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y EL GOBIERNO DE FACTO 11 Bogotá, Octtl bre 3 de 19 0 l. AL SR. GENERAL D. MARCELlANO VÉLEl. Medellín. Querido General y amigo: EspiaCl.2...... E.or varios centinelas de vista que me vigilan día y noche, escribo esta carta, q\le iludo roder hacer llegar á manos de usteo, y de la cual deseo que se impongan mlS amigos de Antioquia. y pido se envíe copia á gutiérrez y B-eslrepo á Mani· zales;' á los Generales P1l110, Qutñ..Qnes y C61doba, al Cauca; al Albán, á Panamá, al General Joaquín F. Vélez, á Cartagena; al General JUi'n"lr. T0lear, y á D. Pr6spero_Carhonell, á Barranquilla, y al General Iguarán, á Santa Conviene que todos los Conservadores notables del país sepan, en globo, pues las circuns- tancias no permiten otra cosa en estos momentos, lo que está pasando aquí: urgencia más evidente si se piensa que los alto"> empleados del Gobierno tratarán de evitar que la verdad sea conocida y harán llegar falsas noticias á todas partes, con el de torcer el criterio de nuestros amigos. Usted conoce mis antecedentes y mi carácter, y sabe que soy por esto y por tf'mperamento y educaci6n, absolutamente inca· ( paz de y que mi desinteresada cooperaci6n práctica y de más de un cuarto de siglo á la Pátr'ia)' á la Causa Conservadora -es absoluta; puedo decir Sln -exagerar que ven..go hace diez años protestando contra las propios •. á costa-cresacrificios Desde que venía de Ronda llamado por el Sr. 1larroquín, recibí insinuaci6n directa de éste de que acaso convendría no me encargara del Ministerio, porque eso podría enagenarle la voluntad áe.! señor En el boceto biográfico que, escrito por un fiel amigo y como saludo de bienvenida se public6 en •. La Opini6n," aquel señor, en calidad de censor oficioso, suprimi6 lo relativo á mi pr6xima posesión del cargo de 1\linistro de Querra. No la tomé sino de consultar al Illmo Sr. Arzobispo, á quien hice patentes estos antecedentes y la que el Sr. Concha hacía, por medio de dos, la de antioqueñ9s en e} f , del--E!!ls; le hIce presente que tal C01110 éste funCIOnaba, me veda no muy tarde en la necesidad de enfrentarme contra tendencias y prácticas que ya me parecían desastrosas. El 111010. Sr. Arzobispo, <" bien conocedor de la sobre la cual había hablado, con claridad que 10 honra, al Sr. juzg6 que á pesar de todo esto debía encargarme del Ministerio, porque era evidente que las cosas iban muy 5 mal y se nece ... itaba en el Gobierno una acci";n más inteligente, enérgica) y patri6tica E.Ls _ de _ tOl}1é pasesi6n. Ya desde fines de Julio algunos jefes militares de la frontera del Táchira, apoyados más 6 menos por el 1\1inistro de Guerra, Sr. Concha, hablan re.§:ue1to acometer la pes_astrosa avcntur_a que termln6 con la derrota de Dllestrai fu.e.uas..- comandada$ por señor de \ I apelliOo Rangel vene7.olano, en San Crbt6bal. Poseo dat.:s preCiosos _$:obre los antecedentes de aquel suceso. En el ConsejO de Ministros dhicuti6 €'ntonces 6 no para tomar aqL:ella iniciauva; el se trat6 con calor; el Sr. Ministro de RelaCiones Exteriores, Sr. Dr. Antonio se opuso abiertamente y aun recu<o,6 con razones indiscutihles á los de Guerra y Hacienda; pero es la verdad ql1e sin el apoyo moral del de Guerra no se habrían atrevido aouellos jefes á tomar á su cargo la de lo que result luego, según el respetable concepto del Sr. General Gonzí.lez Valencia,

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y EL GOBIERNO DE FACTO 11

Bogotá, Octtl bre 3 de 190 l.

AL SR. GENERAL D. MARCELlANO VÉLEl. Medellín.

Querido General y amigo: EspiaCl.2......E.or varios centinelas de vista que me vigilan día y noche,

