VILLAR - Tierra Sin Mal

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* Consejo Nacional de In- vestigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. E-mail: [email protected] ** Instituto Francés de Estu- dios Andinos, Bolivia. E-mail: [email protected]. Esta investigación se desarrol- la en el marco del TEIAA (2009SGR1400), grupo de investigación consolidado por la Secretaria d’Universitats i Recerca del Departament d’Economia i Coneixement de la Generalitat de Catalunya. La Tierra Sin Mal. Leyenda de la creación y destrucción de un mito The Land without Evil. Legend of the creation and destruction of a myth Diego Villar* Isabelle Combès** Resumen: La leyenda apapocúva-guaraní de la “Tierra Sin Mal” irrumpe en la literatura americanista de la mano de Curt U. Nimuen- dajú en 1914. Este texto sugiere una conexión signicativa entre un contenido de creencia particular y determinados hechos más gene- rales como las migraciones tupí-guaraní, el factor étnico, la pulsión mesiánica, la religiosidad profética, la ritualidad exuberante o las representaciones escatológicas; todos estos ingredientes serán luego retomados – dosicados e interpretados de manera diferente – por cada uno de los autores que a la vera de Alfred Métraux utilizaron el tema como hilo conductor de sus investigaciones. Mito apapocúva, mito tupí-guaraní, mito amerindio, leyenda cultural o meta explícita de la nueva constitución política del Estado Plurinacional de Bolivia, la exégesis misma de la “Tierra Sin Mal” no deja de ser una variación más sujeta al proceso mitopoiético, y su misma trayectoria puede ser por tanto analizada en clave de una mito-lógica. Palabras clave: Guaraní; Tierra Sin Mal; Mito-lógica. Abstract: The Apapocúva-Guaraní legend of the “Land without Evil” rst appears in the Americanist literature with Curt U. Nimuendajú in 1914. The text suggests a meaningful relationship between a particular belief and general phenomena such as the Tupí-Guaraní migrations, ethnicity, messianism, prophetic religion, eschatological representa- tions and an exuberant ritual life. Balanced and interpreted in different ways, all of these ingredients were picked up by every author that followed Alfred Métraux’s trail and took the “Land without Evil” theme as a research guideline. Apapocúva myth, Amerindian myth, cultural legend, explicit goal of the new Bolivian Constitution: the very understanding of the Land without Evil seems to be a textual variant subject to mythopoetic process, and its trajectory is thus amenable to analysis in mythological terms. Key words: Guarani, Land without evil, Mythology. Tellus, ano 13, n. 24, p. 201-225, jan./jun. 2013 Campo Grande, MS

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Tierra sin mal

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  • * Consejo Nacional de In-vestigaciones Cientficas y Tcnicas, Argentina. E-mail: [email protected]

    ** Instituto Francs de Estu-dios Andinos, Bolivia. E-mail: [email protected]. Esta investigacin se desarrol-la en el marco del TEIAA (2009SGR1400), grupo de investigacin consolidado por la Secretaria dUniversitats i Recerca del Departament dEconomia i Coneixement de la Generalitat de Catalunya.

    La Tierra Sin Mal. Leyenda de la creacin y destruccin de un mitoThe Land without Evil. Legend of the

    creation and destruction of a myth

    Diego Villar* Isabelle Combs**

    Resumen: La leyenda apapocva-guaran de la Tierra Sin Mal irrumpe en la literatura americanista de la mano de Curt U. Nimuen-daj en 1914. Este texto sugiere una conexin signi cativa entre un contenido de creencia particular y determinados hechos ms gene-rales como las migraciones tup-guaran, el factor tnico, la pulsin mesinica, la religiosidad proftica, la ritualidad exuberante o las representaciones escatolgicas; todos estos ingredientes sern luego retomados dosi cados e interpretados de manera diferente por cada uno de los autores que a la vera de Alfred Mtraux utilizaron el tema como hilo conductor de sus investigaciones. Mito apapocva, mito tup-guaran, mito amerindio, leyenda cultural o meta explcita de la nueva constitucin poltica del Estado Plurinacional de Bolivia, la exgesis misma de la Tierra Sin Mal no deja de ser una variacin ms sujeta al proceso mitopoitico, y su misma trayectoria puede ser por tanto analizada en clave de una mito-lgica.Palabras clave: Guaran; Tierra Sin Mal; Mito-lgica.

    Abstract: The Apapocva-Guaran legend of the Land without Evil rst appears in the Americanist literature with Curt U. Nimuendaj in 1914. The text suggests a meaningful relationship between a particular belief and general phenomena such as the Tup-Guaran migrations, ethnicity, messianism, prophetic religion, eschatological representa-tions and an exuberant ritual life. Balanced and interpreted in different ways, all of these ingredients were picked up by every author that followed Alfred Mtrauxs trail and took the Land without Evil theme as a research guideline. Apapocva myth, Amerindian myth, cultural legend, explicit goal of the new Bolivian Constitution: the very understanding of the Land without Evil seems to be a textual variant subject to mythopoetic process, and its trajectory is thus amenable to analysis in mythological terms.Key words: Guarani, Land without evil, Mythology.

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    Obertura

    En mayo de 1912, en un pantano a orillas del ro Tiet, Curt Unkel Nimuendaj encuentra a un pequeo grupo de guaranes que llega desde Paraguay. Diezmados, enfermos, hambrientos, con adornos labiales, arcos y echas, estos autnticos indios de la selva chapucean a duras penas el cas-tellano y ni sospechan el portugus: Queran atravesar al mar en direccin el este, y tal era su con anza en el xito de ese plan que por poco me hacen caer en la desesperacin. No se poda hablar de otro asunto con ellos. Resignado ante esta determinacin frrea, Nimuendaj decide acompaarlos; recorren setenta kilmetros en tres das y nalmente acampan a orillas del mar. Tras una noche de lluvia torrencial los guaranes quedan abatidos, ensimismados, perplejos ante la inmensidad del ocano, sumidos en la frustracin y en la im-potencia. Tras varias discusiones y algunas ceremonias rituales, Nimuendaj logra convencerlos de asentarse en la amante reserva indgena de Ararib. Pero como no puede quedarse a vivir con ellos, los guaranes pronto desempol-van sus antiguos planes de migrar allende los mares en pos de la redencin1.

    Si bien no se queda a vivir con los indios, el destino de Nimuendaj quedara encadenado a esta indagacin paradisaca. Cuando en 1914 publica Die Sagen von der Erschaffung und Vernichtung der Welt, difcilmente haya po-dido sospechar sus repercusiones. La saga describe su fascinante experiencia con los apapocva, un grupo guaran-hablante del estado brasileo de Mato Grosso do Sul. Lo hace con una sencillez abrumadora, tras la cual el etngrafo avezado intuye la genuina experiencia de campo. Si se piensa un momento en la biografa de Nimuendaj, signada por la austeridad y la modestia, es poco probable que pudiera haberlo hecho de otra forma: es complicado disociar el rigor descriptivo del texto de la orfandad temprana, de la imposibilidad de acceder a la instruccin universitaria, de la formacin apasionada del etnlogo autodidacta que trabaja en una fbrica de pticas, del esfuerzo conmovedor de la hermanastra para nanciar su primer viaje a Sudamrica con un magro salario docente2. Pero la grandeza no siempre tiene cuna noble, y el destino de las obras suele escapar al precario arbitrio de los hombres. Para la posteridad, queda que la monografa pone en escena por primera vez una expresin que se volvera legendaria: yvy marey, Tierra Sin Mal3.

    Un siglo ms tarde, lo que para Nimuendaj era uno de los fundamen-tos de la religin de los apapocva reaparece en la nueva Constitucin Poltica

    1 Nimuendaju, 1987 [1914], p. 105 y ss. Todas las traducciones son nuestras.2 Baldus, 1945; Pereira, 1946; Laraia, 1988; Hemming, 2003.3 Nimuendaju (1987 [1914], p. 38) glosa lo siguiente: Terra sem Mal, Yvy marey. Mar es una palabra que no se utiliza ms en el dialecto apapocva; en el antiguo guaran signi ca enfer-medad, maldad, calumnia, luto, tristeza, etc. Yvy signi ca terra, y ey es la negacin.

