W. Kasper. El Dios de Jesucristo. Resumen. Maria Elena García.
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El libro de Walter Kasper divide su obra El Dios de Jesucristo en 3 partes. La I parte es la cuestión de Dios hoy (pág. 9-151), la segunda, El mensaje sobre el Dios de Jesucristo (pág. 159-256) y la tercera, es El Misterio trinitario de Dios (pág.265-356). Me concentraré en la segunda parte como guía explicativa de todo el libro.
Partiré de una aconsejable premisa anselmiana que también guiará mi trabajo: “nihil cogitari potest, quod Deus sit aliquid supra”. Dios es aquello mas allá de lo cual nada puede pensarse. Este enunciado sigue vigente en la época contemporánea; la genialidad del obispo de Canterbury no solo expresa que Dios está mas allá de nuestro pensamiento, por lo cual es un trascendente, sino que, no podemos hacerlo contenido del entendimiento, por lo tanto, no lo podemos cosificar, no lo podemos categorizar, ni siquiera como entelequia, criterio, modelo, arquetipo; En este sentido hay que entender a Dios, como un apertura o principio porque nos ha hecho salir de la nada _ex -nilo, nos ha llamado a la existencia_ pero es un principio que no podemos delimitar. Otro gran paso de Anselmo fue darle un límite (de Bondad) interno a Dios, esto es, Dios es omnipotente, pero no para el mal, ya que el mal, lo haría impotente, asoció el poder con la debilidad, con la misericordia, con la kenosis.
Esto significa en el plano ontológico que Dios es absolutamente libre, y desde el punto gnoseológico que ninguna teoría puede contenerle, porque “El es siempre mayor”. Ahora bien, lo verdaderamente interesante de este enunciado, es pasar del aspecto puramente intelectual que representa este análisis, al práctico. La época moderna y contemporánea se quedó en la especulación. La teología de esta época no encontró la hermenéutica de los primeros Padres. Hoy un sector de teólogos_ entre ellos W. Kasper_ es consciente de la necesidad de salir de las puras discusiones teóricas. Damos este paso cuando miramos hacia El Dios Jesucristo. Hacia Jesús de Nazaret, el hombre e hijo de Dios, Dios de Dios que se hizo carne, que penetró en un momento específico de la historia del hombre, dividiendo ésta en antes y después. Es éste hecho puntual que revoluciona verdaderamente la realidad, y se hace ciertamente difícil de explicar porque apunta al Misterio. La cuestión es Cómo Dios perfectamente trascendente, e inmutable, eterno, infinito, cualitativamente distinto al hombre: categorial, finito, mutable, mortal puede ser causa del mundo y del hombre, y puede ser Padre de éste. Solo si damos respuesta a la pregunta del problema de Dios, que como dice Kasper, _ pregunta que ya contiene parte de la respuesta en su estructura, porque anticipa las dificultades señaladas_ podemos atender al “problema de Dios”: ¿Dios existe? La respuesta es más que un sí, o, un no; la simplicidad de esta respuesta, o el quedarnos discutiendo en este plano demostrativo al modo contemporáneo, significa que no hemos entendido el enunciado en su profundidad, significa que nuestro debate ha quedado atrapado por las tantas categorías humanas de la historia, que se convierten en los ídolos de la sociedad moderna. Significa que cometemos el mismo error epistemológico de quien pregunta. Así la pregunta se transforma en: ¿Dios es Aquel principio que explica nuestra realidad sin dejarse atrapar por ella hasta tal punto que la sostiene?
