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Debates | 2012
DANIEL MORN
Al Csar lo qu es del Csar ya Dios lo que es de Dios.Poltica y religin en lacoyuntura de las guerras deindependencia. Per, 1808-1825[29/03/2012]
Resumen | Indice | Tabla de contenidos | Notas del autor | Texto | Notas | Cita |
Autor
Resmenes
Este trabajo, a partir del anlisis conceptual y la reflexin sistemtica de la prensa,busca adv ertir la relacin existente entre el poder poltico y religioso en la coy unturade las guerras de independencia en el Per. En ese sentido, la proliferacin de losperidicos, los sermones y los impresos polticos en aquel contexto ocasion lapolitizacin de la poblacin, el debate ideolgico y las mutaciones en el v ocabulariopoltico. Esto supuso adv ertir la compleja relacin de poder de la religin y la polticaen el escenario de la lucha militar entre las fuerzas realistas y rev olucionarias. Porello, en el teatro de la guerra y la rev olucin, el estudio de conceptos clav e como Dios,la Prov idencia, el Seor de los Ejrcitos, la Ilustracin cristiana y el mismo concepto dereligin, ev idenciaron el uso poltico de estos trminos como medios de legitimidad delpoder y la autoridad, sea esta monrquica, reformista o rev olucionaria.
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Entradas del ndice
Mots cls : Prou, politique, religion, presse, XIXe sicle, concepts politiques, Guerres
dindpendance, sermonsn
Keywords : politics, press, Peru, religion, 1 9th century , political concepts, Wars of
independence, sermons
Palabras claves : Per, poltica, prensa, religin, siglo XIX, conceptos polticos,
Guerras de independencia, sermones
Notas del autor
Trabajo disertado en el III Congreso Internacional Iberconceptos. El Lenguaje de las
Independencias en Iberoamrica. Conceptos polticos y conceptos historiogrficos en la
era de las rev oluciones, Montev ideo, septiembre del 201 1 . Adems, esta inv estigacin
tiene el apoy o de una beca doctoral del CONICET bajo la direccin de Fabio Wasserman
y Claudia Rosas. Igualmente, del proy ecto Ubacy t: Lenguajes polticos y cambio
conceptual en el Ro de la Plata posrevolucionario (1780-1870), dirigido por Noem
Goldman.
Texto integral
Introduccin
Las conmemoraciones de los bicentenarios en Amrica Latina han ocasionado
una amplia renovacin en los estudios de las independencias y la formacin de
las nacientes repblicas. Dentro de estos cambios historiogrficos, la historia
poltica y la historia del lenguaje y de los conceptos polticos v ienen ofreciendo
un conjunto de argumentos sumamente importantes que han modificado las
imgenes tradicionales que se tena del ciclo revolucionario y del papel atribuido
a los diversos actores sociales[1 ]. En ese sentido, esta investigacin tiene como
objetivo principal advertir, a partir del anlisis conceptual, la relacin existente
entre poltica y religin en los tiempos de la independencia en el Per.
Especficamente, se busca desarrollar aquellos conceptos inscritos en el campo
semntico de la religin y la poltica. Entonces, se indagarn conceptos y
argumentos de carcter religioso como Dios, la Prov idencia, el Seor de los
Ejrcitos, la Ilustracin cristiana y el propio concepto de religin desde una
perspectiva que v incule los diversos significados de estos trminos y la relacin
que stos cumplieron en el perodo revolucionario, como medios de
legitimizacin del poder poltico.
1
Para un anlisis sistemtico hemos div idido la investigacin en tres partes: 1)
el estudio de las redes de circulacin de la prensa y la politizacin de la
poblacin; 2) la compleja relacin poltica y religin; y , 3) la reflexin metdica
de conceptos polticos clave inscritos en el anterior campo semntico. El corpus
documental utilizado est compuesto principalmente por peridicos, sermones
y cartas pastorales que circularon entre 1808-1825 [2]. Adems, de diccionarios,
manuscritos, Diario de las Cortes, relaciones de v iajeros e impresos diversos[3].
2
La hiptesis central de la investigacin sostiene que los conceptos y3
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Prensa, redes de comunicacin ydebate poltico en tiempos de laindependencia.
argumentos religiosos jugaron un papel fundamental durante las guerras de
independencia y sirv ieron no solamente como reflejo de una realidad
determinada de la lucha revolucionaria, sino que permitieron mantener la
legitimidad y la autoridad poltica del poder del estado, sea esta monrquica o
independentista.
El impacto de la crisis peninsular entre 1808 y 1814 en Amrica y el Per fue
problemtico y a la vez complejo. El inicio de la revolucin espaola[4] con el
objetivo de derrotar al ejrcito invasor y la creciente necesidad de generar una
opinin pblica capaz de enfrentar ideolgicamente a los franceses, impuls al
surgimiento de una diversidad de publicaciones peridicas, impresos y
manuscritos[5]. Con esta proliferacin de medios a gran escala se produjo la
politizacin de la poblacin y una nueva configuracin poltica del poder
plasmada en la experiencia reformista de las Cortes de Cdiz. Esta realidad tuvo
serias repercusiones en Amrica, por ejemplo en el Per, el discurso poltico fue
circulando cada vez ms, politizando a la sociedad y creando un clima fuerte de
opinin a favor de la autoridad monrquica y el reformismo de las Cortes.
4
Por ello, la publicacin de aproximadamente quince peridicos en dicha
coy untura supone la existencia de una primavera periodstica[6], en donde el
discurso poltico pudo extenderse a travs de mltiples canales de difusin,
redes y espacios pblicos de sociabilidad. En general, captamos tres momentos
en dicho desarrollo; de 1808 a 1810, el fidelismo sostenido por la Minerva
Peruana (1805-1810); de 1810 a 1812, la prensa radical y crtica pero no
independentista representado por El Diario Secreto de Lima (1811), El Peruano
(1811-1812) y El Satlite del Peruano (1812); y , finalmente, la prensa de la
concordia que aparece desde la promulgacin de la Constitucin en 1812 hasta el
regreso del absolutismo en 1814, encontrndose en ese lapso peridicos como
La Gaceta de Lima (1810-1814), El Verdadero Peruano (1812-1813), El
Investigador (1813-1814), El Argos Constitucional (1813), El Peruano Liberal
(1813), El Clamor de la Verdad (1814)y El Pensador del Per (1815)[7 ]. Muchos
de estos peridicos, si bien editados en Lima, lograron distribuirse por espacios
regionales distantes. Por ejemplo, el Verdadero Peruano circul en la capital,
Arequipa, Cuzco, Puno, Guay aquil, May nas, Santiago de Chile, Chuquisaca,
Quito, La Plata y La Paz[8]. En menor medida, El Peruano tuvo esta difusin en
Lima, Trujillo, Hunuco y , circunstancialmente, en Buenos Aires, Chile, Quito y
Cuenca[9]. Tambin, aunque espordicamente, peridicos como El Satlite y El
Argos, circularon por Chachapoy as, Caete, Supe, La Paz y Buenos Aires.
Mientras que La Gaceta y El Investigador pudieron leerse en Jauja, Tarma,
Caete, La Paz, todo el sur andino, el Alto Per y el Ro de la Plata[1 0]. No puede
dejarse de mencionar adems la difusin manuscrita del Diario Secreto de 1811
en Lima, Cuzco, Trujillo e incluso la publicacin de este peridico en La Gaceta
de Buenos Aires[1 1 ].
5
Esta intensa circulacin de la prensa fue posible por el contexto de crisis6
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poltica desatada desde 1808 y la creciente politizacin de la poblacin[1 2].
Igualmente, por el influjo de una minora letrada que la produca, may ormente,
asociados o en connivencia con el poder poltico. Por ejemplo, tal es la
tray ectoria de Jos Joaqun de Larriva[1 3], clrigo liberal moderado y de fuerte
tendencia fidelista que apoy a travs de sermones y la publicacin de
peridicos la poltica contrarrevolucionaria del v irrey Abascal[1 4]. Por su parte,
Hiplito Unanue[1 5] con un discurso liberal-fidelista estuvo en la direccin del
Verdadero Peruano, peridico auspiciado por el v irrey para contrarrestar el
discurso crtico e insurgente del Diario Secreto, El Peruano y El Satlite.
Por otro lado, Fernando Lpez Aldana[1 6] en la prensa de Lima y el obispo Luis
Gonzaga de La Encina[1 7 ] en sermones y correspondencia ejemplifican el
contraste y las complejidades de los discursos y los intereses de los diversos
grupos de presin en plena coy untura revolucionaria. Mientras Lpez Aldana
promovi en forma clandestina El Diario Secreto marcando una clara tendencia
liberal y crtica que busc la extincin de la poltica absolutista de Abascal y la
unin de los peruanos a las fuerzas revolucionarias del Ro de la Plata, Gonzaga
de La Encina, obispo de Arequipa, propagara tanto en sermones, circulares,
correspondencia y en los confesionarios, una frrea y extrema fidelidad a la
monarqua[1 8]. En este ltimo caso es perceptible que a travs de otros medios
como los sermones, disertados en el plpito y el altar, se pudo difundir tambin
entre las diversas clases sociales la obediencia a la autoridad[1 9]. Ms an,
en 1813 para el obispo de Trujillo Jos Carrin y Marfil[20], en las presentes
convulsiones de la may or parte de las Amricas [] se ha conseguido sin armas,
sin tropa y sin otro auxilio que la voz viva de los Prrocos[21 ].
7
En esa perspectiva, no solamente el discurso de la prensa y los sermones
pudieron haber llegado a los grupos de poder y a las clases propietarias, sino,
adems, su influjo habra alcanzado al mbito ms amplio de los sectores
subalternos. Tanto en las calles, plazas, iglesias, pulperas, chicheras, teatros,
centros de educacin, bibliotecas, tertulias, cafs y diversiones pblicas
diversas, las noticias y los discursos de la prensa y los impresos polticos habran
ganado audiencia y opiniones mltiples. En apreciacin de Glave: La capital del
Per era un hervidero de rumores, de charlas libertarias y de lecturas
colectivas, en donde se preludiaban intentos de acciones polticas[22]. Este
mismo argumento fue sealado por un contemporneo en 1814: Cansado estoy
de or muchos en los cafs, tiendas, plazas y calles, tratar de asuntos polticos
en tono imponente[23]. Y , en el propio Diario Secreto de 1811 se indic: La voz
de independencia y libertad es el voto del pueblo; ella es el objeto favorito de las
conversaciones[24].
