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Walsh- El policial Dos mil quinientos años de literatura policial El comienzo de la literatura policial suele situarse, con acuerdo casi unánime, en los cinco relatos del género que entre 1840 y 1845 escribió Edgar Allan Poe. Sin embargo es posible demostrar que la totalidad de los elementos esenciales de la ficción policíaca se hallan dispersos en la literatura de épocas anteriores, y que en algún caso aislado ese tipo de narración cristalizó en forma perfecta antes de Poe. "El arte de atormentarse a sí mismo", dice Dorothy Sayers, "es antiguo y tiene una larga y honorable tradición literaria". Los primeros relatos policiales bien caracterizados son bíblicos. Aparecen en el Libro de Daniel (capítulos XIII y XIV). En uno de ellos, Daniel prueba la inocencia de Susana, acusada de adulterio por los ancianos, interrogándolos separadamente y haciéndolos incurrir en contradicción. En el otro, demuestra que los sacerdotes del templo de Bel roban de noche las ofrendas dejadas ante el ídolo. Para ello cubre de cenizas el piso del templo, y a la mañana siguiente aparecen las huellas de los culpables. En verdad, Daniel es el primer "detective" de la historia, y tiene muchos puntos de contacto con los modernos héroes de la no vela policial. Como ellos, es capaz de salir airoso de situaciones que serían fatales para el común de

