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VIÑAS, BODEGAS Y MERCADOSEl cambio técnico en la vitivinicultura española, 1850-1936

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VIÑAS, BODEGAS Y MERCADOSEl cambio técnico en la vitivinicultura española,

1850-1936

Juan CarmonaJosep Colomé

Juan Pan-MontojoJames Simpson

(editores)

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No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático,ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotoco-pia, por registro u otros métodos, ni su préstamo, alquiler o cualquier forma de cesión de uso delejemplar, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

© Los autores© De la presente edición, Prensas Universitarias de Zaragoza

1.ª ed., 2001

Colección Ciencias Sociales, n.º 40Director de la colección: José Manuel Latorre Ciria

Editado por Prensas Universitarias de ZaragozaEdificio de Ciencias GeológicasC/ Pedro Cerbuna, 1250009 Zaragoza, España

Prensas Universitarias de Zaragoza es la editorial de la Universidad de Zaragoza, que editae imprime libros desde su fundación en 1542.

Diseño de cubierta: José Luis Cano

Impreso en EspañaImprime: Sdad. Coop. Librería General D.L.: Z-1145-2001

VIÑAS, bodegas y mercados : el cambio técnico en la vitiviniculturaespañola, 1850-1936 / Juan Carmona ... [et al.] (editores). — Zaragoza :Prensas Universitarias de Zaragoza, 2001

379 p. ; 22 cm. — (Ciencias Sociales ; 40)

ISBN: 84-7733-553-21. Vino–España–1850-1936. 2. Viticultura–España–1850-1936. I.

Carmona, Juan, ed. lit. II. Prensas Universitarias de Zaragoza, ed. III. Serie:Ciencias Sociales (Prensas Universitarias de Zaragoza) ; 40

634.8(460)“1850/1936”

FICHA CATALOGRÁFICA

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INTRODUCCIÓN

Juan Carmona, Josep Colomé, Juan Pan-Montojo y James Simpson

La obra que abren estás páginas, Viñas, bodegas y mercados. El cambiotécnico en la vitivinicultura española, 1850-1936, reúne diversas aportacio-nes presentadas al Seminario sobre La vid, el vino y el cambio técnico enEspaña, 1850-1936, celebrado en Vilafranca del Penedés, los días 18, 19y 20 de junio de 1999. Este seminario, que fue uno de los puntos de lle-gada de tres proyectos de investigación,* estuvo abierto a todos cuantostrabajan en temas relacionados con la historia contemporánea de la vitivi-nicultura en la península ibérica y constituyó un foro distendido para queponentes y asistentes discutieran sobre el cambio técnico y sus factores.Parte del trabajo que allí se sometió a debate está contenido en las pági-nas que siguen. Hay que señalar, sin embargo, que no están todos los tex-tos entonces presentados, porque los editores hemos tenido que seleccio-nar aquellas aportaciones que se ajustaban en mayor medida al objeto dellibro. Los textos que están han experimentado, además, cambios diversos,

* El proyecto PS 94-0005 sobre La vitivinicultura española en el contexto europeo:los orígenes históricos de sus debilidades estructurales; el proyecto PB98-0033 sobreInstituciones, cambio institucional y desarrollo agrario en la Europa mediterránea: un análisiscomparativo de España, Italia y el sur de Francia, 1850-1950, del Programa Sectorial dePromoción del Conocimiento de la DGCYT; y el proyecto PB96-1157-CO3-02,Factores determinantes del desarrollo agrario en Cataluña: recursos naturales, organizacióndel trabajo agrario y cambio tecnológico, financiado por la Secretaría de Estado deUniversidades e Investigación (DGICYT).

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y no sólo formales, antes de ser publicados. Hemos añadido asimismo unconjunto de introducciones parciales que no se limitan a adaptar a laforma escrita las relaciones de comunicaciones, sino que contextualizanlos diferentes artículos recogidos en la obra.

Pese a dichos textos introductorios que firmamos los editores, elresultado final es un cuadro impresionista, no sistemático. Pero entende-mos que ese impresionismo constituye una de las claves para que el libropueda resultar sugerente y ser representativo de los estudios sobre el cam-bio técnico en la vitivinicultura española durante el período considerado.Puede resultar sugerente porque aborda sucesivamente las tres perspecti-vas institucionales a nuestro entender decisivas para comprender el cam-bio técnico: las relaciones de propiedad y de explotación de la tierra; lasformas empresariales o cooperativas de articulación del sector vitivinícola:y la acción de las diversas instancias públicas. Es, en segundo lugar, unaobra representativa de la historiografía existente porque no hay un únicoenfoque teórico ni un único estilo de hacer historia: caben diferentesvaloraciones de la diversidad en cualquier trabajo realizado por muchasmanos, pero en este caso creemos que suma más que resta, puesto que elacotamiento del objeto de estudio permite que el lector se acerque desdediferentes ángulos a procesos de cambio relativamente bien identificados.

Entre las décadas centrales del siglo XIX y mediados de la centuriaque acaba de terminar, las vitiviniculturas europeas se enfrentaron a rápi-dos cambios. Se transformaron y diversificaron sus mercados, y surgieronnuevas posibilidades técnicas y económicas para la renovación del cultivoy para el tránsito desde formas artesanales a formas industriales de vinifi-cación, unos procesos y escenarios compartidos por múltiples produccio-nes agrarias. Pero, además, las viñas se enfrentaron a un conjunto de pla-gas (el oídio, el mildíu y la filoxera) que obligaron a todos los viticultoresa revisar las técnicas de cultivo y las estrategias productivas: no hubo, portanto, la alternativa continuidad frente a cambio técnico, y sí la de aban-dono de la producción frente a cambio técnico o, mejor dicho, cambiostécnicos. Por su parte, la elaboración de vinos dispuso de un abanico deposibilidades mucho más amplio que el de cualquier otro agrotransfor-mado, como consecuencia del desarrollo científico: a principios del sigloXX, se habían reunido conocimientos suficientes para deslocalizar lamayor parte de los tipos de vino desarrollados durante períodos larguísi-mos de tiempo, por medio del sistema de «ensayo y error», en diferentes

Introducción8

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comarcas europeas. Una viticultura forzada al cambio, un proceso deindustrialización de la vinicultura y la multiplicación de los tipos poten-ciales de producto final, constituyen elementos de un escenario especialque ofrece, por y pese a su especificidad, rasgos particularmente atractivospara entender el cambio técnico. Por una parte, la identificación de losfundamentos estructurales del cambio técnico y de sus variantes y condi-ciones, de sus trayectorias posibles, en definitiva, nos permite centrar laatención en las instituciones como elementos determinantes de la traduc-ción y difusión local de esas trayectorias. Por otra parte, la especificidadde la vitivinicultura consiste más en el carácter general y la celeridad delas transformaciones técnicas que en alguna otra característica que pudie-ra convertirla en un caso al margen de los otros ramos agrarios: la pro-ducción de trigo y harina o la de aceituna y aceite, por citar los otros dosvértices de la agricultura mediterránea, se vieron sometidas a fuerzas aná-logas a las que determinaron la aparición de una nueva vitivinicultura,aunque en plazos distintos.

Una obra impresionista y heterogénea que analiza el cambio técnicoen un sector de rasgos especiales pero no excepcionales, durante un perío-do de gran dinamismo en los modos de producir, y que lo analiza despla-zando el foco hacia el plano de las instituciones. A estas características sesuma que el marco geográfico del análisis es España. Si el libro se centraen ese espacio definido en términos políticos —pese a que al Seminariode Vilafranca se presentaron dos textos de gran calidad sobre Portugal, acargo de Benedita Cámara y Dulce Freire— es porque la importanciaotorgada a las instituciones justifica esa opción. De hecho, pensamos quelas posibilidades más razonables eran, bien la referencia a un Estado, pro-tagonista del cambio técnico en la perspectiva elegida (a través de su legis-lación y sus políticas concretas sobre propiedad, contratos, sociedades,cooperativas, centros públicos de investigación y divulgación tecnológi-ca…), o bien la realización de una tarea sistemática de comparacióninterestatal que no pudimos llevar a cabo en Vilafranca y que constituyeuna tarea pendiente. Ese segundo paso exigiría, sin embargo, unos útilesteóricos comunes entre los autores, que, como hemos dicho, no fueronun requisito previo para la participación en el seminario ni para la publi-cación en este libro. Quede aquí constancia de que una historia compara-da de las vitiviniculturas mediterráneas y extraeuropeas, y más específica-mente de las diversas instituciones vinculadas al sector (y a la agricultura

9Introducción

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en general), representa, a nuestro entender, una de las vías más fecundasde desarrollo historiográfico.

Finalmente, debemos agradecer la buena disposición y la colabora-ción que en todo momento encontramos en el Ayuntamiento deVilafranca del Penedès a la hora de organizar el seminario. Especialmentedestacada fue la ayuda que nos prestó Jordi Cuyás, concejal de economía,y Maria Batet, directora del Centro de Iniciativas Empresariales Ágora,donde se celebró el seminario. También debemos agradecer la ayuda delas empresas Albet i Noya, Codorniu y Miguel Torres, S.A. La publica-ción de este libro no hubiera sido posible sin la colaboración a lo largo detodo el proceso del Ministerio de Educación y Cultura, de la Universidadde Barcelona y de la Universidad Carlos III de Madrid. Vaya para las per-sonas que nos han apoyado desde estas instituciones y para la editorialPrensas Universitarias de Zaragoza nuestro más sincero agradecimiento.

Introducción10

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VISIONES GENERALES

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CAMBIOS EN LAS PREFERENCIAS DE LOS CONSUMIDORES DE VINO

Y RESPUESTAS DE LOS PRODUCTORES EN LOS DOS ÚLTIMOS SIGLOS

José Morilla CritzUniversidad de Alcalá de Henares

1. Introducción

Los modelos simplificados de demanda de vino, en función del precioy de la renta, suelen tener, en la práctica, poca capacidad predictiva comoconsecuencia de varios factores, entre los que destacan la marcada tenden-cia de este producto a la diferenciación, las regulaciones cambiantes y dis-criminatorias a las que han estado habitualmente sometidos sus mercados,la relevancia de las interferencias de carácter «moral», jurídico o social, y,por último, el hecho de que para un segmento nada despreciable de losconsumidores, las curvas de demanda de esta mercancía son irreversibles.

Sin embargo, desde el punto de vista de la historia económica, uno delos aspectos del mercado vinícola cuyo análisis mayor interés reviste son,precisamente, los desplazamientos en las preferencias de los consumidoresy la reacción técnica o comercial de los productores ante los mismos. Elinterés está justificado no sólo porque permite valorar el efecto a largoplazo de las instituciones y de la mentalidad colectiva en los mercados,sino también porque, dada la vinculación entre algunos tipos específicosde vino y comarcas concretas, el estudio de dichos desplazamientos ayudaa descubrir los condicionantes de su evolución económica.

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1 Morilla Critz (1995), pp. 263-264.

2. Condicionantes de la comercialización de los vinos de mesa y generosos

Desde la perspectiva de un mercado segmentado en dos grandes tiposde vino, ha habido tres condicionantes esenciales de la producción y delmercado vinícola en los siglos XIX y XX que han incidido de forma desigualen la comercialización de los vinos que hoy denominamos de mesa, poruna parte, y de los encabezados, licorosos o generosos, por otra:

a) Por el lado de la oferta: la mayor facilidad para industrializar la pro-ducción de los vinos generosos.

Cuanto más intensivo en tecnología sea el proceso de producciónde un tipo de vino, menores serán sus inputs limitativos y las barreras deentrada a nuevos fabricantes y más altos los costes de defensa ante compe-tidores. Es de esperar, pues, que en un proceso muy industrializado, unareducción del precio final conducirá fácilmente a un cambio de la funciónde producción, con la incorporación de inputs distintos a los tradicionales(adulteración). Como, por otra parte, en ese caso es también difícil mante-ner posiciones monopolísticas naturales, el equilibrio producción/consumotenderá a alcanzarse, sobre todo, mediante modificaciones en los precios y,dados éstos, mediante nuevas modificaciones en la función de producción.

En la segunda mitad del siglo XIX hubo tres circunstancias que ayu-daron a acelerar la industrialización del vino: en primer lugar, los descu-brimientos de los procesos de fermentación; en segundo, la obtención,desde materias primas no vitícolas, de algunos elementos esenciales delvino en cantidades y precios más ventajosos que los de la fuente tradicio-nal; y finalmente, las crisis coyunturales de desabastecimiento del merca-do europeo en los años cincuenta y sesenta (plaga del oídio) y setenta-noventa (plaga de la filoxera), que facilitaron los ensayos de la fabricaciónartificial con elementos hasta entonces insospechados.1 Todos estos proce-dimientos repercutieron de forma más directa en la ampliación de la ofer-ta de los vinos que ya tradicionalmente eran muy manipulados, los enca-bezados, que en los de elaboración más simple.

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b) Por el lado de la estructura espacial del mercado, hay que considerar,a la vez, el distinto peso relativo de los mercados interior y exteriorpara cada uno de los tipos de vino y su discriminación en los arance-les aduaneros.

La distribución de la producción mundial de vino redujo su concen-tración geográfica a lo largo del siglo XIX: si en 1865-74, Francia, Italia,España y Portugal representaban el 86,5% de la producción mundial,2 en1900-04 se necesitaban más del doble de países para alcanzar ese porcenta-je.3 Un cambio que afectó a las corrientes de comercio internacional delvino, pero no a todos los vinos ni a todas las regiones productoras por igual,pues los vinos encabezados se han vendido hasta fechas recientes en losmercados exteriores en mayor proporción que los vinos comunes.

Por otra parte, en los mercados internacionales del vino, en los quenunca existió una situación de libre comercio, desde mediados del siglo XIX

los aranceles fueron discriminando de manera creciente los vinos encabeza-dos. El período más parecido al comercio libre fueron los años 1831-1860:por entonces, en el principal mercado abastecido de vino desde el exterior—Gran Bretaña—4 se acercaron las tarifas para todos los vinos, cualesquie-ra fueran sus procedencias, y en 1860 se inauguró aparentemente una etapade liberalización del comercio de vinos. Sin embargo, no se debe olvidar queel Arancel Gladstone, de ese año, introdujo la práctica, mantenida hasta laSegunda Guerra Mundial, de la discriminación según graduación alcohóli-ca. Más adelante se reintrodujeron las discriminaciones en favor de los vinosprocedentes de las colonias, y en 1914, también una discriminación, dehecho, en favor del oporto portugués.

Francia mantuvo habitualmente una política arancelaria defensiva, enbeneficio de la producción propia. No obstante, cuando las plagas la redu-jeron, la protección se relajó y permitió, a través de tratados preferencia-

2 Ib., p. 303.3 Pinilla Navarro, Ayuda y Aparicio (1998), apdo. B.4 Ésta puede ser una afirmación discutible desde 1878, cuando Francia pasó a ser el

primer importador, con mucha diferencia, de vino del mundo. Pero, aparte de la distanciacronológica, esa circunstancia se produce si consideramos el comercio Argelia-Franciacomo internacional. Argelia era el primer país en las exportaciones mundiales y Francia enlas importaciones. Interpretando dicha corriente como «interna», la situación cambia radi-calmente (Pan-Montojo y Simpson, 1997, p. 16).

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les, realizar importaciones selectivas desde algunos países para cubrir susdéficits. Esto ocurrió en 1854 con el oídio, y, aunque en 1871 se inició denuevo una tendencia al alza de los aranceles, la filoxera impulsó tratadosespeciales para facilitar la importación de vino o materias primas para sufabricación, como los firmados con España en 1877 y 1882. Sin embargo,pasadas las circunstancias extraordinarias, el Arancel Meline estableció, en1892, un sistema discriminatorio contra los vinos de mayor graduación,principio mantenido, en sucesivas modificaciones arancelarias, hasta laSegunda Guerra Mundial. Por otra parte, el vino argelino, de mesa, estabaexento de derechos de importación y tenía unas tarifas de transporte porterritorio francés ventajosas incluso respecto a los vinos de la metrópoli.5

En un mercado de importancia creciente, pero también de crecienteabastecimiento propio, como el de Estados Unidos, desde los años sesen-ta del XIX hubo altos aranceles a la importación de vino.6 En 1870 el vinofue expresamente excluido de una reducción general de derechos y, desde1875, se estableció una fuerte discriminación arancelaria contra los «vinosfortalecidos».7

c) Por el lado de la demanda: suelen tener mayor capacidad explicativade la evolución de los niveles de consumo de vino los desplazamien-tos de las curvas de preferencia, impulsados por factores sociales y cul-turales, que los cambios en los precios e incluso en la renta.

Un amplio trabajo comparativo de Labys sobre consumo de vino envarios países para el período comprendido entre 1954 y 1971 llegó a lassiguiente conclusiones:

1. En la mayor parte de los países analizados (Francia, Italia,Portugal, España, República Federal de Alemania, Estados

5 Warner (1960), pp. 15 y 80.6 Pan-Montojo y Simpson (1997), p. 16.7 Morilla Critz (1997a), pp. 133-134. Hasta 1863 los derechos fueron entre un 40

y un 50% ad valorem sin discriminación; hasta 1879, una cantidad fija progresiva según elvalor del vino más un 25% del valor; y desde entonces, una escala según graduación alco-hólica, que hacía prácticamente inviable la importación de vinos encabezados y de brandy(Dupuy de Lôme y Vera y López, 1895, pp. 102-104). Entre 1919 y 1933 estuvo com-pletamente cancelada la importación, como consecuencia de la Prohibition.

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8 Labys (1976), p. 34.9 Tapli y Ryan (1969), p. 201.

10 Labys (1976), pp. 35-36.11 Pinilla Navarro, Ayuda y Aparicio (1998), pp. 13-14.12 Golan y Shalit (1993); Oczkowski (1994).

Unidos, Bélgica, Holanda y Australia), el consumo resulta serinelástico a las variaciones de los precios.8

2. Se da una relación inversa entre elasticidad-renta y nivel medio deconsumo de vino. Es decir, cuanto más consumidores resultan serlos países menos incidencia tienen los cambios en la renta de sushabitantes sobre su consumo de vino. Esto confirma una hipótesisformulada anteriormente por Tapli y Ryan.9

3. Hay factores institucionales, entre los que se encuentran el carác-ter nacional, la clase social y la estructura ocupacional, que afectana esas elasticidades.10

Los trabajos recientes de Pinilla, Ayuda y Aparicio para Gran Bretañay Francia en el período 1850-1938, encuentran también una escasa elasti-cidad-precio, pero no la relación inversa de elasticidad-renta y nivel deconsumo, pues descubren una alta elasticidad-renta en Francia y casi nulaen Gran Bretaña. En todo caso, su conclusión es que la diferencia derivade la distinta cultura bebedora de Francia y Gran Bretaña: en el primercaso, el vino era un producto de primera necesidad, en el segundo un bienpoco demandado.11 La disparidad de resultados podría derivar del dife-rente contexto temporal de los estudios, pero los autores fundamentan labaja elasticidad-precio de Francia en la teoría del comportamiento de losbienes de primera necesidad. A salvo de errores de cálculo en ambos tra-bajos, habría que concluir, precisamente, la no validez general —para todotiempo y lugar— de estas conclusiones, es decir, que sobre la relaciónrenta-consumo de vino actúan otros poderosos condicionantes temporalesque pueden incluso invertirla.

La clave de tales condicionantes la podemos deducir de las funcioneshedónicas del precio del vino en California y Australia, calculadas respecti-vamente por Golan y Shalit y por Oczkowski.12 En los dos casos se con-cluye que, por el lado de la demanda, las fuerzas que determinan al preciodel vino son, ante todo, unas percepciones sobre la «calidad» del mismo, la

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consideración de «anticuada» o no de la variedad de uva empleada en sufabricación, la valoración de las condiciones climáticas de la zona de pro-ducción y el tamaño de la empresa productora; las relaciones positivas seguían por la percepción del consumidor de cuál es el vino de «mayor cali-dad», por las «variedades de moda» y por la procedencia del vino de «zonasde clima fresco» y de «pequeños productores».13 En suma, al menos ennuestros días, las preferencias de los consumidores de vino se suelen for-mar por elementos cualitativos dependientes de factores «culturales» y deprestigio que, en general, coinciden más con la imagen, los orígenes geo-gráficos y la estructura del negocio de los vinos de mesa de calidad, quecon la de los generosos.

El modelo de Oczkowski parte de los llamados «bebedores aspiracio-nales» y «nuevos bebedores», que son, en un análisis temporal, los quemejor podrían indicar los cambios de las tendencias del consumo. La con-clusión sobre el resbaladizo concepto de calidad y los otros elementos a élasociados, como determinante de las tendencias del consumo en los últi-mos decenios, está, por otra parte, ampliamente confirmada por numero-sos trabajos.14

3. Hitos en los cambios en el consumo de vinos desde principios del siglo XIX

3.1. Primera mitad del XIX: erosión del predominio de los vinos licorosos

A mediados del siglo XVIII, los vinos que gozaban del prestigio debienes de calidad, deseables por los bebedores, eran los definidos comogenerosos o licorosos, obscuros de color y preferentemente dulces, tipomadeira, oporto y málaga. El siguiente comentario de Tomás deAranguren, en 1784, recoge bien ese favor, que no se manifestaba sóloentre los consumidores de países importadores, quizá forzados a su consu-mo por las dificultades de transporte de otros vinos:

13 Oczkowski (1994), pp. 102-106.14 Ver: Boulet y Huguet (1991); La Via y Basile (1991); Spawton (1991); Cseh y

Kecskés (1991); Piqueras (1993); World Drink Trends 1995.

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Se ha hecho ya tan común el uso de los vinos generosos, que apenas haypersona que no los beba, el niño, el mancebo, la casada, la soltera, la que cría,el colérico, el sanguíneo, el flaco, el pletórico, y en una palabra todos, sin dis-tinción de tiempos, edades y temperamentos, lo beben, y todos se pierden. Hallegado a tal extremo el uso de semejantes vinos, que se hace gala de beberlos.Preséntase una función, y no se tiene por completa, si no se corona con la abun-dancia y variedad de vinos generosos [...]. No fueran tan frecuentes las infla-maciones, las erisipelas, los tabardillos, y otros males, si los hombres reforma-ran estos abusos; pero estoy persuadido de que no se verificará.15

Las razones de ese favor podían ser, en su origen, las exigencias de laslargas y movidas travesías marítimas y los limitados medios de preserva-ción y, de ahí, por efecto demostración, o simple hábito de los bebedores,acabó conformando un patrón de costumbre;16 pero entre finales del sigloXVIII y la segunda década del XIX se sucedieron tres fenómenos que mues-tran, en su conjunto, los cambios ocurridos en las preferencias de los con-sumidores: el madeira y el málaga alcanzaron el máximo histórico de susproducciones y comercio;17 el oporto vio quebrado en 1801 el prolonga-do ascenso que sus exportaciones tenían desde mediados del XVIII;18 y losvinos de Jerez tuvieron una expansión sostenida entre 1815-20 y 1873,19

aunque asociada a un cambio del producto con el fin de satisfacer unanueva demanda.20

En todas las zonas productoras de esos vinos tradicionales hubo modi-ficaciones en la fabricación,21 con el fin de acercarse a los requisitos de unanueva demanda de vinos secos y claros y de menor grado alcohólico, y en

15 Aranguren (1784), pp. 32-33.16 Pan-Montojo y Simpson (1997), pp. 137-138.17 Câmara (1998), p. 125. A diferencia de los otros grandes vinos licorosos tradicio-

nales, el conocimiento cuantitativo de la producción y comercio del vino de Málaga antesde 1849 es muy fragmentario. Para después, el problema principal deriva de la dificultadde distinguir el vino de Málaga propiamente dicho de las partidas de vino salidas por supuerto. Los trabajos más fiables al respecto apuntan a un auge en el siglo XVIII, que alcan-zaría su zenit a fines de dicha centuria, con cantidades ya nunca más logradas y una ten-dencia declinante desde entonces (Jiménez Blanco, 1986, p. 572; Pan-Montojo y Simpson,1997, p. 146; Morilla Critz, 1997b, p. 293).

18 Martins (1990), pp. 85 y 92.19 Huetz de Lemps (1996), p. 7; Simpson (1985), p. 174.20 Maldonado Rosso (1996a), pp. 39-43.21 Para el madeira, ver Câmara (1998), pp. 122 y 123; para el oporto, Martins

(1990), pp. 91 y 94, Pereira (1996), pp. 162 y 226-228, y Wilson (1940), p. 36.

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contra de los vinos tradicionales fuertemente encabezados;22 pero los quemejor se adaptaron —aunque todavía dentro de un escenario general de«vinos licorosos»— fueron algunos fabricantes de Jerez, que empezaron acomienzos del XIX a liberar a sus vinos de la esclavitud de la alta alcoholiza-ción con brandy y a obtener un nuevo producto, más ligero, claro y seco,que se fue llamando fino. Las modificaciones técnicas que ese paso implica-ba se vieron favorecidas, sin duda, por la atomización del negocio. Se exten-dieron, ya desde el XVIII, las mezclas de los vinos para el consumo según laspeticiones de los comerciantes londinenses distribuidores, con el fin de satis-facer a sus clientes y, sobre todo, porque el sistema de soleras, las condicio-nes edafológicas y climáticas y otras circunstancias lo favorecían. El mejorestudioso de este proceso de cambio, Maldonado, ha documentado el des-plazamiento del gusto de las clases emergentes inglesas hacia los vinos «páli-dos y ligeros», paralelamente el nacimiento del «jerez fino» en la segundadécada del XIX.23 La expansión que tuvieron las exportaciones de vino deJerez desde ese momento y hasta 1873 reflejaba, pues, la adaptación del pro-ducto a las exigencias del mercado.

3.2. El prestigio del claret en la segunda mitad del XIX

En la segunda mitad del XIX se detectaba en Gran Bretaña un cambiode preferencias desde los vinos encabezados más o menos dulces haciavinos secos y ligeros, una evolución que beneficiaba a los vinos de Burdeosy Borgoña. Aunque se suelen considerar como puntos de partida del cam-

22 Son numerosos los testimonios que se pueden seleccionar sobre esta nueva ten-dencia. En 1902 Ridley se refería a los cambios de la época de la siguiente manera:

Al principio de la pasada centuria la demanda general era para los vinos ricos yfuertes [...] sherries, oportos y madeiras todavía mantenían la primacía; y de entre elloseran los de más tenor y dulzor los que tenían más favor […] El cambio desde dulces yprofundos a ligeros y secos fue demasiado gradual para ser perceptible. Se aceleró nota-blemente con el Tratado Comercial con Francia (1860) […] Pero el movimiento se puededetectar mucho antes. Fue una fase del firme avance en el modo de vivir con templanzaque resultaba de la mejora en las maneras y en la amplia difusión del conocimiento. (Cit.en Wilson, 1940, pp. 36-37).

Busby se refiere a los ensayos de los vinateros de Málaga en 1831, buscando pro-ducir y exportar vinos secos en lugar de los tradicionales, con el fin de satisfacer la deman-da que en América se estaba creando como consecuencia del avance de la templanza(Morilla Critz, 1997b, pp. 293-294).

23 Maldonado Rosso (1996a), pp. 41-43.

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bio el Tratado Cobden-Chevalier y el Arancel Gladstone de 1860, quefacilitaron el comercio entre Francia y Gran Bretaña e introdujeron unaescala discriminatoria contra los vinos de alto contenido alcohólico, res-pectivamente, lo cierto es que la tendencia de fondo favorable a ese des-plazamiento era ya perceptible en los años cincuenta.24

En la primera mitad del XIX, el claret (procedente de la región de laGironda y exportado por Burdeos) y, en menor medida, otros vinos fran-ceses, como el borgoña y los vinos de Champaña (que habitualmente noeran espumosos) solían componerse y encabezarse. No obstante, entre lasclases superiores francesas y, por su influencia también entre las inglesas,empezaron a ganar favor unos clarets muy diferentes (naturales y sólo oca-sionalmente encabezados); y, en 1855, en la exhibición de París, esos cla-rets de Burdeos obtuvieron notable reputación frente a unos borgoñashabitualmente chaptalizados para incrementar su grado alcohólico.25

Desde entonces, la lista de aquellos clarets de la exhibición, conocida como«Classification des grandes Vins du Médoc»,26 fue el catecismo del buengusto en el vino. Su influencia se extendió a otros vinos también de añada,que buscaron ser secos y ligeros, como muestra la evolución de los deChampaña.27 Las vías de difusión del nuevo producto fueron lentas peroprofundas, pues todos los análisis que se han realizado sobre el efecto deltratado y el arancel citados apuntan a los pobres resultados de los mismosa corto plazo; y, con el tiempo, los signos de ese cambio no se circunscri-bieron solamente a Gran Bretaña.28

Del cambio se beneficiaron con el tiempo todos los países capacesde producir vinos similares a los clarets, favorecidos adicionalmente conla filoxera en Francia (1875-1891). Por ejemplo, las importaciones france-sas de vino común español subieron desde los 20,8 millones de hL en1857-61, a 80,9 en 1870-74, y las de Portugal de 491.000 hL en 1865-69—un 25% del total de sus exportaciones de vino— a 2,67 millones de hLa principios del nuevo siglo —un 66%.29

24 Wilson (1940), p. 37.25 Lichine (1958), pp. 18-19.26 Simon (1955), p. 63.27 Ib. pp., 122-127.28 Wilson (1940), p. 41.29 Pan-Montojo (1994), p. 99; Martins (1990), pp. 221-222 y 229.

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22 Visiones generales

La otra cara de la moneda era, no obstante, lo que ocurría con losvinos de alta graduación tradicionales. Las cifras de producción y exporta-ción no parecen indicar, en principio, un único modelo de evolución,pues, por un lado, los vinos de Jerez registraron una marcada tendenciadepresiva desde 1873, con lo que se unían al grupo de los madeira, mála-ga y marsala, que siguieron arrastrando la que ya traían de antes; pero, porotro, el oporto mostró una expansión hasta 1886.30 Muchos observadoresconsideran que lo ocurrido con el jerez constituye el paradigma del cambio:

La práctica de fumar después de cenar, a finales del siglo, empezó su insi-dioso ataque al gentil arte de beber vino y los salones, el teatro, y las salas deconciertos se convirtieron en poderosas atracciones competidoras. El sherrydejó de estar en boga como bebida del lunch y como un hospitalario vino queofrecer a los visitantes y cedió su puesto al té de la tarde.31

Sin embargo, el oporto no escapaba tampoco al progresivo rechazo delos vinos fortalecidos. Según Conceiçao Martins, las ventas de oporto,aunque siguieron creciendo, perdieron posiciones de forma notable en elmontante total de las de vino portugués.32 Es decir, que si bien no llegó amanifestarse una caída tan clara como en el caso del jerez, sí que se pro-dujo una reducción del consumo per cápita hasta 1876, y, desde entonces,su reducción sería superior a la media que registraban todos los vinos.Dicha autora considera, pues, que el período de 1865-1919 fue de estan-camiento y marasmo para el comercio del oporto.33

De hecho, lo que ocurría en el mercado del oporto era un proceso dediversificación en busca de un producto que se adecuara a las nuevas exi-gencias de la demanda. Ello añade una nota de incertidumbre a la abun-dante información sobre la competencia que entonces hacían los «opor-tos» no portugueses (Hamburgo, Tarragona, El Cabo, etc.) y la adultera-ción del de Portugal, pues pueden interpretarse como intentos de satisfa-cer a los demandantes del producto de siempre, y también como unaadaptación a nuevas preferencias. Por nuestra parte, nos inclinamos por la

30 Pan-Montojo y Simpson (1997); Câmara (1998), p. 135.31 Wilson (1940), p. 41.32 Martins (1990), p. 108.33 Ib., p. 170.

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segunda opción, ya que algunos observadores consideraban que el oportode Portugal se «adulteraba» siguiendo la tendencia marcada por otros paratriunfar en el mercado. William Trod, analizando la expansión entre losaños sesenta del XIX y la Primera Guerra Mundial, dudaba de la fiabilidadde unas cifras excelentes, que no correspondían a los críticos análisis quese hacían de la situación, y decía: «La radical insatisfacción con los datosprocede del hecho de que las estadísticas de importación tienen en cuentasólo la cantidad, no la calidad». Haciéndose eco de la opinión de los res-ponsables de la firma Gilbey’s concluía que una de las causas de incremen-tos posteriores era «la creciente importación de vinos poco gravados y debaja graduación que son oportos sólo por definición, no por auténtica tra-dición».34

Dos hechos ayudaron a incrementar la incertidumbre sobre el pro-ducto que se exportaba desde Portugal bajo el nombre de oporto. Uno,como en Málaga (ver nota 5), que la filoxera en Francia y en la zona delDuero facilitó, entre finales de los años setenta y principios de los noven-ta, la salida de mucho «vino de Oporto» con destino a Francia para com-poner vinos; y, para obtener tales «vinos de Oporto», se recurrió a mos-tos comunes de la región del Duero y a vinos del sur de Portugal.35 Elotro fue que, desde 1865, se liberalizó la producción y comercializacióndel oporto36 y se permitió que desde ese puerto saliera cualquier tipo devino. Esas circunstancias facilitaron las mezclas, las falsificaciones y lasconfusiones, pero éstas derivaban, en última instancia, de los intentos delos exportadores de adaptar el vino a los gustos y las exigencias arancela-rias de los mercados y de afrontar la concurrencia de los falsos port wines,pues «los mercados europeos, decían, preferían vinos con menor gradua-ción alcohólica».37

34 Trod (1926), pp. 89-90.35 Martins (1990), pp. 110-111.36 En tal año se abolió la zona de demarcación vitícola de la que podían proceder

los mostos para la fabricación de oporto, y se restauró la libertad de comercio y produc-ción de vino en la zona. Al mismo tiempo, se abrió la barra del Duero a la exportaciónde todos los vinos del país. La Companhia Geral da Agricultura das Vinhas do AltoDouro (controladora de la producción y monopolio de comercialización) perdería losprivilegios y, cambiando su nombre por el de Companhia Vela funcionaría como com-pañía privada.

37 Martins (1990), pp. 108-109 y 144, notas 106 y 170.

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24 Visiones generales

A través de la adaptación del oporto a la demanda de vino más lige-ro, se logró que este vino mantuviera en el mercado una posición más airo-sa que la de otros vinos licorosos tradicionales y compensara así la caídacontinuada de sus precios, aunque también tuvo importancia el incre-mento de las exportaciones a Brasil, debido al acceso al consumo deartículos tradicionales considerados de lujo por una clientela de «nuevosricos»:38 este expansivo mercado contribuye a explicar la paradoja del cre-cimiento de las cifras de exportación de un producto que estaba pasandode moda en los mercados más esnobs. Finalmente, otra consideración atener en cuenta es que, cuando las importaciones de «oporto de Portugal»crecían en Gran Bretaña, las de otros lugares disminuían.39

Como en la etapa anterior, hubo también intentos de adaptación detodos los vinos encabezados a las nuevas demandas del mercado. En Jerez,los vinateros procuraron fabricar un claret que imitara al francés.40 EnMálaga también hubo proyectos aislados;41 en Sicilia, al menos elucubra-ciones en el sentido de adaptar sus marsalas;42 y en Madeira se intensificóel interés por la producción de los llamados «cheap light Madeira» ya ini-ciada en los años cuarenta.43 Estos proyectos no dieron grandes resultadosa largo plazo; sin lugar a dudas, las condiciones climáticas imponían seriaslimitaciones a una enología todavía incipiente. De todas formas, la reduc-ción del grado alcohólico se manifestó en todos los tradicionales vinos for-talecidos.44

Llegaría, finalmente, un momento en el que también se manifestaransignos de debilidad en el consumo y comercio de los clarets,45 pero la cri-sis de los vinos de Burdeos no significaba automáticamente todavía la deotros similares. Los vinos de mesa de otras partes de Francia —principal-

38 Ib., p. 109.39 Wilson (1940), p. 43.40 Núñez Romero (1989), p. 102.41 Garijo (1985), pp. 209-213.42 Cónsul de Gran Bretaña, Stigand, en Palermo: «Report of the Wine produce of

Sicily», BCR. Miscelaneous Series, n.º 143, agosto de 1889, pp. 5 y 37.43 Câmara (1998), p. 131.44 Para el jerez, ver BCR 1887, LXXXVI, 49; para el madeira, Câmara (1998), pp.

131-132; para el málaga, Garijo (1985), p. 212.45 Pijassou (1978), p. 872; Waugh (1957), p. 41.

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mente los del Mediodía—,46 de España —sobre todo los rioja—,47 dePortugal —de la región del Duero y del Sur—48 y de otras partes delmundo,49 satisfarían una demanda firme,50 hasta que se entró en una nuevaetapa entre 1880 y 1890, caracterizada por una reducción generalizada delconsumo de vino.51

46 Las exportaciones de vino de Burdeos a Gran Bretaña comenzaron a descender en1882 (BCR, Bordeaux, 1894, LXXXVI, 23), mientras que las de Francia en su conjunto semantuvieron en una media similar al decenio de los años ochenta hasta 1890 (Degrully,1910, p. 338).

47 Las exportaciones de vino español común a Gran Bretaña, crecieron hasta finalesde los años ochenta (Pan-Montojo, 1994, p. 153; BCR).

48 Las exportaciones a Gran Bretaña de otros vinos distintos al oporto crecieron hastafinales del siglo XIX (Martins, 1990, p. 261).

49 Las importaciones en Gran Bretaña de vinos procedentes de Australia y África delSur siguieron creciendo hasta 1911-15 (Wilson, 1940, pp. 41 y 43).

50 Si a la cantidad total de vino retenido en Gran Bretaña para consumo interior, lerestamos la de los vinos españoles y portugueses (principalmente jerez y oporto), las canti-dades resultantes para el período 1876-1899 muestran una estabilidad que contrasta conla caída de las cantidades totales (Wilson, 1940, p. 366).

51 Conviene destacar que, desde finales de los años setenta del XIX, los países másbebedores fueron llegando al máximo histórico de consumo per cápita de vino, y los demáspaíses a un punto no alcanzado de nuevo hasta tiempos muy recientes. Dicha inflexión esuna auténtica ruptura. La cronología de esos puntos máximos históricos (H) o temporales(T) fue la siguiente:

Fines década 1870-1900:– Gran Bretaña (T)– Holanda (T)– Alemania (T)– Austria (T)– Dinamarca (T)

1900-1912:– Suiza (H)– Portugal (H)– Italia (H)– Estados Unidos (T)

1912-1925:– Francia (H)– España (H)– Bélgica (T)– Hungría (H)

Ver: ICB, 1885-1909; Ayuda, Aparicio y Pinilla (1998), p. 5; AESCA, tabla 2; Wilson (1940), pp.332-333; Piqueras (1993), p. 97.

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26 Visiones generales

Un último elemento a considerar sobre las modas en este período, fuela sustitución del vino por el whisky en ciertas ocasiones;52 pero esa susti-tución estuvo asociada a una forma más moderada de consumir las bebi-das espirituosas, pues se produjo un desplazamiento desde los fuertesbrandis al whisky y, dentro de éste, desde el irlandés al scotch con soda. Lafabricación del whisky escocés también varió, al pasarse de la utilizaciónde la malta como única materia prima —que daba whiskis de alta gradua-ción y fuerte color— a una mezcla de granos para obtener una bebida másligera.53 La búsqueda, pues, de bebidas alcohólicas ligeras, naturales, cla-ras y de menor grado alcohólico, fue un rasgo característico de esta época,siendo lo ocurrido en los vinos un caso más de la tendencia general.

3.3. Los años de la templanza: de finales del XIX

a la Segunda Guerra Mundial

Desde la llegada progresiva de todos los países a máximos históricosde consumo de vino per cápita después de los años ochenta del XIX (vernota 16), la tendencia general del consumo fue a la baja hasta finales de laSegunda Guerra Mundial;54 al mismo tiempo, se agudizó el rechazo hacialas bebidas más espirituosas; entre los connoisseurs y los nuevos bebedores

52 Pijassou (1978), p. 826; Waugh (1957), p. 41; Trod (1926), p. 89.53 Waugh (1957), pp. 41-43.54 Dentro de esa tendencia declinante hubo, sin embargo, oscilaciones diferentes

entre los países tradicionalmente productores de vino y los que eran mayoritariamenteimportadores. En los segundos se registra una caída sostenida hasta la Gran Guerra, mien-tras que la producción se mantuvo en los primeros, en donde, no obstante, caería tambiéndiez años más tarde. Pero hay que tener en cuenta que el consumo en los productores devino es aparente y, por tanto, incluye las cantidades no vendidas por descenso de las expor-taciones. Este hecho resulta corroborado por la notable depreciación del vino que se observaentonces y por las frecuentes manifestaciones de disparidad entre consumo real y aparente.Con respecto a España, Pan-Montojo nos habla de cómo a la debilidad de la demandaexterior en los primeros años del siglo XX, se une la tendencia a la saturación del mercadointerior, tanto de todos los vinos como de los nuevos tipos (Pan-Montojo, 1994, pp. 365y 379). Por su parte, Warner planteaba en 1960 el incremento del consumo de vino percápita en Francia como algo estadísticamente ligado a la producción no vendida que que-daba en manos de los viticultores, pues el incremento de las cantidades sometidas aimpuestos (es decir, aquellas sobre las que se puede pensar se manifiesta la demanda efec-tiva) fue muy pequeño desde 1900 (Warner, 1960, p. 75).

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se puso de manifiesto un creciente interés por los vinos de carácter natu-ral, de bajo grado alcohólico y de calidad; y en los países que hasta enton-ces habían sido poco bebedores de vino se recuperó el consumo de vinosencabezados.

En conjunto, estos elementos señalaron el principio de un largo pro-ceso de convergencia en los hábitos de consumo de bebidas alcohólicas entodos los países, pues los que tradicionalmente eran grandes consumido-res de vino (Francia, Italia, España, Portugal) dejaron atrás sus nivelesmáximos de consumo, lo que significaba también una reducción de laingesta total de alcohol. En los demás, aun cuando en esos años se reduje-ra también el consumo de alcohol, el vino empezó a sustituir, en parte, abebidas más licorosas.55

Estos cambios apuntan a factores que, a nuestro juicio, estuvieronrelacionados con los siguientes fenómenos extraeconómicos que a vecesactuaron compensándose unos a otros: a) el movimiento antialcohólico, b)la Primera Guerra Mundial y c) las políticas preferenciales en los merca-dos internacionales. En el caso concreto de la tendencia a la reducción delconsumo, la hipótesis de que ésta pudiera estar relacionada con la crisis delos años treinta no se ve avalada por los datos y comentarios al respecto.56

55 La Via y Basile (1991), p. 10; Labys (1976), p. 35; Lirón (1996); Wilson (1940),pp. 44-46, 77-78 y 339-355; Shear (1935), pp. 83-85.

56 En Gran Bretaña, donde el vino no estaba sometida por entonces a restricciones arti-ficiales (como era el caso de Estados Unidos), el montante total del consumo se mantuvo casial mismo nivel entre 1928 y 1939 (Wilson, 1940, p. 8; Briggs, 1985, p. 99), e igualmente entérminos per cápita (Wilson, 1940, p. 334). El Imperial Economic Committee británicoexpresaba en 1932, no sin sorpresa, que, a diferencia de los vinos ligeros y los espumosos, quereflejan una ligera caída en esos años, «la conexión entre depresión económica y de la rentaen los vinos encabezados no es tan clara como en los espumosos y ligeros, porque en 1929-30 se embarcó y distribuyó una considerable cantidad de Vintage Port de 1927» (ImperialEconomic Committee, 1932, p. 24). Asa Briggs, por otra parte, señala que la crisis afectó alconsumo de algunos vinos (vintage port y champaña), pero que el de otros, como el sherry,creció (Briggs, 1985, p. 102).

En Francia, el consumo aparente se incrementaba, lo que podía ser el resultado dela caída de las exportaciones (Bulletin International du Vin, 1936, n.º 99, pp. 9 y 11). Pero,al mismo tiempo, se incrementaron sus importaciones, de tal modo que las exportacionestotales mundiales apenas registraron la crisis general del comercio (Pan-Montojo ySimpson, 1988, p. 8), salvo en lo que atañe a la modificación de la dirección de los flujos.Por ejemplo, en esos años Gran Bretaña aumentó sobre todo sus compras de vinos de losdominios imperiales (Wilson, 1940, p. 363; Imperial Economic Committee, 1932, p. 20).

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28 Visiones generales

La lucha contra el consumo de alcohol es un tema característico de lahistoria social de este período. En Europa alcanzó su máxima intensidadantes de la Primera Guerra Mundial, mientras que en Estados Unidos llegócon fuerza hasta los años treinta. El movimiento a favor de la moderaciónen el beber, o templanza, se manifestaba ya en el primer tercio del XIX enpaíses consumidores de licores y cerveza, como los escandinavos, GranBretaña y Estados Unidos,57 asociado a la preocupación por la moral y pro-ductividad de las clases trabajadoras, y, poco a poco, iría recibiendo el res-paldo de la comunidad científica; pero ya en los años setenta se empezó amanifestar en algunos lugares, como los países escandinavos, en forma deprogramas radicalmente «prohibicionistas».58 Hasta entonces el vino gene-ralmente no había sido una bebida mal vista por los defensores de la tem-planza; sin embargo, la creciente manipulación artificial en su fabricacióndesde mediados de siglo coadyuvó a la prevención contra su consumo.

La medida más extrema contra el consumo de alcohol, incluido elvino, fue la prohibición en Estados Unidos, en 1919, de la fabricaciónpara el mercado y la comercialización de las bebidas alcohólicas (laProhibition), pero en todos los países se dictaron medidas fiscales, sanita-rias y de orden público, que pretendían limitar su consumo. La fuerza delmovimiento contra el alcohol se comprueba, en particular, por el hecho deque se desarrollara incluso en los principales países productores de vino.Así, la Academia de Medicina de Francia denunciaba por primera vez en1872 los peligros del alcohol,59 e, impulsada por profesores de dicha ins-titución, se fundó el mismo año la primera asociación antialcohólica delpaís (Société Française de Temperance), que, tras tener muchas imitado-ras, dio lugar en 1892 a la Ligue National contre l’Alcoolisme. Al princi-pio este movimiento se dirigía solamente contra las bebidas espirituosas y

57 En Gran Bretaña, respondiendo a la preocupación social que estaba naciendo, laCámara de los Comunes creó en 1834 un Comité Selectivo, presidido por James SilkBuckingham, para «investigar la extensión, causas y consecuencias de la falta de templan-za entre las clases trabajadoras del Reino Unido» (Wilson, 1940, p. 148). En EstadosUnidos, en 1838, la Massachusetts Society for the Supression of Intemperance, que era unaasociación surgida de una corriente de preocupación por el tema que se remonta a princi-pios de los treinta, obtuvo el primer triunfo legislativo al prohibirse en el estado la venta alpor menor de licores y su exposición al público (Pinney, 1989, p. 428)

58 Pinney (1989), pp. 429-430.59 Devance (1984), p. 197.

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en favor de los vinos naturales, sidra, cerveza, café y té, pero se fue diver-sificando con la aparición de más asociaciones, incluidas las que preconi-zaban la abstención total, que eran muy populares entre las organizacionesobreras y feministas. A principios del siglo XX, estas organizaciones, dise-minadas por todo el país, contaban con cincuenta mil afiliados, habiendosurgido también un grupo antialcohol en el Parlamento.60

Al igual que en los países anglosajones, en Francia el movimientoinfluyó en la promulgación de una legislación reguladora del negocio debebidas, en el establecimiento de la discriminación arancelaria y fiscal con-tra las bebidas de mayor grado alcohólico y en la beligerancia estatal contrala cultura de la bebida, a través de la educación en las escuelas públicas. Enotros países de tradición vinícola, también se extendió el fenómeno desatanización de las bebidas alcohólicas. Así, por ejemplo, en Portugal,Cincinnato da Costa se quejaba en 1935 de una «guerra al vino» queempezaba en los textos oficiales de las escuelas primarias y seguía con lalimitación de las licencias de apertura de establecimientos expendedores devino.61

Es difícil delimitar las consecuencias concretas de este ambientesocial, intelectual y político sobre el consumo de vino. Pero no cabe dudade que tuvo un efecto disuasorio frente a las bebidas más alcohólicas, enun momento en que, como recoge Wilson para Inglaterra, se registrabancifras menores de consumo de alcohol, pero no tanto porque aumentara elnúmero de abstemios totales como porque lo hacía el de bebedores extre-madamente moderados.62 En Estados Unidos, cuya sociedad se vería pocoafectada por la Primera Guerra Mundial en comparación con GranBretaña y Francia, los efectos del movimiento antialcohólico se puedenobservar al margen de aquélla: desde 1912 se produjo un desplazamientoa favor de los vinos encabezados y contra las bebidas espirituosas, que,como muestran las cifras de Shear y Pearce, significaba una notable caídaen el total de alcohol ingerido.63 El período de la Prohibition (1919-1933)no desbarató esta tendencia ni su composición, pues, tras ella, alcanzaron

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60 Ib., pp. 198-200.61 Costa (1935), pp. 24-25.62 Wilson (1940), p. 11.63 Shear y Pearce (1934), tablas 4 y 7.

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mayor popularidad que nunca los vinos encabezados en Estados Unidos.Pinney lo interpreta como una «corrupción del gusto» generada por laprohibición, ya que, mientras estuvo en vigor, dichos vinos, al ser fácilesde producir de forma particular y fraudulenta, habían sido consumidoscomo sustitutivos de los licores.64

Por el contrario, en las sociedades más afectadas por la Primera Gue-rra Mundial, dicha circunstancia facilitó la liquidación de las tendenciasobsesivas contra el alcohol, y en los países cuyos ciudadanos no habíansido hasta entonces grandes bebedores de vino se produjo un «efecto esca-lón» hacia arriba en el consumo.

En Francia, hasta 1916, año en que la Ley Ribot estableció el mono-polio estatal sobre los alcoholes y fuertes impuestos sobre todas las bebidasalcohólicas y suprimió el privilegio de los bouilleurs de cru,65 el movimien-to antialcohólico parecía imparable. Pero paralelamente se estaba desarro-llando en la prensa, con notable apoyo popular, una campaña a favor de ladistribución de vino a los soldados, que consiguió elevar en tres ocasioneslas raciones que recibían.66 También se terminó con el mal ambiente quehabía contra los productores y comerciantes de bebidas alcohólicas, de talmodo que, tras la guerra, se inauguraría en el plano legislativo una etapade libertad, con una política, en todo caso, de discriminación positiva delvino («producto nacional») frente a otras bebidas alcohólicas, e inclusocontra el agua mineral. En ese contexto, se restableció en 1919 el privile-gio de los bouilleurs de cru.67

En Gran Bretaña, el vino se convirtió durante la guerra en bebida delas clases populares, lo que, según Briggs, tenía relación con la elasticidadde la oferta de la viticultura, cuya producción no entraba en contradiccióncon la de los cereales y otros artículos básicos en la alimentación, que, porel contrario, eran materia prima para la obtención de cerveza y licores.68

En tales circunstancias, los vinos de mayor graduación procedentes de

30 Visiones generales

64 Pinney (1989), pp. 438-441.65 Producción doméstica, exenta de impuestos.66 Warner (1960), p. 67.67 Devance (1984), p. 206.68 Briggs (1985), p. 97. Waugh (1957, p. 82) considera, además, que la baja calidad

de la cerveza y la falta de licores, unidas a la experiencia de los jóvenes soldados en Franciay Alemania, llevaron al pueblo inglés a volver su mirada hacia el vino.

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Australia y África del Sur, y el fabricado en Gran Bretaña con mostos,pasas y alcoholes no etílicos (el red biddy), cubrieron gran parte de lademanda de bebidas alcohólicas.69 Es interesante observar que el movi-miento antialcohólico llegó a su fin cuando la guerra modificó la políticade abastos, al utilizarse el consumo de bebidas alcohólicas como una vál-vula de escape de la población.

Con respecto al tercer elemento condicionante de los tipos de vinoconsumidos en esta época —la política arancelaria—, las medidas queinterfirieron de forma más discriminatoria en sus mercados fueron las queadoptó Gran Bretaña a favor, en un caso, del oporto portugués y, en otro,a favor de los vinos de sus colonias y dominios. Por los tratados de 1914y 1916, por primera vez en la historia, un país se comprometía a garanti-zar en su territorio la utilización de la denominación de origen de unosvinos de otro, pues los nombres port y madeira quedaron desde entoncesreservados en Gran Bretaña a los correspondientes vinos portugueses.70

Por las leyes de Preferencia Imperial de 1925 y 1927, se establecía unaescala alcohólica discriminatoria a favor de los vinos de los dominios bri-tánicos (en la práctica, de Australia, Nueva Zelanda y África del Sur): losvinos de mayor graduación de esas áreas pagarían derechos correspon-dientes a menores graduaciones de otros lugares.71

Los tratados con Portugal incidieron, sin duda, en la recuperaciónque manifiestan las cifras de importación de oporto en Gran Bretaña entreel comienzo de la guerra y 1927, pero ahí se acabó la recuperación, coin-cidiendo con el arranque del crecimiento de las importaciones de vinosprocedentes del Imperio.72 Estos vinos eran, en gran medida, del tipo delos generosos, cuyo consumo crecía, como hemos expuesto, sustituyendoa los licores en los años cercanos a la guerra, y, sobre todo, sustituyendotambién a los oporto y dulces en general, porque pronto se volvió a las ten-dencias de la templanza que venían de atrás.73

69 Wilson (1940), pp. 44 y 78.70 Imperial Economic Committee (1932), p. 62.71 Ib. (1932), pp. 21-22.72 Ib. (1932), p. 21.73 Gollanez (ed.) (1931), p. 159.

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32 Visiones generales

Si consideramos en conjunto lo ocurrido con estos tres condicionantesen dicha época (movimiento antialcohólico, guerra y política comercial dis-criminatoria), comprenderemos mejor los comentarios de observadorescontemporáneos sobre lo que ocurría con las preferencias de los consumi-dores en cuanto al vino. Por una parte, dominaba el convencimiento de lacontinuación de las tendencias a favor de los vinos de carácter natural, debajo grado y de calidad. Eso se expresaba a veces en el rechazo de los vinta-ge port, o los borgoñas, en la recuperación del interés por los clarets y en lamoda de los vinos alemanes,74 que se vinculaba a la imitación de los tradi-cionales gustos de los connoisseurs por parte de unos nuevos bebedoresdeseosos de emular el «buen gusto» establecido. Estas preferencias induje-ron a los fabricantes de vinos de las nuevas zonas vinícolas del mundo a diri-girse cada vez más hacia los vinos de mesa de calidad y «naturales», muchasveces «varietales», introduciendo así en el mercado británico los riesling,moselas y champañas sudafricanos, o las variedades de tintos australianos.75

En segundo lugar, hubo, en determinados momentos, coyunturalesrecuperaciones del consumo de los vinos encabezados más estandarizados(oporto y jerez), al sustituir a unos licores en declive. Esos vinos fueronentonces consumidos, sobre todo, por nuevos bebedores.76 Pero, al mismotiempo, cuando se alejaron las grandes turbulencias de la guerra, continuóla tendencia hacia la disminución del grado alcohólico de tales vinos, quehemos ido observando desde principios del XIX.77 Fue, sin duda, la con-junción de este fenómeno con el desplazamiento de bebedores de licores avinos de alta graduación la base de la recuperación del consumo de jerezen los años treinta,78 que coincide con las referencias a que los licores seveían desplazados por el sherry party.79

74 Waugh (1957), pp. 83-85.75 Imperial Economic Committee (1932), p. 25.76 Briggs (1985), p. 100; Martins (1990), p. 22.77 Los vinos de oporto redujeron sustancialmente en esos años su graduación.

Oficialmente, el mínimo pasaría de 18,5 a 16,5 grados, y se autorizó, además, la salida porla barra del Duero de vinos de oporto y licorosos con menos de 14 grados. ConceiçaoMartins (1990, p. 119) considera abiertamente que, aparte de los precios, este vino encon-traba dificultades de comercialización por su alta graduación; y el distribuidor de vinos deGran Bretaña, Gilbey, constata el mismo fenómeno de reducción del grado alcohólico(Trod, 1926, p. 94).

78 Huetz de Lemps (1996), p. 113.79 Briggs (1985), p. 103.

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Cambios en las preferencias de los consumidores de vino… 33

En tercer lugar, hubo un notable alejamiento entre las cifras de con-sumo de vinos tradicionales determinados (por ejemplo, oporto, jerez,espumosos, clarets, etc.) y las cifras reales de vinos de sus características, loque era consecuencia de la sustitución de los primeros por productos máso menos similares de otros lugares, como los dominios británicos. Esta cir-cunstancia puede confundir los juicios sobre las preferencias de los consu-midores por unos u otros tipos de vinos, pues con un criterio nominalistaes difícil dirimir si los consumidores estaban dejando de preferir un tipode vino (por ejemplo, burdeos, rioja, chianti u oporto) o simplementeestaban bebiendo lo mismo de otro sitio.

3.4. Convergencia y homogeneización, 1945-2000

Desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, se han conso-lidado los rasgos más destacables de las tendencias en el consumo de vinosque se apuntaban ya en el período interbélico: a) reducción del consumoglobal medio per cápita, que se corresponde también con una reduccióndel total de bebidas alcohólicas; b) progresiva convergencia de las cantida-des per cápita consumidas en todos los países, y de su distribución entrelas diferentes bebidas alcohólicas; y c) homogeneización de las preferenciasde los consumidores de cualquier país, en torno a vinos ligeros, poco alco-hólicos, secos y naturales. Esta tendencia va ligada a una demanda cada vezmás marcada de calidad.80

El descenso del consumo medio mundial per cápita, tendencia apenasmatizada por una leve recuperación entre 1950 y 1970, aproximadamente,es el resultado de la prolongación de la caída experimentada en los paísestradicionalmente bebedores de vino a finales del XIX, que no compensó latendencia al crecimiento del consumo de los países poco bebedores inicia-da en el período interbélico.81 Desde los años ochenta, estos movimientos

80 Ver: Labys (1976), pp. 34-35; Oczkowski (1994), pp. 98-99; Guichard (1996), p.150; Piqueras (1993), p. 103; (1997b), pp. 123-125; Arroyo (1993), pp. 245-246; Sorbiniy Geughini (1991), p. 140; White (1991), p. 166; Genty (1996), p. 124.

81 Como ejemplo de lo ocurrido en los años inmediatamente siguientes a la guerraen los países «poco bebedores de vino», en Gran Bretaña (que había tenido una leve reduc-ción durante el conflicto) se empezó a recuperar el consumo nada más finalizar aquélla,alcanzando en 1959 nuevamente el nivel de 1940 (Briggs, 1985, pp. 152 y 158); enEstados Unidos el consumo creció durante la guerra, pasando de 0,68 galones per cápita

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han conformado también una tendencia depresiva del consumo, más acu-sada que la paralela contracción de la producción mundial, por lo que seaprecia un sesgo depresivo general en el mercado del vino.

La convergencia, además de por lo anterior, se manifiesta, por unaparte, en la reducción de la varianza de los datos del consumo de vino percápita de los veinticinco países más bebedores (incluyendo Europa,América y Oceanía) en los últimos treinta años;82 y, por otra, en que eltriángulo de distribución de bebidas alcohólicas muestra la evoluciónhomogeneizadora de las cantidades relativas de cerveza, licores y vinos, entodos los países, en 40, 20 y 40%, respectivamente.83

El tercer rasgo de la evolución del consumo (homogeneización en laspreferencias de vinos) se suele expresar sintéticamente por los especialistasen términos de un desplazamiento a favor de los «vinos de calidad».84 Enprincipio, según la definición de la AFNOR (norma 50-109), calidad es la«aptitud de un producto o de un servicio para satisfacer las necesidades delos usuarios», pero la satisfacción de los usuarios aplicada al vino consiste en

34 Visiones generales

en 1940 a un galón en 1946 (datos del Wine Institute, Industry Statistics, 1934-1997, SanFrancisco), y el fenómeno se asoció en la época a su consideración de «impulsor de lamoral», a los cambios en la redistribución de la renta generados durante el conflicto a favorde «gente nueva», perceptora de salarios públicos o privados ligados a la producción de gue-rra y su administración, y, también a la influencia de las costumbres continentales europeas,en especial francesas, sobre los soldados americanos (American Wine Merchant, 1943, p. 7;Reinitz, 1943, p. 13; American Wine Merchant, 1944, p. 35). En el año 1947 hubo unacaída del consumo, pero desde entonces se inició una recuperación sostenida (WineInstitute, 1998).

Con respecto a los tradicionales países bebedores de vino, en Francia, en la que elconsumo se hundió durante la guerra, la recuperación coyuntural posterior, en los añoscincuenta y sesenta, no alcanzó ya los niveles prebélicos; en Italia y Portugal, sólo en ladécada de 1950 se volvieron a obtener unas cifras de consumo comparables a las de los añostreinta, para reducirse rápidamente desde entonces. En España, con una recuperación máslenta pero más prolongada, en el punto máximo de la misma, 1975, únicamente se logróel nivel inmediatamente anterior al de la Guerra Civil, que era ya bastante inferior al dediez años antes; desde entonces la caída ha sido aún más intensa que en los otros países.Las conclusiones para estos cuatro estados son, con todo, provisionales ante la falta dedatos fiables para las décadas de 1930 y 1940. Las cifras anteriores a 1936 se han elabora-do mediante cálculos indirectos; las posteriores provienen de Piqueras (1993, p. 97); las delperíodo intermedio se basan en información cualitativa extraída de Xandri Tagüeña(1954), Warner (1960), La Rotonda (1952) y Martins (1990).

82 Boulet y Huguet (1991), p. 192.83 Spawton (1991), p. 286.84 Johnson (1990), p. 1, n. 3.

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su adecuación a los ritos de vida de las clases medias profesionales de lospaíses desarrollados, que es el segmento de población en el que se ha idorefugiando el consumo de vino. Esos grupos demandan unos tipos devinos cada vez de menor graduación, más frescos, más jóvenes, productode una elaboración «más esmerada» y con otra presentación.85 En Europa,la «denominación de origen» suele ser una imagen pasajera de calidad, quesólo se consolida cuando sus cualidades coinciden con esa tipología.

Las tres características, en su conjunto, conforman un ideal de mode-ración en la cantidad y el contenido y una globalización de ese ideal que,en el largo plazo, significa el desarrollo, permitido por la tecnología, deunas preferencias que se empezaron a abrir paso desde principios del XIX,aunque definidas en cada época de una forma nominalmente diferente,por vinos cada vez menos alcohólicos, menos azucarados y con menos adi-tamentos; en definitiva, sobre todo, contra los vinos que hemos llamadolicorosos o encabezados con aguardiente o alcohol. Ya en la Inglaterra pos-terior a la Segunda Guerra Mundial, los gustos por esos vinos se refugia-ron en las clases inferiores y en las clases altas tradicionales, mientras quelos miembros de las nuevas clases medias eran los artífices del consumoespectacular que empezaban a experimentar los vinos ligeros.86 En cual-quier caso, la agudización de los rasgos asociados a calidad, como yavimos, ha ido desde hace tiempo contra las características más señaladas delos vinos encabezados. En el final de esta evolución, desde los años ochen-ta del siglo XX, el consumo de los «vinos de licor» ha descendido en un37%, mientas que el de los otros ha aumentado.87 Fuera de Europa, estosvinos nunca han sido considerados artículos nobles, sino productos inevi-tables cuando había dificultades para obtener algo mejor, o la consecuen-cia del gusto poco refinado de los consumidores.88

Hay quienes opinan que la tendencia homogeneizadora tiene, proba-blemente, causas diferentes según los países,89 y quienes consideran que es

Cambios en las preferencias de los consumidores de vino… 35

85 Arroyo (1993), pp. 245-246; Moulton (1984), p. 403; Plichon (1996), p. 131.86 Briggs (1985), p. 157.87 Huetz de Lemps (1996), p. 120.88 Olmstead y Rhode (1995), p. 9; American Wine Merchant (1946).89 White (1991), pp. 165-166.

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36 Visiones generales

el resultado un proceso de difusión entre Europa y Estados Unidos, aun-que se duda del sentido de la misma;90 pero, dado que lo determinanteestá siendo el peso de los nuevos bebedores,91 se comprende que las modasen el consumo de vinos desde los años sesenta han surgido, en particu-lar, en lugares tradicionalmente poco bebedores de vino, como Californiay Australia, donde los recién llegados, sin el peso de la tradición de loshabitantes de los países mediterrános —que asociaban el vino a los bienesde primera necesidad—, hacen de su bebida un signo de distinción social.Como corolario, es en esos lugares donde hoy la experimentación viníco-la avanza más rápidamente.92

En el caso concreto de los vinos todavía herederos de los licorosos tra-dicionales, han sido sobre todo los cambios en su elaboración, cuando sehan llevado a cabo, los que han permitido que algunos tipos hayan llega-do a nosotros, transformados pero con una presencia no meramente«arqueológica». Para ello, en línea con las tendencias básicas del consumo,sus fabricantes han procurado en los últimos tiempos reducir su conteni-do alcohólico y de azúcar. Así ha ocurrido con los fabricados en EstadosUnidos desde los años sesenta,93 y también con el jerez, el oporto o elmontilla. El éxito de ventas del jerez entre 1960 y finales de los setenta,fue posible gracias a la concentración de la producción en una «manzani-lla muy ligera», con el fin de competir con los vinos jóvenes y afrutados,del año, que eran los que empezaban a sustituir en el imaginario de losnuevos consumidores a los pesados vinos de sus antecesores.94 Tambiénentonces se empezaron a hacer en Montilla vinos de mesa jóvenes, pálidos,afrutados, ligeros y de excelente «calidad», apropiados a las nuevas ten-dencias del consumo.95

Por lo que respecta al oporto, el incremento de su consumo en estasdécadas, ha estado ligado a una diversificación de sus tipos, con el fin deatender a una clientela no tradicional. Para ello se autorizó la utilizaciónde mostos de clases inferiores y de menor graduación,96 y, en los años

90 Moulton (1984), p. 404.91 Johnson (1990), p. 3.92 Ib.93 Moulton (1984), pp. 395-396.94 Chirbes (1995), p. 18.95 Barbadillo, Peñín, López y Vasserot (1987), p. 172.96 Martins (1990), p. 134.

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ochenta, los embarcadores empezaron a comercializar oportos blancos secos,que son los que, por ejemplo, se han ido exportando para una nueva clien-tela francesa que los consume como aperitivo,97 lo que es, sin duda, unageneralización social esnob de la tradición del sauternes antes de las comidas.

4. Conclusiones

En este trabajo se han intentado encontrar algunas fuerzas de carác-ter social y comercial que han actuado desde principios del siglo XIX hastahoy sobre el mercado de vinos, el cual se considera segmentado, funda-mentalmente, en dos tipos: los vinos de mesa, o naturales, y los generososo licorosos. Dichas fuerzas han condicionado evoluciones particulares delmercado de cada uno de los vinos encabezados, que son aparentementecontradictorias en el corto plazo, pero coincidentes entre sí en el largoplazo cuando se comparan con los vinos de mesa. Considerado el períodoen su conjunto, se observa una tendencia declinante en el consumo de losvinos definidos en cada momento como de alta graduación, dulces o conmucha manipulación y aditamentos en su elaboración. Ello dibuja en ellargo plazo una tendencia contra las preferencias por los vinos licorosos,aun cuando haya coyunturas particulares según vinos y períodos concre-tos más cortos.

El estudio permite observar que los vinos generosos más tradiciona-les, que gozaban de gran favor en el consumo en el siglo XVIII, respondie-ron individualmente a esos cambios en cada uno de los segmentos deforma dispar, correspondiendo siempre una expansión de su comercializa-ción a un cambio en su composición —aunque se mantuviera el nom-bre— que estuviera en consonancia con las tendencias básicas del consu-mo en cada momento.

En el período interbélico se experimentó durante algunos años, enparticular en los países hasta entonces poco consumidores de vino, unincremento en el consumo de vinos licorosos, que, no obstante, no rom-

Cambios en las preferencias de los consumidores de vino… 37

97 Guichard (1996), p. 406.

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pió las tendencias señaladas, pues lo que se expresaba en un segmento delmercado era un desplazamiento desde los licores a esos vinos y a la vez unareducción del grado alcohólico de los últimos. Por otra parte, esos cambiosiniciaron una nueva tendencia en el consumo general de vino, que semanifiesta hasta nuestros días, definida por una reducción del consumo ypor una homogeneización por convergencia de los estándares de consumodel producto en todos los países. Dicha circunstancia, unida a la expe-riencia de la persistente evolución de las tendencias del consumo desdehace dos siglos, en el sentido de demandar unos vinos menos alcohólicos,menos dulces y más «naturales», creemos que debería servir de orientacióna los productores de las zonas vinícolas en otros tiempos famosas por susvinos generosos.

38 Visiones generales

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1 Lachiver (1988), p. 582.

EL SECTOR VITÍCOLA ESPAÑOL DURANTELA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

Y EL PRIMER TERCIO DEL XX: EL IMPACTODE LA DEMANDA FRANCESA,

LA CRISIS ECOLÓGICA Y EL CAMBIO TÉCNICO

Josep Colomé FerrerUniversitat de Barcelona

1. Introducción: Cuando las cepas se adueñaron de las colinasy los valles mediterráneos

El siglo XIX puede ser calificado como un período dorado para el sec-tor vitivinícola europeo, que vio cómo a lo largo de la centuria aumenta-ba notablemente la superficie destinada al cultivo de la viña en todos lospaíses de la cuenca mediterránea. La principal potencia productora a fina-les del siglo XVIII era Francia, que en 1788 tenía censadas 1,7 millones dehectáreas de viñedo. A mediados de la centuria siguiente, la superficie vití-cola francesa había aumentado a 2,19 millones de hectáreas, continuandolas plantaciones de cepas hasta llegar a su máximo histórico en 1869, con2,36 millones de hectáreas y una producción de 70,5 millones de hectoli-tros de vino.1 En el caso italiano, sin llegar a los niveles franceses, la pro-

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gresión del sector vitivinícola también fue notable, pasándose de producir0,42 millones de hectolitros en el año 18282 a 28,87 millones de hectoli-tros en 1876,3 siendo la principal zona productora la isla de Sicilia, concerca del 30% de la producción vínica italiana.4 En el último tercio delsiglo la viticultura también se expandió considerablemente en Grecia,pasando de ocupar 49.151 ha en 1860 a 78.735 en 1911.5

En el caso español detectamos una tendencia similar a la apuntadapara los países mediterráneos citados hasta el momento. En efecto, a lolargo del siglo XIX las plantaciones de cepas ocuparon tierras no cultivadas,bosques y, en algunos casos, superficie agraria que anteriormente se desti-naba al cultivo de cereales. Cataluña sería un buen ejemplo de esta expan-sión del viñedo, cuando en la primera mitad del ochocientos las planta-ciones de cepas se extendieron hacia las tierras prelitorales.6 Algo similaracaecía en Andalucía, donde las viñas jerezanas doblaron la superficie queocupaban entre fines del siglo XVIII y mediados del XIX.7 En otras regionesespañolas, como Valencia, el Campo de Cariñena (Aragón) o las tierras delDuero, en Castilla, la expansión del viñedo data de la segunda mitaddel XIX. En el primero de estos casos, J. Piqueras señala que la viticulturavalenciana conoció una primera fase expansiva en el último tercio del sigloXVIII, vinculada a la producción de aguardiente. Pero la verdadera épocadorada del sector se produjo en la segunda mitad del siglo XIX, aprove-chando las coyunturas favorables que se le presentaron con la invasión deloídio y la filoxera en otras regiones europeas. Esta situación privilegiadacomportó un incremento de las exportaciones vínicas, hasta el punto deque entre 1880 y 1905 la mitad de todas las exportaciones de vinos espa-

40 Visiones generales

2 Lachiver (1991), p. 209.3 Ministère de l’Agriculture et du Commerce, «Italie», Faits commercianx, n.o 15,

agosto de 1877. 4 Según el cónsul francés, en Sicilia «le vin blanc sec est le plus abondant et d’une

qualité préférable, quoique à Catane on récolte un vin rouge sec assez bon, qui se con-somme dans le pays. Le muscat de Syracuse est devenu très rare, la malvoisie de Lipari estpeu abondant. On trouve aussi à Catane et à Marsala un vin doux et licoreux assez estimé,mais celui qui conserve sa supériorité est le vin de Marsala. Fabriqué en grand, il est unede les principales sources de richesse pour ce pays». Ministère de l’Agriculture, du Commerceet des Travaux Publics, «Italie», Faits commercianx, n.o 1, agosto de 1862.

5 Petmezas (1997), p. 528.6 Colomé Ferrer y Valls Junyent (1994).7 Pan-Montojo (1994), p. 51.

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ñoles procedían del País Valenciano.8 Para el caso aragonés, Alberto Sabioha estudiado las características de las economías vitícolas del Campo deCariñena, donde a caballo de la coyuntura favorable que disfrutó la pro-ducción vínica en la segunda mitad del siglo, las tierras plantadas de cepaspasaron de ocupar 14.286 hectáreas en 1857 a 26.140 en 1889.9

Finalmente, Alain Huetz de Lemps, en su trabajo sobre los viñedos delnoroeste español refleja la expansión del viñedo castellano, con casos comoel de la provincia de Zamora, donde durante la segunda mitad del siglose plantaron 31.135 ha de cepas, o la de Valladolid, en que a fines de siglose cultivaban 77.507 ha de viñedo.10

En resumen, a lo largo del siglo XIX, los países de la Europa medite-rránea y, especialmente, Francia, España e Italia, conocieron una impor-tante expansión del cultivo de la vid, consolidándose en su posición degrandes suministradores de vino al conjunto del planeta. La explicacióndel desarrollo de esta viticultura mediterránea decimonónica debe buscar-se en diferentes frentes:

1. En primer lugar, debe tenerse en cuenta el crecimiento demográfi-co de Europa a lo largo del siglo, cuando el viejo continente pasó de sos-tener a 146 millones de personas en el año 1800 a 295 millones en 1900,11

sin contabilizar los 43,6 millones de europeos que emigraron entre 1821y 1915.12 Paralelamente al aumento de la población se produjo una etapade urbanización, definida por Jan de Vries como «un crecimiento urbanodesde abajo»,13 que se caracterizó por la multiplicación de las ciudades conmás de 10.000 habitantes, buena parte de las cuales se vieron favorecidaspor los diferentes procesos de industrialización, por el dinamismo comer-cial que caracteriza la segunda mitad del siglo, el incremento de los ingre-sos y, también, de la producción agraria. Este impulso demográfico, con-jugado con el proceso de urbanización, comportó un aumento considera-ble de la demanda de productos vínicos.

El sector vitícola español durante la segunda mitad del siglo XIX… 41

8 Piqueras (1997c), pp. 499-502.9 Sabio Alcutén (1995a), p. 31.

10 Huetz de Lemps (1967), pp. 538-539.11 Biraben (1979), p. 16.12 Kenwood y Lougheed (1973), p. 84.13 De Vries (1987).

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2. La aplicación del vapor al transporte terrestre permitió integrar losmercados y aumentar el volumen de mercancías, a la vez que disminuía elcoste de los artículos en movimiento. El desarrollo del ferrocarril permitía, deesta forma, modificar la estructura del espacio agrícola y favorecer el procesode especialización vitícola de aquellas zonas que anteriormente se encontra-ban alejadas de los principales mercados o de los puertos de expedición.14

3. La reducción de aranceles a partir del Tratado de Cobden-Chevalier(1860) y la aplicación de la cláusula de nación más favorecida facilitó elcomercio vinícola intraeuropeo.

4. La emigración de un importante contingente humano hacia lo queA. W. Crosby ha definido como las Nuevas Europas15 abrió nuevos eimportantes mercados para los productos vínicos europeos.

5. Finalmente, el sector vitivinícola se benefició de un proceso decambio técnico, tanto en el cultivo de las cepas como en la elaboraciónde los caldos, que estimuló el desarrollo del sector. Respecto el cultivo delas cepas, A. Berger y F. Maurel, por ejemplo, destacan que, durante laprimera mitad del siglo, en el Languedoc se experimentó con diferentestipos de poda y se empezó a difundir el trabajo con el arado, al tiempoque se seleccionaban los tipos de cepas más productivas.16 Mayoresrepercusiones tuvieron las innovaciones que afectaron a la elaboracióndel producto, especialmente en lo que se refiere al perfeccionamiento delos procedimientos de destilación, la mejora de los aparatos destinados ala medición del contenido alcohólico de los aguardientes y los métodosde elaboración de vinos y la mejora de la conservación de los mismos.17

Dichas mejoras técnicas aumentaron la rentabilidad de estas operacio-nes, estimulando, en último término, la inversión en nuevas plantacio-nes de cepas.

A lo largo de estas páginas pretendemos estudiar el desarrollo delsector vitícola español en su contexto mediterráneo durante el últimotercio del siglo XIX y primeros años del XX. Para ello se parte del supues-

42 Visiones generales

14 Berger y Maurel (1980), p. 28.15 Crosby (1988).16 Berger y Maurel (1980), pp. 23-24.17 Valls Junyent (1999), p. 197.

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to de que la creciente demanda de vino procedente de la Francia filoxe-rada actuó como locomotora de este ciclo expansivo. La fase de auge ycrecimiento de la demanda de productos vínicos y expansión del viñedocultivado finalizó con la crisis ecológica que comportó la propagación dela filoxera. De esta forma, en la segunda parte del artículo se analiza elproceso de recuperación del viñedo, considerando que la invasión filo-xérica permitió una racionalización del sector y una modernización téc-nica basada en el incremento de la productividad de la tierra y del tra-bajo agrícola.

2. La expansión comercial del último tercio del siglo XIX:la atracción de los mercados franceses

La filoxera desembarcó en Europa entre 1850 y 1860, a través de unascepas importadas de Pensilvania y de Georgia, en el Mediodía languedo-ciano y provenzal. Los primeros focos de infección se detectaron en Pujaut(Gard), entre 1863 y 1865, en la Crau-Saint-Rémy (Bocas del Ródano),entre 1865 y 1868, y en Floirac (Gironda), entre 1866 y 1869.18 En 1871el insecto pasó el Roine, barrera que se consideraba infranqueable, y a finesde esta misma década puede considerarse que los viñedos franceses habíansido derrotados por la filoxera. La situación fue reconocida en el Congresode Viticultores Franceses celebrado en Clermont-Ferrand (1880) y, poste-riormente, en el Congreso Filoxérico de Burdeos.

A pesar de la destrucción de los viñedos franceses, en 1877 Francia aúnera la primera potencia vinícola europea, con una producción estimada en56,8 millones de hectolitros, muy por encima de España (30 millones) y deItalia (27 millones).19 Dos años más tarde, la producción francesa se habíareducido a 26 millones de hectolitros; pero, a pesar de la contracción de laproducción, las exportaciones vínicas francesas lograron superar ampliamen-te el millón de hectolitros anuales entre 1875 y 1895, situándose la mediaanual de las exportaciones vínicas durante este periodo en una cifra cercana a

El sector vitícola español durante la segunda mitad del siglo XIX… 43

18 Sobre el avance de la filoxera en los viñedos franceses, Garrier (1989).19 Pedrocco (1994), p. 341.

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44 Visiones generales

20 Ib.

1,3 millones de hectolitros (ver tabla 1). El mantenimiento de las exporta-ciones vínicas francesas fue posible gracias a las importaciones de vinos delresto de la cuenca mediterránea, especialmente a partir del quinquenio 1880-1884, cuando las importaciones vínicas aumentaron por término medio enpoco más de un millón de hectolitros anuales respecto al quinquenio ante-rior. De esta forma, la invasión filoxérica de los viñedos franceses supuso unestímulo para la expansión de los sectores vitícolas de los países de la cuencamediterránea, especialmente de Italia, Argelia y España.

TABLA 1

IMPORTACIONES Y EXPORTACIONES FRANCESAS DE VINO (En medias quinquenales y hectolitros)

Años Importaciones Exportaciones

1850-1854 29.856 1.961.200

1855-1858 304.154 1.280.750

1875-1879 91.846 1.450.107b

1880-1884 1.110.208 1.326.383

1885-1889 2.019.364 1.406.849

1890-1894a 1.967.290 1.074.720

1895-1899 1.610.717 970.019

1900-1904 703.825 784.205

1905-1909 590.644 958.847

1910-1913 827.045 945.190

a Estos valores corresponden a la media de los años 1890-1892.b Valor correspondiente a las exportaciones del año 1879.FUENTES: Para los años 1850-1858, ver Ministère de l’Agriculture, Commerce et des Travaux

Publics, Annales du commerce extérieur. France, mayo de 1860. Para los años 1875-1913, ver Malvezin (1919), pp. 132, 151 y 152.

En el caso italiano, entre 1870-74 y 1879-83, la producción vínicaaumentó en cerca de 8,6 millones de hectolitros. Este incremento de laproducción benefició principalmente a la Italia meridional e insular, mien-tras que en el norte tan sólo el Piamonte aprovechó la nueva coyunturapropiciada por la crisis francesa, pasando de producir 2,7 millones de hec-tolitros en 1870 a 4 millones en 1880.20 A principios de la década de los

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ochenta, los vínculos entre productores italianos y el mercado francés ten-dieron a estrecharse, hasta el punto de que «les vins du Mezzogiorno, fortsen couleur et en alcool, étaient fabriqués spécialement pour être mélangésavec les “bibines” du Midi de la France».21 Pero este floreciente comerciosufrió un duro golpe a fines de los años ochenta, cuando los sectoresindustriales del norte de Italia impusieron sus intereses en la políticacomercial del país, aumentando los derechos de aduanas y tendiendo auna política proteccionista que acabaría por perjudicar al sector vitiviní-cola italiano.

A fines de los años ochenta, a medida que los vinos italianos y espa-ñoles fueron perdiendo peso, en los mercados franceses tendieron aaumentar las importaciones de vinos procedentes de Argelia. El hundi-miento de los precios de los cereales había golpeado duramente una eco-nomía argelina que, al mismo tiempo, se veía obligada a competir con lacreciente producción de granos que Francia obtenía en Túnez. En estecontexto, los colonos franceses optaron por aprovechar las ventajas clima-tológicas, los conocimientos adquiridos sobre el cultivo de la viña y unacceso fácil al crédito para aumentar la producción vinícola y desempeñarun papel cada vez más destacado en las importaciones vínicas de la metró-poli. Así, el cultivo de las cepas fue sustituyendo paulatinamente a los cere-ales como planta de colonización,22 estimulando la llegada de nuevosinmigrantes europeos y aumentando la superficie vitícola en cerca de80.000 hectáreas en el transcurso de los dos decenios que van de 1870 a1889.23

Grecia fue otra de las regiones vitícolas europeas que se beneficiaronde la destrucción del viñedo francés. Hasta fines de la década de los añossetenta, la viticultura griega había disfrutado de un ciclo expansivo vincu-lado al aumento de la demanda británica de pasas, provocada por la rápi-da difusión del consumo de té, de azúcar y de repostería tipo pudín entrela clase obrera. A lo largo de estos años, el viñedo ganó el litoral oeste delPeloponeso (Élida y Olimpia), llegando también a Mesina, en el litoralsudoeste. Cuando la demanda británica empezó a mostrar signos de estan-

El sector vitícola español durante la segunda mitad del siglo XIX… 45

21 Loubère (1978), p. 92.22 Ageron (1979), vol. II, p. 106.23 Canestrari, Colojanni y Pazienti (1983), pp. 57-63.

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camiento, a fines de los setenta, la destrucción de las viñas francesas y labúsqueda de productos sustitutivos por parte de los comerciantes francesespermitió a la viticultura griega mantener su ritmo de crecimiento, pasandode producir 115.357 toneladas de pasas en 1878 a 149.171 en 1894.24

En el caso español, la creciente demanda francesa se tradujo en larúbrica de dos tratados comerciales entre ambos países. En el primero deellos, firmado el mes de septiembre de 1877, los españoles solicitaban unarancel de 3,5 francos por hectolitro para los vinos, sin ningún tipo desobretasa en lo que se refiere a la escala alcohólica. Más importante sería elacuerdo al que llegaron en febrero de 1882, cuando el Gobierno francésconcedió una rebaja de 1,5 francos para aquellos vinos que no excediesende los 15,9º. Los que superasen dicho límite se verían también obligados asatisfacer el derecho de importación de alcohol (30 céntimos por grado). Acambio de dichas concesiones, el Gobierno español aceptaba reduccionesimportantes de los aranceles que gravaban las manufacturas francesas.

En este marco legal, las exportaciones españolas acentuaron la ten-dencia expansiva que ya apuntaban desde 1880, llegando a su cota máxi-ma en 1891, cuando se exportaron 11 millones de hectolitros de vinocomún,25 de los cuales más de tres cuartas partes se expedían hacia el mer-cado francés. Pero a partir de los años noventa el volumen de vino vendi-do a comerciantes franceses empezó a disminuir vertiginosamente: 8millones de hectolitros en 1890; 3,8 en 1895; 2,4 en 1900 y 0,9 en1905.26 La invasión filoxérica de los viñedos españoles, la recuperación delos franceses, la saturación de los mercados internacionales27 y la malaprensa que los vinos españoles habían adquirido debido a la difusión de

46 Visiones generales

24 Petmezas (1997), pp. 528-533.25 Estadística del comercio exterior de España, año 1891.26 Estadística del comercio exterior de España, años 1890, 1895, 1900 y 1905.27 El crecimiento tendencial de la producción de vino se debería a la expansión del

cultivo del viñedo, al desarrollo de nuevas tecnologías vinificadoras y al aumento de losrendimientos vitícolas. Esta sobreoferta de productos vínicos habría comportado unaumento del consumo per cápita en los países productores, de manera que en Francia sepasó de consumir 108 litros por persona en 1890-1894 a 156 en 1905-1909; Italia pasóde una media 98 a 117 litros entre las mismas fechas; y en el caso español la tendencia semantiene más estable, e incluso tiende a disminuir, pasándose de 81 a 78 litros de consu-mo per cápita entre 1890 y 1909 (Morilla Critz, 1995, p. 261).

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prácticas para adulterar los caldos que se mandaban al país vecino,28 expli-can en buena medida esta tendencia negativa.

Este boom de las exportaciones de vinos españoles a Francia no supu-so dejar desatendidos los tradicionales mercados caribeños y del Río de laPlata, de manera que las exportaciones de vino común a la América del Surtemplada (especialmente Argentina y Uruguay) tendieron a aumentarhasta 1885, cuando se exportaron 0,59 millones de hectolitros, y hasta lasegunda década del siglo XX no disminuyeron por debajo de los valoresalcanzados en 1870. En el caso cubano, la tendencia alcista se mantuvohasta los últimos años del siglo XIX, cuando, coincidiendo con la guerra dela independencia cubana, se pasó de los 0,48 millones de hectolitros devino común exportados en 1895 a los 0,27 de 1900.

A partir de los datos mencionados resulta fácil suponer que el incre-mento de las remesas se explica principalmente por el aumento de la pro-ducción vínica española. En efecto, la creciente demanda francesa y las reba-jas de aranceles fueron un importante incentivo para el desarrollo del sectorvitícola en algunas regiones españolas. De esta forma, mientras los vinos deJerez y otros tipos de vinos generosos, más orientados hacia los mercados delnorte de Europa, presentan unas tasas de crecimiento negativas para elperíodo 1874-94,29 en regiones como el País Valenciano o el Campo deCariñena las actividades vitivinícolas experimentaron un importante auge.En el caso del País Valenciano, las tierras plantadas de cepas pasaron de ocu-par 126.183 hectáreas en 1870 a 259.430 en 1900, expandiéndose a costa delos olivares y los cereales y realizándose nuevas roturaciones en tierras margi-nales. El desarrollo del sector fue especialmente destacado en las provincias deAlicante, donde la superficie vitícola se multiplicó por 3,5 (de 27.886 ha en

El sector vitícola español durante la segunda mitad del siglo XIX… 47

28 En 1876 ya se advertía en la prensa catalana: «tres fraudes principales se efectúancon los vinos, que son: las mezclas, para los vinos de altos precios; la adición de agua, y laadición de materias colorantes extrañas» (El Labriego, año I, n.º 12). La materia colorantede uso más común fue la fucsina (resultado de la acción del ácido arsénico y otras materiassobre la anilina). Según Pan-Montojo, el uso de este colorante habría sido introducido enel año 1866 por los exportadores de Tarragona. El mismo autor también destaca que el usoselectivo de la fucsina en los vinos destinados a los mercados latinoamericanos, en los queno existía control sanitario, dio paso a una práctica más generalizada en la segunda mitadde los años setenta, a consecuencia de la importancia que fue adquiriendo la demanda fran-cesa. Pan-Montojo (1994), pp. 162-167.

29 Montañés (1999), p. 94.

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1870 a 100.000 en 1900) y de Valencia, que en el transcurso de estas tresdécadas doblaría su superficie vitícola (de 59.545 a 108.300 ha), llegando lasexportaciones vínicas realizadas a través de los puertos valencianos a su cotamáxima en 1896, cuando se embarcaron 282 millones de litros.30

Una tendencia similar la detectamos en las tierras de Aragón, concre-tamente en la provincia de Zaragoza, donde se pasó de las 46.838 ha deviñedo censadas en 1857 a las 88.544 de 1889, siendo especialmenteimportante el desarrollo de este cultivo en las tierras de La Almunia,Campo de Borja, Daroca31 y el Campo de Cariñena.32 En estas tierrasinteriores el desarrollo de la red ferroviaria resultó determinante para laexportación de los caldos hacia Francia, especialmente a través de Irún,desde donde se expedía el 78% de los vinos aragoneses que se vendían enel exterior.33 Una tendencia parecida a la aragonesa también la detectamosen la Rioja, donde la expansión vitivinícola también se vinculó a la atrac-ción del mercado francés, al tiempo que se vio favorecida por el desarrollodel ferrocarril y el hundimiento de los precios cerealícolas. De esta forma,el suelo ocupado por la vid aumentó en la Rioja de las 34.380 ha que exis-tían en 1874 a las 52.392 de 1889.34

En el caso catalán, T. Carnero indica que en el Principado el incre-mento de las exportaciones fue, por término medio, del orden del 122,5%en el período 1878-82, aumentando al 153% en el trienio siguiente.35

Una interpretación menos optimista sobre la influencia que la demandafrancesa ejerció en el mundo vitícola catalán se debe a Josep Pujol, el cualmuestra cierto escepticismo a la hora de evaluar la importancia de lademanda francesa en la aceleración de las exportaciones vínicas catalanas.Así, según este autor, mientras la exportación española de vino común,entre 1878 y 1891 tendía a crecer de forma continuada de 2,54 a 11,08millones de hectolitros, la particular catalana observaba sólo un cambio denivel: después de una primera etapa expansiva que cronológicamente llegahasta el año 1880, en que el volumen de vino común exportado pasó de

48 Visiones generales

30 Martínez Serrano (1979), p. 137.31 Estella (1999), p. 12.32 Sabio Alcutén (1995a), p. 40.33 Pinilla Navarro (1999), p. 41.34 Oestreicher (1994), p. 142. 35 Carnero Abad (1980), pp. 96-98.

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1,27 a 3,05 millones de hectolitros y la viña se expandió por las comarcasleridanas, con poca tradición vitivinícola, se detecta una tendencia decre-ciente que culmina en los 2,37 millones de hectolitros exportados el 1891.El peso relativo que en total representaban las exportaciones catalanassobre el conjunto español pasó de un 65% por término medio entre losaños 1867-77 a un 38,5% entre 1878-91.36

Salvo algunas excepciones, esta etapa de expansión que afectó al con-junto de la geografía vitícola peninsular tuvo lugar sin que simultánea-mente se introdujeran grandes mejoras técnicas en el cultivo de la vid quepermitiesen aumentar la productividad de la tierra y los rendimientos deltrabajo vitícola. En los años setenta, por ejemplo, la principal forma defertilización del suelo en las zonas vitícolas catalanas seguían siendo los for-miguers, en los que se aprovechaba la materia de origen vegetal proceden-te de la misma viña y la hojarasca de zonas forestales integradas en lamisma explotación, o de los bosques sobre los que la comunidad disfruta-ba de algún derecho de usufructo.37 A través de este procedimiento sereducía la compactación de los suelos arcillosos, acelerándose el proceso demineralización de la materia orgánica, y se satisfacía la elevada demandade potasio que requiere la viña.38 El recurso a los formiguers comportaba

El sector vitícola español durante la segunda mitad del siglo XIX… 49

36 Pujol Andreu (1984), pp. 59-60.37 Según Isidre Campllonch, périto agrícola que escribia a finales del siglo XIX, los for-

miguers se realizaban de la siguiente forma: «en primer lloch se distribuheixen las feixinas dela manera més convenient en cada cas, poguent ésser de brossa de bosch, canyas, sarments,brancatge, etc. y las sevas barrejas; després, ab la ajuda del rascle, se van apilotant els terros-sos més grans al entorn de la feixina, tot seguit els més menuts y darrerament la terra, arre-glantho de manera que’l munt format cubreixi boy per complert á la feixina. Aixís disposa-da una renglera de formiguers, s’hi fica pel forat un xich de palla y’s van encenent un darre-ra l’altre; d’aquesta manera, al cap d’una estoneta pot comensar á taparse ’l que primer s’haencés, després ’l segon y aixís successivament; generalment aquesta operació la fan varishomes á la vegada pera evitar que’ls darrers cremin massa. Pera taparlos s’esculleixen unparell ó tres de terrossos de regular grossaria y s’entravessan en la boca del formiguer á fid’entretenir la combustió y fer que’l calor se reparteixi més uniformement; després s’hi afe-geixen terrossos més menuts y, finalment, s’acaban de cubrir ab terra, servint-se de la aixa-da ample». Posteriormente, «els formiguers se desfan després d’apagats ó més tart, segons lasconvenièncias dels conreus; la terra cremada s’escampa junt ab las cendras per la superficiede la terra ab tota la regularitat possible». Campllonch (1904), pp. 307-308.

38 Saguer i Hom y Garrabou (1996), pp. 97-98. Respecto a los nutrientes necesariospara las cepas, el nitrógeno es el principal factor de crecimiento y, por tanto, favorece la vege-tación y una buena producción; el fósforo interviene esencialmente en el metabolismo glucí-dico haciendo las plantas más vigorosas; y el potasio influye en la producción y en la gradua-ción del vino, al tiempo que aumenta la resistencia de la cepa. Alquézar et alii (1990), p. 63.

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una elevada inversión del factor trabajo, por lo que su práctica no podíarealizarse de forma anual y dependía de las características del suelo y de laexplotación agraria.

