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112 M Madre de las almas (v. ALMAS, TERESA DE LISIEUX) Magisterio (v. IGLESIA, PAPA) MAGNIFICAT Experiencia personal de M. Inés En un carta colectiva, escrita en Tierra Santa (9 octubre 1958), M. Inés describe sus impresiones personales de la visita a Ain Karim (donde,según la tradición, lugar la escena de la visitación y del Magníficat): "Me imaginaba ver llegar allí a la dulcísima María, llena de gracia, de amor y santidad, dispuesta a servir, a entregarse, para ayudar a su prima necesitada; parece que veía el abrazo cariñoso que las dos se daban, y que experimentaba la alegría del niño que venía, el cual quedó ya santificado en el seno de su madre... Después tomamos un poco de agua de un pozo, la cual manó cuando, a las palabras de María, Isabel comprendió a quién tenía ante sí, sintiéndose indigna de tanta dicha. Es muy devoto ese santuario; me gustó mucho... allí nació el Precursor" (Colectivas, 9 octubre 1958, I, pp.248-249). Al describir la escena evangélica de la visitación de María a su prima Santa Isabel, deja constancia de la actitud humilde, caritativa y contemplativa de la Santísima Virgen. El "Magníficat" resume "la experiencia personal de María" (diría posteriormente Juan Pablo II, RMa 36). Es un "cántico de humildad agradecida" (Estudios, Estudio sobre la Regla y el Evangelio, p.215, fol.648). La vida cristiana está llamada a ser un "Magníficat" permanente, que prepare la alabanza eterna en el cielo. M. Inés asume esta actitud mariana de dimensión trinitaria, con esta oración: "Llévanos Jesús, al Padre. Que tu Evangelio meditado, comprendido, amado, practicado por ti y en ti, nos lleve al Padre celestial, a cantar el eterno magníficat de gloria y alabanza a la beatísima Trinidad!" (Ejercicios 1950, p.480, fol.906).

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M

Madre de las almas (v. ALMAS, TERESA DE LISIEUX)

Magisterio (v. IGLESIA, PAPA)

MAGNIFICAT

Experiencia personal de M. Inés

En un carta colectiva, escrita en Tierra Santa (9 octubre 1958), M. Inés describe sus impresiones personales de la visita a Ain Karim (donde,según la tradición, lugar la escena de la visitación y del Magníficat): "Me imaginaba ver llegar allí a la dulcísima María, llena de gracia, de amor y santidad, dispuesta a servir, a entregarse, para ayudar a su prima necesitada; parece que veía el abrazo cariñoso que las dos se daban, y que experimentaba la alegría del niño que venía, el cual quedó ya santificado en el seno de su madre... Después tomamos un poco de agua de un pozo, la cual manó cuando, a las palabras de María, Isabel comprendió a quién tenía ante sí, sintiéndose indigna de tanta dicha. Es muy devoto ese santuario; me gustó mucho... allí nació el Precursor" (Colectivas, 9 octubre 1958, I, pp.248-249).

Al describir la escena evangélica de la visitación de María a su prima Santa Isabel, deja constancia de la actitud humilde, caritativa y contemplativa de la Santísima Virgen. El "Magníficat" resume "la experiencia personal de María" (diría posteriormente Juan Pablo II, RMa 36). Es un "cántico de humildad agradecida" (Estudios, Estudio sobre la Regla y el Evangelio, p.215, fol.648).

La vida cristiana está llamada a ser un "Magníficat" permanente, que prepare la alabanza eterna en el cielo. M. Inés asume esta actitud mariana de dimensión trinitaria, con esta oración: "Llévanos Jesús, al Padre. Que tu Evangelio meditado, comprendido, amado, practicado por ti y en ti, nos lleve al Padre celestial, a cantar el eterno magníficat de gloria y alabanza a la beatísima Trinidad!" (Ejercicios 1950, p.480, fol.906).

La dinámica de la Visitación: orar, servir y amar

En la escena de la visitación, donde resonó el himno evangélico, M. Inés encuentra abundante materia para imitar a María y vivir, con y como ella, imitando los sentimientos del Señor. Al explicar la visitación, llama a la Santísima Virgen "la contemplativa María". Subraya su humildad, caridad y espíritu contemplativo: "María, la contemplativa por excelencia... cuando todo la convidaba al retiro y a la oración silenciosa; ella la humilde María, la siempre recogida María, se «dirige presurosa a las montañas de Judea, a una ciudad de la tribu de Judá; y habiendo entrado en la casa de Zacarías, saludó a Isabel». Qué iba a hacer la virgen pura, la llena de gracia... la contemplativa María? Iba a cumplir un deber de caridad" (Estudios, Sobre los santos evangelios, p.213, fol.646).

Al describir la actitud de María, M. Inés pone en relación la contemplación, el servicio humilde y la donación de caridad: "Qué ejemplo me das, Madre Santísima! Tú la tiernecita niña, la Madre del Mesías, la reina de cielos y tierra, ofrecerse a prestar los humildes servicios de los sirvientes! Es que la caridad de Cristo, desde el momento en que empezó a habitar en su seno, le urgió; no pudo contener oculta la llama de divina caridad que, más esplendorosa aún,

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más viva, ardía en su inmaculado Corazón, llevando tras sí esas ansias de inmolarse, de darse, de entregarse, prodigarse en bien de sus prójimos... Ya sentía ese impulso de ver a Dios en sus semejantes" (Estudios, pp.213, fol.646-647).

El "Magníficat" puede servir de inspiración para acudir a la intercesión y protección María: "Es todo él un himno de gratitud, de adoración, de rendimiento, poniendo de manifiesto la fidelidad de Dios, en el cumplimiento de las promesas que había hecho al padre del pueblo escogido: Abraham... Por eso es de tan singular eficacia en nuestras necesidades, en nuestros apuros, en nuestras congojas y en nuestras acciones de gracias!" (Estudios, p.215, fol.648).

Dimensión misionera del "Magníficat"

En la visitación y en el "Magníficat" se aparece con claridad que la vida de caridad y de misión se postulan mutuamente: "La contemplativa María, la Madre del Verbo de Dios, abandona su reposo, su soledad, el éxtasis dulcísimo de su Bien Amado, para prestar sus servicios y para santificar al precursor" (Estudios, p.215, fol.648). Así como los servicios humildes de María tuvieron su influjo en Juan Bautista, de modo semejante la conversión de muchos no cristianos será debida "a los misioneros y misioneras que por ellos oran,, sufren y se abnegan" (ibídem).

La oración y la misión cristiana pueden inspirarse en el himno mariano del "Magníficat", como resumen de la vivencia mariana: "De la visitación de María, tenemos el cántico único, tanto por su belleza y excelencia, cuanto porque ha brotado de los labios purísimos y del corazón virginal de la Madre de Dios! Único que nos conserva la Sagrada Escritura salido de su alma agradecida! el Magníficat; Mi alma engrandece al Señor" (Estudios, p.215, fol.648).

Para M. Inés, el "Magníficat" es una pauta para aprender a glorificar a Dios sin buscar el propio egoísmo ni la vanidad. Por esto, el apóstol "nunca deja traslucir en sus palabras, algo que huela a propia complacencia ni a vana satisfacción. Y si en alguna ocasión, siente la necesidad de glorificar a Dios en sus obras, prorrumpe, como su Madre santísima, en un Magníficat, pleno de humildad y agradecimiento, refiriendo a Dios y a la mediación de su Madre, todo lo bueno que en ella se ve" (Estudios, p.221, fol.654).

Recitando bien el Magníficat, con María y como María, se aprende el valor contemplativo y misionero de los salmos. M. Inés alimentaba su espíritu apostólico en la recitación de los salmos (cfr. Experiencias, pp.75, 78-81, 85, 133, 147s; Estudios, pp.233-234).

Ver temas complementarios: Anunciación, Evangelio (Escritura), María...

Mandato misionero (v. MISIÓN)

Mar (v. CREACIÓN)

MARIA

La dimensión mariana de la vivencia de M. Inés se encuadra en un marco eucarístico (cristológico), eclesial y misionero, donde resalta el aspecto contemplativo, de generosidad evangélica, sencillez, serenidad y humildad.

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Una vida consagrada, contemplativa y misionera en intimidad con María

M. Inés no dudó en atribuir su cambio de vida, con ocasión del Congreso Eucarístico (1924), a la intercesión la Virgen de Guadalupe (Experiencias Espirituales, p.7; pp.59-60; Ejercicios 1933, p.331). Escuchó buenas explicaciones sobre la doctrina mariana (como consta por sus notas sobre las pláticas recibidas en Ejercicios). Los diversos escritos íntimos, que reflejan su interioridad, están llenos de referencias a la Santísima Virgen. En el Corazón de la Madre, iba a buscar o recordar cuanto necesitaba para entregarse al Señor (Experiencias, p.3, fol.445). A veces, esta costumbre de recurrir al Corazón de María era como para encontrar alivio en las penas y fuerza en las pruebas (Experiencias, p.49, fol.489; Ejercicios, 1933, p.327, fol.754).

Ver sus vivencias en Experiencias Epirituales: Escribir y guardar todo en su Corazón: pp.3, 35, 49. Obrar con Ella: pp.8-9, 34-35, 104, 134. Esclava de amor: pp.4 y 45. Acción de María en su cambio: pp.10; en su conversión: pp.59. Esconderse en su regazo: pp.12, 18, 23 (al dormir). Llevarla a todas las naciones: pp.13, 33, 35, 40 (voto), 73, 131. María y Eucaristía: pp.13 (con Ella junto al sagrario), 14 (carne y sangre de María), 15 (comulgar con Ella), 75. Fiat: p.44 (Anunciación). Confianza en Ella: p.18. Presencia de María en el corazón y en su vida: pp.24. 60 (bis), 104. Somos fruto de sus dolores: pp.38. Amarla como madre ("con el Corazón de su Hijo"): p.46. Voto de hacerla amar: pp.54-55 (también en Estudios, pp.290-291). El regalo que nos da Jesús: p.77. Celebrar "todas las fiestas de la Madre de Dios": p.97. Sábados: p.116. María y el "Instituto": "Todo el Instituto es suyo": p.150. Ver también: Ejercicios, pp.327, 331, 346s, 350s, 359, 361s, 371s, 373, 378, 383, 388s, 395ss, 403-7, 413, 426, 432, 451s, 457, 468, 493 (promesa sobre ella).

La incidencia de la doctrina mariana en su vida espiritual y misionera

Su vivencia mariana gira en torno a los contenidos tradicionales de la doctrina mariológica: Madre de Dios, Inmaculada, Virgen, Madre nuestra, Medianera, Asociada (Corredentora), Asunta, Reina, devoción y culto, etc. A María, en todos sus títulos, la siente como Madre tierna, cercana, sencilla, imitable. Prevalece el valor de la vida ordinaria de María y su unión con Cristo. La maternidad de María viene a ser como la concretización de su acción de medianera. La relación personal con María se concreta en confianza, imitación, amor, ansias de que todos la conozcan y la amen.

La doctrina mariana (títulos, devoción y culto) va apareciendo al manifestar su propia vivencia, siempre a la luz de la Palabra de Dios. Comenta los textos bíblicos sobre la Encarnación (Anunciación), Ave María ("Fiat"), visitación ("Magníficat"), Belén (Navidad), Nazaret (infancia), Caná (vida pública), pasión y cruz (dolorosa), Cenáculo de Jerusalén. Sobre la Visitación y el "Magníficat", ver: Estudios, Sobre los santos evangelios, pp.213-215, fol.646-648; p.221, fol.654. Las escenas de Belén (Navidad), Nazaret (infancia del Señor), Caná (vida pública), pasión y glorificación, ofrecen material muy abundante de contemplación sobre María en su relación con Jesús. Siempre destaca su humildad, fidelidad, disponibilidad, asociación al Señor, intercesión...

A la virginidad de María alude M. Inés con frecuencia, especialmente al describir la Anunciación. Vive el misterio de la maternidad divina de María, deseando imitar su actitud de humildad, de amor y de fidelidad. Su actitud personal la resume con esta expresión: "La Madre de Dios es mi Madre" (Ejercicios, 1941, p.412, fol.839). Hacia María como Inmaculada, manifiesta una especial devoción. María "es la Inmaculada, la concebida sin mancha" (Experiencias, "María es Mi Madre", p.58). Ella vive este título mariano en relación con la

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Virgen de Guadalupe, la "Inmaculada vestida de Gaudalupana", como Patrona del Instituto misionero y garantía de fecundidad misionera (cfr. Experiencias, p.117; Estudios, p.309; Experiencias, p.131).

La fiesta de la Asunción (15 de agosto) tenía para ella un significado particular, especialmente desde que en el año 1934 hizo el voto de hacerla amar (cfr. Experiencias, p.54; Estudios, pp.290-291). En relación con la Asunción de María, aparece el título de Reina, como expresión del amor de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, "por el infinito amor que tienen a la Reina del Cielo" (ibídem). "Porque mi Madre reine en tantos y tantos hogares; porque ella haga amar a su Hijo divino, porque todos esos pueblos la proclamen su patrona, su reina, daría mil vidas si tuviera" (Experiencias, p.131, fol.566).

En las notas íntimas aparece frecuentemente el título de Madre (espiritual) aplicado a María y en relación con la vida cristiana y misionera: "María es mi madre" (Experiencias, "María es Mi Madre", p.58ss). "La Misionera acude a Ella como a su Madre dulcísima" (Lira, 2ª parte, cap.X). Uno de los títulos marianos que más le ayudan a vivir la espiritualidad cristiana es el de Medianera, como concretizacion de la maternidad espiritual de María (cfr. Experiencias, p.58; Ejercicios, 1941, p.383). Manifiesta su confianza en la mediación de María, con matices misioneros. "Madre, si todos sintieran la inmensa confianza que mi corazón siente por ti, que eres la Medianera universal, ¿que no harías por ellos?" (Ejercicios, 1933, p.346, fol.773; cfr. Estudios, pp.290-291). Se dirige al "Corazón filial" de Cristo, para que escuche las oraciones de la "divina mediadora" (Experiencias, p.40, fol.480; cfr. p.58; cfr. Dirección Espiritual, pp.150-151). El título de "Corredentora" aplicado a María, tiene el sentido de asociación a Cristo Redentor. Usa también este título mariano, siempre en sentido de dependencia y de asociación a Cristo, y también relacionado con la mediación mariana (cfr. Ejercicios 1941, p.396).