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Si respondemos adecuadamente a la pregunta permitiremos un cambio de paradigma más grande que el copernicano, o el hegeliano. Un cambio de forma de ver la vida, de óptica de pensamiento, de matanoia, de metamorfosis personal y del mismo universo, si se puede decir. Dicha transformación ha sido una experiencia en mi persona misma. La razón es la manera y el medio para intentar entender la complejidad de la realidad de Dios, y pese a nuestro propio límite cognitivo, “intellectus fidei”, pues el entendimiento necesita profundizar sobre Aquel trascendental que lo supera, “siempre mayor”, frente al cual cabe decidir si lo aceptamos como Alguien, ( optando por la fe), o lo aceptamos como algo ( optando por el ateísmo), en cuyo caso, le denominaremos: estructura humana, estructura mental, proyección de la mente, categoría trascendental a priori, revolución de las clases sociales, etc. El ser humano es aguijoneado en cada época por estas preguntas existenciales, de dónde venimos, hacia dónde vamos, qué sentido tiene la vida, si al final moriremos; qué sentido tiene el sufrimiento, ¿Qué sentido tiene el mal en el mundo que provoca que el ser humano inicie procesos de lucha contra sus congéneres y bienes naturales hasta el intento de exterminio contra otras razas, etnias, grupos, hasta el genocidio de masas, hasta la esclavitud, trata de blancas, negros, de niños, prostitución, qué sentido tiene el mundo que llega al sometimiento de clases sociales bajo estados de pobreza, marginalidad social, educativa ? Podemos responder de modo intelectual y categorial a estas preguntas, o de modo vivencial y trascendental, mirando hacia el misterio. Según el hombre elija uno u otro modo de explicación de sí mismo y de su realidad, según sea la elección, se dará respuestas eficientes o no al problema de Dios, porque su respuesta lo afecta ineludible, irremediable e irrevocablemente. Somos libres para elegir una respuesta de carácter mitológico, politeísta, panteísta, dualista, monista, teísta, deísta, monoteísta, ateísta. Estas Posturas que expresan el esfuerzo por entender esta posibilidad de Opción de vida _esta libertad humana_ reflejan grandilocuentemente la libertad del principio Mismo del cual provenimos (el misterio) y principio que ha permitido, a su vez, desarrollar: la historia sagrada, la historia de las religiones y la historia universal filosófico-sociológico-política y nos abren hacia la grandilocuencia del misterio mismo; Nos detendremos en la época de formación del cristianismo primitivo, siglo I, II, III, IV, y luego siglo V, que alimentado por la filosofía griega, realizó una síntesis novedosa y única del pensamiento cristiano.
Estos Hombres que hicieron una Opción fundamental de vida, vivían la experiencia de Jesús, el Hijo de Dios. Kasper indica la importancia que tuvieron estos primeros cristianos en lograr una síntesis adecuada del pensamiento religioso con el pensamiento filosófico griego, que permitió al hombre comprender el problema de Dios según las dificultades de su época y como de no hacerlo, aquella hubiera quedado condenada a una incomprensión de sí misma. Hubiera terminado en un ateísmo en cualquiera de sus formas. Como en efecto, sucedió en la época moderna que no encontró a ningún gigante como Agustín, El Aquino, Ireneo, Orígenes que comprendiera esta crisis nueva y la asimilara en una nueva síntesis del misterio. No sucedió así, y la modernidad solo obtuvo interpretaciones nihilistas, vacías, inseguras que sustrajeron seguridad a la vida, llevándolas a la filosofía del agobio y desesperación, pero lo más grave es que todo pensamiento genera una real experiencia de esta agonía, de nihilismo y de desesperación. Deseo poner especial
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esmero en la teología de Agustín de Hipona y en Tomas de Aquino, quienes se apoyaron en muchas de las ideas de los padres de la iglesia como Ireneo, Tertuliano, Eusebio, y Orígenes para asimilar y fundamentar el pensamiento cristiano.
