Yo Estuve Ally
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Yo Estuve Ally
Autor: René Julio Milla Auger
Dedicado a Patricio Vivar G. y Jonathan Arce S. oriundos de la X Región
Hombres que han visto de frente la muerte en el mar
Cuando uno recorre los canales y fiordos que bañan nuestras costas, de Chile, se
encontrara con hechos tan sorprendentes que el relatarlos es difícil, sin embargo
aquellos que los han vivido, en muchas ocasiones no tienen palabras para definir
lo que ha ocurrido exactamente en ese instante, es lo que les ha tocado vivir, la
experiencia de mirar de frente, los que pueden ser los últimos momentos de su
vida y cuando emergen de esa pesadilla real, parece que fuera un grito ahogado
de “Yo Estuve Ally”…
Mirando La Muerte
Llegamos a el área de Wamblin, a unas 80 millas náuticas (1800 mt, una milla),
comenzamos a calar los espineles (cabos con anzuelos, con un boyarín delante y
otro al final de la línea), íbamos a recoger bacalao, una pesca de profundidad, así
que al contramaestre le dijo el capitán, que calara a 2500 metros de profundidad y
después nos informo que en el meteo (condiciones climáticas que se dan a las
embarcaciones) se había informado que venia rachas de cincuenta nudos, con
incremento, así que tiramos las redes y había que fondear a unos mil metros mas
o menos y comenzó el temporal a aumentar y azotarnos, olas de 20 metros de
altura, era una marejada poderosa, el barco subía a la cresta de la ola y se
sumergía hacia las profundidades. Nos fuimos a dormir, no había nada más que
hacer solamente, esperar que la tormenta pasara.
Al otro día en la mañana el capitán, comenzó a gritarnos que nos levantáramos
que un buque se nos venia encima, no le creímos y seguimos durmiendo hasta
que el gobernante de la nave, empezó a comunicarse por radio al otro navío y el
otro capitán contestaba en otro idioma y no se le entendía nada, cada vez que la
ola levantaba nuestra embarcación, se veía el otro buque avanzar hacia nosotros
y al bajar la cresta del agua, se nos perdía toda visibilidad, desaparecíamos en el
mar, seguían tratando de comunicarse con la nave que venia de frente a la
nuestra, se escuchaba la comunicación radial pero el otro barco no nos podía ver
por el tremendo oleaje y de pronto se escucho por la radio, alguien que hablaba
español y el tripulante que traducía comunicaba que no se veía nuestra
embarcación, así que se me ocurrió decirle a mi capitán, que tomara la carta de
navegación y le diera nuestras coordenadas…
Cuando el capitán del otro navío, se dio cuenta que con el rumbo que traía nos
iba a partir en dos, sonó la sirena que parecía que hubiese estado encima de
nosotros, así que pregunto hacia ¿donde quería que cayera su buque?, nuestro
capitán le dijo que para cualquier lado, comenzó a girar a babor (izquierda) el
gran barco, era un mercante de trecientos metros, al cual vi., pasar la guata de
costilla frente a mis ojos, aproximadamente a unos diez hombres de distancia y de
nuestra embarcación, nunca había visto tal cantidad de acero tan cerca, pensé
que nos golpearía con la popa, sin embargo la pericia del capitán extranjero no
nos toco, continuando su rumbo, suerte que fue de mañana, a la hora que hubiese
sido de noche, perdemos la vida…
En otra ocasión…
Tenemos que hacer un plan de pesca dijo el capitán, aquí no nos podemos poner
a pescar, por que es una ruta de navegación, así que por esta latitud y con esta
longitud estaremos bien. Estábamos pescando frente a las costas de Valdivia con
el mar en calma, desafortunadamente tuvimos una pana de motor y esperábamos
el repuesto y nos dimos cuenta que un barco se dirigía a nuestra posición,
tratamos de comunicarnos con el navío que se venia acercando y este no
respondía, así que un compañero precavido, se le ocurrió la brillante idea de bajar
la balsa y alejarnos por seguridad y estando a unos treinta metros de nuestra
nave, el barco mercante partió en dos a nuestro barco artesanal, en el cual
habitualmente formamos un equipo de trabajo seis o siete tripulantes, la nave
siguió de largo en su rumbo y sin detenerse, nosotros quedamos impactados y nos
dimos cuenta cuando se alejaba, que lo mas seguro es que el piloto automático
gobernaba ese navío, sin una debida guardia, dejándonos completamente a la
deriva en las aguas oceánicas…
Una vez…
Embarcamos un par de turistas que necesitaban transporte, un padre con su hija
de aproximadamente unos siete años, querían trasladarse por el archipiélago así
que le dijimos que lo hiciera en nuestra embarcación.
