1
Escuela Secundaria Oficial No. 920
Sor Juana Inés de la Cruz
Antología
Electrónica
Movimientos Literarios
Presenta:
Belén Peralta Hernández
San Marcos De La Cruz. Octubre 2014
2
El Barroco Luis de Góngora y Argote………………………………………………. 4 Francisco de Quevedo…………………………………………………… 5 Tirso de Molina……………………………………………………………… 7 Juan Ruiz de Alarcón……………………………………………………… 9 Sor Juana Inés de la Cruz……………………………………………….. 11 Carlos de Sigüenza y Góngora……………………………………….. 17 El Romanticismo Gustavo Adolfo Bécquer……………………………………………….. 22 El Modernismo Manuel Acuña……………………………………………………………….
25
Rubén Darío………………………………………………………………….. 28 Amado Nervo………………………………………………………………… 31 Manuel Gutiérrez Nájera………………………………………………. 33 Ramón López Velarde…………………………………………………… 34 Generación del 27 Horacio Zúñiga………………………………………………………………. 36 Gabriela Mistral…………………………………………………………….. 37 Rosario Castellanos……………………………………………………….. 39 Jaime Sabines………………………………………………………………… 42
3
PRESENTACION
La presente antología electrónica contiene los
movimientos literarios de la lengua española, abarcando
desde el siglo de oro español. Demostrando la retórica del
periodo barroco, el manejo de lenguaje, la métrica y la
rima permiten conocer e identificar el florecimiento de la
poesía.
El manejo de los versos de arte menor así como los de arte
mayor, se manifiestan en cada uno de los movimientos
literarios, el romanticismo consolida el manejo de estas
reglas, el modernismo trata de alternar estas y las
contemporáneas las formas de escribir evolucionan,
manejando las prosas en la escritura de versos como una
alternativa.
Cabe decir que también aprendimos un lenguaje muy
antiguo llamado arcaísmo, saber sacar la métrica de los
poemas y una gran importancia intentar saber el
significado de cada verso…
4
LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE
(1561 – 1627)
Poeta cumbre de la poesía castellana. Nació y murió en
Córdoba Durantes su juventud fue alegre, libertino e,
incluso, pendenciero. Para los veinte años ya debiera estar
ordenado de sacerdote, pero, a causa de su vida licenciosa,
no llegó a ser sacerdote hasta los cincuenta años. Fue
capellán, en Madrid, de Felipe III
Viajó mucho por toda España: Madrid, Salamanca, Granada,
Cuenca, Toledo. Asistió a muchas tertulias y academias
literarias. De carácter arisco, criticó a muchos poetas de su
tiempo y, a su vez, fue criticado por ellos. Murió de
apoplejía a los 65 años, aunque años antes ya había perdido
la memoria. En su poesía se distinguen claramente dos períodos: el tradicional, en que hace
uso de los metros cortos y temas ligeros. Para ello usa canciones, tercetos, décimas,
romances, letrillas, etc. Este período va hasta el año 1610, en que cambia rotundamente
para volverse culterano, haciendo uso de metáforas difíciles, empleando mucha mitología
griega, utilizando para ello muchos neologismos, hipérbatones , etc. haciendo, a veces, muy
difícil su lectura.
A una rosa
Ayer naciste y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida,
y para no ser nada estás lozana?
Si te engañó su hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.
Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.
No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.
5
FRANCISCO DE QUEVEDO
Nació en: Madrid, España
Fecha de nacimiento: 14 de septiembre de 1580
Falleció en: Villanueva de los Infantes, España
Fecha de defunción: 8 de septiembre de 1645
Vida de Francisco de Quevedo (Resumen): Francisco
Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas, más conocido
como Francisco de Quevedo, nació en Madrid el 17 de
septiembre de 1580, y falleció en Ciudad Real, el 8 de
septiembre de 1645. Conocido sobre todo por su enemistad
con el célebre poeta barroco Luis de Góngora, por su
defensa del conceptismo como estilo literario y sus
múltiples trifulcas políticas, es uno de los poetas y prosistas más importantes de la
lengua española. Nacido en el seno de una familia aristócrata, estuvo ligado a la
corte y a las altas esferas del poder a lo largo de toda su vida. Se educó en el
Colegio Imperial de los jesuitas, y posteriormente en las Universidades de Alcalá
de Henares y Valladolid, centrándose en la teología y los idiomas. Su amistad con
el duque de Osuna, y más tarde con el Conde-Duque de Olivares fomentaron su
prestigio, llegando a ser Caballero de la Orden de Santiago, si bien tuvo varias
caídas en desgracia que lo empujaron al destierro en varias ocasiones.
Finalmente, debido a los casos de corrupción que rodeaban al Conde-Duque y las
sospechas de éste hacia el autor, fue encerrado en una pequeña celda del
convento de San Marcos, del que salió con la salud muy afectada, retirándose
definitivamente a la Torre de Juan Abad, desde donde se trasladó a Villanueva de
los Infantes, donde murió.
Frente a sus textos satíricos y burlones (desde sus letrillas y sonetos, pasando por
su prosa picaresca, como puede apreciarse en su obra más conocida, Historia de
la vida del Buscón, llamado don Pablos), destaca su poesía más seria, que refleja
su temática reincidente, centrada en el tiempo y la muerte. También trató el
ensayo político y filosófico (La cuna y la sepultura) y fue un asiduo traductor y
crítico literario.
6
No si no fuera yo...Francisco de Quevedo
No si no fuera yo, quien solamente
tuviera libertad después de veros;
fuerza, no atrevimiento, fue el quereros,
y presunción penar tan altamente.
Osé menos dichoso que valiente;
supe, si no obligaros, conoceros:
y ni puedo olvidaros ni ofenderos,
que nunca puro amor fue delincuente.
No desdeña gran mar fuente pequeña,
admite el sol en su familia de oro,
llama delgada, pobre y temerosa;
ni humilde y baja exhalación desdeña.
Esto alegan las lágrimas que lloro,
esto mi ardiente llama generosa.
7
TIRSO DE MOLINA
(1584 – 1648)
Tirso de Molina, cuyo nombre real era Gabriel Téllez, nació en
Madrid. Según algunos, fue hijo (ilegítimo) del duque de Osuna. De
joven ingresó en la Orden de la Merced y pronto fue trasladado a
América. Pero duró muy poco tiempo ahí, puesto que, después de dos
años, lo vemos en Toledo, en donde vivió la mayor parte de su vida.
Al nombrar a Tirso de Molina de inmediato nos viene a la mente lo
del drama del Siglo de Oro español. Para ello no tenemos más que
mencionar dos de sus dramas muy reconocidos en el mundo de las
letras: El Burlador de Sevilla y El condenado por desconfiado.
En un momento dado, Tirso fue criticado por sus hermanos de hábito, porque algunos de
sus dramas trataban temas demasiado "humanos". Más tarde, en el Consejo de Castilla, se
le prohibió escribir totalmente, por las mismas razones. Pero dicen los críticos que, a pesar
de ello, continuó sigilosamente escribiendo.
Una de las características que distingue a Tirso del resto de sus colegas es, a pesar de ser
fraile, el estudio psicológico que hace de la mujer. En general, cuando aparecen mujeres,
que es muy común, el dramaturgo las perfila con mucha exactitud. Por otra parte, parece
que no tiene inconveniente en vestirlas, a veces, con atavíos masculinos.
No solamente en sus dramas encontramos las magníficas cualidades literarias de este gran
escritor, sino también en su poesía. Sus características principales podrían resumirse
brevemente diciendo que Tirso es siempre muy mesurado, profundo en sus conceptos, con
frecuencia tiende al humor sutil, pero siempre agradable y nunca hiriente.
Su poesía, incluso, casi siempre aparece formando parte de sus obra de teatro. Practicó y
escribió en todas, o casi todas, las formas poéticas de su tiempo, tanto populares, o de "arte
menor", como las más complejas, representativas del "arte mayor". Tiene varios
"Certámenes" poéticos, mayormente de contenido religioso, pero llenos de humor y fina
ironía.
8
Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;
el jazmín de honesto olor,
la acceder religiosa,
¿Cuál es la más hermosa?
La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?
Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
9
Juan Ruiz de Alarcón
Las noticias sobre la infancia de Juan Ruiz de Alarcón
son escasas,11 por lo que no se sabe con exactitud el
lugar y la fecha de su nacimiento. Aunque según el
propio dramaturgo, nació en la Ciudad de México en
1580 o 1581, la mayoría de los estudios consideran la
localidad de Taxco (en el actual estado de Guerrero)
como el verdadero lugar de nacimiento.3
Se sabe que su abuelo materno era judío y que su abuelo paterno era hijo de un sacerdote
de La Mancha y una esclava mora.12 Todo indica que provenía de una familia bien
relacionada con la nobleza castellana.13 Estudió, de 1596 a 1598, el bachillerato en
Cánones, en la Real y Pontificia Universidad de México.14 Hacia 1600 debió partir a la
Universidad de Salamanca, gracias a la capellanía de Gaspar Ruiz de Montoya, donde
aprendería derecho civil y profundizaría en el derecho canónico.15
Durante su estancia en Salamanca, según varios autores, Alarcón comenzó a destacar
como autor de piezas dramáticas y ensayos.16 Para 1606 marchó a Sevilla con el propósito
de ejercer como litigante en asuntos mercantiles y canónicos. Allí conoció a Miguel de
Cervantes Saavedra, quien influiría posteriormente en sus obras, como La cueva de
Salamanca y El semejante a sí mismo.17
En los primeros meses de 1607 decidió regresar a Nueva España.18 Dos años después
obtuvo el título de licenciado en derecho y opuso, sin éxito, a varias cátedras. No llegó a
doctorarse, tal vez por falta de recursos económicos.19 Gracias al virrey Luis de Velasco y
Castilla, amigo de Alarcón, éste puede ascender en la burocracia virreinal, pues se le
nombró teniente corregidor.20 Al partir Velasco a España, en 1611, Ruiz de Alarcón se
embarca junto con la comitiva del virrey.21
A su llegada a Madrid, comienza la etapa más fructífera de su producción literaria.22 Sus
primeras obras en representarse fueron Las paredes oyen y Los pechos privilegiados,
ambas con moderado éxito. Pronto fue conocido en el círculo literario madrileño, aunque
nunca estableció vínculos profundos con ninguno de sus integrantes.23 Por el contrario,
se ganó la enemistad de Lope de Vega,24 Luis Vélez de Guevara, Luis de Góngora,
Francisco de Quevedo y otros.25 Se conservan muchas redondillas satíricas y alusiones
veladas a Alarcón, quien siempre fue ridiculizado por su físico —era jorobado— y por su
origen americano.26 El novohispano, por su parte, respondió a la gran mayoría de los
ataques hacia su persona y nunca dejó de escribir.
10
Entre los estudiosos del taxqueño se ha planteado una hipótesis sobre la posible
colaboración de Ruiz de Alarcón y Tirso de Molina, uno de los más famosos literatos de su
tiempo y quien más influyó en su obra.27 28 No existen pruebas escritas sobre la
colaboración de ambos, aunque se supone que, por lo menos, dos de las comedias de
Tirso, publicadas en la Segunda parte (Madrid, 1635), pertenecen a Alarcón.29 Para Castro
Leal, sin embargo, el que en un tomo de Tirso figuren comedias de otros de ninguna
manera prueba que pertenezcan a Alarcón.30
Con la subida al trono de Felipe IV, en 1621, el teatro cobró una gran importancia en la
corte real. Alarcón pronto entabla una ventajosa amistad con el yerno del poderoso
Conde-Duque de Olivares, Ramiro Felipe de Guzmán, a cuya sombra creció aún más como
poeta. Entre 1622 y 1624 escribe La amistad castigada, El dueño de las estrellas y la gran
mayoría de sus obras teatrales.31
Desde 1625 había servido en el Consejo de Indias, gracias a la intercesión de su amigo
Ramiro Felipe de Guzmán.32 Primero ocupó el puesto de relator interino y en 1627 fue
propuesto para una prebenda eclesiástica en América, lo que no fue aceptado. Su posición
económica, como afirma un documento fechado en 1628, mejoró notablemente.33
También reconoció como hija suya a Lorenza de Alarcón, habida con Ana de Cervantes
hacia 1620.34
Durante los primeros meses de 1639, la salud de Alarcón comenzó a deteriorarse. Dejó de
asistir a las reuniones del Consejo de Indias y fue sustituido en su cargo de relator.35 El 1
de agosto dictó su testamento, donde consigna todas sus deudas y deudores. Murió la
mañana del 4 de agosto y fue enterrado en la parroquia de San Sebastián.
11
Al Vesubio
Al Nilo, Éufrates, Ganges y Danubio
Lágrimas faltan y en ardiente abismo
Gime Neptuno todo el caso mismo
Del hijo infausto del Planeta rubio.
Tanto de rayos, tanto es el diluvio,
Que el orbe ya en funesto paroxismo
El último flamante cataclismo
Se anticipa en volcanes del Vesubio.
¡Oh, humano sueño! ¡oh, necia confianza!
Despierta ya, que el cielo en el que miras
te ofrece avisos del mayor estrago.
Y si irrita sus iras tu tardanza,
¿cuál será, cuál, el golpe de sus iras,
Si tales son las iras de su amago?
12
Sor Juana Inés de la Cruz
Hasta mediados del siglo XX, la crítica sanjuanista
aceptaba como válido el testimonio de Diego Calleja,
primer biógrafo de la monja, sobre su fecha de
nacimiento. Según Calleja, Sor Juana habría nacido el 12
de noviembre de 1651 en San Miguel de Nepantla.4 En
1952, el descubrimiento de un acta de bautismo que
supuestamente pertenecería a Sor Juana, retrasó la
fecha de nacimiento de la poetisa a 1648. Según dicho
documento, Juana Inés habría sido bautizada el 2 de
diciembre de 1648.5 Varios críticos, como Octavio Paz6
y Antonio Alatorre,7 aceptan la validez del acta de
bautismo presentada por Alberto G. Salceda, aunque la
estudiosa española Georgina Saber de Riveras
considera insuficientes las pruebas que aporta esta acta,
pues la poetisa solo usaría su segundo nombre hasta la
entrada en el convento. Así, según Saber , la partida de
bautismo correspondería a una pariente o una esclava.8 De acuerdo con Alejandro
Soriano Vallés, la fecha más aceptable es la de 1651, porque una de las hermanas de Sor
Juana, Josefa María, habría sido dada a luz el 19 de marzo de 1649, resultando imposible
que Juana Inés naciera en noviembre de 1648.9
Aunque se tienen pocos datos de sus padres, se sabe que nunca se unieron en
matrimonio legítimo. Sor Juana fue la menor de las tres hijas —María, Josefa y Juana
Inés— de Pedro Manuel de Asbaje y Vargas-Machuca e Isabel Ramírez de Santillana. El
padre, que se cree que fue un militar español oriundo de la provincia vasca de
Guipúzcoa, estaba asentado en San Miguel Nepantla.10 Allí nació su hija Juana Inés, en
un oscuro lugar llamado por entonces «la celda».11 Su madre, al poco tiempo, se separó
de su padre y procreó otros tres hijos con Diego Ruiz Lozano, a quien tampoco
desposó.12
Muchos críticos han manifestado su sorpresa ante la situación civil de los padres de Sor
Juana. Paz apunta que ello se debió a una «laxitud de la moral sexual en la colonia».13
Se desconoce también el efecto que tuvo en Sor Juana el saberse hija ilegítima, aunque
se conoce que trató de ocultarlo. Así lo testifica su testamento de 1669: «hija legítima
13
de don Pedro de Asbaje y Vargas, difunto, y de doña Isabel Ramírez». Su amigo, el padre
Calleja, lo ignoraba, pues no hace mención de ello en su estudio biográfico. Su madre, en
principio, también lo negó, pero en un testamento fechado en 1687 reconoce que todos
sus hijos, incluyendo a Sor Juana, fueron concebidos fuera del matrimonio.14
Frontispicio de la hacienda Panoaya, en Amecameca, Estado de México, donde Sor
Juana vivió entre 1651 y 1656.
La niña pasó su infancia entre Amecameca, Yecapixtla, Panoaya —donde su abuelo tenía
una hacienda— y Nepantla. Allí aprendió náhuatl con los esclavos de las haciendas de su
abuelo, donde se sembraba trigo y maíz. El abuelo de Sor Juana murió en 1656, por lo
que su madre tomó las riendas de las fincas.15 Asimismo, aprendió a leer y escribir a los
tres años al tomar las lecciones con su hermana mayor a escondidas de su
madre.16Pronto inició su gusto por la lectura, pues descubrió la biblioteca de su abuelo
y así se aficionó a los libros.17 Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir,
leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Su afán de saber era tal
que intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada de
hombre, puesto que las mujeres no podían acceder a ésta.18 Se dice que al estudiar una
lección, cortaba un pedazo de su propio cabello si no la había aprendido correctamente,
pues no le parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras si carecía de
ideas.19 A los ocho años, entre 1657 y 1659, ganó un libro por una loa compuesta en
honor al Santísimo Sacramento, según cuenta su biógrafo y amigo Diego Calleja.20 Éste
señala que Juana Inés radicó en la ciudad de México desde los ocho años, aunque se
tienen noticias más veraces de que no se asentó allí sino hasta los trece o quince.
