VI JORNADAS DE HISTORIA MILITAR · 2015. 7. 29. · ductorio en las VI Jornadas de Historia Militar...

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CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LADEFENSA NACIONAL ° :j L MONOGRAFÍAS del 47 CESEDEN VI JORNADAS DE HISTORIA MILITAR OPERACIONES ANFIBIAS DEGALLÍPOLI A LAS MALVINAS MINISTERIO DE DEFENSA

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CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL

°

:jL MONOGRAFÍASdel 47

CESEDENVI JORNADAS DE HISTORIA MILITAR

OPERACIONES ANFIBIASDE GALLÍPOLI A LAS MALVINAS

MINISTERIO DE DEFENSA

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CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSANACIONAL

::MONOGRAFÍAS

delCESEDEN

1

47

VI JORNADAS DE HISTORIA MILITAR

OPERACIONES ANFIBIASDE GALLÍPOLI A LAS MALVINAS

Junio, 2001

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FICHA CATALOGRÁFICA DEL CENTRO DEPUBLICACIONES

Jornadas de Historia Militar (6a. 2000, Madrid)Operaciones anfibias de Gallípoli a las Malvinas / VIJornadas de Historia Militar.— [Madrid] : Ministerio deDefensa, Secretaría General Técnica, 2001.— 136 p.24 cm. — (Monografías del CESEDEN: 47) Precede al tít.:Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional.NIPO: 076-01-127-4. — D.L. M. 43121-2001ISBN: 84-7823-858-11. Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional(España). II. España. Ministerio de Defensa. SecretaríaGeneral Técnica, ed. III. Título IV. Serie

Operaciones anfibias / Historia naval

EN....

Edita:

MINISTERIO SECRETARIA

TÉCNICA

NIPO: 076-01-127-4ISBN: 84-7823-858-1Depósito Legal: M-43121-2001Imprime: Imprenta Ministerio de Defensa

Tirada: 1.250 ejemplaresFecha de edición: septiembre 2001

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SUMARIO

Página

PRESENTACIÓN . 9

INTRODUCCIÓN13Por Juan Pérez de Tudela y Bueso

Primera conferencia

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. LAS OPERACIONES ESPAÑOLASDE DESEMBARCO (SIGLOS XVI-XVIII)27

Por Hugo O’Donnell

Segunda conferencia

DARDANELOS. LA CAMPAÑA DE GALLÍPOLI49Por Rafael Alvarez-Maldonado y Muela

Tercera conferencia

EL DESEMBARCO DE ALHUCEMAS69Por José Sánchez Méndez

Cuarta conferencia

GRANDES DESEMBARCOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 101Por Ulises J. Soto

ÍNDICE133

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PRESENTACIÓN

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PRESENTACIÓN

La Comisión Española de Historia Militar (CEHISMI) presenta, a modo deactas, la versión escrita de las VI Jornadas de Historia Militar. Jornadasque, como ya es tradicional, se celebraron el pasado otoño en el paraninfo del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN).

En esta ocasión el ciclo de conferencias se dedicó a las operaciones anfibias. Pretendió así la Comisión conmemorar aunque fuera modestámente,el LXXV aniversario de Alhucemas. Importante desembarco por muchosconceptos: históricamente significó el verdadero final de las campañas deMarruecos y, desde un punto de vista militar supuso una notabilísima aportación al desarrollo de las operaciones anfibias.

Ahora sólo queremos dejar constancia de nuestro agradecimiento a losseñores conferenciantes por sus brillantes y altruistas colaboraciónes:— Don Juan Pérez de Tudela y Bueso, dignísimo representante de la Real

Academia de la Historia en nuestra Comisión, que acéptó inaugurar lasJornadas con una intelectual y profunda reflexión en torno a la justadefensa de la patria.

— Don Hugo O’Donnell, duque de Estrada por su notable síntesis de losantecedentes históricos.

— Vicealmirante don Rafael Álvarez-MaldQnado y Muela que analizó rigurosamente el fracaso de Gallípoli.

— General de división del Ejército del Aire don José Sánchez Méndez porsu interesante y documentado trabajo sobre Alhucemas.

— Finalmente al teniente coronel don Ulises J Soto, agregado militaradjunto a la Embajada de Estados Unidos, que expuso la génesis de ladoctrina anfibia y su aplicación por el Ejército americano en Europa.

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INTRODUCCIÓN

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INTRODUCCIÓN

Por JUAN PÉREZ DE TUDELA Y BUESOProfesor de la Real Academia de Historia.

Al encargo de que participase yo con algunas palabras de sentido introductorio en las VI Jornadas de Historia Militar no podía responder por miparte con una negativa. De un lado, porque el honor que se me ha otorgado he de entenderlo como algo debido no tanto a personales méritos,cuanto a una deferencia para con la Academia que aquí represento, quees la Real de la Historia. Y además, y sobre todo, porque en la clausuradel curso precedente, las ideas y consideraciones de núestro presidente,el almirante don José Antonio Balbás, constituyeron para mí, desde quelas escuché, un objeto serio de reflexión y un motivo para desear que sumensaje recibiera el tributo de adhesión que merecen. Porque con claridad —y con elegante sencillez, permítaseme precisar— señalaron esaesencial senda de futuro que es la de la colaboración dialogal entre losestudiosos, incluidos los humanistas, y las fuerzas encargadas de laDefensa Nacional. De manera que, habiendo sido una voluntad de esaespecie la que me trajo a laborar aquí en esa línea, siquiera sea coyuntura/mente, no he querido dejar pasar la oportunidad de apoyarme en esasinvitaciones de nuestro presidente, para proponer ante ustedes algunasobservaciones que, con toda su carga de obviedades, quisieran alcanzar,los dos objetivos que vienen a ser las verdaderas claves de mi designio:dar testimonio de la hondura de mi agradecimiento a la acogida y delnoble trato amistoso .que me han dispensado mis nuevos colegas, aIpunto de hacerme olvidar a su lado el cúmulo de años que gravita sobre

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mi existencia; y junto con eso, el que en las declaraciones que van aseguir, y que ofrezco como enteramente opinables, se transparente laabsoluta libertad que he tenido, así en cuanto a elegirla materia de mi discurso, como respecto de sus contenidos, y aún de sus puntos y comas.

Y no es que e/tema genérico elegido para este curso —el desembarcobélico, con sus invitaciones a asomarse al correlativo balcón del embarque— me parezca escaso campo para el remontar de los vuelos interpretativos, desde la ilustre y sonada acometida de los aqueos sobre Troya, olas aventuras de Orestes y Pílades en Táuride, hasta «el día más largo»que, ya en nuestros tiempos, amaneció en las playas de Normandía,pasando, para no salir de estos mares, por la jornada que siglos antesvivieron los normandos al cruzarlos rumbo a Inglaterra, como quedó efigiado en los tapices de Bayeux. Ni español alguno puede olvidarse, entrado en tales lecciones, cómo al solar hispano llegaron o de él partieronalgunas de las expediciones navales de transcendencia mayor para laHistoria, y que son evocables mediante un solo nombre propio: el de losEscípión, o el de Tarik, o el de tantos otros como son asociables a los descubrimientos y conquistas del «Nuevo Cielo e Mundo» que dijo Colón, olos «mundos novos do mundo» que dicen los lusitanos.

Todavía más: no le es necesario al desembarco, para que nos prenda ensu dramático interés, esas dimensiones mayores de proyección. Es undrama de índole superlativa por la concentración de tensiones que supone en el espacio y en e/tiempo; por el precio en destino que ahí se juegaa una sola baza; y moviéndose entre dos albures tan experimentados y tanterribles para los humanos como son los de la guerra yios del mar El mar,«la menos tranquilizadora».., entre las realidades elementales con lascuales ha de habérselas el hombre», como advierte Hans Blumenberg,el incansable indagador sobre las raíces y tradiciones de la expresiónmetafórica.

Ante ese solicitante vocerío que nos viene de las riberas de la experiencia,yo he preferido, sin embargo, que mi singladura sea puramente especulativa y enrumbada hacia la ínsula que bautizaré como la ínsula de la «JustaDefensa de la Patria». Aunque poniendo por delante que esta suerte deexpansión de ánimo —de un amigo agradecido para con sus compañeros— no pretende tener el menor sentido de lección para los que meescuchan, en cuanto que ni encierra novedades en la esfera informativa,ni tampoco en la doctrinal. No pasa de ser una glosa meditativa sobre elpanorama visible que afecta al compromiso que se llama Defensa; y en la

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que no voy a ocultar la dependencia devota en que está de las orientaciones propias del humanismo clásico español. Me ha incitado a ello elpensar que los días que estamos viviendo, ofrecen con rotundidad meridiana el carácter de una cortadura o línea de transición histórica decisivaentre lo que ha sido y lo que promete ser la relación entre las FuerzasArmadas y el horizonte mundial de la lucha por la justicia y la paz: el pasode la inhumanidad de la guerra, a la acción armada de causa humanitaria.Justamente cuando termina el milenio. Y cuando acaba de sonar/a voz delPapa —la voz más antigua en esta demanda— para predicar solemnemente de aquellas fuerzas, que son los centinelas de la paz. Cuando, enfin, la supresión del servicio militar obligatorio en España, nos pone en laobligación, a quienes recibimos consideración de intelectuales, de haceradvertencia intelectual sobre la importancia de tal hecho. ¿Sería justo,ante ese cúmulo de rasgos, dejar pasar esta coyuntura como una de tantas en la historia militar?

Vaya también en vanguardia que hubiera desistido de seguir esta sendadiscursiva, si no fuera porque en el panorama aludido, con todas las sombras que presenta, no faltan motivos para mirar al futuro con enterezaoptimista. Al decir esto, pienso en primer lugar en el hecho de que entreun gran número de españoles —la mayoría de ellos, a lo que creo— siguevivo el concepto o la intuición de que en la tríada Patria, Justicia y Defensase da una ligadura dialéctica sustancial; porque cada una de esas entidades, o instancias espirituales, apoya a las otras dos en sus razones denecesidad.

Pero hablando aún más generalmente, me atrevo a pensar que la curvametafórica que podríamos llamar de «vigencia de los va/ores morales» decorte tradicional, que a tan bajas ordenadas ha llegado a descender, encaída larga y con apariencia de irremediable, presenta ahora un anunciode recuperación. Se trata por supuesto de la simple apreciación personalde un viejo profesor universitario curtido en la necesidad de practicar talesapreciaciones, aunque sin la menor pretensión de que tengan validez dentro de un canónico sistema de tomas de decisión. Son un instrumento deorientación personal, que creo Iegftima y aún obligada para desenvolver-se en nuestro mundo complejo y cambiante, sin el requisito de llevar a laespalda un vagón de volúmenes de estadística al día. En todo caso, lo quepropongo es — cómo no — a tftulo de opinable y rebatible por/a autoridadestadística o por quien quiera que otra cosa sienta. Lo que propongo esesto: que si tomamos como referencia cuatro de esos valores: familia,patria, espíritu de justicia y lealtad a los compromisos contraídos, poco

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habrá que discutir acerca del papel esencial que el primero —es decir, lafamilia— ha venido a representar en la contención del proceso disolutoriodel tejido social. Y en cuanto a los otros tres, alguna peseta apostaría afavor de que su defensa pública hallará hoy más aplausos y menos escarnios que los que cosechó en el ayer o anteayer próximos. Algo que noconviene ignorar con vistas a/futuro.

Más directamente relacionadas con nuestra materia, otras tres tendenciasinnovadoras han hecho irrupción —nadie lo ignora— en el horizonte conceptual de la Defensa, para abrir en él perspectivas del mayor interés paralas instancias del humanismo. Me refiero a la precisión de/impacto de lasarmas de largo alcance (con cuanto quepa todavía de discusión sobre laoportunidad de dispararlas); a las integraciones supranacionales de lapolftica de defensa; a la misión pacificadora de los ejércitos desde uncometido que se define determinadamente como humanitario. Apenashace falta decir que ese último supuesto —unido como está en su instrumentaión a los dos anteriores— supone un giro esencial en la historia dela guerra y de los ejércitos. Nada menos que lo que va —insistiré— de lainhumanidad de la guerra, a la justicia humanitaria de la guerra. Unamemoria, siquiera sea en mirada de extremada síntesis, a las claves de esainflexión histórica, no será inconveniente para mejor valorar su significado.

En nuestros días y por razones tan poderosas como las eficacias explosivasque culminaron en las bombas nucleares, el dicterio de inhumanidad contra laguerra se ha hecho radicar principalmente en la inhumanidad destructiva delas armas. Pero sería más justo dictaminar que ése ha sido el término de unavance donde han ido parejos la eficacia para hacer daño y el hundimiento de los principios de responsabilidad moral desvanecidos ante unas«causas» bélicas que fueron elevadas a bien absoluto. El historiador sabebien, o debiera saber hasta qué punto el propósito destructivo y la crueldad inmisericorde no necesitan de grandes artificios para ser ejemplarmente inhumanos. Y dequé manera una cultura como la occidental, conbase en un postulado altruista y compasivo hubo de avanzar con empeñoso trabajo para hacer compatibles ante las conciencias, la fuerza cortadora de la espada con los preceptos evangélicos. Un empeño que podemos considerar llevado a formulación institucional mediante la figura de la«Caballería» como orden universal, y culminado en los tiempos de CarlosVy de Erasmo de Rotterdam, es decir, en la generación de los abuelos denuestro don Quijote. Cuyas aventuras y desventuras constituyen la másseria invitación a meditar sobre lo que significó un día el «honor de lasarmas», entendido como un timbre de ejemplaridad moral que socialmen

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te implicaba de modo indisoluble la conducta del caballero, con la condición de sus armas y la forma y finalidad de su manejo.

Mantener el equilibrio «caballeresco» entre la crudeza y la piedad se evidenció una aspiración nada fácil de lograr en las realidades bélicas. Racionalidad instrumental del combate —para acabar con la fuetza del enemigo — y racionalidad transcendental y compasiva se compaginandifícilmente ya en las interioridades del hombre de guerra, en el que creanuna tensión más de una vez conducente a soluciones o tipos de conductaharto distintos: Vasco Núñez de Balboa, digamos por ejemplo notorio, tuvopoco que ver con la figura dibujada por Pedrarias Dávila. No es por otraparte esa tensión la única presente en la actividad preceptiva del mílite o«defensor». En verdad y como magistralmente lo razonó nuestro «Sabio»rey Alfonso, la máxima virtud que se requiere del militar de rango —elcaballero, y sobre todos, el «cabdillo» — es el poseer y ejercitar el «seso»,esto es, una forma plural de prudencias engarzadas, consistente a la postre en saber encontrar el punto o el momento de equilibrio entre solicitaciones de índole adversativa: hablar o guardar silencio, premiar o castigarser osado o extremar cautelas... Pero, en medio del «fecho de la guerra»,que es de suyo «todo lleno de peligros et de desaventuras» conducidaspor las armas, es dónde más constreñido se ve el «seso» de un cristiano adarse respuesta sobre los límites de su «crueza» frente al enemigo.

Bien se conoce en qué medida los explosivos vinieron a agravar el problema cerca del espíritu caballeresco, hasta hacer que nuestro ingeniosohidalgo don Quijote profiriese aquel iracundo apóstrofe; «Bien hayanaquellos benditos que carecieron de la espantable furia de aquestosendemoniados instrumentos de la artillería», etc. Muy cierto es que alinsigne lisiado de Lepanto, un artillero —como es mi caso— pudieraredargüirle con las conclusiones analfticas de un Fernand Braudel, segúnlas cuales aquella memorable victoria de los cristianos se fundamentó nosólo en temples personales, sino en la superioridad técnica de los cristianos, incluida la de la artillería. Queda en pie sin embargo, la validez abstracta de aquel alegato en justicia contra la injusticia de que una baja,sorda y ciega a los méritos y deméritos humanos, pudiera arrasarlos porigual. Era además un alegato «pro fecial». Técnica de guerra y aspiracioneshumanistas se distanciarían irremediablemente en la medida en que la dialéctica de/poder polftico y económico se emanciparía progresivamente dela dialéctica espiritual; de los problemas de las finalidades últimas del vivirhumano. El milite fue el primero en pagarlo antes que nadie. Al cabo lopagó todo el mundo.

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Nadie con medianas lecturas ignora cómo fue este siglo que ahora termina el que llevó a sus cotas máximas esta dicotomía moral, a través sobretodo de la Primera y Segunda Guerras Mundiales por antonomasia; demodo que sobran las glosas sobre ambas hecatombes. Me permitiré sinembargo advertir puesto que versamos sobre reacciones de conciencia,cómo para los que abrimos los ojos al mundo cuando estaban todavía palpitantes los efectos del primer conflicto, no es la de esos efectos unacuestión de teorías opinables, sino de un fenómeno avasallador en sugeneralidad, y que el cine y la literatura mantuvieron en vibrante actualidad ¿Quién no leyó y releyó Sin novedad en el frente y Cuatro deInfantería? ¿Quién no se conmovió ante el cúmulo de mutilaciones físicasy morales y la invocación de los gases asfixiantes? Hizo falta toda la torpeza política que con figuró la paz, y toda la ceguera irracional que crecióalimentada por aquella torpeza, para que se encendiese la siguientehoguera en un clima de enfrentamiento civil generalizado, al que habíapuesto el más eficaz combustible la doble promesa de aupar a la cúspidea los «parias de la tierra» y de acabar para siempre con las guerras y losejércitos (menos el de los parias, por supuesto, con nombre de Ejércitosoviético). Sobra toda consideración sobre aquel segundo acto, salvo elsubrayar, la repugnancia irremediable que en las gentes tenía que suscitaruna «guerra total» cuyas primeras y más numerosas víctimas eran los nocombatientes. Y cuyo final apocalíptico de trueno nuclear tenía que sonaren todos los oídos a advertencia terrible sobré la subordinada condiciónque en el futuro tendrían las «armas convencionales».

Es cierto que a favor del equilibrio del «terror atómico» cabe argumentarsu decisiva contribución a más de medio siglo de paz en una consideración de destino planetario. Lo cual le confiere imponderable importancia.pacificadora. Pero no ha podidó contrarrestar sobre las conciencias laaversión al conflicto bélico en términos generalísimos. La «guerrera total»como concepto y como práctica entraña su propio sistematismo lógico,con los peligros que ya vio un Clausewitz en el desbordamiento con quistador que fue la remontada napoleónica. Un sistematismo dentro del cualel vértice atómico señala una jerarquía inapelable y que proyecta su efecto causal sobre todo el sistema como sistema de decisiones. Para el queno posee armas atómicas el destino que encara la muerte —propia o delos suyos— con signo de subordinación, a la vez de conocimiento yde disposición, no puede ser sino un triste destino. Se comprende, que losbeneficiarios de la hegemonía que define el sistema, se hayan negado dehecho a acabar con él, acudiendo al único modo de sustitución digna que

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es el de! acuerdo mundial para sostener fuerzas de armamentos «convencionales» con las limitaciones que fueron propias, desde hace siglos, de la«guerra justa», así en cuanto a los fines como a los instrumentos. Ha faltado la voluntad de abdicar de la hegemonía atómica y aún de reconocer lainhumanidad indefendible, infamante, de ciertas armas; como el caso delas minas antipersonales, las químicas y las bioquímicas ha puesto bochornosamente de manifiesto. Y no ha bastado que se quiera poner toda esacarga de inercia injusticia, bajo el amparo de la bandera de las libertades yla democracia. Es inexorable la ley moral que niega a los medios el derecho a contrariar las finalidades que dicen servir

A venturado me parece hacer una evaluación jerarquizada de las causas ymotivaciones que han acabado por dar fin al servicio militar obligatorio.Porque el cambio de los tiempos las ha procurado de todo orden, comonadie ignora. Pero que la objeción de conciencia haya sido la brecha másimportante para la expugnación de ese servicio, es afirmación de baseestadística. Y que esa objeción se haya amparado en los caracteres y criterios de la guerra total, con divisa atómica al fondo, no es cosa quepueda ignorar un viejo profesor cursado en medio siglo de ofr a alumnosuniversitarios las razones de una objeción que creció a ritmo acelerado.

Con todo, ná ha tenidó éxito en doblegar a! raciocinio la consigna clásicadel irenismo, de acabar con la guerra acabando con las Fuerzas Armadas.Ha tenido razón Bouthoul cuando ha señalado la inanidad intelectual delirenismo, y la exigencia dé que la polemología sea capaz de construir un«pacifismo funcional». Esta vez el pacifismo de pancarta lo ha hecho bajola etiqueta de «contra la violencia venga de donde viniere». A nadie se leescapa que en realidad se trata de que sólo quede en pie la violencia queyo maneje. Por el contrario, la endemia de los hechos violentos de todadimensión —conflictos regionales a la cabeza— los alcances enormes quellegan a tener las organizaciones formadas por y para el crimen, la potencia destructiva o de acción patológica que está a la mano de grupos o gropúsculos minoritarios, ha ido afirmando, con lógica estrictamente funcional, la necesidad de que las Fuerzas Armadas a! servicio del bien y de laley común, no sólo sostengan, sino aumenten y perfeccionen su capacidad para defender a la justicia, que es fuente indispensable de la ley. Salvoque habrán de hacerlo según el consejo que suele dar la inteligencia histórica; a tiempos nuevos, adaptaciones inteligentes con las innovacionesque sean precisas. Ya están levantándose ante nuestra mirada: ejércitosnacionales —con su propio mando y tradiciones— en acción coordinadainternacional; causa pacificadora y humanitaria; uso de las armas estricta

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mente subordinado al respeto de la población civil. Y de manera —mepermito añadir— que se lleve al límite el cumplimiento de este último principio, sin declinar hacia argumentos tan poco honorables como es de quela vida «de uno de los nuestros» sea algo más sagrado que la de milniños, porque «nuestra bandera» se proclame ser la de un privilegiadomesianismo.

A nuestra vista, pues, y como prometedor, buena parte de lo que se haescenificado en los Balcanes. Con tanta honra para las tropas españolas.Dicho sea, por cierto, no para halagar a este auditorio, sino porque conviene exactamente con nuestro tema, el hacer justicia a una cultura espiritual como la de España, la patria de Vitoria, de Soto, de Báñez, de LasCasas, de Suárez; es decir, el suelo natal del Derecho de Gentes propiode la Edad Moderna. Con cuyo recuerdo se entenderá mejore! sentido demis palabras en la materia en que a continuación entramos y que es relativa a la funcionalidad del «honor de los ejércitos».

Porque ha sido ese un honor que cada vez fue menos dependencia exclusiva de un comportamiento en combate, cuanto del significado de loshombres de armas en el seno de una sociedad y de su relación dialo galcon ella. Fue ese un principio que ya la Ilustración hubo de constituir ennorma operativa. Los saberes y las técnicas estaban donde estaban y noen otra parte. Conferían además una dignidad objetiva. Y su repercusiónera inmediata en el plano militar en la «moral» colectiva y en el prestigio«nacional». Se explica que fuera cobrando cuerpo en Europa la sentencia de que entre un pueblo y su ejército existía una interdependencia tal,en el plano moral, que la valía del uno venía a significar la del otro. Pormás que la realidad no siempre confirmaría el aserto a la hora de jugarsela vida.

Ahora bien; la naturaleza de esa relación pueblo-ejército, pendiente comoestuvo desde el comienzo de la Edad Contemporánea, en toda Europa, devicisitudes bélicas y políticas estrechamente enlazadas, al mismo tiempoque de transformaciones culturales y sociales, no habría de escapar ni açonflictos hondos ni a cambios de orientación no siempre unívocos en suscausas. En Francia —a la cabeza de los ejemplos— la solución de un «pueblo» que vive conducido por un césar por y para la gloria de su ejército,tuvo su quiebra más notoria y su lección más costosa en la catástrofe delimperio napoleónico. De modo que fue allí donde se vivió primero el cambio de rumbo que hizo del ejército el mudo y desplazado servidor de unpaís conducido civilmente hacia el aprovechamiento burgués. Y allí nació

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la reacción romántica que por la pluma del conde Alfredo de Vigny nosdejó en su Servitude et grandeur militaire una de las más influyentes versiones sobre lo que significaba el «honor» militar. No es que el conde seinventara, por supuesto, algo desconocido, ni siquiera al precisar algunosde sus caracteres, provenientes del Mundo Antiguo, como él mismo reconoca Pero sí llegó a constituir ese honor en especie de fuerza milagrosaen su autonomía respecto de lazos transcendentes, para engendrar, librede trabas, y con un cierto endiosamiento narcisista, hechos fascinantes ensu belleza y nobleza. «L’ honneur», literalmente convertido en «un Dieu».Dicho de otra manera; contribuyó a que el «culto al honor» de cuño laicoy prestancia nobílico-militar (valentía, generosidad, sinceridad y lealtadcomo bases) extendiera su prestigio en todas partes, incluido un país deapego religioso como España.

Salvo que, por otra parte, el acontecer del xix y del xx, aún conservandopara el «beau geste» militar —permftaseme decirlo así— su sello estéticodistintivo, no vino a significar un distanciamiento obligado respecto de losvalores de la sociedad; antes bien, una serie de causas concatenadas dieron fuerza a la concepción del servicio militar obligatorio —al menos teóricamente tal— como una exigencia a la vez de los intereses nacionales yde la mejor preparación del ciudadano en planos diversos, desde el físico,hasta el de la introducción en la cultura —alfabetización en primer término — y el aprendizaje de oficios y desempeños técnicos, pasando por la«formación» en el espíritu patriótico. O, dicho en otros términos, a postular ese servicio como una escuela de ciudadanía en varias vertientes. Y laprimera de ellas —como hoy puede verse mejor, ya con alguna distancia—, la de inculcar ese espíritu de reverencia hacia lo honorable que sepide en la conducta del que va a «servir al rey» — o dígase a la patria — quees corno el arco toral que sustenta el entero edificio moral significado porlas Ordenanzas de Carlos III, y que explica al mismo tiempo la secularvigencia que ellas han tenido tanto en España como en los países denuestra lengua. En suma, eso que hoy despedimos es algo que, de hecho,representó un factor de primer orden en dar sentido de contInuidad civilizada al cambio bisecular de nuestra sociedad, en el tránsito de su basedemográfica desde el orden rural al urbano e industrial.

Todo está dicho, por otra parte, sobre la espiral en que se movió la escalada hacia la guerra, a la vez mundial y total, en la centuria que ahoraacaba. Pero no estará de más, acaso, a los ciudadanos de las potenciasque se mantuvieron neutrales, recordar la razón del papel que les tocójugar en el drama, obligadas como estuvieron, ante el despliegue de las

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ambiciones en pugna —imperialismos viejos y nuevos, neocolonialismosrampantes— a hacer frente asía repartos de responsabilidades e influencias, como a las llamas de las dos grandes hogueras de 1918 y 1939: unpapel que consistió en suplir su menor tal/a en recursos, con las demostraciones y la efectividad de su capacidad para moviizarse defensivamente con presteza. Por lo que hace al segundo de esos incendios, mis personales experiencias de movilizado —nada cortas—’ no me permitendudar la realidad de tal conexión de causas. El neutralismo tenía quepagar sus precios mediante el mantener las armas sobre el hombro, y conesta condición que me importa destacar de mis recuerdos, es a saber queese argumento no escapaba a la inteligencia de nadie, aunque fuese lainteligencia del más iletrado recluta. Luego, y bajo perspectivas que fueron cambiando progresivamente, aquel/os argumentos agotaron su eficacia. No es ese un final que pueda decirse inédito en la historia de las institucio,ies. Su ley inexorable es la de cambiar con los tiempos. Pero invita detodas maneras a pensar en el vacío que parece va a dejar la despedida institucional que hoy vivimos. Esa es la cuestión importante.