Agustín guiado por la filosofía neo-platónica asume El Uno como principio pero no en tanto separado sino en tanto una emanación Uno de Amor, que constituye 3 figuras, la del amante que inicia el proceso, la del amado que corresponde a este amor, y la del amor que se desprende de ambos. Sin lugar a dudas reconoce que la divinidad es impenetrable, como lo atestiguan todas sus expresiones filosóficas: inalcanzable, oculto, abismal. etc. Sin embargo da un paso más allá de la filosofía griega, encuentra un puente de comunicación entre el ser Inmutable y el ser mutable del hombre: El Amor generativo. El Aquino, dará un paso más todavía, lo que es para Kasper, un paso de un gran coraje teológico: A esta Unidad le llama Efluvio, pero no se confunde con el súper Ente de Plotino, absolutamente separado, sino que lo traduce en Un Ser que sí se interesa y penetra la realidad. Lo explica de la siguiente manera: si bien es cierto que cada ser finito-hombre representa lo que conoce a través de imágenes que reproducen de modo circunscrito sus ideas, cuando Dios se piensa a sí mismo, produce unas representaciones igual a su ser, y como en Dios el ser es idéntico a su existir, sus representación significan El Todo. Su representación es de su mismo tamaño, por decirlo toscamente; Ahora bien, este proceso no es solo intelectual porque Su ser absoluto, eterno, al actuar lleva implícito su voluntad, sentimiento y entendimiento, y cuando piensa, su representación es Generación de su igual a Él: su hijo, que a su vez genera aquel Espíritu que es Él mismo, a la vez; por lo que Dios es Autocomunicación de sí mismo que se abre hacia los demás: hijo y Espíritu Santo, y al hacerlo es creativo del hombre y del mundo, así todas las cosas son creadas gracias al padre, al hijo y al Espíritu Santo de esta relación. El Espíritu “Quien revoloteaba sobre los abismos desde el momento de la creación”. Gen, 1,5
Para Kasper y su escuela, estos teólogos y padres de la iglesia, representan la libertad de asumir la opción de fe, decidieron explicar la unidad de la realidad como Misterio trinitario. O dicho de otro modo, La Concepción trinitaria es lograda como síntesis del Misterio Divino y al mismo tiempo síntesis de la realidad. Es decir, el ser inmanente de Dios se muestra. Y lo que sólo vemos, es este mostrarse, en donde estamos todas las creaturas. Pero esto no es un proceso ideal-panteísta en donde el todo está en todo, porque el Dios cristiano se hizo hombre, no en abstracto, sino en carne y huesos. Por lo tanto Dios, es a-categórico idealista. Tampoco es aquello que me dice que todo lo que sucede: las tragedias, la precariedad de la vida, la teodicea de la vida, es lo mejor que puede ocurrir, porque vivimos en el mejor mundo posible, al estilo Leibniz. El Dios de la iglesia primitiva es entendido adecuadamente por la tradición cristiana patrística del siglo I al VIII, y de la época escolástica hasta los siglos XIV Y XV (cuando se dificultará la explicación). Lo realmente complejo y difícil no son las tranquilas especulaciones sobre Dios, sino el lugar desde donde se debate, se vive se sufre, lugar de donde brotan las preguntas existenciales humanas en cada generación; en especial después de los sucesos de la segunda guerra mundial, la teología post- Auswitch emprende una crítica contra la teología cristiana de la redención, señalando que un mundo que ha pasado por semejantes acontecimientos des-humanizantes, no es de ninguna forma, una humanidad redimida, sino al contrario,
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altamente afectada por el mal. Este sentimiento de desolación que ya había tenido su origen antes en los siglos XV y XVI como critica a la religión, ahora surge verdaderamente como experiencia de mal en el mundo, renaciendo la idea de la teodicea griega: el esfuerzo de explicar a Dios en medio del devenir, de la accidentalidad, de la tragedia, del sufrir humano.
