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Vuelven los grandes herbívoros salvajes que alimentaron al hombre de Atapuerca Los grandes herbívoros salvajes que cazaba el hombre de Atapuerca, en la provincia de Burgos, vuelven a su antiguo territorio. Alimentaron durante cientos de miles de años a los europeos del Paleolítico. Sus fósiles se encuentran a miles en la Sima de los Huesos y quedaron pintados en las cuevas de Altamira, Candamo, Ekain, Chauvet y otras cavernas de España y Francia. Las manadas de estos animales corren de nuevo por la estepa castellana y pueden ser contempladas gracias a la iniciativa Paleolítico Vivo. Por Benigno Varillas

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Vuelven los grandes herbívoros salvajes que alimentaron al hombre de AtapuercaLos grandes herbívoros salvajes que cazaba el hombre de Atapuerca, en la provincia de Burgos, vuelven a su antiguo territorio. Alimentaron durante cientos de miles de años a los europeos del Paleolítico. Sus fósiles se encuentran a miles en la Sima de los Huesos y quedaron pintados en las cuevas de Altamira, Candamo, Ekain, Chauvet y otras cavernas de España y Francia. Las manadas de estos animales corren de nuevo por la estepa castellana y pueden ser contempladas gracias a la iniciativa Paleolítico Vivo.

Por Benigno Varillas

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Uros, tarpanes, bisontes, ciervos, cabra montés, encebros, lobos,

y esperemos que algún día osos, linces y quebranta-huesos, entre otras espe-cies, vuelven a cobrar vida en las tierras que rodean el yacimiento de Atapuerca. Desde las cavernas que habitaba el

hombre prehistórico se divisa su gran cazadero.

Es el corredor natural que desde el valle del río Arlan-zón a su paso por Ibeas de Juarros sube por Salgüero de Juarros, atraviesa Urrez y penetra en la Sierra de La Demanda por el monte de Matanzas. Una sucesión de robles y pastos, que se prolonga en 30 kilómetros de ladera que vierte al Ar-lanzón, donde se ha iniciado

el proyecto de recuperar grandes herbívoros salvajes y, sobre todo, al hombre. Las aldeas serranas de La Demanda casi no tienen ya habitantes permanentes. Los pocos que quedan son en su mayoría pensionis tas . Dedicados a la ganadería hay a lo sumo dos por pueblo. Pastores como los de antes, que duerman junto al gana-do con perros guardianes y hagan transterminancia o trashumancia para aprove-char pastos de verano y de invierno, apenas ninguno.

Paleolítico Vivo es una iniciativa para cercar varios miles de hectáreas de monte

de utilidad pública, comu-nal, municipal o privado, que hayan quedado sin ex-plotación ganadera y criar en ellos grandes herbívoros

salvajes o asilvestrados de la fauna europea primigenia. Se trata de recuperar a los descendientes de los que se encuentran fósiles en exca-vaciones paleontológicas y pintados en el arte rupestre.

Es más que evidente el in-terés de este proyecto al lado

del Yacimiento de Atapuer-ca y del Museo de la Evo-lución Humana de Burgos, que llegaron a ser visitados anualmente por 100.000

personas, cifra que ha bajado actualmente a la mitad. Las infraestructuras construidas para acoger a tanto turista están infrautilizadas. Con los gran-des herbívoros salvajes se esti-

mulará el interés del públi-co por el mundo antiguo e incluso se espera aumentar las pernoctaciones por visi-tante, que en la actualidad son en Burgos de una sola noche. También se trabaja en promover la Gastrono-mía Paleolítica ayudando a

“El gran cazadero del hombre de Atapuerca

en el Paleolítico revive y vuelve a entusiasmarnos

y alimentarnos”

Arriba; la sierra de Atapuerca con el yaci-miento en el medio (la manchita blanca) e Ibeas de Juarros y el río Arlanzón en pri-mer plano. En la página anterior, caballos de Retuerta de Doñana, y cabeza de bisonte esculpida en un marfi l en el Paleolítico, hallada en la cueva de la Magdaleine, Francia, lugar que dio nombre al periodo Magdaleniense.

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los restaurantes a incorporar en su carta “el menú del hombre de Atapuerca”, con carne de grandes herbívoros de la fauna europea primige-nia y de ganado que críe en territorios con especies em-blemáticas de la fauna ibé-rica que depreden rebaños, amén de frutos, bayas, miel, setas, verduras, tubérculos, hierbas y pescado, que la dieta paleolítica era variada, siéndole extraños al hombre primitivo solo la lactosa y el gluten.

La cuna de la humanidad, cuyos estratos narran la his-toria del género homo desde que empezamos, hace dos millones de años, a disponer de cerebro capaz de tallar útiles, es un fi lón turístico y mediático que se espera

hacer más atractivo aún si además de mostrar a los visitantes los fósiles que se excavan y se exponen en Atapuerca, se ofrece el con-templar vivos los animales que descienden de ellos.

Este proyecto no surge de querer resucitar el Paleo-lítico. Nadie pre-tende volver a las cavernas. Todo lo contrario, se trata de construir el futuro. Paleolítico Vivo es algo más que un parque temático para atraer turistas.

La idea de criar grandes herbívoros salvajes se con-cibió al constatar que gran-des áreas de España, y más

en concreto en los puertos de Caleao, en el concejo de Caso, Asturias, que fue para donde se diseñó inicialmen-te este plan, allí asociado a la Cueva de Candamo y demás

yacimientos paleolíticos del río Nalón, se están quedando sin pastorear. Los asturianos no han captado aún el inte-rés de la iniciativa y siguen pensándoselo. Sin embargo,

los municipios del entorno de Atapuerca, emprende-dores y con más refl ejos, sí se interesaron rápido por la propuesta de acoger fauna europea primigenia para

dinamizar su mundo rural en declive y a c o r d a r o n , tras diversas reuniones de las Juntas Ve-cinales, ceder varios miles de hectáreas de sus Montes de Utilidad Públi-

ca para ejecutar una primera fase del proyecto.

Fundaciones internacio-nales de Polonia, Francia, Holanda y Alemania, que llevan décadas trabajando en

“Más de 4 millones de hectáreas, de las 50 que

tiene España, se han ma-torralizado por el aban-

dono de pastizales”

Pastizales de Salgüero de Juarros puestos a disposición del proyecto.

Libro sobre la dieta paleolítica, de éxito en EE.UU para luchar contra la obesidad.

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recuperar los grandes herbí-voros salvajes de Euroasia, han ofrecido su apoyo para enviar estos animales a nue-vos territorios en España y ayudar a alcanzar los objeti-vos de desarrollo turístico y de comercialización de carne que se plantean. Es importante subrayar que el apoyo interna-cional se debe a la perspectiva de que se destinen grandes superfi cies a esta iniciativa.

La propuesta está abierta a todo municipio que dispon-gan de grandes territorios se-miabandonados en cualquier zona de España.