Peculiaridades de su vivencia mariana

Sobresalen estas peculiaridades: El misterio de Cristo, vivido con la dimensión mariana (Ejercicio, 1941, p.378; Experiencias, p.134), intimidad con la Santísima Virgen, cuyo amor queda reflejado en su Corazón (Experiencias, p.35); valoración de la dignidad de la mujer madre (Experiencias, p.77); dimensión eucarística (Experiencias, p.13); el voto de hacerla amar para vivir su consagración a María. Pero hay que constatar que el compromiso de hacer amar a María era en M. Inés algo habitual y como una dinámica de amor apasionado por Cristo: "En mis intenciones, es esta una muy principal, «hacer amar a María inmensamente» hacerla amar con la docilidad e intimidad del niño, para mejor amar a Jesús" (Experiencias, p.40, fol.480); dimensión misionera (Experiencias, p.73).

Temas complementarios: Anunciación, Asunción, Belén, castidad (virginidad), Corazón de María, Dolorosa, Fiat, Guadalupe, Inmaculada, Magníficat, Medianera, Navidad, Nazaret, Promesa, San José...

MARTIRIO

El deseo del martirio en M. Inés

Desde el inicio de su consagración a Cristo, M. Inés manifestó un fuerte deseo del martirio: "El deseo del martirio me embarga con mucha frecuencia. ¡Cuanto se lo he pedido! Me lo concederás Jesús algún día? Yo siento dentro de mí esta esperanza, como si fuera una realidad" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.15, fol.455).

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Deseo de salvar almas y deseo de martirio, era un sólo deseo: "Las misiones siempre han tenido un imán poderoso sobre mi corazón; los trabajos inherentes a ellas, sus privaciones, sus negaciones, sus martirios se llevan mi alma hasta esas regiones en donde se puede ofrendar a Jesús todo lo que es posible en éste mundo" (Experiencias, Diario 1944, p.133, fol.569).

Ni ella misma se explica cómo ha podido surgir este deseo en su corazón. Parece imitar, con matices peculiares, el deseo de Santa Teresita, de quien ella era tan devota: "Tú eres Dios mío, quién pones en mi alma la sed de martirio, del martirio de sangre?... Quisiera poder como Jesús, dar mi vida en su obsequio, por su amor, por la conversión de las almas. Hace muchos años que este deseo me martiriza. ¿Harás Jesús, que se realice?" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.31, fol.472). "No te olvides Jesús que esto te he pedido el día de nuestra unión. Te pedí también el martirio de sangre" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.54, fol.493).

Confiaba a la intercesión de la Santísima Virgen el cumplimiento de este deseo. Así se lo pide a Jesús: "Te pido, por tu Madre Santísima, la gracia del martirio. A ella, Jesús nada le puedes negar, acuérdate que es tu Madre... ¡Jesús obediente a María, escucha mi plegaria!". Y añade esta reflexión: "Y crees alma mía, que tendrás valor para sufrir el martirio? No, por mi misma nada podré, estoy plenamente segura; pero aquí está precisamente, la manifestación de la bondad de Dios; él me lo dará todo; no sabe conceder sus gracias a medias; de lo más impotente sabe sacar su mayor glorificación; ¡Que dulce es descansar en el amor de Dios!" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.31, fol.472).

Historia martirial de la Iglesia misionera

M. Inés hace un resumen de la historia de los mártires: "Y más tarde sabemos que todos (los Apóstoles) han dado la vida por su Maestro y por las almas: Pedro, el jefe de la Iglesia ha expirado en una cruz, pidiendo por humildad, el ser crucificado con la cabeza hacia abajo; Pablo, el Apóstol de los gentiles, ha entregado su cuello a la espada, porque: «su vivir es Cristo y morir para él es ganancia», porque le une a Cristo; Andrés, ha saludado con palabras de verdadero enamorado a la cruz que le va a llevar al amado de su alma: «Oh cruz dichosa, tanto tiempo deseada y ya preparada para mí que tanto la deseé. Seguro y gozoso me llego a ti. Recíbeme tú también pues soy discípulo de aquél que de ti estuvo colgado!». Y pasan los años y pasan los siglos y en todas las edades podemos adivinar el maravilloso espectáculo, la divina floración de aquella semillita que vimos se quedó en la tierra la noche del Jueves Santo: Ha germinado en purísimas azucenas de virginidad como Sta. Inés, Sta. Cecilia, Sta. Lucía; ha dado rosas purpúreas de martirio: como el pequeño Tarsicio y el venerable Ignacio de Antioquía que se llamaba a sí mismo trigo de Cristo, y anhelaba ser molido por las fieras; ha iluminado las inteligencias de los doctores y padres de la Iglesia: ha inflamado los corazones de los contemplativos, y ha levantado apóstoles que no ya sólo con su oración o sus escritos sino luchando en el campo de batalla han trabajado materialmente por hacer reinar en todos los corazones a Jesús Eucaristía" (Consejos, La Eucaristía y las misiones, p.1394s).

Gracias el misterio de la Encarnación del Verbo, la Iglesia puede prolongar la vida martirial de Jesús. Se pregunta, si Dios no se hubiera hecho hombre, "¿donde estarían esas legiones de mártires que han regado la tierra con su sangre, para testificar a su Redentor que ellos también han sabido comprender, a ejemplo de su Maestro, que la mayor prueba de amor es dar la vida por el amado?" (Experiencias, Viva Cristo Rey, p.76, fol.515).

La sangre de mártires ha sido siempre fuente de bendiciones: "De ahí la florescencia de cristianos, de conversiones maravillosas... Abrazados a estas colosales verdades, podían desafiar al mundo entero, seguros de triunfar, ofreciendo millones de ellos su cuerpo a las

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fieras, a las llamas, a los garfios, a los azotes, a la espada, para que su sangre, impregnando la tierra, fuese semillero de cristianos ... millones y millones de hombres, mujeres y niños que han dado su vida gozosos por confesar los inmutables dogmas del Credo?" (Estudios, Breve estudio sobre el Credo, p.169-170, fol.604-605).

Valor misionero del martirio

Sólo el amor apasionado por Cristo puede explicar el valor de los mártires: "De aquí el valor, la generosidad, el entusiasmo de todos los mártires en aceptar, en buscar el martirio, confesando, en presencia de los que los habían de sujetar a crueles tormentos, que Cristo es Dios" (Estudios, Sobre la Regla, p.240, fol.672). "Su amor a Dios estaba muy por encima de todos esos temores, sosteniéndolos en su anhelo, el ansia deliciosa de llegar a ser mártires por la fe" (Estudios, Sobre los santos Evangelios, p.214, fol.647).

La vida misionera es camino pascual de muerte y resurrección: "Y muchas veces termina el diálogo inefable entre Dios y el Misionero, rubricado con su propia sangre, con la sangre de su martirio, la que le merece en el cielo la palma de los mártires, y en la tierra de semilla que fructificará al ciento por uno" (Consejos, Doc.00480, p.1341)

El deseo de martirio en M. Inés derivaba hacia el bien de todo el Instituto misionero: "A ver si nuestro Señor me concede el martirio, que ofrecería con toda mi alma, por todo nuestro Instituto, sea lo que se propuso: el consuelo de Dios, y la salvación de muchas almas" (Colectivas, 14 mayo 1957, I, p.181). "Cuando N. Señor me conceda llevar a cabo esta obra; más bien dicho, cuando él la lleve a cabo; ¡si me concediera luego la gracia del martirio! ¡El martirio! me cautiva; mucho se lo he pedido, con verdadera fe, con cierta esperanza, con gran seguridad de que algún día me lo concederá" (Ejercicios 1944, p.448, fol.875).

Por esto se siente intérprete de toda su familia espiritual: "Y permanecerás insensible Jesús amado, y no nos llevarás como obreras a tu viña? Como prueba de nuestro amor, quisiéramos regarla... , no solo con el sudor de nuestra frente, con nuestras incansables fatigas, con nuestra oración continua, con nuestros sacrificios incesantes; quisiéramos hacer fecundizar esa tierra pagana... con la sangre de nuestras venas, si tú en tu bondad, nos concedieras la inapreciable gracia del martirio. Religiosa y mártir: he aquí la cumbre de nuestros anhelos" (Experiencias, Viva Cristo Rey, p.74, fol.512).

En la vida misionera, el martirio de amor o de sangre, es ley ordinaria: "Al ser elegidas por el Rey del cielo, es para que ayudemos en la ardua empresa de la salvación de los otros; y tengamos en cuenta que cada elección de Dios es un martirio, ya que no es el discípulo mayor que su Maestro" (Colectivas, mayo 1978, VI, p.4350).

¿Martirio de amor o de sangre?

El deseo de martirio, de sangre o de vida ordinaria, nace de la fuerza del amor: "Es tan hermoso el martirio del corazón cuando se le ofrece a él, y se aprovecha para la salvación de las almas" (Colectivas, agosto 1979, VI, p.4463). "Cuando tu misericordia penetró en mi alma, cuando por vez primera me sentí enamorada de ti, con ese amor que no encuentra barreras, con ese amor apasionado que solo piensa en el Amado, en agradarlo, en comprarle almas; la fuerza del amor, por ser tan intensa, constituía para mi un gran martirio, un muy dulce martirio" (Ejercicios 1941, p.385, fol.812).

Sin olvidar la posibilidad de un martirio real de sangre, M. Inés recordaba el valor martirial de la vida ordinaria: "¿Será difícil que alguna misionera clarisa, en algún país, sea

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privilegiada por Dios escogiéndola para dar su sangre por confesar su fe sacrosanta? Y aunque no lleguemos a esto, ni la podamos dar, como santa Teresita, gota a gota, la sangre del corazón, aquélla que nos hacen verter los esfuerzos cotidianos por ser mejores, por manifestarle nuestro amor, por convertir, para el cielo, muchas almas" (Colectivas, V, p.4270, junio 1977).

Se llega a ser "Madre de las almas" por un martirio de amor: "Nunca olvida la Misionera Clarisa su título de MADRE DE LAS ALMAS. Y, si es madre, tiene necesariamente que pasar por los terribles martirios del corazón maternal; tiene que «darse», que «abnegarse», que «entregarse», pero con ese total y absoluto entregamiento con que se da la madre, sin medir la magnitud de su sacrificio, deseosa de procurar a su hijo todo lo que le sea más agradable, todo lo que pueda procurarle algún consuelo" (Lira, 1ª parte, cap.X).

La vida consagrada es una actitud martirial de compartir con gozo la suerte de Cristo Esposo: "La continua repetición de los actos de la vida religiosa, que contrarían no pocas veces los deseos del alma, que otras no pocas, matan sus aspiraciones, que inmolan su voluntad a cada momento, que le presentan mil ocasiones de abnegarse y sacrificarse, son un martirio a fuego lento que van quemando la víctima en el altar de su propio sacrificio" (Estudios, Excelencias de la vida religiosa, p.184, fol.628) "Los votos son objeto especial de sus estudios; a ellos se comprometió libremente, cuando escucharon sus oídos el dulce «veni» de Jesús; sí, comprometiéndose libremente a vivir clavada con él, mediante sus tres votos, y no piensa desclavarse. Estando con él es dulce su martirio" (Colectivas, 4 junio 1965, II, p.622; cfr. ideas parecidas en Colectivas, 21 abril 1958, I, p.207). "La vida religiosa está llena de estos sacrificios del corazón; es uno de sus méritos, es una de las palmas de su martirio...no la arrastremos por el suelo" (Colectivas, 21 abril 1958, I, p.205).

No hay verdadero deseo de martirio, si no se vive con gozo la entrega de cada día: "Y ahora, hijas de mi corazón, a servir a Dios en paz y alegría. Si el quiere que muramos mártires... qué florecimiento de santidad y vocaciones en las futuras" (Colectivas, 27 enero 1961, II, p.421). Lo más importante es a disponibilidad de corazón: "Tegamos el corazón preparado hasta para ser mártires" (Colectivas, mayo 1978, VI, p.4338).

M. Inés dejó por escrito un profundo deseo, vislumbrando una posibilidad futura: "¿Habrá alguna misionera clarisa escogida para mártir en el instituto? ¿Quién será, en qué Nación la elegida? Sería una gracia inapreciable" (Colectivas, 19 diciembre 1968, III, p.3789). "¡¡Si nos concediera la gracia de ser mártires!!. Qué dichosas seríamos, ¿verdad?. Pero para ello hay que fortalecer la fe, afianzarla en la esperanza, y realizarla en el amor, viviendo en su instituto con las virtudes que le son características" (Colectivas, 22 junio 1969, III, p.3826).

La Providencia guía misteriosamente la historia, también y principalmente en los momentos de dificultades y persecución. El martirio no se descarta, pero es un don de Dios: "¡Si esto nos llegara a suceder, ¡qué gloria! ¡Qué dicha asemejarnos al Maestro! Es un don insigne el del martirio; una gracia estupenda, la mayor que puede conceder Jesús a las almas sus esposas, después de haber llevado una vida santa" (Estudios, Sobre la Regla, p.252, fol.684). "Dios sabe a donde nos llevará. Estamos en sus manos para... lo que guste, el martirio" (Colectivas, 27 enero 1961, II, p.415).

Temas relacionados: Cruz, muerte, oblación, Teresa de Lisieux.

Matrimonio (v. FAMILIA y MATRIMONIO)

MEDIANERA

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Significado del título mariano

La mediación de María aparece en el evangelio especialmente durante las bodas de Caná, cuando Jesús quiso mostrar el valor de la oración de su Madre y nuestra: "Ella es la medianera de todas las gracias; no podía empezar el Hijo de Dios su vida de apostolado, su vida taumatúrgica, sin que la «omnipotencia suplicante», intercediera en favor de los suyos... Al ser escogida María desde toda la eternidad para madre de Dios, había sido predestinada ya para medianera universal... Cómo podía resistir el Hijo de tal Madre?. Además tenía que manifestar al mundo la omnipotencia de esa plegaria suplicante, y cómo jamás puede negar nada a aquella que fue todo para él" (Dirección, 20 febrero 1949, p.150-151, fol.1069-1070).