Sentimientos de ausente
Amado dueño mío,
Escucha un rato mis cansadas quejas,
Pues del viento las fío,
Que breve las conduzca a tus orejas,
Si no se desvanece el triste acento
Como mis esperanzas en el viento.
Óyeme con los ojos,
14
Ya que están tan distantes los oídos,
Y de ausentes enojos
En ecos de mi pluma mis gemidos;
Y ya que a ti no llega mi voz ruda,
Óyeme sordo, pues me quejo muda.
Si del campo te agradas,
Goza de sus frescuras venturosas
Sin que acuestas cansadas
Lágrimas te detengan enfadosas;
Que en él verás, si atento te entretienes
Ejemplo de mis males y mis bienes.
Si al arroyo parlero
Ves, galán de las flores en el prado,
Que amante y lisonjero
A cuantas mira íntima su cuidado,
En su corriente mi dolor te avisa
Que a costa de mi llanto tiene risa.
Si ves que triste llora
Su esperanza marchita, en ramo verde,
Tórtola gemidora,
En él y en ella mi dolor te acuerde,
Que imitan con verdor y con lamento,
Él mi esperanza y ella mi tormento.
Si la flor delicada,
15
Si la peña, que altiva no consiente
Del tiempo ser hollada,
Ambas me imitan, aunque variamente,
Ya con fragilidad, ya con dureza,
Mi dicha aquélla y ésta mi firmeza.
Si ves el ciervo herido
Que baja por el monte, acelerado
Buscando dolorido
Alivio del mal en un arroyo helado,
Y sediento al cristal se precipita,
No en el alivio en el dolor me imita,
Si la liebre encogida
Huye medrosa de los galgos fieros,
Y por salvar la vida
No deja estampa de los pies ligeros,
Tal mi esperanza en dudas y recelos
Se ve acosa de villanos celos.
Si ves el cielo claro,
Tal es la sencillez del alma mía;
Y si, de luz avaro,
De tinieblas emboza el claro día,
Es con su oscuridad y su inclemencia,
Imagen de mi vida en esta ausencia.
16
Así que, Fabio amado
Saber puede mis males sin costarte
La noticia cuidado,
Pues puedes de los campos informarte;
Y pues yo a todo mi dolor ajusto,
Saber mi pena sin dejar tu gusto.
Mas ¿cuándo ¡ay gloria mía!
Mereceré gozar tu luz serena?
¿Cuándo llegará el día
que pongas dulce fin a tanta pena?
¿Cuándo veré tus ojos, dulce encanto,
y de los míos quitarás el llanto?
¿Cuándo tu voz sonora
Herirá mis oídos delicada,
y el alma que te adora,
de inundación de gozos anegada,
a recibirte con amante prisa
Saldrá a los ojos desatada en risa?
¿Cuándo tu luz hermosa
Revestirá de gloria mis sentidos?
Y ¿cuándo yo dichosa,
Mis suspiros daré por bien perdidos,
Teniendo en poco el precio de mi llanto?
Que tanto ha de penar quien goza tanto.
17
¿Cuándo de tu apacible
Rostro alegre veré el semblante afable,
y aquel bien indecible
a toda humana pluma inexplicable?
Que mal se ceñirá a lo definido
Lo que no cabe en todo lo sentido
Ven, pues, mi prenda amada,
Que ya fallece mi cansada vida
De esta ausencia pesada;
Ven, pues, que mientras tarda tu venida,
Aunque me cueste su verdor enojos,
Regaré mi esperanza con mis ojos.
18
CARLOS DE SINGUENZA Y GONGORA
Fue el segundo de ocho hermanos, estaba emparentado con el
famoso poeta español, barroco y culterano, Luis de Góngora.
Su padre había sido tutor de la familia real en España y al
emigrar al Nuevo Mundo se integró en la burocracia virreinal
para el resto de su vida. Con un trabajo seguro y experiencia
docente no tuvo dificultades en brindar él mismo la educación
básica que necesitaban sus hijos.
En 1662, Sigüenza ingresó en el colegio de la Compañía de Jesús de Tepotzotlán para
iniciar sus estudios religiosos, los mismos que continuó en Puebla. En 1667, por
indisciplina juvenil se le pidió que renunciase a la orden (ver Peraza-Ruge ley). Regresó a la
Ciudad de México e ingresó en la Universidad Real y Pontificia.3 En 1672 ganó la posición
de catedrático de astrología y matemáticas, puesto que había ocupado Diego Rodríguez
30 años antes; lo ocupó durante 20 años realizando contribuciones notables, mientras
desempeñaba simultáneamente el cargo de capellán del Hospital del Amor de Dios.4 De
1671 a 1701 (póstumo), escribió cada año un almanaque. (A. Margarita Peraza-Ruge ley ha
estudiado extensamente sus almanaques sobrevivientes en su libro del 2013.5)
En 1681 Sigüenza escribió el libro Manifiesto filosófico contra los Cometas, en que trataba
de calmar el temor supersticioso que provocaba en la gente este fenómeno cósmico. Al
separar la superstición de los hechos observables, Sigüenza estaba de hecho separando la
astrología de la astronomía, como las concebimos actualmente. El jesuita Eusebio Kino
criticó fuertemente este texto desde un punto de vista aristotélico-tomista, pero, lejos de
intimidarse, Sigüenza respondió publicando otra obra Libra astronómica y philosóphica
(1690), donde fundamentaba rigurosamente sus argumentos sobre los cometas según los
conocimientos científicos más actualizados de su tiempo; contra el tomismo y el
aristotelismo del padre Kino citaba autores como Copérnico, Galileo, Descartes, Kepler y
Tycho Brahe.Hasta recientemente se pensaba que la obra Infortunios de Alonso Ramírez,6
publicada por Sigüenza en 1690 y que describe la vuelta al mundo de Alonso Ramírez, un
español oriundo de San Juan de Puerto Rico era una ficción inventada por Sigüenza. Sin
embargo, José F. Busca glía Salgado7 y Fabio López Lázaro8 han ofrecido pruebas
documentales tomadas de varios archivos que prueban que Infortunios es un relato
biográfico denso y complejo basado en la vida de un personaje real aunque muy
escurridizo. Fue Busca glía quien, en 2009, luego de más de un siglo de controversia sobre
el género y la autoría de la obra, puso fin al debate mostrando evidencia incontestable en
torno a la existencia de Alonso Ramírez. Entre otros documentos, Buscarla presentó en su
19
edición cubana de los Infortunios el certificado de matrimonio de Alonso con Francisca
Xaviera y el informe del gobernador de Manila dando parte al rey de la captura de la
fragata Nuestra Señora de Aránzazu capitaneada por Ramírez y capturada por piratas
ingleses, entre éstos el célebre William Dámper, el martes 4 de marzo de 1687.9 Además,
luego de dos expediciones a la Costa de Bacalar, Busca glía ha localizado el lugar exacto
donde naufragó su embarcación. Las intensas lluvias de 1691 anegaron los campos y
amenazaron con inundar la ciudad, y una plaga, consecuencia de toda esa humedad,
consumió los trigales. Sigüenza mencionó en sus escritos esta plaga conocida como
Chiahuiztli, voz náhuatl para designar la roya del maíz. Como consecuencia de este
desastre, hubo al año siguiente una severa escasez de alimentos que provocó un motín
popular. Las multitudes saquearon los comercios de los españoles europeos, provocando
numerosos incendios en los edificios del gobierno. Sigüenza logró rescatar del incendio las
actas del Ayuntamiento de la ciudad, salvándola de una gran pérdida. El motín se controló,
como es usual, con violencia. Los cálculos de Sigüenza establecieron en unos diez mil el
número de los participantes en el motín. Como cosmógrafo real de la Nueva España trazó
mapas hidrológicos del Valle de México. En 1693 fue enviado por el virrey como
acompañante del almirante Andrés de Pez en un viaje de exploración al norte del golfo de
México y en especial a la península de Florida, donde trazó mapas de la bahía de
Pensacola y de la desembocadura del río Misisipi.
En sus últimos años dedicó mucho tiempo a coleccionar material para una historia del
México antiguo. Desafortunadamente, su muerte prematura interrumpió ese trabajo que
no fue retomado hasta siglos después, cuando la conciencia criolla se había desarrollado
lo suficiente para interesarse en la identidad de su nación.
Al morir donó su valiosa biblioteca y sus instrumentos científicos al Colegio Máximo de
San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús (en cuya capilla fue enterrado, dado que
fue admitido en la orden poco antes de morir). Asimismo, ordenó que su cuerpo fuera
entregado a la medicina, para que se estudiara lo que le provocó su muerte.