En 2012 se constituyó para gestionar el proyecto la asociación Paleolítico Vivo. De momento sus miembros son Juan Luis Arsuaga, pa-leontólogo de Atapuerca; el veterinario Fernando Morán, que coopera con el grupo de trabajo de la UICN en la expansión del Bisonte euro-peo; el presidente de la Junta Vecinal de Juarros, José Hernando; el empresario de turismo paleontológico y alcalde pedaneo de Olmos de Atapuerca, Eduardo Cerdá, que gestiona el Parque Arqueo-lógico de Atapuerca, y el pro-

motor de la idea del proyecto, que esto escribe, Benigno Vari-llas, presidente de la organiza-ción. En 2013, se incorporó a Paleolítico Vivo el conce-jal de Villasur de Herreros, Esteban García, impulsor de que la Junta Vecinal del pueblos de Urrez, colindante con Juarros, aportara varios miles de hectáreas más al

Mapa de cierres y actuaciones del plan de Atapuerca en la zona de los valles de Juarros y Urrez

Precursores de “Paleolítico Vivo” de izda. a dcha: JL. Ar-suaga, F. Morán y B.Varillas. (Foto: Teresa Vicetto)

Logotipo del IUCN Bison Spe-cialist Group/Europe, Comisión de Supervivencia del Bisonte al que pertenece Fernando Morán de Paleolítico Vivo.

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proyecto y ha solicitado su ingreso el alcalde pedaneo de Salgüero de Juarros, Javier Hernando, que trabaja para hacer lo mismo en su pueblo.

Pastores sin relevo generacional

La cabaña ganadera en España es la de siempre, con seis millones de

vacas, 16 millones de ovejas, 3,5 millones de cabras y un número indeterminado de caballos. Pero los que ha reducido drásticamente su número son los pastores. Donde antes había cien con diez vacas cada uno, ahora hay diez ganaderos con cien vacas cada uno. Las ovejas y las cabras casi han desapare-cido de la cornisa cantábrica al ser “muy esclava” la labor de apacentarlas para el ga-nadero absentista de hoy. Las 4.000 hectáreas de monte comunal o de utilidad pública en las que sigue habiendo las mil vacas de siempre, han sufrido un cambio drástico en su manejo ya que antes había un pastor cada 40 Ha y ahora, el que queda, tiene

400 Ha de media a su cargo, cuando no muchas más.

Hoy solo se pastorea lo bueno y lo más accesible al quad o al vehículo todo-terreno. Con las ayudas agrarias de la PAC (Po-lítica Agra-ria Comu-nitaria) los g a n a d e r o s se permiten comprar pa-cas de paja y dejar sin pastorear lo que es in-cómodo. La consecuencia es que en los últimos cuarenta años el matorral ha invadido un 10% del territo-rio de España que antes eran pastizales. Y al decir antaño, no nos referimos a antes de la concentración urbana que se operó en el último medio siglo, sino a hace 8.000 años. Porque cuando los humanos aprendieron a domesticar y llenaron el mundo de ganado, había ya herbívoros salvajes que, junto con el fuego del

rayo, mantenían pastizales abiertos allí donde el clima, la altitud y el suelo lo determina. Es en esos cinco millones de hectáreas de antiguos pastos

abandonados, en los que se pretende recuperar la fun-ción ecológica de los gran-des herbívoros, antaño sal-vajes, luego domesticados y ahora resilvestrados. Las razones para hacerlo son muchas. La más evidente es que la vegetación, a la que la evolución de la vida diseñó para crecer bajo la presión de los animales herbívoros, al desaparecer parte de es-

tos, no se desboque.Cuando se quita el ganado

de un territorio, aumentan los corzos, los ciervos, los rebecos, las cabras mon-

teses, los gamos, los m u f l o n e s o los jaba-líes, según zonas, pero está de-m o s t r a d o que esos p e q u e ñ o s herbívoros s a l v a j e s no logran mantener a raya el cre-cimiento del m a t o r r a l . Hace falta el

peso de los grandes herbívoros para que el desbroce por piso-teo ayude a la siega a diente a mantener abiertos los pastiza-les. De lo contrario el monte los invade y es el fuego el que acaba consumiendo esa maraña vegetal que con el viento cálido del verano se transforma en masa com-bustible. Pero así como cabras y ovejas tienen su equivalente en los pequeños

“La falta de relevo genera-cional dejó sin pastores territorio que ahora se pueden gestionar con herbívoros salvajes”

Pastores como los de antes, que duerman junto al ganado con perros guardianes y hagan transterminancia o trashumancia para aprovechar pastos de verano y de invierno, apenas queda ninguno.

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herbívoros salvajes, las va-cas, los caballos y los asnos, no tienen ya equivalente sil-vestre que les pueda sustituir y desempeñe su función en los ecosistemas.

El ancestro salvaje de la vaca, los uros; del caballo, los tarpanes y del asno, los encebros, se extinguieron en Europa hace un par de siglos por la acción del hombre, que los cazó hasta no dejar ninguno.

Los grandes herbívoros salvajes europeos

De los grandes her-bívoros salvajes europeos pintados en las cavernas de

España y Francia, sólo quedó en Polonia una pequeña po-blación de medio centenar de bisontes, a partir de los cuales se recuperó la pobla-ción actual, que ronda los 4.000 individuos. En Mon-golia ha sobrevivido hasta nuestros días una pequeña población de caballos sal-vajes, el Przewalski, primo parecido al que había en Es-

paña, del que quedan unos 1.500 ejemplares en libertad.

Hace cien años se em-pezó en Centroeuropa el experimento de recrear el uro y el tarpán a partir de razas domesticadas que se les parecen. La ciencia ge-

nética certifi ca ahora que el toro y el caballo salvaje no se extinguieron hace un par de siglos. Al hacer el mapa genético de esas dos especies se ha visto que sus genes sobreviven en razas autóctonas rústicas de España y Portugal, que dan los mayores índices de genes de sus ancestros.

Con el proyecto Paleo-lítico Vivo los herbívoros salvajes se mueven desde la orilla frente a la cual los pa-leontólogos lavan en el Ar-lanzón los fósiles excavados en Atapuerca, a la altura de Ibeas de Juarros, hasta los

1.500 m. de altitud del mon-te Matanzas, en la sierra de La Demanda, donde reina el hayedo que no destruyó en su día la repoblación con cultivos de pinos, y de allí bajan al embalse por la parte de Urrez, pertenecien-te al término de Villasur de Herreros. Un corredor de 30 kilómetros de longitud, que

Del Tarpán, arriba, y del Uro, abajo, apenas si quedan registros, siendo esta foto de uno de los últimos ejemplares del caballo y este dibujo del toro salvaje, de los pocos testimonios que quedan del aspecto de ambos. A la dcha, dos bisontes europeos enzarzados en peleas en plena nevada.

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cubre 6.000 hectáreas de territorios cercados en dife-rentes unidades colidantes.

Estos son los mimbres con los que se cuenta en este plan para recrear una “inmersión en la Prehistoria”, como la definió Arsuaga. Ahora el visitante, tras recorrer el Mu-seo de la Evolución Humana de Burgos, ver el yacimien-to de Atapuerca, o haberse acercado a las cuevas de arte rupestre del Cantábrico, recorre el antiguo cazadero del hombre primitivo entre el río Arlanzón y la sierra de La Demanda, visualizando herbívoros prehistóricos sal-vajes e incluso degustán-dolos con la “Gastronomía Paleolítica” en restaurantes.

La iniciativa se extien-de aún más lejos, por los 70 Km. de la actual “Vía Verde” hasta la dehesa de robles, hayas y acebos de Huertas de Arriba y conec-ta con los montes de La Demanda riojana, en la co-marca de Siete Villas, donde el Ayuntamiento de Canales de la Sierra ha puesto 6.000 hectáreas a disposición de un proyecto de rewilding similar al de Burgos, pro-

movido en este caso por la filial española de True Na-ture Foundation, con sede en Holanda, y la comunidad autónoma de La Rioja, de la que son miembros los espa-ñoles José Luis Martínez-Zaporta y Benigno Varillas.

