HEIDI ROTULOMADRE Madre tu mirada es danza de amor,tus lágrimas son ternura que lava las heridas,tu paciencia acuna a la humanidad,tu vientre es latido de alboradasconvertidas en sueños plasmados en el tiempoCrepúsculo de penas ajenas.Luz que vence a la finitud a través de los siglos.Oda de ecos de la historia.

DISTANCIA

Tus palabras recorren mi cuerpo,aún distante, sobre mi piel escriben sueños,llenan de miel mis pechos,cascada de besos, imagino.La distancia elucubra fantasías,nos permite seguir viviendo.

DOS QUE SE AMAN CON PALBARAS

Como no puedo tenerte,palpar tu piel,dormir contigo abrazada,desplazarme entre tus piernas,sentir el sabor de tu carne,buscar tu boca sedienta,tu mirada iluminada.

Espero el milagro de verte, para amarte,como lo hacemos con palabras,aùn sin vernos, ni tocarnoscon el fervor que yo sientopalmo a palmoy sueño que son tus manosque dibujan en mi cuerpo

todo lo que deseamos.

Solo espero ese encuentro y sé que no será en vano.

NUNCA DEJES DE SOÑAR

A la par de la vida cotidiana existe un mundo en el que habitan los sueños y las fantasías que pueden llegar a concretarse o no. Ese estado de ensoñación permite que uno se sienta feliz y mucho más si alguna persona se hace eco de ellos, porque los dos lo viven, lo sienten, lo comparten de alguna manera y se ayudan a seguir viviendo. Y esa identidad se va completando en ambos y va creciendo algo hermoso que no promete nada, que no pide nada, pero ambos se necesitan, se disfrutan.Rescatas el sentido de la vida, que hoy está, mañana no se sabe.

MARTÍN BUNGECOLOQUIO DE LOS PERROS

Son las ocho y diez de la mañana. Un domingo de esos que es mejor quedarse en la casa y no salir. No solo hacía frío, sino también el viento se quejaba a través de las ramas de los árboles y del tendido del cable eléctrico. Todos los medios de comunicación hablaban del cambio climático. Casi octubre, las rosas se escondían para no mostrarse por el temor de morir en el intento por brotar. Pero. . . la gata Flora se encontraba en la rama de siempre del árbol del encuentro. A ella no le importaba la soledad de las calles ni tampoco algún perro olfateara el pie del árbol. La paciencia era por la espera de sus amigos Carlota Y Cornelio. Después de un largo rato, aparecieron los dos al mismo tiempo. Un perrito que olfateaba el lugar y que la miraba de abajo, advirtió la presencia del macho de la cuadra y tomando una velocidad increíble desapareció en la esquina de la cuadra.-¡Cualquier día ese perrito me lo como de un bocado!- vociferó Cornelio pegando un ladrido que estremeció toda la vecindad. - Ese no vuelve más por estos lares. . ja ja- respondió Carlota.-¡Hola mis queridos amigos!- Saludo Flora.- ¡Hola al unísono contestaron lo mismo los canes-- Tengo algo que contarles, triste, tétrico y gracioso a la vez- dijo Carlota- Contà vieja ¿qué es lo que te pasó?- Preguntó Flora- Paso a contarles, pero vos Cornelio no vayas a querer reírte porque esto es medio serio. Bueno, ayer apareció mi ama con otro perrito de la misma raza mía que no tendría más de cuatro meses. Decía que era para que yo tenga compañía y de paso cuando fuera más grande, sería mi novio para procrear.- Jajajajaja. . . .- comenzó Cornelio a reírse y no paraba. Claro que la risa de este perro no era muy agradable para el oído humano. Eran unos ladridos cortitos y medios agudos. No parecía de un perro grande- jajaja. De nuevo vos de novia. . . jajaja ya me lo imagino al cachorrito preguntándote-¿Qué es eso de procrear, y como se hace? . . jajaja-- Acaba con tu burla Cornelio, no es para reírse y además la historia es otra--Está bien. . . seguí con la trágica historia del perrito- Contestó Cornelio.

