AlianzaJM · Web viewPerseguí de muerte la doctrina de Jesús por considerar que iba contra la Ley...

25
S. Pablo fue transformado por la presencia irresistible del RESUCITADO “PABLO DE TARSO”¿Tú quién eres? Objetivo general : CONOCER A SAN PABLO. Objetivo específico : 1

Transcript of AlianzaJM · Web viewPerseguí de muerte la doctrina de Jesús por considerar que iba contra la Ley...

S. Pablo fue transformado por la

presencia irresistible del

RESUCITADO

“PABLO DE TARSO”¿Tú quién eres?

Objetivo general:

CONOCER A SAN PABLO.

Objetivo específico:

CONOCER LA EVOLUCIÓN DE PABLO, DE PERSEGUIDOR A APÓSTOL DE LAS GENTES.

“PABLO DE TARSO ¿TU QUIEN ERES?”

Había muerto Jesús en la cruz, y sus discípulos que lo encontraron resucitado en muy variados lugares, después de recibir el día de Pentecostés el Espíritu Santo, llenos de valor y esperanza, comenzaron a hablar del Resucitado, como testigos de lo que habían visto y oído.

Nosotr@s hemos recibido esa fe que predicaron los Apóstoles a través de sus sucesores y de la Biblia, y hoy podemos leer lo sucedido en aquellos tiempos, en los Libros del Nuevo Testamento, y como queremos conocer mejor a San Pablo, nos vamos a fijar en el Libro de los “Hechos de los Apóstoles”, que escribió San Lucas.

Ya en el capítulo VII aparece la figura de un muchacho, Saulo, que guardaba los mantos de los que apedreaban al primer mártir, Esteban, que anunciaba a Jesús como Salvador, suscitando la envidia y el odio de los judíos fanáticos. Saulo, dicen los Hechos, consentía la ejecución.

¿Qué pasó en aquel joven para convertirse de perseguidor en defensor y propagador de la doctrina de Jesús, hasta llegar a ser considerado “el primero después del Único”? Se lo preguntaremos al mismo Pablo, que nos contestará a través de los Hechos y de las Cartas que escribía a las Comunidades cristianas que iba formando durante su peregrinar misionero por Asia Menor y Europa.

*****************

METODOLOGÍA

A través de la lectura del tema desarrollado en forma de entrevista, vemos fundamentalmente la actividad apostólica de San Pablo, sus viajes, los lugares por los que pasó…

En cada uno de estos lugares, san Pablo se encuentra con una comunidad determinada, con sus características propias, sus necesidades concretas…

Desde su experiencia de Dios él trata de dar respuesta a estas necesidades y en esto fundamenta su tarea como apóstol.

Se trataría ahora de descubrir las características propias de cada comunidad, así como la respuesta desde la fe dada por San Pablo, y las actitudes o valores que con esta respuesta quería transmitir.

Después de esto tendríamos que centrarnos en nuestras propias comunidades y en las respuestas que nosotros hemos de dar en ellas como apóstoles que somos a igual que San Pablo. ¿Qué actitudes deberíamos aportar para hacer que estas comunidades nuestras sean reflejo del Evangelio?

*****************

DESARROLLO DEL TEMA

Reportera: ¿Qué ocurrió, Pablo, para que cambiaras de perseguidor a propagador de Jesús y su Mensaje?

Pablo: (Hch.22, 3-16) Soy judío de Tarso, educado en el rigor de la Ley. Perseguí de muerte la doctrina de Jesús por considerar que iba contra la Ley y encarcelé a sus seguidores. Camino de Damasco, donde iba con esta misma misión, hacia el mediodía, me envolvió una gran luz del cielo: caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?...”

Reportera: Y con esto ¿ya te convertiste en apóstol?

Pablo: (Hch.9, 22-30) No, yo quería transmitir a los demás el fuego de amor que sentía por Jesús, pero los hermanos (así se llamaban los discípulos de Jesús), me tenían miedo por haberles perseguido con mucha crueldad, y los judíos no convertidos querían matarme por considerarme traidor a la Ley, así que, ayudado por algunos hermanos, de noche, me descolgaron por la muralla de Damasco y viajé a Jerusalén. Allí, Bernabé, me condujo a los Apóstoles que, enterados de lo sucedido en el camino de Damasco y cómo después había predicado valientemente el nombre de Jesús, me admitieron con ellos hasta que, de nuevo, los judíos fanáticos de la Ley quisieron quitarme la vida, por lo que marché a Cesarea y de allí volví a Tarso, mi ciudad.