En la Sierra de La Deman-da confluyen las provincias de Burgos, Soria y La Rioja. En sus montañas la gana-dería desaparece a medida que se despueblan las al-deas. Es un lugar de los más deshabitados de Europa. En sus frondosos hayedos se

mató el ultimo oso hacia 1940, hace sólo unos pocos más de años que la media de edad de sus habitantes permanentes, que ronda, cuando no supera, los 65 años. El lobo aún vive en la sierra. En 2013 se dio en la parte burgalesa un cupo para matar seis ejemplares de una población cuyo censo exac-to no se conoce.

La presencia de grandes depredadores en la zona –a los que se podría unir el quebrantahuesos, que en los años cincuenta del siglo XX

nidificaba en la zona, como comprobó Valverde al visi-tar en 1954 la colección de animales de Fray Saturio en el monasterio de Silos y del que hay una cita en Urrez– así como otra especies, completan la pirámide trófi-ca que la evolución necesita para cumplir su cometido.

El resilvestramiento con grandes herbívoros se rea-liza en cercados con pastor eléctrico, del que ellos no salen pero si entran ani-males de menor talla, y es suficientemente grande como para que las mana-das se estructuren y puedan defenderse de los lobos. En los cercados habrá especies que mantuvieron núcleos salvajes, como el bisonte, el caballo de Przewalski y el onagro o asno salvaje, y aquellas otras como el uro y el tarpán, que cabe de–do-mesticar a partir de razas de ganado autóctono que llevan los genes de sus ancestros.

Pero el proyecto va más allá y pretende recuperar vida humana, no solo de vi-sitantes de un día, o de fin de semana, que no devuelven la vida a los pueblos. Y es que,

“El plan de rewilding de Atapuerca se desarrolla

coordinado con otro en la zona de Siete Villas, parte

riojana de la Sierra de La Demanda”

En la Sierra de La Demanda se mató el ultimo oso hacia el año 1940 (Foto: T. Vicetto).

Abajo: El lobo aún vive en la sierra. En 2013 se dio en la parte burgalesa un cupo para matar 6 ejemplares (Foto: A. Hartasánchez/FAPAS).

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hasta los propietarios de las casas de turismo rural, lo mismo que los funcionarios de medio ambiente, que en-tre semana son el único trá-fico de las solitarias carrete-ras comarcales, viven en la ciudad y acuden al campo solo a hacer su tarea. En esta iniciativa de desarrollo rural se plantea que, al calor de este proyecto, ofreciendo participar en él, se ubiquen en Juarros y Urrez unos primeros poblados de “hom-bres del Biolítico”.

El Biolítico

Oí la palabra Biolítico por primera vez a Rodríguez de la Fuente (;-). Podría

ser el nombre de la etapa que

suceda al Neolítico. Aquella en la que se ponga en marcha el desarrollo sostenible que reclaman los científicos desde el programa El Hombre y la Biosfera de la UNESCO, de 1968; la Conferencia de Naciones Unidas de Estocolmo, de 1972; la Estrategia Mundial para la Conservación de UICN, WWF y PNUMA de 1980; la Conferencia de Naciones Unidas de Río de Janeiro de 1992, o los más recientes in-formes científicos del Panel del Cambio Climático.

Una persona biolítica es alguien que vive en el cam-po, integrado en la naturale-za, respetuoso con el entor-no, que minimiza la huella ecológica, cuyo crecimiento se mide por su actividad

cultural, creativa y felicita-ria, no por acumular bienes materiales. “Resilvestrar” a Homo sapiens es trabajar en crear la nueva arquitectura men-tal del futuro, que genere muje-res y hombres libres, no de-pendientes, em-prendedores, autónomos en vanguardia de la Sociedad de la Información y las nuevas tecnologías.

Los neolíti-cos aprendie-ron a acumu-lar energía en forma de carne y semillas y se dotaron de convicciones como la de ser pueblos elegi-dos para crecer, multiplicar-se y dominar la Tierra.

Esa filosofía impregna el modelo de sociedad actual –de ahí que cabe extender el término Neolítico a los últi-mos 10.000 años–.

Pero desde el presidente de EE.UU, Obama, hasta la conferencia de Kyoto, son ya numerosas las voces de líde-res y científicos que llaman a superar esa desaforada etapa,

aprendiendo a decrecer unos, y a crecer otros, para hacer sostenible el uso de los re-cursos naturales del Planeta.

La especie humana no se divide en blancos y ne-

gros, ricos o pobres, de izquierda o de derecha, progresistas o conserva-dores. Si hay una raya que divide a la Humanidad en dos mun-dos que nada tienen que ver uno con

otro, es la del Paleolítico con el Neolítico, es decir, el de los “hombres verdaderos”, como se autodenominaron en todo el mundo así mis-mos los pueblos cazadores–recolectores salvajes, y el de los hombres de mentalidad neolítica que domesticaron a los animales, plantas …y a sus congéneres.

El Neolítico y las sucesivas civilizaciones que éste originó hasta la revolución industrial de nuestros días, empezó cuando tras surgir la especie

“Teletrabajo y seguimien-to de fauna salvaje en la

aldea del futurolítico”

Las casas de madera, además de estéticas y confortables, contribuyen a fijar CO2. Eso, y que uno de los recursos del territorio de La De-manda son pinos maderables, hacen que esta opción se la elegida para construir los poblados de los teletra-bajadores de Paleolítico Vivo.

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Homo sapiens hace 200.000 años y vivir todo ese inmen-so periodo de tiempo como pueblos cazadores–recolec-tores, hace 9.000 años se domesticó en Oriente Medio

primero la cabra, luego la oveja, más tarde la vaca, el camello, el asno y el caba-llo, para acabar finalmente dominando las plantas, con los cereales, principalmente el trigo, y lo que fue más cruel, a otros humanos, a

los que se exclavizó como mano de obra. Procesos si-milares se operaron en Asia el arroz en Asia, en América el maíz y en África con el sorgo y el mijo.

El Hombre buscaba segu-ridad alimenticia y la inteli-gencia se la permitió. Acu-mular energía sirvió para desarrollar la tecnología. No es casual que el año en el que la Humanidad tuvo –gracias al petróleo y el carbón– la

mayor disponibilidad de energía por habitante en los 200.000 años que llevamos como especie, fuera 1969, el año de la proeza tecnológica de pisar la luna.

Pero además de demostrar de lo que es capaz la inteli-gencia, la misma por cierto que nos permitió sobrevivir 200.000 años –mayor logro que llegar a la luna y ex-tinguirnos a continuación como civilización por no ser sostenibles– el acumular trajo consigo la posesión privada, el despilfarro, el saqueo, el dominar, el esclavizar y demás males que nos han llevado a la crisis econó-mica, social y ambiental actual.

La realidad que destapó la quiebra de la banca Leh-man-Brothers en 2007, em-pezó a fraguarse ya cuando descubrimos cómo invertir en vacas hace 9.000 años. Lo descubrí conviviendo

con los masai, pastores neo-líticos en estado puro que no disimulan su mentalidad.