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Walsh- El policial

Walsh- El policial

Dos mil quinientos aos de literatura policial

El comienzo de la literatura policial suele situarse, con acuerdo casi unnime, en los cinco relatos del gnero que entre 1840 y 1845 escribi Edgar Allan Poe. Sin embargo es posible demostrar que la totalidad de los elementos esenciales de la ficcin policaca se hallan dispersos en la literatura de pocas anteriores, y que en algn caso aislado ese tipo de narracin cristaliz en forma perfecta antes de Poe. "El arte de atormentarse a s mismo", dice Dorothy Sayers, "es antiguo y tiene una larga y honorable tradicin literaria".Los primeros relatos policiales bien caracterizados son bblicos. Aparecen en el Libro de Daniel (captulos XIII y XIV). En uno de ellos, Daniel prueba la inocencia de Susana, acusada de adulterio por los ancianos, interrogndolos separadamente y hacindolos incurrir en contradiccin. En el otro, demuestra que los sacerdotes del templo de Bel roban de noche las ofrendas dejadas ante el dolo. Para ello cubre de cenizas el piso del templo, y a la maana siguiente aparecen las huellas de los culpables. En verdad, Daniel es el primer "detective" de la historia, y tiene muchos puntos de contacto con los modernos hroes de la no vela policial. Como ellos, es capaz de salir airoso de situaciones que seran fatales para el comn de los hombres: el horno encendido, el foso de los leones. Como ellos, descifra escrituras enigmticas, "declara sueos, desata preguntas, suelta dudas". Y en los episodios que hemos mencionado quedan establecidos, por obra suya, tres elementos muy importantes de la novela policial: la confrontacin de testigos, la clsica trampa para descubrir al delincuente y la interpretacin de indicios materiales.No son stos los nicos antecedentes que nos ha dejado la antigedad. La fingida locura de Ulises desenmascarada por Palamedes; Aquiles disfrazado entre las mujeres de Sciros y el expediente que sirvi para descubrirlo; la historia del rey Rampsinitos, que refiere Herodoto y que modernamente retom Theodore Dreiser; y por fin algunas fbulas esopianas constituyen el aporte de los griegos. Entre los romanos, Virgilio se anticip a Conan Doyle en el libro VIII de la Eneida. El villano es Caco, mitad hombre, mitad bestia, que habita una cueva en cuyo piso humea la sangre de las recientes matanzas, y en cuyas puertas insolentes cuelgan plidos rostros de hombres, manchados de sangre. El hroe es Hrcules, a quien el inveterado ladrn roba cuatro vacas y cuatro toros, tirndolos de la cola para que sus huellas parezcan alejarse de la cueva. Veinte siglos ms tarde el tema reaparece en uno de los cuentos donde interviene Sherlock Holmes: The White Priory Murders. De Cicern merecen citarse algunos pasajes del tratado De Divinatione, y sobre todo su discurso Pro Sexto Roscio, antecedente perfecto e inimitable de la novela que podramos llamar "judicial" porque su accin se desarrolla en los estrados judiciales y gira en torno a los esfuerzos de un abogado criminalista por salvar a un inocente acusado de un crimen. La frmula cui bono?, tema permanente de esa pieza oratoria, es uno de los ejes en torno a los cuales se mueven las ficciones detectivescas contemporneas.Al eclipse de las letras y la artes que sucedi a la disolucin del Imperio Romano no pudo escapar ciertamente un gnero que se hallaba apenas en embrin. Volvemos a encontrarlo, ms o menos disimulado, en episodios de la Gesta Romanorum, de los fabliaux y el Roman de Renart, del Conde Lucanor, de los Canterbury Tales, del Decamern, de Las Mil y Una Noches y, por fin, del Zadig.Historiadores de la literatura policial, franceses como Fosca, ingleses como D. Sayers, lanzan un sus piro de alivio cuando despus de efectuar la travesa anterior, salteando algunas etapas intermedias, arriban a ese pequeo islote de la ficcin policial que es el Zadig. En efecto, all parece encontrarse, ya bien avanzada la poca moderna, el primer eslabn de la cadena que conduce sin tropiezos a Godwin, a Hawthorne, a Poe, a Dickens, a Collins, a los contemporneos.Sin embargo, hay dos relatos anteriores al Zadig que pueden figurar con honra en la historia de la literatura policial. El primero procede del Popol Vuh, escrito hacia 1550 en idioma quich y caracteres latinos, por autor annimo, sobre la base de antiguas tradiciones o de un texto anterior, desaparecido. Fue transcripto y traducido a comienzos del siglo XVIII por Fray Francisco Jimnez, y la historia que nos ocupa figura en el captulo VII de la primera parte, segn la divisin efectuada por Brasseur. Merece ser recordada: el gigante Zipacn se baa a la orilla de un ro cuando ve pasar a cuatrocientos guerreros que llevan un gran tronco. Les ofrece ayuda y carga el tronco sobre sus espaldas. Celosos de su fuerza, los cuatro cientos guerreros deciden matarlo. Le piden que cave un pozo y que cuando sea suficientemente hondo les avise. Desconfiado, Zipacn abre una excavacin lateral y se guarece en ella antes de dar la seal convenida. No bien lo hace, los cuatrocientos lanzan el tronco al fondo del pozo y oyen un grito. "Est muerto", dicen. "Maana las hormigas traern sus restos a la superficie." Zipacn, seguro en su refugio, los oye. Se corta las uas, se corta los cabellos, y las hormigas los llevan a la superficie. Los cuatrocientos celebran su muerte, se embriagan y duermen. El gigante sale de su escondite y los aniquila... Este Matas Pascal rudimentario y vengativo no revela menor astucia que algunos de sus sucesores contemporneos.El segundo de los relatos a que hemos aludido proviene del Quijote, ms precisamente del captulo XLV de la segunda parte. Es la memorable aventura del viejo del bculo. Ante Sancho Panza, gobernador de la nsula, comparecen dos ancianos. Uno dice haber prestado al otro diez escudos de oro. El otro, el portador del bculo, niega haberlos recibido, y en todo caso est dispuesto a jurar que los ha devuelto. Dispnelo as el gobernador, "y el viejo del bculo dio el bculo al otro viejo, que se lo tuviese en tanto que juraba, como si le embarazara mucho." Pronunciado el juramento, se resigna el acreedor a la prdida, atribuyndola a olvido suyo, y se marcha el deudor con su bculo. Sancho Panza medita unos instantes, luego hace llamar nuevamente al viejo del bculo, se lo pide y lo entrega al otro, dicindole:"Andad con Dios, que ya vais pagado." Yo, seor? respondi el viejo, pues vale esta caaheja diez escudos de oro?"S dijo el gobernador, o si no, yo soy el mayor porro del mundo..."Y mand que all delante de todos se rompiese y abriese la caa. Hzose as, y en el corazn de ella hallaron diez escudos en oro... Preguntronle de dnde haba colegido que en aquella caaheja estaban aquellos diez escudos, y respondi que, de haber le visto dar, el viejo que juraba a su contrario aquel bculo en tanto que haca el juramento, y jurar que se los haba dado real y verdaderamente, y que en acabando de jurar le torn a pedir el bculo, le vino a la imaginacin que dentro de l estaba la paga de lo que peda...".Conviene retener algunos pasajes de esta historia, singularmente aquel que dice: "Visto lo cual Sancho... inclin la cabeza sobre el pecho, y ponindose el ndice de la mano derecha sobre las cejas y las narices es tuvo como pensativo un pequeo espacio y luego alz la cabeza y mand que le llamasen al viejo del bculo...". Este es un instante casi mgico en la historia de la novela policial, porque el labriego de la Mancha est anunciando con tres siglos de anticipacin al ms grande de los "detectives", no slo en sus deducciones, sino casi en sus mismos gestos. Veamos, en efecto, una de las tantas descripciones que de los momentos de reflexin de Sherlock Holmes nos hace Conan Doyle: "Sherlock Holmes estuvo silencioso unos minutos, con las yemas de los dedos juntas y la mirada clavada en el cielo raso... ".Otra coincidencia: es sabido que a menudo Holmes no formula directamente la solucin de un enigma, sino por medio de una proposicin elptica y oscura que slo adquiere su sentido cuando l mismo la aclara. Ese tipo de declaraciones paradjicas ha sido bautizado con el nombre de sherlockismo. Pero, qu otra cosa que un sherlockismo el ms brillante de los sherlockismos son esas palabras de Sancho al entregar el bculo al acreedor: "Andad con Dios, que ya vais pagado"?En cuando al resorte fundamental de la historia del bculo su argumento no es difcil advertir que es esencialmente idntico al de un cuento que hasta ahora se ha considerado como uno de los sillares de la moderna novela policial: The Purloined Letter. Como en la obra de Poe, la historia del bculo gira en torno a un objeto robado. Como en la obra de Poe, ese objeto est oculto en el lugar ms evidente.Principio que podra servir de moraleja a quienes han tratado de hallar en Voltaire al precursor inmediato de la novela policial.