De cara precisamente al futuro hay otro elemento en la función del ejército, del pasado y de/presente en sentido a la vez ejemplarizante y de conexión social; y que entre otras también citables, me parece especialmentedigna de destacar en la vía que traemos. Me refiero a la significada por lasexigencias y facultades estudiosas así como por la competencias orgánicas del Estado Mayor. Ni qué decir tiene que nada está más lejos del navegar de mi barquichuelo que descubrir a ustedes semejante Mediterráneo.Pero no quiero privarme de la satisfacción de marcar el paso con el sentido común, al señalar a ese hito cardinal de referencia para la orientaciónde la Defensa. Y que lo es por consabidas razones: una cabeza orgánicacon obligaciones consultivas; un modo de tomar en cuenta estudiosa yreflexiva, todas y cada una de las ventanas que se asoman a los problemas de conservar el primero de los bienes comunes, esto es, la integridadnacional; un núcleo de prudencias que si resultó ser ayer un indispensable elemento coordinador para la formación de criterios, lo es hoy todavíamás que ayer en la medida en que nuestro mundo padece con mayor gravedad el desequilibrio entre el abrumador avance de los conocimientosanalfticos —especializados, particularistas en su visión e intereses— y lainterpretación de sentido integrador de los datos para un proceder conaltura con miras; es decir, con miras de justicia y de dignidad para el diálogo ecumenista, éticamente responsable, entre las naciones

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Que en el ejército haya crecido el número de los titulados universitarios, yque los titulados y profesores universitarios colaboren con el ejército noes por supuesto una tendencia que desvirtúe el valor de conjunción al queme he referido. Por el contrario, debe redundar en su mayor eficacia yalcance sobre la diversidad de las materias y campos a que puede afectar el compromiso de la Defensa en su sentido lato. Me atrevo inc/uso apensar que respecto de la preparación de los efectivos de una reservamovilizable, es decir, respecto de suplir en la función formativa el vacíoque pueda significar la supresión del servicio militar obligatorio, pudieraresultar positivo el alistamiento voluntario en unidades de instrucción designo educativo, de periodo breve y con un programa de actividades dotado de apertura suficientemente sugestiva en condiciones y en premios.He ahí un ejemplo, harto apremiante, según me parece, de la virtualidadque cabe esperar de un rectorado polemológico asistido de las diversosentendimientos y prudencias experimentadas que pueden brindar elcampo cultural y e/técnico para colaborar en que el espfritu de defensade la patria se transmita con sólido fundamento y alcance vertebrador, porencima de las creciente& complejidades de la sociedad.

Nuestra Patria misma, España, y la circunstancia que nos ofrece hoy comoobjeto de preocupación ante la conciencia, debiera ser en lógica medianamente rigurosa, la materia con que terminasen mis palabras. En modoalguno voy hacerlo asL Mis veteranos ribetes de lógica clausewitziana seimponen a cualquier veleidad pasional que yo pudiera sentir La Defensadebe seguir siendo un compromiso propio, en primer término, del rectorado político de la nación. De modo que estando como están, mis apreciaciones sobre la tesitura defensiva de nuestra Patria, ligadas a mis personales ideas politológicas, no será desde luego en este foro donde mepermitiré explanar/as. A ello me he atenido desde que estoy entre ustedesya ello me sujeto. Y con mayor seriedad lo siento as cuanto que mi adhesión al constitucionalismo democrático data de años ya muy lejanos.Tantos como mi convencimiento de que el pensamiento político está obligado a no dormirse delante del acontecer que tiende a retarle desde elavance de los tiempos. Aquí en Europa y no menos en América, por ejemplo hoy tan incitante.

No renunciaré en cambio, en los momentos de cerrar mis agradecimientos, a confesar que el último fondo de ellos reposa no sólo en el sentimiento de satisfacción intelectual que me ha procurado la colaboracióncon ustedes. Es sobre todo porque he tenido comprobación en cadamomento, de que nos ha unido ese eslabón esencial e irrompible que es

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el amor a España, anterior y superior a toda sujeción a los consejos de lainteligencia acomodaticia. Porque he sentido que nos une la asunción deEspaña como un vínculo que está por encima de la vida presente y noshace hermanos de los millones de seres que vivieron y murieron con lamisma causa dando alas a su espíritu.

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PRIMERA CONFERENCIA

ANTECEDENTES HISTÓRICOS.LAS OPERACIONES ESPAÑOLAS

DE DESEMBARCO (SIGLOS XVI-XVIII)

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ANTECEDENTES HISTÓRICOS.LAS OPERACIONES ESPAÑOLAS

DE DESEMBARCO (SIGLOS XVI-XVIII)

Por HUGO O’DONNELLDuque de Estrada.

Introducción

Acabamos de escuchar la magistral exposición del profesor don JuanPérez de Tudela, vocal de la Comisión organizadora, que durante unosminutos y de alguna manera nos ha permitido salir del encasillamientotécnico habitual de un vocablo y de una idea para navegar por el sugestivo mundo de sus acepciones más profundas y poéticas, y por esedesembarco intelectual en las más prometedoras playas.

Me corresponde a mí, por deferente encargo de mis compañeros de ¡aCEHISMI, el hablar algo de los antecedentes históricos de lo que va aconstituir en conferencias sucesivas el meollo de estas Jornadas: el estudio de las operaciones de desembarco contemporáneas: de Gallípoli a lasMalvinas.

Por razones de tiempo y también de humanidad para con el sufrido auditorio lo restringiré en el tiempo y en el espacio político, reduciéndolo alperiodo entre los siglos xvi y xviii y al ámbito español.

No deja de ser cierto que lo que hoy día conocemos como doctrina anfibia no es publicado y difundido en forma de manuales didácticos hasta

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época recientísima, pero también lo es que, en lo fundamental, estosmanuales han desarrollado unos principios, simples pero imprescindiblespara el buen fin de este tipo de operaciones que se conocían desde siempre y que repetidas veces se han visto reflejados en las instrucciones ydirectivas de los cabos militares responsables de todas las épocas; adaptadas, eso sí, a los nuevos tiempos, táctidas, técnicas y medios.

Principios respetados desde que el mar deja de ser un obstáculo paraconvertirse en un medio, una vía de agresión.

Ayer como hoy, el desembarco anfibio, es decir, el transporte naval defuerzas que necesariamente tiene que pasar por diferentes fases: el traslado a la que va a constituirse en zona de operaciones frente a un litoralenemigo, el transbordo de esa fuerza de los transportes a embarcacionesidóneas para dirigirse a una playa objetivo frente a la oposición del adversario, y el consiguiente combate que permita, no sólo el poner pie en ella,sino el mantenerse (cabeza de playa lo denominamos hoy día, desembarcadero antiguamente), con el fin de que la posición conseguidamediante este asalto pueda servir de base para una ulterior progresión acargo de estas mismas fuerzas o de otras que hipotéticamente puedanllegar con posterioridad y también desde el mar.

Esta misión, que hoy en día y desde los últimos cincuenta años constituye la principal de una fuerza especializada, la Infantería de Marina, ha sidohistórica y tradicionalmente encomendada a un Cuerpo de Infantería apoyado con apoyo de caballería y de artillería. Por tanto, y muy a mi pesar,no podré hablar en esta ocasión de la Infantería de Marina.

Sí podré, sin embargo, valerme de ese esquema habitual, por fases, queme permitirá un ligero análisis comparativo de la doctrina y medios a lolargo del periodo señalado.

El desencadenante político y la oportunidad

Las operaciones de desembarco, por su gran complejidad y abundanciade medios empleados, requerían una decisión política al más alto nivelbasada en circunstancias de necesidad y oportunidad.

La fracasada empresa de Inglaterra de 1588 sólo se llevó a cabo cuandoPortugal estuvo plenamente asegurado, el turco frenado tras Lepanto,Francia envuelta en guerras de religión y tras haber asegurado el duquede Parma los límites con los Estados rebeldes de los Países Bajos y con

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el Palatinado. La campaña del Brasil de 1625 por el contrario se desarrolló pese a existir frentes y necesidades prioritarias (Países Bajos yMediterráneo) por razones de política interior y a fin de que Portugal nocreyera sus intereses postergados.

La decisión era tomada históricamente por el Consejo de Guerra en formade consulta razonada y a ella daba su conformidad el rey que se asesorabade otros consejos y de las personas particulares más entendidas. En algunos casos, como el proyecto de invasión de Inglaterra de 1588, Felipe II escribió sobre sus intenciones y solicitó la opinión de marinos, militares, grandes, corporaciones, ciudades e incluso de las congregaciones religiosas.

En ocasiones la iniciativa partía de un personaje cualificado, como Bazánen la Invencible, o el secretario del ramo, normalmente el de Marina, enépoca borbónica, que incluían un proyecto en el que se esbozaban ya laslíneas maestras y las justificaciones morales, políticas y estratégicas,exponiendo su viabilidad.

Adoptada la decisión,>se ampliaban los informes técnicos sobre losmedios propios y el servicio de información aportaba datos necesariossobre el enemigo y las fortificaciones, que con frecuencia venían acompañados de planos meticulosos proporcionados por ingenieros, marinoso antiguos cautivos.

El célebre Tiburcio Spanocchi trazó la planta de los fuertes de Terceira en1582, y González de Castejón contó para el desembarco de Argel de 1775hasta con la posición de las baterías de costa argelinas.

Los datos hidrográficos llegaron a ser todo lo minuciosos que las circunstancias y los conocimientos y• bojeos permitían. Otro ingeniero,Piatta, llegó a estudiar las corrientes del canal de la Mancha, para calcular el tiempo del tránsito de las embarcaciones de Farnesio en 1588.

Efectuado el nombramiento de capitán general en la persona más idónea,y el de sus más íntimos colaboradores, a éste incumbía desde ese mismomomento la preparación de la jornada, poniéndose bajo su dirección, nosólo la fuerza efectiva, sino las autoridades civiles de las zonas de reclutamiento, los oficiales de cuenta y razón, los proveedores, constructores... dándose paso a la fase de planeamiento.

En el siglo XVIII, los cometidos están ya más diversificados, y el mandomilitar y naval, restringido a sus funciones, también se separa, correspondiendo a los intendentes atender a los preparativos.

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El planeamiento y los preparativos

En esta fase se preparan y formulan los planes por parte de los estadosmayores y se van corrigiendo los mismos en base al cambio de situación.Dura desde la recepción de la orden o directiva inicial hasta el embarque.

Es la etapa de las instrucciones y de las directivas concretas, especificándose el objetivo, las fuerzas a emplear, dónde y cómo obtenerlas, elmomento de emplearlas y los plazos de ejecución. Por tratarse de operaciones navales, el medio impone que se lleven a cabo, ni antes de mayoni después de septiembre, pues en las demás épocas son frecuentes lasborrascas y un golpe de viento puede separar los gruesos convoyes quetardan días en volver a unirse, maltratándose hombres y caballos.

El planeamiento puede irse alargando y modificando de acuerdo con elcambio de la situación. La campaña de Túnez de 1533, con cercade 30.000 hombres, probablemente el desembarco de mayor entidadde las llevadas a cabo en la costa africana, precisó un año entero deplaneamiento.

El objetivo normalmente éeleccionado es el de una o varias playas de fácilacceso, próxima a una ciudad importante, constituida como objetivo finalo segundo en importancia. Esa ciudad es normalmente puerto de mar ylas ulteriores operaciones en tierra una vez efectuado el desembarco serealizan avanzando por la costa para poder contar con la cobertura delfuego naval. La ciudad portuaria se intenta tomar mediante el esfuerzocompartido de la flota y del ejército desembarcado que cuenta con suficiente tren de sitio para abrir brecha.

La cala Das Molas, junto a Angra, fue el objetivo acertado de la invasiónde Terceira en 1583; de las playas entre Dover y Margate, próximas aLondres, escogidas por la expedición contra Inglaterra de 1588 desconocemos su idoneidad al no haberse podido alcanzar esa fase; en las playas de Salento, a once millas de Palermo, elegidas por su proximidad a lacapital siciliana en el año 1718 resultaron útiles para desembarcar, juntocon el ejército, un cuerpo de caballería de 8.000 hombres; una cala intermedia entre Orán y Mazalquivir, un tanto alejada del objetivo, fue la destinada a recibir las tropas embarcadas en la Escuadra de Cornejo destinada a conquistar la primera de estas ciudades en 1732. Casi unaexcepción consistiría el desembarco (administrativo denominaríamos hoy)de las tropas de Montemar en La Spezia para invadir posteriormenteNápoles en 1733.

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En esta fase se decide el volumen de las fuerzas a emplear y el porcentaje de caballería que corresponde a la vista de la información que seposee del enemigo, del terreno y de las disponibilidades propias.

La segunda campaña de Azores al mando de don Pedro de Valdésen 1581, fracasó por iñfravalorar la fuerza enemiga, y lo mismo ocurrió enArgel en 1775, empresa en la que de casi nada sirvió la artillería de campaña por no haberse previsto el terreno arenoso que imposibilitaba suasentamiento y las dificultades que presentaba la boca del río Jarachepara la aproximación de los buques de apoyo de fuegos.

En este momento se inicia también el acopio de víveres, labrándoseingentes cantidades de bizcocho y salazones, fabricándose pipas nuevas para aguada que requieren tiempo de curación, reuniéndose losbuques disponibles y decomisándose o contratándose otros de tascaracterísticas necesarias, realizándose en ellos los acondicionamientos precisos.

En los transportes de infantería se instalan beques, tablados para dormir y despensas, y a las chalupas y embarcaciones destinadas aldesembarco se les hace una crujía superpuesta sobre los bancos, parafacilitar su misión. Fábricas, almacenes y polvorines reciben orden deenviar armas, municiones y pertrechos al gran magacén instalado en elpuerto o puertos designados para el embarque y se hacen gran número de caballos de frisa destinados a protegerla vanguardia y flancos dela infantería recién desembarcada contra las cargas de la caballeríaenemiga.

La tropa disponible y la reclutada inician su camino hacia el embarcadero por etapas y rutas preestablecidas, causando la menor incomodidadposible a los lugares de su tránsito que se ven obligados a alojarlos.

La fase de embarque

Dada la orden de embarco el puerto destinado y los inmediatos se cierranal comercio y a toda otra actividad al objeto de que no trascienda información al enemigo.

Las tropas se acantonan en las proximidades y se inicia la recepción delmaterial de guerra constituido por la artillería de campaña y de sitio, losútiles y las vituallas.

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Se procura distribuir juegos completos de piezas con su munición y complementos en diversos buques a fin de que si alguno se perdiere o nopudiere efectuar el desembarco, la fuerza siempre disponga de algunabatería dispuesta a entrar en acción.

Los grandes cañones de sitio se estiban primero, ya que serán los últimosen emplearse. La pólvora, mecha y balerío constituye almacenes generales distribuidos en barcos de especiales características, adaptándoseestrictas medidas de seguridad.

Tiendas, hormigón, sacos terreros ya rellenos y armamento individual derespeto embarca asignándose de acuerda con la trapa de cada bajel.

Los caballos, no sólo los de las unidades de esta arma, sino los quecorresponden a las plazas montadas, embarcan en buques especialmente habilitadas.

Las vituallas se estiban de acuerdo con sus características, siendo el aguala última en subirse a bordo, para retrasar al máximo su putrefacción.El comandante o el oficial de mar y guerra de cada buque, en caso de sermercante, se responsabilizan del buen estado de los alimentos y de sucorrecta estiba.

La tropa embarca por fin, procurando no quebrar las unidades, ni mezclarlas. Lo hace con su armamento: picas, arcabuces o mosquetes enlos siglos xvi y xvii, fusiles con bayonetas de cubo y sable en el siglo xviii,con reservas de pólvora en el frasco y piedras de repuesto en el zurróno bolsa.

A fin de no tocar las vituallas estibadas, en el siglo xviii a cada rancho, ogrupo que ha de convivir a bordo, se le proporciona un barril de agua,otro de vino y dos pequeños para vinagre y aceite; dos escudillas parabeber, dos horteras de madera para comer, pues las de barro se rompen,cucharas de madera, una olla de cobre estañada por dentro, una bolsade red con una cuerda para echar a desalar el bacalao, atún o cecinapara tomarlo de un día a otro; esteras para dormir sobre ellas y que luegose arrollan; escoba y cestillo de esparto; espliego, romero o enebronespara perfumar cada día la embarcación «sin cuya diligencia es insoportable el mal olor que nace del vaho de la gente, y de la comida y muchasenfermedades» (1); un farolillo de talco y cerilla para la noche; un saco o

(1) MARQUÉS DE SANTA CRUZ DE MARCENADO, Reflexiones Militares (París MDCCX)(X) Oviedo,instituto de Estudios Asturianos, 1984. Capítuio xiii, p. 256.

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dos para casacas y medias. Mientras que está la tropa a bordo se danvuelta a las chupas y calzones para preservarlos.

En las cubiertas se trincan las embarcaciones de desembarco que nopueden o no deben ser remolcadas.

Los buques de guerra reciben también tropa a bordo, pero en el siglo xviii,las fragatas, destinadas a patrullar continuamente fuera y dentro del convoy, sólo contarán con su propia guarnición y dotación.

Una pléyade de oficiales de cuenta y razón: veedores, contadores, pagadores y aprovisionadores, a los que sucederán en el tiempo los intendentes, supervisan este galimatías. Lope de Vega, pese a su condición sübalterna, resultará «empapelado» con motivo de los aprestos de la Invencibleen Lisboa, pero Patiño, como intendente general de Marina, algo más deun siglo después se convertirá en el gran organizador de los embarquescon destino al sitio de Barcelona, Mallorca, Cerdeña y Sicilia. Respecto aeste último observaría el marqués de Santa Cruz de Marcenado:

«Nunca se hizo otro ni tan cumplido ni tan ordenado» (2).

En esta época todas las disposiciones del embarco incumben al intendente general de la Armada con sus oficiales de Marina, de Artillería ycomisarios, como anteriormente habían sido competencia del veedorgeneral.

El desplazamiento hacia la zona objetivo

Históricamente, este requisito moderno no parece haber tenido precedentes habituales. El factor sorpresa, que se consideraba fundamental y muyraramente conseguido, parecía oponerse. Por otra parte, la prisa por llevara cabo la operación con tiempo bonancible, el peligro de epidemia y elcansancio por las largas singladuras no parecían aconsejar esta medida.

A bordo sin embargo, la tropa se familiariza con sus misiones a bordo,preparan su armamento, untan las llaves y ajustan las piedras.

No todas las operaciones de desembarco se llevaron a cabo con eserequisito, tan fundamental hoy, como es el dominio del mar, sino que eramisión de la Fuerza Naval Anfibia el conquistarlo.

(2) Reflexiones Militares, p. 253.

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Tal ocurrió con fortuna en Azores 1582-1 583, y lo mismo se pretendió enla Invencible y en Las Dunas en 1639. La propia campaña que culminóen Lepanto en 1571, generalmente considerada como estrictamentenaval, pretendía la recuperación de territorios previamente venecianosmediante el desembarco. Otras sin embargo, entre las que se encuentranlas desencadenadas contra la costa magrebí desde que España adquiriera compromisos continuados en ese litoral, contaron, especialmente en elsiglo xviii, con esa ventaja inicial.

Aunque en mayor medida en el primer caso que en el segundo, el movimiento hacia la zona objetivo se llevaba a cabo siguiendo una serie demedidas de seguridad que las circunstancias aconsejaban, según el buencriterio del jefe naval.

El convoy seguía una determinada distribución y formación y, avistadapor los elementos de vanguardia la escuadra enemiga, los mercantes permanecían en retaguardia, adelantándose las naves armadas o susceptibles de combatir en formación de combate en cuanto la capitana izabaseñal de batalla de acuerdo con un código previo que se cambiaba encaso de tocar puerto, aunque fuera propio.

Antes de partir de puerto el capitán general de mar distribuía a sus tenientes generales, jefes de escuadra y capitanes de navíos de guerra las órdenes y señales de navegación en pliego cerrado y sellado, para abrirlo después de puesta la flota a la vela. De igual manera se procedía con lostransportes.

Para la travesía el convoy se solía dividir en tres escuadras: vanguardia,cuerpo de batalla y retaguardia. Cada escuadra formaba dos o tres divisiones de tres o cuatro galeones o navíos y a cada uno de éstos seguíanlos transportes.

Los filibotes, zabras y pataches, y sus sucesores, las fragatas, estabandestinados a destacarse a vanguardia, costados y retaguardia para reconocer buques y costas y recoger los buques más zorreros.

Como medida adicional y navegando por costa enemiga los navíos deguerra se solían colocar entre las costa y los de carga; o preferentemente hacia donde era mayor el recelo. En otras ocasiones se formaban doscolumnas de guerra y entre ellas navegaba el convoy.

Para la navegación se contaba, no sólo con pilotos de altura, sino conprácticos locales de la zona objetivo.

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La fase de asalto en los siglos xvi y xvii

La fase de asalto se iniciaba con la llegada a la zona objetivo, aunque noculminaba normalmente con el establecimiento de una cabeza de playa,como actualmente, sino con el cumplimiento de la misión consistente en latoma de un puerto, ya que era todo el ejército destinado a la operación elque se empeñaba en el desembarco y no se esperaban ulteriores refuerzos.

Excepcionalmente, en la jornada de Inglaterra de 1588, tras el desem barco general, los zapadores tenían la misión de construir en la playa unamplio reducto defendido por mil arcabuceros y artillería, a fin de seguirrecibiendo refuerzos y pertrechos del Ejército de Flandes, ya que se trataba de conquistar todo un reino y la ciudad a tomar, Londres, podríaresistir bastante tiempo.

A la llegada de la fuerza seguía un pormenorizado reconocimiento de lacosta, llevado a cabo normalmente por el propio capitán general y suestado mayor en una embarcación, al objeto de determinar el punto opuntos exactos para el desembarco y para llevar a cabo, en su caso, lasmaniobras y ataques de diversión. En la elección del lugar se tomaban encuenta no sólo la facilidad para el desembarco, sino el emplazamiento defortificaciones y baterías, ya que éstas gozaban de gran ventaja sobre elfuego naval si no sé concentraba éste sobre un único objetivo.

Durante el reinado de los Austrias, la fuerza solía desembarcar en una odos olas, aprovechando las embarcaciones dotadas medios de. propulsión rémica, para remolcar las demás. En lugar de olas, eran más propiamente filas de barcas, al menos en la primera fase de movimiento haciala costa.

Como la consecución del objetivo, la toma de la ciudad más próxima,podía llevar algún tiempo, la tropa iba avituallada para los siguientes días,portando los alimentos en un zurrón supletorio, Incluso para un asaltotanrápido como el llevado a cabo por don Fadrique de Toledo en SanSalvador de Bahía en 1625, se saltó a tierra con víveres para cuatro días,lo que resultó suficiente hasta la construcción del foso.

Las galeras, con su facilidad para maniobrar, eran los buqiies empleadopara destruir, previamente al desembarco, las posiciones enemigas másnotorias. Actuaban formando «banda» o batería de frente inicialmente,para luego cruzar fuegos sobre los objetivos concretos asignados a cadadosalvo o cuatralvo. Inmediatamente después, recogían a retaguardia las

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embarcaciones ya a flote y con el personal transbordado de los barcospara formar las filas hileras de desembarco.

Cada hilera iba encabezada por una galera habilitada para esta operación, con su proa reforzada, su tamboreta alzada con parapetos y defensas y grandes tablones de madera a manera de escudos protectores, queservía simultáneamente de medio de transporte, de protección y deapoyo de fuegos a vanguardia mediante su grueso cañón de crujía y losmenores que le acompañaban a ambas bandas, siempre apuntando haciaproa. Al llegar a un paraje conveniente, las galeras viraban a la vez, largando los cables de las embarcaciones atoadas y éstas iban llegando ala playa a favor de la marea.

Las galeras no fueron empleadas sin embargo, en las empresas americanas, por su dificultad en cruzar el Atlántico.

Si se disponía de galeazas éstas eran de gran utilidad, pues, siendomayores que las galeras y contando con una cubierta sobre las bancadas,montaban a las bandas piezas de calibre medio y menor, especialmentepedreros, que eran de notable efecto contra personal.

El apoyo de fuego de los buques de alto bordo, galeones y naves redondas, era poco eficaz, por lo que eran los buques de menor calado comozabras y filibotes, los que, situados más cerca, entre la escuadra fondeada y las embarcaciones en ruta hacia la playa, los encargados de la preparación artillera.

Los buques mayores permanecían cerrando la bahía a cualquier escuadraenemiga, o realizaban alguna maniobra de diversión.

La doctrina anfibia en el siglo xviii

En el siglo xviu la doctrina para efectuar desembarcos está perfectamente establecida y sorprende su actualidad. Debemos a don Álvaro NaviaOsorio, tercer marqués de Santa Cruz de Marcenado, vizconde delPuerto, fallecido en Orán en 1732 y amigo personal de Patiño y del marqués de la Victoria el que haya llegado hasta nuestros días, recopilada yrecogida en sus Reflexiones Militares.

Los navíos de guerra y de transporte ocupan sus zonas previstas en losplanes de operaciones y lo mismo cada división de chalupas, esquifes ylanchones.

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Los transportes se sitúan hacia la parte del mar, separados de la línea delas naves de guerra y tan próximos entre sí lo suficiente para no abordar-se, dando fondo y si la mucha profundidad no lo permite a la longitud desus cables, se mantienen ala capa.

Los buques de guerra forman en media luna frente a la playa objetivo,colocándose los de mayor porte y alcance dando el costado, en el centro, en el seno de la curva, donde es mayór la distancia y los bajeles máspequeños, muchos con artillería únicamente a proa, en las puntas o cuernos en lugar que baste al alcance de su pequeño cañón y porque por sucalado pueden aproximarse más. Unos y otros ocupan sus posicionesavanzando con Fa sonda en la mano o incluso destacando botes para cerciorarse de no tocar fondo.

Las embarcaciones de desembarco que constituirán la primera ola o barcada, forman por divisiones entre los buques de guerra y los mercantes,distinguiéndose cada división por el color de su banderola.

Desde antes de la salida de puerto se reparten las lanchas en escuadrasy se nombran los jefes. En cada lancha un oficial de mar y guerra «quesiempre obrará con más honor y acierto que el patrón de la misma».

El jefe de las lanchas embarca en una galeotilla, por la facilidad con queésta vira y su rapidez, con dos o tres falúas de ordenanza, para llevar losrecados oportunos a los jefes de las escuadras de lanchas.

El transbordo de los mercantes a las embarcaciones se realiza a la vezque la preparación artillera.

Los buques de guerra no hacen fuego por andanadas, sino que baten laplaya tiro a tiro, porque a cargas cerradas habría muchos intervalos defuego. Cada navío tiene una zona de fuego asignada, paralela al costado,pudiendo corregirse el fuego batiendo las zonas que resultasen libres.

Las galeras y las galeotas tras ellas, pueden cubrir el costado de las fragatas: sus tiros rasantes (los demás son por elevación) hacen muchoefecto y pueden incluso enfilar los atrincheramientos enemigos.Bombardas y cañoneras, las célebres de Barceló empleadas en Argel ytambién en Gibraltar junto con las trágicas baterías flotantes «incombustibIes», se utilizarán también a estos efectos más adelante.

Si hubiere tropas al descubierto, las embarcaciones a su alcance tiraránbalas naranjeras o mosqueteras, pero no hay tropa que aguante el fuegode una armada naval. Sólo se empleará este método en el caso de que

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el enemigo forme para caer sobre los desembarcados antes de queéstos puedan agruparse o que se descubran formaciones de caballeríaque ocultas y mantenidas fuera del alcance del cañón de los navíosespera para atacar al galope las primeras tropas desorganizadas quetomen tierra, cuando los navíos ya no disparan para no hacer bajaspropias. Mientras tanto se está efectuando a retaguardia el transbordo.La señal de la capitana es repetida por las lanchas de los jefes de cadaesçuadra de naves o galeras que cuentan con chalupas de ordenanza.Aún antes de la hora prevista hay un marinero y un soldado de centinela en cada una de ellas.