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    de Bolivia: El Estado asume y promueve como principios tico-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no ser ojo, mentiroso ni ladrn), suma qamaa (vivir bien), andereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (Tierra Sin Mal) y qhapaj an (camino o vida noble)4. Es obvio que entre ambas ocurrencias del trmino el ideario de la Tierra Sin Mal recorri un largo camino de transformaciones: casi un siglo de migracin sin nal aparente, cuya trayectoria, ms all de los ecos milenaristas, se asemeja a un jardn de senderos que se bifurcan. De alguna forma Nimuendaj percibe esta complejidad cuando inicia sus Sagen con una frase clebre: Los indios guaranes son tan conocidos que parecera super uo escribir algo ms al respecto5. Y es paradjico que lo mismo pueda decirse respecto de su trabajo. Pues ms all de sus mritos, o bien del fervor con el cual generaciones de americanistas lo siguen atesorando, tanto el autor como la obra se han vuelto ms celebrados que ledos6. Reemplazando a los guaranes, al propio autor o a su libro por el concepto de Tierra Sin Mal, podemos plantear entonces la misma pregunta: qu puede decirse que no haya sido escrito ya sobre la Tierra Sin Mal? Como Nimuendaj con los apapocva, lo que podemos hacer es acompaar la migracin del concepto: mito apapocva, mito tup-guaran, mito antropolgico, la Tierra Sin Mal es en cualquier caso un mito, y su trayectoria puede por tanto interpretarse en clave de una mito-lgica7.

    M1. Los tiempos heroicos: Curt Unkel Nimuendaj (1914)

    Hoy la tierra est vieja, y el cataclismo nal cercano. Para salvarse del apocalipsis los apapocva confan en sus chamanes pajs y en su arsenal variopinto de recursos mgicos, danzas y cantos, pero sobre todo en la posi-bilidad de emprender viaje hacia la Tierra Sin Mal, donde los cultivos crecen solos, la esta es eterna y no existe la muerte. Hay que decir que los propios guas no siempre se ponen de acuerdo sobre las coordenadas: Las opiniones de los pajs competentes divergen un poco respecto al lugar donde debe ser buscado este paraso. Para algunos chamanes hay que seguir los pasos del hroe mtico Guyraypot tras el diluvio universal: ayunar, cantar, bailar hasta

    4 Nueva Constitucin Poltica del Estado Plurinacional de Bolivia (2009), ttulo 1, cap. 1o, art. 8. Hay que aclarar que andereko y teko kavi son tambin expresiones guaranes. Los dems principios tico-morales, en cambio, son tomados de las lenguas andinas aymara y quechua. 5 Nimuendaju, 1987 [1914], p. 3. 6 Ya se escribi mucho sobre Nimuendaju, y el aura que rodea a su nombre traspasa cada vez ms los lmites de la etnologa, ganando visos de leyenda mayores en la medida en que se sustituye el conocimiento de sus trabajos por evocaciones rituales de sus mritos y por una confusa tradicin sobre su personalidad y su biografa (Viveiros de Castro, 1987, p. xviii).7 Lvi-Strauss, 1964, p. 71.

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    que el cuerpo se vuelva tan ligero que pueda ascender hasta el cielo. Para otros, en cambio, la Tierra Sin Mal puede encontrarse en este mundo, y ms preci-samente en su centro, donde el hroe anderuvu construy su casa en los tiempos primordiales. O bien, en la opinin ms difundida, hay que ir al este, ms all del mar, pues el destino nal donde no se muere es el paraso que espera al hombre al nal de su existencia pero tambin una meta que puede alcanzarse en vida mediante los ritos apropiados. Es por ello, sin dudas, que el mismo Nimuendaj no duda en acompaar la ordala de los apapocva: una bsqueda desesperada, sin aparente posibilidad de xito, pero una aventura que al n y al cabo no concluye en resignacin derrotista, pues aunque haya habido algn error siempre sigue en pie la ilusin de llegar al cielo8.

    Al menos para los americanistas, pues, el inicio del mito de la Tierra Sin Mal debe rastrearse en la peregrinacin del etnlogo alemn junto a un grupo de guaranes, y en el libro que naci de esa experiencia. No tiene demasiado sentido discutir si esta versin del mito (M1) es re ejo directo de la Tierra Sin Mal apapocva, si es la matriz original o un arquetipo; en todo caso, mostrando la radiografa de la relacin entre los apapocva y su cronista a inicios del siglo XX, el texto sirve como mito fundacional o mito de referencia pues contiene todos los ingredientes que dosi cados de forma diferente dan lugar a las sucesivas interpretaciones. El factor tnico: los gua-ranes apapocva de Mato Grosso. El factor mtico-escatolgico: la inminente destruccin del mundo como fundamento de la religin grupal. El factor proftico: la salvacin por la migracin hacia la Tierra Sin Mal liderada por los pajs competentes. El concepto mismo de yvy maraey, concebido como paraso ultraterreno y a la vez como panacea en la super cie de la tierra, accesible en esta vida. Finalmente, la disciplina ritual para alcanzar la meta: ayunos, bailes, cantos y la migracin hacia los mares orientales.

    Tal vez, en este punto, lo ms importante sea la pregunta que per-sonas ms competentes podrn responder, y que el propio Nimuendaj formula al nal de su relato: Sern estas migraciones de los guaranes del siglo XIX los ltimos estertores de aquel movimiento migratorio que condujo a los tup-guaran de la poca colonial a sus asentamientos a lo largo de la costa?. Y luego apunta una suposicin: que el motor de las migraciones tup-guaran no fue su fuerza de expansin blica, sino que el motivo haya sido otro, probablemente religioso9. Tmidamente esbozadas, la pregunta y la hiptesis ocupan apenas unos pocos prrafos de las ms de cien pginas del texto. Pero dejan entrever que Nimuendaj atisba una conexin signi cativa entre un hecho histrico comprobado y general para muchos grupos tup y guaran hablantes (la migracin) y una explicacin particular, ofrecida por los

    8 Nimuendaju, 1987 [1914], cap. 5.9 Nimuendaju, 1987 [1914], p. 107-108.

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    apapocva (la bsqueda de la Tierra Sin Mal). En este pecado original10 de los estudios guaranes, la intuicin primigenia se despersonaliza y dispara el ciclo de las transformaciones. El mito comienza a pensarse.

    M2. El pecado original tup-guaran: Alfred Mtraux (1927, 1928)

    Si el lema de la Tierra Sin Mal debe a Nimuendaj su aparicin en la lite-ratura, pasa a la posteridad y logra la anhelada inmortalidad gracias a otro de los ancestros de la etnologa americanista: Alfred Mtraux. Como bien observa Bartomeu Meli, el suizo hizo de los viejos textos que relatan migraciones de varias tribus tup-guaran, una lectura en clave apapokva, o si se quiere, en clave Nimuendaj11. Cuando en su tesis sobre la religin tupinamb a rma que podemos empezar este estudio partiendo de lo conocido hacia lo des-conocido, Mtraux se re ere a releer las crnicas quinientistas a partir del prisma del mito apapocva, y a revisitar en esos trminos el problema de las migraciones histricas de los tup-guaran12.

    En una prosa ms elegante, para la cual el sistema escatolgico es un mesianismo y los especialistas religiosos nada menos que hombres dioses, Mtraux relee la religin tup-guaran a partir de los elementos expuestos en M1. Pero estos elementos aparecen ampli cados, radicalizados, extendidos sin lmites en el tiempo y en el espacio. El suizo ampla el marco tnico del mito y el parentesco lingstico deviene parentesco cultural: de los pocos centenares de apapocva de Nimuendaj se pasa al conjunto de la familia lingstica, y las conclusiones se recalibran a los tup-guaran o a la civilizacin tup-guaran13. De razn de ser de las migraciones apapocva, la Tierra Sin Mal pasa a cifrar la clave interpretativa que permite entender todas las migraciones tup-guaran registradas desde tiempos coloniales e incluso precolombinos: asimilada para la ocasin con el mismo imperio incaico, se trata incluso de la meta de las migraciones guaranes hacia el piedemonte andino de la actual Bolivia, y tambin de la marcha de los 300 tups que llegan en 1549 hasta Chachapoyas14. Pajs tups, carabes tupinambs, tumpas chiriguanos: todos

    10 La expresin es de Pompa (2004).11 Meli, 1995, p. 314.12 Mtraux, 1928a, p. 201; Mtraux, 1927.13 Mtraux, 1928b. Para un estudio de las premisas comparativas de la obra etnolgica de Mtraux con especial referencia al universo tup-guaran, ver Bossert y Villar, 2007.14 Mtraux, 1927; 1928a, p. 213. A decir verdad, las crnicas parecen darle la razn en este caso: segn Gndavo, esta gente buscaba tierras nuevas, porque les parece que encontraran en ellas inmortalidad y descanso perpetuo (Gndavo, 1980 [1576], cap. XIV). Gndavo mencion la migracin, su meta y el hallazgo de una tierra rica en el trayecto; en cambio, la fecha y el nmero preciso de migrantes son proporcionados por otros documentos que posteriormente

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    comparten la misma evocacin obsesiva de una tierra fantstica donde no es posible morir. Pero el discurso tambin se libera pronto de la escatologa: en el caso de las migraciones coloniales, aparece trans gurado como smbolo de libertad, explicando la huida y la lucha contra el opresor europeo, la razn de ser de ritos extraos como el canibalismo ritual, los bailes extticos y las rebeliones encabezadas en el siglo XVIII por los tumpas chiriguanos.

