Zaina Emilio Catulo, Anti Lect Ores

download Zaina Emilio Catulo, Anti Lect Ores

of 23

Transcript of Zaina Emilio Catulo, Anti Lect Ores

CATULO: CC. 1, 5 Y 16. EL LECTOR, LOS ANTILECTORES Y EL PBLICO* Emilio Zaina

La presencia manifiesta de libros, lectores y pblico en la coleccin de Catulo, complementada con la representacin del poeta en proceso de escribir, es uno de los recursos que ayudan a definir su poesa como tal, un artificio por medio del cual se confirma abiertamente que aquello que compone el poeta y ms tarde circula en diversos soportes librarios, para encontrar su destino final en las manos de los lectores, es poesa. (1) Como una consecuencia natural de una generacin fascinada por los libros, (2) il poeta si autorappresenta nel suo laboratorio (3) rodeado por las herramientas especficas del oficio de escritor. Aparecen en los poemas superficies papirceas de diferentes extensiones y calidad: libellus en cc.1, 1, 8; 14, 12; charta en cc. 1, 6; 22, 6; 36, 1 y 20; papyrus en c. 35, 2; liber en c. 44, 21; palimpsestus en c. 22, 5. Tambin se mencionan recipientes y cajas para contenerlas y transportarlas: scrinia en c. 14, 18; capsula en c. 68, 36; cubiertas para protegerlas, membrana en c. 22, 7; varillas para facilitar el enrollado y para proteger los extremos: umbilici en c. 22, 7; lminas de plomo para trazar renglones y cuadraturas: plumbum en c. 22, 8; piedras pmez para alisar extremos: pumex en cc. 1, 2; 22, 8; diversas tablillas enceradas: pugillaria en c. 42, 5; codicilli en c. 42, 11, 12, 19, 20 y 24 y tabella en c. 50, 2. El poeta neotrico escribe rodeado de libros, (4) traduce

* Mi agradecimiento a Bruce Gibson con quien intercambi puntos de vista acerca de los principales aspectos de este trabajo. (1) Constatons que la reprsentation de la lecture est un moyen par lequel la littrature se dfinit comme telle, comme si loeuvre elle-mme reconnaissait son destin dans les mains du lecteur. seala D. Spurr, Scnes de lecture, Potique 120 (1999), p. 143. (2) En palabras de R. Pfeiffer, History of Classical Scholarship. From the Beginnings to the End of the Hellenistic Age, Oxford 1968, p. 102, el libro se transform en un signo caracterstico de la poca helenstica. (3) La frase es de A. La Penna, Lautorappresentazione e la rappresentazione del poeta come scrittore da Nevio a Ovidio Aevum Antiquum 5 (1992), p. 161. (4) Catulo seala que no puede escribir un poema neotrico como el que le pide Manlio porque no tiene consigo sus libros: nam, quod scriptorum non magnast copia apud me, / hoc fit, quod Romae vivimus: illa domus, / illa mihi sedes, illic mea carpitur aetas; / huc una ex multis capsula me sequitur, c. 68a. 33-36. Tomo scriptorum como genitivo de scriptores y no de scripta como propone K. Quinn, Catullus, The Poems, edited with Introduction, Revised Text and Commentary, London 1970, p, 380. Para Quinn, quien se atiene a las antiguas ediciones de Naudet y Merrill, Catulo habla de la ausencia de sus propios poemas: It seems more likely that C. is rejecting Mallius assumption that he must have lots of material on hand (just completed or nearing completion) which he can send, even if he isnt in the mood for writing fresh poetry (scriptorum in that case from scripta). En cambio, C. J. Fordyce, Catullus. A Commentary, Oxford 1961, p. 348, que acepta scriptorum como genitivo de scriptores, considera que The excuse is revealing evidence of the methods and ideals of

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

1

versos escritos por otros poetas, cc. 51 y 66, y cuando su obra est finalizada la edita en un librito de singular belleza. (5) A pesar de que en esta poca publicar poesa consista en leerla en voz alta y en pblico, (6) en los poemas de Catulo encontramos que la literatura circula por escrito en diferentes superficies librarias. En c. 1. dedica su libellus a Cornelio quien, a su vez, ha reunido la historia universal en tres volmenes, tribus chartis, v. 6; en c. 14 Calvo obsequia a Catulo una antologa, horribilem et sacrum libellum, v. 12, y este le promete que le retribuir del mismo modo tan pronto como pueda dirigirse ad librariorum scrinia vv. 17-18; en c. 35 Catulo enva a Cecilio un papiro parlante, velim Caecilio, papyre, dicas v. 2; Lesbia est dispuesta a arrojar al fuego los scripta, v. 7, del poeta en c. 36; con Licinio, en c. 50, Catulo improvisa pequeos versos en diferentes metros sobre una tablilla, tuis tabellis v. 2, y en c. 42 hace esfuerzos intiles para recuperar los pugillaria, v 5, o codicillos, vv. 11, 12, 17, 18 y 24, que no le devuelve una moecha putida; en c. 22 Sufeno le ha enviado sus papiros reales, chartae regiae v. 6, y todo indica que tambin llegarn a manos de Varo; con diversa suerte Cina y Volusio publican sus libros, segn se lee en c. 95; Malio le ha remitido a Catulo una carta, epistolium, c. 68, 2, escrita con lgrimas. La representacin en la coleccin de diversas superficies de escritura y de instrumentos para escribir se complementa con dos series de escenas ntimamente vinculadas, porque si existen libros es necesario tambin que existan lectores y que adems se d noticia de la actividad de quien los escribe. Catulo se exhibe de manera visible como scriptor, o en proceso de escribir, en numerosas ocasiones. (7) En c. 25 amenaza a Talo con garabatear, conscribrilent v. 11, su cuerpo de ladrn con latigazos ardientes; en c. 37 insulta a los contubernales que acompaan a Lesbia y les advierte que va a cubrir, scribam v. 10, el frente de la salax taberna con falos; en c. 50 traza, scribens v. 4, efmeros versos sobre una tablilla encerada en un contrapunto con su amigo Licinio; en c. 70, la representacin del amante enamorado de Lesbia, que es uno de los rostros que asume Catulo en el texto, considera que los juramentos de esa mujer conviene escribirlos, scribere v. 4, en el viento y en el agua que corre; en c. 68 Catulo responde con una carta al amigo que a su vez le ha escrito una misiva con sus lgrimas: scriptum hoc lacrimis mittis epistolium v. 2. Finalmente, entre aquellos ejemplos en los que aparecen lectores descriptos en el corpus, constatamos en c.14b que la esperanza del poeta es que sus versos lleguen a manos de los lectores futuros, Siqui forte mearum ineptiarum / lectores eritis manusque vestras / non horrebitis admovere nobis. vv. 1-3; en c. 22 encontramos que Catulo lee y juzga los poemas de Sufeno y permanece implcito que ms tarde los leer Varo, haec cum legas v. 3, advertido acerca de la diferencia entre su elegante autor y los bastos e innumerables

the doctus poeta; what is expected of him is Alexandrian poetry, transladed from, or modelled on, Greek, and for that he needs his library. Una breve y precisa discusin del problema puede consultarse en J. C. Yardley, Copia Scriptorum in Catullus 68.33, Phoenix 32 (1978), pp. 337-339. (5) Me permito remitir a E. Zaina, De la capsula de viaje a las tabellae de notas, Quad. Urb. Cult. Class. 2 (2002), pp. 149-162, artculo en el que estudio las escenas de escritura en los poemas de Catulo. (6) Ver n. (15). (7) Cito a modo de ejemplo solo aquellos pasajes en los que aparece el verbo que describe la accin de escribir.

2

Emilio Zaina

versos que este escribe. En c. 35 una mujer se enamora de Cecilio despus de haber ledo su poema sobre Cibeles, nam quo tempore legit incohatam / Dindymi dominam, vv. 12-13; Lesbia, en c. 36, ha ledo una seleccin de poemas de Catulo a quien considera el peor de los poetas, electissima pessimi poetae scripta / tardipedi deo daturam / infelicibus ustulanda lignis. vv. 6-8; el propio Catulo, en c. 44, aunque no se trata de poesa sino de una oratio, lee el pestilente discurso de Sestio con la esperanza de ser invitado a cenar, orationem in Antium petitorem / plenam veneni et pestilentiae legi. vv. 11-12; en c. 95 los siglos encanecidos leern La Esmirna, Smyrnam cana diu saecula pervoluent: v. 6. Mi propsito no consiste en abarcar la totalidad de este edificio, sino detenerme slo en la representacin del lector, antilectores y pblico en los cc. 1 y 16 y luego considerar la importancia que dicha representacin tiene para la comprensin de la secuencia introductoria del affaire amoroso, constituida por cc. 2 a 11, y, especialmente, para el significado de c. 5, considerado su centro estructural. A los fines de mi artculo, defino como lector (8) y antilectores a aquellos que leen versos de Catulo y expresan algn juicio crtico de manera explcita. El pblico del que me ocupo tambin aparece descripto en los poemas, pero Catulo no espera de ellos juicios crticos sino una especfica reaccin corporal ante sus versos. En consecuencia, el lector, los antilectores y el pblico al que me refiero no pertenecen al horizonte histrico de recepcin de los poemas. Tampoco constituyen una abstraccin que podra deducirse de la forma y el contenido del texto, por el contrario, lector, antilectores y pblico se describen cumpliendo de manera explcita esta funcin en los poemas. De acuerdo con esta delimitacin, queda claro que tambin excluyo a los destinatarios de invitaciones, burlas, amenazas, invectivas, dedicatorias o bienvenidas, quienes desde mi punto de vista no son lectores. Para dar dos ejemplos entre muchos posibles: ni Veranio ni Ipsitila, destinatarios de cc. 9 y 32 respectivamente, son, en el sentido estricto que utilizo en este trabajo, lectores crticos de los versos que reciben. El primero es objeto de una alegre bienvenida, mientras que a Ipsitila se le pide una tarde de amor hiperblico. Para expresarlo formalmente, mi definicin de lector tampoco incluye a aquellos que solamente son destinatarios de actos de habla de los poemas y s a quienes emiten juicios sobre la poesa de Catulo, luego de leerla. (9) Los lectores que considero en este artculo leen crticamente versos que no les son dirigidos como destinatarios privilegiados de un

(8) Si bien ha sido sugerente para mi indagacin el prlogo de G. B. Conte, Generi e lettori. Lucrezio, lelegia damore, lenciclopedia di Plinio, Milano 1991, pp. 3-8, ninguno de los lectores que estudio constituye por s solo lo que l llama en. p. 8, refirndose al lector de Plinio, la forma del lettore prevista . En palabras de Conte Questo lettore-destinatario una forma del testo , p. 6, una abstraccin que, aunque algunas veces tome un nombre definido, no siempre se corporiza como un lector individualizable en el texto. M. Citroni, Poesia e lettori in Roma antica. Forme della comunicazione letteraria, Roma-Bari 1995, se ocupa extensamente del lector en la poesa latina y dedica dos captulos de su trabajo a Catulo, pero su definicin no distingue entre lectores crticos, destinatarios de los actos de habla y pblico. En su libro estos grupos se confunden y quedan englobados en un crculo de destinatarios prximos que leen, comprenden y juzgan los poemas de Catulo. (9) J. L. Austin, How to do Things with Words, Cambridge 1962 es el libro clsico sobre los actos de habla. Para Austin un acto de habla pone en marcha la fuerza ilocucionaria del lenguaje en el que los interlocutores establecen entre s compromisos diversos que modifican sus relaciones.

