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Biografía de Manuel Acosta Arevalo
Soy el cumiche (el menor) de los varones en mi familia Acosta
Arevalo. Nací en el Cantón Zapote, municipio de Suchitoto,
Departamento de Cuszcatlan, en El Salvador. Nací el 16 de
Agosto de 1955. Mis papas son Pedro Acosta Melgar y Otilia
Arevalo de Acosta.
Fuimos como catorce entre hermanos y hermanas. Todos
nacimos en las faldas del extinguido Volcán de Guazapa. Ahí
mi familia tenía unas vacas, pero fundamentalmente vivíamos
de sembrar maíz, frijoles y un poco de café.
Fui a estudiar la primaria en la escuelita del Cantón Zapote.
Ubicada a unos dos kilómetros de distancia de la casa donde
vivíamos. En los meses de Marzo, Abril y Mayo, el camino se
ponía muy caliente para caminar sin zapatos en el polvo
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caliente, pues ni yo ni mis hermanos teníamos zapatos. Mis
maestros eran el profesor Julio Martinez, Berty Fernández y la
profesora Dolores Pineda.
Yo siempre era un poco rebelde en la escuela y por eso me
ganaba unas mis castigadas de vez en cuando. Un día la profe
me mando a a traer agua al vertiente ubicado a unos tres
cuadras, en la propiedad de un señor llamado Leonardo
Menjivar, quien era esposo de tía Rafaela Melgar. Como no
había agua potable en la escuela ni en cantón, teníamos que ir
a traer el agua en unos cantaron para hacer la limpieza de la
escuela en a un ojo de agua cercano. Pues yo desobedecí y no
fui, me fui a jugar pepas (con semillas de marañón) con otros
compañeros de clase. Como no fui a traer el agua la profe me
castigo y puso manos arriba por 20 minutos.
En las vacaciones íbamos a pepenar (recoger el café caído) a
una finca de café que tenía mi papa Pedro Salvador Acosta en
el tope del extinguido Volcán de Guazapa, llamada la Finca el
Copinol. Aya en el tope del volcán, mi hermano Francisco y yo
cuidábamos el café mientras seguía el proceso de secamiento
antes de venderlo.
Llevábamos las tortillas ya hechas, y las calentábamos en el
fogón que hacíamos para calentar la comida y calentarnos un
poco por el frio que hacía.
A veces nos despertaban los mapaches que llegaban alrededor
de la cabaña donde nos guarecíamos a comerse el maíz de la
milpa que habíamos sembrado. Pero a quien le teníamos miedo
era al pájaro león, que era un ave nocturna que cantaba bien
feo en la noche. Nuestra protección era el perro que se llamaba
Ingeniero. Le pusimos así al perro porque se lo compramos a
un ingeniero.
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En ese tiempo, del café que pepenábamos, lo vendíamos para
comprar cuadernos y una mudada (un pantalón y una camisa
nueva) para atender a la escuela y para dominguiar el día del
catecismo.
Después, mi hermano Francisco me llevo al Seminario menor
llamado Pío XII en la Ciudad de San Vicente. Ahí estudie tres
anos hasta terminar el noveno grado. Dentro mi mis maestros
estaba el Padre Rafael Palacios, quien fuera asesinado por los
escuadrones de la muerte vinculados a las fuerzas de seguridad
del gobierno de El Salvador. También fue asesinado otro de
mis maestros que fue el Padre Alirio Napoleón Macías, quien
era maestro y también era el párroco de la Iglesia de San
Esteban Catarina. Un año después que mi hermano Francisco
se salió del n Seminario Pio XII, me despidieron del seminario,
porque los directores estaban incómodos porque mi hermano
Francisco se fue del seminario por desacuerdos con el Obispo
Pedro Arnoldo Aparicio y Quintanilla, Obispo de la Diócesis
de San Vicente.
Entre mis compañeros de estudio estaban mis primos Otsmaro
Caceres Arevalo, quien fuera asesinado mientras hacia los
preparativos para celebrar su primera misa en el Cantón
Platanares de Suchitoto; Adelmo Acosta Arevalo, quien se
ordeno de sacerdote; y Luís Escobar Santamaría, quien ahora
es el Obispo de la Diócesis de San Vicente.