Fuente: Walsh, Rodolfo (1987): Cuentos para tahres y otros relatos policiales, Buenos Aires, Puntosur, pgs. 163-168.

Vuelve Sherlock Holmes! (La resurreccin literaria ms sensacional del siglo) (Rodolfo Walsh)

"Qu ha hecho? Pedazo de animal!..." As empezaba una de las cartas dirigidas a Arthur Conan Doyle por una annima e indignada lectora, despus de publicarse en el Strand Magazine un cuento llamado a producir escndalo.Suceda esto en diciembre de 1893, y aquella carta no era la nica. Millares de lectores doloridos, desconcertados o furibundos escribieron cosas similares. Los jvenes londinenses llevaron luto en los sombreros. El clamor provocado fue indescriptible, nico en la historia de la literatura.Qu haba hecho Conan Doyle? En verdad, haba cometido un crimen abominable. Haba querido destruir un mito, dar muerte a un personaje que l haba creado, pero que ya no le perteneca, porque posea una indestructible realidad propia.Conan Doyle acababa de asesinar a Sherlock Holmes.Haba premeditado framente el crimen.En abril de ese ao escriba a su madre: "Aqu estamos muy bien. Voy por la mitad del ltimo cuento de Holmes, despus del cual ese caballero desaparece para no volver. Estoy cansado de orlo nombrar".El cuento en cuestin era el ltimo de la serie "Las Memorias de Sherlock Holmes", y en l el viejo enemigo del detective, el profesor Moriarty, lo precipitaba al fondo de un abismo en los Alpes.Despus de esto, Conan Doyle pensaba dedicarse tranquilamente a lo que consideraba una tarea ms seria y ms acorde con sus gustos: escribir novelas histricas, para las que iba recogiendo pacientemente una vasta documentacin. Se equivocaba, sin embargo. Sherlock Holmes no poda morir, y un pblico inexorable se encargara finalmente de hacrselo comprender.Pero ya dos aos antes Conan Doyle haba intentado deshacerse de aquel molesto Holmes, con quien empezaba a identificarlo la gente, y que reclamaban a gritos los editores de las revistas. Oigamos lo que deca por aquella poca, cuando terminaba la serie de "Las Aventuras de Sherlock Holmes": "Pienso matarlo en el ltimo captulo y terminar con l de una vez por todas. Me quita tiempo para dedicarme a cosas ms importantes". Matar a Holmes! Jams. No puedes hacerlo. No debes hacerlo. No lo hars.Esta vez fue la propia madre de Arthur quien salv la vida del personaje. Se opuso con indomable energa al proyecto de su hijo, y Arthur, que toda su vida tom muy en serio las opiniones de la autora de sus das, debi resignarse.Ahora la situacin se repeta. Pero ya no era una simple mujer quien contradeca sus intenciones. Era todo un pueblo, casi podra decirse todo el mundo.Quin era aquel endiablado personaje que se resista a morir a pesar de la voluntad de su progenitor? Y quin era aquel gordo doctor Doyle, que al ocurrir los hechos relatados pasaba una temporada de descanso con su esposa enferma, en Suiza, hasta donde llegaban los ecos de la tempestad desencadenada por l?Vale la pena hacer un poco de historia. Tres aos antes Arthur Conan Doyle era prcticamente un desconocido que an vacilaba entre la ardua prctica de la medicina y el problemtico ejercicio de la literatura.Curs los primeros estudios en un colegio jesuita, despus en Stonyhurst. A los quince aos se perfilaba como un extraordinario jugador de cricket..., adems de crecer en forma alarmante. Por espacio de un ao prosigui sus estudios en Feldkirch, Austria. Ah lleg a sus manos un libro que le caus profunda impresin. Eran los cuentos de Edgar Allan Poe...Entretanto, su madre haba resuelto que deba estudiar medicina. Y como ocurra casi siempre, la voluntad de su madre se cumpli. Arthur ingres en la Universidad de Edimburgo, terminando su carrera en 1881.Casi inmediatamente se embarc con destino al frica occidental. All contrajo la fiebre, estuvo a punto de ser devorado por un tiburn y, para completar, el barco se incendi en el viaje de regreso. No empezaba del todo bien la carrera profesional del doctor Doyle.No pienso volver al frica dijo Arthur.Su familia estaba muy bien relacionada en Londres. Podan ayudarlo a iniciarse, ganarle una clientela. Pero eran todos catlicos acrrimos. Y Arthur, aunque educado como tal, haca tiempo que profesaba un meditado agnosticismo. No hubo posibilidad de que se entendiera con ellos. Salvo, claro est, con su madre, que comparta sus ideas.Despus de algunas vicisitudes instal su flamante consultorio en Southsea. Compr los muebles en un remate, y con el dinero que le anticip un editor logr pagar el alquiler.Poco a poco empezaron a llegar los primeros pacientes del doctor Arthur Conan Doyle...En 1883 se publica su primer trabajo en una revista importante, el Cornhill Magazine. Dos aos despus conoci a Louise Hawkins, con quien se cas cuatro meses ms tarde.Imaginmoslo en este momento. Tiene veintisis aos, pesa aproximadamente cien kilos, es uno de los mejores jugadores de cricket y de rugby del condado y cuenta con una clientela discreta. De tanto en tanto escribe algn cuento, y ha empezado una novela que no le inspira mucho entusiasmo. Pero habra que ser brujo para pronosticar su fabuloso porvenir.Ahora, sin embargo, acaba de leer una novela de Gaborlau, el gran folletinista francs.Por qu no tomar de personaje a un detective?