(Hch.11, 25-26) A Tarso vino a buscarme Bernabé para ir juntos a Antioquia, donde instruíamos a una muchedumbre numerosa. En esta ciudad los hermanos comenzaron a llamarse cristianos.

(Hch.13, 1-3) En la iglesia de Antioquia, mientras celebrábamos la liturgia y guardábamos el ayuno, dijo el Espíritu Santo: “Separadme a Bernabé y Saulo para la obra a la que los llamo”. Entonces, después de orar y ayunar, nos impusieron las manos y nos despidieron. Así comenzó mi primer viaje apostólico.

Reportea: ¿Pasaste muchas aventuras en este viaje?

Pablo: (Hch.13, 4-12) Pues sí, te lo voy a contar y tú me dirás qué te parecen. Embarcamos en Seleucia y llegamos a Chipre, y aquí, como en todos los lugares, predicábamos en las Sinagogas de los judíos, haciendo relación de las gracias que Dios había concedido al pueblo de Israel y cómo envió Jesús para que en Él seamos salvados los que creyéramos en su Palabra, confirmado todo con la Resurrección de Jesús.

Atravesamos toda la isla hasta Pafos, donde un mago, al servicio del Procónsul que deseaba escucharnos, se opuso rotundamente a esta influencia nueva, que amenazaba con desplazarlo totalmente. Entonces yo, lleno del Espíritu Santo, le dije: “¿No cesarás ya de torcer los rectos caminos del Señor? Ahora mismo quedarás ciego por un tiempo” Así ocurrió, y el Procónsul creyó maravillado de la doctrina del Señor.

Reportera: Y, ¿qué pasó después?

Pablo: (Hch.13, 13-14) De Pafos llegamos al puerto de Atalía y de aquí a Perge y Antioquia. De Pisidia, donde casi toda la colonia judía escuchaba la Palabra de Dios, lo que llenó de envidia a los judíos no convertidos que nos insultaban y nos expulsaron de la Sinagoga, por lo que decidimos llevar la predicación a los gentiles que se alegraron mucho y glorificaban al Señor.

Esto duró más de un año, pero los judíos fanáticos promovieron una persecución contra nosotros y nos arrojaron de Antioquia. Entonces nos dirigimos a Icono, donde una gran masa de judíos y griegos abrazaron la fe. Aquí permanecimos largo tiempo, pero los judíos hostiles trazaron el plan de apedrearme, y al saberlo huimos a Listra y Derbe.

Reportera: ¿Hubo algún hecho notable en estas ciudades?

Pablo: (Hch.14, 8-28) En Listra había un hombre tullido de los dos pies, de nacimiento, que nunca había caminado, que escuchaba atentamente. Entonces yo, fijando en él los ojos y viendo que tenía fe para ser salvo, le dije en voz alta: “Levántate, ponte en pie” y él dando un salto echó a andar. La muchedumbre gritó que éramos dioses en forma humana y querían ofrecernos un sacrificio de toros, así que tuvimos que gritarles que éramos hombres como ellos y a duras penas desistieron de su idea.

También judíos venidos de Antioquia e Iconio sedujeron a las turbas que me arrastraron fuera de la ciudad, me apedrearon y me dejaron por muerto. Los cristianos me ayudaron y al día siguiente salí con Bernabé a Derbe donde hicimos muchos discípulos.

Con esto dimos por terminado este primer viaje misionero y volvimos a Antioquia, haciendo antes una rápida visita a las cristiandades fundadas en Listra, Iconio y Antioquia de Pisidia, dejando en cada Iglesias presbíteros, a los que habíamos impuesto las manos, orando y ayunando, y encomendándolos al señor en quien habían creído.

Reportera: Es un viaje misionero precioso, con alegrías y persecuciones, ¿os quedaron ganas de repetir?

Pablo: Sí, hubo más viajes que te contaré, pero primero ocurrió algo muy importante. Verás.

(Hch.15, 1) Embarcamos de regreso a Antioquia, de donde nos habían enviado, contándoles cuánto había hecho Dios a través nuestro y cómo habíamos abierto a los gentiles las puertas de la fe. Nos quedamos aquí bastante tiempo.

Había ya muchos judíos que se habían bautizado y creían en Jesús, pero vinieron de Judea algunos que decían que para salvarse había que circuncidarse según mandaba la Ley de Moisés, lo que ocasionó una fuerte discusión, de modo que se decidió que algunos, entre los que íbamos Bernabé y yo, acudiéramos a Jerusalén para tratar el asunto con los Apóstoles.

