Yo Visite Ganimedes Yosip Ibrahim

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YO VISITÉ GANÍMEDES ... El mundo maravilloso de los OVNIS YOSIP IBRAHIM Este libro fue pasado a formato digital para facilitar la difusión, y con el propósito de que así como usted lo recibió lo pueda hacer llegar a alguien más. HERNÁN Para descargar de Internet: “ELEVEN” – Biblioteca del Nuevo Tiempo Rosario Argentina Adherida al Directorio Promineo FWD : www.promineo.gq.nu

Transcript of Yo Visite Ganimedes Yosip Ibrahim

  • YO VISIT GANMEDES

    ... El mundo maravilloso de los OVNIS

    YOSIP IBRAHIM

    Este libro fue pasado a formato digital para facilitar la difusin, y con el propsito de

    que as como usted lo recibi lo pueda hacer llegar a alguien ms. HERNN

    Para descargar de Internet: ELEVEN Biblioteca del Nuevo Tiempo

    Rosario Argentina Adherida al Directorio Promineo

    FWD: www.promineo.gq.nu

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    Este libro para muchos es fantasa o ficcin, para otros verdad, y para muy pocos un

    hecho; pero, Por qu no hacer de ese Mundo Fantstico, de esa Sociedad Perfecta y de aquella Raza Suprema una realidad?. Pensemos bien lo que estamos haciendo con nuestro

    mundo y a donde encaminamos la raza con esta sociedad.

    Transcripcin realizada textualmente del libro: "YO VISITE GANIMEDES"

    ...el mundo maravilloso de los OVNIS Yosip Ibrahim

    Fechas 22 y 24 de Agosto de 1972

    Registro No. 345-D Lima-Per

    I N D I C E

    Nota Editorial Palabras del Autor PRIMERA PARTE Captulo I - La Visita del Ovni Captulo II - La Visita a Ganmedes Captulo III - El Viaje SEGUNDA PARTE - Lo que nuestro amigo me narra Captulo IV - Quines son los hombres de Ganmedes Captulo V - Cmo son las mquinas que llaman OVNIS Captulo VI - Las bases en el Espacio Captulo VII - Cmo es Ganmedes Captulo VIII - Cmo es la vida en ese mundo Captulo IX - La Cuarta Dimensin Captulo X - Mundos en que no existe la muerte - La Reencarnacin Captulo XI - La Vida en la Cuarta Dimensin TERCERA PARTE La Civilizacin de Ganmedes Captulo XII - La Cultura y la moral en ese mundo Captulo XIII - El "Reino de Munt" - Su organizacin poltica, social y econmica - Como funciona ese rgimen Captulo XIV - Un mundo sin ejrcitos ni polica Captulo XV - La Religin en el Reino de Munt Captulo XVI - Relaciones extraterrestres con la Tierra - El origen de las razas - La desviacin del Nilo

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    - La fundacin del Imperio Egipcio - La destruccin de Sodoma y Gomorra - El paso del Mar Rojo - Visitas de Moiss a la cumbre del Sina - El "man" del cielo - Construccin del Arca de la Alianza - Visitas de Profetas al Reino de Munt - El enigma de la "Estrella de Belem CUARTA PARTE El "Fin de los Tiempos" y la Gran Misin Actual Captulo XVII - Una civilizacin que agoniza Captulo XVIII - El Juicio Final Sus causas Captulo XIX - El Juicio Final (Cont.) El misterio de los Nmeros-Clave - Sus efectos y desarrollo - Interpretacin del JUICIO Captulo XX - LA NUEVA ERA - Palabras del Autor

    NOTA EDITORIAL

    Yosip Ibrahim, miembro de una de las ms antiguas escuelas esotricas, al presentar este trabajo hace tan desconcertantes revelaciones; tan audaces declaraciones, que el libro "Yo Visit Ganmedes..." habr de causar profundo impacto en todas las esferas del gran pblico.

    El trascendental mensaje que encierra, compromete la opinin de los ms opuestos sectores de nuestra humanidad. Cientficos, tcnicos, polticos, religiosos, econmicos, sociales, materialistas o no, encontrarn en esta obra, seguramente, muchos motivos de apasionada discusin.

    Pero la exposicin que el autor desarrolla, y las explicaciones que da, basndolas en hechos comprobados desde remotas pocas, en muchos casos, nos llevan a recomendar su estudio con prolijo cuidado y con serena elevacin, muy especialmente si tenemos en cuenta la reiterada declaracin que hace de que este libro no es fantasa literaria ni ciencia-ficcin, sino un "mensaje verdico" para fines ulteriores en bien de la humanidad.

    Ante las impresionantes revelaciones de Yosip Ibrahim no queremos ser ni crticos, ni jueces. En un asunto de tanta importancia para nuestra humanidad, preferimos que sea el pblico el que pronuncie el veredicto.

    PALABRAS DEL AUTOR

    S que muchos pensarn que miento, y me expongo al ms acerbo ridculo ante el concepto adocenado de

    aquellos que, siguiendo la corriente del pensamiento comn de las gentes "serias", no se atreven a hablar en pblico de asuntos que, todava, no han sido comprobados cientficamente por ese conjunto muy respetable de sabios de la Tierra que -igual a sus colegas de antao-, solo aceptan los fenmenos producidos por ellos mismos en sus propios laboratorios y dentro de sus propios mtodos o sistemas de investigacin.

    Pero al escribir estas lneas, por extraas que resulten a todos ellos, me limito a cumplir la promesa empeada a un hombre al que me uni la ms estrecha y fraterna amistad; un hombre cuya sinceridad y correccin de conducta pude apreciar desde los das lejanos del colegio, quin me narr los hechos a que voy a referirme, dndome pruebas irrefutables de su verdad, antes de abandonar este planeta para ir a vivir en otro lejano astro de nuestro sistema solar.

    Ya no me importa la risa burlona de muchos, ni la piadosa idea de quienes piensen que he perdido la razn. Cumplo la palabra dada al hombre que fue para m un hermano, y declaro, con todo el valor ante el escarnio, que los hechos extraordinarios motivo de esta narracin no han sido fruto de una mente alucinada, ni producto de una fantasa de escritor, si no la realidad cruda y tangible, asombrosa es cierto, pero vivida conscientemente por un hombre de esta Tierra que hoy se encuentra, muy lejos, en el Cosmos...

    Yosip Ibrahim.

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    YO VISITE GANIMEDES

    Primera Parte

    C A P I T U L O I

    La Visita del OVNI Fui amigo de Pepe desde nio (permtaseme guardar respetuoso silencio sobre su verdadero nombre).

    Crecimos juntos, y juntos pasamos, tambin, las etapas de la adolescencia, la juventud fogosa y alegre, y la madurez reposada de hombres comunes y amantes de la vida hogarea, de esa vida modesta y sencilla que hacen en este mundo millones de seres de clase media. Ambos, igualmente, pudimos disfrutar de una educacin esmerada para asegurar una vida cmoda y respetable que, sin estar exenta de las luchas y problemas comunes a la generalidad, nos permiti formar hogares dignos. Pepe y yo tuvimos la suerte de encontrar esposas buenas, comprensivas, hacendosas, y aunque l no lleg a tener hijos, como yo, haba disfrutado de treinta aos de vida conyugal verdaderamente feliz. Con laboriosidad y honradez logr reunir lo preciso para rodear a su esposa de los elementos suficientes para una vida tranquila, y en los ltimos aos de su matrimonio gozaron de la comodidad de una casa propia, rodeada por amplio y hermoso jardn.

    As lleg el momento en que el destino dispuso la separacin de los dos cnyuges; una noche, de manera intempestiva, dej de latir el corazn de su dulce compaera, y desde ese instante cambi la vida de mi amigo por completo. Siempre haba sido aficionado al estudio de temas profundos. Conoca a fondo la Psicologa, la Filosofa y la Metafsica; las ms de las veces, dedicaba largas horas a la investigacin del pasado de la humanidad y en la resolucin de problemas relacionados con la Vida y con el Cosmos. A la muerte de su esposa, despus de los primeros das del fatal impacto, se haba encerrado en su casa, en medio de sus recuerdos y sus libros, siendo para mi, tarea tremenda el lograr sacarlo, de rato en rato, para procurarle alguna distraccin.

    Transcurrieron varios meses desde el sepelio de su seora, y nuestra amistad, cada vez ms estrecha y ms ntima, hizo que nos viramos y pasramos juntos largas horas todos los das. Lleg a ser cotidiano compaero de mesa de los mos, y mis hijos se acostumbraron a tratarlo como "el to Pepe", y a esperar su llegada con gran inters, porque siempre tena alguna historia amena y divertida que contar... As las cosas -hace de esto apenas dos meses- nos sorprendi no recibir su acostumbrada visita. Esperamos hasta tarde para almorzar, y como no llegara, llam repetidas veces por telfono a su casa, sin obtener respuesta. Sabamos que desde la muerte de su esposa, tena slo a su servicio un antiguo mayordomo; pero se haba habituado a cerrar con llave todas las puertas de la residencia cada vez que sala, y an en la noche, permaneca encerrado en la casa, pues el criado tena un departamento aparte, en el jardn, sin comunicacin alguna con el resto del edificio, ni con el telfono.

    Como el resto del da no lograra comunicarme con l, esa noche insist en mis llamadas, con idntico resultado. Nos extraaba aquel silencio, tan desusado, y sabamos por experiencia que no acostumbraba pernoctar fuera. Por tales razones, al no lograr comunicacin a la maana siguiente, fui en su busca. Encontr al mayordomo nervioso y profundamente extraado.

    -No s nada del Seor -me dijo-. Anteanoche lleg a la hora de costumbre, cerr las puertas como siempre... y no lo he visto en todo el da.

    -Ni a la hora del desayuno? -Tampoco; no ha abierto las puertas en ningn momento...

    Guard silencio. Una sospecha cruz por mi mente. Busqu en mi llavero las llaves que Pepe me diera a

    poco de morir su esposa. En esa ocasin me haba dicho: "Tmalas para que puedas entrar cuando gustes. Si alguna vez no abriese las puertas como todos los das, hazlo t por m... Y si me encontraras muerto, cumple

    las indicaciones de un sobre lacrado que hay en el cajn central de mi escritorio". Con tales pensamientos ingres a la casa acompaado por el criado. Todo estaba en perfecto orden. Incluso la cama no haba sido

    descubierta; pero el cobertor arrugado denotaba que el cuerpo de una persona haba reposado sobre ella sin destapar las ropas. Junto al silln, el cenicero del velador estaba lleno de colillas. Se comprenda que esa

    noche estuvo fumando mucho. Pero ningn indicio de su paradero. Cada vez ms intrigado, luego de buscar por todas partes en la esperanza de hallar algn papel, alguna nota

    que hubiese podido arrojar luz sobre su extrao proceder, tan fuera de su diaria conducta, llam por telfono a las personas con quienes hubiera posibilidad de saber algo. Nadie lo haba visto desde das antes. En cuanto al mayordomo, aseguraba haber hablado con l aquella noche, sin haber notado nada extrao en sus palabras o actitudes.

    Yo no saba qu pensar. Conociendo ntimamente el carcter y los hbitos de mi amigo, no poda aceptar la idea de una aventura romntica o sexual, especialmente en aquellas circunstancias, pues el mayordomo aseguraba haber visto prendida la luz de su dormitorio hasta media noche, hora en que se qued dormido. Por

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    otra parte, la casa dista mucho de la ciudad y el nico medio de comunicacin con ella es por la Carretera Central, y la pista a Monterrico en automvil. Y Pepe no haba sacado, tampoco su carro del garaje.