Resurgen los problemas antiguos enunciados por Epicuro: Dios quiere evitar el mal, pero no puede, en tal caso, Dios es Impotente, y no es Dios. O, Dios puede evitar el mal, pero no quiere, por tanto es un Dios poderoso y maligno. O, las dos alternativas, que hacen que Dios sea contradictorio, y no sea Dios, O, ni quiere ni puede, por lo que Dios es un ser lejano, que no afecta al hombre, y da lo mismo que exista, a que no exista. Es así que esta nueva imagen del mundo moderno, encuentra la causa del mal en la libertad del hombre mismo, es decir, el mal ha sido causado por el hombre, agente real y efectivo que influye positivamente y no abstractamente sobre su propia realidad, abriendo la historia hacia una interpretación lineal o progresiva, en donde cabe el proceso de violencia y contra violencia del hombre contra los demás, o hacia la idea de progreso, o superación de modelos caducos, por otros paradigmas nuevos que se van enfrentando en choque dialéctico entre sí, desencadenando el impulso de la superación en sistemas nuevos a expensas de la muerte y dolor de miles de millones de seres humanos, o incluso de la destrucción del planeta. Se declara una autonomía humana, y se excluye la idea del mediador divino, nuevamente. Pero, La finitud tiene la misma línea metafísica del mal, aunque esta vez se cause al hombre. Kasper menciona que solo se han cambiado a los interlocutores en un mundo que es el mismo. El interlocutor de la antigüedad medieval era el doliente creyente. Y el de esta época particular moderna: El increyente ilustrado. Ambos siguen sufriendo pero el segundo se ha escindido, ha inscrito su realidad en el curso de su razón, voluntad y entendimiento, permitiendo que a partir de aquí maduren toda clase de corrientes ideológicas que como su nombre indica, solo atiendan a una parcialidad de la realidad, y no vean el conjunto y así se levanten como modelos autoritarios de justicia: El Tirano Ilustrado. El ateísmo ni soluciona, ni responde tampoco eficazmente al problema de Dios. Moltmann expresa la necesidad de partir de un fundamentó completamente distinto al ateo. Pues, como dice Pascal “de la flaqueza nos damos cuenta de la grandeza.” Es decir, la situación de fatalidad de esta teodicea descubre el deseo de bien que hay en el hombre. Resurge la teología Aquina, “EL Mal no existe por Dios, sino que demuestra que Dios existe”, es decir, si hay maldad es porque no se busca a Dios, y el darnos cuenta de éste mal, implica una naturaleza buena en el hombre, como dice Hokheimer: gracias a “la añoranza por lo otro” sufrimos y detestamos el mal que hay en éste. Entonces, la esperanza es posible porque existe lo Otro, existe Dios. El mal deja de ser un argumento contra Dios, mas bien queda ahora justificado, en tanto es medio para un fin bueno; y Dios conserva su Perfecta libertad de Bien supremo. Es decir, el mal encuentra ya explicación como un subproducto dentro de la historia. Deja de tener un carácter metafísico monista (el mal viene de Dios) y deja de tener un sentido metafísico dualista (el mal proviene de otro Principio originario).
Esto permite resaltar la belleza y diversidad del cosmos porque el mal es despojado de su carácter metafísico. Sin embargo, autores como Solo Sölle, y Dostoievski dirán
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que esta idea de incluir objetivamente al mal como medio justificado para un fin, tiene una tesitura sadista filosófica. Pues si es así, “yo me apresuro a devolver mi boleto”, se reintegra un boleto caro porque se paga a costa de una armonía que disfruta de una crueldad humana refinada. Es pues, necesario mirar a las sagradas escrituras, que al respecto logran dar verdaderamente el cambio esta aporía. Para el evangelio, el mal merece la muerte, y aunque esta muerte no tiene talante metafísico, no es simple nada, ya que causa daño real, pero es incapaz de causar la muerte ya que Hombre sigue viviendo. Y esta “incapacidad-querida” de matar al sujeto pecador, se debe a la presencia del mediador: Jesucristo, quien a pesar del mal, acoge al hombre y le perdona. El mal es superado desde dentro en la cristología. “Porque en El fueron creadas Todas Las Cosas, Las Que Hay en los cielos y Las Que Hay En la tierra, visibles e invisibles…Todo Fue creado Por medio de El y para El”.4 En El mediador estaba todo predestinado a que estuviera: todo en todo. “De reunir Todas Las cosas en Cristo, en la dispensación del Cumplimiento de los Tiempos, Así las que están en los cielos, Como las que están en la tierra”. Ef. 1,10.