Atravesando Fenicia y Samaría llegamos a Jerusalén donde contamos lo que Dios había hecho entre los gentiles. Los Apóstoles y Ancianos se reunieron para examinar el asunto. Pedro contó cómo Dios lo había elegido para que por él los paganos escucharan la Buena Noticia de Jesús y Dios le dio el Espíritu Santo igual que a ellos. Después la Asamblea nos escuchó a Bernabé y a mí, que contamos las señales y milagros que Dios había hecho por nuestro medio entre los paganos. Cuando terminaron de deliberar Santiago hizo un resumen de todo y los Apóstoles, los Ancianos y la Comunidad, eligieron a Silas y Judas para que nos acompañaran de regreso y nos dieron una carta en la que decía, que era decisión del Espíritu Santo y de la Comunidad no imponer la obligación de la circuncisión, sino sólo que cumplieran dos cosas: abstenerse de los alimentos ofrecidos a los ídolos y de la fornicación. Esta carta, traída de Jerusalén, llenó de alegría a los cristianos de la gentilidad y fue el modelo de actuación ante los conflictos de la Iglesia. No gana ninguna tendencia, sino la Iglesia inspirada por el Espíritu Santo.

Este fue el Concilio de Jerusalén, el primero de la Iglesia, aunque los Concilios Ecuménicos aún tardarían tres siglos en comenzar.

Reportera: El segundo viaje ¿siguió la misma ruta?

Pablo: No, Bernabé quiso volver a Chipre, que era su patria, y yo con Silas, visitamos las Comunidades cristianas fundadas en el primer viaje: Tarso, Derbe y Listra

(Hch.16) Aquí en Listra habíamos conocido a un joven, Timoteo, que tenía unos veinte años y se incorporó al equipo como discípulo inseparable. En aquella Región, Galacia, permanecimos unos meses y como el Espíritu nos pidió ir a Bitia, bajamos a Troade, puerto para llegar a Europa, donde se nos unió Lucas. Aquí tuve un sueño, un macedonio de pie me suplicaba: “Ven a Macedonia y ayúdanos”.

Desembarcamos y llegamos a Filipos, donde una mujer, Lidia, escuchaba con mucha atención la predicación. Se bautizó y nos ofreció como hospedaje su cada, que sería para mí un oasis afectivo en la dura brega apostólica. Sólo de los filipenses aceptaré dádivas y regalos personales en los momentos de mayor apuro.

Aquí tuve un encuentro con una adivina, que explotada por sus amos, les procuraba buenas ganancias. Pedí a Jesús que la librara de aquel espíritu maligno y así ocurrió. Entonces los dueños promovieron una persecución contra Silas y contra mí, por lo que fuimos arrestados, azotados y encarcelados con los pies en el cepo. A media noche estábamos entonando himnos religiosos, cuando se produjo un fuerte seísmo que abrió las puertas y las cadenas de los presos. El carcelero creyendo que todos nos habíamos escapado, quiso suicidarse, pero yo le grité: “No lo hagas pues todos estamos aquí”. Esto admiró tanto al carcelero que se convirtió y se bautizó con toda su familia.

Por la mañana las autoridades mandaron aviso para que nos soltaran y nos dejaran libres, pero yo no consentí salir de incógnito pues éramos ciudadanos romanos y nos habían azotado y encarcelado sin previo proceso. Las autoridades vinieron humildemente a rogarnos que nos fuéramos de la ciudad para evitar tumultos, y después de despedirnos de los cristianos nos marchamos, aunque Lucas quedó al frente de la Comunidad.

(Hch. 17,1-10) Llegamos a Tesalónica alojándonos en casa de Jasón y según nuestra costumbre íbamos los sábados a la sinagoga para explicar que Jesús, muerto y resucitado, era el Mesías. Muchos prosélitos griegos, no pocas mujeres y algunos judíos creyeron, pero los judíos no conversos se presentaron en casa de Jasón para hacernos comparecer ante las autoridades, y al no encontrarnos arrastraron a Jasón y algunos más a la presencia de los magistrados, que no encontraron motivo de cárcel, pusieron a Jasón una multa y lo soltaron. En vista de esto, Silas y yo salimos a la noche hacía Berea donde hubo muchas conversiones. Los judíos de Tesalónica quisieron soliviantar a la gente, por lo que los discípulos me llevaron a la costa para embarcarme hacia Atenas. Silas y Timoteo se me unirían después.