    Discurramos por el jardn, tratando de encontrar soluciones lgicas a tan extraa desaparicin, cuando

    repar en ciertos detalles que, al principio, no llamaran mi atencin: En la parte central de aquella superficie cubierta de grass, sobre una extensin de unos quince a veinte metros de dimetro, apareca la yerba quemada en un amplio crculo en cuyo centro se apreciaba, tambin, las huellas de aplastamiento dejadas por algn artefacto grande y suficientemente pesado como para imprimir sobre el suelo cuatro grandes agujeros.

    -Quin ha hecho esto?- le pregunt al mayordomo. - No s, seor... -Desde cundo estn esos huecos ac? -No s seor... es la primera vez que los veo. -Y esa yerba quemada? -Yo no la he quemado seor... -Y Don Pepe? -No lo creo, porque hace mucho que no baja al jardn. Mir largamente al hombre en silencio. Estaba nervioso, pero hablaba con franqueza. Lo conozco de aos, y

    siempre fue serio y honrado. Dbamos vueltas en torno de aquellas misteriosas marcas y cada vez nos resultaba ms confuso y enigmtico todo ello. Haba pasado dos horas desde mi llegada. Tena asuntos urgentes que atender en la capital y opt por regresar a Lima. Esta vez, antes de abandonar la casa, cerr con llave todos los compartimentos interiores, dejando abierta la comunicacin con el telfono, y le di instrucciones al mayordomo de comunicarse diariamente conmigo en caso de que Pepe tardase en regresar.

    Por el trayecto, durante la media hora que se emplea desde Monterrico hasta Lima, trataba de hilvanar mis

    pensamientos y encontrar una respuesta lgica a lo que estaba sucediendo. Mi intimidad con Pepe, que no tena secretos para m, hacame presumir que si hubiera mediado en l algn plan preconcebido, algo de ello me habra dejado entender. Sin embargo, nada hubo en su actitud diaria que pudiese relacionar con lo que estaba sucediendo. Y si esa noche hubiera salido en forma normal de su casa, habra necesitado el carro, que permaneca guardado en el garaje. Caba suponer, en todo caso, que otra persona o personas lo hubiesen recogido; pero eso no poda haber sido sino despus de las doce de la noche, porque el mayordomo aseguraba haber estado despierto, escuchando la radio hasta esa hora, y que antes de dormirse haba visto prendidas las luces del dormitorio de Pepe. Si alguien lo hubiese buscado pasada esa hora, habra tenido que hacer sonar el timbre de la puerta exterior del jardn, y ese timbre se comunica directamente con el departamento del mayordomo. Caba pensar, an, que mi amigo hubiera estado de acuerdo con alguien para que fuera por l; pero en tal caso haban convenido en no hacer ningn ruido perceptible por el criado. Esta deduccin tom cuerpo en m al recordar que no se haba acostado y que el cenicero del velador estuviera lleno de puchos. Ello sugera un plan premeditado por l. De ser cierto, los hechos deban relacionarse con alguna faceta de la vida ntima de mi amigo que yo desconocera. Esto no era lgico para m; al menos as lo quera entender, por la profunda y amplsima confianza existente entre ambos.

    Cuando llegu a mi casa a la hora del almuerzo, la situacin no haba cambiado. Ninguna noticia de Pepe. Y en mi fuero interno no iba cobrando fuerza la sospecha de que existiera en su vida algn secreto, guardado tan celosamente, que ni yo, su confidente, lo conoca...

    Corrieron los das y transcurri una semana sin tener el menor indicio de l. Mi esposa y su empleado me pedan avisar a la polica. A mis hijos, de comn acuerdo con mi mujer, les habamos dicho que estaba de viaje. Yo deseaba ganar tiempo en espera de que Pepe apareciera de un momento a otro, y no quera llegar a medidas precipitadas, por la sospecha de que en todo ello hubiera algn designio privado, voluntario de mi amigo. Varias veces estuve tentado por abrir el sobre lacrado que dejara en el cajn de su escritorio. Pero otras tantas me contuve, obedeciendo el tenor de lo que apareca escrito en ese sobre:

    "Para el Sr. Yosip Ibrahim"

    "Mi querido Yosip": "Si yo muriese repentinamente, rugote abrir este sobre y realizar al pie de la letra todas las indicaciones

    en l contenidas, antes de proceder a mi sepelio. Pero no lo abras por ningn otro motivo". Pepe. Estas enigmticas palabras iban afirmando en mi fuero interno la conviccin de que exista un acto voluntario,

    un determinado propsito slo conocido por l y por quienes, forzosamente, tuvieron que participar en esta sigilosa salida. Por tales razones volv a oponerme a que se tomaran medidas policiales o de otro orden. Pero quines podran ser la persona o personas participantes en tan misterioso proceder?... Con toda prudencia, y sin dar a conocer los verdaderos motivos, indagu entre todas las comunes amistades, relaciones comerciales y de todo orden, siendo negativas cuantas investigaciones hiciera. Nadie saba nada de Pepe.

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    Nuestra intranquilidad aumentaba con el correr de los das, y llegu a temer que hubiese sido objeto de algn atentado por motivos que no alcanzaba a presumir. Al acercarse el fin de la segunda semana sin noticias, nuestra tensin nerviosa estaba a punto de hacer crisis.

    -No podemos continuar as! -me repeta, a cada instante, mi mujer -Debes hacer algo, y de inmediato... no

    te das cuenta que pueden complicarte gravemente por tu inercia, si le ha sucedido alguna desgracia? Cmo explicaras tu silencio... tu calma para denunciar su desaparicin...?

    Eso mismo pensaba yo tambin. Ya haban transcurrido ms de dos semanas. Mi estado de nimo era tal que no poda trabajar ni dormir tranquilo. Aquella noche -dieciocho das exactos desde su desaparicin- mi esposa ni yo pudimos conciliar el sueo. Toda la madrugada la pasamos discutiendo sobre la conveniencia de dar parte a la polica. Al amanecer, estbamos de acuerdo en hacerlo esa misma maana. Como no habamos cerrado los prpados en toda la noche, el cansancio nos venci y ambos nos quedamos dormidos. Pero no dur mucho nuestro descanso. A las ocho de la maana, el timbre del telfono, sonando insistentemente, nos despert.

    -Al! Eres t, hermano? -pregunt la voz de Pepe al otro extremo de la lnea. -Qu te ha sucedido!... dnde has estado"... de dnde llamas? -Hablo de mi casa. Estoy bien; pero no puedo explicarte nada por telfono. Necesito hablar urgentemente

    contigo, a solas. No le digas nada a nadie. Puedes venir hoy mismo? -Claro!... Voy a verte en cuanto me vista... Pero qu es lo que pasa? -Te repito que no puedo decirte nada por telfono. Perdona las molestias que seguramente les he

    ocasionado, segn lo que me cuenta Moiss. No ha estado en mis manos el evitarlos. Abrazo a Rosita y a los chicos y ten la bondad de venir lo antes posible, pues el tiempo apremia. No me preguntes nada ahora. Cuando ests ac te lo explicar todo...

    Dos horas ms tarde al llegar a su casa, sali a abrir Moiss, el mayordomo. El hombre era presa de fuerte

    excitacin, y sin darme tiempo a preguntar nada, me dijo apresuradamente: -Seor! Anoche lo trajeron... en un "platillo"!...con estos ojos lo he visto!... Era una mquina enorme... de

    esas que dicen que vienen de otros mundos...! Hablaba mientras nos dirigamos a la casa atravesando el jardn; y antes de entrar me seal el centro de la

    explanada de grass. -All estn de nuevo, las marcas que vimos la otra vez...! Se acuerda seor, de la yerba quemada y de los

    huecos que nos llamaron la atencin?... Los ha hecho el "platillo"...! Pepe sali a recibirme y me condujo directamente a su escritorio. Yo me haba quedado mudo. Las palabras

    del criado eran algo inexplicables para m. Y mi amigo no me dio tiempo a salir del asombro. Actuaba con rapidez pero con sereno aplomo. Como viera, en mis ojos, la emocin que me embargaba, sonri.

    -Te voy a servir un whisky. Comprendo lo que te pasa -me dijo- y necesitas estar tranquilo, para que puedas poner toda tu atencin en lo que debo explicarte.

    -Pero...! qu significa eso del "platillo"? -Veo que ya Moiss te lo ha dicho-. Hizo una pausa mientras me serva el licor, y hacindome tomar asiento,

    continu: -Comprendo tu estado de nimo y deseo enterarte de todo, comenzando desde el principio. -Pero... dnde has estado? por qu no nos avisastes nada? -No poda... Todo fue vertiginoso, imprevisto hasta cierto lmite. No me fue posible comunicarme con nadie,

    pues me llevaron fuera de este mundo... Escchame tranquilo y no pienses que me he vuelto loco. Lo que te acaba de decir Moiss es cierto: He viajado en un OVNI, en uno de esos aparatos a los que el vulgo ha bautizado con el nombre de "platillos voladores"... He conocido un mundo maravilloso... un verdadero paraso!... y voy a regresar a l...

    -Qu...!! -Si, Yosip... Comprendo tu asombro y tengo que enterarte minuciosamente de todo lo sucedido; y, adems,

    pedirte que me ayudes a arreglar mis asuntos personales, porque dentro de quince das volvern por m... -Quines...? De qu ests hablando...! Pepe guard silencio. Me mir profundamente. En sus ojos cre advertir un brillo extrao, una expresin

    desusada en l. Su mirada pareca penetrar hasta lo ms recndito de mi conciencia, y sent la rara impresin de que, a travs de esa mirada, una voz me hablara con palabras inaudibles pero que poda entender en lo ms hondo de mi ser y que me deca: "Espera y escchame con toda atencin!"

    Abri el cajn de su escritorio y extrajo el sobre lacrado. -Te acuerdas de esto? Asent con la cabeza. El abri el sobre y, extrayendo un voluminoso paquete de documentos continu: -Vas a conocer, ahora, lo que te peda hacer en caso de mi muerte. Las circunstancias han cambiado en

    forma tan imprevista; los hechos a que voy a referirme han modificado de tal manera mi vida, que voy a poner en prctica todo lo que en este sobre te indicara, con la nica excepcin de aquellos detalles que se referan a mis instrucciones post morten, que ya no van a ser necesarias. Pero antes, promteme guardar el ms estricto secreto, mientras yo permanezca ac, sobre todo lo que ahora vas a conocer, secreto que mantendrs hasta que yo me haya ido de este mundo.

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    -Ests hablando en serio? -Enteramente... Y por eso te pido que guardes el ms absoluto silencio sobre todo lo que vas a conocer y

    sobre los pasos que ambos hemos de dar en estos das... No me interrumpas! Voy a revelarte un detalle ntimo de mi vida que nadie conoce en este pas. Lee esto...

    Me alcanz un documento que haba extrado del sobre. Era algo as como un diploma, escrito en lenguaje que yo no conoca, y adornado con extraos smbolos y figuras orientales.