escribo esta carta, q\le iludo roder hacer llegar á manos de usteo, y de la cual deseo que se impongan mlS amigos de Antioquia. y pido se envíe copia á 1~5~n~_ralesA l_~iandro gutiérrez y AI~andro B-eslrepo á Mani· zales;' á los Generales P1l110, VeJ~zco, Guerrer~.,-- Qutñ..Qnes y C61doba, al Cauca; al Gencr~l Albán, á Panamá, al General Joaquín F. Vélez, á Cartagena; al General JUi'n"lr. T0lear, y á D. Pr6spero_Carhonell, á Barranquilla, y al General Iguarán, á Santa ~larta. Conviene que todos los Conservadores notables del país sepan, en globo, pues las circuns­tancias no permiten otra cosa en estos momentos, lo que está pasando aquí: urgencia más evidente si se piensa que los alto"> empleados del Gobierno tratarán de evitar que la verdad sea conocida y harán llegar falsas noticias á todas partes, con el prop6~ito de torcer el criterio de nuestros amigos. Usted conoce mis antecedentes y mi carácter, y sabe que soy por esto y por tf'mperamento y educaci6n, absolutamente inca· ( paz de m~nti!. y que mi desinteresada cooperaci6n práctica y de más de un cuarto de siglo á la Pátr'ia)' á la Causa Conservadora -es absoluta; puedo decir Sln -exagerar que ven..go hace diez años protestando contra las falta~tros propios gobier~~s • . á costa-cresacrificios po~itivos.

Desde que venía de Ronda llamado por el Sr. 1larroquín, recibí insinuaci6n directa de éste de que acaso convendría no me encargara ~ del Ministerio, porque eso podría enagenarle la voluntad áe.! señor Co~a. En el boceto biográfico que, escrito por un fiel amigo y como saludo de bienvenida se public6 en •. La Opini6n," aquel señor, en su~ calidad de censor oficioso, suprimi6 lo relativo á mi pr6xima posesión del cargo de 1\linistro de Querra. No la tomé sino de~pués de consultar al Illmo Sr. Arzobispo, á quien hice patentes estos antecedentes y la activ~Qropi!g.anda que el Sr. Concha hacía, por medio de ~us p~niagua­dos, c~ntra la g.articiQ.a~i6n de pers0!l~es antioqueñ9s en e} gob~erno f , del--E!!ls; t~moién le hIce presente que tal C01110 éste funCIOnaba, me veda no muy tarde en la necesidad de enfrentarme contra tendencias y prácticas que ya me parecían desastrosas. El 111010. Sr. Arzobispo, <"

bien conocedor de la ~itl1aci6n sobre la cual había hablado, con claridad que 10 honra, al Sr. ~Iarroquín, juzg6 que á pesar de todo esto debía encargarme del Ministerio, porque era evidente que las cosas iban muy 5 mal y se nece ... itaba en el Gobierno una acci";n más inteligente, enérgica) y patri6tica E.Ls _de_ Ago~to tOl}1é pasesi6n.

Ya desde fines de Julio algunos jefes militares de la frontera del Táchira, apoyados más 6 menos d(r~ctamente por el 1\1inistro de Guerra, Sr. Concha, hablan re.§:ue1to acometer la pes_astrosa avcntur_a que termln6 con la derrota de Dllestrai fu.e.uas..- comandada$ por señor de \ I apelliOo Rangel qarb~ras, vene7.olano, en San Crbt6bal. Poseo dat.:s preCiosos _$:obre los antecedentes de aquel suceso. En el ConsejO de Ministros ~e dhicuti6 €'ntonces s~utorizaba 6 no para tomar aqL:ella iniciauva; el a~unto se trat6 con calor; el Sr. Ministro de RelaCiones Exteriores, Sr. Dr. Antonio J~Uribe, se opuso abiertamente y aun recu<o,6 con razones indiscutihles á los de Guerra y Hacienda; pero es la verdad ql1e sin el apoyo moral del de Guerra no se habrían atrevido aouellos jefes á tomar á su cargo la respoll~abilidad de lo que result luego, según el respetable concepto del Sr. General Gonzí.lez Valencia,

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12 LA LEG['rDIIDAD

en camino entonces de Bogotá hacia la frontera, el más vergonzoso desastre. Millares de nuestros bnenos soldados fueron lª-!J.Edos sin \ I nue!-'tra bandera, c1and~~tinamente. á órdenes de extralljeros, s?br~ el territoTl'l de Venezuela Los Jefes de esas fuerzas no avanzaron sIquIera al frente de ellas; todo par6, según ehni~mo General González Valencia, en un robo bochornos,), pues dicho territorio fué arrasado en provecho

~ de unos cuantos:Y en la humillante derrota infligida á nuestro Ejército, que qued6 herido de pánico, según la misma autoridad, por unos pocos batallones de aquella naci6n. Las cárceles de varias poblaciones "ene~ zolanas se llenaron de prisionero:i colombianos; no figur6 probablemente entre los pi'isioneros ningún venezolano; no hubo un jefe conocido muerto ni herido de acá, pues éstos brillaron por su ausencia; t:1 Presi-