- bueno, continúo. Apenas lo trajeron y lo vi tan lindo que me entró una ternura. No se imaginan lo lindo que es. Todo peludito de color blanco. Este saltaba de alegría al conocerme. Muy buena onda de entrada. Yo estaba en las nubes. Me puse muy contenta. La cosa que en ese mismo momento comenzamos a jugar a las corriditas. Mordisquitos por aquí y otro por allá. . . miren, me puso tan contenta que me encontraba totalmente feliz. Yo era otra perra..- Bueno . . . todo lindo y precioso pero seguí con la tragedia que es más interesante.- Celoso comentó Cornelio.-Sigo… y no me interrumpas que viene lo feo. El asunto fue que pasé uno de los días más lindo de mi vida hasta que llegó la noche. Comimos y nos acostamos temprano. El perrito que le pusieron de nombre Wily, se durmió en el acto. Todo iba bien hasta las cuatro de la mañana. Sé que esa era la hora porque escuché las campanadas, del reloj de pie, que venían del living de la casa. Mi amo pegó un grito o más bien un alarido. Y decía-¿En dónde están mis dientes? ¿Dónde están mis dientes? Será posible, los dejé aquí sobre la mesa de luz.-El hombre se había puesto mal. Insultaba y gritaba como un loco reclamando su dentadura. Despertó a todo el mundo. A los chicos, a la mucama e hizo levantar a mi patrona a buscar los dientes. Wily, mi nuevo amiguito se escondió debajo de la cama de Beatriz, la niñera. Yo pensé que algo pasó entre la dentadura de mi amo y este perrito. La cosa es que uno de los chicos encontró un diente en el living, la mucama dos muelas en la cocina y mi patrona gran parte de la dentadura detrás de un sillón. Esta le mostró al desdentado parte del delito y le decía-¿Serán estos tus dientes, querido?--¿En dónde estaban? Gritaba- Seguro que fue el perro de porquería que trajiste. ¿Dónde está que lo mato?--Y lo buscaba mientras que toda la familia iba por detrás de él para evitar el canicidio o perricidio o que se yo como se dice. Wily había desaparecido del mapa. Solo yo sabía que estaba debajo de la cama de Beatriz, con dos dientes y otras muelas como custodio del resto del cuerpo del delito.- Mañana a primera hora me lo rajas a esa porquería. Ya tengo bastante con Carlota. -Recriminaba mi patrón.- Pero querido, es solo un perrito juguetón, tienes que comprender que es un cachorrito- le decía mi ama.- ¡Si claro, siempre a mí. ¿O te olvidas que la perra que traje a esta casa lo primero que hizo fue hacer desaparecer mi zapato

nuevo y despedazó la camiseta de mi querida Academia? Yo tengo memoria y no me olvido. Así que ya. . . me encuentras a ese perro basura y me lo despachas de esta casa. ¿Está claro? Mira vos, ahora no voy a poder ir al asado de Julio. ¿Qué les digo a mis amigos?- ¡Compañeros no puedo ir porque el perro me comió los dientes! ¡Qué vergüenza!- Y ¿qué pasó con tu amigo Wily? Le preguntó la gata Flora- ¿Vieron que es gracioso y trágico a la vez? Bueno, mi ama lo calmó y le hizo un té de tilo y se fueron a dormir. Esta mañana mi amo se levantó y lo encontró a Wily en la cocina y este le hacía fiesta. Yo estaba al lado de mi nuevo amigo con miedo a que lo matara a patadas o algo así. Pero mi patrón lo observó primero con rabia, después lo levantó y lo comenzó a acariciar. Y le decía que lo que hizo no se debe hacer más. Bueno, lo perdonó. Después se acercó al teléfono y llamó a su amigo Julio y balbuceando por falta de la dentadura se excusó que no podía ir porque estaba con un ataque al hígado y que solo iba a tomar un plato de sopa. En realidad no faltaba a la verdad, salvo lo del hígado.-Jajajajajaja. . . . . Cornelio comenzó la reírse a lo loco y nos contagió a las dos. Era una de ladridos y maullidos que se escuchaban a dos cuadras. -¡ Bueno chicas me tomo el buque. . .jajajaja. . . el novio . . . come dientes . . .jajajaja. . . hígado. . sopa. . jajajaja. chau chau chau . . .jajajaja el perrito . . . . jajajaja.- ladró Cornelio que se alejó como de costumbre al trotecito como perro de sulky , después de darle dos lengüetazos a CarlotaLa gata arriba del árbol y Carlota se miraron y a la vez quedaron pensando. . . . . . . . nunca adoptes un perrito de poca edad porque siempre traen problemas, “el que con niños se acuesta, amanece mojado”