Similar grado de estancamiento se observa en lo referente al trabajoque se realizaba sobre la tierra. En este sentido, a lo largo del siglo XIX

siguió utilizándose de forma generalizada el tradicional arado romano,que presentaba graves inconvenientes para el cultivo de las cepas.39 Hastalos años setenta del siglo XIX no comenzarían a difundirse nuevos aradosprocedentes de Francia. Así, en un informe de la Sociedad EconómicaBarcelonesa de Amigos del País se indica que a principios de aquella déca-da aún era de uso generalizado el arado romano de una sola caballería.Según este informe, no sería hasta el año 1872 cuando se introdujeronarados más complejos y avanzados, destacando especialmente el Mesager.Este arado permitía «mullir y voltear la tierra sin dejar caballete algunoentre los surcos que abre; enterrar las yerbas; respetar completamentehasta las más someras raíces de las cepas, apocar estas y desapocarlas avoluntad; fijar “a priori” y de una manera precisa y constante por mediode una cremallera, la profundidad de las labores; bastan cuatro de sus sur-cos para trabajar la tierra en que el arado antiguo necesitaba abrir seis; yefectuar por medio de las azadas mecánicas, que sustituyen también lareja a voluntad, las operaciones de descostrar la tierra y extirpar las yerbascon una economía de tiempo lo menos de un noventa por ciento sobre el

50 Visiones generales

39 En 1878 un propietario vitícola catalán se refería al uso generalizado de este tipode arados, lamentando que «la reja, aunque más ancha por la punta y con las aletas o den-tal algo más abiertos, ni voltea la tierra que abre a su paso, ni menos quebranta la que, enforma de muro o terraplén, queda entre uno y otro surco, de forma que puede bien decir-se que lo que hace es simplemente rayar el terreno». Además, «dependiendo de la mayor omenor profundidad de la labor con que el arado romano se practica, si bien, en parte, dela longitud de la correa que sostiene el horcate, más principal de la mayor o menor presiónque sobre la esteva ejerce el labrador, claro es que la labor de dicho arado ha de ser muydesigual y relacionada, más que con un sistema que se considere acomodado a la naturale-za de la vid y a la profundidad de su plantación, con la mayor o menor fuerza del gañán,y aun con sus mayores o menores ganas de emplearla». Finalmente, como «no hay en elarado que nos ocupa pieza alguna que pueda servir de resguardo a las cepas para impedirla demasiada aproximación de la reja a sus raíces, de ahí el nuevo y muy considerado incon-veniente de que no sólo las que forman la cabellera más superficial, sino hasta las raícesmadres, por decirlo así, se vean muy a menudo alcanzadas y bárbaramente mutiladas, conel consiguiente perjuicio para la vegetación». Revista del Instituto Agrícola Catalán de SanIsidro (junio de 1874), pp. 132-133.

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trabajo a mano».40 Pero el elevado coste de los nuevos arados comportóque fuesen pocos los propietarios que los adquirían, prefiriendo la mayo-ría de ellos construir unas rejas en forma de cruz para adaptarlas a losantiguos arados, de forma que permitían sustituir, en buena parte, el tra-bajo manual que seguía al que se realizaba con animal.

En resumen, tal como apuntábamos anteriormente, la expansión delcultivo de la vid durante la segunda mitad del siglo XIX tuvo un marcadocarácter extensivo, basándose en una mayor inversión del factor trabajo yen una mayor explotación del trabajo familiar.

3. El fin del ciclo expansivo: crisis ecológica, replantación y recomposición del sector vitícola

La tendencia expansiva del sector tenía una fecha de caducidad quevendría determinada por la irrupción de la plaga filoxérica en España. Enefecto, a partir del foco francés, en la década de los setenta la filoxeraempezó a ser detectada en diferentes países europeos: Portugal (1872),Austria-Hungría (1872), Suiza (1874) e Italia (1875). En el caso español,los primeros signos de la presencia del hemíptero se detectaron durante elverano de 1878 en Molinejo, un pueblo situado a 20 kilómetros deMálaga.41 Al año siguiente, el temido insecto era descubierto en Rabós,pueblo de la provincia de Girona por donde se inició la invasión de losviñedos catalanes. En la década siguiente, la plaga se extendió por algunasde las principales zonas productoras, como Andalucía (Almería, Córdoba,Granada y Sevilla), Cataluña (Barcelona, Lleida y Tarragona), algunas pro-vincias del norte de Castilla (León, Zamora y Salamanca) y se descubriríapor primera vez en Galicia (Orense). Finalmente, entre la última décadadel siglo XIX y la primera del XX, la práctica totalidad del viñedo peninsu-lar fue invadido por la filoxera.

El sector vitícola español durante la segunda mitad del siglo XIX… 51

40 Archivo de la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País, sección Tra-bajos presentados, carpeta Arm-12.

41 Pellejero Soteras (1990), p. 45.

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En la última década del siglo XIX se inició la replantación, lo cualsupuso una revolución ecológica (sustitución de la antigua viña europeapor la rupestris injertada de diferentes variedades indígenas) y una profun-da transformación del sector vitícola. En primer lugar, para el conjuntoespañol, la superficie agraria destinada al cultivo de la vid disminuyó alre-dedor de 116.000 ha, pasando de los 1,46 millones de ha que ocupaba en1891 a 1,33 millones en 1922.42 Observemos algunos ejemplos regiona-les referentes a este retroceso de la superficie vitícola: en Andalucía desta-ca el caso de la provincia de Almería, donde en 1878 se cultivaban 11.000ha de viñedo, que habían quedado reducidas a 5.495 en 1909. SegúnJ. Morilla, en estas tierras se abandonaron las plantaciones de los montesáridos de la Alpujarra y del interior, concentrándose las nuevas plantacio-nes en las grandes planicies costeras, más ricas en silicio y susceptibles deriego.43 Algo similar sucedió en la provincia de Cádiz, cuando entre 1893y 1925 se dejaron de cultivar 10.683 ha de viña,44 y en la provincia deMálaga, donde se abandonaron las zonas marginales de la Axarquía y losMontes, desarrollándose las explotaciones vitícolas en la Hoya de Málagay en el valle del Guadalhorce.45

Al mismo tiempo, en las tierras de Aragón la filoxera y la pérdida delos mercados supuso el derrumbe del sector en las provincias de Huesca yTeruel, mientras que en la de Zaragoza no se replantaron 44.000 ha de las88.544 de viñedo que se cultivaban en 1889.46 En términos generales, enesta zona la replantación comportó el abandono de las tierras marginalesy la adopción de variedades que, como en el caso de la garnacha, ofrecíanuna mejor adaptación al suelo árido, predominante en amplias zonas deAragón.47

Más espectacular es el caso catalán. En este país la superficie vitícolaalcanzó su máximo histórico en la primera mitad de los años ochenta,cuando se cultivaban 379.806 ha plantadas de cepas, destacando la expan-sión que conoció el cultivo en las tierras de Lleida, donde se aprovechó la

52 Visiones generales

42 Grupo de Estudios de Historia Rural (1983), p. 243.43 Morilla Critz (1989), p. 174.44 Montañés (1997), pp. 124-125.45 Morilla Critz (1989), p. 175.46 Sabio Alcutén (1995a), p. 51.47 Pinilla Navarro (1999), p. 31.

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demanda francesa y el aumento de los precios para doblar la superficiedestinada al viñedo. Pero, una vez atacadas las cepas por la filoxera, lareplantación supuso un descenso de la superficie vitícola, con la pérdi-da, entre 1889 y 1920, de 127.410 ha de viña. La provincia más afecta-da fue, de nuevo, Lleida, donde se perdieron alrededor de 90.587 ha deviña, con zonas como el partido judicial de Cervera, donde en 1920 lasuperficie vitícola había disminuido más de un 80% respecto al año1889.48

En resumen, con el proceso de replantación se abandonaron las tierrasmarginales y las plantaciones menos productivas; pero, a pesar de ello, laproducción vinícola española, entre la segunda mitad de los años ochentay 1920, no experimentó un notable retroceso. Esto se debe, en buena medi-da, al hecho de que con el proceso de replantación se intentaron racionali-zar las explotaciones vitícolas, incrementándose sustancialmente la produc-tividad del trabajo agrícola, tanto en lo referente al cultivo de la tierra comoen el trabajo realizado sobre las cepas. A lo largo de las páginas siguientespretendemos evaluar la transformación que experimentó la productividaddel trabajo vitícola, intentando explicar los factores que hicieron posibledicha transformación. Para ello nos serviremos, de nuevo, del caso catalán.

3.1. La productividad del trabajo vitícola

Uno de los métodos más comunes a la hora de calcular la productivi-dad del trabajo agrícola consiste en estimar el output agrícola por activoagrario. Pero esta vía presenta algunos inconvenientes, ya que difícilmen-te podemos conocer el número exacto de trabajadores agrícolas vinculadosa un determinado cultivo.49 El problema se acentúa en el caso de las eco-nomías vitícolas catalanas, cimentadas sobre la pluriactividad de los acti-vos masculinos y la participación de las mujeres en el proceso producti-vo.50 Ante estas limitaciones, se ha optado por estimar para cada operaciónvitícola el volumen de trabajo necesario por unidad de output, en este casopor hectolitro de vino producido.51

El sector vitícola español durante la segunda mitad del siglo XIX… 53

48 Giralt Raventós (1990), p. 232.49 Campbell y Overton (1991), p. 13.50 Colomé Ferrer (1999).51 Sobre esta metodología, ver Grantham (1991).

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TABLA 2

LA PRODUCTIVIDAD DEL TRABAJO VITÍCOLA EN CATALUÑA

Trabajos vitícolas 1850-90 1912

Jorn./ha Jorn./hL Jorn./ha Jorn./hL

Abonar la tierra 2,00 0,09 2,78 0,06

Cavar 14,00 0,64 7,89 0,19

Arar 6,12 0,28 2,78 0,06

Podar 6,12 0,28 3,79 0,09

Esporgar 3,83 0,18 3,18 0,07

Espampolar 2,02 0,09 2,62 0,06

Trabajos anticriptogámicos 2,04 0,09 3,65 0,09

Vendimiar 9,72 0,45 13,71 0,34

Total 45,85 2,10 40,4 1,01

FUENTES: Para el período 1850-1890 se han utilizado la Cartilla evaluatoria de Vilanova i la Geltrú(1850): Archivo Histórico Comarcal de Vilanova i la Geltrú, Fondo Archivo Municipal, lega-jo 13.2; la Cartilla evaluatoria de La Granada (1860): Museo de Vilafranca del Penedès,Archivo Bibliográfico Pere Regull, sección Centro Agrícola, legajo amillaramientos; laCartilla evaluatoria de Subirats (1850): Archivo Histórico Comarcal de Vilafranca delPenedès, Fondo Archivo Municipal, legajo Q4-782; la información correspondiente almunicipio de Gratallops (1854) se ha consultado en la Revista de Agricultura Práctica,vol. 1854, pp. 264-273; la Cartilla evaluatoria de Pujalt (1888): Archivo Histórico Comarcalde Igualada, Fondo Archivo Municipal, Pujalt, caja 24; y la Cartilla evaluatoria de Pacs(1881): Archivo Municipal de Pacs, cartilla evaluatoria de 1881.Los datos correspondientes a diferentes explotaciones vitícolas para el año 1912 se hanlocalizado en el Archivo Histórico Comarcal de Vilafranca del Penedés, Fondo INCAVI,legajo k-27-336. En este caso, los valores se han calculado para una producción de 40hL/ha, que por término medio era la que se obtenía en los viñedos de la provincia deBarcelona en los años de buena cosecha (Grupo de Estudios de Historia Rural, 1991).

Los valores obtenidos por este procedimiento muestran cómo el pro-ceso de replantación supuso un importante aumento de la productividaddel trabajo. Así, en términos generales podemos estimar que la viticulturaclásica requería 2,1 jornales de trabajo para obtener 1 hectolitro de vino,mientras que, una vez realizada la replantación, con la mitad del trabajo seobtenía el mismo producto. Si llevamos a cabo un análisis desagregadosegún las diferentes labores vitícolas, comprobamos cómo las operacionesque se realizaban sobre la tierra (arar y cavar) fueron las que se beneficiaronde un mayor incremento de la productividad del factor trabajo gracias a laintroducción de nuevos tipos de arados, lo cual supuso una reducción decerca del 70% respecto al volumen de trabajo necesario para obtener unhectolitro de vino. En segundo lugar, las labores de poda y poda en verde

54 Visiones generales

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también destacan por el incremento de la productividad del trabajo. Por elcontrario, la mayor necesidad de productos anticriptogámicos y la intro-ducción de los abonos inorgánicos hacen que estas dos actividades presen-ten un incremento más moderado de la productividad del trabajo, siendoprácticamente nulo en el primer caso. Algo parecido sucede con la vendi-mia, en la que el aumento que experimentó la producción vitícola signifi-có un incremento de la demanda de mano de obra.

Una vez comprobado el aumento de la productividad del trabajo enel sector vitícola catalán a comienzos del siglo XX, cabe preguntarse por losfactores que lo hicieron posible. En este sentido destaca el hecho de que laintroducción de abonos inorgánicos y la selección de variedades de cepasmás productivas tendió a incrementar la productividad de la tierra. Ensegundo lugar, debe tenerse en cuenta la introducción de mejoras tecno-lógicas, especialmente en lo referente a la adopción de nuevos aradosmejor adaptados al cultivo de la viña.

3.2. La productividad de la tierra y el cambio técnico

Una de las características que define a la nueva viticultura surgida dela replantación es la elevada productividad de la tierra. Así, para el con-junto del territorio español, la productividad del viñedo habría pasado delos 16 hectolitros por hectárea que indica la Junta Consultiva Agronómicaen el avance estadístico publicado el año 1889 a una media de 20 hectoli-tros en los años veinte.52 Pero si, en lugar de contemplar la media estatal,centramos nuestra atención en las principales zonas productoras, como lasprovincias de Barcelona o Ciudad Real, por ejemplo, comprobamos cómola productividad del viñedo se acercaba a los 40 hectolitros,53 valor simi-lar al que se alcanzaba en la Francia de los años veinte (39,3 hL/ha).54

Estos rendimientos se multiplicarían en las explotaciones experimentalesde algunas estaciones enológicas, donde variedades de cepas como el maca-

El sector vitícola español durante la segunda mitad del siglo XIX… 55

52 Calculado a partir de la superficie total de viñedo y la producción de mosto. Estemétodo tiende a infravalorar la productividad de la tierra, ya que no contempla la parte dela producción destinada al consumo de mesa o a pasificación. Grupo de Estudios deHistoria Rural (1991).

53 Ministerio de Agricultura, Dirección General de Agricultura (1933).54 Lachiver (1988), p. 619.

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beo/rip. rupestris 3309, el xarelo/gamay coudere, el xarelo/aramón. rup 9 oel sumoll/rupestris lot, llegaban a superar los 80 hL/ha.55

Parte de este aumento de la productividad de la tierra puede expli-carse por la difusión56 y adopción de fertilizantes inorgánicos, así comopor el cambio técnico que comportó la replantación. Respecto a este últi-mo punto, un segmento importante de los grandes propietarios fue cons-ciente desde un primer momento de la necesidad de arar profundamentela tierra antes de plantar las nuevas cepas, ya que dicha operación permi-tía un crecimiento más rápido de las nuevas plantas y, a la vez, aumenta-ba su resistencia y productividad.57 De esta forma, fue generalizándose eluso de grandes arados de tracción directa, como, por ejemplo, los aradosfranceses Heker y Vernette. En poco tiempo, estos arados, que con unatracción de cuatro o seis animales permitían desfondar el terreno a 40 o45 centímetros de profundidad, fueron extendiéndose por las principalescomarcas vitícolas catalanas. Por otro lado, a fines de la década de losochenta fueron apareciendo por los viñedos catalanes los malacates y lamáquina de vapor, que a mediados de los noventa se introdujo en lascomarcas vitícolas catalanas con la adquisición del primer locomóvil.Respecto a los malacates, Marc Mir, un importante propietario vitícola,afirmaba que podían conseguir una labranza de unos 60 centímetros deprofundidad con la fuerza de cuatro caballos y tres activos masculinos,descepando una hectárea de tierra en cinco o seis días con un coste mone-tario de unas 251 pesetas.58 Este elevado coste estimuló la introducción

56 Visiones generales

55 Arxiu Històric Comarcal de Vilafranca del Penedès, Fondo Estación Enológica,Libro de campo de experimentaciones.

56 Sobre la difusión de los fertilizantes químicos, Giralt destaca que en el año 1909la delegación hispano-portuguesa del Permanent Nitrate Committee, con la colaboraciónde S.A. Cros, ofrecía 50 o 100 kg de nitrato de sosa a todos aquellos socios del InstitutoAgrícola Catalán de San Isidro o de las entidades afiliadas a la Federación AgrícolaCatalano-Balear que deseasen experimentarlo. Giralt Raventós (1990), p. 176. Sobre estepunto, ver también Pujol Andreu (1998).

57 Gayan (1929), p. 195.58 El malacate estaba formado por un cabrestante o malacate, un cable de tracción,

una polea de transmisión y un arado de gran potencia: «el cabrestante consiste en un tam-bor cilíndrico de madera, limitado superiormente por un plato de madera también, y porsu parte inferior por otro de hierro, a fin de que se arrolle bien el cable. Un árbol verticalde hierro le sustenta atravesándole por el centro, y le permite dar vueltas libremente: esteárbol, por medio de varios tornillos que tiene a su pie, se fija sobre un soporte de maderaen forma de cruz. Un manguito que lleva adjunto el embarrador se coloca sobre el tambor

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del locomóvil,59 que permitía desfondar una hectárea de tierra en dos otres días con un coste aproximado de unas 170 pesetas.

La replantación también produjo un cambio en la mentalidad de losviticultores, que, en su afán por aumentar la rentabilidad de las explota-ciones, tendieron a homogeneizar las plantaciones de cepas teniendo encuenta las diferentes características edafológicas de cada heredad. Ensegundo lugar, se adoptó un marco de plantación que facilitase la incor-poración de nuevos arados adaptados al cultivo de la vid, que empezarona difundirse en la primera década del siglo XX. Así, en 1899 empezó adifundirse el uso de los arados del sistema Renault-Gouin, que sustituíanel hierro forjado y la madera por el acero, y que permitían remover la tie-rra hasta la misma cepa;60 en 1905, una empresa catalana, IgnacioSampere y Cía., construía y comercializaba un nuevo arado viñero;61 en1908, en la Exposición de Maquinaria Agrícola celebrada en Manresa yase exponían diversos modelos de arados para viñas;62 y en 1914 se difun-día un binador para trabajar entre cepas.63

El sector vitícola español durante la segunda mitad del siglo XIX… 57

con el cual engrana por dos dientes semejantes a otras dos que éste tiene, y que se juntano separan por medio de una palanca colocada en la parte superior: bajando el manguito ydando vueltas los caballos se arrollará el cable, y levantando el manguito quedará el tam-bor libre, pudiendo dar vueltas al desarrollarse el cable. [...] El arado construido por Mr.Vernette de Beziers, es de grandes dimensiones, con vertedera helizoidal para volcar la tie-rra, y su antetrén con dos ruedas, aro para aguantar el espigón, gancho para juntar el cabley aparato para que el arado tome más o menos tierra o para corregir un poco su dirección».Resumen de Agricultura (julio de 1899), n.º 7.

59 En la revista Resumen de Agricultura se indicaba que «componen el aparato unamáquina locomóbil [sic] de seis caballos de vapor, la cual acciona una rueda plana denta-da, que por medio de un cambio de engravaciones hace funcionar dos tornos, uno quearrolla el cable de tracción del arado, y otro que arrolla otro cable de mucho menos diá-metro de grueso, por el que desde el extremo donde el arado termina el surco junto a lapolea de transmisión, le lleva otra vez, cargado sobre un carro de altas ruedas, al puntodonde debe empezar el nuevo surco». Resumen de Agricultura (septiembre de 1896), n.º 93.

60 Resumen de Agricultura (mayo de 1899), pp. 211-213.61 La principal característica de este arado consistía en que «la cuchilla horizontal y

la vertedera forman una superficie cóncava perfectamente lisa, unida y graduada, sin resal-tos ni inflexiones, de modo que la tierra se desliza a lo largo de la misma, sin brusqueda-des y con toda facilidad, hasta ser perfectamente volteada». Resumen de Agricultura (enerode 1905), pp. 17-19.

62 La Pagesia (junio de 1908).63 Este binador consistía en «una rella lateral suplementària, destinada a maniobrar

entre’ls ceps, ó siga, en la mateixa carrera formada per aquests que, á menos de treballadesencreuadas, fins avuy no hi ha modo de conreuar més que a força de brassos». L’Art delPagès (abril de 1914), pp. 114-118.

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Finalmente, el trabajo sobre las cepas también conoció algunas trans-formaciones, especialmente en lo referente a la poda y a la necesidad decombatir las nuevas plagas que atacaban las cepas americanas (mildew yblack rot). En este sentido, mientras que en algunas comarcas se manteníala tradicional poda en redondo, allí donde era posible se adoptaba la podalarga, que permitía aumentar la productividad de las cepas, llegando enalgunas viñas a quintuplicar la cosecha.64

4. Epílogo: algunas reflexiones finales

A lo largo de estas páginas hemos mostrado cómo durante el siglo XIX

el cultivo de la vid conoció una notable difusión en la Europa mediterrá-nea. Como ya hemos apuntado, la mayor parte de los procesos de espe-cialización vitícola que se consolidaron a lo largo de la centuria se vincu-lan: a la transformación económica que en estos años experimentó unaparte importante del territorio europeo (desarrollo de diferentes procesosde industrialización, concentración urbana de la población, mejora en lossistemas de transporte e intensificación de las relaciones comerciales), a laaparición de nuevos mercados en las tierras donde los europeos emigraronde forma masiva y, también, a las transformaciones técnicas experimenta-das en los procesos de elaboración de los productos vínicos. Pero la etapade mayor expansión del sector vitícola se concentra en el último tercio delsiglo XIX, cuando la filoxera se adueñó de los viñedos franceses y el princi-pal país productor se vio obligado a importar un elevado volumen de vinocon la intención de mantener sus mercados.

Esta proliferación del viñedo tuvo un carácter extensivo, sin grandescambios técnicos que permitiesen aumentar la productividad del trabajoy de la tierra en este sector. En consecuencia, se talaron bosques, se ocu-paron tierras marginales y en algunas regiones se produjo una sustituciónde la cultura cerealícola por la vitícola. Pero la ampliación de la superfi-cie ocupada por viñedos fue posible gracias a una mayor inversión del fac-tor trabajo, especialmente gracias a una mayor explotación del trabajofamiliar.

58 Visiones generales

64 Giralt Raventós (1990), p. 241.

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A partir del ejemplo catalán, hemos comprobado cómo, gracias a lareplantación de las viñas diezmadas por la filoxera a principios del siglo XX,las técnicas de cultivo de la vid experimentaron progresos importantes. Enprimer lugar, las explotaciones vitícolas tendieron a homogeneizar las nue-vas plantaciones de cepas injertadas, extendiéndose la práctica de experi-mentar en las propias heredades las variedades que resultaban más pro-ductivas, según las características de los suelos. En segundo lugar, la pau-latina difusión de los abonos inorgánicos permitió aumentar enormemen-te la productividad de la tierra. A ello también contribuyeron la difusiónde los tratamientos anticriptogámicos, los nuevos tipos de poda y la intro-ducción de nuevos arados mejor adaptados al cultivo de la viña.

Estrechamente vinculado al incremento de la productividad de la tie-rra, se produjo un importante aumento de la productividad del trabajo vití-cola. La nueva viticultura era mucho más exigente en trabajo, especial-mente en el abono de las tierras, el trabajo en las cepas y en la vendimia.Menor sería el incremento de jornales agrícolas que se produjo en las labo-res que se realizaban sobre la tierra. Así, los jornales destinados a cavar y ararrepresentaban en la viticultura clásica alrededor del 43% sobre el total dejornales agrícolas invertidos en el cultivo de la viña. Dicho porcentajequedó reducido al 27% en la nueva viticultura de principios del siglo XX.Este hecho, vinculado a la introducción de los nuevos tipos de arado, pro-vocó que en estas labores aumentase substancialmente la productividad deltrabajo agrícola, valorada en volumen de trabajo por unidad de output.

Esta transformación técnica fue dirigida en un primer momento porlos grandes propietarios vitícolas, que habían adquirido los conocimientosy el capital necesarios para liderar la revolución ecológica y tecnológica delsector. Ello supuso profundos cambios en las relaciones de producción quese habían consolidado a lo largo de los siglos XVIII y XIX en estas zonas, yaque los titulares de las pequeñas explotaciones y los colonos quedaron amerced de las grandes heredades. En este marco, tanto en Cataluña comoen Languedoc, por ejemplo, se produjeron importantes movimientossociales de protesta entre finales del siglo XIX y principios del XX, al tiem-po que se empezaban a sentar las bases de movimientos cooperativistas queliberasen a las pequeñas explotaciones de su dependencia respecto a losgrandes propietarios. Pero ésta es ya otra historia.

El sector vitícola español durante la segunda mitad del siglo XIX… 59

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PROPIEDAD, EXPLOTACIÓNY CAMBIO TÉCNICO

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1 Johnston y Kilby (1980), p. 196. Para el caso español, Robledo (1993), capítuloIII.2.

2 Carmona y Simpson (1999).

INTRODUCCIÓN

Juan CarmonaUniversidad Carlos III de Madrid

Numerosos estudios han puesto de relieve la importancia de la distri-bución de la propiedad y de los sistemas de explotación en el ritmo de lainnovación o del cambio técnico.1 Por ejemplo, una distribución muy des-igual de la propiedad, combinada con el uso de contratos de aparcería, seha asociado frecuentemente con la lentitud en la incorporación de innova-ciones técnicas y con importantes limitaciones en el crecimiento agrario.2

En cambio, son muchos los que han relacionado el éxito de la viticulturaen los siglos XVIII y XIX en ciertas regiones españolas con la existencia decontratos de aparcería eficientes, tales como la rabassa morta en Cataluña,figura contractual a la que, a la vez, se ha responsabilizado de las mayoresdificultades del viñedo catalán en el primer tercio del siglo XX. Los artícu-los presentados en esta sección se refieren a algunos de estos problemas, enespecial al impacto de los contratos o la estructura de la propiedad en ladefinición de las nuevas oportunidades abiertas a los viticultores, en unperíodo de importantes cambios técnicos.

La producción vitícola española experimentó en general una expansiónmuy importante entre 1850 y finales del siglo XIX, aunque con diferenciasregionales notables. Si en algunas comarcas catalanas un viñedo ya muyimportante y de gran tradición experimentó una expansión máxima un

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poco antes de la aparición de la filoxera (de 18.000 a 27.000 hectáreas entre1860 y 1890 en el Bages, según Llorenç Ferrer), a partir del cual inició unsuave declive hasta los años treinta, en una comarca valenciana comoRequena, y en parte Cariñena (Aragón), el viñedo se expandió continua-mente entre 1850 y 1930 hasta sextuplicar la superficie plantada. La mayorparte de la expansión en estas regiones se realizó a expensas del monte, lasdehesas y, en el mejor de los casos, las tierras de cereales, generalmente tie-rras marginales. El hecho de que el viñedo se adaptara bien a tierras margi-nales tiene gran importancia, dado que solían estar en mano de grandes pro-pietarios. La descripción que realiza Vicente Pinilla de la estructura de lapropiedad en Cariñena pone de relieve que un tercio de la superficie culti-vada conformaba propiedades de unas 17 hectáreas y otro quinto propieda-des de 90 hectáreas, un tamaño considerable para la viticultura de finales delsiglo XIX.3 En Requena también dominaba la gran propiedad, a menudoprocedente de la desamortización municipal, aunque las modalidades deplantación elegidas estimularon el desarrollo de pequeñas propiedades fami-liares. En el caso del Bages, la mayor parte de la tierra la formaban masías,la unidad de propiedad más habitual, que tenían una extensión de entre 50y 70 hectáreas y eran cultivadas por un gran número de familias.

¿Cómo hicieron estos terratenientes para plantar y cultivar tan grandessuperficies de viñedos? Se trata de una pregunta que se formula raramen-te de forma explícita, aunque es esencial para entender las modalidades deexplotación más habituales de este tipo de cultivos. Una parte esencial dela Nueva Economía Institucional tiene por objeto estudiar la elección decontratos eficientes, dadas las diferentes circunstancias, y existe una abun-dante literatura que se dedica a este tema. El problema que se plantea es elsiguiente: ¿cómo se explica que grandes explotaciones, dirigidas a menudopor técnicos profesionales, intensivas en capital, con mejor acceso a nue-vas tecnologías e, incluso, contando con mano de obra barata pudieranfracasar, donde no lo hacen los pequeños colonos? La razón principal sonlos altos costes de cumplimiento de la mano de obra, o sea, altos costes detransacción, que limitan las dimensiones de las explotaciones o plantacio-nes basadas en mano de obra asalariadas. A diferencia de la producciónindustrial, que se basa en inputs móviles y sin vida, y no se ve afectada por

64 Propiedad, explotación y cambio técnico

3 Según Sabio Alcutén (1995a), la mayor parte de la superficie era vitícola.

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la estacionalidad o la localización de la producción, la producción agrariano obtiene tanta ventaja de la especialización del trabajo y no permite unasupervisión eficiente que resuelva los problemas de incentivos. Por otraparte, los problemas de incentivos en la industria son ampliamente com-pensados por las economías de escala que se obtienen. Los costes de super-visión aumentan en ciertos cultivos que exigen rotaciones complejas, eluso de ganado o tareas delicadas y variadas.4 Las economías de escala quepueden obtenerse en grandes explotaciones en el uso de inputs indivisibles,tales como maquinaria, capacidad administrativa o el procesamiento(como en el caso del vino, por ejemplo), quedan anuladas por las deseco-nomías de escala derivadas del uso de mano de obra asalariada.5 De ahí lamayor eficiencia potencial de la producción familiar en determinadas cir-cunstancias.

Con respecto al cambio técnico, las grandes explotaciones ofrecenciertas ventajas, principalmente un acceso privilegiado al crédito y a lainformación sobre novedades técnicas, pero también aquí la pequeñaexplotación puede resultar más eficiente. De hecho, no parece que lospequeños colonos sean, por naturaleza, reacios a la incorporación de inno-vaciones. Estudios en países en desarrollo de Asia meridional muestranque los campesinos están dispuestos a introducir innovaciones, si bienajustadas a su función de producción. La pequeña explotación introduceantes las nuevas semillas más productivas, fertilizantes o insecticidas,mientras que las grandes explotaciones son más sensibles a la tecnologíaahorradora de mano de obra, como tractores o cosechadoras mecánicas.En ambos casos la introducción de innovaciones dependerá de la funciónde producción de cada explotación según sus dimensiones.6 La aversión alriesgo de los pequeños colonos tampoco es necesariamente un obstáculo ala introducción de cambios tecnológicos, en la medida en que estos cam-bios pueden reducir el riesgo y no agravarlo, aunque muy a menudo, pre-sentan ventajas lo suficientemente claras.7

Introducción 65

4 Hayami y Otsuka (1993), p. 13.5 Ib.; Tomich, Kilby y Johnston (1996), pp. 118-121.6 Ib., pp. 127-129.7 Ib., p. 128, citando estudios realizados en Tailandia. Tenemos un ejemplo más

cercano en el campesinado de regadío valenciano, en el que fertilizantes y nuevas va-riedades de semilla se difundieron con gran rapidez a partir de 1880: Calatayud (1989),pp. 295-322.

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En el caso de los viñedos de las regiones estudiadas dominaba la granpropiedad, y por ello no sorprende que los trabajos aludan a diferentestipos de contratos de tenencia para la explotación de estos grandes patri-monios. En el caso de Requena, Juan Piqueras muestra, a partir de unarica información contemporánea, que las plantaciones de viñedo se hicie-ron durante casi todo el período utilizando el contrato de plantación amedias. El propietario cedía una parcela a uno o varios aparceros, quienesdebían cavar el suelo y efectuar la plantación con el tipo de pie que fijarael dueño. Al quinto año se dividía la tierra en dos partes iguales. Muchasde estas parcelas no tendrían más de 0,5 hectáreas, aunque no hay razonespara pensar que los aparceros no pudieran acumular varias. Las técnicas deplantación eran «rudimentarias», dado que se hacían totalmente a mano.En el caso catalán, Llorenç Ferrer describe un caso diferente, pues los pro-pietarios no explotaban directamente sus propios viñedos: los colonosexplotaban casi la totalidad del viñedo en parcelas de 1-2 hectáreas. Elcontrato tenía unas particularidades, como el hecho de que fuera de muylarga duración (la vida de las cepas, de ahí el nombre del contrato: a rabas-sa morta), aunque en la práctica fuera un contrato indefinido, ya que loscolonos replantaban las cepas a medida que morían, evitando pérdidas deproducción. El estudio de Pinilla pone de relieve la coexistencia de lapequeña explotación familiar y la gran propiedad, lo que permite deducirla existencia de algún tipo de contrato agrario de explotación, que corro-boran Zoilo Espejo en su libro de comienzos de siglo o más recientemen-te Alberto Sabio en su trabajo sobre el viñedo de Cariñena; ambos ponende relieve la importancia de la aparcería para el cultivo del viñedo.8 Laimportancia variable de los contratos agrarios, no excluye necesariamentela existencia de grandes explotaciones. Las parcelas con las que se queda-ban los grandes propietarios de Requena, por ejemplo, formarían grandesexplotaciones, pero es probable que su cultivo dependiera en buena medi-da de las relaciones que se establecieran con los aparceros, de forma pare-cida a como se hacía en las grandes explotaciones del Mediodía francés conlos pequeños propietarios que vivían en la localidad, si bien no hay refe-rencias precisas al tema.9 Un caso diferente es la gran explotación de los

66 Propiedad, explotación y cambio técnico

8 Espejo (1900), pp. 195-222; Sabio Alcutén (1995a), pp. 178-182.9 Pech (1975).

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viñedos de Jerez, donde la exigencia de cierta calidad en la uva y los mayo-res precios de ésta hacían rentable los costes de supervisión asociados al usode mano de obra asalariada.10 El hecho de que predominaran aparcerías dediferentes tipos no es fruto del azar o de la existencia o pervivencia de tra-diciones locales particulares. En el mismo Cariñena, Sabio ha puesto derelieve la importancia del arrendamiento para el cultivo de los cerealesdurante el mismo período.11 La elección de un contrato adecuado en el ca-so de la viticultura exigía tener en cuenta la posibilidad real de que el colo-no tratara de maximizar la producción a corto plazo, a costa de dañar lacepa; de ahí que el arrendamiento fuera raramente utilizado.12 Los con-tratos elegidos solían especificar de forma muy minuciosa las distintas ope-raciones relacionadas con la planta, e incluso podían ser de larga duracióncomo hemos visto en el caso de la rabassa, con el fin de incentivar el inte-rés del colono en la vida de la planta. En todo caso, el cultivo de la vidrequería una vigilancia constante que favorecía el uso de la aparcería, uncontrato que también exige altos costes de supervisión.

Con respecto a la relación existente entre las distintas formas deexplotación y el cambio técnico, los ejemplos mostrados en este libro indi-can sin duda que los contratos elegidos no frenaron la adopción de estoscambios. El estudio de Ferrer deja claro que la rabassa es compatible conuna mayor intensificación del cultivo, cambios en los marcos de planta-ción o la aceptación de los mayores costes derivados de la filoxera. En elcaso de Cariñena, los cambios en las técnicas vitícolas fueron menores, enopinión de Pinilla, pero tampoco se diferenciaban según los tipos de ex-plotación. En general, los mayores cambios se produjeron a raíz de la difu-sión de la filoxera, dado que exigió cambios en la forma de plantar (mayorprofundidad de plantación y nuevas cepas) e incrementó los costes no la-borales de cultivo (incremento en el uso de abonos y de tratamientos anti-criptogámicos). En el caso de Requena, Juan Piqueras muestra que, a pesarde que el arado de desfonde (malacate), al abaratar los costes de planta-ción, permitía, en teoría, la sustitución de las cuadrillas de aparceros, éstostambién supieron aprovecharse de la nueva técnica, ya que juntando sus

Introducción 67

10 Carmona y Simpson (1999).11 Sabio Alcutén (1995a), pp. 178-182.12 Carmona y Simpson (1999) y (2000).

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animales de tiro y alquilando sus propios malacates se ofrecían a los gran-des propietarios con el fin de realizar sus propias plantaciones a medias. Eluso de malacates les permitió incrementar las dimensiones de sus explota-ciones hasta 4-5 hectáreas por aparcero. En el Bages, los propietarios incre-mentaron sus aportaciones al cultivo para compensar el mayor uso decapital, lo que demuestra la flexibilidad de los contratos. Es significativoque un cultivo más intensivo en capital en el primer tercio del siglo XX, noestimulara la sustitución de la pequeña por la gran explotación vitícola,como se estaba produciendo en el caso de la vinificación, lo que indica quela viticultura seguía siendo muy intensiva en mano de obra y costosa desupervisar. Por otro lado, el aumento de los costes laborales, que todos losautores señalan en este periodo, es otro factor que explica el escasodesarrollo de la gran explotación.

La evolución de la viticultura en estas regiones fue sin embargo muydiferente. En el Bages, el cultivo alcanzó su máxima extensión entre 1920y 1925, momento a partir del cual empezó a disminuir de forma muyrápida, en buena medida por las mejores oportunidades de empleos y sala-rios ofrecidos por la industria de la región. En cambio, las nuevas planta-ciones de Requena siguieron creciendo después de 1930. En el caso deAragón, si bien la producción disminuyó en general desde finales del sigloXIX (con una caída de 2/3), algunas comarcas, como Cariñena logróaumentar el área cultivada. En su trabajo, Vicente Pinilla trata de explicarsimultáneamente, las dificultades del sector y las razones por las que la viti-cultura aragonesa no se especializó en la producción de vino de crianza,como en la Rioja, lo que el autor atribuye a la falta de innovación técnica.El caso de Requena, muestra, al contrario que la especialización en la pro-ducción de vino corriente no es un obstáculo al cambio técnico, inclusoen el proceso de vinificación, y es probable que éstos se produjeran tam-bién en Aragón por las mismas fechas.

68 Propiedad, explotación y cambio técnico

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1 La mayor parte de las consideraciones que se hacen en esta comunicación estándesarrolladas empíricamente en Ferrer i Alós (1998). Por ello, sólo se incluyen notas cuan-do se quiere aclarar algún punto. Las fuentes documentales utilizadas se recogen en el cita-do libro. La síntesis que se ha realizado pretende mostrar las líneas generales de la evolu-ción de un viñedo desde su momento máximo de esplendor en los siglos XVIII y XIX y elproceso de decadencia en el siglo XX.

VITICULTORES, NO COMERCIANTES.NOTAS SOBRE LA EVOLUCIÓN

DE LA VITICULTURAEN LA CATALUÑA CENTRAL1

Llorenç Ferrer i AlósUniversitat de Barcelona

1

La viticultura ha sido una de las actividades económicas fundamenta-les de la comarca de Bages en la Cataluña Central. Las noticias directas eindirectas de un viñedo importante se remontan a la Edad Media: viñasabundantes alrededor del monasterio de Sant Benet de Bages en el siglo X,privilegios concedidos a la ciudad de Manresa que guardan relación con elvino durante el siglo XIV (Torras Serra, 1996a), una de cada dos casas dela ciudad tenía instrumentos de vinificación en el siglo XV (Torras Serra,1996b), los inventarios post mortem de los campesinos de los siglos XIV, XV

y XVI suelen describir bodegas dedicadas a la elaboración, etc. Todo sonnoticias que indican la importancia económica del vino en esta zona, queva a continuar hasta el primer tercio del siglo XX.

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La razón por la cual la viticultura de esta zona se mantuvo y reprodujoen el tiempo con sus altibajos era la situación geográfica, sobre todo a partirdel momento en que los territorios empezaron a especializarse. Hacia elnorte, la vid no podía cultivarse debido al clima; hacia el este, las tierras eranmucho mejores y rendían más los cereales y la ganadería; hacia el oeste, eramejor el cereal. Así pues, poco a poco, esta área del interior de Cataluña seespecializó en la producción vitícola y daba abasto a toda la Montaña y co-marcas adyacentes, según descripciones de la época.2 Era un mercado cauti-vo y seguro, que sólo podía perderse cuando aparecieran nuevos medios detransporte capaces de penetrar en la zona desde otras regiones productoras.

El hecho de que las casas particulares colocaran una rama de pino enlas ventanas o balcones para indicar que allí se vendía vino, o las noticiasde que los arrieros venían de otros pueblos, se alojaban en las casas parti-culares y compraban vino, o la figura del mesurador,3 que hacía de inter-mediario entre los compradores y los productores, nos indica que en elBages se limitaban a producir; el vino tenía una salida rápida a través de

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2 Francisco de Zamora escribía en el año 1789 sobre el corregimiento de Manresa:«No es de menor consideración el comercio de vinos y aguardientes cuando es abundantela cosecha, pues los vinos los llevan a la montaña y en retorno traen a esta ciudad las legum-bres que aquélla produce. Los aguardientes, mucha parte se llevan por mar a Inglaterra,Holanda e Indias». En sus viajes anotaba: «Algunos pueblos de este territorio se hallan enel Pla de Bages, muy conocido en los Pirineos porque se surten de él de mucho del vinoque necesitan».

A finales del siglo XIX Roig i Armengol escribía (traduzco el texto original): «[…]lo importante del cultivo de la viña en dicho llano se ha hecho extensivo a todo el partido,constituyendo este conjunto la bodega que abastece a la alta montaña de la provincia, yuna no escasa parte de las de Lleida y Girona, siendo conocidos estos vinos con el nombregenérico del Pla de Bages».

En el año 1924 se publicaba lo siguiente en la revista La Pagesia (traduzco el textooriginal): «Es un hecho bien particular que los vinos de nuestra comarca estén a un preciomás bajo que en el Penedés, Empordà, Vallès, etc. […] si consideramos también como notacuriosa que, mientras nosotros tenemos un mercado perpetuo en la alta montaña de Vic,Solsona, Berga, etc., el Vallés y Penedés sólo pueden contar con la exportación».

3 El mesurador fue una figura muy polémica en en siglo XIX. Se encargaba de cobrarel impuesto municipal que gravaba todas las transacciones de compra-venta que se realiza-ban en el pueblo, lo que le hacía conocedor del mercado local, y, por tanto, podía favore-cer al vendedor que quisiera según sus preferencias o acuerdos económicos. Los campesi-nos reclamaron a menudo su desaparición o la creación de otras formas de recaudación. Suexistencia nos indica que la mayor parte de compra-ventas de vino se hacían en el marcolocal entre los productores y compradores foráneos.

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arrieros foráneos de las comarcas de la Montaña, que venían a comprar laproducción, lo cual no permitió desarrollar una estructura comercial pro-pia. Mucho más adelante retomaremos el tema para explicar, en parte, ladecadencia del viñedo en esta zona.

2

La expansión de la viticultura se produjo a lo largo del siglo XVIII ycontinuó en el XIX, aunque a finales del XVII el viñedo de Manresa y susalrededores era el único consolidado en el interior, ya que las viñas seencontraban mayoritariamente en la costa (Valls Junyent, 1996). Los cam-bios en el comercio catalán, que se orientaba a mercados atlánticos conuna fuerte demanda de aguardientes, el crecimiento de la poblacióndurante todo el siglo y el impulso del mercado americano estimularon laplantación de viñas, lo que, además, se convertía en una de las maneras deintensificar y diversificar la producción agraria con una importante movi-lización de mano de obra (Torras Elías, 1994).

El Bages se encuentra en la Catalunya Vella, una zona de predominiode masías con una extensión media de 50-70 ha, aproximadamente. Tantolos labradores, que tenían el dominio útil de la tierra, como los comer-ciantes, fabricantes o ciudadanos honrados, que habían adquirido masíasa través de diversos mecanismos de endeudamiento o de estrategias matri-moniales, fueron los beneficiarios de la expansión, ya que controlaban lamayor parte de los bosques de la zona que podían ser roturados para lasnuevas plantaciones. Para explotar la tierra prefirieron cederla a pequeñoscampesinos mediante el contrato de rabassa morta a cultivarla de formadirecta. La cantidad de trabajo necesario para cultivar una viña aconseja-ba utilizar la cesión indirecta y no abonar todos los salarios necesarios: elpequeño campesino no calculaba el trabajo invertido en el proceso de pro-ducción, sino que tenía en cuenta el producto final. Todas las partes salíanganando en este tipo de organización productiva.

La rabassa morta era un contrato de enfiteusis, de tal manera que elcampesino, que solía vivir en los pequeños pueblos de la zona, recibía latierra a largo plazo —mientras vivían las cepas— con la obligación deplantar viña en un período determinado de tiempo, a cambio de pagar unaparte de la cosecha (en esta zona, la cuarta parte, con tendencia hacia la

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tercera cuando el diezmo desapareció). En la práctica, era un contratoindefinido, pues las cepas muertas se replantaban con la técnica de los col-gats i capficats,4 que eran bien vistos con los propietarios, ya que de estamanera no se daba la merma de la producción que se hubiese originado encaso de dejar que las cepas fueran muriendo poco a poco.

Las parcelas que se cedían eran pequeñas (entre 1 y 2 ha) y el dominioútil recibido pasaba de padres a hijos. El paisaje agrario que surgió de este tipode contratación se caracterizaba por una amplia red de masías que cultivabanpequeñas extensiones de cereal a su alrededor y superficies de bosque que,poco a poco, eran plantadas de viña en pequeñas parcelas, con una minucio-sa organización de caminos y zanjas para conducir las aguas de lluvia.

La cosecha era propiedad de cada campesino, que, en líneas genera-les, trasladaba la vendimia a su casa, donde tenía un lagar de mamposteríay elaboraba el vino. Había, por tanto, dos tipos de elaboradores: los peque-ños campesinos, que elaboraban pequeñas cantidades de vino, y los posee-dores de masías, que elaboraban vino procedente de las viñas propias y delas partes de vendimia que pagaban los rabassaires. En este esquema, cuan-to más pequeño era el campesino, más débil era en la cadena de produc-ción: tenía menos utillaje de vinificación y los más fuertes podían aprove-charse. La lejanía de las viñas del lugar de residencia, por ejemplo, llevabaa construir lagares en medio de las viñas, o a utilizar lagares exteriores dela propia masía, que eran puestos a disposición del rabassaire, o a venderel vino a pie de lagar a precios inferiores a si se hubiera trasvasado a lasbotas, de las que a menudo carecía. A pesar de estos problemas, derivadosde las diferencias sociales, el esquema general era que los pequeños cam-pesinos elaboraban y comercializaban el vino de la misma manera queaquellos que recogían más vendimia. Éstos últimos tenían más fuerza a lahora de negociar.

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4 Consistía en tomar un sarmiento de una cepa de la viña y enterrarlo todo entero osólo por su cabeza, para que naciera un nuevo pie. Los campesinos consideraban que lasnuevas cepas eran hijas de las otras que había en la viña y, por tanto, no se vulneraba el con-trato. En el siglo XVIII, cuando no se discutía el tema de la propiedad los contratos, se con-sideraba que estas prácticas eran positivas, pero en el XIX se prohibieron porque convertíanlos contratos en indefinidos, y éste era el camino hacia la propiedad absoluta de la tierra.

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La técnica de plantación utilizada de forma masiva era la que se deno-minaba a vall obert, que consistía en abrir largas zanjas de dos palmos deprofundidad, en uno de cuyos lados se plantaban los majuelos y donde seenterraban restos vegetales que servían de abono. Las viñas podían serespesas, si sólo se dedicaban a este cultivo o como mucho se cultivabanalgunas hortalizas entre las hileras, o a mitjans clars, cuando se intercala-ban con trigo. La gran mayoría eran espesas ya en el siglo XVIII, lo queindica que el campesino producía para vender el vino y adquirir otros pro-ductos agrícolas. Desde aquella centuria se dispone de noticias sobre mar-cos de plantación, lo que hace pensar que, poco a poco, se fue generali-zando la plantación geométrica. La distancia entre cepas oscilaba entre1,75 y 1,94 m, y entre 0,78 y 0,97 m entre hileras. Ello suponía una capa-cidad de 6.500 cepas por hectárea.

El cuidado de la viña requería mucho trabajo a lo largo del año. Notenemos noticias de que las viñas se arasen, por lo que parece que los tra-bajos eran manuales. Anualmente se hacían cuatro cavas (cavar en marzo-abril, rebordonar en la segunda quincena de abril, magencar en el mes demayo y passar en la primera quincena de junio) y dos trabajos de planta(podar, que consistía en cortar los sarmientos del año anterior y dejar sola-mente dos yemas y un borrón por donde salían las ramas nuevas, y espor-gar en el mes de junio para quitar aquellas ramas que podían dificultar elsoleado y la producción de la cepa). A estas tareas habría que añadir la devendimiar, que era la que necesitaba más trabajo y en un período de tiem-po corto si no se quería que la uva fermentara a destiempo y se estropearala calidad del vino. Cultivar una hectárea de viña en el siglo XVIII suponíainvertir entre 32 y 35 jornales de trabajo: tres cuartas partes (entre 24 y26) tenían que darse entre finales de febrero y junio y el resto en el mes deoctubre, durante la vendimia. Es en este trabajo donde se utilizaba toda lamano de obra familiar disponible y se dejaban otros trabajos.5

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5 Estos cálculos se han realizado a partir del estudio de las contabilidades del masSolei de San Salvador de Guardiola y el mas Noguera de Monistrolet de Rajadell entre1770 y 1800, que eran propiedad de la Seo de Manresa y que cultivaban unas viñas deforma directa (Ferrer i Alós, 1987).

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El tipo de cepas no se define y se habla solamente de «buenos pies» y,si acaso, se precisa las que no se pueden plantar. Es posible, sin embargo,que a lo largo del siglo XIX las cepas que predominaran fuesen el sumollpara las tintas y el picapoll para las blancas, aunque las mezclas debían deser muy frecuentes y dependían de las zonas. El vino que se producíamayoritariamente era clarete, y sólo en el caso de Artés se menciona «el vidaurat tipus Artés»,6 que se elaboraba a base de la uva picapoll. Según eltiempo que el hollejo fermentara con el mosto, el vino tenía más o menoscoloración; después era trasvasado a las botas y se prensaba el hollejo dellagar. La única técnica de vinificación que se menciona, y parece que eramayoritaria, es el uso del yeso para clarificar el vino. Los avances del sigloXIX se redujeron en algunas propiedades a mejoras en la limpieza de losutensilios de vinificación, a que la vendimia llegara en el momento ópti-mo y al mismo tiempo, a no mezclar determinados tipos de uvas, a dejarseparado el vino que se obtenía del prensado, etc. No parece que hubieraotro tipo de avances técnicos en la elaboración de los caldos.

El vino no se envejecía. Los pequeños campesinos se veían obligadosa vender el vino «a raig de tina», como decían popularmente, es decir, des-pués de la primera fermentación en el lagar; los demás embotaban; y sólolos grandes propietarios podían guardar más tiempo la cosecha, a la espe-ra de obtener mejores precios cuando el vino empezara a escasear en pri-mavera. De todas formas, el vino tenía que estar vendido antes de lasiguiente cosecha, ya que se tenía que hacer sitio en la bodega.

La producción de aguardiente era una salida a las cosechas excesivas,y, aunque en el Bages había diversas fábricas de destilación (Ferrer i Alós,1981), parece que la producción de destilado estaba muy lejos de la capa-cidad productora de otras comarcas como la del Alt Camp, que se espe-cializó en este tipo de producción (Olivé i Ollé, 1981). Quemar vino enesta zona no era el objetivo principal; sólo se hacía para regular cosechas ypara el consumo local o comarcal de aguardiente.

Se sabe muy poco de la comercialización del vino en esta parte deCataluña en el siglo XIX. No obstante, todo parece indicar que no cambió

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6 Vinos dorados tipo Artés. Suponemos que eran vinos blancos elaborados a base depicapoll y guardados en las botas de las bodegas.

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respecto a siglos anteriores. Los arrieros y los negociantes, a menudo forá-neos, llegaban a los pueblos, se ponían en contacto con el mesurador y seinformaban de las producciones locales que podían comprar. Los nego-ciantes locales se limitaban a ser grandes productores que conocían el mer-cado local y podían aprovecharse de las dificultades estacionales de lospequeños campesinos. En Manresa, la ciudad más importante y dondeparece lógico que se desarrollara un comercio al por mayor de vinos, nofigura ningún mayorista de vinos ni similar en las matrículas industrialesdel año 1861; habrá que esperar a la matrícula de 1889-1890 para encon-trar seis vendedores de vino al por mayor, todos domiciliados en la mismacalle.

4

En la segunda mitad del siglo XIX el viñedo empezó a ampliarse y sucrecimiento se aceleró en la década de los setenta, hasta llegar a su máxi-ma extensión a finales de los ochenta. Las 18.732 ha plantadas, según losamillaramientos de 1860, se convirtieron en 22.300 ha, según el BoletínOficial de la Provincia de 1880, en 23.841 en 1889 en todo el partidojudicial de Manresa y en 27.714, según la memoria de Roig i Armengol(1890). Hay datos contradictorios entre las fuentes, pero, en general, sepuede afirmar que hubo una expansión muy significativa en el períodoprefiloxérico, aprovechando los altos precios alcanzados en estos años. Elviñedo de la zona se situaba entre las 23.000 y 25.000 ha y había crecidosobre todo en aquellos pueblos donde el bosque era más abundante yhabía más tierras por cultivar. En las zonas del llano, la mayor parte de lastierras ya estaban ocupadas por el viñedo.

Los amillaramientos de 1860 nos dan una fotografía aproximada delo que suponía la especialización vitícola en la comarca cuando aún nohabía llegado a su máxima expansión. La viña suponía el 22,1% de lasuperficie total de la comarca, lo que equivale a decir que una de cadacinco hectáreas estaba plantada de este cultivo. El cereal ocupaba el10,2%. Si nos referimos a la tierra cultivada, la viña cubría casi las dosterceras partes, exactamente el 63,5%. Un análisis municipal (ver mapa 1)muestra que la viña representaba el 50% de la tierra cultivada, exceptoen seis municipios, dos de los cuales pertenecen a la subcomarca del

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Moyanés, donde la viña era inexistente, y en los otros cuatro llega al40%. La máxima intensidad del viñedo se daba en la parte oriental de lacomarca, en el Pla de Bages y los valles del Llobregat, Calders y la partebaja del Cardener. En esta zona se supera el 65% de la tierra cultivada.Suele haber una coincidencia entre el área cultivada y la extensión de laviña, lo que indica que el incremento de los cultivos se lograba plantan-do viñas, mientras que el cereal se mantenía estancado en los alrededo-res inmediatos de las masías (Ferrer i Alós, 1998).

MAPA 1

LA VIÑA EN LA COMARCA DE BAGES EN EL AÑO 1860 (% SOBRE TIERRA CULTIVADA)

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Los beneficios que proporcionaba el viñedo debieron de ser realmentealtos en la segunda mitad del siglo XIX y beneficiaron a todos los grupossociales. La contabilidad del mas Paloma de Artés muestra que los períodosmás rentables fueron el de 1876-1880, cuando se obtuvieron 1.008 durosde renta anual, el de 1881-1885, con 735,2 duros, y el de 1866-1870, con731 duros. En el quinquenio 1886-1890 se redujo a 503,2 duros. El míni-mo del período estudiado se produjo en 1901-1905, con 306,7 duros. Deello se desprende que entre 1866 y 1885, el viñedo del Bages vivió unosaños de prosperidad que alcanzó tanto a propietarios como a aparceros.

0% - 15%

15% - 30%

30% - 45%

45% - 60%

60% - 75%

75% - 90%

90% - 100%

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Este bienestar se nota también en otros indicadores sociales: algunospueblos vitícolas como Navarcles o Artés —y seguramente algunos otros—crecen urbanísticamente y se observan mejoras en las casas de los campe-sinos. Del mismo modo, las dotes que reciben las hijas de las masías conamplia producción vitícola aumentan desmesuradamente en estos años.

Desconocemos hasta qué punto dicho crecimiento afectó a la estruc-tura comercial y si se colocó el vino en nuevos mercados. Cabe suponerque el mercado tradicional de «la montaña» siguió fiel a la comarca, peroel incremento de la extensión no podía ser absorbido por comarcas con uncrecimiento demográfico relativamente débil. Hay que pensar que unaparte importante de los caldos se orientara hacia el mercado francés, sibien no tenemos noticias de ello. La aparición de negociantes al por mayoren Manresa, por primera vez en la matrícula industrial de 1889-1890,domiciliados todos en la misma calle, puede indicar algo en este sentido.

5

Antes de la aparición de la filoxera, el viñedo del Bages empezó aenfrentarse a nuevas plagas que requerían tratamientos antes desconoci-dos y que encarecían su cultivo. El oídio apareció primero y obligó a loscampesinos a ensofrar (polvo de azufre) las viñas; después llegó el mildíu,lo que constituyó un grave perjuicio antes incluso de la llegada de la filo-xera, hasta que se generalizó el uso del sulfato de cobre. Al mismo tiem-po, el pedrisco, un fenómeno natural que se producía en verano y cau-saba graves estragos en el viñedo, parece que se intensificó, si hacemoscaso de las numerosas referencias que aparecen en la época. La filoxerallegó cuando el viñedo ya empezaba a tener dificultades y a retroceder endeterminados lugares a causa de estas plagas. En Santa María de Oló seabandonaron 96,7 ha entre 1879 y 1887. La filoxera aún no había lle-gado.

La filoxera se presentó en los primeros municipios entre 1889 y 1890y se generalizó a partir de 1892. Según el mapa de la invasión filoxérica de1892, había 15 ha destruidas y 81 atacadas. Era poco en relación con loplantado, pero la invasión ya había empezado. En los años siguientes fuellegando a todos los rincones.

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La filoxera ayudó a clarificar el tema de la propiedad. A partir de lapuesta en marcha de la contribución territorial derivada de la elaboraciónde los amillaramientos, empezó a surgir el conflicto entre aparceros y pro-pietarios sobre qué debía asumir cada parte. Sin embargo, el problema defondo era la propiedad, ya que los cambios que se habían producido du-rante la revolución liberal habían dejado el tema abierto en Cataluña, pre-cisamente por el encadenamiento de dominios que se encontraban sobrela tierra: si el que poseía el dominio útil de una masía se convertía en pro-pietario absoluto a costa del que poseía el dominio directo, no había razónpara que el rabassaire no se convitiera también en propietario, pues teníael dominio útil que le había cedido otro dominio útil. En la segunda mitaddel siglo XIX, con el surgimiento de ideologías igualitarias, el tema de lapropiedad empezó a complicarse. Los aparceros utilizaron algunas leyesfavorables de la I República para consolidar sus derechos (por ejemplo,inscribir sus derechos en los amillaramientos) y los propietarios firmaroncontratos nuevos que eliminaban aquellas cláusulas que implicaban lacesión del dominio útil, e intentaron reinterpretar los antiguos para evitarque los aparceros se hiciesen con la propiedad. Mucho antes de la llegadade la filoxera hay noticias de recompra del dominio útil por parte de algu-nos propietarios de viñas que se arrancaban. También hay noticias dereclamación en los juzgados y desahucios de rabassaires, que apuntan haciaun incremento del malestar general.

La filoxera resolvió el problema. El contrato de rabassa morta preveíaque la tierra retornara al propietario una vez las cepas murieran, y esto eslo que ocurrió con la plaga. Muertas las cepas, acabado el contrato, retor-no de la tierra y punto final del conflicto jurídico con los aparceros. Losapéndices de amillaramientos y algunas documentaciones privadas permi-ten reconstruir este proceso y se puede afirmar que, poco a poco, la tierrapasó al antiguo propietario, que tenía así las manos libres para cederla denuevo en otras condiciones.7 Este proceso tenía que dejar necesariamente

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7 En la reconstrucción del retorno de tierras que hemos llevado a cabo para el muni-cipio de Santpedor, se observa que entre 1891 y 1910 los propietarios recuperaron el66,3% de las parcelas que en el pasado se cultivaban a rabassa morta, variando la intensi-dad de uno a otro propietario. En el mas Paloma de Artés el propietario recuperó 24 par-celas (el 70,6% de las parcelas) y no sabemos qué pasó exactamente con el resto.

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un profundo resquemor y odio hacia los propietarios, que utilizaron la plagapara dejar bien claro quién era el propietario en la zona, al margen de cual-quier pronunciamiento legal. Habrá que esperar a la Guerra Civil para queel conflicto se encone de nuevo con reivindicaciones claramente políticas.

No parece que en ningún caso los propietarios dudaran de que la viñatenía que replantarse; tenían claro que el sistema era válido en general, sibien debía cambiarse la formulación jurídica. Así pues, se mantuvo el largoplazo (fijado de forma concreta en 50/80 años), se pagaba la cuarta parte(antes de la filoxera se había generalizado el tercio en muchos lugares), lascontribuciones eran asumidas por el propietario, no había entrada pero sepagaba una cantidad fija por cada cuartera de tierra, debía llevarse la ven-dimia a la casa del propietario, se mantenía la figura del «pesador»8 parahacer las partes, se regulaba como siempre la forma de empezar la vendi-mia y el propietario se reservaba también el pasto de las hierbas, la orien-tación de los caminos y el derecho de prelación si el aparcero vendía losderechos. Los cambios respecto al antiguo contrato eran mínimos, pero yano se hablaba de rabassa ni de enfiteusis sino de arrendamiento. El cam-bio eliminaba la posibilidad de que el aparcero reivindicara la propiedadde la viña, aunque la filosofía general de cultivo era la misma que antes.

La nueva viticultura surgida tras la filoxera implicaba algunos cambiosen el cultivo (plantación con portainjertos, nuevos tratamientos fitosanita-rios que antes no se hacían y que significaban un incremento del coste,viñas con una duración menor…), que no supusieron cambios en el con-trato. En realidad, los nuevos arrendamientos eran calcados a las antiguasrabassas, si bien las condiciones contractuales eran menos duras para com-pensar las nuevas plantaciones, y la nueva viña requería más trabajo y másinversión. Lo que transformó el cambio técnico fue la vinificación, que,como hemos visto, se realizaba en casa de cada productor, aunque en elBages se tardó en alterar esta práctica. En las conferencias que se pronun-ciaban en los pueblos, así como en las revistas y manuales, se hablaba denuevas técnicas vinícolas que el pequeño productor no podía asumir, por lo

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8 Esta figura se contemplaba en todos los contratos de rabassa y pretendía evitar losfraudes a la hora de dividir las partes de frutos. El jornal del pesador era asumido por elpropietario, y el rabassaire tenía que «hacerle la vida», es decir, darle de comer y beber. Sufunción era pesar la vendimia y repartir según el contrato.

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que era necesaria la cooperación para elaborar vinos homogéneos y debuena calidad. La cadena tradicional acabó rompiéndose por este lado y nopor los métodos de cultivo.

¿Cedieron los propietarios la tierra a los mismos rabassaires de antesde la filoxera? Sabemos poco de este tema. En dos casos en que conocemoslos aparceros de antes y de después, se tiene la impresión de que hubo unaprofunda renovación en cada finca y de que los aparceros nuevos eran losantiguos rabassaires de otras masías. Pero aún falta mucho por investigar.

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Las riberas de la comarca de Bages se llenaron de fábricas a lo largodel siglo XIX, siendo el trabajo en las nuevas fábricas la principal ocupaciónde las mujeres, las hijas y los hijos varones, en tanto que el padre de fami-lia se reservaba el trabajo en las viñas, que eran cultivadas en aparcería. Lasconsecuencias demográficas de la filoxera fueron menores a las de otraszonas, ya que la crisis sólo afectó a la viña y esto convirtió a la mujer en elsostén de la casa a través del sueldo que recibía por su trabajo en la fábri-ca. A pesar de ello, la población se mantuvo prácticamente estancada entre1887 (66.152 habitantes) y 1910 (67.832 hab.). Un análisis más minu-cioso por municipios muestra muchos matices: desde pueblos que crecie-ron por la implantación de nuevas fábricas a otros en que la población seestanca pero los saldos migratorios son contradictorios según los decenios,sin olvidar aquellos otros en que desciende por ser municipios claramenterurales.

Una aproximación microhistórica a los casos de Santpedor, Navarcles,Artés y Santa María de Oló permite observar una reducción acelerada dela natalidad a partir de 1887, en que todavía se sitúa alrededor del 40‰,para reducirse en mas de 10 puntos en el año 1900. ¿Puede interpretarseque las parejas decidieron reducir el número de hijos a partir de la crisisfiloxérica? Algunos de dichos pueblos tienen tasas de crecimiento vegeta-tivo negativo en estos años, ya que se registran más defunciones que naci-mientos. En el caso de Navarcles también se ha podido estudiar el retrasoen la edad de matrimonio: los hombres pasaron de casarse a los 25,6 añosa hacerlo a los 27,1 y las mujeres de 23,2 a 25. De la misma manera, seredujeron los matrimonios en un 30% de 1881 a 1910. Todo ello son

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indicios de las estrategias adaptativas que pusieron en marcha las familiascampesinas para enfrentarse a las dificultades que conllevaba la llegada dela filoxera.

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¿Cómo era la viticultura surgida de la filoxera? Los datos indican que seempezó a replantar casi inmediatamente, y, sin ninguna duda, se utilizó laplantación con pies americanos. Sabemos que a finales del siglo XIX se utili-zó la variedad riparia de Millardet, pero en el año 1929 se habían generali-zado el rupestris lot, el riparia rupestris y, en menor medida, el aramón. Aestos pies se les injertaron las variedades locales conocidas como sumoll ymandó en uvas negras, y la malvasia, malvasia roja, pansa valenciana, maca-beu, picapoll, xarel·lo en uvas blancas. Algunas de estas variedades eran nue-vas en la zona, según se desprende de una relación de variedades de 1901 enque se especifica el carácter experimental. Parece, pues, que se produjo unasimplificación de variedades que podía ayudar a hacer más homogéneo elproceso de vinificación. La adaptación de portainjertos y de variedades sellevó a cabo mediante la experimentación local divulgada con los nuevos ins-trumentos colectivos que se pusieron en funcionamiento.

Aunque en el año 1929 se cita la estercoladura como la forma másgeneralizada de abonado de las viñas, la falta de materia orgánica animalmantenía aún vivas las prácticas tradicionales de enterrar restos vegetalesentre las hileras de las cepas. El marco de plantación era de 1,6 a 2 m entrehileras, y de 1 a 1,2 m de cepa a cepa, el mismo que las viñas plantadas deeste modo en los siglos anteriores.

La nueva viña requería nuevos trabajos, algunos de ellos bastante cos-tosos. En la plantación se tenían que injertar las variedades locales en el pieamericano, y para combatir el mildíu y el oídio debían sulfatarse y tratar-se con azufre las viñas. Estos costes llevaron a los aparceros a solicitar lareducción de las partes de frutos que pagaban a sus propietarios en el masPaloma en 1919, y en el mas Roqueta acabaron pagando la sexta parte, enlugar de la cuarta tradicional.

Los datos sobre rendimientos son muy escasos y de escasa fiabilidad,ya que no proceden de estudios sobre explotaciones reales. En el año 1890

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se podían calcular unos rendimientos de 18 hL/ha. En 1922, si aceptamosque el partido judicial de Manresa produjo 923.366 hL de mosto, obte-nemos unos rendimientos de 39,46 hL/ha. En 1969 eran entre 40 y 50hL/ha, algo superior a los de los años veinte.

Todo parece indicar que estamos ante una nueva viticultura quedemandaba más trabajo en planta, más costes por los tratamientos fitosa-nitarios, un incremento de la estercoladura. La consecuencia de todo ellofue un incremento notable de los rendimientos.

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Los tópicos sobre la filoxera plantean que la superficie se redujo drás-ticamente después de la plaga, e incluso se sugiere que fue el origen de ladecadencia de la viticultura en la zona. Esta idea deriva de algunas des-cripciones de los años veinte y de la comparación entre los datos de losamillaramientos de 1860 y 1940, de la que se deduce que la superficie vití-cola disminuyó considerablemente. Sin embargo, el Avance estadístico de1922 muestra que las hectáreas plantadas ese año eran las mismas que lasdel Avance de 1889, un poco antes de la llegada de la filoxera a la zona.Ello ocurría también en algunas partes de la provincia de Barcelona, lo queparece indicar que el viñedo se recuperó en su totalidad en las dos prime-ras décadas del siglo. Es posible que se abandonaran viñas en los pueblosmás montañosos y, en cambio, se incrementaran en el llano, pero la faltade datos municipales hace difícil profundizar en esta hipótesis.

El viñedo en la comarca de Bages empezó su decadencia a partir pre-cisamente de los años veinte, que fue el momento en que se empezaron aabandonar viñas de forma masiva, de tal manera que en la década de loscuarenta la extensión vitícola se había reducido a una cuarta parte. La bajaen los precios, las alternativas laborales que se producían en la comarca yel endurecimiento del conflicto rabassaire llevaron a los campesinos aabandonar las primeras viñas plantadas después de la filoxera.

La comercialización del vino del Bages siempre fue una actividad con-trolada desde fuera, y ello no cambió en las primeras décadas del siglo. Elmesurador pasaba a ser la figura clave en los pueblos para orientar las ven-tas y convertirse en intermediario local. Su poder derivaba del arriendo

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municipal de la medida del vino para recaudar dinero en las transaccionesvitícolas, lo que hacía difícil crear un grupo de comerciantes fuerte capa-ces de empezar el proceso de transformación real de la viticultura. El mesu-rador se aprovechaba del conocimiento del mercado local cuando lo era,pero poca cosa más.

En Manresa empezaron a surgir algunos mayoristas autóctonos queaprovechaban un mercado urbano consumidor en expansión. Comprabana los campesinos de la comarca y vendían en la ciudad a particulares ytabernas. Apenas sí apareció gente nueva en el siglo XX. La elaboracióntuvo siempre un carácter marginal en su caso, y cuando el vino de lacomarca empezó a escasear por el abandono del viñedo, fueron a comprarvino a otros mercados para abastecer la red comercial que habían creado.9

El arranque del viñedo afectó poco su actividad comercial.

9

En la Cataluña interior la crisis finisecular no dejó indiferentes a loscampesinos, que iniciaron un complejo proceso de asociación y de desa-rrollo de iniciativas cooperativas con el objeto de reducir costes y mejo-rar la productividad. En enero de 1900 se fundaba el Gremid’Agricultors de Manresa, bajo protección de la Iglesia pero con la fina-lidad de defender los intereses de los agricultores. En su seno aparecie-ron secciones dedicadas a garantizar un pequeño subsidio al agricultorque estaba enfermo, a crear un seguro para los incendios en el campo, apromover un foro de experiencias agrícolas, fomentar la plantación defrutales, etc. En Navarcles surgió el Gremi d’Agricultors de Navarcles,con el objetivo de realizar compras en común de sulfato de cobre y otrosproductos, de organizar turnos para trabajar la tierra de los campesinosenfermos, de estudiar la posibilidad de fundar un caja rural, etc. EnSantpedor se creó el Centre Agrícola de Santpedor; en Artés, el SindicatAgrícola d’Artés, seguramente entre muchos otros, y con el fin de traba-

Evolución de la viticultura en la Cataluña Central 83

9 Éste es el caso de la empresa de Ramon Roqueta creada en Manresa por un segun-dón de una masía de Horta de Avinyó, que se dedicaba a la comercialización de los vinos dela comarca y otros productos. En los años cuarenta se encontró sin proveedores locales y, paramantener su red comercial, tuvo que buscar vinos en otras zonas, especialmente la Mancha.

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jar para defender los intereses de los campesinos. En el año 1905 sefundó la Cámara Oficial Agrícola del Pla de Bages, con representantesde 33 pueblos de la comarca; asimismo, se creó un laboratorio químicoy una sociedad de seguros, se editó una revista y se constituyó un sin-dicato vitícola, que tenía como finalidad la destilación de vinos para laobtención de alcohol.

La importancia vitícola de la comarca determinó que estas entidadesse preocuparan especialmente de los problemas vitícolas: organizaron con-ferencias de divulgación que se publicaron en distintas poblaciones; edita-ron revistas —La Pagesia en Manresa, Sol Ixent en Navarcles…—, conextensos artículos sobre cómo mejorar la producción y elaboración vitíco-la; llegaron a publicar pequeños libros de análisis de los vinos de la zona ypropuestas para mejorarlos; hicieron compras en común de abonos y sul-fato de cobre para reducir los precios; compraron máquinas de destilarpara quemar vino y obtener alcoholes… La iniciativa más importante eneste sentido fue la constitución en 1912 del Sindicat Agrícola delLlobregat de Bages, que asociaba a campesinos de distintos municipiospara quemar vinos y producir alcohol y que funcionó hasta la postguerra.

El movimiento era interclasista y solía estar dirigido por los campe-sinos medianos de la población, aquellos para quienes la viticultura erafundamental para su subsistencia y pervivencia social. Con el tiempo,estos sindicatos se convirtieron en los transmisores de las reivindicacionesdel sector vitivinícola y colaboraron en la organización de movilizacionesfrente a las políticas gubernamentales. Así, la Unió de Vinyaters deCatalunya aparece en la comarca en el año 1912 y está intimamente rela-cionada con la Cámara, controlada básicamente por los propietarios. Amenudo los dirigentes de la Unió eran distintos a los de los sindicatos,pero compartían local y también dirigentes. Habrá que esperar a los añosveinte para que se produzca poco a poco una ruptura y la solución de losproblemas vitícolas se vea, no como una lucha contra el Gobierno quetoma medidas contra los intereses del sector, sino como un conflicto entrepropietarios y aparceros. El problema tomará otro rumbo en la IIRepública; la Mutual Agraria se activará como entidad defensora de losintereses de los propietarios y aparecerá la Unió de Rabassaires. En lospueblos, los sindicatos locales reflejaron esta división y estuvieron con-trolados por unos u otros.

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La elaboración del vino continuó siendo una tarea de cada campesi-no, aunque cada vez llegaba más información sobre nuevos métodos y sur-gía la conciencia de que la elaboración debía hacerse en común para redu-cir costos y, sobre todo, garantizar una mínima calidad. Los conferencian-tes que se pasearon por el Bages en los primeros años del siglo lo explica-ron una y mil veces. Los campesinos se asociaron para comprar en común,para quemar vino y obtener alcohol, pero la cooperativa vitícola tardó enllegar, a diferencia de lo que ocurrió en otras zonas de Catalunya.

La primera en concretarse fue la de Santpedor, y nació ligada al sin-dicato local. En 1917 se dieron los pasos iniciales, pero la primera elabo-ración en común no se realizó hasta 1926. La iniciativa fue un éxito, yaque se elaboraron 6.622,3 hL de vino, la mayor parte del que se producíaen el municipio. Los campesinos sabían en estos años que o elaboraban encomún o acabarían abandonando la producción.

La segunda experiencia se produjo en Salelles, una pequeña aldea queni siquiera tiene ayuntamiento y pertenece a Sant Salvador de Guardiola.La iniciativa surgió del Sindicat Agrícola Catòlic y las primeras noticiasdatan del año 1918. Fue en el mes de julio de 1926 cuando se aprobaronlos estatutos de la Bodega Cooperativa, y 58 socios entraron 541.620 kgde vendimia en 1927. No eran muchos socios, pero con el tiempo laBodega fue recogiendo toda la vendimia de la zona.

En Artés surgió la experiencia más importante. En 1914, el presiden-te del Sindicato Agrícola Catòlic hablaba de construir bodegas para la ela-boración de vino en común, pero la experiencia se redujo a realizar mez-clas de vinos ya elaborados y a algún tipo de comercialización conjunta.No duró mucho. Se tuvo que esperar al año 1935 para que 84 socios apor-taran 1.066.348 kg de vendimia para elaborar en común e iniciar la expe-riencia del Celler Cooperatiu de Artés.

No surgió ninguna experiencia más. Navarcles intentó hacer algoparecido después de la Guerra Civil, pero ya era demasiado tarde. De lacronología en la creación de las bodegas cooperativas se deduce su carác-ter tardío. Llevó más de veinte años, a partir de las propuestas de los téc-nicos, en concretar los proyectos, y, por otro lado, eran muy pocos los viti-cultores asociados. ¿Por qué en el Bages se había producido este retraso y

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el movimiento cooperativo era tan débil cuando el asociacionismo apare-ció con fuerza a principios de siglo?

La explicación debe buscarse en las características específicas de laviticultura del Bages. Era una vitivinicultura sin estructura comercial, yaque desde siglos atrás eran los arrieros foráneos los que iban a la comarcaa comprar vino. En el momento en que las redes de transporte (por ferro-carril o carretera) permitieron llevar vino de cualquier parte a las zonas delinterior, que eran mercado cautivo hasta entonces, los viticultores bagen-ses se mostraron incapaces de orientar la producción hacia otros lugares.El retraso en el movimiento cooperativo, una de las pocas soluciones alproblema, se explica precisamente por la falta de necesidad y la seguridaden la colocación de los caldos. No podemos olvidar que en la zona habíatrabajo alternativo en el sector textil y, poco a poco, en las profesiones denueva creación. Si hasta entonces el trabajo en la viña era cosa de hombresy la fábrica cosa de mujeres y niños, el modelo empezó a cambiar y loshombres empezaron a incorporarse a nuevos trabajos y a abandonar lasviñas.

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El fin del modelo empieza precisamente en los años veinte, y es elmomento en que las viñas se abandonan y se crean las tres bodegas coo-perativas que se convertirán en un elemento clave para el manteni-miento de la viticultura en la postguerra. A partir de los años cuarentalas tres bodegas se harán con casi toda la vendimia, y en los sesenta vivi-rán los momentos de máximo esplendor, sencillamente porque los cam-pesinos dejarán de elaborar y lo harán en común las bodegas.

La bodega de Santpedor mantuvo su carácter local y alcanzó el máxi-mo en entrada de vendimia en el año 1944 con 1.660.000 kg. Desdeentonces se mantuvo en el millón de kg y empezó a descender a partir delos setenta hasta su cierre definitivo. La cooperativa de Salelles acabó reco-giendo toda la vendimia de los pueblos próximos a su zona, lo que le llevóa incrementar el número de socios hasta el año 1975, en que se logró lamáxima entrada (1.840.000 kg), para empezar un lento declive que seagudizó en la década de 1980. El Celler de Artés atrajo también a todoslos viticultores de los pueblos de los alrededores y llegó al número de

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socios más alto en 1965. En 1963 entraron 4.977.000 kg, que fue la can-tidad máxima alcanzada; a partir de entonces se redujo de forma conti-nuada.

Después de la brutal reducción de los años veinte y treinta, las viñasaguantaron en las 5.800 ha hasta el año 1956. A partir de entonces lareducción fue imparable hasta casi su desaparición: 3.002 ha en 1969,2.228 en 1980, 1.033 en 1982, 494 en 1989. Los recuentos, efectuadosa menudo con intereses por medio, ofrecen resultados contradictorios,pero es evidente que en los años ochenta la viña bagense era residual y notenía nada que ver con el esplendor de los siglos XVIII y XIX.

Los datos de las bodegas cooperativas camuflan esta realidad, ya quese conviritieron en el refugio de los viticultores que quedaban y, por ello,crecieron hasta los años sesenta, que fue cuando vivieron los mejoresmomentos. Fuera de estos circuitos ya no había viticultura. A partir de losaños setenta, los viticultores que llevaban el vino a las bodegas tambiénarrancaron sus viñas, y ello se notó en la cantidad de vendimia entrada.

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Las bodegas cooperativas se limitaron a elaborar vino común, a satis-facer el mercado comarcal y a extender su venta en comarcas vecinas. Enningún momento se preocuparon por especializar la producción ni seplanteó seriamente la denominación de origen, ni surgieron cosecherosparticulares capaces de generar algún tipo de marca. Los comerciantes deManresa, herederos de los que existían a principios de siglo, se limitaron asubstituir el vino local por vino foráneo para satisfacer la red comercial quehabían organizado.

En este contexto, el precio que eran capaces de pagar las bodegas coo-perativas no sólo se estancó sino que redujo poder adquisitivo claramentea partir de los años setenta, mientras que los salarios reales pagados en laindustria textil —la mayoritaria en aquella época en la comarca— se incre-mentaron notablemente y eran los más bajos de la actividad industrial. Lasnuevas industrias instaladas en el Bages en los años sesenta dieron la últi-ma estocada a la viticultura: los hombres se pasaron a la industria; las viñasrequerían demasido tiempo y cuidados y rendían demasiado poco. El

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abandono fue una práctica habitual. Todo indicaba que el viñedo bagenseacabaría así su historia.

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Epílogo. Puede parecer una sorpresa, después de lo que aquí se haexpuesto, encontrarse con la noticia que se produjo en el año 1995 de quelos vinos de esta zona fueron reconocidos con la denominación de origenPla de Bages. En la década de los ochenta, la familia Roqueta, dedicadadesde principios de siglo a la comercialización de vinos, primero de lacomarca y después de otras zonas vitícolas, decidió experimentar con nue-vas variedades en su masía de Avinyó. Éste es el punto de partida de lareconversión del viñedo hacia una producción de calidad, que han segui-do algunos particulares y, en parte, dos de las bodegas de la comarca. Laextensión de viñedo apenas sí supera las 300 ha y se ha convertido en unrenacimiento de la viticultura de la comarca. Pero ésta es otra historia quese escapa del panorama que hemos querido mostrar en el presente trabajo.

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1 Deseo agradecer la colaboración de Laura, Leo y Lucrecia Lalanne, Isidro Aguilera,José Miguel Lana y Luis Germán, que me ha facilitado generosamente las estadísticas de laCompañía de Ferrocarriles del Norte de España. El trabajo se ha beneficiado de los comen-tarios realizados por los asistentes al Seminario «La vid, el vino y el cambio técnico enEspaña, 1850-1936» (Vilafranca del Penedés, junio de 1999) y al Seminario de HistoriaEconómica de la Universidad de Zaragoza (mayo de 1999). Los errores y deficiencias querestan son de mi exclusiva responsabilidad.

CAMBIO TÉCNICO EN LA VITIVINICULTURA ARAGONESA,

1850-1936: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA TEORÍA

DE LA INNOVACIÓN INDUCIDA1

Vicente Pinilla NavarroUniversidad de Zaragoza

El objetivo central de este trabajo es explicar por qué en la vitivini-cultura aragonesa coexistió, desde mediados del siglo XIX hasta 1935, unasecuencia relevante de cambios en las técnicas de cultivo y sobre todo enlas variedades cultivadas, que exigió significativos volúmenes de inversiónde capital, con una relativa atonía en las técnicas de vinificación. Debemosencontrar, por lo tanto, un conjunto de variables explicativas que nos per-mitan comprender simultáneamente ambos fenómenos. Enmarcaremos eltrabajo en el paradigma de la teoría de la innovación inducida, que, en miopinión, nos ofrece un esquema válido para dar respuesta a las preguntasplanteadas.

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El esquema que utilizaré parte de una breve descripción de los cam-bios que experimentó la viticultura y del relativo estancamiento en las téc-nicas de elaboración del vino, para plantear seguidamente el marco teóri-co de referencia y analizar desde éste las distintas variables que pudierondeterminar dichos cambios o su ausencia.

1. Cambio técnico en la viticultura aragonesa

Los cambios que tuvieron lugar en el período expansivo de la vid, queabarca desde 1850 hasta la filoxera, estuvieron esencialmente limitados ala lucha contra algunas nuevas enfermedades que afectaron al viñedo ara-gonés, como el oídio y el mildíu. Sin embargo, la plaga filoxérica obligó ala total reconstitución de aquél, lo que exigió una inversión elevada, lamejora en las técnicas de cultivo y la utilización de nuevos inputs como losabonos inorgánicos.

Para la lucha contra las nuevas plagas, lo más significativo fue el inten-to de plantar variedades más resistentes y la utilización de métodos quími-cos para combatirlas. La inmediatez de los resultados obtenidos favorecióclaramente la amplitud de estos cambios, que, aun cuando fueron exten-diéndose, tardaron bastantes años en generalizarse. En el primer sentido,debemos destacar la expansión que la variedad garnacha consiguió en elviñedo aragonés, frente a otras tradicionales, como consecuencia de sumejor resistencia frente al oídio y, a la vez, de su muy adecuada adaptaciónal medio árido predominante en buena parte de Aragón y a los suelospobres que tanta importancia tenían en algunas comarcas vitícolas.

El que se produjeran a partir de la garnacha vinos de fuerte gradua-ción, aunque no de óptima conservación, muy adecuados para coupages,favoreció también su expansión cuando comenzaron a incrementarse lasexportaciones a Francia. Estas características le aseguraron también quedurante la reconstitución postfiloxérica continuara siendo la vinífera pre-ferida para injertarse sobre pies americanos.2 Como consecuencia, la gar-nacha llegó a ocupar una parte muy mayoritaria del viñedo aragonés.3

90 Propiedad, explotación y cambio técnico

2 Lapazarán (1915), p. 112; Zamboray y Marraco (1914), p. 328.3 En Zaragoza un 76% del viñedo existente en 1982 y plantado antes de 1935

correspondía a esta variedad. En Huesca y Teruel era alrededor del 40%. Pinilla Navarro(1995b), p. 228.

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También en lo relativo a la difusión de nuevos inputs con los quehacer frente a las plagas, lo más importante fue una lenta pero progresivageneralización de las prácticas de azufrado para combatir el oídio y de uti-lización del sulfato de cobre contra el mildíu.

Pero, sin ninguna duda, lo que podemos considerar como el cambiomás trascendental que experimentó la viticultura aragonesa, fue la necesi-dad de enfrentarse al reto planteado por la invasión de la plaga filoxérica.Ello exigió replantar todo el viñedo filoxerado con patrones americanos,inmunes a la plaga, sobre los que se injertaban las distintas variedadeseuropeas. Los nuevos pies requerían mayores cuidados que los que recibíatradicionalmente la vitis vinifera europea. En consecuencia, la reconstitu-ción hizo necesario, además de cantidades importantes de capital, un cau-dal de nuevos conocimientos técnicos, tanto para replantar el viñedo einjertar como para cultivarlo posteriormente.

La reconstitución tuvo una importancia muy desigual en el conjuntode Aragón. En la década de los treinta la superficie de viñedo existente erasólo un 59% del máximo alcanzado en 1900.4 Ésta se concentró especial-mente en aquellas comarcas que tenían una mayor tradición vitícola, ytambién en las que más intensamente habían participado del auge vitíco-la. Los portainjertos empleados fueron en primer lugar híbridos franco-americanos aramón y mourviedro, que dieron muy malos resultados por suinsuficiente resistencia a la filoxera, lo que llevó a que se utilizaran tras esefracaso sólo pies americanos. El rupestris de lot fue finalmente el pie prefe-rido, sobre todo por su gran resistencia antifiloxérica y gran adaptabilidada diversos terrenos, siguiéndose en este sentido una pauta común al con-junto del valle del Ebro.5

Es interesante destacar que los nuevos pies exigían mayores cuidadospor parte de los agricultores, siendo también importantes las necesidadesde determinados aperos para llevar a cabo las labores de desfonde y replan-tación. Por esta razón, los nuevos y más perfeccionados arados, como losdiversos tipos de vertedera, se expandieron en zonas vitícolas comoCariñena. También fue necesaria una mayor utilización de abonado, para

Cambio técnico en la vitivinicultura aragonesa, 1850-1936… 91

4 En Huesca era el 36%, en Teruel el 58% y en Zaragoza el 72%.5 Gallego Martínez (1986), p. 395. En las tres provincias el rupestris de lot ocupaba

entre un 65% y un 90% del viñedo existenten 1982 y plantado antes de 1935, PinillaNavarro (1995b), p. 228.

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lo que se usaban tantos abonos orgánicos como inorgánicos, y regularizarla utilización de plaguicidas e insecticidas ya conocidos y empleados.

Estos mayores cuidados dados al viñedo generaron cierto incremen-to de la producción de uva por hectárea, tras la caída experimentada coin-cidiendo con la filoxera y la lenta recuperación posterior, por cuanto elviñedo reconstituido tendía a dar inicialmente cosechas pequeñas. Sinembargo, la mala coyuntura que atravesó el vino desde mediados de losaños veinte implicó un descuido de labores para tratar de compensar,ahorrando costes, la caída de los precios, lo que hizo descender dichosrendimientos.6

CUADRO 1

PROMEDIOS QUINQUENALES DE LOS RENDIMIENTOS AGRÍCOLAS DEL VIÑEDO(q por ha )

Años Huesca Teruel Zaragoza España

1898-1900 24,23 22,12 23,60 25,351901-1905 18,50 21,42 17,80 22,281906-1910 19,89 21,26 19,23 19,751911-1915 16,70 18,32 18,76 20,491916-1920 23,60 18,29 22,33 30,151921-1925 22,02 19,45 24,45 29,001926-1930 19,48 16,11 14,91 25,881931-1935 14,81 17,09 16,49 22,34

FUENTES: Para Aragón, Pinilla Navarro (1991), p. 435; para España, Gallego Martínez (1986).

2. El estancamiento en las técnicas de elaboración del vino

En la elaboración del vino, y antes de que se produjera el boom deexportaciones a Francia, las técnicas utilizadas eran enormemente tradi-cionales, pudiéndose destacar como rasgos principales de aquéllas la esca-sez de atención a una vendimia adecuada (madurez de la uva, selección

92 Propiedad, explotación y cambio técnico

6 Idénticas opiniones para otras zonas, en Gallego Martínez (1986), p. 530, ZapataBlanco (1986), pp. 1138-1139, y Pujol Andreu (1988), pp. 525-526.

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según madurez de variedades y campos), muy poca higiene de los lagaresdonde era pisada la uva, escasa separación de los mostos por calidades(excepto en Borja y Cariñena), interrupción de la fermentación por lle-narse algunos lagares grandes en varios días, escasa ventilación de las bode-gas, lo que generaba fermentaciones poco tumultuosas y sujetas a fermen-taciones extrañas a la vínica, escasa o nula atención a la crianza de losvinos, y enyesado de los vinos para conseguir un vino de color más inten-so y de más graduación. En definitiva, vendimia poco cuidada, deficientestécnicas de elaboración y falta de tiempo en ésta. Los cambios recientescon respecto a los métodos tradicionales, si habían tenido lugar, eransumamente limitados. Así, en Borja la excavación de bodegas en el comúnde la localidad había supuesto una mejora en las posibilidades de conser-vación de los vinos, ya que en ellas la estabilidad de la temperatura a lolargo del año era notable (ver cuadro 3, infra, p. 100). Además, la elabora-ción del vino fuera de las casas pudo mejorar también el producto obteni-do, al evitar la posibilidad de que el vino se contaminara en su momento ini-cial de olores producidos por el ganado, que normalmente permanecía en elmismo lugar donde antes se elaboraba (López Larraga, 1873).

Como consecuencia, el vino que se elaboraba tenía una calidad defi-ciente; en esto coinciden los numerosos testimonios contemporáneos. Así,en 1877, el dictamen del jurado de la Exposición Vitícola Nacional eraespecialmente duro con los vinos que se habían presentado de Zaragoza:

El defecto principal de la producción que nos ocupa es las malas condi-ciones en que la primera fermentación se verifica y el modo como el caldo seconserva. Comienza aquélla con elevada temperatura, por lo regular, y acabamuchas veces por paralizarse por una baja repentina. De aquí el que la mayorparte de los vinos del año sean dulces, y que, en cuanto vuelve el calor, se desa-rrolle una nueva fermentación tumultuosa, que costaría siempre la pérdida delproducto, si no fuera tanta en muchos casos la calidad del mismo. Muchos sonlos ejemplares, además, que tienen olor y sabor desagradables, debido a la pocalimpieza de los vehículos y auxiliares de transporte de las uvas, y a que las bode-gas están situadas muy cerca de sitios donde las emanaciones amoniacales sonfrecuentes. Nótase asimismo una falta grandísima de limpieza en las vasijas,resultando que muchos ejemplares han perdido su valor comercial por el sabory olor húmedo o enmohecido que adquieren; y aunque el primero, cuando esligero, puede hacerse desaparecer, o cuando menos disimularse en las manipu-laciones, produce siempre una baja considerable en el valor del producto.7

Cambio técnico en la vitivinicultura aragonesa, 1850-1936… 93

7 Estudio sobre la Exposición Vitícola Nacional de 1877. Madrid, 1878, p. 225.

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La opinión que los caldos oscenses merecían no era mucho mejor:

[…] y en la elaboración de los caldos un abandono extraordinario, causa delmal estado de los productos sometidos al examen del Jurado. La primera fer-mentación se realiza en malas condiciones, y en general ha sido interrumpida;y las vasijas acusan una falta de limpieza extremada, así como se nota la casicarencia de trasiegos.8

Las respuestas de las diversas localidades al interrogatorio vinícola de1884 coincidían también en el escaso cuidado que había en la elaboraciónde los vinos.9

En ninguna parte se realizaba una crianza de los vinos, sino que a lolargo del año se vendían en cuanto estaban en condiciones adecuadas.Como se afirmaba en Cariñena, «la crianza de los vinos redúcese a depo-sitarlos en las cubas hasta que llega el momento de la venta».10

En la última década del siglo, persisten comentarios similares en auto-res como Sagols, que habla del sistema «malo y sucio» de elaboración delos vinos, Tutau, que se refiere a la mala elaboración que se realizaba enCariñena, o Tobella, que se queja de las malas condiciones de las bodegaspor carecer de la temperatura adecuada, de la falta de conocimientos y laescasez de higiene, aludiendo a la misma comarca.11

Los cambios que impulsaron los bodegueros y comerciantes francesesfueron pequeños, limitándose a algunas mejoras en los procedimientos paraobtener los vinos de fuerte graduación y color que se demandaban, comouna mejor limpieza de utillaje, la utilización de la prensa de hierro, la reduc-ción del enyesado del vino ante sus protestas o el incrementarse en algunoscasos el número de trasiegos realizados.12 Además, no siempre fueron aqué-llos imitados por los vinicultores locales (Ferrer Regales, 1957, p. 91).

94 Propiedad, explotación y cambio técnico

8 Ib. p. 264.9 «Cultivos. Información vinícola. Resúmenes por provincias y contestación al cues-

tionario de primero de mayo de 1884», Archivo del Ministerio de Agricultura, legs. 84 a 89(en adelante, AMA, «Cultivos»). En el mismo sentido, López Larraga (1873) sobre Borja.

10 AMA, «Cultivos», leg. 88.11 Sagols y Ferrer (1895), Tutau (1892) y Tobella (1892).12 La Crónica de Vinos y Cereales señalaba en 5-X-1881 que los cambios en los pro-

cedimientos utilizados en las bodegas habían venido por imitación a las instaladas enAragón por los comerciantes franceses. Una visión más pesimista, en Cariñena en 1884,cuando se decía que «poco nuevo nos enseñan los extranjeros que han venido a tomar cartade naturaleza entre nosotros». AMA, «Cultivos», legs. 88 y 89. Para Navarra es mucho másoptimista al respecto Lana Berasain (1997b).

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Esta tendencia a realizar algunas leves innovaciones en los procesos deelaboración se prolongó en el primer tercio del siglo XX. En general, tuvie-ron un alcance limitado o no se difundieron. En el Campo de Cariñena,tras la Exposición Hispano-Francesa de 1908, algunos grandes propieta-rios comenzaron a preocuparse por la elaboración de sus vinos, adoptan-do técnicas francesas de elaboración y construyendo lagares de cemento(Ferrer Regales, 1957). También en el Campo de Borja tuvieron lugaralgunos pequeños cambios, como una mayor atención al momento idóneopara realizar la vendimia, o mayor cuidado en operaciones como el enye-sado o clarificación (Rújula y Lafoz, 1995). Estos cambios no vinieronacompañados de innovaciones en el tipo de producto obtenido.