Ahora bien, algunos críticos cuestionan la legitimación cristológica, arguyendo que esta idea de Cristo como mediador-redentor, no estaba clara en el antiguo testamento. Kasper dirá, que La dificultad estriba en que La idea cristológica no fue “ un enunciado sin más”, sino que fue resultado de la condescendencia pedagógica divina, que fue haciendo progresar la idea cristológica- mesiánica en el A.T hasta consolidarse. Kasper sostiene que después de la diáspora babilónica, los grandes acontecimientos como el éxodo, la alianza del Sinaí, la realeza davídica, se presentaron hacia el futuro, haciendo que la cristología se hiciera patente. Leemos en Ezequiel que vivió el exilio una escritura tipológica comparando el tronco de Jesé con la línea de sucesión davídica, es decir, expresando la filiación divina que supondrá el hijo de Dios y su alianza con quien le ha sido fiel. “Así dice el Señor Dios; Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; Me cortaré desde lo alto de sus renuevos uno tierno y lo plantaré sobre el monte alto y sublime”. Ez 7,22. Sin embargo, antes de la diáspora observamos en el proto- Isaías: “Por tanto, el Señor mismo os dará esta señal: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel” Is 7,14 y también leemos: “Muerto éste, también el cuarto fue sometido a la tortura. Y cuando estaba a punto de morir, dijo: “Acepto morir a manos de los hombres, esperando las promesas hechas por Dios de que él nos resucitará. Para ti, en cambio, no habrá resurrección a la vida”. 2 Mac 7,14. Así queda legitimada la cristología en el A.T. En el nuevo también hay que hacer lo propio. Los exégetas señalan que este término fue post pascual, y que la denominación de mesías no es aplicable a Jesús, pues él no se autodenominó así. La única auto calificación de Jesús fue la de hijo de hombre. A este argumento se contesta aduciendo, que: SÍ existe una cristología indirecta suficiente para defender el principio cristológico en el nuevo testamento. Para Harnack, Jesús habló del reino “Después de que Juan fue encarcelado, Jesús fue a Galilea para proclamar el evangelio del reino de Dios. Decía: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse, y crean en el evangelio!”9 Mc 1,14. Reino, viene de la expresión Yaveh reina, este reinar no se predica a una toponimia local, sino a la soberanía divina, por lo tanto Jesús se identifica con ésta soberanía y en consecuencia con la misión mesiánica. “Y oyendo Juan en la prisión los hechos de Cristo, le envió dos
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de sus discípulos, Diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, o esperaremos á otro? Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber á Juan las cosas que oís y veis: Los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos son limpiados, y los sordos oyen; los muertos son resucitados, y a los pobres les es anunciado el evangelio”. Mc 11,2-5.
Otra prueba indirecta de la presencia cristológica está en el estilo de predicación de Jesús; no predica como el rabí, al no hablar como ellos que comentaban sabiamente las escrituras, mas bien las supera “las escrituras dicen…, pero yo os digo…”. Tampoco habla como profeta quien se anuncia como instrumento e Dios “Oráculo del señor…el señor dice...” sino “Yo os digo”, él es la misma voz de Dios. “Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. Además, les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios”. Lc 9,26. Otro aspecto es el llamado: Jesús terreno; La relación de Jesús con sus discípulos no es provisional, al modo del rabí con sus alumnos, es estrecha y vinculante, éstos comparten_ según palabras de Kasper_ sus desarraigos y destinos. Finalmente, el mensaje de Jesús no es formal, es de vida; Pide dejar todo y seguirle, exige radicalidad hasta dar la vida. El reino de Dios no es para los tibios “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mc 8,34. Dicha radicalidad es clave en la identificación con Dios. Otro rasgo significante, Es el mensaje de la misericordia; Jesús come con los pecadores, pobres y desvalidos, simbolizando con esto que su reino no es solo de justicia, sino de amor, de unión familiar humano-divina, y que este banquete pre-figura el escatológico. Otro rasgo importante es el modo especial de dirigirse a Dios, como Abba, y en esta relación paterna, se distingue claramente de los demás. En ningún momento dice nuestro padre. "Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios”. Jn 8,42. “Créanme cuando les digo que mi Padre y yo somos uno solo Y si no, al menos crean en mí por lo que hago.” Jn 14,11 La denominación de mesías queda plenamente legitimada, y aún más, queda legitimada la misión unida a la redención, (inseparablemente). También la salvación expresada por Jesús es debatida, arguyendo, que en ningún momento Jesús se proclama el autor de la redención.