FERNANDO SORRENTINOReinserción en la sociedad

Nuestra luna de miel transcurrió en Bariloche. Al atardecer de un sábado volvimos a Buenos Aires, deseosos de estrenar nuestro departamento de dos ambientes. En el dormitorio encontramos una jaula.Idéntica, en escala mayor, a las jaulas para loros. Tenía una base circular, de unos tres metros de diámetro, y rejas verticales: a modo de meridianos, se iban uniendo hacia arriba, hasta culminar en una cúpula puntiaguda, que rozaba el cielo raso.Para hacerle lugar a la jaula en el dormitorio, habían llevado la cama y las mesitas de luz al comedor, y habían comprimido la mesa y las cuatro sillas contra una pared. Obstruidas por la cama, sería difícil abrir las puertas de los armarios. Muebles, pisos y paredes mostraban rayaduras y golpes.En la jaula había un hombre pálido, de cabellos rojizos. Daba la impresión de extrema pulcritud y también de algo anacrónico. Vestía traje cruzado, negro, con finas rayas grises; blanca camisa almidonada; corbata oscura; zapatos negros, muy lustrados; sobre las rodillas sostenía un sombrero gris, tan limpio, tan antiguo y tan nuevo como el resto de su persona. Esos elementos de otras épocas que parecían recién fabricados me inspiraron una idea molesta de utilería, de disfraz, de reconstrucción arqueológica.Todo esto lo fuimos viendo más tarde. Al principio, Susana y yo experimentamos una conmoción. El hombre aguardó que nos calmáramos y dijo, con tono monocorde:—No los esperaba hoy. Según mis informes —consultó una libreta—, ustedes deberían haber regresado mañana por la noche. El cronograma es bien claro: “viernes 12, instalación del tutelado; sábado 13, jornada de adaptación física y psicológica; domingo 14, arribo de los tutores”. Y hoy, si no me equivoco, es sábado 13.—Es cierto —respondí—; adelantamos un día la fecha de regreso. Resulta desagradable volver pocas horas antes de reintegrarse al trabajo.

—Más desagradable resulta recibir gente antes de lo previsto. Al señor Rocchi le van a disgustar estas informalidades que, por otra parte, perturban mis proyectos para esta noche.—¿El señor Rocchi? ¿El propietario de la empresa inmobiliaria?—¿Quién, si no? Él en persona se ha encargado de efectuar las gestiones necesarias. Y no son trámites placenteros ni rápidos. Pero el señor Rocchi sostiene la idea de que todos los ciudadanos deben extremar su celo para cumplir y hacer cumplir las leyes.Decidí poner las cosas en su lugar:—¿Leyes? ¿Qué leyes son ésas? ¿Y desde cuándo el tal Rocchi, un mero comerciante, tiene poder para hacer cumplir las leyes? El hombre continuó, siempre monótono:—Usted es una persona que aún no conoce la vida. Además, su casamiento le ha impedido interiorizarse de ciertos cambios introducidos en la legislación inmobiliaria. Por ejemplo, el señor Rocchi es ahora un magistrado. Y también usted es, dentro de ciertos límites, un magistrado.—¿Yo, un magistrado? —ensayé una risita incrédula.—No tanto: más bien una especie de auxiliar de los magistrados.—¿Un auxiliar del señor Rocchi, entonces?—Sería imprudente adelantarme a la decisión de las autoridades. Sin embargo —bajó la voz—, puede tomar esta información como una estricta confidencia.—¿Y por qué me hace usted una confidencia?—Mi regla de oro, señor, es Saber convivir. Puesto que pasaremos bastante tiempo bajo un mismo techo…—¡Bastante tiempo bajo un mismo techo!—Así es, señor. Yo soy mayor que usted: treinta años, o aún más. He progresado muy poco; me encuentro en el grado más bajo del escalafón carcelario: sólo soy un recluso. En cambio, usted es aún un hombre libre y ya logró el primer honor en la carrera carcelaria: el grado de auxiliar.Entonces estalló Susana: —¡Jamás en mi vida he oído tantas estupideces juntas! El problema básico es: ¿qué demonios está haciendo este hombre con su horrible jaula en nuestro dormitorio? Y además: ¿quiénes y por qué han llevado la cama y las mesitas al comedor, y quién pagará los daños que les produjo la mudanza?