~ dente Castro que s.entÍa desquiciarse su poder pocos días antes se hall6 repentinamente y por causa de aquella aventura, rodeado de opinión y de fuerzd, y en capacidad, con el mejor pretexto, para fomentar desca­radamente las expediciones filibusteras sobre nuestro territorio, En el copiador dt' telegramas del ~linisterio de Guerra falta una hoja enque \ I debi6 ('opiane, sobre 19s .2reliminar~§ oe este de~graciado asunto, algún desp<H.' ho II1tere~ante. Dado 10 ocurrido, se explica mucho de 10 que ha sucedido des¡...tlés: tI Sr. Coucha se consider6 en el deber de ha(:er creer al paí=-, entero que est~bamos en guerra con Vene~ela. como constará á m,tea por los telegramas que, sin autorizár-=elo su condición de Gober­nador de Cnndinamarca, le dirig\ó, pensando acaso que a:--í se miraría ~ con menos extrañeza é indignación lo hecho por fuerzas nuestras en la L frontera del Táchira. La manera mía de Jllzgar el suceso y la situación, en total desacuerdo con aquellas ideas y procedimientos, se consideró desde h.lego por los amigos de aquél como signo de alarmante desave· l nencia, cuya gravedad se explot6 en el ánimo asustadizo del seuor ( Marroquín.

Entretanto yo me ocupaba en reorganizar el Ejétcito, cuyo desba-rajuste era indecible á mi entrada all\linlsterio. No hay palabras para

~ pintar la desmoralización, la relajaci6n de aquél, excepción hel..ha de algunos grupos que tenían á su cabeza hombres de la profesi6n, enér­gicos y patriotas. l\lucho logré hacer, según lo han reconocido todos y á juzgar por las felicitaciones que de todos los extremos del país recibí y ~igo aún recibiendo. Desgraciadamente, el mal estaba en todas las zonas. Casi no hai?ía día en que no recibiera algj.lTIa ~ algunas esque­litas del Sr. l\IarroqllÍn, pidiéndome resoluciºne~ qne el deber mi1i~ar y '1 la delicadeza_.!1Ú~ ~ªaban adoptar. Ya era un ascenso para algún holga­zán sin antecedentes ni ca )acidad~si ya que á otro léaiera un nombra· mie nto que le permitiera ganar sueldo ~in trabajar y sin §~Iir de Bogotá; I Iya...s~te s.e::::atenclier~ al hijo 6 yerno de alguna su am iga dUllVe.Dtld; ya q\~c.!..i_~.r_a p<lsap(')rt~_ militat' á otro; ó que al pariente tal se le diera uno .:.~.Jlll~ ~ºnjtara. contra la verdad q~a á Panamá º- á la Costa I len comIsión del Gobierno. . . . . . . . .. La necesidad en que me veía de negarme á ~atisfacer la mayor parte de esas exigencias, que llovían por docenas diariamente, era también explotada contra lrí en el ánimo

~ del que las hacía, y lo predisponía en mi contra, despertándole el deseo de pre::;cindir de quien no se prestaba á atender todas esas intrigas de a~ba, en que era penoso ver agitarse en momentos tan críticos al mI,mo Mandatario que inici6 su administraci6n .anunciando qJ.1.e el Gobierno 110 era un establecimiento de bl'lll'ficellcia.

l\f!<lediqué ñffil5ién aapre·mrar laterminaci6n de la guerra, ~ dando un llIh!VO vigor á las operaciones militares, paralizadas hacía (. varios meses y reducidas á una defensiva inerte que enervaba y quitaba

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y EL GOBIERNO DE FACTU

ánimo al Ejército y desprestigiaba más y más al Gobierno. Fuí hasta Chocontá á conferenciar con el General Moya sobre la campaña de Oriente de Boyacá, y á Girardot á concertar con los Generales Perdomo y Rivera las operaciones conducentes á despejar de facciosos la regi6n de San Juan de Río Seco. Cambao, Chaguani, PuH, Beltrañ. etc., y las de Viotá y Cunday, centros estos de propiedad agrícola. donde están paralizadas las operaciones hace más de UD año V existen en poder de los revolucionarios las más ricas y pingües empresas de café y cente- ~ nares de miles de sacos de este grano de que sus dueños no han podido disponer, por incapacidad del Gobierno para dominar e~as zonas y dar- ) les garantías r seguridad. Dispuselas operaciones sobre 1larín, que son ya bien conocidas en ei paí~, que dieron ~resultad~ la destrucción del ejércít'OCie éste, constante de má!; de 2,000 hombres y que los díé.S de mi llegada á Bogotá se consideraba como una seria amenaza á la existencia misma del gobierno. Pude mandar á la Custa la Divi:-.16n ,. Manuel Briceño," de má~ de 1,000 hombres, qlle peleó en la GO:lgira, y del Cauca á Panamá refuerzos considerables, y hacer marchar cpnvo­yes de armamentos, equipo, fornituras y vestuarios á los cuerpo~ de ejér­cito comandado por los generales González Valencia, Moya ,"rásqllez y García Herreros, Rivera, Perdomo, Leal, Salazar, Posada, Uribe, Gutiérr¿z, Ospina Ch , C6rdoba, Guerrero. Quiñones, etc; y provistos éstos de lo que tanta falta les hacía, y sintiéndose solícitamente apoya· dos desde acá, ocurrieron d~nte los 50 días que desempeñé eL1linis­terio los triunfos de l\Iacueque, La Chica. Iguasitos, Piedr~", AOl.ba­lema, Encemllo, Hato...:-:Vi~ jo. Uribe. (2). La. Virgen, ~lonte-Frío. Pales­tina, Iba.gué, loe; dos de las cercanías de Río Racha, 'lile destruyeron la invasi6n llegada por la Goagira, los tres que en el Sur del Cauca acabaron con la que del Ecuador traía Rosas, y, sin contar otros de ( menor cuantía, el de BocaR del Toro, que remat6 la organizada en ( ~icaragua.