Fue el segundo de ocho hermanos, estaba emparentado con el famoso poeta
español, barroco y culterano, Luis de Góngora. Su padre había sido tutor de la
familia real en España y al emigrar al Nuevo Mundo se integró en la burocracia
virreinal para el resto de su vida. Con un trabajo seguro y experiencia docente no
tuvo dificultades en EL cual brindar él mismo la educación básica que necesitaban
sus hijos.
En 1662, Sigüenza ingresó en el colegio de la Compañía de Jesús
de Tepotzotlán para iniciar sus estudios religiosos, los mismos que continuó
en Puebla. En 1667, por indisciplina juvenil se le pidió que renunciase a la orden
20
(ver Peraza-Ruge ley). Regresó a la Ciudad de México e ingresó en la Universidad
Real y Pontificia.3 En 1672 ganó la posición de catedrático de astrología y
matemáticas, puesto que había ocupado Diego Rodríguez 30 años antes; lo ocupó
durante 20 años realizando contribuciones notables, mientras desempeñaba
simultáneamente el cargo de capellán del Hospital del Amor de Dios.4 De 1671 a
1701 (póstumo), escribió cada año un almanaque. (A. Margarita Peraza-Ruge ley
ha estudiado extensamente sus almanaques sobrevivientes en su libro del 2013.5 )
En 1681 Sigüenza escribió el libro Manifiesto filosófico contra los Cometas, en que
trataba de calmar el temor supersticioso que provocaba en la gente este fenómeno
cósmico. Al separar la superstición de los hechos observables, Sigüenza estaba
de hecho separando la astrología de la astronomía, como las concebimos
actualmente. El jesuita Eusebio Kino criticó fuertemente este texto desde un punto
de vista aristotélico-tomista, pero, lejos de intimidarse, Sigüenza respondió
publicando otra obra Libra astronómica y philosóphica (1690), donde
fundamentaba rigurosamente sus argumentos sobre los cometas según los
conocimientos científicos más actualizados de su tiempo; contra el tomismo y el
aristotelismo del padre Kino citaba autores
como Copérnico, Galileo, Descartes, Kepler y Tycho Brahe.
Hasta recientemente se pensaba que la obra Infortunios de Alonso
Ramírez,6 publicada por Sigüenza en 1690 y que describe la vuelta al mundo de
Alonso Ramírez, un español oriundo de San Juan de Puerto Rico era una ficción
inventada por Sigüenza. Sin embargo, José F. Busca glía Salgado7 y Fabio López
Lázaro8 han ofrecido pruebas documentales tomadas de varios archivos que
prueban que Infortunios es un relato biográfico denso y complejo basado en la
vida de un personaje real aunque muy escurridizo. Fue Busca glía quien, en 2009,
luego de más de un siglo de controversia sobre el género y la autoría de la obra,
puso fin al debate mostrando evidencia incontestable en torno a la existencia de
Alonso Ramírez. Entre otros documentos, Busca glía presentó en su edición
cubana de los Infortunios el certificado de matrimonio de Alonso con Francisca
Xaviera y el informe del gobernador de Manila dando parte al rey de la captura de
la fragata Nuestra Señora de Aránzazu capitaneada por Ramírez y capturada por
piratas ingleses, entre éstos el célebre William Dampier, el martes 4 de marzo de
1687.9 Además, luego de dos expediciones a la Costa de Bacalar, Busca glía ha
localizado el lugar exacto donde naufragó su embarcación.10
Las intensas lluvias de 1691 anegaron los campos y amenazaron con inundar la
ciudad, y una plaga, consecuencia de toda esa humedad, consumió los trigales.
Sigüenza mencionó en sus escritos esta plaga conocida como Chiahuiztli, voz
21
náhuatl para designar la roya del maíz. Como consecuencia de este desastre,
hubo al año siguiente una severa escasez de alimentos que provocó un motín
popular. Las multitudes saquearon los comercios de los españoles europeos,
provocando numerosos incendios en los edificios del gobierno. Sigüenza logró
rescatar del incendio las actas del Ayuntamiento de la ciudad, salvándola de una
gran pérdida. El motín se controló, como es usual, con violencia. Los cálculos de
Sigüenza establecieron en unos diez mil el número de los participantes en el
motín.
Como cosmógrafo real de la Nueva España trazó mapas hidrológicos del Valle de
México. En 1693 fue enviado por el virrey como acompañante del
almirante Andrés de Pez en un viaje de exploración al norte del golfo de México y
en especial a la península de Florida, donde trazó mapas de la bahía de
Pensacola y de la desembocadura del río Misisipi.
En sus últimos años dedicó mucho tiempo a coleccionar material para una historia
del México antiguo. Desafortunadamente, su muerte prematura interrumpió ese
trabajo que no fue retomado hasta siglos después, cuando la conciencia criolla se
había desarrollado lo suficiente para interesarse en la identidad de su nación.
Al morir donó su valiosa biblioteca y sus instrumentos científicos al Colegio
Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús (en cuya capilla fue
enterrado, dado que fue admitido en la orden poco antes de morir). Asimismo,
ordenó que su cuerpo fuera entregado a la medicina, para que se estudiara lo que
le provocó su muerte.
22
SONETO PATENTICO
Si celeste, si cándida, si pura
Es etérea azucena al Sol luciente,
Cuando indultando a Delos por su Oriente
Privilegia de intacta su hermosura,
¿Cómo pudo el borrón de sombra impura
Profanar su excepción? ¿Cómo indecente
Villana espina horrorizar ardiente
La luz nevada que aun en Delos dura?
Si en la sombra no hay sombra, si en la idea
La mancha falta, no queriendo el Día
Que menos que de luz su cuna sea,
¿Cómo el Original? ¿Cómo podía
Hallar se impuro con la culpa fea,
Siendo de luz la sombra de María?
23
Gustavo Adolfo Bécquer
(Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Sevilla, 1836 - Madrid,
1870) Poeta español. Junto con Rosalía de Castro, es el
máximo representante de la poesía posromántica, tendencia
que tuvo como rasgos distintivos la temática intimista y una
aparente sencillez expresiva, alejada de la retórica
vehemencia del romanticismo. La obra de Bécquer ejerció un
fuerte influjo en figuras
posteriores como Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón
Jiménez y los poetas de la generación del 27, y la crítica lo juzga el iniciador de la poesía española
contemporánea. Pero más un gran nombre de la historia literaria, Bécquer es sobre todo un poeta vivo, popular en todos los sentidos de la
palabra, cuyos versos, de conmovida voz y alada belleza, han gozado y siguen gozando de la predilección de millones de lectores.
Hijo y hermano de pintores, quedó huérfano a los diez años y vivió su
infancia y su adolescencia en Sevilla, donde estudió humanidades y pintura. En 1854 se trasladó a Madrid, con la intención de hacer carrera
literaria. Sin embargo, el éxito no le sonrió; su ambicioso proyecto de escribir una Historia de los templos de España fue un fracaso, y sólo
consiguió publicar un tomo, años más tarde. Para poder vivir hubo de dedicarse al periodismo y hacer adaptaciones de obras de teatro
extranjero, principalmente del francés, en colaboración con su amigo Luis García Luna, adoptando ambos el seudónimo de «Adolfo García».
Durante una estancia en Sevilla en 1858, estuvo nueve meses en cama
a causa de una enfermedad; probablemente se trataba de tuberculosis,
aunque algunos biógrafos se decantan por la sífilis. Durante la convalecencia, en la que fue cuidado por su hermano Valeriano, publicó
su primera leyenda, El caudillo de las manos rojas, y conoció a Julia Espín, según ciertos críticos la musa de algunas de sus Rimas, aunque
durante mucho tiempo se creyó erróneamente que se trataba de Elisa Guillén, con quien el poeta habría mantenido relaciones hasta que ella lo
24
abandonó en 1860, y que habría inspirado las composiciones más
amargas del poeta.
En 1861 contrajo matrimonio con Casta Esteban, hija de un médico, con
la que tuvo tres hijos. El matrimonio nunca fue feliz, y el poeta se refugió en su trabajo o en la compañía de su hermano Valeriano, en las
escapadas de éste a Toledo para pintar.
La etapa más fructífera de su carrera fue de 1861 a 1865, años en los que compuso la mayor parte de sus Leyendas, escribió crónicas
periodísticas y redactó las Cartas literarias a una mujer, donde expone
sus teorías sobre la poesía y el amor. Una temporada que pasó en el monasterio de Revuela en 1864 le inspiró Cartas desde mi celda, un
conjunto de hermosas descripciones paisajísticas.