Nace Sherlock Holmes

Y as fue como en aquellos primeros meses de 1886 vino al mundo Sherlock Holmes, el personaje mtico, el nico al decir de Chesterton que es familiar a todo el mundo, el ms universal de los tipos literarios.Pero en realidad, Sherlock Holmes ya exista en carne y hueso. O por lo menos haba de l, en el mundo de la realidad, una prefiguracin, un anticipo. Era el doctor Joseph Bell, profesor de la Universidad de Edimburgo. La seguridad de sus diagnsticos era famosa. Pero Bell no se contentaba con esto. Le gustaba deducir la profesin, el origen, las costumbres de sus pacientes, sin otra gua que la observacin.Hay que usar los ojos y la cabeza recomendaba a sus alumnos.Y a continuacin, realizaba una demostracin prctica.Este hombre deca, refirindose a un paciente a quien vea por primera vez es un zapatero zurdo.Asombro entre los discpulos. El doctor sonrea.Sus pantalones explicaba estn rados en los lugares donde el zapatero se apoya en su banco de trabajo. El lado derecho est ms gastado que el izquierdo, porque usa la mano izquierda para clavetear el cuero.Tenemos aqu un eco anticipado de aquellas "salidas" de Holmes que hicieron las delicias del pblico.El doctor Bell era muy delgado, nervioso, de nariz aguilea, rasgos afilados, ojos penetrantes. Estas caractersticas fsicas las encontraremos en Holmes.Pero, por encima de todas las cosas, hallamos en Holmes los mtodos cientficos del doctor Bell aplicados a la investigacin criminal. Sherlock Holmes estudia un problema con la precisin, con la minuciosidad con que el doctor Bell sigue el desarrollo de la enfermedad de un paciente. Todo puede ser importante para Holmes: una pisada, unos restos de barro, unas partculas de polvo. La criminologa se ha convertido en una ciencia.Y el doctor Watson? Ah, el doctor Watson es tan admirable como Holmes! Es l quien lo completa, quien le da relieve, el balancn con cuyo auxilio realiza sus airosas piruetas. El doctor Watson es, con relacin a Holmes, lo que Sancho a Don Quijote.Pero tambin exista en la realidad aquel Watson. Doyle slo le cambi el nombre, dejndole el apellido. Lo llam John en lugar de James. James Watson era un mdico de Portsmouth, miembro importante de la Sociedad Literaria y Cientfica de esa ciudad. Pero a tal punto lo identificaba Doyle con su personaje que a la menor distraccin sale a relucir su verdadero nombre. As, en "El hombre del labio torcido", dice la seora Watson refirindose a su esposo:"Prefiere que mande a James a dormir?"Doyle vacil mucho antes de dar con la mgica combinacin de slabas que designara a su hroe. Tambin dud si elegir el ttulo de la novela que acababa de escribir.Por fin se decidi. Lo llamara Un estudio en Escarlata.Mand la novela a James Payn, editor del Cornhill Magazine, con la esperanza de que se publicara en folletn. Payn la elogi, la elogi mucho, la rechaz cortsmente. Era demasiado larga y demasiado corta para su revista.Demasiado larga y demasiado corta? Payn se explic. Demasiado larga para publicarse en un solo nmero; excelentemente corta para folletn.Arthur remiti el manuscrito a Arrowsmith, otro editor. Se lo devolvieron sin leerlo. Lo mand a Fred Warne & Co. El mismo resultado. Insisti, esta vez con Ward, Locke & Co.Y all lo aceptaron. Pero en qu condiciones! Por de pronto, deba esperar un ao para que se publicara. Y adems, deba ceder a perpetuidad sus derechos de autor a cambio de la exigua suma de veinticinco libras.Conan Doyle acept. Total, ya haba escrito aquella condenada novela. Entretanto, empezaba otra, de tema histrico esta vez.Y por fin, al concluir el ao 1887, apareci el Estudio en el nmero de Navidad de una revista.No ocurri nada. El nacimiento de Sherlock Holmes pas completamente inadvertido. Nadie coment la novela.Su obra histrica, Micah Clarke, tuvo por el momento mayor fortuna. Los comentarios fueron buenos. Andrew Lang, el gran crtico escocs, lo estimul. Arthur proyect una nueva novela histrica. Pareca haber olvidado por completo las ficciones detectivescas...Pero ya entonces Sherlock Holmes empieza a interferir sus planes. Al editor norteamericano del Lippincott's Magazine le ha quedado grabada la historia de aquel detective de cara afilada. Almuerza con Doyle y le pide un nuevo trabajo con Holmes de protagonista. Incidentalmente, en aquel almuerzo Doyle conoci a Oscar Wilde.La nueva novela La seal de los cuatro apareci a comienzos de 1890 simultneamente en Inglaterra y en Estados Unidos. En Inglaterra no tuvo xito. Los crticos no se ocuparon de ella. Pas sin pena ni gloria.Era como para mandar al diablo a Sherlock Holmes.Entretanto, qu haba progresado el doctor Conan Doyle en los ocho aos pasados en Southsea? Muy poco. Algunas novelas y cuentos publicados, una clientela que nunca fue abundante, unas pocas libras ahorradas.Tena 31 aos. Quiz fuera mejor dedicarse seriamente a la medicina. Parti para Viena con el propsito de estudiar ciruga ocular.