Dos veces ordené los movimientos necesarios por la línea del Boque­r6n, Fusagasugá y Pandi, para, con los que debían hacerse por Cunday y '"riotá, despejar e~ta re¡:ri6n, y dos veces el Sr. Marroqu ín contraor- ~ den6 con cualquier pretexto esos movimientos, explicándume en e~ql1e­litas muy atentas y a: su modo 10 ocurrido, y echando á perder esfuerzos ( y preparativos de cuya importancia y trascendencia estaba tI, por ~ ( supuesto, muy lejos de darse cuenta; obedecía simplemente á las gestio­nes de quienes tienen interés en que no se pacifique )r rt::scate aquel territorio. Una vez se trat6 de apro\'echar los servicios de un conno­tado jefe militar cCllservadur, que s610 por estar yo en el Ministerio se resolvía á prestarlos, pues no simpat~zab::t con el personal del Gobierno, { y el Sr :Marroql1Ín protest6 en seglllda é hizo perder esa oportunidad, con perjl11cio de los intereses generales á su cargo. Supe entonces. por gentes bien informadas, que todo esto y otras maniobras minúsculas que á diario presenciaba, al mismo tiempo que servían .í cierto grupo de especuladores, tenían por objeto hostiganne y hacerme salir del Minis­terio, donde á la vez que desatendía las_ exigencias irregulares del ~ Sr. Ma!roquín, precipitaba 1añor~ de la paz, tan te_mida J2..Qr é..¡tel...por razones obVias, y era, por conSIgUiente, un estorbo y uno. amenaza.

DetaITe interesante: l>roñThidaC1el modo más absoluto ra5alida de m ulas del Departamento de Cundinamarca y en ocasi6n en que por causa, entre otraR, de esa misma prohibición y de medidas análogas adoptadas en el Cauca y en el T olirna, la diferenda entre el precIo de é stas aquí y en An tioqu ia, era como de $400 á $500 e n cada mula ~ algún amigo íntimo del Sr. Concha, y caballero m uy honorable, en la~)

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J4 I.A LEGITJMIDAD

pocas semanas anteriores á mi llegada obtenía permiso para sacar de aquí y conducir allá, varios centenares de aquéllas que representaban una utilidad de más de $100,000. A mi llegada al Mmisterio, sorpren· dido de semejantes ocurrencia!:), hice plíblica mi extrañeza, No necesito agreO'ar que esta frélnca expresi6n del má::; honrado sentimiento, me grange6. como en el caso de 10 del negocio y fracaso de la frontera venezolana, más hondas y más intensas enemistades. y me señaló como un obstáculo para la continuación del régimen de desbarajuste en que podían florecer y fructificar esta clase de combinaciones.

La larga familia del Sr. Marroquín tiene hoy muchas decenas, tal­vez centenas, de representantes en la lista civil y militar; y es la verdad que 1funque aquélla es muy honoraofe, no se han disting-uido en lo gene· ral sus miembros por sus capacidades ('o los ramos militares 6 admmis· trativos, con algunas excepciones bien conocidas, y á la verdad, de

( individuos prominentes que deploran francamente el triste papel que al ( jefe de la familia están algunos haciendo representar. Al llegar la paz

es natural que ocurran en el personal de las oficinas púhlicas cambios substanciales, y no es arriesgado juzgar 4ue de esto resulten muchos rle

~ aquellos caballeros separados dt los ernpiens de que actualmente gozan, no es extraño que esa idea les haga temer semejante solución.

Hay además vinculados á la guerra y su continuaci6n grandes y activos intereses, cuya influencia, de que podría suministrar informa· ci6n copiosa si no temiera alargarme demasiado, alcanza á hacerse sen· tir, más 6 menos disfrazadamente, en las altas esferas del gobierno. No de otro modo se explica el que el Sr. Marroquín haya dos veces hecho frustrar, como he dicho antes, las operaciones que se proyectaban por mí sobre las regiones de Viotá y Cunday, que son centros actual· mente de guerra y de complicadas especulaciones basadas en la guerra yen la inseguridad. Y que hay prop6!:iito de no permitir que aquellas zonas sean rescatadas del poder de la revoluci6n y qt.¡e esta situaci6n an6mala es sistemática lo prueba el hecho de que uno de los s~ñores hijos del Sr. Marroquín hizo pagar hace pocos días por el mayordomo de una su hacienda situada en dicha región varios miles de pesos que corno contribuf:i6n le exigía á aquél alguno de los jefes de cuadrilla que infestan el mencionado territorio. Es evidente que sTerprQpietario hubiera creldo que pronto se resolvería el Sr. Marroquín á permitir que se rescatara á éste, no Sle habría apresurado á ordenar el pago de ]a contribuci6n.

