VICTORIA dar es dar

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Mi experencía en Puerto Yerua En primera persona Victoria, comparte sus sensasiones como voluntaría

Partimos el 11 de junio a las 4 de la mañana, en pleno invierno porteño. Nos encontramos y las sonrisas se mezclaban con los bos-tezos, el frío, la descarga de cajas, el acomodar todo en el micro, los llamados a los que faltaban y las despedidas. Así empezaba un nue-vo viaje a Puerto Yerúa, donde más de 40 jóvenes nos adentrábamos en esta labor solidaria que tanto disfrutamos.Este, el doceavo viaje de DAR es DAR fue, para mí, mi segundo viaje dentro de la organización. Sin embargo, era el primero de invier-no, el primero que realizaba siendo una de las más grandes de la tri-pulación y el primero habiéndome ������������������������������Ƥ��-ción del viaje y las actividades que lo compondrían.El viaje no empezó ese lunes cuan-do nos subimos al micro, sino que mucho antes. Tampoco empezó ����������������������������Ƥ�����y comenzamos a inscribirnos y esperarlo.

La aventura no tiene principio porque nuestra acción tiene lugar todas las semanas cuando nos reunimos, cuando juntamos cosas, cuando preparamos campañas, cuando le comentamos a alguien que estamos en un proyecto solida-rio, cuando en la cena en nuestras casas las familias nos preguntan acerca de las novedades de DAR es DAR.Pueden entenderse así, todas las expectativas y nervios que repre-sentaba este viaje a la Escuelita n° 56. Rencontrarse con las caras de los chicos, entregarles todas las donaciones y regalos que les llevábamos, conocernos más entre nosotros “los padrinos” como los chicos nos llaman y, ¿por qué no? Divertirnos. En el micro ya se empezaba a palpitar esta mezcla de emocio-nes. Cuando nuestro vehículo por Ƥ�����×���������������������������de tierra donde sabíamos estaba nuestro destino, el ambiente se col-mó de canciones y cantos. Por más de haberlo vivido con anterioridad, la adrenalina e incertidumbre que se siente previo a llegar no queda de lado. Así, llega uno de los dos momentos más fuertes del viaje: la bienvenida de los chicos. Todo es abrazos y sonrisas, reencuentros y besos. Ellos nos esperan tanto como nosotros a ellos.Los días que continúan, son mara-villosos. Una seguidilla de activida-des con los alumnos de la escuela donde aprenden y se divierten ellos (y nosotros también). Fue en este viaje donde tuve la oportunidad de conducir varias de las actividades que con tanto ����������À����������Ƥ����Ǥ������sensación es indescriptible.

El observar los ojos y oídos atentos de todos los niños expectantes, es algo que sólo se compara con estar uno de ese lado cuando los gradua-dos de DAR es DAR nos realizan actividades internas a nosotros una vez que termina la jornada escolar y los chicos vuelven a sus casas en el micro de Fabre.Lo que uno aprende en un viaje de DAR es DAR es incontable. Los vo-luntarios siempre decimos que es más lo que los chicos de la escuela nos dan a nosotros que lo que no-sotros les damos a ellos. Ese cariño y ese calor que recibimos – aunque las temperaturas del invierno en-trerriano no lo parezcan– son más fuertes que cualquier otro. Porque es de verdad, real y sentido.�����À�����Ƥ��������������±�����tres días plenos, llega el segundo de los momentos fuertes: la des-pedida. Una seguidilla de abrazos interminables continuados de la pregunta “¿van a volver?” se in-tercala con los “gracias” de ambas partes.Los gritos de alegría te hacen dar cuenta que estas formando parte de algo verdaderamente especial. Es una experiencia que sirve para cumplir los objetivos de DAR es DAR pero también personales. La vivencia es tan renovadora para el alma que uno no se imagina dejar de hacerlo jamás. Y como se suele decir, no hay mejor forma de ���������������������������Ƥ������un próximo… Así que ¡aquí vamos de vuelta!

Por Victoria Siano (21)

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