    -Est escrito en snscrito -me dijo-, y es el ttulo de admisin en una antiqusima orden esotrica secreta, a la que pertenezco desde hace ms de treinta aos. Ya tu sabas de mis estudios filosficos y metafsicos; pero nunca pude revelarte que esos estudios estaban tan avanzados que haba llegado al dominio de conocimientos y desarrollo de facultades que muy pocos poseen en este mundo. Desde la muerte de Marita me propuse investigar, en ese terreno, el enigma apasionante de los OVNIS. Tena referencias especiales acerca de ellos y, al amparo de los poderes adquiridos en mi largo adiestramiento esotrico, inici la labor de hallar la forma de comunicarme con los seres que los dirigen. Despus de largos meses de esfuerzos logr una primera comunicacin mental, que luego se repiti, telepticamente, de manera ms convincente y positiva. Pude llegar a captar un mensaje inteligible y, al cabo, una conversacin concreta y plenamente satisfactoria. De tal suerte, la noche aquella, en el ms profundo secreto, me haba preparado para recibir un nuevo mensaje... pero en vez del mensaje llegaron ellos, en persona... Haba establecido, horas entes, la comunicacin acostumbrada, y por toda respuesta recib esta orden: "Espranos!"

    -Pero hablan nuestro idioma! -No es exactamente eso... El lenguaje hablado o escrito necesita de la emisin de sonidos, de estructuracin

    de palabras y frases. El lenguaje teleptico, por medio de la transmisin del pensamiento, no tiene esas limitaciones. El pensamiento se manifiesta a travs de ondas electromagnticas parecidas a las que emplean la radio y la televisin, y que, en verdad, se encuentran muy cerca de stas en lo que podemos llamar la "escala csmica de frecuencias". Nuestro cerebro, y todo el sistema nervioso, pueden ser comparados con un sistema transmisor-receptor, de una sutileza y calidad muy superiores a todas las mquinas creadas por el hombre. De tal manera es posible comprender cmo se producen los fenmenos de ideacin, o formacin de imgenes internas dentro del circuito cerrado que constituye nuestro cuerpo, en otras palabras, cmo pensamos; y tambin la posibilidad de emitir esas ondas y de recibirlas, segn sea la potencia y la habilidad que se tenga para efectuar ese trabajo. Me comprendes?... As nos entendimos... Dos horas ms tarde, en la madrugada, una luz poderosa ilumin el jardn y v descender, suavemente, la mquina...

    -Cmo son...? -Muy parecidos a nosotros, aunque poseen caractersticas especiales, diferencias propias a un desarrollo

    evolutivo con un milln de aos, aproximadamente, ms adelantado que el nuestro... Pero permteme continuar, que, en su momento, conocers todos esos detalles. Debo confesarte que, pese al fuerte dominio propio a que estoy acostumbrado, como fruto de la frrea disciplina que seguimos en la Orden, la presencia de aquella nave extraterrestre en mi jardn me produjo una viva emocin. Sal a la puerta y esper. Lentamente se descorri un pao de la cpula metlica del "platillo", dejando al descubierto el marco de una entrada. En ella aparecieron dos personas vistiendo algo as como las escafandras que utilizan nuestros astronautas. Se detuvieron en esa puerta y, mientras de la mquina se proyectaba una escalera mecnica, mi cerebro capt claramente la invitacin que me hacan para acercarme y subir al aparato. Venciendo el temor que la parte material de mi naturaleza humana imprima en mi conciencia, obedec. Me recibieron con demostraciones inequvocas de satisfaccin, y en el silencioso lenguaje teleptico que nos comunicaba se me hizo saber que era bienvenido, y tenan la misin de conducirme ante sus superiores para mostrarme cosas que los hombres de este mundo deban conocer. Fui guiado amablemente al interior. Era un recinto circular rodeado de tableros de control. Algo as como la sala de comando de un submarino o una cabina de controles electrnicos. Ah nos esperaban otros tres tripulantes, y el que pareca ser el jefe me ofreci una vestimenta parecida. Me dijeron que bamos a viajar fuera de la tierra. Que no temiera nada, porque su misin era de paz y de enseanza. Que cumplan rdenes sabias que slo buscaban el mejoramiento de todos los habitantes de nuestro sistema solar, y que las preguntas que lean en mi pensamiento seran satisfechas, nicamente por sus superiores.

    Se haba cerrado la compuerta del exterior y vi cerrarse, igualmente, otro mamparo de separacin interior. Mientras los dos que me recibieran fuera me ayudaban a vestir esa extraa escafandra, los otros ocuparon sus puestos junto a sendos aparatos con mltiples botones. Se escuch un ligero silbido y la vibracin de todo el conjunto me dio a entender que partamos. Uno de mis asistentes me invit a mirar por un amplio ventanal, y mi sorpresa fue grande al ver que nos elevbamos con tal rapidez que la Tierra empezaba a verse en toda su redondez y, segundo a segundo, ms pequea. Al preguntarles a qu velocidad bamos, sonrieron.

    -Estamos empleando marcha lenta hasta salir de la atmsfera de este mundo -fue la respuesta-. Ms adelante utilizaremos velocidad de crucero.

    Pasaban los minutos. Desde el ventanal contemplaba absorto, cmo se alejaba la Tierra que ya no era sino una simple bola, cual una pelota de ftbol. De pronto un nuevo silbido y una trepidacin ms fuerte me hicieron notar que la velocidad aumentaba. El espacio que nos rodeaba, fuera de la mquina, era negro, tachonado de diminutos puntos luminosos. En un corto lapso nuestro planeta se estaba convirtiendo en uno de esos lejanos puntos, y no pude menos que sentir un escalofro en todo mi ser. Mis dos acompaantes me observaban, y uno de ellos me puso una mano en el pecho. Experiment la sensacin de que por mis venas circulara una

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    fuerza extraa, algo as como el efecto de un estimulante cardiaco en los casos de shock. El conato de desvanecimiento desapareci y minutos despus me senta reconfortado y sin ningn temor.

    Me invitaron asiento en uno de los raros pero muy cmodos sillones que haba en el recinto. Todo el conjunto tena aspecto metlico; pero en los sitios de contacto con el cuerpo era de suavidad y plasticidad superiores a cualquier otro material que yo conociera.

    Consult mi reloj y vi que haba transcurrido una hora desde la partida. Mientras descansaba, trat de calcular la distancia que nos separaba de la Tierra, que slo era como un gran lucero en el espacio, y mi asombro no tuvo lmites al darme cuenta que debamos encontrarnos a muchos cientos de miles de millas...

    Los tripulantes estaban dedicados a observar los mecanismos de control, y pocos minutos ms tarde me llamaron al ventanal. Frente a nosotros, muy lejana an, se distingua una luz celeste que se agrandaba rpidamente.

    -Esa es nuestra base -me dijeron-. Al mismo tiempo not que la mquina disminua su velocidad. El foco luminoso acercbase

    vertiginosamente. Dos minutos y pude ver ya, claramente, algo como una enorme bola brillante que, a medida que nos fuimos acercando mostraba los contornos de una gigantesca estructura metlica esferoidal. Nuestra nave fue disminuyendo la rapidez de su vuelo, y pocos segundos ms tarde girbamos en torno de aquella mole suspendida en el espacio. Poda apreciarse una serie de extraas construcciones, posiblemente edificios, y otros aparatos iguales al que ocupbamos, ordenadamente alineados en lo que supuse sera una pista circular de estacionamiento. Nuestra mquina se detuvo exactamente sobre el centro de aquella pista, o lo que fuera, mantenindose inmvil a una altura como de trescientos metros.

    A poco, ante las seales emitidas por una de las pantallas de control, comenzamos a descender suavemente hasta posarnos, sin la menor trepidacin, en esa gran plazoleta de metal. Los que me haban asistido durante el viaje me dijeron que bajara con ellos. Me regularon unas llaves del casco de la escafandra, y las puertas corredizas se abrieron. Abajo esperaban otros seres con iguales vestiduras, quienes me guiaron hasta una construccin semiesfrica a uno de los extremos del lugar en que qued la astronave.

    No pude ver, por ninguna parte, focos de luz, reflectores, o algo por el estilo. Sin embargo, todo aquel sitio estaba profusamente iluminado, como si estuviramos de da. Era como si de las mismas estructuras emanara la luz en todo el conjunto. Fui introducido en ese raro edificio, y mientras atravesbamos varios pasillos y salas, en que apreci mobiliario y artefactos enteramente distintos a los que yo conoca, me di cuenta que tambin en el interior reinaba la misma luz de fuera, sin distinguir ventanas ni lmparas de ninguna clase. Nos detuvimos ante un arco cerrado por un mamparo de bruido metal que, al levantar una mano mi acompaante, se abri lentamente.

    Mi gua me invit a entrar. Al hacerlo, vi que se quedaba atrs y la mampara metlica volvi a cerrarse. Inquieto mir en torno mo. Estaba en una amplia sala circular, decorada sobriamente con escasos muebles, todos de aspecto metlico. En el centro haba una gran mesa del mismo material y ante ella, sentado en un silln parecido a los que viera en el OVNI, me esperaba un hombre de figura imponente que no vesta escafandra sino una especie de mameluco de textura brillante como los muebles. Su estatura era mayor que la de los otros y que la ma, siendo su cabeza, proporcionalmente al resto del cuerpo, ligeramente ms grande que lo comn en la tierra. Por lo dems el rostro no acusaba diferencias que pudieran ser desagradables a nuestro gusto esttico y pude notar en sus ojos, de brillo inusitado, una aparente expresin de dulzura.

    -No temas -me transmiti en el poderoso lenguaje teleptico, lenguaje que yo senta cada vez ms ntido y claro en mi interior-. Ests entre seres que sirven a todas las humanidades de este sistema planetario, como ustedes lo llaman. Vivimos para la Paz, el Amor y la Luz. Hemos recibido tus mensajes y analizado tus pensamientos. Sabemos que conoces muchas cosas que la mayora de los seres de tu astro ignoran, y por eso te hemos trado. Ahora te voy a ensear cmo despojarte del yelmo de tu ropaje protector, pues en esta estancia hemos reproducido, exactamente, las condiciones de la atmsfera y presin de tu mundo, lo que a nosotros no nos afecta mayormente. No te extrae que ya no use la vestimenta que has visto fuera. Ms adelante comprenders todo esto, porque te vamos a ensear muchas materias y formas de vida y de trabajo que desconocen por completo en el astro al que vosotros llamis "Tierra".

    Se levant y con ademn paternal me ayud a quitarme mi casco de la escafandra. En efecto, la atmsfera y la temperatura en aquel recinto no dejaban pensar que estuviramos a tan enorme distancia de nuestro planeta. An ms, not que mis pulmones se ensanchaban y que todo mi cuerpo reciba como un bao balsmico y reconfortante. Iba a formular algunas preguntas, pero mi interlocutor se adelant respondiendo a mi pensamiento:

    -Somos una raza muy antigua, que lleg al grado de evolucin que hoy alcanza tu humanidad cuando tu mundo todava no era habitado por seres inteligentes. Y nuestro Reino se encuentra en los confines de este sistema de astros que ustedes denominan "Sistema Solar". Tu vas a visitarlo y vers que ya en l se hallan otros hombres de tu mundo. Descansa ac -y me mostr un artefacto parecido a una mesa baja y plana- porque dentro de una hora del tiempo que tu conoces, emprenders el viaje a nuestro Reino...

    Sonri levemente y sali. Al reclinarme en tan extraa cama sent como aquella superficie amoldbase a la perfeccin a mi cuerpo, adaptndose, mullida, a las diferentes posturas que tomara, y, al mismo tiempo, me senta envuelto por una tenue corriente de aire, a lo que fuera, de sutil perfume, que gradualmente me llev a un profundo sueo.