—Mi joven señora, no puedo aplaudir el tono, un tanto áspero, de su inquietud. Hay cuestiones de orden práctico. El traslado de la cama fue imprescindible porque, de lo contrario, no se habría podido ubicar la celda en forma reglamentaria. ¿Quién pagará los daños?: las autoridades proyectan crear un equipo de obreros de diversas especialidades que, por una suma módica, volverán a dejar sus muebles y paredes en óptimo estado. Pero antes usted preguntó qué demonios hago yo con mi horrible jaula en su dormitorio. A mi vez, yo le pregunto: ¿cree usted que yo estoy aquí por mi propia voluntad?, ¿piensa que me agrada ser un presidiario?—Es que a mí no me interesa si usted está preso por su voluntad o por la ajena. Lo que no puedo soportar es su jaula en nuestro dormitorio.—No es una jaula: este término carga la desagradable connotación de animales en cautiverio, idea opuesta al espíritu humanitario que guía a nuestras autoridades. Tampoco celda ni calabozo. Su nombre técnico es “receptáculo reinsercional”.Esta rectificación irritó aún más a Susana: —¿Por qué en nuestro dormitorio? ¿Por qué en nuestro dormitorio? ¿Por qué en nuestro dormitorio? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué…?—Los diputados y senadores argentinos son personas inteligentes, cultas, laboriosas, honestas, austeras y altruistas. Merced a estas virtudes, han promulgado nuevas leyes, cuyo conjunto se conoce con el nombre de Régimen de Reinserción Social y que…—¿Quiere hacerme creer —lo interrumpí— que usted está en nuestro dormitorio debido a esas nuevas leyes? Colocó el sombrero sobre el índice izquierdo y, tomándolo del ala con la mano derecha, lo hizo girar, mientras meneaba la cabeza: —Yo sólo soy un recluso. Dentro del sistema carcelario cumplo la función más humilde. Ustedes dos gozan del grado inmediatamente superior al mío. Deberían dominar el tema mejor que yo. Pero, en la práctica, nunca sucede así, ya que yo hace muchos años que pertenezco al sistema, mientras que ustedes acaban de ser admitidos en él. Deberían sentir una inmensa alegría por esa admisión, pero no la sienten: tal fenómeno, aunque dista de ser mayoritario, suele presentarse siempre. Cuando conozcan la letra de las nuevas leyes, sentirán no sólo alegría sino también orgullo.Susana tenía los puños crispados.

—Si me permiten —añadió el hombre—, yo podría dar algunos datos sobre el Régimen de Reinserción Social…—Estoy ansioso por oírlo —su lentitud me resultaba insoportable.—Las autoridades, tras estudiar el antiguo sistema carcelario, comprobaron que no respondía a las necesidades de la sociedad moderna. Por lo tanto, no vacilaron en reemplazarlo por otro sustentado en ideas solidarias. ¿Me explico…?—Sí, sí, adelante —sacudí la mano con impaciencia.—El Régimen de Reinserción Social se basa en dos principios interrelacionados: A y B. Mediante A, se procura la progresiva reinserción del presidiario en la sociedad; mediante B, se reemplaza el antiguo sistema de unidades carcelarias colectivas por otro de unidades carcelarias individuales. Las empresas inmobiliarias distribuyen los presidiarios en las viviendas a estrenar y, gracias a esta medida, las antiguas cárceles son demolidas para dar lugar a plazas y parques. —Pero, ¿por qué en las viviendas a estrenar?—Las viviendas viejas no siempre guardan condiciones estéticas gratas y pueden influir de modo negativo en la psiquis del presidiario. En cambio, un ámbito de prisión moderno influye de modo muy beneficioso en su reinserción en la sociedad. Además, custodiar un recluso tiene que causar enorme júbilo en los nuevos dueños de casa: es como si… —¿De manera que Susana y yo somos sus guardianes, y usted, nuestro presidiario?Decepcionado, volvió a menear la cabeza: —Las autoridades no utilizan los términos guardianes y presidiarios. Emplean tutores y tutelados, vocablos que se adecuan al principio A del sistema: la progresiva reinserción del presidiario en la sociedad. ¿No lo cree usted así?—Pero veo que tanto las autoridades como usted sí utilizan la palabra presidiario.—Sólo a modo de metáfora poética, para que los tutores comprendan sus obligaciones.—¿Obligaciones…?—Digamos tareas. Son escasas y sencillas. Sólo deben proveerme, en cantidad y calidad adecuadas, de comida, ropa, asistencia médica y psicológica, ejercicios gimnásticos, elementos de higiene, etcétera... En suma, las cosas materiales a que se hace acreedor un ser humano en cuanto tal. También se prevé la rehabilitación espiritual del tutelado mediante el esparcimiento y la información: me corresponden diarios,

