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ALICIA EN EL PAÍS DE LOS VALORES
Fátima Rosillo Sanz
ALICIA EN EL PAÍS DE LOS
VALORES
Una Nochebuena, una niña llamada Alicia, se quedó sentada debajo del
árbol de Navidad a esperar a que apareciera Papá Noel con todos sus regalos.
Alicia comenzó a tener algo de sueño…
Hasta que de repente, apareció un simpático conejo acompañado de un
paraguas y un reloj.
¡Llego tarde, llego tarde! – dijo el conejo.
En ese mismo momento, Alicia vio al conejo y comenzó a seguirle. De
repente, el conejo se metió por el agujero del árbol y Alicia, algo curiosa, asomó su
cabeza por ese agujero y….
¡Ohhhhh menudo coscorrón! ¿Dónde estoy? – exclamó Alicia algo aturdida.
Alicia algo extrañada se acercó a una fuente muy pequeña, y como ya
sabemos que Alicia es algo curiosa decidió probar el agua de esta. Inmediatamente,
Alicia empezó a encogerse más y más, y cuando se giró, vio ante sí cinco grandes
puertas.
Alicia decidió llamar a la puerta que tenía más cerca. Esta fue abriéndose
poco a poco, cuando de repente apareció una oruga diciendo:
-A…e…i…o…u ¿Quién eres tú, y qué haces aquí?
Alicia algo asustada le respondió que era una simple niña y que realmente
no sabía como había aparecido aquí, ni siquiera sabía donde estaba. La oruga al
escuchar esto le explicó que se encontraba en el País de los Valores y que si quería
que le ayudara a salir de ahí era tan fácil como pronunciar las palabras mágicas:
Por favor. Y fue entonces cuando Alicia le suplicó que le ayudara a salir de ahí,
eso sí, pidiéndole por favor.
La oruga, amablemente le contestó:
-Debes volver por la puerta por la que has entrado y encontrarás otras puertas.
Sólo tienes que escoger otra que te conducirá a la salida.
Alicia dándole las gracias se dirigió hacia la
puerta siguiendo los pasos que le había indicado su nueva amiga la oruga
encontrándose de nuevo ante las cinco grandes puertas.
Esta vez, decidió probar con la siguiente y de inmediato, le abrieron la
puerta dos extraños personajes que aparecieron jugando con unas torres de
construcción. ¡Eran los gemelos de Alicia en el País de los Valores!
Los gemelos invitaron a Alicia a jugar con ellos, pero Alicia que no le
gustaba nada compartir decidió jugar sola. Entonces fue cuando los gemelos
reaccionaron diciéndole:
-¿Tú cuando juegas sola, no te aburres?
Alicia se quedó algo pensativa y fue en ese preciso instante cuando se dio
cuenta de que tenían algo de razón y que a lo mejor si compartía sería algo más
divertido. Y así ocurrió, Alicia se estaba divirtiendo muchísimo más, y fue entonces
cuando Alicia aprendió lo importante que es compartir.
Poco a poco se fue alejando y dejó a los gemelos jugando saliendo por la
puerta en busca de la que le llevase de nuevo a casa.
De repente, Alicia escuchó un gran barullo que provenía de otra de las grandes
puertas. Esta puerta fue muy fácil de abrir, ya que no estaba cerrada y tan sólo
con un pequeño empujón la abrió. Alicia entró y observó al fondo una gran mesa de
té y un montón de sillas, cuando se acercó a una de ellas para sentarse escuchó:
¡No te sientes, no te sientes, no te sientes!- Gritó el conejo
-¿Por qué? – preguntó Alicia algo extrañada.
Y fue entonces cuando escuchó la voz de un hombre muy extraño con un sombrero
gigante.
-Porque no estás invitada, ¿acaso es hoy tu cumpleaños?
Alicia negó rotundamente que fuera hoy su cumpleaños, pero algo extraño
sucedió en ese preciso momento, el hombre sombrero le invitó a que se sentara
porque hoy no era su cumpleaños, y es que en el País de los Valores se celebran
todos los días de No Cumpleaños, por eso Alicia estaba ese día de suerte y podía
unirse a la fiesta.
Alicia, después de tanta fiesta decidió marcharse y probar con otra puerta
para ver que otras sorpresas le depararían ahora el País de los Valores. Alicia
abrió la puerta y asomó tímidamente la cabeza, pero no vio nada, hasta que de
repente, apareció la cabeza de un gato riéndose. El gato al ver que Alicia no reía le
preguntó
- ¿Por qué no ríes?
Entonces Alicia le contó que acababa de llegar de una fiesta y estaba muy cansada.
El gato al escuchar esto, decidió darle un sabio consejo:
-Nunca dejes de sonreír aunque las cosas vayan mal, con una sonrisa podrás llegar
donde tú quieras.
Alicia decidió seguir este sabio consejo y cuando sonrió… ¡Pum! Estaba en
otra de las puertas. ¿Sería esta la puerta que llevara a nuestra querida Alicia a
casa?
Esta puerta era un tanto extraña estaba decorada con múltiples corazones.
Cuando decidió entrar se encontró con un desfile de cartas. Hasta que de pronto
una Reina, la llamada reina de corazones se acercó y preguntó a sus cartas:
-¿Quién es esta niña? ¡Qué la echen de aquí!
El rey de corazones impidió que la echaran porque quería escuchar que hacía
una niña como ella en el País de los Valores. Alicia agradecida le explicó que no
sabía como había llegado, pero lo que si sabía era que había aprendido un montón
de valores. Al escuchar esto, la reina le entregó un montón de cartas que
representaban los valores de ese país.
Tras esto Alicia despertó debajo del árbol de Navidad. ¡Qué extraño todo!
¿Habría sido un sueño? Fue entonces cuando Alicia se dio cuenta de que estaba
sujetando un montoncito de cartas.
-Amistad, Compartir, Aceptar, Alegría. ¡Son los valores del país de los valores! –
exclamó sorprendida.
Y así fue como Alicia comprendió que por extraño que pareciese no había
sido un sueño, y que su aventura no había terminado. Puesto que le quedaba
compartir todo lo que había aprendido con el resto del mundo.
¡Y cuento contado, cuento acabado!
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