(Hch. 17,16-34) En Atenas fui al ágora y a los que pasaban les hablaba del mensaje de Jesús, reuniéndose un buen grupo. Algunos me propusieron dar una conferencia en el Areópago, donde me referí al altar que ellos tenían al Dios desconocido, del que yo quería hablarles, un Dios que trataba de salvar la misma materia y ya un hombre había sido salvado totalmente siendo resucitado de entre los muertos. Cuando oyeron resurrección de muertos, unos se reían y otros decían: te oiremos otra vez, aunque algunos creyeron. (Hch.18,1-8 ) Después de esto abandoné Atenas y me dirigí a Corintio, Aquí encontré al matrimonio cristiano, Aquila y Priscila en cuya casa me alojé y con ellos trabajé en el oficio común de “lonero.”

Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia comencé mi predicación y como los judíos se opusieron a que evangelizara en la Sinagoga, lo hice en casa de un prosélito llamado Justo, obteniendo muchos seguidores, formando una de las Comunidades más nutridas.

Silas y Timoteo habían traído noticias de la Comunidad de Tesalónica y les escribí dos cartas con exhortaciones al amor de Dios y del prójimo, a la castidad y al trabajo, diciéndoles que el que no trabaja no tiene derecho a comer.

Los judíos envidiosos me arrastraron ante el Tribunal del Procónsul, que, viendo que se trataba de asuntos religiosos, se desentendió y seguí libre evangelizando con mucho fruto, aunque después de un tiempo me embarqué con Aquila y Priscila hacia Éfeso, donde me separé de ellos, pues yo seguí a Cesarea y Antioquia. Así acabó mi segundo viaje.

Reportera: ¿Te quedaste mucho tiempo en Antioquia?

Pablo: (Hch.19, 21-40) No, permanecí breve tiempo, pues deseaba afianzar la fe de las Comunidades fundadas y quería llegar a Roma. Pero ocurrieron algunos incidentes que iban retrasando el cumplimiento de este deseo, que llegó, pero en circunstancias muy distintas a las que yo había previsto.

Marché a Éfeso, capital del Asia proconsular, y durante tres años de evangelización se difundió el Evangelio por muchas zonas de esta región de Asia.

Por entonces, los plateros, que construían imágenes de la diosa Artemis, lo que les proporcionaba buenas ganancias, preocupados por su negocio, soliviantaron a la ciudad y llevaron a dos compañeros míos ante la Asamblea cívica. Al enterarme yo quise acudir también, pero no me lo permitieron los cristianos. El secretario de la Asamblea calmó a las turbas diciendo que el tumulto no tenía justificación, pero yo, para evitar nuevos enfrentamientos salí para Macedonia y Filipos.

En esta larga permanencia en Éfeso, escribí cartas a las Comunidades que había fundado y de las que recibía noticias contestaba a peticiones concretas sobre diversos asuntos, solucionaba problemas y aclaraba cuestiones importantes. Hacia el año 56 escribí una carta a los Corintios para dejar claro que ni el que siembra, ni riega, en la predicación son importantes, sino Dios que es el que hace crecer (1ª Cor.3,5-9), y los demás somos colaboradores suyos.

A cuestiones planteadas les fui dando respuesta y quise dejar claro que el amor a Dios, tiene que manifestarse en el amor al prójimo, es lo más importante (1ª Cor.13.1-13). Una segunda carta escribí a los Corintios y les hablaba de la importancia de la Alegría, como don del Espíritu Santo, signo de la comunión de los miembros del Cuerpo de Cristo y fuerza en la marcha vital de la Comunidad.

Reportera: ¿Escribiste más cartas a las cristiandades?

Pablo: Sí, de Éfeso pasé a Filipos donde pasamos las fiestas de Pascua con los cristianos acompañado por Lucas y aquí recibí noticias alarmantes de las iglesias de la Galacia. Lleno de indignación me dirigí a ellas para que tomaran postura frente a la predicación torcida de algunos perturbadores.

Quería dejarles bien claro que la Ley Mosaica se nos dio hasta que llegara Cristo en el que fuimos justificados a partir de la fe (Gal.3), y que mientras tenemos oportunidad, practiquemos el bien para con todos, que a su debido tiempo cosecharemos si no desmayamos.

También escribí una carta a los Romanos, pues, aunque mi deseo era ir a Roma, aún no lo había podido realizar, pero como muchos de los cristianos de Roma procedían de las iglesias de Asia Menor y Grecia que yo había fundado me dirigí a ellos con mucha confianza, pensando que Roma era una plataforma maravillosa para lanzar desde allá el pregón evangélico hasta los “confines” del mundo. A los romanos les presenté: el mundo de los intelectuales paganos que tenían cautiva la verdad, encerrándose en su juicio callado sobre la degradación religiosa sin atreverse a hacer una arriesgada denuncia; y el mundo de los escribas judíos, que enseñaban la verdad revelada en vuelta en las vallas espinosas de la casuística, con lo que en ambos mundos se iba produciendo el enfriamiento de la presencia divina por falta de calor profético. Y para ambos mundos religiosos, les señalaba a Cristo como el único y definitivo Salvador. Y terminaba exhortándoles a que cada uno procurara agradar a su prójimo echándolo todo a buena parte, para con eso hacer obra constructiva.