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

3

acto de habla, (10) mientras que el pblico, ajeno tambin a la fuerza ilocucionaria del lenguaje, reacciona con su cuerpo al poder psicaggico de los versos. El lector experto Cornelio es merecedor de la copia de lujo que contiene la coleccin de Catulo, no hay otro en todo el corpus que pueda disputar su condicin de lector experto y guardin del exclusivo libellus que se le ofrece. La informacin indirecta que la historia nos proporciona armoniza perfectamente con la descripcin de c. 1 y contribuye a acentuar su estatura de lector inigualable: l es, como Catulo, un traspadano compositor de versos ligeros (11), profundamente helenizado (12) y autor osado y original (13) de una crnica erudita, compuesta laboriosamente: iam tum, cum ausus es unus Italorum omne aevum tribus explicare chartis, doctis, Iuppiter, et laboriosis. vv. 5-7 El hecho verdaderamente crucial es que el cronista transpadano es el nico de todo el corpus que posee las condiciones necesarias para convertirse en un juez calificado, distante y objetivo, del libellus. Necesariamente, Cornelio aparece completamente ajeno a los affaires emocionales que se describen en los poemas que se le entregan y adems ha juzgado las nugae durante una fase previa de su circulacin, antes de que se las transcriba sobre el lujoso rollo papirceo que Catulo le entrega. El dictamen de Cornelio es global y objetivo, no est referido a una pieza en particular, ni a ninguno de los personajes en ellas implicados y mucho menos a las penas o alegras de su autor, sino a las virtudes poticas de un conjunto de nugae que han sorteado la criba de su juicio literario:

(10) Es cierto que algunas veces, como en el teatro cuando un aparte transgrede los lindes que impone la cruz teatral y el actor habla al pblico en lugar de hacerlo con los otros actores, los lmites se confunden. Un ejemplo de este procedimiento es el caso de Lesbia quien es objeto constante de los actos de habla de Catulo que le ruega besos, le exige fidelidad, le enva palabras de renuncia o recriminacin, pero, en alguna ocasin, acta como lectora crtica de sus poemas de invectiva. En c. 36, Lesbia, a quien el poeta denomina puella, como en cc. 2, 1; 3, 3 y 17; 11, 15; 13, 2, adems de aparecer como receptora de los truces iambos v. 5 del amante, promete sacrificar una seleccin de versos de Catulo y lo llama el peor de los poetas: electissima pessimi poetae / scripta vv. 6-7. Aunque no sabemos si Lesbia ha hecho la seleccin de los versos, s podemos deducir que ella los ha ledo crticamente porque califica a su autor como el peor de los poetas. De este modo, Lesbia aade a su condicin de partenaire amorosa de Catulo amante la de lectora crtica de Catulo poeta. (11) Plin. ep. V 3, 6. (12) Un minucioso estudio sobre Cornelio Nepote y su relacin con Catulo se encuentra en T. P. Wiseman, Clios Cosmetics, Leicester 1979, pp. 143-182. (13) En el sentido que los latinos comprendan la originalidad: una relacin de intertextualidad dinmica con el pasado literario, Cfr. A. Thill, Alter ab illo. Recherches sur limitation dans la posie personnelle a lpoque augustenne, Paris 1979.

4

Emilio Zaina

namque tu solebas meas esse aliquid putare nugas vv. 3-4 Las palabras indican que Cornelio ha repetido (solebas) (14) su juicio sobre las nugae a las que pudo haber accedido en copia ordinaria, (15) y su opinin crtica (esse aliquid putare) es ahora uno de los principales motivos para que el poeta le dedique su libellus. El dato explcito de la circulacin previa de las piezas antes de ingresar al libellus es de gran inters cultural, pero por sobre todo es poderosamente significativo dentro del texto: Cornelio, lector contemporneo de Catulo, ya ha ledo las nugae como obras literarias antes de este se las entregue en una copia exclusiva y de lujo. La conjetura, con asiento real en el texto, acerca de que antes de ser reunidos en una coleccin los poemas del libellus circularon como piezas autnomas, vinculadas a una ocasin determinada y dirigidas a un destinatario privilegiado permanece en tensin con el carcter puramente literario que les atribuye Cornelio. (16) El lector experto no pertenece al mismo universo del que forman parte Lesbia, Licinio, Varo, Sufeno, Cecilio, Furio, Aurelio, Talo, Ipsitila o Ameana y el propio Catulo, entre otros. Ha sido lector crtico de las nugae y ahora, nuevamente, es el potencial

(14) B. Schmidt, Die Lebenszeit Catulls und die Herausgabe seiner Gedichte, Rhein. Mus. 69 (1914), p. 277, n. 2 seala que el imperfecto solebas indica los reiterados elogios de Nepote ms que una diferencia temporal. (15) Si bien hay acuerdo en que en esta poca la poesa circulaba en forma de recitationes, T. P. Wiseman, Catullus and His World. A Reappraisal, Cambridge 1985, p. 127 seala que It is striking that he never refers to public performance or an audience of listeners y en las pginas siguientes considera que, exceptuando las recusationes epistolares, el resto de los poemas bien pudo haber sido representado en voz alta ante una audiencia relativamente especializada. Los rasgos performativos de su poesa han promovido considerable atencin en la crtica especializada, adems de Wiseman 1985, pp. 124-129 se puede consultar J. K. Newman, Roman Catullus and the Modification of the Alexandrian Sensibility, Hildesheim 1990, pp. 140-43; M. K. Gamel, Reading as a man: performance and gender in Roman Elegy, Helios 25 (1998), pp. 79-95; M. B. Skinner, Catullus in Performance, Class. Journ. 89 (1993), pp. 61-68; D. Wray, Catullus and the Poetics of Roman Manhood, Cambridge 2001, pp. 55-63. K. Quinn, The poet and his audience in the Augustan age, en ANRW, II 30, 1, Berlin and New York 1982, pp. 88-90 presenta un completo panorama acerca del modo de circulacin de la poesa en la poca de Catulo. Sus argumentos y ejemplos prueban que la performance oral era la prctica ordinaria de circulacin de la poesa compuesta para ser leda en voz alta. Sin embargo, el propio Quinn excluye a Catulo a quien considera el primer ejemplo de scriptor. Una buena descripcin de cmo pueden haber llegado las nugae a manos de Cornelio la hace G. Cavallo, Testo, libro, lettura, en Cavallo G., Fedeli P., Giardina A., Lo Spazio Letterario di Roma Antica II, Roma-Bari 1989, p. 352: numerose e ben ripartite nel tempo sono le testimonianze relative ad una circolazione privata di una o poche copie dellopera prima della definitiva pubblicazione: ad occuparsene sono gli autori stessi, che in questa fase sono pronti ad accettare i consigli dei destinatari di tale limitata e provvisoria pubblicazione (in genere si tratta di amici o di personaggi particularmente competenti). (16) E. Fraenkel, Horace, Oxford 1957, pp. 313-314 seala, refirindose a c. 50, que Catulo escribe un poema espontneo hacia el caer de la tarde, despus del contrapunto con Calvo y que luego aade para su publicacin los seis primeros versos. La suposicin de Fraenkel implica que en primera instancia el poema fue enviado realmente a Licinio y luego, Catulo lo convirti en una pieza literaria destinada a lectores genricos. Sin embargo, Cornelio los ha ledo como obras literarias antes de que sean incluidos en el libellus.

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

5

lector de la coleccin que se le entrega en un ejemplar singular. No es el destinatario exclusivo de ninguna de las piezas del corpus, (17) pero la dedicatoria lo convierte en el destinatario genrico de todas ellas, no para examinar indiscretamente (18) versos de amor, traicin, amistad, burla, amenaza o dolor que en ningn caso le son dirigidos, sino para leerlos con la misma disposicin con que antes ha ledo las nugae, como el lector distante, mayor, erudito, autor de versos ligeros, coterrneo, osado, original. Por segunda vez Cornelio es el receptor de poemas que parecen formar parte de la esfera ms ntima de su autor, pero que, sometidas a su juicio, se presentan solamente como piezas de valor literario. Por esta razn Catulo no espera de l consuelo, amor, amistad o alguna respuesta a sus emociones privadas, sino la guarda y conservacin de la copia de lujo. Otros datos refuerzan la ajenidad de Cornelio respecto del universo representado en el libellus que se le dedica. Si bien Catulo ofrece su coleccin de poemas transcripta sobre un rollo papirceo, la eleccin de Cornelio parece cumplirse, verosmilmente, en el marco de una escena oral, tcnicamente una recitatio, en la que el poeta inquiere entre los presentes quin es merecedor de su librito recin editado. De acuerdo con la imagen representada en el poema, el elegido recibe el libellus, es decir la versin escrita, sin la dedicatoria que est siendo pronunciada a viva voz en ese mismo instante: (19) Cui dono lepidum novum libellum arido modo pumice expolitum? Corneli, tibi La historia de la recepcin colabora con esta posibilidad porque nada menos que Marcial llama a la coleccin passer, la primera palabra del poema que en nuestras ediciones modernas lleva el nmero dos. (20) La intervencin de Marcial recuerda que en

(17) No importa si el libellus abarca desde el c. 2 hasta el c. 14, 50, 51 o 60. En ningn caso aparece Cornelio y tampoco est probado que el Cornelio que aparece en cc 67, 35 y 102, 4 sea el mismo que el destinatario del libellus y lector de las nugae. (18) K. Quinn, The poet and his audience, op. cit., p. 89 supone que quienes leemos los poemas de Catulo tenemos el sentimiento de comportarnos indiscretamente, como si estuviramos revisando una correspondencia ajena y privada. Victoria Pedrick, Qui potis est, inquis? Audience roles in Catullus, Arethusa 19 (1986), pp. 187207, retoma al pie de la letra la posicin de Quinn para tratar de demostrar que este es un mecanismo por medio del cual Catulo manipula a su audiencia. M. B. Skinner, Catullus in Verona: a reading of the Elegiac libellus, poems 65-116, Ohio 2003, p. 190 n. 38, seala que Quinn parece no haber tomado nota de las consideraciones hechas por Fraenkel cuatros dcadas atrs en las que demuestra con toda claridad que el c. 50 fue compuesto para un pblico amplio, un principio que puede extenderse a todos los poemas ocasionales. Si esto es as, hay que sealar con nfasis que el primer indiscreto sera Cornelio, como doble destinatario genrico de las nugae y del libellus porque cmo es posible que a l le sean dedicadas las piezas de carcter privado que se encuentran en el libellus? (19) Para M. Citroni, op.cit., p. 276, admitir que Catulo pregunta en voz alta, luego duda y despus toma la decisin de elegir a Cornelio para dedicarle el libellus sera ridculo y casi ofensivo. No encuentro motivos para considerar ofensiva la pregunta de Catulo. (20) Marcial I 7, 3 y IV 14, 14 se refiere al libellus con el nombre de passer, considerando al c. 1 fuera de la coleccin. A. L. Wheeler, Catullus and the Traditions of Ancient Poetry, Berkeley 1934, p. 251, n. 24, recuerda otro pasaje de Marcial que, en un prefacio en prosa al comienzo del

