Violencia y Medios de Comunicación

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VIOLENCIA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN CARMEN GARCÍA GALERA JOSÉ ANTONIO RUIZ SANROMÁN 1. APROXIMACIÓN TEÓRICA A LOS EFECTOS DE LA VIOLENCIA TELEVISIVA EN LA INFANCIA. 1.1. La violencia en te- levisión. Usos y funciones. 1.1.1. Sujetos afectados por la violencia en televisión. Atracción hacia la violencia en la pe- queña pantalla. 1.1.2. ¿Por qué sigue programándose violencia? 1.1.3. ¿Qué esperan los niños de la televisión? Las funciones de la televisión para la infancia. 1.1.4. Cuantificación de la violencia que los niños ven en la televisión: El caso espa- ñol. 1.2. Efectos de la violencia televisiva en la infancia. 1.2.1. Primeras investigaciones sobre los efectos de la violencia tele- visiva en la infancia. 1.2.2. Los efectos de la programación violenta en el comportamiento de los niños. 1.2.3. Los efectos emocionales o afectivos de la violencia televisiva en la infancia. 1.2.4. Otras aportaciones de interés sobre los efectos de la vio- lencia televisiva. 1.2.5. Los dibujos animados y su influencia en el comportamiento agresivo infantil. 1.3. Ayudar a los niños a tratar con la violencia en televisión. ----2. ESTUDIO EMPÍRICO SOBRE LOS EFECTOS DE LOS PROGRAMAS VIOLENTOS DE TELEVISIÓN EN LOS NIÑOS DE LA COMUNIDAD DE MADRID. 2.1. Objetivos de la investigación. 2.2. Metodología. 2.2.1. Selección y determinación de la muestra. 2.2.2. Selección y elaboración de las herramientas de investigación. 2.2.3. Selección de los programas de televisión para el trabajo de campo. 2.2.4. Elaboración del cuestionario. 2.2.5. Pretest. 2.2.6. Trabajo de campo. 2.3. Estructura del cuestionario.----3. RESULTADOS DEL ESTUDIO EMPÍRICO SO- BRE LOS EFECTOS DE LOS PROGRAMAS VIOLENTOS DE TELEVISIÓN EN LOS NIÑOS DE LA COMUNIDAD DE MADRID. 3.1. Desarrollo y análisis de los datos obtenidos. Primera parte del cuestionario. 3.1.1.Los hábitos televisivos. 3.1.2. La relación de- sarrollo intelectual-hábitos televisivos. 3.1.3. Los videojuegos y/o juegos de ordenador. 3.1.4. Características agresivas de los ni- ños. 3.1.5. Incidencia subconsciente de la violencia televisiva. 3.1.6. Primeras conclusiones sobre los hábitos televisivos y la personalidad agresiva de la muestra. 3.1.7. Tipos de programas violentos/no violentos. 3.2. Desarrollo y análisis de los datos obtenidos. Segunda parte del cuestionario. 3.2.1. Atracción hacia determinados programas de televisión. 3.2.2. Per- cepción de la violencia televisiva. 3.2.3. El aprendizaje de modelos conductuales mostrados en televisión. 3.2.4. Efec- tos imitación. Los niños imitan modelos de conducta presentados en televisión. 3.2.5. Reacción ante los programas violentos de la televisión. 3.2.6. La violencia como medio de conseguir objetivos y solucionar conflictos. 3.2.7. Deseos de vivir en un mundo a imagen del expuesto en televisión. 3.2.8. Los efectos de la identificación con los personajes te- levisivos.----4. CONCLUSIONES. 4.1. Sumario y conclusiones del trabajo empírico. BIBLIOGRAFÍA. 1. APROXIMACIÓN TEÓRICA A LOS EFECTOS DE LA VIOLENCIA TELEVISIVA EN LA INFANCIA La existencia de contenidos violentos en los medios de comunicación es tan antigua como los pro- pios medios. Sin embargo, no es hasta el Siglo XX cuando la lógica evolución de las tecnologías trajo con- sigo la aparición y rápida expansión de nuevos medios de comunicación, entre ellos la televisión o más recientemente Internet, en los hogares de todo el mundo desarrollado, y con ello, una exposición más constante y directa a comportamientos y argumentos altamente violentos. 143

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  • VIOLENCIA Y MEDIOS DE COMUNICACINCARMEN GARCA GALERAJOS ANTONIO RUIZ SANROMN

    1. APROXIMACIN TERICA A LOS EFECTOS DE LA VIOLENCIA TELEVISIVA EN LA INFANCIA. 1.1. La violencia en te-levisin. Usos y funciones. 1.1.1. Sujetos afectados por la violencia en televisin. Atraccin hacia la violencia en la pe-quea pantalla. 1.1.2. Por qu sigue programndose violencia? 1.1.3. Qu esperan los nios de la televisin? Lasfunciones de la televisin para la infancia. 1.1.4. Cuantificacin de la violencia que los nios ven en la televisin: El caso espa-ol. 1.2. Efectos de la violencia televisiva en la infancia. 1.2.1. Primeras investigaciones sobre los efectos de la violencia tele-visiva en la infancia. 1.2.2. Los efectos de la programacin violenta en el comportamiento de los nios. 1.2.3. Los efectosemocionales o afectivos de la violencia televisiva en la infancia. 1.2.4. Otras aportaciones de inters sobre los efectos de la vio-lencia televisiva. 1.2.5. Los dibujos animados y su influencia en el comportamiento agresivo infantil. 1.3. Ayudar a los nios atratar con la violencia en televisin.----2. ESTUDIO EMPRICO SOBRE LOS EFECTOS DE LOS PROGRAMAS VIOLENTOS DETELEVISIN EN LOS NIOS DE LA COMUNIDAD DE MADRID. 2.1. Objetivos de la investigacin. 2.2. Metodologa.2.2.1. Seleccin y determinacin de la muestra. 2.2.2. Seleccin y elaboracin de las herramientas de investigacin.2.2.3. Seleccin de los programas de televisin para el trabajo de campo. 2.2.4. Elaboracin del cuestionario. 2.2.5.Pretest. 2.2.6. Trabajo de campo. 2.3. Estructura del cuestionario.----3. RESULTADOS DEL ESTUDIO EMPRICO SO-BRE LOS EFECTOS DE LOS PROGRAMAS VIOLENTOS DE TELEVISIN EN LOS NIOS DE LA COMUNIDAD DE MADRID.3.1. Desarrollo y anlisis de los datos obtenidos. Primera parte del cuestionario. 3.1.1.Los hbitos televisivos. 3.1.2. La relacin de-sarrollo intelectual-hbitos televisivos. 3.1.3. Los videojuegos y/o juegos de ordenador. 3.1.4. Caractersticas agresivas de los ni-os. 3.1.5. Incidencia subconsciente de la violencia televisiva. 3.1.6. Primeras conclusiones sobre los hbitos televisivos y lapersonalidad agresiva de la muestra. 3.1.7. Tipos de programas violentos/no violentos. 3.2. Desarrollo y anlisis de los datosobtenidos. Segunda parte del cuestionario. 3.2.1. Atraccin hacia determinados programas de televisin. 3.2.2. Per-cepcin de la violencia televisiva. 3.2.3. El aprendizaje de modelos conductuales mostrados en televisin. 3.2.4. Efec-tos imitacin. Los nios imitan modelos de conducta presentados en televisin. 3.2.5. Reaccin ante los programasviolentos de la televisin. 3.2.6. La violencia como medio de conseguir objetivos y solucionar conflictos. 3.2.7. Deseosde vivir en un mundo a imagen del expuesto en televisin. 3.2.8. Los efectos de la identificacin con los personajes te-levisivos.----4. CONCLUSIONES. 4.1. Sumario y conclusiones del trabajo emprico. BIBLIOGRAFA.

    1. APROXIMACIN TERICA A LOS EFECTOS DE LA VIOLENCIA TELEVISIVA EN LA INFANCIA

    La existencia de contenidos violentos en los medios de comunicacin es tan antigua como los pro-pios medios. Sin embargo, no es hasta el Siglo XX cuando la lgica evolucin de las tecnologas trajo con-sigo la aparicin y rpida expansin de nuevos medios de comunicacin, entre ellos la televisin o msrecientemente Internet, en los hogares de todo el mundo desarrollado, y con ello, una exposicin msconstante y directa a comportamientos y argumentos altamente violentos.

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  • As pues, desde sus comienzos, la televisin ha sido objeto de estudio y preocupacin por parte deun gran nmero de cientficos sociales, polticos, educadores y padres. Una de las principales razones deeste seguimiento social y cientfico se encuentra, sin duda, en los efectos que la programacin violentapuede provocar en los receptores.

    Los anlisis de contenido de los programas que se emiten diariamente en la pequea pantalla mues-tran un incremento de emisiones cuyo contenido incita al receptor a adoptar actitudes agresivas que, enalgunos casos, provocan comportamientos negativos tanto a nivel individual como a nivel social. La pro-yeccin constante de estos programas junto con el hecho de que los telespectadores, especialmente losms jvenes, puedan pasar demasiadas horas delante de la pequea pantalla, ha llevado a analistas dela comunicacin, a poner en marcha toda una serie de estudios con el fin de comprobar la influencia delos programas de televisin en las creencias, actitudes y conductas de la audiencia.

    Las investigaciones indican que ya desde los primeros das de la televisin, este medio tenda a trans-mitir una visin distorsionada y violenta del mundo, lo que provoc, de manera paralela, que surgierauna preocupacin entre los cientficos sociales basada en los efectos potenciales que estos programaspueden tener en la audiencia. Aunque las primeras investigaciones comenzaran en los aos 60, todavahoy se contina analizando desde muy diversas perspectivas las influencias que, la televisin en generaly la violencia de sus contenidos en particular, produce en los receptores. Si bien las conclusiones alcan-zadas tras estos aos de investigacin no son unnimes, los cientficos s parecen estar de acuerdo en elhecho de que la televisin afecta, de una u otra manera, en uno u otro grado, a la forma de pensar delos sujetos receptores, a sus actitudes y conductas e, incluso, a sus sentimientos.

    Sin duda alguna, uno de los grupos de audiencia ms afectado por los efectos potenciales de la te-levisin son los nios. Sus conductas o relaciones sociales, consecuencia de la exposicin a la televisin,han sido el eje central de gran nmero de investigaciones, remontndose el origen de las mismas a losprimeros aos de este medio de comunicacin. El principal objetivo de los cientficos preocupados porestos temas ha sido y continua siendo prcticamente el mismo: determinar si los nios y jvenes son es-pecialmente sensibles a determinados contenidos televisivos y si estos contenidos podran tener efectosnegativos.

    As pues, el objetivo que nos planteamos en la presente investigacin es efectuar un anlisis objetivode las principales teoras e investigaciones desarrolladas en el campo de los efectos de los medios de co-municacin de masas y, particularmente, de aquellas realizadas en torno a la influencia de la violenciatelevisiva en los nios. Se trata de analizar, terica y empricamente, la importancia de la televisin en eldesarrollo cognitivo, afectivo y conductual de los nios, prestando especial inters a los efectos que de-terminados argumentos de carcter violento producen en el proceso de socializacin de la infancia.