    En una palabra, Mtraux homologa la creencia tenaz en la existencia de un paraso terrestre de sociedades tan distantes en el tiempo y en el espacio como los temb, los tupinamb o los chiriguanos con la Tierra Sin Mal de los apapocva, y su razonamiento erudito convierte la amalgama en el fun-damento de la religin y hasta de la sociologa tup-guaran. M2 transfor-ma en a rmaciones y hechos cient cos la tibia suposicin de M1: no slo le presta legitimidad acadmica y credibilidad fctica, sino que proyecta la idea misma de la Tierra Sin Mal a un escenario mucho ms amplio, propicio para la proliferacin de matices, variantes y rami caciones.

    M3. Cristianismo y aculturacin: Egon Schaden (1954)

    A partir de la dcada de 1950, el tema de la Tierra Sin Mal se vuelve recurrente y prcticamente no existe obra alguna sobre los tup-guaran que no mencione de una manera u otra la leyenda. Es imposible repasar en pocas pginas todas las referencias en la literatura etnolgica e histrica, pero hay un linaje de nombres como Egon Schaden, Len Cadogan, Pierre y Hlne Clastres y Bartomeu Meli cuyas opiniones conviene repasar.

    Pasados los tiempos carismticos de la conjetura, las comparaciones se recalibran: si bien no dejan de lado a los clebres tupinambs ni a los dems tups, los nuevos estudios se concentran progresivamente sobre los grupos guaran-hablantes de Brasil y Paraguay. Para Egon Schaden, descendiente de alemanes, docente y prcer de la etnologa brasilea, el mito del paraso sigue siendo uno de los aspectos fundamentales de la cultura guaran tal como haba sugerido Nimuendaj15. Sin embargo, aun partiendo como M1 de la escatologa, Schaden opta por la va sociolgica para su interpretacin: citando a un andeva que a rma que todos los guarans son catlicos, ar-gumenta en trminos de los conceptos de aculturacin, mestizaje, crisis aculturativa o destribalizacin16.

    En este contexto discursivo la Tierra Sin Mal aparece como la utopa en la cual pueden realizarse los deseos no satisfechos en este mundo. Una

    recopil Jimnez de la Espada (1965 [1881-1897], tomo IV).15 Schaden, 1998 [1954], cap. X.16 Schaden, 1998 [1954], p. 169 y ss.

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    tabla de salvacin surgida de un juego maleable de mixturas, amalgamas, prstamos y tensiones entre las creencias tribales (la cataclismologa o la mitologa heroica), cristianas (la prdica apocalptica del juicio nal o las ideas de pecado, culpa y responsabilidad, atribuidas a la catequesis jesutica de los siglos XVII y XVIII) y el resto de elementos aliengenas (exceso de grasas en la alimentacin, bailes de caboclos, alcohol, tabaquismo, ftbol) que en su conjunto componen el estado de deprivation Schaden usa la palabra en ingls. La causa ltima de todos los males es la experiencia frustrante del contacto intertnico17.

    Sin embargo, en Schaden persiste la orientacin esencialmente mstica de cultura guaran. La religin cumple una funcin no slo simblica sino tambin poltica, como ncleo de resistencia de la cultura tribal18. Para los guaranes actuales la Tierra Sin Mal signi ca el restablecimiento de las cos-tumbres tribales en su original pureza y es una ideologa pragmtica, una herramienta de resistencia contra la aculturacin al estilo de la Ghost Dance de los indios norteamericanos19.

    Aunque al estilo de M2 las notas al pie de pgina rebosan de paralelos comparativos con otros grupos tup-guaran, hay que reconocer que Scha-den reintroduce el marco geogr co y temporal ms estricto de M1: tiene en cuenta las diferencias entre las representaciones de la Tierra Sin Mal entre los andeva, los mby y los kaiow de Mato Grosso en virtud de la diversidad de situaciones histricas por las que pasaron, y en particular entre aquellas parcialidades que intentaron migrar y las que pre rieron buscar la salvacin en su propio territorio20. Si bien de manera tmida, M3 introduce el factor histrico y el anlisis sociolgico diferenciado, semillas de las posteriores lecturas crticas.

    M4. La potica mstica: Len Cadogan (1959)

    Contemporneos de Schaden son los escritos de Len Cadogan, hijo de migrantes australianos que arriban a Paraguay para asentarse en una colonia socialista (El Paraso del Trabajador, otra peculiar versin de la Tierra Sin Mal). Lingista y etnlogo autodidacta, se trata de una gura fundamental

    17 Schaden, 1998 [1954], p. 207-208. Schaden a rma incluso que algunos grupos mby llaman Tierra del Jesuita a la misma tierra sin mal (1998 [1954], p. 202). Sin embargo, la hiptesis de la impronta jesutica en los mitos cataclsmicos, y la consiguiente esperanza de salvacin, no tuvo mayor eco en los estudios posteriores, y fue rechazada por autores como Len Cadogan (1992 [1959]) y Pierre Clastres (1974a, p. 15). 18 Schaden, 1998 [1954], p. 178, 214.19 Schaden, 1998 [1954], p. 190.20 Schaden, 1998 [1954], p. 195.

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    de la cultura nacional paraguaya por sus estudios sobre los guaranes, sol-ventados a duras penas con trabajos poco rentables en un frigor co o como profesor de ingls, administrador de una plantacin de yerba y hasta como jefe de investigaciones de la polica del Guair, regin donde logra nalmente ser nombrado Curador de los indios mby guaran21.

    El principal aporte de Cadogan se cristaliza en 1959, con la publicacin del clsico Ayvy Rapyta. Textos mticos de los mby-guaran del Guair. Como recompensa por haber tramitado la liberacin de Mario Higinio, un guaran preso por homicidio en la crcel de Villarica, los sabios de la tribu deciden transmitirle Las primeras bellas palabras. Se trata de textos barrocos, carga-dos de metforas y simbolismos que narran el origen de la tierra, de la divini-dad y del propio Ayvu Rapyta, el alma-palabra que constituye el fundamento de la humanidad. Las glosas muestran un pensamiento en el que no se sabe qu admirar ms, si su profundidad propiamente metafsica o la suntuosa belleza del lenguaje que lo expresa22. Con abundancia de retrucanos y de maysculas, la saga despliega una mstica impregnada de tristeza por las dolencias de esta tierra imperfecta y la nostalgia del tiempo primordial de los dioses (El verdadero Padre amandu, el Primero, de una porcin de su propia divinidad, de la sabidura contenida en su propia divinidad, y en virtud de su sabidura creadora hizo que se engendrasen llamas y tenue neblina)23. La escatologa y la Tierra Sin Mal no son ya meros fundamentos de una religin o de una cultura: por una metonimia extraa se transforman en una suerte de sinnimo de esa religin, de esa cultura, e incluso hasta de la gente misma que suea y canta con ellas.

