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Sábado 11 de enero del 2020 Réplica al artículo del “jesuita” Raúl Arderí sobre la Reforma Litúrgica de Pablo VI Mañana domingo 12 de enero del 2020 saldrá publicado en la hoja dominical de la iglesia modernista “Vida Cristiana”, la segunda parte del artículo “LA REFORMA LITÚRGICA DE PABLO VI”, escrito por el “jesuita” Raúl Arderí, en calidad de ministro de la iglesia conciliar. No tenemos el gusto de conocer al autor, pero por los contenidos de su artículo se evidencia la carencia más elemental de nociones de historia de la Iglesia y de la Liturgia. Analizaremos oración por oración su artículo, destinado a confundir a los miles de inocentes “católicos” que todos los domingos leen acríticamente los artículos de Vida Cristiana con la ingenuidad de pensar que leen doctrina católica. Nota: Las citas del artículo estarán entre comillas, en cursiva y color rojo. +++ “Cincuenta años atrás, el 3 de abril de 1969, el Papa Pablo VI promulgó la Constitución Apostólica con la cual se modificó el Misal Romano, uno de los frutos más importantes de la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II (1962- 1965).” Los cambios se clasifican en dos tipos: cambios sustanciales (que modifican la esencia de las cosas) y cambios accidentales (que no la modifican). Un ejemplo de c. sustancial es la combustión de un papel, y un ejemplo de c. accidental es la pintura de un papal. En el primer caso, la esencia de “papel” desaparece, o mejor dicho, es destruida por la acción del fuego. En el segundo caso, la esencia de “papel” continúa siendo y existiendo (valga la redundancia), y el cambió de color no alteró ni modificó la naturaleza o esencial del papel. Pio XII en la Mediator Dei enseña: 66. La Jerarquía eclesiástica ha empleado siempre este su derecho en materia litúrgica, instruyendo y ordenando el culto divino y enriqueciéndole con esplendor y decoro siempre renovados para gloria de Dios y bien de los hombres. Tampoco ha dudado, por otra parte, salvo la sustancia del Sacrificio Eucarístico y de los Sacramentos, en cambiar lo que no creía apropiado y añadir lo que mejor parecía contribuir al honor de Jesucristo y de la Santísima Trinidad y a la instrucción y saludable estímulo del pueblo cristiano. 67. La Sagrada Liturgia, en efecto, consta de elementos humanos y de elementos divinos: estos últimos, habiendo sido instituidos por el Divino Redentor, evidentemente no pueden ser alterados por los hombres; pero aquellos, en cambio, pueden sufrir varias modificaciones, aprobadas por la

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Sábado 11 de enero del 2020

Réplica al artículo del “jesuita” Raúl Arderí sobre la Reforma Litúrgica de

Pablo VI

Mañana domingo 12 de enero del 2020 saldrá publicado en la hoja dominical de la

iglesia modernista “Vida Cristiana”, la segunda parte del artículo “LA REFORMA

LITÚRGICA DE PABLO VI”, escrito por el “jesuita” Raúl Arderí, en calidad de

ministro de la iglesia conciliar. No tenemos el gusto de conocer al autor, pero por

los contenidos de su artículo se evidencia la carencia más elemental de nociones de

historia de la Iglesia y de la Liturgia. Analizaremos oración por oración su artículo,

destinado a confundir a los miles de inocentes “católicos” que todos los domingos

leen acríticamente los artículos de Vida Cristiana con la ingenuidad de pensar que

leen doctrina católica.

Nota: Las citas del artículo estarán entre comillas, en cursiva y color rojo.

+++

“Cincuenta años atrás, el 3 de abril de 1969, el Papa Pablo VI promulgó la

Constitución Apostólica con la cual se modificó el Misal Romano, uno de los frutos

más importantes de la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II (1962-

1965).”

Los cambios se clasifican en dos tipos: cambios sustanciales (que modifican la

esencia de las cosas) y cambios accidentales (que no la modifican). Un ejemplo de

c. sustancial es la combustión de un papel, y un ejemplo de c. accidental es la

pintura de un papal. En el primer caso, la esencia de “papel” desaparece, o mejor

dicho, es destruida por la acción del fuego. En el segundo caso, la esencia de

“papel” continúa siendo y existiendo (valga la redundancia), y el cambió de color

no alteró ni modificó la naturaleza o esencial del papel.

Pio XII en la Mediator Dei enseña:

66. La Jerarquía eclesiástica ha empleado siempre este su derecho en materia

litúrgica, instruyendo y ordenando el culto divino y enriqueciéndole con

esplendor y decoro siempre renovados para gloria de Dios y bien de los

hombres. Tampoco ha dudado, por otra parte, salvo la sustancia del Sacrificio

Eucarístico y de los Sacramentos, en cambiar lo que no creía apropiado y

añadir lo que mejor parecía contribuir al honor de Jesucristo y de la Santísima

Trinidad y a la instrucción y saludable estímulo del pueblo cristiano.

