Voces

91
1 Voces calladas Trilogía para evadir el olvido Teófilo Guerrero Este proyecto se realiza gracias al apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico

description

obra de teatro

Transcript of Voces

Page 1: Voces

  1  

Voces calladas Trilogía para evadir el olvido

Teófilo Guerrero

   

                           

Este proyecto se realiza gracias al apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico

                           

Page 2: Voces

  2  

El espacio recorrido es pasado, el movimiento es presente, es el acto de recorrer. El espacio recorrido es divisible, e incluso infinitamente divisible, mientras que el movimiento es indivisible, o bien no se divide sin cambiar, con cada división, de naturaleza. Gilles Deleuze El infierno vivido y habitado hace legítimo y deseable un mundo donde se trate de evitar el retorno de aquello que, de cerca o de lejos, pueda parecérsele. Michel Onfray Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia.             Aldous Huxley                                                            

Page 3: Voces

  3  

                             

Tlatol

La Palabra

Page 4: Voces

  4  

UNO

- ¿Te parece bien que sólo haya vino?

- ¿Por qué no? Me parece muy bien.

- Este es el mapa de las mesas.

- ¿Tú lo hiciste?

- Sí.

- Estoy intercalando a tú familia con la mía, para que se conozcan, más o

menos confiando en los intereses que tengan: a tú tío Pedro le gustan los

caballos de raza, entonces estará junto a mí hermano, que le gusta ir a los

toros.

- ¿Esta área en rojo, qué significa?

- Son los que no tienen ningún punto en común con nadie. Por eso están ahí,

por si tienen que salir, no vayan a pasar por en medio.

- ¡Piensas en todo, mí cielo, te amo!

- ¡Y yo a ti!

- Ya huelo el bosque, ya escucho la música, ya te veo en medio de todo, y en

todas partes, ya siento tu beso después del brindis.

- Ya veo la fogata para los invitados allá a lo lejos, nuestra cabaña junto al

río, y la chimenea mirándonos.

- El río nos va a cantar.

- La luna, el agua, el bosque, y la música.

- Como si fueran uno solo.

- Como si fuéramos uno solo.

DOS

- Todo está en el deseo.

Page 5: Voces

  5  

- ¿Tanto?

- Así.

- ¿Cómo?

- El deseo al principio de la cadena.

- ¿Tan determinante?

- Mira.

- ¿Eso?

- Sí, mira.

- ¿Qué?

- No puedes desearlo porque no tienes interés.

- ¿No?

- No. Huele.

- ¿Es café?

- Colombiano.

- ¿Y?

- Huele.

- ¿Tan bueno es?

- Sólo huele… mira… desea.

- ¿Puedo?

- No.

- ¿En dónde lo compras?

- Te lo vendo.

- ¿Cuánto?

- En lo que yo quiera.

- Entiendo.

TRES

- Llénala.

- No la puedo.

- Trata.

Page 6: Voces

  6  

- Estará muy pesada.

- Llénala.

- Voy al arroyo.

- No, ve al pozo.

- ¿No al arroyo?

- No, al arroyo ya no.

- ¿Qué pasó?

- Lo de siempre.

- ¿Y si la compramos?

- ¿Para qué? en el pozo hay .

- Está sucia también.

- Ve, tenemos que cocer frijoles.

- No tardo.

- No tardes.

- ¿Uno?

- Lleva dos, el pozo se está secando.

- ¿Y el arroyo?

- Sigue así.

- ¿Hasta cuando?

- No sé.

CUATRO

- ¿Qué tienen?

- Están rotos.

- Pero ¿Qué tienen?

- Dos agujeros.

- ¿Y?

- La Maestra dice que necesito unos nuevos.

- Ahorita no tengo dinero, que se espere para navidad.

- Faltan cinco meses.

Page 7: Voces

  7  

- Que se espere.

- Tú hablas con ella.

- Yo hablo con ella.

- Pero sin pelearte.

- ¿Te dijo algo de la ropa?

- No, pero me ve feo.

- ¿Cómo?

- Me mira de reojo, y siento como que sus ojos me dicen cosas.

- Los ojos no hablan.

- Los de ella, sí, y a veces gritan.

- Vamos a ver.

- ¿Cuándo?

- Luego.

CINCO

- ¿Y si vienen?

- No van a venir.

- Tengo miedo.

- Tiene muchos años desocupada.

- Pero si vienen, nos van a sacar, como desalojaron a los otros.

- No.

- Es su casa.

- No la necesitan, si la necesitaran estaría ocupada.

- Nos van a sacar a golpes.

- Les respondemos.

- Serán muchos.

- Nosotros somos dos, y estamos en la casa.

- ¿Y?

- Que nos saquen si pueden.

Page 8: Voces

  8  

SEIS

- Por eso…

- Pero ellos lo saben.

- Lo saben, pero no importa.

- ¿Por qué?

- Porque no pueden hacer nada.

- Si lo hacen ahí estaremos nosotros.

- Bueno, tanto como nosotros no, nuestros representantes.

- ¿Más café?

- Tienes whisky, ahora es tiempo de whisky.

- Scotch.

- Por supuesto.

- ¿Lo quieres en las rocas?

- Se me antoja derecho.

- ¿Entonces lo hacemos?

- Así, nomás…

- ¿Conoces otra manera?

- No les vamos a avisar.

- Si les avisamos van a hacer resistencia.

- Los golpes son así, rápidos, certeros.

- ¿Tomas tú Whisky en las rocas?

- Quina y un hielo.

- ¿Cuándo?

- Sólo un hielo.

- Está muy bien este scotch.

- Tú te encargas del primer golpe.

- Sírvete un poco más.

- ¿Es Chivas Regal?

Page 9: Voces

  9  

- ¿Seguro que no saben?

- Aunque supieran, es una decisión.

- Sírvete más.

- No vamos a dar marcha atrás.

- No.

- El que de marcha atrás, queda fuera.

- Como ellos.

- Como ellos…

- ¿No es Buchanans?

- ¿Es Scotch?

- Más hielo.

- Exactamente como ellos.

- No tanto hielo para mí.

- Quiero una botella de esto, está riquísimo.

- Era la última. Este scotch era de edición especial.

- Comenzamos mañana.

- Sírvemelo sin hielo.

- Ustedes son los últimos seres sobre la tierra que beben de este scotch.

- ¿No tienes otra botella?

- Comencemos pues.

- Hecho por expertos escoceses.

- No hay más, señores. Son ustedes privilegiados.

- ¡Salud!

SIETE

- ¿Cuánto queda?

- Poco.

- ¿Tienes dinero para comprar más?

- Cobro hasta el lunes.

- ¿Entonces?

Page 10: Voces

  10  

- Te esperas un poco.

- Pero es hasta el lunes, y ya para qué.

- No tengo dinero.

- No podemos…

- Pero…

- No.

- ¿Entonces?

- Nos acabaremos lo que queda, y lo hacemos despacio, para que nos

alcance hasta el lunes.

- No creo que se pueda.

- A veces hay que hacer cosas imposibles para sobrevivir.

OCHO

- Trae eso.

- ¿Qué?

- El plástico ese.

- Hay dos.

- ¿Pues para qué lo queremos?

- Para eso.

- Entonces ya sabes

- ¿Esto va a servir?

- Tiene que servir

- ¿Y si no?

- Nos mojamos.

- Allá si teníamos techo.

- Pero no comida. Acá vamos a tenerlo.

- ¿Cuándo?

- Cuando traigas el plástico, y eso…

- ¿Qué es eso?

- Eso.

Page 11: Voces

  11  

- ¿Sirve?

- Lo hacemos servir.

NUEVE

- Hoy desalojamos el predio.

- ¿Cómo nos fue?

- Hay dos muertos.

- ¿Nuestros?

- No.

- ¿Qué hacemos?

- La ley está de nuestro lado, tenemos derechos sobre el predio.

- ¿Y esa gente?

- Eran invasores.

- ¿Y su título virreinal?

- Tú sabes que eso no cuenta para el Juez. Los derogó Juárez en la

Reforma.

- ¿La prensa?

- Yo me encargo.

- Son dos muertos.

- Ahí entras tú.

- ¿Cómo le hago?

- Ya sabes, sé el héroe.

- A esa gente se le compra barato, por tres pesos, una despensa, unas

playeras.

- ¿Yo me encargo?

- Sí.

- ¿Cómo vamos a callar a esa gente si arman su escándalo?

- Ya sabes.

- Sólo no se preocupen, el procedimiento es el mismo… siempre.

- Tómense una copa conmigo.

Page 12: Voces

  12  

- Ojalá y esto no dure mucho.

- Tenemos que empezar en agosto si queremos tenerlas construidas en

enero, para aventar el plan de ventas en marzo, y que la gente llegue en

julio a habitarlas.

- Sus copas señores. Y dejen de preocuparse, ni que ustedes hicieran el

trabajo sucio. ¿Salud?

- Salud.

- Salud.

- Salud.

DIEZ

- (…) ¿Por qué?

- Dios sabe porqué hace las cosas.

- ¿Por… qué?

- También se le puso al trascabo por enfrente.

- ¿Por qué?

- ¿La Cruz Roja nos va a dar el cuerpo?

- A Josefa se lo dio el SEMEFO.

- ¿Por qué?

- Esos terrenos eran nuestros.

- Ellos dicen que tienen escrituras.

- ¿Por qué?

- Nosotros tenemos títulos del rey de España, todavía.

- Ya no valen, dice el Juez.

- ¿Por qué?

- Lo dijo un presidente.

- ¿Por qué?

- Porque puede.

- ¿Por qué?

- No sé.

Page 13: Voces

  13  

- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por

qué…?

ONCE

- ¿Y cuantos son?

- No son muchos.

- ¿En chinga los alineamos?

- En chinga.

- ¿Sin pedos?

- Sin pedos.

- Porque a las 6 tengo que ir a la fiesta de quince años de mí sobrina.

- La cosa es llegar, levantar a putazo limpio a los pinches limosneros esos y

llevarlos a los separos.

- Entonces está fácil. Es como en la colonia en donde se robaron los terrenos

del Lic.

- Donde hicieron el fraccionamiento.

- Hey.

- Va a estar papita.

- A ver si nos dan el desayuno.

- Yo creo que sí, es cosa de decirle al Comandante.

- Ojalá. ¿En dónde dices que es?

- ¿La colonia?

- Hey.

- Le pusieron el Mixtón los culeros, porque ni nombre tenía.

- Ahí vive mi compadre.

- Mal pedo.

DOCE

- ¿Y dónde está Aurelio?

Page 14: Voces

  14  

- No dijo a donde iba.

- A ver si no se fue con el chaparro y con el Vic.

- ¿Ellos iban al predio?

- Sí, y esos cabrones son de pelea.

- Hay que ir por él.

- Déjalo que se haga hombre, esto no se va a acabar nunca. Que se

acostumbre a echar chingadazo.

- No, si me da mucho pendiente.

- El chaparro no lo va a dejar abajo. Es el chaparro.

- Eso es lo que me preocupa.

- ¿Qué?

- El chaparro no tiene nada qué perder.

TRECE

- ¿Te pegaron fuerte?

- Hijos de la chingada.

- Ve nomás…

- Pero me la pagarán los ojetes…

- Sí te pasaste un poco…

- Me vale madre.

- A ver si se levanta el morro al que le diste duro.

- A ver… y ya entrados en gastos a ver si le baja de huevos.

- ¿Fue él quien te madreó?

- No sé, pero me la pagó con intereses, y todavía me quedaron a deber.

- ¿Vamos a la enfermería, ó al hospital?

- No, son las cuatro, apenas alcanzo a llegar a la fiesta.

Page 15: Voces

  15  

CATORCE

- No hay problema, es un cerro, les podemos prohibir de alguna manera la

entrada.

- Están aislados, tú relájate, nada va a pasar.

- El que tengamos la posesión no significa que no van a volver a invadir.

- Medidas precautorias.

- ¿Qué?

- Hay que exigir al Juez medidas precautorias.

- ¿O sea?

- Que un destacamento de la policía se quede ahí.

- Eso nos va a costar.

- No.

- ¿Por qué?

- Es parte del trabajo del juez garantizar la posesión. Para eso debe girar un

oficio a la Policía. De lo demás se encarga Ángel, mí conocido en la

Fiscalía.

- ¿Entonces?

- Tú no te preocupes.

- ¿Tú lo haces?

- Ya sabes.

- ¿Seguro?

- Tú de lo único que tienes que preocuparte es de decirme cuanto cognac te

sirvo.

- Doble.

- ¿Ves? la vida no es tan complicada.

QUINCE

- ¿Qué pasó?

- Ya estuvo.

Page 16: Voces

  16  

- ¿No tuviste broncas?

- No, limpio y rápido.