6

Emilio Zaina

la antigedad las obras literarias se conocan por sus primeras palabras y, en el caso de que tuviera una dedicatoria, esas palabras eran las de la pieza siguiente de modo tal que tambin en el ejemplo de Catulo el c. 1 queda desasido del resto de la coleccin. Por aadidura, datos sobre la composicin y el diseo del libellus se ubican en el mismo sentido. Estudios sobre la mtrica de los carmina han demostrado que el poema de dedicatoria pertenece a la segunda fase compositiva de las piezas en falecios que se encuentran en los primeros 60 poemas. (21) La condicin exterior de c.1, fundada en parte por la informacin que el mismo poema recrea, en parte por los datos de la mtrica utilizada y en parte por la historia de la recepcin, es perfectamente adecuada al estatuto del lector experto. Si bien es obvio que el poema de dedicatoria no forma parte de la coleccin que encabeza, resulta muy apropiado que Cornelio, que no aparece involucrado con el universo potico sobre el que emite su juicio crtico, habite un poema que tambin permanece desasido de dicho universo. Si Cornelio ha ledo y juzgado las nugae en el pasado, ahora Catulo vuelve a ofrecrselas, pero en un soporte librario de lujo. Para mostrar que este es un hecho de importantes consecuencias, no hace falta recurrir a un lugar comn del pensamiento contemporneo, que seala que el medio es el mensaje, porque es el propio Catulo el que proporciona un ejemplo revelador. En efecto, los poemas de Sufeno vendidos en los scrinia librariorum no son exactamente los mismos que sus miles de versos volcados en papiros reales acerca de los cuales Catulo advierte a Varo. En c. 14 la adecuacin entre soporte y escritura es perfecta desde el punto de vista del juicio de Catulo, mientras que en c. 22 los carsimos rollos utilizados por el poetastro revelan de un modo palmario la incongruencia con la psima factura de sus poemas imperfectos. El Sufeno que se puede adquirir en los scrinia librariorum tiene otros lectores, otra va de circulacin (22) y es utilizado como un regalo humorstico, tal como se utilizaban los apophoreta durante las Saturnales. En c. 1 queda expuesto que las nugae, una vez trasladas al libellus, cambian su condicin, dejan de ser piezas sueltas, o unidas provisoriamente en una copia ordinaria, para adquirir la dignidad excepcional y definitiva de la edicin de lujo exclusiva. Pero adems, si la reunin en un volumen abre la posibilidad del principio de unidad de piezas dispersas, la dedicatoria a Cornelio es la concrecin acabada de dicho principio: a partir de ahora todos los poemas, cada uno de ellos con un destinatario singular, escrito para una ocasin determinada y con un propsito preciso, convergen en la figura

libro noveno, seala al epigrama siguiente como extra ordinem paginarum. A favor de esta posicin, cfr., entre otros, W. Clausen, Catulli Veronensis Liber, Class. Philol. 71 (1976), p. 39, n. 7, en contra cfr. L. Butrica, History and Transmission of the Text, en A Companion to Catullus, Ed. by Marilyn B. Skinner, 2007, p. 23. (21) Esto ha sido descubierto por O. Skutsch, Metrical variations and some textual problems in Catullus, Bull. Inst. Class. Stud. 16 (1969), pp. 38-43. La tesis de Skutsch ha sido ampliamente difundida por K. Quinn, Catullus. An Interpretation, London 1972, 16-20; reparos se encuentran en T. K. Hubbard, The Catullan Libellus, Philologus 127 (1983), pp. 127 - 234. (22) Cicern ad Quintum fr. III 4, 5; 5, 6 critica la calidad de los ejemplares que se pueden compran en las tabernae librariae. Cfr. M. Citroni, op. cit., pp. 13 y 26 n. 24 y G. Cavallo, Testo, libro, lettura, op.cit., pp. 338-340 quien seala que en algunas bibliotecas prximas a las termas se encontraban obras de entretenimiento y que exista una circulacin transversal de poesa pedestris, novelas de misterio, de amor, de aventuras, textos astrolgicos, tratados de cocina, de deportes o de juegos.

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

7

de aquel que se atrevi a reunir todos los acontecimientos de la historia en tres rollos eruditos. De este modo, el lector experto contribuye a darle al conjunto de poemas una unidad que no le pueden conferir los destinatarios singulares. En esta poca se difunde el novus liber, el volumen literario de gran calidad, destinado a la lectura culta, inspirado en modelos helensticos y que en el periodo de tiempo comprendido entre los ltimos aos de la repblica y el principado se elabora tambin en Italia: papiro de extraordinaria calidad, cuidadosa paginacin de la escritura, formas grficas elegantes, uso de iniciales distintivas y grafas particulares para el nombre del autor y el ttulo de la obra al final de cada rollo, uso de umbilici y cornua para envolver el volumen y proteger sus extremos. La nueva poesa de Catulo y de los neoteroi viene acompaada por una fascinacin por el libro en general, (23) heredada del helenismo alejandrino, y por el novus liber en particular. A tal punto se asemeja esta poesa al libro que la vehiculiza que el poema de dedicatoria, que expresa el programa potico de Catulo, describe el libellus como un sustituto de la poesa. (24) Cuando el lector antiguo toma entre sus manos y recorre con sus ojos la apariencia material del novus liber puede intuir, an antes de desenrollar el volumen, que est en presencia de versos de los poetae novi. (25) La historia nos dice que es la materialidad del soporte la que ha creado la nueva poesa: en el invernadero cultural de la biblioteca de Alejandra, en el proceso de clasificar y editar la poesa antigua, en el momento en que la voz se encapsula en los signos escriturarios, es cuando aparece la poesa de Calmaco. (26) Se admite que la nueva poesa no hubiera nacido sin esta fascinacin por los libros, sin la construccin de la biblioteca de Alejandra, el acopio de volmenes, la clasificacin y edicin de los poetas antiguos.

(23) L. Gamberale, Libri e letteratura nel carme 22 di Catullo, MD 8 (1982), pp. 143-169, observa que Catulo es el primer poeta latino en ofrecer una tipologa escrituraria y libraria amplia y coherente. (24) La mayora de los comentaristas actuales est de acuerdo en que lepidum novum libellum no se refiere slo al aspecto fisico del libro, sino al contenido. El carcter programtico del poema ha sido estudiado por : F.O. Copley, Catullus c. 1, TAPhA 82 (1951), pp. 200-206; J.P. Elder, Catullus 1. His poetic creed and Nepos. Harv. Stud. Class. Philol. 60 (1951), pp. 101-136; M. Zicari Sul primo carme di Catullo, Maia 17 (1965), pp. 232-240; F. Cairns, Catullus I, Mnem. 22 (1969), pp. 153-158; B. Latta, Zu Catulls carmen 1, Mus. Helv. 29 (1972), pp. 201-213; B. Nemeth, How does Catullus booklet begin? Contribution to the interpretation of the envoy, Acta class. Univ. Sci. Debreceniensis 8 (1972), pp. 23-30; D. Singleton, A note on Catullusfirst poem, Class. Philol. 67 (1972), pp.192-196; W. Batstone, Dry Pumice and the Programmatic Language of Catullus I, Class. Philol. 93 (1998), pp. 125-135. (25) La incongruencia de Sufeno se revela con el uso de novi libri para escribir miles de versos imperfectos. W. Fitzgerald, Catullan Provocations, Berkeley-Los Angeles 1995, pp. 87-113 ha mostrado que los objetos de los poetae novi son signos de su urbanitas y que si alguien ajeno al estrecho crculo de los urbani osa ostentar uno de estos objetos, cae sobre l el escarnio y la burla que corresponden al usurpador. (26) Los dos captulos iniciales del libro de P. Bing, The Well-Read Muse. Present and Past in Callimachus and the Hellenistic Poets, Gottingen 1988 son muy instructivos respecto de la importancia de la biblioteca de Alejandra para el nacimiento de la nueva poesa: For Callimachus, working in Egypt, this means that they are virtually synonymous with the library of Alexandria, p. 44. A. J. Marshall, Library Resources and Creative Writing at Rome, Phoenix 30 (1976) pp. 252-264 muestra el vnculo entre el proceso creativo de los poetas romanos con libros y bibliotecas.

8

Emilio Zaina

Se ha sealado que el rollo normal de la poca tuvo gran importancia para determinar el nmero de versos que poda contener el libellus dedicado a Cornelio, (27) un hecho que muestra que la superficie escrituraria gravitaba en las decisiones vinculadas al diseo editorial por parte del poeta. Si esto es as respecto del autor, tambin debi serlo respecto del lector. El rollo papirceo supona una especfica fisiologa de lectura muy diferente de la del cdice, antecedente de nuestros libros. Desplegar un rollo implicaba tomarlo con ambas manos, lo que dificultaba realizar anotaciones o consultar pasajes intermedios, (28) y desenrollarlo paulatinamente desde el principio hasta el final. Los datos iconogrficos confirman la fisiologa de la lectura que describen los textos. (29) Si nos fuera posible reconstruir la escena de lectura, tal vez nos encontraramos con un hombre que toma el papiro entre sus manos y comienza a desplegarlo poco a poco, envolviendo con su mano izquierda el comienzo y desenvolviendo con su mano derecha el resto del rollo. (30) El objeto que se manipula parece poseer l mismo una fuerza inercial que impide comenzar por otro lado que no sea el principio, o saltear partes a fin de avanzar a secciones que estn ms adelante. De hecho el volumen posee una nica entrada y no hay modo de abrirlo fcilmente como suceda con un cdice, el antepasado de nuestros libros, en el medio o al final, porque es preciso desenvolverlo necesariamente desde el extremo y avanzar paulatinamente por toda su extensin hasta llegar al punto que uno desea. Si no creemos en las casualidades, tal vez la pervivencia del rollo papirceo est vinculada, entre otras cosas, a una forma determinada de lectura. (31) El soporte material, entonces, supone la invitacin a realizar un recorrido determinado y al mismo tiempo la disminucin de las libres decisiones del lector antiguo sobre el

(27) Th. Birt, Das antike Buchwesen, Berlin 1882, pp. 292-293 seala que un rollo de tamao normal poda contener la Eneida de Virgilio, los Amores o el Ars Amatoria de Ovidio, la Tebaida de Estacio un rollo contena en promedio entre 700 y 900 versos. W. Clausen, op.cit., pp. 37-43 retoma el detallado estudio de Birt para mostrar que la limitacin fsica del rollo papirceo antiguo es una evidencia material insoslayable para todo aquel que intente demostrar que el corpus de Catulo es un todo artstico, ordenado y publicado por el poeta. (28) The roll imposes linear movement through or back. No skipping around or dipping in seala J. Van Sickle, The Book-Roll and Some Conventions of the Poetic Book, Arethusa 13 (1980), p. 5. (29) Las fuentes iconogrficas pueden encontrarse en H.-I., Marrou, MOUSIKOS ANHR. tudes sur les scnes de la vie intellectuelle figurantes sur les monuments funraires romains, Grenoble 1938, pp. 24-197. (30) J.Van Sickle, op. cit., p. 5 hace un clara reconstruccin del proceso de lectura de un rollo antiguo: el movimiento de las manos, los ojos y los labios, las dificultades impuestas por la scriptio continua, en caso de existir, la rareza de los signos de puntuacin, la cantidad de columnas abarcables por la mirada, el campo de visin que se abre gradualmente frente a los cortes abruptos del codex. Cfr. Tambin E. G. Turner, The Terms Recto and Verso. The Anatomy of the Papyrus Roll, Papyrologica Bruxellensia 16 (1978), p. 25. (31) T. Habinek, The Politics of Latin Literature. Writing, Identity, and Empire in Ancient Rome, Princeton 1998, pp. 118-119 seala que el eventual desplazamiento del rollo papirceo por el cdice de pergamino no puede ser explicado simplemente en trminos de costo relativo y facilidad de uso. Habinek insiste en el hecho de que facilidad de uso y costo son factores importantes, pero si el rollo papirceo estaba asociado con la literatura de la elite se debe a que la elite busc este camino. El desplazamiento del rollo por el cdice debi estar relacionado menos con el desarrollo tecnolgico que con razones sociolgicas.