67. La Sagrada Liturgia, en efecto, consta de elementos humanos y de

elementos divinos: estos últimos, habiendo sido instituidos por el Divino

Redentor, evidentemente no pueden ser alterados por los hombres; pero

aquellos, en cambio, pueden sufrir varias modificaciones, aprobadas por la

Sagrada Jerarquía, asistida del Espíritu Santo, según las exigencias de los

tiempos, de las circunstancias y de las almas. De aquí nace la, estupenda

variedad de los ritos orientales y occidentales, de aquí el desarrollo progresivo

de particulares costumbres religiosas y prácticas de piedad, de las que apenas

se tenía un leve conocimiento en tiempos anteriores; a esto se debe que con

cierta frecuencia sean nuevamente empleadas y renovadas piadosas

instituciones, borradas por el tiempo. Todo esto testimonia la vida de la

Inmaculada Esposa de Jesucristo durante tantos siglos; expresa el lenguaje

empleado por ella para manifestar a su Divino Esposo su fe y amor

inagotables y los de los pueblos a ella encomendados; demuestra su sabia

pedagogía para estimular y acrecentar de día en día en los creyentes el

«sentido de Cristo».

Otras ideas nuestras. a) Los cambios accidentales de la liturgia siempre han sido

hacia adelante, y nunca hacia atrás. Es como la evolución de una persona que

cuando tiene 1 año es menor que cuando tiene 5 años, y a su vez que cuando tiene

15 años. Pero nadie puede “crecer” entre los 14 y 15 años retornando a la madurez,

talla, peso y fortaleza que tenía cuando tenía 2 años. Todo progreso es hacia

adelante, nunca hacia atrás.

b) La supuesta sencillez de la liturgia cristiana de los 3 primeros siglos no es por lo

que alegan los modernistas de ahora y de siempre, esto es, porque aquellos

cristianos eran menos clericales, más activos y participativos, sino por una

sencilla razón circunstancial histórica: las persecuciones a las que estaba sometida

la Iglesia. Como se sabe la Iglesia primitiva no tenía templos como los poseyó

después de la Paz que le otorgó el emperador Constantino, por tanto, los

sacramentos se celebraban en condiciones mínimas y muy precarias. Pero apenas

tuvo paz la Iglesia para organizar sus acciones litúrgicas al aire libre, rodeó de

venerables ritos a los sacramentos, consciente de la grandeza de los misterios que

celebrara.

c) El papa Pio XII condenó la pretensión de simplificar la liturgia alegando la

supuesta sencillez del cristianismo primitivo en la encíclica Mediator Dei de 1947.

Dicha tendencia herética de simplificar la liturgia recibió el nombre de

arqueologismo, precisamente porque pretende resucitar formas litúrgicas

“muertas” muy antiguas, que la Iglesia enriqueció apenas tuvo condiciones para

ofrecer el culto divino con entera libertad.

La “Reforma” litúrgica querida por el Vaticano II, y realizada en el posconcilio, es

una verdadera revolución: “La vía abierta por el Concilio está destinada a cambiar

radicalmente el rostro de las asambleas litúrgicas tradicionales”, admite Mons.

Annibale Bugnini, uno de los principales artífices de la llamada “reforma”; él

mismo agrega que se trata de una “real ruptura con el pasado” (Bugnini, “La Ri-

forma Litúrgica” [1948-1975], CLV Edizioni Liturgiche, 1983).

Ahora bien, ninguna revolución estalla de repente un buen día, sino que es el fruto

de largos asaltos, caídas lentas y concesiones progresivas. Por tanto, el hilo

conductor del artículo que estamos analizando CARECE de fundamento en la

doctrina católica, y no es más que un intento más (desesperado como siempre) de

legitimar la destrucción del Misal Romano, que no su modificación a secas.

“Para muchos, el cambio litúrgico más visible de este periodo fue la transición de la

eucaristía celebrada en latín y de espaldas al pueblo, a la celebración en español y

teniendo el altar como centro de la asamblea.”

Innegable. Pero agregamos algo. Contra el común mito de los modernistas de que

el objetivo principal de la reforma era que los fieles entendieran la misa. Si el

problema era solamente el latín ¿Por qué no se conformaron con decir la misa

católica de siempre en vernáculo y punto? Incluso, si el problema era el cura de

espaldas ¿Por qué no se conformaron con darle vuelta al altar y al cura y punto?

Pero no fue suficiente. El objetivo era destruir el ritual y las rúbricas de la

misa, al estilo de los luteranos del siglo XVI, y en efecto, así sucedió. Se modificó el

Ordo de la Misa, eliminando de ella genuflexiones, señales de la cruz, oraciones a la

Santísima Trinidad, referencias al diablo, al infierno, al purgatorio, etc… Los

estudios comparativos entre los dos Ordos (el católico y el modernista) abundan

en la literatura especializada, pero para el que no está introducido en el tema,

recomiendo el libro “El Drama litúrgico” de Augusto del Rio publicado en 2003 en

Buenos Aires, Argentina.

“Todo fue encaminado a promover una plena y activa participación de todos los

fieles.”

Esto es protestantismo renovado, porque fue Lutero y sus hijos espirituales

(calvinistas, galicanos, febronianos, veterocatólicos, católicos liberales y…

modernistas) quien siempre dijo que la Misa que no se entendía era vana, como

dando a entender que solamente si el pueblo entiende lo que el sacerdote está

orando dicha misa cobra valor. Esto además de herético es blasfemo, pues supone

la participación del pueblo como elemento necesario para la validez o idoneidad de

la misa. Esto es desconocer el concepto Patrístico y Apostólico de la Misa como

renovación incruenta del sacrifico de la Cruz, que realiza principalmente el

sacerdote in persona Christi. De hecho, por mucho que le pese a los protestantes y

modernistas, misa sin pueblo puede haber, pero misa sin sacerdote no.