8
Las afirmaciones de los propios sectores no letrados acrecentara an ms la
hiptesis de la extensin del discurso poltico de la prensa en los grupos
populares. Diversos artculos comunicados del Investigador subray aron el
paulatino aumento de la lectura de la prensa entre los indgenas: adquiriendo
cada da nuevos creces de ilustracin y concepto, no hay indgena del virreinato
que no desee su lectura[25]. Incluso, se insisti en la reunin de diversos grupos
sociales para discutir asuntos polticos. Tal es el caso del Invisible que inform
de manera detallada de la lectura de gacetas y peridicos en reuniones de
comerciantes, en tertulias y juntas secretas[26]. Ms an, en otros artculos
podemos enterarnos de la lectura poltica de la prensa que realiza un honrado
artesano en la misma mesa familiar[27 ]. De este ltimo ejemplo debemos recordar
tambin que otra variante era la lectura pblica de peridicos, gacetas, bandos
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y , durante la crisis hispana (1808-1814), la difusin del establecimiento de las
Cortes de Cdiz y la lectura de la Constitucin en ceremonia pblica. En
Huancavelica la publicacin del bando sobre la instalacin de las Cortes se
realiz: en concurso de mucha gente y soldados [] por voz de Nicols
Vizcarra, zambo ladino que hizo oficio de pregonero[28]. Por su parte, en
Paucartambo, el 3 de enero de 1813: se ley la Constitucin Poltica y subi al
plpito el prroco e hizo al pueblo una exhortacin v iva, y eficaz de los
beneficios y felicidades que contenan los artculos y captulos de la citada
constitucin, y luego de jurarla se pas a la plaza pblica donde todo el pueblo
repiti: Viva el Rey , Viva la Constitucin, y Vivan las Cortes Generales[29].
Esta difusin y lectura de bandos, gacetas y peridicos en amplios espacios
pblicos y en un conjunto social heterogneo no tuvo exento de censura y
control poltico. El Diario Secreto circul en forma clandestina en la capital, El
Satlite y El Peruano dejaron de publicarse debido a los mltiples expedientes de
censura de las autoridades[30]. El mismo Investigador, a pesar de apoy ar la
poltica contrarrevolucionaria del v irrey , fue objeto de varios juicios de
censura[31 ]. Igualmente, la circulacin de la prensa extranjera reimpresa en Lima
o trada en forma clandestina desde Europa y de otras regiones de Amrica fue
severamente reprimida por contener especies subversivas dirigidas a
trastornar el actual sistema de gobierno y fomentar la revolucin de los pueblos
y la insubordinacin a las autoridades constituidas, con grave dao de la
religin y del Estado, por ello, el rgimen fue claro al indicar: prohibimos su
lectura a todos[32].No obstante, esta fuerza represiva, se pudo advertir el poder
que adquiri la prensa, principalmente desde la libertad de imprenta decretada
por las Cortes en 1810 y aplicada en el Per en 1811 . Esta medida al permitir
circular los peridicos, ocasion que se abandonara el trabajo por la
lectura[33], y se propagara, en todas las clases del estado [] las ideas ms
liberales y tiles al bien general, con el objetivo de dirigir la opinin
pblica[34].
10
Estos argumentos desarrollados en la coy untura gaditana tomaron en el
desenlace de las guerras de independencia un cariz cambiante pero no
totalmente diferente. Por ejemplo, en La Abeja Republicana de 1822 se indic:
Todo se ha cambiado. Por todas partes no se oye otra cosa que libertad,
seguridad e independencia. En no pocos pases estas palabras se repiten en las
conversaciones familiares, y aun por el bello sexo, en los plpitos, en el foro, y
en los papeles pblicos[35]. La referencia es muy clara: las conversaciones
polticas en la v ida privada y en los espacios pblicos haban aumentado
considerablemente durante el protectorado sanmartiniano (1821-1822), incluso,
la participacin en estos debates de otros grupos sociales antes excluidos nos
permite advertir una nueva configuracin poltica en las esferas del poder y de la
v ida social de la nueva nacin independiente[36].
11
En esa perspectiva, algunos v iajeros que v isitaron el Per en 1822 mostraron
tambin el ambiente politizado, la intensa difusin de la informacin y las
circunstancias sumamente confusas de la capital en donde mil diferentes ftiles
rumores eran difundidos industriosamente, ms an, grupos de gente se
reunan en ciertas tiendas y sitios pblicos para inquirir y relatar las noticias[37 ].
El propio San Martn, en apreciacin de un contemporneo de la poca, crea que
la lucha en el Per no era guerra de conquista y gloria, sino enteramente de
opinin[38]. Esta guerra de opinin pudo percibirse en las tendencias polticas de
los peridicos que circularon en Lima en aquella coy untura[39]. Mientras que El
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Triunfo de la Nacin (1821), desde una v isin monrquica y fidelista, insisti en
la unidad de Amrica con la metrpoli y en la necesidad de una derrota completa
de los insurgentes para restablecer el orden y la armona social, El Americano
(1821), Los Andes Libres (1821), El Pacificador del Per (1821) y El Sol del Per
(1822), mostraron su apuesta por la revolucin, el liberalismo y la
independencia americana liderada por el general San Martn. Ms an el
republicanismo y las ideas democrticas fueron defendidos por La Abeja
Republicana (1822-1823) y El Tribuno de la Repblica Peruana (1822) y , en
Arequipa, La Estrella de Ayacucho (1825) no dej de insistir en la independencia
y el establecimiento de un gobierno republicano fuerte. Es indudable que la
prensa aglutin las diversas alternativas polticas del proceso de independencia.
Ms an se convirti en un actor poltico fundamental. Por ello, La Primavera de
Arequipa sealara en 1825: Los peridicos han formado sin duda el espritu
pblico de cada nacin[40].
Por otro lado, entre 1820-1825, al igual que en la coy untura de las Cortes de
Cdiz, los sermones y la intensa prdica del clero ay udaron igualmente en la
difusin de la prensa y los preceptos polticos revolucionarios o
contrainsurgentes. Por ejemplo, el obispo del Cuzco, Jos Calixto de Orihuela, en
junio de 1820, dirigi a sus feligreses una carta pastoral en donde mostr la
incompatibilidad del cristianismo con el espritu revolucionario. En su
apreciacin, esta ola rebelde y sacrlega deba ser combatida tambin desde el
plpito y el altar, y guardando el respeto irrestricto a las autoridades
constituidas: Vosotros que sois Presbteros y Sacerdotes en el pueblo de Dios, y
de quienes penden tantas almas, formadlas con nuestro ejemplo, y alentad con
vuestras palabras sus corazones [] adems de procurar que en las escuelas y
casas se aprenda de propsito [] le leis vosotros mismos en los Templos [].
Entonces sern buenos, perfectos, y verdaderos cristianos para con Dios nuestro
Seor, y para con todos[41 ].
13
Como hemos advertido la prensa, los sermones y otros impresos circularon
por una amplia red de comunicacin y espacios pblicos diversos
contribuy endo al debate doctrinario y a la politizacin de la poblacin peruana
en todo el proceso de las guerras de independencia. Esta realidad pudo
percibirse adems en otras reas de Amrica Latina. En noviembre de 1810, La
Gaceta de Buenos Aires seal:Escriben de Lima que la opinin de Buenos Aires
ha hecho la mayor impresin; aseguran que en todas las casas se hacen
defensas en obsequio de ella []. El rumor que corre es ya tan sensible, que el
v irrey se halla muy lleno de temor, tomando medidas para sofocar al germen;
pero intilmente, pues la chispa elctrica ha comunicado suincendio a los
cuatro puntos de este inmenso continente[42]. Incluso, en 1816 La Crnica
Argentina era contundente al sealar que: todos leen los papeles pblicos; no
hay taberna, mesn, ni aldea, en donde no circulen los diarios, y es casi de
primera necesidad su lectura[43] En Santiago de Chile, este mismo argumento
qued ev idente en 1821: Ninguno puede ser feliz, sino estudia su religin, su
moral, sus derechos []. No hallndose pues otro medio para entrar en
correspondencia con los hombres ilustrados y buenos de todo el mundo que la
lectura, habiendo llegado la feliz poca de que esta facultad infinitamente
apreciable, se extiende hasta la ltima persona de Chile[44].
14
Este acceso amplio a la lectura, el debate y la constante circulacin de la
prensa prueba la importancia de este medio como tribuna poltica de poder en
una coy untura revolucionaria. Igualmente, la difusin de sermones, cartas
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Religin y poltica: Una complejarelacin de poder
[45]
pastorales y una multiplicidad de impresos y manuscritos contribuy en a la
extensin del discurso poltico por una red de comunicacin ms vasta y
compleja con arterias y vasos comunicantes que, a su vez, permiten la
politizacin de los actores sociales y religiosos.
Precisamente, esta intensa circulacin de la prensa, los sermones y otros
impresos, al colaborar al incremento sostenido del debate poltico y la
politizacin de la poblacin, se convirti en un espacio fundamental para
percibir la relacin de la poltica y la religin en tiempos revolucionarios.[46] Esta
relacin entre el trono y el altar se agudiz con el desarrollo de las propias
guerras de independencia. Mientras en 1813 El Investigador sostena que sin
religin no puede existir Estado alguno , y que ella era el ms firme apoy o de la
legislacin[47 ], en 1820 el obispo Orihuela crea que: Nadie puede ser buen
cristiano e hijo de Dios, no siendo un buen sbdito, y fiel vasallo de su Rey.[48] El
propio peridico realista El Depositario en febrero de 1821 agregara: ni las
persecuciones ni los grandes riesgos ni la muerte misma son capaces de
retraerlos de lo que deben Dios, al rey y la sociedad. [49] Ms an, La Abeja
Republicana sealara en 1822: La religin del pas debe ser la base del
gobierno[50].
16
Esta estrecha relacin del poder poltico con el poder religioso supuso en el
contexto de la independencia un entramado complejo de intereses en juego
junto a un desarrollo altamente ideolgico y poltico de los actores sociales. Por
ejemplo, el obispo de Arequipa Gonzaga de la Encina en pleno ciclo
revolucionario exhortaba a sus feligreses el respeto de la autoridad poltica y
religiosa: Dichosa repite este cabildo, porque pesar del fuego devastador que
ha inflamado casi todo el orbe, y de las seductoras especies que se han
propagado aun en nuestro continente como el humo ms espeso de la may or
hoguera, aun hay hijos fieles [], que conservan la religin, la paz y lealtad al
soberano, y las legtimas autoridades[51 ] Incluso, el mismo obispo ante los
azarosos sucesos de la revolucin del Cuzco de 1814[52], la disolucin de las
Cortes y el retorno del absolutismo de Fernando VII, indicara en 1815 la
importancia de la prdica religiosa en la conservacin del Estado y la armona
social, en donde los devotos: amen respetuosamente su rey, quien deben
mirar como una imagen sobre la tierra del mismo Dios[53].