Reportera: Después de pasar las fiestas de Pascua en Filipos, ¿qué hiciste?

Pablo: (Hch.20) Embarcamos en dirección a Troade donde nos detuvimos siete días. Un domingo, reunidos con la Comunidad para la Fracción del Pan, me puse a hablar y se prolongó la reunión hasta media noche. Un muchacho estaba sentado en el alfeizar de la ventana, se quedó dormido y se cayó del tercer piso, de donde lo recogieron pensando que estaba muerto, pero yo lo abracé y les dije: “No os asustéis que aún está vivo”. Con lo que dimos gracias a Dios.

Después nos embarcamos para Mileto, y avisados los dirigentes de la Iglesia de Éfeso vinieron a que les diera la bendición, pues yo me despedía de ellos sabiendo que no los vería más.

(Hch.21) Pasando por Chipre llegamos a Tiro, Cesarea y Jerusalén, donde expusimos a los hermanos cuanto Dios había realizado entre los paganos.

Aquí, en Jerusalén, ocurrió lo que ya se me había anunciado. Los judíos fanáticos provocaron un tumulto contra mí, y cuando el comandante iba a arrestarme, le pedí permiso para dirigirme al pueblo. (Hch.22) Así lo hice, pero como el tumulto seguía, el comandante mandó que me introdujeran en la fortaleza para azotarme, ante lo cual yo alegué mi ciudadanía romana y me libré de los azotes, aunque me llevaron ante Consejo de los judíos (Hch.23). A ellos también les hablé suscitando la cuestión de la resurrección de los muertos, con lo que acreció el conflicto. Entonces me sacaron de allí y me llevaron a la fortaleza.

Por la noche, el Señor se me presentó y me dijo: “Ánimo, lo mismo que has dado testimonio de mí en Jerusalén tienes que darlo en Roma”.

Al enterarse el tribuno romano de una conjura de los judíos para matarme, me sacó aquella noche de Jerusalén, enviándome a Cesarea con una carta para el Procurador Félix, en la que decía que no había motivo de detención, ya que se trataba de cuestiones de la Ley de los judíos.

Reportera: Así que ahora comenzó para ti una vida de preso.

Pablo: (Hch.27) Casi trágico. Costeamos la isla de Chipre y luego la de Creta., pero habíamos empleado demasiados días por el mal tiempo y la navegación se hacía peligrosa, y aunque yo les aconsejé invernar allí, prefirieron seguir y pronto nos encontramos en medio de una gran tormenta.

Pasamos días sin comer, pero yo les infundí ánimo pues había tenido un sueño, en el que un ángel de Dios me dijo que compareciera ante el emperador. Así llegamos con vida a Malta.

(Hch. 28) Los nativos nos trataron con mucha amabilidad y aquí permanecimos tres meses. Zarpamos luego a Siracusa de Sicilia y aquí a Pozzuoli para seguir ya el viaje por tierra hasta Roma, donde los cristianos, advertidos de nuestra llegada por los hermanos de Pozzuoli, salieron a nuestro encuentro.- Quedé bajo custodia militar en una casa alquilada a mi costa. Dos años viví así, pero con posibilidad de seguir evangelizando a todos los que me visitaban, que eran muy numerosos. Me acompañaba Lucas, Timoteo y algunos más.

Reportera: Me parece muy interesante y conmovedora tu HISTORIA

****************

Así termina el Libro de los Hechos de los Apóstoles.

Los dos años de la prisión romana le proporcionó a Pablo la ocasión de reposar sus ideas y de comunicarlas a las muchas Comunidades fundadas por él a lo largo de sus años misioneros. De aquellos años conservamos las cuatro Cartas llamadas de la cautividad: a los Filipenses, a los Colosenses, a los de Éfeso y a Filemón.

