Yida Moderna - PERIODICAS

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Yida Moderna OCTUBRE, 1902. ZOLA « C'est par le hrre, et non par l'epée que l'hnmamté vulnera le mensonge et l'injnstice, conqnerra la paix fi- nale entre les peuples . > EUILE ZOUÍ, Rome. Una de las personalidades más discutidas en naestra época ha sido sin duda alguna el épioo autor que acaba de sucumbir de manera tan trágica, Ningún escritor moderno puede* aspi- rar á mayor celebridad ni popularidad. Su nombre es único en la última década del siglo xix. En favor de genio alguno, la crítica ha sido más activa, ya en pro, ya en contra. Su nombre ha sido ya enlodado, ya escrito en oro, Para unos, Zola ha sido luchador, apóstol, espíritu de luz y de lógica cual su Marcos Froment en Verité, un Didgenes que briscara el hombre, realmente sano, fuerte y bneno y sólo hallara el vicioso, el desequilibrado, el eterno Caín. Creo muy sinceramente que ambas opiniones encierran el juicio final que le discernirá la posteridad. Para algunas de sus obras nunca podrá ser benévola la moral de los espíritus eleva-

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ordinarias del i.° periodo de In 21* Legislatura.—Tomo a,%m.—Año 1902.—Montevideo.—Imprenta El Siglo Ilustrado.—Tn 4.°, 455páginas.

Homenaje a la memorin de Domingo Aramburú, f el 22 de enerode 1902. —Montevideo.—Imprenta y Litografía La Razón, 1902 En8 °, 186 páginas

SOSA (Julio María).—Lavativa y Oribe. Biblioteca del Club «VidaNueva».—Montevideo.—Imprenta y Encuademación de Dornalechey Reyes. 1902.—En 8 °, 451 páginas.

Las cosías judiciales. Sus precios verdnderos según el arancel ydisposiciones vigentes. Qué actuaciones causan costas y cuales nó.—Montevideo.—Talleres de A. Barreiro y Hamos, 1902.—En 8.°, 30páginas

Cuestiones acolares El problema ile lai escuelas rurales.—Sn 8.°,27 páginas

DIBECTOBES:

EAFAEL ALBEBTO PALOMEQUÉ.

RAÚL MOXTEBO BUSTAMANTS.

Yida ModernaOCTUBRE, 1902.

ZOLA

« C'est par le hrre, et non par l'epéeque l'hnmamté vulnera le mensongeet l'injnstice, conqnerra la paix fi-nale entre les peuples . >

EUILE ZOUÍ, Rome.

Una de las personalidades más discutidas en naestra épocaha sido sin duda alguna el épioo autor que acaba de sucumbirde manera tan trágica, Ningún escritor moderno puede* aspi-rar á mayor celebridad ni popularidad. Su nombre es únicoen la última década del siglo xix. En favor de genio alguno,la crítica ha sido más activa, ya en pro, ya en contra. Sunombre ha sido ya enlodado, ya escrito en oro,

Para unos, Zola ha sido luchador, apóstol, espíritu de luzy de lógica cual su Marcos Froment en Verité, un Didgenesque briscara el hombre, realmente sano, fuerte y bneno y sólohallara el vicioso, el desequilibrado, el eterno Caín. Creo muysinceramente que ambas opiniones encierran el juicio finalque le discernirá la posteridad. Para algunas de sus obrasnunca podrá ser benévola la moral de los espíritus eleva-

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dos, y á los corazones puros no les será permitido aceptar unrealismo tan enervante; en otras y me place constatar queson las más, no podrán dejar de alabar los más intransigentesy sectarios, el arte magistral de un pintor grandioso de la ac-tual sociedad con sus ideales, virtudes, vicios, ideas y senti-mientos. En este sentido su obra es la de un sociólogo pin-toresco á lo Agustín Thierry, el Hornero de los historiadores;cada una de sus obras es un proceso minucioso, un documentohumano que en un futuro aún distante servirá á los historia-dores para apreciar y juzgar á la humanidad de hoy.

Últimamente, debido á los rudos ataques, á menudo abusi-vos é indignos de parte de sus innumerables adversarios, Emi-lio Zola desarrolló su personalidad moral en el sentido del co-raje mental; bajo este punto de mira el admirable novelistacomo le llamó el hoy ultra-montano Paul Bourget, se engran-deció en proporción á su amor por la justicia, por la verdady la sinceridad, que es su más preciado atributo. Por BUS con-diciones de hombre libre é independiente afrontó todos lospeligros, incluso el de ser linchado por el pueblo do París,que últimamente le llamaba «el sin patria», «el judío* ycuanto de licencioso y picaresco es dado ocurrírsele al másático y burlón de los pueblos. En cambio todo el mundoaclamó al autor de Xaccuse y algunas ciudades italianas lehonraron con la ciudadanía. Mas de qué vale la gloria mun-dial ante el desprecio de los propios! La valentía de Zola leenajenó la admiración de Francia; fue para este hombre in-trépido y enérgico un saorificio en su carrera triunfal y noun beneficio cual lo propalan sus detractores.

Para todo hombre, desde Sócrates y Jesús hasta el más hu-milde obrero contemporáneo, decir verdad es atraerse el cas-tigo bajo formas que varían entre el apostrofe y el despreciohasta la muerte. El ilustre novelista y apóstol no ha sido unaexcepción á la regla cruel. Empeñado en batallas á cuaimassangrientas contra la injusticia, los prejuicios y las hipocre-sías seculares, su luminosa actividad le conquistó contadosadeptos y le atrajo la ira de venerables instituciones sociales,que por muchos medios descubiertos y propagados por él,

destruyen las iniciativas varoniles, profundamente justas éinnovadoras. El golpe mortal que lo ha arrebatado de latierra lo halló trabajando con tesón ejemplar, rodeado de glo-ria y homenajes sin número por lo que él creía el bien supre-mo: el engrandecimiento de los pueblos latinos por el pensa-miento (meng agitat molem); poner" á la verdad'en marcha;concluir con el mal histórico de nuestra raza: — las castas so-ciales; difundir la instruooión como la palanca más vigorosay útil del progreso; no dejar que Francia decayera por incrus-tar su colosal fortuna en preparativos bélicos sino aumentarla serie de pensadores que hizo universal su gloria; soñaba conuna confederación de los pueblos latinos, constituidos en re-públicas y libres para siempre de las cadenas históricas; ytodo cuanto ha esparcido en Germinal (tan aplaudido por elcristianísimo Tolstoi), en la Débetele, en Borne y en todos losfinales épicos de sus magnas obras, verderas pirámides egip-cias de la literatura contemporánea. El soplo del inmortalHornero difunde extraordinaria vitalidad á su obra, en queresalta el mundo visible y positivo. .

La influencia de su método estético es considerable, y lo esnotablemente en la América latina donde cuenta con no po-cos'entusiastas, entre los jóvenes; sin embargo por las nove-las licenciosas que ha inspirado el realismo abominable ce suNana, esa influencia que pudo, interpretándose sanamente,saludarse como buena, ha sido de pésimos resultados. El es-tudio anatómico y fisiológico de la degradación é incapaci-dad que hizo su renombre, pero no contribuyó á su gloria,se refleja en demasía á través de las novelas y escritos eróti-cos de una juventud triste, que á fuerza de lecturas mórbidasse contagia al punto de perder la salud física, la alegría delvivir, los sentimientos nobles y las ambiciones viriles; elmundo se le hace insoportable y la sociedad odiosa. Debe-ría reoordar, que «sólo el amor puede preservarnos de lamaldad humana;» debería saber «que no es la misión im-puesta por la sociedad lo que debemos considerar, sino cómorealizamos la tarea que Dios nos ha confiado» y con todaprobabilidad admiraría más la energía moral, la tenacidad

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de la voluntad, el potente espíritu de observación y su ge-nio— que «no consiste en la rareza ni en la perfección, sinoen la creación, la potencia y la fecundidad>—O) que no lapornografía de Nana y La Terre.

Dentro de su obra realista cabe la idealidad como en LeJíéve, en La Débacle, en Travail, en Fecondité, y en Venté,pero los elementos viciosos y honestos están mezclados detal manera que es imponible deslindar lo bueno de lo malo.Sus tesis en general grandiosas y justas, especialmente ensus últimas novelas, son defectuosas por los detalles de cier-tos cuadros. Esta falta de medida, tanto en sus concepcionescomo en su estilo homenano, es un grave defecto en Zola,pero explicable dado la enormidad de su visión; donde otronovelista vé individuos, él observa familias y pueblos al tra-vés de todos sus desarrollos posteriores; en sus lienzos so di-bujan ciudades palpitantes da vida, ejércitos en derrota, ba-tallas y huelgas. Algo del eterno ideal, algo de eso que elhambre más terreno busca, sin nunca hallarlo, en los gocescomo en los placeres morales, falta á la obra del maestro;pero recientemente, conmovido sin duda por la injusticia, porel criterio de la casta en contra del individuo, se inclinó aloptimismo, al triunfo de las enfirgías por el jjerfeccionamlentoy amplificó su fe en la existencia sana y fecunda.

En vida vio declinar el naturalismo' extremo y él mismo seabandonó á la fuerza misteriosa que lleva á la sociedad nue-vamente al esplritualismo, y al clasicismo de Horacio y deVirgilio. El pueblo está «ávido de una renovación literariabien abierta, al soplo de todos los ideales que ennoblecen, lanaturaleza humana y consuelan y alegran el alma» cual dijoCarlos María Ramírez. (2> Hoy se busca conciliar el realismocon el ideal, la pintura exacta y detallada de la vida sin herirla moral. Alphonse Daudet, en mi opinión, es quien más seacerca á la estética del realismo futuro; su Sapho no obstantela escabrosidad del argumento se lee con encanto infinito;

(1) iUc-DoiAU), profesor de WAshln^ton, E ü(2) Articulo de La Batin sobre Zola y roí eutnihutu de Montortdeo.

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Daudet es más artista que su amigo y maestro; Zola es másfilósofo, más profeta, más sociólogo y vidente

Como todo innovador llevó á lamentables extremos su mé-todo excelente, aplicado al mundo físico, pero poco menosque imposible respecto del moral; como jefe indiscutible deuna escuela literaria, dignopendant del positivismo de Comte,suyo es el mérito de haber sido un genio activo, creador y comotal la historia literaria le asignará un puesto idéntico al ocu-pado por Víctor Hugo dentro del romanticismo. Su divisale vrai et le féel, seguirá siendo la de muchos novelistas, mas,llevada á un ambiente de realidades menos impuras y másedificantes.

II

En la primera parte de este artículo he fijado las impre-siones más claras que me ha sugerido la obra de Zola, cuyamuerte deploro tanto más cuanto leía con interés creciente ygran satisfacción moral su postrer novela: Venté.

El amor gigante, que traspira cada página, por la verdad,mé habían heoho amar á Zola, acallando asi la prevenciónoon que rodeaba sus novelas. Leyendo ese magistral cuadrode una sociedad que vive y luoha, he podido convencermede que el maestro se preocupaba de la moralidad social. «Susúltimos libros», dice uno de sus críticos más justos, «purga-dos de las fealdades y torpezas que manchan la mayoría delos demás, revelan al moralista. Y aunque no participemosde sus ideas, se le puede todavía rendir este homenaje: entrelos novelistas modernos es el único que saca la novela de lasfrivolidades mundanas, de las intrigas del adulterio, de losoasos de psicología ambigua y sutil para preocuparse de lasmás elevadas cuestiones de nuestro tiempo.» (1)

(1) P*TIT p* I n ú m u BttMn d» la laniut et H la lltltmtun fnnplit «t<m ítné ttltü. Volunte 8 lima p. 2M.

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Este testimonio es el qne mejor expresa la impresión quedebía causar la lectura serena y desapasionada de sus novelas.ITe place constatar que el estudio ha desvanecido mi opi-nión estrecha sobre Zola, aL comenzar la carrera literaria. Latolerancia y el deseo de dar á cada uno el aprecio que me-rece, allanan muchas dificultades como también hacen perci-bir multitud de cosas ante las cuales parecíamos ciegos.

Todos los días los cambios incesantes que modifican losaspectos del arte y de la ciencia, operan transformacionesprofundas en nuestro espíritu, aún á pesar nuestro, Si noshemos"de conservar sinceros y sanos, nuestro deber es reco-nocer el error, disculparnos y seguir adelante. Seguiré, pues.

La segunda parte de este estudio tratará de la opiniónde los anglo-sajones respecto del maestro, de esos admira-bles asimiladores de lo bueno y de lo útil en todas las esferasde la actividad, Inútil insistir que el juicio formulado de unamanera general por los lectores de la América latina, di-fiere diametralmente del de aquellos.

El Club de autores de Londres, que en cierto modo corres-ponde á la Societé des Gens de Lettres de París, saludó conestas elevadas frases á Zola:

«Es en este país, en que otrora encontró más resistencia,donde se le recibe cual un emperador en el dominio de lasletras. No sólo le consideramos un artista literario sino tam-bién un filósofo eminente, que se ha constitnído en evange-lizador del realismo He aquí un hombre que ha luchadofuerte y trabajado mucho Honramos en él al trabajo."

El maestro contestó conmovido que la gran nación de lu-chadores, había tenido la sagacidad de reconocer en susobras el esfuerzo y la sinceridad que representan.

Al relatar Paul Bourget los placeres intelectuales de losnorte americanos, confirmando su sutil y joven diletantismohabla del proverbio: «Todo es puro á los puros», agregandoque en el orden moral, todo es'sano para los sanos, y malsanopara los malsanos.

Indica también Bourget la pasión que experimentan losestudiosos de Harvard por los escritores franceses radicales.

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Fuera útil apreciar la sabiduría de estas ideas aplicadas ánuestro autor.

En uno de esos frecuentes y simpáticos banquetes litera-rios, llegado el momento de los brindis, cada cual discur-seaba sobre su autor favorito. Uno de ellos brindó porZola í1) « desarrollando la idea de que la simpatía por el peca-dor es el alma de la obra del gran novelista. Decía que en esoBS manifestaba uno de los sentimientos más bienhechores ymás humanos de una época en que la Ciencia ha reconocidocomo ley misma del desenvolvimiento de la personalidad, lainfluencia de los medios ambientes.» Y terminó con lógicaincontrastable: «Si no tenemos piedad para los que son lasvíctimas, ¿qué lugar damos á la justicia en nuestro uni-rerso?...» Luego el autor del Disciple comenta así tantaclaridad en las ideas y tanto vigor en los sentimientos:

«J'aurais voulu qne le* ennemít de 1'admirAble romnncíer qni a écrit Germinal(t t'Anomotri cenx qui luí roprúchent de dooner an dehors un manvafs renomaux lettres Francaisea. fussent la pour entendre cette apologie prononoée anmilien dos applaudissements dB tona, daña un des ootns les plns respectabas dela Nouvelle-Angleterre.»

Cuánto se enriquecería nuestra intelectualidad joven ha-ciendo suyo este criterio,' hermosamente sano, bueno y mo-ral! Entonces las lecturas entusiastas y prolongadas de Zolafortalecerían la potencia literaria y la salud moral.

Pueda este estudio contribuir entre nosotros á establecerel verdadero alcance de su labor como filósofo social y no-velista cuya intención, á menudo desnaturalizada por unafrivolidad inconsciente, fuó de una innegable pureza. Ees-petemos su fe en la verdad, sin aceptar au microscopio paradetallar los vicios humanos.

Al terminar aquí estas reflexiones, siento satisfacción alcitar una de sus últimas páginas en que, tal vez presintiendoel sueño ineludible retrató su temperamento y sus faoulta-

, des maestras:

«Marcos era un espirita da lar y da lógica. Su razón muy neta y muy sólida,requería basarse en la cortot». Y da abi venia su paaióu absoluta por la verdad.No habla en sus ojos sosiego posible, felicidad verdadera «¡no en la certidumbre.

(1) FADT. BOUIOXT; Outn-mer, tomo segundo» pag. 100-191.

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cuando sargia completa, definitiva y decisiva en *n ser Ko era nn sabio, perogustaba conocer lo que sabía y no datfar de la verdad adquirida, uaa verdadexperimental, conquistada para siempre. Su sufrimiento celaba con «q dudo, yee tornaba ranj alegre, animoso, y en pasión por la verdad no tenia m¿s equi-valente que sn pasión por enseñarla á los otros, hacerla penetrar en lo» cerebraly en los corazones de los demás. Entonces so manifestaban cas dones.maravi-llosos, aportaba el método que simplifica, clasifica, inunda todo de claridad. Su

"""convicción tranquila se imponía, las nociones obscuras se aclaraban, parecíanfáciles y Bitnples. Daba interés, alma, vida a los elementos mas áridos... Eraverdaderamente maestro nato. Su amor á laa pobres inteligencias dormida!, ha-bla decidido de su vii». Asi, en sus funciones modestas, su pasión por la verdadse agigantaba, como una necesidad más y más imperiosa. Concluyó por ser susalud, ru existencia misma, pues no vivía normalmente sino en ella. Por esto,cuando no poséis la verdad cafa en Ja aflicción, en la angustia, torturado porla necesidad' inmediata de conquistarla, de tenerla por entero, para enseriarla alos otros, ba;o pena de no poder vivir, de pasar los días «a un intolerable mal'estar moral y hasta tísico.> ' '

¿Carece esto de ideal? Para Jos agudos observadores comeZola el sentimiento de lo divino aparece poco en € la telaburda y uniforme» de nuestra vida modernísima; mas nadieosaría negar que se presenta fuerte y hermosísimo en infini-dad de párrafos como el que he transcrito.

Ante la desgracia, solo puede surgir una. frase de pieáad:Emilio Zola, glorificado por un esfuerzo gigantesco, ha idoá descansar, .

Deseamos para su tumba, paz, é influencia imponderable ¿lo inmortal de su obra. •

ALBEHTO Niy FRÍAS.

Montevideo, 80 de Septiembre de 1002.

Poésies

PEEMIEE DE Ii'AN

A ma tttremoít aprU la' morí dt mon Pire>

J'aurai voulu kngtemps te diréTous mes souhaits de grand'bonheurJ'axu'ai voiüu te voir sourire,La joie et les réves aucoeur....

J'aurai Voulu daña une fleurDónt le parfum suave expireT'approcber son dernier sourireQui s'effaoe aveo sa senteur.

J'aurai voulu diré des ohosesDan» une longufe ivresse éoloses .•Cea choses qui font tant de bien.;.

Mais non.. . Je ne puis, oar je penseQu'aujourd'hui mieux vaut le süence.Tu sais pourqupi je ne dis rien...

ler. Janvior 1908. .1'i

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VIDA M0DEB2ÍA

H01I1IA0E

A 3Ion íeur et Hádame Ctganda,

Vous avez commencé la route lente et belle;Deux ans se sont passés de réve et de bonheur,Quand vous vous rappelez cette ivresse du cceurVous sentez les parfums des fleurs ouvrir leur aile.

Vous avez commencé la route oü l'on s'attarde,Oü l'on va lentement pour aller plus longtemjjs,Les baisers et les flenrs ont leurs effeuillementsOü tout s'évanouit lorsque l'on e& regarde...

Vous avez commeneó la route oü l'on s'arrétoPour voir derriére soi, oú l'on va pas á pas,Oü tout ce qui rápond, oü tout ce qui refléte,Vous chante votre amour qu'il vous redit tout bas.

Vous avez commencé le chemin oü l'on aimeOü l'on revit heureux tous les jours disparos,Chaqué instant vous enivre et vous semble supréme.Vous l'avez commencé ne le f inissez plus!. . .

TOBTHAITS

Devanfc vos vieux portraits je m'assis en silenceTJn jour que mon coeur avait froid;Je chercháis dans vos yeux un reste d'espéranoeQui me fit retrouver ma foi.

Je regardais longtemps votre triste sourire,Le temps l'avait renda bien las,Je voulus écouter ce que vous m'alliez diré,Alais je ne vous entendis pas.

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Soudain je vons compris vieux portraits que j'adoreEt vous me parliez doucement,Et vos voíx me disaient comme dans une auroreLe chemin bleu du firmament.

Je regardais longtemps votre triste souiireII me semblait plus si las,Et j'entendis l'accent d'une lointaine lyreNos coeurs se parlérent tout bas.

Plus tard je vous ohercliais, vieux portraits que j'adoreUn jour que mon cceur avait froidJe voulus retrouver le long rayón d'auroreQui put me ramener la foi.

Oh! pauvres vieux portraits si ohers á mon enfanceJe souffris de vous voir alorsEt je fus effrayé par votre grand silenceVous étiez des portraits de morts.

Ah! j'étaia plus heureux, vieux portraita que j'imploreQuand je ne vous comprenais pas'Et je voudrais, comme autrefois, entendre encoréVos douces voix tout bas, tout bas.. .

LES LYS

Á RuftM BUutct Fcmbcma.

Les grands lys se mouraient dans les vases saos eau,Silencieusement, bergant de réveriesLes yeux noirs et mi-clos de3 femmes alanguiesQui regardaient passer leurs parfums, comme un flofcSur les falaises endormies. '

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L'air avait la tiedeur d'un long effleurementDe lévres... H était vivant comme un haleine:Et lorsque pour mourir se courbait un lys blanoComme sous un baiser tres tendré de l'AmantLes femínea frenrissaient á peine...

Puis, la lune s'en vint et ses rayons á flotsVirent les lys oourbés qui regardaient la terreEt les femmes buvaient, leurs grands yeux noirs mi-closUne senteur infiniment douoe et derniére.

Les grands lys étaient morts dans les vases sans eau.

¿TüLES L . SUPEEVIELLE.

Refutaciones á " La Cuestión Económica'

DEL DOCTOR DON ÁNGEL FLOHO COSTA

LIBERALISMO RELIGIOSO Y LIBERALISMO ECONÓMICO

I.—El doctor don Ángel Floro Costa es lo que se suele lla-mar un iliberal*. Pero entendámonos. Liberal genuino enmateria religiosa; liberal larvado en materia económica. Aleexplicaré mejor, concretando las diferencias históricas deambos liberalismos, que la generalidad desconoce.

Como observa el comp: doctor Justo, el liberalismo (reli-gioso) ha sido en los países latinos lo que el protestantismoen los anglosajones. La expresión del examen libxe acerca

' del dogma recibido. Y como no se ha cristalizado en ningúnrito m^gerarquía eclesiáticas es mucho más fecundo y radi-cal que el protestantismo. Bajo esa bandera, la clase burgue-sa (esto es, la clase económicamente capitalista, y politica-mente dominante en la actualidad) ha dado sus mayoresbatallas contra la reacción. Hoy mismo, ese liberalismo esel lema de la burguesía que mira hacia adelante. Que-noquiere ó no puede abandonar sus preocupaciones de oíase.

Este liberalismo fluido de la critica religiosa, ha dado- piey palanca a otro liberalismo más fundamental aún. Al libe-ralismo basado en la critica económica del modo de pro-ducción y de las relaciones de producción y cambio de la

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sociedad capitalista. Al liberalismo que con Karl Marx yiTriedrich Engels, desde 18Í0, inaugurara la critica de laeconomía política, clásica y vulgar." Que con mi teoría deldeterninismo económico, como base de la Historia, derribóloa cimientos metafísicos de las mal llamadas Ciencias socia-les y plasmó la osatura científica de la Sociología positiva.Este liberalismo económico no se limita ¿proclamar los de-rechos abstractos delliombre, á la manera de los descamisa-dos franceses del año 89 y de nuestros demócratas científi-camente analfabetos. Comenta menos la Biblia, el Coran ylas Mil y una Noches, á fin de tener más tiempo para disci-plinar los cerebros, de modo que tales anacrenismos no lomalee con su falsedad. Demuestra que la miseria religiosaes por una parte la expiesión de la miseria real, y por otra,la protesta contra la miseria real. Que la religión es el opiodel pueblo; el sentimiento de un mundo sin corazón; la inte-ligencia de situaciones sin espíritu. Que la supresión de lareligión como felicidad ilusoria del pueblo, es la reivindica-ción de su felicidad real. Pues la invitación á dejarse de ilu-siones sobra su situación, es la invitación á salir de una si-tuación que tiene necesidad de ilusiones.

Esta critica de la religión, es en germen la critica del va- 'He de lágrimas, cuyo aspecto sagrado es la Teligión. La crí-tica arranca á la cadena sus flores imaginarias, no para qugel hombre arrastre la cadena sin consuelo ni fantasía, sinopara que la arroje lejos de si, y recoja flores verdaderas.(Marx, Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, trad.franc. El Devenir Social, septiembre. 1895, pág. 502).

Este liberalismo económico, que analiza el fenómeno reli-gioso como un mero reflejo divinizado de la realidad, es elúnico verdadero, experimental. El liberalismo religioso esnegativo por cuanto se conoreta á derribar el castillo aéreode las creencias supersticiosas. El liberalismo económico espositivo porque tiende á la emancipación económica, y porconsiguiente, intelectual y moral de la humanidad civiliza-da. Carece de prejuicios de clase como el liberalismo religio-so, puesto que aspira á la supresión de las clases sociales, y

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mediante ello, al deshielo de sus prejuicios inherentes. El li-beralismo religioso es al liberalismo económico lo que laAnarquía al Socialismo moderno. Por algo Kaustzki ha di-cho: la religión es el opio del pueblo, la anarquía, el alcohol.Tanto el liberalismo religioso como el liberalismo'anárquico,(involucro aquí toda la gama del An-ar-quis-mo) saben juz-gar y condenar, respectivamente, él uno, la mentira religio-sa, el otro, las mentiras económicas, políticas y religiosasque emanan de la actual organización social. Pero la formaen que ambos liberalismos combaten las mencionadas men-tiras, forma fundamentalmente ineficaz, implica y pruebaque no las han sabido comprender. Pues la gran condiciónpara influir progresivamente en la evolución humana (laevolución económica determina la evolución ideológica) esla comprensión práctica de los factores históricos que se quieremodificar. No basta saber juzgar, ni saber condenar con ra-zón. Eso lo hace cualquier satírico de talento, cualquiercrítico veraz. La Reforma portavoceada por Lutero fuó unacto de ese género, lo propio que la campaña de los enciclo-pedistas contra el Viejo Régimen en Francia; la protesta delalemán Münzer, del francés Baboeuf, la utopia de Saint-Si-món, la crítica de Fourier y el sistema abortado de Owen.Más ello no basta. Además hay que saber comprender. Po-nerse en medio de la realidad ambiente; compulsar las po-tencias productoras de la sociedad; referirse á su manera decomerciar, de ganarse el sustento; á su modp_de vivir y dereproducirse. Tal es lo que hicieron por primera vez Marxy Engels al basar todas sus teorías en la concepción mate-rialista de la Historia. No sólo supieron juzgar y condenar,sino también comprender. De ahí, la bilateralidad positivade su método evolutivo, expresado en las dos palancas quehan puesto en manos de la clase trabajadora contemporánea.La palanca de la acción política y la palanca de la federa-ción sindical, cooperativa con carácter internacional.

II. —En el orden histórico, el liberalismo religioso, es elprecursor del liberalismo económico. La crítica de las abs-tracciones teológicas, seguida de su consiguiente reforma,

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precede á la crítica y reforma de sus expresiones reales.Primero, es necesario una serie de movimientos revoluciona-rios de la inteligencia para modificar ó suprimir utópica-mente los Mitos Segundo, es necesario una serie de movi-mientos revolucionarios de sus expresiones reales,—es decir,de la Economía de un pueblo en una época dada—para BU-primir prácticamente esos Mitos.

' Toda nueva época histórica se inicia mediante una revo-lución ideológica. Toda revolución ideológica es imposiblesin una transformación más ó menos radical de la organiza-ción social. Esto es, de su modo de producción, de sus rela-ciones de tráfico y cambios sociales. Los acontecimientossensacionales en que cada ¿pora se expresa por condensación,no son sino el derivado explosivo de las fuerzas ocultas quehan determinado el procese de su transformación material.Así v. g. quien no conozca á fondo,, las causales evolutivasdel régimen feudal y corporativo; de los oficios en manu-factura, de la manufactura en grande industria, no podrá ha-cerse ninguna idea exacta acerca de la historia europea, ápartir del Renacimiento hasta la actualidad. No hará más -que repetir juicios vulgares y frases hechas á la manera detodos esos charlatanes que monopolizan la admiración pero-grullesca de los reaccionarios de ambos mundos: Burke, Ma-caulay, Carlyle, Thiers y demás consortes.

Mejor aún. «Las bases reales de la ideología política, ju-rídica y filosófica de la burguesía moderna, Burgid» de la des-composición del mundo feudal, derivan de lo siguiente, co-mo lo ha demostrado Marx- de la determinación del valor delas mercancías según el trabajo contenido en ellas y del librecambio que se produce, según esa medida d-e calor,, entre po-sesores de mercancías iguales en derecho. Y ello tiene su an-tecendente en los dos prinoipios abstractos que la burguesíadel siglo xvín y xix erigiera, como piedras angulares de suedificio social, sobre la ruina de las injusticias, desigualda-des y privilegios feudales- Justicia é Igualdad de derechos.»(Engels; prefacio á la * Filosofía de la Miseria*, de Marx,pág. 14; 1884).

BEFUTACIOÍTES A «LA CUESTIÓN ECONÓMICA» 1 6 9

m.—Bien, pues. Hemos visto en qué consiste la diferen-cia entre el liberalismo religioso y el liberalismo económico.Ya sabemos que pueden coexistir en un mismo individno, laforma genuina del primero y la forma larvada' del segundo.Ahora nos falta demostrar como ambas formas coexisten, enel sentido indicado, .en la personalidad intelectual del doctor ,don Ángel Ploro Costa. Para ello tenemos un excelente me-dio de comprobación. Nos referimos á su última obra. Va-mos, pues, á someterla á la piedra de toque del deterninismoeconómico, en la segundad de que la vasta cultura de su au-tqr, sabrá agradecernos más que nadie los esfuerzos intelec-tuales que nos acarree tamafia operación.

ANTECEDENTES PEL DOCTOB COSTA

IV.—Sabido esTjue el doctor Costa pasa por ser uno denuestros mayores intelectuales. No falta quien le atribuye lailusión del pontificado ideológico del Uruguay, en materiaeconómica Una suerte de J. B. Alberdi—de quien es discí-pulo—más modernizado. Sus polémicas periodísticas y parla-mentarias con Carlos María Ramírez, Aramburü, Moraduray aínda mais; sus graciosos titeos al ex presidente Herrera,sus gorgoritos satíricos contra los que él h& denominado«mocetones universitarios con el buche relleno de metafí-sica»; es deoir, contra Pena, Acevedo, eto. Sus Menipeaade tiro largo, y tenias fraseológicas é, lo Castelar, donde eousu verbalismo abstracto y su satiria^is psíquica/ha populari-zado tantos «lugares comunes» amenos. Su privilegiado nú-^men que «concibe sin esfuerzo y prpcrea sin dolor». Todoello ha contribuido \ hacer del doctor Costa un notable cori >«ario de la literatura oisplatina, armado en guerra, contra ti-rios y ¿royanos maguer la .parentela de IB divisa y la- disci-plina partidaria de su colectividad. Cerebro de envergadura -

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clásica, temperamento rebosante de calurosas acometivida-des, hercúleo en lo físico y lo cerebral, aun bajo la vieja ar-madura de sus sesenta y tantos aüos, hace lo que puede paraíealizar en una obra sincera, grande sobre todo en orden ásu buena intención —el coronal opus de su intelectualidad.

Porque eso sí. Podrán ser anticuados sus conocimientosen materia económica, podrá ser un utopista más anárquico ysentimental de lo que muchos sospechan. Podrá ser, en de-finitiva, un «maitre Jacques» científico; y por su egolatríarecalcitrante, un Gyrano de las finanzas: en suma, un so-ñador. Pero lo que creo irreductible á toda pulverizaciónexegética; lo que siempre me ha paiecido de primera aguaes su sinceridad intelectual Lo que dice, lo siente, lo suponetal como lo dice. Hasta cuando repite, la forma en que lohace, demuestra que lo que enuncia es nuevo para él y quelo da por tal. Es un sincero Y la sinceridad merece toleran-cia, cuando no va aparejada al sectaiismo ó á la vulgaridad.Vamos pues, á ser tolerantes, en lo posible, al analizar la úl-tima obra de este respetable anciano.

LA CUESTIÓN ECONÓMICA, ETC.

V. — «La Cuestión económica en las repúblicas del Plata»,está dedicada por partida doble. Primero, al elemento libe-ral; segundo, «ala juventud estudiosa de América». Ade-más, está consignada á los ouatro factores, que á jnicio delautor, más influencia ejercen en la política argentina: Mitre,Roca, la prensa en general y PelUgrini.

Desde las primeras páginas, el individualismo providen-cial del dootor Costa explota en afirmaciones paradojales.Para él, la acción antagónica de las clases sociales no pareceexistir en las sociedades cisplatinas. Los cuatro menciona'dos factores lo pueden todo ó poco menos. Bastaría conven-cerlos uno por uno o en masa, para modificar la marcha eco-

BBFUTACI0NE8 A «LA CUESTIÓN ECONÓMICA» 1 7 1

nómico-política del país. Todo parece depender de esas cua-tro voluntades intelectivas. A juicio del doctor Costa en ellosestán reasumidos todos los intereses nacionales de la Argen-tina. Los intereses de los ganaderos (terranientes), los de loscomerciantes (librecambistas), los de los industriales (pro-teccionistas), los de los universitarios, y los de la clase obrei a •tutti cuanti.

Como el flamante partido Demócrata, en política, como eldoctor Pellegrini, en finanzas, el doctor Costa pretende uni-ficar todos esos intereses antagónicos. Si «o lo pretende,dada la vaguedad de su estilo, su ignorancia de tales antago-nismos lo hace suponer. Conveniencias de clase, influenciasgremiales, prejuicios ambientes, etc ; nada de eso existe parael doctor Costa. Como se ve, el autor está todavía en la mi-tad del siglo xix. Tanto por su desconocimiento de las nue-vas ideas sociológicas, como por su erróneo concepto acercade los partidos políticos modernos

Desde ya, es cosa de decir con el comp: Justo: < Como seabusa de las palabras y se fantasea cuando para hacer polí-tica no se poseen más que buenas intenciones.»

SOBRE LA JUVENTUD

VI. —Refiriéndose á la juventud, dice que < sólo ella es ca-paz de inmolarse por la libertad.» Yo le preguntaría: ¿á quéclase de libertad se refiere? Á. la libertad de tener á los tra^bajadores, toda su vida, en la esclavitud, consagrada por eldecreto del 14 de junio de 1791, en Francia, ó á la libertadde dejarlos morir de hambre si se resisten á la explotacióndel capital^ Seguramente, se referirá á alguna de esas liber-tades abstractas que han dado la vuelta del mundo al son dela Marsellesa. La libertad del entusiasmo, la libertad dé la.ignorancia, la libertad del cretinismo, etc., etc.

De modo que llegamos á esta conclusión: La experiencia

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que se jacta de poseer el doctor Costa le ha costado dema-siado cara. Porque según dednzco es de tan mala calidadque bien puede tomarse por inexperiencia

Digamos de paso que su famoso Nirvana, es un verdaderonirvana intelectual. Libro de estilo "ampuloso, de corte pam-fletario, escrito sin altura ni seriedad. En resumen, contienennas cuantas ideas diluidas en largas páginas que Alberdiexpresara muy anteriormente en su prosa lapidaria Nirvanacarece de originalidad. J.

ERUDICIÓN A LA

VII.— La ignorancia sociológica del doctor Costa, sobretodo, su falta absoluta de agudeza crítica se manifiestan ensn parangón aglutinante de las siguientes obras: El Espíritu,de Jas leyes, de Montesquieu, obra tan célebre como mediocre.Ridiculizada por la expresión del antor de la IM teoría de la*leyes chiles —él genial Linguet. Expresión inmortalizadapor la admiración de Voltaire: El espíritu de las leyes es ¡apropiedad. Y por la de madame de Deffaud: «el libro de Mon-tesquieu es de l'esprU sur les ?ow.» (Diccionario filosóficp,Voltaire, pág. 524). La Historia de la civilización de Ingla-terra, deBuckle, obra profunda pero de índole abstracta, porcuanto no tiene en cuenta la influencia de los procesos his-tóricos en la gestación de los antagonismos sociales prove- -mentes del modo mismo de la producción material. Obra im-portante para su época, pero no para las. exigencias de la mo-derna metodología histórica Los Primeros Principios, deSpencer, aparecidos en 1867, diez aüos después de El Mani-fiesto del partido comunista, de Marx y Engek. Y casi c a -neos de El origen de la* especies, de Darwüi, y d* la CriUcadé fe economía política (Í869), de Kari Mar*. Para el doctor "Costa, la obra de Novioow, titulada Lnthas rfe las sociedades 'humanas y sus fases sucesivas, constituye la biblia del pensa-

HBFDTACIONES^A «LA GUESTIÓIÍ ECONÓMIOS.»- 1 7 9

dor moderno . En tal sentido la recomienda al estudio-'de"los intelectuales espectables del Plata. ¡Pobres pensadoresmodernos si no tuvieran otra biblia que la de ese filósofo detercera fila! Ya probaré, que el Novicow de entonces era unmetafísico, untado de un vago materialismo ecléctico. Unabstraccionista impenitente, que solo en estos últimos añosestá tomando el gran rumbo del determinismo económico.

¿HUEVOS PAHTIDOS?

TIII . — El Partido Demócrata de Buenos Aires ni el liberal'uruguayo tendrán vida propia ni duradera jamás. Porque paraque un partido político prospere ha menester solidaridad deintereses, mutualidad de conveniencias armónicas. Los par-tidos ya no se fundan mediante prestigios personales, ni sec-tarismos secundarios. Y si se fundan, la incoherencia de iosintereses conglomerados momentáneamente, impedirá, todocrecimiento ulterior.