“La difícil situación de la Iglesia cubana en aquel momento nos hizo prestar atención

a otras preocupaciones que no correspondían exactamente a esta sensibilidad de la

Iglesia universal.”

Exactamente, de hecho, suelo decir siempre que en Cuba coincidieron 2

revoluciones al unísono: la política y la religiosa. Pero al ser evidentemente más

cercana y aparentemente más dañina (en realidad es al revés) la problemática

comunista y del cambio de régimen político en los años 60’s, las destrucción del

catolicismo desde el Vaticano usurpado por los modernistas de Juan XXIII y

compañía no fue analizada con prudencia y criterio por el catolicismo cubano del

momento, más preocupado por sobrevivir a las persecuciones, críticas, calumnias y

embates del comunismo cubano que a estudiar con calma la nueva religión que le

estaban vendiendo desde el Vaticano.

Además, como buenos revolucionarios y subversivos, los modernistas nunca han

ido rápido y de pronto, y en aquellos primeros años (1960-1970) las reformas eran

tan sutiles que apenas eran percibidas. Solo los más entendidos en la teología y con

una vida interior fuerte pudieron vislumbrar lo que sucedía. En ese sentido,

aquellos católicos de los 60’s tienen escusa de no haber visto con claridad la nueva

secta que estaba fraguándose sobre los edificios públicos de la Iglesia Católica.

Pero hoy…, hoy no hay excusa.

“La reforma litúrgica de Pablo VI no fue un acto improvisado…”

¿Improvisado? ¿Quién lo podría afirmar? La usurpación de la Santa Sede viene

preparándose desde el siglo XIX, como lo demuestran los papeles secretos de la

Alta Venta de los Carbonarios que cayeron en manos del Papa Gregorio XVI, y

abarcan el período de 1820-1846. Fueron publicados a pedido del Papa Pío IX, por

Crétineau-Joly en su obra “La Iglesia romana y la revolución”.1 Y por el Breve de

aprobación del 25 de febrero de 1861 dirigido al autor, Pío IX confirma la

autenticidad de sus documentos pero no permitió que se divulgaran los

verdaderos nombres de los miembros de la Alta Venta implicados en esta

correspondencia. El documento que cito a continuación tiene 200 años, pues

fue escrito en 1820:

“El Papa, cualquiera que sea, jamás vendrá a las sociedades secretas: a ellas

corresponde dar el primer paso hacia la Iglesia para vencer a ambos. El

trabajo que vamos a emprender no es obra de un día, ni de un mes, ni de

un año; puede durar varios años, quizás un siglo; pero en nuestras filas el

soldado muere y el combate continúa.

No queremos ganar a los Papas para nuestra causa, hacerlos neófitos de

nuestros principios, propagadores de nuestras ideas. Sería un sueño ridículo.

Cualquiera sea el giro de los acontecimientos, el hecho de que cardenales o

prelados, por ejemplo, hayan entrado de pleno grado o por sorpresa en una

parte de nuestros secretos, no es en absoluto un motivo para desear su

elevación a la Cátedra de Pedro. Esta elevación nos perdería. Sólo la ambición

1 Vol. 2, Ed. original, 1859; reimpreso por el Círculo del Renacimiento francés, Paris,

1976. Mons. Delassus reprodujo de nuevo sus documentos en su obra “La

conjuración anticristiana” DDB, 1910, T III p. 1035-1092.

los habría conducido a la apostasía y la necesidad del poder los forzaría a

inmolarnos. Lo que debemos pedir, lo que debemos buscar y esperar

como los judíos esperan el Mesías, es un papa según nuestras

necesidades (…).

Así marcharemos con más seguridad al asalto de la Iglesia que con los

liberales de nuestros hermanos de Francia y el mismo oro de Inglaterra.

¿Queréis saber la razón? Es que con ello, para destrozar la roca sobre la

que Dios construyó su Iglesia, ya no necesitamos el vinagre anibalino, ni la

pólvora del cañón; ya no necesitamos ni siquiera nuestros brazos. Tenemos el

dedo meñique del sucesor de Pedro comprometido en la conjura, y ese

dedo vale en esta cruzada más que todos los Urbano II y todos los San

Bernardo de la Cristiandad.

No dudamos que llegaremos a ese término supremo de nuestros esfuerzos,

pero ¿cuándo y cómo? La incógnita no se devela aún. Sin embargo, como nada

debe apartarnos del plan trazado sino por el contrario todo debe tender a él

como si ya desde mañana el éxito viniera a coronar la obra apenas esbozada,

queremos en esta instrucción que para los simples iniciados

permanecerá secreta, dar a los encargados de la Venta Suprema, consejos

que deberán inculcar a la universalidad de los hermanos, en forma de

enseñanza, o de memorandum (…).

Ahora bien, para asegurarnos un Papa de las debidas proporciones, se

trata primero de labrar a ese papa una generación digna del reino que

soñamos. Dejad de lado la vejez y la edad madura; dirigios a la juventud y,

si es posible, aún a la infancia (…) os ganaréis sin mucho esfuerzo una

reputación de buen católico y de patriota sin doblez.