Económicamente las cosas mejoraron para el poeta a partir de 1866, año en que obtuvo el empleo de censor oficial de novelas, lo cual le
permitió dejar sus crónicas periodísticas y concentrarse en sus Leyendas y sus Rimas, publicadas en parte en El museo universal.
Pero con la revolución de 1868, el poeta perdió su trabajo, y su esposa lo abandonó ese mismo año.
Se trasladó entonces a Toledo con su hermano Valeriano, y allí acabó de reconstruir el manuscrito de las Rimas, cuyo primer original había
desaparecido cuando su casa fue saqueada durante la revolución septembrina. De nuevo en Madrid, fue nombrado director de la revista
La Ilustración de Madrid, en la que también trabajó su hermano como dibujante.
El fallecimiento de éste, en septiembre de 1870, deprimió extraordinariamente al poeta, quien, presintiendo su propia muerte,
entregó a su amigo Narciso Campillo sus originales para que se hiciese cargo de ellos tras su óbito, que ocurriría tres meses después del de
Valeriano.
25
Volverán las oscuras golondrinas
Volverán las oscuras golondrinas
En tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
Jugando llamarán;
Pero aquéllas que el vuelo refrenaba
Tu hermosura y mi dicha al contemplar,
Aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
Ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias a escalar,
Y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
Sus flores se abrirán;
Pero aquéllas, cuajadas de rocío,
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer, como lágrimas del día...
Ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
Las palabras ardientes a sonar;
Tu corazón, de su profundo sueño
Tal vez despertará;
Pero mudo y absorto y de rodillas,
Como se adora a Dios ante su altar,
Como yo te he querido..., desengáñate:
¡Así no te querrán!
26
Manuel Acuña Narro
(1849 - 1873)
Médico y poeta, nació en la ciudad de Saltillo,
Coahuila, el 27 de agosto de 1849. Vivió en una época
en que la sociedad mexicana era dominada por una
intelectualidad filosófico-positivista, además de una
tendencia romántica en la poesía. Hijo de Francisco
Acuña y Refugio Narro. Recibió de sus padres las
primeras letras. Estudia posteriormente en el Colegio
Josefino de la ciudad de Saltillo y alrededor de 1865
se trasladó a la México, donde ingresó en calidad de
alumno interno al Colegio de San Ildefonso, donde estudia Matemáticas, Latín, Francés y
Filosofía. Posteriormente, en enero de 1868 inicia sus estudios en la Escuela de
Medicina. Fue un estudiante distinguido aunque inconstante. Cuando muere, en 1873
sólo había concluido el cuarto año de su carrera. En los primeros meses de sus estudios
médicos vivía en un humilde cuarto del ex-convento de Santa Brígida, de donde se
trasladó al cuarto número 13 de corredor bajo del segundo patio de la Escuela de
Medicina, el mismo, que años antes habitara otro infortunado poeta mexicano, Juan
Díaz Covarrubias.
Allí se reunían muchos de los escritores jóvenes de la época, Juan de Dios Pesa, Manuel
M. Flores, Agustín F. cuenca, Gerardo M. Silva, Javier Santamaría, Juan B. Garza, Miguel
Portilla, Vicente Morales y otros. Allí fue donde, una tarde de julio de 1872, algunos de
los poetas del grupo inscribieron sobre un cráneo, como sobre un álbum, pensamientos
y estrofas.
En 1868 inició Acuña su breve carrera literaria. Diese a conocer con una elegía a la
muerte de su compañero y amigo Eduardo Aluza. En el mismo año, impulsado por el
renacimiento cultural que siguió al triunfo de la República, participó, junto con Agustín
F. Cuenca y Gerardo Silva, entre otros intelectuales, fundando la Sociedad Literaria
Nezahualcóyotl, en el seno de la cual dio a conocer sus primeros versos. Los trabajos
presentados en la sociedad publicárnosle en la revista "El Anáhuac" (México 1869) y en
un folletín del periódico La Iberia intitulado Ensayos literarios de la Sociedad
Nezahualcóyotl. Este folleto puede considerarse como una de las obras de Acuña, ya que
contiene, además de trabajos de otros escritores, once poemas y un artículo en prosa
suyos.
27
Tenía 24 años y había probado ya la miel de la gloria el 9 de mayo de 1871... En esa
fecha se estrenó "El Pasado", drama de su inspiración que recibió una buena acogida por
parte del público. Además la crítica ya le había reconocido un sitio destacado como
poeta. Rosario de la Peña fue la mujer que estuvo más íntimamente ligada a sus últimos
años, fue el gran amor de su vida y según parece, pesó tanto en su ánimo que mucho
tuvo que ver con su trágica muerte. De hecho, el atractivo de esta mujer queda
reservado como uno de los misterios de la historia, pues fue ella la misma Rosario que
despertó por igual la desesperada pasión de Acuña, el deseo de Flores, la senil adoración
de Ramírez y el cariño devoto de Martí.
Los extremos poéticos de estos cuatro hombres de letras eran motivo de satisfacción y
halago para ella, cuya casa era frecuentemente convertida en tertulia donde cada uno
exponía sus nuevos versos, se hablaba y debatía de filosofía o de bibliografía. Manuel
Acuña fue un apasionado de Rosario de la Peña. Su inmenso y desenfrenado amor por
ella fue la causa, o al menos la razón mejor fundamentada, de que quedara trunca su
existencia cuando ya en los círculos intelectuales era reconocido su genio, su calidad
como escritor y nadie dudaba de su exitoso futuro.
¿Qué era lo que pasaba por su mente o por su atribulado corazón aquel 6 de diciembre
de 1873? Es un secreto que se llevó a la tumba luego de ingerir cianuro de potasio para
cortar su existencia. El cadáver del poeta, de cuyos cerrados ojos, se dice, estuvieron
brotando lágrimas según él mismo lo había anticipado:
Fue velado por sus amigos en la Escuela de Medicina, fue sepultado el día 10 de
diciembre en el Cementerio del Campo Florido, con la asistencia de representaciones de
las sociedades literarias y científicas, además de "un inmenso gentío" Las elegías y
oraciones fúnebres con que se honró su memoria fueron nutridísimas destacándose las
de Justo Sierra, que expresó con singular fortuna, en la primera estrofa de su poema, el
sentimiento de dolorosa pérdida que experimentaba la concurrencia:
Hablaron también Juan de Dios Pesa, su gran amigo, Gustavo Baz y Eduardo F. Zárate,
entre otros.
28
Posteriormente sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres del
Cementerio de Dolores, donde se le erigió un monumento. En octubre de 1917, el
estado de Coahuila reclamó las cenizas de Acuña que, tras de haber sido honradas con
una ceremonia en la Biblioteca Nacional, fueron trasladadas a Saltillo, su ciudad natal,
donde el escultor Jesús E. Contreras había realizado un notable grupo escultórico a la
memoria del poeta.
De entre los versos de Manuel Acuña es bien conocido el "Nocturno" (dedicado
justamente a su amada Rosario, que ha pasado de generación en generación como un
canto al amor y al desengaño), o "Ante un Cadáver", que representa toda una reflexión
acerca de la vida y la muerte desde el punto de vista de la materia misma y su
transformación.
Manuel Acuña destacó durante su juventud, pero privó a los amantes de la poesía de
ver su evolución y comprobar que estaba destinado a ser uno de los grandes en las
letras mexicanas.
NOCTURNO A ROSARIO
¡Pues bien! yo necesito
Decirte que te adoro
Decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
Que es mucho lo que lloro,
Que ya no puedo tanto
Al grito que te imploro,
Te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.
29
RUBEN DARIO
Casi por azar nació Rubén en una
pequeña ciudad nicaragüense llamada Metopa, pero al mes de su alumbramiento pasó a residir a León, donde su madre, Rosa Sarmiento, y su padre, Manuel García, habían fundado un matrimonio teóricamente de
conveniencias pero próspero sólo en disgustos.
Para hacer más llevadera la mutua
incomprensión, el incansable Manuel se
entregaba inmoderadamente a las farras y ahogaba sus penas en los lupanares, mientras la pobre Rosa huía de vez en cuando de su cónyuge para refugiarse en casa de alguno de sus parientes. No tardaría la madre en dar a luz una segunda hija (Cándida Rosa, que se
malogró enseguida) ni en enamorarse de un tal Juan Benito Soriano, con el
que se fue a vivir arrastrando a su primogénito a "una casa primitiva, pobre y sin ladrillos, en pleno campo", situada en la localidad hondureña de San Marcos de Colón.
No obstante, el pequeño Rubén volvió pronto a León y pasó a residir con los tíos de su madre, Bernarda Sarmiento y su marido, el coronel Félix Ramírez, los cuales habían perdido
recientemente una niña y lo acogieron como sus verdaderos padres. Muy de tarde en tarde vio Rubén a Rosa Sarmiento, a quien desconocía, y poco más o menos a Manuel, por quien siempre sintió desapego, hasta el punto de que el incipiente poeta firmaba sus primeros trabajos escolares como Félix Rubén Ramírez.