La formación de un solo partido es otra ilusión del doctorCosta Ilusión que fluye de su desconocimiento acerca decómo y porqué se constituyen los partidos actuales en lospaíses que empiezan á sentir los efectos de los antagonismossociales, propios de toda sociedad civilizada. m

' IX.—Dice el doctor Costa, «que es más difícil conven-cer en cuestiones políticas y religiosas que en las económi;-cas» (página 27). Precisamente, aoontece Id contrario. Comoobserva Marx: « en el campo de la Economía polínica la libroinvestigación científica encuentra más enemigos que en to-dos los otros campos. La naturaleza del asunto,..". aguza con-

- tra ella las más violentas, mezquinas y rencorosas pasionesdel ¿or»2Ón humano-, las furias deL interés privado. Hoy día"ha¿ta el ateísmo ea.una CJUÍJM leéis comparado con- la'criticadé las rilaoioWde propiedad establecidas. *JM Gaptíaf:prefaoio,:

1 ?l

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LA-TEOBÍA DE LOS HOMBHES PBOVIDKNCIALE8

El doctor Costa lleva su utopismo hasta creer que de Roca,Mitre y Pellegrini depende la solución do la doble crisis eco-nómica y política que flagela á la Argentina. Es lo mismoqne inculpar á Roca, Juárez, Pellegrini, efusivamente,aquella serie de emisiones y chanchullos financieros que lle-varon el oro, de 100 á 450. Doble error, aunque más aproxi-mado á la verdad, en este último caso que ejl el primero.¿Qué pensaría el doctor Costa, si tnviei a conocimiento que elpresidente de la Sociedad Eural Argentina (comandita degrandes estancieros) y ex ministro de agricultura, doctorB. Banjos Mejía, pidió el año pasado al presidente Boca, quemantuviera «la ley de despojo y descrédito en cuya virtudel peso moneda nacional con que se pagan los salarios no va-len arriba de 44 centavos oro?» ¿No ve, en esa-declaraciónun signo especificó de interés de clase, opuesto á otros inte-reses nacionales? ¿Ignora que los estancieros gozaban engrande con el oio al 400; porque crecía la suma de dineroobtenida por sus productos en tanto que sus peones seguíancon el mismo salario nominal de 20 § que reducido á orooscilaba entre 6 y 8 $? ¿Ignora que, tanto los terratenientescomo los arrendatarios son enemigos de la valorización delpapel, por patriótica conveniencia personal? ¿No sabe que«la misma Sooiedad Rural hace poco se opuso á la nuevavaluación de la propiedad territorial en la provincia de Bue-nos Aires para el cobro de la contribución directa, cuandola percepción de -ésta sobre. eLaalor real y actual de la pro-piedad bastaría para librar á los empresarios rurales de losimpuestos sobre la producción qua gravan particularmente á ,

;ioa, arrendatarios?» ¿Qué diría, si, como prueba, el .doctor •1 Justo supiera que «todas las trapisondas que han envilecido

) el papel moneda argentino han contado oon el apoyo tácito

REFUTACIONES A «LA CUESTIÓN ECONÓMICA» 1 7 6

de los estancieros, muchos de los cuales han contribuido áarruinar el país, propiciando las emisiones y saqueando á losbancos»? (J. B. Justo: La Vanguardia: Septiembre 28/901).

. L A LEY DE IRONÍA BEL LIHI8H0

X. — Antes de terminar la lectura del prólogo de la obradel doctor Costa, me siento pobeído de mucha misericordia.¡ Ah! estas masas encefálicas enquistadas de toda clase de lec-turas mediocres. Estos pensadores que no tienen más que labueña voluntad de serlo. Empíricos que declaman contra elempirismo; platónicos que espectoran al cielo, para cubrirsecon su propia salivación. Qué ríen de los líricos y son jugue-tes inconscientes de la ley de iionía del lirismo. Que lleganá Ja ancianidad, ccm la ilusión de su sapiencia, y cuando pre-tenden haber hecho «obra de varón» positiva y perdurable,llega un cualquiera, y les demuestra que están en el siglo xvnó xvm de la Economía Política. Que la ciencia ha seguidoadelante sin que ellos lo notaran. Que nuevos vientos soplanen las alturas del intelectualismo desconocidos por ellos. Quela evolución sigue BU evolución, dejando á las circunstanciasel poner en evidencia la anarquía ideológica de los reaccio-narios y la superioridad de las generaciones surgentes quesiguen la trayectoria del ciencisismo moderno.

De ahí estos autos de fe intelectuales que los «nuevos» nosvemos en la necesidad de llevar á cabo. Muchos gritarán¡irreverencia! sin comprender la ley del deber que obliga, árecordar al que olvida y enseñar al que no sabe...

Al finalizar su prólogo, el distinguido dootor habla- de « hi-pos deíficos y de agüerías de Casandra» refiriéndose á quesus predicciones oientífioaa, n,ada tienen que ver cf>a ambascosas, francamente, siento no compartir su opinión! Encuánto á su marea de fábrica, es mucho como infección ypoca la medida de su realización. .ü r d o c t o r Costa suele decir: clases dirigentes. lluego hay

clase» dirigi(|as. Superior j más vale tarde que nunca.

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BEPTJTACIOÍTES A «LA CUESTIÓN ECONÓMICA» 177

zones dinásticas» de las guerras, buscad siempre las conve-niencias de la clase dominante, el Áureo factor económico.Es seguro que no lo buscareis.en vano. -

Las batallas no se han hecho jamás para abatir el orgullo 'inglés ó el orgullo francés. Eso es un necio verbalismo; alha-raca infantil. Ni por «frases olímpicas» como la atribuida áNapoleón en Erf urt, respecto á Constantinopla. Recordemos laúltima obradeLevy, comentada por Nordau, donde se.pruebadocumentalmente esta paradoja: Napoleón Bonaparte, prin-cipe de la Paz, siempre constreñido d guerrear por necesidad

Lo que hay es que Novicow padeceré abstraccionismo, epi-demia intelectual muy en boga desde Platón á Comte y PloroCosta. Toma los efectos por las causas, ó se conforma condetalles secundarios. -No habiendo penetrado aún el espíritude la dialéctica científica está henchido de las ilusiones de lafilosofía «especulativa». No tiene más que ideas confusas,

* imperfectas, acerca de la verdadera conceppión materialistade la historia. Ello explica su teurgia fraseológica, Mas enverdad^ las frases no explican nada El Mundo, no vive defrases, sino de satisfacer sus necesidades. La vida no tiene,más Objeto qne ella misma. Los demás «fines» son postizos;parches de la civilización. El genero humano, á pesar de ha-ber elevado su parasitismo á la categoría de ciencia experi-mental, es como las demás, una especie parásita del planeta; " -como este es un parásito solar, y este, un parásito cósmico.La historia social, no es producto del "pensamiento; ambas, ^lo son de la manera de vivir, de trabajar, y de reproducirse ;de los ¿ombres. /.

Las guerras han sido empresas nacionales ó sociales. Js- t

mas simplemente honoríficas ó desinteiesadas, por «amor á /-, la gloria» ó «al equilibrio continental», como cree Novicow. ;, *''Asi, las frases'sacramentales que de dicho autor cita el doc-> 2

torCojfe^fpág. 42}no'sorimá8queabstrfteeiojie£ dehectóá ,concretofl¿cuyas causas ignora.- Entidades realizadas da pro- •*_..oeso8h^stóríoo8 í&áperaibidds. Las fraseírise,aícen gr¿tis.£¡~

' 'Son4pí'b¿ohós los^üe yafefc; las, leyes que vialfcñ y tají J* ./«

1 # ^

176 VIDA MODERNA

EL EUPIBISMO B S WOVICOW

XI—Comentando el libro cuarto de Novicow, trata de la,Poliiica del Empirismo. Yo le observaré algunas cosas á, finde probarle lo que valía entonces ese pensador. Bajo ej anti-guo régimen, las guerras con «dentelles» no eran diversiones

, principescas como dicho seflor pretende y el doctor Costa re-pite, (pág 41). Eran conveniencias, necesidades principes-cas Bajo su aspecto de grandes cacerías humanas obraban-causas económicas, disfrazadas de razones políticas, religio-sas, dinásticas, etc No eran «sports» fortuitos, provocadospor el capricho libérrimo de los soberanos. Creerlo así, es de-jarse engallar por la óptica de las apariencias retrospectivasde la historia. Es DO querer ver los móviles ambiciosos, lasurgencias famélicas, el instinto de concurrencia vital quecrea las castas, pone en"pagna los pueblos, y-hace fermentarla leyadnra utilitaria de lab civilizaciones. '"

Las guerras" son hijas del Vientre más que del corazón.Pero, las necesidades zoológicas de ia especie humana,'«elgaldido inferior del apetito» como dice Groussac, tienen pu-dor Y cubreu su mercancía con banderas doradas, con mo-tivos de gloría, de orgullo, de nobleza, de honor..Despuéslos poetas-ponen en verso esas epopeyas de infamia, pillajey extorsión. Y la realidad de tantas formidables carnicerías, .

t se evapora eit galas retóricas, en odas triunfales, en himnos "- patrióticos. Y los mismos historiadores se- dejan engatusar

por el hechizo eirenáico de los poetas. Y consagran, en gira-ves párrafos, sus mentiras convencionales, con un dogma- „tismo de escolar. " - - -, •' i*> -s-

No hay que buscar en las «ambiciones feudales»,tijpm'ojQ' '/_ hace el empírico Novicow, la razón de las guérraé •^•tí--c"' •-

, ^ época, sino explicarse esas amWcwsw"mediante1 ef«tt•las necesidades típicas del mundo ieudal.,Í)í*ris de~]

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178 MODEBNA

La guerra del 70, franco prusiana no fue una cuestión fra-seológica, sino política, dinástica, en última ratio, económica.La Política del Empirismo de Novicow es á lo snmo unabuena lección de empirismo práctico... El autor combateel empirismo seonlar con su empirismo- subjetivo; sin duda,por aquello de que la cuña para buena ha de ser del mismo palo.Palabras, palabras, no es así, amigo Hamlet?

Por lo demás, desdichados de los pueblos que para «la tre-panización de sus demencias internacionales», como dice el ~doctor Costa, hubieren menester'de «la política del empi-rismo», según la receta empírica de Novicow. Imagínenseustedes, á los pueblos en procura del libro de ese caballero,como de un manual de patología política, exornado de ex-hortaciones frigoríficas para calmar toda suerte de calentu-ras bélicas . ¡Ah, Floridón, Floridón, hasta cuándo segui-rás provocando nuestra hilaridad?

Y eso de que los pueblos no deben quejarse de sus dolores 'ni el comercio y la industria lanzar sus quejas al viento, nilos pueblos ensalzar á sus poetas y oradores para que instru-menten sus males y alboroten el cotarro universal por la te-rrible razón de no dar pruebas de comprender la solidaridadintelectual de todos los principios cientifícos con la felicidadhumana . ¡Qué ridiculeces! Parece mentira que el doctorCosta caiga en semejantes geringonzas da dómine ecléctico.A lo que conduce la triste manía de escribir sin meditar, á labuena ventura de la loca de la casa. Y este caballero, pretendeser un espíritu científico! Francamente, habría que desespe-rar de la Ciencia, si ella se redujera á los sofismas de Floridón.

EL MEBCANTILISHO DE LA PBENSA MODERNA

XII.—Lamercantilizacióndela^rensano es un fenómenoexclusivamente oisplatino, sino universal. La hégira- bur-guesa 110 entiende de tonterías trascendentales, ni de dootíi- "

REFUTACIONES Á «LA CUESTIÓN EC0NÓMfC\> J79

narisraos girondinos. Su espíritu, éslo de empresa, y su caba-llerosidad, industrial. Cada diario representa un interés de-terminado. De círculo político, secta religiosa, gremio, óclase Social Defiende las conveniencias nacionales con unpunto de vista genuinamente lucrativo, dentro del don degen,(es y las limitaciones del código penal. De ahí, que elprograma periodístico del doctor Costa i esulte infantil. Digno,á lo sumo, de un silfo de la Arcadia.

Pretender «unificar la propaganda de la prensa» (pág. 63)cuando precisamente la diversidad de sus opiniones, provienede la diversidad de los intereses sociales ó circulísticos querepresenta; señar «en hacerla científica» cuando las necesi-dades históricas de la época la obligan, para vivir y piospe-rar, á entretener la vulgaridad pública con vulgaridades no-ticiosas y breves datos enciclopédicos que registran el movi-miento universal! Es hacer literatura sin saberlo ni quererlo.Es ir derecho por la ruta de Utopía. Es mostrar la hilachade la superficialidad. Demasiado «abe el doctor Costa que laprensa ea el reflector cuotidiano de la vida moderna. Ahorabien; siendo ésta, como es, antagónica, incoherente, anárqui-ca, brutal, la prensa que la expiésa y refleja, necesariamenteha de adolecer de ese «pecado original». Culpe pues, á la vidaactual, la herencia antagónica que le legara el pasado, desdeel principio de la civilización, pero no recrimine al espejo dereflejar claramente la cabeza de Medusa de la realidad.

A. LLAMOS.(Continuará).

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S^-a^S

EL V1BJ0 (JtnSOHES 181

El viejo Quiñones

D E LA VIDA DE F B O N T E B A

(Continuación) (1)

I I

Ya dechnaba éste, cuando González r e s o l v i ó c o n t i n u a r J a

marcha Aplaza cuanto pudo el momento de recodar á Quíaonej porque le era doloroso tener que interrumpir la

r;r:r:rrri

( i ) , tomo yiir,

movimiento^de éstos hacia sentir á nuestros hombres losmás molestos dolores en los músculos al continuar la mar*cha, y,esta circunstancia imprevista, sugeríales una idea sal-vadora: acortar el viaje de aquel día lo más posible. Aundistaba la sub-receptoría cinco leguas Quiñones se impusodecididamente no decir palabra, porque su conciencia escru-pulosa de BUS deberes de empleado, Je exigía soportar conresignación y aparente buen deseo todos los rigores del ser-vicio. En cambio González, dueño de su voluntad, hallándo-se dentro de los límites de la región fronteriza puesta bajosu custodia, sintió decisiva inclinación á "buscar el posiblealivio á SUB abrumadores tormentos- harto hacía ya con so-portar las amargas mortificaciones morales, para resignarseá acumular sobre sí el peso de los tormentos físicos, en cuan-to éstos pudieran ser atenuados por resoluciones de su libé-rrimo albedrío. Para esto, buscando por mera complacencia,la aprobación de su compañero le interrogó'

—Amigo Quiñones: no le parece que podríamos dividirnuestro viaje en .dos jornadas, quedándonos esta noche en lode Pormoso?

—Lo que usted disponga me parece bien.—Pues entonces nos quedaremos, amigo, porque yo voy

como -si me dieran de garrotes por el lomo! Y upted qué talse encuentra!

-•-Yo aquí voy, medio arrollado, para aliviar mis pulpas,que, tras de ser escasas vienen un tanto maltratadas, porquehace mucho que no andaba á caballo

-—Y esta'es su vida agradable de Batoví! Y aun cree us-ted que Je debe servicios al Estado, que mañana h compen-sará sus dolores echándolo á la calle por la intriga de cual-quier biliaco! ' ,

—No, señor González: estos dolores no son nada . A losdos 6 tres días pasa esto, y entonces puede uno andar á ca-ballo todo el día sin sentir molestia.

"—Ya veo que Usted es de buen componer y no se aflijapor nadaj Diosle conserve la calma!

Erajites-tres d.a la tarde. No se ola mes ruido quo el can-

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to de alguna lechuza; de vez en cuando el alboroto imperti-nente de los teruteros, que protestaban contra la invasiónde sus dominios, volteando amenazantes en torno de los via-jeros; el silbido melancólico, de cadencia monotonía, quedenunciaba á las codornices ocultas en el denso pajonal de

, los bajíos; el grito de diabólica alegría, como interjeeoiónguerrera de un salvaje que cae sobre su víctima, lanzado porlos cuervos, caranchos y chimangos, al volar en dirección ála cercana humareda, que flotaba sobre el campo devoradopor las llamas á entrambos ladds del camino. El zaino y elovero, obedeciendo á la misma impresión, irguieron la cabe-za y adoptaron un trote más elegante, lleno de bríos y es-carceos inusitados, cual si un eléctrico impulso de vitalidadestremeciera sus nervios poniéndolos en extraordinaria exci-tación. Con las orejas manifestaban sus vacilaciones y te-mores; pero sin dnda en holocausto á sus caballeros, avanza-ban hacia las llamas haciendo gala de valor. Las flores secasdel pasto maduro, estallaban como cohetes, silbaban con ra-ras melodías, exhalaban chispas fugaces de hermosos colo-res; y en conjunto murmmabn aquella lengua de llamas,como gigantesca vivora de /negó, uu rtunor de tormenta quese acerca Temblaban los caballos ante la proximidad delfuego que en largo trecho dominaba ambas márgenes del ca-mino, tifiendo de rojos resplandores la blanca arena delsuelo £1 humo subía y de los dos lados se inclinaba conver-gente, fundiéndose en una sola nube cuya silueta se movíasobre el camino con vibraciones vagorosas, como manchasque se esfuman, se difunden y se pierden. En medio de lascolumnas de fuego, nuestros hombres pusieron los caballosal galope, mientras éstos bufaban asustados al ver volar ennúmero infinito las aves de rapiña que siguen al fuego paradevorar los míseros reptiles fugitivos A quienes el calor arrojafuera de sus guaridas. Por aquí levanta el vuelo un caranohoque ha hecho presa en una vívora, la cu$l va colgando delpico, agitada en convulsiones de desesperación; por allá vuelaun chimango con im soberbio zapo entre las agudas uñas:quéjase el anfibio amargamente contra aquel forzoso ensayo

EL VIEJO QOISONES 183

de aeronáutica, cuyo funesto desenlace no escapa á la sutilezade su penetración; más allá, entre dos cuervos, prendidos desendos extremos de una lagartija, se inicia una lucha porbreves instantes, y ana medio chamuscados por el fuego queles llega al lúgubre plumaje, ninguno cede: corren un espa-cio siil aflojar el pico, hacen luego un esfuerzo supremo y lajusticia con una solución equitativa, pone la paz entre loshermanos desavenidos, partiendo en dos al desdichado rep-til, cuyas mdtades satisfaceiTal momento la avidez de ambosbuches.

Muy diversas impresiones Jlevaban al espíritu de nuestroshombres los detalles de aquel cuadro original y canoso. ParaQuiñones era nao de tantos incidentes amenos de la vidacampesina, uno de los infinitos aspectos interesantes de laétrloga eterna que forma el ambiento de las campiñas fecun-das de la patria. Para González simbolizaba el hecho, una de-las tantas revelaciones de la barbarie en cuyo medio le obli-gaba, á vivir su mala estrella. Ignoraba la_ causa del fuego,y, en su propensión genial á inclinarse á las explicacionespesimistas, lo atribuía á una acción malévola, de algún ene-migo del propietario de aquel campo. Bajo la tensión ner-viosa de la más profunda indignación, bien así como si de supropia persona se tratara, se expresó de este modo, dirigién-dose á Quiñones:

—Me horrorizo al pensar cuánta gente malvada hay entrelos habitantes de oampaña!

Quiñones que sentía el más entrañable amor filial haoia elcampó con todos sus inconvenientes, no pudo en concienciaaprobar el pensamiento de BU superior; pero para no des-aprobarlo concretamente, lo que hubiera podido ofender áéste, contestó:

—Como en todas partea, señor González.No pudo Goneález conformares con esta réplica, cuando

su convicción acabada le autorizaba & sostener á pie junti-llas su opinión.

—Nó; en todas partes nó! En los centros de civilizacióny cultura hay respeto, y hasta el instinto de humanidad está

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i

mejor desarrollado en las bajas esferas sociales. Nunca, ja-' más, á un hombre de ciudad se le hubiera ocurrido la des-

trucción de la propiedad de un adversario para desahogarlos míseros instintos de venganza despertados por agraviospersonales! Sólo cabe esa brutal perversidad en ios salvajes,en los bárbaros, y sólo hay bárbaros y salvajes en estos de-siertos inhospitalarios1

Quiñones sintió en las últimas palabras de González la es-tocada á fondo, pero haciendo honor á su ecuanimidad deespíritu, no quiso separarse «del fondo de la cuestión»,planteada en términos generales. Así con mucha calma con-testó :

—Según Estoy seguro que no se le ocurriría á ustedni á muchos otros, que, que son de ciudad; pero tambiéncreo que no faltaría quien pudiera sentirse tentado á. hacer-lo si le fuera posible, á vetes no se hacen ciertas cosas por-que no se puede .

—Pues no, señor; esas son venganzas propias de gente in-culta, de estos gauchos rencorosos, de alma negra. Figúreseusted! quemarle el campo á un hombre porque se le quieremal1 ¿Por qué no lo desafían? ¡Cobardes!

—¿Pero dónde ha pasado eso, don Francisco?—¡Hombre! ¿no acaba usted de verlo? .. Ahi no más, no

ha visto como destruye el fuego el pastizal hermoso de uninmenso campo .. ? No ve usted todavía esa mancha negraque se pierde en los confines del horizonte?.. ¿No ve ustedtodo eso convertido en cenizas, arrisado, pf rdido, por efectode un bárbaro atentado?

—Usted está en un error, señor González.—¡Cómo! eso gue se va no- es quemado?... Lo que aca-

bamos de ver destruyendo el pasto, no era fuego? ¿Estoy. loco, ó borracho ?•

—Sí, era fuego. Pero eso no quiere decir que quien hayaincendiado el campo sea un enemigo del propietario, y'quesu aóoión obedezca á móviles de venganza. Aquí se usa que-mar los campos para mejorar la condición" de los pastos,porque el suelo areóoso y húmedo lobato desarrollar .dema-

EL VIEJO QUIMONES 185

siado, contribuyendo á esto también la falta de ganados. Elpasto se cria como paja brava, es duro, por eso lo queman,dando lugar á que renazca tierno y digenble páralos anima-les, y, á la vez, eliminando los bichos perjudiciales para lahacienda. No ve usted, esto que se cría es masiega Un ca-ballo suelto en estos campos no engorda; pero se le pone lapanza quo no hay cincha que le alcance. Parece que esto notiene sustancia es como si un hombre viviera comiendo so-lamente papas.

—¡Pues no digo yo que esto es lo último del mundo! Quieredecir que los caballos aquí.. .

Quiñones se apresuró á interrumpir á González, sintién-dose arrepentido de haber desprestigiado el mérito del campo,con lo que le daba-a su compañero nuevos motivos de pro-testa. % -t'

—Aquí los caballos lo pasan medio mal. pero viven,viven.

—Si; como tenemos que vivir nosotros: ¡á la fuerza! ¡Nosalgo de mi asombro! ¡Cuando m los caballos pueden vivir!

—,Viven, señor González. Los quemas extrañan son aque-llos criados en buen campo, los cuales al tener que alimen-tarse con este pasto se enflaquecen. Esto no le debe admirarni sorprender, porque todos sabemos que el hombre mismo,acostumbrado á comer bien, si de pionto lo someten á malaalimentación, adelgaza y enferma.

—Sí, sí, tiene usted razón: lo mismo que nosotros. Los quehan nacido en estas calamitosas comarcas, se sienten en lagloria; con el estómago hecho á porotos y tasajo; el dólcefarniente por ideal supremo de la dicha! Si esta gente supieratrabajar y tuviera iniciativas de progreso, ya hubiera mejo-rado en gran parte las precarias condioiones de esta región.

Quiñones iba notando que González tenía demasiadas exi-genoias para los infelices habitantes de Batoví, y echaba dever en ello una contradicción, en virtud de que, BÍ Gonzálezcreía lícito censurar la falta de inclinaciones laboriosas enaquella gente, no podía menos de ser debido á que su con-ciencia tenía al trabajo y á la iniciativa particular por gran-

TIOX WODIMA. — T. TOL 13.

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des méritos, y desde luego se hallaba él mismo incluido en suinconsulto fallo condenatorio, porque no le adornaban tanpreciosas cualidades. Sentía Quiñones cierto desconsuelo ypesadumbre al considerar que su jefe, sujeto á la rueda deIxión de las necesidades apremiantes de la vida, entraba áaquel escenario sintiendo gravitar sobre el alma doloridatodas las mortificaciones infernales. Sin duda alguna, cuantomás fuera conociendo las costumbres regionales, cuanto másfuera alejándose del mundo en que estaba acostumbrado ávivir, la nostalgia tendría que abrumarle como desesperantetormento Vagamente cerníase una tristeza amarga en elplácido espíritu de Quiñones, y seguía la marcha en silencio,mirando de hito en hito á sn compañero, como BÍ quisierasorprender en su semblante la expresión de sus profundospesares Le sería ineludible á nuestro héroe, violentar lasinclinaciones de su temperamento apacible, bajo la influenciamaleante del pesimismo radical de sn superior; pues éste nosólo debía imponerse luego por la dignidad de su rango, sinoque debía ejercer un ascendiente imperioso por la mayor vi-rilidad del carácter. Es imposible dejar de compartir las im-presiones moroses de una persona que se tiene cerca, conquien se ha contraído, siquiera sea superficialmente, vincu-laciones de amistad. Quillones se hallaba colocado por lascircunstancias en este caso. Como espíritu más débil, su po-sición al lado de González se definía haciéndole como un ecoviyiente de su temperamento. Era parte eficiente á qne enel ánimo de Quillones tuvieran honda resonancia las impre-siones de González, la aparente superioridad inteleotual deéste, sus conocimientos mundanos y su cultura, á todo locual daba aquél excepcional importancia, teniéndole porilustrado de verdad, con un caudal de conocimientos bebidosen legítimas fuentes, sin soñar que no pasaba todo de vanahojarasca, cogida al vuelo en el fárrago enoiolopédico delperiodismo común.

Y ya que hemos cometido la indiscreción de revelar estesecreto, evitando al lector incurrir en el erróneo conceptoque de González tenía Quiñones,"digámoslo todo de una vez.

EL VIEJO QUIÑONES 187

González sabía leer, escribir y . . . contar: trilogía de conoci-mientos á que se reducía la enseñanza escolar de «sus tiem-pos». Con inteligencia despejada, llegó á asimilar en revueltaconfusión muchos conocimientos; demasiados conocimientospara su humilde condición social. Él sabía que la tierra esredonda, en lo cual aventajaba á muchos sabios del siglo xv;sabía que giraba al rededor del sol, siendo en esto más ins-truido que los famosos inquisidores que encarcelaron á Gali-leo porque enseñaba el sistema astronómico de Copérnico;sabía que los planeta» brillan con luz ajena, que piden pres-tada al sol, semejando la luz falsa que sirve de nimbo de glo-ria á muchos hombres, opacos de intelecto; y aquí paraba suerudición cosmográfica. Conocía la geografía nacional, porhaber cruzado en son de guerra el territorio en todas direc-ciones. Sabia dónde quedaba la República Argentina, porquela había visto desde aquende el Uruguay. Sabía de Europa...que estaba lejos, que había reyes y emperadores, papas ycardenales, grandes ejércitos, formidables escuadras; que losingleses tenían mucho oro, con el cual nos solían sacar deapremios; que los italianos eran buenos músicos y mejoreshortelanos; los franceses muy valientes. . ¡Napoleón derrotóá medio mundo! los españoles muy clericales: allá no se to-maba la sopa sin la venia del íeverendo padre. Había otrasclases de gringos: belgas, suizos, holandeses, de allá de dondevenían las vacas; y, en fin, había anarquistas que sembrabanel terror. Y sabía mucho más, porque siempre fue asiduo lec-tor de la prensa montevideaua; no dejaba de concurrir á todareunión política donde se pronunciaran discursos.'¡Un dis-curso! .. ¡cuánto talento se necesitaba para eso! es decir,para exponer un discurso. Si no tenia" qué hacer iba á laiarra, cuando había sesión en las Cámaías. Allí había apren-dido los verbos sesionar y mocionar, entre otras cosas impor-tantes Iba .también, guando podía, á los exámenes anualesde las escuelas públicas. ¡Oh, siempre se aprende algo! Solíaen estos casos dirigir la palabra con almibarada sonrisa ácualquiera de los circunstantes, diciendo: ¡Cómo se olvidauno de estas cosas!

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188 VIDA JIODEBNA

- En este tráfago, instructivo á su manera, González adqui-ría algo del pensamiento ajeno, acumulando sin saberlo uncapital de prejuicios que aceptaba y sostenía como verdadesinconcusas. Lo que decía un discurso de nuestros prohom-bres del partido de sus afecciones políticas, un .editorialgrandilocuente de un periódico, y hasta un suelto de gace-tilla, tenía tanta verdad para González cuanta puede tenerpara el creyente sincero y fervoroso, una parábola evangé-lica ó un versículo del Corán.

Quiñones tenía la sencillez, que á veces puede confundirsecon la humildad, del campesino, del hombre que ha recibidopoca influencia de ese ambiente en que la vanidad humanaerige un culto á las exterioridades deslumbrantes. Tenía lainstrucción elemental del otro; leía diarios; tenia la virtudde saber admirar; pero no le mortificaba el ansia de imitar,porque siempre dudaba de sus facultades para ello, diferen-

1 ciándose en esto del otro, que creía ser capaz para todo yculpaba á sus infelices progenitores de su desgracia de nohaber sido «un gran señor.» Quiñones, si bien se adueñenSan Fructuoso, nació y pasó la mayor parte de su infancia yadolescencia en el campo de su padre, aquel campo de queuna guerra le despojó! Allí su espíritu hubo de asimilarse losrasgos característicos de la Naturaleza agreste: calma pe-renne; silencio majestuoso y solemne en que todo se aquieta,todo enmudece en admiración extática inspirada por la subli-midad de la Creación. En este medio pastoril e ' hombre sesiente pequeño, porque lo que le rodea es grandioso y no essu obra; no existe la lucha agitada, maquinal, por la existen-cia, lucha ingrata en que el hombre es una rueda miserabledel engranaje social; no se halla uncido incesantemente elpensamiento al yugo de la tierra; no existe el choque perpe-tuo contra sus semejantes, y la vista continua de BUS obrasno fecunda en su corazón los gérmenes del egoísmo, no le •envanece, no le anestesia las mejores fibras del alma. Eñmedio de aquel misterioso rumor de las selvas se formó eltemperamento de Quiñones. Ese ambiente plácido, en cuyoseno se deslizaron los primeros aílos de su vida, forjaron su

EL VIEJO QülSOXÉS 189

espíritu sereno, apacible, bondadoso, y sugirióle" más de unavez reflexiones metafísicas, que terminaron en sincera fereligiosa.

González no era creyente: odiaba á los curas, y siempreque podía divulgaba con apasionamiento y entusiasmo lasdoctrinas que había aprendido en las conferencias del Clubliilbao. Para él la religión era una en el mundo: la católica:y ésta una engañifa del cleio, que especulaba con la igno-rancia del vulgo y comerciaba con las conciencias. ¡Y cómofcentia dilatar eLíllina al pensar en sus preconceptos religio-sos, sus seudo? teorías teológicas y rituales pegadas consaliva; ideas que le colocaban á su juicio, en el número delos más avisados, y le enrolaban en gloriosas filas de losapóstoles de la última verdad!

Después de las elocuentes frases lapidarias con (jue Gon-zález formuló su concepto sobre los moradores de Batoví,siguieron largo rato en silencio, aunque bin apartar el pen-samiento de aquel tema de «palpitante actualidad» paraambos. González creía haber expresado la definición masexacta, y sentía la satisfacción agridulce del que descubre

" un mal que pesa sobre si, aun cuando éste imponga la re-signación de lo irremediable. Quiñones, que no pensaba lomismo, sentía el vago cosquilleo de los primeras huellasde la duda. Deseaba llegar cuanto antes á la casa dondehabía resuelto González pernoctar, confiando en que la pre-

sencia de otras personas, obligando á éste á disimular susimpresiones, despejarían aquellas fatídicas sombras de pe-simismo que les abrumaban. Y felizmente la casa de For-moso divisábase como á una legua de distancia, rodeadade añosos árboles, que á lo lejos ofrecían el aspecto deuna gran mancha obscura sobre la línea azul del horizonte.

El bochorno del ambiente disminuía, y una ligera brisamovía, los pastos produciendo con el choque un rumor comode alas que se agitan; el ganado se encaminaba á las alturas

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despojadas de hierbas, á los ribazos del rodeo, para recogerseal descanso de la noche; tendían el vuelo los teruteros ajar-mando el contorno con su graznido desapacible; las tropillashuían en pos del sonido quejumbroso de la esquila, que de-nunciaba el rumbo del señuelo; algunos avestruces, erguidoel cello, miraban con curiosidad á los viajeros, puestos enactitud de retirada en cuanto el enemigo demostrara propó-sitos hostiles; las, lechuzas, en la puerta de sus cuevas, á laorilla del camino permanecían impasibles al pasar por sulado nuestros hombres, y apenas movían Ja cabeza hacia unlado con disimulo, como una persona que «toma e] fresco »en la puerta de su casa; do un grupo de ovejas salía un des- .concierto de balidos lastimeros Á esto se reducían las ma-nifestaciones de la vida, en la inmensidad desierta de aquelcampo sin límites, cuya austera majestad de océano, evocabapor misterioso fenómeno el recueido de las calladas tumbas,tal vez ¡)or la inmovilidad y el silencio, tal vez por la melan-cólica luz de los últimos rayos con que el sol saludaba á la

ei. tierra, como un tímido enamorado que tiende una miradallena de ansias infinitas desde la cubierta de un barco quebo aleja . La ca¡>a de Formoso se acercaba, y ya be oía deen medio de los higuerones añosos y los angicos gigantescos,el canto melodioso y melancólico del zorzal, que despedía alsol con sus trinos cadenciosos. Ya se veía una cerca de pie-dra semi-derruída; la manguera, con las mansas lecherasencerradas; unos gauchos que jugaban á la taba en las puer-"tas de la casa; otros, sentados sobre un tronco fcendido*>breel suelo, conversaban, vano» caballos ensillados, agrupados,con las cabezas gachas, como pensativos, esperaban las ór-denes de sus dueños, quienes entregados á las más gratasexpansiones, se diveitían con el juego, la canina, el mate y elcigarro. La casa, dé cuatro metros de altura, revocada átrechos, en paites bin revoque, exhibiendo los sillares mal ,labrados, tenía el aspecto de un pordiosero cubierto de gui-ñapos, oual símbolo de lacena vergonzante. La vegetación,con exuberancia lujoriosa creoía en todas partes: al lado delas puertas, en los ángulos de las ventanas, en los intersti-

EL VIEJO QUIÑONES 191

cios de las piedras, alimentada por la humedad de la paredmnsgosa.

Para Quiñones no tenia aquello nada de particular: era loque estaba más acostumbrado á ver. Parece que la natura-leza se impone de tal suerte al habitante de los campos, queconcluye por dominar las inclinaciones á la comodidad arti-ficial, destruye el gusto artístico, el esmerado culto de lahigiene . . González sentía que ahondaba en su corazón elacicate de amarguras que lo venia mortificando, al contem-plar el cuadro miserable de aquella casa, donde tantos hom-bres, qne de tales, á su modo de ver, sólo tenían el aspecto,gozaban el placer de la vida más dichosa que cabe imaginar.Era imposible*aisimular el desprecio que se le desbordaba,pero por exigencias de urbanidad, impuestos por su culturasuperior, debían mantenerse sus impulsos en los discretos li-mites de un mohín despectivo, imperceptible para aquellosprofanos ojos, para el intelecto berroqvieño de aquellos seres,á cuyos ojos eran sómbraseos dominios del hombi e interior .

Apeáronse nuestros viajeros y saludaron á los concurren-tes. El dueño de casa estrechó efusivamente la mano á Gon-zález y ofreciósele seu criado, y otros almibarados cumpli-mientos que aquél no entendió; pero que no dejaron decausarle cierta sorpresa un si es no es agradable, al ver queaquella urbanidad no era dado esperarse de un hombre tangrotescamente ataviado, con unas bombachas angostas, deun género con cuadros blancos y negros, como los de un ta-blero de ajedrez, los pies desnudos, metidos en unos chan-clos; una camisa de zaraza, y sobre ésta un poncho listadocon los colores amarillo y negio. Era un hombre de estaturamediana; ojos negros, vivaces, cabello enrulado, negro;barba poblada; flaco y tieso Era juez respetado entre losparroquianos de su casa y dirimía sin apelación todas lascuestiones originadas por el juego,

Eldependiente de la casa, pues era aquella una casa decomercio, apareció en la puerta con un» caldera grandísima,de hierro, en una mano y un inmenso mate en la otra. For-moso hizo alcanzar unos bancos, invitó á González á sen-

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192 VIDA MODEBJÍA

tarse, no haciendo lo mismo con Quiñones porque andabasaludando á algunos conocidos que halló entre los jugado-res. Formoso puso la caldera en el suelo, entre el espacioque separaba á sus pies, después de haber llenado el mate,que le brindó á González. Salían del grupo animados gritosy disputas, motivado todo por las posiciones en que caía lataba. Todos hablaban en portugués, con intercalaciones detérminos castellanos ó mezclados.

Celebrando una suerte, gritaba uno:— ¡Ista foi boa!... assim que eu gosto!.. isse foi meu

compadre!Al tiempo que paraba la taba, ó sea osso, sin haber echado

suerte, un pardo alto cuyos ojos amenazaba» saltar de lasórbitas, exclamaba:

— Por um ape nao foi sorte!... so una viradita maischegaba pra que ó raio do osso pregara as costas no chao!

Tirábase de nuevo el hueso, y el interesado en el triunfogritaba con apasionamiento:

—fPara alí mesmo..." desgranada! — y se echaba haciaatrás como si fuera con el impulso de sus ansias á detener lafuerza de la taba. Visto el fracaso, pagó al contrario, y seapartó de la cancha, con su chiripá formado por un ponchoque eran piltrafas.

—¡Pula, pula, un bocadinho mais!... so,"so um» virada!— decía otro é inclinaba el cuerpo adelante cual si fuera él ávirar por la taba.

Se abrió espacio hacia la cancha un indio de aire marcialy aspecto de matón, y como para llamar la atención de losconcurrentes, se dirigió al que estaba más cerca de la taba yle habló:

—Me dé, compadre, que eu vo facer una prova con isseosso desgracado. r

Todos aplaudieron al famoso jugador, que sonreía compla-cido, mientras parado como .en guardia hacia saltar y darvueltas en el aire á 1» taba que caía siempre de costado en sumano, y miraba al otro extremo de la cancha como si bus-cara el punto aparente para colocar u OSÍO.

EL VIEJO Ql'lSONES 193

—Vamos ver ó Vituca, que vai ilav una sorte beui socada!—¡Quinientos reís as mAos do Yituca!—Só eu quera toma!Entre tanto Vituca no tirnbn, pava Jar lugar ti ks • para-

das de afuera».—Cinco mil reís coutra dois que nao vota sorte!—Pago. . . e vo-te ganhá até as oivolas!—Nao sei de que jeito!—As maos de Vituca jogo uní contó!—Aquí nao tem bagual que arrevente seu lazo, don Quiu-

doca. Ista é gente que encerra as leiteras em corral pe-queño. . .