La fe de la Iglesia sobre María "Medianera universal", indica la cooperación de la Santísima Virgen en la obra redentora: "Con razón la Iglesia la aclama como Medianera universal. Me es muy dulce pensar que hasta el mismo Dios tuvo necesidad de ella; que sin ella no se habría obrado la Redención, por eso es Corredentora" (Ejercicios 1941, p.396, fol.823).

En la mediación de María resalta la voluntad salvífica de Dios, siempre por medio de Jesús: "Es voluntad de Dios que todas las gracias nos vengan por medio de María, así como no nos dio a su Hijo sino por ella" (Estudios, p.304, fol.732).

Mediación materna

El título de Medianera, aplicado a María, es muy frecuente en los escritos de M. Inés. Indica un aspecto de su maternidad, como intercesora, en dependencia de Jesucristo su Hijo, único Mediador. "María... es la omnipotencia suplicante, es la medianera entre Dios y los hombres. Es la Inmaculada, la concebida sin mancha, la escogida entre millares, la que sola agradó al Altísimo más que todos los justos y Angeles juntos" (Experiencias, María es Mi Madre, p.58ss, fol.498-500). En las notas espirituales de Ejercicios, habla de "la mediación tierna y materna de María" (Ejercicios 1941, p.383, fol.810). "Por su mediación" recibimos a Cristo (Experiencias, p.108, fol.544).

Quien experimenta la mediación de María, descubre mejor su maternidad y aprende a refugiarse en su regazo materno. Así lo hacía ella, "confiando, con filial abandono en mi dulce Madre" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.32, fol.472). Y se dirige al "Corazón filial" de Cristo, para que escuche las oraciones de la "divina mediadora" (Experiencias, Diario, 1932-1934, p.40, fol.480).

La mediación mariana recuerda que el apóstol y toda la Iglesia son un conjunto de mediaciones, en relación de dependencia respecto a Cristo: "Esos vencimientos que encierran en sí un verdadero acto de amor de Dios... por la mediación de mi Madre celestial, le serán muy útiles para el bien de las almas; así trabajaré con mi madre la Iglesia, como hija suya que soy" (Ejercicios 1941, p.392, fol.819; cfr. Lira, 1ª parte, cap.2).

La experiencia de M. Inés sobre la mediación de María

M. Inés tenía experiencia de la mediación de María. Después de recordar que su conversión (en el año 1924) fue por la mediación de la Virgen ("mi conversión... fue por su mediación"), se dirige a ella con estas palabras: "Madre, si todos sintieran la inmensa confianza que mi corazón siente por ti, que eres la Medianera universal, ¿que no harías por ellos?" (Ejercicios 1933, p.346, fol.773; cfr. Estudios, pp.290-291). "Señor... concédeme tu gracia por mediación de María" (Ejercicios 1933, p.322, fol.749)

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Quiere agradecer al Señor la mediación de María, para unirse más a Jesucristo: "Si tú has querido Dios mío, que todas las gracias, tus dones y favores, vengan a mí, de una manera sensible por manos de María, ¡Cuánta no piensas que deba ser mi gratitud, a quien me enseñó a amarte? Es por eso Señor, que en su Corazón inmaculado, te ofrezco hoy nuevamente, mi pobre vida; pero para que ésta tenga valor la uno al sacrificio del Gólgota y me revisto de la humanidad de María, de la cual tú mismo tomaste tu propia humanidad" (Estudios, Renovación del voto de hacer amar a María, pp.290-291, fol.719-720).

Experimentó la mediación de María especialmente en medio de las grandes dificultades que tuvo que afrontar durante los primeros años de vida consagrada, debido a la persecución religiosa y a la penuria en que se encontraba el monasterio: "Si esta medianera dulcísima, no hubiera venido a fortalecerme en estas críticas circunstancias, en estas temporadas desoladoras, hubiera acabado por desesperarme" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.18, fol.459).

La Congregación misionera y toda la familia inesiana ha encontrado siempre apoyo en la mediación de María: "Dios lo quiso y lo hizo, y María, como medianera universal, intervino en esa Obra de una manera palpable" (Estudios, En homenaje de filial amor, p.308, fol.735).

La práctica concreta

La intercesión de María la recordamos al rezar el Rosario: "La santísima Virgen colma de bendiciones los hogares en donde se reza diariamente el santo Rosario" (Familia, 27 enero 1953, I, p.1537, a su hermana María Teresa). Se acude a María "para alcanzar de Dios sus gracias y su protección... la fuerza, la paz, la alegría para sufrir, que nos alcanzará de su divino Hijo, y su protección amorosa, cabe su inmaculado Corazón, para no desmayar nunca" (Locales, 21 mayo 1960, II, p.4864). "Reza, en su honor, todos los días, el santo Rosario, y ella, tu Madre, te llenará de gracias" (Familia, 21 junio 1944, I, p.1472, a su sobrino Luís Emilio).

Las fiestas de María y especialmente el mes de mayo (y también el sábado) dedicado a ella, son un momento privilegiado para pedir su intercesión: "El mes de María será de singular ternura para nuestras almas; en él procuraremos obsequiar a nuestra querida Madre con el mayor número de pequeños sacrificios que podamos ofrecerle... Todas las fiestas de la Madre de Dios serán para nosotras muy queridas" (Experiencias, p.97, fol.535; cfr. Colectivas, I, p.39; II, pp.382, 547). Sobre la práctica mariana del sábado: Experiencias, p.115, fol.552; Familia, 27 octubre 1935, p.1431.

Al recordar el "Ave María", pronunciado por primera vez el día de la Anunciación, M. Inés subraya la misericordia divina, y le dice a María: "Esta porción de hijos tuyos... se abandonan tan sólo a tu amor maternal, pues saben que para ir al cielo tú eres su puerta" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.45, fol.4985). Es entonces es cuando indica el objetivo principal de acudir a María: "Quiero vivir siempre con Jesús en mi corazón... Quiero amar a María, la tierna Madre de Jesús como nadie la ha amado en este mundo, y para lograrlo quiero el corazón mismo de su Hijo" (ibídem, p.46, fol.486). Por esto aconseja: "No olvidemos nunca, antes de empezar nuestros trabajos, el Ave María acostumbrada. Y mientras la rezamos, recogido nuestro espíritu, entreguemos a nuestra Madre del cielo, como infinitos actos de amor, de adoración, de reparación, de alabanza, cada puntada que vayamos a dar, cada palabra que tengamos que escribir, o que estudiar, o que barrer, etc., etc., cada uno de sus propios quehaceres... Es una fuente de méritos para la propia alma y para muchísimas otras" (Colectivas, 20 abril 1953, I, p.37).

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Ver temas complementarios: Anunciación, Asunción, Corazón de María, Dolorosa, Fiat, Guadalupe, Inmaculada, Magníficat, María, Promesa...

Meditación (v. ORACION)

Miseria propia (v. HUMILDAD, MISERICORDIA)

MISERICORDIA

Una fuerte experiencia de misericordia

Los escritos espirituales de M. Inés son una descripción de la propia experiencia sobre la misericordia divina: "El divino jardinero de mi alma, sigue todos estos cuidados, pero con mayor solicitud y amor, con una ternura solo posible en un Dios todo misericordia" (Experiencias, Cinco Cuadernitos, p.26, fol.467). "La misericordia divina me penetra por todas partes" (Ejercicios 1941, p.393, fol.820). En las cartas de dirección espiritual habla de "sumergirse en ese océano de infinita misericordia (Dirección, año 1934, p.61, fol.980; cfr. p.64, fol.983; p.124, fol.1043). "Mis pecados los abandono a su infinita misericordia" (Dirección, p.196, fol.1114).

Le parece un misterio, que sólo puede comprenderse a la luz de la fe. Sus expresiones definen su persona como plasmada por la misericordia divina: "Oh Dios mío, yo sé, yo siento, que me amas con amor de predilección... Es que eres Dios de amor, de misericordia, ahí esta todo... tengo fe ciega en tu misericordia" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.48-49, fol.488-489). "Sí, Dios mío te conozco. Conozco, siento en el fondo de mi ser, tu inmensa misericordia. Ese tu atributo por excelencia que me cautiva" (Ejercicios 1933, p.332, fol.760; cfr. ibídem, p.347, fol.774). "Me arrojo en la hoguera de tu misericordia" (Ejercicios 1936, p.364, fol.790). Ver expresiones parecidas, como actitud filial en brazos de una madre: Lira 1ªp., V; Ejercicios 1941, p.377, fol.804; p.411, fol.838; p.413, fol.840; Ejercicios 1943, p.431, fol.858).

El tema aparece muy expresivo en una especie de "plan de vida" de 1936 (Consejos, pp.1261,1264). También en el "testamento espiritual" de 1980 (ibídem, p.1364). El año 1943 (27 de junio) escribe una "composición" que tiene este título: "Misericordias Domini in aeternum cantabo" (cantaré eternamente las misericordias del Señor) (Sal 88,2) (Experiencias, pp.62ss, fol.501ss). Es un escrito que resume los dones recibidos, como reflejo de la mirada misericordiosa y eterna de Dios Amor. Este versículo del salterio aparecerá repetidamente en toda su vida y escritos, como un slogan que define todo su anhelo de gratitud eterna (Lira, 1ª parte, I; Dirección p.165, fol.1084). Relaciona el versículo del salmo 88 con el Magníficat de María: Lira, 2ª parte, XII.

Abismo de miseria propia, abismo de misericordia divina

Madre Inés habla frecuentemente de dos abismos: el de la propia miseria y el de la misericordia divina. Es una experiencia que manifiesta desde sus primeros años de vida consagrada: "Qué se pasa entonces entre esos dos abismos?... nadie lo puede decir, sino quién lo haya gustado. A cada falta, encuentro el beso de perdón del padre del hijo pródigo" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.16, fol.456; cfr. ibídem, p.128, fol.564). Ver expresiones parecidas: Lira, 2ª parte, III; Ejercicios 1941, p.385, fol.813; Dirección p.136, fol.1056).

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La misericordia es una expresión de la ternura del amor divino: "Su amor, su misericordia, nos diseña a él todo entero, nos habla a gritos de su ternura" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.20, fol.460). Dios tiene "ojos cargados de misericordia" (ibídem, p.132, fol.568). "Sé que él fija sus miradas de misericordia en el indigente, en el pobre miserable que nada tiene" (Ejercicios 1941, p.389, fol.816).

Un consejo que se aplica a sí misma y que comunica a los demás, a modo de regla de oro para progresar en el camino espiritual y apostólico, es el siguiente: Dios quiere que "lejos de desalentarnos al comprobar nuestra nulidad, lo esperemos todo de su misericordia" (Experiencias, Hombre de poca fe, p.90. fol.527). Deja constancia de que lo que a ella más le mueve para entregarse totalmente es la experiencia de misericordia (cfr. Experiencias, p.133, fol.568). Por esto aconseja leer la encíclica "Dives in Misericordia" de Juan Pablo II (cfr. Consejos, p.1366).

Misericordia, fuente de generosidad espiritual y apostólica

La vocación misionera (especialmente de la vida consagrada) es un regalo de la misericordia divina (cfr. Estudios, p.163, fol.599). Ella veía en el cuadro de la Anunciación (de tanto significado espiritual y apostólico) una manifestación maravillosa de la misericordia (cfr. Estudios, p.180, fol.614). La misión consiste en poner la propia miseria "al servicio de su misericordia" (ibídem, p.188, fol.622). Dios se mostrará, por medio del apóstol, a los demás: "en este manojo de miserias has hecho galas de tu misericordia" (ibídem, p.201, fol.634). Ver también: Estudios, pp.233, 262-63, 283.

En los documentos fundacionales, al presentar la obra misionera en carta a Mons. Martínez (arzobispo de México), recalca la idea de poner la propia miseria "al servicio de su misericordia" (Fundación, 10 octubre 1943, p.67; ver también pp.75 y 99).

La experiencia de misericordia en la propia miseria, se convierte en actitud de generosidad y entrega misionera: "Señor, mi fuerza, mi poder, mi confianza, mi fe ciega, está en mi miseria, puesta al servicio de tu misericordia. Con esto lo digo todo. No tengo más que miseria que ofrecerte, porque esto solo produce mi huerto; pero en medio de este huerto está mi corazón ardiente que te lo doy por entero" (Experiencias, Viva Cristo Rey, p.80, fol.518; cfr. Lira, 2ª parte, VI).

En el campo apostólico hay que apoyarse en la misericordia divina: "Por eso Jesús mío, yo pongo toda mi miseria en tu misericordia, para el bien de las almas" (Experiencias, Hombre de poca fe. p.97, fol.534). De este modo, va a resaltar más la misericordia divina (cfr. ibídem, p.135, fol.571).

Sería interesante ir analizando cómo esta doctrina tan fecunda, espiritual y apostólicamente, la va desglosando en las circunstancias concretas de diversas comunidades, a las que dirige sus Cartas Colectivas durante un amplio período de años: I, pp.10, 36, 46s; II, p.468; V, pp.4120, 4147, 4258; VI, pp.4447s, 4485, 4511, 4529. El secreto de la vida contemplativa y misionera estriba en "arrojarse en sus brazos misericordiosos y desde ahí arrojarse valientemente a la lucha" (Colectivas, sin fecha, I, p.10).

Temas complementarios: Confianza, Pasión, penitencia, Providencia, etc.

MISION

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El espíritu misionero de M. Inés

El contexto histórico en que vivió M. Inés fue de un gran impulso misionero: el inicio del siglo XX (con las encíclicas misioneras) y los años de renovación conciliar y postconciliar, caracterizados por la llamada a la evangelización sin fronteras (decreto conciliar "Ad Gentes", año 1965) y también por la invitación a insertar el evangelio en la cultura y situaciones actuales (exhortación "Evangelii Nuntiandi" de Pablo VI, año 1975). Ella respondió generosamente a esas llamadas eclesiales. Su actitud característica fue la de entrega de totalidad (como corresponde a la vida consagrada) y la de una vida contemplativa (eucarística y mariana) en vistas a la misión.