    Esta investigacin consta de dos partes interrelacionadas mutuamente. En la primera se abordan lasprincipales teoras, hiptesis y estudios realizados en el campo de los efectos de los medios de comuni-cacin audiovisuales en la audiencia, principalmente, la influencia negativa de la violencia de la televi-sin en la audiencia infantil. Todo ello servir de base terica para el planteamiento de una segunda parteemprica, en la que se realiza una investigacin entre 1137 nios de la Comunidad de Madrid con elpropsito de analizar en la prctica si la violencia televisiva afecta a las creencias, actitudes y conductasde un determinado grupo de nios.

    De este modo, pasaremos a explicar cronolgicamente la evolucin del trmino efecto desde losaos 20 hasta nuestros das, aportando una aproximacin cientfica a dicho concepto. As, estudiaremos

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  • cmo se empez a hablar a comienzos del presente siglo de los efectos de los medios de comunicaciny aparecieron trminos tales como los de la bala mgica o aguja hipodrmica, con los que los analistas sereferan a los poderosos efectos que los mass media producan en la audiencia. Los defensores de estasteoras consideraban al receptor como un sujeto pasivo y a los contenidos de los medios como los en-cargados de marcar las pautas respecto a la forma de actuar o de pensar de estos sujetos.

    Posteriormente, despus de la Segunda Guerra Mundial, surgieron nuevas hiptesis de trabajo, nue-vos conceptos relacionados con los efectos provocados por los medios de comunicacin. Los investiga-dores sociales consideraron entonces, que la audiencia no estaba formada por sujetos pasivos y aisladosdentro de una sociedad de masas, sino por individuos que mantienen relaciones sociales y que tienenuna personalidad determinada, por lo que seleccionan lo que ven y escuchan de manera individual. Serechaza, pues, la teora de que la televisin tenga efectos directos y uniformes sobre todos los sujetos, yse defiende la teora de los efectos limitados, que estara vigente hasta los aos 60-70.

    As, con la aparicin y rpido desarrollo de la televisin que tendra lugar en esos aos, diversos cien-tficos volvieron a plantear la hiptesis de que los efectos provocados por los medios de comunicacinson muy poderosos, si bien, estas nuevas teoras introducan matizaciones importantes respecto a lospostulados sugeridos por la teora de la aguja hipodrmica. Es decir, a partir de los aos 70 y 80, se reco-noce que los receptores son individuos activos, con capacidad para seleccionar lo que ven, oyen o leen,pero que se ven muy influenciados conductual, afectiva o cognitivamente por aquello que reciben a tra-vs de los mass media.

    Por lo tanto, vamos a empezar a plantearnos, en primer lugar, qu sujetos son los que verdadera-mente se ven afectados por la violencia de la televisin. Todos, casi sin excepcin, vemos o hemos vistoseries cuyos protagonistas utilizan la violencia de manera constante y, sin embargo, no todos hemos re-currido a actos de esta naturaleza en nuestras relaciones con los dems. Por ello, determinadas circuns-tancias o caractersticas del sujeto receptor les har ser ms propenso a la influencia de la violenciatelevisiva.

    En segundo lugar, abarcaremos las principales teoras existentes hasta el momento sobre los efectosde la violencia televisiva en la audiencia. Veremos como al igual que es una realidad la existencia de laviolencia de la televisin, tambin es una realidad los efectos que provoca en los receptores.

    1.1. La violencia en televisin. Usos y funciones

    1.1.1. Sujetos afectados por la violencia en televisin. Atraccin hacia la violencia en la pequea pantalla

    Estados Unidos es el pas pionero en el estudio de los efectos de la violencia de los programas detelevisin en su audiencia. La violencia emitida en la programacin televisiva de este pas ha sido estu-diada, investigada, discutida y criticada por psiclogos, profesionales de la comunicacin, asociacionesde ciudadanos y el propio Senado de los Estados Unidos desde hace ms de tres dcadas.

    Los primeros interrogantes sobre la cantidad de violencia emitida por la televisin surgieron casi almismo tiempo que el medio. Las investigaciones realizadas a lo largo de los aos, los mtodos empleadosy las conclusiones a las que se han llegado han sido tema de amplio debate en el mbito tanto cientficocomo social y poltico. Los estudios, de hecho, han demostrado que la televisin contiene un alto ndicede escenas violentas en su programacin. As, por ejemplo, entre un 70 y un 93 por ciento de la progra-macin de los distintos canales de televisin de los Estados Unidos incluyen algn contenido de carcter

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  • violento (Signorielli, Gross y Morgan, 1982). De hecho, una considerable cantidad de esta programacinviolenta puede encontrarse en gneros televisivos que, en ocasiones, no se asocian directamente con ta-les argumentos, como es el caso de los dibujos animados, programas musicales o comedias.

    La principal preocupacin que surge al observar las altas cifras de violencia que se proyecta en la pe-quea pantalla gira en torno a la posible relacin entre los contenidos agresivos y la violencia existenteen la sociedad. Un anlisis realizado sobre 217 estudios que se desarrollaron entre 1957 y 1990 ha lle-gado a la conclusin de que "existe una correlacin positiva y significativa entre la violencia de los pro-gramas de televisin y las conductas agresivas de los individuos" (Videodrome, 1994, p. 73).

    En esta misma lnea, se encuentran las conclusiones a las que lleg en 1993 la Asociacin de Psic-logos Americanos, segn la cual, no cabe duda alguna de que existe una relacin causal entre la cantidadde violencia que se ve en la televisin, la aceptacin de actitudes agresivas y el incremento de conductasviolentas en los individuos expuestos a tal programacin.

    Un estudio an ms reciente realizado por Johnson (2002) parece ser bastante concluyente. Los au-tores de esta nueva investigacin creen haber prcticamente demostrado que ver mucha televisin du-rante la adolescencia induce a conductas violentas. La virtud de este estudio reside en su larga duracin.Los autores, de la Universidad de Columbia y el centro Mdico Monte Sina (Nueva York) han seguidola evolucin de 707 personas durante 17 aos de su vida. Mediante encuestas, averiguaron el tiempodiario medio que los sujetos dedicaban a la televisin a los 12 y a los 22 aos. Resultado: ver ms de treshoras de televisin al da multiplica por ms de cinco la probabilidad de incurrir en comportamientosagresivos. La correlacin estadstica entre uso de la televisin y violencia se mantiene aun cuando se des-cuentan otros factores: precedentes de conductas agresivas, trastornos psquicos, falta de atencin porparte de la familia, nivel educativo de los padres o ndice de delincuencia de la zona.

    Pero existe tambin un grupo de investigadores cuyos estudios muestran que esa correlacin no estan clara como parece (Freedman, 1984; Harris, 1994). Su principal interrogante est en saber si "el ver"causa "el hacer", es decir, en determinar si ver ms violencia en televisin da lugar a una conducta msagresiva en el receptor o si es, tal vez, la personalidad agresiva del individuo lo que le lleva a ver ms pro-gramas de este tipo.

    No obstante, a pesar de estas discrepancias, parece haber consenso entre los investigadores cuandose habla de sujetos especialmente vulnerables al contenido violento de la televisin. Es decir, las conclu-siones alcanzadas por diversos estudios expuestos a continuacin, nos muestran que la violencia de latelevisin influye sobre las creencias, actitudes y comportamientos de la audiencia, si bien, algunosmiembros de la audiencia sern ms sensibles que otros a este tipo de efectos.

    En este sentido, parece claro para los cientficos de la comunicacin centrados en el estudio de laviolencia, que la televisin tiene una mayor influencia sobre aquellos sujetos que cuentan con un ciertoantecedente de agresividad, es decir, con una cierta predisposicin a la violencia en su comportamiento.As, Fenigstein (1979) ha demostrado que existe cierta tendencia en los individuos de carcter agresivo apreferir programas televisivos en los que la violencia constituya uno de los ingredientes principales.

    La teora social del aprendizaje nos dice, igualmente, que este tipo de individuos suele recordar conms facilidad lo que ve en la pequea pantalla y que, dada una situacin similar a aquella que han vistoen el televisor, pondr en prctica lo que ha observado y aprendido de los personajes. De hecho, la vio-

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  • lencia televisiva provee de modelos tiles y roles de agresividad bastante atractivos a aquellos sujetoscuyo temperamento, personalidad y circunstancias les predisponen a comportarse de forma agresiva.

    Segn Jeffres (1986), la televisin reforzara la creencia de que la agresin es un mtodo apropiadoy aceptado para solucionar los problemas. As pues, la televisin, para un determinado segmento de lapoblacin, constituye un factor que incita a trasladar a la vida real los rasgos ms hostiles y violentos delcarcter personal de cada uno.

    1.1.2. Por qu sigue programndose violencia?

    A pesar de la evidencia de numerosas investigaciones sobre la violencia en la televisin en las queparece claro que existe una relacin entre ver contenidos violentos en la pequea pantalla y las poste-riores reacciones violentas de los sujetos receptores, los programas de contenido violento continan sien-do los ms populares y los ms demandados por la audiencia. Por ello, conviene preguntarse si existetambin una relacin entre el contenido violento de la televisin y los valores de entretenimiento de losreceptores, as como por qu tales programas atraen a la audiencia y cmo consiguen hacerlo.

    Berlyne (1960) ha apuntado que una de las ventajas del contenido violento de la televisin sobre elcontenido no violento se basa en los valores de entretenimiento. En este sentido, considera que la vio-lencia implica conflictos o sensaciones de diverso tipo, los cuales constituyen un importante ingredientede alto valor de entretenimiento. Esta observacin debe tenerse en cuenta a la hora de examinar la vio-lencia que se proyecta continuamente en televisin.

    Bandura y Walters (1963) han sugerido que ver el contenido violento de los programas emitidos enla pequea pantalla no debera ser una experiencia divertida o entretenida porque en nuestra sociedadse ensea a los individuos, desde muy temprana edad, a contener sus tendencias agresivas. Consecuen-temente, cualquier efecto derivado de ver actos agresivos o violentos debera suponer la aparicin desentimientos desagradables.

    Por el contrario, aquellos que defienden la hiptesis de la catarsis sugieren que ver retratos de vio-lencia en la televisin debera ser una experiencia agradable en tanto que provee de canales para des-cargar la energa negativa que cualquier ser humano guarda en su interior. Estas descargas produciran,pues, sensaciones prximas a la satisfaccin en tanto que el receptor consigue reducir la tensin.

    No obstante, tambin se ha apuntado que el hecho de que un receptor se vea afectado o no por laagresividad representada en la televisin depende de variables como el humor y la experiencia inmedia-tamente anterior a la situacin de percepcin. En este sentido, se lleg a la conclusin de que ver violen-cia en la pequea pantalla resultaba una experiencia agradable y positiva slo si el receptor era insultadoo molestado inmediatamente antes de la exposicin (y, por lo tanto, estaba, presumiblemente, de malhumor). Es decir, sin este condicionamiento previo, se observ que la violencia no resultaba agradablepara el espectador. Una objecin a este estudio se encuentra, sin embargo, en el hecho de que a los re-ceptores no se les enfada o intimida habitualmente antes de ver un programa de televisin, con lo cualparece difcil poder generalizar estas conclusiones a una situacin normal de percepcin.

