Tesis Doctoral.
Autor/a: Ascensión López Vázquez.
Tutor: Manuel Bustos Rodríguez.
Director: Manuel Bustos Rodríguez.
Área de Historia y Arqueología Marítima.
Universidad de Cádiz.
2021.
ANTONIO DE ULLOA. UN MARINO-CIENTÍFICO
ENTRE ESPAÑA Y AMÉRICA
Índice
Agradecimientos…………………………………………………………….. 2
Abreviaturas…………………………………………………………………..5
Capítulo 1. Introducción…………………………………………………….. 6
Interés del tema…………………………………………………….... 8
Objetivos…………………………………………………………….10
Estado de la cuestión…………………………………………………12
Metodología y fuentes………………………………………………. 21
Estructura de la investigación………………………………………. 27
Capítulo 2. Los orígenes de Antonio de Ulloa. De las primeras letras a la
llamada de la Geodésica……………………………………………………. 30
Ascendencia y primeras letras………………………………………. 31
Creación e importancia de la Real Armada y su Academia de
Guardiamarinas……………………………………………………... 34
Un Hidalgo aventurero……………………………………………… 38
Marinero de aventuras en la Flota de Tierra Firme…………………. 45
Por fin Guardiamarina. Bautismo de fuego…………………………. 49
La llamada a la Geodésica y el desarrollo científico español…….…. 56
Preparativos de una expedición franco-española……………………. 64
Capítulo 3. El ascenso de dos guardiamarinas. La participación de Antonio de
Ulloa en la Expedición Geodésica……………………………………..…… 72
Dos guardiamarinas para la Geodésica……………………………… 73
Motivos de un ascenso meteórico…………………………………… 87
Instrucciones para zarpar……………………………………...……. 89
Viaje y desarrollo de los trabajos…………………………………... 100
Capítulo 4. Los resultados de la Geodésica. Una primera imagen de
América……………………………………………………………...……. 115
Regreso a España………………………………………..………… 116
Publicación de los resultados……………………………………… 118
La Relación Histórica y su importancia como fuente descriptiva e la
América Meridional……...………………………………………... 124
La primera imagen de América: los habitantes de la América
Meridional…………………………...…………………………….. 130
Capítulo 5. Al servicio del Estado. Participación en la política de Ensenada y
Arriaga………………………………………………………………..…… 154
De oficiales a espías para el Estado………………………………... 155
Participación en la política de los últimos años de Ensenada………. 173
La vida personal de un Alférez de la Compañía de Guardiamarinas.. 181
Capítulo 6. De nuevo en América como gobernador de Huancavelica y
Luisiana, bajo las órdenes de Arriaga. Una nueva visión………………….. 188
Gobernador de Huancavelica y superintendente de minas………… 189
Gobernador de Luisiana...…………………………………………. 202
De nuevo en España. Las Noticias Americanas y una nueva imagen de
los habitantes de América……………………………………...…... 210
Capítulo 7. Los altibajos de un marino. El final de la carrera y la vida de
Antonio de Ulloa…………………………………………………..………. 231
Como oficial en América: la Flota de Nueva España………………. 233
Desarrollo y resultados: marina, ciencia y administración……...…. 246
Desembarco para volver a embarcar. El descrédito de un marino de la
vieja escuela……………………………………………………….. 259
De marino a esposo y padre. Los años finales de un oficial dedicado a
la administración…………………………………………………... 274
Conclusiones…………………………………………………………….... 282
Anexo……………………………………………………………………... 290
Fuentes y bibliografía……………………………………………………... 298
1
“No lo digas, ESCRÍBELO”
A E.L. por todo lo que nos quedó por hacer
y por enseñarme el valor que tiene cumplir una promesa.
2
Agradecimientos
A lo largo de todos esto años, que abarcan un tiempo mayor que el de esta última
investigación, me he cruzado con una serie de personas que han hecho posible que un
camino que siempre se presentó sumamente difícil, nunca se quedase a oscuras y fuera,
cuando menos, transitable. Todas esas personas, que tanto me han ayudado cuando lo
necesité merecen, como mínimo ser reconocidas por mi parte y, por tanto, mencionadas
en este apartado.
El lugar principal se lo debo a mi director, el profesor Manuel Bustos, por ponerme
en las manos las herramientas necesarias para cumplir un sueño que, cuando llegué a su
despacho, me parecía totalmente imposible. Le agradezco además que me haya enseñado
a caminar sola, a hacerme consciente de que era capaz de afrontar un trabajo como este y
ser responsable de él. Y por supuesto, le agradezco su apoyo, su cercanía y cada una de
las bondades que ha tenido para conmigo, así como sus palabras de aliento cuando,
aunque estuviese sonriendo, me embargaba la peor de las tristezas.
Pero mi fortuna empezó mucho antes de este trabajo y por eso debo darle las
gracias al profesor Arturo Morgado, el único que supo ver que la joven estudiante que
fui, tenía cosas que ofrecer y que, correctamente instruida podría llegar a convertirse en
doctora. Le agradezco a demás que me abriese las puertas de una forma de escribir la
historia desde perspectivas que jamás imaginé que existieran. Me enseñó que aquellos
que no tienen nombre también forman parte de la historia, que lo marginado es también
atractivo y que lo maravilloso también es parte del discurso histórico. Por todo ello, y a
pesar de los pesares, jamás podré olvidar al rinoceronte de Rodolfo II.
Y, por supuesto, debo darle las gracias al profesor Alberto Gullón, por cada una
de las cosas que ha hecho por mi, por todas las oportunidades que me ha dado, por
considerarme siempre una de “los suyos”, con todo lo que eso conlleva. Además, le
agradezco su infinito apoyo a nivel personal, por haberme mirado con ojos de padre,
especialmente cuando dejé de tener a quien me mirara así. Y por llevarme, de su mano, a
América y enseñarme que aún estando en el paraíso, los problemas no desaparecen nunca.
3
A Joaquín Ritoré por enseñarme que un profesor puede ser también un amigo, una
persona en la que confiar. Y por demostrarme que la transversalidad es una de las
maravillas de mi oficio. A María del Mar Barrientos, Guadalupe Carrasco y Alicia
Arévalo tres grandísimas profesionales que, aún siendo tan diferentes, me han enseñado
muchas más cosas de las que se pueden aprender en un aula. Por otra parte, a Rosario
Márquez, maestra, compañera y amiga, por hacerme sentir siempre como una verdadera
profesional, por cada risa y por cada abrazo, por cada lección magistral y por todas las
veces que me ha tendido la mano. Y con ella a Nieves y Manuel Andrés, por hacerme
saber que, en Huelva, puedo sentirme como en casa. Y, por supuesto, Rosario Martínez,
mi bibliotecaria decimonónica favorita y adorada, por entenderme, apoyarme y estar
siempre para mi.
No puedo olvidar a mis compañeros, a todos los que he conocido en este tiempo
y que han sido u gran apoyo en los momentos de duda. Pero especialmente debo destacar
a tres, los incondicionales, “el Torreón”, los que no han faltado y espero que nunca falten.
A Alba, por aportarme discreción, seriedad y constancia, esa cosas que a mi me han
faltado y que he podido aprender mirándote. A David, mi gran amigo, el mejor de todos,
gracias por tantos años, apoyo y cariño, por ser ya de esa familia que no se elige, la que
es de por vida. Y por supuesto a Jesús, el mayor de mis descubrimientos, lo mejor que ha
aparecido en mi vida en mucho tiempo, mi contraalmirante. Por haber superado todas las
expectativas (las tuyas y las mías), por no dejarme caer, por prestarme tu hombro cuando
necesité llorar y regalarme tu sonrisa cuando solo quería reír. Has sido el mejor
compañero de aventuras que nadie pudiera soñar, sin importar la edad ni las
circunstancias, hemos recorrido el camino juntos y juntos llegaremos a la meta. Gracias
por estar a mi lado Flanagan.
A mis amigos Mar, Vicky, Víctor, Cristina, Daniel, la doctora María, Irene, los de
ahora, los de siempre, por mantenerse a mi lado a pesar de mis ausencias y por entender
que este es el mayor de mis sueños. Os compensaré.
Por supuesto a mi familia, a toda, por entender lo que no se entiende y aceptar que
siempre fui una persona atípica y que, por tanto, elegiría una vida atípica. A Antonio
Cabrera, ese tío de otra madre que siempre ha estado presente y se ha esforzado en hacer
que mis sueños se cumplan. A mi hermano, por entenderme y apoyarme, por volver para
4
quedarse y por provocar que esta tesis se haya escrito a ritmo de tres por cuatro y al calor
de las risas de una niña, esas que, a pesar de todo, han valido por dos. Ojalá esto les sirva
para comprobar que nada se consigue sin trabajo y esfuerzo. A mi madre, mi ángel, la
que más me conoce, la que mejor me entiende, la que se hizo fuerte para sostenerme
cuando se rompió uno de mis pilares y me ha ayudado a transitar por el camino de la vida,
aunque esté cojeando siempre. Por cada desvelo, por cada sermón, por cada consejo, por
cada conversación, por todo el tiempo que me has dedicado y me sigues dedicando, por
olvidar tu vida para apoyar mis sueños, buena parte de este trabajo es tuyo. Y finalmente
a mi padre, por enseñarme a amar las letras, por enseñarme que la palabra oral o escrita,
es nuestro mayor bien y nuestra mejor herramienta. Por todos los años que compartió
conmigo y por enseñarme, con su partida, que la única manera posible para vivir es
hacerlo luchando. Por guiar mis manos para escribir cada una de las páginas de este
trabajo, porque te he sentido conmigo, porque nunca te has ido ni te irás, por ayudarme a
cumplir la promesa que te hice, gracias papá.
5
Abreviaturas
AGMAB Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán
AHPC Archivo Histórico Provincial de Cádiz
AHN Archivo Histórico Nacional
AGP Archivo General de Palacio
AGS Archivo General de Simancas
AMS Archivo Municipal de Sevilla
AMN Archivo del Muso Naval de Madrid
AGI Archivo General de Indias
6
Capítulo 1. Introducción
Si para dar respuesta a la pregunta de ¿quién fue Antonio de Ulloa? atendemos
exclusivamente a lo que se muestra ante nuestros ojos, nos encontramos con que era un
marino. Hablaríamos pues de un oficial de alta graduación de la Armada española, que
revestido con su uniforme de gala y con la cruz de la Orden de Santiago prendida en su
pecho, se mantiene en su gabinete donde rodeado de libros, incluidos los de su autoría,
cartas náuticas y mapas, a la espera para emprender una nueva aventura naval. Así, al
menos, es como se le representa tanto en el cuadro que se expone en el Museo Naval de
Madrid, como en las litografías que se conservan en su archivo y en el del museo nacional
de ciencias naturales1. De esta manera, la imagen proyectada condiciona nuestro
pensamiento, llevándonos a tomarlo como un gran comandante, con enormes dotes de
mando tras una carrera larga y brillante. Quizás el hecho de que, una de las litografías que
ilustran su fisonomía se conserve en un museo de historia natural, puede llevarnos a
pensar que estamos ante un hombre de ciencia, pero en absoluto, su sola imagen puede
mostrarnos hasta qué punto lo fue. Tampoco puede hablarnos de su enorme curiosidad
intelectual y de su interés por la difusión del conocimiento que lo acompañó toda su vida
Mucho menos, muestra a un hombre de temperamento complejo, cuyo carácter le
jugó alguna mala pasada en más de una ocasión, de las que pudo salir bien librado gracias
a un sistema de relaciones que fue forjando y que le amparó en dichos momentos. O que,
una vez perdidos los vínculos que le unían a estas y debido a su escasa experiencia como
marino se vio sometido a un consejo de guerra, donde se ponía en entredicho su papel
como comandante. Tampoco podemos llegar a vislumbrar a un padre de familia católico
y abnegado, que fue capaz de planificar antes de su muerte el camino que cada uno de sus
hijos deberían seguir, para impedir que pasaran por el trance de las malas gestiones
paternas, como fue su caso.
En definitiva, la respuesta a esta pregunta podría ser que Antonio de Ulloa fue un
marino científico, un hombre de su tiempo que, aún con una vida algo particular, terminó
por encajar en los esquemas establecidos para un hombre de su posición. Así, podemos
observar como ofrecer una respuesta a esta incógnita es un trabajo mucho más complejo
1 Figuras 1, 2 y 3. Anexo.
7
que mirar un cuadro, incluso más que leerse un libro, pudiendo ser por tanto el objetivo
de una tesis doctoral.
De esta forma, en el contexto de la pugna por conocer la verdadera figura de la
Tierra que no solo traería consigo el posicionamiento desde el punto científico, sino que
terminaría por convertirse en un conflicto entre naciones al enfrentar a Francia e
Inglaterra, cunas de los científicos que, a principios de la edad Moderna, postularon sobre
este particular, España entrará en escena como nación clave para la consecución de los
objetivos franceses en cuanto a su intención de posicionarse a la vanguardia de la carrera
por tener la certeza de que los postulados que defendían a este respecto, eran los que
verdaderamente definían la figura terrestre. Pero la cuestión no se basaba exclusivamente
en la resolución de dicha incógnita, sino que solventado dicho interrogante se solucionaría
un problema que había sido una constante, especialmente, desde los inicios de la
navegación transatlántica, como era la de determinar la situación de las naves en alta mar.
Esto tendría además su reflejo en la cartografía tan necesaria e imprescindible para
naciones con dominios tan amplios y que tenían una importante base de operaciones,
comerciales y bélicas, en el atlántico. De esta manera podrían realizarse cartas náuticas
mucho más precisas, así como mapas costeros que indicasen la situación exacta de los
principales accidentes.
Una serie de mejoras que, en definitiva, conseguirían situar a la nación que
resolviese el enigma como primera potencia naval europea. Un conflicto pues, el de la
situación de Inglaterra y Francia en el panorama naval, que enfrentó a ambas naciones,
tanto en este caso como en otros muchos y que estuvo presente en sus relaciones
diplomáticas hasta finales del siglo XVIII. En la mayoría de las ocasiones, la cuestión de
la carrera por el poderío naval trató de resolverse, a través de la vía bélica (solución muy
alejada de la propuesta presentada en 1734) cuando la base del problema tenía un
importante componente científico. Así, dado que la resolución de la cuestión científica
urgía y se presentaba como problema principal. La Academia de las Ciencias de París
plantea dos expediciones, con destinos diferentes, que con la combinación de sus
resultados pondría fin a la incógnita sobre la figura terrestre. De esta manera, Francia
pretendía demostrar que la tierra era un esferoide achatado por el ecuador con lo que las
medidas de los dos puntos extremos del arco de meridiano conseguirían resolver la
cuestión.
8
Así, tendrían que desarrollarse los trabajos en dos territorios fuera de los dominios
franceses siendo uno de ellos, el virreinato del Perú. Gracias a los Pactos existentes entre
estas dos naciones, a cuyos monarcas les unían vínculos familiares y al deseo de los
Borbones españoles de vigilar las maniobras francesas en sus dominios, todo ello unido
a la necesidad de conocer mejor dichos territorios con el consiguiente aumento de control
sobre ellos que esto supondría, Felipe V autoriza la entrada de la expedición francesa en
sus territorios poniendo como condición la presencia de españoles en el viaje. Debido a
las aptitudes y conocimientos que imponen, tanto el monarca como el Consejo de Indias,
y la situación privilegiada que los nuevos oficiales de la Real Armada estaban adquiriendo
desde el punto de vista científico; no es de extrañar que, unido a otros factores quizás
menos relevantes, se escogiese a dos guardiamarinas para asistir a los académicos de París
y participar en los trabajos de la expedición. Será precisamente a tenor de dichas premisas,
como Antonio de Ulloa entre en escena formando parte de la expedición que logró medir
los grados del arco de meridiano terrestre, poniendo fin a la incógnita sobre la figura de
la tierra.
Interés del tema.
Son precisamente los resultados que, para Antonio de Ulloa, tuvo dicha
expedición y que condicionaron el desarrollo vital del marino sevillano, los que se
plantean como argumentos que justifican el interés sobre su historia de vida. Así,
partiendo de su elección, que le distingue entre el resto de miembros de las promociones
que cursaban estudios navales en la Academia de Guardiamarinas en 1734; se embarca
en una misión que le llevará hasta américa y que condicionará el desarrollo de su vida y
de su carrera desde todos los puntos de vista. De esta forma, un joven cadete de la
Compañía de Guardiamarinas no iniciará sus estudios en la academia gaditana, en la que
había ingresado a penas un año antes, sino que lo hará partiendo de un viaje transatlántico
en el que sería instruido tanto por comandantes franceses como por sabios de la Academia
de Ciencias de París. Así y unido al desarrollo de las observaciones inherentes a los
trabajos de campo planteados para la medición astronómica objetivo de la expedición,
Antonio de Ulloa comenzó a instruirse en una gran cantidad de ramas de la ciencia. Algo
en lo que también colaboraría el gobierno español que le había encomendado presenciar
9
y adquirir información no solo de las labores francesas sino de todos los aspectos relativos
a los territorios americanos.
Además, el hecho de tener que convivir desde un principio con personajes de la
talla de los miembros de la academia parisina, generaría que tanto él como su compañero
Jorge Juan, ascendiesen a oficiales antes de terminar o, en el caso de Ulloa, de cursar
estudio alguno en la Academia de Guardiamarinas. Concediéndoseles, incluso, el grado
de tenientes de navío con lo que su cursus honorum sería, a partir de ese momento
completamente irregular, permitiéndole acceder desde edad muy temprana, a los grados
más altos de la Armada española. Dicha condición, unida a los conocimientos adquiridos
y a su buen hacer, generaron no solo que comenzara, de forma también muy temprana,
una importante labor divulgativa de sus saberes, a través de una amplia producción
bibliográfica. Sino también que, a su regreso a España y en el contexto de las reformas
implantadas por el marqués de la Ensenada, se le extrajese nuevamente del camino
tradicional, convirtiéndole en un militar-funcionario al servicio del Estado.
A partir de este momento se iniciaría un nuevo peregrinaje científico por Europa
en el que, en esta ocasión, adquiriría una gran cantidad de conocimientos técnicos que
irían a colación del proceso de renovación naval que pretendía llevarse a cabo. Y, en
suma, le permitiría adquirir una importante red de relaciones que condicionaría sus
acciones a partir de su regreso, en el que le sorprendería la caída del secretario de Marina
e Indias. Un proceso que compartió con Jorge Juan quien, a pesar de compartir
prácticamente su mismo destino, obtuvo por su antigüedad mejores empleos,
especialmente en la Academia de Guardiamarinas, generando que su imagen
ensombreciera a la de Antonio de Ulloa, relegándole al simple puesto de su compañero
de aventuras. Pero, si de lo que se trata es de una cuestión de imagen, el propio Ulloa se
encargó de que, sobre la suya no pesara mancha alguna, adscribiéndose y prestando
fidelidad a los distintos secretarios que sucedieron al que había sido su mentor. Con lo
que fue convocado para ejercer labores gubernativas en los territorios americanos, siendo
en este punto donde su carrera se normalice, al convertirse más en funcionario que en
marino, llevándole no solo a que sus últimos ascensos se produjesen casi de forma
simultánea a los de sus compañeros de promoción, sino a adoptar un estilo de vida propio
de los marinos del XVIII.
10
Un estilo de vida que permitía observar que la de ser marino, había sido su gran
vocación, que se había visto truncada por el curso de los acontecimientos y que, cuyo
desarrollo, mancharía esa imagen inmaculada que Ulloa intentó conservar a lo largo de
su vida. Pues efectivamente, se trataba de un oficial que una nula experiencia naval, que
había destacado más por méritos científicos que por grandes campañas navales y
comenzaría a enfrentarse a verdaderos problemas al desvanecerse progresivamente su
sistema de relaciones. Así, sus campañas navales estuvieron rodeadas de controversia y
excepcionalidad, al igual que la mayor parte de su vida. Y supusieron, especialmente la
última, sus fracasos más grandes, desacreditando su figura hasta el punto de hacer caer
en el olvido a un marino – científico que se destacó tanto por sus variadas aptitudes como
por su enorme vocación de servicio. Aceleración y lentitud, gloria y olvido, interés y
desconocimiento, son los principales atributos del desarrollo vital de Ulloa. Una vida
controvertida y conocida solo a retazos que bien merece ser conocida y despertar el interés
de futuros investigadores que puedan colaborar a conformar un análisis profundo y global
de su persona y su trayectoria.
Objetivos
Teniendo en cuenta todo lo dicho y que se trata de un estudio global acerca de la
vida de este oficial de la Armada, nos planteamos los siguientes objetivos:
- Analizar cómo el contexto en el que se desenvolvió modifica su vida. De esta
manera, pretendemos insertarlo dentro del proceso de cambios que trajo el
desarrollo científico a España y el proceso de reformas navales que se
implantaron con los distintos gobiernos borbónicos con el fin de exponer
como, los acontecimientos, alteraron una trayectoria que debería haber sido
clara.
- Conocer los años previos a la geodésica y analizar como estos condicionaron
tanto su acceso a la armada y a la geodésica, como su inagotable inquietud
intelectual.
- Estudiar como sus estancias en América son fundamentales para su desarrollo
personal y profesional. Permitiéndole no solo adquirir conocimientos y poner
en práctica los ya adquiridos, sino también ser consciente de una realidad que,
para la mayor parte de los españoles era totalmente desconocida. Desde este
11
punto de vista, pretendemos analizar un aspecto que, a penas se ha
desarrollado dentro de sus estudios sobre aquellos territorios, la imagen de sus
habitantes. Analizando las descripciones y opiniones que ofrece sobre ellos.
- Desarrollar su papel dentro de la administración española, exponiendo su
inserción en un proceso que caracterizó a dicha administración a lo largo del
siglo XVIII, la militarización del funcionariado. En el que el Estado se
beneficiaba de la óptima formación con la que contaban los oficiales, navales
especialmente, para poner en marcha el sistema reformista que se pretendía
llevar a cabo en la armada, con la intención de convertir a España en primera
potencia naval.
- Mostrar como, a pesar de lo peculiar de su trayectoria, su vida, personal
especialmente, se ajustó a la propia de un marino del XVIII. Tanto en la
elección de su esposa y la formación de una numerosa familia, como en la
dedicación y planificación con la que cuidó de la educación y posición de sus
hijos. A los que encaminó hacia una vida acomodada y propia de su condición,
proporcionándoles formación, vienes, uniones matrimoniales beneficiosas,
entrada en órdenes militares y puestos dentro de la administración, la Armada
y la Corte.
- Aportar una imagen, lo más real posible, de la figura de Antonio de Ulloa,
dado que, al tratarse de un personaje bastante desconocido o del que se tiene
un conocimiento parcial. Es común la tendencia a la teorización sobre su vida,
su trayectoria y sus logros. Exponiéndose una imagen superficial, en la que
solo se le muestra como un hombre ilustre sobre el que no pesó mácula alguna.
Y que se contradice, completamente, con la falta de conocimiento sobre su
persona.
- Analizar sus problemas como marino, pues a pesar de haber iniciado su carrera
de manera práctica y haber sido instruido por grandes personalidades de la
Armada española y extranjera, no contó con éxitos en este campo. Esto se
debía a su falta de experiencia marinera, que ocultó por su ferviente deseo de
desarrollarse en la profesión en la que se había formado.
- Exponer si Antonio de Ulloa es o no un ejemplo arquetípico de hombre del
XVIII, un hombre ilustrado.
12
Estado de la cuestión
A pesar de tratarse de una figura con un reconocimiento escaso, especialmente en
el contexto de la Armada, en el que han destacado otros oficiales por el hecho de contar
con grandes hazañas bélicas o con trabajos que, si bien no se dieron en altar mar,
estuvieron íntimamente ligados a las mejoras en la formación de los marinos y las técnicas
constructivas y de navegación, como es el caso de Jorge Juan. Sí que ha despertado, en
ciertos momentos y aspectos, el interés de historiadores, navales o no y de marinos
aficionados o que compaginan las dos facetas. Desde este punto de vista, podemos decir
que se trata de un personaje, a este nivel, controvertido pues en el siglo XIX se incluye
en compilaciones de vidas de grandes personajes de la Armada2, además de contar con
alguna que otra aproximación biográfica, al más puro estilo positivista3. Amén por
supuesto de producciones posteriores, que básicamente incurren en las mismas
características a pesar de fecharse en tiempos más actuales4. A pesar de todo esto, habrá
que esperar hasta finales del siglo XX para que un historiador se centre no solo en estudiar
y desarrollar su vida, sino en analizarla desde diversos puntos de vitas. Este es el caso de
la obra de Francisco de Solano5, el autor de la biografía que ha sido referencia no solo
para este trabajo, sino para todos aquellos que, en algún momento, han tenido la intención
de aproximarse a la trayectoria vital de este marino.
Las características de la misma se pueden considerar, cuando menos, singulares
teniendo en cuenta no solo la amplitud de detalles con las que relata la historia de este
oficial de la armada. Sino por el hecho de tratarse una obra publicada a título póstumo,
cuyo autor no podría realizar las últimas revisiones, teniendo estas que correr a cargo de
otros compañeros y discípulos del historiador. Nos encontramos pues con una obra final,
2PAVIA, F. DE, Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en
la misma corporación desde 1700 a 1868, imprenta de J. López, Madrid, 1873, tomo III, pp. 639-653;
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M, Biblioteca marítima española, imprenta de la viuda de Calera, Madrid,
1851, pp. 189-201 3 HOYOS, F, Biografía del teniente general de la Armada D. Antonio de Ulloa, Madrid, 1848; SEMPERE Y
GUARINO, J, Ensayo de una Biblioteca española de los mejores escritores del reynado de Carlos III, Gredos
Madrid, 1789, Tomo V-VI. 4 PAREDES SALIDO, F, Antonio de Ulloa, un marino ilustrado, Fundación Jorge Juan, Novelda, 2004;
MÉNDEZ BEJARANO, M, Diccionario de escritores, maestros y oradores naturales de Sevilla y su actual
provincia, Sevilla, 1925, tomo III, pp. 34-41; WHITAKER, A. P, “Antonio de Ulloa”, Hispanic American
Historical Review, vol. 15, nº 2, Durham, 1935 (este último caso, contiene algo más de análisis por parte
de su autor claramente influido por el pensamiento anglosajón). 5 SOLANO, F. DE, La pasión de Reformar. Antonio de Ulloa marino y científico 1716-1795, EEHA, UCA,
Cádiz, 1999.
13
de esas que se llevan a cabo después de largos años de una investigación que, en sus
inicios, no pretendía, en absoluto, convertirse en lo que se transformó finalmente. De esta
manera nos encontramos con un historiador que, especializado en la historia de México,
decide realizar estudios sobre la ultima flota de la Carrera de Indias, que publicará en una
monografía en 19796. Entendemos pues que, a partir de este momento, dedicará los
siguientes 20 años a estudiar todo lo relativo al que fuera comandante de dicha flota,
dando lugar, al concluir dicho tiempo y la consiguiente investigación, a la biografía a la
que aquí hacemos referencia. Amén de ciertos artículos en revistas especializadas y ciclos
de conferencias7 con los que, si bien terminaría reiterándose en cuanto a los datos
aportados sobre el marino, se completa la visión más amplia que tenemos de su persona
hasta el día de hoy.
Al respecto de la trayectoria vital del marino, cabe desatacar, así mismo, los
trabajos colectivos que componen ciertas publicaciones realizadas, generalmente, a tenor
de los centenarios de la muerte del que fuera teniente general de la Armada. En concreto,
son dos los trabajos que, desde el Instituto de Historia y Cultura Naval8, se realizaron
motivados por dichas efemérides y en los que se aporta o, más bien, se intenta aportar,
una imagen lo más amplia posible acerca de la figura de Antonio de Ulloa y las diversas
facetas que desarrolló a lo largo de su vida. Pero, sin duda alguna, la mas completa de
todas es la dirigida por Losada y Varela9, que, en el II centenario de la muerte del marino,
publican una obra respaldada por la Escuela de estudios Hispano Americanos, el CSIC y
el Archivo general de Indias. En la que, historiadores en su mayoría, constituyen, con sus
aportaciones, lo más parecido a una biografía que se pueda realizar.
6 SOLANO, F DE, Antonio de Ulloa y la Nueva España. Con dos apéndices Descripción geográfico- física
de una parte de la Nueva España de Antonio de Ulloa y su correspondencia privada con el virrey don
Antonio María de Bucareli, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1979. 7 SOLANO, F DE, “Un viaje inédito de Antonio de Ulloa a México al Mando de la Flota de Nueva España
(1776-1778)”, Revista de Historia Naval, Instituto de Historia y Cultura Naval, Año VI, nº 24, Madrid,
1989, pp. 7-28; SOLANO, F DE, “Valor y significado de la "Descripción de la nueva España, 1778": obra
inédita de Antonio de Ulloa”, GARMA PONS, S (coord.), El científico español ante su historia: la ciencia en
España entre 1750-1850 : I Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias, 1980, pp. 223-
228; SOLANO, F DE, “Antonio de Ulloa marino”, LOSADA, M Y VARELA, C, Actas del II centenario de Antonio
de Ulloa, Escuela de Estudios Hispano Americanos, CSIC, Archivo general de Indias, Sevilla, 1995, pp.
219- 241. 8 XII Jornadas de Historia marítima. Antonio de Ulloa marino y científico, ciclo de conferencias, cuadernos
monográficos del Instituto de Historia y Cultura naval, Madrid, 1996; LIII Jornadas de Historia Marítima:
D. Antonio de Ulloa. Ciclo de Conferencias- octubre 2016. Cuaderno monográfico nº74. Instituto de
Historia y Cultura Naval, Madrid, 2016. 9 LOSADA, M Y VARELA, C, Actas del II centenario de Antonio de Ulloa, Escuela de Estudios Hispano
Americanos, CSIC, Archivo general de Indias, Sevilla, 1995.
14
La problemática más patente entorno a la figura de Ulloa, es que al combinarse
los trabajos colectivos que buscan ofrecer una imagen generalizada, con otros
monográficos o simples artículos que se centran en facetas concretas de su vida, las
informaciones y los autores comienzan a repetirse. De esta manera, una de las facetas más
estudiadas del marino es la de científico, tomándose como fundamentales los trabajos y
resultados que obtuvo durante la expedición geodésica. A este respecto, debemos destacar
la obra de Julio Guillén Tato10, que se encuentra a caballo entre lo biográfico y lo
monográfico pues combina la sucesión de episodios que se dieron antes y después de la
misma, en períodos relativamente cortos, con una gran profusión de datos acerca de lo
que supuso la participación del, entonces teniente de navío, en la geodésica y de los
consiguientes resultados que publicó. Por otra parte, es fundamental la obra de Lafuente
y Mazuecos11 que, con un sugerente título, analiza todo lo relacionado con la expedición
haciendo particular énfasis en su importancia en el desarrollo científico de las naciones
implicadas. Así, como especialistas en historia de la ciencia aportan datos que, incluso,
pueden escaparse al entendimiento de aquellos que no encuentren en las fórmulas y los
números la base de sus investigaciones. A pesar de esto, podemos considerarla, en cuanto
a datos históricos, a nivel de la de Guillén Tato, pero el hecho de contar con dicha
información científica hace que esta sea bastante más completa en cuanto a contenido
general12.
Al hilo de la expedición geodésica, al margen de los trabajos de Solano13, Guillén
Tato y Lafuente y Mazuecos que, como ya hemos dichos abarcan todos los aspectos
relativos a dicha expedición. Encontramos obras o artículos que se centran en aspectos
10 GUILLEN TATO, J. F, Los tenientes de navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa de la Torre- Guiral
y la medición del meridiano, Caja de Ahorros de Novelda, Madrid, 1936. 11 LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, Los caballeros del punto fijo. Ciencia política y aventura en la expedición
geodésica hispano francesa al Virreinato del Perú en el s.XVIII, Serbal/CSIC, Madrid, 1987. 12 Deben destacarse también los trabajos de Francisco González de Posada, que estudió la expedición en su
tesis doctoral y que ha centrado su atención además en la relación entre Antonio de Ulloa y Jorge Juan.
GONZÁLEZ DE POSADA, F, La expedición geodésica al virreinato del Perú: Jorge Juan y Antonio de Ulloa.
Mediciones y cálculo de un arco de meridiano asociado a un grado en el Ecuador, A. TORRES MIÑO
(director), Universidad da Coruña- Ministerio de Defensa, 2005; GONZÁLEZ DE POSADA, F, “Antonio de
Ulloa y Jorge Juan. Disparidad de vidas y desencuentros” LIII Jornadas de Historia Marítima: D. Antonio
de Ulloa. Ciclo de Conferencias- octubre 2016. Cuaderno monográfico nº74. Instituto de Historia y Cultura
Naval, Madrid, 2016, pp. 67- 93. 13 Es muy necesario tener en cuenta que, por su naturaleza y contenido, la obra de Solano contendrá todos
los temas que tiene que ver con Ulloa, independientemente de lo que aporte al respecto de cada uno de
ellos. De esta manera, no vamos a volver a mencionarla, dado que se sobre entiende que de ella podemos
extraer prácticamente cualquier información relativa a la vida de Antonio de Ulloa.
15
muy concretos de la misma, especialmente en sus resultados, en nuestro caso, los que se
aportaron desde España, partiendo de la labor de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. A este
respecto, el primer tema a destacar son los resultados en sí, que se cristalizaron en una
serie de obras, firmadas por ambos marinos, pero cuya autoría, realmente, se dividía en
función de sus especialidades. Así, la que partió de la pluma de Ulloa fue Relación
Histórica del Viaje a la América Meridional14 y se ha utilizado como base para el estudio
de parte de su contenido. Sobre ella también se han realizado estudios, llegándose incluso
a reproducir en ellos su contenido, este es el caso de la edición facsímil, con estudio
preliminar de Merino Navarro y Rodríguez de San Vicente15, en el que se expone un
magnífico análisis tanto de su contenido como de la publicación de la misma, así como
del desarrollo de los trabajos y los preparativos previos de la expedición, incluyendo la
elección de los dos marinos españoles. Lo mismo ocurre con una obra controvertida,
derivaba de la primera y publicada con un título distinto al que fue escrita y que vio la luz
en 182616. Así, aunque no hemos incluido en nuestro estudio de manera directa, por lo
complejo de parte de su contenido y las disputas inherentes a su autoría, sí que ha sido
consultada y tomada en cuenta para desarrollar lo relativo a dicha expedición y, de alguna
u otra manera forma parte de sus resultados. Además, sobre ella se ha realizado un estudio
muy similar al de Merino Navarro y rodríguez de San Vicente que aporta, como este, una
muy completa visión del desarrollo de la expedición, sus prolegómenos y los resultados
de la misma17. Como hemos dicho, en estas obras se hace referencia también a la
publicación de dichas obras y, en este sentido, debemos hacer referencia también al
estudio realizado por Ramón Serrera y Mª Salud Elvás, en relación a los grabados que
contiene dicha obra18.
14 JUAN, J Y ULLOA, A, Relación Histórica del viage a la América meridional hecho de orden de S. Mag.
Para medir algunos grados de meridiano terrestre, y venir por ellos en conocimiento de la verdadera figura
y magnitud de la tierra, con otras varias observaciones astronómicas y phisicas. Imprenta Antonio Marín,
Madrid, 1748; Juan, j y Ulloa, a, Observaciones astronómicas y phisicas hechas de orden de S. Mag en los
reinos del Perú de las quales se deduce la figura y, magnitud de la tierra y se aplica a la navegación.
Impresor Juan de Zúñiga, Madrid, 1748. 15 JUAN, J Y ULLOA, A, Relación histórica del viaje a la América meridional, tomo I. Introducción y edición
de MERINO NAVARRO, J. P Y RODRIGUEZ SAN VICENTE, M. M, Fundación Universitaria Española, Madrid,
1978. 16 BARRY, D, Las Noticias Secretas de América, Imprenta de R. Taylor, Londres, 1826. 17 RAMOS GÓMEZ, L. J, Época, génesis y textos de las “Noticias Secretas de América”, de Jorge Juan y
Antonio de Ulloa, Instituto “Gonzalo Fernández de Oviedo”, Madrid, 1985. 18 SERRERA, R. M Y ELVÁS HINIESTA, M. S, “Graba dos y grabadores de la Relación Histórica del viaje a
la América Meridional [1748] de Jorge Juan y Antonio de Ulloa”, pp. 77-87.
16
A colación de los datos que se aportan en la obra de referencia, debemos tener en
cuenta que la Relación Histórica es una descripción de los territorios en los que los dos
marinos se asentaron durante los 9 años de trabajos geodésicos. Por este motivo, se han
realizado también trabajos relativos a temas concretos, los que Antonio de Ulloa
desarrolla en sus descripciones. De esta forma, se han analizado especialmente aquellos
por los que el marino destacó posteriormente y que tiene relación con las actividades que
llevaría acabo años después, la historia natural y la minería, en concreto al descubrimiento
y estudio del platino19. No podemos decir lo mismo del tema que hemos escogido para
desarrollar al respecto de dicha publicación, la imagen de los habitantes de América que,
aunque referenciada, no ha sido especialmente analizada historiográficamente. A este
respecto solo podemos destacar un artículo de Antonio Gutiérrez Escudero que al utilizar
como base las Noticias Americanas y al no haberse analizado el contenido de dicha obra,
por las razones ya expuestas, no ha podido utilizarse como referencia, pero que sí ha sido
consultada20.
Al tratarse del estudio de la trayectoria vital de este teniente general de la Armada,
no pueden obviarse el resto de aspectos de carrera. Por lo que, aunque su participación en
la expedición geodésica sea una de las atapas más conocidas de su carrera y, por ende, de
19 Sobre la historia natural: PUIG SAMPER, M.A, “La historia natural en la expedición geodésica al Perú: las
aportaciones de Jorge Juan y Antonio de Ulloa”, Tebeto: Anuario del Archivo Histórico de
Fuerteventura, Nº. 5, 1, 1992 pp. 79-102; PUIG SAMPER, M.A, “Antonio de Ulloa, naturalista”, Op. Cit.
LOSADA, M Y VARELA, C, Actas del II Centenario de Antonio de Ulloa, pp. 97-125; SAUNIER,A Y GARCÍA
GIMÉNEZ, R, “Recursos naturales observados y/o descritos en la expedición a Perú (1735-1744) aportados
por los españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa de la Torre-Guiral”, Tecnología y desarrollo, nº. 5, 2007,
pp. 1-18. Referente a la minería y el platino: Op. Cit. PUIG-SAMPER, M. A, pp. 97-124; PUIG-SAMPER, M. A,
“Las expediciones científicas a la américa hispana en la primera mitad del siglo XVIII”, en ARBEROLA
ROMÁN, A, MAS GALVAÑ, C Y DIE MACUET, R, Jorge Juan en la España de la Ilustración, 2015, pp. 46-62;
paredes salido, f, Antonio de Ulloa, oficial de la marina, descubridor del platino y protagonista significado
de la ciencia española del siglo XVIII, tesis doctoral, Universidad de Cádiz, 1995; GALAN SAUNIER, A, La
historia natural en la obra de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. La platina y sus estudios españoles anteriores
a la primera publicación química en España, tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 1993.
Además de otros trabajos como: PEROZO RONDON, E, CALVINO CASILDA, V, FERRERA, S, BLASCO JIMENEZ,
D, COSTARROSA, L, ÁVILA, M. J, LÓPEZ PEINADO, A. J, MARTÍN ARANDA, R. M, “El platino, metal descubierto
por el español Antonio de Ulloa”, 100cia, UNED, nº 9, 2006, pp. 146-151; moreno, r, “Antonio de Ulloa,
descubridor del platino”, en LOSADA, M Y VARELA, C. Op. Cit. Actas del II centenario de Antonio de Ulloa,
pp. 79-96; VALVEY, L. F, “La reforma de la metalurgia española en el siglo XVIII tras le viaje de don Jorge
Juan y don Antonio de Ulloa a la América Meridional”, 2º Congreso de Historia Militar, Temas de historia
militar, vol. 3, Zaragoza, 1988, pp. 72-84; cid rodríguez, r, “Antonio de Ulloa: un científico ilustrado en el
tercer centenario de su nacimiento”, Andalucía en la historia, nº 53, 2016, pp. 44-47. 20 GUTIÉRREZ ESCUDERO, A, “Antonio de Ulloa: un científico ilustrado y su crítica opinión sobre el indígena
americano”, Araucaria, Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, Año 2, Nº 3, primer
semestre de 2000, pp. 178-188.
17
su vida, no podemos dejar al margen las demás que también han sido estudiadas
previamente al desarrollo de nuestro trabajo. En este sentido, y por orden cronológico,
debemos hacer referencia a su participación en la política del marqués de la Ensenada,
como funcionario al servicio del Estado. Así, en primer lugar, destacaremos el proceso
conocido como espionaje industrial, en el tanto Ulloa como Jorge Juan participaron
activamente, a pesar de que la figura de este último ha destacado por encima de la de
nuestro personaje objeto de estudio, algo que ha ocurrido siempre que ambos han
participado en la misma actividad. A pesar de este detalle, su actividad en este sentido ha
sido estudiada tanto en lo referido al proceso en sí, como en las labores que derivaron del
mismo21. No se trata de estudios de gran calado, de hecho, en ocasiones se trata de
referencias en trabajos de temáticas más generales. Pero la realidad es que tampoco
pueden realizarse análisis en mayor profundidad debido a que la diversidad de sus
actividades en un periodo de tiempo relativamente corto, generó que no se centrara
plenamente en ninguna de ellas.
Dentro del mismo contexto, pero con un nivel de estudio y análisis bastante
superior, se encuentra su etapa como gobernador de dos territorios americanos,
Huancavelica y Luisiana. Se trata pues de empleos que tiene que ver con lo mismo que
los anteriores, es decir, el proceso de militarización del funcionariado. Pero, en este caso,
Antonio de Ulloa se asentará por períodos de tiempo continuados en un mismo lugar y
dedicándose, en términos generales, a una sola actividad, la de regir la política
administrativa de un territorio español en América. A este respecto, podemos advertir una
desigualdad historiográfica pues, mientras que su período en Huancavelica se encuentra
bastante estudiado, no puede decirse lo mismo de su gobernación en Luisiana. A tenor de
lo primero los trabajos de Miguel de Molina22 pueden considerarse como la base
fundamental para cualquier estudio, debido a que incluso ha dedicado una monografía al
período de Antonio de Ulloa como superintendente de minas y gobernador de la villa de
Huancavelica. De hecho, fue de suma importancia para la biografía de Solano ya que este,
pudo acceder a dicho trabajo cuando aún se encontraba en galeradas, completando
21 HELGUERA QUIJADA, J, “Antonio de Ulloa en la época del marqués de la Ensenada: del espionaje industrial
al canal de Castilla (1749-1754)”, Op. Cit. Actas del II Centenario de Antonio de Ulloa, pp. 197-199; Op.
Cit. PUIG-SAMPER, M.A, p. 116; CALATAYUD ARENALES, M. A, “Antecedentes y creación del Real Gabinete
de Historia Natural de Madrid”, Arbor, nº 482, T. CXXIII, Madrid, febrero 1986, pp. 9-33; PEÑA CAMÚS,
S, “Antonio de Ulloa y la ciencia española”, en Op. Cit. LIII Jornadas de Historia Marítima: D. Antonio
de Ulloa, pp. 19-33. 22 MOLINA MARTÍNEZ, M, Antonio de Ulloa en Huancavelica, Universidad de Granada, Granada, 1995.
18
sobremanera la información que aporta sobre este tema. Por supuesto, existen otros
estudios, como en el caso anterior, referencias en trabajos de temática más amplia que,
aunque no son tan completos como el de Molina, merecen ser reseñados por aportar datos
que nos han servido para complementar los que expone dicho autor23.
No podemos decir lo mismo de su período como gobernador de Luisiana, de
hecho, no existe ninguna monografía al respecto como en el caso anterior. Solo contamos
con ciertas referencias o artículos relacionados con el tema donde no se realizan grandes
aportaciones, sin ofrecer datos novedosos24. Quizás esta escasez bibliográfica se debe a
la escasa labor que Ulloa pudo realizar en aquellos territorios y al poco tiempo que
permaneció en ellos debido al levantamiento de 1768. Finalmente, como colofón de esta
etapa, encontraremos una nueva obra del marino, Noticias Americanas25, en la que vuelva
describir los territorios americanos en los que se asentó durante sus años como
gobernador. Y que ofrece, así mismo, una imagen un tanto diferente de los mismos,
especialmente de sus habitantes, con los que convive directamente siendo, tanto los
indígenas como las autoridades coloniales su mayor fuente de problemas. Sobre la misma
también se han realizado trabajos, incluso una edición facsímil que destacamos
especialmente, no solo por la información que aporta, sino también por el hecho de
contener un estudio preliminar de Miguel de Molina26.
En otro orden de cosas, nos detendremos en una faceta de Antonio de Ulloa cuyo
papel en la historiografía dificulta su estudio, es el caso de su trayectoria como marino.
23 MOLINA MARTÍNEZ, M, “El gobierno de Antonio de Ulloa en Huancavelica y Luisiana”, Op. Cit. LOSADA,
M Y VARELA C, Actas del II Centenario de Antonio de Ulloa, pp. 169-184; RODRÍGUEZ CASADO, V,
“Huancavelica en el siglo XVIII”, Revista de Indias, Vol. 2, nº 5, Madrid, 1941; FISHER, J, Minas y mineros
en el Perú colonial 1776-1824, Instituto de Estudios peruanos, Lima, 1977; LOHMANN VILLENA, G, Las
minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII, Sevilla, 1949; FUENTES BAJO, M. D, “El azogue en las
postrimerías del Perú colonial”, Revista de Indias, vol. XLVI, nº 177, enero-junio, 1986 , Madrid, pp. 75-
105; Op. Cit. rodríguez casado, v, pp. 681-688; POVEA MORENO, I. M, Retrato de una decadencia. Régimen
laboral y sistema de explotación en Huancavelica (1784-1814), tesis doctoral, Universidad de Granada,
2011; NAVARRO ABRINES, M. C, “La mina de mercurio de Huancavelica (Perú): entre los intentos de reforma
de Antonio de Ulloa y el continuismo de Carlos de Beranguer”, Scripta Nova, Revista electrónica de
Geografía y Ciencias Sociales, nº 4, Universidad de Barcelona, 1997. 24 HOFMAN P. E, Luisiana, Fundación Mapfre, Madrid, 1992; Op. Cit. MOLINA MARTÍNEZ, M, pp. 169-184;
RODRÍGUEZ CASADO, V, Primeros años de dominación española en la Luisiana, CSIC, Madrid, 1942;
RODRÍGUEZ CASADO, V, “Don Antonio de Ulloa en la gobernación de Luisiana”, Revista General de Marina,
nº 125, Madrid, 1943, pp. 681-688. 25 DE ULLOA, A, Noticias Americanas. Entretenimientos Phísico-históricos sobre la América Meridional y
la Septentrional Oriental, Imprenta de D. Francisco Manuel de Mena, 1772. 26 DE ULLOA, A, Noticias Americanas. Entretenimientos Phísico-históricos sobre la América Meridional y
la Septentrional Oriental. Edición y estudio preliminar de molina, m, Universidad de Granada, Granada,
1992.
19
En este sentido, nos encontramos con dos destinos, la comandancia de la última flota de
la Carrera de Indias y la campaña de corso en la costa de las azores, cuya flota también
comandaría. En este sentido, nos encontramos con dos problemas, en primer lugar, la
existencia de dos trabajos que aportan prácticamente todos los datos relativos a la labor
de Ulloa en estos dos destinos. Así, volvemos a hacer referencia aquella obra que
consideramos el pistoletazo de salida para a biografía realizada por Francisco de Solano27
en la que el autor no se conforma con ofrecer los resultados relativos a su investigación
sobre el tema, es decir, todo lo referente al estudio de la flota, los preparativos, el
desarrollo de los trabajos y todas las actividades que realizó en Nueva España. Sino que,
además transcribe y publica su correspondencia con el virrey Bucareli, una de las mayores
fuentes tanto de su período como comandante como de su vida privada. Siendo pues una
fuente fundamental para el estudio de Antonio de Ulloa que, por supuesto, Solano emplea
y analiza.
Y a esto, le suma la trascripción de la Descripción geográfico-física de una parte
de la Nueva España, una obra que, por diferentes circunstancias había permanecido
inédita y que el historiador se dedica a transcribir y sacar a la luz. Una aportación que ha
sido empleada como base, por nuestra parte, para una nueva visión de los habitantes de
América. Todo esto se completa, aún cayendo en ciertas repeticiones con trabajos,
artículos especialmente, del propio Solano y de otros autores donde, aunque se realizan
nuevos análisis no llegan al nivel de la obra principal28. Con respecto a la campaña de las
Azores, encontramos la misma situación, pero con menos artículos para complementar la
obra principal. Esta es la realizada por Pablo Emilio Pérez-Mallaína29 quien, al igual que
Solano, se preocupa no solo de analizar los hechos sino también de transcribir y editar
documentos relativos a la misma, especialmente los relacionados con proceso contra
Antonio de Ulloa por sus supuestos malos manejos. Bien es cierto que, algunos de los
27 Op. Cit. SOLANO, F DE, 1979. 28 Op. Cit. SOLANO, F DE,1989, pp. 7-28; Op. Cit. SOLANO, F DE, 1980, pp. 223-228; Op. Cit. SOLANO, F DE,
Op. Cit. LOSADA, M Y VARELA C, Actas del II Centenario de Antonio de Ulloa, pp. 219- 241; JUAN Y
FERRAGUT, M “Antonio de Ulloa: su trayectoria como marino”, en Op. Cit. LIII Jornadas de Historia
Marítima: D. Antonio de Ulloa, pp. 33-45; LÓPEZ MORATALLA, T “Antonio de Ulloa. El eclipse total de sol
del 24 de junio de 1778”, en Op. Cit. LIII Jornadas de Historia Marítima: D. Antonio de Ulloa, pp. 67-93;
ORTE LLEDÓ, A, El jefe de escuadra Antonio de Ulloa y la Flota de Nueva España 1776-1778, Fundación
Alvargonzález, Gijón, 2006. 29 PÉREZ-MALLAÍNA, P. E, La campaña de las Terceras, Secretariado de publicaciones de la Universidad de
Sevilla, Sevilla, 1995.
20
trabajos ya señalados aportan datos sobre la misma, pero en este caso, apenas se trata de
simples referencias.
Por último, cabe destacar las información relativa a la faceta más desconocida de
este oficial de la Armada, su vida personal. Así los trabajos se centran en tres temas
fundamentales: su ascendencia y primera formación30, su matrimonio31 y sus
disposiciones testamentarias32, de las que se extrae parte de su vida familiar. Y todos ellos
presentan características similares siendo referencias en obras, incluso de temática
distinta a la vida de Ulloa o bien, trabajos cortos y con escuetos datos que intentan
acercarnos a esa esfera de lo privado que no se recoge a penas en ningún documento. De
esta manera, amén de los trabajos relativos al contexto histórico, que al tratarse de una
vida tan larga y a la vez convulsa, es muy variado. Unido, por supuesto a toda la
producción bibliográfica referente a la creación de la Real Armada, la Academia de
Guardiamarinas y el Departamento Marítimo de Cádiz. Que han sido, todos bastante
estudiados obligándonos a seleccionar aquella que nos resultaba de mayor utilidad.
Podemos concluir que, se trata de un personaje que, desde el punto de vista historiográfico
se encuentra bastante trabajado, con los desniveles que hemos presentado. Con lo que
nuestro estudio se ha centrado en buscar, todos aquellos datos que pudieran rellenar las
lagunas existentes en los estudios que nos preceden.
30 AGUILAR PIÑAL, F, “Antonio de Ulloa y Sevilla”, en losada, m y varela, c, Actas del II centenario de
Antonio de Ulloa, Escuela de Estudios Hispano Americanos, CSIC, Archivo general de Indias, Sevilla,
1995, pp. 45-57; BEERMAN, E, “Ascendencia de Antonio de Ulloa y su esposa Francisca Ramírez de
Laredo”, Archivo Hispalense, LXV (1982), pp. 35-49 31 ORTEGA DEL CERRO, p, Siluetas de cambio: experiencias de transformación social de la élite naval (siglos
XVIII- XIX), Tesis doctoral, 2017, pp. 326-327; Op. Cit. BEERMAN, E, pp. 38-41. 32 GONZÁLEZ BELTRÁN, J. M, “Ordenando el rumbo de la familia. La disposición testamentaria de D. Antonio
de Ulloa y el destino de los hijos: entre la tradición y la innovación a finales del siglo XVIII”, Tiempos
modernos, nº 38, enero, 2019, pp. 405-432; RAVINA MARTÍN, M, “Los testamento del Almirante Antonio de
Ulloa” en Antonio de Ulloa. Biblioteca de un Ilustrado, secretaría de publicaciones de la Universidad
de Sevilla, Sevilla, 2015, p.87-94; RAVINA MARTÍN, M, 23 Testamentos del Cádiz de la Ilustración,
Consejería de Cultura-Junta de Andalucía, Cádiz, 2013, pp. 92-184; TORREJÓN CHÁVEZ, J, “Los negocios
privados de Antonio de Ulloa y de la Torre” en XII Jornadas de Historia marítima. Antonio de Ulloa marino
y científico, ciclo de conferencias, cuadernos monográficos del Instituto de Historia y Cultura naval,
Madrid, 1996, pp. 65-89; QUINTERO GONZÁLEZ, J, “Antonio de Ulloa: un ilustrado en la villa de la Real Isla
de León” en Op. Cit. LIII Jornadas de Historia Marítima: D. Antonio de Ulloa, pp. 45-66.
21
Metodología y fuentes
Dado el creciente interés que ha suscitado el género biográfico en la historiografía
actual33, recuperando una tradición que, en España, no había tenido un peso tan relevante
como en el caso de los países anglosajones, que se destacaron por emplear el estudio de
personajes relevantes y la divulgación de sus logros para fortalecer su importancia en el
escenario internacional. Esto unido a que, se trata de la figura de un oficial de la Armada
y que ha sido precisamente dentro de esta institución donde se prodigó en mayor medida
el género biográfico en nuestro país, amén de ciertas personalidades generalmente
relacionadas con el gobierno. Y que, en el escenario historiográfico actual se toma el
estudio del desarrollo vital de los individuos o miembros de una misma familia, como vía
para entender el contexto en el que se desarrollan demostrando que la biografía es un
método más de la historia y no una mera herramienta para elaborar el estudio de la misma.
Hemos optado por adscribirnos a este método para llevar a cabo un estudio que quizás,
podría pecar de ser algo ambicioso al abarcar o, al menos intentar hacerlo, todos los
aspectos relativos a una vida que se prolongó durante casi un siglo. Pues, efectivamente,
unido a que Antonio de Ulloa se destacó por dedicarse y emplearse en multitud de temas
y facetas, fruto de su curiosidad intelectual, profesión y vocación de servicio. También es
muy destacable el hecho de que se trató de un hombre bastante longevo, mucho más de
lo que se acostumbraba en la época teniendo en cuenta incluso que, era un hombre de mar
y había pasado buena parte de su vida en América, con los riesgos que esto traía consigo.
Desde el punto de vista de lo que, en la actualidad, se estila en los estudios
biográficos, nuestro personaje objeto de estudio se puede considerar como singular o
difícil de encajar en el esquema de trabajo que suele aplicarse. Así, lo habitual en estos
casos es tomar a una persona o grupo de personas que no tengan una excesiva
trascendencia o importancia a nivel público. Algo que tiene que ver con el hecho de
utilizar el estudio biográfico como base para el análisis de un grupo social y por ende de
33 Sobre el particular: GARCÍA NÚÑEZ, V, “La biografía como género historiográfico desde la historia
contemporánea española”, EREBEA. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, nº3 (2013), pp. 203-
226; MALLIMACI, F Y GIMÉNEZ BÉLIVEAU, V, “Historia de vida y métodos biográficos”, en VASILACHIS DE
GIALDINO (coord.) Estrategias de investigación cualitativa, Gedisa, Barcelona, 2009, pp. 175-210; veras,
e, “Historia de vida: ¿un método para las ciencias sociales?”, Cinta moebio, 39, Universidad de Chile, 2010,
pp. 142-152; SANZ HERNÁNDEZ, A, “El método biográfico en investigación social: potencialidades y
limitaciones de las fuentes orales y los documentos personales”, Asclepio, Vol. LVII, enero, 2005, pp. 99-
115; NÚÑEZ PÉREZ, M. G, “La biografía en la actual historiografía contemporánea española”, Espacio,
Tiempo y Forma, serie 5, t.10, 1997, pp. 407-439.
22
su contexto. En este caso, estamos hablando de un oficial de la Armada, que bien podría
considerar como prototípico a la hora de abordar el estudio del grupo social al que
pertenece, pero dada su relevancia histórica y la cantidad de actividades en las que tomó
parte y que no tuvieron que ver siempre con lo naval, dificulta que le tomemos como
modelo para su grupo o que con su imagen podamos explicar su contexto. Al hilo de esto
último, debemos tener en cuenta también que no hablamos de un solo contexto, sí que se
puede considerar en torno a una realidad global que fueron los primeros tres reinados
borbónicos en España, pero no podemos ubicarlo en un solo lugar, en una sola tarea, en
una sola dirección. Esto va unido a la convulsión de su vida, con lo que no se trata de un
hombre solo dedicado a la armada, a la ciencia, a la técnica, a la administración, o a la
gobernación, sino que abarca todas estas facetas en diferentes puntos de España, Europa
y América. Esto la aporta interés al estudio, pero también una gran dificultad, la de
sintetizar todos estos aspectos e intentar crear una historia de vida siguiendo un análisis
coherente.
A tenor de las dificultades, la existencia y empleo de las fuentes tanto
bibliográficas como archivísticas no ha estado exento de problemas. Ya hemos
comentado la cantidad de estudios existentes sobre Antonio de Ulloa, en cada una de sus
facetas, contándose incluso con una biografía publicada en los años 90s y que podría
considerarse como el culmen de dichos trabajos haciendo innecesario un nuevo estudio.
Dichos estudios, especialmente los relativos a la biografía del marino, han sido el paso
previo para emprender la investigación. Pues, como en la mayoría de los casos, ningún
trabajo está exento de que sobre él se puedan aplicar nuevas visiones, mediante el estudio
y análisis de la documentación empleada por sus autores intentando que mediante nuestro
punto de vista personal se puedan mostrar los hechos desde otra perspectiva. O por medio
de la localización de las posibles lagunas existente con la intención de cubrir dichos
espacios en blanco para completar lo desarrollado en aquellos trabajos previos.
Por tanto, partiendo de esta doble premisa, procederíamos al estudios de las
fuentes bibliográficas, que fueron relativamente sencillas de localizar, de hecho, el
destino nos llevó a encontrar el trabajo al que nos fue más complicado de acceder, la obra
de Francisco de Solano que se custodia, entre otros ejemplares que han sido objeto de
nuestro interés en la Biblioteca de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias,
Artes y Letras. El resto de trabajos utilizados están repartidos entre la biblioteca de la
23
Universidad de Cádiz, del Archivo Histórico Provincial también de la capital gaditana, la
biblioteca Municipal de la misma, la de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de
Sevilla y del Museo Naval de San Fernando. Una vez localizadas y consultadas, a lo largo
de un proceso que se prolongó en el tiempo hasta tal punto de abarcar prácticamente todo
el período de investigación, haciéndose simultáneo con la consulta de las fuentes
documentales. Su contenido y los datos que aportaban los diversos autores, nos llevaron
a diferentes archivos y bibliotecas con el objetivo de localizar las fuentes primarias para
el análisis de la trayectoria vital de Antonio de Ulloa. La cantidad de estudios, la
disparidad de facetas y la longitud de su vida, generan una enorme dispersión de la
documentación. Empezando por aquella de temática naval que, aún en la actualidad, a
pesar de que debería conservarse en un solo archivo, no es así. De esta manera, como
primera medida nos empleamos en la localización de su partida de bautismo que se
conserva en el archivo parroquial de la iglesia de San Lorenzo de Sevilla. Este archivo
sería el punto de partida de una investigación que no esperábamos que se diversificara
tanto pues a partir de este momento se iniciarías un peregrinar de casi cinco años por
numerosos archivos de varios puntos de la geografía española.
Para abordar la parte inicial de su vida, amén del lugar donde recibió las aguas
bautismales, recurriríamos a los archivos sevillanos en los que, dejando al margen el
archivo General de Indias, nos hemos topado con grandes dificultades, especialmente en
nuestras primeras visitas, donde nadie supo darnos norte alguno acerca de la
documentación que se conservaba sobre los Ulloa en los mismos. Sólo después de haber
consultado una buena cantidad de bibliografía y después de ponernos en contacto varias
veces con los técnicos del mismo, pudimos dar con la documentación inherente a la
hidalguía familiar. A esto hay que sumar el archivo del Colegio de Santo Tomás de la
capital hispalense, en el que Ulloa cursó parte de sus primeros estudios. Al tratarse de un
archivo eclesiástico, a pesar de la amabilidad de sus rectores, no pudimos acceder a la
documentación, de hecho, no tuvimos la certeza de que apareciese su nombre en los
listados de alumnos debido a que el párroco encargado se encontraba enfermo y
posteriormente no pudimos volver a tener contacto con ellos.
No ocurrió lo miso, en absoluto, con los archivos militares en los que, el mayor
de los problemas fue el cuadro de clasificación que va variando según la política de cada
archivo y que no se estructura como en los nacionales o autonómicos. Una cuestión que
24
fue inmediatamente resuelta por un magnífico equipo de técnicos y auxiliares que
pusieron todo su empeño en que obtuviésemos la mayor cantidad de información posible.
Desde este punto de vista, quizás la única salvedad es que la información inherente a la
Armada se encuentra dispersa entre archivos navales y militares y archivos nacionales.
Algo, cuando menos, lógico teniendo en cuenta en primer lugar que Ulloa no se dedicó
exclusivamente a ser marino de hecho solo ejerció como tal en dos ocasiones, mientras
que en el resto de su vida se dedicó a tareas dirigidas por la secretaría de Marina e Indias
pero que tenían otra naturaleza. En este sentido la información se encuentra parcelada y
muy diseminada en diversas secciones de varios archivos. En primer lugar, acudimos a
su expediente militar que se encuentra en la sección Cuerpo General, Asuntos Particulares
del Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán, junto con la mayor parte de los
expedientes personales de sus compañeros de promoción y, por supuesto el de Jorge Juan.
Además, en la sección Generalidad, obtuvimos información acerca de los primeros años
de la armada y, especialmente de la academia de Guardiamarinas. Por otra parte, el la
sección oficiales, asuntos particulares, tuvimos acceso a los listados en los que se recogen
los diferentes nombramientos de Antonio de Ulloa, que pudimos comparar con los datos
aportados en su hoja de servicio; teniendo en cuenta que, en el período en el que se
desarrolló la vida y la carrera de dicho oficial no se publicaban Estados Generales de la
Armada, siendo el primero de los años 80 del siglo XVIII. También, el la sección
Indiferente general obtuvimos los datos acerca del traslado del Departamento Marítimo
de Cádiz a la Isla de León y ciertos documentos en los que se recogen sus trabajos como
director en funciones. Finalmente, en la sección escuadras, tuvimos acceso a los datos
aportados por el propio Ulloa sobre su comandancia de la última flota de la Carrera de
Indias.
Todos estos datos, se interrelacionan y mezclan con los adquiridos en el archivo
del Museo Naval de Madrid, donde también encontraremos expedientes militares, como
el de Jorge Juan que fue trasladado allí casi por completo, dejando el del anterior archivo
en algo testimonial. Así, en dichos fondos encontramos información prácticamente de
todos los aspectos que tuvieron que ver con las labores de Ulloa, el único problema, como
ya hemos dicho, fue su cuadro de clasificación pues, a diferencia de otros archivos
navales, este se recoge por colecciones haciendo muy complicado puntualizar la
localización exacta. De esta modo, entre las colecciones Vargas Ponce, Mazarredo y
Guillén Tato, unido a la sección expediciones y planos e imágenes obtuvimos datos acerca
25
de su presencia en la Academia de Guardiamarinas, a través de su expediente de ingreso,
así como a la expedición geodésica, el espionaje industrial y su posterior labor en las
mejoras técnicas de los arsenales españoles, incluyéndose planos. Unido a la defensa que
realiza de su honor, según él, mancillado en el proceso relativo a la Campaña de las
Terceras, los documentos relativos a sus ascensos y, por supuesto, su acta de defunción
recogida en el libro de enterramientos de la Iglesia de San Francisco de San Fernando,
debido a que todos los fondos de dicha iglesia castrense fueron trasladados, en su
momento, a dicho archivo.
También en Madrid, seguimos obteniendo información diversa inherente, por una
parte, a sus antecesores y sucesores familiares pues, en el Archivo General de Palacio se
recogen tanto el expediente de hidalguía de su padre, debido a su condición de
gentilhombre de la boca del Rey, como el de su esposa y su hija como miembros del
séquito de la Reina honores, estos últimos, que el propio Ulloa se encargó de conseguir
para asegurar su futuro una vez él muriese. También, debimos acudir al Archivo Histórico
Nacional donde en la sección Ordenes Militares, revisamos los expedientes de la orden
de Santiago tanto del propio Antonio de Ulloa, como de su hermano Martín, en el que se
incluye una buena cantidad de información relativa al marino, así como de su cuñado
Buenaventura Remírez de Laredo. Dadas las características de dichos expedientes y el
exhaustivo proceso por el que se debía pasar para tomar el hábito de la orden de Santiago,
dichos expedientes recogen una gran cantidad de información relativa a la familia Ulloa
como genealogía, partidas de bautismos, expedientes de hidalguía, actas matrimoniales e
incluso testamentos, en concreto el de Josefa de la Torre, madre de Antonio de Ulloa.
Finalmente, acudimos a la Biblioteca Nacional de la capital pues, dentro de nuestras
fuentes primarias no solo se encuentras la información archivística, sino también las obras
redactadas por el propio Ulloa, conservadas en parte en los fondos de la misma. Así tanto
en la consulta presencial como en la realizada a través de manera digital, tuvimos acceso
a ellas, así como a mapas, planos e imágenes inherentes a algunas de sus actividades.
Además, en dicha ciudad acudimos tanto al Museo Antropológico como al Museo de
América, en los que obtuvimos las imágenes de los cuadros relacionados con el mestizaje
de los habitantes del Nuevo Mundo, a los que tanto alude Ulloa en sus descripciones.
Por otra parte, la documentación obtenida fue completada con la que se conserva
en el Archivo General de Indias de Sevilla, donde se recogen los documentos relacionados
26
con los períodos americanos de Antonio de Ulloa y en el que, especialmente, recogimos
datos relacionados con la gobernación de Huancavelica y Luisiana. En este caso, el mayor
problema con el que nos encontramos fue la cantidad de documentación existente al
respecto, al nivel de convertirla en casi inabarcable para un trabajo como el que nos
disponíamos a emprender. Pues, en las Secciones Cuba y Santo Domingo, se recoge una
enorme cantidad de documentos, especialmente correspondencia, entre la que se incluye
la mantenida con el virrey Bucareli, en la que se aportan datos de todos los temas
relacionados con la gobernación. Su consulta fue tremendamente esclarecedora,
especialmente en el caso de Luisiana, cuyo estudio se encontraba bastante más
incompleto. Pero, su gran volumen nos hizo caer en la cuenta que era mucho mejor
emplear, para este trabajo, solo la documentación indispensable para poder desarrollar el
período en cuestión y dejar el resto de documentación para trabajos posteriores a nivel
monográfico. Por supuesto, debemos destacar también la documentación inherente a otras
cuestiones, también relacionadas con sus períodos americanos que pudimos extraer de
dicho archivo, especialmente, la contenida en las secciones Contratación y Lima,
referentes a la expedición geodésica.
Un caso muy similar lo encontramos en el Archivo General de Simancas que, por
su propia naturaleza, ya que se trató del lugar en el que se concentraba toda la
documentación estatal hasta el siglo XVIII, custodia información variopinta acerca de
nuestro personaje. En nuestro caso, accedimos, especialmente a la documentación
relacionada con la comandancia de la Flota de Nueva España que se conserva en la
sección Secretaría de Marina. A este respecto encontramos una problemática similar o,
mejor dicho, idéntica a la que se nos presentó en relación a los documentos de
Huancavelica y Luisiana. Era tal la cantidad de documentación que hayamos acerca de
este tema, que nos ha sido completamente imposible analizarla toda y, mucho menos,
emplearla para este trabajo, quedando en la recámara para estudios posteriores. Al margen
de esta ingente documentación, en la sección Títulos de indias se recogen sus
nombramientos como gobernador y en la sección Marina, en el apartado Dirección
General del Tesoro, encontramos la documentación relativa a las tereas de su gobernación
y a las exenciones fiscales propias de dicho cargo. Finalmente, en la sección planos,
tuvimos acceso a la relación de señales de la flota de nueva España.
27
Si todo este proceso giró en torno a grandes cantidades de documentación, en el
caso del Archivo Histórico Provincial de Cádiz ocurrió exactamente lo contrario. Pues a
pesar de que en los protocolos notariales de San Fernando se conservan tanto su
testamento como a memoria testamentaria que se ratifica en el mismo, junto con el
testamento de su esposa conservado en los protocolos notariales de Cádiz. Y teniendo en
cuenta que, en esta ciudad pasó otra buena parte de su vida, no existe más documentación
al respecto de su persona y su presencia en la misma. Al consultar con los técnicos,
supimos que en dicho archivo se custodian documentos que aún no han sido catalogados,
entre los que podría haber algún dato más sobre Ulloa. Pero emprender dicha tarea
hubiese sido casi imposible por nuestra parte, teniendo en cuenta, que no contábamos con
el tiempo necesario ni suficiente para invertirlo en la misma. Finalmente, debemos
destacar los fondos de la biblioteca Almirante Lobo de San Fernando, donde pudimos
tener acceso a un ejemplar de la Relación Histórica del que extrajimos algunos de los
grabados que contiene y que se presentan en el anexo, así como a ciertos documentos que
han completado nuestro estudio.
Lo errático de esta recapitulación no es más que una muestra de lo que ha supuesto
la consulta de una documentación tan variada y dispersa, que ha complicado mucho la
tarea de emprender el estudio de la vida de Antonio de Ulloa. A pesar de eso, haber
contado con la ayuda del personal de los diferentes archivos y bibliotecas, así como con
el testigo de los autores anteriores que nos fueron abriendo caminos por los que transitar,
han hecho mucho más llevadera una tarea que, en ciertos momentos, se convirtió en
ardua, costosa e incluso confusa.
Estructura de la investigación
Al establecer como objetivo el análisis de un desarrollo vital, inevitablemente, la
cronología marcará la estructura de nuestro trabajo. De esta manera nuestra investigación
se va a dividir en siete capítulos, siendo solo el primero o introductorio, en el que se
exponen el interés del tema, los objetivos, el estado de la cuestión la metodología aplicada
y las fuentes empleadas, el único que, por obvias razones se sale de dicha línea
cronológica. Así, en el segundo capítulo atendemos a los primeros años de Antonio de
Ulloa, haciendo alusión a sus antecedentes familiares, su primera formación y su proceso
de entrada en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz. Resaltando a tenor de esto
28
último, tanto la creación y la importancia tanto de la Real Armada como de la Academia
de Guardiamarinas, como la figura del aventurero, a través de la que accede a la
Academia. Para ser luego llamado a tomar parte en la expedición geodésica, de la que
desarrollamos sus preparativos, así como el proceso de desarrollo científico español en
aquel momento. De este modo, el tercer capítulo se centra concretamente en la
participación de Ulloa en la geodésica, aludiendo a al ascenso que trajo consigo su
designación como miembro de la misma, a las instrucciones que se le dieron tanto a él
como a Jorge juan para emprender el viaje. Así como a los pormenores del mismo y al
desarrollo de los trabajos expedicionarios, para culminar con el tornaviaje a España tras
el que debían presentar en la corte para dar informes.
Los resultados de la expedición, son analizados en el capítulo cuarto haciendo
alusión a la España con la que se encontraron a su regreso, tras años de ausencia, con una
corte diferente a la que dejaron al partir y muy distinta a la que habían conocido. Unido
a las publicaciones que surgieron fruto de su tiempo en el virreinato peruano y que eran
la culminación de las órdenes que habían recibido. Así, desarrollamos cómo fue el
proceso de aprobación e impresión de las mismas centrándonos, en este caso, en la obra
cuya autoría se le atribuye a Ulloa. Destacando entre todos los temas que pueden extraerse
de la misma, lo inherente a la imagen de la población americana, refiriéndonos también
a la importancia de esta imagen a nivel historiográfico y poniendo fin a su primera etapa
americana. De esta manera, el capítulo cinco, se centra en la participación de Ulloa en la
política del marqués de la Ensenada, que en ese momento era el secretario de Marina e
Indias tratando el proceso de espionaje industrial en distintos países de Europa a la
vanguardia en técnicas de construcción naval y con potentes arsenales. Y de las labores
que llevará a cabo en España derivadas de los conocimientos adquiridos en dicho viaje.
Para pasar el capítulo sexto, donde también se presenta su labor de servicio al Estado,
pero esta vez a las órdenes del nuevo secretario de Marina e Indias Julián de Arriaga quien
le designa como gobernador de Huancavelica y Luisiana. En este capítulo se hace
referencia además a su vida personal aludiendo a su matrimonio y a las condiciones del
mismo. En este punto se dará una nueva imagen de la población americana basada en una
nueva obra de Antonio de Ulloa fruto de su segunda estancia prolongada en América.
Por último el análisis de Antonio de Ulloa como marino lo abordamos en el
séptimo capítulo, donde se desarrolla su faceta como comandante de la Armada, tanto en
29
la flota de Nueva España, con la que concluye su tercera y última etapa en América,
ofreciendo una nueva imagen de sus pobladores fruto de una pequeña publicación que,
aún teniendo un objetivo más ambicioso, será muy importante para la historiografía
mexicana. Como a su nombramiento como comandante de una flota destinada a hacer el
corso en la costa de las Azores, en el contexto de la independencia de las Treces Colonias
del dominio inglés. Que derivó en un proceso judicial contra su persona de la que saldría
absuelto, pero con una importante mancha en su historial. Todo culmina con su etapa
final en la que se emplea en la dirección interina del Departamento Marítimo de Cádiz,
que había trasladado su sede a la Isla de León en 1768, donde terminará sus días no sin
antes dejar bien atado el futuro de su familia. Culminamos este trabajo con un apartado
de conclusiones y un anexo de imágenes y planos que completan, en cierto modo, la
información aportada, así como con la bibliografía y las fuentes que hemos utilizado y a
la que hemos acudido para la elaboración del mismo.
30
Capítulo 2. Los orígenes de Antonio de Ulloa. De las primeras letras a la
llamada a la Geodésica.
En la Sevilla de 1716, la misma que en las dos centurias anteriores fuera el centro
de la actividad comercial con Europa y América, llamada por Lope de Vega “Babilonia
de España” y que, en aquellos momentos, se encontraba próxima a perder su lugar
preeminente como sede del monopolio comercial español en tierras americanas, con el
inminente traslado de la Casa de Contratación y el Consulado de Mercaderes en 1717;
nace, el 12 de enero, Antonio de Ulloa de la Torre y Guiral. Fue el segundo de los diez
hijos del matrimonio Ulloa-de la Torre, que estableció su residencia en la calle del
Clavel34, correspondiente a la collación de San Vicente de Sevilla35. Precisamente en esa
parroquia es donde recibieron las aguas bautismales todos los hijos del matrimonio,
incluido Antonio, tal y como consta en su partida de bautismo que se conserva en los
archivos parroquiales de la Iglesia de San Vicente y en la que se expresa:
“Antonio Eustaquio Arcadio Ramón Benito Simón. En sábado veintidós de febrero de mil
setecientos y diez y seis años yo el Licenciado Don Basilio Antonio de la Peña, cura en esta iglesia
de San Vicente de Sevilla. Bauticé a Antonio Eustaquio Arcadio Ramón Benito Simón hijo
Legítimo de Bernardo de Ulloa, Gentilhombre de la Boca de Su Majestad y Veinticuatro de la
ciudad y de María Josefa de la Torre su mujer. Fue su Padrino Simón de la Torre y Albornoz, su
tío Verº (sic) a Santa María Magdalena a quien advertí el parentesco espiritual y la obligación de
enseñar la doctrina cristiana a esta criatura y certifico la parte a un nacido en doce de enero de
dicho año y lo firmé: Licenciado Basilio Antonio de la Peña, cura.”36
34 La calle del Clavel, se sitúa entre las calles Monsalves y Armas, recibiendo, al parecer, su nombre de una
pintura, presente en una de sus paredes, en la que se representaba la mano de un hombre sujetando un clavel.
Sobre el particular: GONZÁLEZ DE LEÓN, F, Noticia histórica del origen de los nombres de las calles de esta
M.N.M.L.Y.M.H ciudad de Sevilla, en cuyas noticias se reúnen las de las fundaciones de iglesias
parroquiales, conventos, obras pías, casas más conocidas de títulos y mayorazgos: la de los monumentos
de la antigüedades y bellas artes que en ellas se encuentran, la de los sucesos más memorables acaecidos
en las mismas, con oras noticias curiosas, Imprenta de don José Morales, Sevilla, 1839, p.236. 35 Es probable que esta casa fuese una aportación al matrimonio por vía de la esposa ya que, tal y como
consta en el testamento de Josefa de la Torre, ésta aportó además de su dote, una finca en Palomares y unas
casas en la calle de las Armas. El hecho de que, la casa natal de Antonio de Ulloa, se situase justo en la
esquina con dicha calle, hace posible la teoría de que fuese una de las casas aportadas por su madre.
Testamento de Dña. Josefa de la Torre, AHN, OOMM, legajo 687, exp. 8280, ff. 19-45. Francisco de
Solano afirma que efectivamente, la casa es una aportación de la esposa, pero realmente, no aporta mayores
evidencias de las que ya se han apuntado, SOLANO, F. DE, La pasión de Reformar. Antonio de Ulloa marino
y científico 1716-1795, EEHA, UCA, Cádiz, 1999, p. 32. 36 Archivo parroquial de la Iglesia de San Vicente de Sevilla, libro de actas de bautismo, año 1701-1716, f.
351.
31
Ascendencia37 y primeras letras
Su padre Bernardo de Ulloa, se preocupó en dar a sus hijos una esmerada
educación, tal y como él la había recibido de manos de su padre, Martín de Ulloa y Sosa.
Este interés por ofrecer la mejor educación a la descendencia se debe a diversas razones
y una de ellas es la condición de hijosdalgo de los Ulloa al ser, desde el siglo XVI
miembros de cabildo del ayuntamiento sevillano38. Así, aunque los Ulloa, de ascendencia
castellana al ser oriundos de la ciudad de Toro, radicaban en Sevilla desde finales del
siglo XV, en el contexto de la Guerra por el, entonces, Reino Nazarí de Granada. De esta
manera, en 1567, Esteban de Ulloa se convirtió, por compra, en uno de los veinticuatro
regidores de la ciudad de Sevilla, cargo, el de Caballero Veinticuatro39, que pasó a los
primogénitos de cada generación, por medio de un mayorazgo creado ex profeso. El
proceso se detiene en su padre Bernardo de Ulloa que, aún siendo depositario de la
primogenitura dentro del matrimonio de sus padres (abuelos de nuestro protagonista), no
era el primogénito de Martín de Ulloa pues era el fruto de su tercer matrimonio. En esa
medida, es gracias a María de Sosa, viuda de Martín, a quien debe que el cargo se
37 Árbol genealógico. Anexo 38 Los miembros del ayuntamiento de Sevilla se conocían como caballeros veinticuatro, nombre que se
remota a sus orígenes, cuando el cabildo estaba formado por veinticuatro componentes. Se trata de un grupo
endogámico al que podían acceder hidalgos nacidos en la cuidad o residentes en ella por un período de diez
años y que, demás fueran poseedores de armas, caballo y poder adquisitivo mínimo de 20000 reales. Dado
el nivel económico exigido, era bastante común que, en caso de no heredarse el cargo, accediesen al mismo
personas relacionadas con el comercio con las Indias. Además, dicha condición no reportaba grandes
beneficios económicos, pues contaban con un sueldo de, a penas, ochenta y ocho reales anuales, pero sí
ofrecía otro tipo de beneficios como estar exentos de ser torturados o encarcelados por deudas, así como
asistir a una cárcel para nobles, el derecho de no morir en la horca, en caso de ser condenados a muerte,
recibiendo un ajusticiamiento aristocrático (por decapitación). Así mismo estaban exentos de alojar a tropas
y séquitos en sus casas y, en el momento de su muerte las campanas de la Giralda tañían de forma especial. 39 Sobre el particular: Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp. 30-33; AGUILAR PIÑAL, F, “Antonio de Ulloa y Sevilla”,
en LOSADA, M Y VARELA, C, Actas del II centenario de Antonio de Ulloa, Escuela de Estudios Hispano
Americanos, CSIC, Archivo general de Indias, Sevilla, 1995, pp. 45-57; BEERMAN, E, “Ascendencia de
Antonio de Ulloa y su esposa Francisca Ramírez de Laredo”, Archivo Hispalense, LXV (1982), pp. 35-49;
GUILLEN TATO, J. F, Los tenientes de navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa de la Torre- Guiral
y la medición del meridiano, Caja de Ahorros de Novelda, Madrid, 1936, pp. 26-29; TRAVIESO, J. M
“Biografía de D. Antonio de Ulloa”, copiada de PAVIA, F. DE, Galería biográfica de los generales de
Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, imprenta
de J. López, Madrid, 1873, tomo III, pp. 639-653; PAREDES SALIDO, F, Antonio de Ulloa, un marino
ilustrado, Fundación Jorge Juan, Novelda, 2004, pp. 9-31; FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M, Biblioteca
marítima española, imprenta de la viuda de Calera, Madrid, 1851, pp. 189-201; HOYOS, F, Biografía del
teniente general de la Armada D. Antonio de Ulloa, Madrid, 1848; MÉNDEZ BEJARANO, M, Diccionario de
escritores, maestros y oradores naturales de Sevilla y su actual provincia, Sevilla, 1925, tomo III, pp. 34-
41.
32
mantuviese dentro de su línea familiar garantizando la posición social de sus
descendientes incluyendo por supuesto, a Antonio de Ulloa.
El tesón de esta mujer, por garantizar la buena posición y los mejores beneficios
para su hijo, la llevó a reclamar, a la muerte de su marido una cantidad equivalente a la
dote que proporcionó al matrimonio y a la cuantía de las arras entregadas durante sus
votos nupciales, por lo que la Real Audiencia de Sevilla sacó los bienes a concurso de
acreedores. En el cómputo de todos los bienes que Martín dejó al morir, se incluía el
cargo de Veinticuatro de Sevilla que, valorado en 22.000 reales de vellón se adjudicó, de
manera inusual, a su viuda en parte de pago del caudal que reclamaba. La cuestión, a este
respecto, es que, a pesar de su valor y a pesar de que los cargos pudieran comprarse y
venderse en aquella época, dicho cargo estaba vinculado ya a su hijo (su verdadero
primogénito, fruto de su segundo matrimonio) Fernando de Ulloa Barba, por lo que la
realidad es que solo recibiría el valor del cargo y no sería depositaria del mismo. De esta
forma, alegando que el primogénito se beneficiaría de otros bienes que, dado el valor de
la dote y las arras le pertenecían a ella, solicita que se le entregue en su totalidad para
poder hacer uso libre del mismo, a modo de retribución de la deuda total que reclamaba.
Una vez revisadas las justificaciones que presentó a la Real Audiencia, se aprobó
que se convirtiera en depositaria de dicho cargo, permitiéndosele hacer uso libre de él,
hasta tal punto que, en marzo de 1705, renunció a dicho cargo en favor de su hijo Bernardo
de Ulloa, solicitando que se separase del mayorazgo de su familia paterna y le
perteneciese exclusivamente a él. En este sentido, aún contando con la cesión de su
madre, eran necesarias las comprobaciones de rigor para establecer si se encontraba en
posesión de “las calidades que deberían tener quienes hubiesen de desempeñar los oficios
de veinticuatro de la ciudad de Sevilla”40, algo que se comprobó de acuerdo con el
procedimiento oportuno41. Tras reunirse el cabildo municipal sevillano, donde se dio
lectura a la Real Cédula que otorgaba el cargo a Bernardo de Ulloa, afirmándose que se
cumplían en él todos los requisitos propios de un candidato a veinticuatro de la ciudad,
40 ULLOA, B. DE, Restablecimiento de las fábricas y comercio español. Edición y estudio preliminar de
Gonzalo Anes. Instituto de Cooperación Iberoamericana, Sociedad Estatal Quinto Centenario, Antonio
Bosh editor, Madrid, 1992, p. 16. 41 Debía demostrarse si el destinatario era hidalgo, por vía sanguínea o por privilegio. Para este caso, se
encarga al asistente de Sevilla, conde de Gerena, que realizase las investigaciones pertinentes tanto en al
cabildo municipal de la ciudad, como con los testigos que se establecieron para aportar la preceptiva
información sobre Bernardo de Ulloa.
33
se aprueba el otorgamiento de dicho cargo por el que, en septiembre de 1705, paga 50
reales de vellón haciéndose efectiva la entrega42.
A esta condición, debe unirse también la de gentilhombre de la boca del Rey43,
merced que obtuvo como miembro del cabildo sevillano al votar a favor, en las diferentes
ocasiones en las que la ciudad apoyó económicamente a la causa de Felipe V,
concediéndole éste dicha gracia a los regidores de la ciudad. En esta situación, unida a su
matrimonio44 con Josefa de la Torre Guiral, hija de una familia acomodada de la villa de
Palomares (Sevilla)45 situaba a los hijos del matrimonio en una posición tal que hace,
cuando menos lógico, el esmero del padre por ofrecerles la mejor educación.
A este respecto, los biógrafos de Antonio de Ulloa no aportan una gran cantidad
información acerca de su formación, previa a la Academia de Guardiamarinas, incluso,
él mismo tampoco aporta grandes datos sobre este tema. Lo que conocemos al respecto
es que, a pesar de que se hable de la inclinación de Antonio de Ulloa por el estudio de las
matemáticas y la náutica46, la realidad es que, al menos durante las primeras letras, la
educación de todos los hijos del matrimonio Ulloa de la Torre se encaminó de la misma
manera, algo que no quiere decir que sus aptitudes para según qué materias no se tuvieran
en cuenta. Así, motivado por su clase social, su primera formación se dio en la casa
familiar, a cargo de profesores particulares o preceptores47. En el caso de Antonio de
Ulloa, su inclinación por las matemáticas pudo fomentarse aún más en este primer período
formativo, muy probablemente, motivado por su padre, economista dedicado a la
42 Todo este proceso aparece relatado en: Archivo del ayuntamiento de Sevilla, libro capitular de 1705 y
AHMS, papeles importantes, sección 13, tomo 21, ff. 320-326. 43 Nombramiento que según los documentos se produjo en 1710 según el expediente de probanza de nobleza
de Bernardo de Ulloa. AGP, caja 1049, exp. 57, pp. 6-7. 44 Acta de matrimonio de D. Bernardo de Ulloa y Dña. Josefa de la Torre, Iglesia de San Miguel de Sevilla,
4 de octubre de 1713. Copia en el expediente para la concesión del hábito de la Orden de Santiago de
Martín de Ulloa. AHN, OOMM, legajo 687, exp. 8280, ff. 12-15. 45 Goce de nobleza de D. Antonio de la Torre y Albornoz. Copia en el expediente para la concesión del
hábito de la Orden de Santiago de Martín de Ulloa. AHN, OOMM, legajo 687, exp. 8280, ff. 55-64. 46 Tal y como se apunta en la obra que se ha usado como base para este aspecto de su vida. SEMPERE Y
GUARINO, J, Ensayo de una Biblioteca española de los mejores escritores del reynado de Carlos III, Gredos
Madrid, 1789, Tomo V-VI, pp. 158-176. 47 Ni el propio Antonio de Ulloa ni ninguno de sus biógrafos aportan el nombre de los que fueran sus tutores
en aquellos primeros momentos. Para una aproximación acerca de la enseñanza de primeras letras: AGUILAR
PIÑAL, F, “La enseñanza primaria en Sevilla durante el siglo XVIII”. Boletín de la Real Academia Sevillana
de Buenas Letras: Minervae Baeticae, nº1, 1973, pp. 39-83; GARCÍA HURTADO, M, “Un viaje por la
enseñanza de las primeras letras en España en el siglo XVIII” en GARCÍA HURTADO, M Y ROMERO PORTILLA,
P (eds.) De cultura. Lenguas y tradiciones: II simposio de estudios humanísticos, Ferrol, 2007, pp.69-86.
34
administración de las fábricas de jabón del duque de Medinaceli, quien debió marcar esta
inclinación en los tutores al cargo de la educación de sus hijos.
En función de esto el único profesor que se menciona, ya en sus estudios
posteriores, es Fray Pedro Vázquez Tinoco, catedrático de derecho, pero experto en
matemáticas, que le aportó los conocimientos tanto en esta materia como en astronomía.