Un caso significativo, justamente por su dinamismo y alto grado deinnovación frente a lo ocurrido en el resto de Aragón, tiene que ver con lainstalación de las Bodegas Lalanne en Barbastro en 1894.13 La familiaLalanne procedía de Barsac, en la región de Burdeos, donde en 1842 pasa-ron de ser agricultores que elaboraban su propio vino, y que en partecomercializaban, a fundar una bodega orientada hacia la elaboración devino de calidad. La plaga filoxérica movió a la dispersión de parte de lafamilia, siendo España adonde llegó Felix Lalanne, que había nacido enArgentina, acompañado de sus padres. Tras buscar terrenos adecuadospara la producción de vino, finalmente seleccionó Barbastro, que durantelos años del boom vitícola se había constituido en un centro exportadorimportante. La bodega, desde su fundación, tiene un perfil bien distintoal predominante en Aragón. Se comienza por plantar variedades francesas,como cabernet-sauvignon o merlot, sobre pies americanos, con lo que va aescapar a la filoxera que en muy pocos años llega a la comarca. La elabo-ración sigue los procedimientos bordeleses casi toda la cosecha se comer-cializa en botellas, tras una crianza adecuada. Una parte mayoritaria de laproducción se vende en la propia Francia o en Italia, y otra se destina amercados urbanos españoles, orientándose, en consecuencia, hacia la pro-ducción de vino de calidad. El seguimiento del patrón bordelés en laexplotación Lalanne puede apreciarse incluso en la organización física deésta, con su centro en el castillo San Marcos (imitando la denominación

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13 Información basada en la comunicación oral con Laura, Leo y Lucrecia Lalanne.

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château al estilo bordelés),14 donde coinciden la vivienda con la bodegaanexa, y las tierras de labor alrededor de aquél. Lo más interesante de laexperiencia es su carácter singular, es decir, que no se imitara desde zonaspróximas y que, por lo tanto, fuera una experiencia innovadora y dinámi-ca, aislada, en un contexto donde los métodos tradicionales y poco cuida-dosos predominaban.

3. Explicando el cambio tecnológico: la teoría de la innovación inducida

La teoría de la innovación inducida se ha convertido en uno de losmarcos teóricos más utilizados para explicar el cambio tecnológico en laagricultura (Hayami y Ruttan, 1971). La idea esencial que plantea es ana-lizar el cambio en la tecnología y en las instituciones como una respuestadinámica a los cambios ocurridos en las dotaciones de factores producti-vos, y consecuentemente en sus precios relativos, y a cambios en la deman-da de productos. De esta forma, dicho cambio es analizado como unavariable endógena del sistema económico, siendo clave la interacción esta-blecida con el entorno institucional, que también reacciona frente a lasdotaciones de recursos existentes y el cambio económico. El cambio téc-nico es, por lo tanto, endógeno al proceso de desarrollo agrícola, existien-do varias rutas posibles para el desarrollo tecnológico.

En este caso lo que nos interesa esencialmente es tomar en considera-ción los mecanismos a través de los cuales se interrelacionaron la deman-da de vino y las dotaciones de factores productivos para incidir sobre elritmo y dirección del cambio tecnológico. Nuestro problema fundamen-tal es tratar de explicar éste en una doble dimensión: la adopción de méto-dos o soluciones al problema planteado por la aparición desde mediadosdel siglo de enfermedades y plagas nuevas que hacían inviable la conti-nuación de la producción vinícola, o podían hacer descender sustancial-mente la productividad; y la adopción, o no, de métodos de elaboración

96 Propiedad, explotación y cambio técnico

14 Como señala Roudié (1994, pp. 142-145), esa denominación extendida en lasegunda mitad del XIX busca también identificar a los productores de vino de calidadembotellado.

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del producto final que mejoraran su calidad o condujeran a la obtenciónde un producto novedoso con cualidades más elevadas.

Como hemos podido ver ya, en la vitivinicultura aragonesa se produ-jeron cambios esenciales en el primer sentido, aunque de forma desigualen las distintas comarcas, pero las mejoras en la elaboración del productotuvieron poco alcance o se limitaron a muy pocos productores, por lo queel tipo de vino obtenido en la década de los treinta no difería esencial-mente del que se lograba sesenta o setenta años antes, aun cuando pudomejorar algo su calidad. Hubo, en consecuencia, innovación en lo quepodríamos denominar las labores agrícolas, mientras que la viniculturaaragonesa se caracterizó más bien por leves cambios en los procesos de ela-boración del producto, sin que hubiera mejoras en el tipo de vino obteni-do. ¿Cómo explicar este doble comportamiento cuando en muchas oca-siones ambas labores eran realizadas en las mismas explotaciones? Para daruna respuesta a esta pregunta nos centraremos en el análisis de tres clasesde variables: la oferta de factores productivos existente, la demanda devino y sus cambios, y la actuación del entorno institucional en este terreno.

4. Factores productivos, recursos naturales y costes de oportunidad

En el período estudiado, la tierra fue un factor relativamente abun-dante, aunque el acceso a ella se hacía de forma muy desigual, lo que gene-raba una estructura de la propiedad de la tierra muy desequilibrada, dandolugar en el sector agrario aragonés, y particularmente entre los viticultores,a la existencia de una gran masa de pequeños o ínfimos propietarios y ungrupo reducido de grandes agricultores que concentraban una parte muysignificativa de la propiedad de la tierra.

La obtención de tierra para la expansión agrícola, y vitícola, que tuvolugar en la segunda mitad del siglo XIX pudo realizarse merced a la priva-tización de patrimonios de titularidad colectiva, a través del proceso desa-mortizador, y, simultáneamente, gracias a una intensificación en su uso, loque implicó que tierras destinadas tradicionalmente a pastizales se dedica-ran a usos agrícolas. Los usos preferentes de estas tierras fueron el cultivode cereales y el viñedo. Tras el largo paréntesis de la depresión agraria fini-

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secular, el intenso crecimento agrícola que tuvo lugar a comienzos delnuevo siglo impulsó en Aragón un proceso de conquista de nuevas tierras.Éstas procedieron tanto de las desamortizadas y todavía no adjudicadascomo, sobre todo, de roturaciones en terrenos públicos, autorizadas ono.15 Su uso preferente fue el cultivo de cereales, aunque algunas de las quepreviamente ocupaban las gramíneas fueron destinadas a nuevos usos,como la remolacha azucarera en el regadío o el viñedo en zonas que teníancierta especialización en dicho cultivo y en las que los nuevos pies ameri-canos exigían mayores cuidados. Así, por ejemplo, en el Campo deCariñena, además de desplazarse las viñas a tierras antes dedicadas a cerea-les, cambiaron también los lugares en las que se situaban las últimas,bajando normalmente a terrenos menos elevados, lo que facilitaba la uti-lización de nuevos aperos como los arados de vertedera.

Desde este punto de vista, la abundancia relativa de tierra no limitólas posibilidades de expansión de la vid ni indujo una orientación hacia laintroducción de técnicas ahorradoras de ésta. Es posible, sin embargo, queen algunos momentos la competencia con otros cultivos (o, lo que es lomismo, el coste de oportunidad de plantar o mantener viñedos) fueraimportante. No fue el caso de la segunda mitad del siglo XIX, cuando elviñedo incrementó su superficie en 25.000 hectáreas en Huesca o 46.000en Zaragoza, aproximándose en su crecimiento al del sistema cereal. Latendencia alcista de los precios del vino planteaba pocas dudas sobre laidoneidad de la opción vitícola frente a otras.

En el primer tercio del siglo xx sí que podemos considerar que el viñe-do pudo tener un coste de oportunidad significativo. Hasta mediados delos años veinte los precios de los cereales mostraron un comportamientorelativo mejor que el del vino (Pujol Andreu, 1988), lo que pudo deter-minar que, en zonas en las que previamente al boom de las exportacionesa Francia no había una especialización significativa en la producción devino, la reconstitución tuviera muy poca importancia y se limitara apequeñas superficies orientadas a abastecer el mercado local. Sólo en elCampo de Cariñena se tomó una opción claramente vitícola durante la

98 Propiedad, explotación y cambio técnico

15 Ver sobre el tema, para España, Grupo de Estudios de Historia Rural (1994); paraNavarra, Iriarte Goñi (1997); para Aragón, Pinilla Navarro (1995b); para Cinco Villas,Sabio Alcutén (1995b); y para el Campo de Cariñena, Sabio Alcutén (1995a).

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reconstitución, lo que concuerda con la gran importancia previa del viñe-do y su fuerte tradición. El resultado fue un incremento de su peso relati-vo en Zaragoza, pasando de representar un 15% de éste durante los añoscumbre del boom a casi un tercio en 1922. En otras, como Borja oBarbastro, las malas perspectivas que se abrían para el cultivo de la viddurante la reconstitución, y la existencia de alternativas algo más intere-santes en aquellos momentos, limitaron su alcance. El valor de la inversióninmovilizada en bodegas o instalaciones de transformación pudo ser unelemento determinante de la opción tomada.

El elemento clave no fue, pues, la escasez de tierra, sino el coste de opor-tunidad en el que se hubiera incurrido al realizar una inversión de capital sig-nificativa en la reconstitución de un cultivo cuya rentabilidad era dudosa.

La segunda cuestión relevante es la distribución de la propiedad de latierra, y consecuentemente el tipo de explotaciones vitícolas que tendían apredominar en Aragón, para de esta forma poder tratar de inferir en quémedida ello condicionaba u orientaba en determinadas direcciones el cam-bio tecnológico. Los estudios con que contamos sobre la distribución dela propiedad de la tierra muestran que predominaba la coincidencia de unelevado número de propietarios, normalmente más de la mitad del total,con propiedades pequeñas o ínfimas con un pequeño número de propie-tarios que concentraban un porcentaje más que significativo de la tierra.Podemos ilustrar esta caracterización para dos municipios vitícolas: Borjay Cariñena (ver cuadro 2).

CUADRO 2

PROPIEDAD DE LA TIERRA EN BORJA Y CARIÑENA

Propiedad BORJA CARIÑENA BORJA CARIÑENApor tramos 1846 1858 1885 1935 1846 1858 1885 1935

% de propietarios sobre el total % superficie total poseída

0-1 23,5 37,8 40,2 35,7 1,8 5,1 4,8 4,91-5 46,6 41,7 40,7 42,4 15,6 26,4 24,0 22,55-10 12,8 11,2 11,5 11,4 12,9 20,6 19,7 20,0

10-50 15,0 9,2 7,9 9,2 43,9 46,2 33,3 30,0> 50 2,1 0,1 0,8 1,3 25,8 1,8 18,1 22,6

Total* 1.465 1.011 1.183 1.504 10.311 3.987 4.881 7.685

* Los totales son valores absolutos, en número de propietarios y hectáreas.

FUENTES: Para Borja, Rújula y Lafoz (1995), p. 333; para Cariñena, Sabio Alcutén (1995a), p. 208.

Cambio técnico en la vitivinicultura aragonesa, 1850-1936… 99

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El catastro de Borja de 1846 nos muestra una estructura de la pro-piedad extremadamente desigualitaria (Rújula y Lafoz, 1995). Quienestenían menos de 5 hectáreas representaban un 70% del total de propieta-rios, pero sólo reunían un 17,4% de la tierra cultivada. Por contra, los quepodríamos considerar grandes propietarios, con más de 50 hectáreas, eransólo un 2% pero agrupaban el 25,8% de la tierra. En medio se situaba unacapa de pequeños y medianos propietarios, que suponían aproximada-mente un cuarto del total y reunían algo más del 25% de la tierra.

En Cariñena, en este caso para tres momentos temporales bien diver-sos (Sabio Alcutén, 1995b), la distribución de la propiedad de la tierra eraaún menos igualitaria que en Borja, ya que quienes poseían menos decinco hectáreas oscilaban entre el 75% y el 80% del total de propietariosy sólo reunían entre un 25 y 32% de la tierra. El tramo de mayores pro-pietarios, más de 50 hectáreas, poseía inicialmente una parte pequeña dela tierra, aunque posteriormente fue incrementando notablemente esteporcentaje, en detrimento sobre todo de la importancia de los propietariosmedios acomodados (entre 10 y 50 hectáreas).16

Es más difícil averiguar el grado de concentración que existía en losprocesos de transformación, aunque trataremos de aproximarnos al temautilizando los mismos ejemplos.

CUADRO 3

SOLICITUDES AL COMÚN DE BORJA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE BODEGAS

Años Solicitud Autorizadas % aut./tot.

1843-1849 16 10 3,91850-1854 36 2 0,81855-1859 138 55 21,51860-1864 129 47 18,41865-1869 175 55 21,51870-1874 57 32 12,51875-1879 14 13 5,11880-1884 14 10 3,91885-1887 41 32 12,5Total 620 256 100,0

FUENTE: Registro n.o 1 sobre concesiones de terrenos del común para bodegas, años 1843-1887,Archivo Municipal de Borja, leg. 585-03.

100 Propiedad, explotación y cambio técnico

16 Sobre la compraventa de tierras en Cariñena, Sabio Alcutén (1992).

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En el caso de Borja, las bodegas en las que se realizaba tanto el pisa-do de la uva como la posterior fermentación del mosto y el almacena-miento del vino se situaban en los altos de la localidad, excavadas en elmonte, y buena parte de ellas tenemos constancia que se habían construi-do a lo largo del siglo XIX, especialmente entre 1855 y 1874, y de nuevoentre 1886 y 1887 (ver cuadro 3).

El registro fiscal elaborado por el Ayuntamiento en 1921 muestra elpequeñísimo tamaño de la mayoría, lo que pone de relieve que todavíapara esas fechas un gran número de productores eran agricultores que,además de elaborar vino para el autoconsumo, comercializaban una partede su cosecha, y sólo unos pocos contaban con lo que podemos conside-rar instalaciones con capacidad para elaborar cantidades significativas devino (ver cuadro 4).

CUADRO 4

BODEGAS EXISTENTES EN EL COMÚN DE BORJA EN 1921 (Partidas de Poniente, Saliente y Valturera)

Superficie N.º Tamaño Total % n.º por % m2 por(m2) medio superficie tramos tramos

0-25 139 22 3. 087 32,6 18,426-50 225 35 7. 799 52,8 46,451-75 34 62 2. 098 8,0 12,576-100 8 88 702 1,9 4,2

101-125 4 118 470 0,9 2,8126-150 9 135 1. 215 2,1 7,2151-200 5 181 905 1,2 5,4

> 200 2 273 545 0,5 3,2Total 426 39 16. 821 100 100

Existían, además, en estas partidas 94 bodegas para vivienda en Saliente, 1 en Valturera y 17 enPoniente.

FUENTE: Registro fiscal de edificios y solares, 1921-19…, Archivo Municipal de Borja, leg. 1221-000.

En Cariñena, los amillaramientos de 1860 señalan que todos los tra-mos de propietarios tenían una parte significativa de la infraestructura detransformación, ya que los pequeños (entre 1 y 5 hectáreas) poseían el30% de las bodegas, los medianos (de 5 a 10 hectáreas) el 38% y losmedianos acomodados (entre 10 y 50 hectáreas) y grandes (más de 50 hec-táreas) el 28%. De los trujales y lagares la distribución era, respectiva-

Cambio técnico en la vitivinicultura aragonesa, 1850-1936… 101

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mente, 24%, 35% y 39% (Sabio Alcutén, 1995a, p. 160). Aunque nosabemos qué porcentaje de la cosecha elaboraba cada tramo, lo que sí esevidente es que todos ellos estaban implicados en dichos procesos.

La fusión en una misma persona de la actividad de viticultor y vini-cultor era la norma en Aragón, al menos hasta la filoxera.17 Esta vitivini-cultura con capacidad económica limitada no se arriesgaba a realizar inver-siones en métodos modernos, que, por otra, parte no eran imprescindibles,ni tan siquiera necesarias para el tipo de vino que producían.

Aunque en el primer tercio del siglo XX se crearon algunas grandesbodegas que actuaban como almacenistas, comprando cosechas que luegovinificaban a pequeños viticultores,18 éstos siguieron también profunda-mente implicados en la elaboración del vino.

Esta radiografía de la propiedad de la tierra y del control del procesode elaboración, creo que nos da información muy relevante sobre las posi-bilidades del cambio tecnológico tanto en la viticultura como en la vini-cultura.

En el caso de la viticultura, dicha radiografía es indicativa de las enor-mes dificultades de los pequeños agricultores para enfrentarse a los cam-bios que las diversas plagas hicieron necesarios. A pesar de todo, una partede ellos —quienes no emigraron, se arruinaron o cambiaron de cultivos—no sólo adoptaron los nuevos métodos sino que también tuvieron que lle-var a cabo el proceso de replantación que exigía la filoxera. En mi opinión,el esfuerzo requerido para ello, y las pequeñas cosechas que transformaban,desincentivó cambios en los procesos de elaboración, de mayor alcanceque los muy limitados ya citados. La cuestión de la escala es importante.Para la mayor parte de pequeños y medianos viticultores, embarcarse en laadopción de nuevas técnicas o invertir en almacenar el vino durante unperíodo de tiempo más prolongado, para mejorar su crianza, era sencilla-mente inviable. Su escasa capacidad económica lo dificultaba mucho. Elque además tuvieran que hacer frente al esfuerzo financiero que supuso lareconstitución del viñedo, en momentos no especialmente boyantes paralas cotizaciones del vino, fue seguramente también un factor clave.

102 Propiedad, explotación y cambio técnico

17 Estudio sobre la Exposición Vitícola Nacional de 1877, p. 206.18 Ferrer Regales (1957) y Sabio Alcutén (1995a).

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Podría plantearse la opción del recurso al crédito como alternativapara financiar la modernización de los procesos de elaboración del vino.Aquí, el principal problema era que el precio del dinero era para ellos,en términos relativos, elevado, por lo que no parece una opción adecuadaen dichas circunstancias.19

Una opción alternativa era la constitución de cooperativas para ela-borar el vino de forma conjunta. Los primeros intentos realizados en estadirección no cuajaron (Ferrer Regales, 1957), a pesar de que se considera-ban impresindibles, desde fechas tempranas, para que los pequeños vini-cultores dispusieran de modernas instalaciones, maquinaria y acceso aconocimientos técnicos modernos.20 Alternativamente, el asociacionismoagrario se orientó en zonas vitícolas hacia la centralización de las comprasde inputs como abonos o plaguicidas.21 El tardío desarrollo de las coope-rativas en Cariñena se ha explicado por la oposición de los grandes pro-pietarios, deseosos de ejercer el máximo control posible sobre la transfor-mación de la uva, y por la existencia de comerciantes oligosopnistas nadainteresados tampoco en su desarrollo (Sabio Alcutén, 1999, pp. 16-17). Aello podría sumarse la escasez de capital antes señalada como un elementolimitante del desarrollo de estas cooperativas (Simpson, 1999, p. 180).

Antes de la crisis filoxérica, era precisamente la falta de capital, el ele-mento que desde Cariñena se señalaba en 1884 como clave para entenderel que no se elaborasen vinos de calidades elevadas, sino sólo vino de pastopara exportar a Francia o para el consumo popular en España.22

Sin embargo, una pregunta nos resta, ¿por qué tampoco los grandesagricultores o medianos acomodados, o los bodegueros que surgieron, rea-lizaron las transformaciones necesarias que podían conducir a un cambiocualitativo en la elaboración? Como hemos visto, ellos protagonizaron los

Cambio técnico en la vitivinicultura aragonesa, 1850-1936… 103

19 Sabio Alcutén (1996). En Rújula y Lafoz (1995, p. 392) se señalan las dificultadespara acceder al crédito en la comarca de Borja a finales del siglo XIX. Sabio Alcutén (1995a, pp.167-172) observa idéntico problema para los pequeños viticultores del Campo de Cariñena.

20 A esa conclusión se llegó ya en el primer congreso de la Federación AgrariaAragonesa, celebrado en Zaragoza en 1910. Gayán (1912), pp. 12-13.

21 Datos cuantitativos (abonos y plaguicidas), en Pinilla Navarro (1995b). El estudiomás completo sobre el tema, en Sanz Lafuente (1999).

22 AMA, «Cultivos», leg. 88.

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pequeños cambios que en los procesos de elaboración tuvieron lugar.Aquí, los problemas de capital o escasa dimensión no se pueden utilizarpara explicar satisfactoriamente lo ocurrido. El que, por ejemplo enCariñena, buena parte de ellos poseyera un capital relevante en otrasagroindustrias o se embarcara en la construcción de licoreras (SabioAlcutén, 1995a, p. 190) todavía es un elemento más contundente parademostrar que no fue en este caso la escasez de capital lo determinante,sino que tiene que haber otros elementos que expliquen lo ocurrido. De lamisma forma, el ejemplo de Bodegas Lalanne muestra que era posible rea-lizar el cambio, pero aquella empresa no contagió a su entorno. Si nos pre-guntamos por qué fue así, creo que tendremos que referirnos esencial-mente a factores de demanda.

5. La demanda de vino

El análisis de la demanda de vino que la producción aragonesa satis-facía es enormemente importante para explicar la deficiencia de los proce-dimientos de elaboración predominantes. También creo que resulta útilpara entender la desigual reconstitución del viñedo en Aragón.

El crecimiento de la producción de vino en Aragón parece muy cla-ramente ligado a la demanda realizada desde Francia a partir de la décadade los setenta. Huesca y Zaragoza, sobre todo ésta última, fueron las dosprovincias que con mayor intensidad participaron en dicha expansión. Laproducción se centró tanto en comarcas con tradición vitícola como enotras en las que ésta era mucho menos importante. En general, todas ellasse encontraban bien situadas para dar salida a sus caldos a través del ten-dido ferroviario, y, en los casos en los que faltaba dicha posibilidad detransporte, la propia magnitud de las exportaciones vinícolas favoreció eltendido de ferrocarriles de vía estrecha o de conexiones con la red gene-ral.23 Podemos estimar que, a mediados de los años ochenta, al menos el50% de la producción de Huesca y Zaragoza y un 25% de la de Teruel seexportaba al mercado francés. Las estadísticas ferroviarias ponen de relie-ve lo rápidamente con que en Aragón se inició la exportación a Francia,

104 Propiedad, explotación y cambio técnico

23 Sobre el tráfico de mercancias en Aragón a través del ferrocarril, Germán Zubero(2000).

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anticipándose algo al incremento de ésta en otras zonas de España. Lasmismas estadísticas, muestran que de las expediciones de vinos de las prin-cipales estaciones aragonesas, más del 90% tenían como destino el merca-do francés (ver cuadro 5).

La proximidad de Aragón a los principales centros importadores fran-ceses, Burdeos y Cètte, la adecuación ecológica de su territorio al cultivode la vid, la tradición existente en esta actividad y las redes comerciales decomisionistas franceses establecidos en Aragón y a los que vendían los pro-ductores directamente la cosecha,24 creo que explican suficientemente laintensidad del auge exportador.

También fue importante el hecho de que los vinos aragoneses fueranóptimos para realizar coupages en Francia, especialmente en Burdeos, porsu fuerte graduación y color. En este sentido, los importadores franceses

Cambio técnico en la vitivinicultura aragonesa, 1850-1936… 105

24 Estos comisionistas residían en diversas localidades, normalmente con estación deferrocarril o con producciones importantes, y organizaban el transporte del caldo hasta sudestino. Ver, por ejemplo, las muy abundantes noticias sobre su presencia en el períodicoLa Crónica de Vinos y Cereales. En algunos pueblos incluso llegaron a establecer bodegaspara elaborar vino o para almacenar el adquirido. No debía de ser muy frecuente que lospropios cosecheros exportaran directamente su producción.

CUADRO 5

TRÁFICO FERROVIARIO DE VINO A TRAVÉS DE LAS LÍNEAS DE LA CÍA. DEL NORTE DE ESPAÑA, 1878-1930

(En miles de t)

Años Huesca Zaragoza Aragón

Expedida Llegada Saldo Expedida Llegada Saldo Expedida Llegada Saldo

1878-1881 16,4 1,8 14,7 43,6 8,3 35,3 60,0 10,0 50,01883-1886 27,6 3,9 23,7 38,4 4,4 34,0 66,0 8,3 57,71901-1905 21,3 6,5 14,8 16,8 4,0 12,9 38,1 10,4 27,71906-1910 8,5 6,9 1,6 5,4 2,8 2,5 13,9 9,8 4,11911-1915 4,1 9,6 –5,5 10,0 3,1 6,9 14,0 12,7 1,41916-1920 1,7 12,0 –10,3 17,0 3,3 13,7 18,7 15,3 3,41921-1925 2,7 11,5 –8,8 19,3 5,4 14,0 22,0 16,9 5,21926-1930 2,7 11,1 –8,4 20,4 6,6 13,8 23,1 17,7 5,4

FUENTES: Para 1878-1886, Gómez Mendoza (1982). Para los años 1878-1881, los datos son de laCompañía del Norte de España. En los años siguientes se incluyen también los datos deMZA; 1901-1930: Estadísticas de la Cía. de Ferrocarriles del Norte de España. Datoselaborados por Luis Germán y cedidos para este trabajo.

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no estaban interesados en obtener un producto con una buena crianza,sino un vino de pasto del año que respondiera a sus necesidades. Desdeeste lado no existieron, por lo tanto, estímulos que fomentaran cambios enlas técnicas de vinificación en Aragón para obtener un producto diferen-te. Los testimonios de época confirman precisamente tanto la adecuacióndel producto elaborado al que demandaban los importadores franceses,25

como las dudas de que pudiera haber salida para un producto mejoradopero alejado del que aquéllos querían.26

No era, pues, el desconocimiento de las técnicas el factor esencial quepuede explicar la ausencia de un cambio en los procedimientos de elabora-ción, sino la respuesta de los vitivinicultores a un determinado tipo dedemanda. La especialización de Aragón en este segmento del mercado eramuy coherente con las principales tendencias de la demanda y con el deseode una maximización rápida de beneficios sin necesidad de incurrir en inver-siones significativas. Aunque parezca paradójico, coexistieron dinamismo ysensibilidad a las señales del mercado con inmovilismo tecnológico.

En Aragón, la caída de la demanda exterior de vino tuvo conse-cuencias funestas para la producción, que disminuyó como consecuen-cia de ello y también posteriormente por la llegada de la filoxera (vercuadro 6). Los problemas en el mercado exterior, que, aun con todo,seguirá siendo muy importante para el sector vitícola, llevaron a quemuchos productores volvieran sus ojos al interior.27 La opción aragone-

106 Propiedad, explotación y cambio técnico

25 «Si lo que se pretende es fabricar materias primas para convertirlos al otro lado delos Pirineos en vinos de mesa, basta introducir ligerísimas modificaciones en la actual fabri-cación; pero si lo que se pretende es que los vinos aragoneses gocen de autonomía propia,adquieran el crédito que les corresponde y que se vendan como vinos aragoneses, entonceses preciso desde la cruz hasta la fecha variar los procedimientos de elaboración». CongresoNacional de Agricultores (1885), p. 80. El no trasegado del vino en Cariñena se explicabaen 1884 por la nula influencia que esta operación ejercía sobre el precio obtenido de loscomisionistas franceses. AMA, «Cultivos», leg. 88.

26 «Además están elaborándolos tres o más años [refiriéndose a los bodegueros france-ses], y aquí los quieren del año [refiriéndose a los comerciantes franceses]; tanto es así, queapenas hay vinos nuevos; aunque no hayan concluido de fermentar, ya los prefieren a los delaño anterior. Demasiado sabemos que para obtener vinos de poco color y ligeros, no haymás que quitarles antes de la fermentación orujo y escobajo, trasegándolos con frecuencia;pero emplear estos medios sería hacerles perder gran parte de su valor, y el cosechero lo quebusca es vender a los precios más altos posible». Sarriá Cuartero (1878), p. 571.

27 Sobre el mercado internacional del vino ver Ayuda, Aparicio y Pinilla (1998) yPinilla, Ayuda y Aparicio (1998). La posición española, en Pinilla y Ayuda (2000).

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sa fue seguir básicamente con la producción de vinos de pasto, aptos, enconsecuencia, tanto como vinos de consumo de baja calidad cuanto pararealizar coupages. Ello implicó el atender un segmento de mercado,donde además existió durante todo el primer tercio de siglo un graveproblema ocasionado por la adición al vino de alcohol industrial y agua,que abarataba el producto y lógicamente restringía la demanda de vino(Pan-Montojo, 1994).

Cambio técnico en la vitivinicultura aragonesa, 1850-1936… 107

CUADRO 6

PROMEDIOS QUINQUENALES DE PRODUCCIÓN DE MOSTO EN ARAGÓN (Números índices con base 100 en 1890-95)

Años Huesca Teruel Zaragoza Aragón

1885-1889 93 112 104 1011890-1895 100 100 100 1001896-1900 65 142 85 841901-1905 73 149 56 701906-1910 60 96 18 391911-1915 25 56 22 261916-1920 28 55 39 371921-1925 29 60 44 411926-1930 26 48 34 331931-1935 17 61 45 37

FUENTE: Pinilla Navarro (1991), p. 570.

La reorientación hacia el mercado interior se percibe con claridadtanto en la caída en términos absolutos de las salidas de vino de Aragón(cuadro 5), como en el cambio de destino de aquéllas (cuadro 7). En elprimer sentido, zonas que habían participado con intensidad en el boomexportador, como los somontanos de Huesca y Barbastro, pasan a conver-tirse incluso en importadoras netas de vino, al no reconstituir sino unapequeña parte de su viñedo, mientras que en conjunto el saldo neto expor-tador aragonés se contrae notablemente.

En el segundo sentido, podemos percibir cómo va cambiando el des-tino prioritario de las expediciones aragonesas de vino a través de laCompañía de Ferrocarriles del Norte de España. A principios de siglo, lasexportaciones son ya sólo un tercio del total, y en 1920 no llegan ni a una

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quinta parte. Nuevos destinos en el interior pasan a tener ahora unaimportancia destacada. Cambian los destinos, pero no el tipo de produc-to elaborado, bien sea para mezclar con vinos más suaves o para el consu-mo de las clases populares.

Podemos señalar en el caso de la principal comarca productora, elCampo de Cariñena, este cambio de orientación en sus mercados princi-pales. Antes de la gran expansión de la demanda francesa, aquéllos se situabandentro del propio Aragón y en Castilla. La demanda francesa monopolizódesde fines de los setenta la producción de Cariñena y la inauguración enla década de los ochenta del ferrocarril de vía estrecha que unía esta ciu-dad con Zaragoza hizo que en esta dirección se canalizasen la mayor partede los envíos. Tras la caída de las exportaciones hacia Francia, el principalmercado pasó a ser el País Vasco, donde los vinos de Cariñena se utiliza-ban para hacer coupages con los suaves manchegos. La filoxera tambiéndeterminó el surgimiento de un nuevo mercado: el urbano de Zaragoza.Esta ciudad cubría anteriormente su demanda con los viñedos situados ensus alrededores, pero tras la plaga sólo una parte de aquellos fueron recons-tituidos,28 lo que unido a su fortísimo crecimiento demográfico propicióel surgimiento de claras oportunidades para su abastecimiento.

También en el Campo de Borja, que tradicionalmente vendía buenaparte de sus caldos en Soria y Burgos, y más tarde en Francia, fue el PaísVasco el que, tras la caída de la demanda francesa, pasó progresivamente aabsorber una parte mayor de sus vinos (García Manrique, 1960).

En definitiva, se constata que tras el cambio de situación que se pro-dujo en 1891, una vez concluido el tratado comercial hispano-francés,tuvo lugar una diversificación de los mercados de las zonas productorasaragonesas: parte de la producción era exportada a Francia; pero la mayo-ría se destinaba al interior, sobre todo al País Vasco, la Rioja, el noroeste yel mercado aragonés, especialmente al núcleo urbano zaragozano y tam-bién a las provincias de Huesca y Teruel.

Esta reorientación en los mercados de venta no excluyó problemas

108 Propiedad, explotación y cambio técnico

28 Era ésta en 1922 el 33% de la ocupada en el partido judicial de Zaragoza por elviñedo en 1889 o el 52% de la de 1857.

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Cambio técnico en la vitivinicultura aragonesa, 1850-1936… 109

CUADRO 7

DESTINO DE LAS EXPEDICIONES DE VINO DE ARAGÓN A TRAVÉS DE LA COMPAÑÍADE FERROCARRILES DEL NORTE DE ESPAÑA

1880 1901 1920 1880 1901 1920

Expediciones estaciones contabilizadasa 76.586 69.617 35.872

Expediciones est. contab. depuradasb 74.561 68.970 31.064

% exp. est. contab./total exped. Aragón 87,6 90,1 94,3

Expediciones (t) Expediciones (%)

Irún 58.408 2.627 1.886 78,3 3,8 5,7

Pasajes 1.215 10.718 3.786 1,6 15,5 12,2

Bilbao 3.522 14.954 4.882 4,7 21,7 15,7

Otros destinos País Vasco 126 10.464 1.358 0,2 15,2 4,2

Navarra 479 3.460 2.985 0,6 5,0 9,6

Aragón 633 2.258 7.229 0,8 3,3 23,3

Barcelona 7.880 8.323 226 10,6 12,1 0,7

Lérida 2.047 43 153 2,7 0,1 0,5

Tarragona-Reus 0 2.164 0 0,0 3,1 0,0

Otros Cataluña 26 7.735 598 0,0 11,2 1,9

La Rioja 154 1.949 3.941 0,2 2,8 12,7

Noroeste (Burgos, Santander, Galicia,

Asturias) 71 4.275 3.907 0,1 6,2 12,6

Otros 0 0 113 0,0 0,0 0,4

Probables salidas mercado exteriorc 69.550 23.832 5.672 93,3 34,6 18,3

a Éstas han sido: en 1880, Gallur-local, Casetas-local, Casetas-combinado, Zaragoza-local, Zara-goza-combinado, Huesca y Selgua; en 1901, Cortes-combinado (en Navarra, pero recoge el trá-fico procedente del ferrocarril Borja-Cortes), Casetas-combinado, Zaragoza-local, Zaragoza-com-binado, Zaragoza-Cariñena, Huesca y Barbastro; en 1920, Cortes-combinado, Casetas-combi-nado, Zaragoza-local y Zaragoza-combinado.

b Se han excluido las expediciones a las demás estaciones aragonesas que en cada una de lastres fechas se han estudiado, para evitar en la medida de lo posible dobles contabilizaciones.

c Éstas son sólo cifras aproximadas. He incluido las que iban a Irún, Pasajes, Barcelona (en 1880y 1901), Lérida (1880), Tarragona-Reus (1901).

FUENTE: Estadísticas de la Compañía de los Ferrocarriles del Norte de España. Archivo deRENFE.

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graves para el tipo de vino elaborado, cuya producción no llegó ya sino apoco más de un tercio del máximo alcanzado en los años ochenta (cuadro6). A la la altura de los años treinta la difícil coyuntura vinícola llevabaa proponer que se evitara la elaboración de vinos de graduación superior alos 15 grados y la necesidad de no limitarse a la producción de vinos uti-lizados para coupages, poniéndose énfasis en elaborar «productos bien ter-minados o vinos licorosos selectos para la exportación o vinos suaves, agra-dables y ligeros destinados al mercado regional o nacional», con el auxiliode las técnicas modernas de la enología.29

La especialización aragonesa en vinos de baja calidad había supuesto,dadas las dificultades del sector en el primer tercio del siglo XX, escasos incen-tivos a la modernización de los procedimientos de elaboración, a la vez quelos viejos procedimientos condenaban a obtener un producto que tenía cre-cientes dificultades para su comercialización, ya que existía una considerablesaturación en los mercados de este tipo de producto. Contrasta en tal senti-do la casi total inexistencia de experiencias modernizadoras —recordemos laexcepción de bodegas Lalanne— con lo ocurrido en Cataluña o la Rioja.30

6. El entorno institucional y la inducción al cambio técnico

Fue casi exclusivamente en la lucha contra la filoxera donde se con-centró el esfuerzo de las instituciones públicas en la vitivinicultura. EnZaragoza se creó en 1878 una Estación Vitícola que compartió terrenos,edificios y personal con la Granja Escuela Experimental de esta ciudad. Laestación comenzó a funcionar efectivamente, con todo el material necesa-rio, en 1882.31 En 1888, como consecuencia de la nueva organización dela Granja Experimental, fue finalmente suprimida. Durante sus siete añosde existencia había dedicado casi la totalidad de su labor a combatir la filo-xera, a pesar de que con su fundación se habían planteado objetivosmucho más ambiciosos.32

110 Propiedad, explotación y cambio técnico

29 Primera Conferencia Económica Aragonesa. Resumen de actas, sesiones y trabajos rea-lizados. Zaragoza, 1933, p. 63.

30 Pujol Andreu (1984) y Gallego Martínez (1986).31 Archivo de la Diputación Provincial de Zaragoza (en adelante, ADZ), leg. VIII-455.32 ADZ, legs. VIII-434 y VIII-458.

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La mayor parte de las vides, procedentes del vivero que creó, se ven-dieron a provincias donde la plaga ya había hecho su aparición, siendomucho menos importantes las ventas realizadas dentro de Aragón. Sudesaparición tuvo como consecuencia que Aragón se encontrara huérfanode un centro de este tipo cuando doce años más tarde llegó la filoxera.

Por ello, a pesar de la relativa tardanza con que llegó la plaga con res-pecto a otras zonas, se debió recurrir a comprar los pies en otras provincias.Además, en Zaragoza, la acción de la Diputación, centrada en la creaciónde un servicio central antifiloxérico, sólo comenzó una vez que la plagahabía llegado, sin intentar adelantarse a ella. Dicho servicio adquirió aradosde desfonde movidos por malacates, que fueron prestados a agricultores detoda la provincia, llegó a crear tres viveros de vides americanas y organizóuna Caja Agrícola, cuyo fin era actuar como entidad de crédito para losagricultores que estaban llevando a cabo la reconstitución de sus viñedos.Además, desde el laboratorio de la Granja Escuela se apoyó a los agriculto-res mediante la realización de análisis calcimétricos que ayudaran a elegirlos pies más adecuados para cada terreno. En diciembre de 1918 el servicioantifiloxérico de la Diputación fue suprimido. Se había tenido que recurrir,por lo tanto, a una acción de choque frente a la gravedad de una enferme-dad que amenazó la propia supervivencia del viñedo aragonés.

En lo relativo a la acción pública para mejorar las técnicas de vinifica-ción, podemos decir que prácticamente nada se hizo. Después de la supresiónde la Estación Vinícola y Enológica, que comenzó con algunos ensayos queno culminaron, tanto por su desaparición como por la urgencia de la luchaantifiloxérica, tenemos que esperar al año 1933, con la creación de la EstaciónEnológica de Cariñena, que se planteaba como objetivo primordial precisa-mente la contribución a la mejora del vino elaborado en aquella comarca(Sabio Alcutén, 1995a, p. 267). En este caso, el necesario centro que veinteo treinta años antes podía haber tenido un papel crucial para inducir al cam-bio en la principal comarca vitivinícola aragonesa llegaba tarde.

7. Conclusiones

Este trabajo ha ido dirigido a tratar de entender la lógica existente trasla aparente contradicción entre la percepción de un relativo dinamismo enlas técnicas para el cultivo de la vid en Aragón, destacando especialmente la

Cambio técnico en la vitivinicultura aragonesa, 1850-1936… 111

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acción para luchar contra las nuevas plagas que afectaron al viñedo europeo,y muy singularmente la lucha contra la filoxera, y el notable estancamientoen lo relacionado con las técnicas de elaboración del vino.

Para tratar de resolver este problema hemos partido de una propues-ta teórica para entender el cambio técnico en la agricultura: la teoría de lainnovación inducida. La teoría nos ha servido especialmente para orien-tarnos en la identificación de las variables más relevantes para nuestro pro-pósito y en la comprensión de su lógica para la inducción o no al cambiotécnico. De esta forma, hemos comenzado poniendo de relieve cómo unaproducción vitícola y vinícola atomizada, que coexistía con unidades deproducción de tamaño relativamente grande, no ofrecía las condicionesadecuadas para enfrentar con éxito el reto planteado por el cambio técni-co simultáneo en la viticultura y en la vinicultura. A ese respecto, hemospodido ver cómo los agricultores se concentraron en lo que consideraronla tarea más urgente para asegurar la supervivencia de su actividad: conse-guir mantener la producción luchando eficazmente contra las plagas queamenazaban la propia existencia de aquélla. Incluso en este sentido, enmuchas comarcas de Aragón las escasas expectativas que ofrecía el viñedoretiraron de la viticultura a numerosos productores, que o bien se orienta-ron hacia otros cultivos o bien simplemente abandonaron sus tierras paraemigrar. Un precio relativo del capital elevado y problemas de escala hicie-ron además inviable la mejora de los procedimientos de elaboración delvino, y planteaban que sin una mayor separaración entre viticultores yvinicultores (o bien la dirección del proceso integrado por éstos últimoscon una infraestructura adecuada) era difícil lograr algo más. Sólo la cons-titución de bodegas cooperativas o una canalización de la inversión por losgrandes propietarios hacia la creación de grandes bodegas que utilizaranmétodos modernos podían cambiar las cosas.

Sin embargo, ni lo uno ni lo otro ocurrió, excepto en muy contadasocasiones, lo que ha hecho que dirigiéramos nuestra mirada hacia lademanda. Desde nuestro punto de vista, el tipo de demanda que satisfacíael vino aragonés, tanto en la segunda mitad del siglo XIX como en el pri-mer tercio del siglo XX, nos permite entender lo ocurrido. Desde el lado dela demanda no existieron incentivos importantes para el cambio. Losbodegueros franceses no querían un vino con buena elaboración, sino unamateria prima para mezclar con sus caldos. Lo mismo ocurriría posterior-

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mente con los comerciantes riojanos o vascos. En cuanto a los consumi-dores, los productores aragoneses de vino se orientaron esencialmentehacia el segmento de vinos más baratos, que tampoco incentivaba a inno-var significativamente en los métodos de elaboración. Sólo alguna aventu-ra empresarial, y muy singularmente Bodegas Lalanne, nos muestra uncamino diferente, difícil de entender si no tenemos en cuenta tanto el ori-gen bordelés de los propietarios de esta empresa, su conocimiento previode las técnicas adecuadas de elaboración y sus contactos comerciales yconocimiento del mercado francés, lo que los colocó en una posición favo-rable para lo que podríamos definir como «nadar contra corriente» en elmundo vinícola aragonés. Que su ejemplo no fuera imitado por otros notiene tanto que ver con el inmovilismo o rechazo del cambio de los pro-ductores aragoneses, como con las factores anteriormente señalados, quehacían extraordinariamente difícil y muy arriesgado ese camino.

Nos queda por último una valoración del papel desempeñado por laAdministración en inducir el cambio técnico en la vitivinicultura. Si enotras parcelas de la agricultura aragonesa se ha valorado positivamente laacción de los centros públicos de investigación y difusión agrario (PinillaNavarro, 1995b), en este caso nuestra visión es bastante menos optimista.Por un lado, hay que señalar que precisamente en el problema que era másacuciante y urgente, la reconstitución del viñedo, la acción pública fue útile importante, aunque inconsistente en ocasiones, irregular y carente deplanificación. Sin embargo, en el terreno de la ayuda a la mejora de las téc-nicas de elaboración nuestro diagnóstico es mucho más negativo. Nada sehizo desde estos centros públicos para impulsar cambios que, si en el cortoplazo tal vez no hubieran solucionado rápidamente los problemas existen-tes, podían haber ayudado a preparar el terreno para el futuro. Ello puedecomprenderse si tenemos en cuenta que la elaboración del tradicional vinoproducido en Aragón no exigía grandes cambios sino pequeñas mejoras,que aun así sólo comenzaron a ponerse en práctica de forma muy desigual.No existía, por lo tanto, desde el sector privado una demanda para queactuase en este terreno el sector público. El estallido de la guerra civil y lapolítica agraria franquista no sólo no iban a remover estos obstáculos, sinoque convirtieron la modernización e innovación generalizada en la elabo-ración del vino aragonés en una aventura de los últimos veinticinco años.

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1 Janini (1923).2 Pouget (1990) y Paul (1996).

PROPIEDAD VITÍCOLA Y CAMBIO TÉCNICOEN LA MESETA DE REQUENA, 1850-1930

Juan Piqueras HabaUniversidad de Valencia

1. Los beneficios de una crisis

Escribía Rafael Janini en 1923: «la reconstitución del viñedo es pode-rosa causa de perfeccionamiento, tanto en el cultivo de las viñas [...] comotambién en la elaboración de los caldos».1 Este breve comentario del inge-niero agrónomo valenciano de 57 años de edad, por entonces al frente de laEstación Enológica de Requena, después de más de treinta dedicado a lamodernización del sector vitícola y a la lucha contra las plagas de la vid,resume en muy pocas palabras lo que autores más recientes como RogerPouget o Harry W. Paul han querido resaltar con sendas monografías dedi-cadas al viñedo francés: que la crisis vitícola iniciada a mediados del XIX

con la plaga de oídio, agravada por otras como la del mildíu y llevada hastasu máxima expresión por la filoxera, tuvo un efecto «benéfico» en eldesarrollo de las técnicas vitícolas y enológicas, así como en la investiga-ción de nuevas disciplinas como la Genética, la Patología vegetal y laFisiología vegetal, de cuyos avances se beneficiaría la viticultura del sigloXX.2 Nunca una crisis agrícola de tipo vegetativo, como fue la del viñedoeuropeo entre 1845 y 1930, promovió tan formidable respuesta por parte

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del mundo de la ciencia, que fue superando uno a uno todos los obstácu-los que parecían querer poner fin a la cultura milenaria del vino.

Pero no es casual que aquellos grandes esfuerzos científicos por devol-ver la salud a los viñedos coincidieran cronológicamente con una auténti-ca «edad de oro» en lo que a la demanda y exportación de vinos se refiere.Así lo reconocen el propio Roger Pouget al explicar el caso de Francia y,de forma particular, Philippe Roudié en el Bordelais, cuyo viñedo superótodas la plagas e incrementó su producción de menos de dos millones dehectolitros en 1850 a casi cinco en vísperas de 1930.3 Procesos similareshan sido descritos en Valencia,4 en Cariñena5 y, en general, en todaEspaña.6 Sin este acicate económico es casi seguro que el viñedo europeohubiera corrido distinta suerte y que su muerte a causa de la filoxerano habría ido seguida de aquella portentosa «transfiguración» de la quenos habla Marcel Lachiver.

1.1. Expansión vitícola y estructura dual de la propiedad

En la meseta de Requena las condiciones en que se desarrolló el pro-ceso fueron bien distintas a las de otras regiones con larga tradición vití-cola como la Rioja, Jerez y Cataluña, y algo similares a las de Cariñena. Setrata de lo que podríamos llamar una comarca vitícola «nueva», en la quela superficie del viñedo creció aproximadamente de 5.000 hectáreas a másde 30.000 entre 1850 y 1930, y actualmente no baja de 50.000. Aquí hayque hablar de una auténtica colonización vitícola de paisajes agrarios quehasta 1850 habían estado dedicados a dehesas y cereales, con un predo-minio de la gran propiedad, incrementada gracias a la desamortización depropios, y cuyos titulares residían mayoritariamente en Madrid, Valencia(los más ricos) o en ciudades de tipo medio situadas en las propias zonasvitícolas, como eran Requena y Utiel.

La expansión vitícola convirtió a los terratenientes cerealistas en gran-des cosecheros de vino, pero, al mismo tiempo, los propios trabajos de

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3 Roudié (1994).4 Piqueras (1981).5 Sabio Alcutén (1995a).6 Pan-Montojo (1994).

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plantación provocaron un reparto de la propiedad vitícola y, por lo tanto,la proliferación de miles de pequeños cosecheros de uva. Y es que muchosde estos terratenientes no tuvieron reparos en ceder a los campesinos lamitad de la propiedad a cambio de los trabajos de plantación, revitalizan-do una vieja figura contractual como era la plantación a medias.

Los términos del contrato de plantación a medias en Requena

En líneas generales, el contrato de plantación a medias practicado enRequena durante este período se puede resumir en los siguientes términos:

a) El propietario de un terreno, hasta entonces dedicado a cereales opastos, lo cedía a uno o varios plantadores o aparceros, quienes debían«sacar de fondo» el suelo (cavar con picos y azadas toda la parcela hastauna profundidad de 40 cm) y efectuar la plantación con el tipo de pie oinjerto que el dueño estipulara, corriendo a su cargo la totalidad o bienuna parte del importe de las plantas.

b) Durante los cuatro o cinco primeros años, hasta que la viña vinie-ra a dar una cosecha normal, el aparcero corría con los gastos de cultivo yrecibía a cambio todos los beneficios que pudiera haber de las cosechas,que en el cuarto año ya solían ser de consideración. Mientras la viña erajoven, era costumbre sembrar entre cada hilera de cepas varios surcos deazafranar, con lo que el aparcero obtenía un beneficio adicional.

c) Al quinto año, el aparcero dividía la viña en dos partes iguales ydaba a elegir al propietario una de ellas. En ocasiones, sobre todo en con-tratos firmados en el siglo XX, la viña no era partida en dos sino que que-daba toda para el propietario, quien como pago de los trabajos de planta-ción cedía al aparcero otra porción igual de tierra sin viñas.

d) El contrato se firmaba en ese quinto año y solía ser de tipo parti-cular, con la presencia de dos o tres testigos. La escritura de propiedad eraoptativa y sus gastos corrían a cargo del aparcero, el cual, generalmentepobre, retrasaba su realización ante notario hasta algunos años más tarde,sirviendo el contrato particular como aval.

Se supone que las plantaciones a medias venían siendo practicadas enRequena desde la Edad Media, y en los Padrones de las Peonadas que hayen la Villa de Requena, fechados entre 1651 y 1726, así como en elCatastro de Ensenada de 1752, hay bastantes testimonios. No obstante, la

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gran eclosión de este tipo de contratos tendría lugar en la segunda mitaddel siglo XIX, cuando la superficie de viñedos creció de 2.000 hectáreas(amillaramiento de 1852) a casi 15.000 en 1912, año en que fue detecta-da la filoxera.

La primera oleada de nuevas plantaciones tuvo lugar durante la crisisdel oídio (1852-62) y fue de tal magnitud que las autoridades municipa-les mandaron elaborar en 1863 un censo de las viñas plantadas entre losaños 1852 y 1859, es decir, de todas aquellas que había que añadir al ami-llaramiento de 1852, a excepción de las que todavía no habían cumplidolos cuatro años, porque éstas todavía no habían sido partidas y no se sabíaa quién debía cargarse la contribución.

Este censo, titulado Relación de las viñas con expresión de los verdes decada una y su valor, es un documento excepcional para conocer el impactoque pudo tener el sistema de plantación a medias, ya que en él figuran tantoel propietario de la tierra como sus aparceros, con expresión del número decepas (unas veces) o de peonadas (otras). En sólo siete años se plantaronnada menos que 16.590 peonadas (equivalentes a 754 hectáreas), de las queal menos la mitad lo fueron por el sistema de a medias, en las que partici-paron una treintena de propietarios, de una parte, y más de 400 aparceros, dela otra, la inmensa mayoría en una amplia zona integrada por las aldeas deSan Antonio, San Juan, Derramador y Campo Arcís.

Entre los propietarios figuran familias de abolengo como: José de laCárcel, quien plantó 22.500 cepas en su finca de La Gedrea (San Anto-nio), repartiendo la mitad entre 20 aparceros; Jaime Ramírez, quien plan-tó 40.500 cepas en la Hoya Marina, con ayuda de 22 aparceros de Utiel;Miguel de Córdova, Encarnación Ferrer de Plegamans, José de Medrano,M.ª Ruiz Manglano, etc. También había comerciantes e industriales de laseda de Requena que habían adquirido grandes extensiones de tierra yalgunos abogados y políticos como Silverio Díaz-Flor, alcalde de Requenaen 1859. En los años que siguieron los contratos fueron a más. Un escri-tor y partícipe de este tipo de contratos nos dejó esta pequeña crónica deaquella fiebre plantadora y del consiguiente reparto de la propiedadvitícola:

En la aldea de San Juan todos eran jornaleros y sin propiedad alguna. Yesto duró hasta hace unos cuarenta años [1850] en que los propietarios o terra-tenientes de los predios del término rural de esta aldea, a saber, D. Francisco y

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D. Nicolás Herrero, mi tío y padre, D. Jaime Ramírez, D. José de la Cárcel,doña Encarnación Ferrer de Plegamans y otros más, dieron a sus moradoresterrenos a medias para plantarlos de viña. Desde aquel tiempo a esta parte yatienen propiedad […] En el Derramador todos son labradores y jornaleros, cul-tivando las muchísimas viñas que han plantado a medias en terreno ajeno […]En Campo Arcís hasta 1850 sólo había 18.000 vides y hoy pasan de un millónlas que hay plantadas por sus vecinos, en su mayor parte a medias.7

Las condiciones técnicas en que se realizaban aquellas primeras plan-taciones eran todavía muy rudimentarias, ya que el resolado del terreno ylas mismas labores de cultivo seguían haciéndose totalmente a mano. Estacircunstancia encarecía los trabajos de plantación y laboreo, lo que sinduda influyó, junto a otras circunstancias ya enumeradas, para que lospropietarios cediesen tierras a cambio de los trabajos de plantación.

El ritmo de nuevas plantaciones remitió a partir de 1900 debido a lacaída de los precios del vino, pero volvió a incrementarse desde 1915,coincidiendo con la replantación de las viñas destruidas por la filoxera ycon una nueva colonización de tierras que hasta entonces habían perma-necido incultas. Pero las condiciones ya no iban a ser las mismas. Las téc-nicas de cultivo habían cambiado tanto por la difusión del arado horcatede vertedera, que sustituía a los braceros que antes cavaban las viñas, cuan-to por el empleo de grandes arados (malacates) para desfondar la tierra. Almismo tiempo, ya no se podían plantar sarmientos cogidos de cualquierviña sana, sino que había que comprar planta americana, que sólo sumi-nistraban los viveristas, y luego había que injertarla. En una palabra, loscostes de plantación tenían un mayor componente monetario y unamenor participación de la fuerza de trabajo.

Los propietarios empezaron a mostrarse reacios a ceder tierras debuena calidad, ofreciendo a cambio de los trabajos de plantación parcelasvírgenes de la misma extensión o superior en zonas de suelos más pobres,por lo que ya no se trataba de una plantación genuina a medias, sino deuna cesión de tierra. Por su parte, los aparceros, muchos de los cuales yahabían acumulado cierta propiedad y contaban con animales de labranzay arados propios, estaban dispuestos no a realizar pequeñas plantacionesde 4, 5 ó 10 peonadas (menos de media hectárea), como hacían antes, sino

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7 Herrero Moral (1890).

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que se atrevían a plantar varias hectáreas en cada operación. Los nuevosmarcos de plantación, adaptados al trabajo con arados, eran ya de marcoreal y sólo cabían 1.600 cepas en una hectárea, frente a las 2.500 que seponían cuando se trabajaba con azadas.

En el término de Utiel, fue el propio Ayuntamiento el que propicióla expansión vitícola a costa de los montes comunes por el sistema de rotu-raciones «espontáneas» (una especie de derecho de presura o escalio máspropio de la Edad Media), que luego eran denunciadas, y, previo pagode una multa, la tierra quedaba en usufructo del roturador. A comienzos de1917, un periódico local denunciaba el distinto trato que recibían losgrandes propietarios y los aparceros que habían plantado viñas a medias endichos montes comunes. Algunos grandes propietarios (según el periódi-co, miembros del Partido Liberal que gobernaba por entonces en elAyuntamiento de Utiel) habían hecho grandes roturaciones de montes poreste sistema, y ahora disfrutaban de ellas tras haber pagado un multa que eramuy poca cosa comparada con el beneficio obtenido, mientras quemuchos aparceros, autores materiales de la roturación, no podían pagar suparte por ser muy pobres y algunos daban con sus huesos en la cárcel.8

Para hacernos una idea de la magnitud del proceso de aquella estruc-tura dual, y aunque la comparación se haga entre años que exceden poruna parte el período estudiado, valga decir que en el amillaramiento deRequena de 1865, apenas iniciada la expansión vitícola, figuraban sólo 9cosecheros con más de 10 hectáreas de viña (ninguno superaba las 20),mientras que un siglo más tarde, en 1970, los grandes cosecheros con másde 50 hectáreas de viña eran 165, de los que media docena estaban entrelas 100 y las 200 hectáreas. En el extremo opuesto, los pequeños coseche-ros con menos de 5 hectáreas eran casi 1.900 en 1865 (de los que 1.720no llegaban a una hectárea) y en 1970 los de menos de 5 hectáreas suma-ban nada menos que 5.300. Advertimos que con menos de 5 hectáreas(unos 20.000 kilos de uva al año) era casi imposible mantener una bode-ga propia, lo que hace más honda la diferencia entre el gran cosechero-bodeguero cuyo producto final es el vino y el pequeño viticultor que sóloproduce uva y que, hasta la formación de las cooperativas (a mediados del

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8 El Joven Radical (21-I-1917).

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XX), no tenía más opción que vender su cosecha a las grandes bodegas obien confiarla a los comisionistas y maquileros, bodegueros que elabora-ban la uva de otros y luego liquidaban según el precio del vino vendido.

En conclusión, se puede afirmar que en Requena la expansión vitíco-la conformó una estructura dual de la propiedad vitícola, que quedaríaintegrada por un número reducido de grandes propietarios-cosecheros y,en su entorno, una gran masa de pequeños cosecheros, muy ligados a losanteriores en razón de los contratos de plantación, la prestación de jorna-les y la dependencia de sus grandes bodegas para el proceso de vinificación,ya que la mayoría de ellos nunca dispuso de bodega propia. En este marcode nuevos grandes y pequeños cosecheros de uva es donde hay que situarel proceso de innovaciones técnicas y de cultivo.

2. La difusión de innovaciones técnicas: cronología y agentes del cambio

Desde un perspectiva cronológica, se puede hablar de tres momentoso períodos clave. El primero iría de 1850 a 1865, en el que coincidieronla plaga de oídio, el aumento de los precios del vino, la primera gran oleadade plantaciones nuevas y la llegada de los primeros compradores de vino(catalanes y franceses), que exigían con su demanda una determinadamanera de elaborar los vinos. El segundo abarcaría desde 1879 hasta 1899,en que las exportaciones lograron su máxima expansión y se empezaron alevantar las primeras grandes bodegas, al tiempo que en las viñas se exten-día la plaga del mildíu (1885). El tercer período, entre 1912 y 1930, esta-ría marcado por la invasión de la filoxera y los nuevos ataques del mildíu,aunque la consolidación del mercado exterior del vino propició la recupe-ración total del viñedo y la construcción de nuevas bodegas con tecnolo-gía avanzada.

Como era inevitable, las grandes innovaciones técnicas sólo podíanponerse en práctica por gente con mucho dinero, alto nivel intelectual yacceso a la información. Los pequeños cosecheros podrían hacerlo paula-tinamente, en tanto fueran aumentando sus rentas y el tamaño de susexplotaciones (paso a mediano cosechero) o se organizaran en cooperati-vas, pero esto último, que en comarcas vecinas empezó a gestarse en 1918-

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21 (Pedralba, Cheste y Turís), en la zona de Requena-Utiel se retrasó hasta1927, cuando se fundó la cooperativa de Utiel. Las demás, hasta un totalde 36, se crearían mucho más tarde.

La mayor parte de iniciativas corrió a cargo de lo que hemos dado enllamar burguesía capitalina (de Valencia y Madrid), casi siempre con inte-reses económicos también en otras parcelas (agrícolas, industriales ocomerciales) y, bastante a menudo, partícipes muy activos de la vida polí-tica provincial y nacional (De la Cárcel, Lamo de Espinosa, GarcíaBerlanga). La mayoría había estudiado carreras de prestigio, como eran lasde Derecho, Medicina y Agronomía. Y su poder e influencia crecía entanto en cuanto estos mismos propietarios se organizaban en sociedades,gremios y ligas.

Entre las más destacadas en la provincia de Valencia habría que citaral menos dos: una de ámbito local y muy centrada en el sector, como fuela Sociedad Vitivinícola Saguntina, y otra más general y de ámbito pro-vincial: la Liga de Propietarios de Valencia. A ellas habría que añadir laSociedad Económica de Amigos del País, cuyos miembros solían pertene-cer a la vez a alguna de las dos anteriores, que desempeñó una notableacción propagandística mediante la edición y difusión de folletos sobre lamejora en la elaboración de vinos, tratamientos contra las plagas, etc., yorganizó varios certámenes para que los bodegueros y viticultores expusie-ran sus resultados, culminando con una gran Exposición Regional deAgricultura, Industria y Artes, celebrada en Valencia en 1883, en la quevarias firmas extranjeras (Pfeiffer, Malabouche, Vengut, etc.) y españolaspresentaron prensas de hierro, bombas de trasiego, estrujadoras y otrosadelantos en materia de enología.

Estrechamente ligados a este grupo de propietarios y como grandesinductores al cambio técnico hay que citar también a los empresariosextranjeros (primero franceses y luego suizos) que compraban el vino.Algunas de aquellas firmas construyeron bodegas propias en el entorno delos puertos de Valencia y de Alicante, pero la fórmula más frecuente fue elalquiler o la asociación con grandes cosecheros locales (de Villena,Requena, Utiel, etc.), cuyas bodegas familiares fueron equipadas con arre-glo a las exigencias técnicas que imponían o aconsejaban las firmas extran-jeras. Así sucedería en Villena, donde Luis Penalva, el mayor cosecherolocal, se asoció con las firmas francesas de Moullet et Jeune y René Barbier.

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En Utiel la firma extranjera más sobresaliente por sus repercusiones técni-cas fue la de August Egli (de Suiza), que en 1911 alquiló la BodegaRedonda (familia Pardo) y la dotó de la más moderna maquinaria. Otrotanto harían poco después la firma alemana Steiner en la bodega deEnrique de Córdova (término de Requena) y la suiza Schenk, que compróy acondicionó en 1927 la bodega de un gran cosechero requenense.

Por último, y ya con el cambio de siglo, aparecieron las institucionesoficiales que habrían de sustituir y superar la labor de la SociedadEconómica. Tales serían la Granja Agrícola de la Diputación de Valencia yla Estación Enológica de Requena, cuya principal actividad en este perío-do estuvo dedicada a combatir el mildíu y a la reconstitución de los viñe-dos destruidos por la filoxera, al tiempo que algunos de sus dirigentes,como el ingeniero Rafael Janini, participara en la construcción de bodegasparticulares y cooperativas, incorporando de paso las tecnologías másavanzadas en materia de vinificación.

3. Los cambios técnicos y su difusión

El estudio de la difusión del cambio técnico impone antes que nadasu clasificación en las dos grandes ramas del sector, como son la viticultu-ra y la enología. En la rama de viticultura se incluyen dos capítulos, unodedicado al laboreo del viñedo, las vendimias, el transporte de la uva, nue-vas variedades, etc., y otro que analiza los tratamientos fitosanitarios con-tra las plagas (oídio, mildíu), la difusión de abonos químicos y la reposi-ción de las vides filoxeradas. En la rama enológica están comprendidos losprocesos de elaboración de mostos y vinos, la incorporación de nuevo ins-trumental (prensas, estrujadoras, bombas de trasegar, etc.) y la construc-ción de bodegas «modernas» siguiendo modelos franceses.

3.1. Cambios técnicos en viticultura

El laboreo de la tierra: la difusión del arado viñero

La mayor innovación llevada a cabo en las tareas de cultivo del viñe-do de las comarcas del interior valenciano fue, sin lugar a dudas, la difu-sión del arado viñero, localmente llamado horcate. Este tipo de arado, con

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varas en forma de horca y tirado por una sola caballería, ya se venía em-pleando en la zona litoral (Sagunto, Vinaroz, Pla de Quart) desde al menosel siglo XVII, pero no llegó a las viñas de Requena-Utiel y de Villena hastala segunda mitad del siglo XIX, como demuestran varios textos de la época,entre los que recopilamos el siguiente comentario extraído de la revista LaAgricultura Valenciana, remitido en 1870 por el corresponsal de Utiel:

[...] se nota cierto espíritu revolucionario en las seculares costumbres de loslabradores variando sus prácticas de cultivo. En efecto, una década de años hacey no más, que en este país se inició con fe y se aceptó con entusiasmo el pro-cedimiento de labrar los viñedos […]. Múltiple diversidad de arados se hanvenido ensayando en los diez años, desde que los primeros horcates surcaronnuestros viñedos, y de estos primeros ensayos los agricultores han obtenido elcaro y exacto conocimiento práctico de las ventajas y de los inconvenientes queofrecen. Entre el nuevo y el viejo sistema se ha llegado a producir en la opiniónde los labradores laboriosas crisis en cuya plenitud nos hallamos, entre las entu-siastas elucubraciones de los unos por la labor arada y la decidida impugnaciónde otros que son partidarios del empleo de braceros.9

Las ventajas económicas del arado eran muchas, ya que un informedel Ayuntamiento de Villena en 1858 estimaba que el coste en jornales decava era tres veces superior al de la labor del arado. En otro de 1860 seincluye además un estadillo con todos los gastos que llevaba el cultivo deuna tahúlla de viña (la octava parte de una hectárea) con su parte corres-pondiente en los costes de bodega propia, y en él se descubre que la «cavay bina» suponía un gasto de 62 reales sobre un total de 139, frente a la po-da, que suponía 6 reales, la vendimia 10, el acarreo de la misma 11, la pisa10 y los gastos de bodega 16 (A.M. de Villena). Según estos cálculos, lasustitución de la azada por el arado vendría a suponer un ahorro de 40 rea-les, casi un 29% en el conjunto de la explotación.

Pero esta innovación no estaba al alcance de cualquier viticultor, sinosólo de los medianos y grandes propietarios con ingresos elevados y viñassuficientes para hacer rentable la inversión. El empleo del arado horcateimplicaba una fuerza de trabajo animal que muy pocos viticultores deaquellos años podían costear. Para tirar del mismo hacía falta un animal«mayor», es decir un mulo o un caballo, ya que los asnos (animal «menor»)no tenían la suficiente fuerza para hacerlos eficaces. Los censos y reparti-

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9 La Agricultura Valenciana (24-XII-1870).

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mientos de contribución del término de Requena revelan que hacia 1865los únicos que disponían de animales mayores eran los tipificados comolabradores, es decir los medianos propietarios y los colonos o renteros quetrabajaban grandes extensiones de cereal y necesitaban para ello de uno odos pares de mulas. Los clasificados como aparceros o jornaleros, que en sumayoría eran propietarios de pequeñas parcelas de viña, solían tener casitodos un asno, que hacían servir como animal de carga, tanto de la vendi-mia como de leñas y carbón. Tras la aparición de la filoxera en la comarca(1912) y el arranque de las viñas viejas, el arado volvió a cobrar nuevosimpulsos y acabó desterrando definitivamente a la azada.

En una categoría superior hay que situar los arados de desfonde. El pri-mero de que se tiene noticia es el arado Vernet, que fue ensayado con éxitopor la Sociedad Vitivinícola Saguntina en 1881. A finales del siglo XIX se die-ron a conocer los grandes arados de desfonde o malacates, tirados por unlargo cable que se enrollaba en una especie de torno o rueda que se fijaba enun extremo del campo y era movida por cuatro o más caballerías que gira-ban sobre la misma a modo de una noria. El primer tren de desfonde mecá-nico lo compró la Estación Enológica de Requena hacia 1925. Esta nuevatécnica facilitaba y abarataba la preparación de los campos para la planta-ción, por lo que ya no era tan necesario recurrir a las cuadrillas de aparceros,decayendo así el sistema de plantación a medias. Sin embargo, también lospequeños propietarios supieron sacar provecho de esta nueva técnica, yaque, al igual que sucediera en Cariñena (Sabio Alcutén, 1995a), algunos deellos formaron cuadrillas, juntando sus animales de tiro, y alquilaban o com-praban su propio malacate, ofreciéndose incluso a los grandes propietariospara llevar a cabo plantaciones a medias. De esta manera aumentó tambiénel tamaño de la plantación y la parte correspondiente a cada aparcero, pues-to que una cuadrilla de cuatro o cinco podían ejecutar plantaciones de másde veinte hectáreas, cosa impensable cuando las tareas se hacían a mano.

3.2. La lucha contra las plagas criptogámicas: oídio y mildíu

La aplicación de azufre para combatir el oídio

La plaga de oídio, aunque no fue muy dañina gracias al clima seco,dio lugar al ensayo de varios remedios caseros para combatirla. Los pri-meros ataques serios tuvieron lugar en 1855 y se repitieron en 1857, sien-

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do el más grave de todos el de 1862. A raíz de este último ataque de laplaga, en el cual se dice que en Requena sólo se salvaron las uvas de los sar-mientos más bajos, empezó a propagarse por fin el sistema más correcto,a base de azufre espolvoreado, que ya había mostrado su eficacia en lascomarcas mas húmedas y propicias al desarrollo de la plaga, como eran lasde Gandía y Sagunto.10 La simplicidad del sistema y el escaso coste delpulverizador (podía hacerlo el propio viticultor con un saco, un fuelle eincluso una simple escobilla) posibilitó que su difusión fuera general tantoentre los grandes como entre los pequeños cosecheros. A ello ayudó tam-bién el que la mayoría de éstos últimos trabajaran normalmente como jor-naleros en las grandes fincas, donde aprendían a utilizar el azufre y los pul-verizadores. Era costumbre que, una vez terminada la faena en las viñas deldueño, éste dejara sus propias máquinas a sus jornaleros para que las usa-sen en sus pequeña parcelas. Este ejemplo vale también en el caso de ladifusión del arado horcate y del tratamiento contra el mildíu, del quevamos a tratar a continuación.

La difusión de remedios preventivos contra el mildíu

La Peronospora viticola o mildíu, la tercera de las plagas importadas deAmérica, fue detectada en 1878 en los viveros de la Société d’Agriculturede la Gironde, en Floirac, cerca de Burdeos, no lejos de donde en 1868había sido descubierto el primer brote de filoxera. A diferencia de ésta,que tuvo una propagación lenta, el mildíu se extendió tan rápidamente quecinco años más tarde afectaba ya a casi toda Europa. El remedio contra elmildíu a base de una disolución de sulfato de cobre y cal, el popular «caldobordelés», no fue descubierto hasta 1884-85, y su aplicación se generalizóen los años 1886 y 1887 en la región de Burdeos, extendiéndose luego alresto de Europa. Millardet y Gayon precisaron en 1887 la composiciónóptima del «caldo bordelés», y, casi al mismo tiempo, Vermorel patentabala máquina sulfatadora que habría de hacerle famoso en todos las regionesvitícolas.11

En Valencia sus primeros ataques tuvieron lugar en 1884, siendoespecialmente sensibles los viñedos de las comarcas de La Safor y la Vall

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10 Piqueras (1981).11 Pouget (1990).

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d’Albaida (al sur de la provincia de Valencia), que tuvieron una primave-ra muy lluviosa. En 1885, acompañado también de lluvias abundantes, sepropagó por toda la meseta de Requena, cuya cosecha de uva quedó redu-cida prácticamente a nada.12 Aunque conocido y divulgado profusamenteel remedio contra el mildíu, su aplicación en los viñedos valencianos noestuvo exenta de incidencias que prueban dos aspectos fundamentales que,al parecer, debieron de repetirse en todo el proceso de innovaciones técni-cas: primero, la reticencia de los viticultores, fuera de algunos terratenien-tes ilustrados, a aplicar los nuevos remedios y a utilizar las máquinas sul-fatadoras; y, segundo, las limitaciones económicas y «políticas» a la hora deacceder a las nuevas técnicas y a la compra del sulfato de cobre, un pro-ducto químico de importación que, prácticamente, no empezaría a fabri-carse en España hasta 1916.

Algunos ejemplos confirman la capacidad de iniciativa y las ventajasde los grandes cosecheros. En el sur de la provincia de Valencia fue un granpropietario de la Pobla del Duc llamado José Damián Capsir (el mismoque había introducido la garnacha tintorera en 1873) el primero en apli-car en su pueblo, en 1889, el remedio contra el mildíu, empleando paraello sulfatadoras importadas de Francia. Y cuenta uno de sus nietos, JoséMaría Capsir, periodista en Gandía hacia 1930, la siguiente y esclarecedo-ra anécdota:

Merced a estas dotes eminentes, [José Damián Capsir] consiguió intro-ducir en la Puebla, sin hacer caso de las burlas del vulgo ignorante, la sulfata-ción de las viñas. Los jornaleros de su casa no querían ir a sulfatar, porque losdemás labriegos hacían mofa de ellos, preguntando si eran soldados, puesto quellevaban la mochila a la espalda; pero en aquel año sólo vendimió Capsir, y losburlones no recolectaron ni un grano de uva, consumida por el terrible mildíu.Al año siguiente, todo el mundo sulfató: los ricos por medio de máquinas, y lospobres, valiéndose de escobillas.13

Otro ejemplo. En la primavera de 1889 las condiciones meteorológicashacían temer una plaga de mildíu. Por esta razón, la Liga de Propietariosde Valencia, el día 17 de mayo, solicitó a la Diputación de Valencia quemediara en la importación de sulfato de cobre libre de impuestos de adua-na y que lo repartiera entre los cosecheros solicitantes. La Diputación

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12 Almiñana (1888).13 Citado por Soler (1999).

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nombró delegado al entonces joven diputado pero ya gran propietario vití-cola Fidel García Berlanga, quien se puso en contacto con la casa francesaEngrais Agenais Ancienne Maison Jaille, dedicada a la fabricación eimportación de abonos químicos, con delegación en la capital valencianay depósitos en Requena y en Utiel. El día primero de junio el administra-dor de Jaille en Valencia remitió a García Berlanga una muestras del sul-fato de cobre y le comunicó que sólo podría contar con la carga proce-dente de Inglaterra, que en aquellos momentos estaba de camino a bordode los vapores Tintoré y Cabo Machichaco y que ascendía a un total de28.217 kilogramos netos, al precio de 70 pesetas los 100 kilos.

Días antes, un periódico de Madrid había publicado una noticiasobre «supuestas extralimitaciones de la Diputación de Valencia en laimportación de sulfato de cobre», por lo que García Berlanga, en aras dela «imparcialidad y para evitar que cundan especies calumniosas», ordenópublicar en el Boletín Provincial del 2 de junio un anuncio para que losalcaldes y particulares que desearan adquirir el sulfato importado se apun-taran en una lista abierta en el Negociado de Agricultura de la Diputación.Lo cierto es que en la citada lista había ya propietarios apuntados desde eldía 28 de mayo, entre ellos algunos de los mayores cosecheros de la zonade Requena y Utiel, como D. Francisco Javier Lamo de Espinosa, D.Francisco Serrano Larrey o D. Luis de Córdova, a los que en días sucesi-vos se añadirían otros grandes propietarios como D. Carlos Ballesteros(Utiel), García Caro (Requena), Vicente Oliag (Valencia), BautistaMorant, Enrique Trénor, etc., hasta completar una lista de 133 compra-dores de sulfato, entre los que sólo figuraban cinco ayuntamientos(Pedralba, Liria, Bocairent, Camporrobles y Anna). La mayoría de los ins-critos en la lista han sido identificados como cosecheros de cierta entidadde las comarcas de Requena-Utiel, Vall d’Albaida, La Safor, Campo deLiria, Pla de Quart y Campo de Chiva y Cheste, y parece deducirse que lamayoría eran miembros de la citada Liga de Propietarios.

La conclusión que podría extraerse de este asunto es que los benefi-ciados de una importación sin arancel de un producto escaso, que era todauna novedad en la lucha contra una nueva plaga, fueron precisamenteaquellos cosecheros con mayor poder adquisitivo, mayor acceso a la infor-mación (¿quién podía leer por aquellas fechas el Boletín Oficial?) y, ade-más, organizados en un Liga en la que sólo había grandes terratenientes.

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Con todo, es de suponer que la compra efectuada por algunos grandescosecheros, como los 1.200 kilos asignados a Lamo de Espinosa, serviríantambién para que este gran propietario repartiera una parte entre la legiónde pequeños cosecheros que le trabajaban a jornal y le plantaban viñasa medias. La tradición oral así nos lo confirma en muchos casos parecidos aéste. La plaga de mildíu continuó siendo (y lo es todavía hoy) un proble-ma contra el que los viticultores siguieron estando desprevenidos. Dadoque su tratamiento es preventivo (hay que sulfatar antes de que aparezcala enfermedad) y que las condiciones climáticas (sequía y fuerte calor) sue-len impedir que la plaga se reproduzca salvo muy de tarde en tarde, el exce-so de confianza ha jugado más de una mala pasada. Así ocurrió enRequena en 1915 (el «año del mildíu»), cuando a pesar de las advertenciasdel ingeniero director de la Estación Enológica de Requena, ConstantinoLópez, que a finales de abril repartió una circular con la fórmula del «caldobordelés» a todos los periódicos de la comarca (C. López, 1915), la cose-cha «fue casi nula a consecuencia de los repetidos ataques de mildíu y suintensidad durante la primavera». La escasez de sulfato de cobre debido aque Inglaterra, principal fabricante, prohibió su exportación por estar enguerra, y la adopción de productos sustitutivos y más baratos, pero pocoeficaces, como el verdillo, agravaron la crisis. Al año siguiente, 1916, laEstación Enológica de Requena planificó una gran campaña de informa-ción y prevención durante los meses de marzo y abril, repartiendo entrelos viticultores un folleto editado por dicho centro sobre Tratamiento pre-ventivo contra el mildíu.14 Al mismo tiempo, también a partir de marzo, laprensa local se llenaba de anuncios de comercios donde podía comprarsesulfato de cobre «español» y máquinas sulfatadoras (marcas Vermorel,Sampere, etc.), incluidos un «caldo bordelés» marca Radium, listo para serusado, que era fabricado por la empresa química C. Haupold en Puerto deSanta María, y un «polvo anticriptogámico», Sertyh, distribuido por lacasa León Hermanos de Valencia, que, según la propaganda, era más bara-to y eficaz que el mismísimo sulfato de cobre. En 1921, 1925 y 1929 vol-vieron a producirse ataques de mildíu, pero su menor virulencia y los tra-tamientos preventivos, ya bastante generalizados, impidieron que se pro-dujeran nuevos desastres.

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14 Alcaraz (1916).

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3.3. La difusión de abonos químicos

Otro indicador del cambio técnico en la agricultura es la incorporaciónde guano y abonos químicos a los procesos de cultivo. Como ya demostraraen sus día el profesor Giralt, Valencia fue la pionera en la introducción ydifusión en España del guano del Perú (1844) y de los abonos químicos(hacia 1860), pasando en breve plazo a ser una de las regiones con mayorconsumo por unidad de superficie.15 Las primeras importaciones eran con-sumidas por los arroceros y naranjeros de las tierras de regadío,16 pero muypronto pasaron también a ser de uso común entre los grandes vinateros dela tierras de secano. La construcción del ferrocarril Valencia-Utiel (1885)facilitó su transporte desde el Grao de Valencia, principal puerto de impor-tación, hasta la meseta de Requena, cuyas dos grandes estaciones se vieronpronto rodeadas de bodegas de vino y almacenes de abonos, como las dosdelegaciones que la firma francesa Engrais Jaille decía poseer en Requena(Manuel López) y en Utiel (Cesáreo Aspas) en el año 1889.

La difusión de abonos y su evolución pueden ser conocidas gracias alas estadísticas de tráfico ferroviario por estaciones, que han sido elabora-das y estudiadas por Carmen Sanchís17 y que para el caso de Requena yUtiel, servidas por la Compañía Norte, cubren el período 1901-1935. Alo largo del mismo, las descargas de abono en las estaciones de la comarcacrecieron de una media anual de 1.770 toneladas en el quinquenio 1901-1905 a casi 7.900 en los años anteriores a la Gran Guerra, durante la cualcayeron las importaciones por razones bélicas, y a 13.100 t a finales de losaños veinte, coincidiendo con la plena campaña de reconstitución de viñe-dos con planta americana. En 1931, el Anuario Bailly Baillière y Riera,incluía en su información local 17 almacenes de abonos en la comarca,repartidos de la siguiente forma 8 en Requena, 5 en Utiel, 2 enCamporrobles, 1 en Caudete y otro en Villargordo. Ello, sin contar otrosque no se anunciaban.

Este fuerte incremento del consumo de abonos químicos demuestraque la viticultura requenense mantuvo su proceso de modernización

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15 Giralt Raventós (1969).16 Janini (1923).17 Sanchís (1988).

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durante el primer tercio del siglo XX y, más todavía, a partir de la plaga filo-xérica, que, recordemos, empezó a actuar en 1912. La razón está bienclara: la expansión del viñedo siguió a pesar de la plaga, y la misma adop-ción de planta americana exigía un mayor consumo de abonos, dada lamenor productividad de ésta frente a las tradicionales vides del terreno.No existen datos estadísticos ni documentos que prueben el grado de par-ticipación de los grandes y pequeños viticultores en la demanda y adop-ción de este cambio técnico. Pero la tradición oral dice que el empleo deabonos químicos fue durante aquellos años una práctica restringida a losgrandes y a algún que otro mediano cosechero, mientras que la mayoría demedianos y pequeños cosecheros siguieron abonando las viñas casi exclu-sivamente con el estiércol natural que producían tanto los animales de tra-bajo y de corral, como las propias familias campesinas, sin olvidar las defe-caciones de las ovejas que pastabas las viñas durante la estación invernal.

3.4. La filoxera y la replantación con pies americanos

Dada la tardanza con que la plaga filoxérica llegó a Requena (1912)y la lentitud con que se propagó por su comarca (todavía hoy quedan viñasfrancas europeas en tierras arenosas), las únicas actuaciones encaminadasno ya a impedir su avance, que era inexorable, sino a la reconstitución delviñedo filoxerado, fueron promovidas por organismos oficiales. Los viti-cultores se limitaron en este caso a ser meros sujetos más o menos dis-puestos a seguir las recomendaciones de la Administración competente,representada en Valencia por la Granja Agrícola Modelo que laDiputación tenía en Burjasot y por la Estación Enológica de Requena. En1906, tras haber pedido consejo y valoración presupuestaria a NicolásGarcía de los Salmones, que dirigía la reconstitución postfiloxérica enNavarra, la Diputación de Valencia creó una Estación Ampelográfica den-tro de la Granja de Burjassot y plantó el primer vivero de pies americanos,poniendo a su frente a Rafael Janini, quien en 1920 pasó a dirigir laEstación de Requena. Las primeras plantaciones, que se iniciaron de inme-diato en 1906 y 1907 en el término de Chiva, uno de los primeros inva-didos por la filoxera, fueron abastecidas por este vivero de Burjasot, asícomo por viveristas catalanes (Vidal de Lérida y Sabaté de Vilafranca) yfranceses de la casa Richter. En años posteriores se multiplicaron los vive-ros locales en Chiva, la Pobla del Duc (Félix Pastor), etc., y ya en la déca-

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da siguiente se crearon en Requena los de la Estación Enológica (1911) ylos Viveros Americanos de la Agrícola Requenense (1916).

Las plantas americanas más usados en la reconstitución de las viñasfiloxeradas y en la que se hicieron nuevas fueron básicamente tres: la rupes-tris de lot, en los suelos profundos de vega con porcentajes de caliza infe-riores al 30 %; la millardet 420 A, un híbrido de Berlandieri y Riparia, quevegeta bien en terrenos sueltos y frescos y en las zonas de regadío; y lamillardet 41 B, otra especie híbrida de Chassela y Berlandieri, muy resis-tente a los suelos con altos porcentajes de caliza y cuya introducción en lazona de Valencia fue un empeño personal de Rafael Janini, alabado añosmás tarde por Pascual Carrión (1954), el otro gran impulsor de la recons-titución postfiloxérica en Requena.

3.5. La difusión de innovaciones en enología: bodegas y maquinaria

La tercera gran innovación, la enológica, empezó a notarse ya hacia1860 con la sustitución de las viejas bodegas de tinajas por otras más gran-des de trullos (lagares) y depósitos de mampostería. El cambio vino exigi-do tanto por el incremento del volumen de uva con el que se operaba,cuanto por las condiciones de los comerciantes exportadores. En la zonade Requena, antes de 1850 la cantidad de vino que cada cosechero solíaelaborar era más bien modesta y su destino era el consumo directo, bienfuera en el mercado local, bien en otros relativamente cercanos como laserranía de Cuenca. La fermentación tumultuosa del mosto con la cascaera muy corta, y el mosto, ya limpio, era trasvasado a las tinajas de barropara que acabara allí de fermentar y transformarse en vino. El productofinal sería lo que hoy llamamos un vino tinto directo o rosado, apto paraser consumido sin necesidad de mezclas.

A raíz de la gran demanda internacional iniciada hacia 1852, los vinosde las variedades bobal, propios de Requena-Utiel, y los de monastrell,típicos de Villena y Sagunto, empezaron a ser muy cotizados por sus bue-nas cualidades como colorantes, por lo que los comisionistas pedían a loscosecheros que practicaran una fermentación tumultuosa larga, de variosdías, al objeto de poder extraer el máximo color contenido en la piel de lauva. Para esta operación hacían falta grandes y resistentes trullos de obra,

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pues las tinajas eran muy pequeñas y podían reventar ante la presión delmosto al cocerse. El trullo permitía elaborar más cantidad de vendimia y,como tardaba varios días en llenarse, la fermentación podía alargarse hasta15 y 20 días, aunque pronto se rebajó a 5 ó 6, durante los cuales se bazu-queaba con ayuda de unos ganchos el sombrero, que, formado por lacasca, flota sobre la superficie del mosto.18 El vino resultante de estas ope-raciones era muy astringente y sólo servía para dar color a otros vinos másclaros y blancos.

Pocas novedades pueden añadirse a estos «cocederos» de obra parasacar más color al mosto, ya que en las bodegas el prensado de las uvassiguió haciéndose con instrumentos tradicionales como eran la prensa deviga y, en el mejor de los casos, prensas de husillos de madera. Sólo a fina-les de los años setenta se tiene noticia de que en Sagunto estaban funcio-nando prensas de hierro, una de las cosas que, entre otro aparatos útilespara la elaboración del vino, adquirió la Sociedad Vitivinícola de aquellaciudad (Sociedad Vitivinícola Saguntina, 1879).

La vendimia seguía practicándose al modo tradicional, y el acarreo dela misma hasta las bodegas se hacía en alportaderas de madera o canastosde mimbre y esparto. Con todo, hacia 1875 empezó a generalizarse eltransporte de la uva en carros con fondos cubiertos de lona impermeable,que hacía que no se perdiera mosto en el viaje desde la viña a la bodega.Pero, como advertía el ingeniero Manuel Sanz Bremón, esta novedad sólopodían practicarla los medianos y grandes cosecheros, siempre y cuando,además, hubiera caminos practicables para carros.19

Una segunda etapa innovadora, mucho más movida, comenzó hacia1880, coincidiendo plenamente con la gran expansión de las exportacio-nes a Francia, la construcción del ferrocarril Valencia-Utiel (1885) y unanueva avalancha de comerciantes franceses, a los que más tarde seguiríanotros suizos y alemanes. Según escribió Rafael Janini en 1923, la verdade-ra renovación en las técnicas de elaboración de los vinos empezó precisa-mente por estas fechas, siendo él mismo uno de los grandes protagonistasgracias a la intensa tarea que desarrolló como ingeniero-arquitecto de

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18 Sanz Bremón (1881).19 Ib.

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bodegas. En su opinión, la adaptación a las técnicas más modernas se pro-dujo en algunas bodegas de Valencia antes que en la Rioja y Cataluña.

El propio Janini definía en 1920 las líneas maestras de la renovaciónenológica y técnica al referirse al caso concreto de la zona de Requena-Utiel. Resumiendo las prácticas caducas que ya empezaban a ser abando-nadas, escribía:

Sobre las tablas de pino que también hoy cubren los mismos lagares, lla-mados trullos en la región, que son depósitos prismáticos de base rectangular,el lagar ordinario español, se estrujaban las uvas con los pies, casi siempre des-nudos. No siempre se desraspaba. Echábase todo el hollejo (pasta) al cubo, yallí todo mezclado, rompía a fermentar el mosto, y una o dos veces al día se pin-chaba, se bazuqueaba, con un tridente especial, a veces con una escalera demano, el sombrero formado por el hollejo […] y cuando este sombrero se hun-día de natural, terminada bien o mal la fermentación tumultuosa, casi siemprebien terminada por la bienhechora acción de las benignas temperaturas quesuele haber en esta época de vendimias [octubre], se trasegaba el vino, muy ricoen materia colorante y no pobre en extractos, a botas, o las más de las veces atinajas como las de la Mancha, o a conos de madera de pino de Flandes, los quecomenzaron a usarse y a propagarse por aquella época, gracias a los consejos delos comerciantes de vinos, que de Francia habían venido a establecerse en elGrao de Valencia […]. En ocasiones, como actualmente también ocurre, seguardaban los vinos de bobal, en espera de su pronta venta, en los mismos laga-res (trullos, cubos), sin más que tomar con yeso las juntas de las tablas de pisar,o cubriendo éstas con sacos y sobre éstos tierra fina o arena.

Al concretar los avances y las innovaciones positivas introducidas enlas tres últimas décadas, escribía lo siguiente:

Y aunque falta mucho por hacer para llegar a la necesaria perfección delos métodos de elaboración, los primeros pasos hace años que están dados; yase encuentran cocederas bodegas con estrujadoras mecánicas, con buenos conosbien instalados y buenos depósitos de cemento armado, buenas prensas, bue-nos aparatos de trasiegos de vinos.

¿Dónde estaban aquellas bodegas y quiénes eran sus dueños? El pro-pio Janini cita más de una docena levantadas y puestas en marcha bajo sudirección, y a ellas podemos añadir otras tantas sin salir de la provincia deValencia, donde el primero que «transformó a la moderna su bodega de laVallesa de Mandor» allá por 1890, fue el conde de Montornés, tomandocomo modelo nada menos que la del Château Mouton-Rothschild deBurdeos. Poco después, un rico arrocero e industrial de Sueca, donManuel Gómez, invertía en otra impresionante bodega en Calabarra (tér-

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mino de Turís). En 1897, con planos de Janini, era construida en Utiel labodega de La Noria, propiedad de don Ricardo Ylario, dotada de grandesconos de madera para la fermentación del mosto y con todos los adelan-tos mecánicos (estrujadoras, prensas, bombas de trasiego, cintas transpor-tadoras, etc.), y movida por energía eléctrica. Casi el mismo modelo siguióen la bodega de Cañada Honda (Requena), propiedad de José M.ª Lamode Espinosa. Por las mismas fechas la familia Oria de Rueda iniciaba enRequena dos joyas de la aquitectura modernista, como son las bodegas deSan José (hoy Torre Oria) y de la Casa Nueva (hoy Mas de Bazán). La largalista podría extenderse, sólo en esta comarca, a casi un centenar de bode-gas, como las de Felipe Ferrer, Pérez Ballesteros, García Berlanga y ÁngelPardo, en la zona de Utiel, o las de Francisco Prefaci, Enrique de Córdova,Alejandro Gil, José Cobo, marqués de Caro, conde de Torrellano, etc., enel término de Requena. La mayoría se inspiraron en las bodegas del sur deFrancia, por influencia de los exportadores y de ingenieros como el tantasveces citado Rafael Janini, quien fue también el primero en aplicar todasestas innovaciones a las bodegas cooperativas de Cheste y Turís, fuera dela zona de Requena, construidas entre 1919 y 1921, con lo que los pe-queños cosecheros empezaron a disfrutar de los avances técnicos enenología.20

En los primeros años, finales del XIX y comienzos del XX, la maquina-ria era casi toda de origen francés (bodegas de Ylario en Utiel, de Lamo deEspinosa y de Oria de Rueda en Requena), luego empezaron a importar-se estrujadoras y prensas de Navarra (la firma A. Arrieta sirvió varias pren-sas a la bodega de Turís en 1922), pero la fuerte demanda impulsó, yadesde finales del XIX, la aparición de una industria metalúrgica en Alcoyespecializada en maquinaria vitícola, como fue la de Aznar y Rodes, cuyasbombas de trasiego y prensas de hierro con jaulas de madera serían luegolas más vendidas en el mercado regional hasta 1970.

Pero esta modernización, con ser incluso muy alto el número debodegas construidas y adaptadas, afectó bien poco a las modestas bodegasfamiliares, que eran la mayoría. Las técnicas que Janini señalaba comoatrasadas (trullos deficientes, pisado de la uva, prensas manuales, abuso delyeso, etc.) siguieron siendo habituales en la mayoría de los casos hasta su

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20 Janini (1923).

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cierre en los años cincuenta y sesenta, cuando fueron sustituidas por lasgrandes bodegas cooperativas. Sólo entonces los pequeños y medianoscosecheros tendrían acceso a las nuevas tecnologías.

4. Conclusiones

1. La peculiar expansión del cultivo de la vid en la meseta de Requenaentre 1850 y 1930, en un espacio agrícola que hasta entonces había esta-do caracterizado por la ganadería y el cultivo de cereales, y con una es-tructura de la propiedad dominada por los grandes latifundios incremen-tados por el proceso de desamortización y la venta de bienes de propios,desembocó en la formación de una nueva estructura dual de la propiedadvitícola integrada, de una parte, por un grupo aproximado de un centenarde grandes propietarios-cosecheros y, de la otra, por una auténtica legión devarios miles de pequeños viticultores, que accedieron a la propiedad deviñas mediante contratos de plantación a medias.

2. La relación entre ambos grupos iba más allá de los simples contra-tos de plantación, ya que los pequeños viticultores (localmente llamadosaparceros) siguieron trabajando como jornaleros en las grandes fincas, y,como no tenían bodega propia, llevaban sus cortas vendimias a las bode-gas de estos mismos terratenientes, quienes les compraban la uva en metá-lico o les pagaban luego el vino de acuerdo con lo obtenido en la ventaconjunta a los exportadores del Grao de Valencia.

3. La difusión de innovaciones técnicas estuvo patrocinada por lagran propiedad, la única que contaba con capital para invertir y accesoregular a la información sobre las novedades. La participación de la peque-ña propiedad en tales cambios estuvo limitada por su pobre nivel econó-mico y de instrucción pública. En aquellos casos en que el cambio técni-co era una cuestión de supervivencia, como ocurrió con los tratamientosanticriptogámicos frente a las plagas del oídio y el mildíu, importadas deAmérica pero convertidas en endémicas desde el mismo momento de suaparición, la difusión de los remedios fue rápida y generalizada. A pesar deciertas reticencias iniciales, los pequeños cosecheros se sumaron pronto alcambio (les iba en ello su hacienda) y contaron con la «ayuda» de los gran-des propietarios, que solían darles azufre y sulfato de cobre, y prestar lasmáquinas pertinentes a aquellos aparceros que trabajaban regularmente en

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sus viñas. Un proceso similar debe aplicarse a la difusión de los arados hor-cates o viñeros, que los grandes propietarios no dudaban en prestar, juntocon los mulos que tiraban de ellos, a sus aparceros, una vez habían finali-zado éstos las tareas en sus fincas y a cambio, claro está, de jornales. Elmismo afán por conseguir nuevas tierras con que ampliar la propiedad porel sistema de plantación a medias llevó a los aparceros, ya pasado 1910, aagruparse en cuadrillas y a alquilar o comprar grandes arados de desfondecomo eran los malacates tirados por varios pares de mulas, contribuyendoasí a la difusión de una nueva técnica aratoria.