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

9

objeto que manipula. La superficie escrituraria utilizada, considerada desde este punto de vista, no tiene grado cero de significacin, ni para el escritor que vuelca sus poemas sobre un soporte que posee una extensin determinada y que permite acoger un nmero limitado de versos y columnas, (32) ni para el lector que se encuentra aprisionado por la inercia material del rollo papirceo y las operaciones editoriales realizadas por el poeta. (33) Si el rollo papirceo invita a un deslizamiento natural desde el incipit hacia adelante, la coleccin sobre l dispuesta se asocia naturalmente para que ello suceda. (34) En el curso de unas pocas dcadas aparecieron en el mundo romano una serie de colecciones

(32) Quintiliano da un ejemplo revelador acerca del modo en que la superficie escrituraria puede incidir sobre quien escribe. Un alumno, a pesar de que se le ha advertido reiteradamente acerca de la longitud excesiva de sus discursos, insiste en hacerlos demasiado extensos. Sin dudas el estudiante, despus de escuchar a su maestro, ha aceptado controlar su incontinencia, pero reincide en el error porque el tamao del soporte que utiliza domina su voluntad; en consecuencia la nica solucin efectiva ser cambiar los cdices hasta aqu usados por otros en los que quepa menor cantidad de escritura: Ne latas quidem ultra modum se ceras uelim, expertus iuuenem studiosum alioqui praelongos habuisse sermones quia illos numero uersuum metiebatur, idque uitium, quod frequenti admonitione corrigi non potuerat, mutatis codicibus se sublatum. Inst. Or. 10. 3.31. (33) M. B. Skinner, Catullus in Verona, op. cit., p. 178, quien retoma y ampla las opiniones de Ch. Witke, Enarratio Catulliana, Carmina L, XXX, LXV, LXVIII. Leiden 1968, p.11, es la mejor exponente de esta idea. (34) Si Catulo orden o no el corpus potico conservado, es una cuestin que an permanence abierta. Los especialistas acuerdan en que hay diferentes bloques de poemas que muestran algn tipo de orden atribuible al autor. Una puesta a punto sinttica, pero exhaustiva, se encuentra en M. B. Skinner, Authorial Arrangement of the Collection: debate past and present, A Companion to Catullus, ed. M. B. Skinner, Malden, MA 2005, pp. 35-53. Es muy difcil no aceptar que la primera parte de los poemas conservados ha sido ordenada por Catulo. Incluso aquellos un poco ms escpticos opinan que el poeta orden la primera seccin de sus poemas: R. Ellis, A Commentary on Catullus, Oxford 1889, pp. XLV-L; A. L. Wheeler, op.cit., pp. 4-32; B. L. Ullman, Studies in the Italian Renaissance, Rome 1955, pp. 102-104; C. J. Fordyce, op. cit., pp. 409-410; L. K. Horvth, Catulli Veronensis Liber, Acta Ant Hung. 14 (1966), pp. 141-173; B. Coppel, Das Alliusgedicht: Zur Redaktion des Catull-corpus, Heilderberg 1973, pp. 141-184; G. C. Giardina, La composizione del liber e litinerario poetico di Catullo, Philologus 118 (1974), pp. 224-235; W. Clausen, op.cit, pp. 37-41; M. B. Skinner, CatullusPasser: The Arrangement of the Book of Polimetric Poems, Salem 1981. W. Kroll, C. Valerius Catullus, Stutt 1968, pp. IX-X considera que las lneas generales del diseo del libro pertenecen a Catulo, pero que nunca termin de completar el ordenamiento de determinadas piezas antes de su muerte. M. B. Skinner, Catullus in Verona, op. cit., pp. XXII-XXVIII opina que la mano voluntaria del poeta parece haberse demorado cuidadosamente en la apertura del corpus conservado, especialmente en los polimtricos y, an ms, en el ciclo de Lesbia y sus separadores: cc. 2-14 y en el ciclo de Furio y Aurelio: cc. 15-26. As como c. 1 introduce la primera secuencia, c. 14b tiene toda la apariencia de introducir un nuevo ciclo de poemas dedicado a un pblico ms amplio (lectores) en el que Furio y Aurelio son los protagonistas. El trabajo de T. K. Hubbard, The Catullan Libellus, Philologus 127 (1983), pp. 218-237, parece haber dado pruebas decisivas respecto del diseo de lo que l considera el primer libellus, constituido por cc. 1-14. En un artculo complementario, T. K. Hubbard, The Catullan Libelli Revisited, Philologus 149 (2005), pp. 25377, estudia minuciosamente lo que l considera un segundo libellus que abarcara desde c. 14b a c. 51 y que habra sido publicado de manera simultnea o inmediatamente posterior al primer libellus. A los fines de mi artculo, basta con aceptar que Catulo orden los cc. 2 a 11 y tambin el ciclo correspondiente a Furio y Aurelio, un hecho que parece ampliamente probado.

10

Emilio Zaina

poticas que supusieron una importante renovacin de las formas de circulacin de la poesa. (35) En estas colecciones las piezas no se ubican azarosamente sobre el papiro, ni siquiera de una manera simple, sino de un modo complejo y sofisticado. El lector de la secuencia introductoria del affaire amoroso entre Catulo y Lesbia se encuentra con una serie de poemas eslabonados, el primero de los cuales es mucho ms que el umbral que permite el ingreso a todos los otros. De hecho lo que la crtica percibe es que el poema de apertura es tambin el mbito del poeta editor, adems de encerrar claves programticas y de describir la figura del lector experto. Despus de l se suceden poemas de amor en los que se descubren entramados hasta llegar a la ltima de las piezas que cumple la funcin de eplogo. Adems de bloques de organizacin temtica, genrica o mtrica se despliega una sucesin de poemas que proponen una narrativa cuyo significado va apareciendo por aadidura de partes a medida que se desenrolla el papiro. (36) La lectura unidireccional, asociada a la estructura del rollo papirceo y a las colecciones poticas de la poca, se asienta en una idea clave y distintiva de la cultura antigua. El principio de unidad, que se refiere a una totalidad terminada cuyas partes se ordenan segn un encadenamiento riguroso y necesario de hechos, es un rasgo constitutivo del pensamiento griego que los latinos heredaron. (37) El lector crtico ms influyente y representativo de la antigedad es, probablemente, Aristteles y su pensamiento, por vas directas o indirectas, es de gran importancia para los lectores subsiguientes. Para Aristteles como para Horacio entre los latinos- la unidad es el requisito distintivo de la belleza y a ella se arriba, en el caso de la tragedia, despus de recorrer sucesivamente las partes. (38) Aristteles describe el todo (holon) como la sucesin de partes constitutivas: comienzo, medio y fin, adems de recalcar que dicha sucesin no debe comenzar (hopothen etukhe) ni finalizar al azar (hopou etukhe). En su anlisis, desplegado como si realmente asistiera a una puesta en escena que se desenvuelve irremisiblemente ante sus ojos, la tragedia avanza como una sucesin de partes irreversibles que comienza por el principio, atraviesa el medio y arriba al final. (39) Inmediatamente, Aristteles vincula el ordenamiento (taxis) de las partes y el tamao con la belleza. (40)

(35)De gran valor para comprender la importancia de las colecciones antiguas es N. Krevans, The Poet as Editor: the Poetic Collection from Callimachus to Ovid, a study of the rise of the poetic book in Greek and Latin literature, Diss. Princeton 1984. Sobre el libro helenstico y su incidencia entre los latinos, ver ahora K. Gutzwiller, The New Posidippus: A Hellenistic Poetry Book, Oxford 2005, especialmente el captulo de Barchiesi sobre el libro perfecto pp. 319-371 en donde hace interesantes reflexiones acerca del impacto del libro griego en la poesa romana. Tambin merece leerse G.O. Hutchinson, Talking Books. Readings in Hellenistic and Roman Books of Poetry, Oxford 2003, pp. 206-221. (36) B. Otis, Virgil: A Study in Civilized Poetry, Oxford 1964, pp. 102-105 descubre un dramatic continuum, una narrativa de emocional experiencia en las piezas dedicadas a Lesbia. (37) Adems de Aristteles 50 b 24 y 51 a 13 ss., Platn, Gorg. 503E; Horacio, resume en un verso famoso de su Ars Poetica la exigencia de la unidad: denique sit quodvis, simplex dumtaxat et unum, AP v. 23; tambin Longinus, 40.1. Al respecto puede consultarse M. Schenkeveld, Unity and Variety in Ancient Criticism, Mnem. 45 (1992), pp.1-8 quien proporciona la bibliografa precedente. C. O. Brink, Horace on Poetry, Cambridge 1971, p. 77 seala: Unity is among the leading literary concepts the West has inherited from the Greeks. (38) Cfr. Arist. po. 50b 30. (39) Aristteles se refiere a la lnea temporal en que se desenvuelve la tragedia, Catulo, en cambio, piensa siempre en los trminos espaciales que supone el uso de un soporte librario. (40) Arist. po. 50b 35.