El hecho de que fuera profesor del Colegio de Santo Tomás en Sevilla48 ha llevado a
alguno de sus biógrafos a apuntar que Antonio de Ulloa fue alumno de dicha institución49,
aunque no aportan ningún documento ni relación de alumnos que lo avale50. Así si
tenemos en cuenta la disposición de los centros de enseñanza sevillanos, precisamente el
de Santo Tomás no le correspondería a Antonio de Ulloa si se tiene en cuenta su lugar de
residencia y que, en esa zona, existían otros tres centros de enseñanza. Aunque bien cabría
la posibilidad de que el joven acudiera a dicho centro, pues podía pagar sus estudios,
precisamente para recibir las lecciones de los padres dominicos, entre ellos, de Fray
Pedro51. En cualquier caso, lo destacable no es su presencia o no en las aulas del colegio
de Santo Tomás52, sino que gracias a las enseñanzas recibidas por parte de su profesor y,
como hemos dicho, por los designios de su padre, Antonio de Ulloa recibió una muy
buena formación en matemáticas y astronomía, básica para abordar su próximo destino,
convertirse en oficial de la Armada.
Creación e importancia de la Real Armada y su Academia de Guardiamarinas
Tras el Tratado de Utrecht (que ponía fin a un conflicto sucesorio en el que, de
alguna manera, Bernardo de Ulloa tomó parte a favor de la causa borbónica) se puso en
evidencia la necesidad de proteger y defender la Flota de Indias y mantener la
comunicación con los territorios coloniales y poder competir así con las potencias rivales.
48 DE LA CUADRA Y GIBAJA, E, Historia del Colegio Mayor de Sto. Tomás de Sevilla con un prólogo de Fr.
Zeferino Cardenal González, Imprenta de E, Rasco, Sevilla, 1890. 49 El colegio de Santo Tomás fue fundado en 1515 por Fray Diego de Deza, situado junto a la Catedral de
Sevilla, hasta el 1927 en el que fue derruido. 50 Ya hemos puntualizado que en su hoja de servicios no aporta información alguna de su primera formación
y, por nuestra parte, no se ha encontrado dicha relación de alumnos. 51 Francisco de Solano es el único que no confirma la estancia de Ulloa en dicho centro, apuntando solo
que Fray Pedro Vázquez Tinoco estaba dentro de la plantilla de profesores, sin afirmar que el joven
perteneciese a la nómica de alumnos. Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1999, pp. 42-43. 52 En Op. Cit. PAREDES SALIDO, F, p. 11 se apunta que el autor ha tenido constancia que los hermanos de
Antonio de Ulloa, Martín y Pascual, acudieron a dicho centro de enseñanza pues aparecen en el libro de
matrículas. Pero afirma no haber encontrado documentos alusivos a la colegiatura de Antonio.
35
Por ello, era imprescindible crear una sola Armada, con una dotación adecuada a las
exigencias de los nuevos adelantos que, en materia naval, ya se estaban incorporando en
las armadas europeas. Atrás deberían quedar pues, unas armadas diseminadas, en varias
escuadras a lo largo y ancho de todo el Imperio español, cuyas denominaciones iban en
relación al espacio en el que se desenvolvían o, en algunos casos, tomaban el nombre de
quien las gobernaban o mandaban como la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias
o la Armada de la Avería y que, sin un organismo rector que las supervisara53, se
encontraban en un estado de precariedad lamentable desde principios de la centuria y
cuya situación se vio empeorada por los efectos de la guerra de Sucesión. De esta forma,
la escasez de naves de calidad unida a los cambios en la estrategia bélica, imponían la
necesidad no solo de introducir estas mejoras en la construcción naval sino también de
contar con dotaciones de oficiales bien formadas54.
Con la Real Cédula del 21 de febrero de 1714, se unificarán, definitivamente, estas
armadas, creándose así la Armada Real. La incapacidad para llevar a cabo el bloqueo
naval del puerto de la ciudad de Barcelona, (último reducto de los partidarios del
Archiduque Carlos55) puso aún más de manifiesto la necesidad de contar con una potencia
naval propia suficiente para tal acción. En dicha Real Cédula, el primer Borbón afirma:
“como para tan gran número de bajeles de que se compondrán todas mis escuadras
no hay bastantes oficiales de Marina en España, ha sido preciso me socorra S.M
Cristianísima con algunos oficiales de distinto grado”56. Unas palabras del Monarca
muestran una situación realmente crítica en la que, también era necesario dotar los nuevos
buques y capacitar a éstos con oficiales capaces de gobernarlos en función de las nuevas
técnicas de navegación por lo que, ante la falta de un cuerpo de oficiales cualificados, fue
53 El mando de las diferentes escuadras, se otorgaba, por voluntad real, a personas de la confianza del
monarca o a quienes podían permitirse acceder al cargo por compra. 54 Sobre el particular: GARCÍA GARRALÓN, M, “Ciencia e ilustración en la Armada española del siglo XVIII.
La educación de la oficialidad” en MARCHENA FERNÁNDEZ, J Y CUÑO BONITO, J, Vientos de guerra. Apogeo
y Crisis de la real Armada, 1750-1823. Ediciones Doce Calles, Madrid, 2018, Vol. 1, pp. 121-123; BAUDOT
MONROY, M, “La política naval española entre 1700 y 1736. La recuperación del poder naval de la
monarquía.” Tempus, Revista en Historia General, (Medellín) Colombia, nº9, enero-junio 2019, pp. 1-22. 55 Sobre el particular: BLANCO NUÑEZ, J.M, “La marina de la Ilustración y Cádiz”, en Estudios
superiores en Cádiz desde 1748. Armada e Ilustración, Servicio de Publicaciones Universidad de
Cádiz-Ministerio de Defensa, Cádiz 2009, pp.56-57; RODRÍGUEZ VILLA, A, Patiño y Campillo. Reseña
histórico-biográfica de estos dos ministros de Felipe V. Formada con documentos y papeles inéditos
y desconocidos en su mayor parte. Madrid, 1882, pp.11-35. 56 BLANCO NUÑEZ, J.M, “La marina de la Ilustración y Cádiz”, en Estudios superiores en Cádiz desde
1748. Armada e Ilustración, Servicio de Publicaciones Universidad de Cádiz-Ministerio de Defensa,
Cádiz 2009, p.63.
36
necesario recurrir a la Marina francesa.
La creación en Cádiz de la Real Compañía de Caballeros Guardiamarinas será uno
de los pilares fundamentales para la nueva Armada, como instrumento para recuperar el
poder naval español. De esta institución deberían salir nuevos oficiales57 que, procedentes
de la baja nobleza, iría reemplazando a los antiguos navegantes, salidos de la Marina
mercante o el corso que, aunque con una basta experiencia práctica no estaban a la altura
de los adelantos técnicos-científicos necesarios y, por tanto, se encontraban incapacitados
para asumir el control de lo que la nueva Armada exigía. Una fundación, la de la
Academia, que coincidirá con el traslado a esta misma ciudad, en 1717, de la Casa de
Contratación y el Consulado de Mercaderes, instituciones, todas, que convertirían a Cádiz
en el centro de la actividad comercial y naval de ambas orillas del atlántico58.
Se trata pues, según Guillen Tato, de una “verdadera redención de la Nobleza
misma de aquella época tan calamitosa”. De hecho, el propio almirante, recoge la carta
que José Patiño envía al entonces secretario de Marina, Andrés de Pes, donde afirma que:
“Viendo la Nobleza de España, sin carrera, poco aplicada a seguir ninguna, y en una crianza
que no la distinguía de la plebe, y conociendo que sus genios eran á propósito para cualesquiera
facultades á que se dirigiesen, se pensó á reducirla á términos en que pudiese aprovecharse la
buena disposición de su material, y no se propusieron otros mas apropiados que el recogerla en
una Compañía con nombre Guardias Marinas, siguiendo la máxima de otros países” 59
De lo dicho en este fragmento de la carta se extrae, no solo el papel que jugará la
nobleza a este respecto sino también que, a la hora de su organización, España mirará
hacia las dos grandes Compañías de Guardiamarinas ya creadas en Europa (Inglaterra y
Francia) para buscar en ellas el faro que guiase sus pasos en la creación de este nuevo
57 Sobre el particular: MERINO NAVARRO, J.P, La armada española en el siglo XVIII, Fundación Universitaria
Española, Madrid, 1981, p. 34. 58 Para la consecución de todos estos objetivos se creó una junta formada, entre otros, por Andrés de Pez,
Alberoni y José Patiño, que se incorporó algo más tarde cuando prácticamente todas las decisiones estaban
tomadas. Así, ya en 1716 se tienen datos de estarse formando la primera agrupación de cadetes, ratificado
por una carta del Príncipe de Campoflorido en la que animaba a los jóvenes a unirse a este nuevo cuerpo.
AMN. Ms 850, ff. 141-142. 59Carta de José Patiño a Andrés de Pes, AMN, 440, Ms. 1181. Recogida en: Op. Cit. GUILLEN TATO, J.F,
pp.15-16 y Op. Cit. GARCÍA GARRALÓN, M, p. 124 (cita 4).
37
cuerpo60. El problema en este sentido parte de que, ni la una ni la otra, reunían unas
condiciones que pudiesen imitarse en el país; en Francia los guardiamarinas gozaban de
demasiada libertad, llegando incluso a manejar su propia economía, mientras en Inglaterra
tenían una sujeción excesiva hasta tal punto de maltratarles solo con el fin de obtener a
los mejores resultados en las maniobras que requerían de rapidez y capacidad61. En el
caso español el motivo que llevaba a querer formar parte del cuerpo de oficiales de la
Armada no era el económico sino el honor y la honra; además los españoles, por su
temperamento, no podían gozar de una libertad excesiva pero tampoco de una opresión
absoluta y un trato que difiriese del docente. De esta manera, se opta por una combinación
de lo ya existente en las dos Compañías extrajeras, para así adaptarlas al carácter de los
marinos españoles y cultivar “la virtud, las ciencias y la gloria”62.
Así será la condición de noble, de la baja nobleza concretamente63, o la de ser hijo
de capitán, unida a una buena educación inicial propia de su posición social y, por
supuesto, la capacidad de pago de la matrícula los requisitos fundamentales para acceder
al grupo de cadetes Guardiamarinas de la Academia. Como podemos observar, todo gira
en torno a esta posición social, a aquellos de condición hidalga se les permitiría el acceso
a una institución que les aportaría una formación lo más completa posible, marcando así
una fuerte “distinción entre nobles y plebeyos”64. Además, la hidalguía, como requisito
indispensable, generaba que, quienes pudieran acceder a la formación de la Academia de
Guardiamarinas obtendrían un estatus que les distanciaba de los alumnos de los centros
60 En función de esto cabe apuntar también que se tomaron como modelo ciertos aspectos de centros
formativos españoles como la Guardia de Estandarte de Cartagena o el Colegio de San Telmo de Sevilla. 61 Sobre el particular: RAFAELLI, S, “La Compañía de Caballeros Guardiamarinas: requisitos de ingreso,
aventureros y extranjeros en el siglo XVIII”, en Guardiamarinas 1717-2017. 300 años. De la Real
Compañía a la Escuela Naval, Publicaciones del Ministerio de Defensa, Madrid, 2017, pp. 123-126. 62 Las tres premisas fundamentales aplicadas por el también utilizado modelo milanés. Sobre la creación
de la Academia: MORENO DE GUERRA, Relación de los caballeros Cadetes de las Compañías de
Guardias Marinas, Madrid, 1913, p.4; Op. Cit., GUILLEN TATO, J.F, p.16; BLANCO NUÑEZ, J.M, La
Armada en la primera mitad del siglo XVIII, IZAR, Madrid, 2001, p.65; Op. Cit., GARCÍA GARRALÓN,
M, p. 124-133. 63 En su carta, Patiño hace referencia a la nobleza sin carrera, ociosa, sin una preparación que la distinga de
los sectores más bajos de la sociedad. Por ello, como queda confirmado en otros documentos que
referencian este requisito, alude a la baja nobleza, aquella que se situaba en el sector más bajo de su estrato
social y que no ocupaban puestos de responsabilidad en la corte. Nobles que generalmente había adquirido
su condición, a través de la compra de cargos de sus antepasados y que no gozaban de esa educación ni
posición privilegiada de aquellos que se situaban en un puesto superior. 64 En la conocida como Ordenanza de Patiño, Instrucción para el gobierno, educación, enseñanza y servicio
de los Guardias Marinas y obligación de sus oficiales y maestros de facultades fechadas en 15 de abril de
1718, AMN 440, Ms. 1181, ff. 31-57 se recoge este enorme interés del Intendente General de Marina por
crear una oficialidad formada desde todos los puntos de vista, con la que Patiño pretendía crear al marino
perfecto, el equilibrio perfecto entre conocimientos -científico- teóricos y prácticos.
38
formativos tradicionales. Algo que provocó que las familias de la baja nobleza española,
incluyendo sobre todo las familias vascas que gozaban de hidalguía universal, se
interesaran por formar a sus hijos en este centro.
Por este motivo y acercándonos de nuevo a la figura de Antonio de Ulloa, las
familias acomodadas de Sevilla, que contaban con un considerable número de vástagos,
encontraron en esta nueva institución una vía de acceso y ascenso social de sus
segundones que, al verse privados de mayorazgo, ya no tendrían que orientar sus vidas
forzosamente a la vida eclesiástica como era lo habitual. En este sentido, no fueron pocos
los caballeros veinticuatro del cabildo de la ciudad de Sevilla que pugnaron por que sus
hijos obtuvieran una plaza como cadetes con el fin de que se convirtieran en oficiales de
la Real Armada65. Pero dadas las fechas que se manejan en torno a estas solicitudes, es
bastante probable que Bernardo de Ulloa fuese uno de los primeros en tomar esta medida
a través de su segundo hijo Antonio.
Un Hidalgo aventurero
En este caso, el interés del padre es, cuando menos, lógico, puesto que contaba con
un mayorazgo que beneficiaba a su primogénito, Martín, que se formó y dedicó a las
leyes, quien acabaría teniendo un prometedor futuro; pero, a partir de 1725, la situación
económica de la familia empezó a mermar, debido a la mala gestión de Bernardo en los
negocios del duque de Medinaceli. Por ello, la mejor manera de asegurar su posición era
colocar a sus hijos dentro de las nuevas instituciones creadas por los Borbones66 y así
darles la oportunidad de que se forjaran su futuro y, llegado el caso, acceder a los puestos
preeminentes de las mismas . En función de esto se desprenden dos cuestiones a tratar,
por un lado, la vocación de Antonio de Ulloa y, por otro, sus problemas relativos a la
documentación a cumplimentar para su acceso a la Academia.
Atendiendo al primero de los temas a tratar, teniendo en cuenta las ventajas que
65 Francisco Aguilar piñal aporta un listado de los hijos de los veinticuatro que accedieron a la Academia
de Guardiamarinas en: Op. Cit. AGUILAR PIÑAL, F, pp. 46-47. 66 De hecho, Antonio no fue el único de los hijos Ulloa que se dedicó a la vida militar. Dos más entraron
llegaron a ser oficiales de la Armada y otros dos del cuerpo de Infantería de Marina. Con lo que, muy
probablemente amparados por los logros de su hermano y debido a los deseos de su padre, muy buena parte
de la familia se situó dentro de este nuevo sector de la nobleza.
39
ofrecía para las familias de la baja nobleza utilizar la recién creada institución como
medio de legitimación o ascenso social, como hemos dicho, el interés por conseguir el
acceso a la Academia siempre estuvo muy presente. Aún así, en la mayoría de los casos,
solía tenerse en cuenta la inclinación o el deseo del joven aspirante por pertenecer a la
armada, es decir, si poseía o no vocación de marino. Amén, por supuesto, de que contara
con las aptitudes adecuadas o así las demostrara en el desarrollo de su primera formación
en las materias que se exigían a la hora de presentar el examen de ingreso en la institución.
En función de esto, junto con la hidalguía, el requisito indispensable; las aptitudes y la
posible vocación, eran requisitos igualmente fundamentales, pero en la mayoría de los
casos, es imposible probar si las poseía el propio aspirante o eran fruto de los intereses
familiares. Y, a este respecto, el caso Antonio de Ulloa no es excepcional, de hecho, ya
hemos aludido a los intereses paternos, así como a su inclinación por las matemáticas,
pero eso no prueba que tuviera vocación; tenía las condiciones y los motivos, pero la
vocación no es fácil de contrastar67. Además, su caso se ve aún más acentuado por ciertas
afirmaciones que se realizan acerca de su condición física y por la forma en la que
consigue entrar en la Academia de Guardiamarinas, para lo que utiliza una de las vías de
acceso alternativas, la de aventurero.
Efectivamente, tres eran los requisitos fundamentales que debían cumplirse para
acceder a este nuevo centro formativo: hidalguía probada, tener la edad reglamentaria y
contar con una buena salud, amparada por un buen aspecto. Tres condiciones que
contaban con un grado de inviolabilidad diferente pues, en ciertos casos, estuvieron
sujetas a las circunstancias. En función de esto y para el caso de Antonio de Ulloa,
atenderemos a ellas en función de su complejidad. Empezando por la edad que se trataba
del más laxo de los requisitos, ya que podría variar en función de las necesidades que la
Armada tuviera en casos en el que el número de oficiales no fuera suficiente para dotar
los nuevos buques.
Entre 1716, donde ya hemos dicho que existían planes de creación de la Academia
y empezaron a animarse a los posibles candidatos, y 1730, momento en el que Antonio
67 De hecho, las ocasiones en las que se muestra que, para él, la Armada es algo fundamental en su vida, se
producen cuando ya a alcanzado no solo la oficialidad, sino una importante posición dentro de ella. Prueba
de ello son las cartas o los informes de su hoja de servicio, las afirmaciones que hace en su testamento o su
obra Conversaciones de Antonio de Ulloa con sus tres hijos al servicio de la Armada.
40
de Ulloa intenta sentar plaza por primera vez; solo podemos aludir a dos variaciones que,
si bien eran leves, pueden resultar significativas. Así, en el documento en el que
Campoflorido pide a la baja nobleza guipuzcoana que sienten plaza (que ya ha sido
referenciada anteriormente en la cita nº 21) se indica la necesidad de jóvenes entre catorce
y dieciocho años, siendo éste el límite para presentar la solicitud. Sin embargo, en la
Instrucción de José Patiño de 1718, el Intendente reduce este rango de edad, solicitando
hijosdalgos de entre catorce y dieciséis años. No será hasta las Ordenanzas de 1748
cuando se regule este requisito y se establezcan, de manera fija, los límites de edad,
dictando que los aspirantes debían tener entre catorce y dieciocho años. Pero a colación
de esto se indica también que el Capitán de la Compañía tendría plenos poderes de
decisión en caso de encontrar a un aspirante con aptitudes muy óptimas para traspasar
estos límites aceptándose menores, hasta doce años y mayores, hasta veinte68.
Independientemente de todas estas consideraciones, a Antonio de Ulloa se le aplicaba la
Instrucción de 1718 que, aunque acortaba el rango de edad no imposibilitaba presentar su
solicitud de entrada en la Academia pues contaba, en ese momento, con catorce años, tal
y como constaba en fe de bautismo que debía ser adjuntada a tal efecto69.
El siguiente de los requisitos no debería tener ninguna complejidad, teniendo en
cuenta que se trata del buen aspecto y la salud del aspirante, pero en el caso de Antonio
de Ulloa, presentan una salvedad que tiene que ver con la primera de las cuestiones que
pretendemos abordar en este punto. Según la Instrucción de Patiño, todo aquel joven que
quisiera solicitar plaza en la Academia debía estar sano, es decir, no padecer de continuas
enfermedades físicas o mentales y además no contar con ninguna imperfección física.
Con las Ordenanzas de 1748 esta cuestión no se modificó, simplemente se vio ampliada
a la obligación de saber leer y escribir. Atendiendo a estas medidas, el caso de Ulloa
estaría enmarcado en la normativa de 1718, aunque él teóricamente cumplía con los
requisitos que se implantaron posteriormente al haber recibido una esmerada educación.
68 No fueron escasas las dispensas otorgadas especialmente a oficiales de la Armada, como el propio Ulloa,
quien pide que se admita a sus hijos en la academia sin tener la edad reglamentaria. AMN Ms. 2141, doc.
15. 69 Era bastante común la falsificación de dicho documento para evadir el requisito de la edad. De hecho,
existe un documento, fechado en 1771, en el que el Marqués de la Victoria, siendo Director General de la
Armada, considera, entre otros menesteres, que era necesario aumentar el número de cadetes ya que no
había oficiales suficientes en la Armada. A pesar de esto y con el objetivo de que mejorara la situación de
la academia y por ende de la dotación de oficiales, se prohíbe que se admitan menores de catorce años en
la Compañía y, ante las falsificaciones de Fe de Bautismo, faculta al comandante para no admitir a quien
no aparentase la edad que decía tener. AGMAB, Guardiamarinas, Generalidad, 720/L.
41
Aún así, en este punto, debemos acudir al hecho de que no accediese a la Academia en
1730, tal y como era su deseo, y optase a la vía alternativa de enrolarse como marinero
de aventuras (aventurero) en la Flota de Tierra Firme.
Sobre esto Julio Guillén Tato70 aporta una explicación que se relaciona
directamente con esta medida y es que el joven Ulloa siempre tuvo una naturaleza débil
y enfermiza, motivo por el que su padre decidió que embarcarse en la flota comandada
de Manuel López Pintado “confiándole el débil niño con la esperanza de que, a pesar del
peligro de las navegaciones, el muchacho ganase en salud con el cambio de aires y de
vida, y aun se aficionase a la Marina, a la que tan inclinado de suyo era el don Bernardo”71.
Con esto el autor, al pretender mostrar la debilidad física de Antonio de Ulloa, manifiesta
también el deseo de su padre por cultivar en el joven el gusto por lo marítimo y conseguir
así que brotase en él la vocación por la Armada. En función de eso podemos deducir, por
un lado, que se trata del único autor que refiere dicha debilidad sin aportar documento
alguno que lo refute pues, en ninguno de los documentos consultados y relativos a la vida
del personaje se alude a tal debilidad, mucho menos en su hoja de servicios donde no se
expresa dificultad física alguna. Y, por otro, la posible falta de vocación de Ulloa, algo
que, aunque ya habíamos dicho, es difícil de comprobar, pero debió estar muy influido
por los deseos paternos. Sea como fuere, esta debilidad, de ser cierta, hubiese impedido
el acceso de nuestro protagonista a la Academia de Guardiamarinas, por tanto, sería,
cuando menos, lógico que su padre intentase solucionar el problema de la mejor manera
posible, en este caso, recurriendo a su amistad con el marqués de Torreblanca.
Pero como acabamos de decir, la naturaleza enfermiza de Ulloa no está probada,
situándonos, de esta forma, en el último de los requisitos, la probanza de nobleza que se
considera que fue lo que originó que Antonio de Ulloa no consiguiera sentar plaza en el
año requerido y tuviera que tomar la “vía práctica” para garantizar su entrada en la
Academia de Guardiamarinas. Así, siguiendo el modelo francés, el ser hidalgo notorio
presentando las pruebas de su nobleza, era un requisito indispensable para convertirse en
cadete de la Compañía de Guardiamarinas. La tan popular expresión de poseer hidalguía
“por los cuatro costados” se basa en la obligación que tenían los aspirantes de presentar
los documentos que demostrasen la hidalguía familiar, es decir, comprobar que, tanto por
70 Op. Cit. GUILLÉN TATO, J.F, p. 26-27. 71 Idem.
42
familia paterna como materna, el solicitante pertenecía a la baja nobleza, uno de los fines
con los que se crea la Compañía72. En función de esta norma y según los datos descritos
sobre su ascendencia familiar, Antonio de Ulloa no debería tener ningún problema para
sentar plaza como guardiamarina, pero la realidad fue muy distinta.
En 1730, con catorce años cumplidos, Antonio de Ulloa presenta las súplicas, es
decir, su solicitud de admisión, con el fin de obtener la carta-orden del Rey que permitiera
que sus documentos fuesen revisados a la hora de presentar su examen de ingreso. En
este primer trámite, debía indicar su nombre, los méritos de sus padres y las distinciones
de su familia, sin adjuntar documento alguno. Una vez obtenido el despacho real, se
presentaría ante el Capitán de la compañía exponiendo su carta-orden y los documentos
justificativos de la nobleza familiar junto a su fe de bautismo. Momento en el que la
solicitud de Ulloa es rechazada al no contar, en ese entonces, con los documentos que
justificaran su hidalguía. Esto, probablemente, se debió a una acción apresurada de su
padre quizás fruto de la necesidad debido a su situación económica o al deseo de prosperar
o mantener su privilegiada posición a través de su hijo. En definitiva, claramente la prisa
fue el motivo de este desliz, teoría que se ve refutada con el hecho de que no esperase a
obtener dicha documentación para poder presentarla y es que, según la normativa, en caso
de dudas sobre el aspirante, el Capitán de la Compañía podía consultar con sus
subalternos y solicitar nuevos informes.
Antes de hacer referencia la solución que Bernardo de Ulloa encontró para que su
hijo, en lugar de esperar a la elaboración y envío de los documentos y poder así
aprovechar el tiempo en adquirir experiencia marítima. Debemos apuntar que, por su
ascendencia familiar y ante la seguridad de una posición que perteneció a su familia desde
el siglo XVII se puede pensar que quizás a la celeridad de los Ulloa se unió cierta
confianza en la no necesidad de refutar dicha posición. Pero la realidad es que “el examen
era asunto de tanta seriedad que era rechazado cualquier aspirante que no justificara lo
exigido”73 por lo que la celeridad sería la razón más factible. De hecho, analizando la
documentación encontramos un detalle que cuesta comprender sin incluir el hándicap de
72 “Hijos de oficiales que hayan servido en la misma Marina o en los oficios de tierra con los grados de
Capitanes inclusive en adelante o de hijos de personas nobles [pare que] se ejercite la nobleza en una
profesión tan propia para ella misma, y en tanto se adelantara a su lustre y conveniencias…”. Carta de
Campoflorido a la nobleza guipuzcoana. AMN. Ms 850, ff. 141-142. 73 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 44.
43
la prisa y es que el economista era hidalgo de sangre al ser hijo, nieto y biznieto de
caballero veinticuatro de Sevilla. Según el modo de registrar la ciudad a aquellos con
goce de hidalguía, no se entiende por qué no aportó los documentos que presentó, en su
día, ante el Cabildo sevillano para obtener tanto su certificado de vecino originario de la
ciudad como el de su concesión de la Blanca de la carne. Según esta información, a
diferencia de otros lugares donde existían padrones de hidalgos, la capital sevillana no
contaba con tal registro, pero si debía contar con los documentos de la blanca de la carne.
Se trataba de un impuesto implantado desde época medieval en la ciudad, por el
que cada libra de carne que se despachase en las carnicerías públicas tendría un gravamen
de una blanca74, con el objetivo de obtener liquidez para poder hacer frente al “pago de
pechos y derramas”75 en la ciudad. Tal tributación suponía un agravio para aquellos que
se encontraban exentos del pago de impuestos, entre los que se incluía, por supuesto, la
nobleza. De esta manera en 1515 dejó de tener obligatoriedad para los vecinos y con el
fin de resarcir a esa parte de la población que gozaba de exención de impuestos se
establece la norma de “volver blanca la carne”76, es decir, retribuirles una blanca por cada
libra de carne que adquiriesen en la casa familiar. Exención de tributación que, para poder
solicitarse, requería que la persona en cuestión fuese considerado vecino de la ciudad, por
nacimiento o por domicilio, es decir, que hubiese habitado en ella durante más de diez
años. Dicho certificado de vecindad, debía ser solicitado ante el cabildo municipal
adjuntando fe de bautismo o testimonios que acreditasen la veracidad del testimonio. Una
vez obtenida la vecindad, se solicitaba, también en el cabildo, la concesión de “la blanca”
remitiendo fe de bautismo, título de hidalguía, certificado de vecindad y árbol
genealógico, aunque en el caso de ser hidalgo notorio (dentro de los que se encontraban
los veinticuatro de la ciudad), solo bastaba con presentar las actas sacramentales en las
que se demostrara que, por línea de varón, su ascendencia había cobrado la blanca de la
carne. Posteriormente la adquisición de carne debía ser demostrada, para así obtener una
cédula, otorgada dentro de la parroquia a la que se circunscribía la vivienda, con la que
el contador podía devolver dicho gravamen. Así, dado que Bernardo de Ulloa descendía
de varias generaciones de veinticuatro del cabildo sevillano, en 1715, solicitó su
74 Sobre nombre con el que se conocía al vellón castellano y cuya equivalencia, en maravedíes, fue variando
a lo largo de la edad Moderna. Debía esta denominación al aspecto blanquecino que adquiría tras su
acuñación, que la asemejaba a la plata. 75 Op. Cit. ULLOA, B. DE, p.16. 76 Idem.
44
certificado de vecindad para que, posteriormente se le otorgase el cobro de la blanca de
la carne77.
La cuestión aquí desarrollada, podría poner de manifiesto una cierta torpeza por
parte del padre de Antonio de Ulloa, siempre y cuando no pensemos que, en la solicitud
de plaza del joven, primó exclusivamente la celeridad pues, según estos datos, el interés
del caballero veinticuatro en que su hijo obtuviese, cuanto antes, conocimientos y
experiencia marinera primaron por encima de los plazos establecidos, de la buena
organización y de las gestiones para obtener la documentación que necesitaba y que, de
alguna manera, podría haber tenido a su alcance. De este modo, expuestas todas las
razones y los inconvenientes que, voluntariamente o no, surgieron a lo largo del proceso,
la forma de paliar la negativa de su acceso y de convertir en provechoso el tiempo de
espera de la documentación real relativa a la probanza de su hidalguía, fue acudir a su red
de relaciones, a las amistades que Bernardo de Ulloa había forjado a lo largo del tiempo,
y beneficiarse de las mismas. Por este motivo, recurre a Manuel López Pintado78,
caballero veinticuatro79 de la ciudad de Sevilla80, quien comandaba la Flota de Tierra
Firme en 1730 y que admitiría a su hijo como aventurero. Una figura que, el Diccionario
Marítimo Español define como:
“joven que se embarca en los bajeles de guerra como un aspirante o meritorio para optar al primer
grado en el servicio de la Armada. No goza de sueldo ni uniforme, pero sí alguna gratificación para la mesa,
y alterna con los Guardia Marinas”81
Esta figura suponía una vía de acceso al cuerpo de oficiales de la Armada para
aquellos a los que, ante la falta de alguno de los requisitos recogidos en la normativa82,
se les negaba el acceso a la Academia de Guardiamarinas. Se trataba de jóvenes que
77 AMS, Escribanía de Cabildo, tomo 308, secc. V, nº 57. 78 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea http://dbe.rah.es/biografias/51501/manuel-
lopez-pintado-y-almonacid. 79 No es correcto indicar en este punto que fue Marqués de Torre Blanca, pues su nombramiento no se
produjo hasta 1737. 80 Cargo que le fue otorgado en 1717. Sobre el particular: tesis doctoral, TAPIAS HERRERO, E, El teniente
general don Manuel López Pintado (1677-1745): ascenso económico y social de un comerciante y marino
en la Carrera de Indias. Pablo Emilio Pérez-Mallaína (Dir.), Universidad de Sevilla, Sevilla, 2015. 81 O’SCALAN, T, Diccionario Marítimo Español, que además de las definiciones de las voces con sus
equivalentes en francés, inglés e italiano, contiene tres vocabularios de estos idiomas con sus las
correspondencias en castellano. Imprenta Real, Madrid, 1883, p. 68. 82 Generalmente, se trataba de aspirantes que no contaban con la edad adecuada, especialmente por tener
más de la reglamentaria, aunque, en otros casos como el de Antonio de Ulloa, podía deberse a la falta de
alguno de los documentos requeridos.
45
prestaban servicio en las naves reales sin derecho a sueldo y a los que se sometía a un
régimen muy similar al de los alumnos universitarios de la época. En realidad, se trataba
de una manera de instruir a aquellos que no pasaban por las aulas de la Academia pero
que, aún así, estaban avocados a ser oficiales navales. Un modelo, algo más práctico de
enseñanza que podía equipararse con la formación naval inglesa pero que, en los tiempos
en tierra, ofrecía a los meritorios los conocimientos teóricos que se enseñaban en la nueva
institución.
En definitiva, era una forma poco ortodoxa de adquirir los conocimientos que de
ofrecían en la Academia, donde los cadetes recibían una estricta instrucción teórica y
práctica organizada en dos períodos, uno dedicado a la teoría83, comprendido en dos
semestres, y otro práctico en el que, embarcados, en el que aplicaban la instrucción
aprendida en el primer año. Un completo programa de estudios en los que no solo primaba
la ciencia, sino también el adiestramiento militar y los buenos modales con el fin de crear
al “marino perfecto”. Bien es cierto que los primeros planes de estudio fueron
modificados a criterio de los directores y no se consolidaron hasta 1734, de la mano de
Diego Bodrick, por lo que, no siempre se impartieron las mismas asignaturas ni con la
misma incidencia, motivo por el que quizás los primeros años fue más sencilla la
equiparación de formación de los aventureros a la de los guardiamarinas. Aún así debe
tenerse en cuenta que, con el paso del tiempo no solo se consolidaron dichos planes de
estudio, sino que la Armada se fue nutriendo de estas nuevas promociones de oficiales y,
por ende, estos contarían con una formación más completa que les permitiría instruir a
los aventureros de las naves que comandaban.
Marinero de aventuras en la Flota de Tierra Firme
Así, por su relación amistosa con Manuel López Pintado84, el padre de Antonio
de Ulloa toma esta opción para, como hemos dicho, aprovechar lo que debería ser un
83 Según la Instrucción de Patiño: matemáticas, geometría, cosmografía, náutica, maniobra, fortificación
militar, teoría de artillería, construcción naval, junto con daza, esgrima y lenguas extranjeras; eran las
asignaturas impartidas en el primero período que se impartían de manos del director de la academia, tres
maestros y un restante número de profesores especializados. 84 Esta relación se demuestra con un intercambio de correspondencia. Cuando en 1728, López Pintado es
nombrado nuevamente comandante de una de las flotas de la Carrera de Indias, envía a su regreso a la
capital gaditana, en cuyo puerto le esperaba Felipe V, con la familia real, la Corte y el Intendente General
de Marina para presenciar la botadura del Hércules (primer navío construido en el astillero de puntales de
Puntales), una carta al cabildo sevillano comunicando su regreso a España. Y para su respuesta, el propio
46
tiempo de espera y que su hijo obtuviese experiencia marinera y conocimientos
suficientes para ser oficial de la Armada.85 Así, según la hoja de servicios de Antonio de
Ulloa86, embarcó como aventurero el 27 de enero de 1730, pero, la realidad es que, debido
a problemas con la carga, la salida no se realizó hasta junio de ese mismo año, llegando
a su primer destino, Cartagena de Indias, dos meses después. A partir de ese momento,
se comenzó a poner en práctica todo lo anteriormente descrito, y que estaba estipulado en
la normativa con respecto a los aventureros, es decir, los oficiales servirían como
maestros y se intercalarían la teoría y la práctica con los períodos en tierra y de
navegación. Bien es cierto que, en el primer período, Ulloa recibió básicamente
formación práctica pues, durante la navegación en el galeón “San Luis”, capitana de la
flota, se hizo lo propio al comenzar a ofrecérsele conocimientos sobre el navío y su
manejo y, además, en los cinco meses que permanecieron en tierra hasta zarpar hacia su
nuevo destino, en lugar de ofrecerle conocimientos teóricos lo facultaron para realizar
operaciones de corso.
Así, Manuel López Pintado, recién nombrado Teniente General de la Armada,
facultó a los oficiales de su flota a que colaborasen con las tareas que le había impuesto
José Patiño, entre las que no solo estaba garantizar la defensa de las costas, sino además
bloquear la laxitud de los oficiales reales que, en los últimos tiempos, habían permitido
que se contrabandeara en sus aguas, con la ayuda de los guardacostas. De esta forma,
mientras el nuevo Teniente General, inspeccionaba la labor de los oficiales reales, hizo
zarpar dos balandras guardacostas con sus oficiales para que impidiesen la entrada de
naves dedicadas al comercio ilegal, algo que se multiplicaba, tanto en la costa de
Cartagena de Indias como en la de Santa Marta, con la llegada de las Flotas de la Carrera
de Indias.
Amparado por esta necesidad, López Pintado considera que Ulloa, no debía pasar
el tiempo en su nave, ni debía desperdiciar la oportunidad de adquirir experiencia en una
operación bélica, pues esta completaría mucho su aprendizaje y le forjaría para
cabildo destinó a don Bernardo de Ulloa, por su estrecha relación personal, quien le agradecía la
información de su regreso y se alegraba de su regreso a Cádiz. AMS, Libro de Actas Capitulares, H-1789,
f. 37. En Op. Cit. TAPIAS HERRERO, E, pp. 298-301. 85 No podemos olvidar, en este punto, que el motivo también pudo ser su naturaleza enfermiza, a la que ya
hemos hecho referencia, tal y como apunta Guillén Tato. 86 Expediente Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, exp. 1225, ff. 9-
11.
47
convertirse en un oficial con experiencia en cuanto a los peligros del mar. De esta forma,
el joven embarca en una de las balandras guardacostas y permanece en esta labor,
prácticamente durante los cinco meses que se prolonga la estancia en Cartagena de Indias.
Cabe señalar que este período le sirvió también para conocer aquellos nuevos lugares,
para tomar experiencia directa sobre la realidad Cartagenera, algo que, si bien no
menciona en su prolija producción bibliográfica posterior, si se deja entrever en las
descripciones que realiza. Además, no sabemos si, durante ese tiempo pudo adquirir algo
de teoría de la mano de oficiales como Juan José Navarro, quien embarcó como oficial
en la almiranta de la Flota, el galeón “San Fernando”87. Aún así es bastante más
destacable la experiencia adquirida durante el tiempo de corso, que los conocimientos
teóricos que pudiera o no adquirir en ese caso.
Ya en el mes de enero, pondrían rumbo a Portobelo, nuevamente en una corta
travesía de, a penas, diez días, para luego permanecer en el destino por cinco meses más,
debido a una ingente cantidad de cuestiones que tenían que ver con los caudales y
mercancías de la flota, así como con los objetivos de Patiño, expuestos en el punto
anterior.88 Durante este tiempo, y el transcurrido en la Habana, como punto de nueva
unión de las naves mercantes con las de guerra, donde además, en esta ocasión le
esperarían los barcos azogueros de Rodrigo Torres89 para, desde allí, regresar a la
Península90 si es que su llegada no se demoraba demasiado. En este tiempo, los oficiales
de la flota, entre ellos Juan José Navarro y la dirección de López Pintado, fueron
fundamentales para Ulloa, pues se encargaron de instruir al joven de cara a su examen de
ingreso en la Academia. Este detalle es bastante curioso porque, aunque Antonio de Ulloa,
al haber sido aventurero, podría haber pasado directamente a ser alférez de fragata, sin
pasar por las aulas de la Academia de Guardiamarinas, siempre tuvo presente y así lo
cumplió que su objetivo era convertirse en cadete de la compañía. Pero al margen de esto,
87 Cabe apuntar un detalle que, aunque ya está señalado por Solano, Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 47, es
necesario recordar para que no quepa ningún tipo de duda. Y es que Guillén Tato, Op. Cit., GUILLEN TATO,
J.F, p. 28, indica que Ulloa realizó la travesía en el Galeón “San Fernando”, donde iba el futuro marqués
de la Victoria, y no en el San Luis, donde efectivamente embarcó, pudiéndose confirmar no solo en
estudios posteriores a Solano sino en la propia hoja de servicios de Ulloa , AGMAB, Cuerpo General,
Asuntos Personales, Leg. 620, exp. 1225, f. 10. 88 Sobre el particular: Op. Cit. TAPIAS HERRERO, E, pp. 306-327; WALKER, G. J, Política española y comercio
colonial, 1700-1789, Ariel, Barcelona, 1979, pp. 221-282. 89 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea:
http://dbe.rah.es/biografias/72888/rodrigo-de-torres-morales. 90 Carta de José Patiño a Manuel López Pintado: AGS, Secretaría de Marina, Leg. 392, 716, en Op. Cit.
TAPIAS HERRERO, E, pp.
48
fueron muchos los meses de instrucción previa que tuvo hasta su salida de La Habana,
donde prácticamente empezó a cursar las mismas materias que se impartían en Cádiz,
teniendo acceso incluso a los manuales que con los que se instruía a los jóvenes cadetes,
entre ellos, por supuesto, los del entonces director de la Academia Pedro Manuel Cedillo
quien se había encargado de diseñar el plan de estudios.
Así, lo que pretendía ser un apacible regreso a España, acabó por convertir la
primera experiencia naval de Antonio de Ulloa en un viaje que aglutinó prácticamente
todas las circunstancias por las que debe pasar un marino. De esta manera, salieron de la
Habana, en el mes de agosto de 1731, una salida demorada que les obligó a adentrarse en
el Canal de las Bahamas en época de huracanes, por tanto, a la entrada del Canal las naves
fueron sorprendidas por una fuerte tempestad que generó daños en muchas de ellas.
Lógicamente no todas corrieron la misma suerte de modo que, mientras la nave capitana
se vio muy mal parada, la almiranta pudo llegar sin apenas daños al puerto más cercano.
Esto implica que Antonio de Ulloa tuvo que pasar, como hemos dicho, por todo tipo de
situaciones, siendo a penas un joven que se estaba formando, teniendo incluso que
presenciar como la nave en la que viajaba era azotada por el temporal que la dejó
desarbolada y desprovista del timón.
A pesar de su lamentable estado, consiguió llegar al puerto del Guárico, en la zona
norte de Santo Domingo, pues llegar hasta Puerto Rico suponía una travesía demasiado
larga como para emprenderla en esas condición. Allí permanecieron mientras que duró la
reparación de las naves, hasta abril de 1732, nuevo tiempo de espera en el que la
formación del joven aspirante no se detuvo, de hecho, Manuel López Pintado se dedicó a
levantar cartas en las que se indicasen las rutas y las profundidades de las zonas donde se
ubicaban las mejores lugares para fondear en aquellas latitudes; actividad de la que
Antonio de Ulloa tomó buena parte de su experiencia en cartografía. En definitiva,
después de ocho meses de puesta a punto de las naves, Antonio de Ulloa volvía a embarcar
en el galeón “San Luis” para poner rumbo a Cádiz, a donde llegaron el 21 de junio de
1732, dos años después de que zarparan del mismo puerto91.
91 Muy conveniente fue este largo tiempo al otro lado del atlántico, si tenemos en cuenta que, de haberse
prolongado menos, Antonio de Ulloa se habría topado con un período de un año perdido. Esto se debe a
que, en 1732 no se convocaron plazas para la Academia, así un tan prolongado período de ausencia,
garantizó que Antonio de Ulloa pudiese aprovechar todo el tiempo de espera que se necesitase, cumpliendo,
de esta forma, con los deseos de su padre.
49
Por fin Guardiamarina. Bautismo de fuego
Desconocemos si una vez en la capital gaditana, Antonio de Ulloa se trasladó a su
Sevilla natal o permaneció en la ciudad para preparar todo lo necesario para su entrada
en la Academia de Guardiamarinas. Como ya hemos comentado anteriormente, bien
podía haberse incorporado como oficial a la Armada, pero prefirió consolidar su
formación como marino antes de convertirse en oficial. En función de esto, inicia de
nuevo los trámites establecidos, en primer lugar, la carta-orden del Rey para la que
presenta su nombre, fe de bautismo y los méritos de su familia junto con los propios, si
los hubiere. En este caso, con fecha de 25 de noviembre de 1733, Antonio de Ulloa
presenta toda la información requerida92 su fe de bautismo, las de sus padres y el
reconocimiento de los méritos familiares, firmados tanto por él como por cuatro testigos,
todos ellos caballeros veinticuatro de Sevilla.
A este respecto debemos destacar un par de cuestiones; la primera tiene que ver
con que, como hemos dicho, según la normativa podían presentarse los méritos del propio
aspirante, pero Ulloa no menciona nada de sus dos años como aventurero, probablemente
porque no se necesitaba para acceder a la Academia y, por tanto, sus dos años de
experiencia podrán no considerarse méritos. Al fin y al cabo, el hecho de presentarse
como candidato a guardiamarina y no acceder directamente al primer grado de oficial era
una manera de legitimar su posición, dejar atrás los problemas acaecidos anteriormente y
adoptar la vía oficial de acceso93. La segunda está compuesta por varios detalles, pero
tiene la base y es que toda la documentación presentada proviene de Sevilla, la fe de
bautismo de sus padres, correspondiente a sus respectivas parroquias y que bien hubiesen
podido tener a su disposición en caso de solicitarlo. Lo mismo ocurre con la certificación
de los méritos familiares pues, los primeros documentos no son más que una declaración
del propio Ulloa y los siguientes se encuentran firmados por cuatro testigos que, además
eran caballeros veinticuatro del cabildo sevillano. Incluso, en estos últimos documentos
se contempla la concesión de la “blanca de la carne” que no solo certificaba la hidalguía
92 Informe de Guardiamarina, D. Antonio de Ulloa. AMN. 0886. Exp. 0164, ff. 1-18. 93 Antonio de Ulloa no fue el único en desarrollar una acción similar, Santiago de Liniers también empleó
esta estrategia para convertirse en oficial de la Armada española. PESADO RICARDI, C, De Aventurero a
Capitán. Inicios de D. Santiago de Liniers en la Real Armada Española (1775-1788). Asociación “Mémoire
Jacques de Liniers”, 2013, pp. 33-38.
50
familiar, sino que además estaba concedida tiempo atrás, tanto a los ascendientes paternos
como al propio Bernardo de Ulloa que la obtuvo en 171594.
En definitiva, no se entiende por qué no se presentó la documentación en 1730
teniendo en cuenta que se encontraba a su alcance, algo que también han advertido otros
biógrafos, Fernández de Navarrete95, quien considera que Ulloa bien pudo haber accedido
a la Academia en la primera ocasión en la que solicitó sentar plaza, pero que al presentar
su solicitud encontró el cupo completo. Dicho autor no aporta documentación al respecto
y no tenemos forma de saber cuanto cadetes se solicitaron para ese año96, pero sí es una
afirmación que se ha extendido a algunas de las biografías de Ulloa. Se trata de una
posibilidad, pero no es demostrable, siendo bastante más fiable la versión que apunta a la
prisa y la excesiva confianza como motivo de la falta de documentos o incluso a la pobre
condición física del propio Ulloa.
A pesar de todas las versiones, de todas las especulaciones que puedan hacerse al
respecto de su entrada en la Academia, hablándose incluso de que Antonio de Ulloa tenía
tal vocación que prefirió acudir a la Academia en lugar de convertirse directamente en
oficial; la realidad, lo que muestran los documentos es que el 28 de Noviembre de 1733
sentó plaza de guardiamarina, una vez cumplimentada toda la documentación requerida
y después de presentar su examen de ingreso, ante el director de la Academia Pedro
Manuel Cedillo, por el que obtuvo la calificación de sobresaliente97. De manera que entró
a formar parte de una promoción de veintidós cadetes98, todos ellos procedentes de
diferentes puntos de la geografía española, de los que la gran mayoría eran andaluces,
procedentes del Reino de Sevilla, aunque bien es cierto que solo dos eran vecinos de la
capital hispalense.
La dispersión de la documentación, de la que los expedientes de la Armada no se
ven ajenos, sea quizás la causante de que, en el Archivo General de la Marina, solo se
94 AMS, Escribanía de Cabildo, tomo 308, secc. V, nº 57. 95 Op. Cit. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M, pp. 190. 96 El número de cadetes que cada año accedían a la Academia obedecía a la cantidad de cargos a la
oficialidad que se necesitaban para cubrir la nómina anual de la Armada. 97 Informe de Guardiamarina, D. Antonio de Ulloa. AMN. 0886. Exp. 0164, ff. 1-18 y hoja de servicios
de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 1225, f. 11. DE VALGOMA, D,
Catálogo de pruebas y Caballeros aspirantes. Real Compañía de Guardiamarinas y colegio naval, Instituto
Histórico de Marina, Tomo I, exp. 586 Madrid, 1954, p.103. 98 Promoción de Guardiamarinas de 1733 en: Ibídem, pp. 101-103.
51
conserven diez de las veintidós hojas de servicio de estos, entonces futuros oficiales.
Entre sus fondos, en la sección Cuerpo General, se encuentran además de la hoja de
servicios de Antonio de Ulloa, nueve expedientes más99 que muestran que solo uno de
sus compañeros de promoción llegó tan alto en el escalafón militar como él. Miguel
Gastón de Iriarte, quién sentó plaza con la misma edad que Ulloa y llegó a ser teniente
General de la Armada en la misma fecha que él, 24 de abril de 1779100. Ninguno de sus
compañeros obtuvo un ascenso tan meteórico como el suyo, pero en concreto Miguel
Gastón, sí debió hacer méritos suficientes101 como para que se le acreditase con el mismo
rango que a Ulloa al final de su carrera.
Este nutrido grupo debió tener una formación un tanto particular, pues su entrada
en la Academia se inserta en el contexto de la guerra de Francia contra Austria en la que,
por las disposiciones del Primer Pacto de Familia (1733), España se ve directamente
involucrada defendiendo la causa francesa. Dicho conflicto se inicia con la muerte de
Augusto II, rey de Polonia, cuya monarquía no tenía las mismas condiciones que la
borbónica ya que, en lugar de se hereditaria, obedecía a los dictámenes del parlamento
polaco. En esta medida, los intereses de Felipe V que buscando recuperar los territorios
perdidos en Utrecht con el fin de mantener el testamento de Carlos II102 y asegurar la
herencia de los hijos de su segundo matrimonio colocándoles en tanto en los ducados
italianos como en otras monarquías europeas103 algo que fue objetivo de los deseos y
presiones de su madre, entraron a colación. El primer Borbón, presentó desde Sevilla,
99 Alfonso Alburquerque AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 26; Antonio
Gregorio y de Silva AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 522; Diego de Argote y
Muñóz AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 72; Felix de Larrea y Albarracín
AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 605; Ignacio Huarte y de Córdoba AGMAB,
Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 561; Manuel López Bravo AGMAB, Cuerpo General,
Asuntos Personales, leg. 620, exp. 634; Miguel Clarebout AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales,
leg. 620, exp. 273; Pedro de los Ríos AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 1021;
Miguel Gastón de Iriarte AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 474 100 Hoja de servicios de Antonio Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp.
1225, f. 9. Hoja de servicios de Miguel Gastó Iriarte, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales,
leg. 620, exp. 474, f. 2. 101 Dichos méritos pueden deberse a su buen desempeño como jefe de distintas escuadras, pero su
expediente no aporta mayores datos ya que, al margen de la hoja de servicio, solo conserva el permiso
reglamentario para contraer matrimonio. 102 El último de los Habsburgo españoles, antecesor en el trono de Felipe V, deseaba que todos sus dominios
permaneciesen unidos bajo el control de un mismo monarca. Siendo este uno de los motivos por el que
escogió como su sucesor al nieto de Luis XIV, buscando con eso el apoyo de la potencia francesa. 103 Los infantes Felipe y Carlos, hijos de su matrimonio con Isabel de Farnesio, por línea dinástica no
estarían llamados a ser reyes de España, ya que les precedían los hijos del primera matrimonio del monarca
con Gabriela de Saboya, de hecho, su primogénito Luis, había llegado a reinar en España por un período
de menos de un año en 1724, tras la abdicación de su padre.
52
donde se encontraba la Corte en aquellos momentos, una misiva para que se tuviera en
cuenta la candidatura de uno de sus hijos al trono polaco. Una petición que a penas se
tuvo en cuenta por lo que el rey, firme en conseguir sus objetivos, optó por apoyar la
causa más conveniente para sus intereses.
En función de esto, España optó por apoyar la causa francesa que, en el conflicto
sucesorio polaco se había posicionado en favor del candidato que finalmente no fue
escogido por preferirse, por parte del Sejm104, al aspirante apoyado por Austria, la gran
enemiga de Francia. Una pugna, la de estas dos potencias, que obedecía a motivos más
elevados que una simple enemistad mantenida en el tiempo. Siendo así necesario unir a
este hecho, por un lado, la posición austríaca que, en su lucha con el reino de Prusia por
obtener la hegemonía en todo el espacio alemán, se insertó en el conflicto polaco para
impedir un posible aprovechamiento prusiano en este sentido. Y por otro, la situación de
Francia que veía, con el avance de Austria, cada vez más encerrados sus dominios,
especialmente después del Tratado de Utrecht105 en la corona austríaca obtuvo, entre otros
territorios, la parte de los Países Bajos que le correspondía a España que cercaba los
territorios franceses cada vez más.
Así, unido al hecho de que Austria tenía intereses en los territorios italianos,
después de haber obtenido Milán, Nápoles y Sicilia en Utrecht, los intereses de España y
Francia comenzaron a tornarse comunes basándose en el deseo de frenar el avance
austríaco y recuperar, los españoles, los territorios perdidos; teniendo en cuenta además
que, el norte de Italia, era un tradicional punto de conflicto entre las dos potencias
enemigas. Por lo que, al calor de sus vínculos familiares, en agosto de 1733, se iniciaron
negociaciones entre Francia y España que darían como resultado la firma del Primer Pacto
de Familia, en noviembre del mismo año. Un acuerdo de compromiso y ayuda mutua en
el que los borbones españoles prestarían su apoyo en los conflictos bélicos que
emprendieran los franceses y esto, por su parte, se comprometían a poyarlos en su lucha
por recuperar los territorios perdidos en Utrecht. Seguros del óptimo resultado que
efectivamente tuvieron sus negociaciones, Francia declara un mes antes de la firma de
104 Nombre que recibía el parlamento de Polonia. 105 Se trata del nombre genérico que reciben un conjunto de tratados firmados entre 1713 y 1715 que, con
intención de devolver la paz a Europa, cambiaron el mapa político hasta entonces conocido con la pérdida
y la anexión de territorios a las diferentes coronas implicadas en el conflicto sucesorio español.
53
este primer Pacto la guerra a Austria y España, por supuesto, entra en el conflicto con
ella106.
La aparente solidez de dicho acuerdo, no puede hacernos olvidar que, aún siendo
potencias aliadas, tanto España como Francia lucharían en favor de sus intereses
particulares, por tanto, aunque el objetivo común era una guerra en el norte de Italia,
España tenía puesto sus ojos en recuperar Nápoles. Así, en el momento propicio, cuando
Francia parecía prestar mayor atención a otros territorios que no se encontraban entre los
objetivos españoles, Felipe V ordena a su hijo el infante don Carlos (futuro Carlos III)
que era ya duque de Parma107, se trasladase desde aquellos territorios hacia Nápoles para
ponerse a la cabeza de la contienda. Motivo por el que José Patiño, que había estado
presente en todas las negociaciones y tratados en los que se insertaba dicho conflicto y,
por supuesto, por su condición de secretario de Marina e Indias, envía una escuadra de
diez naves, que zarparían desde Cádiz con destino a Barcelona, para poder poner rumbo
a Italia con el fin de servir de refuerzo la causa del infante don Carlos.
Se trataba pues de una escuadra de veinte navíos que aportarían una dotación que
rondaba los 20.000 soldados a los que había que sumar 2.000 caballos prestos para prestar
apoyo a los efectivos que, por tierra, se trasladaban de Parma a Nápoles encabezados por
el infante. Su proceso de formación fue bastante más complejo de lo que inicialmente
pueda parecer debido a que reunir una dotación de semejante calibre no era tarea fácil por
lo que una vez reunidas las seis naves gallegas con las cinco gaditanas en el puerto de
Cádiz, uno de los barcos debería pasar a Ceuta a recoger al regimiento de Navarra.
Posteriormente todas las naves pasarían a Málaga en la que se unirían a la escuadra de
Justiniani, que dotaba seis embarcaciones más, para detenerse luego en Alicante, un
centro de reunión donde se sumaron más barcos y desde donde, después de pertrecharse,
zarparían con destino a Barcelona con el fin de poner rumbo al Mediterráneo108.
106 En esta ocasión Francia contará también con el apoyo de Saboya que, tras haber luchado contra España
en la Guerra de Sucesión, obtuvo en Utrecht el titulo de reino y los territorios de Sicilia, que serán
cambiados posteriormente con Austria por la Cerdeña. 107 Este ducado fue adquirido con la firma del tratado de Sevilla en 1729, que ponía fin al conflicto entre
España e Inglaterra en el que, tras la declaración de invalidez, por parte de España, del artículo X del tratado
de Utrecht la una pretendió recuperar Gibraltar y la otra, en respuesta, se desplegó en el Mediterráneo y el
Atlántico cercando Portobelo intentando frenar la hegemonía comercial española en las Indias. 108 El proceso es bastante más complejo de lo que aquí se expone, pues era fruto de un importante sistema
estratégico con el que se pretendía no solo conseguir la mejor dotación posible sino, además, distraer al
enemigo. Dicho proceso se recoge en: GONZÁLEZ ENCISO, A, “La Marina a la conquista de Italia”,
Cuadernos de Historia y Cultura Naval, capítulo 1, pp. 15- 35.
54
No nos ocupa desarrollar como continuó el proceso ni tampoco como se produjo
la conquista de Nápoles. El haber descrito, al menos parcialmente, el contexto en el que
se inserta la décimo séptima promoción de la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, se
justifica por la necesidad de resaltar que, en momentos en los que se necesitaban obtener
dotaciones para determinadas acciones bélicas o de defensa de los territorios, la Secretaría
de Marina optaba por tomar efectivos de las propias aulas de la Academia. De esta
manera, la formación se iniciaba de manera inversa, es decir, comenzaban con la
preparación práctica para, una vez terminada la misión proceder al desarrollo de los
estudios teóricos. Bien es cierto que, como ya hemos apuntado en el caso de los años
previos a la entrada como cadete de Antonio de Ulloa, a veces, las labores prácticas no
impedían que, en ciertos momentos, se instruyese a los cadetes en materia teórica. Quizás
los tiempos de espera para el aglutinamiento de la flota o la parada en Alicante para
preparar los pertrechos y el avituallamiento, fueron momentos propicios para iniciar los
estudios teóricos que debieron ser impartidos en las aulas de la Academia, pero no
podemos saberlo con exactitud.
De esta manera, si analizamos las hojas de servicio de sus compañeros, cotejadas
con las fechas de la contienda y los hechos que describe el propio Antonio de Ulloa,
podemos sacar una serie de conclusiones. En primer lugar, es que sabemos que el joven
cadete sevillano formó parte de la dotación que partió desde Cádiz en 1733 porque así lo
apunta el mismo. Esto, unido a su experiencia anterior, nos puede llevar a pensar que fue
el único de su promoción que tomó parte en ella, pero la realidad se torna bien distinta si
entramos a estudiar las hojas de servicio de sus compañeros de promoción. Así, en
segundo lugar, podemos decir que los datos aportados por los propios oficiales nos
permiten afirmar que Antonio de Ulloa no fue el único escogido para tomar parte en el
conflicto, sino que, en base a lo expuesto anteriormente, otros de sus compañeros también
participaron.
El problema que se nos presenta, a este respecto, es el estado de la documentación,
pues no todos los expedientes de los guardiamarinas se conservan del mismo modo y, por
ello, no todos incluyen los mismos datos, además, teniendo en cuenta que, hasta el siglo
XIX no se implementó un sistema reglado a la hora de presentar los expedientes, cada
oficial era libre de adjuntar la información que estimase oportuna. Por este motivo, solo
55
hemos podido encontrar a dos de sus compañeros que afirman haber participado en la
misma campaña napolitana: Alfonso Alburquerque quien afirma que “fui embarcado en
el Navío la Europa, al mando del Capitán D. Isidro Altayo, con el cual hice dos campañas
en los años 34 y 35, hallándome en parte en la toma del Reino de Nápoles y toda Sicilia”109
y Félix de Larrea quien “en Noviembre de 1734 se embarcó en el Navío la Guipúzcoa, su
Capitán D. Antonio Marroquín, siendo Guardia Marina y se desembarcó en Marzo de
35”110. Bien es cierto que este último no dice que participara en la campaña contra
Austria, pero por las fechas, debe tratarse de dicho conflicto.
Este estudio nos lleva a la tercera conclusión y es que, según los datos con los que
contamos, Antonio de Ulloa participó desde el principio. No podemos saber si alguno de
sus compañeros lo hizo también, pues solo tenemos constancia del testimonio de Ulloa y
no podríamos achacarlo a la corta edad de los otros pues contaban con 16 y 17 años
cuando sentaron plaza. De esta manera es algo que no podemos explicar, pero lo cierto
es que la participación de Antonio de Ulloa desde el inicio de la campaña en 1733 es un
hecho. Embarcó “ sin intermisión”111, justo después de presentar su examen, en el navío
Santa Teresa bajo las órdenes del capitán de fragata Pedro Mendieta y según él mismo
apunta:
“éste navío y el Galicia ambos de 64 cañones pasaron a Alicante y Barcelona donde se le agregó
el San Felipe el Real de 80 cañones, y un convoy de embarcaciones mercantes con tropas de artillería e
infantería con destino a Nápoles, donde estaba declarado Rey el infante don Carlos (posteriormente Carlos
3º). En esta expedición sostuvo el navío Santa Teresa un combate glorioso con las fuerzas del emperador
de Austria del que salió victorioso; concluida la comisión con la fue a Nápoles, regresó a Cádiz con el navío
de su destino”112
Nos encontramos pues con un joven Antonio de Ulloa que nuevamente
experimenta la realidad de la vida en alta mar. Con este encuentro con las naves austríacas
no solo adquiere cierta experiencia bélica, sino que comprueba la imperiosa necesidad de
que los oficiales navales estuviesen formados en estrategia y táctica y que, por supuesto,
contasen con los recursos suficientes como para saber reaccionar y conseguir resolver
109 Alfonso Alburquerque AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 26, f. 4. 110 Félix de Larrea y Albarracín AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 605, f. 3. 111 Expediente Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 1225, f.
11. 112 Ídem.
56
este tipo de contratiempos que, en los momentos en los que le tocó vivir, eran de lo más
comunes. Por ello, cuando Antonio de Ulloa regresa a Cádiz lo hace cargado de
conocimientos, no pisó un aula de la Academia, pero no lo necesitó. Había estado en
América, lo que le reportó ciertos conocimientos, algo parciales, acerca de la realidad de
aquellos territorios; conocía además la vida a bordo de los navíos de la Armada donde
pudo adquirir la preparación práctica que se le requería a los oficiales navales, así como
la instrucción teórica destinada a personas de su rango. Unos conocimientos que, si bien
ya eran bastante amplios, terminaron de completarse con la campaña de Nápoles quizás
aquello que le faltaba de su anterior experiencia como aventurero, en la que realmente se
enfrentó solo a los peligros propios del medio en el que estaría obligado a moverse de por
vida, el mar. Así, el joven cadete estaba perfectamente preparado para adquirir su ansiada
formación en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz cuando, a su llegada, fue
reclamado para formar parte de la Expedición Geodésica, que marcaría definitivamente
el transcurso de su vida.
La llamada a la Geodésica y el desarrollo científico español
Efectivamente, el 3 de enero de 1735 puede considerarse una de las fechas clave
en la vida de Antonio de Ulloa. Se trata del punto de partida tanto de su meteórica carrera,
como de su desarrollo personal e intelectual. Se trata del momento en que tanto él como
Jorge Juan ascendieron, de Guardiamarinas a Tenientes de Navío113, en el contexto de la
expedición geodésica. Un ascenso meteórico114, como ya hemos dicho, que tuvo causas
muy concretas. Con este fin, debemos referirnos, de un lado, proceso de desarrollo
científico español y, de otro, a la formación de la empresa y al papel que juega España en
la misma.
En primer lugar, es indispensable aclarar que, nuestro país no se mantuvo aislado
del proceso de desarrollo científico. De hecho, dicho proceso se inició, en España, a la
113 Ambos ascensos se recogen en sus respectivos expedientes, donde se incluyen las Reales ordenes por
las que se les asciende. AGMAB, 620/592, 620/583, 620/586. 114 Cuatro grados en el escalafón, pues al salir de la academia se graduarían como alférez fragata,
posteriormente deberían ascender, tras el tiempo de servicio oportuno a alférez de navío, teniente de fragata
y finalmente a teniente de navío.
57
vez que en el resto de potencias Europeas, a finales del siglo XVII115 el problema, en el
caso español, radica en el atraso en el que se había mantenido en la época de los Austrias,
quienes no la dotaron de instituciones que permitieran la difusión de las nuevas ideas. A
pesar de ello, comenzaron a surgir tertulias, cuyos miembros, en su mayoría, pertenecían
al grupo de los “novatores”116. De ellas, emanaban las nuevas cuestiones que brotaban de
manos del movimiento ilustrado, pero dichas agrupaciones, se encontraban tan escasas y
dispersas, que lo único que consiguieron fue que la luz de la Ilustración empezara sólo a
titilar en España.
En función de lo expuesto, bien podría afirmarse que “todo conspiraba para que
la ciencia fuera considerada una actividad sin relevancia en la España Ilustrada”117. De
esta manera, haciéndonos eco de esta última aseveración, debe hacerse énfasis en lo
equívoco que resulta plantear la nula participación española en el desarrollo de la ciencia.
Así, puede y debe afirmarse que, dicha participación, sí que se produjo, pero a un ritmo
muy lento118, es decir, la ciencia estaba presente, la carrera científica era una realidad,
pero se encontraba reducida a la esfera de los menos importante. Desde este punto de
vista, el telón de fondo estará conformado por dos asuntos esenciales: por una parte, una
sociedad que, en todos sus ámbitos, estuvo siempre marcada por la doctrina católica, a la
que le incomodaban ciertos cuestionamientos, reduciendo la labor científica a la esfera
de los “viable”. Y, por otra, a la que ya se ha hecho referencia, una total escasez de
instituciones difusoras de las ideas, así como de personas en las que, dichas ideas,
pudieran tener algún calado.
Precisamente a principios del siglo XVIII, de la mano de la nueva dinastía reinante
y su política reformista, será cuando empiecen a generarse las herramientas
imprescindibles para, si no activar, sí acelerar, el proceso de desarrollo científico en
nuestro país. Así, tomando como referencia lo expuesto por Manuel Sellés, Antonio
115 Sumándonos a la teoría de Lafuente y Peset, la primera etapa del proceso de desarrollo científico español
se inicia en 1689 con la publicación de la Carta Philosófica Medico-Chymica de Juan de Cabriada. Op. cit.
LAFUENTE, A, PESET, J.L Y SELLES, M, pp. 31-32. 116 Sobre el particular: MESTRE A, La aportación cultural de los novatores, en Boletín de la Real Sociedad
Matritense de Amigos del País, nº37, 1998, pp. 99-118 y MESTRE A, Los novatores como etapa histórica,
en Studia Historica. Historia Moderna, nº 14, 1996, pp. 11-14. 117 Op. Cit. LAFUENTE, A, PESET, J.L Y SELLES, M, p. 30 118 Sobre el particular MARTÍNEZ, E, DE PAZIS PI CORRALES, M, Ilustración, Ciencia y Técnica, en MARTÍNEZ,
E, DE PAZIS PI CORRALES, M, eds. Ilustración, ciencia y técnica en el siglo XVIII español, Universidad de
Valencia, 2008, pp. 13-23.
58
Lafuente y José Luis Peset119 quienes establecen, en su obra, las etapas en las que, en el
caso español, se divide el proceso de la denominada “revolución científica”120, puede
apreciarse como, el momento que nos ocupa, tiene mucha relevancia al hilo de la teoría
de los autores señalados.
Según apuntan José Luis Peset y Antonio Lafuente121, no será hasta el periodo
comprendido entre 1689 y 1789122 cuando España se incorpore al panorama científico
europeo en cuatro etapas. Estas se inician con la Carta Philosófica Medico- Chymica de
Juan de Cabriada123 obra que, para José María López Piñero124, se trata de “el auténtico
documento fundacional de la renovación científica española”. En este momento, la
ciencia española comenzó a contar con los medios adecuados para su desarrollo, a pesar
de tener que renunciar a resolver una serie de incógnitas, cuyas respuestas resultaban
molestas para la Corona. Aún así surgieron cuatro importantes instituciones que marcarán
el proceso de desarrollo científico: la Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de
Sevilla (1700)125, la Academia de Ingenieros Militares de Barcelona (1715), el Real
Seminario de Nobles de Madrid (1726) y la Academia de Guardiamarinas de Cádiz
(1717)126. Instituciones que se vincularán, geográficamente, a las ciudades situadas a la
vanguardia económica y científica; así como a una serie de grupos sociales: el ejército, la
119 LAFUENTE, A, PESET, J.L Y SELLES, M, (Eds.) Carlos III y la ciencia de la Ilustración, Alianza Editorial,
Madrid, 1988. 120 Concepto acuñado por el filósofo e historiador Thomas Khunt en 1962 y que se aplica definir el “cambio
de paradigma” (KUHT. T, La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica,
México, 2005) que se produjo en Europa, de la mano de las ideas Ilustradas y que entra en España entre
finales del siglo XVII e inicios del XVIII. 121 LAFUENTE, A, PESET, J.L “Las actividades e instituciones científicas en la España ilustrada”. En Op.
Cit. LAFUENTE, A, PESET, J.L Y SELLES, M, (Eds.) pp. 29-80. 122 En este amplio período, de más de un siglo, los gobiernos ilustrados –de Felipe V a Carlos III- se
esforzaron por implantar, entre otras cosas, la nueva política científica en España. 123 Médico Valenciano que con su obra atacó a las grandes autoridades en medicina del momento al
posicionarse en contra del sistema galénico, defendido por la escolástica, denunciando su inviabilidad.
Para iniciar una aproximación a este personaje véase Real Academia de la Historia, Diccionario
Biográfico en línea http://dbe.rah.es/biografias/15694/juan-de-cabriada. 124 LOPEZ PIÑERO, J.M, La introducción de la ciencia moderna en España, Ariel, Barcelona, 1969, p.146 125 Dicha institución tuvo como principal impulsor a Juan de Cabriada que, de hecho, fue uno de sus
fundadores en 1700. 126 Aún habiéndose fundado años antes que el Real Seminario de Nobles de Madrid, se ha invertido el
orden cronológico de la enumeración de instituciones, dejando la Academia para el final, con el fin de
destacar visualmente el nombre de la institución para resaltar su importancia no solo para la ciencia
española en general, sino para el desarrollo de la presente investigación en particular. Esto se debe a
que de la mano de dos guardiamarinas brotarán las obras que se han utilizado como fuente primaria
para la redacción de este capítulo y de su consecutivo, aunque han aportado datos para algunos más y,
por supuesto, a la condición de miembro de la Armada de Antonio de Ulloa, nuestro protagonista.
59
marina, los jesuitas y los profesionales liberales, a quienes se considerará los máximos
impulsores del ambicioso proyecto reformista que se tenía entre manos.
Esta etapa inicial se caracteriza, en primer lugar, por la actitud rebelde de los
novatores, que se dedicaban al estudio de las matemáticas, la astronomía y la física127, de
manera que, su principal obstáculo tenía que ver con las prohibiciones que, de manos de
una renovada Inquisición128, se habían establecido con respecto a teorías como el
heliocentrismo que acabó siendo reconocido finalmente, de forma subrepticia, por
aquellos que la condenaron. Así, lo que empezó siendo rebeldía, acabó convertido en
eclecticismo ante la evidencia, no solo de la aceptación de unos sino del tibio desarrollo
científico del resto. Una actitud que se ve refutada por las palabras del propio Cabriada,
uno de los principales exponentes de los novatores, cuando afirma que “es lastimosa y
aún vergonzosa cosa que, como si fuéramos indios, hayamos de ser los últimos en recibir
las noticias y luces propias que ya están esparcidas por Europa”129.
De otra parte, ciertos sectores de la ciencia como la medicina, la biología y la
química, se encontraron con obstáculos de mayor calado. Estos tenían que ver tanto con
el rechazo de una sociedad inmovilista y cerrada, atemorizada y convencida de los
postulados que se habían venido defendiendo hasta el momento, como con la oposición
de muchas de las grandes instituciones, anquilosadas y formadas por personas que, con
la llegada de los nuevos sabios, veían peligrar su notable posición y se mostraban
contrarias al cambio que se sobrevenía. De esta forma, aceptar dicho cambio hubiese
supuesto un profundo ejercicio de asimilación, al igual que de admisión, ante el riesgo de
verse desplazados por ese grupo de sabios que comenzaba a despuntar. Así en este
momento, tal y como señala López Piñero “la lucha entre antiguos y modernos fue, en
gran medida, un encuentro entre generaciones”130.
127 Ramas de la ciencia que, a pesar de contar con grandes opositores, en este momento, contaban con un
nivel de aceptación alto, teniendo en cuenta que, en muchos casos, su problemática giraba en torno a la
refutación de lo que los clásicos se aventuraron a teorizar. 128 Había acudido al reclamo del “primer Borbón” para afianzar su posición de poder frente a su oponente,
el archiduque Carlos 129 Esta rotunda afirmación del médico Valenciano no solo remarca la actitud que tomarán los
novatores en todo este proceso, sino que es significativa para el estudio de la imagen del indio
americano en el siglo XVIII, pues deja claro el concepto que este sector tenía de los naturales de
América. 130 LÓPEZ PIÑERO, J.M, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Labor, Barcelona,
1979, p. 393.
60
En todo este proceso la Real Compañía de Caballeros Guardiamarinas tendrá un
papel fundamental pues emerge dentro de un contexto en el que el interés por la
astronomía y la navegación habían crecido, sobre manera, en toda Europa; siendo su más
claro ejemplo la fundación de los observatorios de París, en 1667, y Greenwich, en 1675.
La cuestión es que no todos los países contaban con las condiciones y las instituciones
idóneas para la creación de dichos centros astronómicos, ni tampoco con los profesionales
necesarios para su desarrollo y, entre estos países más atrasados, se encontraba España.
Es aquí donde radica la importancia de la Marina en el ámbito de la ciencia pues los
guardiamarinas, los futuros oficiales, serán los profesionales más y mejor formados en
estas disciplinas así, el objetivo de conocer, de forma más precisa, no solo los territorios
pertenecientes a la Corona, sino también la posición geográfica exacta de los navíos en
alta mar131 originó que, en los planes de estudios de la Academia, se hiciese hincapié en
la formación de los marinos en todas estas disciplinas científicas.
Será gracias a este cuerpo, y fruto del interés por la consecución de los objetivos
de tipo estratégico de los gobiernos ilustrados, por el que España participe o emprenda
las conocidas como expediciones científicas132. Estas, aún encontrado su antecedente en
la época de Felipe II133, tendrán como objetivo, ya no conquistar y poblar sino observar,
estudiar y explotar134. No es de extrañar pues, que no solamente en España, las primeras
131 Algo que se llevaría a la práctica a través de los métodos de las distancias lunares y de la diferencia
horaria. Para un estudio más pormenorizado del desarrollo de las teorías astronómicas para la mejora de las
técnicas de navegación en España véase GONZÁLEZ GONZÁLEZ, F.J , “Del arte de marear a la navegación
astronómica: técnicas e instrumentos de navegación en la España de la Edad Moderna”, en Cuadernos de
Historia Moderna, Anejo V, Madrid, 2006, pp. 135-166. 132 Dichas expediciones han sido objeto de numerosos estudios prácticamente desde finales de los años
ochenta del pasado siglo. Como obra global destacan Op. Cit. LAFUENTE, A Y PESET, J. L y PUIG SAMPER, M.
A, Las expediciones científicas durante el siglo XVIII, Akal, Madrid, 1991. Así como a nivel específico
LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, Los caballeros del punto fijo. Ciencia política y aventura en la expedición
geodésica hispano francesa al Virreinato del Perú en el s.XVIII, Serbal/CSIC, Madrid, 1987; BERNABEU,
S, “Astronomía en la época de Carlos III. La expedición hispano-francesa a medir el paso de Venus”,
Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, 1988, pp.175-186; PIMENTEL, J. F, “La expedición Malaspina en
el Pacífico Sur (1792-1793): ciencia y política internacional durante la Revolución Francesa”, Actas del V
Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas: Murcia, 1989, coord. por
VARELA CANDEL, M Y LÓPEZ FERNÁNDEZ, C, Vol. 3, 1991 (La Revolución Francesa y su influencia en la
actividad científica; Comunicaciones libres ; Mesa redonda), pp. 1483-1492; CARRASCO GONZÁLEZ, M. G,
GULLÓN ABAO, A. J Y MORGADO GARCÍA, A, Las expediciones científicas en los siglos XVII y XVIII, Síntesis,
Madrid, 2016; entre otros. 133 Con la expedición que envió a México para que su protomédico estudiase la medicina y la naturaleza
del virreinato, en el contexto de la ciencia útil y viable. 134 En este sentido no puede olvidarse que el conocimiento del terreno, de la naturaleza y de las
costumbre y modos de vida de los naturales de América era también una forma de control sobre ellos;
así como una nueva forma de enriquecimiento. Pues no solo se encontrarán nuevos filones de los que
obtener los codiciados metales preciosos, sino que la flora y la fauna americanas serán una nueva
61
expediciones científicas tuviesen que ver con la astronomía y la mejora en las técnicas de
navegación. Contando, además, como todas las expediciones de tipo científico que se
llevarán a cabo a lo largo de la centuria, el apoyo total del Estado.
En función de esto, es tan posible como necesario referenciar que, en 1735,
España se encuentra inmersa en la segunda etapa de dicho proceso. Una etapa marcada
por una serie de acontecimientos entre los que destacan, tanto la fundación del Real
Colegio de Cirugía de Cádiz, como la publicación de los resultados de la Expedición
Geodésica, ambos en 1748135. Empresa, en la que Antonio de Ulloa embarcará en la fecha
a la que se hace referencia. Así, si la publicación y divulgación de dichos resultados,
supuso la consolidación de esta etapa, el inicio de los trabajos expedicionarios puede,
perfectamente, considerarse su pistoletazo de salida. De este modo, comprobamos cómo,
gracias a un solo momento, pueden desarrollarse tanto los elementos del ámbito general
como los del particular. Se inicia entonces el proceso de recuperación, por un lado,
económica, a causa del incremento del tesoro público debido a la mayor cantidad de metal
precioso procedente de América. Y por otro cultural y científico del país, por la creación
de instituciones que facilitaron la difusión de las nuevas ideas y la formación de personas,
como los propios Jorge Juan y Antonio de Ulloa, capaces de llevarlas a la práctica.
Desde el punto de vista científico, la Armada seguirá jugando un papel
fundamental, pues con la intención de continuar mejorando la capacidad científica y
técnica de los futuros oficiales, se llevó a cabo una reorganización de los planes de estudio
que culmina con las Ordenanzas de S.M para el gobierno militar, político y económico
de su Armada Naval, publicadas ese mismo año en Madrid136. Elaboradas, entre otros
motivos, con la intención de hacer hincapié en la introducción de los avances científicos
que se venían produciendo en Europa y en la creación de instituciones científicas que
fuente de ingresos para la corona española y además un camino para mejorar unas técnicas anticuadas y
poco efectivas en todos los campos relacionados con ellas. 135JUAN, J Y ULLOA, A, Relación Histórica del viage a la América meridional hecho de orden de S. Mag.
Para medir algunos grados de meridiano terrestre, y venir por ellos en conocimiento de la verdadera figura
y magnitud de la tierra, con otras varias observaciones astronómicas y phisicas. Imprenta Antonio Marín,
Madrid, 1748; JUAN, J Y ULLOA, A, Observaciones astronómicas y phisicas hechas de orden de S. Mag en
los reinos del Perú de las quales se deduce la figura y, magnitud de la tierra y se aplica a la navegación.
Impresor Juan de Zúñiga, Madrid, 1748. 136 Para profundizar en las mismas véase LAFUENTE, A Y SELLÉS, M, El Observatorio de Cádiz (1753-1831),
Instituto de Historia y Cultura naval, Madrid, 1988, pp. 75-83; GONZÁLEZ, F.J, “El Real Observatorio de la
Armada y su faceta docente: los estudios superiores (siglos XVIII y XIX)”, Revista Gades, nº18, Cádiz,
1988, pp.65-85.
62
garantizaran una mejor formación de los alumnos. Será uno de los expedicionarios
españoles de la geodésica, Jorge Juan, quien impulse y lleve adelante todo el proceso de
reorganización de la Academia de Guardiamarinas, encargándose de contratar al
profesorado y de aplicar lo propuesto en las Ordenanzas del 48.
Mientras los dos grupos de novatores, de mayor influencia en la etapa anterior,
entran en decadencia, los valencianos fracasan en su intento por vincularse a la reforma
de la Universidad de Valencia y los sevillanos pierden autoridad a favor de la Academia
Médico-Matritense. Resulta, además, un elemento muy esclarecedor, el hecho de que la
Inquisición siga teniendo poder en esta época pues, en buena parte será la que impida que
los avances en el terreno de las ciencias en España se consoliden en este momento, y
tenga que esperar a la etapa siguiente. Felipe V a su llegada como nuevo monarca a
España, necesitaba afianzar su poder frente a los partidarios del Archiduque Carlos y, por
ello, recurre a la Iglesia como única institución fuerte que podía sostener y afianzar su
posición en el trono español; sería pues a través del yugo inquisitorial como “el primer
Borbón” actuaría contra aquellos que se opusiesen a su persona o a sus ideas.
Será en la década de los cincuenta, en el inicio de la tercera etapa, cuando se
consolide plenamente el proceso de militarización de la ciencia en España, siendo este
unos de los rasgos más característicos del panorama ilustrado del país. La física
experimental sustituirá a la geometría como método para el mejor conocimiento y
consiguiente domino de la naturaleza, uno de los principales objetivos y cambios de
pensamiento que se llevan a cabo en todo este proceso. La ciencia ya no tratará
exclusivamente de la utilidad, sino que se ampliará al terreno experimental, tendencia que
surge en paralelo al asentamiento del eclecticismo como forma de pensamiento oficial.
Atrás queda el poder de los radicales y conflictivos novatores dejando, de esta forma, el
camino libre para el desarrollo de una política de equilibrio institucional en el contexto
de la ciencia. Dicha política permitía que las prohibiciones establecidas por la Corona se
pasasen por alto en función de las necesidades, de hecho, a la Sociedad Vascongada de
Amigos del País se le autorizaría tanto a consultar, como a disponer, en su biblioteca, de
un ejemplar de L’Encyclopédie de Diderot, a pesar de encontrarse en el Índice de Libros
Prohibidos.
63
Este hecho coincide además con la pérdida de poder de la Inquisición debido a la
fuerte presión que, sobre ella, ejercieron los más importantes representantes de la
Ilustración española. De este modo la verdad religiosa se separaría cada vez más de los
saberes científicos. Hablamos pues de una secularización de la ciencia que se consolida
con la expulsión de los jesuitas -orden que había tomado una fuerte posición de poder en
la Corte- que supuso, de un lado, el aporte de un importante patrimonio bibliográfico,
cultural e inmobiliario con el que emprender reformas educativas y, de otro, un vacío en
los proyectos de renovación que se llenó con los profesionales formados en las academias
militares. Con esto la etapa se da por finalizada sin obviar el detalle de que en ella se
identificaron, como es lógico, los intercambios con el exterior, bien a través de becas de
estudio, de la contratación de técnicos y profesionales extranjeros, o bien de las
comisiones de espionaje industrial, en las que participaron por ejemplo Jorge Juan,
enviado a Londres, y Antonio de Ulloa, a París, mientras se ultimaban los detalles de la
publicación de sus obras, pues una vez regresaron de la expedición y con la muerte de
Patiño parece que se había desvanecido el interés por la expedición geodésica137.
Finalmente, a partir de los años setenta, la preocupación de los Ilustrados será la
educación, ampliando el protocolo de reformas a todas las instituciones de enseñanza no
solo a la Universidad, a pesar de ser la más necesitada, por ocuparse en ciertos saberes
más que en otros como se demuestra en el reparto poco equitativo de las cátedras. En el
terreno institucional se generalizan las Sociedades Patrióticas, encabezadas por la
Sociedad Vascongada creada en la etapa anterior (1765). Serán Aranda, Floridablanca y
Campomanes quienes, desde el Consejo de Castilla intenten situar junto a los problemas
propios de cada provincia, una organización que comprometiera a la nobleza de la
periferia y al clero rural, a través de un paquete de reformas educativas y de renovación
de las técnicas agrarias y de extracción de recursos, para mejorar así el aprovechamiento
de los mismos. En este sentido puede observarse que, a lo largo de esta cuarta y última
etapa, se desarrollan dos procesos paralelos. Uno, el ya desarrollado, que pretendía
unificar y resolver todos los problemas desde la Corona basado en el despotismo
ilustrado, y otro centrífugo, descentralizador que intentaba promover el desarrollo social
137 Sobre la política de espionaje industrial y el papel que jugaron Jorge Juan y Antonio de Ulloa,
LAFUENTE, A Y PESET, J. L, “Política científica y espionaje industrial en los viajes de Jorge Juan y
Antonio de Ulloa”, Mélanges de la Casa de Velázquez, Tomo 17, 1981, pp. 233-262.
64
y económico de un amplio sector de la sociedad, que poblaba tanto las ciudades como la
periferia, demandante de una evolución.
A pesar de esto no se abandonaron tendencias anteriores como la creación de
instituciones científicas, como el Seminario Metálico de Vergara (1783), o la puesta en
marcha de expediciones con objetivos diversos, que basculan entre el impedimento de la
expansión territorial de otras potencias, y la delimitación de los territorios de la corona,
como la de Félix de Azara, o el estudio de la flor americana, con el fin de controlar la
producción para una mejor explotación de los recursos, como la de Celestino Mutis.
Como culmen de todas ellas, la expedición de Alejandro Malaspina, la última de las
empresas ilustradas, combinaba el aspecto científico con el estudio de la historia natural
y el entorno marítimo. Asó como con la tradicional formación de los expedicionarios y
con el político, pues no solo pretendía implantar una nueva política colonial en la que, sin
perder el control del Estado sobre los territorios, se permitiera la existencia de gobiernos
locales, sino que se propuso mejorar el comercio a través de cartas hidrográficas y
derroteros navales, y estudiar la defensa de cada reino y el coste de efectivos ante un
posible ataque138.
Esta será, como ya se ha dicho, la última de las exploraciones ilustradas ya que,
al regreso, Carlos III había muerto y su sucesor, Carlos IV no contaba con el espíritu
necesario para continuar con empresas de este tipo. De hecho, ni siquiera protegió al
propio Malaspina que caído en desagracia por su enemistad con Godoy fue acusado de
revolucionario y condenado a prisión, pena que le fue conmutada por el destierro en Italia.
Preparativos de una expedición franco - española
Una vez trazada la situación general, se puede comprender el interés de la Corona
Española por participar en una expedición como la que nos ocupa. Cuyo origen se
encuentra en el permanente conflicto existente sobre la forma de la Tierra139 que, en la
138 Todo ello ante el avance de una Inglaterra que amenazaba no solo la posición comercial sino también
territorial de España en sus colonias americanas. 139 Sobre el particular: Op. Cit. LAFUENTE, A, PESET, J.L Y SELLES, M, pp. 300-303; Op. Cit. GUILLÉN-TATO,
J.F, pp.1-11; SOLANO, F. DE, La pasión de Reformar. Antonio de Ulloa marino y científico 1716-1795,
EEHA, UCA, Cádiz, 1999, pp. 57-62; Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, pp. 13-82; LAFUENTE, A Y
DELGADO, A, La geometrización de la Tierra (1735-1744), CSIC, Instituto “Arnau de Vilanova”, Madrid,
1984.
65
Época Moderna, se engrandece sobremanera si se tiene en cuenta que, el conocimiento
de la figura real del planeta, permitiría una mayor precisión en los cálculos inherentes a
la elaboración de planos y mapas. Esto, desde el punto de vista naval, sería fundamental
para ganar la pugna por la preeminencia en la carrera marítima en la que se encontraban
las principales potencias europeas del momento. De esta manera, el dilema científico
vendría de la mano de las que eran las dos potencias fundamentales en el panorama
científico, técnico y naval: Inglaterra y Francia.