Esta reputación hará llegar nuestras doctrinas tanto al seno del joven

clero, como al fondo de los conventos. Dentro de algunos años forzosamente

este clero joven habrá invadido todas las funciones. Será el quien

gobierne, administre, juzgue, forme el consejo del soberano, y será el

llamado a elegir el Pontífice que tendrá que reinar, y este pontífice, como la

mayor parte de sus contemporáneos, estará necesariamente más o menos

imbuido de los principios italianos y humanitarios que comenzaremos a

poner en circulación. Es un granito de mostaza que confiamos a la tierra; pero

el sol de las justicias lo hará crecer hasta el más alto poder, y un día veréis qué

mies abundante producirá este granito.

En la ruta que trazamos a nuestros hermanos, hay grandes obstáculos que

deberemos vencer, muchos tipos de dificultades que superar. Triunfaremos

gracias a la experiencia y la perspicacia; pero la meta es tan espléndida

que es preciso izar todas las velas al viento para alcanzarla. Si queréis

establecer el reino de los elegidos sobre el trono de la prostituta de

Babilonia, que el clero marche bajo vuestro estandarte, CREYENDO IR

SIEMPRE TRAS LAS BANDERA DE LAS LLAVES APOSTÓLICAS. Si queréis

hacer desaparecer el último vestigio de los tiranos y los opresores, echad

vuestras redes como Simón Barjona; echadlas en el fondo de las sacristías,

de los seminarios y de los conventos más que en el fondo del mar; y si no os

apuráis, os prometemos una pesca más milagrosa que la suya. El pescador de

peces se convirtió en pescador de hombres; vosotros os rodearéis de amigos

junto a la Cátedra Apostólica. Vosotros HABRÉIS PREDICADO UNA

REVOLUCIÓN POR LA TIARA Y LA CAPA, marchando con la cruz y el

estandarte, una revolución que no tendrá necesidad más que de una chispa

para incendiar las cuatro esquinas del mundo”.2

“… sino el fruto de un intenso movimiento de renovación bíblica, teológica y litúrgica

desde inicios de siglo XX.”

Esto es una verdad a medias. Una cosa es el movimiento litúrgico de Dom Prosper

Guéranger (1805-1875), que cualquiera puede estudiar en su obra “Considérations

sur la liturgie catholique”, publicadas en el “Memorial” de 1830, y otra muy

diferente es el movimiento litúrgico desviado por los modernistas desde principios

del siglo XX. Nosotros, siguiendo a San Pio X, adherimos al movimiento litúrgico de

Dom Guéranger, pero rechazamos como herético al desviado, que fue precisamente

el que consagró el Vaticano II y su pseudo-reforma litúrgica.

Nacido de padres benedictinos, el Movimiento Litúrgico verá durante mucho

tiempo su historia ligada a la Orden de San Benito. El Movimiento nacido y

desarrollado en Francia, iba a extenderse más allá de las fronteras francesas. Dom

Mocquereau, Dom Pothier y Dom Cagin lo harían desde la casa matriz. Después

lanzaba sus primeras fundaciones: San Martin de Beuron en Alemania (1863)

Maredsous (1872) y Mont-César (1899) en Bélgica, mientras que Dom Guépin

partía para España en 1880 a restaurar Silos.

Uno de los primeros en desviar el movimiento litúrgico fue Dom Lambert

BEAUDUIN (1873-1960), quien no supo cuidar la jerarquía de los fines de la

liturgia, como acto de culto (dirigido a Dios) y como acto didáctico (dirigido a los

fieles). Por el contrario Dom Festugiére siguió siendo fiel al punto de vista

totalmente “teocéntrico” de Dom Guéranger. El movimiento litúrgico desviado

siempre insistiría más en el aspecto antropocéntrico de la liturgia, como de hecho

sucede en la neo-iglesia del Vaticano II.

Todas las ideas de la herejía antilitúrgica -Dom Guéranger llamó así a las tesis

litúrgicas del siglo XVIII- fueron retomadas en los años 20 y 30 por liturgistas como

2 Instrucción permanente de 1820, op. cit., p. 82-90. 3 (Op. cit. p. 129).

Dom Lambert Beauduin (1873-1960) en Bélgica, en Francia, Dom Pius Parsch, y

Romano Guardini en Austria y Alemania.

Nacido del genio de Dom Guéranger y de la indomable energía de San Pío X, el

movimiento litúrgico brindó en esa época frutos magníficos de renovación

espiritual. Sin embargo, el carácter de “apostolado” de la liturgia que Dom

Beauduin “tiende” a acentuar demasiado, se va a volver cada vez más fuerte.

Y ésa será la gran tentación del “Movimiento”: hacer de la liturgia antes que

nada un medio de apostolado; hacer plegar la liturgia a las exigencias del

apostolado. El nudo del drama está ahí. Es por culpa de no haber sabido resistir a

esta tentación que esa obra magnífica se derrumbó.

Dom Beauduin en 1925 fundó el “Monasterio de la Unión” en Amay-sur-Meuse,

Bélgica, con intenciones de promover el ecumenismo que sería condenado por el

Papa Pio XI en la encíclica Mortalium animos el 6 de enero de 1928.