—O Vitnca nao tem mais que á parada...—A quera falou jogo-lhe até meus bois da labora!Tiró Vituca y echó suerte, rompiendo la espectativa de los

circunstantes, que acompañaron el hecho de estuiendosa al-garabía.~ Cerca de González otro grupo discutía sobre los resultadosprobables de una próxima penca. Uno decía refiriéndose alcaballo de un guarda brasileño.

—O cavallo do fiscal eu agaranto que nein galopea!Otro decía refiriéndose al caballo de Foimoso:— O baio tem muito trato, porque aquilo que se incherga

é forca de milho; mais, pra mim... pode ser .. eu n&o digoque elle nao corra... mais qué quer... nao me agrada!

Otro que estaba callado y como pensativo, haciendo dibu-jos de marcas en el suelo con el arreador, levantó de prontola cabeza y expresó con energía:

—Eu nao digo que ninguem meta seu dinhero ivas patasde meu cavallo, porque elle, de muitos jeitos, pode perder;mais si elle corre como corre, eu com meu colorado á quemquizer do cara volta e ató urna apiada no caminho!... Essessotretas váo tomar cola que vai ser urna poca vergonha!

Un vasco, ataviado á la criolla, con bombachas negras, bo-tas coloradas, sombrero de alas inconmensurables, y ponchoamarillo, terció en la conversación'de González con-Por-moso.

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194 VIDA MODERNA

7-Entonces—decía Echeverry á González—o señor vienedel capital Montevideo. O señor va extrañar un poco, por-que como quer, as amiiades que tendrá de acbar no serán tanboas; mas es muí con viniente para quien ya tiene el educa-ción capital, tener el educación camponés también.

Costóle á González interpretar la jerga singular del vasco,y mientras éste chupaba >con fruición la bombilla, aquél lomiraba con sorpresa como raro ejemplar de una amalgamatan curiosa.

Se acercó un cuarto personaje, trigueño, de barba rala ylarga, dividida en dos grupos por el barbicacho que sosteníaun sombrero igual al del vasco. Este nuevo personaje gas-taba botas negras, con grandes espuelas, unas bombachas in-coloras y poncho giis Al acercarle este señor, Fonnoso sepuso de pie y dirigiéndose á González, le dijo:

—Le aprésente um patricio seu, estanciero de Batoví.. Saludó el estanciero y se sentó en un banquito que en esemomento traía el dependiente de la casa. Como casi todoslos- fronterizos, hablaba un idioma mixto. Dirigiéndose áGonzález preguntó el estanciero:

—Entonces aquí el señor es el guardia primero que el Go-bierno tiene nombrado para Batoví?

—Un servidor de usted.—Estimo.

—Para lo que pueda serle útil viviré en la oficina.—Nos, aquí cerca de esta casa, osté ve laaa.. en la vuelta

de aquella varlle, logo mais tiene un caponcito ( I ), y dalí ámi casa tiene media legua, al rumbo de una oañadita que ostéva á encontrar alí mesmo y que se vara bem incostado noárame d'uma chacra, que está na vera de la cuchilla, y des-cendo á ouchilla del otro lado está mía casa. Yo me llamoJosé da Silva Moráes, mas me tratan Quindooa.

— Tendré muoho gusto en hacerle una visita—dijo Gon-zález.

—Eu decía aínda agora pra o guardia 1.*,—habló For-

(1) Sosquecito

EL VIEJO (JUI80NES 195

moso—que á situacao la da officina é muito ruim, pois alíaté fome vSo passar.

—Yo le agradezco la advertencia, — dijo González,—peroya trataré de arreglarme, con el auxilio de Quiñones, que co-noce esto. •

Quiñones se había acercado hacia un momento y al oir laspalabras de González repuso:

— Confio en que nos hemos de arreglar... aunque el se-ílor González le cueste utt poco acostumbrarse á pasar tra-bajos. Ya sabemos que Batoví es una calamidad, y que, des-pués do la guerra tiene que haber quedado mil veces peor.

—Este guerra,—exclamó Echeverry,—tem estragado todoeses campos, y ustedes no ie asusten si no achan um pao praqueimar y um leitera para tirar leche ..

—Yo puedo hablar de eso,—interrumpió Quindoca,—por-que soy oriental, y non usté que es gringo Olha, seu guar-dia, por esses campos so ¡>e incherga es arames, cortados enpedazos pique&os ansí, que no prestan nitt para facer urnaportera. Ostedes van á pasar fome, — hambre como se diceen oriental.—y non van encontrar una res para carnear ninpor favor, nin por remedio. Eu, yo, fiquei na mia casa socom meus caohorros! Vossé nao imagina! Ninguem pode car-cular os prejuicos que au tive! As desgranas que trae urnaguerra! Isto ficó arrasado, tudo ó Batoví. Aqueles guerre-ros son peor que urna praga, que á praga mais grande de ca-fañotos! <»>

—Pero,—interrogó González cada vez más sorprendido deestas noticias,—no hay casas donde comprar algo .. aunquesea charque y porotos.

—Alí,— contestó Fonnoso,—a venda que tem mais perto,fica á tres leguas da offioina.

Como la noche se acercaba, la jugada terminó luegp, yFonnoso que se dio cuenta de que González y Quiñones de-seaban quedarse en su casabes manifestó que podían desen-sillar los caballos y soltarlos en el potrero. Les indicó el

(1)

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196VIDA MODEBNA

cuarto donde debían guardar los recados, que tería la habi-tación ea que dormirían esa noche.

Quiñones, aunque más viejo, desensilló en un momento MIcaballo, entró el recado y fue á sentarse al lado de Formóloque seguía adherido al mate. González, dolorido el cuerpo,apenas tenía fuerzas físicas y ánimo para moverse. Desen-silló el caballo muy despacio y lo llevó hasta el otro lado dela portera, donde le sacó el bozal y lo soltó. Luego cargó pe-nosamente el recado, con cuya cincha hizo de todas las pie-zas un lío, lo dejó en el cuarto indicado y volvió á sentarseen el banco, sintiendo hasta en esto un martirio, con la pre-sión de la dura madera en sus músculos doloiosos.

Desde la casa de Formoso, situada en una altura, í>e veíauna gran extensión de nuestro territoiio, yermo y tiibte. Elcampo, formado de colinas sucesivas, ofrecía un paisaje debelleza inimitable, dorados los ribazos por la pálida luz cre-puscular y sombreados los bajíos, formando el claroscuro deun cuadro gigantesco. Aquella amenidad melancólica, teníala hermosura de una muerta, porque el aspecto del camposugería la idea intuitiva de Ja negación de la vida, por lainmovilidad y el silencio. Este cuadro le era agradable áGonzález de cierta manera singular, como algunas sensacio-nes amargas suelen provocar gustosa impresión al paladarmás delicado. Sentía su espíritu como absorbido por la gran-diosidad de aquella . . nada! Sí, porque para González erala nada visible, el vacío palpable, un raro misterio, atrayentecomo el fondo de un abismo. González se veía reducido allíá la mayor insignificancia; tocaba su impotencia; veía entorno suyo la fatídica silueta de lo Imposible! Iba compren-diendo que tendría que necesitar el apoyo de aquellos hom-bres que le eran despreciables; y, lo peor de todo, no fabíani le era dado imaginar qué sería lo que de cada uno habríamenester.

Ya oscurecía y los concurrentes acomodaban la cincha alrecado, se despedían y salían al trote acompasado de los ca-ballos, en distintos rumbos. González como confundido enun vago desvanecimiento, los miraba desaparecer y se ima-

EL VIEJO QülSOÍTES 197

ginaba algo así como que el desierto los tragaba, porque nose vía una casa, y todos, sin embargo se iban, se iban . yno se veían más, como desaparece en el horizonte el débilbarco, en las brumosas tardes del otoño.

PEDRO COSÍO.

(Continnnrá).

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De la Educación Común*"

FBAQUENTOS

PE LOS MÉTODOS

Queda dicho más atrás, que para la regular división de laCiencia, convendría:

«I Crear algunas voces necesarias y limitar el significado» de otras que lo tienen confuso »

Ninguna rama de la Ciencia de la Educación necesita conmás urgencia un examen y clasificación metódica que la ME-TODOLOGÍA, empezando por la definición del Método.

Tomemos algunas de diferentes naciones.El Dictionaire de Pedagogie de Buisson, no define el Método,

defínela palabra muy defectuosamente; dice de'ella que:• formada de una voz griega que significa V/A, designa elconjunto de las vías y medios que ae adoptan, de una manaraexpresa y reflexiva,- para ejecutar una obra cualquiera, parallevará buen término una obra emprendida.» Dedica á ex-plicar esta definición (?) cinco y media nutridas colum-nas^ puede afirmarse sin temor de errar, que quien no tenga

(1) Véase Vio* HODEBHA, tomo vut pAgiDA 199 y iígulaoteft.

EDUCACIÓN COVÚÍf 199

idea olara y cabal del método antes de haberlas leído, no sólono la adquirirá leyéndolas, sino que, le será difícil adquirirladespués—si se empapa en tan obscura doctrina.

Beleze en sn Dictionaire d'Instructhn Primahe lo defineasí: «Se llama método el orden que sigue el maestro y los• medios que emplea para trasmitir álos alumnos una verdad» ó una serie de verdades, es decir, la Ciencia. Asi, el orden á• seguir y los medios á emplear, son las condiciones esencia-» les de un método. Y primero el orden á seguir.» —No pa-rece más clara ni mejor hecha esta definición, ni la ilustragran cosa la doctrina que la sigue, en el citado Diccionario.

Carderera dedica al Método veinte y cinco páginas de suDiccionario de Educación y Métodos de Enseñanza, en lascuales no lo define, pues no es definición esta que da en unpárrafo: «Llámase método de enseñanza el principio y los» medios generales que se emplean para comunicar á los dis-» pipólos lo que han de aprender.» Luego se extiende en con-sideraciones tendentes á dar claridad aK concepto que.delMétodo tiene, y no parece conseguirlo.

Vechia en su Nuova Sctenza ddV Educazione al ocuparsede la metódica, después de una sene de ejemplos y explica-ciones, define así el método didáctico «El arte de llevar al» alumno de el sentir al conocer, y de aclarar, ordenar y> completar los conocimientos.»

Corazziari en su Metódica lo define asi; «es el orden que se» da á las diversas operaciones de la mente, necesarias al in-» tentó propio del razonamiento á fin de obtener con segori-

. » dad uu fin. Distingüese en él tres elementos: 1." Fin pro-» puesto; 2.° Medios para conseguirlo: 3." Orden en que de-• ben estar dispuestos los medios.»

Gucliet en sus Principios Razonados del Método intelectualaplicado á la educación maternal, d la enseñanza escolar y alaprendizaje profesional, tampoco lo define.

No es pequeño el número de autores poco menos explíci-tos en este punto; prescindamos de ellos, por ahora. _—

Desda luego se observa en cuantos tratan de Método* unamarcadísima tendencia á ponderar la importancia de estos

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200 VIDA MODERNA

agentes; á señalarlas generalidades comunmente aceptadascomo características esenciales del buen método, « de que seha de ir de lo conocido d lo desconocido, de lo concreto el lo abs-tracto, de lo particular d lo general, de lo simple d lo com-puesto, etc, etc.

Ordinariamente se asigna también mucha á la clasificacióny se diserta ampliamente sobre los caracteres distintos de lasdiversas clases: el analítico, el sintético, el mixto, el intui-tivo, el de invención, son materia de largas tiradas, obser-vándose qne después de leer con atención una de estas meto-dologías, ya la formen el capitulo ó capítulos de un tratadode Pedagogía ó un libro especial, el estudiante puede encon-trarse instruido en una porción de cosas relativas á métodosde enseñanza, ventajas ó inconvenientes de cada uno, su cla-sificación, división é importancia; pero saber él mismo apli-car el mejor método, por lo que estudió, de eso no sabrá, nipodrá saber nada, absolutamente nada: porque en esps.li-broa no hay sino la exposición de todo lo que el autor sabe ócree saber en materia de métodos; pero NO SE EXPONE NUNCAEN ELLOS EL MÉTODO QUE HA DE SEGUIB EL MAESTRO para deS-

cubrir cuáles son los que personalmente le convienen.

No escapan á este desfavorable juicio los autores america-nos, los cuales, ajustándose, indudablemente, á un riguroso mé-todo científico desde cierto punto de vista, exjwnen los pro-cedimientos del orden y subordinación en que se desenvuel-ven las facultades del niño, mecanizan de tal suerte el modode cultivarlas, y formulan con tal seguridad la norma á quedebe ajustarse el maestro para realizar maravillas, que el pen-sador, después de leerlos detenidamente, no puede menos depreguntarse si los autores de ese artefacto tan prolijamenteelaborado, tan maravillosamente encadenado en el sin fin depiezas mínimas que lo componen, creen de veras haber en-contrado el talismán á cuyo influjo ha de salir forjado en to-das su piezas el educador.

El método, ó mejor dicho, los métodos de educar no son ins-trumentos tales que dependan exclusivamente de la materiasobre qué han de operar, por muy homogénea y conocida

DE LA EDUCACIÓN COMÚN 201

que ésta sea; han de ajustarse también á la mano del opera-dor, á sus fuerzas y á su genio.

Esto es verdad tratándose de instrumentos mecánicos apli-cados á la materia Ipruta, comparable siempre á sí mismadentro de no muy extensos límites. ¿Cómo podrá no serloen instrumentos que han de aplicarse á la inteligencia, alsentimiento y á la voluntad de colectividades variables porsu composición, por la edad, por las mezclas de edades, por laoíase, por las mezclas de clases, por el clima, por la localidad,por el local de la escuela, por los elementos materiales edu-cativos, y hasta por todas y cada una de las condiciones per-sonales del educador?

Si esos AA. tuvieran razón, un hombre instruido en lasmaterias del programa de las escuelas comunes á quien se lepusiese bajo el brazo un tratado teórico, el de Baldwin, yotro práctico, el Wickersham, por ejemplo, sería, siguiendoá -estos autores, un maestro perfecto; y á un país cualquierale sería muy fácil organizar su instrucción común unifor-mada y eficaz en la medida de sus recursos pecuniarios.

Pero ésto ni es verdad ni se acerca remotamente á ella.Esos AA. citados y otros no citados de trabajos sobre losmétodos, pecan por lo general por falta de extensión y de cla-ridad en el concepto de la cosa.

Con frecuencia los AA. al tratar de la Metodología, des-pués de ceüirla á los límites de sus propios conocimientos, ycreyendo de buena fé resumir en sí el supremo saber en esteasunto, emplean grandes porciones do sus libros en leccionesmodelos, dando á entender que, ajustándose exactamente áellas en el espíritu y en "la letra, el maestro alcanzará el másalto grado de perfección en metódica.

Nunca serán bastante execradas por los pedagogos de ver-dad esas absurdas doctrinas, cuya tendencia á mecanizar laenseñanza se funda en la creencia de que la inmensa gene-ralidad de los maestrea son incapaces de proceder por sí ynecesitan recibir el impulso exterior hasta en los más ínfimosdetalles de su obra.

Quienes crean que esta condenación es exagerada, advier-

TIDi UODXUA. — T. VIII. U.

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202 VIDA HODEEXA

tan que los titulados pedagogos ó pedagoglstas á quienes nos^referimos, condenan la rutina, sin advertir que son ellos losfactores más eficaces. Echase de ver desde luego en los AA.de las clases citadas que, si han ejercido, no tuvieron encuenta al escribir, ni sus dificultades, ni los esfuerzos quehan hecho para adaptar á su práctica los métodos estudiadosen los libros, ni la suma de caudal propio que les ha sidonecesario agregar al ajeno, ni cuanto de éste se han vistoobligados á modificar ó deseohar.

Tampoco han tenido en cuenta la diversidad de •efectosque produce el mismo método adoptado por dos maestrosdistintos en la misma clase y en la misma asignatura, aunquealgunos reconozcan expresamente tal efecto.

VI

ALGUNOS HECHOS 1>E OBSERVAOIÓN

En esta materia, como en muchas otras, la verdad clara-mente expuesta y fundada en hechos diarios de fácil compro-bación puede prescindir de citas; mas no estarán de másalgunas ilustrativas del criterio á que obedece esta exposi-ción, poniendo en evidencia todo el valor que dá á los méto-dos pedagógicos la, acción personal del Maestro, ouando éstase desenvuelve libremente.

El director de un establecimiento de enseñanza daba confrecuencia algunas lecciones en las clases que no dependíaninmediatamente de él. Como estas lecoiones se verificabanen las ultimas horas, cuando ya el cansancio había invadidoá los alumnos y al director, éste procuraba darlas en formaamena, salpicadas con algunos chistes y tal oual vea algúnclientecillo oportuno. Los niños, ya sea por la novedad de,la forma, por la natural satisfacción de ser el jefe superior

DE LA EDUCACIÓN C01TÚÍÍ 203

quien se las daba ó por otras causas, recibían con gusto estaslecciones y sacaban de ellas gran fruto.

Uno de los profesores, joven ilustrado y deseoso de perfec- •cionarse en su profesión, trató de adoptar Informa (.?) queveía emplear con tanto éxito y la aplicó en varias lecciones;pero con tan mal resultado que no pudo menos de comuni-carle la decepción al director, el cual le contestó:

—Np debe causarle estrañeza ni debe usted desanimarse;el resultado es lógico y natural.

Observe usted las razones en que me fundo paia afumarlo;son razones personales: soy de mayor edad que usted; pormis gustos he acopiado gran cantidad de cuentecillos, géneroliterario que leo con mucha frecuencia; tengo facilidad pavatomarlos al pasar cuando la oportunidad se presenta y lohago con espontaneidad y no sin alguna confianza en mímismo; los empleo como instrumento en un momento dado,sin darles importancia instructiva, para aprovechar el efectoque producen en el auditorio cansado-por cinco horas de tra-bajo anterior continuo. Además, si en la ocasión el estado demi ánimo no responde á la necesidad, no adopto esa forma.

En usted no concurren algunas de esas circunstancias,porque prescinde usted de su personalidad. En efecto: ustedprepara su lección y con ella algunos cuentecillos oportunos,fruto, no de un abundante acopio anterior, sino de prepara-ción inmediata. Eesulta de aquí que al contarlos usted, en-tran orno parte integrante de la lección; concordaián ó nocon el estado de su ánimo, y, en vez de ser un momento deexpansión para usted y para la clase, son parte del trabajo ycontribuyen al cansancio.

Cambie usted de táctica; prepárese en ese género y noabuse de él. Resérvelo para .casos espeoiales, como cuandoun calor fatigoso postra la inteligencia de los alumnos, ócuando se cierne en la atmósfera oierto malestar colectivoque se manifiesta por tendencia ¿-la rebeldía, aun en aquellosalumnos más obedientes y laboriosos y verá entonces cuántovale ese instrumento, si usted sabe hacerse dil 6 hacerlo tí ni.

El agotar una letra en una materia, procedimiento que

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ÜUi VIDA MODEBNA

nuestro Várela cita por haberlo leído en un autor, es da utili-dad usado con discreción, si quien lo dirige lo hace metódi-camente con plan educativo; pues si bien ejercita la memoriaen primer término, si se guía con tino á los alumnos, tiendeá formar hábito de orden He aquí un heoho repetido muchí-simas veces, para comprobarlo.

En una clase donde un ejercicio análogo se hacía con al-guna regularidad, aunque aparentemente sin plan, se pie-guntó una vez cuántas voces de geografía general conocíacada alumno. El que inició la p*uja señaló 400, otro 500,otro 1,000, otro 2,000. El visitante supuso que aquello eraimposible y así lo manifestó. Entonces el profesor dirigién-dose á la clase, dijo:

—El número de 2,000 nombres geográficos conocidos conidea bastante clara de lo que representan para determinarsi son poblaciones, accidentes del suelo, etc, y algunas desus relaciones, cuando el oyente lo pida, me parece un pocogrande. Reflexione el proponente, modifique el número, si locree necesario", y en seguida procederá al enunciado, debiendoinformar en los detalles necesarios para justificar el conoci-miento, cuando oualquiera de los compañeros lo indique.

—No modifico el número; puedo citar contestó el alumno.—Pues cite usted.El alumno empezó por los ríos y arroyos de la República,

pasó luego á pueblos, cuchillas, costas, y llegó á 500 vocessin salir de la República; siguió luego por la América delSud, Centro y Norte, recomo los Océanos y no había ago-tado el viejo continente cuando había ])asado de 2200 el nú-mero de voces citadas, sin que de las preguntas que se le hi-cieron resultara una sola cita de cosa imaginaria.

Admirado el visitante exclamó varias veces:—¡Qué memoria prodigiosa!El maestro le observó que la memoria desempeñaba en tal

ejercicio un papel secundario, y como esto le pareciese falsoal oyente, el maestro le preguntó:

—En las voces expresadas por el alumno ¿hay muchasdesconocidas para usted?

DE LA EDUCACIÓN COMÚN 205

— No; conte&tó el visitante, que también ejercía. •—Pero seguramente no citó el niño muchísimas voces que

usted conoce.—¡Ya lo creo!—Pues, estimado colega, esas voces que el niño no citó y

que usted conoce, las conserva usted en su memoria y si us-ted, sometido á la prueba á que fue sometido el niño, no res-pondía tan bien como él, según manifiesta, no sería por fal-ta de memoria.

—Y, entonces por qué?—Por falta de método; va usted á ceiciorarbe de ello en

el momento: el niño se lo va á explicar. Y dirigiéndose alalumno:

—Señor Fulano: el señor desea fcabei como ha podido u>-ted citar con tanta seguridad tal número de datos geográficos.

Y el alumno contestó:— Ese es un ejercicio que hacemos de vez en cuando en la*""

clase, aplicándolo á diferentes asignaturas y nos valemos deun medio muy cómodo. En e¡>te caso empecé por el líoCuareim y sus afluentes de derecha é izquierda. Seguí por elUruguay haciendo con sus afluentes lo que con el Cuareim yseguí la costa hasta el Chuy; luego dividí el país en regionesy de norte á sur, di todos sus detalles; hice cosa análoga conla Argentina, con el Brasil y luego, cada vez más somera-mente, con los demás países de la América del Sur, Central,Norte., etc., etc.

Se pidió en-seguida que se aplicara el método á la Botáni-ca, y un niño con una ramita de jazmín, entre órganos, exis-tentes/ó que—según las plantas, podían existir, describió enpocos minutos el significado de ochenta y tantas voces per-teneoientes á esta materia, rectificado ó ampliado á vecespor sus compañeros.

El análisis comparativo de una palabra cualquiera, desdeel punto de viBta gramatical, na puede absolutamente servirde método exclusivo para la enseñanza de la Gramática; sinembargo, pocos ejercicios gramaticales podrá hacerse en queentren en juego con más éxito las facultades intelectuales

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206VIDA MODERNA

del niño, ni que más se prestan al ejercicio de investigaciónanalítica, ti ¡>B mantienen dentro de los límites del dominiode la clase.

El cálculo mental en los clases inferiores tiene dos faces,aun desde el punto de vista educativo. desarrolla la facultaddel cálculo y da facilidad y seguridad en él, si es eso lo quese busca; pero'si en vez de limitarse á eso se emplea tambiéncomo estudio psicológico, del análibis del pensamiento, de losprocedimientos seguidos para llegar á las resoluciones, elvalor educativo del cálculo mental es infinitamente mayor,

—¿Sígnese de aquí que estos y sus análogos sean los mé-todos preferibles para enseñar las materias citadas, en lasclases inferiores?

—De ningún modo y por muchas razones. La primera deellas, porque no todos los maestros podrían emplearlos conñuto; luego, porque si bien tienen muoha importancia edu-cativa é iiiatmctiva y convienen en determinadas circuns-tancias como medio de revisión, enlace y aplicación de co-nocimientoi adquiridos, no pueden servir para una enseñanzametóiica; empleados parcamente, mantienen en gran ten-bión las facultades intelectuales y serían sumamente can-tados si se usaran con frecuencia

—¿Deberían excluiise si son tales sus defectos?—No; pues empleados oportunamente son ocasión de

gimnasia mental, enseñan á seguir los procedimientos de lamente en su actividad y á guiaise en el análisis de las difi-cultades del raciocinio.

En la Enciclopedia escolar, se registra el caso de uu mnes-tro íui'nl que llevó una espiga de trigo á la clase y la co-locó sobre su pupitre á la vista de los niños que, intrigados,le dedicaron gran paite de sus pensamientos.

Cinco minutos antes de la salida de clase pidió á los niñosle dijesen para qué servía el trigo, á ver si acertaban con loque él pensaba al respecto, dando para ese ejercicio solamentecinco minutos. Los niños dijeron todo cuanto les oourrió deraro en los «sos y aplicaciones del trigo y no dieron con lo queel maestro pensaba El ejercicio continuaría al día siguiente.

DE LA EDUCACIÓN COMÚN 207

Durante ese día se habló en toda la aldea de los usos deltrigo; al siguiente, después de tres ó cuatro minutos deacertijos, un niño desanimado temiendo decir una nimiedad,.dijo con desconfianza: .

— ¡ . . Para semilla!—¡He ahí, contestó lleno de satisfacción el maestro, una

de las más útiles aplicaciones del precioso grano, para la quese busca el mejor, se paga más caro y se conserva con másesmero. Es justamente lo en que yo pensaba

¡Qué hermosa lección!Pues bien: esa no la enseñan ni pueden enseñarla las me-

todologías; porque quienes pueden darlas, las dan, no por el 'método mismo, sino por su saber personal, por la corrientesimpática que entre ellos y la clase existen; porque les naceel darlas y darán cien, mil, de igual maneia con igual fruto;pero las darán cuando convenga y esa conveniencia, esaoportunidad, no la indican las metodologías, pero contribui-rán á que el maestro sepa encontrarlas cuando le enseñen laparte del método educativo que está en él, que es fruto de supropio saber, de su talento) de su- amor á la clase y del inte-rés que por ella siente, y le enseñen, además, que es esa ac-ción personal, individual, suya propia, es el agente vivifica-dor del método que emplee.

VII

COMENTARIOS

. Uno de los más grandes defectos de la Metodología tal cualcampea en nuestros libros — como se echará de ver por loapuntado más arriba—es la sujeción del método pedagógico,al niéto'do autodidáctico. Se confimde lastimosamente el mé-todo que el hombre debe seguir en la investigación de laverdad ya sea por la observación directa, por la experlmen-

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208 VIDA UODERXA

tación, por la inducción, etc., con el qué y los qué ha de em-plear para comunicar á otros, los conocimientos que él mismoposee.

En el primer caso el alumno es maestro, se conoce, sabeio que sabe; vé cuando comprende y cuando no, hay, en fin,concordancia perfecta entre el sujeto agente que enseña y elsujeto paciente enseñado, y esas reglas, rutinarias á fuerzade repetidas, de lo particular, etc , etc, pueden ser hasta cier-to punto axiomáticas.

Nada de esto sucede en el segundo caso: el sujeto agentey el sujeto paciente son dibtiutos, con frecuencia antagó-nicos, y tener en cuenta solo las condiciones del segundocon desprecio absoluto de las del primero, es un verdaderoabsurdo en metodología pedagógica.

Pasar de lo fdcd d lo difícil. —Parece una verdad de PeroGrullo; pues quien quiera saber positivamente cuan difíciles en Pedagogía distinguir entre lo fdcil.y lo difícil, déseun paseito por la historia de la enseñanza de la lecturadesde Plutarco hasta nuestros días y sabrá á que atenersesobre este tópico.

Pasar de lo simple d lo compuesto. — Otra verdad no mássólida que la anterior. Dejad de lado la Aritmética y decidcual es Wsimple, metodológicamente hablando, en casi todaslas materias de la enseñanza.

De lo concreto rf lo abstracto.—Debe ser verdad cuandotodo el mundo lo dice Es probable, casi seguro que el niñoempiece por ideas concretas. Sería conveniente, no obstante,que pedagogos esclarecidos investigaran con criterio libre quéhay de cierto en ésto. Observaciones hechas en sus propioshijos por el autor y fuera de esas, las de clase en algunosaños de observación consciente, lo han llevado á creer queno es más verdadero este axioma (?) que los dos anteriores.

Cómo se forma en el nulo el concepto de lo abstracto esalgo mny difícil de alcanzar: pero las ideas de bueno, malo,hermoso, feo, justo ó injusto, etc. en los niños en edad deescuela existen en abstracto y se concretan con facilidad ynitidez, porque aun no están empañados por otros sentimien-

DE LA EDUCACIÓN COHÚlí 209

tos>; sobre todo el de justicia está muy desarrollado en losniños de edad escolar. Esto no necesita pruebas: todos losmaestros observadores lo han notado diariamente.

De lo conocido d lo desconocido!—Esta es verdad de lametodología pedagógica usual que necesita explicación. En elmétodo autodidáctico es absoluta, en el pedagógico conven-dría distinguir.

Toda enseñanza debe ser progresiva; por consiguientecada conocimiento adquirido en una materia debe ser á lavez caudal adquirido ó instrumento para adquirir otros que,enlazados naturalmente con él, lo consoliden y relacionen;pero tanto en la iniciación como en el curso de la enseñanzahay muchos casos en que la autoridad y la competencia acoi-tan el camino con ptescindencia de esta verdad.

Hechas estas explicaciones fácil será investigar qué sequiere decir cuando se dice con tanto énfasis comopooa exac-titud ¡los nuevos métodos 1

VIH

LOS NUEVOS MÉTODOS

Si cuando se habla de ellos se hace referencia á las mane-ras actuales de enseñar con la multitud de agentes auxilia-res, productos de nuestra avanzada civilización, del estadode los adelantos en todas las ciencias, del grado de como-didades que disfrutamos, del trato social con hijos de otrasnaoiones, del conocimiento de cosas lejanas que el vapor yla electricidad multiplican y vulgarizan dando á las generá-oiones actuales—aún sin escuela—conocimientos generalesque las generaciones anteriores no podrían adquirir sino condificultad, es indudable que, en efecto, los métodos de ense-ñanza actual, son nuevos; pero si quisiéramos significar oon

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210 VIDA HODEENA

esa frase perfección metodológica en el arte de enseñar, talvez se peque de presunción infundada

Ya se ha dicho que los métodos fundamentales, filosófica-mente considerados, no son nuevos; los aplicados á la en-beñanza, los que vemos como puntos luminosos en la historiade la Pedadogía de todos los pueblos, aparecen comoproducto de individuos, lucen con ellos y se amortiguancuando sus autores mueren, para revivir muchas generaoio-nes más tarde con^el predominio del carácter original ó mo-dificados por el genio del nuevo descubridor.

Cuando á fines del siglo xvm y principios del pasado sevio por dolorosa experiencia que á la Educación Comúnestaba íntimamente ligada Id prosperidad y el engrandeci-miento de las naciones, los gobiernos clarovidentes la lla-maron á sí, la estimularon, y por tan vigorosa influencia laescuela nacional nació y marchó perfeccionándose hacia launidad.

Los métodos antiguos se adaptaron á las necesidades yá los medios modernos, mejorándose, sin alcanzar el ideal.Hubo y hay planes muy bien trazados por los cuales, y enla medida que los recursos nacionales lo permiten, las ge-neraciones se forman en la escuela común con bastanteuniformidad; pero los métodos no han llegado a tal punto deperfección que satisfagan á las autoridades escolares. Hay entodas partes maestros buenos y maestros defectuosos; escue-las brillantes por sus resultados y escuelas sin lustre.

En los países donde predomina el buen sentido en lascuestiones esoolares, se disminuye el mal efecto por unamedida muy sensata y de fácil ejecución: limitando los pro-gramas á lo que la capacidad del niño puede adquirir y COK-SERVAR. Regularizando los oursos escolares, variando los ejer-cicios para arraigar los conocimientos adquiridos y prolon-gando mucho la acción escolar para que pueda dar hábitos.

En estas condiciones la enseñanza viene de arriba; la ex-tensión total y la de cada curso están señalados; lo está tam-bién el espíritu y relación de las materias, y los métodos, enla parte que toca individualmente al maestro, si bien le per-

DE LA EDUCACIÓN COMÚN 211

miten hacer mucho bien, cuando éste es inteligente y bueno,no da gran ocasión á atraso cuando es de escasas aptitudes,pues al pasar los alumnos al grado siguiente íara vez dejande ganar en él lo perdido en el anterior.

En los países donde en lab cuestiones de enseñanza seatiende más al esplendor externo de las sabihondeces extem-poráneas expuestas1 en exámenes públicos; donde el discursopapagayesco satisface y la reflexión silenciosa no es apre-ciada; donde se atiende más á la extensión sin base delconocimiento efímero que á la profundidad del razonamiento;donde, en fin, la palabra es más apreciada que la idea, losmétodos tienen mayor ocasión de lucimiento en quieneslos emplean para brillar. Además la duración del curso es-colar completo es corta y se recorre con rapidez produciendocabezas llenas, muy llenas, pero no hechas; la educación esnula, porque ésta necesita tiempo y trabajo, los hábitos deorden, labor, respeto, verdad, ,etc, no se adquieren en unpaseo triunfal por la escuela^ son el efecto de larga práctica;en tales escuelas lo que el padre, el maestro, la autoridad yel niño se proponen, lo único que tienen presente durante elcurso, es el brillo del examen; no el saber- sino la apariencia.Los que salen de ella para entrar directamente en la vidapráctica, solo saben leer y escribir algo y creer que siivenpara todo.

Los que inician con fó el estudio de una carrera, si los es-tudios secundarios son serios, se encuentran desarmados anteellps, pues ni tienen hábitos de estudio, ni con frecuencia laedad y con ella la madurez necesaria para iniciarlos.

De lo expuesto resulta que cuantos tratan de métodos pe-dagógicos desde un solo punto de vista, sea éste el de la Psi-cología del niño (el más comunmente adoptado) ó cualquieraotro, no van de acuerdo con el método racional que debe pre-sidir necesariamente toda Metodología pedagógica.

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212 VIDA

IX

D1T LA METODOLOGÍA PEDAGÓGICA

Esta parte de la Pedagogía debe ajustarse en todo á suobjeto, que es necesaria y exclusivamente la educación y lattiweftanzaj tomando como objetivo inmediato la niñez.

El principio capitalísimo, poco puesto en evidencia porlos autores, es que el método pedagógico ha de ajustarseimprescindiblemente á los tres factores necesarios para suacción:

1.° La materia.2.° Sujeto activo enseñante, educador,3.° Sujeto pasivo enseñado, educando.El cuadro comparativo que sigue, demostrará con eviden-

cia los caracteres del Método pedagógico y señalará las rela-ciones que tiene con esos factores.

Diferencias entre los Métodos

Autodidáctico

RESPECTO A

Ftn principalmente instructivo, al-guna vez educativo.

Orden.—Aunque dependiente da lamateria, libre.

Extensión.—X voluntad del agente.Profundidad.—ídem, ÍdemMarcha en el ífíwpo.—Dependiente

de los progresos del sujeto enseñado.Marcha en cada Ueeión.—En las for-

mas, Ubre.

En la materia) Ídem.

Pedagógico

LA MATERIA

Siempre educath obstructivo.

Dependiente de la materia y snjttoal programa ««colar.

Dependiente del programa escolar.» •» » >

» * » ty del horario.

Libre,Dependiente del programa etcolar

y del horario.

DE LA EDUCACIÓX CO1TÚN 213

RESPECTO AL MAESTRO

Autoridad.—Absolatn Dependiente —1.° De su carácter per-sonal.

> 2.a De su saber.» a° Derivada de Us au-

toridades escola-rea inmediatas, delas leyes, variable.

> 4." Derivada de loa pa-dres, variable.

HESPECTO Á LA CLASE

Tendencias.—En cnanto á la volun-tad, concordantes con las del maes-tro.

En cnanto al interés individual deambos agentes, concordante.

Eftimuloi.—En el alumno, natura-les y concordantes en ambos sujetos.

Discordantes por lo común.Puede existir concordancia; pero

ea muy inestable y esta sujeta á mu-chas cansas perturbadoras; requieremedios artificiales.

Diversos, ordinariamente, artificia-les y discordantes.

1IEDI09 AUXILIARES

Cualesquiera que ellos sean, hayconformidad en ambos sujetos y con-cuño común para utilizarlos 6 su-plirlos.

Variables en cantidad y valor edu-cativos, ordinariamente abundantes;pero su valor depende mucho de lahabilidad del maestro al emplearlos.

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214VIDA HODEBNA

AGEKTES PEBTUBBADOBE8

Vencibles por el concurso de lim-bos agentes siempre de acuerdo Varios y muy poderosos

I —Composición heterogénea do I»tílase

, A—Los caracteres do los alum-

i J9—La edad de los alumnosC —El grado de la clase

' D —LA edad natural media dela clase

i' —El estado de los adelantos,I individual

F —Caracteres morales indivi-dual

J O—Condiciones físicas, inilui-dnnl

II— Clase «ocia!, individualI /— Métela de clases| .7 — Mezola de edades.

K —Estación y cimbios atmos-féricos

h — ClitniiII —Influencias oxternas en el mnes-

troIIL—Influencias internas en el mnes*

i tro (carácter personal)

Este cuadro dista mucho de ser completo; mus, cualquieraqne sea su insuficiencia, demuestra:

I. Que los métodos pedagógicos difieren extraordinaria-mente de los autodidácticos y no pueden regirse por laa Je-yes establecidas para éstos.

II. Que no dependen ni exclusiva ni principalmente delnulo, ni del maestro, ni de la materia, ni de las autoridadesescolares.

III. Que no pueden ser fijos y uniformes en su totalidad.IV. Que deben someterse á la suboidinación racional de

los caracteres resultantes de los agentes que influyen direc-tamente en ellos.

V. Que en su estudio hay dos partes distintas: Metodolo-gía teórica y Metodología práctica.

JOSÉ A. FONTELA.

Itáberá-Añángá pitá

(LEYENDA GtMBANí)

(1)

Para VIDA HODEBIU.

El sin par rubí, la piedra preciosa de color rojo é intensobrillo, tiene una fantástica leyenda que voy á referir.

Añdngdpitd 6 afíán gitgií <2> sólo aparecía durante las no-ches de suma lobreguez, y su aparioión se señalaba por al-gún desdichado que, desde ese mismo momento, perdía lavista para siempre.

La víctima de añán gugá refería, consternada, que un ani-mal fantástico se le había atravesado en el camino, en mediode la selva, deslumhrándola con la luz que despedía su fren-te, luz más potente que la del amatirl (3> de las grandes tor-mentas.

Al calo de algún tiempo, un nuevo oiego hacía idénticore/ato,

Y los ciegos aumentaban de manera alarmante, y todos

(1) Piedra brillant* -Diablo rojo(2) Animal-diablo.(8) Bajo.