    Los estudios anteriores nos proporcionan tan solo una indicacin indirecta de que determinadas ca-ractersticas o circunstancias del sujeto receptor hacen que experimente atraccin hacia la violencia dela televisin; no obstante, existen otras evidencias ms directas que tambin apuntan a que esta relacinexiste (Belson, 1978; Friedman y Johnson, 1972; Robinson y Bachman, 1972). As, algunos de estos au-

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  • tores han interpretado los resultados de sus investigaciones como una demostracin de que ver violenciaen televisin provoca una conducta ms agresiva en el receptor posteriormente. Otros, como Fenigstein(1979) o Gunter (1985) argumentan que son los individuos de naturaleza agresiva los que eligen ver pro-gramas de violencia en la pequea pantalla.

    De los numerosos estudios ya citados puede concluirse que la influencia que produce la violenciatelevisiva en la audiencia se ve limitada por una serie de elementos o condicionantes que hacen que notodos los sujetos receptores se vean afectados de manera directa e inmediata por los efectos de la vio-lencia de la televisin, si bien s existe un nmero considerable de estudios que demuestran cmo la vio-lencia emitida en la pequea pantalla deja su huella en ciertos sectores de la audiencia.

    1.1.3. Qu esperan los nios de la televisin? Las funciones de la televisin para la infancia

    Conocer el papel que desempea la televisin en la educacin y desarrollo social de los nios es fun-damental para que los cientficos puedan entender el gran nmero de horas que los pequeos dedicana esta actividad y, por tanto, el impacto de esta continua exposicin al medio. A continuacin, veremoslas principales funciones de la televisin para la infancia y, en concreto, la funcin de la violencia televi-siva.

    Para empezar, no podemos olvidar que los nios de hoy en da tienen a su alcance este medio decomunicacin a una edad ms temprana y con mayor facilidad de lo que lo tenan sus padres. La televi-sin constituye en la actualidad el componente central de una sociedad multimedia que parece haberalterado la naturaleza de la infancia y el desarrollo social e intelectual de los nios tal y como se habaconcebido en generaciones pasadas.

    Durante muchos aos, los investigadores se han preocupado por estudiar los usos y gratificacionesde los diferentes medios de comunicacin, y, en especial, de la televisin. Es decir, los cientficos han par-tido del hecho de que los medios de comunicacin satisfacen diversas necesidades de sus consumidores:entretener, informar, hacer compaa, relajar, etc.. Estas necesidades pueden llevar a las personas a bus-car un medio de comunicacin concreto o, en el caso de la televisin, elegir un programa en particular.No obstante, la mayora de las personas que ven la televisin lo hacen como una alternativa apeteciblepara momentos de ocio.

    En el caso de los nios, Schramm, Lyle y Parker (1961) opinan que las tres razones principales queimpulsan a los nios a ver la televisin son las siguientes:

    a) El placer de estar entretenido. De hecho, la televisin ofrece un mundo de fantasa en el cual elnio puede escaparse de su mundo real y de sus problemas.

    b) La posibilidad de obtener informacin, por ejemplo, de cmo vestir, comportarse, etc.

    c) La utilidad social: referido a los jvenes, por ejemplo, la televisin supone en ocasiones una ex-cusa para sentarse juntos muy cerca el uno del otro, para conseguir temas de conversacin, etc.

    Otros estudios desarrollados en Gran Bretaa y Estados Unidos han contribuido tambin a identificarlas razones principales por las que los nios ven la televisin. Una de estas investigaciones, dirigida porGreenberg (1976), concluy que los nios ven la televisin por ocho razones principalmente: a) Pasar eltiempo; b) Olvidar; c) Divertirse; d) Aprender; e) Como un estmulo; f) Como un modo de relajacin; g)Como acompaante; h) Como hbito.

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  • En un estudio similar desarrollado por Gunter y McAleer (1990), estos autores identificaron seis ra-zones de por qu los nios ven la televisin, razones que coinciden en gran parte con las expuestas conanterioridad por Greenberg. As pues, los nios ven televisin para: a) Pasar el tiempo; b) Aprender; c)Sentirse acompaados; d) Escapar. Veamos ms en profundidad cada una de ellas.

    a) Pasar el tiempo

    Una de las razones principales mencionadas por los nios para ver televisin es la de pasar u ocuparel tiempo, tal y como se pudo observar en el trabajo realizado por Greenberg (1990) con nios britni-cos. sta fue la respuesta mayoritaria dada por los nios, si bien se pudo observar que pasaba a ocuparlugares secundarios conforme se entrevistaba a nios de mayor edad. Las razones que dan los nios paraver la televisin como un modo de pasar el tiempo estn relacionadas con el tipo de programas que veny lo que piensan sobre los mismos. As, los nios que afirman ver televisin por pasar el tiempo tienenmenos probabilidades de ver programas informativos y documentales y ms de ver comedias o progra-mas de entretenimiento. Lo cual significa, que al nio le gusta pasar el tiempo viendo televisin pero,sobre todo, que la televisin le entretenga. Por este motivo, los nios muestran preferencia por progra-mas que son "emocionantes, divertidos y buenos" .

    Se ha podido observar que aquellos nios que dicen ver la televisin como una forma de pasar eltiempo les gusta, a su vez, hablar mucho ms sobre la televisin. Es decir, podemos concluir que la tele-visin cumple tambin una funcin de agenda-setting (seleccin de los temas sobre los que se piensa yse habla) para este sector de la audiencia ya que determina sobre qu van a hablar los nios.

    b) Aprender

    Gran parte de los estudios realizados sobre los motivos que conducen al nio a ver televisin coin-ciden en destacar el hecho de que el nio aprende algo cuando ve la televisin. As pues, se podra decirque la televisin cumple una funcin informativa, aunque esto no quiere decir, sin embargo, que los ni-os vean la televisin con la intencin de aprender algo.

    Este hecho tan slo es aplicable a una minora de nios y es un fenmeno que se produce a unadeterminada edad. Es decir, conforme los nios crecen, existe una mayor tendencia a ver la televisincon la intencin de aprender algo.

    El estudio de Hooft y Thunissen (1980) muestra que, segn opinan los propios nios, la televisinpuede proporcionar ideas nuevas, ensear a hacer nuevas cosas y mostrar aquello que est bien o queest mal. Es decir, la televisin no slo muestra al nio lo que ocurre en el mundo, sino lo que ocurre asu alrededor, en su propio ambiente. En este sentido, la televisin juega un papel ms importante que elperidico e, incluso, en opinin de estos autores, que un libro.

    En la encuesta realizada por Greenberg (1990) entre nios britnicos, se identificaron dos razonesprincipales por las que el nio utilizaba la televisin como un medio de aprendizaje: la primera, paraaprender sobre s mismo, y la segunda, para aprender sobre otras cosas. Los nios aportaron otras tantasmotivaciones relacionadas con todo aquello que podan aprender mediante el uso de la televisin: a)Aprender lo que suceda en el mundo; b) Aprender sobre cosas que haban sido explicadas en el colegio;c) Observar cmo se debe actuar en determinadas circunstancias; d) Aprender qu poda sucederles aellos; e) Ver cmo otras personas tratan de solucionar los problemas que ellos mismos tienen.

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  • c) Sentirse acompaado

    En un gran nmero de ocasiones los nios ven la televisin en solitario. Cuando el nio est solo ose siente solo, enciende el televisor, de forma que puede viajar con su imaginacin y compartir con lospersonajes que aparecen en pantalla aventuras que difcilmente podra compartir con otros amigos. Estees el significado que algunos autores han encontrado cuando se refieren a la televisin como compaeray que denominan relacin parasocial de la televisin.

    Esta relacin parasocial puede producirse con aquellos personajes de la televisin que aparecen conms frecuencia en la pequea pantalla, as como con aquellos que simulan conversaciones cara a caracon el receptor. Una consecuencia casi inmediata de esta implicacin entre el receptor y el personaje deun determinado programa de televisin es la familiaridad que el primero llega a tener con el segundo, locual, conduce al individuo a sentir que conoce al personaje como si fuera real y pudiera predecir sus ac-ciones.

    Otra dimensin de la televisin como compaera es la que considera a la misma como baby-sitter oniera, es decir, desempeando el papel de la persona que se encargara de entretenerles y mantenerlostranquilos en casa. En casi todos los hogares se podra decir que queda demostrada la eficiencia de latelevisin para mantener a los nios tranquilos por largos perodos de tiempo. Sin embargo, convienedecir que no se trata de un fenmeno nuevo. Ya en los aos 50, Maccoby (1954) encontr que las ma-dres mencionaban el uso de la televisin como elemento pacificador de sus hijos. En su mayora, estasmujeres coincidan en que la televisin les haca ms fcil el cuidar a sus hijos en casa. Lo que en realidadocurre es que los nios llegan a estar tan absortos ante lo que ven en la pantalla, que se tranquilizan yrequieren, por lo tanto, menos atencin de los padres.

    d) Escapar

    La televisin ofrece un mundo de fantasa a travs del cual el nio puede escaparse de los problemasde cada da o, simplemente, del mundo real en el que vive. La funcin escapista de la televisin operatanto para nios como para adultos, y es uno de los mecanismos centrales de las funciones de entrete-nimiento de la televisin.

    Se han podido identificar diversos motivos que justifican la necesidad de escapar a travs de la ex-periencia de la televisin. Uno de estos motivos puede encontrarse en que los nios, que viven en unambiente familiar difcil, utilizan la televisin como un escape ante esa situacin. Lo mismo sucede entrenios que tienen problemas en el colegio y que intentan olvidarlos mediante la via de escape que le ofre-ce este medio de comunicacin.

    Asimismo, otro de los factores importantes por los que se utiliza la televisin como medio de escapees la forma en que los nios tienden a relacionarse entre s. Himmelweit, Oppenheim y Vince (1992) hanpodido concluir que los nios que se convierten en adictos a la televisin, adems de tener un coeficien-te intelectual inferior y pertenecer normalmente a familias con pocos recursos econmicos, son introver-tidos y suelen contar con pocos amigos. A este grupo de nios, la televisin les sirve para mantener susmentes ocupadas y no pensar en sus problemas familiares o en su soledad.

    Funcin de los programas violentos

    Llegamos as a la funcin que los programas de contenido violento desempean para los ms jve-nes. De todo lo expuesto anteriormente, podemos concluir que la televisin en general, tanto programas

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  • informativos como de entretenimiento, cumplen diversas funciones. Como hemos dicho, al ver la tele-visin, los nios obtienen ideas, aprenden sobre lo bueno y lo malo, y en definitiva, les ayuda a pasar eltiempo de manera agradable y entretenida.

    El problema reside en que si de la televisin se espera descanso, entretenimiento, informacin, etc.podemos decir que los programas de contenido violento pueden desempear de la misma forma talesfunciones. Las investigaciones relacionadas con la violencia de la televisin sugieren que los programasde este tipo pueden influir, en primer lugar, en la nocin que el nio tiene de la realidad y, en segundolugar, puede dar al nio ideas y lecciones a veces errneas de cuando, por ejemplo, la violencia es acep-table y cmo debe utilizarse.