Un escndalo... en Londres

"Para Sherlock Holmes, ella es siempre la mujer. Rara vez la llama de otra manera. A sus ojos, eclipsa y prevalece sobre todas las de su sexo. Y no es que haya sentido alguna emocin parecida al amor con respecto a Irene Adler. Todas las emociones, y sa en particular, eran aborrecibles a su mente fra y precisa, pero admirablemente equilibrada. Era, creo, la ms perfecta mquina de razonar y de observar que haya visto el mundo; pero, como enamorado, se habra puesto en una falsa posicin. Siempre habl con burla y menosprecio de las pasiones ms tiernas. Esas cosas eran admirables para el observador, excelentes para levantar el velo que cubre los motivos y los actos de los hombres. Para el razonador adiestrado, sin embargo, admitir tales intrusiones en su temperamento sensitivo y perfectamente armonizado, equivala a introducir un factor de distraccin que poda volver dudosos todos los resultados de sus procesos mentales. Para una naturaleza como la suya, una emocin fuerte sera ms perturbadora que un puado de arenilla para un instrumento de alta precisin o una fisura en una lente de aumento..."Con estas palabras, Conan Doyle subi el peldao inicial del xito. Con ellas comenzaba su cuento "Un escndalo en Bohemia", la primera de las "Aventuras de Sherlock Holmes" que empezaron a aparecer en el Strand Magazine a mediados de 1891. Hablar de xito es poco. Fue una fulguracin. El pblico haca colas para adquirir un ejemplar de la revista, apenas apareca. Doyle pensaba escribir seis cuentos. Se vio obligado a escribir muchos ms antes de rehusarse definitivamente a seguir hacindolo.Lo que no haba logrado con sus novelas histricas, ni tampoco con Un estudio en escarlata y La seal de los cuatro, lo lograba con aquellos cuentos publicados en una revista. Y se explica. Despus de las largas novelas policacas de Collins y de los folletines franceses, la brevedad y el brillo de las narraciones de Holmes eran un alivio. "Fue el triunfo del epigrama", comenta Dorothy Sayers.Pero, qu haba sucedido entre diciembre de 1890, cuando Conan Doyle y seora viajaron a Viena, y julio de 1891, fecha en que apareci "Un escndalo en Bohemia"?Muy sencillo. Arthur estudi cuatro meses en Viena, y de regreso se estableci como cirujano oculista en un barrio elegante de Londres. Pero si como simple mdico nunca haba tenido una gran parroquia, su fracaso en la nueva especialidad fue brutal. Ni un solo corto de vista, ni un astigmtico, ni un solo enfermo de cataratas llam a su puerta. Ni un miserable orzuelo cur el doctor Arthur Conan Doyle. Los pacientes no iban, sencillamente.Abandon la medicina y se lanz por ese camino incierto de los que pretenden vivir de lo que escriben.Por medio de su agente mand al Strand el cuento arriba mencionado.A fines de ese mismo ao, el editor del Strand se mesaba los cabellos y se coma las uas. El pblico clamaba por Sherlock Holmes, a l se le estaban acabando los ltimos cuentos de la serie, y aquel animal de Doyle no quera saber nada ms con su detective.Para Doyle, los cuentos de Holmes no eran ms que un medio de ganar dinero, lo que le permitira dedicarse a sus amadas novelas histricas.Escribi los seis relatos que completaron la serie. Y fue entonces como ya hemos visto cuando por primera vez resolvi eliminar al maldito Holmes. Y fue entonces cuando la madre de Arthur salv la vida del detective, y no contenta con esto, dio a su hijo el tema para la ltima de las "Aventuras"... En febrero de 1892, se repiti la historia.Ms cuentos! clamaba el desesperado editor.Escrbalos usted! grua Arthur.Pida lo que quiera insistan de la revista.Ochenta y cinco libras por cada uno dijo Arthur.Era un disparate. Pero el precio fue aceptado inmediatamente.Qu fascinacin tan particular tena aquel detective de nariz de halcn y ojos penetrantes a quien iban a visitar en su departamento de Baker Street hombres y mujeres de las ms diversas condiciones, para exponerle los ms abstrusos problemas?Es difcil responder a esta pregunta. Pero de todas maneras, la gloria de Holmes no fue el fruto de una ilusin colectiva. Son muchos los factores que han hecho de l un tipo universal. No son slo sus excentricidades, la originalidad de sus mtodos, la novedad de los problemas que encaraba, sus respuestas enigmticas. Es que Conan Doyle era, adems, un gran escritor, un conocedor profundo de los secretos de su idioma, un hombre que haba recogido en Macaulay y en Meredith y en Stevenson una riqusima herencia literaria. Nadie puede negar que Doyle ha legado al idioma ingls una vasta coleccin de aforismos, de epigramas, de "sherlockismos", como los ha llamado Ronald Knox.Desde un punto de vista puramente policial, es posible que Holmes haya sido superado. Philo Vance, Ellery Queen y otros quiz hayan resuelto problemas ms complicados, pero ninguno de ellos tiene, ni remotamente, la solidez y la fascinacin de Holmes.Si es preciso buscarle un equivalente, como personaje, slo lo hallaremos, quiz, en el padre Brown, el sagaz personaje de Chesterton.ResurreccinPero, entretanto, Arthur haba lanzado a su hroe al precipicio de Reichenbach, y ocho aos ms tarde an reciba protestas de los lectores, splicas de los editores, y lamentos de todo el mundo.No poda resucitarlo?No dijo Arthur.Y sin embargo, entre agosto de 1901 y abril de 1902, los regocijados lectores del Strand leyeron por entregas El sabueso de los Baskerville, donde aparece nuevamente el detective.Ha resucitado Sherlock Holmes?No, aclara compungido el editor. Los hechos relatados en El sabueso ocurrieron antes de la muerte de Holmes, pero ste sigue an en el fondo del abismo de Reichenbach.Mientras tanto, la fama de Doyle sigue en aumento. Meredith, Kipling y otros grandes escritores ingleses lo honran con su amistad. El rey le otorga un ttulo nobiliario. H. G. Wells le escribe: "Deberamos felicitar a los que se han honrado al conferirle ese ttulo".Y por fin los norteamericanos triunfaron donde haban fracasado los compatriotas de Arthur. En 1903, ste recibi un ofrecimiento fabuloso. Si resucitaba a Holmes y lograba explicar satisfactoriamente el accidente de Reichenbach, le pagaran cinco mil dlares por cada cuento.Cinco mil dlares. Digamos, modernamente, unos cien mil pesos de nuestra moneda.Arthur se encogi de hombros. Acept.