El hogar del coronel Félix Ramírez era centro de célebres tertulias que congregaban a la
intelectualidad del país; en este ambiente culto creció el pequeño Darío. Precoz versificador infantil, el mismo Rubén no recordaba cuándo empezó a componer poemas, pero sí que ya sabía leer a los tres, y que a los seis empezó a devorar los clásicos que halló en la casa; a los trece ya era conocido como poeta, y a los catorce concluyó su primera obra. En su ambiente y en su tiempo, las elegías a los difuntos, los epitalamios a los recién casados o las odas a los generales victoriosos formaban parte de los usos y costumbres colectivos, cumplían con inveterada oportunidad una función social para la que jamás había dejado de existir demanda. Por entonces
se recitaban versos como se erigían monumentos al dramaturgo ilustre, se brindaba a la salud del neonato o se ofrecían banquetes a los diplomáticos extranjeros.
Durante su primeros años estudió con los jesuitas, a los que dedicó algún poema cargado de invectivas, aludiendo a sus "sotanas carcomidas" y motejándolos de "endriagos"; pero en esa
etapa de juventud no sólo cultivó la ironía: tan temprana como su poesía influida por Bécquer y por Víctor Hugo fue su vocación de eterno enamorado. Según propia confesión en la Autobiografía, una maestra de las primeras letras le impuso un severo castigo cuando lo sorprendió "en compañía de una precoz chicuela, iniciando indoctos e imposibles Dafnis y Cloe, y según el verso de Góngora, las bellaquerías detrás de la puerta".
30
Antes de cumplir quince años, cuando los designios de su corazón se orientaron irresistiblemente
hacia la esbelta muchacha de ojos verdes llamada Rosario Emiliana Murillo, en el catálogo de sus pasiones había anotado a una "lejana prima, rubia, bastante bella", tal vez Isabel San, y a la trapecista Hortensia Bailey. Ninguna de ellas, sin embargo, le procuraría tantos quebraderos de cabeza como Rosario; y como manifestara enseguida a la musa de su mediocre novela sentimental Melina sus deseos de contraer inmediato matrimonio, sus amigos y parientes conspiraron para que abandonara la ciudad y terminara de crecer sin incurrir en irreflexivas precipitaciones.
En agosto de 1882 se encontraba en El Salvador, y allí fue recibido por el presidente Zaldívar, sobre el cual anota halagado en su Autobiografía: "El presidente fue gentilísimo y me habló de
mis versos y me ofreció su protección; mas cuando me preguntó qué es lo que yo deseaba, contesté con estas exactas e inolvidables palabras que hicieron sonreír al varón de poder: "Quiero tener una buena posición social".
En este elocuente episodio, Rubén expresa sin tapujos sus ambiciones burguesas, que vería
dolorosamente frustradas y por cuya causa habría de sufrir todavía más insidiosamente en su ulterior etapa chilena. En Chile conoció también al presidente suicida Balmaceda y trabó amistad con su hijo, Pedro Balmaceda Toro, así como con el aristocrático círculo de allegados de éste; sin embargo, para poder vestir decentemente, se alimentaba en secreto de "arenques y cerveza", y a sus opulentos contertulios no se les ocultaba su mísera condición.
De la etapa chilena es Abrojos (1887), libro de poemas que dan cuenta de su triste estado de poeta pobre e incomprendido; ni siquiera un fugaz amor vivido con una tal Domitila consigue
enjugar su dolor. Para un concurso literario convocado por el millonario Federico Varela escribió Otoñales, que obtuvo un modestísimo octavo lugar entre los cuarenta y siete originales presentados, y Canto épico a las glorias de Chile, por el que se le otorgó el primer premio, compartido con Pedro Nolasco Préndese y que le reportó la módica suma de trescientos pesos.
Pero fue en 1888 cuando la auténtica valía de Rubén Darío se dio a conocer con la publicación
de Azul, libro encomiado desde España por el a la sazón prestigioso novelista Juan Valera, cuya importancia como puente entre las culturas española e hispanoamericana ha sido brillantemente estudiada por María Véneto. Las cartas de Juan Valera sirvieron de prólogo a la nueva reedición ampliada de 1890, pero para entonces ya se había convertido en obsesiva la voluntad del poeta
de escapar de aquellos estrechos ambientes intelectuales (donde no hallaba ni el suficiente reconocimiento como artista ni la anhelada prosperidad económica) para conocer por fin su legendario París.
El 21 de junio de 1890 Rubén contrajo matrimonio con una mujer con la que compartía aficiones literarias, Rafaela Contreras, pero sólo al año siguiente, el 12 de enero, pudo completarse la ceremonia religiosa, interrumpida por una asonada militar. Más tarde, con motivo de la celebración del cuarto Centenario del Descubrimiento de América, vio cumplidos sus deseos de conocer el Viejo Mundo al ser enviado como embajador a España.
El poeta desembarcó en La Coruña el 1 de agosto de 1892, precedido de una celebridad que le
permitiría establecer inmediatas relaciones con las principales figuras de la política y la literatura españolas, pero, desdichadamente, su felicidad se vio ensombrecida por la súbita muerte de su
esposa, acaecida el 23 de enero de 1893, lo que no hizo sino avivar su tendencia, ya de siempre un tanto desaforada, a trasegar formidables dosis de alcohol.
Precisamente en estado de embriaguez fue poco después obligado a casarse con aquella angélica muchacha que había sido objeto de su adoración adolescente, Rosario Emiliana Murillo, quien le hizo víctima de uno de los más truculentos episodios de su vida. Al parecer, el hermano de Rosario, un hombre sin escrúpulos, pergeñó el avieso plan, sabedor de que la muchacha estaba embarazada. En complicidad con la joven, sorprendió a los amantes en honesto comercio amoroso, esgrimió una pistola.
31
YO PERSIGO UNA FORMA
Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
al abrazo imposible de la Venus de Milo.
Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.
Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;
y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.
32
Amado Nervo
(José Amado Ruiz de Nervo; Tepic, Nayarit, 1870 - Montevideo, 1919) Poeta mexicano. Hizo sus primeros estudios en el Colegio de Jaconá, pasando después al Seminario de Zamora, en el Estado de Michoacán, donde permaneció desde 1886 hasta 1891.
Los problemas económicos que atenazaron a su familia, un hogar de clase media venido a menos, le
forzaron a dejar inconclusos sus estudios eclesiásticos, sin que pueda descartarse por completo la idea de que su decisión fuera también influida por sus propias inclinaciones. En cualquier caso, siguió alentando en
su interior una espiritualidad mística, nacida sin duda en estos primeros años y que empapó su producción
lírica en una primera etapa; en ella meditó fundamentalmente sobre la existencia humana, sus problemas, sus conflictos y sus misterios, y sobre el eterno dilema de la vida y la muerte.
Abandonados los estudios, empezó a ejercer el periodismo, profesión que desarrolló primero en Mazatlán, en el Estado de Sinaloa, y más tarde en la propia Ciudad de México, adonde se trasladó temporalmente en 1894. Sus colaboraciones aparecieron en la Revista Azul. Junto a su amigo Jesús E. Valenzuela, fundó la Revista Moderna. Estas dos publicaciones fueron el resultado de las ansias e impulsos modernistas que aparecieron, en aquella época, en todos los rincones de la Latinoamérica literaria y artística.
En 1900, el diario El Imparcial lo envió como corresponsal a la Exposición Universal de París, donde residiría durante dos años. Entabló allí conocimiento y amistad con el gran poeta
nicaragüense Rubén Darío, quien más tarde diría de Nervo: "se relacionó también con el grupo
de literatos y artistas parnasianos y modernistas, completando de ese modo su formación literaria."
Todos los estudiosos parecen estar de acuerdo en afirmar que adoptó los principios y la filosofía del Parnaso, grupo de creadores franceses que intentaba reaccionar contra la poesía utilitaria y declamatoria tan en boga por aquel entonces, rechazando también un romanticismo lírico en el que los sentimientos, las encendidas pasiones y las convicciones íntimas de los autores, interfiriendo en su producción literaria, impedían, a su entender, el florecimiento de la belleza artística pura.
En París conoció a la que iba a ser la mujer de su vida, Ana Cecilia Luisa Dilles, con la que compartió su vida más de diez años, entre 1901 y 1912, y cuyo prematuro fallecimiento fue el doloroso manantial del que emanan los versos de La amada inmóvil, que no vio la luz pública
hasta después de la muerte del poeta, prueba de que éste consideraba su obra como parte
imprescindible de su más dolorosa intimidad. Su Ofertorio supone, sin ningún género de duda, uno de los momentos líricos de mayor emoción, una de las joyas líricas más importantes de toda su producción poética.