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

11

Cornelio, colocado en el umbral del libellus, receptor de un rollo papirceo con una historia de amor trazada en su superficie, perteneciente a una cultura que consideraba a la obra de arte como una unidad con principio, medio y fin, l mismo autor de una obra cronolgica, (41) representa el modelo de lectura secuencial de las piezas contenidas en el libellus. Hasta aqu la reunin de las nugae en un libellus y su dedicatoria a Cornelio implicaban un principio de unidad frente a piezas sueltas con destinatarios diversos. Ahora debemos aadir otro principio: el orden de las piezas dispuestas sobre el rollo papirceo segn el tiempo de los acontecimientos, tal como Cornelio debi haber hecho con los sucesos narrados en su Chronica. Muchos lectores histricos de la coleccin catuliana parecen haber tomado el lugar de Cornelio y como l, lector experto ubicado en la entrada del libellus, han desentraado la progresin y la unidad del corpus, del todo y de sus partes. Las victorias ms resonantes de los lectores histricos se concentran en la secuencia introductoria del affaire amoroso, los poemas que van de c. 2 a c.11. (42)

(41) Catulo debi mantener fundadas esperanzas en que su lector predilecto leyera la coleccin respetando el orden en que las piezas estaban ubicadas, porque el mismo Cornelio haba compuesto su obra, alabada en c. 1, como una sucesin de hechos dispuestos cronolgicamente. Tal vez por ello Catulo elige para colmar de elogios a Cornelio no sus versos erticos, como podra esperarse, sino la obra que sincronizaba todos los sucesos de la historia universal y que ostentaba, como tal, el nombre de Chronica. Lo importante aqu es que Cornelio debi haber trabajado sabia (doctis) y esforzadamente (laboriosis) con la sucesin temporal de los acontecimientos histricos (omne aevum) para volcarlos sobre la superficie de sus chartae. Catulo, adems, utiliza para referirse al proceso de composicin y de escritura por parte de Cornelio el trmino explicare que significa aqu desplegar los acontecimientos ordenados en el tiempo. D. F. S. Thomson, Catullus, edited with a Textual and Interpretative Commentary (Phoenix, Supplementary vol. 34), Toronto 1998, ad loc. seala que explicare significa unroll, un trmino que pertenece al vocabulario de la fisiologa de la lectura. G. Cavallo, Testo, libro, lettura, op.cit., pp. 321-322, que cita a Marcial IV 89, 2 y XI 107, 1, recuerda que la expresin ad umbilicos (o cornua) explicare (o pervenire) significa svolgere un libro hasta el final. Todo parece indicar que las cualidades que Catulo encomia en el trabajo de Cornelio son aquellas que l mismo espera que el historiador descubra en su libellus, F. Cairns, op. cit., p. 154: he virtues he attributes to Nepos are thus by implication those he is claiming for his work, entre ellas el ordenamiento sucesivo de los acontecimientos. (42) Resumo los argumentos que considero ms significativos, referidos a la unidad de la secuencia introductoria del affaire amoroso, de K. Barwick, Zyklen bei Martial und in den kleinen Gedichten des Catull, Philologus102 (1958), pp. 284-318; Ch. Segal, The Order of Catullus Poems 2-11, Latomus 27 (1968), pp. 305-321; G. Williams, Tradition and Originality in Roman Poetry, Oxford 1968, pp. 459-460; H. D. Rankin, The Progress of Pessimism in Catullus, Poems 2-11, Latomus 31 (1972), pp. 744-751; T. K. Hubbard, The Catullan Libellus, Philologus 127 (1983), pp. 218-237; T. P. Wiseman, Catullus and His World, op. cit., pp. 137-146; M. B. Skinner, CatullusPasser op.cit.: la historia de amor entre Catulo y Lesbia se desliza con naturalidad: la presentacin de la amada, la felicidad, la primera crisis y finalmente el discidium y una visin retrospectiva de lo ocurrido. Otros lectores creen advertir que la historia amorosa se desarrolla con un pesimismo que asoma desde el primer momento y se acenta progresivamente hasta la explosin de c. 11. La simple, en apariencias, narracin que va de lo leve a lo serio, del optimismo a la amargura, de un pesimismo leve a uno acentuado, de la luz a la sombra, de lo ntimo a lo pblico se sostiene por medio de una compleja estructura. Una retrica nominal y pronominal es utilizada para subrayar la secuencia del affaire amoroso: en los poemas 2 y 3 el amante presenta a su amada como mea puella y solo en c. 5, el poema que en esta secuencia aparece como el punto ms elevado del xtasis amoroso, la llamar mea

12

Emilio Zaina

Los antilectores Convocado por factores tales como la fisiologa de la lectura del rollo papirceo, la coleccin de piezas sobre l volcada y la pertenencia a una cultura de la unidad como clave de la belleza, Cornelio tendra que avanzar desde el principio, atravesando etapas intermedias, hasta arribar al cierre de la historia de amor entre Catulo y Lesbia, de modo tal de construir el significado por medio de un proceso de adicin progresiva: la primera pieza se une a la segunda, estas dos a la tercera, las tres a una cuarta y as sucesivamente hasta llegar al eplogo. Por supuesto, el recorrido unidireccional no es llano u obviamente simple hasta tornarlo mecnico. De hecho, surgen obstculos diversos que los especialistas atribuyen al uso de la poikilia (43) o el aprosdketon, recursos distintivos de la tcnica compositiva alejandrina. (44) Inclusive es posible hallar signos, apenas perceptibles, que invitan a

Lesbia. En c. 7 el pronombre posesivo desaparece, la mujer es solo Lesbia, al tiempo que surge el primer atisbo de una distancia que ir en aumento. En el poema 8 Catulo vuelve a referirse a la amada como puella, un signo de la primera gran crisis y si bien en c. 11 la llama otra vez meae puellae, la designacin es irnica y lo hace por interpsitas personas. Cada poema de la secuencia introductoria del affaire amoroso es desarrollado por una pieza siguiente. As, c. 2 es ampliado por c. 3 en el que el que el passer muere. El primero de los poemas-besos, c. 5, es desplegado por otro, en el que la pasin se mitiga por medio de referencias eruditas. C. 8, poema en el que Catulo comienza a despedirse de la amada, vale, puella, v. 12, se completa con c. 11 en el que el divortium per nuntium se concreta por medio de Furio y Aurelio: valeat v. 17. La eleccin de los metros parece acompaar las vicisitudes de la historia de amor porque los falecios son utilizados mientras el decurso de la pasin se desliza sin obstculos insalvables. En cambio, cuando sobreviene la primera crisis, Catulo repentinamente utiliza coliambos, mientras que la despedida definitiva se formaliza por medio de estrofas sficas. Cuatro poemas distribuidos de manera sistemtica acompaan la secuencia introductoria del affaire amoroso. Las dos primeras piezas sobre la mascota de Lesbia aparecen yuxtapuestas y separados del segundo par por c. 4. El segundo dptico, los poemas-besos, est dividido por una pieza, c. 6, y el ltimo par, los poemas que integran la fase negativa del amor, est separado por dos piezas, cc. 9 y 10. Si la estructuracin espacial de las piezas que puntan el primer ciclo de poemas de amor del corpus catuliano tiene una arquitectura progresiva, su contenido tambin es un factor que colabora para que la coherencia del conjunto se fortalezca. La primera pieza no endecasilbica es c. 4 que introduce el motivo del viaje que reaparece en cc. 9 y 10 y culmina en las primeras estrofas de c. 11. La descripcin de Furio y Aurelio, viajeros capaces de recorrer los confines del imperio, es preparada gradualmente por los poemas anteriores que son ajenos al affaire amoroso. El otro tema conectado ntimamente al ciclo predominante es el de la scortum, la puella illepida de cc. 6 y 10, las respectivas queridas de Flavio y Varo, amigos de Catulo. Ambas mujeres aparecen en principio como figuras contrastanes de Lesbia, pero en c. 11 se descubre que la amada no es mejor que ellas. El motivo del viaje y de la scortum convergen en el poema que cierra la relacin amorosa entre Catulo y Lesbia. Si en un punto los poemas que no pertenecen al ciclo de Lesbia pueden ser percibidos como separadores, tambin se puede admitir que ellos refuerzan temtica y estructuralmente la secuencia de lectura. (43) W. Kroll, Studien zum Verstndnis der rmischen Literatur, Stuttgart 1924, considera que la variatio es un artificio de primera importancia para los poetas latinos. (44) Me refiero a aquellas piezas que no corresponden a la fase introductoria del affaire amoroso entre Catulo y Lesbia. J. Granarolo, Catulle, ce vivant, Paris 1982, pp. 95-96 escribe que Catulle, pour maintenir en haleine lattention du lecteur, sest vertu faire constamment triompher limprvu par une organisation dune extrme souplesse. G.O. Hutchinson, op. cit., p. 116: this combination of connection and variety implies a book.

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

13

pausar el desenvolvimiento irreversible de la coleccin, (45) pero no son lo suficientemente poderosos como para obligar al lector a retornar a un punto anterior del rollo. Unidireccionalidad, irreversibilidad, produccin de significado por aadidos sucesivos de partes, hasta arribar a la conclusin y alcanzar la anhelada unidad de la obra clsica, son los rasgos salientes de este modo de lectura que un lector como Cornelio es capaz de llevar adelante. Sin embargo, en lugar de dejar que la lectura transcurra de manera relativamente llana, puntuada por algunos separadores que de uno u otro modo se vinculan con la seccin dominante del affaire amoroso, Catulo introduce en c. 16 comentarios y puntos de vista tan revulsivos que conmueven el equilibrio de la historia de amor con Lesbia. (46) Los portavoces de una parte de estos comentarios y puntos de vista son Furio y Aurelio, lectores crticos. No es fortuito que Catulo utilice el mismo verbo para referirse tanto al juicio positivo que hace Cornelio como al juicio negativo que expresan Furio y Aurelio. En c. 1 el dictamen de Cornelio, que ha sido proferido en el pasado, solebas ... putare nugas vv. 3-4, es contemporneo de la composicin de su Chronica. En c. 16 el verbo putare vuelve a ser usado, esta vez dos veces; la primera de ellas para aludir a un juicio pretrito sobre los versiculi y a partir de all considerar parum pudicum al poeta: putastis, v. 3; la segunda aparicin del verbo es en presente, putatis? v. 13, para referirse a los milia multa basiorum y a partir de ello inferir la condicin afeminada, male me marem v. 13, de su autor. No slo el verbo putare descubre la condicin de lectores crticos que poseen Furio y Aurelio, tambin el uso que hacen del vocabulario neotrico para aludir a los versos escritos por Catulo: los diminutivos molliculi y versiculi, por ellos utilizados, son adjetivos que refuerzan su condicin de lectores refinados. (47) Ambos, a pesar del despecho con que se los trata, son representados como lectores prominentes a tal punto que merecen la rplica de Catulo, pero se parecen muy poco a Cornelio y no solo porque sus juicios difieren. Sucede que, adems de dar muestras de su condicin de jueces literarios, ambos aparecen en otros poemas como destinatarios de acres invectivas y tambin como mensajeros de las pauca non bona dicta enviadas a Lesbia. Si Cornelio, el lector experto, permanece ajeno al conjunto de los poemas que enjuicia, en una pieza extra ordinem paginarum, una circunstancia que es clave para su

(45) Ch. Segal, op. cit., p. 311 observa que c. 11 est conectado con los precedentes por medio de una referencia concreta: ut ante v. 21. (46) Si el poema 16 form parte de libellus aludido en c. 1, o de otro diferente ledo por Furio y Aurelio como piensa Ellis, op. cit. p. 4, no afecta el ncleo de mis ideas. Cornelio, u otros lectores como l, pudieron avanzar desde el c. 2 al c. 16 desenvolviendo un nico rollo papirceo o dos. En cualquier caso, la remisin desde c. 16 a los milia multa basiorum permanece inclume y vinculada a otras remisiones muy visibles, por ejemplo el modo en que c. 51 alude a c. 11 o el c. 116 que, en lugar de estar al comienzo del ciclo consagrado a Gelio, cc. 74, 80, 88-91, est al final y al que C. W. Macleod, Catullus 116, Class. Quart. n.s. 23 (1973), p. 308, llama una dedicatoria invertida. (47) V. Pedrick, Abusive Address op. cit., pp. 173-196 observa que molliculi y versiculi, en boca de Furio y Aurelio, son formas diminutivas apreciadas por Catulo, especialmente en sus polimtricos. Tambin seala que la expresin me ex versiculis meis y parum pudicum son sofisticadas, la primera es un uso amanerado del pronombre posesivo y la segunda una litote aliterativa. Furio y Aurelio suenan como crticos neotricos, utilizando el propio manierismo de Catulo para atacar sus versos.