- Hay que pelarnos.

- ¿Qué tienes?

- Un chingadazo.

- ¿Pero cómo te sientes?

- Bien, no hay bronca.

- ¿Y si nos pelamos de una vez?

- Hay que esperar al Juan y al Salao.

- ¡Ya valió madre!

- ¿Qué pasó?

- El Juan… le sorrajaron un plomazo en la cara, quedó tirado en la calle.

- ¡Ustedes iban a cuidar que eso no pasara!

- El Juan se quedó atrás, no tenemos la culpa.

- Pues nos tenemos que ir.

- Ni madres.

- Vienen detrás de nosotros.

- Ni madres, no.

- Era una cosa sencilla, entrar a la caseta, putear a la tira y correr. Ahora hay

un compa caído.

- ¡Pues por eso!

- No vamos a esperar.

- No vas a ningún lado.

- Ya me estoy yendo. Ese era el trato: pegábamos y corríamos. Si se

complicó… si se complicó, no es mí pedo.

- ¿Te vas?

- Me voy.

- Vámonos.

- ¡No!

- Pues entonces te quedas.

Page 17: Voces

  17  

JUAN

- Despertó.

- ¡Bendito sea dios!

- El peligro era que no respondiera al tratamiento, y ya lo hizo.

- ¿Cómo está?

- Todavía en terapia intensiva, pero mañana puede ir a terapia intermedia.

- A ver a dónde lo metemos, la policía no deja entrar a la casa.

- Necesitará algunos cuidados especiales, todavía no sabemos que

reacciones tenga su cerebro, a nivel neuronal. La bala entró por la nariz,

cualquier cosa puede pasar.

- ¿Podemos verlo?

- Sí, pasen.

- ¿Va a ser normal?

- Si le sirve de consuelo, lo tiene con usted señora.

- Bendito sea dios en su infinita grandeza.

DIECISEIS

- Ahí pasó el morro.

- ¿Cuál morro?

- El que puteamos.

- No lo vi.

- Pues ahí anda.

- ¿Y?

- Quedo mal. Como loquito.

- Me anda valiendo tres kilos de verga. Quien lo manda al culero.

- Dice cosas…

- ¿Qué dice?

- Cosas.

Page 18: Voces

  18  

- ¿Pero qué cosas?

- No le entiendo mucho, pero creo que nos habla a nosotros.

- Que se vaya a la verga.

- …

- …

- Voy a ver qué dice, y te digo.

DIECISIETE

- El Monstruo está enojado, no está bien, quiere sangre, quiere nuestra piel

colgada, el Monstruo quiere nuestra palabra secándose al sol… el Monstruo

quiere matarnos uno a uno y poco a poco. El Monstruo tiene manos suaves

y huele a perfume, el Monstruo sabe matar. El Monstruo siempre estuvo

ahí, y lo dejamos llegar, el Monstruo sedujo a quienes tenían que cuidarnos,

y ahora nos ahoga a todos, el Monstruo quiere nuestros ojos. Quiere

nuestra palabra, no vamos a dejar que nos la quite, ya es tiempo, ya es: él

o nosotros. Él o nosotros: Monstruo, o tú o yo…

El Monstruo tiene sed

El Monstruo tiene sed

El Monstruo tiene sed

El Monstruo tiene sed…

- Mamá… ¿Juan se volvió loco?

- No, dios le cambió los ojos…

DIECIOCHO

- Encontré un buen vino, ideal para bodas.

- ¡Qué bueno!

- Es un Cabernet de Robert Mondavi, reserva especial.

- ¿Suave?

Page 19: Voces

  19  

- El enólogo me dijo que es el ideal para el maridaje con la ternera y la pasta.

Tiene un ligero gusto a moras y final aterciopelado.

- Bien, a mí mamá le encantan los vinos suaves, no tan secos.

- La Cabaña la entregan en quince días. La vista es envidiable.

- ¿Cuándo me llevas a verla?

- Pronto.

- ¿En serio?

- Tendrás que abonarme besos.

- Eso es un chantaje, señor.

- Entonces soy culpable de chantaje, acúseme, señora.

- Lo acuso.

- Vaya con el Juez y que me detengan, que me encarcelen en su cuerpo.

- ¡Huy! No puede esperar a su boda.

- No.

- ¡Señor Juez, ayúdeme con este delincuente!

- No se preocupe, me allanaré a la decisión del Señor Juez.

- Más le vale.

- Siempre he sido un fiel fanático de la justicia.

DIECINUEVE

- Vinieron anoche. Hicieron un desmadre. Se llevaron a varios.

- Se les va a aparecer el diablo.

- Hay que volver a tomar el predio.

- ¿Cómo cuantos son?

- Los que sean.

- Ya tienen material y albañiles, no tardan en empezar a fincar.

- Pues antes que empiecen, les caemos.

- Ya tienen levantado un muro.

- Los vamos a usar…

- ¿Cómo?

Page 20: Voces

  20  

- Va a ser nuestro muro, nuestra defensa.

- ¿Vamos a subir?

- Ya, junten a todos.

- ¿Va a estar ÉL?

- Va a estar.

- Era hora de que se decidiera.

- Llegamos, sacamos a la tira, y entonces nos va a hablar, vamos a tener La

Palabra: el Tlatol, como le decían los antiguos.

- Voy a llamarlos a todos.

- Lleven palos, piedras.

- Ellos tienen rifles.

- Pero no lo tienen a ÉL, ni al Tlatol.

- No. No tienen nada.

VEINTE

- ¿No que te encargabas?

- Están locos.

- No me importa cómo estén. Fue una carnicería.

- Cayeron de los dos bandos.

- Eso no importa, ahora tienen la posesión del predio.

- El Secretario quiere negociar con ellos.

- ¡Negociar, no! ¡Que negocie con la madre que lo parió! ¿Qué se cree ese

imbécil, Gandhi? Está ahí para hacer valer el estado de derecho.

- Fueron doce muertos.

- ¡Que fueran cien, o mil, o millones! La ley es la ley. Y debe cumplirse.

- ¿Cómo vamos a callar a la prensa?

- Ese no es mí trabajo. ¡Deja ese puto cognac, y vete a trabajar!

- No tienes que gritar.

- Ahora tú me vas a dar ordenes… Lo único que tienes que hacer es tú

trabajo, hazlo bien, y ni me ordenas tú, ni te ordeno yo.

Page 21: Voces

  21  

- Mejor nos calmamos y buscamos soluciones.

- Para eso les pago. María, traiga café, los señores se quedan a resolver un

problema. Y háblele a mi esposa, que llego en media hora para ir a cenar,

que esté lista. Buenas noches.

VEINTIUNO

- ¿Así va a ser?

- Él lo dijo.

- Es eso o dejarnos ver la cara, y que nos sigan matando.

- Pero… ¿así?

- Así debe ser, no entienden de otra forma. Ahora fueron doce, no van a

parar hasta que dejemos el predio, la tierra, es la Tierra, Chaparro.

- Así lo dijo ÉL.

- Así.

- Así será.

VEINTIDOS ÉL

- ¿Lo viste?

- ¿Era el flaco?

- No, el otro.

- El gordo…

- No, el otro.

- El moreno que estaba junto al de la camisa roja.

- No, ese era otro, ÉL estaba en medio.

- ¿Habló?

- No. Pero es el que dice qué hacer.

- ¿ÉL?

- Sí.

Page 22: Voces

  22  

- ¿Y por qué no habla?

- Porque ya dijo lo que tenía que decir, dijo el Tlatol.

- ¿Qué dice el Tlatol?

- Todo.

- No entiendo.

- Te voy a decir de qué se trata.

- ¿Luego?

- Vamos por lo que sigue…

VEINTITRES

- Hablé con la viuda… está inconsolable.

- Se están pasando.

- ¿Qué vamos a hacer?

- Todos eran inocentes.

- En esta época nadie es inocente.

- No digas eso.

- Si no lo digo yo, alguien lo dirá.

- Dame esa botella.

- No.

- Es totalmente irracional.

- Vamos contra ellos.

- ¿Así?

- Así.

VEINTICUATRO

Juan N: Veintidós años. Mesero. Salía de su trabajo en un restaurante de comida-

fusión, en la salida de empleados lo interceptaron como todos los días para revisar

su mochila. Saludó al guardia de seguridad privada, se quedaron de ver un poco

más tarde en el barrio para ir por unas cervezas. Estaba por atravesar la calle

Page 23: Voces

  23  

cuando lo sorprendió la explosión del auto-bomba. El impacto le causó heridas de

consideración en el parietal derecho, el abdomen alto, y lesiones en la parte

interna de la garganta, lo que le causó un paro respiratorio que terminaría por

causarle la muerte, siendo las 23:32 horas.

Fermina N: 58 años. Empleada de limpieza, salía a tirar la basura al depósito

cuando la explosión la alcanzó, causándole heridas en el pecho y en el rostro. El

deceso de la femenina se debió a un paro cardiorrespiratorio a las 23:35 horas.

Juan Carlos De la Gracia y Álvarez. 63 años. Empresario. El Gobierno del estado

lamenta su fallecimiento, y ofrece sus más sentidas condolencias a su familia. La

Misa de Cuerpo Presente se celebrará en el Templo de Nuestra Señora de La

Paz.

VEINTICINCO

- Lo de los dos compas no tuvo madre. No tenían que haber muerto.

- Ya les tocaba.

- Ni madres.

- Ya les tocaba.

- No, ÉL está muy encabronado. El Tlatol nada dice de matar a los nuestros

para defendernos de los otros.

- No estábamos defendiéndonos. Fue circunstancial

- Pues tenemos que evitar esas circunstancias, al pueblo no se le mata.

- Son los riesgos que debemos tomar.

- No, no, no… a nuestra gente, no.

- Entonces que vaya ÉL a los operativos.

- No sabes lo que dices.

- ¿El Tlatol no contempla que los líderes se involucren en las consecuencias

de las decisiones que toman?

- El Tlatol dice lo que debe decir: O ellos, o nosotros.

Page 24: Voces

  24  

VEINTISEIS

- Los van a agarrar pronto.

- No creo que dure esto.

- Vamos a ver en qué para todo esto.

- Finalmente ¿qué quieren?

- Lo de siempre.

- ¿Qué?

- Joder.

- ¿Esto no es por lo del predio?

- No, ya no es problema nuestro, que quede claro, esto salió a partir de que

ese idiota de tú amigo Ángel no supo manejar el asunto con el desalojo. No

es nuestra culpa. No es nuestra culpa.

- Pero de la Gracia está muerto.

- Mala suerte, hay mejores restaurantes, quien lo manda ir a comer barato.

- No te caía bien…

- No me caía mal. Mándenle flores a la viuda, y hagan presión para que se

vaya quien tenga que irse.

VEINTISIETE

- No pasó nada.

- Movieron al Fiscal. Pero después de eso, nada.

- Hay que hacer más ruido.

- ¿Qué dice ÉL?

- No le gustó lo de los muertos… dijo que era un susto, pero que ahora

tenemos que ir con todo.

- ¿Con todo?

- Yo también pregunté eso.

- ¿Qué te dijo?

Page 25: Voces

  25  

- Que el futuro llegó tarde.

- ¿Eso dice el Tlatol?

- Eso dice ÉL.

- Tenemos que hablar con todos. Mañana tenemos mucho qué hacer.

VEINTIOCHO

Señor Gobernador:

Mí marido y yo íbamos a salir el día 14 a Miami, a celebrar los

cincuenta años de matrimonio de los Arciniega, nuestros amigos de

toda la vida. Ese día, Juan Carlos salió a cenar con unos clientes, y

ahora está muerto. Yo no sé qué quiere esa gente, yo no sé si su

lucha es justa o no, lo único que sé es que ahora mí marido ya no

está conmigo, ni con sus hijos y sus nietos. Él nunca se metió en

esas cosas de la política. Y ahora está muerto a causa de ellas.

¿Qué garantías tiene la gente decente, la gente que trabaja, la gente

que día a día sale a buscar sus sueños, señor Gobernador.

Mí marido ya no está conmigo, con nosotros, no le estoy pidiendo

justicia por eso, le estoy pidiendo la estricta aplicación de la ley, sólo

eso, para el descanso en paz de mí marido y esa pobre gente que

murió junto a él.

VEINTINUEVE

El monstruo tiene hambre

El monstruo tiene hambre

El monstruo tiene hambre

El monstruo tiene hambre

Page 26: Voces

  26  

El monstruo tiene hambre

El monstruo tiene hambre

El monstruo tiene hambre

El monstruo tiene hambre y la sangre le da mucha sed, la sangre le da sed.

La sangre le da sed…

ÉL y el Tlatol, ojalá puedan contra el Monstruo… ÉL y el Tlatol, ojalá puedan

contra el Monstruo.