  • 9

    C A P I T U L O II

    La Visita A Ganmedes Pepe haba hecho una pausa para servirse una taza de caf. Me ofreci otra, y despus de saborear la

    aromtica infusin, volvi a acomodarse en su butaca para reanudar el relato. Observ que ya no fumaba. -As es -me respondi-. Desde entonces no he vuelto a usar tabaco. En realidad slo es una droga

    estimulante del sistema nervioso. Nos entretiene, pero puede ocasionar efectos dainos que es mejor evitar. Adems, en este viaje he visto muchas cosas nuevas y he recibido corrientes vivificantes desconocidas en este mundo, que reemplazan con creces todos los tnicos y substancias qumicas empleadas en la Tierra para activar nuestra energa... En el curso de esta exposicin, y en lo que hablemos los das prximos, vas a conocer detalles verdaderamente maravillosos de cmo es la vida a en ese reino de superhombres..

    -Pero son hombres como nosotros? -Hasta cierto punto, s. Ya te dije, no obstante, que poseen algunas caractersticas diferentes, debidas al

    gran adelanto evolutivo que tienen respecto a nosotros. No olvides que su civilizacin es un milln de aos ms antigua que la nuestra, y en ese largo lapso han llegado a poseer dos sentidos ms que el hombre de este mundo: el sexto, que en la tierra slo est en embrin en algunos, muy pocos seres, es comn a todos ellos a travs de rganos perfectamente desarrollados. La glndula pineal en su cerebro es casi el doble que la nuestra, y en el de ellos se encuentra conectada por un filete nervioso con la pituitaria, a diferencia de la nuestra, lo cual les permite poseer la clarividencia -ese "tercer ojo" al que se refieren los orientales- como sexto sentido, comn y natural. Adems en su cerebro, ms grande y con mayor desarrollo que el nuestro, existe un pequeo bulbo, desconocido por nosotros, ubicado entre el bulbo raqudeo y la pituitaria, bulbo que en algunos de ellos, los ms adelantados, es el asiento de un sptimo sentido o sea el de la "Palabra Creadora" o Verbo, poder para actuar sobre la materia por el sonido, utilizando las vibraciones sonoras como fuerza transmutante y reguladora. Por eso aquellos superhombres ya no usan el lenguaje hablado. No lo necesitan, pues su sexto sentido y su gran potencia cerebral y mental les permiten comunicarse con la lectura, o captacin directa, del pensamiento y el uso de la telepata. Su rgano de la voz nicamente lo utilizan para determinados efectos. Para producir o destruir fenmenos materiales, para influir a voluntad sobre los elementos, y para construir objetos, dirigiendo, alterando o regulando, con el concurso de otras fuerzas csmicas, el proceso atmico y molecular de las substancias..

    Su conocimiento y poder sobre la Naturaleza y el Cosmos son tan avanzados, que muchos de los fenmenos considerados entre nosotros como milagros, son hechos naturales y corrientes en su mundo. Tu recordars haberme odo explicar, otras veces, que la materia es nica: una sola en su esencia, y que todas las formas conocidas por nosotros no son ms que transmutaciones, cambios, modificaciones del funcionamiento atmico y molecular y de sus sistemas, en cada cuerpo o en cada elemento. De ah el hecho, ya comprobado en la Tierra, de la posibilidad de transformar una substancia en otra, modificando su constitucin atmica. Por tanto, quien conozca las leyes que rigen las relaciones entre Ia energa y la materia; y posea los medios, o poder, de hacerlas funcionar a voluntad, est en condiciones de operar toda clase de fenmenos en relacin directa con los alcances de su poder y de su ciencia...

    Pepe hizo otra pausa. Bebi algunos sorbos de caf y continu: -Todo esto y mucho ms te explicar en el curso de estos das en que tendremos que estar juntos la mayor

    parte del tiempo. Debo preparar todos mis asuntos para no dejar nada pendiente ac... Entrate de este otro documento.

    Al decir esto me alarg unos papeles extrados del sobre lacrado. Eran su testamento. En l me donaba el ntegro de sus bienes, exceptuando los fondos que posea en un banco, los que me peda emplear en la cancelacin de una serie de obligaciones.

    -Todo esto lo prepar presumiendo un caso de muerte repentina. Ahora tenemos que hacer algunas pequeas modificaciones. Yo pagar personalmente, mis deudas y atender todas las obligaciones que an me quedan. Y al mismo tiempo haremos la transferencia de esta casa, del auto y de todas mis pertenencias en muebles y enseres, a ti y a los tuyos.

    -Lo encuentro absurdo. Pepe. Qu razn hay para que insistas en un propsito de tal naturaleza? -Ya te he dicho que, dentro de quince das, regresarn por m -Pero... qu locura es esta? -No es locura. Yosip. Voy a dejar la Tierra voluntariamente... y no soy el primero ni el nico... Ya viven all

    varios hombres de los nuestros. Algunas de esas desapariciones de cientficos y otros, de quienes no se supo ms, tienen esa explicacin: Se encuentran en Ganmedes...

    -Ganmedes! Qu es eso? -Es el nombre que nuestros astrnomos dan a ese mundo: la segunda en tamao de las ms grandes

    "lunas", o satlites naturales, del planeta Jpiter

  • 10

    -Pero Jpiter est a una distancia enorme... -S, a un promedio de setecientos sesenta millones de kilmetros de nosotros. Ganmedes es un astro de

    tamao mayor que el planeta Mercurio. Ms o menos de la mitad del tamao de la tierra, siendo su constitucin fsica y qumica bastante similar a la nuestra; pero la civilizacin que he encontrado all es tan diferente, hay una distancia tan grande entre ambas, que bien podramos decir que es un verdadero paraso.

    -No atino a comprenderte! Cmo puedes haber ido y vuelto a un astro que est a tantos millones de kilmetros en slo dos semanas y media, si para ir y regresar a la Luna que est como si dijramos pegada a nosotros, demoran una semana...?

    Pepe sonri. Me mir con expresin en la que sent mucho de paternal condescendencia, y en forma lenta, sentenciosa y grave, continu:

    -Nuestros sabios, nuestros fsicos y tcnicos, nuestros mdicos y qumicos, nuestros polticos, juristas, hombres de letras, de leyes o de religin, que hasta ayer se creyeran los nicos seres inteligentes en todo el Universo, y que, ingenuamente, pensaban que la Tierra -una simple gota de agua en el ilimitado ocano de la Vida y del Cosmos- era el nico mundo habitado, tendrn que convencerse, muy pronto, de que slo son como estudiantes de primaria si los comparamos con los habitantes de Ganmedes... Ellos han llegado a construir mquinas capaces de alcanzar velocidades incomprensibles para nosotros: velocidades cercanas a la de luz... Debes saber que el viaje, desde la base en el espacio a que me refer antes y su mundo, slo dur tres das y cuatro horas...

    Mi asombro no me permiti articular palabra. Pepe sirvi ms caf y continu: -Cuando llegamos, encontr un pas de rara belleza. Un mundo con marcados contrastes en su fsico pero

    con una vida que es expresin de la paz y la armona en grados imposibles de comparar a nada de lo nuestro. Durante el viaje haba sido sometido a un tratamiento de adaptacin que me permitira, despus, poder respirar y moverme en ese ambiente sin la escafandra. De la mquina que nos condujo a travs del espacio, fui trasladado, por una especie de corredor hermticamente aislado del exterior, a un recinto bastante parecido al que conociera en la base espacial. All permanec otros tres das (segn mis clculos de tiempo, conforme a mi reloj) durante los cuales se me esteriliz de todos los grmenes terrestres, completndose el tratamiento para mi adaptacin a la atmsfera externa. Mientras estuve en aquel lugar, recib la visita de un grupo de hombres y mujeres de nuestro planeta. Me explicaron que haban sido transportados en diferentes pocas. Que se les estaba educando y tratando cientficamente para estar en condiciones de volver a la Tierra en el prximo siglo, cuando las circunstancias actuales hayan cambiado y sea el momento de formar una nueva raza, superior, en nuestro mundo. Recordars Yosip, que alguna vez te dije que nuestra civilizacin est llegando a su fin. Que estamos viviendo las profecas de los libros sagrados de Oriente y Occidente. Ya la humanidad terrestre est pasando por todo lo que, en el lenguaje simblico y alegrico de la Biblia, se predice en el Apocalipsis de San Juan. Los "tiempos han llegado" y nuestra civilizacin agoniza. Tres de los caballos alegricos y funestos de aquella profeca, han desatado su furia sobre nuestro mundo. Por eso es que se est viviendo un caos tan horrible; toda la humanidad est conmovida por la ms absurda explosin de los bajos instintos, de las pasiones desbordadas, de la ms cnica y desvergonzada exposicin de sus vicios y de sus brutales apetitos. Nunca, hasta hoy, habamos asistido a una quiebra, tan completa, de los ms altos valores del espritu. Las normas elevadas de moral, de belleza y de armona, se han olvidado, producen risa y escar-nio... todo marcha hacia su propia destruccin en un bestial alarde de materialismo egosta, sdico y repugnante; en una eclosin nefasta de barbarie y de lujuria, que olvida la belleza y el amor y slo busca la embrutecedora sensacin efmera del orgasmo y la orga, en un ambiente invadido por las drogas, la violencia y el crimen... Y as marchan todos, como un rebao furioso que se lanza hacia el abismo...

    El cuarto jinete apocalptico asolar la Tierra cuando estalle la tercera y ltima guerra mundial, y los cataclismos y calamidades de todo orden arrasen ntegramente el planeta; porque los hombres de nuestra raza no han logrado avanzar moral ni intelectualmente hasta un nivel en que su egosmo, su avaricia, su odio y su lujuria les dejarn paso a concepciones superiores, a realizaciones ms perfectas depuradas, a instituciones ms sabias y altruistas, a una convivencia ms fraterna y pacfica... Slo han desarrollado la ciencia y la tcnica por afn de lucro, de dominio de egosta competencia y no de til cooperacin. Y el resultado es la constante divisin, el enfrentamiento del hombre contra el hombre, y por tanto, la guerra...

    Debes saber, que en ese mundo al que fui llevado, y al que voy a regresar, ya no se conocen las guerras ni la menor forma de lucha o antagonismo entre sus habitantes. Han desarrollado instituciones que permiten la mutua y recproca convivencia en un sistema de cooperacin mundial perfecto, bajo la sabia direccin de un estado y un gobierno que abarca todo ese mundo. Hace muchos siglos, muchos miles de aos, que esa raza alcanz tal grado de adelanto, que les permiti visitar la Tierra en otras oportunidades. Todas las referencias que en los escritos ms antiguos conocidos por nosotros se hace sobre visitas a este planeta de "dioses en carros de fuego" como en las mitologas de Grecia, de los papiros del Egipto, de Persia, de la India y el Tibet; las leyendas fabulosas de los Mayas, los Aztecas y los Incas; el "Hombre de la Mscara de Jade" hallado en una desconcertante sepultura bajo la Pirmide de Palenque, en Mxico, el ao de 1952, cuyo sarcfago de piedra, de diez mil aos de antigedad, estaba cubierto por una enorme losa con bellos altorrelieves representando a un hombre sentado a los mandos de una nave espacial... Todo eso ha sido motivado, en los albores de nuestra civilizacin, por las visitas que, de tiempo en tiempo, hacen los hombres de esa raza a nuestro mundo. No se trata de visitas de estudio ni de mera curiosidad cientfica. Desde hace miles, muchos, miles de aos, pues cuando el Egipto de los Faraones slo era un conjunto de tribus salvajes, en Ganmedes

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    ya exista una civilizacin tan sabia y tan poderosa que les permiti ser los intrpretes y ejecutores del Plan Csmico de nuestro sistema solar. Y en cumplimiento de ese Plan vinieron a la Tierra cuando su presencia fue necesaria para ayudar a adelantar a los seres de este mundo.