Pues así las cosas, no tuve otra alternativa que regresar a la
casa en el Municipio de Suchitoto. Pues me fui a matricular al
Instituto Nacional de Aguilares y ahí seguí estudiando,
viajando en bus todos los días. Después me fui para la ciudad
de Guazapa donde vivía mi hermano Angel con su familia. Ahí
me inscribí en el Instituto Abraham Lincoln, donde termine el
bachillerato en Comercio y administración.
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Mientras estaba estudiando, medio le ayudaba a mi familia con
los trabajos agrícolas de la casa. Cosechábamos frijoles, café,
maíz y hortalizas. También pastoreábamos vacas y caballos.
Un día mi papa decidió vender un toro que le llamábamos
Magonolio. Mi hermano Julio y yo fuimos a traerlo hasta el
topo del cerro de Guazapa hasta la calle que conduce de
Aguilares a Suchitoto. Nos fuimos a caballo, yo en la llegua que
se llamaba Morena y Julio en su caballo Chilango.
Como era un toro grande de la raza indo-brazil; además, ese
toro era matrero, y la única manera de llevarlo hasta donde lo
íbamos a vender era llevarlo, en medio con otras dos vacas. Mi
hermano Julio y yo íbamos montados a caballo. Es que lazar
un toro de ese tamaño no es comida de bocones, tienen mucha
fuerza.
Pues hay veníamos para abajo del Cerro de Guazapa cantando
la canción de los Laureles, mientras arriábamos el toro junto
con las tres vacas.
Pues al llegar a la carretera que conduce de Aguilares a
Suchitoto, apareció de inmediato un bus que manejaba Tono
Galdamez. El toro se asusto y salió corriendo ya lazado, y al
correr me voto del caballo y en la caída se me enredo el lazo en
mi cuerpo y me arrastro como dos cuadras.
El motorista del bus, Tono Galdamez, cruzo el vehículo para
detener el toro y así se paró el enorme animal. En eso llego
corriendo una vecina que se llamaba Marina Zamora y corto el
lazo con un machete. Una vez cortado el lazo el toro se tiro un
cerco de alambre y se fue. Pues MarinaZamora me salvo la
vida; que susto!!!
Pues asi logramos llevar el vendito toro hasta la carretera
donde llegaría un señor a recogerlo en un camión.
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En ese tiempo me encaramele con Marta Montoya, con quien
tuvimos un romance. Ella vivía con una tía en la comunidad de
El Rosario y de ese romance y tuvimos a una hija que le
llamamos Karen. Pues resulta ser que una vez Marta salió
embarazada, yo no sabia que hacer, pues estaba estudiando y
no trabajaba, excepto durante los fines de semana en los que
haceres de la casa.
Un día se me ocurrió que debía demostrarle a Marta que yo
era un padre responsable, y se me ocurrió llevarle unas libras
de frijol y una gallina india. Pues una noche, en el oscuro, sin
decirle a mi papa, tome un costal y saque unos frijoles del
granero y se los lleve a Marta, quien vivía como a dos
kilómetros de distancia; el problema fue que el costal estaba
roto y como estaba oscuro, no me di cuenta que los frijoles se
venían cayendo por el camino.
El siguiente día, mi papa noto que había un chorrito de frijoles
en el camino. Entonces mi papa siguió la pista siguiendo el
chorrito de frijoles y se dio cuenta que alguien le estaba
robando frijoles; más aun, se dio cuenta mi papa en la
dirección que me lleve los frijoles y al lugar donde me los lleve.
Pronto la historia de los frijoles se hizo público dentro de la
familia y en la comunidad. Esa misma semana mi papa me
dijo: “Ya sé donde está el chumelo”.
En el periodo de la pre guerra civil en El Salvador (1975-1980)
ya la gente se tomaba haciendas porque ya no tenían donde
trabajar. Habían varis organizaciones políticas populares que
después se volvieron organizaciones armadas que conformaron
posteriormente el Frente Farabundo Marti de Liberación
Nacional (FMLN).
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En 1979, una de las organizaciones revolucionarias, el Bloque
Popular Revolucionario (BPR) se había tomado la Hacienda de
El Valle Verde. Ahí se hacían fiestas donde llegaba mucha
gente a bailar. Un día yo fui a bailar al Valle Verde con una
muchacha que se llamaba Delmy Escamilla yo tenía unos
veinte anos para entonces. Yo no sabía, pero Delmy era una
combatiente de las Fuerzas Populares de Liberación.