A fin de que las chalupas de desembarco sepan dónde se hallan las navesde su destino, cada una de éstas pone sus banderolas de reconocimiento en el lugar del gallardete y flámula de los árboles mayor y de trinquete.De dichas banderas, una significa la división y otra el navío, jugando conlos colores.

Antes de salir del puerto los jefes de escuadra, los comandantes de lasdivisiones y hasta los cabos de lancha, tienen por escrito y dibujados loscolores de las banderolas de todos los navíos.

Hecha la señal correspondiente, las lanchas acuden a recibir las tropas desus respectivos buques, y si alguno de éstos se halla sotaventado y nopudiese ocupar su puesto, el jefe de escuadra de lanchas de la divisiónmás próxima destaca algunas de éstas. Si el viento es fuerte o la margruesa, las lanchas se aproximan por sotavento, pero si no es así, porambos costados.

Se ordena silencio para poder oír las órdenes y de cada buque desembarcan con preferencia los granaderos sobre los fusileros, conforme a laantigüedad de sus regimientos; las compañías, según la de sus capitanes. Todo debe estar advertido de antemano.

Cuando todo el regimiento no puede ir en un viaje, el coronely el sargento mayor embarcan en el primero, y el teniente coronel y ayudante en elsegundo si quedan más de tres compañías.

Los oficiales cuidan de que no se atropellen los soldados o que golpeeno mojen las armas, por lo que éstas se entregan a los marineros de laschalupas.

En las chalupas se forma ya para el desembarco, por proa o por popa,colocando los cabos de escuadra y soldados mejores en la primera fila.

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Cuando las chalupas del primer viaje están llenas, se les hace la señal deformar en los blancos entre los navíos de guerra o inmediatamente detrás,mientras éstos siguen haciendo fuego.

Arruinadas las defensas, desmontadas las piezas enemigas y dispersadala caballería y las formaciones enemigas, se iza en la capitana la señalpara el desembarco. Las chalupas bogan a toda fuerza y moviéndose conel mayor frente que permitan los intervalos de los navíos ayudándose delas velas si el viento lo consiente, pero amainando éstas y levando el remocon tiempo suficiente para no varar con la gaviada, ya que hay que evitara toda costa que se maltraten los fondos con las piedras para volver aponerlas a flote pára la segunda barcada, no importando que las tropasse mojen hasta medio muslo.

Los navíos de guerra cesan su fuego conforme las embarcacionesles sobrepasan, pero galeras y galeotas continúan con su fuego deenfilada.

Los comandantes de las chalupas no deben cortarse el viaje, conservando con las de sus costados distancia suficiente para que al saltar las tropas a tierra tengan lugar para formar (no para desplegar) y velando paraque todas lleguen unidas.

El enemigo intentará cargar antes que los desembarcados formen, por loque las chalupas hacen alto a tiro de fusil de tierra y juegan sus pedrerosy cañones menores de proa, continuando el fuego las fragatas, galeras ybergantines o galeotas de las extremidades o cuernos de la armada, conlo que se retiran los enemigos, dejando franco el desembarco.

Si las embarcaciones no cupieren de frente en la playa, desembarca unaprimera fila y las siguientes chalupas arrimarán su proa a la popa de lasprimeras, sirviéndose de ellas como puente, para lo que en puerto se handebido montar con anterioridad crujías de tablones.

A la vez que la tropa, pero en embarcaciones aparte, se llevan a la playalos caballos de frisia debidamente montados que se colocan en todo elperímetro de la zona exceptuado el lado del mar. Estos elementos portátiles vienen a sustituir a los piqueros de siglos anteriores.

Al saltar a tierra la tropa alza en alto los fusiles para no salpicar las llavesy para que no se mojé la munición llevan acortadas las correas de losfrascos y cruzado las de las cartucheras desde el hombro derecho hastadebajo del brazo izquierdo.

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El general de tierra forma las tropas, a medida que éstas van extendiendo su frente, las fragatas, galeras y bergantines se alargan sobre suscostados para cubrir el avance. Desde mediados de siglo se empleantambién galeotas y bombardas cuyo tiro por elevación resultó eficaz enArgel en 1775.

Después de desembarcada la segunda ola, se aproximan a la playa lasembarcaciones de transporte y se desembarca la caballería. Los animales han sido previamente refrescados mojándolo y dándoles vientopor medio de una manga o vela doblada, para que no sufran pasandode golpe del calor de la bodega al frío del agua.

Embarcan hombres, armas y equipajes, mientras que los animales, trashaberse acercado lo más posible sus transportes, son echados al marcon sus cabezadas y ramales de tres palmos de largo, sin vuelta paraque no metan las patas y puedan nadar; junto a ellos, chalupas desde lasque los marineros aflojan las cinchas de desembarco y sostienenlas cabezas. Si es necesario, se echan al mar los caballos ensillados yenfrenados, con las riendas ajustadas, pero con las cinchas algo aflojadas para que no revienten al humedecerse, último arbitrio ya que las sillaése estropean.

Realizado el desembarco de la tropa, la capitana hace seña para iniciarel de pertrechos de boca y guerra, también realizado mediante banderolas a bordo a donde acude cada embarcación, embarcados según elorden en que han de extraerse.

Los medios navales de desembarco

Ya hemos señalado la importancia de las galeras durante toda la etapahistórica anterior, y que curiosamente permanece vigente durante todoel siglo xviii, siendo declarado a extinguir el Cuerpo por Ensenada, perovolviendo a recrearse poco después. Navia Osorio diría de ellas:

«Favorecen los desembarcos, pudiendo acercarse á tierra más quelos navíos a flanquear a los enemigos, son como tantas bateríasmovibles y rasantes para enfilar... » (3).

Lo que nos hace recordar la gesta de don García de Toledo en la jornadade Mehedia de 1547, desarbolando, acolando y uniendo dos de sus gale

(3) Reflexiones Militares, p. 243.

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ras, la Brava y la Cálifa, con perchas y tablones, y montando una plataforma con nueve piezas gruesas que consiguieron abrir brecha en lamuralla desde el mar.

Según cálculos de Álvarez-Maldonado y de Gamundi lnsua, una galerapescaba unos dos metros de calado (4) y podía efectuar el desembarcofácilmente por proa, avanzando el personal por el corredor de crujía. Porello no es de el extrañar que en muchas ocasiones, como en Túnez 1532,en que se disponía de buen número de ellas, fueran el medio más seguro y empleado en el movimiento buque-costa por las unidades de élite,úsando las demás escorchapines y barcas.

Contar con caballería era imprescindible en cualquier desembarco de entidad. Para su transporte se precisaron buques pequeños como saetíes,gánguiles y tartanas de altura suficiente entre cubiertas para que loscaballos no diesen con la cabeza en la cubierta y lo bastante anchos paraque entre las dos filas de caballos puedan pasar los que los atienden.Estos buques se podían acercar más a tierra, no teniendo los animalesque nadar tanto trecho hasta la playa. En ellos se embarcaba abundanteprovisión de paja y grano y estaban bien aireados, eran los sucesores delas «tafurcas» panzudas para caballos empleados por el emperador enTÚnez, en 1535.

Para la jornada de Inglaterra de 1588, Farnesio iba a utilizar panzudasembarcaciones fluviales flamencas debidamente acondicionadas en lasegunda barcada:

«(Los) caballos, después, que podrán en las mismas pleitas quitándoles las cubiertas, y lo que más fuere menester» (5).

Para transportar la pólvora se utilizaban gánguiles y otras embarcaciones menores en las que no se encendía nunca fuego y consecuentemente no se cocinaba, y llevaban una banderola para que no se le acercasen otras.

Para el movimiento buque-costa se empleaban esquifes, chalupas y lanchones que se habían embarcado sobre cubierta de los transportes, enocasiones divididas por la mitad.

(4) ÁLVAREZ-MALDONADO MUELA, R. y GAMUNDI INSUA, A.: Las operaciones anfibias. Madrid, E. N.Bazán, 1994, p. 41.

(5) El duque de Parma a Felipe II, Bruselas, 20 de abril 1586. Archivo General de Simancas(AGS). Estado, leg. 590, folio 125.

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Don García de Toledo contó para el socorro de Malta de 1565 con 60barcazas, y el marqués de Santa Cruz, un año antes, y con ocasión dela jornada de Vélez, dio a estas embarcaciones un cometido diferente:cargadas con mortero hidráulico, las hundió en la bocana, cerrando elpuerto.

El duque de Parma, contaba en 1588 con 173 embarcaciones en tresescuadrones, el primero formado por las fabricadas y requisadas enBruselas, Lovaina, Liere y Diste; el segundo por las procedentes de Gantey el País de Was; y el tercero por las de Amberes.

Se trataba de «pleitas», «huyas», «charrúas» y «cravescuitas», todas depoco calado y gran capacidad. Las primeras, utilizadas ya en la reconquista de Amberes de 1585, tenían entre 60 y 70 pies de eslora por 15a 20 de manga, con un calado no mayor de tres pies. Tenían cubierta ysobre y debajo de ella podían transportar 200 hombres equipados. Parasu gobierno y dotación bastaban cuatro o cinco marineros. Aunque contaban con aparejo vélico, debían ser remolcadas hasta la zona dedesembarco por buques mayores. Los demás tipos eran algo menores,aunque de mayor manga; las tradicionales embarcaciones fluviales delos Países Bajos de las que se pensaba respecto a su tránsito por el Canal, que:

«... Tardarán en pasar el Canal con buen tiempo ocho horas y contiempo mediano diez, y que aunque sea contrario le han de pasar sinfalta con sola la marea y su corriente en doce horas» (6).

Para la toma de Orán, en 1732, se dispuso de 500 lanchas en tres columnas con los flancos protegidos por las galeras, que desembarcaron 26.000hombres de los que 8.000 granaderos constituyeron la primera barcadá.

De muy antiguo se disponía también de grandes chatas, de las que elingeniero Piatta comentaba a finales del siglo xvi:

«..: Estas barcas por la poco agua que pescan podrán echar en tierra a cualquier hora que lleguen, sea pleamar o sujente que así llaman a la bajamar» (7).

En la conquista dé Azores de 1583 se emplearon unos barcones muycaracterísticos, fabricados en Sevilla, que no debían ser muy diferentes

(6) Lo que dijo J. Bautista Plata de palabra, a 24 de junio de 1586. AGS. Estado, Ieg. 590, folio126.

(7) Ibid.

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de nuestras «papas» y «mais». Él poeta García de Alarcón, asistente a lajornada, las describe así:

«Había unas barcas chatas, por tal artefabricadas, que en proa, por los ladosllevaban a la una y otra parte,dos muy gruesos tablones levantados,y una cuerda muy recia que se ensartela polea, y los quicios bien holgados,con argollas de hierro en que se encajenlas puentes con que suban y se abajen» (8).

Eran pues unas embarcaciones con una plataforma abatible a proa, quepodía servir, no sólo como plancha para facilitar amplio y rápido salto atierra de los infantes en el mismo momento en el que su fondo plano varase en la arena, sino de escala por la que acceder a costas más altas oparapetos y obstáculos.

En el siglo xviii se siguen utilizando grandes chatas que, por seguir siendo minoritarias y fabricadas ex profeso para cada ocasión, reciben elnombre de «supernumerarias>’: «chatas de fondo, lo que baste para poderarrimarse bien a tierra, pero no tanto que sean inútiles a la navegación concualquier soplo de viento que agite un poco el mar>’. En el mantelete deproa de estas barcas se abren troneras para el empleo de pedreros, conlo que estas embarcaciones dejan de ser pasivas durante el desembarco,pero la costumbre de construir el tipo utilizado en 1583, se debía de haberperdido, ya que Navia Osorio indica en sus Reflexiones Militares comouna gran innovación:

«Pudiera construirse el mantelete de forma que, dejándole caer a sutiempo, sirviese de puente para el desembarco» (9).

Las formaciones de combate en tierra

Nada más saltar a tierra, la tropa ni se parapeta, ni despliega, sino queadapta la formación de combate aconsejable para la ocasión.

(8) GARCÍA DE ALARCÓN: La victoriosa conquista que don Álvaro de Bazán, Marqués de SantaCruz, General de la Armada y Exército de Su. Mag. Hizo en las Islas de los Açores, el añode 1583. Valencia, 1585.

(9) Reflexiones Militares, p. 257.

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En los siglos xvi y xvii, se forma rápidamente el escuadrón de picas consus mangas de arcabucería y mosqueteros, constituyendo estos últimosel elemento de apoyo y un grupo móvil para realizar maniobras deenvolvimiento.

Formado el escuadrón se busca el choque o se procede al asalto. Lasbrechas abiertas por la artillería y armas de fuego enemigas se cubrenrápidamente y si hay tiempo y ocasión para modificar la formación deacuerdo con los condicionantes tácticos, se hace, transmitiéndose lasórdenes a través de los sargentos mayores y sus tenientes y de éstos alos sargentos que mueven la tropa; se trata de movimientos muy entrenados y conocidos por los soldados que se llevan a cabo en absolutosilencio bajo pena de la vida.

Producido el choque y quebradas las primeras lanzas, la segunda líneavuelve a cerrar filas, mientras que los supervivientes de la primera, espada en mano, intentan abrir brecha entre el bosque de lanzas contrario,labor a la que también se dedican los sargentos con su alabarda.

Ambas líneas de batalla ganan o pierden terreno hasta que, tras retroceder mucho uno de los campos, y de conseguir introducirse en su cuadronumerosos espadachines y alabarderos enemigos que causan una grancarnicería, ya que las picas no tienen espacio para jugar, empiezan a producirse las primeras deserciones entre las últimas hileras, acabando pordeclararse el pánico y la desbandada general, seguido por el «alcance»del vencedor, con intervención de la caballería de reserva contra la que nocabeya opoñer cuadro táctico alguno capaz de frenarla, hasta la llamadaa formación con prisioneros y botín.

Sustituidas las antiguas armas por los fusiles, las formaciones de los antiguos Tercios dieron paso a los nuevos conceptos de regimientos y batallones y, consecuentemente, a una variación en las formaciones, tanto decombate, como de revista.

Los regimientos y batallones podían adoptar formaciones en «batalla»,«columna» o «ala», es decir con la tropa formada con un frente mayorque el fondo, con un fondo mayor que el frente, o formados enunasola fila.

La formación en batalla podía ser de dos, tres o cuatro en fondo, con unfrente muy amplio. Los oficiales se colocaban, junto con las banderas, enuna primera fila, delante de las de la tropa.

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Los sargentos, tras formar a la tropa, se colocaban a los flancos y a retaguardia, para impedir las deserciones.

Los tambores, que debían ser oídos por todos y transmitir las principalesórdenes de avanzar, fuego o retirada, se repartían a derecha e izquierdaen la primera fila.

En el campo de batalla avanzan las unidades bajo el fuego de la artillería,adoptando la formación en cuadro si se ven atacadas por la caballeríaenemiga; su ritmo es normal, acompasado por el tambor. Las bajas de lasprimeras filas se van cubriendo por las siguientes.

A llegar frente a la formación enemiga a distancia de fuego eficaz, seordena alto y se hace fuego por parte de las dos primeras filas de las quela primera lo efectúa rodilla en tierra para no obstaculizar el fuego de lasegunda.

Se continúa avanzando por el fuego y las siguientes filas, si las hay, adelantan a las anteriores y se repite la operación mientras que los que ya handisparado cargan.

A distancia prudencial para nó llegar al choque cuerpo a cuerpo cansados, se lanzan las filas a la carrera con la bayoneta calada y hacia el frente la primera fila y hacia el cielo las demás para no herir a sus compañeros más adelantados.

La defensa de posiciones, bastiones y plazas no reviste más novedadesque los progresos de la fortificación abaluartada a lá francesa y los de lasdemoliciones.

En el asalto a posiciones y trincheras se emplean a fondo los granaderos,agrupados en compañías.

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SEGUNDA CONFERENCIA

DARDANELOS.LA CAMPAÑA DE GALLÍPOLI

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DARDANELOS. LA CAMPAÑA DE GALLÍPOLI

Por RAFAEL ÁLVAREZ-MALDONADO Y MUELAVicealmirante.

El escenario

Antes de entrar en el tema específico de esta exposición entiendo que esnecesario contemplar el escenario europeo en enero de 1915. La PrimeraGuerra Mundial entraba en su segundo año.

Los Imperioscentrales, Alemania y Austria-Hungría con su aliada Turquíase enfrentaban con las potencias de la «Triple Entente», Francia, GranBretaña y Rusia que habían apoyado a Serbia, cerca de donde se habíaproducido la chispa que originó la conflagración. ltalia.y Rumania por unlado y Bulgaria por otro todavía no se habían decantado ‘por uno u otrobando. A la guerra de movimiento y maniobra del año anterior había sucedido la de trincheras. Tanto el frente occidental como el oriental que, respectivamente, se extendían desde el mar del Norte a la frontera suiza ydel Báltico a la de Rumania, estaban estabilizados y en el del Cáucaso elEjército turco presionaba al del zar.

La dificultad que ofrecía la ruptura del frente occidental en Francia dondese había atrincherado el Ejército alemán tras la retirada del Mame, hizoque a principios del año 1915 entre los aliados se alzaran voces de políticos y militares que propugnaran la aplicación de una estrategia de aproximación indirecta impuesta a la de los que se empecinaban en un ataquefrontal al reducto germano.

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Los valedores de dicha estrategia eran principalmente el general lordKitchener, secretario del. War Office, el primer lord del AlmirantazgoWinston Churchill y el general francés Gallieni, que más tarde llegaría a serministro de la Guerra. Tanto el alto mando francés como el británico enFrancia se oponían a ella por temor a debilitar lo que consideraban el pricipal teatro de operaciones de la guerra.

Winston Churchill razonaba que la coalición de los Imperios centrales y sualiada Turquía debía contemplarse como. conjunto y que un duro golpeasestado a uno de sus componentes podría repercutir en los demáshaciéndoles perder el equilibrio. Consideraba además que debía sacarse elmayor partido posible de la superioridad naval británica recurriendo, comotradicionalmente se había hecho, a los desembarcos en costa enemiga.

Lord Kitchener, como Churchill, abogaba por un ataque a Turquía, el componente más débil de la coalición cuya potencia militar minusvaloraban.

Kitchener argüía que no merecía la pena ganar cien yardas de barro en elSomme a costa de miles de bajas pudiendo abatir a Turquía con facilidady desde ella átacar por el sur a Austria-Hungría. Por otro lado en enero de1915, Kitchener, había recibido una comunicación del Gran DuqueNicolás, comandante en jefe del Ejército ruso, en que éste solicitaba laejecución de una maniobra de diversión por parte de sus aliados que ahviara la presión ejercida por el Ejército turco en el frente dél Cáucaso.

Kitchener influenciado por los que consideraban que los principalesrecursos debían aplicarse en el frente occidental en suelo francés no seatrevió en aquel momento a comprometer fuerzas importantes contraTurquía y sugirió una simple «demostración naval».

Churchill, con su vehemencia característica, aprovechó la oportunidad ydeseoso de sacar partido de las posibilidades estratégicas que, en suopinión, se ofrecían, consiguió que la inocua demostración sugerida seconvirtiera, a falta de fuerzas del Ejército, en un intento de penetración naval por los Dardanelos, forzando el paso exclusivamente con mediosnavales.

Los bardanelos que comunican el mar Mediterráneo con el de Mármara,antesala del Negro constituyen un estrecho y alargado paso de treinta ycinco millas de longitud con un estrechamiento de tan sólo media milla deanchura frente a Tchanah, aguas minables y todo él dominado desde laorilla norte por las alturas de la península de Gallípoli entre las cuales descollaban las de Chounuk Bair en el centro de ella.

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Churchill calculaba que los frutos inmediatos de la operación serían:1. La capitulación de la débil Turquía.2. Abrir una vía de comunicación a través del Mediterráneo al mar Negro

que permitiera aprovisionar, rápida y regularmente, a los rusos cuyosEjércitos también se batían con apuros en el frente oriental contra losde Alemania y Austria-Hungría.

Intento de penetración naval por los Dardanelos

En las acciones llevadas a cabo para forzar el paso intervinieron nadamenos que dieciséis viejos acorazados británicos y franceses (cuatro) conotras unidades entre ellas el nuevo acorazado británico Queen Elizabethy crucero de batalla Inflexible, varias flotillas de dragaminas y dos batallones de Royal Marines. Estos últimos tenían por misión desembarcar enlas orillas del estrecho de los Dardanelos y destruir las defensas y lasbaterías turcas que pudieran abrir fuego sobre los barcos aliados que ibana intentar penetrar por él.

Los primeros bombardeos navales y operaciones de dragado de minasempezaron a efectuarse en febrero de 1915. Los turcos, bien informadosde las intenciones de los aliados, habían apuntalado sus defensas enviando tropas de refuerzo, emplazando cañones móviles de campaña en lasorillas y sembrando numerosos campos de minas en aguas de losDardanelos.

La artillería de los acorazados aliados destruyó las baterías de costa y losfuertes turcos de la entrada occidental del Estrecho y las flotillas de dragaminas, protegidas por otros buques de guerra, se internaron por el primer tramo de los alargados Dardanelos. Corno suele ser habitual las operaciones de limpieza de minas fueron difíciles y tediosas. Los RoyalMarines desembarcaron para destruir las baterías que obstaculizabandichas operaciones pero, aunque consiguieron poner pie en tierra repetidas veces, los defensores, más numerosos, con sus contraataques lesobligaron siempre a reembarcar sin, por lo general, haber cumplido sumisión.

El día 18 de marzo de 1915, acuciado por un impaciente Churchill, elnuevo comandante én jefe de la flota franco-británica vicealmirante DeRoberck, que había relevado al dimitido almirante Carven, se vio compelido a hacer un desesperado e irreflexivo intento. Los acorazados británicos Irresistible y Ocean y el francés Bouvet se hundieron en un campo de

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minas recién fondeado, el acorazado francés Suifren sufrió severos dañospor los impactos recibidos de la artillería de costa turca y el Inflexible británico y el Gaulois francés, seriamente averiados por las minas, tuvieronque retirarse.

La Royal Navy tuvo que reconocer que, sin un desembarcó en fuerza realizado por el Ejército con el concurso de la Armada en la península deGallípoli o en la orilla asiática de los Dardanelos, era imposible llegar almar de Mármara. Había pues que esperar a que estuviera alistada la fuerza expedicionaria que ya estaba organizando Kitchener.

La operación ordenada por Churchill, a cuya ejecución no se habíaopuesto con firmeza un condescendiente Almirantazgo, alegando lasobvias razones tácticas que la desaconsejaba, era temeraria, inaceptablee impracticable. El fracaso había sido estrepitoso y las pérdidas graves.Churchill con posterioridad fue acusado de haber impuesto su criterio alprimer lord del Mar. Cargo equivalente al de jefe de Estado Mayor de laArmada.

La fuerza expedicionaria

El mando de la fuerza que reunió Kitchener a la vista de los infructuososesfuerzos de la Armada, fue confiado al general sir lan Hamilton, veterano de la guerra de los bóers pero sin experiencia alguna en guerra anfibia. Se componía inicialmente de una División reforzada del Ejército británico y un Cuerpo de Ejército de más de 30.000 hombres de tropasaustralianas y neozelandesas. El llamado Cuerpo ANZAC (Australia,Nueva Zeeland [Army Corps]). ‘Los franceses aportaron inicialmente unadivisión. Con los servicios y tropas de Marina encuadradas en la llamada«División Naval» compuesta de marines y marineros la fuerza de desembarco llegaba a unos 80.000 hombres, figura 1.

El puerto principal de partida de la fuerza fue Alejandría en Egipto y comobase avanzada se contaba con la bahía y pequeñó puerto pesquero deMudros en la isla griega de Lemnos en el mar Egeo a unas 40 millas alsuroeste de la embocadura de los Dardanelos, por lo que se decidió que,en dicha bahía, los transportes desembarcaran las tropas y el material alas embarcaciones y barcazas de desembarco (las conocidas K despuésempleadas en Alhucemas, de las que compramos 26) que iban a serremolcadas por remolcadores de altura,y botes a vapor.

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Figura 1. Desembarcasen los Dardanelos en el año 1915.

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Estas embarcaciones de hierro con ligeros blindaje desplazaban a plenacarga unas 300 toneladas, tenían cubierta y bodega donde se podíanacomodar, muy apretadas, dos compañías con su equipo de campaña.Disponían de rampa a proa y motores que con buena mar les permitía darunos siete nudos. Pero, su autonomía era escasa por lo. que solían serremolcadas hasta estar a unos mil metros de la playa donde iban a varar.La varada la hacían impulsadas por sus propios motores. Estas barcazasconstituyeron el principal medio de barqueo en toda esta campaña. Sunúmero fue siempre insuficiente a todo lo largo de ella.

Como curiosidad cabe comentar que el Generalísimo, entonces coronelFranco, nos ha dejado escrito, en su Diario de Operaciones, un vividorelato de su experiencia a bordo de una de ellas antes de desembarcar,con las tropas que mandaba, en la playa de la Cebadilla en 1925.

Desafortunadamente el mando británico se dio cuenta tarde de que lostransportes habían sido cargados incorrectamente estibando en el fondode sus bodegas armamento y material de urgente necesidad en los primeros momentos del desembarco. Subsanar este error demoró la iniciación de la operación. Todavía no se habían normalizado las técnicas deestiba llamadas de «carga de combate» aplicadas posteriormente.

Por primera vez en la Historia se acondicionó lo que pudiéramos considerar un buque especial de asalto anfibio: el carbonero River Clyde concapacidad para 2.000 soldados, en el que se habían abierto cuatro portas en cada costado e instalado portalones que corrían horizontalmente alo largo de ellos para terminar en unas rampas a proa que bajaban hastala línea de flotación. Como protección se colocaron sacos terreros en lasbordas y superestructuras. Tras esta transformación el viejo carbonero fueap’odado por los soldados británicos El Caballo de Troya. Precisamente laantigua ciudad de este nombre estuvo ubicada en la costa asiática al surde la entrada a los Dardanelos a tan sólo unas diez millas de donde elRiver Clyde debía, de acuerdo con lo planeado, varar. Como vamos a verel éxito que tuvo el mitológico y descomunal caballo de madera construido por los griegos para engañar a los troyanos no logró alcanzarlo estecarbonero transformado de casto de hierro.

La elección del lugar de desembarco

Una vez nombrado comandante en jefe de tan importante fuerza expedicionaria el general Hamilton se entrevistó a bordo del moderno acoraza

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do Queen Elizabeth en aguas de Lemnos con el jefe de la Fiierza Navalbritánica vicealmirante De Roberck y los oficiales generales franceses ybritánicos que iban a tomar parte en la operación. Entre estos últimos seencontraba el vicealmirante Guepátre, jefe de la Escuadra francesa destacada en aquellas aguas.

La organización del mando, como era tradición en las Fuerzas Armadasbritánicas, era de tipo «compartido»’: no había subordinación del naval alterrestre ni viceversa. El primero simplemente apoyaba al segundo yambos cooperaban entre sí.,

Como en toda operación anfibia el principal asunto de la agenda era contestar a la consabida pregunta de «dónde debemos desembarcar»’. Trasexponer distintos pareceres sin llegar a ningún acuerdo se decidió que elpropio Hamilton con su estado mayor a bordo del Pheaton reconociera lacosta de la península de Gallípoli donde se dio por sentado que debíaaplicarse el esfuerzo principal ya que su ocupación permitiría el paso dela poderosa flota aliada al mar de Mármara. En la costa asiática se decidió desembarcar el contingente francés en Koum Kaleh, al sur de la embocadura del Estrecho para destruir las baterías turcas allí emplazadas.

En la península deGallípoli se sopesaron cuatro alternativas: el istmo deBulair desde el golfo de Samos, la bahía de Suvla, la costa en las inmediaciones de Gaba Tepe y la de cabo Helles en el extremo suroeste deesta alargada península de unas 45 millas de longitud que se estrechabahacia levante.