4. En el caso de las grandes innovaciones técnicas, como era la cons-trucción de bodegas modernas y la compra de maquinaria (prensas, estru-jadoras, bombas, etc.), su difusión estuvo muy restringida a las familiaspudientes y a los comerciantes. Aunque su número no deja de ser elevado,ya que hemos catalogado más de un centenar de grandes bodegas, sóloalgunas de ellas (Ylario, Lamo de Espinosa, Córdova, Oria de Rueda)podrían ser calificadas de auténticas pioneras en España en la incorpora-ción de las más avanzadas tecnologías europeas de la época en materia deenología industrial. Desgraciadamente, ésta sólo fue aplicada a la elabora-ción de vinos a granel, sin pasar a la crianza de vinos finos de mesa conmarcas propias, salvo contadísimas excepciones de vida efímera. El accesode los pequeños cosecheros a las nuevas tecnologías no resultaría posiblehasta su agrupación en cooperativas, pero eso sería ya bien pasada la Gue-rra Civil española.

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COOPERATIVAS, BODEGAS Y MAYORISTAS:

LA INDUSTRIALIZACIÓN DE LA VINICULTURA

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* Traducción de Juan Pan-Montojo.1 Véase especialmente Smith (1970) [1776], libro III.2 El coste de transporte, en Gómez Mendoza (1982), apéndice D. Es bien sabido

que tanto el transporte «medio» como los precios «medios» del vino resultan casi imposi-bles de determinar.

INTRODUCCIÓN*

James Simpson

Una larga tradición investigadora ha recalcado la importancia de losmercados urbanos y del comercio internacional como factores centrales enel crecimiento de la productividad agraria.1 La concentración de una grancantidad de consumidores con rentas relativamente altas permite a losagricultores especializarse en los productos para los que disponen de dota-ciones de recursos más adecuadas. La mayor especialización productiva seasocia frecuentemente con una demanda creciente de servicios de inter-mediación profesional, como la provisión de crédito, el transporte, elalmacenaje, la comercialización... Y esa mayor demanda de servicios traeconsigo problemas de asimetría en la información. Los textos de esta partedel libro tratan algunos de estos problemas y presentan ejemplos de lasreacciones de los vinateros a las oportunidades ofrecidas por el mercado.

Los productores vinícolas tenían que enfrentarse en el siglo XIX adiversos obstáculos para dar salida a sus caldos. En primer lugar, el vino esuna mercancía voluminosa, que se pierde con facilidad si los recipientesvinarios sufren daños. El coste de transportarlo por carro a finales del sigloXIX ha sido cifrado en las 6,25 pesetas por hectolitro y cien kilómetros, unacantidad quizá cercana a una cuarta parte del precio de un vino común,aunque un porcentaje menor en uno superior.2 Estos altos precios del

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transporte terrestre son una de las razones de que en la época anterior alferrocarril los grandes vinos europeos (madeira, oporto, burdeos, champa-ña, málaga o jerez) fueran todos producto de regiones accesibles por barco.En la segunda mitad del siglo XIX tuvieron lugar dos cambios importan-tes. En primer lugar, el tendido de las vías férreras permitió que las regio-nes más aisladas —como la Mancha, el Mediodía francés o Puglia—pudieran especializarse en vitivinicultura. En segundo lugar, las viñas deotras regiones dejaron por ello de ser competitivas y no fueron replantadastras la filoxera.

A causa del carácter perecedero del vino, sus productores tenían quebuscar fórmulas para asegurar que sus caldos resultaran potables duranteun año. Sin embargo, pocos cosecheros estaban interesados en que susvinos duraran más de doce meses. En unos casos había que venderlos rápi-do para poder saldar las deudas acumuladas durante el año y pagar los gas-tos corrientes. Pero es que además el envejecimiento de los vinos suponíabodegas mayores y una inversión más elevada en cubas y otro instrumen-tal de vinificación. Otra razón que explica esa falta de interés por el añeja-miento de los vinos es que la demanda era escasa. En España los coseche-ros tenían un mercado reducido para vinos superiores debido al bajo nivelde la renta per cápita, a los altos costes del transporte y a la escasa urbani-zación. Había, por supuesto, algunas excepciones. Barcelona constituía afines del siglo XVIII un gran mercado, capaz de incentivar la producciónlocal. Lo mismo se puede decir de Madrid, donde se consumían entre700.000 y 850.000 arrobas de vino en la década de 1840 según Madoz.3

No obstante, todo indica que a finales de siglo eran pocos los españolesdispuestos a pagar más por un vino superior. Se trataba de una cuestión derenta y de gusto, pero también de organización del mercado, un extremoque trataremos más adelante.

Al igual que en Portugal y en Francia, era el mercado internacionalel escenario determinante para los cambios en la calidad del producto y eldesarrollo de nuevos vinos. La demanda exterior fue asimismo el factorclave en el desarrollo del aguardiente, importado en grandes cantidadespor los ingleses y holandeses desde el siglo XVII, para sus flotas y colonias.

142 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

3 Citado en Ringrose (1985), p. 435.

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La destilación de aguardiente tenía varias ventajas para los cosecheros. Deentrada, no había que cuidar la calidad de las uvas para hacer un destila-do. Además, el proceso productivo era relativamente fácil y podía efec-tuarse en alquitaras, disponibles a precios relativamente bajos. Finalmente,el producto era homogéneo y se graduaba de acuerdo con su contenidoalcohólico. Hasta que a comienzos del siglo XIX los destiladores perdieronuna parte de sus mercados en Europa septentrional, las exportacionesaguardenteras habían sido un factor importante en el crecimiento de laviticultura catalana. Sin embargo, como pone de relieve Valls en su capí-tulo, las exportaciones de vino hacia América compensaron parcialmenteel retroceso de los destilados en Europa, un proceso de sustitución puestoen marcha por varias razones. Valls explica que los viajes de retorno de losbarcos mercantes eran fundamentales para la exportación: a partir de laindependencia de las colonias, los barcos europeos empezaron a comerciardirectamente con América y dejaron de frecuentar el puerto de Barcelona;en compensación, el desarrollo paralelo de la industria algodonera en elPrincipado —y con él, de las importaciones de algodón en rama— abrióuna puerta a la salida de vinos en los viajes de ida. Los cambios técnicosen la vinificación y en la destilación son una segunda razón en el cambio enlos destinos, según Valls. Yo sugeriría una tercera: la elaboración de vinoera más rentable que la destilación, y, tan pronto como surgieron salidas,los cosecheros pasaron del vino al aguardiente.

Hay numerosas referencias a exportaciones de vino desde puertos delMediterráneo y de las islas Canarias a Europa del Norte, y en especial alReino Unido, desde el siglo XVI al XVIII. Los viñedos más cercanos a estemercado se ubicaban en Francia, pero a causa de las políticas mercantilis-tas de los siglos XVII y XVIII, las ventas francesas se mantuvieron en nivelesreducidos. Por el contrario, fueron elevadas las cantidades salidas dePortugal y España. En 1830, poco antes de que los cambios arancelariosaumentaran de nuevo la competitividad de los vinos franceses, el ReinoUnido importó 57 millones de litros desde Portugal, 40 desde España y 9desde Francia.4 En su mayoría, estos vinos eran de alta calidad, y, cuandolas ventas de jerez alcanzaron su máximo en 1863, los cosecheros percibían1,7 pts. por litro de mosto y los extractores más de 12 pts. por litro de vino

Introducción 143

4 Cálculos, a partir de Redding (1851).

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en Jerez: más de 50 veces el precio del vino en Vilafranca del Penedés esemismo año.5 No vamos a explicar aquí las diferencias en las prácticas vití-colas, pero sí recordaremos brevemente los principales rasgos de la vinifi-cación y de la organización del mercado.

El jerez era a principios del siglo XIX un vino generoso, producto dela mezcla de vinos, que a causa de su elevado grado alcohólico soportababien el largo viaje marítimo al norte de Europa, sin repercusiones sobre sucalidad.6 Los minoristas británicos lo compraban por medio de casasimportadoras, sobre todo londinenses, que contaban con agentes en Jerezy les daban las instrucciones respecto a calidades demandadas. Por suparte, los extractores jerezanos compraban a almacenistas concretos, quedisponían de grandes cantidades de vinos para que los primeros pudieranelaborar sus mezclas. Los almacenistas, por último, adquirían cada año losmostos después de la vendimia. Como pone de relieve el texto deMontañés, el grado de dependencia de las casas exportadoras respecto a losvinos de los almacenistas variaba mucho.

El problema de la exportación de vinos jerezanos (y de cualquier otrovino de calidad) no era tanto el del transporte físico sino el de la organi-zación. La reputación era esencial para lograr que los consumidores acep-taran pagar precios elevados. Había, en concreto, asimetrías en la infor-mación entre los importadores londinenses, que conocían el mercadofinal, y los extractores jerezanos, que controlaban los suministros en Jerez.Esas asimetrías podían ser resueltas por medio de diversos expedientes.Existía la posibilidad de que los importadores adquirieran una casa deextracción jerezana (como Perkins & Bradley o Allen, Morgan yCompañía) o que un importador se fusionara con un extractor (comohicieron González, Dubosc y Compañía con Robert Blake Byass).7 Pero laintegración vertical de este tipo no fue muy habitual: las partes implicadastendieron a inclinarse por soluciones contractuales. Ningún extractor con-trolaba más del 15% de las exportaciones, y en Inglaterra el porcentaje delos mayores importadores era probablemente menor. Aun así, la relativa

144 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

5 González Gordon (1970), p. 96; Shaw (1864), p. 235; Balcells (1980), p. 377.6 Sobre el desarrollo del jerez y de su comercio en el período 1700-1840, véase espe-

cialmente Maldonado Rosso (1999).7 Ib., pp. 263-264; Fernández Pérez (1999).

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exigüidad de la cifra de comerciantes que participaban en las transaccionesde vino de calidad contribuía a reducir los problemas de moral hazard.*8

Los altos precios del jerez dieron lugar, a mediados del siglo XIX, a laentrada en el mercado de vinos de peor calidad a precios más bajos.9

Muchos extractores jerezanos se aprovecharon de las altas cotizaciones,recurriendo a los vinos más baratos de las regiones cercanas. Es posible queresulte necesario distinguir dos tipos de actividades en este campo: laexportación de vinos baratos sin tipificar, para competir en los nichos infe-riores del mercado, y la adulteración de los vinos, que minó la confianzade los consumidores en el jerez.10 Pero una y otra cosa tuvieron conse-cuencias igualmente desafortunadas para el sector. Una de las solucionesposibles era crear una denominación para el jerez, lo que habría requeridocontroles estrictos en Jerez y en el Reino Unido. Además, la creación dedenominaciones de origen efectivas abría la puerta a grandes conflictos,como los motines en Champaña a principios del siglo XX pondrían demanifiesto. Y, en cualquier caso, la negativa de las autoridades británicas aaceptar el uso exclusivo del nombre Sherry por parte de los vinateros jere-zanos hizo posible que la confianza de los consumidores se viniera abajoante la masiva presencia de imitaciones. Sin protección de la denomina-ción en el mercado final, la única manera de mantener la reputación deljerez era extender la fama de marcas específicas. La venta del vino en elmercado británico bajo su propia marca fue la vía ensayada por las casasextractoras de Jerez, con lo que las más conocidas lograron mantener sucompetitividad. Sin embargo, los mayores consumidores británicos seempezaron a inclinar una vez más hacia los vinos franceses, que desde1860 ya no se hallaban discriminados por el arancel.

Introducción 145

* [N. del T.] Por moral hazard se entiende en la economía neoinstitucionalista lasituación que surge en cualquier contrato en el que una o más de las partes no pueden con-trolar el conjunto de la actividad contratada con las restantes, por lo que deben encomen-darse en algunos de los aspectos acordados a su buena voluntad. Algunos traductores se hanlimitado a llamarlo literalmente «azar moral», expresión que en castellano carece de senti-do porque el azar, por definición, no puede ser ni moral ni inmoral: quizá podría hablarsede «situación de dependencia de la buena voluntad ajena», expresión que, pese a su longi-tud, resulta bastante transparente para cualquier lector. Parece que tiende a imponerse, noobstante, una tercera solución: «riesgo moral».

8 Simpson (1999).9 Simpson (1985), pp. 168-173.

10 Véase al respecto Maldonado Rosso (1999), parte IV.

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Los problemas a los que se enfrentaban los productores jerezanos fue-ron similares a los de los riojanos que quisieron especializarse en vinossuperiores. En primer lugar, cada productor tenía que mejorar su vino y,luego, debía convencer a públicos distantes de que merecía la pena pagarcinco o diez veces más por él que por otros. Finalmente, los bodeguerosriojanos debían asegurarse de que sus vinos llegaran al consumidor final enbuen estado y protegerse frente a las imitaciones baratas. Un conjunto detareas que no se veían facilitadas por la abundancia de vinos de mezcla yencabezados.

El texto de José Luis Hernández Marco nos recuerda que muchas delas más famosas bodegas riojanas, como Riscal, Murrieta o C.V.N.E.,nacieron en el último tercio del siglo XIX. Se tardó mucho en adquirir losconocimientos necesarios para elaborar vinos superiores. Las pioneras eneste terreno fueron las casas de la región de Burdeos, donde un sinnúme-ro de experimentos y de intercambios de información entre enólogos per-mitieron un cambio radical en la naturaleza del vino. Probablemente, elestablecimiento en 1855 de una jerarquía de productores fue el signo másvisible del éxito de la nueva vinificación. Y dentro de esa jerarquía,Château Margaux —una de las cinco casas clasificadas en el nivel máximode premier cru— perteneció entre 1836 y 1879 a una familia española exi-liada en Francia.11 No obstante, la influencia fue, por lo general, deBurdeos a España.

¿Qué tipo de incentivos tenían los vinicultores españoles para obtenervinos de calidad a fin de venderlos en el mercado nacional? En el caso dela Rioja, resulta meridiano que la conexión ferroviaria con las grandes ciu-dades fue un elemento decisivo en la opción por los vinos superiores. Suelaboración exigía grandes sumas de capital. Los elevados costes de tran-sacción y el moral hazard existente en la viticultura hicieron que muchasde las grandes bodegas europeas recurrieran a la compra de uva.12 C.V.N.E.,por ejemplo, no contó con viñas propias hasta 1939, como nos recuerda

146 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

11 Château Margaux fue adquirida por Alejandro Aguado, marqués de las Marismasdel Guadalquivir, que accedió a la nacionalidad francesa en 1828. La vinculación entre sufamilia y la vinicultura parece, sin embargo, que no se prolongó mucho (Faith, 1991, pp.46-49).

12 Véase el texto de Carmona en este mismo volumen y Carmona y Simpson (1999).

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Hernández Marco. Las actividades de estas bodegas eran, por tanto, la devinificación «industrial» y la de negociación de los vinos. Si las compañíasquerían recuperar sus cuantiosas inversiones precisaban un mercado segu-ro. El auge de los precios del vino entre principios de la década de 1870 yfinales de la de 1880 fue, por supuesto, excepcional. A principios del sigloXX los precios bajos coincidieron con la expansión de la filoxera. C.V.N.E.parece que logró sacar partido por diferentes razones. Por una parte, se lasarregló para comprar uvas en diferentes puntos del país, según las condi-ciones locales del mercado. Además, el concepto de calidad que manejabaera muy diferente del actual. Para C.V.N.E., como para otros muchos pro-ductores, vino superior era lo mismo que vino de fama consolidada, porlo que imitó el médoc o el champaña. Antes de criticar o alabar las deci-siones de cada bodega debemos saber más de las condiciones del mercadovinícola. Existía una fuerte demanda francesa de vinos de elevado color ygrado alcohólico para el coupage, por lo que no tenía excesivo sentido quelas bodegas españolas se dedicaran a mejorar la calidad por medio de lacrianza. Como la mayoría de los vinos se vendían en España a granel, losvinicultores escogieron dos estrategias para mejorar sus ventas. Por unaparte, trataron de controlar la estabilidad del vino para impedir su dete-rioro y, por otra, intentaron ampliar su gama de productos mediante elalmacenamiento de diferentes tipos de vino. Al igual que los consumido-res estadounidenses de nuestros días compran el vino según la variedad deuva empleada (Cabernet Sauvignon, Chardonnay, Merlot...), los compra-dores del primer tercio del siglo XX buscaban tipos de vino que pudieranreconocer con facilidad. El hecho de que C.V.N.E. sólo comenzara aembotellar sus vinos en 1919 constituye más un reflejo del mercado inte-rior que un signo de su lentitud para mejorar la calidad. A la altura de laSegunda República ya se habían desarrollado una serie de nombres(Corona, C.V.N.E., Clarete, Monopole, Espumoso, Toloño...) que pare-cen sugerir cambios en el mercado vinícola español. No obstante, el vinocomún todavía suponía el 94% de la cosecha en 1932, mientras que losllamados vinos finos no alcanzaban más que el 1,7%, y lo demás eran jere-ces, vinos dulces, etc.13

Introducción 147

13 Ministerio de Agricultura, Dirección General de Agricultura (1933), pp. 128-129.

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Los pequeños cosecheros se enfrentaban a múltiples retos si queríanobtener beneficios de los cambios en la demanda de vino. Necesitaban ela-borar un vino que fuera apto para el consumo durante al menos un año,un requisito que podían satisfacer sin problemas las grandes bodegas comoC.V.N.E. o Marqués de Riscal, que disponían del capital preciso paraacceder a la tecnología y contratar el personal cualificado, pero no tanfácilmente millares de pequeños vinicultores, muchos de los cuales prefe-rían, en consecuencia, vender sus uvas a las bodegas industriales. Aquellosque, pese a todo, vinificaban tenían que recurrir a intermediarios para laventa del vino. En los años buenos, como el principio de la décadade 1860 en el marco de Jerez o los inicios de la de 1880 en el conjunto deEspaña, todos los vinateros conseguían precios altos por sus uvas. Pero¿qué ocurría si los precios caían? Podemos imaginar que Domecq, porejemplo, empleaba primero su propia cosecha, con lo que limitaba las sali-das de los pequeños viticultores. De igual modo, los grandes vinaterosprobablemente reducían sus costes de transacción mediante la compra degrandes cantidades a los mayores productores, en vez de diversificar suscompras entre los numerosos pequeños viticultores. En el Mediodía fran-cés la gigantesca Compagnie des Salins du Midi (C.S.M.), con capacidadpara elaborar 100.000 hectolitros, vendió por término medio a 19,25francos el hectolitro en el período 1893-1913, frente a una cotizaciónmedia regional de 16 francos. Por el contrario, el viticultor Gélly, que sólodisponía de capacidad para 400 hectolitros, tuvo unos ingresos mediosinferiores en un 27 % a los de C.S.M. en los años 1893-1906. Y lo que esmás importante, en los años de precios bajos, la diferencia entre los pre-cios percibidos por ambos aumentó: por ejemplo, en 1904 Gélly recibió4,8 francos por hectolitro y C.S.M. 11,5.14 Desde luego, los pequeñosproductores no carecían por completo de poder de mercado. Si abando-naban la producción, las grandes bodegas se quedarían sin uva cuando losprecios se recuperaran. Adicionalmente, los viticultores podían dirigir suproducción en los años buenos a aquellas bodegas que hubieran ofrecidomejores precios en los años malos. Pero el estancamiento de los preciosdurante la primera mitad del siglo XX animó a los viticultores a experi-mentar en una nueva dirección, los animó a formar cooperativas.

148 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

14 Pech (1975), p. 158.

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Las cooperativas vinícolas fueron establecidas con tres finalidades cla-ras: el estrujado, fermentación y prensado de uvas; la crianza y venta devinos; y el aprovechamiento de los orujos para la fabricación de alcoholesy de ácido tartárico. Estas actividades parecen apuntar a cinco razones parael establecimiento de cooperativas.

Para empezar, había economías de escala en la vinificación que resul-taron cada vez más evidentes a medida que pasó el tiempo. A comienzosde la década de 1950 el tamaño medio de las cooperativas era de casi50.000 hectolitros, una capacidad productiva que estaba muy por encimade las posibilidades de cualquier productor, salvo de las grandes empre-sas.15 Las mayores economías de escala se conseguían no en la producciónde vinos superiores sino en la elaboración de los comunes, que permitíanel prensado y la maduración en grandes cantidades. Había, sin embargo,límites a las economías de escala: uno de los principales problemas de lafermentación es la necesidad de controlar las temperaturas, y con cubasexcesivamente grandes el vino se calienta y la fermentación se detiene. Másimportante que la mera reducción de costes era la mejora de la calidad yla homogeneidad de los vinos, producto de una gestión y unos conoci-mientos técnicos mejores. La información científica sobre la naturaleza delvino y de las variables intervinientes en la vinificación y la crianza experi-mentó un salto tras la publicación de la principal obra de Pasteur en 1864.Aunque los debates técnicos sobre temas como la duración ideal de la fer-mentación o las mejores formas de curar los vinos deteriorados continua-ron, el equipo de bodega y las técnicas requeridas para la elaboración sis-temática de vinos homogéneos pasaron a situarse fuera del alcance —entérminos de formación o de capital— de la mayoría de los viticultores. Enun principio se recurrió a miembros respetados de las comunidades vina-teras para la dirección de los procesos técnicos, pero progresivamente lasgrandes cooperativas contrataron agrónomos o enólogos cualificados. Lascooperativas crearon en realidad un nuevo tipo de profesional: un gestorque era a la vez enólogo y una persona capaz de atender los aspectos lega-les y comerciales del negocio. Como hemos señalado respecto a C.S.M.,había economías de escala en la comercialización, lo que permitía a los

Introducción 149

15 Bulletin de l’Office International du Vin (1954), n.º 283, p. 49; Galtier (1958), vol.I, pp. 338-339.

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cooperativistas un mejor acceso a los mercados urbanos por medio de laproducción masiva de vinos homegeneizados por procesos científicos, quesi trataban de colocar individualmente su propia producción. Una cuartaventaja se vinculaba al aprovechamiento de los subproductos de la vinifi-cación. Los pequeños productores habían elaborado tradicionalmente des-tilados, pero las nuevas tecnologías abrieron el camino para la obtenciónde productos enteramente nuevos. Finalmente, las cooperativas implica-ban la reducción de la necesidad de trabajo, gracias a su sustitución porcapital, un cambio que no se suele considerar como especialmente positi-vo para las explotaciones familiares de pequeñas dimensiones. Sin embar-go, como el ahorro de trabajo tenía lugar en la época de la vendimia, cuan-do la mano de obra familiar era a menudo insuficiente, las cooperativaspermitían aminorar el empleo de mano de obra asalariada, en vez deredundar en la subocupación de los miembros de la familia. Además, elpropio hecho de que los cosecheros dejaran de fermentar todas sus uvas enuna sola cuba —técnica que obligaba a una vendimia rápida— tambiénfavorecía un menor gasto en jornales.16

Sabio refleja en su texto la importancia de los avances en la coopera-ción formal e informal en la comarca de Cariñena, entre 1870 y 1970. Lafundación de cooperativas vinificadoras era difícil, sobre todo por la faltade capital. Hay, empero, que tomar en consideración otros factores.17 Enparticular, y como reflejo en el cuadro 1, la distribución regional de coo-perativas era muy desigual: casi la mitad se situaban en Navarra yTarragona, lo que pone de relieve la importancia de variables locales.Además, es razonable añadir que en la difusión del cooperativismo en ladécada de 1950 tuvo al menos tanta importancia el intento del Estado decrear una organización que hiciera posible la intervención, como la acciónespontánea de los cosecheros para liberarse de las bodegas industriales. Lascooperativas llegaron a producir una auténtica revolución en la vinifica-ción, pero, para su desgracia, cuando ese proceso llegaba a su fin, las pre-ferencias de los consumidores se empezaron a orientar hacia el segmentode vinos superiores.

150 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

16 Galtier (1958), vol. I, p. 340.17 Como he señalado por mi parte en Simpson (1999).

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CUADRO 1

COOPERATIVAS VINÍCOLAS EN 1951

Países N.º de cooperativas Socios Vino producido(miles de hL)

Francia 969 217.586 14.000 (1953)Alemania 507 (1953) 35.000Turquía 289España 215 60.000 1.500Argelia 172 5.000 3.600 (1953)Italia 161

FUENTE: Bulletin de l’Office International du Vin (B’OIV), varios años.

DISTRIBUCIÓN DE COOPERATIVAS ESPAÑOLAS POR PROVINCIAS

Provincias N.º de cooperativas % del total N.º de destilerías % del total % de producción de vino en 1951

Tarragona 58 27,0 5 26,3 5,4Navarra 48 22,3 3 15,8 3,3Valencia 25 11,6 3 15,8 5,3Ciudad Real 12 5,6 0 0 8,6Lérida 12 5,6 0 0 1,0Barcelona 11 5,1 1 5,3 4,4Gerona 8 3,7 1 5,3 1,1Otras 41 19,1 6 31,6 70,9

Total 215 100,0 19 100,1 100,0

FUENTE: B’OIV (1952), n.o 253.

Introducción 151

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LA BÚSQUEDA DE VINOS TIPIFICADOS POR LAS BODEGAS INDUSTRIALES:

FINANZAS, ORGANIZACIÓN Y TECNOLOGÍA EN LAS ELABORACIONESDE LA COMPAÑÍA VINÍCOLA DEL NORTE

DE ESPAÑA, S.A. (1882-1936)

José Luis Hernández MarcoUniversidad del País Vasco/E.H.U.

1. Introducción

Bien señalando los aspectos más pesimistas como la sobreplantacióny consiguiente sobreproducción derivada de una expansión de la deman-da exterior con respuestas básicamente especulativas en el precio, la adul-teración del vino común o la falta de innovación —Carnero Abad (1980,1985) o Simpson (1997)—, o admitiendo fundamentalmente lo anterior,pero intentando destacar algunos aspectos más dinámicos del sector viti-vinicultor español —Pujol Andreu (1986) o Pan-Montojo (1994)—, eshabitual entre los historiadores de la vitivinicultura española posterior a lallamada «edad de oro» de las exportaciones de vino común a Francia, esdecir, posterior a 1892, que se utilicen términos como crisis, problema,sobreproducción, etc.

Quizá el autor menos «pesimista», sea el último de los citados.Efectivamente, para Pan-Montojo el sector respondió positivamente a lademanda predominante, fabricando el producto que ésta exigía e introdu-

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ciendo los cambios técnicos adaptados a sus posibilidades financieras. Sonsignificativas sus aportaciones sobre el proceso de renovación de la viticul-tura que supuso la reconstrucción postfiloxérica, con diferenciacionesregionales mediante tres vías: la pervivencia del cultivo extensivo, la inten-sificación con incremento del grado de mercantilización y la intensifica-ción con recursos naturales. Además, y de gran importancia, se destacanlos inicios de la industrialización de la vitivinicultura en su conjunto, pre-cedido por algunos pioneros andaluces, catalanes y riojanos que desde1892 encontraron oportunidades de incrementar el mercando de los vinossuperiores.1

Con esta visión menos pesimista, recientemente intenté una primeraaproximación.2 En ella partía de la hipótesis de que en determinadaszonas, las citadas anteriormente por Juan Pan-Montojo, la existencia dealgunos pioneros en la industrialización de la vitivinicultura pudo provo-car efectos de arrastre en el sector, aunque inicialmente sólo fuera en suspropias regiones.

Éste es el caso, sin lugar a dudas, de las empresas que van a ir sur-giendo en la Rioja desde el último tercio del siglo XIX. Tras la estela deRiscal y Murrieta en los años sesenta, la Compañía Vinícola del Nortede España (en adelante, C.V.N.E.) y López Heredia en los setenta, Azpili-cueta, Ugalde y Moctezuma-Cruzado en los ochenta, continuaron sur-giendo empresas hasta los primeros años del siglo XX, como BodegasRiojanas, Lagunilla, Rioja Alta, Bodegas Franco-Españolas, MartínezLacuesta, Paternina, Montecillo, Bodegas Bilbaínas, Santiago, etc.3

Insertando la trayectoria de la C.V.N.E. en las orientaciones analíticasde las más recientes tendencias metodológicas de la historia empresarial enEspaña,4 podría entenderse su flexibilidad operativa en el marco de la deno-minada «producción flexible», que, a su vez, se posibilitaba por la configu-ración de la C.V.N.E. como una empresa modernamente gestionada y muycapitalizada desde 1882 en términos del sector, susceptible de obtener ven-

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1 Pan-Montojo (1994), pp. 331-373.2 Hernández Marco (1998).3 Pan-Montojo (1994) pp. 85-86, 195 y 35.4 Valdaliso (1997); López y Valdaliso (eds.) (1997), pp. 30-40.

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tajas comparativas en capital, innovaciones técnicas e información de mer-cados, al ubicarse en las capitales de dos distritos industriales en plena for-mación, aunque de características, tamaño y sectores diferentes, comoBilbao, domicilio de su sede social y plaza de origen de parte de su capital,y Haro, donde se encuentran sus principales instalaciones industriales ybuena parte de las empresas vitivinícolas más importantes de la Rioja.

En el presente trabajo, utilizando otras fuentes complementarias,pero también de la C.V.N.E.,5 voy a intentar profundizar en estos aspec-tos pero destacando algunas cuestiones organizativas y tecnológicas. Paraello, comenzaré por presentar brevemente nuevos testimonios sobre la cre-ciente especialización de la C.V.N.E. en la venta al extranjero y al merca-do nacional de vinos tipificados y con marcas propias. Esta especializacióntrajo como consecuencia unos cambios significativos en la forma de adqui-rir sus vinos base —pérdida de peso de las compras de vinos del año a loscosecheros riojano-navarros y aumento de la elaboración directa—, sobrelo que incidirá, además, la diferente cronología regional de la invasión filo-xérica en España y la entrada en producción de las viñas replantadas.Como para esas adquisiciones se necesitaba un alto grado de liquidez, medetendré un momento en la evolución financiera de la C.V.N.E., presen-tando la estructura de los balances de situación a finales de cada año entre1882 y 1905. El éxito económico de la opción estratégica de la C.V.N.E.lo certificará la serie completa de beneficios netos obtenidos por la empre-sa entre 1882 y 1936.

Desde el punto de vista técnico-organizativo, la opción por el merca-do de vinos tipificados y crecientemente embotellados en origen, obteni-dos cada vez más de elaboraciones propias —con el aditamento puntualpara blancos y tintos añejos de compras a otras bodegas industriales—,debería tener como consecuencia una mayor complejidad en las elabora-ciones y un incremento de la capacidad tecnológica de sus instalaciones.Sobre ambas cuestiones tratará la parte final del trabajo. Así, profundizaré

La Compañía Vinícola del Norte de España (1882-1936) 155

5 En especial, los Libros de Actas del Consejo, los Borradores de los Libros Mayores y losLibros de Inventarios. Aprovecho para agradecer a D. José Madrazo, Secretario del Consejode Administración y a D. Lorenzo Carro, responsable de la tienda-exposición de la Bodegade Haro, las facilidades y trato que me han dado para la consulta del archivo histórico de lacompañía.

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en las características de las elaboraciones propias mediante el tratamientode la información contable resumida de las 42 elaboraciones llevadas acabo por la C.V.N.E. entre 1900 y 1921: 19 en Haro, 9 en la localidadnavarra de Cintruénigo, 11 en la barcelonesa de Martorell, 2 en Albacetey 1 en la oscense de Barbastro. Por último, analizaré la evolución del uti-llaje técnico de sus instalaciones de Haro para comprobar si se correspon-de con la opción por los vinos de calidad y el potencial económico de laC.V.N.E.

2. El camino de la especialización

En el trabajo anterior había comentado, siguiendo la obra de LlanoGorostiza (1979), que ya en 1900 parece definida la estrategia de futurode la C.V.N.E., tendente al abandono progresivo de sus ventas a granel devinos tintos más o menos tipificados y su creciente especialización en lacomercialización de varios tipos estables, que con el tiempo serán mayori-tariamente embotellados y etiquetados en origen. Pero también antes,cuando dominan plenamente los envíos de graneles, se puede rastrear lapronta tendencia a situarse en la franja de mercado reservada a los vinosde calidad, si bien entonces mayoritariamente etiquetados en destino trassu envío en barricas u otros contenedores mayores.

Así, por ejemplo, en plena «edad de oro» de las exportaciones de vinocomún a Francia en 1887, se constituye en Reims la sociedad Eugene Perréet Cie. —formada por la C.V.N.E. y su agente general para Europa— parala fabricación de champaña con vinos de Rioja «en su mayor parte», para loque la bodega riojana se compromete a elaborar los vinos blancos que lesean requeridos y enviarlos a Reims con un incremento del 20% del pre-cio de coste.6 Aunque en 1891 se certifica la disolución desde diciembrede 1889,7 la continuidad en la producción de vino espumoso, ahora enHaro, y la comercialización de otros tipos exige a la empresa entrar en elmercado de vinos blancos, elaborarlos donde mejor convenga a las calida-

156 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

6 C.V.N.E., Libro de Actas del Consejo, n.º 1, sesión de 14-I-1887 (en adelante,C.V.N.E., Actas)

7 C.V.N.E., Actas, n.º 1, sesión de 2-I-1891.

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des y precios buscados (por ejemplo, en Cataluña) o asegurarse inclusocantidades estables de blancos franceses (por ejemplo, Chablis) para sucreciente gama de vinos blancos tipificados, que darán lugar tras variosantecedentes, como el Corona, a su Monopole en 1915, marca que toda-vía hoy subsiste.

También en los vinos tintos es posible rastrear los comienzos de estaespecialización en vinos tipificados, traducido en la C.V.N.E. por enton-ces en sus Rioja Claretes de tercer y quinto año. Por ejemplo, en 1897 eldirector informa al consejo de la

importancia de los vinos añejos últimamente realizados en Haro con cuyasmuestras (y otras de los vinos preexistentes en bodega) se proponía trasladar aBurdeos, a fin de combinar con el agente general M. Perré (que inmediata-mente pasará a Londres) un tipo similar que pueda seguir al que actualmenteestá tomando la importante sociedad Army & Navy para aquella plaza.8

Como se indica el mismo año, gracias al «buen momento que [exis-te] para la demanda de los vinos de marca de la Sociedad»,9 se abren gran-des expectativas en los mercados de Inglaterra, Bélgica, Paraguay, Franciay Alemania, a la vez que se reestructura su delegación en la capital deEspaña. Esta «marca social» sería registrada legalmente en los nuevos mer-cados que se van abriendo en 1898 en Argentina, en 1899 en los EstadosUnidos, en 1900 en Brasil y en el Imperio alemán, en 1901 en Japón,10

etc., al tiempo que se refuerza la práctica de apuntalar las reservas de suselaboraciones y compras de vinos del año con «partidas de añejos», comodecide el consejo en 1898, 1900, 1901, etc.11

Se podrían alargar estas referencias, pero creo que es suficiente para cer-tificar que desde antes del fin de la explosión exportadora a la Francia filoxe-rada, la C.V.N.E. optará por ir introduciéndose en la franja de vinos de cali-dad, tanto en blancos como en tintos, consiguiendo unos tipos concretosmediante coupages, especialmente sus Rioja Claretes, para los que observa unmercado creciente al menos desde fines de los años noventa de siglo XIX.12

La Compañía Vinícola del Norte de España (1882-1936) 157

8 Ib., sesión de 31-VIII-1897. La cursiva es mía.9 Ib., sesión de 10-IX-1897. La cursiva es mía.

10 Ib., sesiones de 19-IV-1898, 3-III-1899, 23-XII-1899, 29-VIII-1900 y 28-XI-1901.11 Ib., sesiones de 19-IV-1898, 30-IV-1900 y 29-III-1901.12 Pan-Montojo (1994, pp. 351-352) vincula el aumento de las ventas de vinos de

calidad en la propia España a las variaciones arancelarias de 1892.

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En las dos primeras décadas del siglo XX proseguirá este proceso deespecialización, ahora más decididamente hacia la franja de vinos de ma-yor calidad, crianzas y reservas, y desde 1919 embotellados y etiquetadossólo en origen.13 De esta forma se explica la gran complejidad que tiene yael vino almacenado por la C.V.N.E. en Haro antes de la Guerra Civil.Efectivamente, el primer inventario localizado en que se relaciona al deta-lle las existencias de vinos, el realizado con fecha de 31 de diciembre de1935,14 desglosa el tipo/marca,15 la cosecha y si están embotellados o no.De los poco más de 18.000 hectolitros almacenados en su bodega, el 17%corresponde a la de ese mismo año y otro 14% a la de 1934, pero el resto,es decir, más de 12.000 hectolitros, pertenecen a cosechas anteriores,ahora diríamos crianzas y reservas (13 desde la de 1917 a la de 1933, fal-tando sólo las de 1920, 1923, 1925 y 1932), o están ya perfectamente tipi-ficados con sus marcas (Corona, Cune, Clarete, Monopole, Espumoso,Toloño...). Hay que destacar igualmente que, aunque están embotelladossólo en una pequeña cantidad, 670 hL (3,7%), ello significa tener listaspara expedir mas de 70.000 botellas, además de las correspondientes a los156 hL suplementarios existentes también embotellados en dieciséis«depósitos» que la empresa tiene en quince localidades españolas.16

3. El cambio en la forma de aprovisionamiento de sus vinos base

Gracias a los apuntes contables de 28 cosechas entre la de 1887 y la de1922, ya analicé en detalle las adquisiciones de vino por parte de laC.V.N.E., atendiendo a la clase de vino (tinto común, tinto viejo y blan-co), la procedencia geográfica y los proveedores o las formas de obtención.17

158 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

13 Llano Gorostiza (1979), p. 100.14 C.V.N.E., Libro de Inventarios, n.º 2, inventario de 31-XII-1935.15 Por orden alfabético: Blanco, Blanco 5 años, Blanco Haro, Blanco Rodríguez y

Berger, Blanco S.M., Borgoña, Burgundy, Clarete, Clarete 3 años, Corona, Corona Reserva,Cune, Espumoso, Monopole, Tinto Haro, Toloño Tinto, y «turbios» tintos y blancos.

16 Se trata de depósitos en el País Vasco (Bilbao [2], Las Arenas, Amorebieta,Durango, Éibar, Guernica y Valmaseda), más los de Madrid, Algeciras, Alicante, Avilés,Cartagena, Palma de Mallorca, Valladolid y Vigo.

17 Hernández Marco (1998).

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Me interesa ahora insistir en ese último aspecto. En el gráfico 1 (infra,p. 184) he reducido a tres las formas de obtención de los hectolitros adqui-ridos, y en la tabla 1 (infra, p. 179) he indicado el peso relativo de esas tresformas sobre el total. En el concepto elaboración incluyo los vinos elabo-rados directamente por la empresa, tanto en Haro como en bodegas arren-dadas para ello fuera de la localidad riojana; en el de cosecheros, los vinoscomprados a pequeños viticultores de las tres Riojas y Navarra, habitual-mente a través de comisionistas; y en el de otros, el resto de los vinos adqui-ridos a otras bodegas industriales o grandes o especializados elaboradores-comerciantes de la Rioja, y otras adquisiciones en distintas partes deEspaña o en Francia.

Aunque desgraciadamente casi no tenemos información para la décadade los noventa del siglo XIX, con los datos disponibles parece iniciarse, a par-tir de 1901 y con la excepción de 1905, una significativa pérdida absolutay relativa de las compras a los pequeños cosecheros de la Rioja y Navarra, yun progresivo aumento de las elaboraciones directas de la empresa y de lascompras a otros proveedores industriales o comerciantes de vinos.

¿Cuáles pudieron ser las razones para ese cambio? Quizá el gráfico 2(infra, p. 184), que representa el coste contable de los vinos adquiridos porla C.V.N.E. y donde he añadido la serie de precios del Penedés elaboradapor Pujol Andreu18 como comprobación de los movimientos, pueda ayu-dar a responder esta cuestión. En primer lugar, aunque con diferenciasmuy significativas de nivel, el movimiento de esa serie catalana con las delos vinos de la C.V.N.E. presenta evidentes concordancias. De esta forma,podrían reafirmarse las explicaciones dadas por este autor sobre los meca-nismos de formación de los precios del vino común, en donde las cotiza-ciones del mercado francés tendrían un papel fundamental.

Pero ahora interesa otro aspecto. El precio medio total en libros de to-do el vino elaborado, lo que podemos considerar como el nivel, es de22,4 pts./hL, el del comprado a cosecheros 22,6 pts./hL y el del resto decompras 29,8 pts./hL. La pequeña diferencia de las dos primeras cifrasenmascara que el promedio de los precios anuales del vino comprado alos cosecheros es un 10,4% superior al del elaborado (2,1 pts./hL), y el

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18 Pujol Andreu (1985). Apéndice estadístico I. Han sido convertidos a pts./hL.

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del resto de compras un 27,3% (5,3 pts./hL) más alto que el elaboradopor la empresa. Tan sólo en cinco años el precio de coste del vino elabo-rado es superior al pagado a los cosecheros: 1901, 1904, 1911, 1913 y1920. Lo mismo sólo sucede con las otras compras en 1910-14 y denuevo en 1920. En este último caso no debe sorprender, puesto que enesas compras se incluyen muchos lotes de vinos de alto precio, por crian-za o calidad, que no deben considerarse «vino común». Precisamente, laescasez de vino común del año en la Rioja en pleno período filoxéricoexplica que, al adquirir lotes de vino común de otras procedencias, caigaen esos años de 1910 a 1914 el precio relativo de compra a grandescomerciantes. Sin embargo, ya no tengo tan claro que el factor precio seael elemento esencial en la definición de la estrategia compradora/elabo-radora en el caso de los vinos comunes riojanos del año. Si comparamosel precio pagado a los cosecheros con el coste del vino elaborado enHaro/Cintruénigo, aquel promedio del 10,4% superior en el primercaso se reduciría al 1,2% en 1887-89, 7,6% en 1901-1907 y 7,2% en1913-22. No parece ser esta diferencia suficiente para explicar la fuertecaída de las compras a cosecheros que mostraba el gráfico 1. Más bienparece una opción consciente para incrementar sustancialmente el con-trol de la calidad de la materia prima base, el vino de las sucesivascosechas.

Este cambio me parece fundamental, y, si fue, como parece, extensi-ble a otras bodegas industriales de la Rioja, debió de producir modifica-ciones estructurales muy significativas en la actividad de los cosecherosriojanos y de otras localidades: algunos de ellos, posiblemente los más vin-culados al mercado, dejarían de «elaborar» vinos que vendían a los comer-ciantes, para acabar vendiendo sólo la uva a las bodegas industriales, queserán los grandes elaboradores.19

Dicho de otra forma, de vitivinicultores se verían reducidos a viticul-tores, a puramente agricultores. El cambio también debería afectar a lospropietarios de bodegas y prensas que tradicionalmente arrendaban susinstalaciones y capacidad de almacenamiento sobrante a esos pequeños

160 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

19 García Santamaría (1980, pp. 907-909) indica que para fechas desde 1914, utili-zando fuentes fiscales municipales de Haro, Bodegas Bilbaínas, Rioja Alta, S.A., la C.V.N.E.y López Heredia son los mayores elaboradores con uva de ese término municipal.

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cosecheros-elaboradores.20 Es posible incluso que con el tiempo les afecta-ra en su calidad de elaboradores tradicionales de sus propias uvas.21

Hasta los años noventa, la actividad exportadora de coupages aFrancia por los comerciantes de la Rioja, incluida la C.V.N.E., es la esen-cial, por lo que éstos fundamentalmente debían limitarse a comprarvinos a los múltiples cosecheros y unificar las calidades al almacenarlosen sus grandes bodegas, previamente a su envío al extranjero. Finalizadala edad de oro de este negocio tras 1892, o incluso antes, como se vioanteriormente, la C.V.N.E. orientará su estrategia mayoritariamentehacia la consecución de tipos y marcas propias. Para ello, sin abandonartotalmente las adquisiciones a los pequeños cosecheros locales, salvo enalgunas cosechas del momento más agudo de la filoxera en la Rioja(1908-1915), incrementará su control directo sobre la materia prima,puesto que ahora deberá buscar vinos de calidad adecuada a sus tipos,aumentando su actividad elaboradora. Cuando la calidad y/o cantidadde uva disponible por la situación agrícola de la Rioja no lo permita, serácapaz de trasladar sus elaboraciones fundamentales a zonas del viñedoespañol ya reconstruidos, como Navarra y Cataluña, o no filoxerados,como Albacete, como luego insistiré. El resto de sus necesidades, espe-cialmente tras 1907, las cubrirá adquiriendo vinos a grandes producto-res, a bodegas industriales o a comercializadores especializados.22 Mas,para esas elaboraciones y compras de sus vinos base se necesitaban recur-sos y la C.V.N.E. los obtuvo.

La Compañía Vinícola del Norte de España (1882-1936) 161

20 Ello permite afirmar a Ibáñez y Alonso Castroviejo (1996, p. 230) que «la viña erade los pequeños propietarios, el vino de los medianos y grandes propietarios». Ahora habríaque añadir a las bodegas industriales.

21 Así, en 1938 el entonces marqués de San Adrián, propietario navarro protagonis-ta del trabajo de Lana Berasain (1995), propondrá a la C.V.N.E. que realice «la vendimiaen su propiedad de Monteagudo». C.V.N.E., Actas, n.º 2, sesión de 16-IX-1938.

22 Compras de blancos riojanos entre 1901 y 1909 al marqués de Mudela. Comprasde caldos aragoneses y valencianos, mediante la casa Lalanne y Armenteras. Compras devinos catalanes mediante comisionistas especializados (Francisco Martínez Rivas, PabloDeprez o Valentín Casajuana) o directamente a bodegas industriales (Miguel Torres,Rodríguez y Berger). Y también compras de blancos franceses de Chablis, iniciadas en1907, por medio de F. Cafarenna. O compras de «Riojas», normalmente de cosechas ante-riores, a Muga, marqués de Murrieta, Paternina, Rioja Alta, Bilbaínas, etc. desde 1900.

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4. Las ventajas de una situación financiera saneada

Hace muchos años R. Pech ya puso de manifiesto cómo funcionaba el«combate desigual» entre el «negociante» y el pequeño viticultor del Mediodíafrancés gracias al mejor aprovechamiento de los costes de oportunidad por lasuperioridad financiera del primero en las diferentes coyunturas del mercadovinícola.23 También en la Rioja se debió de producir ese desigual combate,pero aquí, además, estaban las bodegas industriales, que unían a su función de«negociantes» en vinos la de grandes elaboradores. Para ambas funciones eranecesario tener importantes disponibilidades líquidas, y las bodegas industria-les parecen tenerlas. Al menos, eso indican los estados financieros de laC.V.N.E.

Una primera aproximación a la potencia económica de la C.V.N.E.puede darla la evolución del capital de la empresa. Si en 1879 se inicia larazón social Corcuera, Real de Asúa y Compañía con un capital de 50.000pesetas, en mayo de 1880 se amplía a 300.000 y, cuando en junio de 1882se constituye la definitiva Compañía Vinícola del Norte de España, elcapital fundacional se fija en dos millones de pesetas, distribuidos en4.000 acciones, suscribiéndose 2.250, es decir, 1.125.000 pesetas. En1894 el consejo de administración oferta la venta de 300 acciones en car-tera, de las que se realizan 143 en 1895, incrementándose en consecuen-cia el capital suscrito a 1.196.500 pesetas en 2.393 acciones, que será elque se mantenga en libros hasta la Guerra Civil.24

Pero ese capital inicial se emplea fundamentalmente en la adquisicióny construcción de la bodega de Haro, por lo que en los primeros años defuncionamiento la empresa tendrá que recurrir al crédito cuando necesiteliquidez para sus compras de vinos y/o uvas.25 Y estas necesidades no sonpequeñas en términos relativos. Por ejemplo, las adquisiciones de vino quese han reflejado en la tabla 1 suponen un gasto contable de 7.651.977 pese-tas, lo que representa un promedio de 273.285 pesetas anuales.

162 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

23 Pech (1975), pp. 472-478.24 Llano Gorostiza (1979), pp. 67-68; C.V.N.E., Actas, n.º 1, sesiones de 27-XII-1894

y 2-VII-1895.25 Ib., sesión de 13-X-1886.

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Sin embargo, el éxito empresarial permitirá a la C.V.N.E. utilizarrecursos propios desde muy pronto, pues antes de acabar el siglo reflejaráuna situación financiera muy desahogada, como mínimo desde 189626 yaún más desde 1902, cuando se inicia la práctica de invertir los excesos deliquidez en renta fija española27 y desde 1904 también en extranjera,28

práctica especialmente activa en las dos primeras décadas del siglo XX.29

Pero no son principalmente estas noticias puntuales las que permitensuponer la existencia de liquidez para sus operaciones comerciales. En elgráfico 6 (infra, p. 186) he trasladado el resumen de los balances presen-tados al consejo de administración entre 1882 y 1905.30 Sobre un prome-dio del activo/pasivo de 1.315.545 pesetas, el pasivo exigible promedio essólo del 7%, mientras que el promedio anual de la suma del activo reali-zable y disponible es de 474.307 pesetas, un 36%. En esos promedios, laratio de liquidez es de 9,7 y la de tesorería de 5,3, muy por encima inclu-so de las ratios aconsejables actualmente para las empresas comerciales enlos manuales de análisis de balances.31

La potencia financiera de la empresa en esos años, recordemos califica-dos de críticos para la vitivinicultura española, queda definitivamente esta-

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26 «Atendiendo a la desahogada situación de fondos en que se halla la Compañía[…]». C.V.N.E., Actas, n.º 1, sesión de 3-III-1896.

27 Ib., sesión de 7-VIII-1902: «[...] habiendo disponible sin empleo inmediato unfondo de 100 a 120.000 pesetas, suplicaba se le autorizase a invertirlo […] en deuda amor-tizable de 1900 al 5% y la otra mitad en cédulas del Banco Hipotecario Español al 4%».

28 Ib., sesión de 27-I-1904: «[…] pedía autorización para la inversión de 30 a 40.000FF, parte en renta francesa del 3% y parte en obligaciones de ferrocarriles franceses […]».

29 En 31-XII-1913, valorados en 327.778 pesetas, se inventarían los siguientes valo-res en cartera: 110 cédulas del Banco Hipotecario de España; 152 obligaciones de la Cía.de Ferrocarriles del Norte; 100 obligaciones del A.V.T.; 115 del Asturias, Galicia, León; 80obligaciones de las carreteras de la Diputación de Vizcaya; 18 títulos de la deuda amorti-zable. En 31-XII-1920, valorados en 483.000 pesetas: 100 obligaciones del A.V.T.; 60 dela Diputación de Vizcaya; 31 títulos de deuda francesa; 15 obligaciones de la Cía. delNorte francés; 100.000 FB de renta belga; 200 acciones de Industrial Tonelera del Norte;50 acciones de la propia C.V.N.E. Aún en 1935, valorados en 580.000 pesetas, se inven-tarían las 200 acciones de la Industrial Tonelera y las 50 acciones de la C.V.N.E., pero tam-bién 76 acciones del Banco de España. C.V.N.E., Libro de Inventarios, n.º 2.

30 C.V.N.E. Actas, n.º 1, pássim.31 Por ejemplo Amat (1993), pp. 42-43. La expresión de esas ratios es: ratio de liqui-

dez = activo circulante/exigible a corto plazo; ratio de tesorería = (realizable+disponi-ble)/exigible a corto plazo.

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blecida, como indica el gráfico n.º 5 (infra, p. 186) con la serie completa debeneficios desde 1882 hasta 1937. Tan sólo en el ejercicio 1883-84 y en plenaGuerra Civil se registran pérdidas. En todo el período los beneficios netosobtenidos suman la cantidad de 6.414.000 pesetas, a un promedio anual de116.000 pesetas, y los dividendos repartidos fueron 4.459.372, lo que signi-fica retribuir al capital desembolsado con un 7,5% anual. Entre 1895 y 1930la retribución a los accionistas superó siempre el 6% estatutario, salvo en1896, 1901-1902, 1914 y 1928-1930, en que sólo lo iguala. Antes y despuésde las primeras fechas los dividendos repartidos no llegaron a ese 6%.

Con tales cifras parece evidente que el «combate», además de desigual,fue victorioso. Lo que entró en crisis, si acaso, fue el pequeño vitivinicul-tor. Los comerciantes y —si la C.V.N.E. no es un caso aislado— las bo-degas industriales sortearon brillantemente la crisis al aprovechar lasventajas comparativas que le ofrecían su tamaño y sus disponibilidadesmonetarias, precisamente en los momentos más delicados de la viticultu-ra riojana, cuando la filoxera atacó sus viñedos. Uno de los procedimien-tos para esta superación es la creciente elaboración directa, bien en laRioja, bien en otras zonas españolas, mediante la búsqueda de las mejoresrelaciones calidad/precio en sus vinos base.

5. Desde la viña hasta la bodega: los procedimientos de elaboración, tratamiento y útiles de una industria vitivinícola32

En el epígrafe 2 he intentado demostrar la creciente opción por las ela-boraciones propias, en detrimento de las adquisiciones de vinos del año a loscosecheros riojanos, interpretándolo como resultado de la opción de laC.V.N.E. por los vinos tipificados y el necesario mayor control sobre la cali-dad de sus vinos base. Para ello deberá ir perfeccionando sus procedimientosde elaboración y su utillaje técnico. Veamos cómo llevó a efecto dicha opción.

164 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

32 Agradezco a mi hermano Pedro R. Hernández Marco, enólogo diplomado por laUniversidad de Dijon, su inestimable ayuda para la interpretación de algunos procedi-mientos y utillaje técnico empleados por la C.V.N.E. en sus elaboraciones y tratamiento delos vinos en bodega. Espero haber interpretado bien sus amplios conocimientos técnicosen el contexto de este trabajo histórico.

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Hace algún tiempo33 indiqué que no estaba en condiciones de asegu-rar quién era el propietario de la uva que la C.V.N.E. elaboraba, e inclusosugerí que la empresa como tal pudiera comprar viñedos aprovechando lacrisis filoxérica. Ahora estoy en condiciones de afirmar tajantemente que,como mínimo hasta 1939, la sociedad formada en 1882 no sólo no poseeviñedos ni en la Rioja ni en ningún otro sitio sino que tampoco cultiva viñe-dos ajenos mediante arrendamiento o cualquier otro tipo de contrato agra-rio. Toda la uva que elabora, tanto en Haro como con más motivo en otraslocalidades extrarriojanas, es uva comprada a sus cultivadores o propietarios.

Tan sólo una pequeña parte de esas uvas tenía cierta relación con laempresa, porque procedían de viñedos poseídos o cultivados por algunosde sus accionistas originarios, en concreto por dos: la razón social Real deAsúa y Compañía y Mariano Yzarra, que, al menos en los primeros añosdel siglo XX para los que hay información, 1900-1903, proporcionan entreel 9 y 13% de la uva riojana comprada para elaborar en Haro.34 Con losrendimientos vínicos de la uva de la tabla 5 (infra, p. 183) para la prime-ra de las cosechas y los estimados para los años noventa en la Rioja, sepodría aventurar que cada uno de estos propietarios, debía poseer algo másde 26 hectáreas,35 lo que les situaría en el intervalo de los mayores propie-tarios si aún se conservara la estructura de la propiedad del siglo XVIII.36 Lainexistencia del detalle de los vendedores en los apuntes de elaboracionesposteriores impide conocer el tránsito de estas viñas por el inmediato pe-ríodo filoxérico, aunque la C.V.N.E. importa portainjertos americanos; ydel mantenimiento como propietario vitícola del subdirector Yzarra da fesu participación activa en la política replantadora de Haro desde 1904 y,posteriormente, la adquisición de 250 kilos de sulfato de cobre en 1915.37

La Compañía Vinícola del Norte de España (1882-1936) 165

33 Hernández Marco (1998).34 C.V.N.E., Apuntes de 1-XI-1903 y 4-XII-1903.35 Utilizando 7,25 hL/t y 22 hL/ha, estimados como media en la Rioja para 1890-94

por Ibáñez y Alonso Castroviejo (1996), p. 217. Con los rendimientos estimados por LanaBerasain (1995, p. 147), algo menores, sobre 18 hL/ha del marqués de San Adrián enMonteagudo la extensión sería mayor: 32,3 ha los Real y 33 ha Mariano Yzarra.

36 Ibáñez y Alonso Castroviejo (1996), p. 228.37 Llano Gorostiza (1979), p. 87, adquiridos en Montpellier por el director Rochelt.

La única mención a la filoxera con constancia en las actas del consejo se realiza en 1904,dando idea de la magnitud del problema: «El Sr. Yzarra hizo presente que se trata de fundaren Haro una asociación con el fin de promover en cuanto se pueda la replantación del viñe-do en la Rioja, y siendo de necesidad para los intereses de la Compañía el prestar su apoyoa tal idea se autoriza al Sr. Director para subvencionarla en la forma que más convenga conla cantidad de hasta 10.000 pesetas». C.V.N.E., Actas, n.º 1, sesión de 19-VII-1904.

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Con más o menos detalle, como se acaba de ver para esa cuestiónpuntual, en el archivo de la C.V.N.E. se ha localizado alguna informaciónsobre 42 elaboraciones llevadas a cabo por la empresa entre 1900 y 1921.38

En las tablas 2 a 5 (infra, pp. 180-183) he trasladado la información másrelevante de estas elaboraciones. Realicemos una visión cuantitativa deconjunto, antes de detenernos necesariamente en aspectos más cualitativossobre las efectuadas en las diversas localidades.

La tabla 2 (infra, p. 180) incluye el vino elaborado y la uva empleadapara ello. Por orden de importancia destacan, como parece lógico, las 19elaboraciones en Haro, donde se elabora todos los años salvo en 1905,1908, 1909 y 1911, en plena crisis filoxérica riojana. Más llamativas sonlas realizadas fuera de las bodegas propias, comenzando por lo que pare-cen «ensayos» en Barbastro y Albacete y, especialmente, las continuadaselaboraciones en Martorell entre 1905 y 1914, y las efectuadas en la loca-lidad navarra de Cintruénigo entre 1908 y 1915. Esta coincidencia defechas, a la vez paralelas a las de mayor debilidad de las compras a los cose-cheros riojanos, pone de manifiesto, en mi opinión, el motivo de tal pro-ceder: el mantenimiento de los mercados para sus vinos en una actividadempresarial que ya no es puramente de intermediación exige a la Com-pañía asegurarse un flujo suficiente de vinos base susceptible de coupagecon sus existencias, incluso cuando las condiciones locales lo impidan. Demanera explícita lo manifiesta el director al consejo de administración en1901, pocos días antes de realizar la elaboración en Barbastro, en la únicamención a este asunto que aparece en la parquedad de sus actas:

[…] expone la deplorable situación en que se halla la cosecha de uva en la Riojay las medidas que había tomado para subsanar la falta de vinos con que allí seha de tropezar en la inmediata campaña de vendimia y compras.39

La rápida destrucción filoxérica en la Rioja y el tiempo necesariohasta que las vides replantadas entren en producción suficiente llevan a laC.V.N.E. a trasladar el grueso de sus elaboraciones a otras zonas vitícolasya reconstituidas, a pesar de las complicaciones logísticas que ello com-

166 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

38 Se trata de los apuntes contables en una especie de borradores de los LibrosMayores.

39 C.V.N.E., Actas, n.º 1, sesión de 27-IX-1901.

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porta. Como indica la tabla 2, gracias a las elaboraciones en Cintruénigoy Martorell entre 1908 y 1914 se mantiene esos años, aún con la defec-ción de su bodega de Haro, el nivel promedio anual de casi 7.000 hL ela-borados entre 1900 y 1922, aunque este promedio indique poco, dado elcoeficiente de variación de 0,36 que presenta la serie.

Con el mismo procedimiento empleado para estimar las propiedadesvitícolas de los socios se puede intentar una aproximación a la superficie deviñedo riojano y navarro cuya producción de uva se compra. Si el cálculofuera correcto, en Haro se comprarían uvas procedentes, en promedio, de301 hectáreas de viñas riojanas, tanto en 1900-1907 como en 1916-22.Para las elaboraciones en Cintruénigo entre 1909-1915 se compraría uvade 159 hectáreas de viñedos navarros, también en promedio anual.40

En la tabla 3 (infra, p. 181) presento el resumen de los gastos de elabo-ración y traslado del vino producido a la bodega de Haro. Para las 38 ela-boraciones para las que se ha conseguido esta información completa, laempresa empleó mas de tres millones de pesetas en total o 156.000 anuales,dato que vuelve a resaltar la importancia de contar con liquidez financiera.Utilizando combinadamente los datos de estas dos últimas tablas, puedededucirse la tabla 4 (infra, p. 182), en donde he trasladado los preciosmedios pagados por la uva y el precio de coste imputado al vino elaborado.En los gráficos 3 y 4 (infra, p. 185) he representado esos mismos precios.

Una primera cuestión se hace evidente. Los precios contables del vinoelaborado puesto en Haro concuerdan en sus movimientos, y casi en sunivel —los promedios son 23,9 ptas./hL en Haro, 24,1 en Cintruénigo y22,4 en Martorell—, con la excepción de los elaborados en Navarra y Ca-taluña en 1908-1910. Frente a ello, el precio pagado por la uva a elaborartiene diferencias muy fuertes en sus niveles. Si éstos son casi inexistentesentre las uvas navarras y riojanas, ambas tienen una cotización mucho másalta, entre el doble y el triple que las de Martorell (salvo 1910 y 1920) yAlbacete. Si ello se confirmara con series más largas, «la cierta heteroge-

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40 Con las mismas fuentes de la nota 34, y con el vino producido de la tabla 2. Se hautilizado un factor de conversión de 22 hL/ha para Haro en 1900-1907 y 17,8 hL/ha tantopara Cintruénigo como para Haro en 1916-1922. Este último rendimiento es el estimadopor Lana Berasain (1995, p. 147) en Monteagudo para 1916-1920.

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neidad y el desigual comportamiento de los precios del producto vinocomún» que tanto desalentó a los historiadores tras el estudio del GEHR41

se debería fundamentalmente a la heterogeneidad del precio de la uva, quees el insumo fundamental, porque, cuando se elabora con uvas de las cer-canías, como en Haro, el precio de la uva supone el 93% del coste del vinoproducido. Para la C.V.N.E., la relativa proximidad entre los precios desus distintas elaboraciones tras el transporte hasta Haro sólo se consiguegracias a las diferencias en el precio de la uva. Si no hubiera sido así, en miopinión, es posible que no hubiera elaborado ni un solo litro fuera deHaro, quizá con la excepción de la cercana Navarra.

Únicamente encuentro una explicación convincente para esta fortísi-ma diferencia del precio de la uva entre Cintruénigo/Haro y Martorell,puesto que para Albacete las dos elaboraciones no nos permiten muchomás que señalar el precio: una fuerte diferencia a favor de Martorell en losrendimientos de uva por unidad de superficie plantada de viña, porque lasdiferencias salariales de los jornaleros agrícolas, al suponerse más altos enMartorell aún agudizarían la aparente desventaja de los viticultores catala-nes.42 Un pequeño ejercicio para los tres años en que la C.V.N.E. elaboraa la vez en Haro, Cintruénigo y Martorell, las cosechas 1912-1914, pare-ce confirmarlo, si bien empleando algunos supuestos arriesgados sobre losrendimientos, al adjudicar los de Monteagudo ya empleados aCintruénigo y Haro y, sobre todo, los estimados por Simpson para la pro-vincia de Barcelona en 1925 a Martorell diez años antes.

En la tabla 6 (infra, p. 183) presento el resultado de los cálculos: a pesarde la diferencia del precio de la uva, las diferencias no sólo se han acortadosino que ahora el cultivo de la vid parece más remunerador en Martorell.Sirva esta reflexión como posible explicación al sorprendente mantenimien-to del viñedo barcelonés, si fuera correcto el cálculo de Simpson, que impu-ta a sus viticultores producir vino en 1925 con un coste de 30,2 pesetas/hLque luego se vende a 21,1, con nueve pesetas de pérdida por hectolitro.43

La importancia que le he dado al intento de explicación de los preciospagados por la uva elaborada por la C.V.N.E. deriva de la muy diferente

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41 Grupo de Estudios de Historia Rural (1981), p. 39.42 Rodríguez Labandeira (1991), apéndice.43 Simpson (1997), pp. 280-282.

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estructura de los costes de elaboración, según el lugar donde se realice.Como indica la última hilera de la tabla 3, mientras en Haro los costes dife-rentes de la compra de uva sólo son el 7%, las cifras aumentan al 22% enCintruénigo, al 39% en Martorell y al 65% en Albacete. Para explicar tandiferente estructura de costes, es necesario que deduzca la forma en que laC.V.N.E. llevaba a cabo estas elaboraciones. Lo haré utilizando los concep-tos de gastos imputados en las cuentas de elaboración y secundariamentealguna información cualitativa de las actas del consejo de administración.

En las elaboraciones en Haro el proceso comenzaba con la selecciónde las uvas por comprar. La procedencia de esa uva era de varios munici-pios, tanto de la Rioja Alta como de la Baja. Así, hay constancia de adqui-siciones en Haro, Briones, Cenicero y Fuenmayor, pero también en Aldea-nueva, Alfaro y Rincón.

Tanto para asegurarse un suministro mínimo como para conseguir unprecio cierto, la empresa emplea el sistema de adelantos, posiblementecompletado con algunas operaciones cerradas en los días inmediatos a lavendimia, en caso de mayor necesidad o conveniencia de precios.44 Deesto último hay abundantes testimonios.45 Sobre el sistema de adelantosutilizado la mejor referencia encontrada es un acuerdo del consejo ennoviembre de 1929, para la cosecha de 1930:

También se trató sobre los contratos de uva para la vendimia de 1930. ElConsejo acuerda cerrar los contratos de uva para la cosecha de 1930 en canti-dad hasta 50.000 arrobas, al precio de 2,50 pesetas por arroba como máximo.46

La generalidad de este sistema de compra adelantada a precio fijadopuede deducirse del precio de compra idéntico para compras de cantidadesmuy distintas y en diferentes municipios, al menos en 1900, 1906 y 1917-21.En el resto, aunque suele predominar mayoritariamente un precio, tambiénaparecen operaciones a precios diferentes; en estos casos podría deducirseque esos años o no se realizan compras adelantadas o éstas se completan conotras en los días inmediatos a la vendimia al precio del momento.

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44 Al no haber dejado rastro administrativo, se debe suponer que las operaciones secerraban verbalmente.

45 C.V.N.E., Actas, n.º 1, sesiones de 3-X-1882 y 10-IX-1897; Borrador Mayor, n.º17. Cuenta «Elaboración en Haro».

46 Ib., sesión de 8-XI-1929.

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Una vez cerradas las operaciones, la C.V.N.E. no se despreocupaba dela marcha de crecimiento y maduración del fruto. Además de otros proce-dimientos no imputables contablemente, al menos desde 1906 se anotangastos producidos en esa supervisión mediante el envío, antes y durante lavendimia, de algún viticultor experto al que se le paga «por jornales reco-rriendo el viñedo», normalmente durante el verano.47 Posiblemente, esecontrol sobre la marcha del fruto en la vid explique el que, aunque la empre-sa no es propietaria directa de viñedos, en marzo de 1915 importe seis tone-ladas de sulfato de cobre. La utilización antimildíu del sulfato de cobre y lafecha de importación confirmarían las estimaciones de mayores gastos en elcultivo vitícola en las viñas reconstruidas,48 pero también las preocupacio-nes sobre el cuidado de la viña de una bodega industrial no propietaria. Elproducto importado se venderá a 0,80 pts./kilo, por debajo del coste tantoa viticultores en pequeñas cantidades (50/60 kilos), con un total de cerca de1.300 kilos, como a tres medianos, entre los que está el subdirector de laC.V.N.E. Yzarra, y a dos importantes vitivinicultores industriales: 1.250kilos a Feliz Azpilizcueta y 2.500 kilos a Bodegas Lagunilla.49

Llegado el momento de la vendimia, y posiblemente de acuerdo conel tipo de contrato oral con el propietario de la viña, la uva o es remitidapor éstos a la bodega de Haro, o, lo que suele ser bastante habitual, reco-lectada por jornaleros contratados por la empresa, que utilizan los mediostécnicos de los que ésta dispone, bajo la supervisión de algún «oficial» oincluso de algún alto directivo (Yzarra o Rochelt). Aunque no se puedesaber desde cuánto antes, desde 1900 en todas las vendimias aparece algúnapunte por «peones» o «jornales empleados en la vendimia». En varias,1900 a 1907, se registran apuntes de gastos por el transporte de varios cen-tenares de «comportas» recolectoras desde Haro a los municipios de ven-dimia.50 Para las vendimias en los pueblos más lejanos de la Rioja Baja,igualmente se anotan gastos por transporte, instalación y funcionamiento

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47 C.V.N.E., Borradores Mayores, n.º 19-22. Cuentas «Elaboración en Haro» y «An-selmo Briñas».

48 Simpson (1997), p. 280.49 C.V.N.E., Borradores Mayores, n.º 24. Cuenta «Sulfato de cobre».50 En 1925, en la bodega de Haro había 768 de esas comportas o aportaderas; igual-

mente, «ocho pares de tijeras de vendimia». C.V.N.E., Libro de Inventarios, n.º 2. Inven-tario de 31-XII-1925.

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de diversos útiles empleados, como básculas (1900,1904 y 1917), pipas ybocoyes para transporte del mosto, desgranadoras51 y especialmente la«máquina de vendimiar», adquirida en 190152 y que se traslada fuera dela bodega durante la vendimia, cargándose los gastos de transporte y fun-cionamiento, al menos en 1904, 1906 y 1917-21.53

Si la uva era estrujada mecánicamente en las localidades más alejadas,bien «en el campo de vendimia» o en alguna pequeña bodega o almacénlocal, el mosto sin prensar se remitía rápidamente a Haro en las pipas ybocoyes que previamente se habían enviado vacíos (Rincón en 1900) oincluso en foudres ferroviarios alquilados (Aldeanueva en 1919). La uva lle-gada a la bodega de Haro, tras ser pesada, operación para la que se dispo-nía de varias básculas,54 se pisaba mecánicamente mediante las mencionadasdesgranadoras-estrujadoras. El pisado, en consecuencia, se hacía mecáni-camente en su totalidad, no apareciendo ningún apunte por jornales depisado en los años controlados.

Como prueba de que estas elaboraciones se hacían buscando desde elprincipio un vino capaz de competir en el mercado de calidad, en algunasde Haro, así como en las de otras localidades que luego se verán, al menosen 1906, 1917, 1918 y 1920 se utiliza en estas primeras operaciones entre200 y 400 kilos de ácido tartárico.55 Dependiendo del vino a elaborar, se

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51 Esas desgranadoras, superiores en su complicación por su tamaño a los más tradi-cionales cedazos de madera —la enviada a Barbastro en 1901 ocupa «19 bultos y 5 pie-zas»— se empleaban para separar el escobajo o raspa antes del estrujado.

52 En noviembre de 1900 se dice «hallarse en correspondencia con una casa deBurdeos, constructora de aparatos mecánicos para las faenas de vendimia» (C.V.N.E., Actasn.º 1, sesión de 29-XI-1900), lo que se confirma el año siguiente cuando el director«comunicó haber contratado con la Société des Appareils Roy de Burdeos referente a nue-vas instalaciones para vendimia en Haro» (ib., sesión de 28-VI-1901). Estos aparatos, posi-blemente una desgranadora y la máquina de vendimia, serán empleados por primera vezen la vendimia de 1901, comunicando el director «los buenos resultados obtenidos por losnuevos aparatos de vendimia». (ib., sesión de 14-XI-1901).

53 Aún existían en 1925 y 1935. En el inventario del primero de esos años, desgra-ciadamente el primero que alcanza este nivel de detalle, se reseñan dos «desgranadorasMarmonier» y una «máquina de vendimia Roy» con «motor y útiles» (C.V.N.E., Libro deInventarios, n.º 2).

54 En 1925, cinco «Chameroy» y una «Bilbao».55 Procedimiento de acidificación para mejorar la calidad de los vinos tintos, reseña-

do por Castellet (1886) como más aconsejable que el enyesado, precisamente en una apar-tado que titula «Imitación de los vinos extranjeros más preciados».

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prensaba más o menos rápidamente.56 Para esta última operación, no sabe-mos si desde la compra de las «máquinas de vendimiar» a principios desiglo pero al menos desde 1912, la empresa tenía una prensa hidráulicacon motor, reformada ya en 1928, a la vez que se adquiría una nueva enSuiza.57

Si éstas eran las primeras operaciones en las elaboraciones riojanas,para las que se realizan fuera se debían utilizar infraestructuras bodeguilesarrendadas, alguna persona cualificada de la zona que conociera el merca-do vitivinícola local, complementando todo ello con recursos humanos ytécnicos enviados desde Haro, junto con toda la pipería de transportenecesaria para enviar el vino allí elaborado a la sede central para su trata-miento final y posible coupage. Los mayores riesgos que dicho procesocomporta hará que la compañía suscriba pólizas de seguro para los vinosallí elaborados.58 Esta mayor complejidad en medios humanos y técnicoses la responsable de que en la cuenta de esas elaboraciones sea muchomayor que en Haro el porcentaje que se imputa a los gastos distintos a losdel precio de la uva. (tabla 3).

Así, en Barbastro, en 1901, se envía la desgranadora, ácido tartáricoimportado por Barcelona, un ventilador y varios centenares de barricas ypipas. Un empleado de la C.V.N.E., permanecerá en la localidad durantetoda la operación entre octubre y noviembre. A fines de ese mes se cierrala cuenta de Barbastro, lo que indica que el producto en fermentación en lapropia pipería de transporte se envía a Haro.

Las dos elaboraciones en Albacete se realizan en una bodega-almacénarrendada desde septiembre de 1904 a marzo de 1907. En la primera seenvía en octubre a Albacete/Casas Ibáñez a un empleado de la empresa,junto a cinco barriles de ácido tartárico. Desde septiembre se anotan en-víos de pipería de transporte (pipas y cubas). En la localidad se contrata-

172 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

56 Sólo en 1929 se construirán unas instalaciones especiales para la elaboración del vinoblanco. C.V.N.E., Actas, n.º 2, sesión de 8-VII-1929. En el inventario de 1935 aparecerácomo «Pabellón de vino blanco y depósito de orujos». C.V.N.E., Libro de Inventarios, n.º 2.

57 Ib., Inventario de 31-XII-1912: «Tejavano A destinado a la prensa». Y Actas, n.º 2,sesión de 30-III-1928. Esta última prensa aún se conserva en la bodega de Haro, junto alpasteurizador del que luego hablaré.

58 Consta el pago de primas de seguro en Albacete, Martorell y Cintruénigo.

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rán jornaleros para la elaboración, tras la cual la pipería retorna llena porferrocarril entre enero y mayo de 1905; por tanto, en este caso, con el vinoya elaborado totalmente, prensado incluido, pues en febrero se venderánlos orujos y heces producidas. Para la nueva campaña en 1905 se vuelvena repetir estos envíos de técnico, ácido tartárico y pipería vacía. EnAlbacete, junto a los peones empleados en la elaboración, se contratará untonelero y se adquirirá «una pieza de prensa», además de hacer diferentesreparaciones y «arreglos» en la bodega. Los hectolitros obtenidos en la ela-boración, incluidas 16 pipas con 238 arrobas de vinos «turbios» y tras laventa de las heces y orujos en el verano de 1906, irán retornando a Harodurante 1906, hasta septiembre.

Las elaboraciones en Martorell presentan alguna novedad sobre estosensayos anteriores. La principal es el protagonismo que adquiere la figu-ra de algún comerciante o industrial vinícola de la zona que colaboraráestrechamente, mediante comisión, con el personal directivo y técnico dela empresa que se desplaza temporalmente a las instalaciones durante lavendimia/elaboración y que luego vigilará los vinos elaborados mientraspermanezcan en origen. En el caso catalán, será Pablo Deprez, del queconozco su relación con la C.V.N.E. desde agosto de 1904 y que duraráal menos hasta 1922. Desde la primera hasta la última fecha, y salvo en1905-1907 y 1915-16, proveerá en todas las campañas de vinos a laC.V.N.E., alcanzando sus operaciones un total de 23.510 hectolitros.Ello le hace el proveedor individual más importante de la empresa enestos años, pues esas cantidades suponen el 38% del concepto «otros» dela tabla 1. Junto a esta importante función proveedora, entre 1905 y 1914Deprez percibirá comisiones por todas las compras de uva a cuenta de laC.V.N.E., por el aprovisionamiento de pipas, cubas y foudres ferroviariosde transporte para el vino elaborado y cuando éste se recibe en Haro. Acambio, Deprez parece intervenir en solitario en la compra de uva, en lacontratación de los peones de vendimia y en la dirección de la misma. Enlos últimos días de ésta y durante los primeros de la elaboración viajará aMartorell un alto directivo de la C.V.N.E., al que acompañarán dos o tresempleados, que suelen quedarse en Martorell hasta que finaliza la elabo-ración. Posteriormente, Deprez vigilará los vinos en almacén y los trasie-gos que allí se realicen con personal local e irá organizando los envíos delvino elaborado, normalmente entre los meses de diciembre y junio. Paratodas estas operaciones la C.V.N.E. tendrá arrendadas unas «Instalaciones

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en Martorell», como se llama su cuenta separada, en las que se iránhaciendo las pequeñas obras necesarias —reparación de tinas en variosaños—, y a las que se enviará una prensa en 1907. En 1912 también seutilizará una pequeña bodega en Can Matller.

Bastante menos complicadas parecen las elaboraciones que se haránen la localidad navarra de Cintruénigo entre 1908 y 1915, teniendo encuenta su proximidad a localidades de la Rioja Baja, como Alfaro oRincón, habituales en el aprovisionamiento de uvas para las elaboracio-nes en Haro. Dos son las novedades más claras. La delegación en la com-pra de la uva y la elaboración en la localidad, a pesar de la no excesiva dis-tancia de Haro. Para lo primero se utiliza a un vecino de Cintruénigo,Manuel Medrano, que organizará la vendimia y adelantará los gastos parallevarla a cabo, presentando una cuenta unificada de «gastos de vendi-mia». Su retribución se fija en una peseta por cada hectolitro elaborado,en concepto de «garapito y comisión». El fruto vendimiado se trasladaráa una bodega de la localidad, arrendada a Patricio Chivite. La elaboraciónse realizará en esas instalaciones bajo la dirección de uno o dos emplea-dos enviados desde Haro, que residirán en Cintruénigo algo más de unmes y que contratarán los peones necesarios. Los únicos materiales envia-dos desde la bodega central serán el ya mencionado ácido tartárico y lapipería de transporte por ferrocarril hasta Castejón, donde se embarcaráel vino elaborado entre los meses de diciembre y marzo y remitidos a lalocalidad riojana.

Como se ha visto, con distintos procedimientos la C.V.N.E. elaboróvinos en diversas localidades, que eran remitidos a Haro a los pocos meses,incluso sin terminar totalmente su fermentación. Además, estaba la elabo-ración realizada en la propia bodega central. Así pues, una bodega indus-trial como la C.V.N.E., crecientemente especializada en vinos de calidad,debería disponer de unas instalaciones y utensilios capaces de permitir elalmacenamiento, fermentación, trasiegos, filtrados y demás operaciones devinificación tanto para el vino directamente elaborado como para loscomunes del año comprados. Tras almacenarlos en crianza y mezclarlos conañejos adquiridos, se conseguían los tipos definidos con las marcas comer-ciales y eran comercializados, inicialmente en barricas pero crecientementeembotellados en origen o en las delegaciones de la Compañía. Para todasestas operaciones, igualmente, eran necesarias instalaciones y utillaje espe-

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cífico. Para comprobar las características de estas instalaciones y útiles, ycomo final de este trabajo, voy a valerme de los inventarios conservados.59

El solar de la C.V.N.E. en Haro está situado fuera de la localidad, lin-dante con el ferrocarril, entonces de la Compañía del Norte de España. En1912 ocupaba 14.444,6 metros cuadrados de superficie y en él se levantabanocho naves o almacenes, con un total de 5.151 metros cuadrados construidosmás dos tejavanos anexos al almacén n.º 4, destinados, respectivamente, a laprensa y a un motor de vapor y un taller de pipería, que en 1925 tenía 250m2. Los almacenes 5, 6 y 7, éste con su muelle de embarque, estaban unidosal ferrocarril mediante 175 metros de vías propias. En años posteriores se iránañadiendo nuevas construcciones para las cada vez más complejas tareas de laempresa. Así, en 1913 se construye un nuevo edificio de 388 m2 destinado a«escritorio, comedor de peones y taller de carpintería», y entre 1926 y 1930un «pabellón nuevo para el depósito de orujos» y un tejavano destinado a la«prensa del vino blanco», tipo de vino —en su variedad seco del Monopole osemidulce del Corona— para el que se construirá antes de 1935 un pabellónespecífico con dos tinas de almacenamiento con capacidad de 100 hectolitros.

Dos de estas construcciones, los números 3 y 4, albergaban las gran-des tinas de almacenamiento. En 1900 eran 26, completadas con 279cubas con sus combos.60 En 1912 las 34 tinas inventariadas eran capacesde contener 11.625 hectolitros de vino. En 1935, transformadas, hay 30con una capacidad de 9.148 hectolitros a los que hay que añadir las dospequeñas tinas de 50 hL cada una en el nuevo pabellón del vino blanco.Para las operaciones de trasiego, filtrado y movimiento de los vinos conte-nidos en estos grandes depósitos, la empresa irá aprovisionándose progre-sivamente de elementos técnicos avanzados para su época en el sector viní-cola. Así, en 1925, aparecen junto a varios centenares de metros de diversostipos de mangueras de las que 92 metros son «aspirantes», decenas de cani-llas de trasiego, un ventilador y herramientas, cuatro fuelles para trasegar,siete filtros (dos Capillery, uno Gulindres, dos Seitz n.º 3 y uno Cometa,éstos últimos de mangas, aún utilizados en los años sesenta-setenta enEspaña, más uno «grande de hierro») y cuatros bombas (dos Lafeur, una

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59 El Libro de Inventarios, n.º 2, ya citado, contiene los efectuados cada 31 de diciem-bre desde 1912 hasta 1943. Desgraciadamente, en el período anterior a 1936, sólo los de1925 y 1935 están totalmente detallados en cuanto a utensilios de almacén.

60 C.V.N.E., Libro Mayor, n.º 12. «Envases de almacén».

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Marmonier, para las que se utiliza un motor de vapor y una Burcan movi-da con otro motor y accesorios). Mención aparte merece, como prueba delnivel técnico punta alcanzado por la empresa en su búsqueda de vinos decalidad, el que para el tratamiento de algunos de sus vinos muestre interésdesde 1896, desplace a un directivo a un curso de aprendizaje a Burdeos ycompre en 1900 un pasteurizador de la marca Malvoisin. El aparato, basa-do en los procedimientos de Pasteur que le da el nombre, se utilizaba parala esterilización fraccionada a una temperatura de 70/75º, seguida de unenfriamiento rápido, posiblemente de los vinos dulces y abocados para evi-tar refermentaciones.61 Como aparatos específicos para la obtención devinos espumosos, pudiéndose considerar también punteros en su época,poseía sendas máquinas para «recargar gases» y «colocar grapas» al espu-moso embotellado.

Para la vigilancia y análisis de estos vinos se inventarían en 1925diversos aparatos de laboratorio. Además de uno acidimétrico, dispone deotro para la acidez volátil, de uno para averiguación del extracto seco (exi-gido para sus envíos a Alemania desde 1900)62 y finalmente de un ebu-lliómetro Malligand para la graduación alcohólica de los vinos.

La progresiva importancia del envío de vinos embotellados y para losgraneles la utilización de foudres ferroviarios, provocará la reducción de lasnecesidades de pipería de transporte. Si a principios de siglo se reseñanhabitualmente en los libros mayores entre 350 y 580 pipas y hasta 2.000barriles para este uso, en los años treinta, las existencias inventariadas nosuperarán los tres centenares, incluidos 80 bocoyes de 600 litros de capaci-dad. Igualmente, la reducción hasta su eliminación en los años veinte de losenvíos de los vinos de marca en barricas y medias barricas, que exige a prin-cipio de siglo mantener stocks en bodega de cerca de 10.000 barricas y unmillar de medias barricas, provocará una sensible disminución de necesida-des, ahora fundamentalmente utilizadas para envejecimiento, hasta alcan-zar una cifra en 1935 de 5.726 barricas de 220-225 litros, lo que supondríauna capacidad de crianza en estos envases de roble de unos 12.500 hecto-litros, que coincide plenamente con las existencias de vinos de cosechas

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61 C.V.N.E., Actas, n.º 1, sesiones de 22-XII-1896 y 31-III-1900. El aparato se in-ventaría como en uso en 1935, permaneciendo en la actualidad expuesto en una de lasmarquesinas del patio central de la bodega de Haro.

62 Ib., sesión de 29-VIII-1900.

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anteriores a la de 1933 que reseñé al principio del trabajo. Posiblementeademás, tras los conflictos con los toneleros en 1921 y la subsiguienteopción por la participación accionarial de la C.V.N.E. en la fundación deLa Industria Tonelera del Norte, S.A., de Olaveaga, se hicieran tambiénmenos necesario aquellos fuertes stocks de barrilería de principios de siglo.63

Por último, la creciente importancia de los embotellados empieza aexigir desde principios de siglo la progresiva mecanización de las operacio-nes de lavado, rellenado, etiquetado y encajado de las botellas por expedir.Para el lavado de botellas, además de mecanizar la extracción de aguas sub-terráneas en 1920-2164 y su participación en el Depósito de aguas de Haro,en 1925 se dispone de tres máquinas para «limpiar botellas» y especial-mente, adquirida en 1923-24,65 una máquina automática de lavado conmotor, calderas y accesorios. Para el llenado se dispone de once «rellenerasautomáticas». Para el encorchado, de seis máquinas Pepin (dos de ellas enel almacén de Bilbao), además de una Ruot para el espumoso, una máqui-na marcadora de tapones y dos encapsuladoras. El precintado también serealiza con tres «aparatos precintadores». Para las cajas se dispone de apara-tos marcadores y colocadores de flejes. Por último, la importancia del mer-cado de Bilbao y de Madrid para sus embotellados de calidad, aconsejarámecanizar también el reparto, por lo que en 1935 se inventarían sendascamionetas de reparto valoradas en 8.956 y 5.380 pesetas, respectivamen-te. Esta motorización da a la C.V.N.E. un último aspecto, también moder-no como sus instalaciones, antes de la Guerra Civil.

6. Conclusión

La historiografía, con más o menos matices, sigue considerando fun-damentalmente crítico para la viticultura española el período desde la cri-sis finisecular hasta la Guerra Civil.

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63 C.V.N.E., Actas, n.º 2, sesión de 11-I-1921.64 Construcción de una «autobomba para aprovechar las aguas del pozo existente en

el jardín para aplicarlos al lavado de las botellas […] con presupuesto de la casa Ezquerrade Haro que se eleva a 3.148 pesetas». Ib., sesión de 26-IV-1921.

65 Ib., sesión de 30-X-1923, en que se acuerda aceptar la oferta presentada «de unamáquina de lavar botellas cuyo empleo supone una gran economía, calculándose que enun año quedará amortizado su valor y el de la instalación que habrá que hacer, que en con-junto se elevaría a unas 6.000 pesetas».

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Sin embargo, en ese contexto, y si el ejemplo de la CompañíaVinícola del Norte de España es trasladable a las otras bodegas industria-les riojanas o de diferentes zonas vinícolas españolas, quienes se especiali-zaron en la franja superior del mercado, en la de los vinos tipificados, nosólo sortearon los problemas que la filoxera y la sobreproducción provoca-ron al sector, sino que lo hicieron obteniendo considerables y constantesbeneficios.

Para ello la C.V.N.E. contó con capitales vasco-riojanos iniciales quele proporcionaron importantes ventajas comparativas sobre el vitivinicul-tor tradicional: instalaciones adecuadas; acceso a las novedades tecnológi-cas para la vendimia, elaboración, tratamiento y comercialización de sustipos y marcas; e información de mercados, liquidez económica y capaci-dad organizativa para mantener un flujo suficiente de su input básico, elvino común de calidad suficiente para sus necesidades, hasta cuando lodificultaban las circunstancias vitícolas altorriojanas.

Sin poseer viñedos, incrementó su control sobre la materia prima,mediante la elaboración directa de las uvas compradas por el sistema deadelantos procedentes de varios centenares de hectáreas en la Rioja, vigi-lando el crecimiento del fruto y aplicando en su bodega de Haro métodosde vendimia y elaboración muy superiores a los tradicionales. Una conse-cuencia destacable del proceder de esta bodega industrial será la especiali-zación exclusivamente viticultora de una parte de los tradicionales cose-cheros riojanos y el menor recurso a las compras de vino ya elaborado porlos agricultores.

Cuando la destrucción del viñedo riojano por la filoxera se lo impida,utilizará sus conocimientos del mercado vitivinícola español y sus contac-tos comerciales para elaborar en Barbastro, Albacete, Cintruénigo yMartorell, aunque la complejidad y los costos de elaboración sean supe-riores a los de su instalación central, pero aprovechando, precisamente, elmenor precio de la uva en esas zonas para conseguir unos precios de costede sus vinos base similares a los obtenidos en Haro.

Finalmente, de nuevo sus disponibilidades financieras le permitiránincorporar las técnicas, útiles y máquinas más adecuadas para su crecienteespecialización en vinos de crianza o tipificados, embotellados en origen yexpedidos con sus marcas comerciales registradas.

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TABLA 1

PROCEDENCIA DE LOS VINOS DE LA C.V.N.E.

Año/cosecha % elaboración % cosecheros % otros hL totales

1887 43,1 56,9 0,0 5.773

1888 50,0 50,0 0,0 9.377

1889 62,8 33,4 3,8 7.883

1890 0,0 99,5 0,5 8.619

... ... ... ... ...

1899 0,0 76,2 23,8 6.508

1900 35,6 51,3 13,0 23.321

1901 64,9 26,9 8,1 14.761

1902 67,1 15,7 17,2 14.041

1903 59,7 34,3 6,0 12.641

1904 42,8 37,4 19,8 28.510

1905 11,7 66,1 22,2 12.274

1906 57,6 33,2 9,2 16.380

1907 66,5 22,7 10,8 12.407

1908 62,1 0,0 37,9 7.461

1909 72,9 1,8 25,3 9.747

1910 42,0 15,9 42,2 12.289

1911 47,6 15,8 36,6 14.017

1912 81,6 0,0 18,4 13.629

1913 67,8 2,3 29,9 9.233

1914 81,3 8,9 9,8 7.899

1915 84,4 8,2 7,4 3.150

1916 54,5 37,0 8,5 7.042

1917 83,3 4,2 12,5 10.257

1918 36,1 27,9 36,0 15.044

1919 20,7 26,6 52,7 10.981

1920 74,1 4,7 21,2 9.910

1921 57,3 23,6 19,2 8.963

1922 82,3 16,1 1,6 9.051

FUENTE: C.V.N.E., Libros Mayores. Elaboración propia.

La Compañía Vinícola del Norte de España (1882-1936) 179

Page 179: Vinas, Bodegas y Mercados: El Cambio Tecnico En La Vitivinicultura Espa~nola, 1850-1936 (Manuales Universitarios de Bolsillo)

TABLA 2

ELABORACIONES DE LA C.V.N.E.: UVA COMPRADA (t) Y VINO ELABORADO (hL)

Lugar de la elaboración

Haro Cintruénigo Barbastro Albacete Martorell

Uva Vino Uva Vino Uva Vino Uva Vino Uva Vino

1900 1.234,7 8.948,3 8.948,3

1901 489,2 3.861,6 865,4 5.722,3 9.583,9

1902 8.179,0 8.179,0

1903 770,3 5.142,0 5.142,0

1904 1.322,1 8.661,9 584,8 3.545,8 12.207,8

1905 420,7 4.363,5 433,8 1.435,0 5.798,5

1906 942,3 7.090,0 473,2 2.339,8 9.429,8

1907 639,8 4.408,8 636,9 3.837,1 8.245,9

1908 61,9 449,6 613,4 4.187,1 4.636,7

1909 476,2 3.438,9 641,3 3.668,8 7.107,8

1910 121,1 943,0 483,3 3.589,5 86,5 623,1 5.155,6

1911 510,8 3.718,2 670,0 2.954,0 6.672,2

1912 372,0 2.400,0 535,4 3.829,0 854,5 4.836,3 11.065,3

1913 338,9 2.161,4 277,2 1.869,7 344,9 2.449,0 6.480,1

1914 205,0 1.345,4 297,4 2.142,0 390,6 2.932,2 6.419,6

1915 193,3 1.438,3 172,0 1.220,2 2.658,4

1916 630,3 3.836,7 3.836,7

1917 2.135,9 8.542,4 8.542,4

1918 853,0 5.423,5 5.423,5

1919 282,0 1.761,9 675,0 2.436,9

1920 869,8 5.400,0 264,5 1.944,7 7.344,7

1921 689,7 5.134,8 5.134,8

1922 7.451,3 7.451,3

FUENTE: C.V.N.E., Borradores de Libros Mayores , n.º 15-26. Elaboración propia.

180 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

Cose-cha

Totalelaborado

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La Compañía Vinícola del Norte de España (1882-1936) 181

TABLA 3

C.V.N.E.: GASTOS DE ELABORACIÓN DEL VINO SITUADO EN HARO(Miles de pesetas)

Lugar de la elaboración

Haro Cintruénigo Barbastro Albacete Martorell

Uva Otros Uva Otros Uva Otros Uva Otros Uva Otros Uva Otros

1900 105,5 13,3 105,5 13,3

1901 45,4 18,8 69,0 11,1 114,4 29,9

1902 0,0 0,0

1903 122,6 0,3 122,6 0,3

1904 177,0 8,8 32,5 48,3 209,5 57,1

1905 23,0 54,4 25,8 26,9 48,8 81,3

1906 122,5 24,2 26,9 19,8 149,5 44,0

1907 95,1 2,0 54,1 33,4 149,2 35,4

1908 39,2 32,6 39,2 32,6

1909 57,8 20,7 37,9 28,8 95,7 49,5

1910 25,7 0,6 91,0 19,6 14,3 2,5 131,0 22,7

1911 74,6 20,4 62,0 21,8 136,6 42,2

1912 48,7 0,5 73,0 21,1 71,2 60,4 192,8 82,0

1913 50,3 1,8 37,0 9,5 31,9 30,8 119,2 42,2

1914 24,9 0,3 35,3 10,2 33,8 13,3 94,0 23,9

1915 40,6 1,7 24,1 7,3 64,7 9,0

1916 105,3 0,7 105,3 0,7

1917 187,2 25,0 187,2 25,0

1918 96,5 9,0 96,5 9,0

1919 74,2 6,0 74,2 6,0

1920 193,8 8,4 52,8 20,8 246,6 29,2

1921 147,1 6,4 147,1 6,4

Total 1.662,5 127,9 392,6 108,8 69,0 11,1 55,5 102,7 450,0 291,1 2.629,6 641,7

% 93 7 78 22 86 14 35 65 61 39 80 20

FUENTE: C.V.N.E., Borradores de Libros Mayores, n.o 15-26. Elaboración propia.