Era la primera vez que veían las aguas del golfo el Corcovado tan tranquilas
estaban como un espejo en el cual uno se podía mirar, paz, tranquilidad,
hermosura, llevábamos unos quince minutos navegando y me di cuenta que la
pequeña niña extranjera iba en la popa y me inquiete por que no quería que
sufriera un accidente. Llevábamos una tripulación de treinta hombres con destino
a una faena de erizos en las afueras de la costa. De pronto le digo a la niña que
se vaya mejor para la cabina, por que donde estaba era peligroso, se podía caer al
agua y con los botes que traíamos amarrados a un cabo de perlon que debía
aguantar unas cien toneladas, uno no sabe lo que puede suceder, un mar tan
tranquilo es un paseo, pero las aguas de este golfo son enigmáticas y celosas, la
niña me quedo mirando, como si entendiera lo que le decía pero no quería hacer
caso, dio vuelta la mirada hacia las embarcaciones que tirabamos y de pronto sin
explicación alguna se corto el cabo que traía unidas las embarcaciones, un
desastre, lo mas extraño es que estos cabos no se cortan a no ser que sea adrede
o por una tormenta, puesto que los implementos para trabajar en el mar,
comienzan recién después de los primeros cinco puntos de seguridad en tierra, y
menos caer en la forma que lo hizo, una de sus puntas fue huinchada hacia los
botes y la otra se desplazo al agua ¿sin que se devolviera hacia atrás?, tal cual si
la hubiesen dejado caer en la mar con suavidad, quede impresionado y temeroso
primera vez que veía un acontecimiento de esa magnitud en los años que llevo
navegando y la niñita mirándome. Me dio susto, así es que me fui donde el
capitán y le dije que diera vuelta por que los botes estaban a la deriva y no me
creía, dijo que estaba payaseando, hasta que miro y quedo con la boca abierta,
expresando en su rostro ¿Qué paso?, lo mire y me encogí de hombros, recogimos
los botes y llegamos a Melinka, donde supuestamente se bajaban nuestros
pasajeros, el gringo nos dijo, que esa no era la isla a la cual iba, la otra era la isla
Ken y esa isla si es que estaba lejos y solo con su hija ¿Qué extraño? Lo que si
nos percatamos era que llevaban comida para unos cuatro meses, carpas de
campaña y ropa impermeable mas lo que realmente nos dejo con la duda, era que
la niña apuntaba a las estrellas y le decía algo al papa en su idioma, que uno no
entendía, por que con suerte, paso por fuera de la escuela, el extranjero hizo un
trato de dinero en cervezas, así que zarpamos con esa dirección, que queda en un
cordón de islas; Johnson, Ipur; Wanblin, Ken, Tres Dedos, Tenquehuen y ahí los
desembarcamos, bajaron a tierra y la niña apunto inmediatamente al cielo con su
mano y el papa sonrío, no quisimos quedarnos a saber que estaban esperando,
pero nos dimos cuenta que venían en busca de encuentros con alienígenas,
OVNIS y que la pequeña era como un barómetro de aquellos lejanos visitantes.