El lema de San Pablo, "urge que Cristo reine" (1Cor 15,25), es el resumen de su vivencia contemplativa y misionera, así como la motivación fundamental que legó a su familia espiritual. A la luz de esta lema paulino, se pueden sus anhelos: "¡Ah! Las almas. Éstas han sido desde el principio de mi conversión el móvil más intenso que me llevaba no solamente a la oración"... (Autobiografía, 1977, p.136).

Su vocación misionera aparece ya desde el inicio de su decisión de seguir a Cristo por el camino del radicalismo evangélico: "Las misiones siempre han tenido un imán poderoso sobre mi corazón... Antes de ingresar al convento, ya me cautivaban. Pero me cautivaba también la vida escondida en Dios; una intensa vida de oración y sacrificio oculto" (Experiencias, Diario 1944, p.133, fol.569). "Mi vocación fue ser misionera; y por eso me encerré en el claustro, sabía que la oración los sacrificios salvan más almas que todo lo que se puede perorar, todo lo que sea acción" (Autobiografía, 1977, Doc.101 del "Summarium", p.752).

El espíritu misionero de la familia inesiana

Los Institutos misioneros que fundó M. Inés y toda la familia inesiana, cada uno a su modo, tienen la finalidad de colaborar en la misión universal de la Iglesia. La santificación propia forma parte integrante de esta finalidad, armonizando la entrega de totalidad, la contemplación y la misión: "Nuestra misión en tierras paganas consistirá especialmente en la oración y sacrificio, pues estamos perfectamente convencidas de que, si esto falta, todo lo demás se vendrá abajo. Por eso seguiremos, aun en misión, con todas nuestras prácticas de vida contemplativa" (Fundación, 2 octubre 1945, I, p.143). "Al desear ser misioneras, hemos querido unir la vida contemplativa con la activa, de manera que, de la contemplación se derive nuestra acción" (Fundación, 10 diciembre 1946, I, p.203).

Una aplicación práctica del lema paulino ("urge que Cristo reine") se concreta en esta frase sapiencial: "Que todos te conozcan y te amen, es la única recompensa que quiero" (Experiencias, Viva Cristo Rey, p.80, fol.518).

Comentando la exhortación de Pablo VI, "Evangelii Nuntiandi" (de 1975), en una circular del año 1977, ofrece una de sus frases más bellas sobre la misión: "Esto, ser misioneras, es nuestro más caro derecho, nuestra más dulce obligación y nuestro más sagrado deber. Deber y derecho que no debemos olvidar en ningún momento de nuestra vida. Ser misioneras... ¿Cómo?... hasta dar la vida si es necesario!... ¿Dónde?... En todas partes!... ¿Cuando?... Siempre!... ¿Medida? la obediencia". A renglón seguido indica la armonía entre la acción y la oración: "Sí hijas, misioneras... en el sacrificio, en el dolor, en el sufrimiento, hasta la muerte... Pero también en la alegría, en nuestra diaria Eucaristía, en nuestra oración, en nuestra adoración, en nuestro diario apostolado, en cualquier clase de trabajo, mientras

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dormimos y mientras comemos, mientras descansamos y mientras respiramos, mientras se consume nuestra vida minuto a minuto y en cada latido de nuestro corazón! Siempre hijas, siempre; nuestro espíritu misionero debe ser universal, debe abarcar todos los pueblos, razas y naciones, debe abarcar el mundo, no deben existir fronteras de ninguna especie" (Circulares, 10 marzo 1977, II, p.5702).

Su espíritu misionero se inspira también en los santos, especialmente en Santa Teresa del Lisieux, como imitadores de Cristo y de su Madre: "La Sma. Virgen y muchos Santos, no hicieron otra cosa, que sus virtudes, a través del Dogma maravilloso de la Comunión de los Santos, llegó hasta las más apartadas regiones de la gentilidad, como Sta. Teresita y muchas almas de vida contemplativa, que no tienen otra cosa que sus trabajos de mano, sus ocupaciones domésticas. La oración y el sacrificio oculto hacen mucho más, que la acción sola. Esta, la acción, sin oración y sacrificio es nula o casi nula" (Colectivas II, p.522-523, fol.3561). "Y es tan hermoso nuestro fin como misioneras clarisas: salvar almas para Dios; y salvarlas, ante todo, con mi oración y sacrificio, con mi inmolación diaria, de pequeños sacrificios, a ejemplo de santa Teresita y de innumerables buenas religiosas que viven así su vida consagrada" (Colectivas, noviembre de 1970, IV, p.3922).

La oración misionera de M. Inés y de toda su familia espiritual resume el ideal apostólico: "Me pongo en tus manos; me entrego a tu amor, a tu bondad, a tu generosidad; haz de mí lo que tú quieras, pero dame almas, muchas almas, infinitas almas" (Lira, 2ª parte, cap.VI).

Ser madre de las almas

Toda persona dedicada a la misión "es como madre amorosa y solícita que vigila, cuida y ama en todo momento al hijito de su corazón" (Lira, 2ª parte, cap.IX). Ser madre de las almas da sentido a la vida apostólica: "¡Qué maternidad tan gloriosa! ¡Dar almas a Dios y sustentarlas con el sacrificio!. Si no es para comprar almas para Dios, no vale la pena el vivir. La vida no merece el nombre de vida, si no se emplea toda ella en conquistar vasallos para el Rey inmortal de los siglos" (Lira, 2ª parte, cap.IV).

Este celo apostólico, por ser materno, a imitación de María figura de la Iglesia, no tiene fronteras: "Las almas nos necesitan en todo el mundo. Y es un mandato divino: Id y evangelizad a todos los pueblos" (Colectivas V, septiembre 1978, p.4376). El amor materno pasa por encima de todas las dificultades: "Nunca olvida la Misionera Clarisa su título de MADRE DE LAS ALMAS. Y, si es madre, tiene necesariamente que pasar por los terribles martirios del corazón maternal; tiene que "darse", que "abnegarse", que "entregarse", pero con ese total y absoluto entregamiento con que se da la madre, sin medir la magnitud de su sacrificio, deseosa de procurar a su hijo todo lo que le sea más agradable, todo lo que pueda procurarle algún consuelo" (Lira, 1ª parte, cap.X).

Cfr. Sobre el tema "madre de las almas", ver, además de las citas indicadas: Lira 1ª parte, cap.X, XVIII-XIX; 2ªparte, cap.IV, IX; Colectivas, I, pp.29, 34; II, pp.416, 461; VI, pp.4529; Estudios, pp.272, 294. Ver el texto completo de la oración "dame almas" en: Lira, 2ª parte, cap.VI.

Temas complementarios: Almas, contemplación, Teresa de Lisieux, etc.

MISIONEROS DE CRISTO PARA LA IGLESIA UNIVERSAL (MCIU)

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En el corazón de Dios y en el corazón de M. Inés

No se nota en los escritos de M. Inés una idea preconcebida sobre la Congregación masculina de los Misioneros de Cristo para la Iglesia universal (MCIU). Se dice que cuando alguien le insinuó esta fundación, respondió: "No, gracias, yo no soy tan prolífica, apenas puedo con las mujeres y ¿podré con los hombres?" (cfr. Crónicas de los MCIU).

Pero ella estaba siempre atenta a los signos de la voluntad de Dios. Y estos signos se fueron mostrando como provenientes del corazón de Dios y no de una idea preconcebida. De hecho, varios vanclaristas jóvenes sintieron la vocación sacerdotal. Algunos manifestaron el deseo de vivir el carisma de Vanclar (o propiamente el carisma de M. Inés) como sacerdotes religiosos y misioneros. Ella fue siguiendo los pasos trazados por la gracia del Señor, con discernimiento y oración, ofreciendo su corazón maternal a un proyecto que, a todas luces, se vislumbraba como nacido en el corazón de Dios.

Una carta escrita por M. Inés a un seminarista proveniente de un grupo de Vanclar, que manifestaba inquietudes sacerdotales, religiosas y misioneras, muestra los primeros pasos del camino de la fundación. Se puede observar una actitud prudente de discernimiento, que no quiere hacer la propia voluntad, sino la voluntad de Dios: ..."a lo mejor tú estabas llamado a ser fundador de los Misioneros de nuestra congregación... Ya ha habido sacerdotes que me dicen si no he pensado en una rama masculina. A la verdad no me siento llamada a eso; me parece una ardua empresa. No sé si será la voluntad de Dios. Pero si llegara a ser, y tú fueras llamado a esto, las cosas de Dios empiezan... como en Belén, pequeñitas, insignificantes; Dios se vale de lo que menos vale y tú y yo, María Inés, ¡valemos tan poquito! Pero el Señor vale mucho, y es así como muestra al mundo la grandiosidad de sus obras: prevalece por un lado la inmensa miseria de sus criaturas, y por el otro la infinita grandeza suya. Esto es colosal, ¿verdad? Roguemos para conocer su Santísima Voluntad" (Fundación, 30 septiembre 1973, II, p.343)

A finales de 1975, M. Inés pide que admitan en el Seminario de Monterrey a jóvenes vanclaristas que desean ser sacerdotes. En la carta describe la labor del grupo laical Vanclar de Monterrey y cómo ya han comenzado a despuntar algunas vocaciones sacerdotales. De momento, se preveía que estas vocaciones continuarían trabajando en Vanclar y luego se incardinarían como sacerdotes en sus diócesis: "Seguirán estos sacerdotes desde luego formando parte del grupo y siendo uno más en el grupo, afiliados o incardinados a sus diócesis de procedencia y sirviendo a la misma así como a sus grupos de Van-Clar" (Fundación, 29 diciembre 1975, al arzobispo D. Alfonso Espino y Silva, II, p.344).

M. Inés iba dando noticias a sus hijas sobre el proyecto sacerdotal: "También les comunico que ya tenemos dos chicos, muy buenos ambos, que han empezado sus estudios en el seminario pero con el fin de ser... Mis-Clar. O mejor dicho: sacerdotes vanclaristas. ¿Verdad que se regocijan?" (Colectivas, junio 1977, V, p.4264).

En el año 1979, ya aparecen más datos sobre la fisonomía de los "Misioneros". La M. Vicaria (Ma. Teresa Botello), en nombre de la Superiora General, pide al señor obispo de Tapachula, Chiapas (Don Juvenal Porcayo), que se haga cargo de los seminaristas que estudian en Monterrey, para ayudarlos a caminar hacia la fundación misionera: "Futuros sacerdotes que, de concedérnoslos nuestro Señor, serán Misioneros de la Iglesia Universal, con sus compañeros misioneros seglares Van-claristas, y hermanas Misioneras Clarisas, formando una sola familia" (Fundación, 23 octubre 1979, II, 345s). La carta da muy buenos informes e indica la necesidad de que un obispo les patrocine, ya no como diocesanos de Monterrey ni de la diócesis del obispo patrocinador, sino apuntando a la fundación misionera.

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El obispo de Tapachulas aceptó la propuesta y manifestó una gran alegría por ayudar a "formar sacerdotes misioneros para la Iglesia Universal... santos y bien preparados que realicen el deseo de san Pablo: «Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo» y que lleven estereotipado en su corazón «Oportet Illum Regnare». Tengo la convicción de que esta nueva inquietud de ustedes ha sido una verdadera iluminación divina" (Fundación, 23 noviembre 1979, II, p.346s)

Los fragmentos de dos cartas de M. Inés (una no tiene fecha y otra es de 1979) a uno de los primeros seminaristas que se preparaba para ser Misionero de Cristo para la Iglesia Universal, ofrecen unas pautas muy claras del carisma sacerdotal, religioso y misionero. Presenta unas orientaciones para una buena formación sacerdotal y misionera: "Llegar a ser «Alter Christus», un sacerdote misionero, lleno de amor a Dios, que lleve en sí mismo la vida misma de Cristo... ser portadores de la fe, del conocimiento de Cristo entre las gentes... este es el sacerdote íntegro que trabaja siempre por los intereses de Cristo, viviendo y actuando como él en todo momento, reproduciendo en sí mismos la Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, viviendo cada día el Misterio Pascual, con gran amor, sencillez, alegría, misericordia con los que se acerquen a él, dando la vida, conservando la fe en la doctrina, siendo luz que ilumine las mentes y corazones". Luego detalla el camino formativo de la fidelidad a la vida ordinaria del Seminario, superando las dificultades con amor (Fundación, 1979?, II, p.347s).

La segunda carta (20 septiembre 1979) ya habla más claramente de "familia religiosa de misioneras y misioneros, que el mayor y único anhelo de su existencia en la Iglesia es la extensión de su Reino. El que él sea conocido y amado junto con su Madre Sma. nuestra Reina del Tepeyac, por todos los hombres del mundo hasta en sus más apartados rinconcitos". Invita a agradecer el don de la "vocación al sacerdocio y a la práctica de los consejos evangélicos" (Fundación, 20 septiembre 1979, II, p.348s).

M. Inés fue comunicando a sus hijas cómo se iba desarrollando el proyecto y cómo ella se sentía maternalmente comprometida: "Rogaré muchísimo por la Santa Iglesia católica, apostólica y romana... de manera especial por la rama masculina que ha nacido ya como una derivación y fruto de nuestra congregación de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento; pequeña plantita que empieza a crecer, pero que, como la semilla de mostaza, llegará a ser, con el tiempo, un gran árbol que extenderá sus ramas por todos los ámbitos del mundo, llevando con su sacerdocio el mismo espíritu de las misioneras clarisas y acogido con mayor intensidad, difundiendo por el mundo entero el espíritu del evangelio, el amor acendrado al Padre eterno, ejerciendo su ministerio sacerdotal en la humildad, la caridad ardiente hacia las almas todas, el espíritu de pobreza y la práctica de las bienaventuranzas" (Colectivas, 20 septiembre 1979, VI, 4468). Invita a estrecha relación espiritual y apostólica entre Misioneras, Misioneras y Vanclaristas. Es carta casi de eventual despedida hacia el cielo, debido a su estado de salud; a todos los lleva en su corazón.