Ese día me di color. El problema es que a esas fiestas populares
llegaba el que quería y entre ellos los que iban a espiar por
parte del gobierno de El Salvador. Ese día que fui a bailar a la
Hacienda de Valle Verde estaban ahi tres espías; uno que se
llamaba Chano Trejo, reconocido miembro del escuadrón de la
muerte; también estaban dos hermanos, Pastor y Salvador
Olmedo, quienes eran de la Policía de Hacienda, también
reconocidos miembros de los escuadrones de la muerte en la
zona.
A quienes perseguían las fuerzas del gobierno del General
Carlos Humberto Romero, era a mis hermanos mayores,
especialmente a Jorge, a quien el mayor Roberto D’awison
había denunciado por la televisión como el mayor líder
revolucionario en el Volcán de Guazapa. La mayor parte de los
familiares estaban organizados, pero yo no le daba
importancia, pero era fácil sacar terminación en la represión
contra el pueblo.
“Por ejemplo, un día a principios del 80, fui a Suchitoto a
sacar una cedula y una partida de nacimiento, en caso debiera
salir del país. Estando ahí, fui a visitar a Miguelito Castro,
quien era bien amigo mío y su esposa Carmen Coto Melgar,
era una prima de nosotros. Miguel era el alcalde interino de
Suchitoto. Pues llegue a Suchitoto y entre a la Alcaldía y
comencé a hablar con el alcalde muy amigablemente.
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De repente vino Don Luís Figueroa, el Secretario de la alcaldía,
y me dijo:” Oye Acosta, hay movimiento de guardias
nacionales afuera de la alcaldía y como que es con tigo la cosa.
Me acerque a la ventana y si vi que había un inusual
movimiento de Guardias Nacionales y Policías de Hacienda
afuera de la alcaldía de Suchitoto.
Entonces Miguelito me dijo: Salte aquí por el mercado y te vas
de aquí de inmediato. El Alcalde me abrió una puerta media
secreta que daba acceso al Mercado Municipal de Suchitoto.
Me metí en medio de la gente para que no me identificaran, y
después me pase al otro lado de la calle, por donde vivía tío
Tono Acosta, y me fui por la calle del Paterno a salir por donde
vivía Chicho; después me fui por una finca de café buscando la
carretera que conducía a Aguilares y me escondí debajo del
puente del Río de las Señoras.
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Ya era parte de tarde, y solo faltaba que pasara un bus para
Aguilares, era el bus de Lencho Zamora que le decían La
Prudy.
Ahí estaba escondido estaba debajo del puente, cuando vi que
venia un camión con guardias y policías nacionales. Me escondí
bien y no me vieron. Después vi venir un camión que llevaba
cana para el Ingenio de San Francisco. Era un camión
propiedad de Don Chema López, y les hice parada y me
reconocieron, eran los hermanos Morís, Adolio y Alonso López
los que iban ahí, y me dijeron: súbase al camión, ahí la
guardia nacional anda buscando a un hermano de Jorge
Acosta y ese es usted.
Pues me llevaron en el camión hasta cerca de la casa de mis
papas y esa fue la ultima vez que fui a Suchitoto”. Esos López
ya eran organizados en las Fuerzas Populares de Liberación
(FPL). En medio de la cana de azúcar, siempre llevaban armas.
Llegue a la casa de mi papa y de mi mama en el Cantón El
Zapote, pero ya no dormíamos en la casa por miedo de que nos
llegaran a matar en la noche. Al anochecer, cada quien tomaba
un costal o un plástico y nos íbamos a dormir al monte cerca
del Río Las Pacayas.
A los tres días después de que el Alcalde de Suchitoto, Miguel
Castro, me ayudara a escapar en la Alcaldía de Suchitoto, se
informo que habían matado a el junto con ocho personas mas.
Los escuadrones de la muerte los estaban esperando en el lugar
que le decían el Aceituno, en el Cantón Ichanqueso. Ahí los
detuvieron a el, a su esposa, a sus dos hijos, a Don Luís Rivera
Paz y otros de sus familiares. Ahí los bajaron del Vehiculo los
pusieron en fila a los nueve y los fusilaron ahí mismo.