La necesidad de superar el Neolítico

Félix Rodríguez de la Fuente nos dejó grabados con su inconfundible voz,

varios programas de Radio Nacional de España en la serie La Aventura de la Vida, en los tres primeros capítulos titulados “Salvar la naturaleza” y el de “El pode-

roso cazador cuaternario”, entre otros que cuelgan de la WEB de RTVE a la Carta, de los que extrae-mos estas frases que resumen su pensamiento y que confirman que Félix R. de la Fuente era un visionario a d e l a n t a d o a su tiempo,

más de lo imaginado nunca. La actualidad y vigencia de su mensaje resulta hoy ver-daderamente asombrosa:

“Rodríguez de la Fuente veía al hom-bre Biolítico del futuro en los humanos paleolíticos”

El autor con el pueblo de bosquimanos hadzabé de Tanzania, con el que convivió y para el que desde la asociación Muruna prepara el plan de arrendar uno de sus antiguos cazaderos al sur del Serengeti, para que puedan de nuevo cazar en él y continuar con su vida nómada y libre.

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“El hombre de la época gloriosa del Paleolítico

tenía un profundo respeto ha-cia la naturaleza. Estaba inte-grado en su seno. Tenía una ética, una moral y me atre-vería a decir que hasta una religión ecológica. Mientras que el hombre neolítico, que dejó de ser cazador nómada, que dejó de ser un hombre que vivía de la recolección de los

frutos espontáneos de la tierra, para transformarse en pastor y en agricultor, este hombre neolítico pierde el respeto a la tierra, se desengancha del tren ecológico, se permite el lujo de transformarse en la primera especie realmente infractora de las leyes eco-lógicas del planeta que las soporta”.

“Nuestras religiones son neolíticas, nuestras filoso-fías son neolíticas, nuestras

políticas son neolíticas. Pienso que la gran ruptura del hombre con el pacto sagrado que tenía con la naturaleza, que se produjo hace 8.000 años, aún no se ha corregido, pero intuyo que estamos empezando a romper las amarras del Neolítico. Hay movimientos filosóficos, políticos, de ac-tuación del hombre frente a la naturaleza, que están em-pezando a llamar la atención diciendo: No todo puede ser abusar de la naturaleza, no todo pue-de ser apro-vecharse de ella sin darla nada a cam-bio porque delante de nosotros, si seguimos con esta conducta neolítica, está el abismo.”

“El bosquimano, el pig-meo, tienen un sentimiento profundo de amor a la na-turaleza, respeta a los seres vivos, no matan más de lo que necesitan. Tienen un co-nocimiento profundo de la

belleza. Son conscientes de que todos formamos parte de una misma comunidad. ¿Cómo llegó el hombre primitivo a la concepción de este punto de vista, que podríamos considerar eco-lógico, conservacionista? ¿Quién se lo enseñó?”

“El hombre primitivo, re-flexivo, capaz de transmitir los conocimientos que ha adquirido por la ley de la experiencia, por el aprendi-

zaje asocia-tivo, se daría cuenta de que si cazaba demas i ado en un lugar determinado, de que si daba rienda suelta a sus ape t enc i a s m a t a d o r a s como hacen esos cazado-

res ahora, que matan 300 per-dices, Dios les perdone, en un ojeo, simplemente por darse el gustazo de apretar el gatillo, que ese camino no era bue-no. Y ¿cómo se dio cuenta? Pues por selección natural. Es muy posible que el ma-

“Hombres paleolíticos ecológicos,

sostenibles y respetuosos con la vida”

Félix Rodríguez de la Fuente, a la izq, en 1966, durante su primer viaje fuera de Europa para ir a visitar a los pigmeos de la selva de Iruti, en el Congo. con los que convivió y filmó para TVE. Le dejaron una huella imborrable y la firme convinción de que el pensamiento socioeconómico de respeto a la Naturaleza que deriva de la ciencia de la Ecología, ya lo tenía el hom-bre del Paleolítico Superior, que alcanzó por las leyes de la Evolución.

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mut, elefante gigantesco de ocho toneladas de peso, fue-ra exterminado por el hom-bre, pero es muy posible que ese cazador exterminador desapareciera con la última de sus gigantescas presas. Y así fueron apareciendo las líneas humanas que llegaron a la más acrisolada de las filosofías en lo que se refiere

a la conservación de la natu-raleza”.

“¿Cómo explicar que nos hayamos transforma-do en esta horda de sucios destructores de la natura-leza? El hombre neolítico, a partir de ese momento –que posiblemente fue una circunstancia fortuita– que domestica animales y por

consiguiente crea toda la cabaña ganadera, domestica el trigo, la cebada, el maíz, las leguminosas de las que ahora nos alimentamos, cambia enteramente su concepción de dependencia de la naturaleza. De ser una criatura integrada en el ecosistema, con respeto al medio, se transforma en una criatura desintegrada, que lo modifica y lo transforma para obtener la energía que precisa para sobrevivir, que sustituye la antigua filosofía de sometimiento a la natura-leza, de atónita adoración a la naturaleza como un todo, por una filosofía de dominio y destrucción de la misma”.

“El cazador cuaternario, llegó al grado de perfección en el cuidado de la natu-raleza, y creó tabúes para no destruirla. En todas las tierras donde hoy viven los pueblos primitivos, los pue-blos cazadores superiores, que son los bosquimanos, que son los pigmeos, que son los esquimales del Árti-co, como ramas desgajadas ya de un fenómeno que fue universal, se conserva la misma filosofía y el mismo

espíritu de amor a la natura-leza, de creer que se forma parte de un todo”

“La ciencia pone ya en manos y a disposición del hombre los mecanismos que le permiten salvar la natura-leza y también conducir su propia conducta en una línea de encontrar con más facili-dad lo que podríamos llamar la felicidad. Una conducta equilibrada, un comporta-miento con una base riguro-samente científica”.

“Cuando me preguntan en que época me hubiera gustado vivir, ¿en la Edad Media de hombres cubiertos de hierro que se enfrentaban en las cruzadas a la morisma? ¿En el Renacimiento refinado? ¿En la poderosa Roma?, yo digo siempre no, no, no, a mi siem-pre me hubiera gustado vivir en el Paleolítico, en el seno de una tribu de poderosos ca-zadores cuaternarios”.

“Es tan trascendental, tan profundo este tema, que sé que habrá numerosos críticos que estén anatematizando en este momento a este amante de la vida, biófilo, que se sien-te orgulloso de estar integra-do en el mundo antiguo.” •

Los bosquimanos hadzabé de Tanzania se guarecen en abrigos y cuevas du-rante la estación de las lluvias. El resto del año duermen en los lugares donde hayan capturado una presa, o estén maduras las frutas silvestres de árboles con bayas, con la única protección de una especie de nido boca abajo que trenzan con finos palos y hierba seca.

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No le faltaba ra-zón a Rodríguez de la Fuente cuando desgra-

na estas palabras en 1977. Tres décadas y media más tarde, aún hay quien critica y boicotea propuestas como la del proyecto Paleolítico Vivo, entre ellos pseudoru-rales apuntados a las primas ganaderas que arremeten contra todo sin prestar aten-ción ni a lo que podría be-neficiarles; los que piensan que toda innovación les va a quitar alguna prebenda de las que hasta ahora disfrutan en el mundo rural; incluso algún autodenominado eco-logista se opone a la cría de bisonte europeo en España alegando que es “especie extinta” o “exótica” y has-ta algunas entidades afines muestran indiferencia al esfuerzo por construir la era Biolítica que nos devuelva a los humanos el Gran Pac-to del Hombre y la Tierra al que apunta el arte rupestre y el comportamiento hacia la naturaleza de los pueblos ca-zadores recolectores vivos. Al final del Paleolítico, hace 10.000 años, la Tierra se

estima –sin que se pueda saber el dato– estaría habi-tada por unos 10 millones de humanos. Hoy, somos 7.000 millones. Pero aún hemos crecido más en el consumo de unidades de energía por habitante. La población actual equivale, energéticamente hablando, a muchas decenas de miles de millones de hombres pa-leolíticos.