No es fruto de la casualidad que en 1924, Dom Beauduin hubiera trabado una fiel

amistad con monseñor Roncalli, quien había caído en la diplomacia después de

haber perdido su cátedra en el Ateneo de Letrán, por sospechoso de modernismo,

El futuro antipapa Juan XXIII iba a ser uno de los primeros y más fieles

simpatizantes de Beauduin.

“No constituyó simplemente una adaptación a las necesidades de la cultura

contemporánea, sino volver a las fuentes de la Tradición para encontrar el modo

de proclamar el evangelio a los hombres y mujeres de hoy.”

Esto es totalmente falso. La revolución litúrgica se aparte de la Tradición Católica,

no se acerca a ella. Es una liturgia artificial, sin base viva en la Tradición de la

Iglesia. Constructo mental de liturgistas de gabinete, que tenían en mente una sola

cosa: inventar una liturgia ecuménica que disminuyera lo más posible las

diferencias con las demás iglesias cristianas. Una verdadera obra de felonía. La

presencia de los seis pastores protestantes en la comisión de la reforma litúrgica es

más que suficiente para demostrarlo.

Sobre “encontrar el modo de proclamar el evangelio a los hombres y mujeres de hoy”,

podemos decir que la Iglesia es una institución divina, asistida y protegida por el

Espíritu Santo para que hable siempre con palabras de vida eterna. Fue para

eso que Cristo la fundó, y no en virtud de los hombres, sino del mismo Cristo, ha

realizado siempre con integridad su encomienda de conducir las almas al cielo,

objetivo y sentido último de la existencia humana. El evangelio no puede ser

cambiado, y la doctrina católica tampoco. Además, la naturaleza humana es

siempre la misma, y sus necesidades básicas también. El anuncio católico nunca ha

tenido necesidad de renovación. Somos los humanos quienes tenemos tal

necesidad.

“El comienzo del movimiento litúrgico se remonta al Papa Pío X (1903-1914) y su

deseo de hacer de la comunión eucarística una práctica semanal e incluso cotidiana,

accesible a partir de los siete años.”

Este era uno de los objetivos del movimiento litúrgico católico, no del desviado,

que es el que defiende el Vaticano II. El evitar la comunión semanal era una

práctica jansenista y galicana (no católica) que había contagiado a muchos incautos

y el Santo Padre Pio X combatió contra ella ardientemente.

“Este cambio pastoral ayudó a comprender la comunión como un elemento

indispensable para la participación del pueblo y superar la costumbre de ir a la

iglesia simplemente para ‘oír misa’. El movimiento litúrgico anterior al Vaticano II

alcanzó su mayoría de edad en 1956 con el Congreso Internacional de Asís, Italia.

Algunos de sus participantes ya propusieron usar las lenguas locales en vez del latín.”

Barata publicidad modernista, porque se da a entender la intención de San Pio X

era promover la idea modernista que “comprende la comunión como un elemento

indispensable para la participación del pueblo”. San Pio X promovió la comunión

frecuente por el valor sacramental y espiritual que tiene recibir el Cuerpo, Alma,

Sangre y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo en la Santa Misa.

No es incorrecta la expresión “oír misa”, porque la realiza el sacerdote, por más

que la asamblea participe en algunos diálogos con él. Ya esto se explicó arriba. Lo

demás, es teología ficción. Pio XII en su encíclica Mediator Dei dijo:

103. Hay en efecto, en nuestros días, algunos que, acercándose a errores ya

condenados el, enseñan que en el Nuevo Testamento, con el nombre de

Sacerdocio, se entiende solamente algo común a todos los que han sido

purificados en la fuente sagrada del Bautismo; y que el precepto dado por

Jesús a los Apóstoles en la última Cena de que hiciesen lo que Él había hecho,

se refiere directamente a toda la Iglesia de fieles; y que el Sacerdocio

jerárquico no se introdujo hasta más tarde. Sostienen por esto que el

pueblo goza de una verdadera potestad sacerdotal, mientras que el Sacerdote

actúa únicamente por oficio delegado de la comunidad. Creen, en

consecuencia, que el Sacrificio Eucarístico es una verdadera y propia

«concelebración», y que es mejor que los sacerdotes «concelebren»

juntamente con el pueblo presente, que el que ofrezcan privadamente el

Sacrificio en ausencia de éstos.

104. Inútil es explicar hasta qué punto estos capciosos errores estén en

contradicción con las verdades antes demostradas, cuando hemos hablado del

puesto que corresponde al Sacerdote en el Cuerpo Místico de Jesús.

Recordemos solamente que el Sacerdote hace las veces del pueblo, porque

representa a la Persona de Nuestro Señor Jesucristo, en cuanto Él es Cabeza

de todos los miembros y se ofreció a Sí mismo por ellos: por esto va al altar,

como Ministro de Cristo, siendo inferior a Él, pero superior al pueblo. El

pueblo, en cambio, no representando por ningún motivo a la Persona del

Divino Redentor, y no siendo mediador entre sí mismo y Dios, no puede en

ningún modo gozar de poderes sacerdotales.”