El conflicto de intereses de ambos países, entre newtonianos y cartesianos140, es
el origen de la bien denominada por Antonio Lafuente y Antonio Mazuecos, como
expedición franco-española al virreinato del Perú 141. Para resolver esta incógnita,
teniendo como elemento tácito la pugna de Inglaterra y Francia por alzarse como primera
potencia naval, en 1733, en el seno de la Academia de Ciencias de París, una “academia
dividida”142 precisamente por el posicionamiento ante estas dos teorías, se plantea la
realización de dos expediciones. He ahí un nuevo matiz, serán dos las expediciones que
se destinen a la medición del grado del arco de meridiano terrestre y no solo la que tuvo
como destino el Virreinato del Perú. Todo ello, entronca con la, antes mencionada pugna,
entre newtonianos y cartesianos, que había sido generadora de controversia, incluso en la
propia academia francesa, en la que, por los trabajos y cálculos realizados con
anterioridad, podían encontrarse grupos partidarios de ambas teorías. De esta manera, tras
la lectura de sendas memorias en las cuales se abordaba precisamente la necesidad de
acabar con dicho interrogante, resultan aprobadas dos propuestas. Dos expediciones
dirigidas por científicos de planteamientos opuestos. Maupertius, partidario de los
postulados de Newton143, abogaba por un planeta achatado por los polos y acudiría
precisamente al Círculo Polar Ártico, en concreto a Laponia (Finlandia) para realizar sus
mediciones144. Mientras, Louis Godin, afín a la teoría de los hermanos Cassini, seguidores
140 Los ingleses defendían las teorías de Newton que postulaba, entre otras cosas, que la tierra se encontraba
achatada por los polos (forma de sandía), mientras que Francia, defendía las teorías de los hermanos Cassini
quienes, apoyados en los postulados de Descartes, abogaban por un esferoide achatado por el ecuador
(forma de melón). 141 Op. Cit. LAFUENTE, A, PESET, J.L Y SELLES, M, p.299. 142 Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, p.55. 143 Esta teoría es bastante más compleja y obedece a los postulados sobre la atracción de los cuerpos por la
fuerza gravitacional que, a su vez, influye en la forma de la Tierra. Postulados, totalmente anticartesianos
que se desarrollan en obras como Op. Cit. LAFUENTE, A Y DELGADO, A, pp. 13-31; Op. Cit. LAFUENTE, A Y
MAZUECOS, A, pp. 47-62. 144 Sobre el particular Ibídem, pp.70-81
66
de Descartes y defensores de un planeta achatado por el Ecuador, realizaría los trabajos
geodésicos en el Virreinato del Perú, en la ciudad de Quito.
En la elección de los destinos se presenta ya un primer inconveniente, puesto que
ambas empresas “debían acontecer en lugares de soberanía extrajera”145 por lo que “hubo
precisión de recurrir a las debidas autorizaciones”146. Realmente, el inconveniente se
plantearía en el caso de la expedición a Ecuador, ya que, la de Maupertius, sería aprobada
por el rey de Suecia quien la aceptó sin prestarle demasiada atención, ni a la temática ni
a las posibles intenciones de los franceses. Amén de estas cuestiones, los franceses
contarían con colaboración sueca para la realización de los trabajos147.
En el caso español, el proceso fue bastante diferente, debido a que lejos de lo que
se podría pensar inicialmente, los inconvenientes no estarían generados por las
dificultades económicas que caracterizaron siempre a la España de la época, aunque bien
podría haberse dado el caso si la Corona española hubiese tenido que sufragar
directamente ciertos gastos. Esto se debe a que las Arcas Reales se encontraban aún muy
afectadas por la Guerra de Sucesión, además, sus remanentes y efectivos estaban siendo
empleados en un nuevo conflicto sucesorio, el polaco, en el que España se vio involucrada
debido al I Pacto de Familia (1733). En este sentido, si Francia era la encargada de
sufragar los costos de la empresa148 y contaba con el aval de dicho Pacto de Familia ¿qué
inconvenientes podía plantear España a la hora de permitir la estancia de los sabios
franceses en sus territorios en América?
La razón es la desconfianza. El hecho de que, por los acuerdos firmados
prácticamente un mes antes de la propuesta de Godin para la puesta en marcha del
proyecto expedicionario, aportaran a sus firmantes la condición de “nación más
favorecida” no era óbice para que, en un momento determinado, sus intereses particulares
pudieran entrar en conflicto. En este sentido, en el panorama presente en el proceso
ilustrado, América “aparecía como objeto de interés en sí mismo”149 de manera que,
145 Op. Cit. GUILLÉN-TATO, J.F, p. 7. 146 Ídem. 147 Para profundizar sobre el desarrollo de esta expedición puede consultarse Op. Cit. LAFUENTE, A Y
MAZUECOS, A, pp. 70-82. 148 Aunque recibió fianzas por parte de la Casa de Contratación. 149 Ibídem, p. 63.
67
concluida su conquista, debía ser “redescubierta”. Esto se justifica con que, a pesar de
haber sido ocupada y de haberse drenado sus riquezas, aquellos territorios y en especial
su cultura, seguían sin ser realmente conocidos. Un conocimiento que se planteaba como
una necesidad en el escenario europeo150, proyectándose así un nuevo proceso, que
cambiaría “el misal por el cuarto de círculo”151 y que entrañaría unos intereses no
altruistas, basados en la búsqueda del conocimiento per se, sino en base a la búsqueda de
un mayor dominio de sus territorios y sus gentes. Lo que podríamos llamar una “invasión
pacífica”152.
Bien es verdad que, no se ha podido, ni se puede, probar que Francia tuviera un
objetivo tan radical como arrebatarle los territorios a España. Pero sí que es cierto que la
expedición geodésica y los conocimientos que entrañaría sobre América sería
“aseguradores de prestigio”153, no solo para la nación que la promoviese y patrocinase,
sino también para aquella otra, colaboradora, que abriera las puertas de los territorios a
explorar. De esta forma, aún presionada por el conservadurismo que la caracterizaba y
cubierta por un halo de tremenda desconfianza, La Corona española y en especial su
Intendente General, José Patiño, mostraron un enorme interés por los términos de la
propuesta del ministro de Marina francés, el conde de Maurepas. Así nos encontramos
con una nación que se divide entre la desconfianza y el interés propio de los gobiernos
ilustrados154, aspectos que se empequeñecen y engrandecen, respectivamente, con las
justificaciones que, el ministro francés, expone en el memorial en el que pide la
autorización española para la realización de los trabajos en Quito.
Jean-Frédéric Phélypeaux, presenta a través del embajador francés en España un
Memorial155, unido a la solicitud aprobación del paso de los expedicionarios, en el que
hacía bastante hincapié en las buenas intenciones de la Corona francesa con respecto al
objetivo de la expedición. Con ello, por supuesto, pretendían evitar suspicacias y
sospechas ante cualquier acción de espionaje o invasión, que causara la desconfianza de
150 “Europa aparecía incompleta y manca su cultura sin conocer América” puede ser quizás la cita que
mejor exprese la realidad que, sobre América, planeaba en el contexto de la ilustración. Tomada de Ibídem. 151 Op. Cit. Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, p. 63. 152 Ibídem, p. 67. 153 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 63 154 Sobre el particular Op. Cit. MARTÍNEZ RUIZ, E, DE PAZZIS PI CORRALES, M, pp. 14-16 155 Petición y Memorial, AGI, Indiferente General, 333.
68
sus homónimos españoles. Así “únicamente piden permiso para ir a estos países”156,
poniéndose a las órdenes de los gobernadores españoles en América y solicitan,
igualmente, su protección y ayuda para llevar a cabo su tarea.
Una vez puestas en claro las intenciones y objetivos por parte de los franceses, en
abril de 1734, la propuesta recibe aprobación Real para, posteriormente ser trasladada al
Consejo de Indias con el fin de recibir evaluación. Aún habiéndose dejado claro que las
intenciones eran académicas y no pondrían en peligro los intereses de la Corona, el
análisis por parte del Consejo no estuvo exento de controversia. De este modo, mientras
que inicialmente el cosmógrafo, Carlos de la Reguera157, encontraba el proyecto como
“verdaderamente utilísimo”158, tras las pesquisas correspondientes, si bien no presentó
objeción alguna, introdujo un complemento: convenía que fuesen asistidos por “uno o
dos sujetos inteligentes en la matemática y la astronomía”159, dando noticias de todos sus
trabajos y descubrimientos.
El fiscal, por su parte, consideraba que debían tomarse “extremadas medidas
cautelares con los franceses […] para evitar fraudes y comercios ilegales160; así como un
severo control aduanero con la documentación y los equipajes, instrumentos, alhajas y
armas”161. Aún así, en ningún momento duda de que el Rey, al aceptar la realización de
la empresa ha tenido muy presente esta posibilidad y confía plenamente en el buen juicio
de su monarca. En suma, es víctima de un malentendido ya que, los franceses habían
solicitado la participación de un par de botánicos para la recolección y estudio de plantas
medicinales y, en función de eso, entiende, erróneamente, que los franceses solicitaban a
españoles para esa tarea, cuando realmente no era así. De todas formas, consideró muy
oportuna la participación de españoles, por una parte, amparado en esa solicitud de los
franceses afirmando que “se podrá así informar a su Majestad para que nombre los que
156 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 65 157 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea,
http://dbe.rah.es/biografias/19316/carlos-de-la-reguera. 158 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 66 159 RAMOS GÓMEZ, L. J, Época, génesis y textos de las “Noticias Secretas de América”, de Jorge Juan y
Antonio de Ulloa, Instituto “Gonzalo Fernández de Oviedo”, Madrid, 1985, p.9 160 No en vano cabe destacar aquí que, encargó gestiones ante el gobierno de Madrid, a su embajador
extraordinario para introducir paños de Silesia en las flotas de la Carrera de Indias y, además, antes del
inicio de la expedición envió instrucciones al Gobernador militar para acelerar la llegada de los
expedicionarios con el fin de comerciar con ellos o, al menos, iniciar las negociaciones para conseguir
dicho fin. 161 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 66
69
fuesen de su real agrado”162 y, por otra, apoyando la petición de Carlos de la Reguera en
cuanto a la elección de aquellos “inteligentes jóvenes” que proponía. En definitiva, lo que
más nos interesa de esta diatriba es, no solo que se terminase aprobando la empresa
francesa, sino, sobre todo, que se solicitase y considerase oportuno el embarque de
españoles en la expedición.
De esta forma, por real Cédula del 14 de agosto de 1734, Felipe V, da permiso de
paso a los académicos franceses, cierto es, por otra parte, que el monarca jamás puso
impedimentos a la empresa, apoyado por las altas miras de su visionario Intendente
General de marina163. Además, Patiño se mantuvo firme en su empeño e interés en la
participación activa de España en la expedición, hasta tal punto que, las “imposiciones”
del Consejo de Indias, fueron un arma fundamental para él, al exigirse, entre otras cosas,
la presencia de españoles. Se establece pues, que irían “uno o dos sujetos españoles,
inteligentes en la matemática y astronomía […] para que asistan con los mencionados
franceses, a todas las observaciones que hicieren y apunten las que fueren ejecutando”164.
Esto último se vería dilatado en el tiempo, a los ojos de una Academia que no
quería que sus trabajos se retrasasen por ningún motivo. De modo que, seis días después
de la anterior, se expedía una nueva Real Cédula que comunicaba las preceptivas
aprobaciones, en especial el permiso de paso para los expedicionarios franceses165 y que
aportaba, además la garantía, solicitada por parte francesa, de contar el apoyo de los
gobernadores americanos. Así mismo se exponía la orden dada a los oficiales de la Real
Hacienda para aportar la cantidad que se solicitasen, tanto de las arcas españolas como
americanas166, para el mantenimiento de los expedicionarios en aquellas latitudes.
162 Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J, p. 10 163 Sobre el particular: LAFUENTE, A. “Una ciencia para el Estado: la expedición geodésica hispano-francesa
al virreinato del Perú (1734-1743)”. Revista de Indias, nº43 (172), Consejo superior de Investigaciones
Científicas, 1983, Madrid, p. 549-629. 164 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 67 165 Dichos permisos serían personales, para lo que, por parte del Consejo de Indias, se había solicitado el
listado exacto de cada uno de los participantes en la expedición. Sobre el particular: Op. Cit. LAFUENTE, A,
pp. 559-560, Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J, pp. 11-16 166 Esto último se encarga al presidente de la Real Audiencia y de la Casa de Contratación don Francisco
de Varas, a través de un despacho de Patiño del 26 de agosto de 1734. El documento original (AGI, Lima,
590) se reproduce tanto en Ibídem, pp. 15-16, así como en LA CONDAMINE, C. M DE, Journal du voyage fait
par ordre du roi à l’Equateur, servant d’ introductio historique a la mesure des trois premiers degrés du
meridien. París, 1751.
70
Cantidades, en calidad de fianza167 que, bajo responsabilidad del Cónsul francés en Cádiz,
como depositario del compromiso de la Academia de las Ciencias de París, serían
reintegradas en tiempo y forma. Todas estas informaciones, eclipsaron la que, para los
franceses, se consideraba la más importante: la elección de aquellos españoles que
tendrían que colaborar con ellos en los trabajos geodésicos. Muchas son la teorías y
explicaciones que se han aportado sobre este aspecto, casi tantas como estudios existen
sobre el tema, teniendo en cuenta que ha sido “sin duda la más conocida y analizada”168
“de entre los setenta y muchos viajes, comisiones y expediciones promocionadas por
España durante el sigo XVIII”169.
El proceso selectivo de los expedicionarios en cuestión parecía retrasarse, al
menos, lo hacía desde el punto de vista de los franceses y su temor, ante un posible retraso
de su viaje a tierras americanas, se hace patente en la documentación. De hecho, en una
carta de Maurepas al embajador francés en Madrid, fechada el 11 de noviembre de 1734,
se pide la intercesión de Champeaux para que apremie dicha gestión170. Aún así, a este
respecto, Lafuente indica que desde el 4 de octubre el embajador francés había informado
que los españoles ya habían sido designados171. Como quiera que fuese, la cuestión es
que el interés de Francia se debía únicamente a una cuestión logística, pero en el caso
español, sí que existía un enorme interés, en concreto, de José Patiño, como se ha
mencionado. Prácticamente todos los autores, que han dedicado algún tipo de trabajo al
estudio de esta expedición, coinciden en que debió ser él quien se encargó de la elección
de los sujetos. La incertidumbre, que genera la ausencia de documentación que enuncie
el papel que jugó en el proceso, se puede paliar, en cierta manera, ya que afirmaciones de
autores como Antonio Lafuente172, Ramos Gómez173, unidas al conocimiento de la
situación socio-política de la España de 1700 nos lleva a hacer una recreación, acerca de
como debieron sucederse las cosas.
167 Una fianza, en el pleno sentido de la palabra. Pues la Academia entregaría por adelantado los cuatro mil
pesos que, durante el viaje, se les facilitarían a los expedicionarios franceses. La documentación sobre este
particular, se recoge en el legajo 141 de la sección quito del Archivo General de Indias. 168 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 57. 169 Ídem. 170 ANP, Marine, B7-148, p. 515. Reproducida parcialmente por Op. Cit. LAFUENTE, A, pp. 561. 171 Carta de Champeaux a Maurepas, Segovia, 4 de octubre de 1734. ANP, Marine, B7-325. Tomada de
Op. Cit. LAFUENTE, A, p. 561. 172 Ídem. 173 Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J, p. 18.
71
De esta manera, efectivamente Patiño sería el “director de operaciones”, es decir,
se encargaría de la elección, pero no directamente. Así, el propio Patiño encargaría al
Intendente de Marina de Cádiz que se hiciera cargo de la elección. En este sentido,
entendemos que sería el propio Francisco de Varas y Valdés, quien encargase al director
de la Academia de Guardiamarinas174 la selección del personal adecuado para tal fin. Una
selección que debió estar respaldada por el cuerpo docente de la Academia.175 El propio
Antonio de Ulloa, en el primer capítulo de la Relación Histórica alude a que fueron
seleccionados bajo supervisión de los encargados de la enseñanza en la Academia176.
En definitiva, se resuelve escoger a dos jóvenes, de 19 y 21 años, de la clase
Guardiamarina: Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa de la Torre. Respecto a este
último, cabe destacar que se trató de una segunda opción, pues en primer lugar se designó
a Juan García de Postigo, de la promoción de 1731177 quien, al encontrarse embarcado,
en prácticas, no llegaría a tiempo para embarcar en la fecha acordada. En función de eso,
se ha teorizado sobre si la elección de Ulloa, estuvo supeditada a presiones paternas, pero
lejos de poder demostrarlo, lo único que nos interesa es que fue escogido; aunque
entraremos en detalles de ambos guardiamarinas más adelante. Finalmente, cabe que
intentemos dilucidar una de las mayores incógnitas que se plantean, al respecto de los
prolegómenos de la expedición. Como es el hecho de escoger, en primer lugar, a dos
miembros de la Armada y, en segundo lugar, que dichos miembros fueran tan jóvenes y,
por ende, de tan baja graduación. Esto último puede relacionarse con la peculiar elección
de Antonio de Ulloa.
174 Pedro Manuel Cedillo y Rujaque. Director de la academia de Guardiamarinas desde 1728. Real
Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea, http://dbe.rah.es/biografias/73771/pedro-manuel-
cedillo-y-rujaque 175 Los estudios teóricos que recibían los guardiamarinas, en esta época, estaban a cargo tanto del director,
como de tres maestros y un grupo de profesores. Además de los que supervisaban la parte práctica de los
estudios. Los datos correspondientes a la constitución de esta academia, a sus planes de estudio y cuerpo
docente, entre otros menesteres, se recogen en la Instrucción para el gobierno, educación, enseñanza y
servicio de lo guardiamarinas, y obligaciones de sus oficiales y maestros de facultades. AGS, Guerra, leg.
3003/ AMN, Ms, 2243. Citas tomadas de: Op. Cit. PÉREZ FERNÁNDEZ-TUREGANO; MORENO MARTÍN, J.M,
“La enseñanza en la Real Compañía de Caballeros guardiamarinas en los siglos XVIII y XIX: planes de
estudio y manuales”. En Op. Cit. Guardiamarinas 1717-21017, 300 años. De la Real Compañía a la Escuela
Naval, pp. 61-85. 176 Op. Cit, JUAN, J Y ULLOA, A, Relación Histórica del viage a la América Meridional, Libro I, Capítulo 1,
párrafo 7. Esta cita se transcribe además en Op. Cit. GUILLÉN-TATO, J.F, pp. 68-69 y PAREDES SALIDO, F,
Antonio de Ulloa, un marino ilustrado, fundación Jorge Juan, Novelda, 2004, p. 18. 177 Op. Cit. DE VALGOMA Y BARÓN DE FINESTRAT, D, exp. 556, p 95. Aparece como Juan García y del Prado.
No se trata de una imprecisión pues García del Postigo son sus apellidos paternos. Aunque es cierto que es
un detalle que lo diferencia de sus hermanos que sí se presentan con los apellidos, exclusivos, del padre.
Francisco de Solano lo considera “un perfecto olvidado en esta historia”, y aporta una pequeña
aproximación biográfica en Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 71-72.
72
Capítulo 3. El ascenso de dos guardiamarinas. La participación de Antonio de Ulloa
en la Expedición Geodésica
Efectivamente, se ha debatido bastante acerca de los motivos que llevaron a
escoger a Ulloa para la expedición geodésica. Pero, antes de analizar y describir como
fueron los hechos previos y propios de dicha expedición, hemos de resolver algunas
cuestiones más. De esta manera la resolución de incógnitas como ¿por qué se escogieron
a dos guardiamarinas españoles para participar en la Expedición Geodésica? o ¿por qué,
tanto Jorge Juan como Antonio de Ulloa, fueron ascendidos de ese modo? Son
fundamentales para entender, cual sería la posición española con respecto a la francesa,
cómo se produjeron los acontecimientos y exactamente cuál fue el papel que jugó España
durante los trabajos geodésicos. Su posición con respecto a la de los sabios franceses
tendrá mucho que ver con ese inusual ascenso. Unido a esto, la comparación de sus
trayectorias y caracteres puede hacernos entender el por qué de ciertos conflictos y
alanzas que surgieron a lo largo de su estancia.
Además, a colación de la participación española, es importante analizar, con qué
objetivos aceptó España no solo autorizar la expedición sino participar en ella a través de
sus jóvenes expedicionarios. Por ello, a los dos nuevos Tenientes de Navío se les dan
instrucciones precisas de cuáles debían ser sus tareas a lo largo de su estancia en aquellas
latitudes y qué era, exactamente, lo que se esperaba de ellos. Dichas instrucciones, no
solo regularían su situación y les marcaría la vía de acción a seguir durante los trabajos,
sino que, además. serán fundamentales para entender cuáles fueron los resultados y por
qué se desarrollaron de ese modo. Añadiendo nuevas incógnitas al estudio, teniendo en
cuenta que se llevaron acabo medidas que no se les habían asignado en las Instrucciones
previas al viaje. Todo ello en el contexto de la formación de estos jóvenes marinos, que
encontrarían en América un lugar, apenas conocido, que les transformaría desde todos los
puntos de vista.
73
Dos guardiamarinas para la Geodésica
El Consejo de Indias, en la evaluación antes mencionada, ya había establecido que
“en ninguna clase se hallarán más a propósito que en la de los guardiamarinas…”178.
Según esto, ya quedaban claras las preferencias, no se trataría, entonces, de una cuestión
que emanaba exclusivamente de Patiño, sino de una orden directa del Consejo. Cierto es
que, en este sentido, la afirmación podría hacer innecesaria cualquier explicación, al
tratarse del mandato de una institución de tal envergadura. Unido a ello, se encuentra el
propio objetivo de la expedición, porque al quedar definida la forma exacta de la tierra,
la navegación sería la ciencia más beneficiada. Pero, en este punto cabe tener en cuenta
que aún habiéndose planteado esto a Patiño, desde la academia francesa, la propia
institución era conocedora de que los resultados no se aplicarían de forma inmediata,
teniendo en cuenta el auge que habían tomado las obras con base en datos y viajes
imaginarios. Así, aún encontrándonos con referencias basadas en la experiencia directa,
y por muy certeros que fueran los resultados, la aplicación no sería ni mucho menos,
pronta179.
Al margen de maniobras, de justificaciones, necesarias para conseguir un
propósito tan elevado como el que se planteaba, lo que nos interesa es aquella disposición
del Consejo de Indias. Y aún quedando claro que, su sugerencia, implicaba prácticamente
obligatoriedad, unido a los motivos emitidos por los franceses; quizás las explicaciones
no cabrían. Pero si bien no intentaremos explicar nada, sí que podemos ampliar los
motivos e intentar justificar, en mayor grado, la elección de la Armada y sus
guardiamarinas como escenario del que partirían los sabios españoles. Así, por las
razones emitidas con anterioridad, extraer a los elegidos de la Real Armada resulta cuando
menos lógico, pero a eso hay que añadir que, los seleccionados, deberían tener ciertas
cualidades. Por una parte, que “resistieran las largas intemperies en climas fuertes”180, de
esta manera, entendemos que lo que se requería eran gentes curtidas, tanto en el arte de
navegar como capaces de sobrevivir en las condiciones más adversas, por lo que lo
racional sería que los seleccionados salieran de la Marina181. Pero, por otra, se precisaba
178 Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J, p. 17 179 Sobre el particular Op. Cit. LAFUENTE, A, pp. 556-557 180 Op. Cit. GUILLÉN TATO, J. F, p. 10 181 Marina entendida en su sentido más estricto, es decir, las tres Marinas: mercante, pesquera y de
guerra (Armada). El hacer hincapié sobre esto. es útil para puntualizar que éste es un término que suele
74
que estas personas no solo se caracterizasen por su “buen trato y prendas sociales”182 sino
deberían estar versados en matemáticas y astronomía, tal y como había recalcado Felipe
V, alentado por el Consejo de Indias, cuando aprobó la expedición. Además, hay que
tener en cuenta la condición de la mayoría de expedicionarios franceses, por lo que los
españoles tendrían que estar lo suficientemente preparados como para poder departir con
ellos. De esta forma, la unión de todas las aptitudes no dejaba lugar a duda, los
expedicionarios españoles deberían proceder de un sector concreto de la Marina, la
Armada.
En función de lo expuesto y según las premisas establecidas, sería lógico que los
elegidos perteneciesen al Cuerpo General183, pero el mandato del Consejo establece que
no fuera así. De este modo, los expedicionarios serían dos jóvenes guardiamarinas. Y
analizando lo esencial de la evaluación ofrecida, la designación es totalmente lógica ya
que solo pedían a dos personas
“inteligentes en matemáticas y astronomía que acompañasen a los franceses allí donde fueren,
apuntando las experiencias y mediciones que se realizasen, con lo que los datos, y lo que de ellos
pudieran obtenerse, obrarían también, y de forma inmediata, en poder de la Corona española, que
no quedaría perjudicada aunque se silenciase”184
De esta forma pensar en dos oficiales podría considerarse, incluso, un desperdicio pues
bastaría con dos jóvenes, adelantados y brillantes, que tuvieran buena disposición para
aprender, ayudar y obedecer.
Desde el punto de vista de la necesidad de contar con personas obedientes,
podemos plantear nuevos puntos de análisis. Era preciso pues, escoger a hombres
colaboradores e incluso sumisos, tanto a los mandatos de la Corona española como con
utilizarse de manera errónea. Por lo general, se toma como sinónimo de Armada, siendo esta solo una
parte de la gran institución. 182 Op. Cit. GUILLÉN TATO, J. F, p. 22. 183 El Cuerpo General comprende a los oficiales de la Armada, es decir, a aquellos que han salido de las
promociones de la Academia de Guardiamarinas. A lo largo del tiempo, desde la creación tanto de la Real
Armada como de la Academia, se han ido produciendo diversas variaciones en este cuerpo. Hoy en día,
pese a dichas variaciones, su esencia, por definición, sigue siendo la mima. Sobre el particular GONZÁLEZ
DE CANALES Y LÓPEZ OBRERO, F, “Tres siglos de empleos y divisas en el Cuerpo General de la Armada
Española (1714-2000) empleos de los oficiales generales de la Armada”. Revista General de Marina, Vol.
256, Mes 4 (abril) 2009, pp. 427-434. 184 Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J, p. 17.
75
lo dispuesto por los franceses. De esta manera puede hablarse de motivos protocolarios
para la elección. Los jóvenes debían ser “capaces de ser buenos y diligentes colaboradores
en la Expedición y adquirir experiencia y conocimiento en tan alta compañía”185. Así
entendemos que, elegir a oficiales, quienes tendrían una posición idéntica o similar a la
de los franceses, podía ser un motivo de conflictos a la hora de establecer y acatar las
órdenes. Según esto, personas con menor edad, graduación y experiencia serían más
útiles, eficaces y condescendientes. Por otro lado, estaba el condicionante de la Guerra de
Sucesión polaca en la que España, de acuerdo con lo establecido en el Pacto de Familia,
tuvo que tomar parte, en apoyo de Francia, con el envío de tropas no solo a Italia sino
también a Flandes. Un conflicto, que se unía a la defensa de los territorios españoles en
el norte de África y los navíos de la Flota de Indias. Esto quiere decir que, en función del
contexto en el que se produjo el proceso de selección, la mayor parte de la oficialidad de
la Armada estaba dedicada a otros menesteres y estos, poco tenían que ver con los
objetivos, mayoritariamente de tipo científico, que movían la expedición al geodésica al
Virreinato del Perú.
A todo esto, se puede añadir el estado en el que aún se encontraba la Academia de
Guardiamarinas en aquel momento pues en 1734, cuando se produjo la elección de los
expedicionarios españoles, la labor y el desarrollo de dicha Academia era, aún muy
reciente. No se cursaban todas las materias que se habían establecido, inicialmente, para
que se impartieran en sus aulas de ahí, que se pueda llegar a concluir que, quizás, la
oficialidad existente no contaba con formación adecuada. No habría pues, una gran
cantidad de oficiales de la Armada que estuviesen bien preparados y, además, en función
de los acontecimientos, disponibles para llevar a cabo las labores que se les
encomendaron. Finalmente, no debe olvidarse un último matiz, el aprendizaje; unido
quizás a esas carencias que aún presentaba la Academia. Una de las intenciones
principales era que los elegidos aprendieran de sus compañeros franceses. Esto, no sería
fácil para oficiales consagrados y con conocimientos bien asentados y llevados a la
práctica.
Al margen de toda esta explicación, la realidad es que historiográficamente, lo
más debatido ha sido siempre el tema de la corta edad de los expedicionarios españoles.
185 Op. Cit. SOLANO, F p. 68
76
En este aspecto, nos encontramos con un error de concepto, pues por lo general, la
juventud no se considera sinónimo de experiencia. Y, además, en este caso, se ha abusado
del término sabio y de la mayor edad de los académicos franceses como elemento
diferenciador respecto a sus compañeros. Pero la realidad es que, en cuanto a edad, la
diferencia existente, entre el menor de los expedicionarios españoles y el mayor de los
franceses, no llegaba a 20 años. Por otra parte, en relación a la experiencia, un
acercamiento al desarrollo vital de ambos guardiamarinas, comparado con los logros de
sus compañeros franceses, nos permite confirmar que no era tal la diferencia, a pesar de
la edad. De esta manera, cabe analizar, aunque sea brevemente, el elemento humano de
la expedición, comenzando por los franceses. Estos, tras inconvenientes de última hora -
renuncias y enfermedades186- serían veintitrés, tres de ellos académicos Godin, director
de la expedición, La Condamine187 y Bouguer. Junto a ellos, entre otros, un botánico,
Jussieu, un ingeniero naval, Verguin, un cirujano, Seniergues, un relojero, Hugot, un
dibujante, Moraiville y dos asistentes, Godin des Odonais y Couplet; a los que hay que
añadir siete criados. A estos expedicionarios, libres, debemos sumar seis esclavos
adquiridos en la demora del grupo inicial, de diecisiete personas, entre las islas de La
Española y Martinica188.
Tras enumerar el montante de expedicionarios que parten de Francia, en función
del objetivo que se nos plantea, lo que nos interesa es resaltar la figura de los tres
académicos. En primer lugar, el cabeza e impulsor de la expedición, Louis Godin un
astrónomo, nacido en 1704, y miembro de la Real Academia de Ciencias de París desde
1725 quien, a sus 31 años, era un ferviente defensor de la teoría cartesiana y el prototipo
de sabio ilustre, cuyos intereses quedaban al margen de los asuntos mundanos. Este
hecho, traía consigo una ausencia total de la capacidad de liderazgo y, por tanto, una total
carencia del carácter del que debería hacer gala el encargado de una expedición de estas
características. Quizás sea este último aspecto, el que lo distinguía del mayor de todos los
186 Grand-Jean de Fouchy, Pimondan y el abad de la Gribe, desistieron en último momento. Alegaron
motivos personales, pero según Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, p. 95, la razón real, fue su miedo a
los peligros que les esperaban. 187 Resulta, cuando menos, curioso que a la expedición se le conozca, precisamente, con el nombre de este
académico y no con el de su director, Godín. Esta es una cuestión que se relaciona directamente con el
carácter de ambos. Pues, una personalidad fuerte como la de La Condamine, “eclipsó” la de un hombre de
talante algo más débil. Sobre el particular: JUAN, J Y ULLOA, A, Relación histórica del viaje a la América
meridional, tomo I. Introducción y edición de MERINO NAVARRO, J. P Y RODRIGUEZ SAN VICENTE, M. M,
Fundación Universitaria Española, Madrid, 1978, p. 12 188 Op. Cit. SOLANO, F p. 68
77
expedicionarios, Pierre Bouguer, también astrónomo, hidrógrafo y geómetra de 37 años.
Nacido en Le Croisic en 1698, enseñaba hidrografía en la escuela de El Havre de Gracia
que, además, contaba con conocimientos sobre la construcción naval. Fruto de su
recalcado carácter, él mismo se declaró “poco apto para excursiones, privaciones y
soledades prolongadas”189. Dicha afirmación no coincidía, en absoluto, con las aptitudes
que se requerían para emprender un viaje como el geodésico. En el que la incertidumbre,
las penurias, el aislamiento y las condiciones extremas, estaban prácticamente
asegurados.
Ambos, debían compartir estancia y trabajos con un hombre de temperamento tan
complejo como Charles Maríe de La Condamine, geodesta y naturalista, de 33 años,
conocido por sus “travesuras, inquietudes e ingenio”190. Sus comienzos fueron a través
de la Caballería, desde donde saltó al campo de las ciencias en el que destacó, no solo por
su capacidad intelectual sino por su gusto por la novedad. Una premisa que marcó o debió
marcar el pensamiento de los hombres del Dieciocho. Por tratarse de la persona, cuyo
nombre se relaciona directamente con esta empresa cabe aportar algunos detalles acerca
de su comportamiento durante la expedición. En primer lugar, es probable que esa
personalidad fuerte, inquieta y curiosa, entre otros motivos por supuesto, fuese lo que le
llevara a formar parte de ella. La envergadura del proyecto y lo prometedor de sus
resultados, pudieron alimentar su afán por obtener el éxito y la gloria, dejando de lado las
más que probables penurias a las que también debería enfrentarse. En el devenir de los
acontecimientos, se caracterizó por mantener un trato distante y poco afectuoso con sus
compañeros algo que no sólo ejercería con los españoles, sino que estos “malos gestos”
se extenderían también hacia los franceses de entre cuyos múltiples desencuentros,
destaca su profunda enemistad con Bouguer, con quien protagonizaría graves conflictos
en los que “su ingenio y hasta gracejo, como su capacidad en la intriga, le dieron la
victoria en más de una ocasión”191.
Frente a ellos, los españoles que, a pesar de la diferencia de edad, no contaban con
una menor experiencia. El desarrollo de sus, cortas pero intensas vidas, demuestra que
estaban lo suficientemente preparados para realizar las tareas que se les pedían. Bien es
189 Op. Cit. GUILLÉN TATO, J. F, p. 10. 190 Ídem. 191 Ídem.
78
cierto que su experiencia y sus saberes giraban en torno a la Armada y, por tanto, diferían
de la formación de sus homónimos franceses. Pero esto no quiere decir que estuviesen
menos preparados y no fueran aptos para la realización de los trabajos geodésicos. Esta
realidad implica que su elección no fue, en absoluto accidental, ni tampoco estuvo poco
meditada. Como vamos a comprobar, se terminó escogiendo a dos personas muy
diferentes, pero no por ello menos aptas.
El primero fue la elección indiscutible, el “perfecto candidato de un proyecto sin
medida”192. Esta aseveración se debe a “sus méritos al Servicio del Soberano y su grande
aplicación a las matemáticas”193. Aptitud, esta última, que le llevó a que, entre sus
compañeros, se le conociese con el nombre de Euclides, “El padre de la Geometría”.
Nacido en Novelda194 (Alicante), el 5 de enero de 1713. Hijo de Bernardo Juan y Canicia
y Violante Santacilia y Soler de Cornellá, casados en segundas nupcias pues Bernardo
era viudo de una Pascual del Pobil y Violante lo era, a su vez, de Pedro de Ibarra, cuarto
hijo para su padre y primero para su madre195, quedó huérfano de padre a los tres años de
edad. Por este motivo se traslada a Elche con su madre y sus hermanos. A partir de este
momento, comenzará a tener una vida casi nómada, donde sus diversos rumbos estuvieron
marcados por sus lugares de formación. De este modo, ingresa en el Colegio de la
Compañía de Jesús de Alicante196, ciudad en donde residía con su tío, el Canónigo de
192 Nuria Valverde emplea esta expresión para titular el segundo capítulo de su libro: VALVERDE, N, Un
mundo en equilibrio. Jorge Juan (1713-1773), Marcial Pons, Madrid, 2012. 193 Op. Cit. SOLANO, F p. 71. 194 Se ha debatido bastante acerca de su naturaleza. Pues, pese a haber nacido en la ciudad alicantina
mencionada no se bautizó en la parroquia que le correspondía. Al conservarse con su partida de bautismo
en la localidad de Monforte, se han generado dudas sobre su localidad natal. Hasta tal punto que, en sendos
estudios, se le ha considerado oriundo incluso de lugares como la propia Alicante o Elche. En DIE MACULET,
R Y ARBEROLA ROMÁ, A, Jorge Juan Santacilia, de “pequeño filósofo” a “Newton español”, Edicions
Locals/ Augusto Beltrán, Novelda, 2015, pp. 19-39 se realiza un pormenorizado estudio sobre este
particular. En él, se citan y recogen todos los testimonios anteriores al que exponen ambos autores,
aportando un discurso sólido y justificado. No solo acercándonos a la polémica y sus pormenores, sino
sustentando la afirmación de que Jorge Juan tiene en Novelda su localidad natal. 195 Esta afirmación se refiere al número de hijos vivos, pues CANTÓ GÓMEZ, M. A, en “La vida y la muerte
en Novelda”, cd anexo a la revista Betánia nº61, 2014, pp. 229-235 afirma la existencia de un varón anterior
a su nacimiento. Un dato únicamente informativo, que a nuestro estudio no aporta gran cosa. Solo resaltar
la curiosidad de que, este niño le quitaría la primogenitura a Jorge Juan (respecto a sus otros dos hermanos).
Aunque no cambia en absoluto la imagen que tenemos de este personaje. 196 Los miembros de la Compañía de Jesús pretendían romper con el tipo de instrucción establecida.
Buscaban el desarrollo de los saberes prácticos, con el objetivo de romper con el método de enseñanza
erudito y cortesano, basado en el desarrollo del conocimiento teórico. Esto, no solo respondía a fines
morales sino también estratégicos. Pues, al no poder impartirse disciplinas superiores fuera del ámbito
universitario, la manera que tenía la compañía de trascender al ámbito de las primeras letras, era alejarse
de la forma de instrucción establecida. Por ello, la aplicación práctica del conocimiento se utiliza como un
método para ratificar las ciencias. Todo ello amparado por la corriente de nuevas ideas que fluía desde
79
dicho colegio Antonio Juan. En dicho centro, destacó por su enorme interés por las
ciencias y las artes aplicadas, al considerar el conocimiento técnico de vital importancia
para el buen gobierno.
Es posible que su desarrollo vital estuviese marcado por la estrategia familiar, en
especial, por los intereses de su tío y tutor Cipriano Juan197 que buscaron siempre que el
joven Juan recibiese una formación adecuada a su rango. Por ello, vuelve a desplazarse,
esta vez a Zaragoza, bajo la supervisión de su tío Cipriano cuya implicación, ya directa,
en la educación de su sobrino podría ser generadora de dudas en cuanto a la elección de
este destino. Pero la realidad es que todo pertenecía a una estrategia bien calculada, con
la que Jorge Juan obtendría la condición de recibido de la Lengua de Aragón. Una vez
cumplió los doce años de edad, será su propio tío198 quien, gracias a sus influencias, lo
envíe a Malta199, estando ya bastante formado en ciencias tanto exacta como sociales.
Esta formación era esencial para que el joven pasara el estricto proceso selectivo marcado
para escoger a los dieciséis miembros de esta academia200.
De este modo, en 1725, será aceptado como paje201 de Antonio Manuel de Villena,
Gran Maestre de la Orden. De esta forma, Jorge Juan desembarca en una Orden que
pasaba por una época de gran dinamismo, con un gran compromiso respecto al
conocimiento, mediante el desarrollo de diversas ramas del saber. Ramas en las que Ulloa
destacó por un significativo desempeño, que ratificaba las aptitudes que, sus tíos,
advirtieron en él. Cabe destacar que, fruto del desempeño mencionado, unido a sus
Europa y en la que España comenzó a verse cada vez más involucrada. Se trataba pues de romper con lo
establecido y abrirse camino en los nuevos tiempos. 197 Caballero de la Orden de Malta, en la que ostentaba el cargo de Bailío de Caspe. 198 Asumía el pago de las seiscientas libras requeridas para el acceso. Que se dividen en una aportación a
la Lengua de origen, el pago de la ropa, y de ciertas clases. 199 Sobre Jorge Juan y la orden de malta: SANZ, M, Breve noticia de la vida del excelentísimo Sr. D. Jorge
Juan, Madrid, 1774; Op. Cit. VALVERDE, N, pp. 30-45; Op. Cit. DIE MACULET, R Y ARBEROLA ROMÁ, A, pp.
39. 200 Un lugar de formación integral, académica, física, personal y moral. Que abarcaba desde la
conversación, el conocimiento de las matemáticas, las artes y la arquitectura; a su higiene, postura y salud.
Pasando, por supuesto, por el cuidado de los enfermos, teniendo en cuenta que la Orden se fundó en el
hospital de Jerusalén. Además, debían dedicarse a la defensa de los territorios de los enemigos. Esto se
hacía, posteriormente, como Muzzis (estudiantes en prácticas) en las fragatas y navíos de la orden.
Componiéndose el 10% de la dotación de dichas naves de jóvenes malteses de entre 14 y 16 años. Así como
a través de la “Caravanas”, donde con 19 años y ya formados, se embarcaban en las galeras y navíos de la
orden que defendían las costas del Mediterráneo de los corsarios turcos. 201 Dicho nombramiento está fechado el 23 de junio de 1725. El expediente se recoge en el AHN, OOMM,
San Juan Aragón, Códice 635.
80
circunstancias personales, había sido corsario “contra los cábaros y galeotas moras”202, y
familiares; obtuvo el título de comendador de Aliaga203. De esta manera, podemos
observar como Jorge Juan, con la dirección de sus familiares, se inserta en el nuevo
contexto de la España borbónica. Un joven de buena posición, con un nivel formativo
propio de su rango y que atesoraba además méritos de servicio.
Así, Jorge Juan cumplía a la perfección con lo establecido en la ordenanza para
formar parte del cuerpo de cadetes de la Academia de Guardiamarinas. Quizás por el
rumbo que le habían marcado, por la clara vocación de servicio que demostró desde muy
temprana edad o, incluso, una mayor inclinación por la vida militar que por la religiosa204,
motivaron que, en 1729205 solicitara plaza en dicho centro formativo. De esta forma,
regresa a España, en concreto a Cádiz, con el fin de cumplimentar la documentación
necesaria para el acceso en la Academia de Guardiamarinas206. Teniendo en cuenta los
seis meses de desfase entre la presentación de los documentos y la concesión de plaza,
queda claro que no encontró vacantes en la promoción de 1729. Probablemente por una
cuestión netamente temporal, de plazos. Lo que resulta curioso es que según Guillén
Tato207, se incorpora como oyente, aunque no existe documento alguno en su hoja de
servicio208 que haga alusión a ese tema. Pero, en función de esto, afirma que, dicha
condición, le permite que, al producirse su ingreso, seis meses después, pudiera iniciar su
período de prácticas209 casi de inmediato.
Tras toda esta recapitulación, nos ocupa abordar el tema de su personalidad. En
este sentido, es preciso acometer el tema del carácter de Jorge Juan porque, a pesar de ser
202 Op. Cit. GUILLÉN TATO, J. F, P. 25 203 AHN, OOMM, leg. 624, expediente 148 204 Esto último es una hipótesis pues, su vida militar y la religiosa estarían siempre unidas. De hecho, jamás
dejó de llevar el estilo de vida de la orden. Hasta el punto de hacerse retratar con la cruz de Malta. Benito
Bails, es el principal artífice de estas teorías. En su “Elogio del jefe de escuadra D. Jorge Juan y Santacilia”
resume todos los motivos en un solo fragmento de texto. Según él, retorna a España porque “tenía una
patria, tenía un soberano, lo sabía; sabía que primero que religioso era vasallo […] Salió de Malta para
España con voluntad resuelta de servir a Su Majestad en la Marina”. Cita tomada de Op. Cit. DIE MACULET,
R Y ARBEROLA ROMÁ, A, p. 40. 205 Con dieciséis años cumplidos. Edad suficiente y reglamentaria para le acceso a la Academia gaditana. 206 Expediente Jorge Juan, AMN, 885, exp. 100. En dicho expediente se recogen los papeles que Jorge Juan
presentó para su ingreso. Lo cierto es que solo se recoge, de entre los documentos reglamentarios, su fe de
bautismo. No es posible saber si por el hecho de pertenecer a la orden de San Juan de Malta era suficiente,
como para no aportar certificado de hidalguía. Incluye, por supuesto, la carta-orden. Fechada el 10 de marzo
de 1730, año en el que se produce el ingreso. 207 Op. Cit. GUILLÉN TATO, J. F, p. 25. 208 Hoja de servicios Jorge Juan, AGMAB, Cuerpo General, legajo 620, exp. 592. 209 Tres años en las campañas de Nápoles y Orán.
81
tan joven, uno de los detalles que se tuvieron en cuenta, para su elección, fue su curtida
personalidad y su fortaleza. No en vano, eran fundamentales para afrontar un reto como
el que se les presentaría, en las tierras peruanas. Esta firmeza de carácter, pudo deberse a
un conjunto de factores, por una parte, sus circunstancias familiares, es decir, el hecho de
haber perdido a su padre y criarse alejado de su madre trasladándose con sus tíos y, por
otra, su formación, que le llevó a pasar por el corso y tener que enfrentarse a los ataques
de los “infieles” a tan tierna edad. Ambas circunstancias, generaron que lo que
caracterizase a este joven, fuese un carácter más similar al de un hombre que al de un
niño, calificativo que, por edad, se le podía seguir aplicando.
En este contexto, también fue determinante la influencia que, sobre él, ejercieron
las personas con las que compartió, tanto su período formativo como los tres años que
duraron sus prácticas210 en la Academia de Guardiamarinas. Cabe destacar a los que
fueron sus comandantes, el Conde de Clavijo o Blas de Lezo, junto a quienes vivió
episodios en los que no sólo se forjó, aún más, su carácter, sino que demostró tener el
arresto y las aptitudes, suficientes para ser un buen miembro de la Armada. En primer
lugar, el incendio que, por la imprudencia de uno de sus marinos, se produjo en el navío
de Clavijo y que, gracias a la actuación de Jorge Juan, se salvó de perecer. Además, el
desastre del navío “León”, de la escuadra de Lezo, en 1733, cuya tripulación pereció, tras
mantenerse cincuenta días en alta mar, sólo por el deseo de sentar batalla con los
argelinos. La causa, fue una epidemia de tabardillo, por la que murieron quinientos
tripulantes y que generó que, otros tantos, estuvieron a punto de perder la vida, como es
el caso del propio Jorge Juan. Con todo este bagaje y aún débil por la convalecencia de
su enfermedad, regresa a Cádiz en 1734 para examinarse en la Academia211. Tras esto, y
dadas sus habilidades, fue designado para ejercer como profesor particular de muchos de
sus compañeros212. Así las cosas, en octubre de 1734, faltándole muy poco para obtener
el empleo de alférez de fragata; el director Pedro Manuel Cedillo, le comunica su
210 Siendo ya subrigadier o alumno distinguido de la Compañía de Caballeros Guardiamarinas 211 Por lo general, cuando se producía un caso como el de Jorge Juan, los exámenes también se configuraban
de forma diferente. Si por, cualquier circunstancia, el período formativo de los cadetes se iniciaba en alta
mar, la enseñanza teórica también se impartía en el navío de destino. Por tanto, lo normal era que el
estudiante se examinase, bien en el propio barco, o bien, que regresase a la Academia, una vez concluida
su travesía, para demostrar los conocimientos adquiridos. 212 Dichos compañeros serán los que le den el sobrenombre de “Euclides”.
82
designación para formar parte de la expedición geodésica. En definitiva, se trataba de “el
perfecto candidato para un proyecto sin medida”213.
Pero, como ya hemos dicho, el elegido para ser su compañero no sería,
inicialmente, Antonio de Ulloa pues, el segundo seleccionado, pertenecía a la promoción
del año siguiente a Jorge Juan214 y, al encontrarse en viaje de prácticas, debería ser
rechazado. Debido a este incidente, comenzaría una búsqueda entre los guardiamarinas
de las promociones implicada, 1730 y 1731 respectivamente, en las que se intentó dar con
alguien que, en ese momento se encontrase en Cádiz, la Isla de León o sus proximidades.
Pero ninguno de ellos se encontraba disponible, pues todos se hallaban embarcados, en
período de prácticas215. De este modo, el equipo directivo de la Academia, acude a las
siguientes promociones con el fin de encontrar a alguien, lo suficientemente preparado,
como para tomar parte en la expedición. Es, en este punto, en el que entra en escena
Antonio de Ulloa quien, perteneciente a la promoción de 1733, se consideró el más
capacitado, de entre sus compañeros, para ocupar el puesto de García de Postigo. Se
trataba de un joven de 19 años que, en cuanto a su perfil, difería bastante del que sería el
primer seleccionado ya que, el desarrollo vital de García de Postigo había sido el
“habitual”. Obtuvo plaza en la Academia, de manera directa, ya que no solo cumplía con
todos los requisitos, sino que su documentación acreditativa fue aprobada
automáticamente obteniendo así, la carta orden para que pudiese sentar plaza en el año
que la solicitó. Además, su desempeño en la Academia, también siguió los cauces
establecidos. Durante su primer año, acudió a las aulas y en los dos siguientes, se sucedió
su periodo de prácticas, en el que se encontraba en el momento de su elección.
Lo cierto es, que lo que Ulloa tuviese en común, o no, con Juan García de Postigo,
resulta ser irrelevante en este caso, puesto que, su relación con nuestro protagonista, ni
siquiera tuvo un inicio. Por ello, lo que debemos analizar son las diferencias y similitudes
213 Título del primer epígrafe del segundo capítulo de Op. Cit. VALVERDE, N, p. 54 214 Juan García de Postigo, tenía condiciones diferentes a las del que debería haber sido su compañero. Y
el acceso a la Academia lo obtuvo, no por hidalguía, sino por ser hijo de Capitán. Una salvedad, establecida
en las Ordenanzas fundacionales de la Academia, que daba cabida a todo aquel que tuviese esta condición. 215 Una circunstancia cuando menos lógica. Teniendo en cuanta que, el período formativo se dividía en dos
partes. Una teórica, de un año de duración y otra práctica, que se extendía por dos años. En función de esto,
en circunstancias normales, en 1733, todos habrían superado la parte teórica y se encontraría en los años de
prácticas. Hay que tener en cuenta, además, que la formación podía variar, según las circunstancias. Por lo
tanto, los cadetes podían iniciar su formación directamente en campaña. Además, teniendo en cuenta el
destino y los acontecimientos que rodearan las campañas en cuestión, el período en el mar, podía demorarse
más de dos años.
83
de los que resultaron ser los elegidos, Jorge Juan y Antonio de Ulloa. En función de esto,
a lo primero que debemos hacer referencia, es a lo que motivó la elección de Ulloa sobre
lo que Miguel Sanz y Arthur Whitaker216, apuntan a que las presiones paternas217, fueron
las que ocasionaros que se le eligiese. Pero, este es un dato que no podemos confirmar,
debido a la ausencia de documentación al respecto218 siendo lo único posible comentar
que, Bernardo de Ulloa, contaba con una importante red de relaciones de las que podría
haberse servido, para conseguir un objetivo como el que se plantea en aquel momento.
Pero, inicialmente, no contamos con evidencias que indiquen que, Bernardo de Ulloa,
tuviera relación directa con alguno de los implicados en el proceso de selección.
También es una realidad que, todos los cadetes que formaban el alumnado de la
Academia tenían unas características sociales muy similares. Por esta razón, el proceso
selectivo debería depender de otros factores. Así, las calificaciones de cada alumno, sus
aptitudes, serían determinantes para el proceso selectivo. En este sentido, lo lógico sería
aportar las calificaciones de Antonio de Ulloa, pero esta documentación tampoco se
adjunta en su expediente. Algo que resulta lógico, si tenemos en cuenta que Ulloa no pisó
un aula ya que, según su expediente, sentó plaza el 28 de noviembre de 1733 e
inmediatamente, embarcó en el navío Santa Teresa. Una nave que formaba parte de una
escuadra, enviada a proteger una serie de navíos mercantes, con dotación de tropas con
destino Barcelona-Nápoles219. Se trataba de tropas de refuerzo para el infante don Carlos,
quien lideraría esta contienda. En el transcurso de este viaje, se produce uno de los hechos
bélicos más relevantes de la carrera profesional de Ulloa. Así aparece reflejado en su
216 WHITAKER, A. P, “Antonio de Ulloa”, Hispanic American Historical Review, vol. 15, nº 2, Durham, 1935,
p, 159, nota 11. 217 Bernardo de Ulloa y Souza, era una persona muy influyente en la sociedad sevillana de la época.
Caballero veinticuatro del cabildo municipal de Sevilla y gentilhombre de la boca del Rey. Además de ser
un destacado economista, autor de obras relacionadas con la gestión de la política comercial española y fiel
defensor de la teoría del libre comercio. Esta notable posición, le generó una importante red de relaciones
que bien podrían haberle servido para obtener el mejor destino para sus hijos. 218 No podría decirse lo mismo, de su condición previa, como aventurero. Un caso en el que Bernardo de
Ulloa, se sirve abiertamente de su red de relaciones. Consiguiendo, de este modo, que su hijo embarque en
la flota de Tierra Firme, comandada por su amigo, el también veinticuatro de Sevilla, Manuel López
Pintado. 219 Se trata de la segunda guerra contra Italia (1733-1738) que se produjo durante el reinado de Felipe V.
El deseo de recuperar los territorios italianos, perdidos con el tratado de Utrecht, se vio favorecido, en esta
ocasión, por el conflicto sucesorio polaco. Un conflicto en el que España se ve obligada a participar, debido
a lo establecido en el primer Pacto de Familia. Coyuntura aprovechada por España para enfrentarse a
Austria que, precisamente, era la propietaria de Nápoles.
84
expediente220, que recoge, en la relación de servicios, como el navío en el que navegaba
Antonio de Ulloa protagonizó un “glorioso combate”221 con una escuadra austríaca.
Un acontecimiento, del que el Santa Teresa salió victorioso, pudiendo, no solo
cumplir con su cometido, sino también, volver a España sin encontrar mayores incidentes
en el tornaviaje. Esto, unido a los conocimientos adquiridos en la Flota de Tierra Firme,
generaron, en el joven Ulloa, un nivel de experiencia, tanto científica como naval, que
suplía, con creces, a todo el periodo formativo en la Academia. En este sentido, coincidía
totalmente, con los cánones establecidos en el nuevo plan de estudios, implantado por
Pedro Manuel Cedillo, a partir de 1732, quien había enfocado las materias con la
intención de formar marinos experimentados en la navegación, la guerra y la construcción
naval222. Aptitudes que, por los motivos ya mencionados, caracterizaban ya al joven
marino. Así, las teorías sobre las presiones paterna, puede parecer que pierden peso,
puesto que, teniendo en cuenta su experiencia y capacidades, ambas demostradas y
demostrables, realmente, Antonio de Ulloa no tendría por qué necesitar una
recomendación.
De hecho, puede llegar a plantearse que, de haber obtenido plaza en la promoción
de 1730, posiblemente, hubiese sido considerado candidato para acompañar a Jorge Juan,
en el destino que ambos acabarían compartiendo. Pero, a pesar de esto, cabe destacar el
deseo de Bernardo de Ulloa por proyectar el destino de su hijo hacia un futuro
prometedor. Y nada era tan prometedor, en aquel momento, como hacer carrera en la
Armada y, en mayor medida, participar en la expedición geodésica. Dicho destino,
beneficiaría tanto al propio joven como a su familia, en función de las prebendas por
honor y rentas que recibiría. De esta manera, Bernardo de Ulloa vio recompensados los
esmeros que había invertido en la educación de su hijo223. En este punto, cabe destacar
también el enorme orgullo que el economista muestra por la trayectoria de sus hijos. Así,
en 1740 afirma tener
220 Expediente Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, legajo 620, exp. 586, f. 3. 221 Ídem. 222 Sobre el particular: Op. Cit. SOLANO, F pp. 50-51, Op. Cit. MORENO MARTÍN, J.M, PP. 61-87 223 En este caso, utilizamos exclusivamente el ejemplo de Antonio de Ulloa. Pero la realidad es que todos
los hijos de Bernardo de Ulloa y Josefa de la Torre, recibieron una educación y preparación propia de su
condición. Y encaminada a los deseos de ascenso social y económico de su padre. Sobre el particular: Op.
Cit. SOLANO, F, pp, 21-53.
85
“en servicio de S.M tres de los seis hijos varones con los que se halla, habiendo merecido el mayor
de ellos, y segundo en orden […] que por su adelantamiento en la matemáticas y astronomía […]
le designase […] a las observaciones astronómicas, que […] fueron a hacer por debajo de la Línea
los Académicos de París”224
Con estas palabras ratifica ese orgullo paterno y demuestra que sus esfuerzos han
dado frutos. Pero, además, confirma la amplia preparación de su hijo en las materias
requeridas por el consejo de Indias para ser seleccionado. Ambas afirmaciones, bien
podrían ser compatibles porque, para recomendar a alguien debe tener las cualidades que
se piden para ser seleccionado, pero como ya se ha dicho, no es posible dilucidar la
intención de estas frases. Pues podrían ser una confirmación de que, Antonio de Ulloa,
no necesitaba ningún tipo de ayuda para que, el director de la Academia, lo seleccionara
o simplemente tratarse de una justificación de sus actos y de un agradecimiento, al
Monarca y a sus adláteres, por haber respondido a su solicitud.
En toda esta recapitulación, tras el acercamiento a los logros navales y académicos
de Antonio de Ulloa, es preciso introducir la comparación con el que no solo sería su
compañero, sino también la figura que le haría sombra, apareciendo como el personaje
preeminente en todo este proceso, Jorge Juan225. Si hacemos un ejercicio de retroceso y
volvemos a atender a los datos que se han facilitado sobre él. Podemos comprobar, que
ambos recibieron una esmerada educación promovida por sus familias. Los dos jóvenes
marinos iniciaron su preparación, prácticamente. de la mano de los jesuitas226 quienes,
como hemos dicho, abogaban por una enseñanza volcada a los estudios prácticos donde
las matemáticas tenían un enorme protagonismo. Posteriormente, entran los años en los
que ambos inician su período de aplicación práctica de los conocimientos adquiridos227.
Pero en este caso, hay que señalar que, en el caso de, la orden de Malta aportaba una
224 Op. Cit. DE ULLOA, B, Dedicatoria. 225 A pesar de tratarse en uno de los períodos más conocidos y estudiados, en lo referente al desarrollo vital
de Antonio de Ulloa, no se muestra como una figura principal. Esta afirmación podría verse ratificada,
atendiendo la bibliografía referente a esta temática. Pero lo más significativo se presenta, al acudir a la
documentación. Pues, aún existiendo una enorme descompensación en cuanto a la aportación de datos (El
expediente de Jorge Juan solo aporta los Reales Despachos). La figura de Antonio de Ulloa solo se destaca,
por los conflictos que tuvo en las tierras americanas. Además, al producirse, posteriormente, una división
de especialidades, en las que, en sus obras, se centraría cada uno de ellos. El hecho de que Jorge Juan, se
dedicase a las “ciencias puras” y Antonio de Ulloa a las humanidades, potencia esa preeminencia de uno
sobre otro. 226 Antonio de Ulloa en el colegio de Santo Tomás y Jorge Juan en colegio de la Compañía de Jesús de
Alicante. 227 Recordemos al respecto que, en 1730, Antonio de Ulloa embarca como aventurero en la Flota de Tierra
Firme, comandada por Manuel López Pintado.
86
formación completa para sus miembros. En este sentido, previo a sus tiempos como
Muzzi recibió una enorme carga de conocimientos teóricos y aleccionamientos morales,
que marcaron por completo su personalidad. En esa etapa como Muzzi, darían inicio sus
tiempos de embarque. Pero estos, se vieron interrumpidos, en el contexto de la orden de
Malta, cuando decide ingresar en la Academia de guardiamarinas228. En este punto, con
el ingreso en la Academia gaditana, lo lógico sería pensar en una mayor potenciación de
los estudios teóricos229. Pero si se tiene en cuenta su embarque inmediato, podemos
afirmar que, a pesar de sus aptitudes, a pesar de su sobrenombre, creer en que los
conocimientos teóricos eran los únicos que poseía es un error.
De esta forma, tras analizar las dos figuras, podemos dar por sentado que,
prácticamente no existían diferencias entre ellos. Si bien la orden de Malta, le aportó, a
Jorge Juan, mayor entidad a sus conocimientos y fomentó sus aptitudes. Dándole un nivel
formativo, quizás más alto que el de su compañero. Pero, en resumidas cuentas,
probablemente, fuera una cuestión de edad la gran diferencia entre ambos. El hecho de
que uno, hubiese sentado plaza en la Academia antes que el otro, es su diferencia más
significativa. No se trata, por tanto, de alabar la inteligencia de uno, denostando la del
otro, pues eso, sin pruebas sólidas no puede mantenerse. No hubo un brillante
seleccionado y un elegido con suerte. Se trata de dos jóvenes marinos que, si bien diferían
entre ellos, no lo hacían del modo hasta ahora planteado por la historiografía.
Así, aunque por su período maltés, Jorge Juan pueda representar más los
conocimientos teórico y Antonio de Ulloa los prácticos. Los datos obtenidos y, hasta
ahora, analizados nos permiten ver a dos candidatos con aptitudes y formación bastante
similar. Y que cumplían, con creces con los requisitos establecidos y requeridos, para
formar parte de la expedición geodésica. Jóvenes formados en matemáticas y astronomía,
con experiencia en el arte de navegar e, incluso, en las batallas navales. Y que, además,
por su extracción social, “no solo hallasen las luces de una buena educación y política
228 Al producirse este ingreso, Jorge Juan, no solo abandona la isla, sino parte de su actividad como miembro
de la orden. Así, a sus 19 años, debería haber iniciado un período práctico en aquel lugar de formación,
como caravanista. Una actividad que, si bien no realizó, se vio compensada con sus inicios prácticos en la
Academia de Guardiamarinas. 229 En los tiempos de Jorge Juan, el director de la Academia era Antonio de Orbe. Quien asemejó el plan
de estudios al impartido en el Colegio de pilotos del que formaba parte. Un modelo de enseñanza que
cumplía con los métodos más tradicionales. Sobre el particular: Op. Cit. MORENO MARTÍN, J.M, PP. 61-87.
87
para conservar amistosa y recíproca correspondencia con los Académicos de las Ciencias,
sino igualmente la proporción conducente al asunto”230.
Motivos de un ascenso meteórico
Conocidas sus características, similitudes y diferencias. Volvemos a la cuestión
protocolaria, planteada con anterioridad. De esta manera, una vez puesto en claro, que la
diferencia de edad no era tan elevada; unido a que la experiencia no estaba reñida, en
absoluto, con dicha diferencia. En lo que sí diferían es en el rango, pues “un académico
tenía el trato de excelencia y era criado en la Casa del Rey”231. En función de esto,
teniendo en cuenta que, a pesar de que los españoles tendrían el deber de asistir a los
franceses y aprender de ellos. Por parte de la Corona, tampoco podía permitirse que
fuesen tratados como inferiores. De este modo, la solución planteada es ascenderles a
tenientes de navío, que le otorgaría el trato de señoría, equiparándolos a los académicos
franceses. Concederles este empleo, suponía un ascenso de cuatro grados en el escalafón.
De este modo, los cadetes saltarían los empleos de alférez de fragata, alférez de navío y
teniente de fragata; para ser directamente tenientes de navío. Este adelanto en el
escalafón, no se contemplaba en las Ordenanzas, hasta el momento, en vigor. Bien es
cierto que, al ser una concesión Real, no se planteaba como discutible. Y menos todavía
siendo fruto de una necesidad. Pero también cabe destacar que, era un hecho, sin
precedentes hasta aquella ocasión.
Partiendo de estas últimas premisas, por Real Despacho fechado el 3 de enero de
1735, en El Pardo232, se concede a ambos guardiamarinas el empleo de tenientes de navío.
Este documento233, presenta, entre otros, dos aspectos destacables, el interés mostrado
porque ambos sean reconocidos con su nuevo empleo y el establecimiento de su nuevo
sueldo. Con respecto a este último punto, la gracia concedida, implicaba, además, un
230 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 70. 231 Ídem. 232 Expediente Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, legajo 620, exp. 529, ff. 4-6 y carpetilla previa
al expediente de Antonio de Ulloa y Ramírez de Laredo AGMAB, Cuerpo General, legajo 620, (no aporta
número de expediente) 233 Todos los Reales Despachos referentes a los nombramientos de los dos guardiamarinas para la
expedición, se recogen en el expediente de Jorge Juan. Este hecho puede llevarnos a confusión. Pues, dada
la preeminencia que, en este contexto, tomó, con respecto a Ulloa, puede tomarse como una ratificación de
esta condición de “superioridad”. Pero la realidad es que, la ausencia de dicha documentación, en el
expediente de Ulloa, se debe a una catalogación errónea. Ya que, en lugar de encontrarse, adjunto a su
expediente; está en una carpetilla anexa al de su hijo, que también se llama Antonio de Ulloa.
88
aumento de salario, el correspondiente al grado en el escalafón que se establece. Se trataba
de cuarenta escudos de plata mensuales, para cada uno, en concepto de sueldo y veinte
escudos más, como sobresueldo, mientras formasen parte de la expedición. Esto, se
incluye también en otro Real Despacho, firmado el 4 de enero de 1735 en Cádiz234, en el
que el Rey ordena a las autoridades de la ciudad de Cartagena de Indias y a los oficiales
de su Real Hacienda, en las cajas de dicha ciudad, que sean quienes les faciliten dicha
minuta. Algo que se haría durante el tiempo que permaneciesen en ella, teniendo en
cuenta que sería la primera escala de su viaje.
Se ordena, también, que les faciliten certificados de los pagos que recibiesen
durante ese lapso temporal. Para que, una vez abandonen aquella provincia y pasasen a
los territorios del reino peruano. Sea el Virrey quien, mande a los oficiales de las cajas
reales, que les realicen los pagos establecidos. Todo ello, con los correspondientes
certificados para que pueden presentarlos en Cartagena, al finalizar los trabajos. En este
sentido, el objetivo de los certificados es, abonarles en Cartagena, el “faltante” de salario,
si es que lo hubiera. Finalmente, ordena a quienes se encarguen de dichos pagos, remitan
los certificados, con copia original del Real Despacho, al Intendente General, José Patiño,
para que desde Cádiz se abonen los gastos que se hubiesen generado, en relación a la
subsistencia de los nuevos tenientes de navío.
Dejando al margen la cuestión económica. Lo que más llama la atención del
nombramiento, es el énfasis que se hace en que se reconozca la nueva condición de los
dos marinos. Así lo expresa en su mandato, con las siguientes palabras:
“mando al Capitán General u Oficial General que mandase mi Armada de Mar, le hayan y tengan
por tal teniente de navío graduado de ella, y que lo mismo ejecuten los Oficiales particulares de
todas clases y demás gente de la propia Armada y que unos, y otros le guarden, y hagan guardar
las honras, preeminencias y exenciones que le tocan y deben ser guardadas, sin que le falta cosa
alguna”235
Esta Real disposición, muestra lo inusual del nombramiento. No en vano, los dos
guardiamarinas, ingresan en el Cuerpo general sin haberse graduado en la Academia. En
234 Expediente Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, legajo 620, exp. 529, ff. 6-14. 235 Ibídem, f. 5.
89
este asunto, el caso de Antonio de Ulloa es, aún, más extremo; al producirse su ascenso
solo meses después de haber sentado plaza como Guardiamarina. Por ello, era cuando
menos lógico que, aunque, de facto, tuviesen el empleo que se les había otorgado, por
parte del resto de oficiales, esta decisión, si bien sería aceptada por ser mandato del Rey,
podría no ser totalmente entendida. De esta manera, recoger, esta disposición en el Real
Despacho, aseguraba el trato respetable que merecían por su condición de tenientes de
navío de la Real Armada. Nombramiento y condición, con la que concluye, no solo el
proceso selectivo de los enviados españoles al Perú, sino también los preparativos de la
expedición geodésica que, a partir de ese momento, pasa de ser un proyecto a una
realidad.
El adelanto en el escalafón de guardiamarinas a tenientes de navío, no solo
catapultaría las carreras, tanto de Jorge Juan como de Antonio de Ulloa, sino que esto,
unido a todo lo que vivieron en la década que pasaron en la América meridional,
cambiaría también el curso de sus vidas. Así, una vez formalizado su nombramiento
como tenientes de navío, debían aprobarse los nuevos derechos y deberes, que tendrían,
en el momento en que adquirieron la condición de miembros del Cuerpo General de la
Armada. No en vano al ascenso, había que unir su condición de acompañantes y
colaboradores de los científicos franceses. De esta manera, sería necesario ultimar todos
los detalles relativos a unos ascensos que no concurrían en la motivación habitual, puesto
que incurrían en detalles que se escapaban de la normalidad. Del mismo modo, eran igual
de precisos los preparativos de un viaje de tal envergadura, que abarcaba, por parte
española, el fletado de los barcos, en los que llegarían a su destino y, por supuesto, cuales
serían las condiciones para realizar la navegación y los trabajos, así como la normativa a
seguir por cada uno de los expedicionarios.
Instrucciones para zarpar
Por todo ello, a partir del 4 de enero de 1735 comienzan a sucederse una serie de
escritos relativos a dichos trámites, tan necesarios para la salida de las naves. Reales
despachos que se conservan tanto en el Archivo General de Indias236 y en el Archivo
236 Registro de partes: América Meridional. AGI, Lima, 590, Libro 1.
90
General de la Marina, Álvaro de Bazán237, a través de cuyo análisis obtenemos detalles
pormenorizados de los ascensos de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, así como de las
condiciones de los sueldos y gratificaciones que se les asignan, unido a los pormenores
de su embarque y las instrucciones para llevar a cabo las labores que se les encomendaron,
que aparecen pormenorizadas en varios de los documentos. Bien es cierto que, algunos
de estos datos han sido ya mencionados e incluso desarrollados, por otros historiadores238
y también se ha hecho mención a ellos con anterioridad239, nos encontramos con detalles
significativos que muestran algunas particularidades que se produjeron en el intervalo
temporal comprendido desde el momento en que comienzan a fijarse los detalles de la
salida hasta que, finalmente, las naves pudieron partir hacia las tierras del Virreinato del
Perú.
Así, el primer detalle a tener en cuenta es el tiempo. Un desfase temporal que
marca el inicio de la expedición y que condiciona algunos de los puntos que se marcan
en los primeros reales decretos emitidos. El centro de la cuestión es que, unas naves y,
por tanto, una expedición que debía hacerse a la mar a lo largo del mes de enero de 1735,
no zarpó hasta abril, en el caso francés y mayo, en el caso español. Atendiendo a los
datos ofrecidos en la bibliografía, este detalle podría, en cierta medida pasar
desapercibido, aunque la realidad es que algunos autores240 aluden al retraso en cuestión
desde diferentes ópticas a las que haremos referencia. Pero atendiendo a lo que se aporta
en las fuentes primarias, podemos confirmar que los planes se produjeron de la manera
en la que los hemos presentado, un desfase temporal de entre tres y cuatro meses con
respecto al cronograma establecido.
Si acudimos al libro primero del Registro de Partes referente a la América
Meridional241, podemos encontrar una considerable cantidad de Reales disposiciones
alusivas a la expedición geodésica, de hecho, podríamos incluso afirmar que se trata de
la fuente primaria que más cantidad de datos aportan acerca del tema que vamos a
desarrollar a continuación. De esta manera, el análisis puede comenzar por el Real
237 Carpetilla previa al expediente de Antonio de Ulloa y Ramírez de Laredo. AGMAB, Cuerpo General,
legajo 620, exp, 1224. 238 Op. Cit. WITHAKER, A, 1935 pp. 157. 239 Relativo al nombramiento como tenientes de navío de Jorge Juan y Antonio de Ulloa y a las cantidades
que se les asignaron por grado y sobresueldo, encontramos referencias en el capítulo anterior p. 33 240Op. Cit. WHITAKER, A. P, 1935, p.159 y Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, p. 95. 241 Registro de partes: América Meridional. AGI, Lima, 590, libro 1
91
Decreto242 en el que se le comunica a Francisco de Varas y Valdés, tanto el nombramiento
de Jorge Juan y Antonio de Ulloa como tenientes de navío y el salario que les corresponde
al pasar a dicho grado, como la gratificación establecida por su participación en la
expedición, que debería ser comunicado a la contaduría de marina de Cádiz, unido a unas
instrucciones generales de las que debía hacer partícipe a los recién nombrados oficiales
de la Armada. Dicho documento, aporta un par de datos más que son importantes para el
desarrollo de esta teoría: por una parte, informa que ambos oficiales embarcarían en dos
navíos de guerra españoles que les llevarían a Cartagena de Indias243, donde se reunirían
con los franceses para dirigirse a las tierras peruanas244 y, por otra, muestra que está
escrito, con la intención de instar, tanto a las autoridades, asentadas en la capital gaditana,
como a los propios tenientes de navío a que su embarque se produjese con la mayor
celeridad posible “para evitar las perjudiciales dilataciones que de lo contrario podrán
resultar”245.
Así, el Rey ordenaba que el embarque de Jorge Juan y de Antonio de Ulloa se
produjese lo más pronto posible en los navíos Conquistador e Incendio que, con destino
a Portobelo, se encontraban armados ya en el puerto de Cádiz246 y prestos para salir, en
conserva, hacia su primera escala en Cartagena de Indias para llevar al Marqués de Villa
García247, nuevo virrey de Perú a tomar posesión de su nuevo cargo. Este último, junto a
su hijo y el obispo de Popayán, el jesuita fray Diego Fermín de Vergara, irían a bordo del
Conquistador en el que, a pesar de no encontrar evidencia en los documentos que
manejamos pues estos no indican quién de los dos tenientes de navío debería ir en cada
nave, sabemos que también embarcó Jorge Juan, por lo que Antonio de Ulloa lo haría en
el Incendio.
242 Registro de partes: América Meridional. AGI, Lima, 590, libro 1, ff. 32r-36v 243 A este respecto debemos indicar que, no se trata del único documento en el que se plantea este tema, de
hecho, es una cuestión que se repite en la gran mayoría de los documentos consultados, algo que se debe
posiblemente a que se trata de un intercambio de información entre los diversos entre las diferentes
autoridades implicadas en todo lo relativo a los nuevos nombramientos y la salida de España de las naves.
Por tanto, aparece en todos los documentos que recoge el registro de Partes, así como en los contenidos en
los expedientes personales de Antonio de Ulloa y Jorge Juan. 244 La cuestión de los dos navíos en los que embarcan los oficiales españoles se desarrollará más adelante. 245 Registro de partes: América Meridional, AGI, Lima, 590, libro 1, f. 34r. 246 Después de haber sido sometidos a reparaciones y preparaciones de diversa envergadura; carenado, en
el caso del Conquistador y dos años de reparación, en el caso del Incendio. 247 Antonio José de Mendoza Caamaño y Sotomayor, Virrey de Perú desde 1736 hasta 1745. Real Academia
de la Historia, Diccionario Biográfico en línea http://dbe.rah.es/biografias/16400/antonio-jose-de-
mendoza-caamano-y-sotomayor.
92
Debemos suponer que este embarque, en navíos separados, se produjo por una
cuestión de protección pues, aunque en esos momentos no había un estado de guerra
latente, cruzar el atlántico era lo suficientemente peligroso como para provocar que las
naves perecieran durante la travesía y, por tanto, enviar a los expedicionarios por separado
aseguraba que, al menos uno llegase con vida al destino. Además, podrían producirse
incidentes durante el viaje que retrasaran a una de las dos naves, de modo que, con esta
medida, se conseguiría que, si bien ambos no pudieran llegar al destino a tiempo, uno de
ellos si se encontrara con los franceses en la fecha acordada, para evitar así ese retraso
que, desde España, tanto se temía248. Por otra parte, el hecho de que fuera Juan quien
embarcase en el navío en el que iban aquellos señores de tal importancia249, puede ser un
ingrediente más al desequilibrio existente entre su figura y la de Ulloa. Es decir, este es
un detalle, que puede haber servido para reafirmar esa superioridad que rodea a Jorge
Juan con respecto a su compañero, como si se tratara de una persona más idónea para
departir con estos personajes, de hecho, se ganó la amistad del virrey hasta el punto que
fue uno de los principales benefactores de ambos a lo largo de su estancia en las tierras
peruanas250.
A pesar de estos datos, lo que nos compete en esta ocasión es que, en dicho Real
Decreto, el monarca afirma que las naves están preparadas en Cádiz y los dos tenientes
de navío deberían zarpar cuanto antes para poder llegar a Cartagena a encontrarse con la
comisión francesa que saldría a navegar en el mes de enero con la ruta Francia/Santo
Domingo/Cartagena251. Por ello, teniendo en cuenta las fechas de los documentos
consultados, se demuestra que España era conocedora de esta cuestión y que pretendía
cumplir con el cronograma establecido, pero aún así las instrucciones no se firmaron hasta
el 22 de abril. En función de esto, el autor británico Arthur Whitaker afirma que
“procediendo con la parsimonia habitual, la corte no contempló las instrucciones hasta el
22 de abril de 1735”252. Una afirmación que, solo parece tener fundamento documental
atendiendo a una Real Orden del primero de marzo253 en la que se le manda a las
248 A lo largo de este capítulo volveremos a referirnos a este tema pues, existe una variante más que pudo
condicionar esta decisión por parte de la Corona española que no vamos a desarrollar aún por alejarnos de
la idea que nos ocupa en este momento. 249 Según Antonio de Ulloa, esta decisión la tomaron los comandantes de las dos naves. Op. Cit. JUAN, J Y
ULLOA, A. Tomo I, Libro I, Capítulo I, p. 10. 250 Sobre el particular Op. Cit. WHITAKER, p. 160. 251 Registro de partes: América Meridional. AGI, Lima, 590, libro 1, f. 34r. 252 Op. Cit. WHITAKER, p. 159. 253 AMN, ms. 2917
93
autoridades americanas a que realicen los pagos inherentes a su manutención durante su
estancia en aquellos lares, pero también es cierto que esto ya se aporta en los documentos
fechados en enero del mismo año, Por ello, no podemos concluir que la administración
española fuese lenta, en ese sentido, puesto que, además, existen otras evidencias como
los miembros de la expedición, por parte francesa, o el momento en el que deberían ser
entregadas las instrucciones a Juan y Ulloa, que hacen pensar que los motivos del retraso
pudieron ser otros.
En función de esto, en la mayor parte de los documentos que recibieron tanto las
autoridades españolas como los propios tenientes de navío, se mencionan los nombres de
los expedicionarios franceses y puede resultar confuso comprobar que, dichos nombres,
no coinciden con la totalidad de aquellos que embarcaron finalmente rumbo a Quito. Esto
se debe a que, el 2 de abril, estando listos para zarpar, tres de los científicos que,
inicialmente, estaban designados para partir a tierras americanas reusaron su
participación. Sus motivos oscilan entre las circunstancias personales (negocios) y las
enfermedades, aunque, según Lafuente y Mazuecos, se encontraban “temerosos de las
penurias que les aguardasen y menos necesitados de los laureles de la fama” 254, por lo
que, con independencia de las razones, Grandjean de Fouchy, Pimodan y de la Grive,
fueron reemplazados por Bouguer y Verguin255. Esto muestra que, la expedición francesa
no estaría lista para zarpar en enero, como se indicaba en los documentos españoles y,
aún estándolo, la comitiva francesa se habría visto retrasada por estas bajas. De modo
que, aunque los viajes se dieran de forma independiente y no se supeditaran el uno al otro,
de haberse ocasionado los hechos, por parte de España, en función de las fechas
inicialmente aportadas, el retraso se hubiese producido en Cartagena de Indias256.
Aún así, sin pretender excusar en absoluto el proceder español, debemos presentar
un detalle más que, precisamente, se aporta en el mismo artículo en el que Whitaker alude
a la “parsimonia española”. Donde, al hacer referencia a las Instrucciones que, finalmente,
se fecharon en abril, afirma que, en el documento emitido en el Pardo, con fecha del 4 de
254 Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, p. 95 255 Carta de Maurepas a Beauharnois emitida en Versailles el 2 de abril de 1735. ANP, Colonies, B62, ff.
152v-153. Cita tomada de Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, p. 95 256 Algo que también se produjo pues, los marinos españoles tuvieron que esperar bastante tiempo la llegada
de los franceses que realizaron una escala en Santo Domingo más larga de la prevista.
94
enero257, Patiño le indica a Francisco de Varas y Valdés que debían serles entregadas a
los tenientes de navío en el momento de su embarque. Aunque, en el contenido de dicho
documento, no se expresa eso literalmente es probable que se refiera a unas instrucciones
adjuntas a las que no hemos tenido acceso, pues habla de una carta en la que se indicaría
esa cuestión. Aunque, si nos centramos en el dato que aporta el autor que citamos, la
validación258 de las instrucciones españolas se produjo de forma prácticamente paralela a
las fechas que se estaban manejando en Francia. Incluso, cuando se mencionan los
sueldos de los oficiales, se decreta que debían hacerse efectivos en el momento del
embarque, apareciendo ratificados en dicha documentación con feche de 29 de abril de
1735. De esta forma, no es posible confirmar que los supuestos retrasos españoles se
hubiesen dado en función de los acontecimientos que se dieron en el país galo y, por tanto,
no tuviesen nada que ver con una falta de eficiencia en la administración española, aunque
también es cierto que pudieron coincidir los dos factores259. A pesar de ello, podemos
considerar bastante osada dicha afirmación sin contar con ninguna evidencia documental
que la sustente.
Al margen de estos detalles, el 22 de abril se emitió el documento, al que habíamos
hecho referencia, que contenía unas instrucciones específicas sobre lo que se esperaba de
la estancia de Jorge Juan y Antonio de Ulloa a lo largo de su estancia en América260. Bien
es verdad que, en los documentos previos a este, que han sido ya mencionados, aparecen
directrices que, podemos considerar la base o el soporte de las que finalmente se les
entregan en el momento de su embarque, pues todas aparecen, de una u otra manera, en
el documento definitivo. Así, podemos partir de la más global de todas, la que se presenta
como la esencia de lo que, los expedicionarios españoles, tendrían que hacer desde el
257 Registro de partes: América Meridional, AGI, Lima, 590, libro 1, ff. 32v-36r. 258 Hablamos de validación porque Patiño encarga a Francisco de Varas que sea él quien redacte dichas
instrucciones y que, posteriormente, se las haga llegar para su aprobación, pero no contamos con ese
documento previo a las instrucciones ratificadas por el Intendente General de Marina. 259 De hecho, al analizar las instrucciones que se emiten en abril y que desarrollaban las diferentes
obligaciones que Antonio de Ulloa y Jorge Juan tendrían desde el momento de su embarque, vemos como
en el punto 1º se indica que las naves francesas ya habrían salido rumbo a Santo Domingo para recalar
después en Cartagena, lo que no se especifica es la fecha de salida. Esto podría llevarnos a pensar que,
desde España pudiera no conocerse el retraso que se habría producido en el viaje de los académicos, aunque
es bastante improbable ya que, en todo momento, se mantuvieron los contactos con mayor o menor
inmediatez, especialmente, a través del cónsul francés en Cádiz. 260 Aunque en Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J, pp. 22-26 se recogen literalmente las instrucciones fechas el 22
de abril en El Pardo, también podemos encontrarlas en el Registro de Partes: América Meridional, AGI,
Lima, 590, libro 1, ff. 96v-102r. De hecho, esta es la fuente primaria de la que dice beber Ramos Gómez
para extraerlas, así que no es de extrañar que, a la hora de citar las fuentes aparezcan indistintamente una u
otra o incluso se indiquen ambas.
95
momento que zarparan sus naves hasta su regreso a la Península, donde se les insta a
“asistir a las referidas observaciones y hacer mapas concernientes a perfeccionar la
navegación a Indias”261. El hecho de que se les ordene asistir a los franceses no nos llama
la atención pues, al fin y al cabo, esa era la intención inicial con la que serían enviados,
pero por su parte, es muy destacable el fragmento en el que se refieren a perfeccionar la
navegación a Indias. De esta manera, José Patiño deja bastante claro que es uno de los
fines último de la expedición pues, la consecución de la medida del arco de meridiano
supondría una mejora más que notable tanto para la cartografía como para el arte de
navegar.
Yendo incluso más allá, debemos recordar que éste fue uno de los alicientes que
se le presentaron a Patiño, por parte de Francia, para que se aprobara el paso de los
académicos a los dominios españoles en Perú262. En este sentido, podríamos considerar
como magistral la estrategia francesa teniendo en cuenta el enorme interés del Intendente
General por la navegación y la construcción naval, siendo uno de sus principales objetivos
conseguir que España volviera a posicionarse en los primeros puestos de la carrera naval.
Unos intereses que, como hemos dicho, se unen a la confianza que deposita en los logros
que aporte la expedición y que se reflejan en cada documento emitido hasta la elaboración
de las Instrucciones para Juan y Ulloa.
De hecho, en los reales despachos donde se conceden los sueldos correspondientes
al grado que se les asignó con motivo del viaje geodésico, aparece también esa referencia
a las mejoras en la navegación con la salvedad de que en lugar de hablar de la navegación
a Indias, que puede entenderse como algo eminentemente español por ser la Corona
hispana la que dominaba la mayor parte de los territorios americanos, alude al
perfeccionamiento de la “navegación en general y especialmente la de mis vasallos”263.
Con esto ratificamos que Patiño estaba convencido que la expedición, desde este punto
261 Podemos encontrar esta cita en: Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J, p. 22; Registro de Partes: América
Meridional, AGI, Lima, 590, libro 1, f. 33r; expediente de Jorge Juan, AGMAB, Cuerpo General, legajo
620, exp. 529, f. 10; Carpetilla previa al expediente de Antonio de Ulloa y Ramírez de Laredo AGMAB,
Cuerpo General, legajo 620, exp. 1224. 262 Ya se menciona en el capítulo anterior como, por parte francesa, la consecución de los objetivos de la
expedición se presenta como una ventaja también para España por las mejoras que supondría en este
terreno, algo que demuestra que Patiño creyó firmemente, aunque los franceses sí fueran conscientes de
que no se obtendrían beneficios inmediatos. 263 Expediente de Jorge Juan, AGMAB, Cuerpo General, legajo 620 exp. 529, f. 5; Carpetilla previa al
expediente de Antonio de Ulloa y Ramírez de Laredo AGMAB, Cuerpo General, legajo 620, exp. 1224, f.
4.
96
de vista, sería ventajosa para todos, aunque mucho más para los españoles tal y como
enuncia en los documentos, teniendo, por ello, sus esperanzas puestas en los resultados
de la misma.
Centrándonos ya en la Instrucciones propiamente dichas, aunque se vuelve a hacer
hincapié en la cuestión de la navegación, en como se producirían sus pagos y su
manutención así como, por supuesto, en la asistencia a los académicos franceses y el buen
trato que deberían mantener con ellos, que son datos ya mencionados, explicados y
presentes en todos los documentos anteriores; se incluyen otros que evidencian la
situación que se vivía en España con respecto a América, un territorio que a pesar de
haber sido conquistado era aún totalmente desconocido. Este desconocimiento se
encontraba ligado a la falta de control, es decir, al no contar con datos fidedignos acerca
de la realidad americana, la autoridad de la Corona se veía diezmada en cierto sentido.
De ahí que se produjesen este tipo de viajes o expediciones que, aunque en el caso que
nos ocupa contara con el patrocinio de una potencia extranjera, en otros casos fueron
auspiciadas por parte de los monarcas españoles deseosos de obtener la mayor cantidad
posible de datos reales sobre los territorios americanos bajo su domino.
De esta manera, como hemos dicho, las Instrucciones dadas a los dos tenientes
de navío incidían en la obtención de todos los datos posibles acerca de los territorios en
los que se realizasen los trabajos. Por ello se les pide en primer lugar levantar mapas y
planos, no solo de las ciudades sino también de sus puertos264, a lo que hay que unir las
peticiones de información tanto de los accidentes geográficos como costeros, incluyendo,
en estos últimos, los vientos, la navegabilidad e incluso la profundidad (para la que se
mandan a hacer incluso catas) y el estudio de las latitudes. Todo esto, por supuesto, tiene
un importante interés estratégico, pues el conocimiento de todos estos datos no solo
facilitaría la penetración o no de las naves españolas en los puertos y bahías americanos,
sino también aportaría datos que los enemigos no conocían a ese respecto y permitiría, a
su vez, reforzar las defensas de aquellas zonas que fueran más vulnerables.
264 Según Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J, pp. 24 y 26, este encargo, que corresponde a la cuarta de las
instrucciones emitidas, tiene que ver no solo con la falta de este tipo de documentos, a nivel general, en
España con respecto a las provincias americanas, sino además con el hecho de que el Real Alcázar de
Madrid se incendió en 1734, aumentando la carencia de estos materiales. Así, en el caso de la expedición
geodésica se unen la necesidad derivada de la falta de información, con la oportunidad que brindaba un
nuevo viaje a américa para paliar, de alguna manera, los daños provocados por aquel incendio.
97
Unido a esto, se pide una relación y descripción de todos los recursos naturales de
aquellas zonas haciendo hincapié no solo en que los proyecten sobre el papel, para así
poder identificarlos en el futuro, sino también que den cuenta de sus propiedades y de
como los pobladores los utilizan. Este interés se asienta en el contexto en el que se
desarrolla la propia expedición, un momento en el que la medicina y, por tanto, la
farmacia265, no son para nada ajenas a los cambios que se producen a la luz de la
ilustración y, por ese motivo, buscan nuevos métodos e instrumentos para combatir las
enfermedades. Desde este punto de vista, la botánica será la base y, a su vez, una
herramienta fundamental para que se den esos cambios proyectados a principios de siglo,
todo ello, bajo el influjo del modelo francés que se posiciona a la cabeza en todo el
proceso ilustrado y en este campo, de manera especial.