La tecnología permite ese crecimiento, pero hay indi-cios elocuentes que indican que debemos parar cuanto antes la locura demográfica y reducir el nivel de carga del planeta Tierra al que permita calidad de vida a sus habitantes.

Superar las crisis y los conflictos inherentes al cre-cimiento demográfico y de consumo –para qué hablar del despilfarro de energía y de recursos– implica no solo detenerlo, sino hacerlo sustentable. Eso requiere conectar de nuevo, aunque solo sea por mero instinto de conservación, con la menta-lidad ecológica de sostenibi-lidad que ya tuvo la especie humana en el Paleolítico.

Para sobrevivir decenas de miles de años como especie, el hombre primitivo contro-laba su natalidad y respetaba el entorno natural en el que vivía. El Neolítico cambió esa filosofía. Ahora urge re-cuperarla para construir un futuro Biolítico, una Socie-dad de la Información en la que las nuevas tecnologías y la banda ancha 4G permitan volver a ser nómada rural y vanguardia social viviendo en armonía con el entorno con la menor huella ecoló-gica posible.

Estar integrado mental-mente en el mundo antiguo no es “regresar a las Edad de Piedra” sino recuperar la sostenibilidad. Gestionar el medio natural para que los grandes herbívoros y el hombre magdaleniense, que sobrevivieron a los últimos 10.000 años de paréntesis neolítico en los genes de su equivalentes domesticados, recuperen el concepto de lo libre, aplicado a la So-ciedad de la Información y a un mundo en red. Ese es el Punto Omega evolutivo al que señala el proyecto Paleolítico Vivo, tanto en su

Bisonte europeo en el bosque polaco de Bielowieska, donde sobreviven 1.500 ejemplares en libertad. El equipo que gestiona el bisonte del grupo de trabajo de la UICN en este Parque Nacional es el que ha pedido a Paleolítico Vivo ayuda para incrementar los nucleos de cría en libertad vigilada existentes.

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primer piloto en el entorno de Atapuerca, en la sierra de La Demanda de Burgos y la Rioja, como en cualquier otro lugar que se decida.

De–domesticar ganado... y humanos

Ev i d e n t e m e n t e , Paleolítico Vivo no es un plan para que todos

volvamos al campo. Tal vez no sean muchos, numeri-camente, pero si los sufi-cientes para poner en valor zonas en declive y, sobre todo, generar una línea del pensamiento de vanguardia, el que requiere la Sociedad de la Información para im-pulsar actividad relaciona-da con el teletrabajo y las nuevas tecnologías, clave de la viabilidad económica y psicológica de este plan e importante yacimiento de em-pleo para nuestros jóvenes.

Un gran herbívoro salvaje requiere diez hectáreas de territorio. Para “resilvestrar” un Homo sapiens estima-mos que se necesitan unas 500. Con 50 uros, tarpanes, encebros y bisontes, equiva-

lentes a las 200 vacas y ca-ballos domésticos que hasta ahora ocupaban esas 500 hectáreas de monte, más la actividad del teletrabajo, el turismo, el huerto familiar, la caza, etc. hay que com-probar si puede vivir una familia que se traslade a una de esas aldeas a recuperar tejido humano productivo.

En los cinco millones de

hectáreas que en España han sido abandonados al mato-rral, caben medio millón de grandes herbívoros y 10.000 personas que los gestionen. Si a la vista del éxito, y de que el techo de mercado lo permite, se ampliara este modelo a, por ejemplo, toda la RedNatura 2000, estaría-mos hablando de 30.000 fa-milias trabajando este plan. España tiene 47 millones de

habitantes, hablamos pues de una minoría soreb el total, pero eso si, de un colectivo innovador capaz de poner en valor la marca España.

No cabe pensar en una vuelta masiva al campo. Ni la mayoría quiere, ni por otro lado cabrían en él tantas personas. La superpo-blación del Planeta obliga a las concentraciones urbanas.

El reto es mejorar la calidad de la carne estabulada y de la producción industrial de ali-mentos, que es lo que actual-mente llena las estanterías de los supermercados, aspiran-do a que tengan la calidad de la agricultura y la ganadería ecológica. Hay que buscar formas de producir alimen-tos que sean buenos a la vez que baratos al consumidor.

El declive del pastoreo se

debe a la competencia de la carne criada estabulada de forma industrial, y no digamos nada de la que generen animales y plantas modificados genéticamente para producir más y mejor. Una idea que repele a los ecologistas y que, sin em-bargo, es la esperanza de la vida salvaje para recuperar los grandes espacios menos productivos que se liberen.

El medio millón de herbí-voros a gestionar por 10.000 teletrabajadores biolíticos en cinco millones de hectá-reas darían, una vez cubierta su función conservacionista, turística y mediática, para el mercado local y, sobre todo, para abastecer a restaurantes que comercialicen la saluda-ble, exquisita y magra carne que produzcan esos rebaños, de modo que el marqueting de la Gastronomía Paleolíti-ca sea, además de un recur-so, un transmisor del mensa-je palatable para difundir y potenciar este modelo inte-grador y optimizador de las políticas de Biodiversidad, Desarrollo Rural y Sociedad de la Información.

En el periodo 2014–20,

“Se buscan teletrabajador conservacionista que tras-loque su labor al campo para seguir fauna. Con casa, huerto y gallinero...”

Caballos de Przewalski de Mongolia, único caballo salvaje, cercano al tarpán europeo, que sobrevivió.

Búfalo acuático, especie hoy exclusivamen-te asiática, pero de la que hay registros en Europa y expertos que consideran que es otra de las especies a criar en un plan de recuperar fauna del Paleolítico.

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España dispone de 47.000 millones de euros de sub-venciones a repartir en siete años entre 30.000 agriculto-res y ganaderos, así como otros benefi ciarios del mun-do rural. De ellos, 35.705 millones son para ayudas directas, casi 8.300 millo-nes para desarrollo rural y más de 3.000 millones para ayudas de mercado. “Creo que no hay sector en la eco-nomía española que vaya a recibir tanta ayuda”, señaló en 2013 el director general de Producciones Agrarias del Ministerio, Carlos Cabanas.

Las ayudas a la ganadería extensiva no es la partida más importante, menos si se compara con la que se destina a pesticidas o a capítulos que un modelo socioeconómico sensato tendrá que revisar más bien pronto, pero dan idea de lo que cuesta el sec-tor ganadero que ocupa es-pacio poco productivo, y del interés de enfocar su gestión a formas sostenibles, opti-mizando el gasto.

Otro sector en el que cabe repensar qué es lo que estamos haciendo, es el de la produc-ción ecológica. España cuenta

con 1.318.000 Ha “orgánicas” y lidera la producción de Eu-ropa en esta actividad tan deseable para todos, pero es uno de los países euro-peos menos consumidores de productos ecológico. El gasto anual por español en este tipo de alimentos es de 6 euros, mientras que los suizos alcanzan los 115

euros por persona y en Ale-mania los 50 euros. Es decir, las subvenciones sirven para que los centroeuropeos con-suman calidad a menor pre-cio del que deberían pagar si no se dieran ayudas al sector del dinero de los impuestos de los que no consumimos esos productos por ser más caros.