    En este sentido, una cuestin de gran transcendencia que se plantea en este momento es qu ocurrecon aquellos nios que eligen escapar mediante la violencia televisiva. Freedman y Newtson (1975) handemostrado que existe una relacin entre las preferencias por ver violencia en la televisin y los estadosde humor de los individuos. As, los sujetos a los que se haba enfadado o enojado con anterioridad a laexposicin a la televisin, mostraban una mayor preferencia por ver programas violentos en compara-cin con aquellos individuos que no haban sido previamente alterados. Igualmente, investigadorescomo Goldstein (1979) han observado que cuando se induce a determinados sujetos a que imaginencomportamientos agresivos, se suele producir una mayor preferencia por las pelculas violentas.

    No obstante, en la bibliografa existente sobre el impacto de la violencia de la televisin en los espec-tadores no se encuentran demasiadas investigaciones sobre si los programas violentos de la televisin sonvistos de forma selectiva, en particular, por aquellos nios cuyas personalidades muestran en principiociertas disposiciones a la agresividad. Por los aos 70, se desarrollaron en los Estados Unidos algunos es-tudios que mostraron la relacin entre la agresividad de los delincuentes y sus preferencias por ver pro-gramas de contenido violento. Tales resultados dieron lugar a interpretaciones opuestas; as, mientrasque para algunos el estudio demostraba que ver violencia en televisin propicia el desarrollo de tenden-cias antisociales, para otros, los resultados tan slo confirmaban que los sujetos de carcter agresivo pre-fieren ver programas de contenido violento.

    En este sentido, Atkins, Greenberg, Korzenny y McDermott (1979) han mostrado como la predispo-sicin de ciertos individuos a un comportamiento violento puede ser la razn principal por la que stosprefieren ver programas violentos en la televisin y se divierten con los mismos. En este estudio, realizadoentre adolescentes, se midieron las actitudes de los sujetos hacia el uso de la agresin as como sushbitos televisivos. Aunque si bien un ao ms tarde los hbitos televisivos haban cambiado muypoco, se pudo observar que los individuos que mostraban unas actitudes violentas al principio delestudio expresaban una particular y destacada preferencia por los programas violentos, incluso cuan-do otras importantes variables tales como el sexo y la edad haban sido controladas estadsticamente.Por el contrario, la relacin entre ver violencia en televisin y el desarrollo de actitudes agresivas fuemenos significativa.

    No obstante, podemos decir que los programas violentos emitidos en la pequea pantalla, al igualque muchos otros, cumplen una determinada funcin para los nios, bien sea la de pasar el tiempo, bienla de aprender o bien cualquiera de las expuestas anteriormente. El problema reside en el uso positivo onegativo que los nios hacen de aquello que ven en la televisin y de las horas que dedican a la mismaque, como sabemos, son horas que restan a otras actividades que ayuden quizs en mayor medida a sudesarrollo social e intelectual.

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  • 1.1.4. Cuantificacin de la violencia que los nios ven en la televisin: El caso espaol

    Es una realidad que los nios de comienzos del siglo XXI pasan un gran nmero de horas delante deltelevisor. Nadie puede negar este hecho. Segn diversos informes de la Unesco, ms del 96% de los ni-os ven la televisin una media cercana a las 25 horas semanales, lo que supone, aproximadamente, elmismo tiempo que pasan en el colegio.

    Se ha demostrado que los nios se habitan a ver la televisin a partir de los dos aos y medio. As,un estudio realizado por Anderson y Levin (1976) subraya que los nios entre 14 y 24 meses de edad, apesar de su corta edad, son capaces de imitar los estmulos de la televisin tanto inmediatamente des-pus de la exposicin como 24 horas ms tarde.

    La influencia de la violencia televisiva en la infancia est, pues, muy relacionada con la cantidad deprogramacin que los nios ven, con el tiempo que dedican a este medio de comunicacin. Investiga-ciones ms recientes nos dicen que en Espaa, los nios permanecen, como media, un mes y mediofrente al televisor cada ao. Muchos de ellos solos, absortos, hipnotizados por la pequea pantalla. Losnios espaoles dedican al ao ms horas a ver televisin que a ir a clase. Cada uno de ellos ve al da unpromedio de dos horas y 34 minutos la televisin y, a lo largo del ao, un total de 937 horas, es decir, 37ms que las que pasan en el colegio. Esta es una de las principales conclusiones que se desprende de uninforme elaborado por la Fundacin para la Cooperacin y Educacin (Funcoe), que, adems pone derelieve la insuficiente calidad de los contenidos.

    La preocupacin por una creciente y continua exposicin a la televisin reside en que, cada vez ms,este medio emite una programacin de mayor contenido violento. As, Gerbner y Signorielli (1990) hanindicado que, en los ltimos 20 aos, una sola hora de programacin de prime-time u horario de mayoraudiencia televisiva, contiene 5 actos violentos y que una hora de programacin de sbado por la ma-ana, contiene una media de 20-25 actos violentos. Aunque lgicamente esta cifra puede oscilar, los ni-os podran ver en torno a 20.000 asesinatos durante sus aos de infancia y juventud. Y en torno a los100.000 actos de violencia de muy diverso tipo antes de que el nio llegue a la adolescencia. Estas cifrasparecen verse incrementadas en los ltimos aos, en los que la televisin cada vez ms recurre a los con-tenidos violentos como frmula para atraer audiencia.

    De hecho, estas cifras resultan an ms preocupantes cuando se analiza los programas en los quesuelen aparecer este tipo de actos. En opinin del propio Gerbner (Frontline, 1995) "la mayora de la vio-lencia que ven los nios es lo que yo llamo violencia feliz. Es original. Es atrayente. Es efectiva. Algunasveces es, incluso, divertida y siempre tiene un final feliz".

    Segn las cifras aportadas en nuestro pas por la Asociacin de Telespectadores y Radioyentes (ATR)y publicadas en el peridico El Mundo, los nios espaoles en edad escolar pueden llegar a contemplaren una semana 670 homicidios, 420 tiroteos, 48 secuestros, 30 acciones de tortura, 19 suicidios, 18 im-genes relacionadas con las drogas y 11 robos.

    En esta misma lnea estn los datos aportados por la Asociacin Espaola de Pediatra, segn la cual,los nios entre 2 y 5 aos ven la televisin como mnimo 25 horas semanales, con unas 32 escenas deviolencia diaria, lo que supone al ao unas 12.000 referencias a la violencia, adems de unas 14.000 alsexo y unos 2.000 anuncios relacionados con el alcohol (Castillo, 1993). Asimismo, en el IV CongresoEstatal sobre la Infancia Maltratada se puso de manifiesto que los nios espaoles pueden llegar a pre-senciar ms de 200.000 actos violentos a travs de la televisin antes de cumplir los 18 aos.

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  • Es curioso como en un estudio realizado por el Instituto de Medios y Audiencias (IMA), tres de cadacuatro espaoles consideren violenta la programacin infantil de televisin, sin embargo, parece que losadultos hacemos poco para evitar la continua exposicin de los nios a este tipo de programas. En la ac-tualidad, la fuerte competencia entre las distintas cadenas por captar a la audiencia infantil hace que losprogramadores intenten dar dinamismo y un mayor atractivo a estos espacios, en los que la violencia jun-to con los enredos amorosos constituyen la parte central de su contenido. La franja horaria que reune lasseries ms violentas se encuentra entre las 18,00 y las 20,30 horas, coincidiendo con el horario de mayoraudiencia infantil.

    De hecho, en un informe del Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminologa (1996) se indicaque en la programacin infantil se emiten escenas violentas cada 3 minutos y 33 segundos, mientras queen el resto de la programacin, los actos violentos tienen lugar cada 14 minutos y 12 segundos. Mencinespecial dentro de esta programacin infantil merecen los espacios de dibujos animados, algunos de loscuales basan practicamente todo su contenido en la violencia. De hecho, segn se desprende del estudiosobre contenidos televisivos que ha realizado una comisin del Senado espaol, los dibujos animados ylas pelculas son los espacios que contienen mayor agresividad (Televisin, agresividad, aprendizaje,1994).

    Conocedores del riesgo de posibles iniciativas legislativas que podran regular la emisin de los pro-gramas infantiles, el 26 de marzo de 1993 todas las cadenas de televisin espaolas, pblicas y privadas,firmaron un convenio, conocido como Cdigo Deontolgico, por el que se comprometan a cumplir vo-luntariamente una serie de normas para la proteccin de la infancia. Los contenidos perjudiciales para laaudiencia infantil iban, segn este acuerdo, a desaparecer de las pantallas. Sin embargo, y segn puedecomprobarse diariamente en la programacin, no parece que ninguna cadena de televisin haya respe-tado dicho acuerdo.

    As pues, una vez visto que la televisin ofrece una amplia gama de programas infantiles y juvenilesde contenido violento y que este sector de la audiencia dedica un nmero significativo de horas a verdichos programas, el siguiente paso es saber hasta qu punto ello tendr efectos en el desarrollo de estosindividuos, en su capacidad afectiva y cognitiva, en la relacin con los dems y, en definitiva, en su pro-ceso de socializacin.

    1.2. Efectos de la violencia televisiva en la infancia

    1.2.1. Primeras investigaciones sobre los efectos de la violencia televisiva en la infancia

    La violencia ha estado presente, en un grado u otro, en la programacin televisiva a lo largo de todala historia de este medio de comunicacin. Ya en 1954, surgieron las primeras voces crticas en el Senadode los Estados Unidos contra la violencia existente en los programas de televisin y los efectos negativosque sta poda tener para los ms jvenes. No obstante, en aquel momento, los representantes de losprincipales medios de comunicacin tan slo pudieron aportar algunas conclusiones empricas que de-mostraban que tales contenidos no tenan efectos negativos sobre la audiencia infantil.

    Sera a partir de los aos 60 cuando comenzaron a salir a la luz pblica investigaciones ms conclu-yentes sobre el impacto de la violencia televisiva en ciertos sectores de la audiencia, especialmente, enlos nios (Baker y Ball, 1968; Berkowitz, 1965; Furu, 1962; Schramm, Lyle y Parker, 1961). Todos losestudios, desde ese momento y hasta la fecha, concluyen que los nios son, sin duda, el segmento que

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  • presenta una mayor vulnerabilidad ante los contenidos violentos, y que la televisin desempea un pa-pel fundamental en el desarrollo de sus valores, actitudes y conductas y, por tanto, en sus interaccionessociales.

    Entre estos primeros estudios se encuentra el trabajo desarrollado por Bandura, Ross y Ross (1961),quienes analizaron cmo ciertos programas de televisin despiertan en los nios el deseo de imitar a suspersonajes. Destacar igualmente, la investigacin realizada por Eron (1980) entre los aos 1960 y 1980,por la cual lleg a la conclusin de que los nios que a la edad de 8 aos vean gran cantidad de violenciaen la televisin mostraban, cuando alcanzaban la edad adulta, un comportamiento ms violento y unasactitudes hacia los dems de mayor agresividad.