TREINTA

- Ahí está uno.

- El otro ya se metió.

- Comandante, hay tres cincuenta y seis en el noventa.

- Entraron otros dos… ¿Ese será ÉL?

- Esperamos el noventa y siete, para el ochenta y cinco.

- ¿Será ÉL?

- ¡Creo que sí, dale, dale!

- Lo tengo en mira.

- Comandante, necesitamos un setenta y uno en el noventa. ¡Dale!

- Te vas a morir, cabrón.

- Tenemos un cincuenta y uno, Comandante, cumplimos con el treinta y

cinco.

- Muerto el perro se acabó la rabia.

ÉL

- Dicen que le dispararon y que la bala le entró por la cabeza y le salió por la

sien.

- No era ÉL.

- Dicen que nunca estuvo ahí.

- Dicen que no está por ningún lado.

Page 27: Voces

  27  

- Murió y otro tomó su lugar.

- Está en otro país y manda instrucciones.

- Dicen que huyó a Europa con nuestro dinero.

- Dicen que sus hijos se encargan de todo.

- Tiene cáncer.

- No existe.

- Sabe esconderse.

- Nunca existió.

- Inventó el Tlatol.

- Me dijeron que es mujer.

- Nadie lo ha visto, lo inventaron los ejidatarios para espantar a los

fraccionadores.

- Nadie sabe quien es.

- Nunca existió…

- ÉL va a matar al monstruo para que resucite con más salud. ÉL lo va a

matar, y ninguno de nosotros va a vivir para verlo. Ninguno.

TREINTA Y UNO

- ¡Ustedes me aseguraron que ya no habría problemas!

- La policía aseguró que ÉL ya no estaba. Tú lo viste estaba en todos los

diarios.

- No confío en los diarios.

- Mira, la ciudad está bien custodiada…

- No me interesa la Ciudad, me interesa el predio…

- No se va a perder, te lo aseguramos, volvieron a entrar, los volvemos a

sacar.

- Más te vale, estoy perdiendo la paciencia.

- En el centro tenemos tres casas ocupadas.

- ¿Cómo, también eso?

Page 28: Voces

  28  

- Tienen como quince años solas, dejemos que las limpien para que vivan un

rato.

- No, jamás.

- No pasa nada, son migrantes, van de paso.

- Sáquenlos, no somos beneficencia.

TREINTA Y DOS

- El Monstruo come hasta hartarse. Hasta hartarse. Sus pezuñas huelen a

veneno de alacrán, todos lo ven, todos lo quieren, todos lo adoran, el

Monstruo lo sabe, lo sabe, y se deja querer, cuando todos lo rodeamos:

mata… mata…

- Mamá… ¿Juan se volvió loco ya?

- No, todavía no, está viendo entre las arrugas del aire.

TREINTA Y TRES

- Dejen el predio.

- No.

- Déjenlo, les aseguro que si lo dejamos se calman.

- No, no es el predio, es otra cosa la que está en juego.

- ¿Qué?

- Nuestra forma de vida, nuestra paz.

- ¿No lo vas a dejar?

- No.

- ¿No?

- Que se vayan ellos.

Page 29: Voces

  29  

TREINTA Y CUATRO

- Entraron. Estábamos cenando cuando entraron.

- El Monstruo lo criamos entre todos…

- Eran más que nunca.

- …sus ojos y sus dientes son tan dulces, que envenenan sin que sepamos

como…

- Acabaron con las casas de la entrada, y hasta con las que no están en

litigio, se llevaron mujeres y niños.

- …vamos a sus barbas, las trepamos, sacamos comida de sus dientes, y

comemos de ahí, para no morirnos de desesperanza, y cuando terminamos

de comer, nos damos cuenta que era veneno…

- ¿Cuantos cayeron?

- Ya están cayendo seis u ocho por balacera.

- …la bestia pide más sonrisas, se alimenta de eso también, las devora a

gritos…

- Es ÉL… ya viene. Junta a todos, vamos a tomar decisiones…

- …nos devora a carcajadas, la bestia, el monstruo…

- Cállate Juan… estás cuerdo, pero deja que nos mate la locura de una vez.

TREINTA Y CINCO

- Mis condolencias.

- …

- Ahí está el Gobernador.

- …

- ¿Quieres hablar con el?

- …

- ¿Quieres tomar algo?

- …

Page 30: Voces

  30  

- Se lo que es perder a alguien, te comprendo…

- …

- Vamos a acabar con esto.

- …

- Lo siento mucho.

- Vete. Quiero hablar con el Gobernador.

TREINTA Y SEIS

- No lo juzgues. Tú no sabes lo que es la responsabilidad.

- Le dieron dinero.

- No… no creo. ÉL no lo hubiera aceptado.

- Le dieron su buen dinero.

- No sabemos qué pasó.

- Nomás ya no vino… y se llevó los papeles, y no dejó ni instrucciones, tuvo

miedo de ver al ejercito en las faldas del cerro.

- Iban a entrar.

- ¡No importa! El Tlatol ya lo decía: ó ellos o nosotros. Ahora no tenemos

nada, somos menos nosotros de lo que somos.

- Nos dejaron en paz, tranquilo, algo debió pasar, ya se fueron. Había

mujeres, niños, viejos…

- ¿Por qué nos vendió?

- Tú no sabes porqué.

- Tú tampoco.

- ÉL no está, pero está el Tlatol.

Page 31: Voces

  31  

TREINTA Y SIETE

- ¿Te gustó el vino?

- Es Roberto Mondavi.

- Sí.

- Me encantó, como siempre.

- Si hay que celebrar un año, hay que celebrar un año.

- Me encanta la cabaña.

- Mira… ¿ves esa de enfrente…?

- Sí…

- Es tuya también.

- ¿Cómo?

- La compré. Finalmente se arregló todo con la Colonia esa, la del Mixtón.

- ¿Por eso no querías comprar?

- No. Pero ya se arregló, ya la compré. Esta será la nuestra, y aquella la de

invitados.

- Te amo.

- ¡Salud!

- ¿Tocan?

- Deben ser los de mantenimiento, de otra manera no entiendo la hora, yo

voy.

TREINTA Y OCHO

- Se entregó porque secuestraron a sus hijos.

- Negoció con el Gobernador.

- No, no pudo haberlo hecho.

- Nunca se dejaba ver, lo tenía previsto ya.

- ¿Se llevó el Tlatol?

- No, el Tlatol no se puede ir, está con nosotros, nacemos con él desde la

época de Tenamaxtle.

Page 32: Voces

  32  

- …

- ¿No dices nada?

- …

- ¿Tú sabes algo?

- Se fue a México.

- A vendernos…

- No.

- ¿Qué hace ahí?

- Nos vendió.

- Creí que estaba muerto.

- No fue a vendernos, no. Fue a hablar con la gente del gobierno, a pelear de

otro modo. Con las armas no se iba a poder. No.

- ¿Entonces?

- Fue a pelear de otro modo.

- ¿Cómo?

- Con La palabra, esa cosa que es como la piel del Tlatol…

TREINTA Y NUEVE

..."..suplico a Vuestra Alteza que, teniendo ante sus ojos a Dios y a la verdadera

justicia, consideren los incomparables agravios y males que yo y todos los

naturales de aquella provincia hemos recibido y recibíamos en aquella sazón y

que no fue alzarnos y rebelarnos sino huir de la crueldad inhumana y no sufrible

de los españoles como huyen los animales de quien los quiere matar. Y que de

esta manera de defensa Dios no la quitó ni privó aun a las piedras que no tienen

sentido y que yo me hui por la dicha causa y estuve escondido por los montes

nueve años, y después me vine de mi propia voluntad no forzado por nadie,

creyendo que no fuera como lo he sido tan maltratado...."1

                                                                                                               1  Carta  de  Francisco  de  Tenamaxtle  al  Rey  de  España.  

Page 33: Voces

  33  

CUARENTA

- Buenas noches.

- Buenas noches, levante las manos y dígale a su mujer que camine…

- No nos vaya a hacer nada, señor. ¡Por favor!

- Caminen…

- ¡Por favor!

- Vamos a pasear poquito aquí entre las cabañas… les voy a contar una

historia… No intenten correr, esta escopeta es muy sensible…

EL MONSTRUO

CUARENTA Y UNO - Que siendo las cero con seis horas y veinte minutos, me constituyo frente a la

finca marcada con el número seis del fraccionamiento Bosques Iberia, una cabaña

de aproximadamente diez metros de frente por quince de fondo y dos plantas.

Frente a la puerta de ésta se encuentran dos personas fallecidas, una del sexo

masculino, y una femenina, ambos rondan los treinta años, se observa a simple

vista que ambos tienen impactos de escopeta en el pecho, y que a simple vista se

adivina a poca distancia.

En el interior de la finca se encuentra un par de identificaciones a nombre de

Armando Astorga-Díaz, y de Rosalba De Saracho de Astorga-Díaz…

CUARENTA Y DOS

- Llegó el indiciado.

- ¿ÉL?

- Sí.

- ÉL no estaba en Guadalajara cuando sucedió lo de Astorga-Díaz.

Page 34: Voces

  34  

- No importa, el Gobernador y el Presidente necesitan un responsable.

- Y se encontraron a este pobre infeliz.

- Ni tan pobre, ni tan infeliz, trae el Tlatol.

- ¿Y eso es malo?

- Ni malo, ni bueno. Todo depende.

- ¿De qué?

- De qué lado estés.

- ¿Y nosotros de qué lado estamos?

- Del de siempre.

- Te lo traigo.

- Sí, necesita hacer su declaración.

Page 35: Voces

  35  

Epílogo:

- "Don Francisco Tenamaztle, cacique o tatoan [sic] de la provincia de Nuchistlán y

Xalisco, beso pies y manos de Vuestra Alteza y parezco ante este Real Consejo

de las Indias en la mejor forma y manera que de derecho puedo y pidiendo justicia

digo contando la sola verdad que, como ya Vuestra Alteza consta, yo he sido

enviado a estos reynos de Castilla por el Visorey de la Nueva España don Luis de

Velasco, preso y desterrado; solo, desposeído de mi Estado y Señorío y de mi

mujer e hijos, con suma pobreza, sed y hambre y extrema necesidad, por mar y

por tierra, padeciendo muchas injurias y afrentas y persecuciones de muchas

personas y con otros muchos y graves trabajos y peligros de mi vida..."2

"..Y yo, el dicho don Francisco, viendo que inhumanamente, a los nueve caciques

juntos, sin justicia, hallándolos en sus casas y tierras seguros, habían ahorcado, y

muchos e innumerables de mis vasallos habían perecido, no quedando dellos de

todos los vecinos de aquel reino una de ciento partes, no habiendo justicia ni

remedio de haberla, ni persona a quien nos quejar, y a quien pedirla, porque todos

eran y son nuestros enemigos capitales porque todos nos roban y afligían y

oprimían y tiranizaban, como hoy en este día lo hacen, acordé también huir con la

poca gente que me quedaba, por salvar a ellos y a mí, como de ley natural era

obligado, porque si no huyera yo también, con la misma injusticia y crueldad fuera

ahorcado..."

TERMINA

                                                                                                               2  Ibíd.    

Page 36: Voces

  36  

Allá estoy

Page 37: Voces

  37  

UNO

Luzquesenmarañaenlosparpados. Secalaboca. Luzquelas ti ma. Duel e lacabe za.

Luzque las tima. Tejidodetalle. Teji dodeta lle. Bocase ca. Luzdestello. ¿Luz?

Duele algo. Grito ahogado en la memoria. Grito que no está. Grito fantasma. Grito.

¿Quéesesoqueduerme en el teji do? Secalaboca. Duele algono sedonde.

Luegounolordealcohol. Deantisépticoseco. Unaturbadehieloen la

nar

nar

nariz.

Calor en los dedos, en los párpados, en la espalda, en los oídos, en la cara, calor

en la cara. ¿qué es la cara? Temblor en los párpados, temblor. Temblor. Calor que

tiembla pesando en los músculos. Temblor. ¿Dolor? Algo duele pero no está.

¿Qué existo?¿Qué es dolor? ¿Cómo llegué a sentir lo que siento? ¿Quién es ese

que me precede y no conozco? ¿Qué son las palabras? ¿Quién soy? ¿Qué es eso

que me sostiene y no soy yo?

¿Qué son las palabras?

Algo me lleva a la inconsciencia, pero no soy yo que no sé quien soy, sino otro,

que no sabe quién es.

Oscuridad. Mejor.

Silencio.

Page 38: Voces

  38  

Ungritounaluz.

Unasombraunapunzada.

Dolorenelcentrodetodo.

Lucesdecoloresbailando.

Gritosaguaenlacara.

Golpegolpegolpe.

Duelenlasmanos.