Cose-cha

Total

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182 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

TABLA 4

C.V.N.E.: PRECIO DE LA UVA COMPRADA (pts./t) Y PRECIO CONTABLE DEL VINO ELABORADO PUESTO EN HARO (pts./hL)

Lugar de la elaboración

Haro Cintruénigo Barbastro Albacete Martorell

Uva Vino Uva Vino Uva Vino Uva Vino Uva Vino

1900 85,4 12,8

1901 92,9 16,4 79,7 19,1

1902 14,8

1903 159,1 23,2

1904 133,9 21,4 55,6 22,4

1905 54,7 17,3 59,4 19,0

1906 130,0 20,4 56,9 19,3

1907 148,6 21,8 85,0 22,1

1908 151,9 24,7 63,9 14,9

1909 121,4 22,7 59,1 18,1

1910 212,5 27,3 188,2 30,1 165,7 24,4

1911 146,0 24,6 92,6 27,5

1912 130,9 19,8 136,3 20,6 83,3 22,2

1913 148,6 23,6 133,3 24,1 92,6 24,7

1914 121,5 18,3 118,8 20,6 86,4 16,0

1915 210,0 28,8 140,0 25,4

1916 167,0 27,0

1917 87,6 24,1

1918 113,2 18,3

1919 263,3 45,6

1920 222,8 36,8 199,6 37,7

1921 213,3 29,5

FUENTE: C.V.N.E., Borradores de Libros Mayores, n.o 15-26. Elaboración propia.

Año/cosecha

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La Compañía Vinícola del Norte de España (1882-1936) 183

TABLA 5

C.V.N.E.: PRODUCTIVIDAD DE LA UVA ELABORADA(t/hL)

Cosecha Haro Cintruénigo Barbastro Albacete Martorell

1900 7,251901 7,89 6,6119021903 6,681904 6,55 6,061905 10,37 3,311906 7,52 4,941907 6,89 6,021908 7,27 6,831909 7,22 5,721910 7,79 7,43 7,201911 7,28 4,411912 6,45 7,15 5,661913 6,38 6,74 7,101914 6,56 7,20 7,511915 7,44 7,091916 6,091917 4,001918 6,361919 6,251920 6,21 7,351921 7,44

FUENTE: C.V.N.E., Borradores de Libros Mayores, n.o 15-26. Elaboración propia.

TABLA 6

ESTIMACIÓN DEL RENDIMIENTO DE LA VIÑA CUYA UVA COMPRA LA C.V.N.E. EN PESETAS. PROMEDIO 1912-1914

Conceptos Haro Cintruénigo Martorell

1) Precio de la uva (pts./tonelada) 133,7 129,5 87,42) Toneladas de uva para obtención de un hL de vino 0,155 0,142 0,1483) Precio de la uva en un hL de vino (pts.) (1 x 2) 20,7 18,4 12,94) Rendimientos aplicados (hL/hectárea) 17,81 17,81 28,965) Rendimiento de una ha de viña (pts.) (3 x 4) 368,3 328,0 374,8

FUENTES: Rendimientos: Lana Berasain (1995), p. 147; Simpson (1997), p. 281. Resto: tablas 4 y5, promedios 1912-1914.

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184 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

GRÁFICO 1

C.V.N.E.: ADQUISICIÓN DE VINOS

GRÁFICO 2

C.V.N.E.: COSTE CONTABLE DE LA ADQUISICIÓN DE VINOS

15.000

10.000

5.000

0

Elaboración

Cosecheros

OtrosHec

tolit

ros

60

50

40

30

20

10

0

Pts

./hec

tolit

ro

Elaboración

Cosecheros

Otros

Penedés

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La Compañía Vinícola del Norte de España (1882-1936) 185

GRÁFICO 3

C.V.N.E.: PRECIO DE LA UVA COMPRADA

GRÁFICO 4

C.V.N.E.: PRECIO CONTABLE DEL VINO ELABORADO PUESTO EN HARO

Haro

Cintruénigo

Albacete

Martorell

1900 1905 1910 1915 1920

300

250

200

150

100

50

0

Haro

Cintruénigo

Albacete

Martorell

Penedés

1900 1905 1910 1915 1920

50

40

30

20

10

0

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186 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

GRÁFICO 5

C.V.N.E.: BENEFICIOS Y DIVIDENDOS REPARTIDOS

GRÁFICO 6

ESTRUCTURA DEL ACTIVO A 31 DE DICIEMBRE DE CADA AÑO

Realiz.+Disp.

Existencias

Activo Fijo

2.000.000

1.500.000

1.000.000

500.000

0 1902

1899

1896

1893

1890

1887

1884

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1 Entre la abundante bibliografía sobre el jerez es necesario destacar: Boutelou(1807), Parada y Barreto (1868), González y Álvarez (1878), Lizaur y Paul (1877),Fernández de la Rosa (1882) y (1886), Pemartín (1965), González Gordon (1970), Garcíade Quevedo (1970), Simpson (1985), Cabral Chamorro (1987), López Estudillo (1992) y(1993), Pan-Montojo (1994).

2 Maldonado Rosso (1996b).

LOS EXPORTADORES DEL JEREZ, 1835-1886

Enrique MontañésUniversidad de Cádiz

De acuerdo con los objetivos propuestos para esta obra, el presentecapítulo trata de resumir algunos aspectos fundamentales de la evolucióny desarrollo del sector exportador del vino de Jerez. Es conocido que estevino ha contado con estudios y trabajos de gran interés, que nos han dadoa conocer tanto sus características enológicas como algunos rasgos de sutrayectoria comercial.1 En la mayoría de los trabajos se ha resaltado el lugarestratégico que ocupó la exportación del jerez durante buena parte delsiglo XIX. Sin embargo, tan importante sector económico ha sido prácti-camente desconocido desde el punto de vista de la estructura empresarial,de la evolución y características de las empresas que lo conformaron.

La tesis2 de Javier Maldonado ha venido a rellenar ese clamorosovacío. En su trabajo, que se circunscribe a la etapa comprendida entre1778 y 1844, ha realizado un análisis detallado de las coyunturas comer-ciales del jerez y una descripción del tejido empresarial que protagonizóuna serie de importantes innovaciones vitivinícolas. El abanico de nuevasfuentes utilizadas, con el recurso a la documentación privada de las empre-

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sas, como las conclusiones alcanzadas nos han permitido conocer mejor elimpacto de un sector tan decisivo en el desarrollo económico de la zona.

Este texto se sitúa en esa misma perspectiva de profundización en lahistoria empresarial del sector. Las restricciones de espacio me obligan acentrar mi aportación en tres aspectos generales, que considero funda-mentales para conocer la evolución del sector durante el siglo XIX, en con-creto hasta la invasión filoxérica (1894): las series de exportación, laestructura empresarial y el alcance de la inversión en el sector.

Las series históricas sobre la exportación del jerez son conocidas y utili-zadas con frecuencia; sin embargo, no han sido suficientemente contrastadas.Me propongo revisarlas y completarlas en la medida de lo posible, compa-rando tanto las estimaciones de diferentes autores como los datos de la Esta-dística de Comercio Exterior y las diversas Listas de Exportación. Tomandocomo referencia esas Listas de Exportación he tratado de reconstruir la estruc-tura empresarial del sector entre 1835 y 1886, el período de mayor auge yexpansión del jerez. A partir de esta descripción estamos en mejores condi-ciones de conocer el tamaño y número de las iniciativas exportadoras, susdiferentes modelos de actuación y el grado de concentración del sector.

Por último, con el ánimo de contribuir al debate sobre la incidencia delas actividades exportadoras de productos agroalimentarios en el desarrolloregional, he realizado unas estimaciones sobre el monto de la inversión quehabría protagonizado el sector exportador del jerez entre 1838 y 1886. Lanaturaleza y la cuantía de los activos de las empresas exportadoras, nos seña-lan una realidad histórica que vendría a ratificar las tesis de los que defien-den un impacto globalmente positivo de las actividades exportadoras.3

1. Las exportaciones del jerez, 1822-1935

Las cifras que recopiló González Gordon4 sobre las exportaciones delvino de Jerez han sido frecuentemente utilizadas en la mayor parte de losestudios sobre el tema. Para construir esa serie tomó las cantidades que

188 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

3 Es el caso, por ejemplo, de Prados de la Escosura (1988).4 González Gordon (1970), pp. 113-123.

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figuraban en las renombradas Listas de Exportación, documentos que sepublicaban anualmente con la información recogida en la aduana. Sinembargo, como ha señalado Maldonado,5 es una serie incompleta, puestoque solamente recoge las exportaciones realizadas por las empresas situa-das en Jerez de la Frontera.

Para tener una idea más completa de la evolución del sector, es nece-sario incluir las exportaciones efectuadas por las empresas localizadas en ElPuerto de Santa María. Maldonado ha conseguido reconstruir esa expor-tación conjunta para el período 1823-1844, a partir de las listas conserva-das en el Archivo Histórico de Sandeman.6 En la medida de lo posible, hetratado de continuar esa labor con el objetivo, al menos, de completartodo el siglo XIX. Para ello he utilizado las Listas de Exportación conserva-das en el archivo del Consejo Regulador (hasta 1877), que he completadocon las cifras suministradas por Cancela Ruiz (hasta 1887).7

Únicamente existen tres años en los que ni se han conservado lasListas, ni Cancela Ruiz nos proporciona datos válidos. Pero contamos, porotro lado, con las Estadísticas de Comercio Exterior, que desde 1849 nosofrecen de forma regular las exportaciones de vino de Jerez. Éstas últimasse aproximan bastante a la suma de las cifras que proporcionan las Listasde Jerez y El Puerto de Santa María.

Entre 1849 y 1857 los datos de las Estadísticas de Comercio Exteriorsuperan en un 15% a los proporcionados por las Listas de Exportación.Pero entre 1862 y 1884 la diferencia es apenas del 1%. Para los años enlos que no contamos con las Listas de Exportación de El Puerto de SantaMaría, he calculado su exportación a partir de la diferencia entre la canti-dad global contemplada en las Estadísticas de Comercio Exterior y la seña-lada para Jerez en las Listas de Exportación.

Desgraciadamente, a partir de 1888 no es posible seguir esa pauta.Desde 1878 las Listas de Exportación ya no se publicaron, Cancela Ruizdejó de señalar los datos de la exportación conjunta desde 1887, y lasEstadísticas de Comercio Exterior recogieron a partir de 1889 cantidades

Los exportadores del jerez, 1835-1886 189

5 Maldonado Rosso (1996b), p. 3726 Ib., pp. 376-378.7 Cancela Ruiz (1887), p. 177.

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que son casi siempre inferiores a las recopiladas por González Gordon paraJerez entre 1889 y 1935. En definitiva, la serie que voy a utilizar recoge laexportación conjunta de Jerez y El Puerto de Santa María entre 1823 y1887, y la considerada de Jerez entre 1889 y 1935. Prefiero seguir utilizan-do los datos de González Gordon entre 1889 y 1935 porque están extrac-tados de las Listas de Exportación, durante ese período no públicas, ya quese aproximan con bastante fidelidad a las ventas reales de las empresas.

Con la serie construida (apéndice 1, infra, pp. 204-205) podemosapreciar la evolución comercial del jerez a lo largo de más de un siglo. Siconsideramos todo ese período como un ciclo de larga duración, inme-diatamente se aprecia una fase expansiva hasta 1873 y otra nítidamenterecesiva hasta por lo menos 1924. El crecimiento durante esa larga faseexpansiva fue muy notable: se alcanzó una tasa media de crecimientoanual del seis por ciento, mientras que en la otra fase entre 1874 y 1935apenas superó el uno por ciento.8

190 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

8 Para el cálculo de la tasa de crecimiento he tomado los datos de Jerez y El Puertode Santa María para el período 1822-1873, y los de Jerez (que representaban el 75% delsector desde los años ochenta) para 1874-1935.

CUADRO 1

LAS EXPORTACIONES DEL JEREZ. TASAS DE CRECIMIENTO, 1822-1935

Período Tasa de crecimiento

1822-1834 11,4

1835-1854 4,0

1855-1864 4,7

1865-1873 5,3

1822-1873 6,1

1874-1894 –1,0

1895-1910 –0,7

1911-1927 6,3

1928-1935 5,2

1874-1935 1,86

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Parece indiscutible que la configuración y consolidación del sectorexportador, de la mayor parte de su tejido empresarial, se efectuó duranteesa fase alcista. Pero conviene, además, señalar los ritmos de crecimientoen períodos más cortos para destacar las coyunturas que tuvieron una inci-dencia destacable en la evolución empresarial del sector.

En cada una de las dos grandes fases nos encontramos con diversasetapas marcadas por situaciones singulares. En ese primer período entre1822 y 1834 se produjo un crecimiento muy intenso, el mayor de todoslos registrados. Es el momento en el que se afianzó el modelo de empresaexportadora asentada en el área geográfica de Jerez y El Puerto de SantaMaría, con diferentes grados de integración de las distintas actividades delnegocio vitivinícola. Abolidos definitivamente los gremios desde 1834, elcrecimiento de las ventas se mantuvo a un buen ritmo. Incluso entre 1865y 1873, con unos precios en progresivo descenso, las exportaciones siguie-ron incrementándose.

El estancamiento de la demanda y el continuado descenso de los pre-cios desde 1874 dio lugar, tras casi medio siglo de ininterrumpido creci-miento, a varias décadas de continuado retroceso de las exportaciones. Eloscuro período marcado por la invasión de la filoxera, la destrucción casitotal del viñedo y su lenta reconstrucción (entre 1894 y 1910), fue espe-cialmente negativo. Desde 1911 comenzó una larga recuperación que enmodo alguno supuso el retorno a las cotas alcanzadas en la «edad de oro»del siglo pasado.9

2. Los exportadores de Jerez, 1840-1886

2.1. Los exportadores hacia 1840

Durante las décadas de los años veinte y treinta del siglo pasado seconsolidaron algunos de los rasgos específicos del sector exportador deljerez. En una coyuntura claramente expansiva de las ventas surgieron múl-

Los exportadores del jerez, 1835-1886 191

9 Una descripción de las coyunturas comerciales del jerez en: Simpson (1985),Cabral Chamorro (1987), López Estudillo (1992) y (1993), Pan-Montojo (1994),Maldonado Rosso (1996b).

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tiples iniciativas empresariales que marcaron profundamente el futuro delsector. Dos realidades aparentemente contradictorias se consolidarondurante esos años. En primer lugar, nos encontramos con el hecho de unaamplia participación de numerosas empresas en esta actividad exportado-ra. Los nombres registrados en las Listas de Exportación se acercaron alcentenar. Podríamos hablar en este caso de una actividad muy abierta.Pero un análisis pormenorizado de las cantidades exportadas por cada unade las empresas registradas nos lleva a una conclusión opuesta. La mayorparte de las exportaciones fueron efectuadas por una decena de empresasmuy fuertes, puesto que canalizaron más del cincuenta por ciento de lasventas.10

En realidad, ambos hechos nos reflejan la diversidad de modelosempresariales que coexistían en el sector. El numeroso grupo de expor-tadores registrados en las Listas nos señala una gran variedad de situacio-nes. Desde las actuaciones de comerciantes tradicionales, que de formaocasional exportaban vino para satisfacer pedidos concretos de otroscomerciantes extranjeros, hasta la progresiva consolidación de los «extrac-tores», comerciantes especializados que vendían al por mayor a grandesimportadores. Fueron éstos últimos los que crearon las grandes empresasque protagonizaron el grueso de la exportación. El rasgo específico de estasempresas, lo que empezó siendo su distintivo frente a cosechadores y alma-cenistas, fue su acceso a una red de distribución en el exterior.

La conquista de importantes cuotas de mercado, sobre todo en elmercado británico, gracias a la utilización de amplias redes de comerciali-zación, propulsó el espectacular crecimiento de las ventas durante los añosveinte y treinta del siglo pasado. Las empresas instaladas en el marco de Je-rez eligieron entre varias posibilidades para crear y extender su red dedistribución. O bien la más lenta y difícil de construir su propia red, conla correspondiente estructura de viajantes y comisionistas, para tejer pocoa poco la trama de clientes necesaria. O, por otro lado, el establecimientode contratos de agencia con grandes comerciantes británicos que ya dis-ponían de una red consolidada. Ésta última fue la opción elegida por

192 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

10 El análisis más completo sobre el sector a comienzos del siglo XIX, en MaldonadoRosso (1996b).

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muchas de las grandes empresas: Pedro Domecq con su agente Ruskin,Telford & Domecq de Londres; Pemartín y Compañía con Sandeman;González Dubosc con Byass, etc. Aunque los contratos de agencia, por logeneral, imponían duras condiciones para las empresas de Jerez, asegura-ban un determinado nivel de ventas gracias a las cuales podían alcanzaruna continuada expansión.

Alcanzada una determinada cuota de mercado, esas grandes empresasque concentraban la mayor parte de la exportación, ampliaron y diversifi-caron sus inversiones. Sin perder su carácter de empresa especializada en elcomercio de vinos, extendieron sus actuaciones a la fase agrícola y a la decrianza. La compra de una significativa extensión de buen viñedo se con-virtió en uno de los rasgos distintivos de los grandes exportadores, puestoque permitía asegurar tanto el suministro de un determinado volumen demosto como certificar su procedencia. Asimismo, la creación de impor-tantes soleras de calidad, abordando la fase de crianza, fue otra de lasactuaciones frecuentes en las grandes empresas exportadoras. En definiti-va, la exportación de una amplia variedad de vinos preparados en la zonade acuerdo con los gustos del mercado británico, reduciendo las ventas demostos del año o vinos en claro, constituyó el motor que favoreció el cre-cimiento de las empresas exportadoras.

Tras dos décadas de expansión, a comienzos de los años cuarenta, seconsolidaron una serie de grandes empresas exportadoras que, gracias a suacceso a las redes de comercialización en el mercado británico, acumula-ron un importante volumen de activos. Se convirtieron de esta manera enuno de los grupos capitalistas más importantes de la economía españoladel momento. Nos queda aún mucho por conocer de la trayectoria de es-tas empresas. Una de las cuestiones a resolver es si la diversificación deinversiones que protagonizaron esas grandes empresas, participando en lafase agrícola e industrial del jerez, les hizo perder su inicial naturalezacomercial.

Para resolver dicha cuestión, lo más adecuado sería realizar un estudiopormenorizado, con la propia documentación de las empresas, de las rota-ciones entre las existencias y las ventas de cada año. Mientras no podamosrealizar ese estudio, quizás es posible acercarse a la estructura y naturalezadel sector utilizando otras fuentes alternativas. Disponemos para elcomienzo de la década de los cuarenta de fuentes de naturaleza fiscal que

Los exportadores del jerez, 1835-1886 193

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pueden aproximarnos a la realidad empresarial de ese momento.11 Con lasnaturales reservas que debemos observar frente a esos datos, por el previ-sible grado de ocultación, dada su utilidad fiscal, podemos establecer algu-nas conclusiones provisionales.

Los que se consideraban almacenistas, dedicados fundamentalmentea la crianza de los vinos y que canalizaban sus ventas hacia los exportado-res o hacia el mercado local o regional, triplicaban el número de los expor-tadores: 184 frente a 33. Sus existencias superaban apreciablemente a lasde los exportadores. Además era un sector menos concentrado, en el que,aparentemente, no existían grandes almacenados. Por su parte, los expor-tadores también poseían un importante volumen de existencias, pero susventas eran también muy elevadas. Si promediamos los datos de los años1841 y 1843 nos encontramos con que los exportadores vendían el equi-valente al 71% de sus existencias, por lo que el tiempo medio de perma-nencia de sus vinos apenas superaba el año y medio.12

Esos datos no indican que los exportadores se dedicaran a vendervinos jóvenes, sino que la velocidad de rotación registrada en sus bodegasdeterminaba una orientación fundamentalmente comercial en sus empre-sas. Aparte de la mayor o menor participación en actividades de la faseagrícola o industrial (crianza), los exportadores eran fundamentalmentecomerciantes que, paralelamente a la creación de soleras propias, seguíanabasteciéndose de cosechadores, almacenistas y otros exportadores devinos de todas las edades y calidades, para canalizarlos hacia su red de dis-tribución en el exterior.

El predominio de la función comercial en el sector exportador se veratificado en un análisis más pormenorizado de las rotaciones, empresa aempresa y de acuerdo con su cuota de mercado. Con los mismos datos de

194 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

11 Se trata de unos listados en los que aparecen los almacenistas con sus existenciaspara el año de 1842, y los exportadores con las ventas efectuadas y sus existencias para losaños de 1840 y 1842. Archivo Municipal de Jerez de la Frontera (en adelante, AMJF),Contribuciones, libro 249, año 1843.

12 La lista correspondiente al año 1840 está fechada el 15 de enero de 1841. Por lotanto, para calcular la rotación he tomado esas existencias en enero y las ventas a lo largode 1841, no las ventas de 1840, que son las que recoge dicha lista. Igual procedimiento heutilizado para la lista de 1842: existencias a enero de 1843 y ventas de 1843. AMJF,Contribuciones, libro 249, año 1843.

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1841 y 1843 he elaborado el cuadro que recoge la rotación entre ventas yexistencias de los exportadores agrupados por el volumen de sus ventas(apéndice 2, infra, p. 206).13

CUADRO 2

LA ROTACIÓN ENTRE VENTAS Y EXISTENCIAS (ARROBAS) EN LAS EMPRESAS EXPORTADORAS, 1841 Y 1843

Empresas Existencias Ventas Rotación Años

1.ª a 10.ª 719.401 667.500 0,93 1,08

11.ª a 20.ª 229.354 183.688 0,80 1,25

Resto 271.990 21.194 0,08 12,83

Sector 1.220.745 872.382 0,71 1,40

FUENTE: AMJF, Contribuciones, libro 249, año 1843.

Las diez primeras empresas exportadoras del momento, las que pro-tagonizaban propiamente la actividad exportadora, absorbían el 77% delas ventas y alcanzaban una rotación más elevada que el promedio del sec-tor. Llegaban a exportar el equivalente al 93% de las existencias declaradasa comienzos del año. Apenas un 7% del vino podía considerarse comocapital fijo (soleras). El tiempo medio de permanencia de sus almacenadosno sobrepasaba el año. También este promedio encubría realidades muydiferentes de acuerdo con los datos de cada empresa. Mientras que algu-nas de ellas aún mostraban rotaciones más elevadas (Domecq oBeigbeder), otras las reducían para dar prioridad a los almacenados enalgunos años (Pemartín, Haurie o Gordon).

Las diez empresas siguientes, que representaban el 21% de las ventas,tenían una rotación ligeramente más baja que las anteriores, pero aún porencima del promedio del sector. En ellas también predominaba la funcióncomercial. Sin embargo, la situación cambiaba radicalmente si nos referimosal resto de las empresas aparecidas en los listados de exportadores. Son más deuna docena de nombres que apenas efectuaban el dos por ciento de las ven-tas al exterior. Sus existencias son abrumadoramente mayores que las ventas.

Los exportadores del jerez, 1835-1886 195

13 Insisto en que estas conclusiones son provisionales. Su verosimilitud depende delgrado de ocultación registrado en las declaraciones que presentaron los exportadores sobresus existencias. Las ventas son las mismas que aparecen en las Listas de Exportación.

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Representan a ese abultado número de empresas, muchos de ellos almace-nistas, que sólo exportaban cantidades reducidas y de forma ocasional. Sucoeficiente de rotación está muy desfigurado y no responde a la realidad,porque tan sólo refleja el apartado más pequeño de sus ventas (las exporta-ciones) y no contabiliza las ventas en el mercado interior.

En resumen, a comienzos de los años cuarenta del siglo pasado exis-tía una clara división de funciones en torno a la actividad vitivinícola delmarco de Jerez. Ya era predominante el papel de una decena de empresasexportadoras gracias al control de las redes de comercialización en los mer-cados exteriores. Dichas empresas habían acumulado un volumen de acti-vos muy apreciable, que les había permitido iniciar cierta integración dediferentes actividades, pero tenemos que seguir definiéndolas comoempresas predominantemente comerciales.14 Dado el alto volumen deventas alcanzado, hubieran tenido que invertir capitales aún más elevadospara mantener las existencias precisas que les hubieran permitido un pro-ceso de crianza a mayor escala, modificando la naturaleza comercial de laempresa extractora.

La existencia de más de un centenar de pequeños y medianos alma-cenistas permitía repartir los riesgos financieros del proceso de crianza,debido a la inseguridad de las diferentes coyunturas comerciales. Lafluida trama de relaciones entre cosecheros, almacenistas y exportado-res facilitaba una mejor adaptación a las cambiantes condiciones de losmercados. Como han explicado Comín y Martín Aceña,15 para el con-junto de las empresas españolas, la convivencia de grandes y pequeñasempresas y la menor integración entre las diferentes fases de la produc-ción serían el resultado de las condiciones técnicas y de mercado exis-tentes.

En términos generales, se confirmaba que la reducción de los costesde transacción, derivada de una mayor integración vertical y de un mayortamaño, no compensaba el aumento de los costes de organización interna.Las constantes transacciones entre cosecheros, almacenistas y exportadores

196 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

14 Los grandes exportadores del jerez coincidirían sólo parcialmente con el modelo decomerciante especializado definido por Chandler (1987, p. 31) para este período.

15 Comín y Martín Aceña (1996), p. 87.

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conformaron una trama de relaciones estables. Se originó una integracióninformal, no sin conflictos y tensiones, que permitió la continuada expan-sión de las ventas y que acabó beneficiando a todos en mayor o menormedida.

2.2. El período 1840-1886

Si durante las primeras décadas del XIX se consolidó la actividadexportadora, en las siguientes se alcanzó una expansión extraordinaria. Elconocimiento adecuado de los responsables de dicha expansión se nos pre-senta como un trabajo de investigación histórica imprescindible. Estudiarla trayectoria de las empresas exportadoras del jerez durante ese período nosólo contribuye a mejorar nuestra información sobre la actividad vitiviní-cola de la zona, sino que también arroja luz sobre las características y con-diciones del desarrollo económico regional y sobre un sector que tuvo unpeso indiscutible en el conjunto de la economía española.

Ir más allá de las series generales de exportación, descender a un aná-lisis pormenorizado por empresas a través de la consulta tanto de su pro-pia documentación como otra de carácter más global (Listas deExportación, datos fiscales, escrituras notariales) es una tarea de enormesdimensiones.16 Ha de ser el resultado de diferentes trabajos, que con eltiempo nos permitirán alcanzar esa imagen más completa del sector. Elestudio de Maldonado17 hasta 1844 nos proporciona un valioso punto departida. Continuando con esa labor, he realizado un exhaustivo análisisde las Listas de Exportación de Jerez de la Frontera entre 1840 y 1886 parapoder obtener una primera instantánea de la evolución empresarial delsector.

En ese período de cuarenta y siete años he identificado más de doscentenares de empresas que realizaron el 99% de las exportaciones efec-tuadas desde Jerez de la Frontera. En el cuadro he resumido algunos datosrelevantes que nos describen las características del sector exportador.

Los exportadores del jerez, 1835-1886 197

16 Jeffs (1994, p. 93) expresa esta misma realidad cuando afirma que las relaciones delas empresas son «excesivamente complicadas y ponerlas en orden sería el trabajo de todauna vida».

17 Maldonado Rosso (1996b).

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CUADRO 3

LAS EMPRESAS EXPORTADORAS DE JEREZ, 1840-1886

Empresas Exportaciones (%) Años

1 a 10 61 38

11 a 20 14 25

21 a 30 9 16

31 a 50 10 14

51 a 201 5 3

FUENTE: Listas de Exportación.

Lo primero que llama la atención es que algunos de los rasgos ya seña-lados en la evolución de las primeras décadas del XIX, concentración de lasventas y abultado número de iniciativas exportadoras, siguen presentes alo largo de todo el siglo. Si clasificamos las empresas por el volumen totalexportado a lo largo del período estudiado, observamos que las diez pri-meras empresas realizaron el 61% de las ventas al exterior, a lo largo de unperíodo medio de actividad de 38 años. Son las grandes empresas queconstituyeron la columna vertebral del sector exportador.

Las diez siguientes empresas son también empresas muy relevantes,pero con un volumen de ventas mucho más reducido (14%) y un períodomás corto de actuación (25 años). Hay que sumar las treinta empresassiguientes para obtener un porcentaje de ventas similar (19%), puesto quese trata de pequeñas y medianas empresas que alcanzaron una edad mediade 15 años. Por último, el mayor número de los exportadores (más deciento cincuenta) resultaron ser empresas de muy corta duración (vidamedia de tres años) con unas ventas muy reducidas (5%).

Aparentemente, el sector parece muy abierto, accesible a múltiplesiniciativas, pero el predominio de las veinte primeras compañías (75% delas ventas) resultó abrumador. En una larga etapa de expansión, comer-ciantes de todo tipo, cosecheros, almacenistas o marquistas pudieronexportar de forma ocasional, sobre todo en las coyunturas de mayordemanda y precios más elevados, pero su papel es muy reducido en el des-envolvimiento del sector exportador. Podemos afirmar que fueron esasveinte compañías las que, gracias a la ampliación de sus redes de comer-cialización en el exterior, protagonizaron la larga etapa de crecimiento. Un

198 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

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estudio pormenorizado de esas empresas (apéndice 3, infra, p. 207) nosproporcionará un conocimiento adecuado de la evolución del sector.

Con los datos que poseemos podemos intuir trayectorias empresaria-les muy diferentes, determinadas por múltiples factores. Entre las empre-sas que actuaron a lo largo de todo el período se distinguen las que yaposeían una posición de predominio a comienzos de los cuarenta(Domecq, Garvey) y mantienen esa situación, aunque con menor capaci-dad de crecimiento, de las que llegaron a las primeras posiciones desdeunas ventas mucho más reducidas, protagonizando una intensa expansión(González Dubosc/González Byass y Misa).

Entre las empresas que no cubren todo el período pero tuvieron unalarga y destacada trayectoria, sobresalen algunas que se extinguieron(Pemartín, Juan Haurie y sobrinos, Beigbeder y Compañía o Gordon yCía.) por diferentes causas (quiebras en determinadas coyunturas comer-ciales, vicisitudes familiares, etc.). También surgieron nuevas empresas quellegaron a alcanzar posiciones de privilegio: Cosens, o el grupo de inver-sores británicos que se instalaron en Jerez durante el período de mayor cre-cimiento de la demanda y de los precios (Wisdom y Warter, Mackenzie,Matthieson, Ivison).

También hay que destacar la larga duración de empresas medianas declara estructura familiar como Isasi, Goñi, Capdepon o Ágreda, que, sinprotagonizar una expansión llamativa, lograron atravesar las diferentescoyunturas comerciales.

Cuando estemos en condiciones de realizar un análisis profundo delas trayectorias de ese conjunto de empresas, gracias al acceso y locali-zación de sus ricos archivos, podremos conocer mejor los diferentesmodelos de crecimiento y desarrollo empresarial en el sector. Aspectosdecisivos como las estrategias de comercialización, la cuantía y natura-leza de las inversiones realizadas, la integración entre las diferentes fasesagrícola, industrial o comercial, las fuentes de financiación, las rentabi-lidades obtenidas, etc., deben figurar en nuestra agenda de investiga-ción para alcanzar un conocimiento más satisfactorio del sector. De estamanera, podremos avanzar con mayor seguridad en el debate sobre elimpacto de este tipo de empresas exportadoras en el desarrollo econó-mico regional.

Los exportadores del jerez, 1835-1886 199

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3. Las empresas exportadoras: inversión y desarrollo regional

Descrito en líneas generales el tejido empresarial del sector, estableci-da la evolución de las ventas, se podría ensayar una primera aproximaciónal monto de la inversión realizada por el conjunto de las empresas expor-tadoras, con el fin de apreciar su influencia en el desarrollo regional. Enrealidad, la mayor parte de la inversión la protagonizaron esa veintena deempresas que efectuaron más del 75% de las ventas. Lo ideal sería poderreconstruir una serie histórica con la evolución de sus activos. Por ahorasólo contamos con los datos de algunas empresas para unos años concre-tos, comienzos de los cuarenta, recopilados por Maldonado.18 La relaciónque podemos establecer entre activos y ventas nos proporcionará una pri-mera aproximación a la inversión realizada en el sector.

De entrada, nos encontramos con cierta diversidad entre los datos decada empresa. Hay destacadas diferencias entre los cerca de ocho mil rea-les de activo por bota vendida de Garvey o González Dubosc, los diez milde Beigbeder, o los más de trece mil de Domecq o Pemartín. Estas dife-rencias no sólo eran producto de los métodos de dirección y gestión quepermitían alcanzar diversas productividades. Sobre todo eran el resultadode la mayor o menor participación de esas empresas en las fases agrícola oindustrial del jerez. Como ya se ha mencionado anteriormente, un expor-tador que interviene en la fase de crianza tiene que sacrificar la velocidadde rotación de sus existencias y necesita, si quiere seguir manteniendo elnivel de ventas, realizar inversiones más cuantiosas.

Para aproximarnos de manera realista a la inversión realizada por elsector, necesitamos series históricas de las principales empresas que nospermitan establecer un promedio representativo. Como primer paso haciadicho objetivo, he estudiado la evolución del activo de la empresa Gonzá-lez Dubosc (González Byass desde 1862), como empresa que mejor ejem-plifica esa etapa de crecimiento y expansión entre 1840 y 1886. El creci-miento vertiginoso de su activo nos explica la progresión de sus ventashasta alcanzar la primera posición entre los exportadores de Jerez. Estamoshablando de una empresa que vendió el 13% del vino exportado desdeJerez de la Frontera, y el 8% del enviado conjuntamente desde El Puertode Santa María y Jerez entre 1840 y 1886.

200 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

18 Maldonado Rosso (1996b), pp. 276-305.

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Aunque se trata de una empresa muy representativa, no creo que sepueda generalizar a todo el sector su relación entre el activo y las ventas.Durante la década de los cuarenta y los cincuenta consiguió una cifra cla-ramente inferior a la de las empresas más consolidadas (5.680 reales porbota, frente a los más de once mil de las principales empresas). Esta mayorproductividad le permitió seguir creciendo y colocarse a la cabeza del sec-tor. En la década de los sesenta aumentó considerablemente la relaciónentre el activo y las ventas, hasta situarse por encima de los once mil rea-les. Era la lógica consecuencia de una mayor dedicación industrial, de unamayor participación en la fase de crianza que le obligó a reducir la rota-ción de las existencias.

Pese a que no somos capaces hoy en día de ofrecer una cifra exacta dela inversión en el sector, los datos conocidos nos permiten delimitar unaprimera aproximación.19

Los exportadores del jerez, 1835-1886 201

19 Se reseñan como ventas el promedio anual de las exportaciones desde Jerez y ElPuerto de Santa María para cada período indicado. Para el cálculo de la razón entre el acti-vo y las ventas he tomado en consideración los datos conocidos. El dato para los períodos1835-1840 y 1841-1855 es el mismo. Lo he calculado a partir del dato activo por botaexportada de las empresas Pedro Domecq, Patricio Garvey, Beigbeder y Cía., Pemartín yCía. y González Dubosc para los años 1839 ó 1840. Considero que esas empresas son unabuena muestra del sector, puesto que entre ellas efectuaban el 45% de las exportacionesdesde Jerez de la Frontera. Los activos de esas cinco empresas sumaban hacia 184021.546.049 pesetas. He utilizado el mismo dato para el período siguiente, 1841-1855, yaque los precios del jerez se mantuvieron en parecidos términos. Para el período 1856-1869,en el que los precios se incrementaron apreciablemente, y para la etapa 1870-1886, en la quelos precios descendieron, he calculado la relación activo/ventas a partir de la documentacióncontable de la empresa González Dubosc/González Byass (el activo del Libro de Inventariosy las ventas del Libro Mayor). Durante estos treinta años dicha empresa realizó un 12% delas ventas del sector, lo cual nos permite tener unos datos bastante representativos.

CUADRO 4

LA INVERSIÓN EN LAS EMPRESAS EXPORTADORAS DEL JEREZ, 1835-1886

Período Ventas Índice Activo/ventas Inversión Índice(Botas) (Pts./bota) (Pts.)

1835-1840 31.316 100 2.805 87.828.707 100

1840-1855 36.028 115 2.805 101.043.701 115

1856-1869 55.765 178 2.922 162.942.028 186

1870-1886 61.662 197 2.102 129.605.477 148

FUENTE: Ver nota 19.

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A comienzos de los años cuarenta la inversión podría rondar losochenta y siete millones de pesetas, una cifra muy llamativa en la econo-mía española del momento. Por ejemplo, Álex Sánchez ha estimado lainversión en las empresas algodoneras catalanas entre 1815 y 1840 en alre-dedor de seis millones de pesetas.20 El constante crecimiento de las ventas,acompañado de un fuerte aumento de los precios desde 1856, habría pro-piciado un intenso incremento de la inversión hasta alcanzar esa cuantio-sa cifra de ciento cincuenta y seis millones de pesetas, como promedio a lolargo de los sesenta.

De nuevo estaríamos, también en la década de los sesenta, ante unainversión muy destacada en el conjunto de la economía española. Realidadque se confirma si se tienen en cuenta las estimaciones realizadas por Tortellapara el sector industrial en 1864, cuya inversión efectuada por las socieda-des anónimas y colectivas sitúa en alrededor de 235 millones, de los que 113podrían corresponder al sector algodonero. Por otro lado, el capital desem-bolsado hacia 1867 por las compañías ferroviarias, quizás las más capitaliza-das de la economía española, se acercó a los 482 millones de pesetas.21

Sin embargo, a lo largo de la década de los setenta y ochenta la inver-sión en el sector exportador del jerez tendió a retroceder. Aunque las ven-tas siguieron creciendo, el retroceso ostensible de los precios y de los bene-ficios provocó una disminución en los activos de las empresas. Se puedeafirmar con seguridad que esa trayectoria de la inversión en las empresasexportadoras tuvo un impacto indudable en el desarrollo económico de lazona. Con independencia del origen de los capitales (nacional o extranje-ro), la inversión efectuada tuvo un efecto multiplicador indiscutible en laeconomía regional. El hecho se confirma si descendemos al análisis de laestructura de los activos de las empresas exportadoras.

Por lo general, alrededor del 75% del activo de una empresa exporta-dora consistía en vino de diferentes clases y calidades.22 Las consecuenciaspara la economía agrícola de la zona fueron extraordinarias: aumento de lasuperficie cultivada, crecimiento del empleo y de los salarios, etc. Un 6%

202 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

20 Sánchez (1996), p. 166.21 Tortella (1975), pp. 232, 241 y 174.22 La estructura del activo que se expone está inspirada en la evolución de González

Byass. Ver al respecto, Montañés (1998).

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Los exportadores del jerez, 1835-1886 203

lo representaba la vasijería instalada, lo que supuso un enorme estímulopara el desarrollo de la tonelería. El conjunto de las instalaciones utiliza-das por las empresas exportadoras (oficinas, naves para bodegas y talleresde tonelería, viñas, etc.) se situaría en torno al 10%. También este capítu-lo tuvo una incidencia muy destacada en el desarrollo urbano y agrícoladel marco de Jerez.

Otro de los apartados destacados era el que podríamos englobar en elcapítulo de deudores. Era un porcentaje que fluctuaba en función de lacoyuntura comercial y de las condiciones de comercialización de cadaempresa. Lo adecuado era que no superara el 8%, aunque en etapas deestancamiento o reducción de la demanda podía ser mucho mayor, encuyo caso no quedaba más remedio que reducir las existencias de vinos. Eluno por ciento restante se concentró en diferentes inversiones, entre lasque destacaron acciones de algunas de las empresas que tuvieron un des-tacado protagonismo en el desarrollo de la zona (ferrocarril, banca, etc.).

El balance de ese largo y cuantioso proceso de inversión fue muy posi-tivo, puesto que su efecto claramente multiplicador actuó como motor deldesarrollo regional. Pero que su incidencia fuera positiva no significa queno mostrara también serias limitaciones para impulsar un crecimiento eco-nómico continuado. La favorable relación de intercambio gracias al nota-ble crecimiento de los precios desde 1856 no duró eternamente. Laposterior caída de los precios y el estancamiento y retroceso de la demandaredujeron sustancialmente el valor de los activos de las empresas exporta-doras y dieron lugar a un cambio de signo en el proceso de inversión. Laincapacidad para seguir conquistando nuevos mercados, e incluso la pérdi-da de algunos espacios en los tradicionales a finales del siglo XIX, impidióque el sector pudiera seguir actuando como motor en el desarrollo econó-mico de la zona. Con la invasión filoxérica algunas empresas perdierontamaño o desaparecieron, y la crisis del sector se agravó y prolongó.

Ese complejo agrícola e industrial del vino permitió un notable des-pegue económico de la zona durante buena parte del siglo XIX, pero no fuesuficiente para promover un proceso de industrialización más completo yradical. La historia económica de las empresas exportadoras, sobre todo delas principales que en este trabajo se han resaltado, contribuirá decisiva-mente a un conocimiento más profundo de los logros y debilidades delproceso de desarrollo económico que promovieron.

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204 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

APÉNDICE 1

LAS EXPORTACIONES DEL JEREZ, 1822-1886

Jerez de la Frontera Puerto de Santa MaríaAño

Botas hL Botas hL

1822 11.509 57.545 – –

1823 12.477 62.385 3.144 15.720

1824 11.669 58.345 3.477 17.385

1825 14.809 74.045 6.247 31.235

1826 9.190 45.950 3.303 16.515

1827 13.719 68.595 6.405 32.025

1828 16.744 83.720 9.107 45.535

1829 13.268 66.340 8.908 44.540

1830 12.245 61.225 8.452 42.260

1831 12.728 63.640 9.071 45.355

1832 12.628 63.140 10.408 52.040

1833 15.341 76.705 13.067 65.335

1834 15.563 77.815 14.431 72.155

1835 13.787 68.935 14.954 74.770

1836 16.512 82.560 15.427 77.135

1837 13.175 65.875 12.182 60.910

1838 15.977 79.885 14.771 73.855

1839 18.861 94.305 17.226 86.130

1840 17.001 85.005 18.024 90.120

1841 14.778 73.890 14.845 74.225

1842 12.413 62.065 12.683 63.415

1843 14.296 71.480 15.017 75.085

1844 17.508 87.540 16.658 83.290

1845 18.134 90.670 14.038 70.190

1846 17.641 88.205 15.153 75.765

1847 16.276 81.380 15.323 76.615

1848 17.369 86.845 14.438 72.190

1849 20.585 102.925 18.807 94.035

1850 21.457 107.285 21.131 105.655

1851 20.647 103.235 17.928 89.640

1852 20.530 102.650 16.520 82.600

1853 30.101 150.505 23.255 116.275

1854 29.270 146.350 23.476 117.380

1855 26.620 133.100 17.017 85.085

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Los exportadores del jerez, 1835-1886 205

APÉNDICE 1 (Continuación)

LAS EXPORTACIONES DEL JEREZ, 1822-1886

Jerez de la Frontera Puerto de Santa MaríaAño

Botas hL Botas hL

1856 30.407 152.035 24.204 121.020

1857 26.588 132.940 24.132 120.660

1858 16.187 80.935 16.528 82.640

1859 25.324 126.620 20.592 102.960

1860 30.725 153.625 17.912 89.558

1861 29.799 148.995 19.382 96.912

1862 32.789 163.945 20.087 100.435

1863 38.720 193.600 27.601 138.005

1864 36.941 184.705 30.418 152.090

1865 30.431 152.155 20.026 100.130

1866 36.638 183.190 24.619 123.095

1867 42.186 210.930 21.212 106.060

1868 47.068 235.340 16.039 80.195

1869 49.272 246.360 24.879 124.395

1870 49.597 247.985 21.363 106.815

1871 55.668 278.340 23.309 116.545

1872 61.811 309.055 22.930 114.650

1873 68.467 342.335 30.457 152.285

1874 46.134 230.670 19.229 96.145

1875 44.134 220.670 16.796 83.980

1876 42.662 213.310 18.952 94.760

1877 42.047 210.235 18.010 90.050

1878 35.007 175.035 17.221 86.105

1879 34.858 174.290 12.249 61.245

1880 38.955 194.775 12.623 63.115

1881 40.822 204.110 13.161 65.805

1882 40.579 202.895 13.013 65.065

1883 39.713 198.565 11.608 58.040

1884 35.214 176.070 10.922 54.610

1885 35.354 176.770 9.415 47.075

1886 40.588 202.940 7.341 36.705

FUENTE: Listas de Exportación.

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206 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

Existencias Ventas

Exportador Enero 1843 Rotación Años1843

Garvey 75.103 55.536 0,74 1,35

Domecq 8.990 54.276 6,04 0,17

Pemartín 75.950 46.984 0,62 1,62

Gordon y Cía 38.585 43.440 1,13 0,89

Beigbeder 22.045 40.737 1,85 0,54

Haurie 60.000 19.736 0,33 3,04

González & Dubosc 8.200 19.148 2,34 0,43

Isasi y Cía. 8.100 18.107 2,24 0,45

Dastis 2.440 17.101 7,01 0,14

Bermúdez 3.100 16.869 5,44 0,18

Goñi, Damián 16.147,5

López, V. 28.030 14.493,9 0,52 1,93

Domecq, Juan e Hijos 11.955,9

Lacoste & Capdepon 11.818,5

Waters, T. 6.850 9.517,5 1,39 0,72

Rivero Hijos 49.500 7.248,3 0,15 6,83

Sierra, S. 884 6.447,3 7,29 0,14

Ostmann 11.000 5.824,5 0,53 1,89

López, J. 1.859 4.188,9 2,25 0,44

Ágreda 1.890

Orrantía 1.757,4

Pernia, Luis 2.424 1.458

Sorela, Pedro Rafael 1.278,9

Arvide, M. 12.000 600

Paul Hnos. 57.789

Fuente, H.

López de Mendoza

Lambarri 20.700

De la Concha

Herrera 2.004

Bertemati 43.000

Misa 20.000

Existencias Ventas

Exportador Enero 1841 Rotación Años1841

Domecq 28.736 61.065 2,13 0,47

Garvey 75.103 49.955 0,67 1,50

Pemartín 88.012 45.120 0,51 1,95

Haurie, J. 79.982 44.319 0,55 1,80

Beigbeder 22.045 33.060 1,50 0,67

Gordon 67.420 27.098 0,40 2,49

Lacoste & Capdepon 0 22.312

Goñi 0 19.656

González & Dubosc 13.570 17.071 1,26 0,79

López, V. 42.020 15.911 0,38 2,64

Bermúdez 10.480 15.129 1,44 0,69

Isasi y Cía. 12.033 13.755 1,14 0,87

Dastis 6.323 13.296 2,10 0,48

Domecq, J. 0 13.190

Sierra, S. 14.613 8.375,4 0,57 1,74

Rivero, H. 54.200 7.992 0,15 6,78

Ostmann 14.700 7.476,3 0,51 1,97

Waters, T. 3.345 6.870,9 2,05 0,49

Cortés, V. 2.670 5.587,8 2,09 0,48

Castillo 12.867 2.483,4 0,19 5,18

Concha, José 0 1.740

Fuente, H. 1.681,5

López, J. 1.859 1.350 0,73

Angulo, J. 1.331,4

Bertemati 42.000 750 0,02

Misa 24.000 720 0,03

Arvide, M. 6.670 600 0,09

Hermet, P. 4.940

Paul Hnos. 19800

Cormack, D. 2.400

Suter, J. 600

Viesca, J. 120

Pernia, Luis 2.424

Silonis, J. 4.380

APÉNDICE 2

LA ROTACIÓN ENTRE EXISTENCIAS Y VENTAS (ARROBAS) EN LOS EXPORTADORES DE JEREZ, 1841 Y 1843

FUENTES: AMJF, Contribuciones, libro 249, año 1843; y Listas de Exportación.

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Los exportadores del jerez, 1835-1886 207

APÉNDICE 3

LOS PRINCIPALES EXPORTADORES DE JEREZ, 1840-1886

Exportador Período Exportación (botas)

González Dubosc (González Byass) 1840-1886 193.999

Misa 1840-1886 140.314

Garvey, Patricio 1840-1886 133.919

Domecq, Pedro 1840-1886 129.539

Cosens, F.G. y Cía. 1850-1886 84.750

Pemartín y Cía. 1840-1879 73.124

Haurie, Juan 1840-1881 53.230

Mackenzie y Cía. 1861-1886 49.455

Wisdom Warter 1860-1886 40.595

Isasi y Cía. 1840-1886 35.571

Beigbeder y Cía. 1840-1858 34.577

Davies, Ricardo 1865-1886 26.330

Goñi, Damián 1840-1886 25.902

Gordon y Cía. 1840-1856 21.379

Matthieson Furlong & Co. 1858-1875 19.809

Sierra, Simón de la 1840-1860 19.116

Capdepon 1849-1886 18.858

Ágreda, José Antonio 1842-1884 18.372

Vergara, Bartolomé 1870-1886 17.698

Ivison, Ricardo Carlos 1867-1886 17.263

FUENTE: Listas de Exportación.

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208 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

APÉNDICE 4

EL ACTIVO DE GONZÁLEZ DUBOSC (GONZÁLEZ BYASS), 1838-1886

Años Activo Ventas Activo/ventas(reales vellón) (botas) Reales/bota

1838 2.182.191 300 7.2841839 3.382.284 431 7.8401841 3.212.326 545 5.9001842 2.792.017 494 5.6561843 2.564.470 589 4.3551844 3.539.130 1.210 2.9251845 4.166.860 908 4.5881846 4.950.440 767 6.4531847 4.807.531 1.041 4.6191848 5.145.873 1.073 4.7941853 16.355.074 1.911 8.5561854 15.966.709 3.899 4.0951855 20.258.486 2.986 6.7851856 33.253.419 3.984 8.3471857 37.008.885 3.015 12.2741858 34.703.908 2.545 13.6381859 35.080.100 4.856 7.2241860 46.433.432 4.660 9.9641861 46.743.212 4.946 9.4501862 59.723.560 6.287 9.5001863 73.914.495 7.195 10.2721864 79.418.362 6.880 11.5431865 79.615.469 5.036 15.8091866 86.576.945 6.094 14.2061867 83.280.595 6.134 13.5781868 85.259.166 6.495 13.1271869 86.672.050 5.897 14.6981870 58.807.949 5.964 9.8601871 65.882.785 7.423 8.8761872 68.645.815 10.395 6.6041873 66.485.793 10.745 6.1871874 71.558.204 8.596 8.3251875 63.051.851 7.565 8.3351876 72.833.454 8.563 8.5061877 69.838.629 9.767 7.1501878 63.663.239 6.020 10.5751879 60.162.228 4.574 13.1541880 58.869.750 9.149 6.4351883 60.651.313 7.726 7.8501884 57.482.088 7.159 8.0301885 58.128.918 5.328 10.9101886 54.428.120 10.243 5.314

FUENTE: Archivo Histórico de González Byass. Para el activo, Libro de Inventarios; para las ventas, Libro Mayor.

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1 Según Pinilla Navarro (1995b, p. 65), en 1882, 67.890 hectáreas, que aún subi-rían a 88.544 en 1889.

2 El soporte cuantitativo de estas afirmaciones y su contextualización más detallada,en Sabio Alcutén (1995a), pp. 27-62

TRANSFORMACIONES VITÍCOLAS Y ENOLÓGICAS DESDE EL TIPO

DE ASOCIACIONISMO AGRARIO: EL CAMPO DE CARIÑENA, 1870-1970

Alberto Sabio AlcuténUniversidad de Zaragoza

El viñedo tenía en 1880 una significación considerable en toda laprovincia de Zaragoza, aproximadamente unas 67.000 hectáreas,1 pero eraen el Campo de Cariñena donde encontraba su comarca productora másimportante. Si recurrimos a los datos sobre evolución de las superficies decultivo por municipios, se deducen con claridad dos rasgos fundamenta-les entre 1860 y 1935: un incremento sustancial de la superficie cultivadaa costa de baldíos, montes de titularidad pública y bienes de propios queven reducir sus dimensiones, y una tendencia a la especialización vitícola—cuando no al monocultivo—, cambiando los usos del suelo y sustitu-yendo cereal por vid.2 La puesta en cultivo de nuevos terrenos siguió rit-mos distintos y momentos de especial intensidad, según fuera más omenos favorable la coyuntura vitivinícola (precio del vino, de la tierra, etc.)y según el estadio de los avances técnicos (arados, malacates, abonos inor-gánicos, tratamientos anticriptogámicos, nuevas variedades, elaboraciones

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enológicas estructuradas...). Pero, a su vez, estas transformaciones técnicasvitícolas y vinícolas estuvieron en función, entre otras variables, del tipode interrelación con la acción institucional pública y, sobre todo, con elconcreto tejido asociativo agrario.

El perfil social y los intereses mercantiles directos de estas organiza-ciones marcaron, en buena medida, la línea de especialización vitícolaseleccionada hasta el último cuarto del siglo XX, momento en que la demo-cratización de ciertas instituciones (consejo regulador, cooperativa, sindi-catos agrarios) alteró las capacidades de decisión. Por ahí avanza la hipó-tesis y la línea argumental con la que se trabaja en las siguientes líneas, queintentan trascender el marco aragonés para, en la medida de lo posible, lle-gar a conclusiones de carácter más general sobre la conexión entre el tipode cambio técnico y las relaciones concretas de poder en una sociedadrural, una vertiente más de la conocida interacción entre economía y polí-tica. Necesitamos ir perfilando un lenguaje común para caracterizar estosprocesos, sin caer en discusiones sobre economicismo de unos o sociolo-gismo de otros. Más bien apostamos por ir creando el instrumental nece-sario para pensar en los modos y en las lógicas de estas interacciones, esdecir, por profundizar en las conexiones que mantienen engarzados entresí los distintos ámbitos en los que se desenvuelven los individuos, los gru-pos sociales, las empresas u otras organizaciones. Aunque la existencia deestas conexiones no excluye la utilidad de sistemas teóricos especializadosen cada campo, uno de los ámbitos preferenciales para el historiador ha deser el estudio y sistematización de estas conexiones.

1. La fluidez de las transformaciones técnicas en el viñedo

El período 1870-1892 se caracterizó por un aumento de la superficievitícola y, en concreto, de su variedad garnacha, que ocupaba en estos añosel 85% de los terrenos destinados a viña.3 La plantación de nuevos viñedos

210 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

3 Estudio sobre la Exposición Vinícola Nacional de 1877, Madrid, 1878, pp. 205-212.Las preferencias por la garnacha entre otras variedades autóctonas (incluida la carignan omazuela) se explicaban por su mayor resistencia al oídio, su buen acomodo en un medionotablemente árido y la posibilidad de obtener a partir de ella vinos de fuerte graduaciónperfectamente aptos para coupages.

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vino acompañada de una notable alza demográfica. Fueron años de vacasgordas para la comarca y, en comparación con censos posteriores, el Campode Cariñena nunca estuvo tan poblado como en los años ochenta del XIX.No es casualidad que sea precisamente entonces cuando el transporte devino sea el aliciente que mueva, como en otras zonas de España,4 las obrasferroviarias. El ferrocarril de vía estrecha Cariñena-Zaragoza, construidoentre 1882-85 e inaugurado en 1887, permitió que el vino alcanzara másfácilmente el mercado francés, previo enlace con la red Zaragoza-Alsasua-Irún. La línea férrea concedió mayor protagonismo a los almacenistas localesy a comerciantes de Zaragoza, que comenzaron a servir de intermediariospara la redistribución, al tiempo que ocasionó el retroceso del contactodirecto entre productor y comprador por medio de arrieros.

Aunque con la crisis del oídio en la Rioja el vino aragonés habíaadquirido una notable presencia en los mercados vascos, la mejor épocapara los tintos de Cariñena aconteció entre 1877 y 1893, por lo demás sinapenas mejorar los procedimientos de elaboración. Como recoge laExposición Vitícola Nacional de 1877, en Cariñena «el labrador es siem-pre, y sin excepción, el vinatero», lo que acarreaba que las disponibilida-des de capital de éste último no fueran muy abundantes. Pero es que nisiquiera se plantean producir vinos de calidad, al poder exportar a buenprecio el vino a Francia para coupages o destinarlo a fábricas alcoholeras.Se optó, pues, por una realización rápida de beneficios aunque fuera conprocedimientos antiguos, en lugar de por inversiones fuertes que moder-nizaran el sector, aprovechando que «antes de la filoxera nuestros caldosvínicos eran rebuscados y disputados por los mercados franceses llegandoa la adquisición directa, como sucede hoy con la naranja en la regiónlevantina».5 La cantidad se impuso a la calidad y el negocio estaba en ven-

El Campo de Cariñena, 1870-1970 211

4 Piqueras (1981, p. 113), citando un informe de la Compañía MZA, que explota-ba buena parte de los ferrocarriles peninsulares, afirma que el volumen de vino transpor-tado todavía en 1899 supuso el 22,4% del volumen total de las mercancías transportadas.

5 Carta del alcalde de Cariñena a la Diputación Provincial, 1932. Archivo de laDiputación Provincial de Zaragoza (en adelante, ADPZ), leg. 1669. Basta leer las con-ferencias vitivinícolas pronunciadas en Cariñena en 1891 sobre el enyesado de los vinos porHilarión Gimeno, sobre los conocimientos químicos aplicados a la agricultura (RamónBosqued, de Aguarón), sobre los parásitos de la vid y medios para evitarlos (Ricardo Górriz,hijo de Cariñena), para comprobar que lo que falla no son los conocimientos. En esas mis-mas conferencias, Tutau piensa que la falta de trasiegos y de otras operaciones necesarias para

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der vino barato. La fácil comercialización del producto como vino depasto, a veces para mezclas, no ayudó a estimular cambios en los procedi-mientos de vinificación.

La trascendencia del cierre de las fronteras francesas fue indudablepara el Campo de Cariñena. A la subida del arancel por parte del Gobier-no francés siguió la rebaja en la escala alcohólica. A pesar de las salidas devino de Cariñena por el puerto de Valencia con destino a Centroeuropa,no se consiguió recuperar la pérdida del mercado francés intensificando lasventas en otras direcciones. Tampoco el mercado urbano zaragozano fueuna alternativa de envergadura, pues hasta la invasión filoxérica los alre-dedores de la ciudad localizaban un extenso viñedo, con lo que Zaragozaprácticamente se autoabastecía. Esta crisis vitícola, a la que vino a sumar-se el ataque filoxérico hacia 1901, dejó su impronta en las estadísticasdemográficas comarcales.

La crisis del sector vitícola aragonés, en muchos casos definitiva, acae-ció con la llegada de la filoxera a principios de siglo, procedente deNavarra. La propiedad vitícola se desvalorizó, y en 1905 por una hectáreade vid llegaron a pagarse 40 pts., mientras que en 1885 el coste de unahectárea era de 360 pts., según nos informan los trabajos del Congreso deAgricultores celebrado en Zaragoza en ese mismo año. La reducción de laoferta de trabajo en el laboreo de las viñas fue otro eslabón de una cadenaque se inició con la reducción de la superficie cultivada y la búsqueda dealternativas más remuneradoras.

Frente al ritmo cansino de reconstitución en otras zonas vitícolas ara-gonesas, la comarca de Cariñena asistió a una fluida, dinámica y rápidareplantación del viñedo. Además del marco ecológico favorable, otro fac-tor que influyó en la celeridad al reponer fue la tardía —pero previsible—llegada de la plaga, lo que permitió forzar la producción en años prece-dentes y acumular beneficios para emprender una costosa replantación. Esdecir, los beneficios amasados durante los años anteriores a una filoxeratardía ayudarían a explicar la rápida reconstitución del viñedo por autofi-

212 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

presentar los vinos limpios al mercado se debe a que el vinicultor se contenta con produciry exportar la materia prima: «La naturaleza os ha dado un suelo envidiable para la produc-ción de vinos; vosotros la secundáis trabajándolo bien, pero sin duda porque en su estadonatural os son solicitados los mostos, no habéis cuidado de trabajarlos.»

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nanciación. Tampoco faltaron los conocimientos sobre las viníferas y por-tainjertos apropiados para replantar; de hecho, las primeras vides america-nas utilizadas en el País Valenciano procedían de Haro y Cariñena. DesdeCariñena se difundieron estacas, barbados y plantones a zonas afectadasmás tempranamente por la plaga como Gerona, Málaga o Barcelona.

Por otro lado, la filoxera sensibilizó a la opinión pública sobre la nece-sidad de prevención. Si hasta entonces el labrador comarcal no se habíamostrado muy receptivo ante los nuevos arados franceses construidos enZaragoza y mostrados en Cariñena en 1887 durante la ExposiciónVinícola Nacional, la plaga puso de relieve la necesidad de utilizar otrosmétodos para llevar a cabo las plantaciones. En general, no tuvieron exce-siva aceptación las campañas de prevención contra la filoxera hasta que,con el inicio de siglo, la plaga afectó al viñedo provincial y, en concreto, aldel Campo de Cariñena. Ya en 1880 se había creado una Junta de Defensacontra la Filoxera,6 presidida por el diputado provincial Galo Sainz, queposeía abundantes propiedades en Cariñena; el mismo año se celebró elCongreso Internacional Filoxérico de Zaragoza, con numerosa participa-ción de expertos franceses que explican su experiencia,7 lo que da idea deque conocimientos técnicos sobre la plaga y consciencia de que, cuandollegara, tendrían que arrancar las cepas, sí existían. Y, en efecto, cuando sepresentó, la filoxera provocó el abandono del desfonde a pico y motivótambién la mayor generalización del abonado, dado que los nuevos piesamericanos eran más exigentes en anticriptogámicos y cuidados. Y es quela amenaza a una posición establecida, en ocasiones más que las vagas posi-

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6 También denominada Comisión Especial de Vides Americanas, Estación Vitícolay Congreso Filoxérico, formada por los siguientes diputados: Tomás Higuera, VicenteMarquina, Joaquín Peyrona, Rafael Cistué y Galo Sainz; y como personal facultativo: JoséBragat (ingeniero jefe de montes de la provincia) y Antonio Berbegal (ingeniero agróno-mo, que años más tarde será nombrado jefe del Servicio Antifiloxérico Provincial).

7 En el Congreso de 1880 participa, entre otros, Lichtenstein (cuñado de Planchon,descubridor del Phylloxera vastatrix), al que hemos localizado como propietario de viñas enCariñena, en su calidad de delegado de la Academia de Ciencias de París para el estudio dela filoxera. Por sus múltiples teorías sobre la evolución biológica de la plaga, era conocido conel sobrenombre de El Romancero de la filoxera. Entre otros puntos, se discutió si debíantomarse medidas administrativas en las aduanas y límites de comarcas para evitar la propaga-ción de la plaga; también se debatió si era prudente o no un recargo en la contribución direc-ta, con el fin de allegar recursos con que defenderse de la plaga. Ver Actas del CongresoFiloxérico de Zaragoza, octubre de 1882, Zaragoza.

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bilidades de mejora, ha servido como inductora del cambio técnico. Contodo, aun reconociendo el papel de la filoxera como instigador para lamodernización vitícola, hay que tener en cuenta que ya la crisis anteriordel oídio había actuado como catalizador importante, asumiendo los viti-cultores la necesidad de azufrar. Entre filoxera e innovación, pese a existiruna estrecha relación, no puede trazarse una línea de causalidad inmedia-ta; conviene no olvidar los procesos de adaptación a que obligó la amena-za del oídio y, posteriormente, los inducidos por la sobreproducción en losmercados.

El ingeniero de la Granja Agrícola de Zaragoza, Pascual de Quinto,estimaba que hasta 1913 se habían replantado unas 13.000 hectáreas deviñedo dentro de los antiguos pagos de viñas y 3.000 fuera de ellos, lamayoría de las veces «a todo gasto»8 y en espacios de tradición vitícolacomo el Campo de Cariñena. Igualmente, el alcalde de Cariñena observaalgunos años más tarde que «el esfuerzo de repoblar más de nueve millo-nes de cepas con portainjerto o estaquilla americana fue extraordinario eímprobo por ver de recuperar una riqueza que puede muy bien llamarsesingular».9 Para 1932, en una instancia firmada por todos los pueblos dela comarca y dirigida al Ministerio de Hacienda, se sostiene que «la repo-blación pasa ya de 33 millones de cepas».10 En esta masiva replantación lasviníferas más utilizadas fueron garnacha (76,4% de las hectáreas plantadasen Zaragoza), blanco fino y vidao, todas ellas mayoritariamente sobre pieamericano rupestris de lot (89,1 % de las hectáreas plantadas antes de1935), portainjerto de extraordinaria rusticidad y gran capacidad de pene-tración. Se trataba, en general, de variedades que exigían suelos más ricos,por lo que la vid descendió en altura y ocupó tierras anteriormente desti-nadas a cereal.

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8 Pascual de Quinto (1914).9 Carta del alcalde de Cariñena, Vicente India Luca, a la Diputación Provincial, 1933.

ADPZ, leg. 1669. En los momentos iniciales de la replantación, recuerda haber oído decirM. Lusilla (93 años) que muchos de los injertadores eran catalanes, a tanto por cepa, peropronto el agricultor comarcal fue capaz de realizar esta labor con cierta soltura. El coste deuna replantación completa, desfonde incluido, se acercaba a las 1.000 pesetas, según infor-mes de Pascual de Quinto.

10 Instancias dirigidas a los ministros de Hacienda y Agricultura por los pueblos delCampo de Cariñena, con relación a la anómala situación de su riqueza agrícola, gravada exor-bitantemente con respecto a los demás pueblos, Zaragoza, Tip. E. Berdejo Casañal, 1932.

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La reconstitución del viñedo de Cariñena requirió un volumencuantioso de capital. En este sentido, las instituciones públicas contri-buyeron a suministrar pies americanos, incluso tras un proceso de prue-ba en el que se optó finalmente por el rupestris de lot, dejando en segun-do plano los híbridos franco-americanos aramón y mourviedro por supeor resistencia a la plaga. En un primer momento, los barbados ameri-canos criados en viveros zaragozanos fueron destinados casi en su totali-dad a provincias filoxeradas (Gerona, Málaga, Barcelona), a un preciorelativamente elevado, entre 50 y 60 pts. el millar, hasta el punto de quehubo años en que «no han podido servirse todos los pedidos solicita-dos».11 Todo parece indicar que la Granja Agrícola de Zaragoza contri-buyó poderosamente a la propagación de la vid americana en las pro-vincias filoxeradas:

Las provincias de Málaga, Gerona, Orense y Barcelona tienen muchashectáreas plantadas con vides procedentes de este Centro.12

Por lo que hace al Campo de Cariñena, la labor de la Granja Agrícolaen materia vitícola se centró más durante los años 1880 y 1890 en la difu-sión de preparados de cobre para combatir el mildíu. Además, el entra-mado institucional comienza a ser consciente de que la adopción de unatecnología necesitaba del desarrollo conjunto de conocimientos por partede los centros de investigación y de los campesinos. Conforme avanza elsiglo, va observándose un consenso entre los técnicos aragoneses, en el sen-tido de que cualquier propuesta de innovación, para resultar efectiva,debía ser asumida por los encargados de ejecutarla, los labradores. Losavances agrícolas serían producto de la investigación y de la práctica coti-diana, de la experiencia.

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11 ADPZ, Memoria..., leg. VIII-458.12 ADPZ, Servicio Provincial Antifiloxérico. Reconocimientos, leg. XIII-856. Las

peticiones más abundantes llegaron desde Málaga y el Ampurdán, donde los criaderos decepas americanas «son tan escasos que no bastan a cubrir la centésima parte de los pedi-dos». Desde Málaga incluso pidieron el producto de la poda del vivero. Entre los pocoscompradores aragoneses destacan Gaspar Torres Solanot y la marquesa de Monsalud. Elprecio de los barbados lo consideramos alto, sobre todo en comparación con los vigentesen años posteriores, ya en el nuevo siglo.

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Una vez se presentó la plaga, los viveros vitícolas de la Diputación dis-tribuyeron estacas y barbados por la provincia a fin de injertarlos. ElServicio Antifiloxérico vendía las variedades riparia y rupestris, las más uti-lizadas, entre 18 y 25 pts. el millar; la aramón y murviedro en torno a 40pts.13 Sobre la evolución de sus ventas a particulares nos informa elsiguiente cuadro:

CUADRO 1

VENTAS DE VID AMERICANA A PARTICULARES POREL SERVICIO ANTIFILOXÉRICO PROVINCIAL DE ZARAGOZA, 1884-1913

(No se incluyen las ventas a ayuntamientos)

Años N.º clientes Estacas Estacas Barbadosvivero injertar

1884 13 10.625 — —

1888 15 32.800 — —

1902 21 58.775 — —

1905 — 474.320 — 203.800

1909 150 852.410 225.500 142.053

1910 120 1.304.883 135.650 169.970

1911 164 868.869 273.687 471.085

1912 202 1.207.500 347.790 414.142

1913 186 1.295.604 289.930 311.860

NOTA: En 1884, 1888, 1902 y 1904 no se especifica, como ocurre posteriormente, el tipo de esta-cas. Los datos iniciales corresponden a la Estación Vitícola de la Provincia de Zaragoza, preceden-te del Servicio Antifiloxérico.

FUENTE: ADPZ, leg. XIII-856; XIII-850 y XIII-852 (registro de venta de vides).

A juzgar por los pagos efectuados y las listas de morosos al ServicioProvincial Antifiloxérico, la mayoría de las estacas y barbados se destina-ron al Campo de Cariñena y a Borja.14 A pesar de la intención institu-

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13 Datos de 1903, que se mantuvieron en años posteriores. En 1915 el millar de bar-bados cultivados en los viveros de las Diputaciones Provinciales de Zaragoza y Navarra sevendían a 25 pts.; los pedidos de los ayuntamientos tenía preferencia con respecto a lasrelaciones de particulares.

14 ADPZ, leg. XIV-932. En 1902 se solicitaron algunas plantas a los viveros de laDiputación Provincial de Navarra, «dada la alta demanda de los campos de Cariñena yBorja».

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cional de facilitar la reconstrucción del viñedo a precios bajos, los princi-pales beneficiarios fueron, al menos en un principio, propietarios mediosy de ahí hacia arriba, que posteriormente difundieron los pies americanosentre el pequeño viticultor a cambio de trabajo en la replantación. Erapreciso pagar previamente el valor de las plantas, el coste del embalaje yel transporte. Además, para beneficiarse del servicio, la solicitud debía ircertificada por la alcaldía de la localidad. Al tomar la iniciativa en lareplantación de la vid, la Diputación ejerció cierta presión sobre el mer-cado, evitando que los viveristas vendieran su planta a precios exageradoso la seleccionaran mal, con perjuicio para los viticultores; en ocasiones,no demasiado numerosas, también facilitaba crédito agrícola para replan-tar, sin que el préstamo venciera hasta que la viña alcanzase su plena pro-ducción.

Por lo demás, la Diputación de Zaragoza cedió a los pueblos los ara-dos de desfonde a malacate de que disponía, bien para replantar, bien parahacer pruebas antes de adquirirlos los vecinos más pudientes. Los recibospor utilización de dichos arados provienen mayoritariamente del Campode Cariñena, a pesar de que la empresa del ferrocarril Zaragoza-Cariñenatambién había adquirido instrumental de estas características para facili-tarlo a los viticultores de la comarca. Lo cierto es que este material fuerequerido con bastante frecuencia, pues, ante las muchas solicitudes, seoptó por regularizar su uso, limitando el tiempo de utilización en cadapueblo.15 Se trataba, en definitiva, de aprovechar la infraestructura públi-ca para filtrar cuidadosamente —a través de una experimentación pre-via— la tecnología ofrecida. Pero no fue éste el único caso en que el entor-no institucional actuó de intermediario entre los suministradores de abo-nos, semillas e híbridos y el labrador. Gran parte de estos vendedores se

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15 Un testimonio sobre las condiciones de uso de estos arados de desfonde cedidospor la Diputación, en Pascual de Quinto (1914), p. IX: «Los arados de desfonde movidosa malacate los cede a los agricultores, dando preferencia a aquellos que asocian para la pre-paración de sus tierras su trabajo personal y los animales de trabajo que poseen, sin cobrarpor su uso canon alguno y sin otra limitación que ser de su cuenta los transportes del mate-rial, la reparación de las averías que pueda sufrir durante el trabajo y la alimentación y pagodel jornal (2,50 pesetas) del malacatero que se envía con cada arado para evitar posiblesabusos, y que por ser persona práctica en el manejo de los aparatos que tiene confiados,presta positivos servicios a los usuarios de los mismos».

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ofrecían a los ayuntamientos,16 y a menudo éstos seleccionaban la ofertamás ventajosa para los usuarios, a condición de que el análisis químicodemostrara la presencia efectiva en los abonos o en los plantones de vidcontratados de los componentes prescritos, operación que resultaba costo-sa —si no imposible por el obstruccionismo de la empresa— al compra-dor simple. Tras la filoxera, máxime contando con la experiencia anteriordel oídio,17 los tratamientos anticriptogámicos se hicieron indispensables,y la plantación de cepas americanas y aramones implicó una intensificacióndel cultivo,18 con labores de arado más profundas y frecuentes y una pre-paración del suelo más costosa. Condición sine qua non para obtener ma-yores rendimientos que compensaran las inversiones más altas fue tambiénun aumento en los gastos de abonado, imprescindible para los suelos, amenudo pobres, sobre los que se instalaron los nuevos viñedos. El cambiotécnico agrario avanzó, pues, en la comarca de forma multidireccional yarborescente, es decir, siendo con frecuencia necesario introducir previa-mente nuevas variedades de vides. Los primeros avances se lograron tras laintroducción de innovaciones biológicas relativamente opacas y baratas, y

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16 Es el caso, por ejemplo, de Miguel Lisa y Jordán, vendedor de semillas e híbridosde Zaragoza: «Habiendo llegado a mi conocimiento que esa Corporación desea establecerviveros para la repoblación del viñedo de su término municipal, como encargado de laventa en esta provincia de los Híbridos productores directos que cultiva la SociedadVitícola en Cardedeu (Barcelona), me creo en el deber de dárselos a conocer e indicarlealgunos detalles de ellos [...] Con ellos puede el viticultor no perder ese tiempo en ensayosy pruebas proveyéndose desde el día de las clases más selectas y adecuadas a las condicio-nes de los terrenos de su propiedad». Archivo Municipal de Cariñena, caja 180-14. Tam-bién la Sociedad Enológica del Penedés, S.A., envía al Ayuntamiento catálogo y ofertas conlos precios; igualmente, marcas de productos vitícolas asentadas en la Rioja (por ejemplo,el laboratorio Vitícola-Enológico de la Rioja, Juan José Alonso, S.A.) envían a su agentegeneral de ventas al Ayuntamiento. Especialmente importante fue la labor de abasteci-miento de pies por parte de viveristas catalanes. Por lo que respecta a abonos, en Cariñena,a mediados de los años veinte, únicamente existían dos vendedores de abono, Pablo SusoTello (del Sindicato Católico) y Santiago Murillo.

17 «[…] con un poco de azufre se ha contenido maravillosamente otro mal que sigueexistiendo sin que llame la atención por sus estragos». Actas…, 1882, p. 35.

18 Intensificación que puede apreciarse claramente en los datos que presenta a laPrimera Conferencia Económica Aragonesa, Zaragoza, 1934, vol. I, p. 324. Según sus datos,la productividad de la tierra vitícola en la provincia de Zaragoza aumentó de 12,1 q/ha en1900 a 32,1 q/ha en 1920. En opinión de Pinilla Navarro (1995b), a partir de mediadosde la década de los veinte cayeron nuevamente los rendimientos por descuido de ciertaslabores y atenciones ante la crisis de ventas.

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no tanto con las más caras y aparatosas innovaciones mecánicas,19 pocoadaptadas por otra parte al sector vitícola. En efecto, la vid americanaaumentó las exigencias en bienes de producción; hacía falta descepar, des-fondar, comprar pies americanos e injertar, para lo cual fue preciso acudira un nuevo utillaje y a un mayor uso de fertilizantes. Podemos hablar, portanto, de una interacción entre mejoras en maquinaria, fertilizantes y cul-tivos.20

En primer lugar, fue preciso recurrir a brabants y vertederas, y no yaa picos o arados romanos, para hacer más profundo el desfonde y lossurcos dados a la tierra. Igualmente, gran parte del proceso de roturaciónde tierras emprendido durante la segunda década del siglo sería difícil deexplicar sin este nuevo instrumental. Las cifras traducen la preponderan-cia de arados de vertedera, circunstancia explicable porque en los suelos enpendiente y empedrados el uso del arado Brabant, demasiado pesado,podía resultar dificultoso. Respecto a los arados de desfonde, difundidospor Aragón hasta Valencia en la década de 1890, tuvo que ser la propiaAdministración, por medio de las estaciones enológicas y servicios provin-ciales antifiloxéricos, la que comprase las primeras máquinas, que luego sealquilaban a quienes las solicitaban. No obstante, sólo debieron de utilizarel aparato los cosecheros más acomodados y, al menos en el Campo deCariñena, lo que hicieron la mayoría de viticultores fue adaptar una ver-sión más modesta de este arado de desfonde, el malacate, con tracción ani-mal, en muchos casos tirado por bueyes arrendados en pueblos próximosdel valle del Jalón. El malacate replantaba diariamente entre 180 y 200cepas.

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19 Esta idea participa, por tanto, de la vieja exposición de Collins (1969); ver tam-bién Banti (1989).

20 El proceso encaja bastante bien con algunas de las ideas desarrolladas porRosenberg (1979) y (1994). A su juicio, el impacto simultáneo o complementario deotras innovaciones que aumenten la productividad de la primera pudo favorecer su difu-sión, una vez desarrolladas. Lo que ocurrió en otras zonas de Aragón con la remolacha,que estimuló el empleo de utillaje especializado, o en algunas regiones del sureste asiáti-co, donde la adopción de variedades de arroz de alto rendimiento ha generado toda unaserie de nuevas necesidades respecto al uso de fertilizantes, distribución del agua, tiem-po de cosecha, preparación y control de enfermedades y plagas, pueden constituir pro-cesos semejantes.

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Junto a los nuevos arados, resultó ineludible una mayor utilización deabonos y productos fitosanitarios en las cepas americanas. Si hasta enton-ces, a causa del carácter discontinuo en el tiempo y casi siempre benignode los ataques de mildíu y oídio, los viticultores no los combatían preven-tivamente —sólo después del ataque, que solía ser muy intermitente—,ahora las nuevas variedades plantearán más exigencias en la lucha anti-criptogámica y en la aportación de fertilizantes al suelo. Y no es que anteslos campesinos desconocieran los anticriptogámicos; al contrario, sabíanbien desde la crisis del oídio de los años cincuenta la eficacia del azufrecontra esa plaga. Pero sólo tras la replantación comenzó a utilizarse enmayor magnitud, más para asegurar la cosecha que para obtener incre-mentos espectaculares en la misma. Y es que la minimización del riesgo hasido siempre una pretensión de la actividad económica campesina; de ahíque acepte pronto las innovaciones que reducen riesgos, en nuestro casolos anticriptogámicos y abonos (en otros, la trilladora). Quizás por eso,más que de modernización, preferimos hablar de adaptación a nuevas exi-gencias, lo que no significa que la pequeña burguesía agraria comarcal nofuera «suficientemente burguesa»; al contrario, pensamos que no carecíade auténtico espíritu capitalista, y no hay más que observar hasta quépunto apura las relaciones de producción y cómo aprovecha las desigual-dades en el mercado en beneficio propio.

A partir de 1910 —y sobre todo de 1914—, superado ya lo peor dela crisis de mévente en Francia,21 parte de la exportación de vino comarcalse canalizó al país vecino y parte se destinó al mercado urbano de Zaragozay al País Vasco. De hecho, Bodegas Bilbaínas se había establecido enLongares en 1913. Así pues, se siguió atendiendo a un segmento concretode mercado, el de los vinos baratos, que continuó ofreciendo salidas a par-tir de 1892, aunque ya no en la misma medida. Con todo, los bodeguerosde Cariñena siguieron vendiendo enormes cantidades de vino a granel, aprecios ligeramente inferiores, pero de los pocos datos disponibles parecededucirse que su cuenta de resultados no se resintió de forma grave. Másallá de su adecuación para realizar mezclas, los vinos de Cariñena con fuer-te graduación se valoraban relativamente bien, de acuerdo con la deman-da concreta y las pautas de consumo.

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21 Ver, entre otros, Pech (1975).

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Ya durante la década de 1920, la crisis por exceso de oferta tendió aser reconocida por los gobiernos e instituciones oficiales, que establecie-ron medidas encaminadas a frenar la sobreproducción, pero fue negada oen todo caso minimizada por los representantes y revistas vitícolas, quehablaban de poner el vino al alcance de todo el mundo, considerando casiilimitadas las posibilidades de absorción del mercado. Por ejemplo, losrepresentantes vitícolas del Campo de Cariñena no reconocen un proble-ma de superproducción y prefieren hablar de falta de ordenación, decohesión de los productores y de fomento del consumo. Centran todassus energías en criticar la legislación sobre vinos y alcoholes (o, mejordicho, la carencia de legislación detallada), la falta de unión vitícola o lapermisividad con los fraudes. La cosa resulta paradójica porque añosatrás, mientras las exportaciones a Francia se mantuvieron altas, muchoscosecheros encabezaron el vino enviado al país vecino con alcohol indus-trial, a fin de reforzarlo para que soportase mejor el transporte y el pasodel tiempo.22 Y para encabezar los vinos en origen, los bodegueros y cose-cheros cariñenenses preferían el alcohol industrial, cinco veces más bara-to, al vínico. Sin embargo, durante la Segunda República, las peticionesde la Federación Vitícola Aragonesa estuvieron orientadas a que el Estadose hiciera cargo de toda la producción de alcohol industrial, para regularsu venta en el mercado y asegurar de modo permanente un precio remu-nerador para el vino.

La crisis de ventas puso de manifiesto, finalmente, la necesidad demejorar los procedimientos de elaboración. Buena prueba de ello son losnumerosos testimonios contemporáneos recogidos en la PrimeraConferencia Económica Aragonesa (1933), en los que se aboga por unaviticultura que no se limite a obtener primeras materias para coupages; hayconciencia de la necesidad de elaborar productos bien terminados —vinossuaves, licorosos—, aprovechando los avances de la enología. Enólogosque dirigían las vinificaciones en bodegas cooperativas catalanas —porejemplo, de la Conca de Barbera, del Penedés, de Reus— vienen tambiéna Cariñena. El modelo de desarrollo futuro comienza a articularse más que

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22 Este encabezamiento, según indica Piqueras (1981, p. 69), tampoco molestaba alos comerciantes franceses, «que veían así una forma de introducir alcohol en su país elu-diendo el severo régimen fiscal a que estaba sometido el tráfico de alcohol en Francia».

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en aumentar la producción —con el problema de colocar el vino en elmercado—, sobre la base de conformar un viñedo de calidad. Desdecomienzos de siglo venía solicitándose la Estación Enológica para lacomarca, pero hasta 1931 no llegó el «telefonema» de la concesión, remi-tido desde Madrid por el diputado del distrito («Por recomendación míaacaba firmar Ministro Economía creación estación Enológica en esaCiudad»).23 El objetivo de la Enológica, que finalmente fue inaugurada enagosto de 1933,24 se centraba en construir un viñedo comarcal de calidad.Y lo cierto es que durante los años de la II República los técnicos de laEstación Enológica visitaron locales particulares de elaboración, suminis-traron las plantas más apropiadas a la constitución del terreno y llevaron acabo detallados análisis químicos en las vinificaciones. Pero la Enológicade Cariñena no escapó de la política de supresión de centros de investiga-ción agrícola impuesta en el país a partir de 1940. Fue suprimida el 23 denoviembre de ese mismo año, quedando solamente un laboratorio enoló-gico dependiente de la Jefatura Agronómica de Zaragoza. Al año siguien-te, el material de microbiología existente en el laboratorio se destinó aReus. Una guerra de por medio y un par de décadas oscurantistas tienenbastante que ver en que el objetivo de la calidad enológica estructurada noempiece a conseguirse hasta años muy posteriores, prácticamente hasta ladécada de 1970.

2. Las rémoras enológicas y los obstáculos al cooperativismo

Una vez demostrada la eficacia de ciertas organizaciones agrariascomo freno al sindicalismo de clase, se ha profundizado también en elpapel de este asociacionismo agrario como factor de renovación producti-va, pero, reverso de la moneda, falta ahondar en los obstáculos que, dadoel tipo de organizaciones implantadas y su perfil propietario, se presenta-ron a la formación de cooperativas, en nuestro caso vinícolas. La inter-vención del Estado en la transformación técnica agraria alcanzó sus mayo-res logros cuanto más fluidas fueron las relaciones con el movimientosocietario, pero sobre todo con industriales, comerciantes y propietarios,

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23 Archivo Municipal de Cariñena, caja 181-8.24 Ver El Noticiero, 8-VIII-1933; La Voz de Aragón, 8-VIII-1933.

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que a su vez también lideraban las mencionadas organizaciones enCariñena y utilizaban su «capital relacional». Si, más allá de la estructurade reglas formales de cada asociación, nos acercamos a su verdadero fun-cionamiento interno, notaremos hasta qué punto estas organizaciones sellevaban como si de una gerencia empresarial se tratara y con una claratendencia hacia la centralización de decisiones en manos de sus dirigentes.

El éxito de la intervención de las administraciones públicas en latransformación del sector agrario dependió «del grado de coordinaciónentre el sector público y los distintos grupos de la comunidad local inte-resados en el proceso de innovación».25 En este sentido, las organizacionesagrarias constituyeron en Cariñena un lugar de encuentro entre los sujetossingulares y la forma de racionalidad técnico-científica de los especialistasinstitucionales, pero dicho encuentro no dejó siempre ni necesariamentebeneficios a los pequeños vitivinicultores, sino más bien a hacendadosconcretos y a algunas empresas mercantiles que decidieron hasta dónde sepodía llegar.

La mecanización, adquisición de fertilizantes, mejora de simientes,lucha antiplagas o creación de mecanismos de financiación fueron tareasasumidas por las juntas locales de viticultores y permitieron a ciertospequeños propietarios acceder a algunas de las ventajas de las unidadesde producción mayores. Antes de la crisis finisecular y del impacto de lafiloxera, los labradores de Cariñena no parecían tener gran interés poruna acción colectiva conducente a la mejora de las técnicas. El asocia-cionismo agrario se desarrolló en la comarca como reacción defensiva ala crisis de ventas y a los altos niveles de riesgo que implicaba la adqui-sición de inputs industriales (abonos, anticriptogámicos, barbados, plan-tones, simientes) tras la replantación con nuevas variedades de viña. Esdecir, muchos recurrieron a las organizaciones agrarias para poder efec-tuar las inversiones necesarias tendentes a modernizar la explotación yhacerla más competitiva frente a la pérdida de mercados y la caída debeneficios.

Antes de la Ley de 1887, que estimulaba el asociacionismo rural denuevo cuño, sabemos de la existencia en el Campo de Cariñena de algu-

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25 Gallego Martínez (1998), pp. 13-53.

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nas sociedades de socorros mutuos, pero poco más.26 Sin embargo, desdefinales de la década de los noventa estaban ya organizadas juntas locales deviticultores en todos los pueblos de la comarca, que defendían sus intere-ses frente a la industria alcoholera. Tras la Ley de 1906, la Asociación deViticultores de Aragón, filial de la Asociación de Labradores de Zaragoza,contaba con representación, por lo que hace al Campo de Cariñena, en ca-si la totalidad de los municipios. Para hacernos una idea, mediada la déca-da de los veinte, existían en Cariñena, además de la Junta de Delegaciónde la Unión de Viticultores, las siguientes sociedades agrarias: Casino deCariñena (desde 1891), Centro Mercantil y Agrícola (1911), SindicatoAgrícola de Cariñena (1910) y Casino Católico de Cariñena (1924). Salvocasos excepcionales en que el gobernador civil desautoriza reuniones oexcluye de ellas el «apartado de ruegos y preguntas», solía ser el alcaldequien concedía las autorizaciones. En Encinacorba, el Círculo CatólicoAgrario nacido hacia 1922 intensificó sus actividades en los años siguien-tes para defenderse de la crisis vitícola; en Alfamén, el sindicato agrícolainició su andadura en 1912 como cooperativa de consumo («para propor-cionar a sus asociados carne y los artículos de primera necesidad reconoci-dos como de mayor consumo entre las clases trabajadoras, sin adulteraciónalguna en la calidad, con la mayor exactitud en el peso y medida y con laposible economía en el precio»)27 y acabó convertida veinte años más tardeen una de las más importantes sociedades agrarias de la provincia.

El asociacionismo local ofrecía, además de ocasional suministro deproductos alimenticios, otros medios de apoyo, de reclamo y de captaciónde socios, fundamentalmente créditos, compras colectivas, alquiler deinsumos agrícolas, seguros y socorros mutuos, divulgación agronómica ygestión del material cedido por el Estado. Pero si se pretendía que esteabanico de servicios suministrados adquiriera mayor solidez, se hacía nece-sario integrarse en alguna federación más grande. Si realmente los viticul-tores locales querían mantener cierta capacidad de presión para negociararanceles y acuerdos comerciales, debían formar asociaciones corporativasde más amplia implantación geográfica. El contacto supracomarcal resul-

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26 La Sociedad de Socorros Mutuos de Cariñena, por ejemplo, fue fundada el 18 demayo de 1870, Ver Archivo Municipal de Cariñena, caja 177-14.

27 Archivo del Gobierno Civil, Registro de Asociaciones, caja 89.

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taba imprescindible. En este sentido, las asociaciones vitícolas de Cariñenase ampararon en la Asociación de Labradores de Zaragoza, formando a lapostre la Federación Vitícola Aragonesa.

La Asociación de Labradores de Zaragoza (A.L.Z.) quedó fundada en1901, con mayoría de asociados en Zaragoza capital y en la huerta zaragoza-na, pero en ese año inicial existían ya inscritos en todos los pueblos del Campode Cariñena28 y poco después, en 1908, juntas locales consolidadas. A medidaque durante los años veinte y treinta la A.L.Z. consiga mayor pujanza econó-mica,29 irá penetrando en el tejido social de la comarca hasta lograr el indis-cutible liderazgo entre los viticultores. Sus rivales eran únicamente los propa-gandistas católicos —el Sindicato Central de Aragón—, que conformaronuna infraestructura organizativa de poca entidad en la comarca.30 Durante laII República, con un mayor dinamismo político, alcanzó también algo deimplantación una Alianza de Labradores, de orientación radical-socialista.Pero, en general, el socialismo rural nunca tuvo, ni de lejos, la capacidadmovilizadora de la Federación Vitícola Aragonesa. En cualquier caso, protes-tar contra las medidas legislativas y gubernamentales adversas, presionar parala consecución de acuerdos comerciales o reclamar una presión fiscal supues-tamente más justa sobre la propiedad vitícola pudo difuminar puertas afuera

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28 A.L.Z., Memoria […] de 1901. «Las Sociedades de esta índole [...] debían teneralgo así como un fin material, algo útil, tangible y de beneficio positivo e inmediato parael asociado, si éste había de tener constancia y paciencia para esperar de la Asociación lasmayores ventajas que le fuera posible conceder. A este fin, encontrando realizable el pen-samiento de adquirir primeras materias para abonos, que fueran suministradas al asociadoen condiciones de garantía en su pureza y mejora en el precio, ventajas derivadas de los aná-lisis que habíamos de hacer y de las compras en grande de los productos, acometimos elservicio». La Asociación de Labradores de Zaragoza y su provincia como obra social en laExposición Hispano-Francesa de 1908, Zaragoza, Tip. de E. Casañal, 1908, p. 6.

29 Ardid Lorés (1990) dedica algunas páginas en el tercer capítulo de su tesis a obser-var la solidez cada vez mayor de la caja de ahorros de la A.L.Z. y a cuantificar sus sumi-nistros totales de abonos y semillas.

30 Así parece demostrarlo, al menos, el balance del Sindicato Agrícola Católico deCariñena en 1929, presidido por Andrés Suso (mediano propietario acomodado y vinifi-cador) y con Jaime Ferrer (mediano propietario) y Antonio Ysiegas (mediano propietarioacomodado, también vinificador) como tesorero y secretario, respectivamente. Sus exis-tencias en caja nunca fueron más allá de las 7.000 pesetas, ver Archivo Histórico Provincialde Zaragoza, caja 1214. En contraste, puede observarse el elevado número de afiliados enCariñena a la Asociación de Viticultores de Aragón, también en 1929, en ArchivoMunicipal de Cariñena, caja 180-17. Sobre la constitución de la Junta Local Agrícola en1927, 1934 y 1940, Archivo Municipal de Cariñena, caja 178-19 y 20.

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de las comunidades rurales distintas orientaciones políticas. Al respecto, lossectores dirigentes de estas organizaciones corporativas no dudaron en utilizarel «apoliticismo» como elemento aglutinador en los actos de «afirmación vití-cola». Esta «unidad vitícola», puertas adentro de la comunidad rural, noimplicaba consentimiento normativo por parte de los jornaleros y pequeñosviticultores hacia la actuación de los propietarios y notables de aldea, inte-grantes de los ayuntamientos y de las juntas locales de viticultores.31

A partir de 1910 aumentó significativamente el atractivo de las aso-ciaciones agrarias locales, y sobre todo durante los años veinte, porque, conla afiliación a la Asociación de Labradores de Zaragoza, se produjo unamejora en la oferta de los servicios suministrados. Merced a su caja de aho-rros y a los acuerdos suscritos con determinados bancos,32 los agricultoresafiliados a la Asociación de Viticultores de Aragón podían obtener présta-mos y créditos en condiciones ventajosas, con la obligación de que el dine-ro se emplease en la adquisición de mercancías útiles a la producción.