    Otros estudios, como el trabajo de Friedrich y Huston (1972; 1986) ampliaron estas investigacionestomando como referencia conductas que se desarrollaban en ambientes tales como la escuela o la pro-pia casa. As, por ejemplo, una de estas investigaciones realizadas en los aos 70 (Huston y Friedrich,1972) se centr en los efectos de los dibujos animados de Superman y Batman en la conducta agre-siva de los nios en edad preescolar, mediante la observacin de los mismos en un ambiente natural,es decir, en la clase o en el recreo. Una de las principales conclusiones que se alcanz a raz de esteestudio fue que aquellos nios que haban visto estos dibujos animados eran ms propensos, en pri-mer lugar, a entrar en confrontacin con sus compaeros y, en segundo lugar, a jugar con ellos de formamenos cooperante. Se observ que ambas circunstancias se repetan tanto dentro del aula como fuerade ella.

    Sin embargo, los nios que haban visto algunos captulos de El vecindario de Mr. Roger (serie de di-bujos animados conocida en los Estados Unidos por su carcter eminentemente educativo) tendan a ju-gar de forma ms solidaria; con frecuencia, se pudo observar que stos nios ayudaban a otros en sustareas y que colaboraban tambin con los propios profesores, que compartan juguetes con sus compa-eros y que expresaban preocupacin por el bienestar de los otros. De este modo, una de las ms im-portantes conclusiones que pudo alcanzarse a raz del estudio de Friedrich y Huston fue que la televisinpoda producir en los nios efectos tanto beneficiosos como perjudiciales, dependiendo, fundamental-mente, de la naturaleza del programa visto.

    No obstante, estudios posteriores han destacado la importancia de otros factores (familiares, circuns-tanciales, etc.) que afectan a las relaciones sociales de los nios adems de la televisin. Todo ello se haconvertido en objeto de debate y de estudio con el propsito de descubrir la naturaleza de estas influen-cias y, especialmente, conocer la importancia que la violencia de la televisin tiene en los cambios deactitudes o conductas de los nios, en definitiva, en el proceso de socializacin (Huesmman y Eron,1986; Huston, Wright, Svoboda, Truglio y Fitch, 1992).

    Doerken (1983) es uno de los numerosos cientficos que han demostrado su preocupacin por losposibles efectos que puede causar la televisin en los nios, al considerar que estos efectos se puedenreflejar, entre otros, en la dificultad de recordar o generar nuevas ideas, sentimientos o sensaciones, ascomo en el desarrollo afectivo y moral de los nios.

    Otros estudios tambin demuestran que ver demasiada televisin puede afectar tanto a la calidad delas interacciones sociales del nio como a sus juegos. En este sentido, Landsberg (1985) ha observado ensus investigaciones que cuando los padres dejan que los nios no vean ms de 30 minutos de televisindiaria, stos juegan ms y tienen ms energas y mejor humor que cuando estos mismos nios ven tele-visin sin lmite de tiempo.

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  • Asimismo, en un estudio realizado por Argenta, Stoneman y Brody, (1986), se ha comprobado quelos dibujos animados constituyen el tipo de programa ms visto por los nios, siendo adems el tipo deprograma que provoca una mayor reduccin de sus interacciones sociales. Sin embargo, se pudo com-probar igualmente que en series como Barrio Ssamo, los nios prestan menos atencin, lo cual provocaun mayor nmero de interacciones sociales al tiempo que los nios juegan con ms frecuencia con ju-guetes, especialmente entre los chicos. Las comedias constituyen, segn estos autores, los programas alos que se les presta menos atencin y a la vez los que menos gustan a los nios, sin embargo, ocurra lomismo que con Barrio Ssamo. Es decir, tanto este programa como las comedias permiten que los niosdividan sus actividades entre ver televisin, jugar, estar con amigos y, en cierta manera, seguir implicadoscon lo que ven. Los dibujos animados, por su parte, los dejan hipnotizados y no les permiten realizar nin-guna otra actividad.

    Por otra parte, existen investigaciones en las que se demuestra que los nios en edad preescolarcreen que los personajes de la televisin les hablan por lo que ellos tambin hablan con dichos per-sonajes. Esto supone, segn Dorr (1980), que la experiencia de la televisin desempea el papel deuna interaccin social para el nio. No obstante, la televisin puede afectar considerablemente a lasinteracciones de los nios en tanto que tiende a desplazar otras actividades sociales y as interfiere en eldesarrollo de ciertas habilidades indispensables para la comunicacin de los nios con su entorno.

    En este sentido, es interesante destacar el estudio en el que se interrogaron a 500 profesores del reade la comunicacin de masas acerca de los efectos de la televisin en los nios. Segn estos profesores,el principal efecto que provoca este medio de comunicacin en los receptores ms jvenes es, en primerlugar, el de un mayor conocimiento sobre diversos temas, seguido por el de un incremento en la nece-sidad de gratificacin inmediata, el refuerzo de los valores sociales, el aprendizaje de estereotipos y ladisminucin en la capacidad de lectura del nio. Asimismo, el estudio apunta que la televisin afecta alos nios en tanto que aumentan su agresividad y su curiosidad y disminuyen su atencin y creatividad.Las principales variables a las que se atribuye tales efectos son el tiempo que el nio pasa viendo televi-sin, la actividad mental paralela a la recepcin y las creencias y los valores aprendidos de los padres.

    En los ltimos aos, educadores y psiclogos han llegado a sugerir que ver televisin tiene un efectode deterioro en el desarrollo del cerebro del nio, en tanto que la televisin, como medio visual, puedesobrestimular el hemisferio derecho del cerebro (responsable del proceso visual) y producir el efectocontrario en el hemisferio izquierdo (responsable del lenguaje y la escritura). Sin embargo, hay investiga-dores, como la neuropsicloga Katharine Fite, que concluyen que, a pesar de las voces levantadas contrala televisin en este sentido, los estudios que ella ha realizado parecen demostrar lo contrario, es decir,que la televisin no retrasa el desarrollo del nio en ninguno de los aspectos fundamentales de este pro-ceso.

    As pues, estos diferentes estudios constituyen una importante aportacin al campo de los efectos dela televisin en la infancia, dejando en su mayora patente la idea de que los nios se ven claramenteinfluenciados por la programacin que se emite a travs de la pequea pantalla.

    2.2.2. Los efectos de la programacin violenta en el comportamiento de los nios

    Los efectos de la continua exposicin a la violencia emitida en la televisin pueden encuadrarse entres categoras: conductuales, emocionales o afectivos y cognitivos. A continuacin, analizaremos lasprincipales hiptesis, teoras e investigaciones que se han desarrollado en cada una de estas tres catego-

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  • ras en relacin con los efectos que la violencia de la televisin produce en la audiencia infantil. En estesentido, las investigaciones acerca de los efectos que los programas de contenido violento provocan enel desarrollo conductual del nio se han centrado fundamentalmente en tres aspectos: a) Imitacin; b)Desinhibicin; c) Reduccin.

    Efectos de imitacin

    Una de las primeras corrientes de estudio sobre los efectos que los argumentos violentos de la tele-visin provocan en los comportamientos de la audiencia infantil se ha centrado en la tendencia existenteentre los ms pequeos a imitar aquello que ven en la televisin, concretamente, en lo que para ellosconstituyen modelos de conducta y que se les presentan continuamente en determinados programas.Aqu se encontrara el origen del denominado efecto imitacin, segn el cual, la violencia aparecida enlos contenidos televisivos es imitada o copiada por este sector de la audiencia.

    Con el objeto de asegurar que la conducta del nio es una respuesta al programa que ha visto, esdecir, que la televisin es la nica variable interviniente en el proceso, en algunas de las investigacionesrealizadas se utilizan como estmulo formas poco habituales de violencia y desconocidas en muchas oca-siones por el nio. As, los propios investigadores han dado paso al denominado efecto aprendizaje. Esdecir, si despus de ver la televisin, los nios desarrollan conductas previamente desconocidas, obvia-mente, han aprendido nuevas formas de conducta agresiva. El efecto imitacin y el efecto aprendizajeno han de ser necesariamente efectos a corto plazo, si bien salvo algunas excepciones, su incidenciacomo efectos a largo plazo no ha sido ampliamente investigada.

    Centrando nuestra atencin en los efectos de imitacin, hemos de decir que, este es probablementeel tipo de efectos que, con el paso de los aos, ha conseguido atraer la atencin de un mayor nmerode investigadores. Como acabamos de indicar, esta teora asume que los receptores, especialmente losms jvenes, aprenden de las conductas que ven en los personajes de la televisin y copian sus acciones.Se parte de la hiptesis, por ejemplo, de que los nios pueden aprender que la violencia es la forma mstil y apropiada para solucionar los problemas o que, los ms jvenes pueden copiar las conductas desus hroes para llegar a parecerse ms a ellos.

    En estudios realizados mediante experimentos de laboratorio, se ha podido comprobar que puedeestimularse a los nios para que se comporten de manera agresiva exponindoles a pelculas o progra-mas televisivos de contenido violento. No obstante, las dimensiones actuales de los efectos de imitacinno se pueden determinar nicamente a partir de las investigaciones realizadas utilizando esta metodolo-ga experimental. Es necesario aplicar otros mtodos de investigacin para conocer la relacin entre lasexperiencias de la vida diaria de los receptores, sus caractersticas sociodemogrficas y circunstanciales yel incremento de las probabilidades de comportarse de forma violenta.

    Casi todos los cientficos sociales que han seguido de cerca el estudio de los efectos de imitacin enlos nios provocados por la televisin hacen una referencia histrica al estudio emprico realizado porBandura, Ross y Ross (1963). En este estudio, que utilizaba como muestra a nios y nias de edadescomprendidas entre los 3 y 5 aos, se mostraba a una persona golpeando un "Bobo doll"(Mueco hin-chable de plstico que se balancea al ser golpeado por los nios) bajo tres condiciones experimentalesdiferentes: Un primer grupo de nios visualiz la conducta en vivo; un segundo grupo vio cmo golpea-ban al mueco en una pelcula; y un tercer grupo, tambin vio una pelcula, pero en este caso se tratabade lo que los investigadores denominaron una versin "animada"(Un actor se disfraz con un traje de

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  • gato negro. La escena donde se desarrollaba esta conducta fue decorada con rboles de colores, pjarosy mariposas). Finalmente, haba un ltimo grupo (grupo de control) que no vi ninguna de las tres ver-siones.

    Posteriormente, tras la exposicin, se traslad a los nios a una habitacin que reuna muchas de lascaractersticas de lo que haban visto, bien en la pelcula, bien en la realidad, permitindoles jugar conlos juguetes que tenan en la habitacin de manera agresiva o cooperante, tal y como ellos quisieran.Uno de los primeros hechos que pudieron observarse fue que los tres grupos mostraron un comporta-miento ms agresivo que el grupo de control, que no haba visto la conducta agresiva. Es ms, no slofue la agresividad en su conjunto ms alta (efecto desinhibicin), sino que tambin las acciones de los ni-os se parecan ms a aquellas realizadas por el modelo (efecto imitacin). As pues, Bandura, Ross yRoss fueron pioneros al demostrar que ver una pelcula violenta poda producir el mismo efecto en laconducta del nio que ver un modelo violento en la vida real.