    M4 propone un mito transmitido de generacin en generacin de forma secreta, esotrica, en lo profundo de la selva del Guair. La sociologa y la historia de M3 quedan a un lado: por una parte, los mby son presentados como un grupo aislado, con una tradicin oral inmaculada, a buen resguardo de la agenda misionera; por la otra, la meditacin y la palabra reemplazan a la migracin fsica hacia la tierra donde no se muere24. Es inevitable preguntarse si esta embriaguez verbal la expresin es de Clastres constituye realmente la versin indgena del mito, o si los mitos se estn pensando entre s a travs de las lenguas y de los hombres. Pues lo notable es que ninguno de los mby

    21 Clastres, 1974c; Cadogan, 1998.22 Clastres, 1974a, p. 8.23 Cadogan, 1992 [1959].24 Clastres, 1974a, p. 9 (cf. Fausto, 2005, p. 391). Como antes el propio Nimuendaju, en el plano metodolgico Cadogan insiste en la recopilacin textual: La marca dejada por el recorte inaugural de Nimuendaju fue tan fuerte [] que incluso sus lagunas hicieron escuela [] la etnologa guaran se concentr en la compilacin y exgesis de textos mitos, cantos sagrados, tradiciones orales [] dejando hasta cierto punto de lado la descripcin de la morfologa y de la estructura social (Viveiros de Castro, 1987, p. ix-x).

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    que contaron o cantaron sus relatos a Cadogan menciona espec camente la expresin Tierra Sin Mal: cuando narran que el Gran Padre cruza los mares, Cadogan entiende que se trata de la ltima etapa de la peregrinacin del alma y que es Parako (el loro) quien en ltima instancia resuelve si el postulante es merecedor de ingresar en el pas de los bienaventurados, Ywy mara ey25. La expresin aparece en la pluma del comentarista cuando describe la ascesis del hombre virtuoso que ajusta su conducta a los preceptos morales codi cados en el mito, realiza sus ejercicios espirituales y se atiene a un estricto rgimen vegetariano para aligerar su cuerpo, librndose paulatinamente del lastre de teko achy (las imperfecciones humanas) para acceder al Paraso sin padecer la muerte26. No obstante, la parfrasis no impide que al insu ar en el mito una dosis inusitada de entusiasmo en el sentido etimolgico estricto, ligado con la posesin divina , Ayvy Rapyta haya marcado profundamente a los estudios guaranes.

    Como detalle tal vez menor, pero con consecuencias importantes para los estudios chiriguanos, aparece tambin en el texto la expresin oemokan-dire, que Cadogan traduce como los huesos que se mantienen frescos: Con esta locucin describen el trnsito de la inmortalidad sin sufrir la prueba de la muerte, es decir, la ascensin al cielo despus de puri car el cuerpo mediante los ejercicios espirituales [] Es sugestivo que a una nacin no guaran se haya designado en la poca de la conquista con este nombre Kandire. Se los habr considerado como inmortales por poseer una cultura superior?27. Con esta sugestin el pecado original se hace pecado liso y llano: Cadogan (y despus de l Hlne Clastres y Thierry Saignes) relacionan un concepto mby de la inmortalidad con las antiguas migraciones de los futuros chiri-guanos hacia el piedemonte andino en busca de los candires, un pueblo del noroeste cali cado por los guaranes del siglo XVI como seores del metal verdadero. Con Cadogan y sus sucesores nace pues la leyenda del Kandire (no mencionada como tal por las fuentes histricas) como sinnimo de una tierra suntuosa, a la cual jams aluden los mbys del Guair.

    M5. El mito contra el Estado: Pierre y Hlne Clastres (1974, 1975)

    Todava ms in uyentes son los trabajos de Pierre y Hlne Clastres. La pareja de etnlogos franceses trabaj entre los guayaki, guaran, yanomami

    25 Cadogan, 1992 [1959], p. 141.26 Cadogan, 1992 [1959], cap. VI. No hace falta subrayar lo bizarro de hablar de ejercicios espiri-tuales (la clebre serie de meditaciones y plegarias ideada por San Ignacio de Loyola) mientras se niega de plano cualquier in uencia jesuita.27 Cadogan, 1992 [1959], p. 101.

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    y nivacl antes de publicar parte de los resultados de sus investigaciones, en las cuales hacen amplio uso de los textos publicados por Cadogan (y de las traducciones y comentarios de este ltimo), as como tambin de los trabajos de Mtraux28. El mito de la Tierra Sin Mal se ubica en el marco del antiguo profetismo tup-guaran, que traduce en el plano religioso una crisis producida por la emergencia progresiva de poderosas jefaturas durante los siglos XV y XVI. El profetismo opera como el anticuerpo que genera la propia sociedad tup-guaran contra el surgimiento de un poder poltico centralizador, que desarticula el orden tradicional y transforma de manera irreversible las rela-ciones entre los hombres; o bien, en un lenguaje ms crptico pero recurrente en Clastres, se trata del antdoto contra lo Uno (la estrati cacin social, la jerarqua, el Estado)29. Por momentos, no obstante, el anhelo de redencin pasa a ser ms que una mera defensa contra la jerarqua y disuelve la sociabilidad toda: La bsqueda de la Tierra Sin Mal es por lo tanto el rechazo activo de la sociedad. Autntica ascesis colectiva que, por ser colectiva, no puede llevar a los indios ms que a su ruina: si las migraciones deban fracasar es porque el proyecto que las animaba la disolucin buscada de la sociedad era en s mismo suicida30.

    Como en Mtraux, y a tono con las habituales pretensiones generali-zadoras de la etnologa francesa, la lnea argumental vuelve a un nivel de marcada abstraccin comparativa, pasando sin solucin de continuidad de los tupinamb del siglo XVI a los mby o chirips del Paraguay actual, de los apapocva de San Pablo a los chiriguanos del piedemonte andino: Si se compara el contenido de este antiguo discurso proftico con la palabra de los sabios guaranes contemporneos, se advierte que dicen exactamente lo mismo, y que las Bellas Palabras de ahora repiten el mensaje de antao. Con una diferencia: como actualmente no es posible realizar el sueo de alcanzar ywy mara ey, la Tierra Sin Mal, por medio de la migracin religiosa, los ind-genas ahora esperan que los dioses les hablen, que los dioses les anuncien la

    28 De hecho, gran parte de Le Grand Parler de Clastres (1974a) es sustancialmente la traduccin al francs de textos de Cadogan (Meli, 2004, p. 177). Pero as como Cadogan (1998, p. 199-200) alab el trabajo etnogr co de la pareja, los franceses jams ocultaron su deuda hacia el investigador paraguayo (Clastres, 1974a, p. 8).29 Clastres, 1974b; Clastres 1975.30 Clastres, 1975, p. 84. Como era de esperar la tesis del suicidio tnico pronto fue cuestionada, pero lo cierto es que marc profundamente una poca y que tuvo una huella importante en los estudios chiriguanos a travs de la obra de Thierry Saignes: as, tras la ltima insurreccin masiva de los chiriguanos en 1892, el historiador explica la masacre de los insurrectos por las divergencias clastreanas entre el profeta Apiaguaiqui Tumpa (que paradjicamente aparece entonces como in uencia centralizadora, centrpeta) y los jefes locales (que operan como fuer-zas centrfugas): El xito del tumpa habra permitido lo que los ava han siempre recusado: la cristalizacin de una instancia gobernativa, la divisin entre los que mandan y obedecen, o sea entre amos y sbditos (Saignes, 2007, p. 158).

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    venida del tiempo de las cosas que no mueren, de la plenitud acabada, de ese estado de perfeccin en y por el cual los hombres trascienden su condicin. Si ya no se ponen en marcha, permanecen para escuchar a los dioses, sin des-canso hacen or las Bellas Palabras que interrogan a las divinidades31. Las invariantes son recurrentes; las leyes, mecnicas; las a rmaciones taxativas: Ese deseo de abandonar un mundo imperfecto no ha cesado jams entre los guaranes. A travs de cuatro siglos de dolorosa historia no ha dejado de ins-pirar a los indgenas. An ms: se ha convertido en el eje casi nico alrededor del cual se organizan la vida y el pensamiento de la sociedad, al punto que ella se determina netamente como comunidad religiosa.

    Del activismo migratorio a la sabidura contemplativa, en M5 hay una lgica subyacente mediante la cual la metafsica sustituye a lo mito-lgico (Nuestro el ltimo, nuestro padre el primero, hace que su propio cuerpo surja, de la noche originaria, la divina planta de los pies, la pequea sede redonda, en el corazn de la noche originaria, l las despliega desplegn-dose a s mismo)32. Previamente magni cado por Mtraux, en M5 el factor tnico del mito vuelve a expandirse para abarcar a los pueblos amerindios en su conjunto, e incluso por momentos ms all, a la sociedad primitiva en tanto que sociedad contra el Estado, y hasta por momentos a la sociedad contra la sociedad misma33. En esta perspectiva la Tierra Sin Mal es casi un pretexto, colorido pero al n y al cabo local, para un proceso que llega a ser prcticamente trascendental.