Sin embargo, se puede alegar como Jesús conocía perfectamente las historias veteroestamentarias que vinculaban al mesías con el siervo de Dios que habría de sufrir; Jesús recordando al Deutero-Isaías: “Entonces él les dijo: Insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”. Lc 24,26. Conocía muy bien las enseñanzas del judaísmo tardío en segunda de Macabeos, 17 que expresan el camino del mártir hacia la resurrección. Además Jesús sabía que sus enemigos le guardaban asechanzas y preparaban su captura, era consiente de la resentimiento y odio que provocaba su mensaje y vida. Es así que la teología de la cruz estaba bien constituida. Ante todo lo está porque Jesús arraiga la cruz en su obediencia absoluta a la voluntad del padre. También es palpable como las primeras comunidades cristianas surgen apoyándose en la teología de la cruz como puntal de su forma misma. Por lo tanto queda así legitimado el término cristológico y
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redentor. La persona de Jesús responde a la pregunta sobre el problema de Dios. Porque el ser de Jesús está unido inseparablemente a su misión mesiánica y a su servicio redentor para la humanidad. Es la absoluta obediencia de Jesús al Padre quien origina la cristología, y no al revés; y esta cristología, fundamenta a la dogmática. Por lo tanto, ni la cristología ni la dogmática sería posibles sin una Relación esencial de Jesús con el Padre Lo observamos en literatura apocalíptica y juanea que resaltan la pre-existencia de Jesús en el Padre, pensado antes de todos los tiempos. Dicho en palabras de Kasper: Jesús es en persona la realización existencial de Dios, es la definición plena del padre porque el Padre se define en Jesús de modo escatológico y definitivo.
Sin embargo, Harnack critica como ésta fundamentación sufrió una transformación dentro de la patrística, que no respetó esta lectura genuina de vida en las sagradas escrituras, volviéndose pura cristología, y doxología, concentrada en disputas especulativas y en formulas del credo. Hablará el teólogo británico Pulman de modo brillante, expresando que esta inversión fue producto de la helenización del evangelio, resaltando los mitos gnósticos y religiones mistéricas, colocando erróneamente estos estudios y síntesis posteriores del siglo III, IV y V en los siglos precedentes como si fuera voz directa de las sagradas escrituras: como pretendiendo ilegítimamente se boca de la interpretación de los siglos I, II. Debemos mirar hacia Los Salmos reales para recordar que lo principal no es la especulación sino la relación de Dios con su hijo. “El Señor le dijo a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos bajo tu poder ». Sal 110,1 y sal 2,7 « Ciertamente anunciaré el decreto del Señor que me dijo: “Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”. Flípense 2,6-11. Al respecto, recordamos la anterior respuesta de Kasper que dentro de lo que cabe, observa la genialidad de esta filosofía especulativa pero reconoce que todo intento de síntesis, deja una pérdida importante.