La información que podía obtenerse de las fortificaciones de la costanavegando frente a ella, barajándola a prudente distancia y reconociéndola con medios visuales no podía ser de mucha confianza, perohasta mucho después el mando aliado no dispuso de aviones de reconocimiento.

Tampoco se realizaron reconocimientos previos de playa por medio deunidades especiales como se habían realizado anteriormente con las unidades de ranger (exploradores) antes de abordar una playa desconociday se haría en desembarcos posteriores.

Hamilton descartó el desembarco en Bulair. Parece que por consejo de laArmada que consideraba las aguas del golfo de Saros muy peligrosaspara los barcos por la amenaza submarina y sobre todo por estar muchomás lejos del puerto de Mudros de donde iba a partir la fuerza anfibia consus barcazas remolcadas.

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La conquista del istmo de Bulair ofrecía la gran ventaja de aislar por tierra a todas las tropas turcas que guarnecían la península de Gallípoli.El general alemán, Liman von Sanders, consideraba que allí se iba a llevar a cabo el desembarco principal y cuando —como veremos— tomó elmando del V Ejército turco dispuso que se fortificara especialmente estesector. Los serviolas ingleses apreciaron desde la cofa del Pheaton queestas playas estaban cruzadas por un dédalo de alambradas y trincheras.Posiblemente ello indujo Hamilton a avenirse con la opinión de la Armadasobre la inconveniencia de un desembarco en Bulair.

También descartó el general inglés la bahía de Suvla por las alturas quela dominaban lo que no fue óbice para que posteriormente en el último ydesesperado intento realizado para vencer la resistencia turca duranteesta prolongada campaña, reconsiderara esta decisión y ordenara undesembarco en ella.

Por fin tras múltiples debates se decidió realizar dos desembarcos principales: uno tres millas al norte de la punta de Gaba Tepe donde desembarcaríael ANZAC para desde la costa ocupar directamente las alturas de ChounukBair desde las que se dominaban la angostura de Tchanah y otro en las playas de cabo Helles donde pondría pie en tierra la División británica de17.000 hombres para desde ellas ocupar las colinas de Achi Baba y desdeallí enlazar con el ANZAC. Esta idea de la maniobra en tierra perduró durante toda la campaña. El objetivo material de ella era la ocupación de las alturas dominantes de Chounuk Bair en el centro de la península de Gallípoli.

En el golfo de Saros la llamada «División Naval» realizaría, como finta dediversión, un amago de desembarco y los franceses, como hemos dicho,llevarían a cabo una incursión anfibia en la costa asiática para destruir lasbaterías que pudieran disparar contra las tropas que iban a desembarcaren la otra orilla de la embocadura.

Parece que la confianza en el fuego de los acorazados fue la que indujoa realizar cinco arriesgados desembarcos en otras tantas playas en elsector de cabo Helles. Todas estrechas y de difícil comunicación entre síy dominadas desde las alturas de Achi Baba.

En realidad todos los jefes aliados mostraban muy poca confianza en eléxito de una operación anfibia en que no jugaba el factor sorpresa, dadala frustrada intentona de la Flota el día 18 de marzo y las noticias divulgadas por la prensa egipcia sobre el embarque y carga de tropas y material en el puerto de Alejandría que se prolongaron excesivamente.

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Tras el intento de forzamiento de los Dardanelos por la Flota aliada el jefe dela misión militar alemana en Turquía el general Liman von Sanders fue nombrado comandante del V Ejército turco. En cuanto tomó el mando intensificó las medidas de defensa y cambió el despliegue del dispositivo turco,extendido en cordón a todo lo largo de la costa, por otro en que situaba unnúcleo de reserva en Bulair, otro en Mainos y un tercero en Achi Baba en elsector de cabo Helles. Aparte de estos núcleos de tropas de reserva prontas a acudir al punto amenazado contaba con algunas unidades en la costáasiática y otras en diferentes playas de la península de Gallípoli.

Liman von Sanders estaba convencido de que el desembarco principal serealizaría en el istmo de Bulair y allí se encontraba el día D hasta que losacontecimientos de la jornada le convencieron de que su apreciación eraincorrecta.

El asalto anfibio del día 25 de abril de 1915

Tras un intenso bombardeo naval al amanecer de este día, el desembarco empezó en el sector de cabo Helles haciéndolo contingentes de laDivisión británica en cinco estrechas playas apoyados por el intensofuego de los acorazados.

En cuatro playas el movimiento buque-costa se realizó con relativa facilidad pese a las fuertes corrientes. En la quinta llamada playa V varó elRiver Clive justo enfrente de un derruido fuerte. Contra esta costa el acorazado Albión disparó con sus cañones de doce y seis pulgadas sobre lasposiciones que se suponían ocupadas por los turcos. Que éstos no replicáran al bombardeo llevó al mando británico al convencimiento de que elenemigo había sido aniquilado o que estaba tan desmoralizado que eraincapaz de oponer resistencia. Se equivocaba. Los soldados turcos habíanrecibido orden de no disparar hasta que las tropas británicas empezaran adesembarcar.

A las 6 horas y 22 minutos varó el River Clide y los turcos abrieron unintenso fuego sobre él con sus fusiles, ametralladoras y cañones de fuegorápido así como contra las barcazas remolcadas que se aproximaban.Desde estas últimas los soldados británicos sólo podían responder consus fusiles mientras, los que consiguieron poner pie en tierra, intentabanabrirse paso en la playa cortando alambradas y salvando zanjas. Muchossoldados murieron mientras esperaban, hombro con hombro, a que lesllegara su turno para saltar al agua.

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La aterradora imagen de barcazas repletas de muertos a la deriva por lasaguas del Egeo perduró siempre en la memoria de los supervivientes.

El River Clide que varó de proa, abrió sus portas, dio sus portalones yabatió sus rampas y por ellas empezaron a desembarcar los soldados.Pero desde donde había quedado la proa era imposible vadear. Pararemediarlo una barcaza y un bote de vapor se colocaron, como pasarelaflotante, ente la proa del River Clide y tierra, maniobra que se llevó a cabobajo intenso fuego enemigo. Unos setecientos soldados murieron antesde alcanzar la playa. El fuego de las ametralladoras instaladas en la superestructura del barco eran inefectivas contra las armas turcas emplazadasen los acantilados a mayor altura. Afortunadamente cuatro proyectilesque impactaron en el River Clide no llegaron a explotar.

Después de varios intentos fallidos, los supervivientes de los que habíanintentado desembarcar regresaron a bordo para guarecerse tras las planchas del barco de la lluvia de fuego de la Infantería turca mientras tresacorazados bombardeaban furiosamente sus posiciones.

Hasta que se hizo de noche los mil supervivientes del River Clide (de losdos mil soldados que transportaba) no pudieron desembarcar. Lo hicieronprotegidos por la obscuridad y el fuego de los acorazados estableciendouna pequeña cabeza de playa que palmo a palmo tuvieron que ir ampliando. Hasta dos días después no consiguieron establecer contacto con losdesembarcados en las dos playas adyacentes.

En el sector de Gaba Tepe, debido a errores de navegación por la fuertecorriente, las embarcaciones de desembarco que transportaban al ANZACvararon en una playa situada una milla más al norte del lugar previsto, rocosa y de más difícil acceso. Los soldados australianos y neozelandeses quepusieron pie en tierra vencieron la resistencia de los escasos defensoresturcos y avanzaron hacia el interior por un intrincado terreno de desnudasbarranqueras hacia las alturas de Chounuk Bair. Desde ellas las avanzadasdel ANZAC pudieron con satisfacción contemplar las plateadas y tranquilasaguas de la angostura del paso de Tchanah pero tuvieron la mala suerte detropezar con las fuerzas del general turco Mustafa Kemal (el futuro Atatürk).Éste con su División de Reserva estaba acantonado en Mainos y en cuanto supo del desembarco al norte de Gaba Tepe se puso en movimiento ycontraatacó con todas sus fuerzas haciendo volver al enemigo por dondehabía venido. Era tan crítica su situación que el general del ANZAC pidiópermiso a Hamilton para reembarcar. Éste le ordenó que se atrincherara enlas dunas de la playa. Sus tropas lo hicieron en espera de refuerzos.

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Los refuerzos más a mano que se podían enviar eran la llamada «DivisiónNaval» que había efectuado la demostración en el golfo de Saros y el contingente francés que había desembarcado en la orilla sur y que una vezcumplida con éxito su misión de destruir las baterías había vuelto a reembarcar sin novedad. La «División Naval’> fue enviada a la precaria cabezade playa de Gaba Tepe y el contingente francés a las de cabo Helles.

Las operaciones posteriores

El día D más dos, el general Hamilton decidió tomarlas alturas de AchiBaba con las fuerzas desembarcadas y el fuego naval de los acorazados.Las reservas turcas acudieron y contraatacaron rechazando a los atacantes. Lo mismo ocurrió en el sector de Gaba Tepe.

El avance por el abrupto terreno de la península de Gallípoli se hizo lentoy penosísimo. Hasta el mes de junio Hamilton no pudo eétablecer su cuartel general en tierra.

Lo que se había concebido como guerra de movimiento se había convertido en una estancada lucha de trincheras en la que cada bando intentaba, enviando refuerzos, ganar o impedir que el adversario ganara unospalmos de terreno.

El día 6de agosto de 1915 se llevó a cabo un nuevo desembarco en labahía de Suvla para establecer contacto y ampliar el estrecho frente mantenido por el ANZAC.

Como tres meses antes el objetivo seguía siendo ocupar las dominantesalturas de Chounuk Bair. La operación fracasó.

La batalla de desgaste se mantuvoa costa de mandar a Gallípoli cerca demedio millón de hombres. Las bajas de los aliados llegaron a las 150.000.Murieron 80.000 soldados turcos.

El despreciado Ejército turco había cerrado el paso a los anglo-francesesen su proyectada marcha hacia Constantinopla y conseguido detraer deotros frentes un numeroso contingente de tropas, así como fijar en aguasdel mar Egeo una importante fuerza naval.

En el mes de diciembre de 1915 se decidió emprender la retirada y en unaserie de operaciones nocturnas, primero en la bahía de Suvla y al final encabo Helles se consiguió reembarcar a los 120.000 soldados que aúnquedaban. El secreto y unas acertadas medidas de decepción y oculta

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ción hicieron que esta difícil retirada anfibia constituyera un éxito parangonable con el reembarco en Dunkerque durante la Segunda GuerraMundial.

El fracaso de la campaña de Gallípoli obligó a dimitir tanto a WinstonChurchill como al primer lord del Mar el creador de la moderna flota británica, durante la «carrera del dreadnought» y promotor del diseño deeste revolucionario tipo de acorazado, el almirante sir John Fisher. A laspérdidas navales del día 18 de marzo había que agregar las del acorazado Goliath hundido por un torpedero turco y las del Tríumpn y del Majestictorpedeados por el submarino alemán U-21.

Como puede deducirse, en contra de lo más tarde propalado, no fueronlas baterías de cósta turcas las que ocasionaron más hundimientos debarcos en su duelo con la artillería de los acorazados sino las minas y elmencionado submarino. Estos resultados rebaten la creencia mantenidacon posterioridad de que en el duelo artillero entre baterías de costa ycañones navales, las primeras se impusieron sobre los segundos en estacampaña. Churchill arrastró con dolor toda su vida este estrepitoso fracaso.

Ya el día 17 de octubre de 1915 la campaña de los Dardanelos había terminado para el general Hamilton que fue llamado a Londres y relevado delmando.

Consideraciones finales

Como epítome. podríamos hacer las siguientes consideraciones:El desembarco en Gallípoli fue la operación anfibia de mayor entidad llevada a cabo durante la Primera Guerra Mundial y, a causa de su fracaso,origen de una crisis de credibilidad sobre la viabilidad de un asalto anfibio contra una costa fuertemente defendida.

Pero los agoreros se equivocaban: la nueva era de las operaciones anfibias no había hecho más que empezar. El desembarco en Alhucemas ylos llevados a cabo en la Segunda Guerra Mundial se encargaron de desmentir los pronósticos aventurados.

Todos los tratadistas e historiadores militares de los años veinte y treintacoinciden en su apreciación de que esta operación anfibia en losDardanelos, desde el punto de vista estratégico bien concebida, fue pésimamente ejecutada.

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Las reticencias de los que creían que la guerra había que ganarla enel frente occidental y que, por consiguiente, en él había que aplicar elesfuerzo principal, hizo que la fuerza inicialmente empleada fuera inapropiada y más tarde insuficiente. Dada la proporción de fuerzas enfrentadasla maniobra en tierra en la península de Gallípoli era impracticable.

De la comparación de fuerzas en cada momento se desprende que losasaltantes fueron siempre inferiores en eÍ número a los defensores loque si en una operación ofensiva en tierra, si no juega la sorpresa, haceque las probabilidades de éxito sean escasas, en un asalto anfibio conpenetración posterior en terreno difícil hace que dichas probabilidadessean prácticamente nulas.

Las vacilaciones a nivel político, falta de secreto y lentitud en la preparación del asalto anfibio, hizo que no se produjera la sorpresa estratégica yla táctica se lograra en contadas playas.

El mando británico quizás confió excesivamente en la artillería de susacorazados y en la superioridad cualitativa de sus soldados sobre el turcosin considerar que los descalabros de éstos en las guerras sostenidas enlos Balcanes unos años antes, fueron debidos más a la ineptitud de suspolíticos y rri’andos militares y a la falta del debido material y apoyo logístico, que a la valía del sufrido soldado turco. En esta ocasión bien mandados y asesorados por técnicos alemanes y provistos de buen materialel heroico comportamiento del tenaz soldado turco fue reconocido portodo el mundo, principalmente por sus propios adversarios.

Desde el punto de vista de la guerra anfibia, como ya hemos repetido,muchos analistas llegaron a la conclusión de que el éxito de un asaltoanfibio contra una costa fortificada y bien defendida con armas modernasera imposible y en esta creencia se mantuvieron muchos hasta laSegunda Guerra Mundial en contra del parecer del US Marine Corps y delas Fuerzas Armadas japonesas que nunca estuvieron de acuerdo conesta teoría.

El US Marine Corps analizó paciente, minuciosa y exhaustivamente loserrores cometidos en Gallípoli para con argumentos convincentes e imnumerables ejercicios superar los prejuicios existentes principalmente entrelos viejos almirantes de la escuela de Mahan (Mahan había sido profesorde Estratégia del Naval War College) reticentes a tener que arriesgar sus«valiosos’> acorazados en una operación de desembarco, exponiéndolosal fuego de las baterías de costa enemiga y a las minas. Lós acórazados,

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según su criterio, habían sido construidos únicamente para medirse conlos del enemigo en la batalla naval decisiva, resuelta, naturalmente, acañonazos.

Afortunadamente para la tesis de los marines, en los años veinte y treintaestaban en continua revisión los planes «Naranja» que consideraban lahipótesis de guerra contra el Japón. En los acuerdos de limitación dearmamento naval de Washington de 1922 los japoneses aceptaron unarelación de fuerza naval de cinco a tres a favor de la Armada norteamericana respecto a la japonesa a cambio de Estados Unidos no construyeran nuevas bases navales permanentes ni ampliaran las existentes aloeste del meridiano de las islas Hawai. Por ello si la US Navy quería llevarla guerra a aguas asiáticas era necesario desembarcar en islas intermedias del Pacífico para establecer en ellas bases avanzadas. Islas quepodían haber ocupado los japoneses con anterioridad.

Esta poderosa razón hizo que los almirantes norteamericanos se avinieran a aceptar los criterios y propuestas de los marines.

Cuando el portaaviones sucedió al acorazado como Capital Ship de lasflotas de combate los grandes y modernos acorazados de la Marina norteamericana, los de la clase Iowa, fueron conservados después de laSegunda Guerra Mundial únicamente para el bombardeo de blancos entierra con sus nueve cañones de 16 pulgadas (406 mm) y tonelada ymedia de peso de cada proyectil. Y, todavía hoy, en el año 2000 se debate la conveniencia de la conservación y rehabilitación de estos barcos,que entraron en servicio los años cuarenta, y sirvieron en Corea, en elVietnam y en el golfo Pérsico.

Resultado de la constancia y tenacidad del US Marine Corps fue la obtención de medios anfibios adecuados (vehículos blindados anfibios LVT ylanchas LCP) y la elaboración de una doctrina anfibia que se plasmó enel Manual provisional de operaciones de desembarco (Tentative LandingOperations Manual) de 1934 de la Infantería de Marina norteamericanaque comprendía las relaciones de mando y organización de la fuerza, elapoyo de fuego naval y su corrección desde tierra, el apoyo aereotáctico,el movimiento buque-costa, la captura y mantenimiento de la cabeza deplaya y el apoyo logístico posterior. En el año 1939 la US Navy adoptóeste Manual y en 1941, antes de Pearl Harbour, convenientemente revisado y corregido en ciertos detalles por el Ejército, fue aceptado por éste.Así pasó a ser la doctrina oficial conjunta de las Fuerzas Armadas norteamericanas en la Segunda Guerra Mundial. En el primer desembarco rea

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lizado en el Pacífico, el de Guadalcanal, fue donde por primera vez fueaplicado, introduciéndose después los cambios que la experiencia decuatro años de guerra fue aconsejando hasta dar lugar el conocido y

periódicamente modificado ATP-8 de la OTAN.Losjaponeses por su parte, principalmente el Ejército imperial que era elque llevaba la voz cantante en las tácticas de desembarco, nunca padeció el síndrome de los Dardanelos. Antes de la Segunda Guerra Mundial,Japón era la potencia militar que mayor experiencia tenía en operacionesanfibias con una doctrina muy depurada.

En todas las guerras en que habían intervenido sus Fuerzas Armadashabían realizado operaciones de este tipo y en los 2.000 años de su historia siempre habían actuado fuera del archipiélago nipón mediantedesembarcos llevados a cabo en costa hostil.

Volviendo al fracaso de Gallípoli hay que señalar que la potencia de fuegode la artillería de los acorazados no pudo suplir la falta de armas de acompañamiento de infantería de los asaltantes en el momento crítico del asalto contra un enemigo bien atrincherado. Por otra parte el fuego naval nofue corregido, una vez las tropas en tierra, por observadores desembarcados como posteriormente se ha venido haciendo.

Pese a todo no parece que la conclusión a que se llegó sobre la imposibilidad de un desembarco en costa fortificada quedara palmariamentedemostrado en Gallípoli donde las tropas aliadas, evidentemente a costade enormes pérdidas, pusieron pie en tierra y consiguieron consolidar congran esfuerzo las estrechas cabezas de playa conquistadas, donde posteriormente, desembarcaron unidades de refuerzo, material y suministros.

Hay que tener en cuenta que, con la precariedad que se quiera, las tropas británicas y francesas permanecieron en tierra durante ocho largosmeses.

De hecho en la campaña de los Dardanelos se llevaron a cabo con éxito,las cuatro modalidades de operaciones anfibias que figuran en los textosactuales: asalto anfibio, demostración anfibia, incursión anfibia y sobretodo, la más difícil: la retirada anfibia. Entiendo que lo que fue mal concebido fue la maniobra de penetración en tierra.

Dadas las dificultades que ofrecía el terreno en la península de Gallípoli,abrupta y montañosa y las fortificaciones turcas existentes en ella, posiblemente hubiera sido más rentable haber intentado la penetración hacia

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el mar de Mármara por la orilla asiática de los Dardanelos donde, comohemos visto, la División francesa llevó a cabo con pleno éxito la incursiónanfibia que hemos señalado. Desde donde desembarcaron los francesesquizás se hubiera podido llegar con mayor facilidad a Tchanah en laangostura del paso. Reconozco, naturalmente que es fácil emitir juiciosde valór a posteriori tras conocer lo acaecido.

Tampoco parece justificado haber desechado, desde el principio, el istmode Bulair como lugar del desembarco principal. Hay que considerar queuna vez en posición de la península de Gallípoli los aliados hubieran tenido que franquear el embudo de Bulair donde no era difícil establecer unafuerte y estrecha línea de resistencia.

El planeamiento del asalto anfibio en sí en lo relativo a carga, embarque,movimiento buque-costa y determinación de necesidades de embarcaciones de desembarco puso de manifiesto las limitaciones del estadomayor del general Hamilton por falta de doctrina y experiencia en la resolución de los intrincados problemas que plantea la ejecución de una operación anfibia de la envergadura de la realizada.

De hecho el Ejército británico no realizaba un desembarco desde el año1854 en Calamita durante la guerra de Crimea donde lo hizo sin oposición.

También parecieron olvidadas en Gallípoli las enseñanzas obtenidas porlos británicos en las muchas operaciones de desémbarco con oposiciónrealizadas en el siglo xviii y principios del xix de los que merece especialmención el de Aboukir en 1801 llevado a cabo magistralmente por elgeneral sir Ralph Abercromby, que tuvo como resultado la rendición delEjército francés que Napoleón condujo a Egipto.

Por último sería omisión imperdonable no insistir en el éxito de la retiradaanfibia perfectamente ejecutada frente a fuerzas enemigas superiorestras, corno hemos dicho, ocho meses de luchas en tierra.

Quizás sin un estudio exhaustivo y minucioso de los errores cometidos enesta desgraciada y sangrienta campaña, como el llevado a cabo por el USMarine Corps no se hubiera llegado mucho más tarde a la perfecciónalcanzada en el planeamiento y ejecución de los desembarcos efectuados durante la Segunda Guerra Mundial.

Periodo histórico que me atrevo a tildar de «edad de oro» de las operaciones anfibias ya que durante ella se llevaron a cabo cerca de seiscientos desembarcos.

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No es de extrañar que Liddell Hard, el conocido tratadista británico detemas militares, valedor de la teoría de la «aproximación indirecta»expuesta en 1929 por primera vez opinara que el mayor factor de fuerzaque poseía una potencia naval era la flexibilidad estratégica que le confería su capacidad anfibia.

En los albores del siglo xxi, dada la relación de fuerzas existentes, lasituación mundial actual y las miles de millas de costa que bañan losocéanos del globo, el nuevo concepto de maniobra mar-objetivo derivado del desarrollo doctrinal de la estrategia Forward From the Sea(Adelante desde el mar) de la Marina de Estados Unidos parece habersuperado la doctrina anfibia tradicional del siglo xx que tuvo su origen enla experiencia, o mejor dicho la inexperiencia, -de Gallípoli. Pero esto yaes otra historia.

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TERCERA CONFERENCIA

EL DESEMBARCO DE ALHUCEMAS

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EL DESEMBARCO DE ALHUCEMAS

Por JosÉ SÁNCHEZ MÉNDEZ

General de división del Ejército de/Aire.

El día 8 de septiembre de 1925 tuvo lugar la primera operación aeroterrestrenaval de la historia militar realizada con éxito. Hasta ese día habíaun antecedente, pero que acabó en fracaso, fue el intento de los aliadosen la Primera Guerra Mundial de desembarcar en la península de Gallípolicon el fin de tomar por la retaguardia las baterías turcas que defendían elestrecho de los Dardanelos. El desembarco aliado comenzó el día 25 demarzo de 1915 y después de varios meses de duros combates se inicióla evacuación a finales del año que terminaría el día 8 de enero de 1916con 28.200 muertos en el Ejército británico, 77.895 heridos, 11.254 desaparecidos y 98.683 soldados enfermos, más la pérdida de los acorazadosIrresistible, Océan, Goliat, Triumph, Majestic y Bouvet, amén de otras unidades navales menores.

En el año 1859, España, cuya presencia permanente en el norte de África,Marruecos, se remonta a 1497 con la toma de la ciudad de Melilla, poseíatambién la ciudad de Ceuta y otros enclaves menores. Ese año las fuerzas imperiales marroquíes atacaron a las españolas, pero fueron derrotadas en la batalla de Wad-Ras lo que obligó al sultán a firmar un tratadode paz en 1860 y por el cual cedía a España otra porción de su territorio.El destronamiento del sultán Abd el-Krim en 1909 por las luchas intestinas del Imperio marroquí y los enfrentamientos entre las diversas facciones, obligó a una intervención militar europea que fue confiada a España

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y Francia. Como consecuencia del Tratado de 27 de noviembre de 1912el territorio marroquí quedó dividido en tres zonas, una menor al norte,que pasaba a estar bajo protección española, otra mucho mayor al surque lo estaba bajo protección francesa y una tercera, internacional, entorno a la ciudad de Tánger. En las tres regiones continuaba la autoridadcivil y religiosa del sultán.

Al objeto de someter a las cábilas que no reconocían la autoridad del sultán, las fuerzas militares españolas emprendieron a principios de 1913una serie de acciones para pacificar el territorio, que contaban con elapoyo de una unidad del Servicio de Aerostación del Ejército. Creado eldía 2 de abril de 1910 los Servicios de Aerostación, Aeronáutica yAviación, poco después, el día 28 de febrero de 1913, se constituyó elServicio de Aeronáutica Militar, decidiéndose enviar a Marruecos unaescuadrilla de doce aeroplanos, compuesta por tres secciones equipadascon Farman, Nieuport y Lohner Pfeil respectivamente, que llegaron aTetuán, capital del protectorado, en octubre de dicho año, realizando suprimer vuelo el día 2 de noviembre. El día 17 de diciembre de 1913 unbiplano Lohner, tripulado por los capitanes Barrón y Cifuentes realizaría elprimer bombardeo específicamente aéreo de la historia aeronáutica mundial al utilizar para ello bombas de diseño especial para aviación y un rudimentario visor de fabricación austriaca. La acción española en Marruecosoptó por la línea de penetración pacífica partiendo de los enclaves costeros, Larache, Ceuta y Melilla, que disponían de un aeródromo cada uno,donde se estacionaban otras tantas escuadrillas de aeroplanos. Durantela Primera Guerra Mundial las operaciones de pacificación y limpieza seredujeron al mínimo con el fin de evitar cualquier incidente que pudieraponer en peligro la neutralidad española, pero los tres aeródromos permanecieron activos realizando misiones de reconocimiento y esporádicamente de bombardeo.

La catástrofe de Annual

En enero de 1920 se constituyó el Grupo de Escuadrillas de Marruecos,formado por las escuadrillas de Tetuán, Larache y Melilla y la AeronáuticaMilitar Española había incrementado notablemente sus medios aéreos yhumanos e incorporado a su instrucción y entrenamiento ‘las experienciasobtenidas en la Primera Guerra Mundial. Terminado el conflicto europeo seconsideraba inaplazable dar cumplimiento a las obligaciones en el protectorado y compaginando la acción militar con la política, las operaciones

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que hasta enero de 1920 se habían limitado a la zona occidental habíanpermitido conseguir notables éxitos, entrándose sin disparar un solo tiroen la ciudad santa de Xauen el día 14 de octubre, ganándose así la partida al cabecilla de la zona, Al Raisuni. Pero en la zona oriental, el nuevocomandante general de Melilla, general Fernández Silvestre comenzó unaarriesgada campaña inicialmente acompañada de un éxito absoluto y talvez excesivo. En pocos meses había sometido varias cábilas y a finalesde año la línea alcanzada cubría Melilla, Nador, monte Arruit, Tistutin yBen Tieb hasta Afrau, en la costa. Durante el invierno continuó su avancey quiso ampliarlo más allá del río Amekrán para establecer una posiciónavanzada en Abarrán con el objetivo final de alcanzar la bahía deAlhucemas, donde quedaría situado frente a la cábila de Beni Urriagel queacaudillaba el alma de toda la rebelión, Si Mohamed Abd el-Krim, elJatabi.