Así, se pone de manifiesto que la riqueza de América comienza a verse desde un
punto de vista global, haciendo referencia a su biodiversidad y como esta podía ser muy
beneficiosa para la sociedad europea. Un importante papel de la botánica que, aunque en
este caso, se cristaliza en su aparición en las instrucciones españolas, se manifiesta desde
el primer momento como uno de los objetivos de la Academia de las Ciencias de París,
demostrando además otro de los motivos que hacía que América fuese un territorio tan
codiciado y que nada tenía que ver con los metales preciosos266. De este modo, dentro de
la nómina de expedicionarios franceses, se incluía un botánico Joseph Jussieu267 quien, a
pesar de no ser miembro de la Academia de Ciencias de Paris, pues su nombramiento no
se produjo hasta 1758, fue capacitado para cumplir precisamente con el objetivo de
reconocer y estudiar las plantas americanas para, con ello, avanzar en la curación de
enfermedades que se daban en Europa. Además, la importancia que, para los franceses,
tenía la botánica en este viaje se hace presente en un dato más, en este caso, relativo a los
dos elegidos españoles pues, si nos retrotraemos al capítulo anterior debemos recordar
265 Sobre el particular, GONZÁLEZ BUENO, A , Y PUERTO SARMIENTO, F . J, “Ciencia y farmacia durante la
ilustración”, en Op. Cit. LAFUENTE, A, PESET, J.L Y SELLES, M, (Eds.) pp. 127-140. 266 La expresión de Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, p. 63, donde afirman que “América aparecía
como un objeto de interés en sí mismo” es tan aplicable a España como a los principales países europeos.
Con el movimiento ilustrado, unido al redescubrimiento del Nuevo Continente, todos los recursos con los
que contaba se convirtieron en objeto de la codicia de todos, así no solo su riqueza, tanto natural como
mineral, sino también su cultura, se presentaron como una necesidad que Europa ansiaba cubrir. 267 Curiosamente, el que tras la expedición conseguiría ser académico de la Academia de Ciencias de París,
permaneció en Sudamérica una vez acabados los trabajos geodésicos, hasta tal punto que su estancia en
aquellas latitudes se prologaría por más de treinta años, de los que obtuvo una gran cantidad de datos que
enriquecieron el herbario del Rey.
98
que el propio fiscal del Consejo de Indias creyó ante la petición francesa de colaboradores
para esta tarea, que los españoles requeridos para acompañarlos en la expedición debían
estar versados en botánica268.
Como podemos ver, era fundamental el contacto con los naturales y pobladores
de aquellos lugares para poder así conocer sus usos en cuanto a las diversas plantas que
crecían y se cultivaban en los territorios de destino. Dicho contacto debería hacerse
efectivo también motivado por otra instrucción. Pues, en base al interés ya mencionado
que había surgido por conocer en profundidad América, la Corona española pide a sus
dos enviados al virreinato que se acerquen a la población y estudien su cultura y
costumbres e incluso den informe de la “braveza o jovialidad de los indios irreductos, y
facilidad o dificultad de su reducción”269. A este respecto y siguiendo lo apuntado por
Ramos Gómez en su estudio270, puede resultar confuso que se les dé esta orden para un
territorio, en el que se desarrollaría el grueso de los trabajos, que, como veremos distaba
mucho de no estar ya bajo la influencia del sistema colonia.
Pero la realidad es que, en algún punto del tiempo transcurrido entre la emisión
de la instrucción y la llegada de Jorge Juan y Antonio de Ulloa a América, el itinerario se
vio alterado y unas mediciones que se realizarían partiendo del cabo Pasado, una zona
muy poco conocida y poblada en aquel momento, pasaron a iniciarse en las inmediaciones
del río Yaruqui, haciéndoles entrar más en el propio Quito que sí se encontraba
cristianizado, poblado y regido por la autoridad española. Fuera cual fuese el territorio
final en el que se realizarían los trabajos geodésicos, lo que nos interesa, en este caso, es
que se instaba a los españoles a entrar en contacto con indios que podrían tener como
“salvajes”, es decir, aquellos cuyos modos de actuar eran totalmente desconocidos y que
no entraban dentro de la realidad colonial que dominaba mayoritariamente a América en
aquel momento. Así por Real Orden del primero de abril de 1735, se solicita a los
gobernadores de aquellas provincias que les faciliten a los españoles y por extensión a los
268 La realidad a este respecto, es que los franceses solicitaban contar con naturales de los lugares que
visitaran para que colaborasen con ellos en las labores de reconocimiento y estudio de las plantas, ya que
nadie mejor que ellos sabría identificarlas y aportar información sobre sus diferentes usos. 269 Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J, p. 24 y Registro de Partes: América Meridional, AGI, Lima, 590, libro 1, f.
99v. 270 Ibídem, pp. 25-26.
99
sabios franceses, la protección necesaria para enfrentar esta tarea271. En este sentido, cabe
también destacar que fue constante la preocupación de los franceses por su bienestar en
el Virreinato, un motivo más de su insistencia, en su momento, ante la designación de los
españoles que debían acompañarles y asistirles en el viaje dado que ellos deberían servir
de mediadores con las autoridades locales y garantizar así su seguridad272. De esta
manera, la Real Orden a la que hacemos referencia resultó ser también una garantía para
el grupo francés que vería garantizada su resguardo durante toda la expedición.
Para finalizar con lo relativo a las Instrucciones, no podemos olvidar dos puntos
fundamentales. El primero, alusivo a las acciones francesas, desde el momento en el que
tomasen contacto con ellos pues, los españoles deberían elaborar informes de
absolutamente todo lo que viesen, descubriesen o estudiasen durante los trabajos; de cada
uno de los detalles que se planteasen en el desarrollo de los trabajos geodésicos, así como,
de los estudios, de otras índoles, que desarrollaran durante su estancia. Dichos informes
deberían ser entregados a los gobernadores locales quienes estarían encargados de hacerlo
llegar a España para que, de esta manera, el rey y sus personas de confianza tuvieran
conocimiento de todo lo ocurrido y estudiado en sus dominios. Como segundo punto y
no muy alejado de la realización de informes, se encontraba la orden de elaborar diarios
de navegación durante toda su singladura, primero hasta Cartagena y después hasta llegar
a su destino.
El mandato consistía en que recogiesen todos los detalles relativos no solo a lo
que ocurriese a bordo de las naves, sino también a las corrientes, los vientos, los
accidentes costeros que divisasen describiéndolos e incluso situando y dibujando cada
punto hasta el que alcanzasen sus ojos. Una tarea que no es, en absoluto, baladí teniendo
en cuenta el enorme interés existente por mejorar las técnicas de navegación españolas.
En este sentido debe recordarse de un lado, la premisa de que, para España, ese viaje
serviría precisamente para el desarrollo de dicha navegación y, además el hecho de
conocer las zonas a transitar facilitaría mucho las futuras singladuras que tuvieran que
emprenderse e incluso, reduciría los posibles accidentes que se pudieran producir. Podría
271 En esta Real Orden se incluye también la puesta a su disposición de todo lo necesario para el transporte
de su equipaje. Expediente de Jorge Juan, AGMAB, Cuerpo General, legajo 620, exp. 529, ff. 16-19 y
Registro de Partes: América Meridional, AGI, Lima, 590, libro 1, ff. 76r- 78v. 272 Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J, pp. 16-17.
100
añadirse también que sería un beneficio para el aprendizaje español navegar en las naves
de una potencia naval de primer orden como era Francia, pero la realidad es que, aunque
este hecho se terminó produciendo, no entraba dentro de los planes de la Corona hispana
que sus marinos navegasen en barco extranjeros, al menos, en su viaje de ida a Quito.
Viaje y desarrollo de los trabajos.
De esta manera y habida cuenta de las instrucciones los dos expedicionarios se
ponen en camino, el 26 de mayo de 1735, entrando en la Bahía de Cartagena el 9 de Julio
del mismo año. A este respecto y aunque pudiera considerarse un detalle insignificante,
vale la pena apuntar que existe una pequeña disparidad en cuanto a esta fecha ya que, a
pesar de que es la que aparece como día de salida en la obra de Antonio de Ulloa, en su
hoja de servicio, por el contrario, se indica que la partida se produjo dos días después.
Guillén Tato273, aún aportando el motivo que origina dicho desfase de fechas, no se hace
eco de lo recogido en el expediente de Ulloa, simplemente toma la explicación recogida
en la Relación Histórica, reproduciéndola casi de forma literal, y concurriendo, como ya
se ha dicho, en la explicación de por qué existen dos días de diferencia entre las fechas
de un documento y de otro.
Así, efectivamente, zarparon desde el puerto gaditano el mencionado día 26 y,
siguiendo las Instrucciones274, Jorge Juan lo haría a bordo del navío Conquistador de 64
cañones, comandado por el capitán de navío Francisco de Liaño, mientras Antonio de
Ulloa viajaría en el navío Incendio, dotado con 50 cañones y comandado, a su vez, por el
capitán de fragata Agustín de Iturriaga. Es cuando menos, comprensible que en el
resumen de su hoja de servicio Ulloa no repare en el detalle de las fechas pues, aún
haciéndose a la mar en la fecha señalada, un cambio de viento provocó que tuvieran que
recalar en el bajo de las Puercas y permanecer allí hasta el día 28 de mayo, momento en
el que tomaron rumbo definitivo hacia el Nuevo Mundo. De esta manera no se reseñan
273 Op. Cit. GUILLEN TATO, J. F, p. 38. 274 Registro de Partes: América Meridional, AGI, Lima, 590, libro 1, ff. 96v-102r.
101
hazañas ni incidentes275 hasta su llegada a la bahía de Cartagena de Indias, en la que
entraron el 9 de julio de mismo 1735.276
Allí debían encontrarse con los académicos franceses que habían salido del puerto
de La Rochelle el 16 de mayo en el navío Portefaix, pero se detuvieron en Santo Domingo.
Fue precisamente en aquella zona, entre las islas de Martinica y La Española donde se
detuvieron durante cuatro meses, tiempo en el que adquirieron seis esclavos negros; por
lo que no arribaron a Cartagena hasta el 25 de noviembre del mismo año277. Fecha en la
que, una vez se reunieron con los expedicionarios franceses, toda la comitiva franco-
española zarpó, desde Cartagena de Indias, en una balandra francesa con destino a
Portobelo a donde arribaron el 29 del mismo mes. En la hoja de servicio de Antonio de
Ulloa278, se indica que el inicio de la marcha, ya juntos a los franceses se produjo a
mediados de noviembre. Pero siguiendo la Relación Histórica279, observamos que el 24
de noviembre ya estaba cargados los equipajes y el 25 zarparon hacia su nuevo destino.
De este modo es probable que, aunque se tome como día de llegada de los franceses a
Cartagena el 25 de noviembre, su arribo se produjese algunos días antes y los autores,
hallan tomado la fecha de salida de la comisión franco-española como el día en el que
ambos grupos se reunieron.
Así, el 22 de diciembre se situaron en la desembocadura del río Chagre y al seguir,
río arriba, llegaron al pueblo de Cruce para pasar, dos días después a Panamá, donde se
mantuvieron durante todo el mes de enero. De allí pasarían a Portobelo para hacerse, de
nuevo a la vela se hacen de nuevo a la vela el 22 de febrero de 1736, en un mercante
español, el San Cristobal, para llegar a Puerto Perico con destino a Guayaquil. Decisión
que no estuvo exenta de discrepancias, de hecho, fue la primera de muchas. En primer
lugar, de tipo científico, considerándose si las mediciones debían hacerse en un arco
ecuatorial, uno meridiano o si lo mejor era realizarlas en ambos arcos.
275 En este aspecto, solo cabe mencionar las anotaciones realizadas por Jorge Juan y Antonio de Ulloa,
pertenecientes a sus diarios de navegación que aparecen en la obra. Así como los perfiles topográficos
realizados, a bordo, y también reflejados en sus páginas. Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A. Tomo I, Libro I,
Capítulo I, pp. 11-26. 276 En ese mismo mes, el padre de Antonio de Ulloa, recibió el cargo de Alcalde Mayor del Ayuntamiento
Sevillano. AHMS, Libros de Actas Capitulares, julio, 1735. 277 Lafuente y Mazuecos, apuntan a que la demora se debió a la dificultad de encontrar una nave francesa
capacitada para llevar los equipajes necesarios para la expedición. Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A,
p. 98. 278 Expediente de Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, legajo 620, expediente 1225, p. 10. 279 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro II, Capítulo I, p. 114.
102
Resolviéndose que el arco meridiano era la mejor opción, surgen nuevas
desavenencias, en este caso, entre los expedicionarios franceses, en concreto entre Godin,
que abogaba por llegar a Guayaquil subiendo la Cordillera, y Bouguer, que tomaba como
mejor opción tomar el camino de la llanura litoral. Finalmente, por su condición de
director de la expedición, se optó por la propuesta de Godin280 por lo que los
expedicionarios tuvieron que enfrentarse por primera vez, desde que se reunieron, a
condiciones adversas. Siguiendo la vía fluvial hacia arriba, el 3 de mayo iniciaron una
navegación que terminaría, siete días después, en el pueblo de Caracol donde se les
adhirieron unos indeseables compañeros de viaje, los mosquitos. Todo el recorrido por
tierra se puede resumir en tres aspectos fundamentales: caminos de mulas281, profusión
de mosquitos y falta de oxigeno. Una vez ascendida la sierra de san Antonio, la Guaranda
y la parte derecha del páramo del Chimborazo que, a grandes rasgos compartían las
mismas peculiaridades que los enclaves anteriores, el 29 de mayo de 1736, alcanzan su
destino, la extensa provincia donde se inician los trabajos científicos, Quito.
Sería a partir de aquella cuidad cuando comenzarían a desarrollarse las
mediciones, en primer lugar, desde el punto de vista topográfico o geodésico para “medir
distancias sobre la superficie de la Tierra”282, una tarea que abarcaría desde su llegada a
la ciudad hasta 1741. Continuando con la fuente primera establecida para este desarrollo,
observamos que la primera de las tareas fue establecer el sitio base, labor que les ocupó
hasta septiembre de ese primer año. Para posteriormente, comenzar a preparar mapas
territoriales “para trazar y medir la base”283, por la que seguirían la cadena de triángulos284
por la parte sur de Quito, siendo necesario cavar una zanja recta, de trece kilómetros de
largo y metro y medio de ancho, con todo el trabajo físico que dicha labor implicaba. De
280 Aún destacándose por la falta de carácter autoritario lo cierto es que, Godin, respaldándose en su
posición de autoridad, se convirtió en un hombre cada vez más intransigente que se negaba a llevar a
cabo cualquier plan que no fuese suyo o que difiriesen en algo de aquellos que se tenían planteados. 281 Estos animales eran fundamentales para el transporte de personas y mercancías en estos caminos
pues, como no estaban preparados para el tránsito y al encontrarse en pendiente hasta tal punto que,
en algunos casos, las personas no podían atravesarlos a pie, solo las mulas podía transitarlos sin
peligro, especialmente, por su capacidad para transportar cargas de unos 60 Kg. No en vano a estas
vías se las llamaba “caminos de mulas”. Los criaderos de estos animales se introdujeron en la época
colonial y fueron fundamentales para la economía de metales preciosos. 282 GONZÁLEZ DE POSADA, F La expedición geodésica al virreinato del Perú: Jorge Juan y Antonio de
Ulloa. Mediciones y cálculo de un arco de meridiano asociado a un grado en el Ecuador , A. Torres
Miño (director), Universidad da Coruña- Ministerio de Defensa, 2005, p.39. 283 Op. Cit. GONZÁLEZ DE POSADA, F, p.40. 284 Figura 4. Anexo
103
esta forma las mediciones se inician en octubre de ese mismo año, a unos veinte
kilómetros de Quito, en las llanuras de Yaruqui. Trazadas todas estas bases, los
expedicionarios se dividieron en dos grupos, para obtener dos tipos de resultaros y poder
así contrastarlos para mayor fidelidad, estableciéndose uno formado por Ulloa, a
Condamine y Bouguer y otro por Juan y Godín285.
Esta primera fase de los trabajos, con la relación de los lugares en los que se
establecieron cada uno de los grupos, aparecen detallados en la Relación Histórica,
aportándose localizaciones y fechas exactas de los trabajos286. En dicho proceso, ambos
grupos pasaron prácticamente un año en los alrededores de Quito calculando, mediante
trigonometría, las medidas del triángulo que se había tomado como base. Prueba de la
precisión de las informaciones aportadas por Ulloa tanto en su hoja de servicios como en
su obra, podemos decir que se realizó una primera campaña de 26 días para luego, ya en
1737, repetirse el mismo proceso de mediciones, esta vez, hasta llegar a Cuenca, casos
ambos en los que no faltaron los padecimientos por las penalidades propias de realizar
trabajos de campo en aquellas zonas.
Posteriormente, a finales de julio de 1739 regresaron a Quito para la construcción
de nuevos instrumentos de medida “por no ser de toda satisfacción los que llevaban”287 y
se mantuvieron allí hasta el mes de agosto288 para regresar luego a Cuenca, donde la mala
atmósfera retrasó las observaciones hasta finales de septiembre, momento en el que
reciben órdenes del virrey de Perú de pasar a Lima para mejorar la defensa de las costas.
Así se verán inmersos en un nuevo viaje por tierra donde continúan las mediciones hasta
1740, cuando finaliza la primera fase de trabajos científicos, último proceso en el que se
dedicaron a medir la “línea de fondo final para garantizar exactitud al contrastar con los
cálculos previos”289 para poder calcular así la distancia entre los dos puntos extremos del
arco de meridiano, obteniendo sus resultados en el año ya indicado.
285 De esta unión, que podría considerarse forzosa, surgió un buen entendimiento entre los dos que
terminó convertido en una buena amistad, que se demuestra años más tarde cuando Jorge Juan es
nombrado capitán de la Academia de Guardiamarinas de Cádiz y, como parte del proceso de reformas
de la misma, consigue que Godin se trasladase a la ciudad para ostentar el cargo de director de la
Academia. 286 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capítulo III, pp. 324-349. 287 Hoja de servicio de Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, legajo 620, expediente 1225, p. 13. 288 Quizás la salud de Godin tuvo también algo que ver en esta escala, de hecho, se vio obligado a regresar
al punto de partida debido a una enfermedad. 289 Op. Cit. GONZÁLEZ DE POSADA, F, p. 41.
104
En todo este proceso se procuró que la estancia de los expedicionarios,
especialmente de los franceses que estaban poco acostumbrados a las condiciones
adversas que podían vivirse en los territorios americanos, fuese lo más agradable posible,
intentando que sus labores “no fueran ajenas al confort al que estaban acostumbrados”290
tratándose de “repetir en medio del campo –y frecuentemente con condiciones
ambientales adversas- el modo de vida que mantenían en medios urbanos”291. Se creó así
toda una infraestructura campamental itinerante gracias a la labor del ingeniero naval
Verguin, que se encargó de las tiendas, la comida, el transporte, el aseo, etc. A pesar de
todo, como ya hemos apuntado, las cuidadas infraestructuras no privaron a los
expedicionarios de padecer ciertas penalidades como, el calor, los mosquitos e incluso el
“mal de altura” o soroche292 que los llevó casi a depender del consumo, mediante el
mascado, de hojas de coca para contrarrestar o paliar sus efectos.
Pero no solo se cuidó que la estancia fuera agradable desde el punto de vista más
estricto, sino que también en el cuidado de los modales, manteniendo el comportamiento
cortesano, “una urbanidad ilustrada que no se cuestionaba reducirla, para que no se
confundiera con la rusticidad propia de los aldeanos293”294. Un ejemplo tan ilustrativo en
sí mismo como absurdo, por el hecho de llevarlo a término, es que tanto los
expedicionarios franceses como los españoles mantuvieron la vestimenta propia de los
europeos de su clase, eliminando exclusivamente las pelucas, para el desarrollo de sus
trabajos. Prueba de ello son las ilustraciones que aparecen en sus publicaciones donde se
les representa de esa guisa en todo momento.
Además, a lo largo de los cuatro años que duraron las primeras investigaciones y
fruto de los contactos continuos tanto entre ellos como con los indígenas y autoridades
locales, surgieron rencillas. En primer lugar, los conflictos entre los expedicionarios,
Godín estaba cada vez más crecido en su puesto lo que generó un aumento de su, ya
290 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 74. 291 Ídem. 292 Malestar generado por la falta de oxígeno que provocaba la excesiva altura en aquellos que no
acostumbraban a vivir en aquellas latitudes. 293 Este dato puede ser motivo de confusión al no dejar claro si el término “aldeano” hace referencia a
los habitantes de los pueblos europeos o a los indígenas americanos. Si se tratase de esto último dejaría
claro uno de los juicios que se tenían sobre ellos y su comportamiento, al considerárseles inferiores en
todo con respecto a los europeos, incluso en el terreno de los modales. 294 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 74.
105
iniciada, intransigencia que no solo se limitó a negarse a cualquier cambio del recorrido
establecido, sino que llegó hasta el punto de negarse a compartir o intercambiar sus
resultados con los compañeros del otro grupo. Por otra parte, se produjeron problemas
entre los miembros de la expedición y las poblaciones de los lugares en los que hicieron
escala para sus mediciones. Como el que se originó durante su estancia en Cuenca, donde
el médico del viaje Séniergues entabló una relación sentimental con Manuela Quesada,
la amante de un rico hacendado del lugar, episodio que concluyó con el médico muerto
en una reyerta con espadas en una corrida de toros.
Asimismo, tanto españoles como franceses tuvieron problemas con las
autoridades locales; en el caso español los conflictos surgen generalmente por causas
económicas, ya que eran dichas autoridades las que se encargaban de hacerles llegar el
sueldo, unos pagos que no siempre llegaban con prontitud provocando que los españoles
pasases por situaciones de mucha necesidad295. A esto hay que sumar el sonado
enfrentamiento, producido en 1737, entre el nuevo Virrey de Quito y Antonio de Ulloa
motivado por el envío de unos instrumentos, procedentes de Francia, para los españoles
para cuyo transporte, de Guayaquil a Quito, era necesario el pago de veinte pesos; una
suma que Ulloa solicita, por medio de una carta, al recién instituido Virrey. En ella, el
teniente de navío se dirige a José de Araujo como “vuestra merced” y no como “vuestra
señoría”, el trato correspondiente a su rango, algo que ofende profundamente al Virrey
que devuelve la carta para su corrección instando a su autor a que “aprendiera maneras”.
A partir de este momento surge un enorme problema, que consiguió incluso
retrasar el desarrollo de la expedición, por el proceso por desacato que se inicia contra
Ulloa que, ante la “recomendación” del Virrey se enfureció hasta el punto de ir al palacio
y, tras arremeter contra los criados, entrar en las estancias privadas de Araujo, que se
encontraba enfermo y en cama, le increpó haciendo hincapié en que no era su superior
debido a que Ulloa, “como marino, gozaba de fuero especial por el que solamente podría
ser juzgado por otro marino”296. Así, mientras llegaba la resolución de su caso, Ulloa se
refugió, junto a Jorge Juan, en el convento de los Jesuitas, “hasta que en 1739 una real
295 En el archivo del Museo Naval de Madrid se encuentra la transcripción de una carta que Antonio
de Ulloa le envía al secretario de Marina, José Patiño, donde le pasa el reporte habitual sobre le
progreso de la expedición y aprovecha para hacerle participe de la situación que viven con algunos de
los gobernadores. AMN O510. Ms 1476/000. 296 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 76.
106
cédula atendía las razones jurídicas esgrimidas por los marinos, aunque les llegaba una
amonestación del “Real desagrado” por el suceso”.297
Por su parte, los franceses también se vieron inmersos en conflictos tanto con las
autoridades locales como con los españoles, existiendo un ejemplo que engloba ambos
campos como es el “conflicto de las pirámides”, por la construcción de un monumento
homenaje a la Geodésica en la línea que se tomó como base, en la llanura de Yaruqui, por
encargo de La Condamine en 1739. Se trataba de un monolito con “dos obeliscos a modo
de pirámide”298 en el que se incluía una placa con una inscripción en latín, al modo de los
textos epigráficos romanos, que había sido realizada por el director de la Academia de
París, el Cardenal de Polinac. En ella se destacaba la figura del rey francés, Luis XV, así
como la labor de los expedicionarios franceses, mientras que solo se hacía una leve
mención al monarca español y a los tenientes de navío, ya que los franceses, en especial
La Condamine y Bouguer, creían que bastaba con una mención de agradecimiento299.
Pero ni Jorge Juan ni Antonio de Ulloa tenían el mismo pensamiento, por el
contrario, tenían muy claro que las dos naciones debían compartir la gloria teniendo en
cuenta que, a pesar del papel secundario, inicialmente planteado para España, los trabajos
se habían realizado a partes iguales por lo que había sido una obra mutua. Además, la
gloria es una de las motivaciones que alentaron a España a participar en la expedición y
así lo atestigua Antonio de Ulloa en el prólogo de la Relación Histórica
“El estímulo de la gloria vinculada siempre en los arduo de las grandes empresas, ha sido un
poderoso atractivo, que embelesando el ánimo con el hechizo, y esperanza de su logro, infunde
valor para idearlas, y seguirlas; incita a tener en poco las incomodidades, despreciar los riesgos; y
hace concebir como pequeños los obstáculos, que sin esta circunstancia aparecerían
agigantados”300
No podían aceptar, por lo tanto, que a ellos se les diera el apelativo de assistentibus
(colaboradores), un término que seguía lo establecido en la Real Cédula de Felipe V al
297 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 76. 298 Ibídem, pp. 75. 299 Bien es cierto, según Guillén tato, no todos los franceses compartían el mismo pensamiento acerca
de los españoles, ya que consideraban que habían trabajado tanto o más que ellos, por lo que podría
tratarse de una decisión basada en criterios particulares y no generales. 300 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Prólogo.
107
iniciarse el proyecto, pero que no se ajustaba a la labor que realmente llevaron a cabo. Ni
tampoco podían permitir que a su Rey se le redujese a la calidad de auspiciis; por ello
reclamaban que se modificasen esas palabras de la inscripción original. Problema llegó
primero a la Audiencia de Quito que resolvió, a favor de los franceses, que no se cambiara
nada precisamente por haberse acogido de manera literal a lo establecido en la Real
Cédula de Felipe V, a la que se hacía referencia en las líneas iniciales de la misma. Algo
que causó un enorme descontento en los españoles, por lo que la cuestión no se quedó
solo en la Audiencia, sino que llegó a instancias del Consejo de Indias, que tomó como
una afrenta que tal inscripción se refiriese a los españoles de semejante manera ordenando
que las placas se sustituyesen por otras en las que aparecería un texto aprobado y enviado
desde España. Adjunta se remitía una llamada de atención a la Audiencia por haberse
extralimitado en sus funciones. Finalmente, seis años después, el monumento fue retirado
cayendo en el olvido301.
Tras estos cuatro años de primeras mediciones y penalidades, el 24 de septiembre
de 1739, reciben una carta del marqués de Villagarcía con instrucciones de pasar
urgentemente a Lima con la intención de que los dos tenientes de navío, colaborasen en
la defensa de aquellas costas ante un posible ataque inglés. Lógicamente, dos oficiales de
la Armada no podían hacer menos que obedecer de inmediato, por lo que pusieron
“inmediatamente en marcha”302. Un camino de tres meses que, pudiéndose realizar por
tierra, deciden realizar mediante la navegación fluvial y de cabotaje, especialmente en el
caso de Antonio de Ulloa que debido a una caída no estuvo capacitado para realizar
ningún camino por tierra y de hecho, provocó un pequeño retraso al tener que permanecer
en Piura para curarse. Detenciones que no pretendían tener pero que fueron inevitables y
que no solo fueron productos de problemas de salud sino también de no contar, en
ocasiones, con mulas que les trasladasen por los caminos303. Todo este proceso les sirvió
para continuar las observaciones y también para conocer mucho más de los territorios del
Virreinato.
301 Actualmente, en la ciudad de San Antonio de Pichincha, existe un monumento erigido en 1936 para
conmemorar los logros de la expedición geodésica que, aunque pueda hacernos caer en el error de pensar
que es el mismo al que hemos hecho referencia, no tiene absolutamente nada que ver ni en su estructura, ni
en su localización, ni mucho menos en sus intenciones. 302 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo III, Libro I, Capitulo I, p. 5. 303 Aunque, a este respecto, es cierto que las mulas no eran muy adecuadas para avanzar por los caminos
de Quito a Lima debido a la gran cantidad de vegetación.
108
Con todo esto, debido a la condición de su traslado, en los trabajos realizados entre
1740304 y 1741 no se contó con la presencia de Antonio de Ulloa y Jorge Juan, por lo que
consideramos necesario aportar algunos detalles más sobre la realidad que los tocó vivir
en esos años. Desde 1724 España emprendió una acción política destinada a acabar con
el comercio ilegal o contrabando en la zona del Caribe, a través de acciones contra los
mercantes de practicaban “honesto comercio” inglés305. Algo que los franceses
consideraban desmedido por lo que reclamaban ser indemnizados mientras que, por su
parte, los españoles amenazaban con revocar el monopolio que, sobre el asiento de
negros, obtuvieran los ingleses en el Tratado de Utrecht. A pesar de que, el 19 de enero
de 1739, con el Tratado del Pardo, se intentaron apaciguar las tensiones, lo cierto es que,
en el trascurso del proceso diplomático, Inglaterra preparaba una acción bélica contra los
españoles. Con la ruptura definitiva de las conversaciones de paz entre ambos países el
30 de octubre de 1739, la acción inglesa se precipitó hasta el punto de, un mes después,
una escuadra comandada por Vernon ataca y ocupa la ciudad de Portobelo con la
intención de extender la ocupación hacia el Istmo de Panamá y Cartagena de Indias. Dicha
ocupación, aún sin causar el efecto que los ingleses esperaban en el ánimo de los
españoles, sí les sirvió de alerta por lo que comenzó a prepararse la defensa de los
territorios.
En este sentido la Armada del Mar del Sur resultaba eficaz para la vigilancia, pero
inútil para la defensa de los territorios ante los ataques ingleses. Dicha mejora de la
defensa de las costas fue la razón por la que el marqués de Villagarcía mandó llamar a
los dos tenientes de navío pues, la zona se equiparía con doce nuevas galeotas, que se
fabricarían en los astilleros de Guayaquil y Callao, cuya construcción estuvo supervisada
directamente por Jorge Juan. Por su parte Antonio de Ulloa se encargaría de levantar el
plano de la ciudad de Callao y de la reparación de los cañones desfogonados306. A
304 Un año fatídico para su padre pues, debido a su lamentable situación económica, se vio obligado a
desprenderse de la veinticuatría sevillana de la misma forma en la que llegó a su familia, por venta. Este
dato, consultando su expediente del Archivo General de Palacio puede considerarse confuso pues, desde
1742, intentó que el cargo de Gentilhombre de la Boca del Rey le fuera concedido a su hijo Martín. Algo
que puede resultar comprensible dada su avanzada edad y la situación en la que se encontraba. Pero,
precisamente en esos documentos afirma que sigue siendo veinticuatro de Sevilla. En definitiva, lo que nos
interesa es que, en este lapso de tiempo, Bernardo de Ulloa cayó en la ruina y tuvo que deshacerse de todos
sus cargos. AGP, Personal, caja 1049, exp. 57. 305 Esta era la impresión que tenían los ingleses acerca del contrabando, no les parecía un acto para
nada cuestionable ni delictivo. 306 Esta es una muestra de que, el marqués de Villagarcía, probablemente por la convivencia con los dos
jóvenes oficiales durante su traslado a Perú, especialmente con Jorge Juan, conocía perfectamente las
109
mediados de marzo de 1741, la flota de Vernon ataca la ciudad de Cartagena de Indias,
el punto de mayor importancia en los planes ingleses ya que, su ocupación supondría
tener, bajo domino de la Corona británica, buena parte del “corazón del comercio
ultramarino español”307. Pero, gracias a la defensa dirigida por el Virrey Sebastián de
Eslava y el gobernador Blas de Lezo, se pudo evitar la ocupación, una victoria española
que supuso una recompensa por lo perdido en la ocupación de Portobelo, instigada
Vernon dos años antes. De esta forma, los dos tenientes de navío tomarán camino a Callao
para encargarse de supervisar la reparación de la muralla de la ciudad y de allí, al carecer
de cualquier noticia sobre la posible entrada del Vicealmirante Anson en el Pacífico, se
les permitió regresar a Quito a donde, con escala en Paita, llegaron el 5 de septiembre de
ese mismo año308.
Su estancia en la ciudad no se prolongaría por mucho tiempo pues apenas tres
meses después de su marcha, en noviembre, Anson abandona la mayor de las islas de
Juan Fernández para dirigirse hacia Panamá y así ocupar el istmo desde las costas del
Pacífico, mientras Vernon actuaba desde Portobelo, cubriendo así los dos frentes. A mitad
de camino se detiene en Paita, ciudad que saquearon e incendiaron, para después dirigirse
a Panamá, sin penetrar aún en ella, acercándose primero a Acapulco en un intento de
capturar la Nao de la China o Galeón de Manila309. Arribando finalmente a la capital
filipina para, desde allí, poner rumbo de regreso a Europa, siguiendo la ruta comercial
portuguesa. Pero estas noticias no llegaron al virreinato del Perú y, por ello, el Virrey
volvió a requerir de la colaboración de Jorge Juan y Ulloa con el fin de que tomasen parte
en las acciones navales de vigilancia y, dado el caso, de defensa ante los ataques de
Anson.
Esta es la primera ocasión en la que, los dos jóvenes tenientes de navío, participan
en una campaña náutica, fuera de su periodo de prácticas o de sus acciones anteriores a
habilidades de cada uno. Haciendo así que sus tareas, en este caso, fueran aquellas en las que se empleaban
con mayor soltura. 307 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 96. 308 Todo este proceso, unido a las descripciones de los lugares donde realizaron las tareas que se les habían
encomendado son perfectamente descritos en la Relación Histórica. Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo
III, Libro II, Capítulo I, pp. 218- 256/ Ibídem, Tomo III, Libro II, Capítulo II, pp. 257-269. 309 De esta empresa, lo único que los ingleses obtuvieron fue el descubrimiento de la ruta del Galeón
de Manila, que se había mantenido en secreto como una muestra más de la política ocultista -algo que
puede considerarse como uno de los motivos de que el país se quedase a la cola del progreso- que
España llevaba a cabo con respecto a sus descubrimientos, de hecho, fueron los propios ingleses los
que la dieron a conocer.
110
la Academia310. Lo harían como comandantes de dos embarcaciones, que si bien no eran
navíos de la Armada se trataba de mercantes transformados en barcos de guerra, la
“Belén” y la “Rosa”. Con ellas llevarían a cabo labores de rastreo en los alrededores del
archipiélago de Juan Fernández, Concepción y Valparaíso, para dar cuenta de la presencia
o no de navíos ingleses. Proceso que transcurre con la mayor normalidad hasta que llegan
a Valparaíso donde, el 21 de marzo, Ulloa recibe el encargo de “transportar en la “Rosa”
un “socorro de tropa al presidio de Valdivia”311 hacia donde se dirige siendo víctima de
los azotes del mar chileno durante el invierno que, unido al fuerte viento del norte, hacen
una vía de agua en el casco de la embarcación que genera que se inunde el entrepuente
llegando a enfermar a 31 tripulantes, por la falta de oxígeno.
En semejantes circunstancias Ulloa, temiendo por su seguridad, decide no entrar
en Valdivia y no cumplir con la tarea que se la había encomendado; de manera que
regresa, con la “tropa de socoro”, a Valparaíso y de allí pone rumbo de nuevo a Callao.
Pero el gobernador, Manso de Velasco,312 lejos de quedar satisfecho con los argumentos
aportados por Ulloa para no realizar la tarea que se le había indicado, consideró que su
proceder había sido una acción “por motivos propios y egoísta”313 ya que la entrada en
Valdavia hubiese supuesto pasar el invierno allí, perdiendo así la posibilidad de
reintegrarse a los trabajos de la Expedición Geodésica, representante de prestigio social
y profesional. Por ello se condenó a Ulloa a ser sometido a un consejo de guerra que,
aunque nunca se realizó, sí que provocó que lo establecido por Ulloa fuera, a partir de ese
momento puesto en cuestión. Así el enero de 1744, tras recibir el permiso pertinente, los
dos tenientes de navío regresan a Quito, con la intención de participar en las últimas
mediciones.
Unas mediciones que, momentáneamente han sido aparcadas de esta
recapitulación, pero que no por ello dejaremos de describir. Así, volvemos a retrotraernos
a 1741, año en el que se inicia la fase de observaciones astronómicas para poder calcular,
en función de la altura de las estrellas, “los extremos elegidos del arco de meridiano”314
310 Descripción en Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo III, Libro II, Capítulo III, pp. 270-282 311 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 100. 312 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea: http://dbe.rah.es/biografias/12819/jose-
antonio-manso-de-velasco-y-sanchez-de-samaniego. 313 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 101. 314 Op. Cit. GONZÁLEZ DE POSADA, F, p. 42.
111
comenzando su labor en Cuenca, donde finalizó la fase anterior. Tras prácticamente un
año de recorrido y observaciones, en 1742, Bouguer y La Condamine parten de nuevo
hacia Quito con la intención de preparar el último tramo de observaciones y,
paralelamente desde Francia llega la noticia de que la expedición Maupertuis a Laponia
había regresado con éxito. Los expedicionarios habían comprobado que, en contra de los
postulados franceses, la Tierra se encuentra achatada por los polos, tal y como lo afirmó
Newton, una noticia que suponía el inmediato regreso de los geodestas franceses y
españoles. Pero todos decidieron ignorar la petición y continuar con sus trabajos, hasta
obtener un resultado concreto.
Una decisión que se tomó a pesar de todos los conflictos ya iniciados en los años
anteriores y que generaron una situación cada vez más delicada, hasta el punto de
convertirse en insostenible por lo que, en 1743, el grupo estaba completamente deshecho.
No sabemos si la ausencia de Ulloa y Juan fue un motivo más para que se produjese este
hecho, aunque todo parece indicar, una vez conocidos los hechos que se desarrollaron en
los escasos momentos en los que pudieron regresar a ayudar a sus compañeros, que a los
franceses les era bastante indiferente si estaban con ellos o no. La cuestión es que los
académicos La Condamine y Bouguer fueron los primeros en marcharse y mientras este
último lo hacía gracias a la ayuda económica que, según Francisco González de Posada315,
le facilitó Godin, siguiendo el curso del río Magdalena hasta Cartagena de Indias y
haciendo escala en Petit Goave (al oeste de Haití), llega a París cinco meses después. La
Condamine elegía un camino caracterizado por su peligrosidad, por el curso del río
Marañón y, tras este, por el Amazonas hasta Pará (al norte de Brasil) y de allí a la Guayana
holandesa desde cuya capital pasaría a Ámsterdam de donde parte hacia París llegando
en 1745.
Por esta razón, a pesar del regreso a Quito de los dos tenientes de navío que, por
separado, habían puesto rumbo a aquella ciudad, llegando a principios de 1744, dos de
los tres cabezas de la expedición se habían marchado, encontrando solo a Godin que,
como responsable de la expedición, se mantuvo en aquellos territorios hasta que los
trabajos se dieron por finalizados. Fueron pues, momentos de observación astronómica
en su más fiel definición, pues tuvieron incluso la fortuna de observar un cometa que se
315 Op. Cit. GONZÁLEZ DE POSADA, F, p. 44.
112
vislumbró del 3 al 7 de febrero, teniendo la oportunidad de estudiarlo en profundidad316.
Así el 22 de mayo de 1744 se dieron por concluidos los trabajos, dándoles la opción de
regresar a Europa, pero la guerra entre España e Inglaterra, generó que las
comunicaciones entre la metrópoli y sus colonias quedaron cortadas. Razón por la que,
los expedicionarios, se vieron obligados a permanecer en aquella latitudes un largo
tiempo más sin ningún tipo de ingresos, viéndose obligados a adquirir deudas para hacer
frentes a los gastos de su manutención. Por ello, el director no descansó hasta obtener un
puesto como profesor de matemáticas en la Universidad Mayor de San Marcos de Lima,
como única fuente de ingresos que le permitiría saldar la elevada suma que se
adeudaba317. En 1745 se le sustituiría de dicho cargo y, por las faltas de apoyo de sus
compañeros franceses, descontentos por la actitud prepotente que había tenido en sus años
como expedicionario, solo le quedaba España donde, gracias a su amistad con Jorge Juan
y Antonio de Ulloa318, “se produciría su nombramiento como director de la Academia de
Cádiz”319.
Este mismo motivo, el de la guerra con Inglaterra y la consiguiente ruptura de las
comunicaciones entre España y América, generó que los españoles regresasen a España
de una manera un tanto peculiar, bajo bandera extranjera. Esto era algo, prácticamente
impensable para los españoles pues ¿qué necesidad tendrían de atravesar sus propios
dominios bajo una bandera diferente a la suya?, además , por regla general a los barcos
extranjeros no se les permitía recalar en los puertos americanos. Pero, las consecuencias
que, para España, tuvo su nuevo enfrentamiento con los ingleses generó la necesidad de
valerse de naves, de bandera neutral, para poder mantener el comercio y la defensa de los
territorios320. Debido a que Francia, hasta 1744, fue neutral en dicho conflicto, españoles,
regresarían a Europa desde puerto del Callao, tal y como llegaron a Quito en navío
316 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo III, Libro II, Capítulo XI, pp. 375-379. 317 A este respecto, los españoles no solamente se encontraban en unos territorios pertenecientes a la corona,
sino que las arcas americanas, teóricamente, estaban obligados a mantenerles. Un dinero que no siempre
llegó y que les provocó que también pasaran muchas penalidades. 318 Solano afirma erróneamente que en Op. Cit LAFUENTE, A Y SELLÉS, M, p. 148 aparece que fue Antonio
de Ulloa quien impulsó el nombramiento. No se trata de en la Relación Histórica no se diga
exactamente eso, de hecho, no se hace referencia concreta a quien instiga el nombramiento, sino que
lo lógico es pensar que dicho nombramiento fue, más bien, obra de Jorge Juan pues fue él quien estuvo
a cargo de aplicar en la Academia las Ordenanzas de 1748, que implicaban la contratación de un
nuevo profesorado. Además, la mayor parte de la bibliografía relacionada apoya esta teoría. 319 Ibídem, pp. 148-149. 320 Sobre el particular: WHITAKER, A. P, “Antonio de Ulloa, the Deliverance and the Royal Society”,
Hispanic American Historical Review, nº. 46, 1966, pp. 357-370.
113
diferentes, pero en este caso franceses, la Liz y la Deliverance. Así, el 17 de enero de
1745 zarparon y a pesar de que la Liz tuvo que detenerse para ser reparada321 contó con
mejor fortuna que la Deliverance que, una vez pasado Valparaíso, donde hizo aguada la
primera322, optó por recalar en puertos franceses para luego tomar un camino diferente,
por América del Norte. Decisión que fue desacertada hasta el punto en que se toparon con
naves inglesas que la apresaron a su entrada en Louisbourg, el 13 de agosto de 1745323.
En este ínterin, Antonio de Ulloa arrojó toda la documentación comprometida al
mar y solo quedó en su poder aquella relativa a los trabajos propios de la geodésica. Así
con solo los documentos alusivos a su trabajo, que le fueron requisados antes de embarcar,
fue apresado y enviado en la fragata Sunderland a Porstmououth, el 19 de octubre de
1745. Trayecto y estancia en los que Antonio de Ulloa recibió el mejor trato posible, dado
que los ingleses eran plenamente conscientes del rango del marino, un oficial de la Real
Armada española que había acudido a América como miembro de una expedición de
carácter científico, no podía recibir el trato de un prisionero cualquiera. Unido a esto, la
poca importancia a nivel político y estratégico de la documentación que le fue incautada,
junto con la bondad y buen hacer que mostró hacia el capitán de navío David Cheap,
quien tras comandar una nave durante el conflicto con lord Anson se vio fuera de la
conserva debido a una tormenta y fue recibido y enviado a Europa en la fragata Liz324
jugaron muy a su favor.
Claramente, un suceso que podía haber sido un verdadero desastre a todos los
niveles, terminó por convertirse en una excelente oportunidad para Antonio de Ulloa. Así,
a su llegada el 22 de diciembre del mismo año, se encuentra con la orden del conde de
Harrington de que se presentase ante él. Otra muestra de fortuna para el teniente de navío
que se encontraría con un Secretario de Estado y miembro de la Royal Society que había
sido embajador inglés en España de 1720 a 1729 y tal fue su buena experiencia en la
Península que, por el enorme afecto que le había surgido por los españoles, se ofreció a
ayudarle a conseguir sus documentos para poder, con ellos, presentarse en Madrid. Para
321 Figura 5. Anexo 322 Esto no quiere decir que la Deliverance no requiriese reparaciones, de hecho, según las palabras del
propio Ulloa las vías de agua fueron una constante durante todo su viaje. Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A.
Tomo IV, Libro III, Capítulo I, p. 384. 323 Hubo un encuentro anterior con dos naves inglesas de las que, tras ,mantener combate, pudieron escapar,
a la altura de la isla de Fernando de Noroña. Ibídem, Tomo IV, Libro III, Capítulo IV, p.423-433. 324 Ibídem, Tomo IV, Libro III, Capítulo VII, p.476-48
114
poder conseguir estos documentos debía trasladarse a Londres, donde estaban siendo
revisados. Al estallar la segunda rebelión jacobita, un gran sentimiento anticatólico se
había apoderado de Inglaterra y, por tanto, su viaje se vio retrasado durante tres meses,
permaneciendo Ulloa, que era un ferviente católico, en un puerto seguro hasta que la
situación se calmase.
En cuanto le fue posible y obtuvo los permisos oportunos se trasladó a Londres
donde contó con la ayuda del presidente de la Royal Society, Martín Folkes, quien
consiguió los documentos el 6 de mayo de 1746 y que, tras revisarlos, quedó maravillado
de su contenido. En el lapso de tiempo en el que los documentos llegaron a las manos de
Folkes, Antonio de Ulloa comenzó a asistir, con él, a las reuniones de la Academia de
Ciencias, comenzando así a relacionarse con los principales científicos británicos y
consolidando su lugar como figura preeminente dentro del entramado científico europeo.
De hecho, después de la tercera reunión académica Ulloa fue propuesto por seis de sus
miembros de entre los que se encontraba, como no, Harrington y el propio Folkes. De
esta manera, aunque Ulloa embarcó en Plymouth con destino a España, llegando a Madrid
en julio de 1746, Folkes se encargó de leer los extractos pertinentes de los trabajos
aportados por Ulloa con el fin de conseguir su nombramiento, que se hizo efectivo el 11
de diciembre del mismo año. Una condición, la de miembro de la Royal Society, que
desde ese momento Ulloa destacó en todas sus publicaciones, incluidas las de 1748325.
325 Sobre el particular: Op. Cit. WHITAKER, A. P, 1966, pp. 357- 370; Op. Cit. WHITAKER, A. P, 1935, pp.
166-176; Op. Cit. SOLANO, F, pp. 111-114.
115
Capítulo 4. Los resultados de la Geodésica. Una primera imagen de América
A su regreso a España en 1746, la labor de Jorge Juan y Antonio de Ulloa estaba
inacabada ya que “no bastaba haber concluido la medición del grado de meridiano
terrestre, era indispensable publicar individualizadas todas las observaciones”326. Algo
que, aunque no se recogía en las instrucciones previas al viaje se presentaba como
necesario pues una correcta política científica, como la que pretendía implantarse por
parte de los gobernantes españoles, debía estar basada en “la promoción de la
investigación y la divulgación de los resultados”327. Se trata de algo nuevo para España
debido a que publicar los resultados arrojados por sus trabajos de tipo científico y
expedicionario, no entraba dentro de la forma de proceder de los gobiernos anteriores,
algo que afectó muchísimo al prestigio del propio país, que había quedado en un segundo
plano con respecto a otros que sí publicaban los resultados de sus trabajos328. De esta
manera
“el prestigio que se pretendía obtener promoviendo ciencia quedaba disminuido, en gran parte, por
la falta de difusión, que evidenciaba el desinterés por financiar las ediciones, por parte de unas
autoridades que, habitualmente, eran distintas de las que impulsaron aquellos viajes”329
La irrupción de las ideas ilustradas y su consolidación en España puede
considerarse uno de los motivos de que la publicación de los trabajos geodésicos se
llevase a buen y apropiado término, pero lo cierto es que no fue ni la única y ni quizás
tampoco la razón principal. Esto se debe a que, aunque España y Francia eran naciones
“hermanas”330 y, además, habían sido compañeras en la aventura científica en ultramar,
España quería adelantarse a la difusión francesa de los resultados, puesto que, en ellos,
326BAILS, B, “Elogio del Jefe de Escuadra D. Jorge Juan y Santacilia”, Madrid, Museo Naval (1972),
en Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Relación Histórica del viaje a la América Meridional, introducción
y edición de ME RI NO NA V A RR O , J . P Y R OD RÍ G UE Z S A N VI CE NT E , M . M , Tomo I, p. 28. 327 Op Cit. SOLANO, F DE p. 115. 328 De hecho, y en el contexto de la expedición geodésica, se produce la guerra con los ingleses en los
territorios del Mar del Sur y en este momento lord Anson dará a conocer la ruta del Galeón de Manila,
completamente oculta por parte de la Corona española. 329 Op Cit. SOLANO, F DE p. 115. 330 Gobernadas por monarcas de la misma familia y cuyas políticas exteriores se sustentaban en el
cumplimiento de los Pactos de Familia.
116
podía menospreciarse la labor española durante la expedición331. Bien es cierto que
existían algunos antecedentes, tanto de publicaciones francesas como, en otros ámbitos,
de cierto menosprecio a la labor española, pero se trataba de publicaciones que jamás
alcanzarían la magnitud de lo que se pretendía hacer y, de hecho, se hizo en España. Tres
serán las principales: Lettre à Madame…332 realizada por La Condamine y publicada en
1746 sobre el conflicto de las Pirámides, donde el expedicionario no tenía ninguna razón
ya que la labor de los españoles fue impecable desde el punto de vista profesional. De la
misma autoría, pero dado a conocer en Ámsterdam un año antes, es el Extracto del diario
de Observaciones hechas en el viaje de la provincia de Quito al Pará, por el rio de las
Amazonas, y del Pará a Cayana, Surinam y Ámsterdam, que el propio La Condamine
editará luego en París. Así como La figure de la Terre realizada en 1744 por Bouguer y
editada años después, posterior a las obras españolas. Pero, aún conociendo de la
existencia de dichas publicaciones, también se tenía claro que éstas “no habían ni con
mucho colmado las expectativas que en los científicos europeos suscitó tan traído viaje a
la América meridional”333 , por lo que la publicación era, por muchos motivos, algo
necesario.
Regreso a España
Todo ello se produce en un contexto inicialmente confuso para los dos
expedicionarios ya que, una vez se reunieron en Madrid en 1746, Jorge Juan y Antonio
de Ulloa se toparon con que el curso de los acontecimientos les había dejado sin apoyos,
pues no solo había fallecido el secretario de Marina José Patiño - su principal valedor a
quien le debían el haber formado parte de semejante empresa- sino que el propio Felipe
V también había dejado este mundo334 a lo que hay que unir la ausencia de su mentor,
Juan José Navarro, que, siendo ya Marqués de la Victoria, se encontraba absorto en sus
labores en alta mar, sin posibilidad de atenderles. En función de esto existe disparidad de
331 No en vano debemos recordar el conflicto de la Pirámides que, de no ser por los reclamos de Jorge Juan
y Ulloa, se hubiese mantenido en una manifestación de la soberanía francesa y la simple colaboración
española en los trabajos geodésicos. 332 Lettre à Madame... sur l'ameute populaire excitée en la ville de Cuença au Pérou, le 29 d'août 1739
contre les académiciens des sciences envoyés pour la mesure de la terre (par Ch. Marie de La
Condamine), avec les pièces justificatives. 333 JUAN, J Y ULLOA, A, Relación Histórica del viaje a la América Meridional, introducción y edición
de ME RI N O N A VA R R O , J . P Y R O DRÍ GUE Z S A N VI CE NT E , M . M , Tomo I, Fundación Universitaria
Española, Madrid, 1978, p. 29. 334 A esto hace referencia Antonio de Ulloa en el prólogo de la Relación Histórica. “Del Rey nuestro
señor (que esta en el cielo) Phelipe V”. Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Prólogo.
117
opiniones; de un lado Guillen Tato afirma que los dos marinos “recorrieron con sus notas
y papeles las covachuelas de la Secretaría de Estado y del despacho de Marina, con
indiferente recibimiento, por no decir hostil”335 una prueba de que a pesar de ser grandes
marinos336, con una extraordinaria formación científica y naval, no contaban con los
medios necesarios y ya tampoco con los contactos, para abrirse camino en la vorágine
burocrática en la que se había convertido la Secretaría de Marina, donde “sólo preocupaba
el emborronar papel con los planes de Ensenada”337.
De esta forma, justo a tiempo para impedir que la labor de Jorge Juan quedase
solo en entregar los documentos y partir hacia Malta con el fin de pedir destino en su
Orden, fue casi providencial la aparición del General de la Armada José Pizarro, a quien
habían conocido en la campaña del Mar del Sur, para abrirles las puertas del despacho
del Secretario de Estado, el marqués de la Ensenada, y de su segundo de abordo Alonso
Pérez Delgado. Por su parte Pérez Goyena338 recalca la inverosimilitud de esta teoría ya
que considera imposible que el “Ministro Universal” no conociese la amplia trayectoria
de los dos tenientes de navío y sus importantes logros académicos cuando, él mismo, era
además el principal valedor de la ciencia española en ese momento. Al margen de la
veracidad de una u otra opción Ensenada encontró en ellos el mejor camino para el
desarrollo de su política naval, “buscaba el hombre, y su fortuna le deparaba dos”339.
De este modo y con el objetivo de dar a conocer la participación española y su
trabajo durante la expedición geodésica, se les autoriza para publicar los resultados de sus
trabajos, que nada tendrían que ver con los informes que enviaban a España a través de
los virreyes y gobernadores, realizando, en palabras de Francisco de Solano “una invulgar
actividad redactora y publicista, desarrollando un ímprobo trabajo que asombra por la
335 OP. CIT. GUILLEN TATO, J.F, P. 164. 336 Aquí cabe destacar un matiz y es que, en contraposición a lo que afirma Guillén Tato, inicialmente Jorge
Juan estuvo solo. Durante el tiempo en el que Ulloa estuvo en manos de los ingleses Jorge Juan llegó solo
a Madrid con buena parte de la información, de hecho, no sabía si su compañero conseguiría llegar para
reunirse con él. De este modo intentó iniciar las conversaciones con el nuevo ministro para poder entregarle
los resultados de su trabajo. Una vez en este punto coincide con Guillén Tato al decir que fue tal su desánimo
que quiso regresar a Malta, pero José Pizarro le disuadió y consiguió que se iniciaran los primeros contactos.
RODRIGUEZ VILLA, A, Zenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada. Ensayo biográfico formado por
documentos en su mayor parte originales, inéditos y desconocidos, librería de M. Murillo, Madrid, 1878,
p. 145. 337 Op. Cit. GUILLEN TATO, J.F, p. 164. 338 PÉREZ GOYENA, A, “En el centenario de Jorge Juan, sabio marino español. Discordancias sobre D. Jorge
Juan”, “Razón y Fe”, nº 148, Madrid, pp. 545-469. 339 Op. Cit. GUILLEN TATO, J.F, p. 164.
118
escasez de tiempo que dispusieron y la alta categoría científica e, inclusive, literaria de
sus obras”340. En función de esto se escriben cuatro obras, de las que inicialmente solo
tres se llevarán a la imprenta, costeadas por la Corona.
Publicación de los resultados341
Observaciones Astronómicas y Físicas es la primera de ellas que, aunque firmada
por ambos marinos, se atribuye a Jorge Juan debido a que su contenido se centra en los
aspectos incluidos en el ámbito de su especialidad342 recogiendo aspectos puramente
científicos (la geodesia, la física, la náutica, etc.). Por otra parte, Relación Histórica del
viaje a la América meridional, en cuanto a la autoría, presenta la misma característica que
la anterior, estando firmada por los dos oficiales, pero elaborada por Antonio de Ulloa,
donde se abordan los aspectos relacionados con las ciencias sociales (elementos
históricos, geográficos, etnográficos, arqueológicos, de historia natural etc.). Finalmente,
Disertación Histórica y Geográphica sobre el Meridiano de Demarcación entre los
Dominios de España y Portugal que, por su parte, trataba de dilucidar, una vez conocida
la forma real de la Tierra, cuál había sido el meridiano de demarcación, elegido por el
Papa Alejandro VI, de los territorios del Nuevo Mundo entre las Coronas de española y
portuguesa.
Como acabamos de puntualizar, la cuarta de las obras relacionadas con la
expedición no se llevó a imprenta a la vez que la otras, permaneciendo olvidada hasta
1826 momento en el que se publicó, en Londres, bajo el título de Noticias Secretas de
América343. Esta es, de todas, la más controvertida pues, aún hoy, se encuentra cubierta
por la incógnita al tratarse de un escrito en el que Antonio de Ulloa y Jorge Juan narran,
340 Op. Cit. SOLANO, F DE p. 114. 341 Solo pasaremos a describir el proceso de publicación de Observaciones Astronómicas y Relación
Histórica, centrándonos en esta última. Esto se debe a que es la obra que realmente pertenece a Ulloa y,
por tanto, puede ser utilizada como fuente primaria para nuestro estudio. 342 Esta explicación se recoge en los prólogos tanto de la Relación Histórica como de Observaciones
Astrónomicas y Phisicas. 343 Su nombre original es Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del Perú,
pero David Barry decidió otorgarle este nuevo nombre, muy probablemente con el objetivo de incentivar
su lectura y su venta, dándole un título más atrayente para los lectores. Esto puede estar relacionado también
con el momento en el que se publican, un siglo XIX donde el sentimiento nacionalista era muy fuerte en
todos los puntos de Europa y en que Inglaterra inicia un proceso de propaganda antiespañola con el fin de
demostrar sus malos usos en las colonias americanas bajo su dominio, lo que justificaría el proceso
independentista. BARRY, D, Las Noticias Secretas de América, Imprenta de R. Taylor, Londres, 1826.
119
unido a las descripciones que se realizan en la Relación Histórica344, los pormenores del
gobierno español en América, detallando los abusos llevados a cabo por las autoridades
tanto civiles como eclesiásticas sobra la población indígena y sus riquezas. Todo lo
relativo a esta obra está perfectamente estudiado por Ramos Gómez345 en una monografía
cuyo título la alude directamente y puede combinarse con lo escrito, con anterioridad, por
Whitaker346 en algunos artículos relacionados con la figura de Ulloa y Merino Navarro y
Rodríguez San Vicente347 en el prólogo de edición de 1978 de la Relación Histórica, entre
otros348. Por este motivo, detenerse a analizar los pormenores de dicha publicación es
bastante inútil ya que todos refieren lo mismo y es que, apuntan a la necesidad de realizar
una edición crítica de la obra que, en sí, daría para un monográfico completo.
Antonio de Ulloa será el encargado de supervisar todo lo relativo a la
comprobación y publicación de los resultados, como prueba de sus conocimientos en las
técnicas de impresión y en todo lo relativo a las tareas administrativas que conllevan una
publicación de este calibre. El suyo será un desmedido afán por la pronta puesta en
circulación de los documentos que trajeron de América. Una premura que se explica por
lo ya apuntado, la intención de adelantarse a los franceses y resaltar la participación
española en la empresa ultramarina, “y ello a pesar de que en el 1747 se vería aquejado
de dolencias que quebrantaron su salud”349 . Para esta tarea contó además con la ayuda y
el apoyo del padre jesuita Andrés Marcos Burriel que sabía del deseo de muchos países
europeos incluida la propia Francia -cuyo académicos parece que no se encontraban
demasiado conformes con la demora en la publicación de sus resultados- en que se diesen
a conocer los resultados, que, según él, debían salir, como de hecho ocurrió, todos a la
vez. El jesuita fue el encargado de hacer los informes sobre los contenidos de las obras y
344 Podemos afirmar a este respecto que existen partes exactamente iguales a las que se encuentran en la
Relación Histórica. 345 Op. Cit. RAMOS GÓMEZ, L. J. 346 Op. Cit. WHITAKER, A. P, 1935, pp. 163-165 / 181-182. 347 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Relación histórica del viaje a la América meridional, tomo I. Introducción
y edición de MERINO NAVARRO, J. P Y RODRIGUEZ SAN VICENTE, M. M, Fundación Universitaria Española,
Madrid, 1978. 348 De entre ellos: HANKE, L. “Dos palabras on Antonio de Ulloa and Noticias Secretas”, Hispanic American
Historical Review, vol. 16, nº 4, 1936, pp. 479-514; Op. Cit. SOLANO, F DE pp. 124-128. 349 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Relación Histórica del viaje a la América Meridional, introducción
y edición de ME RI N O NA V A RR O , J . P Y RO D RÍ G UE Z S A N VI CE NT E , M . M , Tomo I, Fundación
Universitaria Española, Madrid, 1978, p. 30. Se ha descrito también, en el capítulo anterior, que tuvo
que hacer una parada durante el recorrido para curarse. De hecho, en esta página se puede encontrar
una nota al pie que hace referencia al legajo 712 de la sección de Marina del Archivo General de
Simancas, donde el propio Ulloa reconoce encontrarse enfermo.
120
quedó absolutamente fascinado con el resultado de tan ardua labor, otro de los motivos
por los que se involucró tanto en el desarrollo del proyecto.
Por supuesto y dada la política administrativa española y los recelos que existían
ante la posible presencia de datos que pudieran perjudicar a la Corona, las obras fueron
sometidas a un estricto control de la mano, entre otros, del padre Burriel, quien consideró
que no había nada que objetar al respecto de los datos arrojados de los estudios de los dos
expedicionarios españoles. Así aparte de quedar encantado con el contenido, como ya se
ha dicho consideró, en un informe de veintiséis páginas, que debían realizarse ciertas
correcciones, para la mejora del cuerpo de la obra para facilitar el entendimiento de los
lectores. De entre ellas destaca la ampliación del apartado donde se explicaban los
objetivos de la expedición haciendo público el “un diario de todo lo sucedido en las
Observaciones: nombres de todos los cerros en los que se miraron, días que en cada uno
estuvieron”350. De esta manera, según su opinión, deberían ofrecer a los lectores la mayor
cantidad de datos y noticias afirmando que existía una “política del sigilo, buena para
centurias pasadas, pero exageradamente sostenida”351 En esto estuvo totalmente de
acuerdo Antonio José Álvarez de Abreu, marqués de la Regalía, a quien, en agosto de
1747, se les enviaron las obras junto a los informes de Burriel arrojando los mismos
resultados
“Nada se opone a las regalías de S.M […] no son de naturaleza tal que traigan ningún
inconveniente al Estado, pues aquella superstición política en que a ejemplo de los romanos en las
primeras centurias de la República, ocultábamos a los extranjeros nuestra situación, gobierno y
presidios, el tiempo la ha hecho vana y ridícula en las Indias, especialmente en este siglo, habiendo
nosotros mismos abierto la puerta a su pleno conocimiento por medio de los Asientos de Negros
y Factorías establecidas en los principales puertos franceses e ingleses”352
Se observa pues, en primera contestación que considera totalmente absurdos y obsoletos
los postulados ocultistas españoles, además “evidencia […] un auténtico espíritu ilustrado
350 Op. Cit. SOLANO, F DE p. 117. 351 Ídem. 352 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Relación Histórica del viaje a la América Meridional, introducción
y edición de ME RI NO NA V A RR O , J . P Y R OD RÍ G UE Z S A N VI CE NT E , M . M , Tomo I, Fundación
Universitaria Española, Madrid, 1978, p. 32.
121
de aprovechar los conocimientos para la utilidad de la Nación”353 llegando incluso a
criticar parte de algunos capítulos o a profundizar en aspectos formales –de la
presentación de los escritos- “a fin de que la presentación sea más hermosa”354 Además,
en octubre de 1747 se le realiza una nueva consulta con el fin de confirmar que todos
aquellos informes novedosos que se ofrecían sobre América no fueran perjudiciales para
la Corona o consideradas inoportunas por la misma “en la medida en que de ellos se
derivare beneficios para las naciones enemigas”355.
Sería el propio Antonio de Ulloa, por un excesivo sentido del deber, por
inexperiencia o por encontrarse muy influenciado por los postulados de la política
española, de ocultar los resultados de sus trabajos, quien más receloso estuvo a publicar
sin someter las obras-en concreto la que se le atribuye- a la mayor cantidad de controles
y revisiones. Comenzando por la consulta al propio Abreu -debido, probablemente, a que
ya había criticado algunos de los capítulos que había escrito e incluso su forma de actuar
obviando su logar de origen- en noviembre de 1747 para confirmar que los territorios de
las Audiencias de Quito y Santa Fe, con la creación del Virreinato de Nueva Granada, se
encontraban bien delimitados. Hizo lo mismo en diciembre del mismo año con respecto
al capítulo de minas que, a pesar de contar con el inicial beneplácito de Abreu, seguía
generando la desconfianza de Ulloa que se lo envía al marqués de la Ensenada afirmando
que, en el caso de considerarse inoportuno para la Corona, le “es indiferente el que se
imprima o que quede reservado”356 ; resolviendo, el secretario de Marina, de la misma
forma que el Marqués de la Regalía. Una vez dilucidado este tema y sin encontrarse aún
satisfecho el teniente de navío, envió las obras al jesuita Pedro Fresneda, Cosmógrafo
Mayor de Indias, que dio un informa rutinario y favorable, como el de los dos anteriores.
A todos ellos Ulloa le pido algo que parece incongruente pues, a pesar de que pretende
una revisión, completa y a fondo, de todos los datos les insiste en que lo hagan con la
mayor rapidez posible para que no tener que detener la labor de impresión.
353 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Relación Histórica del viaje a la América Meridional, introducción
y edición de ME RI N O NA V A RR O , J . P Y RO D RÍ G UE Z S A N VI CE NT E , M . M , Tomo I, Fundación
Universitaria Española, Madrid, 1978, p. 32. 354 Ibídem, pp. 32-33. 355 Ídem. 356 Ibídem, p.33.
122
La última palabra la tuvo, como no podía ser de otra manera en España, el
Inquisidor General que, al parecer se opuso en cierta manera a los postulados
heliocéntricos que, en Observaciones, se defendía como teoría científica. En función de
esto, la mayor parte de la bibliografía hace referencia a la labor del Padre Burriel como
el gran artífice de la publicación pues gracias a su intervención la publicación se pudo
llevar a buen término. Lo que no se explica claramente es en qué sentido colaboró para la
consecución de este objetivo; según lo que ya se ha dicho probablemente fueran sus
correcciones las que permitieron la publicación de la obra escrita por Jorge Juan. Al
margen de quien fue el artífice de los cambios, el problema inquisitorial se solucionó
enmascarando lo que se planteó como teoría científica con la apariencia de una hipótesis
aunque, leyendo con atención la introducción de Observaciones, no solo se da habida
cuenta de todo este proceso sino que también se atisba perfectamente el tratamiento que,
subrepticiamente, se le da a la teoría heliocéntrica.
Finalmente, en abril 1749357 verán la luz los trabajos de la Expedición
Hispanofrancesa para la medición del meridiano terrestre en el Virreinato del Perú en los
cinco tomos que conformaban dos obras Observaciones Astronómicas y Phísicas -en la
imprenta de Juan de Zúñiga-y Relación Histórica del viage a la América Meridional-en
la de Antonio Marín- perfectamente impresas e ilustradas pues Ensenada, ante la gran
difusión que se preveía que tendrían las obras no escatimó en gastos
“para lograr un publicación de extraordinaria calidad, de modo que la impresión esté a la altura de
los resultados de la expedición, adecuadamente destacados en láminas y grabados de excepción,
encomendados a los mejores artistas de la época”358
Todo en “75.000 pliegos de papel de calidad largo, ancho sin cortar y bien
batido”359 elaborados en la fábrica de Capelladas en Cataluña una labor de gran esfuerzo
y dedicación pues Antonio de Ulloa siempre tuvo la intención de importar papel francés,
357 Aunque en las dos obras se indica que se publicaron en 1748. Bien es cierto que suele existir un
cierto desfase temporal desde el momento en el que concluyen los trabajos de edición e impresión
hasta que las obras se ponen en circulación y sea quizás esta diferencia lo que provoque la disparidad
en cuanto a los años. 358 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Relación Histórica del viaje a la América Meridional, introducción
y edición de ME RI NO NA V A RR O , J . P Y R OD RÍ G UE Z S A N VI CE NT E , M . M , Tomo I, Fundación
Universitaria Española, Madrid, 1978, p.55. 359 Op. Cit. SOLANO, F DE p. 117.
123
dada la mala calidad del español -de escaso grosos y muy corto-, pensando que no
aguantarían los trabajos de impresión. Una idea que, de hecho, no desapareció de su
mente, especialmente a la hora de reproducir los grabados y láminas viendo la necesidad
de adquirir pliegos de papel procedentes de Génova y París -éste último a través de
negociaciones con su compañero de expedición La Condamine- que eran mucho más
apropiados para la realización de grabados360.
A esto hay que añadir que, por los moldes de fundación que se adquirieron para
tal fin, la letra de imprenta era bastante más hueca que la francesa, en la que se basaron
para hacer los cálculos sobre la cantidad de papel que necesitaban, así se vieron obligados
a adquirir más papel, aprovechando para que fuera el referido papel importado que ofrecía
mayores garantías. Los grabados partían de los borradores de Jorge Juan y Antonio de
Ulloa, que también les habían sido encargados para el mejor entendimiento de las
informaciones y que fueron perfeccionados de la mano de los dibujantes Diego de
Villanueva y Carlos de Vargas, y grabados por Juan Bernabé Palomino y su hijo Juan,
Vicente la Fuente, Juan Moreno, Carlos Casanda, Pablo Miguet y Juan Fernández de la
Peña. Dentro de estos últimos se puede destacar el mapa de la Luna, contenido en
Observaciones, prueba empírica de la calidad no solo de los trabajos de impresión y
grabación sino también de las investigaciones llevadas a cabo durante la expedición.
Estas obras, que costaron 203.561 reales, se vendieron de manera conjunta “al
precio de 240 reales los ejemplares encuadernados en pergamino ya 179 los de cartoné”361
124y fueron editadas y reeditadas en cinco idiomas diferentes, a saber cuatro en español
(en Madrid durante los años 1748, 1773, 1958 y 1978), dos en alemán (en Leipzig en
1751 y 1781), tres en francés (1752 en Ámsterdam y en 1776 y 1787 en País), una en
holandés (en 1772 en La Haya) y nueve en inglés (seis en Londres en 1758, 1760, 1765,
1767, 1777, 1806 y 1867 y dos en Dublín en 1758 y 1770).
360 Esta escasa especialización en la fabricación del papel puede deberse a que la imprenta española
estaba en un período de estancamiento, que había dejado atrás los logros alcanzados en el siglo XVI,
siendo estas dos obras prueba del comienzo de una nueva época de desarrollo en cuanto a los
instrumentos y técnicas de impresión en España que tendrá su cénit en la época de Carlos III. 361 Op. Cit. SOLANO, F DE p. 119.
124
Ambas son prueba del proceso de desarrollo que estaba viviendo el país desde
muchos puntos de vista; a nivel político España estaba dejando atrás sus ideas ocultistas
para abrirse mediante la publicación de sus logros al resto de Europa entendiendo que, se
trataba de una labor difusora del conocimiento y no una herramienta para que el resto de
países se apropiaran de sus territorios y riquezas. Por otra parte en cuanto a técnicas de
impresión, la labor realizada por Antonio de Ulloa y el apoyo que este tuvo de parte del
Estado -que financió la obra en su totalidad por haber sido la expedición y los informes
un encargo suyo- y, en especial del Marqués de la Ensenada contribuyeron a que fueran
puestas al público dos obras que se convertirían en trampolines para el nuevo proceso de
desarrollo en la imprenta, tras el período de crisis y estancamiento del siglo XVII, y buena
prueba de ello será la profusión de grabados en los cinco tomos que componen las obras362
Y, cómo no, en el desarrollo científico pues nada se acogió tanto a los ideales de la ciencia
ilustrada como las obras de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, por la realización de un trabajo
científico a conciencia que incluía tanto labores relacionadas con las ciencias exactas -
que fueron las que motivaron el viaje- como con las ciencias sociales -que en ese
momento, por supuesto, no se consideraban dentro del ámbito de las ciencias- a las que,
curiosamente se le dedican cuatro de los cinco tomos -dejando solo uno para las
Observaciones- y con una labor de difusión del conocimiento hasta entonces impropia,
como ya se ha dicho, de España pero que se ajustaba perfectamente a los objetivos que
debía tener toda expedición científica ilustrada.
La Relación Histórica y su importancia como fuente descriptiva de la América
Meridional
“No puede un marinero pasar por orador, ni aspirar a numerarse en la clase de los
historiadores”363. De entre todas las definiciones o descripciones que se puedan aportar
de la Relación Histórica no hay ninguna que recoja mejor su esencia que esta frase con
la que el propio Antonio de Ulloa finaliza el prólogo de la misma. La obra es pues un
verdadero cuaderno de bitácora y en él, el marino que lo realiza, describe absolutamente
362 Hasta ese momento los libros españoles se habían caracterizado por la ausencia total de imágenes
por las deficiencias en las técnicas de impresión y por la falta de profesionales. De hecho, todos los
libros españoles que, con anterioridad a este momento contaron con láminas entre sus páginas debieron
las mismas a la participación extranjera, bien las copiaban de sus libros o las encargaban fuera de
España. 363 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Prólogo.
125
todo lo que ve y todo lo que escucha de la forma más pragmática y objetiva, sin entrar en
juicios de valor. Asume todo lo que ve como una realidad dentro de una cultura, sin
magnificencias ni detracciones de ninguna clase.
Al ser esta una obra puramente descriptiva podría esperarse, en su discurso, el
barroquismo propio de los autores que, tanto antes como a la vez que Ulloa, hicieron
descripciones de estas tierras. Pero nada más lejos de la realidad, la tecnología descriptiva
de la publicación de Antonio de Ulloa no tiene semejanzas con la de estos otros viajeros
que, generalmente pertenecientes al clero, como Fray Pedro Murillo Velarde364, y se
basaban no solo en la profusión de datos sino en la de adjetivos a la hora de desarrollar
sus descripciones. Estas formas narrativas correspondían a los modelos retóricos
existentes que se empleaban en el género historiográfico del momento, más
particularmente en la corografía. Recordemos, siguiendo a Kagan, que durante esta época
la corografía aparece como un contrapunto de la historia real, brindando a las ciudades
un papel protagonista que les era negado por los cronistas reales, y el género gozó por
entonces de una auténtica época dorada, no gracias al apoyo de la monarquía, sino al de
ciudades y municipios cuyos gobernantes lo consideraron el medio ideal para mostrar al
mundo sus propias grandezas365.
Así el método descriptivo de Antonio de Ulloa es totalmente diferente pues, en
primer lugar, no utiliza el modelo corográfico ya que, con sus descripciones, no pretende
realzar ninguna ciudad sobre otra, no es su intención hacer una oda de los lugares en los
que se realizaron los trabajos, simplemente ofrece datos sobre ellos no solo porque estuvo
allí sino porque es lo que le encomendaron que hiciese. Por otra parte, es un modelo
basado en la observación directa, en la propia experiencia, de ahí que no necesite justificar
lo que describe ni recurrir a ningún otro autor366, como sí hacen estos otros ya que, por lo
generalmente no han estado en la mayoría de los lugares objeto de sus descripciones.
Según esto, por ejemplo, en el caso de Murillo Velarde, los datos aportados sobre los
364 Pedro Murillo Velarde: jesuita del siglo XVIII que en 1752 publica la Geografía Histórica. Una obra
de diez tomos en los que describe todo el mundo conocido hasta el momento, haciendo gran hincapié
en las descripciones de los pobladores de cada lugar. Real Academia de la Historia, Diccionario
Biográfico en línea http://dbe.rah.es/biografias/20122/pedro-bernardo-murillo-velarde. 365 KAGAN, R. L “La corografía en la Castilla moderna. Género, Historia, Nación", Studia Historica.
Historia Moderna, XIII, 1995. 366 Bien es cierto que cuando hace referencia a la época prehispánica, sí acude a autores clásicos, que debía
conocer debido a su formación, para dar aquellos datos que, por obvias razones, ya no podía observar.
126
parajes que visita pretenden siempre realzar lo español o, en dado caso, lo europeo sobre
el resto, tomándolos como culturas superiores y dominantes. De esta manera nos
encontramos con descripciones no solo algo abigarradas o farragosas sino, sobre todo,
muy pretenciosas.
Por ello nos encontramos con que, en el siglo XVIII confluyen dos tipos de
discurso; unos, con referencias a los clásicos y generalmente recogiendo lo que otros
autores habían dicho y escrito, propio de aquellos sabios de la Iglesia que se hicieron a la
mar o se aventuraron a escribir obras sobre los naturales de las tierras allende los mares
para aportar mayores conocimientos sobre ellas y ensalzar a las supuestas culturas
dominantes por encima de aquellas que dominaban. Y otro puramente científico, propio
de los nuevos sabios hijos de las ideas ilustradas y el desarrollo científico, que basa sus
descripciones en la experiencia directa con el fin de buscar visiones reales que permitan
el conocimiento, lo más exacto posible, de esos territorios para poder así no solo
controlarlos sino contribuir con sus productos y sus métodos al desarrollo que tanto
necesitaban sus países de origen.
Así Antonio de Ulloa aporta datos sobre el viaje, la historia natural, la geografía,
la población y sus usos y costumbres, disponiendo toda esa información en cuatro tomos
que, a su vez, se dividen en dos partes el viaje de ida, hasta Quito, y el de vuelta. De esta
forma, el tomo primero describe “desde la salida de Cádiz hasta la conclusión de la
Medida de los Grados de Meridiano Terrestre contiguos al Equador”367 distribuido en
cinco libros; el siguiente tomo se dedica, por entero, a la Provincia de Quito, en el libro
sexto. Mientras, el tomo tercero, por su parte, recoge los viajes y las descripciones de
Lima y el reino de Chile, en dos libros y, por último, en un solo libro, que compone el
tomo cuarto368, aporta los datos sobre el viaje de vuelta, “desde el puerto del Callao hasta
367Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A. Prólogo. 368 La mayor parte de los autores que han estudiado los resultados de la expedición geodésica, apunta que
los libros de Jorge Juan y Antonio de Ulloa no son dos obras independientes, sino que, por su condición,
son una sola. Por ello consideran que la parte escrita por Ulloa se corresponde con los cuatro primeros
volúmenes, mientras el quinto fue el que surgió de la mano de Juan, es decir, Observaciones Astronómicas
y Fisicas…
127
Europa; a que acompaña un Apendix de la Cronología de los Monarcas369, que el Perú ha
reconocido desde el primer Inca Manco Capac […] hasta […] Fernando VI”370.
En lo referente al modo empleado para mencionar la obra en cuestión, Whitaker371
describe sus características y apunta que él utiliza, para referirse a ella, empleando el
título de su traducción inglesa Viaje a la América del Sur. Este título puede equipararse
al tan utilizado Viaje a la América Meridional al ser estas últimas denominaciones
sinónimas y además acercarse bastante más al título original. El hecho de que se haya
adoptado este título tiene una más que probable y es el enorme impulso que ha tenido y
tiene la historiografía anglosajona. En este sentido, siguiendo al autor citado
anteriormente, así como a Francisco de Solano372, conocemos que la obra, a pesar de tener
el castellano como idioma original, se distribuyó en diferentes países europeos, traducida
a sus lenguas nativas. Entre ellas, por supuesto, se encontraba la lengua inglesa, cuya
traducción, realizada por John Adams en 1758, se editó en seis ocasiones más e incluso
se reeditó en 1813, por John Pinkerton en su Colección General de Viajes. Así, la
profusión bibliográfica anglosajona, unida a la realidad de la española373, causó que la
mayor cantidad de libros editados sobre el viaje geodésico fueran en el idioma anglosajón
y que, por tanto, los ejemplares distribuidos en España, después del siglo XVIII fuesen
traducciones de aquella versión y no de la original374. A pesar de todo esto, teniendo en
cuenta que la obra base de nuestro estudio es la original, empleamos y seguiremos
empleando su título en castellano.
La Relación Histórica recoge además los rasgos más característicos de las dos
producciones de Jorge Juan y Antonio de Ulloa y, especialmente por su longitud, puede
369 Esta cronología se recoge en un magnífico grabado, dentro de la obra, realizado por Juan Palomino.
Figura 6. Anexo 370 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, introducción y edición de MERINO NAVARRO, J. P Y RODRIGUEZ DE SAN
VICENTE, M. M, Tomo I, p.30. 371 Op. Cit. WHITAKER, A. P, 1935, pp. 169-171. 372 Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp. 118-120. 373 Desde finales del siglo XVIII, la producción bibliográfica de esta obra se detuvo hasta mediados del
siglo XX, cuando se realizaros dos nuevas ediciones, una en 1958 y otra en 1978, en edición facsímil. 374 Un claro ejemplo del predominio inglés en este sentido es el gran conocimiento que se tiene acerca de
Noticias Secretas de América, pues no solo se trata de un libro de jugoso contenido para los investigadores
sino que, además, tenía un enorme contenido estratégico. Esto se debe a que, en el siglo XIXI, debido al
predominio del sentimiento nacionalista y en el marco de la guerra de independencia de las colonias
americanas, era muy conveniente difundir una obra sobre los malos usos españoles en aquellos territorios.
De esta manera, Inglaterra se vale de su fuerza, en este campo, para difundir la obra que nos sirve como
ejemplo, algo que también ocurre con el Viaje a la América Meridional.
128
aportar muchos más ejemplos de ellos. Al respecto de esto último Patricio Merino y
Miguel Rodríguez hacen referencia-en su prólogo de la edición facsímil de la Relación
Histórica publicada en Madrid, en 1978, por la Federación Universitaria Española- a dos
legajos de las secciones de Marina (712) y Hacienda (47) del Archivo General de
Simancas donde
“se contiene el expediente administrativo-fiscal de la publicación y, […] valiosos datos sobre
papel, grabado encuadernación, etc., que contribuyen a un mejor conocimiento del libro español
en esa época, punto éste insuficientemente estudiado”375
Esta afirmación es totalmente cierta pues, ya que el marqués de la Ensenada -como ya se
ha dicho- no escatimó en gastos y dado el deseo de Antonio de Ulloa de conseguir una
obra perfecta, este último acude al “entonces burilero real y maestro grabador “el mejor
que hay en Madrid”, Juan Palomino”376 para conocer el tiempo que tardaría en realizar
las láminas que debía incluir la obra, aportando Palomino una respuesta tan ambigua
como apropiada en su situación ya que no podía comprometerse en un fecha concreta al
existir la posibilidad de que “se le mandase hacer obra perteneciente a S.M porque en tal
caso como burilero real le sería forzoso abandonar ésta, hasta tener concluida aquella”377
Tan sencillo hubiese sido como, a pesar de ser el mejor de los grabadores españoles,
buscar a alguien que tuviese una mayor disponibilidad, pero no había nadie más en la
Corte de Madrid que pudiera encargarse de tal menester, así Ulloa plantea la posibilidad
de hacerlas en París pues
“dentro de los tres meses podrían estar […] porque allí hay maestros tales que hacen profesión de
este oficio y tienen todo el número de oficiales que necesitan […] parece que allá los
perfeccionarán mejor […] saldrán a menor costo, mucho, porque no habiendo aquí -en España-
más que uno que trabaje en esto no se le puede poner límites”378
Finalmente, y puede que por el hecho de ser el Estado Español el que costeara la
publicación, los grabadores serán españoles y se embolsaron una buena cantidad de
375 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A. Prólogo. 376 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, introducción y edición de MERINO NAVARRO, J. P Y RODRIGUEZ DE SAN
VICENTE, M. M, Tomo I, p. 55. 377 Ídem. 378 Ídem.
129
dinero en función del número y dificultad de las láminas que realizaron. La cantidad más
alta (23.000 reales) la cobró Palomino ya que accedió “a grabar las más complicadas: la
anteportada, el plano de Quito y los retratos de los emperadores del Perú”379 Este último
se trata de una original composición en la que, sobre un templete barroco, coronado con
las armas reales, se suceden todos los emperadores incas (desde Manco Capac hasta
Atahualpa) seguidos de los monarcas españoles (de Carlos I a Fernando VI380)
escenificando “la idea ilustrada por la que la Monarquía española resulta heredera política
de la incaica”381 . Esta lámina destaca no solo por su magnífica composición sino también
por el modo en el que se realizaron los retratos que, en el caso español se inspiraron en
los originales, como lo muestra el de Fernando VI prácticamente exacto a su fisonomía
original, y que fue copiado por muchos pintores de la época, mientras que los incas eran
aproximaciones según genealogías conservadas en iglesias y colecciones particulares de
Lima. Estas es quizás una de las láminas más espaciales de la obra.
Junto a ella la anteportada382, también con la autoría de Palomino, una impactante
alegoría del desarrollo científico y de las nuevas técnicas de navegación. En ella cuatro
figuras femeninas representan, la Náutica, la Geografía, la Física, y la Astronomía que,
con los atributos característicos de cada una de las disciplinas (el timón, la vela, el
transportador de ángulos, el astrolabio, el péndulo) actúan y trabajan alrededor de una
gran esfera terrestre; para hacer ver que son estas cuatro ciencias las que dominan el
mundo383. Al fondo, como no, el océano con dos navíos que ponen rumbo a Ultramar
para poner en práctica, sobre el terreno, los postulados de estas ciencias y así mejorar y
aprender de ellas y conocer mucho mejor los territorios bajo su dominio.
Mención merecen por supuesto, las láminas dedicadas a la cartografía, al ser esta
una de las tereas fundamentales que se les encomendarían a los expedicionarios, y
379 CARRETE, J, CHECA CREMADES, F Y BOZAL,V, “El grabado en España (siglo XV-XVIII)”, SUMMA ARTIS,
Historia General del Arte, tomo XXXI, Espasa Calpe, Madrid, 1988, p.402 380 El monarca se incorpora más tarde a la composición -a la muerte de su antecesor Felipe V- en el
centro sostenido por una figura femenina con una cruz en su mano, justo encima del retrato Rey. Este
último elemento alegórico puede tener varias explicaciones desde identificarla con la Fe -aunque no
tiene los ojos vendados- o resaltar el hecho de que el poder de Dios está por encima del de los hombre.
De uno u otro modo, dicho elemento probablemente tenga que ver con el hecho de que Fernando VI
era rey por la Gracia de Dios. 381 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 119. 382 Figura 7. Anexo. 383 Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, p.
130
ejemplo de ello es una lámina anónima que recrea el “plano escenográfico de la Ciudad
de los Reyes o Lima384, capital de los Reinos del Perú […] demostrada en la forma que
tenía antes que se arruinase con los últimos terremotos”385. Desde este punto de vista son
también importantes los perfiles topográficos, que abundan en toda la obra, por ser una
muestra no solo de la habilidad técnica de sus realizadores sino del conocimiento
geográfico de los que los estudiaron y elaboraron.
Son muy destacables, además, los grabados con escenas costumbristas como el
realizado por Carlos Casanova
“de un riquísimo contenido paisajístico y etnográfico, en la que se plasman importantes elementos
importantes que identifican la Audiencia de Quito […] y con tipos humanos muy bien identificados
en su indumentaria dentro de la compleja sociedad multiétnica ecuatoriana”386
También lo es la lámina realizada por Juan Bautista Fernández donde se recogen
“varios tipos humanos con distintas indumentarias según su rango social”387 así como
modelos de transporte, animales y plantas. Con respecto a esto último, la flora y la fauna,
esta obra ha sido un referente desde el punto de vista de la historia natural, con amplias
descripciones acerca de sus plantas388 y animales y los usos que se hacía de ellos. Bien es
cierto que aporta una gran cantidad de datos, interesantes y muy útiles para el desarrollo
de una buena cantidad de trabajos, pero al no ser objeto de este y al encontrarse
muchísimo más estudiadas que la imagen del indio y siendo esta mi objeto de estudio, su
importancia no puede, ni creo que deba, pasar, en este proyecto, de una simple mención.
La primera imagen de América: los habitantes de la América Meridional
384 Figura 8. Anexo. 385 SERRERA, R. M Y ELVÁS HINIESTA, M. S, “Grabados y grabadores de la Relación Histórica del viaje a
la América Meridional [1748] de Jorge Juan y Antonio de Ulloa”, en Antonio de Ulloa. Biblioteca de
un Ilustrado, secretaría de publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 2015, p.84. 386 Op. Cit. SERRERA, R. M Y ELVÁS HINIESTA, M. S, p. 81. 387 Ibídem p.82. 388 No debe olvidarse el interés existente, en aquel momento, por los estudios de tipo botánico, pues las
plantas americanas eran muy codiciadas ya que permitirían la mejora en sendos campos de la ciencia, como
la medicina, que tan necesitada estaba de una renovación.