Reflexiones y comentarios

"Holmes no muri en aquella cada comentaron regocijadamente los peridicos ingleses. En realidad, la cada no existi. Trep por el lado opuesto del precipicio, para huir de sus enemigos, y dej a Watson en la ignorancia de lo sucedido."El pblico haba hecho su voluntad. En el entusiasmo despertado por su resurreccin, pocos repararon en lo endeble de la explicacin. Qu ms daba? Lo importante era que Holmes nunca haba muerto.Despus vino la apoteosis. Colas largusimas se formaron en Southampton Street, para adquirir ejemplares de "El retorno de Sherlock Holmes".Desde 1886 hasta 1927, Conan Doyle escribi en total 56 cuentos y cuatro novelas con Sherlock Holmes como personaje central. Esos cuentos y novelas han sido traducidos a todos los idiomas del mundo que merecen ese nombre, inclusive el islands, el chino y dialectos africanos. El detective ha aparecido en ms de cien pelculas (encarnado, entre otros, por John Barrymore, Basil Rathbone y Raymond Massey), en un millar de dramatizaciones radiales y quince obras de teatro. En los lugares ms apartados del mundo Tokio, Sidney, Copenhague, se formaron sociedades de exgetas, cuya misin es comentar los textos en que aparece Holmes, elucidar la cronologa de sus aventuras, buscar o explicar las contradicciones o los olvidos del inefable doctor Watson. Un msico, Harvey Officer, lleg a componer una "Suite de Baker Street", para violn y piano. En el reciente festival de Gran Bretaa, millares de personas visitaron la reconstruccin de la casa donde "vivi" Sherlock Holmes.Se han escrito ms de ochocientos libros acerca de Sherlock Holmes. Las parodias del personaje son innumerables: Hemlock Jones, Picklock Holes, Shamrock Jolnes, Thinlock Bones son slo unos pocos de los nombres burlescos que asumi el detective. Watson se llam, a su vez, Watsis, Whatsoname, Whatsup... En Las desventuras de Sherlock Holmes, Ellery Queen ha recopilado los mejores de esos pastiches.La fama del personaje, como es natural, acompa a su creador. Cuando la flota francesa visit puertos ingleses en 1905, y se pregunt a la oficialidad qu personalidades britnicas deseaban conocer respondieron:A su Majestad, el rey, y al almirante Fisher. Alguien ms?La respuesta fue instantnea:A sir Arthur Conan Doyle.Dos veces sir Arthur fue candidato al Parlamento. Le derrotaron las dos veces, pero slo porque se empecin en elegir distritos donde su partido no tena ninguna posibilidad de triunfar. Cuando visit los Estados Unidos, se lo recibi como a un rey. Durante la guerra mundial, el Foreign Office britnico utiliz sus servicios. Incluso se pusieron en prctica algunas innovaciones militares propuestas por l: el casco de acero, un peto liviano para proteccin de la infantera, el bote inflable de goma para las tripulaciones de los buques. De aquella poca data tambin el cuento "Su ltima reverencia", donde Holmes captura a un hbil espa enemigo.En ningn momento Doyle haba dejado de recibir cartas solicitando sus servicios para investigar casos de la vida real. En cierta ocasin, resolvi un problema colmado de detalles sensacionales y enigmticos, que pareca entresacado de las pginas de sus libros. Un joven hind, Jorge Edalji, que resida en Great Wyrley, haba sido juzgado y condenado por un crimen abominable, que slo poda ser obra de un manitico: la matanza de animales de la comarca, que se vena repitiendo durante muchos aos, acompaada del envo de feroces annimos a los vecinos ms destacados del lugar. En esos annimos se amenazaba proseguir la matanza, pero con seres humanos. Conan Doyle no slo pulveriz todas las pruebas contra Edalji. Descubri al culpable y el arma utilizada, y logr que Edalji fuera absuelto de culpa y cargo.El caso de Joan Paynter tambin merece citarse, porque tiene una gran similitud con uno de los cuentos escritos anteriormente por Arthur. Joan era una muchacha de Hampstead, enfermera de un hospital. Se haba comprometido con un joven dans, que bruscamente desapareci sin que volvieran a tenerse noticias de l. Desesperada, la muchacha escribi a Arthur una serie de cartas suplicndole que encontrara a su prometido. A base de esas cartas, Conan Doyle descubri adnde se haba dirigido aquel hombre y por qu haba obrado as.En 1912 se empe en resolver otro problema misterioso. Fue el clebre caso de Oscar Slater, acusado de asesinar a una anciana. Conan Doyle nunca crey en su culpabilidad. Durante aos libr una encarnizada campaa, y por fin descubri que algunas de las pruebas utilizadas contra el acusado haban sido fraguadas por la propia polica. La sentencia fue revocada, y se fue uno de los tantos casos que valieron a sir Arthur el ttulo de "el paladn de las causas perdidas".