“Este deseo no fue realizado por el Papa Pío XII, aunque él mismo había publicado en

1947 la primera encíclica litúrgica de la historia (Mediator Dei) y en 1955 había

renovado el Triduo Pascual trasladando la vigilia de Pascua de la mañana a la noche

del Sábado Santo. El Concilio continuó este proceso y por ello publicó su primer

documento sobre la liturgia (Sacrosanctum Concilium, 1963) indicando la dirección

de la futura renovación.”

En dicha encíclica de Pio XII se condena el movimiento litúrgico desviado, como el

“arqueologismo” litúrgico (que sirve de pretexto a los innovadores para

garantizar sus invenciones) que defiende Raul Arderí. Citemos algunos de sus

pasajes.

“81… cuando se trata de la Sagrada Liturgia, no estaría animado de un celo

recto e inteligente el que quisiese volver a los antiguos ritos y usos,

rechazando las nuevas normas introducidas, por disposición de la Divina

Providencia, debido al cambio de las circunstancias.”

“82. En efecto, este modo de pensar y de obrar, hace revivir el excesivo e

insano arqueologismo suscitado por el Concilio ilegítimo de Pistola, y se

esfuerza en resucitar los múltiples errores que fueron las premisas de aquel

conciliábulo y le siguieron con gran daño de las almas, y que la Iglesia,

vigilante custodio del «depósito de la Fe», que le ha sido confiado por su divino

Fundador, condenó con justo derecho.”

+++

“LA REFORMA LITÚRGICA DE PABLO VI (2a parte) Cincuenta años atrás el Papa

Pablo VI publicó el nuevo Misal Romano, que renovó la celebración eucarística

después del Concilio Vaticano II. Muchos acogieron las transformaciones del concilio

con gran entusiasmo y promovieron la plena y activa participación de los fieles, así

como la renovación de los espacios de culto. Lamentablemente, tampoco faltaron

excesos e improvisaciones que llevaron a destruir verdaderas obras de arte e

impusieron al pueblo la creatividad personal de algunos ministros en nombre de una

inculturación poco reflexionada.”

Gran entusiasmo, si, como no, como el que tenían algunos protestantes y masones

que enviaron cordiales mensajes de felicitación a Juan XXIII, Pablo VI y demás

pseudo-clérigos infiltrados en el Vaticano.

La destrucción de las obras de arte se hizo con el apoyo de obispos y cardenales

modernistas, y por supuesto, por más que después se quejara del humo de Satanás

en 1972, del anti-papa Pablo VI, responsable principal de todo el desastre litúrgico

de los años 70’s.

“Otros fieles y miembros del clero sintieron que la reforma era una traición a la

“misa de siempre" y se aferraron a modos e indumentarias de estilo

marcadamente pre-conciliar.”

Aplicando la enseñanza fundamental del Conmonitorio de San Vicente de Lerins

(+450): los cristianos han de creer quod semper, quod ubique, quod ab ómnibus:

sólo y todo cuanto fue creído siempre, por todos y en todas partes. Varios Papas

y Concilios han confirmado con su autoridad la validez perenne de esta regla de fe.

Aplicando también la regla espiritual de San Ignacio de Loyola, que Arderí debería

conocer, “en tiempos de tormenta, no hacer mudanza”. ¡Y que tormentas las del

Vaticano II! ¡Con aires huracanados de categoría 5!

Además, dicho análisis peca de superficial, pues supone que el “tradicionalismo”

es un movimiento cultural que aglomera a nostálgicos de las casullas guitarra, de

la arquitectura gótica y del órgano en la misa. Tal banalidad no es más que una

supina ignorancia y un desconocimiento sistemático de los ríos de tinta que los

católicos tradicionales hemos vertido contra la herejía modernista y su maldad

sistemática, que si bien tiene un componente estético, no se agota en él y mucho

menos es el que más resaltamos. Por este tipo de comentarios es que digo que

Arderí no se ha tomado el trabajo de estudiar las obras de teología católica

anterior al Vaticano II, y menos las que los tradicionalistas han escrito en los

últimos 70 años. Su acercamiento al complejo mundo de la reforma litúrgica es a

base de cuentos e historias contadas por modernistas setentistas.

“El deseo del Vaticano II en el campo litúrgico fue la simplificación de los ritos con el

objetivo de volver a la norma de las primeras generaciones cristianas.”

Esto es una confesión de partes. Es la declaración abierta del arqueologismo que

Pio XII condenó en Mediator Dei, como ya se ha repetido aquí 2 veces. Pretender

simplificar los ritos para retomar normas litúrgicas antiguas que ya no están

vigentes es ilegítimo, como ilegítimo es el Vaticano II y todos sus líderes. Además,

si hubiran querido restablecer la liturgia primitiva, tendrían que haber dejado la

misa en la normativa de la ultima Cena y no fue así. Luego, lo que querían en

realidad era crrear una nueva liturgia híbrida y sincrética, con elementos

protestantes, judios y católicos, todo un sabroso coctel. En el siguiente gráfico se

aprecia la evolución y perfeccionamiento de la liturgia romana, lo que demuestra

que quitar las oraciones que la Iglesia fue proveyendo para mejor adorar y alabar a

la Santísima Trinidad, no son simplificables por puro amor a la novedad.

“Es interesante descubrir cómo esta misma motivación llevó, quinientos años atrás

(1570), al Papa Pío V a reformar el Misal Romano para crear la misa tridentina.”