14

Emilio Zaina

imagen ecunime a la hora de dictaminar, Furio y Aurelio forman parte del mismo universo que leen y juzgan, un hecho que enturbia el dictamen que realizan. (48) Esta circunstancia los muestra cumpliendo dos funciones que parecen incompatibles entre s: son lectores y personajes al mismo tiempo, extraos y simultneamente habitantes de la seccin de la coleccin a la que se refieren con ojo crtico. En cc. 15, 21, 23, 24 y 26 son solo destinatarios de actos de habla, pero en c. 16 Catulo confunde los lmites entre la representacin de la realidad y la ficcin al describirlos como lectores crticos de versos que aparecen en una secuencia contigua en la que ellos mismos, por ejemplo, llevan un recado del amante a Lesbia: pauca nuntiate meae puellae non bona dicta. c. 11, 15-16 Aquello que Furio y Aurelio leyeron se denomina, en primera instancia, versiculi, v. 3, y poco despus se define con mayor precisin: milia multa basiorum, v. 13, una cita casi perfecta de tres palabras que figuran exactamente iguales en c.5, con la nica diferencia que la ltima de ellas est separada de las otras dos: dein, cum milia multa fecerimus, conturbabimus illa, ne sciamus, aut nequis malus invidere possit, cum tantum sciat esse basiorum. vv. 10-13 La referencia exclusiva al poema en que Catulo enumera los besos que le pide a Lesbia (49) resucita la importancia de la pieza aislada, algo que Cornelio, lector de nugae y potencial lector de la coleccin, haba logrado atenuar casi por completo en favor del conjunto. Si bien los datos de la historia cultural nos hacen saber que la poesa en esta poca se haca pblica en recitationes o circulaba en versiones inacabadas antes de ser transcriptas sobre el rollo de papiro, lo cierto es que la mayora de los poemas que forman parte de la secuencia introductoria del affaire amoroso, y de sus adyacencias, poseen la apariencia de haber sido compuestos con un propsito especfico, en una ocasin determinada y dirigidos a destinatarios singulares. A tal punto esto es as que cada poema puede ser ledo como una pieza perfectamente autnoma y con significado

(48) Todo lo que sabemos de Furio y Aurelio deriva exclusivamente del texto de Catulo y ninguno de los intentos de identificacin han logrado resultados seguros. Cfr. Ch. L. Neudling, A Prosopography to Catullus, Oxford 1955, pp. 19-21 y 71-73. R. O. A. M. Lyne, The Neoteric Poets, Class. Quart. n.s. 28 (1978), p. 171 n.13 acepta tentativamente la posibilidad de que Furio sea el poeta M. Furius Bibaculus. M. B. Skinner, CatullusPasser, op. cit., p. 63 n. 5 considera que It is much more economical to regard these figures as creatures of poetic fantasy performing a consistent function in the corpus. (49) Para K. Quinn, Catullus. An Interpretation, op. cit., 1972, p. 143 la referencia es a c. 48, pero, tal como lo sealan R. Ellis, A Commentary, op. cit., p. 61 n. 10 y F. Della Corte, Personaggi Catulliani, Firenze 19722, p. 187, el nico poema que rene la cita completa de las palabras utilizadas en c. 16 es c.5.

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

15

completo sin necesitar de los restantes para su comprensin. (50) El dictamen de Furio y Aurelio contribuye a acentuar la singularidad de los poemas, mientras que Cornelio es el adalid de la coleccin trazada sobre el libellus en que los lmites entre una y otra pieza tienden a desaparecer. Aquellos estn asociados a la fuerza centrfuga que expulsa a las piezas del conjunto, este encabeza las fuerzas centrpetas que hacen que cada poema permanezca en el rollo papirceo al lado de los otros. Comparado con el juicio de Furio y Aurelio, el dictamen de Cornelio es mesurado, integral y referido exclusivamente a la obra potica. El cronista solamente ha sealado que las nugae tenan algn valor, sin especificar una pieza en particular y sin vincularlas a la intimidad de Catulo ni a su posible recepcin. El juicio de Cornelio, relativo solo a la obra, sumado a las referencias a la poesa y al programa de los poetae novi, a partir de la descripcin del libellus, tiende a construir un escenario cuyo centro lo ocupa el libro y la poesa mientras que Catulo, el poeta, permanece invisible. Furio y Aurelio, en cambio, no hacen una crtica global referida a la coleccin o a la secuencia introductoria del affaire amoroso, sino que circunscriben su atrevida opinin a un poema determinado y desvan todo el peso del juicio crtico hacia lo ms ntimo de la vida privada del autor quien ocupa el centro de la escena en detrimento de sus versos. Alguien que leyera la coleccin tal como est diseada sobre el rollo papirceo, quizs el propio Cornelio, encontrara en c. 16 poderosas seales para detener el avance en el sentido unidireccional e irreversible al que invitaban las condiciones de lectura de la poca, porque la crtica de Furio y Aurelio, y la correspondiente respuesta de Catulo, es suficientemente revulsiva como para demorarse y retornar para verificar lo que no parece de ningn modo claro o posible. (51) Un lector que se parezca a Cornelio encontrar en los primeros diez poemas la historia de amor entre Catulo y Lesbia, puntuada por algunas otras piezas complementarias. Al llegar a c. 16, se ver compelido a contravenir la lectura secuencial y la produccin de significado por medio de la adicin de partes sucesivas. El retorno hacia el poema que contiene milia multa basiorum, a fin de reconsiderar lo que se expresa en c.16, no podr llevarse a cabo sin tomar en consideracin el punto de vista introducido por Furio y Aurelio y la respuesta de Catulo. De aqu en ms, el poema que se nos presenta como el clmax de la secuencia introductoria del amor entre Catulo y Lesbia, antecedido por la presentacin indirecta de la amada (cc. 2 y 3) y seguido por otro poema de besos (c. 7), la primera crisis (c. 8) y el definitivo discidium (c. 11), queda aislado, su significado completamente trastocado y, probablemente, tambin el de toda la serie inicial de poemas dedicados a Lesbia. La intervencin de Furio y Aurelio promueve otro modo de recorrer la coleccin y desencadena una fuerza tan poderosa como la que pone en marcha Cornelio en sentido contrario. (52)

(50) Ch. Segal, The Order of Catullus Poems 2-11, Latomus 27 (1968), p. 305 seala: Like all Lyrics, Catullus shorter poems stand or fall ultimately as individual pieces, and each must be appreciated in its uniqueness and individuality. (51) R. Ellis, A Commentary op.cit., ad loc. supone que Furius an Aurelius had not only heard Catullus poems recited: they had read them in his own edition. (52) Si bien T. P. Wiseman, Catullus and His World op. cit., p. 36 seala que no tenemos carte blanche to read the poems any way we choose. Our body of evidence is a collection headed Catulli Veronensis Liber and beginning with a dedication poem, en la pgina siguiente observa que ... and that of the returning reader, who knows what come afterwards, and can use his knowledge to pick up cross-references in both direction. I think it is a fair assumption that Catullus hoped

16

Emilio Zaina

Los lectores no cooperativos concentran, en primera instancia, su juicio negativo en los versiculi por considerarlos afeminados, molliculi, y de all deducen la impudicia, parum pudicum, de su autor. Poco despus, a partir de los milia multa basiorum escritos por Catulo, infieren la falta de virilidad, male marem, del poeta. Los versiculi de la secuencia introductoria del affaire amoroso, en los que Catulo se describe a s mismo sometido a una mujer a la que ruega, sin control, miles de besos ante la censura de los mayores son un ejemplo de la poesa ertica que el poeta practica en abierta oposicin al gnero pico. (53) Si Cornelio juzga positivamente las nugae, poesa menor practicada por Catulo que inclua el ejercicio de la poesa ertica, Furio y Aurelio no lo hacen. La esperanza de Furio y Aurelio es que un poeta viril escriba tambin versos viriles en perfecta adecuacin entre su persona y su obra. (54) Al poeta, considerado afeminado por escribir versiculi que contienen milia multa basiorum, le bastara elaborar una composicin pica para demostrar su virilidad. (55)

for readers who would not be satisfied with going through the collection only once. La ltima consideracin de Wiseman permanece en la base del libro de P. A. Miller, Lyric Texts and Lyric Consciousness: The Birth of a Genre from Archaic Greece to Augustan Rome, London 1994 quien seala, en pp. 52-77, que solo con el desarrollo de una cultura de la escritura se habran dado las condiciones para una verdadera coleccin lrica como la de Catulo, condiciones que implican una interioridad de la conciencia individual en muchos niveles, colecciones de poemas que remiten atrs y adelante en un todo multifactico y complejo y la posibilidad de leer y releer una y otra vez el texto escrito. (53) El punto de vista de T. P. Wiseman, Catullus 16, LCM 1 (1976), p. 15 que expresa que The essential point is the innocence of kissing es retomado por: V. Pedrick, Abusive Address, op. cit., p. 184 para quien Catulo muestra falta de control y probablemente deficiencia sexual. W. Fitzgerald, op.cit., p. 53, en la misma lnea, cita el pasaje de Petron. 127 en el que se hace la distincin entre besos y relacin sexual consumada, en alusin a la impotencia de Encolpio. Tambin insiste sobre el mismo punto H. N. Parker, The Teratogenic Grid, en J. Hallet y M. B. Skinner, Roman Sexualities, Princeton 1997, p. 53. Sin embargo, la opinin de Wiseman, que la mayora de la crtica retoma, es parcial. Si bien los besos podran ser percibidos como una actividad ertica incompleta, y en consecuencia afeminada, esto solo explica la blandura de su autor, mollis, pero no la condicin femenina de los versos, molliculi, a la que Furio y Aurelio tambin se refieren. Si el autor es mollis y male marem por escribir milia multa basiorum, considerados versiculi molliculi, qu debera escribir para demostrar su virilidad?, evidentemente, pica, el gnero que Calmaco y los poetae novi rechazaban cuando se lo ejercitaba de manera ampulosa y cclica. La duritia es, justamente, un rasgo distintivo del gnero que narra reges et proelia, cfr. P. McGushin, Virgil and the Spirit of Endurance, Amer. Journ. Philol. 85 (1964), pp. 225-253. (54) La adecuacin entre persona y discurso es proverbial en la antigedad: qualis autem homo ipse esset, talem eius esse orationem, Cic. Tusc. V, 47. (55) El vnculo entre determinados gneros literarios, considerados ms femeninos, mollis, que otros y un estilo de vida afeminado, censurado por los moralistas romanos que defendan la masculinidad latina frente al afeminamiento griego, es analizado por C. Edwards, The Politics of Immorality in ancient Rome, Cambridge 1993, pp. 63-97, especialmente pp. 92-95. La palabra mollitia se asociaba en el discurso romano con el universo femenino al punto que se haca la derivar etimolgicamente de mulier. R. Maltby, A Lexicon of Ancient Latin Etymologies, Leeds 1991, ad loc.: mulier, ut Varo interpretatur, a mollitie est dicta, inmutata et detracta littera velut mollier. Ch. Martindale, Redeeming the Text, Cambridge 1991, p. 12 considera, refirindose a mollis we can map this Word onto an epic discourse (an analogous simile is used of Achilles pursuit of Hector in Iliad 22, 139 f.), but we can also map it onto a moral/sexual discourse which condemns mollitia, effeminacy, as a root cause of the decline of Rome. Catulo est en el origen de una polmica que