17
Esta imagende fieles vasallosal trono y al altar que sostiene Gonzaga de La
Encina en plena revolucin puede compararse con los argumentos expuestos
por el lder de los revolucionarios Jos Angulo al obispo rebelde del Cuzco Jos
Prez Armendriz[54]: espero que excite a todos [los curas] para que prediquen y
persuadan a sus feligreses la legitimidad de este gobierno y la obligacin en que
estn en conciencia de obedecerlo[55]. Los propios insurgentes reconocan la
necesidad de contar con el auxilio de la religin porque era este poder div ino, a
travs de la prdica de sus clrigos, el principal vehculo para llevar adelante la
lucha revolucionaria y arrogarse el respeto irrestricto de los hombres. No
obstante, tanto en el bando fidelista y en el rebelde la recurrencia a la div ina
providencia y a la santa religin tuvo entre sus particulares intereses el de
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El buen ejemplo del clero secular y regular trascienda a todo el cuerpode los dems v asallos de una Nacin tan religiosa [] el amor y el respetoa los soberanos, a la familia real y al gobierno es una obligacin quedictan las ley es fundamentales del Estado, y ensean las letras div inas alos sbditos, como punto grav e de conciencia. De aqu prov iene que loseclesisticos [] en sus sermones, ejercicios espirituales y actos dev otosdeben infundir al pueblo estos principios, [y ] abstenerse ellos mismos []de las declamaciones y murmuraciones depresiv as de las personas delGobierno, que contribuy en a infundir odiosidad contra ellas, y tal v ezdar ocasin a may ores excesos []. Por tanto, a fin de que no se abuse dela buena fe de los seculares, se guarde al trono el respeto que la ReliginCatlica inspira, y ninguna persona dedicada a Dios por su profesin seatrev a a turbar por tales medios los nimos y orden pblico. [56]
legitimar el poder constituido y hacer frente a los cambiantes acontecimientos
de las guerras de independencia.
Al respecto, en la coy untura de las Cortes de Cdiz un impreso adverta
claramente:
19
Ms an un folleto publicado en Madrid luego de la extincin de las Cortes y
difundido en Lima en 1815 sealara que era preciso temer a los enemigos del
altar y del trono, porque eran estos unos aduladores infames o unos impos
irreligiosos, cuy a poltica no es otra que seguir al que tiene el poder, sea justo o
injusto, buscar su inters y no el de la verdad y justicia[57 ]. Es ev idente el
argumento de la bsqueda de legitimidad poltica a partir de la recurrencia a la
religin y la prdica de los fundamentos religiosos en el plpito y en los diversos
espacios pblicos de sociabilidad.
20
Esta idea lo entendi muy bien San Martn cuando en julio de 1821, antes de
ingresar a la capital y declarar la independencia, dirigi al arzobispo de Lima
Bartolom Mara de las Heras[58] un oficio donde se comprometi a guardar
especial proteccin a nuestra santa religin, a los templos y a sus ministros,
buscando as que la mxima autoridad religiosa convenciera a los sacerdotes que
cooperen e influy an todos a conservar el orden del pueblo, el respeto de los
ciudadanos pacficos e inspiren confianza y seguridad a los espritus
sobresaltados[59]. Inmediatamente, la respuesta del arzobispo demostrara las
negociaciones y relaciones de las autoridades religiosas con el poder poltico:
Los sentimientos de religin y humanidad que respira el oficio que acabo de
recibir de V. E. han desahogado sobremanera a mi espritu []. No ceso de elevar
al Seor mis dbiles manos en accin de gracias []. Solo el Todo Poderoso, que
es dueo de los corazones, puede combinar tantos resortes. Se los doy tambin a
V. E. por la consideracin que ha manifestado hacia mi persona[60]. En aquel
mismo mes, y a tomada la capital por las fuerzas patriotas, se recurra, a travs
del peridico Los Andes Libres, a la div ina prov idencia para legitimar la prctica
poltica y la lucha por la independencia: No, no puede el Cielo mirar con
indiferencia tan generosa conducta: l premiar la virtud, proteger nuestra
causa[61 ].
21
Igualmente, el comportamiento del obispo Orihuela[62] entre 1820 y 1825
refleja el contradictorio papel que los miembros del poder religioso cumplieron
en la coy untura de la independencia. Mientras en 1820 sealaba Orihuela: En
estos infelices tiempos de revolucin [] habrn hombres amadores de s
mismos, blasfemos, desobedientes [] amadores de sus viles placeres, y no de
Dios. Tales son a la letra cuantos han promovido el infernal estandarte de la
insurreccin, cuantos lo han seguido de obra, y no le profesan la ms cordial
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Poltica y religin. Anlisis dealgunos conceptos polticos clave entiempos de la independencia
aversin[63], el mismo obispo contradictoriamente en 1825 afirmara: Siempre
am, vener, y reverenci al Rey Catlico, casi sin taza, (hasta el momento en
que conoc ser otra la voluntad de Dios) [][64]. Incluso, despus del triunfo
patriota en los campos de Junn y Ay acucho, Simn Bolvar agradeca a Orihuela
su decidida voluntad y participacin por la independencia: V. S. I. me felicita
por el xito glorioso de esta empresa, reconociendo con justicia que ella es obra
del cielo, quien cansado de los inmensos males que sufra esta inocente tierra por
la opresin de extraos mandatarios, fortaleci, en fin, el brazo de los que
v inieron a salvarla, sin ms objeto que el de que exista bajo la gida de sus
propias ley es, que a beneficio de ellas prospere y se exalte el culto del seor[65].
Este comportamiento ambiguo de los grupos eclesisticos en la coy untura de
la independencia pudo percibirse tambin en la tray ectoria poltica del clrigo
Jos Joaqun de Larriva. En la experiencia gaditana Larriva fue un frreo
defensor de la monarqua, del liberalismo reformista de las Cortes y de la
obediencia irrestricta a la autoridad poltica[66]. En cambio, el mismo clrigo ante
el arribo de las fuerzas patriotas y la declaracin de la independencia del Per
en 1821, buscara incesantemente probar, a las nuevas autoridades, su decidida
participacin por la causa independentista[67 ].
23
Sin embargo, debemos subray ar que esta relacin poltica y religin no estuvo
exenta de problemas y complicaciones. En 1814, El Investigador inform:
Verdaderamente, causa escndalo y particular desagrado, ver los religiosos
vagos y errantes por las calles, y no menos por las prov incias del reino v iv iendo
libremente, y entregados con descaro comercios y negociaciones,
presentndose en teatros y paseos pblicos, las diversiones ms profanas, cuyo
desorden clama por una eficaz y pronta reforma[68]. Este argumento de crtica
al clero y la urgente necesidad de una reforma religiosa que ay ude al poder
poltico en la estabilidad y armona social, volv i a indicarse en noviembre
de 1822 en varios nmeros del Diario del Lima bajo el ttulo de Reforma de los
eclesisticos[69]. Es indudable entonces que en la coy untura de las guerras de
independencia las autoridades polticas negociaron la activa participacin de los
sectores eclesisticos en la configuracin del poder, con el claro objetivo de
establecer la legitimidad del gobierno y el respeto absoluto a las autoridades
polticas del Estado. Antes que un amor frreo a la causa patriota o realista, los
diversos sectores sociales, incluidos las autoridades polticas y religiosas,
demostraron una clara tendencia de resguardo particular de sus intereses y
prerrogativas ms apremiantes y necesarias en momentos de crisis y
revoluciones.
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Esta estrecha relacin del trono y el altar supone tambin que en aquella
coy untura se plasm un determinado discurso poltico que trajo consigo la
fuerte politizacin de una serie de conceptos claves. Entre fines del siglo XVIII y
comienzos del XIX, trminos como religin, Dios, la Prov idencia, el Seor de los
Ejrcitos y la Ilustracin cristiana, fueron adquiriendo un determinado
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Nos hemos reunido hoy en esta Santa Iglesia [] para dar humildes yferv orosas gracias al Dios misericordioso de nuestros padres, por habercolocado con sus mismas omnipotentes manos sobre el glorioso trono deEspaa a un Prncipe tan amable y tan amado, a un Prncipe cuy asolemne y alegrsima proclamacin ha decidido para siempre nuestrasuerte, y ha puesto fin a nuestras dudas e incertidumbres: y lo pondrtambin a las turbulencias [], disipar todas las tempestades quenuestros riv ales y enemigos han lev antado tan inicuamente [] noshemos juntado [tambin] para pedir muy encarecidamente y con todo elcorazn al Dios de las batallas, que eche desde el cielo su paternal bendicinsobre nuestras armas: sostenga a los leones espaoles en una guerra tanjusta, y llene de susto, de terror y de confusin a nuestros cruelesinv asores [7 5].
significado de acuerdo al contexto mismo del ciclo revolucionario e
independentista. Por ejemplo, en el Diccionario de la lengua castellana de 1822,
la religin era concebida como una Virtud moral con que adoramos y
reverenciamos a Dios, como a primer principio de todas las cosas, dndole el
debido culto con sumisin interior y exterior nuestra, confesando su infinita
excelencia, igualmente, religin adquira el significado de profesin, estado o
modo de v iv ir estrecho y separado con votos, reglas, constituciones pas, y
ordenadas ceremonias aprobadas por la Iglesia[7 0]. Esta v irtud y obediencia al
creador nos conduce a sealar el significado del trmino Dios dado en aquel
mismo diccionario: Nombre sagrado del supremo ser, creador del universo, que
le conserva y rige por su prov idencia[7 1 ]. Este ltimo concepto asociado al de
Providencia, necesariamente por antonomasia se entiende la de Dios[7 2]. Esto
es importante porque en la documentacin consultada en esta coy untura
confirmaremos que el trmino Dios se asume muchas veces tambin como el de
Providencia o Div ina Prov idencia. Incluso, toma la acepcin de Seor que se
entiende como dueo que es de todas las cosas creadas, rey de rey es, y seor de
los seores[7 3]. Y a en el terreno de la lucha poltica y las guerras de
independencia se relacionar con trminos como Seor de los Ejrcitos, Dios de
los Ejrcitos, Dios de las Batallas, Todo Poderoso, Ser Eterno, El Altsimo, etc.
Adems, los preceptos religiosos al relacionarse con los intereses polticos
asumiran en dicho perodo la denominacin de ilustracin cristiana, es decir, el
acto o efecto de ilustrar y ensear, dentro de los parmetros constituidos de las
reformas ilustradas y la modernizacin, la santa religin cristiana.
El desarrollo conceptual y la creciente y cambiante politizacin de todos estos
conceptos claves, puede entenderse mejor, si los analizamos en su respectivo
contexto y en los diversos significados que van adquiriendo de acuerdo a los
intereses de los actores sociales que los utilizan y la necesidad de legitimar o
rechazar ciertas acciones y alternativas polticas. En 1808, en plena asuncin de
Fernando VII al trono de Espaa y la sbita invasin francesa a la metrpoli, el
arzobispo de La Plata Benito Mara de Moxo y de Francol[7 4] seal:
26
La exhortacin del arzobispo es contundente: es Dios el que ha colocado en el
poder poltico a Fernando VII, el que lo ha consagrado con el poder suficiente
para hacer frente a los invasores franceses y acabar plenamente en los campos
de batalla con estos sacrlegos enemigos de Dios y las autoridades establecidas.