La Carta a los Filipenses se la sitúa hoy escrita, no en la prisión de Roma, sino en la que sufrió en Éfeso, escrita quizás, entre la primera y la segunda a los Corintios. En esta carta Pablo, entona un gran himno cristológico (Flp.2,5-11) que anima a los cristianos corres hacia Cristo para llegar a la meta que es la resurrección escatológica (Flp.3,8-21), pero salvando y aprovechando todos los valores humanos. Termina agradeciendo la ayuda económica que le han prestado los filipenses, que con ello le han dado una gran alegría, porque supone “una renta de vida eterna que se carga a la cuenta de los filipenses”.

Aunque Pablo no evangelizó directamente a los colosenses, sí irradió su predicación desde la Metrópolis, Efeso, hasta otras regiones como Colosas, por medio de sus discípulos.

Enterado de que se habían difundido algunos errores entre los colosenses, al querer acomodar el Evangelio al flexible esquema de la religión helenística, presenta en esta carta un cuadro maduro y reflexivo de Cristo Salvador en el marco impresionante de todo el contexto cósmico y a lo largo de toda la historia de la Creación (Col.1, 15-20). Buscando lo de arriba se ha de ir consiguiendo un hombre nuevo que corresponda al proyecto del Creador, lo que se conseguirá de un modo gradual, y para esto desciende en su exhortación a los distintos grados de la convivencia humana –conyugal, paterna, laboral- dando normas adecuadas a aquel momento histórico de la evolución social (Col.3,18-4,1).

Poco tiempo después de su carta a los colosesnes, escribió Pablo a “los santos que están en Éfeso”, probablemente una carta circular, que una vez leída en la Metrópoli de Asia tendría que ser llevada a las distintas Comunidades de la provincia.

Presenta la esperanza del creyente en Cristo, apoyada en un hecho real y concreto, en una fuerza poderosa demostrada por Dios en la Resurrección de Cristo, como un hecho garantizador del éxito feliz del esfuerzo humano, encomendando a la Iglesia el llevar adelante la revolución progresiva de la novedad cristiana de la historia, en cuya misión, el Espíritu tiene prometida su asistencia a través de los siglos.

La carta a Filemón es el escrito más pequeño de toda la Biblia. Filemón era un rico hacendado de Colosas, convertido por Pablo durante su trienio de permanencia en Éfeso, que convirtió su casa en un lugar de reunión “iglesia”. Un esclavo suyo, Onésimo, se fugó y llegó a Roma, donde entró en contacto con Pablo que le instruyó en la Nueva Fe y le bautizó. Luego se lo remitió a Filemón con una carta en la que se contiene una ingeniosa y cálida recomendación, que viene a resultar la mejor puesta en práctica de la doctrina social expuesta por Pablo en las cartas a los Colosenses y Efesios. La razón profunda es, que en el Cuerpo de Cristo, los asuntos personales no son exclusivamente privados, sino que el mundo nuevo es a la vez, personal y comunitario.

Habiendo quedado Pablo en libertad, quizás en la primavera del 63, seguro que pensó en realizar el soñado viaje a España y de este viaje hay una constante tradición desde el siglo I hasta el siglo IV, sin que ninguna voz se levante en contra del acontecimiento, si bien su estancia, si se produjo, fue corta, pues el año 64 se produjo bajo Nerón el incendio de Roma, que trajo la persecución de los cristianos. Pablo, en vista de ello, se alejó de la capital y a principios del año 65 está en Éfeso con Timoteo, a quien deja como jefe de aquella importante comunidad cristiana. Está luego en la isla de Creta, cuya evangelización parece que fue rápida y pudo dejar como responsable de la iglesia a su discípulo Tito.

Cuando pensaba volver a Europa, quizás en la misma Troade, fue arrestado por la policía imperial y llevado a Éfeso, donde recogieron los primeros procesos, y de aquí a Roma, acompañado por Lucas, que no lo abandonará hasta el último momento. El arresto de Pablo duró pocos meses y una hermosa mañana romana, quizás en la primavera del 67, en un lugar llamado AD AQUAS SALVIAS, en la Via Ostiense, una espada imperial segó la vida fecunda de un ciudadano romano que se llamaba Saulo, Pablo de Tarso.

Timoteo y Tito son dos discípulos suyos a los que escribe las tres últimas cartas que conservamos de Pablo, dos a Timoteo y una a Tito, que por su contenido se las llama Cartas Pastorales.

En la segunda a Timoteo, último escrito de Pablo redactado en la prisión de Roma entre el 66 y 67, echa el apóstol una mirada al recorrido de su vida: “He combatido hasta el fin el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe. Y ahora veo preparada para mí la corona de justicia que en recompensa me dará el Señor en aquel día, y no sólo a mí sino a todos los que habrán aguardado con amor su venida” (2Tim.4, 7-8).