    De hecho, esta conclusin constituy una importante prediccin para posteriores investigaciones.Aunque los preescolares del grupo que vieron la versin animada imitaron la conducta agresiva signifi-cativamente en menor grado que los nios que la haban visto en la versin real, conviene decir que es-tadsticamente las diferencias entre los tres grupos, sin embargo, no fue significativa.

    No obstante, este estudio de Bandura ha sido tambin el centro de discusiones y crticas por partede otros cientficos. Wiegman (1975) es uno de los que hace una recopilacin de los tres principales pun-tos de discrepancia respecto a esta investigacin: a) No puede considerarse como agresin el hecho depegar a un mueco de plstico; b) Los resultados seran diferentes si se cambiasen las condiciones de tra-tamiento y medidas utilizadas en este estudio; y c) La poca familiaridad con el material utilizado comoestmulo no puede, por s solo, producir un efecto de imitacin en el nio.

    No obstante, no son stas las nicas crticas que se vierten sobre este estudio, existiendo otros tantosaspectos que se tienen en cuenta para poner en duda la veracidad del mismo. As, otra de las crticasreside en que el punto de partida de los investigadores es el punto de vista de los adultos. Es decir, estosinvestigadores asumen que los modelos aparecidos en las pelculas son menos realistas que los de la vidareal y que lo mismo sucede con la versin animada. A los ojos de un adulto, estas diferencias son dema-siado obvias, pero existe la duda de si los nios en edad preescolar tambin ven estos modelos de la mis-ma forma. Es posible que lo que los adultos veamos en la televisin y que sabemos diferenciarperfectamente de lo que existe en la vida real, no est tan claro para los nios.

    En este sentido, Levelt (1981) ha llegado a la conclusin de que es muy probable que los nios novean clara la diferencia entre lo que aparece en la televisin y la realidad. A raz de diversas entrevistascon nios en edad preescolar, Levelt ha concluido que los nios consideran los programas de televisincomo muy reales; para algunos, incluso, los personajes que aparecen en los programas estn fsicamentedentro del aparato de televisin.

    No obstante, no todo fueron crticas al estudio de Bandura, Ross y Ross; tambin existen numerosospuntos favorables que han convertido a este estudio en punto de referencia obligado de posteriores in-vestigaciones. As, hay que decir, por ejemplo, que a diferencia de aquellas investigaciones que no tomanen cuenta las diferencias individuales de la muestra, en el estudio del Bobo-Doll, se realiz el anlisis delos resultados tomando nios y nias de forma separada y comprobando si exista una relacin entre losefectos obtenidos en el experimento y la agresividad individual de los nios.

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  • Del mismo modo, gran parte de los investigadores incluyen en sus estudios una descripcin detalla-da del material-estmulo utilizado (la pelcula, por ejemplo). Asimismo, suelen incluir una descripcin delas instrucciones que se dan a los nios en el laboratorio y cmo se les prepara para lo que va a suceder.Pero tan pronto como empieza la proyeccin, el investigador deja de observar y analizar la conducta delnio durante el desarrollo de la misma. En este sentido, la crtica considera que en el estudio de Bandurase pone gran atencin al estmulo y posteriores reacciones de los nios, aunque es preciso estudiar tam-bin lo que sucede entre lo primero y lo segundo. Es decir, es necesario observar y analizar cmo percibeel nio lo que ve en la televisin y la atencin que presta a su contenido.

    Por ltimo, insistir en que, a pesar de las crticas, no cabe duda que este estudio es pionero y basede cientos de estudios posteriores sobre los efectos de la violencia de la televisin en el comportamientode los nios. De igual forma, parece indiscutible que los nios imitan aquello que ven, ya sea en la tele-visin como fuera de ella y, muy especialmente, si el modelo a imitar les resulta de alguna forma atracti-vo.

    Efectos de desinhibicin

    La estimulacin o incitacin a la agresin provocada por una continua exposicin a la violencia dela televisin es otro de los efectos que ha centrado la atencin de algunos cientficos preocupados por lasdimensiones de esta violencia televisiva. Este tipo de efectos, denominados efectos de desinhibicin, sonimportantes en el proceso de socializacin en tanto que el nio puede llegar a obviar las normas de con-ductas existentes respecto al uso de la violencia y adoptar las transmitidas por medio de los programasde televisin. De hecho, los efectos de imitacin llevan en cierta forma implcita la idea de la existenciade efectos deshinibidores.

    Con el objeto de diferenciar estos dos tipos de efectos, el trmino desinhibicin se ha utilizado enaquellos casos en los que la conducta violenta desarrollada por el nio forma parte de su personalidadcon anterioridad a la investigacin. As pues, cuando los cientficos hablan de un efecto de desinhibicinse refieren al hecho de que, despus de que el nio haya visto violencia en la televisin, desarrolla con-ductas agresivas --aprendidas anteriormente-- con ms frecuencia, ms tiempo o ms intensamente. Esdecir, el nio poseera ya ciertos rasgos de agresividad en su personalidad y la televisin provocara quedesaparecieran las posibles normas que inhiben el desarrollo de la conducta agresiva ante determinadascircunstancias.

    La teora de los efectos de desinhibicin de los programas violentos de la televisin presenta, no obs-tante, diferencias con la teora de los efectos de imitacin. As, mientras que Bandura habla de que losmodelos que aparecen en la televisin sirven para que los nios adquieran un conocimiento sobre cier-tas conductas hasta entonces desconocidas, que pueden luego ser puestas en prctica, Berkowitz defien-de la teora de la desinhibicin. Segn Berkowitz (1965), la clave de los efectos est en la estimulacinde la conducta violenta. Es decir, el nio habra adquirido previamente el conocimiento necesario parasaber cmo actuar violentamente, siendo la funcin de la televisin la de proporcionar el tipo de infor-macin que liberara o estimulara esa conducta violenta hasta entonces reprimida. Es decir, la televisindesinhibira las normas sociales de conducta del nio. As, Berkowitz y Rawlings (1963, p. 406) opinanque "... las personas que ven violencia bajo determinadas condiciones y que llegan a disminuir sus inhi-biciones contra las respuestas agresivas, ven aumentadas, como consecuencia de ello, las probabilidadesde comportarse de forma agresiva".

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  • De esta manera, en los aos 60, casi al mismo tiempo que Bandura estudiaba los efectos de imita-cin, Berkowitz (1965) dise un estudio para analizar cul de los dos posibles mecanismos (desinhibi-cin o catarsis --que abordaremos a continuacin--) tenan ms probabilidades de ponerse en marchacomo efecto de la violencia proyectada en televisin. En este estudio, Berkowitz mostr a un grupo denios un fragmento de la pelcula El Campen, en la que se inclua una escena de una pelea brutal.

    Antes de ver la pelcula, los encargados del experimento tenan como misin enfadar y poner de malhumor a algunos de los sujetos componentes de la muestra. Tras la proyeccin, se les di a estos la opor-tunidad de agredir al mismo experimentador que anteriormente les haba insultado. Segn la teora dela desinhibicin, los sujetos enfadados deberan exhibir una conducta ms violenta que aquellos otrosque no fueron enfadados previamente o que no vieron ninguna pelcula.

    Adems, Berkowitz tambin se interes por observar hasta qu punto las justificaciones dadas al usode la violencia establecan una diferencia en las respuestas de los sujetos ante el estmulo. As, previa a laexposicin a la pelcula, se explic a la mitad de los componentes de la muestra, que la violencia em-pleada en la escena estaba justificada, es decir, que el hombre que era golpeado se gan lo que se me-reca. A la otra mitad se les inform de que los golpes eran injustificados.

    Las conclusiones de Berkowitz en ambos estudios le llevaron a confirmar la existencia de mecanis-mos de influencia desinhibitorios. Los nios que haban visto la pelcula violenta presentaban una con-ducta ms hostil y agresiva hacia aquellos individuos que les haban enojado y puestos de mal humorantes del experimento, que aquellos otros nios que no haban visto este fragmento de pelcula. As selleg a la conclusin que ver violencia en televisin puede producir efectos desinhibitorios, especialmen-te, entre aquellos individuos que estn previamente alterados o enfadados o entre aquellos en los quelos instintos de agresividad forman parte de su carcter.

    Por otro lado, otra de las conclusiones ms sorprendentes de este estudio est relacionada con la va-riable justificacin. Es decir, aquellos nios a los que se les dijo que la violencia de la pelcula estaba jus-tificada mostraron ser, posteriormente, los ms agresivos de todos. Esta conclusin es importante en tantoque gran cantidad de la violencia aparecida en televisin est justificada. Por ejemplo, la violencia de losbuenos (que es normalmente premiada) contra los malos (Berkowitz, 1965, 1969, 1971, 1974; Geen,1976).

    Efectos de reduccin

    Por otra parte, cabe tambin la posibilidad de que la violencia de la televisin sirva como va de es-cape de los instintos agresivos que todos llevamos dentro. A continuacin, estudiaremos un grupo deefectos conductuales de la violencia en televisin relacionado con este fenmeno: los efectos de reduc-cin. Si bien la mayora de las investigaciones y teoras desarrolladas sobre la violencia de la televisincreen que este medio provoca conductas agresivas en el receptor, las teoras sobre los efectos de reduc-cin defienden todo lo contrario. Es decir, despus de ver esta violencia, el efecto inmediato que se pro-duce es una reduccin de la conducta agresiva por parte del receptor. Veamos una de las principalesteoras que tratan los efectos de reduccin aplicadas a la audiencia infantil: la teora de la catarsis.

    En efecto, la hiptesis de la catarsis aplicada a la televisin significa que ver violencia en este medioprovoca una disminucin de la agresividad potencial que hay dentro de las personas. Es decir, se trata deuna forma de desahogar sus instintos violentos mediante la visualizacin de las conductas violentas deotros, de manera que, despus de ver esos programas, los miembros de la audiencia se comportan de

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  • forma menos agresiva en su vida real. Esta hiptesis mantiene, igualmente, que cualquiera puede expul-sar sus impulsos agresivos a travs de experiencias catrticas indirectas. Aunque se considera que la ca-tarsis ha cado en desuso, en la actualidad continua levantando diversas crticas entre los investigadoresde los efectos.

    As, los investigadores sugieren que si tal descarga de sentimientos hostiles en verdad ocurre, este fe-nmeno quedara probablemente restringido a determinados individuos que responden a unas caracte-rsticas concretas. La catarsis ha llegado a concebirse tericamente como una dimensin ms de lashabilidades individuales, habilidades entre las que se incluiran la fantasa, los sueos y la imaginacin decada persona (Copelan y Slater, 1985). Estas facultades mentales no estn igualmente desarrolladas entodos los sujetos. As, por ejemplo, algunos individuos, gracias a su imaginacin, tienen una mayor pre-disposicin a cambiar su estado de nimo hacia sentimientos ms positivos, lo que puede significar lareduccin de la probabilidad de actuar agresivamente; este es el caso de los nios. Los menores se en-cuentran mejor preparados para liberarse de sus sentimientos negativos a travs de las pelculas o los pro-gramas de televisin.