Conocido es ya el incidente ocurrido con los Bancos de esta ciudad. NInguno cumpli6 lo decretado; uno de ellos, en que, como se sabe, son accionislas fuertes, por un procedimiento y en clrcuntancias demasiado conocidas y sugestivas, varios allegados íntimos del Sr. Marroquín, convino con otros en una declaratoria de resistencia pash'a c;:ue firmaron sus gerentes y los de otros Bancos; y luego, al día siguiente muy de mañana, se entendió con la Gobernación de Cundinamarca para ven· dcrle giros sobre el extranjero. Se di6 al público un informe falso sobre lo que había ocurrido; y todo par6 en que el Gobierno, que nece­sitaba oro y que estaba comprándolo por medio del Ministerio del Tesoro y del TesorerQ General, lo compr6 á un tipo muchísimo más alto al

f Banco aludido, el cual realizó así, de un momento á otro t na enorme utilidad en provecho de sus acclOh1stas, entre los cuale n prj. mer t15rmino los más allegados parientes del Sr. ~ anoquÍn. Verdad es que eipreclo de las acciones de ese Banco baj6 considerablemente al saberse cuál había sido la conducta de sus gerentes; pero los accionistas que idearon y condujeron toda la operaci6n no habían contado con esa

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y EL GOBIERNO DE FACTO 15

revancha de sanci6n honrada ejercida por el público. El ac:alto contra los Bancos, hecho por un agente secund1.rio del Gobierno. dl6 en tierra con el crédito - orvenir de estas instituciones entre nosotros; despres ­tigió sin provecho al o ¡eTilO, que ya 10 esta a emasiado; y no tuvo más resultado práctico, fuera de éstos, que hacer desembolsar al Tesoro, es decir á la Naci6n, fnertes sumas en provecho de determinada agru­paci6n. Demasiado claro se vi6 desde afuera todo aquello; y apenas cumplí un deber elemental de honradez y de corrección púb1¡ca y per­sonal, manifestando en el Consejo de Ministros, cuando el asunto se trat6 allí casi incidentalmente, que en mi concepto y en vista de lo que 5 estaba pasando, el Decreto de la Gober'1.aci6n de Cundinamarca debía) ser suspendido por el decoro mismo del Gobierno.

De~de ese momento mi situación se hizo insostenible. L os especu­ladores que juegan con la buena fe y la credulidad pasiva del Sr. l\larro­quín, no dbimnlaroll ya su encono Se hizo propaganda de alarma y de pánico, diz. que porque entre el Sr. Concha y yo había un desacuerdo \ que podía costar caro al país; y se esparci6 la noticia de que yo me e retiraría. En la sesión del Consejo de Ministros en que se trat6 del asunto de los Banc~ que es uno de los escándalos más lamentables que haya presenciado t.l país, el Sr. 1Iarroquín afirmó que él no había auto­:izado al Gobernador para decir que se adoptaba ese procedimiento en virtud de hallarnos en guerra con Venezuela, como, con esas 6 con otras palabras, lo decía el Decreto; pero reconoci6 que antes de dictarlo había aquel obtenido su venia. Corno ya en sesi6n anterior del Consejo yo había 100"rado con ocas alabras derrotar la ro~uesta hecha----I?or el ~ Subsecretano e esoro de echarse sobre os -B Deos para--.§Slcarles empréstito en oro, comprendí que el Sr. Marroq,!lÍn había caído d~ lleno en manos de 1º~_ e.§Q~~uladores y que se le exigía que para asuntos de de esta cuantía no usara de sus ~Iinistros.

Esta convicción se afirm6 al recibir pocos días después, quizá pocas horas, .una esquelita de aquél en que me avisaba que había resuelto suspender las reuniones regulares y periódicas del Consejo de Ministros (que las celebraba todos los miércoles) y que s610 las habría cuando á él le pareciera bien hacer la convocatoria. Con ocasi6n de esa notifica­ción escribí largamente al Sr. Marroquín, y me creí también, por deli­cadeza, notificado de que él deseaba evitar las entrevistas C011l1l1go. Así se 10 hice saber por medio de un común amigo.