Ms an, La Minerva Peruana en agosto de 1810, ante los infortunados sucesos
de la guerra que los espaoles libraban por su independencia en la Metrpoli,
reproduca un discurso del Consejo de Regencia a los habitantes del imperio: No
lo ha consentido as la Providencia que vela sobre nuestros destinos. El Estado
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que por un instante pareci disuelto, no perdi su equilibrio, y tuvo presto el
timn que deba regir sus movimientos[7 6]. Vuelve a sealarse a Dios o la
Prov idencia cmo el ente que gua el destino de los acontecimientos y el
desarrollo de las guerras. Incluso, luego de producida la revolucin de may o
de 1810 en Buenos Aires y los primeros enfrentamientos de las fuerzas
revolucionarias del Ro de la Plata contra el ejrcito realista de Lima en el Alto
Per, el obispo de Arequipa insista en sealar: que [Dios] conserve entre
nosotros la verdadera paz, y unidad de sentimientos: que la restituy a,
abrindoles los ojos de su alma, los pueblos de nuestro continente, que la han
abandonado, y , especialmente, que acompaen a los prrocos en su dura lucha;
en hacer ver todos nuestros hijos en el seor que esta independencia
may ormente entablada en las actuales circunstancias no es conforme sus
mandamientos, que es por consiguiente criminal delante de Dios, y les desv a de
los caminos de la salud eterna, por donde nosotros estamos encargados por el
mismo Dios de conducirlos[7 7 ].
Esta exhortacin del obispo se produjo poco tiempo despus de que las armas
realistas enfrentadas con el ejrcito rioplatense haban perdido en la batalla de
Suipacha el 7 de noviembre de 1810 en la intendencia de Potos. Esta derrota, el
aumento de los focos rebeldes en toda Sudamrica y los excesos funestos que
toda lucha armada traa consigo llevaran al rgimen de Abascal a aumentar la
propaganda fidelista y el rechazo categrico, principalmente, sobre los
insurgentes porteos. En La Gaceta de Lima de noviembre de 1810, luego de
conocida el inicio de la revolucin de may o, se indic: No deis odos a las
persuasiones, ni crdito a los papeles de los revolucionarios, por ms que a la
frente de ellos pongan los sagrados nombres de la Religin, del Rey y de la
Patria porque solo lo hacen para abusar de ellos sacrlegamente y engaaros,
incluso, agregaran en forma rotunda; Buscad la necesidad de esas juntas y no la
encontrareis. Si en Espaa han sido precisas en Amrica han faltado enteramente
los motivos[7 8]. El foco de crtica recay en la junta portea y en su afn de
legitimar sus acciones subversivas recurriendo al poder del trono y el altar. En
apreciacin del gobierno v irreinal esto era inconcebible debido a la poltica
represiva y terrorista que contra las legtimas potestades y la div ina
providencia, haban atentado los revolucionarios: Van corridos poco ms de
tres meses desde la instalacin de la Junta, y y a ha ejecutado proscripciones de
Virreyes, oidores, obispos, gobernadores, asesores, jefes militares, generales y
vecinos de la primera honradez y distincin[7 9].
28
Estos excesos contra las autoridades constituidas no hacan otra cosa que
quitarle legitimidad a las acciones de los insurgentes. Este argumento, en
apreciacin del discurso de la prensa, ganara may or credibilidad cuando las
fuerzas realistas lograran derrotar al ejrcito rioplatense en la batalla de Guaqui
en junio de 1811 . Esta v ictoria fue rpidamente difundida y celebrada, y el propio
General Jos Manuel de Goy eneche[80] en el campo de batalla escriba
informando al v irrey Abascal: La gran v ictoria de Guaqui que el Ejrcito de mi
mando ha obtenido contra el enemigo el da 20 del presente, es un premio que el
Dios de los Ejrcitos ha dispensado a la lealtad del Per, y a los incesantes
desvelos de V. E. por su seguridad y conservacin[81 ]. Es ev idente que el triunfo
realista haba sido establecido por la Prov idencia que asuma en el contexto de
guerra el significado de Dios de los Ejrcitos, es decir, el ser supremo capaz de
guiar y determinar el desenlace de los sucesos de la lucha armada. El propio
coronel Ramrez en correspondencia a Goy eneche indic: Al fin nos concedi la
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providencia el feliz momento de ver disipada esa negra niebla que haban
formado los espritus revolucionarios[82] Igualmente, las autoridades religiosas
de Lima, en carta a Goy eneche expresaron: Prosiga pues V. S. peleando las
guerras del seor [] mientras nosotros levantamos las manos al cielo,
suplicando al Dios de los ejrcitos, que corone sus victorias y triunfos con el
restablecimiento total de nuestra antigua quietud, y debida sumisin a las
potestades legtimas[83].
Incluso, Pedro Loay sa[84], al pronunciar las misas de accin de gracias y las
oraciones por la v ictoria espaola sobre los rioplatenses, sealara claramente
las nefastas consecuencias de estas acciones sobre div ina prov idencia y el
ordenamiento social y poltico: Son de manifiesto las horribles consecuencias
de la insurreccin contra las legtimas potestades. Ella echa por tierra lo que
hay de ms sagrado en nuestra Religin: abre la puerta los crmenes ms
horrendos contra la sociedad: destruy e los fundamentos sobre que estriban la
paz y el bien comn, y de consiguiente son incalculables los daos y las ofensas
que resultan contra las regalas del todo poderoso y contra los derechos de su
electo rebao. [85] Es perceptible que los conceptos de Dios, la Prov idencia,
Todo Poderoso y Dios de los Ejrcitos en el contexto de la guerra eran utilizados
para legitimar o rechazar la autoridad poltica y las acciones tomadas por stas
tanto en el desarrollo de la lucha revolucionaria como en la propia ofensiva
contrainsurgente.
30
A pesar del triunfo realista en el Alto Per en 1811 y el fervor fidelista de las
autoridades establecidas, se producira, entre 1811 y 1815, al interior del
v irreinato peruano, revueltas y rebeliones que daran una clara muestra de los
serios conflictos regionales y tnicos que las elites en el poder mantenan en esos
espacios y en el centro mismo de la capital peruana. Hicieron parte de estos
movimientos la rebelin de Francisco Antonio Zela de 1811 en Tacna y la de
Enrique Paillardelle de 1813 en la misma regin, los de Huamanga en 1811 , la
insurreccin de Hunuco de 1812, las fracasadas conspiraciones limeas y del
Conde de la Vega del Ren y , especialmente, la revolucin del Cuzco de 1814-
1815 [86]. Este ciclo de acciones rebeldes impuls la intensa circulacin de la
pedagoga poltica en la prensa y la decisiva prdica religiosa en todas las
regiones del Per. Por ejemplo, en pleno desarrollo de la rebelin de Hunuco
de 1812 el v irrey Abascal peda urgentemente al intendente de Tarma que
redoble la v igilancia para descubrir a los promovedores de tumultos y adictos a
la sedicin los cuales son los que forman los Pasquines[87 ]. Incluso, en otra carta
al Consejo de Regencia indic no encuentro otro principio a la Revolucin de
Hunuco que el veneno que esparcen los papeles sediciosos que se imprimen y
publican[88]. Tal es el caso de los autos criminales seguidos contra Mariano
Crdenas, Manuel Ribera y el clrigo Mariano Aspiazu, por difundir pasquines
sediciosos en aquellos pueblos revolucionados[89].
31
Esta intensa circulacin de pasquines y correspondencia aunados a los
sermones y la prdica religiosa p udo percibirse tambin en los acontecimientos
de la revolucin del Cuzco en 1814-1815. El principal promotor religioso de
aquella insurgencia el Obispo del Cuzco Jos Prez Armendriz sealara: Si Dios
pone una mano en las cosas del mundo, en aquella revolucin haba puesto las
dos[90]. Este argumento en el discurso disidente busc legitimar la lucha
revolucionaria calificndola como una guerra santa que contaba con la mano
protectora de la div ina prov idencia, cuy a prueba ms palpable era la
participacin del propio obispo y los curas de todas estas regiones del sur
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desde que los hombres han abandonado la integridad de su conciencia, yhan seguido el de la ambicin y de la codicia, el mundo todo se hallarev uelto y desconocido, a pesar de sus ley es y v irtudes [] los que seamaban como hermanos, hoy se miran de enemigos [] abandonad deuna v ez el execrable egosmo de nuestra perdicin, y v eris espumar lasv ictorias de la nacin por medio de la recta observ ancia de las ley es, y
andino. Sin embargo, en el discurso fidelista la revolucin era perjudicial y
sacrlega contra las autoridades religiosas y polticas. El propio Arzobispo de
Lima dirigi una pastoral al pueblo del Cuzco, que sera rpidamente difundida
en La Gaceta, sealando: El doloroso y siempre abominable trastorno del
sistema civ il, a que nicamente afectan dirigir sus empresas los genios
sediciosos, es en todas ocasiones seminario de horrores y desastres que detesta
la sana moral. []. No permita el Dios de las misericordias tan desastroso
acontecimiento[91 ]. Sobre estos sucesos, Joaqun de la Pezuela informara al
v irrey el noble enojo con que las tropas realistas, compuestas tambin con
habitantes del Cuzco, han mirado la revolucin de la capital de la prov incia del
Cuzco su pas, y su abominacin a los perturbadores del sosiego pblico[92]. Esta
escandalosa insurreccin su asociada a la revolucin portea por las
autoridades v irreinales. Incluso, el cabildo constitucional de Cochabamba
dirigira al del Cuzco estas severas palabras: Se ha indignado hasta el extremo, al
ver que cuando pareca iba a tocar toda la Amrica la ray a de sus desgracias, la
ciudad del Cuzco hay a querido oponerse a tan feliz suceso, separndose de la
unidad de la nacin por adherirse a los inmorales corrompidos argentinos,
prolongando de este modo las sangrientas catstrofes que aquellos fanticos han
ocasionado a este antes feliz y pacfico continente[93].
La lucha ideolgica y contrarrevolucionaria fue asumida por diversos actores
sociales. Por ejemplo, el obispo de Arequipa insista en rechazar no solamente a
la revolucin del Cuzco, sino adems a las Cortes de Cdiz, a la Constitucin y las
reformas gaditanas[94]; El Investigador, auspiciado por el v irrey , afirmara que
los revolucionarios del alto y el bajo Per cometan crmenes horrorosos y
sangrientos contra las legtimas autoridades del trono y el altar[95]; La Gaceta de
Lima, que los insurrectos del Cuzco y algunos grupos miserables haban
seducido a los pueblos contra la legtimas potestades[96], y , finalmente, ante esta
realidad, El Pensador del Per indicara: As como la revolucin del Cuzco fue la
ms intempestiva que ha ocurrido, ha sido prodigioso el modo y medios con que
supo terminarla la bienhechora providencia[97 ]. Entonces, sera la Prov idencia
la que habra determinado el triunfo de las armas espaolas. Ms an, si en 1814
se produjo tanto la reasuncin de Fernando VII al poder de Espaa, el regreso
del absolutismo y la reconquista del reino de Chile gracias a la v ictoria del
ejrcito realista en la batalla de Rancagua. Al respecto, el obispo de Santiago
escriba al v irrey Abascal: lleg por fin el da sealado por la Divina
Providencia[98], y , la misma Gaceta de Lima, sealaba: Y a desapareci, gracias
a la suprema providencia, el vano pretexto con que los fratricidas de Amrica
encubran sus abominables empresas[99].
