Yael Dansac - Entre agaves y moneros el patrimonio arqueológico del paisaje agavero

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Entre agaves y moneros: el patrimonio arqueolgico del paisaje agavero Yael DansacFecha de publicacin: Noviembre de 2011Red Patrimonio. Revista Digital de Estudios en Patrimonio Cultural. El Colegio de Michoacn, A.C. Centro de Estudios Arqueolgicos. Lnea de investigacin: Estudios para la proteccin del patrimonio arqueolgico e histrico www.colmich.edu.mx/red

Directora de la revista: Mara Antonieta Jimnez Consejo Editorial: Magdalena A. Garca Snchez Rodrigo Esparza Lpez Dr. Martn Snchez Rodrguez Presidente de El Colegio de Michoacn, A.C.

Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueolgico del paisaje agavero

Entre agaves y moneros: el patrimonio arqueolgico del paisaje agaveroYael Dansac [email protected] Fecha de publicacin: Noviembre de 2011

Resumen: En la regin jalisciense de los valles de Tequila se localiza un paraje verde-azulado, cuya riqueza cultural y econmica fue explotada desde tiempos inmemoriales. Este territorio, recientemente nombrado paisaje agavero y declarado por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad, encierra una alta densidad de sitios arqueolgicos y materiales prehispnicos. Lamentablemente, los saqueos y la destruccin de dichas evidencias son actividades que han estado presentes en el rea desde el ocaso del siglo XIX, hasta la fecha. El presente trabajo de divulgacin comienza revisando la justificacin y objetivos que sustentan la declaratoria del Paisaje Agavero, destacando la proteccin establecida para los vestigios arqueolgicos y el estado actual en el que se encuentran. Posteriormente se plantea una posible solucin enfocada a limitar dichas actividades por parte de la poblacin local, y a manera de conclusin, se analizan brevemente algunos de los roles otorgados a las reminiscencias de la antigedad en el contexto contemporneo. Palabras clave: Saqueo * Patrimonio Arqueolgico * Paisaje Agavero * Arqueologa Pblica * Globalizacin Abstract: Inside Tequila valleys region of Jalisco, theres a unique blue-green landscape whose cultural and economic wealth has been exploited since ancient times. This territory, recently named Agave Landscape and included in UNESCOs World Heritage List, keeps a high density of archaeological sites and pre-hispanic material. Unfortunately the looting and destruction of this evidence are illegal activities that have been present in the area since the decline of XIX century, until today. This work begins by reviewing the justification and objectives underlying the Agave Landscape declaration, emphasizing the protection accorded to archaeological remains and the current state they have. After that, there is a proposition revised to limit the realization of these activities by local population. And as a conclusion, some of the roles given to antiquity reminiscences in the contemporary context are briefly discuss. Key words: Looting - Archaeological Heritage Agave Landscape Public Archaeology - Globalization Contenido: I. II. III. IV. Los sitios arqueolgicos del paisaje agavero y el plan de manejo presentado a la UNESCO: proteccin y conservacin de un recurso patrimonial. Retrospectiva sobre el saqueo y la destruccin de los sitios prehispnicos del paisaje agavero: siglo XXI y siglos XIX y XX. En busca de soluciones: una propuesta para la creacin de lazos culturales entre la poblacin local y el patrimonio arqueolgico. Consideraciones finales: breve discusin sobre algunos de los roles otorgados a las reminiscencias de la antigedad en el escenario contemporneo

2_________________ Yael Dansacwww.colmich.edu.mx/red

Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueolgico del paisaje agavero

I. Los sitios arqueolgicos del paisaje agavero y el plan de manejo presentado a la UNESCO: proteccin y conservacin de un recurso patrimonial.Los valles de Tequila (fig.1) son una regin conocida por sus frtiles suelos volcnicos, los cuales sustentan una profusa actividad agrcola que ao con ao genera abundantes cosechas de hortalizas, rboles frutales, maz y agave azul (vase Jurez, 2005:359).

prehispnicas que habitaron estas tierras hace ms de 2 000 aos, hecho evidenciado por la alta densidad de estructuras arquitectnicas y de artefactos lticos y cermicos que se encuentran a lo largo y ancho de dicho territorio, cuya mxima elevacin orogrfica es el Cerro de la Tetilla o Volcn de Tequila (fig.2).

Fig.2 Vista norte del Volcn de Tequila y planto de agave (Cortesa de la autora) Fig.1 Plano que muestra la ubicacin del Volcn de Tequila (1), los valles de Tequila (rea rayada) y la Ciudad de Guadalajara (2). Escala 1:400000 (Mapa base INEGI Escala 1:1000000, ao 2005; equidistancia entre curvas de nivel: 200 m.).

Dichos plantos suelen cubrir los vestigios arqueolgicos1 de las sociedades

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Por vestigios arqueolgico se hace referencia a todo esos productos del ingenio humano hechos a partir de la modificacin o transformacin de recursos materiales que ofrece el medio natural sobre el que el grupo humano acta (Ballart, 2006:15). Como menciona Caple (2006:1), un artefacto arqueolgico es cualquier entidad fsica hecha de materiales naturales modificados por el ser humano, y un grupo de artefactos humanos constituyen una cultura material. Cabe aclarar que ninguna de las definiciones anteriores toma en cuenta la cronologa de los objetos, por ello es necesario mencionar que para criterio de este trabajo, los vestigios arqueolgicos sern aquellos realizados antes de la llegada de los espaoles al actual territorio mexicano (1519 d.C.).