El día 1 de junio de 1921 la posición de Abarrán fue asaltada y aniquiladapor la harca de Abd el-Krim y el día 21 de julio la de Igueriben, sin que elgeneral Fernández Silvestre hubiera podido socorrerlas desde Annual, apesar del apoyo aéreo de la escuadrilla de Melilla. En un clima de desmoralización se ordenó la retirada y en ella murieron varios miles de soldados y el propio general Silvestre, siendo ejecutados los prisioneros porlos rifeños. El día 24 de julio caía el aeródromo de Melilla, sucumbiendoasí la zona de la Comandancia General, improvisándose en los terrenosde la hípica de la ciudad un campo de aviación desde el quecomenzarona actuar cinco De Havi/land DH-4, biplazas de bombárdeo que comenzaron a abastecer desde el aire a las fuerzas sitiadas enmonte Arruit, peroesta posición cayó el día 9 de agosto, perecieron más de dos mil hombres, siendo hecho prisionero el general Navarro y varios centenares desoldados. Estos sangrientos sucesos tuvieron consecuencias inmediatasen el orden nacional, político y militar y la profunda conmoción que causóla tragedia produjo una enérgica reacción en la opinión pública decididaa derrotar a Abd el-Krim y restaurar el prestigio nacional. Una suscripciónpopular permitió la rápida adquisición de cincuenta aeroplanos DeHavillanq DH-4, DH-9 y DH-9A, sumándose otro elevado número de DH-9fabricados en España por la Hispano Aviación, que comenzaron a serentregados en 1922.

Mientras tanto las unidades del Ejército llegadas de la Península habíancomenzado la contraofensiva, en ¡o que se conoce como «Campaña deDesquite», reconquistando el aeródromo de Melilla el día 17 de septiembre y el día 23 Tauima, lugar donde rápidamente sé preparó un aeródro

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mo de grandes proporciones, llegándose a recuperar el día 24 monteArruit, donde se pudieron contemplar los restos de los cadáveres de loscentenares de soldados muertos en el asedio. La aviación iba protegiendo estos avances y tras uná segunda escuadrilla de aeroplanos DH-4, ennoviembre se incorporaba una tercera, formándose así un grupo aéreoque venía a completar el creado en la zona occidental con dos escuadrillas de Breguet 14 y una de Ansaldos A-300. Nacían así las FuerzasAéreas de Marruecos, cuyas seis escuadrillas disponían ya de una considerable capacidad de fuego.

En el verano de 1922, año en el que se potenciaría estas Fuerzas Aéreaslas escuadrillas de Tetuán y Larache comenzaron a efectuar bombardeosnocturnos, inicialmente en salidas individuales y después de caráctercolectivo, en la que participaban todos los aparatos disponibles. Las unidades aéreas en Marruecos realizaron una intensa acción durante el añocon vuelos de reconocimiento visual y fotográfico, de bombardeo, (lanzando 3.000 bombas incendiarias y 350 toneladas de bombas de trilita),de corrección del tiro artillero y abastecimiento aéreo a las FuerzasTerrestres, además de otras misiones de carácter psicológico al lanzarproclamas sobre las diversas cábilas, servicios de estafeta y aerovacuación sanitaria. Mientras tanto en el frente terrestre se había reconquistadotodo el territorio perdido en 1921, dando el Gobierno por finalizada lasoperaciones al recuperar Afrau en la costa.

Hacia el desembarco de Alhucemas

En 1923 esa tranquilidad era grande pero incierta y Abd el-Krim se proclama sultán de Marruecos y expresa su ambición, desde Axdir hasta Agadir.El líder rifeño, envalentonado por la pasividad española, reanudó de nuevosus ataques comenzando por Tizi Aza que quedó sitiada, pero el día 5 dejulio, gracias a una decidida intervención aérea, pudo entrar en la posiciónuna fuerte columna de socorro. Los grupos aéreos de Melilla, apoyadospor una escuadrilla de Tetuán, atacaron a muy baja altura a las posicionesrifeñas, reiterando continuamente los ataques sin más interrupción que lanecesaria para regresar y reabastecerse de combustible y munición, recibiendo numerosos impactos del fuego enemigo, que causó algunos derribos. Al mismo tiempo los aviadores españoles abastecían desde el aire alos asediados con toda clase de suministros, incluido el agua que era proporcionada en barras de hielo. Esta forma de volar que se impuso enMarruecos y que se denominó en toda Europa como «vuelo a la españo

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la» era casi un suicidio obligado pues para llegar a las posiciones cercadas había que hacerlo a menos de diez metros de altura y los disparos delos rifeños alcanzaban a los aviones de arriba abajo y no al contrario.

A la batalla de Tizi Aza siguió la que se libró del día 15 al 22 de agosto porTifarauin, que pudo ser mantenida gracias al apoyo por el fuego y delabastecimiento aéreo de los aviadores españoles, actividad esta últimaen la que los pilotos la habían convertido en un arte y en una innovadoratécnica, pues tenían que conseguir hacer llegar los avituallamientos aposiciones que a veces solamente poseían quince metros de lado, por loque en estas misiones se perdieron algunas tripulaciones y sus aviones.Pero la actuación de los moros en forma de guerrilla, hacía muy difícil quelos aviones pudiesen atacar puntos claves del enemigo, que por su especial forma de vivir se encontraba desperdigado en una zona montañosa yabrupta, llena de desfiladeros y barrancos, sin riquezas creadas ni materializadas susceptibles de ser destruidas.

En 1924 prosiguieron las operaciones bélicas de la Aviación española enMarruecos, consiguiendo destruir en el mes marzo una aeroplano adquirido por Abd el-Krim en Francia. Era el primer medio aéreo ofensivo de laincipiente Fuerza Aérea que el líder rifeño intentaba formar para hacerfrente a los aviones españoles y que iba a estar integrada por pilotoseuropeos mercenarios con alta experiencia obtenida en la Primera GuerraMundial. Pero el caudillo rifeño y su aliado el Jeriro realizaron en el mesmayo varios ataques simultáneos en la zona oriental y a las posiciones delrío Lau, desde Xauen hasta su desembocadura en el Mediterráneo. Denuevo los aviadores españoles se cubrieron de gloria, pero también tuvieron un alto derramamiento de sangre. Basta decir que hasta septiembrerealizaron abastecimientos aéreos a cerca de 70 posiciones distintas, quehubo escuadrillas como la de Napier en la que solamente tres avionesrealizaron en octubre 205 horas de vuelo; que en 70 días la escuadrilla deLarache efectuó 150 abastecimientos aéreos rebasando las 400 horasde vuelo y que el grupo de De Havil/and Ro/ls tuvo más del 70% de derribos por el fuego enemigo. Este agravamiento de la situación llevó alGobierno español, presidido por el general Primo de Rivera, quien habíadado un golpe de Estado en 1923, a tomar una importante decisión, ocupar la bahía de Alhucemas, corazón de la insurrección rifeña.

Mientras tanto la alianza entre Abd el-Krim y el Jeriro se plasmaba en unlevantamiento general dirigido no sólo contra España, sino también contra Francia y el propio jalifa, representante del sultán en el protectorado

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español. Iniciada la ofensiva generalizada por Abd eI-Krim el día 13 deabril de 1925 contra franceses y españoles, la línea del río Uarga cayó conestrépito y las fuerzas francesas sufrieron una tremenda derrota dedimensiones superiores a la padecida por los españoles en Annual en1921. Fuertes contingentes rifeños rompieron el frente francés e invadieron la cábila Beni Zerual. Todos los moros de la cábila de Beni Urriagel delUarga se pasan a Abd el-Krim y sus fuerzas avanzan en dirección a Taza.El Ejército francés combate durante tres meses sin descanso pero esincapaz de contener la rebelión, logrando los rifeños cortar la carreteraque unen Fez y Taza, y llegándose a combatir en las inmediaciones deesta ciudad. El desastre no fue mayor gracias a que Francia poseía ungran contingente aéreo en la zona, procedente de la Primera GuerraMundial y al envío de refuerzos desde Argelia, pero llevó consigo la destitución del prestigioso mariscal Lyautey que fue reemplazado por el nomenos famoso mariscal Petain, el héroe de Verdún. El nuevo gobernadormilitar francés apoyó sin reservas acabar con la insurrección rifeña y sereunió en Algeciras con el general Primo de Rivera para establecer lasdirectrices de la campaña contra Abd el-Krim y de la Conferencia francoespañola, celebrada en Madrid, salió el plan de ataque contra el caudillodel Rif. A España se le asignó como objetivo principal entrar enAlhucemás, mientras que Francia debería restablecer su línea primitiva ypor el norte de Uazan y Kifane cooperar con las fuerzas españolas para ircerrando fronteras y buscar el desmembramiento del bloque rifeño.

Plan de operaciones de desembarco en Alhucemas

El día 30 de abril es expuesto al general Primo de Rivera el plan de operaciones, en el que se presentan la Fuerza Terrestre que desembarcaría enla bahía de Alhucemas, los medios navales que facilitarían el desembarco y la Fuerza Aérea a constituir en apoyo de la operación, así como losdemás elementos necesarios, sanitarios, transporte, intendencia, munición, etc. En la justificación de la operación se señala que ya en 1913 seproyectó una similar que no se llevaría a cabo, circunstancia que igualmente se repetiría en 1921. Pero en 1925 la decisión es firme y se consi

• dera urgente dominar la cábila de Beni Urriagel, corazón de toda la rebeldía, estimándose que solamente ella podría oponer 8.000 hombresperfectamente equipados y adiestrados, a los que habría que sumar otrosmiles de la cábila de Bocoya, más varios millares procedentes del restodel Rif. Del estudio geográfico de la zona se desprende que es muy favo

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rable para el enemigo y que su artillería escondida y camuflada en cuevaspodía batir toda la zona de la bahía, advirtiéndose que la operación podríaser muy cruenta, tanto en el momento de realizarse como en los movimientos que han de seguir frente a un enemigo combativo, aguerrido ytenaz.

Para que la operación pudiera finalizar con éxito se estimó que la fuerzaa desembarcar debiera ser de unos 20.000 soldados y la idea de lamaniobra aconsejaba que estuviera compuesta por dos brigadas de idénticos efectivos, cuya organización y preparación correrían a cargo cadauna de las Comandancias Generales de Melilla y Ceuta. A su vez la situación militar obligaba a mantener en las mismas, fuerzas bastantes queademás de garantizar su defensa constituyesen una reserva estratégica.Las dos brigadas se subdividieron en columnas no inferiores a 3.000hombres, para evitar que si se redujeran aún más sus efectivos pudieranser fácilmente batidas por los rifeños. Tal fraccionamiento se hacía indispensable tanto para permitir desembarcos simultáneos como para alcanzar la flexibilidad suficiente que facilitase al mando el empleo de reservasque garantizasen el apoyo de las fuerzas desembarcadas. Sin embargo,la subdivisión no sería igual en ambas brigadas, pues mientras la deCeuta se estructuró.en tres columnas, aunque de diferente composiciónnumérica, la de Melilla lo hizo en dos. Esta diferencia obedeció al concepto de la operación, ya que la de Ceuta era la unidad que desembarcaría la primera, por lo que debía disponer de tres agrupaciones: unacomo vanguardia de desembarco para asaltar, ocupar y conservar elterreno con 4.500 hombres; la segunda, de fuerte potencia ofensiva-defensiva, para garantizar la cabeza de playa conquistada con 2.800, y latercera pára atender cualquier contingencia no prevista y con 2.000soldados. Sin embargo, la organización de la Brigada de Melilla noobedecía a los mismos principios, por ló que se subdividió en una

• columna de 6.000 soldados, es decir una unjdad de choque muy fuerte y en una segunda columna de 3.000, pero con la entidad suficientepara una acción independiente.

La preparación, organización e instrucción especial de las dos Brigadasfue más intensa en la de Ceuta, probablemente debido a la menor franjade terreno disponible y sin profundidad en el dispositivo de defensa, loque permitió que desde principios de julio tuviera su fuerza reunida y susmandos designados así como efectuar diversos ejercicios y supuestostácticos preparatorios. Los mandos de la Brigada de la Zona Occidentalfueron: jefe, el general Leopoldo de Saro y Marín y jefes de las columnas

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primera, segunda y tercera respectivamente, los coroneles FranciscoFranco, a la sazón comandante del Tercio, Martín González y el tenientecoronel Campíns. Los mandos de la Brigada de la Zona Oriental fueron:jefe, el general Fernández Pérez y de las columnas los coroneles ManuelGoded y Vera. En los territorios de Ceuta y Melilla quedaron constituidas,como ya se mencionó anteriormente, unas fuerzas de reserva de 1.500hombres cada una y en la Península otra compuesta por diez batallones,cinco grupos de artillería, una compañía de transporte a lomo y unaambulancia de montaña. La composición detallada de las fuerzas dedesembarco se recoge en el anexo 1, p. 95.

Además de las fuerzas del Ejército nuestra presencia en Marruecos exigíaun despliegue continuo y permanente de unidades navales que a lo largode todo el litoral desempeñasen misiones de convoy, apoyo y protecciónde posiciones y también operaciones costeras, acciones o actuacionesde castigo, bloqueo y represión del suministro de armas a Abd el-Krim ydel contrabando, para lo cual sólo eran aptos los barcos de guerra. Porello se constituyeron las llamadas Fuerzas Navales del norte de África,mandadas por un contralmirante, que se caracterizaban por estar formadas por unidades de un desplazamiento no muy grande dada la índole delas misiones que practicaban. En las fechas del desembarco estaban bajolas órdenes del contralmirante Guerra y constituidas por dos cruceros,seis cañoneros, seis torpederos, once guardacostas, seis guardapescas,dos buques de transporte, tres remolcadores, dos barcos aljibes y 26 barcazas K de desembarco. Estos elementos navales quedaron afectadoscasi en su totalidad a la Brigada de Ceuta, con la que actuaron en lasmisiones de protección del convoy marítimo, acompañamiento y ejecución del desembarco. Estas misiones para la Brigada de Melilla fueronasignadas a la Escuadra francesa, cuya participación fue acordada en laConferencia de Madrid, y que bajo el mando del almirante Hallier la constituían un acorazado, dos cruceros, dos torpederos, otros dos monitoresy un remolcador con globo cautivo.

Pero la envergadura de la operación éxigía disponer de una flota estratégica con gran capacidad de fuego a distancia de la costa y que mantuviese a Abd el-Krim dubitativo sobre las posibles zonas del desembarco,misión que fue asignada a la Escuadra de Instrucción que mandaba lvicealmirante Yolif y que fue concentrada en Algeciras con la suficienteantelación. Dicha Escuadra la formaban dos acorazados, dos cruceros ydos contratorpederos. Perteneciente a la Marina de Guerra estaban también el buque estación Dédalo, con sus seis hidroaviones de bombardeo

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y seis de reconocimiento, más otros seis hidroaviones de la AeronáuticaNaval y el vapor España de transporte. La composición de las unidadesnavales se señala en el anexo II, p. 97.

En conjunto, todos los barcos de guerra tenían una capacidad de fuegode 190 piezas de artillería, 30 de ellas de gran calibre. A ellas había quesumar las 24 del islote de Alhucemas que disponía de obuses de 155 ycañones del 7,5 esta artillería apoyaría la operación, con independencia dela artillería móvil de las unidades de desembarco. A esta capacidadde fuego hay que añadir la de la aviación que intervino en apoyo del desembarco.

Asimismo hay que citar la importante participación de la Marina Mercante,facilitando la Compañía Transmediterránea 22 buques para el transportede fuerzas, ganado y material y tres barcos hospitales, la CompañíaArrendataria de Tabacos puso diez gasolineras de mucho andar comoenlaces marítimos del alto mando y la minera del Rif y otras pequeñascompañías ofrecieron diversos barcos menores.

El mando combinado y conjunto lo asumió el general Primo de Rivera, elde las fuerzas de desembarco el comandante general de Melilla, generalSanjurjo, el de las fuerzas navales el almirante Yolif y el de las FuerzasAéreas el general Soriano, director de la Aeronáutica Militar.

Por otro lado, la Aviación Militar podía reunir en el área de Melilla alrededor de 300 aviones, pero se carecía de la capacidad necesaria para habilitar con tiempo suficiente buenos talleres, alojamientos para el personaly medios auxiliares en proporción adecuada para el mantenimiento envuelo de todas las aeronaves. Por ello se decidió utilizar un número inferior y conservar en el territorio peninsular reservas bastantes que permitieran mantener la acción aérea el tiempo necesario. La cantidad de aviones que se concentró en el norte de Africa para la operación duplicaba elnúmero habitual desplegado en la zona, alcanzando la cifra de 136 aparatos de la Aeronáutica lvlilitar, 18 hidroaviones de la Aeronáutica Naval,otros seis de la Aeronáutica Militar francesa y dos aviones cedidos por laCruz Roja española, en total 162 aparatos. Todos ellos deberían operardesde los aeródromos próximos a Melilla, con la excepción de 42 aparatos terrestres que lo harían desde Tetuán y Larache. Esta acumulación demedios y requisitos operativos aconsejó organizar las unidades aéreasde forma que hubiera el necesario escalonamiento de mando, para lo cualfueron agrupadas en tres Escuadras de dos Grupos de Escuadrillas cada

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una, quedando la Sección de Caza, los hidroaviones, aviones sanitarios yla unidad de Aerostación a las órdenes inmediatas del jefe de laAeronáutica Militar, incluidos los hidroaviones de la Aeronáutica Naval ylos de la Aviación francesa. La necesidad de incluir una Sección de Cazaobedecía a que existía el temor de que Abd el-Krim hubiera podido adquirir más aviones después de la destrucción por los aviadores españoles en1924 de un aeroplano adquirido en Francia, en una acción aérea antes yaseñalada. La organización de las Fuerzas Aéreas se detallan en el anexo III, p. 98.

Como los aviones, por las características de la tecnología de la época,carecían de las condiciones para realizar una observación continuada delfuego de la artillería naval, hacía obligado utilizar globos cautivos amarrados a barcos, o dirigibles, que además de poder observar pudieran mantener segura comunicación con los barcos y tierra, por lo que se decidióque una unidad de Aerostación de la Aeronáutica Militar se desplazase aMelilla, así como el buque estación Dédalo, que disponía de un globocautivo AP de 1.100 metros cúbicos y de un dirigible tipo SCA armado de1.500 metros cúbicos. Por la imposibilidad de elevar el globo cautivodesde el islote de Alhucemas por su proximidad a la costa, se consideróque el aerostato de la Aeronáutica Militar quedase amarrado al acorazado Jaime / y que sus observadores fuesen mixtos de la Marina y delEjército.

La entidad de los medios aéreos exigía habilitar algunos aeródromosintermedios entre los de Melilla y la bahía de Alhucemas, puesto que ladistancia entre ambas es de 90 kilómetros, de los cuales 45 eran sobreterritorio enemigo. A estos efectos se pensó en reformar el campo de DarDrius y ampliar el de Dar Quebdani, este último tenía la ventaja añadidade su proximidad al mar. Sin embargo, Dar Quebdani fue rechazado puessus dimensiones eran pequeñas y los alrededores tampoco eran apropiados, decidiéndose utilizar finalmente el de Dar Drius, donde se situó undepósito de 10.000 litros de combustible y otro de 1.000 de aceite yrepuestos de avión y motor y caso de ser necesario aproximar el área deoperaciones el mayor número posible de aviones, utilizar los aeródromosde Ben-Tieb y Tafersit.

La falta de información fiable sobre la situación terrestre enemiga en elinterior del territorio que se pretendía ocupar tras el desembarco, obligóa establecer un plan aéreo de reconocimiento fotográfico y visual de lazona prevista de operaciones, cuyo comienzo tuvo lugar a partir de mayo,

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es decir cuatro meses antes del día D. Prácticamente todos los días despegaba una escuadrilla del aeródromo de Tauima, y otra de hidroavionesdesde El Atalayón, ambos próximos a Melilla. El resultado fue la obtención de millares de fotografías que permitieron la confección de diferentes mosaicos e itinerarios así como el levantamiento de diversos mapas,en particular de la zona de 15 kilómetros de profundidad alrededor de labahía de Alhucemas. Las fotografías, tanto oblicuas como verticales, fueron inicialmente obtenidas de la playa de Suani (pues en ella se pretendíadespués de la invasión establecer un aeródromo eventual), del área comprendida entre los ríos Guis y Neckor e itiñerario del Neckor a MorroNuevo, ampliando la profundidad hasta los montes Hach Mohamed,Malmusi, Bu-Yhiar, así como las lomas de Tafrast. Posteriormente la zonafue ampliada hasta el límite del alcance de los cañones de los barcos demayor porte de la Escuadra con el fin de identificar las posiciones de laartillería rifeña para poder batirlas llegado el momento. Estos objetivoseran reiteradamente fotografiados periódicamente, lo cual permitía irconociendo en cierta medida las variaciones del despliegue enemigo y elpuesto de mando de Abd el-Krim. Igualmente se realizaron itinerariosfotográficos que cubrían las rutas desde los aeródromos de Tetuán,Larache y Melilla hasta Alhucemas al objeto que los pilotos tuviesen unconocimiento adecuado del terreno que tendrían que sobrevolar.

Cuestión que se consideraba esencial era la compenetración, comunicación y enlace con las fuerzas de superficie y viceversa, lo que se juzgabaexigía una minuciosa y previa preparación de personal y medios materiales por parte del mando. Esta cooperación se desarrollaría de dos formásdistintas. Una mediante órdenes anteriores a la operación para conseguirque se. ejecutasen de manera automática al realizarse ésta; otra, mediante órdenes derivadas de las incidencias que se presentasen que deberíanser comunicadas a los aeródromos o bien directamente a las tripulacionesen vuelo. Para ello se dividió la zona de operaciones en sectores que seasignaban a un grupo aéreo, que a su vez se subdividian en cuadrículasque igualmente se adjudicaban a cada escuadrilla, de forma que hubieraconstantemente en el aire un avión sobre la porción de terreno asignada asu escuadrilla. Los jefes de escuadrilla llevarían proyectiles fumígenos paramarcar los objetivos, tanto a los demás aviones como a la Escuadra Naval.Para el enlace de la Aviación Militar y Naval con las Fuerzas Terrestres yNavales se establecieron unos códigos de señales. Por otro lado se instalaron estaciones radiotelegráficas que enlazaban el puesto de mando deMelilla con los aeródromos de Nador y Dar Drius y en todos los aviones.

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Desde el punto de vista del salvamento de las tripulaciones y auxilio alos aviones que se averiasen o fuesen alcanzados por el fuego enemigo, la Escuadra estableció sobre la costa, entre Afrau y cabo Quilates,un servicio de apoyo y rescate, lo cual permitiría realizar los vueloscon la debida confianza, eficacia y seguridad. Igualmente un buqueauxiliar de la base de hidroaviones de El Atalayón, llevando a bordocombustible para repostar a los hidroaviones de bombas y municiónse situaría en la bahía de Alhucemas dando al mismo tiempo servicioel buque estación Dédalo para facilitar la acción aérea ofensiva.

El día 31 de agosto se celebró en Algeciras una reunión de altos mandos españoles y franceses para ultimar los detalles del desembarco ypor primera vez en la historia mundial de la guerra se unificaba elmando de fueras de tierra, mar y aire a las órdenes de un solocomandante, el general español Primo de Rivera, fijándose como díaD el día 7 de septiembre y hora H las 4 horas.

El proyecto del desembarco establecía:— Objetivo principal. Ocupar una base de operaciones capaz de

albergar y permitir la maniobra de un Cuerpo de Ejército de 20.000hombres, deéde la playa de la Cebadilla, comprendiendo la península de Morro Nuevo, cala del Quemado, Morro Viejo, cala Bonita,monte de las Palomas y monte Malmusi.

— Fuerzas de desembarco. Las constituirían dos columnas de unos9.000 hombres, por cada Comandancia General de Ceuta y Melilla,más 1 .500 soldados de reserva en cada una de ellas. La columnade Ceuta desembarcaría en la Cebadilla y la de Melilla se mantendría en espera para hacerlo posteriormente en cala del Quemado ycala Bonita.

— Colaboración francesa. Actuación aeroterrestre simultánea en suzona de responsabilidad para restituir la situación en el Alto Uargay ocupar los límites meridionales del Rif. Para ello desplegaría sietedivisiones, apoyadas por dieciséis escuadrillas de aeroplanos. Porotro lado colaboraría con las fuerzas españolas en el desembarcode Alhucemas con una fuerza naval y una escuadrilla de bombarderos Farman Goliath.

— Fases de la operación. Comprendía cuatro: en la primera, se ejecutarían demostraciones de fuerza paralelas por las columnas deCeuta y Melilla sóbre Ulad Lau y Sidi Dris, respectivamente,mediante la protección de las Fuerzas Navales del norte de Áfricaen el primer caso y de los buques de la Escuadra francesa en el

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segundo. En la segunda fase, de dos días de duración, desembarcaría la columna de Ceuta, para hacerlo posteriormente la deT’ilelilla, en función de las circunstancias. La tercera fase estribaríaen la reorganización de las unidades y preparación del avance y enla cuarta se llevaría a cabo una fuerte ofensiva para fortificar labase de operaciones.

— Objetivo de la aviación. Enérgica acción de fuego sobre la zonaprevista de operaciones en las fechas anteriores al desembarco.Ese día atacará con intensidad toda la zona próxima a la playa dela Cebadilla, en particular a la artillería y posteriormente impedirácon su movilidad ofensiva que las fuerzas rifeñas se aproximen alárea del desembarco. Mantendrá un reconocimiento aéreo continuo durante todos los días de la operación.

El desembarco

El día 28 de agosto comenzaron en Ceuta las operaciones de carga enlos buques de transporte de la munición, víveres, material de fortificación, de sanidad y campamento, que habría de ser necesario a lacolumna en la base de desembarco y en las barcazas de las dotaciones esenciales y de urgencia para la fuerza tan pronto pusieran pie en.la playa elegida. Idéntica operación se realizó en Melilla el día 2 deseptiembre, para lo cual se tuvo en cuenta, en ambas ocasiones, lasexperiencias de los británicos en su frustada operación de losDardanelos en 1915. No se efectuó el embarque de ganado porque seprefirió asegurar el abastecimiento de agua a las columnas hasta consolidar la cabeza de playa, razón por la cual el armamento, incluida laartillería ligera y los suministros tendría que hacerse ahombro de lossoldados.

Embarcado el personal, el día 5 al atardécer levaba anclas de Ceuta laflotilla protegida por las Fuerzas Navales del norte de África, dirigiéndose hacia Uad Lau con el fin de castigar a los rifeños sin derrochar lamunición y simular una operación de desembarco para ocultar el verdadero objetivo de la operación. Ese mismo día y a idéntica horaemprendía la marcha la columna de Melilla, que lo hacía escoltada porlas unidades de la Marina francesa, navegando hacia Sidi Dris paraefectuar igualmente una operación de castigo y distracción. Mientastanto la Escuadra de Instrucción, abandonaba el día 6 el puerto deAlgeciras para unirsea la demostración en Uad Lau, figura 1, p. 85.

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Desde las primeras horas de la mañana del día 6 de septiembre decenasde aviones procedentes de Melilla iniciaron en sucesivas oleadas un duroataque sobre la zona de Sidi Dris, bombardeando las obras de defensa dela playa, mientras varios hidroaviones reconocían las playas situadas auno y otro lado de la península del Morro, en particular las de Cebadilla,cala Bonita, Suani y la Rocosa, observando las últimas variaciones habidas en el despliegue rifeño. Simultáneamente cerca de cuarenta avionesde Larache y Tetuán bombardeaban la zona de Uad Lau. Poco despuésla artillería naval de las unidades españolas y francesas rompían el fuegosobre ambas zonas respectivas para posteriormente efectuar el simulacrode desembarco, que concluía al atardecer, emprendiendo la marcha cadaconvoy hacia la bahía de Alhucemas.

Mientras tanto Abd el-Krim, conocedor de las intenciones franco-españolas lanzó un ataque contra la posición española de Kudia Tahar, cercade Tetuán y en lssonal en el frente francés, con el objeto de impedir eltemido desembarco. Esta acción obligó a que las escuadrillas de Tetuány Larache tuvieran que ser reforzadas con las escuadrillas de Breguet 19de Melilla para defender Kudia Tahar, cuyo asedio finalizó victoriosamente el día 13 de septiembre con la derrota de las fuerzas rifeñas.