33
A estos acontecimientos habran que sumarse el influjo de las terribles
derrotas que los revolucionarios porteos infringieron a las fuerzas realistas en
las batallas de Tucumn (24 y 25 de septiembre de 1812) y Salta (20 de febrero
de 1813), conjuntamente, con los triunfos de las armas de rey sobre los rebeldes
en los campos de Vilcapugio y Ay ouma (1 de octubre y 14 de noviembre de 1813,
respectivamente). Precisamente, luego de estos dos ltimos triunfos realistas, El
Investigador del Per, afirmara:
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por la slida religin que debemos guardar como verdaderos cristianos.Aqu v eris entonces extender los brazos a la divina providencia, para lapaz, tranquilidad y reposo de las naciones. Abominar los malos ejemplos ycostumbres, y seris felices para siempre [1 00].
El espritu de unidad, es el que principalmente inspira nuestra religin,en todas sus santas ley es [] De aqu nace la obligacin que tenemos, decortar las querellas, la discordia, y las disensiones [] [La religin] Ella es
Igualmente, Gonzaga de La Encina, obispo de Arequipa, informaba del triunfo
espaol en Vilcapugio: la insigne v ictoria con que el seor ha favorecido
nuestras Armas[1 01 ], y en Lima, Pedro ngel de Tado celebrando aquella batalla
expres en su sermn: todo bien debemos esperarlo de la mano del seor []
nosotros espaoles honrados y religiosos confiamos en Dios Todo Poderoso que
puede con un solo arquear de ojo destruir todos los que v ienen contra nosotros
y an al mundo entero[1 02].
35
Este significado determinante atribuido a Dios sobre el desarrollo de los
acontecimientos y de toda creacin del mundo, ha sido una constante en la
prensa y los sermones en toda la coy untura de las guerras de independencia. El
Investigador del Per volv a a indicar: La prov idencia div ina, ella sola es la
creadora y conservadora de todos los seres [...] Esta prov idencia creadora y
conservadora, es tan propia, tan caracterstica, tan esencial sola la div inidad,
que ninguna criatura la tiene, ni la tendr jams por perfecta que sea, porque ella
es un atributo incomunicable. Dios solo lo creo todo: Dios solo lo conserva
todo[1 03]. El sermn que el prroco de Charcas Matas Terrazas, dirigiera el 2 de
noviembre de 1814, por el regreso al poder de Fernando VII, incida en el mismo
argumento: Todos los sucesos de nuestra v ida dependen de una providencia
soberana que los dirige. Su sabidura infinita es la regla que nivela los
acontecimientos. Lo grande y lo pequeo, lo favorable y lo adverso, todo viene
de su mano poderosa. [As] la libertad de nuestro Monarca, la independencia de
nuestra nacin y ese conjunto de ventajas que admiramos, es obra de la mano
del seor[1 04]. Entonces, Dios, Prov idencia y Seor son conceptos que adquieren
en el contexto de la guerra y la lucha revolucionaria y contrarrevolucionaria, el
significado de creador y conservador de todo lo existente, del ser que gua y
decide el desenlace de los acontecimientos humanos y naturales, y el de la
div inidad que todos los hombres deben respetar y reverenciar en forma
absoluta. En ese sentido, ha resultado crucial relacionar estos significados al
terreno del poder poltico buscando justificar las acciones y prcticas polticas
de los grupos de poder y de los diversos actores sociales, revolucionarios o
realistas, en pleno proceso de las guerras de independencia.
36
Es perceptible tambin la incidencia en esa v inculacin del trono y el altar, la
acepcin atribuida al concepto amplio de religin. Para El Argos Constitucional:
La religin es el alma conservadora de los estados. Ella rev iste los prncipes
de autoridad y respeto: asegura los tronos: y prestando v igor la ley es, da al
edificio de la sociedad una consistencia sin la cual caera desplomado[1 05]. El
Investigador adverta asimismo que en vano se levanta el edificio social, si no
se pone la religin por cimiento[1 06]. Este significado politizado del trmino
responde a los intereses polticos de las autoridades en aquella coy untura de
crisis y grandes agitaciones sociales. Incluso, el v nculo con la esfera religiosa, es
palpable en los sermones disertados en dicho perodo, como l de Ignacio
Gonzlez Bustamante en junio de 1811 celebrando la instalacin del regimiento
de la Concordia:
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ordenada para conservar la pblica tranquilidad; para poner cubierto detodo insulto esta parte del rebao del seor [] Para que el tumulto, lainsubordinacin, y el atrev imiento, no desconcierten la dulceconsonancia de la armona social: Para que el primoroso encadenamientode relaciones, subsista en su fuerza, y que todos estables en su recprocadependencia, se contesten mutuamente, segn sus grados, condiciones, ydestinos, dndose el honor, el tributo, la renta, el impuesto, y losderechos que cada uno pertenecen. [] al Cesar, lo que es del Cesar, y Dios, lo que es de Dios [1 07 ].
La politizacin del trmino es concluy ente: la religin conserva al Estado, da
autoridad a los rey es, garantiza que se cumplan las ley es, regula la pirmide y las
jerarquas sociales y ev ita el tumulto, la insubordinacin y la revolucin,
conversando el espritu de unidad y armona social. En otras palabras, el
concepto asume contenido poltico al relacionar el poder omnipotente de Dios,
los argumentos de una determinada profesin o forma de culto y obediencia a
esta div ina, y los intereses polticos de las autoridades del Estado y las
instituciones eclesisticas. Entonces, los diversos actores sociales, sean realistas
o revolucionarios, utilizan estos conceptos para legitimar su propia autoridad y
prctica poltica.
38
Si en la coy untura de las Cortes de Cdiz esta politizacin de los conceptos fue
constante, en el desenlace de la independencia sera aun may or, debido al
enfrentamiento conflictivo entre el bando realista defensor de la monarqua, el
grupo patriota rebelde y los republicanos. Antes del ingreso de San Martn a
Lima, el peridico realista El Triunfo de la Nacin se pregunt: Quin sino Dios
es el Supremo dador, conservador y retribuyente de todo bien, tanto en el orden
de la naturaleza como en el de la gracia?, y agregara: Qu gloria para ti, o
Lima venturosa!, cuanto pase la furiosa tempestad que desola la may or parte de
este hermoso globo; cuando penetrada del ms tierno reconocimiento tributes al
Seor de los ejrcitos las debidas gracias por haberte salvado del comn
naufragio[1 08]. En ese mismo contexto, el obispo del Cuzco Jos Calixto de
Orihuela rechazaba la revolucin y sus funestas consecuencias, afirmando: Dad
a Csar, lo que es de Csar; y a Dios, lo que es de Dios. Sentencia div ina, nunca
bastantemente admirada, que asegura el honor debido a Dios nuestro Seor,
estableciendo el derecho que los Soberanos tienen sobre sus vasallos, y la
obligacin de contribuirle estos; sin que quede lugar a la pretendida libertad, y
fatal independencia[1 09]. En estas citas del discurso fidelista podemos advertir
que Dios se asemeja a Seor y representa al creador de todo lo que existe en el
mundo. Asimismo, la palabra consigue politizarse al asumir su relacin con el
poder poltico manteniendo la obediencia a la autoridad religiosa y al Estado, y
rechazando en forma contundente todo signo de ruptura, revolucin e
independencia.
39
Estos significados de Dios sufrirn variaciones en el discurso poltico de los
grupos independentistas con el ingreso de San Martn al Per. A pocos das de la
declaracin oficial de la independencia en 1821, Los Andes Libres en su
enfrentamiento con la prensa realista seal: ETERNO DIOS, que desde lo alto
reglas con sola una mirada el destino de las naciones: TU que has v isto la
sencillez de nuestras almas, nuestra lealtad, y los beneficios que hemos
prodigado a los infames, que cobardemente nos han abandonado: TU que pesas
en la invariable balanza de tu eterna justicia sus crmenes y su perfidia: vibra
sobre ellos tus rayos vengadores, y la justicia de nuestra causa halle en tu
presencia la duracin y el amparo. [1 1 0] El concepto sirve ahora a los grupos
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patriotas para legitimar la lucha revolucionaria y afianzar el establecimiento del
nuevo gobierno. Igualmente, se toma la acepcin clsica de Dios como ser div ino
que rige el destino, el desarrollo y el desenlace de las acciones humanas. Dios
asume as significados aparentemente semejantes en v isiones realmente
distintas: sosteniendo la ruptura con Espaa y la independencia, o, en el caso del
fidelismo, determinando la unidad con la metrpoli y la derrota de los
revolucionarios patriotas. Semejantes porque sirve como medio de legitimar un
poder constitutivo (sea realista o independentista), adems porque considera a
Dios como el que determina la prctica y el destino de los hombres. Y , distintas,
porque mientras unos abogan por el mantenimiento del statu quo de raigambre
colonial con algunas reformas, otros buscan una ruptura con esa realidad y el
establecimiento de un gobierno libre e independiente.
Estas acepciones de los trminos pueden compararse tambin con la tendencia
republicana. Precisamente, en julio de 1822, ante la conducta represiva de
Bernardo de Monteagudo[1 1 1 ], ministro del protectorado sanmartiniano, los
republicanos fueron claros al afirmar: La religin santa de nuestros padres no
experiment menos persecucin en sus ministros y sus templos. Estos fueron
desnudados de sus alhajas, y no para invertirlas en salvar la Patria, sino para
pagar a los espas, y alucinar con obras intiles y extemporneas[1 1 2]. Esta
conmocin que v iv i la capital buscando la destitucin del ministro Monteagudo
llevara a que San Martn delegar el poder al Congreso Constituy ente en
septiembre de aquel mismo ao. En aquella trasferencia poltica, La Abeja
Republicana seal que las autoridades: Se dirigieron a la Iglesia Catedral, a
tributar las debidas gracias al Todo Poderoso, y a implorar su div ino auxilio en
el desempeo de sus augustas funciones[1 1 3], adems, reproduciendo el
peridico un discurso patritico ledo en el teatro expres: as nosotros hemos
jurado en el fondo de nuestros corazones, y ante el trono del Dios verdadero, no
conocer otras ley es que las que dimanan de las inalterables reglas de la moral y
no repugnan al Evangelio[1 1 4]. El propio Jos Faustino Snchez Carrin[1 1 5]
reconoca en 1822; la religin santa que profesamos, y las luces que difunde el
siglo, pueden morigerarnos y civ ilizarnos[1 1 6], ms an, en abril de 1823, en el
discurso preliminar del proy ecto de Constitucin, indicara: la religin es tan
necesaria en una ley como que sin ella no hay Estado[1 1 7 ].