Cuando regresó a México, tras aquellos años decisivos para su vida y su formación literaria y artística, ejerció como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria, hasta que fue nombrado inspector de enseñanza de la literatura. En 1906, por fin, ingresó en el servicio diplomático mexicano y se le confiaron distintas tareas en Argentina y Uruguay, para ser finalmente designado secretario segundo de la Legación de México en España.
33
En 1918 recibió el nombramiento de ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay, el que iba
a ser su último cargo, pues, un año después, en 1919, Amado Nervo moría en Montevideo, la capital uruguaya, donde había conocido a Zorrilla San Martín, notable orador y ensayista con el que trabó estrecha amistad y que, a decir de los estudiosos, influyó decisivamente en el acercamiento a la Iglesia Católica que realizó el poeta en sus últimos momentos, un acercamiento que tiene todos los visos de una verdadera reconciliación.
KALPA En todas las eternidades que a nuestro mundo precedieron, ¿cómo negar que ya existieran planetas con humanidades; y hubo Homeros que describieron las primeras heroicidades, y hubo Shakespeare que ahondar supieron del alma en las profundidades? Serpiente que muerdes tu cola, inflexible círculo, bola negra, que giras sin cesar, refrán monótono del mismo canto, marea del abismo, ¿sois cuento de nunca acabar?...
34
Manuel Gutiérrez Nájera
(Ciudad de México, 1859-id., 1895) Poeta y escritor mexicano. Manuel Gutiérrez Nájera pasó toda su vida en Ciudad de México, salvo breves visitas a Querétaro y Veracruz y alguna
temporada en una hacienda familiar de Puebla, donde se sitúa la dramática acción de su cuento La mañanita de San Juan.
Manuel Gutiérrez Nájera cultivó diversos géneros literarios en prosa y en verso, y perteneció a la primera generación modernista.
Influido por el marcado afrancesamiento de su ciudad, se inspiró en Berlina, Gautier y Museo, aunque también admiró a los místicos españoles.
En su madurez poética se inclinó por los parnasianos, el simbolismo y el modernismo, el cual
contribuyó a difundir desde 1894 a través de la publicación de Azul, revista clave del movimiento.
Entre las obras de Manuel Gutiérrez Nájera destacan La duquesa Job, los volúmenes de cuentos Cuentos frágiles, de 1883, y Cuentos de color de humo, de 1894. Falleció a los treinta y seis años de edad, y su obra lírica fue recopilada en 1896 en el volumen Poesías.
Fin de Un Amor No sé si es que cumplió ya su destino, si alcanzó perfección o si acabado este amor a su límite ha llegado sin dar un paso más en su camino. Aún le miro subir, de donde vino, a la alta cumbre donde ha terminado su penosa ascensión. Tal ha quedado estático un amor tan peregrino. No me resigno a dar la despedida a tal altivo y firme sentimiento que tanto impulso y luz diera a mi vida. No es su culminación lo que lamento, su culminar no causa la partida, la causará, tal vez, su acabamiento.
35
Ramón López Velarde
(Jerez, 1888 - México, 1921) Poeta mexicano que compuso, con motivo del primer centenario de la Independencia, el poema Suave Patria, que suele considerarse el poema nacional de México. Ramón López Velarde es considerado, a pesar de su corta
vida, el más específicamente mexicano, el más "nacional" por decirlo de algún modo, de los líricos del país. Es el poeta de la época modernista con mayor arraigo mexicano, pero un arraigo que no llega a fructificar en su espíritu renovador y mantiene, en el lenguaje y el estilo, una serenidad casi clásica, un carácter religioso que lo vincula con la tradición.
Nacido en Jerez, en el estado de Zacatecas, en
1888, poco puede decirse de su corta vida: cursó sus primeros estudios en los seminarios de Zacatecas y Aguascalientes y se matriculó, luego, en la Universidad de San Luis de Potosí para estudiar la carrera de leyes. Murió, prematuramente, a los treinta y tres años, en la
Ciudad de México, en 1921.
Tentado por la política, como tantos otros literatos mexicanos, en 1911 se presentó a las elecciones como candidato a diputado suplente por su ciudad natal, integrado en las listas del
Partido Católico. En 1914 viajó a Ciudad de México, donde se instaló trabajando primero en su profesión de abogado y, luego, en las secretarías de Gobernación y Relaciones Exteriores; fue también profesor de literatura. Publicó sus crónicas políticas en varios periódicos: El Regional de
Guadalajara (1909), La Nación (1912), El Eco de San Luis (1913), El Nacional Bisemanal (1915-1916), Revista de Revistas (1915-1917), Vida Moderna (1916) y Pegaso (1917).
En La sangre devota (1916), su primer libro de poesías, pueden descubrirse ya los temas recurrentes en toda su obra: el amor, el dolor y la preocupación por los destinos patrios. Con su obra reaparece en la lírica mexicana un acento casi olvidado, una voz, la de la provincia, que había callado ya. En 1919, apareció Zozobra, su segunda obra poética, en la que aborda
dramática y sinceramente los problemas del erotismo, la religión y la muerte. En 1921, al celebrarse el primer centenario de la Independencia, escribió La suave patria, en cuyos versos épicos y líricos exalta los sentimientos nacionalistas.
36
A UN IMPOSIBLE
Me arrancaré, mujer, el imposible amor de melancólica plegaria, y aunque se quede el alma solitaria huirá la fe de mi pasión risible.
Iré muy lejos de tu vista grata y morirás sin mi cariño tierno, como en las noches del helado invierno se extingue la llorosa serenata.
Entonces, al caer desfallecido con el fardo de todos mis pesares, guardaré los marchitos azahares entre los pliegues del nupcial vestido.
37
Horacio Zúñiga Anaya Poeta Orador y Maestro 1900-1956
Poeta, orador y maestro. Nació en Toluca el 6 de septiembre. Alumno del Instituto Literario de Toluca, formó en 1916 el grupo "Juventud, Abrirse Paso", A los 17 años ganó su primera "Flor Natural", Ingresó en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, pero la abandonó para dedicarse al
periodismo, la oratoria y el magisterio. Día clases de literatura castellana y universal en secundarias, en la Nacional Preparatoria y en la Normal de México. De retorno a Toluca fue catedrático de Historia y literatura en el Instituto, de Civismo y Español en la Escuela de Artes y Oficios. Fue Director del Museo del Estado y de la Biblioteca Pública hasta 1951. Como poeta obtuvo importantes premios en concursos nacionales e internacionales. Escribió libros de poemas: "Miras", "Anáfora", "El Minuto Azul", "La Selva Sonora", "Sinfonías", "Torre Negra", "Presente" y "Zarpa de Luz"; las novelas: "El Hombre Absurdo", "Realidad" y "Miseria", la colección de discursos "El Verbo Peregrinante", "La Miscelánea", "Imágenes, Ideas, Palabras" y el ensayo histórico "El Estado de México". Algunas de estas obras quedan inéditas. Murió en su ciudad natal el 13 de septiembre de 1956
"¡Oh lengua castellana, sublimemente hermosa,
más clara y más profunda que el agua melodiosa
que escurre entre las felpas del valle virginal
! ¡Oh lengua que, con manos radiosamente bellas,
plasmaron, en sus regios aduares, las estrellas
con nieves de plumajes y gasas de copal
38
GABRIELA MISTRAL
Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor, y de
Petronila Alcayata Rojas, de ascendencia vasca.4 Gabriela
Mistral nació en Vicuña, ciudad en la que hoy existe un
museo5 dedicado a ella en la calle donde nació y que hoy
lleva su nombre. A los diez días sus padres se la llevaron a
La Unión (Pisco Elqui), pero su "amado pueblo", como
ella misma decía, era Montegrande, donde vivió de los
tres a los nueve años, y donde pidió que le dieran
sepultura.
Sus abuelos paternos, oriundos de la actual Región de Antofagasta, fueron Gregorio
Godoy e Isabel Villanueva; y los maternos, Francisco alcayata Barraza y Lucía Rojas
Miranda, descendientes de familias propietarias de tierras del Valle de Elqui. Gabriela
Mistral tuvo una media hermana, que fue su primera maestra, Melina Molina alcayata, y
cuyo padre fue Rosendo Molina Rojas.
Aunque su padre abandonó el hogar cuando ella tenía aproximadamente tres años,
Gabriela Mistral lo quiso y siempre lo defendió. Cuenta que «revolviendo papeles»,
encontró unos versos suyos, «muy bonitos». «Esos versos de mi padre, los primeros que
leí, despertaron mi pasión poética», escribió.6
A los 15 años se enamoró platónicamente de Alfredo Videla Pineda, hombre rico y
hermoso, más de 20 años mayor que ella, con el que se carteó durante casi año y medio.