Concentrada la Fuerza Naval frente a Alhucemas en la noche del día 6 deseptiembre una fuerte corriente marina procedente del este arrastró haciaVélez de la Gomera a una gran parte de los barcos de transporte y lanchas de desembarco lo que obligó a retrasar 24 horas su comienzo. Nose perdió el tiempo por ello y el día 7 mientras la artillería naval batía laplaya de Suani, cabo Quilates y Sidi Dris, las escuadrillas de Melilla bombardeaban las fortificaciones de Morro Nuevo, a pesar del bajo techo delas nubes, corrigiendo el tiro artillero el globo amarrado al acorazadoJaime 1. Pero en la noche del día 7 nuevamente las corrientes del estrecho de Gibraltar dispersó a parte de los buques razón que motivó que elgeneral Primo de Rivera decidiese efectuar el desembarco unas horasmás tarde y a la luz del día.

La preparación artillera por los buques de guerra se inició a las ocho de lamañana, secundada por todas las escuadrillas que se repartieron sus objetivos desde el peñón de Vélez de la Gomera hasta Afrau y que habíanentrado en acción una hora antes. Primeramente comenzaron el ataquelas escuadrillas de Fokker, Napier y De Havilland Ro/ls, que fueron seguidamente relevadas por las otras unidades aéreas que habían quedado enreserva, pudiéndose afirmar que los montes que rodean la zona de

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desembarco están ardiendo debido al intenso bombardeo aéreo. Losaviones atacan en vuelo rasante, haciéndolo tan bajo que muchos regresan con varios impactos, siendo derribados un Napier y un Dornier, sibien son rescatadas sus tripulaciones. A las diez se consigue tener concentrado el convoy que transporta a la Brigada de Ceuta y las barcazasK que hasta ahora habían sido remolcadas, se colocan en dos líneas. Enla primera se transporta a la columna del coronel Francisco Franco y enla segunda la del coronel Martín. Antes de emprender la marcha elcomandante general jefe de la operación, capitán general Primo de Riveraembarca en un torpedero y recorre las líneas de barcazas, cuyas tropas,que todavía están en su mayoría en cubierta, le vitorean. A las 11 horas y30 minutos las barcazas de desembarco iniciaron su asalto hacia tierray arrastradas por la corriente son llevadas hacia la playa próxima delxdain, teniéndose que quedar a unos 50 metros de tierra por encontrar-se con rocas sumergidas. Bajo el mando del coronel Franco y al toque declarín los hombres de la primera columna de la Brigada de Ceuta avanzancon el agua hasta el cuello y a poco de alcanzar la playa el enemigo efectúa un intenso fuego de ametralladora, que es neutralizado por las escuadrillas de Bristol, Fokker e hidroaviones que protegen los momentos de lallegada a tierra de las fuerzas mientras los buques de la Escuadra continúanbatiendo las alturas de la costa.

Mientras los hombres se despliegan y avanzan por las laderas de losmontes próximos se descubre que la playa prevista, la Cebadilla, estabaminada por más de 40 bombas de aviación enterradas y accionadas porcables manejados desde varias casamatas de las que los sirvientes, alparecer mercenarios europeos habían huido. Detonadas las minas laplaya comenzó a recibir más hombres y material, entre el que estaban loscarros de asalto que no pudieronsalir en lxdain. Conforme fue avanzando la tarde y protegidos por la aviación y el potente fuego de la Escuadra,se ocupa un frente que sigue las alturas, inmediatas de la Cebadilla,lxdain y los Frailes, extendiéndose desde las estribaciones del monteMalmusi hasta la punta de Morro Nuevo. Hasta ese momento dos oleadas de desembarco habían llegado a tierra y antes de caer la tarde la artillería enemiga inició una fuerte reacción contra nuestros hombres y laEscuadra, lo que produjo bastantes bajas y alcanzando a varios buques,entre los que estaban el acorazado Alfonso XIII, al que un proyectil leentró hasta el comedor y el Jaime 1, que es dañado en la popa.Nuevamente las escuadrillas intensifican sus bombardeos, destruyendoemplazamientos artilleros y atacan el cuartel general de Abd el-Krim, y

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pueden observar la presencia de hombres con uniforme europeo y decena de bajas entre la propia guardia personal del caudillo rifeño. Al mismotiempo informado el almirante Hallier, comandante de la flotilla naval francesa, del exitoso desembarco de la columna de Ceuta, se dirigió con susbarcos hacia la bahía de Alhucemas y sometió a las fortificaciones de laplaya de Suani a un duro castigo con la artillería de su acorazado y de losdos cruceros.

La jornada del día 8 de septiembre fue demasiado dura, más que por lasbajassufridas, que no superaron el centenar, por el esfuerzo sobrehumano exigido a las tropas desembarcadas hasta conseguir afianzar la líneaalcanzada, cubriendo la izquierda del frente la columna del coronel Francoy la derecha la del coronel Martín, todo ello bajo la acción persistente delnutrido fuego de cañón, ametralladora y fusil enemigos. Bien entrada lanoche, la tercera oleada llegó a tierra para reforzar los dos flancos dela fuerza desembarcada. Hay que resaltar el buen trabajo que realizó elglobo amarrado al Jaime ¡ y el dirigible de la Marina que ayudaron eficazmente a la corrección del tiro artillero de la Escuadra. Por otro lado la actividad aérea fue tan intensa que en este día fueron lanzadas 1.390 bombas con un total de 25 toneladas y se dispararon 1.700 proyectiles deametralladora, volándose cerca de 130 horas. Así finalizaba la fase de laoperación de este día tan crucial, que fue presenciada por los agregadosmilitares extranjeros acreditados en Madrid, que expresaron su felicitación por el éxito de la misma, la excelente coordinación y resaltaron elarrojo de las tropas y la pericia y heroismo de las tripulaciones aéreas y laeficacia del fuego naval. Al finalizar el día han desembarcado 10.000 soldados y 2.000 toneladas de material, figura 2, p 89.

Al día siguiente, 9 de septiembre, es establecido un dispositivo fortificado de seguridad y vigilancia delante de las líneas avanzadas y laEscuadra y la artillería del peñón de Alhucemas hacen fuego de contra-batería por encima del campamento establecido y contra la pendientenorte del monte Malmusi y sus barrancos, donde se divisaban nidos deametralladoras. Nuevamente interviene la aviación, si bien con menosintensidad que el día anterior, reduciéndose casi a la mitad el número dehoras de vuelo realizadas, perdiéndose dos aviones Dornier, uno derribado y el otro por avería, si bien son salvadas las tripulaciones. Por lanoche apenas hay algún tiroteo, iluminando, como también lo harían losdías sucesivos los proyectores de la Escuadra los barrancos delante denuestras líneas.

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El día 10 el estado de la mar es bueno y permite activar la descarga de loselementos de boca y de guerra de la Brigada de Ceuta, que prácticamente está completa en tierra, mientras el acorazado Alfonso XIII se muevehacia el interior de la bahía de Alhucemas y en unión de la artillería delpeñón neutralizan el intenso fuego de los cañones rifeños situadós enAddrad-Sedum y monte de las Palomas. Por otro lado la columna deMelilla que permanecía a la espera del resultado de la operación, inició eldía 11 a las 6 horas y 30 minutos el desembarco con una fuerte protecciónaérea, poniendo inicialmente en la playa de los Frailes una fuerza de 3.000hombres. Abd el-Krim había venido concentrando sobre la Cebadilla unfuerte contingente con el fin de rechazar lá invasión y tras un fuerte cañoneo durante dos horas lanzó a sus hombres en un feroz contraataque nocturno durante los días 11, 12 y 13 de septiembre, empleando fuego demortero y bombas de mano para evitar su neutralización por los avionesespañoles, pero es sucesivamente rechazado con gran bravura, espíritu ydecisión. El día 14 el enemigo pide un alto el fuego, que se le concede pararetirar los muertos que habían tenido en los ataques nocturnos, estableciéndose esa noche una tregua durante la cual el campo se ve sembradode luces que lo recorren en busca de los cadáveres.

Terminado el día 17 el desembarco el grueso de la columna de Melilla, elfracasado intento de echar al agua a las fuerzas desembarcadas y laderrota en Kudia Tahar, la moral de los hombres de Abd el-Krim se vio disminuida, por lo que éste inició un nutrido e intenso fuego artillero a partirdel día 16 y puesto que las piezas desembarcadas eran escasas y demenor calibre, la acción terrestre de contrabatería resultaba débil, teniendo nuevamente la aviación que dedicarse con intensidad y arrojo a atacarlas piezas de la artillería enemiga que cambiaban con frecuencia deemplazarriento para evitar su localización y ser alcanzadas por el fuegoaéreo y de la Escuadra. Los rifeños procuraban evitar los reconocimientos y bombardeos de los aviones españoles, pues el cañón naval por larasante de su trayectoria perdía eficacia sobre un terreno accidentado.Por ello vuelven las escuadrillas a intensificar sus ataques, ahora reforzadas por la incorporación de los Breguet 14 y 19, tras la liberación deKudia Tahar.

Durante estas acciones son derribados cuatro aviones, un Fokker unDornier, un Napier y un Bristol y tres más resultan dañados al tener queamerizar por avería en el motor, sin embargo, las tripulaciones continúansus misiones con un alto espíritu combativo. En las primeras horas de lamañana del 20 de septiembre el general en jefe llega a bordo del mer

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cante Jaime II, trasladándose seguidamente en una gasolinera con sucuartel general a tierra, donde desembarca y se dirigió al campamento delgeneral Saro, que recorre tras una reunión con generales y numerososjefes y oficiales. Poco después y acompañado por el general Sanjurjoembarca y se traslada al acorazado Alfonso XIII.

El día 23 de septiembre cuatro de los Farman Goliath franceses abandonanMelilla para regresar a Orán, habiendo sido su rendimiento inferior al de losaviones españoles a pesar de ser capaces de transportar bombas de 150kilogramos, razón por la que una nueva escuadrilla de Breguet llega derefuerzo a Tetuán, procedente de la Península. Para el mismo día 23 fueprevista la operación para ocupar monte Malmusi, donde los rifeños disponían de un fuerte núcleo de artillería, incluidas piezas de 10,5 y desdeel cual dominaban Morro Nuevo y Morro Viejo e incluso neutralizaban enparte el fuego de la Escuadra, obligando a retirarse a los cruceros, puesto que solamente los acorazados podían permanecer en la zona, pero asíy todo éstos recibieron un promedio de 40 impactos cada uno. Al amanecer intervienen todas las escuadrillas de Tetuán, Larache y Melilla paraproteger el avance de las Fuerzas Terrestres, bombardeando y ametrallando sin cesar las posiciones enemigas y procurando mantener constantemente sobre la zona ocho aviones. La Escuadra de Instrucción, paraesta acción, se sitúa para poder batir los objetivos de frente y lateralmente. El Alfonso XIII cerca de Morro Viejo y enfilando el barranco del ríoTisdit. El Jaime / entre el Alfonso XIII y el peñón de Alhucemas para bombardear otros dos barrancos, del Tisdit y del Isli. Los contratorpederosLazaga, Velasco y el cañonero Dato y un torpedero al norte de los acorazados y los barcos de las Fuerzas Navales del norte de África, VictoriaEugenia, Méndez Núñez, Lezo, Extremadura, Cánovas y dos torpederosfrente a la Cebadilla. Los cañones medianos de la Escuadra siguen con elfuego objetivos que le señala la aviación y la artillería del islote deAlhucemas dispara en contrabatería, contribuyéndose así a facilitar elavance terrestre y que se alcance el objetivo con el menor número de bajas propias. Los acorazados, situados más cerca de la costa sufren bastante fuego de cañón y bastantes daños, hasta el punto que el Jaime /recibe un impacto que llega a la cámara del segundo comandante.

A las 7 horas y 30 minutos de la mañana las fuerzas de las Brigadas Saro yFernández Pérez rompen la marcha. Mientras los hombres del coronel Martínavanzan sobre el Yebel Hach Mohamed, la columna del coronel Franco tropieza con una gran resistencia de los rifeños, atrincherándose enlos barrancos y ocultos en las defensas que tienen en una loma anterior

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a los cuernos de Xauen, desde donde hacen mortífero fuego sobre los primeros grupos de nuestras tropas. Igualmente la explosión de minas hacepenoso y cruento el avance, pero la columna maniobra desbordando porsu izquierda al enemigo y en un ataque casi suicida conquista la citadaloma, huyendo sus defensores que dejan una sangrienta muestra de sutenaz resistencia abandonando decenas de cadáveres. Simultáneamentelos hombres del coronel Goded consiguen llegar a las estribaciones delMalmusi Bajo de las que se apoderaron hora y media más tarde tras unbrillante asalto. El ala izquierda de la columna maniobra con tal rapidez yprecisión que deja a retaguardia a núcleos enemigos en la cala delQuemado, cortándoles la retirada lo que obliga a que tengan que escaparpor la playa donde la artillería naval les causa muchas bajas. A las 9 horasprácticamente se han alcanzado todos los objetivos previstos, tras causar al enemigo más de 300 muertos y capturar decenas de prisioneros.En esta acción destacó de forma extraordinaria el Grupo de EscuadrillasFokker, que se mantuvo en el aire más de tres horas seguidas, hasta asegurarse que el objetivo había sido tomado por las tropas. Colaboró notablemente en la acción el dirigible del buque estación Dédalo que efectuóvarios vuelos hacia Malmusi para arrojar su carga de bombas, regresando a su base con 27 impactos de bala. Por la tarde la acción aérea se prolongó más al sur, bombardeando las laderas del monte de las Palomaspara evitar que pudieran agruparse los dos núcleos principales del enemigo que se batía en retirada por el alto de Tisdit hacia el río Isli y ametrallándolo reiteradamente. Los ataques fueron tan intensos que se lanzaron 1.133 bombas con un total de 21 toneladas y se consumen 2.000proyectiles de ametralladora. La actuación de la tarde se realizó en mediode unas duras y adversas condiciones meteorológicas, por lo que elmando consideró que de persistir al día siguiente se restringiría el empleode la aviación dado la fatiga de los tripulantes y el desgaste del material,que había volado 129 horas.

El mal tiempo no impidió que se efectuasen el día 24 varios vuelos dereconocimiento y algunas acciones de bombardeo, amerizando doshidroaviones en la cala del Quemado para ver la posibilidad de establecerallí un aeródromo eventual. El recrudecimiento deltemporal, con lluviasintensas, viento y nubes muy bajas obligó a suspender los vuelos los días25, 26 y 27, resultando inundado el aeródromo de Tauima, razón por locual durante los días siguientes los hidroaviones tuvieron una actuaciónmás intensa. Durante los días 28 y 29 aumentaron los vuelos de reconocimiento y vigilancia, efectuándose algunos bombardeos para preparar el

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avance de las tropas al monte de las Palomas y Adrar-Sedun. En uno delos vuelos de reconocimiento realizados se obtuvieron varias fotografíasde un asentamiento artillero, comprobándose la existencia de 18 piezas,junto a las cuales y como escudos humanos había dos grupos de prisioneros españoles, razón por la cual se prohibió su bombardeo.

Sería el día 30 de septiembre cuando la acción aérea alcanzó su mayorintensidad con el fin de facilitar la ocupación del monte de las Palomas,Buyibar y Taramara. Más de 60 aviones, escalonados por escuadrillascada 45 minutos bombardearon y ametrallaron las posiciones enemigasobligándole a desalojarlas causándole elevadas bajas, arrojando 30 toneladas de bombas y disparando 1.800 proyectiles. En la acción se perdieron un Potez, un Fokker y un SIAl 16-bis, pero sus tripulaciones fueronrescatadas ilesas. Durante toda la operación los aviones volaron a cotasultrabajas para poder ametrallar a las fuerzas enemigas, facilitando así elprogreso de la fuerza terrestre, que el día 1 de octubre ocuparía la líneaAdrar-Sedun hasta Amekran, dando así por finalizada la operación deldesembarco de Alhucemas, cuyo objetivo era ocupar una zona que permitiese posteriormente la penetración en el corazón del Rif y la rendicióndel Abd el-Krim, figura 3.

El día 2 de octubre se ocupó la Rocosa sin resistencia enemiga, que poníaen evidencia el grave quebranto sufrido por las fuerzas rifeñas y las tropas se extendieron por los caseríos de Axdir hasta la orilla izquierda delYber-Loken, llegando hasta el río Guis por la playa frente a Alhucemas.Los aviones continuaron su servicio normal de reconocimiento y de vigilancia, colaborando en las tareas de limpiar la zona de partidas sueltas yde ayudar a la fortificación de las líneas alcanzadas. En las unidadesterrestres que ocuparon el poblado de Axdir, guarida de Abd el-Krim,había algunos soldados que habían sufrido cautiverio en el mismo y vieron con satisfacción y alivio las ruinas de los edificios debido al ataque dela aviación, pudiéndose recuperar intacta la notable biblioteca árabe quehabía reunido el hermano del caudillo rifeño. Mientras tanto el enemigo,totalmente desmoralizado, había huido a refugiarse en las fragosidadesde Yebel Hamman. La noticia de la toma de Axdir y del cuartel general deAbd el-Krim llegada al mariscal Petain en la tarde del día 2 de octubre,llevó al militar francés a proseguir su avance por el sur, que había iniciado el día 25 de agosto y que facilitaría el cierre de la pinza que las fuerzas de los dos países habían concebido para finalizar la pacificación totalde Marruecos. Desde el ptfnto de vista militar la conquista de la zonaconstituyó una baza inestimable para el desarrollo de las campañas de

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1926 y 1927, que junto con las bases de Tetuán y Melilla y las francesasde Taza, Uazán y Fez permitirían la solución definitiva del conflicto.

Así concluía prácticamente la operación del desembarco de Alhucemas,que fue tomada como ejemplo por el general Eisenhower para el desembarco de Normandía, así como por MacArthur para la campaña delPacífico y el desembarco en Inchon en la guerra de Corea.

Me permito, como aviador, rendir un homenaje a las tripulaciones de laAeronáutica Militar y de la Aeronáutica Naval y nada mejor que el informeal comandante en jefe del Ejército de Operaciones de España en África,elevado por el general Soriano, director de la Aeronáutica Militar, que terminaba diciendo:

«El personal a mis órdenes ha cumplido a plena satisfacción todos suscometidos y del esfuerzo rendido dan clara idea las 1.462 horas devuelo realizadas y las 136 toneladas de explosivos lanzadas, siendo denotar que la duración media de cada vuelo fue de dos horas.»

El balance final no pudo ser más satisfactorio pues a lo largo de 24 díasde operaciones, algunos de ellos con muy malas condiciones atmosféricas, las bajas de las Fuerzas Aéreas españolas se redujeron a un muerto(fallecido en el vuelo de prueba de un avión de caza), tres heridos enmisión contra el enemigo y otros tres en diversos accidentes aéreos, perdiéndose ocho aviones y resultando otros siete con diversos daños.

Pero en su conjunto toda la campaña aérea de Marruecos fue realizadaen condiciones muy difíciles y supuso la muerte de muchos tripulantes yel desgaste del material de la aviación. Sirva de muestra que desde el día21 de julio de 1921 cuando se inició la retirada de Annual, hasta el día 10de julio de 1927 en que concluyó dicha campaña, la Aeronáutica Militarespañola pagó este alto precio:

Treinta y un aviadores murieron en combate por el fuego enemigo.— Treinta y ocho aviadores resultaron muertos en accidentes aéreos, a

consecuencia de los disparos de los rifeños, circunstancias atmosféricas o falta de combustible.

— Treinta y seis aviadores fueron heridos.— Cuatro aviadores fueron hecho prisioneros.— Sesenta y cinco aviones fueron derribados.

Por otro lado de las 17 Cruces Laureadas de San Fernando, la más altacondecoración española en tiempo de guerra, concedidas a pilotos españoles en los 85 años de la historia de nuestra Aviación Militar, 11 lo fueron en la campaña de Marruecos.

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Anexo 1. Composición de las Fuerzas Terrestres

Brigada de Ceuta:— Jefe, general Saro; jefe de Estado Mayor, teniente coronel Santiago.— Fuerzas afectas al cuartel general:— Harca de Solimán, el Jatabi (primo de Abd el-Krim) y Asmani, e! Gato.

(Esta harca pasó a la columna Goded al desembarcar).— Equipos de transmisiones.— Parque de ingenieros.— Sección de alumbrado.— Parque de recomposición.— Depósito de Intendencia con la Sección de panadería.— Sección de camilleros.— Hospital de campaña.

Primera columna:— Jefe, coronel Franco, jefe del Tercio

Composición: unidad de carros de asalto:— Tres tabores de harca (uno de la de Larache y dos de la de Tetuán), al

mando del teniente coronel Muñoz Grandes.— Un tabor de la mehalla de Tetuán.— Un grupo de especialistas de los Batallones de África números 1 y 2,

afecto a la mehalla.— Dos banderas del Tercio con la sección de explosivos del Batallón de

África número 6.— Batallón de África número 3.— Una batería de montaña de siete centímetros.— Parque móvil.— Dos Compañías de Zapadores.— Sección de transmisiones.— Media Compañía de Intendencia.— Ambulancia de montaña.— Sección de camilleros.— Efectivo: 4.500 hombres de tropa.

Segunda columna:— Jefe coronel Martín González.

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Composición: dos tabores del grupo de Regulares de Tetuán:— Batallón de Cazadores de África número 5.— Una batería de montaña de siete centímetros.— Dos compañías de Ingenieros.— Sección de transmisiones.— Media Compañía de Intendencia.— Ambulancia de montaña.— Sección de camilleros.— Efectivo: 2.800 hombres de tropa.

Tercera columna:— Jefe, teniente coronel Campíns.

Composición: un tabor de Regulares de Tetuán:— Batallón de cazadores de África número 8.— Una batería de obuses de 10,5 cetímetros de montaña.— Parque móvil.— Sección de transmisiones.— Sección de ambulancia de montaña.— Sección de camilleros.— Efectivo: 2.000 hombres de tropa.

Brigada de Melilla:— Jefe, general Fernández Pérez, jefe de Estado Mayor, teniente coronel

Guedea. Subdividida en dos columnas

Primera columna:— Jefe, coronel de Estado Mayor Goded, jefe de las intervenciones y

fuerzas jalifianas de Melilla; jefe de Estado Mayor, capitán Martín Montalvo; comandante de Artillería, comandante León Manjón; comandante de Ingenieros, comandante Patero.

Composición: harca de Melilla, al mando del comandante Varela:— Mehalla de Melilla número 2, al mando del teniente coronel Abriat.— Un tabor del grupo de Regulares de Melilla, al mando del comandante

Gómez Romagosa.— Dos banderas del Tercio, al mando del teniente coronel Balmes.— Batallón de cazadores de África número 16, al mando del teniente

coronel Pazos.— Un Batallón del Regimiento de Infantería de Melilla, al mando del

teniente coronel Martínez Marcos.

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— Dos baterías de siete centímetros de montaña.— Parque móvil.— Compañía y media de Ingenieros.— Ambulancia de móntaña.— Grupo de transmisiones.— Una compañía de Intendencia.— Sección de depósitos.— Sección de camilleros.— Destacamento de la Compañía del Mar de Melilla.—. Efectivo: 6.141 hombres de tropa.

Segunda columna:— Jefe, coronel de Infantería Vera; jefe del Regimiento de África; jefe de

Estado Mayor, capitán Isasi.

Composición: dos tabores del grupo de Regulares de Melilla:— Un Batallón de Infantería de Marina.— Un Batallón del Regimiento de Infantería de Africa.— Una batería de obuses de 10,5 centímetros, de montaña.— Personal para servir otra batería de posición de igual calibre.— Parque móvil.— Una Compañía de Ingenieros.— Sección de transmisiones.— Sección de aguadas.— Media Compañía de Intendencia.— Sección de panadería.— Ambulancia de montaña.— Hospital móvil.— Sección de servicios de higiene.— Sección de faeneros de Intendencia.— Sección de camilleros.— Destacamento de la Compañía de Mar de Melilla.— Efectivo, 3.073 hombres de tropa.

Anexo II. Compósición de las Fuerzas Navales

Escuadra de Instrucción:— Dos acorazados Jaime / y Alfonso XIII.— Dos cruceros Méndez Núñez y Blas de Lezo.— Tres contratorpederos A/sedo, Velasco y Lazaga.— Un remolcador.

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Fuerzas Navales del norte de África:— Dos cruceros Reina Victoria Eugenia (buque insignia) y Extremadura.— Seis cáñoneros, Cánovas del Castillo, Canalejas, Dato, Recalde, Boni

faz yLaya.— Seis torpederos.— Once guardacostas tipo Uad.— Dos transportes, Almirante Lobo y Cíclope.— Veintiséis barcazas K blindadas.— Once barcos de transporte de tropas.— Seis guardacostas sin armamento.— Un barco hospital (con 330 plazas).— Un barco aljibe, Africa.

Escuadra francesa:— Un acorazado París.— Dos cruceros Metz y Strasburg.— Dos torpederos Anamite y Tonquinoise.— Dos monitores Amiens y Reims.— Un remolcador globo cautivo.

Once barcos de transporte de tropas (españoles).— Dos barcos hospitales (españoles, con 330 plazas cada uno).— Un barco aljibe, E (español).

Anexo III. Composición de las Fuerzas Áereas

El día 1 de septiembre el general director de la Aeronáutica Militar estableció la organización de las Fuerzas Aéreas participantes en la operación, que era la siguiente:Primera Escuadra Çretuán y Larache).

Primer grupo:— Dos escuadrillas de Bregúet 14.

Segundo grupo:— Dos escuadrillas de Breguet 14.

Segunda Escuadra (Melilla)

Tercer grupo:— Una escuadrilla con De Havi/and Napier DH-4.— Una escuadrilla de Potez-15 A-2.— Una escuadrilla con De Havilland Ro/ls DH-9.

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Cuarto grupo:— Dos escuadrillas de Bristol F-2B.

Tercera Escuadra (Melilla)

Quinto grupo:— Dos escuadrillas con Fokker C-lV.

Sexto grupo:— Dos éscuadrillas con Breguet 19. A-2.

Unidades afectas directamente al jefe de la Aeronáutica Militar:— Sección de Caza con Nieuport 29 C-1.

Grupo de Hidroaviones (El Atalayón):— Una escuadrilla de SIAPS-16 bis.— Una escuadrilla con Dornier Do J Wal.

Buque estación Dédalo:— Una escuadrilla de SIAl S-16 bis.— Una escuadrilla de Supermarine.— Un globo cautivo.— Un dirigible.

Escuadrilla Aeronáutica Naval:— Una escuadrilla de Macchi M-24.

Escuadrilla francesa:— Una escuadrilla con Farman Goliath F-60.

Compañía de Aerostación Militar:— Un globo embarcado en el buque insignia.

Cruz Roja:— Dos aviones Junker F-13.— Buque de apoyo: un buque. auxiliar de la base de hidroaviones de,.

El Atalayón, llevando a bordo combustible para repostar a los hidroaviones de bombas y munición, se situaria en la bahía de Alhucemasdando al mismo tiempo servicio al portaaeronaves Dédalo, para facilitar la acción aérea ofensiva.

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CUARTA CONFERENCIA

GRANDES DESEMBARCOSEN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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GRANDES DESEMBARCOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Por ULISES J. SOTOTeniente coronel, agregado militar adjunto

a la Embajada de Estados Unidos.

/ have gotten so my chief ambition in this war is final/y to get toa place wheré the next operation does not have to amphibious,with a/l the inflexibility and de/ay that are characteristics of suchoperations.

General DWIGHT D. EISENHOWER

Prácticamente todas las grandes campañas de los aliados occidentales durante la Segunda Guerra Mundial comenzaron como una operación anfibia.