    M6. El mito silenciado: Branislava Susnik (1960-1980)

    Un silencio incmodo inaugura la oleada de cuestionamientos que a continuacin envuelve al mito. Primero, y por sobre todo, el de Branislava Susnik, personaje fundamental pero inconcebiblemente olvidado por la etno-loga americanista. Durante los aos 1960-1970, cuando la boga del misticismo guaran estaba en auge, poco o nada escribi Susnik sobre el tema por ms que dedic un libro entero a la dispersin tup-guaran prehistrica y estudi en otro los movimientos profticos de los chiriguanos34. Pero la expresin Tierra

    31 Clastres, 1974a, p. 9. 32 Clastres, 1974a, p. 18.33 Clastres, 1974b; Clastres 1975. A primera vista los trabajos de Pierre y Hlne Clastres pueden parecer distintos por sus diversos matices: el primero ms etnolgico, el segundo ms histrico; el primero ms volcado explcitamente hacia la jefatura, el segundo hacia el profetismo, etc. Pero aunque no con guren un sistema perfectamente articulado se trata de textos ligados por una serie de conexiones signi cativas y en particular por una misma lgica argumental (Sztutman, 2009, p. 30).34 Respectivamente Susnik, 1975 y 1968.

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    Sin Mal no es una constante en su obra. Apenas se menciona al pasar en un libro tardo, cuando la eslovena describe el ethos expansivo Tup-Guaran (con maysculas) que caracteriza como antropodinamismo expansivo: La movilidad dispersiva de los Tup-Guaran se caracterizaba por un consciente antropodinamismo expansivo con tres determinadas nalidades: la bsqueda de la tierra buena y con periferia dominada o pac ca, transconceptualizada en Tierra Sin Mal, cuando los movimientos migratorios signi caban despla-zamientos de evasin o de refugio; festivales intercomunales como smbolo de la abundancia productiva-subsistencial; la conciencia etnocntrica de una superioridad etnocultural y de una seguridad guerrera, expresada en el rito antropofgico35.

    En el resto de la obra se percibe una tensin irresuelta, y la incomodidad de Susnik con la misma idea es notoria. La Tierra Sin Mal abarca demasiado, o demasiado poco. Por momentos propone una explicacin del fenmeno en funcin de una lgica generalizadora, que diluye la consistencia propiamente guaran (o tup-guaran) del mitema al reducirlo o elevarlo a una suerte de arquetipo: la bsqueda del paraso mgico sobre la tierra es tan antigua como el hombre, y todos los pueblos procuraron encontrarlo, como los onas que emigraron desde el estrecho de Bering al norte del continente hasta la Tierra del Fuego buscando este paraso36. En otros momentos, en cambio, la eslovena cede al particularismo y la persecucin consciente de la tierra buena tiene ms que ver con las coyunturas intertnicas regionales que con cualquier motivacin de orden simblico. Sin aludir directamente a la narra-tiva, Susnik deconstruye sus reverberaciones en el imaginario del Kandire de forma casi anecdtica. Los motivos de los actores son prcticos. La epopeya se desmisti ca. Los guaranes migran hacia el oeste en busca del metal andino y de gente llamada los candires porque exista una mina incaica explotada por cierto personaje de nombre Condori: la aplicacin del apelativo Candir/Candire a los Incas limitbase a la zona tras del ro Guapay; es posible una identi cacin de Candire con Condori37. Lejos de cualquier fabulacin, en M6 las migraciones no persiguen ms que riquezas y metales preciosos: si hay un mito inspirador es el del pas del metal, y los misteriosos huesos que se mantienen frescos de Cadogan son completamente ignorados38.

    35 Susnik, 1994, p. 81.36 Conferencia del 6 de Agosto de 1991, Museo Etnogr co Andrs Barbero, Asuncin.37 Susnik, 1961, p. 163.38 Cadogan evoca con admirable mesura sus desacuerdos con Susnik, surgidos en un proyecto de estudio conjunto de los ach-guayakes establecidos en Arroyo Morot: El proyecto no pudo realizarse, primeramente, porque mientras se realizaban los preparativos, los indios volvieron a la selva, segn trascendi despus, para apoderarse de su jefe y otros miembros de la banda y traerlos, cautivos, al campa mento de Pereira. Y en segundo lugar, cuando reaparecieron, debido a la imposibilidad de entenderme con la Dra. Susnik () En 1960, la Sociedad Cient ca

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    M7. El mito recapitulado: Bartomeu Meli (1987)

    Hay poco despus un esfuerzo ms o menos sistemtico de encontrar un punto de equilibrio interpretativo por parte del jesuita espaol Bartomeu Meli, gura prominente de los estudios guaranes. Sus investigaciones procuran conciliar la historia, la etnologa y la lingstica, y estn por eso ms cerca de las exgesis detalladas de Cadogan y Schaden que de las gene-ralizaciones de los Clastres. Meli recurre al clsico diccionario guaran de Ruiz de Montoya, donde gura la expresin marney e incluso yvy marney: suelo intacto (que no ha sido edi cado)39. La acepcin moral y religiosa del trmino es fruto de un juego posterior de sedimentos y resigni caciones. De hecho, retomando la tesis de Schaden, Meli advierte en los antiguos textos apapocva o mby la impronta jesutica y colonial. Tambin admite al me-nos en trminos tericos una multiplicidad de causalidades posibles, y no presenta las interpretaciones ms idealistas o ms materialistas del mito como necesariamente contradictorias: Qu buscaba o qu busca un guaran cuando dice que busca la Tierra Sin Mal? La respuesta no es unvoca, y pro-bablemente incluye varios niveles de comprensin, as como supone varios momentos histricos40.

    No obstante, persiste en su interpretacin el problema irresuelto de la validez pan-guaran del mito. El subttulo del artculo respectivo es economa y profeca porque el imaginario de la Tierra Sin Mal alude justamente a la bsqueda de un territorio fsico donde sea viable la economa de reciprocidad que caracteriza a todos los guaran de todos los tiempos41. La relectura de M7, as, no pone en tela de juicio el mito mismo. Si bien pretende diferenciarse de las extrapolaciones del mito de referencia de manera ms explcita que Susnik, y si bien concede que las razones de las migraciones probablemente sean varias, tambin a rma que la bsqueda de la Tierra Sin Mal es por lo

    del Paraguay public mis Textos Guayak del Yar, I Parte, mimeogra ado, y el Fraseario Guayak de la Dra. Susnik, pero eran tan enormes las discrepancias, entre mis notas y las ya publicadas por ella en su Fraseario..., que me di cuenta que sera imposible ningn trabajo en comn (Cadogan, 1998, p. 26). Por otra parte, haba al mismo tiempo cierta aversin de Susnik por el misticismo excesivo de la obra de Cadogan. Pero sea porque ambos vivan en el mismo pas, o bien por algn otro motivo que ignoramos, lo cierto es que el rechazo de la eslovena se tradujo ms en silencio e indiferencia que en una crtica abierta, as como tambin en su renuencia a publicar sus propios trabajos inditos sobre lingstica y cosmologa guaranes. La revisin de la correspondencia entre Susnik y Cadogan revela que, ms all de discordancias tericas o metodolgicas, la animadversin se debi asimismo a motivos prosaicos: cuestiones logsticas, desacuerdos sobre el pago a informantes, peleas personales, rumores esparcidos ante las autoridades y otras cuestiones por el estilo (Papeles de BS, Museo Etnogr co Andrs Barbero de Asuncin).39 Ruiz de Montoya, 2011 [1640], p. 298.40 Meli, 1995 [1987], p. 291-292.41 Meli, 1995, p. 315.

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    menos en el estado en que estn nuestros conocimientos el motivo funda-mental y la razn su ciente de la migracin guaran42.