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216 VIDA MODEBIÍA

consecuencia de aiiún gugií 6habían perdido la vista áañdngd pitá.

Llegó un día en que nadie osó aventurarse en las tinie-blas, por más suprema que fuese la necesidad de caminarpor montes y selvas en plena noche.

Afíán gitgú, la misteriosa bestia con frente de fuego, elfantasma rojo que dejaba ciegos á los que con él casual ó in-tencionalmente se encontraban, llegó á ser el terror de ciencomarcas y, ni aun los más osados, 'se atrevieron á ponérselefrente á frente.

II

Pero la intrépida Cuftatdi-iaitupirl, (1) la doncella más va-nidosa de la comarca especialmente perseguida por añángugii, propúsose llevar á cabo lo que, hasta los mancebosmás temerarios, tuvieron miedo de intentar.

Y, una noche muy tenebrosa, la doncella abandonó su tol-do, internándose en lo más fragoso de la sierra.

Allí, tocando con su mynibitarard (2> de palo santo su so-nata predilecta, cuyas notas en la quietud de los dormidosbosques resonaban fantásticamente, esperó serena al temidomonstruo de la frente luminosa.

Detúvose al borde de un arroyuelo y, colocando á su ladosu carcaj, sentóse sobre un tronco tumbado, continuandotranquila su sonata.

Poco tuvo que esperar.De pronto las aguas del arroyo se agitaron, y de ellas sur-

gió un endriago de horripilantes formas, rojo de cuerpo ycon un foco de luz de igual color en mitad de la frente.

Tan poderosa era la fuerza de esa luz, que la valiente

(1) Doncella hermosa.(8) Flauta.

ITABEBÁ-ASAHGÁ PITÁ 21Í

Cuñatdi-icatupiH quedó de inmediato deslumbrada y ciega,sin atinar á nada. Tuvo miedo un instante.

Al recobrar su serenidad buscó á tientas el carcaj, peroéste ya no se hallaba en el lugar donde le había colocado.

—¡Chereqa cañyl ('' prorrumpió entonces con acento an-gustiado, arrepentida recién de su osadía.

Y una voz le repuso:—Nadie en la tierra creí que se hubiese atrevido, dada mi

fama, á ponérseme frente á frente. —Sólo tú, soberbia don-cella, lo has intentado. Admiro tu coraje y, en prueba deello, voy á devolver la vista á esos tus ojos hermosos.—Tam-bién, para que sirva de testimonio de lo que vas á relatar,teiTCuñatdi el espejo rojo de mi frente «que, de hoy en ade-lante, será tesoro por todas las mujeres del mundo codiciadoy la causa del deshonor de muchas,»

Calló la voz, y la doncella recobró, de improviso, la per-dida vista.

El monstruo había desaparecido y Cuftatái-katupiH hallóá sus pies una enorme piedra colorada, de brillo incompara-ble en medio de las tinieblas de la noche.

Fue á cogerla, enajenada, y, la piedra, al contacto de susmanos, deshízose en millares de fragmentos que, como cas-cada de luz, corrieron por las arenas de la ribera.

ni

Amaneóla y todavía la doncella hallábase ocupada en re-coger afanosa las rojas piedrezuelas diseminadas en la mar-gen del arroyuelo.

Juntólas todas y regresó al toldo con su rico tesoro en-vuelto en su graciosa nianta multicolor.

(1J |Eltoy ole(a I

THU H0DIÍI1.—T. VIII. 16.

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218 VIDA MODEBNA

La corona, el collar y las ajorcas de la joven india, des-lumbraban por el brillo, la riqueza y abundancia de la rojapedrería.

La gentil doncella,' acariciada por los rayos de luz quedespedían millares de rubíes, hacía pensar en una deidaddel fuego bañándose, voluptuosa, entre las llamas.

Era en una fiesta. Los flautistas ejecutaban sus aires másalegres, al son de los cuales danzaban mozos y doncellas, di-rigiendo miradas codiciosas á las espléndidas joyas de la va-nidosa Cuftatdi.

De pronto, en lo más animado del baile, la joven lanzó ungrito y cayó sin sentido en los brazos de su padre.—Loscircunstantes corrieron, sobrecogidos, á socorrerla, pero Cu-üatdi, exhaló su último suspiro fulminada, sin que sus labiosarticulasen una palabra siquiera

Al mismo tiempo oien urubús, (1> negros como la noche,invadieron el toldo, lanzando graznidos pavorosos, que hicie-ron huir aterrados á cuantos se hallaban junto al cadáver.

Esa noche Añángd pitd hizo otra de sus terribles aparicio-nes y nuevas víctimas testimoniaron de ella y el terror cun-dió como nunca en las comarcas,

(1) Cnerroi

ITABERA-AAANQA PITA 219

VI

Cuando el cacique, padre de Cuüatdi icatupirl, al rayar eldía, se animó á acercarce al cadáver de su hija, de él soloquedaba la osamenta, sobre la cual el soberbio aderezo demillares de rubíes brillaba con siniestros resplandores.

Cavó, ayudado de sus hijos, una sepultura para los restosqueridos, y repartió entre los suyos la preciosa pedrería.

vn

Aquellos rubíes fatales rindieron los corazones de las máslindas y codioiadas mujeres, á las que fascinaba el resplan-dor sin par del carbunclo.

Y, desde entonces, son los rubíes piedras de terrible male-fioio, á cuyo brillo deben cerrar los ojos las muchachas agra-ciadas porque, en cada chispa de su luz, va un conjuro deañángd pitá, y los conjuros del diablo rojo vulneran corazo-nes y virtudes.

OBIOL SOLÉ RODRÍGUEZ.

Ssptlembre de 1902.

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El abrigo del soldado de caballería

Mi objeto es demostrar ouáles son los defectos, y cuáles lasdesventajas del abrigo actual de nuestra embrionaria caba-llería, y digo embrionaria, porque no la tenemos sino plan-teada, contando con elementos más que suficientes, para te-nerla perfeccionada y á la altura de muohas, que á pesar deluobar con inconvenientes que nosotros no luchamos, todo losubsanan, con la labor constante y el estudio.

Sobriedad y resistencia son sus cualidades sine qua non ysi á éstas se le agrega la parte que concierne á la equitación,con algunas modificaciones en la estética y en el buen uso delcaballo, y con ampliación de los múltiples papeles y Bervicios

(1) El teniente primero ISIAC LÓPEZ CASTILLO, es un oficial da escuelaIngreso el nao de 1800, en la Academia General Militar, de donde salió en 1895

con el grado de subteniente de caballería. Pasó el ano siguiente á Europa, á am-pliar sai estadios, ingresando en la Real Academia de Caballería de Valladolld,donde permaneció dos años. Durante sn estadía en España, tocdle asistir a lasoperaciones militares del 6 • Cuerpo áe Ejército al mando del Capitán Generaldon Basilio Angustí D&vila, efectuadas en Victoria, como agregado al EstadoHayor.

De vuelta á la patria, ingresó en la Sección Técnica del Ministerio de la Gue-rra, pasando luego a los regimientos 8 • y 1." de Caballería, sucesivamente. Conposterioridad, el Kinisteria de la Quena, le nombró Profesor de Hipologla yEquitación de la Academia General Militar cargo que en la actualidad des-empeña.

El teniente LOPXZ CASTILI-O es pues, un elemento de ilustración, que hacehonor al ejército del país, y que le representa dignamente en las páginas deVIDA HODESSA.

EL ABBIOO DEL SOLDADO DE CABALLEBÍA 221

que desempeña y presta respectivamente en campaña; notendríamos nada que envidiar, ni dejaría nada que desear.

Sabido es por todos, que no hay caballo ni ginete más so-brio y resistente que el árabe; y sin embargo leyendo la des-cripción que de ellos hace el General Daumas, en un librotitulado: El caballo del Sahara, parece que hubiese tomadocomo tipo á nuestro criollo y á nuestro caballo primitivo.

Leemos en él, las grandes marchas ejecutadas por éstos,la penurias pasadas en sus viajes precipitados, el alimentodado á sus cabalgaduras durante los mismos y el sin nú-mero de proezas ejecutadas en sus festines. No hay nada,como digo, más semejante, ni descripción alguna de su gé-nero en que se retrate de una manera más idéntica á nuestropaisano y su caballo, que la que hace el citado General en ellibro de la referencia.

Insensiblemente me he ido apartando del tema con queencabezo estas líneas, y persuadido de ello voy á tratar dedomostrar didácticamente lo que me propongo. Consideremosprimeramente al soldado con el poncho puesto, en un día fríoy de poco viento.

Imaginemos la puerta de un cuartel de caballería; á la iz-quierda de la entrada, se encuentra una veintena de soldadoslos cuales divididos en corrillos, conversad, ríen ó dormitan.En el que está más apartado del portal, se observa que va-rios prestan gran atenoión á uno que tiene la palabra. Es unveterano de los muchos • que aún prestan servicio, qne relataá sus camaradas, episodios de su vida militar y campera, ma-tando de este modo las horas; que de no hacerlo así, se ha-rían interminables y aburridas. De pronto una voz enérgicay ahueoada se deja oir con la frase poco halagadora "para losque va dirigida de: 1, 2, 5, y 24, d tomar las «frnag.

Es el cabo de cuarto, que llama el relevo de los .cantinelasque haa cumplido su hora de servicio.

Las conversaciones, las risas, el sueño y los relatos termi-nan como por encanto, y por un instante queda todo en si-lencio. Los números nombrados se levantan, dirigiéndose alarmero, para dar cumplimiento á la orden.

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232 VIDA MODEBÍfA

Uno de ellos se apersona al cabo y, con voz entrecortada,le dice en su pintoresco lenguaje:

— « Cabo, le doy cuenta que cuando me llamó no me habíafijado que el soldado que se encontraba á mi lado me estabapisando el poncho y al pararme para ir á tomar la carabina',del tirón que pegué me se rompió la boca.»

—¡Del poncho! contesta el cabo con ironía. Y se dirige alsargento, comunicándole lo ocurrido, y éste al oficial con elmismo objeto.

Mientras se corren estos trámites, el soldado espera, nomuy tranquilo, la resolución superior.

Enterado el comandante de la guardia de lo que pasa, dis-pone se le proporcione otro poncho al soldado y ordena quese le deje de hora, después que cumpla la que por su turno lecorresponde, como castigo á su descuido.

Se establece el cambio, be forma el resguardo y es aquídonde se vé á los soldados alzar los pliegues laterales de suabrigo sobre los hombros para poder ejecutar con desemba-razo ej manejo de su arma; resultando de esto: mal aspectoen el uniforme y demora en la ejecución.

Los números indicados relevan los dos primeros centinelasque se encuentran en la planta baja del edificio, y se dirigenluego á hacer lo propio con el tercero y cuarto que lo estánen lo alto. Se detienen frente á una escalera, y el cabo conlos dos números que siguen, se disponen á subir la guardia,para lo cual se ven en la necesidad de recoger la parte delan-tera del abrigo con la mano izquierda por temor de pisarloy para evitar una caída segura. '

Al bajar, ocurre que la parte posterior va barriendo losescalones, é impide el descenso de los que quedan detrás,pues la cola ooupa dos ó tres peldaños. líate inconvenientees aún mayor en días húmedos y lluviosos.

Practicado el relevo en la forma indicada-, llega el res-guardo al cuerpo de guardia; el cabo comunica al sargentohaber relevado sin novedad, y al haga reiírar de ¿ate, sucedeel rompan fUa« de aquél. El grupo se dispersa dirigiéndoseal armero, donde colocan sus carabinas; heoho esto, sale el

EL ABBiaO DEL SOLDADO DE OABALLEBÍA 223

uno ciñéndose su abrigo al cuerpo, el otro se dirige al fogónacurrucándose á su lado, con el objeto de combatir la inefi-cacia déla prenda, y los otros dos reniegan porque el poncho noabriga, envidiando la suerte de los infantes porque usan capote.

Hasta aqui serían un tanto pasables estos inconvenientes,pero consideremos al soldado en días de grandes vientos ylluviosos. No lo consideremos formando parte de un destaca-mento en marcha, sino aislado y sin armas, porque cono-ciendo los inconvenientes que le resultan á la unidad, suma-dos todos sabremos las que le atañan al conjunto.

Supongamos que el soldado marcha con viento de frente:y veamos cuáles son las desventajas y cuáles los inconve-nientes que su prenda de abrigo le proporciona.

Tenemos: 1." Que la superficie de resistencia que oponeal viento es muy grande, dificultando enormemente la mar-cha Si agregamos á la fuerza impulsiva de éste la que el sol-dado tiene que desarrollar para venoerla, resultarán dos fuer-zas que obran en sentido inverso y como de éstas vencesiempre lá mayor, tendrá el soldado que hacer grandísimosesfuerzos para destruirla.

2." El abrigo se ciñe á las piernas, formando bolsa entre ellas,causa esta que, como la anterior, influye en la locomoción.

3.a La parte posterior juega al impulso de la ráfaga, per-diendo por esa circunstancia sus cualidades de abrigo y dán-dole al soldado el aspecto de un espanta pájaros de sembrado.Si el viento es de espalda, se está en el caso anterior, con lasola diferencia que el soldado puede no dejar jugar su abrigo.

Se sabe que el poncho actual en uso es cuadrado, y quepuestas sus partes laterales resultan más cortas que el frentey la espalda. Hecha esta salvedad y suponiendo que el vientole dá de costado, resulta que éste penetra por los flancos, seembolsa y juega con la prenda en .todo sentido, quitándolepor tal circunstancia las cualidades de abrigo y de resguardocontra las lluvias. Si agregamos á todo lo expuesto el granpeso que adquiere cuando se impregna de agua, tendremosque confesar su inutilidad. Dicho peso va gravitando paso ápaso sobre los hombros del soldado en beneficio de los in-

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224 VIDA MODERKA

convenientes citados y, en tal estado, la prenda se hace másinútil que molesta, prefiriendo el que la lleva, abandonarla.

Hasta aquí el soldado ha marchado sin armas; con ellasveamos lo que pasa.

De las posioiones que el reglamento táctico prescribe parasu arma, sólo puede adoptar con libertad de su abrigo lassiguientes: al hombro, afianzada, descansada, rendida y ten-dida; las demás son imposibles de ejecutar sin embarazo, ypara demostrarlo citaré algunas.

Posición del arma d la espalda. Es imposible que el soldadopueda colocarla con el poncho puesto, y si lo hace resultaqué no podrá hacer uso conveniente de su mano derecha,salvo que con anticipación haya colocado la parte lateral de suabrigo sobre los hombros. Poniéndose antes la carabina en laposición indicada y luego el poncho, resulta el soldado jíboso;su abrigo no se adapta al cuerpo; su peso, en vez de repar-tirse por igual sobre los hombros, gravita sobre el izquierdoy sobre el pecho, oprimiendo esta parte, obstaculizándose larespiración, que se hace dificultosa, y por consiguiente lamarcha fatigosa. Agreguemos á su peso, que de por sí es ex-cesivo, los 7 ú 8 kilos que adquiere la prenda cuando semoja, y veamos qué naturaleza por robusta que sea puedesoportar una"marcha larga en tales condiciones.

En la posición de cuelguen, observamos exceso de peso sobrelos hombros, dificultades pava su eolocaoión y mal aspecto.

Sobre el hombro. Para que se pueda colocar el arma en estaposición, tiene el soldado la necesidad de echar las parteslaterales de su abrigo sobre el hombro; sin tales requisitosno puede ejecutar el rdovimiento. Colocada ésta como digo,va resbalando constantemente, teniendo el soldado para quetal no suceda, que separar el codo del cuerpo hacia la dere-cha, exagerando el desvío de la boca del cañón á la "iz-quierda, apartándose de lo que el reglamento prescribe.

En las cargas y fuegos con poncho puesto se nota una pér-dida considerable en la eficaca de éstas, debido á que alarma no se le puede dar eolocaoión conveniente.

Hemos visto en el soldado pie d tierra cuáles son Jos in-

ABRIGO DEL SOLDADO DE CABALLERÍA 225

convenientes que esa prenda de abrigo origina en el manejodel arma y cuáles las desventajas que ocasiona en las mar-chas y en la uniformidad del vestuario.

Citaré á la ligera, para no ser pesado, las que al soldado ácaballo le son pertinentes.

Dada la posición que el poncho toma una vez que el sol-dadp ha montado, resulta que el peso de la parte anteriorgravita constantemente sobre las riendas. Como éstas son elúnico medio trasmisor que tiene el jinete para comunicar suvoluntad al animal, encontrándose recargadas en peso, locomunicarán á las barras, ocasionando con esto un mandotanto más incierto cuanto mayor sea la sensibilidad de éstas.Para que desaparezca tan grave mal, hay la necesidad dealargar las riendas, originándose el defecto que se conocecon el nombre de riendas flotantes, el cual hace desaparecerla comunicación directa que debe de existir entre la boca delcaballo y la mano del jinete.

. Para montar, el jinete se ve obligado á apartar la partedelantera de su abrigo con la mano derecha con el objeto depoder introducir el pie en el estribo, y después de estar ácaballo sacar el poncho que quedó oprimido con la piernaizquierda y muchas veces con las nalgas.

En el manejo del sable á caballo y con poncho, son imposiblesde ejecutar los movimientos de saquen, envainen, al hombro ydescansado, pudiendo hacerse los demás con trabajo, etcétera.

Como se vé, son muy pocas, las ventajas que el ponohopresta como abrigo. Su uso se puede juzgar como tradicional,puesto que no es concebible la adopción de una prenda quepresenta tantos y tan graves defectos. La eliminación sehace indispensable; debiéndose reglamentar en nuestra caba-llería el capote de montar ó la pelliza, aumentándose en elequipo del soldado una manta como abrigo para dormir.

ISAAC LÓPEZ CASTILLO,

Teniente 1.°

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Lavalleja*

<He puesto la mano sobre el corazónde la patria, y lo he sentido latir»

¡Vieja visión de gloria.Heroica vibración del alma mía,Que cruzas mi memoriaComo el acorde 'erranteDe lejana armoníaQue envuelve al fatigado caminante!Deten tu marcha, espera,Arrástrame en tu rápida carreraA través de ese cielo constelado;Que mi alma, en una solaAmbición de triunfar, á ti se lanzaLlevada por el viento del pasado,Como encrespada olaDe luz, de inspiración y de esperanza!

(1) Montevideo, S7 Septiembre IKS

Señor Prtt\dn\ttdela Comisiónde Monumento A Lavalleja, doctor don Juan Zorrillade San Martin

Señor Presidente:

El Jnrado noihbrado por la Comisión de Monumento a Lavalleja » coniUtnyoen la forma siguiente' doctor José Sienr* y Carransa, presidente; doctorJoaquín de Salterain, secretario, doctore» Pablo De-Harla, dómalo BamiresyHannel Herrero y Espinosa, vocales.

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i&m

227

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22S VIDA MODEBNA

Cargas, ayes, clarines y cañones,La Derrota, la Muerte y la Victoria,Informes procesionesQue cruzan sobre el cielo y que se pierdenEntre nubes de pólvora y de gloria!Allá va, confundidaEntre el tropel de trágicos recuerdosLa sombra de la patriaPor todas sus victorias escoltada,Por todos sus martirios redimida.Por todos sus trofeos circuidaY por todos sus héroes custodiada.¡Artigas, Lavalleja,Rivera', con su indómito gauchaje,Todas las glorias de la patria viejaComo un turbión de inspiración salvaje.La victoria primeraEn gloria y negra ingratitud manchada,La leyenda triunfal del año trece,La tricolor banderaQue es un lampo de luz que resplandeceSobre el viejo arenal de la Agraciada!¡Pero te canto á tí! Mi voz"vibranteLlega á tu augusta eternidad de piedra;¡Levanta la cabeza poderosa,Que tu sombra giganteSurja resplandeciente de su fosa!Te canto á tí, libertador del pueblo,¡Héroe de la Agraciada!A tí, el guerrero de la blanca frentePor aureola de gloria iluminada.A tí, que cuando siento en la miradaEl fulgor de tus ojos pensadoresDonde el alma uruguaya resplandece,Me llenas el espíritu de floresY absorta mi existencia se estremece.A tí, el viejo guerrero

LAVALLEJA 229

Que acompañaste al héroe del pasadoCuando cruzó fugaz como el pamperoSobre el suelo nativo rebelado.A tí, que entre la gloria de las PiedrasBautizaste tu alma de patriota,A tí que viste su inmortal figura,Y sentiste la bárbara amargura,La amargura feroz de su derrota.A tí, arrojado del paterno nidoA la tierra extranjera¡Despojo de una bárbara victoria!Mientras caía el Uruguay vencido,Rota la frente y de luchar rendidoSobre el rojo sudario de su gloria.A tí, viejo adalid, ejemplo mudoQue te yergues eterno sobre el llano,¡Padre de la cruzada redentora!A tí, que estás de pie sobre el escudoSangriento del tiranoEn el dintel de la primera aurora.El que pisa la patria sometidaY hace surgir la libertad del puebloQue se irguió vengador, sobre su sangre,Y levantó la frente en la Florida.¡Aquél del Arenal!... Sobre las lomasPasa el tropel, la rauda cabalgata,Que es un supremo y trágico latidoDel corazón del pueblo redimidoQue dentro de los pechos se dilata.¡Los Treinta y Tres... la aurora... la bandera...La tricolor bandera vengadoraQue flota con delirioDesplegada, á los vientos de la patria,Como un girón de auroraSalpicado oon sangre de martirio!

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230 VIDA MODERNA

Allá en el Arenal... lejos .. muy lejosTras los cerros altivos,Junto al río que canta y rumorea,"Aún el recuerdo flota.Aún palpita la esencia de su idea,Aún se escucha au acentoComo el quejido de una lira rota,Mirad.. mirad.. el vientoTrae en sus alas, viajador cansado,El lejano rumor de esa ribera:

• ¡Aspirad el recuerdo del pasado,Sentid en vuestras frentesLa caricia triunfal de su bandera!Mirad como desfilaAl pie del monumento,Esa visión que vive en mi pupila:Al frente va el guerrero,¡Aquél de Sarandí! .. pueblo, contemplaSu silueta de luz. . transfigurado,Erguido en los estribos se incorpora:¡Es la visión gloriosa del pasado]Brilla sobra su frenteToda una libertad, toda una aurora,Todo un sacro poema sobrehumano,Y está en sus labios el vibrante grito:«¡Carabina á la espalda y sable en mano!»

¿Le reconoces, pueblo?.. si es el mismoQue está en tu corazón... si es el patriotaQue redimió á tu madre del abismo,Del abismo sin luz de le, derrota.El que vive en tu propio pensamientoY tu fe y tus ensueños enardece,El héroe aquel, del santo juramentoQue en el fondo de tu alma resplandece.El viejo, cuyo nombre misteriosoNuestros labios de niño, pronunciaron

LA VALLE JA.

Junto con las primeras oracionesQue escalaron el cielo,Aquél de las canciones,El coplero gentil de los bastiones,Aquél de las historias del abuelo!

f Pueblo, mírale bien, lleva en tu almaImpresa la figura del guerrero,Ese girón de gloriaArrancado á la historiaY fundido en el bronce duraderoNo le olvides jamás, desde su solioÉl la senda que sigues ilumina,Él preside tu marcha hacía la eumbre,Apóstol que caminaGuiando á la cansada muchedumbre.En las horas sin luz del desaliento,Cuando la noche venga,Cuando la patria, muda se detengaE incline la cabeza pensativaSoñando en la venganza,Él soplará en su frente la esperanzaY otra vez se alzará, fiera y altiva.

¡No le olvides jamás! desde su gloriaCon sus ojos de luz, te está mirando;Es un astro que alumbraLa silenciosa noche de tu historia.Cuando se quede solo,Cuando el día, muriendo en Occidente,Deje su beso en la bronceada frente;Cuando, pueblo, disperso en los hogaresRepitas los cantaresDe este día feliz, en que mi acentoVibra inspirado al pie del monumento,¡Recuérdale de nuevo!¡Vuelve á evocar su gloria legendaria!

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232 VIDA MODERNA

¡Ten en su sombra tus recuerdos fijos!¡Y ensénale á tus hijosA confundir su nombre,Con los nombies de luz de la plegaria!

MONTFRO BÜSTAXIANTE.

El egoísmo en el arte uruguayo

(Trahnjo leído por un autor en el Instituto Verdi, el 9 de Octnbre de 1902)

Seiioras, señores:

Por la tercera vez, en el transcurso de poco tiempo, mi pa-labra tan humilde como bien inspirada se agiganta vistiendolas galas regias del entusiasmo, al llegar á vuestros oídos enalas de una idea que pide á gritos la amistad con todos voso-tros, después de haber paseado los ámbitos de este preciosotemplo de Santa Cecilia, verdaderamente divinizado convuestra inmejorable presencia, simpáticas mujeres de mi"tierra, de esta tierra privilegiada á la que transformáis en unpedazo de cielo, prestándole ambientes de Paraíso, con vues-tros virginales perfumes, vuestras delicadezas de ángel. Laprimera vez que el eco de mi palabra se tradujo en los aplau-sos—que mucho me honraron—de un público distinguido ybenevolente, evoqué la memoria de un notable artista, de unmago del pincel, de Juan Manuel Blanes, aquel raro, si, peroelegido humano, ouyo recuerdo que debiera ser en todo mo-mento timbre de gloría para los orientales, vivía como unparia en la caverna del indiferentismo patrio, alimentado dedesengaños, como los héroes anónimos de cien batallas, comomuchos de nuestros paisanos que tuvieron un mérito y baja-ron al sepulcro sin el viático de la justicia postuma!... Más

T1DA U0DH1TA.— T T7U

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234 ' VIDA 5I0DEEKA

tarde, uniendo mi voz al coro de simpatía eminentementeuniversal despertado por el recuerdo de una muerte que con-movió el mundo, como á un alma sola, pulsé la lira del dolor,poeta de una prosa sentida, y ofrecí mis lágrimas al geniocaído, al gigante Yerdi, desplomado por el implacable Tiempoen el atrio del templo de sus haüaflas; como un inmenso que-rube que al caer cubriera el universo con sus alas! Y enaquel momento sentí envidia, lo confieso: mi espíritu, aver-gonzado, constató en turbaciones de impotencia el doloroso'contraste que ofrecía la apoteosis del mundo entero á uno desus elegidos y el recuerdo tristísimo, de abrumadora elocuen-cia para los que estudian la degeneración de una raza, deaquel silencio que pretendió ahogar en un principio la me-moria de un oriental ilustre, que se transformó más tarde enguerra de egoísmos contra su preclaro nombre, y que tocó ensu epílogo el pernicioso extremo de cubrir la urna de su ma-teria muerta con la túnica sin honor de denigrantes vengan-zas! Hoy, repito, es la tercera vez que pongo mis entu->siasmos al servioio de una causa santa. SI, señores, es santala misión de desenmascarar egoísmos para exigir la verdadlimpia, esa virtud—antes obligación—que se cotiza tan altoen la Bolsa de los méritos personales, y que muchos ostentanpara terror de incautos, deslumhrando con el engañoso brillode la falsía, ese brillo parecido al de los diamantes que usanciertas eminencias de escenarios baratos y que sirven devehículos para satisfacción de bastardos anhelos.

Yo, seflores, no tengo la culpa de pensar así con respectoá la idiosincrasia de mis estimables compatriotas. Hay en lasangre algo fatal, algo incurable, algo que no puede evitarsedesde que viene de muy lejos, estrechamente vinculado porel lazo terrible de una herencia; y ese algo no es otra cosaque la envidia del mérito que enaltece al paisano, en unapalabra, el egoísmo, que es sed que devora, pasión que ciega,veneno que mata!. .

Hace ya muohos anos, cuando empezaba á vislumbrar mimente de muchacho el limitado horizonte del criterio; en esaépoca especial, única en la vida humana, en que la fecunda

EL EGOÍSMO EN EL AME UEÜGUATO 835

asimilación de lo qua Be ve y se oye—tanto lo bueno comolo malo—hace en nuestro cerebro lo que el líquido revelador,en la placa fotográfica, tropezó mi mirada escudriñadora,muy aficionada á letras y dibujos, con una espléndida cari-catura, quizás la mejor que hasta ahora he visto, verdaderotesoro artístico de un simbolismo claro, evidentísimo . ysobre todo exacto. Os la voy á pintar en cuatro palabras,advirtiéndoos que es de la única manera que me atrevo ámanejar pinceles: con la ayuda del alfabeto. Representabadicha caricatura tres de los vulgares palos enjabonados, juegotan inocente como peligroso para la integridad del individuoque lo practica Cada uno de los palos estaba dedicado á unanacionalidad distinta: el primero á la francesa, el segundo ála inglesa, el tercero á la española. El mágico lápiz del cari-caturista había dado i las tres figuras tan diverso carácter,que el que las observaba con la exigida atención respirabaaires de verdad, penetrando la esencia, lo que no todos setoman el trabajo de ver. Alrededor del primer palo, por elque trepaba un entusiasta "francés, ansioso de conseguir,entre laureles de triunfo el sugerente libro de 'Los derechosdel hombre» — ofrecido como premio—se apiñaba una multi-tud de paisanos del atrevido pruebista, y algunos de ellos,inspirándose en un dignificante altruismo, no sólo lo azuza-ban con mímica elocuente sino que lo empujaban, hastadonde se lo permitían los brazos, con el interés de ver llegará un franoés al pináculo de sus deseos En el segundo palo,y como uno de tantos arriesgados de ocasión, un inglés ibasubiendo con algunas dificultades, mientras su vista se cla-vaba en el peñón de Gibraltar, última estación de su paseo.Abajo, sus compatriotas fumaban tranquilamente hechosunos feligreses de aquella secta que un escritor español acabade llamar nadameimportismo: lo miraban subir, y si llegaba,bien, si no llegaba, lo mismo. Er tercer palo era el más dignode estudio. Excitado por afanes de ambioiosa y juBCft gloriatín español pretendía treparse en medio de imposibles esfuer-zos, sugestionado por el tristemente célebre submarino Peral,expuesto en la cumbre. ¡Pobre iluso! No bien empezaba &

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236 VIDA MODEBNA

elevarse un poco del suelo, sus paisanos, no satisfechos elverse tan bajo, lo tiraban bruscamente, quien de una pierna,quien de la ropa, hasta dar con el infeliz en tierra, para colo-carlo en su mismo nivel! Esta era la caricatura, el sím-bolo irrebatible de tres tendencias: la primera, de ayudamutua hacia la consecución de un bienestar común; la se-gunda de aislamiento completo, más por excentricidad quepor morbosismo del alma; la tercera de oposición sistemá-tica, sin descanso, de guerra á muerte, de criminal egoísmoque desarma y esteriliza, consiguiendo hacer de los que sir-ven, de los que nacieron para misiones especiales, inútiles yanémicas nulidades! El francés, adorador de su Francia,quiere que los franceses suban: el inglés anhela que los ingle-ses vayan muy alto, pero ha de ser con sus propias fueTzas,el espailol, esteriorizador idólatra de su España, no quiereque los españoles se eleven mucho. Por eso están en el suelotantos individuos de la falanje selecta, destinados á habervivido entre aureolas de gloria! Por eso, la espinosa historiade aquella patria de inmortales varones de otro tiempo,cubre su aporreado cuerpo, lleno de cicatrices de fanatismos,con los harapos de la negligencia patria!

En la vida del arte uruguayo, arte pequeño porque asi loquieren los profanos, iconoclastas de todas las épocas, vemosreproducida á cada instante la parte menos halagadora de lasimbólica y elocuente caricatura. Atavismo de raza, cuyapresencia encontraría sin esfuerzo el menos hábil de los etnó-logos, es un virus degenerador, que enferma nuestra sangrey nos aleja cada vez más de la utopía—que bien pudo seruna realidad—del superhombre, aquél ser humano cuasi per-fecto, como seguramente lo habrá imaginado el Creador aldar existencia á este fárrago laberíntico de negaciones posi-tivas que se llama mundo. La civilización, esa Tacha alboro-tadora que viene de otras regiones, enouentra en nosotrosmedio ambiente propicio para instaurar el imperio de susperniciosos refinamientos, y modifica á su placer el corazóndel racional pigmeo, juguete vil de estériles pasiones. Y noexagero nada, seiiores, absolutamente nada! . . Creo, por el

EL EGOÍSMO K í EL ASTE UBUOUAYO 237

contrario, ser menos rudo de lo que 3ebieia. Para deigraoianuestra; como vergüenza que nos hace vestii el luto de unapérdida moral sin esperanza, de resunección, tenemos nece-sidad de preguntar en otra tierra el precio espiritual denuestros compatriotas. Ese afán de hundimiento lapido yencarnizado, que atrofia la vida de una reputación, por só-lida que ésta sea, obliga al oriental que vale, que ha tenidola desgracia de recibir el óleo santo de las unciones intelec-tuales, á hacerse huraño, encerrándose en una obscuridad deanacoreta, en la única compañía de los hijos de su imagina-ción creadora, condenados á la interna suerte en aquella obli-gada prisión, estrecha y misteriosa!

Consecuencia lógica de ese afán de inclemente batalla con-tra las reputaciones, surge pedantesca la criticomania, malde moda en todas nuestras esferas sociales y artísticas. Y ápropósito, no está de más que os haga conocer algunas con-sideraciones que mi otro yo—manejando el larresco lati-guillo de" una critioa regularmente mansa—reveló en ocasiónoportuna para satisfacer un anhelo de higienización, loablepor oierto y muy bien encaminado. Llamaré á este escritormi seore^ario y diré de él que es un buen muchacho y que, sincaer en las intransigencias absolutas del energúmeno — por-que tiene muy buen corazón y éste engaña muchas veces —es un especialista cuando se trata de aplicar un caustico áciertos oriundos del Ridíoulo, á quienes acaricia con sus ga-rras de moralista y sutilísimo observador, cou una pequeñaparte de la millonaria experiencia psicológica de Bourget.En. su especial literatura, adora el elegante laconismo queCastelar despreció en todas sus ápodas y que tiene el grandey positivo mérito de no aburrir al lector siempre paciente—como lo aburro yo — enseñándole más que muchos soporífe-ros con marcas de fábrica contemporáneas. Sus Apuntes sonuna Biblia de las más puras y nobles enseñanzas: en ellos re-vela, con la sonrisa del bueno en los labios é inspirado en elprecepto sabio de que en ciertos momentos duele más queuna paliza un buen consejo, esa afección hecha de cariño ylástima que sintió el inmortal Cervantes por la falange estú-

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238 VIDA HODEHWA

pida de la humanidad. Uno de dichos apuntes dice que si hu-biera una Penitenciaria Literaria y si se diera á ciertos crí-ticos el carácter —que á veces les corresponde—de verdade-ros asesinatos, habría una respetable cantidad de paisanosnuestros sufriendo sus condenas. Verdad sin réplica, axio-mática !..

Aunque prima facie parezca raro — prosigue diciendo elotro yo—la cuestión es que en nuestra bendita tierra hay unnúmero mucho mayor de críticos qus de artistas. Profesión,sistema, enfermedad, ó lo que llamársele quiera, aquí se sientela necesidad imprescindible de criticar, aunque para hacerlono se gaste más que unos centesimos de audacia, ese baratí-simo producto que está en venta en el mercado de la Igno-rancia y que tanto consumen algunos aventureros cuandoolvidan que quod Natura non dat Salamanca non prcextatt Elchisme vulgar, conventillero, que se cierne sobre el más insig-nificante acto de una vida íntima, dándole magnitudes nove-lescas, tiene en los dominios del arte su correspondiente: elzarpazo del ególatra sabihondo y malo, perseguidor de" unanhelo de gloria con detrimento de la reputación personal delvapuleado. Marchando á la conquista de individualidades—por camino falso,—estos caballeros equivocan la misión nobley moral del verdadero crítico. En la plena conciencia de que,para la consecución de sus fines es ley no saber de qué setrata, embisten furiosos contra el autor de una ob.ra cual-quiera; y lo que de su lectura ú observación sacan en limpiono es la seguridad de que la tal obra es buena ó mala porsus elementos constitutivos, sino una peregrina oerteza deque es un adefesio, porque el que la hizo ha tenido la ocu-rrencia de no rezar su doctrina en el misal de egoísmo de loscriticastros. Y si á esta no comunión de ideas se agrega unadarme de repugnanoia por cierto defecto físico del literatoó del artista, prescinden casi en absoluto de la obra, y todasu critica, conceptuosa y razonada, se limita al retrato deldefeotuoso, ridiculizándolo con pelos y señales, como si qui-siera establecer en consecuencia que es imposible hacer, nadabueno cuando se ha naoido feo. Esta manera de personalizar

EL EGOÍSMO EN EL AETE UBUOUAYO 239

en la crítica, hace pendant con los desahogob de algunosejemplares de polemistas, cuando se aprovechan de la inge-nua prensa culta para ofrecerse mutuamente sus ramos deinsultos é improperios de catadura baja. Y como la cosa vatomando proporciones de costumbre en las esferas intelec-tuales, de hoy en adelante será necesaria más fuerza en lospuños que en el cerebro para hacer un libro ó una obra dearte cualquiera.

Hasta aquí mi secretario. Ha dicho un buen montoncitode verdades que resultan como las muy célebres del bar-quero. Pero no menciona sus resultados que, en realidad, sondesastrosos. ¿ Y sabéis, en definitiva, cuál es el más evidente,el más innegable de esos resultados? El de que entre noso-tros se necesita ser muy arriesgado y valeroso para trepar elpalo enjabonado de marras. Muy pocos, casi ninguno seatreve á hacer el peligroso viaje hasta la cumbre y cuandose decide á hacerlo cuenta de antemano con el golpe—más ómenos fuerte—familiarizado ya con la añeja costumbre^

Sí, señores, es triste, pero es muy cierto! Aquí los sobre-saliente» de cualquier esfera, las aproximaciones de eminen-cias están tan lejos de la selección, que no existen como talesni para el vulgo ni para las mediocridades ensoberbecidas,desde que viven en conjunto mezclados al anónimo ejércitode ceros, de inservibles! El maldito egoismo que no tolerasuperioridades, porque ve en ellos la constatación de su pro-pia pequenez, por una ley de relatividad, ahoga los más fuer^tes entusiasmos y paraliza el espíritu por refractario quesea á esos raros avances de la envidia. Por esta oausa nues-tros.literatos, nuestros poetas—aunque en verdad son menosde los que parecen con arreglo al número de los que firmanprosas y versos—no se lanzan á empresas de aliento, teme-rosos de la caída; por esta causa nuestros músicos— que loshay y muy buenos—viven casi desconocidos, derrochando elcapital de su talento en trabajos inéditos, que no ven la luzde la publicidad, no porque aquí no haya reinas que vendansus alhajas para ayudar á descubrir un mundo, sino porquetales obras caerían oomo pedruscos tirados á un abismo; por

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' esta causa tambiérf, nuestros pintores—y desgraciadamentemi observación es fresca, flamante — tienen que condenarseá un fakirismo artístico, contemplándose á sí propios, hastaque un sol de justicia esparce sobre sus méritos una luz deverdad y los sjica de su obligado ensimismamiento! . Nues-tra atmósfera en los espacios del arte, es irrespirable: laasfixia por egoísmo es fatal, no puede evitarse!. .

