este discurso es loque hace que haya un hombre animado del deseo desaber, qu es lo que se trata de saber? Qu valortiene esta misma persona que habla. Puesto que entanto objeto a ella es la cada, la cada del efecto dediscurso, siempre fracturado en algn sitio.Lo que importa a la histrica; es que el otro, el otroque se llama hombre, sepa en qu objeto preciosodeviene ella en este contexto de discurso. (Lacan,1969b, 35).

    Como sealamos anteriormente, el discurso histricotrasciende el tipo clnico. Lo que le permite Lacan situar-lo como el discurso que es llevado a adoptar el anali-zante en la cura:

    Lo que el analista instituye como experiencia analtica() es la histerizacin del discurso. Dicho de otra ma-nera, es la introduccin estructural, mediante condicio-nes artificiales, del discurso de la histrica [ lhystriqu]

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    (Lacan, 1969b, 46).El artificio analtico consiste entonces en la aprehensinpor parte del analizante de la modalidad discursiva his-trica, teniendo como ordenador al sntoma, por lo queLacan afirma que el discurso histrico se sita y ordena

    alrededor del sntoma. (Lacan, 1969b, 46).

    CONCLUSIONESHemos descripto entonces las siguientes variables quedefinen el diagnstico de neurosis histeria u obsesiva apartir de los textos de Lacan:- La neurosis como pregunta.- La neurosis como estatuto del deseo.- Las frmulas del fantasma en la histeria y la obsesin.- La neurosis como una posicin ante el Otro.El recorrido efectuado evidencia:

    Que las justificaciones diagnsticas (entendidas comolos elementos a partir de los cuales se arriba al diag-

    nstico) que se apartan de la delimitacin del sntomatienen su referencia en la enseanza de Lacan, y sevalidan desde dichas teorizaciones.Que en el anlisis de tales justificaciones hemos podi-do localizar sin embargo sus modos de conexin conel sntoma, a saber:

    El sntoma como lo que se pone en juego cuando lapregunta neurtica pierde su sostn fantasmtico.Declinacin del fantasma a favor del sntoma que essituada luego en el grafo del deseo por el camino

    que lleva de ( ) hacia s(A).El sntoma como lo que encarna esa pregunta en la queconsiste la neurosis, encarnando incluso al sujeto.Los sntomas histricos en cuanto sostienen un no

    a todo lo que aparezca en trminos flicos cuando elfalo se degrada al campo de los objetos.

    El sntoma como respuesta directa a la captacin deldeseo propiamente sexual o del miembro viril entrminos de. Como repuesta, entonces, en el mar-co de una la escena, amorosa o no, cuando la hist-rica es requerida en posicin de objeto.

    Que el sntoma opera como ordenador del discurso

    histrico.Que, en tanto el dispositivo analtico introduce en elsntoma la dimensin del Otro, toda nocin del mismoest determinada por alguno de los sesgos que impli-ca dicha relacin al Otro.

    Es posible entonces suponer que tales justificacionesdiagnsticas no carecen de relacin con el sntoma,pero es necesario definir qu concepcin de sntomasubtiende toda esta variedad, hacindose evidente quela nocin de sntoma ha sido empleada con diversossentidos.

    Lo que se presenta al comienzo de los tratamientos eslo que conjuga el malestar, la desdicha y el dolor queperturba el devenir homeosttico del ser hablante. Estepunto que podemos nombrar como el padecimiento del

    paciente, tambin puede ser sntoma, si entendemosque el sentido del sntoma es lo real, lo real en tanto sepone en cruz para impedir que las cosas anden, queanden en el sentido de dar cuenta de si mismas de ma-

    nera satisfactoria, satisfactoria al menos para el amo

    (Lacan, 1974, 84).En este sentido, el sntoma al comienzo del tratamientoes impedimento y puede declinarse de muchas mane-

    ras segn hemos apreciado en nuestro recorrido. Perono seria suficiente decir que el sntoma es lo que impideque las cosas anden, ya que esta definicin podra deri-var en mltiples justificaciones arrebatadas. Aquelladefinicin requiere un complemento para que el sntomanos sea abordable y tal complemento consiste en consi-

    derarlo como expresin de un saber inconciente queconcierne y divide al sujeto que lo padece (Lombardi,2003, 4) lo que indica que dicho impedimento le perte-nece y repercute de un modo particular que es provo-cando su divisin o mejor dicho haciendo emerger lascondiciones para que ese malestar se torne manifesta-cin de un saber aun no sabido.

    Cuando lo que impide que las cosas anden se conjugacon un efecto sujeto y una correlativa direccin al Otro,se configuran lo que llamaremos las precondiciones deldiagnstico, base de un diagnstico presuntivo en lascuras psicoanalticas. Lo cual no implica ni abarca otrasconcepciones que dan cuenta del sntoma.

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    Fecha de recepcin: 25 de marzo de 2008

    Fecha de aceptacin: 21 de agosto de 2008