Eplogo?

El ltimo cuento de Holmes apareci en 1927. Tres aos ms tarde, el 7 de julio de 1930, se extingua en Windlesham la vida de sir Arthur Conan Doyle.Una vida de prodigioso trabajo, en la que haba ejercido todas las actividades imaginables: mdico, oculista, escritor, voluntario de la guerra de los boers, deportista, poltico, investigador privado, autor teatral, polemista, orador, inventor, poeta en los aos de su juventud, campen del espiritismo en los de su laboriosa ancianidad...Esta vez s era indudable que Sherlock Holmes haba muerto. Desaparecido el genio que le dio vida, pareca que ya nadie podra sacarlo de un abismo ms profundo que el de Reichenbach.

Vuelve Sherlock Holmes!

Y sin embargo, la vitalidad del personaje es tan grande que el milagro se ha cumplido por segunda vez. La noticia corri como un reguero de plvora por los peridicos ingleses y norteamericanos... Sherlock Holmes ha resucitado. Sherlock Holmes sobrevive a su creador.John Dickson Carr y Adrian Conan Doyle el hijo de sir Arthur acaban de escribir el primer cuento de una serie que se llamar "Las hazaas de Sherlock Holmes".Con esta resurreccin se cumple uno de los ms caros anhelos de los aficionados a la novela policial. Quiz sea ste el comienzo de una obra hereditaria, trasmitida de generacin en generacin, destinada a perpetuar para siempre las proezas del hroe de Baker Street.De todos los escritores policiales ingleses que viven en la actualidad, ninguno tan capacitado como Dickson Carr para llevar a cabo esta dificilsima tarea. Carr ha escrito nada menos que 59 novelas policiales casi todas ellas traducidas a nuestro idioma que se distinguen por su sostenida calidad. Es autor, por otra parte, de la ms completa biografa de Conan Doyle publicada hasta la fecha. Es un estudioso y un estilista. Por si esto fuera poco, cuenta con la valiosa cooperacin del hijo de Conan Doyle, quien sin duda podr proporcionarle muchos datos de inters.Para escribir "La aventura de los siete relojes", que hoy publica Leopln, Carr y su colaborador han estudiado minuciosamente el estilo de Conan Doyle. Han tratado de ponerse en su lugar, de pensar como l, empleando las mismas palabras, los mismos giros caractersticos. Han analizado el ritmo de las frases de Doyle; su empleo de la puntuacin, el nmero medio de palabras de cada prrafo, los dilogos y el ambiente. Y al servicio de esta maquinaria han puesto la indiscutible capacidad de argumentista que posee Dickson Carr.Desde luego, un solo cuento no basta para juzgar en forma definitiva los resultados de este intento. Pero en lo que concierne a "La aventura de los siete relojes", puede afirmarse que esos resultados son excelentes. El personaje que aqu nos ofrecen Dickson Carr y Adrian Conan Doyle no slo es Sherlock Holmes. Es Sherlock Holmes en sus mejores momentos.

Fuente: Walsh, Rodolfo (1987): Cuentos para tahres y otros relatos policiales, Buenos Aires, Puntosur, pgs. 171-186.