    M8. El mito deconstruido: Viveiros de Castro (1992), Noelli (1999), Pompa (2004), Julien (2007), Chamorro (2010), Barbosa (2012), Combs (2006, 2011)

    A partir de la dcada de 1990 las relecturas se multiplican. Por un lado, la etnologa tup-guaran vuelve a pensar el mito ligndolo como antes Mtraux o Clastres con los datos etnogr cos modernos y a la vez con la cosmologa de los antiguos tup costeros, pero situando la comparacin espec camente en el plano estructural; es decir, atendiendo al juego de oposiciones, inver-siones y permutaciones. As, el teka kati we (sitio de la buena existencia), donde moran los dioses canbales maihete de los arawet, se presenta como un dominio caracterizado por la belleza y la abundancia en el cual los cultivos crecen solos, el rejuvenecimiento es perpetuo, no existe la muerte y extraa-mente los objetos son ptreos; se trata de un espacio paradisaco relegado al plano celeste en funcin de un claro eje vertical, contrariamente a muchas otras utopas tup-guaran que suelen desplazarse horizontalmente hacia el este o el oeste lo que, segn Viveiros de Castro, corresponde a una primaca cosmolgica de la relacin hombre/animal en lugar de la relacin hombre/divinidad que predomina en el caso arawet43. Se trata a todas luces de una versin formulada en trminos escatolgicos de la Tierra Sin Mal guaran, que se presenta ms bien en trminos utpicos, y a la vez ambas constituyen variaciones del antiguo tema tup que yuxtapona escatologa y utopa en aquel destino susceptible de ser alcanzado por los guerreros que moran gloriosamente en el ritual antropofgico44.

    Pero los cuestionamientos ms fuertes a la mitologizacin de la Tierra Sin Mal provienen de los estudios histricos. La primera oleada de crticas se distingue por su estricto celo deconstructor. Francisco Silva Noelli es el pri-mero en hablar explcitamente de mito acadmico a propsito de la Tierra Sin Mal: un mito atemporal, nacido en Nimuendaj, que debe cuestionarse, y asentado luego por Mtraux, tambin criticable sobre la base de los modernos datos arqueolgicos e histricos45. Por su parte, Cristina Pompa dirige sus detalladas crticas a Mtraux y a los Clastres ms que al mismo Nimuendaj, cuestionando esencialmente el pecado original de postular la existencia de una civilizacin tup-guaran idntica a s misma ms all de los siglos y

    42 Meli, 1995, p. 291.43 Viveiros de Castro, 1992, p. 69-70, 85-86.44 Sztutman 2005.45 Noelli, 1999.

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    de las distancias siderales que separan a los diferentes grupos de esa familia lingstica46. Ms tarde, y sin conocer los trabajos de ambos autores, Catherine Julien ataca el mito desde otro ngulo: a partir de las fuentes histricas, extrema la intuicin silenciosa de Susnik y demuestra que las migraciones guaranes hacia el piedemonte andino tenan por nico objeto la bsqueda concreta del metal de los pueblos andinos. Ni existi el Kandire, sino los candires dueos del oro y de la plata, ni mucho menos un Kandire asimilable a un paraso terrenal47.

    Ms recientemente, otras lecturas ms salomnicas se esfuerzan por relocalizar en contextos precisos algunas de las migraciones guaranes a la luz de los datos histricos, sin descartar totalmente el lado mstico de la bsqueda. En busca de las imgenes espaciales utpicas de los guaranes de Mato Grosso do Sul, Graciela Chamorro retoma varios elementos signi- cativos de M3: como Schaden, insiste sobre las diferencias sociolgicas e histricas entre los diferentes guaranes, y denuncia de paso cierta mbyai-zacin de la guaraniloga, huella indeleble de las publicaciones seeras de Cadogan. Sin dejar de lado los procesos sociolgicos actuales, la autora no niega su dimensin religiosa: la imagen de la Tierra Sin Mal, a ms de ser una utopa, un horizonte potico y un rito, es la que impulsa los pueblos desterrados a luchar por su re-territorializacin48. Por su parte, revisitando las migraciones de los mismos apapocva de Nimuendaj en la segunda mitad del siglo XIX, Pablo Barbosa las ubica en el contexto de las jornadas meridionales del barn de Antonina. En una coyuntura diacrnica marcada por una poltica de colonizacin de las tierras desiertas al sur del Imperio, interpreta la movilidad guaran en trminos del proyecto de colonizacin de las provincias de San Pablo, Paran y Mato Grosso, que aparece como una suerte de negativo de las migraciones descritas por Nimuendaj49. En otro contexto histrico, Isabelle Combs retoma parte de los argumentos de Susnik y Julien sobre las migraciones guaranes hacia el oeste en busca del metal andino50. Ninguno de estos autores descarta la multiplicidad de causalidades para las migraciones. Barbosa habla de factores mltiples que convergen para explicar las migraciones apapocva, y no quiere tomar partido entre las posiciones tan polarizadas de Clastres o de Pompa, y Combs retorna a las notas de Mtraux sobre la leyenda de Pai Sum el hroe civilizador que fue hacia el oeste para reincorporar el mito en la explicacin de las migraciones chiriguanas.

    46 Pompa, 2004.47 Julien, 2007.48 Chamorro, 2010, p. 25.49 Barbosa, 2012.50 Combs, 2006, 2011.

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    Mn. Ms all de los mares acadmicos

    No cabe duda de que este repaso es tan somero como incompleto, y que podran mencionarse muchos otros autores. Pero los ejemplos bastan para hacerse una idea de la trayectoria acadmica de la narracin: una multi-tud de a rmaciones grandilocuentes, algunas crticas recprocas y contadas incertidumbres, pero al n y al cabo impresiones limitadas a un puado de personas versadas en la antropologa o en la historia tup-guaran. Sin em-bargo, si se trata de revisar consistentemente las formas en las cuales el mito se piensa a travs de los sujetos, e incluso cmo los mitos se piensan entre s, es inevitable repasar tambin los ecos de la narrativa en la imaginacin gene-ral51. Se trata de un universo uido de reverberaciones simpli cadas, muchas veces dogmticas, con poco sitio para matices, que combinan y recombinan una serie de elementos recurrentes: la ingenuidad utpica, el maniquesmo, la imaginera desbordante, la impronta moral y muchas veces la ecuacin metonmica Tup-Guaran = Tierra Sin Mal: La nocin de la Tierra Sin Males, en particular tan poco extica a n de cuentas en nuestra tradicin, y que en manos de la izquierda cristiana ha rebasado el mbito indgena y sirve como lema a luchas por la tierra an ms amplias acompaa siempre, o incluso sigue como una sombra, a los Guaran, sea en libros y artculos sea en la acti-vidad poltica, hasta el punto de que cabra dudar de que un Guaran actual, confrontado a las expectativas de sus aliados en las ONGs o en las univer-sidades, pudiese sentirse lo bastante autntico o genuino si no estuviese de algn modo en pos de esa famosa Yvy marey52. A nivel popular, pues, una multitud de variaciones ponen en escena la Tierra Sin Mal como una narra-tiva descontextualizada, ritual, ms celebrada que razonada: un imaginario otante, un leitmotiv programtico que no requiere lgica argumental ms all de la apelacin nebulosa a una oportunidad concreta para la felicidad. Al eliminar las ambigedades y poner las cosas en blanco sobre negro, las variaciones popularizadas del mito que obviamente no son menos vlidas que las acadmicas ni que esta interpretacin misma desnudan las tendencias argumentales al distorsionarlas, caricaturizarlas o sistematizarlas, llevndolas al absurdo o reducindolas a su mnima expresin53.

    51 Sera interesante, en este sentido, poner en relacin la estructura formal del discurso de la tierra sin mal con otros sincretismos mitolgicos de utopas coloniales e indgenas como El Dorado, el Paititi, el pas de las Amazonas, la Ciudad de los Csares, etc. 52 Calavia Sez, 2004, p. 11.53 Naturalmente, este tipo de simpli cacin tambin suele presentarse en el plano acadmico. En su artculo tierra sin mal, un reciente diccionario de antropologa boliviana explica que se trata de un concepto religioso existente en la cosmovisin guaran que origin las migraciones histricas de este pueblo, sin dar referencia alguna a Nimuendaju, Cadogan o a Mtraux (Szab, 2008, p. 651).