Esta cadena de islas se encuentra geográficamente frente a Puerto Aguirre en el
Archipiélago de las Huaitecas, Región de Aysén, Chile…
En otra oportunidad:
Faltaba un tripulante y llego un chico que trajo el capitán, el que sabia el trabajo
del mar, recolectar sus frutos, así es que le dijimos que se embarcara esta era una
faena para ir a pescar bacalao, así que embarco el muchacho pero antes le
pregunte, ¿te mareas con facilidad? y me dijo que no y agrego, que el siempre
veía pasar las naves y quería saber que sentía ir de pesca en una de estas
embarcaciones, así fue como comenzamos a navegar por el río y salimos a la mar
abierta y le dije que me acompañara al puente de mando, le iba a enseñar a
gobernar, gobernar no es difícil lo complejo es aprender hacia donde se va el
gobernante de la nave, por los distintos oleajes y mareas que existen en las aguas
oceanicas y de pronto el chico se comenzó a poner verde por el mareo y no
aguanto mas y se fue al camarote, de los nueve días que estuvimos navegando
los nueve estuvo pegado al piso del barco, hay jóvenes que creen que la mar es
un viaje de paseo. A nuestro regreso, remontamos el río para ir al muelle y el
tripulante que venia emborrachado, como por arte de magia se recupero, saltaba
en cubierta, feliz de estar nuevamente de vuelta, así que el capitán me pregunto
como le íbamos a pagar, si no había hecho nada, le dije, pero estuvo ahí con
nosotros en la faena, así que le toca, la media parte, por la ley que usted mismo
ha instaurado en su nave, por que esta fuera, que lo allá pillado el mareo, así que
esto le comunicamos al novato y este muchacho solo quería desembarcar. De
un salto subió las escaleras del muelle y al enfrentar la calle, se desplomo le había
venido mareo de tierra, entre dos no pudieron sostenerlo en pie, lo dejaron
sentado en una garita, para que cuando pasara la micro se subiera y se fuera,
nunca mas lo vimos y tampoco vino a cobrar su dinero, al parecer se le quitaron
las ganas de ser hombre de mar…
Estando en Cucao:
Caleta Zorra cerca de Tantauco andábamos en la pesca de corvinas, estábamos
clavando espineles y resulta que al tirar un cabo con una la boya que había
recogido anteriormente, se me enredó en la bota sin darme cuenta y golpeándome
en el pecho me arrastro al agua, las botas las tenia amarradas al traje térmico y
me comencé a hundir por que me llene de agua por dentro, entendía que si no
trataba de luchar por mi vida me ahogaría, en la lancha pensaron que estaba
tomándoles el pelo, por que soy marino, ya mas de una treintena de años y hay
veces que uno hace tales bromas, sin embrago me hundía con el peso del agua y
luchaba, manoteaba por salvarme y con la marejada que había en ese lugar poco
avanzaba y casi no flotaba, veía que la lancha venia a buscarme pero como
estaba tan fuerte el oleaje no me mantenía en la superficie, además si me
quedaba en la superficie los motores de la embarcación podían pasarme por
encima y morir entre sus hélices, estaba realmente asustado no podía mas, así
estuve luchando por unos 20 minutos, tiraban cabos y no los alcanzaba, habiendo
otros cabos preparados para estas emergencias y no salía a flote, ya me había
rendido, no llegaba a la superficie, que desesperación, solo pensaba en mi familia
que estaba tan lejos y yo aquí en el mar hundiéndome, de pronto un cabo llego
justo a donde estaba y me sujete lo mas firmemente que podía y consiguieron
sacarme a flote, me subieron a la lancha y quede tumbado del esfuerzo que había
hecho, mis piernas eran como lanitas y los brazos no los sentía, pero el mar me
devolvió y le estoy agradecido que no me cobro la vida y hundiéndome en sus
aguas…
En otra marea:
Estábamos en el golfo el Corcovado y nos dirigíamos a el cerro Corcovado,
cuando unas tres horas antes de llegar a nuestro destino, nos comenzó azotar una
marejada que hacia que nuestra lancha de doce metros de largo, se escorara
hacia la derecha primero, botando todo lo que había en el interior de nuestra
embarcación, se rompió el televisor, la cocina a leña salto lejos, menos mal que
iba sin fuego o si no se hubiese provocado un incendio al interior de la
embarcación, en ese instante nos azotaron, una ola por babor y la otra
consecutivamente por estribor y al mismo instante dejándonos helados nos golpeo
una ola de frente, quebrando el ventanal delantero dejándonos sin instrumentos de
navegación, seguidamente a esto la lancha se encaramo sobre una ola parece
que íbamos surfeando, lo único que estaba dentro del agua era la hélice
estábamos perdidos y de pronto la ola salto sobre un roquerío dejándonos en la