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Me fui a Santa Tecla y le conté a mi hermano Francisco sobre
lo que me había sucedido. Le conté a mi hermano lo sucedido y
me sugirió que me vaya del país. La idea no me gustaba porque
yo nunca había salido del país y además, no tenía dinero y no
sabia donde ir. Un amigo de Francisco me presto dinero para
que me fuera para Guatemala; pero la cosa estaba aun peor
ahí.
En esos andares tuve un romance con Marta del Carmen
Rivera Montoya. Ella era hija de Antonia Montoya y Atanacio
Rivera. De esa relación nació una hija, que se llamo Karen
Griselda.
Para ese momento, Monseñor Oscar Arnulfo Romero ya había
denunciado durante una homilía que el Presidente Carter de
los Estados Unidos estaba enviando armas para el Salvador a
fin de evitar que un gobierno de izquierda llegara a El
Salvador. Monseñor Romero envió una carta al presidente
Carter Pidiendo que ya no envié armas, que esas armas solo
servían para reprimir al pueblo. Meses después, mataron a
Monseñor Romero mientras celebraba misa en una capilla del
Hospital La Divina Providencia.
Pues en Enero de 1980, me fui por bus a México. Para entonces
mi hija Karen ya había nacido y la deje en El Salvador de dos
años de edad.
Al entrar en Tapachula me dieron 60 días para estar en México y
me fui al Estado de Veracruz. Al cumplirse los 60 días, decidí
regresarme a El Salvador; pero en la Aduana de Tapachula, en la
frontera de México con Guatemala me detuvieron los agentes de
migración y me pusieron en la cárcel. Me pusieron en una cárcel
por toda una noche con unos 35 indígenas guatemaltecos que
habían detenido ese día.
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El siguiente día me tiraron para Guatemala, yo ya no tenía dinero,
pero me fui a jalón hasta Escuintla y ahí una señora gorda me
regalo diez quetzales y con esos llegue hasta El Salvador y llegue
al Colegio Maria Auxiliadora donde mi hermana Zoila era la
directora.
Al llegar ella se preocupo y me dijo: “Te voy a prestar dinero, pero
el mayor favor que me haces es irte de regreso, porque las cosas
aquí están peor hoy que cuando te fuiste para México”.
Pues me fui para El Zapote-Suchitoto a ver a mi mama, pero antes
pase donde mi hermano Francisco. Al verme llegar de regreso mi
hermano me pregunto: “porque te venistes? Hoy la cosa esta peor
que antes. Y los no organizados, como vos, solo ha caer en la boca
del lobo van”, me dijo. “Los organizados saben cómo defenderse,
pero los no organizados no”, continuó diciendo mi hermano.
Pues insistí ir a donde vivíamos para saber cómo estaba Marta y
mi hija recién nacida; además, aprovecharía para ver a mi mama y
a mi papa, pero esta vez ya no me fui por la calle, me fui
caminando monteando por las faldas del Volcán de Guazapa,
después de unas tres horas llegue donde una vecina que se llamaba
Josefina, la viuda, y me dio agua.
Pues, un día yo estaba acostado en una hamaca en la casa de mi
hermano Julio, ubicada a unos pocos metros de la carretera vecinal
que conduce al tope del Cerro de Guazapa, en el caserío la Mora
del Cantón Zapote. En el tope, había una cooperativa que se
llamaba la Conquista.
Por esos días habían secuestrado al multimillonario Ministro de
Relaciones Exteriores de El Salvador; si bien recuerdo era de
nombre Borvono Poll y se decía que lo tenían en la Cooperativa la
Conquista.
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Pues mientras estaba ahí estaba acostado en la hamaca en la casa
de mi hermano, un camión lleno de Guardias Nacionales iba
pasando por la calle en la ruta a la Cooperativa La Conquista y
entre ellos había unos de civil que les llamaban “primitos”. Pues
los primitos iban a entrar a la casa de mi hermano Julio y de
repente dijeron: “No, aquí no es” y se regresaron. Los Primitos
eran reconocidos miembros de las bandas paramilitares que
mataban gente e incendiaban las casas.