    El mtico y portentoso Hermes Trismegisto, piedra fundamental de toda la sabidura egipcia de ese entonces, y de muchas escuelas esotricas, fue uno de ellos... Y la subida al "cielo" del profeta Elas en "un carro de fuego", que nos narra la Biblia, no fue sino una de las tantas misiones de ese Plan Csmico, ejecutadas por los seres de esa raza de superhombres...

    Mi amigo volvi a callar. Sirvi ms caf y mientras lo tomaba, me mir serena pero insistentemente. Yo estaba absorto, sin saber qu decir. Experiment una extraa sensacin. Me pareca que de sus ojos partiera una luz que invada y llenaba mi cerebro. Me sent confuso y me levant bruscamente del asiento. El sonri. Dej el pocillo y, abriendo un cajn del escritorio, me mostr un pequeo objeto de metal, parecido en tamao y formas a una mquina fotogrfica de las ms chicas.

    -He trado esto y, cuando me vaya, te lo dejar. Es un aparato transmisor y receptor con el que se puede uno comunicar directamente con ellos. No debe usarse sin necesidad, pues no tendr ningn resultado positivo y til hacerlo por mera curiosidad. Te ensear su manejo y cuando tenga que entrar en contacto, estars presente y as no dudars ms de mis palabras.

    -Pero de qu me servir cuando te vayas? -Podremos seguir comunicndonos. Ser un privilegio que guardars en el ms estricto secreto,

    exclusivamente para bien tuyo y de los suyos. Tal vez ms adelante, puedan ustedes, tambin reunirse con nosotros...

    -Y cuando se le acabe la fuerza? -Su potencia es permanente, inalterable. Acta con energa csmica y lo nico que se requiere es que pueda

    recibir, por lo menos, una hora de luz solar cada semana. Me servir para instruirte a travs de la distancia que separa ambos mundos, y t y los tuyos resolvern su porvenir... No olvides lo que te he dicho antes: Los tiempos han llegado, el Apocalipsis se cumple y esta civilizacin ser extinguida, como lo indican, en smbolos y alegoras la Gran Pirmide de Keops en el Egipto y las profecas de San Juan, y ello tendrn lugar en los ltimos decenios de este siglo... La promesa de Cristo se realizar: La famosa -Jerusalem de Oro-, smbolo de la nueva raza, que baja desde los cielos a la Tierra- para establecer en ella Su Reino, sern hechos tangibles y reales en el prximo milenio. Pero todos los males de este mundo tienen que desaparecer. La humanidad de este planeta deber ser regenerada, para que una nueva civilizacin, sobre los moldes de la de Ganmedes pueda reemplazar a las carcomidas y podridas estructuras sobre las que descansan todas las creencias y todas las instituciones actuales. Como el Ave Fnix, esta raza y esta civilizacin morirn para ser purificadas, redimidas, superadas, renaciendo de sus cenizas en los albores de un mundo y una raza nuevos, cuyos primeros padres sern aquellos, -hombres y mujeres- escogidos por su grado de adelanto, que son, efectivamente, "los de las blancas vestiduras del Reino" de que nos habla el Apocalipsis y el Juicio Final, que van a ser llevados poco a poco, a Ganmedes para regresar, debidamente preparados, cuando llegue el tiempo de repoblar la Tierra bajo la direccin amorosa y sabia, de sus maestros de ese mundo...

    -Te he odo decir que esos hombres y mujeres van a venir otra vez, en el siglo prximo... cmo van a poder vivir tantos aos y llegar a ser los padres de la nueva raza, a que te refieres...?

    -No te extraen mis palabras: en Ganmedes uno de los conocimientos comunes es el de la conservacin de los cuerpos. La regeneracin celular, y por tanto el mantenimiento orgnico sin la esclerosis que produce la vejez, son conocidos y utilizados por todos. El secreto de los patriarcas bblicos que vivieron varios siglos, es comn en ese mundo...

    C A P I T U L O III

    El Viaje Las pruebas que Pepe me diera, en el curso de esos quince das acabaron por convencerme. Las maravillas

    de que me hablaba, diariamente, me hicieron sentir, poco a poco, el anhelo de conocer tambin aquel verdadero paraso... Pero el escollo ms grande estaba en mi familia y en nuestra falta de preparacin. Si yo me haba convencido, no por eso me encontraba a la altura de los conocimientos y del desarrollo moral, mental, y cientfico logrado por l. Y los mos, tan distantes como yo. A tal punto, que tuvimos que ocultar nuestros pasos de los primeros das y hacer creer que se preparaba para un viaje a otro lugar de la Tierra, de donde no regresara

    Ya todos sus preparativos estaban ultimados. Mi familia feliz por la sorpresiva herencia. Las amistades en la idea de su partida a un lamasterio de la India. Y sin embargo, yo cada vez ms inquieto; preocupado minuto a minuto, hora tras hora, por el extrao secreto de ese mundo al que Pepe haba ido ensendome a imaginar, a comprender y, al fin, a desear...

    De sus explicaciones, de sus numerosas ancdotas vividas en los pocos das que pasara all, se desprenda una luz que invadi totalmente mi alma. Es un mundo en que no existe el mal en forma alguna. Una especie de colmena gigantesca en donde todos trabajan felices, con la alegra y el amor de verdaderos hermanos. Un mundo en que Ia sabidura milenaria, y la ciencia y la tcnica en niveles tan elevados, han logrado eliminar,

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    desde tiempos remotsimos, todas las enfermedades, todas las pasiones comunes a nuestra humanidad, todos los elementos de discordia o divisin. Un mundo en donde no existen ni fronteras ni credos divergentes, ni mezquinos intereses econmicos susceptibles de enfrentar y enemistar a sus habitantes. Una religin superior, sin dogmas absurdos o caprichosos; una religin nacida del conocimiento profundo del Cosmos, de la Vida y de la Eternidad, no impuesta con palabras y amenazas, sino demostrada con el conocimiento cientfico de las grandes verdades espirituales y csmicas, y obediente no a seres mortales e imperfectos, muchas veces falsos e hipcritas sino al mandato directo de entidades superiores, gobernantes sabias y amorosas de aquel Reino al que Cristo se refiriera, muchas veces, cuando deca: "Mi Reino no es de este Mundo ".

    Un mundo guiado polticamente, por un conjunto de sabios y poderosos Maestros, preparados a travs de una larga evolucin para su papel de conductores y de padres de la masa. Un pas en que sus gentes, dotadas del sexto y del sptimo sentidos, jams podran engaarse ni ocultar su pensamiento y por tanto, en la necesidad -hecha ya facultad consciente y nata- de obrar el bien y no caer en ningn error susceptible de hacer dao... Un lugar donde a nadie le hace falta nada para ser feliz, en que todo se produce para la satisfaccin de todos, a travs de sistemas en que cada cual desempea su misin con el ms completo conocimiento y dentro del ms depurado concepto de la mutua ayuda y de la recproca correspondencia. Esa imagen paradisaca de las realizaciones ms avanzadas y ms nobles en todos los campos de Ia vida... Y, al mismo tiempo, el dominio sabio y absoluto de las fuerzas naturales y de la naturaleza toda de ese mundo, para un aprovechamiento integral en beneficio colectivo de sus habitantes... qu diferente es de nuestra mezquina Tierra! gobernada, en muchos casos, por tiranos ejecutores de particulares y encubiertos intereses; por avaros comerciantes, vidos por llenar sus arcas a costa del sufrimiento, de la explotacin y del engao de otros; por falsos apstoles ambiciosos, hipcritas y muchas veces crueles; por ignorantes infatuados por un leve barniz de infantiles conocimientos, que, en alardes de orgullo y vanidad, se pavonean como los nicos definidores de la Verdad y la Vida...

    Comparaba, a cada instante, los alcances de nuestra ciencia y de nuestra tcnica, las que a pesar de los progresos tan notables de este ltimo siglo, distan tanto de lo demostrado por esas mquinas dominadoras del espacio y de todas las limitaciones de la energa y la materia conocidas por nosotros... Contemplaba el panorama de este mundo, habitado en su mayor parte por seres en la ms triste condicin de vida, material y moral, explotados inicuamente, muchas veces, para acumular riquezas en beneficio de pequeos grupos de pulpos humanos... y poblado igualmente, por una heterognea multitud en que los bajos instintos, desbocndose continuamente, los llevan a cometer las acciones ms abyectas, los ms viles engaos, las traiciones ms ruines, los abusos ms crueles y los ms abominables crmenes...

    En tal estado de nimo vi llegar con el ansia y la sed que tendra el perdido en un desierto, el momento en que Pepe iba a comunicarse con Ganmedes. Cinco das antes de su partida, nos encerramos en su casa por la tarde. Se sent junto a m. Extrajo el aparatito que me haba mostrado la vez anterior; accion una llavecita, y esperamos en profundo silencio. El mecanismo comenz a emitir un ligersimo zumbido, y en la pantalla del transmisor, parecida a una lente fotogrfica nuestra, apareci un punto luminoso que se agrand, segundo a segundo, hasta llenar todo ese espacio. Entonces, Pepe coloc sus dedos sobre un botoncito, y vimos formarse una imagen, al principio borrosa, pero cada vez ms ntida: era el panorama de una regin que poda ser algn lugar de la Tierra. La imagen, se acercaba, y pude percibir vegetacin, que una vez cerca, era diferente de cuanto yo conoca. Al mismo tiempo escuchaba algo as como una msica suave, armoniosa, de efecto balsmico. La proyeccin era como si estuviramos volando sobre aquel paraje, y vimos que nos aproximbamos a un extrao edificio, semiesfrico, de un brillo inusitado. La visin pas a travs de los muros y nos encontramos en un recinto rodeado por numerosos tableros de control y pantallas rutilantes, con diversas imgenes en movimiento. En el centro, ante una rara mesa de metal con numerosos botones y llaves, estaba un hombre de cabeza algo abultada. Su rostro ocup todo nuestro lente hasta que slo vimos los ojos. Ojos raros, profundos y con intenso brillo. Vi que mi amigo concentraba fijamente su vista en esos ojos, y al cabo de unos segundos me habl, sin apartar la mirada del aparato:

    -Me dice que te salude y que trates de concentrar tu atencin en sus ojos. Me esforc en hacerlo. Aquellas pupilas pareca que emitieran ondas que iban penetrando en mi cerebro.

    Pensaba en ese momento si podra llegar, algn da, a conocer tan maravilloso mundo, y sent clara, positivamente, en mi interior, como una voz que responda:

    -Djate guiar por tu amigo. El te ensear lo necesario, y cuando t y los tuyos estn preparados, podrn venir con nosotros.

    Mir a Pepe, que sonrea. Me hizo sea de que me apartara, y torn a concentrarse en su silenciosa conversacin. Pasaron algunos minutos. Pepe se hizo atrs, ligeramente, y esos ojos volvieron a clavarse en los mos: "Ten fe, y hasta pronto" -pude captar ntidamente que me decan. Mi amigo retir la mano del apa-rato. Se apag la imagen de la pantalla y entre los dos cerramos la llavecita.