Entre las muchas imágenes de esta guerra figura la visión de lanchas dedesembarco aproximándose a exóticas playas tropicales o las borrosasfotografías de soldados corriendo entre el oleaje de las playas de Omahao la magnífica e inolvidable foto de los marines izando la bandera en lacima del monte Suribachi. Esta imagen es tan famosa que mucha gentecree hoy que fueron los marines quienes realizaron la mayoría de las operaciones anfibias durante la Segunda Guerra Mundial, pero no fue así. Losmarines norteamericanos realizaron un importante y decisivo papel paraconseguir la victoria y pagaron por ello un enorme tributo de sangre, sinembargo fue el Ejército de Tierra el que ejecutó la mayoría de las operaciones anfibias y quien realizó las mayores por sus dimensiones y objeti

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vos (1). Con esta afirmación no pretendemos disminuir la contribución delCuerpo de Marines; al contrario, fue el citado Cuerpo quien desarrolló ladoctrina y la táctica que, adoptadas por el Ejército de Tierra, resultaronfundamentales para el buen éxito de las operaciones anfibias en la guerra.

El objetivo de esta corta exposición no es otro que el de señalar que, pesea las enormes deficiencias con las que el Ejército de Estados Unidos entróen la guerra, se disponía de una sólida doctrina de operaciones anfibias—desarrolláda por el Cuerpo de Marines en el periodo de entre guerras—y que esta doctrina demostró su eficacia y validez a lo largo de todo elconflicto. Doctrina que resultó acertada incluso cuando las operacionescrecieron en tamaño y complejidad. Esto es especialmente cierto en elteatro de operaciones europeo donde el Ejército norteamericano realizóseis grandes operaciones anfibias durante la guerra. Seis desembarcosque desde el principio contemplaban los elementos básicos estudiadospor la doctrina, elementos que se fueron perfeccionando durante el cursode la guerra, a medida que se aprendieron nuevas lecciones y se incorporarán tecnologías más avanzadas, figura 1.

Desarrollando la doctrina

El gran tratadista militar J. E C. Fuller afirmaba en el año 1939 que con elarmamento y la tecnología moderna las operaciones anfibias eran «casiimposible» (2). Habiendo estudiado con detalle el descalabro franco-británico en Gallípoli, durante la Primera Guerra Mundial, resultaba muy lógico llegar a dicha conclusión. No obstante un grupo de marines norteamericanos rechazaban sus razonamientos. Dos factores incitaban alCuerpo de Infantería de Marina a estudiar la viabilidad de las operacionesanfibias y especialmente de los desembarcos: el espectacular encumbramiénto japonés, con su consiguiente expansión por el Pacífico tras laPrimera Guerra Mundial, y la necesidad de encontrar una misión y cometido al Cuerpo en el periodo de entre guerras. Años en los cuales muchosoficiales del Ejército, el más notable el general Douglas McArthur, abogaron por la disolución de los marines y su incorporación al Ejército (3).

(1) TORELLI, JOHN A.: To Foreign Shores, U.S. Amphibious Operations in World War II.Annapolis: Naval Institute Press, xvii-xix.

(2) Ibid., xv.(3) Obviamente, los marines a lo largo de la historia y alrededor del mundo habían ejecutado

desembarcos anfibios, pero el concepto de asalto anfibio en el sentido moderno (contra unaplaya fortificada y defendida) tuvieron un gran desarrollo a partir de la Primera Guerra Mundial.

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Uno de estos marines era el teniente coronel Earl H. Ellis (1 880-1923),considerado por los marines como «el profeta de las operaciones anfibias» (4). Ellis era un personaje desequilibrado y alcóholico pero eratambién un brillante oficial de Estado Mayor. Él desarrolló en el año1921 un plan de emergencia llamado a convertirse en la base de laestrategia de los marines en la guerra del Pacífico. En este documentoel teniente coronel Ellis adivinó la futura guerra contra el Japón, la pérdida de las islas Filipinas y previó que el contraataque americano debíarealizarse a través de las islas Marshall y Carolinas, y posteriormente hacia el Norte, esto es, hacia el archipiélago japonés. Tan importantecomo su visión estratégica fuera sus conceptos tácticos. El tenientecoronel Ellis determinó los requisitos que se convertirían en las normasde la guerra anfibia: equipos de demolición submarina, de organizaciónde la playa, coordinación y apoyo del fuego naval a la fuerza desembarcada y otras unidades especiales. Él defendía que todas las fuerzas

(4) Lieutenant colonel REBER JOHN J., USMC (A.), «Pete Ellis: Amphibious Warfare Prophet», enAssault from the Sea, Essays Qn the Histoty of Amphibions Warfare, (ed.), lieutenant colonel BATRLETT MERAILL L., USMC (R.) Annapolis: Naval Institute Press, 1983, PP. 157-167.

Figura 1. Barcaza de desembarcos de Infantería.

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de combate estuvieran organizadas desde el embarque. Igualmentedetalló los conceptos de cabeza de playa, marcadores de playa paracoordinación y control y señaló la importancia del apoyo aéreo, delfuego naval, de las maniobras de decepción y de otras cuestionesbásicas en las operaciones anfibias de la Segunda Guerra Mundial (5).Sobre todo Ellis insistió en que el cometido esencial de los marinessería ejecutar los desembarcos.

Sus opiniones obtuvieron pronto el apoyo del comandante del Cuerpode Marines, major general John Lejeune, y de otros destacados oficiales. Los marines, en el año 1920, amenazados por la disolución, crearonunas nuevas misiones que justificaron su existencia ante los recortespresupuestarios y las drásticas reducciones provocadas por el finalde la Primera Guerra Mundial. Si el Japón iba a ser el futuro enemigo deEstados Unidos el general Lejeune estaba decidido a transformar alCuerpo de Marines en la fuerza mejor preparada para combatir en laprevisible guerra del Pacífico (6). El año 1927, como resultado de losesfuerzos del general Lejeune, el Comité Conjunto del Ejército y laArmada encomendó al Cuerpo de Marines la misión específica de dirigir las operaciones anfibias. El reto pasaba a ser, tranformar las ideas enuna doctrina real y unos materiales adecuados.

Este proceso se desarrolló lentamente. El Cuerpo se encontraba entonces empeñado en la protección de los intereses americanos enCentroamérica y en China. No obstante ya en el año 1932 los marineshabían podido obtener cierta experiencia en varias maniobras sobreoperaciones anfibias como para iniciar el trabajo de redactar una dóctrina. En 1933 la Escuela del Cuerpo de Infantería de Marina recibió laorden del comandante del Cuerpo de desarrollar un detallado plan parala realización de operaciones anfibias. El resultado impreso en enero de1934 fue el Tentative Manual for Landing Operations. Manual que esquizás uno de los más importantes trabajos escritos en la reciente historia militar. Escasamente en dos años el manual se transformó en laDoctrina de operaciones anfibias de la Armada y casi literalmentecopiado sería el Reglamento de operaciones anfibias del Ejército.Incluso después de tres revisiones en 1941, 1942 y 1943 el Manual per

(5) IbicL, p. 58.(6) Esta fue una de las principales razones por la que el almirante Ernest J. King, jefe de ope

raciones navales y el general George C. Marshall firmaron un Memorandum en abril de1942, acordando que las divisiones del Ejército se asignarían al asalto anfibio en Europamientras que los marines serían destinados a las operaciones anfibias en el Pacífico.

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manecía sin variaciones en sus aspectos fundamentales. En tan sólounos pocos meses un puñado de oficiales de Infantería de Marina habían sido capaces de desarrollar con precisión los fundamentos operativos para las más complejas de las operaciones militares que se realizaron en la Segunda Guerra Mundial.

La mayor genialidad del Manual radicaba en señalar con gran detalle loscomponentes de toda operación anfibia. El Manual disentía el espinosoasunto del mando en las operaciones anfibias y se lo otorgaba al comandante naval, tanto de los grupos de combate como de la fuerza embarcada. En él se ponía un gran énfasis en el papel del apoyo de fuego navaly se señalaba su absoluta necesidad para el éxito del desembarco.Igualmente se preveía la necesidad de tener observadores en las playaspara corregir y controlar el fuego. El apoyo aéreo se consideraba tambiénesencial para el éxito en el desembarco. Los pilotos navales y de los marines detectarían y localizarían previamente las defensas enemigasmediante bombardeos y, comenzada la invasión darían cobertura, realizarían apoyo aéreo táctico, interdicción impidiendo los movimientos enemigos y señalaríañ objetivos a la artillería naval.

Análogamente el Manual estudiaba los movimientos desde el buquehasta la costa como un movimiento táctico cuya coordinación resultaríaimprescindible. Como unidad básica de asalto se recomendó el Batallónde Infantería de Marina reforzado con armas de apoyo y los equiposimprescindibles.

Los buquesde transporte que llevasen las fuerzas de desembarco deberían anclar fuera de las playas y transbordarían las tropas en lanchas deasalto que se dirigirían a la orilla. Estas lanchas de desembarco estaríanarmadas y tendrían que disponer de la suficiente potencia de fuego paramantener agazapados y a cubierto a los defensores. Las primeras oleadas de asalto incluirían artillería y carros ligeros. Una vez desembarcadaslas primeras oleadas, las siguientes, con infantería y elementos de apoyoserían coordinadas por los grupos navales de playa y equipos de organización y movimientos de playa con personal del Ejército y la Armada. Sólola logística resultaba insuficiente en el Manual. En él no se preveía la grancantidad de operaciones logísticas que tendrían que realizarse en la playaaunque sí se insistía en la necesidad de adoptar cargas tácticas que faci

• litasen el empleo inmediato de todos los materiales. Las lecciones logísticas tuvieron, desgraciadamente, que aprenderse en las propias playasdurante la guerra, figura 2, p. 108.

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El Manual, en sus varias versiones, bien como Tentativo Manual o comoNavy’s Fleet Training Publication 167, o como la Doctrina para las operaciones de desembarco fue reiteradamente utilizado y comprobado enmaniobras y ejercicios de la Armada y el Ejército. En las maniobras realizadas entre lo años 1935 y 1941 se resolvieron los problemas provo cados por la tensión de trayectorias del fuego naval. Análogamente enestos años se experimentó la capacidad de determinados buques contra diferentes objetivos y se determinaron los procedimientos de coordinación entre el apoyo aéreo y el naval. Ya desde el año 1937 (7) era habitual la presencia de observadores del Ejército en los ejercicios de losmarines y de la Armada y ese mismo año se realizaron maniobras conjuntas. Además, y en paralelo, el Ejército había iniciado el desarrollo desu propia doctrina anfibia. Lo hizo desde una perspectiva diferente mientras la doctrina de la Infantería de Marina se orientaba al asalto de islasen el Pacífico, el Ejército consideró que su problema eran los desembar

(7) La 1 División de Infantería del Ejército de Estados Unidos formó parte de la recién creadaPrimera Fuerza de Instrucción conjunta con la 1 División de marines en junio de 1941; ellasformaron parte de la fuerza organizada para aprender las técnicas de la guerra anfibia. La1 División de Infantería encabezaría los desembarcos en el norte de Africa en el año 1942.

Figura 2. Desembarco de carros de comate.

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cos en un continente hostil para abrir un nuevo frente e iniciar una campaña. Con superioridad naval y aérea las islas quedaban aisladas y sinposibilidad de recibir refuerzos. El atacante dispondría de un gran apoyonaval y aéreo, basado éste en portaaviones medios y no tendría necesidad de muchos nuevos acorazados ni de masas de artillería dé campaña. Ambos, atacante y defensor, conocerían las direcciones más probables de ataque y, por tanto, la sorpresa no resultaría un factor esencial.Por otra parte y si el atacante controlaba las rutas navales sus suministros serían seguros. Sin embargo, un ejército desembarcado en un continente necesitaría unidades acorazadas y artillería para combatir a unenemigo con medios poderosos y notable potencia de fuego. Se precisaría también el apoyo de la aviación con bases en tierra (entonces demucho mayor poder que la Aviación Naval) para bombardear las posiciones enemigas y dificultar sus movimientos. Todos estos requisitos deapoyos, medios y materiales que habría que desembarcar motivaronque, correctamente, el Ejército considerara las operaciones anfibiascomo un movimiento de costa a costa. Consiguientemente el Ejércitopuso mucho mayor énfasis en obtener la sorpresa. Pese a su diferentepunto de vista en el Ejército estaban muy impresionados con lo que laMarina y los marines habían sido capaces de desarrollar y adoptaron elManual en el mes de junio de 1941 como el Army’s Field Manual 31-5;Landing Operations on Hostile Shore.

Tanto el Manual como las maniobras y ejercicios desarrollados mostrabanla necesidad de contar con buques especializados. De aquí surgió la famosa relación entre la Infantería de Marina y los astilleros Andrew Higgins deNueva Orleans. En ellos se diseñaron y contruyeron en serie las famosisímas LCVP (Landing Craft, Vehiqie and Personnel) conocidas tambiéncomo los Higgins Boats (8). De hecho la nueva doctrina y la necesidad detransportes anfibios dieron lugar a toda una serie de barcos de transportey apoyo anfibio. Entre otros el LST (Landing Ship Tank) de diseño británicoy el LCI (Landing Craft lnfantry). Los LST estaban equipados con unarampa que permitía desembarcar directamente en la playa toda su carga,esto es, vehículos pesados, tropas y suministros, facilitando extraordinariamente la operación. Además los LST con su amplia cubierta paramedios acorazados se convirtió en una de las más útiles unidades de la

(8) En sus últimos años, ya retirado, el presidente Eisenhower afirmó que Higgins fue el hombre que ganó la guerra» para Estados Unidos por su diseño y producción de las LCVP,sAMBROSE, STEPHEN E.: D-Dayjune 6 1944: The climatic Battle of World War II. (Nueva York:Simon and Schuster, 1994), p. 45.

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Figura 3. Desembarco de tropa ununa LCVP (Landing Craft, Vehicleand Personnel).

guerra empleándose en variadísimas funciones logísticas, en nada relacionadas con su primitivo diseño, figura 3.

Los LST se usaron como buque hospital, cuartel flotante, taller flotante ymuchas otras misiones auxiliares, figura 4.

Se construyeron también otros barcos intermedios entre las lanchas y losLST tales como lás LSM (Landing Ship Mediurn), una especie de pequeña LST y el LCI que era esencialmente una barcaza autopropulsada.

Igualmente se diseñaron otros tipos y modelos especiales para elacompañamiento y apoyo de las barcazas de desembarco. Entre otraslas LSD (Landing Ship Dock) y LSV (Landing Ship Vehicle) que eranesencialmente transportes anfibios. Las necesidades de este tipo deguerra dieron lugar también al desarrollo de vehículos oruga y de ruedas tales como la LVT (un tractor anfibio) y el Bu ifa/o (un vehículo acorazado con cañón de 37 milímetros y dos ametralladoras en su torreta)y el DUKW o duck un camión anfibio. El diseño y construcción en seriede estas lanchas, barcos y vehículos anfibios fue, sin duda, una de lasprincipales razones del éxito en las operaciones anfibias. Por desgracia jamás se dispuso del número suficiente para atender todas las soli

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citudes, sobre todo por llegar simultáneamente éstos a los teatros deoperaciones de Europa y del Pacífico. Uno de los factores decisivos enla estrategia seguida por los aliados fue siempre el reparto de losmedios anfibios, figura 5, p.1l2.

Tan importantes fueron estos barcos a lo largo de la guerra que a Churchillse le pudo oír los destinos de dos grandes imperios parecían estar ligados a «unas cosas» malditas llamados LSD (9).

Pese a todas estas dificultades en diciembre del año 1941 cuando elataque japonés a Pearl Harbour provocó la entrada de Estados Unidosen la guerra, el Ejército americano (gracias a las acertadas previsionesdel Cuerpo de Infantería de Marina) disponía de una doctrina experimentada en varias maniobras. También se contaba con numerososbuques y vehículos especializados en la guerra anfibia que estaban enconstrucción o desarrollo. Ambas cuestiones permitieron a Estados

(9) HARRISON, GORDON A.: United States Army in World War II, The European Theate ofOperations: Cross Channel Attack. Washington D.C.: Government Printing Office, p. 68.

Figura 4. Embarco de tropa y material en los LST (Landing Ship Tank).

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Unidos que al entrar en la guerra hicieran sentir rápidamente su presencia en los campos de batalla de Europa y del Pacífico (10), figura 6.

La doctrina en las operaciones

La primera prueba de la doctrina llegó relativamente rápida para elEjército americano en el teatro de operaciones europeo con la invasióndel norte de África. Aunque el mando americano deseaba desarrollar unplan de invasión de lo que consideraba el escenario decisivo: Francia, losbritánicos eran muy reticentes a comprometerse en un asalto que consideraban prematuro. Además eran ciertas las objeciones inglesas sobre lainsuficiencia de materiales, especialmente en buques de desembarcopara ejecutar la citada operación. El primer ministro inglés sir WinstonChurchill, logró convencer al presidente americano, Franklin DelanoRoosvelt, del valor estratégicó que suponía destruir el Africa Corps yobtener el dominio de la costa meridional mediterránea. Además Roosveltdeseaba entrar inmediatamente en la guerra.

El resultado de los conversaciones fue la Operación Torch, el plan para lainvasión del norte de África. Teniendo en cuenta que hacía menos de un añode la entrada de Estados Unidos en la guerra la operación sorprende por sutamaño, complejidad y su naturaleza combinada y conjunta. En su primeragran operación anfibia en el teatro europeo (11), los aliados lanzaron simul

Figura 5. Panorámica deun camión anfibio DUKW.

(10) Esto contrasta profundamente con la poca experiencia de Estados Unidos en la PrimeraGuerra Mundial, cuando entraron en el conflicto sin ninguna preparación y sin adiestramiento para la guerra de trincheras, y dependiendo de los franceses y británicos para elsuministro de la mayoria de su equipo.

(11) La primera gran operación anfibia realizada por Estados Unidos en la Segunda GuerraMundial tuvo lugar el día 7 de agosto de 1942 en Guadalcanal cuando los marinesdesembarcaron en la isla, sorprendiendo totalmente a la guarnición japonesa.

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Figura 6. Panorámica deun camión anfibio.

táneamente tres grupos de combate contra Casablanca, Orán y Argelia.El desembarco en Marruecos fue exclusivamente una operación norteamericana. Desembarcaron dos Divisiones de Infantería, reforzadas, y unaDivisión Acorazada en tres lugares diferentes de la costa marroquí (Safí,Mehdia y Fedela).

En Orán el grupo de combaté central desembarcó una división americana reforzada (la 1 División de Infantería con una Brigada de la II DivisiónAcorazada) en tres playas al levante y poniente de Orán con el apoyoaéreo y naval desde portaaviones ingleses. Unas 220 millas más al esteuna fuerza combinada anglo-americana de 33.000 hombres (dos agrupaciones americanas y una Brigada de Infantería británica) de nuevo apoyados por los portaaviones y buques de la Royal Navy. Si se consideraque era la primera vez en que se acometían operaciones tan complejassorprende, que los tres desembarcos realizados en la mañana del día 8de noviembre de 1942, resultaron tan sencillos. El éxito, sin duda, sedebió en gran parte a que se desembarcaba en playas no defendidas ycontra unas fuerzas, las de la Francia de Vichy que sólo en escasas ocasiones combatieron. Los desembarcos se efectuaron con maÍ tiempo,escasos reconocimientos en la playa y al amanecer o con horarios nocturnos. Factores que combinados con la inexperiencia eñ las operaciones de descarga y la falta de los necesarios equipos de playa crearon uncierto caos en muchos de los puntos de desembarco.

Al carecer todavía de las LST —se encontraban en construcción— losaliados tuvieron que ocupar los puertos para poder desembarcar loscarros y equipos pesados. Los americanos conquistaron rápidamente elpuerto de Safí en Marruecos. Sin embargo, los dos intentos de ocupar

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rápidamente los puertos de Orán y Argel mediante un golpe de manoterminaron en costosos desastres (12). Igualmente el intento de asaltoaéreó de dos aeropuertos en las proximidades de Orán resultaron un fracaso, aterrizando los paracaidistas en Gibraltar y en varios lugares delMarruecos francés debido a la adversa climatología y a notables fallos decoordinación y comunicaciones, figura 7.Sin embargo, sí pudo comprobarse que la nueva doctrina anfibia eraacertada en sus principios fundamentales. La superioridad aérea conseguida por los portaaviones y los portaaviones auxiliares resultó decisivaal neutralizar a las Fuerzas Aéreas de Vichy y proteger a los barcos aliados de los ataques aéreos del Eje. Igualmente al impedir los contraataques franceses. También el fuego naval resultó muy importante al silenciar las baterías de costa. No obstante lo más importante de la OperaciónTorch consistió en realizar una prueba real de las nuevas técnicas ant ibias. Las lecciones aprendidas en los desembarcos africanos serían rápidamente incorporadas en las próximas operaciones que se desarrollarían tan sólo nueve meses después.

La invasión de Sicilia no fue la consecuencia lógica de la campaña delnorte de África. Fue un nuevo compromiso entre americanos y británicos.Los americanos continuaron insistiendo en un ataque directo a laAlemania nazi desembarcando en Francia; pero los británicos argumentaron que era necesaria una operación en el Mediterráneo que despejaralas rutas marítimas de la parte oriental y que además de debilitar más alesfuerzo bélico italiano se conseguiría retirar tropas alemanas de Francia (13). De nuevo Churchill consiguió imponer su criterio y la invasión deSicilia, Operación Husky, se fijó para el 10 de julio de 1943.

La invasión de Sicilia constituye una de las más interesantes operacionesanfibias de la guerra y. de hecho fue la mayor en extensión de frente(aproximadamente 100 millas) y en número de divisiones (siete) desembarcadas el primer día. De hecho por su tamaño, complejidad y plan deoperaciones podría ser considerada un verdadero ensayo del desembar

(12) El resultado de estos fracasos combinado con el desastre del ataque a Dieppe en el mesde agosto del año 1942 convencieron a los aliados de los peligros del asalto directo a lospuertos defendidos. Todos los futuros desembarcos anfibios deberán ser dirigidos sobreplayas incluso aunque los objetivos militares impliquen la ocupación de algún puertoimportante en la proximidad.

(13) Obviamente los británicos tenían constantes intereses políticos y estratégicos en elMediterráneo y churchill durante toda la guerra permanecía firme defensor de las operaciones militares contra lo que el denominaba parte débil de la coalición del Eje.

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co de Normandía. El plan previsto en Sicilia requería que el VIII Ejércitobritánico desembarcase cuatro divisiones, una brigada independiente yuna unidad de operaciones especiales a lo largo de un frente de 40 millasque se extendía desde el norte de la península de Pachino al sur deSiracusa. El aterrizaje de planeadores apoyaría a las tropas desembarcadas para la ocupación de Siracusa. En el extremo occidental, al mandodel general George S. Patton, el VII Ejército desembarcaría tres divisionesen el golfo de Gela. Un frente todavía mayor que el del VIII Ejército. Elasalto se reforzaría con el lanzamiento de dos regimientos paracaidistasde la L)(XXII División Aerotransportada. Frente a los aliados se encontraban casi 300.000 soldados italianos y dos divisiones alemanas (unos30.000 hombres), al mando del VI Ejército italiano, el general AlfredoGuzzoni; no obstante el verdadero control de las unidades alemanas lotenía el brillante mariscal de campo alemán Albert Kesselring, figura 8.

El desembarco tuvo un durísimo comienzo durante la noche del día 9 al10 de julio de 1943. La Flotase enfrentó a un fuerte oleaje que hizo peligrar a los buques más pequeños, víctimas inmediatas del mal tiempo fueron las fuerzas aerotransportadas. De los 144 planeadores que transportaban soldados ingleses, 69 se estrellaron en el mar y el resto tomarontierra muy dispersados. Análogamente en el sector americano 3.400 paracaidistas se diseminaron en una amplísima zona lo que impidió que cumplieran su misión de taponar los accesos a la cabeza de playa; pero curiosamente la proliferación de pequeñas unidades paracaidistas creó unanotable confusión en las zonas de retaguardia del Eje (idéntico. resultadoal que luego comentaremos en Normandia).

Pese a la adversa meteorología los desembarcos se desarrollaron de acuerdo con lo previsto y encontrando muy escasa resistencia. Las oleadas iniciales rebasaron fácilmente las estáticas defensas italianas y las envolvieron.Los británicos desembarcaron sin ninguna oposición y conquistaronSiracusa. Los únicos combates de importancia se produjeron en el sectoramericano, en Gela, donde una pequeña reserva italiana con fuerzas acorazadas fue fácilmente rechazada. De mayor seriedad fue el contraataque lanzado por las unidades acorazadas de la División Hernan Goering que barrieron un batallón de la XLV División de Infantería. No obstante lo peor llegaríaal día siguiente. El día 11 de julio los alemanes e italianos lanzaron un contraataque con dos divisiones, contra el centro de la cabeza de playa. El ataque fue apoyado por la aviación con base en la Península. El movimientoresultó muy difícil en las playas, completamente congestionadas, e impidióadelantar a las unidades de carros. La infantería combatió eficazmente apo

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yada por la artillería y el fuego naval. Algunos carros consiguieron romperel frente y dos batallones acorazados alemanes progresaron hasta un kilómetro de la playa antes de que el intenso fuego artillero y naval consiguieradetenerlos. Al finalizar el día los americanos tenían consolidada la cabeza deplaya. En la propia noche el general Patton decidió emplear sus reservas deparacaidistas, estacionadas en el norte de África y reforzar la cabeza deplaya. Por desgracia los aviones que transportaban a la Brigada Paracaidistallegaron a la vertical de Gela tras un ataque aéreo del Eje y al no estar biencoordinada la operación sufrieron el ataque de su propia artillería antiaéreaque derribó 23 aviones dañando otros 37 del total de 144 que participaron.En total los paracaidistas tuvieron el 10% de bajas. Pese a esta tragedia eldispositivo italo-germano estaba roto. En las jornadas siguientes los americanos abandonarían sus cabezas de playa dirigiéndose al norte paraconquistar junto con los británicos, la isla en sólo 38 días.

La campaña de Sicilia no supuso una decisiva victoria para los aliados.Alemanes e italianos retiraron con éxito y casi intactas sus divisiones. Aúnasí los objetivos esenciales sí se habían alcanzado: ocupación de la isla yla libertad de navegación por el Mediterráneo. Además la invasión deSicilia precipitó, como beneficio adicional, la caída del Duce. Lo que símarcó esta campaña fue un hito importante en el desarrollo de las opera

aciones anfibias del Ejército norteamericano. Pese a su considerable tamaño y complejidad puede considerarse como un notable éxito de la logística’ y capacidad plan ificadora del estado mayor. El Ejército y la Armadanorteamericana, con la inestimable ayuda de una nueva generación debuques, anfibios y vehículos (LST, LCT, LCI, LCVP y con el nuevo y debutante DUCKW) pudieron poner 66.285 personas, 17.766 toneladas de cargamentoy 7.396 vehículos (14) en las costas sicilianas en los tres primeros días de invasión. Esta operación fue también la primera vez en la quese utilizaron destacamentos de reconocimiento previamente infiltrados enlas playas que realizaron todo tipo de actividades. Reconocieron las posiciones enemigas, tomaron muestras de arena para el análisis de suelos yestudiaron las emisiones de las radios enemigas. Al plan de invasión se leincorporó un original y brillante plan de decepción. Los ingleses ejecutaron la Operación Mincemeat consistente en abandonar en las costasespañolas el cadáver del mayor Martín de la Real Infantería de Marina. Elmayor llevaba un maletín que contenía diversos documentos señalando

(14) BIRTLE, ANDREW J.: CMH Pub 72-16, Sic//y 1943. washington D.C.; Government PrintingOffice, 1992, p. 10

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que la operación anfibia de Sicilia sería tan sólo una añagaza que encubriría la invasión de Cerdeña y el ataque a Grecia. Esta decepción se haríafamosa en los analés de la historia militar (15) y se llevaría al cine en lanotable película titulada El hombre que nunca existió.