revistas, libros, televisor, equipo de audio… Dos noches por semana, martes y jueves, me visitan amigos de cierta edad: señores aficionados a los naipes y a los dados, y a quienes se debe agasajar con entremeses y bebidas.—¿Cuántas personas serían?—Nunca más de ocho o diez. Asimismo, no he abandonado mis prácticas sexuales: los sábados por la noche recibo a la señorita Cuqui, una muchacha bella, encantadora y culta. Una joven de tantos méritos no podría enamorarse de mí, de modo que ustedes deberán retribuir sus favores. Desconozco la tarifa, pues odio ocuparme de algo tan ruin como el dinero. Más bien me place el arte, y tres veces por semana (lunes, miércoles y viernes) tomo lecciones de batería con un chico rockero, devoto de la música delicada y cuyos honorarios no son muy altos.—Pero —preguntó Susana— ¿cómo podríamos hacernos cargo de tantos gastos?—Yo nunca he sido un hombre de suerte —volvió a menear la cabeza—. Otros colegas fueron alojados en hogares de sólida posición económica... En fin, la vida suele ser injusta... Yo les aconsejaría describir el problema en una carta-documento; a ella debe adjuntarse una foja adicional, en original y cuatro copias, en papel sellado, firmada por un contador público y un escribano; en esta foja constará el detalle pecuniario de ingresos y erogaciones, de manera que los tutores puedan probar la existencia de un déficit considerable. Las autoridades se desviven por resolver los problemas causados por los tutores, y hasta es posible que los honren con una beca de tutor. Calló, dando a entender que se había excedido en revelar esta ventaja. Tuve que preguntar:—¿En qué consiste la beca de tutor?—Implica un derecho y un deber. En cuanto al primero, las autoridades intentarán conseguirles sendos empleos nocturnos: por ejemplo, el caballero podrá formar parte del personal de maestranza de alguna estación ferroviaria del conurbano bonaerense; respecto de la señora, no creo que la señorita Cuqui se niegue a iniciarla en los misterios de su apostolado. A cambio de estos privilegios, ustedes deberán asistir a los Cursos Holísticos de Perfeccionamiento para Tutores: sus aranceles son bastante reducidos y se dictan en la ciudad de Luján.—¡En Luján! —dije estúpidamente—. ¡Tan lejos…!