España ya se situó en 2008 a la cabeza de la producción de alimentos orgánicos en la

UE. Andalucía cuenta con 784.000 hectáreas certifi ca-das de producción ecológica y es la primera comunidad española en superfi cie des-tinada a la agricultura eco-lógica y también en número de operadores, con 8.125 según datos ofi ciales.

Es una gran meta recon-vertir toda la producción

nacional que se pueda a alimentos ecológicos y bio-lógicos, que para serlo del todo deberían ser consumi-dos cerca de donde se gene-ran. Si se logra equiparar su precio a los no ecológicos, benditas subvenciones, pero mientras sean más caros y solo se los permitan suizos y alemanes no se le ve la gracia. Lo mismo que pasa con el agua potable que “se

exporta” dentro de los toma-tes, maiz y otros vegetales subvencionados de regadío, para que luego los españoles tengamos que comprarla embotellada a 500 € el metro cúbico porque en ve-rano no sale por el grifo, y que esa misma cantidad de agua potable embalsada o subterranea se haya gastado previamente en regar un par de kilos de tomates que se exportan a 2 € el kilo… mal negocio para el contribu-yente que costea semejantes dislates.

Como acordó un Consejo de Ministros de la UE en di-ciembre de 2006, el dinero de la PAC debería ir cuanto antes al desarrollo de la So-ciedad de la Información, y ahora cabe añadir, del gra-feno, que es donde Corea del Sur y demás países del Sureste asiático están dando lecciones de cómo pasar a ser vanguardia invirtiendo en el futuro. Esto no signifi -ca abandonar el campo, sino todo lo contrario, buscar con imaginación políticas que optimicen ambos objetivos.

Las subvenciones gana-deras y agrarias mantienen

“Producción ecológica para consumo local y desarrollo de la Sociedad de la Información, metas de las aldeas biolíticas”

Caballos Konic seleccionados en Centroeu-ropa para recrear el Tarpán o caballo salvaje a partir de una raza de caballos de la zona donde quedaron los últimos ejemplares de caballos salvajes europeos hasta el S. XIX.

Abajo: Ejemplar de bovino centroeuropeo fruto de cruces para recrear el uro primige-nio. Varias razas autóctonas españolas tienen una mapa genético muy similar al del uro.

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actividades en zonas que, sin ayudas, desaparecerían inmediatamente. Aún con ellas, se produce el abando-no de las zonas más margi-nales, lo que libera espacio para la vida salvaje y expli-ca el aumento del corzo, el jabalí y, tras ellos, el lobo. Es la oportunidad para que el medio natural desarrolle una nueva ruralidad y sea habitado y gestionado por quienes por su interés en la naturaleza y sus otras capacidades pueden sacarle partido a esta situación.

Crear unas primeras co-munidades de biolíticos que que sean vanguardia de la sociedad de la información y del conocimiento, así como de la creatividad y la cultura, vivan en la naturale-za y “produzcan” alimentos gestionando la vida salvaje, es la misión que tenemos por delante.

La sociedad tecnológica de la información, el mundo global en red, tiene potencial para afrontar ese reto. La tecnología permite que un número abultado y artificial de humanos como el que ya somos, pueda alimentarse

sin necesidad de tanto suelo y energía como requirió el modelo domesticador del Neolítico. Pero desarrollar

una Sociedad del Conoci-miento sostenible implica una nueva arquitectura men-tal, que permita adaptarse a los cambios vertiginosos a los que evoluciona la tecno-logía en un mundo complejo no lineal; sin fronteras ni esta-dos; horizontal y cooperativo; no jerarquizado y no compe-titivo; pacífico y no violento; donde los valores sean la creatividad y la felicidad y no el acumular bienes materiales hasta el absurdo.

La vuelta del mundo pri-migenio no es solo atractivo turístico, fuente de investiga-ción científica y producción cultural de primer orden. Es también la manera de hacer evolucionar y avanzar políti-cas que chirrían por ineficien-

tes y costosas, cada vez más difíciles de financiar, como la conservación de la naturaleza y el desarrollo rural

La normativa conservacio-nista dificulta ensayar estas nuevas formas de conserva-ción, lo que indica debe ser revisada cuanto antes para evitar esa incongruencia.

Reinventar la convervación y el mundo rural

La racionalización del gasto público implicaría el fin de las subvencio-

nes a la ganadería extensiva no rentable, sobretodo si su función ecológica, que aho-ra se usa como excusa para ser financiada, se realiza con ganado asilvestrado.

Habría que diferenciar en-tre pastores tradicionales y quienes solo son ganaderos

para “invertir” el dinero que sacan de otras actividades metiendo animales en pas-tos comunales para acceder a ayudas públicas, amén de los que de paso acceden a la prebenda de darle al ga-tillo a bajo precio, cuando no verse compensados por llevar a terceros a las piezas que localizan.

Los beneficiarios de las ayudas presionan para que nada cambie presentándo-se ante la opinión pública como un sector social que hace una labor ecológica de mantenimiento como “jar-dineros del paisaje”. Pero quien hace esa labor es el ganado y ese puede seguir en su sitio, asilvestrado, con un mínimo seguimien-to de quienes se encarguen de ellos, sin necesidad de financiar el sueldo en pro-porciones desorbitadas a nadie, con ayudas si acaso en las primeras fases de instalación y arranque, y el pago por servicios ambien-tales que puedan verificarse, como no, pero en la idea de instaurar a medio plazo una actividad que de beneficios por toda la producción adi-

“Un mundo rural no dependiente, conservador de la naturaleza, vanguardia de la Sociedad de la Información”

Árboles del valle de Juarros, Atapuerca, Burgos.

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cional antes mencionada. De ahí la importancia de

que quien gestione el medio natural con vida salvaje sea un teletrabajador capaz de obtener parte de su susten-to en el ciberespacio, no depositando todas sus ex-pectativas para cubrir sus necesidades económicas en lo que de de si el campo en zonas rurales marginales desfavorecidas, porque si no daba sufi ciente para los pas-tores de antaño que vivían humildemente, difícilmente dará para el nivel de vida más elevado al que aspira-mos hoy.

El cese de la ganadería extensiva no rentable no es el fi n de la carne de calidad, aunque si lo sea de la in-sostenibilidad que implica producir carne subvencio-nada de forma continuada y eterna. Muchos ganaderos de verdad, vocacionales, que los hay, reclaman que la carne y los alimentos de calidad no estén subvencio-nados, siendo el consumidor el que pague el precio que cueste producirlos. Saben que eso les liberaría de la competencia desleal de los

caza primas que tienen otros ingresos y que al practicar la ganadería como un com-plemento subvencionado pueden bajar los precios de productos exclusivos para aproximarlos a los indus-triales. Sin subvenciones quedarían activos sólo los que permita la demanda del mercado de productos exclusivos.

Las ayudas debieran volcarse en producir carne barata –que es la que ya estamos comiendo la mayo-ría– con mejor calidad. Si lo transgénico tiene aspectos malos, inviértase dinero en subsanarlos. Pero es hiriente subvencionar con impuestos de todos la producción de carne de calidad que llegue al mercado a un precio que solo lo más pudientes pue-den adquirir. Es subvencio-nar la cesta de la compra de los que tienen mayor poder adquisitivo, e incluso de personas que probablemente puedan –y hasta en el caso de ciertos ricos lo prefi eran– pagar sin más lo que cuesta la exclusividad.

