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ALBERTO HURTADO

ALBERTO HURTADO

l nos marc el camino. Sigmoslo. El Padre Hurtado naci en Via del Mar el 22 de enero de 1901 y muri en Santiago el 18 de Agosto de 1952 vctima de un cncer al pncreas.

Hurfano de padre a los cinco aos, debi vivir su juventud como allegado en casa de sus parientes maternos junto a su madre y a su nico hermano. Luego de sus estudios en el Colegio San Ignacio, se recibi de abogado en la Universidad Catlica de Chile. El 14 de Agosto de 1923 ingres a la Compaa de Jess, de cuya espiritualidad apostlica es hoy un modelo. La larga formacin sacerdotal lo llev de Chilln a Crdoba en Argentina y luego a Espaa, Irlanda y Blgica. En 1933 fue ordenado sacerdote en Lovaina y antes de su vuelta a Chile recibi el doctorado en Pedagoga.

De regreso en Santiago, en 1936 inici un fecundo apostolado que en poco ms de quince aos dej una marca profunda no slo en la Iglesia Catlica, sino en toda la sociedad chilena. Como hombre de Dios vivi y sinti intensamente los problemas de su pueblo.

Los primeros aos los dedic preferentemente al trabajo con jvenes, y lleg a ser el asesor de la Accin Catlica Juvenil. Con el correr del tiempo, sin descuidar su labor directamente sacerdotal, se interes cada vez ms por los graves problemas sociales del pas. En 1944 fund el Hogar de Cristo para socorrer a los ms necesitados. Tuvo tambin una gran preocupacin por el drama de la vivienda popular y, convencido de que la caridad comienza donde termina la justicia, quiso tambin sensibilizar a la sociedad frente a los problemas estructurales que producen y perpetan la pobreza.

Conociendo el valor de las ideas para la transformacin de una cultura, dict innumerables conferencias en todos los ambientes, escribi numerosos libros y al final de su vida fund la Revista Mensaje, que ha conservado su voz.

Nunca dej de dar ejercicios espirituales y retiros, de atender largas horas en el confesionario y de visitar a los enfermos.

Su vida parece un prodigio de unin con Dios y de preocupacin por el ser humano. Asombra su profunda contemplacin ligada a una apasionada accin de servicio. En esto fue un fiel seguidor de San Ignacio de Loyola.

No es extrao que al acabar sus das, enfermo ya de muerte, cientos de personas llegaran hasta su cuarto a despedirse y a pedir consejos. El da de su funeral la ciudad de Santiago se agolp en las calles para llevar sus restos al lugar donde hoy se encuentra su santuario.