En carta al Obispo Juvenal Porcayo Uribe, le pide un encuentro en Roma para hablar de la incipiente Congregación: "Estos chicos son para nosotras de grande esperanza, ya que el Señor va manifestando poco a poco su voluntad al suscitar vocaciones para sacerdotes en nuestros grupos de Van-Clar, así que veo como una primavera en nuestra pequeña familia misionera, que con tanto amor queremos cooperar a que con la ayuda de Dios se realicen esas vocaciones" (Fundación, 10 abril 1980, II, 349s).

En un carta a la hermana encargada de los seminaristas en Monterrey, aparece el nombre de "Misioneros de Cristo", como respuesta la pregunta de un seminarista, a quien aconseja prudente reserva: "En el silencio Dios se encarnó en las entrañas de María Santísima, en el silencio el Misionero de Cristo se forma para aparecer un día como una plantita fuerte,

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potente, que proclame la Palabra del Señor a todo el mundo, por su testimonio íntegro de sacerdote todos reconocerán en él al sacerdote misionero de Cristo" (Fundación, 7 julio 1980, II, p.350).

Una densa carta a un seminarista (7 julio 1980), futuro Misionero de Cristo, contiene los directrices básicas de la formación. Tiene detalles muy maternales que inspiran gran confianza. Describe la vida formativa comunitaria indicando pistas de obediencia, humildad, caridad, vida fraterna, examen, Ejercicios Espirituales, fidelidad a los votos, sintonía con los sentimientos de Cristo, abandono en las manos del Padre, silencio interior para entrar en el Corazón de Jesús y en el de su Madre, aprender a decir el "sí" de María, grandeza de la vocación sacerdotal...

Convendría leer toda la carta y aprenderla de memoria. Es como su testamento para los MCIU. Entresacamos sólo algunas afirmaciones: "Así irás preparándote a esta gran misión a la que estás llamado, reproducir en ti los mismos sentimientos, criterios y actitudes de Cristo, ser: «Alter Christus»... Contigo doy gracias al Padre que ha suscitado en ti ese gran deseo de darle todo a él, ya has comenzado hace tiempo a realizar paso a paso esa donación y el Señor es el que te ha proporcionado los medios. El te ha llamado y tú has ido respondiendo poco a poco, así son las obras del Señor... Hoy has dado un paso más en tu vida, has hecho tus primero votos dentro de esta familia misionera, has consagrado tu voluntad, tu corazón, tus ímpetus muy legítimos, pero los has ligado profundamente al Corazón de Jesús, para que él y sólo él te mueva a la ternura y al amor hacia todos tus hermanos los hombres, amar como Jesús... (recalca la pobreza)... ¡Qué hermosa vocación! ser misionero y misionero de Cristo, «otro Cristo», en la plenitud sacerdotal, misionero a ejemplo de él, que pasó por este mundo haciendo el bien, tú deberás asimilar al mismo Cristo para que seas transparencia de él en todos los momentos de tu vida... esa es tu hermosa vocación, con el espíritu propio del Evangelio y las características de tu familia misionera, entregado con generosidad, sencillez, alegría, abandonado completamente en manos del Padre... El carisma propio de nuestra familia misionera está bien definido y lo puedes ver en nuestras constituciones: «Vivir el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo...» el Evangelio es la buena nueva, es la Persona misma de Jesús, es vivir la vida de Jesús en todas las circunstancias radicalmente, reproducir en ti sus mismos criterios, actitudes, respuestas, impregnarse de él; ¿Cómo era Cristo? ¿Cómo actuaba? ¿Cómo oraba?... en una palabra: vivir las bienaventuranzas, el sermón de la montaña" (Fundación, 7 julio, 1980, II, p.353; un año antes de su muerte).

Los días 30-31 de agosto de 1980, M. Inés tuvo un encuentro en Cuernavaca con un grupo de jóvenes, seminaristas misioneros y vanclaristas, para alentar sus inquietudes misioneras. Los MCIU, después de la muerte de M. Inés, continuaron siguiendo estas directrices, alentados por M. Mª Teresa Botello, nombrada responsable de ellos por M. Inés y que sería su sucesora desde 1982; M. Mª Teresa escribió a los cinco seminaristas de entonces, invitándoles a confiar en la oración de M. Inés desde el cielo y a sentirse unidos en el mismo espíritu de toda la familia misionera, para llegar a ser "una fuerza evangelizadora de la santa madre Iglesia" (Fundación, carta 11 diciembre 1981, II, p.354).

Los Capítulos Generales y otras asambleas de las Misioneras Clarisas, estudiaron el modo de ir ayudando a los MCIU para llegar a la madurez. En las Actas de estos Capítulos aparecen los datos necesarios (cfr. Capítulo General Extraordinario de 1982: Fundación, II, p.355-360). La primera casa se abrió en Monterrey, el 16 de enero de 1982. Monseñor Juvenal dio unos pasos para que el Instituto naciente se relacionara con el Dicasterio Misionero de Roma, pero murió el 30 de junio de 1983. Monseñor Rafael Bello Ruíz, arzobispo de Acapulco, aceptó la petición de las Misioneras Clarisas para hacerse responsable de los MCIU. El 22 de enero de 1988, por Decreto del arzobispo de Acapulco, el grupo de hermanos

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Misioneros de Cristo para la Iglesia Universal se convierte en Asociación de fieles consagrados, en orden a llegar a ser un instituto clerical misionero de vida consagrada (Fundación, II, p.361-362; resume directrices y da algunos datos históricos). En 1984, algunos MCIU fueron a completar estudios en Roma. El 4 de agosto de 1989, se ordenó el primer sacerdote de los Misioneros de Cristo para la Iglesia Universal (P. Alfredo Leonel Delgado). Para la historia posterior, ver sus Crónicas.

Misterio Pascual (v. RESURRECCION)

Mística (v. CONTEMPLACIÓN)

Montañas (v. CREACIÓN)

Mortificación (v. PENITENCIA)

MUERTE: MORIR EN CRISTO PARA CONTINUAR LA MISION

Una esperanza que no defrauda

Son muchos los escritos en los que M. Inés consuela a personas que han perdido a un ser querido. "La muerte sólo era una mensajera de Dios, que si bien se presentaba con un ropaje de pavor, tras ella estaba la Madre de Dios, esperando solamente que se tronchara el hilo de esa vida para recibir en sus manos purísimas esa alma que, cual azucena blanquísima, debía presentar ella misma a su Hijo divino" (Consejos, En memoria de nuestro querido José Manuel, p.1321; el escrito es un amplio resumen magistral del significado de la muerte de un niño; ver otros ejemplos en Correspondencia familiar, I, pp.1470, 1477; II, 1628s, 1749).

El pensamiento de la muerte es una llamada a la santidad: "No olvidemos que el tiempo es breve, además no sabemos si ya nos queda poco para llegar a la eternidad. Pueden ser unos meses, unos años. Vivamos cada día como si fuera el último, y de manera que a la hora de la muerte no sintamos haber perdido el tiempo. Y el tiempo también se pierde cuando no trabajamos en nuestra santificación" (Locales, 8 febrero 1953, I, p.4558).

En las cartas locales y colectivas, alude con frecuencia a la muerte de alguna misionera o de familiares y bienhechores, expresando siempre el sentido de agradecimiento y esperanza gozosa y fecunda (cfr. Locales, II, p.4848; III, p.5134; IV, p.5233; V, p.5371; Colectivas, I, p.218; II, pp.524, 526; III, pp.3676s, 3681, 3819; IV, pp.3915s, 3919, 3960, 3970, 3996, 4043, 4049, 4059; VI, pp.4385, 4403s, 4412,4429, 4473s, 4504).

Formarse para la oblación misionera final

En el libro de "La lira del Corazón", se dedica todo un capítulo a la muerte, calificándola como "abundante cosecha". Con esa pauta se han formado las Misioneras Clarisas y toda la familia inesiana, desde los inicios de su formación misionera. Así se presenta la dimensión cristiana de la esperanza: "Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos ya muramos, del Señor somos" (Rom 14,8). De este modo "estaremos siempre con el Señor" (1Tes 4,17). Morir habiendo gastado la vida por Cristo en la misión, es un gracia, "pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia" (Fil 1,21).

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Morir a sí mismo engendra vida nueva en Cristo, para uno mismo y para los demás. La muerte es la síntesis de todas las renuncias anteriores hechas por amor. Es el "sacrificio que, fortifica su alma y se convierte en MONEDAS PARA LAS ALMAS". Por esto, "alegre la Misionera Clarisa de ver que su vida se consume en medio de trabajos, de dolores de todo género, pero llevando muy adentro la dulce alegría de los escogidos de Dios, de sus amados, de sus predilectos, desea consumar su sacrificio en la forma de muerte que el quiera enviarle, abandonada por entero en sus brazos paternales, aunque suspirando por una muerte semejante a la del Maestro, para poder darle este último testimonio de su amor. Suspira por derramar su sangre como El; anhelando poder decir con toda verdad: "d: "TODO ESTA CONSUMADO". Nada me resta por hacer, he hecho todo lo que Tú has querido; he tenido, es cierto, muchas deficiencias, pero éstas Señor, Tú bien sabes que son inherentes a mi naturaleza decaída" (Lira, 2ª parte, cap.12).

La misión continúa desde el más allá

Por la muerte cristiana, en unión con Cristo resucitado, la vida misionera continuará mientras dure la historia humana; efecto, "continúa su obra después de bajar al sepulcro, pues Dios le dará la conversión de las almas, en recompensa de esa última y suprema inmolación de su vida abnegada... puesto que el grano de trigo necesita ser sepultado en la tierra, para que germine y dé ciento por uno... Y en el cielo, como su Santa Patrona Santa Teresita del Niño Jesús, la Misionera después de muerta, derramará sobre la tierra las rosas de sus favores" (Lira, 2ª parte, cap.12).

Esta muerte santa y fecunda se prepara y se vive, aprovechando los sacrificios de todos los días. De este modo, "anhela, como su amado, que la víctima viva de su cuerpo sea inmolada en el altar, sobre el ara de la Cruz; a El deja la elección libre de su martirio, ya sea oculto, silencioso, conocido sólo de Dios y de la víctima; o ya sea a la luz del día, bajo los rayos abrasadores del sol como su Maestro. La Religiosa víctima tan solo anhela que Dios sea glorificado en ella, y que su sangre sea semillero de virtudes, de almas que vivan sólo para Dios". Esa es "la única herencia que anhela, para cuyo fin no dudó imponerse tales trabajos y privaciones" (Lira, ibídem).

La vida y la muerte hechas oblación, son un canto de gozo (cfr. Salmo 12). "Mi tarea penosa, la de sembrar en el dolor, entre lágrimas ya terminó; ahora me toca Señor segar Contigo en la alegría y, llena de júbilo santo de poseerte eternamente, presentarte las gavillas que mis Hermanas recojan en las fértiles llanuras de la gentilidad, que se van convirtiendo en el florido campo de la cristiandad" (Lira, ibídem).

Con santa audacia, enraizada en la fe, M. Inés presenta la muerte de la persona misionera como una continuación de su maternidad y participación en la maternidad permanente de María: "Es por eso Madre Santísima, que tu tarea no terminará hasta la consumación de los siglos, pues Tú vivirás en cada una de nosotras, aún cuando hayamos traspuesto los umbrales de la eternidad; Tú, en nosotras serás la estrella, será la luz, serás la oración perpetua que, vivificando las semillas de nuestros trabajos, la semilla de nuestra propia existencia soterrada en el surco, surgirá en el día de las públicas recompensas, cuando todos los hombres sean llamados a juicio, con el ciento por uno que fructifique gracias a tus cuidados, a tu riego, al calor del Sol de Justicia: CRISTO-JESUS" (Lira, ibídem).

Puesto que "el premio del amor es la posesión eterna del AMOR, ahora me encuentro inundada de El, nadie me lo podrá arrebatar, amaré por fin a mi Dios tanto como lo he deseado, sin miedo a constristarlo, ni perderlo. El será mi posesión y yo seré suya para siempre jamás" (Lira, ibídem). La muerte es la consumación de la vida consagrada por amor: "Amo a Cristo, a

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El solo y en El a la Augusta Trinidad; su Madre es Virgen... Soy esposa de ese Rey inmortal, y amándole soy casta, soy pura, soy virgen; tocándole, uniéndome a El soy limpia, inmaculada, porque El me comunica su virtud, su pureza; poseyéndolo, viviendo en su intimidad, en una perpetua comunión con El soy siempre virgen. Al darme el anillo de la fe, me envuelve toda en sus delicias, me engalana con sus inmensas riquezas, riquezas que serán mías para siempre, porque todo LO SUYO ES MIO" (Lira, ibídem).

El camino fraterno hacia el más allá

En esta perspectiva, se puede comprender mejor el consejo que da M. Inés para ayudar con verdadero amor fraternal a la persona misionera que va a hacer su último acto de oblación en esta tierra: "Representarle, con palabras amorosas y llenas de esperanza, el bien que le aguarda; cómo el sacrificio de su vida va a ser plenamente aceptado, y cómo su inmolación voluntaria se va ya a consumar en el altar de su propio sacrificio, y en el ara bendita de la cruz" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.253, fol.685).