Desde hace 40 aos comenz el trabajo de identificacin y ubicacin de sitios arqueolgicos en la regin, y gracias a ello ahora se sabe que existen ms de 2000 sitios arqueolgicos distribuidos alrededor del Volcn de Tequila (vase Weigand, 32:2008). Aproximadamente el 10 % de estos asentamientos contienen estructuras arquitectnicas con rasgos geomtricos circulares llamados localmente Guachimontones (fig.3).

Fig.3 Vista lateral de un Guachimonton en el sitio arqueolgico Los Guachimontones, en Teuchitln, Jalisco. (Cortesa de la autora)

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Dentro de los valles de Tequila se encuentra el paisaje agavero (fig.4), regin mundialmente conocida por declararse cuna del destilado alcohlico llamado Tequila.

principales son propiciar la mejora en la calidad de vida para la comunidad que habita en ella (Gmez, 2009:132) as como garantizar la autenticidad y la integridad de cada uno de los componentes del Paisaje Agavero a travs de su conservacin, restauracin y utilizacin adecuada (Gmez, 2009:132). Los objetivos generales del Plan de Manejo del Paisaje Agavero mencionados por Gmez (2009:133) son los siguientes: Crear un equilibrio entre el medio natural, la zona agavera y el medio urbano para mejorar la calidad de vida. Conservar las caractersticas del hbitat y el ecosistema, en las zonas naturales del volcn, la barranca, ros, arroyos y bosques. Conservar el paisaje agavero y la siembra tradicional, usos y costumbres travs de proyectos sustentables que sean compatibles al desarrollo econmico y urbano. Proteger, conservar y restaurar los monumentos arquitectnicos, dentro o fuera de los centros de poblacin, as como su entorno urbano o natural. Proteger, conservar y restaurar los sitios arqueolgicos, y promover el turismo en estos lugares. Proteger, conservar y restaurar la arquitectura tradicional de los centros de poblacin, as como las caractersticas originales del entorno urbano. Rescatar y proteger las tradiciones culturales de cada regin, as como el fomento en el conocimiento de stas. Como lo explicitan los dos autores anteriores (Gmez, 2009:133; Ojeda et al., 2008: 293), la propuesta de la declaratoria del paisaje agavero incluye la proteccin de los vestigios arqueolgicos del rea (fig.5). Por esta razn, entre los aos 2007 y 2010

Fig.4 Plano sin escala que muestra la ubicacin geogrfica del Volcn de Tequila (1), la Ciudad de Guadalajara (2), la poligonal de proteccin aceptada por la UNESCO (lnea segmentada), el ncleo de proteccin 1 (lnea punteada), el ncleo de proteccin 2 (7) y las poblaciones de Magdalena (3) Tequila (4), Amatitn (5), El Arenal (6) y Teuchitln (7). Informacin obtenida de Ojeda et al. (2008:295) y Gmez (2004:64).

Este paisaje tapizado por sembrados de agave, fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad en la categora de Paisaje Cultural por la UNESCO en el ao 2006. Dicha declaratoria fue justificada por el valor histrico otorgado a la tradicional elaboracin del Tequila, e incluye la intencin de proteger los vestigios arqueolgicos, la arquitectura vinculada a la elaboracin de tequila, junto a la salvaguarda de la regin con paisaje agavero tradicional (Ojeda et al., 2008:293), como se expone en los objetivos generales del Plan de Manejo del Paisaje Agavero (Cuadro 2). Este documento, elaborado entre los aos 2005 y 2006 por el INAH y la Secretara de Desarrollo Urbano del Gobierno de Jalisco, se utiliz primeramente para sustentar la candidatura del Paisaje Agavero ante la UNESCO (Gmez, 2009:131). Sus metas

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se llev cabo el trabajo de registrar los asentamientos prehispnicos contenidos en dicho paisaje, el cual comprende los municipios de El Arenal, Amatitn, Teuchitln, Tequila y Magdalena.

antigua haya sobrevivido en estos terrenos tan explotados (Heredia, 2008:8). Los sitios registrados correspondieron al periodo Preclsico (2500 a.C - 200 d.C), Clsico (300 d.C. - 900 d.C.) y Postclsico (950 d.C.- 1521 d.C.), lo cual fue inferido gracias al anlisis de los materiales recolectados in situ (Heredia, 2008:10-12). Los resultados de este proyecto sustentan el planteamiento sugerido a continuacin: el paisaje agavero conforma un ncleo cultural y econmico donde la presencia humana y la explotacin de los recursos naturales locales, en menor o mayor escala, no se han interrumpido, siguiendo una trayectoria temporal que inici hace aproximadamente 4, 500 aos y continua hasta la fecha. La importancia de proteger y conservar el patrimonio arqueolgico del paisaje agavero debera plantearse incluyendo el argumento expuesto anteriormente, ya que denota la importancia histrica de la regin.