Voy á terminar, señores, aunque mucho tendría que deci-ros aún, si no temiera cansar vuestra atención. Reflexionadde nuevo en el contraste que forman una apoteosis y el hun-dimiento, la silenciosa guerra y la veneración artística. JoséVerdi, el imponderable maestro de la melodía que ha derra-mado á torrentes por el mundo el elixir de su genio, no en-contró en la noble patria que le sirvió de cuna, sitial sufr-cienfce para su gloria, que salió de Italia, invadió los conti-nentes, para que un Fidias justo esculpiera su memoria en eltemplo de la Inmortalidad agitando, como un solo recuerdo,todos los corazones del Universo! Los seres privilegiadosde una raza sana, viven) mueren y pasan á un más allá reser-vado á los que valen, sin que el indiferentismo cubra la fazaugusta de sus méritos!. Los seres privilegiados de unaraza gastada, enferma de egoísmos como la nuestra, vivenaislados, sin entusiasmos, como desheredados de una suerte,para caer un día>en los misterios de la nada envueltos en elsudario del olvido!. . Ese es nuestro mal, por desgracia in-curable !

ALFBEDO VARZI.

Reorganización judicial

(Continuación) (1)

Es singularmente deficiente y extraña, señores, la organi-zaoión de la justicia penal, especialmente en todo lo que dicerelación al jurado,-explicándose por tal niotrvo, el descré-dito en que se halla y los deplorables íesultados que produceá menudo esta nobilísima, educadora y democrática institu-ción; pero debemos apresurarnos á decirlo: ese descrédito yesos resultados funestos provienen más que del jurado en símismo, de la forma defectuosa y hasta incongruente, que esteha revestido en varios países y qne reviste aún entre nos-otros.

Para que el jurado funcione r cionalmente, son esencialesvarias condiciones, relacionadas las unas con la organizaciónjudicial, y con el procedimiento penal las otras, condicionesque no se han tenido suficientemente en cuenta por algunoscodificadores. El jurado supone, com,o condición indispensa-ble de éxito, la descentralización judicial, la oralidqd del jui-cio, la adopción de una instancia única, la verdadera publici-dad de los debates, y, en particular, la de la prueba, que ha dediligenciarse, en presencia de las partes y áel jurado mismo, laescrupulosa separación en lo posible de las cuestiones de de-

(D Vine VID» lfonnu, tomo TU, pAginüi SS6 y 880 y tomo mi, página

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recho de las de hecho, el resumen impersonal y descarnadode la causa hecha por el presidente del tribunal, quien de-berá á la vez someter al jurado un cuestionario que abarquelos puntos concretos sobre que ha de pronunciar el veredioto,sin permitir que se comuniquen entre sí, durante la delibe-ración, los jueces de derecho con los de hecho.

Con el centralismo absoluto de la justicia penal es mate-rialmente imposible el funcionamiento del jurado; sólo puedecoexistir con aquel un pálido remedo de esta institución, nola institución misma; como es materialmente imposible tam-bién la celebración, bajo semejante régimen, de va. verdaderojuicio oral. La centralización judicial en esta materia, im-porta desconocer la índole peculiar del jurado, y las ineludi-bles exigencias que su planteamiento y marcha regular en-trañan

La justicia penal, más aún que la civil, requiere, para serbien administrada, que el tribunal se constituya en el mismodepartamento, ó, por lo menos, en la misma región donde eldelito fue perpetrado, y en la ciudad más cercana al teatrodel crimen. Si esto es verdad con respecto á las causas cri-minales que se deciden exclusivamente por jueces de dere-cho, con mayor razón lo es, tratándose de procesos que se fa-llan con jurados. Este es el motivo por el cual, en todas lasnaciones donde el jurado está medianamente organizado, lascortes de Assises son convocadas periódicamente en las ca-pitales de los departamentos, para que conozcan de los deli-tos ocurridos en estos últimos.

Sabido es que las cortes de Assises no son tribunales decaráoter permanente, sino transitorio ó intermitente, y queestán ordinariamente constituidas por tres jueces de derecho,designados de su seno, por las respectivas cortes de Apela-ciones, y por doce jurados ó jueces de hecho; como asimismoque los tres jueces superiores de derecho (que equivalen ánuestros camaristas de los Tribunales de Apelaciones) via-jan, o realizan giras trimestrales ó semestrales, para poderintegrar y presidir los tribunales penales que han de conocerde los delitos cometidos en las distintas comarcas que com-

HEOHOANIÍÍCKÍH

prende erterritorio en que la corte de Apelaciones ejerce so.jurisdicción.

Sólo en París, y otras grandes capitales, como lo observaGarsonet, las Assises son permanentes, en este sentido, quela Corte de Apelaciones de París, por ejemplo, se divide paracada trimestre en dos salas que funcionan alternativamente,y celebran por mes cada una de estas, una sesión, renován-dose el jurado quincenalmente (Traite de Procédufe, fomo i,página- 64).

Es un principio elemental de lógica, y hasta de simplesentido común, que no es posible apreciar y juzgar bien i ladistancia, y por intermedio de terceras personas (que pue-den engañarse ó engañarnos), de los hombies y de IOB suce-sos en general. Menos posible es aún juzgar, con verdaderodiscernimiento y conoiencia, de techos tan equívocos, com-plejos y obscuros, como son los que constituyen de ordinariolos crímenes, valiéndose de intermediarios para la recepciónde la prueba testimonial, y teniendo que juzgar sólo por lalectura de las atestaciones y respuestas bien ó'mal exten-didas en el expediente

La oralidad del juicio es otro de los elementos esencialesde toda buena justicia penal, y, mayormente, en los pueblosque han incorporado el jurado á su legislación. La esenciadel juicio oral ó sumario consiste en esto: que la verdaderay definitiva instiucoión de la causa, y la producción y dis-cusión de la prueba se realizan en lo posible en la misma au-diencia, ante el Tribunal que ha de fallar el proceso y enpresencia y bajo el control de las partes

El procedimiento escrito ó formal no se compadece con laíndole propia, ni con el acertado funcionamiento de la justi»cia penal, y menos aun con la del jurado.

En las causas criminales la prueba testimonial y la de in»" dioioB juegan un papel de la mayor importancia, y, especial-

mente, la primera de éstas; y semejantes probansaa sólo pue-den aquilatarse bien en el juicio oral. Las atestaoion,es, lostestimonios, favorables ó adversos á los presuntos delinouen-tes, no basta contarlos, es menester pesarlos, tomando, en la

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debida consideración, los antecedentes personales, las cir-cunstancias, las vinculaciones, los intereses, las opiniones,los temperamentos y caracteres de los que deponen en causapropia ó ajena, y basta el ademán del que habla y el tono desu voz, y la manera cómo responde á las preguntas inespera-das, y cómo explica las incoherencias y obscuridades que senoten en sus diversas declaraciones ó respuestas.

La instrucción de la causa más bien que el simple sumario,constituye la verdadera característica del juioio penal, y, sino es todo el proceso —como lo ha observado con aciértalaComisión Bevisora del proyecto de Código del doctor Vás-quez Acevedo — es tal su importancia, que la materia pro-cesal penal ha recibido en la mayoría de las legislaciones,incluso la nuestra-, la denominación, por otra parte incorrecta,de Código de Instrucción Criminal. «El delito, agrega la refe-rida Comisión, no tiene pruebas preconstituídas, como elacto jurídico en materia civil; por el contrario, el acusadorpúblico, el querellante en su caso, y el Juez, de oficio, de-ben procurarlas ex post fado, y, en esa investigación, tienenque luchar precisamente contra la natural y decidida volun-tad con que todos los criminales buscan la impunidad de suculpa, en el aniquilamiento de las pruebas que sirvan para in-ducirla ó constatarla. Esto explica también la aparente ano-malía de que se declare ineficaz la prueba testimonial paracomprobar una obligación cuya importancia pecuniaria ex-ceda de doscientos pesos, y se admita al mismo tiempo queesa prueba pueda servir de fundamento para imponer lapena de penitenciaria por largo tiempo y aún la de muerte.»• Verdad es que, según lo hace notar Manresa, una triste ex-

periencia tiene demostrado que no hay prueba tan peligrosacomo la de testigos; pero también es cierto, qne no hay tam-poco otra más necesaria, porque, como dice la ley 1,' titulo16 de la Partida 3.*, «se sabe la verdad'por su testimonio,que, en otra manera, seria escondida muchas veces;» motilopor el cual la han admitido todas las legislaciones, aunqueadoptando las precauciones que se han creído oportunas paraevitar los abusos á que tan fácilmente se presta.

REORGANIZACIÓN JUDICIAL 246

Por idéntico motivo también, —ailade el expresado autor,— la prueba testifical ha sido colocada, en la nueva ley deenjuiciamiento civil de España, 'en último lugar, entre losmedios de nrueba de que puede hacerse uso en los juicios ci-viles, dando con ello á entender el legislador que la tiene porla más débil y menos atendible,

Ya hemos visto, sin embargo, que en materia penal el tes-timonio humano ocupa, por el contrario, el primer lugar, sinque esto impida desconocer los errores y los peligras inhe-rentes á su naturaleza misma.

Necesario es por tanto presoribir en la ley todas las dis-posiciones y cautelas indispensables para garantir la autenti-cidad y fidelidad de las declaraciones de los presuntos delin-cuentes y de los testigos, para estimular á estos á decir laverdad y para poder apreciar el grado de veracidad ó verosi-militud de sus palabras, y, por consiguiente, la confianza quehayan de merecer estas á los jueces. Ahora bien, entre .esasgarantías, acaso las más eficientes son estas: la oralidad yla publicidad de los juicios.

El juez que no ha oído los testigos, dice Sentham, nopuede cerciorarse jamás que las declaraciones escritas repre-sentan fielmente el testimonio oral, ni qne éste ha sido exactoy completo en su origen. Cuando tiene delante de sí á lostestigos y á las partes, palpa donde su testimonio es defec-tuoso, y, por las preguntas que les dirige, obtiene las infor-maciones que le faltan. ¿Qnién puede saber mejor que éldonde su convicción es deficiente? ¿Quién puede mejor queél buscar el rasgo esencial, el que caracteriza la verdad, elque ha de influir en su decisión? Cuando no dispone másque de piezas escritas, no puede suplir ninguna omisión, nihacerse explicar lo qne puede ser obscuro, ni salir de la dudaen qne'pueden sumirlo las disposiciones contradictorias. Eltestimonio presentado en ese estado inferior, ae halla pri-vado de la parte más instructiva, de aquella prueba circuns-tancial que tanta fuerza, comunica al testimonio oral, y qne

" resulta de la conducta de los testigos y de las partes. El jne*no puede conocer por su propia observación esos caracteres

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de-verdad tan salientes y tan naturales que se derivan de lafisonomía, del sonido de la voz, de la firmeza, de la prouti-tad de las respuestas, de las emociones del temor, de la sim-plicidad de la inocencia, de los embarazos de la mala fe; pue-de decirse que se ha cerrado a sí mismo el libro de la natu-raleza, y que se ha vuelto ciegb y Bordo en los íasos en quees preoiso verlo y óirlo todo. La presencia del juez en el in-terrogatorio es, además, bajo los auspicios de la publicidad,la mejor salvaguardia de la observancia de todas las reglas;no sufrirá preguntas capciosas, ni los manejos que puedanintimidar á los testigos ó á las partes; impedirá los alterca-dos de los defensores; opondrá el más poderoso freno á lamentira (Traite despreuves pág, 205).

De todo lo que dejamos expuesto se desprende, que el jui-cio oral no consiste en oir la lectura de los procesos y las ale-gaciones de las partes, sino, ante todo y sobre todo, en la re-cepción y discusión de las pruebas ante el tribunal que ha dedecidir de la causa, y en presencia del reo y del acusador.

Entre nosotros, como en otros pueblos, ha sido bastardeadala naturaleza del juicio oral. La vista de las causas que de-biera constituir un, drama vivo de palpitante interés públicoha quedado reducido á la mera lectura de un voluminoso ex-pediente, lectura pesada, monótona, confusa, soporífera, quedura largas, interminables horas, sin interrupción de ningunaoíase, con grande fatiga y tedio de los jurados, que por másesfuerzos desesperados de atención que realicen, les es detodo punto imposible dominar el asunto y desenredar la ma-deja inextricable del proceso, y, muy especialmente, cuandoel asunto se halla en 2." ó 8.* instanoia.

La amplia y jiositiva publicidad de los juicios, dijimos haceun instante, constituye uno de los medios más poderosos parael esclarecimiento de la verdad y para el acierto y reotitudde las decisiones judioiales.

El buen funcionamiento' de la administración de justiciaen general, y de la justicia penal en particular, dependen ensumo grado de esa publicidad que constituye hasta ciertopunto, como alguien lo ha dicho, el alma misma de la justioia.

BEOHQANIZACIÓN JUDICIAL 247

«Con respecto á los testigos, observa Beutham, la publici-cidad del interrogatorio excita en ellos todas las facultadesdel espíritu que concurren á producir una fiel exposición, y,en especial, la atención, tan necesaria á las operaciones dela reminiscencia. La solemnidad de la escena, los preservacontra su propia ligereza ó indolencia; mas, el mayor influjode la publioidad se ejerce sobre la veracidad del testigo. Lamentira puede ser audaz en un interrogatorio secreto, es di-fícil que lo sea en público, y es extremadamente improbable,aun de parte de todo hombre que no se halle por completodepravado. Todas esas miradas dirigidas sobre un testigo lodesconciertan, si abriga un plan de impostura; siente que unamentira puede hallar un contradictor en cada uno de los quele escuchan, Una fisonomía que le es conocida, y mil otrasque no conoce, le inquietan.por igual, y se imagina á pesarsuyo, que la verdad que trata de ocultar va á surgir del senode esa audienoia y á exponerle á todos los peligros del falsotestimonio ¡ siente al menos que existe una pena á la que nopuede escapar, la vergüenza á la vista de la multitud de es-pectadores. »

Pero, oomo se comprende sin esfuerzo, para que la publici-dad sea efectiva y produzca sus naturales beneficiosos efec-tas, preciso es que los delitos se juzguen en el mismo depar-tamento en que fueren perpetrados y por un jurado esencial-mente local, sea departamental ó regionali

Transportado el encausado á larga distanoia del lugar delcrimen, á la Capital de la República, donde es en absolutodesconocido, donde el acto delictuoso ha tenido escasísimaresonancia, y, menos aun, proyecciones, el juzgamiento de eseprqceso, después de transcurridos largos meses de ocurridoel delito, por nn jurado formado con ciudadanos de Montevi-deo, natural ea que no despierte interés positivo de ningunaoíase aquí, en un medio social radicalmente distinto y ex-traño, indiferentismo que tiene que acentuarse, por preoi-aión, por la forma viciosa en que se celebra el pseudo juiciooral. Asi se explica que nadie oonourra de ordinario á las vis-tas de las causas procedentes de campaña.

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Otra de las anomalías que ofrece la justicia penal es el tri-ple examen á que se someten los procesos, por poco que di-sientan entre sí los veredictos ó los fallos dé 1." y de 2.* ins-tancia, cuando no debiera haber más que una solo examenen realidad.

Sólo el jurado local, sólo el primer jurado (en el supuestode que fie organizara esta institución en los departamentos),es el que estaría realmente habilitado para pronunciar un ve-redicto consciente, apreciando en BU justo valor el alcance ymérito efectivo de las pruebas, por el conocimiento directo ypersonal de los encausados, de los testigos, y aún de los fun-cionarios encargados de las primeras diligencias del sumario

-—funcionarios que, dicho sea de paso, tan sugestiva, tan de-"oisiva influencia suelen tener á veces en la suerte inmediata'de los prevenidos y hasta en la marcha y solución definitivade los procesos. No tendría razón de ser suficiente un se-gundo examen del proceso ante un nuevo jurado local (salvocasos extraordinarios de casación ó revisión), toda vez queno hay motivo alguno fundado que persuada que el segundoveredicto sería más conforme á la verdad y á la justicia queel primero, siendo más bien de presumirse que los juradosque pronunciaron este, á raíz del crimen, estaban para elloen mejores condiciones,

Prescindo de 1A tercera instancia en lo penal, porque es-toy convencido que, al presente, no pueden haber dos opi-niones concienzudas acerca de la necesidad de aboliría enabsoluto. Tendríamos, en consecuencia, que el veredicto y elfallo de segunda instancia, cualesquiera que ellos fueren, ha-rian cosa juzgada, y que no se daría contra esas deoisionesotros recursos que no fuesen los extraordinarios a que hemoshecho referencia.

Fluye de tode> esto, que el segundo veredicto y el fallo.que•en él se basare, decidirían en rigor, definitiva y soberana-mente, del proceso. No se ve pues la necesidad del actual, elprimer experimento ante los Juzgados del crimen, toda veeque, en caso de disconformidad del segundo veredicto ó delsegundo fallo con los de primera instancia, para nada se ten-

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drían en cuenta estos últimos Más sencillo y breve, y acer-tado sería, pues, instituir una sola instancia, como se practicaen casi todos los países, con evidente ventaja para el prestigioy la autoridad moral de las decisiones judiciales, prestigio y,autoridad que han de menoscabarse no poco en los casos deprofunda discordancia entre los distintos veredictos y fallosdictados eu unek misma causa. Bien considerado todo, y en lahipótesis de que se creyera indispensable instituir dos ins-tancias, la apelación debiera admitirse solo del fallo del Tri-bunal penal, pero no del veredicto del jurado, es decir, que elrecurso de alzada se concedería, únicamente, por error de de-,recho en la aplicación de la penalidad, y no por error de he-cho en la apreciación de las resultancias del proceso. Inne-cehario es agregar que, para adoptar la instancia única, me-nester es que los jueces de derecho, que han de dirigir losdebates, formular el cuestionario á los jurados, y dictar lasentencia,, deben eer magistrados experimentados y de cate-goría superior, como son los ministros ó consejeros de los Tri-bunales de Apelaciones, no debiendo bajar de tres el númerode esos jueces, comisionados para presidir las AssLses.

Conceptúo un error funesto el establecimiento de tribuna-les unipersonales de lo correccional. Con mayor motivopienso lo propio de los tribunales unipersonales de lo crimi-nal en 1.a instancia. No aoierto á comprender tampoco por-que el primer jurado que conoce de un proceso, se componeaolo de cuatro miembros, en tanto que los de 2." y 3." instan-cia son constituidos con ocho. ¿Se juzga por ventura que elexamen inicial, que el primer examevn del proceso, no tienemayor alcance, y que es un mero ensayo de juicio penal?Nada sería¡ más erróneo y perjudicial en todo sistema y ma-yormente en el de las tres instancias ó de las dos sentenciasconformes, adoptado por nuestro Código. La 1.a instanciaen toda ojase de juicios, «sí civiles como penales, ppr másque el vulgo no lo orea de ese modo, reviste considerable in-terés y trascendencia práctica, toda vez que un error, unainadvertencia, una injusticia cometida por el primer juez en.su fallo, obliga é, los litigantes ó á los prevenidos, para con-

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seguir la revocación de este en todo ó en parte, á recorrer lainterminable via-crucis de dos ulteriores instancias, con gra-ves perjuicios para las partes. Esta es acaso la razón primor-dial que ha movido á los legisladores de lo"s pueblos más ade-lantados á instituir tribunales colegiados de 1.a instancia.Bien organizados estos tribunales, los casos de apelación dis-minuyen como por encanto, con grande y recíproco beneficiode los litigantes; del vencido, que consentirá el fallo, porques,e convencerá de las pocas probabilidades de triunfo quele esperan las más veces en un segundo experimento del jui-cio, después que un tribunal de tres jueces por unanimidad ósimple mayoría, ha decidido en contra suyo el pleito,; y delvencedor, que se ahorrará, por ese motivo, los sinsabores, lasincertidumbres, las dilaciones, y los crecidos desembolsos quela apelación de su contraparte le ocasionaría sin remedio, an-tes de que la justicia le reconociera y le amparara eficazmenteen sus derechos, por más legítimos que estos fuesen.

La existencia de tribunales unipersonales de lo correccio-nal y de lo criminal, ofrece además gravísimos peligros. Enlos casos eñ que, en procesos de competencia del juez correc-cional, el fallo de este magistrado y el del juez del crimen,concuerden en declarar que tal prevenido es reo de este óaquel delito, y, por consiguiente, son confirmadas las senten-cias del primer juez, por las que se aplican ó pueden apli-caise penas tan graves, como las que determina el CódigoPenal para los delitos de abigeato, robo, tentativa de homi-cidio, etc., esos dos magistrados habrán decidido irrevocable-mente del honor, do la libertad de un hombre ó de una fami-lia entera, como quiera que contra dos resoluciones judicia-les conformes, no cabe en este caso recurso alguno ordinarioni extraordinario por nuestra legislación; y aunque más tardese comprobara, á la evidencia, los errores de hecho ó de dere-cho en que las sentencias se basaron para condenar á sujetosde todo punto inocentes. ¡

Los graves errores judiciales á que pueden dar, y ¡í que danmargen los tribunales penales unipersonales en general, sony tienen que ser más frecuentes y peligrosos, tratándose de

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los situados en los departamentos, porque los jueces noveles,recién salidos de las aulas, á quienes se confían, por lo co-mún, esos juzgados y que hacen en ellos su duro aprendizajede la magistratura, están más expuestos á errores, son más fá-cilmente sugestionables, y no tienen los recursos y facilidadesde todo género que existen en la capital para consultar lasmejores y más ricas bibliotecas, las obras especiales de dere-cho, y á los jurisconsultos y magistrados más esclarecidos óde mayor autoridad y experiencia,

Otro defecto de nuestra justipia penal es la institución es-pecial y permanente de los juzgados de lo correccional y delo criminal; y lo que digo de los juzgador, puede hacerse ex-tensivo á las fiscalías especiales del crimen.

No deben existir, en mi humilde opinión, jueces ni fiscales,consagrados exclusivamente á entender é intervenir en losprocesos, penales, sino que los mismos jueces y fiscales debenconocer y actuar indistinta y alternativamente, ó por turno,en las causas civiles y criminales. No debe haber magistra-dos, cuya constante, penosa y única misión consista en acu-sar y pedir penas contra los encausados, ó en imponer casti-gos á los delincuentes. Podrá esto parecer á muchos parado-jal y absurdo, á primera vista, porque la fuerza del hábitopor una parte, y por la otra, la forma sofística ó especiosade ciertos argumentos aparentemente científicos, los induci-rán á creer á ojos cerrados, en las ventajas de la especíaliza-ción délas diversas funciones judiciales, haciendo caso omisode la experiencia de otros pueblos y de los inconvenientesque de aquella derivan y que no son pocos ni despreciablesá poco que se medite sobre el asunto.

Cierto es que toda especialización de tareas perfecciona laaptitud y la competencia del funcionario que á ellas sededica; pero también lo es, que la consagración exclusiva ypor largo tiempo á un género particular de ocupaciones,hace perder á menudo la noción exacta del conjunto, y llevaá exagerar y dar desmedida importancia al objeto á que con-sagramos nuestra actividad, creando hábitos y predisposicio-nes mentales determinadas, ideas erróneas ó estrechas y pre-

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juicios invencibles, desarrollando con exceso unas facultadesen perjuicio de otras que se atrofian, degenerando en rutina-rias ó mecánicas á menudo las acciones de los que se especia-lizan demasiado, que son los que se aferran, ciegamente, porlo común, á sus propias opiniones y teorías, en detrimento dela ciencia que se estaciona, ó que? no progresa como debiera.

Los partidarios de la especializaron á ontrance, comoTarde, argumentan de esta suerte: » ¿Dónde se ha halladoy donde se espera hallar el juez enciclopédico, que debiendoconsagrarse j)or turnos á desenredar las argucias de los liti-gantes y á leer en los ojos de los malhechores, se distinga enambos casos?» Y se responde: «Se puede tener la seguri-dad de que si tiene una de las aptitudes carecerá de la otra;que si posee el vigor y la astucia lógica reclamadas para elmanejo de los pleitos civiles, le faltará la profundidad y lasutileza psicológicas exigidas para el estudio de los delin-cuentes. Es esta la ocasión de aplicar ese famoso principiode la división del trabajo que la economía política, con tantaexageración, es verdad, preconiza en su esfera. Separemosnetamente, agrega, las dos magistraturas, una criminal, laotra civil; especialicemos y localicemos cada una de ellas ensu tarea- propia.» (Laghilosophiepénale, pág. 444.)

Si Tarde se refiriera solamente a la mezcla alternativa delas dos funciones de juez de la causa y juez de instrucción,mezcla que reputa deplorable, nada quizás podría objetársele.Hay cierto antagonismo ó incompatibilidad, en efecto, entreambas funciones. Lo ha observado con mucho acierto el doc-tor Vásquez Acevedo. •« Las tareas del juez, que reclaman enprimer término calma y serenidad de espíritu, son interrum-pidas á cada paso por las tareas agitadas, imprevistas yabsorbentes del Instructor.» Y más adelante agrega juiciosa-mente el distinguido jurisconsulto: «las aptitudes intelectua-les, morales y aún físicas que se requieren para el buen des-empeño del cargo de instructor, no son iguales á las que serequieren para el cargo de juez. El instructor necesita másperspicacia, más sagacidad, más actividad, más energía mo-ral y física que el juez; y éste á su vez necesita más ciencia,

BEOHGANIZACIÓX JUDICIAL 253

más reflexión, más criterio jurídico, más reposo que el ins-tructor. »

Pero Tarde, y con él las nuevas escuelas italiana y fran-cesa, no se limitan á proponer la separación de aquellas fun-ciones, sino que abogan, como lo hemos visto hace un instante,por el desdoblamiento de los tribunales, en civiles y penales,y por la especialización y localizaeión de las dos magistra-turas en sus tareas respectivas Xo compartimos esas opinio-nes, por más profundo respeto que nos merezca la palabra dealgunos de esos ilustres escritores, quienes al sostener esosprincipios se muestran consecuentes en absoluto con sus ideasíadieales acerca de la supresión del Jurado y la devoluciónde sus atribuciones á magistrados de profesión.

Creemos, por el contrario, que la institución del Jurado esútilísima é irreemplazable, y que sin ella no sería posible orga-nizar medianamente bien la justicia penal. Estamos persua-didos que la Reparación y la especialización de las judicatu-ras que preconizan los autores de-que venimos ocupándonos,producirían perniciosos resultados, ó, mejor dicho, los hanproducido y los producen. Existe entre nosotros, sobre elparticular, dilatada é invalorable experiencia, toda vez quela teoría del desdoblamiento de los tribunales en civiles ypenales, es la que se ha hecho carne é impera en nuestropaís, de largos años atrás. Esa experiencia es precisamentela que nos impide aceptar semejante doctrina.

El juzgamiento exclusivo y prolongado de una clase de-terminada de causas, y en particular, de las causas óriminalesdá origen á deformaciones, desequilibrios y extravíos deplo-rables del criterio y de la conciencia en los magistrados decarrera, sin que al decir esto pretendamos desconocer algunosde los leves inconvenientes que la unificación de las judica-turas ofrece.

Creemos qne si bien hay algo de verdad, hay mucho deexageración en las siguientes palabras de Garófalo sobre lasupuesta incompatibilidad de las magistraturas civil y penal.

La educación que el juez ha recibido, observa dicho autor,la experiencia adquirida' y que debe tratar de adquirir, han

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hecho de él un civilista y no un criminalista. Casi todos susestudios han versado sobre el derecho civil, el derecho penalno ha sido jamás considerado por él más que como un acce-sorio al que, en general, no ha acordado más qne una partemínima de su atención. Acostumbrados por la índole de susestudios á hacer abstracción del hombre, no se ocupan másque de fórmulas, porque el derecho civil es completamente*indiferente á todo lo que dice relación á la parte física y ála moral de los individuos: la bondad ó la maldad de unacreedor no podría tener la menor influencia sobre la validezde su acreencia. Este carácter estrictamente jurídico es ente-ramente ajeno á la ciencia penal que tiene por objeto lucharcontra una enfermedad social: el delito.

Pero prescindiendo del grado de verdad que encierre laafirmación de Garófalo, no puede en cambio desconocerse (yesta es la tesis que deseo demostrar) que si hay un hechoperfectamente comprobado es este: que la especializaron dela magistratura penal, ocupada sin cesar de la represión delos delitos, predispone á pesar suyo el espíritu" de los magis-trados á ver á menudo un delincuente en todo encausado, si-tuación de espíritu reñida por completo con la alta ecuanimi-dad que el ejercicio de las augustas y delicadas funciones dela justicia requiere y con el sabio principio de que á todo pre-venido debe suponérsele inocente mientras no se le pruebelo contrario.1 Es también un hecho enteramente averiguadoque el prolongado y exclusivo desempeño de las mismas fun-cionea determina de manera inevitable una especie de insen-sibilidad profesional, inclinando a los jueces, sin darse cuentaclara de ello se entiende, á tomar partido por la acusación,y á los representantes del Ministerio público á extremar lanota de la severidad y la crueldad.

Es cierto que en los países en que no existe esa espeoiali-zaoión de las magistraturas, según lo ha hecho notar un dis-tinguido tratadista, las habitudes mentales contraídas en lasaulas no abandonan tampoco en absoluto á los jueces cuandopasan, por efecto del principio que los franceses denominandel roulement, de una Cámara civil á una penal, y que lo que

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los preocupa sobre todo es la aplicación uniforme de la ley, yla calificación del hecho incriminado; que la personalidaddel inculpado, la eficacia de la pena del punto de Vista repre-sivo, ó aún del punto de la regeneración del delincuente, lareparación del daño causado, son elementos que les escapaná menudo, porque, como en materia civil, su principal pre-ocupación es la de mantener á la jurisprudencia del tribunalsu fijeza y su uniformidad aparentes. Pero también es ver-dad que el remedio á los ligeros inconvenientes que ofrece laalternación de las funciones, no podría hallarse en la divi-sión de las magistraturas, porque en tal caso el remedio se-ría peor que la enfermedad, desde que no pueden razonable-mente parangonarse aquellos inconvenientes con los gravesmales y deformaciones que la especializaeión ocasiona.

Por otra parte, las ventajas que, con relación al problemade la imputabilidad, preconizan y esperan obtener algunaspenalistas, de la especializaeión de las magistraturas, puedenconseguirse en mucho mejores condiciones, recurriendo laspartes, ó, de oficio, los jueces, á los dictámenes periciales deantropologistas y módicos alienistas experimentados. De to-das maneras, soy de parecer que el más eficazjjy precioso co-rrectivo á todos estos males se halla acaso en la institucióndel jurado. Tocqueville ha dicho que el jurado sirve para dará todos los ciudadanos una parte de las habitudes de espíritude los jueces, pensamiento éste que ha sido complementadoá su vez por otro escritor de talento, afirmando también, queel jurado no es menos útil, infundiendo ciertas partículas delespíritu público en las concepciones un poco rígidas y auto-ritarias de los magistrados.

Pensamos con Speyer, que «la frescura de conciencia deljurado, su contacto íntimo con el sentimiento público, y laconfianza que su independencia inspira á las masas, asegu-.ran á la justicia penal un equilibrio, una autoridad y una po-pularidad que ninguna otra institución judiciaria podríadarla, y lejos de admitir que el jurado sea una instituciónindefendible, en sí misma, y que merezca ser colocada en elmismo rango que la tortura y las ordalías, opinamos, al con-

'/ '1

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256 VIDA M0DEB3ÍA

trario, qne llamada á funcionar' en condiciones favorablesy compuesta con esmero constituye una fonna de jurisdic-ción, ó un instrumento que conviene maravillosamente aldescubrimiento de la verdad.»

Creemos también con el mismo escritor, quien sigue enesto las ideas de sir James Stephen el autor de la Historiadel Derecho Penal en Inglaterra: «que para estimar el valory el peso de un conjunto de pruebas, no hay criterio como laapreciación de un grupo de personas, que, sin constituir unamuchedumbre ó una asamblea, sea no obstante bastante nu-meroso para que esas pruebas puedan ser examinadas por in-dividuos pertenecientes á diferentes clases de la sociedad ydotadas por consiguiente de conocimientos y de habitudesmentales diferentes. Es en esta variedad de puntos de vistaque reside á nuestro juicio la principal fuerza del jurado, por-que nos parece cierto que, cualesquiera que sean la inteli-gencia y la experiencia de una corporación de magistrados,la suma de conocimientos que podrá aplicar á dilucidar unproblema criminal será siempre inferior á aquella dé que dis-pondrá un jurado, por razón de la uniformidad de educación,de profesión, y de medio social de que los jueces de carreiasufren fatalmente los efectos.» (Speyer. Leu vices de notreproeedure en Oour d'Assiws, págs. 9 y 10.)

RAMÓN LÓPEZ LOMB\.(ContmunrA).

Correspondencia diplomática, privada,

DEL DOCTOR DON MANTEL HERHEltA Y OBES CON LOS '

PRINCIPALES HOMBRES PUBLIC03 A.MCUICWOS Y EUROPEOS

DE 1847 Á 1852 ^

( C o n t i n u a c i ó n ) ( I )

Montevideo, Marzo 22 de J849,

Por el paquete que salió de aquí el 11 te escribí. Desdeentonces acá solo hay de nuevo la confirmación de lo queen ella te digo con respecto á la misión de Mr. Le Prédoitr.ATr. Devoize, me ha participado hoy, muy confidencialmente,

> eiste nuevo descalabro diplomático de la intervención fran-cesa. ¡Quiera Dios que sea el último! Parece que el contra-almirante ha llevado demasiado lejos su anhelo por la paz ysus pretensiones de hombre de habilidad: que la misión en síno era mala, pues se reducía á presentar á Rosas las proposi-ciones Hood, sin modificaciones, como imico medio de arre-glo; que fueron rechazadas in tintine; y que el contra-almi-rante en vez de retirarse, haciendo las declaraciones que sele ordenaban, tomó sobre sí el negooiar, ad referendtun, nue-vas condiciones de arreglo. Rosas que nada más que estoquería, y haciendo valer mucho su concesión, manifestó es-

(1) Vé aso VIDA MODZRSA, tomo vi', pAginn 423 y íiguiontoa

E l DOCTOB DOMASLFL HtKKERAOBES da al DOCTORDON Josí 1minuciosos delies sobre el en_.cño infructuosoLe PxédourBuenos Aires y dJsus cTOdlnsflehiimiHacionea v bajezu*, IRS más ínicreíbles'» HablJdel empréstito <3qun millón, de Bachentol, ya -fricasado, lo misa

Sne lngarantlflras i I para e

los 7 millones I.bla asimismoauge y prepon _rnncirt de BuenAires, de U anaqaln de Soliviadel poder mili tisorprenrtenta ' 'Pftragnay, 6) i .tras al Br&R)! .cree amenazado d

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258 VIDA MODERNA

biecdoñegndo i»

snSIú°tr¡maao!tpre

tar dispuesto á ello. El contraalmirante, entonces, le pidiósus condiciones y después de muchos días, Eosas IB presentólas proposiciones Hood, con las modificaciones que hizo en sutiempo. El empeño infructuoso, de hacerle variar de resolu-ción ha sido la ocupación del contraalmirante en 70 días dehumillaciones y bajezas las más increíbles. Por fin, Kosascansado de las impertinencias del contraalmirante, lo des-haueió el 13, definitivamente. A pesar de esto, el 16 se diri-gió nuevamente á Arana, pidiendo á Eosas una conferencia, áque éste se negó, y Arana, lo participó el 17. Todavía el con-traalmirante, no se da por vencido, y escribe que ha resueltoesperar en Buenos Aires el paquete de febrero, que llegará áprincipios de abril, pues cree que las noticias que le venganpor él, le han de hacer aflojar. Tengo entendido que Mr. De-voize, le escribe haciéndole ver que eso es una torpeza injus-tificable, y que debe venirse inmediatamente, si no quiere aca-barse de perder. Toda esta narración es de la más completaexactitud. Calcula por ella la clase de hombre con que tene-mos que haberlas por acá. Entre tanto, viendo yo el malhuenos hacía la conducta del contraalmirante, pasó una nota áMr. Devoize demostrándoselo y pidiéndole explicaciones, so-bre el objeto y estado de la negociación y una declaraciónexplícita, acerca de la cooperación que darían al Gobiernolas autoridades francesas,' residentes aquí, en el caso que éltuviese que prevenir ó reprimir cualquier desorden grave áque pudiese dar lugar la dificilísima situación que ha creadola misión del contraalmirante, y que tanto puede influir so-,bre la defensa y seguridad de la Plaza. Esta nota se la re-mití antes de ayer y es ella la que determinó la confidenciaque te refiero. Esta notisía se la participo oficialmente áLamas, pues la contraría que Guido comunicó al Ministeriodel Janeiro nos empató una operación de empréstito que te-nía entre manos Busehental, y debía darnos un millón depesos. La garantía del Brasil para los 7, fracasó, como -su-pongo que ya lo sabrás. Si obtenemos aquella suma somossalvados, porque podremos esperar bien, un ailo más, y aúnhacer algo más importante. s

CORRESPONDENCIA DIPLOMÁTICA, PHIVADA 259

Los negocios de por acá siguen como siempre. Buenos Ai-res está en un auge y preponderancia que sorprende. Boliviasigue en anarquía espantosa. El Paraguay está organizadoen campo militar. Todas las relaciones convienen en que yatiene un ejército perfectamente disciplinado, de más de veintemil hombres, y que otros tantos tiene en reserva como mili-cias. Tiene armamento, municiones y pertrechos de guerraen abundancia. Ha armado una numerosa escuadrilla sutilpara la defensa del Eío Paraguay. Tú sabes que los paragua-yos son excelentes marineros. El Paraguay, espera pues. ElBrasil está amenazado de una gran revolución, que sin dudaestallará, porquB allí no hay verdadero Gobierno, ni un hom-bre de mediano genio. Además la desmoralización ha llega-do á su última expresión. Todo es guerra de facciones, depasiones pequenitas y las más criminales, por que ellas devo-ran la vida del imperio. No quiere esa gente aprender ennosotros, ya lo pagarán.