En las cartas colectivas, desde diciembre de 1977, repetidamente M. Inés hace alusión a su propia muerte, invitando a adoptar una actitud de fe, esperanza, caridad y de entrega a la perfección y a la misión: "Ninguna va vacilar en su vocación por una cosa tan normal, tan necesaria... Saben, cuando yo muera, sólo quiero alegría en cada una de Vds" (Colectivas, V, pp.4300, 4302). Expresó su deseó de poder morir en la misión de Chiapas: "A ver si ya Dios me concede ir por allá y... quedarme hasta mi muerte. En él confío" (ibídem, 4303). Su actitud de serenidad la refleja así: "Nunca pidan porque Dios me prolongue la vida; déjenlo que él haga lo que quiera... que lo que me resta de vida sea únicamente para purificar mi alma, para llenarme de amor a él, para unificarme con él, siendo en este arte divino mi maestra y señora, nuestra Madre del cielo" (Colectivas, VI, p.4339). "Estamos en los brazos amorosos del Padre de la misericordia; y de ahí no quiero separarme jamás mientras llega el abrazo eterno" (ibídem, p.4505). "Mi partida al Padre se va acercando cada día... que él me conceda, por su infinita bondad, el morir en un acto de perfecto amor" (ibídem, p.4533). "Día con día debemos todas prepararnos a ese feliz encuentro con el Esposo amado" (ibídem, p.4535).

Lo importante es ser pan partido como Jesús Eucaristía, para dejar huellas de Jesús en la historia. En el tema de la Eucaristía, el testimonio y la doctrina de M. Inés se orienta hacia ser "pan partido". Para ello, el granito de trigo tiene que morir en el surco y luego todavía ser molido en el molino... El amor es sólo donación, oblación total, fuente de la verdadera felicidad.

Durante el año 2002, M. Mª Teresa Botello (su primera sucesora) había explicado este tema durante sus viajes misioneros: India, Indonesia, Japón, Corea... Llegó muy enferma. Entre el 22 y el 28 de julio, me encargaron explicar (en el D.F. y en Cuernavaca) este mismo tema: ser pan partido como Jesús Eucaristía, siguiendo el ejemplo de M. Inés. El día 28, mientras Juan Pablo II celebraba la Eucaristía en Toronto, y en Cuernavaca nos disponíamos también para celebrar el sacrificio eucarístico, falleció M. Mª Teresa, dejando en nuestro camino las huellas de Jesús, ser pan partido y comido.

Temas complementarios: Cielo, Cruz, Confianza (esperanza), Pasión, penitencia (sacrificio), resurrección.

MUJER

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Aprecio por el apostolado de la mujer

M. Inés manifestó siempre un gran aprecio del apostolado ejercido por la mujer. Así aparece en uno de su primeros escritos, en los momentos iniciales de la fundación, dirigido a sus "compañeras de Acción Católica" (después de 1945): "Es grande el honor que la Santa Sede dispensa al elemento «seglar femenino» al introducirnos de una manera tan paternal en la viña del Señor, para que trabajemos en ella" (Consejos, Doc.OO476, p.1253, A mis compañeras de Acción Católica).

En el Congreso Misional celebrado el año 1952 en Monterrey, M. Inés desarrolló el tema de la colaboración de la mujer en la obra misionera, afirmando: "En la economía de las almas ha querido siempre la Providencia divina asociar la mujer a las empresas salvadoras de la Iglesia, sirviéndose de ella ya desde los primitivos tiempos del cristianismo, pues sin su cooperación los apóstoles hubieran tenido que distraer su atención en infinidad de detalles que ella, la mujer, sabía prever y realizaba calladamente en pro de la evangelización y en la atención directa que los apóstoles necesitaban para su subsistencia" (Consejos, Doc.00495, p.1378).

Relaciona el encargado recibido por la Santísima Virgen en la Anunciación, con el encargo misionero recibido por Magdalena al resucitar el Señor: "El mensaje de la Redención, se envía a una mujer y se le pide su Fíat... El mensaje de la Resurrección se envía a la Iglesia naciente por ministerio de otra mujer. La primera toda pura, sin mancha, inmaculada. La segunda regenerada, purificada" (Ejercicios 1941, p.421, fol.848). Naturalmente, que sobresale la función de la Santísima Virgen: "Ah Señor y Dios mío, me conmueve y enternece tu predilección por la mujer; de mil maneras habrías podido enviar a tu Hijo al mundo, y sin embargo no quisiste otro medio que esta purísima Virgen" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.44, fol.484).

Ella se siente misionera como mujer: "Aunque yo no sea hombre, puedes Jesús mío hacerme este llamado y corresponderé a él con todas las fuerzas de mi alma, con toda la vehemencia de mi corazón. Las faldas no me estorban; nada temo; teniéndote a ti y a mi Morenita adorada, ¿no cantaremos todos tres la victoria?" (Estudios, Postula a me..., p.200, fol.634).

Su lectura meditativa del evangelio, le hace descubrir el aprecio de Jesús por la samaritana, para hacerla mensajera del evangelio: "Sin ambages ni rodeos le dice Jesús a la mujer pecadora: el Mesías esperado, el Cristo, soy yo que hablo contigo. Con nadie había hablado Jesús más categóricamente. No teme revelarle a una mujer del pueblo, y pecadora por añadidura, lo que a todas las naciones, y sobre todo a la nación judía, tenía en gran expectación" (Consejos, Doc.00478, p.1305). A veces recuerda cómo en el evangelio seguían a Jesús algunas mujeres colaborando en su obra evangelizadora (cfr. Lc 8,1-3) y propone como modelo a la Magdalena (Experiencias, Hombre de poca fe, p.92. fol.530).

La maternidad

Entre las funciones de la mujer, resalta su maternidad: "¡Qué misión tan hermosa es la de la madre! Es ella quien modela esos corazoncitos que Dios le ha confiado y, conforme a sus primeras enseñanzas, a los sentimientos que les haya inculcado, serán más tarde santos, hombres rectos, útiles a la sociedad y a la Iglesia. Por eso debe constantemente estudiar sus inclinaciones para fomentarles las buenas y combatir las malas. Por eso se dice generalmente que lo que se mama con la leche jamás se olvida, porque las enseñanzas primeras que recibieron en el regazo de su madre nunca las olvida el hombre, ni aun de viejo" (Consejos,

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Doc.00478, p.1311s).

Describe el significado de "madre" con estas palabras: "El más dulce nombre que existe sobre la tierra: madre. Este vocablo trae a su corazón todo un mundo de sentimientos y de ideas, de ternuras y de amores. Quizá era ya la hora del alimento de su hijo, hora que había olvidado, no porque su amor hubiera disminuido, sino por las muchas ocupaciones que absorbían su tiempo. Pero al oírse nombrar, al recordarle su hijo que era su madre, entonces, todo lo deja y vuela presurosa y amante, a satisfacer la necesidad de aquel ser, que ama más que a su propia vida" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.228, fol.660). Por esto, "el amor que encierra el corazón materno no es comparable a ningún otro amor" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.38, fol.478).

El aprecio de la maternidad, se descubre en relación con Jesús como hijo de María: "Y si no tuvieras Madre, Jesús, no hubieras experimentado sus caricias, sus ternuras; no hubieras gustado el amor de su maternal corazón, no te hubieras alimentado con su leche virginal, no hubieras sentido en tu rostro divino el roce suave y enamorado de sus labios, que imprimía con ternura de madre y amor de criatura a su Creador, en esas mejillas sonrosadas de niño, en esa límpida frente de joven. Sí Jesús, déjame que te lo diga: No hubieras sabido lo que es el amor de madre!!" (Experiencias, Viva Cristo Rey, p.77, fol.515).

Posibles defectos y complementación en la vida familiar

Este aprecio y alabanza no le impide a M. Inés señalar también sus posibles defectos: "Les suplico, por amor de Dios, que no duren con las pobres superioras horas enteras, nada más para desahogarse y repetir las mismas cosas; sean más concretas, al pan, pan y al vino, vino. Sin enredos ni muchas historias, tan mujeriles" (Colectivas, enero 1970, IV, p.3880).

Y también sabe decir la verdad cuando observa que se abusa de la mujer: "Creen que la mujer, y sobre todo la religiosa, por ser sufrida y abnegada, tienen que cargarle la mano en todos los sentidos" (Colectivas, mayo 1978, VI, p.4353).

En la misma vida de familia, la diferencia de cualidades, entre hombre y mujer, indica una complementación: "Los matrimonios bien unidos es porque se han sabido dominar; por que el hombre sabe consultar a su mujer, quien tiene intuiciones que no las tiene el marido, quizá porque las esposas son más almas de oración" (Familia, 21 marzo 1970, II, p.1613). "A las veces los hombres son algo precipitados, la mujer es más calmada, más intuitiva, cuánto puede ayudar al esposo con estas cualidades, ¿verdad?" (Familia, 12 junio 1970, p.1621).

Ver tema: Familia y matrimonio.

Naturaleza (v. CREACIÓN)

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N

NAVIDAD

Su modo de vivir la Navidad

En los escritos de M. Inés aparece frecuentemente el tema navideño. Es como si quisiera celebrar y vivir (y ayudar a vivir) el nacimiento de Jesús en el propio corazón y en todos los corazones. Los detalles de los evangelistas indican que aquel misterio vuelve a acontecer ahora en nuestro momento histórico.

Sería interesante ir leyendo todas las meditaciones de los Ejercicios Espirituales, cuando describe el nacimiento de Jesús. Seleccionamos sólo algunas. Los detalles de "composición de lugar" y de "las personas", tal como se describen en el evangelio, son importantes; pero M. Inés describe una vivencia suya que va más allá de la imaginación: "lo tengo grabado en mi corazón" (Ejercicios 1933, p.334, fol.761).

La meditación y vivencia del misterio de Belén, se ha de vivir acompañando a María y a José en todas las vicisitudes del viaje desde Nazaret y de la llegada a la ciudad de David. M.Inés describe las "preparaciones de la salida de Nazareth", "el penosísimo trayecto hasta Belén", etc. Afirma: "todo ese conjunto de detalles que están muy bien grabados en mi alma" (Ejercicios 1941, pp.397-398, fol.824).

La idea central era la de la Encarnación del Hijo de Dios: "El Espíritu Santo fecundó el seno virginal de María; y el Verbo se hizo carne. El mismo Santo Espíritu descendió a mi alma el día de mi bautismo y dejó en ella al Cristo perfecto; se realizó el matrimonio místico; Cristo se desposó con mi humanidad, y mi alma con su divinidad. Ya no éramos sino uno solo" (Dirección, Carta del 5 marzo 1949, p.153).

Meditar con sintonía de corazón

En el misterio de Belén se entra sólo de corazón a corazón: "Aquel dulcísimo y hermosísimo Niño, aquella purísima y encantadora Virgen, aquel santísimo y humildísimo José. Y todo lo demás de cueva, pajas, pañales y frío, ¿no llegan hasta el alma y tocan sus fibras más sensibles? ¿No la conmueven de amor y gratitud? Ah! se necesitaría tener corazón de piedra para no enternecerse ante semejante espectáculo. Oh Jesús ¿quien te temerá, tan chiquitín y hermoso? Quien no escuchará la elocuencia de tu silencio? Quien no se sentirá movido a amar más a un Dios que se hace niño, solo por mi amor? Quien no querrá imitarte en la pobreza que brilla aquí. Yo si quiero Niño mío" (Ejercicios 1933, p.334, fol.761; sigue describiendo la pobreza como invitación a vivirla).

M. Inés se fija en la interioridad de las personas (María y José) para imitar sus actitudes. Así habla de su "mansedumbre y paz", "de su dulzura... y su acatamiento rendido, amoroso, a la voluntad del Padre Celestial". Todo esto aparece de modo especial cuando describe los detalles de "la cueva bendita, después de los trabajos requeridos para ordenar un poco ese inmundo albergue, la tranquilidad y dulcísima paz de sus nuevos moradores; el silencio y la quietud de la noche". El momento culminante se describe así: "la expectación de María, y al fin ese nacimiento milagroso del Niño divino que llega al mundo, como el rayo de sol atraviesa el cristal sin herirlo, sin romperlo, y aparece hermosísimo el divino Niño, aterido de frío, llorando, en las pajas del pesebre" (Ejercicios 1941, p.398, fol.825).

Los detalles con que se describe la actitud de María y de José son impresionantes:

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"¡Que divinamente hermosa está mi Madre oprimiendo contra su corazón el dulce objeto de sus amores, o contemplándolo extática dormidito en el pesebre! Y su padre putativo ¡que regocijo y que amor el suyo contemplando aquel hermoso Niño" (Ejercicios 1941, p.399, fol.826).

El deseo de que nazca Jesús en todos los corazones

El misterio del nacimiento de Jesús le lleva a desear que nazca en todos los corazones. Pero, para ello, se necesitan corazones de madre, como el de María, porque se trata de "alimentar a mis hijos «con mi propia sustancia»". Así, pues, "para aprender el arte de criar iré a Belén, la divina Maestra me enseñará, pondré a todos mis angelitos en su regazo virginal y suplicaré al divino Niño los invite a todos a su lácteo festín" (Ejercicios 1936, pp.358, fol.785).

Recordando a San Francisco, a quien se atribuye "la maravillosa invención de los nacimientos", M. Inés invita, como el poverello, a "despertar en todos, grandes y chicos, la ternura, el agradecimiento, el amor, a un Dios tan bueno que se hace niño para salvar al hombre" (Ejercicios 1941, p.399, fol.826). A partir de este misterio, se descubre el significado de la pobreza, escogida por amor al Señor.

De estas vivencias provienen su preocupación constante para que sus familiares y toda su familia espiritual y misionera vivieran el misterio de Belén. En la correspondencia familiar es frecuente esta referencia a la Navidad (cfr. carta a su hermana Guadalupe, sobre sus hijos, 26 julio 1936: Familia, I, p.1437; a su hermana Tere, 30 noviembre 1954, p.1544).

La fiesta de Navidad era fiesta íntima para toda la familia misionera, que debía prepararse con la debida antelación (cfr. Circular de 12 octubre 1956). Ella escribía las felicitaciones navideñas en este sentido (cfr. Colecticas, VI, p.4403). En las Cartas Colectivas, se alude al misterio de Belén, ofreciendo detalles muy interesantes: modo de prepararlo y celebrarlo, sentido de las felicitaciones, llamada a la entrega espiritual y apostólica. Su gran deseo era éste: "Esperamos que, para cuando llegue el día feliz de Navidad, nazca en cada uno de nuestros corazones casi con la misma alegría que se encontró en los brazos de su Madre, allá en Belén" (Colectivas, diciembre 1971, IV, p.3982).