La conexión elite local-crédito permitió a aquélla controlar los flujos ylas subvenciones, es decir, tanto la actividad de intermediación como las ini-ciativas programadas. Las autoridades locales estaban autorizadas para facul-tar un crédito, declarando a la banca que efectivamente el solicitante era unagricultor con intención de emplear el préstamo en inversiones productivas,o bien para rechazar la solicitud. Por lo demás, también realizaron injeren-cias a la hora de estipular la cantidad de préstamo destinada a cada benefi-ciario. Fue ésta una considerable fuente de control utilizable para fines per-sonalistas-clientelarios, fueran de tipo político o socioeconómico. El propio

226 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

31 Por el contrario, de las veces que el alcalde de Cariñena exigió al gobernador civil fuer-zas de Milicia Nacional o parejas de la Guardia Civil «para restablecer el Imperio de la ley»parece deducirse abundante conflictividad social. Huelgas de obreros agrícolas basadas en rei-vindicaciones salariales hubo, que sepamos, en Alpartir (1916), Cariñena (1918), Encinacorba(1918), Almonacid (1919), Cariñena (1920), etc. Con todo, mayor continuidad debieron detener otras formas de resistencia, a veces más efectivas porque evitaban el riesgo de la con-frontación abierta, tales como sabotajes, robos, incendios y violencia contra la propiedad.

32 Los préstamos otorgados por el Servicio Nacional del Crédito Agrícola se canali-zaban a través de las juntas comarcales para los viticultores. En la Cariñena de 1934, porejemplo, el préstamo destinado a agricultores, vecinos de la localidad, que explotaran direc-tamente fincas rústicas del término municipal, consistía en 250 pesetas por individuo, conun año de duración, un 5% de interés (siempre que se devolviera en el mes del venci-miento; de lo contrario, aumentaba), divisible por meses. En 1934 se beneficiaron en tornoa 140 familias de estos préstamos. Archivo Municipal de Cariñena, caja 431-1.

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mecanismo de autorización del crédito generó y reforzó fidelidades y reco-nocimientos personales hacia los dirigentes agrarios y hacia los ediles, tantomás relevantes si se considera el elevado número de personas que recurrie-ron al crédito agrario. En definitiva, las personas que respaldaban o aspira-ban directamente a encaramarse al poder local no eran, como se vienedemostrando, oscuros aventureros en busca de fácil éxito político sinoimportantes propietarios, a menudo muy inmiscuidos en organizacionesagrarias como forma de metástasis social, lo que les permitía una notabledifusión de prácticas clientelistas para con amplias capas del mundo rural,en un contexto donde existía una lucha política formal e institucionalizada.

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CUADRO 2

CAJA DE CRÉDITO AGRÍCOLA DE LA ASOCIACIÓN DE LABRADORES DE ZARAGOZA, 1903-1908(En pts.)

Fechas Capital anualOperaciones Cantidades

llevadas a cabo prestadas

De 1903 a 1904 12.515 137 24.965

De 1904 a 1905 16.197 170 30.242

De 1905 a 1906 19.408 182 31.493

De 1906 a 1907 22.500 217 39.606

De 1907 a 1908 43.051 361 70.979

De 1929 a 1930 1.632.541 — 1.400.000

FUENTES: Memorias A.L.Z.; 1900-1908, ADPZ; 1929, B.A.L.Z., n.o 312, agosto de 1929,pp. 623 y ss.

Y, junto al crédito, las compras colectivas. Para amplios sectores decampesinado la compra colectiva resultaba el único modo posible de acce-der al uso de maquinaria. A veces, incluso se prueba primero con máqui-nas prestadas o se prefiere adquirir inicialmente las más baratas y simplespara posteriormente, una vez el primer paso se demostraba satisfactorio,emprender una innovación más profunda. De igual modo, las organiza-ciones agrarias locales afrontaron con más garantías la experimentacióninicial de nuevos cepajes, fertilizantes y abonos, fijando las condiciones delabastecimiento y evitando al mismo tiempo los fraudes en los suministros.La garantía de seguridad en los análisis inspiró confianza y fue una de lascausas del incremento progresivo en las cantidades de abono difundidaspor la A.L.Z. en el Campo de Cariñena.

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Los pedidos solían realizarse en «grandes partidas o vagones comple-tos», agrupándose varios viticultores. Hasta 1905 se adjudicó el servicio ensubasta entre las casas expendedoras de abonos, otorgando el suministro ala que ofrecía mejor precio y mayores garantías de calidad. Posteriormente,no se consideró éste como el mejor sistema y se procedió a la compra direc-ta en fábricas y almacenes para evitar intermediarios, analizando ellos mis-mos el producto. Ya en 1908 la A.L.Z. se mostraba satisfecha de la mejorade precios que sus procedimientos habían supuesto para el labrador, sir-viendo sus cotizaciones como regulador al mercado regional de abonos:

Una sola de las materias, que es la de mayor consumo, el superfosfato decal [...] se cotizaba en la plaza en los años 1899 y 1900 a razón de 17 y 18 pese-tas los 100 kilogramos y, después de implantado por nosotros el servicio, havenido oscilando entre 12 y 13 pesetas igual unidad de peso, sirviendo en cier-to modo el precio que señalamos como regulador en este mercado, y por tantoel beneficio se hace extensivo no solamente a nuestros asociados, sino tambiéna todos los agricultores en general.33

228 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

33 La Asociación…, p. 8.

CUADRO 3

ABONOS QUÍMICOS DIFUNDIDOS POR LA ASOCIACIÓN DE LABRADORES DE ZARAGOZA,1900-1908*

Fechas

Superfosfato Nitrato Sulfato Sulfato Cloruro Sulfatocal sosa amoniaco potasa potásico cobre

Kg. Pts. Kg. Pts. Kg. Pts. Kg. Pts. Kg. Pts. Kg. Pts.

Jun.-dic. 1900 97.260 13,7 18.048 33,3 625 40,2 200 37,4 200 31,4 —

En. 1901-marzo 1902 239.880 13,3 53.150 35,7 3.840 42,2 790 41,5 1.410 37,4 —

Abril 1902-marzo 1903 320.850 12,5 50.924 36,5 — — — — — — —

Abril 1903-marzo 1904 969.050 12,5 154.223 40 4.784 50 660 39,5 1.377 34,0 1.067 84

Abril 1904-marzo 1905 979.250 11,5 158.912 41 7.453 50 2.622 39,5 676 34 430 84

Abril 1905-marzo 1906 1.476.450 12 160.669 37,5 4.195 46 1.323 38 1.070 33 —

Abril 1906-marzo 1907 1.586.163 12,2 162.136 35,5 6.906 39 1.603 32,5 2.812 28,5 317 84

Abril 1907-marzo 1908 2.391.142 12,5 291.232 35 12.094 39 6.492 32,5 5.325 28,5 104 84

1927 Total abonos suministrados Total semillas suministradas

6.000.000 kg. 7.500 kg.

* Precios por cada 100 kilogramos.FUENTES: Memorias A.L.Z.; 1900-1908, ADPZ; 1927, B.A.L.Z.

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Por otro lado, la lucha contra las plagas por parte de las asociacionesagrarias, vinculada generalmente a un uso previo de cepajes mejorados,resultó vital en una comarca vitícola como Cariñena. La Asociación deLabradores de Zaragoza, además de actuar como entidad crediticia parafavorecer las replantaciones y de distribuir cepas americanas, desarrollóuna notable labor de prevención de plagas a base de distribuir azufre y sul-fato de cobre, de realizar análisis y de aconsejar sobre las variedades másapropiadas para cada terreno.

CUADRO 4

PLAGUICIDAS DISTRIBUIDOS POR LA A.L.Z. A SUS SOCIOS(En t)

Años Azufre Sulfato de cobre

1904 — 0,4

1906 — 0,3

1908 8,0 2,2

1929 — 3,3

1930 — 6,5

1931 12,8 17,3

1932 7,8 —

1933 11,7 —

FUENTES: Elaboración a partir de Pinilla Navarro (1991), p. 370; Asociación (1908); B.A.L.Z., 1929-1933.

El sindicato vitícola de Cariñena mantuvo contactos con asociacionesde otras comarcas (Utiel, Requena, Penedés...) y envió delegados «a zonasque han sido invadidas antes por la filoxera tales como Navarra, Gerona yTarragona, a fin de enterarse personalmente de los procedimientos em-pleados y de los resultados obtenidos».34 Todo ello contribuyó a unareplantación profunda y temprana. Por su parte, el Sindicato Católico deCariñena adquirió una seleccionadora de semillas en 1909. El SindicatoLa Unión, de Aguarón, busca estar «en todo momento al corriente de losprecios del alcohol», pero es sintomático que apenas adquiriera materialenológico para uso de los socios.35 Contaba a finales de los años veinte con

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34 Archivo Municipal de Cariñena, caja 179-4.35 Archivo Municipal de Aguarón, caja 5-5.

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unos doscientos socios en la localidad y con un capital social de 246.516pts., elaboraba vino pero sobre todo alcohol (21.836 litros en 1927), sien-do obligatorio para todos los socios llevar las brisas a la fábrica de alcoho-les del propio sindicato.36

La mejora en los procedimientos de elaboración, de indudable tras-cendencia en zonas vitícolas,37 y la venta directa de productos enológica-mente bien estructurados aparecen como otro objetivo del asociacionismolocal, pero en este caso se quedó en una declaración inicial de buenasintenciones, por más que exista perfecta conciencia de que la elaboraciónera muy mejorable y no falten abundantes testimonios de técnicos sobreel particular.38 El pequeño viticultor no vinificador se encontraba las másde las veces en situación poco ventajosa para discutir el precio de venta desus uvas, y a menudo se veía obligado a entregarlas a algún bodeguero oalmacenista con quien estaba endeudado o atrapado por lealtades de diver-sa condición. A menudo centraba sus esfuerzos en comprar tierra y replan-tar,39 dejando en un discreto segundo plano la preocupación por mejorarlos sistemas de elaboración. Por otro lado, los almacenistas y comerciantesen vinos que aparecían por el Campo de Cariñena solían ponerse de acuer-do antes de la vendimia en el precio que habían de pagar. Y aún más fac-tores jugaban en favor del nacimiento de cooperativas en Cariñena, comola realidad de una propiedad fraccionada y un numeroso porcentaje de jor-naleros-propietarios y pequeños labradores, lo que originaba un tipo decirculación del excedente que favorecía acumulaciones familiares no muyimportantes. El pequeño viticultor, por tanto, no tenía capacidad para unainversión que modernizase la vinificación en profundidad, de riesgo nopequeño y de cuantía fuera de sus posibilidades.

230 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

36 Archivo Municipal de Aguarón, cajas 37-6 y 37-7.37 La referencia para comparar con otras zonas y calibrar o no atrasos relativos en

cuanto a procesos de elaboración de vinos, en Pan-Montojo (1994).38 De entre la amplia publicística de época destacaremos por su claridad Berbegal

(1904), Bosqued (1890), Actas…, octubre de 1880, Sagols y Ferrer (1895), PellejeroSoteras (1933), Tejero Garcés (1933) y, dentro de las conferencias vitivinícolas de Cariñenade 1891, Tutau (1892) o Tobella (1892). Ferrer Regales (1957, p. 91) describe las modes-tas mejoras alcanzadas en los sistemas de elaboración, circunscritas únicamente a la utili-zación de la prensa de hierro, la reducción del enyesado y la mejor limpieza del utillaje.

39 Acerca de la compraventa de tierras en Cariñena por segmentos de propiedad,Sabio Alcutén (1992).

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A medida que transcurre el primer tercio del siglo, el viticultor localva tomando conciencia de la necesidad de mejorar calidades para dar unasalida al vino más fácil y mejor remunerada. Veía que las crisis vinícolasafectaban mucho más directamente a su vino común que al mercado delvino de calidad.40 Y, al menos teóricamente, las dificultades para mejorarla elaboración del vino quedaban sustancialmente reducidas desde elmomento en que los viticultores podían agrupar sus capitales. Así, a prin-cipios de siglo, aparecieron tímidos intentos de cooperación vinícola, enlos que el sustrato social de los pequeños propietarios más acomodados yde los medianos propietarios resultaba fundamental. En ocasiones, entre lalista de socios fundadores, aparecían también algunos propietarios acomo-dados no vinificadores, que veían en la cooperativa un medio de salva-guardar sus intereses. No obstante, los mayores propietarios no sólo noingresaron en estas primeras cooperativas sino que pusieron obstáculos asu desarrollo, por lo menos hasta después de la Guerra Civil, en medio deun contexto radicalmente distinto, marcado por la impunidad política.Estos propietarios acomodados y vinificadores podían ver con buenos ojosla existencia de la pequeña propiedad familiar, pero no se mostraban favo-rables a que esos viticultores accediesen a las posibilidades de vinificacióny de venta que habían celosamente preservado para sí mismos.41

Antes de que las cooperativas comenzasen a funcionar, existían en elCampo de Cariñena bodegas familiares de tipo tradicional y almacenistasde sociedades mercantiles. No olvidemos, por ejemplo, que BodegasBilbaínas, instalada en Longares, era a principios de siglo el principalcomprador de la zona. Y a esta bodega la acompañaban otras, como VinosTejero, cuya fundación databa de 1850, Vicente Soria, Díaz y Cía. oMariano Ramón, muchas de las cuales se dedicaban tanto a la exportaciónde vinos como a la transformación de sus excedentes en aguardientes, ani-sados y licores. Estas redes comerciales oligopolistas se revelaron como unfactor fundamental para explicar el tardío desarrollo de cooperativas cen-tradas en la elaboración de vino de calidad. Pero, antes de ahondar en estacuestión, volvamos la vista hacia las alcoholeras, que tampoco acabaron defraguar con continuidad bajo forma de cooperativa.

El Campo de Cariñena, 1870-1970 231

40 Ver Pujol Andreu (1984); también, Simpson (1995).41 Archivo Municipal de Cariñena, cajas 180-10 y 179-2.

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Tras la pérdida del mercado francés a fines del XIX, se recurrió a la desti-lación para remediar la crisis de ventas. Con este fin se fundaron en variosmunicipios cooperativas alcoholeras: en Aguarón se creó la primera en 1896y a ella siguieron las de Encinacorba, Cariñena, Paniza y Almonacid. Habráque esperar a 1920 para que unos treinta viticultores de Aguarón constituyanuna cooperativa de elaboración vinícola, arrendando lagares, que apenas durócinco años, pero cuya mala experiencia de gestión será recordada en tentativasposteriores. Por las mismas fechas, 40 socios fundaron otra bodega coopera-tiva en Almonacid, que incluso poseía establecimientos de venta en Zaragoza,pero también desapareció al poco tiempo. Por lo demás, que sepamos, noapareció ninguna otra cooperativa de elaboración vinícola hasta pasada laGuerra Civil, aunque continuaron proliferando grupos de viticultores que seasociaban de forma inestable para elaborar vino cosechero conjuntamente yescapar así en alguna medida a las dificultades de comercialización.

Es indudable que el débil desarrollo de cooperativas vinícolas antes de laguerra influyó en la situación de relativo estancamiento en las técnicas de ela-boración. Por ejemplo, los estatutos de las cooperativas (observadas como unfuturible) prohibían ciertas formas de derrayado (poda) porque, efectuándo-la, aumentaba la producción pero disminuía el grado. Es decir, las cooperati-vas, al cotizar la cosecha de sus socios según el grado, contribuían poderosa-mente a la separación entre viticultor y bodeguero, tan necesaria para mejorarla calidad del vino. Señalaban también las cooperativas el momento inicialde la vendimia, anticipándola en unos terrazgos y aplazándola en otros: notodos los años resultaba oportuno realizar las faenas en la misma fecha, nitodas las variedades de uva podían recolectarse al mismo tiempo. A través dela actuación colectiva, el particular disponía también de información fide-digna sobre la situación de los distintos mercados vitícolas, o recibía consejosobre las variedades y momentos más oportunos para replantar.

En este sentido, y por lo que se refiere a la no aparición de coopera-tivas que perfeccionaran las técnicas de vinificación, a las dificultadesestructurales comentadas (predominio de pequeñas explotaciones pococapitalizadas, vino de pasto no orientado al consumo directo, búsqueda derealización rápida de beneficios en coyunturas favorables en lugar de inver-siones que modernizaran el sector, pero no por escasos conocimientosagronómicos o enológicos) habría que sumar la existencia de grupos rela-cionales previos con intereses comerciales muy distintos a los cooperati-vistas. Dichos grupos, que desarrollaron un efecto-tapón, habían surgido

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a raíz de la caída de la demanda internacional de vino común por el cierredel mercado francés, y en relación con el fraude por medio de productosadulterados que se vendían como vino, que originó a finales de la décadade 1880 la llamada «cuestión de los alcoholes». Esta defensa de interesesvitivinícolas (exigencia de ventajas fiscales para el ramo, rectificación de lascartillas evaluatorias, supresión del impuesto de consumos sobre el vino,reclamo de intervención estatal frente a las destilerías industriales, unifica-ción de las tarifas ferroviarias en lo relativo al transporte de vinos...) con-tribuyó a la formación de un primer núcleo relacional entre los propieta-rios comarcales. Se trataba de grupos de presión, nutridos de bodeguerosy de grandes propietarios, que habían construido mecanismos de inter-vención en el poder. Por ejemplo, respaldaban o formaban parte del aso-ciacionismo oficial de cámaras agrarias locales, que iban a taponar otrasiniciativas cooperativistas orientadas a mejorar los sistemas de elaboraciónde caldos. La Cámara Agrícola de Cariñena, junto a la vertiente de activi-dades relacionada con el cambio técnico-productivo, aspiraba a gobernartodo lo relativo a las vías de comunicación y obras hidráulicas y hastabuscó convertirse en jurado de los posibles problemas agrícolas que sur-giesen en la localidad, amparada en un discurso nucleado en torno a ladefensa de intereses comarcales (vitícolas) y a la ilusión de unidad de lasclases «productoras». Esta Cámara recogía en su interior a ediles del muni-cipio y a miembros del Sindicato de Riegos, uniendo, por tanto, controlde la propiedad, administración de recursos y de los órganos de poder.

Además, este grupo, conectado a la Asociación de Labradores deZaragoza a través de socios individuales concretos, actuó a menudo comointermediario para conceder créditos en metálico y en especie o fertilizan-tes. La vinculación con la entidad de la capital significaba la adhesión a uncircuito comercial con grandes posibilidades dentro del sector de los insu-mos agrícolas y de las renovadas informaciones agronómicas, aprovechan-do la presencia de destacados personajes de Cariñena en la capital zarago-zana como Pellegero Soteras, Marceliano Isábal y algunos más, que poseíanuna experiencia previa en múltiples dinámicas asamblearias relacionadascon la defensa de intereses agrarios y formaban parte (o habían formado)del Gobierno provincial como diputados. Cuando en 1914 se forme laUnión Vitícola Aragonesa, presidida por Marceliano Isábal, entre susmiembros aparecerán preferentemente propietarios y representantes polí-ticos de Cariñena, Daroca y Borja.

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Las elites locales distaban mucho de ser un bloque homogéneo ycompacto, y en el tejido social cariñenense se entremezclaron variados in-tereses. Aparecieron, pues, fricciones con otras estructuras organizativas ode relaciones informales que intentaron proporcionar los mismos serviciosy, además, apostar por una mejora sustancial en la elaboración de vinos,pero de este enfrentamiento entre grupos de poder salieron mejor libradoslos representantes de intereses comerciales, muchos de los cuales, sin em-bargo, también utilizaban la infraestructura de la A.L.Z. en cuanto a mejo-ras vitícolas, actuando como «tapón» en lo que respecta a las innovacionesenológicas de entidad. Eran socios de la A.L.Z. y actuaban a la vez comorepresentantes comerciales, gerentes o directamente propietarios de em-presas vinícolas con criterios de organización netamente capitalistas en susnegocios alcoholeros y de vinos a granel, bien aceptados por el paladar deun segmento amplio de consumidores. Se trataba de gentes que habíanparticipado de lleno en iniciativas vitícolas, pero que en 1911 van a for-mar parte del consejo de administración de la Alcoholera Agrícola delPilar42 para captar los excedentes vinícolas, en lugar de apostar por mejo-ras enológicas de envergadura. Y ello, sin dejar de participar en organiza-ciones agrarias del tipo de la A.L.Z. o del Sindicato Central de Aragón,porque, al margen de reportar las ventajas económicas de su estructuracomercial, se convertían en un tentáculo más del poder de los grandes pro-pietarios comarcales, muchos de los cuales acabarán a la altura de los añostreinta en la CEDA.

Junto a estas iniciativas empresariales y de poder en sentido amplioque obstruyeron otras alternativas, estaban también las malas experienciascooperativas anteriores, hasta el punto de que alguna iniciativa cooperati-vista acabó convirtiéndose en una prosaica empresa mercantil. Y el recuer-do pesaba. Sólo al calor del mayor dirigismo económico de la ley deCooperación de 1942, surgió en 1944 la Bodega Sindical Agraria SanValero de Cariñena; la bodega-cooperativa de Longares data de 1947,Tosos la fundó en 1948 y el resto de municipios comarcales por las mis-mas fechas. Las juntas generales de estas cooperativas estuvieron controla-das por la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos de la locali-

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42 Archivo del Gobierno Civil de Zaragoza, Registro de Sociedades Mercantiles.Constitución de la Alcoholera Agrícola del Pilar, C-52.

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dad,43 algunos de cuyos miembros siguieron manteniendo conexiones congrupos empresariales vinícolas que empezaban a vender el producto alexterior (bodega de Balbino Lacosta) o que ya lo venían haciendo(Bodegas Bilbaínas).

A partir de 1955, y hasta 1967, se autorizaron plantaciones en laszonas con denominación de origen,44 como Cariñena. En 1970 quedóaprobado un nuevo Estatuto de la Viña y poco más tarde se disolvía laComisión de Compras de Excedentes, cuyas funciones pasaban al FORPPA,que las ejecutaba a través del SENPA. Durante todos estos años el coope-rativismo se desarrolló en la zona vitícola de Cariñena, pero pocas coope-rativas pasaron del primer grado y rara vez embotellaban su producción (o,en todo caso, lo hacían a partir de vino poco elaborado en presentación delitro: Monteviejo, un enorme negocio). Entraron en el sector nuevassociedades anónimas —no tan grandes como RUMASA, de amplia pene-tración en denominaciones de origen no aragonesas— y terratenientes queantes se dedicaban a otros cultivos. La lucha entre marcas y cooperativistasmuy interesados en relanzar sus denominaciones de origen quedó abiertanuevamente. Y siguió faltando un sistema cooperativo más integrado enniveles superiores, para atacar los problemas de comercialización de unoscaldos que tenían una potencial calidad innegable. En realidad, duranteaquellos años y más allá del sector vitvinícola, pocas cooperativas aragone-sas tenían participación en industrias agroalimentarias; muchas más esta-ban dispersas, poco capitalizadas y con una estructura financiera defectuo-sa. Las cajas rurales rápidamente se adentraron en el tejido socioeconómi-co de la comarca (hasta el punto de crearse una Caja Rural de Cariñena,todavía activa), pero respetando los entramados de poder ya formados. De

El Campo de Cariñena, 1870-1970 235

43 En muchos pueblos aragoneses la Hermandad era, junto con el Ayuntamiento, laúnica institución oficial; a partir de los años cincuenta desarrolló con exclusividad la polí-tica socio-asistencial del régimen en cada municipio. Allí obtenían los subsidios familiareslos «productores» de la rama agropecuaria, la afiliación a los seguros sociales o ciertas garan-tías sanitarias. Sin embargo, en materia de empleo y de salarios, su actuación se limitó aconfeccionar listas con los parados locales y a acatar calladamente las indicaciones salaria-les que llegaban desde instancias superiores, sin defender mejoras, a pesar del menguadopoder adquisitivo de los salarios agrícolas. La capacidad de maniobra de estas hermanda-des ante los imperativos jerárquicos y legales era prácticamente nula en unas reuniones conun orden del día preestablecido y cerrado, sin posibilidad de plantear nuevos temas ni deintroducir enfoques alternativos.

44 Milans de Bosch Portolés (1995), p. 139.

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hecho, no era rara la figura del alcalde que simultaneaba sus funciones alfrente del Ayuntamiento con la de director de la Caja Rural en la localidad.

Además de las hermandades estaban los consejos reguladores y lascámaras agrarias. En los consejos reguladores de las denominaciones deorigen vitícolas, creados a partir de 1950 como un intento de proteccióna la calidad,45 eran muchos los intereses en juego y muy difíciles de com-paginar. Además de la diversidad de zonas, conviene no olvidar la existen-cia de canales de comercialización altamente monopolizados o de unapublicidad que sólo servía intereses comerciales. En Cariñena, hasta losaños ochenta los sindicatos agrarios democráticos no desempeñaron enellos un papel decisivo; gran parte de los puestos seguían en manos de per-sonas que, aunque algunas poseyeran viñas, tenían sus intereses funda-mentales del lado de la industria, es decir, de sociedades anónimas em-botelladoras interesadas en que las marcas desplazaran a los nombres de laszonas tradicionales. Y la imagen de marca de Cariñena seguía muy pega-da a los graneles y al formato de litro, y no tanto a los caldos más elabo-rados presentados en tres cuartos. A todo esto habría que añadir que losprecios seguían siendo relativamente bajos, y no servían para consolidar elbrote de confianza necesario para ejecutar transformaciones profundas.

Coincidiendo con estas difíciles condiciones para el pequeño produc-tor vitícola, se dio luz verde a la creación de Regulación y ServiciosVinícolas (Resevisa), una sociedad respaldada por la Federación deComerciantes del Vino. Paradójicamente la Junta Nacional de Coo-perativas Vitivinícolas, en manos de gente que venía del régimen fran-quista, apoyó una propuesta que no se discutió en la mayoría de las coo-perativas. La alternativa de la Unión de Agricultores y Ganaderos deAragón (UAGA) pasaba, por el contrario, por que las cooperativas no par-ticipasen en Resevisa, para impedir el control total del mercado por las fir-mas comerciales; más aún, la solución había de ser la creación de coope-rativas de segundo grado que embotellaran y comercializaran el vino,incluyendo la exportación entre sus actividades. Sólo así los viticultoresobtendrían más beneficios.

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45 Sobre los consejos reguladores, impulsados notablemente a partir del Estatuto dela Viña y el Vino de 1970 que relanzaba el Instituto Nacional de Denominaciones de Ori-gen (INDO), López Benítez (1996).

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A la postre, la democratización de los consejos reguladores se revelóimprescindible para preservar la calidad de los caldos aragoneses de lasredes de las grandes empresas centradas en los vinos de mesa baratos(«gaseoseros»). En junio de 1978 quedaron congeladas las elecciones aconsejos reguladores, ante la disparidad de criterios a la hora de definir larepresentatividad. Mientras unos planteaban que había que votar según elnúmero de viñas poseídas, la COAG mantuvo el principio de un hombre,un voto. Un año más tarde, en junio de 1979, se acordó que las coopera-tivas tuvieran representación con arreglo al volumen de su elaboración,pero dicho acuerdo no acabó de respetarse en algunas zonas, comoCariñena. Una democratización del Consejo Regulador podría poner enpeligro los intereses económicos de los más acaudalados vinateros y de lasfirmas implicadas en el negocio: era preferible potenciar marcas quedenominaciones, que en todo caso eran un mero soporte comercial parasus marcas. Por fin, tras varias maniobras destinadas a boicotear la cele-bración de elecciones, éstas tuvieron lugar en 1982. La UAGA ocupómayoritariamente los puestos destinados a representantes de viticultores,aunque las empresas privadas coparon temporalmente el grueso de larepresentación de vinicultores, en perjuicio de las cooperativas, por lo quese arrastraron tensiones durante toda la década. Pero el camino hacia lainsoslayable preocupación por la vinificación de calidad estaba abierto ymarca el momento que atraviesa hoy esta denominación de origen. Lainnovación no sólo se produjo (y se está produciendo) en la tecnologíaaplicable a las bodegas, sino que también los cambios en las estructuras decomercialización comenzaron a dar sus frutos. Por ejemplo, la empresaGrandes Vinos y Viñedos, S.A., que coordina la producción y la comer-cialización de las cooperativas San José de Aguarón, San Roque deAlfamén, San Bernabé de Cosuenda y Cariñena Vitícola SAT, ha conse-guido posicionarse estratégicamente en los mejores mercados europeos,habiendo integrado producción y comercialización de 23 millones de kilosde uva, de la que salen entre 15 y 16 millones de litros de vino. Desde elpunto de vista enológico, las ventajas de la integración se han reveladoimportantes: un volumen cuantioso de uva, de distintas variedades, hapermitido seleccionar cantidades significativas de calidad. En 1998, porejemplo, Cariñena puso en el mercado 13,5 millones de botellas de vinode tres cuartos de litro. Con ser bueno el dato, es más positivo aún si setiene en cuenta que las ventas han progresado más en la exportación que

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en el mercado interior, quizás porque en la exportación no han influidotanto condicionantes históricos ni prejuicios sobre los vinos, sino que sevenden o no se venden atendiendo a su mejor relación calidad-precio. Laexportación supone ya el 44% de la comercialización total del vino deCariñena, aumentando especialmente en las gamas más altas y pagadas amejor precio. Este crecimiento en las ventas se ha conseguido, como ele-mento añadido, pagando altos precios por la uva a los viticultores: losembotelladores del tres cuartos han pagado mucho más que aquellasbodegas, ya las menos, que destinan la mayor parte de su producción a losgraneles.

Los viticultores de Cariñena conocieron una edad de oro a finales delsiglo XIX, pero no aprovecharon (o no pudieron aprovechar) aquella coyun-tura de altas ventas para invertir en mejoras de calidad. Cien años después,por ventas interiores, por la exportación, por las nuevas inversiones, por lasmejoras en calidad, Cariñena vive el mejor momento de su ya larga histo-ria como región productora de vino, pero nuevos retos y nuevos esfuerzosestán ahí. Y ya sabemos que la historia no tiene nada de teleológica.

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* El presente trabajo se halla vinculado al proyecto de investigación La modernizaciónde los medios de transporte y la formación del mercado entre 1815 y 1935 (PB97-0940), finan-ciado por la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación. Quiero hacer constar miagradecimiento a Mercè Tolrà y Coia Escoda, archiveras responsables del Arxiu Històric delPort de Tarragona, por las facilidades que me dieron y las atenciones que tuvieron conmigodurante el vaciado de la información utilizada para la redacción del presente estudio. Agra-dezco también a J. Colomé, J. Torras, P. Pascual y C. Sudrià sus comentarios y sugerencias,responsabilizándome en exclusiva de los posibles errores cometidos en las páginas siguientes.

1 Cit. en Nieto Galán (1994), p. 334.

CAMBIOS ESTRUCTURALES EN EL COMERCIO VINÍCOLA

Y PROGRESOS EN LA CIENCIA ENOLÓGICAEN CATALUÑA DURANTE

EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XIX*

Francesc Valls JunyentUniversitat de Barcelona

Nous n’avons besoin que des lumières de la Chimie pour faire denos vins, une branche de commerce la plus importante qui puisse exis-ter en Europe.

J.J. Ardèvol Cabré, Dissertation économico-chimico-médicale surla vigne, le vin et quelques autres de ses produits appliqués à la Médecineet aux Arts, An IX (1801), p. 19.1

La especialización en el cultivo de la viña constituyó en la Cataluña delsiglo XVIII una de las más significativas líneas de modernización agraria, yaque la viticultura permitía soslayar las limitaciones en términos de incre-

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mentos de la producción y de la productividad que presentaba el tradicio-nal cultivo de cereales en el contexto de una economía de base orgánica.2

El proceso de especialización vitivinícola de diversas comarcas dellitoral y prelitoral catalán fue posible gracias a la inserción de la economíaregional en los circuitos del comercio internacional, a través de los cualesse daba salida a los importantes excedentes de vino, habitualmente trans-formados en aguardiente. El papel del comercio internacional no se limi-taba, sin embargo, a dar salida a la producción vinícola, ya que era en elexterior donde Cataluña debía proveerse de los cereales que, en virtud desu especialización vitícola, renunciaba a producir.3

El avance de la viticultura en Cataluña arranca de fines del siglo XVII

y se aceleró considerablemente a partir de mediados del XVIII.4 Pero duran-te las primeras décadas del XIX el proceso de especialización vitivinícola sevio amenazado por la profunda reestructuración a la que tuvo que enfren-tarse el comercio de exportación vitícola, en particular, y el conjunto delcomercio exterior, en general.5

Es precisamente la recomposición del comercio vinícola catalán en lasprimeras décadas del siglo XIX lo que constituye el objeto del presente artícu-lo. En las páginas que siguen se sostiene que la reestructuración que duran-te el primer tercio del ochocientos tuvo que afrontar el comercio exporta-dor vitivinícola catalán afectó tanto al tipo de producto exportado como alos mercados en los cuales dicho producto era comercializado. De hecho,ambas cuestiones, como se verá, están estrechamente relacionadas entre sí,pues, en definitiva, los exportadores catalanes se vieron obligados a adap-tar el producto que ofertaban a los cambios que se operaron en los merca-dos sobre los cuales actuaban.

En el contexto de esta profunda reconversión del sector se dieron impor-tantes esfuerzos en Cataluña para aplicar los progresos que la moderna cienciaenológica estaba haciendo en Francia desde finales del siglo XVIII, y se adopta-

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2 Vilar (1964-68), vol. III, pp. 356-362, y (1980); Torras Elías (1994); Valls Junyent(1996).

3 Torras Elías (1994).4 Giralt Raventós (1952); Torras Elías (1994). La cronología del proceso de especia-

lización vitivinícola catalán se intenta precisar en Valls Junyent (1996), capítulo 5.5 Sobre la coyuntura vitivinícola: Torras Elías (1976); Fradera (1987b), pp. 321-324;

Colomé Ferrer (1990); y Colomé Ferrer y Valls Junyent (1994).

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ron innovaciones tecnológicas de gran transcendencia para la industria vitivi-nícola. Este proceso de innovación tecnológica experimentado por la vinicul-tura catalana durante las primeras décadas del siglo le imprimió algunas de suscaracterísticas más duraderas. De esta forma, la relevancia histórica de lasinnovaciones introducidas durante el primer tercio del XIX no se circunscribeal ámbito cronológico estricto en el que se produjo sino que lo rebasa amplia-mente, puesto que dichas innovaciones marcaron profundamente la evolucióndel sector vitivinícola catalán durante buena parte de aquella centuria.

1. Aproximación a la evolución de las exportaciones vitícolascatalanas durante el primer tercio del siglo XIX

El volumen de las extracciones de vinos y aguardientes y los merca-dos hacia los cuales se dirigían son dos variables fundamentales para cono-cer la evolución del comercio vitivinícola catalán en el período que nosocupa. Pero la inexistencia de cifras oficiales sobre el movimiento de lospuertos y las aduanas hace bastante difícil tener una idea precisa del com-portamiento de dichas variables.

Por el momento, con la única fuente con la que se ha podido contar,tanto para intentar reconstruir el volumen de vinos y aguardientes comer-cializados como para ver en qué mercados se comercializaban, han sido losregistros del cobro de un arbitrio o derecho de puerto que gravaba la entra-da y salida de mercancías por las playas y puertos del tramo de costa queva de Sitges a Cambrils.6 En dicho fragmento de costa (conocido comoCosta de Ponent) se hallaban puertos con un tráfico vinícola tan relevan-te como el que se llevaba a cabo desde Villanueva y Geltrú, Vendrell,Tarragona o Salou. Esta fuente comprende, cronológicamente, el períodoque va de 1800 a 1836, con algunas lagunas y limitaciones que se descri-ben en los apéndices. Con estos datos, referidos precisamente a aquel sec-

El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 241

6 El importe de este arbitrio se aplicaba a la financiación de las obras de construc-ción del puerto de Tarragona, razón por la cual los estados detallados del cobro de este arbi-trio se conservan en el Arxiu Històric del Port de Tarragona (AHPT). El primero en utilizaresta fuente fue Segarra Blasco (1994) para estudiar la evolución de las extracciones vitivi-nícolas entre 1800 y 1820. Para más información y una valoración de la fuente, véanse losapéndices (infra, pp. 261-264).

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tor de la costa catalana por el que buena parte de los caldos del país ini-ciaban su largo viaje hacia los mercados donde habían de ser consumidos,se pretende analizar los cambios experimentados por el comercio de expor-tación vitivinícola catalán.

Las cifras totales de extracción de vinos y aguardientes por los puer-tos y playas de la Costa de Ponent se pueden encontrar en los apéndices 1y 2 (infra, pp. 261-262) y se presentan resumidas en el cuadro 1.

CUADRO 1

EXTRACCIONES DE VINOS Y AGUARDIENTES POR LOS PUERTOSY PLAYAS DE LA COSTA DE PONENT

Medias anuales de cada uno de los períodos (en cargas)a

Años Aguardiente Aguardiente Vino Total Aguardiente Vino Total(equivalente 1800-1803 1800-1803 1800-1803

en vino) =100 =100 =1001 2 3 2 + 3

1800-1803 114.296 493.328 158.406 651.734 100 100 100

1805-1808 103.622 452.194 142.733 594.927 91 90 91

1815-1819 47.394 212.067 143.172 355.239 41 90 55

1820-1822 39.430 178.076 99.581 277.657 34 63 43

1824-1826 46.786 213.285 147.512 360.797 41 93 55

1827-1829 49.128 225.424 140.014 365.438 43 88 56

1830-1832 56.044 258.903 192.272 451.174 49 121 69

1833-1835 62.991 292.928 223.859 516.787 55 141 79

a La unidad de capacidad (a la cual se han reducido todas las demás que aparecen en la docu-mentación) utilizada en el presente trabajo es la carga, que equivale a 121,4 litros. Ver Alsina,Feliu y Marquet (1996), p. 135.

FUENTE: Ver notas a los apéndices (infra, pp. 263-264).

Las cifras del cuadro 1 ponen de manifiesto dos hechos:

1) una fuerte caída de las extracciones de aguardientes, la cual, si bienparece haber tocado fondo durante los años del Trienio Liberal, noexperimentó una recuperación demasiado notable en los añossiguientes;

2) una disminución mucho menos importante de las extracciones devinos, las cuales, además, a partir de los años del Trienio Liberal

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experimentaron un alza significativa, hasta el punto de que a prin-cipios de los años treinta ya se habrían sobrepasado los mejoresniveles de principios del siglo XIX.

En conjunto, si se procede a convertir el aguardiente en su equiva-lente en vino (aplicando al aguardiente un multiplicador igual a las uni-dades de vino necesarias para obtener una unidad de aguardiente),7 seconstata que las extracciones vitivinícolas (ya sea en forma de vino comotal o destilado) por los puertos de la Costa de Ponent cayeron en cerca deun 40% entre los relativamente buenos años de 1803-18068 y 1820-1822.Desde principios de la década de 1820 se inició un aumento sostenido delas extracciones vinícolas, de forma que a mediados de los años treintaéstas se situaron un 30% por debajo de las de los años que sirven de basepara estos cálculos (1803-1806). Tal recuperación estuvo principalmentesostenida por el buen comportamiento de las exportaciones de vinos comotales (sin ser convertidos en aguardiente). El hecho permite concluir queuno de los cambios más significativos experimentados por el comerciovitivinícola catalán durante las primeras décadas del siglo XIX tiene que vercon la tipología del producto objeto de comercialización. A lo largo de esteperíodo se produjo una progresiva sustitución del aguardiente por el vinoen la oferta vitivinícola catalana, un fenómeno estrechamente relacionadotanto con los cambios experimentados por los mercados sobre los cuales

El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 243

7 Las cantidades de vino necesarias para la obtención de una unidad de aguardientese han tomado de Roura (1839). Según este autor, eran necesarias 3,75 unidades de vinopara fabricar una unidad de aguardiente prueba de Holanda común de 19,5 grados Cartier,y 4 unidades para el tipo Holanda refinado (20 grados Cartier). Para la fabricación de unaunidad del aguardiente prueba de aceite común (también denominado aguardiente 3/4) seprecisaban 4,8 unidades de vino y 5,04 unidades para el prueba de aceite refinado (25 gra-dos Cartier). En mis cálculos, para simplificar, he aplicado la equivalencia 4/1 a la deno-minación comercial prueba de Holanda y 5/1 a la prueba de aceite, que son las únicasvariedades que se especifican en las listas del cobro del arbitrio de los 9 y 6 maravedís. Elcoeficiente 8,26 unidades de vino para la fabricación de una unidad de aguardiente queobtiene Segarra Blasco (1994, p. 51), a partir de la contabilidad de la fábrica de aguar-dientes que la Compañía de Aragón tenía en Calaf, parece demasiado alto y seguramentese justifica por el empleo de los vinos muy flojos cosechados en los altiplanos centrales deCataluña (Segarra, Urgell, Solsonés).

8 Los años de 1803 a 1806 coinciden con un corto período de relativa bonanzacomercial, a pesar de que a partir de enero de 1805 se reanudaron las hostilidades entreEspaña y Gran Bretaña, que habían cesado en marzo de 1802 con la firma de la paz deAmiens. Sobre la coyuntura comercial véase Vilar (1964-68), vol. IV, pp. 145-154.

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Como se puede apreciar en el cuadro 2, los aguardientes de baja gra-duación perdieron peso relativo en el conjunto de las extracciones deaguardientes. El aguardiente prueba de Holanda, un destilado que marca-ba entre 19,5 y 20 grados en el areómetro Cartier (51,8 y 53,4 grados cen-tesimales) pasó de representar más del 60% en los primeros años del sigloXIX a no llegar al 30% a principios de los años treinta. Por contra, losaguardientes de más elevada graduación ganaron peso específico en el con-junto de embarques realizados en la Costa de Ponent. El aguardiente prue-ba de aceite, con una graduación de unos 24,75 grados en el areómetroCartier (unos 67 grados centesimales), pasó del 37 a más del 67% del totalde extracciones de aguardientes.

actuaba el comercio vitivinícola catalán como por los avances que en estosaños experimentaron la ciencia enológica y la tecnología vinícola. Lamejora de las técnicas de vinificación y de conservación de los vinos hicie-ron posible la comercialización de una cantidad creciente de los mismos,sin que tuvieran que pasar por el alambique.

2. Cambios en la tipología de los aguardientes comercializados

Los cambios en el tipo de producto puesto en el mercado no se limi-taron a una reducción del volumen de aguardiente exportado y a unaumento del de vino. También se dieron cambios significativos en la tipo-logía de los destilados comercializados.

244 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

CUADRO 2

TIPOLOGÍA DE LOS AGUARDIENTES EMBARCADOS EN LOS PUERTOS Y PLAYAS DE LA COSTA DE PONENT

Tipos de aguardiente 1803, 1805 y 1806 1830, 1831 y 1832

Aguardiente prueba de Holanda 61,7 27,9

Aguardiente prueba de aceite 37,1 67,4

Aguardiente anisado 1,2 4,7

Total 100,0 100,0

FUENTES: Los porcentajes del trienio 1803, 1805 y 1806 se han calculado a partir de SegarraBlasco (1994), p. 187; los del trienio 1830, 1831 y 1832 proceden del propio recuentoefectuado en los estados del cobro del arbitrio de los 9 y 6 maravedís que se conservanen el AHPT.

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El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 245

CUADRO 3

TIPOLOGÍA DE LOS PRODUCTOS VITIVINÍCOLAS EMBARCADOS EN LA COSTA DE PONENT

Productos vitivinícolas Medias anuales Porcentaje Porcentaje de de equivalente sobre el total variación

en vino (cargas)

1803-06 1830-32 1803-06 1830-32 1803-06 1830-32

Aguardiente prueba de Holanda 331.753 62.532 44,1 13,7 100 18,8

Aguardiente prueba de aceite 249.877 188.855 33,2 41,5 100 75,6

Otros aguardientes 7.020 11.876 0,9 2,6 100 169,2

Total aguardientes 588.651 263.264 78,2 57,8 100 44,7

Vinos 164.123 192.272 21,8 42,2 100 117,2

TOTAL 752.774 455.536 100 100 100 60,5

FUENTES: Las mismas del cuadro 2.

El conjunto de cambios en la tipología de los productos vitícolasembarcados en la Costa de Ponent se puede apreciar en el cuadro 3. En élse muestran las cantidades del equivalente en vino de cada uno de los tiposde aguardientes comercializados desde los puertos y playas de la Costa dePonent en los trienios 1803, 1805 y 1806 y 1830 a 1832.

Si dejamos de lado el apartado correspondiente a «otros aguardientes»(constituido principalmente por el aguardiente anisado), observamos:

1) El único incremento se registra en el vino como tal, las extraccionesdel cual aumentaron un 17% a lo largo del primer tercio del siglo XIX.

2) En lo que se refiere a la cantidad de vino transformada en aguar-diente, en conjunto se aprecia una reducción de más del 50%.

3) Es importante no perder de vista, sin embargo, que la disminuciónde las extracciones de vino transformado en aguardiente se debeprincipalmente a la caída de más del 80% de las extraccionesde vino en forma de aguardiente de baja graduación (prueba deHolanda), las cuales, a su vez, pasaron del 44 al 13% de las extrac-ciones totales. La cantidad de vino convertido en aguardiente demás elevada graduación (prueba de aceite), también experimentóun retroceso, pero fue mucho menor, cerca del 25%. De estaforma, el porcentaje que la cantidad equivalente de vino que losaguardientes de mayor tenor alcohólico representaban sobre lasextracciones totales de productos vinícolas pasó de 33 a 41.

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En definitiva, pues, las cifras del cuadro 3 confirman el avance signi-ficativo de las extracciones de vino como tal y el retroceso de las de aguar-diente, disminución que afectó principalmente a los aguardientes de bajagraduación (prueba de Holanda).

3. Viejos y nuevos mercados para la producción vitivinícola catalana

Los cambios en la tipología de los productos comercializados por elsector vitivinícola catalán deben relacionarse con los cambios que a su vezse produjeron en los mercados en los cuales actuaban los exportadores deaguardientes y vinos, y más genéricamente con la nueva configuraciónadoptada por el conjunto de relaciones exteriores de la economía catalanadespués de la ocupación napoleónica.9

La fuente hasta aquí utilizada permite obtener una aproximación a losdestinos de las extracciones de vinos y aguardientes, aunque presenta algu-nos problemas. En primer lugar, debe tenerse en cuenta que el destinoseñalado para cada uno de los cargamentos efectuados en los puertos y pla-yas desde Sitges a Salou raras veces es el destino final del mismo. Enmuchas ocasiones, el puerto de destino que aparece en los listados delcobro del arbitrio corresponde a un mero puerto-escala, desde donde lamercancía es reexpedida hacia el mercado donde debe ser consumida (oincluso hacia otro puerto-escala). El ejemplo más ilustrativo es, quizás, eldel puerto de Barcelona, hacia el cual se expedían desde la Costa dePonent grandes cantidades de vino y aguardiente a través de la numerosay activa flota de cabotaje catalana. Estos productos, que sólo en una partemínima debían ser para el consumo de la capital catalana, una vez en Bar-celona, sin ni siquiera tocar tierra, eran transbordados hacia los barcos demayor tonelaje anclados en el puerto, que se encargaban de transportarloshacía sus destinos finales (habitualmente, algún puerto americano).10

246 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

9 La descripción detallada de la transición del modelo setecentista al modelo ocho-centista de relaciones exteriores se encontrará en Fradera (1987a).

10 El papel que desempeñaba el puerto de Barcelona en las exportaciones vitiviníco-las era explicado del siguiente modo por Emerecià Roig a principios del siglo XX: «en tempsdels nostres avis, fou el vi la mercaderia que donà més nòlits a la marina velera catalana.Els colliters i exportadors hi tenien bon guany, perquè a Amèrica el pagaven bé. Els vins

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Nuestra fuente, por tanto, no nos informa de los mercados propia-mente dichos de los vinos y aguardientes embarcados, sino exclusivamen-te de la primera etapa del largo trayecto que muchas veces éstos debíancubrir desde sus puntos de embarque hasta el sitio donde finalmente eranconsumidos. Tal limitación es especialmente importante para el períodoque nos ocupa, puesto que después de 1814 las dificultades para el accesoa los mercados americanos provocadas por la guerra entre las repúblicassurgidas del proceso de emancipación colonial y la antigua metrópoli obli-gaban a hacer uso de los servicios de marinas extranjeras, que se contrata-ban en varios puertos-escala extranjeros como, por ejemplo, Gibraltar.11

Otra limitación de la fuente proviene de que no en todos los casos seexpresa el puerto de destino de los vinos o aguardientes embarcados. Estalimitación es más patente en los años del primer período (1803, 1805 y1806), para los cuales sólo se ha podido llegar a conocer el puerto de des-tino de entre el 30 y el 40% de los vinos y aguardientes embarcados. Detodas formas, los resultados, que se muestran resumidos en el cuadro 4,parecen bastante ilustrativos de los cambios operados en los mercados dela vinicultura catalana a lo largo del primer tercio del siglo XIX.

Dado el carácter de muestra de las cifras obtenidas, se ha optado porrepresentar únicamente los porcentajes correspondientes a cada uno de lospuertos de destino de los embarques de vinos y aguardientes, agrupadospor áreas comerciales.

El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 247

eren de Vilafranca del Penedès, del Vendrell, del Camp de Tarragona, de Sitges i deVilanova i la Geltrú [...]. El de Sitges, Vilanova i Torre d’en Barra, venien per mar, en bar-ques de mitjana. [...] Les barques de mitjana atracaven al peu dels velers, fondejats a laDàrsena Nacional. Des del veler, un parell de bussells, hissava les botes i les traslladava dela barca al bergantí o bricbarca». Roig (1929), pp. 149-150.

11 Ver infra, nota 19 (p. 253).

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CUADRO 4

PUERTOS DE DESTINO DE LOS VINOS Y AGUARDIENTES EMBARCADOSEN LA COSTA DE PONENT

(En porcentajes)

Puertos Aguardientes Vinos

1803-06 1815-20 1824-26 1827-29 1830-32 1803-06 1815-20 1824-26 1827-29 1830-32

Puerto de Barcelona 7.8 9.1 2.8 8.1 6.8 11.1 17.0 17.1 26.4 35.0

Resto de Cataluña 0.6 2.3 1.4 1.7 1.0 2.1 6.5 1.7 5.5 0.4

Baleares 0.0 1.6 2.7 2.4 1.4 1.4 0.8 1.1 2.5 2.3

Murcia 0.0 1.1 0.4 0.4 0.2 5.0 0.7 0.1 0.1 0.0

Andalucía 3.1 42.4 30.0 28.3 32.9 12.1 43.0 19.1 23.4 21.1

Galicia 6.0 9.9 12.6 14.1 5.3 9.4 2.4 2.1 2.6 2.0

Cantrabria 0.0 1.1 19.2 8.3 11.8 0.0 0.4 0.9 0.9 2.4

Otros destinos 0.3 4.0 5.2 4.2 5.9 0.4 0.9 0.2 0.6 0.7

Total resto de España 9.5 60.1 70.1 57.6 57.5 28.5 48.2 23.5 30.0 28.5

Estados Unidos 6.6 0.2 1.0 0.7 0.9 2.1 0.4 0.8 2.0 1.3

Cuba 0.0 0.0 0.0 0.3 0.3 0.1 0.4 0.0 0.8 0.9

Brasil 0.0 0.6 5.9 3.4 12.7 0.0 5.6 16.2 18.8 26.3

Uruguay 0.4 0.0 0.1 0.1 0.0 0.6 0.0 0.7 0.5 0.0

Otros destinos 2.5 0.2 0.0 0.1 0.0 0.5 0.2 0.0 0.2 0.1

Total América 9.5 1.1 7.1 4.6 13.9 3.4 6.6 17.7 22.2 28.6

Italia 2.3 1.7 1.8 1.7 3.1 2.7 4.7 1.8 2.6 0.7

Turquía 0.6 0.0 0.0 0.0 0.0 7.7 0.0 0.0 0.0 0.0

Otros destinos 0.0 0.0 0.2 0.2 0.4 1.1 1.1 0.8 0.5 1.1

Total Mediterráneo 2.9 1.7 2.0 2.0 3.6 11.5 5.8 2.6 3.1 1.8

Alemania 30.3 0.5 0.5 0.9 2.9 14.9 0.2 0.1 0.0 0.3

Dinamarca 10.3 0.0 0.0 0.0 0.0 2.3 0.0 0.1 0.0 0.0

Holanda 2.9 0.9 0.0 0.0 0.9 2.7 1.2 0.2 0.1 0.3

Inglaterra 0.3 5.4 0.4 2.8 5.6 1.7 1.2 6.0 3.8 1.7

Otros destinos 22.4 6.5 2.7 0.8 2.0 15.9 2.0 0.5 0.0 0.5

Total Europa bálticay noratlántica 66.2 13.2 3.5 4.5 11.4 37.6 4.6 6.8 3.9 2.6

Portugal 3.5 5.7 8.2 1.5 1.1 5.5 2.3 18.3 3.7 0.3

Gibraltar 0.0 2.2 4.7 19.8 4.5 0.0 4.8 10.6 4.4 2.7

Otros destinos 0.0 4.5 0.2 0.3 0.2 0.4 4.2 1.7 0.8 0.0

Total Europasuratlántica 3.5 12.4 13.1 21.6 5.8 5.9 11.3 30.6 8.9 3.0

100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

FUENTES: Elaborado a partir de los datos extraídos de los libros del cobro del arbitrio de los 9 y 6maravedís conservados en el AHPT.

248 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

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4. Aguardientes: la pérdida de los mercados noreuropeos y el avance del mercado interior español

A principios de siglo los puertos situados en el canal de la Mancha,mar del Norte y Báltico recibían las dos terceras partes de las extraccionesde aguardientes realizadas a través de los puertos y playas de la Costa dePonent. Al inicio de la década de 1830 los embarques de aguardienteshacia dicha area comercial apenas sobrepasan la décima parte. La pérdidadel mercado noreuropeo estuvo, sin duda, en el origen de la fuerte caídade las extracciones de productos vinícolas en su conjunto, aunque fueronlos aguardientes de baja graduación (prueba de Holanda) los que salieronespecialmente perjudicados.

Este retroceso de las extracciones hacia el Atlántico Norte y el Bálticofue paralelo al avance del mercado interior español. Las extracciones deaguardientes hacia puertos españoles, que representaban menos del 10%en los primeros años del siglo XIX, ya superaban el 57% en 1830-32. Esteprogreso en términos relativos del mercado español significaba en térmi-nos absolutos (de cantidad de aguardiente embarcado) un incremento del180%. Dicho en otras palabras, la cantidad de aguardiente remitido haciaotros puertos españoles casi se habría triplicado. Si dejamos de ladoGalicia —región que ya desde el principio era destino de una cantidadnada despreciable de los aguardientes embarcados, pero que no aumentósu cuota como mercado de los mismos—, parecen haber sido Andalucíay Cantabria las responsables del incremento del peso del mercado interioren el comercio catalán de aguardientes.

Los puertos andaluces recibieron solamente el 3% de los aguardien-tes salidos de la Costa de Ponent entre 1803-06 y casi la tercera parte delos mismos en 1830-32. Este aumento puede estar vinculado con los pro-gresos experimentados durante este período por el sector vinícola deexportación andaluz, el cual demandaba cantidades importantes de alco-holes para el encabezado de los vinos que exportaba. La escasa entidad dela industria alcoholera andaluza obligaba a estos productores a proveersede alcohol fuera de la región, y fue en el Camp de Tarragona donde variasde las casas exportadoras andaluzas más representativas encontraron sus

El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 249

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suministradores.12 Esta relación comercial hizo que algunas de ellas lle-garan a establecer estrechos vínculos con sus proveedores catalanes dealcohol vínico.13

Cabe remarcar, no obstante, que el producto que demandaba el mer-cado andaluz era el espíritu de vino o alcohol. Se trata, por tanto, de unproducto sustancialmente diferente del aguardiente de baja graduaciónque a finales del siglo XVIII y primeros años del XIX los exportadores cata-lanes comercializaban predominantemente en los mercados noreuropeos.Es muy posible que fuera precisamente el crecimiento del mercado anda-luz una de las razones del cambio del tipo de aguardiente ofertado por losproductores catalanes que se ha analizado en el apartado anterior. Si elretroceso de los aguardientes de baja graduación puede relacionarse con lacaída de las exportaciones al mercado nortatlántico, el mantenimiento delas extracciones de aguardientes de mayor graduación («espíritus») tuvouna de sus causas en el aumento de peso específico del mercado andaluz.14

El extraordinario incremento de los envíos de aguardientes aCantabria debe relacionarse con la intensificación de las relaciones comer-ciales entre Cataluña y aquella región española, que se produjo a partir de1820, cuando quedó prohibida la importación de cereales extranjeros.Dicha prohibición, a la vez que yuguló el flujo comercial con el norte de

250 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

12 Maldonado Rosso (1997, p. 101) constata que, bien avanzado el siglo XIX, y apesar del desarrollo conseguido por el sector alcoholero gaditano en el marco de Jerez,«grandes, medianas y pequeñas empresas vinateras empleaban aguardientes foráneos, porlo general catalanes» para encabezar vinos.

13 Un caso un poco posterior a la época que se trata en el presente estudio, pero muyilustrativo del estrechamiento de vínculos entre los productores catalanes de espíritu y losembocadores andaluces, lo constituye la relación entre las casas De Muller (de Tarragona)y Pedro Domecq (de Jerez). La casa tarraconense, desde su fundación en 1850, combinóel embarque de vinos de las comarcas de Tarragona (Priorato, principalmente) con la fabri-cación de espíritu de vino. Ya desde el principio, Pedro Domecq fue uno de los clientesimportantes de la firma tarraconense por sus voluminosas compras de espíritus, pero surelación con la firma De Muller se reforzó considerablemente a partir de 1872, momentoen que Pedro Domecq Loustan entró como socio de la firma tarraconense con la aporta-ción de la nada despreciable suma de 100.000 pts. Arxiu Històric de Tarragona, fondo DeMuller, sign. 641, y fondo notarial, notario Antonio Soler, protocolo de 1872, vol. 1, f. 37.

14 Durante el primer tercio del siglo XIX se produjo un incremento significativo de lasexportaciones de vinos andaluces a Gran Bretaña. Es en este momento cuando en palabrasde Pan-Montojo (1994, pp. 43-45), el sherry arrebató al oporto su liderazgo en el mercadoinglés. Sobre esta cuestión véase también Johnson (1990), pp. 436-454.

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Europa, basada en el intercambio de cereales y manufacturas diversas poraguardientes y vinos, abrió las puertas a un activo comercio con los puer-tos del norte de la península, por los cuales transitaban los cereales de lasubmeseta norte hacía los grandes centros de consumo de Cataluña.15 Estosignifica que la tradicional forma de pagar las importaciones catalanas decereales con aguardiente se mantuvo, al menos en parte. Lo único quehabía cambiado a la altura de principios de los años treinta del XIX era elárea proveedora de dichos cereales.

La entidad del incremento del peso del mercado interior español enel comercio catalán de aguardientes queda realzada si se tiene en cuentaque, en buena medida, los aguardientes expedidos hacia puertos españolesa finales del siglo XVIII y en los años anteriores a la guerra de la Indepen-dencia estaban destinados a la reexportación hacia la América colonialespañola. De hecho, casi todos los puertos españoles que recibieron aguar-dientes embarcados en la Costa de Ponent entre 1803 y 1806 eran puer-tos habilitados para el comercio americano, y, si bien es posible que unaparte de los aguardientes remitidos a ellos fueran consumido en la penín-sula, es más probable que, en realidad, desde estos puertos fueran reexpe-didos hacia las colonias americanas. De hecho, como ha señalado Delga-do, se trataba de escalas habituales de la marina catalana realizadas para latramitación aduanera antes de cruzar el Atlántico.16 Con el cambio decontexto que provocó la insurrección de las colonias americanas, a partirde 1815 el funcionamiento del comercio americano varió completamen-te. Las expediciones hacia América tendieron a hacerse desde el puerto deBarcelona y, en determinadas circunstancias, desde puertos extranjeroscomo Gibraltar. De esta forma, los envíos de aguardientes desde Cataluñahacia otros puertos peninsulares dejó de ser una simple etapa del viajehacia América, y debe más bien vincularse con el crecimiento de su con-sumo en el propio mercado interior peninsular.

El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 251

15 Sobre los cambios en el origen de los cereales consumidos en Cataluña véaseFradera (1987a), pp. 92-117.

16 Delgado Ribas (1981) ha insistido en el hecho de que una parte importante de lasexportaciones catalanas de vinos y aguardientes a América, a finales del siglo XVIII, se ha-cían desde puertos no catalanes —Málaga y Cádiz, principalmente—, aunque tambiéndesde los puertos gallegos habilitados para el comercio colonial.

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5. Vinos: la reorientación hacia el mercado americano

Por lo que a los vinos se refiere, al igual que en los aguardientes, en elcuadro 4 se constata un importante retroceso de los envíos hacia la Europaatlántica y báltica. Este mercado pasó de absorber cerca del 40% de lasextracciones de vinos de la Costa de Ponent en 1803-06 a menos del 3%en 1830-32.

Paralelamente a la caída del mercado noreuropeo, se asiste a un ascen-so del mercado americano. La progresión del mercado americano se obser-va en el aumento de los envíos directos al continente americano, que pasadel 3,4% en 1803-06 al 28,6% en 1830-32, y en el importante incre-mento de los envíos hacia el puerto de Barcelona (que ascienden del 11%en 1803-06 al 35% en los últimos años del reinado de Fernando VII),desde donde los vinos del Penedés y del Camp de Tarragona eran trans-bordados hacia los barcos que habían de conducirlos al continenteamericano.

Durante la década de 1820 y primeros años treinta, en el continenteamericano la actividad exportadora de los comerciantes catalanes tendió aconcentrarse en dos áreas concretas. En primer lugar, las exportaciones devinos se dirigían hacia las islas del Caribe que habían quedado bajo eldominio español después del proceso de emancipación colonial que seprodujo precisamente en estos años. Cuba, principalmente, aunque tam-bién Puerto Rico, se convertirá en uno de los principales mercados de losvinos catalanes.17 En segundo lugar, era en Brasil donde una cantidadimportante de vinos catalanes encontraban su colocación. Como se puedeapreciar en el cuadro 4, a principios de los años treinta del siglo XIX másdel 25% de las extracciones de vinos por los puertos y playas de la Costade Ponent se dirigieron a puertos brasileños, de entre los cuales destaca Ríode Janeiro. Si bien una parte muy grande del vino enviado al Brasil eraconsumido en aquel país, es harto probable que los puertos brasileños fue-ran utilizados como intermediarios en el comercio con las recién creadasrepúblicas del Río de la Plata, con las cuales España estaba formalmenteen guerra. En esta época, la indefinición de la situación política en las nue-

252 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

17 Fradera (1987a), pp. 243 y ss. Véase también la información cuantitativa que paramediados de siglo aporta Pascual (1990), p. 198.

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vas repúblicas surgidas del proceso de emancipación colonial y la guerraque enfrentaba a las mismas con la vieja metrópoli, dificultaban extraor-dinariamente el comercio en la zona. La necesidad de utilizar marinas neu-trales y de camuflar las mercancías enviadas a aquellas repúblicas llevabamuchas veces a servirse de plazas y puertos que actuaban de intermedia-rios.18 Así, por ejemplo, los elevados porcentajes de vinos enviados aPortugal (Lisboa) y Gibraltar a mediados de los años veinte se explican porla intermediación que hacían estas plazas en el comercio de exportaciónvitícola catalán a Suramérica.19

El avance del mercado americano para los vinos catalanes se halla enrelación directa con la configuración en estos años de un nuevo modelode comercio exterior, en el cual estaban llamadas a tener un papel funda-mental las importaciones de algodón en rama. Dichas importacioneshabían de convertirse con el paso del tiempo en la principal contraparti-da comercial de unas exportaciones de vinos cada vez más cuantiosas. Nodeja de ser significativa la relevancia adquirida por el mercado brasileñopara las exportaciones vinícolas catalanas en unas fechas en que casi un40% del algodón llegado a Barcelona era, precisamente, de procedenciabrasileña.20

En definitiva, pues, durante el primer tercio del siglo XIX la viticul-tura catalana tuvo que adaptarse a unos cambios derivados del derrumbedel modelo de relaciones exteriores setecentista y a la emergencia de unnuevo modelo. En el comercio exterior dieciochesco las exportaciones viti-

El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 253

18 Fradera (1987a, pp. 145-164) ha descrito con gran precisión los mecanismos uti-lizados por el comercio catalán para hacer llegar sus mercancías a América durante los añosde la década de 1820, momento en el cual los corsarios armados por las repúblicas surgi-das del proceso de emancipación colonial dificultaron extraordinariamente el comercioentre España y el Nuevo Mundo.

19 Según la información recogida por el cónsul-general británico en Buenos Aires enjulio de 1824: «The Trade between Spain and Buenos Aires since the declaration of inde-pendence by this province has been carried almost exclusively through Gibraltar. [...] Theconvenient situation of Gibraltar for exportation from Spain to South America, the low-ness of the port charges, the abundance of British and foreign shipping at all times to befound there, and, more than all, the facilities afforded by British capital, have in some mea-sure rendered that market a depot for all the productions of the east coast of Spain».Humphreys (1940), p. 58.

20 Fradera (1987a), pp. 239-253. Véase especialmente el cuadro de la p. 41.

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vinícolas se dirigían, fundamentalmente, hacia la Europa noratlántica ybáltica y tenían como contrapartida las importaciones de alimentos (cere-ales y pesca salada) y manufacturas (principalmente, tejidos semiacabados:tejidos de lino para la estampación, que eran reexportados hacia el merca-do americano).21 Después de la guerra de la Independencia, las exporta-ciones hacia aquella área sufrieron un fuerte retroceso debido, en particu-lar a la desaparición de las contrapartidas comerciales que tenían dichasexportaciones vitivinícolas. Por una parte, en 1820 quedó prohibida laimportación de cereales extranjeros. Por otra parte, la pérdida de las colo-nias continentales americanas supuso la pérdida del mercado donde sereexportaban aquellas telas de lino estampadas que llegaban a Cataluñaprocedentes del norte de Europa, como contrapartida comercial princi-palmente de las voluminosas exportaciones de aguardientes.

La pérdida del mercado noreuropeo para las exportaciones vitiviníco-las catalanas afectó, dentro de éstas, principalmente a los aguardientes y,entre los aguardientes, a los de más baja graduación (aguardiente pruebade Holanda), que eran los que se exportaban de manera predominantehacia aquella zona comercial.

Con la quiebra del modelo de relaciones exteriores dieciochesco, elcomercio exportador vitivinícola catalán se vio obligado a efectuar unafuerte reconversión para abrirse nuevos mercados y adaptarse a los nuevosrequerimientos que procedían de los viejos. La pérdida de los mercados delaguardiente de baja graduación obligó a ofertar aguardientes de mayortenor alcohólico, que era el tipo de producto demandado por un mercadoespañol emergente, como se ha puesto de manifiesto en el apartado ante-rior. Además, para intentar compensar la caída de las exportaciones deaguardientes el sector hubo de buscar la forma de dar salida a los vinoscomo tales, es decir, sin someterlos al paso previo de la destilación. Laexpansión de la demanda americana hizo posible el incremento del pesode las exportaciones de vinos en el conjunto de exportaciones de produc-tos vinícolas (vinos y aguardientes). Los envíos de vino hacia Cuba yPuerto Rico, por una parte, y hacia Suramérica (Brasil y Río de la Plata),por otra, fueron creciendo de manera continuada desde mediados de los

254 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

21 Delgado Ribas (1987) y (1988).

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años veinte. Esta expansión del mercado americano para los vinos catala-nes se relaciona con la emergencia de un nuevo modelo de relaciones exte-riores, en el cual el circuito americano tenía una importancia fundamen-tal, debido a que en aquel continente era donde la emergente industriaalgodonera se proveía de la fibra con la que trabajaba. De hecho, las im-portaciones de algodón en rama se convirtieron a partir de los años vein-te en la principal contrapartida comercial de las exportaciones de vinos.

Esta profunda reconversión del sector vitivinícola catalán no pudoefectuarse sin el recurso a la ciencia y la tecnología vinícola que desde finalesdel siglo XVIII estaba haciendo grandes progresos en Francia, de la mano depersonajes como J.A. Chaptal, y a partir de las formulaciones teóricasde Lavoisier.

6. La demanda de soporte técnico y científico por parte del comercio vitivinícola y los progresos en la ciencia enológica en Cataluña22

Los principales aspectos sobre los cuales se concretó la demanda desoporte técnico por parte del sector vinícola fueron los tres siguientes:

1) el perfeccionamiento de los procedimientos de destilación;2) la mejora de los aparatos destinados a la medición del contenido

alcohólico de los aguardientes;3) los métodos de elaboración de vinos y la mejora de la conservación

de los mismos.

La caída de las ventas de aguardientes de baja graduación obligó a losfabricantes de aguardientes a concentrar sus esfuerzos en la obtención deunos destilados de mayor graduación, los cuales tenían una colocaciónmás fácil y segura en el mercado.

El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 255

22 Sobre los primeros pasos de la ciencia enológica en Cataluña es de consulta obli-gada la reciente tesis doctoral de Nieto Galán (1994) y su artículo (1997) sobre FranciscoCarbonell Bravo. También deben consultarse los recientes trabajos de Martínez Nó(1993a) y (1993b) y el más antiguo de Giralt Raventós (1980). De gran interés es la intro-ducción de Lusa Monforte y Roca Rosell (1997) a la edición facsímil de la Memoria sobrelos vinos de Roura (1839). Las ideas expuestas en las páginas siguientes proceden de los tra-bajos citados de Nieto Galán y Martínez Nó. La obra de Carbonell también ha sido reim-presa recientemente: Carbonell (1820) [1992].

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Tradicionalmente, para obtener aguardientes con una fuerza alco-hólica considerable era necesario someter a diversas y consecutivasoperaciones de destilación a los aguardientes de baja graduación obte-nidos en la primera destilación. La fabricación de aguardientes de altagraduación («espíritus») era, por tanto, un proceso discontinuo queresultaba bastante caro (principalmente, a causa del elevado consumode leña, combustible que en las comarcas vitícolas empezaba a escasearcomo consecuencia de las importantes roturaciones practicadas paraproceder a la plantación de viñas).23 Fueron las limitaciones del proce-dimiento tradicional de fabricación de aguardientes las que, en el con-texto de crisis descrito en los apartados anteriores, orientaron elproceso de innovación tecnológica en este sector. Se trataba, en defini-tiva, de hallar un procedimiento «continuo» (denominado rectifica-ción) que en una sola operación permitiera obtener un destilado de altotenor alcohólico.24

Ya en los años de la primera década del siglo XIX comerciantes y cien-tíficos dieron pasos importantes para poner en funcionamiento en Cata-luña los aparatos destilatorios que estaban apareciendo coetáneamente enel Mediodía francés. En 1801, Édouard Adam presentó en Montpellier unaparato que permitía de una sola operación obtener un destilado con unelevado contenido alcohólico. Inmediatamente, empezaron a surgir otrosaparatos que mejoraban en algún aspecto el de Adam, cuya invenciónrepresentó un avance considerable en el camino de modernización de losprocesos de fabricación de aguardientes y espíritus, que iba a dar lugar alsurgimiento de la industria alcoholera moderna.25

La recepción en Cataluña de esta innovación fundamental en elcampo de la fabricación de destilados del vino fue casi inmediata. Elmismo año 1801 la Junta de Comercio se propone sufragar el coste de laconstrucción de un aparato destilatorio similar al aparato de rectificaciónde Adam. El constructor del mismo fue el licorista barcelonés Joan Jor-

256 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

23 Los precios de la leña fueron los que más subieron en Cataluña en el siglo XVIII.Vilar (1964-68), vol. III, pp. 405-416.

24 Nieto Galán (1994), pp. 279-282.25 Sobre la modernización de la industria alcoholera española en el período inmedia-

tamente posterior al que se trata en el presente trabajo véanse los artículos publicadosrecientemente por Puig Raposo (1993) y (1994).

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dana Elies, quien contaba además con el respaldo de Francisco CarbonellBravo, personaje central de la escuela de química de la Junta deComercio y hombre muy preocupado por todo lo referente a la moder-nización del sector vitivinícola. Seguramente, la decisión de la Junta deComercio de patrocinar el proyecto de Jordana tiene que ver con la visi-ta que en 1800 y 1801 hizo el mismo Francisco Carbonell Bravo aMontpellier, donde fue discípulo de J.A. Chaptal y presenció la demos-tración de Adam.26

Pero además de la vía que podríamos denominar académico-institu-cional, las innovaciones tecnológicas en el campo de la destilación que seestaban llevando a cabo en Languedoc, en los años del cambio de siglo, setransmitieron a Cataluña por otros canales, como el de la llegada detécnicos formados en las destilerías del Mediodía francés. Éstos no sólotraían sus conocimientos en la materia, sino también proyectos de nuevosaparatos pensados para incrementar la eficiencia del proceso de fabricaciónde aguardientes y espíritus.27

De todas formas, a pesar de la recepción de estas innovaciones duran-te los primeros años de siglo, su aplicación efectiva tuvo que esperar hastadespués de la ocupación napoleónica. A partir de 1815 fueron en aumen-to el número de aparatos de rectificación instalados, de forma que en 1821ya eran más de setenta. Fue finalmente una de la varias adaptaciones delaparato de Adam construidas por el citado Joan Jordana Elies la que máséxito alcanzó.28

El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 257

26 Durante su estancia en Montpellier, Carbonell coincidió con Jaume ArdèvolCabré, también preocupado por la modernizaciíon de la vitivinicultura catalana, quien sehallaba en la capital del Languedoc para realizar su doctorado en Medicina. Nieto Galán(1994), pp. 320, 60-63 y 331-334.

27 En 1807 se constituyó una sociedad entre la casa de comercio barcelonesa deHuguet y Dupré y el fabricante de aguardientes de Valls Fidel Moragas e Hijo, para mon-tar una destilería a cargo de Pierre Alegre, de nacionalidad francesa, en la cual debía poner-se en funcionamiento la moderna máquina de destilar patentada por dicho Alegre. ArxiuHistòric de Tarragona, fondo Moragas, sign. 3155, 2898, 1099, 3571, 3492 y 2011.

28 Nieto Galán (1994), pp. 315-316 y 320-327. Sobre la difusión de los nuevos apa-rartos destilatorios en la comarca del Penedés durante los años treinta y cuarenta véaseMartorell Panyellas (1902), pp. 197-198.

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Con la difusión de estas innovaciones técnicas, el ramo tradicional dela fabricación de aguardientes pudo capear la crisis provocada por la pér-dida del mercado del norte de Europa. Ellas permitieron rebajar costes enuna época de caída de precios y ofertar un producto acorde con las exi-gencias de los mercados donde había de ser comercializado el aguardiente.

En la misma dirección modernizadora de las nuevas técnicas deobtención de destilados se encaminaban todos los esfuerzos orientados a laconstrucción de aparatos de precisión para determinar el contenido dealcohol de dichos destilados. Uno de los problemas de más difícil solucióncon que se habían enfrentado los fabricantes y traficantes de aguardientesera calcular con precisión la graduación alcohólica de los mismos. Las for-mas tradicionales de medición del grado de alcohol («pruebas») eran apro-ximativas y daban lugar al fraude. Ya en 1770 la preocupación por evitarlos abusos, tanto en la riqueza alcohólica de los aguardientes como en lacapacidad de los envases en los cuales eran comercializados, había llevadoa la Junta General de Comercio a elaborar unas ordenanzas que debían serobservadas en la fabricación y comercio de los licores.29 Durante las déca-das siguientes, la Junta de Comercio intentó, a veces sin demasiado éxito,hacer cumplir las citadas ordenanzas y persiguió con tesón los abusos yfraudes que desprestigiaban al comercio catalán de licores y caldos.30 Peroes a partir de las primeras décadas del siglo XIX, y sobre todo después de laocupación francesa, cuando se llevarán a cabo los esfuerzos más significa-tivos con el fin de hallar aparatos capaces de determinar científicamente lagraduación alcohólica de los licores. En aquel contexto de crisis comercialque afectaba especialmente al ramo de los aguardientes, debía hacerse todolo posible para garantizar la calidad y la homogeneidad de cada tipo deaguardiente. En este sentido, cabe resaltar las aportaciones y descubri-mientos del farmacéutico Josep Antoni Savall (quien en 1815 presentóuna memoria sobre el tema en la Real Academia de Ciencias de Bar-celona), de Josep Català Vinyals (inventor de un areómetro parecido al deCartier) y del propio Francisco Carbonell Bravo.31

258 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

29 Ordenanzas que el Rey […] manda observen los fabricantes de Aguardiente, Cuberosy Toneleros de Barcelona […], Barcelona, Impta. Francisco Surià, 1770.

30 Fernández Díaz (1987), pp. 807-816.31 Giralt Raventós (1990), p. 186; Nieto Galán (1994), pp. 316-320.

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El aumento en las exportaciones de vinos que se dio en las primerasdécadas del siglo XIX estuvo en el origen de la demanda de soporte técni-co procedente del comercio vinícola, a la cual respondieron personajesvinculados a la Junta de Comercio de Barcelona como Carbonell y, poste-riormente, su discípulo José Roura.

Los problemas a los que se enfrentaba el comercio vinícola en estecontexto de cambios profundos y que guiaron las investigaciones realiza-das en el marco de la escuela de química de la Junta de Comercio fueronfundamentalmente dos:

1) cómo conseguir un producto que tuviera una buena aceptación enlos mercados que se estaban explorando;

2) cómo mantener inalteradas las cualidades de este producto desdelas bodegas de origen hasta los puntos de consumo.

Para la resolución de estos problemas, el conocimiento de la consis-tencia química del vino era muy importante. Fueron Carbonell y luegoRoura quienes con sus aportaciones contribuyeron a la ampliación de esteconocimiento. Ambos se formaron en Montpellier, donde recibieron lasinfluencias de las teorías de Chaptal, y desde la escuela de química de laJunta de Comercio de Barcelona intentaron hallar aplicaciones prácticas adichas teorías.

Es en la obra de Roura donde este espíritu práctico se pone más demanifiesto. Buena parte de su Memoria sobre los vinos, redactada precisa-mente a la vuelta de un viaje a Francia realizado en 1834, está dedicada adar soluciones prácticas a los problemas que a diario se planteaban a losproductores y comerciantes de vinos. Dicha Memoria se presenta como unrecetario, en el cual se presta especial atención a los procedimientos parala elaboración de vinos «de imitación». En ella se puede hallar la forma de«fabricar» desde una bourdeus o un madeira hasta un champaña de imita-ción. Roura llega a incluir en la obra el diseño de un aparato traído por élmismo del sur de Francia, que se utilizaba para gasificar los vinos que habíande ser comercializados como procedentes de la región de Reims.

En definitiva, la obra de Roura, como la de los otros autores queescribieron sobre enología en la primera mitad del siglo XIX, tiene pocapretensión teórica y un marcado carácter práctico. En el contexto de pro-fundos cambios en los mercados de los productos de la vinicultura catala-

El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 259

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na, lo que requería el sector eran consejos prácticos, más que desarrollosteóricos. La pérdida de los mercados del norte para los aguardientes debaja graduación obligó al comercio exportador catalán a concentrarseprincipalmente en las exportaciones de vinos hacia el mercado americano.Ante esta situación, los requerimientos del sector hacia la naciente enolo-gía eran muy concretos: hacía falta perfeccionar los procedimientos de pre-paración de los vinos destinados a la exportación, con el fin de que nosufrieran alteraciones durante su transporte, y adaptarlos al gusto de susconsumidores. Respecto a esta última cuestión, las soluciones alternativaseran dos: la promoción del vino natural autóctono, o bien su manipula-ción para darle un gusto parecido al de los vinos que gozaban de mayorreputación en el mercado en aquel momento (oporto, burdeos, madeira,etc.), con el objetivo, si era necesario, de comercializarlo bajo dichas deno-minaciones. Ante esta disyuntiva, la opción que defendió Roura, y que, alparecer, acabó imponiéndose en buena medida, fue la segunda, es decir, lade los vinos de imitación y falsificados.32

260 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

32 Esta disyuntiva llegó a provocar un debate entre los expertos en la materia, tal ycomo han puesto de manifiesto Lusa Monforte y Roca Rosell (1997), pp. XXXI-XXXIII. Vertambién Giralt Raventós (1980), pp. 56-57.

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El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 261

APÉNDICE 1

EXTRACCIONES DE AGUARDIENTES POR LOS PUERTOS Y PLAYAS DE LA COSTA DE PONENT CATALANAa

Años Cambrils Saloub Tarragona Torredem- Vendrell d Villanueva Sitges Totalbarra c y Geltrú

1800 326 96.202 11.311 5.454 5.447 153 118.893

1801 651 64.021 14.857 4.713 10.121 18 94.381

1802 196 78.700 11.119 5.585 12.096 68 107.764

1803 337 93.786 15.699 9.413 15.845 1.067 136.147

1804 — — — — — — —

1805 85 89.205 24.125 4.815 24.132 43 142.405

1806 19 72.510 24.104 4.036 24.137 104 124.910

1807 88 27.149 30.447 2.788 12.550 74 73.096

1808 725 23.862 32.662 4.117 12.567 142 74.075

1815 639 28.822 11.659 2.220 6.483 5.446 222 55.491

1816 217 24.766 6.128 1.674 5.541 3.253 270 41.849

1817 — — — — — — — —

1818 91 33.637 7.658 335 2.958 3.839 58 48.576

1819 319 28.541 6.679 707 3.756 3.290 368 43.660

1820 75 28.795 14.159 141 3.593 3.522 50 50.335

1821 75 5.229 14.941 615 2.108 1.175 0 24.144

1822 8 9.843 28.124 662 3.097 2.064 15 43.813

1823 — — — — — — — —

1824 140 7.219 20.627 328 5.663 9.007 285 43.268

1825 46 7.679 21.941 104 6.102 8.807 8 44.686

1826 98 8.972 25.635 177 5.630 11.862 30 52.404

1827 69 12.401 35.433 227 5.455 4.645 4 58.232

1828 68 7.888 22.539 — 4.092 3.981 10 38.578

1829 33 9.122 26.063 — 6.658 8.698 0 50.574

1830 65 11.697 33.421 — 7.152 10.008 45 62.387

1831 62 10.311 29.460 — 6.452 2.503 0 48.788

1832 90 12.961 37.031 — 5.477 1.377 20 56.955

1833e — — — — 12.292 4.051 50 64.215

1834e 18 — — — 14.358 3.891 378 72.966

1835e 36 — — — 7.584 4.590 1.048 51.793

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262 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

APÉNDICE 2

EXTRACCIONES DE VINOS POR LOS PUERTOS Y PLAYAS DE LA COSTA DE PONENT CATALANAa

Años Cambrils Saloub Tarragona Torredem- Vendrell d Villanueva Sitges Totalbarrac y Geltrú

1800 43.344 26.559 17.928 38.711 47.430 7.991 181.963

1801 38.167 23.635 8.346 24.061 33.002 11.227 138.438

1802 37.668 9.850 5.281 25.127 47.930 14.116 139.972

1803 34.854 30.678 8.419 31.059 50.076 18.166 173.252

1804 — — — — — — —

1805 27.490 28.541 30.339 25.412 48.941 2.216 162.939

1806 27.144 26.190 26.766 25.400 38.211 12.468 156.179

1807 22.502 16.713 28.645 22.818 49.456 1.629 141.763

1808 10.735 10.931 24.303 11.240 41.363 11.478 110.050

1815 28.483 31.633 11.390 28.695 43.181 35.536 18.979 197.897

1816 23.166 18.385 21.621 22.086 39.524 19.218 8.320 152.320

1817 — — — — — — — —

1818 14.617 12.940 17.746 2.779 30.763 20.624 8.990 108.459

1819 10.558 18.914 18.795 2.176 30.648 24.431 8.488 114.010

1820 7.798 20.497 27.282 1.681 34.468 22.855 12.303 126.884

1821 5.621 8.024 22.926 3.480 15.843 11.223 5.412 72.529

1822 968 9.939 28.398 2.958 29.807 15.282 11.977 99.329

1823 — — — — — — — —

1824 7.935 11.248 32.137 1.748 40.797 34.334 18.729 146.926

1825 6.621 14.227 40.648 1.604 41.796 38.904 13.728 157.528

1826 8.445 12.212 34.892 2.267 44.440 24.528 11.297 138.081

1827 11.286 13.723 39.210 1.464 38.386 32.473 12.769 149.310

1828 15.667 13.028 37.224 76 39.071 17.420 12.275 134.762

1829 9.433 13.334 38.098 — 41.310 24.520 9.276 135.971

1830 10.151 16.697 47.706 — 47.120 32.947 10.189 164.811

1831 6.579 19.271 55.061 — 38.641 46.627 17.715 183.893

1832 5.331 27.997 79.991 — 42.812 55.749 16.231 228.111

1833e — — — — 30.775 64.167 22.552 207.260

1834e 6.197 — — — 41.003 61.817 31.640 237.188

1835e 5.005 — — — 48.560 48.818 31.379 227.128

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El comercio vinícola en Cataluña a comienzos del XIX 263

NOTAS A LOS APÉNDICES:

a Los datos de los apéndices se han obtenido del recuento que figura en los libros delcobro del arbitrio conocido con el nombre de «arbitrio de los 9 y 6 maravedís por libracatalana», cobrado en los puertos de la Costa de Ponent entre Sitges y Cambrils.Este arbitrio o derecho de puerto se creó por Real Orden de 13 de febrero de 1799para destinar el producto de su recaudación a la financiación de las obras de cons-trucción del puerto de Tarragona. Se encargaban del cobro del mismo las aduanasde cada uno de los puertos. Éstas entregaban mensualmente a la Junta de Obrasdel puerto de Tarragona el producto y un estado pormenorizado de su recaudación.En tales estados se detalla la cantidad física de mercancías que se han cargado odescargado de cada uno de los barcos y, aunque no siempre, la procedencia o des-tino de cada una de las embarcaciones, aparte, obviamente, del importe abonadocomo pago del arbitrio.El conjunto de estos estados de recaudación del arbitrio de los 9 y 6 maravedís seha conservado en el Arxiu Històric del Port de Tarragona, cajas 128 a 143. Debemoslamentar el extravío de algunos de dichos estados, lo que motiva que para algunosaños (por suerte muy pocos) la información sea muy incompleta o nula. En concre-to, no disponemos de ninguna información para los años 1804 y 1817. Para el año1823 la información es muy fragmentaria, incompleta y de muy poca calidad. Portales razones, en los cuadros anteriores se ha decidido prescindir de los datos dedicho año. El primero en utilizar esta fuente fue Segarra Blasco (1994, pp. 179-253), quienreconstruyó las extracciones de vinos y aguardientes por los puertos de la Costa dePonent para el período 1800-1820. En los cuadros anteriores me he limitado areproducir sus datos para dicho período, excepto para los puertos y años que secitan a continuación: Tarragona en 1803, 1805 y 1806; Villanueva y Geltrú en 1803,1805 y 1806; Sitges en 1803. En estos casos, las magnitudes que aparecen en loscuadros son las que he obtenido de mi propio recuento.Los datos en cursiva corresponden a cifras estimadas por razón de la falta total oparcial de la documentación. Los estimaciones se han realizado en cada uno de loscasos de la forma que se detalla en las notas siguientes.

b Uno de los problemas de mayor consideración que presenta la fuente es la falta delos estados de recaudación del arbitrio correspondientes al puerto de Salou a partirde 1820. Este hecho tiene que ver con la polémica que enfrentó a Reus y Tarragonapor la construcción del puerto en la segunda ciudad. El comercio y las autoridadesde Reus no estaban de acuerdo con la construcción del puerto de Tarragona y recla-maban la construcción de un puerto en Salou, lugar mucho más cercano y de másfácil acceso desde Reus. En 1820 las reivindicaciones de Reus surtieron efecto yconsiguieron que los arbitrios y derechos de puerto cobrados en Salou no fueranadjudicados a las obras del puerto de Tarragona sino a la financiación de las del deSalou. En el pequeño fondo de documentación sobre las obras del puerto de Salouque existe en el Arxiu Històric Comarcal de Reus no han aparecido los estados deta-llados del cobro de dichos derechos. Únicamente se ha encontrado, para algunosaños, la información sobre el importe o montante total de tales derechos (ArxiuHistòric Comarcal de Reus, fondo Prim-Rull, reg. 454). Estos datos, junto con lainformación consular británica (Londres, Public Record Office, FO, serie 72, núme-ros 444, 357, 372, 383, 397, 415, 430 y 449), nos han permitido realizar una esti-mación de las extracciones de vinos y aguardientes por el puerto de Salou entre

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1820 y 1832. A partir de la comparación del montante total de derechos recaudadosen Salou con los recaudados en Tarragona, y comparando el número de barcosentrados y salidos y el valor de las mercancías cargadas y descargadas en ambospuertos (según la información consular británica), se ha estimado que las extraccio-nes de vinos y aguardientes por Salou debían rondar el 35% de las de Tarragonadurante los años veinte y primeros treinta del siglo XIX.

c Las magnitudes de Torredembarra de los años 1815 y 1816, que no aparecen en lastablas de Segarra, se han obtenido a partir del porcentaje que las extracciones pordicha playa representaron sobre el total en el período 1805-1808. Desconocemos larazón por la cual desde 1828 la aduana de Torredembarra deja de enviar a la Juntade Obras del puerto de Tarragona las relaciones del cobro del arbitrio de los 9 y 6maravedís. Como podría ser que dicha aduana hubiera sido cerrada temporalmen-te por falta de tráfico, no se ha procedido a la estimación de ningún valor para lacolumna correspondiente en los años 1827 a 1835. Según parece, la apertura de laaduana del Vendrell en 1815 desvió una parte cada vez más importante del tráficoque se realizaba por la playa de Torredembarra hacia las playas del Vendrell.

d Parece ser que hasta 1815 no hubo aduana en el Vendrell, y la documentaciónaduanera de la carga y descarga de buques que se realizaba en la playa de aque-lla población (San Salvador) se tramitaba en Villanueva y Geltrú. Según se des-prende de la documentación del arbitrio de los 9 y 6 maravedís, es a partir de aque-lla fecha, 1815, cuando se abrió una oficina de aduana en la población del Vendrellpara hacer más fácil la tramitación aduanera a los comerciantes que operaban en suplaya.

e Los datos de los años 1833, 1834 y 1835 son quizás los de peor calidad de toda laserie. Sólo se cuenta con las relaciones del cobro del arbitrio de los 9 y 6 marave-dís correspondientes a las aduanas de Sitges, Villanueva y Geltrú, el Vendrell yCambrils, aunque la falta de algunos meses ha obligado a hacer extrapolaciones apartir de los restantes para calcular los totales. La inexistencia de los estados derecaudación de Tarragona y Salou también ha obligado a obtener el total generalmediante la extrapolación de los datos disponibles. La extrapolación se ha realizadoa partir del porcentaje medio que representaban en los nueve años anteriores a1833 los despachos de vinos y aguardientes efectuados por los puertos para los queno disponíamos de información en el trienio 1833-1835.

264 Cooperativas, bodegas y mayoristas: industrialización vinícola

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ESTADO, ACCIÓN PÚBLICA Y CAMBIO TÉCNICO

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1 Ordish (1987).

INTRODUCCIÓN

Juan Pan-MontojoUniversidad Autónoma de Madrid

La introducción de innovaciones técnicas en los procesos productivosde la viticultura y la vinicultura ha seguido pautas diversas en el tiempo.Mientras que, en el cultivo de la vid, los cambios fueron hasta la filoxerafundamentalmente incrementales, en la vinificación las innovacionesresultaron mucho más amplias y radicales a lo largo de la Edad Moderna,y en especial en diferentes momentos de los siglos XVII y XVIII. Pero inclu-so en el campo de la vinificación las innovaciones técnicas fueron obteni-das en la experimentación práctica, sin el conocimiento de sus fundamen-tos químicos y físicos, por lo que su extensión en el espacio a partir de losfocos de cambio pasaba forzosamente a través de largos y a menudoinfructuosos procesos de adaptación local. Sólo con el desarrollo de la quí-mica aplicada en la segunda mitad del siglo XIX, se empezaron a entenderlas diferentes fermentaciones que transforman el mosto en vino y, sobreesa base, se pudieron desarrollar los aparatos necesarios para controlar losfactores de la vinificación. El avance de la industria química suministróparalelamente nuevas sustancias para enfrentarse a las plagas, multiplica-das por la reducción de tiempos y la mejora de condiciones en el trans-porte de plantas de unos a otros continentes.1 De modo que, en definiti-va, en las últimas décadas del siglo XIX y primeros años del XX vinieron acoincidir las condiciones necesarias por el lado de la oferta —la renovaciónde los conocimientos científicos y su aplicación industrial en el campo

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químico y agronómico— y por el lado de la demanda —tanto por la exten-sión de nuevas plagas como por la elevación de precios que esas plagas y laelevación del consumo trajeron consigo—, para permitir transformacionestécnicas generalizadas en la viticultura y la vinicultura. Estas actividadesofrecen, por ello, una demostración histórica de la doble dependencia de lastransformaciones tecnológicas respecto a la evolución de la demanda y res-pecto a cambios que cabe considerar parcialmente autónomos, por el ladode la oferta de conocimientos científicos y aplicaciones tecnológicas.2

La difusión nunca se limita a la mera copia y adaptación, constituyeun proceso complejo que depende en diferente medida de las condicionesde demanda y oferta en sentido muy amplio, puesto que no es sólo fun-ción de la innovación en sí, sus costes (incluidos los de adaptación local) ybeneficios esperados, sino de la existencia de redes de servicios y productoscomplementarios.3 En el caso de la agricultura, algunos de los problemas deadaptación local son mucho más pronunciados que en cualquier otro sec-tor, a causa de la dependencia de las prácticas de cultivo del medio naturaly a causa de los rasgos propios de la actividad agraria y de sus sujetos, espe-cialmente en sociedades campesinas: escaso capital líquido, acceso limitadoal crédito, dispersión espacial, cultura iletrada, aprendizaje informal...

Esos problemas eran aún mayores en cultivos arbustivos como la vid,por cuanto los largos ciclos de vida de la planta aumentaban los riesgos decualquier decisión inicial de plantío; y no sólo condicionaban la renova-ción de variedades cultivadas y su disposición en el terreno, sino que éstay aquéllas limitaban a su vez los cambios en aperos y fertilizantes. Las difi-cultades eran distintas, desde luego, en la vinicultura, pero, a diferencia deotras actividades agroindustriales, los rasgos del vino relevantes para elconsumo están muy condicionados por los de su materia prima, la uva,por lo que las relaciones entre viticultura y vinificación son estrechas,incluso tras la progresiva separación de una y otra mediante la apariciónde bodegas industriales. Éstas se empezaron a extender en España precisa-mente en los años finales del siglo XIX, aunque la producción conjunta deuva y vino en las explotaciones campesinas siguió siendo predominantehasta la década de 1950.4

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2 Rosenberg (1979), capítulo XIV.3 Vegara (1989), pp. 73-77.4 Pan-Montojo (1994), pp. 348-373.

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Los problemas específicos de la generación y difusión de innovacio-nes científico-técnicas en agricultura (y en algunas agroindustrias) expli-can la importancia del Estado en la mayor parte de los procesos de reno-vación agraria desde finales del siglo XIX.5 En los países mediterráneos deEuropa el «aprendizaje» burocrático de la gestión de la política tecnológi-ca en agricultura tuvo un escenario privilegiado en la vitivinicultura: comoveremos respecto a España en las páginas que siguen, el carácter pionerode la vid y el vino en este terreno respondió tanto a su importancia eco-nómica a nivel nacional y local, como a las específicas condiciones delsector, por los impactos externos de las plagas pero también por unaestructura de propiedad y explotación que obstaculizaban las respuestassin respaldo público.