Yo apenas tome los zapatos y me fui corriendo para el monte; no
me despedí de nadie y esa fue la última vez que estuve en mi casa
en El Cantón Zapote de Suchitoto. Un poquito de mala suerte, y no
estaría contando el cuento.
Lo cierto es que estábamos en un momento que era el principio de
una guerra civil que duraría más de doce años, donde más de 84
familiares morirían en esa guerra, con enormes consecuencias
nacionales e internacionales. Era el principio de una enorme
diáspora familiar.
Pues, después del susto, como nada me paso, me fue a la casa de
mi hermano Francisco a Santa Tecla y comencé a hacer los
trámites para salir del país. Con un poco de miedo me fui a la
Embajada de México a sacar la visa para viajar a ese país. Al llegar
me recibió un guardion bien cholo; inicialmente yo le tuve un poco
de miedo, pero no, fue amable con migo. Aquí la cosa se van a
poner feo, me dijo. Es mejor que se valla, continuo diciendo. Pues,
tuve suerte, me dieron la visa sin problema, que dicha!
Mi hermano Francisco me dio un contacto en Guatemala y otro en
México. Pues salí a México, vía Guatemala por bus. Ahí viste al
Padre Pellicer, un Jesuita que era el contacto de mi hermano
Francisco. Ahi me encontré con otros que ya estaban involucrados
en la lucha armada.
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De la Ciudad de Guatemala tome un bus de la empresa “los
Galgos” hasta la frontera con México. Esta vez me fui por la ruta
de Talismán. Entre a México y me fui para el estado petrolero de
Tabasco. Desde 1980 al 82 estuve trabajando en Ciudad Cárdenas
Tabasco como contador privado para Petróleos Mexicanos.
Trabajaba con un ingeniero de apellido Alcántara, quien era de un
pueblito del Estado de Sinaloa. Ese pueblito se llamaba Guamichil,
donde nació Pedro Infante.
Como solo me habían dado visa de turista, yo no debía trabajar;
entonces decidí hacerme mexicano. Ya me habían dicho que en
México si tenes pisto, podes comprar hasta una mama.
En Tabasco hice los contactos para que me hicieran una partida de
nacimiento como mexicano. También compre una cartilla liberada
haciendo constar que yo había servido en el Ejército Mexicano.
Esa cartilla se la compre al General Noche Buena, del cuartel de
Villa Hermosa, Tabasco. Creo que ambos documentos me costaron
como doce mil pesos mexicanos. Ahí trabaje en la industria del
petróleo por dos anos. Trabaje con Petróleos Mexicanos los anos
1981 y 1982 y ganaba bien. Con los fondos que gane, pude pagar
la deuda con mi hermana Zoila.
Para una Navidad, decidí ir a Guatemala de visita. Al regresar a la
frontera con México la Migración Mexicana me detuvo otra vez, y
me interrogaron. Usted no es mexicano, me decían; cante el himno
nacional me decían, y yo lo sabia un poquito; cuantas estrellas
tiene la bandera de México, me preguntaron; tres conteste, y ahí si
que me equivoque; no tiene ni una. Pues me volvieron a tirar para
Guatemala.
El día siguiente volví a entrar a México por un río, y camine por
los montes hasta que llegue a San Cristóbal de Las Casas ya en
México. Después volví a Tabasco después de siete horas de
camino.
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Después me fui a la Ciudad de México. Un día fui al Parque
Nacional de Chapultepec, y por obra del azar, me encontré con mi
hermano Jorge, el hermano mayor de la familia. Increíble como
nos encontramos después de dos anos de no vernos en medio de
una ciudad de 22 millones de habitantes.
Mi hermano Jorge, también por aras de la suerte, ya se había
encontrado con mi hermano Francisco, quien también estaba
asilado en México. Aparentemente se habían encontrado en un
evento de solidaridad con pueblo de El Salvador.
Para entonces, el presidente de México, López Portillo, ya había
hecho una declaración, junto con el gobierno de Francia,
declarando a las fuerzas rebeldes de El Salvador como fuerzas
representativas. Así las cosas, el gobierno de México estaban
dispuestos a dar refugio o asilo a los refugiados de El Salvador.