—No tienen obligación de solicitar la beca —repuso, y agregó, bostezando—: Ya es casi la hora de la cena. No tengo preferencias especiales: acepto cualquier comida, a condición de que sea abundante, variada, con los condimentos apropiados y acompañada de vino tinto de excelente calidad.Susana corrió a la cocina.—Siempre me baño antes de cenar. Ésta es la llave de la celda.Me la entregó a través de los barrotes. Abrí la puerta y el hombre salió. En la mano llevaba un pequeño bolso deportivo, que contrastaba con la severidad de sus ropas. Y de este mismo anacronismo brotaba ahora una paradójica sensación de salud, de fuerza, de bienestar.—No es necesario que usted conserve la llave en su poder. La tengo conmigo para entrar y salir, pues soy enemigo de causar la menor molestia a nadie. ¡Señora! —gritó—. ¡Me sube un poco el calefón, por favor! Y usted —me dijo— alcánceme un toallón limpio y, para mañana, no se olvide de comprarme un frasco grande de champú especial para cabellos teñidos.Obedecí. Se colgó el toallón en el cuello; abandonamos el dormitorio, llegamos frente al cuarto de baño. —Me atrevo a recordarle que hoy, sábado, es el día en que viene la señorita Cuqui. Pudorosa como es, le resultaría chocante encontrarse con gente extraña. Así que, por favor, a las veintitrés y treinta, usted y su esposa tendrán la amabilidad de retirarse.Apoyó la mano en el picaporte:—Voy a utilizar la cama matrimonial: ha escapado a la perspicacia de las autoridades la notoria incomodidad de la cucheta reglamentaria. Ah..., sábanas sin usar, se lo ruego.—Este… ¿Y cuánto demorará… todo eso?—Pueden volver a las tres y media o cuatro de la mañana. Toque el timbre una sola vez; si no recibe respuesta, no insista: la señorita Cuqui es muy enérgica y, cuando concluye su labor, suelo sumirme en un sueño tan merecido como profundo. En tal caso, dése una vueltita mañana a las diez en punto: antes de esa hora, no, pues aún estaré entregado al reposo; y, después de las diez, tampoco, ya que acostumbro tomar mi desayuno a las diez y cuarto. Entró en el cuarto de baño. Atiné a preguntarle:—¿A cuánto tiempo ha sido condenado?—A cadena perpetua —contestó, y sus palabras me llegaron apagadas por el ruido de la ducha.

A la memoria de mi idolatrado K.

Este cuento fue publicado por primera vez en la revista Proa (director: Roberto ALIFANO), No. 74, Buenos Aires, marzo-abril 2009, págs. 109-116.

En versión bilingüe español/alemán (“Reinserción en la sociedad” / “Resozialisierung”, traducción de Anna-Maria Orlacchio) apareció en el volumen Problema resuelto / Problem gelöst (2014). Al cuidado de Vera Elisabeth Gerling y Andrea Schmittmann. Düsseldorf, DUP (Düsseldorf University Press), 2014, 252 págs.

Fernando Sorrentino (Buenos Aires, 1942). Profesor de Lengua y Literatura. Sus últimos libros de cuentos son Costumbres del alcaucil (2008), El crimen de san Alberto (2008), El centro de la telaraña (2008), Paraguas, supersticiones y cocodrilos (2013). Le pertenecen dos volúmenes de entrevistas: Siete conversaciones con Jorge Luis Borges (1974) y Siete conversaciones con Adolfo Bioy Casares (1992). Página: http://www.fernandosorrentino.com.ar

RICARDO MARTÍNEZ CASTROAJEDREZ TRAS LOS MUROS DE LA CÁRCEL

Primera Parte En el club de ajedrez JAQUE MATE, éramos varios chicos de entre 15 y 17 años los que nos apretábamos alrededor de mi primo Luis Moisset de Espanés, para oír la información que nos traía. _"Participaremos en un torneo por equipos de cuatro jugadores. Ya he inscripto a nuestro club, mañana les diré quienes integrarán el conjunto de Jaque Mate". _nos dijo y nos dejó entusiasmados pero con la duda.

_"Bueno ya tengo la nómina de los seleccionados, serán: Ricardo Martínez Castro, Juan Gutiérrez, Gerardo Montero, y Eduardo Vivas, en ese órden de tableros. Vayan entrenándose ya que el torneo dará comienzo la próxima semana". _"¿Contra quién jugaremos el primer encuentro?" _quise saber. _"Será un compromiso difícil. Lo harán contra los presos de la Cárcel de Encausados del Barrio San Martín". _ me respondió, dejándome mudo y pensativo._"Ellos también han anotado un equipo, y dicen que son buenos", _agregó. Quedé lleno de dudas e interrogantes, ¿tendría valor para ir a la cárcel?. Porque de una cosa estaba seguro: los presos no saldrían y vendrían a jugar en nuestro club. ¿Cómo serían los reclusos? ¿Qué aspecto tendrían? Sin duda serían mucho mayores que nosotros.