Los tres trabajos agrupados en esta parte nos presentan formasdiversas de acción pública en la innovación técnica vitivinícola.Diversas, en primer lugar, por la propia naturaleza de las institucionesprotagonistas: el Servicio Agrícola Provincial de la Diputación Foral deNavarra, la Estación Enológica de Vilafranca del Penedès —depen-diente del Servicio Agronómico del Estado— y la Caja VitícolaProvincial, un organismo autónomo creado por la Diputación deLogroño. Diversas, asimismo, por los objetivos que trataron de cubrir,ya que si tanto en la Rioja como en Navarra sus cometidos básicos fue-ron inicialmente la replantación post-filoxérica (aunque en Navarra,esa tarea se enmarcaba en la más amplia de renovación agraria), en elcaso de Vilafranca la Estación se orientó a la mejora del cultivo y, sobretodo, a la renovación técnica de la vinicultura. Diversas —al menos encierto grado—, por último, por el tipo de interlocutores sociales quecada una de las iniciativas públicas acabó adoptando como referenciabásica de su tarea.

Todas estas diferencias son en sí muy relevantes, porque ponen demanifiesto la variedad de soluciones posibles de un problema planteado entérminos políticos de manera uniforme: la crisis de la vitivinicultura espa-ñola a principios del siglo XX, atrapada entre los elevados costes económi-cos y las grandes dificultades técnicas de la replantación del viñedo y del

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5 Schlebecker (1977) y Wade (1981).

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cultivo de las vides injertadas, y la reducción e inestabilidad de los preciosdel vino. El abandono del cultivo y la producción vinícola eran salidasposibles y fueron muchos los vitivinicultores que recurrieron total o par-cialmente a ellas; pero la falta de usos alternativos de muchas tierras dededicación vitícola y la importancia de los costes fijos irrecuperables acti-varon una fuerte demanda social en pro de la acción pública, dentro de lasestrategias de reducción de costes y sostenimiento de precios adoptadaspor los cosecheros y bodegueros, individual y colectivamente.

En Navarra los portavoces de esa demanda fueron un grupo de gran-des propietarios y productores vinícolas organizados en la AsociaciónVinícola de Navarra en 1878, en pleno período expansivo: la existencia deuna institución provincial con elevada autonomía política y financiera eimportantes recursos económicos permitió que, tras la llegada de la crisisa finales de los años ochenta y de la filoxera poco después, sus demandasencontraran un eco relativamente rápido en sucesivas comisiones contra elmildíu y la filoxera, primero, y en el Servicio Provincial de Agricultura, en1896. En Vilafranca del Penedés, núcleo de la industria vinícola comarcal,fueron el Ayuntamiento y las diversas asociaciones locales de grandes pro-pietarios y exportadores, las que arrancaron del titular del flamanteMinisterio de Agricultura, Industria y Obras Públicas, en el curso de unavisita que éste efectuó a la villa en 1901, la promesa de la instalación deuna estación enológica, siguiendo el modelo de la de Haro, la única acti-va en esas fechas. Por su parte, en la Rioja, la iniciativa de la Caja nació delos políticos provinciales y como respuesta a lo que se percibía como unacrisis social de amplias dimensiones: su despliegue se retrasó de hecho enel tiempo, hasta que se comprobaron las dificultades para una recupera-ción autónoma del sector, tras la ruptura interna entre los bodeguerosindustriales que habían creado su propio organismo de fomento de lareplantación. Oestreicher alude asimismo a factores políticos para explicarla decisión de constituir la Caja: el temor del liberalismo dominante en laprovincia a dejar la iniciativa de la replantación en manos del sindicalismocatólico —vinculado al conservadurismo—, en claro auge desde 1909.Similares motivaciones políticas podrían sin duda aducirse en la decisiónde la Diputación navarra de otorgarse nuevas funciones interventoras, enuna década en la que la autonomía foral fue puesta en duda, o en la res-puesta del Gobierno central a las demandas vilafranquinas, en unos añosde clara efervescencia anticentralista en Cataluña.

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Todo apunta, sin embargo, a que las diferencias entre los grupos quetomaron la iniciativa en la petición de la intervención pública tuvieronmás repercusión en la fecha de intervención y, con ella, en su forma ini-cial, que en su desarrollo ulterior. La institucionalización de la política decambio técnico condujo a una relativa autonomía respecto a los repre-sentantes e intermediarios de la demanda de intervención.

Así, en Navarra, junto con medidas más o menos universales de difu-sión de técnicas de injerto o de ensayo de portainjertos eficaces para cadazona, la tarea de suministro de pies americanos y euroamericanos se efec-tuó, ante una elevada demanda que los viveros oficiales no podían cubriren su totalidad, por medio de un sistema de prorrateo de las existenciasentre los peticionarios de acuerdo con la cantidad solicitada, un sistemaque en la Dictadura de Primo de Rivera fue sustituido por una política dis-criminatoria en beneficio de los pequeños propietarios. En conjunto, seña-la Lana que la «política articulada por la Diputación Foral de Navarra [...]se adaptaba a las posibilidades de las pequeñas y medianas explotaciones».En Logroño, la Caja Vitícola concedió en principio sus créditos a lareplantación de acuerdo con un criterio técnico (la calidad de las tierras ylos costes de plantío por cepa), pero pronto introdujo el tamaño de explo-tación como elemento corrector en beneficio de los pequeños cultivado-res, además de promover los repartos de fondos por la vía de las asocia-ciones de cosecheros. Por último, la Estación de Enología de Vilafranca delPenedés centró su acción de mejora de la vinificación en los grandes pro-pietarios y exportadores de la comarca, así como en las bodegas coopera-tivas, aunque también realizó de forma subsidiaria cursos para pequeñosviticultores.

En definitiva, fueran cuales fueran sus promotores, la acción de losservicios y organismos públicos acabó volcándose hacia los grupossociales que consideraban más aptos para la recepción de sus propues-tas: los pequeños y medianos viticultores, cuando su eje era la repobla-ción y las mejoras en el cultivo; las grandes bodegas —particulares ocooperativas—, en el caso de la vinificación. Esto último tenía sin dudaun sesgo social, como pone de relieve Saumell, pero a su vez partía deuna apuesta técnica concreta: la idea de que el desarrollo de la vinifica-ción pasaba por la gran escala, en la medida en que ésta no sólo hacíaviable la rentabilización de las inversiones, sino que permitía la experi-

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6 Una opción que en parte corrobora la idea desarrollada por Mowry y Rosenbergde que «los programas gubernamentales para promover centros de tecnología generales(para un sector productivo) sólo [tienen éxito] cuando las empresas de esos sectores cuen-tan con laboratorios propios», un hecho que se deriva de «la complejidad de los elementosque es necesario dominar para implementar un determinado resultado tecnológico» (cita ycomentario en Vence, 1995, p. 417). Véanse también los comentarios al respecto deSimpson en su introducción a la parte III de este libro (supra, pp. 141-151).

7 Sobre este concepto y el papel del Estado y otras instituciones en su definición,véase Dosi (1984), pp. 18-21.

mentación propia que diera sentido y complementara la desarrolladapor los servicios públicos.6

Junto con los promotores y beneficiarios de la intervención pública,los tres trabajos tratan de acercarse a sus contenidos y resultados. En todosy cada uno se manifiesta el elevado dirigismo de la intervención pública,al menos en términos de lo que se ha dado en llamar «trayectoria tecnoló-gica»,7 aunque, a su vez, no se puede pasar por alto que en Navarra, laRioja y el Penedés los empleados públicos no rompieron con las líneas deespecialización anterior sino que más bien las reforzaron. Lana recuerdaque las autoridades navarras favorecieron especialmente la viticulturaintensiva en trabajo y la producción de vinos «ricos en color y grado», apartir de la variedad garnacha, dos soluciones que resultaban plenamentecoherentes con la opción por las pequeñas y medianas explotaciones fami-liares y con las formas anteriores de comercialización del vino navarro, pormás que se pueda discutir, como hace Lana, que esa apuesta fuera a medioplazo la correcta; por mi parte, considero que en esa discusión se tiende asobrevalorar con un sesgo muy presentista los vinos de calidad, y no seacaba de tener en cuenta las condiciones del mercado español y exterior enla época para absorber la producción de vinos superiores. En la Rioja, porel contrario, las opciones de la Caja Vitícola, que «tenía un control casiabsoluto sobre los factores más importantes de la modernización del viñe-do riojano», se decantaron por mantener las variedades autóctonas, sobrelas que se había ido construyendo desde la década de 1870 el nombre delrioja, y por el abandono de las tierras de calidad inferior para el viñedo,corrigiendo «errores producidos durante los primeros años de reconstitu-ción». La acción pública aparece, en consecuencia, como determinante enel regreso a la línea de especialización en el segmento de vinos superiores,y en el avance en la separación de la viticultura y la vinicultura. Saumell

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subraya, por su parte, la contribución de la Enológica de Vilafranca en dossentidos: la mejora genérica de la viticultura, con el incremento de losinsumos externos a las explotaciones, y la extensión de la «vinería», esdecir, la industrialización de la producción vinícola. Su actividad tuvo, porel contrario, poco éxito en lo que constituía su propuesta más novedosa:la localización de los vinos del Penedés, mediante la fijación de sus carac-teres «naturales» y las características «tradicionales» de elaboración. En esteterreno chocaba con las estructuras comerciales existentes, que únicamen-te reconocían a la Estación la posibilidad de certificar sus vinos frente arequisitos sanitarios extranjeros, pero no encontraron suficientementeatractivas las limitaciones implícitas en una denominación de origen.

La acción pública tuvo, por tanto, un elevado impacto en la vitivi-nicultura de las zonas a las que se orientó, si bien su alcance dependió delos recursos de las instituciones que la patrocinaron: las iniciativas de laDiputación de Logroño no podían tener las mismas dimensiones que lasde la Diputación Foral de Navarra ni la continuidad de las estatales enVilafranca. No se puede cuantificar su aportación al cambio técnico (salvoen lo relativo a las hectáreas repobladas), pero diversos indicios presenta-dos en los tres trabajos aquí reunidos ponen de manifiesto la importanciaen las transformaciones tecnológicas de comarcas que, por otra parte —yfruto de la elevada especialización que explica el interés político por lasuerte de la vitivinicultura—, ya contaban con una amplia tradición inno-vadora. Esa política tecnológica no fue por lo general rupturista con lastendencias preexistentes, o no fue eficaz cuando trató de serlo, pero sí dióforma definitiva a las trayectorias tecnológicas de la viticultura y la vini-cultura a lo largo de las décadas subsiguientes: pequeña y mediana explo-tación intensivas en trabajo y con diferentes especializaciones productivas(vinos superiores o vinos de pasto para consumo interior directo y en mez-cla) y gran bodega industrial (particular en la Rioja y Penedés, cooperati-va en Navarra).

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* La forma final de este trabajo debe mucho a los atinados comentarios de los pro-fesores Juan Pan-Montojo y Joseba de la Torre. Queden para mí los defectos.

PROGRESOS Y REGRESOS DE LA VITIVINICULTURA NAVARRA:

LA ACCIÓN PÚBLICA Y SUS CONTEXTOS SOCIALES (1850-1936)*

José Miguel Lana BerasainUniversidad Pública de Navarra

1. De la euforia a la crisis: la quiebra del modelo agroexportador

Culminado durante la primera mitad del ochocientos el proceso detransformaciones asociado a la revolución burguesa, la sociedad navarraestaba en condiciones de encajar su economía en el lienzo más ampliode la economía capitalista internacional. Encaje que la mayor parte delos navarros de la época no concebían de otro modo que a través del cre-cimiento agrario. «Ni somos ni podemos ser otra cosa que agricultores»decía en 1858, resumiendo los límites de esa confianza, Florencio Sanzy Baeza, secretario de la Junta Provincial de Agricultura, Industria yComercio (JPAIC), para referirse unas páginas más adelante a un fenó-meno reciente entonces que habría de protagonizar esa vinculaciónexterior durante la segunda mitad del XIX: la exportación a Francia devinos comunes en cantidades masivas y a precios altamente remunera-

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dores.1 Esta integración en una jerarquía mercantil internacional, bajoel modelo agroexportador y limitada a un solo producto semielaboradode bajo valor añadido y con unas características muy concretas en cuan-to a color y graduación, impulsó transformaciones importantes en laeconomía y en la sociedad navarras de las décadas finales del siglo XIX,pero las hizo enormemente vulnerables ante los cambios que pudieseexperimentar la demanda.

El panorama productivo de Navarra había experimentado, en efecto,una profunda transformación a lo largo de la centuria. Al final del ciclo decrecimiento del siglo XVIII, las comarcas centrales del reino aparecían conun protagonismo productivo indiscutible: una cuarta parte de la produc-ción total de vino la proporcionaban los valles de Orba, Ilzarbe y Mañeru,donde encontramos además elevados coeficientes de producción per cápi-ta (6,9 hL/hab.), y, en general, tres cuartas partes de la producción sesituaban en esa franja intermedia. Pero el crecimiento de la segunda mitaddel siglo XIX, al incorporar con un mayor dinamismo vitivinícola a lascomarcas del sur —mejor adaptadas a la producción de los caldos ricos encolor y alto grado, exigidos por la industria del coupage, y mejor conecta-das a los mercados externos a través del tendido ferroviario y la red decarreteras—, implicó un desplazamiento del eje productivo hacia el terciomeridional.

Este fenómeno tenía también implicaciones en cuanto a los protago-nistas del crecimiento. Si en 1889 practicamente la mitad del viñedo(45,9%) del valle de Ilzarbe estaba en manos de 201 explotaciones vitivi-nícolas de tamaño medio (5/20 ha), en el distrito de Tudela los 316 patri-monios situados en ese nivel reunían menos de un tercio del viñedo(31,6%). En consecuencia, allá donde la economía vitivinícola mostrabamás dinamismo el crecimiento se apoyaba en mayor medida sobre las

276 Estado, acción pública y cambio técnico

1 Sanz Baeza (1858). Miguel Irigaray, representante de Tafalla en el congreso de viti-cultores de los distritos de Alfaro, Calahorra, Borja, Tarazona, Tafalla y Tudela del 29 dejulio de 1887, estaba también convencido de que «la fuente de prosperidad no hay quebuscarla en nuestro país más que en la agricultura; lo que hay que hacer es buscar la colo-cación de nuestros productos en el interior y en el exterior». Sobre la conocida vocaciónexportadora de la vitivinicultura de este período y sus efectos internos son de consulta obli-gada, desde una perspectiva general, las obras de Carnero Abad (1980), Pan-Montojo(1994), Pinilla Navarro (1995a) o Simpson (1997).

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explotaciones pequeñas (40% del viñedo) y pequeñísimas (17%) o sobrelos grandes viñedos (12%), explotados habitualmente de modo directopor sus dueños (Lana Berasain, 1995). Si éstos últimos pudieron haberaprovechado con ventaja las oportunidades de ampliación o consolidaciónpatrimonial ofrecidas por la reforma agraria liberal, los primeros ganaronese protagonismo participando en la colonización de terrenos comunalesmediante repartos reglamentados o capturas indiscriminadas.2 En uno oen otro caso, la mercantilización de la tierra comunal era un hecho coti-diano: los usufructos se compraban y se vendían, se arrendaban o se ce-dían a censo enfitéutico, sin mayores complicaciones.

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 277

2 El fenómeno más espectacular, en este sentido, lo constituyó la ocupación de losMontes de Cierzo. Si en 1847 se apeaban 1.131 ha de viñedo o, lo que es lo mismo, un4% de la superficie de la facería, en 1873 alcanzaban las 3.349 ha (11,8%), las 4.223 haen 1889 (14,9%) y las 7.643 ha en 1899 (26,9%) (Lana Berasain, 1997a). Con la ausen-

CUADRO 1

PRODUCCIÓN DE VINO EN 1800 Y EN 1882 EN LAS DISTINTAS COMARCAS VITIVINÍCOLAS DE NAVARRA

Producto 1800 Producto 1882 Factor Producto per cápitaa

ComarcashL % hL % Increm. hL/hab. hL/hab. % >

Norteb 53.197 14,1 93.554 9,8 1,8 0,88 1,15 31,7

Baja Montaña 33.596 8,9 69.087 7,2 2,1 2,86 4,15 45,0

Tierra Estella 48.278 12,8 126.663 13,3 2,6 2,95 5,09 72,2

Valdizarbe 96.123 25,6 164.373 17,2 1,7 6,87 8,96 30,4

Olite 45.958 12,2 156.070 16,4 3,4 4,49 8,74 94,7

Marcilla 24.099 6,4 64.783 6,8 2,7 2,01 3,65 81,2

Lerín 15.898 4,2 23.489 2,5 1,5 2,41 2,91 20,9

Ribera Altac 85.955 22,8 244.342 25,6 2,8 3,00 5,60 86,7

Ribera Baja 28.451 7,6 191.580 20,1 6,7 1,27 5,39 324,0

Ebrob 1.718 0,5 18.351 1,9 10,7 0,44 2,39 437,7

Rioja 28.869 7,7 45.650 4,8 1,6 3,83 4,13 7,6

Total provincial 376.188 100 953.599 100 2,5 2,27 3,99 75,4

a El producto per cápita está calculado sobre los censos de 1787 y 1887.b Comarcas no incluidas en las denominaciones de origen.c Las cifras correspondientes a la Ribera Alta resultan de la suma de sus tres subcomarcas de

Olite, Marcilla y Lerín.FUENTES: Archivo General de Navarra (AGN), Reino, Riqueza territorial, legs. 41/1bis, 33/1,

44/1bis y 43/3bis; Archivo Administrativo de Navarra (AAN), Agricultura y Ganadería,cajas 32748 y 32749. Para los datos de población, Gran Enciclopedia de Navarra, 1990.

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Y es que el modelo articulado en este período concedía amplio mar-gen para la acción vitalizadora de la iniciativa privada y de los estímulosdel mercado, quedando el papel del Estado limitado a funciones auxilia-res, ya fuese como gendarme, ya como garante del marco institucionalpara los intercambios, ya como alentador y soporte de las iniciativas pri-vadas. La segunda gran coyuntura exportadora ofreció la ocasión para queese modelo ideal de protagonismo civil —consolidado ya en Cataluñacon el Instituto Agrícola Catalán de San Isidro (IACSI)— se plasmase enla creación de una entidad vertebradora de los intereses de la burguesíavitivinícola, que había de completar junto con los funcionarios deFomento y las juntas o consejos de agricultura, industria y comercio eltriple soporte de la política agraria liberal (Pan-Montojo, 1995): laAsociación Vinícola de Navarra (AVN). Fundada en Pamplona en 1878para «mejorar el cultivo de la vid, elaborar bien el vino y proporcionarmercados para los mismos», el optimismo progresista3 que rezuman lasactividades desplegadas durante los primeros años (concursos de prácticasagrícolas, difusión de abonos artificiales y variedades de vidueño, divul-gación de métodos y herramientas de vinificación, exposiciones vinícolasprovinciales y participación en las internacionales...) y su órgano de pren-sa (La Revista Agrícola, publicación primero quincenal y luego decenal quese editaría durante más de diez años ininterrumpidos), fue adquiriendotonos más sombríos durante la segunda mitad de los ochenta, conformelos problemas sanitarios y mercantiles atenuaron la euforia anterior.

Porque, hasta mediados de esa década, pese a la cortedad de algunascosechas por causas meteorológicas (sequía y hielos de 1882 y 1884) osanitarias (mildíu en 1885 y 1886), el dinamismo de la demanda y los

278 Estado, acción pública y cambio técnico

cia de todo control público que regulase la puesta en uso de estos terrenos, quienes esta-ban en mejores condiciones de aprovechar la oportunidad que se brindaba eran los inte-grantes de la burguesía agraria de los pueblos: los hacendados y labradores acomodadoscon medios de explotación suficientes para conquistar amplios espacios, con la necesarialiquidez para adquirir posesiones ganadas por otros, o con una posición acreedora en losmercados de crédito que permitía incorporar terrenos de este tipo mediante adjudica-ciones por deudas.

3 No en vano, dominaba entre sus principales impulsores (José M.ª Gastón, CayoEscudero, Norberto Goizueta, León Yanguas) la adscripción política liberal progresista,aunque no faltaban los euskaros, conservadores, carlistas e integristas (García SanzMarcotegui, 1996).

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buenos precios permitieron desentenderse de cualquier preocupación amedio plazo; pero en la segunda mitad de esa década se instaló una con-ciencia de crisis que, a decir de Aquilino Frauca —presidente del Centrode Agricultores, Ganaderos y Propietarios de Tudela—, «no es accidentalni pasajera, sino que tiene un carácter permanente».4 Más allá del proble-ma de los alcoholes, que era el que preocupaba a Frauca, y que permane-cería gravitando sobre el sector durante el medio siglo posterior, la recu-peración del viñedo francés y el desarrollo de otras vitiviniculturas hacíanaflorar la amenaza de la sobreproducción.

Con unos costes de producción relativamente fijos, que además ha-bían crecido a mediados de los ochenta por la necesidad de combatir elmildíu, la caída de precios iniciada en 1887 y acelerada en 1892 situaba alas explotaciones que operaban con trabajo asalariado en una difícil situa-ción. El procedimiento es demasiado tosco, tanto por la información deorigen como por el tratamiento dado a ella, pero los cálculos que podemosefectuar sobre las cartillas evaluatorias de 1890 permiten una aproxima-ción al fenómeno. Sin modificar otros supuestos, sin duda importantes, ylimitándonos a seis localidades, representativas de distintas condicionesgeográficas, la caída de precios de los primeros años noventa significaba laaparición de pérdidas importantes en las cuentas de explotación, tanto enlas tierras de mejor calidad —sometidas a un cultivo esmerado e intensi-vo— como en las de calidad inferior. Tan sólo los pueblos de la zona mediapodían seguir manteniendo ganancias en las mejores tierras, pero lo rui-noso de los viñedos marginales es visible en todos los casos. Y conviene noolvidar que hemos usado un precio promediado. En 1893 y 1894, en quelas cotizaciones bajaron de cinco pts./hL, y en 1895 y 1896, en que no lle-garon a diez, la situación para las explotaciones con mano de obra asala-riada pudieron llegar a ser, desde un punto de vista estrictamente conta-ble, dramáticas.

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 279

4 Centro de Agricultores, Ganaderos y Propietarios de Tudela (1887, p. 3).

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Las respuestas podían variar. En el caso del marqués de San Adrián,comprobé una sustancial reducción de los costes salariales del cultivo, per-mitida por las transformaciones técnicas del laboreo de las viñas (marco deplantación más claro en los viñedos nuevos e introducción de nuevos tiposde arados), así como cambios en las estrategias de comercialización (optán-dose por la venta de uva y renunciando a su transformación en vino), per-mitidos por el proceso en curso de disociación entre viticultura y vinicul-tura. Hay que tener en cuenta, además, que estas opciones tomadas por losgrandes y medianos propietarios repercutían sobre la demanda global defuerza de trabajo y, a través de ello, sobre el nivel de los salarios: MiguelIrigaray contará a la Comisión de la Crisis Agrícola y Pecuaria en 1887«que los jornaleros de aquel país […] aún sin asomar el invierno andan yaa bandadas en busca de trabajo remunerado a cualquier precio»5 (y eso quelo peor estaba todavía por llegar).

280 Estado, acción pública y cambio técnico

5 La crisis agrícola y pecuaria. Información oral, t. VI, 1888, p. 18

CUADRO 2

CUENTAS DE PRODUCTOS Y GASTOS DE UNA HECTÁREA DE VIÑEDO EN SEIS LOCALIDADES, SEGÚN LAS CARTILLAS EVALUATORIAS DE 1890 (EN PTS./HA)

Tierras de calidad superior Tierras de calidad inferiorLocalidades Rendim. Ingreso Gasto Líquido Liq.a Rendim. Ingreso Gasto Líquido Liq.a

hL/ha pts./ha pts./ha pts./ha pts./ha hL/ha pts./ha pts./ha pts./ha pts./ha

Tulebras R 18,34 404,58 315,54 89,04 –94,63 9,17 198,12 186,99 11,13 –80,71

Peralta R 34,06 601,03 545,38 55,65 –169,7 11,79 207,02 195,89 11,13 –66,88

Peralta Sb 26,20 467,47 378,43 89,04 –84,31 8,84 155,82 133,56 22,26 –36,27

Viana R 26,20 466,91 339,47 127,44 –57,04 10,48 186,99 177,53 9,46 –64,33

Viana S 23,58 420,17 307,75 112,42 –53,62 8,12 145,25 136,35 8,90 –48,21

Allo S 32,75 509,21 276,47 232,74 85,61 7,53 119,98 108,96 11,02 –22,81

Artajona S 32,75 578,77 314,43 264,34 47,64 13,10 228,17 217,04 11,13 –75,55

Legarda S 28,82 533,14 307,19 225,95 35,26 11,14 196,45 192,55 3,90 –69,73

R: Regadío. S: Secano.a El líquido supuesto para los años 1890-94 simplemente resulta de multiplicar el rendimiento físi-

co de la viña por el precio medio de ese quinquenio, cifrado en 10,376 pts./hL (Lana Berasain,1995), y de restar de la cantidad obtenida el gasto total.

b El cultivo de secano en Peralta incorpora procedimientos mecánicos en el laboreo de viñas. Enel resto de los casos se supone la ejecución a brazo de las tareas.

FUENTE: AAN, Catastro, caja 16131.

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A quienes no pesaba en exceso este tipo de condicionamientos, aun-que no podían permanecer impasibles ante las caídas de precios, era a lospequeños propietarios, que utilizaban la mano de obra familiar y que ennúmero abundantísimo completaban el elenco de las explotaciones vití-colas. Para ellas, producir más, vender más producto, era la respuestainmediata, máxime si se contaba con tierra barata en los comunales, ymugrón tras mugrón, acodo tras acodo, podía disponerse a poco coste dela planta necesaria. Además, plantar se hacía para estas familias apre-miante en la medida en que los productos que iban a permitir compen-sar la caída de precios llegarían al tercer o quinto año, y urgía, por tanto,disponer de ellos. Así puede entenderse la «carrera» de plantaciones queparece caracterizar a los años noventa (no creo que se trate de una simpleilusión estadística derivada de las imperfecciones de la fuente catastral) yque llega a registrar en el catastro provincial, antes de que comenzaran adarse de baja los viñedos filoxerados, una extensión superior a las sesentamil hectáreas de viñedo (incluyendo el cultivo asociado).

Sobre esta coyuntura vino a montarse la prevista catastrofe filóxerica,la última y más letal de las nuevas plagas del viñedo. Después de una seriede alarmas infundadas, la epidemia se declaró oficialmente el 2 denoviembre de 1896. De agosto a octubre de ese año cuatro comisionesdependientes de la Comisión Provincial de Defensa contra la Filoxerahabían recorrido la provincia, descubriéndola en sesenta y cuatro pueblosde la zona central, desde donde progresó en años posteriores a una veloci-dad creciente conforme se multiplicaba el número de focos. La cuantía deldaño no puede ser subestimada. García de los Salmones (1909, p. 4) cifra-ba las pérdidas en un valor superior a los 100 millones de pesetas. Y, cuan-do en 1899 se dieron de baja en el catastro los primeros viñedos filoxera-dos (poco menos de once mil hectáreas), venían a representar más de untercio del capital catastral en valles como Echauri, Ilzarbe y Mañeru, yun 3,2% del catastro provincial.6

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 281

6 AAN, cajas 16216/2 y 16118/11. Según un apunte de 1897, las 54.395 ha deviñedo que computaba en la provincia en 1892 venían a representar, en términos de valorcatastral, el 18,44% del capital imponible provincial, alcanzando en los partidos de Tudela,Tafalla y Estella el 30,2%, el 28,3% y el 22,1%, respectivamente (AAN, caja 16216/1).

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Los efectos de esta veloz descapitalización de la agricultura de Navarra—o, al menos, de las dos terceras partes de su territorio— hubieron de sertraumáticos para la mayor parte de las explotaciones. Enredadas en unamaraña de créditos en los años en que, como señalaba M. Irigaray, «habíacrédito sobrado, porque las viñas producían y eran dinero a la mano»,7 lacrisis y la filoxera servían el terreno idóneo para que ese crédito para la fi-nanciación productiva se transformase en crédito para la satisfacción de lasobligaciones financieras y de las necesidades de consumo. Con ello, lausura, siempre presente para determinados estratos sociales, podía alcanzarun desarrollo a mayor escala. Pero es que además desaparecían también lasoportunidades de trabajo ligadas al viñedo —los dos millones de jornalesanuales de que habla García de los Salmones—, ampliando el endémicoproblema de la subocupación y del desempleo jornalero. Lo resumía elAyuntamiento de Arguedas en enero de 1910 cuando, para justificar unaparcelación comunal, diagnosticaba que «a causa de la desaparición de lavid por la enfermedad filoxerica, la del olivo por la negrilla y otras varias[…] es lo cierto que la clase proletaria en particular atraviesa al presenteuna situación por demás crítica y angustiosa por la paralización de laboresagrícolas», y que de ello podría resultar «el conflicto que podría degeneraral orden público y que los vecinos en núcleo tan numeroso que sientenamor al trabajo traten de ir en su busca a lejanas tierras». Las respuestas deesas clases bajas, como refleja este episodio, iban desde la emigración8 hastala acción colectiva, que podía revestir múltiples formas, incluyendo tantomanifestaciones pacíficas y recogidas de firmas (como la que inició eseexpediente de reparto de tierras) como disturbios callejeros o sabotajes.9

282 Estado, acción pública y cambio técnico

7 La crisis agrícola y pecuaria. Información oral, t. VI, 1888, p. 27.8 Casi 19.000 personas abandonaron la provincia entre 1887 y 1900, y cerca de

26.000 la dejaron entre ese último censo y el de 1910. El impacto fue especialmente intensoen aquellas localidades que más habían avanzado en la especialización vitícola: entre un 22 yun 18 % menos de población que la que se había censado en 1887 contaban en 1910 Puentela Reina, Obanos, Mendigorría, Cirauqui o Valdizarbe; y un tamaño también inferior en un10 o un 15% tenían las poblaciones de los valles de Echauri o Mañeru, de Artajona, Tafalla,Olite o Villafranca (cálculos a partir de Gran Enciclopedia de Navarra, 1990).

9 Archivo Municipal de Arguedas, caja 40/5. A los disturbios, manifestaciones ysabotajes de los años noventa se refiere Gil Novales (1986), e Iriarte Goñi (1997) a losrepartos comunales. Algunos de esos conflictos tenían una relación directa con la muertede las cepas y con el modelo de ocupación de tierras comunales que había alentado el boomvitivinícola desde mediados de siglo. La apropiación, incompleta, y las transacciones efec-

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2. Respuestas a la crisis: intervención pública, difusión de la propiedad y reorientación productiva

La quiebra del modelo del primer capitalismo agrario alteró irreme-diablemente el modo de entender la acción pública en la economía, aun-que no se trató de un cambio repentino ni uniforme (Koning, 1994). Lacatástrofe filoxérica ofreció, eso sí, una oportunidad única para que laacción del Estado o de las diputaciones pudiese ensayar su primera inter-vención a gran escala. En el caso navarro, ésta había venido precedida deuna actuación en esa línea por parte de la Diputación (DPFN) con oca-sión de la crisis del mildíu. La iniciativa no correspondió, sin embargo, aesa institución sino al grupo de presión organizado en la AVN (converti-da en la Asociación General de Agricultores de Navarra —AGAN— trassu fusión con la Asociación Pecuaria y Forestal de Navarra, creada a suimagen en 1881) y al órgano consultivo de Fomento en la provincia(CPAIC), que durante el año 1885 se volcaron en labores propagandísti-cas sobre la plaga y sus remedios.10 A instancia de éstas últimas, la DPFN

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 283

tuadas con esos terrenos quedaron al descubierto por efecto de la filoxera, dando lugar aenfrentamientos entre particulares o entre éstos y los ayuntamientos. En 1899, enArguedas, algunos vecinos aprovecharon la filoxera para ocupar terrenos que poseían terra-tenientes forasteros y «se propasaron a sembrar, hoyar y plantar viña», argumentando quelas ventas efectuadas por sus padres se limitaban a las plantas vivas, lo que fue aprovecha-do por el Ayuntamiento para reivindicar los terrenos comunales en manos de forasteros(A.M. Arguedas, caja 2/8-9). Un panorama similar se le presentó al Ayuntamiento de Tu-dela en 1903 cuando, tras serle adjudicada la porción correspondiente de Montes deCierzo, pretendió recuperar para el patrimonio comunal las posesiones de vecinos de otrospueblos. Pendiente el tema ante los tribunales y destruido por la filoxera el viñedo quehabía colonizado el baldío, los viticultores de Cintruénigo se aprestaron a replantar, acor-dando el Ayuntamiento tudelano en enero de 1904 prohibir las replantaciones y destruirlas verificadas hasta entonces, a lo que «a viva fuerza iban a oponerse los vecinos deCintruénigo, cuando el Gobernador de la provincia, enterado de los sucesos, suspendió laejecución del acuerdo» (Montoro Sagasti, 1930). Planteamientos como éstos, de reivindi-cación de usufructos, abundaron entonces.

10 La difusión de información se efectuó a través de La Revista Agrícola, que recibíangratis los asociados de la AVN-AGAN, o a través de circulares como la que giró el 30 dediciembre de 1885 el CPAIC. Una nueva circular de este órgano de 24 de febrero de 1886pedía a los pueblos noticias estadísticas sobre la superficie de viñedo, la atacada por laenfermedad y la cantidad de sulfato de cobre que desearían. Respondieron 72 ayunta-mientos, confesando tener atacadas 8.238 ha, un 36% del viñedo que afirmaban existía ensus términos (AAN, caja 32778/2).

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aceptó participar en una Comisión Provincial de Defensa contra el Mildew(acuerdo de 24-III-1886), cuyos gastos correrían a cargo del presupuestoprovincial. Este organismo procedió inmediatamente a la importación degrandes cantidades de sulfato de cobre (672,44 q), que, no sin algún pro-blema, distribuyó a precios módicos entre los interesados (163 particula-res y 31 ayuntamientos), adquirió aparatos pulverizadores y escobillas paracederlos o venderlos a los cultivadores, organizó concursos agrícolas cen-trados en los tratamientos contra la plaga en Peralta y Pamplona, realizóinspecciones sobre el terreno, reconocimientos de muestras de vides enfer-mas y análisis químicos de sustancias fitosanitarias, gastándose la cantidadde 27.617 pts.11 El episodio revela el papel desempeñado por las redes delos propietarios en la articulación de una respuesta pública a la crisis, aun-que la atribución de protagonismos públicos o privados es, en cierta medi-da, un planteamiento falso, al nutrirse tanto la AVN-AGAN, como elCPAIC o la DPFN del mismo medio social: la burguesía propietaria.

El esquema volvió a reproducirse en los años noventa, incluyendo lainiciativa de las redes de propietarios,12 pero, dada la magnitud del desastre,la actuación pública fue también más ambiciosa. La Comisión Provincialde Defensa contra la Filoxera, que en 1892 había recibido una asignaciónpresupuestaria de mil pesetas «para poder responder que se atiende a laplaga en el caso de que hubiese reclamación del cumplimiento de la ley dedefensa contra la filoxera de 18 de junio de 1885»,13 dio paso en 1896 al

284 Estado, acción pública y cambio técnico

11 A partir de mayo de 1886 se ponían a disposición de los viticultores dos remesas(de 315,6 y 254 q) de sulfato de cobre importado de Bremen, por valor (incluidos los fle-tes) de 19.844 pts. Parcialmente distribuido y cobrado, un análisis de laboratorio revelóque se trataba de una mezcla ferrosa de nulos efectos. El fiasco del sulfato adulterado—compensado sólo en parte por la compra de sulfato puro (102,8 q por 5.923 pts.)—generó desconfianza por parte de los viticultores, haciendo que las existencias se acumula-sen en los almacenes (en diciembre de 1887 seguían sin vender el 53% del sulfato impuroy el 70% del bueno) y que los precios de venta hubieran de ser reducidos sobre un 10%(AAN, caja 32778).

12 En 1893 se señalaba que «la Asociación General de Agricultores navarros ha cele-brado varios concursos y ha invertido bastantes cantidades en reconocimientos de los viñe-dos, apenas ha habido alguna sospecha de que la filoxera apareciese por alguna parte. Sehan hecho visitas de inspección repetidas veces y por lo menos la Asociación practica unacada año» (AAN, caja 32776/1).

13 El punto 12 de la Ley de 18-VI-1885 obligaba a la recaudación por parte de lasdiputaciones de un impuesto extraordinario de 50 céntimos por hectárea de viña, destina-do a combatir la plaga, que debía ser ingresado en la sucursal que el Banco de España tenía

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Servicio Agrícola Provincial, cuya dirección se ofreció al prestigioso técni-co Nicolás García de los Salmones, quien el 24 de octubre aceptaba elcargo.14 La autoridad de este ingeniero, junto con la atonía de los merca-dos del vino y los bajos precios del caldo, contribuyeron a resolver el dile-ma, planteado en otros lugares, entre «sulfuristas» y «americanistas» acer-ca de los métodos para combatir la plaga.

El propio García de los Salmones (1909) y, después de él, DanielNagore Nagore (1929, 1936) y cuantos han prestado alguna atención a laagricultura navarra del primer tercio del XX (Mensua Fernández, 1960;Huetz de Lemps, 1967; Floristán Samanés, 1968; Gallego Martínez,1986; Mees, 1992) han recogido por extenso las actividades desarrolladaspor ese servicio. Hasta 1902, fecha en que, invadidas las provincias limí-trofes, se declaró la libertad de plantación de vides americanas en toda laprovincia, las actuaciones consistieron en: la factura del mapa filoxérico yformulación del plan de trabajo, incluyendo incentivos para quienes ayu-dasen con su acción individual (denuncia de nuevos focos, desfondes pro-fundos, tratamientos con sulfuro de carbono) a retrasar el avance de laplaga; estudios y análisis calcimétricos de terrenos; establecimiento de

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 285

en cada provincia. En febrero de 1893 el Ministerio de Fomento reclamaba por ese con-cepto 24.076 pts. Que la DFN recaudase y abonase esa cantidad suponía abrir una fisuraen el modelo tributario-financiero articulado por la ley de Modificación de Fueros de1841. De ahí la estrategia de justificar presupuestariamente unos gastos antifiloxéricosequivalentes que permitiesen una negociación ventajosa. Se trajeron, así, a colación abonosrealizados en 1881 para establecer las zonas de defensa contra la filoxera, o las dietas pagadasen 1878 y 1881 al ingeniero agrónomo provincial para viajes a Málaga y al departamentode los Bajos Pirineos. Ello no fue óbice para que en 1897 la DFN pretendiese acogerse alas subvenciones previstas en esa misma ley, a lo que Fomento contestó interesándose denuevo por el cumplimiento del punto 12. Nuevamente recibió como respuesta que la«administración de sus fondos para las atenciones comunes como para la defensa de losintereses agrícolas es de su propia y privativa competencia, conforme a la ley de 16 de agos-to de 1841», pero que tiene invertidas «cantidades cuantiosas» y consignadas en presu-puestos 83.313 pts. para una estación ampelográfica, campos de experimentación, labora-torio agrícola, etc. De cualquier modo, no era la única diputación provincial que incum-plía esa ley, a juzgar por las quejas de Fomento en tal sentido (AAN, caja 32776/1). Porotra parte, aunque desde Mensua Fernández (1960, pp. 124-126) y Huetz de Lemps(1967, v. 2, pp. 551-558) se señala habitualmente 1892 como la fecha en que apareció lafiloxera en Navarra, es ésta la única referencia directa que he hallado, y no implica que laplaga hubiese llegado efectivamente a la provincia.

14 AAN, caja 32776/1.

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15 Las asignaciones que para 1929 recoge Nagore Nagore (1929) atribuyen al gastovitivinícola un 21,3% del presupuesto del Servicio, mientras que distintas actividades rela-cionadas con la ganadería (sementales, libros genealógicos, concursos de ganados, vías

campos regionales de experimentación con vides americanas en las zonasde imposible defensa; creación de viveros de pies madres, cuyos productosserían ofrecidos a los viticultores desde 1899; intermediación en los mer-cados de vides americanas, «para lograr ventajas de precio y de bondad enla compra y evitar el engaño», y en los de materiales y utensilios de injer-tar; conferencias teóricas y prácticas sobre el injerto de la vid y concursosde injertadores (1899); imposición de una contribución extraordinariaantifiloxérica equivalente a 1,11 pts./ha de viñedo para financiar los tra-bajos (1897); y, finalmente, elaboración de una normativa para las rebajasfiscales a los terrenos filoxerados (1899).

Desde 1902 hasta 1912, fecha de la fastuosa celebración en Pamplonadel Congreso Nacional de Viticultura, se continuaron y ampliaron esaslíneas: se acordó la exención tributaria por cinco años a las nuevas planta-ciones; se celebró un concurso (Tafalla, 1903) de arados especiales para eldesfonde de terrenos; la política de viveros se abrió a la producción deinjertos y se impulsó la creación de viveros municipales, a fin de comple-tar la oferta de pies madres de los regionales; los concursos de injertadoresse orientaron a la selección del personal que pudiera encargarse de recorrerlos pueblos divulgando esas prácticas u ofrecerse como obreros especiali-zados, junto con la maquinaria adquirida, a las explotaciones vitícolas quelos requiriesen; la intermediación en los mercados —acompañada de lacorrespondiente instrucción en su manejo— se amplió a los abonos mine-rales, invirtiéndose en su adquisición entre 1905 y 1907 más de un millónde pesetas; se gestionó desde 1904 la ubicación de la Granja Instituto dela región agronómica cántabro-pirenaica y de una de las dos estacionesampelográficas nacionales previstas por el Estado, la cual se abrió en 1908(en 1919 fue cedida a la Estación Ampelográfica Central, presidida porSalmones, y en 1932 se recuperó como Granja Agrícola Provincial) y secomenzó a formar en ella una completa colección ampelográfica (1911);por último, se inició una apertura de los objetivos del servicio hacia otrasramas productivas (cereales y tubérculos, praderas artificiales, ganadería),que habrían de cobrar mayor fuerza en las décadas siguientes.15

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Al margen de la ambiciosa apuesta por la enseñanza agrícola, viejaaspiración16 que tomará cuerpo con la fundación en 1914 de la GranjaEscuela Práctica de Agricultura,17 y la apertura, dentro de ésta, de unaSección de Estudios Especiales de Viticultura y de Vinificación (ampliadaen 1919 a Escuela de Capataces de Viticultura y Enología), la política deviveros y de campos experimentales, encargados de seleccionar las varieda-des de híbridos mejor adaptadas a las distintas condiciones de suelo yclima de la provincia, fue posiblemente la estrella de esta acción pública.Supuso para la DPFN un desembolso hasta 1908 de más de un millón depesetas, que en sus últimos años tendió a ser cubierto con las propias ven-

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 287

pecuarias) representaban ya un 41,7%; otro 10,3% se asignaba a experimentación y labo-ratorio; fruticultura y selección de semillas suponían un 16% y un 8,2% la enseñanza agrí-cola. Para estas fechas, el gasto en extensión agraria, que había llegado a situarse cerca del20% del gasto provincial entre 1897 y 1905, se había reducido a proporciones inferiores al10% (Torre y García Zúñiga, 1997).

16 Hay que destacar los esfuerzos por impulsar desde la AVN-AGAN la creación deuna escuela teórico-práctica de agricultura (AAN, caja 32667/2), cuyo único resultado fuela apertura en 1881 de una estación antifiloxérica en Irache, que fue clausurada en 1887(Pan-Montojo, 1995, p. 201). No se perdían de vista los modelos europeos: en 1883 laDPFN se carteaba con la Colonie Agricole de Mettray (Indre-et-Loire) y en 1901-1902 seenviaba a técnicos del Servicio de Agricultura a visitar institutos agrícolas en Alemania yBélgica (García de los Salmones, 1909).

17 Ubicada en Villaba y transformada en 1924 en Escuela de Peritos Agrícolas, expi-dió 189 títulos en las veinte promociones que precedieron al estallido de la guerra civil(Nagore Nagore, 1936).

CUADRO 3

PETICIONES DE SARMIENTOS A LOS VIVEROS PROVINCIALES Y CANTIDADES SERVIDAS

Años Peticiones de sarmientos Concesiones de sarmientos

Total Promedio Total Promedio CoberturaMiles Anual miles Miles Anual miles %

1899-03 9.400 1.880 5.000 1.000 53,2

1904-06 50.900 16.967 14.100 4.700 27,7

1907-08 114.000 57.000 32.800 16.400 28,8

...

1929-34 49.400 8.233 28.200 4.700 57,1

FUENTE: Nagore Nagore (1936). Elaboración propia.

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tas de plantones, una vez que los 27 viveros regionales y los 5 municipalescompletaban su formación. Pasados los primeros años, en que pedidos yventas se mantenían a un nivel necesariamente bajo, la demanda se dispa-ró en la primera década del siglo, en una medida muy superior a la capa-cidad de servirla por parte de los viveros. Ello implicaba, obviamente,tener que elegir qué peticionarios serían servidos y quiénes no. Hasta ladécada de 1920 el criterio dominante parece haber sido el orden de peti-ción, pero durante la Dictadura se impuso una política populista que dis-criminaba a favor de los pequeños peticionarios.18 Para esas fechas sehabían cerrado la mayor parte de los viveros: 14 quedaban en 1920, 6 en1924 y 3 en 1926. Si nos atrevemos a efectuar un balance a partir del cua-dro anterior y si consideramos que tras la filoxera el marco de plantaciónse aclaró en Navarra hasta las 2.500/4.444 cepas/ha, podemos concluir—tomando el valor más alto para compensar los plantones que no llega-ban a arraigar— que las peticiones de sarmientos efectuadas entre 1899 y1908 hubiesen permitido poblar casi cuarenta mil hectáreas de viñedo,mientras que las concesiones efectivas podían haber servido para plantarunas doce mil hectáreas, una cifra muy cercana a las 10.741 ha contabili-zadas en la memoria de la JCA de 1909. Aunque los pedidos rebasaron elmarco provincial (Mees, 1992), hay que reconocer que parece existir pocomargen para la actuación de viveristas privados19 y que el papel deDiputación en este terreno fue esencial.

288 Estado, acción pública y cambio técnico

18 En 1920 la distribución se haría a prorrateo para los solicitantes de más de cincomil plantas, con preferencia a los primeros peticionarios; en 1924 comenzó a favorecerseen el prorrateo a los peticionarios de cantidades menores; y en 1929 pasaron a escalonarselas concesiones «de modo que resulten más favorecidas las pequeñas peticiones, en ordende menor a mayor».

19 Lo que no quiere decir que a través del fraude los intermediarios no dispusiesen deun margen de actuación en este terreno. Circulares de 1905 reconocían que «muchas de lasplantas distribuidas […] han sido objeto de reventa, adquiriendo así ciertas variedades hastacuatro veces el valor de su compra» (Boletín Oficial de la Provincia de Navarra [BOPN], n.º133/1905), y que «fueron frecuentes los casos de conceder crecido número de plantas aquienes no tenían ni un área en la provincia» (BOPN, n.º 140/1905). Todavía en 1928, yya municipalizado ese servicio, se descubrían fraudes como el de Lerín, donde un emplea-do municipal, conchabado con amigos y parientes que prestaban sus nombres, se dedicabaa la reventa de estaquillas a un viverista de Logroño, cuya ingenuidad al girar el importedirectamente a la Diputación permitió descubrir el pastel. (AAN, caja 32750/1).

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La acción pública venía a sostener un proceso autónomo, perceptibledesde las últimas décadas del XIX, que consistió en la difusión de la pro-piedad y en el fortalecimiento patrimonial de grupos en gran medida aje-nos a los que habían protagonizado la expansión del ochocientos. Estefenómeno, comprobado para otras localidades navarras (Gerónimo deUztariz-en Lur Lantaldea, 1991), puede ejemplificarse en la localidad deCascante, en la que el crecimiento del número de propietarios residentesrebasó ampliamente durante este primer tercio del siglo el ritmo quesiguió su población. Procesos migratorios, repartos igualitarios de heren-cia y el dinamismo de los mercados de compraventa de tierra parecen estardetrás de este hecho.20 El resultado fue un acceso más amplio y firme a lapropiedad, pasando de un coeficiente de más de seis habitantes por pro-pietario residente a otro de poco más de cuatro.

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 289

20 El dinamismo del mercado de la tierra no ofrece duda. Al margen de otros movi-mientos identificables en los tres catastros sucesivos de 1890, 1912 y 1931, un colectivo taninconfundible como la nobleza vio mermarse su presencia en unas setenta y cinco hectáreas.El dinamismo de los mercados de tierra y el protagonismo de los pequeños propietariosdurante este período han sido objeto de investigaciones más minuciosas en los casos valen-ciano (Calatayud, 1989), aragonés (Sabio Alcutén, 1995a) y catalán (Saguer i Hom, 1992).

CUADRO 4

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN Y DEL NÚMERO DE PROPIETARIOS RESIDENTES EN CASCANTE, 1890-1931

Fechas Población Propietarios vecinosa Hab./prop.

N.º hab. Índice N.º Índice N.º Índice

1887-1890 4.132 100 666 100 6,2 100

1910-1912 3.712 90 756 113 4,9 79

1930-1931 3.801 92 860 129 4,4 71

a El número de propietarios cascantinos era en cada una de esas fechas superior a la cifra queaquí se recoge, no solamente por los vecinos cuyo patrimonio podía radicar en los municipiosinmediatos, sino porque he preferido no incorporar los datos correspondientes a la superficie dela mancomunidad de Montes de Cierzo, que se asignó a Cascante en 1902. De hacerlo, elnúmero de propietarios residentes ascendería en 1912, por ejemplo, a 925, aunque debe consi-derarse que esa «propiedad» era más bien un usufructo arbitrario sobre un bien comunal quellevaba camino de consolidarse como tal. Además, al no disponer de información similar para1890, la serie no resultaría homogénea.

FUENTE: Lana Berasain (1997a).

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Este movimiento es compatible con una evolución peculiar de la pro-piedad vitícola, que se caracteriza en este pueblo por la recomposición dela extensión prefiloxérica sobre nuevos protagonistas: los propietariosforasteros, sobre todo los de la vecina localidad de Murchante, que teníanporciones de patrimonio de tamaño pequeño y mediano en Cascante, y,en menor medida, los grandes patrimonios locales que recompusieron yampliaron sus explotaciones vitícolas. El significado que cabe dar a estemovimiento es el de una tendencia a desplazar la plantación de viñedodesde las tierras de ruedo a los espacios periféricos del patrimonio (deMurchante a Cascante, y de Cascante, previsiblemente, a Montes deCierzo). Ello sería coherente con el nuevo papel atribuido a la vitivinicul-tura en el nuevo modelo de crecimiento agrario articulado tras la crisisfinisecular: un papel ya no protagonista sino complementario.

290 Estado, acción pública y cambio técnico

CUADRO 5

DISTRIBUCIÓN DE LA PROPIEDAD DEL VIÑEDO EN CASCANTE EN 1890 Y 1931

Hectáreas 1890 1931

Vecinos Forasteros Vecinos Forasteros

Hectáreas % Hectáreas % Hectáreas % Hectáreas %

0-0,5 35,58 5,9 3,69 0,6 26,50 3,9 23,18 3,4

0,5-1 45,54 7,5 2,95 0,5 34,77 5,1 27,64 4,1

1-2 50,35 8,3 12,93 2,1 39,63 5,9 45,34 6,7

2-5 120,01 19,9 13,72 2,3 100,99 14,9 59,62 8,8

5-10 96,82 16,0 17,10 2,8 73,71 10,9 49,83 7,4

10-20 55,32 9,2 2,54 0,4 54,98 8,1 19,04 2,8

20-50 77,72 12,9 33,12 5,5 55,63 8,2 2,24 0,3

50-100 23,68 3,9 12,46 2,1 63,06 9,3 0,19 0,0

Total 505,02 83,7 98,51 16,3 449,26 66,4 227,08 33,6

Nota La suma total de propiedades de vecinos y forasteros ascendía en 1890 a 603,53 ha y en 1931a 676,34 ha. El cuadro incluye la superficie de cultivo asociado de viñedo y olivar, que sumaba 272,43 haen 1890 y 284,50 ha en 1931.

FUENTES: AAN, Catastro; Depto. de Riqueza Territorial del Gobierno de Navarra, Catastro deCascante de 1931.

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Buena muestra de ello son las nuevas características del viñedorecompuesto tras el desastre filoxérico en la provincia. Reducido en un40% respecto a la superficie alcanzada en 1890, no ha sufrido el mismogolpe ni se ha recompuesto en la misma medida en todas las comarcas. Lareconstitución postfiloxérica prolonga la tendencia marcada durante el XIX

de desplazamiento del eje productivo hacia el sur, ya que es ahí dondela replantación prácticamente logra revivir, e incluso superar localmente laextensión alcanzada durante los buenos años del boom de los ochenta. Eldeclive es, sin embargo, irreversible en el viñedo de las comarcas centralesy septentrionales, condenadas, más que por condiciones de suelo y clima,por la excentricidad respecto a los medios de transporte y por la incapaci-dad para haber impulsado una vitivinicultura de calidad durante la etapaanterior. Además, el viñedo postfiloxérico, que por la crisis paralela de losmercados del aceite local es un viñedo más especializado (el cultivo aso-ciado de vid y olivo, importante en algunas comarcas, se reduce del 15 al5%), tiende a refugiarse en los terrenos que no son útiles para otros culti-vos: en 1909, un 22,1% del viñedo reconstituido se sitúa fuera de los anti-guos pagos de viña en la zona meridional, representa el 35,9% en la zonacentral y llega al 47,9% en la septentrional (Junta Consultiva Agronómica,1911, p. 94). El espacio abandonado por la vid lo ocupan otros cultivosmejor remunerados: la remolacha, alfalfa y hortalizas en los regadíos, y eltrigo en los secanos.

El esbozo de programa que la DPFN manejaba a mediados de losnoventa apuntaba las transformaciones cuando se planteaba «la mejora delos cultivos y de las razas pecuarias, la formalización de un servicio agro-nómico, la repoblación forestal, el aumento de los riegos y el anticipo decapitales para la explotación», con el objeto de fomentar y crear «nuevasfuentes de producción agraria» capaces de compensar «las pérdidas queocasione la invasión filoxérica».21 De todas esas líneas, la última, la referi-da al crédito, resultaba imprescindible para la reconstitución del viñedosobre la base de la agricultura familiar, pero su cobertura no fue asumidapor el sector público sino por el asociacionismo impulsado por el catoli-cismo social desde 1906 (Majuelo Gil y Pascual Bonis, 1991).

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 291

21 BOPN, n.º 111/1896.

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Vinculada a ese movimiento y respondiendo, en parte, al modelo deintegración vertical sugerido por la Diputación,22 una nueva vertebraciónde los intereses vitivinícolas —la Asociación de Viticultores Navarros—,que tenía poco que ver con la anterior, terminó articulándose en 1912. Elnacimiento de este organismo coincide, y no es casualidad, con la reapari-ción de los problemas de saturación de los mercados23 —a lo que no es

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22 En relación con su política de intermediación en los mercados de abonos quími-cos, la DFN señalaba en una circular que «para que los beneficios de esta intervención dela Diputación alcancen a los grandes y pequeños propietarios, se excita a los primeros paraque en sus respectivos pueblos fomenten la unión de esos pequeños y hagan a éstos, pormedio de esa unión, partícipes de las ventajas que concede la asociación, pues medianteella, si los reunidos son de honradez y buena fe, se logrará una garantía de crédito que suelefaltar aisladamente» (BOPN, n.º 17/1906).

23 Su presidente M. Arrasate señalará en 1912 que «teníamos a los viticultores pasan-do inquietud, sin poder vender sus vinos, aun cuando la producción era insignificante ovendiéndolos a precios ínfimos comparados con los de esos otros vinazos verdaderamentesospechosos» (Arrasate, 1914, p. 219).

CUADRO 6

SUPERFICIE Y COMPOSICIÓN DEL VIÑEDO NAVARRO ANTES Y DESPUÉS DE LA FILOXERA

Comarcas 1890 1929 Reducción Cult. asociado (%)

Hectáreas % Hectáreas % % 1890 1929

Nortea 5.285,9 10,3 1.918,0 6,3 –63,7 3,6 0,9

Baja Montaña 3.864,4 7,6 2.449,3 8,0 –36,6 10,9 7,1

Tierra Estella 7.639,0 14,9 3.712,5 12,1 –51,4 35,9 13,6

Valdizarbe 8.037,8 15,7 3.238,7 10,6 –59,7 5,5 2,7

Olite 7.074,7 13,8 3.840,5 12,5 –45,7 15,4 5,7

Lerín 2.037,7 4,0 988,6 3,2 –51,5 15,0 6,5

Marcilla 4.281,6 8,4 3.225,5 10,5 –24,7 6,7 0,5

Ribera Altab 13.394,0 26,2 8.054,6 26,2 –39,9 12,5 3,7

Ribera Baja 8.617,3 16,8 7.669,2 25,0 –11,0 13,6 4,1

Ebroa 1.263,0 2,5 788,7 2,6 –37,6 4,8 0,5

Rioja 3.105,9 6,1 2.797,3 9,1 -9,9 29,6 9,1

Total Navarra 51.207,2 100 30.628,3 100 –40,2 14,9 5,4

a Comarcas no incluidas en las denominaciones de origen.b Las cifras correspondientes a la Ribera Alta resultan de la suma de sus tres subcomarcas de

Olite, Marcilla y Lerín.FUENTES: AAN, Catastro, libros 3521, 3433, 3434, 3435, 3436, 3470, 3506, 3563 y 3599.

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ajeno el crecimiento de un sector industrial azucarero en la provincia,entre cuyos subproductos se encontraba el alcohol extraído de las melazas(Puig Raposo, 1993)—, y con el desarrollo de iniciativas semejantes en laviticultura catalana (Pujol Andreu, 1986; Ferrer i Bosch y MuiñosValverde, 1986). La nueva AVN —que cuenta también con su órgano deprensa, El Viticultor Navarro— tiene, a diferencia de la que había surgidotreinta años atrás, una naturaleza fundamentalmente defensiva frente a lacompetencia de los productos industriales sustitutivos.24 Es diferente ade-más por su estructura interna, fuertemente jerarquizada, que construyedesde las delegaciones locales y los consejos de zona una pirámide culmi-nada por un directorio provincial y una asamblea anual en la que partici-pan delegados y directores. Lo es también por las conexiones ideológicas(liberalismo progresista, aquélla; catolicismo social, ésta) y por el mediosocial del que se nutre. Se trata, en definitiva, de una reacción de peque-ños y medianos viticultores contra intermediarios y almacenistas, y espe-cialmente contra los vinos artificiales, que busca la solución a los proble-mas del sector en la recuperación de la relación directa entre productor yconsumidor a través de la creación de tabernas y depósitos en cada pueblopara la venta directa,25 y mediante la eliminación del impuesto municipalsobre el vino (garapito).

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 293

24 Los objetivos trazados en su reglamento de 31-I-1912 eran: «perseguir sin descan-so, dentro de las leyes y con el auxilio de las autoridades, los vinos falsificados y adulterados[…], gestionar la reforma de la vigente ley de alcoholes […], conseguir por medio de trata-dos convenientes nuevos mercados en el exterior para los vinos españoles […], cultivar elcrédito y la venta de los vinos naturales […], propagar entre los asociados las necesarias ense-ñanzas para que la elaboración de los vinos naturales se haga con arreglo a las prácticas másmodernas […], obtener facilidades y baratura en los transportes de vinos para que puedanser llevados a todos los mercados con la economía necesaria […], hacer la unión o estable-cer por lo menos una buena inteligencia con todos los viticultores españoles, para realizarpor la acción común esos fines y todos aquellos que beneficien a la riqueza vitícola».

25 El procedimiento lo ilustra también Arrasate (1914, p. 219): «una comisión de ladelegación va anotando los nombres de los cosecheros que quieren vender vinos y ordenala venta por turno riguroso; va la comisión a las bodegas, prueba los vinos y fija el precio aque se ha de vender, poniendo para las ventas al detall precio igual que al por mayor, si biensalvando una pequeña comisión para el encargado de venta, y de aquí resulta que el coseche-ro obtiene el precio que debe obtener y el consumidor compra directamente del cosecherovinos absolutamente puros con un cincuenta por ciento de economía, que es la gananciaregular del intermediario ambicioso y cruel que explota al público y revienta al viticultor».

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3. Luces y sombras de la reconstitución: renovación técnica y opciones productivas

Si una parte de las transformaciones técnicas que experimentaron losprocesos de producción de la uva (marcos de plantación, variedades devidueño, modalidad y maquinaria de laboreo, formas y útiles de poda, sus-tancias e instrumentos anticriptogámicos, abonos químicos) y el vino(diseños de bodega, procedimientos de elaboración, bombas para trasie-gos, pisadoras, prensas, etc.) venían ya consolidándose durante el últimotercio del XIX, estrechamente conectadas a la vinculación comercial conFrancia, que proporcionaba los modelos tecnológicos, la replantaciónpostfiloxérica supuso, como es sabido, una ruptura en el sector. Desfondesmás profundos, variedades híbridas, injertos, abonado más intenso, trata-mientos químicos preventivos, maquinaria perfeccionada, son algunos delos cambios más destacados de una viticultura cada vez más disociada—por la vía de las bodegas industriales o de las cooperativas de produc-ción— de un proceso de vinificación que requiere aumentar su escala paragarantizar su rentabilidad. Es, por todo ello, un viñedo que precisa deinversiones más importantes que el anterior a la filoxera. Y esto es espe-cialmente visible en la fase en que se concentran en mayor medida losrequerimientos laborales y financieros: la plantación.

Los dos ejemplos con los que cuento son bien indicativos en el sentidoapuntado. Correspondientes a dos localidades de la zona meridional, ofrecendos modalidades para la plantación postfiloxérica. En ambos casos se practi-can desfondes profundos, con la ayuda de malacates y de arados especiales,26

y con abundantes abonados.27 En un caso se opta por la adquisición de los

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26 En Murchante, una sociedad de cinco propietarios disponía en 1905 de un aradode desfonde con malacate (adquirido en Barcelona por 3.500 pts.), utilizándolo por turnopara descepar y efectuar el ondalán. Permitía trabajar a una profundidad de 60-75 cm, conun coste que variaba entre 392,34 pts./ha (trabajando 17 ha/día con el malacate y seismulas) y 614,94 pts./ha (laborando 39 ha/día con el arado de desfonde y diez mulas).AAN, caja 16145.

27 En ambos casos se derramaban 20 q de estiércol. La fórmula recomendada en1906 por la DPFN era más completa y por fuerza más cara: 6,7 q/ha de superfosfato decal, otros 6,7 q/ha de yeso en «tierras fuertes», 1,7 q/ha de sulfato de potasa y 1,7 q/hade sulfato amónico para un marco de plantación de 3.340 cepas por hectárea (BOPN,n.º 17/1906).

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plantones ya injertados —lo que elevaba notablemente los costes moneta-rios— y en otro por los barbados (sarmientos enraizados en vivero), quehabrían de ser injertados una vez plantados. El coste total de plantación deuna hectárea oscilaba, así, entre las 1.305 pts./ha de Murchante y las 2.182pts./ha de Cintruénigo. El viñedo prefiloxérico de esta comarca, donde erapráctica común abrir las hoyas en que habría de colocarse el barbado sin unprevio desfonde del terreno, podía rondar en su coste de plantación entre las300 y las 545 pts./ha, hacia 1895. En la Navarra central y la Ribera Alta,donde era más común la práctica del ondalán28 o la del desfonde con aradosjaén de primera tirados por diez o doce mulas, o por una combinación de bue-yes y mulas (a una profundidad de 35 a 40 cm), los costes de plantación delviñedo podían oscilar entre 600 y 1.500 pts./ha, si se practicaba el desfonde ajornal, o entre 444 y 666 pts./ha, si el desfonde se contrataba a destajo.

Me interesa destacar un par de ideas a partir de este ejemplo. La pri-mera, que la política articulada por la DPFN para ofertar sarmientos ybarbados de los viveros regionales y garantizar la formación del viticultoren la práctica del injertado a través de cursillos y concursos se adaptaba alas posibilidades de las pequeñas y medianas explotaciones, más abundan-tes en trabajo que en capital.29 Y la segunda, que la mayor alteración en loscostes productivos, al menos por lo que se refiere a la fase de plantación,se daba en aquellas comarcas que mejor se recuperaron del impacto de lacrisis y en las que el proceso de difusión de la propiedad era más intenso.

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 295

28 Con ese nombre se conocía la labor preparatoria del terreno ejecutada por «unacuadrilla o tajo de varios peones, comúnmente de seis a doce» que, valiéndose de layas y/ode azadas, «voltean y desmenuzan la tierra hasta una profundidad de 50 centímetros portérmino medio» (Jaén, 1904, pp. 134-135).

29 Los precios manejados en 1905 en Cintruénigo y Murchante eran de 150 pts. elmillar de injertos de vivero y de 30 pts. el millar de barbados. Los viveros regionales seguíanhasta la década de 1920 una política de precios unitarios para todo tipo de híbridos: en1908 los sarmientos se ofrecían a 7 pts. el millar y a 15 pts. los barbados; en 1915 los pri-meros se vendían a 10 pts., los segundos a 25 pts. y a 100 pts. los injertos de vivero.Después de la depresión filoxérica (Azanza Azcona, 1918-19; 1923) que afectó a los patro-nes francoamericanos en 1918-20, se establecieron tablas de precios diferentes según lasvariedades de híbridos, pero no —como hubiera sido coherente con una política de apoyoa la recuperación— señalando precios baratos a los patrones américo-americanos, sino a loseuroamericanos (hasta la mitad, en algunos casos). La razón puede estar, además de en lanegativa a renunciar a las inversiones efectuadas los años anteriores en los viveros, en el he-cho de que ciertas condiciones de suelo y clima, características de áreas meridionales, pre-servaban a los patrones francoamericanos del rebrote filoxérico.

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CUADRO 7

COSTE DE PLANTACIÓN DE UNA HECTÁREA DE VIÑEDO HACIA 1905 EN EL SUR DE NAVARRA BAJO DOS SISTEMAS DISTINTOS (TRES AÑOS)

Concepto Cintruénigo Murchante

Pts. % Pts. %

Preparación 93,72 4,3 125,21 9,6

Abonado 14,36 0,6 30,61 2,3

Plantación 31,16 1,4 64,00 4,9

Injertado 0 0 105,85 8,1

Cuidados culturales 271,35 12,4 70,68 5,4

Tratamientos 10,24 0,5 6,12 0,5

Gastos salariales 420,83 19,3 402,47 30,8

Abonos 375,64 17,2 333,91 25,6

Barbados y púas 0 0 189,55 14,5

Injertos 709,55 32,5 0 0

Sulfato y cal 22,04 1,0 16,70 1,3

Agua 66,78 3,1 0 0

Inputs de explotación 1.174,01 53,8 540,15 41,4

Labores con animales 482,94 22,1 300,74 23,0

Mobiliario mecánico 4,67 0,2 0 0

Animales y máquinas 487,61 22,3 300,74 23,0

Guarderío 5,34 0,2 5,01 0,4

Renta de la tierra 41,74 1,9 25,04 1,9

Imprevistos 52,20 2,4 31,28 2,4

Otros gastos 99,28 4,5 61,33 4,7

Total gasto 2.181,74 100 1.304,68 100

FUENTE: AAN, Catastro, cajas 16137 y 16145.

Y que, pese a ello, fuesen estas comarcas las que profundizaran suapuesta por el viñedo tiene que ver, probablemente, con que sus caldos,ricos en color y grado (los «vinazos» a que se refería Arrasate en 1912),seguían disponiendo de una demanda importante, esta vez ya no del mer-cado francés (salvo de forma esporádica) sino del español. Con un merca-do de consumo que, en líneas generales, gozaba de una menor capacidad

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de compra y con una demanda de ese tipo de producto, apto para mani-pulaciones y mezclas, por parte de almacenistas y fabricantes, el viñedomeridional podía recuperarse e incluso crecer primando los criterios decantidad sobre los de calidad.

Porque la eficacia de la acción pública en el contexto de la crisis filo-xérica —tan recordada por la propaganda foral— no le eximió de come-ter algunos errores que, andando el tiempo, mostrarían su importancia.Además de la opción por un conjunto de portainjertos euroamericanosbien adaptados a las condiciones de suelo y clima de las distintas comar-cas pero vulnerables, en ciertas condiciones climatológicas, a ser atacadasnuevamente por el insecto,30 hay que destacar la elección de la garnachacomo vinífera dominante, que García de los Salmones justificaba única-mente con una conservadora y contradictoria apelación a la tradición.31

Las consecuencias que este hecho tenía para la cantidad y calidad de laproducción y para las expectativas de crecimiento de la vitiviniculturanavarra se hicieron notorias al finalizar el primer tercio del siglo. Endiciembre de 1931 el diputado David Jaime proponía un cambio de polí-tica, con el desarrollo de híbridos de viníferas como garnacha, temprani-llo, mazuela, macabeo o moscatel, y la recuperación del campo de experi-mentación de Villava cedido a la Estación Ampelográfica Central en 1919para poder llevarlas adelante. La comparación con la experiencia riojana,

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 297

30 La elección entre híbridos de producción directa (defendida por el presbítero Izcueen 1904) y portainjertos fue resuelta por García de los Salmones a favor de éstos últimos,no sin efectuar algunas experiencias. Los ensayos en los campos regionales permitieron ele-gir los híbridos que mejores condiciones presentaban para desarrollarse en medios calizosy secos, sin que fuesen afectados por la clorosis. En 1908 la producción de los viveros regio-nales se centraba en los híbridos aramón X rupestris ganzín 1 y 9 (41%) y mourvedre Xrupestris 1202 de couderc (32%); en 1934-35, después del rebrote filoxérico, lo hacía en elrupestris de lot (30%), riparia X rupestris 3309 (30%) y berlandieri X riparia 420-A (17%).Ver García de los Salmones (1909) y Nagore Nagore (1936).

31 «Es un lamentable error iniciar la reconstitución abandonando las variedades pro-pias del país, porque el agricultor se mete de lleno en lo desconocido y porque supone esoquerer borrar de golpe toda la obra de las pasadas generaciones, atribuyéndole imperfec-ciones que no tiene, pues es absurdo suponer que todo en nuestros ascendientes fue tor-peza en la elección de variedades, lo cual, racionalmente pensando, no puede suceder tra-tándose de un cultivo que ha ido formándose de año en año, y sufriendo, además, trans-formaciones radicales, tan grandes a veces que en la misma provincia de Navarra más de lamitad de su viñedo era de muy reciente creación» (García de los Salmones, 1909, p. 16).

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muy diferente pese a condiciones similares de partida, resultaba en esascondiciones ineludible.32

Sin embargo, la distancia entre las dos vitiviniculturas vecinas no eratodavía tan amplia cuando en 1926 se planteó, a imitación del modelofrancés (Unwin, 1991), la formación de una marca comercial para laregión al abrigo del nombre de Rioja. Contándose en el Consejo Regula-dor con presencia navarra (Diputación y Cámara Agrícola), DanielNagore, director del Servicio de Agricultura y Ganadería, se inclinaba enmarzo de 1927 por la inclusión de una buena parte de Navarra (la deli-mitada por la frontera biológica del olivo y por los cursos de los ríosAragón y Alhama) en esa demarcación, toda vez que «de tiempos atrásestán proporcionando materia prima, uva, para elaborar vinos [de calidad]en aquélla», y que los cosecheros de Navarra «que tenían su salida a lasbodegas de aquella zona […] han de oponerse a que donde hasta ahora nohubo frontera se establezca». Una encuesta girada a los ayuntamientosacerca de este asunto proporcionó en junio una amplia mayoría de res-puestas partidarias de la inclusión.33 Pero, desechada esa opción, que

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32 «Es un hecho evidente que la vitivinicultura navarra no goza la prosperidad quepor su clima y terrenos sería capaz. La mayor parte de sus viñedos, debilitados por la filo-xera […] dan producciones cortas, siquiera en años excepcionales parezcan aceptables.Únese a los fracasos debidos al pie o portainjerto la inseguridad de fecundación propia dela garnacha, vinífera dominante cuyo aborto o corrimiento ocasionó desastres como losde 1921, 1923, 1926 y 1930, y se tendrá la explicación del porqué nuestra provincia, queen el cultivo de cereales figura entre las primeras de España, en el de la viña le aventaja grannúmero a los que debiera sobrepujar. Si de la cuantía pasamos a la calidad, es notorio queteniendo extensas comarcas de igual clima y terrenos que la Rioja, nuestros vinos resultande clases corrientes, mientras los riojanos se venden como de marca acreditada. Es quenuestros vinos, a base de garnacha, si se prestan a elevadas graduaciones, no son propiospara tipos finos de mesa» (AAN, caja 32750/2). Sobre David Jaime Deán, empleado de laCooperativa Vinícola de Tafalla desde 1921 y diputado por Izquierda Republicana, puedeconsultarse García Sanz Marcotegui et alii (1998, pp. 288-292).

33 La propuesta que el Servicio de Agricultura de la DPFN presentaba el 4-III-1927para la delimitación de la denominación de origen Rioja abarcaba una superficie de 8.620km2 con 50.201 ha de viñedo y una producción anual de 1.226.520 hL de vino, del quepoco menos de un tercio correspondería a la provincia de Navarra. En 1928, Navarraquedó, como bloque, fuera de la denominación de origen Rioja. Además de la oposiciónde los cosecheros logroñeses, hay que considerar un eventual retraimiento de las institu-ciones navarras, que en julio de 1927 volvían a someter a consulta la cuestión, recalcandolo que el reglamento recién aprobado por el Consejo Regulador significaba en términos decontrol y fiscalización de la producción (declaraciones de cosechas, pagos de sellos y pre-cintos, sometimiento a inspecciones). AAN, caja 32725.

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hubiese permitido tal vez otra orientación de la vitivinicultura provincial,la evolución del sector se mantuvo en los parámetros establecidos duranteel primer tercio del siglo.

La evolución de las estructuras de propiedad, la política de comuna-les seguida por el poder público desde 1907, la propia labor desarrolladapor el mismo en los mercados de inputs y el papel del catolicismo social enmateria de crédito, conferían a las pequeñas y medianas explotaciones debase familiar un protagonismo coherente con lo que estaba sucediendo anivel internacional tras la crisis finisecular. Protagonismo que el coopera-tivismo se encargó de consolidar a través del salto al sector transformadorefectuado desde 1909 y profundizado desde 1942.34 Pese al cambio deparadigma tecnológico experimentado tras la filoxera, tanto en su facetaagronómica como enológica, la vitivinicultura provincial se desarrolló bajoel signo de la mediocridad, al amparo de una demanda de baja renta o deaptitudes para el coupage y de una oferta lastrada por una selección de va-riedades que primaba la cantidad y rusticidad. Que no se abriesen otrasvías alternativas, pese a algunos meritorios intentos, no significa sino quelas rutas de crecimiento habían abandonado tras la crisis finisecular susbases previas y que desde comienzos de siglo el anterior protagonismo viti-vinícola había sido sustituido por el de la remolacha (y otras produccionesde huerta), en el regadío, y por el trigo —contando con tierra barata(comunal), tecnología asequible (semillas seleccionadas, maquinaria, ferti-lizantes) y mercado protegido—, en los secanos.

Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra (1850-1936) 299

34 Desde 1909 hasta 1923 se fundaron 9 bodegas de este tipo, 13 entre 1931 y 1940,y en las décadas de 1940 y 1950 aparecieron, respectivamente, 24 y 26 más. Ver FloristánSamanés (1968) y Peñín Santos (1988).

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1 Provedo González (1987); Oestreicher (1996).

INICIATIVA PÚBLICA Y PRIVADA EN LA REPLANTACIÓN

DEL VIÑEDO RIOJANO DESTRUIDO POR LA FILOXERA (1900-1918)

Andreas Oestreicher

Introducción

Este año se celebrará el centenario de la aparición del primer focofiloxérico en La Rioja (antigua provincia de Logroño). La filoxera, la des-trucción del viñedo riojano y su posterior reconstitución son, sin dudaalguna, temas centrales y de una enorme importancia en la historia vitivi-nícola riojana. Sobre la crisis filoxérica en la provincia de Logroño ya sehan publicado algunos trabajos de carácter general.1 En el presente artícu-lo se trata de analizar detalladamente la replantación del viñedo riojanocon portainjertos americanos y, dentro de esta temática, con especial hin-capié en las iniciativas públicas y privadas para llevarla a cabo, su repercu-sión de carácter técnico en la viticultura riojana y el alcance social de talesiniciativas. Es decir, a quién alcanzan las medidas y ayudas, con qué dis-curso político o social se propagan, según qué intereses (económicos, polí-ticos, etc.) se aplican, etc.

El presente trabajo, que tiene un marcado carácter cronológico, sedivide en dos capítulos básicos cuya línea divisoria es la fundación de la

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Caja Vitícola Provincial de la Diputación de Logroño. Ésta es, sin duda,una de las iniciativas públicas de replantación postfiloxérica más intere-santes de toda la península, y merece un análisis completo y detallado(segunda parte del artículo). En el primer bloque analizaremos algunas ini-ciativas de carácter privado, en las que se incluyen los esfuerzos realizadospor determinadas empresas viveristas y por alguna bodega industrial, y lascontrastaremos con la escasa actividad pública durante aquellos años(1899-1909). Al mismo tiempo, nos acercaremos muy superficialmente almovimiento agrario católico y a la creación de un sinfín de organizacionesde carácter local y su función en la crisis filoxérica. Finalmente, intentare-mos descubrir en todas las iniciativas, ya sean públicas o privadas, ele-mentos que indiquen un cambio técnico en el cultivo de la vid o, almenos, la voluntad de realizar tal cambio.

La fuente principal en la que nos apoyamos para el presente artículoes la prensa regional, o sea, el diario liberal La Rioja, entre los años de 1899y 1918. Completan esta fuente básica distintas publicaciones oficiales yalgunos estudios sobre la historia agraria y vitivinícola riojana. Hay queinsistir, sin embargo, en que en La Rioja no existe una base sólida de tra-bajos de investigación en este campo que permita un alto grado de pro-fundización. Es decir, cuestiones tan centrales para la historia vitivinícolacomo la tenencia y el reparto de la propiedad agrícola, la distribución decultivos o las cosechas y los precios de los productos agrarios están muypoco desarrolladas, de modo que en muchos puntos nos basamos en afir-maciones de carácter más bien hipotético o especulativo. En este sentido,el presente trabajo también puede verse como un esquema de posibleslíneas de investigación futuras.

1. Lenta replantación y crisis (1903-1909)

Una vez rota la resistencia contra las plantas americanas, que fue laprimera reacción por parte de los viticultores ante la crisis filoxérica,2

aumentaron las iniciativas de replantación, tanto individuales como colec-

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2 Oestreicher (1994).

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tivas, en un gran número de pueblos riojanos. El primer municipio quedestacó por sus actividades en el campo de la replantación fue Briones.3 SuSociedad de Labradores, presidida por Juan Díaz Quincoces, un gran pro-pietario que recibió muchos laureles en la prensa regional, se dedicó nosólo a la replantación del viñedo, sino también a la lucha antifiloxérica y ala conservación de las antiguas cepas mediante la aplicación de sulfuro decarbono. En la replantación se detectaron muy pronto los primeros éxitos.En distintos viveros había en 1904 unas 400.000 vides injertadas listaspara su plantación, varias hectáreas de plantación americana ya daban susprimeros frutos, y el municipio inauguró una escuela que instruyó en latécnica del injerto.

También de Cenicero,4 Fuenmayor,5 San Vicente de la Sonsierra6 ymuchos otros pueblos riojanos recibimos noticias parecidas entre 1904y 1910. Nos encontramos con numerosos nombres, de los que La Riojamenciona una y otra vez su actitud activa frente al proceso de repoblacióndel viñedo riojano, como, por ejemplo, Leonardo Echeverría, Dionisio delPrado y Recaredo Sáenz de Santa María, de Haro; Ricardo Angulo, deAnguciana; Valentín Terraza, de Zarratón; Andrés Caballos, de SanAsensio; Alfonso Bujanda y Felipe Lagunilla, de Cenicero; FélixAzpilicueta, de Fuenmayor; y muchas otras personalidades de varios mu-nicipios.7 Todos estos «pioneros» tenían algo en común: disponían deamplias propiedades vinícolas y considerables capacidades financieras paraafrontar la replantación de sus viñedos.

1.1. La Junta de Fomento de Intereses Locales de Haro

Quizás la iniciativa más interesante en la provincia de Logroño deaquellos años tuvo lugar en Haro, donde, en julio de 1904, un gran pro-pietario y abogado harense, es decir, un representante típico de la elitelocal, Recaredo Sáenz de Santa María, convocó una asamblea multitudi-

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 303

3 La Rioja, 9-VI-1904.4 La Rioja, 5-II-1904.5 La Rioja, 30-I-1908.6 La Rioja, 2-II-1905.7 La Rioja, 31-VIII-1908.

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naria que finalizó en la fundación de la Junta de Fomento de InteresesLocales de Haro.8 A pesar de que el objetivo principal de esta organizaciónde intereses fue la recuperación económica de la ciudad, la agricultura y,en particular, la replantación del viñedo tenían, sin duda, prioridad en losplanteamientos de los fundadores. Mediante concurso público se intentórecaudar fondos para adquirir el material técnico y orgánico necesario parala repoblación de los viñedos herenses. El eco que encontró esta iniciativafue sorprendente. La mayoría de las grandes bodegas industriales, así comoalgunos particulares, hicieron ofrecimientos muy generosos:9

CVNE 5.000 pts. (+1.000 pts. anualesdurante 5 años)

Rioja Alta 5.000 pts.Bodegas Bilbaínas 2.000 pts. (+ 1.000 pts. anuales

durante 3 años)Leonardo Echeverría 5.000 pts.Dionisio del Prado (Rioja Alta) 5.000 pts.Alfredo Ardanza (Rioja Alta) 500 pts.Felipe Ugalde 500 pts. Carlos Serres 250 pts. (+ 50 pts. anuales durante

5 años)Arturo Marcelino 250 pts.Martínez Lacuesta 250 pts.Félix Murga 250 pts.Ayuntamiento de Haro 1.000 pts. (+ 100 pts. anuales

durante 5 años)

En conjunto, se reunió una suma total de 33.000 pts., más 3.500 pts.anuales comprometidas por algunos donantes. Además, el viverista catalánJaime Sabaté donó a la Junta un total de 12.000 barbados de las varieda-des americanas más adecuadas, que se repartieron en Haro y los munici-pios circundantes.

Con el capital reunido, la Junta adquirió varios trenes de desfonde,que se iban a poner gratuitamente a disposición de los viticultores para

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8 La Rioja, 5-VII-1904.9 La Rioja, 28-X-1904.

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preparar las nuevas plantaciones. En junio de 1905 se abrió, además, unaescuela de injertadores, que instruyó a hombres y mujeres en las técnicasdel injerto. Es allí donde descubrimos el destacado tono paternalista quecaracterizaba las iniciativas de esta Junta, puesto que la escuela de injerta-dores se consideraba al mismo tiempo como centro de educación social;así lo describe un artículo de La Rioja de manera ejemplar:10

Los obreros han asistido puntuales todas las noches próximamente doshoras, que antes, por hábito, muchos de ellos pasaban en la taberna. De mane-ra que colocándolos en atmósfera diferente, entreteniéndolos en cosas útiles yconvenientes se han acostumbrado al ahorro de lo que invertían en esas dis-tracciones nocivas, y han adquirido por el trato constante con las clases máscultas nuevas ideas respecto a sus deberes sociales. Se han educado.

La escuela de injertadores siguió funcionando hasta el año 1907. En1906 llegó incluso a celebrarse un Concurso de Injertadores para fomentaresta actividad. Al mismo tiempo, la Junta, en un claro intento de promover lamodernización del sector agrícola, organizó una exposición agraria en Haro,en 1905, que disponía de las siguientes secciones: maquinaria agraria, varie-dades americanas, semillas y abonos químicos.11 Al mismo tiempo, no quedaclaro en absoluto que el objetivo principal de la Junta de Fomento de Interesesde Haro, o sea, el apoyo a la replantación para los pequeños agricultores, sehubiese cumplido. En un artículo de La Rioja del año 190612 donde se infor-ma sobre una asamblea de la Junta, leemos acerca de la creciente crítica queformulaban algunos miembros, al denunciar que las medidas no hubieranalcanzado a los pequeños propietarios. Por ello, varios miembros dimitieronen esta misma reunión, entre ellos Félix Martínez Lacuesta, Izarra (CVNE) yLeonardo Echeverría. El marcado carácter liberal de los dimisionarios dejatraslucir un conflicto básicamente político en la crisis de esta institución. Laindependencia, cada vez mayor, de las grandes bodegas de la producción devino y uva local, gracias a la importación de grandes cantidades de vino desdefuera de la provincia,13 también puede dar una respuesta parcial a la retiradade destacados representantes del sector vinícola moderno.

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 305

10 La Rioja, 3-III-1905.11 La Rioja, 7-IV-1906.12 La Rioja, 7-IV-1906.13 Acerca de este tema está en vías de publicación un artículo mío con el título «Ten-

dencias de modernización en la vitivinicultura riojana entre 1860 y 1915», que se basa en unacolaboración en el I Encuentro de Historiadores de la Vitivinicultura Española (28-30 deabril de 1998), en El Puerto de Santa María (Cádiz), y que aparecerá publicado en sus actas.

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La Junta de Intereses Locales de Haro se disolvió, finalmente, en elaño 1914,14 pero desapareció por completo del periódico La Rioja despuésde 1907. El ejemplo de esta Junta nos parece especialmente interesanteporque representa el único apoyo organizado con participación de lasbodegas modernas dentro del proceso de replantación.

1.2. Un nuevo negocio: el comercio de plantas americanas

Dentro de las iniciativas privadas en la replantación del viñedo rioja-no con cepas americanas, no nos podemos olvidar de la cada vez másimportante presencia de empresas viveristas en la provincia de Logroño apartir de 1900. Las primeras plantas americanas procedían en su totalidadde Francia y de Cataluña, pero, muy pronto, este nuevo negocio tuvo tam-bién sus representantes riojanos. Ya a partir de 1901 el periódico La Riojaestá repleto de anuncios de los distintos comerciantes de vides americanas,y en los años sucesivos un número creciente de viveristas compitieron enla venta de material orgánico para la replantación del viñedo riojano. Unejemplo: el día 24 de enero del año 1907 encontramos en la página de LaRioja dedicada a publicidad nada menos que doce (!!) anuncios de distin-tos comerciantes de plantas. Veamos, pues, en un breve resumen, lasempresas más importantes de este sector establecidas en la Rioja:

Alfaro García y Malleu Castilla y Latorre

Briones Sierra Eduardo Peñafiel

Fuenmayor Félix AzpilicuetaJuan CastelletGabriel Baonicoa

Haro Adolfo HerrarteMelintón Cárcamo

Fuera de la provincia Centro Vitícola Ampurdanés (Figueras-Gerona)Jaime Sabaté (Vilafranca del Penedés)Centro Vitícola AragonésCentro Vitícola Navarro15

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14 La Rioja, 17-I-1914.15 Datos de las páginas publicitarias de La Rioja entre 1900 y 1910.

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También algunas bodegas industriales riojanas entraron de lleno en elnegocio de las plantas americanas. Félix Azpilicueta tuvo el mayor viverodel municipio de Fuenmayor.16 En Cenicero, Felipe Lagunilla fundó ungran vivero bajo el nombre de Rioja Vitícola,17 y en Logroño las BodegasFranco-Españolas instalaron un vivero de gran importancia, que disponíade representantes comerciales establecidos en un total de 16 municipiosriojanos.18

Estos viveristas ofrecieron tanto planta injertada como estacas y bar-bados para su posterior injerto. Para el trabajo de injertar se contrataba,sobre todo, a mujeres como, por ejemplo, en el caso del vivero de Castillay Latorre, de Alfaro, en el que se solía contratar en la temporada alta a másde cien mujeres.

El tenor de las campañas publicitarias de las empresas viveristas secaracterizaba siempre por eslóganes marcadamente patrióticos, como siestuvieran al servicio de los viticultores sin intereses propios. Sin embar-go, la realidad, al menos en algunos casos, nada tenía que ver con estaimagen de benefactor; la constante denuncia de altos precios, la mala cali-dad e incluso el fraude (leemos a menudo de entregas que contenían todomenos el material encargado) demuestran que, en primer lugar, se trata-ba de un negocio.19 Como anécdota, podemos reproducir en este lugaruna cita de un artículo del año 1903,20 en el que se dice textualmente:«Los viveristas de oficio son los enemigos más formidables del viticultorpobre».

El papel de los viveristas profesionales tiene que considerarse, a pesarde todo, como fundamental en la reconstitución del viñedo riojano; enparticular, teniendo en cuenta la falta de un número suficiente de viverosoficiales hasta el año 1910. A nuestro entender, son un instrumento bene-ficioso, especialmente para los propietarios de cierto nivel económico; yno sólo por los precios, que solían estar bastante por encima de los de la

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 307

16 La Rioja, 11-VII-1907.17 La Rioja, 23-IV-1913.18 Ib.19 La Rioja, 5-XI-1900, 19-X-1900, 31-XII-1909, y muchos más.20 La Rioja, 27-XII-1903.

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planta procedente de viveros oficiales,21 sino también por la mayor capa-cidad de éstos cuando se trataba de disponer del asesoramiento técniconecesario, tanto para defenderse de fraudes como para conseguir una exi-tosa replantación.

1.3. Otras iniciativas privadas

En este apartado cabe destacar un ejemplo que nos parece de especialinterés, sobre todo porque pensamos que no tiene por qué tratarse de unejemplo aislado: nos referimos a la Bodega Marqués de Riscal.22 Riscaldependía en su producción de vino, en gran medida, de las compras deuva que realizaba entre los viticultores de Elciego y alrededores. No extra-ña, por lo tanto, la noticia que leemos en un artículo de La Rioja del 20de julio de 1902. En él se cuenta que Riscal tenía prevista para la prima-vera de 1903 la instalación de un gran vivero de planta americana, y queno sólo tenía intención de replantar sus propios viñedos sino también desuministrar material orgánico a precio de coste a todos sus proveedoresde uva, es decir, a los viticultores de Elciego y zona colindante. Significati-vamente, Riscal es una de las cinco bodegas riojanas que renunció a lacompra de vino de fuera de la provincia.23

Finalmente, hay que mencionar un hecho de suma importancia alque, hasta el momento, no se le ha dado la importancia que merece: setrata de la creación de un gran número de sindicatos, sobre todo sindica-

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21 En La Rioja del 28-XII-1903 nos presentan una comparación directa entre losprecios de la planta americana procedente de viveros privados y de viveros oficiales de laDiputación:

Planta Precio en viveros privados, Precio en viveros en pts. de la Diputación, en pts.

Sarmientos para vivero, millar 10 - 35 6Sarmientos injertables, millar 25 - 80 15Barbados, millar 40 - 150 25Injertos, millar 175 - 280 125

22 Quiero aprovechar la ocasión para expresar mi más sincero agradecimiento alDr. Ludger Mees, que buscó en varias bodegas riojanas fuentes históricas y tuvo la amabi-lidad de proporcionarme muchos datos interesantes sobre la Bodega del Marqués de Riscal.

23 Junto al marqués de Murrieta y las bodegas López de Heredia, Felipe Ugalde yPalacios (Laguardia).

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tos agrícolas católicos, en la provincia de Logroño a partir del año 1906.En 1909 se fundó la llamada Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos,como consecuencia de la unión de los entonces trece sindicatos locales.24

A partir de ahí, su expansión fue continua y acelerada. De los cuarenta ydos sindicatos agrícolas católicos que existían en 1912 se pasó a cientoveinte en 1916, y en 1917 la Rioja se convirtió, con ciento cuarenta y ochosindicatos, en la provincia española con más organizaciones de esta clase.25

Puesto que su papel fue fundamentalmente de apoyo al pequeño agri-cultor, mediante compras colectivas de maquinaria, abonos y semillas,concesión de créditos, instrucción técnica, etc., es de suponer que su papelen la replantación del viñedo riojano fuera considerable.

1.4. Crisis e iniciativa institucional

A pesar de los múltiples esfuerzos de replantación, sobre todo porparte de los viticultores económicamente más fuertes, la primera décadadel siglo XX resultó una de las más desastrosas en la historia de la Rioja,26

y especialmente para los pequeños viticultores, de los que muchos se vie-ron obligados a emigrar. Las fuentes estudiadas, aparte de una serie delugares comunes, generalmente no hablan con detalle sobre la situaciónde los pequeños propietarios. Pero tenemos algunos indicios que noshacen intuir que durante la década 1900-1910 la posibilidad para replan-tar tenía que ser para ellos bastante remota, por falta, sobre todo, de losmedios económicos necesarios. Uno de estos indicios es la aparición en LaRioja de un número importante de artículos que nos informan sobre unnuevo fenómeno: el hurto de vides americanas, sobre todo en la RiojaAlta.27 Ya no se trata, como en años anteriores, de la destrucción de plan-tas americanas por parte de adversarios de la replantación, sino, todo locontrario, del robo de plantas americanas para su cultivo por parte de viti-cultores incapaces de conseguir los fondos necesarios para la repoblación

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 309

24 Se trata de Alberite, Anguciana, Nájera, Fuenmayor, Santo Domingo de laCalzada, Quel, Badarán, Torrecilla, Grávalos, Bañares, Heramélluri, Briones y Leiva. VerBilbao Díez (1984), p. 174.

25 Andrés-Gallego (1981), p. 169.26 Información detallada sobre esta crisis y su repercusiones económicas y sociales, en

Oestreicher (1996), pp. 605 y ss.27 La Rioja 9-III-1906, 11-IV-1906, 19-IV-1906, etc.

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de sus viñedos. Los hurtos de vides americanas se multiplicaron en esosaños y justifican las medidas que se adaptaron en diferentes municipiosriojanos, en forma de un mayor control y registro de las plantaciones ame-ricanas para prevenir cualquier actividad ilegal.

En general, podemos decir que hacia 1910 también los entes públi-cos, es decir los ayuntamientos y la propia Diputación Provincial, habíanentrado en una grave crisis económica. Así, nos enteramos por el periódi-co de que en San Asensio, en 1909, la mayoría de los empleados munici-pales se quedaban sin sueldo y de que se llegó a cortar el alumbrado públi-co por falta de pago de la luz eléctrica.28 Otro ejemplo es el municipio deHaro, donde se intentó durante dos años aplicar un impuesto sobre elconsumo de la leche (!), intento que lógicamente provocó serias revueltasy protestas.29 También en la Diputación Provincial, el tema número unoen sus sesiones era durante estos años la falta de medios económicos.