    La mayora de las conclusiones alcanzadas en el terreno de la catarsis y en relacin con la forma enque la audiencia ms joven responde a los estereotipos de violencia de la televisin ha derivado del tra-bajo de Feshbach (1963). En los aos 50 y 60, este autor fue el primero en verificar la hiptesis de quelos individuos pueden descargar sus impulsos agresivos a travs de su fantasa y mediante la visualizacinde programas de contenido violento (sus estudios se realizaron mediante condiciones controladas de la-boratorio). Ms tarde, al comienzo de los 70, Feshbach y Singer (1971) pudieron verificar de nuevo suhiptesis y confirmar sus primeros resultados al observar una reduccin en las tendencias agresivas de losms jvenes. En esta ocasin, la investigacin se llev a cabo en condiciones ms naturales y despus deque los nios fueran animados a ver programas de televisin de contenido principalmente violento.

    En este estudio, la muestra estaba formada por unos 600 nios cuya dieta televisiva haba sido ma-nipulada a lo largo de seis semanas. Durante este perodo, a algunos de estos nios se les haba mostradoun mnimo de seis horas semanales de programacin violenta, mientras que los otros haba sido expues-tos a programas principalmente no violentos. Diariamente se anotaba la conducta de los sujetos en unaescala de valores. As se lleg a la conclusin de que los nios que haban visto principalmente programasno violentos presentaban niveles ms altos de agresin fsica contra sus amigos que aquellos que vieronprogramas de contenido violento. Tambin se pudo observar, por ejemplo, que los nios que haban vis-to programas no violentos se peleaban al menos dos veces ms que los otros nios y tenan ms proba-bilidades de provocar estos enfrentamientos.

    Este estudio ha recibido crticas a la vez que ha sido el punto de partida de otros investigadores quehan intentado replicar la investigacin utilizando condiciones similares a las de Feshbach y Singer, si biensus conclusiones no han coincidido con las alcanzadas por estos autores, fundamentalmente, por tres ra-zones:

    1. El principal problema con el que se encontraron los investigadores fue el desconocimiento de lacantidad de violencia que pudo haber existido en los programas no violentos. De hecho, pro-gramas que otros investigadores han etiquetado como violentos (como pueden ser los dibujosanimados), Feshbach y Singer los incluyeron dentro de la dieta de televisin no violenta.

    2. Otro de los obstculos a la hora de intentar repetir el estudio fue el desconocimiento de las con-diciones en que cada nio vea la televisin.

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  • 3. Finalmente, hubo quejas entre los nios que vieron la programacin no violenta de televisinporque no se les permita ver algunos de sus programas favoritos. La frustracin causada por pro-hibrseles ver los programas que le gustaban y que vean normalmente, pudo haber contribuidoa un aumento de la agresividad en estos nios.

    No obstante, y a pesar de estas crticas, otras investigaciones como las realizadas por Noble (1975),han conseguido demostrar que la conducta de los nios despus de haber visto pelculas de violencia enla televisin no era ms agresiva en sus posteriores juegos o interacciones con otros nios; de hecho, enocasiones, las representaciones violentas de la televisin les animaban a jugar utilizando ms su imagina-cin y menos los actos agresivos. Tambin se ha podido observar que las imgenes de violencia --no re-ales-- proyectadas en la pequea pantalla animaban a los nios a relacionarse ms con otros nios a lavez que a ser menos hostiles en sus relaciones; por su parte, las representaciones violentas ms reales,especialmente cuando aparecan en pantalla las consecuencias de la violencia para la vctima, tenancomo resultado un incremento de las tendencias agresivas de los nios.

    As pues, la violencia real (el programa que se seleccion para el estudio fue un combate de boxeo)hizo que tanto los nios agresivos como los no agresivos se comportaran de manera ms violenta, espe-cialmente, cuando jugaban con otros nios. Sin embargo, la violencia que Biblow calific como no real(en este caso, una pelcula del Oeste) hizo que los nios que con anterioridad haban dado muestra dedesarrollar una conducta agresiva utilizaran juegos ms imaginativos.

    Adems de la imaginacin, la habilidad para utilizar su fantasa o soar despierto pueden ser la basede las diferencias entre los nios y sus respuestas a la violencia de la televisin. De hecho, aquellos niosque tienen ms desarrollada su capacidad de soar despiertos suelen tener una mayor capacidad parareinterpretar sus sentimientos agresivos y utilizar su fantasa para producir un cambio de humor en ellosmismos, reduciendo as la posibilidad de mostrar exteriormente una conducta agresiva.

    Con el fin de comprobar esta hiptesis, Biblow (1973) trat de comparar las reacciones de los niostanto ante pelculas violentas como ante pelculas no violentas. Los nios que configuraban la muestra sediferenciaban por sus niveles de imaginacin o posibilidad de poner en marcha su fantasa. Una vez ms,la tcnica que se utiliz fue la de molestar a los nios antes de la exposicin a la televisin, interrumpin-doles mientras stos construan un juguete. El paso siguiente fue el de visualizar, en primer lugar, una pe-lcula de violencia; posteriormente, una de no violencia; y, por ltimo, no ver ninguna. Al trmino decada una de las proyecciones, se llev a los nios a una habitacin con juguetes, algunos de los cualespodan ser utilizados para jugar de forma agresiva. Se observ la conducta de los nios durante diez mi-nutos y se tom nota de su comportamiento en este tiempo.

    Los resultados mostraron que los nios que presentaban una mayor facilidad para soar despiertospresentaban significativamente menos agresividad en sus juegos, tanto despus de haber visto la pelculade violencia como despus de haber visto la de no violencia. Curiosamente, la agresividad observada fuemayor cuando los nios no vieron ninguna pelcula. Asimismo, entre los nios que no eran soadores,el material cinematogrfico observado no produjo diferencia alguna en su conducta.

    Por otra parte, los nios que presentaban una gran capacidad para poner en marcha su fantasa pa-recan ser capaces de reducir sus sentimientos de enfado e ir sintindose mucho mejor mientras veansecuencias de pelculas tanto violentas como no violentas. As pues, esta investigacin despierta algunasdudas acerca de la creencia popular de que la violencia en televisin sea perjudicial para todos los nios;es ms, en el caso de los nios que tienen gran imaginacin, los efectos de este tipo de programas pue-

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  • den ser incluso beneficiosos. Tanto los programas de televisin violentos como los no violentos pueden seruna frmula de que los nios reduzcan sus sentimientos de enfado. No obstante, no podemos olvidar algomuy importante, y es que estos efectos positivos de ver violencia en la televisin tan slo se pueden aplicar aaquellos nios que desarrollan su fantasa de forma activa y regular. Los nios con bajos niveles de actividadimaginativa no son capaces de dejar a un lado sus sentimientos agresivos mediante la exposicin a la te-levisin y s pueden, por el contrario, reaccionar de manera ms agresiva o violenta despus de la expo-sicin. As pues, podemos concluir que el mismo programa de televisin puede tener resultados positivoso, por el contrario, perjudiciales dependiendo de las caractersticas individuales de los nios y de sus ha-bilidades para utilizar la televisin de forma que les ayude a mejorar sus propios sentimientos.

    En este sentido, Feshbach (1976) propone una serie de actividades que nos permitiran avanzar msen este campo de la catarsis referido, especialmente, a la posibilidad de que la televisin pueda reducirlos deseos de agresividad de los nios mediante la utilizacin de su imaginacin:

    1. Examinar ms de cerca las relaciones entre fantasa o imaginacin y las reacciones ante los diver-sos tipos de programas televisivos.

    2. Conocer la cantidad de nios que tienen lo suficientemente desarrollada su capacidad imagina-tiva, de forma que se pueda utilizar la televisin de una forma constructiva y as controlar susemociones negativas y sus conductas.

    3. Desarrollar investigaciones que muestren hasta qu punto los individuos se diferencian en su ca-pacidad imaginativa.

    En la misma lnea, ya en los aos 80, aparecieron nuevos argumentos acerca de la importancia quetiene la imaginacin o la fantasa de los nios a la hora de hablar de los efectos negativos de la violenciade la televisin (Copeland y Slater, 1985; Feshbach, 1986). Esta capacidad imaginativa puede manifes-tarse en los nios a travs de conductas creativas, fantasas o sueos. De este modo, el nio soador pue-de refugiarse en su fantasa cuando se enfrenta a problemas o situaciones frustrantes, mientras que almenos soador le puede resultar imposible hacerlo, quedando as limitado a expresar su enfado a travsde la agresin. Se sabe que los nios que tienen desarrollada la capacidad imaginativa pueden reducirsus sentimientos de agresividad, imaginndose situaciones catrticas tanto violentas como no violentas,como pudieran ser el triunfo en el colegio, en citas con las chicas, etc.

    En lneas generales, podemos concluir que la violencia de la televisin despierta ciertas conductasviolentas en los nios que se ponen de manifiesto, especialmente, en sus relaciones sociales y en sus jue-gos. Si bien, como hemos presentado, existen estudios que han intentado demostrar que la violencia dela televisin es una va de escape de la violencia individual, cabe decir que en la actualidad estas inves-tigaciones carecen de excesiva credibilidad y se abren paso, sin duda alguna, aquellas que demuestranque la violencia de la televisin despierta el inters de los nios por comportarse como los modelos queaparecen en la pequea pantalla, es decir, inters por actuar de manera violenta, obviando o descono-ciendo las consecuencias reales de sus conductas.

    1.2.3. Los efectos emocionales o afectivos de la violencia televisiva en la infancia

    Los nios se encuentran especialmente indefensos ante los efectos que pueden provocar la violenciaemitida en televisin ya que pierden progresivamente sensibilidad ante la cantidad de agresiones fsicaso verbales que ven todos los das y durante horas en la pequea pantalla, de tal forma que al llegar a la

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  • edad adulta, pueden haber quedado insensibilizados hacia determinadas formas de violencia. En estesentido, los principales efectos de naturaleza emocional o afectiva que han merecido la atencin de loscientficos han sido los efectos de desensibilizacin y estimulacin o excitacin, que abordaremos a con-tinuacin. No obstante, en primer lugar, nos gustara ocuparnos en profundidad de dos componentesesenciales de estos efectos provocados por la televisin, es decir, la emocin y la empata, aspectos fun-damentales para comprender la influencia afectiva de determinados contenidos televisivos.

    La emocin

    Nosotros no podemos observar emociones directamente; es decir, no vemos la ira o escuchamos lasatisfaccin. Ms bien vemos conductas violentas y sentimos el enfado; escuchamos risas y sentimos fe-licidad. Las emociones en s mismas son estados internos y deben ser asumidas o interpretadas a raz dela conducta que las refleja. No obstante, en ocasiones ocurre que tales conclusiones no estn garantiza-das. Es decir, podemos ver a alguien llorar por una pelcula de la televisin y concluir que est triste porlo que ocurre en el film; pero la realidad puede ser muy diferente y el llorar no refleje emocin algunasino que sea una consecuencia de algn problema ocular.