Ya sé.

No. No. No.

Es un hospital, y yo soy quien no quiero ser.

No quiero ser ese.

no.

Page 39: Voces

  39  

DOS

Llegó y nadie se dio cuenta. Tiene el gesto perdido en la cara, la mirada puesta en

algo que no está en este mundo. La barba sucia, una bata de hospital. Sube la

pendiente, cae y se ensucia los pantalones, que están hechos para otro lugar, son

de lino, de su mano cuelga un saco. Se sienta al lado de la vía, cerca de un viejo

con muletas, y un muchacho que habla solo.

Muchacho: Le digo que no, que si estuviera aquí, sí, pero no está. Que no

moleste. Que se vaya, que nada tiene qué hacer acá. Si ya vio lo que tenía que

ver que se vaya. Porqué está aquí. Siempre se aparece, me habla, me distrae, a

veces me hace enojar, le grito y se burla. Y se queda. Sin estar todo, sólo la

presencia, no el cuerpo, sólo la presencia y eso es lo que molesta. No deja que se

oiga el Monstruo, no deja…

Los ve y les sonríe fugazmente, como pidiendo permiso. A lo lejos se escucha el

tren, más cerca el tránsito. Un perro que ladra. Una cumbia rompe el ritmo de las

cosas, pasa, sólo pasa y devuelve la parsimonia a los personajes.

Muchacho: Me dice cosas que no entiendo porqué las dice. Me provoca, me dice

algo sobre mi madre, no la conocí, le respondo, pero insiste en hablarme de ella.

Me dice que me abandonó porque no me quería, no me conoció, no tuvo tiempo

de quererme, odiarme o cualquier otra cosa. Estás equivocado porque no existes,

Page 40: Voces

  40  

y crees que vas a conocer el mundo ¡idiota! EL Monstruo puede matarte, y tú tan

flor en el jardín, tan nube sentada, como si las hojas no tuvieran árboles…

TRES

Viejo: ¿Y tú?

Gonzalo: ¿Yo?

Viejo: Tú.

Gonzalo: No sé…

Viejo: Los hombres no lloran.

Gonzalo: No soy un hombre.

Viejo: Estás muy feo, y muy barbón para ser vieja.

Gonzalo: ¿Quién soy?

Viejo: Aparte de pendejo, ignorante.

Gonzalo: No quiero ser ese del que me acuerdo a veces.

Viejo: No lo seas. Uno es lo que hace. No llores, aquí no sirve de nada llorar.

No llores.

Muchacho: Allá me voy, me voy allá para ver qué. Donde no se oiga al Monstruo

respirar…

Viejo: ¡Que no llores! ¡Si vas a llorar te vas a chingar a tu madre muy lejos, aquí no

sirve de nada! Pendejo. Muchacho, hazte para acá, deja al chillón mojar sus penas

en su cobardía.

Muchacho: ¿A quién? ¿Quién me habla? ¿Mamá?

Page 41: Voces

  41  

Viejo: Estamos jodidos: uno pendejo y el otro también. Bien harían si se le

avientan al tren ahorita que pase, el mundo ya tiene bastantes pendejos

caminando por ahí, para que tenga que cargar con otros dos que ni siquiera saben

el peso de su sombra, jijos de la chingada.

Gonzalo: Una luz.

Viejo: Como muchas otras, eso no ayuda, luces hay muchas, pero no todas

alumbran.

Gonzalo: Una luz y una mano.

Viejo: ¿Ya te acordaste quien eres? aquí los lamentos están escurridos por todas

partes, ya no necesitamos que les chilles.

Gonzalo: La mano abre.

Viejo: Abre… ¿qué?

Gonzalo: La mano… abre.

Viejo: Aquí el tiempo sí corre, da hambre, sueño, frío, igual terminamos

ignorándolos, pero aquí el tiempo sí corre. Vete para allá, no nos vayas a enfermar

de tú parálisis.

Gonzalo: La mano abrió…

Muchacho: Me dice que hay una olla allá donde terminan las vías, que es una olla

de frijoles, y que los frijoles siempre están calientes y nunca se acaban. Y hay

tequila para los que les gusta el trago.

Viejo: Pues que vaya su chingada madre por ellos, yo no puedo con estas

chingadas piernas que un día ya no respondieron cuando les pregunté que para

donde íbamos.

Page 42: Voces

  42  

Muchacho: Me dice que tenga cuidado si me voy, porque si me voy quien sabe y si

retache, porque cuando uno se va, pues se va. Y allá, puede estar...

Gonzalo: Y la mano tiembla cuando ve eso…

Viejo: Aquí me van a hallar con este par de pendejos. Viejo, tullido y de pilmama

de pendejos. Chingue a su madre dios, haya o no haya.

CUATRO

La Ciudad es como una casa, dividida por áreas, hay un espacio para recibir a los

visitantes, un espacio para habitar, otro para proveerse de alimentos, uno más

para guardar todo eso que ya no sirve, otro para tirar los desechos.

La Ciudad es una caja enorme, un cúmulo de cúmulos, una madeja de ínsulas,

territorios enganchados por el deseo, el miedo, el capricho, la ambición, la

necesidad. Islas distantes una de la otra, separadas por banquetas

inconmensurables de 16 metros.

La Ciudad como novia

La ciudad como madre

La ciudad como sombra

La ciudad como perra

La ciudad en medio de todos

La ciudad en ropa interior

La ciudad como amante

La ciudad como rata

Page 43: Voces

  43  

La ciudad como hermana

La ciudad alrededor de todos

La ciudad como marido

Esa ciudad que da vida para irla quitando

Esa ciudad que es

Esta ciudad que ya no es

Esa ciudad

Aquella ciudad

Una ciudad

La ciudad

Su ciudad

Nuestra ciudad

Mi ciudad.

Y yo como ciego, con el hambre como lazarillo, el coraje como brújula, pero

perdido en una banqueta.

CINCO

Viejo: ¿Tienes hambre?

Gonzalo: No.

Page 44: Voces

  44  

Viejo: Tienes cara de hambre.

Gonzalo: No tengo hambre…

Muchacho: Allá había una cabeza enterrada, se le escapó el cuerpo, porque vi las

manos allá tiradas en las vías que están junto a las fábricas. No, no me digas

nada, yo nomás vi las manos, no les pregunté qué hacían tan lejos de su cabeza.

Mira, esos de allá hablan entre ellos. No tienen uno como tú.

Gonzalo: ¿Qué es hambre?

Viejo: Es algo que se siente… no se puede decir qué es… nomás se siente. No

me pongo a pensar pendejadas. El hambre está ahí, y ya…

Tengo dos panes que me dieron ayer.

Tú no hablas con uno cabrón meco, pero sí pides de comer, nomás hay dos, y uno

es para el catrín este. Tú puedes conseguir más, este no le da lástima a nadie, y

tú sí. Toma.

Gonzalo: Gracias.

Viejo: No que no tenías hambre.

Muchacho: En la casa donde nadie vive, la casa grande esa de allá, tiene muertos

que caminan. ¿Vamos a verlos? Vamos.

Viejo: Muchacho, jijo de la chingada, lo que es tener suerte… nomás vive, nomás

anda por ahí, ni se preocupa por comer, cuando le da hambre nomás abre la

mano, y le dan.

Gonzalo: La mano… la luz… y ahí están.

Page 45: Voces

  45  

Viejo: ¡Quién está, chingada madre! ¿Quién? ¡Me tienes harto con tanto pinche

misterio! ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?

Gonzalo: Ellos… ellos… están, pero ya no están, se fueron, sólo quedan ellos,

pero ellos ya no están.

Viejo: No estoy para adivinanzas. Vete a chingar a tu madre. Quédate sin tragar,

yo sí tengo hambre.

Gonzalo: Ellos.

Viejo: Vente, vamos al mercado.

SEIS

Uno: Pásamelo.

Dos: Pero por la cola.

Uno: Échame de menos.

Dos: Techo blanco es el de mi casa.

Uno: Te doy miedo.

Dos: El de atrás paga.

Uno: A travieso no me ganas.

Dos: Atravieso por detrás, de lado no quepo.

Uno: Helado te voy a dejar, pinche chupirul.

Dos: Hazme el favor de seguir mamando.

Uno: ¡Ya, güey, avienta el pinche costal, que la pinche vieja esa ya está chingando

otra vez, que no trabajamos, que nomás nos hacemos pendejos…

Dos: Cáchalo.

Page 46: Voces

  46  

Uno: ¡Quihubo, pinche Santoclos!

Viejo: Acámbaro de este Laredo, pinche Chavocho.

Uno: ¡Chupirul! ¡Aviéntame la bolsa esa!

Dos: Ahí te va esta.

Uno: La de atrás no, ya desayuné.

Viejo: Ustedes van a acabar de maridas.

Dos: Ya quisiera este puto, es mucha salchicha para su dogo.

Uno: ¿Y este pinche catrín?

Viejo: Ahí apareció, nomás.

Uno: ¿Quién es?

Viejo: Sabe.

Dos: Ahí te llevo con el pantaloncito blanco de tu novio, pinche Santoclos.

Viejo: De blanco tienes el yoyo embarrado, pinche chupirul.

Dos: ¿Y tú qué pedo?

Gonzalo: No sé.

Uno: ¿De dónde vienes?

Gonzalo: No sé.

Viejo: Ahí nomás apareció.

Dos: ¿Tienes hambre?

Gonzalo: No sé.

Dos: Cuando tengas, cómete esta.

Gonzalo: Gracias.

Viejo: Ya, pinche chupirul, es amnésico, o alguna pendejada así. Tiene una

semana sin saber dónde, cómo, y a qué horas.

Page 47: Voces

  47  

Dos: Se escaparía de un manicomio.

Viejo: No, el pantalón es fino, es de lino, una tela muy cara.

Uno: Pues tú eras sastre, ¿verdad pinche Santoclos?

Dos: Pues que me haga de frijol un saco.

Gonzalo: ¡Está en el saco, en el saco!

Dos: ¿Y este cabrón?

Uno: Pinche loco.

Viejo: A ver si vuelve… ahí los veo, lo voy a esperar allá en las vías.

Uno: Tú bolsa.

Viejo: Gracias

SIETE

Rebeca: Cuca, saca la ropa del enjuague y la tiendes. Monchi, tu vete al pozo a

traer agua, no te vayas por las vías porque ahí andan los mariguanos esos que le

roban a los hondureños. No se vayan a tardar, porque voy a servir la comida.

Monchi: ¿Qué vamos a comer?

Rebeca: No empieces, vamos a comer lo que haya.

Monchi: Chido, huevos y frijoles.

Rebeca: Lo que haya. Necesito agua, Ramón.

Cuca: Ya está tendida la ropa.

Monchi: ¿Entonces?

Rebeca: Entonces vamos a comer lo que haya… o lo que tú traigas…

Monchi: Bueno…

Rebeca: Necesito el agua, Ramón.

Page 48: Voces

  48  

Monchi: Ni madres, tú quieres que traiga algo de comer, y voy a traer algo de

comer.

Rebeca: Ramón…

Monchi: Quítate.

Rebeca: ¡Ramón!

Page 49: Voces

  49  

OCHO

Viejo: Mira, meco, están asaltando a uno allá. ¿Lo alcanzas a ver?

Muchacho: ¿Por qué el aire tiene espinas, a veces? No las sientes… Te hablo…

¿En dónde estás? Espinas… ¿Por qué tiene espinas, a veces? Siéntelas.

Viejo: Es por demás contigo. Le sacó un filero al güey, ahora lo amenaza, le grita,

el cabrón ni se mueve, no levanta las manos. El chamaco lo va a picar. No.

Muchacho: ¿No sabes que es una espina?

Viejo: Se acerca al chamaco, lo mira. El chamaco lo amenaza otra vez.

Muchacho: Las espinas sirven para adornar las rosas.

Viejo: ¿Es el catrín? ¿Lo alcanzas a ver? Es el catrín, lo van a picar. Se le acerca,

ya valió madre… ya valió madre, el catrín abraza al chamaco. ¿Están llorando?

Muchacho: Pues las espinas pican porque tienen que defenderse, el aire tiene

espinas para defenderse de nosotros.

Viejo: Yo no sé porqué pierdo mi tiempo hablando con pendejos como tú.

NUEVE

Rebeca: ¿Y este señor?

Monchi: Se llama Gonzalo.

Gonzalo: Ahora sé que me llamo Gonzalo. Señora, buenas tardes.

Rebeca: Buenas tardes.

Page 50: Voces

  50  

Gonzalo: Buenas tardes.

Rebeca: ¿Qué se le ofrece? ¿Le hizo alguna travesura mí chamaco?

Gonzalo: No.

Rebeca: ¿Se queda a comer? hay poco, pero quita el hambre.