En el versículo paulino anterior de Flípense 2,6-11: el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. Se profundiza en la idea de la Kenosis. Esta es despojo, vacío de lo ostentado; vacío del propio ser de Jesús; un vacío que constituye su propia forma. Este vacío estuvo pre-existente desde la eternidad con el Padre y el espíritu santo, sufriendo en el momento de su encarnación y crucifixión, una trasformación óntica, una alienación del Dios Padre. Por esto dice Kasper que la cristología de la exaltación de la cruz, cristología de la pre-existencia y cristología de la de la Kenosis son un trío que van juntos y son inseparables. Se repite lo que ya decíamos, La Cristología está imprescindiblemente enmarcada en la soteriología. Es decir, lo determinante es El comportamiento obediente del hijo, que en su Anaké: esto es, Sometimiento, que se entrega amorosamente al padre quien lo acoge como hijo, pero a la vez se escinde de él como lo completamente otro. Sin embargo, su anonadamiento y muerte en
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cruz, lo devuelve al padre en la Gloria. Solo Dios que es Absoluta Libertad, es omnipotente y capaz de convertir la muerte en vida; de transformar el límite y finitud en Resurrección. La metamorfosis de Dios, genera a otro igual a su absoluta identidad de ser y libertad (porque en Dios su pensar es igual a su existencia); es así como Jesús queda Exaltado por el Padre, como el señor soberano, pero al ser Cristo Dios, de la misma naturaleza que el padre, este drama humano pasa a tener un rango divino que engloba el cielo y la tierra. Esta acción que supondría el fin para cualquier ente finitud, ahora, posee esta capacidad ganada por El redentor. De tal modo, que El devenir fatal de la teodicea, la fatalidad del azar y casualidad, o los llamados, poderes cósmicos, las historias mistéricas, esotéricas, el mal, la muerte en todas sus formas ilimitadas, ahora son superadas. La Impotencia de la cruz, realizó una compra, a precio del mismo hijo de Dios, haciendo a todas las criaturas nuevas en Dios. “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”. 2 Cor 8,9. Y Leemos también de Paulo: “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsiste” col 1,15 Pero Jesús es Proyecto soteriológico, Proyecto de economía de salvación desde la pre-existencia. Esto genera una Nueva imagen de Dios y al mismo tiempo una imagen nueva para el mundo. La Literatura Sapiencial y juanea observamos como hace el tránsito de la imagen al concepto “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”. Jn 1,10. Esta teología adquiere una dimensión Universal única y propia lo que provocó una asimilada, y más adelante, una helenización. Sin embargo, este no se puede confundir con las filosofías y mitos helénicos. Ni Filón, el filósofo de la religión, (contemporáneo), ni Heráclito (a-contemporáneo) conocieron la literatura juanea, ninguno conoció la dimensión personal del logos como sí Juan, y sin embargo el logos racional de todos estos sistemas de pensamiento presentan grandes puntos en común con el logos de Jesucristo. En palabras de Kasper, Hay una identidad más crucial entre ambos sistemas con el pensamiento cristiano: ambos realizan una apertura del ser en el pensamiento y en el lenguaje. Dios se comunica y su acto de manifestación genera espiritualmente a su hijo, sin disminución, y al amor que los une y distingue a la vez, sin ninguna disminución. Gracias al ser trinitario de su manifestación, Dios es un Dios vivo. La cristología nace del Logos, de la palabra, en tanto inserto pre-existente en la concepción trinitaria. De ahí que, el que conoce a Jesucristo, conoce al padre, conoce la verdad ultima del hombre, de todas las cosas, su para que, y por que. Es decir, encuentra el apoyo para contestar a las preguntas del problema de Dios. Pero Kasper da un paso más, la teología debe progresar aun, y debe concebir a Dios como trinidad en Diálogo, y no solo palabra. Porque un diálogo es encuentro personal, es matanoia interior del alma. Para Kasper, no debemos quedarnos en la palabra inmanente, debemos ir a la palabra externa que se enajena, Dios mismo hecho Carne; esta carne representa un compromiso radical con la existencia que ni la teología clásica conservó como parte central de su doctrina. Hay que rescatar este sentido trinitario, no como apéndice, o
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índice. Para Hugo von Balthasar y Juan de la Cruz, Jesús se abre al abismo y la noche de la muerte, no desde la dimensión de la pre-existencia y analogía intelectual, sino desde la soledad del dolor y muerte. En su libro “Misterio Pascual”. Por esto, no se puede eludir el problema de este abismarse de Dios. Jesucristo y Su padre son sujeto del despojo. No podemos restarle divinidad a Jesús en su abajamiento. Por lo que el Dios inmutable, es mudable, el Dios impasible, padece, Y esto coincide perfectamente con las sagradas escrituras, es estas observamos como Dios acompañan el sufrimiento de los hombres, Y como Dios desde el principio se deja afectar por la misericordia “Mas ellos fueron rebeldes e hicieron enojar su espíritu santo; por lo tanto, él se convirtió en su enemigo, él mismo peleó contra ellos”. Is63, 10 también leemos “Y el Señor se arrepintió de haber hecho la humanidad en la tierra, y le dolió a su corazón”. Gen6, 6. Y leemos “No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito? pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová”. Jer 31,20.