131
A pesar de que, como se ha dicho, la Relación Histórica es un referente en historia
natural y Botánica389, pero, en este caso, pondremos nuestra atención en las descripciones
que aporta de los pobladores de la América Meridional. Se trata de una faceta que no está
demasiado estudiada, es decir, no existen muchos trabajos en los que se tomen como
referencia las descripciones, de Antonio de Ulloa para elaborar un estudio de imagen. Por
el contrario, sí se han tomado los datos aportados en Noticias Secretas de América pues,
en ella, se aportan todos los datos “comprometidos” que se decidieron esconder y que la
Corona también pidió que se recogieran. Se describe la verdadera relación entre los indios
y las autoridades criollas, principalmente, y los abusos que desde estas se hacían sobre
ellos390. La de Relación Histórica es una descripción de la población en su más pura
esencia, Ulloa trata de centrarse únicamente en los datos empíricos, en lo que ve en ellos,
en sus costumbres, sin pararse a enjuiciar como se desarrollaba su vida dentro del sistema
colonial. Bien es cierto que, debido a su condición de español, a su formación y a su
estatus social, existen elementos que le extrañan y que, quizás de manera subrepticia, trata
con cierto tono de crítica.
Como elementos descriptivos generales puede resaltarse, en primer lugar, un
hecho propio del siglo XVIII como es la diferenciación por el color. En los siglos XVI y
XVII en las crónicas y obras de sabios y eclesiásticos (jesuitas sobre todo pues en ellos
se situaba la antigua élite científica) se hacía referencia a un criterio diferenciador distinto,
la religión, y en función de esta se establecía el grado de civilización de las gentes de
América. De esta manera existía una gran diferencia en las descripciones de los indios
cristianizados, generalmente pobladores de las ciudades principales de las colonias
americanas, dándose así una fuerte distinción entre los indios mexicanos y peruanos,
adaptados a las costumbres europeas por el mayor contacto con esta cultura, los que
vivían aún dentro de su original sistema de tribus. Así el no pertenecer a la comunidad
cristiana se tomará como un símbolo de barbarie, acrecentado con costumbres como la
antropofagia, los sacrificios o la desnudez que les daba un cariz más propio de bestias que
389 Sobre el particular: PUIG SAMPER, M.A, “La historia natural en la expedición geodésica al Perú: las
aportaciones de Jorge Juan y Antonio de Ulloa”, Tebeto: Anuario del Archivo Histórico de
Fuerteventura, Nº. 5, 1, 1992 pp. 79-102; PUIG SAMPER, M.A, “Antonio de Ulloa, naturalista”, Op. Cit.
LOSADA, M Y VARELA, C, Actas del II Centenario de Antonio de Ulloa, pp. 97-125; SAUNIER,A Y GARCÍA
GIMÉNEZ, R, “Recursos naturales observados y/o descritos en la expedición a Perú (1735-1744) aportados
por los españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa de la Torre-Guiral”, Tecnología y desarrollo, nº. 5, 2007,
pp. 1-18. 390 Pero como hemos expresado con anterioridad, no vamos a utilizar esta obra como fuente debido a su
carácter controvertido. Por tanto, no se harán más menciones a ella.
132
de personas. Nunca se tomó el color como un elemento de exclusión o como motivo para
distinguir a una persona de otra. Algo que sí se utiliza no solo en esta obra sino en las que
se fueron publicando en la segunda mitad del siglo XVIII donde la diferencia social vino
de la mano del color de la piel, asociando negritud con esclavitud. De este modo ya no se
hablará de cristianos o no cristianos, sino de blancos, negros, indios, mestizos, mulatos,
etc, surgiendo así el problema de las castas en América, que ha sido muy estudiado tanto
en estas obras como en otras muchas. De hecho, Antonio de Ulloa no menciona la religión
como algo negativo, solo describe la práctica religiosa, generalmente la cristiana.
Por otra parte, en los calificativos no se incluye la palabra salvaje en ninguna de
las descripciones, esto se debe no solo a la intencionalidad con la que se han realizado
que en ningún momento, al menos de forma directa, pretende enjuiciar a los nativos y sus
costumbres, sino también debido a su pensamiento puramente científico que lo aleja de
condicionantes vanos de tipo moral o religioso y le permite aceptar la realidad tal y como
es. No intenta constantemente dar una explicación a sus costumbres, no se plantea por
qué hacen las cosas; simplemente las acepta como hechos consumados y las describe de
la misma forma en que las han visto sus ojos. Además, pertenece a esa nueva corriente
que, fruto del contacto directo con los nativos, comienza a apreciar las costumbres
indígenas y sus virtudes realzando así, en caso necesario todo lo bueno de sus talantes;
una bondad que, en muchos casos, utiliza como medio para justificar el buen trato y la
ayuda que les prestaban. Todo esto entra en el contexto del mestizaje cultural, producido
por el aprecio, ya descrito, de las costumbres indígenas que genera que indios y españoles,
en este caso, adopten rasgos del otro hasta tal punto que esto dificulta la labor de Antonio
de Ulloa que, en su propósito por conocer la cultura en su forma más básica, sin
condicionantes de ningún tipo, llega a confundirse al no poder dilucidar si ciertas formas
culturales o el uso de ciertos objetos en una cultura era un rasgo propio o adoptado de la
otra.
En tercer lugar, las constantes comparaciones fruto probablemente de que solo se
tenía constancia de los habitantes de América por las crónicas del XVI, que no eran
precisamente objetivas y se centraban más en enjuiciar que en describir ya que los clásicos
no hacían referencia a ellos por no ser un territorio conocido en ese momento. A tenor de
esto, el proceso de desarrollo científico español había llegado ya al punto de desterrar la
doctrina de autoridad de los clásicos en el conocimiento para pasar a defenderse la
133
autosuficiencia del hombre de poder crear, en función de su experiencia, un conocimiento
muevo y propio. En función de esto y como una de las características de la condición
humana, tiende a buscar un elemento conocido y tomarlo como referencia para describir
lo que no se conoce. De esta forma los españoles son uno de esos modelos referenciales
con los que se suele iniciar la sucesión de datos que conforman las descripciones y, a
partir del conocimiento de una buena cantidad de rasgos de grupos indígenas y demás
habitantes de los territorios en cuestión, éstos se tomarán también como base para
describir al resto. Sobre este tema, también es cierto que Cartagena, en buena medida, es
tomada como referencia, debido a que Antonio de Ulloa había estado allí previamente y
por tanto la conocía de antemano.
Según este último elemento descriptivo, al analizar las descripciones, según la
cantidad de datos y la forma de referirse a ellos, en la Relación Histórica se pueden
distinguir tres grupos de habitantes: los de Cartagena, los de Quito y los de Lima, pues
serán esos en los lugares en los que se detengan durante un mayor espacio de tiempo;
teniendo en cuenta, a este respecto, que las investigaciones sobre flora, fauna y población
se realizaban en los momentos en los que no trabajaban en las observaciones. Así serán
claves la demora en Cartagena de Indias que se produjo durante varios meses, mientras
esperaban la llegada de los académicos franceses que se encontraban en Haití rezagados
comprando esclavos. Por su parte el establecimiento en Perú, que es el centro y el objetivo
de la expedición y en ella se detuvieron la mayor parte del tiempo para la realización de
las observaciones pertinente, relativas a la medida del arco de meridiano terrestre. Y
finalmente, su estancia en Lima que viene justificada en palabras del propio Ulloa como
producto de un maravilloso azar
“ Parece que las casualidades a veces pueden regularse merecedoras de mas alto blasón, que las
coloque en el grado de los aciertos; y parece que solícita la Historia de nuestro viage de su mayor
adorno, y hermosa compostura facilitó medios de conseguirlo, proporcionando en las
circunstancias, que sobrevinieron, el que no fuese la Provincia de Quito sola el objetivo de
nuestras observaciones; sino que también se extendiesen estas a la de Lima […] la capital del Perú
y la Reina de las Ciudades de Aquellas partes Meridionales”391
391 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo III, Libro I, Capitulo III, p. 36.
134
De esta forma, estos serán los habitantes que se tomen como modelo, a partir de los cuales
se realizarán el resto de descripciones. Es pues este mismo criterio el que vamos a seguir
para le desarrollo de este estudio en el que, en el orden establecido por el propio autor se
describirán y analizarán los aspectos más significativos de los tres grupos principales,
completando las descripciones con las de los pueblos siguientes en el recorrido o aledaños
de las ciudades principales.
Dentro del primer grupo se comprenden no solo los habitantes de Cartagena sino
también los de Portobelo, Panamá y Guayaquil; siendo los cartageneros centro de las
descripciones392 y haciendo referencia solo a las diferencias existentes entre ellos y las
otras tres poblaciones. En función de esta premisa, lo que resulta más significativo de la
ciudad de Cartagena es que su “vecindario […] se divide en varias Castas producidas de
la unión de Blancos, Negros, y Indios”393. En función de esto, Antonio de Ulloa entra a
abordar el problema de las castas en América y lo hace en un territorio tan propicio como
el de esta ciudad, parte fundamental en el engranaje del sistema colonial español, con un
excelente puerto de donde salían la mayor parte de las riquezas de las colonias a la
metrópoli394. Dicha situación favorecía que habitasen en ella no solo los indígenas sino
también un gran número de blancos395, dedicados a la actividad comercial o incluso
miembros de la administración, así como de esclavos negros que bien permanecerían en
la ciudad o bien la abandonarían una vez fuesen vendidos. Esta multietnicidad fue
generadora de este gran mestizaje biológico que caracteriza la ciudad de Cartagena de
Indias. De esta manera Antonio de Ulloa tendrá como eje central de la descripción de sus
habitantes esta multitud étnica y su consiguiente mestizaje.
Dicho problema de las castas consistía en que ciertos habitantes, por tener mezcla
de sangre, no eran considerados como ciudadanos de pleno derecho y por tanto, en
función de su color, estarían más cerca de un punto u otro de la pirámide social por ello
392 A este respecto debe tenerse en cuenta que Antonio de Ulloa ya conocía Cartagena de Indias. Su estancia
en la ciudad, durante se época de aventurero, le bahía permitido conocer parte de su realidad, por tanto, es
lógico que, a pesar de las marcadas características de la población cartagenera, que podía aportar un
interesante hijo conductor para las demás. El hecho de utilizar de base los datos de este lugar era
seguramente más sencillo para él puesto que describe una realidad que no le era desconocida. 393 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro I, Capitulo IV, p.40. 394 Contaba además con una inmejorable posición estratégica. Con una orografía que situaba a la ciudad y
su bahía en una inmejorable posición, salvaguardándola de las amenazas exteriores. Una disposición
estratégica que la hizo apta para convertir su plaza en silla episcopal. 395 En palabras del propio Ulloa se la consideraba “emporio de los españoles”. Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA,
A, Tomo I, Libro I, Capitulo II, p.29.
135
“es tanto lo que cada uno estima la Gerarquía de su Casta, y se desvanece en ella, que si por
inadvertencia se les trata de algún grado menos, que el que les pertenece, se sonrojan y lo tiene
como cosa injuriosa, aunque la inadvertencia no haya tenido ninguna parte de malicia; y avisan
ellos al que cayó en el defecto, que no son lo que les ha nombrado, y que no les quieran sustraer
lo que les dio su fortuna”396
Esta afirmación podría resultar incongruente teniendo en cuenta que, si la diferenciación
viene desde el punto de vista del color, podría ser bastante fácil distinguirles en un
extremo u otro. En este sentido la forma básica y más conocida de mestizaje estaría en
los mulatos “que se originan de la mezcla de Blancos y Negros”397. A partir de este punto
se origina el primer problema para su diferenciación porque existen distintos grados en
esta forma de mestizaje, fruto de la procreación de estos mestizos con los blancos. Así se
puede hablar de un proceso de “blanqueamiento” de una primera casta caracterizada más
bien por su piel oscura, generándose así los tercerones (mulatos y blancos), cuarterones
(tercerones y blancos) y quinterones (cuarterones y blancos). A este último grupo “se le
llama ya Español, y se considera fuera de toda raza de Negro, aunque sus abuelos, que
suelen vivir, se distinguen muy poco de los mulatos”398 tratándose pues de mulatos en
tercera línea de consanguineidad.
A tenor de esto Ulloa, al referirse a los Blancos advierte que
“otras familias hay también de gente blanca, aunque pobre, que o están en lazadas con las Castas,
o tiene su origen en ellas; y asi participan de mezcla en la Sangre; pero quando no se distingue esta
por el color, les basta le ser blancos, para tenerse por felices, y gozar de esta preferencia”399
Esto es una prueba de lo valioso que era tener la piel blanca, pues era la razón para gozar
de la misma categoría que los españoles, de hecho, en aquellas personas bien relacionadas
se expedían certificados de blancura que permitían obtener el mismo trato que si se tratase
de alguien con la piel clara.
396 Ibídem, Capitulo IV, p.41. 397 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro I, Capitulo IV, p.41. 398 Ídem. 399 Ídem.
136
Pero esta no es la única dificultad que se plantea pues
“antes de legar al grado, o Gerarquía de Quinterones, se ofrecen muchas intercadencias, que les
embarazan el llegar a ella; porque entre el Mulato, y el Negro hay otra Casta, que llaman Sambo,
originada de la mezcla de alguno de estos dos con Indio, o entre sí; y se distinguen también según
las Castas, de donde fueron los padres: entre Tercerón, y Mulato; Quarterón y Tercerón, y así en
adelante son los hijos Tente en el Ayre, porque ni abanzan a salir, ni retroceden: Los hijos de
Quarterones, o Quinterones, por la junta con Mulatos, o Tercerones, y lo mismo de estos, y Negros
tiene el nombre de Salto atrás, porque en lugar de adelantarse, a ser Blancos, han retrocedido, y se
han acercado a las castas de Negros. También todas las mezclas desde Negro hasta Quinterón con
Indio se denominan Sambos, de Negro, Mulato, Tercerón, etc”400
Según esto se entiende perfectamente la dificultad que supone la enorme diversidad étnica
que puebla las tierras americanas a los ojos de alguien que las desconozca por completo,
de hecho, el propio Ulloa apunta que las que se describen no son las únicas de manera
que “son tantas las especies, y en tan grande abundancia, que ni ellos saben
discernirlas”401
Por otra parte, dentro de los grupos de pobladores, como no, se describe también
a los blancos y a los negros. De entre los primero distingue a los europeos, llamados
Chapetones, quizás por sus mejillas sonrosadas y los criollos, grandes hacendados que
“han procurado mantenerse en el lustre de sus Antepasados casando, o ya con sus iguales
del País, o de los Europeos, que van en las Armadas”402 para no entrar así en el sistema
de castas que, como ya se ha dicho los haría descender de rango. Referente a esto último
en los europeos existe un matiz importante pues estos no solían pasar mucho tiempo en
la ciudad pues regresaban a sus lugares de origen, generalmente España, tras haber
cumplido la labor para la que fueron enviados y haber amasado una considerable fortuna
o bien se retiraban a las zonas interiores para mejorar su economía personal. Es
importante traer esto a colación porque Antonio de Ulloa incluye una advertencia para
los europeos que quieran dirigirse a Cartagena para hacer fortuna
“quasi todos los que van (como ellos dicen) a buscar Fortuna, experimentan allí la última estación
de su Vida con la miseria, y Enfermedades. Y porque este es asunto, que merece ser sabido, […]
400 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro I, Capitulo IV, p.42. 401 Ídem. 402 Ídem.
137
no omitiré decir alguna cosa de él, que pueda servir de Desengaño a los que deseosos de poseer
mas riquezas, que las que gozan en sus Patrias, se imaginan, que las tienen conseguidas con
transportarse a las Indias”403
De esta manera, los europeos que no tenían recursos embarcaban en las flotas
como polizones (“pulizones”404) es decir, sin licencia para viajar a las tierras americanas
y sin haber comprado su pasaje, llegando a Cartagena donde no tienen ningún tipo de
contacto405 ni lugar en el que hospedarse, algo que le lleva a recurrir a la caridad de las
Iglesias en las que se les alimenta con Sopa de Cazabe “que no siendo soportable para los
del país, se deja entender que tal será para los pobres, que no están acostumbrados a
ella”406 y vivir en la indigencia hasta que puedan incorporarse a la servidumbre de algún
mercader que les lleve a las provincia interiores, donde sí tendrían más posibilidades de
hacer fortuna. Es importante tener en cuenta que habla de Mercaderes, pues los
Comerciantes no solían requerir de este tipo de servicios. De no ocurrir esto,
“a pocos días la extrañeza, que perciben la Naturaleza en aquel distinto clima, junto al maltrato de
las Comidas, y la continua desazón […] viendo reducidas a miserias […] las vanas esperanzas de
las riquezas que se prometían en su Fantasía, los conduce al infeliz estado de caer enfermos de lo
que allí llamaban Chapetonada407”408
El hecho de vivir en la miseria les impide acudir al hospital para poder aliviarse de su
mal, pues se necesitaba de pago para ello, por tanto, las negras y mulatas libres409 les
llevan a sus casa y les cuidan. Si mueren les hacen enterrar de limosna y si sobreviven,
intentan que entren al servicio de antes que, como los mercaderes, los lleven a las tierras
interiores y, en caso de no conseguirlo, se casan con ellos o les ofrecen a alguna de sus
hijas en matrimonio; entrando estos así en un estilo de vida no menos desdichado.
Independientemente de que se casen o no, los que se quedan en Cartagena “se aplican a
403 Ibídem, p.48. 404 Ídem. 405 Figura fundamental en el desarrollo del sistema colonial, pues no era conveniente viajar a América
sin tener nada ni a nadie que estuviese esperando allá, a no ser que se estuviese huyendo. 406 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro I, Capitulo IV, p.49. 407 Una de las primeras enfermedades que sufrían los europeos al llevar a las Indias, motivada por su
falta de resistencia al clima. 408 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro I, Capitulo IV, p.49. 409 A las que Antonio de Ulloa describe como poseedoras de una gran bondad.
138
Pulperos, Canoeros, y otros Ejercicios semejantes; en que andan siempre mal vestidos410,
y tan colmados de trabajos, y desdichas, que nunca olvidan la Vida en su tierra por muy
mísera que fuese”411
Como ya se ha dicho, Antonio de Ulloa describe también a la población Negra. El
entonces, Teniente de Navío recalca la tradicional división entre hombre libres y esclavos
y, de entre estos últimos la de criollos y bozales412. Atención especial merecen las mujeres
de este grupo; en el caso de las esclavas, las casadas413, permanecen en las casas donde
sirven mientras otras servían como vendedoras ambulantes en las calles de la ciudad,
dedicadas generalmente a la venta de productos comestibles. En el desarrollo de esta
descripción se observa perfectamente la visión nueva que predomina en el pensamiento
de Ulloa, sin intención alguna de juzgar las prácticas de aquellas personas a las que
describe y acepándolas como una realidad lógica y propia de su cultura
“las que tienen hijos pequeños, y los están criando (que son casi todas) los llevan cargados sobre
las Espaldas para que no les puedan estorvar el manejo de los Brazos; y cuando quieren darles de
mamar les muestran el Pecho por debajo de ellos, o por encima del Hombro, y de estar fuerte sin
moverlos les dan el alimento”414
No incluye aquí nada que haga referencia a que esta es una práctica propia de salvajes ni
por el hecho de que una mujer ande sola por las calles trabajando, algo que supone una
clara diferencia con las mujeres blancas que “viven con algún recogimiento en sus
casas”415 pero que Ulloa asume sin darle mayor importancia. Incluso, la acción de mostrar
un pecho en plena calle y de una manera que podría calificarse de “circense” o imposible
para la anatomía de cualquier mujer, se podría considerar como más propio de animales,
de gentes salvajes y sin embargo el científico la justifica totalmente
410 Véase en esta cita y en el posterior apartado que se dedicará a tal efecto, la gran importancia que, Antonio
de Ulloa, le presta a la vestimenta de las personas; tomándola como una característica de su extracción
social. 411 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro I, Capitulo IV, p.50. 412 Estos difieren de sus adláteres en que no han nacido en aquellas tierras, por el contrario, se les compra
en sus lugares de origen y se les transporta hacia las Indias donde, en los almacenes de los puertos, aguantan
recluidos hasta que se les lleva con sus amos; tiempo en el que permanecen con una especie de bozal en la
boca, según las autoridades para evitar que se revelen. De hecho, el calificativo Bozal también se les aplica
a los esclavos recién llegados, mucho más rebeldes en sus primeros tiempos como tales que una vez que
asumen su condición. 413 Los matrimonios de negros esclavos siempre se producen con otros esclavos, eso no quiere decir que
los europeos, los criollos o incluso los indios no tuviesen hijos con ellas, pero nunca las desposaban. 414 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro I, Capitulo IV, pp. 43-44. 415 Ibídem, p. 42.
139
“Sería esto increíble a los que no lo han visto, si no consideraran que el tener los Pechos sin
ninguna sujeción, los hace crecer tanto, que muchas veces les llegan más debajo de la cintura; y
así no es difícil echarlo sobre el Hombro, para que la criatura pueda tomarlo”416
El hecho de que un hombre, de una cultura tan pudorosa como la española, hable
de la anatomía de una mujer de una manera tan natural ya puede considerarse un elemento
significativo de que el pensamiento está cambiando; se limita a hablar de un ser hembra
de una forma totalmente científica. Además, en la actualidad este hecho puede
considerarse natural pues todos tenemos acceso a imágenes de mujeres negras que, en sus
lugares de origen, las tribus que aún persisten en los territorios africanos, tienen una
fisonomía similar a la que Ulloa describe. Pero el hecho de que él, un hombre del siglo
XVIII, lo tome de esta forma, con conocimiento de causa, y además lo justifique
reconociendo que la falta de sujeción en el pecho de una mujer provoca que la gravedad
y el peso actúen haciendo estirar la piel demuestra, totalmente, que Antonio de Ulloa no
pertenece al grupo de cronistas que viajaban a América, sino que realiza sus
observaciones basándose en criterios puramente científicos sin que nada le resulte un tabú
o un signo de degeneración.
Esto se manifiesta también cuando destaca la ya citada bondad de las mujeres
negras y las mulatas. Aunque, en este sentido, cabe puntualizar que se refiere a mujeres
libres, probablemente porque las esclavas no tenían la posibilidad de acoger a nadie en
unas casas que no tenían. Dejando muy claro que estas, las mulatas libres, al acoger a los
europeos, pobre y enfermos, lo hacen exclusivamente por caridad, sin atisbo alguno de
interés por casarse con ellos o desposarlos con sus hijas. Esto se debe, en primer lugar, a
que dichos hombres no podían ofrecerles una vida mejor, aunque sí podían tener con ellos
hijos que, por puro mestizaje estarían sobre ellas en la escala social llegando estos a
formar una nueva estirpe de españoles (quinterones). Y en segundo lugar se demuestra
con el hecho de que antes de plantear la posibilidad de un matrimonio, con ellas o algunas
de sus hijas, intentan que alguien les acoja entre su servidumbre. A este respecto cabe
mencionar también que, aún apreciando la bondad de estas mujeres Ulloa deja claro que,
si buenas son las negras, más lo son las blancas.
416 Ibídem, p. 44.
140
Siguiendo con detalles relativos a la personalidad o temperamento de los
habitantes del lugar y dejando un poco al margen lo eminentemente físico. Antonio de
Ulloa se detiene en el ingenio de los Cartageneros de ambos sexos, mucho más apropiados
para el cultivo de la Letras, que consiguen aplicar, con gran facilidad y a la perfección,
desde la más tierna infancia; mientras que, en otros lugares, según dice, “no consiguen
sino a fuerza de mucho trabajo y alguna más madurez”417. Pero al no tener oportunidad
de vivir de ellas, abandonan su cultivo rápidamente, “con una pereza natural”418 que les
lleva a aplicarse en actividades de tipo mecánico, mucho más aplicables en aquel lugar.
Además, aclara que esta inclinación tan temprana a la “luz de la razón”419 no generaba
como, solía creerse en una temprana pérdida de la misma; haciendo para ello referencia
a lo que el padre Feijoo comenta en su obra Theatro Crítico Universal y confirmándolo
con datos empíricos al no haber encontrado distinción entre el entendimiento y la
capacidad intelectual de personas jóvenes y ancianas. Según Ulloa esta falta de ocupación
en asuntos intelectuales les llevaba al Ocio y este al Vicio pero afirma que “la aplicación,
o abandono a los Vicios no altera la regular disposición de ellos, y sus progresos”420 . En
este caso sí destaca una actitud vaga, basada en la ley del mínimo esfuerzo.
Otro aspecto negativo que puede observarse en esta descripción deriva de las
fiestas y el excesivo consumo de aguardiente pues, aunque bien es cierto que en las fiestas
en las que intervienen los españoles que desembarcan de Flotas señales la culpabilidad
de estos de los disturbios que llegan a producirse en las mismas; también menciona que
en las fiestas populares, los fandangos, su inclinación a la bebida les genera una actitud
frenética que acompañan con “indecentes, y escandalosos movimientos, de los quales se
componen las Piezas que danzan”421 a los que le sigue el más absoluto desenfreno que,
generalmente acaba en tragedia. Esta actitud, frente a las actividades lúdico-festivas
puede tener una explicación en la educación del propio marino. En primer lugar, se está
refiriendo a personas de baja extracción social el sector al que él pertenece, jamás
menciona la palabra vicio para referirse a personas de un alto nivel social. Así habla no
solo de los defectos de los indios y los negros sino también de los tripulantes de los navíos,
refiriéndose muy probablemente a la marinería. Y, en segundo lugar, Antonio de Ulloa
417 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro I, Capitulo IV, p. 46. 418 Ídem. 419 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro I, Capitulo IV, p. 47. 420 Ibídem, p. 48. 421 Ibídem, p. 54.
141
estaba educado en la disciplina castrense propia de la Armada que, si bien no creaba
hombres santos, sí conseguía formar a oficiales rectos y honorables. En suma, su
condición de científico podía llevarle a ser una persona alejada de los placeres más
mundanos, dando mucha más importancia al cultivo de la mente que a la diversión del
cuerpo. Por último, al igual que el aguardiente destaca, entre el de otros productos, el
consumo de tabaco refiriéndose, no solo al consumo generalizado de “pequeños
Cigarros”422 en los habitantes de ambos sexos, sino también de una particular forma de
fumar entre las mujeres “que es poniendo dentro de la Boca la parte, o extremos del
Tabaco que está encendido; y así lo mantienen largo rato sin que se les apague, ni ofenda
el Fuego de el”423.
Con respecto a las tres ciudades que, en el orden establecido para las
descripciones, requieren la atención de Antonio de Ulloa; pocos aspectos diferencian,
según él, a sus habitantes con los de Cartagena de modo que pasaremos a aportar los
elementos que, puedan resultar más interesantes. En el caso de Portobelo lo más
significativo es su escasa población “por su corta extensión, quanto por lo penoso de su
Clima […] y la mayor parte lo componen Familias de Negros y Mulatos”424. Es, por tanto,
el clima el eje sobre el que gira prácticamente toda la descripción por ser generador de
malestar en aquellos que no están acostumbrados a él. Hasta el punto de que, en sus
primeros tiempos de estancia en la ciudad, no pueden realizar actividad alguna, generando
además enfermedades de todo tipo que diezman la población, especialmente foránea. En
cuanto a sus costumbres “no se diferencian […] de […] Cartagena a excepción de no
tener los ánimos tan francos, y liberales”425; siendo bastante importante reiterar que esto,
precisamente, es lo único que molesta a Ulloa del temperamento de los cartageneros. De
esta manera, de Portobelo destaca, sobre todo, el mestizaje cultural que la caracteriza
pues, además de apuntar que son “mas económicos; mas reducidos de ánimo, y mucho
mas puntuales, y sutiles para su propia utilidad”426 que los habitantes de Cartagena;
también “su contactos esta con mayor aplicación al interés; en lo qual Europeos, y
Criollos siguen un mismo rumbo: y sería difícil acertar a resolver, quales son los que
422 Ídem. 423 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro I, Capitulo IV, p. 53. 424 Ibídem, Libro II, Capitulo V, p. 132. 425 Ibídem, p. 133. 426 Ibídem Libro III, Capitulo III, p. 162.
142
empezaron a tomarlos de los otros”427 . Existe además un punto en común entre estas tres
ciudades y es
“el méthodo de prorrumpir las palabras, quando hablan […] cada una de las tres […] llevan
distintos methodos en el desquardenamiento, flaqueza, y acento de las voces, acompañado de
distintas sylabas propias de cada uno; no menos distinguibles entre sí, que todas ellas apartadas
del estilo, con que se habla en España”428
Según Ulloa esta particular flaqueza a la hora de hablar es fruto, como tantas otras cosas,
del Clima, aunque también plantea la posibilidad de que sea una costumbre como otra de
las que los caracterizan.
Finalmente, en el caso de Guayaquil, lo más significativo se refiere al aspecto de
sus habitantes pues, no en vano, referencia a autores que denominan a la ciudad los
“Países Bajos Equinocciales”429 no solo por sus semejanzas en cuanto al terreno sino por
las características físicas de sus habitantes siendo todos “rubios, y de tan perfecta
formación, que logran la prerrogativa de la hermosura no solo en aquella Provincia de
Quito; pero aun en las demás del Perú”430 . Un hecho este que le resulta inexplicable para
Ulloa planteando para su explicación dos posibilidades que, a él mismo, le resultan
absolutamente incongruentes. En primer lugar, según él, no es comprensible que un clima
tan cálido tenga habitantes de tez más pálida que los españoles; y, por otra, plantean la
acción de los efluvios de un río sobre dicho lugar como causa, algo que tampoco se
sostiene dado que existían otros lugares con la misma situación geográfica cuyos
habitantes no contaban con las mencionadas características físicas. En definitiva, es un
problema que Antonio de Ulloa deja sin resolver al menos abiertamente porque, sin
pretenderlo se aprecia la posible explicación que puede deberse al enorme mestizaje
existente con la gran cantidad de europeos y criollos asentados en el lugar431.
Por otra parte, no puede dejar de destacarse el hincapié que Ulloa realiza en la
actividad pesquera de la zona llegando incluso a describir, con todo lujo de detalles una
427 Ídem. 428 Ibídem, Libro III, Capitulo III, p. 163. 429 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro IV, Capitulo IX, p. 272. 430 Ibídem, p. 405. 431 Ibídem, Capítulo V, pp. 226-228.
143
balsa indígena432. Así, aún existiendo chatas y canoas, que representan el medio más
común para moverse por las aguas fluviales de la zona, destaca la coexistencia de las
también llamadas fangadas, a las que “los Indios del Darién llaman pucro”433. En este
sentido, no son los materiales con los que se fabrican, ni sus técnicas de navegación las
que nos interesan pues, en realidad, lo más llamativo es que son una prueba de las
referencias constantes a otros autores para ilustrar los detalles históricos realizar
comparaciones con los datos de la historia europea. En este caso, se refiere a Plinio y
Columela comparándolas con embarcaciones griegas y latinas, siendo aún más curiosa su
referencia a Jorge Juan quien, perteneciente a la Orden de Malta, afirmaba que eran
idénticas a la caña beja, es decir, la férula maltesa que, curiosamente, comparte nombre
con la descrita por Columela434.
A partir de estas descripciones, Ulloa seguirá tomando como modelo a los
habitantes de Cartagena, probablemente porque fueron los primeros con los que tuvo
contacto y los utilice como modelo para hablar de los demás.
El segundo grupo lo conforman los habitantes de Quito y sus pueblos aledaños a
los que, a diferencia de las ciudades de Portobelo, Panamá y Guayaquil, no dedica
capítulos individuales, sino que las describe dentro de uno solo. Pero antes de entrar en
los detalles alusivos a sus habitantes, nos permitimos destacar las impresiones que extrae
de su ascenso hacia la que fuera capital del imperio incaico que, si bien no son alusivas a
sus gentes, tienen que ver con lo que denomina temperamento del lugar. El ascenso duró
un año y tanto los materiales como los efectos personales de los expedicionarios tuvieron
que ser transportados en cajas sobre mulas435 y los miembros de la expedición sufrieron
la falta de oxígeno propia de la excesiva altura que les llevó a hacer múltiples paradas
para descansar. En cuanto a la segunda, se dedica a relatar como cada noche sufren el
problema de los mosquitos que se acechaban en enjambre no solo impidiéndoles el
432 Figura 9. Anexo. 433 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro IV, Capítulo IX, p.261. 434 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro IV, Capítulo IX, pp.261-262. 435 Estos animales eran fundamentales para el transporte de personas y mercancías en estos caminos
pues, como no estaban preparados para el tránsito y al encontrarse en pendiente hasta tal punto que,
en algunos casos, las personas no podían atravesarlos a pie, solo las mulas podía transitarlos sin
peligro, especialmente, por su capacidad para transportar cargas de unos 60 Kg. No en vano a estas
vías se las llamaba “caminos de mulas”.
Los criaderos de estos animales se introdujeron en la época colonial y fueron fundamentales para la
economía de metales preciosos.
144
descanso sino causándoles daños cutáneos mucho mayores que los que genera la picadura
de un mosquito en Europa. Unos insectos que atravesaban toldos y mosquiteras, así como
las ropas de los expedicionarios “porque las pasaba el aguijón causando en la carne el
ardor y escozor, que introducía su picada”436. Situaciones que se repetían de día y, como
hemos dicho especialmente de noche y así lo relata con todo lujo de detalles en cada una
de sus paradas para el descanso nocturno afirmando que era
“tal la abundancia de mosquitos […] que además de no haber sido posible quedarnos ninguno
adormecido, ni aun fue dable el estar parados un solo instante […] el que se hallaba debajo de su
toldo después de la diligencia de que no quedase dentro de él ninguno de estos malignos insectos,
era perseguido de tantos al cabo de un poco rato, que tenía por menos incomodo el dejarlo y
salirse”437.
Según esto, si se trataba de una exageración o no, si los materiales tanto de los
toldos como de los ropajes eran adecuados o no, no podemos saberlo, pero lo que sí es
una certeza, es que fue un inicio de expedición bastante duro para ellos, teniendo en
cuenta que fueron mayores las penalidades por tierra que por mar, y que nos puede hacer
pensar, además, que comenzó a diezmarles psicológicamente, debido especialmente a la
falta de sueño438. Pero, como solía ocurrir, los testimonios de los naturales del país
aclaraban cualquier elemento que fuese perturbador para los científicos que, en este caso,
no entendían tal profusión de insectos a todas horas cuando, a su llegada al pueblo de
Caracol, y avanzar unas leguas por su territorio, llegaron a un lugar conocido por los
indígenas como “puerto de mosquitos”439 haciéndoles ver que lo que a ellos les parecía
una calamidad, no era más que una condición propia del lugar en el que habían hecho
escala.
Regresando a los datos sobre el vecindario, se describe a través del
posicionamiento piramidal, es decir, por clases, iniciándose con los españoles y los
blancos, para continuar con los mestizos o castas, seguidos de los indios (naturales) y los
436 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capítulo I, p.280. 437 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capítulo I, p.280. 438 Según Lafuente y Mazuecos, existían fuertes conflictos entre los expedicionarios franceses, más fuertes
incluso de lo que ya hemos indicado, haciendo referencia a una carta en la que Seniergues, el cirujano de
la expedición, afirma que ni siquiera se dirigían la palabra. Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, p. 99.
Carta del 18 de febrero de 1736, AHN, ms179. 439 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capítulo I, p. 281.
145
negros440. Si bien las descripciones, a nivel general, como ocurre en el resto de los
elementos descriptivos, no distan de las anteriores en cuanto a estructura y clasificaciones,
lo significativo son las particularidades existentes en cada una de ellas y también las
proporciones que aporta de cada uno de los grupos sociales dentro del territorio. A
colación de esta clasificación poblacional, debemos tener en cuenta un detalle antes de
empezar con el montante de las descripciones y es que, en este caso, Ulloa hace una
segunda distinción entre personas o familias de distinción, nobles o de elevada posición
económica y “gente pobre y ordinaria”441. Es importante destacar este dato porque dentro
de las personas pobres se incluyen también los españoles, debido a que los únicos de clase
alta son
“descendientes de algunos conquistadores, presidentes, oidores, u otras personas de carácter, que
pasaron de España en varios tiempos, se han conservado su lustre, enlazándose entre si los que
tenían, y no mezclándose con la gente de nacimiento bajo o de inferior jerarquía”442
Esto muestra que, a pesar de encontrarnos con el color como gran elemento diferenciador
y proporcionado, en el caso de la blancura, de un mayor estatus social, la pertenencia a
familias de abolengo, con una importante posición económica443 también eran un
condicionante en las Indias y Ulloa era plenamente consciente de ello.
Una vez puntualizada esta diferenciación, entraremos exclusivamente en el
terreno de las llamadas gentes bajas, en los que el único criterio de distinción es el color
de la piel. Siguiendo el mismo orden que en las poblaciones anteriores, de los blancos o
españoles, que constituyen una sexta parte del monto poblacional, cabe decir que se
denominan como tales exclusivamente a aquellos cuyo primogénitos también lo son, es
decir, españoles puros, sin mezcla de sangre. De esta manera, a pesar de que ciertos
440 Como podemos observar, al igual que en los casos anteriores, es el color de la piel, el que establece el
lugar que ocupan los habitantes dentro de la pirámide poblacional. 441 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capítulo V, p. 363. 442 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capítulo V, p. 363. 443 La economía o la posición económica de una persona o familia es un asunto un poco complejo en este
caso ya que, en función de ella podían darse multitud de circunstancias. Por una parte, encontramos familias
de abolengo que sí contaban con liquidez y propiedades más que suficientes que respaldaran esa posición,
pero también podía darse el caso de familias con un antiguo linaje que solo contaban con un apellido como
respaldo, es decir, no tenían la fortuna que se suponía que deberían tener aunque hiciesen grandes esfuerzos
por aparentar que la tuviesen. Incluso, en estos casos, se daban situaciones de personas o familias que,
amparadas por ese apellido, accedían a puestos de responsabilidad en las Indias con el consiguiente aporte
económico que esto suponía para ellos, lo que quiere decir que recuperaban su fortuna con las riquezas
americanas.
146
mestizos tienen una tez tan clara que bien podrían confundirse con ellos o considerarse
dentro del grupo de los españoles, en este caso no lo son. Quizás sea lo estricto de su
condición lo que hace que solo constituyan la sexta parte del monto poblacional.
En torno a esto, se centran las particularidades de los mestizos, una tercera parte
de los pobladores de Quito, que alcanzan el nivel de blancura mucho antes que en
Cartagena. Así se les considera españoles “desde la segunda, o tercera generación”444
pues “muchos […] lo parecen en el color más, que aun que los legítimos Españoles, por
ser blancos y rubios; y así se consideran como tales aunque en realidad no lo sea”445 .
Partiendo de esta base puede hablarse de dos categorías de mestizos aquellos, de piel tan
oscura, que solo se diferencia de los indios en el hecho de que les crece la barba, siendo
su rostro lampiño uno de las principales características de los indios; y otros, de piel tan
clara, que podrían pasar por españoles siempre y cuando no mostraran ningún rasgo físico
propio de su casta, a saber:
“ser tan cerrados de Frente, que es muy corto el ámbito, que les queda libre de Pelo; pues le baxa,
haciendo remate desde la medianía superior hasta la de las Cejas, y antes de llegar se aparta algo;
y ocupando las Sienes, va a finalizarse en la Loba inferior de la Oreja: además de esto es áspero
su Cabello, lacio, grueso y muy renegrido. La Nariz pequeña, delgada, y con una ligera eminencia
en el Hueso, desde la qual, aunque sigue puntiaguda, se encorva algo, y queda inclinada la punta
hacia el Labio superior”446
Por su parte, los indios componen también una tercera parte de la población,
mientras que la sexta restante se encuentra representada por las diferentes Castas. Muy
poco es lo que menciona acerca de su aspecto o sus costumbres y, como más destacable,
encontramos nuevamente referencias a la inclinación a la vagancia. De hecho, cuando
distingue las profesiones que desempeña cada grupo social, alude a que los indios realizan
trabajos, generalmente manuales y artesanales en los que, aún siendo tan diestros como
los artesanos europeos, “es tanta la pereza y lentitud en ellos, que muchas veces es preciso
[…] darle los materiales y encerarlo […] contribuyendo poco a este descuido el estilo,
que allí tienen, de percibir adelantado el importe de la obra”447. Por otra parte, es
444 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capitulo V, p. 363. 445 Ídem. 446 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capitulo V, p. 364. 447 Ibídem, p. 366.
147
destacable, la ausencia del porcentaje de negros en toda esta clasificación poblacional, ya
que en Quito “no abundan […] porque no es tan fácil su conducción, como porque en
general son los Indios, los que se emplean en el cultivo de la Tierra, y demás exercicios
del Campo”448
Dentro del tema de la densidad poblacional, Antonio de Ulloa llama la atención
sobre la abundancia de las mujeres con respecto a los varones, cuya salud se resiente a
partir de los treinta años. No deja de resultarme sorprendente la explicación que da el
marino sobre este hecho, hasta tal punto que considero oportuno reproducirla en su
totalidad
“entregarse desde una edad muy corta a la Sensualidad; de que proviene, que descaeciendo el vigor
de los Estómagos, no tengan fortaleza para hacer la digestión, y muchos vuelvan la comida a media
hora, o una, después de haverla tomado diariamente, o bien por la costumbre que ha hecho a ello
la Naturaleza, o por medio de algún artificio; y el Dia que no lo hacen, les resulta quebranto de su
salud. No obstante aunque cargados de achaques, viven un tiempo regular, y se ven muchos de
edad crecida”449
Cierto es que la explicación resulta totalmente inverosímil y, es más que probable
que sea fruto de un desmedido afán del autor por encontrar una explicación o una
justificación a todo aquello que se escapaba de su entendimiento. Pero si atendemos a la
descripción que realiza sobre las enfermedades que predominan en el lugar, no podemos
dejar de tener en cuenta su mención a la venérea “tan común, que serán muy raras las
personas que no participen de ella, bien que en unas haga mas efecto que en otras”450.
Bien es cierto que no destaca una alta mortalidad por esta causa diciendo que “les debe
acortar la vida, pero no es tanto, que se haga sensible; y suelen llegar hasta sesenta años,
o pasar algunos de esta edad, sin que les haya saltado el mal heredado, y el contraído
desde sus tiernos años” pero a este respecto se refiere a los niños, que también muestran
signos de dicha enfermedad , dando a entender que la heredan de sus progenitores; pero
no alude, en ningún momento, a aquellos que la contraen a la edad adulta, que sería lo
normal. Por lo que encontramos aquí una explicación bastante más coherente que la que
aporta Antonio de Ulloa.
448 Ibídem, p. 363. 449 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capitulo V, p. 372. 450 Ibídem, p. 386.
148
Continuando con la apariencia física, como ya se ha dicho en la descripción de los
naturales de Guayaquil, los habitantes de Quito eran, de natural, hermosos, altos y bien
formados, especialmente los españoles y los mestizos. Mención especial merecen los
indios por ser el grupo que presenta una mayor cantidad de imperfecciones dentro de las
cuales Ulloa no solo destaca la pequeñez excesiva, refiriéndose a ellos como
“monstruosos en lo pequeño”451, o la mudez, la ceguera o la ausencia de alguna
extremidad; sino que dedica especial atención al cabello por el hecho de que los indios
de ambos sexos lo llevasen siempre largo y suelto. Siendo, el cortárselo “la mayor afrenta,
que se les puede hacer”452 hasta tal punto que “no quejándose de ningún castigo corporal,
que en ellos executen sus Amos, no les perdonan este. Así solo está permitido el
imponérselo como pena, en delitos graves”453 . Esta llamada de atención sobre el cabello
puede deberse a su formación militar, pues los marinos no conciben que, sobre todo un
hombre, aprecie los cabellos largos que se consideran, en este ámbito, un síntoma de falta
de pulcritud. Bien es cierto que, a este respecto, Antonio de Ulloa no emite juicio alguno,
pero el hecho de incluirlo en una lista de defectos me lleva a tomar en cuenta dicha
cuestión.
En el terreno del carácter, destaca en primer lugar el de las mujeres distinguidas
que, por su desmedido amor y entrega a los hijos, los crían en la absoluta sobreprotección,
encubriéndoles de sus padres y convirtiéndolos así en personas incorregibles. Por otra
parte, alude nuevamente a la falta de ocupaciones que les lleva a la vagancia que deriva
en el excesivo gusto por el ocio, dándose a las fiestas y los bailes que son “mucho mas
licenciosos”454 por la ingesta desmedida de aguardiente, en hombres y mujeres de toda
clase y condición, especialmente por supuesto en los estratos inferiores de la sociedad, y
el gusto por el juego455. Además, hace referencia a la inclinación de indios y mestizos por
el robo que, en función de sus talantes, más cobardes de los mestizos, tiene unas
determinadas características. Realizando estos últimos sus hurtos en las casa, generando
así la desconfianza de sus señores, o bien en la calle, pero tendiendo al robo de prendas
valiosas como los sombreros. Por su parte los indios se dedican al robo de piezas valiosas
451 Ibídem, p. 370. 452 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capitulo V, p. 370. 453 Ídem. 454 Ibídem, p. 373. 455 Siendo este un punto de vista muy extendido entre los ilustrados españoles.
149
pero, por sus agudos ingenios, tomarán de entre varias la de menor valor para que pase
inadvertida su falta. De darse el caso de ser vistos en sus fechorías, emplean la palabra
inca “yanga” que se traduce por no tener mala intención y cuyo uso está tan extendido y
se puede aplicar de tantas formas que “no queda delincuente según ellas”456 . A pesar de
todos estos aspectos negativos, Antonio de Ulloa jamás recurre a decir que son
características derivadas de su condición, simplemente las describe, sin emitir juicio
alguno.
Referente a los pueblos aledaños a Quito, el Teniente de Navío expresa la
confusión que siente al establecer contacto con ellos pues sus características y su
comportamiento coincide, casi por completo, con lo que se había dicho anteriormente
sobre ellos -en los relatos de los cronistas de siglos anteriores que Ulloa debía conocer-.
Lo que conoce y lo que observa le hace dudar pues, hasta el punto de plantearse que
“difícil empresa es […] querer descifrar las costumbres, e inclinaciones de los Indios, y definir, o
apurar puntualmente las verdaderas propiedades de sus genios, y natural. Si se miran como
Hombres, parece desdecir la excelencia del Alma la corta comprehension de sus Espíritus tan
sensibles, que apenas se puede concebir de ellos en algunos casos otra idea que la de su semejanza
a las Bestias […] por otra parte ni se hallaran Entendimientos mas comprehensivos, ni malicia
adelantada con tantas advertencias, y prevenciones, como la de aquellas Gentes. Esta desigualdad
puede hacer titubear en el concepto al Hombre más capaz: pues si se quiere formar un juicio sobre
la primera aprehensión no será mucho los acredite de un genio vivo, sutil, y penetrante: pero se
reflexiona hacia su barbarie, su rusticidad, la extravagancia de sus opiniones, y methodos de vivir,
no sería muy extraño, que no encontrando en ellos los accidentes de la racionalidad, los creyese
dignos de ponerse no muy lejos del Paralelo de los Brutos”457
Afirmación esta tan demoledora como esclarecedora pues, confirma la teoría de
que Antonio de Ulloa no pretende seguir los postulados establecidos hasta el momento;
se resiste a creer que lo que se ha escrito sobre los habitantes de América sea cierto, sobre
todo teniendo en cuenta que, mientras él se basa en lo que ven sus ojos, los otros no lo
han hecho. Intenta huir, por tanto, de emitir juicio alguno, pero en su afán por encontrar
una explicación lógica para todo, incluso para aquello a lo que el pensamiento científico
no puede llegar, teniendo en cuenta que las manifestaciones culturales son producto de la
456 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo I, Libro V, Capitulo V, p. 377. 457 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo II, Libro VI, Capitulo VI, pp. 542-543.
150
tradición y se dan per se, sin necesidad de nada que las justifique, no cae en la cuenta de
la gran diferencia existente entre el vecindario de las ciudades. En ellas ya están
sobradamente establecidos los europeos y que son además objeto de mestizaje cultural, y
los pueblos del interior que mantienen sus usos y costumbres por no estar imbuidos por
el contexto del sistema colonial. Así lo que, para él, supone un motivo de conflicto, aporta
a este estudio un escalón más, relacionado precisamente con esa gran diferencia que existe
entre las grandes ciudades y los pueblos, desde el punto de vista cultural458.
Finalmente, en cuanto a la Ciudad de los Reyes (Lima) su estancia se evidencia,
en palabras del propio Ulloa, como producto de un maravilloso azar
“ Parece que las casualidades a veces pueden regularse merecedoras de mas alto blasón, que las
coloque en el grado de los aciertos; y parece que solícita la Historia de nuestro viage de su mayor
adorno, y hermosa compostura facilitó medios de conseguirlo, proporcionando en las
circunstancias, que sobrevinieron, el que no fuese la Provincia de Quito sola el objetivo de
nuestras observaciones; sino que también se extendiesen estas a la de Lima […] la capital del Perú
y la Reina de las Ciudades de Aquellas partes Meridionales”459
458 En cuanto a los recursos naturales debemos destacar tres especies (al margen de la llama por supuesto)
una animal (la cochinilla o grana), una vegetal (la cascarilla de loja o quina) y una mineral (el platino). Este
último es el elemento por el que Antonio de Ulloa ha sido y es más destacado y conocido es también aquel
al que ocupa juna descripción más escueta. Conociéndose en aquellas latitudes es presentado como un
mineral precioso de gran dureza, resistente hasta el punto de obligar a los naturales a abandonar las vetas
en las que aparecía por la imposibilidad de romperla. No vamos a entrar en más detalles acerca de este ni
de los otros elementos descritos, teniendo en cuenta que constituyen la faceta más estudiada de Antonio de
Ulloa, pues estos descubrimientos y su condición de naturalista cuenta con una buena cantidad de artículos
que han estudiado a fondo estos elementos. Cabe destacar los trabajos de Miguel Ángel Puig- Samper: Op.
Cit. PUIG-SAMPER, M. A, pp. 97-124; PUIG-SAMPER, M. A, “Las expediciones científicas a la américa hispana
en la primera mitad del siglo XVIII”, en ARBEROLA ROMÁN, A, MAS GALVAÑ, C Y DIE MACUET, R, Jorge
Juan en la España de la Ilustración, 2015, pp. 46-62. Así como dos tesis doctorales dedicadas al tema:
PAREDES SALIDO, F, Antonio de Ulloa, oficial de la marina, descubridor del platino y protagonista
significado de la ciencia española del siglo XVIII, tesis doctoral, Universidad de Cádiz, 1995; GALAN
SAUNIER, A, La historia natural en la obra de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. La platina y sus estudios
españoles anteriores a la primera publicación química en España, tesis doctoral, Universidad Complutense
de Madrid, 1993. Además de otros trabajos como: PEROZO RONDON, E, CALVINO CASILDA, V, FERRERA, S,
BLASCO JIMENEZ, D, COSTARROSA, L, ÁVILA, M. J, LÓPEZ PEINADO, A. J, MARTÍN ARANDA, R. M, “El platino,
metal descubierto por el español Antonio de Ulloa”, 100cia, UNED, nº 9, 2006, pp. 146-151; MORENO, R,
“Antonio de Ulloa, descubridor del platino”, en LOSADA, M Y VARELA, C. Op. Cit. Actas del II centenario
de Antonio de Ulloa, pp. 79-96; VALVEY, L. F, “La reforma de la metalurgia española en el siglo XVIII tras
le viaje de don Jorge Juan y don Antonio de Ulloa a la América Meridional”, 2º Congreso de Historia
Militar, Temas de historia militar, vol. 3, Zaragoza, 1988, pp. 72-84; CID RODRÍGUEZ, R, “Antonio de Ulloa:
un científico ilustrado en el tercer centenario de su nacimiento”, Andalucía en la historia, nº 53, 2016, pp.
44-47. Y, por supuesto, Op. Cit. SOLANO, F. de, pp. 128-134. 459 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo III, Libro I, Capitulo III, p. 36.
151
Así, Antonio de Ulloa escala un peldaño más en cuanto a la descripción del punto
anterior, Quito, donde se mostraba maravillado de todo lo que observaba, pero en este
caso, la Ciudad de los Reyes (Lima) no solo se le presenta como especial en cuanto a su
nivel de desarrollo o parecido a las grandes ciudades europeas, sino que la considera
extraordinariamente bella. No sabemos si esta fascinación puede ser también fruto de la
lástima o la añoranza pues, antes de realizar cualquier tipo de descripción, indica que no
se prodigará en los detalles de la Lima del momento pues después de su estancia, pero
dos años antes de la publicación de la Relación Histórica, había sido prácticamente
destruida por un terremoto (1746)460. Dada la enorme curiosidad e interés que tenía el
joven teniente de navío por el conocimiento y la divulgación cultural, es cuando menos
lógico que el hecho de haber contemplado la grandeza de aquella ciudad y el hecho de
saber que no volvería a ser lo que fue, impidiendo que tanto él como cualquiera que
ansiara el conocimiento pudiera volver a verla en todo su esplendor, es posible que le
llevara a magnificar una imagen que, per se ya era lo suficientemente maravillosa.
En lo que se refiere a la población, repite prácticamente a todo lo apuntado con
anterioridad por lo que, salvando las distancias y particularidades propias de un nuevo
enclave y sociedad, consideramos inadecuado volver a enumerar. Así nos centraremos
especialmente en dos puntos, que marcan ciertas diferencias con los territorios anteriores
y que, por tanto, son objeto de nuestro interés. De un lado, en cuanto al índice de
población, la abundancia de personas poderosas y de nobles, considerados los “más
distinguidos de todo Perú”461, entre su vecindario. Entre una tercera y una cuarta parte de
sus vecinos blancos, que ya eran en extremo abundantes, se encontraban importantes
títulos de la nobleza formada, en el caso limeño por condes, marqueses, caballeros de
órdenes militares y herederos de antiguos mayorazgos462. Esto se debe, por una parte, al
establecimiento de familias distinguidas por comercio o por designación real, desde su
fundación, y por otra, especialmente en el caso de las familias de fortunas y títulos
modernos, al hecho de que Lima es “la silla de todo el Comercio del Perú”463 por lo que
gran cantidad de europeos se establecen en ella por negocios o bien por motivos políticos,
460 Ya en los libros anteriores, se había referido a la propensión del virreinato del Perú a sufrir este tipo de
desastres naturales pero, hasta el momento, no había confirmado la existencia de ninguno y, mucho menos.
Tan reciente como el que describe. 461 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo III, Libro I, Capítulo V, p. 67. 462 De hecho, destaca la existencia del apellido Ampuero, uno de los conquistadores españoles que
emparentó con una descendiente de los emperadores incas. 463 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo III, Libro I, Capítulo V, p. 70.
152
siendo escogidos por la Corona para ejercer labores de Gobierno. Resulta sumamente
interesante, la estrecha relación que se establece entre las familias pudientes y el empleo
de la calesa, cuyo uso se había hecho tremendamente habitual entre los sectores
adinerados, siendo una muestra de los préstamos culturales que se produjeron entre
España y los territorios americanos.
Además, en relación con la población blanca, se muestran una serie de aspectos
de su modo de vida que constituyen una novedosa diferencia con respecto a las
descripciones ya mencionadas. Uno de ellos es que, en esta ciudad, los europeos no
rehúyen de los trabajos manuales, de hecho, cuando menciona el trabajo de los negros,
mulatos y sus descendientes, quienes además constituían una gran parte de la población,
afirma que a pesar de ser ellos los más dedicados a mantener todo tipo de trabajos y, en
especial, los “Artes Mecánicos”464. Los europeos se dedicaban a dichos empleos del
mismo modo, eliminándose así uno de los rasgos más comunes de la población de su
condición en el resto de lugares, donde todo aquel trabajo que requiriese de esfuerzo físico
era totalmente rechazado por parte de la población blanca. De hecho, asevera que no les
molesta que existan maestros de oficios de piel oscura, algo bastante particular con
respecto tanto a las descripciones anteriores como a la realidad americana y que se debe,
exclusivamente, a que lo único que les interesa a todos es hacer dinero, por tanto, pueden
pasar por alto cualquier circunstancia con tal de conseguir dicho objetivo.
Siguiendo lo establecido y teniendo en cuenta que la población indígena apenas
se describe debido a su número inferior con respecto a las otras, el otro elemento a
destacar será la población femenina, en este caso, mayoritariamente blanca o negra,
haciendo hincapié lógicamente en la blanca. Así, las mujeres se identifican por su carácter
amable, risueño y gentil que les aporta una gran sensibilidad, desde el punto de vista de
las artes, algo que, unido a su alto grado de entendimiento, les lleva al gusto por el cultivo
del intelecto. Este carácter tan agradable también les permite que no solo se oculte la
altivez que les genera ser conscientes de tales cualidades, sino además conseguir situarse
por encima de sus esposos, sin ningún tipo de violencia, para ser ellas así dueñas de sus
destinos. Mujeres de singular belleza, marcada por lo blanco de su tez y la elegancia de
su porte de las que, además es muy interesante, desde el punto de vista del cuidado de su
464 Op. Cit. JUAN, J Y ULLOA, A, Tomo III, Libro I, Capítulo V, p. 71.
153
estética, el celo que poseen acerca del tamaño de sus pies, como forma de diferenciarse
de las españolas que al parecer los tienen demasiado grandes.
En función de este último elemento, la estética, cabe añadir que en las
descripciones estos grupos de pobladores, Antonio de Ulloa hace especial énfasis en el
vestuario. Esta atención que le presta genera, junto con su interés por aportar la mayor
cantidad de información posible, una profusión de datos tal que hace prácticamente
imposible crear un discurso coherente, en cuanto a contenido y análisis, que no lleve por
un lado, a copiar gran parte de lo que el autor escribe y, por otro, a caer en un exceso de
atención al respecto de dicha temática, llevándonos a realizar prácticamente un trabajo
exclusivo sobre el vestuario limeño, así como de las poblaciones anteriormente descritas.
Lo mismo ocurre con el ritual funerario465, también densamente descrito, y del que solo
diré que se caracteriza por la opulencia y la ostentación fruto, probablemente, del
arraigado culto a la muerte que existía y existe en los territorios americanos. De tal manera
que no podemos más que comentar su existencia y insistir en que, tanto una temática
como otra, dan pie para estudios completos, detallados y muy profundos que bien
podríamos realizar en otra ocasión.
A partir de este punto, aún existiendo algunas descripciones más, lo que nos
interesa es que Antonio de Ulloa narra su regreso a casa. Un retorno que se produce en
1746 cuando, a la Corte de Madrid, llega un hombre que muy poco tenía que ver con el
joven cadete que marchó de Cádiz. Su experiencia naval previa, le había servido en algo
para empezar a modificar su personalidad, pero el elemento fundamental fue su estancia
América. En primer lugar, la visión de una nueva realidad le sirvió para abrir su mente y
para aceptar una imagen que, inicialmente, era extraña para él. Unido a esto, su trato con
los académicos franceses y los trabajos realizados le aportaron un enorme conocimiento
a nivel científico que redondeó su formación, que se vio aún mas reforzada con la
experiencia en la comandancia adquirida en las tereas encomendadas por los virreyes.
Pero estas relaciones le hicieron conocedor de la realidad cortesana y la diplomacia, un
verdadero caballero que ya sabía perfectamente como comportarse en las esferas en las
que se tendría que mover en el futuro.
465 También fue un rasgo destacado en Quito, donde se enfatizaba en el enorme sentimiento demostrado
por las mujeres que, con sus gritos y llantos, demostraban el dolor que les causaba la pérdida del difunto.
154
En definitiva, a España llegó un verdadero oficial de la Armada. Formado y
completo quien, aún quedándole muchas cosas por aprender, era ya un marino-científico
que resultaría verdaderamente útil para los planes del nuevo ministro, Ensenada. El nuevo
hombre del momento que le convertiría en un funcionario a servicio de la Corona
española, encaminando, según sus designios, sus nuevos destinos y “obligándole” a
abandonar por un tiempo su carrera militar.
Capítulo 5. Al servicio del Estado. Participación en la política de Ensenada y Arriaga
Antonio de Ulloa llega a la Corte de Madrid convertido en un hombre nuevo, en
un oficial dotado de los suficientes conocimientos como para emprender las tareas
inherentes a la finalización de sus trabajos en la geodésica. Coincidiendo con esta llegada,
el 20 de julio de 1746, es ascendido a capitán de fragata466 y es precisamente con dos
capitanes de fragata467 con quien se encuentra el ministro Ensenada468; es más, una vez
466 El desarrollo de los trabajos expedicionarios y las tareas científicas y navales que llevaron a cabo Jorge
Juan y Antonio de Ulloa durante ese proceso están, como hemos visto, tan estudiados que en muchas
ocasiones se hacen afirmaciones que no constan de evidencia documental. Precisamente este ascenso está
sujeto a dicha circunstancia pues, al hacer referencia a su comandancia de naves en la defensa de los
territorios peruanos durante la guerra contra los ingleses, se suele afirmar que bien les ascendieron a
capitanes o iniciaron los trámites de su ascenso y no les fueron concedidos hasta su llegada a España. Al
margen de dichas suposiciones, según la hoja de servicios de Antonio de Ulloa consta su ascenso el 20 de
julio de 1746 y en esas fechas ya se encontraba en España. Hoja de servicios Antonio de Ulloa, AGMAB,
Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 586, ff. 6-10. 467 El hecho de hacer referencias a ambos oficiales no implica que estemos desviando la atención de nuestro
objetivo, Antonio de Ulloa. Esto se debe a que, aunque sus caminos ya podrían haberse separado, la realidad
es que sus caminos permanecieron unidos durante más tiempo y sus nombramientos y ascensos fueron muy
similares hasta el 25 de febrero de 1749, en que se nombra a Jorge Juan Alférez de la Compañía de
Guardiamarinas. Hoja de servicios de Jorge Juan, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620,
exp. 592, f. 4. Dicho nombramiento, en el caso de Ulloa, no se producirá hasta el 2 de noviembre de 1750,
Hoja de servicios Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 586, f.
6. Probablemente se trate de una cuestión de antigüedad pues, a pesar de convertirse en oficiales a la vez,
Jorge Juan sentó plaza tres años antes. Sea como fuere, a partir de ese momento sus caminos comenzaron
a separarse. 468 Los 9 años de estancia en américa de los dos marinos científicos no solo ocasionaron que los dos oficiales
ascendieran sino también que la realidad de la administración española se viese igualmente modificada.
Así tanto Patiño como Felipe V habían fallecido y en sus lugares se encontraban un nuevo rey; Fernando
VI y un nuevo secretario de Marina, Zenón Somodevilla, marqués de la Ensenada.
155
publicados los resultados de los trabajos, en 1748, serán dos capitanes de navío los que
se pongan a su servicio469.
Pero no solo serán los méritos o el rango militar los que sirvan al ministro para
decidir incluir a los dos oficiales en sus planes, sino que sus conocimientos y trabajos a
nivel científico fueron determinantes para tal fin. Bien es cierto que, cuando ambos
llegaron a la corte, tuvieron que enfrentarse a una nueva realidad, muy diferente a la que
dejaron al partir, diez años atrás. Aunque una vez consiguieron entrevistarse con
Ensenada, “prueba del excelente recibimiento que les hizo […] fue que éste los retuviese
a su lado, mezclándolos de continuo en sus vastos asuntos de estado y gobierno”470. La
cuestión es que el ministro quería hacer cambios a fondo dentro de la administración
española, desde todos los puntos de vista, para intentar conseguir, de esta manera, que
volviera a ser la potencia naval de primera fila que una vez fue. Para ello busca
información de los usos europeos, en especial, de aquellas potencias más avanzadas que
España y utiliza, con este fin, a personas de cierto renombre y versadas en asuntos
científicos y militares que le remitiesen todos los datos requeridos.
De oficiales a espías para el Estado
La situación de España en 1748 tenía visos de mejora, pero no conseguía poner
fin al atraso administrativo, político y científico en la que la tuvieron inmersa los
Habsburgo y que la situaban como potencia de segunda fila. En función de esto la
creación y desarrollo de las nuevas instituciones, los logros de la expedición geodésica,
los cambios que se estaban produciendo no eran suficientes. Todo lo que impulsaron los
primeros ministros borbónicos, especialmente las ideas de Patiño que había sido promotor
de muchos de los cambios, no llegaban a cristalizarse. A medida que avanzaban los
acontecimientos, más ambiciosos se hacían los objetivos y, por tanto, más difíciles eran
de conseguir, teniendo en cuenta los recursos españoles. Un ejemplo de las
modificaciones que se estaban produciendo es que las guerras pasaron de ser una
469 Hoja de servicios Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 1225,
ff. 6-10; Hoja de servicios de Jorge Juan, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, 592, f.
4. 470 Op. Cit. GUILLEN TATO, F, pp. 199.
156
demostración de fuerza a un conflicto donde táctica, desarrollo y ciencia se daban la mano
para conseguir la victoria.
A este respecto, España comenzaba a implantar cambios para adaptarse a los
nuevos tiempos; cambios en cuanto a técnicas constructivas, tácticas, obtención de
materiales para las dotaciones y pertrechos de las naves, etc. siendo el sector militar el
que necesitaba y llevaba buena parte de las modificaciones, por razones evidentes. Pero
esos cambios solo ponían de manifiesto las carencias que todavía existían. A nivel
científico, no se contaba con una Academia que aconsejara a la Corona sobre cómo
implantar las modificaciones que encaminasen a España a su ambicioso destino. De esta
manera y al calor, precisamente, de aquellos cambios que ya se habían producido y que,
se consideraban de gran utilidad con atisbos de buena consolidación, serán los militares
los que, por su formación, asuman el papel de nuevos científicos al servicio del Estado.
Bien es cierto que, con la entrada en escena de este nuevo grupo de marino-científicos se
intensifica el conflicto entre “la pluma y la espada”, pues serán los militares aquellos que
ocupen los puestos diplomáticos que, en otro momento, ocuparon cierto grupo de civiles.
Pero, también es verdad que, por la formación recibida, especialmente de aquellos
relacionados con la Marina, eran personas idóneas para llevar acabo las tareas que se
planteaban como más necesarias. Ellos serán precisamente quienes hagan divagarse la
necesidad de crear una Academia de ciencias, ocupando puestos en centros de enseñanza,
gabinetes, arsenales, minas, así como puestos de gobierno en ultramar.
Esta nueva situación se ve apoyada en el desarrollo y los resultados de la
expedición geodésica. El contacto con Francia, abre a España el camino de los usos
científicos en Europa, en donde encontrará las vías para alcanzar sus objetivos. La
intención era incorporar conocimientos y expertos europeos a España para poder así poner
fin a ese atraso, siendo especialmente la Armada el sector que, aún encontrándose más
necesitado, se convertiría en el hilo conductor de tales cambios. Navíos, tácticas,
instrumentos, arsenales, cartografía, maestros y un largo etcétera es lo que se pretendía
importar desde Europa. La cuestión es que desde ciertas potencias europeas no se vería
con buenos ojos la nueva posición que, de conseguirse, tendría España y que muchos de
los asuntos que Ensenada pretendía conocer no eran cuestiones que se dialogasen en
público. Con todo esto el ministro “entiende que muchos de los puntos de sus proyectos
157
de reforma requieren el asesoramiento de personas con profundos conocimientos
científicos”471.
Así, los resultados que publicó España con respecto a la expedición, a pesar de su
difusión472, no tendrían buena acogida en todos los estados europeos. Francia se veía
avergonzada por dicha publicación, pues no solo los resultados españoles fueron más
precisos473 sino que, además, sus amplias y detalladas publicaciones, dejaban en
evidencia a los sabios franceses que solo habían dado a conocer un puñado de datos que
en nada engrandecían la labor científica francesa. Los detalles sobre este malestar se
recogen en una carta enviada por el secretario de la embajada española en París, Ignacio
de Luzan474, en la que se afirma además que ante tal demostración de conocimientos La
Condamine bien podría acusar a los españoles de atribuirse datos que les pertenecían a
los franceses.475 Un desdén hacia España que no tendría cabida en el contexto de los
Pactos de Familia476 que significaban una sólida alianza entre ambos estados, pero la
realidad era muy diferente.
Dichos Pactos, se habían convertido en simples documentos pues la situación
entre ambas no era precisamente armónica y con el tratado de Aquisgrán (1748) esta falta
de armonía se había visto incluso intensificada. Esto se debe a que la nueva política
española estaba volcada a buscar el beneficio propio, podemos hablar de una política
centrada en lo nacional que no ve ya en la guerra ni en las alianzas con potencias externas
su principal motivo de interés477. La prudencia desde la fortaleza, esa será la línea a seguir
471 Op. Cit. LAFUENTE, A Y PESET, J.L, p. 234. 472 Con el fin de facilitar los contactos españoles con Europa, se difundieron copias tanto de las
Observaciones Astronómicas como de la Relación Histórica. Algo que se hizo en las principales Academia
Científicas, entendemos que no solo por la sabiduría de sus miembros quienes los interpretarían de la
manera correcta, dando informes a las respectivas Coronas, sino también esperando quizás la acogida de
Mr. Folkes en Inglaterra durante el tiempo que Antonio de Ulloa pasó en Inglaterra. 473 Esto no se reconocerá hasta el siglo XIX. 474 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea:
http://dbe.rah.es/biografias/12494/ignacio-de-luzan-claramunt-de-suelves-y-gurrea. Será un importante
contacto entre Antonio de Ulloa y Ensenada en su misión en Francia. 475 Carta de Ignacio Luzan a Ensenada, AGS, Marina, leg. 720. 476 En este momento, 1748, ya se habían firmado dos pactos entre ambas naciones. El primero en 1733 que,
entre otras cosas, favoreció la realización de los trabajos geodésicos y los segundos en 1743, cuando los
dos oficiales se encontraban aún en tierras americanas. 477 En esta nueva forma de actuar tuvieron la principal responsabilidad las dos grandes cabezas de la
gobernación española del momento, los ministros Ensenada y Carvajal. Quienes, aún teniendo ideas
distintas sobre el camino que España debía tomar para llegar a ser, de nuevo, potencia de primer orden,
consiguieron, no sin dificultad, encaminarla hacia sus propósitos. Carvajal abogaba por agotar la vía
diplomática para solucionar los conflictos exteriores, mientras que Ensenada era partidario de utilizar la
alianza francesa en contra de Inglaterra. Quizás la actitud francesa, enfocada en velar por sus propios
158
para España, por ello la primera y mayor medida será restructurar y mejorar el ejército y
la armada, esta última especialmente478. La situación internacional así lo requería,
Inglaterra seguía hostigando los territorios españoles allende los mares manteniendo su
intención de romper lo establecido en Utrecht y, además, temía el avance de su enemiga,
Francia. Que, por su parte, como ya hemos comentado, velaba exclusivamente por sus
intereses olvidando, a pesar de la alianza, los de España. En este sentido se enriquecía
con el tráfico comercial en las Indias orientales y occidentales manteniendo, con la corona
española una guerra económica de la que Francia salía muy beneficiada.
En función de esto, España encaminará su política exterior hacia el Atlántico
buscando no solo la protección de los territorios americanos sino también cubrir la
enorme demanda de productos manufacturados que, desde los territorios coloniales, se
demandaban cada vez en mayor cantidad, favoreciendo el contrabando por parte del resto
de potencias europeas. Este interés por el sector manufacturero también se relacionaba
con la necesidad de incrementar la producción de materiales para mejora de las
embarcaciones. En este sentido había que hacer hincapié también en la producción de
textiles, maderas, materiales para las jarcias, etc. así como, por supuesto, de productos
alimenticios como aceites y vino que eran indispensables para el comercio y para la
manutención de las tropas479.
Todas estas necesidades se convirtieron en motivos para que Ensenada escogiese
a quienes consideró con mayor cualificación para acudir a las principales ciudades
europeas con el fin de obtener información acerca de sus procederes en estas materias.
Unido a la necesidad de información también se necesitaba contar con sabios europeos
en los centros españoles para instruir a nuestros técnicos, militares y marinos en todos los
adelantos que provenientes de aquellas ciudades mejorarían la calidad de las naves
españolas, así como procurarían el adelantamiento de su ciencia. Esta nueva política,
intereses, en detrimento a veces de los españoles, como se reflejó en Aquisgrán, fue un punto de unión entre
ambos ministros para poder optar por un enfoque común. Sobre el particular: LINCH, J, La España del siglo
XVIII, Crítica, 2009, pp. 143-175. 478 Ensenada se dedicó a enviar informes al rey con el fin de poner en su conocimiento todos aquellos
aspectos que requerían de modificación, en uno de ellos, recalca esa necesidad de mejorar las dotaciones
militares españolas. Bien es cierto que se trata de un documento de 1751, cuando ya contaba con buena
parte de la información proporcionada por sus enviados a Europa, pero las necesidades son las mismas y
pueden utilizarse sus reclamos perfectamente en este caso. Exposición del marqués de la Ensenada al Rey,
acerca del estado general de la Nación en FERNÁNDEZ DURO, C, Armada española (desde la unión de los
reinos de Castilla y Aragón), tomo 6, Museo Naval, Madrid, 1973, pp. 378-380. 479 Sobre el particular: Op. Cit. LAFUENTE, A Y PESET, J.L, pp. 236-238.
159
regida por Ensenada, contó con un equipo de gentes de confianza y especializadas en las
materias requeridas de reforma, entre los que tuvo como comodines480 a Jorge Juan y
Antonio de Ulloa.
Como dos eran los hombres destinados a la nueva aventura europea, dos fueron a
las comisiones que se encargaron para la consecución de los objetivos de Ensenada, una
a Inglaterra y otra a Francia y las ciudades Europa occidental481. La primera, encabezada
por Jorge Juan, partiría con mayor celeridad que la de su compañero quien, aún teniendo
un objetivo más amplio por la cantidad de lugares a los que acudir y de materias a las que
dedicarse, contó quizás con menos dificultades. Así, el objetivo de Jorge Juan se centraría
en la construcción naval, materia en la que Inglaterra encabezaba al resto de potencias y
en la que el capitán de navío se encontraba versado por los conocimientos que había
adquirido junto a la geodésica aleccionado por el ingeniero de la misma, Pierre Bouguer.
Para la correcta realización de esta tarea Jorge Juan recibió instrucciones específicas de
Ensenada, estas tienen fecha de 27 de octubre de 1748482 y son precisas y muy completas
haciendo hincapié en cada punto objetivo de interés. De hecho, es muy curiosa comparar
el contenido de la Instrucción que es, prácticamente, un monográfico respecto a la
construcción naval con el de las cartas que se intercambian Fernando de Silva, duque de
Huéscar483, y el marqués de la Ensenada donde a penas se afirma que la pretensión del
ministro es enviar a Jorge Juan a instruirse, pero nada más484. Aún así, como se puede
observar, la Instrucción contenía objetivos bastante más amplios, por lo que no sería el
Capitán de navío quien acudiese a Londres a adquirir una formación que podía incluso
480 MERINO NAVARRO, J. P, “La misión de Antonio de Ulloa en Europa”, Revista de Historia Naval, Instituto
de Historia y Cultura Naval, nº 4, Madrid, 1984, p. 5. 481 Se Inglaterra se tomarían los datos inherentes a la construcción naval y de Francia el resto de elementos
que servirían a España para reforzar su Armada y su actividad comercial en América, pues según los
postulados planteados por Ensenada, España “vuelve sus ojos a Europa para aprender y a América para
enriquecerse” (cita tomada de Op. Cit. LAFUENTE, A Y PESET, J.L, p. 235). En definitiva, se trata de algo
parecido a lo que Patiño quiso hacer con la Academia de Guardiamarinas en 1717, tomar lo mejor y más
conveniente de cada una de las dos potencias principales, para que nuestra política naval en este caso se
convirtiese en lo más completa posible. 482 Instrucción reservada de lo que de orden del Rey debe observar el Capitán de Navío D. Jorge Juan en
los encargos del servicio de S. M que se le hacen, y se le explican aquí, cuyo desempeño se fía a su
inteligencia, prudencia y conducta. AMN, Ms. 2162, ff. 2-4. Publicada íntegramente por Op. Cit.
LAFUENTE, A Y PESET, J.L, pp. 249-252. 483 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea:
http://dbe.rah.es/biografias/8926/fernando-de-silva-y-alvarez-de-toledo. 484 Carta de Ensenada al duque de Huéscar, Buen Retiro, 19 de julio de 1748, en OZAM, D Y TÉLLEZ ALARCIA,
D, (eds.), Misión en parís. Correspondencia particular entre el marqués de la Ensenada y el duque de
Huéscar (1746-1749), Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2010, p. 622.
160
no necesitar, sino que iría acompañado de dos jóvenes oficiales enviados para su servicio
y para recibir dicha formación científica.
Efectivamente en la Instrucción de Jorge Juan, se le pide que seleccione de entre
los oficiales subalternos de la Armada o los guardiamarinas un par de jóvenes que
tuvieran como características ser “los más sobresalientes en las matemáticas, aplicados,
de entendimiento, viveza, buenos modales, y de distinguido nacimiento, y si pudiere ser,
que estén ya condecorados con la orden de señor Juan y sean en lo general bien
parecidos485”486. Sería entonces el propio marino el encargado de escoger a sus
acompañantes, tal y como se indica en el documento al que hacemos referencia,
basándose en unas características muy parecidas a las que se requirieron para su elección
y la de Antonio de Ulloa en la expedición geodésica. En su caso, dos guardiamarinas de
la promoción de 1742, un andaluz Pedro de Mora y Salazar y un extremeño, José de
Solano y Bote487. Comitiva con la que parten a Londres a emprender una misión que,
como hemos dicho, estaría plagada de dificultades ya que, aunque pudo entablar contacto
con los académicos de la Royal Society, de la que le hicieron miembro (fellow) y llevar a
cabo su cometido con la inestimable ayuda de Ricardo Wall488, tuvo que resguardarse, en
ocasiones, detrás de una identidad falsa. Incluso al conocerse, en agosto de 1749, sus
intenciones de captar y contratar ingenieros navales y maestros para la construcción y las
fábricas de lonas, su actitud fue tan mal vista que tuvieron que debieron cambiar tanto de
identidad como de domicilio. La situación se convirtió en tan tensa que, para paliar el
bloqueo de los ingleses terminaron por huir a Francia “disfrazados de marineros en el
mercante vasco “Santa Ana”, admitidos por su capitán Antonio de Hoyos”489
485 En lo referente al aspecto físico, Guillén Tato (en Op. Cit. GUILLEN TATO, F, p. 217) afirma que debía
poder pasar por ingleses. De hecho, en el caso de José de Solano y Bote, reproduce las palabras del propio
Jorge Juan quien apunta que Solano “ aunque no fuese tan blanco de rostro como se quisiera, excedía tanto
estudio e inteligencia a todos los de su cuerpo que se singularizaba en él”, Resumen histórico de lo más
esencial que produjo la comisión a Inglaterra del Capitán de Fragata D. Jorge Juan, AMN, Ms, 812. 486 Instrucción reservada de lo que de orden del Rey debe observar el Capitán de navío D. Jorge Juan en
los encargos del servicio de S. M que se le hacen, y se le explican aquí, cuyo desempeño se fía a su
inteligencia, prudencia y conducta. AMN, Ms. 2162, f. 2. 487 Op. Cit. DE VALGOMA, D, Tomo 1, Libro 3, p. 174. 488 Durante este tiempo entabla relación con Mr. Rooth, técnico naval del arsenal de Plymouth con quien
colaborará en la elaboración de planos y la construcción de navíos. A partir de estos trabajos descubre
errores en el sistema constructivo inglés que envía en sendos informes a Españas y que se conservan en el
Archivo General de Simancas. AGS, Marina, 316. 489 Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 150.
161
Muy distinta serán las misiones y estancias de Antonio de Ulloa, en cuyas labores
se basaba la segunda de las comisiones enviadas por Ensenada, aunque bien es cierto que
todo giraba en torno a la reforma de la Marina. No fue hasta medias de octubre de 1749
cuando el capitán de navío partió hacia su misión en Europa, algo lógico pues, al ser el
encargado de ultimar los detalles de la impresión de los resultados de la Geodésica, debió
aguardar en España hasta la publicación de los mismos. Así, los encargos de Antonio de
Ulloa guardaron, como hemos dicho, cierta similitud con los de su compañero Jorge Juan,
pero su campo de acción y las materias a tratar serían más extensas. Patricio Merino490 ha
analizado Instrucción491 que recibió Ulloa, firmada en Aranjuez el 28 de junio de 1749,
afirmando que consta de dos partes que se diferencia por su precisión, A media que se
amplia el radio de acción, las directrices se vuelven más imprecisas “ termina pidiéndose
a Ulloa todo sobre todos los países, desde Holanda hasta Rusia, e incluso […] sobre las
minas de azogue de Hungría, de Trieste y del Rhin”492.
La documentación y los informes al respecto es tan amplia y dispar como los
objetivos del mismo. Todo lo relativo a los primeros puntos de estudio pudo ser puesto
por escrito por Ulloa y enviado a la Corte española, de hecho, existe un listado que el
capitán de navío elabora a su regreso acerca de todos los datos que envío durante su
estancia en los principales arsenales y fábricas españolas, así como los que pudo recoger
en Francia, estancia que se prolongó desde enero de 1750 hasta marzo de 1751. Pero,
cuando su camino se dirige a la Europa occidental, desde Ámsterdam, las circunstancias
se precipitan y, como todo lo rodeado por las prisas (algo de lo que el propio Ulloa sabía
bastante si pasamos a recordar que probablemente fueron las prisas paternas las que
retrasaron su entrada en la Academia de Guardiamarinas, aunque las condiciones
finalmente resultaran generadoras de una carrera exitosa) queda, en la mayoría de los
casos, difuso e incompleto. Por ello, lejos de poderse hacer un seguimiento de la segunda
parte del viaje a través de documentos oficiales, lo que se han conservado son cartas
particulares que narran ciertos contactos que mantuvo en el resto de países y parte de sus
averiguaciones. De hecho, según Lafuente y Peset “cuando se le reclama la información
490 Op. Cit. MERINO NAVARRO, J. P, p. 8. 491 Instrucción reservada de lo que de orden del Rey ha de observar el Capitán de Navío D. Antonio de
Ulloa en los encargos del servicio de S.M que se le hacen, y se explicarán aquí, cuyo desempeño se fía a
su inteligencia, prudencia y conducta. AGS, Marina, 712, pp. 1-7. Se han publicado íntegramente por Op.
Cit. MERINO NAVARRO, J. P, pp.11-17 y Op. Cit. LAFUENTE, A Y PESET, J.L, pp. 252-260. 492 Op. Cit. MERINO NAVARRO, J. P, p. 8.
162
sobras las minas, Ulloa responde, en cifra, que la dará de viva voz a su llegada a Madrid,
con lo cual nos quedamos sin saber lo que se dijo” 493.
A pesar de todo lo apuntado, en este caso, dada la cantidad de información
existente sobre el tema, no vamos a acudir a las fuentes tradicionales, conservadas en el
Archivo General de Simancas494, sino que acudiremos a documentación contenida en
otros archivos y que pueden dar cuenta de la labor de Ulloa, especialmente en España y
los territorios franceses. Así, tal y como se recoge en la Instrucción el viaje de Ulloa se
iniciaría en la ciudad de Cartagena, con la misión de apoyar a Sebastián Feringán495 en la
cristalización del proyecto de remodelación del arsenal, permitiendo así la correcta
elaboración del plano del mismo496. Esta colaboración entre Ulloa y Feringán se ve
corroborada por un despacho que el Marqués de Ensenada envía al intendente de
Cartagena, Francisco Barroso, en el que le comunica que el Rey ha recibido y aprobado
el nuevo plano de Sebastián Feringán497 y le insta a que las obras respondan a este nuevo
plano, olvidando el anterior, y se realicen tal y como se marcan en el mismo, sin que
exista variación alguna de lo que se plantea en él. Pide, además que se le devuelva el
plano elaborado por Cipriano Autrán498 puesto que, a partir de ese momento, iba a quedar
en desuso499.
Una vez cumplido su cometido, según la Instrucción debía trasladarse, como
efectivamente hizo, a Barcelona donde se incorporaron los acompañantes que se le había
asignado. A este respecto cabe apuntar que, si comparamos las instrucciones de Jorge
493 Op. Cit. LAFUENTE, A Y PESET, J.L, p. 9. 494 El listado de los documentos se recoge en AGS, Marina, 712 y está reproducido íntegramente por Op.
Cit. MERINO NAVARRO, J. P, pp. 17-22, dicho autor pone de manifiesto su intención de hacer un estudio
sobre las mismas en un futuro, pero hasta hoy, no tenemos conocimiento de que se haya realizado. Además,
Op. Cit. LAFUENTE, A Y PESET, J.L, pp. 260-262 también aporta parte de dicho listado, pero lo combina con
la documentación que Jorge Juan envió a España. Y, cómo no, Op. Cit. SOLANO, F DE, pp. 152-155, que
utiliza el listado para detallar cada paso del recorrido de Ulloa de Cartagena a Francia. 495 Ingeniero militar artífice de la creación del plano del Arsenal de Cartagena. Real Academia de la
Historia, Diccionario Biográfico en línea http://dbe.rah.es/biografias/36552/sebastian-feringan-cortes. 496 Feringán había elaborado un plano del arsenal y, la misión de Ulloa, consistiría en que una vez
reconocido el terreno elaboraría, junto a él, otro que respondiese a las necesidades del terreno y fuera útil
para los planes de reforma de naval española. 497 Dicho plano se encuentra en AGS, Marina, Leg. 377 y está fechado el 18 de septiembre de 1749, pocos
días antes de la notificación de Ensenada. 498 Dentro de los diversos proyectos de modificación que se plantearon para el arsenal de Cartagena. Entre
1716 y 1782, Cipriano Autrán traza, en 1747 (Figura 10. Anexo) uno de los planteamientos que pueden
considerarse novedosos o, cuando menos, diferentes pretendiendo situar en el arsenal tres puertos
diferenciados, uno para el comercio, otro para los navíos y otro, por supuesto, para las galeras cartageneras. 499 Despacho de Ensenada a Francisco Barroso, Madrid, 27 de septiembre de 1749. AMN 0079, ms 0075
bis, doc. 52, f. 219.
163
Juan y Ulloa, tienen un punto discordante relativo a los acompañantes pues, mientras,
como ya hemos dicho, a Jorge Juan se le permite escoger a aquellos que considerase más
adecuados para asistirle en su misión europea, parece que Antonio de Ulloa no tiene esa
opción. De hecho, en el propio documento se recogen los nombres de los destinados a
acompañar al capitán de navío por la Europa Occidental. Así se escogieron, de nuevo, a
tres miembros de la Armada; dos marinos500, el sevillano Salvador de Medina Jorge, de
la promoción de 1742501 y el canario Alonso Pacheco Carabeo, de la de 1744502, junto
con un infante de marina503, el sevillano Fernando de Ulloa de la Torre, hermano del
capitán de navío.
Pero, estos dos últimos nombres junto con la fecha de expedición de la
Instrucción, posterior a la de Jorge Juan, pueden llevarnos a pensar que Antonio de Ulloa
sí intervino en su elección. El caso de Fernando de Ulloa es el más claro, su hermano
debió ser quien lo recomendase504 para acompañarlo e instruirse en Europa, siguiendo así
los designios familiares ya comentados, por los que los hijos del matrimonio Ulloa de la
Torre debería recibir la mejor formación para así situarse en puestos de importancia que
les permitieran mantener y incluso acrecentar el status familiar. En lo referente a Alonso
Pacheco, cabe decir que fue sustituido, a ultima hora, por José de Azcárate Ustáriz, oficial
navarro de la promoción de 1741505. Es, por tanto, bastante improbable que Ulloa no
tuviese nada que ver en su elección, siendo esto ratificado por un nuevo elegido, Enrique
Enriqui, a quien conoció en Barcelona y del que si bien no destacaba “ni su presencia ni
su elocuencia […] ponderaba Ulloa su habilidad y aplicación, no solo en bombardería,
sino en minas de metales”506. Todo esto, unido a que la Instrucción se elaboró después
500 En la Instrucción (AGS, Marina, 712, p. 1) se afirma que son guardiamarinas, pero teniendo en cuenta
el año de sus promociones y la fecha de inicio del viaje de Ulloa, ya deberían haberse graduado y, por tanto,
debían ser oficiales. 501 Op. Cit. DE VALGOMA, D, Tomo 1, Libro 3, p. 175. 502 Ibídem, p. 180. 503 Este cuerpo, si bien fue ratificado como perteneciente a la real Armada en 1717, goza de una mayor
antigüedad. Tiene su origen en los Tercios Viejos y en 1753, durante el reinado de Carlos I se asigna de
forma permanente en las galeras del mediterráneo recibiendo el nombre de Compañías Viejas del mar de
Nápoles, una unidad de arcabuceros preparados para combatir tanto en tierra como embarcada.