Fig.5 Plano sin escala que muestra las concentraciones de sitios arqueolgicos ( ) que existen dentro de la poligonal de proteccin del paisaje agavero (lnea punteada negra). Informacin obtenida de Lpez-Mestas (2003), Heredia (2008:7) y Ojeda et al. (2008:295).

La tarea fue realizada por el Proyecto Arqueolgico del Paisaje Agavero dirigido por Verenice Heredia (2008), el cual concluy tres temporadas de campo donde se recorrieron sistemticamente 330 km22, y se registraron la mayora de los sitios contenidos dentro del ncleo de proteccin 1 establecido por la UNESCO. La informacin obtenida por el proyecto arqueolgico anteriormente mencionado fue abundante en cuanto a datos se refiere, ya que en palabras de la autora el paisaje al cual nos enfrentamos es rico en cultura material e impresionante en cuanto a la densidad de los asentamientos, los cuales datan de distintos periodos cronolgicos (Heredia, 2008:8); adems de esto, la abundancia de sitios que conservan arquitectura prehispnica fue inesperada, ya que debido al intenso cultivo de agave utilizando maquinaria pesada, fue sorprendente que esta arquitectura tan

II. Retrospectiva sobre el saqueo y la destruccin de los sitios prehispnicos del paisaje agavero: siglo XXI y siglos XIX y XX.La extraccin ilegal de piezas arqueolgicas en el Occidente de Mxico ha tenido enormes consecuencias para la comprensin del pasado prehispnico del territorio sealado, ya que como menciona Weigand (2008:29) el saqueo y las colecciones de artefactos que resultaron de esta actividad fueron a la vez el sello distintivo y la base de datos para nuestro entendimiento del legado arqueolgico de esta extensa regin.

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Superficie que corresponde aproximadamente al 95 % del territorio contenido en dicho ncleo.

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Desafortunadamente, para el caso del Paisaje Agavero el saqueo no es la nica actividad que merma la conservacin de los vestigios prehispnicos locales, ya que la industria tequilera, sello distintivo de la regin, tambin tiene un papel activo en este proceso. En los ltimos diez aos se ha presentado una explosiva propagacin de cultivos de agave azul en cada rincn del paisaje agavero. Este hecho, junto con las actividades de subsistencia e infraestructura del rea, han permitido sustentar la hiptesis, aqu expuesta, que augura la desaparicin irremediable del vasto patrimonio arqueolgico del rea en un par de dcadas. En definitiva, la destruccin de los sitios arqueolgicos en el paisaje agavero es una actividad de incremento exponencial, que resulta de la enftica ampliacin de la produccin tequilera cuyo plan de accin parece resumirse con la siembra expansiva de agaves. La ejecucin de dicho mtodo ha logrado que en los ltimos 20 aos se den los siguientes resultados: En 1993 se arras la parte monumental de Santa Quiteria, en Amatitn, probablemente el segundo sitio con un juego de pelota y un gran conjunto circular despus del recinto de Guachimontones. Este sitio era de importancia para entender la jerarquizacin de los asentamientos que conformaban esa tradicin, pues constituy la cabecera de uno de los seis distritos que integraron el rea nuclear. En 2002 se destruyeron en su totalidad los sitios de Huitzilapa y la Robleda, as como parte de El Lienzo, con un total de 103 estructuras arrasadas. Como fue demostrado por el hallazgo de la tumba de Huitzilapa, las posibilidades de investigacin acerca del Formativo tardo todava no estaban agotadas; as que, al afectarse los sitios del Lienzo y la Robleda, que constituan los sectores residenciales de Huitzilapa, se perdi la informacin

referente a la vida cotidiana de los sectores de alto estatus que ah habitaron. Para 2003 se da el sitio arqueolgico de Ahualulco, el tercero en tamao despus de los Guachimontones de Teuchitln; al igual que las zonas habitacionales de Loma Alta, dentro del recinto protegido de los Guachimontones. Posteriormente, toc el turno de destruccin a los vestigios prehispnicos localizados en El Saucillo, Santa Cruz de Brcenas, Los Soles, El Campanillo [que contaba con el juego de pelota ms antiguo de la regin], Resumidero, por citar solo algunos sitios, tanto de la tradicin Teuchitln, como de periodos posteriores (Ojeda et al., 2008:293). Solo cabe mencionar que la mayora de los sitios mencionados en la cita anterior se encuentran dentro del paisaje agavero declarado patrimonio mundial, lo cual lleva a plantear a continuacin las siguientes cuestiones: cul es la proteccin que se brinda a los sitios arqueolgicos en el paisaje agavero validado por la UNESCO? y cules son los criterios considerados por el Plan de Manejo regional, cuyo objetivo tambin es regular el crecimiento econmico local, ordenado y reglamentado? Evidentemente el saqueo en s mismo es un evento que conlleva implcitamente la destruccin de un contexto arqueolgico, y por ende la destruccin de un patrimonio no renovable. Dicho suceso an persiste hasta la fecha, como se observa en las siguientes imgenes provenientes de sitios arqueolgicos del paisaje agavero (fig.6, 7, 8 y 9), las cuales confirman la desaparicin acelerada del patrimonio arqueolgico del territorio.

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Fig.6 Pozo de saqueo de 1m x 1m en basamento. Sitio arqueolgico Huizizilapa, al noroeste del Volcn de Tequila. (2010, Cortesa del Proyecto Arqueolgico del Paisaje Agavero).