************

METODOLOGÍA

María fue apóstol en su entorno, en su comunidad; ella siempre estuvo atenta a las necesidades de todos los que la rodeaban y trataba al mismo tiempo de trasmitir unos valores, unas actitudes a partir de la vivencia del Evangelio. También nuestro Padre Fundador estuvo atento a esas necesidades propias de la sociedad de su tiempo y, desde el Carisma recibido, trató de sembrar actitudes y valores evangélicos en los hombres y mujeres de su tiempo.

A través de la lectura y reflexión de los siguientes textos vamos a ir analizando estas actitudes al mismo tiempo que vayamos descubriendo aquellas que más necesitamos ir haciendo crecer en nosotros mismos.

Al finalizar nuestra reflexión, podemos elegir alguno de estos valores para intentar vivirlo más profundamente durante este mes. En las distintas reuniones podemos hace un seguimiento de ello e ir compartiendo cómo nos va.

**************

LA VIRGEN Y SAN PABLO

Pablo, sin poner el nombre de María, la cita una sola vez a ella ¡y vaya lo que nos dice de la Virgen!

“Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para liberar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la condición de hijos” (Gal 4,4-5).

María estaba en la mente de Dios, como la mujer elegida que había de dar carne al Hijo de Dios, el cual sería Dios por ser Hijo Unigénito de Dios, y sería Hombre, hijo de una Mujer.

Al analizar las palabras de Pablo, nos encontramos con algo sorprendente. En el pueblo judío la mujer no figuraba para nada legalmente, sino sólo el varón. Por lo mismo, Cristo debía venir y citarse siempre por el padre, nunca por la madre.

Y así lo vemos en la genealogía del Evangelio.

Pero Mateo, al llegar a José, detiene su lista, y salta con sorpresa a estas palabras: “José, esposo de María, de la cual nació Jesús” (Mt. 1,16)

Pablo, al saber el origen de Jesús, no pudo hablar mejor de María.

En sus palabras hallamos esta confesión fundamental de nuestra fe: Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre, tan perfecto Hombre como perfecto Dios.

Y dice muchos más este afortunado texto de Gálatas: por haber nacido Jesús de María, nosotros somos hijos de Dios.

Había llegado la plenitud de los tiempos.

Dios nos adopta como hijos suyos ya en el seno de María.

Hijos adoptados, pero hijos de verdad, porque nos comunicaba su misma naturaleza divina en Cristo Jesús

Por Jesús, el Hijo de Dios e Hijo de María, los esclavos de Ley se habían convertido en hijos amados de Dios.

¡Gracia , Pablo. Por lo bien que nos lo has transmitido!....

***********************

EL PADRE FUNDADOR admiraba a S, Pablo como se deduce en estos números de “Semillas de inquietud”:

Nº 39: El Evangelio es para todos. S. Pablo habló para todos. El Evangelio y S. Pablo en todas sus páginas nos descubren las facetas más hermosas de un programa magnífico.

Nº 546: Jesús del Evangelio es nuestro Jesús auténtico, y el Evangelio de Jesús es nuestra verdadera doctrina de vida. S. Pablo y su doctrina representan un ideal viviente de la práctica de esa misma vida.

Nº 547: Los Evangelistas nos han transmitido la vida y la doctrina divina de Cristo Jesús. S. Pablo nos ha transmitido su propia experiencia de vida como perfecto imitador de Cristo, así como la práctica de esta misma vida cristiana en sus admirables epístolas. El Evangelio hecho vida, practicado en todos sus grados de perfección, es el Evangelio de S. Pablo.

Hay más citas en los números: 901, 912, 916, 920, 921 y 1505.

BIBLIOGRAFÍA:

- Nuevo Testamento

- “Pablo de Tarso a Roma” Autor: Senel Vidal. Ed. SALTERRE

· ECCLESIA Nº 3434, “Audiencia del Papa” 4-10-2008

· “Sal térrea “– Revista de teología pastoral. Apóstol de Cristo Jesús. Octubre de 2008, en el jubileo de San Pablo