Gonzalo: Gracias.

Rebeca: ¿Cómo te encontraste al señor?

Monchi: Por ahí…

Gonzalo: Estaba perdido.

Rebeca: ¿De dónde viene?

Gonzalo: Lejos.

Rebeca: ¿Quiere tortilla?

Gonzalo: Sí, gracias.

Rebeca: ¿Cómo te encontraste al señor?

Gonzalo: Todo está muy rico.

Monchi: Nomás son huevos y frijoles.

Cuca: Es lo que hay, Ramón.

Gonzalo: Muchas gracias.

Rebeca: Mira, el señor ni se queja.

Gonzalo: No tendría porqué.

Rebeca: Disculpe si no le ofrezco más, pero ya se acabó.

Gonzalo: Ramón… mira en mí saco.

Monchi: Hay dos billetes.

Gonzalo: Ve a comprar lo que quieras.

Rebeca: No.

Page 51: Voces

  51  

Gonzalo: Es justo, me terminé su comida.

Monchi: Voy corriendo, vamos Cuca.

DIEZ

Viejo: ¿Ya hablas?

Gonzalo: Ya hablaba, pero no decía nada.

Viejo: No serás el único.

Gonzalo: Dime, pues…

Viejo: Pues vienen de todas partes, de Oaxaca, de Guerrero, de Tamaulipas, de

Michoacán, de ninguna parte, pero de todos lados.

Gonzalo: ¿Por qué aquí?

Viejo: Porque no les queda de otra.

Gonzalo: ¿Se quedan?

Viejo: Otros van de paso.

Gonzalo: A Estados Unidos.

Viejo: O al norte.

Gonzalo: ¿Y tú?

Viejo: Bien, gracias.

Gonzalo: Ya sabes qué te pregunto.

Viejo: No te voy a decir nada, mi historia es mía, no es para andársela diciendo al

primer pinche indigente catrín que se me atraviesa… No voy a ningún lado, porque

de todas partes no se hace una medianamente decente…

Page 52: Voces

  52  

Gonzalo: ¿Y él?

Viejo: Aquí apareció un día. No, no le tangas lástima, come, y come muy bien, de

los loquitos siempre se apiada la gente, es como un perro, pero habla, y caga, y

cómo caga…

Gonzalo: Son muchas familias…

Viejo: Desde aquí a donde la vista no te alcanza, y cada vez son más, porque

ahora llegan los Hondureños, los Guatemaltecos y los Salvadoreños de pasada…

Gonzalo: Conocí a unos…

Viejo: A los del mocoso ese que te quiso asaltar… sí.

Gonzalo: No me quiso asaltar…

Viejo: O robar, como quieras llamarle.

Gonzalo: Son familias con mucha necesidad.

Viejo: Son medio paisanos y medio parientes de éste, les quitaron sus tierras para

hacer cabañas en el cerro.

Gonzalo: ¿Qué le pasó?

Viejo: Habla solo porque le pegaron, lo dejaron mal.

Gonzalo: ¿Quién?

Viejo: Los de siempre. No te hagas, pendejo… todos sabemos quien.

Gonzalo: No sé.

Viejo: Tú gente. Porque ya hablando en plata, ese pantalón, ese saco, los

zapatos… no te los compras en cualquier lado. Detrás del pantalón, del saco, de

los zapatos, está la locura de este pendejo, la expulsión de esa gente…

Gonzalo: Te equivocas.

Viejo: Como te gusta hacerte pendejo.

Page 53: Voces

  53  

Gonzalo: Tú no sabes.

Viejo: No sé, pero con lo que veo me basta. ¿Qué haces aquí?

Gonzalo: Nada.

Viejo: Nada… Me vas a decir ahora que nomás llegaste por casualidad.

Gonzalo: No te importa.

Viejo: Pues a chingar a tu madre, pinche roto de mierda.

Gonzalo: Tú no sabes.

Viejo: Y eso me hace ignorante, pero no pendejo.

ONCE

Rebeca: Hay que acomodar los costales en el patio.

Cuca: ¿Acomodamos los botes adentro?

Rebeca: Pues, sí.

Cuca: Monchis trae las cajas.

Rebeca: Cuando llegue que las ponga aquí.

Cuca: ¿Cuánto le calculas?

Rebeca: Unos doscientos pesos.

Cuca: ¿Tan poquito?

Rebeca: Y creo que ni eso.

Cuca: ¿Y si vamos al mercado?

Rebeca: No, capaz que esos cabrones piensan que los estamos provocando.

Cuca: No, mejor así.

Page 54: Voces

  54  

Rebeca: Voy por la carretilla, cuando llegue el Monchi vayan juntando todo acá,

para llevarlo de una vez.

DOCE

Monchi: Gracias.

Gonzalo: De nada. ¿Porqué te agarraron, por robar?

Monchi: Te agarran por cualquier cosa, traen placa. Pero no por robar.

Gonzalo: ¿Luego?

Monchi: Traemos pedos con ellos.

Gonzalo: ¿Qué?

Monchi: Quieren que nomás el sindicato esté metido en el basurero, y les pagan

para que nos chinguen.

Gonzalo: ¿Los policías?

Monchi: El sindicato les pasa una lana a los policías, y ellos se encargan de

chingarnos todo el tiempo.

Gonzalo: ¿Por qué no buscan otro trabajo?

Monchi: Es lo que sabemos hacer, y lo hacemos bien. ¿Qué harían allá si nosotros

no recogemos su basura, y la separamos? Ustedes no lo van a hacer.

¿Por qué?

Gonzalo: Creo que se vuelve invisible la basura para nosotros.

Monchi: No, ¿por qué estás aquí? ¿Eres narco? ¿Andas corriendo?

Page 55: Voces

  55  

Gonzalo: No.

Monchi: ¿Qué?

Gonzalo: Te ayudo a llevar eso, es muy pesado para tú madre.

TRECE

El tren pita fuerte, se acerca.

Gonzalo: Pero ahí, ¿qué?

Viejo: Ahí pasa todo.

Gonzalo: No veo nada.

Viejo: No ves porque no quieres ver.

Gonzalo: Quiero ver y no puedo.

Viejo: Entonces no quieres ver nada.

Gonzalo: Nunca he sido hombre de fe, pero allá no hay nada, y no puede haber

nada.

Viejo: No es cuestión de fe, la fe es otra cosa.

Gonzalo: ¿Qué?

Viejo: No sé, pero es otra cosa, que nada tiene que ver con todo lo que pasa allá.

Gonzalo: ¿Vamos?

Viejo: No.

Page 56: Voces

  56  

Gonzalo: ¿Porqué?

Viejo: Porque no me gusta lo que pasa allá.

Gonzalo: ¿Y lo que pasa aquí?

Viejo: Tampoco. Pero no hay escapatoria, así que prefiero no fatigarme

escapando de lo inevitable.

Gonzalo: Un día te voy a entender.

Viejo: No me importa, yo no te entiendo nada y puedo vivir.

Gonzalo: Me voy.

Viejo: Ten cuidado.

Gonzalo: ¿Con qué?

Viejo: Contigo, no eres muy confiable.

Gonzalo: No.

CATORCE

Muchacho: El Monstruo está enojado, no está bien, quiere sangre, quiere nuestra

piel colgada, el Monstruo quiere nuestra palabra secándose al sol… el Monstruo

quiere matarnos uno a uno y poco a poco. El Monstruo tiene manos suaves y

huele a perfume, el Monstruo sabe matar. El Monstruo siempre estuvo ahí, y lo

dejamos llegar, el Monstruo sedujo a quienes tenían que cuidarnos, y ahora nos

ahoga a todos, el Monstruo quiere nuestros ojos. Quiere nuestra palabra, no

vamos a dejar que nos la quite, ya es tiempo, ya es: él o nosotros. Él o nosotros:

Monstruo, o tú o yo…

Page 57: Voces

  57  

QUINCE

Rebeca: Me la agarraron en la calle, solita. Ella no le hacía nada a nadie. Llevaba

su costal de latas a vender porque quería comprarse su pintalabios ahora para su

cumpleaños. Iba a cumplir quince. Ella sabía que no iba a tener fiesta. Que las

fiestas para nosotros no existen. Y le dije que ya se podía pintar. Y me dijo…

Cuca: Mamá, no te agüites. Me voy a comprar el pintalabios ese, el colorado

fuerte, y con eso tengo. ¿Cuándo hemos necesitado fiestas? No, no llores.

Rebeca: Me la agarraron en la calle.

Monchi: ¡Voy a matarlos, voy a matarlos a los hijos de su puta madre!

Rebeca: Llevaba su costal de latas…

Muchacho: El Monstruo está enojado, no está bien, quiere sangre, quiere nuestra

piel colgada, el Monstruo quiere nuestra palabra secándose al sol…

Gonzalo: ¿Por qué?

Rebeca: Iba a comprar su pintalabios colorado…

Viejo: ¿Y vamos a creer que la policía no sabe nada?

Gonzalo: No entiendo.

Monchi: ¡Se van a morir, culeros, se van a morir!

Rebeca: Le había comprado un vestidito para que lo estrenara, íbamos ir al centro

a comer nieves, ella nomás quería su pintalabios colorado…

Viejo: Esa gente no nos quiere aquí.

Gonzalo: ¿Por qué?

Page 58: Voces

  58  

Rebeca: … su pintalabios colorado…

Viejo: Estás muchacha, Rebeca, no estás tan vieja, en una de esas puedes tener

otra Cuquita…

Muchacho: El Monstruo lo criamos entre todos…

DIESCISEIS

Gonzalo: Rebe...

Rebeca: Vamos a dejarla al pueblo, y si se acomodan las cosas en una de esas ya

nos quedamos allá, igual y aquí no tenemos nada, allá tampoco, pero está la

tierra, nuestros muertos…

Gonzalo: Rebe. Tiene que ir a la policía.

Rebeca: Usted no entiende nada ¿verdad?

Gonzalo: No.

Rebeca: Disculpa. Perdón, disculpe.

Gonzalo: Tutéame, total, el traje ya se rompió, estoy jodido…

Rebeca: Como nosotros…

Gonzalo: No quise decir eso…

Rebeca: ¿Pero, no es obvio?

¿Por qué?

Gonzalo: ¿Por qué estoy aquí? Me lo pregunta a cada rato el Monchi.

Rebeca: ¿Y qué respondes?

Page 59: Voces

  59  

Gonzalo: Que me trajo la suerte.

Rebeca: ¿Por qué no te vas?

Gonzalo: ¿Por qué te resistes?

Rebeca: No soy mujer para ti.

Gonzalo: Mírame, Rebeca. Mírame.

Rebeca: ¿Qué piensas? ¿Porqué me ves así?

Gonzalo: Pensaba…

DIESCISIETE

La mano abre. Gira el picaporte. Una gotita de sangre. Una mancha en la pared.

Me pego en la mesa, me tropiezo, rompo el vidrio, entro a la recámara… No…

no… no…

DIECOCHO

En la recámara principal el cadáver de una femenina de aparentemente treinta y

cinco años, en posición de decúbito ventral, con dos perforaciones de arma de

fuego en la frente, en medio de una mancha hemática con una superficie de

sesenta y nueve centímetros de diámetro, mirando hacia el oriente de la finca.

Page 60: Voces

  60  

En la recámara secundaria encontramos dos cuerpos, de dos menores femeninas,

de aproximadamente seis y tres años, con impactos de arma de fuego en la nuca,

hechos al parecer a corta distancia.

En la entrada de la recámara de las menores, un masculino de aproximadamente

treinta y ocho años, mira la escena del crimen sin decir nada. Al preguntársele su

nombre, su relación con las víctimas, no responde. Por las fotografías que se

encuentran repartidas por las paredes del domicilio se presume que el masculino

es el padre de las menores, y el cónyuge de la femenina.

Se procede a su aseguramiento, encontrando resistencia física moderada, por sus

credenciales se le identifica temporalmente, hasta su confirmación, como Gonzalo

Guerrero Aroca, Abogado. Al practicársele varias pruebas resuelta negativo a la

prueba de radisonato de sodio, por lo que no se presume responsabilidad alguna

en el deceso de las víctimas.

El perito, la Médico Siquiatra María Cervantes Rubio diagnostica a dicho paciente

en estado de catatonia nerviosa, como consecuencia de los hechos en los que

perdió a su familia.

Se da vista al C. Agente del Ministerio Público para su localización y custodia,

pues abandonó el hospital en el que estaba a resguardo, ya que por las

circunstancias en las que perdió la vida su familia se presume que podría

encontrarse en peligro.

Page 61: Voces

  61  

DIECINUEVE

Gonzalo: ¿Has probado la sopa de cebolla?

Viejo: No.

Gonzalo: Te estás perdiendo la vida en este pedazo de infierno.