Posteriormente, en el reinado de Felipe II, al desaparecer la escuadra de galeras del mediterráneo fue
sometida a una serie de reformas teniendo en Cartagena su base principal. Además, en el contexto de la
conquista de Malta, fue dividida en tercios siendo el más importante el Tercio de la Armada del Mar
Océano que tuvo una participación fundamental tanto en la batalla de Lepanto como en la conquista de la
isla de las Terceras. 504 En este aspecto coinciden Op. Cit. GUILLEN TATO, F, p. 201 y Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 149. 505 Op. Cit. DE VALGOMA, D, Tomo 1, Libro 3, p. 170. 506 Op. Cit. GUILLEN TATO, F, p. 202.
164
que la de Jorge juan, podría indiciar que Antonio de Ulloa participó en la elección de sus
acompañante y esto fueron ya recogidos en el documento en cuestión.
De todo esto, lo que nos interesa, además de su actividad en Barcelona que está
corroborada tanto por los documentos que sabemos que envió y a los que ya se ha hecho
referencia como por los trabajos que realizó posteriormente, es que en el ínterin entre su
estancia en Cartagena y en Barcelona, acudió también a otra ciudad levantina, Valencia
de la que también dejó testimonio escrito. Así, recoge las averiguaciones y estudios que
realizó en su corta estancia en los territorios costeros levantinos, en dos memorias
referentes a la costa de Valencia y el lago de la Albufera y de la playa de Vinaros507.
Ambos documentos se interrelacionan basándose en la necesidad de crear puertos a
resguardo de los vientos y de mejorar la condición de las naves españolas para adecuarlas
a las necesidades de la zona e impedir, por tanto, que otras potencias extranjeras,
especialmente Francia, se beneficie de su comercio.
En este sentido, al respecto de la costa de Valencia explica la riqueza y fertilidad
de dicha tierra, donde abundan, además de una gran cantidad de frutos sobre los que se
asienta el comercio español, haciendo una referencia muy especial a la seda, llamándola
“patria natal de la seda”508. A toda esta abundancia le respalda, según Ulloa. El hecho de
que se trate de un importante almacén de frutos para la monarquía pero,
contradictoriamente, a esta buena condición se le une un escaso comercio del que se
benefician otras naciones planteando, por una parte, la necesidad de crear un puerto
seguro que permite a las naves españolas acceder a ese comercio que, debido a las
condiciones orográficas y propias de sus naves, se les ve prácticamente negado. Por este
primer motivo describe el Puerto del Grau que se describe como totalmente abierto a los
vientos y castigado por los envites del mar, una condición que genera que los barcos
españoles, debido a sus características encallen509 imposibilitando que esto se hagan
cargo del comercio que se deja en manos francesas o genovesas negando, como hemos
dicho, que España se beneficie de su propio comercio. Por este motivo aconseja la
creación de un puerto seguro y protegido de los vientos en el que puedan penetrar naves
españolas de todos los tamaños para favorecer el comercio que facilita su fértil condición.
507 AMN 0201, ms. 344, Doc. 3, ff. 60r- 66v. 508 Costa de Valencia. Reflexión sobre la Albufera. AMN 0201, ms. 344, Doc. 3, f. 61r. 509 En este punto hace referencia a la playa de Vinaros de la que hablaremos posteriormente.
165
La cuestión es que, según Ulloa, la industria española no está preparada para conseguirlo,
algo que corrobora por medio de sus investigaciones destacando la existencia de dos
puertos anteriores (uno de pierda y otro de madera) que, por su ineficacia, habían quedado
en desuso y destruidos por la acción del mar y el viento.
Así, expone que con el fin solucionar este problema se proyectaron dos
alternativas, de un lado, asentar un puerto en la ensenada que se forma en zona noroeste
del cabo de Cullera, que recibía el mismo nombre que el cabo y se encontraba “cubierta
de los levantes, por la punta o cabo Cullera, pero no de los vientos sureste y sur”510. Por
este motivo se plantea la segunda alternativa, un proyecto de puerto, realizado por un
Capitán General de Valencia511 consistente en construir un canal desde la ensenada
Cullera al lago Albufera con el fin de que las naves españolas, con un mayor calado,
pudiesen entrar aprovechándose de la profundidad de las aguas del lago, ratificada por
los pescadores de la zona. Este último proyecto se vio interrumpido no solo por la muerta
de dicho Capitán sino por la oposición de un vecino rico del lugar a quien pertenecía “la
utilidad de la pesca”512. De todos modos, aunque no aporta ninguna otra explicación
acerca de la supresión de dicho proyecto, Ulloa considera que se trata de la mejor opción
afirmando, además, que podía realizarse sin mayor problema. Pero, a pesar de esto, dada
su corta estancia en el lugar, considera que para emprender una obra de tal magnitud e
importancia debía realizarse un nuevo examen de la zona, por medio de personal
cualificado para ellos. Partiendo de dicha consideración pide, para los futuros exámenes,
que tengan en cuenta que la comunicación existente entre el Grau y la Albufera debía
mantenerse pues, su complicado acceso impedía que las naves extranjeras llegasen al lago
con facilidad.
En el segundo documento, hace referencia a la incomodidad de la playa de
Vinaros513 que impide la entrada de las naves españolas generando que el comercio se
realizase en naves francesas que contaban con un menor tonelaje. En función de esto,
plantea como debía modificarse y dotarse las naves españolas para solucionar este
510 Costa de Valencia. Reflexión sobre la Albufera. AMN 0201, ms. 344, Doc. 3, f. 62r. 511 Antonio de Ulloa no aporta su nombre en este documento, es probable incluso que no lo conociese y
solo hubiese tenido noticias del proyecto. 512 Costa de Valencia. Reflexión sobre la Albufera. AMN 0201, ms. 344, Doc. 3, f. 62r. 513 Reflexiones sobre la playa de Vinaros. Ibídem, ff. 65r-66v.
166
problema. De esta manera, considera que debían dotarse con una mayor cantidad de
tripulantes que las francesas, para que así se pudiesen manejar más velas y remos (algo
que las francesas no necesitaban pues no contaban con remos y estaban dotadas de una
sola vela) y garantizasen la defensa de las naves. Esta adaptación no supondría cambio
alguno pues, al aumentar la dotación también se aumentaban los costos, por ello, los
comerciantes preferían optar por naves extranjeras para el transportar de productos.
Además, aunque se implantase dicha medida, los costos serían prohibitivos para el
Estado, por tanto, las perdidas serían iguales e incluso mayores. En función de esto Ulloa
plantea como nueva solución que se construyesen naves españolas de mayor tonelaje para
dicha zona, con el fin de que se pudiese garantizar su defensa sin necesidad de tantos
hombres.
En este punto, se encuentra con el mismo problema que en el documento anterior,
motivo por el que podemos afirmar que ambos documentos se interrelacionan, y es que
no existía un puerto con datación suficiente como para construir dichas naves; de nuevo
la industria española era insuficiente. Además, según Ulloa unido a la imposibilidad de
situarlo en las zonas anteriormente descritas, tampoco podía situarse en la playa de
Vinaros, por las razones que ya se han expuesto. Así considera que, si bien un puerto de
tal magnitud no podía construirse en la costa levantina, sí que podía plantearse otro acorde
a las condiciones de las naves en uso en aquel momento, llegando incluso a proponer el
enclave adecuado, la Peña de San Vicente. En definitiva, a pesar de sus consideraciones,
no deja de proponer una nueva revisión, mucho mas exhaustiva. Todo ello, reiterándose
en la intención de frenar el avance del comercio francés, motivo por el que las relaciones
entre ambos países se encontraban en crisis y uno de los objetivos que se le plantean en
la Instrucción.
La llegada a Barcelona se produjo el 28 de agosto de 1749, por su parte los
documentos referentes a su estancia en Valencia (que solo duró unos días) están fechados
en 6 de septiembre de 1749, su estancia en la ciudad condal no se prolongaría por mucho
tiempo más. Algo que se refleja tanto en la Instrucción donde, directamente, se le pide
que no permanezca en ella “más tiempo que el preciso”514 para realizar las tereas que se
514 Instrucción reservada de lo que de orden del Rey ha de observar el Capitán de Navío D. Antonio de
Ulloa en los encargos del servicio de S.M que se le hacen, y se explicarán aquí, cuyo desempeño se fía a
su inteligencia, prudencia y conducta. AGS, Marina, 712, p. 2.
167
le encomendaban y poner rumbo a su principal destino, París; como en una carta que
Ulloa envía al marqués de la Ensenada fechada en Marsella el 20 de noviembre de
1749515. En ella avisa de su marcha a Toulon para proseguir con las actividades que se le
habían asignado, aunque curiosamente afirma en la carta que lo hace para “satisfacer […]
los deseos de mi curiosidad”516; podemos entender que es una forma de hablar y que, en
cualquier caso, el deber y la curiosidad no son contrarios en absoluto y bien podrían
complementarse. En definitiva, se refiere a una información obtenida en Toulon acerca
de su Arsenal y que podría solucionar cierta problemática planeada en su momento en
Cartagena, motivo por el que afirma enviar un informe detallado de dicha cuestión pero
que lamentablemente no se adjunta con este documento517. Aún así, deja a consideración
de Ensenada lo que deba difundirse respecto a estos estudios que no debieron ser
excesivamente descabellados cuando la propia carta nos ofrece, como último dato, que
su contenido fue remitido a Feringán en Cartagena y a Cosme Álvarez518 en Ferrol.
A este respecto lo que nos interesa es resaltar que en noviembre de 1749 ya se
encontraba en Francia en la que permanecería hasta marzo de 1751. Los documentos
ratifican un recorrido que, en sus inicios mantuvo lo que se indicaba en la Instrucción
bajo la afirmación constante de que su objetivo era un viaje a París, con fines académicos,
se dirigieron a Marsella, desde donde comenzó a instruir a sus jóvenes acompañantes519,
y Toulon para revisar sus puertos. Así como en L’ Orient, Brest, y Rochefort, donde hizo
lo propio, siguiendo el Canal de Languedoc que aprovecharía también para estudiar,
basándose en la importancia que los caminos acuátiles tendrían para España520. Cabe
destacar también su paso a Lyon, desde Brest, donde sus estudios sobre arsenales y
puertos tuvieron que ver especialmente con su actividad comercial, especialmente lo que
515 Carta de Ulloa a Ensenada. Marsella 20 de noviembre de 1749. Cuenta con una nota manuscrita del
almirante Lobo en el margen central izquierdo del verso de la primera hoja “un hombre verdaderamente
sabio”. Biblioteca Lobo, 3750. Colección autógrafos. Biblioteca Luis Berenguer. 516 Carta de Ulloa a Ensenada. Marsella 20 de noviembre de 1749. Biblioteca Lobo 3750. Colección
autógrafos. Biblioteca Luis Berenguer, f. 1v. 517 En el listado que Ulloa aporta (AGS, Marina, 712) a cuyas reproducciones hemos hecho ya referencia.
Se recoge una carta de la misma fecha que trata precisamente de las técnicas constructivas del arsenal de
Toulon, precisamente el complemento que necesita la misiva que se conserva en la Biblioteca Lobo, 3750. 518 Teniente general encargado de las obras del Arsenal de Ferrol en 1750. Datos biográficos en
https://www.diariodeferrol.com/articulo/ferrol/cosme-alvarez-rios/20160911000032165613.html. 519 Sobre esta cuestión se trata en: Op. Cit. GUILLEN TATO, F, pp. 202-203. 520 De hecho, se mejorarán tras este viaje, teniendo como ejemplo más claro el Canal de Castilla.
168
tenía que ver con el comercio de la seda521; tarea que también realizó en Bordeaux, Nantes
y Bayona. Como vemos los pasos son claros, se reflejan en los documentos, siguen
perfectamente la Instrucción y las tareas a realizar giran a torno a los mismos objetivos,
haciéndose mayor o menor hincapié en las actividades según la importancia que tuvieran
en cada uno de los lugares de destino522.
Finalmente, París será el gran centro de operaciones, desde enero de 1750 y con
algún traslado secundario Ulloa y sus compañeros se mantuvieron más de un año en la
capital francesa. Allí, los objetivos se ampliaban de lo puramente técnico a lo académico
siendo, en este punto, donde se puede considerar que su labor de espionaje se consolidaba,
ya no solo se trataba de averiguar usos constructivos, empleo de fortificaciones,
levantamientos u obtención de planos, la intención era además conocer, de un lado,
entender y absorber todo la información posible acerca de como funcionaba una ciudad
de tal magnitud, para así mejoras la infraestructura de las ciudades españolas desde todos
los puntos de vista523. En este sentido, la tarea de mayor importancia y complicación sería
que sirviéndose de su posición deberían conocer, desde dentro, los planes de la Academia
de las Ciencias de París524 y bloquear aquellos que no resultaban beneficiosos para
España.
Por ello, amparados en su firme intención de proteger los territorios españoles en
ultramar, en el momento en el que Antonio de Ulloa entabló relación con los académicos
de París y se sirvió de sus relaciones antiguas y nuevas525 para acceder a diferentes mapas
y planos que tenían que ver con la política naval francesa. En especial, bloquear la
521 Con respecto a este punto podríamos perfectamente retrotraernos a los documentos alusivos a los puertos
valencianos, donde se trata el tema del comercio especialmente de la seda en barcos franceses debido a la
inoperancia tanto de los puertos como de las naves españolas. 522 No se ha mencionado el interés por conocer su actividad en los territorios americanos, en cuanto a naves,
colonias, defensas, comercio, etc. pero teniendo en cuenta los datos aportados al inicio queda claro que se
trataba de un tema bastante importante y digno también de estudio que se refleja en los objetivos que se le
plantean a Ulloa para esta misión y que, por supuesto, también se cumple a lo largo de su periplo europeo. 523 En este sentido es muy destacable el interés por mejorar la eliminación de aguas residuales en España y
proporcionarles así una mayor limpieza a las ciudades, especialmente de Madrid, donde se situaba la Corte. 524 Al respecto de la Academia deberían conseguir copias de sus estatutos fundacionales y su normativa
interna. Algo que harían extensivo también al resto de academias europeas. No en vano la intención era
recopilar toda la información posible para poder crear una en España algo que, como ya hemos dicho, no
llegó a llevar a cabo. 525 No podemos olvidar que en la Academia de Ciencias de París encontraría a Bouguer, La Condamine y
Godin, sus compañeros franceses en la expedición geodésica.
169
publicación de un par de planos, elaborados de Pedro Maldonado526 quien la había
encomendado a La Condamine su publicación, algo que precisamente Ulloa debería parar
pues no convenía a los intereses de España que los datos que referenciaba tanto de la
demarcación del Reino de Quito como de la provincia de Esmeraldas527, se dieran a
conocer.
Pero, al margen de todas sus averiguaciones y de los documentos que dan
testimonio del buen hacer de Ulloa sus compañeros, debemos destacar la parte formativa
de su misión. Así, no solo se trataría de que los jóvenes que le acompañaban y él mismo
adquiriesen la mayor cantidad de conocimientos posibles de los modos de aquellos
territorios, sino que se le requería enviar a España materiales, libros y especialistas que
colaboraran en la formación de los oficiales y técnicos españoles. En el mes de junio,
después de su mala experiencia en Londres, Jorge Juan había llegado a París, se unió a la
comitiva franceses con el objetivo de adquirir libros de temática naval que pudieran
enviarse a España. En este momento parece que las cosas comenzaron a complicarse, la
labor de los españoles comenzaba a estar mal vista en Francia y la presencia de Jorge
Juan no colaboró en que la situación cambiase. Todo lo contrario, verlos juntos creaba
aún más recelos por lo que se le dio la orden de regresar a la Corte528.
Y de todo esto han quedado testimonios en algunas de las misivas envidas por
Ulloa. La primera de ellas se relaciona con el envío de personal especializado a España,
se trata de una carta fechada529 en París el 10 de abril de 1750530. En ella afirma haber
asistido a una sesión pública de la Academia de Ciencias de París, de la que terminaría
526 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea: http://dbe.rah.es/biografias/12720/pedro-
vicente-maldonado-y-sotomayor. 527 Todo esto tiene que ver con la construcción de un camino entre Quito y Esmeraldas que corrió a cargo
de Pedro Vicente Maldonado, a cambio de recibir prebendas por parte de la Corona. Así, partiendo del
deseo de introducir en el sistema de las audiencias a territorios aún ajenos, en parte a la colonización, y
amparados en la necesidad de mejorar el contacto comercial entre Quito y Panamá que se realizaba por una
senda en la zona de Guayaquil, se plantea la creación de un camino por la provincia Esmeraldas, que ofrecía
innumerables beneficios debido a su fertilidad y excelente orografía. Sobre el particular: SÁNCHEZ
ASTUDILLO, M, Prosistas de la colonia, siglos XV-XVIII, Biblioteca ecuatoriana mínima, Quito-Ecuador,
1960, pp. 398-462; Op. Cit. LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, pp. 157-195. 528 Op. Cit. GUILLEN TATO, F, pp. 203-204. 529 Esta carta coincide, en fecha, con una de las que se conservan en AGS, Marina, 712 pero, difiere en su
contenido. A este respecto cabe apuntar que, la correspondiente a la fecha a la que se hace referencia en
este caso, pertenece al grupo que trata de los libros que envía Ulloa desde París y esta alude a una memoria.
Así respecto al montante documental correspondiente a las memorias enviadas, ninguna de las cartas
corresponde con la fecha en cuestión. 530 Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, exp. 1225, ff.
74-77.
170
siendo académico correspondiente, donde se dio lectura a una memoria referente a la
construcción de las agujas de marear o agujas magnéticas. Su autor, Jean-Baptiste du
Hamel proponía la implementación de un nuevo método de fabricación que, a
consideración de Ulloa podría evitar los fallos que presentaban las que se usaban en
España. La cuestión planteada radicaba en que dicho académico había descubierto el
método de fabricación inglés por medio de la experimentación pues, dicho método se
había mantenido en secreto. Se trata pues de algo que Ulloa, ante los ya mencionados
errores que, según él, presentaban las agujas de marear españolas, considera de gran
utilidad para la Marina y, por ello, anuncia que ha pedido que se le facilite una copia de
la memoria.
La única salvedad que platea al respecto es que, se le ha puesto como condición
que sólo se le entregaría cuando se leyese en la Academia. Entendemos, a este respecto,
que se refiere a la lectura en una sesión académica o bien a la lectura por parte del censor
de la misma previo a la publicación. Siendo quizás, esto último a lo que se refiriese Du
Hamel debido a que, además, Ulloa informa que se le ha pedido que España se abstenga
de su impresión hasta que no tenga noticias de su aparición impresa en las memorias de
la Academia de Ciencias de París. Por estas razones, teniendo en cuenta que el capitán
de navío tendría que marcharse antes de que todo esto se produjese, no solo pide al
gobernador Ignacio Luzán531 que se encargue de enviarlo a Ensenada, sino que, además,
comenta que, dado que la impresión se iba a demorar en exceso, la había solicitado
manuscrita para poder proceder a su estudio lo antes posible.
Pero a pesar de que la carta indica la presencia de Ulloa en la Academia de las
Ciencias, así como su relación con los académicos, el acceso a la documentación y su
conocimiento de los adelantos franceses. Lo que nos interesa es un pequeño fragmento
de este documento en el que muestra que Antonio de Ulloa cumple con una de las tareas
recogidas en la Instrucción, en la que se le pide que “alguno o algunos maestros y oficiales
sobresalientes […] que vengan a España, a los cuales se mantendrá religiosamente lo que
531 De hecho, el documento contiene la respuesta de Ensenada (realmente no tiene firma, pero debió salir
de su despecho ya que iba dirigida a él) donde afirma que esperará la copia de manos de Luzán y garantiza
que no va a imprimirse.
171
contrataren”532. En él, a tenor de la memoria de du Hamel, plantea lo mismo que llevó al
académico francés a descubrir el nuevo método constructivo, la experimentación. Debido
a esto no solo planteaba, como hemos dicho el estudio de dicha memoria, sino que además
proponía que, siempre que a Ensenada le parecía aplicable en España y oportuno,
permitiese que el piloto mayor de la Armada francesa para supervisar su construcción y
uso en los barcos españoles. Esta propuesta se basa en el convencimiento de Ulloa de que
era necesario experimentar con ellas pues, si bien consideraba que el método tenía un
fundamento teórico sólido consideraba que, a la hora de llevarla a la práctica, todo podía
cambiar, generando así tantos o más fallos que las que se utilizaban entonces. Por ello,
pedía que el piloto mayor viajase a Cádiz para supervisar la construcción de las nuevas
agujas de marear y estas se instalaran, una en cada barco, en las naves españolas para así
poder comprobar su efectividad.
El segundo testimonio tiene que ver con la presencia de Jorge Juan en París y
sobre el envío de manuales especializados a España. Podemos encontrarlo en un par de
cartas fechadas en París, en diciembre de 1750, los días tres y veinte respectivamente533,
en las que el contenido de la mayoría de los documentos giraba en torno a la formación
de los pilotos disciplina en la que, según Ulloa, España cuenta con grandes dificultades.
Así el día tres de diciembre notifica el envío, desde el mes de abril del mismo año, de una
serie de paquetes con diferentes libros de entre los que destacan veinte ejemplares de
cartas marítimas alusivas a territorios costeros de territorios franceses, americanos y
africanos, extraídos de diversos atlas marítimos franceses. Inicialmente apunta a que
debían ser distribuidos en la Secretaría de Marina y la Academia gaditana, pero luego
hace alusión a que existen cinco ejemplares de cada uno de los territorios y que serían
estudiados por él, Jorge Juan y los tres jóvenes que le habían acompañado, siempre y
cuando Ensenada no considerase oportuno que se les diese otro uso. Dicha afirmación la
remata diciendo que espera que el rey considere provechoso el contenido de dichos libros,
con lo cual, entendemos que lo que Ulloa está expresando es un doble deseo, satisfacer
532 Instrucción reservada de lo que de orden del Rey ha de observar el Capitán de Navío D. Antonio de
Ulloa en los encargos del servicio de S.M que se le hacen, y se explicarán aquí, cuyo desempeño se fía a
su inteligencia, prudencia y conducta. AGS, Marina, 712, p. 3. 533 Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, exp. 1225, ff.
15-21. Estas dos cartas también presentan coincidencia en fecha con las conservadas en Simancas. En este
caso, la correspondiente al 20 de diciembre, coincide totalmente, pero la del día tres, a pesar de coincidir
en fecha y contenido, en Simancas, se conserva separada haciendo alusión a los libros, por un lado, y a los
mapas, por otro.
172
su curiosidad intelectual estudiando los ejemplares por si mismo pero que, a la vez, sean
tan buenos que se considere más útiles en otras manos.
Notifica además el envío de cartas marítimas contenidas en sus equipajes, tanto
en el suyo como en el de Jorge Juan, correspondientes a sus anteriores estancias. De
hecho, tal era la cantidad de informes que Jorge Juan obtuvo en Inglaterra que, con dichos
documentos, adjunta unos planos que se habían impreso en territorio anglosajón sobre
“las plazas de guerra de Flandes y Holanda”534, destino al que precisamente tendría que
acudir Antonio de Ulloa al salir de París, con lo que lo más probable es que dicha
información le hubiese servido para preparar su estancia. Finalmente, envía una serie de
libros alusivos a la temática militar, así como cartas geográficas y una serie de ordenanzas
emitidas por Luis XIV referentes a la misma temática. De hecho, informa haberse
quedado con parte de documentación relacionada con el territorio y el comercio
americano, afirmando que la enviará en cuanto le sea posible.
Por su parte, en la siguiente misiva, redunda en las alusiones a todo lo referente
con las técnicas de pilotaje que tan necesitadas estaban de mejoras. Por ello, envía un
libro titulado Le Petit Flambeau de la mer, ou le véritable guide des Pilotes còtiers535
para el que no solo, lógicamente, recomienda su traducción sino que, además, apunta a la
necesidad de que se le realicen variaciones, durante la misma, para adaptar su contenido
a las costas españolas. En este sentido, considera necesario que se le haga llegar al Piloto
Mayor de la Armada debiendo, para cumplir con dicha tarea, formar una junta de pilotos.
Así mismo, debían traducirse, de igual manera, unas cartas de marear de las costas de
España, Francia, Inglaterra y Holanda que, Antonio de Ulloa considera que habrían sido
y son de gran utilidad para los pilotos españoles realizando la siguiente afirmación:
“en la ultima guerra les hubiera sido de gran provecho, cuando pasaron a Escocia, a llevar socorros
al pretendiente; uno de los cuales me consta que haberse perdido, ínterin me hallaba en Inglaterra;
por no saber el piloto las horas en que las mareas, eran favorables para aterrar”536
534 Carta de Antonio de Ulloa al marqués de la Ensenada, París 3 de diciembre de 1750. Expediente Antonio
de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, exp. 1225, f. 17. 535 La pequeña antorcha de mar o la verdadera guía para los pilotos costeros. Carta de Antonio de Ulloa
al marqués de la Ensenada, París 20 de diciembre de 1750. Expediente Antonio de Ulloa. Ibídem, f. 20. 536 Carta de Antonio de Ulloa al marqués de la Ensenada, París 20 de diciembre de 1750. Expediente
Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, f. 21. Entendemos, por los
datos a los que hace referencia que alude a la Guerra del Asiento.
173
Todo esto, lo completa con tratados de maniobras de naves de todos los tamaños,
así como de datos alusivos a dichos navíos según los estudios realizados en los diferentes
arsenales que, por supuesto, también habría que traducir y modificar por parte de los
pilotos537.
En los primeros meses de 1751, un año aproximado de estancia en París, no sin
antes haber tenido problemas con aquel último acompañante que el mismo había elegido.
Por sus capacidades encargó a Enriqui conocer el método francés para la fundición del
cobre con el que cubrían los cascos de los navíos para impedir la acción de la broma. Pero
no aportó absolutamente nada, de manera que “por su incompetencia se le ordenó su
regreso a España”538. Tras esto, ponen rumbo a Holanda donde, continuaron estudiando,
informando y contratando, a tal nivel y rendimiento que Ensenada llegó a pedirle que
regresara a España a lo que Antoni de Ulloa se niega movido por su enorme curiosidad
intelectual. Así prosigue un viaje por Hamburgo, Copenhague y los países del Báltico
donde pudo observar absolutamente todas sus características, desde todos los puntos de
vista, hasta llegar a Estocolmo, donde tuvieron la oportunidad de ser recibidos por un
nuevo monarca, si tenemos en cuenta que ya habían sido recibidos por Federico V de
Dinamarca.
Así, en esta ocasión sería Adolfo Federico II quien le permitiría asistir a los fastos
de su coronación, motivado por la importancia que suponía tener a cuatro sabios
españoles entre sus invitados. Posteriormente nuevos contactos cortesanos se les irán
poniendo por delante, acompañados de sus nuevos destinos en Berlín fueron recibidos
por la reina madre y en Postdam por el propio Federico “El Grande” quien les invitó a
compartir su de su mesa, en un almuerzo en que, por avatares del destino, también estaba
presente Maupertuis, el también académico francés que encabezó la expedición a
Laponia, dentro de la geodésica539. Tras lo que pareció ser una amena conversación, el
537 A todo esto, hay que añadir las averiguaciones realizadas y las informaciones enviadas referentes, por
ejemplo, al sistema de archivos francés pues España quería levantar un archivo seguro para la corona, libre
de incendios como el que asoló el Alcázar de Madrid y por el que los documentos más importantes se
conservaban en Simancas, con las incomodidades que eso generaba a la hora de poseerlos en el momento
preciso. Podemos adicionar también lo referente a la Academia de las Ciencias de París que situaba a
Francia a la cabeza del desarrollo científico, sobre la que se emitieron también informes que, con el tiempo,
fueron la base para la creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 538 Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 151. 539 Op. Cit. GUILLEN TATO, F, p. 207.
174
monarca intentó que Ulloa permaneciese más tiempo en la Corte, a lo éste terminó por
negarse con el fin de proseguir su camino de vuelta a Francia, que se vería azotado por
los estragos del invierno. Finalmente, compartiendo el deseo de regresar a España con el
de proseguir su viaje por más tiempo, con el fin de conocer muchos más lugares, se
mantuvo durante un período más en territorio francés para, posteriormente regresar a
Madrid.
Participación en la política de los últimos años de Ensenada
A partir de este momento, Antonio de Ulloa, lejos de continuar su labor como
marino, sigue avanzando en su actividad científica participando en los planes de reforma
del Marqués de la Ensenada. Y es que, efectivamente “el viaje de Ulloa por Europa tuvo
una segunda parte en España, tan provechosa como la primera, pero con otro carácter”540.
Así mientras que en su viaje el objetivo era la investigación y el estudio de los avances
científicos y técnicos de las principales ciudades europeas, juntos con la captación de
material y la contratación de expertos amén, por supuesto, de la formación tanto propia
como de sus compañeros. Su misión, o misiones, en España tendrían un fin práctico, de
aplicación de aquellos conocimientos en busca de establecer mejoras que cumplieran con
los fines reformistas del Estado. Así, la labor de Ulloa se diversifica, se hace compleja,
acelerada y diversa, participando en las mayores obras constructivas y reformadoras de
los principales puntos a mejorar.
La situación económica era favorable, solo se necesitaba ciencia y expertos en
ella, por lo que Antonio de Ulloa, de febrero de 1752 a mayo de 1755, estuvo al frente de
muchas de las actividades planteadas por el secretario de Marina e Indias, no en vano
representaba el equilibrio perfecto entre conocimientos y vocación de servicio, entre
ciencia y obediencia. Al aunar en su persona las condiciones de marino y científico era el
sujeto idóneo pues la estructura científico-académica se superponía con la militar y
aunque no desaparecieron los conflictos y recelos entre ellas, un marino-científico, la
fusión de las dos estructuras generaba los rápidos resultados que se requerían siendo,
como hemos dicho, lo que se necesitaba en España en ese momento. Esto, entre otras
cosas, estaba motivado por la situación de la política exterior que, desde la paz de
540 Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 156.
175
Aquisgrán, se había mantenido estable pues no se había iniciado otro conflicto armado en
el que España participase541. Así, con Ulloa a la cabeza y con el trabajo de los expertos
europeos comenzaron a llevarse a cabo una serie de proyectos dispuestos a fortalecer la
situación económica y los recursos del país, de entre los que podemos destacar en primer
lugar la construcción del Canal de Castilla542. Ciertamente esta, como las demás obras de
Ulloa en este período, han sido como afirma Francisco de Solano “estudiadas
monográficamente en muy pocos casos. Existen muchas referencias a sus trabajos, pero
inconexas y vagas; y las más de las veces incorrectas”543 y no pretendemos completarlas
ni estudiarlas a fondo, simplemente resaltar el papel del Capitán de Navío en estos casos.
Como hemos dicho, Antonio de Ulloa vivió, entre 1752 y 1755, a caballo entre
varios proyectos, así en el caso del Canal de Castilla se dedicó a la supervisión y a la
elaboración de proyectos a tenor de la labor de colaboradores como el ingeniero francés
Charles Le Maur, quien se encontraba en España desde el momento en que, el propio
Ulloa, lo contrató en su primera estancia en París en 1750. La creación de dicho canal,
canales en realidad544, puede considerarse “una de las empresas más ambiciosas e
imaginativas acometidas por la Ilustración”545. Pues se trata, dentro de la política
reformista de los Borbones, de un plan que apostaba por la mejora de las comunicaciones
interiores del país. Castilla y León se encontraban aisladas del mar, por el norte debido a
la Cordillera Cantábrica y por el sur por las de Gredos y Guadarrama, algo que
imposibilitaba la entrada y comercio de sus propios productos. De esta manera, se trataba
de crear, por un lado, caminos que atravesasen estos sistemas montañosos y, por otro,
utilizar las vías fluviales como caminos para la apertura de las ciudades castellanas. Así
mientras que las obras destinadas a los caminos de tierra se realizaron en un lapso de
541 Por supuesto todo este proceso es bastante más complejo y puede consultarse en HELGUERA QUIJADA, J,
“Antonio de Ulloa en la época del marqués de la Ensenada: del espionaje industrial al canal de Castilla
(1749-1754)”, Op. Cit. Actas del II Centenario de Antonio de Ulloa, pp. 197-199. 542 Formar el proyecto y dirigir los Canales de Castilla, del que dejó hecho un especio de cerca de 6 leguas.
Literalmente así se refiere Antonio de Ulloa en su relación de servicios, no a la que hemos hecho referencia
hasta ahora, sino una redactada en 1787 contenida también en su expediente personal. Relación de servicios
Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 586, ff. 99-106. 543 Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 157. 544 En el Proyecto General de los Canales de Navegación y Riego para los Reinos de Castilla y León,
elaborado por Ulloa en 1753, se plantea la creación de cuatro canales: el Canal del Norte (por el río Camesa,
en Reinosa, cruzando Palencia, hasta el valle del Carrión donde comenzaba el siguiente) el Canal de
Campos (por Palencia y Valladolid llegando por Medina de Ríoseco hasta Grijota, donde se bifurcaba en
los otros dos canales existentes) el Canal del Sur (por el río Carrión hasta dueñas, desembocando en el
Pisuerga y, desde allí, hasta Valladolid) y el Canal de Segovia (desde Segovia, por el río Eresma, hasta
Villanueva del Duero) 545 Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 158.
176
tiempo relativamente corto, de 1749 a 1753, los caminos acuátiles, aún comenzándose en
fechas muy próximas a los anteriores, se demoraron bastante y más y no estuvieron
exentas de dificultades. Precisamente en estas últimas fue en las que participó Ulloa, fruto
de sus estudios previos en Europa pues en 1749, donde ya realizó una memoria de
caminos acuátiles en Francia546, en donde contrató al ingeniero Le Maur.
Dicho ingeniero inició los estudios previos en 1750, para trasladarse a la zona
norte de Castilla al año siguiente para elaborar los proyectos de los caminos fluviales
guardando en secreto el objetivo hasta la llegada de Ulloa en 1752, cuando Ensenada hizo
oficial la elaboración de dicho proyecto. Así, mientras Le Maur continuaba trabajando,
Ulloa tenía el encargo de supervisarlo todo, a pesar de que el resto de sus encargos le
impidieron cumplir su función de inmediato. Por ello, el ingeniero asumió la
responsabilidad elaborando un proyecto inicial que abogaba por la construcción de dos
canales, tanto para navegación como para regadío547. En ese mismo año el proyecto fue
presentado a Ensenada, quien no dio su aprobación y, coincidiendo con esto, Ulloa se
incorpora poniéndose al frente de todo. De esta manera, en los primeros meses de 1753,
estudia los informes de Le Maur y visita con el los territorios expuestos en su proyecto
para, posteriormente y valiéndose de la información que ya poseía, elaborar su propio
plan, el Proyecto General de los Canales de Navegación y Riego para los reinos de
Castilla y León548, donde se establecía la creación de cuatro canales para la zona en
cuestión, recibiendo la aprobación de Ensenada entre abril y mayo de 1753.
Nos encontramos pues con una situación fluctuante entre dos directores, uno
técnico, Charles Le Maur, y uno inspector, Antonio de Ulloa ante unas obras que no
paraban de avanzar. Así Ulloa determinó que empezarían por el Canal de Campo, “la
apuesta más rápida”549, es decir, el de menor extensión y que presentaba menos
dificultades para su construcción basada en la orografía. Pero el resto de sus ocupaciones
546 Caminos acuátiles o canales de tráfico en Francia. París 20 de marzo de 1750. AGS, Marina, Leg. 712,
ff.698 y ss. 547 A este respecto cabe destacar que no solo se trataba de una mejora en las comunicaciones, sino de llevar
agua a Castilla. Así, en palabras del propio Ensenada si España era seca, más lo era Castilla, exponiendo a
sus habitantes “a padecer abres por sus malas cosechas” en Representación que hizo el Marqués de la
Ensenada al Rey sobre el estado General de la Monarquía y remedios para engrandecerla (1751) Op. Cit.
RODRIGUEZ VILLA, A, pp. 112-141. Con esto podemos ver el juicio de Ensenada sobre la situación de la
zona castellana tan necesitada de caminos que permitieran el comercio como de agua para sus cosechas. 548 Francisco de Solano las analiza en Op. Cit. SOLANO, F DE, pp. 162-163. 549 Op. Cit. HELGUERA QUIJADA, J, p. 216.
177
lo volvieron a alejar del proyecto, por ello, a comienzos de julio de 1753, Ensenada mandó
a Le Maur a que se dedicase a diseñar la primera parte de dicho canal, lo que le llevó, por
obvias razones, a tomar decisiones al respecto. Un hecho este que sería generador de
problemas con Antonio de Ulloa quien en mayo de 1754 regresa a asumir la dirección de
las obras, no sin antes haber prevenido al ingeniero de que, a partir de su llegada, estaría
bajo sus órdenes.
Algo que molestó a Le Maur, no solo porque cambiaba la realidad que había
vivido hasta el momento donde Ulloa era un mero supervisor y Ensenada daba las órdenes
sino porque, además, el capitán de navío detectó errores que, a su juicio, debían corregirse
contando, lógicamente, con la oposición de Le Maur al no querer asumir un papel
secundario. De esta forma el ingeniero cuestionó todas las decisiones tomadas por Ulloa
alegando que aumentaban los costos y el tiempo de ejecución de los trabajos550. Todos
estos conflictos se interrumpieron drásticamente debido a la caída de Ensenada y, por
tanto, las obras se vieron afectadas tanto en la realización como en la pérdida de sus
directores, personas de confianza del ministro. Las obras continuaron hasta concluir el
tramo proyectado por Ulloa, el Canal de Campo, en 1754. De hecho, Ulloa expone en su
relación de servicio que “dejó hecho un espacio de cerca de 6 leguas”551 para
posteriormente continuar en otras manos, de entre las que se incluye su propio hermano,
el también ingeniero Fernando de Ulloa.
Como hemos dicho, de manera simultánea, Ulloa no solo participó, sino que
también dirigió otros proyectos como la creación de una Casa de Geografía y dentro de
ella un Gabinete de Historia Natural. Pues, del mismo modo que se apostaba por la mejora
de las comunicaciones, la política reformista también se orientó hacia la mejora científica
apostando por mejoras académicas y docentes. En dichos proyectos se plantea una
reforma universitaria que buscaba incluir, en sus planes de estudio, materias como la
botánica552, la física experimental o la anatomía, así como, por otra parte, la elaboración
de una nueva cartografía. Precisamente en torno a estas premisas es cuando se plantea la
550 Sobre el particular: ibídem, pp. 216-218 y Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 163-164. 551 Relación de servicios Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp.
586, f. 99. 552De hecho, el Gabinete de Historia Natural “se considera la primera institución científica moderna que no
sea universidad”, cita tomada de NAVAS, A, “Antonio de Ulloa en el contexto de la ciencia española”. En
LIII Jornadas de Historia Marítima: D. Antonio de Ulloa. Ciclo de Conferencias- octubre 2016. Cuaderno
monográfico nº74. Instituto de Historia y Cultura Naval, Madrid, 2016, pp. 15-16.
178
creación de la Casa de Geografía, que se proyectó en 1752 y recibió aprobación
inmediata, escogiéndole incluso una localización553. Así podemos decir que este proyecto
y el Gabinete de Historia Natural que contenía, siguiendo la línea marcada por Soraya
Peña Camús554, era una especie de wonderkamer científica, es decir, no se trataba de un
mero depósito de curiosidades, sino que se ampliará al ámbito de instrumentos
especializados y será promovida por el Estado555.
En este sentido, la primera instrucción que Ensenada plantea para esta institución
es que llegaran a ella toda suerte de minerales, instrumentos y productos naturales556,
tanto españoles como americanos557 a través de una carta circular a todos los dominios de
la Corona558. Además, en esta institución se conservarían mapas y cartas de todos los
dominios a través de envíos como al que hemos hecho referencia y convirtiéndose en
editora de los mismos. Esta sería la finalidad principal de la Casa de Geografía, teniendo
en cuenta además que, desde Utrecht, España necesitaba contar con un centro impresor
propio debido a la pérdida de Amberes, que había hecho las veces de institución
impresora de la Corona. De esta manera, además de los objetivos científicos y
económicos, dicha institución tenía que ver con la geoestrategia al ser depositaria no solo
de cartas de todos sus dominios sino permitiéndole la elaboración de cartas propias que
no la hacían depender de potencias navales extranjeras.
Para la consecución de estos objetivos, así como para el optimo funcionamiento
de la institución, en base a las premisas adoptadas por Ensenada se contrataron expertos
tanto españoles como extranjeros. De esta forma, bajo la supervisión de Ulloa trabajarían
553 Se situaría en Madrid, en la Casa de Aposentos situada en la calle Magdalena, esquina con Lavapiés.
Este dato se extrae de un informe elaborado en 1773 donde se recogen los momentos iniciales de la
institución y que se conserva en el Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (Madrid). Este se
reproduce en parte en Op. Cit. PUIG-SAMPER, M.A, p. 116, existiendo referencia además en Op. Cit. SOLANO,
F DE, p. 167; en CALATAYUD ARENALES, M. A, “Antecedentes y creación del Real Gabinete de Historia
Natural de Madrid”, Arbor, nº 482, T. CXXIII, Madrid, febrero 1986, pp. 9-33. 554PEÑA CAMÚS, S, “Antonio de Ulloa y la ciencia española”. En Op. Cit. LIII Jornadas de Historia
Marítima: D. Antonio de Ulloa, pp. 19-33. 555 Claramente se trataba de algo más que un mero lugar de recogida de curiosidades. Esto nos aleja de la
visión que aporta Pilar Corella quien considera que fue una especie de almacén de productor ultramarinos
e instrumentos científicos o, al menos, no solo fue esa su función. Sobre el particular CORELLA SUÁREZ, P,
“La Real Casa de Geografía de la Corte y el comercio ultramarino durante el siglo XVIII”, Anales del
Instituto de Estudios Madrileños, T. XXIV, 1987, pp. 217-236. 556 Por supuesto a estos se incorporaron los que ya se encontraban en las dependencias de la Corona, así
como, los adquiridos por Ulloa y Jorge Juan en sus periplos por Europa. 557 De hecho, este es el germen del actual Museo de Historia Natural. 558 Carta circular Ensenada, Aranjuez, 6 de junio de 1752. AGI, Indiferente General, Leg. 1549.
179
los marinos José Solano y Salvador Medina, acompañantes de Jorge Juan y Antonio de
Ulloa en sus viajes europeos, así como el denominado asistente del propio Ulloa, Eugenio
Reigosa. Por parte extranjera, La Planche, Keterlin y, por supuesto, Guillermo Bowles.
En lo referente a sus labores, fueron de lo más variopintas y estuvieron en consonancia,
lógicamente, con sus especialidades de forma que, aunque la Casa de Geografía como tal
no llegó a consolidarse, sí lo hizo el Gabinete de Historia Natural en el que, entre otras
cosas se planteó la creación de un laboratorio de química con el fin de investigar uno de
los mayores descubrimientos que hizo Ulloa durante los trabajos de la geodésica, el
platino. En esta tarea se empleó a fondo Bowles pues, fue uno de los motivos de su
contratación, asó como La Planche, que se dedicó al estudio de los minerales traídos del
Perú.
En este sentido, cabe destacar que, dentro de los proyectos reformistas se
encontraba optimizar la actividad minera en España, en especial la de la mina de Almadén
que, en palabras de Ulloa, “se hallaba enteramente perdida e inutilizada”559 debido a un
incendio que se produjo a inicios de 1755. La cuestión era, cuando menos, lógica pues el
azogue o mercurio era fundamental para el proceso de obtención de la plata americana,
por ello, la optimización de las minas españolas en cuanto a la obtención de dicho mineral.
En función de esto, aquel grupo de expertos se dedicaron a viajar por España para
supervisar sus reservas de minerales. Con esto la intención era encontrar la manera de
reparar los daños que generaron la nefasta situación de la mina de Almadén que llegaba
hasta tal punto de paralizar los envíos de mercurio a Nueva España, por lo que hubo que
recurrir al mercurio de Idria (Austria). Desde este punto de vista y debido a los
conocimientos adquiridos en su período americano, éste fue otro de los puntos que Ulloa
debió supervisar y que le mantuvieron a caballo entre varias ocupaciones en el período
de tiempo que nos ocupa.
Finalmente, aún siendo la parte minera su destino más cercano al final de este
período, hay otra participación de Ulloa reseñable, relacionada con la botánica, quizás el
medio en le que más se le reconoce especialmente si tenemos en cuenta las numerosas
descripciones que realiza después de su viaje al virreinato del Perú. Precisamente
derivado de esta especialización y del enorme interés que el Estado presentó por la
559 Relación de servicios Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp.
586, f. 99.
180
botánica, dentro de las tareas con las que se le enviaron a Europa estaría reconocer y
recompilar especies naturales que se utilizasen y estudiasen en aquellos territorios. Y es
que, aunque ya hemos hecho referencia a este tema anteriormente, debemos reiterar que
el estudio de la botánica fue determinante en este período pues conocer y poseer plantas
a las que se pudiera sacar algún tipo de utilidad desde el punto de vista terapéutico o
farmacológico supondría enormes mejoras para ciencia española desde el punto de vista
de la sanidad.
A este respecto, tan importante fue la experiencia adquirida en botánica, en el caso
de Antonio de Ulloa, como su padecimiento durante el proceso de publicación de las
obras relacionadas con su experiencia en la geodésica, donde pudo ser participe de la
escasez de personal especializado en el grabado, dificultando así que se ilustrasen las
obras. Por este motivo, algunos de los jóvenes españoles enviados al extranjero,
especialmente a Francia, irían precisamente a aprender y especializarse en técnicas de
grabado560. De esta forma el centro cumpliría esa doble función, hacer acopio de plantas
tanto españolas como foráneas, incluyendo las ultramarinas, para su posterior
conservación y estudio y, por otra parte, el fomento de la ilustración de obras tanto
botánicas como de otras temáticas que incluyesen el uso de plantas, a través de los nuevos
grabadores561. Aunque independientemente de todo esto, se puso en marcha un proyecto
que sería la antesala de actual Jardín Botánico madrileño fundado en 1782.
Bien es cierto que, no han quedado grandes vestigios de las actividades de Ulloa
en todas estas instituciones, diferentes a las que acabamos de mencionar. Aunque
tampoco tuvo una presencia permanente en ninguna de ellas, máxime cuando en 1754
toda esta estructura comienza a desmoronarse con la caída del marqués de la Ensenada, a
la que ya hemos hecho referencia, y que generó que Ulloa pidiera ser relevado de sus
funciones al frente de estas instituciones. Dicho relevo se hace efectivo en 1755, en
concreto, Ulloa solicita que se le rescinda del cargo de Director Técnico del Canal de
Castilla, el único que seguía desempeñando tras la caída de Ensenada, manifestando su
560 Ante el propósito de la Secretaría de Indias de enviar a estos jóvenes becarios a Europa para su
aprendizaje en esta materia, Ulloa se pronuncia considerándolo como una excelente opción. Tomado de
Op. Cit. RODRIGUEZ VILLA, A, p. 367. 561 En 1752 Juan de la Cruz Cano, Tomás López, Alonso Cruzado y Manuel Salvador Carmona, este último
llegó a convertirse en uno de los principales grabadores españoles, fueron seleccionados para partir a
Francia a especializarse en el arte del grabado.
181
intención de proseguir, una vez relevado, con su carrera militar562. Para conseguir este
fin, Antonio de Ulloa manda numerosas instancias, que fueron pasando a los diferentes
ministerios encargados de dar cumplimiento a la solicitud, es decir, los diferentes canales
por los que debía pasar antes de que llegaran al nuevo secretario de Marina e Indias, Julián
de Arriaga563 y al director del Departamento Marítimo de Cádiz564.
Así, Antonio de Ulloa se dirige su instancia a la Corte a través en los días previos
al 17 de mayo de 1755 y, precisamente en esa fecha, el Secretario de Estado y de
Despacho de Hacienda, Juan Francisco de Gaona y Portocarreo, conde de Valparaíso,
notifica a Julián de Arriaga que, por la vía reservada, le había llegado notificación de que
el Rey había aceptado su renuncia. Además, le hacía partícipe que, como retribución a su
desempeño y premio a los servicios prestados, le concedía la Encomienda de Ocaña de la
Orden de Santiago565. Finalmente, Julián de Arriaga se dirige al Marqués de la Victoria
para informarle de la misma decisión real, notificándole además que, el Capitán de Navío,
continuaría su ansiada carrera como marino siendo teniente de la Compañía de
Guardiamarinas566. Dicho destino se refleja además en una cata que el secretario de
Marina e Indias envía al Marqués de la Victoria en 1756, en la que le adjunta los destinos
que el rey ha dado a los diversos capitanes de navío de la Armada567.
La vida personal de un Alférez de la Compañía de Guardiamarinas
Así su vida profesional frena concluyendo ese “ritmo acelerado”568 que se produce
en los tres últimos años de Ensenada como secretario de Marina e Indias previos a su
562 Este es un deseo permanente de Antonio de Ulloa quien, a pesar de cumplir siempre con sus
obligaciones, constantemente hacía hincapié en este tema. 563 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea: http://dbe.rah.es/biografias/10381/julian-
manuel-de-arriaga-rivera-de-san-martin-y-duque-de-estrada. Aunque la Real Academia de la Historia nos
ofrece una breve biografía que bien puede ponernos al tanto de los aspectos más significativos de la vida
de Julián de Arriaga, es sumamente recomendable acudir a las obras de María Baudot para profundizar en
el estudio de este personaje. Amén de sendos artículos o su propia tesis doctoral, debemos destacar BAUDOT
MONROY, M, La defensa del Imperio: Julián de Arriaga (1700-1754), Ministerio de Defensa y Universidad
de Murcia, ediciones de la Universidad de Murcia, Murcia, 2013. 564 Carta de Julián de Arriaga. Madrid 23 de mayo de 1755. Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB,
Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 586, ff. 22-26. 565 Carta del Conde de Valparaíso a Julián de Arriaga. Aranjuez 17 de mayo de 1755. Ibídem, ff. 25-26. 566 Carta de Julián de Arriaga al Marqués de la Victoria. 23 de mayo de 1755. Expediente Antonio de
Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 586, ff. 22-24. 567 Carta de Julián de Arriaga al Marqués de la Victoria. Madrid 26 de octubre de 1756. AGMAB,
Oficiales, Asuntos Particulares, leg. 534, ff. 1-4. 568 Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 165.
182
caída, en 1754, provocada por la campaña de desprestigio que hicieron sobre él, entre
otros el duque de Huéscar y Ricardo Wall569. A este respecto, dicha caída afecta del
mismo modo a sus colaboradores más directos, entre los que se encontraba Antonio de
Ulloa, motivando su petición a ser relevado de los cargos que ostentaba. A pesar de esto
su carrera no se vio truncada, todo lo contrario, Julián de Arriaga respetó570 su trayectoria
por lo que fue nombrado Alférez de la Compañía de Guardiamarinas y recibió además la
encomienda de Ocaña de la orden de Santiago por los servicios prestados a la Corona571.
En lo referente a su destino como Alférez de la Compañía cabe decir que la
estructura de la Real Compañía de Caballeros Guardiamarinas respondía a un sistema
jerárquico bicéfalo, en referencia a los dos sectores que la componían, una compañía
donde los cadetes recibían instrucción militar y una academia en la que se les ofrecían
estudios científico-teóricos. De esta manera, el mando de la institución se dividiría entre
el Capitán de la Compañía y el Director de la Academia, una dualidad que lejos de aportar
estabilidad a dicha institución fue generadora de conflictos entre sus componentes, esto
se debió a que mientras el Capitán, en función de su grado de oficial, pertenecía al Cuerpo
General de la Armada, al director debía rendir cuentas al Intendente de Marina, cabeza
del Cuerpo de Ministerio con lo que el hecho de pertenecer a dos cuerpos diferentes, de
antigua rivalidad, intensificó las tensiones572, máxime cuando los maestros consideraban
que, por esta condición, recibían un trato inferior al de los mandos de la compañía y,
también, por parte de dichos mandos quienes se inmiscuían en sus tareas.
Estamos hablando de una estructura que se estableció, prácticamente desde los
momentos iniciales de la compañía, por lo tanto, dichas discrepancias se mantuvieron
durante toda la primera mitad del siglo XVIII. Así, las Ordenanzas de 1748573 suponen
un punto de inflexión en este aspecto, como lo hicieron en tantos otros aspectos y, en
concreto en su Tratado VII es cuando se establece de forma definitiva esta forma de
569 Sobre el particular Op. Cit. BAUDOT MONROY, M, pp. 403-419; Op. Cit. RODRIGUEZ VILLA, A, pp. 183-
201; MOLINA CORTÓN, J, “La conspiración contra Ensenada”, Historia 16, nº23, 1995, pp. 39-46. 570 Esta actitud de respeto hacia su persona se prologará en el tiempo pues, a la muerte de Julián de Arriaga
y su consiguiente sustitución, los secretarios de Marina e Indias, mantendrían el nombramiento que,
previamente, había hecho Arriaga a Antonio de Ulloa como comandante de la Flota de Nueva España. 571 Carta del Conde de Valparaíso a Julián de Arriaga. Aranjuez 17 de mayo de 1755. Expediente Antonio
de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 586, f. 25. 572 Sobre el particular Op. Cit. GARCÍA GARRALÓN, M, pp. 121-329. 573 Ordenanzas de S.M para el gobierno de militar, político y económico de su Armada Naval, Imprenta de
Juan de Zúñiga, Madrid, 1748.
183
mando en doble jerarquía. A este respecto, Moreno Marín574 considera que fue con dichas
ordenanzas con las que se puso fin a las disparidades entre ambos organismos pues se
establece que la dirección general de la Academia correría a cargo del Capitán “quien
ostentaría el mando supremo y al que estaba supeditado todo el personal”575, aunque
continuase existiendo la figura del Director de la Academia. Por su parte, Juan y
Ferragut576 considera que el verdadero freno para esta disputa, lo puso la época de
gobernanza de Jorge Juan que fuera nombrado Capitán de la Compañía en 1751577 y con
quien “quedó claro que también tenía la última palabra en lo referente a la enseñanza que
se impartía en la Academia”578.
Dos versiones que podrían incluso no estar lejos la una de la otra teniendo en
cuenta el tiempo de aplicación de las medidas que coincidieron con el destino del Capitán
de Navío en la Academia. A este respecto es importante mencionar que el Capitán de la
Compañía tenía como asistentes a un teniente, puesto al que podían acceder aquellos
marinos que tuviesen el grado, al menos, de capitán de fragata y un Alférez, con
graduación mínima de teniente de navío. Todos estos empleos los comenzó a ostentar
Jorge Juan desde 1749579, de esta manera participó de manera directa la implantación de
las Ordenanzas del 48. Esto unido a su condición de marino-científico y a su amistad con
el director de aquel momento, Louis Godin, bien pudieron posibilitar que las relaciones
entre ambos sectores se hiciesen mucho más fluidas y equilibradas.
Independientemente de esto, lo que nos interesa es que, coincidiendo con el
período de capitanía de Jorge Juan, su compañero Antonio de Ulloa obtiene el empleo de
alférez de la Compañía, en la primavera de 1755. Ostentándolo solamente durante diez
meses, tras los cuales es ascendido al de teniente en el que permanecerá durante más de
cinco años580. No existen muchas evidencias de su actividad, de hecho, esta falta de datos
574 Op. Cit. MORENO MARÍN, J. M, p. 68. 575 Ídem. 576 JUAN Y FERRAGUT, M, “Sedes y cuarteles de la Real Compañía de Guardiamarinas”, Revista General de
Marina, Vol. 27, mes 2 (agosto-septiembre), 2017, pp. 261-285. 577 Real Orden en que se nombra Capitán de la Compañía de Guardiamarinas a Jorge Juan. Buen Retiro, 13
de septiembre de 1751. Relación de servicios de Jorge Juan, AGMAB, Oficiales, asuntos particulares,
legajo 620, exp. 529, ff. 20-21. 578 Op. Cit. JUAN Y FERRAGUT, M, p. 265. 579 Alférez en 1749, teniente en 1750 y capitán en 1751. 580 Hoja de servicios de Jorge Juan, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, leg. 620, f. 9.
184
ha llevado a González de Posada581 a plantear que quizás su relación amistosa con Jorge
Juan podría haberse roto. Se basa en que, al parecer, se mantuvo al margen en los tres
grandes proyectos que capitaneó Jorge Juan durante su mandato en la Academia, de
hecho, no existen evidencias documentales de su participación en la modificación del
plan de estudios, en la propuesta de creación del observatorio astronómico ni en la
creación de la Asamblea Amistosa Literaria. Quizás sea demasiado venturoso realizar una
afirmación de ese tipo, pues no solo existen autores que apuntan a la presencia de Antonio
de Ulloa en cualquiera de estos tres ámbitos, sino que además, no hemos encontrado,
hasta el momento, evidencias documentales que sustenten la afirmación de González de
Posada582.
A pesar de esto su vida personal no se detiene y sus méritos y curiosidad tampoco.
Como hemos dicho, en 1755 Antonio de Ulloa es nombrado caballero de la Orden de
Santiago y, por su desempeño al servicio de la Corona, se le otorgó la Encomienda de
Ocaña. Dicho nombramiento se ubica en el contexto de la muerte de su padre, en el verano
de 1752, quien arruinado se había trasladado a Madrid, junto a su esposa y sus hijos
menores en 1735. Pero, a pesar de la distancia, Ulloa no desamparó a su padre que había
vendido, a fecha de su muerte, la mayor parte de sus bienes, conservando sólo los que
había aportado por su mujer como dote matrimonial, de entre las que se encontraba la
casa familiar sobre la que pesaba una hipoteca. Una ruina tal que no solo le impidió acudir
a las reuniones del cabildo sevillano debido a que, en los inicios de la decadencia del
economista, la Audiencia de Sevilla embargó sus dichos bienes. Además, en 1742 como
ya se ha apuntado en un capítulo anterior583, renuncia a su condición de gentilhombre del
Rey y pide que, dicho honor, se le trasfiera a su primogénito584. Dicha petición la hace ya
lejos de su Sevilla natal pues, como hemos dicho, en 1735 se trasladó junto a su mujer y
sus hijos menores a Madrid, a una casa en la calle Leganitos, donde permanecieron hasta
que el economista murió víctima de una enfermedad585. Tiempo en el que, efectivamente,
581 GONZÁLEZ DE POSADA, F, “ Antonio de Ulloa y Jorge Juan. Disparidad de vidas y desencuentros”, Op.
Cit. LIII Jornadas de Historia Marítima: D. Antonio de Ulloa, pp. 67- 93. 582 Es cierto que Rodríguez Villa aporta una carta de Antonio de Ulloa a Ordeñana sobre la creación de un
observatorio astronómico, aunque no coincide en fecha con la labor de Jorge Juan. Op. Cit. RODRÍGUEZ
VILLA, A, pp. 375-358. 583 Véase cita 269. 584 Lo que no se muestra en la documentación consultada al respecto y ya citada, es si dicha petición llegó
a concederse pues la gracia de gentilhombre, en este caso, no era nominativa sino a la ciudad de Sevilla
representada por los miembros de su cabildo municipal. 585 Sobre el particular Op. Cit. SOLANO, F DE, pp. 229-236.
185
contaron con el apoyo económico de Antonio de Ulloa tal y como se especifica en el
testamento que redactaron sus padres en 1752586, en palabras de su padre “ ha sido preciso
que mi hijo Antonio me haya ayudado” pues solo contaba con su sueldo de Procurador
de Sevilla en la Corte para mantenerse él y su familia. Una ayuda que ya se encargó su
padre de recompensar pues, en el mencionado testamento, no solo pide a sus hijos que
subsanen las deudas que deja pendientes, sino que establece, además, que el contenido de
su vivienda le pertenece a Antonio, pues precisamente él lo había comprado para
acondicionar la vivienda de sus padres587.
Ante esta situación, serán sus hijos los que mantengan el plurito de su linaje, algo
que se muestra con la entrada en la Orden de Santiago de los dos primeros, Martín y
Antonio. Una petición que se produjo el 21 de mayo de 1755 que requería de un proceso
de pesquisas, inherentes a dilucidar la veracidad de los datos aportados por los jóvenes
que acreditaban la hidalguía y limpieza de su linaje, que se dieron dos años después.
Francisco de Solano ha analizado pormenorizadamente dicho proceso588, por tanto,
pasaremos a exponer solamente algunos detalles que nos resultan significativos. Entre
ellos debemos decir que, a pesar de que Antonio de Ulloa cuente con un expediente
propio589, la mayor parte de la información sobre él y su familia, así como todo el proceso
de investigaciones se recogen en el expediente de su hermano, el primogénito de la
familia, Martín de Ulloa590.
Por otra parte, ambos se inscriben con los apellidos Ulloa y García de la Torre,
algo que inicialmente no tiene sentido teniendo en cuenta que, en todos los documentos
consultados, así como en la bibliografía, el apellido de su madre es de la Torre. Pero, si
se revisa con detenimiento el apartado destinado a la genealogía que se incluye en ambos
586 Testamento conjunto de Bernardo de Ulloa y Josefa de la Torre, AHPM, Leg. 16910, ff. 59-100v. 587 En este caso, el dato es algo confuso pues Bernardo de Ulloa hace referencia a la casa en la que vive,
pero no debe ser su residencia en Madrid pues esta no era de su propiedad y al referirse a que su hijo había
adquirido los vienes muebles la define como “su casa”. Por tanto, no es posible que se refiera a la residencia
madrileña sino a la casa familiar en Sevilla dado que, de otro modo, a la muerte de su padre no sería la casa
de Antonio de Ulloa, al no podérsela legar. 588 Op. Cit. SOLANO, F DE, pp. 237-250. 589 Expediente para la concesión del hábito de la Orden de Santiago de Antonio de Ulloa, AHN, OOMM,
leg. 687, exp. 8279, ff. 1-11. 590 Expediente para la concesión del hábito de la Orden de Santiago de Martín de Ulloa, AHN, OOMM,
leg. 687, exp. 8280, ff. 1-65.
186
expedientes591 y precisamente en ella aparece el apellido García de la Torre refiriéndose
a su abuelo materno. Hay que dejar claro que solo él aparece con este apellido, sus
antepasados no lo hacen y no hay otra explicación que podamos aportar más que el propio
uso de los apellidos en la época que, así como la ortografía de los mismos, era bastante
irregular. Pero lo que nos interesa es que, el hecho de que los hermanos se presenten con
esos apellidos no puede ser más que una forma de legitimación, una manera de resaltar el
peso de sus dos linajes reforzando, con este detalle, el de su madre, por haber aportado
los únicos bienes que le quedaban a la familia y por tratarse también de hidalgos
notorios592.
Si nos detenemos en la figura de su madre, cabe decir que la concesión del hábito
de la Orden de Santiago para los dos hermanos, fue prácticamente coincidente con el
fallecimiento de su madre, Josefa de la Torre Guiral. Quien se radicaba, en aquel
momento en la ciudad de Sevilla y a cuyo funeral acudieron todos sus hijos a excepción
del propio Martín, que se encontraba en la Habana593 y sus dos hijas, monjas de clausura
en diferentes conventos Sevilla. De hecho, su testamento594 se incluye en la relación de
documentos que se aportan para la concesión del hábito de la orden de los dos Ulloa y en
el, su madre se preocupa en reconocer la labor abnegada que sus hijos tuvieron para con
ella y la forma de recompensarles. Así, Josefa de la Torre afirma que, a la muerte de su
esposo, no quedaron bienes para repartir entre sus hijos, ni tampoco para su propio
beneficio, pues su economía se encontraba, como hemos dicho, en un estado tan
lamentable que solo le quedaban los bienes de su esposa. Tanto es así, que la propia Josefa
afirma que fue su hijo Antonio el encargado de costear todo lo inherente al funeral de su
esposo, así como del traslado a Sevilla de su madre y sus hermanos. Detallando, además,
la ayuda económica que su hijo Martín le había prestado, de la que aporta cantidades
591 Expediente para la concesión del hábito de la Orden de Santiago de Antonio de Ulloa, AHN, OOMM,
leg. 687, exp. 8279, f. 5 y Expediente para la concesión del hábito de la Orden de Santiago de Martín de
Ulloa, AHN, OOMM, leg. 687, exp. 8280, ff. 3-5. 592 De manera casi anecdótica, podríamos señalar también que es bastante probable que Antonio de Ulloa
deba su nombre de pila a su abuelo materno, ya que, su hermano, el primogénito, llevaba el nombre de
Martín, abuelo paterno de ambos. Bien es verdad que en ninguno de los dos casos fueron bautizados con
un solo nombre, 593 Martín de Ulloa, jurista de profesión, fue nombrado asesor legal y auditor de guerra del gobernador de
La Habana. 594 Testamento de Josefa de la Torre Guiral. 13 de octubre de 1756. Expediente para la concesión del hábito
de la Orden de Santiago de Martín de Ulloa, AHN, OOMM, leg. 687, exp. 8280, ff. 19-45.
187
exactas, así como de las aportaciones de sus otros hermanos595, muestra que la
colaboración de Antonio no cesó en 1752, sino que se mantuvo hasta el último día de su
vida pues le asignó una cantidad mensual, de 40 pesos de 15 reales596, que garantizaban
su manutención y la de sus hermanas. Por este motivo, expresa su deseo de que, a su
muerte, en caso de quedar bienes suficientes, una vez cubiertos los costos del funeral y
las deudas, se retribuya a cada uno de sus hijos el montante aportado a su madre en vida.
En caso contrario, dispone que sea Antonio el beneficiario de los bienes que le resten
pues, al fin y al cabo, se trataba del hijo que más había ayudado económicamente a su
madre597.
Finalmente existe un último detalle que tiene que ver exclusivamente con la
solicitud de Antonio de Ulloa pues, dentro de los documentos relativos a la Orden de
Santiago del Archivo Histórico Nacional, existe otro expediente que tiene que ver con el
Capitán de Navío. Como hemos dicho, por su buen hacer en los destinos que se le habían
asignado dentro del entramado político del marqués de la Ensenada, a su muerte, cuando
Ulloa pide que se le releven de dichos trabajos, se le concede la encomienda de la Torre
de Ocaña. Para ello era preciso que antes obtuviese el hábito de la Orden, merced que el
rey le concede en fecha del 30 de junio de 1757, en el mismo momento en el que se emite
la concesión de la Encomienda598. Será precisamente a tenor de este documento donde
Antonio de Ulloa aporte todos los datos referentes a su persona y su familia, esos que
precisamente se recogen en el expediente conjunto y no en el suyo. De hecho, en esta
misma documentación, se recoge el pago que realizó, de la misma manera que lo haría su
hermano, de la cantidad de 200 ducados de plata nueva para pagar el proceso de
investigación que, obligatoriamente, se atribuía a dichas solicitudes y al que ya hemos
hecho referencia. El 27 de enero de 1761, se recoge la cancelación de la fianza entrega en
la contaduría general y, por ende, Antonio de Ulloa es nombrado Comendador de la Torre
de Ocaña599.
595 Testamento de Josefa de la Torre Guiral. 13 de octubre de 1756. Expediente para la concesión del hábito
de la Orden de Santiago de Martín de Ulloa, AHN, OOMM, leg. 687, exp. 8280, f. 29-33 596 Ibídem, f. 32-33. 597 De hecho, Antonio de Ulloa recibirá una hacienda olivarera en Palomares de entre estos bienes heredados
de su madre. Así consta en su testamento 598 AHN, OOMM, expedientillos, nº 7745. 599 A este respecto cabe destacar un detalle alusivo a las ordenes militares. Según Francisco de Solano (en
Op. Cit. SOLANO, F DE, pp. 250-251) en la hoja de servicio de Ulloa aparece que no solo era comendador de
Ocaña sino de la Huerta de Valdecarábanos de la Orden de Calatrava. El mismo autor ya afirma que se trata
de algo imposible, pues no se podía pertenecer a dos órdenes militares, pero aún así, aporta una explicación
posible aludiendo a que, era común otorgar nuevas encomiendas a un encomendero para aumentar así sus
188
Como podemos ver los nombramientos, labores y cargos se combinan y
entremezclan en el tiempo todo ello, por supuesto, fruto de los trámites administrativos
que, como hemos visto, ralentizaban los procesos y generan cierta confusión a la hora de
exponerlos siguiendo una línea temporal. La cuestión es, que Antonio de Ulloa se
mantuvo como teniente de la compañía durante más de 5 años, hasta 1760, momento en
el que el puesto quedó vacante600. Aunque de nuevo el curso de los acontecimientos hizo
que, para entonces, el capitán de navío ya no se encontrase en la capital gaditana pues
debía emprender un nuevo destino, que le llevaría por tercera vez en su vida a América,
esta vez, como gobernador de la villa de Huancavelica.
Capítulo 6. De nuevo en América, bajo las órdenes de Arriaga como gobernador de
Huancavelica y Luisiana. Una nueva visión.
El momento en el que este nombramiento se hace efectivo se solapa con un nuevo
destino del marino, pues en 1758, es nombrado superintendente de la mina de mercurio
de Huancavelica y gobernador de la villa. Esta es una muestra más del nuevo cariz que
había tomado la administración española, iniciado con Ensenada y que se prolongó y
mantuvo con sus sucesores, donde este nuevo grupo de militares, marinos en su mayoría,
con una elevada formación académica y científica que, con el paso del tiempo,
comenzaron a convertirse en expertos en diferentes ramas de la ciencia. Por esta razón,
como hemos visto, se ocuparían de intervenir y supervisar todo el entramado de mejoras
bienes. No hemos encontrado ninguna explicación más allá de la que aporta Solano, pero debemos
desdecirle en cuanto a su afirmación de que Ulloa no llegó a detentar la encomienda debido a que no aporta
datos sobre ella más allá de la referencia ya mencionada. Esto se debe a que, entre los documentos de su
expediente, adjunto a su hoja de servicios, sí que aporta documentación relacionada con la gracia en
cuestión. De hecho, recoge unas cartas enviadas al Capitán General de la Armada (Luis de Córdova), al
Secretario de Estado y de Despacho de Marina e Indias (Antonio Valdés) y al propio Ulloa, donde se
comunica que por los servicios prestados a lo largo de su carrera se le concede dicha encomienda; a lo que
Ulloa responde expresando su total agradecimiento. Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo
General, Asuntos Personales, leg. 620, exp. 586, ff. 123-126. 600 Hoja de servicio Antonio de Ulloa. Ibídem, ff. 6 y 9.
189
técnicas que se iniciaron en España pero, además, dada su alta formación unida, por
supuesto, a su enorme sentido del deber y vocación de servicio, propia del estamento al
que pertenecían, contribuyeron a que comenzaran a ocupar puestos políticos y de
gobierno tanto dentro del territorio español como y, especialmente, en los dominios
ultramarinos, tan necesitados de todas estas capacidades.
En este sentido, Antonio de Ulloa no podía quedar fuera de toda esta ecuación,
pues contaba con todas las aptitudes anteriormente reseñadas y, además, ya había servido
durante 20 años al ministro de Marina en numerosos trabajos científicos y técnicos
relacionados con las numerosas especializaciones con las que ya contaba a sus
encontrándose, a penas en su treintena. Pero, en su caso, cabe destacar que su
nombramiento estuvo rodeado de particulares circunstancias que suman relevancia a este
nuevo destino. De un lado, su nombramiento como miembro de la Orden de Santiago y
la merced que recibe de se comendador de la Torre de Ocaña pues, aunque hemos
apuntado que dicha distinción se hizo efectiva en 1761, pero si atendemos a la fecha antes
mencionada en la que se inicia su nuevo destino como gobernador, Antonio de Ulloa
nunca llegaría a asistir a su toma de hábito. Así, designa a su asistente, Eugenio
Reigosa601, ujier del palacio real, otorgándole poderes tanto para tomar posesión, como
para presentar toda la documentación requerida en su nombre602. Unido a esto, su
situación no era, ni por menos, desagradable, dado su empleo de teniente de la Compañía
de Guardiamarinas, lo que reforzaba su posición dentro de la Armada y asentaba su
carrera como marino tal y como fue siempre su deseo. Esto, unido a la lógica
incertidumbre que generaba enfrentarse a un nuevo destino que le llevaba de nuevo a
América que, a pesar de causarle una enorme fascinación, no resultaba tan confortable
como la vida en la capital gaditana que se había convertido en un centro de operaciones
y ciudad de referencia desde todos los puntos de vista. Estos motivos, pudieron generar
que Ulloa viese con cierto recelo este nuevo cambio de situación, de hecho, existe una
carta que el marino envía a Arriaga donde le indica que Jorge Juan le había sugerido que
se mantuviese en la ciudad, renunciando a su nuevo cargo603. A pesar de estos motivos,
601 AHN, OOMM, expedientillos, nº 7745. 602 Poder de Antonio de Ulloa a Eugenio Reigosa, Cádiz 15 de octubre de 1757, AHN, OOMM, leg. 687,
exp. 8279. 603 Carta De Antonio de Ulloa a Julián de Arriaga, Cádiz 27 de julio de 1757, AGI, Lima, 775. Esta carta
es, además, uno de los documentos que desmontan la teoría de González de Posada de que las relaciones
entre Ulloa y Juan se habían roto. Op. Cit. GONZÁLEZ DE POSADA, F, pp. 62-99.
190
el caso es que Ulloa aceptó su destino y se aventuró hacia una nueva aventura americana
pudiéndose esgrimir, como de hecho se ha hecho, una buena cantidad de motivos que
apoyaron su decisión.
Gobernador de Huancavelica y superintendente de minas
Desde este punto de vista, nos adscribimos al planteamiento de Miguel de
Molina604, quien analiza dichos motivos y aporta, sobre ellos, un punto de vista global
que le lleva a no descartar versiones que han sido un punto de desencuentro entre los
autores implicados. Así, puede considerarse como indudable que “la vertiente científica
fue decisiva para su convencimiento final” 605 debido a que, ser superintendente de la
mina le daba la oportunidad de conocer de primera mano la problemática de la producción
de azogue e intentar darle solución a través de la aplicación de nuevas técnicas
constructivas, de mantenimiento y, por supuesto, de extracción. Esto completaría los
conocimientos que había adquirido en Europa y Almadén, pudiéndose importar, a esta
última durante y después de su labor, basándose en sus propios informes. Por ello, la
curiosidad intelectual y el deseo de adquirir conocimientos científicos serán
absolutamente determinantes. Aún así, se esgrimen motivos de otra naturaleza y que
podrían considerarse incluso algo banales pero, dada su experiencia vital y lo lógico de
la condición humana, indudablemente reseñables como el factor económico. Según
Whitaker606, duplicarían sus ganancias anuales pasando de ganar 4000 pesos como
teniente de la Compañía a 8400 como gobernador en Huancavelica. Bien es cierto que
Rodríguez Casado considera incorrecta dicha afirmación debido a que Ulloa “sin que le
sobrase el dinero […] era un hombre generoso y desprendido”607. Una afirmación que
quizás sea demasiado hipotética pues supondría ahondar sobremanera en su personalidad,
si que fue generoso con su familia y también contamos con testimonios de su hospitalidad,
pero no existen evidencias de que esta actitud fuera generalizada. Sea como fuere lo que
sí era Antonio de Ulloa es un hombre previsor y mucho más desde la ruina de su padre608,
604 MOLINA MARTÍNEZ, M, Antonio de Ulloa en Huancavelica, Universidad de Granada, Granada, 1995, pp.
41-42. 605 Ibídem, p. 42. 606 Op. Cit. WHITAKER, 1935, p. 179. 607 RODRÍGUEZ CASADO, V, “Huancavelica en el siglo XVIII”, Revista de Indias, Vol. 2, nº 5, Madrid, 1941,
p. 84. 608 Esta faceta la desarrollaremos más adelante cuando podemos ilustrarla con ejemplos concretos de su
vida.
191
con lo que no es descabellado pensar que el dinero, si bien pudo no ser el factor principal,
sí que contribuyó a su decisión.
Unido a esto, Whitaker expone un segundo motivo, la caída de Ensenada pues, en
función de ella, Ulloa no solo perdería a su protector y mayor benefactor, sino que
además, el hecho de mantenerse en España le mantendría al lado y a merced de los
principales instigadores de la conjura quienes podrían ver en Ulloa una prolongación de
su mentor y hacer que corriese un destino semejante al suyo609. En este caso, Rodríguez
Casado vuelve a confrontar dicha teoría basándose, esta vez, en las evidencias
documentales. Pues, el 13 de mayo de 1755, Antonio de Ulloa llegó a la ciudad de
Granada, en la que el marqués cumplía su destierro, uniéndose así a Jorge Juan quien se
encontraba en ella desde el mes de septiembre610. Dicho viaje lo realizó aprovechando su
salida de Madrid con el objetivo de integrarse a su nuevo empleo en la Academia de
Guardiamarinas de Cádiz, un rodeo que, sin duda, debió parecerle necesario para
“homenajear”611 a quien tanto había hecho por él612. A tenor de dicha estancia, tuvo la
posibilidad de visitar y admirar la Alhambra describiéndola en una abro de corta
extensión titulada Observaciones de Palacio de la Alhambra613, que nunca llegó a
publicar, a pesar de sus deseos por hacerlo.
Dicho documento se conserva en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid614
y, sobre él, Francisco de Solano elabora un breve análisis615 del que puede destacarse, por
una parte, la gran capacidad descriptiva de Antonio de Ulloa, a la que ya se había hecho
referencia anteriormente y su gusto por la arquitectura y las antigüedades que ya se
609 De hecho, Rodríguez Villa reproduce una seria de composiciones populares alusivas a la caída de
Ensenada y, en una de ellas, se hace referencia a Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Op. Cit. RODRÍGUEZ VILLA,
A, p. 399. 610 Ibídem, p. 204. 611 Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 172. 612 Bien es verdad que la relación fue totalmente recíproca, pues Ulloa jamás dejó de servirle, pero esta era
una condición inherente en él. Y, al fin y al cabo, de no ser por las decisiones de Ensenada, el marino jamás
hubiese adquirido tantos conocimientos ni tampoco habría gozado de las oportunidades a las que pudo
optar. 613 Observaciones del Palacio de la Alhambra, RABA (Madrid), ms. 57, 1.bis/1. 614 Algo que resulta lógico pues, en junta ordinaria de 1772, Antonio de Ulloa es nombrado Académico de
honor de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid (el acta de su ingreso se conserva en el archivo de la
propia academia. RABA, ms. 3/38, ff. 143-144). Un nombramiento que viene a colación del envío del
ejempla r al que hacemos referencia. 615 Op. Cit. SOLANO, F DE, pp. 173-175.
192
manifestaba en la Relación Histórica y en el que nos detendremos más adelante616. Con
esta profusión de datos, nos reafirmamos en que ambas versiones no serían excluyentes
pues, si bien Ulloa no dejó de serle fiel a Ensenada y así lo demostró acudiendo a su
encuentro, también debería ser planamente consciente de la realidad. En este sentido,
aunque Whitaker presenta la marcha como una especie de huida, que no fue el caso, sí
que fue una manera, no solo de alejarse de las conjuras cortesanas sino además de
sustentar su posición ante el nuevo ministro. De manera que, amparado en su vocación
de servicio, Ulloa aceptó un nuevo destino que le consolidad como un hombre fiel al
Estado, independientemente de la persona en quien recayese la toma de decisiones.
En definitiva, Antonio de Ulloa es nombrado Gobernador de Huancavelica y
superintendente de minas el 14 de agosto de 1757617, un cargo en el que debía mantenerse,
según la real disposición durante un periodo de cinco años que empezarían a contar desde
el momento en el que tomase posesión ante el Consejo de Indias. Por este motivo, Ulloa
tendría que trasladarse a Madrid un viaje que, según el marino, le suponía un enorme
perjuicio si tenía que hacerse exclusivamente con este fin, especialmente porque se
encontraba en Cádiz y bien podría jurar ante la Real Audiencia de la Contratación que sí
tenía sede en dicha ciudad. Así, lo expresa en una petición al monarca que le es concedida
en 6 de septiembre de 1747618 y en la que se expresa que dicha concesión se encontraba
sujeta al pago de 50 pesos en el Seminario de San Telmo de Sevilla, tal y como era
costumbre, que debía ser notificado a la Real Audiencia antes de su toma de posesión.
Estas, aún tratándose de concesiones lógicas, que no presentaban ningún problema
para el desarrollo de los acontecimientos, podríamos decir también que son muestra del
interés existente porque fuera, precisamente, Ulloa quien ocupase dicho cargo. Esto se
debe, por una parte, a que el marino contaba con dos de las tres cualidades indispensables
616 Bien es cierto que, tras su retorno a Cádiz, Ulloa vive junto al resto de la población gaditana, los efectos
del maremoto que asoló la ciudad, el 1 de noviembre de 1755. Un hecho que se preocupó no solo de
documentar sino de darle difusión, hasta el punto que sus notas se publicaron en el tomo 49 de Philosophical
Translation en 1756, siendo esta la única vez en que algo escrito por Ulloa carece de carácter descriptivo.
Un dato que, aún mereciendo ser apuntado por le hecho de pertenecer al desarrollo vital del marino, se aleja
del tema que nos ocupa. Razón por la que hemos decidido, a penas, mencionarlo de esta manera. 617 Título de gobernador de Huancavelica a favor de Antonio de Ulloa, AGS, Dirección General del Tesoro,
Inventario 24, leg. 183, doc. 47. 618 Licencia a Antonio de Ulloa para jurar en la Real Audiencia de la Contratación de Cádiz el empleo de
Gobernador de Huancavelica, pedimento y demás actuado sobre su obedecimiento y cumplimiento. AGI,
Contratación, 5500, N.3, R. 26, ff. 1r-8r. / AGS, Dirección General del Tesoro, Inventario 24, leg. 183, doc.
48.
193
que la Secretaría de marina e Indias había establecido para escoger al gobernador de
Huancavelica. Y es que, aunque Ulloa no tenía experiencia de mando, sí contaba con
conocimientos científicos suficientes y vocación de servicio demostrada como para
ocupar dicho puesto. De hecho, el propio secretario justifica su elección ante el rey
afirmando no haber “hallado en ninguno más proporción porque […] en metales, minas
y en obras ha hecho su estudio y su desinterés es el mayor”619. Con esto no solo se
demuestra el interés por designar a alguien que pudiera solucionar, desde la técnica, los
problemas de la mina, sino el deseo de que dicha persona se alejara de sus antecesores en
tanto que sus intereses no estuvieran por encima de los de la mina y su villa.
De este modo, cumplidos todos los establecimientos previos, el nombramiento
tuvo lugar, efectivamente, en Cádiz el 22 de septiembre del mismo año tal y como
describe Juan Antonio de Montes, teniente más antiguo de la Cámara de la Real
Audiencia, frente a quien, como se acostumbraba, realizó su juramento620. Con lo que,
dos días después, se le concede licencia de embarque para trasladarse a la villa junto a
tres criados, sus armas y pertenencias621, algo que el propio Ulloa ratifica en un
documento donde garantiza el parentesco con sus acompañantes, a los que denomina
como familiares. Así, expresa que Francisco Espinosa Miranda, Jacobo Paadin, ambos
naturales de Sevilla y Francisco Guerra, natural de Paredes de Nava (Castilla la vieja)
embarcarían en el navío El Prudente para reunirse con él en la villa y prestarle servicio.
En cuanto a esta definición como familiares, solo hemos podido comprobar el vínculo
que tenía con Francisco Espinosa quien no solo era hijo de un Veinticuatro del cabildo
sino que, además, estaba casado con Petronila de Yepes y Ulloa, quien debía tener algún
parentesco con el capitán de navío y que le concede permiso para viajar a Indias en 6 de
septiembre de 1757622.
Antonio de Ulloa, por su parte, navegaría, vía Buenos Aires, en el navío San
Rafael que zarpó, con destino al Callao, en febrero de 1758, en un viaje que no solamente
619 Huancavelica. Año de 1757, AGI, Lima, 775. 620 Licencia a Antonio de Ulloa para jurar en la Real Audiencia de la Contratación de Cádiz el empleo de
Gobernador de Huancavelica, pedimento y demás actuado sobre su obedecimiento y cumplimiento. AGI,
Contratación, 5500, N.3, R. 26, ff. 2v-3r. 621 Ibídem, f. 4r. 622 Licencia a Antonio de Ulloa para jurar en la Real Audiencia de la Contratación de Cádiz el empleo de
Gobernador de Huancavelica, pedimento y demás actuado sobre su obedecimiento y cumplimiento. AGI,
Contratación, 5500, N.3, R. 26, ff. 5r-7r.
194
destacó por su dilatada extensión, sino que, debido a lo prolongado de la travesía, estuvo
azotado por uno de los mayores peligros que sufría la gente del mar en la época, el
escorbuto. Esta enfermedad diezmó a los pasajeros y tripulantes hasta tal punto que “ no
quedaron treinta que se pudieran poner en pie, y veinte capaces de hacer trabajo alguno:
el escorbuto los tenía postrados […]más parecido a cadáveres que a vivientes”623. Un mal
que no llegó a afectar al capitán de navío pues, con la previsión que tanto le caracterizaba
y probablemente basándose en la experiencia adquirida en sus anteriores viajes al
continente americano tuvo la precaución de tomar ponche caliente por las noches y
desinfectar su camarote con vinagre. Pudiendo así llegar completamente sano al puerto
del Callao el 2 de agosto de 1748, llegando a la villa un mes después para tomar posesión
de su cargo.
No podemos decir que lo que le esperaba en su destino era una calurosa bienvenida
pues, su nombramiento, no fue bien recibido en la propia villa de Huancavelica, pues
teniendo en cuanta que no solo debía supervisar y mejorar las condiciones de la mina sino
que debido a su posición como gobernador debía, entre otras cosas, impartir justicia,
esperaban a alguien del gremio de mineros o que fuese jurista y Antonio de Ulloa era
marino, generando así una situación de malestar y desconfianza entre la población.
Tampoco podría contar con el apoyo de la autoridades limeñas pues, por lo general, sus
antecesores habían sido oidores u otro tipo de funcionarios de la Audiencia de Lima,
personas, como hemos dicho, bastante más interesadas en cubrir sus propios intereses
tanto económicos como personales, en cuanto a sus deseos de poder, que en mantener el
orden y el control de la mina y, por tanto, favorecían las incesantes salidas de plata y
comisiones que, de manera totalmente irregular, eran costumbre en aquel lugar. Por lo
que, un elegido externo, cuyo nombramiento se había fraguado en la propia secretaria de
Marina e Indias y con las aptitudes de rectitud y servicio al Estado que Ulloa presentaba,
resultaba un peligro para sus intereses.
623 DE ULLOA, A, Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la Marina, instructivas y curiosas
sobre las navegaciones, y modo de hacerlas, el pilotage, y la maniobra: noticia de vientos, mares,
corrientes, páxaros, pescados y anfibios; y de los fenómenos que se observan en los mares en la redondez
del Globo. Imprenta de Sancha, Madrid, 1795.
195
Así, a su llegada, encontró no solo hostilidad sino una mina en ruinas624, con
problemas desde prácticamente todos los puntos de vista. Desde el punto de vista técnico,
arrastraba un enorme atraso debido a que las técnicas de explotación que se empleaban
en ella eran prácticamente las mismas que en el siglo XVI. Unido a esto, con el paso de
los años, el azogue había comenzado a perder calidad y esto suponía un enorme perjuicio
para la otra mina peruana, la de Potosí, de la que se extraía la plata a través del método
de la amalgama de mercurio. Por este motivo era imprescindible aumentar la producción
del mineral, así como controlar su calidad y su distribución. En función de esto, como ya
hemos dicho, Ulloa prometía ser la persona que solucionase todos estos problemas, los
conocimientos con los que ya contaba le servían como un perfecto aval. De esta manera,
su primera medida fue conocer de primera mano la situación de la mina, por lo que el 8
de noviembre de 1758625, se adentra en la misma para poder observar y analizar cuál era
su estado real. Este modo de actuar lo situaba ya a una enorme distancia de sus
predecesores, que no se preocuparon por internarse en la mina y conocer su realidad. En
ese momento Ulloa se adentra en una mina con una estructura casi laberíntica, que se
presentaba como un enorme agujero del que partían multitud de galerías inconexas y, a
veces ciegas, algunos de ellos se utilizaban incluso como vías para entrar en la mina,
llegando Huancavelica a contar con cinco entradas. Una estructura pues, totalmente
incomprensible que denotaba una falta absoluta de control por parte de todos aquellos
encargados de dirigirla previamente. Antonio de Ulloa no podía como nada de lo que
observaba se recogía en los informes de sus predecesores, la mina se encontraba en
peligro de derrumbe y no había ni siquiera un plano de su interior626.