La invitación es muy detallada e insistente: "Les deseo a todas una santa Navidad. Ya estamos avecinándonos a las santas Posadas; que las vivamos realmente en la expectativa de un Dios que se va a hacer pequeñito, pobre, delicado, indefenso, por mi amor; para enseñarme el abandono en Dios, el amor a la pobreza, la obediencia exacta, completa, y una castidad de verdad pura, teniendo en Jesucristo, nuestro Esposo, el corazón que le hemos consagrado" (ibídem, p.3992; cfr. V, p.4174s). Y al terminar la fiesta, desea que el fruto sea permanente (cfr. ibídem, 20 enero 1972, p.4017) y que le cuenten cómo han celebrado las navidades (cfr. ibídem, V, p.4182). Su corazón maternal se alegraba al recibir las noticias de cómo habían pasado la fiesta, subrayando la dimensión mariana (cfr. ibídem, 18 febrero 1976, p.4198).

Los Vanclaristas recibieron una carta muy expresiva, de la que entresacamos unos párrafos, donde aflora su aprecio de los jóvenes y de la vocación laical: "Cuántas lecciones podemos aprender al meditar en el nacimiento de Cristo, cuántas cosas debemos imitar de él, y esto no piensen que es para las religiosas y sacerdotes, no, es para todos. Ahora que están jóvenes traten de imitar esas virtudes inherentes al nacimiento de Cristo que siendo rico teniendo todo en el cielo, por amor a nosotros quiso venir al mundo en forma de hombre, pasando por todas las penalidades que pasa cualquier hombre, excepto el pecado, y nada más por que nos ama y quiso así por ese camino penoso abrir el cielo para todos nosotros (Colectivas, 7 diciembre 1971, IV, p.3979).

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Ver otros detalles en: Estudios, pp.174, 182, 211, 237; Fundación, p.169; Colectivas V, p.4119; Locales: I, pp.4644ss; II, pp.4759s, 4805, 4910, 4912; III, p.4966; IV, p.5150; V, p.5434.

Temas complementarios: Encarnación (Anunciación), José, Maria, Nazaret, pobreza, etc.

NAZARET (y Sagrada Familia)

Nazaret, vida oculta

M. Inés aprendió a vivir la vida ordinaria, ya antes de entrar en la vida consagrada, haciéndolo todo por amor, siguiendo el modelo de Nazaret. Desde su juventud, se sintió guiada por la Santísima Virgen para aprender el valor santificador de la vida de todos los días: "Le voy a decir cómo me enseñó la Madrecita del cielo a vivir entonces. No era ya mi casa donde vivía, sino la casita de Nazaret, en mi mamá veía a la santísima Virgen, en mi papá a nuestro Señor y en mis hermanos al Niño Jesús. Todo lo que me mandaban lo oía como salido de los labios divinos, con qué grande gusto hacía todo" (Experiencias, Cuenta de conciencia, p.8, fol.450).

El trabajo de cada día y también las humillaciones de su trabajo profesional en el banco, le hicieron descubrir el misterio de Nazaret: "¿Pero cómo disgustarme, madre mía, si el banco era para mí también la casita de Nazaret?. Allí pude comprarme muchos, muchísimos regalos a Jesús, todos los días, ¡cuántas humillaciones recibí!" (Experiencias, Cuenta de conciencia, p.10, fol.451)

En la vida consagrada acontece de nuevo la vida oculta de Nazaret: "Esta fue, Señor tu vida en Nazaret Y ésta es la vida de las religiosas que se consagran a tu servicio" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.47, fol.487). Así lo vivía ella misma, como lo resume en carta al director espiritual: "Esta fue la vida de Nazaret que tanto me cautiva" (Dirección, 1942, Exposición del alma, p.99). La vida ordinaria recobra entonces todo su valor: "Sencillez de una vida que imite al máximo las virtudes ocultas de Jesús María y José en su pobrecita casita de Nazareth" (Consejos, sencillez, 1973, p.1363). "Qué precio, casi infinito el de nuestras pequeñas y escondidas acciones, como Jesús, María y José en Nazareth. Y, quien vive con ellos, juntito a ellos, ¿se puede sentir solo y triste?" (Locales, 28 agosto 1969, IV, p.5199). "Jesús y María, ¿no desempeñaban estas ocupaciones en Nazaret?" (Fundación, I, 30 mayo 1945, p.127).

La grandeza de la vida de Nazaret se descubre observando la conducta de la Sagrada Familia: "Qué virtudes tan heroicas, aunque al parecer ordinarias, brillaron en aquel pobre y tranquilo hogar, donde nadie podía imaginar, no podía darse cuenta, de que ahí vivía el mismo cielo, esto es: Dios y lo más grande que el cielo encierra, la criatura más original, más grande, más hermosa que ha creado el poder de Dios: María; y luego el varón más casto y justo que ha habido ni habrá, puesto que fue hallado digno de ser el custodio del Hijo de Dios y de su Madre" (Ejercicios 1933, p.334, fol.762).

La Sagrada Familia, como "Trinidad de la tierra" (Lira, 1ª parte, cap.XVIII), es modelo de vida cristiana y consagrada: "Ellos (Jesús, María y José) sirvieron tan fiel y totalmente por medio de su humilde y sencilla «vida oculta en Nazareth»; sirviendo, amando, venerando y siendo tan totalmente fieles al Señor, en la persona de Cristo nuestro Señor. Creo hijas, que, tan solo la meditación y la práctica de esas profundas enseñanzas de la Sagrada familia, debían bastarnos para hacernos santas (Locales, V, 10 marzo 1977, p.5423)

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Jesús tiene predilección por la vida oculta y es el mejor regalo que hace a sus amigos: "Por eso cuando encuentra una casita de estas, en la que se viva realmente su vida, una de estas almas que siguen sus huellas, de Nazaret, se encanta, se enamora, le parece ser un trasunto del nido de sus amores" (Ejercicios 1941, p.403-404, fol.830).

Jesús vivió en Nazaret el mismo mensaje evangélico que predicaría posteriormente: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, nos dice el adolescente de Nazaret, que ayudando en las faenas a su Madre, pone en sus delicados hombros la cantarilla de agua, toma en sus manos los instrumentos de carpintería para ser enseñado por su padre adoptivo: san José, en su humilde oficio ¡El que es la ciencia misma! «Y les estaba sujeto», nos dice el Sto. Evangelio; sí, el omnipotente, el Creador, el todopoderoso, vivía sujeto a sus criaturas clamando así, alto muy alto: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón!" (Estudios, Aprended de mí..., 21 marzo 1943, p.174, fol.609). Allí "empezó nuestra redención" (Locales, diciembre 1973, V, p.5329).

El camino de formación inicial se plasma en la imitación de la vida oculta, contemplativa y misionera de Nazaret: "Desde el Noviciado deberás haberte formado en el taller de Nazareth" (Lira, 1ª parte cap.VII). "La Misionera Clarisa... a la casita de Nazareth dirige sus miradas... Las miradas del Padre y de la Madre estaban fijas en el Hijo. ¡SU DIOS Y SU TODO!; por El trabajaban, por El sufrían; y el Hijo, pendiente siempre de la voluntad de su Divino Padre, se entrega a todas las ocupaciones de un hijo pobre: barre la casa, lleva agua, ayuda a su Padre putativo en el taller de carpintero... ¡Cuánto debe valer pues la vida escondida, la vida oculta, humilde, cuando los tres más grandes personajes que han existido en el mundo, parece que ponen todo su afán en vivir ocultos, desconocidos, despreciados del mundo!" (Lira, 1ª parte, cap.XVIII; ver todo el capítulo).

Nazaret, valor contemplativo

Nazaret es escuela de contemplación: "La vuelta a Nazaret... siempre me ha impresionado profundamente, porque en ella se encierra nuestra vida contemplativa" (Ejercicios 1941, p.402, fol.829). Vivir la vida ordinaria con espíritu de oración, es fuente de paz y caridad fraterna: "Que cada una de nuestras casitas sean, otras tantas casitas de Nazaret en donde siempre reine la Paz y unión de mentes y de corazones (Colectivas, s/f, I, p.9).

Contemplar a la Sda. Familia en Nazaret es un camino para entrar en la vida trinitaria: "En mi imaginación reproduciré la situación de la casita de Nazaret, su pobreza, su distribución, y en ella contemplaré a la Trinidad de la tierra, ese espejo purísimo en que se retrata perfectamente la Trinidad del cielo" (Ejercicios 1941, p.406. fol.833).

La vida oculta de Nazaret atraía las miradas complacidas del mismo Dios: "¡Con qué singular cariño verías desde las alturas tu diminuta y pobrecita casita, que te serviría de morada por tantos años! Ese relicario purísimo en donde se escondería la Trinidad de la tierra! Ese santuario incomparable, de donde se elevarían al cielo las exquisitas fragancias de las más heroicas virtudes, y las espirales de la oración más perfecta!" (Estudios, Sobre los santos evangelios, p.207, fol.640).

Nazaret es escuela de oración sencilla, humilde, confiada, generosa: "Nuestro modelo como contemplativas será Nazaret; en esa apacible casita aprenderán nuestras almas el arte sublime de la oración silenciosa y recogida, del trabajo humilde, de la abnegación constante, del rendimiento de juicio, de la afabilidad en el trato, de la caridad fraterna, de ese dejarse manejar como un pequeño instrumento en manos de Jesús Niño, de Jesús adolescente, sin

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oponer jamás la menor resistencia" (Experiencias, María ha escogido la mejor parte, p.112-113, fol.549).

La vida comunitaria se fundamenta en la relación con Jesús "en medio" (Mt 18,20). De la caridad fraterna se pasa a la unión con Dios y viceversa: "Adelante hijas, espero que así continuará esa casita y que el esfuerzo de cada una asistido por la gracia de Dios que jamás nos falta, logrará que venga a ser una reproducción de la casita de Nazareth en la que con toda libertad nos podemos imaginar la vida de aquellos tres seres santísimos, unidos íntimamente entre sí amando, adorando y alabando continuamente a Dios Padre y creador" (Locales, V, 29 marzo 1974, p.5339).

Nazaret, fecundidad misionera

Nazaret es la mejor preparación para un apostolado fecundo: "Y con qué dolor se despidió de su Madre, dejó esta casita, en la que había tenido tantos ensueños por la salvación del mundo, para lanzarse a la vida pública a donde lo impelía ya la voluntad de su Padre Celestial! (Ejercicios 1941, p.403-404, fol.830)

El deseo de salvar almas se cultiva adentrándose en la vida oculta de Nazaret: "Me encantan Jesús las obras ordinarias, las obras inevitables del día, de la vida de familia o de Comunidad, hechas con el fin sobrenatural de agradarte Señor y salvarte almas. Este es el dulcísimo consuelo del alma contemplativa, que vive entre cuatro paredes, trabajando y orando; uniéndose a Jesús en Nazareth" (Ejercicios 1933, p.335, fol.763). Descubrir el valor apostólico de Nazaret es fuente de alegría: "Teniendo los ojos siempre fijos en este bendito Nazareth, ¿quién no vivirá alegremente?" (Ejercicios 1933, p.335, fol.762)

Es el apostolado que cautivó a M. Inés desde sus inicios de vida consagrada: "Este apostolado que tú ejerciste en Nazareth es el que yo quiero imitar es el que me cautiva de veras; unidas mis triviales acciones, aun las más ordinarias, a tus méritos infinitos, adquieren un valor infinito. Esta es una verdad que tengo muy imprimida en mi alma, desde el principio de mi conversión... quiero aplicarme con más empeño que hasta aquí lo he hecho, a este apostolado oculto, que bien desempeñado, es el que fecundiza el apostolado visible del sacerdote (Ejercicios 1933, p.336, fol.763).

En la escuela de Nazaret se aprende a vivir la vocación misionera: "Misionera secreta por la oración y el sacrificio, se entrega de lleno a esa vida sencilla y obscura, trasunto de la vida de Nazaret, para, a imitación de Jesús María y José, en el retiro de su claustro, olvidada de todo el mundo, ser corredentora, con Cristo Jesús" (Experiencias, Reminiscencias de mi toma de hábito en el año 1929, 28 marzo 1943, p.56, fol.496). La fecundidad apostólica está relacionada con la vida de obediencia en Nazaret (Locales, IV, marzo 1970, p.5207).

Así es el valor apostólico de las cosas pequeñas hechas por amor: "Pongan mucho empeño en las «oficinas» que se les encomiendan, sea cual sea, hechas por amor, como santa Teresita; son las que compran muchas almas para el cielo. Como nuestro Señor y su santísima Madre estuvieron ya salvando al mundo desde su casita sencilla y pobre de Nazareth, en sus trabajos sencillos, humildes y escondidos (Colectivas, diciembre 1978, VI, p.4418). "Jesús, de los 33 años que iba a vivir sobre la tierra, dedicó 30 al trabajo oculto, escondido, sólo conocido de su Padre y de su Madre. ¡Vale tanto la vida escondida! ¡Pero vale también mucho el apostolado que se realiza en cualquier esfera cuando solo se busca la gloria de Dios, el consuelo del bien amado, salvándole almas" (Colectivas, 24 julio 1979, VI, p.4444).

El valor misionero de Nazaret forma parte integrante del carisma inesiano: "Por eso la

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misionera clarisa, recuerda con placer la vida oculta de Jesús en Nazareth, y trata, a todo trance, de copiar sus virtudes ocultas, tan necesarias en la vida espiritual, para poder después, a ejemplo de su Maestro, ir por esos mundos de Dios, sembrando el bien, atrayendo hacia sí las almas de sus hermanos descarriados o que carecen de la fe, para brindarlas a su Dios en el ara de su corazón" (Lira, 1ª parte cap.XII; repite esta enseñanza literalmente en: Locales, 30 agosto 1971, IV, p.5282).

Temas relacionados: Familia, Navidad, Sda. Familia, S. José.