Pe'1..§.é en renunciar; pero los más visibles y meritorios entre los con­servadores de esta ciudad, sabedores de 10 que pas3.ba y del peligro que implicaba para el país un cambio como el que tenía que venir en tales circunstancias si yo presentaba mi renuncia, me instaron hasta hacerme por el momento de~h.tir de tal idea. Ellos creían que mi salida del Ministerio no s610 sería la prolongación de la guerra, en virtud de las 1 influencias ejercidas por los que tienen interés de que no venga la paz, y también de la incapacidad en que hombres civiles y sin conocimiento del país y del Ejército ni de lo que son las oper ciones milüares, se hallan para avanzar éstas á su término con toda actividad y rapidez, por muy adelantadas que ya estén, sino también el predominio de un círculo de negociantes desposeído de todo escrúpulo 6 pudor, y además posibles complicaciones internacionales de muy grave carácter, gracias á la falta de seriedad y tino con que tendrían que ser trat<.ldos esos asuntos por los mismos que hace pocas seman.1S autorizaron aventuras tan bochar. nasas como la que ter.min6 en los a.lrededores de San "-Cnot6bal, y -están, p.or el.tntetl!s de explicarlas 6.paharlas, en la ~)P:esRraa de agravar la iltuac16n, explotando la candldez p"eudo-patn6l1ca de quienes no se dan cuenta de lo delicado de ésta en la.s circunstancias desastrosas á que

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16 LA LEGITIMIDAD

(nos han reducido la guerra intestina, la corrupci 6n engendrada por el1a (y los malos gobierno!'; Pero cada momento sentía yo con má~ ¡n ten­

sitiad que e~a Administración, tal como funcionaba, aislado de sus Ministros el Jefe del Ejecutivo y en poder de un CÍrculo estrecho que hacía de él lo que quería y lo usaba comu pantalla para el1ogro de sus ambiciones políticas y de su desenfrenada codicin. no podría sostenerse mucho tiempo. A nadie hice misterio de ese temor y de esa alarma

{

patri6tica. como consta en telegramas que por entonces dirigí á usted, al General Albán. al General Joaquín F. Vélez, al General luan P. G6rnez ~ á otros amig-os notables, yen carta!; que á los mismos 6 á otros escribL Entiendo que alS?unos de e~os telegramas han sido detenidos en el camino, 10 que corrobora 10 fundado dI.:! mi alarma. Debo apuntar aquí que á poco de encargarme del Ministerio de Guerra hice presente al Sr. ~lai ro uÍn ]a necesidad de agotar todo medio ' camino decoroso para llegar a paz, pues, uera e a ruma y corrupci n que en general extendi por todo el país la guerra, estaba ya demostrado por la expe­riencia r las nOlicias recibidas de cas!, todos los Departamento!', qlle no podía, como 10 deseábamos. su::.penderse 6 disminuirse la emisi6n para atender á é .... ta. porque el arbitrio de las c"lntribuciones forzosas cobradas

~ á los enemigos del Gobiernf', había resultado del todo ineficaz. Y demos­tré de un modo incontestable que más tue á los ejércitos enemigos y á las cantaleteadas inva~iones debíamosemerIes a las emisiot;!.e!', tales cO'ñi()éstas se ec;tabañ y están haciendo; que ya de todas partes se avisa que el pré de la tropa no alcanza á mantener al soldado; que el gasto de ocho - millones al mes se duplicaría dentrck...Q..oco, y qlle no está lejano erdia, 51 a~í segu imos, en que por la depre!'i6n callc;ada por esas em isiones sin límite ni freno, por]a visible incapacidad del Gobierno y por el poco interés que éste manifiesta en la solución de nllestros grandes problemas de actualidad, el billete llegará á valer tan poco que deje de ser un recurso para el !'ostenimieoto de aqt1él. resultando la repudiación de (ac/o; y que ese día habrá caído el GvbierDo, s~n cuales fueren sus intencione~ y bl1eno~op6sitos Agregué que el país en gencrar,-y-el PartiCJO"Liberal en particular tenían poca fe en la palabra

~del Gubierno, porque la habían visto olvidada ó violada repetidas veces. Dije que acaso convenía renovar todo el Ministerio, para presentar al país un grupo nllevo)' fuerte en torno del VIce-presidente; y ofrecí ser el pnmero en renl1nciar mi puesto con ese objeto. A esto ob~erv6 el Sr. ~IarroQ\lío que probablemente de gUiCT) se desconfiaha era aeei; y yo no tuve nada que ob·etar á una observación ue me areció ingenua, fundá8a"'y lJatriótica. Pero nada logr en efinitiva. upe que en época anterior hahLl habido amagos de inteligencia entre el Gobierno y alg-unos Iiberale~ <le pre~tiglO, no comprometidos en la revolución y que tr,ltalnn de mediar entre aquél y los jefes de é5ta; pero que la ... cosas 00

se habían adelantado, seguramente por haber disminuido el peligro para el G\}bierno. No conocí las b:\!\es sometidas á la consideración de é..¡te en esa oC<bión; pero tengo motivos para creer que fueron las que hace p,>cos días se lun publicado en esta ciudad, despué" de mi prisión, dJ.ndo oí entender que é..¡as serí \11 las Q'le adoptaría la nuev."\. Adminis­traci6n que yo diz q',e trataba de sl1-.;t ituir á la actual Declaro que nunca h lsta ah')ra habia tenid,) b1jo mis ojo'> c;en1ej~ntes bases.