Fig.9 Cala de saqueo atravesando un Guachimontn de 6 m de altura. Sitio arqueolgico Zapopan. (2010, Cortesa del Proyecto Arqueolgico del Paisaje Agavero).

Desafortunadamente, finalizar con la proliferacin del saqueo y la destruccin de los vestigios arqueolgicos del rea no es tarea fcil, ya que al parecer estas actividades se encuentran arraigadas entre la poblacin local desde hace muchos aos, como se revisar a continuacin. Las evidencias ms antiguas sobre el saqueo y la destruccin de los vestigios prehispnicos del paisaje agavero proceden de la poca del Porfiriato (1876-1911), cuando numerosos viajeros extranjeros que visitaron los valles de Tequila dejaron en sus informes notas sobre las exploraciones y excavaciones realizadas en ruinas prehispnicas por parte de la poblacin local (Lumholtz, 1904; Bernal, 1992:90118; Lpez-Mestas y Lpez, 2001:14-60). Varios de estos viajeros, encabezados por Eduard Seler, se volvieron compradores de piezas y por ende muchos objetos prehispnicos jaliscienses adornan en la actualidad numerosos museos norteamericanos y europeos (Lpez-Mestas y Lpez, 2001:18-22). Los informes sobre el saqueo y destruccin de sitios en el rea se reanudaron despus de la consolidacin del Mxico post-revolucionario, cuando en la dcada de los cincuentas el arquelogo Jos Corona explor una tumba saqueada por la poblacin local en El Arenal (Corona, 1955),

Fig.7 Vista en planta de un tunel vertical de saqueo. Sitio arqueolgico Huizizilapa. (2010, Cortesa del Proyecto Arqueolgico del Paisaje Agavero).

Fig.8 Pozo de saqueo de 5 m x 3m en basamento. Sitio arqueolgico Zapopan, al sureste del Volcn de Tequila. (2010, Cortesa del Proyecto Arqueolgico del Paisaje Agavero).

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ubicada al sureste del Volcn de Tequila. Entradas las dcada de los sesenta y setenta varios investigadores procedentes de las universidades del oeste de Estados Unidos realizaron proyectos arqueolgicos en el rea (Lpez-Mestas y Lpez, 2001:35), dejando informes sobre numerosos montculos (pirmides o ruinas prehispnicas) excavados total o parcialmente por los locales (vase Nicholson y Meigan, 1974). Fue durante las dcadas de los ochentas y noventas cuando dichos contactos, ahora mencionados en las fuentes como saqueos, se incrementaron en la regin debido a la alta demanda que haba en el mercado por las piezas prehispnicas provenientes de las tumbas de tiro3 del Occidente de Mxico (Meyer, 1990:31), las cuales son hermosas y nicas en color y forma. A pesar de su importancia, todas las evidencias revisadas anteriormente han sido el resultado de observaciones no sistemticas. Afortunadamente todo ello cambi cuando a finales del siglo XX surgieron datos procedentes de una investigacin etnogrfica realizada por la arqueloga Gabriela Castro en una regin cercana a los valles de Tequila: el sur de Nayarit. El proyecto se llev a cabo del ao 1996 al ao 2000 con el objetivo de conocer las tcnicas utilizadas por los campesinos dedicados al oficio de moneros (nombre local con el que se designa a los saqueadores de las tumbas de tiro), para localizar vestigios prehispnicos. El proyecto estaba encaminado a recolectar dicha informacin procurando presentar los hechos y las situaciones sin emitir juicios sobre los protagonistas (Castro, 2000:14),3

pero como menciona la autora, pronto result evidente que el objetivo estrechaba bastante la investigacin, ya que los campesinos tenan profusas opiniones no solo sobre cmo localizaban las tumbas para extraer sus exquisitas piezas y venderlas, sino tambin sobre lo que dichas piezas significaban para ellos y lo que representaban (Castro, 2000:71). Debido a esto, la autora gir la investigacin hacia un mbito distinto y novedoso en el contexto de la investigacin antropolgica mexicana: por medio de la recopilacin de historias de vida y narraciones orales entre los moneros (Castro, 2000:160-161) ella logr documentar cuando comenz la demanda de piezas arqueolgicas locales en el mercado negro (segn uno de sus informantes, en 1940) (Castro, 2000:69-70), cmo localizaban los asentamientos prehispnicos y las tumbas de tiro (Castro, 2000:78), cules fueron los motivos que los llevaron a realizar dicha actividad (Castro, 2000:164), cmo re-significaban el tiempo prehispnico a partir de los mismos objetos arqueolgicos (Castro, 2000:17) y cules eran los significados e imaginarios atribuidos a las tumbas de tiro y a los vestigios (Castro, 1996:257- 269). Podran acaso estos significados autctonos y conocimientos no cientficos, constituir un recurso clave para la conservacin local de los vestigios arqueolgicos? A continuacin se expone una propuesta surgida a partir de esta interrogante.

III. En busca de soluciones: una propuesta para la creacin de lazos culturales entre la poblacin local y el patrimonio arqueolgico.La aorada meta de terminar por completo con el saqueo y la destruccin de los

Cmara subterrnea excavado en el subsuelo a la cual se ingresa por medio de un tnel vertical, en ella se depositaban individuos fallecidos acompaados de exquisitas ofrendas (vase Lpez-Mestas, 2004).