Negación (v. OBLACIÓN, PENITENCIA)

Nieve (v. CREACIÓN)

Niños (v. FORMACIÓN)

NOVICIADO, JUNIORADO, POSTULANTADO

Su propia experiencia y su preocupación maternal

La formación inicial (postulantado, noviciado, juniorado) es trascendental para toda la vida posterior. M. Inés recuerda, como tiempo especial de gracia, su propio noviciado, fundamento de una entrega gozosa y generosa. La clave era la intimidad con Jesús y el celo de almas: "Cuán cierto es, que el noviciado es la infancia de la vida espiritual. No hay inquietudes, no hay zozobras, mi vocación era segura; tú no permitiste ninguna duda sobre esto, gozaba de entregarme a ti, en la forma que lo disponía la obediencia. Y ni las humillaciones, las reprensiones, las hambres que pasé, el cansancio físico, fueron parte para disminuir mi íntima alegría. A todo se sobreponía mi sed de almas, mis ansias de glorificar a Dios, de consolar a Jesús y alegrar a mi Madre del cielo" (Experiencias, María ha escogido, p.104, fol.541).

Ella fue siguiendo atentamente la formación impartida en los noviciados porque, decía, "son el porvenir de los institutos; es lo más delicado de ellos" (Colectivas, 5 abril 1965, II, p.612). "Piensen, hijas, que de lo que ustedes aprendan y practiquen en el noviciado depende en gran parte su vida religiosa, puesto que ésta es el desarrollo, la vivencia de lo que se aprendió en el noviciado y en el jovenado, que son el tiempo de formación" (Locales, 30 agosto 1971, IV, p.5282).

Las noticias que le llegaban de los noviciados las convertía en reflexiones profundas y prácticas: "Cuánto me han conmovido las listas de sacrificios impuestos en los noviciados. De unas almitas que aún son novias de un Dios que, un día, quiere hacerlas esposas suyas, pero que de verdad quieran serlo en toda la extensión de la palabra, en una generosa entrega, como ha quedado en nuestras nuevas constituciones lo que es el espíritu del instituto" (Colectivas, octubre 1968, III, p.3769).

Del noviciado de Indonesia afirma: "Me he quedado y estoy muy contenta de estas dos casitas de Indonesia. Las novicias como en realidad han sido y quieren seguir siendo en el espíritu de misioneras clarisas: alegres. tranquilas, sencillas. Les doy conferencia, y a las veces muy larga, todos los días" (Colectivas, enero 1970, IV, p.3892). A veces organiza una especie de concurso para estimularlas: "Esto mismo digo a las queridas hijas novicias y postulantes en Tokyo, en Costa Rica, en Indonesia y en California. Vamos a ver cuál noviciado sabe superar más el anhelo de santidad y de correspondencia a la gracia, al amor divino, al anhelo de salvar almas para el cielo" (Colectivas, diciembre 1975, V, p.4175).

Explica con detalle el significado de los cursos que les imparten: "Quiero hacer notar a

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nuestras novicias, especialmente las de Cuernavaca, cómo y cuánto deben apreciar los cursos intensivos de formación espiritual que reciben en su noviciado, tres cursos que las elevan más y más al conocimiento de un Dios que es amor; de un Dios que las eligió y que, en su noviazgo, las está formando para que sean santas esposas de un Jesús crucificado. Si llegan a captar, hijas, esta formación, no se apegará su alma a ninguna criatura; buscará solamente al Esposo divino a quien dará el corazón por entero, si es admitida a la profesión, ya que él no admite divisiones con ninguna criatura" (Colectivas, junio 1977, V, pp.4258-4259).

Valoraba mucho el silencio: "Felicito a las pequeñas hijas del palomar por su espíritu de oración, de entrega y amor a aquél que las eligió; Dios les conceda, de verdad, vivir santa-mente la vida que han iniciado, para un día tener la dicha de ser llamadas a los desposorios con quien jamás traiciona, con quien siempre nos ama, y de quien debemos tratar de enamorarnos, para llegar, hasta la muerte, sólo pensando en él, que es el único bien, y digno de ser amado totalmente, con todo el corazón y con el alma toda. Pero hay una cosa que tengo que advertirles y es: el silencio" (Colectivas, agosto 1979, VI, p.4441).

En una carta al noviciado del Japón, dice: "Las felicito especialmente por sus tres tentaciones de: hambre, risa y sueño... yo creo que también han de tener otra tentación que se les pasó decirme, y ha de ser la del fervor. Sí, hijas, sean muy fervorosas, muy amantes de sus actos de comunidad, muy piadosas y respetuosas en la capilla. Ya ven que para todo hay tiempo, ¿verdad? Hay tiempo de jugar, y éste ya saben que no me gusta se suprima; quiero que todas corran, jueguen... Hay tiempo de rezar y es mi deseo que cada día lo hagamos con más fervor" (Locales, 3 noviembre 1960, II, p.4890-4891),

De nuevo, dirigiéndose al noviciado de Cuernavaca, insiste: "Espero, hijas, que de verdad empiecen y continúen su tiempo de formación, tan hermoso, con verdadero fervor, entusiasmo religioso, amor a Dios y a su Madre santísima, caridad sincera a todas sus hermanas y superioras, y grandes anhelos de ser humildes, obedientes, rectas y puras, como fue su divino Pretendiente, quien será su Esposo si él ve que, desde ahora, ya saben practicar los votos que un día le harán al pie del altar, a toda la Santísima Trinidad" (Locales, 24 septiembre 1969, IV, p.5201). Dirigiéndose a este mismo noviciado, explica ampliamente cómo imitar a Santa Teresita: (cfr. Locales, 1 diciembre 1970, IV, pp.5230-5231). "Son muchas las cosas bonitas que me platican, tanto que me hacen pensar que, entonces la madre maestra está cumpliendo un deber muy fácil, algo así como sentir seda suave entre las manos... o como cera moldeable... ¿será esto así?" (Locales, 4 abril 1978, V, p.5437).

A veces, son recomendaciones para todos los noviciados: "Espero que todas en ese querido palomar, se propondrán hacer un lugar muy querido por nuestro Señor, que sea una Betania de amor a donde él pueda llegarse siempre contento y seguro de que allí encontrará su remanso de paz, de amor y consuelo que en muchos lugares de la tierra le son negados" (Locales, 19 septiembre 1978, V, p.5460).

Objetivo de la formación inicial

El objetivo de la formación es muy concreto y entusiasmante: "El postulantado y el noviciado, tienen ante todo el fin de iniciar, de preparar al alma a una intensa vida de oración, a una continua unión con Dios, a una intimidad amorosa y filial con él y con María Santísima, y, como consecuencia de todo esto a un amor grande a todas las virtudes, y muy especialmente a las virtudes ocultas, como la humildad, base que debe ser, de todo el edificio espiritual que debe levantar en su alma... (Dios) él solo debe ser su centro, y a este centro deben converger sus aptitudes todas, sus iniciativas, sus afanes, sus desvelos, sus amores. Mientras en su postulantado y noviciado se emplea, en las horas que le dejan los estudios dichos, en trabajos

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manuales, hace de estos una fuente de oración, elevándose por ellos a Dios, en todas las formas que le sugiere su amor, no consintiendo que éstos la aparten del objeto único y esencial de su vida" (Estudios, La Santísima Trinidad, p.166-167, fol.602).

Hay que recorrer el camino de todas las virtudes, especialmente el de la humildad: "Mientras seas postulante o novicia, tus días se pasarán tratando de adquirir las virtudes religiosas, que te harán más tarde apta para trabajar en al Viña del Señor. Pondrás sumo empeño en adquirir la humildad que es el fundamento de la vida religiosa y de toda virtud sólida; amarás el ser humillada, olvidada; buscarás con alegría los trabajos más humildes, los que más repugnen a la naturaleza, considerarás como tu lugar propio y el que mejor te corresponde: EL ULTIMO, imitando a tu dulce Jesús que en su vida mortal sólo buscó desaparecer y ser despreciado" (Lira, 1ª parte, cap.IV; sigue describiendo el modo de ayunar y sacrificarse)

Aprender el camino de la oración es imprescindible: "Por eso pondrás todo empeño en aprender las virtudes religiosas y practicarlas. Pedirás incesantemente al Espíritu Santo el DON de oración, la gracia especialísima de llegar a una perfecta unión con Dios, para que, de esa plenitud, puedas saciar a las almas que se te confíen en lo sucesivo. Desde el Noviciado debes enamorarte de la Vida Contemplativa; procurarás no salir de la celda interior que debes construir en tu corazón; porque de esa vida contemplativa, de esa unión con Dios Nuestro Señor, de esa vida de intimidad con la Santísima Virgen, deberás sacar todas las gracias que necesitas para santificarte, y salvar y santificar las almas de los demás" (ibídem, cap.VII).

Es el tiempo de iniciar una formación sólida para el desposorio con Cristo: "Cuando se es todavía novicia, todas las pruebas y amarguras revisten un no sé que de delicioso; el novio divino no deja que su prometida saboree las heces de su cáliz. Y como él mismo aplica a sus labios sedientos de almas, el cáliz que la han de refrigerar, al apurarlo, en la embriaguez del amor divino, se le torna más confortante que el vino, más dulce que la miel, más deleitable que todos los placeres del mundo. En él encuentra sus delicias, no suspira más que por él; quisiera vivir así, siempre enclavada en la cruz que su prometido le da, pues está segura que él no la dejará jamás sola" (Estudios, Excelencia de la vida religiosa, p.185, fol.619). Son "las consentidas de nuestro Señor" (Locales, II, p,4853). Sobre el segundo año de noviciado concreta así: "Se trata de formar almas fuertes, conscientes de sus deberes y obligaciones, responsables a las encomiendas que se les hacen, para así ir viendo qué tan apta irá a ser si Dios le concede emitir sus votos. Claro que les tocará volver al nidito y llevar la vida de sus primeros días antes de que llegue el día de la entrega" (Colectivas, agosto 1979, VI, p.4446).

Formación espiritual y misionera, como en Nazaret

La pedagogía que seguía era de participación activa y responsable. Por esto aconsejaba aprender a expresar y comunicar también la propia experiencia de oración, bajo la guía de la Maestra (cfr. Colectivas, II, p.548). "Las novicias no se dedican a estudios científicos en su año canónico de noviciado, sino solamente a su buena formación espiritual" (Consejos, Doc.00489, p.1369). "Durante su Noviciado caldea su alma al calor de la Eucaristía y seguirá siempre acercándose a ese divino foco, para no desmayar jamás en la ardua empresa de la evangelización de los infieles, uno de los fines principales porque se consagró a Dios" (Consejos, 18 agosto 1947, p.1372).

Se necesita aprender a practicar los actos establecidos realizados con espíritu de oración y sacrificio: "Acudirás a los ejercicios del noviciado, como una pequeñita que nada sabe, pero deseosa grandemente de aprender la delicada ciencia de la santidad; sumisa y obediente a la primera insinuación, en paz y tranquilidad siempre, dulce y amable, solícita y comedida, siendo

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el ángel del Noviciado. En medio de las ocupaciones, de los quehaceres, o de los estudios propios del Noviciado, encontrarás con frecuencia la dulce mirada de María que te alienta a proseguir por el camino elegido, y la hechizadora sonrisa del Amado que se complace en contemplarte, en ver la fidelidad de la que no muy tarde será su esposa" (Lira, 1 parte, cap.IV; sigue explicando el modo de orar y la adoración eucarística; en el cap.VI explica el ejercicio de la presencia de Dios; en el cap.VII aclara el espíritu con que hay que cumplir los diversos oficios y quehaceres del noviciado).

El noviciado es como la vida de Jesús en Nazaret: "Desde el Noviciado deberás haberte formado en el taller de Nazareth, allí tendrás que haber aprendido a ser callada, humilde, obedientísima, llena de caridad hacia todas tus Hermanas, a cumplir en toda la extensión de la palabra, tus deberes todos, no descuidarás ninguno, por insignificantes que te parezca, haciendo consistir tu MAXIMA PENITENCIA, como decía San Juan Berchmans, en la observancia de la vida común, sin querer eximirte de nada. El Noviciado es la dulce escuela en donde se aprende la ciencia del AMOR DE DIOS Y DEL PROJIMO. En esta gran ciencia deben saturarse todas las demás virtudes; del amor de Dios tendrán que dimanar todos nuestros actos, nuestros quereres todos; ese santo amor debe embalsamar la vida toda de la novicia y profesa, pues sin ese amor, por más que se obraran maravillas sería como dice San Pablo: campana que retiñe" (Lira, cap.VII). "Entonces sí que tendremos un noviciado como él quiere, a imitación de la casita de Nazareth en la que se vivía este silencio porque sus tres moradores estaban en Dios, viviendo solamente para él, con su corazón enamorado del Hijo divino que el Padre celestial les había confiado para su custodia y amor" (Locales, 19 febrero 1980, V, p.5495).

M. Inés seguía muy atentamente los pasos de la formación espiritual y apostólica: "Que nunca olviden estas pequeñas hijas que es el tiempo de su formación, que deben entrar de lleno en los planes de Dios respecto a sus almas, y que él las quiere muy puras, muy sencillas, confiadas, generosas hasta la inmolación" (Colectivas, 23 abril 1953, I, p.40). "Espero que mis novicitas (se incluyen también postulantes y aspirantes), traten de progresar ardientemente en el camino de la perfección, al cual se llega bajando por la humildad, por ese: QUERER DESAPARECER... y luego, elevándose por la caridad, una caridad que disculpa, que no juzga, que no piensa mal, que no es envidiosa, que sabe orar por las personas que no le son tan simpáticas"... (Colectivas, 26 enero 1960, II, p.350). "Que desde el noviciado, las pequeñas ya vayan siendo almas misioneras por ese su vivir en forma sobrenatural, en ese constante trabajo por lograr la perfección, en ese abandono y confianza filial en brazos de Dios tan lleno de misericordia y bondad" (Colectivas, 19 mayo 1960, II, p.382).

Ver ideas parecidas en: Locales, I, pp.4600, 4622; III, p.5121; IV, pp.5174, 5203; V, p.5423 (Indonesia), 5439. También en Familia, 29 enero 1971 y 8 enero 1972, a su sobrino Armando, p.1636 y 1659).

Temas complementarios: Formación, Nazaret, etc.