MANUEL HERRERA Y OBES.

Montevideo, Marzo 22 de 1849.

He tenido el gusto de recibir las apreciables de usted del13 y 26 de febrero. La última llegó á mis manos despuésde la salida del paquete anterior, y á la primera no me per-mitió contestar, el cúmulo de ocupaciones que me rodearonen esos días. Espero que usted me disculpará.

Eemito á usted el documento que quedó en mi poder paraobtener su reconocimiento por el Gobierno. El decreto mar-ginal que ha recaído probará á usted el aprecio que hace elGobierno de su interés por nuestra causa, y lo mucho en queaprecia también el buen crédito de sus agentes. Ahora ya notiene usted más que presentarse en el tiempo y en el casoprevisto por el señor Ellauri.

Al señor Lamas comunico lo que hay aquí de importanteen materia de noticias. La misión de Mr. Le Prédour, fraca-

£1 doctor don'lMivcxi' HSRBEIH r |Oses escribe al se-üor don KCKO Au-CICSTOGAVBEI.LElfe-mitiéndole el do-oumento que lehubla pedido éste,segiln carta va pu-blicada, dieiónrfoleque esperaba queel fracaso de LeíPrédour facilitaselos medios de rea-lizar el negooioque el señor Ga-vralle tenia entramanos y que eraútil pura el pila-No accede A «Tarisel empleo de cou-sejero de Legación

ano Oavrelíe le pe'la para la Lega-

ción en París

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I El doctor donpiAvtEL HERRERA Y

¿"TÍ comunica A•FOHN LK LnyQ to-fos los Hntecedpn-les tte la misión

O Prédour enBuenos- \ires y sus

•átales Tionsecuen-•w», exponiéndolenodo lo que en las

«tenores j a halieho A Lamas *¿"aun sobre Pal-|erston y la ínter-unción fiancesa•ao -que si ésta noene mejor serlausndonarlo todoTqneda

Ío resultado quetriunfo de On->. Habln detc-tamento de lnnación del Bra-! I16,'" jro^po-Ud do Buenostes, dB las cola-

P^des de la Be-ca, do la quo

irla dcoirse, iiitlnuaHa gúe-

t "4«í fu< Oar-"I uc Corrien-r Kntre Hios,

260 VUU MODEBIfA

só como las otras. Veremos si eate suceso facilita á usted lesmedios de realizar el negocio que tienen ustedes entre manosy que es vital para este país.

El temor de disgustar al señor Ellauri y el no estar admi-tido en nuestros reglamentos diplomáticos el empleo de con-sejero de Legación que usted solicita, me hace decirle que noes posible que el gobierno acuerde á usted esa solicitud. Asílo debe también al honor, habilidad y lealtad del señor Elkuriqne tiene toda la confianza del Gobierno.

MAXUEL HERRERA Y OBES.

Montevideo, Marzo 22 de 1849.

Yo supongo que el señor ministro Lamas habrá participa-do las noticias que le di con encargo de que las pasara á us-ted. Por si no lo ha hecho—diré á usted lo que entonces dije,y ahora sé con más detalles.

El contraalmirante Le Piédour fracasó en su misión,como era de esperarse. Eosas no ha querido admitir másbase de arreglo que las pi oposiciones Hood, con las modifi-caciones que él propuso desde su primera presentación. Na-da ha sido bastante para hacerle ceder. Este empeño ha sidola única ocupación del contraalmirante en 70 días de corte-tías y adulaciones de todo género, como ha empleado paraconseguirlo-. El continúa en Buenos Aires; pero es induda-ble el hecho: Mr. Devoize me lo ha participado confidencial-mente el día 20, á consecuencia de una nota que le •pasé esedía, y que remito á usted en copia. Es muy de"; lamentareste falso paso dado por el Gobierno de la República: él hasido en puro provecho de Eosas, que ha tenido la ocasión dehumillar á otro agente del gobierno francés, y de fortificar-se- más en el espíritu del pueblo que cada vez es máa salvajeen su odio _y su desprecio por todo lo que es europeo.

También remito á usted copia de una nota que lord Pal-merston pasó á nuestro cónsul en Londres. Es difícil presen-

COBBESPONDEXCIA DIPLOMÁTICA, PBIVADA 261

tar nada más torpe, ni más^ .rageitsement lache, como diceMr. d'Abrantes. Yo le he peilido explicaciones en otra notaque le he dirigido; Si me las rehusa ó se confirma en lo queha dicho, el gobierno resolverá, lo que en ese caso no puededejar de resolver. Lord Palmerston, en lo que ha dicho, noes sino el eco de Eosas y la gente del Cerrito. Por ahí verá,usted lo que hay que esperar de la Inglaterra. Es precisoque el gobierno francés se desengañe: la alianza inglesa, eanuestra cuestión, sólo servirá para comprometer su honor,su crédito y sus intereses. .

Esperamos con ansia el próximo paquete. Una carta deEspaña de 5 de febrero, me dice que en ese día se había re-cibido allá la noticia, de que en París quedaba el ejércitosobre las armas, en defensa de la Asamblea y contra el Mi-nisterio que quería disolverla. El temor de que eso sea ver-dad, ha hecho aquí gran sensación. Sería una cruel fatalidadpara la Francia y para nosotros. También deseamos el pa-quete para saber si la expedición vino ó nó. Apesar de las se-guridades de que usted me dá, el señor Ellauri y demás amigos,yo dudo. El empleo de la fuerza es el único medio de con-cluir con la cuestión. Si así no se obra es mejor abandonar yque esto sea pronto. El país tendrá una economía de malesy desgracias muy considerable y inuy necesaria en el estadoque tienen las cosas. No hay objeto entonces en prolon-garlos, porque la guerra no tendrá otro resultado que eltriunfo de Eosas y Oribe. Esta es mi convicción intima ytal vez sea el temor ó el vivísimo deseo de que la Franciaobre al fin de ese modo, lo que me hace tener tan poca fe enque lo haga. En fin, poco tardaremos en saberlo.

El Brasil sigue trabajado por las facciones y los partidos.Sus hombres políticos no piensan en más que conservar elpoder, y explotarlo en sus intereses individuales)1 cuandollegan á él y los que lo ambicionan y combaten á los que lotienen, no llevan otro objeto que imitar á sus rivales.. Lepreveo, pues, á aquel país, escenas muy trágicas. En mi con-cepto es inevitable una gran revolución que concluirá con elImperio y aun con la- raza que hoy domina, porque serán los

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262 VIDA HODEBNA

negros los que se sobrepondrán. La revolución de Pernam-buco sigue; Bahía, Maraüony otra provincia más, cuyo nom-bre no recuerdo, aunque tranquilas hoy, muestran tal espí-ritu, que hacen temer en ellas el contagio de Pérnambuco.Esto, sin embargo, no ha hecho disminuir las fuerzas acan-tonadas en Río Grande, sino en 800 hombres. Hay en estaprovincia un ejército de línea de 9 á 10.000 hombres, pron-tos para marchar é donde se les mande.

Buenos Aires sigue en un pie de prosperidad admirable.Es hoy el centro de todo el comercio del Eío de la Plata,favor que Rosas debe sólo á la Intervención. ¿ Qué interéspuede tener pues en la paz? Su país prospera, su poder seafirma cada vez más, nuestra Eepública, á quien sólo teme,se arruina, pues que ella es el teatro de la guerra, y antes demuy poco, si continúa, no habrá sino aquello de aqui fueCartago, por cualquier parte que se recorra BU territorio.Rosas, haciendo por que la paz no venga, es lógico y hábil.La torpeza está en sus enemigos ó los que más tienen inte-rés en ella y con medios infinitos, le dejan hacer á él lo quequiere.

Corrientes y Entre Ríos tranquilos, aunque muy trabaja-dos por el espíritu de la insurrección. El despotismo y tira-nía de Rosas, pesa horriblemente sobre todo y sobre todos.El Paraguay tiene ya bien disciplinado un ejército de más de20 mil hombres, una escuadrilla numerosa que guarda el RíoParaguay y fortificaciones importantes en sus fronteras.Parece que tiene á su servicio oficiales extranjeros, de mé-rito, á quien se debe el admirable pie de guerra en que estáaquel Estado. Pero espera á que Rosas lo ataque ó á queéste se vea vigorosamente atacado. Bolivia está en el mismocaso, en cuanto á mala disposición para con la Confedera-ción, cuyo partido opuesto domina allí.

MANUEL HERRERA Y OBES.

COHEESPO2ÍDEXCIA DIPLOMÁTICA, PRIVADA 2 6 3

Rio Janeiro, Marzo 21 de 1849.

El viernes de la semana pasada habíamos llegado al ter-mino de los esfuerzos de todo género, que hemos hecho, porla negociación del empréstito: el emprébtito estaba negociadoy sólo faltaban simples puntos de redacción, que no me de-tenían. Pero, en el acto mismo en que la casa principal en-viaba los papeles á Buschental, para que éste hiciera la re-dacción final, llegaron á tierra las noticias del Alecto, queacababa de entrar. En la cubierta de los papeles del empréstitopuso la persona que los mandaba.—Noticias de 31. V.—Tra-tado de Ingleses y Franceses con Sosas.—Armisticio de O. y A.— Suspenda todo. ¡Y todo, en efecto se suspendió! ,Y pocaslloras después todo estaba, no sólo suspenso, sino deshecho.

Juzgue usted de mi desesperación. Si el Alecto se demora24 horas, encuentra conchudo y firmado un contrato, concasas de primera respetabilidad, que le aseguraba á Montevi-deo 12 mensualidades de BO.OCO duros cada una. Dios no loquiso.

A pesar de ese rudísimo contraste, con la desesperación enel alma, pero con rostro y palabra de confianza, volvimos átrabajar para atar de nuevo el hilo roto, y de eso ti atamostodavía, aunque, por mi parte, con poquísima esperanza; por-que la esterilidad del paquete de Europa y la lucha en que seencuentra el Gobierno Francés, han confirmado la creenciacomún de que el tratado Le Prédour será aprobado sin hesita-ción. Alguno de los más fuertes comerciantes que estaban en elnegocio, se lia negado de manera, que no deja esperanza: hamudado tanto, que ya nos es hostil, y me parece que debe-mos mucho de este cambio al agente inglés Mr. Hudsson.

En la escala en que estaba hecha no puede restablecerse lanegociación, al menos, por ahora.

Me contentaré, si conseguimos todavía una parte, aunquesea mínima, porque á más de la fuerza moral, que cualquieracosa nos daría, es seguro que metidos por algo, tendremos másfacilidad pal a irlos empeñando en cosa de mayor consideración.

El doctor donANDRÉS LAUAS es-cribe una desespe-rante carta al doc-tor don HIXUELH E R S E I I T OBEScomunicándole elfracaso del em-préstito negociadopor intermedio deBuschental y lascansas qne lo ha-blan producido;aue mucha partee lo qne sucedia

se debía al AgenteInglésMr HucWn;que la noticii deltratado celebradoentre Rosas y LePrédour, la daba,en confianza! l)frHndson, creyendoque fuera imposi-ble su desaproba-ción, lo que habíacausado pésimaimpresión, desa-lentando al Brasil,3ue la publicación

e la carta de lordPalmerston acaba-rla de matarlos;qne todo sé pre-sentaba muy mal,pero que no hablo,que desesperar,porque & nadie de-bia enterrarse has-ta no estar bienmuerto, que ya nopodia vivir sin sussueldos, habiendo

§astado más de000 patacones en>

la negociación delempréstito «Sin di-nero y sin aparien-cias, termina di-ciendo, todas las IpuertAS, grandes y Ichicas, están ce- Irradas *

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2G4 tVJDA MODERNA

Como al mediodía debo tener una conferencia decisiva yaunque la valija se cierra á la una', espero escribir á usted elresultado. Tengo conciencia de que no hay medio humanoque no hayamos empleado.

Si los medios humanos bastan, aún algo se conseguirá.Deshecho de espíritu y de cuerpo por las fatales y podero-

sas contrariedades que he sufrido, y que sería larguísimo na-rrar, me lisonjeo con la esperanza de qne encontraré en us-ted y en el Gobierno la justicia que tengo conciencia de me-recer.

Respecto á lo que ha traído el Alecto diré á usted que mis-ter Hudsson, el agente inglés, ha asegurado, en el seno de Jaconfianza, que se ha firmado un tratado, que ha sido cele-brado sobre las bases Hood, sin las modificaciones de Rosas;que Southern y Le Prédour estaban muy satisfechos, y queel tratado era tan ventajoso para todos, que no era posibleque fuera desaprobado; que en cuanto al armisticio aún nose había resuelto nada. Me convenía que eso no se publicaseasí, al menos por algunos días, pero nuestro Castro (hastaél!) cuidando ante todo, del crédito de su Jornal, dejó á unlado la versión que yo le había dado del suceso, y en la queaún me parece que había mucho de verdad, y sin decirmenada, puso lo que usted verá en su diario del sábado.

He escrito á Ellauri y á Le Long por el mismo buque, quelleva el tratado j que aún no ha salido. De Europa nada, ópeor que nada. Incluyo original lo que me escriben. Parano mostrar mis cartas he dicho que no las he tenido. Eu elJornal del 14 encontrará usted una carta que confirma lode la expedición. No le dé importancia.

Por lo que toca al Brasil han vuelto á su desaliento y har-to haremos en que no pase á favor de Rosas. Por fortunanadie sospecha la contestación inaudita de lord Palmerston,de que usted me incluyó copia en su apreciable del 10 y 11que recibí ayer. La publicidad de esa nota, crea usted quenos acabaría de matar aquí. Usted ha obrado muy pru-dentemente. Todo se presenta muy mal, como usted vé.Pero es nuestro deber no desesperar, y no llevar la desespe-

COHBESP0NDENCIA DIPLOMÁTICA, PRIVADA 265

ración á los que están abajo de nosotros. Yeo con íntima sa-tisfacción que usted lo comprende bien. Vivamos todo loque podamos para ver lo que dá el tiempo. El tiempo sueletraer reoursos inesperados. A nadie se debe enterrar hastaque esté bien muerto. Celebro entrañablemente que tenga-mos orden interior. Si á los contrastes externos, añadiése-mos ahora, un motín, ó cosa que lo valga, ya no habría es-peranza 'de nada, absolutamente de nada. Ahora cuanto ámi, usted habrá advertido que hace tiempo no le digo pala-bra sobre la falta de mis sueldos; pero ya no puedo más.Más de 2000 patacones me cuesta la negociación del em-préstito, y sin eso no habríamos llegado á donde llegamos.Estoy empeñado, y en esto digo rigurosamente verdad. ¿Creeusted, en conoienoia, que por más que lo quisiera, podríacontinuar así? Aquí no puede vivirse, como se vive enMontevideo. Sin dinero, sin apariencias, todas las puertas,grandes y chicas, están cerradas.

ANDRÉS

París, Enero 24 de 1849.

No descuido á los representantes en medio de todas laspreocupaciones que los rodean. Los que han abrazado la de-fensa de nuestra causa, que son numerosos y tienen al hono-rable Mr. Thiers á la cabeza, se conservan constantementecelosos y todos decididos á obtener una pronta solución. Losdiarios están, de tal manera absorbidos por los acontecimien-tos que se oruzan y se multiplican en Europa, que necesitoinmensos esfuerzos para hallar un lugar en sus columnas.Generalmente me veo forzado á presentarme en persona enias ofioinas de los redaotores y solioitar como un favor per-

El señor donJIIOH LE LOSO es-criba al doctor donM*XÜEL HEBREB¿ TOBzsuna carta co- ^mnoíoéndols lostrabajos que hacee n París , conThleis A lacabDin,en defensa de lnPlaza de Montevi-deo; citando, entroellos, su respuestaá Emilio Girardm,ouyo diario cali-flqn do infame, y& sn director daatalariado de lio-süt Lamenta natener recursos yposíciótioficiAl pn-jrn luchar con me-jor éxito

(1) A»l esU én el origlnnl.-N DI L» 1

>IO¿ MODEtSA.—T. TUt '

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266 VIDA MODEBNA

sonal, debido á mis antiguas relaciones, la inserción de algu-nos artículos. «Es una cuestión muy vieja, se me dice, hayotras muchas más nuevas, que nos tocan más de cerca y quepiden toda nuestra atención». Yo no tengo trabajo, sin em-bargo, en hacerles comprender que esta vieja cuestión, es qui-zás la que más vivamente interesa al honor de la Francia, laque debe procurarle los más prontos y los más felices resul-tados, la que puede cortarse sin protocolos, si el Gobiernoquiere abordarla franca y enérgicamente. Los diarios que re-mito á V. E. le probarán el suceso que tienen mis esfuerzos.Creo que V. E. no dudará que-yo no-he querido dejar pasarsin respuesta las aserciones extrañas y calumniosas conteni-das en un artículo de La Presse que supongo habrá V. E.leído. Esta tarea correspondía, sin duda, al señor Ellauri',pero como él no quería encargarse de ella, yo he debido ha-cerlo. Hallará V. E. en la Democratie Pacifique, la carta quehe dirigido aL señor Emilio Girardin, redactor en jefe y edi-tor responsable de ese infame diario. La Democratie es eltínico diario que ha querido insertar mi respuesta; los otros lahan hallado demasiado severa y han temido comprometersecon el asalariado de Eosas. Ellos han invocado las conside-raciones recíprocas que se deben los periodistas y no he po-dido vencer su resistencia. Estoy convencido que V. E meaprobará el no haber dejado sin refutación y sin desmentidolas mentiras de Girardin. Yo espero todavía su respuesta.De algunas semanas acá la prensa inglesa se ocupa seriamentede la cuestión del Plata; yo traduzco todos esos artículos; ytanto cuanto me es posible, los hago reproducir en los diariosfranceses En fin, á pesar de la penuria en que ese Gobier-no me deja, empleo mis últimos recursos en hacer publicarmi folleto, que será distribuido á los representantes paracuando llegue el momento, que no está lejano, en que lacuestión de una expedición al Plata, será puesta á la ordendel día. Es indispensable, pues, que se vea de proporcionar-,me medios de acción. Cada vez siento más que el Gobiernode Montevideo me haya retirado el carácter oficial que mehabía conferido y que no haya recibido los poderes que tan-

CÓEHESFONDENCIA. DIPLOMÁTICA, PHIVADA 267

tas veces he pedido para cortar la cuestión financiera. Si yoestuviera autorizado de una manera legal y regular paracontraer compromisos de esta naturaleza, yo estaría hoy ensituación de obviar el obstáculo más poderoso que retiene laexpedición y hallaría quizá, á pesar de las dificultades ac-tuales, como celebrar un empréstito suficiente.

JOHN LE LOSG.

Paris, Febrero 1." de 1849.

Desde la última comunicación que tuve el honor de diri-gir á V. E., los negocios públicos han estado suspendidospor los acontecimientos que todavía han agitado á París.Gracias á Dios esta agitación se ha calmado sin. nueva efu-sión de sangre, y sin que de ella haya resultado una granperturbación para el país. La, disolución de la Asamblea Na-cional, pedida por un gran número de peticiones; un pro-yecto de decreto presentado por el Ministerio para la clau-sura de los clubs; el licénciamiento de la mitad de la Guardiamóvil, y las medidas más que severas tomadas por el gene-ral Changarnier, contra muchos jefes de este cuerpo, hansido los motivos ó los pretextos de esos tumultos, que no te-nían carácter hostil y sedicioso, pero que han dado ocas.ióná una manifestación de fuerzas tal, como no se había vistoaún en los funestos días de junio. Hoy todo ha entrado yaen orden, y, á pesar de la poca simpatía que existe entre elMinisterio y la Asamblea Nacional, no se ha hecho ningunamodificación en el personal del Poder Ejecutivo. Yo mealegro infinito de este desenlace en el interés de nuestracausa, porque los ministros actuales, en su mayor parte por lamenos, han estudiad.0 nuestra cuestión y creo que están to-dos perfectamente dispuestos en nuestro favor. Si hubiesehabido algún cambio se habrían necesitado nuevos esfuerzosy nuevas comunicaciones, que, cuando úfenos, hubieran re-tardado la decisión que esperamos hace tanto tiempo, y que,

£1 señor donJOUBLB LOBO signacomunicando aldoctor don MASUZLHEXBEBÁ T O BESsus trabajos en Pa-rís en pro de lacansa de Montevi-deo, aún en medioá las agitacionespolíticas qne enesos momentos allise desarrollaban.Hace saber que elMinistro del Brasilnada haría, y con-tinúa soñando conel proyecto de en "viarae nna expedi-ción enrolando enella las Guardiasmóviles, que aca-baban ib l icen-ciarse con motivode los aconteci-mientos de junio.

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268 VIDA MODEBNA

según todas las apariencias, debe tomarse en el presente mesNos aproximamos, señor ministro, al desenlace de este

triste drama, y yo no dudo que V. E. me hará bastante jus-ticia para creer que en este momento solemne no descuidoningún medio para obtener un resultado favorable.

La prensa, aunque invadida por los acontecimientos deldía, me deja aun algún lugar en sus columnas para mantenerel celo de nuestros amigos, y sostener al gobierno en sus bue-nas intenciones, colocando, al mismo tiempo, bajo nuestrasbanderas, á los hombres políticos.

Los honorables representantes que han tomado parte pornuestra causa (el número es grande y de los más influyentes:á su cabeza está Mr. Thiers), están dispuestos á sostener lalucha que va á abrirse dentro de muy pocos días. •

Los nuevos atentados del tirano de Buenos Aires y de suteniente Oribe, les son conocidos: están, pues, decididos ápedir una justa reparación, á obtener la independencia de laRepública Oriental y á reclamar medidas enérgicas y severaspara prevenir, en lo sucesivo, nuevas tentativas de parte delgobierno Argentino. Esta causa es demasiado buena paraque no sea muy bien defendida y que no triunfe. Espero te-ner la dicha de dar á V. E. noticias del resultado, en mi pri-mera comunicación.

Estoy persuadido, y no ceso de repetirlo á l ts ministros yá los representantes, que el día en que entren al Eío de laPlata fuerzas imponentes, todas las naciones que tengan mo-tivo de queja contra el dictador de Buenos Aires, se levanta-rán en masa para sacudir el yugo de Su tiranía. Si debo creerá los informes que he recibido de esa ciudad, han ocurridonuevos motivos de ruptura con el Paraguay; el Brasil yo séque no espera sino la señal: pero es de lamentar que estosgobiernos no hayan sacudido ya' los sentimientos de temorque los detiene. Cualquier cosa que hubiesen hecho por suparte, hace mucho tiempo que habrían puesto término á lasindecisiones del gobierno Francés.

Quiera usted pues, señor ministro, trabajar con ellos en estesentido, y hágales V. E. comprender, que la causa de Moute-

COEBESPONDEÍíCIA DIPLOMÁTICA, PBIVADA 2 6 9

video es la de todos los estados que rodean á la repúblicaArgentina Es la luoha de la civilización contra la barbarie.Si á pesar de vuestros esfuerzos heroicos, ustedes sucumben(lo que no sucederá), Rosas volverá sus armas contra losotros países, y los hará encorvar bajo el yugo de su despo-tismo.

Febrero, 3

La carta que precede fue escrita mientras que París estabaagitado por los acontecimientos de que he hablado en ella.Yo no podía sospechar que en medio dé tantas preocupacio-nes, los ministros hubieran querido acordarme audiencias queles había pedido, pero ha sido así; me he sorprendido cuandome han llamado. Ayer los he visto, pues, individualmente, yhe adquirido la certeza de que todos se han ocupado de lacuestión que nos interesa. El ministro de Marina, el de laGueira, el del Comercio, el de los Negocios Extranjeros, so-bre todo, han tenido conmigo conversaciones que me handado la prueba de su interés. E.n ella he aumentado nuevosinformes y nuevas explicaciones á las que ya les había dadode viva voz y por escrito.

Estas comunicaciones eran tanto más impoitantes cuantoque el consejo debía ocuparse muy pronto de formular lapi oposición á la asamblea nacional, sin cuyo consentimientoellos no podían emprender nada"por razón de la cuestión del¡subsidio. Esa proposición nos será favorable. Voy, pues, átrabajar vigorosamente con los representantes, entre los que,sean cuales sean sus opiniones, me he asegurado celosos de-fensores. Si después de tantos esfuerzos yo no saliese con lamía, no sé en verdad qué medios han podido emplearse.

He visto también al ministro del Brasil y con vivo disgustohe sabido, que, á pesar de su buena voluntad, no podía secun-dar mis esfuerzos, porque no había recibido ninguna instruc-ción del gabinete del Janeiro. Escribo sobre el particular al¡señor don Andrés Lamas. Olvidaba decir que en mis conver-

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saciones con los ministros he propuesto enrolar para la expe-dición proyectada los guardias móviles que se habían licen-ciado. Con buenos oficiales, estos jóvenes serian soldadosintrépidos de que ustedes sacarían un gran partido y quehallarían grandes ventajas en las compensaciones que el go-bierno de Montevideo podría hacerles.

JOHN LE LONG.

El señor don JA. GELLI se dirigeal doctor don MA-HÜEL H « I E I I TOBES dándole ¿ co-nocer la tristezade su espíritu antelos sucesos que sedesarrollaban »1saber la noticia delt ra tado Le Pré-dour con Bosas, laactitud del minis-tro in í lés , el ar-misticio qne se im-ponía, el retiro for-fo»o del subsidio,las ningunas espe-ranzas en EuropaT en el Brasil, y sudistanciamientoSersonal con el

inisterlo Brasile-ro, que lo obliga-ban a partir parael Paraguay por elcamino que pudie-se. Termina mani-festando que nadahabla podido haceroon Buschental,porque por seguroaue estuviera delas disposicionesdel Presidente Lo-pes, no podía com-prometerjo care-ciendo de instruc-ciones, lo que ha-bría cambiado deaspecto, decía, «iel Brasil tomaban n a p a r t e de laresponsabilidad.

Rio Janeiro, Mano 21 de 1849.

Diez veces resolví contestar tu apreciable carta del 20 defebrero y diez veces tiré la pluma, tan negro era el humorque me han creado los hombres. Desde que supe la misión deLe Prédour á Buenos Aires, al mismo tiempo que veía queen Francia la ocultaban á Ellauri y Le Long, y los entrete-nían cou promesas, me persuadí de la perfidia del gobiernoFrancés, y lo que ha traído el Alecto, me ha confirmado en mijuicio. Rosas ha retirado las .modificaciones á las bases Hood,porque eso facilita la aceptación del tratado que ad-referen*dum, ha ajustado con Le Prédour, y la ingerencia del minis-tro Inglés, arrastrar á la Francia si es que eso fuese necesa-rio; lo que tal vez no sea, porque si el gobierno no admite elarmisticio que se propone, el cónsul y el almirante retiraránel subsidio, y hará la forzosa á ese gobierno.

Este es mi juicio.

Guillemot, que ha estado á verme, muestra muohas espe-ranzas: y yo ningunas tengo ni de Europa ni del Brasil: esinexplicable el cambio que se ha hecho en menos de dos me-ses, en las disposiciones de este ministerio.

A mi llegada se me llenó de promesas y esperanzas, y comodigo, antes de dos meses empecé á tocar el desengaño, quevino á completar lo oourrido con Baez, que me ha puesto encompleta distancia del ministerio. Conozco que éste obracontra la opinión de su país, y de su partido, pero entre tanto,el mal es efectivo.

CORRESPONDENCIA DIPLOMÁTICA, PRIVADA 271

Yo salgo para el Paraguay en el mes que viene, por el ca-mino que pueda, porque el del Eío Grande, pienso que seráimpracticable.

Nada ha sido posible hacer con Buschental. Por cierto yseguro que yo esté de las disposiciones del presidente López,estando sin autorización, no podía comprometerlo como Bus-chental quería.

Si el gobierno brasilero tomaba una parte de la responsa-bilidad, el negocio cambiaba enteramente de aspecto. En fin,esto, por mi parte ha quedado en nada.

J. A. GELLI.

París, Febrero 2 de 1S49.

Tienes mil y mil razones en creer que la expedición com-puesta de los sublevados de junio nos habría hecho más malque bien. Pero yo no pude entonces explicarte todo lo quemedió, y ahora lo hago con gusto, aunque el caso no existaya. Ustedes estaban en el riesgo inminente^ que yo me pre-sumía antes de escribírmelo de esa, pues conocía las instruc-ciones de Mr. Gros. Estos hombres se hallaban bajo la impre-sión pavorosa de las funestas jornadas de junio: no queríandeshacerse de un solo soldado de línea, q'ue considerabancomo su única salvaguardia; y sí, querían deshacerse á todotrance de los revoltosos y enviarlos lejos. Me vi, pues, for-zado á aceptar lo único que me ofrecían. Mas para-evitar ódisminuir los males, que tú con razón preveías y yo no de-jaba de presentir, propuse que se me dejase entrar en lasprisiones y escoger allí los hombres hasta el número que elGobierno determinase mandar, que después se les organizaseen una ó más legiones, poniéndoles oficiales escogidos, ycontaba con que en 15 días estarían aptos para embarcarse,llevando á parte las armas y municiones competentes. Talvez nos ha venido bien el que ni así se haya realizado nues-

El doctor donJOSÉ ELLACKI co-munica al doctordon M\KCK1J HE*RXKRI T OBES lasrazones que me-diaron para pensaren el enrío de laexpedición com-puesta de los su-blevados de junio,le habla dala acti-tud favorable delseñor Drouyn deLhuys, Ministro daNegocios Extran-

jeros y'que si lascoeaB seguían bienera muy probableque saliera la ex-pedición, invitán-dose al Brasil, por 'estar todo prepa-rado, todo l isto,buques, tropas ydemás; le habla deBUS buenas rela-ciones actuales conLe Long; le insi-niVa le mande nue-vas oredencíalepara ol PresidenteLuis NapoleónBonaparte y lo es- .criba al MinistroDrouyn de Lhuys;concluyendo porcomunicarle qnenuda habla oídodeoir Bobre el can-je de ratificacionesdel Tratado conEspaña

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tro plan. Los montañeses, que contaban con esos^adictospara sus revoluciones, se opusieron, y empezaron á proponerya la amnistía, ya el envío á Argel. Esto y los otros motivosque ya sabes, embrolló y paralizó todo hasta el momento enque despaché al doctor Gavrelle, quien te habrá explicadoestos y otros ranchos pormenores, de que está instruido.

Llegó el nombramiento de Luis Napoleón Bonaparte, y lapolítica comenzó á tomar el aspecto que te comuniqué en elpaquete pasado, y mis esperanzas se fortificaron con el nom-bramiento de Ministro de Negocios Extranjeros, en la per-sona de M. Drouyn de Lhuys, íntimo amigo mío y muy adictoá nuestra causa de muchos aflos atrás. Pero para nuestradesgracia, se ha levantado una fuerte oposición en la Asam-blea, que quiere voltear el Ministerio; y esta crisis aún noha cesado. Así que recibí tu carta de 29 de noviembre, el 23del próximo pasado enero, tuve una larguísima conferenciacon él. Le instruí del estado crítico y lastimoso de nuestratierra, de las esperanzas que lo sostenían, de las buenas dis-posiciones del Brasil, de los preparativos del Paraguay, delempréstito, etc., etc, y concluí pidiéndole una resolucióndefinitiva para antes de la salida de esjte paquete. Me oyócon mucho interés, y me aseguró que el gobierno estaba re-suelto á concluir de un modo enérgico y noble la cuestióndel Plata, pero que mientras hubiese los embarazos actualesle era imposible obrar.

El 29 de enero hubo de estallar una revolución espantosa,que el Gobierno contuvo y pievino con grande energía, ElMinisterio parece afirmarse ahora; y si esto sigue asi, y le,-Asamblea concluye pionto, es casi seguro que en pocos díassaldrá expedición, se invitará al Brasil, etc., etc.

Nada tienen que preparar, todo está listo, buques, tropa ydemás; dada la orden, en 10 ó 12 horas todo puede estar enmarcha.

Le Long ha empezado á moderarse y ceñirse á su rol desubdelegado de la población Francesa; así es que lo he vueltoá recibir como antes, sin conservar el menor resentimiento.Me ha ofrecido obrar de aouerdo conmigo en toda lo que se

f

COBEESFOXDENCIA DIPLOMÁTICA, PBIVADA 273

pueda trabajar en favor de nuestra causa. Si sigue asi y túhubieses resuelto la supresión que te propuse, tal vez no seránecesario hacer nso de ella haBta darte cuenta.

Convendría que ahora me mandases nuevas credencialespara ante el Presidente Constitucional Luis Napoleón Bona-parte No será malo que también escribas una carta oficialal minijBtro Drouyn de Luhys, con este motivo, dirigiéndo-melo todo bajo mi sobre. Nada he oído decir sobredi canjede ratificaciones del tratado con España. Mucho tiempo haque yo podría haber hecho esta diligencia, sin mayores gas-tos y sin necesidad de una misión especial al efecto. Ansiopor íecibir tus cartas de enero, porque por ellas espero saberá qué nos hemos de atener respecto al Brasil y al empréstito

JOSÉ ELLUJRI.

Montevideo, Abril 7 de 1849.

La hora es muy avanzada y el vapor sale á las 8 de lav mañana. Tengo, pues, que ponerme á escribir sin tener las

cartas del corresponsal de Buenos Aires, que he esperado yaún espero.

Con la llegada del Itanira, que es el que ha tiaido la valijade aquella ciudad, han coirido rumores de todo calibre sobiela misión de Le Prédour La Convención, ad referendum, haconchudo, según ellos, y esto tal vez llegue á usted-, peronada crea. Mr. Devoize me ha dicho aj'er «No he tenidocartas del contraalmnante, lo que me hace creer que estaráaquí de un momento á otro. Nada sé, 'pues, pero no dudeusted que nada concluirá, ó lo que concluya será digno parala Francia y honorable para Montevideo.» Parece que,el con-traalmirante fue demorado, cuando pensó venir á consecuen-cia de la ruptura que comuniqué á usted, por insinuacionesde Arftnfti quien hizo sentir á aquél que podrían encontrarsemedios de conciliación, y al efeoto indicó vanos. Esto dio

£1 doctor donMANIEL HFRREKA VOBES escribo tildoctor don AWDRF-SLAVAS comiinican-dolé qae aún nadase sabe de la mi-sión Le Prédonr áBuenos Aires, peroque Devoize le hAAsegurado que »ialgo so concluyeserá digno para tillYnTic"* y hanora-cíe para Jíontecí-deo, si eB que «elJContraalmiranteno es un emouite*-ro, sin pudor>* quela sn*rt«-est»bA«nlo qae ha restreltola Francia, que lnansiedad ern,in-.mensa: que qelempréstito deiPra.-sll eapera"ba «o»,qulsimo, envi^n*-dolelas comunica-,1ciones cambiada,»con Devoiie) tf1

Oore, calificandode luí penerís IRcontestación delultimo

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motivo á nuevas conferencias, que son las que dicen han ter-minado ahora por un convenio, que es lo que no creo, si elcontraalmirante no es un embustero sin pudor.

Tengo de bnen origen que el punto de la Presidencia nolo aflojará Rosas, y que el contraalmirante está dispuesto á lomismo, es decir, á no aflojar. En fin, no tardaremos en salirde la duda. De todos modos lo que á esta fecha ha resueltola Francia es lo importante. Ahí está nuestra snerte. ¿Cal-cula usted nuestra ansiedad ? No; es imposible. No se puedeusted fomar idea. Es preciso estar aquí para ver y sentir.

¿Y de empréstito cómo va usted? Yo espero poquísimo.Todos han de aguardar lo que nosotros. Por lo que puedaservir á usted, sin embargo, ahora ó después, remito copiade las comunicaciones que he cambiado aquí con Devoize yGore. La contestación del último es mi generis,

HAXI-EL HEHHEBA Y OBES.

Montevideo, Abril 7 de 1840. ~

EI doctor don El Remira, buque inglés, llegó ayer de Buenos Aires con.JAHUEL Hmts. r , . . . , , , , , . . j ,

OBES esenbe al la valija del paquete y nada avanzamos sobre el motivo de ladoctor don Jo»» , , , ^.

' "LIÍLÍI en el demora del contraalmirante. Corren mil versiones, pero sinIsmo sentido de „ , Y , , . _ . , . . ' * ,

.. anterior, an- fundamento. Mr. Devoize, de quien quise tomar dato, no ha¡ón de u Asam- tenido cartas del contraalmirante, loque él atribuye á que dele» Francesa y el , , , . - • i

rtiro do Le iré- un momento a otro debe estar aquí. « Sin embargo, no creaourr Devoize. Le . , , , .

'te ]n creden- > usted lo que digan en contrario de lo que el contraalmirante»ha asegurado á usted: ó nada concluirá, ó lo que concluya» será digno para la Francia y honorable para Montevideo »

Parece que el contraalmirante fue detenido por insinuacio-nes de Arana, cuando quiso venirse á consecuencia de laruptura que te comuniqué en mi anterior. Ropas, que está alcabo del mal que nos está haciendo la demora, la prolongacuanto puede y en, esto obra bien. El contraalmirante es elcriminal. El prooede con conocimiento de los hechos.

mrv Devoize. Le¿emite la creden-flnl q.ne le pidió yK promete escri-fjr al ministro, siH t i e m p o no le•lita

COBBESPOXDEJÍCIA DIPLOMÁTICA, PBIVADA 275

Todas las notas que te paso en copia las tiene él, con máslas de Devoize, apoyando mis instancias para que se venga.¡Mira si tengo motivo para pedir el retiro de estos hombres!El otro nos está haciendo más mal aún, en otro sentido.A creerle, la Francia nos abandona irremediablemente, ycuando hay tantos motivos para temerlo, calcula la impre-sión que harán BUS dichos ¡Es una fatalidad! Todo es emba-razo y dificultades para nosotros. Así es que ansiamos por lalesolución de la Asamblea, sea la que sea. Esta situaciónhace más que matar, embrutece.

Te remito la credencial que me pides. Si tengo tiempo es-cribiré al ministro y te remitiré la carta. Ya te dije que te-níamos muy pocas esperanzas del Brasil. Con todo, creo quesi la Francia obra enérgicamente y lo invita, entrará. Siem-

, pre fuá esta mi opinión y hoy tengo motivos para corrobo-rar mi juicio. Es gente como es. Le tiemblan á Rosas y leponen velas para que no les haga mal. ¡Qué hacer! Es pre-ciso darles coraje, y esto puede hacer la Francia, si quiere.

MANUEL HEBBERA Y OBES.

Iiio Janeiro, Marzo 21 de 1840.