· “El Evangelio de Pablo” Autor: José María González Ruiz

ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS

SOPA DE LETRAS

M

B

E

F

H

T

X

B

I

F

T

I

R

A

D

O

R

E

S

G

I

T

E

S

A

L

O

N

I

C

E

N

S

E

S

C

A

I

O

Z

I

D

E

N

T

A

L

C

A

E

T

A

O

R

E

T

A

T

W

M

E

S

C

O

L

A

C

I

O

N

I

O

P

C

I

R

E

O

O

S

N

B

D

F

E

G

H

R

T

I

M

T

E

N

O

A

N

R

B

E

F

E

S

I

O

S

N

V

A

N

O

D

O

S

R

A

S

Q

P

J

K

E

M

N

I

T

O

N

I

A

T

M

R

R

P

A

L

I

S

T

S

P

R

O

S

A

B

E

I

N

E

P

E

N

T

L

L

A

D

O

O

F

E

L

I

Z

T

U

Y

L

O

P

I

A

M

I

N

A

C

R

N

U

N

A

O

P

E

R

I

S

I

N

L

L

F

A

M

A

R

S

A

B

N

R

Z

C

P

F

E

N

P

A

N

D

O

R

R

S

I

E

M

P

R

E

J

A

M

A

T

U

G

A

N

A

S

E

S

N

E

S

O

L

O

C

A

S

I

O

C

U

P

A

C

I

O

N

D

E

L

O

R

A

C

I

O

N

J

E

S

U

S

Y

M

A

R

I

A

V

O

S

O

T

R

O

S

C

O

N

L

A

X

Y

L

A

J

Q

U

E

D

I

F

I

C

I

P

A

S

T

O

R

B

E

C

R

U

Z

V

E

N

G

A

R

E

Busca los nombres de las cartas que escribió San

Pablo:

Tesalonicenses, corintio

s, filipenses, gálatas,

romanos, colosenses, efesios, Tito, Filemón,

Timoteo.

Pablo: Antes ya estuve en la cárcel pero tiempos breves, pasé dos años en Cesarea, pues aunque me consideraban inocente, como había apelado a la Justicia del César, por ser ciudadano romano, me tenían que enviar a Roma. Así son de imprevisibles los caminos de Dios.

Reportera: El largo viaje a Roma por mar, ¿cómo te resultó?

PAGE

- 16 -

_1288797823.doc

SOPA DE LETRAS

M

B

E

F

H

T

X

B

I

F

T

I

R

A

D

O

R

E

S

G

I

T

E

S

A

L

O

N

I

C

E

N

S

E

S

C

A

I

O

Z

I

D

E

N

T

A

L

C

A

E

T

A

O

R

E

T

A

T

W

M

E

S

C

O

L

A

C

I

O

N

I

O

P

C

I

R

E

O

O

S

N

B

D

F

E

G

H

R

T

I

M

T

E

N

O

A

N

R

B

E

F

E

S

I

O

S

N

V

A

N

O

D

O

S

R

A

S

Q

P

J

K

E

M

N

I

T

O

N

I

A

T

M

R

R

P

A

L

I

S

T

S

P

R

O

S

A

B

E

I

N

E

P

E

N

T

L

L

A

D

O

O

F

E

L

I

Z

T

U

Y

L

O

P

I

A

M

I

N

A

C

R

N

U

N

A

O

P

E

R

I

S

I

N

L

L

F

A

M

A

R

S

A

B

N

R

Z

C

P

F

E

N

P

A

N

D

O

R

R

S

I

E

M

P

R

E

J

A

M

A

T

U

G

A

N

A

S

E

S

N

E

S

O

L

O

C

A

S

I

O

C

U

P

A

C

I

O

N

D

E

L

O

R

A

C

I

O

N

J

E

S

U

S

Y

M

A

R

I

A

V

O

S

O

T

R

O

S

C

O

N

L

A

X

Y

L

A

J

Q

U

E

D

I

F

I

C

I

P

A

S

T

O

R

B

E

C

R

U

Z

V

E

N

G

A

R

E

Busca los nombres de las cartas que escribió San Pablo:

Tesalonicenses, corintios, filipenses, gálatas, romanos, colosenses, efesios, Tito, Filemón, Timoteo.

LÓGICA

J

E

S

Ú

S

0

J

U

S

T

O

1

S

I

M

O

N

1

L

U

C

A

S

2

P

E

D

R

O

2

L

I

B

R

E

2

La palabra buscada tiene en común con el resto,

tantas letras como indica el número.

- NT - - Q - - -

· NT - - Q - - - D – P – S – D - -

· T – N – S

B – R - -

C – S - R - -

C – R – NT -

CH - PR –

D – RB –

- F – S –

F – L – P - S

G – L – C - -

-C – N - -

J – R – S – L – N

L – S T R – S

M – L – T –

P – R G – D – P – N F – L - -

T – S – L – N – C -

T – R –

TR - - D -

Completa los nombres, añadiendo las vocales que faltan.

Coloca a la izquierda una cruz si pertenecen al primer viaje.

¿Dónde estuvo

San Pablo

en sus viajes

apostólicos?