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vestigios arqueolgicos es probablemente una tarea utpica e idealista para llevarse a cabo, pero no por ello la disminucin de estas actividades es imposible. En materia del patrimonio cultural y su relacin con la sociedad actual, han existido numerosas propuestas en el escenario mundial enfocadas a difundir la informacin sobre el patrimonio local entre la poblacin (vase De Francia y Erice, 2005), conocer la percepcin que tiene el pblico sobre estos objetos (vase Garavito, 2006) y conformar mejores puentes de dilogo entre los arquelogos y la poblacin (vase Young, 2003). En Mxico se han realizado proyectos encaminados a difundir la informacin sobre el patrimonio cultural

entre la poblacin, llevando a cabo talleres y conferencias abiertas a todo pblico (vase Garca, 2008). Aunado a estas propuestas, desde hace diez aos diversas disciplinas como la Antropologa aplicada (vase Stadish y Van Willigen, 2005; Van Willigen, 2002), la Gestin Cultural (vase Bonet et al., 2006; Calaf y Fontal, 2004; Rosell, 2004) y la Arqueologa Pblica (Jameson, 2000; Merriman, 2004; Schakel y Chambers, 2004 ) han buscado opciones, pasivas y eficaces, para promover entre la poblacin general el inters y la participacin activa en lo que se refiere al estudio, conservacin, restauracin y difusin de los vestigios de la antigedad (cuadro 1).

Antropologa Aplicada - En lugar de centrar la atencin en la produccin y anlisis de los datos empricos, se debe buscar una aplicacin de la metodologa antropolgica, en especfico la etnografa, para la resolucin de problemticas sociales (Satish y Van Willigen, 2005:9-13). - Los lazos y relaciones simblicas otorgados por una comunidad a los vestigios arqueolgicos circundantes, informa sobre los procesos locales de negociacin y redefinicin de los valores de dichos objetos (Schakel, 2004:12).

Gestin Cultural - El patrimonio no es un objeto esttico, sino una realidad viva y en constante transformacin a travs de las pocas, ya que las sociedades proyectan cambios e ideas en l (Fontal, 2004:88). - Todo proyecto patrimonial debe tomar en cuenta el sistema cultural donde se espera aplicar, el cual esta influenciado por la cultura poltica, la tradicin cultural, el nivel y la distribucin de la renta, y la situacin educativa y cultural de la poblacin (Bonet y Font, 2006:11) local.

Arqueologa Pblica - Las comunidades suelen tener una interpretacin sobre su pasado, y desean tomar partido en la toma de decisiones que conciernen a su propio patrimonio cultural, por ende deben crearse historias locales y multiculturales que suplan las narraciones patriticas y nacionalistas (Schakel, 2004:2-7). - El pblico no es un ente pasivo y dependiente, sino activo e individualista as como capaz de participar y tomar decisiones en cuestiones referentes al patrimonio arqueolgico local (Merriman, 2004:4).

Cuadro 1. Tabla comparativa que ejemplifica algunas de las propuestas planteadas por disciplina.

Entre otras sugerencias para mejorar la relacin entre la poblacin y los vestigios arqueolgicos se encuentra la de incorporar

el conocimiento y la interpretacin local de dichos objetos a los discursos oficiales sobre los mismos, ya que como menciona

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Jameson (2000:290-291), se necesita que los arquelogos se comuniquen con el pblico utilizando un lenguaje adecuado para la interpretacin pblica, en lugar de seguir retomando el texto tcnico propio de la investigacin arqueolgica. El autor anterior tambin enfatiza que las interpretaciones que el pblico tenga sobre los vestigios de la antigedad son factores de suma importancia, debido a que ligan a la gente con los vestigios de un modo mucho ms eficiente que solo usando la informacin propiamente arqueolgica. Las propuestas anteriores solo podran llevarse a cabo apoyndose en estudios de corte etnogrfico, que den cuenta de las relaciones existentes entre las comunidades cercanas a los vestigios arqueolgicos y dichos espacios. En varios pases se han llevado a cabo proyectos que parten de la premisa expuesta anteriormente. Por ejemplo, en la regin chilena de Tarapac han comenzado a realizarse recopilaciones sobre la informacin que genera la poblacin de las comunidades locales para explicar los vestigios prehispnicos existentes en su territorio; el objetivo final es utilizar sta informacin para que la poblacin local comience a valorar el patrimonio arqueolgico como parte de la identidad tnica de la sociedad (vase Jofr, 2003). Una investigacin similar fue llevada a cabo por Creamer (1994) en Australia, donde el autor realiz entrevistas a estudiantes aborgenes de la etnia Koorie que visitaron un sitio arqueolgico atribuido a su grupo tnico. La finalidad fue conocer las distintas percepciones de los estudiantes ante dichas reminiscencias de su pasado, coincidiendo todas ellas en el respeto y la conexin directa que los estudiantes experimentaron con dichos vestigios (Creamer, 1994:134). Adems, los resultados de esta investigacin han sido utilizados para elaborar discursos oficiales que presenten,