Esto es totalmente falso. Ni San Pio V reformó el Misal Romano, sino que codificó

el que ya existía en Roma desde hacía siglos; ni San Pio V creó la Misa Tridentina.

Cito a continuación algunos pasajes del opúsculo “Breve historia de la misa

romana” de Michael Davies:

El Misal de San Pío V fue compilado y publicado en 1570 en obediencia a los Padres

del Concilio de Trento. El P. Fortescue explica las intenciones de los Padres del

Concilio de Trento: "Los Reformadores Protestantes destruyeron la antigua

liturgia. Fue de principio a fin la expresión de un rechazo a las ideas de la Presencia

Real, el Sacrificio Eucarístico, y así sucesivamente. Sustituyéndola con nuevos

servidos de comunión que manifestaran sus principios, pero, por supuesto,

rompiendo por completo con cualquier tipo de evolución litúrgica. El Concilio de

Trento (1545-1563) en oposición a estos nuevos servicios, quiso que la Misa Romana

fuera celebrada uniformemente en todas partes. Los usos medievales hace tiempo

que habían sido abandonados".3

En su sesión 18ª, el Concilio designa a una comisión para examinar el Misal, para

revisar y restaurarlo "conforme a la costumbre y el rito de los Santos Padres". El

P. Fortescue considera que los miembros de la Comisión designada para revisar el

Misal lograron acabadamente su tarea: "El objetivo que tenían no era el de

componer un nuevo Misal, sino restaurar el existente, uno conforme a la

costumbre y el rito de los Santos Padres utilizando para este fin los mejores

manuscritos y otros documentos".4

Y hace una mención particular sobre la continuidad litúrgica que caracterizaría al

nuevo Misal. El Misal promulgado por San Pió V no es simplemente un decreto

personal del Soberano Pontífice, sino una obra del Concilio de Trento, aunque el

mismo concluyera el 4 de diciembre de 1563, antes que la comisión terminara su

labor. El Papa Pió IV murió antes de que el trabajo estuviera concluido por lo que

fue su sucesor, San Pió V, quien promulgó el Misal resultante del Concilio, con la

Bula "Quo Primum Tempore" el 14 de julio de 1570. Porque el Misal es obra del

Concilio de Trento, su título oficial es "Missale Romanum ex decreto sacrosancti

Concilii Tridentini restltutum", esto es, "El Misal Romano restaurado de acuerdo a

los decretos del Santo Concilio de Trento". Este fue el primer paso en el año 1570,

en la historia de la Iglesia que un papa conciliar utilizó la legislación para

especificar e imponer un rito completo de la Misa.

Es innecesario insistir sobre el hecho que San Pió V no promulgó un nuevo

Orden de la Misa (Novus Ordo Missae). La idea de componer un nuevo orden

3 Padre Adrián Fortescue “The Mass: A Study of the Roman Liturgy” p. 205-206 [London: Longmans,

1912] (“La Misa: Un Estudio sobre la Liturgia Romana”) 4 Fortescue “The Mass: A Study of the Roman Liturgy” p. 206

de la Misa era y es totalmente ajena al espíritu Católico, tanto en Oriente como

en Occidente. La tradición Católica ha sido legada para ser conservada y mirar

cualquier novedad con gran sospecha. El Cardenal Gasquet observó que:

"Todo Católico debe sentir un amor personal por aquellos ritos sagrados

cuando vienen a su encuentro con toda la autoridad de los siglos.

Cualquier manipulación ruda de tales formas debe causar un profundo dolor

a aquellos que saben y las utilizan. Pues estas (formas antiguas) vienen de

Dios a través de Cristo y a través de la Iglesia. Ciertamente no poseían la

atracción cuando todavía no estaban santificadas por la piedad de tantas

generaciones que oraron con las mismas palabras y encontraron en ellas

apoyo en la alegría y consuelo en el dolor".5

El Misal de 1570 fue realmente el resultado de las instrucciones dadas por Trento,

pero fue de hecho, en cuanto al Ordinario, Canon, Propio del tiempo y las demás

partes (de la Misa) una réplica del Misal Romano de 1474, que repitió en todo lo

esencial la práctica de la Iglesia Romana de la época de Inocencio III, la cual deriva

de San Gregorio y sus sucesores en el siglo VII. En definitiva, el Misal de 1570 fue

en todo lo esencial, el uso que dominaba la liturgia Europea medieval incluido

Inglaterra y todos sus ritos.

“En la época de la Reforma Protestante abundaban numerosos misales en

dependencias de lugares o familias religiosas. Muchas de las fórmulas contenidas en

los mismos rayaban en la superstición o incluso la simonía; por ello, el Concilio de

Trento (1545-1563) ordenó su revisión.”

Los modernistas llaman superstición a las costumbres piadosas de los católicos de

siempre. Esto no es más que un disparo de bengala para distraer al lector de la

verdadera motivación de la reforma de San Pio V, cual fuera como dijimos más

arriba, evitar los servicios de comunión inventados por los protestantes y sus

precursores que habían abandonado muchas normas de la liturgia romana

tradicional.

“Pió V suprimió la mayoría de estos misales y unificó la liturgia.”