Ya cerrada mi anterior, recibo una de Ellauri, de 1 ° defebrero, en que me dice: «Yo no ceso de insistir en que se ÓribVñidoctora<ñ>|

. . _ . , . , . . . - , MJLKI.FI. HcakKRA T |

» invite al Brasil, cuya cooperación considero decisiva. Un OBKS comunicAn-l» hermano de Mr. Odillon Barrot, sale de Ministro para esa,» y es probable que lleve instrucciones al efecto. Araújo Ri-» beiro (saquarema) antiguo Ministro Brasilero aquí, y mi» amigo, se vá á ocupar su plaza en el Senado. Le he de dar» carta para usted y tengo confianza que nos apoyará.»

El doctordo.nlA LAMAS es-I

d!

que recibe de _.-ris ,v que ArnnjíRibeiro \a ñ. ooupar su piara un ©IISona'

ANDRÉS LAMAS.

(.Continnnrft).

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, REVISTA DE REVISTAS

AMERICANAS

REVISTA DE DESECHO, HISTOKIA YLETRAS.— (Buenos Aires, octu-bre de 1902)

Intel igencia argentina. Supohrozu, por R Monner Satis.—Este bien meditado y necesarioestudio, aunque hecho expresa-mente para nuestros vecinos deallende el río, encaja perfectamen-te en el molde de nuestra intelec-tualidad. Dice el articulista en elprincipio de su trabajo, que la in-teligencia de un pueblo ae mani-fiesta ó exterioriza apelando á lapublicidad. < Que en la Argentinasepiensn,nadiepuede negarlo,pue ipalmaria es la nacional cultura;que hay algunos viejos, muy po-cos, que trabajan, es también ciertocomo lo es que á escritor se metecualquier novel doctor, sin per-juicio de dejar la péñola así quela sociedad de elogios mutuos,dándole patente de sabio, le abremás positivos horizontes. Certísimoes lo apuntado, como es verdad,

también, que, publicando 6 sin pu-blicar, hay unos pocos—son losescogidos—quesabenpeusarhondoy decir bien, cuando-viene el caso,lo que piensan*. Encontrando unaverdad incontrovertible en lo queafirma, el autor se pregunta porqué es tan pequeña la labor inte-lectual argentina y por qué secarece allí de un centro dunde secongreguen los literatos, habiendo,cooio hay, tantas sociedades re-creativas, en un número que rayaen limites de exageración. A lapar de los pueblos más instruidos,el argentino tiene el libro, la re-vista y el periódico. Pero una apa-tía asfixiante, muy peculiar delcarácter rioplatonse, inutiliza casipor completo todas esas manifes-taciones de esfuerzos intelectuales,salvándose únicamente el diario,y no todos • sino aquéllos que lo-graron atraerse la pública estima,gracias á una crónica social bien,nutrida ó á una Bección policialbien fantaseada».

Un observador superficial, que

cri

BEY75TA PE BKV1STAS

juzgase por apariencias, llegaría iafirmar que eo la Argentina no selee nada serio: pero sin muchotrabajóse encontraría con la opo-sición de un hecho verdadero, irre-futable, como lo es el de que Eu-ropa manda miles y miles de li-bros: la estadística aduanera cons-tata la verdad. Esto quiere decirque- si los argentinos no leen loqne en su casa se produce, encambio compra—quizas sin leer—lo que del viejo mondo llega.Cuando lee. apartándose de la cos-tumbre, algo demás vulgarizada,de llenar bibliotecas con librosjamás abiertos, es movido por uninterés científico ó por simple or-gullo . < Claro está que si pode-mos adquirir obras fraucesasv in-glesas ó alemanas, lo preferimos,porque resulta algo cu^ei esto deleer obras escritas en nuestroidioma, y es de gran efecto saberlo que se ha publicado en París óen Berlín, asi ello sea de escasa 6poca miga, é ignorar lo que pro-ducen nuestros hermanos de Perú,de Méjico ó de España. Todos sa-bemos que nuestras afirmacionesganan en autoridad si las podemoscolocar bajo el pararrayos de un

> autor extranjero; y miel sobrehojuelas, si el autor en cuestiónes propietario de un apellido quepocos puedan pronunciar •.

Siendo, pues, otra verdad que enla Argentina se lee, y mucho, ¿porqué no pueden vivir ni el libro nila revista? Monner Sana dice, enpro déla avenguacionde esa causa,que no obstante ser Buenos Aireaun centro grandísimo de pobla-ción, todos se conocen, como los

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dije fr íüso. ¿e qpe Tiesta cocade cicli* jara iKeMrw; «Ea esaterreco ser: rs roiivia a&ka: tieaen caal^ücomo coscaos, ecersije- n-iestn>e s quien cüiha ea escael* contra-ria debe fsjricsaiieaíe sel aAver-sario nuestro; el hro de folano. asipor sus aüos y sus tarbas. ctíioopor su inteligMwla y por su estu-dio sea un vetd&dero talento dig-no de aplauso, el chiquillo es qn?nuestra memoria rw^cstruye tra-vieso y juguetón. Cualquiera sai*como se empequeñecen, loa hom-bres con el trato diario y como cre-cen cuando el buque ó la muertelos aleja de nosotros. Se le ocurraá un ciudadano cualquiera impri-mir el fruto de sus estudios ó desus observaciones, y entonces co-mienza para él un verdero tía mi-cis. Si se sirre del correo par* ha-cer el reparto a la prensa, el ma-yor número de loa ejemplares sepierde porque van a parar & ma-nos de rtpmiers que. con la inaasana intención los llevan a su ho-gar, para ilustrarse. Si se decidea hacer el reparto personalmente,lo qae no deja de empequeñecer alautor, resulta que como el diariotiene sobrado material de ¡uformv

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278VIDA MODERNA

ción, que es lo que el público de-. sea, al día siguiente aparece un

sueltecilio en el que se estampael título de la obra y, el nombre delautor, suelto que nadie lee porqueá nadie interesa.

En el mejor de los casos, y estomuy de tarde en tarde, se publica,elogiando tal ó cual obra, un arti-culo tan cargado de hiperbólicosaplausos, que el más ignorantedescubre en él la mano del amigocariñoso.»

Hace el articulista en el restode su trabajo—con mucho de or-namentación cervantesca — algu-nas justas consideraciones acercadel verdadero concepto de la crí-tica y deljiúblíco capaz de juzgar,y termina patentizando la necesi-dad absoluta de crear en los dia-rios una sección especial—fija —destinada á analizar todo lo queproduzca la inteligencia argentina,tanto lo bueno como lo malo,aplaudiendo ó censurando cuandoasi lo merezca la obra. < No olvide-mos que sin apoyo y sin estímuloqueda el progreso estancado; ycomo el universal progreso,resultade la suma de los esfuerzos nacio-nales, la Argentina tiene derechoá que el Buyo no pase inadvertidoporque ahoguen sus nacientes bríoslas crónicas informativas y poli-ciales.)

LA EEVISTA NUEVA. —(Santiagode Chile, julio y agosto de 1902).

La e n s e ñ a n z a del a r t edramático, por B. G. HurtadoArias.—Do, principio A este ar-tículo una bien fundada reconven-

ción á los mantenedores del artedramático en Santiago, por el es-tado lamentable de decadencia yde ruina en que actualmente lotienen. £1 público targa, también,su buena parte de culpa, pues suafición por esa clase de arte ha idodisminuyendo poco á poco, obli-gando á que se sucedan los añosy no pise los escenarios aantia-guenses una compañía-dramática;y cuando alguna, dando prueba devalentía, llega, resuelta á desafiarla frialdad del público, es de tanpoco fuste y pone en escena talesobras, que en definitiva y á raízde continuos fracasos artísticos, noconsigue otra cosa <Juo una'dismi-nución en el número de aficiona-dos quienes se resuelven, á no pi-sar de nuevo el teatro. £1 géneroteatral n<jble, por decirlo asi, quesubsiste en Santiago, ea la óperaitaliana, aunque un poco floja enel elenco de la iroupe, al decir delos viejos abonados.

Una demostración evidentísimade la decadencia actual del artedramático en Santiago, está en elhecho, claramente consignado enla Bibliografía dramática chilenade Nicolás Anrique, de que hace 'cincuenta afios el drama vivía enaquella ciudad; no sólo desfilabanpor sus escenarios los más famososcómicps de entonces, dando í co-nocer las mejores produccionesdel talento universal, sino que tam-bién, y con mucha frecuencia, acu-dían a ellos compañías mediocresrepresentando los dramas másaplaudidos de la época.

Como un resultado de tanta af¡:ción por el teatro surgió en ese en-

REVISTA DE REVISTAS 279

tonces el«Conservatorio Nacionalde Música y Declamación •. Pero,justo es decirlo, porque la verdadimperó con su triste elocuencia,las esperanzas cifradas en tal ins-titución fueron vanas. HartadoArias, autor del presente estudio,pone de relieve 1&3 causas que, &su juicio, primaron en la obtenciónde tan malos fines, dando una cul-pa mayor á la pésima direcciónque tuvo desde el momento que sedio parte principal á un estudiodramático, mal patrocinado, de-jando&nn puesto secundario la en-señanza musical. Como ejemplo yconstatación de sns afirmacionesdice que nunca, hasta hoy mismo,se vio salir un cómico de las clasesde aquel Conservatorio, lo queprueba que el Estado gastó en élinútilmente.

Otra de las causas de la esterili-dad de esa institución está tam-bién en que no se hace una selec-ción inteligente de los alumnosque ingresan al curso de Declama-ción. Entran á él individuos sinpreparación artística de ningunaclase, circunstancia que dificultamucho la tarea de los profesores.Pero tanto á los no preparadoscomo á aquellos—muy pocos—queentran al Conservatorio con unaparte de estudios previos, se lespresenta un escollo que amenaza,siempre, detener su marcha más ómenos escabrosa por el camino delarte. ¿En qué teatro trabajarándichos cómicos? Esta es la pre-gunta que se formulan todos. Ycómo para contestarla es impres-cindible pensar en el monstruo delginero chico qne se posesiona en

Santiago, como en casi todas par-tes, del teatro, dice Hartado quedebe aclararse en ese punto elporvenir de los conucos en 1» tie-rra ; y nada mejor, á su juicio, quehabilitando ei pequeño coliseo queha hecho construir el Estado anexoal mismo Conservatorio y que tie-ne capacidad pan unas seiscientaspersonas. Ese teatro serviría, nosólo para las representaciones 6concursos de alumnos, sino tam-bién para que en él funcionarancompañías completas hechas conesos mismos alumnos, según lasfuerzas de cada cual, á integradas—si fuera necesario—con cómicosde fuera. • Naturalmente el Estadotendría que acudir en ayuda delTeatro (fe/ Conservatorio; y meparece que nadie negará la conve-niencia de que el Estado lo hiciera.Todos los Estados europeos gastanfuertes sumas en protegery fonien-tar el arte dramático. Frent»i3tos-cow incendiada, dictó Napoleón eldecreto orgánico de la ComediaFrancesa.

En Chile el.Estado fomentóla,pintura, la escultura, todas las ar-tes; el arte dramático no desme-rece, por ningún concepto, esaatención del Estado. Antes la me-rece en mayor escala, ya que es. elarte educador por excelencia, elque proporciona al pueblo el solazmás conforme con sus facultadescomprensivas, al mismo tiempoque es el que más intensamenteobra sobre la intelectualidad delas clases cultas.»

En la ultima parte de ati trabajo,y con las ideas manifestadas en elprincipio, hace Hurtado Arias una

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severa critica del libro Compendiohistórico dtl teatro y del arte dela Declamación, é ideas genérale*y comentarios relacionados con elarte de representar, escrito por elactual maestro de drama del Con-servatorio, don Manuel GabinoAparicio. En un punto de su obra,dice este señor que -las salas deespectáculo del género chico, consus públicos especiales, son luga-res en extieruo apropiados para

(aprender i estudiar y ejercerlasprácticas de la declamación y ayu-dar, cuando menos, á formar niacto práctico, dándose cuenta desos facultades y aprendiendo á em-plearlas con acierto.» HurtadoArias le responde: «Se me ocurreque enviar á los alumnos del Con-servatorio á que aprendas su ar-te viendo representar obras, ge-neralmente groseras ó sosas, poractores cuyo méritos están en re-

aparece en el último número de losArchivo*, reviste mucho interés,aunqne no tiene el mérito de la no-vedad, por haber sido tratado an-teriormente en muchas publicacio-nes europeas. Se inicia diciendo quemientras la masa de sus lectoressólo supo adivinar en^Zola el no-velista ameno é interesante, <losestudiosos han podido descubrir ensu vasta obra, interesante y fe-canda, al pensador que supo refle-jar en el gigantesco ciólo de sus pro-ducciones todo el momento so-ciológico contemporáneo. Hay enella una parte de análisis destruc-tivo v otra, de reconstrucción posi-tiva En 1A primera parte la socie-dad contemporánea es disecada confina intuición sociológica, anali-zándose las condiciones determi-nantes de nuestro medio social. Ysobre ese es-enario se mueven ypalpitan todos los tipos degenera-

lación con ellos, es el mejor medio tivos que resbalan á la criminali-imaginable para dar en tierra con dad, ya sean los pasionales como

Teresa Raquin, ya los amoralescougénitos como Jacques Lantier.La segunda parte, que nos quedaráincompleta, es una vasta profecíaque edifica sobre los vicios y lasmiserias de h presente organiza-ción social, marcando rumbos yestimulando esfuerzos hacia unaelevación del bienestar medio, mo-ral y material, de las chusmas mi-serables: Zolapuso BU genio al ser-vicio de los más bellos idealismosy de los más generosos anhelos dereforma social.—Su obra será, entodos los tiempos, unn'páginadehistoria de nuestra época que po-

todas las esperanzas que todos losaficionados al arte y á la literaturadramáticos, podemos abrigar sobreel porvenir de esos alumnos y deese establecimiento.»

ARCHIVOS DE CRIMINOLOGÍA, ME-

DICINA LEGA!. í PSIQUIATRÍA.—(Buenos Aires, octubre de 1902).

Criminales y degeneradosen lu novela de Zolii, por A'.—Todo lo que se relaciona con el ge-nio caído, con Emilio Zola, grose-ramente arrebatado por una muerteestúpida al mundo de la literatura,es de verdadera oportunidad. El ar-tículo que, con el título expresado,

• i - — •»— r

drán compulsar con provecho loshistoriadores y sociólogos del por-

BEVISTA DE REVISTAS 2SL

venir; los hombres que en ella semueven son documentas humanosque mostearán en todaa sus fases,la psicología patológica de los nu-merosos anormales que pululan ene\ ambiente social contemporáneo,calió de cultura asaz propicio á sugerminación >L

pita el autor en seguida, en apoyode sna asertos, algunos párrafosque dedica Enrique Ferriá Zola enel capitulo VI de su libro «Delin-cueptes en el arte y en la litera-tura,». Extracto de ella textual-mente, lo que va á leerse:—En elarte sucede lo que en la vida: lamayoría se compone de hombresmediocres ó normales que, en lu-gar de vivir, vegetan de3de el albahasta el crepúsculo de su existen-cia y que, en vez de crear obras ar-tísticas las fabrican con facilidadburocrática. La minoría que atraelas miradas, más ó menos atónitasde estas medianías numerosas, secompope, en su menor parte, dehombres de genio, de iniciadores yjefes de escuela que, habiendo ha-llado una verdad puevn, esto es,antea no vista por otro, al afir-marla é imponerla chocan contrala turta misoneÍBtft de los costum-bres mentales, qué, á sil vez, coninexorable reciprocidad, acabanpor q^ler, modificarse y oonver-tirse .. en nuevas costumbres mi-soneísmos de verdades nuevas porcontrarias y ante quienes ceden.La otra, parta de esta minoría estátambién lejana y es distinta delprqmedio normal,—razón por ,1aci)al preséntase á los ojos inexper-tos cop las falsas, apariencias delgem'o,—pero en realidad se aparta

TiD^ iioox8)U.—T. yin.

y se distingue en sentido negativopor degeneración involntíva y, que-riendo imitar ó contradecir a Ios-iniciadores, cae y se retuerce enlas actitudes y posturas más es-.travagantes, qae son precisamenteel lado de acá, mientras las obrasdel genio son el de allá, de aquellalinea sutil que al decir de Napo-león I, separan lo sublime de lo ri-diculo. — Emilio Zola, encerradohasta la Teresa Raqutn\ en las co-nocidas figuras de delincuentes porpasión y en la descripción—terri-ble y elocuente, sin embargo, delos remordimientos de los amantesque ahogaron ó dejaron que se aho-gara el marido que les incomodaba—no había dado á su arte un con-tenido distinto de la consabida psi-cología común ó de la de los tiposdelincuentes menos lejanos de ella.

Pero, en cambio, cuando en losHouyon ilacqnart estudió mis decerca la verdad antropológica, pu-do hallar nuevos horizontes á suarte, contribuyendo poderosamen-te á la evolución de la concienciacomún en el público que lee novo-las hacia las nuevas verdades dela ciencia, defendiendo y arraigan-do ios datos psiquiátricos sobreel alcoholismo en La Taberna,los antropológico-criminales enLa Bestia Humana y las psico-pa-tológicos en Lourdes, — Cierta-mente los personajes de Zola nollegan & la dantesca grandiosidadde las figuras esculpidas por Dos-toyewaky en las que no se sabe dis-tinguir los elementos psicológicosque el autor ha sentido realmenteen un alma atormentada, de las lí-neas añadidas con imaginación ma-

19.

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282 VIDA HODEBXA

ravinosamente inspirada en el sen-tido de la verdad. Mas no por estopuede negarse á Emilio Zola, ámis del mérito de haber llevadoal arte—desde la conciencia cien-tífica, renovada por el método ex-perimental—las palpitacionesdelarealidad humana, un poder de ex-presión estítica, que si no siem-pre alcanza las cimas luminosasdel genio, es siempre superior, enmucho, á las anteriores historiasy alucinaciones fantásticas de unarte que pretende, de mala ó debuena fé, envolver la conciencia

colectiva en la niebla científicade un misticismo que nada tienede humand. — Desde que Zola en¡La Bestia Humana? llevó por pri-mera vez al arte la figura patológi-ca del delincuente nato, reempla-zando los tipos abasados de delin-cuentes locos ó pasionales—quealcanzan en los personajes de Sha-kespeare y Dostoyewsky igual ol-tura—la atención de los novelis-tas ha buscado ea los datos an-tropológicos una base viable álos productos de la fantasía artís-tica.

EUROPEAS

JIUSICÍ B Mis:cisTr.—(Milán, 15de septiembre de 1902.

La opinión del maestroMnsciigiii.—El Comité de la ex-posición de la prensa en Copenha-gue, formuló problemas científi-cos y artísticos, cuya soluciónconfió á, personalidades autoriza-das y muy en boga. Elprobhmademúsica fue propuesto al maestroMnscagni.

Iris preguntas eran estas:¿Cuál será según su parecer, el

desarrollo de la músicaV ¿Cree us-ted que el dramn wagueriano sofíale el fin de un período en la his-toria de la ópera melodramática,ó no será más bien el punto departida de una nueva evolución ?O, en cambio, ¿el compositor vol-verá á las formas antiguas domi-

nadas por la melodía? Cree ustedque en el campo de la música sk-fónicn el porvenir será de la músicaprogramática ó de la música pura?

He aquí la respuesta de Mas-cagni:

«Wagner no debe ser conside-rado como un reformador del artemusical. La música intrínsecamen-te, podrá y deberá sufrir una graaevolución por el dessarrollo de laarmonía. Wngner no hn podidoser un armonista, en el sentido es-tricto ile la palabra, poseído comoe-taba, de los vértigos de l&polifo-nia. Wagner ha sido el reforma-dor radical del drama en música.Cuando loa críticos ignorantes y losdilettantes enfermos hayan sidodispersos por el viento sereno peroimplacable déla lógica, apareceráná los ojos del nuevo compositorlos atributos sustanciales de la

BEVISTA DE REVISTAS 283

ópera wagneriana, límpidamenterealzados soire eL inmenso hori-'aonte del arte melodramático. En-tonces el espíritu del nuevo com-positor, guiado y fortalecido porlos nuevos criterios, se dirigirá álas fuentes puras,del arte musical:y la melodía, universal y eternolenguaje del alma, triunfará.

La grandiosa producción uvag-neriana quedará aislada en la his-toria del arte, como documentoinsuperable, y también inimitab* ,de una idea realizada al sni^ogrado de la perfección.

La música de Wagner no des-truye en lo más mínimo el inmen-so patrimonio melódico que hahecho inmortales las obras musi-cales desde Scarlatti á Yerdi.

En cambio, las reformas traídaspor Wagner al drama musical,demuelen inexorablemente todaslas fórmulas del viejo melodramay señalan en el campo de la. óperateatral el punto de partida de unanueva evolución artística.

La música sinfónica está desti-nada á progresar en su camino as-cendente hacia un luminoso por-venir. Las osadías inverosímiles,las extrañezas espasmódicas, losprosaísmos repugnantes, hoy sos-tenidos por los juglares de la crí-tica, desaparecerán rápidamentefrente al gusto purificado" del pú-blico. Quedarán solo en el campo,los fuertes, que hoy son de todaslas naciones, y se presentan yacorrectamente adiestrados en eljuego de la técnica más formidable.

Se oirán entonces, librementelanzados & los vientos, los cantospopulares de todos los países} y

de todos los pueblos se escucha-rán las glorias y I03 dolores, lasaspiraciones y los lamentos. Y enel lenguaje sublime de la melodíase confundirán todos los decires delmando, y todos los hombres sesentirán confraternizar en el socia-lismo más puro y más civil.

¿Cómo se podrá pensar entoncesen la puerilidad, en la pobreza delgénero programático? La noblezadel ideal prevalecerá con toda supotencia fascinadora.»

DAS ECHO,—(Berlín, septiembre 4de 1902).

Lenbach y las mujeres.—Una dama vienesa, Mizi Hanel,ha visitado á Franz von Lenbach,el reputado pintor, en su taller deMunich; ha conversado con él yluego ha exteriorizado las notasde sus impresiones reunidas. Cu-rioso es el siguiente pasaje de surelato. Lenbach ama el tipo rubiorojo de miljer. • Estas mujeres pe-lirojas, dice, son tan notables, taninteresantes, que parece no seadaptaran á nuestro orden de vida.Tienen algo de soñado. En el ma-trimonio no podrán ser felices;pues siempre deberán ser mima-das, amadas, llevadas fuera de lavida real. Deberían haber nacidoeu otro planeta, bajo otra organi-zación social.—BjiJrnson tiene unahija así; yo la he pintado. >

A la observación de si él creíaque la sola belleza bastaba en lamujer, contestó: •Ella no basta-Hay que tener en cuenta antes quenada, el temperamento, el carác-ter todo; la mujer no debe haber

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284 VIDA ITODEEXA

estudiado mucho, pues con ellovan perdidas fácilmente, la origi-nalidad, el temperamento y el na-tural instinto. Para mis niñas cadadía es una fiesta; ellas no estudianmás que lo necesario, y deben ju-gar siempre.—Amo mucho a mishijos, y me molesto para que lopasan bien una vez. Sin niños nose comprende la vida. Ellos nosenseñan, cómo la humanidad hacrecidorcómo se ha desarrollado ycómo ha ido adquiriendo su ca-rácter •

LA BEKAISSAVCE LATINE — (París,septiembre 15 de 1902).

L' a r t en Italle, por DiegoAngelí. — En la sección que desti-na al Arte la notable revista fran-cesa encuentro el presente artículo,cuya importancia so escapará á losestudiosos. £1 autor lo ha escritopoco después de su regreso de unviaje á Turín, donde se celebra unaexposición de arte decorativo ¿in-dustrial, y desde el primer párrafode su trabajo se muestra partida-rio del escolasticismo que no ad-mite mal basadas reformas niquiere entronizaciones baratas Afuerza de falsedades. Aquello fueó mejor dicho debió ser—dice An-gelí— el ruidoso triunfo del artenuevo, del modera style, del U-berty y, lo que es peor, de esos ju-gendisme alemanes que A núestros ojos simbolizan la amenazadel mal gusto germánico contra latradición latina. Tina general indig-nación ha coronado los éxitos dela Exposición torinesa, elocuentedemostración de la antipatía con

que aún cuenta esa revoluciona-ria manifestación del arte. £1 pe-queño grupo organizado, com-puesto por escritores y estetas,creyó hacer obra patriótica y civi-lizadora y no titubeó en firmar unprograma en el cual se exaltaba ATurín • como la única ciudad ita-liana que, no teniendo monumentos ilustres, podía ponerse A 1» ca-beza de una regeneración artís-tica.»—El articulo no está con-forme con la afirmación negativaacerca de la estética de Turin, ciu-dad nacida casi enteramente enaquel glorioso siglo xvil que dio AFrancia los esplendores de LuísXIV y á Italia el genio del caba-llero Bernin; y dice que sus masnotables obras de arte, sus monu-mentos, sus palacios, sus espléndi-das iglesias son verdaderas crea-ciones de genio.

Edificando palacios; creando de-coraciones de fachadas, instalandosuntuosas escaleras, los arquitec-tos de esa época, pensaban—antes*que en nada—en la función moraly civil que ejercían en la sociedadsus propietarios. La Edad Mediade los señoies y de las comunashabía sido una época de lucha yde formación: unos debían con-quistar su señorío, otros mantenersu independencia. Se peleaba enlas calles; el populacho sitiaba loscastillos de la nobleza y los pala-cios de la ciudad. No se podía pen-sar en ser grande: antes había queser fuerte. Pero, destruidas las li-bertades comunales, las faccionespolíticas dispersas, se adueñaronde las ciudades los señores, y conesta asombrosa facilidad del espi-

HEVISTA DE EEVISTAS 285

ritu italiano, empezaron A quererrivalizar, en un formal desafío delque resultaba vencedor el que edi-ficaba la más suntuosa iglesia y elmás grande palacio La última ciu-dad que entró en este movimientode resurrección fue Turín. Entre1630 y 1725, muchos palacios, igle-sias y pórticos se agruparon entorno al viejo castillo de Guillermode Montferrat El arte arquitectó-nico torraés, elegante y noble, rayóa gran altura; y apoyándose enesta verdad histórica, de innega-ble certeza, Angelí prueba el errorcometido por los organizadores dela Exposición de llamar A Turin'ciudad sin estilo.

Es original esto que traduzco:«Yo no creo que ese estilo híbridoque han dado en llamar «arte nue-vo» pnede alcanzar un triunfo de-finitivo. Desde un principio mepareció un tantico pretensioso, porno decir inútil, querer crear unaforma nueva de arte. Cuando Mi-guel Ángel trabajaba los sepulcrosde los Médicis al lado de las obrastan simples y tan sobrias de Minode Tiesole, creaba verdaderamenteun arte nuevo, pero no pensaba enproclamarlo A sus admiradores,creyendo de buena fe, ser un con-tinuador más que un revoluciona-rio Nuestra época, impotente paracrear, siente la necesidad del cam-bio, y A cada aborto salido del cin-cel dé sua escultores ó de la paletade sus pintores, enarbola orgullosala bandera del 93 y proclama lanueva República. Y por más quehay muchas guillotinas, no veo to-davía la esperanza de un 9 termi-dor que nos libre de la tiranía de

los descamisados. Debo agregarque entre nosotros, últimos en lle-gar, el movimiento se produce conasombrosa irracionalidad.» A ren-glón seguido, el autor hace unasjuiciosas consideraciones sobre lanueva forma de arte de los que, contal de ser originales, han prescin-dido del sentido común, olvidandoque el arte es una cadena cuyosanillos no deben tenei interrupciónalguna, para dar origen A una for-ma tan extraña y fea, que los pa-lacios edificados en 1900 en la ex-planada de los Inválidos, podríanpasar perfectamente por modelosde puieza clásica.

Todo el estilo nuevo italiano esuna copia directa de los muebles,de las arquitecturas y de los dibu-jos alemanes El Jugend, órganooficial del mal gusto, ha invadidolas ciudades y los centros artísti-cos cíe Italia, dejando A su pasobien marcadas las huellas. «Losalemanes, para hacer creer quemarchan A la cabeza del movi-miento, han exagerado los princi-pios del House of art, y, conlagra-cia ridicula de un elefante baila-rín sobre una cuerda, han tomadolos tonitos dibujos de Liberty ó laelegancia exquisita de Soliquepara transformarlos en una inno-ble pacotilla de &ric-a-6rac.» Re-corriendo las salas de la Exposi-ción de Turin se dA uno exactacuenta de esta verdad.

En este número de La Timáis-sanee Latine, continúa la publi-cación de las respuestas dadas Ala redacción en su enguitt sobre

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286 VIDA MODEENA

el porvenir de los pueblos latinosde América: la de Xavier de Car-valho, hombre de letras, correspon-sal en París del Correio da Manhá,de Eío de Janeiro, y del DiarioPopular de San Pablo; la de LuisB. Tamini. fundador, en Londres,de la Asociación de la Prensa y dela Sociedad de beneficencia iberoamericana ¡ y la de A. Pietri-Dau-det, cónsul de los Estados Unidosde Venezuela en Bruselas. De di-chas opiniones, la primera es deuna criticable parcialidad: Brasilno es la América Latina, y el se-ñor Carvalho no se preocupa másque de su tierra para contestar alas preguntas de la revista.

MiNEBVA.—(París, septiembre 1.°de 1902).

L'Impératrlce Frédéric—Sa vlc—Son influence poll-tlque,—Son actlon sacíale)por L. Fiedhr.—Minerva, la fla-mante publicación francesa, deselecta redacción, ha llegado porsegunda vez á nuestra mesa de tra-bajo. El último número, y entreotros artículos de positivo mérito,trae uno dedicado á la emperatrizFederico, la sublimey heroica ma-dre de Guillermo II Dicho estu-dio está dividido en tres partes.En la primera, y siguiendo la añejacostumbre de los panegiristas, elautor trata de pintar con lujo dedetalles, la asombrosa precocidadintelectual de la entonces prince-sita Victoria, «Vicky • en la inti-midad. Nos dice que á los tres añosya hablaba el francés, el alemány el inglés; que sabía de memoria

un gran número de poesías, reci-tándolas con mucha naturalidad.La educación especial que recibióllegó á hacer de Victoria una cuasienciclopédica con preferencia mar-cada á las bellas artes.—Fiedlerse ocupa en seguida en contarcómo, en 1.° de mayo de 1851, co-noció la princesa al principe Fe-derico Guillermo, llegado d Ingla-terra con su padre. Fue en lainauguración de la primera Expo-sición Universal en Londres. Allíse inició la simpatía que, por pau-latina y junta metamorfosis, setransformó en matrimonio el 25de enero de 1858; celebrado en me-dio de fiestas dignas de cuentosfantásticos —Siguiendo la naturalevolución de los acontecimientos,el 27 de enero de 1859, ciento yun cañonazos anuncian el naci-miento del primer hijo, el.actu.ilemperador de Alemania. —Dedi-cada empeñosamente á la mejoreducación de sus hijos, la prin-cesa Federico-Guillermo húo desu vida una historia de santas ab-negaciones, compartiendo con sumarido la tarea del desarrollo deaquellas inteligencias en forma-ción. Sin embargo, no descuidaba,en sus afanes de buena madre, suspropios estudios múltiples ydila?tados, pues abarcaron siempre casitodos los ramos científicos y ar-tísticos.—-Cuando era más grandesu felicidad dentro del hogar,cuando veían transcurrir los díascon el goce especial, único, que dael cariño de la familia, empezó pa-ra los principes una era de desgra-cias que no cambió de ruta hastaconcluir con ellos. Se inició con la

EEVISTA DE BEVISTAS 287

muerte del príncipe Alberto, padrede la princesa.—De sus ocho hijosmurieron dos, los principes Segismundo y Wlademar.—Pero lo quemás dolores aportó á la familiafue la desgraciada serie de disensio-nes éntrelos suyos, esos desacuer-dos reales que la historia de Ale-mania registra y que tan funestasconsecuencias tuvieron La prin-cesa, personalmente, sufrió mu-chísimo con la lucha de partidos,pues para sus opositores pasabapor el alma de la conspiración delpartido liberal contra la corona dePrusia.—La tercera parte del tra-bajo que revisto, se inicia con lacoronación de Federico, en cir-cunstancias trágicas y bien cono-cidas. La muerte de Guillermo Ihizo emperador á un condenado ála misma suerte por implacableenfermedad.—Muerto Federico, laemperatriz viuda se contrajo al'cariño de sus hijos esperando concristiana resignación el fin de suAcibarada existencia. El 5 deagosto de 1901, cayó vencida porla saña del mismo mal que dio enla tumba e n su esposo; y juntocon éste reposa en la capilla ele-gida para su sueño eterno.—Bis-marek. enemigo acérrimo, escribióen sus Memorias estas palabras:«Era una mujer de mucho espírituy de muy buen corazón. >

LA HASSEONA IXTEIÍNAZIONALB.-(Eoma, septiembre de 1902).

I letterntl In InghlHerrn,por Luciano Zuccolü—Xo está demás un poco de risa en mi sección,de por si tan seria y estirada co-

rao una levita de orador protes-tante. Amenizar es muchas vecesobra de caridad, y á eso tiende miresolución de dar cabida en esta3páginas á algunas de las chistosasocurrencias de Zuccoli, el notableescritor de esprit inagotable yasombrosa fecundidad, I letteratiinjnghilterra, sátira de refinadogusto, respira una ironía suave yencantadora

Dice Zuccoli, que leyó en undiario político de primer orden,que el rey Eduardo VII ha fundadoen Londres una Academia Litera-ria con 49 miembros, de los cualesninguno es literato. ¡Magnífico!...El comentario que el mismo dia-rio hace al respecto es este: «Nodebe causar sorpresa tal cosa, por-que en Inglaterra hasta hoy, losliteratos han gozado de muy pocasimpatía en los círculos políticos.»A Zuccoli'le disgusta mucho lacuestión, sobre todo, por Inglate-rra, y dice: «Nosotros, literatos deItalia, en extremo favorecidos porla Diva Fortuna, cargados de ho-nores, anhelados por todos los«círculos políticos!, acariciadosen la Corte, adorados por el pue-blo, obsequiados por la prensa,envidiados por los poderosos, 'ben-decidos por los humildes, enrique"cidos por los editores; nosotros,no llegaremos jamás á comprenderpor qué el mundo político ingléstiene en tan escasa cuenta a losliteratos de su tierra.

En Roma, ese título abre iodoslos puestos; en Milán, se cometemil locuras par un literato; y notiene expresión el entusiasmo, ra-yano en fanatismo, que los divi-

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Ifí

288 VIDA MODERNA

niza en Tarín, Florencia, Ñapóles,Genova, Eoloña. Si un literatocamma desprevenido por las ca-lles de cualquiera de las ciudades,corre el riesgo de morir asfixiadopor los besoa y los abrazos; algu-nos de ellos viven bajo campanasde vidrio como un pájaro embal-samado. Si un literato entra a ancambio de moneda, no tiene másque abrir la boca, é inmediata-mente vé á sus pies oro, plata, bi-lletes de banco, títulos de renta,acciones fructíferas . . Si, porinaudita imprudencia, un literatoanuncia la terminación de unnuevo libro, se precipitan sobreél—desde ha más lejanos puntosde la península — veinte, treinta,cien editores, para comprarle suobra á precio de oro, fabulosa-mente á cien francos la pala-bra' Cierto escritor, defendiéndoseen un asalto de editores perdió unbrazo y una pierna; otro libro másque baga, y perderá las extremi-dades con que había quedado: lagloria lo habrá reducido á un

BEVISTA DE REVISTAS 289mísero tronco lleno de talento!

Es justo, pues, que en un paíscomo Italia, donde todos los díasse contempla escenas de admira-ción salvaje por la literatura na-cional, produzca vivísima impre-sión el desprecio criticable de I03ingleses por sus literatos.

Zuccoli se ha indignado mucholeyendo la noticia, y su primeraprovidencia fue el envío de tarje-tas postales n sus colegas londi-nenses, invitándolos para estable-cerse en Italia, donde los « circu-ios políticos > preparan grandesfiestas en honor de los hombresde letras... Su oración nocturnaes esta: ¡Dios de bondad! cuántote agradezco que no me hayáis he-cho nacer en Londres! Oh, Diosmío, enán grato quedo á vuestraprecaución! Santo Dios, qué des-gracia, no gozar de simpatía enlos círculos políticos!... En nom-bre de no sé que cosa, aleja Jomis labios tan amargo cáliz! Oh>Jehová, haz que no disminuya misimpatía etc., etc.

DIVERSAS PUBLICACIONES

LA REVISTA NUEVA.—(Montevi-deo, octubre 20 de 1902).

Se recomiendan por sí solos lostrabajos de los doctores José Ini-reta Goyena y Duvímioso Terra.Aquél escribe un estudio sobre Laevolución y el relativismo ético yéste la continuación de su Cursode Derecho Civil. Abarca ésta lns

fuentes de las obligaciones en ge-neral.

REVISTA DEL INSTITUTO PARA-GUAYO. — (Asunción).

Publica en este número (36) eldoctor Manuel Domínguez, núes-tro distingu-'do colaborador queacaba de ser honrado por sus con-

ciudadanos con el elevado cargode Vicepresidente de la Repúbli-ca del Paraguay, un prólogo inte-resante á la no menos interesanteHelación de Fernando de Ribera,que se inserta A continuaciónVienen después trabajos de JuanE O'Leary: Salvaje!; P. EnriqueJToratel: El infeliz más infeliz, yde Hamón Gil Navarro: Veinteaños en n/i calabozo.

AXAI.ES DE LA SOCIEDAD CIENTÍ-FICÍ ARGENTINA.— (Buenos Ai-res, septiembre de 1902).

Sobresalen en esta entrega deldigno órgano de la Sociedad Cien-tífica Argentina, un estudio delseñor Félix F. Outes, titulado: Pri-mer establecimiento españolan elterritorio argentino, basado en lasobservaciones personales del autoren su viaje á la región del Carca-rañá. El artículo trae varias vistas, mapas y croquis ilustrados.

En este numero de los Analessigue ocupándose el distinguidoamericanista Samuel A. LafoneQuevedo, de Los Indio* Mosetenesy sit lengua.

THE STUDIO.—Londres, (septiem-bre de 1002).