624 Sobre la mina de Huancavelica, no existen una gran cantidad de trabajos pues su estudio siempre estuvo
en detrimento de los realizados sobre la mina de plata de Potosí. Pero aún así podemos acudir a: FISHER, J,
Minas y mineros en el Perú colonial 1776-1824, Instituto de Estudios peruanos, Lima, 1977; LOHMANN
VILLENA, G, Las minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII, Sevilla, 1949; FUENTES BAJO, M. D, “El
azogue en las postrimerías del Perú colonial”, Revista de Indias, vol. XLVI, nº 177, enero-junio, 1986 ,
Madrid, pp. 75-105; Op. Cit. RODRÍGUEZ CASADO, V, pp. 681-688; POVEA MORENO, I. M, Retrato de una
decadencia. Régimen laboral y sistema de explotación en Huancavelica (1784-1814), tesis doctoral,
Universidad de Granada, 2011. Así como, en este caso, en los trabajos relativos a la gobernación de Antonio
de Ulloa, Op. Cit. MOLINA MARTÍNEZ, M; NAVARRO ABRINES, M. C, “La mina de mercurio de Huancavelica
(Perú): entre los intentos de reforma de Antonio de Ulloa y el continuismo de Carlos de Beranguer”, Scripta
Nova, Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, nº 4, Universidad de Barcelona, 1997; Op. Cit.
SOLANO, F DE, pp. 183-204. 625 Este no sería su único descenso pues, determina que repetiría esta acción mensualmente a lo largo de
todo su mandato. 626 Algo que Ulloa podrá llevar a cabo, por medio de sus visitas mensuales a la mina, elaborándolos en su
primer año de gobierno. Figuras 11- 12. Anexo.
196
En función de esto, Ulloa pone todo su empeño en cumplir la encomienda
principal que tenía con respecto a la mina, conseguir aumentar la producción. Para ello,
se centra en atajar el problema más urgente, todas aquellas zonas que presentaban peligro
de derrumbe. Además, era necesario someter al mineral a un estricto control de calidad
que garantizase que no volviese a salir rumbo a Potosí un azogue de baja ley. Motivo por
el que, como segunda medida, instala un par de hornos en la bocamina para poder así
verificar la calidad el mercurio. Con respecto a este último problema, las vetas que se
explotaban hasta el momento no estaban aportando los resultados que se consideraban
óptimos, con lo cual era indispensable también buscar nuevos filones. Una medida que le
ofreció a Ulloa su primer éxito, pues en abril de 1759, dieron con una nueva veta, que
decidió nombrar Fernando VI. Este descubrimiento, que se suponía que iba a aportar
grandes beneficios a la mina, solucionando parte de sus problemas, no hizo más que
convertirse en el detonante de uno del mayor de los problemas a los que Antonio de Ulloa
tendrá que enfrentarse, los conflictos con las gentes del lugar.
Y es que efectivamente, Ulloa como superintendente de la mina y gobernador de
la villa tendría que hacer frente a los malos usos627 que se venían haciendo con respecto
a la distribución y el contrabando del mineral, así como a la tarea de impartir justicia, dos
conceptos que irán ligados durante todo su mandato. En el caso de la nueva veta, decidirá
implantar un nuevo método de explotación, que denomina Minería del Rey628. En función
de dicha medida, el gremio de mineros quienes, desde el tiempo del descubrimiento de la
misma se habían encargado de su explotación asumiendo, de manera individual, la
responsabilidad de sus trabajos, tendría, a partir de entonces que trabajar como una
compañía supervisados directamente por el gobernador. La aprobación de un cambio tan
radical fue motivo de diputas entre el gobernador y el gremio pero, a pesar de eso y gracias
a estos mecanismos de control unido, por supuesto, a las mejoras técnicas que se pusieron
en práctica, hicieron posible que, durante los años de gestión de Ulloa, la mina alcanzase
un rendimiento tal que no solo superó al obtenido por sus antecesores, sino que supuso el
mayor producción de mineral de todo el siglo XVIII.
627 Esto ya se les había pedido a los antecesores de Ulloa, aunque estos, habían pasado por alto esta petición,
bien por incapacidad o bien por sus propios deseos, pues era bastante más sencillo abogar por sus propios
intereses y beneficiarse de una situación tan enraizada como esa. 628 Sobre el particular: Op. Cit. MOLINA MARTÍNEZ, M, pp. 113-125.
197
Todo esto puso de manifiesto que “la mina de Huancavelica debía ser dirigida por
técnicos, antes que por políticos o burócratas”629 una afirmación que, aunque sustentaba
la posición de Ulloa, no hizo que los problemas se detuviesen pues no era la primera vez
que el gobernador de enfrentaba con el gremio. Como ya hemos apuntado, no eran los
técnicos los únicos problemas a los que se enfrentaba la mina, ya que uno de sus mayores
conflictos tenía que ver con la administración y los mineros. De un lado, los capataces
aceptaban sobornos a cambio de permitir que se extrajese el mineral de zonas prohibidas
para después ni siquiera verificar su calidad y, de otro, el gremio defraudaba a la Caja
Real mediante la distribución fraudulenta, entregando una cantidad menor de la que
conseguían extraer. En este sentido Ulloa, como garante de control y administrador de
justicia, se propuso perseguir y acabar con estos malos usos hasta el punto que en 1760,
mandó detener a dos veedores a modo de medida ejemplarizante, iniciándose así una serie
de juicios que solo consiguieron granjearle peor fama al gobernador. Así, en las vistas de
ambos veedores, estos contaron con la defensa de varios curas de la villa, especialmente
de José Aguirre, párroco de San Sebastián quien consiguió darle la vuelta a la situación
esgrimiendo que los actos de los veedores se debían a la mala gestión del gobernador.
Por si esta situación no fuese lo suficientemente grave para Ulloa, se le plantea un
problema mayor, en la propia Audiencia de Lima que, como hemos mencionado no
aceptó de buen grado la llegada del capitán de navío a aquel territorio, se convirtió en su
principal obstáculo al ponerse de parte de los criollos en todo el proceso en su contra. De
esta manera el gobernador se encontrará de frente con José Manso de Velasco, que fue
virrey de Lima hasta 1761, con quien Ulloa había tenido problemas durante la expedición
geodésica, a tenor de la decisión de este de no proveerle de unas tropas de socorro que
Manso de Velasco había solicitado. Un hecho que provocó la denuncia del virrey y el
sobreseimiento de una condena a Antonio de Ulloa.630 Dicho esto y si atendemos a su
actitud durante el tiempo que compartió con Ulloa en su período de gobernación, jamás
llegó a perdonar el incidente y se mantuvo siempre en una posición contraria al marino.
Este, lejos de poder descansar cuando se produjo el relevo del virrey en 1761, se encontró
con un problema aún mayor con la llegada de Manuel Amat, que no solo apoyó
incondicionalmente al gremio de mineros, sino que sometió al gobernador a un asfixiante
control. Así y fruto del conflicto provocado por la detención de los veedores y sus
629 Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 195. 630 Sobre el particular consultar página 82.
198
posteriores juicios e intercambio de denuncias, Amat ordenó dos inspecciones para
evaluar la labor de Ulloa. La primera se centró en los aspectos técnicos, en las mejoras
que el gobernador había introducido dada la ruinosa situación de la mina y, la segunda,
se encargó de la supervisión de posibles ilegalidades cometidas con el mineral,
aportándose, en ambas ocasiones, informes favorables.
Esta situación se hizo aún más insostenible debido a la falta de autoridad que Ulloa
pudo comprobar que, a pesar de su cargo y de lo que este implicaba se encontraba
totalmente desprovisto de autoridad. Y es que, a pesar de haber estado en América con
anterioridad, aún habiendo permanecido nueve años en el virreinato peruano no sabía
nada de sus gentes, especialmente de aquellos que pertenecían a los estratos más bajos de
la sociedad. Estos estaban sometidos a todo tipo de abusos, desde los indios que
trabajaban la mina que sufrían tanto el maltrato de los capataces dentro de la mina, como
la desprotección y los abusos, especialmente de los religiosos en la villa631. Una situación
que, un hombre como Antonio de Ulloa, con la firmeza de sus valores y convicciones no
podía soportar, pues según Ulla “en Perú se vivía […] una atmósfera generalizada de
individualismos agresivo que anteponía cualquier medio con tal de obtener sus fines:
implicando en ellos al propio sistema judicial632. En definitiva, se trataba de una situación
que el gobernador no podía manejar pues no se trataba solo de la tradicional rivalidad
entre peninsulares y criollos, sino que era un ataque directo hacia él, motivado por su
deseo de erradicar la corrupción en el lugar condenando especialmente la actitud de los
eclesiásticos, empeñados en intervenir en cuestiones de gobierno de la villa.
Todos estos motivos, le llevaron a renunciar a su cargo en 1762, solicitando al
Rey que se le relevase de sus funciones, una petición que no le fue concedida hasta dos
años mas tarde. Así en enero de 1764, se acepta su dimisión, pero aún le quedaba su
última revisión, el juicio de residencia, donde todos los cargos de la administración
española debían someterse a un proceso de revisión de sus actuaciones y en el que se
ponían de manifiesto, si los hubiere, todos los cargos en su contra. Una medida que, en la
administración indiana tuvo una enrome importancia y que impedía que los funcionarios
631 Prueba de ello es el padre José de Villalta quien, en época de sequía se dedicó a acumular la harina y no
repartirla entre los vecinos siendo, por supuesto, objetivo de la autoridad de Ulloa que, finalmente, terminó
excomulgado en dos ocasiones. 632 Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 201.
199
fuesen sustituidos previos al proceso. Por lo general, el juicio de residencia impedía que
el depositario del cargo en cuestión abandonase el lugar en el que había permanecido,
pero, en el caso de Ulloa, se le ordena trasladarse a La Habana, para poderse ejecutar
dicho trámite.
Esta orden no debió ser del agrado del virrey Amat, que no tardó en sacar a la luz
todos los cargos que se habían presentado contra Ulloa en los juicios anteriores
informando de las acusaciones tanto del fiscal, quien le culpaba de haber cometido fraude
ante la Caja Real declarando una menor cantidad de azogue de la que se producía en
realidad, como del gremio de mineros, que le hacían responsable de su ruina debido a la
implantación de la minería del rey633. No se trataba más que de una repetición de los
hechos que ya habían sido juzgados con anterioridad y de los que Ulloa siempre salió
exculpado en Huancavelica. Así, la intención clara del virrey era impedir la partida de
Ulloa, por lo que informaba a Julián de Arriaga que, antes de abandonar el virreinato
debería pagar una ingente suma de dinero que se le reclamaba. Además, se requisaron sus
vienes, fue obligado de devolver toda la documentación antes de partir, es decir, se
enfrentó a una enorme cantidad de dificultades para que se pudiera dar cumplimento a la
Real Cédula del 4 de enero de 1764 que confirmaba su relevo y ordenaba su traslado. Así,
considerando que Ulloa bien podría responder en cualquiera de los dominios de la Corona
por los cargos que se le imputaban, acepta la decisión real que implicaba su traslado.
Y de este modo, lo notifica a Julián de Arriaga en una carta del 13 de noviembre
del mismo año634, poniendo como condición que designase a alguna persona o personas
que abalasen su deuda para poder marcharse. Algo que encontró de entre un pequeño
grupo de criollos en los que encontró protección, pues se trataba de hombres que habían
obtenido el hábito de la orden de Santiago en el mismo año que él. El más relevante será
el caballero sanjuanista Francisco Remírez de Laredo, conde de San Javier y Casa Laredo,
de origen chileno, quien había obtenido su alta posición a través de su desempeño dentro
de la administración americana y de su matrimonio que lo entroncaba con otra familia de
la élite criolla de Chile635. El cabeza de una familia que por su vínculo como miembro de
la orden de Santiago proporcionaría a Antonio de Ulloa la ayuda que tanto estaba
633 Carta de Manuel Amat a Julián de Arriaga. 24 de octubre de 1764. AGI, Lima, 651, nº5. 634 Ibídem, nº6. 635 Sobre sus orígenes: Op. Cit. SOLANO, F DE, pp. 252-254; Op. Cit. BEERMAN, E, pp. 38-41.
200
necesitando, no solo convirtiéndose en su avalista, como ya hemos mencionado, sino
permitiéndole embarcar en una de sus naves, encargadas de llevar trigo chileno a Lima
por la ruta Callao/Valparaíso. Esta nave le llevaría hasta Panamá desde donde, por tierra,
siguiendo el curso del río Chagres, cruzaría el istmo hasta llegar a Portobelo, desde donde
volver a embarcar con destino La Habana.
De este modo, por una parte, se ratifica la estrecha relación del marino con el
conde de San Javier y, por otra, es evidente la enorme deuda moral que Ulloa adquirió
con él, pues gracias a su apoyo consiguió abandonar un virreinato al que jamás volvería.
En este sentido, lo que empezó siendo un favor, terminó por originar un acuerdo mutuo
que entroncaría directamente con la vida personal del capitán de navío. En este sentido
no se puede decir que Antonio de Ulloa fracasase en su labor como gobernador y
superintendente pues, de un lado, obtuvo la mayor producción de la mina por medio de
sus mejoras técnicas y la aplicación de sus estrategias administrativas y, de otro, persiguió
los malos usos y abogó por mejorar las condiciones de los vecinos más desfavorecidos
denunciando las condiciones a las que estaban sometidos636. Pero a nivel personal sí que
supuso un verdadero fracaso debido a que se enfrentó a una realidad desconocida, a una
convivencia estrecha con los habitantes del territorio virreinal que le cambió por completo
por todos los problemas y presiones a las que tuvo que hacer frente. Así, la única
satisfacción personal que llevaría consigo sería la promesa de matrimonio con la hija de
dicho conde de San Javier.
Efectivamente, a los 47 años637 Antonio de Ulloa decide contraer matrimonio
después de varios años de búsqueda de la mujer que se ajustase a sus intereses sociales y
económicos. Prueba de este interés son las joyas que el marino entregó a Francisca
Remírez de Laredo como obsequio por su matrimonio, que fueron encargadas durante su
estancia en París en 1750638. Con este dato puede entenderse que Ulloa intentaría
entroncar con alguna importante familia sevillana o gaditana valiéndose, para ello, de la
mediación de sus hermanos, debido a sus prolongadas ausencias del territorio español, así
como de su atareada situación como colaborador de Ensenada. Pero, claramente ninguna
636 Todas ellas las expresa en su relación de gobierno, un informe que debían realizar todos los gobernadores
una vez concluida su labor. 637 Una edad bastante avanzada para contraer matrimonio en la época. 638 En el testamento de Antonio de Ulloa se aporta un listado de dichas joyas, indicando también su coste
total. Disposiciones Testamentarias del Excmo. Sr. D. Antonio de Ulloa, AHPC, PNSF, leg. 120, f. 222.
201
de las mujeres que pudieron ser propuestas como candidatas resultó del agrado de Ulloa
quien, en esta ocasión, se encargó personalmente de gestionar los prolegómenos de su
unión. Francisco de Solano considera lógica su unión con una mujer criolla debido a su
dilatada estancia en los territorios del Virreinato del Perú, tanto en la geodésica como en
Huancavelica. Pero, considerando que las relaciones que pudo entablar, en ambos
periodos fueron prácticamente las mismas, debido a las especiales condiciones que se
produjeron en las dos ocasiones639, esta teoría no nos parece viable. Por ello consideramos
más lógico pensar que dicha unión se produce tanto por agradecimiento a la familia
Remírez de Laredo, por la ayuda que le habían prestado en uno de sus peores momentos,
como por el conocimiento de la buena posición económica y dotes personales de la novia.
En definitiva, se trataba de una unión que resultó muy provechosa para ambas
partes. Por parte de la joven Francisca, el hecho de contraer matrimonio con un oficial de
la Armada española, de las características y rango de Antonio de Ulloa, sería siempre un
motivo de prestigio para una familia criolla como la suya, por muy que ya distinguida que
fuese dentro de la sociedad colonial. Y por el lado del propio Antonio de Ulloa, quien
obtendría inicial y teóricamente una unión en condiciones sociales y económicas que
correspondiesen a la suya; de esta forma perpetuaría su casa, pues sus hermanos no
contaban con descendencia. Razón que esgrime640 inicialmente pero que no sería el único
motivo ni el de mayor peso para explicar el interés del marino en contraer nupcias con la
joven criolla. Dicho motivo, tiene que ver con el aporte económico de la dote de su esposa
que engrandecería su patrimonio, tal y como apunta el propio Ulloa, en el documento en
el que solicita permiso para casarse:
“proporcionándome aquí con las sobresalientes calidades de la persona competente dote
que no conseguiré tan fácilmente […] por no tener yo caudal […] Esta señora es hija de
D. Ventura Ramírez de Laredo, del orden de Santiago, y Dña. Francisca Encalada y
Chacón, condes de San Javier, vecinos de Santiago de Chile, y de lo más distinguido de
aquella ciudad, como lo son en Sevilla sus parientes, por cuya razón gozan de mayorazgo
639 Ulloa afirma que el pequeño grupo de criollos que le prestaron apoyo en su salida de Huancavelica eran,
en su mayoría, amistades que había entablado en la estancia anterior. 640 Sobre el particular: ORTEGA DEL CERRO, P, Siluetas de cambio: experiencias de transformación social
de la élite naval (siglos XVIII- XIX), Tesis doctoral, 2017, pp. 326-327.
202
allí y son de sobresaliente caudal con el cual podrán ayudar a reparar en el dote que le
destina a su hija los atrasos que yo experimento”641
A pesar del enorme interés de Ulloa y aún contando con la aprobación pertinente,
pues tanto en la Armada como en la orden de Santiago se exigía de autorización previa
para que sus miembros contrajesen matrimonio, la boda tendría que esperar. Pero sería
por una cuestión bastante simple, aún contando el marino con una edad avanzada, su
prometida tenía solo 14 años. Así, llegaría a La Habana en posesión de dicha promesa
matrimonial en los primeros días de febrero de 1765642, donde se encontró con el capitán
general su paisano Antonio María de Bucareli y sus hermanos Martín, que hacía las veces
de auditor y teniente de gobernador y Pascual, que había llegado con un regimiento para
fortalecer la defensa de las bases cubanas. Estas tres personas serán fundamentales para
él en aquellos momentos pues, la situación que había vivido en Huancavelica terminó por
quebrantar su salud haciéndole caer enfermo643 de lo que, a todas luces, debió ser
melancolía644. Bien es cierto que Ulloa, que no era muy proclive a narrar sus
padecimientos que los tuvo, aunque solo diese leves pinceladas de los más débiles a
excepción del que adoleció en el tornaviaje de la geodésica645, en algunas cartas de
carácter privado comenta que, de lo que se encontraba enfermo era del espíritu646. De este
modo, al encontrarse en un entorno afable, rodeado de personas tan cercanas como estas
contribuyó a su recuperación.
Gobernador de Luisiana
Después de estos meses, sin encontrarse del todo recuperado, en mayo de 1766 se
le designa para la misión más compleja a la que tendría que enfrentarse, como funcionario
641 Solicitud de Antonio de Ulloa para contraer matrimonio, AGS, Secretaría de Marina, Legajo 26. 642 Todo esto a pesar de los esfuerzos del virrey Amat que viendo que sus empeños por hacerlo permanecer
en Huancavelica hasta haberse realizado su juicio de residencia fracasaban, comenzó a divulgar la noticia
de que su marcha a La Habana era un destierro y que allí tendría que permanecer durante 10 años pagando
las consecuencias de sus actos. 643 Su situación le llevó hasta tal extremo que acaba por hacer testamento ante su secretario, Manuel Félix
Riesch, que le había acompañado en su traslado a La Habana. Testamento que posteriormente anula en su
última disposición testamentaria. Disposiciones Testamentarias del Excmo. Sr. D. Antonio de Ulloa,
AHPC, PNSF, leg. 120, f. 201. 644 Afección bastante habitual en la Edad Moderna, especialmente en los círculos intelectuales, que se
caracterizaba por generar un ánimo deprimido en quienes la padecía, afectando también a las capacidades
motoras del enfermo. 645 Sobre el particular ver p. 91. 646 Carta de Ulloa a Arriaga, Baliza, 18 de diciembre de 1766, AGI, Santo Domingo, 2542A.
203
del Estado, ser gobernado de Luisiana. Dicho nombramiento llega a sus manos en julio
de 1765647 con lo que parte, hacia su nuevo destino, en febrero del año siguiente
totalmente restablecido. Se trataba pues de “una excelente ocasión para averiguar el grado
de consideración profesional con que era calificado por el gobierno”648, especialmente,
después de su nefasta experiencia en el virreinato del Perú, donde había sido víctima de
una campaña de desprestigio que se mantuvo incluso tras su nuevo nombramiento, hasta
el punto de que Ulloa fue conocedor de las maniobras del virrey Amat estando ya en
Luisiana.
Tendría pues la misión de administrar y dirigir un territorio totalmente diferente a
lo que conocía, una colonia de nueva incorporación que, apenas llevaba tres años bajo el
dominio español649. Dicho territorio había sido objeto del interés de España desde
principios de siglo, pues se encontraba próximo a una de las rutas principales del circuito
de la Carrera de Indias, Veracruz-La Habana. Por ello, dado que se trataba de un dominio
francés y basándose en las relaciones amistosas que, por lo general se habían mantenido
entre los dos países, España intentó, siempre por la vía diplomática, conseguir una cesión
que llegó, tras la Guerra de los Siete Años, teóricamente como compensación por las
pérdidas que había sufrido España debido al Tratado de París. Pero la realidad era distinta
ya que, Luisiana no le reportaba ningún tipo de beneficio a Francia y, menos aún, después
de haber perdido sus posesiones en Canadá. De este modo, lo que se vendió como puente
para afianzar alianzas era en realidad una estrategia francesa para deshacerse de un
territorio que no convenía a sus intereses.
Al tratarse de una nueva incorporación con características muy particulares como
su extensión, una economía basada en la exportación de tabaco, añil, pieles y madres y,
por supuesto, por el peso en su gestión que seguía teniendo en ella la Compañía de las
Indias, de la que partía el llamado Consejo Superior como organismo más influyente, se
requería de alguien con características muy concretas. En este caso, Antonio de Ulloa las
647 Nombramiento de Gobernador de la Luisiana a favor de Antonio de Ulloa. 21de mayo de 1765, AGS,
Dirección General del Tesoro, Inventario 2, leg. 49, doc. 75. 648 Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 204. 649 Sobre el particular: Ibídem, p. 205-209; HOFMAN P. E, Luisiana, Fundación Mapfre, Madrid, 1992;
MOLINA MARTÍNEZ, M, “El gobierno de Antonio de Ulloa en Huancavelica y Luisiana”, Op. Cit. Actas del
II Centenario de Antonio de Ulloa, pp. 169-184; RODRÍGUEZ CASADO, V, Primeros años de dominación
española en la Luisiana, CSIC, Madrid, 1942; RODRÍGUEZ CASADO, V, “Don Antonio de Ulloa en la
gobernación de Luisiana”, Revista General de Marina, nº 125, Madrid, 1943, pp. 681-688.
204
cumplía todas pues poseía un gran prestigio social y profesional, que estaba más que
demostrado, como su condición de caballero santiaguista, y que le permitiría entablar
lazos con las élites del lugar. Además, hablaba tanto francés como inglés y no solo
contaba con experiencia en gobernación, sino que había manifestado un gran sentido de
la obediencia hacia las directrices marcadas por el Estado. Aptitudes que, aunque le
convertían en la opción más idónea, tal y como afirmaba el marqués de Grimaldi, quien
lo había conocido en Suecia y fue quien le propuso para ocupar dicho cargo650, no le
proporcionaron, por segunda vez, una estancia agradable.
La cuestión se presentaba harto complicada pues el rey francés había decidido
ceder el territorio, pero eso no cambiaría el sentimiento de sus gentes, que veían con
recelo la llegada de un nuevo monarca que impondría sus propias leyes haciendo peligrar
su modo de vida. Además, aunque probablemente fundamentada en sus convicciones en
las que el sentido del deber y la lealtad estaban por encima de cualquier dictamen, Antonio
de Ulloa tuvo una entrada, en nuestra opinión muy desacertada en Luisiana. Esto se debe
a que, en su nombramiento y en las instrucciones inherentes al mismo, se le indica que el
territorio debía mantener sus leyes y modos de gobierno, considerándose una colonia
separada de los dominios españoles651. No se incorporaría y de hecho no lo hizo, al
Consejo de Indias, como el resto de colonias americanas, sino que permanecería a cargo
de la Secretaría de Estado hasta que las circunstancias socio económicas permitieran su
traspaso. Pero Ulloa hizo caso omiso a estas directrices o, mejor dicho, jamás informó
que tenía conocimiento sobre las mismas, con lo cual, se dedicó a mandar cargas
amistosas a las autoridades locales en funciones y jamás se dirigió al Consejo Supremo
que, como hemos dicho, dirigía a efectos prácticos dicho territorio.
De este modo, lo que se presenta como una torpeza manifiesta fue también fruto
de su desconocimiento pues, Ulloa se había empleado, durante su período en La Habana,
de informarse sobre los motivos políticos que habían provocado la cesión y, con la
colaboración de Bucareli, intentó conocer su modo de administración y sus costumbres.
650 Esta es una muestra más de la enrome consideración de la que gozaba Antonio de Ulloa tanto en los
altos círculos españoles como europeos y del reconocimiento del que gozaban sus aptitudes en todos los
ámbitos. 651 Nombramiento de Gobernador de la Luisiana a favor de Antonio de Ulloa. 21de mayo de 1765, AGS,
Dirección General del Tesoro, Inventario 2, leg. 49, doc. 75.
205
Pero, a pesar de esto, no sabía nada del sentimiento de rechazo y temor que bullía entre
su población, que se agudizaba con la confusión generada por la actitud de Ulloa que
entraba en contradicción con las noticias que les llegaban desde Francia, donde se les
aseguraba que sus leyes se mantendrían, así como los privilegios que gozaban distintos
sectores de su población. Estas preocupaciones eran lógicas ya que, con la llegada del
dominio España, la base económica de Luisiana se vendría abajo teniendo en cuenta toda
su realidad tenía que ver con la exportación de sus productos que, hasta el momento, se
había realizado de manera completamente libre. Algo que, si España imponía sus leyes
desaparecería al incluirla dentro de su red monopolística, en la que solo se autorizaba
comerciar con los puertos establecidos por la Corona. A esto debe sumarse que, todos los
productos que sustentaban esta economía luisiana ya se comerciaban en España652 o no
eran apreciados por los países receptores, presentándose así un panorama absolutamente
desolador.
Pero no menos desoladora será la realidad a la que se enfrente Ulloa, un hombre
que con apenas unas pocas tropas, los conocimientos adquiridos en lugares más prósperos
y menos, potencialmente menos problemáticos, y una voluntad férrea debía conseguir
que unos habitantes que querían seguir siendo franceses, habitasen, sin ningún tipo de
reticencia, en una nueva colonia española. Y todo esto, se encontraba inserto en el
contexto de un territorio en el que la miseria está presente por doquier, de hecho, en una
de las cartas que Ulloa le envía a Bucareli le cuenta que allí “falta todo aún lo más
preciso”653. En este sentido le preocupan la higiene y el saneamiento del territorio que
intenta mejorar con nuevas ordenanzas municipales elaboradas en base a los
conocimientos adquiridos en Francia y en su labor en Huancavelica. Por ahí decide
comenzar, probablemente como medida más práctica pues, según él, ante tal cantidad de
problemas a resolver era necesario tomar una primera vía. Así, en la misma misiva le
solicita el envío de obreros cubanos para poder llevar a cabo todas las obras necesarias,
pidiéndole además que se dote a la colonia de los caudales necesarios para hacer frente al
pago de estos trabajadores.
652 Contaba con el estanco de tabaco, con el añil guatemalteco, las maderas españolas y americanas y, por
si fuera poco, las pieles no eran de su interés. 653 Correspondencia escrita por el gobernador de la Luisiana D. Antonio de Ulloa con el capitán de Cuba,
D. Antonio Bucarelli, nº 1-65, Carta nº 8 de 12 de diciembre de 1766, f. 8.
206
Pero, el problema más acuciante, lo que más le preocupa es el sustento de la
población. Esto se debe a que, la base de su alimentación estaba en el trigo, un cereal que
resultaba muy difícil de cultivar tanto en las zonas aledañas como en el resto de la colonia
y cuya escasa producción era generadora de carestías de las que se aprovechaban los
comerciantes locales que lo recibían por medio del a exportación desde los territorios de
las Trece Colonias y se lucraban con los enormes beneficios. Para solucionar esto Ulloa
recurre a varias medidas que resultan fallidas, por una parte, establecer contacto con los
ingleses de la Florida, para que fueron ellos quienes abastecieran de la colonia,
provocando el descontento de los comerciantes locales. Por otra, solicitar a la Corona que
les permita comerciar con el resto de colonias americanas pues considera que sería tan
rentable para España como beneficioso para la colonia, al igual que una acción carente
de peligro de contrabando.
Pero el rey no considera suficientes estos motivos y se niega a realizar dicha
concesión, mandando que Luisiana permaneciese como territorio independiente del
sistema colonial hasta estar seguros de los frutos que podía producir por sí misma654. Así,
a instancias de Madrid, se establece una nueva normativa comercial en la que se permitía
el comercio libre con otros puertos europeos (Francia e Inglaterra) pues era de ellos de
quienes dependía la subsistencia pero, solo podrían tocar puerto naves españolas,
quedando las foráneas solo con el permiso de navegar sin tocar tierra. En suma, ordena
que todas las naves llevasen una carga de productos locales para garantizar así el comercio
de los mismos655. Medidas que afectaban directamente a comerciantes, dueños de barcos
e intermediarios locales y que no fueron recibidas con ningún tipo de agrado. Hasta tal
punto que generaron que salieran a la luz todas las protestas que se habían ido
produciendo desde la llegada de Ulloa y que terminaron por materializarse en septiembre
del mismo año cuando, un grupo de afectados, denunció su descontento ante el Consejo
Supremo. Ante esto, la respuesta del gobernador fue solicitar a Madrid autorización para
disolver dicho Consejo, una petición que recibió aprobación, pero cuyo objetivo jamás
llegó a término.
A todo esto, hay que añadir el problema de la defensa del territorio, que debía
llevarse a cabo con la escasa dotación que había llegado a la colonia junto a Antonio de
654 Luisiana y Florida, expedientes e instancias de partes, febrero de 1766, AGI, Santo Domingo, 2585. 655 Ídem.
207
Ulloa. Son constantes sus peticiones a La Habana y a Madrid, peticiones que reciben
escasa y tardía respuesta656 y, cuando la obtienen, hacen enfrentarse a Ulloa a un problema
mayor, la falta de capital para pagar a las tropas. Inicialmente se optó por ofrecer un buen
sueldo de los soldados franceses que quedaban en la colonia para que se mantuviesen en
ella, al servicio de España, mientras llegaban las tropas de voluntarios gallegos que le
habían prometido el capitán general de Galicia657. Motivo por el que el situado sería su
única solución, aunque llegaba mal y tarde pues en el año 1766 solo se contaba con 90000
pesos, una cifra que se solicitó aumentar pero, a pesar de concederse, no fue en la cantidad
pedida.
Esta petición se debe a que, además de hacer frente a todos los problemas ya
mencionados, Francia había dejado una enorme deuda en Luisiana y los naturales del
lugar reclamaban que se les abonasen los dineros dejados a deber y así se lo hace saber
Ulloa al marqués de Grimaldi. Este, en carta de febrero de 1767, le insta a no angustiarse
pues España se podría en contacto con la corona francesa para que saldase la deuda, un
pago que nunca llegó658. Por estos motivos y ante la demora del situado, en el año 68, el
gobernador se ve obligado a pedir préstamos a los mismos comerciantes afectados por
sus nuevas medidas. Quienes aceptaron con la promesa de que, con el situado, que ese
año sería aún mas bajo que el anterior, se les cubrirían las cantidades que se les habían
solicitado. Dicho impuesto, además de insuficiente, llegó a finales de julio del mismo
año, creando aún mayor hostilidad de estos hacia Ulloa.
Por si todo lo desarrollado fuese poco, la que tendría que ser su mayor alegría en
medio de aquella tensa situación, se volvería también en su contra pues, en enero de 1767,
es informado del arribo de su esposa a la colonia. Un encuentro que prometía ser muy
provechoso para él pues, se consideraba que una criolla de tan elevada posición le sería
de enorme utilidad para establecer lazos con las damas de la alta sociedad luisiana y, por
ende, con sus esposos. Pero todo esto quedó en meras consideraciones ya que, dichas
damas interpretaron cada uno de sus movimientos como una ofensa y comenzaron a
cargar también contra ella. Quien llegaba ya casada, por poderes, desde el 11 de marzo
656 Carta de Antonio de Ulloa a Antonio Bucareli, nº 1, 2 de diciembre de 1767 y nº 33, 28 de agosto de
1767, AGI, Cuba, 109. 657 Carta del Marqués de la Croix a Antonio de Ulloa. 7 de julio de 1765. AGI, Cuba, 2357. 658 Luisiana y Florida, expedientes e instancias de partes, febrero de 1766, AGI, Santo Domingo, 2585.
208
de 1766659, en compañía de su hermano, varios criados y una mulata zamba (Manuela) de
entre los regalos que, desde Perú, le habían hecho al matrimonio. Llegando a Luisiana en
junio de 1767, debido a que su padre tuvo que esperar a poder separar una de sus naves
para trasladar a su hija junto a su esposo.
Así, la novia y sus acompañantes llegaron, tras hacer escalas en Panamá y La
Habana, al puerto de Baliza donde les recibiría el propio gobernador. Una vez reunidos y
con escasos días de diferencia tuvo lugar una misa donde se ratificaría su unión que
inauguraría el libro de matrimonios de la primera parroquia de Nueva Orleans660. Ciudad
en la que se instalarían los recién casados661 y que, al parecer, no fue del agrado de la
joven dama y sus acompañantes, quienes veían el ambiente tosco y pueblerino comparado
con el enorme esplendor y las comodidades que ofrecía Lima. Esto ya sería un motivo de
crítica por parte de toda la población, que no vería con buenos ojos este supuesto
“desprecio” a lo que les daba Luisiana. Aún así, las críticas irían más allá de este detalle,
incidiendo directamente en la esposa del gobernador. Pues Francisca, por su condición de
mujer de la alta sociedad limeña y por estar casada con un hombre de la posición de Ulloa,
no solo tenía una actitud sino también una imagen determinada.
De esta manera no era extraño verla ataviada con buenos vestidos, lujosas joyas y
elegantes complementos suponiendo esto una molestia para las damas de la sociedad
luisiana. Pero, por si esto no fueses suficiente, existía el hándicap de que, al contrario que
su marido, la joven no sabía hablar francés, con lo cual se hacía muy difícil su presencia
en reuniones sociales al no poder departir debido a la barrera idiomática. Esto, junto al
hecho de que tanto ella como su marido, eran bastante partidarios de la vida privada y no
se prodigaban demasiado en recepciones662, generaba en este distinguido grupo de
personas un sentimiento de rechazo, que se veía aumentado por el hecho de que Francisca
disfrutaba de la compañía de sus sirvientas, probablemente por el simple hecho de que
659 La boda por poderes se realizó en Perú, haciendo las veces del novio el propio conde de San Javier, en
la parroquia de San Sebastián. Como detalle a destacar, entre los asistentes no estuvo el virrey Amat, algo
que disgustó mucho tanto a la familia de la novia y al resto de asistentes como al propio Ulloa quien así lo
expresa en una carta a Julián de Arriaga de 18 de diciembre de 1766 (AGI, Santo Domingo, 2542A). Esto
se debe a que, a pesar de la mala relación entre ellos, todo hacía esperar que el virrey asistiese, tal y como
lo hizo, a la ceremonia de su toma de hábito de la orden de Santiago, que se reprodujo en Lima en 1762. 660 Es Francisco de Solano quien aporta este dato, aunque no menciona en ningún momento en qué
documentos se basa para realizar tal afirmación. Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 389. 661 Sobre los pormenores de la boda y la casa familiar: Ibídem, pp. 217-218. 662 Algo que podría resultar incluso lógico si se tiene en cuenta la enorme hostilidad a la que estaban
sometidos por parte de la población, incluyendo a la más influyente.
209
hablaban español. Esto provocaba que proyectase, o al menos los demás lo percibiesen
así, la imagen de una persona altanera, que se agravó en el momento en el que nació su
primera hija que, por deseo expreso de su madre, fue amamantada por una nodriza negra
que hicieron llevar de cuba y permanecería siempre, al cuidado de la esclava Manuela663.
Dando lugar, por supuesto a un sinfín de críticas por parte de una población que veía
como una ofensa lo que tenía que haber sido uno de los grandes acontecimientos del
momento pues, la pequeña María Josefa, no solo inauguraría el libro de bautizos de la
parroquia de Nueva Orleans664, sino que se convirtió en la primera criolla de la Luisiana
española.
Todos los problemas expuestos y la hostilidad existente hacia el gobernador y los
suyos fueron el caldo de cultivo de una revuelta que en octubre de 1768 instigaron
precisamente, algunos de esos miembros de alta sociedad que con sus afiladas críticas
hostigaron a la señora de Ulloa. Aunque el detonante lo encontrarían finalmente en una
decisión de Carlos III que emite un real decreto para regular la actividad comercial de
Luisiana665 en el que se establece el comercio directo entre España y su colonia
suprimiendo pues su dependencia de las Antillas francesas. Un hecho que hubiese sido
bien recibido de no ser porque, en los artículos de dicho decreto, se establecía no solo que
la actividad comercial debía ser exclusivamente en barcos españoles y cargadas solo en
los puertos peninsulares, sino que el tráfico se realizaría desde el puerto en cuestión hasta
Nueva Orleans, de manera directa, sin hacer arribos en puertos antillanos o de Nueva
España.
De esta manera basándose en el enorme deseo de volver a ser franceses, junto con
la disconformidad con las medidas comerciales y aduaneros impuestas por la corona, así
como el descontento con las acciones del gobernador, llevaron a los vecinos a la rebelión.
Así girando entorno a su autodeterminación, se sirvieron de una fuerte carga de
argumentos filosóficos para sustentar sus exigencias. De esta manera se habían dotado de
lo expuesto, tanto en prensa como en diversos documentos, por importantes intelectuales
663 Estos y muchos más detalles relacionados con el gobierno de Ulloa en Luisiana, se expresan en la
Memoria de los habitantes y negociantes de Luisiana sobre los sucesos de octubre de 1768, AHN, Estado,
leg. 3883. 664 Ver nota 61. 665 Real Decreto que previene las Reglas y Condiciones con que se puede hacer el Comercio desde España
a la provincia de Luisiana. Madrid de 28 de marzo de 1768. Imprenta real, 1768. BPR, ms. 2639.
210
de la época en los que se esgrimía que ningún monarca podía ceder un territorio por su
propia voluntad, sin contar con el consentimiento de aquellos que lo habitaban. Con lo
cual, si se tenía en cuenta que el ser súbditos de uno u otro rey era un derecho que solo
pertenecía al pueblo, la cesión que había realizado Luis XV se consideraba nula. Y,
basándose en ese derecho, los vecinos de Nueva Orleans podían escoger libremente que
querían seguir siendo franceses.
Asimismo, los líderes de la revuelta convocan a todos los vecinos para exigir la
marcha de Antonio de Ulloa, por medio de una serie de acciones violentas que se inician
el 28 octubre de 1768 y por los que Ulloa abandona Nueva Orleans para trasladarse a
Baliza para proteger a su familia. Tanta fuerza tuvieron los hechos que, apenas al día
siguiente, el Consejo Supremo ordena la expulsión de Ulloa instándole a marcharse en un
plazo de tres días. Algo que hará el ya exgobernador el 1 de noviembre de 1768, partiendo
hacia La Habana666 con su esposa embarazada y su hija, para escasos meses después ser
sustituido por Alejandro O’Reilly667. Un nuevo gobernador que acudiría con la dotación
y los medios necesarios para un buen gobierno, que ajustició a los cabecillas de la
revuelta, y recibió las quejas de los criollos que hacían responsable a Ulloa del
levantamiento668. Con lo que, en definitiva, la labor de Ulloa en la Luisiana si bien no fue
fructífera, sentó las bases para que los intercambios entre administraciones se hicieran,
no solo de un modo adecuado sino rápido y eficiente.
De nuevo en España. Las Noticias Americanas y una nueva imagen de los habitantes
de América.
El devenir del tiempo, el desarrollo de los acontecimientos e incluso la falta de
ellos, nos obligan a dar un salto cronológico. Una interrupción del tiempo lineal que no
supone un intento por justificar o aproximar lo que vamos a exponer y la fuente primaria
que vamos a emplear en este caso. Todo lo contrario, el motivo de situarnos siete años en
666 Desde allí informa de los hechos acaecidos en 1768 en una carta al marqués de la Croix donde le explica
los hechos violentos que le habían llevado prácticamente a huir de Luisiana, en una descripción que
horroriza al marqués. Correspondencia privada entre el virrey de Nueva España, marqués de Croix con el
gobernador de Luisiana Antonio de Ulloa. 1 de enero de 1769, AGI, Cuba, 149A. 667 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea
http://dbe.rah.es/biografias/13705/alejandro-oreilly-mc-dowel. 668 RECIO MORALES, O, Alejandro O’Reilly, Inspector General. Poder militar, familia, y territorio en el
reinado de Carlos III, Sílex, Madrid, 2020, pp. 154-185.
211
adelante se debe a que, durante este tiempo, no ocurrió nada relevante en la vida del
marino669. Desde su salida de Luisiana en 1768, sus meses en la Habana habían sido su
único movimiento pues, a partir de entonces y con la pequeña María de las Mercedes670
como muevo miembro de su familia, se instala en Cádiz, curiosamente el mismo año en
el que esta ciudad dejará de ser capital del Departamento Marítimo (1769).
Probablemente esta decisión estuviese motivada por las ventajas económicas e incluso
sociales que le seguía ofreciendo una ciudad que, al fin y al cabo, continuaba siendo el
centro de la actividad comercial español, a pesar de que su papel como sede de la Armada
empezaba desaparecer671. También se puede pensar que, en definitiva, se trataba del lugar
al que debía regresar pues nada le unía ya a Sevilla después de la ausencia de su madre y
la disgregación de los bienes familiares y, además, en Cádiz era donde vivía antes de su
nuevo traslado a América.
Pero independientemente de los motivos, lo que nos interesa es que, en el número
62 de la calle de las Descalzas672 se instalaría un hombre completamente diferente al que
había marchado a América. Un esposo y padre de familia que no solo contaba con la
madurez propia de la edad y los principios inherentes a su condición de oficial de la
Armada sino que, además, se trataba de alguien que, por primera vez había convivido con
los habitantes de aquellos territorios y su experiencia no había sido precisamente
agradable. De esta forma, en los siete años de inactividad marítima y administrativa que
pasó en aquella casa, a lo que se dedicó fue a escribir, es decir, a dar cuenta de las
experiencias vividas hasta el momento. Todo ello basado en una intención divulgativa
amparada por su convencimiento de que una nación que se considerase ilustrada, debía
ser depositaria de la mayor cantidad de conocimientos posibles tanto desde el punto de
vista de las altas esferas de su sociedad como de sus estratos más populares.
Por esta razón opta por exponer, por una parte, sus conocimientos, teóricos todos,
de las Armadas española y del resto de potencias europeas en una obra titulada La Marina.
669 A excepción de su ascenso al grado de jefe de escuadra, al que haremos referencia más adelante. 670 Como ya hemos dicho, la esposa de Antonio de Ulloa se marcha de Luisiana embarazada y, al poco
tiempo de llegar de La Habana para instalarse en la entonces capital gaditana, da a luz a su segunda hija. 671 Cabe añadir a este respecto que el traslado de la sede del Departamento Marítimo no se produjo de
manera inmediata. Se trató de un proceso gradual del que incluso Antonio de Ulloa podía no ser conocedor
a su regreso a España. 672 Actual calle Montañés. La existencia de dicha vivienda se recoge en el testamento de la esposa del
marino. Testamento de Francisca Remírez de Laredo, viuda de D. Antonio de Ulloa, Cádiz 7 de septiembre
de 1810, AHPC, PNCA, leg. 2618, f. 346.
212
Fuerzas navales de la Europa y costas de Berbería. Una obra cuya redacción se prolongó
durante 20 años, prácticamente los mismos en los que Antonio de Ulloa mantuvo la
graduación de capitán de navío, de 1755 a 1773, y que estuvo además sujeta a un proceso
administrativo muy complejo con el objetivo de obtener una publicación, que nunca
llegó673. Desde este punto de vista no queremos decir que no haya sido importante, de
hecho sí lo fue al ratificar, por ejemplo, esa voluntad divulgativa que poseía el marino y
que lo situaba dentro del pensamiento ilustrado. Pero también ha sido ya tan analizada y
se aleja tanto del tema que nos ocupa en este caso que no vamos a detenernos en ella674.
Por otra parte, con el fin de dar a conocer y difundir los aspectos que había podido
percibir de la realidad americana, escribió Noticias Americanas. Entretenimientos
Phisico-históricos sobre la América Meridional y la Septentrional Oriental. Obra cuya
publicación estuvo exenta de problemas administrativos675 y que va a servirnos como
fuente primaria para exponer esa nueva imagen de América que Ulloa se encarga de
difundir y que dista bastante de lo que había publicado hasta el momento. Yendo incluso
más allá, era diferente a cualquier obra escrita relacionada con los territorios americanos
pues, no eran habituales las publicaciones de obras que tuvieran un carácter tan general,
atendiendo prácticamente a todos los aspectos relativos a dicha realidad americana. De
esta forma elabora una obra que buscaba ser original no solo por todo lo que el mundo
americano podía ofrecerle al gran público, sino por la ya mencionada ausencia de
publicaciones de esta naturaleza.
En este sentido es importante hacer énfasis en la expresión gran público pues, en
contraposición a sus anteriores libros cuyo contenido y discurso estaba destinado a un
público muy determinado, poseedores de un determinado nivel formativo e intelectual; el
673 Tuvo que esperar hasta 1995 para salir del Archivo General de Simancas donde fue depositada y ver,
por fin, la luz. DE ULLOA, A, La Marina y fuerzas navales de la Europa y costas de Berbería, edición,
transcripción y estudio preliminar DE HELGUERA, J, Universidad de Cádiz, Cádiz 1995. 674 Sobre el particular, Op. Cit. DE ULLOA, A, pp. ; Op. Cit. SOLANO, F DE, pp. 263-271; LAFUENTE, A Y
PESET, J. L, “Militarización de las actividades científicas en la España ilustrada (1726-1754)”, en PESET, J.
L (Eds.) La Ciencia Moderna y el Nuevo Mundo, CSIC, Madrid, 1985, pp. 127-147. 675 Tras haberla enviado a Julián de Arriaga, este la remitió al Consejo de Indias en abril de 1772, recibiendo
informes favorables hasta el punto de que, tres meses después el fiscal aprobaba la publicación pues
consideraba que la obra defendía los intereses españoles y divulgaba la valía de las Indias. Sobre el
particular, Expediente sobre la publicación de las Noticias Americanas, 1772, AGI, Indiferente General,
1656.
213
objetivo de Ulloa, en este caso, era “instruir y, a la vez, divertir”676 a toda la población,
es decir, crear una obra divulgativa677. Este objetivo era cuando menos lógico, si se tiene
en cuenta su pensamiento de fomentar la formación de la Nación, así no era cuestión de
ampliar los conocimientos de los intelectuales sino de proporcionarle a la población unos
datos que les eran completamente desconocidos pues estaban influenciados por los vagos
datos que se les aportaban y las polémicas que generaban los mismos. Dichas intenciones
se observan tanto en su estilo didáctico y accesible como en el subtítulo de la propia obra
donde la palabra entretenimiento no solo es predominante, sino que será la que rija todo
el esquema de la misma, siendo la que encabece cada uno de los 22 apartados en los que
se divide y que se desarrollan en sus más de 400 páginas.
De esta manera, si nos detenemos a analizar el contenido de la misma, podremos
darnos perfecta cuenta que la labor de Ulloa en sus años como gobernador americano le
habían servido tanto de experiencia vital como de medio para recopilar todos los datos
posibles para poder elaborar las Noticias Americanas. Debemos puntualizar que, aunque
durante todo este apartado hemos destacado la generalidad de la obra, nos referimos a
una generalidad temática, pues si atendemos al punto de vista zonal el estudio de Ulloa
se refiera exclusivamente a aquellos territorios en los que tuvo presencia. Es decir, los
que recogieron los trabajos de la expedición geodésica, esencialmente el virreinato del
Perú incluyendo Huancavelica, así como Luisiana y Florida, fruto de su período de
gobernación y las expediciones que realizó durante el mismo. A esto hay que añadir, por
supuesto, La Habana, en la que se mantuvo antes y después de su período como
gobernador, excluyendo de esta forma Nueva España y el resto de territorios americanos.
De hecho, en palabras del propio Ulloa
“No ha sido el intento formar una descripción general y completa que lo abrace todo, porque a
tanto empeño sería necesario componer una Obra que correspondiese a lo vasto del objeto, y
676 DE ULLOA, A, Noticias Americanas. Entretenimientos Phísico-históricos sobre la América Meridional y
la Septentrional Oriental. Edición y estudio preliminar de MOLINA, M, Universidad de Granada, Granada,
1992, p. XXVIII. 677 El objetivo se cumplió con creces y prueba de ello son las reediciones que se hicieron de la obra en
diferentes puntos de Europa. Así a partir de los años 80 del siglo XVIII, se publicó en alemán y en francés,
último caso en el que su título fue cambiado por uno más largo e inherente a su contenido. Sobre el
particular: Op. Cit. SOLANO, F DE, p. 262 y Op. Cit. DE ULLOA, A, edición y estudio preliminar de molina,
m, pp. XXXII-XXXIII. Por supuesto, en el ámbito español su acogida fue tal que en ese mismo tiempo se
agotaron, llevando a una reedición en la Imprenta Real en 1792. A pesar de todo esto, no tuvo la misma
difusión que Relación Histórica pues, en este caso, no se envió a las Academias de Ciencias Europeas.
214
haberlos examinado enteramente con este fin en sus largas distancias, cuyo asunto pide la vida de
varios que se ocupasen en formar memorias de las particularidades que fuesen encontrando”678
Así los diez primeros entretenimientos son alusivos a todo lo que tiene que ver
con el entorno de aquellas regiones: la geografía física, el clima, la botánica, la hidrografía
y las especies vegetales y animales, incluyendo además las enfermedades que, según él,
se deben a las condiciones de dichos territorios, así como los métodos para tratarlas. En
este sentido y desde el punto de vista geográfico realiza un análisis exhaustivo de cada
uno de los lugares presentes en el estudio siendo esto la mejor muestra, junto con la
documentación que había aportado, de que tuvo presencia en todos ellos y que recogió
testimonio de todos los detalles que despertaron su interés. Curiosamente, aunque se trate
de una descripción territorial que bien podría ser similar a las realizadas en la Relación
Histórica679, su discurso y sus opiniones se acercan bastante más a la de los viajeros y
cronistas del siglo XVI.
De esta manera, a pesar de que no se trataba ya del joven que pisó América por
primera vez en aquella ocasión la describe de una manera bastante más neutral, más
científica, desde la distancia. Y en este caso, el capitán de navío, el hombre en el que
América lo había convertido, la describe como algo totalmente nuevo y distante a lo que
se podía observar en Europa, un entorno que causa “tanta extrañeza, como si en realidad
se hubiese pasado de un mundo a otro”680. Aún así, al atenderse a lo relativo a la botánica
y a las especies animales, guarda bastante similitudes con la obra anterior en cuento a las
descripciones. Ocurriendo lo mismo con lo relativo a las enfermedades que,
prácticamente, de la misma forma que en la obra de 1748 atribuye a los rigores del clima,
aunque ya hemos apuntado anteriormente que en ciertas dolencias ofrece explicaciones
algo más complejas e incluso inverosímiles681.
Mención especial merecen las 67 páginas dedicadas a la minería, comprendidas
en cuatro entretenimientos, convirtiéndose prácticamente en la parte más extensa de la
678 DE ULLOA, A, Noticias Americanas. Entretenimientos Phísico-históricos sobre la América Meridional y
la Septentrional Oriental, Imprenta de D. Francisco Manuel de Mena, 1772, Introducción. 679 Es muy importante destacar que Ulloa se sirvió tanto de los conocimientos que ya tenía como de sus
obras anteriores. De ahí que, en ciertas partes de su discurso se encuentren muchas similitudes con los datos
aportados en la Relación Histórica, ejemplo de ello es el amplio apartado dedicado a los estudios botánicos. 680 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento I, punto 3, p. 5. 681 Ver página 119.
215
obra. Algo que se entiende perfectamente debido a su etapa como superintendente de la
mina de Huancavelica que, le permitió no solo conocerla a fondo con sus ventajas y todos
sus problemas, a los que trató de poner solución, sino también adquirir conocimientos
sobre la mina de plata de Potosí y el resto de yacimientos mineros del Perú. En este
sentido cabe apuntar que, para la realización de esta parte de las Noticias Secretas se
sirvió de la Relación de Gobierno que había redactado al final de su mandato en la mina
y la villa de Huancavelica, así como, para lo relativo a la producción de plata utilizó obras
relacionadas con dicha producción y del yacimiento minero por antonomasia, Potosí.682
Este último aspecto, así como las fuentes utilizadas para desarrollarlo, provocaron las
críticas de Alexander von Humboldt683 quien consideraba que Ulloa aportaba cifras
exageradas al respecto684.
A tenor de este personaje, sus críticas no son más que la muestra de que la obra
de Ulloa se encontraba entre los libros que poblaban su biblioteca personal685 y, aunque
le sirviera para criticarla en ciertos aspectos, queda claro le dedicó tiempo de lectura y
análisis. Además, cabe tener en cuenta que esta obra se publicó en pleno auge de las
expediciones científicas y dados los datos que aportaba que bien podían servir de guía
para los nuevos expedicionarios fue entregada tanto para la expedición botánica al Perú
de 1779 como para la Real expedición alrededor del mundo de Alejandro Malaspina y
José de Bustamante de 1789686. De esta manera, se demuestra no solo su amplia difusión
sino también que fue utilizada como obra de referencia por parte de la administración
española, pues no puede olvidarse que dichas expediciones contaron con su patrocinio.
Algo que es, cuando menos lógico, teniendo en cuenta las consideraciones tan favorables
que había recibido la obra por parte de la administración estatal, pues consideraba que no
solo realizaba una brillante exposición de la realidad americana, sino que defendía los
682 No podemos olvidar que Antonio de Ulloa se preparó mucho antes de acudir a Huancavelica y eso
conllevó el estudio de obras que tuvieran que ver con la actividad minera tanto del yacimiento que tendría
que dirigir como de las zonas aledañas incluyendo, por supuesto, Potosí que dependía directamente de la
producción de azogue de la mina peruana. 683 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea:
http://dbe.rah.es/biografias/16469/alexander-von-humboldt. 684 Sobre el particular, Op. Cit. DE ULLOA, A, edición y estudio preliminar de molina, m, pp. XL-XLIII. 685 Inventario. Codicilo de D. Antonio de Ulloa y de la Torre, 12 de junio de 1789, AHPC, PNC, leg. 2222,
ff. 1220-1223. 686 Esta expedición ha sido ampliamente estudiada y como ejemplos de dichos trabajos podemos mencionar,
PALAU, M Y OROZCO ACUAVIVA, A (aut.) Malaspina’92: I Jornadas Internacionales, Real Academia
Hispanoamericana, Cádiz, 1994 o CANO TRIGO, J.M “El manuscrito sobre la expedición Malaspina”, Revista
General de Marina, Vol. 360, Mes. 3 (abril), 2011, pp. 437-441.
216
intereses de la Corona a la vez que hacía una excelente propaganda de lo que podían
ofrecer aquellos territorios687.
Efectivamente, todo el entorno se exponía como maravilloso, extremadamente
fértil y dotado de parabienes con los que el resto de Europa solo podía soñar. Ofrecía pues
una excelente imagen de los territorios americanos descritos a excepción de un aspecto,
sus habitantes. Este tema, aún concurriendo en la parte más extensa de la obra, pues se
recoge en seis entretenimientos, es en el que Ulloa presenta una imagen más negativa.
Así se puede llegar a afirmar que el autor redacta 112 páginas repletas de pura decepción,
pues dada la pésima experiencia que Antonio de Ulloa había tenido en sus últimos años
en Huancavelica y Luisiana no podía ser de otro modo. De esta manera su visión dista
mucho de la que ofrecía en la Relación Histórica algo que podría resultar sorprendente si
no se tiene en cuenta no solo su mala experiencia ya reseñada, sino también que realmente
Ulloa, hasta sus años como gobernador no había convivido con los habitantes de América,
especialmente con los indios. En su período como aventurero, no estableció
prácticamente contacto alguno y, en el caso de la geodésica, sus relaciones se redujeron
a los académicos franceses y a las élites coloniales. Todos ellos colonos o criollos cuyo
comportamiento no tenía absolutamente nada que ver con el pueblo americano, de manera
que, los datos que ofrecía, se reducían exclusivamente a lo que podía observar, pero en
absoluto eran fruto de la convivencia directa.
Esta es una obra lleva de primeras veces, así a diferencia de la Relación Histórica
en la que se dedica a hablar de la cantidad de castas en las que se agrupan los pobladores
de los territorios a describir, en esta ocasión, aborda por primera vez la descripción de la
apariencia del indio puro, sin mezcla de sangre. Es, por tanto, la única ocasión en la que
habla de hombres rojos, diferenciándolos totalmente del resto de la población tanto por
el físico como por su modo de actuar. De esta manera y centrándonos en lo físico hace
una primera diferenciación afirmando que
“de lo Blanco a lo Negro hay toda una distancia que permite la oposición de los dos colores más
opuestos, como comparar lo claro del día con las tinieblas de la noche: el colorado es un medio
687 El estudio realizado sobre Miguel de Molina es el más completo que se ha realizado, hasta el momento,
acerca de las Noticias Americanas. Esto se debe a que no solo las transcribe y publica, sino que a que cuenta
con un estudio preliminar donde las analiza ampliamente y nos ha servido de base para la exposición que
hemos realizado. Op. Cit. DE ULLOA, A, edición y estudio preliminar de molina, m, pp. XXVI- L.
217
entre los dos, distando tanto de uno como de otro: este es el de los Indios; y aunque ellos no paran
la consideración en ello, los de la parte Norte se denominan Hombres colorados para distinguirse
de las otras dos especies”688
De esta manera, Ulloa está dejando muy claro no solo que era conocedor de la cantidad
de castas que poblaban los territorios americanos y que eran más o menos frecuentes en
función de la zona a describir. Sino también destaca la apariencia de los indígenas, de
aquellos descendientes de los pobladores americanos antes de la llegada de los
colonizadores y que se habían mantenido puros, sin entrar en contacto con la población
extrajera, ya fuese blanca o negra. Incluso deja bastante claro el deseo de los propios
indígenas de mantener su identidad, en este caso sus propios rasgos, sin que se les pudiese
confundir con el resto de la población.
Esta característica, el hecho de destacar el color de su piel, acerca de nuevo su
discurso a los cronistas de los siglos XV y XVI, pues desde los textos de Cristóbal Colón
se hablaba de estos hombres rojos. Utilizándose, de esta manera, este rasgo no solo a
modo anecdótico, pues causaba enorme impresión a aquellos que jamás habían visto a
personas con rasgos similares, sino además como modo de diferenciarlos con la población
europea. Pero, en este sentido, desecha las explicaciones de aquellos viajeros del pasado
que consideraban que dicho color rojizo se debía a la alta exposición a los rayos del sol.
Algo que Ulloa considera imposible dado que, todos los indios poseían ese color de piel,
independientemente de lo fría o lo cálida que fuese la zona en la que vivieran. De hecho,
indica que, aunque la piel se les tornase algo más oscura o clara dependiendo de su lugar
de procedencia, “se percibe poco la diferencia de color”689.
A esta particularidad del color de piel se unen otras, también en lo tocante a lo
físico a las que también hace referencia de entre las que destaca unas facciones
determinadas como caras anchas de frente pequeña, ojos pequeños y nariz delgada y
aguileña, orejas grandes y cabello oscuro, grueso y lacio. Algo que, según él los diferencia
notablemente de los negros que contaban con “nariz aplanada, y ojos cargados de carne,
que comúnmente se llaman Getudos, y en lugar de cabello tienen lana” 690. Una
diferenciación que muestra también con los blancos, especialmente en el hecho de que
688 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 1, pp. 305-306. 689 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 2, p. 307. 690 Ídem.
218
los indios, a pesar de contar con abundante vello por diversas partes de su cuerpo eran,
por lo general, lampiños contando solo con cierta barba cuando cuentan con una edad691
avanzada afirmando que “ solo cuando llegan a viejos tienen alguna barba, pero nunca en
las mejillas; y aunque tengan alguna discrepancia en esta contextura, conservan siempre
el aire de la raza”692. Características y diferencias todas que le llevan a realizar la famosa
afirmación de “visto un indio de cualquier región, se puede decir que se han visto
todos”693. Desde este punto de vista, su afirmación podría considerar generalista si no se
tiene en cuenta que establece una pequeña diferencia entre los indios desde el punto de
vista físico, como es la corpulencia. A pesar de esto es destacable la poca diferencia entre
ellos a la que Ulloa se refiere, algo que bien podría considerarse una similitud con la
Relación Histórica de no atender a la amplitud zonal utilizada en este caso. De esta forma,
en la obra anterior considera que es difícil diferenciar a la población, pero de territorios
bastante más cercanos entre sí.
Así, aunque visto un indio vistos todos, conocer a un indio no significa conocerlos
a todos. Esta es la mayor diferencia que Antonio de Ulloa advierte con respecto a los
indígenas, sus costumbres. Según esto, aunque si existen comportamientos generales que
presentan “tanto igualdad como si los territorios más distantes fuesen uno mismo”694, en
ciertas zonas existen usos tan marcados y prominentes que se convierte casi en
características zonales. De hecho, cada característica, defectos en este caso, lo ejemplifica
o más bien, lo hace más propio de un territorio determinado haciendo especial alusión a
Huancavelica y Luisiana. Esto probablemente se deba a que se trata de los lugares donde
más convivencia y, por lo tanto, más conocimiento tuvo de la población indígena y, en
función de eso, generalice con el resto de la población, de la América Meridional
especialmente, en la que estuvo durante la expedición geodésica.
En este sentido, una de las características que destaca es el gusto por pintarse el
cuerpo algo que, según él, es una costumbre generalizada en una tonalidad curiosamente
691 En lo tocante a la vejez y el paso del tiempo, realiza afirmaciones que atenderemos un poco más adelante
cuando atendamos a sus costumbres y modo de actuar. 692 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 2, p. 307. 693 Ibídem, p. 308. 694 Ídem.
219
tan rojiza, como su piel695, práctica que no le resulta, para nada extraña, teniendo en
cuenta que “las naciones más cultas de Europa […] siendo blancas usan varios
ingredientes para hacer sobresalir más la blancura”696, de la misma manera que lo hacen
los indios en este caso. Pero que, a pesar de eso, resulta muy sobresaliente su práctica en
los indios del norte, haciendo alusión directa a los de Luisiana, manifestándose en ellos
en mayor medida que en los demás pueblos americanos. De este punto de vista, se
distinguen dos formas de pintar la piel, la de los guerreros y la del resto de la población
pues, en el último caso, se considera un hábito similar al acicalamiento del resto de las
naciones. En este caso, cabe mencionar un detalle que estará presente a lo largo de todas
las descripciones y es una diferenciación entre los indios civilizados y los indios que
subsisten en su libertad o gentiles. Un detalle que resulta de suma importancia teniendo
en cuenta que, lo que considera indios civilizados son aquellos que se encuentran dentro
del sistema colonial y se rigen por las directrices españolas y, por lo tanto, han perdido la
mayoría de las costumbres a las que Ulloa hace referencia. Esta diferenciación no se
produce en el caso de Luisiana puesto que Ulloa no llegó a conocer el territorio dentro
del sistema colonial español.
Por ello, la mayor parte de los indios del norte de América, practicaban lo que
ellos llamaban Mactacbés, el arte de adornar su cuerpo con pinturas en tonalidades,
especialmente rojizas, pero también blancas, negras, azules y verdes. Algo que, a modo
de atavío o embellecimiento, practican tanto hombre como mujeres, de manera constante
y muy paciente, “siendo la única cosa que hacen sin pereza”697. Esto era así hasta el punto
de que el proceso se prolongaba durante varias horas por lo minucioso de su proceso con
el que engalanan cada una de las partes de sus cuerpos, prácticamente sin excepción698.
Y por el que se sientes bellos y orgullosos, hasta el punto de que “la Dama más delicada
y prolija no hace tanto uso del Espejo”699 tanto que no “cesan de mirarse en él,
recreándose en su propia figura” 700 pues no usaban ropa alguna más que, en ocasiones,
un Tapa-Rabo. Extrañamente Ulloa no emite ningún juicio acerca de la desnudez de los
695 En este sentido establece una pequeña diferenciación por zonas aludiendo al elemento que emplean para
decorar sus cuerpos, el cinabrio para los habitantes de Huancavelica y el bermellón para los de Luisiana y
Canadá. 696 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 3, p. 309. 697 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 4, p. 309. 698 Se relata completamente en Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 4, pp. 309-310. 699 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 4, p. 309. 700 Ibídem, p. 310.
220
indios, quizás precisamente por considerarles ya incivilizados, condición por lo que no le
causaría impresión alguna el hecho de que no se cubriesen el cuerpo con prenda alguna.
Unido a esto, un detalle interesante es el uso del espejo que, claramente se trató de objeto
que los franceses llevaron a la que, hasta 1768, fuera su colonia y que debió quedar como
un préstamo cultural en Luisiana.
Pero como hemos dicho, en lo tocante a los adornos corporales no solo describe
el Mactacbés, sino también la manera en la que los guerreros solían distinguirse del resto
de los pobladores a través de los adornos de su cuerpo. No es que describa las pinturas de
guerra que se han transmitido en el imaginario colectivo, lo que Ulloa describe tiene más
que ver con los tatuajes actuales pues afirma que pintan “el cuerpo en estampado,
introduciendo los colores por el pellejo que llaman Piqueteado, por hacerse a fuerza de
piquetes, y a proporción de las proezas se extienden este modo de pintura”701. Este último
detalle es muy significativo porque resalta que, el número de tatuajes iba aumentando en
función de la cantidad de batallas en las que había participado, algo similar a las medallas
que se otorgaban en los ejércitos europeos. Con lo que podemos deducir que los tatuajes
no solo suponían una diferenciación sino también un símbolo de respeto recordando
constantemente la grandeza y valentía de los guerreros. Pero esta no sería su única seña
de identidad pues también lo eran los plumajes con los que adornaban tanto su cabeza
como sus brazos y tobillos, teniendo este complemento la misma finalidad que los dibujos
corporales. Con todo esto, Antonio de Ulloa está describiendo al indio americano que se
ha presentado como prototípico a lo largo del tiempo, motivado por la difusión de la
literatura anglosajona y, por supuesto, del cine norteamericano, donde se presentan como
hombres semidesnudos, pintados y coronados y adornados con plumas y cuya principal
actividad era la guerra, a la que acudían de una forma absolutamente cruenta.
Y es esta, precisamente su crueldad la que se toma como otra de sus características
pues Ulloa los considera “temibles […] por su valor, como por sus alevosías y las astucias
que se valen para cometerlas”702. Los define por tanto como seres inhumanos, fríos y
calculadores, pero también cobardes, ya que no dudan en humillarse y pedir perdón
cuando se observan vencidos o acorralados, algo que ya resalta en la Relación Histórica.
De hecho, con respecto a esto último parece que no coinciden los datos que posee con lo
701 Ídem. 702 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVIII, punto 1, p. 322.
221
que puede observar pues, como hemos dicho, Ulloa contaba con mucha información
acerca de América y su historia. No podemos olvidar su amplia formación, disciplina y
curiosidad intelectual, lo que le lleva a considerar que “o lo que se refieren las Historias
de la Conquista, sobre sus grandes acciones, es en un sentido figurado, o el carácter de
estas gentes no es ahora según era entonces”703. Sin considerar, por otra parte, que el
cambio que observa se deba a su sometimiento ante las leyes españolas pues, “tal sujeción
no es tal como se suele figurar la idea”704. Esto se debe que los indios no habían perdido
su lengua, ni sus costumbres y continuaban regidos por curacas y caciques, por tanto, si
su vida no se había visto modificada, tampoco tendría que haberlo hecho su actitud705.
Una duda que resulta lógica teniendo en cuenta que, en ninguno de los escritos de
épocas anteriores, alusivos a la realidad americana, se menciona que los indios utilicen el
ataque por sorpresa o la estrategia velada, que es precisamente el modus operandi que
observa y describe el marino, en este caso. Con cuya puesta en práctica podían vencer a
la tropa mejor dotada ya que se valían del sigilo, la astucia y, por supuesto, el
conocimiento del terreno para esconderse y esperar pacientemente el mejor momento para
atacar. Pero no solo hace hincapié en la alevosía, la sutileza sino también a la enorme
sangre fría que les llevaba a tener la paciencia para escoger el momento preciso en el que
sorprender al enemigo. En este sentido toma como principal ejemplo, de nuevo, a los
indios de Luisiana706, quienes utilizaban a las indias como punto principal de sus
estrategias ya que serían ellas quienes indicarían el momento preciso en el que atacar.
Para ello alude, además, a su falta de entendimiento, a su condición tosca y analfabeta707,
que no se regían, según él, por ningún tipo de calendario ni por nada que les marcase el
703 Ídem. 704 Ibídem, p. 323. 705 Desde este punto de vista cabe apuntar que Antonio de Ulloa no está exponiendo la realidad americana
como tal, sino la que él percibe. Porque bien es cierto que lo que se producía en los territorios americanos
distaba mucho de las noticias que se tenían en España, donde se presentaba una dominación total del lugar
y sus pobladores, pero tampoco es cierto que la vida de los indios no hubiese cambiado en nada. De hecho,
el mantenimiento de toda su idiosincrasia no era más que una forma de resistencia, algo que les permitía
no perder su identidad dado que la cultura española cada vez los cercaba y los absorbía más. Cierto es que
esto se producía en mayor medida en unos lugares que en otros, pero no estaban, en ningún caso, ajenos al
influjo español. 706 El desarrollo de este ejemplo es una muestra más del amplio conocimiento que el marino tenía acerca
de la historia de la Luisiana, pues esa fue la forma en la que los indios atacaban a los franceses. Op. Cit. DE
ULLOA, A, Entretenimiento XVIII, punto 4, pp. 324-325. 707 Este elemento es muy recurrente en las descripciones pues tiene que ver tanto con la intención del marino
al elaborar la obra, pretendiendo crear una nación lo más instruida posible, marcando una clara diferencia
con los indígenas como con el choque cultural con el que se topa Antonio de Ulloa en aquellos lugares pues
le cuesta entender su falta de instrucción después de tanto tiempo de presencia española.
222
paso del tiempo. Así, entregaban a las indias un puñado de varas de madera que irían
desechando a medida que avanzaran las lunas hasta el día de su acometida, siendo esta
una medida un tanto imprecisa teniendo en cuenta que las indias solían tirar, en ocasiones,
más de una vara por día, adelantando, de esta forma el momento del ataque.
Astucia, inhumanidad y cobardía, son las principales características de unos indios
que atacaban tanto a aquellos que pretendía imponer sobre ellos su autoridad como a los
pueblos más apartados. Donde entraban a saquear mientras sus habitantes dormían,
huyendo ante cualquier sensación de movimiento y volviendo al lugar cuando todo
estaba, otra vez en calma, llegando incluso a asesinar a sus moradores. Aunque en el caso
de los ataques a extranjeros vuelve a poner como ejemplo a los indígenas de Luisiana de
los que dicen que usan de llevar el pelo muy corto para que no sirve de medio por el que
les puedan agarrar en batalla. Esto se debe a que, a modo de trofeo, solían conservar las
cabelleras de aquellos a los que vencían en combate describiendo, con todo lujo de
detalles el proceso de esa característica, también tan extendida en el imaginario colectivo
actual, de arrancar las cabelleras. Así, Ulloa cuenta que
“el modo de sacarlas es cruel: los hacen por los cabellos cuando son Europeos, que los
acostumbran largos, y cortándoles el pellejo de la frente alrededor, meten los dedos por entre él y
el hueso, y arrancan de cuajo todo el pellejo de la cabeza, y el cabello que está con él: sin embargo
de ser tan inhumana y dolorosa esta operación, viven algunos que han pasado por ella”708
A colación de esta afirmación cabe hacer alusión también a dos cuestiones, por
una parte, el hecho de que la condición inhumana eran tan propia de los indios del norte
como de los peruanos. Pues, aún estando buena parte de estos últimos sometidos a la
legislación y el dominio español, que no les permitía llevar a cabo este tipo de prácticas,
sí que demostraban una enorme crueldad con los animales. Desde este punto de vista,
considera que su práctica de la tauromaquia es totalmente desproporcionada pues el
animal era alanceado constantemente por entre 6 u 8 hombres, hasta hacer echarse al toro.
Para después córtale, mientras está con vida, el hocico, el rabo y la carne de sus muslos
que comen antes de que muera el animal. Y todo esto “a sangre fría, sin manifestar cólera,
ni tener en que fundarla”709, manifiesto de su crueldad tanto con los animales como con
708 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 8, p. 312. 709 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 8, p. 313.
223
sus semejantes. Por este motivo, considera que una de las mejores medidas que tomaron
los españoles fue prohibirles el uso de las armas procurando mantenerlos centrados en el
trabajo para evitar sublevaciones. Todo lo contrario a lo que hicieron franceses e ingleses
en los territorios del norte, consiguiendo solo que los indígenas se levantasen contra ellos,
manifestando, de esta manera, la superioridad de los planteamientos y el modo de
dominación española respecto a las demás naciones.
Por otra parte, hace referencia a la enorme resistencia física que mostraban todos
los indios, sin excepción, pues se sobreponen a enfermedades, heridas y fracturas a una
velocidad sorprendente y que los diferenciaba que cualquier persona de otro contienen.
Para ello pone como ejemplo la Operación de la Piedra que Ulloa pudo observar como
se tardaba
“27 minutos en extraerla a un Indio, sin dejar de manipular en él, cuando lo regular es de 3 á 5;
porque estaba adherente […] en cuyo tiempo no se le notaron los grandes estremecimientos y
sensibilidad que regularmente causa el dolor, ni más que un quejido lento […] a modo que cuando
se siente alguna leve incomodidad […] y a los dos días clamaba el paciente, porque le diesen de
comer, dejando la cama antes de los 8 días sin dolerle nada, aunque la abertura no estaba del todo
cerrada”710
Una resistencia física que no solo se manifestaba con las enfermedades sino
también con su modo de soportar la miseria y las condiciones más adversas. Y esta puede
ser precisamente la explicación, los indios no conocían las comodidades ni podían
permitirse estar en cama por ninguna razón, más allá de lo netamente esencial pues de su
trabajo dependía su sustento y el de su familia. A lo que hay que unir, dependiendo de la
zona, el estar sometidos al régimen laboral impuesto por los españoles en los que no solo
debían cumplir con su jornada diaria sino asegurarse de ganar lo suficiente como para
pagar los impuestos. Aunque Ulloa ni siquiera se plantea dicha explicación, aludiendo a
que “mucho puede contribuir el hábito, pero éste no les libertaría del todo, si la
disposición de los poros y el grosor del pellejo no ayudasen”711. Una explicación que dista
mucho de lo que debería pensar un hombre de ciencia como Antonio de Ulloa, que estaba
versado en una gran cantidad de saberes y que no debería caer en un tópico tan
inverosímil. Aunque también es cierto que, dado su total desconocimiento de la naturaleza
710 Ibídem, punto 11, pp. 313-314. 711 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 11, p. 315.
224
del indígena y al observar un comportamiento que puede considerarse tan dispar, unido a
esa condición bárbara o salvaje, aunque jamás utiliza esta palabra como propia, casi
irracional, puede compararnos con los animales cuya resistencia es mucho mayor al de
los seres humanos, provistos un raciocinio que les hace más consciente del dolor, la
enfermedad y la miseria.
Por otra parte, aún volviendo a manifestar que se trataba de características propias
de todos los pobladores tanto de los indios de los países del norte como de los
meridionales, resalta la tendencia a la vagancia y el gusto por la embriaguez de los
indígenas peruanos. Ya en la Relación Histórica hizo mención a estos dos rasgos que
consideraba, por supuesto, como grandes defectos y propios tanto de indios como de
mestizos. Pero, en este caso muestra como destacable su propensión al ocio, que los hace
inclinarse a dichos aspectos no solo haciendo referencia, como en la obra anterior, al
consumo de aguardiente, que era propio tanto de hombres como de mujeres y a su falta
de actividad más allá de lo esencial. Sino que, a este respecto, describe rasgos muy
concretos que bien merece la pena destacar y que muestran su frustración y falta de
comprensión hacia sus costumbres.
Desde este punto de vista, la primera cuestión a tener en cuenta se basa en una
diferenciación zonal. Así, mientras en lo referente a los de Quito manifiesta la costumbre
de que las mujeres no lo consuman de manera que puedan “acompañar a los maridos para
recogerlos cuando no pudiesen, a fuerza de embriagados, con sus cuerpos”712. En el caso
de los indios peruanos el gusto por el consumo de alcohol no hacía diferencias entre
hombres y mujeres algo que, dada su experiencia ya no le sorprendería de no ser por el
hecho de que estas, cuando son ya madres, dan a lo hijos de lo mismo que ellas toman,
sin importar su corta edad. De esta forma y analizando como se manifiesta el marino al
respecto podemos considerar que, aunque no lo hace de manera directa, sí que
subrepticiamente considera a las mujeres indias las culpables de que la población
desarrolle este gusto por embriagarse. Bien es cierto que, salvo este juicio indirecto, no
emite ninguno más respecto al hecho de que las mujeres beban o no, o por el hecho de
que se entreguen al ocio y a la fiesta del mismo modo que los esposos. Esto puede deberse,
como ya hemos apuntado, a su primera experiencia en los territorios peruanos pues
712 Ibídem, punto 14, p. 317.
225
lógicamente, un hombre de su época no podría ver, en absoluto, con buenos ojos el hecho
de que las mujeres practicasen actividades que, en la sociedad española eran propias de
varón.
Al margen de esta diferenciación zonal y de los juicios que pudiese emitir o no
sobre ellas, resulta muy interesante como ejemplifica esta tendencia en los indios de
Huancavelica y del resto de zonas mineras donde “se toca más que en otras partes la
fuerza de este exceso”713. En dichos territorios, se pagaba los domingos por la tarde,
entregándoles, a los que estaban sujetos al régimen de la mita, el jornal completo,
mientras que a los mitayos se les daba solo la mitad y ambos se lo gastaban en
aguardiente. Así afirma que “se beben en Aguardiente en el resto de la tarde y noches;
originándose de aquí, que los Lunes hasta la noche es poco lo que se trabaja, a causa de
no estar los indios para ello, y así no les queda dinero para el gasto de la semana”714. De
esta forma presenta este licor como un veneno que debería estar prohibido ya que les
nubla el juicio, les arrastra al a vagancia y les convierte en seres irresponsables. Algo que
manifiesta desde le conocimiento más profundo, al haber permanecido durante amos
como gobernador y superintendente de la mina, siendo este uno de los problemas que
intentó atajar.
En función de esto debemos traer a colación varias cuestiones, siendo la primera
de ellas el hecho de que ni aún estando sujetos al régimen colonial y, por tanto,
familiarizados con la religión católica no respeten la santidad del domingo. A colación de
esto, debemos destacar los datos que aporta en el entretenimiento XIX, en el que cuenta
como los indios mantienen su religión ancestral. Así, aquellos que tenían raíces
imperiales, los descendientes de los incas, mantenían su propio culto, con las variaciones
lógicas que proporciona el paso del tiempo, teniendo como base principal el culto de
diferentes objetos. Este hecho les daba una mayor libertad de actuación pues no contaban
con unos preceptos que dirigiesen sus conductas como sí lo hacía la iglesia. Y esto
representa para Ulloa un enorme peligro dado que a su llegada a aquellos territorios eran
“seducidos con el mal ejemplo”715 con lo que se entregan “al mismo género de vida, no
713 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVII, punto 15, p. 318. 714 Ídem.
715 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XIX, punto 2, p. 336.
226
solo en lo perteneciente a la Religión, sino también en las otras costumbres”716, algo que
aún hombre de principios tan férreos como los suyos, al parecer, no le ocurrió jamás.
En segundo lugar, destaca el desmesurado aguante que tenían a la hora de beber
una característica que no les impedía beber hasta la inconsciencia, dado su consumo
desmedido. Y desde esta perspectiva lo considera como una de las principales causas de
muerte tanto en el norte como en el sur y no solo de los indios, a tenor de esa especie de
contagio que genera su cultura tanto con los foráneos como con los colonos y los criollos.
Y, a colación de esto, aporta un tercer elemento algo que, de no atender a como el marino
plantea la descripción de todas estas particularidades podría considerarse algo habitual,
propio de cualquier nación. Ya que toma el alcohol como un elemento de sociabilidad
pues los habitantes lo usan para fomentar la conversación y el trato con el prójimo; pero
en este caso, por el gusto excesivo por el alcohol, provocaba dos tipos de consecuencias.
De un lado, su empleo fomentaba su ferocidad pues “cuando se calientan con la bebida”717
se emplean en aquellas emboscadas a las que hemos hecho referencia y atacan a sus
enemigos o a los pueblos aledaños sin verse mermados por su embriaguez.
Los indios civilizados no se emplean en prácticas semejantes, porque las leyes
españolas se lo impiden, pero no lo hacen en el hecho de entregarse a la bebida. A esto
en “palabras mal pronunciadas en Español […]llaman animó, pronunciado largo, que es
lo mismo que decir, tomar valor”718. Una afirmación que no es, en absoluto baladí, ya que
engloba no solo la cobardía que Ulloa observa en los indios, que atacan por sorpresa, por
la espalda y aprovechando la oscuridad y también, la tendencia general al desorden y, por
ende, a la desinhibición. Y esto último, a sus ojos es una afrenta tan grande como la
crueldad de los indios pues manifiesta que gustan de reunirse en fiestas que, sin importa
el día o las horas, terminan en el libertinaje y por lo general concluyen a golpes. De esta
manera la población se alborota y se fomentan las emboscadas, una especie de círculo
vicioso en el que América vive inmersa y que Ulloa no sabe como se podría solucionar
dado que los indios se niegan a aceptar norma alguna. Es evidente que los indios se
resisten a perder su identidad como pueblo, rechazando la imposición de costumbres que
los alejen de las propias, pero eso, a los ojos de un hombre como Antonio Ulloa es
716 Ídem. 717 Ibídem, Entretenimiento XVIII, punto 9, p. 318. 718 Ibídem, p. 319.
227
completamente inaceptable. Pues rechazar las normas implica, así mismo, rechazar su
gobierno y también a su monarca, una deslealtad por la que un marino no puede pasar, no
cejando en sus empeños, cuando fue gobernador de acabar con dichas prácticas sin
obtener resultado alguno.
A este desorden se une otro que toma como fruto de la “cortedad, falta de
nociones”719 pues los indios no duermen a sus horas, ya que no las cuentan debido a que
no tienen nada que les indique el paso del tiempo, más allá de la salida o la puesta del sol,
o los diferentes ciclos de la luna. Lo mismo ocurre además con las estaciones, marcadas
por los cambios en el clima lo que le lleva a afirmar que los indios no tiene consciencia
del paso de los años, viviendo en el desorden más absoluto. De hecho, ya hemos indicado
como cuentan los días en los que deben producirse las emboscadas y como estas fechas
varían, en ocasiones, dependiendo de deseos o acciones individuales. De este modo, un
hombre educado con disciplina castrense, que tiene el orden mental y vital como principio
para su existencia, no puede entender y toleras los usos indígenas. Esto choca además con
su condición de humanista, ya que Ulloa no puede comprender como los indios que han
permanecido libres y sin un gobierno fuerte720 no conservan los hechos de su pasado, no
cultivan las historia. Y es lógico que esto ocurra cuando no tiene noción del tiempo, ni
forma para atesorar los hechos más relevantes de su pasado. Viven el presenta hasta tal
punto que no son conscientes de su edad, pues al gozar de una vida larga no reparan en
ella por lo que el marino hace hincapié en lo difícil que es
“ averiguar el número de sus años, por la razón que va enunciada; pero hay dos señales, que
manifiestan cuando son de edad muy avanzada; la una las canas, y la otra la barba: aquellas no
empiezan a aparecer hasta que están en 70 años, o cerca de ellos: estas otras hasta que pasan de
60, y siempre son pocas721 : y así cuando se ven del todo encanecidos y que las pocas barbas lo
están igualmente, se juega que pasan de un siglo”722
Una afirmación absolutamente reveladora de esta realidad que percibe Ulloa y que
presenta como un gran problema y signo de barbarie. Esta inconsciencia sobre el paso de
719 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVIII, punto 13, p. 321. 720 Solo los pueblos que estuvieron sujetos al dominio de los incas conservan la memoria de los hechos del
pasado, del mismo modo que hacen con la religión. El resto no se preocupa para nada que no haya ocurrido
después de la salida del sol. 721 Esta es la explicación en la que no entramos en la página 30, nota 40. Las barbas o la ausencia de ellas
eran el mayor indicativo de edad con el que se contaba en las indias. 722 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVIII, punto 15, p. 323.
228
los años que para el autor es un signo de “rusticidad y barbarie”723 lo ilustra con un
ejemplo que bien merece la pena reproducir por su claridad a la hora de exponer dicha
cuestión.
“Preguntándole a uno, cuyas señales indicaban de ser de mucha vejez, su edad, respondió, que
tendría más de 20 años; y examinándolo por otros medios, decía que su Machú724 le hablaba
cuando era niño de las cosas de los Incas, a cuyos Príncipes había alcanzado; según esta relación,
era preciso que entre los dos hubiesen compuesto 232 años a lo menos: el Machú venía a ser el
Abuelo; y este de quien se trata, en el año 64 aparentaba más de 120 años; porque fuera de tener
blanca toda la cabeza y barba, esta muy agobiado del cuerpo, pero sin indicios de impedimento, o
achaque que le cause la edad”725
De este ejemplo no solo podemos extraer esa falta de conocimiento que afectaba a los
indios sobre el paso del tiempo, sino el hecho de que Antonio de Ulloa no presenta lógica
alguna a la hora de analizar lo que le cuentan los indios. Era totalmente imposible que
pudiese hablar con un hombre que hubiese estado en contacto con los Incas o que contara
con más de un siglo de edad. La esperanza de vida no era tan elevada en Europa y Ulloa
era perfectamente consciente de ello, de manera que, por muy longevos que fuesen los
indios, las condiciones a las que se sometían y su manera de vivir no les facilitaría vivir
tantos años. Así, el discurso del marino vuelve a aproximarse al de los viajeros de
centurias anteriores que no entendían a los indios como hombres, de condiciones iguales
o, al menos parecidas a las suyas. En este sentido cabe destacar que en la Relación
Histórica jamás cayó en errores semejantes por lo que podemos deducir que su estancia
en Huancavelica, el contacto con los indios y su legado popular llegó a confundirle,
dejando de lado su buen juicio y haciéndole caer en afirmaciones como esta.
Bien es cierto que, a este respecto, aporta una explicación que relaciona esta
longevidad con la vagancia. Así considera que viven tanto y se manifiestan siempre tan
sanos porque no tiene preocupaciones ni se dedican a actividad alguna ya que, a penas
trabajan. Se dedican exclusivamente a las actividades que les aportan lo esencial, algo
que hacen especialmente las mujeres, y cuando se aplican en otras labores es porque se
les obliga. Es fácil entonces encontrarles descansando, en las hamacas que ellos mismos
723 Ibídem, punto 13, p. 321. 724 En quechua viejo o anciano. 725 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVIII, punto 15, pp. 323-324.
229
fabrican o en el suelo, u ociosos y de brazos cruzados. Esto último puede considerarse un
símbolo más de su resistencia ya que, cuando se encontraban sometidos al régimen
español, es decir, eran indios civilizados eran utilizados como fuerza de trabajo, pero
dicha labor no les reportaba prácticamente nada, ya que sus ganancias no eran abundantes.
De esta forma, preferían dedicarse exclusivamente a sus cultivos y no emplearse en nada
más que lo que garantizaba su sustento o el mantenimiento de sus hogares.
En este sentido y teniendo en cuenta que se trata de una característica que destaca
en el temperamento de los indios del Perú, se considera un firme defensor del régimen de
la mita. Así afirma que
“el trabajo que hacen los Indios en las Minas del Perú no tiene cosa alguna de perjudicial a su
subsistencia; y el señalar Mitas para ellas, y que verdaderamente vayan con poca voluntad, es por
repugnancia natural que tienen a todo género de trabajo, pues si se dejase a su arbitrio nunca
hicieran más que los pequeños sembrados, al modo de los que practican los que subsisten sin
sujeción”726
Con esto da prueba de dicha defensa ya que, al fin y al cabo, fue lo que permitió que los
indios con los que encontró en Huancavelica siguieran trabajando, aunque sus mayores
problemas se produjeron con los altos cargos de la zona. Además, completa su opinión
diciendo que, si en toda actividad se encontrasen igual de sujetos a las leyes españolas, la
vida en las indias sería mucho más óptima, pues los indios trabajarían en todo lo que se
les ordenase. Claramente Ulloa ni comprende ni comparte dicho comportamiento, no
concibe como estas personas no atienden a lo que él considera que es su deber. Critica,
por tanto, la figura de unos hombres que no gustan de emplearse en labor algina, más allá
de la precisa a tenor de que, para él, trabajar y servir, son máximas en la vida de cualquier
persona civilizada.