Falso, eliminó solamente los que no tenían 200 años de antigüedad. O sea, siguió

un criterio tradicionalista, no progresista. El Concilio Vaticano II suprimió los ritos

de cientos de años e inventó uno nuevo jamás conocido, que intentaba y simulada

ser la resurrección de los primitivos, pero que en realidad no lo era. Así que, la

comparación no procede.

“Esta reforma debe ser valorada según sus circunstancias históricas de confrontación

con el movimiento protestante de entonces y según el conocimiento limitado de los

textos antiguos disponibles entonces.”

5 Gasquet & Bishop, op. cit., p. 183.

Esto da pena, ira y risa. Pena por el error del autor, ira por su descaro en hablar

con la ligereza de lo que desconoce, y risa por lo seguro de sí mismo que se ve para

un análisis tan ayuno de fundamento histórico. Es una increíble ofensa a la pléyade

de genios de la época del Concilio de Trento (a cuyo talón no llega Raúl Arderí)

sostener que tenían un conocimiento limitado de los textos antiguos que

disponemos ahora en el siglo XX y XXI. Es simplemente una suposición que hace el

autor, y para vergüenza suya, porque es al revés: en época de San Pio V habían

códices y textos de los monumentos litúrgicos de los primeros siglos que hoy no se

conversan porque se han deteriorado y destruido. ¡Qué barbaridad!

“La misa tridentina no pudo extraer las riquezas de la participación plena y activa

por parte del pueblo que caracterizó a las primeras generaciones cristianas.”

Esto es una afirmación modernista, pues proyecta en los primeros cristianos la

noción moderna de participación activa en la liturgia. Esto es un ucronismo.6

“Uno de sus límites fundamentales fue quedar casi exclusivamente reducida a una

celebración individual del sacerdote, que constituía el centro de su piedad personal.”

La misa nunca ha sido obra del Pueblo de Dios, sino del sacerdote. Esto es tan

básico, que repetirlo es cansón.

“Las misas privadas sin participación de fieles, el rezo del rosario u otras devociones

durante la eucaristía, e incluso el sonido de la campanita para “avisar" la

consagración, mostraron la necesidad de un desarrollo posterior que continuara la

intuición de Pío V.”

Como ya dijimos, nada tuvo que ver la reforma de San Pio V con la revolución de

los modernistas Roncalli y Montini Company. Y sobre el rezo del rosario durante la

misa, no es una práctica mala, sino que está indulgenciada. No obstante, se

recomienda que los seglares sigan la misa con los misales de fieles para que recen

la misa.

“Cuando Pablo VI promulgó el nuevo misal, permitió continuar la misa tridentina en

solitario a los sacerdotes “ancianos o enfermos" que no tenían una pastoral activa.”

Claro, a los que no tenían edad para cambiar… de religión. En España hubo decenas

de sacerdotes que murieron de tristeza de ver la devastación litúrgica que provocó

la reforma. Se llegó a prohibir de facto la misa tradicional, y para muchos seglares y

clérigos comenzó un verdadero infierno en la tierra al tener que resistir a los

jerarcas modernistas que disfrazados de católicos dirigían la destrucción de un

ritual litúrgico que está canonizado a perpetuidad por un papa Santo.

6 Ucronismo: novela histórica alternativa y que se caracteriza porque la trama transcurre en un mundo

desarrollado a partir de un punto en el pasado en el que algún acontecimiento sucedió de forma diferente a como ocurrió en realidad.

“Ambos ritos, el de Pío V y el de Pablo VI, no pueden ser vistos como dos modos de

celebrar en contradicción, sino como un desarrollo natural de la liturgia que siempre

se reforma para ser fiel a su misión.”

Es justo lo contrario de lo que dice aquí. De hecho, son dos modos de celebrar en

contradicción que constituyen dos religiones diferentes. El de San Pio V la religión

católica y el de Pablo VI la religión antropocéntrica del Modernismo. Analícese el

siguiente cuadro que las compara muy bien:

“Tan perjudicial es oponerlos a ambos como quedarse atrapados en el primero.”

Lo perjudicial es dejar la Iglesia Católica y su Liturgia milenaria por un artificio

maléfico de un bando de herejes modernistas. Los ritos antiguos tienen a su favor

la práctica litúrgica comprobada de la Iglesia.

“Cincuenta años es tiempo suficiente para valorar las riquezas y los límites de la

reforma litúrgica y seguir adelante haciendo de la “participación plena y activa de

los fieles" no simplemente una manera de celebrar los sacramentos, sino un nuevo

modo de ser comunidad cada vez menos clerical.”

Las riquezas de la reforma litúrgica son estas: primero las cifras del post-concilio a

partir de 1965. Después las estadísticas de la Iglesia bajo el Papa Pío XII.

Como los números no mienten, los tres cuadros anteriores muestran la innegable

muerte lenta de la secta conciliar. También muestra que el llamado "Efecto

Francisco" no pudo revertir el desplome de la asistencia a la misa dominical.

Ahora, para echar un vistazo a lo que era la Iglesia. Los números de Pío XII, el

pontífice anterior al Concilio, están abajo.

“La forma en que oramos refleja el modo en que creemos. (Lex orandi, lex credendí).”

Así es, por eso ustedes son otra iglesia y otra religión, porque no tienen la lex

orandi católica, y mucho menos, la lex credendi.

¡Viva Cristo Rey!

David A. Martínez Espinosa

[email protected]