    Sin embargo, s es un hecho que las emociones son parte importante de la percepcin de determi-nados programas de televisin. Aquello que la audiencia experimenta o siente mientras ve programas dedeportes, pelculas de aventuras, telenovelas, juegos, etc., es una parte esencial de la experiencia psico-lgica de la televisin. Si el aspecto emocional estuviera ausente, se perdera una parte importante deesta experiencia; un ejemplo de ello lo podemos encontrar en el hecho de ver un partido de ftbol sinimportar quin gane.

    Para Zillmann (1983), podemos hablar de dos componentes esenciales de la emocin: el fisiolgicoy el cognitivo. Respecto al primero, cuando se estimula a los individuos, se ha observado que se produ-cen ciertos cambios en sus cuerpos, tales como una aceleracin del corazn o cambios en la piel. Res-pecto al componente cognitivo, los receptores tambin piensan sobre sus propios sentimientos y lesatribuyen causas e interpretaciones a los mismos. Por ejemplo, si alguien se siente muy emocionado des-pus de haber tenido una oferta de trabajo, la interpretacin del estado corporal sera diferente que si sehubiera tomado diez tazas de caf o si hubiese escapado de un ladrn que intentaba atracarle amena-zando con una pistola. As, podramos decir que las emociones son un producto tanto de nuestro estadocorporal como de nuestra interpretacin cognitiva de ese estado.

    Lo que ocurre en el caso de la programacin violenta de la televisin es que ver una pelcula de cr-menes en la pantalla, por ejemplo, permite experimentar algunas de las emociones sentidas por los per-sonajes sin que el receptor se exponga a ese peligro fsico. As, se puede llegar a ser estimulado de formasegura mediante estas experiencias indirectas. Segn Tannenbaum (1980), si esas situaciones se experi-mentaran realmente en la vida diaria, el peligro o la situacin en s podra sobrepasar los aspectos posi-tivos y no pareceran tan divertidos como los son en la televisin. De hecho, el aspecto emocional serasignificativamente diferente.

    Es interesante el hecho de que los nios puedan aprender de la televisin a cmo tratar las emocio-nes, positivas o negativas, que ellos sientan en distintas situaciones. En un caso extremo, si la televisinregularmente emite imgenes y programas en los que los hombres expresan sus sentimientos de frustra-cin mediante la violencia con las mujeres, los nios pueden aprender que estas formas antisociales detratar con estos sentimientos son aceptables.

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  • La empata

    Cuando tenemos la "habilidad de comprender y sentir lo que otros sienten" (Myers, 1992, p. 641),experimentamos empata. La empata puede ser vista como una identificacin emocional, y sin duda, esun factor muy importante en el entretenimiento ofrecido por la televisin. Los miembros de la audienciase divertirn ms con una comedia si pueden compartir o sentir lo que los personajes sienten.

    Respecto a la empata, podemos hablar de dos niveles: el nivel cognitivo y el nivel emocional. La em-pata cognitiva implica la habilidad de tomar la perspectiva de otro. Por su parte, la empata emocionalresponde simplemente a un estado puramente afectivo. Ms recientemente, se ha hablado de la empa-ta como un fenmeno de cierta complejidad y compuesto por varios factores que llegan a interactuar(Zillmann, 1991). As, uno de los factores puede anular a otro que predominaba en principio. Por ejem-plo, la respuesta natural ante la vctima de la violencia en una noticia o en unos dibujos animados es lade empata con ese sujeto.

    Sin embargo, esto puede ser anulado por una respuesta menos emptica a la siguiente noticia, anun-cio o dibujo animado que le siga inmediatamente. As, lo que podra de otra forma evocar considerableempata no lo hace. Este hecho podra, en parte, explicar por qu es tan difcil llegar a ser captado emo-cionalmente en una pelcula con interrupciones para los anuncios.

    A continuacin y como hemos comentado al comienzo del apartado, veremos los dos principalesefectos de carcter afectivo provocados por la violencia de la televisin en los nios: a) La desensibiliza-cin; y b) La estimulacin o excitacin.

    Efectos de desensibilizacin

    La teora de la desensibilizacin ante la violencia parte de la base de que ver una y otra vez escenasde violencia en la televisin conduce a una reduccin de las respuestas emocionales ante la violencia enla pantalla por parte de los receptores y un aumento de la aceptacin de esta violencia en la vida real.En segundo lugar y con respecto a la audiencia ms joven, esta teora parte del hecho de que los nios,despus de la exposicin continua a programas de contenido violento, llegan a acostumbrarse a la vio-lencia de estos programas. Como consecuencia de ello, las situaciones de violencia consideradas comonormales en la pequea pantalla, despiertan progresivamente menos inters o estimulacin en este seg-mento de la audiencia de modo que se produce un aumento en la demanda de formas cada vez msextremas de violencia que les satisfagan, al tiempo que los nios se van inmunizando ante la violenciaque ven en la vida real.

    Entre los estudios realizados para verificar la existencia de estos efectos de desensibilizacin se en-cuentra el de Drabman y Thomas (1974), quienes analizaron la influencia de la violencia de la televisinen los nios de una determinada edad tras ser testigos de una pelea real entre dos nios. El objetivo eraobservar si los nios seran capaces de avisar a un adulto para que pusiera fin a la pelea. En el estudio, sepudo concretar que los nios que haban sido expuestos a la violencia de la televisin acudan en menornmero a pedir la ayuda de un adulto por lo que se concluy que la violencia de la televisin verdade-ramente desensibiliza al nio ante la violencia real. De hecho, los nios que vieron la pelcula violentafueron los ms tolerantes con la conducta agresiva de sus compaeros comparados con aquellos que novieron ninguna pelcula o con aquellos a los que se les proyect una pelcula de contenido no agresivo.

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  • En un estudio de Thomas, Horton, Lippincott y Drabman (1987), realizado con el propsito de ve-rificar los efectos de desensibilizacin, se introdujo como novedad el elemento estimulacin. Se expusotanto a nios y nias (entre 8 y 10 aos) como a adultos (hombres y mujeres) a un programa violento noreal y a una serie de deportes no violenta. Posteriormente, vieron unos minutos de una pelcula cuyocontenido inclua escenas de violencia real. Los resultados pusieron de manifiesto que, con la excepcinde las mujeres adultas, los sujetos que inicialmente haban visto la pelcula agresiva se alteraron menospor las escenas reales de violencia presentadas posteriormente que aquellos sujetos que haban visto laserie deportiva.

    As pues, las conclusiones obtenidas a raz de los comportamientos de los nios y adultos se acepta-ron como una clara evidencia de que la exposicin a escenas de violencia no real tiende a reducir el im-pacto de la violencia real por lo que la audiencia puede perder de vista la verdadera dimensin de losactos violentos como consecuencia de tal exposicin.

    No obstante, hemos de indicar que los efectos de desensibilizacin tan slo suelen producirse des-pus de repetidas exposiciones a dicho contenido violento, por lo que el estudio de Thomas, Horton,Lippincott y Drabman no ha quedado exento de crtica en tanto que analiza tan slo los efectos o reac-ciones que se producen tras una sola exposicin.

    As, Cline, Croft y Courrier (1988) realizaron una investigacin en la que trataron de solventar los pro-blemas relacionados con una nica exposicin seleccionando a aquellos nios que pasaban un gran n-mero de horas delante del televisor. De este modo, se seleccion a un grupo de nios (entre 5 y 14 aos)--entre los que se encontraban tanto aquellos que vean muchas horas de televisin como aquellos otrosque vean muy poca--, y se les mostr una pelcula de contenido violento. En este estudio, se concluyque aquellos nios que vean mucha televisin eran menos sensibles ante la violencia que aquellos otrosque vean muy poca, conclusin que los investigadores consideraron que verificaba la hiptesis de queexiste un proceso de desensibilizacin ante la violencia en aquellos individuos que pasan mucho tiempoviendo la televisin.

    Thomas (1992) utiliz una tcnica similar en un segundo anlisis, confirmando la relacin existenteentre la cantidad de programas de televisin consumidos regularmente y la intensidad de las reaccionesemocionales ante los contenidos violentos. Bjorkqvst y Didrikkson (1985) tambin han demostrado queexiste una disminucin significativa de las reacciones emocionales o afectivas de los nios que ven unapelcula violenta de corta duracin despus de ser expuestos a una pelcula ms larga.

    En definitiva, todos estos estudios constituyen una base cientfica lo suficientemente significativacomo para poder afirmar que la violencia de la televisin desensibiliza a la infancia ante la violencia, nosolo la que se proyecta en la pequea pantalla, sino tambin la que puede verse en la vida real. Se pro-duce, pues, una disminucin de las reacciones afectivas de los ms jvenes as como un creciente y con-tinuo desinters por las escenas presentadas.

    Efectos de estimulacin o excitacin

    Diversos estudios han llegado a la conclusin de que los estados de gran estimulacin o excitacinen el nio incrementan las posibilidades de que ste se comporte de manera violenta. A su vez, dichosestudios defienden que la violencia que se presenta en la televisin sirve bien para incrementar o bienpara perpetuar esos niveles de excitacin. Entre estos estudios encontramos los realizados por Geen yONeal (1969) quienes han demostrado que el incremento de la estimulacin o excitacin de un sujeto

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  • aumenta la probabilidad de una conducta violenta en el mismo. La excitacin resultante de la violenciatelevisiva provoca, por tanto, que los nios se comporten con mayor agresividad.

    De igual forma, segn se ha puesto de manifiesto en una interesante investigacin de Huston, Fox,Green, Watkins y Whitaker (1981), las acciones de los personajes del programa visualizado en combina-cin con las caractersticas formales del mismo constituyen una importante fuente de estimulacin parael nio. En este estudio se ha comprobado que en los programas clasificados como de poca accin-pocaviolencia, existe una menor tendencia de los nios hacia el comportamiento agresivo posterior, hacin-dose patente un mayor desarrollo de juegos altamente creativos. Esto no ocurra, sin embargo, en aque-llos programas en los que se combinaban las condiciones de mucha accin-mucha violencia.

    En el estudio realizado por Josephson (1987), se ha podido observar que, una vez que se incrementael nivel de estimulacin o excitacin del nio, los juguetes y otros materiales existentes en su ambientedesempean un papel muy importante para que el joven ponga en marcha una conducta violenta. As,los nios que destacaban por tener una personalidad agresiva, mostraban tambin una conducta msagresiva tras ver violencia en la televisin y despus de habrseles mostrado en la realidad ciertas alusio-nes (juguetes, por ejemplo) relacionadas con esta violencia. Esto no ocurri, sin embargo, en aquellos ni-os que haban visto un programa violento pero a los que no se haba mostrado objetos relacionados conla violencia.

    En otro estudio similar realizado por Potts, Huston y Wright (1986), se observa de nuevo cmo lapresencia de juguetes violentos tras la exposicin provoca una conducta ms violenta en el nio. En estecaso, la presencia de juguetes que connotan violencia tras la exposicin televisiva, demostr que la con-ducta agresiva desarrollada por los nios haba sido activada por la alusin a la vio