Esta primorosa revista inglesa,cuya condiciones artísticas la co-locan entre las mejores del mun-do, trae en su áltimo número unmaterial tan selecto como intere-sante. En el sumario figuran comomuy eruditos estudios: Moderndutch art: The uork of Josef Is-ra&s, por Jan Veth, y la mono-

grafía que su autor, AVill Jenkins,titula Illustrction of the dailypress in America, continuaciónde la publicada en el numero deagosto de TheShidio Los graba-dos que acompañan estos trabajosson de lo más perfecto que hemosvisto. En el artículo dedicado á laparte gráfica de la prensa diariade EE. TJU. se estudia, sucin-tamente, la obra de Shafer, deKerr,. de Eddy, de Goehl, de Bod-well y de algunos otros dibujan-tes que llaman actualmente laatención por sus raras originalida-des en esa rama del arte

Merece una especial menstón elmagnífico número de verano —Summer Xumier—ciue TheSludioacaba de lanzar & la publicidad co-mo una demostración fiel y pal-pable de los adelantos realizadosen litografía Dicho número ex-traordinario está destinado á estu-diar, literaria y gráficamente Elagua fuertey etyrabado modernoseuropeos y americanos. La partetipográfica es también notable, deese estilo añejo que hoy tiene pa-tente de nuevo, como el que gas-tan para todos usos los decaden-tistas.

The Studio consigue honoresde triunfo cada vez que publicasus entregas especiales, y no hayduda que una de las más dignasde la atención del artista es elSummer Number.

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290VIDA MODEB.VA

EMPORIUM. — (Bergamo, septiem-bre 1902).

Eala iarinosa revista trae en suúltimo número un magnífico estu-dio sobre Fernando Khnopff pin-tor y escultor belga contemporá-neo, uno de los que han encabe-zado el movimiento modernista delas bellas artes en su patria. Vein-titrés grabados nos presentan lasobras salientes del arte aristocrá-tico y sibilino deKhnjpff,comolollama el articulista Vittorio Pica.

Deatácanse además en esta en-trega los artículos: I palazsie leveiti nella decadenza véneta, porPompeyo Molmenti, L'orientazio-ne delle navi in camino, por S.,Homtmmti sforicii II castillo di

A'ovara, por Biagio Chiara. Todosellos están espléndidamente ilus-trados.

Han llegado además, durante elpresente mes, á nuestra redacciónlas siguientes publicaciones:

Revista del gremio literario (Ba-hía).

ifonthly Bulletin ofthe interna-tional burean of the AmericanBepublici (Washington).

La Lectura (Madrid).Nuestros Tiempos (Madrid).La España Moderna (Madrid).Nuova Antología (Homa).La Settimana (Ñapóles).La Beeue Hebdomadaire (Pa-

rís).

ALFBEDO VABZI.

BIBLIOGRAFÍA

POEMAS DE OOLOB, por José López de Maturana. Un folleto.—Buenos Aires, 1902.

José López de Maturana, intelectualmente, desciende en linea rectade la noble. Grecia. El helenismo de sus versos,—que también puedetener au génesis en Ja marmórea blancura y la frialdad impecable deLeconte, ó en la virtuosidad refinada del autor de los Trofeos,—desa-fina en la época actual. El alma contemporánea, demasiado tnrbada,demasiado atormentada por la duda, la ansiedad y la sed del más allá,es extraña & esa poesia serena y transparente, que sólo puede floreceren épocas de calma. La época actual, pertenece á los poetas del dolor.Lo febril, lo enfermo, lo mórbido es la expresión justa y lógica delalma contemporánea.

Estos versos helados, elegantes, do una elegancia demasiado impe-cable, me sugieren la idea de 'esos señoritos estirados dentro de sustrajes, que no se mueven por tempr de arrugar la pechera ó la corbata.Tienen mucho de artificial y por eso llegan á cansar á fuerza de ha-cernos admirar las mismas figuras, las mismas proporciones, exacta-mente las mismas actitudes. Ni un solo sobresalto; ni una sola vez elpoeta pierde la compostura; 68 mantiene siempre correcto, irrepro-chable, dentro del dandysmo más estricto.

No obstante, dentro de su arte, es este un libro hermoso; una obrade artífice, de cincelador lleno de amor por sus creaciones. López daMaturana es un orfebre inspirado. Cierto que la corrección clásica desus sonetos es una coraza qne le oprime: i. fuerza de hacer medallones,camafeos y miniaturas, ha concluido per encerrarse en un círculo es-trecho y vicioso; cierto que con las hermosas plaquetes cinceladas no

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292VIDA M0DED3ÍA

es bastante para ser ungido, pero López de Maturana, hará obra hu-mana y definitiva.

Hágalo el joven poeta de los Poemas de Color, pero procure inocularen su nuevo libro algo de sentimiento y de pasión; algo que calienteesas páginas helndas, en que las estrofas hieráticas, semejan esfinges ócariátides maravillosamente cinceladas, pero frías y sin vida.

López de ITaturana aspira á la simplicidad del arte primitivo. Es eseun buen camino Doy todas las molduras, volutas y adornos del ba-rroco por solo una línea griega; una columna dórica, en su majestuosasencillez, vale más que el estilo compuesto que ideó el delirio de gran-dezas del pueblo romano, pero la fría pureza de aquella línea, es pre-ciso animarla, inocularle algo del alma moderna, en una palabra, po-nerla de acuerdo con la época

Sin embargo, José López de Matnrana tiiunfniá. Le sobran aptitu-des y la fe no le falta. Es un poeta frío que no conviene á la época,pero también éstos, juegan su rol entre los educadores de aliños. Be-presentan una tregua á la literatura febril; son un oasis en la arenacalcinada; una fresca fuente de belleza piimitiva, que sorprende al ca-minante fatigado.

Abrevemos en ella, dejemos entrar en el alma su frescura y sigamosadelante á través del ardoroso desierto inclinados bajo el sol, que cae áplomo sobre las cabezas.

X.

MI.MSTIÍOS Y LEOISL iDOnEs, por Justino Jiménez de Aréchaga.— Con-ferencia oral, dada en el salón ds actos públicos de la Universidad,el 15 de junio de 1902, para impugnar un proyecto de ley del doc-tor don Ángel Floro Costa sobre compatibilidad de las funcioneslegislativas y ministeriales. — Un folleto de 62 páginas en ISO mm. X90 mm. — Talleres de A. Barreiro y liamos, 1902.

Lo enviamos á un amigo para que nos diera su op.'nión. Y ella coin-cide con la nuestra. La reproducimos textualmente. < Antes, dice, re-cibí el opúsculo que contiene la conferencia oral del doctor Aréchagssobre incompatibilidad. ¿Quiere usted que le trasmita mi impresiónsobre ella 1 Me hizo el efecto que produciría una disertación destinadaá demostrar el movimiento ó la luz negada por algún paralitico óalgún ciego. Jío dio pena que un hombre de las preciosas condicionesintelectuales, de la seriedad, reposo y preparación del autor, bien acre-ditada en obras fundamentales, dedicase su tiempo & refutar un pro-pósito inconcebible en nuestros días, y ante nuestro derecho constitu-cional. Cuando hay un artículo de la Constitución según el cuaL nin--

BIBtlOOEAFlA 293

gún representante ó senador puede aceptar empleo del Ejecutivo sinque quede vacante su puesto de legislador; cuando esa disposición hasido observada y acatada; cuando nunca se ha hecho cuestión algunaá ese respecto, ¡qué importancia ni significación puede atribuir á laocurrencia de quien- pretendiera dar una traducción distinta de la fór-mula, constitucional, inventar otr« criterio, dar un nuevo sentido A unadeclaración inequívoca, abonada por el tiempo, consagrada por unatradición invariable?

«Varia y rica imaginación la de Ángel Floro Costanero dada á lasquimeras y á las abstracciones peligrosas. He visto que se han dado ahílugar para declarar que hay incompatibilidad entre las funciones judi-ciales y legislativa, ó ejecutivas y judiciales, cosa que parece rara, y pre-sumirá que, si no se ha dado una ley que declare incompatible el cargode legislador y ministro del ejecutivo, bien puede introducirse la nove-dad de los ministros legisladores, (l) La consecuencia quede eso debededucirse es que si hubo alguien que pretendió ser á la vez juez y mi-nistro, ó juez y legislador, á nadie se le ocurriría ser legislador y mi-nistro, por cuya razón la ley estaba de más. Y qué sofisma ese de pre-tender distinguir, á los efectos constitucionales, el empleo de la fun-ción ó de los cargos públicos, como si el concepto genérico de la Cons-titución no lo abarcara todo!» —

Las atinadas observaciones que dejamos reproducidas no tienen pre-sente un hecho, que fue el que llevó al doctor Aréchaga á dar una con-ferencia oral en,el salón de la Universidad: que el proyecto encontrabauna acogida favorable en la Cámara, como lo probó el Informe de laComisión de Legislación de dicho cuerpo, suscripto por distinguidosciudadanos. Fue de aquí de donde dimanó la actitud del doctor Aré-chaga, con la que mató, irremisiblemente, al proyecto en cuestión.

El doctor Aréchaga nos dice que ha reourrido á la Contaduría Gene-ral del Estado para adquirir datos respecto á los sueldos de los emplea-dos, y que allí no los hay para los años 1839 y 1830: que loa primerosdatos que existen son los del año 1831. Pues bien, nosotros le diremosque en el Decreto de abril T de 1826 encontrará que al organizarse laProvincia < con arreglo á las formas sancionadas por la H. Junta deRepresentantes • el Gobierno nombró ministro á don Carlos Anaya, enlos "departamentos de Gobierno y Hacienda, con el sueldo de dos mil yquinientos pesos anuales: que en abril 11 de 1826 se estableció la ao-_tación de los empleados subalternos, en los Departamentos de Gobierno

*

(1) La Bala de 1» Provincia ya habla en 19 de añero de 182q, declarado in-compatible í l ejercicio de la» funciones de Bepretentante con el de cualquierotro empleo civil o militar; pero en ¡alio 6 de 18S9, citando, a la vei, una leyde 91 de diciembre de 1320, declaró que la incompatibilidad no comprendía* í los empleados cuyo nombramiento no ea becbo por el gobierno, ni rentadodel tesoro nacional». — (ítf. de ln D.)

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y Hacienda, Sin perjuicio de recabar su aprobación de la H. Junta deRepresentantes! que en agostó Ifi de 1826 fue nombrado secretariodel Gobierno dé Id írovincia eí señor don Juan Francisco Giró • con laasignación ¿stábíeoida por la ley de la H. S. de B. R. de 5 de enerodel presentó Año H que en agosto 24 de 1826 se establecieron las dota-ciones para loa empleados de la Secretaría de la Provincia en losramos de Gobierno y Hacienda, que deberían incluirse < en el presu-puesto genera! dé gastos, sin perjuicio de obtenerse la aprobación luegoque la Sala dé Representantes esté reunida»: que en 24 de noviembrede 1826, de acuerdo con la ley de 7 de octubre del mismo año, se orga-nizó provisoríataenla la Policía, designando los sueldos de los emplea-dos, entre ÍOs cuales estaba don Bernardo Berro, como oficial 1.°, condotaoión dS 800 pesos anuales: que en septiembre 8 de 1825 se le asignóla suma de €000 pesos al Gobernador y Capitán General de la Provin-cia: que en ésa misma fecha se dispuso, por ley, que el sueldo de los mi-nistros SéCíef arios sería de 1500 pesos, anualmente, pudiendo el Gober-nador aumentar la asignación hasta 2000 pesos, si lo juzgase necesario.'que la1 Sala da Representantes asignó 4000 pesos anuales al señor Gene-ral Rivera, como inspector general de la Provincia, en 7 de septiem-bre de 1825: que en 9 de septiembre de 1825 asignó 1500 pesos anualesA cada uno de los diputados de la Provincia al C. G. L. de las Provin-cias Unidas del Río de la Plata: que en 5 de enero de 1826, la Sala deRepresentantes dictó una ley dejando < sin efecto los demás artículosdel Decreto de 26 de agosto que se corrige > y asignando' 2500 pesosanuales al ministro secretario y 1000 pesos al oficial encargado del des-pacho de Guerra: que en febrero 11 de 1826 la Sala de Representantes'asignó al asesor de Gobierno, 2000 pesos anuales, y al«actual Secreta-rio de Gobierno, por este empleo y el de Escribano que obtiene >, 1600 pe-sos: que en 11 de febrero de 1826, se asignaron 2800 pesos al encargadodel Gobierno delegado, que en enero 27 de 1827 se asignó la dota-ción de 200 pesos anuales al esciibiente del fiscal público de la Pro-vincia: que en enero 20 de 1827 se establecieron las dotaciones de losempleados de la Contaduría de la Provincia, sienJo de 2000 pesos Jadel < Contador principal >: que en febrero 5 de 1827 se estableció elaneldo del alcaide de la cárcel, en 400 pesos al año: que en abril" 7 de1827 se determinó el sueldo de 2"00 pesos anuales á los miembros delTribunal de Apelaciones: que en abril 20 de 1827 se sancionó auestroprimer presupuesto general de gastos, que alcanzó 138.300 pesoa, enlos departamentos do Gobierno y Hacienda, siendo el sueldo del Go-bernador el de 8000 pesos: que en agosto 8 de 1828 se asignó 1200 pe-sos anuales al defensor general de pobres y menores: que en enero 16de 1827 se nombró oficial mayor del ministerio de hacienda á don Fran-cisco Solano de Antufia, con la dotación de dos mil pesos anuales: queen enero 27 de 1829 se asigna 1600 pesos al tesorero general: que en

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el mismo, y fundado en la ley fecha 26 de enero, se asignó la suma de2000 pesos al contador general interventor: que en febrero 21 de 1829se asignó la de 2000 pesos anuales al oficial mayor del Ministerio deR. E. y Gobierno: que en febrero 24 de 1829 se asigna la misma sumaal de la Guerra: que en febrero 5 de 1829 se determinó la suma de 2000pesos al colector general y al contador principal interventor y 1500 álos inspectores de resguardo: que en febrero 7 de 1829 se asignan 2000pesos al oficial mayor del ministerio de Hacienda: que en mayo 20 de1829 se asignan 9300 pesos al año al gobernador y capitán general pro-visorio del estado: que en marzo 17 de 1829 se asignaron 1500 pesos,al año, al taquígrafo, para la redacción de las sesiones de la H. A. G.C. y L. del Estado: que en septiembre 23 de 1829 se nombró fiscal gene-ral al doctor Obes, con 1500 pesos anuales: que los jefes politicos sólorecibían 1000 pesos anuales, según decreto de 18 diciembre de 1829:que ea 17 diciembre de 1829 se asignaron 3000 PESOS ANUALES d losministros Secretarios de Estado: y que en 18 de abril de 1833 se asig-naron 6000 pesos anuales al ciudadano que en ese momento desempe-ñaba todos los ministerios. Otros muchos decretos y leyes podrían ci-tarse desde 1829 á 31.

Por lo demás, lo que consta de la propia Constituyente, que el ilus-trado doctor Aréchega no ha mencionado en su erudito estudio, es,entre otras cosas, que en marzo 12 de 1830, la H. A. X}. C. y L. del Es-tado dio el consentimiento al P. E. para elegir ministro secretario deGobierno y Relaciones Exteriores á algunos de la Asamblea t y que ha-biendo el Gobierno Provisorio del Estado nombrado al doctor Ellauri,la Asamblea le dio á éste el consentimiento para aceptar el cargo,• declarándose, en consecuencia, vacante el cargo de diputado que ejer-cía en el cuerpo legislativo! (ley de marzo 15 de 1830).

El estndio'del doctor Aréchaga es sumamente instructivo y está es-crito con esa corrección de estilo y sobriedad de palabra que distinguenal ¡lustrado catedrático de Derecho Constitucional: Puedo decirse queél ha muerto el proyecto del doctor don Ángel Floro Costa.

ANAI.ES DE L Í FACULTAD DE DERECHO y CIENCIAS SOCIALES.—Bue-nos Aires, número 3 y 4, julio-diciembre 1902. —Un volumen de 480páginas en 17 X 10.

Hemos recibido el tomo segundo 'de esta importantísima publica-ción dirigida con marcado acierto por el doctor Juan Agustín García(hijo), el apreciado autor de La Ciudad Indiana. <•)

(1) Véaso VIDÍ ji, tomo i, página 125.

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En este volumen aparecen los siguientes trabajos: ***,PODEK NAVAL.—E. Lobos, LEGISLACIÓN DE AGUAS. Largo, sesudo y minucioso estu-dio digno de la preparación y de la inteligencia del doctor EleodoroLobos, un especialista en la materia —A. Álvarez, ¿A DONDE VAMOS?(continuación). El genial autor de Manual de Paloloyia política yEnsayo sobre Educación—Tres repiques, nos ofrece nna vez misobservaciones y comentarios filosóficos y sociológicos, sobre los malesde esta América, hijos de los de España; no faltan en sus párrafos laargumentación contundente ni la crítica aguda. — C. L. Fxirnus, DE-RECHOS DEL ACREEDOR EJECUTANTE —F. Seeber, INTERCAMBIO Ó PRO-TECCIÓN.—T. Garméndia, RECUERDOS DE LA GUERRA DEL PARA-GUAV. El ilustrado general Gannendia expone con resaltante claridady estudia en estilo llano, los orígenes de la guerra del Paraguay.

• Por más que se quiera buscar, dice, otra causa de la guerra delParaguay, encontraremos siempre que la principal estriba en los im-pulsos orgánicos del mariscal López, cuyo carácter despótico y altane-ro se manifiesta en la política de expansión que de improviso lo asal-ta, del todo distinta á la que se habían ajustado sus antecesores, que áfuer de egoístas mandatarios comprendiendo las ventajas del sistemade reclusión política, fueron siempre pacíficos gobernantes y mantu-vieron la paz con sus vecinos, y por conveniencia propia aislaron alParaguay de las comarcas del Plata, en continua insurrección con sustiranos.

Las causas económicas ó políticas que algunos ilustres escritoresargentinos creen provocaron la guerra, como el impuesto á la yerba-mate que constituía el articulo de mayor exportación en el Paraguay,'i la intervención argentino -brasileña en los sucesos de la Bepúblicadel Uruguay, no hubieran arrastrado 6, los dictadores anteriores & unrompimiento tan brusco; estamos seguros de ello.>—

C. O. Bunge, MIGUEL DE UNAMUNO. El autor trata la personalidaddel eminente Héctor de la Universidad de Salamanca á través de lacorrespondencia que con él ha mantenido. Para el doctor Bunge < Una-muno más que una eminencia española lo es hispánica .. una autori-dad espaSola ó hispánica cuya importancia trasciende. Es un pensadorsincero y profundo cuyas vistas civilizadoras no pueden todavía popu-larizarse en España». Al leer este artículo,Ho hemos podido dejar de.recordar la opinión que Emilio Bobadilla (Fray Candil) ha vertidosobre Unamuno, en cuatro párrafos cortantes publicados en La Renais-sance Latine, revista aparecida poco ha en París bajo el ala protectoradel ilustre académico Gabriel Hanotauz. Para Fray Candil Unamunoes un escritor extravagante, contradictorio y desordenado. No carecede instrucción; pero carece, á su parecer, de personalidad intelectual.Su juicio varía siguiendo la influencia del último libro que ha leído.Como prosista, dice, se distingue por su estilo embrollado y por sus

BIBLIOGRAFÍA 297

ideas paradojales y anarquistas. Es como Emilia Pardo Bazán, unescritor de estilo elegante, pero sin originalidad, ni unidad de pensa-miento. Por nuestra parte afirmamos con'Ugarte (l) que Miguel de.Unamuno ei indudablemente el escritor español que ejerce mayor in-fluencia sobre la juventud hispano-americana.—i?. A de Toledo, EM-PRÉSTITOS DE ESTADOS. — D Zambrana (hijo) EFECTOS DE LA DES-CENTRALIZACIÓN ECONÓMICA DE BUENOS AIRES.—G. liodrlguts Larreta,LA REFOIISIA ELECTORAL.—J. A. Garría (hijo), NOTAS BIBLIOGRÁFI-CAS.—BOLETÍN OFICIAL, COLACIÓN DE GRADOS DE 1902, DISCURSOS.No queremos dejar de mencionar entre estos el discurso del doctorJoaquín V. González, ministro del Inteúor, y que ya conocíamos porhaberlo publicado oportunamente Tribuna de Buenos Aires. El distin-guido autor do Mis Montañas ha producido una magistral pieza ora-toria, tanto por el fondo maciro de ideas, como por la esbeltez de laforma cuidada. Al través de ella se vislumbra al hombre de pensa-miento, de visión clara y profunda.

Terminan Los ANALES con un informe de la mayoría de los profe-sores de Derecho Civil sobre reformas ni programa de la materia yla Ordenanza sobre concuraos para proveer las vacantes de profesoressuplentes.

LA AMERICANIZACIÓN DEL MUNDO, por R. Blanco Fombona. —Va fo-lleto de 20 páginas en 14 X 0- — Amstenlnm, 1902.

Este folleto que el señor Rufino Blanco Fombona, cónsul de Vene-zuela en Amstenlam, dedica á los periodistas de España y de la Amé-rica latina, tiene por objetivo rebatir las ideas que el escritor inglésW T. Stead ha expuesto últimamente en su libro La americanizacióndel mundo, así como prevenir el peligro que según él, fluye de esasmismas ideas. £1 señor Stead aboga ardorosamente por una alianza en-tro Inglaterra y Estados Unidos, alianza que el denomina el imperiodel mundo por los anglosajones. Divide su obra en cuatro partes:

1.a Los Estados Unidos y el Imperio Británico.—Iiecapitula aquíel autor todo cuanto la raza inglesa ha hecho sobre la tierra y planteael problema do una unión intima de Inglaterra con el pueblo norte-americano, & fin de asegurarse la dominación del mundo. Dice el señorFombona que lo que se desprende de esta primera parte, es el temorde una guerra de Inglaterra con Estados Unidos & propósito del Ca-nadá y las Antillas inglesas, desde que Norte América pareco estarposeída do pujos conquistadores.

( l í MAXÜFL UOJBTK, uránicas tlel Bulttar Ln juventnil suJamericann pAg 74

TIDl HOÜRRIU. — T MU 20.

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298 VIDA MODEBNA

2.* El resto del mundo —Se estudia en esta parte la influenciaactual y futura de Estados Unidos en Asín, Hispano-Amerita y Eu-ropa.

Al comentar este capitulo Fombona llega 4 la conclusión de que lapolítica de Hispano-América por el momento debe consistir en va-lerse del monroismo contra la voracidad y la insolencia europeas, y deIÍI idea latina, que 63 necesario fomentar, contra los Estados Unidos.

3.* Cómo América americaniza. —Cree el señor Stead que EstadosUnidos yanquizan por la religión, la literatura, el periodismo, la cien-cia, el arte, el teatro, la sociedad, el sport y por los ferrocarriles, na-vegación y trusts. El señor Fombona sólo concede a los yanquis haberculminado en la ciencia y en sus aplicaciones prácticas así como con-sidera, efectivamente, poderosos factores de Americanización los ferro-carriles, la navegación y los trusts.

4.* Resumen-—~El autor se pregunta en esta última parte, cuál es elsecreto del éxito de los norteamericanos. Según él los tres principalesfactores de superioridad, en el pueblo de los Estados Unidos son: lainstrucción, el estimulo de producción y la democracia.

El seflor Stead preconiza, pues, la unión de los pueblos ingleses bajola bandera americana, Vero como no todos los ingleses aceptarían sufórmula, aparta todo lo que pueda tener de irrealizable su pensamientoy termina, apoyado en autorizadas entidades inglesas, preconizandouna alianza política cuyas bases plantea.

Ahora bien, el señor Fombona analiza el peligro que, á su opinión,.encierra esta alianza para España y los pueblos hispano-americanos;y A su vez se pregunta si ante la inminencia del peligro, no sería po-sible y conveniente un acercamiento de las naciones de raza española,¿En qué podría consistir dicho acercamiento? Cree el señor Fombonaque seria realizable una alianza luso-híspano-americana, y añade: '

«Un .congreso do plenipotenciarios latino-americanos ronnido en alguna denuestras capítulos: Sintiago do Chile, Méjico, Bio do Janeiro, Bogotá, pudiera,como ya lo intentó 1A previsión de Bolívar, en el Congroso de Panamá, decidirde los destinos de nuestra raza y de nuestro Continente. Darle forma al pensa-miento de nuestra solidaridad, definir el código de los dobores y de los derechosmutuos de cada nación latino-americana, asentar los medios para el cultivodo reciprocas relaciones de todo orden, tal seria el objeto do ese Congreso. X>eunos países A oíroslos amérioo-latinos no ventilan grandes interesen materialesdel momento, es decir, gran comorcio, e t c Ventilan, si, an máximo interés desentimiento y de vida, el interés de guardar el continsnto para si, para In rataqnft lo posee El descalabro de nna poroión do osa raen y de esa Continenteafecta, y afectara nún mas en lo futuro, todo el continente y la rasa latino-americanos

Ya de acuerdo nosotros en cnanto & ciertos puntos oardinales de nuestra polí-tica exteriorT pudiéramos decidir hacin que lado oonvendria más inclinarnos:liacii el pan-americanismo d hacia el pan-latinismo; qui garantizaría mejornuestro porvenir: el ideat de mancomunidad de continente é instituciones re-publirana', ó las afinidades de raen, y la homogeneidad de cultura latina. Cada

BIBLIOGRAFÍA 299

uno tiene sns personales simpatías por supuesto, pero simpatías no son razo-nes Aparto de que ante el beneficio máximo de la comunidad debo sacrificarsetodo

Toca a los publicistas discutir estas ideas y á los gabinetes discutirlas é in-formarlas. >

EL CRIOLLISMO EX LA LITERATURA ARGENTINA, por Ernesto Quesada.—Un volumen de 181 páginas en 17 X 10.—Imprenta y casa editorade Coni Hermanos.—Buenos Aires, 1902.

Están recopilados en este volumen los dos interesantes artículos queol doctor Quesada publicó ha poco en la revista bonaerense Estudios.La materia del libro, pues, no nos era desconocida, siguiendo como se-guimos las producciones del distinguido escritor.

Esta vez Francisco Soto y Calvo, con su Nostalgia, le da motivopara presentarnos el origen, desarrollo y estado actual del criollismo ysus cultores en la literatura argentina.

Nos parece, como al doctor Cañé, (l) que la primera parte, sin amen-guar en lo mínimo la bondad de la segunda, es la más interesante conser la menos actual. El bosquejo que hace de las obras de BartoloméHidalgo, el creador del género gauchesco, de Hilario Ascasnbi, autor .del inolvidable Santos Vega, Estanislao del Campo, con su celebradoFausto, y José Hernández, el del emocionante Martin Fierro, revelaintensa preparación, criterio sereno y suma habilidad en la exposiciónpara concluir condenando enérgica y justicieramente < las tentativashechas para resucitar, fuera de tiempo, un género lógico en su mo-mento, absurdo hoy.»

Siempre liemos creído que cultivar el gauchismo, cursi, que diríaGrouBsac, es desandar lo progresado; es no ya estanoarse, sino retro-gradar, rendir tributo & fórmulas que fueron y que tuvieron su razónde ser en épocas felizmente pasadas... es, hasta cierto punto, denotarfalta del sentido civilizador.

El criollismo, tal como lo vemos hoy, ya en la poesía, ya en el tea-tro, indebidamente llamado nacional, sólo es escuela de compadrajeintolerable.

Si se pretende cantar las leyendas "criollas, no es .preciso recurrir áun lenguaje prosaico y vulgar. Rafael Obligado, el poeta más «argen-tino» de su. tiempo, como afirma Quesada, lo demuestra en La muertede un payador.

Por lo demás, es querer perpetuar en la poesía la ficción de lo que

(1) MIOUZI. Q U É . El crioUtimo Carta al doctor Ernesto Quesada. (Con* LaRación. Suplemento al número 10,881. Buenos AlreB, octubre 11 de 1S02.)

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ya no existe. En verdad, el gaucho ha muerto. Esto no quiere decirque sea obra santa rechazar su memoria y su leyenda. No, de ningunamanera; pero nos parece que debe guardarse pura la esencia de la tra-dición, no desvirtuándola en su carácter. Acaba de decir magnífica-mente un espíritu culto:

cLa tradición no es para mi sino el vinculo fntimo, poético, melancólico, dir¿,do las generaciones, en la sucesión do las edades; no impone deberes de con-ciencia, ni reglas do conducta, no sirvo como fuonto de ideales, porque sóloArrastra en BU enrso cosas muertas; es la vida pasada, la ^da vivida, mientraslo que debe preocuparnos, en provecho propio y en provecho do los que nossustituirán, es la vida venidera, la vida por vivir. Es mucho más útil cultitaresperanzas que cultivar recuerdos, porque Ins esperanzas aceleran la marcha vlos recuerdos la acortan y la detienen» (1)

Mucho podríamos decir aún de las interesantes cuestiones é ideasque este libro sano del doctor Quesada abarca. Él ea interesante y au-gerente en extremo. No podemos, sin embargo, dejar de tener en cuentalos limites de esta noticia bibliográfica. Relegamos, pues, al lector áaquél y esperamos de su lectura que por lo menos haga meditar á losque, quizá fascinados por un mal entendido patriotismo, siguen esascorrientes literarias a todas luces espurias y degenerantes. •

VIAJES, por Abdón Aróztegui:—Va folleto de 83 páginas en 1.15X90.-Montevideo. —Imprenta Latina, 1902.

El señor Abdón Aróztegui nos ofrece un producto do-an labor enuna discripción de los grandes ríos de la cuenca del Plata, de las tierrasadyacentes á esos grandes cursos de agua que riegan el sud del conti-nente, de sus más frondosos bosques, sus incomparables catarata^completada por otra en que revela lo que son las tierras del Chacoparaguayo y las comarcas de la Pampa argentina.

El señor Aróztegui, con mirada de observador consciente y con fide-lidad de conceptos ha sabido traducir el cúmulo de variadas impresio-nes que ha recibido en todos los parajes por donde ha viajado.

Su libro en lo general ea una página más que se viene á agregar álas numerosas de. viajes, que existen impresas, sobre la América; en loparticular es una discripción de las hermosas cataratas del río Iguazú,afluente oriental del Paraná, las que con ser una maravilla, se encuen-tran casi ignoradas, por las dificultades poco menos que invenciblesque se oponen & la navegación de aquellos escabrosos lugares.

(1) M M I U O OÍ V E D U . - Í Ü ley electoral. Informt, (Coní. Tribuna, numero 3ÓS.Bu Aire», octubre 18 de 19CB.)

BIBLIOaBAFÍi 301

ÁLBUM DB LA PAZ, —Homennje dei •Álbum Chileno» á los apóstolesde la Confraternidad Sud-Americana, por J. A. BUama Cuevas yJ. Félix Eocuant Hidalgo.—Vn folleto de 6S páginas en 210 X 135.—Santiago de Chile, 1902.

Celebrando los tecientes pactos internacionales entre la RepúblicaArgentina y Chile, acaba de editarse" en la capital de este último país,el presente folleto que debemos á la amabilidad del distinguido publi-cista Podro Pablo JTigueroa.

En la Introducción se hace la historia, á grandes rasgos, del origendel litigio argentino ¡chileno, llegándose á la original conclusión de queél no es sólo efecto de la ignorancia, de deficientes conocimientos de laépoca del coloniaje, sino'que ha constituido una triste herencia legadaMiaíiciosanieiiíe por España, para, impulsar & ambos pueblos 4 las lu-chas fratricidas, a un choque sangriento, con el pensamiento fijo enuna reconquista.

Felizmente ya, después de innúmeras vicisitudes y zozobras, el viejopleito de limites parece tocar é. su término O). Se ho/ce sentir, pues, lanecesidad de la unión, de lo. consolidación de la paz, que irradiará á losdemás pueblos latinos del contimmte, La República Argentina y Chile,<Ios dos países fuertes de la América Meridional, que bastan por sísolos para imponer respeto á los colosos del Norte y de Europa, y queunidos formarían una-fuerza poderosísima, una verdadera potencia^deben ahora proclamar en contra de la fórmula de Mouroe. la de «Sud-América para los sud-americanos. •

Se elogian por eso los últimos tratados internacionales que alejan losfantasmas de la guerra, los odios, las venganzas, los orgullos y las so-berbias. Justo es, pues, rendir homenaje, presentando sus biografías,á los apóstoles de la paz, á esos > americanos patriotas» que han con-tribuido con sus talentos, con sus censejos y con sus prestigios, á laelaboración de los pactos recientes, destinados á ser prenda de estabi-lidad y de progreso para ambas naciones, timbre de honor y de gloriapara sus esforzados paladines.

Sa trascriben á renglón seguido la Convención relativa i la limita-ción de armamentos, el Tratado general de arbitraje, y las respectivasnotas aclaratorias Al Tratado de arbitraje le hacen los autores deeste folleto algunas objeciones, bien poco fundadas por cierto, y fácil-mente contestables á hacerse critica de crítica, tales como: que laspartes contratantes deberían determinar la nación arbitral para toda

(1) La A'íieMn de Buenos Aires (número 10,892, octubre 19-1902), 44 la noti-cia, trasmitida por sa corresponsal en Londres, de que el tribunal arbitral esWpreparando su laudo, que »or& conocido del 28 4el mes corriente al 1 del pró-ximo noviembre.

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302 VIDA U0DEE2ÍA

clase do cuestiones, en cada caso y no indicarla coa antelación queambos gobiernos hacen del tratado de arbitraje una meia fórmula es-crita, desde el momento qne tienen el «derecho de determinar la ampli-tud de los poderes del arbitro y cualquiera otra circunstancia relativaal procedimiento», y, por último, que adolece del defecto de cierto opti-mismo muy cordial y muy elevado, pero discutiblemente ajustado á ladiplomacia recelosa, desconfiada y suspicaz de la era moderna. Perode cualquier modo, se dice, es este el primer paso precursor del reinadoabsoluto de la confraternidad internacional.

Se insertan después las biografías y retratos del presidente de Chile,señoi Jermán Riesco, del presidente de la República Argentina, tenientegeneral Julio A. Boca, de los señores José A. T-erry, José FranciscoVergara Donoso, Bartolomé Mitre, Federico Erránuriz E., Julio Zegers,Norberto Quirno Costa, Amando Alcorta, Carlos Concha Subercaseaux,Joaquín V. González, Monseñor Mariano Cnsanova, Napoleón Perú,señora Emilia Herrera de Toro, señores GerarJ A. Lowther, EliodoroYnñez, Ramón Jara, Alberto Blancas, las de los delegados argentinospara el canje de los tratados, Tice-almirante Daniel de Solier, genera-les Luis María Campos y José Ignacio Garmendia, y por último las delos «precursores de la paz- Pedro Montt. Carlos Pellegrini, JoséArrieta y Pedro Pablo Figueroa, al frente de los cuales debieran ins-cribirse loa nombres ilustres de Sarmiento y Vicuña Mackenna, á ha-cerse la historia completa 3e la paz.

P.

ÓTEOS LIBROS

Hemos recibido además: Cantos de la tierra, por Carlos Roxlo;Anuario Estadístico de la República Oriental del Uruguay, año 1001,libro xvu; Correos y Telégrafos. Memoria de la Dirección General1901-19021 Tambos y rodeos, por Manuel Bernárdez; Boletín estadís-tico mensual de la República Oriental del Uruguay. (Septiembre 1802);El Sanatorio de tuberculosos pobres, por el doctor Joaquín de Sal-torain; Proyecto (le un Código de Procedimiento Penal reformado,concordado y anotado, por el doctor Damián Vivas Cerantes,

De algunos do éstos nos ocuparemos en nuestro próximo número.

Libros Nacionales

SEPTIEMBBE 1902

ScARZor.o TRAVIESO, (Luis) —Arte Moderno. Conferencia leída enel Club -Vida Nueva»).—Talleres de A. Barreiroy ifnmos —Monte-video, 1902 —En 8.". 85 pAgs.

MOXFORT, (Manuel).—La Guinea Española.—Montevideo. — Im-prenta La liural, 1902 -^En 8.°; 381 págs., vr índice.

LASSO DE I.A VEOA, (Leoncio) —t Anatema I Canto pro boer -Edi-tado por la Impronto El Diario —Mercedes, (Uruguay) — En 8o,63 paga.

Segunda reunión del Congieso Científico Latino-Americano. Cele-brada en Montevideo del 30 al 31 de Marro de 1901 I Organización yresultados generales del Congreso.—Montevideo.—Tipograiía y En-cuademación Al Libro Inglis, 1901-1902 —En 8.°, 208 págs.

Homenaje del coimrrio de Monteiideo, á la gloriosa epopeya de 1825.—Imprenta El Siglo Ilustrado. — En 8.°, 20 págs.

Canto á la Batalla de Cagancha, (1839). Composiciones en versopremiadas en el primtr certamen literario del Club cVida Nueva».—Montevideo.—Imprenta Artlitica de Dornaleche y Ileytí, 1902.—En8.°, 40 pago.

MÍNDEZ HEISSIO, (E.)—Lágrimas. 2* edición. (Primavera del 1900).—Montevideo. -Donxaleche y Seyes, 1902—En 8o, xxiyl27págs.

Asociación de Propaganda Liberal. Señor Arzobispo. Contestaciónrf «» capitulo de la pastoral 'Catolicismo y Protestantitmo>.—8ep-tiembre de 1903.—Montevideo.—En 8.", 20 pAgs.

PANNI"Y ZAB, (Guzmán).—Soledades, por Carlos Soxlo Conferencialeída en el Cluu «Vida Nuova> el 15 de agosto do 1902.—Montevideo,•^Tipografía La Tribuna Popular —En 8.°, 81 pAgs.

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304 VIDA MODERNA

RAJIASSO, (A. L.)~Xuestra Política. (Ojeada de conjunto). Confe-rencia dada en el salón de netos públicos del club «Vida Nueva > el 12de septiembre de 1803.—Montevideo.—Imprenta Artística de Dorna-leche y Reyes. 1902.- En 8.°, 15 págs.

Memoria del Hospital de Caridad, correspondiente al año 1901.—Montevideo, 1802.—En i.', SOÍ paga, 4 cuadros y 11 láminas.

SABORIDO, (Sebastian).—Sobre el rédame y la forma de verse libreel comerciante de la plaga de anunciadores. Reflexiones de interéspuramente comercial.— Montevideo.—Imprenta El Siglo Ilustrado,1902. —En 8.°, 15 págs.

MEUXIER, (Estanislao.)—Geología, traducida por Agustín A. Jfusso.Con un estudio sobre las nociones generales de la composición de lacorteza terrestre, tomado de la Geología deC. Velain. — Montevideo.—Imprenta El Siglo Ilustrado. 1902.—En 8.°, xxiv y 80 paga.

DIRECTOBES:

RAPAKI, ALBEBTO PAÍ.OKEQÜE.

RAÍH, Hoxiyno BI'STAMANTE.