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

17

Catulo acepta que los versos provienen de l como si fueran dulces Musarum fetus, pero no admite que a partir de estos sea posible reconstruir con tanta simpleza a su autor ni, especficamente, su sexualidad. El camino que va desde el autor hacia sus poemas es aceptado por Catulo, en cambio, la va contraria, que intenta dirigirse mecnicamente desde los poemas hacia la intimidad del poeta, es rechazada. (56) Por medio de un artificio en el que se exponen las simplificaciones de la falacia autobiogrfica, (57) Catulo representa una escena en la que la voz de quien se proclama como el autor de versiculi molliculi sale al cruce de sus lectores contemporneos para corregirlos. Semejante gesto del autor, que acta como garante del significado, deja inscripta en el texto una interpretacin de la propia poesa que es an ms subversiva que la de los antilectores que rechazan sus versos erticos y los vinculan con su sexualidad. Se nos dice que el c. 16 ha sido expurgado en diversas ocasiones por la obscenidad explcita de su vocabulario, (58) pero esta es una verdad a medias que oculta una falta de decoro mucho ms profunda, pero no advertida por la crtica: (59) la obscenidad que el poema dispara hacia afuera es mucho ms revulsiva que la que encapsula en s mismo. Hoy se lo edita y traduce sin prurito alguno, pero ese mismo desenfado, practicado inclusive con cierta sobreactuacin, no ha permitido develar que la amenaza de violacin arrojada sobre Furio y Aurelio, en la apertura y el cierre del poema, es poco o nada si

luego desarrollarn los poetas elegacos: el vnculo entre el gnero ertico-elegaco y la virilidad del poeta. M. Wyke, The Roman Mistress, Oxford 2002, pp. 168-169 seala que no es solo el ego narrativo quien asume caractersticas femeninas sino tambin el propio gnero elegaco. M. Rothstein, Die Elegien des Sextus Propertius, Berlin 1920, p. 104 es el primero que considera la oposicin mollis y durus como programtica y la enmarca en una polmica mayor entre elega y epos. A. lvarez Hernndez, La Potica de Propercio, Assisi 1997, p. 43 recuerda que la asociacin de mollis con la elega se remonta a la potica alejandrina, especficamente a Hermesianacte, recogido por Ateneo 13, 597 B. (56) El lmite de estas disquisiciones lo constituye c. 101. Cmo dudar de la veracidad de lo all expuesto, la muerte del hermano y el sincero dolor de Catulo? Si fuera posible interrogarlo, el poeta confirmara rotundamente como reales el ncleo de los hechos y las emociones de c. 101, pero no aceptara que se pudiera retornar sencillamente desde el poema a las coordenadas del universo referencial para descubrir, por ejemplo, el sitio preciso de la tumba. En el poema, el dolorido viajero y la tierra en que el hermano ha muerto tienen complejas reminiscencias del universo literario, cfr. G. B. Conte, The Rhetoric of Imitation. Genre and Poetic Memory in Virgil and Other Latin Poets, Cornell 1986, pp. 32-39, y cultural, cfr. P. Cugusi, Aspetti letterari dei carmina latina epigraphica, Bologna 1996, pp. 200-221, entre muchas otras referencias posibles. Los artificios formales y las referencias literarias y culturales del poema conforman el modo que el poeta utiliza para dejar in perpetuum el dolor en la memoria de sus lectores, tal como lo hacan los epitafios antiguos. (57) Para D. Lateiner, Obscenity in Catullus, Ramus 6 (1977), p. 16, Catulo representa la protesta ms antigua contra la falacia autobiogrfica. Sin embargo, A. Garzya, Eueno di Paro, Giorn. It. Di Filol. 6 (1953), p. 314 y n. 18, considera que el primero en hacer la distincin es Eueno de Paros. (58) Sobre la obscenidad en Catulo, cfr. D. Lateiner, op.cit., pp.15-32; M. B. Skinner, The Dynamics of Catullan Obscenity: cc. 37, 58 and 11, Syllecta Classica 3 (1991), pp. 1-11 y A. Richlin, The Garden of Priapus: Sexuality and aggression in Roman Humor, New York 1992, pp. 144-156. (59) T. N. Winter, Catullus Purified: A Brief History of Carmen 16, Arethusa 6 (1973), pp. 257-265 describe los esfuerzos de la crtica del s. XIX y comienzos del s. XX por purificar el poema.

18

Emilio Zaina

la comparamos con la obscena infeccin que desde el c. 16 se propaga nada menos que sobre los milia multa basiorum, el centro mismo de la secuencia introductoria del affaire amoroso que haba permanecido inmaculado e inmune a toda sospecha de obscenidad. Catulo afirma abiertamente que sus versos son pornogrficos (60) porque han sido escritos para que los pilosi muevan sus duras espaldas durante la accin sexual. (61) Esta aseveracin inesperada forma parte de su defensa en la que utiliza el procedimiento de la apopomp, desviando la acusacin arrojada sobre s mismo hacia el efecto producido en el pblico, constituido por los pilosi, en quienes se prueba el poder de la poesa ertica. El proyectil lanzado sobre los milia multa basiorum desde el c. 16 difunde sobre toda la secuencia introductoria del affaire amoroso una obscenidad latente, percibida por numerosos lectores histricos. (62) Sin embargo, la interpretacin de Catulo acerca del carcter pornogrfico de los besos descriptos en c. 5 no es fcil de aceptar probablemente porque su dictamen, como el de Furio y Aurelio, es vertido desde el interior del libellus. Si bien su voz se presenta como la del poeta y permanece ubicada en un escaln de realidad por encima de los milia multa basiorum, no abandona el mbito de la coleccin ofrecida a Cornelio en el libellus. La voz del amante, expresada a lo largo de cc. 2 a 11, permanece en tensin con la voz del poeta en c. 16, ambas voces pertenecen a Catulo y son vertidas con igual nfasis.

(60) J. Henderson, The Maculate Muse. Obscene Language in Attic Comedy, New Haven 1991, seala que la obscenidad es extrovertida por naturaleza y su propsito reside en romper con los tabs sociales. En cambio, considera que Pornography plays upon our sexual fantasies by constructing dream worlds in which our longings for sexual gratification are satisfied with no effort on our part. We are allowed to look at and enjoy the objects of our sexual desires; they and rendered passive and gratify us automatically. All the initiative, hazards, and responsibilities that must be faced in real life are bypassed. pp. 6-7. (61) D. L. Selden, Ceveat lector: Catullus and the Rhetoric of Performance, en Innovations of Antiquity, edited by R. Hexter and D. Selden, New York-London, 1999, p. 485 remarca que The phrase duros movere lumbus is ambiguous, but it strongly suggests passive homosexual behavior, that is cevere, and the sorrounding sexual vocabulary uniformly converges on this sense: pedicabo, pathice, cinaede, molliculi, and so forth. La misma opinin tienen: L. Richardson, Jr., Furi et Aureli, comites Catulli, Class. Philol. 58 (1963), p. 100; G. N. Sandy, Catullus 16, Phoenix 25 (1971), p. 52; H. D. Rankin, Poem 16 of Catullus, Symb. Osl. 51 (1976), pp. 91-92; V. Buchheit, Sal et Lepos versiculorum (Catull c. 16) Hermes 104 (1976), p. 344. J. Andr, Le Vocabulaire Latin de lAnatomie, Paris 1991, pp. 230-231 especifica que lumbus designa los riones, la regin lumbar y cita, entre otros, Priap. 19, 4 crisabit tibi fluctuante lumbo elle se tortillera en ondulant des reins. J. N. Adams, The Latin Sexual Vocabulary, London 1982 p. 48 seala que en contextos sexuales lumbus aparece en descripciones de movimientos de seduccin o copulacin y cita a Catulo 16.11. (62) Los nicos poemas de la seccin introductoria del affaire amoroso que no se han visto afectados por la sospecha de obscenidad son los cc. 5 y 7, ello a pesar de la declaracin explcita de quien asume ser su autor en c. 16! En cambio, los poemas dedicados al passer son objeto de una discusin an abierta sobre su supuesta obscenidad, cfr. J. Gaisser, Catullus and His Renaissance Readers, Oxford 1993, pp. 242-243 quien resume las opiniones de los lectores renacentistas, retomadas por E. N. Genovese, Symbolism in the Passer Poems, Maia 26 (1974), pp. 121-125 y G. Giangrande, Catullus lyrics on the Passer, Museum Philologum Londiniense 1 (1975), pp. 137-146; en contra H. D. Jocelyn, On some unnecessarily indecent interpretations of Catullus 2and 3, Amer. Journ. Philol. 101 (1980), pp. 421-441 y T. P. Wiseman, Catullus and His World, op. cit., pp. 138-139. Si avanzamos, c. 8, escrito en coliambos, trasunta una atmsfera trbida, si se lo lee en clave plautina, en la que el amante se presenta con las caractersticas del adulescens enamorado

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

19

El publico Ya he definido a lectores y antilectores como aquellos que, despus de leer los poemas, expresan su juicio crtico sobre los versos de Catulo, y destinatarios privilegiados de los versos a quienes son objeto de los actos de habla, mientras que el pblico no pertenece a ninguna de estas dos categoras. (63) Es el propio Catulo quien seala que la blandura, la impudicia, la sal y la belleza de los milia multa basiorum no estn dirigidas a Lesbia ni a Cornelio, sino a un pblico perfectamente delimitado del que tambin permanecen excluidos los pueri: Qui tum denique habent salem ac leporem, si sunt molliculi ac parum pudici, et quod pruriat incitare possunt, non dico pueris, sed his pilosis qui duros nequeunt mouere lumbos. vv. 7-11 El pblico de los basia est constituido por los pilosi, adultos masculinos de pelo en pecho de quienes no se aguardan juicios intelectuales como los de Cornelio o los de Furio y Aurelio. (64) Por el contrario, Catulo espera de los ellos una reaccin fsica. Sin dudas, los pilosi conforman un grupo especial, ajenos a la fuerza ilocucionaria de los actos de habla dirigidos a los destinatarios de cada pieza y tambin inhabilitados para emitir los juicios crticos de un lector y antilectores expertos. (65) En un nivel los poemas son remitidos a Lesbia, Ipsitila o Licinio con el propsito de solicitar besos, sexo hiperblico o la renovacin del contrapunto; en otro nivel Catulo expone su obra al juicio crtico de los lectores. Finalmente, los versos probarn su poder psicaggico en los duros lumbos de los pilosi.