junto con el discurso acadmico, la interpretacin que las comunidades australianas aborgenes tienen sobre la historia de los sitios arqueolgicos (vase Creamer, 1994:132). Un ltimo ejemplo proveniente del extranjero fue un estudio efectuado en Sierra Leona por DeCorse (1994), cuyo fin fue recolectar relatos orales entre los nativos de las etnias Limba, Yalunka y Kuranko, quienes han conformado su propia interpretacin histrica sobre los 25 sitios arqueolgicos ubicados en sus territorios (1994:128). En este estudio los habitantes tenan lazos histricos y culturales directos e ntimos con los vestigios de los cuales hablaron, y por ende, la informacin fue de suma importancia para reconstruir la historia del pasado de la regin, utilizando datos locales que posteriormente fueron integrados al discurso arqueolgico. Sera oportuno mencionar aqu un proyecto similar realizado en territorio mexicano, pero desafortunadamente no se pudo encontrar ningn ejemplo. El nico estudio revisado fue llevado a cabo por Castro (2000), pero ello no significa que las investigaciones con este corte tericometodolgico no se estn realizando en la actualidad4. Ahora bien, para comprender cmo surgen y se conforman las interpretaciones locales que pueden existir sobre los vestigios4

La autora de este artculo lleva a cabo, desde agosto del 2010 y en el marco de la realizacin de su tesis de Maestra en Ciencias Sociales, un estudio socio-antropolgico en Teuchitln (una poblacin ubicada al sur del Volcn de Tequila) con el objetivo de recabar narrativas orales entre los habitantes locales, donde se d cuenta de las interpretaciones, etno-conocimientos, significados, ideas e imaginarios que son otorgados a los vestigios prehispnicos ubicados en esta rea rural.

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prehispnicos, es necesario revisar, aunque brevemente, varios planteamientos. El primero de ellos sostiene que el ser humano siempre le otorga significados a los objetos que lo rodean, ya que sta pareciera ser una conducta naturalmente humana que ha existido desde tiempos inmemoriales, porque como menciona Hannerz el homo sapiens es la criatura que hace sentido. Ella literalmente produce sentidos mediante sus experiencias, interpretaciones, contemplaciones e imaginaciones (1992:3). Esto puede deberse, en gran parte, a que constantemente el ser humano se encuentra cuestionndose a s mismo y a los elementos fsicos ubicados en su entorno, evidenciando con ello que la conciencia, la individuacin, la especificidad del cuerpo vivo, la socialidad y la constitucin histrico-social de la identidad personal son caractersticas de nuestra especie (Berger y Luckmann, 1997:31). Los significados5 que son creados para darle sentido a los objetos que rodean al ser humano se construyen con el fondo cultural acumulado en la sociedad a lo largo de su historia (Araya, 2002:33), y ste se haya constituido por las creencias compartidas, los valores bsicos y las referencias histrico-culturales que conforman la memoria colectiva y la identidad de la propia sociedad que est

creando los significados (Araya, 2002:33). Dichas construcciones subjetivas se encuentren ntimamente ligadas con la (s) idea (s) que dichos objetos representan6 para la sociedad en cuestin, ya que como menciona Castoriadis toda sociedad crea su propio mundo, creando precisamente las significaciones que le son especficas, determinado magma de significaciones (1998:126). En el presente trabajo se considera que el paisaje agavero es un territorio ideal para llevar a cabo una recopilacin sobre los significados locales otorgados a los vestigios prehispnicos, ya que en el rea existen cuentos, mitos y leyendas que nombran o incluyen lugares o personajes prehispnicos (vase Garca 2004:167-169), como lo ejemplifica la leyenda del pueblo encantado que vive en la cima del Cerro de la Tetilla (o Volcn de Tequila), conformado por indios que segn visten a la usanza prehispnica. Adems de estos datos, puede sugerirse que el reiterado contacto entre pobladores locales y vestigios arqueolgicos, documentado desde hace 120 aos, ha dado pauta a la conformacin de mltiples significados, arraigados en el folclor rural de la regin. Las interpretaciones locales sobre dichos objetos son susceptibles de recopilarse en plticas casuales con los campesinos y los habitantes de los poblados urbanizados y rurales de dicho territorio. Esta informacin podra fungir como una herramienta til para orientar las acciones y actitudes de la poblacin local con6

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Un significado solo se puede comprender cuando se entiende lo que es un sentido: ste es una construccin social cognitiva sobre algn fenmeno de la realidad en un contexto histrico y social determinado; en la prctica social los sujetos desempean un papel activo en la seleccin y empleo de las formas histricas de sentido, matrices o no, de aquel stock, y las reorganizan transformndolas en significados (Daz et al., 1986:121), que son los sentidos apropiados y puestos en prctica por los sujetos (Daz et al., 1986:121). La produccin de sentidos y de significados se relaciona con esta necesidad humana bsica de dotar de sentido a la existencia, de simbolizarla, y, as, significarla (Palomar, 2001:48).