Esta realidad de la misericordia es más que Solo antropomorfismo porque la divinidad en el hijo es intacta. Aparicio de la bondad “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor para con la humanidad, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. Tít. 3,4. Los padres de la iglesia habían asimilado en su cultura que la a-pathia es un atributo lesivo para Dios pero ellos respetaron al menos esta paradoja, para San Ignacio de Antioquia Dios es intemporal, y temporal, es invisible y se hizo visible, incapaz de padecer se hizo capaz de padecer, “ad Policarpo 3,2”. Para Tertuliano el hijo de Dios crucificado es algo infamante, y es creíble por ser increíble. Para la teología luterana, dios no es concebido desde la especulación, sino desde el conmunicatio idiomatum, esto es, desde la cruz; todas las características y atributos se desarrollan en la persona. En la de Jesucristo su humanidad es omnipresencia de la divinidad pero a su vez la omnipresencia de la divinidad presenta la estructura kenótica del abajamiento humano de Cristo.
Esto No fue aceptado por los calvinistas porque trataron de resguardar la trascendencia del logos en Jesucristo. Esto genera unas aporías casi insolubles en conflicto con la imagen de Jesús en la biblia: Si la humanidad participa de las atributos mayestáticas (títulos de señor) divinos, cómo se puede comprobar la autentica humanidad de Jesús. Por otro lado, si la divinidad padece en la cruz, como se entiende el abandono de Jesús en la cruz por el padre. El idealismo alemán quiso elaborar la literatura bíblica de la Kenosis. Para Hegel el absoluto no es substancia sino es sujeto y esto es posible enajenándose en lo otro.; el espíritu absoluto se manifiesta abriéndose en lo otro y para lo otro y a esto se le llama objetivación. Po lo tanto, el Espíritu Absoluto afirma en si su propia diferencia en su seno= identificándose a si mismos en esa diferencia, esto es el amor que se diferencia en dos seres que no son iguales, provocando lo inimaginable, la muerte de Dios, así como dice el canto luterano: oh grande desgracia Dios mismo ha muerto, idea
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pavorosa” Pero la muerte de la muerte, supera la muerte, y produce la vida, y así Hegel se acerco a la comprensión de la trinidad, pero lo cerca que llegó es casi inversamente proporcional a lo lejos. Para Hegel esto fue una concepción solo dentro de la razón y del ser, reduciendo el escándalo de la cruz a un viernes santo especulativo, así quedó disuelta en pura dialéctica la cruz, desvaneciéndose el espíritu en el mundo y el mundo en el espíritu.
El esfuerzo de todo cristiano, es que nuestra fe, no quede reducida a este viernes santo especulativo, y esto solo puede ocurrir, si realmente vivimos la experiencia de la fe, de Dios, que por medio de su hijo, quien ha salido al encuentro de cada persona, y que a través del espíritu santo, permite que todo hombre, de cualquier raza, religión y pensamiento, pueda realizar la experiencia más grande a la que es capaz todo hombre, pero a la que muy pocos llegan, la de poder decir, plenamente: Abba, Padre, mío y tuyo, de todos. Sólo así, el hombre quedará apto para humanizar su propia vida y para hacer de la historia un momento real de recapitulación nueva de bien y de verdad. De felicidad y de encuentro entre todos los hombres, culturas e ideologías, por mas diversas que sean.