Con esta grave crisis económica como fondo, no extraña que las ini-ciativas públicas en apoyo de la reconstitución del viñedo riojano se pre-sentasen bastante deficientes. El impuesto filoxérico, en teoría la base decualquier política oficial de replantación, tampoco se pudo recaudar entre1900 y 1910. Todavía en 1904 tan sólo once municipios habían saldadosu deudas en este sentido.30

Los esfuerzos por parte de la Diputación Provincial en el estableci-miento de viveros para el suministro de plantas americanas se caracteriza-ron, por lo tanto, por una gran modestia. Como ejemplo podemos indicarla cantidad de plantas americanas disponible en los viveros institucionalesen el año 1905, que ascendió a 50.000 plantas,31 una cifra ridícula si par-timos de una densidad de plantación de unas 3.000 cepas por hectárea32

(hubiera significado 17 hectáreas). Tampoco la producción proyectadapara el año 1908, 500.000 plantas, cubrió ni una mínima parte de lademanda riojana.

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28 La Rioja 16-IX-1909.29 La Rioja 23-VIII-1906 y 25-VIII-1907.30 La Rioja, 8-XII-1904.31 La Rioja, 23-III-1905.32 Cifra indicada en: Ministerio de Fomento, Dirección General de Agricultura,

Minas y Montes (1911), p. 54.

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Las plantas procedentes de los viveros oficiales tenían muchas venta-jas en comparación con las plantas de los viveristas privados. Su calidadsolía ser impecable y su precio, como ya hemos visto, estaba muy pordebajo de la oferta privada. Por su extremadamente corta oferta, estas ven-tajas se quedaban, sin embargo, en agua de borrajas.

También la Estación Enológica de Haro participó activamente en lareplantación. En sus campos de experimentación se estudiaban las distin-tas variedades americanas y su cultivo; y en el ámbito de los servicios des-tacan, sobre todo, los análisis calcimétricos para la determinación delpatrón americano más adecuado. Si en 1904 se realizaban tan sólo 434análisis calcimétricos, dos años más tarde ya fueron un total de 1.492.33

En el mismo año 1906, el Gobierno central aprobó el importe de 12.500pts. para la ampliación de este centro de investigación vitivinícola.

Resumiendo, podemos decir que los esfuerzos de repoblación porparte de los órganos oficiales (Diputación Provincial, personal técnico,Estación Enológica, ayuntamientos) se limitaron en esta primera décadadel siglo XX a trabajos de investigación y asesoramiento técnico, y sóloprestaron de manera puntual e insuficiente un apoyo directo y material alos viticultores. Esto significa, a nuestro entender, que estaban sobre todoal servicio de la elite regional, que sí pudo afrontar la costosa replantaciónde sus viñedos. Es cierto que la precaria situación económica de laDiputación y de los ayuntamientos influía en la falta de apoyo material,pero, como veremos en la segunda parte, ésta no puede ser la única ex-plicación.

En realidad, se carecía de una voluntad política real de facilitar lareplantación con planta americana a los viticultores más modestos, unaactitud de la elite política y económica riojana que tiene su explicación, anuestro parecer, en las siguientes tesis:

A) El Gobierno regional, el personal técnico de la provincia y la mayo-ría de la elite riojana relacionada con el sector vitivinícola ya insistieron enlos años noventa del siglo anterior en la necesidad de modernizar la vitivi-nicultura riojana, sabiendo que la fase de exportación masiva a la vecina

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 311

33 Estación Enológica de Haro, Memoria 1904, p. 65; Memoria 1906, pp. 13-14.

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Francia se había acabado definitivamente. Esta opción significaba, entreotras cosas, una reducción drástica de la superficie vitícola a aquellos terre-nos de mejor aptitud para la producción de vinos de calidad y la creaciónde un tipo de vino regional adecuado para la exportación. Tal tendenciamodernizadora fue frenada por la gran mayoría de los pequeños propieta-rios vitícolas, que ni querían ni podían cambiar sus prácticas tradicionales.La filoxera y la destrucción del viñedo riojano significaban una oportuni-dad única para realizar este ajuste modernizador, dejando fuera de juego auna gran parte de los pequeños propietarios. Quizás se explique así queprácticamente todos los medios disponibles se invirtieran en investigacióny asesoramiento técnico, y casi nada en ayudas materiales a los más débiles.

B) La mayoría de los viticultores riojanos no disponía de una vozpolítica, es decir, de una fuerte organización con la que presionar a los eli-tes regionales. Tanto las organizaciones agrarias del ámbito provincial(Cámara Agraria, Partido Agrario Riojano, etc.) como local (asociacionesde agricultores, sindicatos agrícolas, etc.) fueron dominadas por las elitesregionales y locales y organizadas «desde arriba».

C) Las discrepancias políticas dentro de la provincia impedían elconsenso necesario para una actitud más activa en la replantación.

La situación en la provincia de Logroño a finales de 1909 fue lasiguiente: 36.692 hectáreas del viñedo riojano completamente destruidopor la filoxera; 15.900 hectáreas atacadas por la filoxera; tan sólo 8.400hectáreas replantadas, pero con una manifiesta tendencia de estancamien-to en los esfuerzos de replantación.

2. La replantación dirigida

A finales del año 1909, después de una amplia victoria de la coaliciónliberal-democrática en las elecciones provinciales, el candidato indepen-diente Francisco Martínez Zaporta fue elegido presidente de la Dipu-tación Provincial de Logroño. Zaporta no era novato en el panorama polí-tico riojano; ya en 1896 se había presentado con éxito a las eleccionesprovinciales en nombre del Partido Agrario.

Con esta nueva Diputación Provincial podemos constatar un cambioimportante en la política agraria riojana: una actitud mucho más activa

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frente al proceso de reconstitución del viñedo riojano. En la presentaciónde su programa político, Zaporta destaca que los siete años de vacas gor-das de la repoblación ya habían pasado:

Ya no hay que contar con ahorros; quien los tenía los ha consumido. Ya nohay que contar con las viñas viejas; las 52.000 hectáreas han quedado reducidasa 7.000. Hay otras 12.000 moribundas; pero si dan cosecha este año, ya no ladarán el siguiente. [...] Mas, aunque siguiera la repoblación como en estos últi-mos siete años, si en ellos sólo se han plantado cinco mil hectáreas, ¿cuándo lle-garemos a las cincuenta mil, o siquiera a las treinta mil que se juzgan necesarias?34

En esta misma primera reunión de la nueva Diputación Provincial setomaron dos acuerdos fundamentales:

1. Ampliación de los viveros provinciales para poder ofrecer en elsiguiente año un total de un millón de injertos.

2. Inversión en maquinaria agrícola para apoyar activamente laslabores de repoblación.

2.1. La replantación de la Caja Vitícola Provincial

Pero, ¿cómo se iba a financiar de repente este aumento de la inversiónpública en el proceso de la repoblación? Ya a finales de enero de 1910,Zaporta presentó el proyecto de la Caja Vitícola Provincial. Se trataba dela fundación de un banco agrícola especialmente orientado hacia el sectorvitivinícola, que se financiaría mediante la emisión de cédulas amortiza-bles con un interés anual del 5%, y que ofrecería préstamos a los viticul-tores en forma de plantas americanas de los viveros provinciales, y apoyoseconómicos y técnicos a las labores de repoblación. La idea de un bancoagrícola no fue ni mucho menos una novedad en el ámbito español. Yaen 1905 existían 53 instituciones de este tipo en la península, seis de ellas enla vecina provincia de Navarra. La novedad del proyecto riojano consiste,quizás, en el hecho de que la Caja Vitícola se fundó única y exclusiva-mente como instrumento para la replantación del viñedo.

Observemos un poco más detenidamente el primer reglamento de laCaja Vitícola: la Diputación estableció dos prioridades fundamentales,una de carácter agrícola y otra de carácter económico.

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34 La Rioja, 5-XII-1909.

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Prioridades agrícolas: En este ámbito, se hizo hincapié en la calidad delvino. Los criterios de la concesión de créditos deberían establecerse, en pri-mer lugar, bajo este aspecto, es decir, que serían favorecidos aquellos pro-pietarios que dispusieran de los mejores suelos para la producción de vinode calidad. Así, leemos en La Rioja:35

Aseguró [Zaporta] que a él se le habían hecho indicaciones para que seapoyase a quien pusiera más de su parte. [...] Examinó las ventajas de este sis-tema: cómo por él parece que se replantarían más viñas [...] cómo así la viñaquedaría en poder de los ricos, con lo cual la industria vinícola dispondría decapitales y de crédito. Y puso al lado los inconvenientes de dejar sin viñas a losmenos acomodados; acabando por mostrarse contrario al sistema.

Para el señor Zaporta el orden de preferencia estaba sólo en la tierra. Yaque desgraciadamente se han arrasado las viñas, aprendamos y dediquemoscada terreno a su objeto: no plantemos aquellas tierras ricas que produciránmucho vino y de mala clase, causando frecuentes crisis, mientras se quedan yer-mos los mejores terrenos: acudamos a los terrenos pobres y, en general, los que,según informes autorizados, vayan a producir excelentes vinos que sostengan yacrecienten la fama de las marcas riojanas. Sin mirar si el propietario es rico opobre, si la finca es grande o pequeña.

A tal fin se propuso formar comisiones municipales que realizaríaneste tipo de controles y estudios.

El segundo aspecto de carácter agrícola se refirió al tipo de apoyo quebrindaba la Caja Vitícola. Se estableció que la Caja apoyaría a los viticul-tores riojanos, sobre todo, con el suministro de vides americanas injerta-das procedentes de los viveros provinciales. Para ello, se hizo necesario eldrástico aumento de plantas americanas, que se adquirieron en Navarra yen Burdeos. Además, muchos propietarios riojanos habían ofrecido a laDiputación grandes cantidades de sarmientos de las variedades locales parainjertar.

Prioridades económicas: Basándose en criterios económicos, la Caja,como intermediaria entre los viticultores y el capital, intentó hacer a éstosúltimos una oferta lo más segura y ventajosa posible. Por ello, laDiputación acompañó la emisión de cédulas con rigurosas medidas deseguridad. Cada prestatario tenía que aportar dos firmas de personas delmismo pueblo que garantizaban la devolución del mismo si el préstamo

314 Estado, acción pública y cambio técnico

35 La Rioja, 6-II-1910.

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no superaba las 2.000 pesetas. Para préstamos de entre 2.000 y 4.000 pts.hacían falta tres firmas; y por encima de las 4.000 pts., una garantía real.Además, la Caja sólo podía emitir cédulas en valor de hasta el 80% de lasuma total prestada, para poder devolver el dinero a los capitalistas aun encaso de un 20% de préstamos no devueltos. Este restante 20% saldría delas subvenciones estatales y de la misma Diputación Provincial.36

El reglamento definitivo de la Caja Vitícola recogió finalmente lossiguientes puntos como los más importantes:

1. Objeto principal de la Caja: Ayuda eficaz en la repoblación delviñedo riojano a los viticultores, proporcionándoles medios de efectuar losdesfondes e injertos garantizados de vides del país sobre patrones america-nos, y, en caso preciso, abonos, labores y cuanto sea necesario hasta que lasnuevas viñas estén en producción.

2. Consejo de administración formado por cuatro diputados y pre-sidido por el presidente de la Diputación Provincial. En los pueblos, esteconsejo nombraría delegaciones. La institución quedaría siempre bajo laalta inspección a cargo de la Diputación Provincial.

3. Préstamos amortizables por quintas partes anuales a partir delsexto año de la fecha de expedición; devengarían un interés anual del 5%.

4. Inversión máxima anual de la Caja de 300.000 pts.

5. Emisión de cédulas amortizables (máximo, un 80% de los présta-mos emitidos) que devengarían un interés anual del 5%, libre de impues-to, y que serían amortizadas en un plazo máximo de 10 años.

6. El personal y el material del servicio antifiloxérico de la provinciase puso a plena disposición de la Caja.

7. Duración de la Caja Vitícola: 10 años.

Unos meses más tarde, el 14 de junio del mismo año, la Caja Vitícolainvitó a los viticultores riojanos a formular sus solicitudes hasta el día 10del mes siguiente, concretando los criterios de admisión de la siguienteforma:

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 315

36 La Rioja, 8-II-1910.

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A) Serán preferidos los peticionarios cuyas tierras prometan mejorcalidad de vino dentro de las que produzca el término municipal.

B) Los que con menos auxilios se propongan plantar mayor númerode vides.

C) Los que se propongan hacer viñas de mayor extensión superficial.37

Basándonos en estos principios de la Caja Vitícola, es posible llegar aalgunas conclusiones acerca de los intereses de esta nueva institución.

Lo primero que llama la atención es el alto grado de control sobre lareplantación ejercido por la Caja. Desde la selección de la planta, pasandopor la admisión de terrenos concretos, hasta el estricto control de los pro-pios trabajos de replantación (el consejo se negó, por ejemplo, en varias oca-siones, a entregar la planta a propietarios que no habían preparado la plan-tación según las disposiciones oficiales), la Caja supervisaba el proceso derepoblación paso por paso. Es decir, ahora era el Gobierno regional la ins-tancia que estableció dónde, qué, cuánto y de qué modo se replantaba,hecho que escondía dos intereses fundamentales: por un lado, la Diputaciónahora estaba capacitada para conducir la replantación directamente en ladirección que le interesaba, es decir, hacia la producción de vinos de calidad;y, por otro, tenía la garantía de que la replantación se realizara de forma ade-cuada y, por ende, de que los préstamos se devolvieran puntualmente.38

Otro hecho que llama la atención es que los pequeños viticultores nofueron privilegiados de ningún modo con estos primeros criterios deadmisión. Todo lo contrario. Los puntos B) y C) favorecían directamentea los grandes propietarios. Por lo tanto, cuando se hable de la Caja comoinstrumento social, habrá que hacerlo con cierto cuidado.

El primer año de la Caja Vitícola puede valorarse, sin duda alguna,como un éxito indiscutible. No sólo en cuanto a la buena acogida que tuvoentre los viticultores, sino también por el éxito que tuvo entre los capita-

316 Estado, acción pública y cambio técnico

37 La Rioja, 14-VI-1910.38 «La Diputación recogía el crédito de mil vinicultores riojanos, lo aseguraba con

informes y documentos, lo reforzaba con el suyo propio y lo ofrecía al capitalista. A su vezadquiría el dinero de éste y lo repartía por los campos, según las garantías de cada viticul-tor y tomando todas las precauciones para que se convirtiese en viñas que valiesen diez vecesmás, a fin de que su dueño pudiese devolver ese dinero, sin esfuerzo alguno, sólo con las cosechasde uva, o sea, con el producto de dicho capital». La Rioja, 8-II-1910. [La cursiva es mía]

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listas. A la petición pública de una cantidad total de 150.000 pesetas,mediante la emisión de 300 obligaciones, el capital riojano contestó conuna demanda de 8.394 obligaciones que se corresponden con un total de4.197.000 pts. La confianza por parte del capital riojano en este proyectode la Diputación fue, por consiguiente, enorme. Sin embargo, no se pudomantener durante mucho tiempo, como veremos a continuación.

2.2. Dimisión de Zaporta y primeras voces críticas

En mayo de 1911 Francisco Martínez Zaporta dimitió inesperada-mente como presidente de la Diputación y también como presidente de laCaja Vitícola. Desgraciadamente, no disponemos de los datos necesariospara conocer las circunstancias políticas que le llevaron a dar estos pasos,pero sí sabemos qué es lo que pasó con la Caja Vitícola, puesto que, almismo tiempo, se realizaron importantes cambios en el reglamento dedicha institución, que se basaban, sobre todo, en las sugerencias de unapersona: Félix Martínez Lacuesta, político liberal y propietario de la bode-ga que aún hoy lleva su nombre.

En este nuevo reglamento, los objetivos de la Caja se mantenían, conla única diferencia de que se autorizó al consejo a estudiar y, en su caso,ensayar el colectivismo agrario, es decir, la entrega de pequeños terrenos aobreros del campo sin propiedad para que los convirtieran en viñas. Detrásdel colectivismo agrario se escondía la idea de mejorar la grave situación enla que se encontraba este colectivo desde el inicio de la plaga filoxérica.39

Otro cambio en el reglamento se refirió al desfonde de las fincas des-tinadas a la plantación de viña. Se mantuvo la obligación de desfondar losterrenos destinados a viñas con la profundidad mínima de entre 45 y 50cm, pero se eliminó la prohibición de la tracción directa para conseguirla.

Según la nueva versión, las peticiones y las concesiones se tenían quehacer públicas en el Boletín Oficial de la Provincia de Logroño. Esta modi-ficación responde a varias quejas en distintos municipios contra la Caja,en las que se culpaba a esta institución de favoritismo político. Vemos,pues, ya en el segundo año de la Caja su alto potencial de conflictividadpolítica.

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 317

39 La Rioja, 8-VI-1911.

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También se modificaron los criterios de concesión. El nuevo ordende preferencia en la concesión de créditos se resume de la siguientemanera:

A) Serán preferidos los peticionarios cuyas tierras prometan mejorcalidad de vino dentro de las que produzca el término municipal.

B) Después, los pequeños propietarios acreditados como buenos tra-bajadores.

C) Y después, los que con menor auxilio se propongan plantar mayornúmero de vides, sin que haya de entenderse por menor auxilio el pago alcontado.

D) Queda autorizado el Consejo para dar preferencia a las peticioneshechas por asociaciones que se propongan el cultivo de viñas propiedad dela asociación con toda idea política, social y religiosa.40

Estas últimas modificaciones nos parecen fundamentales, puesto quedan preferencia a los pequeños agricultores. Por el otro lado, el apoyo aorganizaciones de carácter colectivo nos parece otra innovación digna dedestacar, sobre la que profundizaremos más adelante.

Finalmente, se le añadió al nuevo reglamento un párrafo que nosparece de suma importancia. Se trata del artículo 11, que dice:

Si alguna Delegación [municipal] incurriese en falsedades al infor-mar sobre la propiedad de las fincas, sobre sus condiciones para recibir elauxilio o sobre otro hecho concreto, además de las responsabilidades lega-les en que pudieran incurrir los que las cometieren, serán relevados delcargo, quedarán privados para siempre de la ayuda de esta Caja y se daránpor terminados los plazos de pago de los contratos que tuvieran ya hechoscon ella [...].41

De todos estos cambios podemos deducir información de sumaimportancia sobre la Caja Vitícola y su funcionamiento después de unaño de existencia: Zaporta, que se opuso a casi todos los cambios delreglamento, resumió estas modificaciones con la siguiente frase: «Eraaquél [reglamento] de valor y de confianza y éste de desconfianza ymiedo».42

318 Estado, acción pública y cambio técnico

40 La Rioja, 9-VI-1911.41 Ib.42 La Rioja, 7-VI-1911.

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En cierto sentido tenía razón. De hecho, la nueva versión es bastantemás cautelosa en cuanto al control y la prevención de abusos. La publica-ción de las peticiones y concesiones y la amenaza abierta a las delegacionesde los pueblos no deja lugar a ninguna duda: había que liberar la Cajacomo fuera de la crítica de ser un instrumento político.

En cuanto a la situación financiera de la Caja después de un año devida, ésta se presentó sumamente positiva.

2.3. Crítica y polémica abiertas

En el segundo ejercicio de la Caja Vitícola, las solicitudes de créditosobrepasaron su capacidad ampliamente. Mientras que los viticultorespedían un total de aproximadamente 6.000.000 de plantas, la Diputaciónsólo disponía de 2.500.000. También la ayuda económica solicitada parala preparación del terreno superó ampliamente las posibilidades de la Caja.

Esta impresionante reacción por parte de los viticultores riojanosdemuestra, a nuestro entender, dos cosas: en primer lugar, que se habíanconvencido de la utilidad de esta institución; y en segundo lugar, que enla provincia de Logroño la voluntad para replantar los viñedos en realidaddependía única y exclusivamente de la financiación. Al mismo tiempo, hayque tener cuidado en la interpretación de estas cifras, puesto que es bas-tante probable que muchos de los viticultores pidieran bastante más de loque necesitaban, pensando obtener de este modo la cantidad que efectiva-mente pensaban plantar.43

El consejo de administración de la Caja Vitícola solucionó este pro-blema concediendo a cada municipio el 35% de los créditos solicitados.Al mismo tiempo, les dejó elegir entre el reparto de las plantas dentro delmunicipio según los criterios estatutarios o según criterios porcentuales(cada peticionario recibía el 35% de lo que pidió).44 Con esta autoriza-ción a los municipios de pasar por alto los criterios de preferencia regla-mentarios, las ventajas para los pequeños propietarios se veían de nuevomermadas.

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 319

43 Sospecha que se lee también en el periódico La Rioja del 12-VIII-1911.44 La Rioja, 3-XII-1911.

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En el año 1912, finalmente, a raíz de una polémica política entre con-servadores y liberales sobre unos pronunciamientos del presidente de laDiputación, Pedro Ruiz Santolaya, estalló el conflicto abierto alrededor dela Caja Vitícola entre portavoces de los partidos conservador y liberal.Recaredo Sáenz de Santa María, el presidente de la Junta de Fomento deIntereses Locales de Haro, publicó en La Rioja un artículo en el que atacófuertemente varios aspectos de la Caja:

— Que la Caja Vitícola va dejando de ser lo que en buena hora pensó su fun-dador, desde que la ha corroído la política, y desde el mismo momento enque aquél fue echado por la borda, simulando que se le quería sostener [...]

— Que esta nefasta política u otra causa análoga ha dejado sin injertos amuchos pequeños propietarios [...]

— Que con este sistema, en vez de ayudar a la provincia, se preparan eleccio-nes, dando carácter político a los injertos [...].45

Durante varios días Sáenz de Santa María publicaba, pueblo por pue-blo, los números de las peticiones y las concesiones de vides injertadas46 y,finalmente, llegó a la conclusión de que en ningún pueblo se había cum-plido el decreto de conceder el 35% de todas las peticiones, sino que habíavariaciones que iban del 11,2% hasta el 43%. Así mismo, no se había pri-vilegiado a los pequeños propietarios y, en general, se había pasado poralto el reglamento en su conjunto.

La réplica a esta crítica conservadora llegó por parte del diputado libe-ral Félix Martínez Lacuesta, quien, por un lado, descalificó a la persona deSáenz de Santa María, aludiendo a que no había hecho absolutamentenada en favor de los pequeños viticultores con las 35.000 pts. donadas en1904 (ver apdo. 1.1), y, por otro, criticó severamente las cuentas presen-tadas por él. De éstas últimas demostró, con admirable poder dialéctico,que se basaban en un montón de errores; admitió, sin embargo, que sí sehabían cometido algunos errores en el reparto, debido, sobre todo, al malfuncionamiento de las delegaciones locales.

320 Estado, acción pública y cambio técnico

45 La Rioja, 1-II-1912. También en otros diarios aparecen acusaciones de la mismaíndole. Así, por ejemplo, leemos en La Lealtad Riojana, un periódico de vertiente carlis-ta, el día 2 de marzo de 1912: «Así, con la fórmula “injertos por votos” se comprendenlas postergaciones de D. Policarpo Puras de San Asensio, de D. José Ruiz Paredes deAnguciana [...]».

46 La Rioja, 16-18, 21 y 22-II-1902.

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No es fácil sacar conclusiones claras sobre quién tenía razón en estapolémica, menos aún si advertimos que nuestra fuente principal es un dia-rio liberal y que Martínez Lacuesta supera dialécticamente a su adversariopolítico con creces. Para el presente trabajo, este punto es, sin embargo,secundario. Sí que nos parece interesante destacar que el potencial de con-flicto de la Caja Vitícola y, por ende, de la replantación dirigida por laDiputación Provincial fue enorme y se vio incrementado por las diferen-cias políticas del día a día.

2.4. Tercera modificación del reglamento de la Caja Vitícola

En la reunión de la Diputación Provincial del mes de junio de 1912,quedó patente que la Caja Vitícola realmente se encontraba ante gravesproblemas.47 El primer problema radicaba en el hecho de que las delega-ciones municipales no cumplieron con su deber de seleccionar las solici-tudes de crédito, por miedo de crearse enemigos dentro de sus respectivosmunicipios. Así, sus informes, salvo raras excepciones, siempre resultabanpositivos, cayendo todo el peso de la desagradable tarea de selección en elconsejo de administración de la Caja. Si una persona cuya solicitud fuedenegada protestaba ante la delegación municipal y ésta le enseñaba suinforme positivo, el conflicto estaba servido.

El segundo problema fue de carácter financiero: mientras que la emi-sión de cédulas se cubrió en el primer año con una demanda 28 vecesmayor, en 1911 ya sólo fue 2,5 veces mayor y en el tercer año (1912) que-daban obligaciones sin vender. Este hecho indica una creciente falta deconfianza en la Caja Vitícola y puso en duda el futuro de esta institución.Para solucionar ambos problemas se procedió a la tercera modificación delreglamento, que consistía en la introducción de cambios relativos a los cri-terios de preferencia en la distribución de las ayudas, es decir, afectabasobre todo el artículo 9 del reglamento:

Art. 9.º Si el montamiento de los auxilios solicitados en cada año exce-diere a las disponibilidades de la Caja, se distribuirán aquéllos entre los solici-tantes declarados admisibles para el Consejo, guardando el siguiente orden depreferencia absoluta:

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 321

47 La Rioja, 11-13-VI-1912.

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1.º Las asociaciones constituidas para fines económicos, con exclusión delas de carácter político, social y religioso, que se propongan el cultivo de viñaspropias de la asociación.

2.º Las agrupaciones de diez o más convecinos que responden solidaria-mente a la Caja del cumplimiento del contrato de auxilios que han de em-plearse precisamente en fincas de los agrupados y en la proporción que ellosestablezcan a su libre arbitrio.

3.º Los particulares.48

Con esta modificación en el reglamento, la Caja solucionó varios pro-blemas a la vez. En primer lugar se disolvieron las delegaciones municipalesy se substituyeron por organizaciones de interés cuyos miembros se avala-ban mutuamente. Así se eliminó el factor polémica y se aumentó la solven-cia de los peticionarios frente a los capitalistas privados. En segundo lugar,el nuevo reglamento simplificó el proceso de control de la replantación.

Desgraciadamente, a partir de 1913 la información que transmite LaRioja sobre la Caja Vitícola se hace cada vez más escasa, y carecemos dedatos para saber si tales agrupaciones de viticultores se constituyeron y enqué número. Sólo disponemos de tres escuetos artículos,49 de los cuales sedesprenden las siguientes conclusiones:

— A las asociaciones de agricultores constituidas (no sabemos elnúmero) se les concedió el 100% de lo que habían pedido.

— Los peticionarios individuales pudieron contar con la concesiónde un 52% de sus peticiones. Este porcentaje relativamente altoindica que la constitución de asociaciones o agrupaciones se habíaquedado bastante corta.

2.5. Silencio y disolución de la Caja

Después de 1913 La Rioja ya no se hace eco de la Caja Vitícola, unhecho sumamente extraño si tenemos en cuenta la simpatía con la quesiempre la trató. Sólo en junio de 1916 aparecen nuevas noticias, esta vez

322 Estado, acción pública y cambio técnico

48 Reglamento de la Caja Vitícola Provincial de Logroño, Archivo del Instituto deEstudios Riojanos, caja 5, Asociaciones. También en el Boletín Oficial de la Provincia deLogroño, del lunes 16 de septiembre de 1912.

49 La Rioja, 16-I, 26-I y 8-II-1913.

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en el Boletín Oficial de la Provincia de Logroño:50 una circular nos indicaclaramente qué es lo que había pasado con la Caja Vitícola, que habíadejado de ser una institución de crédito y se había convertido en un merovivero público de la Diputación:

Por acuerdo tomado por el Consejo de Administración de la Caja Vitícolaprovincial en la última sesión celebrada, se hace público que en el año actual sevenderá al contado la planta producida en los viveros provinciales. [...]

5.ª Los peticionarios recogerán la planta que se les haya concedido en lafecha que se les señale, pagando su importe al contado en el momento de reco-gerla. [La cursiva es mía].

Puesto que, desgraciadamente, no disponemos de ninguna fuente quenos aclare lo que había pasado entre 1913 y 1916, estamos condenados aexplicar este final de la Caja Vitícola como órgano de crédito mediantedistintas hipótesis. Las más probables nos parecen las siguientes:

1) Es posible que la emisión de obligaciones haya empezado a fallarpor falta de capitalistas dispuestos a invertir en la Caja Vitícola. Como yamencionamos, la tendencia en los primeros años fue claramente descen-dente, de modo que ya en 1913 no se llegó a cubrir todo el cupo.Teniendo en cuenta las polémicas alrededor de esta institución, no extra-ñaría tal actitud de desconfianza.

2) Igualmente, podemos suponer que en la devolución de los prés-tamos, que supuestamente empezaba en 1916 (a los cinco años de la con-cesión de los primeros créditos), se hubieran producido importantes irre-gularidades por parte de los deudores, es decir, los viticultores, lo quehubiera obligado a la Diputación Provincial a recuperar los fondosmediante la venta de material orgánico.

3) Finalmente, también es posible que el cambio en la presidencia dela Diputación (Martínez Lacuesta es sustituido por Roberto Enciso) hayallevado a modificar la gestión de la Caja, utilizándola más como instru-mento de ingresos que como institución de carácter social.

Sea cual fuere la explicación correcta, de lo que sí tenemos cons-tancia segura es de que a partir de 1912 las dificultades en el proceso de

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 323

50 BOPL, 23-XI-1916.

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repoblación del viñedo riojano fueron muy considerables, debido sobretodo a una serie de influencias atmosféricas negativas. Heladas tardías,sequías y la masiva aparición de enfermedades criptogámicas como, porejemplo, una fuerte invasión de mildíu en 1913, impidieron hasta 1916una cosecha satisfactoria en la región, a pesar de su creciente replanta-ción. Resumiéndolo en palabras de Félix Martínez Lacuesta, podemosafirmar que, desde el inicio de la replantación en la Rioja, en ningúnaño las cosechas de uva superaban en valor a las inversiones realizadas,es decir, que hasta 1915 el sector vitícola riojano fue fuertementedeficitario.51

En la búsqueda de las razones para esta evolución nos encontramoscon algunos factores importantes. Las cepas americanas requerían bastan-tes más cuidados y know-how técnico que las cepas del país, y una granparte de los viticultores riojanos ni sabían ni podían cultivar sus nuevasviñas según los nuevos requisitos. Los procedimientos tradicionales ya nobastaban, se necesitaban nuevas técnicas (poda, abonos, etc.) y, sobre todo,más inversión para el cultivo de las nuevas cepas.

Todo esto apoya nuestra hipótesis número dos, es decir, los posiblesproblemas de muchos viticultores, especialmente, los pequeños, paradevolver sus prestamos después de los cinco años establecidos.

3. Conclusiones

A pesar de los problemas y los obstáculos, la replantación del viñedoriojano avanzó continuamente, y a partir de 1916 la producción de vinomostró claras señales de recuperación.52

En 1918, la Diputación Provincial de Logroño, siguiendo su criteriode reducir de la superficie vitícola para producir vinos de calidad, declaró

324 Estado, acción pública y cambio técnico

51 La Rioja, 13-VIII-1915.52 Gallego Martínez (1986), p. 1033. La producción, en hectolitros, entre 1910 y

1920 es como sigue: 1910, 84.550; 1911, 76.545; 1912, 98.830; 1913, 107.315; 1914,92.722; 1916, 469.335; 1917, 673.018; 1918, 612.100; 1919, 395.307; 1920, 627.766.

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la replantación del viñedo riojano como terminado y decidió la disoluciónde la Caja Vitícola Provincial y su conversión en el Servicio AgrícolaProvincial.53

Después de sólo ocho años de funcionamiento (en su fundación sehabló de 10 años de vida), con dos al menos de carencia en la realizaciónde préstamos, la Caja Vitícola Provincial de Logroño dejó de existir.Aunque su fuerte impulso para la replantación del viñedo riojano es unhecho innegable, su papel de «salvador» del pequeño viticultor, que le que-rían atribuir los dirigentes políticos, no queda tan claro. Es indudable quemuchos viticultores modestos pudieron replantar gracias a la CajaVitícola. Pero también es cierto que durante casi 10 años nadie les habíaprestado atención y, una vez establecida la Caja, tampoco puede afirmar-se con seguridad que ésta centrase sus esfuerzos específicamente en ellos.

Creemos que es imprescindible profundizar un poco en el porqué dela fundación de la Caja Vitícola en la Rioja. En primer lugar, sorprende elretraso con el que esta institución inició su actividad. ¿Por qué no antes?Algunos aspectos ya se han mencionado (ver apdo. 1.4). Básicamente, cre-emos que existen dos factores decisivos para la creación de la Caja, uno detipo económico-técnico y el otro de carácter marcadamente político.

En cuanto al primero, hay que destacar que la Caja Vitícola fue el ins-trumento perfecto para la imposición de criterios técnicos y económicosmodernos en el proceso de la replantación. La Caja tenía un control casiabsoluto sobre los factores más importantes de la modernización del viñe-do riojano: las variedades (qué), los terrenos (dónde), la cantidad (cuán-to), las técnicas (cómo) y los actores (quiénes). En cuanto a las variedades,la Caja podía corregir los errores producidos durante los primeros años dereconstitución, en los que muchos viticultores se dejaron guiar más poraspectos de cantidad que de calidad en la elección de las variedades. En LaRioja leemos, por ejemplo, lo siguiente:

[...] en la Rioja Alta no se ha dado la debida preferencia al tempranillo negro ymenos al graciano fino, optando por el mazuelo y garnacho sin otro motivo queel de traer más uva y dos años antes.54

Iniciativa pública y privada en la replantación del viñedo riojano… 325

53 Actas de la Diputación de 7-XI-1918, citadas según Provedo González (1987), p. 198.54 La Rioja, 20-VIII-1915.

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También, los terrenos en los que se replanta la viña influyen conside-rablemente en la calidad de los vinos, de modo que la Caja fue un instru-mento ideal para controlar este factor, y de hecho lo hizo, estableciendo laaptitud del terreno como primer punto de prioridad en la concesión decréditos.

En general, podemos decir que la Caja Vitícola podía subsanarmuchos defectos de los primeros años de replantación y dirigir el procesohacia una renovación del viñedo riojano bajo estrictos criterios «moder-nos», implantando un verdadero cambio técnico en la vitivinicultura rio-jana.

Pero, quizás, el segundo factor, o sea, el factor político tuviera tanta oincluso más importancia en la fundación de la Caja Vitícola que el factortécnico-económico antes expuesto. De hecho, tenemos muchos indiciosde que la Caja Vitícola fuera un respuesta política más o menos directa porparte de la coalición liberal-democrática a la cada vez mayor influencia dela corriente agrícola-católica entre los viticultores riojanos y, detrás de ella,del Partido Conservador (ver apdo. 1.3). Esta hipótesis se apoya en varioshechos.

En primer lugar, mencionamos la coincidencia temporal. La funda-ción de la Caja Vitícola Provincial se realiza muy poco después de la fun-dación de la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicas, creada en 1909.

En segundo lugar, se podría explicar de este modo el enorme poten-cial de conflictividad política que tenía la Caja.

Y, en tercer lugar, leemos en el reglamento de la Caja Vitícola de 1911y 1912 que se dará prioridad a «las asociaciones constituídas para fineseconómicos, con exclusión de las de carácter político, social o religioso,que se propongan el cultivo de viñas propias de la asociación». Según estepárrafo, quedarían automáticamente excluidos todos los sindicatos agríco-las católicos por su carácter religioso.

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1 Otros trabajos que tratan el fenómeno a escala regional española son los de Ladrónde Guevara Flores (1988) y Mees (1992).

PROPIETARIOS, COMERCIANTES Y TÉCNICOS: LA ESTACIÓN ENOLÓGICA DE VILAFRANCA DEL PENEDÉS, 1901-1936

Antoni Saumell SolerUniversitat Pompeu Fabra

Como es sabido, en las zonas vitivinícolas el impacto de la filoxeraactuó como efecto precipitante de una crisis agraria que hasta entonceshabía resultado mucho más evidente en otros sectores productivos de laagricultura española. En efecto, en dichas zonas la euforia comercial y pro-ductiva estuvo alimentada por una coyuntura excepcional, que contribuyóa divulgar un modelo de crecimiento netamente especulativo hasta comien-zos de la década de 1890. Cuando a las dificultades provocadas por lamuerte y la reconstrucción de los viñedos se les vino a sumar el impacto dela crisis de los mercados vinícolas, se produjo un replanteamiento en pro-fundidad de las relaciones sociales, de las estrategias productivas y de lascomerciales. La respuesta frente a los nuevos retos fue muy desigual. Hubozonas donde se detecta una notable apatía y/o una desmovilización porparte de los diferentes sectores implicados, lo cual conllevará el abandonodel cultivo de la viña en determinados casos y también la adopción de res-puestas poco eficaces y tardías. En otras partes se da una reacción vigorosa,normalmente liderada por aquellos sectores sociales que, Carnero Abad(1980), Pujol Andreu (1984 y 1986), Pan-Montojo (1992 y 1994) yColomé Ferrer (1996), entre otros, han definido como burguesías agrarias.1

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Junto a los problemas técnicos y económicos que conllevaba lareconstrucción de los viñedos y a los provocados por las llamadas crisis desobreproducción, cabe añadir la perpetuación en el tiempo del viejo pro-blema de los alcoholes industriales, la elaboración de «vinos exóticos» y laacentuación de una conflictividad social que en las comarcas vitivinícolascatalanas tenía nombre propio: el conflicto rabassaire. Finalmente, hay querecordar que la agricultura catalana de finales del siglo XIX se encontrabaplenamente integrada en los ritmos del sistema capitalista, con todo lo queello implicaba: una creciente especialización de los cultivos, un mayornivel de comercialización de las producciones y la pérdida de peso especí-fico de las actividades agrícolas dentro del conjunto de la economía cata-lana (Garrabou y Pujol, 1987).

Frente a esta nueva situación, los sectores dirigentes tradicionales delagro catalán reaccionaron intentando liderar y controlar los procesos decambio, ofreciendo soluciones basadas en el mantenimiento del equilibriosocial tradicional, el fomento del asociacionismo y la divulgación de lasnuevas tecnologías aplicadas al cultivo de la viña y a la elaboración de losvinos.

Hace ya algunos años Garrabou, Pujol, Colomé y Saguer (1992)planteaban la necesidad de estudiar hasta qué punto el modelo moderni-zador de las clases dirigentes del sector vitivinícola catalán desplegadoentre los años cincuenta del siglo XIX y la década de 1930 había consegui-do sus objetivos. Las páginas que siguen pretenden ofrecer algunas res-puestas mínimamente satisfactorias a la cuestión.2

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2 El año 1993 llevé a cabo mi primera investigación sobre este tema. Se trata deltrabajo de doctorado Crisi vinícola i renovació tecnològica al Penedès: L’Estació Enològica deVilafranca entre els anys 1902 i 1922. El estudio estuvo centrado en la labor investigado-ra y divulgadora de las nuevas tecnologías, desarrollada por dicho centro técnico en estre-cha colaboración con los grandes propietarios vitícolas y los comerciantes exportadoresde vinos. Con ello me planteaba un objetivo prioritario: comprobar si el programa dereformas y de modernización tecnológica,, avalado por los técnicos de Vilafranca y losrepresentantes más destacados del sector productivo y comercial, tuvo el éxito esperado anivel de todo el sector vitivinícola de las comarcas del Penedés y zonas limítrofes deinfluencia.

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1. La fundación del centro y las conexiones con los propietarios

Las estaciones vitícolas y enológicas surgieron como parte de un pro-grama estatal de modernización del sector vitivinícola, que pretendía aten-der las reivindicaciones de determinados colectivos socioeconómicos.3

Entre septiembre de 1901 y 1903 se gestó la fundación de la Estaciónde Vilafranca. La idea fue planteada por las autoridades municipales y lasasociaciones de los propietarios locales, con motivo de una visita efectua-da a la villa por el ministro de Agricultura. Los poderes públicos represen-tados por los ministerios de Fomento y Agricultura y el Ayuntamiento dela villa, los propietarios de tierras a través de sus instituciones más repre-sentativas, como la Cámara Agrícola local y el Centre Agrícola, y loscomerciantes exportadores de vinos, dieron el impulso definitivo al pro-yecto, que se abrió al público en 1903.

Así fue como los mayores propietarios vitícolas de la comarca, muycomprometidos ya desde tiempos de la filoxera en la gestión y la moder-nización de sus fincas, resultaron ser uno de los puntales socioeconómicosde la Estación desde su fundación.4 Este hecho no debe extrañarnos, puesexistía una clara coincidencia entre unos y otros en cuanto a los métodosde modernización del sector vitivinícola que propugnaban y los objetivossociales que defendían. La Estación estableció desde el principio líneas decolaboración con las principales instituciones representativas del agraris-mo acomodado catalán. Diversas cámaras agrícolas y asociaciones de pro-pietarios pertenecientes a localidades dispersas por toda la geografía cata-

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3 La legislación favorable arranca de comienzos de los años ochenta del siglo XIX ypreveía la fundación de esta clase de centros para satisfacer la demanda de formación téc-nica y para apoyar a la industria vinícola de las zonas más dinámicas del país. El centro pio-nero fue la Estación Enológica de Haro, fundada en 1892, a la que siguieron otros que pro-gresivamente cubrieron la geografía vitivinícola española hasta los años treinta, como hadestacado Pan-Montojo. Para otras entidades, como las estaciones de Reus y Felanitx, véan-se los trabajos de Arnavat y de Binimelis, todos ellos en Giralt Raventós (1993).

4 Colomé Ferrer (1996) ha demostrado que dichos propietarios tuvieron que impli-carse de forma más directa en el cultivo a partir de la filoxera, debido a los altos costes dela reconstrucción del viñedo y los inherentes al cultivo de la viña postfiloxérica. De ahí suinterés por las nuevas tecnologías.

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lana entraron en contacto con la institución técnica. A su vez, cabe desta-car la participación de representantes suyos en los congresos de la FACB(Federació Agrícola Catalano-Balear), especialmente en aquellos dedica-dos a temática vitivinícola y cooperativa,5 y la celebración de actividadesconjuntas con entidades como el IACSI (Instituto Agrícola Catalán de SanIsidro),6 o la participación en programas de enseñanza agronómica pues-tos en marcha por la Cátedra Pere Grau de los Estudis Universitaris Cata-lans, las diputaciones provinciales y la Escola Superior de Agricultura de laMancomunitat.7

Los programas de enseñanza ambulante, puestos en funcionamientodurante los años en que ostentó la dirección el ingeniero Claudi Oliveras(1902-1907) y continuados bajo su sucesor Cristòfor Mestre, contarontambién con la colaboración entusiasta de los propietarios, a petición delos cuales se puso en marcha un programa de conferencias y «conversas»que irradiaron su influjo mucho más allá de los límites estrictos de lascomarcas del Penedés.8

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5 El año 1903, el ingeniero director Claudi Oliveras fue nombrado por la CámaraAgrícola y el Centro Agrícola de Vilafranca como su representante en el VI Congreso de laFACB, a celebrar en Manresa. También fue designado vocal adjunto de la comisión orga-nizadora del VII Congreso, que se celebró en Vendrell, en representación de la menciona-da Cámara. Posteriormente, la Estación estaría representada en el XVI Congreso, celebra-do en Igualada en 1913 y dedicado íntegramente a temática cooperativa, a través de sunuevo director Cristòfor Mestre y del ingeniero ayudante Isidre Campllonch.

6 A modo de ejemplo, Mestre Artigas (1923).7 En 1918 se puso en marcha un programa de prácticas destinado a los alumnos que

cursaban la carrera de ingeniero agrónomo en la Escola Superior d’Agricultura. Los pro-gramas fueron elaborados de forma conjunta por dicho centro y la Estación, y compren-dían tres ámbitos de actuación: visitas a instalaciones vinícolas, prácticas de laboratoriorelacionadas con la vinificación y la destilación y clases teóricas sobre «Industries derivadesde la vinya i del vi», «Enologia especial» y «Construccions vinícoles».

8 A modo de ejemplo, cabe citar el ciclo de conferencias celebrado por técnicos delcentro catalán en Mallorca en 1908. Diputación Provincial de Mallorca (1908). Dosaños más tarde, las actividades relacionadas con la enseñanza ambulante se extendierona localidades como Jumilla, donde se preparaba la fundación de una estación enológicaproyectada por el propio director de Vilafranca. Estación Enológica de Villafranca delPanadés (1911).

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Fueron también los propietarios agrícolas los grandes protagonistasde los cursos de enología que se impartieron de forma regular en laEstación a partir de 1909. Su presencia mayoritaria aparece bien docu-mentada en los «Cursos Breves Intensivos de Enología». Así, el proyectomodernizador de la Estación se configuraba como una revolución desdearriba, en la que los sectores preeminentes del mundo rural, al ser los prin-cipales beneficiarios de las enseñanzas del centro, actuarían como la puntade lanza encargada de la difusión de las nuevas tecnologías y de la moder-nización del ámbito rural. La reconstrucción de la serie completa de losalumnos de los «Cursos Breves Intensivos de Enología» entre los años1909 y 1920 nos da una imagen bastante exacta de la clara orientación eli-tista de la formación ofrecida por el centro técnico.

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CUADRO 1

ENSEÑANZA AMBULANTE, 1905-1910 Y 1913-1918

Años N.º poblaciones N.º conferencias Cursillos

1905 15 18

1906 14 7 4

1907 9 21

1908

1909 3 2 1

1910 12 25

Total 53 73 5

Años Loc. de la comarca Resto Cataluña Resto España

1913 7 10

1914 5 4

1915 4 6 1

1916 11 2

1917 10 5

1918 17 4

Total 54 31 1

FUENTES: Elaboración propia a partir de la Memoria de la Estación de 1911, los legajos de docu-mentación de los programas de enseñanza ambulante, los de correspondencia, losDiarios Generales de Operaciones y las memorias de la Estación de los años 1914,1915, 1916, 1917 y 1918.

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Aparte, la Estación puso en marcha otras iniciativas encaminadas adivulgar las nuevas tecnologías vitivinícolas que tuvieron también comoprincipales destinatarios, los grandes propietarios vitícolas. Existió un ser-vicio de consultas técnicas, que durante los primeros años se efectuó porcorreo y más tarde, por teléfono. El soporte técnico a los propietarios abar-caba aspectos tales como el análisis químico de los terrenos susceptibles deser replantados de viña, consejos sobre las mejores variedades de viníferas,asesoramiento a la hora de construir y equipar bodegas modernas y segui-miento de plagas. Los servicios prestados por la institución a través de estesistema de asesoramiento llegaron al conjunto del Estado y, en algunos

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CUADRO 2

DISTRIBUCIÓN PROFESIONAL DE LOS ALUMNOS DE LOS «CURSOS BREVES DE ENOLOGÍA», 1909-1920

Años 1.ª 2.ª 3.ª 4.ª 5.ª 6.ª Total

1909 9 11 20

1910 3 19 3 25

1911

1912 13 10 2 4 2 1 32

1913 12 5 9 3 4 1 34

1914 15 10 8 1 1 2 37

1915 15 8 14 3 4 44*

1916 24 24 6 54*

1917 29 2 15 1 47*

1918 24 2 28 54

1919 8 4 22 8 5 48*

1920 11 24 3 6 44

Totales 173 60 149 22 7 37 438

% sobre total 39,4 13,6 34 5 1,5 8,4 100

Nota: La primera columna es la de los propietarios, la segunda corresponde a los representantes deentidades colectivas (sindicatos, cámaras agrícolas, etc.), la tercera a los comerciantes exportado-res, la cuarta a los alumnos en prácticas de la propia Estación, la quinta a los representantes de enti-dades oficiales y la sexta a otros alumnos de procedencia no especificada. Los totales anuales conel asterisco * corresponden a casos en que los legajos de documentación de los cursos y las memo-rias anuales de la Estación no coinciden al dar la cifra de participantes. Así, por ejemplo, en 1915 loslegajos reflejan 44 alumnos y la memoria correspondiente, 52. Las diferencias son aún menores paralos años 1916, 1917 y 1919.

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casos, a países extranjeros.9 Al mismo tiempo, se estableció un sistema depréstamo de maquinaria. Los técnicos de la institución se desplazaban a lasfincas de la comarca que lo solicitaban y colaboraban en el montaje y pues-ta en funcionamiento de las bodegas y de la nueva maquinaria de vinifi-cación. A su vez, se dio una relación de reciprocidad entre el centro técni-co y los propietarios, ya que éstos colaboraron directamente en diversascampañas de la Estación, como, por ejemplo, la de recogida de muestrasde vinos para confeccionar el llamado casier10 o la labor conjunta llevadaa cabo el año 1915 con motivo del gran ataque del mildíu, que destruyóla cosecha de los principales países productores europeos.11

Los pequeños propietarios y los aparceros se beneficiaron en menormedida de las iniciativas de la Estación. En 1912 se puso en marcha el «CursoNocturno de Viticultura y Enología para pequeños propietarios y aparceros».Hasta 1918 unos 490 agricultores cursaron estas enseñanzas, que compren-dían aspectos teóricos, prácticos y visitas a instalaciones modelo de la comar-ca.12 A pesar de la insistencia de los técnicos de la institución en divulgar las

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9 Determinadas casa suministradoras de material enológico, como la Salleron-Dujardin de París, laboratorios y estaciones enológicas como las de Beaune (Francia) o Asti(Italia), mantuvieron contactos y recibieron asesoramiento de la Estación catalana. Lomismo hay que decir respecto de las otras estaciones enológicas españolas y de las granjasescuelas provinciales.

10 Como veremos más adelante, el casier fue el primer gran intento llevado a cabopara estudiar e identificar los diferentes vinos de la zona del Penedés. Los técnicos deVilafranca, siguiendo el modelo francés del casier vinicole, asumieron el proyecto de cata-logar los vinos locales para, posteriormente, proceder a una mejor promoción comercial delos mismos.

11 La colaboración entre el centro técnico y los viticultores, con motivo de la pérdi-da de la cosecha el 1915, se centró en fomentar la necesidad de emplear sulfato de cobrepara combatir la plaga, divulgar instrucciones para una correcta vinificación de las uvasdeterioradas, recomendar la vinificación por separado de las uvas buenas y malas y enseñara identificar y combatir los fraudes y falsificaciones que los comerciantes cometían con elsulfato de cobre. De todas formas, buena parte de las enseñanzas ofrecidas por el centro nopodían ser asumidas por la mayoría de los productores. Así, por ejemplo, en el campo dela vinificación se aconsejaba el uso de levaduras seleccionadas para mejorar la fermentaciónvínica, el análisis microscópico de los caldos, técnicas de sulfitación sofisticadas y el desra-pado de la vendimia antes de proceder al prensado. Parece claro que tales métodos no esta-ban al alcance de buena parte de los viticultores de la zona.

12 Destaquemos aquí únicamente algunos aspectos de la formación teórica: conoci-miento de la dinámica de los mercados mundiales vinícolas, ampelografía, sistemas de abo-nado y de cultivo del viñedo, accidentes meteorológicos y plagas, técnicas de vinificacióny de conservación de los vinos y estrategias asociativas relacionadas con el cultivo, la ela-boración y la comercialización.

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novedades técnicas entre los diferentes sectores del mundo vitivinícolacomarcal, la existencia de obstáculos de carácter estructural, ya relacionadoscon el funcionamiento interno de la entidad, ya condicionados por la coyun-tura social del momento histórico, impidieron una mayor profundización enlos objetivos prefijados. Tampoco hay que olvidar que la oferta de cursos eralimitada, que se desarrollaban en horario nocturno y que las comunicacionesde la época no favorecían la incorporación de viticultores de zonas alejadas.

Sin duda, todos estos condicionantes acabaron por limitar el impac-to regional de este tipo de enseñanza. A partir de 1918 otros factores vinie-ron a reducir la oferta de divulgación técnica destinada a los pequeños viti-cultores, ya que en dichos cursos se permitió la entrada de otros sectoressocioprofesionales. Estas medidas significaron que los pequeños agriculto-res compartirían a partir de entonces los cursos con «los propietarios viti-cultores que, llevando por administración sus fincas, quieran aplicar lasmás recientes novedades prácticas en las mismas, a fin de luchar contra elencarecimiento de la mano de obra, de los abonos, etc., y producir eco-nómicamente […]; los propietarios viticultores que tengan sus fincas enaparcería, masovería, etc., y cooperen en la dirección de las mismas apor-tando los conocimientos y cultura técnica que corresponde a su funciónsocial […]; los administradores o encargados de fincas vitícolas, quienespodrán desarrollar más cumplidamente su misión si conocen bien todocuanto afecta a la mejor explotación de las mismas».13

Otro aspecto relacionado con la colaboración mantenida entre laEstación y los propietarios fue la intervención de este centro en la difusióny asesoramiento técnico del cooperativismo vitivinícola. La Estación par-ticipó activamente en la fundación y/o en la supervisión técnica de lasbodegas cooperativas de Vendrell, Llorens, Moja, Las Cabañas, LaGranada, etc. Cabe destacar que esta labor divulgadora del cooperativismotrascendió los límites de las comarcas del Penedés y fue bastante más alládel marco estricto de las bodegas de vinificación.14

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13 Estación de Viticultura y Enología de Villafranca del Panadés (1926). 14 Las principales modalidades asociativas que recomendaban los responsables del

centro técnico eran las siguientes: bodegas de vinificación y venta en común, destileríascooperativas, cajas rurales, asociaciones para combatir los efectos de las plagas y del pedris-co, sociedades para la compra de productos en común y asociaciones de raíz sindicalsiguiendo el modelo de la Unió de Vinyaters de Catalunya.

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La apuesta asociativa de la Estación asumía el modelo del cooperati-vismo de raíz conservadora, avalado por entidades como el IACSI, laFACB, la UVC (Unió de Vinyaters de Catalunya) y el catolicismo social,pero tendía sobre todo a conseguir divulgarlo entre las filas del pequeñocampesinado, ya que los responsables del centro técnico estaban conven-cidos de que la mayor parte de los profesionales del sector sólo podríanhacer frente a los retos de la modernización técnica y a la crisis vinícola através de la asociación.

2. La Estación y los comerciantes de vinos

No menos importante que los lazos existentes entre la Estación y lospropietarios vitícolas resultó ser la colaboración de los grandes comer-ciantes de vinos, a la hora de consolidar dicha institución técnica y dedivulgar las nuevas tecnologías. De hecho, la mayor oferta de formacióntécnica formulada por los técnicos de Vilafranca se puso en marcha enfunción de los intereses de los grandes comerciantes exportadores de lavilla. Los «Cursos de Análisis Comerciales de Vinos»15 y la participaciónde este colectivo socioeconómico en la Asociación de Catadores sonbuena muestra de los estrechos vínculos contraídos entre el sectorcomercial y el centro técnico.16 Resulta especialmente significativa la

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15 Inaugurados en 1914, estos cursos estuvieron enfocados claramente hacia la capta-ción de comerciantes y propietarios acomodados, los únicos que podían hacer frente al pagode la cuota mensual de 30 pesetas que se exigía para poder matricularse. Por otra parte, laestructura interna de los cursos y las enseñanzas que se impartían difícilmente se adaptabana los intereses y a las disponiblidades económicas de otros sectores socioprofesionales menosfavorecidos. El fomento de la instalación de laboratorios enológicos en las bodegas de loselaboradores y el sesgo temático mayoritario de las enseñanzas hacia temas relacionados conla exportación vínica, configuraban una oferta docente claramente dirigida a unos colecti-vos socioprofesionales muy concretos. Hasta 1922 cursaron este tipo de enseñanza 163alumnos, distribuidos de la manera siguiente: 78 comerciantes de vinos, 57 viticultores,4 alumnos de procedencia extranjera y 24 de origen profesional diverso.

16 La Asociación de Catadores fue fundada en 1910 y estuvo siempre situada bajo laégida de la Estación, donde tenía su sede social. Su director técnico era el propio director delcentro y estaba integrada por propietarios exalumnos de los cursos especializados y comer-ciantes exportadores de vinos. Estaba regida por unos estatutos que dividían a los socios entres categorías: fundadores, agregados y transeúntes, y fijaban unos criterios bastante riguro-sos de selección de candidatos a miembros. Entre los años 1910 y 1918 hubo un total de 30socios, distribuidos de la manera siguiente: 6 propietarios, 12 exportadores, 7 técnicos de laEstación, 2 técnicos de otras instituciones y un socio honorario, Manuel Raventós.

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dinámica de los «Cursos de Prácticas Metódicas de Degustación deVinos», iniciados en 1913.

Los objetivos de dichos cursos eran claros: la consolidación de cuotascomerciales en los principales mercados de exportación, la mejora de losniveles tecnológicos y productivos con el fin de conseguir productos adap-tados a la demanda comercial existente, y la obtención de vinos bien ela-borados, con una calidad constante y representativos de la producción dela zona.

Entre los años 1914 y 1919 asistieron 124 alumnos, entre los cualesdestacaba un núcleo selecto formado por los principales exportadores dela villa, integrado por J.B. Berger; Lüthi, Zingg & Marcet; Martel &Widmer; Mascaró Hermanos; Domingo Montserrat; GerónimoMonjonell; Mayner, Pla & Sugrañes; Torres y Cía.; Jaime Serra; BoschGüell & Co.; Jean Mory, etc.

Asimismo, los vínculos entre el centro y los comerciantes vinícolas sehicieron visibles en la existencia de programas experimentales que goza-ron de la participación de representantes de las dos partes y que estabanorientados hacia el estudio de nuevas expectativas comerciales para losvinos y mostos de la comarca. También funcionó un servicio de consul-tas técnicas y de préstamo de maquinaria enológica a favor de los comer-ciantes. A su vez, la Estación buscó el apoyo logístico y económico de losexportadores, tanto a la hora de llevar a cabo programas experimentalescomo cuando se trató de entrar en contacto con casas extranjeras fabri-cantes de material de laboratorio y aparatos enológicos. Las siempre defi-cientes dotaciones económicas que la Administración estatal enviabainclinaron el centro técnico hacia los sectores vitivinícolas más potentesde la comarca, con el objetivo de hallar los recursos necesarios para sacaradelante su labor científica. Esta política obligó a veces a los responsablesde la institución a guardar un difícil equilibrio a la hora de defender losintereses globales del sector.17

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17 El choque de intereses contrapuestos y la posición «central» que adoptó la Estaciónse pueden observar en la puesta en marcha de la campaña para la lucha contra la adultera-ción de los vinos, llevada a cabo conjuntamente con la Unió de Vinyaters de Catalunya apartir de comienzos de la segunda década de este siglo. Saumell Soler (1996).

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Los lazos entre la Estación y los comerciantes vinícolas se consolida-ron a medida que aquélla acentuó su protagonismo en la dinámica de laexportación.18 El papel del centro adquirió importancia con motivo dela oficialización y la tramitación de los certificados de exportación para elmercado alemán a partir de 1911.19 La intervención en la problemáticaespecífica de los mercados francés y suizo se llevó también a cabo comouna operación de apoyo al sector comercial exportador. En lo que respec-ta al mercado francés, la actuación del centro técnico catalán se basó en lacolaboración con el sindicato Unió de Vinyaters, el intento por extenderla oficialización de los certificados de exportación a este mercado y la expe-rimentación analítica a fin de luchar contra la adulteración de los vinos yde cotejar la validez de determinados métodos de análisis aplicados enFrancia, que resultaban conflictivos cuando de usaban para contrastar lapureza de los vinos españoles.20 En cuanto al mercado suizo, destacan lasrelaciones entre el centro técnico catalán e instituciones análogas del paíshelvético, con el fin de intercambiar experiencias sobre nuevos métodosanalíticos y promocionar los vinos de la comarca. En este caso, el papel dela Estación adquirió también especial relevancia al surgir determinados

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18 Cabe mencionar aquí el papel protagonista ejercido por el director del centro, jun-tamente con los de las estaciones enológicas de Haro y Reus y el de la Estación AgronómicaCentral, en la redacción de los métodos oficiales de análisis de vinos que entraron en vigorpor la R.O. de 14 de julio de 1913. Dicha disposición legal seguía la pista a la política lle-vada a cabo por algunos de los principales países productores, como era el caso de Portugal,Italia, Francia, Alemania, Argentina o Suiza. La unificación de los métodos de análisis erauna medida claramente enfocada hacia la protección de las exportaciones, ya que con ellose pretendía intervenir con más eficacia en los contenciosos que surgían entre países a lahora de determinar la pureza de los vinos.

19 Saumell Soler (1993), pp. 239-252. De todas formas, el papel del mercado alemánen el conjunto de las exportaciones vínicas españolas siempre fue secundario, desde unpunto de vista cuantitativo. Pujol Andreu (1984). La conservación de este mercado teníainterés, cualitativamente, sobre todo para determinados vinos de las comarcas del Penedés,conocidos allí como Penedés-Wein. Roig i Armengol (1890).

20 El principal contencioso giró en torno a la aplicación a vinos españoles de las lla-madas reglas de Gautier, Halphen, Blarez y Roos. Saumell Soler (1993), pp. 266-267. Elpapel representado por la Estación en todo el proceso culminó en 1919 con un estudiobasado en 1.665 muestras de vinos blancos, rosados y tintos de diferentes localidades delPenedés y de l’Anoia, que cabe considerar como el primer estudio sistemático de los vinosde una zona concreta del Estado español, centrado exclusivamente en la problemática sur-gida alrededor de la aplicación de una reglas analíticas de países extrajeros poco adecuadasa las características de los diferentes tipos de vinos locales. Mestre Artigas (1919).

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desacuerdos surgidos entre las autoridades suizas y las españolas sobremétodos de análisis para detectar la adulteración de los vinos.21 Los mer-cados ultramarinos, en especial el argentino, fueron también objeto delinterés del centro técnico. El episodio más espectacular se produjo a par-tir de 1913 cuando la Estación tuvo que intervenir en el llamado conflic-to de los fluoruros.22

3. La experimentación integral: la mejora de los rendimientosdel cultivo y de la vinificación y la contribución a la identificación y tipificación de los vinos de la zona

La labor experimental de conjunto llevada a cabo por la Estación tuvocomo eje central la necesidad de modernizar y de optimizar los procesosde cultivo de la viña y de elaboración y comercialización de los vinos. Lacreciente presión social ejercida por las organizaciones campesinas dematriz reformista, rabassaire y anarcosindicalista, el incremento de los cos-

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21 La gran preocupación de las autoridades suizas pasaba por combatir el aguado delos vinos. Para ello intentaron aplicar a los vinos de importación determinadas procedi-mientos analíticos experimentados previamente en vinos del país. La Federación deExportadores de Vinos de Cataluña solicitó la intervención del Ministerio de Fomento, elcual encargó a las estaciones de Reus y Vilafranca la elaboración de sendos estudios sobreel tema. El acuerdo formal entre los gobiernos suizo y español se firmó en agosto de 1923.Significativamente, la delegación española estuvo encabezada por Oliveras y Mestre, direc-tores de las dos estaciones enológicas catalanas que habían llevado todo el peso de las inves-tigaciones científicas y del soporte técnico a la exportación. Estación Enológica deVillafranca del Panadés (1919), Fédération d’Exportateurs de Vins de la Catalogne (1919),Anuario de la Producción Vitivinícola de España (1925), pp. 205-206.

22 Las autoridades argentinas acusaban a determinados comerciantes españoles deañadir flúor al vino. La Estación de Vilafranca intervino dando soporte al sector producti-vo y comercial y solicitó dictámenes técnicos a estaciones enológicas extranjeras como lasde Burdeos y Asti. El director del centro C. Mestre encabezó la delegación española que en1914 se desplazó a Buenos Aires para intentar solucionar el contencioso y que estaba inte-grada además por los representantes de los sindicatos de exportadores de vinos de Reus,Vilafranca, Tarragona y Barcelona. Para los detalles técnicos puede consultarse la revistaViticultura y Enología, año I (octubre de 1914). El tema se cerró definitivamente en 1921,con motivo del estudio efectuado por el subdirector de la Oficina Química Nacional deBuenos Aires, Martiniano Leguizamón, de diversos vinos españoles, que confirmaba la pre-sencia de flúor de origen natural en los mismos. República Argentina. Ministerio deHacienda (1922).

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tes productivos y la competencia de la producción vínica mundial queagravaba la crisis de sobreproducción y de comercialización, eran aspectosde un mismo problema, que requería la adopción de soluciones eficaces.En este ámbito, los técnicos de Vilafranca apostaron por un modelo decrecimiento claramente concordante con los postulados defendidos por lasadministraciones públicas y por los sectores acomodados del mundo rural,basado en una estrategia tripartita.

En primer lugar, fomentaron la modernización del cultivo de la viñacon el objetivo de conseguir mayores rendimientos, tanto en lo que serefiere al trabajo humano como a la producción por unidad de superfi-cie.23 Las parcelas de la viña experimental del centro fueron el escenariodonde se pusieron a prueba diferentes variedades de viníferas, abonos y sis-temas de poda. La adopción de técnicas de cultivo intensivo se convirtióen uno de los caballos de batalla para hacer frente a los retos de la crisisvinícola. Los responsables del centro contribuyeron a divulgar la necesidadde aumentar y mecanizar las labores del viñedo, la modificación de losmarcos de plantación (apuesta por plantar las cepas a mayor distancia unasde otras, para facilitar la mecanización y el mejor aprovechamiento de lahumedad del suelo), la adopción de sistemas de poda más productivos y elfomento a mayor escala de los abonos químicos y de los tratamientos anti-criptogámicos.

En segundo lugar, hay que mencionar la experimentación relaciona-da con los sistemas de vinificación, en la que se dio prioridad a tres aspec-tos fundamentales: por una parte, el perfeccionamiento en la elaboraciónde los vinos; por otra, la obtención de mejores rendimientos desde undoble punto de vista: la búsqueda de mejores técnicas de prensado paraobtener mayor cantidad de producto y la reducción del coste de elabora-ción, y, finalmente, la experimentación de sistemas alternativos a la vinifi-cación tradicional, entre los cuales cabe destacar la puesta en práctica delsistema de vinificación llamado «la vinería». La vinería fue un intento de

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23 Hay que destacar en este ámbito la participación continuada de la Estación en cer-támenes agrícolas organizados por las instituciones de los propietarios, como era el caso delCentro Agrícola de Vilafranca. Vease, a modo de ejemplo, Centro Agrícola del Panadés(1908). Posteriormente, en 1917, iniciaron la confección del «Estudio del coste de pro-ducción de un hectólitro de vino en la comarca del Panadés» cuya secuencia puede seguir-se en la memorias anuales de la institución. Véase también Mestre Artigas (1923).

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industrializar la fermentación alcohólica de los vinos. Consistía en estabi-lizar los mostos obtenidos durante la vendímia y provocar su fermentacióna voluntad de los técnicos en la época del año que éstos decidiesen. Paraello se empleaban métodos de desulfitación basados en el calor y lascorrientes de aire, siguiendo el sistema del inventor de las vinerías, el inge-niero francés E. Barbet.24 En 1920, la Estación disponía ya de una insta-lación completa para desulfitar mostos azufrados durante la vendimia, queconsistía en una tina de 12 hectolitros dentro de la cual había un serpen-tín por el que circulaba el vapor encargado de calentar el mosto. Unamáquina de vapor alimentaba el proceso, y una bomba de dos caballos depotencia tenía como misión provocar una fuerte corriente de aire. La ins-talación estaba capacitada para desulfitar seis hectolitros por hora y fun-cionaba de la manera siguiente: el vapor calentaba el mosto en la tina hastauna temperatura de 60 ó 70 grados; el calor provocaba la volatilización delsulfuroso (SO2) contenido en el mosto; a continuación, la bomba creabala corriente de aire necesaria para apartar el sulfuroso del mosto. Siguiendoeste sistema, el mosto quedaba lo suficientemente desulfitado como parapoder proceder seguidamente a una siembra del mismo con levadurasseleccionadas para que iniciase su fermentación vínica. Los métodos fran-ceses a base de calor y aireación ideados por Barbet fueron más tardeperfeccionados por los técnicos de Vilafranca. Después de una serie deensayos previos, se llegó a aplicar un sistema que consistía en inyectar gascarbónico de la fermentación vínica en recipientes donde hubiese mostopara desulfitar. Dicho gas conseguía eliminar el SO2 dejando el mosto apunto para ser sometido a un proceso controlado de vinificación. La ins-talación de la vinería fue perfeccionada durante los años siguientes y con-tinuó funcionando durante la postguerra.

En tercer lugar, debemos referirnos a la contribución al estudio ydivulgación de los vinos típicos de la zona para favorecer su identificacióny su comercialización como productos con sello de procedencia. La polí-tica adoptada por la Estación en este ámbito seguía las pautas marcadaspor algunas iniciativas puestas en marcha durante los años ochenta delsiglo XIX25 y por el desarrollo de la ciencia enológica en nuestro país, de la

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24 Véase Barbet (1911) y (1912).25 Roig i Armengol (1890).

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mano de pioneros como Luis Justo y Villanueva o los hermanos Raventósde San Sadurní.26 Pero la existencia de una determinada estructura pro-ductiva y comercial, claramente enfocada hacia la comercialización deunos determinados tipos de vinos que no se caracterizaban por ser preci-samente representativos de la genuina producción de la comarca, obstacu-lizó seriamente las iniciativas adoptadas en este ámbito por el centro téc-nico de Vilafranca.

El primer gran proyecto fue el estudio titulado Riqueza alcohólicade los vinos analizados en la Estación Enológica de Villafranca del Panadés.Los datos conservados permiten constatar que durante 13 años (entre1903 y 1915) se recogieron 6.587 muestras de vinos de 104 localida-des, pertenecientes mayormente al Penedès y algunas procedentes deotras comarcas catalanas. El experimento resultaba poco representativoa nivel regional, ya que el 94% de las muestras eran del Penedés y el 6%restante procedían de localidades repartidas entre otras 10 comarcascatalanas.

Además, el proyecto tuvo un alcance limitado, ya que los datos reco-gidos sólo proporcionaban información parcial, tanto desde un punto devista geográfico (no todas las localidades de la comarca enviaron muestrasde forma regular todos los años), como también desde un punto de vistaanalítico, ya que sólo se estudiaba la graduación alcohólica de los vinos. Laconfección del casier comarcal a partir de 1913 vino a dar una nuevadimensión al estudio integral de los vinos de la zona.

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26 La creciente preocupación por la mejora de la ciencia enológica, por la promociónde las producciones típicas de cada zona y por su difusión comercial tuvo una importantetradición en Cataluña desde la segunda mitad del siglo XIX. La labor iniciada por el IACSIa través de su laboratorio de análisis, fundado en 1867 por Luís Justo y Villanueva, fue unhito importante en este ámbito, ya que supuso la aplicación de la química moderna a laagricultura catalana. Véanse Riera i Tuèbols (1923) y Casassas i Roca (1923). Asimismo,cabe considerar a Jaume Raventós como uno de los pioneros en la divulgación de las nue-vas tecnologías vinícolas y como un adalid de la primacía de la calidad por encima de can-tidad a la hora de elaborar vinos. Véase Raventós (1922) y Raventós y Valls (1916). A suvez, su hermano Manuel, patriarca de Codorniu, fue otro destacado defensor de los nue-vos parámetros productivos y comerciales a través de publicaciones como la revistaResumen de Agricultura y de otros trabajos como el tratado Prensas para vinos. La necesidadde proteger y potenciar las producciones autóctonas, de delimitar las comarcas vitiviníco-las y de potenciar la producción de vinos de calidad fue también destacada por otros tra-tadistas de principios del siglo pasado. A modo de ejemplo citamos Benessat (1906) yOliveras (1923).

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Los objetivos del casier estaban claramente enfocados hacia la promo-ción comercial de los vinos típicos de la comarca, y se inspiraban en polí-ticas semejantes puestas en marcha durante aquel período por algunosde los principales productores mundiales de vino.27 Así, los autores delcasier defendían como objetivos prioritarios del proyecto los siguientes:la detección y persecución del fraude, la eliminación de obstáculos a laexportación y la identificación y mejor conocimiento de determinadasvariedades y tipos de vinos susceptibles de experimentar una mayordemanda comercial, dada su superior calidad.

Los resultados prácticos fruto de este estudio deben circunscribirse enunos límites relativamente modestos. En primer lugar, hay que destacar quela cantidad de muestras recibidas de poblaciones de fuera de las comarcas delPenedés tiene que desecharse por poco representativa.28 En segundo lugar,debemos señalar que no todas las poblaciones del Penedés participaron todoslos años en el muestreo, ni lo hicieron con la misma cantidad de materiales.

342 Estado, acción pública y cambio técnico

27 En Francia, la organización del casier vinicole estuvo desde el primer momento rela-cionada con la necesidad de conocer las características de los vinos de cada zona, para lucharcon más eficacia contra el fraude y para promocionar comercialmente las producciones loca-les bajo un sello de origen. En 1910 una circular del Ministerio de Agricultura enviada a losprefectos de los departamentos preconizaba la confección de casiers en todas las zonas vití-colas del país. En el Hérault y bajo la batuta del director de la Estación Enológica deMontpellier, se llevó adelante el proyecto durante el período 1910-1911. El movimientoperdió fuerza durante los años siguientes, pero fue sustituido con notable eficacia por las lla-madas enquêtes vinicoles, cuyos resultados fueron publicados anualmente, al menos hasta1922, en un Compte-rendu de l’Enquête Annuelle du Service de la Répression des Fraudes, surla composition des vins français de consommation courente. De esta manera, y gracias al servi-cio de represión del fraude, se dispuso de una notable documentación sobre las produccionesvinícolas típicas de diferentes zonas. Douarche (1930), pp. 70-81. En Suiza los laboratoriosoficiales también llevaban a cabo un seguimiento anual de las diferentes producciones de loscantones vitivinícolas y se publicaban los resultados en la Statistique Vinicole. En Italia elMinisterio de Agricultura publicaba anualmente un estudio titulado Saggi glaucometrici edacidimetrici sui mosti italiani delle vendimia del anno..., donde constaban los datos analíticosrecogidos por las diferentes instituciones técnicas oficiales del país. Otros países del ámbitoextraeuropeo también llevaban a cabo estudios de esta índole. Lavenir (1905).

28 El estudio de 1914 se tituló Estudio de los vinos de la cosecha de 1914 de las comar-cas: Panadés, Igualada y Ampurdán, pero durante los años siguientes se volvió al título ori-ginal referido únicamente al Penedès. La distribución territorial de las muestras recibidasen la Estación Enológica para la confección del casier durante los años 1913, 1914, 1915y 1916 ofreció los siguientes resultados: total muestras recibidas: 1.588; total muestras pro-porcionadas por municipios del Penedés: 1.379; porcentaje de muestras no pertenecientesa localidades del Penedés: 13,7%.

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En tercer lugar, se dio el problema de que el estudio se mantuvo ope-rativo durante un período de tiempo excesivamente corto como parapoder llegar a resultados completos sobre los vinos de la comarca.29 Sinembargo, cabe considerar el casier como un testimonio suficientementeválido de la producción vitivinícola comarcal de los primeros 20 años del

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29 La documentación conservada nos ha facilitado datos del período 1913-1916. Lasmemorias anuales de la Estación de los años 1918 y 1919 insinúan que el estudio fue con-tinuado en años sucesivos, pero sin dar excesivas referencias de los resultados obtenidos (seofrece la noticia de 414 muestras correspondientes a 47 localidades para el año 1918 y 214muestras de 37 pueblos para el año siguiente).

CUADRO 3

DISTRIBUCIÓN COMARCAL DE LAS MUESTRAS RECIBIDAS EN LA ESTACIÓN PARA EL CASIER, 1913-1916

Poblaciones que no enviaron muestras 6*

Poblaciones que enviaron entre 1 y 10 muestras 6

Poblaciones que enviaron entre 11 y 25 15

Poblaciones que enviaron entre 26 y 50 16

Poblaciones que enviaron más de 50 8

Total poblaciones participantes en el Casier 45

Total municipios Penedés (Alto, Bajo y Garraf ) 51

Nota: Elaboración propia a partir de los datos del casier de los años 1913, 1914, 1915 y 1916. Losdatos de los municipios con más de un punto de recogida de muestras han sido debidamente agru-pados. Las poblaciones que no enviaron muestras ningún año fueron Pachs, San Lorenzo deHortons, San Pedro de Riudevitlles, Bonastre, Masllorens y Cubellas.

CUADRO 4

POBLACIONES DEL PENEDÉS QUE ENVIARON MUESTRAS PARA EL CASIER, 1913-1916

Años Número de poblaciones % sobre total participantes del Penedés

1913 29 61,7

1914 16 34

1915 32 68

1916 37 78,7

Total acumulado 45 95,7

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siglo pasado, ya que permite identificar los principales vinos elaborados,sus características esenciales y las zonas de producción de cada uno deellos. Se habla de cuatro tipos básicos de vinos, dos blancos, un rosado yun tinto. El primero de los blancos era característico de la zonas altas. Setrataba de vinos procedentes de la variedad parellada, de baja graduacióny gran finura, que tenían gran aceptación en los mercados suizos y alema-nes donde eran conocidos como Panadés-Wein. El segundo se elaborabamayoritariamente con la variedad xarel·lo, pudiendo admitir en su com-posición pequeñas cantidades de macabeo y pansé. Su producción estabalocalizada en las zonas central y este de la comarca, siendo comercializadosen gran parte en los mercados suizo y sudamericano, donde eran conoci-dos con el nombre de Sant Cugat. Los vinos rosados se elaboraban a par-tir de la variedad sumoll y en menor medida de las cepas monastell y ull dellebre (tempranillo). Su zona de producción se localizaba en la parte cen-tral de la comarca y sus mercados más característicos eran el interior y elsuizo, donde se conocían como Rosé Panadés. Finalmente, los vinos tin-tos, cuya zona de producción se extendía por el Bajo Penedés y el este dela comarca. Las variedades más comunes eran el sumoll y el monastell, des-tinados al mercado interior y a la exportación americana.

Parece claro, pues, que los esfuerzos de los responsables del centro téc-nico de la capital del Penedés estaban encaminados a potenciar unamodernización de un sector socioprofesional que requería respuestas ade-cuadas para hacer frente a los nuevos retos productivos y comerciales, típi-cos de una agricultura plenamente integrada en los ritmos de la economíacapitalista.

Empero, la racionalización de los procesos de producción y la con-servación y ampliación de las cuotas de mercado para las produccionesautóctonas, hacía necesario el diseño de unas infraestructuras legalesencargadas de proteger las diferentes producciones zonales. De aquí sur-gieron las políticas estatales enfocadas a la creación de denominaciones deorigen para los vinos. En este ámbito el ejemplo a seguir fue, una vez más,el de Francia.30 Ahora bien, la comercialización a nivel internacional de los

344 Estado, acción pública y cambio técnico

30 Para el caso francés véanse: Thomas (1932), Guérillon (1919), Marquet (1987).

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diferentes vinos de cada región y país puestos bajo la protección de deno-minaciones de origen específicas requería el cumplimiento de una serie derequisitos previos. El primero era el abandono de las antiguas prácticasenológicas y comerciales basadas en la «fabricación» de vinos pseudoartifi-ciales y en la imitación de vinos de otras zonas. El segundo, como conse-cuencia del anterior, significaba la promoción de las producciones típicaslocales, lo cual exigía un trabajo constante en la mejora de los productosobtenidos y la elaboración de estudios exhaustivos, encaminados a identi-ficar los vinos típicos de cada zona. De ahí la importancia de los trabajosllevados a cabo por la Estación Enológica de Vilafranca, entre los cualeshemos destacado el casier comarcal, que puede considerarse como el pri-mer gran estudio de los vinos de la comarca del Penedés.

4. Recapitulación

A modo de conclusión, podemos decir que la Estación Enológicade Vilafranca impulsó y divulgó una respetable cantidad de iniciativas y deproyectos destinados a transmitir un mensaje modernizador aplicable alconjunto del mundo vitivinícola catalán del primer tercio del siglo XX. Sinembargo, la labor desplegada por el centro tuvo sus momentos de luz y desombra.

En lo que se refiere a los primeros, cabe destacar que la sintonía deintereses y de proyectos entre los responsables del centro técnico, los sec-tores acomodados del agro comarcal y los influyentes comerciantes viní-colas consiguió poner en marcha una importante cantidad de aportacio-nes, que contribuyeron a diseñar el futuro económico de la comarca ycatapultaron a la institución hacia su conversión en uno de los centros téc-nicos vitivinícolas más prestigiados de la Europa de su tiempo. Su direc-tor, Cristòfor Mestre, recibió el encargo del Ministerio de Fomento dediseñar los proyectos de las nuevas estaciones enológicas que progresiva-mente se fundaron en diferentes zonas vitícolas españolas a partir decomienzos de la segunda década del siglo. La intervención del técnicocatalán en los casos de Jumilla (1912), Felanitx (1913), Almendralejo(1916) y Cariñena (1925) aparece plenamente documentada. Asimismo,cabe destacar que la Estación fue declarada «estación matriz» el año 1933.Esta disposición legal suponía la conversión del centro técnico catalán en

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una especie de planta piloto donde los aspirantes a ingenieros agrónomosde la especialidad de enología venían obligados a efectuar una temporada deprácticas antes de obtener el título.

En cuanto a los momentos de sombra, cabe decir que las propuestasde los técnicos de Vilafranca fueron objeto de un seguimiento limitado.Por una parte, la mayoría de los profesionales del sector, formada porpequeños y medianos viticultores, no se encontraba en disposición deaplicar al pie de la letra los preceptos técnico-enológicos que aconsejabanlos responsables de la Estación. Tanto en lo que se refiere al cultivo de laviña como también para todo aquello relacionado con la elaboración delvino, los viticultores hicieron un esfuerzo de adaptación a las nuevas exi-gencias, que, en todo caso, no podía traspasar los límites estrechos que lesimponían los recursos disponibles y el alto coste que suponía la aplicaciónde nuevas técnicas de cultivo (abonos químicos, sistemas de poda sofisti-cados, etc.) y de vinificación (construcción de lagares equipados con tinasde cemento armado, prensas modernas, desrapadoras, consumo de pro-ductos enológicos para una mejor conservación del vino, etc.). A su vez, lacrisis vinícola intermitente, con la acentuación de la depreciación del vinoque se produjo a partir de comienzos de la década de 1920, añadió nue-vos obstáculos a una correcta difusión de un mensaje renovador delmundo vitivinícola, que sólo pudo ser asumido parcialmente. Por otraparte, la oferta docente efectuada por el centro técnico estuvo mayorita-riamente enfocada hacia dos colectivos muy influyentes en lo económicoy en lo social: los grandes propietarios de viñas y los comerciantes de vinos,unos grupos claramente minoritarios dentro del conjunto de los profesio-nales del sector. A su vez, el cooperativismo vitivinícola, considerado comouno de los instrumentos básicos para la modernización de la viticultura dela comarca y claramente impulsado desde la Estación, tampoco consiguiógrandes progresos materiales y captó pocos efectivos sociales entre los viti-cultores de la zona.

En resumen, la Estación a la hora de fomentar la renovación y la con-solidación del sector, se enfrentó a importantes obstáculos, que, en buenamedida, estuvieron relacionados con la excesiva dependencia que dichocentro técnico siempre tuvo respecto de los sectores preeminentes de lavitivinicultura comarcal. Así, por ejemplo, los comerciantes de vinos—uno de los puntales socioeconómicos del centro— impusieron casi

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siempre sus intereses particulares para preservar su posición dominante enlo que se refiere al control del mercado, en una línea claramente coinci-dente con la llevada a cabo por los sectores comerciales exportadores deotras zonas de España, como por ejemplo Jerez o la Rioja.31

Los comerciantes difícilmente podían asumir de forma plena los pos-tulados de la Estación en cuanto al fomento y la protección de los vinosnaturales de la zona, sobre todo si tenemos en cuenta que durante muchosaños siguieron controlando la mayoría de la producción de la comarca ymanipulando en sus almacenes de expedición los vinos que adquirían, lle-vando a la práctica lo que en su día definimos como la multiplicación delos panes y de los peces.32 Mestre i Raventós (1987) nos ha descrito admi-rablemente el problema, a pesar de hacer referencia a un episodio poste-rior en el tiempo al período del que aquí nos ocupamos:

Fins l’any 1960 [...] no es va crear la denominació d’origen Penedés i esva redactar un reglament molt desafortunat que emparava una sèrie de vins decomposició difícil d’obtenir al Penedés si s’aplicava l’Estatut del Vi, i en canvien deixava fora una altres, com el xampany, molt acreditats a la comarca. Elspatrocinadors van esser un grup de comerciants de vi de Vilafranca i, com ésnatural, el reglament era a imatge dels vins que els elavoraven i que mot aviatdeixarien de produir en caure en desús.

La constitución de la denominación de origen Penedés no se llevaríaa cabo de forma efectiva hasta 1976, con lo cual habrían de pasar muchosaños para poder poner en marcha medidas realmente efectivas destinadasa prestigiar los vinos de la zona, que pusieran fin a una política basadaexclusivamente en la comercialización de determinados vinos tipos elabo-rados por los comerciantes.33 El episodio demuestra hasta qué punto exis-tió una notable distancia entre los proyectos avalados por los técnicos dela Estación y lo que acabó llevándose a la práctica. Los resultados, en loque se refiere a la promoción internacional de nuestros vinos, saltan a lavista. A comienzos de la década de 1930 el órgano de la Office Inter-

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31 Para el caso de la Rioja véanse Mees (1992), pp. 172-174, y Leyte Marrero (1960).Para el caso de Jerez, Cabral Chamorro (1987).

32 Saumell Soler (1993), pp. 173-228.33 Una de las escasas iniciativas enfocadas a fomentar una producción de calidad y a

promocionarla a nivel internacional debe atribuirse a la casa Codorniu, cuyos productos fue-ron repetidamente premiados en toda clase de certámenes internacionales durante aquellosaños. Giralt i Esteve (1993) y Giralt Raventós (1993).

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national du Vin, el Annuaire International du Vin, reseñaba las denomina-ciones de origen y los vinos con pedigree de los principales países produc-tores europeos. El lugar que ocupaban los vinos españoles resultaba sensi-blemente reducido y falto de informaciones fidedignas, si lo comparamoscon los datos de las producciones de las otras potencias vitivinícolas de laépoca.34

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34 Douarche (dir.) (1932), pp. 587-600.

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN(Juan Carmona, Josep Colomé, Juan Pan-Montojo y James Simpson).. 7

VISIONES GENERALES

CAMBIOS EN LAS PREFERENCIAS DE LOS CONSUMIDO-RES DE VINO Y RESPUESTAS DE LOS PRODUCTORES ENLOS DOS ÚLTIMOS SIGLOS (José Morilla Critz) ..................... 131. Introducción ............................................................................. 132. Condicionantes de la comercialización de los vinos de mesa

y generosos................................................................................ 143. Hitos en los cambios en el consumo de vinos desde principios

del siglo XIX............................................................................... 183.1. Primera mitad del XIX: erosión del predominio de los vinos

licorosos............................................................................ 183.2. El prestigio del claret en la segunda mitad del XIX ............. 203.3. Los años de la templanza: de finales del XIX a la Segunda

Guerra Mundial ................................................................ 263.4. Convergencia y homogeneización, 1945-2000.................. 33

4. Conclusiones............................................................................. 37

EL SECTOR VITÍCOLA ESPAÑOL DURANTE LA SEGUN-DA MITAD DEL SIGLO XIX Y EL PRIMER TERCIO DEL XX:EL IMPACTO DE LA DEMANDA FRANCESA, LA CRISISECOLÓGICA Y EL CAMBIO TÉCNICO (Josep Colomé Ferrer) 39

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1. Introducción: Cuando las cepas se adueñaron de las colinas ylos valles mediterráneos ............................................................. 39

2. La expansión comercial del último tercio del siglo XIX: la atrac-ción de los mercados franceses .................................................. 43

3. El fin del ciclo expansivo: crisis ecológica, replantación y re-composición del sector vitícola.................................................. 513.1. La productividad del trabajo vitícola ................................ 533.2. La productividad de la tierra y el cambio técnico ............. 55

4. Epílogo: algunas reflexiones finales............................................ 58

PROPIEDAD, EXPLOTACIÓN Y CAMBIO TÉCNICO

INTRODUCCIÓN (Juan Carmona) ............................................ 63

VITICULTORES, NO COMERCIANTES. NOTAS SOBRE LAEVOLUCIÓN DE LA VITICULTURA EN LA CATALUÑACENTRAL (Llorenç Ferrer i Alós) ................................................. 69

CAMBIO TÉCNICO EN LA VITIVINICULTURA ARAGONE-SA, 1850-1936: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA TEORÍADE LA INNOVACIÓN INDUCIDA (Vicente Pinilla Navarro).. 891. Cambio técnico en la viticultura aragonesa ............................... 902. El estancamiento en las técnicas de elaboración del vino........... 923. Explicando el cambio tecnológico: la teoría de la innovación in-

ducida ....................................................................................... 964. Factores productivos, recursos naturales y costes de oportunidad 975. La demanda de vino.................................................................. 1046. El entorno institucional y la inducción al cambio técnico ......... 1107. Conclusiones............................................................................. 111

PROPIEDAD VITÍCOLA Y CAMBIO TÉCNICO EN LAMESETA DE REQUENA, 1850-1930 (Juan Piqueras Haba) ....... 1151. Los beneficios de una crisis ....................................................... 115

1.1. Expansión vitícola y estructura dual de la propiedad......... 1162. La difusión de innovaciones técnicas: cronología y agentes del

cambio ...................................................................................... 1213. Los cambios técnicos y su difusión............................................ 123

376 Índice

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3.1. Cambios técnicos en viticultura ........................................ 1233.2. La lucha contra las plagas criptogámicas: oídio y mildíu ... 1253.3. La difusión de abonos químicos........................................ 1303.4. La filoxera y la replantación con pies americanos .............. 1313.5. La difusión de innovaciones en enología: bodegas y maqui-

naria ................................................................................. 1324. Conclusiones............................................................................. 136

COOPERATIVAS, BODEGAS Y MAYORISTAS:LA INDUSTRIALIZACIÓN DE LA VINICULTURA

INTRODUCCIÓN (James Simpson) ........................................... 141

LA BÚSQUEDA DE VINOS TIPIFICADOS POR LAS BODE-GAS INDUSTRIALES: FINANZAS, ORGANIZACIÓN YTECNOLOGÍA EN LAS ELABORACIONES DE LA COMPA-ÑÍA VINÍCOLA DEL NORTE DE ESPAÑA, S.A. (1882-1936) (José Luis Hernández Marco) .............................................. 1531. Introducción ............................................................................. 1532. El camino de la especialización.................................................. 1563. El cambio en la forma de aprovisionamiento de sus vinos base . 1584. Las ventajas de una situación financiera saneada ....................... 1625. Desde la viña hasta la bodega: los procedimientos de elabora-

ción, tratamiento y útiles de una industria vitivinícola .............. 1646. Conclusión................................................................................ 177

LOS EXPORTADORES DEL JEREZ, 1835-1886(Enrique Montañés) ....................................................................... 1871. Las exportaciones del jerez, 1822-1935 ..................................... 1882. Los exportadores de Jerez, 1840-1886....................................... 191

2.1. Los exportadores hacia 1840............................................. 1912.2. El período 1840-1886....................................................... 197

3. Las empresas exportadoras: inversión y desarrollo regional ........ 200

TRANSFORMACIONES VITÍCOLAS Y ENOLÓGICASDESDE EL TIPO DE ASOCIACIONISMO AGRARIO: EL CAMPO DE CARIÑENA, 1870-1970 (Alberto Sabio Alcutén) ... 209

Índice 377

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1. La fluidez de las transformaciones técnicas en el viñedo............ 2102. Las rémoras enológicas y los obstáculos al cooperativismo......... 222

CAMBIOS ESTRUCTURALES EN EL COMERCIO VINÍ-COLA Y PROGRESOS EN LA CIENCIA ENOLÓGICA ENCATALUÑA DURANTE EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XIX (Francesc Valls Junyent) ............................................. 2391. Aproximación a la evolución de las exportaciones vitícolas cata-

lanas durante el primer tercio del siglo XIX ................................ 2412. Cambios en la tipología de los aguardientes comercializados ....... 2443. Viejos y nuevos mercados para la producción vitivinícola

catalana ..................................................................................... 2464. Aguardientes: la pérdida de los mercados noreuropeos y el

avance del mercado interior español.......................................... 2495. Vinos: la reorientación hacia el mercado americano .................. 2526. La demanda de soporte técnico y científico por parte del

comercio vitivinícola y los progresos en la ciencia enoló-gica en Cataluña........................................................................ 255

ESTADO, ACCIÓN PÚBLICA Y CAMBIO TÉCNICO

INTRODUCCIÓN (Juan Pan-Montojo) ...................................... 267

PROGRESOS Y REGRESOS DE LA VITIVINICULTURANAVARRA: LA ACCIÓN PÚBLICA Y SUS CONTEXTOSSOCIALES (1850-1936) (José Miguel Lana Berasain)................... 2751. De la euforia a la crisis: la quiebra del modelo agroexportador.. 2752. Respuestas a la crisis: intervención pública, difusión de la pro-

piedad y reorientación productiva ............................................. 2833. Luces y sombras de la reconstitución: renovación técnica y op-

ciones productivas ..................................................................... 294

INICIATIVA PÚBLICA Y PRIVADA EN LA REPLANTACIÓNDEL VIÑEDO RIOJANO DESTRUIDO POR LA FILOXERA (1900-1918) (Andreas Oestreicher)................................................ 301Introducción .................................................................................. 3011. Lenta replantación y crisis (1903-1909) .................................... 302

378 Índice

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Índice 379

1.1. La Junta de Fomento de Intereses Locales de Haro ........... 3031.2. Un nuevo negocio: el comercio de plantas americanas ...... 3061.3. Otras iniciativas privadas .................................................. 3081.4. Crisis e iniciativa institucional .......................................... 309

2. La replantación dirigida ............................................................ 3122.1. La replantación de la Caja Vitícola Provincial ................... 3132.2. Dimisión de Zaporta y primeras voces críticas .................. 3172.3. Crítica y polémica abiertas ................................................ 3192.4. Tercera modificación del reglamento de la Caja Vitícola ... 3212.5. Silencio y disolución de la Caja......................................... 322

3. Conclusiones ............................................................................ 324

PROPIETARIOS, COMERCIANTES Y TÉCNICOS: LA ESTA-CIÓN ENOLÓGICA DE VILAFRANCA DEL PENEDÉS, 1901-1936 (Antoni Saumell Soler)................................................. 3271. La fundación del centro y las conexiones con los propietarios ... 3292. La Estación y los comerciantes de vinos .................................... 3353. La experimentación integral: la mejora de los rendimientos del

cultivo y de la vinificación y la contribución a la identificacióny tipificación de los vinos de la zona ......................................... 338

4. Recapitulación .......................................................................... 345

BIBLIOGRAFÍA............................................................................ 349

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Este libro se terminó de imprimir en Zaragoza en los talleres

de la Sociedad Cooperativa Librería General el día 25 de abril de 2001