Viejo: No está mal. Ese perro que ladra…

Gonzalo: ¿Qué?

Viejo: Nada, sólo me molesta, no me gustan los perros, ojalá no existieran los

malditos perros, sólo saben babear y treparse a tus piernas, son zalameros y

estúpidos.

Gonzalo: ¿Porqué no has probado la sopa de cebolla?

Viejo: No quiero.

Gonzalo: Te apuesto que todo mundo quisiera probar la sopa de cebolla.

Viejo: Yo no.

Gonzalo: ¿Tú qué quieres?

Viejo: Oír cumbia.

Gonzalo: ¿Como esa?

Viejo: No.

Gonzalo: Te vas a morir un día aquí, van a encontrar tu cadáver al pie de la vía, y

ni el imbécil ese que habla solo te va a llorar. Nunca vas a probar la sopa de

cebolla y tal vez jamás te subas a un avión. Eres una miserable sobra humana,

una falla de la naturaleza. ¿Lo sabes?

Viejo: Mala cumbia.

Gonzalo: ¿Lo sabes?

Page 62: Voces

  62  

Viejo: Mala…

Gonzalo: El imbécil es el meco…

Viejo: No.

Gonzalo: Estás jodido.

Viejo: Sí.

Gonzalo: Nunca probarás la sopa de cebolla, ni te subirás a un avión, ni tomarás

un Rioja, o un Burdeos, ni te acostarás con una mujer que huela a limpio y tenga

la piel suave.

Viejo: Seguro no.

Gonzalo: No tienes casa, no tienes quien cocine para ti, ni un ejercito de idiotas

detrás de ti ansiosos de complacerte, ni un hijo que te orine encima, o una amante

joven.

Viejo: No.

Gonzalo: Tengo una pistola, fui a la que era mí casa por ella. Y ahora la tengo.

Viejo: ¿Cuántos tiros quieres y en donde?

Gonzalo: En la frente, después puedes agarrar mi cartera y comprar comida.

Viejo: No quiero nada. Buena suerte, y ojalá tengas los pantalones para jalar el

gatillo, esos de lino nomás son de adorno. No llores, y haz lo que tengas qué

hacer.

Page 63: Voces

  63  

VEINTE

Gonzalo: Rebeca.

Rebeca: ¿Qué?

Gonzalo: Ya se quien soy.

Rebeca: ¿Te vas?

Gonzalo: Me gustas.

Rebeca: Tú a mi no.

Gonzalo: No importa, ya se quien soy y sé que puedo hacer, sé que puedo

enamorarte si quiero.

Rebeca: ¿Y quieres?

Gonzalo: Ya empecé.

Rebeca: Y no lo haces mal.

Gonzalo: Acomoda la cama para dos, Ramón ya tiene padre.

Rebeca: Ojalá no te arrepientas.

Gonzalo: Los que se van a arrepentir son los que mataron a Cuca.

VEINTIUNO

Muchacho: Tú no conoces al Monstruo. Tú no sabes de qué pata cojea. El

Monstruo es rojo, pero es verde. Me molesta, se aparece y dice cosas, está ahí,

no nos deja, no nos deja. Pero ahora se le cayó un brazo, y ese brazo se llama

Gonzalo Guerrero.

Page 64: Voces

  64  

VEINTIDOS

Gonzalo: Bueno… sí, yo soy…

Efectivamente Ángel, estoy de vuelta… ¿Del otro lado?

Sí, creo que sí. No nos hagamos pendejos, Ángel, la empresa es la que los quiere

fuera del basurero, no el sindicato, el sindicato va a hacer lo que la empresa

quiera. La empresa quiere todo.

No, no les conviene, nadie va a trabajarle a la empresa doce horas por esa

miseria.

No se van a ir de ahí… no van a dejar de trabajar ahí, el basurero es Municipal…

No Ángel, no estoy del lado equivocado, cuando mataron a mí familia por su culpa,

sabía que estaba en donde no me correspondía.

Como quieras, nos vemos en el Juzgado.

No, creo que no tengo tiempo de ir a comer con ustedes… ni por los viejos

tiempos.

Sí, Ángel, a ver de a como nos toca…

Page 65: Voces

  65  

VEINTITRES

Monchi: Nos vamos.

Rebeca: Déjame salir, voy a buscar a Gonzalo.

Monchi: Amá, vámonos.

Rebeca: ¡No! Este pinche basurero ya me quitó una hija, y no me va a quitar a mi

hombre.

Monchi: Nos tenemos que ir. Ya se oyen los carros de la policía. ¿A dónde vas?

¡Mamá!

VEINTICUATRO

Muchacho: Monstruo enojado, no está bien, quiere sangre, quiere nuestra piel

colgada, el Monstruo quiere nuestra palabra secándose al sol… Monstruo quiere

matarnos uno a uno y poco a poco. Monstruo tiene manos suaves y huele a

perfume, el Monstruo sabe matar. Monstruo siempre estuvo ahí, y lo dejamos

llegar, Monstruo sedujo a quienes tenían que cuidarnos, y ahora nos ahoga a

todos, el Monstruo quiere nuestros ojos. Quiere nuestra palabra, no vamos a dejar

que nos la quite, ya es tiempo, ya es: él o nosotros. Él o nosotros: Monstruo, o tú o

yo…

El Monstruo tiene sed

El Monstruo tiene sed

El Monstruo tiene sed

Page 66: Voces

  66  

VEINTICINCO

Viejo: No se van a detener.

Gonzalo: Tienen que parar, tengo un amparo.

Viejo: Y de qué sirve ese pinche papel.

Gonzalo: Si levantan a esta gente, si les tocan un pelo… es desacato, y esto nos

serviría para hacer escándalo, y hasta podemos tumbar al Fiscal General.

Viejo: No vale madres… Mira por donde se pasan tu amparo.

Gonzalo: ¡Comandante, sabe usted que incurre en desacato si rompe esa línea!

Viejo: Suena esa madre, el celular…

Bueno… Ángel, ya te dije…no hay forma de negociar nada… ¿Qué? Déjalos, ellos

no te hicieron nada, ya me quitaron una familia…

….

Ángel, déjalos…

Viejo: Haz lo que tengas qué hacer…

Gonzalo: Vámonos, dile a la gente que nos vamos. Que corran.

Page 67: Voces

  67  

VEINTISEIS

Muchacho: El Monstruo siempre estuvo ahí, y lo dejamos llegar, el

Monstruo sedujo a quienes tenían que cuidarnos, y ahora nos ahoga a

todos, el Monstruo quiere nuestros ojos. Quiere nuestra palabra, no vamos

a dejar que nos la quite, ya es tiempo, ya es: él o nosotros. Él o nosotros:

Monstruo, o tú o yo…

El Monstruo tiene sed

El Monstruo tiene sed

El Monstruo tiene sed

TERMINA

Page 68: Voces

  68  

El sueño de los justos

Page 69: Voces

  69  

UNO Había un llano. Había sangre. Había árboles. Había sombras, tantas sombras que el cielo se oscurecía con ellas. Había una astilla enorme que me salía del pecho. Había ratas. Había mujeres caminando, sólo caminando. Había tantas bocas abiertas y tanto humo, que parecía que querían tragar humo porque no había otra cosa. Estabas lejos, estabas muy lejos, yo sabía que allá estarías mejor, pero no quería que te fueras. Dos gatos salieron de mis ojos, rabiosos y desaforados, corrían a ningún lado, se estrellaban en las paredes. Había piedras. Había lodo. Había muñones. Había rostros fuera de la cabeza. Había cabezas. Había miradas. Había ojos. Había víboras. Había polvo. Había polvo. Había polvo…

Page 70: Voces

  70  

Mary Ann.- Es un sueño, Ramón, es sólo un sueño. Vamos mañana al teatro, te va a hacer bien estar ahí. Ramón.- ¿De veras? La verdad es que es un lugar que me da un poco de miedo, con esos fantasmas vivos que aparecen a la primera mirada del otro para llorar lo que no pudieron hacer mientras estuvieron en la realidad, esa especie de maldición de repetir y repetir los errores, porque de los errores deben aprender los que miran. Mary Ann.- Pero también hay héroes… Ramón.- Esos son los peores, tú me lo dijiste el otro día, cuando terminaste de leer la tragedia esa… los héroes son una calamidad necesaria, los más grande y lo más bajo de la sociedad. Mary Ann.- No digas eso, tú eres… Ramón.- No, yo soy un servidor de la gente… Mary Ann.- Libraste a la gente de ese sucio de Lozada. Ramón.- No estoy tan seguro de haber sido yo. No me digas eso. No es algo de lo que me sienta orgulloso. Mary Ann.- Vamos al teatro… Ramón.- ¿Y si todo es teatro? Mary Ann.- Como en Calderón… El gran teatro del mundo. Ramón.- No lo he leído. Mary Ann.- Date un tiempo, necesitas descanso, si no quieres ir al teatro, lee el gran teatro del mundo, u otra cosa, distráete. Ramón.- ¿Y si así es? Mary Ann.- ¿Qué? Ramón.- Que todos somos personajes… Mary Ann.- Es normal. Ramón.- A mi me enfría la sangre… porque entonces ¿qué son los sueños? Mary Ann.- No sé. No lo he pensado.

Page 71: Voces

  71  

Ramón.- Los sueños serían la realidad. Mary Ann.- La vida es sueño, también de Calderón. Ramón.- ¿Tenemos el libro? Mary Ann.- No, pero podemos encargarlo a la capital. Ramón.- La vida es sueño, y está lejos… Mary Ann.- No digas eso, Ramón. Ramón.- Manda a alguien a decir que nos preparen el palco, tienes razón, necesito estar en otra parte, vamos al teatro mañana. Mary Ann.- En el teatro vas a estar mejor.

DOS - Llegaron por ahí, por el cerro. Eran muchos más de cien. Casi los doscientos, o más. El Tigre andaba a las carreras gritando ordenes. Y la gente lo oía, y le hacía caso. Yo ahí con el pendiente de los muchachos, que a dónde los mandaría el Tigre, porque eran dos, y él siempre dejaba a uno al frente y otro atrás, por si uno se iba, podía quedarse el otro para uno. Y cuando llegaron ni tiempo nos dieron. Luego, luego los cañonazos y la corredera. Caían muertos por puños. Ni podía uno resollar de lo rápido que era todo: la balacera, los gritos, los truenos de los cañones. Yo ya mejor ni quise ver. A un muchacho le abrieron la panza con el cuchillo ese que traen los rifles. Al de José se lo mataron nomás por nomás, porque luego, luego les entregó la pisponera, porque le llegaron tres soldados. Pero le apuntaron a la cabeza y ya ni quise ni ver. El Tigre ya ni podía disparar, porque pues apenas ve, y ahí andaba a la grite y grite, que se juntaran otra vez, que no se desparramaran. Pero ya lo que uno quería era correr, porque venían bravos los cabrones soldados. Porque son bravos cuando ven que tienen la ventaja, porque antes hasta miedo tenían, cuando el Tigre estaba buenisano. Quien sabe, eso ya fue hace mucho, no mucho, pero uno se imagina que hace mucho para no acordarse, para que se nos olvide pronto.

TRES

Page 72: Voces

  72  

Juan.- General… Ramón.- No, Gobernador. Juan.- Disculpe, Señor Gobernador. Ramón.- ¿Cómo va todo? Juan.- Pues el norte, el problema con los indios, la gente de Colotlán se queja mucho. Ramón.- La gente de Colotlán no hace más que quejarse. Juan.- Los indios siguen enojados. Ramón.- Los indios siempre están enojados. No, disculpe usted, no dormí muy bien. ¿Qué pasa en el norte? Juan.- Lo de siempre, gavillas, levantamientos, asaltos. Ramón.- ¿Hay una guarnición ahí, no? Juan.- Sí. Ramón.- Pues dígale al Capitán que mande otros cien soldados. Para que la gente de Colotlán no se esté quejando. Lo que yo me pregunto es si en realidad tienen de qué quejarse. Si no lo hacen por costumbre. Si finalmente los indios son los que molestan, asaltan o se levantan. Juan.- No lo sé, señor. Ramón.- Porque esos pueblos fueron fundados por los españoles para eso, para quejarse, para advertir del peligro de los huicholes, son como perros guardianes, ladran a la primer provocación. ¿Qué, dije algo malo? ¿Es usted de Colotlán, de Huejuquilla, de Bolaños…? Juan.- No. Pero creo que es un poco duro lo que acaba de decir. Ramón.- Pero cierto. Y es bueno que existan, porque nos avisan de los levantamientos de cuidado. Juan.- ¿Cuándo dejarán de levantarse los indios? Ramón.- Cuando el progreso los alcance. Juan.- Se ve difícil, no son muy civilizados.