Por instancias del Sr. Gene ral J orge Moya Vásquez resolvi6 el S r. Marroqllín despachar una comisión formada por dos conservadores y dos liberales .l entenderse con Ir'5 principales je fes ue la rev() lu ción: y á fin de que pudiera conocer en detalle el asunto el General Sagio Camaljo. que debía ser uno de los comisionados, y resolver SI ac~ptaba

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y EL GOBII;R:\ODE PACTO 17

6 no el encargo, el Sr. Marroquín autorizó á varios amigos de éste para que lo llamaran. Llamáronlo, en efecto, y lIeg6 de l\Iiraflores á esta ciudad pocos días antes de mi prisi6n, y cuando ya el círculo de que he hecho menci6n había, como de costumbre. hecho desbtir al Sr Marro· quín de los patri6ticos y levantados prop6sitos que abrigaba poco antes. Excusado es repetir, puesto que yo tornaba parte en esas deliberaciones, que se trataba de una paz decorosa para una y otra parte. De los mili­tare!..9.uc somos al mismo tiempo hombres de bien y no tenemOs en nueSfTO"" pasado una áeslealtad 6 U~la traici6n, no hay derecho para desconfiar. -~n ese intervalo yo propuse en el Consejo de Ministros que, puesto

que gracias á los triunfos recientemente obtenidos y á los que se espe­raban con seguridad (y que han ido ocurriendo) en las fronteras, dadas las fuerzas y elementos acumulados en éstas en oportunidad, estaba casi terminada la guerra, pues, en efecto, ahogada en el Cauca, Santander y Bolívar, en pocas semanas se habría logrado á.pagarla prácticamente en Antioquia) ToJima, Boyacá y Cundinamarca, reduciéndola á cuantía casi insignificante, se expidiera un Decreto legislativo que fuera una Ley de Elecciones s~ncilla, eficaz L am.,plia, en que se adoptara, como en \;arios paises más civilizaaos que el nuestro ~e ha hecho, el principio de la ~~entacI6n de las rulDonas; y sosttíve-ql.te eso podrfa lnrc'erse correctamente, mterpretando de un modo filos6fico y práctico el artículo 121 de la Constituci6n . Agregué que, en mi concepto, esa medida y la reforma racional de las Circunscri ciones electorales gue ya había sido resuelta, sería sUflciente-, SI os re\'olucionanas le COñCedian crédito á la palabra del Gobierno, para que depusieran las armas y llegáramos á la ~az, que, e§~l .al!helo de los hombres de hien dundos los F,artidQ.S y es pe almente de los conservadores 'que tenemos bastante entusiasmo y lealtad para, sin estrépito teatral, exponer en estas contiendas l en defensa de nuestra causa, no s610 la fortuna sino también la tranqui­lidad y la vida. Estas ideas por un momento parecieron entusiasmar al Sr. Marroquín. Hubo, sin embar~o, quien discutiera la legalidall ael procedimiento; se levant61a sesi6n; y al abrirse la siguiente, á que precedi6 larga conferencia del Sr. Marroquín J alguno de los agentes del círculo ..9ue pia~ l<:t . .&.uerra de exterminio y entre tanto e1 Tibre manejo de loscaudalesptlblicos y de la sue::rte delpaís, aquél manifest6 que era cosa resuelta que no se trataría más de la expedici6n del Decreto pro­puesto por mí. Seguían llegando noticias favorables de todos los cam­pamer.tos y acantonamientos. En e~os días el Sr. Marroquín, no sé si por iniciativa propia 6 por insinuac.i6n del Sr. Leonidas Posada Gaviria, lo comlsion6 para que se entendlera con el Dr. Sanclemente con el } objeto, según se ha afirmado, de recabdr la renuncia de éste á trueque de la promesa de que el Sr. Marroquín también se retiraría después de acordar un Ministerio en que figuraran algunos liberales connotados. El Sr. ~Iarroquín di6, según parece, al Sr. Posada una lista de indi. viduos entre los cuales podría escogerse el Ministerio. Como causa eficiente de estas determinaciones y g~stiones se. present~ba la muy plausible del .deseo de la pa,z y la neceSidad de. u.mr el Partido Conser­vador, organlzando un GobIerno popular y presttgloso, ya que la opini6n de dicho Partido se había separado casi por rompleto del encabezado por el Sr. ~Iarroqt1ín. El Dr. Sanclemente, sin vacilaci6n, declar6 que aceptaba lo pl."opuesto; d~6. su lista de cand~datos: >: afirm6 qne su reso- ~ luci6n era retlrarse defil1lbvamente de la VIda pubhca. Al conocer esto el Sr. ~ I arroquín, cuyo prop6sito parece que no era otro que sorprender al Dr. Sanclemente ~acándole la renllcia, para suprimir una contin-