Una semana después, "los cuatro mosqueteros"estábamos en la puerta de la Cárcel de Encausados esperando que nos abrieran. Al fin el gran portón de entrada nos franqueó una pequeña puertita. Después, puertas de rejas, una tras otra - no conté cuantas- y largos corredores. Conducidos por un guardiacárcel, al fin llegamos a un salón bastante amplio que resultó ser una biblioteca. Había hermosos muebles vitrina con cientos de libros, ¿leerían tanto los presos? _me pregunté. Pero lo que primero vimos fueron cuatro mesas con los juegos de ajedrez ya dispuestos y muchas otras mesas, más cómodos sillones y sofáes.

En seguida, un civil, vestido de pantalón vaquero pero con saco -un preso sin duda- nos preguntó si queríamos tomar café o gaseosas. Cada uno de nosotros eligió una mesa y tomamos posiciones de batalla. yo elegí una bien iluminada pero con luz amis espaldas. Casi al instante, otro preso con chaqueta de mozo de confitería nos sirvió lo que habíamos pedido. La atención era más que correcta: amabilísima, estábamos muy cómodos. Yo ya me había tranquilizado, cuando llegamos estaba muy nervioso, ahora persistía la ansiedad. Guardias no se veían por ningún lado, tampoco nuestros rivales.

Segunda Parte Al cabo de unos quince minutos se abrió la puerta del salón y apareció un guardia uniformado seguido de cuatro civiles -los presos sin duda- otro guardia cerraba la marcha. Uno de los presos se destacaba por su elegancia -ropa impecablemente planchada, saco y corbata- en seguida nos presentaron, a cada uno su rival, según el número de tablero: N° 1 Sr. Ricardo Martínez- Sr. Enrique Molinari. Aquí sentí que algo explotaba en mi cabeza: ¿Molinari?. Yo había leído, no hacía mucho tiempo en la "Voz del Interior," que ese individuo que me tendía su mano y sería mi rival, había asesinado fríamente a toda una familia de cuatro personas. Los había matado a martillazos.

Hice memoria mientras trataba de disimular mi turbación y temor: ¡Sí, lo recodaba muy bien! Se trataba de una familia Yalovetzky, de origen ruso,compuesta por los padres y dos chicos varones con los que solíamos jugar a la pelota con mis primos Moisset en la "placita de los burros" (así le decíamos porque era de tierra y llena de barrancas) a media cuadra de de la casa de ellos y a una del club Jaque Mate. Escondí mis manos bajo la mesa para que no viera como me temblaban. Nos sentamos, sorteamos el color como es de costumbre, me tocaron las blancas. Abrí la partida mientras la cabeza me bullía a mil, ¿qué haría? ¿si le ganaba despertaría su instinto criminal?Si me dejaba ganar traicionaría a mis compañeros, ¿ellos también estarían pensando y temiendo lo mismo que yo?. Mi rival hizo su jugada, a mi peón rey contestó con un gambito de dama. Cuando movió su pieza vi su ostentoso reloj pulsera en su

muñeca y advertí sus finas facciones. ¡Era un "tipo de guita"! ¿Sobornaría a los guardias? Mi cabeza estaba en otra cosa. Así no podría pensar. Debía concentrarme. Levanté la mirada hacia mi compañero más cercano que estaba de frente a mi, vio mi gesto y me sonrió. ¡Entonces él estaba tranquilo!. ¡No podía ser! Yo debía ganar, lo haría por mis compañeros y por mi mismo. Al menos haría todo lo posible. Rehusé el "gambito de dama"(intercambio de peones para los que no saben ajedrez)y jugué otra cosa. Mientras esperaba su siguiente movimiento. observé su rostro: era un hombre de unos cuarenta años, bien parecido, pero tosco; arrugas en sus ojos y en la comisura de sus labios parecían cinceladas a buril, sin embargo su mirada no era dura. Parecía imposible que este hombre hubiera asesinado a cuatro personas. A medida que la partida se desarrollaba, me fui serenando, mis manos ya no temblaban y mi juego se fue consolidando. En tanto que su rostro se endurecía -volvió mi temor- pero yo ya estaba lanzado a "todo por el todo" y seguí con mi estrategia. Pronto gané material, encerré un alfil y pude ganarlo. ¡Era una ventaja decisiva si no cometía algún error garrafal!. Una hora después tenía la partida casi ganada. Los presos-mozos se movían silenciosos. Uno de ellos nos sirvió otro cafecito; un único guardia presente dormitaba en un sillón. Ya estaba más tranquilo, vislumbraba el final. Di un jaque sorpresivo de caballo y lo puse en aprietos. pensó como diez minutos e intentó un contraataque que pude desbaratar con el simple avance de un peoncito. Su nerviosismo era evidente, puso sus codos sobre la mesa y apoyó la cabeza en las manos.Entonces advertí por primera vez una pequeña verruga en su pómulo izquierdo, que un nervio hacía pulsar al ritmo de su corazón. Una leve imperfección en sus regulares facciones. Unas pocas jugadas después, se puso repentinamente de pie. Su movimiento brusco me asustó, también yo me paré y al hacerlo derribé la silla con gran estrépito, pero él tumbó su rey y me tendió la mano. Su gesto era cordial y no había animosidad en su mirada -al menos eso me pareció. Sólo en ese momento me di cuenta que mis compañeros estaban alrededor de nuestra mesa, expectantes del resultado de mi partida. Todos nos dieron la mano, por sus sonrisas parecían felices. Uno de ellos, Gerardo, me susurró al oído: "cuatro a cero". Los tres habían ganado antes que yo.