Page 73: Voces

  73  

Ramón.- Y así están bien… aunque no les haría falta un poco de educación, y de civilización. Juan.- Sí, Señor Gobernador… Ramón.- Lozada… Lozada.- General… Ramón.- Usted está muerto. Lozada.- Todos estamos muertos, general. Ramón.- No soy general ya. Lozada.- Una vez general, siempre general. Ramón.- No. Lozada.- Le habla el muchacho ese. Su secretario. Ramón.- ¿Qué quiere? Lozada.- Nomás, pasaba por aquí. Por algo no puedo llegar a Tepic. Por algo. Camino toda la noche y siempre termino acá, en su oficina. Ramón.- Siga su camino. Lozada.- ¿Se asusta, general? Ramón.- No. Lozada.- Le habla el muchacho… tenemos tiempo, yo acá ando. Viendo hartas cosas, como estas… Ramón.- No me toque… Juan.- Señor Gobernador… ¡General! Ramón.- ¡No soy General! Juan.- Disculpe, Señor Gobernador. Ramón.- ¿De qué hablábamos? Juan.- Del progreso y los indios.

Page 74: Voces

  74  

Ramón.- Ya los alcanzarán las presas, las minas, los teléfonos y los aviones, las enfermedades… Juan.- ¿Aviones? Ramón.- ¿Aviones? Juan.- Dijo: aviones. Ramón.- ¿Yo? Juan.- Lo acaba de decir. Ramón.- Lo imaginaría, no conozco esa palabra. Juan.- Tiene reunión con los ganaderos de Autlán. Ramón.- ¿Se siguen muriendo las vacas? Juan.- Sí, señor, están perdiendo mucho dinero. Ramón.- Y súmele las lluvias en Los Altos, la inundación de Teocaltiche… Juan.- Sólo nos faltaría un levantamiento de indios. Ramón.- Vamos a la reunión, traiga con qué anotar. Y, por favor, deje de meter a los indios en cosas serias.

CUATRO - Por ahí se fueron. Estábamos tan ocupados poniendo en regla a estos cabrones que los demás se nos fueron. No va a pasar mucho tiempo. Tarde o temprano caen porque son vengativos y cabrones, y van a venir por nosotros. O ellos o sus hijos, porque no olvidan. Se les ve en los ojos, esa gente no sabe olvidar. No se acuerdan de qué, pero no olvidan, hasta que se acuerdan, y entonces sí… Y no se van por miedo, se van por que saben que si no lo hacen pronto van a tardar en volver. Son como la plaga de los fresnos, aferrada y dañera. Yo les dije a mis muchachos que no los siguieran, porque se iban a meter en la sierra, y ahí está más difícil sacarlos. Que se queden ahí, que ese es su lugar. Y mientras no vengan a Guadalajara, mejor. Ya vendrán, y entonces nos desquitaremos. No los sigan, que ellos vengan, porque les va a dar hambre, y a veces el hambre es más fuerte que el orgullo.

Page 75: Voces

  75  

CINCO

Ramón.- Juan, encárguese de que haya condonación de impuestos para los ganaderos de Autlán, redácteme una carta para el Tesorero en este momento, para poder firmarla. Juan.- Su palco está listo para mañana. Ramón.- Gracias. Juan.- La carroza estará a las seis ya lista para recogerlo. Ramón.- Gracias. Juan.- ¿Se le ofrece algo más, señor? Ramón.- No, gracias, no se le olvide la carta. Juan.- En un momento la tengo lista. (…) Ramón.- Juan… Juan… ¿Puede venir? Hemos estado juntos en las condiciones más complejas, en la guerra hay un hermanamiento extraño, pero hermanamiento al fin… Le tengo una confianza casi ciega, si no fuera por eso no me atrevería a contarle lo que me ha estado sucediendo. Mire, va a pensar que estoy loco, pero he estado viendo a Lozada, o sólo imaginándomelo. ¿Usted qué cree que sea? Lozada.- ¿Remordimiento? Ramón.- Usted… Lozada.- ¿Yo? No, yo no soy yo. Yo dejé de ser, ahora soy otra cosa, no sé qué, por cierto, gracias a usted. Ramón.- ¿Es por eso? ¿Se está vengando? Lozada.- No, acá no existe la venganza, existen los hechos en bruto. No hay sentimientos, no hay emociones, hay lo que hay. Ramón.- ¿Es un fantasma? Lozada.- No. Ramón.- Está muerto.

Page 76: Voces

  76  

Lozada.- No. Tampoco, si estoy aquí no estoy muerto. Usted no lo entiende todavía, pero no tardará en entenderlo. Ramón.- ¿Me amenaza? Lozada.- No. La verdad, no. Le digo que acá no hay sentimientos, ni emociones. Sólo hechos, General Corona. Sólo hechos, una comparecencia eterna ante quienes sí tienen emociones y sentimientos todavía. Ramón.- No le entiendo, Lozada. ¿porqué no se va? Lozada.- Camino y camino para Tepic, pero de repente anochece y aparezco aquí. Ramón.- ¡Juan! Lozada.- Dígame. Ramón.- ¡Juan! Lozada.- Señor…. Juan.- Señor… Ramón.- … Juan.- Dígame, Señor Gobernador… Ramón.- No, nada, sólo que no esperaba que esa reunión fuera a durar tanto. Me voy a mí casa, puede enviarme la carta y los demás papeles para firmar. Me siento un poco cansado. Juan.- Así será, señor Gobernador. Ramón.- Que cierren las ventanas por la noche, que las cierren bien.

SEIS Mary Ann.- Invité a cenar a los actores después de la función. Me cae muy bien Mendiola, es muy ocurrente. No había conocido un actor tan convincente. Oíste que la semana pasada el público le grito barbaridades, llegan a creer que es el verdadero General Márquez. Me llama mucho la atención que suceda eso, el teatro no es la vida, pero es un poco más que eso, parece que las personas y los sucesos se magnifican, crecen desmesuradamente, parece que la palabra se vuelve gesto, y el gesto se vuelve acción, la acción se vuelve carne, y la carne, tiempo. Como ese maravilloso Otelo

Page 77: Voces

  77  

de Enrico Tamberlick, el tenor italiano en el Teatro Real ¿recuerdas? Uno podía odiarlo, y sentir la más profunda compasión por esa especie de monstruo tierno. Ramón.- Un monstruo… Mary Ann.- Otelo es un monstruo medido, domesticado, hasta que se siente traicionado, desgraciadamente para él, su autor lo ha condenado a tener celos, a matar, sin él y sin Yago no existe la tragedia, no hay protagonista sin antagonista. Ramón.- No. No lo hay. Mary Ann.- Y en el caso de Otelo, a veces me confundo, ¿quién es quien, Otelo es Otelo por Yago, o lo es por sí solo, o qué tal si el protagonista es el antagonista: Yago? El protagonista no es nada sin el antagonista ¿no crees? Ramón.- No sé. Mary Ann.- Es como si fuera una sola persona, dividida. Malo y bueno, héroe y villano. Ramón.- ¿Como Lozada y yo? Mary Ann.- Lozada era un bandido. Ramón.- Un bandido al que le daban la razón miles de indios. Mary Ann.- Tú mismo lo has dicho, los indios. Ramón.- ¿Tú también piensas como los primeros colonos? Mary Ann.- ¿Qué? Ramón.- Que no tienen alma. Mary Ann.- Educación y modales es lo que no tienen. Ramón.- ¿Qué hace que pueblos enteros sigan a un hombre, más allá de su vida? Mary Ann.- En el caso de los indios, la terquedad, la necedad, la ignorancia… ¿qué se yo? Ramón.- ¿Y si el protagonista fuera el antagonista? Mary Ann.- ¿Los indios, protagonistas? Ramón.- No lo sé.

Page 78: Voces

  78  

Mary Ann.- Ramón… Ramón.- Pienso, Mary Ann, sólo pienso, no es que me arrepienta de lo que he hecho, estoy completamente seguro de que lo que lo que me ha pedido la patria, se lo he dado, estoy seguro de que el progreso de este país está en poder entendernos, pero ¿cómo, hasta donde? ¿Cuándo dejamos de entendernos? ¿Por qué? Mary Ann.- Son indios, Ramón. Ramón.- ¿Y eso les quita algo de razón? Mary Ann.- Si por ellos fuera, estaríamos en taparrabos y en chozas, o muertos… Ramón.- ¿Qué tanto debe hacer uno por la patria, Mary Ann? ¿Qué tanto debe dejar de hacer uno por la patria? Mary Ann.- Estás cansado, duerme, ya no pienses más. Mañana trabajas un poco, vienes a comer, y luego vamos al teatro. Ramón.- A ver protagonistas y antagonistas de una obra que ya hemos visto. Mary Ann.- Pero que nunca es igual.

SIETE - Josesito tenía ocho años, ya estaba grandecito, cuando el Tigre lo aceptó con su gente. Lo aceptó porque ahí estaba a la friegue y friegue, que se quería ir con él, y que se quería ir con él. Pero pues es que el Josesito no tenía papás. Se los mataron los soldados ahí saliendo de Tepic, junto con los hermanitos, y el muchacho grande. Y ya no tenía otra cosa qué hacer, más que seguir al Tigre, y pues lo aceptó. Hacía mandados, cargaba cosas, corría a dar avisos, se metía entre los soldados a ver qué platicaban. Era bien acomedido el muchachito. Pero un día le dieron su rifle, y órale, a dar de plomazos, y pues no duró nada, ni siquiera llevaba una hora cuando le dieron en la cabecita, nomás ahí quedó como sonriendo, a mi me da por pensar que se reía con sus papás y con los hermanos, que le estaban dando la bienvenida ahí, con los muertos. El Tigre ni volteó a ver cuando se murió, aunque le dijeron. Pero cuando corrieron a los soldados, se le quedó viendo, y luego no paraba de suspirar, hasta que se fue a dormir, sin decir nada. OCHO

Page 79: Voces

  79  

El General Corona camina ahora por un pasillo. El pasillo está iluminado en todos y cada uno de sus rincones. A los lados hay puertas dibujadas sobre la pared. El piso es de tierra muy parecida al jal. Sus botas resuenan en el vacío. Se acomoda el uniforme que porta, el sable. Luego sigue caminando. Se detiene. Suspira. Siente frío. Escucha pasos que se acercan a sus espaldas, muy lejanos. Llueve. El pasillo pierde el techo. Le cae la lluvia en el rostro, sigue caminando. Se detiene para ver el fondo del pasillo. Los pasos se escucha cada vez más, ahora son pasos de tres, cuatro, diez, cien personas, se suman caballos. Acelera el paso. Mira a sus espaldas. Por más que camina no llega al fondo del pasillo. Entre más camina, más se aleja. El General Corona mira un rostro como el que tenía cuando estaba vivo, dice el que fue mi nombre: Maximiliano, no Su Majestad, no Max, como me decía Carlota. Esa imagen que no soy yo le entrega mi espada. Vuelvo a escuchar las palabras de Corona: - Es usted digno de conservar su espada como hombre valiente, pero Emperador nunca ha sido. Luego ese temblor que reconozco en ese que fui yo, el General Corona se contagia de ese mismo frío que siente ese que fui. Al lado del General caminan todos esos pasos sin pies, tal vez entre ellos estén los míos. Luego un muchacho abre una de las puertas: mira al General, y mira eso que queda de lo que fui, apenas alcanzo a escuchar lo que dice: - El Monstruo siempre estuvo ahí, y lo dejamos llegar, el Monstruo sedujo a quienes tenían que cuidarnos, y ahora nos ahoga a todos, el Monstruo quiere nuestros ojos. Quiere nuestra palabra, no vamos a dejar que nos la quite, ya es tiempo, ya es: él o nosotros. Él o nosotros: Monstruo, o tú o yo… Luego corre, sale por otra puerta. Los ojos que me detenían la mirada rodean al General, luego el General se está viendo a sí mismo. Yo no sé porque llora, yo no sé porque lo sigue ese que era yo, y yo no puedo explicarme porque lloro, se supone que los muertos no lloramos, sólo llovemos sobre los vivos.

NUEVE Ramón.- ¡Maximiliano! Mary Ann.- ¡Ramón! Ramón.- Ahí estaba Maximiliano.