41
Estas facultades atribuidas a la religin y relacionadas asimismo a Dios,
creador y determinante del proceso histrico, se armonizan con los intereses
polticos de las nuevas autoridades que buscan legitimar su poder recurriendo a
la div ina prov idencia y su manifestacin ideolgica en la religin cristiana.
Incluso, un peridico, ni monrquico ni republicano, animaba a la prensa y a los
escritores a emplear sus talentos en escribir acerca de lo ms til a la sociedad
que es la Religin [] la base slida, y fundamental de los Estados[1 1 8]. Se
percibe cmo los trminos de religin, Dios, Dios verdadero y Todo Poderoso,
adquieren contenido poltico al relacionar los intereses de las autoridades del
Estado con los sectores eclesisticos. El trono y el altar mantienen as en el largo
desarrollo de las guerras de independencia una v inculacin de intereses que se
ha plasmado tambin en la politizacin del lenguaje, los conceptos claves y en el
ideario poltico de los propios actores sociales.
42
Una prueba importante de estos argumentos se produce cuando los lderes
patriotas sostienen representar ellos mismos los designios de Dios en la tierra,
dando con ello a la independencia un carcter realmente prov idencial. Por
ejemplo, en julio de 1821, San Martn crea: Soy un instrumento de que se ha
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Eplogo
valido el Sr. Dios de los Ejrcitos para llevar a cabo los altos planes de su
adorable prov idencia[1 1 9], el propio Bolvar, contestando una carta pastoral del
obispo del Cuzco Orihuela en 1825, afirm: me considera instrumento de la
voluntad el Ser Supremo en el desenlace de este gran plan que tena trazado
desde la eternidad[1 20]. Estas ideas a la vez que nos brindan la oportunidad de
percibir las relaciones del poder poltico y religioso, y la utilizacin poltica de
los conceptos como medio de legitimar la autoridad, paradjicamente, nos
advierten tambin el comportamiento complejo y ambiguo de ciertos sectores
sociales. Tal es el caso del obispo Orihuela quien en 1820 rechaz abiertamente a
los revolucionarios patriotas y , en cambio, con el establecimiento de la
independencia, peda en 1825: amor, sumisin y acatamiento a las autoridades
constituidas por el Altsimo: no por temor, no por mero racionismo, no en solo
el exterior, no por inters, ni otros bastardos fines: Si por razn, por Religin,
por conciencia[1 21 ].
Estas ltimas palabras nos llevan a v incular los intereses del Estado y la
religin con lo que se ha venido a denominar ilustracin cristiana, aquella
predisposicin de los grupos religiosos por aglutinar, en pleno proceso de
reformas y modernizacin, el discurso ilustrado de la razn con la doctrina de
respeto y obediencia a Dios y a la religin cristiana. El obispo Orihuela crea en la
importancia de esta ilustracin por medio de la escuela y la prdica religiosa[1 22],
igualmente, el clrigo Jos Joaqun de Larriva demostr esta misma disposicin
al fomentar en innumerables peridicos la obediencia a las autoridades legtimas
a partir de la utilizacin de un lenguaje ilustrado con contenido religioso y la
propuesta de educacin popular. Como hemos demostrado en otra
investigacin, esta proposicin sirv i a los grupos patriotas, republicanos o
monrquicos, para gobernar la revolucin o simplemente para acabar con ella.
Siendo al final, lo realmente importante, la defensa y el respeto irrestricto del
orden social y la legitimidad de la autoridad poltica[1 23].
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Entre 1808 y 1825 la intensa circulacin de peridicos, sermones, cartas
pastorales, manuscritos y otros impresos diversos, permiti el debate poltico y
la politizacin de la sociedad peruana. Esta realidad trajo consigo la utilizacin
de un determinado lenguaje y un conjunto de conceptos claves que sirv ieron en
el terreno de la lucha poltica y las guerras de independencia para legitimar la
autoridad del trono y el altar. As, conceptos como Dios, Prov idencia, Seor,
Dios de los Ejrcitos, Dios de las batallas, Todo Poderoso y el de religin, se
convirtieron durante el ciclo revolucionario en trminos centrales en el
vocabulario poltico de los actores sociales. Mientras unos los utilizaron para
rechazar todo signo de insubordinacin y tendencia revolucionaria, otros los
emplearon para acelerar el proceso de la lucha libertaria e independentista.
Aquellas realidades marcaron la politizacin de estos conceptos y los
significados divergentes que asumieron en toda la coy untura de la
independencia. No obstante, lo central de toda esta primavera periodstica, los
debates ideolgicos y la politizacin de los grupos sociales y del propio lenguaje,
fue la defensa absoluta de la religin y de la fidelidad al poder omnipotente del
creador del mundo, con el objetivo final de convenir intereses, beneficios y
liquidar los conflictos, entre el poder del Estado y las instituciones eclesisticas,
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Notas
[1 ] Esta tendencia historiogrfica se ha plasmado en div ersas publicaciones y en elmegaproy ecto Iberconceptos dirigido por Jav ier Fernndez Sebastin y un conjunto dedestacados inv estigadores de gran parte del mundo iberoamericano. Al respecto, puedeconsultarse: Fernndez Sebastin, Jav ier (ed.), Diccionario poltico y social del mundoiberoamericano. Conceptos polticos en la era de las revoluciones, 1750-1850, Madrid,Fundacin Carolina, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Centro deEstudios Polticos y Constitucionales, 2009. Estudios prev ios fueron editados porFernndez Sebastin, Jav ier y Noem Goldman en el dossier: El lxico de la poltica: Ellaboratorio conceptual iberoamericano, 1750-1850, de la rev ista Araucaria, Sev illa,n1 7 , 2007 ; y por Fernndez Sebastin, en el dossier Iberconceptos, 1750-1850, delAnuario de Historia de Amrica Latina, n 45, 2008. Igualmente, para Sudamricav ase: Goldman, Noem (ed.), Lenguaje y revolucin: Conceptos polticos clave en el Rode la Plata, 1780-1850, Buenos Aires, Prometeo, 2008; y , el dossier editado por GeorgesLomn Historia de los conceptos polticos en el rea andina (1750-1870), en el tomo 39(1 ), 201 0, del Boletn del Instituto Francs de Estudios Andinos.
[2] Las referencias especficas de los peridicos, sermones, cartas pastorales e impresospolticos analizados en esta inv estigacin han sido desarrollados en el acpite siguientesobre la prensa, las redes de comunicacin y el debate poltico. Adems, es importanteindicar que estas fuentes periodsticas e impresos fueron consultados en la BibliotecaNacional del Per.
[3] Se ha utilizado la v ersin online del Diccionario de la Lengua Castellana de la RealAcademia Espaola (http://www.rae.es/), div ersos manuscritos e impresos delArchiv o Arzobispal de Lima y el Archiv o General del Per, v arios v olmenes de laColeccin Documental de la Independencia del Per referente a la participacin peruanaen las Cortes de Cdiz y las percepciones que los v iajeros extranjeros sostuv ieron de laguerra en sus relaciones y diarios.
[4] Se denomina rev olucin espaola a los esfuerzos que los peninsulares en lametrpoli llev aron a cabo desde 1 808 para contrarrestar la inv asin de Francia
a su vez, que se legitimaba la autoridad poltica.
Por ejemplo, a modo comparativo, en el Ro de la Plata a pesar del triunfo
realista en la batalla de Guaqui sobre el ejrcito porteo en 1811 , La Gaceta de
Buenos Aires, reproduciendo una comunicacin de Cochabamba, insista en
indicar: redoblad [hermanos] los votos de la que tenis en el Dios de los
ejrcitos, confesando, que sin los auxilios de su divina omnipotencia son intiles
los esfuerzos humanos, y no dudis de su proteccin a nuestra causa, por el
examen de nuestras sanas intenciones[1 24]. Incluso, el propio obispo de Crdoba
sentenci: La religin santa que profesamos, no solo se acomoda con todos los
gobiernos, sino que los consolida y perfecciona. [1 25] Ms an, en Santiago,
luego de lograda la independencia chilena en la batalla de Maip en 1818, La
Gaceta Ministerial, al criticar fuertemente a las derrotadas fuerzas realistas,
seal: convencidos los opresores de su absoluta impotencia y de serles
imposible extinguir la opinin y hacer sofocar la respetable voz de la libertad,
que resuena por toda la Amrica, huy en de los valientes guerreros que han
sabido repetidas veces contener su orgullo, mediante la proteccin del Supremo
Dios de los Ejrcitos, que no mira con indiferencia las detestables ideas
exterminadoras con que se lisonjean los Espaoles[1 26]. Es perceptible en estas
citas la politizacin de los conceptos y la recurrencia a Dios y la religin para
legitimar la lucha revolucionaria y con ello la autoridad poltica de los Estados.
Entonces, otra vez el trono y el altar mantienen una relacin de intereses que se
circunscribe no solo al v irreinato peruano, sino, tambin, a todo un espacio
latinoamericano en su conjunto.
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napolenica y conseguir su propia independencia poltica.
[5] Guerra, Francois-Xav ier, Voces del pueblo. Redes de comunicacin y orgenes de laopinin en el mundo hispnico (1 808-1 81 4), Revista de Indias, Madrid, 2002, n225, p. 357 -384; y , Guerra, Francois-Xav ier. Modernidad e independencias. Madrid,Editorial MAPFRE, S.A., 2001 [1 992].
[6] Esta primav era periodstica supone la circulacin constante de un conjunto div ersode peridicos de claro contenido poltico, en comparacin con otras coy unturashistricas precedentes donde apenas se public la gaceta oficial y uno que otro peridicoparticular. Vase: Morn, Daniel, De la reforma a la contrarrev olucin. Prensa ydiscurso poltico en la coy untura de las Cortes de Cdiz en el Per, TemasAmericanistas, Sev illa, 201 0, n 24, p. 1 07 -1 30; y , Martnez Riaza, Ascensin, Laprensa doctrinal en la independencia de Per, 1811-1824, Madrid, Ediciones CulturaHispnica-Instituto de Cooperacin Iberoamericana, 1 985.
[7 ] Adems, aparecieron El Cometa (1 81 2-1 81 3), El Anti-Argos (1 81 3) y El Semanario(1 81 4).
[8] Peralta Ruiz, Vctor, Prensa y redes de comunicacin en el Virreinato del Per,1 7 90-1 821 , Tiempos de Amrica, Espaa, 2005, n 1 2, p. 1 1 9-1 20.