Después conoció a Romelia Uretra, un funcionario de ferrocarriles. Este sacó un dinero
de la caja del ferrocarril donde trabajaba con el fin de ayudar a un amigo; como no lo
pudo devolver, Uretra se suicidó. Más tarde -a raíz de su triunfo en los Juegos Florales
con Sonetos de la muerte, versos que relacionaron con el suicida- nació el mito, que
tuvo amplia difusión, del gran amor entre ambos.
En 1904 comienza a trabajar como profesora ayudante en la Escuela de la Compañía
Baja en La Serena y empieza a mandar colaboraciones al diario serenense El Coquimbo.
Al año siguiente continúa escribiendo en él y en La Voz de Elqui, de Vicuña.
39
LOS SONETOS DE LA MUERTE
Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.
Te acostaré en la tierra soleada con una
Dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
Y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
Al recibir tu cuerpo de niño dolorido,
Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvoreada de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.
Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡Porque a ese hondar recóndito la mano de ninguna
Bajará a disputarme tu puñado de huesos!
40
Rosario Castellanos
Trabajó en el Instituto Indigenista Nacional
en Chiapas y en Ciudad de México,
preocupándose de las condiciones de vida
de los indígenas y de las mujeres en su
país. En 1961 obtuvo un puesto de
profesora en la Universidad Autónoma de
México, donde enseñó filosofía y
literatura; posteriormente desarrolló su
labor docente en la Universidad
Iberoamericana y en las universidades de
Wisconsin, Colorado e Indiana, y fue
secretaria del Pen Club de México. Dedicada a la docencia y a la promoción de la cultura
en diversas instituciones oficiales, en 1971 fue nombrada embajadora en Israel, donde
falleció al cabo de tres años, víctima al parecer de un desgraciado accidente doméstico.
Una absoluta sinceridad para poner de manifiesto su vida interior, la inadaptación del
espíritu femenino en un mundo dominado por los hombres, la experiencia del
psicoanálisis y una melancolía meditabunda constituyen algunos elementos definitorios
de su obra. Su poesía, en la que destacan los volúmenes Trayectoria del polvo (1948) y
Lívida luz (1960), revela las preocupaciones derivadas de la condición femenina.
En los trabajos tardíos de este género, habla de su experiencia vital, los tranquilizantes y
la sumisión a que se vio obligada desde la infancia por el hecho de ser mujer. Hay en sus
poemas un aliento de amor mal correspondido, el mismo que domina el epistolario
Cartas a Ricardo, aparecido póstumamente. Su poesía completa fue reunida bajo el
título de Poesía no eres tú (1972).
Su mundo narrativo toma muchos elementos de la novela costumbrista. Las novelas
Balan Cancán (1957) y Oficio de tinieblas (1962) recrean con precisión la atmósfera
social, tan mágica como religiosa, de Chiapas. El argumento de la segunda, una
premonitoria rebelión indígena en el estado de Chiapas inspirada en un hecho real del
siglo XIX, surgió de una toma de consciencia de la situación mísera del campesinado de
esa región mexicana, y de su abandono a los caciques locales por parte del gobierno
federal.
41
Escribió también volúmenes de cuentos situados en el mismo registro: Ciudad Real
(1960), Los convidados de agosto (1964) y Álbum de familia (1971). Estas piezas revelan,
en una dimensión social, la conciencia del mestizaje, y en una dimensión personal, la
sensación de desamparo que surge tras la pérdida del amor. Sus ensayos fueron
reunidos en la antología Mujer que sabe latín (1974), título inspirado en el refrán
sexista: "mujer que sabe latín, ni encuentra marido ni tiene buen fin", que puede
considerarse representativa de su vida, su obra y su visión de la realidad.
Lo Cotidiano
Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
Este cabello triste que se cae
Cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
Que se atraviesan con jadeo y asfixia;
Las paredes sin ojos,
El hueco que resuena
De alguna voz oculta y sin sentido.
Para el amor no hay tregua, amor. La noche
Se vuelve, de pronto, respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
Y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
No por ello la ley suelta sus garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
El sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
El recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.
42
Jaime Sabines
(Tuxtla Gutiérrez, México, 1926 - Ciudad de México, 1999) Poeta mexicano. En el horizonte de la penúltima poesía mexicana, la figura de Jaime Sabines se levanta como un exponente de difícil clasificación. Alejado
de las tendencias y los grupos intelectuales al uso, ajeno a cualquier capilla literaria, fue un creador solitario y desesperanzado cuyo camino se mantuvo al margen del que recorrían sus contemporáneos. Hay en su poesía un poso de amargura que se plasma
en obras de un violento prosaísmo, expresado en un lenguaje cotidiano, vulgar
casi, marcado por la concepción trágica del amor y por las angustias de la soledad. Su estilo, de una espontaneidad furiosa y gran brillantez, confiere a su poesía un poder de comunicación que se acerca, muchas veces,
a lo conversacional, sin desdeñar el recurso a un humor directo y contundente.
Nacido en la localidad de Tuxtla Gutiérrez, capital del Estado de Chiapas, el 25 de marzo de
1926, tras sus primeros estudios, que realizó en el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, se trasladó a Ciudad de México e ingresó en la Escuela Nacional de Medicina (1945), donde permaneció tres años antes de abandonar la carrera. Cursó luego estudios de lengua y literatura castellana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, y fue becario especial del Centro Mexicano de Escritores, aunque no consiguió grado académico alguno.
En 1952 regresó a Chiapas; residió allí durante siete años, el primero de ellos consagrado a la política y los demás trabajando como vendedor de telas y confecciones. En 1959, tras conseguir el premio literario que otorgaba el Estado, Sabines comenzó a cultivar seriamente la literatura.
Tal vez por influencia de su padre, el mayor Sabines, un militar a quien dedicó algunas de sus obras, y, pese al evidente pesimismo que toda su producción literaria respira, Jaime Sabines participó de nuevo y repetidas veces en la vida política nacional; en 1976 fue elegido diputado federal por Chiapas, su estado natal, cargo que ostentó hasta 1979. Y en 1988 se presentó y salió elegido de nuevo, pero esta vez por un distrito de la capital federal.
Compaginar esta actividad política, que parece exigir cierta disciplina ideológica y un proyecto colectivo de futuro, había de ser difícil para un hombre como el que nos revela sus escritos, autor de una obra marcada por el pesimismo y por una actitud descreída y paradójicamente confesional, imbuida de una concepción trágica del amor y transida por las angustias de la
soledad. Su poesía se apartó del vigente "estado de cosas", se mantuvo al margen de las actividades y tendencias literarias, tal vez porque su dedicación profesional al comercio le permitió prescindir del mundillo y los ambientes literarios.
Su primer volumen de poesías, Hora, publicado en 1950, permitía ya adivinar las constantes de una obra que destaca por una intensa sinceridad, escéptica unas veces, expresionista otras, y cuya transmisión literaria se logra a costa incluso del equilibrio formal. No es difícil suponer así que la poesía de Sabines está destinada a ocupar en el panorama literario mexicano un lugar mucho mayor del que hasta hoy se le ha concedido, especialmente por su rechazo de lo "mágico", que ha informado la creación al uso en las últimas décadas, pero también por su
emocionada y clara expresividad. Este rechazo se hace evidente en el volumen Recuento de poemas, publicado en 1962 y que reúne sus obras La señal (1951), Adán y Eva (1952), Tarumba (1956), Diario, semanario y poemas en prosa(1961) y algunos poemas que no habían sido todavía publicados.
43
En 1965, la compañía discográfica Voz Viva de México grabó un disco con algunos poemas de
Sabines con la propia voz del autor. Sabines reforzó su figura de creador pesimista, su tristeza frente a la obsesiva presencia de la muerte; pero se advierte luego una suerte de reacción, aunque empapada en lúgubre filosofía, cuando canta al amor en Mal tiempo (1972), obra en la que esboza un "camino más activo y espléndido", fundamentado en el ejercicio de la pasividad; un camino que lo lleva a descubrir que "lo extraordinario, lo monstruosamente anormal es esta breve cosa que llamamos vida". Pese a una cierta reacción que lo aleja un poco de su primer y profundo pesimismo, sus versos repletos de símbolos que se encadenan sin solución de continuidad están transidos de una dolorosa angustia.
Ahora puedo hacer llover...
Ahora puedo hacer llover, enderezar las ramas torcidas,
levantar a los muertos. Hágase la luz, digo,
y toda la ciudad se ilumina. ¡Qué fácil es ser Dios!
Top Related