playa varados, así es que lanzamos una bengala para avisarle a la nave que venia
detrás, para que se fondearan y así lo hicieron, un nochero nos fue alumbrar con
un foco por que vio el desastre, pasamos la noche entera ahí y al otro DIA cuando
vimos lo ocurrido en la noche anterior no queríamos creerlo fue una salvada de
esas que no se cuentan dos veces…
Estábamos en Quilalat
entre caleta Inio y Quellón, costa del golfo el Corcovado trabajando en la jaiva, lo
que relatare sucedió en Puerto Viejo, llevábamos un ancla que pesaría cien kilos
aproximadamente en la proa de la embarcación, decidimos no tirarla por lo pesada
que era, yo dormía en el motor, así es que se sentía todo lo que ocurría en
cubierta, en la noche se sentían pasos y al pasar los días les dije a los muchacho
que no se levantaran en la noche a orinar , era mejor que dejaran un balde
adentro por si acaso para evitar que alguien se accidentara en la penumbra, pero
ellos me contestaron que nadie se levantaba en la noche, así es que esa noche
puse oreja, se sintieron unos pasos y salí a ver y no había nadie en cubierta, me
fui a costar nuevamente y otra vez los paso y nuevamente nadie, me quede
dormido de tanto esperar…
Al otro día el ancla había desaparecido, pensé que mis compañeros la arrojaron al
mar, por que se necesitaban dos o tres para hacer esta maniobra les pregunte y
nadie había sido, el ancla tenia un cabo largo que tampoco se encontraba, así es
que la buscamos por todos lados y ni luces de ella, además que el agua era clara
donde estábamos y se podía ver el fondo con marea baja, así pasamos nueve
días en ese lugar, la ancla la dábamos por perdida y me di la ultima vuelta a ver si
la lograba divisar y toco la casualidad que ahí estaba al lado de la embarcación,
quede totalmente sorprendido, subimos el ancla a bordo y hasta el día de hoy, el
suceso no tiene explicación para todos los tripulantes de esa lancha…
Existe una historia:
Una lancha de bacalao la ultima de su clase hecha a mano y de madera, de largo
tenia 18 metros, sucedió en la isla Williams, frente a la isla Ken en el Océano
Pacifico, vinieron unas marejadas tan grandes en contra de la Nave que la
azotaban cual si fuese una cáscara y así pasaron varias horas de la lucha del
hombre contra el mar y de pronto este se embraveció a tal punto que se extendió
levantándose en su extremo salvajismo, sostuvo el navío entre sus aguas
tomándola y haciéndola pasar por veinte metros de altura y dejándola caer en una
grieta en la cual azotaba el agua de mar interiormente, con una fuerza
descomunal, un tripulante que iba sobre cubierta fue lanzado y encontrado sobre
una roca sentado tal como si lo hubiesen dejado ahí, para que contara la historia
de lo sucedido, este joven no decía nada cuando lo encontraron los marinos,
estaba mudo de haber presenciado el cruento espectáculo, del cual el mar fue el
único participe, en la cavidad hecha en la roca se encontró la embarcación con su
proa al cielo, la enterró de popa en ese lugar, un enmarañado de cabos que nadie
entendía y la tripulación toda muerta y en descomposición, excepto el hombre que
estaba en la punta de la piedra mirando desorientado al horizonte…
En el canal Santo Domingo:
Entre Melimollu y Raúl Marin Balmaceda estábamos en una faena y nos tomo por
sorpresa un temporal, había que actuar con rapidez, me puse una soga en el
cuerpo y me tire al agua, llegue a la orilla fondeábamos con la lancha de trabajo
cerca de la costa y con un cabo que llevaba amarrado a mi cuerpo, lo ate a un
árbol y comenzamos las maniobras de salvamento de nuestros compañeros, pero
dos botes se fueron y no los pudimos rescatar, estaban con el resto de la
tripulación. En este temporal decíamos que los habíamos perdido y nada se podía
hacer hasta que pasara este monstruo, unos me alegaban que tenia el corazón
duro pero si arriesgaba mas gente y moría en el intento eso si que hubiese sido
una irresponsabilidad de mi parte, así es que aguante sus duras criticas, pero que
le íbamos hacer, donde manda capitán no manda marinero, esperamos que
clareara para comenzar las maniobras de búsqueda y rescate de los cuerpos y de
pronto en una pequeña ensenada estaban los botes intactos con nuestros
compañeros de faena, nos miramos todos, para no creerlo, por que la única
entrada a esa pequeña ensenada no tiene mas de tres metros de ancho y
nuestros amigos estaban ilesos, las cosas del mar son especiales y diversas,
¿caprichos de la naturaleza o gobierno de algo o alguien que no toma las vidas al
azahar?…
FIN