El fuego naval demostró su decisiva importancia al salvar la cabeza deplaya de Gela. Pese al mal tiempo y a la defióiente coordinación la operación de Sicilia también supuso un nuevo paso adelante en la utilizacióny empleo de unidades aerotransportadas. Elementos todos ellos que volveremos a encontrar en Normandía.

Por descontado que no todo funcionó correctamente. La falta de coordinación con las unidades de carga y bombardeo del norte de África, permitió a la Aviación del Eje hástigar casi continuamente a las tropas dedesembarco y acosar a las cabezas de playa, contribuyeñdo a la tragediaya’ citada de los paracaidistas. Y por encima de cualquier otra consideración los aliados se beneficiaron especialmente al no encontrarse durantela fase de desembarco, frente a más tropas alemanas.

La invasión de Sicilia no se concibió como trampolín para la posterior invaSión de Italia. No obstante la perspectiva de ejecutar una operadón quecasi seguramente eliminaría a los itálianos de la guerra resultaba una magnifica oportunidad como para dejarla escapar. En consecuencia los aliadosdiseñaron un plan dirigido a la toma de Roma. El principal objetivo al invadir la península Italiana era obligar a Alemania a retirar tropas de Francia yRusia. Para conseguir este objetivo los aliados nebesitaban ocupar un granpuerto que les permitiera suministrar adecuadamentea sus tropas. Dieppey el norte de África habían demostrado lo absurdo del asalto directo a unpuerto defendido, así que la atención se centró en localizar una playa adecuada, en las proximidades de Nápoles Se eligió como mejor opción elgolfo de Salermo, 50 millas al’ sur de Nápoles, figura 9, p.l21.

El hecho de que los aliados fueron capaces de planificar y ejecutar unainvasión que involucrara 450 barcos y 125.000 hombres en menos de dosmeses resulta una prueba muy clara de la creciente experiencia aliada enla guerra anfibia. Esta rápida capacidad de planificación tenía, sin embargo, un peligroso efecto; la escasez de transportes limitaba a tres divisiones reforzadas con efectivos de la fuerzas de desembarco.

(15) GARLAND, ‘ALBERT N.: United States Army in World War II, The Mediterranean Theater ofOperations: Sidlly and the Surrender ofita/y. Washington D.C.: Government PrintingOffice, 1986, pp. 64-65.

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En la madrugada del día 9 de septiembre los aliados iniciaron el nuevoasalto. Dos Divisiones (XLVI y LVI de Infantería) británicas y una norteamericana (la )O(XVI División de Infantería) con tres U.S. Rangers y dosBatallones de Operaciones Especiales británicos. La denominadaOperación A va/anche fue el componente anfibio de un plan para unirse alataque del VIII Ejército británico que había cruzado el estrecho deMessina el día 3 de septiembre. La noche previa a la invasión el Gobiernoitaliano anunció formalmente su rendición. Los aliádos tendrían queenfrentarse de nuevo al Ejército alemán que otra vez estaba al mando delcompetente mariscal de campo Kesselring. El mariscal disponía de tresdivisiones para defender la zona de Nápoles-Salermo y tenía perfectamente aseguradas las líneas de retirada hacia Roma. La XVI DivisiónPanzer era la unidad responsable de defender la planicie de Salermo.Cuando las tropas aliadas desembarcaron en las playas se encontraroncon una dura e intensa oposición en una costa por primera vez biendefendida en el teatro europeo de la Guerra Mundial (16).

A pesar de la fuerte resistencia y de las muchas bajas los aliados consiguieron asegurar una cabeza de playa al amanecer. Kesselring se habíapreparado para un hipotético desembarco y en breve concentró fuerzaspara repeler el desembarco aliado. La XVI División Panzer recibió la ordende contener la cabéza de playa hasta la llegada de reservas. El día 13 deseptiembre los alemanes lanzaron un poderoso contraataque a la cabezade playa con casi las cinco divisiones del LXXVI Cuerpo de Ejército. Elfuerte contraataque alemán logró penetrar en el sector norteamericanohaciendo peligrar la operación. El comandante americano, general MarkClark, llegó a estar tan preocupado por la reacción alemana que ordenó asu estado mayor que estudiara la evacuación de la cabeza de playa americana y reforzar el sector británico (17). El fuego naval, la artillería y elfuego de los carros y contracarros evitaron el desastre. La situación eratan precaria que en la noche del 13 al 14 de septiembre el generalEisenhower tuvo que utilizar las reservas del teatro de operaciones, laL)(XXII División Aerotransportada, para reforzar rápidamente la cabeza deplaya. Esa noche, repitiendo lo realizado en Sicilia se lanzaron 1.200 paracaidistas para reforzar a la cercada X)O(VI División de Infantería america

(16) A diferencia de la playa de Omaha, los alemanes ni habían tenido tiempo de preparar lasfortificaciones, ni era el terreno tan difícil para el atacante.

(17) Los británicos rehusaron contemplar una retirada. Su experiencia con el ataque a Dieppeen el mes de agosto de 1942, les enseñó la casi imposibilidad de ejecutar con éxito unaretirada anfibia bajo presión enemiga.

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Figura 9. PIan para invadir Italia, septiembre de 1943.

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na. En la mañana del día 14 los alemanes renovaron sus ataques. En estaocasión sin éxito. Los bombarderos pesados aliados abandonaron susmisiones de bombardeo estratégico para atacar a las unidades y suministros alemanes en los itinerarios a Salermo y para bombardear a las unidades en sus bases de partida y en sus posiciones.

Los refuerzos aliados continuaron llegando y esa misma noche se produjo un nuevo lanzamiento de 2.100 paracaidistas que reforzaron a los defensores. La noche del 14 de septiembre, con las posiciones debidamentereforzadas, lo peor ya había pasado. Los alemanes realizaron un últimoesfuerzo los días 15 y 16 contra la playa pero ya sin ningún éxito.Kesselring tuvo finalmente que ordenar a sus tropas una retirada haciamejores posiciones defensivas al norte. De nuevo el desembarco deSalermo triunfó por los eficaces apoyos de fuego naval y aéreo, la rapidezen la llegada y despliegue de las unidades de refuerzo aerotransporta-dos,el valor y coraje de los soldados aliados y, icómo no! por la buena suerte.

Los desembarcos de Salermo no fueron los últimos en Italia. Los días 2y 3 de octubre los británicos realizaron una operación anfibia enTermopolí para situarse tras las posiciones alemanas en el frente delAdriático. En enero de 1944 los aliados efectuaron otro desembarco enAnzio (30 millas al sur de Roma) intentando romper la larga detenciónprovocada por la tenaz defensa alemana. El asalto de Anzio, el día 22de enero de 1944, ejecutado por la 1 División de Infantería británica y laIII División de Infantería americana consiguió una completa sorpresapara los alemanes. Las tropas desembarcaron sin encontrar ningunaresistencia y rápidamente se dirigieron al irflerior. La experiencia acumulada en las anteriores operaciones anfibias comenzaba a mostrar susefectos, ya que en el primer día los aliados descargaron 36.000 hombres, 3.200 vehículos y el 90% de la fuerza de invasión con un númeroinsignificante de bajas (18).

Las dificultades de la operación en Anzio empezaron después del desembarco. Los aliados no supieron explotar el éxito. Bien ocupando las montañas de Alban que dominan rodeando las playas o mejor aún con unabrillante maniobra hacia Roma. El retraso, permitió a Kesselring concentrar suficientes tropas para contener y posteriormente lanzar un ataquecontra la cabeza de playa.(18) LAURIE, CLAYVON D.: CMH Pub 72-19, Anzio. Washington D.C. Government Printig Office,

1992, p. 8.

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El día 4 de febrero el XIV Ejército alemán desplegado frente a la cabezade playa superaba en efectivos a los aliados en ella embolsados. Los alemanes iniciaron una serie de ataques contra los aliados que duraron hastael día 4 de mayo. Los contraataques germanos no lograron forzar el reembarque aliado pero éstos no consiguieron hasta el 25 de mayo romper elcerco y unirse a las tropas que avanzaban desde el Sur. En Anzio se llevó »

a cabo unas de las operaciones más costosas, cruenta y controvertida delteatro europeo. Esto no se debió a ningún fallo en la operación anfibia.El fracaso fue culpa de no explotar la sorpresa conseguida y por no avanzar fuera de las playas antes de que los alemanes pudieran reaccionar.Los «casi desastres» de Anzio y Salermo servirán como trágicas lecciones para la invasión de Francia: la invasión de Normandía.

El día 5 de junio de 1944, fecha inicialmente prevista para la invasión deFrancia, los aliados habían acumulado una gran experiencia en la guerraanfibia. La Operación Overload, la invasión de Francia, precisaría de todala experiencia disponible. Se necesitaría una meticulosa planificaciónpara reunir más de 5.000 buques de diversos tipos y desembarcar másde 100.000 soldados durante el primer día de la operación. Los aliadostendrían que ser capaces de organizar y coordinar 39 divisiones paraenfrentarse y combatir a los fuertes contraataques que el enemigo fueracapaz de ejecutar, figura 10, p 125.

La primera decisión crítica era determinar el lugar de la invasión. Los aliados eligieron la costa de Normandía ya que las playas estaban menosdefendidas, permitían el movimiento de vehículos y se encontrabanpróximas a una aceptable red de carreteras. Además los puertos deCheburgo y Le Havre resultaban relativamente cercanos. El pasode Calais era quizás más apropiado pero resultaba un objetivo demasiado evidente y muy bien defendido. El plan de invasión preveía el asaltocon siete divisiones en un frente de sesenta millas. En el asalto inicial el Vy el VII Cuerpos de Ejército desembarcarían dos divisiones reforzadas enel sector occidental con una división cerca de Les Dunes de Varrevilley otra en las proximidades de Vierville-sur-Mer. El II Ejército británicodesembarcaría entre Bayeux y Caen, la L División cerca de Arroman-ches y la III División de Infantería canadiense en las proximidades deCourseulles-sur-Mer y la III División de Infantería británica en las cercanías de Lion-sur-Mer. Además tres Divisiones Aerotransportadas (dos americanas y una inglesa) aterrizando con planeadores y paracaídas asegurarían los flancos de la cabeza de playa. Los americanos protegiendo la redde carreteras desde Sainte-Mére-Église al oeste y los británicos asegurando el cruce sobre el río Orne al este. El objetivo de los aliados era dis

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poner de una firme posición entre los ríos Sena y Loira de manera que elposterior avance pudiera realizarse siguiendo el Sena y hacia Alémania.

Un factor esencial de la operación era el de conseguir la sorpresa mediante un elaborado plan de decepción. Los aliados pretendían que los alemanes creyeran que la invasión se realizaría en el paso de Calais. En elcitado plan de decepción se inventó un mítico 1 Grupo de Ejército, mayorque el XXI Grupo de Ejército de Montgomery. Con su cuartel general enDover y a las órdenes del general Patton, el 1 Grupo rio era en realidadmás que una red de comunicaciones falsa, muchas instalaciones simuladas y miles de falsos carros, vehículos y barcazas. La simulación se completó con un amplio plan de bombardeos aéreos; la Aviación aliada lanzómás bombas sobre el paso de Calais que en cualquier otra región deFrancia. Toda la decepción se vio muy favorecida por la completa infiltración que la Inteligencia británica tenía sobre la alemana, a la que manipuló con gran facilidad. El engaño resulta tan efectivo que ejecutándose lainvasión los alemanes seguían creyendo que la verdadera operación sedesarrollaría en el paso de Calais.

Los aliados también se beneficiaron de las diferencias de opinión en elmando alemán. El mariscal de campo Erwin Rommel, jefe del Grupo deEjércitos B, que era el jefe de las fuerzas preparadas contra la invasión creíaque la invasión debía repelerse en las propias playas desde posiciones bienprotegidas que dispondrían de reservas acorazadas en sus cercanías pararealizar los contraataques. Rommel pensaba que la superioridad aéreaaliada impediría o entorpecería seriamente tos movimientos de tropas alemanas hacia el frente y por eso consideraba que las unidades acorazadastenían que estarán disponibles inmediatamente. Su superior, el mariscalGerd von Runstedt era de diferente opintón. Von Runstedt basándose enlas experiencias de Sicilia y Salermo creía que colocar tan adelantadas alas reservas significaría su destrucción, a manos del fuego naval enemigo.Runstedt deseaba mantener las reservas mecanizadas intactas, desplazadas en el interior de manera que pudieran responder decisivamente en ellugar en el que se produjera el asalto aliado, bien fuera el paso de Calais obien fuera Normandía. Ambos expresarían sus opiniones a Hitler que tomóuna solución de compromiso. De las VII División Panzer dio a Rommel trespero mantuvo cuatro como reserva a sus propias órdenes. El resultado fueque sólo la XXI División Panzer estaba en Caen el día D. Las otras dos divisiones de Rommel, debido a la extensión del sector, estaban equidistantes entre Calais y Calvados ninguna lo suficientemente cerca como paracontraatacar en las playas durante las horas iniciales.

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Línea fronteriza.

4—.. Ataque alemán.

Fuente: Cortesía del Centro de Historia Militardel Ejército de Tierra americano.

Figura 10. Contraata que en Anzio, 28 de febrero-3 de marzo.

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Cuando finalmente llegó el día, las adversas condiciones meteorológicasobligaron a retrasarlo. Una cierta mejoría del tiempo el día 6 de junio permitió iniciar la invasión. No obstante el mal tiempo contribuyó a reforzarla sorpresa; los alemanes consideraron imposible el desembarco duranteesa semana.

El propio mariscal Rommel había aprovechado el mal tiempo reinante paratrasladarse a Alemania. No obstante las dificultades del clima afectaron demanera importante los lanzamientos paracaidistas muy especialmente enel sector americano. Sus unidades tomaron muy diseminadas, pero denuevo (como en Sicilia), sus acciones crearon mucha confusión a los alemanes. Daba la impresión de haber paracaidistas en cualquier punto deNormandía. El mal tiempo afectó también gravemente a los planes debombardeo y al apoyo de fuego naval. La visibilidad, muy reducida por lasabundants nubes, era mínima. Muchos aviones lanzaron sus bombas enel interior no queriendo correr el riesgo de atacar a sus propias barcazas.La ineficacia del apoyo de fuegos sobre las playas fue uno de los principales responsables del «casi desastre» de la playa de Omaha.

El desembarco comenzó entre las 6 horas y 30 minutos y las 7 horas deldía 6 de junio de 1944. Británicos y canadienses se encontraron inicial-mente con fuego intenso y experimentaron ciertas dificultades pero consiguieron rápidamente progresar y rebasar la playa; no obstante fracasaron y no lograron su principal objetivo, ocupar Caen, debido a que losalemanes utilizaron todos sus recursos y la única división acorazada disponible, en la defensa de la ciudad, figura 11.

En el sector americano la IV División de Infantería, desembarcada en laplaya de Utah, encontró una ligera resistencia que fácilmente venció.Irónicamente el éxito se debió al hecho de desembarcar en un lugar equivocado y qüe se encontraba menos defendido. El ataque del V Cuerpo deEjército en la playa de Omaha se convirtió rápidamente en un desastre.Omaha era uno de los lugares más complejos y difíciles. La playa estabadominada por altos acantilados. Los aliados habían previsto, que la intensa preparación naval y aérea neutralizaría la mayoría de los alemanes,pero, como ya se comentó antes el mal tiempo impidió que la preparaciónresultara efectiva. El fuerte oleaje inundó muchas barcazas anfibias y loscarros dual-dr/ve especialmente diseñados para este desembarco. Laplaya estaba, además bien defendida con campos de minas, alambradas,trincheras y búnkers. Otro importante infortunio fue que en la misma sedesplegara la CCCLII División de Infantería que era una de las más disciplinada y veterana unidades del Ejército alemán.

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Todo ello creó un verdadero infierno para los soldados norteamericanosdesembarcados en Omaha. En algún momento se llegó a pensar en elreembarque. Sin embargo, gracias al valor y la tenacidad de los soldadosy al coraje de la Marina las tropas comenzaron a subir por los acantilados.La contribución de los destructores, que a menudo se olvida, fue decisiva en las playas de Omaha. Los destructores aliados se aproximaronmuchísimo a la playa (en ocasiones a 500 metros) pese a las minas y alriesgo de embarrancar. A tan poca distancia cañonearon con gran eficacia los acantilados soportando el continuofuego directo enemigo. El granapoyo prestado por los destructores y el constante desembarco de soldados y materiales inclinaron la ventaja. Al anochecer 34.000 soldadosnorteamericanos estaban en tierra y habían conseguido establecer unapequeña cabeza de playa.

Los aliados hubieron podido encontrarse con mayor resistencia pero elmando alemán fue muy reticente a emplear y comprometer sus reservasen un contraataque análogo a los efectuados en Sicilia y Salermo. Díasdespués de la invasión seguían creyendo que la verdadera operación serealizaría en el paso de Calais bajo el mando del general Patton. Además,de haber actuado las reservas probablemente la Aviación aliada hubieradiezmado sus fuerzas en su aproximación por las carreteras haciaNormandía (19).

Al anochecer del 6 de junio el poderío aliado se había impuesto en las playas de Normandía. Los aliados dominaban suficiente territorio para permitir que rápidamente desembarcaran más fuerzas y suministros. Laspérdidas sufridas fueron elevadas: 9.000 hombres en total (dos tercios delos cuales muertos) pero pese a todo inferiores a las que se habían previsto. El objetivo de desembarcar 100.000 soldados el primer día se habíaconseguido y millones, literalmente, les seguirían. La invasión fue, porsupuesto, sólo el primer acto de lo que sería una cruenta lucha en la campiña marítima antes de que se pudiera, en agosto del año 1944, llegar acampo abierto. El éxito del desembarco se debió, sin duda a la experiencia obtenida en los anteriores operaciones anfibias. Planificación precisa

(19) Una vez que los alemanes decidieron trasladar sus reservas hacia Normandía, a vecesnecesitaron semanas para llevar unidades al frente, a causa de la total superioridad aéreade los aliados. La CCLXVI División de Infantería alemana por ejemplo tardó dos semanasen trasladarse de Bretaña a Normandía. Fueron incapaces de emplear el ferrocarril o lascarreteras principales y marchaban de noche. AMBROSE STEPHEN E., Citizin Soldiers.Nueva York: Simón and Schuster 1997, p. 49

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y meticulosa, tropas debidamente instruidas y adiestradas, materiales yequipos especializados, planes de decepción, superioridad aérea y granefectividad del apoyo naval.

Los desembarcos de Normandía no fueron la última operación anfibia enEuropa (20). Con frecuencia se olvida citar la Operación Dragón ejecutada el día 5 de agosto de 1944 en las playas del sur de Francia. Se omiteprobablemente por realizarse tras el gran desembarco de Normandía, yquizás por la rotundidad de su resultado. La Operación Dragón deberíahaberse realizado simultáneamente a la Overload pero se retraso por nodisponer de medios anfibios suficientes para atender a ambas. El desembarco fue posible cuando se dispuso, a mediados de agosto, de las necesarias lanchas de desembarco. Esencialmente consistía en un asalto enla costa de Saint-Tropez del VI Cuerpo que estaba compuesto por divisiones veteranas de la campaña de Italia (III, XXXVI y XLV División deInfantería americana) reforzadas por siete divisiones francesas y unaDivisión Aerotransportada anglo-americana formada especialmente parala ocasión. El único problema en la fase de desembarco ocurrió con ellanzamiento de paracaidistas. Era el eterno problema de la falta de visibilidad ocasionado por las nubes bajas. Como en los anteriores ocasioneslas unidades muy dispersadas contribuyeron a la confusión de los defensores alemanes. La débil y esporádica resistencia alemana fue vencidacon rapidez y el día 16 de agosto el comandante del Cuerpo de Ejércitomayor general Lucian Truscott tenía perfectamente dominada la cabezade playa. Como veterano de Anzio el general Truscott no se detuvo en lasplayas y comenzó a avanzar hacia el norte. Los alemanes como consecuencia del desastre de Mortain y la ruptura de los aliados en Saint-Lo,ocurrida en estas fechas, iniciaron el repliegue. Dragón constituye unaclara muestra de lo lejos que habían llegado los aliados en las operaciones anfibias.

Conclusiones

La previa y breve exposición de las seis mayores operaciones anfibiasaliadas ha sido muy lacónica y ni tan siquiera esboza la enorme complejidad de cada una de estas operaciones. Mas no era ese nuestro objeti

(20) Además de la Dragón, los británicos y canadienses más tarde dirigieron un asalto anfibioal sur de la isla de Beveland, en Holanda, el día 26 de octubre de 1944 para limpiar elestuario de Schelds. Se puede considerar el cruce del río Rin en el año 1945.

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yo. Tan sólo pretendíamos señalar la importancia de algunos factoresesenciales en los desembarcos aliados acaecidos en el teatro de operaciones europeo. Después de todo la victoria aliada en la Segunda GuerraMundial está íntimamente enlazada con el desarrollo de las operacionesanifibias en dicho periodo. Para alcanzar la victoria no existía otro camino que el marcado por varias cadenas de islas en el Pacífico, o, en nuestro caso, mediante la invasión de Europa desde el mar.

Ciertamente es muy notable que las operaciones anfibias aliadas en laguerra no resultaron fracasadas, a pesar de las indudables ventajas de losdefensores y de la gran vulnerabilidad, de las tropas de desembarco. Lasrazones pueden, quizás resumirse en cuatro factores que están claramente mostradas en las operaciones citadas:1. En todas las operaciones los aliados contaron con un efectivo apoyo

aéreo en un ambiente de superioridad aérea. En el año 1944 y durantela invasión de Francia los aliados habían conseguido la completasuperioridad aérea sobre el campo de batalla.

2. Los aliados a lo largo de la guerra perfeccionaron extraordinariamentelos apoyos del fuego naval.’ Fue la artillería naval quien literalmentesalvo las cabezas de playa de el golfo de Gela, Salermo y Anzio y quienresultó un importante elemento en la rotura del encarnizado estancamiento de la playa de Omaha.

3. Ls aliados fueron siempre más capaces de reforzar ‘sus tropas y lohicieron con mayor rapidez y eficacia que los defensores, probablemente como resultado del desarrollo de innumerables medios detransporte naval, embarcaciones de desembarco y véhículos anfibios:pero también sin duda, auxiliados por los apoyos aéreós y navalesanteriormente citados, que impedían o dificultaban los movimientos yreacciones enemigas.

Por último, los aliados y muy especialmente los americanos entraron enla guerra con una firme y sensata doctrina anfibia que claramente marcaba los fundamentos de dichas operaciones, apuntando la forma de integrar éstos y señalando como instruir; adiestrar y preparar a los soldados.Y sobre todo dio a los jefes la confianza en el éxito.

La experiencia de los desembarcos del Ejército de Estados Unidos en laSegunda Guerra Mundial, una de las más difíciles y complicadas de todas’las operaciónes militares, es la mayor demostráción del papel de la doctrina en la consecución del triunfo.

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ÍNDICE

Página

SUMARIO7

PRESENTACIÓN9

INTRODUCCIÓN13

Primera conferencia

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. LAS OPERACIONES ESPAÑOLASDE DESEMBARCO (SIGLOS XVI-XVIII)27

Introducción29El desencadenante político y la oportunidad30El planeamiento y los preparativos32La fase de embarque33El desplazamiento hacia la zona objetivo35La fase de asalto en los siglos xvi y xvii37La doctrina anfibia en el siglo xviii38Los medios navales de desembarco42Las formaciones de combate en tierra45

Segunda conferencia

DARDANELOS. LA CAMPAÑA DE GALLÍPOLI49

El escenario51Intento de penetración naval por los Dardanelos53

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Página

La fuerza expedicionaria54La elección del lugar de desembarco56El asalto anfibio del día 25 de abril de 191559Las operaciones posteriores61Consideraciones finales62

Tercera conferencia

EL DESEMBARCO DE ALHUCEMAS69

La catástrofe de Annual72Hacia el desembarco de Alhucemas74Plan de operaciones de desembarco en Alhucemas76El desembarco83Anexo 1. Composición de las Fuerzas Terrestres95Anexo II. Composición de las Fuerzas Navales97Anexo III. Composición de las Fuerzas Aéreas98

Cuarta conferencia

GRANDES DESEMBARCOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 101

Desarrollando la doctrina104La doctrina en las operaciones112Conclusiones128

ÍNDICE133

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RELACIÓN DE MONOGRAFÍAS DEL CESEDEN

1. Clausewitz y su entorno intelectual. (Kant, Kutz, Guibert, Ficht,Moltke, Sehlieffen y Lenia).

*2. Las conversaciones de desarme convencional (CFE).

*3 Disuasión convencional y conducción de conflictos: el caso de Israel

y Siria en el Líbano.*4 Cinco sociólogos de interes militar.

*5 Primeras Jornadas de Defensa Nacional.

*6. Prospectiva sobre cambios políticos en la antigua URSS. (Escuelade Estados Mayores Conjuntos. XXIV Curso 91/92).

7. Cuatro aspectos de la Defensa Nacional. (Una visión universitaria).

8. Segundas Jornadas de Defensa Nacional.

9. IX y X Jornadas CESE DEN-IDN de Lisboa.

10. XI y XII Jornadas CESEDEN-IDN de Lisboa.

11. Anthology of the essays. (Antología de textos en inglés).

12. XIII Jornadas CESEDEN-IDNde Portugal. La seguridad de la EuropaCentral y la Alianza Atlántica.

13. Terceras Jornadas de Defensa Nacional.*14. II Jornadas de Historia Militar. La presencia militar española en Cuba

(1868-1895).*15 La crisis de los Balcanes.

16. La Política Europea de Seguridad Común (PESC) y la Defensa.

17. Second anthológy of the essays. (Antología de textos en inglés).

18. Las misiones de paz de la ONU.

19. III Jornadas de Historia Militar. Melilla en la historia militar española.

20. Cuartas Jornadas de Defensa Nacional.

21. La Conferencia Intergubernamental y de la Seguridad ComúnEuropea.

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22. El Eército y la Armada de Felipe II, ante el IV centenario de su muerte.

23. V Jornadas de Defensa Nacional.

24. Altos estudios militares ante las nuevas misiones para las FuerzasArmadas.

25. Utilización de la estructura del transporte para facilitar el cumplimientode las misiones de las Fuerzas Armadas.

26. Valoración estratégica del estrecho de Gibraltar.

27. La convergencia de intereses de seguridad y defensa entre lasComunidades Europeas y Atlánticas.

28. Europa y el Mediterráneo en el umbral del siglo xxi.

29. El Ejército y la Armada en 1898: Cuba, Puerto Rico y Filipinas (1).

30. Un estudio sobre el futuro de la no-proliferación.

31. El islam: presente y futuro.

32. Comunidad Iberoamericana en el ámbito de la defensa.

33. La Unión Europea Occidental tras Amsterdam y Madrid.

34. Iberoamérica, un reto para España y la Unión Europea en la próximadécada.

35. La seguridad en el Mediterráneo.

36. Marco normativo en que se desarrollan las operaciones militares.

37. Aproximación estratégica española a la última frontera: La Antártida.

38. Modelo de seguridad y defensa en Europa en el próximo siglo.

39. La Aviación en la guerra española.

40. Retos a la seguridad en el cambio de siglo. (Armas, migracionesy comunicabiones).

41. La convivencia en el Mediterráneo Occidental en el siglo xxi.

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42. La seguridad en el Mediterráneo.

43. Rusia: conflictos y perspectivas.

44. Medidas de confianza para la convivencia en el MediterráneoOccidentál.

45. La cooperación Fuerzas de Seguridad-Fuerzas Armadas frente a losriesgos emergentes.

46. La ética en las nuevas misiones de las Fuerzas Armadas.

* Agotado. Disponible en las bibliotecas especializadas y en el Centro de Documentación delMinisterio de Defensa.

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MINISTERIODE DEFENSA

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