Un estremecimiento, por favor. (En torno al cuento fantstico y de suspenso) (Rodolfo Walsh)Una escritora inglesa, autora de novelas policiales y traducciones de los clsicos, de ensayos eruditos y divagaciones excntricas, de poemas no ledos y dramas neo-medievales, ha sealado que el arte de atormentarse a s mismo es antiqusimo. Se refera Dorothy Sayers, naturalmente, a la literatura policial y fantstica. Dos gneros que se diran opuestos, ya que uno postula el ejercicio del razonamiento y el otro lo excluye, pero que, singularmente, van dirigidos a un mismo sector del pblico y son cultivados con frecuencia por los mismos autores, y hasta incluidos en antologas comunes, bajo la denominacin de "relatos de misterio". Un misterio, pues, un enigma, es un tema tan rico en posibilidades que tanto aclarndolo como dejndolo insoluble se puede escribir con l un cuento o una novela...Cundo naci el gnero fantstico? Sera muy difcil establecer la fecha. Todas las antiguas literaturas cuentan con instancias aducibles. Inclusive se ha dicho que as como la poesa fue antes que la prosa, as la literatura fantstica es anterior al realismo y, por lo tanto, es la primera literatura. Todos los grandes libros de la antigedad, empezando por los poemas homricos y la Biblia, abundan en episodios sobrenaturales. Sin contar las leyendas y los mitos, que son como los sueos primordiales de los hombres y participan del carcter fantstico de los sueos.Lo dilatadamente episdico, sin embargo, lo arbitrario, conspira contra los fines del arte, y llega un momento en que es necesario recoger las tentativas anteriores, refinarlas y ceirlas y sujetarlas a una finalidad especfica. Esto lo hace en el siglo pasado Edgar Allan Poe. Poe introduce nuevos temas y nuevo enfoques, introduce sobre todo una tcnica narrativa nerviosa, gil y precisa, que hasta hoy permanece casi insuperada, y obra un renacimiento de la literatura fantstica. Antes de l queda dicho existi el gnero. Inclusive en las letras norteamericanas puede citarse esa leyenda maravillosa de Rip Van Winkle. Pero despus de l, algo ha cambiado. Ya no se puede escribir como antes, amontonando episodios en una masa informe. La obra de Poe es de purificacin, de poda, de sntesis: atrapar la idea bsica y seguirla sin desviaciones, sin hojarasca, atenindose al efecto nico que se desea producir.El Caso del Seor Valdemar es para algunos crticos el mejor de sus cuentos. Ciertamente sera aventurado sealarle defectos. La revelacin final est sabiamente sugerida, anticipada, pero no pierde nada de su fuerza. Y el efecto, en este caso de horror, est plenamente conseguido. Pero El Caso del Seor Valdemar tiene otro detalle de inters: basta leerlo con atencin para comprobar que pertenece en rigor a ese desarrollo lateral de la literatura fantstica que ha adquirido en nuestros tiempos un auge fabuloso: el science-fiction.El science-fiction, o literatura de anticipacin, tematiza acontecimientos posibles dentro del marco de las adquisiciones cientficas que se han ido sucediendo de tres siglos a esta parte. No hay un solo invento moderno de importancia que no haya aparecido primero en la ficcin que en la realidad.H. G. Wells ha sido probablemente el ms verstil o informado de sus cultores. Un hombre invisible, un viaje en el tiempo, una invasin de Marte son algunos de los arduos asuntos que resolvi con autoridad y maestra. Su aptitud sociolgica, su humor, su estilo, lo colocan muy por encima de un autor simplemente popular, aunque esto tambin lo era en el mejor de los sentidos. Pero la mayor de sus virtudes fue quizs su "visin apocalptica", que le permiti figurar vastos cuadros de destruccin y de pnico, como en El Astro.El talento multiforme de Jack London (marinero, vagabundo, cazador de focas, buscador de oro, y sobre todo hombre ntegro y generoso) tampoco pudo sustraerse al science-fiction. En La Sombra y el Destello maneja un tema fascinante que compensa lo sumario, quiz, de la caracterizacin.En El seor Lupescu, de Anthony Boucher, retornamos a la forma ms tradicional del gnero, aunque encierra en verdad dos cuentos: uno que llega hasta el penltimo prrafo y es un excelente relato policial; otro que empieza donde termina el anterior y en poqusimas lneas presenta todo bajo un nuevo aspecto, con un fulgurante vuelco hacia lo fantstico. Esta proeza nada comn ha convertido a El seor Lupescu en un favorito de las antologas. Boucher, cuyo verdadero nombre es William White (escribe tambin con otros seudnimos), es, en los Estados Unidos, el crtico ms prestigioso de libros policiales y autor l mismo de varias novelas. Un detalle de inters para el lector argentino es que Boucher se ha ocupado en alguno de sus artculos de nuestra literatura policial, y tradujo al ingls el relato de Jorge Luis Borges que hace unos aos gan un premio en un concurso de la famosa revista de Ellery Queen.El relato de Matheson* actualiza en forma por cierto inquietante los vagos temores que comenz a sentir el hombre cuando dej de considerarse el centro del universo y dirigi la mirada a otros mundos, a otros seres posibles, acaso ms evolucionados, acaso hostiles.

* En el texto de Leopln -quiz por la necesidad de adecuarlo a ltimo momento al espacio disponible- faltara el prrafo que Walsh dedicaba a alguna obra del escritor norteamericano Richard Matheson, autor de Soy leyenda (1954), Nacido de hombre y mujer (1954), The shrinking man (1956), The shores of space (1957), A stir of echoes, etc. (N del E.)

Fuente: Walsh, Rodolfo (1987): Cuentos para tahres y otros relatos policiales, Buenos Aires, Puntosur, pgs. 189-192.