    -Y qu me dices ahora...? -me pregunt. Ya no necesitaba responder. Me prometi ensearme cmo y por qu funcionaba el aparatico,

    recomendndome no mostrarlo a nadie, fuera de mi mujer, cuando l se hubiese ido, y me anunci que todo estaba listo para su viaje.

    -Le he preguntado si la noche de mi partida puedes venir con tu familia y me autoriza a hacerlo, para que crean y puedas ayudarlos en la difcil tarea de conseguir que te acompaen, cuando llegue el momento propicio de alejarlos de este mundo. Lo he pedido con insistencia, porque el amor que les tengo me impele a

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    salvarlos de los terribles tiempos que se avecinan. Vuestras almas han llegado a niveles de moral que permiten adaptarlos a ese cambio de mundo. Pero requieren la preparacin cientfica y los conocimientos tcnicos indispensables a tan formidable salto. Eso lo vamos a hacer, si ustedes cooperan. En tal caso, nuestra separacin ser por corto lapso. Pero no debes olvidar que ese aparatito que te dejar, slo lo usars t y nadie ms que t... De lo contrario, se romper toda nuestra comunicacin.

    Cuando hayan aprendido lo suficiente para tener una base elemental de conocimientos, especialmente metafsicos, que les permita lograr una marcada transformacin de su constitucin molecular, a fin de alcanzar una elevacin de sus frecuencias vibratorias en todo el organismo, podremos llevarlos, y gozarn de ese reino bendito, en el que sern educados y tratados adecuadamente para estar en condiciones de repoblar la Tierra, como otros muchos, en los comienzos de la Nueva Era...

    La noche de su partida, Pepe nos invit a comer en su casa. No me haba atrevido a revelarle nada a mi mujer y mis hijos. Prefer esperar que los hechos consumados me evitaran la lucha y discusiones por convencerlos de que no estaba loco. Solamente les dijimos que esa noche viajara, y ellos pensaron que sera por avin.

    La comida transcurri animadamente y tuvimos buen cuidado de deslizar en los ccteles de mi esposa y mis hijos sendas dosis de calmantes para los nervios.

    Los muchachos preguntaban insistentemente por el pas donde iba Pepe, a qu hora salan para el aeropuerto, y toda esa serie de preguntas comunes en un caso de viaje normal.

    -Ya falta poco; esperen, que todava tenemos tiempo... -Est muy lejos ese pas? -Si, muy lejos... -Y es muy bonito? -Bellsimo! Todo lo que les pueda decir sera plido en comparacin con la realidad. -Y podremos ir a visitarte? -As lo espero. Todo lo que tienen que hacer es portarse bien. Obedecer y querer mucho a sus padres, y

    aprender todo lo que papito les va a ensear a partir de hoy... El tiempo se deslizaba lentamente. La conversacin giraba en torno al supuesto viaje a la India. Pepe y yo

    cambibamos miradas de inteligencia, y segn se acercaba la hora convenida, mi nerviosidad aumentaba, pese a que haba tomado, a hurtadillas, mi buena dosis de calmante.

    Eran las dos de la madrugada cuando, por las ventanas del comedor, vimos que el jardn se iluminaba con un potente haz de luz que bajaba de lo alto. Todos, menos mi amigo, nos avalanzamos hacia las ventanas.

    -Qu luz es esa! -exclamaron ellos a coro. Yo mir a Pepe, quien, impasible, permaneca en su asiento. -Tengan calma y no se asusten -dijo, marcando las palabras, en las que, no obstante, se apreciaba profunda

    emocin-. Ya vienen por m... -Cmo!... En esa forma? -exclam asombrada mi mujer. -S, nada teman ni se asusten con lo que van a ver... Son amigos, y ha llegado la hora de mi partida... En aquel instante un grito sali de la boca de quienes desconocan el secreto: Una mquina enorme, en

    forma de gigantesca lenteja, descenda suavemente sobre el jardn, proyectando un poderoso haz de luz celeste desde su centro.

    -Un "platillo"! -gritaron los muchachos-. Mi esposa se haba abrazado a m, temblando. -No te asustes -le dije, tratando de calmarla- Yo tambin lo saba... pero no poda decrtelo. El OVNI acababa de posarse en el suelo. Todos espectaban la escena con la boca abierta y temblorosos. El

    mayordomo nos miraba de hito en hito. Pepe, con toda serenidad, se levant y lentamente nos llev hacia la puerta.

    -Ha llegado el momento dijo con voz que la emocin, mal reprimida, hacia trmula. Repito que no deben temer nada; son amigos, y fueron ellos con los que hice el viaje anterior. No habamos podido explicarles nada, pues no lo hubieran credo y nos exponamos al ridculo o algo peor... Yosip ya lo sabe todo y l les narrar todo cuanto ha sucedido, en verdad. Tena que disfrazar la realidad de este hecho prodigioso, porque estamos en un mundo atrasado en donde an priman la ignorancia y la incredulidad, como frutos del desconocimiento de muchas grandes verdades del Cosmos... Mi viaje no es a la India, como tuvimos que mentirles, ya que no habran aceptado, jams, el que pudiese, en verdad, encaminarme a otro astro, muy distante del nuestro. Con lo que estn viendo, ahora lo creern...

    Querido hermano: no dejes de comunicarte conmigo. Ya sabes cmo hacerlo. Instruye a estos seres que tanto amamos los dos, sobre todas las enseanzas que te ir dando a travs de la enorme distancia que separa nuestros mundos. Slo as, aprovechando con firmeza y aplicacin todas esas lecciones, podris, un da no lejano, imitarme y llegar a conocer ese mundo maravilloso al que hoy me dirijo... Ya tienes todas las instrucciones que pude proporcionarte en estos quince das. Lo dems slo podr drtelo si te comunicas permanentemente conmigo... Y ahora, mis queridos hermanos -su voz temblaba y dos lgrimas corrieron por sus mejillas- hermanos de mi alma!...Que Dios os proteja, y que permita que podamos unirnos nuevamente en ese mundo de Paz, de Luz y de Amor al que hoy me llevan por mi propia voluntad...!

    Nos bes a todos en la frente y con paso firme se encamin al jardn. En la pared metlica de la mquina se haba abierto una especie de puerta oval, y dos figuras humanas vestidas de escafandra como las de nuestros

  • 14

    astronautas, lo esperaban en lo alto de una escalerilla mecnica. Subi lentamente los escalones y se volvi hacia nosotros, que nos habamos detenido en la puerta del jardn.

    -Hasta pronto, queridos mos!... -le escuchamos exclamar, en voz alta, mientras haca ademn de bendecirnos; y luego desapareci en el interior del "platillo", seguido por los otros dos.

    La escotilla se cerr, y un minuto despus, que nos pareci un siglo, aquella extraa nave espacial, arrojando chorros de fuego por todos sus contornos, empez a subir... Muy lentamente, al principio, hasta alcanzar una altura bastante considerable, y luego, haciendo un rpido giro, se remont vertiginosamente, hasta que la perdimos de vista en la oscuridad del cielo...

    YO VISITE GANIMEDES

    Segunda Parte

    Lo Que Nuestro Amigo Narra No soy un cientfico especializado en los temas que se aborda en estas pginas. No pretendo hacer poses

    de astrnomo, de fsico ni de profeta. Me limito, solamente, a transcribir los apuntes que tomara en mis largas conversaciones con Pepe, en aquellos das inolvidables que precedieron a su extraordinaria partida de este mundo.

    No deseo publicidad personal ni convertirme en "vedette" de la prensa... Todo lo contrario: anhelo hallar la paz y el silencio que requieren las instrucciones recibidas de mi amigo, para el rpido desenvolvimiento individual, mo y de los mos...

    Pero debo cumplir la promesa empeada. Anunciar lo que se acerca y procurar que la Luz se haga en la mente de quienes estn ya preparados a recibirla, en estos momentos tan crticos para toda nuestra humanidad...

    Yosip Ibrahim

    C A P I T U L O IV

    Quines Son Los Hombres de Ganmedes Hace muchos siglos, muchos miles de aos, en nuestro sistema solar exista otro planeta que giraba en

    torno al Sol entre las rbitas que siguen Marte y Jpiter. Hoy en da, ese espacio est ocupado por el Cinturn de Asteroides, como se conoce entre los astrnomos a la ancha estela de meteoros y meteoritos que se encuentra en aquella zona, girando constantemente en la misma rbita.

    Nuestros hombres de ciencia conocen bien su existencia, y saben que est formada por cuerpos siderales de todo tamao, desde simple polvo csmico hasta masas como la del asteroide Ceres, cuyo dimetro alcanza a 780 kilmetros. Si tenemos en cuenta que el susodicho "cinturn" llega a extenderse, en la mltiple suma de las rbitas de todos sus incontables planetoides, hasta la respetable cifra de cerca de 250 millones de kilmetros de ancho, podemos imaginarnos la magnitud de cuerpos, o masas dispersas, que lo forman. Ya los astrnomos suponen que puedan ser los restos de aquel planeta desaparecido... y aqu comienza, en verdad, el relato que me hicieran de tan maravillosa historia.

    Hace miles, muchos miles de aos, repito, aquel planeta, al que llamaremos "Planeta Amarillo" por la clase de luz que despeda, era el hogar de una raza muy antigua, que en su larga evolucin de milenios haba alcanzado niveles de cultura semejantes, o quiz superiores a los que estamos llegando los hombres en la Tierra. En esos remotos tiempos, nuestro planeta an no era habitado por seres humanos. En cambio, los hombres del Planeta Amarillo volaban, ya por el espacio... Su ciencia y su tcnica les permita, entonces, iniciar las primeras expediciones a los otros mundos de nuestro sistema solar, y en esa forma, a travs de muchos siglos, fueron conociendo la existencia y las caractersticas propias de todos y cada uno de los diferentes planetas.

    Lo que hoy se proponen los hombres de la Tierra, lo haban logrado ellos cuando en la Tierra no haba hombres... En tales condiciones de adelanto llegaron a visitar otros astros, como hoy lo estamos haciendo con la Luna. Y su sabidura les permiti descubrir a tiempo, los sntomas precursores de la destruccin de su mundo. Cuando el terrible cataclismo csmico redujo ese planeta a los restos que hoy forman el "Cinturn de Asteroides" muchos de ellos haban ya logrado establecerse en uno de los satlites mayores de los doce que posee Jpiter, bautizado por nuestro sabio Galileo con el nombre de Ganmedes.

    Y en ese nuevo mundo, en esa nueva esfera, adaptada poco a poco, sigui progresando y desarrollndose la vida y la cultura de aquella civilizacin de superhombres. Pero no todos volaron a Ganmedes. Parece que algunos, quizs los ms reacios a dejar su mundo o tal vez los postreros fugitivos del desastre, llegaron hasta la Tierra... Ya, por entonces comenzaba a florecer la humanidad en estos lares. Los hombres bajados del cielo

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    fueron recibidos como dioses por las primitivas tribus de esas pocas, y su presencia explica el misterio de tantos seres mitolgicos en la multitud de leyendas aborgenes en los ms remotos pueblos de este mundo.