Mi hermano Jorge me explico que el tenia asilo político y que me
podía hacer el contacto para que yo también consiguiera asilo. Así
es que conocí a Alberto Martinez Comarca, quien era el Jefe de
Gobernación para asilo político de Gobernación.
Yo le explique al Lic. Martinez Camarca que yo estaba trabajando
con una partida de nacimiento mexicana y una cartilla liberada
que había comprado en Tabasco. A quien le compraste esos
documentos? Pregunto. Yo le explique que los compre en Tabasco
y le di el nombre de la persona a quien le compre la partida de
nacimiento. Resulto ser que a la persona que le compre la partida
de nacimiento era un primo suyo, y ya no indago mas. Tienes que
quemar esos documentos, me dijo. Si te los hayamos, te caen por
lo menos 30 anos de cárcel, continuo diciendo. Pero de todas
maneras me dio el asilo político en México.
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Pues en la Ciudad de México hay un parque que se llama
Chapultepec. Es enorme! Mucha gente llega a des estresarse a ese
lugar. Pues ahí se vendía un boletín que se llamaba Venceremos,
órgano oficial del Frente Farabundo Marti para la Liberación
Nacional de El Salvador. Con mi hermano Jorge nos íbamos los
días Domingos a vender ese periódico en el parque Chapultepec.
Yo no era muy revolucionario que se diga, pero si tenía espíritu de
aventurero.
Mi hermano Jorge ya se había encontrado en un evento de
solidaridad con El Salvador a Don Tilo Melgar, quien vivía con su
esposa Amanda y sus hijas cerca de la ciudad de México. Ellos
salieron de Suchitoto después que su hijo, Rutilio Melgar Hijo, fue
capturado y posteriormente desaparecido cuando venía de
Suchitoto para San Salvador. Pues la suerte quiso que nos
volvimos a encontrar con Don Tilo Melgar.
En el Parque Chapultepec conocimos a una abogada que se
llamaba Thelma Garcia. Ella, junto con otras abogadas expertas en
inmigración y trabajaban en un proyecto que se llamaba Projecto
Libertad en el Estado de Texas. Ellas son las que sacaban a los
salvadoreños capturados por la migración de Los Estados Unidos
para que no los deportaran a El Salvador, pues justamente estaba la
guerra en su apogeo en ese país.
En ese tiempo conocí a Laura Rosales en la Ciudad de México,
cuyos padres eran de Guadalajara Jalisco y acordamos casarnos un
día, yo ya tenía 26 años para entonces.
Yo estaba interesado de conocer Estados Unidos, y algunas veces
me iba al norte de México. Al llegar a Reinosa, o a Matamoros en
el Estado de Tamaulipas, unos miembros del Partido Socialista
Mexicano me pasaban para el otro lado de la frontera. Ya en
Estados Unidos me iba donde trabajaba Thelma Garcia, donde
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había un Centro que se llamaba Centro Monseñor Romero. Ahí en
el Valle de Texas estuve como quince días de ilegal.
Para ese entonces, mi hermano Francisco hizo las gestiones en
Canadá para que mi hermano Julio y su familia, así como Juana
Caceres y su familia fueran aceptados como refugiados en Canadá.
Efectivamente, a principios de 1984, ellos llegaron a Canadá y se
ubicaron en un pueblo que se llama Reed en la Provincia de
Ontario.
Pues yo también en 1984, aplique en la Embajada de Canadá como
refugiado y me aceptaron. Con los papeles como asilado político,
fue fácil conseguir que me aceptaran como refugiado. Entonces,
fui a la Cruz Roja Internacional en la ciudad de México, quienes
me extendieron un pasaporte de esa institución, en concordancia
con los tratados internacionales de Viena sobre refugiados.
Todavía guardo ese pasaporte como recuerdo.
Una vez en Canadá seguí en contacto Laura Rosales, mi novia
mexicana y decidí que debía casarme con ella. Pues como dicen
que un pelo de mujer hala más que un tractor, yo quería casarme
con ella aunque estemos a miles de kilómetros de distancia.
Un día llame por teléfono Laura Rosales a la ciudad de México y
le propuse matrimonio. Mi sorpresa fue que todavía me estaba
esperando. Entonces decidimos casarnos en la Ciudad de México,
creo que fue en 1987.