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18 LA LEGIT IMIDAD

gencia que no le convenía y luego, corno ya ]0 ha hecho otras veces, dar por DO empeñada su palabra, se llen6 de aJarma y empez6 á posponer la entrevIsta en que debía dar al Sr. Posada su resoluci6n defini tiva. Es superfluo agregar que al Sr. Posada obraba en esto, como en todo, con patri6tica buena fe. Estas gest iones iniciadas 6 autorizadas por el Sr. Marroquín y respecto á las cuales' di6 el Sr. Posada una carta que, aunque escrita con el propósito de que llegado el caso fuera difíci l fijar después su verdadero alcance, por su misma ambigüedad denuncia los planes tortuosos á que obedecía, hizo pensar ser iamente á ;Duchos con­servadores en una solución que, dentro del terreno constitucional, t ra jera la uni6n del Partido, un Gobierno fuerte y honrado en toda la amplitud de la palabra y una Administración que. robusta por estas condiciones, pudiera enfrentarse con las dificultades de la muy afl ictiva situaq6n que se atraviesa. Esta no puede ser más grave. Bri ll an por su a usencia las ideas y planes de H acienda en la desastrosa_ bancarrota á que hemos llegado. Encargado ese ramo á ersonas que no entienden ]a materia ni han DI o sIqUiera a T e lca TU mana e eTIa baJo alguna Admi nis· traci6n COl pe en e y respeta e, ma po na esperarse que fuera aten­dida debidamente; de suerte que la historia fisca l de este ú ltimo año será la exhibici6n más triste de incapacidad r de derroche. El único arbitrIo en esta conflagacI6n ha sido el--Eil1eteJ la emi~i"ºn sil!JériñTno, la ruina á plazo rijo, el SUICiCI'lO. Ue cuando en cuando bu llen en la esteFmdád de esta espectaftva proyectos que la agravan aun más toda· vía; porque revelan la impotencia}' el pánico. Ha llegado á proponerse que el Gobierno se eene sobre todos los cueros que hay en el país 6 que vayan resultando, }' los exporte por su cuenta, Otro día se me consult6 seriamente por un allegado del Sr. ~Iarroquín si convendría decretar qu~ todo exportador de café que lograra sacar hasta bordo de buque de mar su producto, le cediera al (;obierno la mitad de éste, á trueque de las garanlías dadas por el mismo GobIerno iJara permitirle avanzar hasta allí su operaci6n. Para los que nos hemos formado en la lucha, manejando hombres y venciendo dificultades, habituándonos á las nocio-

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nes prácticas de la equidad y del sentido comú n, estos fe rmen tos de empirismo colonial arbitrario no pasan de ser pesadillas de enfermo, y serían ri~ibles si, agitando el cerebro de nuestros personajes, no fueran terribles amenazas para la propiedad y el buen nombre de la Patria.

Sabido es por otra parte que si fue ra de Bogotá la opin ión sana ue todo el Partido Conservador, Fin divisas ni a rcaicas disti nciones, reclama tí. gritos un Gobierno capaz, tuerte y recto, que desempeñe en serio sus funciones y saque al país de la situación de desastre en que se halla, no quedan en BOgOt~l sino contados partidarios del rég ime n actua l, tal como funciona en estos momentos, y que esos part idarios obedecen en este ca~o, probablemente ~in excepción alguna, á necesidades y presio· ne!; que nada lienen que ver con la convicció n polí t ica 6 con la abnega­ci6n patri6tka. El exclusivismo practicado J!0r el Gobierno no puede ser más suicida. La descol}t1annrcon q ue m l r~ los p rincipales r m.ls meriTOrios jefes de l1uest!:2,. ltjérciJo I1Q p-.llede ser más in tensa. E n las antecánrnas del Ciobierno ha llegado á aceptarse como a xioma que 10 que se necesita en los jeft::-> militares es adhesi6n 1l1cond iciona l ~l la per ·

~sona del Sr. MarroCluín, no á la Constitución lIi ~í. las doctrinas del Pa r­t ido Conservador. De ta l manera ha ca lado esa noción, q ue el mismo Sr. Marroquín nunca dice al hablar del Partido q ue á é l 10 sostie ne, "el Partido Conservador," sino "mi Pa rtido, " el cual e n rea lidad no es ya e l Partido Conl:ervador y est¡i aq uí fo rm ado casi en su tota lidad por

l( miembros de la familia de aqué l, bien q ue no todos los que 10 son apo-