Quienes no siendo adine-rados quieran degustar car-

ne y alimentos de calidad, ya saben, están invitados a sumarse a vivir en aldeas de teletrabajadores, como plantea el plan de vuelta al campo desde la Sociedad de la Información para además de conocimiento y cultura, criar fauna salvaje y carne, destinándola al consumo interno y local de los que opten por un modelo de vida que incorpore esa produc-ción entre sus actividades multifuncionales.

Hacia nuevas estrategias de fomentar la naturaleza

Al igual que ha-blamos de rein-ventar la política rural, allí donde

no es rentable criar carne subvencionando a pastores –y menos donde sus hijos no desean serlo ni siquiera con primas ganaderas– lo mismo debiera acometerse cuanto antes con la política de con-servación de la naturaleza: hay que resideñarla.

Surgida en los años sesen-ta del siglo XX, a raíz de la debacle del desarrollismo imperante en aquellos años,

que amenazaba con des-truir todo enclave natural, la política de conservación de la naturaleza ha llegado a niveles muy elevados de legislación, concienciación social y consenso sobre la necesidad de preservar el medio natural.

Una vez alcanzadas esas metas, el conservacionismo requiere, puede y debe dar un salto cualitativo y pasar de una política basada en el esquema defensivo de antaño y de “todo a cargo del Estado”, que aún con-tinua vigente, a un modelo sostenible, basado en un tejido social “productor de biodiversidad” adaptado a los tiempos actuales que evite la hipertrofi a de la administracion ambiental no productiva.

El nuevo habitante del me-dio rural deberá ser capaz de generar una nueva economía, la que la Ley de Desarrollo Rural Sostenible denomina multifuncional, en la que los ingresos procedan de:

1) el Teletrabajo, con ac-tividades profesionales que puedan ser realizadas por In-ternet y nuevas tecnologías;

Puente sobre el río Arlanzón, a la altu-ra de San Millán de Juarros, Burgos.

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2) la producción de carne y otros alimentos para un canal de comercialización de “Gas-tronomía Paleolítica” asocia-do a la dieta de ese nombre;

3) el turismo cultural vincu-lado a yacimientos paleonto-lógicos y arte rupestre;

4) la caza de especímenes salvajes sobrantes;

5) la producción multimedia, asociada a la comunicación de estas ideas y a la retransmisión de la vida salvaje;

6) el seguimiento de fauna salvaje y la investigación del proceso de–domesticador;

7) la vigilancia y gestión de fauna y espacios naturales, y

8) los pagos por servicios ambientales, como correspon-de a un modelo basado en fa-vorecer vida silvestre y cuidar por los recursos naturales.

El proyecto Paleolítico Vivo propugna un mundo rural habitado por teletrabajadores productores de fauna silvestre, que hagan de la vida salvaje el motor del desarrollo rural y el gancho para que esa van-guardia de la sociedad quiera vivir, rotando o sedentaria, por poblados de teletrabaja-dores ubicados en las afueras de aldeas situadas en paraísos

naturales, hoy despobladas de habitantes permanentes por falta de actividad económica rentable.

En el territorio donde se quiera implantar este mo-delo se podría ubicar en las aldeas cabañas de madera sin cimentar, de propiedad municipal, para alquilar a te letrabaja-dores pro-ductores de biodiversidad nómadas que podrían habi-tar esos pobla-dos, aportando una población permanente en cada aldea de entre 10 y 20 familias, condicionando la posibilidad de vivir en esos poblados a un acuerdo firmado, de modo que haya un compromiso para con los fines de este proyecto, y de no cumplirse, estar obligado a ceder su participación, vivienda de alquiler, etc. a un candidato de la lista de espera.

De–domesticar

Dedomesticar gana-do consiste en que los animales vivan en un espacio su-

ficientemente grande como par amantener manadas estructura-das, sin más alimento adicional que el que se necesite aportar

fruto de situaciones extremas –al no poder migrar como lo harían si no hubiera im-pedimentos– en periodos de grandes nevadas o de sequía estival, pero el resto del año dejarles buscarse la vida, de modo que, aunque su producción de carne sea mínima e incluso mueran,

sobrevivan los más adaptados, cons ide rando las bajas no una pérdida sino una forma de seleccionarse y alimentar a la fauna carroñera, en particular las

especies en peligro de extinción, como el alimoche, el quebran-tahuesos o el oso.

Investigadores holan-deses que están hacien-do el mapa genético del uro y del tarpán afir-man que de las razas de vacuno y equipo de Europa, muchas autóctonas españolas, como la sayaguesa de Zamora, la tudanca de Cantabria, la de Limia de Orense o la pajuna

“El ganado doméstico rústico conserva la capa-cidad de supervivencia de sus ancestros salvajes”

Arriba: Vaca mostrenca de Doñana, raza que vive asilvestrada y en libertad desde tiempos inmemoriales, pero genéticamente está muy cruzada con especies modernas.

Abajo: Burro zamorano, raza muy antigua que está siendo rescatada por grupos de particulares que han puesto en ello todo su empeño.

Parte de la manada de caballos asturcones que viven permanentemente en libertad en una finca, con presencia de oso y lobo permanente, y que logran sacar sus crías adelante defendiéndolas de los depredadores.

Page 18: Vuelven los grandes herbívoros salvajes que alimentaron al ... · grandes herbívoros salvajes y, sobre todo, al hombre. Las aldeas serranas de La Demanda casi no tienen ya habitantes

de Sierra Morena. Así como los ca-ballos autóctonos del norte de Es-paña o el de re-tuerta de Doñana, poseen el mayor grado de genes de uro y de tarpán de todas las razas analizadas. Se ha constatado en una zona de Asturias cómo una manada de caballos astur-cones, metida en una fi nca de nueve hectáreas con oso y lobo de permanente, están sacando este año de 2013 tres crías adelante sin que los depreda-dores consigan arrebatárselas, lo que no quiere decir que en un momento dado no depreden alguna de ellas. Otros caballos menos rústicos han sucumbido en esta fi nca a la acción de los

depredadores, pero estos asturco-nes aguantan desde hace años. Lo mismo se ha cons-tatado con asnos en Zamora y con vacas en Portugal.

A de mi casa natal, Ade mi casa natal, Aen Tudela Veguín, Asturias, está a

orillas del río Nalón la cue-va de la Moratina, en la que se encontró un lobo Mag-daleniense grabado hace 12.000 años en un medallón de piedra. A 30 Km en línea recta de esa caverna está la de Candamo; a 60 Km la de Tito Bustillo, en Ribadesella y a 140 Km la de Altamira, en Cantabria. La cuenca del Nalón alberga 15 enclaves con grabados paleolíticos.

La caverna con las pinturas de más calidad es Candamo, la más cercana al mar. Río Na-lón arriba están La Moratina, en Tudela de Agüeria y otra más en Tudela Veguín que la fábrica de cemento de ese

pueblo cegó nada más des-cubrirla para evitar que su hallazgo paralizara la labor de la cantera. Bajando por el río encontramos el abrigo de La Viña (Manzaneda, Ovie-do), Los Murciélagos (Por-tazgo, Ribera de Arriba), Las Caldas, La Lluera I y II (San Juan de Priorio, Ovie-do), Las Mestas (Tahoces, Las Regueras) y Godulfo (Berció, Grado). En el Rio-sa, afl uente del Cau-dal, se encuentra la cueva de Entrefoces (La Foz, Morcín) y en el río Trubia las cuevas de El Conde, Santo Adriano, Los Torneiros, Cueva Pequeña y el Cama-rín de las Ciervas de

Los Torneiros (Tuñón, San-to Adriano). En otro afl uen-te más, hay una caverna con un lobo, grabado de forma esquemática, de ubicación secreta porque es la cueva de una osa y sus oseznos.