La representacin es comprendida en este trabajo como: la visin funcional del mundo que permite a un individuo o a un grupo darle sentido a sus conductas, y comprender su realidad a travs de su propio sistema de referencias, adaptarse y definir su lugar (Abric, 1997:13). La representacin siempre est condicionada por el contexto socio-histrico del individuo o la sociedad que la produzca (Gutirrez, 1998, p.213)

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respecto a la conservacin, proteccin y explotacin responsable de los sitios y objetos arqueolgicos del paisaje agavero, los cuales son dignos de conservarse, disfrutarse y compartirse. Esta ltima propuesta sustenta su optimismo en las acciones, aunque minoritarias, de la sociedad civil que aboga por proteger los vestigios arqueolgicos locales. Por ejemplo, al otro lado del paisaje agavero, al sur del Volcn de Tequila, existen asociaciones civiles interesadas en promover y proteger el patrimonio cultural de la regin, como es el caso del Centro Cultural Regional Coaxicar con sede en Teuchitln. En resumen, recuperar la valiosa informacin sobre las interpretaciones locales del pasado y los vestigios arqueolgicos de cualquier regin, es una alternativa para comprender cmo las sociedades contemporneas observan, interpretan y entienden dichos objetos y cortes temporales. La ignorancia sobre dicha informacin tiene como resultado la rutinaria aplicacin de programas de proteccin al patrimonio cuya nula efectividad se ve reflejada en el deterioro y prdida de los testimonios de la historia de la humanidad. Recabar y analizar las narrativas orales que presenten historias, mitos, ideas interpretaciones originadas por el contacto entre las comunidades del paisaje agavero y los vestigios arqueolgicos que las circundan, puede brindar una clave para comprender mejor cules son las relaciones histricas, simblicas o culturales que existen entre sujetos y objetos, de modo que posteriores trabajos puedan utilizar esta informacin para mejorar los factores de supervivencia de estos ltimos.

IV. Consideraciones finales: breve discusin sobre algunos de los roles otorgados a las reminiscencias de la antigedad en el escenario contemporneo.A quin le pertenece el pasado? Esta cuestin parece ser el punto de partida de cualquier debate referente al saqueo y trfico de bienes culturales, as como de la destruccin de los mismos. Entre los tres protagonistas de esta controversia: saqueadores, arquelogos y coleccionistas, parece no haber acuerdo a la vista, ya que como menciona Meyer (1990:174-211), el saqueador suele pensarse dueo de lo que hay en sus tierras, el arquelogo condena las excavaciones ilcitas porque destruyen los contextos y la valiosa informacin sobre el pasado, y el coleccionista tiende a considerarse representante de la humanidad, atribuyndose la responsabilidad de conservar estos vestigios. La falta de acuerdos entre los tres solamente han generado la prdida y destruccin de los testimonios de la arqueologa, que como menciona Meyer (1990:209) dan fe de la variedad del desarrollo cultural de la humanidad. El papel y la importancia de la conservacin, restauracin y estudio de los vestigios arqueolgicos es tal vez uno de los temas ms debatidos en la gestin del patrimonio cultural en las ltimas dcadas, debido a que el espacio terrestre se ha vuelto un recurso de enorme valor comercial y de extrema importancia para las crecientes demandas demogrficas. En este contexto socio-demogrfico se encuentra el territorio donde se desenvuelven las actividades cotidianas de los seres humanos. Dicho espacio est

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plagado, tanto subterrnea como superficialmente, de objetos de la antigedad, porque mientras pasa el tiempo, el espacio va llenndose de objetos que, como las palabras, tambin significan e informan (Ballart, 2006:32). Para los arquelogos la importancia de los vestigios del pasado est ms que justificada, ya que como dictan Layton y Thomas, para ellos los artefactos y los monumentos son sumamente importantes como archivos y evidencia de las actividades humanas en el pasado. Su preservacin permite que dicho archivo sea consultado cuando se generan nuevas preguntas sobre el pasado (Layton y Thomas, 2001:1). Desafortunadamente, para las sociedades actuales las funciones de los objetos del pasado han comenzado a flaquear, ya que las instituciones de la vida moderna no guardan continuidad, en muchos aspectos claves, con las diversas culturas y formas de vida del pasado (2006:39), resultando ello en la destruccin y perdida de los objetos que solan brindar a las personas una sensacin reconfortante de continuidad en el tiempo y de identificacin con una determinada tradicin (Ballart, 2006:36). El nuevo orden mundial, conocido como globalizacin, ha moldeado las actitudes de las sociedades ante el pasado y por ende estas se muestran hoy en da tibias y cambiantes y adoptan incluso formas contradictorias (Ballart, 2006:39), que van acompaadas de la prdida de las nociones temporales del pasado y el futuro7, todo ello debido a la aparente contraccin del tiempo moderno (Castells, 1999:467). Estas actitudes son visibles de distintas maneras7