Nos despedimos amablemente de nuestros rivales y contentos y guiados por un guardia, hicimos el largo recorrido por los corredores y las puertas de rejas, de vuelta hacia el exterior. Recién en la calle dimos rienda suelta a nuestratranquilidad y alegría, nos despedimos, y yo corrí para alcanzar el ruidoso y último tranvía que me llevaría al centro y a mi casa.

Epílogo necesario.

Unos meses después de esos hechos que acabo de narrar volví a saber de Molinari por los matutinos de Córdoba: Había sido condenado por un hecho menor, ¡era un simple estafador!, perono un asesino, fue absuelto del crimen de los Yalovetzky. En cambio, en la misma semana, por ese horrendo homicidio, fue condenado a prisión perpetua, un albañil santiagueño: Hugo Villalba. ¡Eso explicaba el asesinato a martillazos!.

RICARDO MARTÍNEZ CASTROARTE Y EXPRESIÓN

La imagen corresponde a la escultura griega del período helenístico: La Victoria Alada de Samotracia, la primera obra que provocó en mí el estado psíquico de einfúhlung, o endopatía en su traducción hispana. Me sentí embelesado, arrobado, percibí el amor que debió sentir el autor por su obra o por la modelo que lo inspiró: la delicadeza del velo azotado por el viento y la transparencia del cuerpo femenino. Hay que tener en cuenta que la escultura está hecha en sólido mármol pentélico. Me emocioné, recibí intacto ese sentimiento. El mensaje llegóa través de la distancia y de los más de dos mil trecientos años años que nos separaban.¡Ésa es la maravilla de la auténtica obra de Arte! El Arte es expresión Individual, mas también lo es de los pueblos y de las distintas culturas de cualquier época. El Arte transmite fielmente lo que un pueblo es, su cultura, su religión, sus ideales, etc. Del mismo modo un artista individual expresa un sentimiento, una emoción, un ideal de belleza. Todo lo humano puede ser expresado por el artista: el amor, el dolor, la piedad, el horror, la ternura, la belleza, etc. Lo hace por medio de su creación; la obra así creada, si es lograda como tal, actúa como vehículo de comunicación entre el artista y el o los espectadores; los que recibirán intacto el sentimiento que la inspiró, aunque sea a través del tiempo y la distancia. Se establece de ese modo, un vínculo afectivo: artista-obra-espectador. Por ello podemos decir que el Arte -así con mayúscula- es expresión, en su definición más sintética. Por lo tanto el Arte tiene una finalidad.No se entiende aquello del arte por el arte mismo." Eso conduce a la deformación y al engaño"(Córdoba Iturburu: "La Mistificación en el Arte"). Por ello también, el Arte abstracto se ata las manos en cuanto a la expresión de los sentimientos y emociones humanos: sólo puede expresar armonía de colores y en algunos casos también la belleza. Porque los sentimientos humanos están ligados a las formas de los seres vivos, animales, plantas y, en fin, de la naturaleza toda.

No dudo que estos conceptos míos darán lugar a réplicas y polémicas. Hoy el Arte está saturado de mistificación y facilismo.