[9] Villanuev a, Carmen, Censura segn las circunstancias. La aplicacin del decretode libertad de imprenta en Lima, 1 81 1 -1 81 2, en Lilia Oliv er Snchez (coord.),Convergencias y divergencias: Mxico y Per, siglo XVI-XX, Mxico, Univ ersidad deGuadalajara-El Colegio de Michoacn, 2006, p. 1 87 -1 93; y , Glav e, Luis Miguel,Cultura poltica, participacin indgena y redes de comunicacin en la crisis colonial.El v irreinato peruano, 1 809-1 81 4, Historia Mexicana, Mxico, 2008, n 229, p. 37 1 -380.
[1 0] Archiv o Arzobispal de Lima, Serie Comunicaciones, legajo II, exp. 1 32, La Paz, 28de junio de 1 81 4.
[1 1 ] Glav e, Luis Miguel, Cultura poltica, participacin indgena, p. 37 3-37 8.
[1 2] Peralta Ruiz, Vctor, La independencia y la cultura poltica peruana, 1808-1821,Lima, IEP-Fundacin M. J. Bustamante De la Fuente, 201 0.
[1 3] Clrigo, escritor y poeta peruano que particip activ amente en la publicacin dediv ersos peridicos en el contexto de la independencia, pasando de ser un frreodefensor de la monarqua espaola en el perodo de las Cortes de Cdiz y el regreso delabsolutismo de Fernando VII, hasta conv ertirse en un patriota y rev olucionario apenasse declarara la independencia del Per en 1 821 . Al respecto, consltese: PorrasBarrenechea, Ral, Los idelogos de la emancipacin, Lima, Editorial Milla Batres,1 97 4; Morn, Daniel, Sociedad colonial y vida cotidiana en Lima a travs de las pginasde El Investigador del Per, 1813-1814, Lima, Coleccin Historia de la Prensa Peruana,n 1 , 2007 , p. 1 5-27 ; y , Martnez Riaza, Ascensin, La prensa doctrinal, p. 7 6-7 7 .
[1 4] Mxima autoridad del v irreinato del Per entre 1 806 y 1 81 6, auspici div ersosperidicos de la coy untura de las Cortes de Cdiz como La Gaceta de Lima, El VerdaderoPeruano y El Investigador, y luch militar e ideolgicamente contras juntasrev olucionarias en las guerras de independencia en Amrica del Sur consiguiendoderrotar casi completamente a los insurgentes, a excepcin de Buenos Aires. Vase:Peralta Ruiz, Vctor, En defensa de la autoridad. Poltica y cultura bajo el gobierno delvirrey Abascal. Per, 1806-1816, Madrid, CSIC-Instituto de Historia, 2002; Morn,Daniel, Prensa y percepciones de la revolucin en el proceso de la independencia: Laexperiencia de Lima y el Ro de la Plata, 1810-1816, Buenos Aires, Tesis (Mg. Historia),IDAES-Univ ersidad Nacional de San Martn (indita), 201 2; Orrego Penagos, JuanLuis, La contrarrev olucin del v irrey Abascal: Lima, 1 806-1 81 6, Procesos, Quito,2009, n 29, p. 93-1 1 2; Hamnett, Brian, La poltica contrarrevolucionaria del virreyAbascal: Per, 1806-1816, Lima, IEP, 2000; y , Chassin, Joelle, Lima, sus elites y laopinin durante los ltimos tiempos de la colonia, en Francois-Xav ier Guerra yAnnick Lemprire (eds.), Los espacios pblicos en Iberoamrica. Ambigedades yproblemas. Siglos XVIII-XIX, Mxico, CFEMC-FCE, 1 998, p. 241 -269.
[1 5] Mdico, naturalista y poltico peruano que colabor en la prensa ilustrada de finesdel siglo XVIII, principalmente, en El Mercurio Peruano, y tambin en la prensa de lapoca de la independencia. Fue fundador de la escuela de medicina de San Fernando,tuv o una actuacin importante en las negociaciones entre realistas y patriotas en1 821 , y termin aceptando el ministerio de hacienda en el protectorado de San Martn.Para una profundizacin del personaje, v ase: Clment, Jean-Pierre, Jos Hiplito
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Unanue (1 7 55-1 833), journaliste, scientifique et politique pruv ien, El ArgonautaEspaol, 2009, n 6; Clment, Jean-Pierre, El Mercurio Peruano, 1790-1795, Estudio,Frankfurt y Madrid, Verv uert-Iberoamericana, v ol. 1 , 1 997 ; Rosas Lauro, Claudia, Deltrono a la guillotina: El impacto de la revolucin francesa en el Per (1789-1808), Lima,PUCP-IFEA-Embajada de Francia, 2006; Martnez Riaza, Ascensin, La prensadoctrinal, p. 7 0-7 3; y , Macera, Pablo, Tres etapas en el desarrollo de la conciencianacional, Lima, Ediciones Fanal, 1 956.
[1 6] Abogado y escritor bogotano que public en Lima peridicos crticos de la polticade v irrey Abascal como El Diario Secreto de Lima y El Satlite del Peruano. Igualmente,en el protectorado de San Martn particip en el periodismo patriota y despusdesempe cargos en el nuev o gobierno republicano. Para un anlisis especfico puedev erse: Morn, Daniel, Entre la clandestinidad y la lucha rev olucionaria. El DiarioSecreto de Lima y el discurso disidente en la independencia del Per, La Gazeta,Espaa, 201 2, n 3 , en prensa; Peralta Ruiz, Vctor, La independencia y la culturapoltica peruana, p. 204-21 1 ; y , Burzio, Humberto, Dr. Fernando Lpez Aldana,agente secreto de San Martn en el Per, Boletn de la Academia Nacional de la Historia,Buenos Aires, 1 964, v ol. XXXV, p. 290-359.
[1 7 ] Obispo de Arequipa entre 1 81 0 y 1 81 6, defensor del fidelismo monrquico, ofrecisu mejor repertorio en sermones, edictos y cartas pastorales para conv encer a susfeligreses de la necesaria unin entre Amrica y Espaa, y la urgencia por el respeto alrey y a las autoridades espaolas. Para un estudio preliminar de este religiosoconsltese: Morn, Daniel, Reformistas, fidelistas y contrarrevolucionarios. Prensa,poder y discurso poltico en Lima durante las Cortes de Cdiz, 1810-1814, Lima, Tesis (Lic.Historia), Univ ersidad Nacional May or de San Marcos, 2008, p. 80-91 ; PorrasBarrenechea, Ral, Los idelogos de la emancipacin, p. 49-1 1 4; Martnez Riaza,Ascensin, La prensa doctrinal, p. 27 -1 1 4; Lohmann Villena, Guillermo, El ideariolegitimista del canario Luis Gonzaga de La Encina, obispo de Arequipa (1 81 0-1 81 6),Espaa, Separata del III Coloquio de Historia Canario-Americana (1 97 8), t. II, 1 980,p. 549-57 6; y Rojas Ingunza, Ernesto, A propsito de 1 808, el clero arequipeo y elliberalismo espaol, Anuario de Historia de la Iglesia, Nav arra, 2008, N XVII, p. 1 49-1 61 .
[1 8] Biblioteca Nacional del Per, Edicto pastoral del ilustrsimo seor don Luis Gonzagade La Encina, del Consejo de su majestad, dignsimo obispo de Arequipa, 1815. Arequipa,Enero 28 de 1 81 5, 33ff.
[1 9] Entre los sermones y cartas pastorales analizaremos: Gonzaga de la Encina (1 81 1 ,1 81 3 y 1 81 5), Benito de Moxo y de Francol (1 808), Matas Terrazas (1 81 5), IgnacioGonzlez (1 81 1 ), Pedro Loay sa (1 81 1 ), Joaqun de Larriv a (1 81 3), Bartolom Mara delas Heras (1 81 4) y Jos Calixto de Orihuela (1 820 y 1 825).
[20] Sacerdote espaol, obispo de Cuenca y Trujillo, defensor de la monarqua espaolaen el perodo de Cdiz y de un comportamiento ambiv alente con el desenlace de laindependencia. Lase: Ortega y Sagrista, Rafael, Don Jos Carrin y Marfil, Obispo deTrujillo y Abad de Alcal la Real (1 7 46-1 827 ), Boletn del Instituto de EstudiosGiennenses, 1 958, n 1 5, p. 43-1 04.
[21 ] Durand Flrez, Guillermo (ed.), El Per en las Cortes de Cdiz, ColeccinDocumental de la Independencia del Per, Lima, t. IV, v ol. 2 , 1 97 4, p. 59.
[22] Glav e, Luis Miguel, Cultura poltica, participacin indgena, p. 41 5.
[23] El Investigador del Per, Lima, N 1 1 6, del martes 25 de octubre de 1 81 4.
[24] El Diario Secreto de Lima, N 9, del mircoles 27 de febrero de 1 81 1 .
[25] El Investigador del Per, Lima, N 58, del domingo 27 de febrero de 1 81 4.
[26] El Peruano, Lima, N 7 , del v iernes 27 de septiembre de 1 81 2.
[27 ] El Peruano, Lima, N 30, del martes 1 4 de abril de 1 81 2.
[28] Durand Flrez, Guillermo (ed.), El Per en las Cortes de Cdiz,, t. IV, v ol. 2 ,1 97 4, p. 47 .
[29] Durand Flrez, Guillermo (ed.), El Per en las Cortes de Cdiz,..., t. IV, v ol. 2 ,1 97 4, p. 257 .
[30] Martnez Riaza, Ascensin, La prensa doctrinal, p. 1 04-1 1 4; y , Villanuev a,Carmen, El Peruano y la libertad de Imprenta, BIRA, Lima, 1 969-1 97 1 , n 8,p. 523-595.
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[31 ] Morn Daniel, Educando a los sbditos? Modernidad y tradicin en una pocarev olucionaria. El Investigador [del Per] (1 81 3-1 81 4), Historia Crtica, Bogot, 201 0,n 4, p. 1 1 0-1 33.
[32] Archiv o Arzobispal de Lima, Serie Papeles Importantes, leg. 27 , exp. 37 , Lima, 8de may o de 1 81 5.
[33] El Verdadero Peruano, Lima, N 1 , del 22 de septiembre de 1 81 2.
[34] El Peruano, Lima,N 22, del martes 1 7 de marzo de 1 81 2.
[35] La Abeja Republicana, Lima, N 1 3 , del domingo 1 5 de septiembre de 1 822.
[36] Para un estudio ms amplio, v ase: Morn, Daniel y Mara Aguirre, La educacinpopular en los tiempos de la independencia. Lima, Coleccin Historia de la PrensaPeruana, n 3 , 201 1 .
[37 ] Nez, Estuardo (ed.), Relaciones de v iajeros, Coleccin Documental de laIndependencia del Per, Lima, t. XXVII, v ol. 1 , 1 97 1 , p. 289.