de la meretrix, cfr. Morris 1909, pp. 139-151 y M.B. Skinner, Catullus 8: The Comic Amator as Eiron, Class. Journ. 66 1971, pp. 298-305. La ltima de las piezas del affaire amoroso, c. 11, que sirve de conclusin al mismo, posee una estrofa en la que se descubre una Lesbia disoluta que tiene trescientos amantes: no longer their life of love but her life of degradation. , escribe T. P. Wiseman, Catullus and His World, op. cit., p. 146. (63) Tampoco es posible definir indubitablemente como pblico a quienes forman parte de lo que podramos denominar audiencia o destinatarios secundarios, como los senes severiores y el malus en c. 5 o los curiosi de c. 7 que, si bien no son los destinatarios primarios del acto de habla dirigido a Lesbia, lo son de la burla indirecta del amante que confunde el nmero de los basia para impedirles hacer la cuenta precisa y llevar adelante sus maledicencias. (64) Otro ejemplo de destinatarios ajenos a la fuerza ilocucionaria de los actos de habla, que reaccionan corporal o emocionalmente, son aquellos designados como lectores en c. 14b: lectores/ horrebitis vv. 2-3. Ms interesante an es el ejemplo de c. 95 en el que Catulo hace las veces de lector crtico de la Esmirna sin abandonar sus emociones: parva mei mihi sint cordi monumenta sodalis v. 9 mientras que los destinatarios genricos slo reaccionan emocionalmente: populusgaudeat v. 10, sin aadir ningn juicio racional. (65) R. Schievenin, Poesia e turpiloquio nel carme 16 di Catullo, MD 44 (2000), pp.195209 identifica a Furio y Aurelio con los pilosi. La identificacin es posible, si creemos que Catulo, al considerarlos inhabilitados para ejercer una crtica intelectual de sus versiculi, los desplaza hacia el rol de pblico receptor. Sin embargo, en c. 16 las reacciones de las dos audiencias permanecen diferenciadas.

20

Emilio Zaina

Podramos denominar como prueba del cuerpo a un modo de recepcin frecuente en los poemas de Catulo. (66) Uno de los ejemplos ms reconocibles, en el que el poder de los versos es sometido al juicio corporal, es el que proporciona el poema 50 en el que se muestra el efecto que el contrapunto, entre bromas y vino con Licinio, ocasiona sobre Catulo. La belleza y la agudeza de quien es llamado salse en otra pieza del corpus, (67) concretada en los extraordinarios versos que traza sobre las tablillas enceradas, hacen que Catulo no pueda conciliar el sueo y rechace la comida mientras su cuerpo se revuelve sobre el lecho en espera del amanecer. El ardor incensus, indomitus furor- que el intercambio de versiculi con Licinio suscita en Catulo se asemeja mucho a la excitacin que se espera provocar en el cuerpo de los pilosi: atque illinc abii tuo lepore incensus, Licini, facetiisque, ut nec me miserum cibus iuvaret, nec somnus tegeret quiete ocellos, sed toto, indomitus furore, lecto versarer cupiens videre lucem, ut tecum loquerer, simulque ut essem. vv. 7-13 Existen en la coleccin otros pasajes en los que el cuerpo dictamina tomando el lugar del esperable juicio intelectual de un lector crtico. En c. 14 Calvo le enva a Catulo, como munus para las Saturnales, una antologa de poetas tan malos que su lectura entraa el riesgo de muerte fsica: di magni, horribilem et sacrum libellum! quem tu scilicet ad tuum Catullum misti, continuo ut die periret, Saturnalibus, optimo dierum! vv. 15-18 Catulo promete retribuir con un obsequio de similares caractersticas, una antologa de pessimi poetae, Cesios, Aquinos, un Sufeno, que recoge como verdaderos venenos para el cuerpo: nam, si luxerit, ad librariorum curram scrinia; Caesios, Aquinos, Suffenum, omnia colligam venena, ac te his suppliciis remunerabor. vv. 17-20 En c. 44 es el discurso de Sestio contra la candidatura de Antio el que acta nocivamente sobre el cuerpo de Catulo. Al leer la oratio de Sestio, llevado por el deseo de acce-

(66) Cfr. A. Kahn, Catullus 35: And the Things Poetry Can Do to you! Hermes 102 (1974), pp. 278-281 y E. Zaina, Catulo 44, 50 y 51: el cuerpo atravesado por la literatura, Emerita 65 (1997), pp. 287-302. (67) Licinio rene en su persona las dos cualidades que Catulo atribuye a los versiculi en c. 16, sal et lepos. Lepos en c. 50,7 y sal en c. 14,16: salse.

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

21

der a su triclinium y a los manjares de la oppara cena, Catulo absorbe el frigus que emana de una escritura elaborada bajo los designios de la esttica asitica. El cuerpo lector es el que se encarga de dictaminar acerca de la calidad de la oratio, enfermndose: nam, Sestianus dum volo esse conviva, orationem in Antium petitorem plenam veneni et pestilentiae legi. hic me gravedo frigida et frequens tussis quassavit usque dum in tuum sinum fugi et me recuravi otioque et urtica. quare refectus maximas tibi grates ago, meum quod non es ulta peccatum. nec deprecor iam, si nefaria scripta Sesti recepso, quin gravedinem et tussim non mi, sed ipsi Sestio ferat frigus, qui tunc vocat me, cum malum librum fecit. vv. 10-21 Si admitimos que el unguentum representa la quintaesencia de la poesa de Catulo, o la sntesis metafrica de su programa potico, entonces la nariz de Fabulo reaccionar de un modo semejante a los duros lumbos de los pilosi, ablandados por los milia multa basiorum. Sorpresivamente el rgano nasal del comensal se empinar hasta cubrir todo su cuerpo: (68) nam unguentum dabo, quod meae puellae donarunt Veneres Cupidinesque; quod tu cum olfacies, deos rogabis, totum ut te faciant, Fabulle, nasum. vv. 11-14 Al revelar que los milia multa basiorum han sido escritos con el propsito de quod pruriat incitare y duros movere lumbos Catulo los somete a la prueba del cuerpo y al mismo tiempo desva la disputa con Furio y Aurelio desde el horizonte de produccin el poeta hacia el horizonte de recepcin, constituido por el pblico. Se trata de un cambio de foco que tiene como fin iluminar las reacciones del receptor en lugar de

(68) Son numerosos los lectores especializados que han sealado que los ingredientes del banquete de c. 13 expresan metafricamente el programa potico de Catulo. Entre los primeros en considerar esta posibilidad figuran V. Buchheit, Catullus Literarkritik und Kallimachos, Grz. Beitr. 4 (1975), pp. 21-50 y K. Quinn, Catullus. An Interpretation, op. cit. 1973, p. 132. W. H. Bernstein, A Sense of Taste: Catullus 13, Class. Journ. 80 (1985) seala en p. 129: In fact, the list of word in 13 which indicate style or point to metaphor amply supports the thesis that Catullus is considering the style of his poetry. Candida, v. 4, sale v. 5, venuste v. 6, meros amores v. 9, suavius and elegantius v. 10, unguentum v. 11, Veneres Cupidinesque v. 12, and nasum v.13 may be better explained as metaphors or references to style. Furthemore, all of the stylistic terms fit into a cohesive program which could easily describe Catulluss poetry: plain, witty, and amorous. Acaso sera posible identificar un juez ms agudo que Fabulo, dispuesto a convertirse en una nariz para aspirar los matices dominantes y tambin los recesivos del unguentum que las divinidades de la poesa ertica regalaron a Lesbia?

22

Emilio Zaina

examinar la privacidad del poeta, pero sin modificar la esfera secundaria de afectacin: la sexualidad. Furio y Aurelio, a partir de la forma, versiculi, y del contenido, milia multa basiorum, ejercitados por Catulo, extraen conclusiones acerca de la sexualidad del poeta. Catulo, en cambio, vincula su poesa ertica con el efecto sobre la sexualidad de los pilosi y al mismo tiempo amenaza, por medio de la invectiva de los versos que abren y cierran c. 16, con convertir en partenaires pasivos y violados a Furio y Aurelio. Naturalmente, slo Cornelio, el lector experto, permanece por completo ajeno a las disputas que relacionan el ejercicio de la poesa ertica con la sexualidad del autor, del pblico y sus antilectores. A Cornelio le es reservado el juicio intelectual sin la intervencin del cuerpo o las emociones, mientras que del pblico se espera la reaccin corporal sin la intromisin del intelecto. El c. 5 no solo es el centro de una fuerte disputa entre la voz del autor y la de sus antilectores, adems aparece como un campo de fuerzas cruzadas: el amante dirige hacia Lesbia todo el poder de su andamiaje argumentativo (69) e, inmediatamente, el sortilegio del ritmo incantatorio de miles de besos. (70) Hacia los senes severiores, audiencia secundaria que representa la moral quiritaria, arroja su desprecio e invita a Lesbia a confundir la cuenta de los besos a fin de neutralizar la hostil invidia del malus. Lo verdaderamente extraordinario, es que esos mismos milia multa basiorum reservan una enargeia (71) diferente elaborada para conmover a los pilosi: la invidia se transforma en evidentia. La totalidad del artificio se advierte solamente cuando se arriba al poema diecisis, no antes, un hecho que demuestra que c. 5 revela su significado paulatinamente y segn el punto de vista que se adopte para analizarlo. Considerado en s mismo como una pieza autnoma, el poema cinco es una solicitud de miles de besos dirigida a Lesbia. Ledo como parte integrante de una historia de amor, que comienza en c. 2 y finaliza en c. 11, aparece como su seccin ms apasionada y feliz. El mismo poema, juzgado a partir del dictamen de sus antilectores, muestra una impudicia y blandura que es impropia de un poeta viril. Finalmente, Catulo, nada menos que la voz del autor proyectada en el texto, es quien proporciona la ms revulsiva las explicaciones: son versos cuyo poder psicaggico est destinado a conmover los duros lumbos de los pilosi. EMILIO ZAINA

(69) El modo en que Catulo despliega sus argumentos para convencer a Lesbia y al mismo tiempo desarmar la hostilidad del senes y el malus ha sido estudiado por R. E. Grimm, Catullus 5 Again, Class. Journ. 59 (1963), pp. 15-22. (70) La agresin mgica del malus en c. 5 y de los curiosi en c. 7 es analizada por M. Dickie, Malice, Envy and Inquisitiveness in Catullus 5 and 7, PLLS (1993), pp. 9-26. (71) Sobre enargeia, en latn evidentia, cfr. G. Zanker, Enargeia in the ancient criticism of poetry, Rhein. Mus. 124 (1981), pp. 297-311 y H. Lausberg, Manual de retrica literaria, Madrid 1975 ad.loc.

Catulo: cc. 1, 5 y 16. El lector, los antilectores y el pblico

23