    Pero no solamente hay leyendas al respecto. Recientes descubrimientos arqueolgicos vienen a respaldar este aserto. Uno de los ms asombrosos es, a no dudarlo, el realizado en Mxico por el arquelogo Alberto Ruiz Luillier, el ao de 1952, en la Pirmide de Palenque, en el Estado de Chiapas, que ha merecido ser divulgado ampliamente, en todo el mundo, por la prensa, la radio y la televisin, conmoviendo profundamente a todos los crculos cientficos especializados. Es el caso que muchos han denominado "enigma del Hombre de la Mscara de Jade".

    En la mencionada Pirmide de Palenque, fue descubierto el sarcfago con los restos momificados de un ser a quien los Mayas haban adorado como el dios Kulkulkan. Estaba rodeado por todos los atributos de la divinidad en el culto milenario de esa raza, llevando el rostro cubierto por una fina mscara de jade y oro. Pero lo ms notable del hallazgo lo constituye la piedra sepulcral que tapaba esa tumba: es una losa monoltica de 3.80 metros de largo por 2.20 metros de ancho, con un espesor promedio de 25 centmetros y un peso de seis toneladas, en la que se encuentra esculpida ntidamente la figura de un hombre sentado en el interior de una mquina que guarda extraordinario parecido con las cpsulas espaciales empleadas, actualmente, por nuestros cosmonautas. La escultura maya muestra a ese hombre en actitud de manejar dicho artefacto; tiene ambas manos en las palancas de comando, claramente representadas, y el pie derecho pisando un pedal. Lleva la cabeza con un extrao casco y un vstago del mismo, a manera de tubo o manguera, est aplicado a la nariz. El diseo de todo el conjunto comprueba la evidente intencin de reproducir los complicados mecanismos de una nave espacial, con sorprendente similitud a las que hoy usamos en la Tierra, pues se ha cuidado hasta el detalle de la expulsin de gases, o fuego, por la parte posterior del artefacto.

    Por todo el mundo han circulado las fotografas y dibujos de tan extraordinario descubrimiento. Est de ms decir que tanto la momia, como el sarcfago y los objetos encontrados en la tumba, fueron sometidos a todas las pruebas con que nuestra ciencia actual puede determinar la autenticidad y antigedad de los mismos, y los resultados de esas pruebas, incluso las del carbono 14, rindieron un veredicto irrefutable y desconcertante: El Hombre de la Mscara de Jade y la piedra esculpida con tan extraas figuras datan de hace 10 mil aos...!

    Adems, de las investigaciones realizadas se desprendi, tambin, que el personaje enterrado bajo aquella enigmtica losa no era de raza maya. Su morfologa y la estatura de la momia eran notablemente distintas a las de los mayas. El "Dios Kulkulkan" -como lo denominaban- tuvo una talla de 1.72 aproximadamente, y caracteres raciales marcadamente distintos a los de los antiguos pobladores de lo que, despus, fue Mxico y la Amrica Central.

    Pero no es el de la Pirmide de Palenque el nico caso que nos prueba la visita a la Tierra, desde hace milenios, de seres de una raza y con una civilizacin muy superiores. Durante siglos, nuestra humanidad se crey la nica habitante del universo. Las distancias y los primitivos medios de comunicacin en tiempos remotos de nuestro planeta, favorecieron la ignorancia de muchos ncleos, y el lento desarrollo de los pueblos, hasta hoy da, ha sido la base de conceptos errneos y del olvido, para millones de seres humanos, de la existencia de otros hombres y de otras civilizaciones en diferentes mundos repartidos en el Cosmos.

    Sin embargo, en distintas pocas y en varios lugares han quedado las huellas irrefutables de esas visitas de seres y mquinas extraterrestres. Los arquelogos y los eruditos en la materia poseen, ya, un copioso archivo de datos al respecto. Muchos se han rendido a la evidencia de pruebas irrefutables como la del Hombre de la Mscara de Jade. Otros, an dudan... Pero cmo podrn explicar hechos y conocimientos de pueblos remotos cuyas pruebas se han mantenido a travs del tiempo?

    Otro de los casos maravillosos en los albores de la civilizacin terrena, es el de la famosa pirmide de Keops, en el antiguo Egipto. Ha sido estudiada por legiones de sabios en el curso de varios siglos, y el resultado de todos esos estudios llega a la conclusin de que tuvo que ser dirigida, en su construccin, por hombres que posean una ciencia que, en materia de matemticas, astronoma y metafsica, en ingeniera y arquitectura, igualan o superan todava a las actuales. Los clculos astronmicos evidenciados en la pirmide egipcia demuestran que, hace seis mil aos, en el Egipto hubieron sabios conocedores de los secretos de nuestro sistema solar, de las constelaciones que nos rodean, de las estrechas relaciones entre los dems astros y la Tierra, de las fuerzas naturales y de las leyes csmicas hasta el grado de permitirles predecir el futuro de nuestra humanidad y de su civilizacin en todo un ciclo de seis mil aos, sin equivocarse...!

    Los viejos papiros egipcios contienen abundantes alusiones al respecto, y un papiro de la poca del faran Tutmosis III, escrito mil quinientos aos antes del nacimiento de Cristo, relata los detalles de la visita de un "platillo volante" y describe al aparato en los pintorescos trminos que el asombrado autor pudo expresar.

    Las mitologas de Asiria, Babilonia, Persia, la India y el Tibet, adems de los mayas y de los egipcios, abundan en referencias de este tipo. Todas ellas coinciden en mencionar las visitas de "dioses que bajan de las estrellas, en carros o naves de fuego, que instruyen a los humanos y luego regresan al cielo, rodeados por grandes resplandores". Los antiqusimos libros de la India, Samarangana Sutradara, el Mahabarata y el Ramayana, escritos hace miles de aos, contienen precisas descripciones de viajes realizados por "platillos volantes", denominados en snscrito "Vimanas", conduciendo a dioses que bajaron a la Tierra.

    Y en las legendarias tradiciones del pueblo chino, tambin, encontramos la explicacin de su origen atribuido a la venida de seres divinos, bajados del cielo para ensear a los hombres. Recordemos que los antiguos emperadores de China fueron llamados siempre, "Hijos del Cielo... " Y qu explicacin tendran las pinturas encontradas por el explorador Henri Lothe en las cavernas de Tassili, en pleno desierto del Sahara? Este

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    descubrimiento tuvo lugar el ao 1956 y aquellas figuras, que representan a seres muy parecidos a nuestros astronautas, tienen, igualmente, una antigedad de ms de diez mil aos...

    C A P I T U L O V

    Cmo Son Las Mquinas que Llaman O.V.N.I.S. En esos quince das en que estuve todo el tiempo con Pepe, preparando su partida definitiva de la Tierra, me

    narr muchas cosas que, a veces, no poda escribir, pues conversbamos constantemente, a todas horas, y muchas de sus explicaciones tuve que retenerlas en la memoria, por haber sido detalles que me daba en pblico, en el diario transitar en demanda de los arreglos necesarios para su partida.

    Esto aclara que, en algunos pasajes de esta obra, puedan deslizarse, tal vez, errores de concepto o de interpretacin, debidos a mi desconocimiento tcnico o cientfico relativos a ciertos temas tratados con mayor autoridad por l, pero que slo pude retener mediante rpidos y no siempre detallados apuntes. Hago esta sal-vedad porque deseo que mi versin logre ser sincera, an cuando en ciertos aspectos de orden cientfico, no llegara a interpretar, correctamente, en todas sus partes, las sorprendentes explicaciones de mi amigo.

    Ya he manifestado en la primera parte, la impresin que yo tuve al contemplar, junto con los mos, la enorme mquina que descendiera en el jardn de su casa la noche en que Pepe abandon, para siempre, este planeta...

    Era como una gigantesca lenteja metlica, de ms o menos quince a veinte metros de dimetro, con una cpula central que poda tener hasta tres metros de altura, contando desde la base del aparato. En todo el contorno exterior, o filo de aquella "lenteja" que rodeaba la cpula, se vea una hilera de huecos pequeos, como toberas de escape. A ambos lados de la mencionada cpula pude apreciar ventanas angostas y alargadas, algo as como los parabrisas de automvil, sin lograr ver el interior por la distancia a que nos encontrbamos esa noche, pues ya expliqu cmo fue nuestra despedida: mi familia y yo, profundamente impresionados, permanecimos en la puerta de la casa que da al jardn, sin acercarnos al "platillo", cuando Pepe, despus de abrazarnos, ingres a la mquina. Para hacerlo, subi por una escalerilla de metal que haba descendido de la base de una puerta, o mamparo, que se abriera en la cpula, frente a nosotros, en el centro de los dos ventanales ya descritos, abertura en que lo esperaron dos personas de estatura como la nuestra, que vestan escafandras, a mi entender, iguales o parecidas a las de nuestros astronautas.

    Cuando el O.V.N.I., se elev brotaron chorros de los huecos circundantes en toda la circunferencia exterior de la "lenteja", y me pareci que el metal de la estructura del platn, -no as la cpula-, cambiaba de color con una brillante iridiscencia. Tambin me llam la atencin que toda la maniobra se efectuara sin mayor estruendo, pues slo escuchamos un leve zumbido, que se perdi rpidamente a medida que la nave se alejaba en el espacio.

    Hasta aqu, lo que yo viera. Pepe me haba explicado cmo fueron los dos viajes, de ida y vuelta, a Ganmedes, y su paso, las dos veces, por la base espacial, a que me he referido, en la primera parte de este libro. Me dijo, entonces, que haba viajado en dos modelos de astronave diferentes en tamao y poder, aunque similares en sus caractersticas esenciales: que de la Tierra a la base espacial y viceversa, emplearon un tipo ms pequeo, con capacidad para seis personas; pero que de la base hasta Ganmedes usaron mquinas mucho ms grandes y poderosas, en las que cmodamente podran viajar ms de veinte tripulantes. Las caractersticas principales de esas naves se diferenciaban enormemente de las que estamos empleando en la Tierra, tanto en estructuras cuanto en energa, maniobras y velocidades.

    Los dos modelos descritos por mi amigo estaban formados, estructuralmente, por dos cuerpos concntricos: la cabina de comando y la cmara de mquinas. La cabina de mandos ubicada en la cpula central, era algo as como el cerebro electrnico de todo el conjunto, desde el que los tripulantes podan controlar y dirigir el funcionamiento de los complicados mecanismos productores de energa e impulsores de la nave espacial, repartidos a su vez, en todo el espacio interior del otro cuerpo, o cmara de mquinas, llenando la circunferencia de forma lenticular que rodea al cuerpo central.

    Los hombres de Ganmedes han llegado a producir y controlar, de manera absoluta, la energa atmica y la termonuclear. Poseen, tambin, el secreto de neutralizar a voluntad los efectos dainos de las radiaciones y su conversin automtica en nuevas formas de energa, que unidas, al aprovechamiento de energa proveniente de los rayos solares, de los rayos csmicos y de las vibraciones lumnicas y sonoras, cuyo dominio llega en ellos a lo que en la Tierra nos parecera milagroso; es as como sus mquinas del espacio han podido alcanzar metas que an nos falta mucho por lograr.

