Yo, la verdad, no comprendo bien por qué hay tanta heterosexual en el feminismo, por qué hay tantas feministas que cojen gratis con pelotudos, por qué hay tanta feminista monógama, por qué hay tanta mina feminista que sueña con ser madre, por qué hay tantas feministas que se depilan diciendo que lo hacen por “ellas”, por qué, por qué, por qué. ¿Pero qué carajo pasó con el feminismo? ¿Qué pasó con la “Mujer”? ¿Por qué seguimos reivindicando ese feminismo al estilo Alicia Moreau de Justo? ¿Por qué nos quedamos en Simone de Beauvoir y no leemos a Witting, a Rich, a Rubin? ¿Por qué parece que a las feministas les da tanto miedo la reivindicación lésbica? ¿Por qué seguimos con este feminismo esencialista estúpido? ¿Por qué cuestionamos (y hasta ahí nomás) el género y no cuestionamos el sexo? Basta de ese feminismo que cree que con visibilizar y reivindicar a la Mujer se acaba todo. Basta de ese feminismo de “mujeres” para “mujeres”, que ni siquiera cuestiona en qué constituye el sujeto “Mujer”. Basta de ese feminismo que lucha contra la opresión de las “mujeres” por los “varones” sin poder ver realmente en qué consiste ese sistema de opresión. Basta de ese feminismo narcisista centrado solo en lo que biológicamente tiene concha y que deja afuera a todas las otras corporalidades, formas de vida y sexualidades abyectas. Basta de ese feminismo que no se cuestiona la heterosexualidad ni la monogamia. Basta de ese feminismo reformista que transa en las instituciones históricamente patriarcales.