a lo largo y ancho del planeta, como por ejemplo en Brasil, donde los edificios modernos suelen tener prioridad de conservacin ante los edificios antiguos (vase Funari, 2001:94), justificando con esto la destruccin planificada del patrimonio colonial local. Aunado a esto, las diferencias existentes entre los mecanismos de conservacin, proteccin y explotacin de los sitios arqueolgicos que son aplicados en pases desarrollados y naciones en vas de desarrollo, es abrumadora, ya que como menciona Mbunwe-Samba (2001:30) en stas ltimas los gobiernos locales an no han tomado en serio los beneficios, no solo culturales sino econmicos, que podra proveer la explotacin responsable de los vestigios antiguos de su territorio. sta ignorancia no es la nica barrera, ya que como menciona Jimnez (2008:258), en los pases con economas emergentes muchos lugares patrimoniales se encuentran asociados fsicamente a actividades de economa para la subsistencia, y por ende, muchas veces la nica manera de protegerlos es restringiendo el uso de suelo, lo cual puede provocar la ruptura de las nicas y escasas fuentes de subsistencia que tienen las sociedades (Jimnez, 2008:258-259). Debe considerarse tambin que pueden existir regiones donde la nica actividad econmica disponible para proveer de sustento a las familias, es el saqueo y la venta de vestigios arqueolgicos. Este es el caso de la costa sureste del Mar Muerto, en Jordania, donde la venta de los objetos provenientes del saqueo de las tumbas y sitios arqueolgicos del rea, ha servido como fuente de trabajo para muchas comunidades locales marginadas en la pobreza (vase Konstantinos, 2002:257). A pesar del panorama negativo que se vislumbra actualmente para la

Con esta idea se hace referencia a que el tiempo lineal, irreversible, medible y predecible se est haciendo pedazos en la sociedad red, en un movimiento de significado histrico extraordinario (Castells, 1999:467)

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conservacin del patrimonio arqueolgico, Meskell (1998:3) opina que la prctica arqueolgica y los datos brindados por la misma siguen siendo de vital importancia para la conformacin de las identidades culturales de distintas naciones, como sucede en diversos pases del Medio Oriente y Latinoamrica. En el escenario mexicano, la arqueologa y los vestigios que sta estudia se han utilizado como imgenes y smbolos para la conformacin de un estado-nacin unificado (vase Nalda, 2002:208), al cual se le design un pasado comn evocado en el el mito de la patria, de la nacin mexicana, cuyo origen y destino qued cifrado en el valle del Anhuac (Gonzlez, 2002:39), convirtiendo con ello al patrimonio en un espacio de lucha material y simblica entre las clases, las etnias y los grupos, ya que hay desigualdades en su formacin y apropiacin (Canclini, 1994:53). Con todo y su importancia como bien de legitimacin de un discurso poltico, la inmensa riqueza arqueolgica mexicana se encuentra precariamente protegida (vase Meyer, 1990:159 y 188), y Meyer (1990:30) menciona que por esta razn el Mercado del arte precolombino, sacado por contrabando, es una especialidad atractiva para coleccionistas y decenas de traficantes8. Este hecho fue evidenciado en el Occidente de Mxico, donde el malhadado descubrimiento de la riqueza de las ofrendas depositadas en tumbas y entierros motiv una insaciable demanda en el mercado negro nacional e internacional que gener una prspera actividad del saqueo organizado, especialmente hacia la mitad

del presente siglo (Gmez, 1997:87-88), arrojando enormes ganancias econmicas. Las diferentes soluciones que han sido propuestas para frenar el saqueo y trfico de los objetos de la antigedad en el escenario global (vase OKeefe, 1997:103), an no han provedo el tan esperado ocaso de dichas actividades. Varios autores (Eisenberg, 1995:220; Ede, 1996:56) proponen el ingreso al mercado lcito de esas enormes cantidades de material arqueolgico, previamente analizado, que es guardado en las bodegas de los museos, pero, acaso esto disminuira considerablemente el trfico ilegal de estos objetos? Walker y Brodie (2001:107) tienen varias objeciones a esta propuesta, ya que para comenzar no es posible decir con certeza que los museos tienen enormes cantidades de material, ya que si esto fuera cierto, se tratara de miles de fragmentos cermicos y lticos y no de piezas completas, que son las que suelen interesar a los traficantes de bienes culturales; asimismo, poner a la venta copias certificadas de las piezas arqueolgicas originales no va disminuir el saqueo de los sitios, ya que los coleccionistas suelen estar ms interesados en comprar piezas nicas y originales. Adems de esto, considerar que el material arqueolgico solo debe analizarse una vez para extraerle toda su informacin, es una idea arcaica e insostenible (Walker y Brodie, 2001:108). En definitiva, el saqueo y la destruccin de los vestigios arqueolgicos son fenmenos que se deben problematizar ampliamente, ya que en la actualidad sus causas y consecuencias son mucho ms complejas de lo que parece. Irremediablemente, los seres humanos continuarn llenando el espacio con objetos y estructuras, mudos testigos de su paso

No en vano se pensaba hace unas dcadas que el trfico de bienes culturales robados representaba la tercera actividad ilegal ms redituable en el mundo, despus del trfico de drogas y la transferencia fraudulenta de fondos bancarios (vase De la Serna, 1997:23).

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por el mundo. Pero no todo puede ni podr resguardarse, y por ende distintos criterios de valoracin sern necesarios para justificar la prdida o conservacin de las reminiscencias del pasado, buscando procurar el bienestar de quienes habitan en el presente. Se agradece a la Dra. Verenice Heredia, directora del Proyecto Arqueolgico del Paisaje Agavero, por el apoyo recibido para mostrar las imgenes 6, 7 ,8 y 9 que ilustran parte de este artculo, y por haber integrado activamente a la autora en la tercera temporada de trabajo de campo, realizada durante el primer semestre del ao 2010. Dicha experiencia influy enormemente para la elaboracin y conformacin del presente trabajo de divulgacin.

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