    En primer lugar, cuentan con materiales completamente desconocidos en la Tierra. Han desarrollado aleaciones de metales que resisten a todas las fuerzas de la naturaleza, por poderosas que stas sean y por adversas que fueran las circunstancias en que acten. Tienen, tambin, productos moldeables o plsticos de propiedades tan maravillosas que nuestros qumicos y fsicos actuales se resistiran a aceptar. Esto fue evidenciado por Pepe al comprobar las asombrosas velocidades que esas mquinas pueden alcanzar. Ya se ha dicho en la primera parte, del desconcertante asombro con que viera alejarse nuestro mundo en cuestin de minutos, y cmo, al calcular la posible velocidad con referencia al vertiginoso alejamiento de nuestro planeta, estuvo a punto de sufrir un sncope al darse cuenta de los resultados de su clculo. El trayecto desde la Tierra

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    hasta la base construida por ellos en el espacio, que, segn le informaran, dista poco ms de diez millones de kilmetros de nosotros, tard slo una hora y minutos...!

    Un simple clculo basta para llegar a una cifra que, en la actualidad, nos produce escalofro: 3.OOO kms. por segundo! Slo cien veces menos que la velocidad de la luz! Cuando tratamos de esto, Pepe me manifest que su primera reaccin haba sido de incredulidad. Pero sus acompaantes en el OVNI, leyendo su pensamiento, le dijeron que esperara a llegar a Ganmedes, con lo cual comprobara aquello y mucho ms.

    No necesito repetir lo expuesto en la primera parte acerca de la segunda etapa del viaje. La distancia de 760 millones de kilmetros que nos separa de Ganmedes fue cubierta, entre las dos etapas en un total de tres das y cuatro horas, aproximadamente!... Esto corrobor, de nuevo, los primeros clculos efectuados y el promedio de vuelo a una velocidad media de diez millones, ochenta mil kilmetros por hora...!

    Todo ello resulta increble, y as opin, en ese entonces. Por que, adems de los problemas directamente relacionados con la fuerza impulsora necesaria para alcanzar una supuesta velocidad de ese tipo, haba que tener en cuenta los diferentes problemas derivados de la resistencia de materiales, gravitacin, inercia, pro-blemas de orden trmico, biolgico y funcional sobre los organismos vivientes. Todo ese cmulo de barreras que nuestra ciencia y nuestra tcnica calculan hoy ante posibilidades de tal envergadura. Pero, a todas mis objeciones, Pepe se limit a decir: " Si hace, nicamente, dos siglos, a nuestros antepasados les hubiramos hablado de la televisin, de los viajes a la luna, del control remoto, de mquinas en el espacio y de los adelantos de la electrnica y de la energa nuclear, nos habran tomado por locos...

    Y despus me explic lo que lograra conocer sobre esas naves espaciales prodigiosas. Me advirti, sin embargo, que sus tripulantes no quisieron proporcionarle detalles minuciosos acerca de los mecanismos ni de ciertas particularidades sobre propulsin, fuentes de energa, aplicacin de fuerzas y conversin o neutrali-zacin de las mismas, y que lo obtenido era slo fruto de sus observaciones personales, a la luz de lo aprendido por l en la Tierra y de la comparacin de sus conocimientos con los nuevos fenmenos comprobados en el viaje.

    Ya se ha dicho que las estructuras y todas las piezas de que estn formadas esas mquinas, son de materiales completamente desconocidos en la Tierra. Por tanto sus resistencias y reacciones a las fuerzas y leyes de la naturaleza por nosotros conocidas, son diferentes. Parece que su fuerza impulsora es el resultado de un complejo sistema en el que intervienen: energa termonuclear dominada y controlada en absoluto, el desarrollo de poderosos campos magnticos y el auxilio y aprovechamiento simultneo de nuevas fuentes de energa csmica y lumnica hasta ahora desconocidas por nosotros. Si un rayo de luz viaja en el espacio a 300.000 kms. por segundo, y si las microscpicas partculas que forman los rayos lumnicos pueden ser susceptibles de concentrarse y de dirigirse como, por ejemplo en los Lser, quin se atrevera a negar que, dentro de condiciones especiales, a travs de mecanismos todava no imaginados por nuestra humanidad, y en el amplio campo de las ondas electromagnticas y de los rayos csmicos, otra humanidad haya alcanzado a encadenar la fuerza de esas partculas, obligndolas a proporcionar una parte de su energa kintica en provecho de todo el conjunto...?

    De las observaciones efectuadas, pudo deducir que los dos cuerpos concntricos a que se ha hecho mencin: la cpula central o cabina de mandos, y la plataforma circular externa o cmara de mquinas, no obstante estar slidamente unidos, quedaban aislados, automticamente, por la insercin de materiales que, sin disminuir la solidez del conjunto, garantizaba la independencia y seguridad de la cabina interior, neutralizando fuerzas y posibles radiaciones. An cuando los tripulantes pudieran cometer algn error o descuido fortuito, el sistema de control electrnico del aparato los pona, constantemente, a salvo de los riesgos propios de tan extraordinarios viajes. Tal sistema abarcaba la solucin total de los problemas que para nuestros fsicos presentan los viajes espaciales, y muchos otros an desconocidos en la Tierra.

    Uno de los ms serios obstculos que tienen que vencer nuestros coterrneos es el conjunto de fenmenos derivados de la ley de gravedad. Los astronautas de Ganmedes se ren de esto: ellos han resuelto, hace mucho tiempo, todos los problemas relacionados con lo que nosotros llamamos "gravedad" segn la definicin de Newton. Sus mquinas pueden neutralizar, a voluntad, toda forma de atraccin de masas, liberndose as, cuando conviene, de la influencia en tal sentido de cualquier cuerpo celeste o astro. Esto les permite realizar las maniobras que han desconcertado a muchos tcnicos que, alguna vez, llegaron a ver un OVNI. Explica el por qu pueden elevarse con toda suavidad y lentitud y alejarse del suelo a cualquier tipo de velocidad. Sabemos que nuestras naves espaciales deben iniciar su vuelo con determinada velocidad, segn su tamao y peso, para lograr la fuerza de "arranque" o sea la velocidad inicial que, contrarrestando a la fuerza de gravedad, permita a la mquina alejarse de la Tierra, sin la cual no podra continuar su trayectoria y caera de nuevo al suelo.

    En cambio, los Ovnis suben y bajan con toda suavidad, pueden detenerse en el espacio a cualquier altura y permanecer inmviles todo el tiempo que sus tripulantes deseen, y realizar toda clase de virajes en ngulos inverosmiles para nuestros aviadores, sin que la mquina o sus ocupantes sufran en lo ms mnimo. Poderosos campos magnticos y la combinacin de fuerzas a que ya se ha aludido ms arriba, logran esto, aparte de la calidad especial de los materiales mencionados. En cuanto al organismo y funciones biolgicas de sus tripulantes, sucede lo mismo: en los momentos crticos de ciertas maniobras, como ascensos y descensos, o en los cambios bruscos de velocidad o virajes violentos, toda la estructura y muy particularmente la cabina central son rodeadas por una fuerza cuya magnitud est en relacin directa con las fuerzas naturales que ha de vencer, manteniendo as a la nave dentro de lo que podamos llamar un "campo gravitacional propio". En esta

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    forma quedan anuladas todas las reacciones por gravedad o inercia, y han vencido todos los efectos de-sagradables y peligrosos provenientes de los cambios de presin, desgravacin o prdida de peso en el espacio exterior, y los consiguientes efectos fisiolgicos y psquicos para sus ocupantes.

    Otro problema, que hasta ahora resulta una valla insalvable para nuestros sabios: el recalentamiento por la friccin de los cuerpos, que puede tener resultados terrorficos al atravesar las zonas de atmsfera, de la Tierra o de otros astros, ha sido, tambin, resuelto por ellos. Un sistema automtico protector absorbe la energa trmica a medida que sta se va generando en toda la cubierta exterior de la astronave, transformndola en refrigeracin controlada y en fuerza propulsora; de tal suerte la capacidad del vuelo permite alcanzar velocidades muy superiores, dentro de la atmsfera, a todo lo calculado por nuestros cientficos, an cuando, en verdad, dentro de esas zonas no se llegue nunca a los lmites asombrosos que ms arriba se ha indicado. Recordemos que, en la primera parte, nuestro amigo explic cmo haba notado un apreciable cambio de velocidad entre el tiempo que permanecieran en la atmsfera terrestre y cuando alcanzaron el espacio in-terestelar.

    Otra de las caractersticas especiales observadas por l fue la referente al sistema de deteccin a distancia. Nosotros hemos desarrollado el radar. Lo que ellos poseen al respecto rene las condiciones de servicio, combinadas, del radar, la televisin y la telemetra telescpica. Una experiencia interesante fue presenciada por Pepe cuando atravesaban la zona conocida como Cinturn de Asteroides, ya mencionada anteriormente. En la respectiva pantalla de la cabina de mandos apareci de pronto la imagen de un meteorito que se aproximaba velozmente en la misma trayectoria seguida por la nave. Por las ventanas del aparato no se distingua nada. Los tripulantes le llamaron la atencin y le dijeron, telepticamente, que iban a eliminar ese obstculo. Nuestro amigo segua sin ver nada a travs del ventanal. En la pantalla de control el asteroide continuaba acercndose y era visible en todos sus detalles. Uno de los astronautas regul una llavecita y oprimi el botn. En la pantalla se vio estallar, en formidable explosin, al meteoro y, al mismo tiempo, nuestro amigo pudo ver por las ventanas, en la misma direccin en que viajaban pero una distancia enorme, un destello fugaz que desapareci... Al mirar de nuevo, inquisitivamente a sus acompaantes, la respuesta fue: "Rayos Csmicos... y de Luz... ".

    C A P I T U L O VI

    Las Bases en el Espacio Se ha dicho, en la primera parte, que en ambos viajes -a la ida y a la vuelta de Ganmedes- haban hecho

    escala en una base espacial. La primitiva posicin de esa base, a juzgar por los datos obtenidos por mi amigo, se encontraba a poco ms de diez millones de kilmetros de la Tierra; pero en la segunda visita, los clculos por l efectuados, a partir del tiempo que emplearon en el regreso, arrojaban casi el doble de aquella distancia. Esto, y las observaciones ms cuidadosas que pudo efectuar en esa nueva oportunidad, lo convencieron de que la mencionada base no mantena una posicin fija, sino que variaba de lugar.

    Ampliando sus observaciones con los datos que pudo obtener de los mismos tripulantes de las astronaves, haba llegado a la conclusin de que aquel artefacto espacial no slo cambiaba de posicin, sino que, para ello posea los medios necesarios, la fuerza y las fuentes de energa suficientes para mantenerse en el espacio indefinidamente, cambiando de lugar a voluntad de sus ocupantes, dentro de un plan establecido y coordinado con el funcionamiento de otras bases similares, repartidas en diferentes puntos de nuestro sistema planetario. No se le dijo cuntas eran esas bases; pero no le negaron su existencia. An ms, le informaron que obedecan a un sistema y que integraban una organizacin de servicio permanentes, que permita a los habitantes de "Su Reino" conocer y mantener informacin constante acerca del desenvolvimiento evolutivo de toda la familia de astros integrantes de lo que nosotros llamamos nuestro sistema solar. Tambin se le manifes-t que todo el conjunto formado por esas bases, aparte de facilitarles su comunicacin con los diferentes mundos que lo integran, eran estaciones de control, de regulacin y de abastecimiento, que permitan almacenar transitoriamente determinadas substancias, obtenidas de la naturaleza de algunos de los planetas de esta familia sideral.

    Todo esto fue comprobado, ms tarde, por Pepe. Recordaba en efecto, que en el viaje de ida, efectuado, como se dijo, en una mquina mucho ms grande, vio introducir buen nmero de bultos, algo as como cilindros de metal bruido y parecido al acer