Page 80: Voces

  80  

Mary Ann.- Es otra pesadilla, Ramón. Mejor vamos con el Doctor… Ramón.- ¡Ya! Mary Ann.- ¿Qué tienes? Ramón.- Maximiliano. Más vivo que cuando estaba vivo. Mary Ann.- Todavía lo sueñas. Ramón.- No se va. Se quedó ahí. Con sus ojos de vidrio, y la barba sucia. Mary Ann.- Ramón, ya ni el General Escobedo se acuerda… Sólo es una pesadilla, y las pesadillas… Ramón.- … las pesadillas son recuerdos enconados… Mary Ann.- Tómate un tequila con limón para que duermas a gusto. Ramón.- No quiero volver a dormir. Mary Ann.- No digas eso. Ramón.- Acuéstate, voy por ese tequila. Mary Ann.- Que te lo traigan. Ramón.- No vamos a molestar gente a esta hora. Voy a la cocina. Mary Ann.- Ramón… Ramón.- Dime… Mary Ann.- No pasa nada, son muertos que no encuentran paz por todos los pecados que cometieron. …

Page 81: Voces

  81  

DIEZ Lozada.- Yo tenía una Colt. La cargaba fajada y lista por aquello de las emboscadas y las sorpresas. Ni me acuerdo como me llegó, si me la dieron los franceses, o si se la quitamos a algún muertito. Antes tenía una pistola francesa, pero ninguna pegaba como mi colt. A caballo sólo puedes usar pistola. Prefería el rifle, era más fácil esperar a los soldados en el monte. Pero ya en los últimos días andaba a puro salto de mata. Entre las breñas, lleno de huizapoles y garrapatas. Y ahora, ahora sólo hay bruma, bruma y pasos, y caminando no llego a ningún lado, Tepic no aparece, nomás no aparece. Y entre la bruma nomás veo cosas que pasan corriendo, otras volando, los muertos, esos sí que no se acaban. Cada vez llegan más. Algo los mata. Muchacho.- Tú no conoces al Monstruo. Tú no sabes de qué pata cojea. El Monstruo es rojo, pero es verde. Me molesta, se aparece y dice cosas, está ahí, no nos deja, no nos deja. Lozada.- Todos somos monstruos, nomás es cosa que nos hallen el colmillo, muchacho. ¿De dónde saliste? ¿Eres de los muertos que llegaron ahora? ¿O todavía no te mueres y ves muertos? Te ves muy colorado para estar muerto, y muy ausente para estar vivo. Muchacho.- El Monstruo tiene sed. Lozada.- Entonces sigue vivo. Aquí no hay agua, pero te puedo llevar al río por donde llegué, y del que no puedo pasar. Nomás cuídate, toma, aunque sea por si te sale un anima maldita, o el monstruo. Y si es el monstruo, dale con ganas… ya muero vemos de qué lado está. Muchacho.- Tú no conoces al Monstruo. Tú no sabes de qué pata cojea. El Monstruo es rojo, pero es verde. Me molesta, se aparece y dice cosas, está ahí, no nos deja, no nos deja. Lozada.- Pues a darle, llévatelo de corbata al cabrón.

ONCE Juan.- La carroza está lista, señor Gobernador.

Page 82: Voces

  82  

Ramón.- Gracias. ¿Hay pendientes? Juan.- Un par de cartas de México. Ramón.- ¿Urgentes? Digo, ¿ninguna es del Presidente? ya ve como es de sentido… Juan.- No, se pueden firmar mañana, sin problema. Digo, es domingo, no esperaría el Señor Presidente que firme algo en domingo. Ramón.- El Señor Presidente siempre espera algo más de uno… Juan.- ¿Y eso es un problema? Ramón.- Puede serlo, según la circunstancia. Y ya sabe, Juanito, para la patria no hay días festivos. Juanito.- Pero debería descansar, señor, es domingo. Ramón.- ¿Mí esposa llegó? Juan.- Está en el recibidor, con la nana. Ramón.- No sabía que llevaríamos al niño. Pero está bien. Mañana nos vemos, Juanito. Que pase buena noche. Juanito.- Hasta pronto, señor Gobernador.

DOCE - Gaudencia tenía catorce años y estaba esperando criatura cuando el Tigre perdió la mayoría de sus hombres, allá por la loma aquella. Gaudencia no sabía dónde iba a parir, tenía una semana con dolores en los hijares, que nomás no se aguantaba, pero ni quien la esperara, los soldados venían ya bien cerca. Y pues no había tiempo de pararse a que la muchachita tuviera su cría. - Una vieja nos paró cuando íbamos por el Tigre, que porque una de las indias que acompañaba a la tropa del cabrón iba a parir, que nos pedía ayuda porque la muchacha estaba mal. Pero no podíamos pararnos, el Tigre ya nos llevaba ventaja de una o dos leguas. - Yo les decía a los soldados que tuvieran piedad de la muchacha, que nomás no podía echar fuera a la cría.

Page 83: Voces

  83  

- Pues vas a tener que ayudarla tú, le dijimos, porque el cabrón Tigre se nos va. - No se detuvieron, y la muchacha empezó a aventar unos pujidos bien fuertes. - Oímos los gritos de la muchacha, y unos pujidos. Entonces el Cabo nos dijo que había un indio más. - Uno de los soldados se regresó. - Y le pregunté a la india vieja que qué había pasado con la muchacha. - Ahí quedó nomás, con la cabeza tirante, agarrándose la panza, y los ojos abiertos. - Pues como no acataba la vieja a cerrarle los ojos, se los cerré yo. - Y pues me le quedé mirando al soldado… - Y que me agarra la mano. Y me la besa. Y pues se la quité, porque pues ellos son los enemigos, ¿qué no? - A mi no me hace guaje, si luego, luego vi que se le salieron los lagrimones. - Pues ya me regresé, y me reporté con el Cabo, que estaba en plena muina porque el Tigre se nos había ido otra vez. Ya que se le bajó, me preguntó por la muchacha. Yo le dije que por ese indio ya no tendríamos que preocuparnos. Luego me vio, agarró su rancho y se fue lejos a cenar.

TRECE Ramón.- Son sólo tres o cuatro cuadras, y prefiero caminar, el cochero puede pasar por nosotros al final. Mary Ann.- ¿Cómo estás? Ramón.- Mejor. Mary Ann.- Me alegra saberlo. Ramón.- Y a mi también. Mary Ann.- ¿Doblamos por aquí? Ramón.- No sé, por esta. Sí. Mary Ann.- ¿Dudas?

Page 84: Voces

  84  

Ramón.- Un poco. Mary Ann.- Ramón… ¿y eso? Ramón.- No te preocupes, esto es nuevo, seguramente no lo habíamos visto antes. Mary Ann.- Ramón, eso no estaba antes. Ramón.- No, estoy seguro de que no, pero tranquilízate, esto no puede ser obra del demonio. Voy a hablar con el Alcalde… Mary Ann.- ¿Porqué tanta gente? Ramón.- No lo sé. Mary Ann.- ¡No vayas a soltar el coche del niño! Ramón.- Me voy a adelantar para ver qué pasa.

CATORCE Lozada.- Mira, Ramón, esta gente huye de la explosión de una bomba que estalló en un restaurante… Ramón.- ¿Qué? Lozada.- La Liga, Ramón, la Liga. Ramón.- ¡No me toques! Lozada.- La liga comunista 23 de septiembre... un organización de lucha, donde los sueños pesaban más que la estrategia. Ramón.- ¡Mary Ann! Lozada.- Esos otros disparos son de otra organización de Estudiantes, bueno, es un decir, de estudiantes sólo tienen el nombre: Federación de Estudiantes de Guadalajara, es un grupo de poder que va a dominar una buena parte de la historia de esta ciudad, y del estado. Sentarán su poder en el chantaje y la violencia, luego evolucionarán a formas más sutiles de coerción e intimidación. Perderán su nombre, pero no sus instintos, ni su hambre de poder. Esa nube es un incendio, es el bosque de la Primavera, lo están quemando para plagarlo de viviendas de lujo, de jaulas para quienes buscan trabajo en la ciudad, de comercios, estadios, cines…

Page 85: Voces

  85  

¡No te vayas, Ramón! Tú peleaste por el progreso, y ahora lo vas a ver. Esos que van ahí son campesinos, no de Nayarit, de la Costa Sur. Vienen buscando un poco de ayuda, de justicia, o por lo menos de piedad, las minas los están sacando de sus tierras, se las están contaminando. Muchos de ellos acaban de perder a sus hijos. Y no son Nayaritas, Ramón. Ahora vas a ver pasar a esas muchachitas de catorce, quince, dieciocho años… ellas no han perdido la tradición de prostituirse en San Juan de Dios. Ese es el progreso por el que peleaste, la patria que resulta de tu Reforma, de la dictadura de Porfirio, que va a durar otros veinte años, de la revolución que lo derrocará, y de los sátrapas y déspotas que lo sucederán durante ochenta años, los que celebrarán tu memoria con un monumento… Ramón.- No estoy despierto. Lozada.- ¡Qué importa si estás dormido o despierto! Estás viendo las consecuencias de tu lucha, de tus esfuerzos por un país que no alcanza a ser nación, y de una nación a la que le cuesta trabajo ser patria. Tu patria Ramón, es una entelequia perversa, un pretexto para hacer negocios a costa de una turba de ingenuos. Tu patria Ramón Corona, es todo lo contrario de por lo que luchaste. En tu patria sólo hay lugar para los patanes y los ladrones. No para el pueblo, no para el ser humano. No es tu culpa, Ramón, es tú responsabilidad, y tendrás que cargar con ella toda la eternidad. Ramón.- No es cierto, tú estás muerto, yo estoy vivo, mi mente te alucina. Lozada.- Ojalá, pero no. Quiera dios que no existe que sólo fuera una pesadilla causada por tu buen apetito. Pero desgraciadamente para Jalisco, no es así. Ramón.- ¡Mary Ann! Lozada.- No te escucha. Hace diez minutos recibiste varias puñaladas en el corazón. Un muchacho que intuye todo esto que te acabo de decir, te dejó herido de muerte. Voz de Mary Ann.- ¡Ramón! ¡Ramón! ¡Ramón! Ramón.- ¡Mary Ann! Lozada.- No te escucha. ¿No lo viste venir? ¿No lo sumaste, restaste, dividiste y multiplicaste cuando luchabas por la patria? ¿Cuándo me mandaste fusilar? Ramón.- ¡Es una pesadilla! Lozada.- Es sentido común, Ramón. Una patria es resultado de su historia, no de sus leyes, reglas e instituciones, esas cosas sólo son legitimadores de la fuerza, pretextos para imponer voluntades más fuertes. Vas a morirte.

Page 86: Voces

  86  

Ramón.- ¡Te alegras! Lozada.- ¡No! Ramón.- Hay una manera de cambiar todo, hay muchas formas de que esto no pase. ¿Cómo regreso? Lozada.- Desgraciadamente la lucidez siempre llega al final. Cuando ya no se necesita. Ramón.- ¿A dónde vas? Lozada.- A Tepic, siempre a Tepic, aunque nunca llegue, tú sigue aquí. En un rato te llevarán a un hospital. Y tal vez nos veamos pronto, yo en mi camino a Tepic, y tú en tu camino al teatro. Ramón.- No te vayas. Lozada.- Cada uno tiene su camino, de haber tenido el mismo, no estaríamos aquí. Ramón.- ¿Qué hago? Lozada.- Vas a ver a Primitivo, el muchacho que te apuñaló, lo vas a perdonar, porque no eres un mal hombre, pero sí muy orgulloso. Aquí no vas a necesitar el orgullo, así que podrás pensarte en las acciones de tus jaliscienses, de tus mexicanos, mientras recorres siglo a siglo el camino de Palacio de Gobierno al Teatro Principal. Ramón.- Quiero ver por último a Mary Ann. Lozada.- Murió hace años, muchos. Tus hijos también. Desde aquí podrás mirar, observar, pero no ver, sí que resígnate a dolerte, enojarte, indignarte… Ramón.- ¿Y eso? ¿Esa explosión? Lozada.- Ya te darás cuenta cuando la gente corra hacia acá llorando a sus muertos, pidiendo ayuda para sacarlos de los escombros… Ramón.- Hay un llano. Hay sangre.

Page 87: Voces

  87  

Hay sombras, tantas sombras que el cielo se oscurece con ellas. Hay una astilla enorme que me sale del pecho. Hay ratas. Hay mujeres caminando, sólo caminando. Hay tantas bocas abiertas y tanto humo, que parece que quieren tragar humo porque no hay otra cosa. Estás lejos, muy lejos, yo sé que allá estarás mejor. Dos gatos salen de mis ojos, rabiosos y desaforados, corren a ningún lado, se estrellan en las paredes. Hay piedras. Hay lodo. Hay muñones. Hay rostros fuera de la cabeza. Hay cabezas. Hay miradas. Hay ojos. Hay víboras. Hay polvo. Hay polvo. Hay polvo… Lozada.- Tanto, que se pierde el horizonte y el futuro. Ramón.- Dios me está castigando por haber matado. Lozada.- Dios… Dios…

TERMINA

Page 88: Voces

  88  

Page 89: Voces

  89  

Page 90: Voces

  90  

Page 91: Voces

  91