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    Una primera lnea hermenutica es la del indigenismo teolgico54. Judith Shapiro describe la Misa de la Tierra Sin Mal celebrada en Brasil el 22 de abril de 1979. Escrita por el Obispo catlico Pedro Casaldaliga, acti-vista del progresismo religioso, ensayista poltico y poeta, se trata de una denuncia de colonialismo y una nostra culpa por parte de la misma Iglesia. Los indgenas son representados como depositarios de la Fe en su estado ms autntico y prstino, y los colonizadores e incluso los primeros misio-neros como agentes de destruccin. La Tierra Sin Mal es procesada como la utopa posible de los oprimidos, y la creencia indgena en los trminos de la teodicea universalista judeocristiana: criticadas y hasta suprimidas por la Iglesia en su momento, las migraciones guaranes se explican ahora a la luz del xodo, de la huida del pueblo elegido de Egipto y de su infatigable bsqueda de la divinidad (Amrica Amerindia, que vives an tu Cruci xin, un da tu Muerte terminar en Resurreccin; Nosotros, los pobres de este mundo, peleamos para crear La Tierra Sin Mal, que nace cada da)55.

    Ms potico y algo ms el al sustrato cosmolgico del mito, aunque no menos romntico, es el comic La Terre sans Mal, publicado en Francia por Emmanuel Lepage y Anne Sibran. Anne Sibran dedica explcitamente la obra a Clastres y explica que no tiene ninguna pretensin etnogr ca, o tal vez una sola: rendir homenaje a esta disciplina del cambio extremo, centrada en la mirada del otro56. Sin embargo, ms all de la declaracin de modestia la trama fuerza un paralelismo evidente entre la desventura americana de la herona, una joven lingista juda que en 1939 acompaa la ltima peregri-nacin mby hacia la Tierra Sin Mal durante la cual tiene un hijo con un indgena que es bautizado Nimuendaj por el chamn que gua a la tribu y la trgica historia de sus parientes exterminados por los nazis: el mundo se volvi malo por eso buscamos la Tierra Sin Mal, a rman los guaranes57. La epopeya se vuelve denuncia social, y la Tierra Sin Mal la a rmacin universal de que un mundo mejor es posible.

    Aun ms libre es la versin del abogado, escritor e indigenista Adolfo Colombres en su novela Karai, el hroe: mitopopeya de un za o que fue en busca de la Tierra Sin Mal. Se trata de un bricolaje policromo que fusiona giros barrocos,

    54 La expresin es de Meli (2004, p. 183).55 Shapiro, 1987, p. 134-136. En una lnea ms o menos similar discurre el poema Yvy Maraey Rekavo: en busca de la Tierra sin Mal, de Moncho Azuaga: La Tierra sin Males o paraso comunista / me dicen, Ava, que no existe / me dicen. / La Tierra Sin Males o Wall Street imperialista / me dicen, Ava, que no existe / me dicen. / O es el Terreno del Adn Cristiano / O aquel tiempo de un Mito de Oro / O simple sueo de Cannavis Sativa, / pesadillas que trae el hambre, / la Tenia de la Soledad Perdida, / me dicen, / me dicen / ciencias antiguas, alquimia, / mera poesa / para justi car la miseria, / la noche primitiva (Azuaga, 1988, p. 174).56 Lepage y Sibran, 2001, p. 2.57 Lepage y Sibran, 2001, p. 33.

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    rimas bsicas, alusiones folclricas, lunfardo tanguero y la mitologa tomada en su sentido ms literal al ritmo de la clsica novela de caballera (Se replegaba ya la luz cuando apareci Pa Cuimba, y hallndolo en sospechoso coloquio con su dama se puso a chillar cual urraca histrica, temiendo que la chirusa le arruinara su magna obra. Nuestro hroe reaccion como carancho atolon-drado, lo que desvaneci a la delicada visin. Ya recuperada la tranquilidad, pronunci el maestro las palabras que el za o necesitaba. Deba partir hacia el occidente, dejndose llevar por los caminos, y as encontrara alguna vez la Tierra Sin Mal. Porque esa tierra exista, s, y lo esperaba ansiosa de ser hollada por sus pies, para convertirlo en inmortal58). Con un tempo por momentos exasperante, la novela despliega la tortuosa saga de Kara, torpe, mujeriego, un tanto ingenuo pero al n y al cabo entraable, que ms parece un trickster que un hroe y en cuyas aventuras no faltan las cadoganianas palabras-alma, el Gran Padre Inicial o el Loro del Discreto Hablar, ni tampoco el lobisn, el rbol csmico, la vagina dentada de las mujeres primordiales, unos furibundos soldados republicanos, A, el Diablo y hasta por momentos el mismo Dios.

    No puede sorprender, por otra parte, que entre los a cionados o adictos al mito se cuenten tambin los propios indgenas, o al menos algunos de ellos. En 2004, un erudito de la regin boliviana del Isoso public un cuento basado en Mitos Isoseos Guaranes titulado Arakae. El mito hecho realidad. El texto menciona el Kandire: el lugar al que llegan las almas de los hombres buenos despus de la muerte, situado al naciente, donde reina la felicidad59. Junto con otros miembros de la cpula de la Asamblea del Pueblo Guaran (APG), una in uyente organizacin de representacin tnica de origen jesuita, el mismo autor suele evocar la Tierra Sin Mal en discursos y en manifestacio-nes. Celebrando en 1992 el centenario de Kuruyuki, la ltima batalla de los chiriguanos contra los colonizadores, unos letreros proclaman: Muertos de Kuruyuki, surjan de sus trincheras, marchen con nosotros hacia la Tierra Sin Mal60. Asimismo, la celebracin guaran del solsticio de invierno rito recientemente (re)inventado con beneplcito de las autoridades locales y los organismos de turismo se hace esperando la aparicin del Lucero del alba, que por alguna razn ignota anuncia la inminencia de la Tierra Sin Mal. Podran multiplicarse los ejemplos de pastiches semejantes. Lo que llama la atencin no es tanto lo moderno de estas referencias sino el reducido crculo que las maneja: al leer el cuento publicado por Yandura, muchos isoseos concluyen que Kandire debe ser algo que ha ledo. En este sentido es por lo menos legtimo preguntarse por qu, antes de la dcada de 1980, y a diferencia de lo que ocurri entre los grupos guaran-hablantes de Mato Grosso do Sul,

    58 Colombres, 1988, p. 55.59 Yandura, 2004, p. 20.60 Pifarr, 1992, p. 8.

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    no se document ninguna referencia explcita a Kandire ni a la Tierra Sin Mal entre los chiriguanos del Chaco boliviano. Ni Nordenskild ni Mtraux quien sin embargo fue uno de los primeros estudiosos en relacionar el Kandire con los chiriguanos registraron referencia alguna sobre el tema en el terreno: los chiriguanos slo les hablaron de Ivoka (lit. plaza de tierra) o Aguararenda (lit. lugar de zorros), dos nombres del sitio al que migran las almas pstumas61. Se trata adems de nombres apuntados por los frailes franciscanos del siglo XIX, quienes tampoco encontraron referencia alguna a Kandire ni a la Tierra Sin Mal. Pero los chiriguanos son tup-guaran, y de esta manera el tema fue inevitablemente introducido por los antroplogos locales en varias publicaciones. Al igual que otros pueblos indgenas, los chiriguanos de hoy tienen a sus propios eruditos y a sus estudiantes, quie-nes leen las tesis universitarias y en muchos casos, por su desenvoltura en la lengua y en la cultura de los karaireta (blancos), se convierten en verdaderos informantes profesionales. No puede ignorarse la dialctica del intercambio: el informante es ante todo un informado cuyos datos en el sentido etimolgico del trmino estn mediatizados por el saber libresco, no siempre exacto ni menos an comprobado62. Con demasiada frecuencia, los indios como historiadores de Nordenskild63 son hijos de los historiadores de los indios. Es inevitable citar aqu, pues, lo que escribi en otro contexto Um-berto Eco: Yendo a Mali descubr el pas de los Dogon, cuya cosmologa fue descrita por Marcel Griaule en su famoso Dieu dEau. Los crticos dicen que Griaule invent mucho. Pero si Usted va a interrogar hoy a un viejo Dogon sobre su religin, les cuenta exactamente lo que Griaule escribi es decir que lo que Griaule escribi se volvi la memoria histrica de los Dogon [] pregunt a un nio si era musulmn. No, me dijo, soy animista. Pues, para que un animista pueda decir que es animista, debe haber cursado cuatro aos en la Escuela Prctica de Altos Estudios, porque simplemente, un animista no puede saber que lo es, as como el hombre de Neanderthal no saba que era un hombre de Neanderthal. He aqu una cultura oral determinada por los libros64.