[38] Nez, Estuardo (ed.), Relaciones de v iajeros,, t. XXVII, v ol. 1 , 1 97 1 , p. 223.
[39] Martnez Riaza, Ascensin, La prensa doctrinal, p. 41 -60, 31 6-330. Otrosperidicos importantes fueron: El Depositario (1 821 -1 825), El Diario de Lima (1 822),La Cotorra (1 822-1 823), El Loro (1 822), El Loquero (1 822), El Semanario de Lima(1 823), El Correo Mercantil, Poltico y Literario (1 821 -1 824), etc.
[40] La Primavera de Arequipa, N 2, del sbado 5 de febrero de 1 825. Arequipa, ladenominada ciudad blanca y regin de la parte sur del Per que mantuv o contactocomercial y poltico con el Alto Per, el norte chileno y argentino, y que en lacoy untura de la independencia se conv irti en una ciudad fuertemente fidelista yrealista. Consltese: Caldern, Fernando, La prensa arequipea a inicios de larepblica, 1 825-1 834, en Academia Nacional de la Historia (ed.), Pueblos, provinciasy regiones en la historia del Per, Lima, Academia Nacional de la Historia, 2006,p. 7 65-7 80; y , Buller, Carlos, Vinos, aguardiente y mercado. Auge y declive de laeconoma del vino en los valles de Arequipa, Lima, Centro de Estudios Andinos, 201 1 .
[41 ] Jos Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que sobre las obligaciones del cristianismoy la oposicin de este al espritu revolucionario de estos ltimos, dirige a los fieles de laSanta Iglesia del Cuzco, el ilustrsimo y reverendsimo Seor D. D. FR. Jos Calixto deOrihuela, Lima, Calle de San Jacinto, 1 820, p. 63-64.
[42] LaGaceta de Buenos Aires, N 22, del juev es 1 de nov iembre de 1 81 0.
[43] La Crnica Argentina, Buenos Aires, N 1 3 , del 30 de agosto de 1 81 6.
[44] Gaceta Ministerial de Chile, Santiago, N 4, del sbado 4 de agosto de 1 821 .
[45] Para el caso peruano en el perodo de la independencia se han realizado algunasinv estigaciones generales que v inculan esta relacin: Morn, Daniel, Prensa ypercepciones de la revolucin, cap. 1 y 3; Ortemberg, Pablo, El General Pezuela y laVirgen del Carmen: la trama religiosa de la guerra, en Joaqun de la Pezuela,Compendio de los sucesos ocurridos en el Ejrcito del Per y sus provincias (1813-1816),Edicin y estudios introductorios por Pablo Ortemberg y Natalia Sobrev illa Perea,Editorial Centro de Estudios Bicentenario, Santiago de Chile, 201 1 , p. XLI-LII;Ortemberg, Pablo, Rituel et pouvoir: sens et usages des liturgies civiques. De la Vice-royaut du Prou lore de la Rpublique (Lima, 1735-1828), Tesis doctoral, Paris,EHESS, 2008, 2 t., indita; Quiroz, Francisco, Religiosidad popular e independenciaen el Per, Historia 8, Arequipa, 2006, n 8, p. 89-1 08; Gmez Acua, Luis, Iglesia yemancipacin: Clav es interpretativ as (1 808-1 825), en Fernando Armas Asn(comp.), La construccin de la iglesia en los andes (siglos XVI-XX), Lima, PUCP, 1 999,p. 333-387 ; Guerra, Margarita, El clero ilustrado en el trnsito de la colonia a larepblica, en Fernando Armas Asn (comp.), La construccin de la iglesia en losandes, p. 301 -331 ; Demlas, Marie Danielle, Insurrecciones andinas (1 809-1 825):La guerra religiosa como modelo, en Rosana Barragn, Dora Cajas y Seemin Qay un(comps.), El Siglo XIX. Bolivia y Amrica Latina, Boliv ia, IFEA, 1 997 , p. 7 9-95; GarcaJordn, Pilar, Notas sobre la participacin del clero en la independencia del Per.Aporte documental, Boletn Americanista, Barcelona, 1 982, n 32, p. 1 39-1 47 ; y ,Klaiber, Jeffrey L., Independencia, iglesia y clases populares, Lima, Univ ersidad delPacfico, 1 980.
[46] Desde una perspectiv a ms amplia y para discutir las premisas tericas de lareligin en el trnsito del antiguo rgimen a la modernidad, puede consultarse: PortilloValds, Jos Mara, De la monarqua catlica a la nacin de los catlicos, Historia y
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poltica, Espaa, 2007 , n 1 7 , p. 1 7 -35; Portillo Valds, Jos Mara, Crisis atlntica.Autonoma e independencia en la crisis de la monarqua hispana, Madrid, Marcial Pons-Fundacin Carolina; Gregorio Alonso, La Ciudadana Catlica y sus enemigos.Cuestinreligiosa, cambio poltico y modernidad en Espaa (1793-1874), Tesis doctoral, Espaa,Univ ersidad Autnoma de Madrid, 2008 (en proceso de publicacin); Ortemberg,Pablo, El tedeum en el ritual poltico: usos y sentidos de un dispositiv o de pactos en laAmrica espaola y en la rev olucin de may o, Anuario del Instituto de HistoriaArgentina, La Plata, 201 0, n 1 0, p. 1 99-226; Di Stefano, Roberto, Ovejas negras.Historia de los anticlericales argentinos, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 201 0;y , Ay rolo, Valentina (comp.), Estudios sobre clero iberoamericano, entre laIndependencia y el Estado-Nacin, Salta, Univ ersidad Nacional de Salta, Facultad deHumanidades, Centro Promocional de las Inv estigaciones en Historia y Antropologa,2006.
[47 ] El Investigador del Per, Lima, N 7 7 , del lunes 4 de abril de 1 81 4.
[48] Jos Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que sobre las obligaciones delcristianismo, 1 820, p. 63 .
[49] El Depositario, Lima, N 3 , del 27 de febrero de 1 821 .
[50] La Abeja Republicana, Lima, N 24, del juev es 24 de octubre de 1 822.
[51 ] Archiv o Arzobispal de Lima, Oficio del venerable Den y Cabildo al Yttmo SeorD.D. Luis Gonzaga de la Encina, dignsimo obispo de sta Dicesis del Consejo de S. M. encontestacin a que pas con su pastoral. Papeles importantes, leg. 1 8, exp. 38, del 22 y28 de febrero de 1 81 1 , 1 7 fs.
[52] Rebelin contra el poder colonial espaol dirigida por los hermanos Angulo y elcacique indio Mateo Pumacahua en 1 81 4 y que tuv o como centro de irradiacin a laciudad del Cuzco propagndose por gran parte del territorio peruano y el Alto Per.Este mov imiento fue duramente reprimido por las fuerzas realistas de Lima.Paradjicamente, el Cuzco entre 1 821 -1 824 sera el bastin realista ms importanteen el Per. Vase: Walker, Charles, De Tpac Amaru a Gamarra. Cuzco y la formacindel Per republicano, 1780-1840, Cuzco, Centro Bartolom de Las Casas, 2004.
[53] Biblioteca Nacional del Per, Edicto pastoral del ilustrsimo seor don Luis Gonzagade La Encina, 1 81 5.
[54] Obispo del Cuzco que apoy abiertamente el mov imiento rev olucionario de loshermanos Angulo y Pumacahua en 1 81 4-1 81 5. Lase: Aparicio Quispe, Sev ero, JosPrez Armendriz. Obispo del Cuzco y precursor de la independencia del Per, Cuzco,Imprenta Amauta, 2002.
[55] Citado en Aparicio, Manuel, El clero patriota en 1814, Cuzco, Municipalidad delCuzco, 2001 , p. 1 31 .
[56] Archiv o Arzobispal de Lima, Papeles importantes, leg. 23 , exp. 40, 1 81 4.
[57 ] Folleto contra los filosofistas espaoles amigos de Rousseau, formado por ellosmismos y por su maestro, escrito por El Amigo de la Verdad, Madrid, Imprenta deIbarra, 1 81 5, 48 p.
[58] Religioso espaol, fue obispo del Cuzco y arzobispo de Lima (1 806-1 821 ). Fidelistahasta la entrada de San Martn, cuando decide seguir en su dicesis a pesar de nosimpatizar con la causa patriota, finalmente discrepancias con el ministro Bernardo deMonteagudo lo hacen abandonar el Per trasladndose a Espaa.
[59] El Americano, Lima, N 1 , del martes 1 0 de julio de 1 821 .
[60] El Americano, Lima, N 1 , del martes 1 0 de julio de 1 821 .
[61 ] Los Andes Libres, Lima, N 1 , del martes 24 de julio de 1 821 .
[62] Calixto de Orihuela fue obispo del Cuzco entre 1 821 y 1 826. De frreo defensor en1 820 del fidelismo monrquico se transform en 1 821 en un propagandista de la causaindependentista.
[63] Jos Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que sobre las obligaciones delcristianismo, 1 820, p. 9-1 0.
[64] Jos Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que sobre el nuevo estado del Per, ysentimientos que en cuanto a l se deben tener. Dirige a los dos cleros, y dems fieles de laSanta Iglesia del Cuzco, as como a todos los individuos de esta Amrica, a quienes estasletras llegaren en la parte que les toque, el ilustradsimo y reverendsimo seor D. D. Fr.
09/07/12 Al Csar lo qu es del Csar y a Dios lo que es de Dios. Poltica y religin en la coyuntura de las guer
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Jos Calixto de Orihuela..., Cuzco, Imprenta del Gobierno, del 1 9 de marzo de 1 825,p. 22.
[65] Gaceta del Gobierno, Lima, N 49, del 20 de may o de 1 825.
[66] Jos Joaqun de Larriv a, Arenga que en presencia del Excmo. Seor Virrey Don JosFernando Abascal, pronunci por la Real Universidad de San Marcos en el besamanos del27 de diciembre de 1812, el D. D. Jos Joaqun de Larriva, Lima, Imprenta de loshurfanos, por D. Bernandino Ruiz, 1 81 3, p. 35-40.
[67 ] Morn Daniel, Educando a los sbditos?..., p. 1 1 2-1 1 4.
[68] El Investigador del Per, Lima, N 2, del domingo 2 de enero de 1 81 4.
[69] El Diario de Lima, N 23, 24 y 25, del 25, 26 y 27 de nov iembre de 1 822,respectiv amente.
[7 0] RAE, Diccionario de la lengua castellana, sexta edicin, Madrid, 1 822. En lnea:http://www.rae.es/
[7 1 ] RAE, Diccionario, 1 822, dem.
[7 2] RAE, Diccionario, 1 822, dem.
[7 3] RAE, Diccionario, 1 822, dem.
[7 4] Sacerdote espaol, ltimo arzobispo de Charcas y colaborador del peridico ElVerdadero Peruano (1 81 2-1 81 3), donde public sus reflexiones filosf
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