Me pregunto cuántos de los que hoy habitamos Ibe-ria, tendremos genes de los españoles que pintaron entre hace 12.000 y 30.000 años el medallón de Tudela Veguín, el techo de la cueva de Alta-mira y las paredes de otras cavernas del norte de Espa-

“Los grandes herbívoros salvajes fueron profusa-mente pintados en las cavernas por el hombre del Paleolítico”

Arriba: Europa cubierta por los hielos hace 15.000 años, con los nombres de las principales cavernas donde el arte rupestre alcanzó su mayor nivel.

Abajo: Distribución de las 320 cavernas donde se han encontrado vestigios del Paleolítico.

Placa de piedra con un lobo y otros animales superpuestos

(ver detalle del lobo abajo) grabado en el Magdale-

niense, hace 12.000 años, hallado en la cueva de la Moratina, Tudela Agüeria / Tudela Ve-

guín, Asturias, a orillas del río Nalón.

depredadores, pero estos asturco-nes aguantan desde hace años. Lo mismo se ha cons-tatado con asnos en Zamora y con vacas en

A800 metros A800 metros Ade mi casa natal, Ade mi casa natal, A pueblo cegó nada más des-

Los Torneiros (Tuñón, San-to Adriano). En otro afl uen-te más, hay una caverna con un lobo, grabado de forma

Placa de piedra con un lobo y otros animales superpuestos

(ver detalle del lobo abajo) grabado en el Magdale-

niense, hace 12.000 años, hallado en la cueva de

guín, Asturias, a orillas del río Nalón.

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ña. Si corre por nuestras venas sangre de los que veneraban a los bisontes, caballos, cier-vos, uros y demás fauna que cazaban y pintaban con admira-ción. Si ellos son también nuestros an-tepasados, o

solo descendemos de los que llegaron de Oriente con la ca-bra, la oveja y la vaca, 4.000 años más tarde de descubrir la técnica de domesticar que les permitió conquistar el mundo.

La respuesta más frecuente es que somos mestizos de las dos culturas, la Paleolítica y la Neolítica. Y se da por hecho que aquellas tribus de pastores celtíberos –que se encontraron los fenicios, los griegos, los cartagineses, los judíos, los romanos, lo visi-godos, los árabes y los cris-tianos centroeuropeos medie-vales, cuando arribaron por es-tos pagos– estaban mezclados con los des-cendientes de los paleolíticos, cazadores–reco-lectores del magdaleniense. Pero cuando encontré aun vivos ambos mundos en Tanzania, el Paleolítico puro de los bosquimanos hadzabés y el Neolítico puro de los pastores masai, comprobé que eran como el agua y el aceite, así que me entró la duda de si aquí, como allí, no habríamos exinguido a los pacíficos hombreci-llos del arco y las flechas.

Sin embargo, unos inves-tigadores de la Universidad del País Vasco han determi-nado la existencia de linajes genéticos europeos en el valle navarro del Baztan que remontan a hace 15.000 años. El estudio identifica

linajes paleolíticos en el ADN de los habitantes de Elizondo, por lo que su presencia en el valle se podría remontar al re-poblamiento del oeste europeo en la época posterior a la gla-ciación que asoló el norte del continente, durante la cual unos +/– 100.000 magda-lenienses habitaron y dejaron pintadas muchas de las 300 cavernas conocidas (la mayoría, cuyo número nos será siempre desco-nocido, quedaron sumergidas en el mar al elevarse el nivel del mismo cubriendo varios kilómetros de costa) del llamado refugio glacial Franco Can-tábrico. El grupo de investigación de la Universidad del País Vasco, coordinado por la catedrática Marián Martínez de Pancorbo, cuenta con una experiencia de 30 años en el campo de la genéti-ca de poblaciones y

trabaja en los movimientos migratorios de los reductos paleolíticos registrados en Europa.

La época magdaleniense (16.500–10.800 años antes

“El 70% de los españoles tienen genes de sus antepasados del Paleolítico”

Arriba: Bisonte de la cueva de Altami-ra (Cantabria). A la izq.: Caballo de la cueva de Tito Bustillo (Asturias).

Abajo: Mapa con el porcentaje de genes del Paleolítico (en rojo) en la población española de cada Comunidad Autónoma.

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del presente) fue la culmi-nación de la cultura de los grupos humanos cazado-res–recolectores de Europa Occidental en el Paleolítico superior. Generó la mayor concentración de arte rupes-tre paleolítico conocida en el Mundo. La mitad de los asentamientos

paleolícos, de los que menos de la mitad tienen arte prehistó-rico, se encuentran en España, con 145 lugares (112 cavidades en la Región Cantábrica) y la otra mitad en Francia, con 160 hallazgos.

Al parecer, en el ADN del 70% de los españoles pre-domina el haplogrupo R1b, que según los expertos vie-

ne del Paleolítico superior. Conservaríamos, pues, el linaje de los primeros po-bladores, junto a una impor-tante herencia celtíbera. Ni los fenicios, cartagineses, griegos, romanos, judíos, visigodos o árabes modi-

ficaron sustancialmente la composición genética de nuestra población primige-nia. La aportación de esos pueblos, que se mezclaron más recientemente con el sustrato de España “de toda la vida” fue más cultural que

genética, al no ser relevantes numéricamente respecto a la población aborigen de Homo sapiens asentada en Iberia desde hace unos 40.000 años.

¿Qué importancia pue-de tener la reminiscencia paleolítica? Bueno, si en

Europa los paleolíticos y los neolíticos no hemos sido el agua y el aceite que son en África, explicaría tal vez por qué en cada familia o en cada pueblo hay casi siem-pre uno que es “el bichero”, el pajarero, al que le da por

la naturaleza, al que ahora se le llama ecologista. Tal vez esa chispa provenga de que de tarde en tarde, al concebir un nuevo niño, en la lotería del cruce de cromosomas de una pareja, se concentra una dosis más alta de ADN de

los hombres del Pa-leolítico superior –o tal vez, mejor decir: hombres superiores del Paleolítico– aque-llos españoles artistas del magdaleniense, antepasados nuestros, que tras decenas de miles de años vivien-do bajo las leyes de la evolución tenían incrustado en su código genético, y muy claro, lo que hoy nos descubren los científicos: que para no extinguirse y durar, hay que ser sostenibles. Benigno Varillas,

director del Plan Paleolítico Vivo, promotor de aldeas de tele-trabajadores productores de fau-na salvaje en espacios naturales.

Dirección de contacto:[email protected]

WEB/Blog: www.altotero.com

“Es posible que cada amante de la natu-raleza sea el rescoldo de cuando el hombre vivía inmerso en ella respetándola”

Izq.: Venus de Willen-dorf, estatuilla del Pa-leolítico que representa el culto a la fertilidad. A la dcha.: el Chef del restaurante ‘Sauvage’ de Berlín, que ofrece con gran éxito comida paleolítica en el centro de la capital alemana.