    A partir de estas representaciones, que simpli can ms que traicionan la leyenda, surgen variaciones insospechadas del mito. Al emanar de la propia sociedad indgena, la palabra de estos nuevos Ogotmmelis sigue alimen-tando el mito en un cruce vertiginoso de tradiciones orales y palabras escritas que in uye no poco sobre las nuevas ideologas. En este sentido, no es inocente la inclusin del concepto Tierra Sin Mal en la Constitucin del Estado Bo-liviano junto a otros principios tico-morales aymara y quechua: a rma el

    61 Nordenskild, 2002 [1912], p. 235-237; para un caso contemporneo, vase Villar, 2008, p. 341. 62 Combs, 2006.63 Nordenskild, 2002 [1912], p. 155.64 Carrire y Eco, 2009, p. 130.

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    carcter indgena, o al menos indigenista, del nuevo Estado plurinacional. En el extremo opuesto, un libro como el del cruceo lvaro Jordn asimila pura y simplemente el Kandire a la mitad oriental de Bolivia, la llamada Media Luna separatista, polticamente opuesta a las polticas andinistas y centralistas del gobierno paceo65. No obstante, no se trata solamente de intereses srdidos que combaten en la arena poltica. Recientemente, una estudiante alemana de antropologa hablaba del pedido guaran de creacin de un noveno departamento en Bolivia (el departamento Chaco) como del deseo inmemorial de los indgenas de alcanzar nalmente la Tierra Sin Mal: los aspectos econmicos del asunto (i.e. las regalas por la explotacin del gas natural) quedaron a un lado, y no hace falta decir que ni la estudiante, ni Jor-dn, ni los autores de la Constitucin jams oyeron hablar de los apapocva, de Nimuendaj ni de Mtraux.

    Pero la mayor generadora de cabezas de hidra es seguramente internet. Una primera bsqueda en espaol sobre Tierra Sin Mal arroja cuatro pgi-nas de resultados. Los primeros cinco sitios web re eren al tema como a un mito guaran pero slo uno de ellos cita los nombres de Nimuendaj, Meli y Clastres; en los dems la Tierra Sin Mal asume una existencia autnoma que no requiere referencia, contexto o justi cacin. En cuanto al quinto sitio, se trata de la noticia sobre un parque elico que permitir producir energa limpia y que por tanto fue bautizado Tierra Sin Mal. La bsqueda en por-tugus muestra otras tres pginas que claman por una terra sem mal en sentido ecolgico, y otras dos que son sitios tursticos para visitar el sitio, que aparentemente queda en Paraguay. Si buscamos en ingls, land without evil evoca algo as como a timeless message to our universal soul y hasta un virulento pedido para acabar con el genocidio en Birmania. Finalmente, perdido en medio de otras pginas en francs, el artculo Pierre Clastres de Wikipedia es el nico que se re ere al mito de referencia. Los tres sitios siguientes son anuncios del comic de Lepage-Sibran, de una creacin musical y de una novela sobre frica. El quinto habla por s mismo: Terre Sans Mal: Les extraterrestres arrivent!.

    Eplogo

    Un mundo que agoniza, una cultura que se pierde, un cuerpo degradado, una sociedad que se corrompe y se suicida en masa: la bsqueda de la Tierra Sin Mal es una historia melanclica, con aristas dionisacas pero a la vez altiba-jos marcados por el desencanto y hasta por la tragedia. Es a la vez una trama sinuosa, saturada de discordancias, de coincidencias, paradojas e ironas con

    65 Jordn, 2005; para una crtica, vase Combs, 2005.

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    las cuales sera tentador quedarse. La primera, y tal vez la ms obvia, es la ubi-cuidad de las percepciones de exilio y desarraigo y no slo para los guaranes abrumados por la vastedad del ocano: pensemos en Nimuendaj, un alemn que prueba suerte a Sudamrica; en Mtraux, un suizo que vive en Argentina, Francia y Estados Unidos para morir garabateando Adis Alfredo Mtraux en castellano; en Schaden, un nieto de alemanes que hace carrera en Brasil; en Cadogan, un hijo de colonos australianos en plena selva paraguaya; en Susnik, una refugiada eslovena, o hasta en el periplo biogr co de un jesuita espaol como Meli. No dejar de llamar la atencin, tampoco, que la Tierra Sin Mal haya sido una meta perseguida por los espritus jvenes: Nimuendaj tena 31 aos en 1914, y Mtraux 25 en 192766. En este sentido, sorprende que tras el rastro de una utopa que niega el trabajo, el sufrimiento y fundamentalmente la muerte muchos de sus perseguidores hayan encontrado un n prematuro: Nimuendaj, enfermo por sus correras selvticas segn algunos, y segn otros envenenado por los criollos o hasta asesinado por los propios indios en una pelea por una mujer; Mtraux, por una sobredosis de barbitricos; Clastres, por un accidente automovilstico67. Cerrando el crculo de las casualidades, sabemos que poco antes de morir Mtraux proyectaba escribir un libro que se titulara justamente La Terre Sans Mal68. Si se ponen en relacin estos hechos con el desconsuelo de los guaranes de Nimuendaj ante la in nitud del mar, con la tierra apapocva que envejece y se agota, con la sombra crisis aculturativa de Schaden, con la nostal-gia mby del tiempo primordial de los dioses y ni que hablar de la consciencia clastreana de la amenaza de la opresin estatal en ciernes, la crnica fatalista de nitud y desengao parece imponer una grilla de lectura existencialista.

    Una salida posible para no caer en el pesimismo sera releer el mito en funcin de su componente utpico; es decir, enfatizar la acepcin de ningn lugar implcita en la etimologa misma de la categora utopa. En la fantasa de otra sociedad materializada en una ubicacin desconocida, la imaginacin colectiva dispone de una herramienta para lograr el extraamiento, abriendo el campo de lo posible ms all de lo actual para cuestionar la sociabilidad que se da diariamente por sentada69.

    Pero a la vez sabemos que los guaranes insisten en que la Tierra Sin Mal es localizable, por ms que ni los ni pajs ni los exgetas logren ponerse de acuerdo sobre sus coordenadas exactas. En este sentido, resulta difcil resistir la impresin de estar trasplantando una grilla interpretativa que al n y al cabo fuerza los datos. Resta entonces tratar de pensar ms all de los contenidos temticos del mito para volver a su estructura, al juego polifacti-

    66 El punto fue sealado por Noelli, 1999, p. 125, 140.67 Para las diferentes versiones sobre la muerte de Nimuendaju, ver Laraia, 1988.68 Krebs, 2005.69 Ricoeur, 1989, p. 58.

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    co de las variaciones. Teologa progresista, utopa mesinica, novela, poesa, comic, activismo poltico, ecologismo, indigenismo: tal vez la polisemia sea el destino inexorable de los conceptos cient cos cuando caen en el dominio pblico; tal vez, simpli cado al extremo, el mito de la Tierra Sin Mal alcance actualmente un grado de universalidad que los estudios acadmicos no pueden llegar a sospechar. Lo cierto es que desde Paraguay hasta Birmania, pasando por el espacio interestelar, la Tierra Sin Mal vive su propia existencia. Dentro y fuera del mbito acadmico la saga cort hace rato el cordn umbilical con sus progenitores y como todo hecho social asume una existencia sui generis. Los mitos se piensan entre ellos no sin que algunas veces lo hagan transfor-mndose en un verdadero Frankenstein. Pero hasta Frankenstein pertenece al mito. Seguramente las lecturas crticas de Noelli o Pompa, o los intentos de los autores ms recientes por ubicar parafraseando a Julien la Tierra Sin Mal en su verdadero tiempo y lugar, constituyan reacciones ante la inquie-tante proliferacin de profetas. Dosi cando en forma diversa los elementos constitutivos del mito, y combinndolos con los aportes insospechados de las polticas nacionales, la ecologa o el alma universal, cada variacin constituye al n y al cabo una capa interpretativa ms en la estratigrafa de la Tierra Sin Mal. Con sus explicaciones sta incluida la combinacin de todas las va-riantes conforma lo que podramos llamar el mito de la Tierra Sin Mal. A cien aos de la publicacin de Die Sagen, parte de la doctrina seguramente se ha perdido, pero algo sigue haciendo sospechar que en cada variante persiste el espritu de Curt Unkel Nimuendaj, el demiurgo que sin saberlo forj el mito.

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    Recebido em 25 de outubro de 2012Aprovado para publicao em 21 de dezembro de 2012