Pues le llame por teléfono a mi hermano Francisco, quien vivía
para entonces en Washington, Estados Unidos, y le informe que
me iba a casar. No solo eso, le pedí que el y su esposa Bárbara
fueran mis padrinos de casamiento. El me contesto con
incredulidad, y me dijo: “como puedo estar seguro de eso?”. Si vos
estas en Canadá? Además, no se te conoce novia, me dijo. Bueno
le dije, si no me crees aquí esta el teléfono y pregúntale a ella
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directamente, le dije. Pues le llamo y Laura le confirmo que era
cierto.
Regrese a México y ahí me case con Laura. Mi hermano Francisco
y su esposa Bárbara fueron los padrinos de casamiento religioso;
mientras que por el civil fueron Don Tilo Melgar y su esposa
Amanda.
Después nos fuimos a Cuernavaca Estado de Morelos, por un rato.
Fue una luna de miel a la mexicana.
Una vez nos casamos, nos vivimos a vivir a Kingston Canadá. Con
Laura procreamos a Cristóbal Acosta Rosales y a Marlon Acosta
Rosales.
Una vez nos casamos, nos vivimos a vivir a Kingston Canadá.
Los familiares de Laura son de cerca de Guadalajara, Estado de
Jalisco, en México.
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Una vez aquí en Canadá, procreamos a Cristóbal y a Marlon
Acosta Rosales.
Posteriormente se vinieron para Canadá mi suegra Candelaria, y su
otra hija Pilar con su esposo e hijo.
Siempre me pregunte donde estaba mi hija que había dejado de dos
anos cuando tuvo que salir de urgencia de El Salvador pues Perdí
contacto con la mama. Lo cierto es que después de 20 años no
sabía nada de ella.
Al término del siglo, falleció mi papa Pedro Acosta y nos juntamos
casi todos los hermanos y hermanas en El Salvador. Los hermanos
y hermanas llegamos de seis países del mundo a rendir tributo al
hombre que nos dejo el legado de pacifistas.
Durante los funerales de mi papa a principios de Febrero de 1999,
decidimos hacer una reunión al final del año en Costa Rica para
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darle la despedida al siglo XX. Pues hicimos una reunión familiar
ampliada en la ciudad de Atenas, Costa Rica, donde participamos
más de 70 familiares. A ese evento le llamamos la Reunión del
Siglo. El centro de la atención fue mi mama Otilia Arevalo de
Acosta. También asistieron sobrinos, primos, etc. Fue un evento
inolvidable para mi.
Durante la reunión familiar pregunte si alguien por casualidad
sabia donde estaba mi hija Karen. Ahí había uno de apellido
Guillen quien me dijo que el sabia donde vivía la abuela ahí en
Costa Rica. La abuela de mi hija Karen se llama Antonia Montoya.
Una vez conseguí el teléfono de doña Fue en el mismo ano que
murió mi papa Pedro Acosta Melgar. Asistimos a ese evento
familiar todos los hermanos y hermanas, a excepción de mi
hermana Reina, quien vive en Canadá. Antonia Montoya y le
llame, quien me dijo que Karen vivía en Japón y le llame
inmediatamente.
Reunión Familiar en Costa Rica, Diciembre 30 de 1999.
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Japón y que se había casado con un japonés que trabajaba para la
NASA de los Estados Unidos. Karen da clases de Ingles en ese en
Japon.
Lo cierto que esa reunión familiar en Atenas, Costa Rica, sirvió
para comparar notas y volvernos a conocer entre los hermanos y
hermanas. Es que la diáspora nos tiro a la familia nuclear por lo
menos para seis países del mundo, y a la familia ampliada por lo
menos a 16 países.
Karen Giselda Masaki y sus hijos en Japón
Ahora sigo viviendo aquí en Kingston, Canadá. Aquí vive mi
hermana Reina y su familia, mi mama, y Julio, mi hermano, con su
familia.
Casi cada final de año nos junamos en una reunión familiar
ampliada en la Ciudad de Aguilares en El Salvador para volvernos
a conocer, reconocer, y encontrarnos con nuestra propia historia.
Como dicen en México, cada quien cuenta de la feria de acuerdo a
como le fue. Pues así me ha ido en mí en feria.
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