Como último elemento característico de los indios de Perú y que establece una
nueva diferencia entre los indios civilizados y los que no lo están, se basa en su relación
con las mujeres, con sus mujeres. Así, cuando estas envejecen lo habitual es que las
cambien por otras más jóvenes, manteniendo a ambas en sus casas pues cada una estará
encargada del cuidado de sus propios hijos. Sustituyendo entonces la nueva esposa a la
726 Op. Cit. DE ULLOA, A, Entretenimiento XVIII, punto 24, p. 329.
230
de edad más avanzada en las labores cotidianas, acompañar al marido en los trabajos de
labranza, caza, pesca y, por supuesto, encargándose del cocinado. Además, las jóvenes se
encargarían del cuidado y protección de las casas en ausencia del marido, así las nuevas
mujeres harían las funciones de criadas. Apelando con su presencia al descanso de las
mujeres de edad avanzada, cuyos cuerpos no estarían ya dotados para soportar cargas
semejantes. Una costumbre que afirma que los indios civilizados han dejado de tener
porque no se les permite, no porque se encuentre ajena a sus voluntades. Aún así, comenta
que han encontrado la manera de realizar algo parecido gustando de cambiar de mujeres
cuando lo desean, apartándolas de su lado por alguna soltera más joven. Sobre esto,
afirma que tanto las autoridades eclesiásticas como coloniales se esfuerzan en eliminar
dichos usos, pero que no obtienen fruto alguno. Es evidente que un español católico no
podría tomar por buena una conducta semejante, de esta manera, aunque no emita juicio
alguno al respecto, los comentarios que hace y el conocimiento del pensamiento español
de la época, son suficientes para suponer que no era de su agrado.
En definitiva, falta de conocimiento y decepción serían las dos expresiones que
pueden definir lo que Antonio de Ulloa transmite en este apartado de su obra. Respecto a
lo primera, no se trata de que no se hubiese instruido sobre la realidad americana y, mucho
menos, que su discurso no esté basado en la experiencia directa, pues ambas cosas son un
hecho más que probado. Lo que en realidad ocurre es que Antonio de Ulloa no consiguió
comprender la naturaleza del indio y mucho menos sus costumbres pues, se encontraban
tan alejadas de las suyas que se escapaban a su entendimiento. Además, Ulloa se mantuvo
en aquellas tierras como gobernante y eso generó seguramente cierto distanciamiento que
pudo ser causa de esa falta de comprensión. Jamás se puso a su nivel ni intentó ver su
comportamiento desde un punto de vista neutral, olvidando su propia formación o las
costumbres españolas, ni tampoco el comportamiento que, como súbditos de Fernando
VI debía tener con respecto a las nuevas leyes.
En lo tocante a la decepción, es claro que la visión de Ulloa se encuentra muy
condicionada por la realidad que le tocó vivir. De este modo presenta a unos indios crueles
y beligerantes, especialmente en Luisiana donde prácticamente tuvo que huir con su
familia debido al levantamiento de la población. Así como a una población indígena
desobediente y vaga, que no aceptaba las normas que le llegaban de España y que tenía
que ser obligada a cumplir con lo que, sus nuevos dirigentes, consideraban que era su
231
deber. Además, destaca la existencia de sectores que continúan viviendo de forma libre,
sin ser siervos de nadie, en los que las características ya apuntadas se hacen todavía más
acusadas. Conflictos todos con los que tuvo que lidiar en Huancavelica. De manera que
Ulloa jamás entendió a los indios y se dedicó exclusivamente a justificar su
comportamiento amparándose en una supuesta falta de formación. Cae, entonces,
entonces en el error de considerar que debían tener una formación a la que jamás habían
recibido pues, aún estando sujetos a las leyes españolas nunca llegarían a tener acceso a
ella, como tampoco lo tenían los estratos más bajos de la sociedad peninsular. Y tampoco
se detuvo a considerar que, a pesar de que sus usos no siempre fuesen adecuados, los
indios solo se estaban resistiendo a perder su identidad, solo pretendían impedir el
sometimiento de su cultura. Aún así, aunque este hecho lo acerque a los postulados de
siglos anteriores, no hace que pierda su carácter ilustrado pues, debemos recordar, que el
fin de esta obra, era intentar que el pueblo fuese conocedor de una realidad que,
probablemente sus ojos no podrían observar nunca.
Capítulo 7. Los altibajos de un marino. El final de la carrera y de la vida de Antonio
de Ulloa.
Aunque hayamos hecho referencia a que, a su regreso de Luisiana en 1769, la
actividad de Antonio de Ulloa se detuvo durante siete años, eso no es del todo cierto. Lo
que se detuvo y de manera casi definitiva fue su labor administrativa o, mejor dicho, su
presencia como enviado estatal en las misiones que se le pudiesen encomendar en el
futuro. A pesar de eso no debemos imaginar a un hombre que permaneció en su casa
encerrado y escribiendo, pues Antonio de Ulloa jamás dejó espacios para permanecer
232
ocioso dada la cantidad de facetas que abarcaban su conocimiento y sus inquietudes. En
toda la recapitulación anterior, a pesar de haber hecho referencia a los grados a los que
fue accediendo, hemos pasado por alto, dado que físicamente no estaba presente en ella,
que Ulloa pertenecía a la Armada. Era pues un marino, un oficial deseoso de dedicarse
de lleno a su profesión que no consistía precisamente en supervisar construcciones,
estudiar planos de ciudades y puertos o gobernar territorios, sino que la base de sus
ocupaciones pasaba por dirigir naves y formar a la nueva oficialidad de la Armada
española.
Al respecto de su labor como funcionario, solo fueron requeridos sus servicios
como director y supervisor técnico en una ocasión más, en el año 1773, precisamente
cuando concluye su controvertida obra La Marina fuerzas navales de Europa y costas de
Berbería, dando muestras una vez más de que quizás su experiencia como marino no
bastaba para ser un verdadero hombre de mar como deseaba. No podemos saber si esta
última misión administrativa fue una manera de hacerle ver que estaba equivocado en sus
propósitos o fue fruto nuevamente de la necesidad de un hombre capacitado para llevar a
cabo una labor como la que se le encomendaba, dentro de los programas de reformas y
mejoras técnicas de la administración borbónica. Lo que si está claro es que, dada su
experiencia anterior y el hecho de haber nacido en la ciudad en cuestión, no había mejor
candidato que Antonio de Ulloa para dirigir las obras sobre el cauce del río Guadalquivir
cuyas crecidas inundaban la ciudad de Sevilla. De este modo y basándose en los planos
que él mismo había elaborado, el secretario de Marina e Indias Julián de Arriaga informa
al capitán general de Departamento Marítimo de Cádiz y director general de la Armada,
Andrés Regio727 en carta del 2 de marzo de 1773, que Ulloa pasaría a Sevilla para dirigir
las obras728. Se trataba de construir un murallón o malecón, a lo largo del cauce del río
dentro de la ciudad, para evitar que sus crecidas siguiesen afectando al territorio y la
población. Con este fin de ordena a Ulloa que se traslade a la ciudad, para dirigir y
supervisar las obras hasta su finalización.
727 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea http://dbe.rah.es/biografias/26491/andres-
reggio-y-branciforte. 728 Carta de Julián de Arriaga a Andrés Regio, El Pardo 2 de marzo de 1773. Expediente Antonio de Ulloa.
AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 28-29.
233
Probablemente aprovechando este viaje, dado que ya se trataba de un hombre
casado y con familia decidió redactar un nuevo testamento modificando el que ya había
hecho y se ha mencionado, en La Habana cuando cayó enfermo en 1765. Su contenido
no se diferencia en exceso al de cualquier testamento de un marino de la época, lo que sí
puede llamarnos la atención es lo tardía de su decisión de testar. Esto es porque, de no
haber caído enfermo tras su marcha de Huancavelica, el de 1773729 hubiese sido su primer
testamento, cuando ya se había aventurado a surcar el Atlántico en varias ocasiones y se
había mantenido en América durante largos períodos. Teniendo en cuenta los riesgos
reales que había corrido, pues el hecho embarcarse y pasar largas temporadas a bordo de
una nave o que un europeo se asentase en América ya suponían un enorme riesgo, ¿por
qué no hizo testamento antes?
La cuestión es bastante sencilla, en primer lugar, en sus primeros períodos navales
y americanos era demasiado joven, con lo cual no había atesorado ni el capital ni la
posición como para pensar en legar algo. Y, en segundo lugar, Antonio de Ulloa no
contaba con nadie que dependiera de él, no tuvo familia hasta los 47 años y la formó con
una mujer mucho más joven que él, que comenzó a darle hijos cuando el marino ya
contaba con una edad muy avanzada para la época. Por tanto es, cuando menos, lógico
que fuera en ese momento cuando comenzara a ocuparse por el reparto de sus bienes
como forma de asegurar el futuro de su esposa y sus hijos730. Lo más curioso de este
testamento es que, entre los albaceas designados por el marino, se encuentra en capitán
de fragata Gonzalo de Cañas Trelles, uno de los encargados de leer la obra que concluye
en ese mismo año y que presenta un informe desfavorable sobre la misma.
A pesar de todo lo expuesto, lo que nos interesa es que su carrera militar no frena,
de manera que en 1769 asciende a jefe de escuadra731 después de haber tenido el grado
de capitán de navío durante 20 años. Es bastante llamativo el hecho de que durante 20
años no ascendiera y esto se puede deber a varios factores de los cuales el primero puede
729 Testamento de Antonio de Ulloa de la Torre, 730 En esta disposición testamentaria solo aludía al reparto de sus bienes, será posteriormente cuando,
motivado por la corta edad de sus hijos y su esposa, cuando comience a preocuparse también por su
conducta realizando desde 1785 hasta 1792, cuando finalmente se hace efectiva, una memoria testamentaria
en la que fija el camino que sus hijos deberían seguir a lo largo de sus vidas. Además, el testamento de
1773 y un codicilo emitido en 1789 quedan invalidados por su testamento final de 1792. 731 Nombramiento que tiene lugar el 19 de junio de 1769. Relación de servicios de Antonio de Ulloa.
AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 6-10.
234
ser la demanda ya que, en la Armada, los nombramientos y ascensos se producen en
función de lo que cada empleo va demandando, es decir, ascienden un número limitado
de personas en función de los puestos vacantes en los grados superiores pues, cada uno
de los escalafones contaba y cuenta con un número determinado de integrantes. Dicho
motivo es bastante improbable pues, resulta prácticamente imposible que a lo largo de 20
años no quedaran vacantes plazas que le permitieran ascender pero, en función de eso,
podemos apuntar hacia un segundo factor que es su ausencia en lo que a la labores navales
se refiere ya que, en ninguno de los lugares donde permaneció durante ese tiempo, ejerció
como marino. De esta manera, no contaba con experiencia alguna, no había participado
en campañas bélicas, ni tampoco había comandado naves, por tanto, no es de extrañar
que algunos de sus compañeros fueran nombrados antes que él. Así pasados esas dos
décadas, Antonio de Ulloa es nombrado comandante de la Flota de Nueva España, un
nombramiento cargado de particularidades, entre ellas, la de ser la última flota de la
Carrera de Indias.
Como oficial en América: la flota de Nueva España
Efectivamente, en mayo de 1776, la que fuera la última flota de la Carrera de
Indias partió de Cádiz con destino al puerto de Veracruz. Tras su regreso al puerto
gaditano, en junio de 1778, el sistema de flotas será sustituido por el de “navíos sueltos”
iniciándose las medidas de transformación marcadas por el Tratado de Libre Comercio.
Esto se debe a que, a lo largo del siglo XVIII, las guerras internacionales, así como el
desarrollo económico de la burguesía mercantil, fueron deteriorando el sistema
monopolístico español, haciendo cada vez más necesaria una reforma. Esto, unido a la
dependencia que España tenía respecto a los productos industriales extranjeros, hizo que
el sistema de flotas/ferias fuese tan criticado, abogándose por la apertura de puertos, como
alabado, tomándose como el único viable. El hecho de ir espaciando las flotas, amé de
medidas como la implantación de las compañías privilegiadas y los navíos sueltos
desgastaron el sistema hasta tal punto que, en 1748, zarparía la última flota de Tierra
Firme, sustituyéndose por navíos sueltos. Un destino que, aunque de forma más tardía,
compartió la flota de Nueva España, después de designarse que el número de puertos
autorizados para el comercio se ampliaría. Algo que se produjo de manera escalonada, a
235
partir de 1765732, coincidiendo la apertura del último puerto con el año de regreso de la
flota. Por tanto, como hemos dicho, la eliminación del sistema de flotas de la Carrera de
Indias venía a satisfacer a una parte de los comerciantes españoles y extranjeros,
propietarios y socios de las compañías comerciales en su mayoría, que lo habían estado
esperando desde principios de siglo. Haciendo oídos sordos sobre las manifestaciones que
aquellos detractores, que seguían defendiendo las medidas mercantilistas y
proteccionistas como única vía posible para llevar a cabo la actividad comercial con
América.
En función de esto, es necesario apuntar que no es habitual que existan trabajos
que estudien las flotas de la Carrera de Indias, al menos, de manera individual. Así, por
regla general, dichos estudios se centran en el sistema de flotas a nivel global o en
determinados aspectos concretos y relativos a las mismas. En este sentido, además, hay
que tener en cuenta que, a nivel biográfico, en el caso de Antonio de Ulloa podemos
encontrar dos líneas contrapuestas dado que, por una parte, existen autores que
prácticamente eluden su condición de marino y centran el estudio de su trayectoria vital
destacando su faceta científica. Por otra, podemos encontrar una buena cantidad de
estudios que hacen referencia casi exclusiva a dicha faceta, pudiéndose afirmar que, de
cierta manera, sus campañas marítimas se encuentran sobradamente desarrolladas, lo que
nos va a obligar a centrarnos en ciertos aspectos concretos de sus dos campañas y a obviar
lo que ya se encuentra más que estudiado733. Esto puede relacionarse con la idea anterior
relativa a las flotas de Indias pues, curiosamente, el desarrollo de todo lo que aconteció
732 A partir de 1765, diez serán los puertos autorizados para las labores comerciales con América, además
del puerto de Cádiz. Seis de ellos se liberalizarán en España (Santander, Gijón, La Coruña, Málaga, Alicante
y Barcelona) y los otros cuatro se abrirán en América (La Habana, Santo Domingo, Margarita y Trinidad).
Tres años después, esta nómina se ampliará en seis puertos más (Palma de Mallorca, El Ferrol, Tenerife y
Nueva Orleans). En 1770, se liberalizará el puerto de Campeche y, finalmente, ocho años después, el de
Buenos Aires. 733 Respecto a la comandancia de la flota de Nueva España: SOLANO, F DE, Antonio de Ulloa y la Nueva
España. Con dos apéndices Descripción geográfico- física de una parte de la Nueva España de Antonio de
Ulloa y su correspondencia privada con el virrey don Antonio María de Bucareli, Universidad Nacional
Autónoma de México, México, 1979; Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp. 275-329; SOLANO, F DE, “Un viaje inédito
de Antonio de Ulloa a México al Mando de la Flota de Nueva España (1776-1778)”, Revista de Historia
Naval, Instituto de Historia y Cultura Naval, Año VI, nº 24, Madrid, 1989, pp. 7-28; SOLANO, F DE, “Valor
y significado de la "Descripción de la nueva España, 1778": obra inédita de Antonio de Ulloa”, GARMA
PONS, S (coord.), El científico español ante su historia: la ciencia en España entre 1750-1850 : I Congreso
de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias, 1980, pp. 223-228; SOLANO, F DE, “Antonio de Ulloa
marino”, Op. Cit. Actas del II Centenario de Antonio de Ulloa, pp. 219- 241; JUAN Y FERRAGUT, M “Antonio
de Ulloa: su trayectoria como marino”, en Op. Cit. LIII Jornadas de Historia Marítima: D. Antonio de
Ulloa, pp. 33-45; LÓPEZ MORATALLA, T “Antonio de Ulloa. El eclipse total de sol del 24 de junio de 1778”,
en Op. Cit. LIII Jornadas de Historia Marítima: D. Antonio de Ulloa, pp. 67-93; ORTE LLEDÓ, A, El jefe de
escuadra Antonio de Ulloa y la Flota de Nueva España 1776-1778, Fundación Alvargonzález, Gijón, 2006.
236
durante los dos años que duró el viaje de ida y vuelta de la última flota de indias cuenta
con monografías alusivas al tema, aportándole, a nivel historiográfico un carácter
excepcional.
No podemos dejar de aludir a que Francisco de Solano, ha dedicado parte de su
producción bibliográfica a esta temática, no solo en la biografía de Antonio de Ulloa, tal
y como hemos hecho referencia anteriormente, sino que en una publicación previa,
dedicada exclusivamente a esta etapa de su vida y que puede considerarse la antesala de
la biografía que elaboró años después734. Para el desarrollo del estudio, aporta datos que
permiten tener una idea general de cómo fueron los hechos describiendo tanto el proceso
de elección como el desarrollo de los trabajos que llevó a cabo, relacionados con el
mantenimiento de la flota, el cargamento, la feria de Jalapa y los prolegómenos de los
viajes de ida y vuelta. Así mismo hace referencia a su participación en la política del
Virrey Bucarelli, tomando como fuente735 la correspondencia que ambos mantuvieron736;
así como los trabajos cartográficos y descriptivos del territorio de destino, que hoy día
son utilizados como base para el estudio de México737.
La singularidad a la que nos hemos referido, a todas luces, fue una de las
principales características de la flota de 1776 ya que no solo el hecho de ser la última flota
de la Carrera de Indias le imprime excepcionalidad a la empresa, sino que, si a esto le
unimos la elección de su comandante, este carácter cobra más relevancia. Precisamente
éste va a ser uno de los temas que desarrollemos en este caso y no porque no existan
referencias previas al respecto, sino debido a que las condiciones de su elección y las
características del marino, en comparación con sus antecesores, son importantes a la hora
de continuar con su línea vital. De este modo, nos encontramos con un marino de sesenta
años que, a pesar de tener el grado de jefe de escuadra, destacaba exclusivamente por sus
méritos científicos y de servicio al Estado. Según esto, podemos darnos cuenta de que no
tenía nada que ver con el prototipo de comandante que se había elegido hasta el momento:
hombres con gran experiencia naval y de mando de escuadras. Dos aptitudes que
734 La obra en cuestión se encuentra señalada en la cita anterior y haremos referencia a ella como Op. Cit.
SOLANO, F. DE, 1979. 735 No solo las toma como fuente, sino que las utiliza y edita por primera vez. 736 Correspondencia que se encuentra en el archivo general de Indias y que fue transcrita y publicada, por
primera vez, por Francisco de Solano en la obra a la que hemos hecho referencia: Op. Cit. SOLANO, F. DE,
1979, apéndice 3, pp. 121-393. 737 Ibídem, apéndice 2, pp. 1-116.
237
demuestran que, comandar dichas flotas, estaba reservado solo a marinos experimentados
que pudiesen mantener agrupadas las embarcaciones y actuar correctamente ante los
posibles ataques que pudieran surgir durante las dos travesías. De este modo, oficiales
como Manuel López Pintado o Luis de Córdoba738 comandaron alguna de las 18 flotas
que salieron hacia Nueva España durante el siglo XVIII.
A pesar de esta gran diferencia, el secretario de Marina e Indias, Julián de Arriaga
en lugar de escoger, como bien podría haber hecho, a otros jefes de escuadra más
experimentados que no escaseaban precisamente739, decide designar a Antonio de Ulloa,
un marino sin experiencia como comandante de la flota. Algo que, dada su amplia y
demostrada vocación de servicio y los méritos científicos y técnicos con los que contaba
que habían supuesto un enorme beneficio para el Estado, puede considerarse como un
premio hacia su trayectoria. De manera que, en lugar de realizar otro tipo de concesión,
Arriaga opta por concederle a Ulloa aquello que tanto ansiaba, dedicarse enteramente a
la Armada y poder demostrar las capacidades que, por su graduación, debía haber
adquirido a lo largo de los años. Así, todo se conjuga dentro de un espacio que podríamos
considerar lógico hasta febrero de 1776, momento en el que fallece el secretario y el
escenario administrativo naval y ultramarino cambia de manera radical siguiendo los
preceptos del nuevo monarca, Carlos III.
A partir de ese momento, una de las modificaciones establecidas por el rey será la
separación de las secretarías de Marina e Indias, asignando a Pedro González de
Castejón740 para ser la cabeza de la primera y a José de Gálvez741 para hacer lo propio en
la segunda. De esta manera, quizás lo más lógico, debido a las cuestiones antes apuntadas
y al hecho de que el nuevo secretario no conocía a Ulloa ni había recibido sus servicios y
obediencia, hubiese sido que Gálvez desestimase la decisión de su antecesor y nombrase
a un nuevo comandante. Pero no fue así, todo lo contrario, aún teniendo las mismas
opciones que su antecesor y motivos más que sobrados para el cambio, decidió mantener
738 El listado de dichos comandantes puede consultarse Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 279 y Op. Cit. SOLANO,
F. DE, 1979, p. 21. 739 Listado de jefes de escuadra de 1766, AGMAB, Oficiales, Asuntos particulares, 534, p. 2. Listado de
jefes de escuadra de 1779, AGMAB, Oficiales, Asuntos particulares, 535, p. 4. 740 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea http://dbe.rah.es/biografias/25268/pedro-
gonzalez-de-castejon-y-salazar. 741 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea http://dbe.rah.es/biografias/10139/jose-
de-galvez-y-gallardo.
238
la decisión de Arriaga. Con lo que, desde este punto de vista, su nombramiento supuso
un ejercicio de confianza del secretario de Indias quien, en sustitución de Arriaga el
verdadero artífice de dicho nombramiento, mantuvo la decisión de designar al Jefe de
Escuadra para tal fin.
Pero, si prestamos atención a cuáles serían sus tareas como comandante de la flota,
quizás encontramos un motivo para esta extraña elección que vaya más allá de la
reputación de Antonio de Ulloa y de la consiguiente buena imagen que Arriaga tenía de
él. En este sentido, el comandante no solo sería el encargado de dirigir las naves,
mantenerlas en conserva y hacerse responsable de la defensa de los barcos mercantes,
sino que tendría bastantes más funciones. Así, por una parte, debía atender al
mantenimiento de los barcos una vez llegaran a puerto y asegurarse de su óptima situación
para hacerse, de nuevo, a la vela. Al hilo de esta cuestión, sus conocimientos técnicos le
hacían ser un buen candidato pues, a pesar de que no contaba con los conocimientos
constructivos de Jorge Juan, sí que atesoraba la experiencia adquirida en los puertos
europeos y lo tocante a su aplicación en los españoles. De hecho, cuando se produce su
ratificación, en marzo de 1776, Ulloa se encontraba en la Isla de León supervisando el
estado de los navíos España y Dragón, capitana y almiranta de la flota.
Por otra parte, sus deberes no terminaban en puerto, ya que debía supervisar la
descarga de la mercancía, una labor que resultaba tan compleja como la carga pues debía
llevar el control de todos los productos que se exportaban en las embarcaciones mercantes
y de guerra742. En este sentido, la experiencia marinera no era necesario mientras que las
labores de dirección administrativa y técnica sí que lo eran y, en eso, Ulloa estaba más
que versado dada su actividad de Huancavelica. Finalmente, Ulloa llevaría a cabo labores
relativas a la política del virreinato encargándose de estudiar y poner en práctica y en las
que, su experiencia previa, resultaba de enorme utilidad. Unido a esto, no podemos
olvidar que Antonio de Ulloa, amparado por sus ansias de conocimiento, no perdía la
ocasión para realizar estudios sobre todos los lugares de los territorios ultramarinos en
los que se fijaban sus destinos. Por tanto, si a esta práctica le unimos una obligación propia
742 Era bastante habitual que las naves de guerra transportaran parte de la carga, especialmente azogue,
mineral del que siempre estaba necesitado el puerto de Veracruz y que dadas las deficiencias de la mina de
Huancavelica se enviaba desde otros puntos en la ida y se transportaba a España, desde dicha mina a la
vuelta. Sobre los datos alusivos a los navíos de guerra de la flota, AGS, Secretaría de Marina, leg. 428, doc.
0120-0602. Acerca del envío de azogue a Veracruz, AGS, Secretaría de Marina, leg. 418, doc. 0389-0498.
239
de todos los comandantes de la flota, Antonio de Ulloa estaría encargado de inspeccionar
y dar noticias de las zonas costeras y los puertos mexicanos, enriqueciendo pues el
conocimiento de la corona sobre los territorios bajo su mando.
Así, estas razones bien pudieron tener peso a la hora de dirigir la atención de
Gálvez sobre Ulloa y no sobre otros, facilitando ese ejercicio de respeto y confianza hacia
su antecesor que haría al ratificar el nombramiento del jefe de escuadra. Aunque fuera
como fuese, lo que nos interesa es no solo la realización de dicho nombramiento, sino la
posición de desigualdad y desventaja de Antonio de Ulloa en este caso. Dicha posición
no tendrá que ver solo con esa inexperiencia a la hora de dirigir naves a la que hemos
hechos referencia, ni tampoco al hecho de que sus méritos no tuviesen absolutamente
nada que ver con la misión básica que se le encomendaba, aunque hemos visto que con
el resto de tareas sí. Sino que se ampliaba a su posicionamiento dentro de la
administración pues, desde la muerte de Arriaga y a pesar de que su reputación era real y
no podría obviarse, debido a los cambios que se producen en la Armada, dejaba de ser
una persona privilegiada para la administración. Es decir, su último protector había
fallecido por lo que tenía que volver a dar muestras de su valía en un medio que, a pesar
de sus deseos, no dominaba. Y, para mayor infortunio, partiendo del momento señalado,
la Armada comenzará a cambiar y con ella lo hará el modo de entender el proceder de sus
marinos y, como veremos, Antonio de Ulloa no encajaba en los esquemas que
comenzarían a establecerse.
De nuevo lo particular rodea el contexto de la flota de 1776, de la mano de la
carrera de su comandante. Pues, independientemente de las razones que esgrimieran los
dos ministros para asentar a Ulloa como comandante de la misma, lo cierto es que tenía
la graduación suficiente para serlo y ésta le había sido concedida siete años antes. No
hablamos entonces de un ascenso exprofeso como en el caso de la expedición geodésica,
sino que se situaba dentro de la imparable carrera de la oficialidad naval donde los
ascensos, en circunstancias normales, tienen que ver con la antigüedad,
independientemente del grado de participación que tuviese o tenga su destinatario. Por
esa razón, hemos hecho referencia a que, a pesar de los posibles parones en su vida, su
carrera no se detenía. De este modo, la cuestión estaba en que el jefe de escuadra tenía
que demostrar que contaba con las dotes suficientes como para hacer frente a un
nombramiento de tal envergadura. Dotes de mando y un carácter fuerte para la dirección
240
de la flota, así como conocimientos marineros y tácticos para mantener la conserva y
garantizar la defensa de las naves. Y precisamente será su carácter, con una tendencia al
autoritarismo a la que ya hemos hecho referencia anteriormente, el generador de uno de
sus problemas quedando constancia de esa situación de inferioridad en la que ya se
encontraba.
Así, el marino comenzó a dar muestras de las supuestas habilidades que tenía y
debía tener manifestándolas, como primera medida, con una demostración de autoridad.
Esto tiene que ver con el hecho de que, como hemos dicho, dentro de sus labores como
comandante estaba la organización de la flota y eso incluía, por supuesto, supervisar la
dotación de la misma. En este caso, la excepcionalidad vuelve a ser la protagonista pues
lo que sí era Antonio de Ulloa, era un hombre tremendamente eficaz. Capacidad que ya
había demostrado con creces y que volvió a demostrar en este caso pues en marzo de
1776, después de la muerte de Arriaga, pero antes de que se ratificase su nombramiento
y se le entregasen las instrucciones para su comandancia743, los preparativos para su salida
estaban muy adelantados. De este modo, la dotación estaba más que escogida y los ánimos
se encontraban prestos a seguir todo aquellos que, en 15 puntos, establecerían las
instrucciones.
Así, la flota estaría presta a salir en primavera, en el mes de mayo, tal y como era
costumbre y se establecía en el documento al que hemos hecho referencia. Será en dicho
momento cuando las circunstancias vuelvan a sacar a la luz la palabra a la que tanto hemos
aludido con respecto a la flota de Nueva España: excepcionalidad. Y es que, aunque la
enfermedad era una constante en la época y mucho más en la mar, en esta ocasión resultó
que un importante miembro de la dotación cayó enfermo antes de partir. A colación de
este conocimiento, debemos destacar que motivó que Ulloa provocase una nueva
situación excepcional al detener el recorrido de la flota en las islas Canarias. Así, por
regla general, las naves contaban con el avituallamiento suficiente como para garantizar
la supervivencia de todos los tripulantes, sin necesidad de hacer aguada en ningún punto
de la travesía. Pero, en el caso de la flota comandada por el marino, los casi tres meses de
743 Dichas instrucciones se emitieron en el Pardo con fecha 15 de marzo de 1776, firmadas por el Rey y
ratificadas por el secretario de Indias. Se conservan en AGI, México, 2986, pero se encuentran transcritas
y publicadas en Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, pp. CXVIII-CXX.
241
navegación se vieron interrumpidos solo en una ocasión, cuando decide detenerse en
Tenerife para embarcar tanto agua como fruta fresca.
Es, en este punto, donde se hace evidente su conocimiento de las enfermedades
del mar, a las que ya se había enfrentado, en concreto a la más terrible de todas, el
escorbuto. Una enfermedad cuyos efectos pudo presenciar en su, ya mencionado, viaje
de ida a Huancavelica744 y que diezmó enormemente a toda la tripulación del navío en el
que viajaba. En aquella ocasión consiguió salvarse del contagio precisamente por el
consumo de alimentos frescos, unido a otros remedios y, con toda seguridad, intentó
evitar que una masacre de ese calibre ocurriese, esta vez, bajo su mando745. Una muestra
control y organización que aún creyéndolo posible no siempre le aportó los frutos
esperados pues, no todas las enfermedades tenían el mismo remedio, ni todas las
vicisitudes dependían de su autoridad. Y es de este modo, partiendo de una enfermedad
y fruto del ya demostrado carácter autoritario de Antonio de Ulloa, como surge uno de
sus mayores problemas en lo relativo a la flota de Nueva España.
Con todo listo para zarpar en primavera, como era costumbre y se ordenaba en las
instrucciones ya mencionadas, el oficial mayor de la flota, el capitán de fragata Francisco
de Santisteban746 cae gravemente enfermo y se ve obligado a abandonar la nave justo
antes de zarpar, dado que lo harían el ocho de mayo y en la documentación se indica haber
ocurrido en el día anterior, entendemos que Santisteban abandonó la nave el siete de mayo
744 Véase página 166. 745 Resulta muy interesante el análisis realizado por Pablo Emilio Pérez-Mallaína cuando, a colación de los
hecho acaecidos en la campaña de la Terceras, en los que nos detendremos más adelante. Al hablar del
brote de escorbuto que padeció la flota que comandaba y que fue fatal para gran parte de la tripulación,
alude de nuevo a la escasez de agua y alimentos frescos como causa de la misma. Considera pues, el
profesor Pérez-Mallaína que, aunque Antonio de Ulloa no conoce la casusa real de dicha enfermedad, pues
hasta el siglo XX no se establece la falta de vitamina C como generadora de la misma, sí que expresa que
tanto la causa como el remedio tenían que ver con la alimentación. Así, insta a las autoridades a que les
doten de alimentos frescos para poder hacer frente a los estragos del escorbuto. Una solución algo paliativa,
debido a que no todos los alimentos proporcionaban el aporte de vitaminas necesarios para paliar los
efectos, pero igualmente efectiva al evitar el consumo de productos podridos o el racionamiento
alimenticio, permitiendo así que los síntomas se redujeran o que no aparecieran en una tripulación bien
alimentada. Una explicación que, aunque parcial era bastante más acertada que otras que planteaban que el
escorbuto se debía a causas también propias de la vida en las naves pero que hoy podemos considerar de
mayor inverosimilitud. Sobre el partículas PÉREZ-MALLAÍNA, P. E, La campaña de las Terceras,
Secretariado de publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 1995, pp. 31-32. 746 En los documentos consultados se modifica indistintamente el apellido del oficial, utilizándose
independientemente de la ocasión con b o con v. En este caso hemos optado por utilizar Santisteban al ser
el modo gramatical correcto en la actualidad.
242
de 1776747. Para solventar el problema y, al parecer, con el convencimiento de que el
oficial se restablecería pudiendo volver a tomar su puesto en el momento en que
recuperase la buena salud, se autoriza a Ulloa para buscarle un reemplazo entre los
oficiales a bordo. Así, el comandante escoge al alférez de navío Joaquín Mozo para que
hiciese las veces de oficial mayor, en funciones, a la espera del regreso de Santisteban.
Hasta este punto, la situación se presenta como relativamente normal, a pesar del perjuicio
que suponía tener que desestructurar la dotación por un motivo tan difícil de resolver
como una enfermedad. Pero las cosas empeoraron cuando “horas después”748, el director
del Departamento Marítimo de Cádiz recibe la noticia de que el oficial mayor había
empeorado, hasta el punto de haber recibido los santos óleos.
Partiendo de este hecho, podemos decir que lo que se presenta en la
correspondencia cruzada a la que hacemos referencia es una queja que Andrés Regio
remite al secretario de Marina, González de Castejón, por la desobediencia de Antonio
de Ulloa ante lo que él había dispuesto. Todas las cuestiones presentadas a partir de este
momento tienen que ver con el fuerte carácter que tenía Antonio de Ulloa y su firme
determinación. Podríamos entrar en los diversos conflictos que le produjo a Antonio de
Ulloa su carácter autoritario, una faceta que aún siendo de las menos conocidas y tratadas
de su personalidad, se manifiesta en numerosas ocasiones. Aún así, es algo bastante
curioso pues, precisamente en los momentos en los que el ya jefe de escuadra debió
mostrar mayor fuerza de carácter, autoridad y determinación, fueron en los que bien no
lo hizo o bien no obtuvo resultados. Partiendo de esta premisa, podríamos detenernos en
exponer los motivos que pudieron llevar a este tipo de situaciones, pero es preciso primero
desarrollar y analizar los datos de la queja a la que aludimos para, posteriormente,
ponerlos en realización con la personalidad del marino y las circunstancias en las que se
encontraba en aquello momento y que distaron de otras en las que también dio muestras
de autoritarismo e intolerancia.
747 El 10 de mayo de 1776, Andrés Regio se comunica con el secretario González de Castejón para
comunicarle lo acaecido en la flota con su oficial mayor. En dicha carta, afirma que los hechos se dieron
“el día antecedente” y, dado que el día de la partida fue el ocho de mayo, entendemos que todo ocurrió el
día anterior, justo antes del inicio de la navegación, de otro modo, la flota habría tenido que detenerse antes
de llegar a Tenerife. Carta de Andrés Regio a González de Castejón, 10 de mayo de 1776. Expediente de
Antonio de Ulloa, AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 33-40. 748 Carta de Andrés Regio a González de Castejón, 10 de mayo de 1776. Ibídem, f. 34.
243
La cuestión es que, en la fecha señalada, se da a conocer el empeoramiento de
Francisco de Santisteban quien ya no podría reincorporarse a sus obligaciones, con el
enorme perjuicio que eso supondría tanto para él, lógicamente, como para su familia. En
base a eso, prácticamente en su lecho de muerte, le ruega a Andrés Reggio que considere
a su hermano, el teniente de fragata Luis de Santisteban como su sustituto. Esta petición
podría haberse considerado una solución para el problema que presentaba la flota ay que,
como hemos dicho, se había escogido para que ejerciese como oficial mayor, en
funciones, a uno de los oficiales de la dotación, el alférez de navío Joaquín Mozo. En este
sentido, aunque a Antonio de Ulloa se le había ordenado escoger a alguien capacitado
para ocupar este puesto, escoge a un oficial que, en absoluto reunía las condiciones
requeridas para asumir el cargo. Bien es cierto que, con toda seguridad de se trataba de
un sucesor pasajero teniendo en cuenta que, por un lado, inicialmente el del oficial mayor
no se trataba de un mal definitivo y podría llegar a recuperarse y, por otro, que ambos
estaban de acuerdo en que era necesario escoger a alguien más capacitado.
Será precisamente esta elección la que se convierta en el punto de conflicto entre
el comandante de la flota y el capitán general de la Armada, pues ambos contaban con
candidatos distintos para ocupar el puesto de oficial mayor. Cierto es que tanto Ulloa
como Regio no consideraban a Joaquín Mozo apto para asentarse en el puesto al no poseer
los méritos necesarios para ello por el hecho de no provenir su formación de la Compañía
de Guardiamarinas y haber accedido a su grado de oficial de la Armada habiendo partido
del Ejército749, algo que a nivel de capitanear una nave era un motivo de enorme peso.
Curiosamente, Antonio de Ulloa esgrimía los mismos motivos que lo hacían quedar en
desventaja ante sus antecesores pues, si bien el comandante se había graduado en la
academia gaditana y su carrera se mantuvo siempre dentro de la Armada, no contaba con
experiencia militar ni de dirección de naves y flotas. A pesar de esto, dado su
nombramiento y posterior ratificación, nunca volvieron a presentarse estos motivos en su
contra, pero él, conocedor de los mismos, no dudaría en emplearlos para conseguir sus
propósitos.
749 Se trataba de una práctica bastante común, dada la alta consideración en la que se encontraba la Armada
en aquel momento, dotando a sus oficiales de un alto posicionamiento social. De hecho, en el siglo XIX,
siguió dándose esta permuta con bastante frecuencia.
244
Así, Francisco Santisteban prácticamente suplica a Andrés Regio que apruebe que
sea su hermano Luis, teniente de fragata, quien le suceda, aludiendo a “la notoria
inteligencia, talentos y méritos de este oficial” 750. Un motivo que podría considerarse
más que suficiente, en un principio, pero que se refuerza con otro que apela a la
compasión del capitán general pues, el aún oficial mayor de la flota, le expresa el temor
con el que cuenta por el futuro de su familia, así considera que la elección de su hermano
evitaría “los perjuicios de que lo fuese un extraño suman contingente a un descubierto
que aumentase los quebrantos de esta familia”751. De este modo, lo que el oficial
solicitaba una elección exclusivamente justificada en los méritos de su hermano, sino que
lo que pretendía con ella compensar de alguna manera a una familia que probablemente
estaba destinada a perder a su primogénito, algo que la sumiría en la mayor de las ruinas.
Estos motivos convencen a Andrés Regio que le hace saber de su decisión al comandante
de la flota, con el convencimiento de que éste, aceptaría de buen grado todo aquello que
se le ordenase, no en vano, jamás había pecado de desobediencia a sus superiores.
Pero la realidad fue muy distinta, aprovechando que, inicialmente, Ulloa contaba
con el apoyo de Andrés Regio quien también consideraba al sustituto provisional poco
capacitado para asumir el cargo de manera definitiva, se permitió escoger a su propio
candidato. Bien es cierto que se trata de una propuesta que emitió desde el primero
momento, cuando al enfermar Santisteban y con la elección de Mozo, que se permita el
embarque de su cuñado el teniente de navío Pío Ventura Remírez de Laredo752. Desde un
primer momento, Regio no lo considera conveniente, probablemente viendo claras las
intenciones de Antonio de Ulloa de obtener beneficios para su familia política, no en
vano, su cuñado era caballero de la Orden de Santiago desde 1769753. Una vez producida
esta primera negativa, es cuando se sucedieron todos los hechos a los que nos hemos
referido y que llevan a la elección de Luis de Santisteban como oficial mayor de la flota
de Nueva España. Tal era la autoridad y el convencimiento con el que contaba Andrés
750Carta de Andrés Regio a González de Castejón, 10 de mayo de 1776. Expediente de Antonio de Ulloa,
AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, f. 34. 751Ibídem, ff. 34-35. 752 Ibídem, f. 33. En esta carta ocurre lo mismo con la gramática del nombre del oficial en cuestión, aparece
escrito como Bentura, pero en otros documentos lo encontramos reflejado como Ventura, forma que
utilizaremos al ser la correcta en la actualidad. 753 Expediente de toma de hábito de la Orden de Santiago de Pío Ventura Remírez de Laredo. AHN,
OOMM, leg. 562, exp. 6903, ff. 1-83.
245
Regio que se permitió mandar al propio Santisteban a presentarse ante su comandante
con la carta en la que se le daba informe de su elección.
Pero Ulloa lejos de obedecer las órdenes, envió de vuelta otra carta con el que
había sido su mensajero, en la que manifestaba los motivos que le llevaban a no aceptar
al teniente de fragata como sucesor de su hermano. En dicho documento expresa que
había cumplido con las órdenes que se le dieron de escoger a un candidato entre los
oficiales a bordo, por lo que una nueva elección era innecesaria. Un punto en el que ya se
contradice pues, Regio era ya conocedor de que Ulloa compartía con él la opinión sobre
Joaquín Mozo. Pero, para aumentar su incongruencia, manifiesta que Santisteban no
estaba lo suficientemente preparado como para tomar el puesto, presentando como
alternativa a su cuñado quien reunía las mismas características que Joaquín Mozo. Pero
en este caso, no parece tener en cuenta, el comandante, que Pío Ventura no poseía ni los
méritos ni la formación necesarias para capitanear la Generala de la Flota. De este modo,
rechaza tanto al sustituto provisional, que solo cumplía con el requisito de pertenecer ya
a la flota y tenía las mismas características de su cuñado, como al otro, Santisteban,
propuesto por el capitán general de la flota, desobedeciendo deliberadamente lo que
ordenaba su superior y negándose a recibir al teniente.
A pesar de esto, Andrés Regio no le cree y ve como una terrible ofensa la
desobediencia del comandante, afirmando que le dejaría en evidencia ante el resto de
oficiales del Departamento Marítimo y ante el resto de la Armada cuando se supiera que
un oficial de la misma había hecho oídos sordos a su autoridad. Bien es cierto y así se lo
hace saber a González de Castejón que Regio era plenamente consciente de las
limitaciones con las que contaba Luis de Santisteban. Pero afirmaba que contaba con los
méritos suficientes para garantizar su elección ya que si bien no había realizado ningún
viaje a américa había “ejercido de Ayudantía de Mayor General”754. Unas razones que
parecen no ser suficientes para Antonio de Ulloa que, al parecer, consciente de la afrenta
que cometía al desobedecer al capitán general, se excusa diciendo que solo pretendía que
su cuñado embarcase como oficial suelto de la flota. Una facultad que le había dado el
mismo Andrés Regio, así aludía a que éste había malentendido sus intenciones que se
presentaban confusas en las misivas que le había enviado previamente.
754 Carta de Andrés Regio a González de Castejón, 10 de mayo de 1776. Expediente de Antonio de Ulloa,
AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, f. 36.
246
Pero ninguna disculpa podía servir para enmendar o paliar la gravedad del error
que el comandante había cometido. Razón por la que, el 10 de mayo de 1776, Andrés
Regio emite una queja al secretario de Marina con la intención de que tanto él como el
rey conozcan el deplorable comportamiento de Antonio de Ulloa. En dicha carta le
informa además de que no se trataba de la primera ocasión en que un jefe de escuadra
desobedecía las órdenes de su capitán general, relatando un episodio muy similar en los
tiempos en los que ostentó dicho grado el Marqués de la Victoria. Con lo que deja clara
su intención de reformar la Armada desde todos los puntos de vista, reforzando la
autoridad de los mandos y obligando a los oficiales a acatarla, tal y como era su deber.
En este sentido pide un castigo ejemplarizante para Antonio de Ulloa, al no poderse
tolerar una acción semejante, dejando en manos del secretario y del propio rey la decisión
y resolución del mismo.
Así, el 24 de mayo de 1776, González de Castejón contesta a las protestas de
Andrés Regio, informándole de que el Rey había sido informado de su queja755. Le
informa pues que el monarca ordena no solo que se cumplan los designios de Regio,
privando a Ulloa de toda autoridad, sino que para su desagravio se desaprobaría su
conducta declarándole “culpable de inobediencia”756. De esta manera, se mandaría por
orden del Rey que, tal y como había sugerido el propio capitán general757, Luis de
Santisteban debería embarcar en la primera nave que saliese del puerto gaditano con
destino a Veracruz para tomar posesión de su cargo. Es aún mayor el castigo que se le
impone a Ulloa, pues no solo es desautorizado y obligado a aceptar a Santisteban como
oficial mayor, sino que se le ordena recibir al teniente de fragata y hacerle personalmente
entrega de su puesto. El mismo 24 de mayo, Andrés Regio se encarga de informar a Ulloa
de la disposición real758. Con lo que se deja de manifiesto que el comandante no solo
había cometido un grave error, sino que no contaba ya con el favor de los altos cargos de
la Armada y del Estado, que siempre habían velado por sus intereses.
Desarrollo y resultados: marina, ciencia y administración
755 Carta de González de Castejón a Andrés Regio, 24 de mayo de 1776. Ibídem, ff. 30-32. 756 Ibídem, f. 31. 757 Sugerencia que no aparece en la carta a la que hemos tenido acceso enviada por Regio, pero que se
menciona en la contestación de Castejón. 758 Carta de Andrés Regio, 24 de mayo de 1776, AGS, Secretaría de Marina, leg. 0417, doc. 1037.
247
Solventados los primeros problemas y después de haber llevado acabo una óptima
labor en cuanto a la organización y los preparativos del viaje, la flota inició una travesía
que se desarrolló sin mayores problemas, pudiéndose calificar como un viaje
potencialmente tranquilo y apacible759. De esto modo el 25 de julio de 1776 Antonio de
Ulloa y el resto del convoy desembarcan en el puerto de Veracruz, donde se desarrollaron
todas las labores inherentes a la actividad que la flota debía realizar en los territorios de
nueva España y de las que su comandante estaba encargado de su supervisión760. Pero
todas estas actividades, que requerían de la presencia de Ulloa en Veracruz, concluyeron
el 25 de mayo de 1777, momento en el que sería autorizado para ausentarse del puerto y
trasladarse a la ciudad de México. Allí, trabajaría como asesor del virrey Bucareli en la
creación de un astillero en las costas de Veracruz y en la implantación de la matrícula de
mar en Nueva España. Unas tareas relacionadas con la política marítima del virreinato en
las que podríamos pensar que tomó parte, exclusivamente, por la relación que le unía con
el virrey, que conocía perfectamente de sus aptitudes en estas disciplinas. Pero que,
analizadas detenidamente, pudieron ser la causa de que González de Castejón ratificase
el nombramiento de un comandante sin experiencia para la última flota de la Carrera de
Indias.
Y es que las actividades que desempeñaría en México, no distaban de las que llevó
a cabo en España tras su viaje europeo, la supervisión de trabajos relacionados con
mejoras constructivas y técnicas en los territorios españoles, así como la colaboración en
la implantación de nuevas fórmulas administrativas centradas también en mejorar la
actividad naval de España. Así pues, era absolutamente indiscutible que Ulloa si bien no
contaba con experiencia marinera, si poseía conocimientos técnicos suficientes como para
asesorar a cualquier gobernante en cualquier lugar en el que se le requiriese. Pero dichas
habilidades y el hecho de participar en las reformas administrativas y técnicas del
759 Antonio de Ulloa relata éste y otros detalles a su paisano y amigo Antonio de Bucareli que ejercía de
virrey de Nueva España en aquellos momentos. Se trata de una riquísima fuente para el estudio de esta
etapa de la vida de Antonio de Ulloa que se conserva en el AGI, Indiferente General, leg. 1631 y que, en
su mayoría, ha sido ya transcrita y analizada por Francisco de Solano. Para este caso, carta de Ulloa a
Bucareli, A bordo del “España”, a la vela, en el puerto de Veracruz, 25 de julio de 1776, en Op. Cit.
SOLANO, F. DE, 1979, carta 2 pp. 125-126. 760 Hablamos pues de labores de descarga de los productos españoles, supervisión de las transacciones en
la feria de Jalapa y acondicionamiento de las naves. Sobre el particular: Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp. 290-
295 y Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, pp. XXV-XXX. En esta última obra se adjuntan las cartas entre el
comandante y el virrey de Nueva España que contienen información sobre estos asuntos.
248
virreinato suponían falta a su cometido como comandante pues, por lo general, este no
podía abandonar los navíos, desde que zarpaban hasta su atraque en el puerto español,
gaditano en este caso. A pesar de esta directriz, que se había mantenido como norma para
todos los comandantes de flotas, en este caso precisamente, se pasa por alto generando
una nueva excepción.
Toda la cuestión gira en torno a los cambios que, desde la administración de
Carlos III pretendía aplicarse en los dominios españoles tanto peninsulares como
ultramarinos. Por esta razón, el secretario de Indias retoma un proyecto que ya se había
planteado con anterioridad y que no había obtenido resultado alguno. Se trataba de dotar
a la costa atlántica mexicana de un astillero de titularidad estatal, con el objetivo de poner
fin a la relación de dependencia que, en aquella zona y a ese respecto se tenía de los
astilleros privados que generaban carencias navales en el territorio. Desde este punto de
vista, ignoramos si sus antecesores encargaron un proceso investigador tan exhaustivo
como los de Gálvez, que ordenó que se examinasen cada una de las ubicaciones posibles,
haciendo énfasis en aquellas que ya habían sido candidatas anteriormente. Pero la realidad
es que el territorio se encontraba dotado de toda la materia prima necesaria tanto para la
construcción del propio astillero como para su posterior actividad con lo que, desde todos
los puntos de vista, no era lógico que el territorio se mantuviese, por más tiempo, en esa
situación de precariedad naval, especialmente cuando en él se encontraba uno de los
principales puertos comerciales de la costa atlántica americana.
Dichas pesquisas se le encargan al virrey Bucareli en abril de 1776, quien no solo
las cumple con enorme eficacia, sino que nombra o, más bien, propone la formación de
una comisión que estaría supervisada por sí mismo y Antonio de Ulloa. Por supuesto, el
comandante había sido avisado con anterioridad y tanto él como Bucareli envían
peticiones para que se apruebe el traslado del marino de Veracruz a México. Con todos
estos datos podríamos pensar que se trató, como hemos dicho, de una idea exclusiva del
virrey novohispano, que vería en Ulloa un excelente apoyo para la consecución de los
objetivos planteados. Pero, si atendemos a que se trataba de un proyecto planteado desde
antes de que zarpara la flota de Nueva España, no deberíamos descartar que el
nombramiento de Ulloa se considerase como conveniente para llevar a cabo la labor que
se planteaba en el territorio. Aunque también es cierto que, todo pudo ser circunstancial
y que efectivamente, el nombramiento del jefe de escuadra fuera una cuestión de respeto
249
hacia a Arriaga y que sus aptitudes y amistad con Bucareli, unidas a su nuevo destino lo
situasen en el lugar y momento adecuados.
Independientemente de todo eso, la cuestión es que Antonio de Ulloa se convirtió
en una pieza clave para el desarrollo de los proyectos planteados en Nueva España,
aunque debido a su cargo de comandante de la flota, su llegada se retrasaría, a pesar de la
aprobación del secretario de Indias, pues este no podría arribar hasta no haber concluido
las labores inherentes a su cargo. Por este motivo, los trabajos estaban bastante
adelantados cuando el comandante pudo llegar a México, aunque eso no le impidió estar
al tanto de todos los asuntos relacionados con el proyecto del astillero, empezando por
los otros miembros de la comisión que estaría formada, amén de los miembros ya
mencionados, por un ingeniero seleccionado por Bucareli y un técnico de la flota de
Ulloa, un piloto en este caso761. Así las cosas, en todo este proceso Ulloa tomó aún menor
parte en el trabajo de campo que en los trabajos similares que llevó a cabo en España
pues, por lo general se mantuvo junto a Bucareli y se limitó a tomar parte de las
decisiones. Podría decirse pues que su misión fue la de ser supervisor y consejero, hasta
tal punto que la mayoría de los documentos alusivos a los trabajos de estudio del territorio
para la localización del astillero se dirigen a Bucareli y a los otros dos miembros de la
comisión762.
Una vez realizados los estudios previos pertinentes todos los miembros de la
comisión, incluido Ulloa, se reúnen para acordar cuál sería el lugar indicado para la
localización del astillero. Desde este punto de vista, Ulloa se inclina por Tlacotalpan, de
entre los dos lugares que definitivamente se presentaron como posibles ubicaciones frente
a Coatzalcoalcos. Ambas opciones presentaban características muy similares,
especialmente en lo tocante a la abundancia de maderas y al poco calado de sus aguas,
aunque la primera contaba con mejor situación estratégico-defensiva, mayor densidad de
761 Las cartas que ambos se enviaron acerca de este asunto también se recogen en la obra antes citada. Carta
de Bucareli a Ulloa, México, 4 de septiembre de 1776, en Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, carta 10 pp. 141-
143. Carta de Ulloa a Bucareli, Veracruz, 10 de septiembre de 1776, en Ibídem, carta 14 pp. 146-149. 762 De hecho, toda la documentación de la secretaría de Indias se dirige a Bucareli y, por parte del virrey,
solo se hace referencia a Ulloa en la documentación epistolar, salvo en el caso de la petición de su traslado.
El resto, se dirigen a los otros dos componentes de la comisión quienes, a todas luces, fueron los principales
encargados de los trabajos de campo, tal y como se puede informar en los diferentes planos e informes que
presentaron. Relación de los reconocimientos practicados en Tlacotalpan y Coatzalcoalcos, AGI, México,
1864. Planos y localización de los mismos en Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, pp. XLI-XLIII y Op. Cit.
SOLANO, F. DE, pp. 309-310.
250
población y mayor proximidad al puerto de Veracruz. Explicaciones que Ulloa no
esgrime para justificar su decisión y que, en definitiva, tampoco sirvieron de mucho
puesto que, a su llegada a España, el comandante supo que el proyecto no había llegado
a término. Al parecer, repentinamente, Gálvez había perdido el interés por el astillero,
pero no se aportaba explicación alguna sobre su cambio de opinión. La cuestión es que,
realmente no se entiendo como el proyecto de construcción de un astillero no dependía
de la secretaría de Marina, que ya era independiente de la de Indias de la que su ministro
había sido el instigador del proyecto. Así la falta de comunicación entre ambas secretarías
y de entendimiento por parte de sus dos representantes763 debieron ser, junto con los
nuevos cambios en la situación internacional los que dieron al traste con un proyecto tan
ambicioso como necesario.
Una labor similar, en cuanto a que participó como asesor de Bucareli, pero con
mejores resultados, fue la que llevó a cabo con respecto a la implantación de la matrícula
de mar en Nueva España. Y es que el problema de la falta de marinería había sido un
problema constante en los barcos españoles desde los inicios de la navegación
transatlántica. En este sentido siempre se buscó la manera de incentivar a una población
que, sin conocimientos marítimos, se resistía a abandonar sus casa y ocupaciones, en los
campos generalmente, para arriesga la vida en la mar. En este sentido y aún
consiguiéndose, a duras penas, dotar a las naves de la tripulación necesaria, estamos
hablando de hombres poco experimentados en la mar que bien no resistían las condiciones
a bordo o desertaban ante la primera señal de peligro. Los cambios implantados por la
dinastía borbónica, de entre los que se encontraba la creación de la Armada y el ya
mencionado interés por la formación de aquellos que se hacían a la mar, no tuvo que ver
solo con la óptima preparación de los oficiales marítimos, sino también con los marineros.
Así, en 1751, se implanta la matrícula de mar, que establecía levas obligatorias para todos
aquellos hombres que tuvieran relación con la mar, marineros u otros profesionales
marítimos, que previamente se habían presentado voluntarios para formar parte de las
dotaciones de las naves españolas. En este sentido, a cambio de pingües y suculentos
763 Esta circunstancia, a la que no hemos aludido anteriormente, puede dar al traste con la teoría de que la
experiencia de Ulloa y sus óptimas aptitudes para colaborar en los proyectos planteados para el virreinato
fueran el motivo de su elección por parte de Castejón, teniendo en cuenta que las ideas no partieron de él.
Pero también es cierto que, el hecho de que existiese cierta falta de entendimiento entre los dos secretarios
no significa que estuviesen ajenos a los asuntos del otro. A pesar de todo, tampoco son relevantes los
motivos, lo único que, en este caso nos interesa es que, fuera por la razón que fuese, Antonio de Ulloa fue
el comandante de la última flota de la Carrera de Indias.
251
beneficios, los inscritos en dicha matrícula deberían prestar servicio en los barcos de
guerra españoles.
La misma problemática se plantea en América, más aún con las dificultades que
presentaba su población que, tal y como describe Antonio de Ulloa en sus obras,
aludiendo a todos los extractos de aquella variada sociedad, mostraría un panorama aún
más complejo pues, aún existiendo una mayor cantidad de población que en España, ésta
era tan heterogénea en origen y pensamiento, que hacía más compleja la tarea de dotar
las naves de guerra de la Armada. Así, a pesar de contar con la solución desde los años
50, en aquellos territorios se planteó de manera paulatina hasta el punto de comenzar a
implantarse 20 años después que en el territorio peninsular. Partiendo de la experiencia
de Cartagena de Indias y La Habana, donde dicha medida había sido implantada en 1775
y 1776 respectivamente764, al año siguiente se plantea lo propio para Nueva España
(1777). Todo ello, se sitúa en el contexto de la política de exploraciones iniciada en
aquellos territorios, con el fin de adquirir conocimientos que permitiesen a España
implantar medidas muy parecidas a las que ya aplicaría en los territorios peninsulares.
Medidas que mejorarían la actividad naval no solo en el Atlántico, sino también en el
Pacífico, pues las costas americanas presentaban la ventaja de estar abiertas a ambos
océanos. Por lo que contar con capacidad para dotar las naves de marinería era un asunto
fundamental para garantizar la exploración y defensa de aquellas costas.
En este sentido, en Nueva España entra, de nuevo, en juego el asesoramiento de
Antonio de Ulloa quien hace las veces de consejero de Bucareli en este asunto que no
estaba exento de necesidad ni dificultades. Pues se trataba de implantar dicha norma tanto
en Veracruz como en Acapulco y San Blas. Cada uno de los tres territorios presentaba
problemas que habían de ser solventados y que hacían aún más necesaria dicha
instauración. En el caso de Veracruz, se trataba de un territorio destacado por su puerto
comercial pero que necesitaba del astillero que, en aquellos tiempos, se planteaba
764 Sobre los particulares y la implantación de la matricula de mar en los territorios americanos: ALONSO
MOLA, M Y MARTÍNEZ SHAW, C, “La matrícula de mar en las Indias”, en MARTÍNEZ SHAW, C Y OLIVA
MELGAR, J. M (dirs.) El sistema atlántico español (siglos XVII-XIX), Marcial Pons, Madrid, 2005, pp. 271-
284; SUAREZ SÁNCHEZ, F, “La matrícula de mar en los virreinatos americanos y en Cartagena de Indias. La
disputa de su instauración a finales del siglo XVIII”, Historelo. Revista de Historia Regional y Local, vol.
11, nº21/enero-junio de 2019, pp. 321-348; HOCES-GARCÍA, A, “La matrícula de mar en el Caribe a finales
del siglo XVIII”, en SÁNCHEZ BAENA, J. J (coord.) La política naval en el Caribe español durante el siglo
XVIII. Ordenanzas y realidades, Cátedra de Historia y Patrimonio Naval, Universidad de Murcia, Murcia,
2019, pp. 61-122.
252
construir y que además contaba con un capitán poco versado y anciano que no estaba
preparado para llevar acabo una reforma semejante. En cuanto a Acapulco, no contaba
con tradición marinera, aún siendo un importante soporte para la defensa de la zona
noroeste del virreinato, por lo que se planteaba su creación también en San Blas, un punto
más cercano pero que presentaba la condición de ser un punto recién incluido en los
dominios españoles. Todos estos asuntos hacían imperiosa, según Ulloa, la necesidad de
que Bucareli tomase dicha iniciativa.
Desde este punto de vista, el comandante tenía clara cuál era la estrategia a seguir
pues, si bien no tenía experiencia al mando de los navíos españoles, sí que contaba con
experiencia a bordo y sabía bien de los peligros que suponía hacerse a la mar y más en un
barco de guerra. Además, sí eran bastante reconocidas sus capacidades e inteligencia
cultivadas en sus amplios destinos y trabajos al servicio de la Corona. Todo ello, le
permitía tener una idea clara de lo que se requería conseguir atraer a la población a que
presentase su voluntariado en la matrícula de mar. Presentado como clave para conseguir
tal fin la generosidad y la propaganda de la misma. De tal modo que aconseja al virrey
anunciar la propuesta y sus beneficios para que se conociesen en cada rincón del
virreinato, así como hacerla oficial a través de un bando que diera fe de sus propósitos y
que toda la población pudiera conocer y haciendo especial hincapié en que serían mayores
los beneficios para aquellos que se trasladasen al Departamento de San Blas765. Unas
recomendaciones que, a diferencia del caso anterior, dieron unos óptimos frutos pues en
febrero de 1777 se hace oficial la implantación de la matrícula de mar tanto en el
departamento de Veracruz como en el de San Blas. Y así como Ulloa expresaba su
sorpresa por la falta de frutos en cuenta a la gestión del astillero de Veracruz, también
expresa su agrado ante la decisión de Bucareli766.
Una vez llevadas acabo todas estas tareas, al comandante aún le quedaría una labor
más antes de regresar a España767, la más significativa y novedosa de todas, aunque partía
765 Todas estas directrices se recogen en la correspondencia entre el comandante y el virrey. Carta de Ulloa
a Bucareli, Veracruz, 11 de diciembre de 1776, Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, carta 45, pp. 193-195; Carta
de Ulloa a Bucareli, Veracruz, 1 de enero de 1777, Ibídem, carta 48, pp. 200-202. 766 Carta de Ulloa a Bucareli, Veracruz, 3 de marzo de 1777, Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, carta 63, pp.
223-224. 767 Esto no quiere decir que las actividades que Ulloa llevó a cabo en Nueva España se produjesen
necesariamente una al concluir la anterior. Al contrario, fue tan corto el tiempo que Ulloa permaneció en
el virreinato que las tareas se fueron dando simultáneamente, de hecho, en la correspondencia entre Ulloa
y Bucareli se pueden observar distintas fechas y localizaciones de ambos que indican que toda la actividad
253
de una práctica habitual en aquel contexto y momento. Así, en los años 70 del siglo XVIII,
eran muy frecuentes las realizaciones y publicaciones de descripciones geográficas de los
territorios americanos, amparados por aquel deseo de conocimiento que bullía en la
administración española del momento. Y que, por supuesto, iba de la mano del mayor
asentamiento de la autoridad real sobre aquellos territorios a través del mayor
conocimiento de la administración colonial, aportando además la posibilidad de implantar
mejoras que favoreciesen su actividad política y naval en los mismos. Pero, en este caso
no se trataba de una descripción general del territorio americano, como las que se
elaboraban de manos del Consejo de Indias, sino de un estudio referente solo a los
territorios de Nueva España. Así, lo que dentro de la administración española se
presentaba prácticamente como una necesidad, se vio combinado con los deseos de
Antonio de Ulloa por engrandecer su conocimiento y divulgarlo entre la población. Con
lo que su pretensión era concluir la labor que ya empezó en Noticias Americanas, con las
descripciones de los territorios del norte americano, que se combinarían con las
descripciones de Nueva España con el fin de aportar una descripción, lo más precisa
posible de la América Septentrional, como ya haría de la Meridional en la Relación
Histórica.
En este sentido, el proyecto presentaba una salvedad más y es que, a diferencia de
lo que había ocurrido en los casos anteriores, especialmente en el virreinato del Perú,
Ulloa no contaba con el tiempo suficiente como para obtener todos los datos que pretendía
aportar. Es decir, estamos hablando de la primera ocasión en la que reconoce que no se
va a basar solo en su propia experiencia para redactar la descripción de un territorio. De
manera que opta por solicitar informes a las autoridades locales y provinciales, tanto
civiles como eclesiásticas, para que rellenasen un cuestionario que el propio comandante
elaboraría y, posteriormente, revisaría para presentar en su descripción un compendio de
datos, lo más completo posible sobre dicho territorio que beneficiaría tanto a los
gobernantes españoles como a los americanos y sus habitantes. Con dicha petición no
requería de las autoridades implicadas un esfuerzo titánico, de hecho, le aclaraba al propio
virrey de Nueva España768 que no estaban en la obligación de contestar a todas las
se fue planeando con anterioridad a las fechas de su cristalización y que los propios procesos se produjeron
incluso de forma simultánea. 768 Carta de Ulloa a Bucareli, Veracruz, 15 de enero de 1777, Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, carta 51, pp.
204-206.
254
preguntas que se les planteasen. Sino que deberían atender exclusivamente a aquellas de
las que tuviesen conocimiento, con lo cual no les estaba exigiendo ninguna investigación
para resolver temas que no estuviesen a su alcance.
Así, aún contando con un proyecto claro, no era suficiente con informar al virrey
de sus intenciones, pues era necesario, además, el consentimiento del Ministerio de
Indias. Siendo este otro punto de enorme importancia a este respecto pues el comandante
consiguió que la administración de Carlos III le concediera permiso para emprender un
proyecto que había surgido de su propia cabeza y que, para mayor singularidad, coincidía
con sus principales inquietudes y gustos. Esto es, dado que no se trataba de informes que
se centrasen solo en administración de provincias, de estudios cartográficos sobre zonas
costeras, de materias primas o producción mineral, sino que dichos datos se verían
completados con informes sobre usos y costumbres de los habitadores, botánica, realidad
precolonial y sus vestigios, etc. Materias en las que Ulloa no solo se destacó, sino que
fueron constante objeto de su interés. No en vano, en fechas próximas a dicho proyecto,
seguía pidiendo materiales para el Gabinete de Historia Natural769, donde aún se
encontraban los técnicos que el marino había seleccionado para que se empleasen en él.
Comprobándose así que, si bien en el terreno marítimo ni sus peticiones ni su propia
persona contaron con los apoyos suficientes, en lo tocante a la ciencia jamás se le presentó
objeción alguna.
De esta manera, la administración española se servía de una propuesta novedosa
que le aportaba mucho más que los informes que periódicamente se le requerían a los
funcionarios del Consejo de Indias. Así le instaban a redactar una instrucción que sería
distribuida en todos los puntos del virreinato, con orden de ser cumplimentada por las
autoridades en cuestión. Una orden que, a nivel general no llegó a cumplirse y que, de
cierta forma, truncó el proyecto que Ulloa tenía en mente. Esto se debió a que Ulloa no
contó con la contestación de todas las autoridades provinciales pues, aunque el
comandante no llegó a conocer y a convivir con la realidad novohispana, ciertos lugares
tenían problemas cuya solución imperaba mayor urgencia que la contestación de un
769 Tras haber sido el primer directo del Jardín de Plantas que antecedió a dicho Gabinete, cuya
reorganización se produjo en 1775.
255
formulario770. Por este motivo, la Descripción geográfico-física de una parte de la Nueva
España trató, tal y como se indica en su título, de ciertas zonas del territorio combinando
las notas que, el propio jefe de escuadra, había recogido durante su viaje con los datos
aportados por aquellos cuestionarios que fueron cumplimentados por las autoridades de
los lugares a describir.
A pesar de la importancia de dicha descripción, pues los datos que aportaba
paliarían el vago conocimiento que se tenía acerca de la realidad de Nueva España, algo
a lo que Ulloa ya alude en su primer intento, en las Noticias Americanas, por comenzar
una relación histórica771 de la América septentrional. Dicha obra no llegó a publicarse
debido a que, de un lado, una vez estuvo terminada y lista para su impresión y
divulgación, un giro en la situación política internacional llevó a que, nuevamente, el
secretario Gálvez, perdiera repentinamente el interés por otro proyecto. Aún así, en este
caso, su decisión se encontraba plenamente justificada pues, desde 1779, España entró en
guerra con Inglaterra por lo que, todo lo que no tuviese que ver con dicho conflicto,
independientemente de la importancia que tuviese fue relegado a un segundo plano. Pero,
por si esto no fuese suficiente, por su condición de jefe de escuadra, Ulloa se vio
implicado en dicho conflicto con un penoso resultado que comentaremos más adelante.
Debido a esto, cuando ya fue momento de poder publicar los resultados de su trabajo en
el virreinato, su existencia e importancia se habían diluido algo que unido a la muerte de
Bucareli en 1779 y el deterioro de la imagen del marino relegaron el documento
prácticamente al ostracismo. De hecho, con el fin de que pudiese, al menos conservarse,
con el fin de que en algún momento pudiese ver la luz, el propio Ulloa los envía772, a
través de su hermano Martín, a Juan Bautista Muñoz773, quien estaba reuniendo datos
para realizar una Historia General de América. Así, debido a la pertenencia de Muñoz a
770 Un esbozo sobre dicha realidad lo ofrece Francisco de Solano en una conferencia del 22 de julio de 1980
en el Centro de estudios de Historia de México. solano f. de, “La ciudad de México en el año de 1777 según
el testimonio inédito de Antonio de Ulloa”. Serie de Conferencias 2, Centro de Estudios de Historia de
México, Ciudad de México, 1980, no numerada. 771 Empleamos dicho término como un guiño a la Relación Histórica de la América Meridional, obra que
Ulloa sí pudo concluir y que, sobre plano, sería la antesala del proyecto que se planteó con los territorios
del norte y que no llegó al término que él hubiese querido. Aunque bien es cierto que el estudio combinado
de la Descripción geográfico-física de una parte de la Nueva España y de Noticias Americanas puede
aportarnos una idea de buena parte de aquella realidad norteña. 772 Carta de Ulloa a Juan Bautista Muñoz confiando que le hayan sido útiles sus “Noticias de la Nueva
España”, Isla de León, 1785, Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, apéndice documental, doc. XXIV, p. CLI 773 Académico de la Real Academia de la Historia y uno de los fundadores del Archivo General de Indias.
Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea http://dbe.rah.es/biografias/6592/juan-
bautista-munoz-y-ferrandis.
256
la Real Academia de la Historia774, el documento se conservó entre sus fondos hasta 1979,
momento en el que Francisco de Solano emprende su publicación775.
Con el fin de continuar con la línea seguida hasta el momento y manteniendo el
objetivo de aportar todos los datos relativos a la imagen que Antonio de Ulloa tuvo y
divulgó sobre los habitantes de América. Nos detendremos exclusivamente en el análisis
de la información que el comandante aporta sobre este tema, siendo el único motivo el
que ya hemos expuesto y no la falta de importancia de sus aportaciones sobre el resto de
temáticas. De esta manera, podemos comenzar diciendo que, lo tocante a las
descripciones de la población novohispana se desarrolla siguiendo el mismo esquema que
el resto de la obra, es decir, estableciendo una diferenciación zonal776. Pero, lo más
relevante al respecto es que podríamos decir que el marino destaca de cada conjunto de
habitantes, sin importar que grupo social impere en él, un aspecto característico. Así, y
aún aportándose noticias sobre un mayor número de ciudades, podemos hablar de cuatro
descripciones fundamentales, distribuidas o representativas de cuatro lugares diferentes,
dentro de la geografía de Nueva España. En lo tocante al resto de poblaciones, Ulloa se
limita a obviar las características de su vecindario, quizás por no considerarlas relevantes
al presentar, probablemente, rasgos similares a las que sí describe en profundidad777. O
bien a aportar datos que no podemos considerar de relevancia en cuanto a que no aportan
nada que pueda ser susceptible de analizarse.
Es destacable también, dentro de estos cuatro grupos, como el grado de mestizaje
de la población es bastante variado, pues aún estando presente en prácticamente todos los
lugares, en ciudades determinadas se presenta en un mayor grado. Esto se debe, por
supuesto, a lo integradas o no que se encontraban las mismas dentro del sistema colonial
ya que, como ya hemos apuntado y al contrario de lo que podía pensarse, no toda Nueva
España se encontraba inmersa en dicho sistema. En este sentido, por supuesto, es muy
destacable la ciudad de Veracruz, cuyo puerto, uno de los principales del Carrera de Indias
había propiciado la existencia de una población variada y, por supuesto, muy mestizada;
774 Del mismo modo que lo era Martín de Ulloa, lo que explica que su hermano lo utilice como canal para
hacerle llegar el documento. 775 Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, pp. 2-119. 776 Observamos así que, salvando las distancias, emplea una estructura parecida a la de la Relación
Histórica, donde también podemos hablar de grupos poblacionales ordenados por lugar de procedencia. 777 Entiéndase este término como profundidad relativa ya que las descripciones no pueden equipararse, ni
por asomo, a las realizadas en sus obras anteriores.
257
aunque no muy abundante dada su limitada extensión. Así, apunta a cuatro clases de
habitantes: españoles blancos criollos, españoles europeos, negros y mixtos de los blancos
y negros, como son los mulatos, y de otras castas de color”778 presentándose, de este
modo, una ausencia casi total del indio puro, al que ni siquiera menciona. Sobre este
último punto, debemos decir que Ulloa se refiere simplemente a la gente pobre, un bajo
sector social al que pertenecían tanto indios como mestizos y destaca sobre ellos el
consumo del chorote “un agua tinturada, solo para ellos soportable”779 que se consumía
al nivel del mate en Perú y que utilizaba para dicha tintura el cacao, cuyo consumo
elevado es el hilo conductor y mayor característica de las descripciones. Alimento este
que se comerciaba en las pulperías, tiendas en las que se empleaban la mayor parte de los
europeos del lugar y de cuya ampliación, en cuanto a la comercialización de todo tipo de
géneros, obtenían la mayor parte de sus riquezas.
Siguiendo con la línea de la población mestiza, debemos hablar de la población
de la capital del virreinato, la ciudad de México, en la que insertas en un grupo igualmente
variopinto, vivían las más ilustres familias procedentes de la metrópoli. A este respecto,
es muy destacable que Ulloa no centra su atención en la nobleza asentada en la capital,
probablemente porque su modo de vida y costumbres no debían distar mucho de las que
seguían viviendo en la península. Centrándose, por el contrario, en aquellos que habían
logrado enriquecerse gracias a su trabajo, volviendo a resaltar la actividad comercial
como mayor fuente de caudales para ellos, trayendo a colación la riqueza de productos,
especialmente comestibles, de la que dicha ciudad estaba dotada. De entre dichos
productos, aunque hace mención a otros como el tabaco y el cacao, pasaremos a destacar
tres, por su curioso empleo, y por el hecho de ser, en la actualidad, elementos
característicos de su cultura.
En primer lugar, el chile “cuyo nombre dan al pimiento”780 del que no señala su
uso como sazonador de alimentos sino su empleo con fines medicinales. A colación de
esto, debemos traer al segundo elemento, el pulque, antecesor del mezcal y el tequila, la
bebida más representativa del México actual. De la que aún haciéndose mención a su
elevado consumo en las pulquerías o tabernas públicas y a los disturbios que se generaban
778 Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, p. 29. 779 Ídem. 780 Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, p. 111.
258
en ellas fruto de la embriaguez que generaba, de los que tanto habló el marino en sus
anteriores obras, destaca también sus propiedades sanadoras. De este modo, al referirse a
las enfermedades que allí padecían tanto naturales como extranjeros y que, según el autor,
se generaban por las características atmosféricas de la zona, en las que destacaban el calor
y la humedad, presenta la diarrea y su empeoramiento, la disentería como la dolencia más
común. Para cuyo alivio empleaban el chile y el consumo exclusivo de pulque como
tratamiento, combinado con la retirada del territorio, con la intención de evitar la
respiración de “los vapores de aquellas tierras aguancharnadas”781. Unido a esto, se
destaca el último de los elementos, la profusión de mosquitos que lejos de tomarlos como
medio transmisor de enfermedad, los describe como comestibles, atributo principal de los
otros dos productos antes mencionados. Así, describe un sazonador que no es el chile,
sino los huevos de mosquitos782 o aguanches (sic), que las mujeres criollas tienen como
un manjar, al asimilar su sabor al del marisco. Al respecto de esta última mención, el
elemento femenino de la población, apunta a la desigualdad numérica que existe de ellas
con respecto al sexo opuesto. Una diferencia a la que no da ninguna explicación pero que
destaca por la gran presencia de estas en las calles, considerando que es sobre dichas
mujeres sobre las que recae el peso de todo lo inherente al hogar, suponiendo esto una
enorme diferencia con respecto al virreinato del Perú donde se acostumbraba a que la
mujer permaneciese en casa.
Finalmente, como muestra de gran mestizaje presenta a la población de Querétaro,
a la que solo alude su forma de vestir, al modo europeo y frente a la que se describen otras
poblaciones dominadas, especialmente por la población indígena o, de no ser así, se
presentan como destacables a los ojos de Ulloa. Este es el caso de Jalapa, donde si bien
no aporta descripción física de los indios, como tampoco lo hace en los otros casos, si que
alude a sus costumbres, en concreto a su gusto por tomar baños de vapor o de estufa, algo
de lo que no existe evidencia alguna en los territorios en los que el marino se había
asentado, mereciendo la pena transcribir su descripción completa:
“en cada jacal hay una estufa, que llaman temascal. Y consiste en una chocita, o cuarto pequeño
hecho de adobes, en figura circular. En medio de su suelo hay una piedra grande, que sirve como
781 Ídem. 782 Bien es cierto que en la actualidad México no se destaca por el consumo de huevos de mosquitos, pero
si por el gusto por la entomofagia, destacando la comercialización e ingesta de chapulines o grillos, gusanos
de maguey y escamoles o huevos de hormiga, entre otros.
259
de solería en uno de los lados está un hornillo, cuyo fogaril corresponde debajo de la piedra.
Poniendo fuego en este se calienta la piedra, apercibe aquel calor caliente con lo cual empieza el
indio a sudar abundantemente. Y cuando le parece ser suficiente, sale abrigándose bien y se entra
en el jacal, que esta inmediato, donde seca el sudor y se viste”783
De esta manera está describiendo lo que hoy conocemos como una sauna, a la que
acostumbraban a acudir los sábados, para paliar el cansancio del trabajo semanal o como
tratamiento ante cualquier enfermedad para curarse o para limpiar el cuerpo de los
ungüentos que empleaban como tratamiento.
Costumbres de unos naturales que se combinaban con la de otro pueblo en sus
inmediaciones, el de Tlangatepeque, formado enteramente por indios en cuya descripción
presenta dos puntos que podemos considerar los más fundamentales de la descripción a
este respecto. De manera que, en primer lugar, vuelve a hacer referencia a su mítica
expresión “visto un indio vistos todos” pero, en este caso no se refiere exclusivamente a
su apariencia física, sino a otro tipo de atributos. Ya que considera que los indios, entre
otros aspectos que no describe, carecen de cualidades para la música, al tener mal oído y
poca capacidad para el canto. Un aspecto que se hace visible en las celebraciones
religiosas y que es lógico que destaque, proviniendo el marino de la tradición católica
española donde el canto, se consideraba una forma más de oración y en el que se
aleccionaba a la población desde la infancia. Por otra parte, si bien esta obra, no está llena
de primeras veces, como aludimos para referirnos a Noticias Americanas, sí que presenta
un reconocimiento que Ulloa plasma por primera vez. Y es que, al respecto de esta
población indígena admite la importancia de los indios como medio para le proceso
colonizador. De esta manera, solo quedarían los indios de Celaya, de los que solo indica
su abundancia, siendo muestra de ella la existencia de dos parroquias, una para españoles
y otra para nativos, atendidas ambas por el mismo sacerdote.
En definitiva, dichas descripciones son una muestra más de que Ulloa vuelve a no
convivir con la población del territorio en el que se encuentra. Hasta tal punto que el
análisis demuestra que ni siquiera lo hace con los estratos altos de la sociedad. Volvemos
a encontramos con un autor distante, que a penas tiene idea de la realidad de aquellos que
le rodean, dedicándose a relatar usos y costumbres que observa, pero de los que no
783 Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, p. 35.
260
participa. Difiriendo así, por completo, de lo expuesto en Noticias Americanas donde se
extrae el alto grado de conocimiento y convivencia del marino con la población que
describe. Y que le lleva al punto de juzgarla duramente, motivado por todos los episodios
de los que fue protagonista, víctima y testigo. Vuelve a ser, por tanto, el hombre ilustrado
que escribió la Relación Histórica, afanado por conocer pero que no conoce, recopilando
datos que en nada le sirven para tener una certeza de la realidad americana. Demostrando,
además que, con la presencia española y la apertura de los pueblos americanos, la
población indígena que, cada vez, más difuminada en su propia tierra. Culminando así, el
último periodo en el que Antonio de Ulloa podrá tener contacto con aquel continente y
sus pobladores pues este viaje pondrá fin a su etapa americana. Un período que, con
ciertas interrupciones motivadas por otros deberes y destinos, ocupó veinte años de su
vida, prácticamente la mitad de sus carrera784.
Desembarco para volver a embarcar. El descrédito de un marino de la vieja escuela
Su regreso a España estaría marcado, como el resto de su servicio en Nueva
España, por la excepcionalidad. Y es que el comandante de la última flota de la Carrera
de Indias salió del puerto de Veracruz dirigiendo algo que no puede llamarse flota, pues
solo partieron con él los dos navíos de guerra que habían conformado la escuadra que
llegó a Nueva España. La razón es la misma que impidió, entre otras cosas, la publicación
de su Descripción geográfico-física de una parte de la Nueva España, la situación política
internacional había dado un giro. Inglaterra había entrado en guerra con sus Trece
Colonias y España se estaba preparando para entrar en dicho conflicto785. De esta manera
del mimo modo que, en palabras del propio Ulloa, se veía el conflicto con suma
preocupación debido a que, el alzamiento de los colonos ingleses podía ser imitado en los
territorios españoles en América786. Se planteaba que la situación en alta mar sería
784 En su expediente personal, cuando su muerte estaba próxima y en el contexto de peticiones que no
vienen al caso en este momento, así como en el resumen de su hoja de servicios, el propio Ulloa expresa
que había permanecido mas de 60 años en activo dentro de la Armada, exactamente 69 años, 5 meses y 8
días. Relación de servicios de Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620,
f. 10. 785 Incorporándose a las ideas revanchistas de Francia pues ambos estados consideraban esta guerra y el
debilitamiento que supondría para Inglaterra, una oportunidad para recuperar los territorios perdidos en
conflictos anteriores. España se estaba estudiando su entrada en el conflicto, se preparaba para tomar partido
por la causa de los colonos americanos y, eso, suponía un peligro para sus dominios. Se trata de un proceso
bastante más complejo que Francisco de Solano expone dilatadamente por lo que no profundizaremos en
él. Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp. 335-350. 786 Carta de Ulloa a Bucareli, Veracruz, 30 de octubre de 1776, en Ibídem, carta 33 pp. 175-176.
261
tremendamente inestable, por lo que se opta por no realizar el tornaviaje con naves
mercantes que pudieran retrasar el paso de la flota de Veracruz a Cádiz. Así, solo con los
dichos navíos de guerra se realiza el trayecto Veracruz-La Habana. Una vez allí, el tesoro
con los réditos de la campaña en Nueva España que, en el caso de dicha flota, fueron los
mayores llevados a España desde los inicios del sistema de flotas-ferias787; se depositaron
para sus traslado en otras dos naves de guerra788.
Así, de nuevo con una flota que comandar, Ulloa recibe instrucciones que
supondrían también uno de los detalles excepcionales que sobresalen en el proceso que
hemos descrito. Pues, las naves seguirían una derrota distinta a la establecida para su
tornaviaje, de manera que, en lugar de seguir, desde La Habana, la ruta Bermudas-Azores;
las naves dejarían las Indias desde el mismo punto cubano, pero no se detendrían hasta
llegar a las islas Canarias, haciendo escala en ellas.
No detallaremos en exceso lo acontecido en el tornaviaje pues ha sido lo
suficientemente desarrollado por Alberto Orte789, aunque sí destacaremos dos detalles de
relevancia del mismo a los que el contralmirante no hace alusión. Estos son, en primer
lugar, el hecho de que Antonio de Ulloa cumpla con la costumbre de los hombre de mar
de la Edad Moderna encomendándose a una advocación religiosa, generalmente mariana,
bajo cuya protección se dejaría el destino de la flota. De darse el caso de una travesía
favorable o, al menos, de haber podido llegar a tierra, la persona en cuestión agradecía la
benevolencia de su protectora por medio de misas en su honor o mandando a hacer un
exvoto donde se representaban, por lo general, la nave y la imagen sagrada escogida790.
Así, el comandante se acoge a la protección de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de
México, una advocación que estuvo directamente unida al tornaviaje ya que estuvo
presente en el mismo. Esto se debe a que, el virrey Bucareli encargó un cuadro con dicha
787 22 millones de pesos, superando por casi dos millones a la que, hasta aquello momento había sido la
más fructífera; la comandada por Luis de Córdoba en 1772. Carta de Ulloa a Bucareli, Cádiz, 17 de julio
de 1778, en Ibídem, carta 140 pp. 367-372. 788 En este sentido la explicación es sencilla, los barcos de guerra estaban bastante mejor dotados para la
rápida navegación que se requería. Además, debido a su mayor operatividad marina, sería mas sencillo
mantener unida a una flota formada por naves de guerra que, llegado el caso, estarían mejor dotadas para
resistir un posible ataque o incluso para poder huir de él. 789 Op. Cit. ORTE LLEDÓ, A, pp. 39-71. 790 Sobre el particular: PÉREZ MUÑOZ, S, Exvotos marineros de la provincia de Cádiz, Diputación Provincial
de Cádiz, Cádiz, 1991; BARBA BELTRÁN, L Y LÓPEZ VÁZQUEZ, A, “Exvotos marinaros en la Provincia de
Cádiz”, en GULLÓN ABAO, A. J, MORGADO GARCÍA, A Y RODRÍGUEZ MORENO, J. J, El mar en la Historia y en
la Cultura, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 2013, pp. 265-274.
262
imagen para regalárselo a su sobrina, la condesa de Gerena y, aprovechando el tornaviaje
del comandante, le encargó que lo trasportase con él y se lo hiciese llegar791. De esta
manera, lo más probable es que ésta fuera la rezón de su encomienda a dicha imagen,
dejando de lado a la tradicional, la advocación de Nuestra Señora del Rosario, patrona de
la flota de Indias. Una vez en Cádiz, el marino encargó un novenario en honor a dicha
Virgen como prueba de agradecimiento por su intercesión.
El segundo detalle a destacar, lo encontramos en su escala en las Canarias, islas
que le garantizaban un territorio seguro donde proteger, tanto las naves como la carga y
la tripulación ante un posible ataque inglés. Allí permanecieron aproximadamente un mes
y durante ese tiempo, Ulloa aprovechó para poner en práctica una de sus pasiones, la
arqueología. Dicho gusto se demuestra ya en la Relación Histórica, donde describe e
ilustra restos y yacimientos arqueológicos que tuvo la oportunidad de visitar y estudiar
en el Reino de Quito792. En este caso, acude a una cueva-enterramiento guanche en Santa
Cruz de Tenerife, de donde obtiene una momia de dicho pueblo que había sido sometida
al proceso de mirlado, un modo de embalsamamiento en el que no se extraían las vísceras.
Por este motivo, no puede considerarse que realmente fuese una momia, ya que la
momificación incluía la limpieza de los interiores del cadáver para conservar de la mejor
manera posible el cuerpo. Pero independientemente del proceso de conservación, lo que
nos interesa es que Antonio de Ulloa se lleva consigo el cadáver que, según Solano793,
debió ser un obsequio del capitán general de Canarias, y lo conservó en el gabinete que
poseía en su residencia de la capital gaditana794.
Finalmente, debemos aludir a un hecho también excepcional que se produjo
durante su travesía Tenerife-Cádiz y al que sí alude ampliamente Alberto Orte795. Y es
que, en su navegación el 24 de junio de 1778, retomó una de las actividades que había
realizado durante la expedición geodésica y que le permitió desarrollar una enorme
791 Encontramos las alusiones a este hecho en: Carta de Ulloa a Bucareli, Veracruz, 24 de diciembre de
1777, en Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, carta 119 pp. 333-338 y Carta de Ulloa a Bucareli, Cádiz, 17 de
julio de 1778, en Ibídem, 1979, carta 140 pp. 367-372. 792 Figuras 13 y 14. Anexo. 793 Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 393. 794 Así lo describe Towsend cuando narra su estancia en la casa, donde disfrutó de la hospitalidad de un ya
anciano Antonio de Ulloa. TOWSEND, J, Viaje por España en la época de Carlos III (1786-1787), Turner,
Madrid, 1988, p. 308. 795 Op. Cit. ORTE LLEDÓ, A, pp. 79-100 y ORTE LLEDÓ, A, “Antonio de Ulloa astrónomo” en Op. Cit. Actas
del II centenario de Antonio de Ulloa, pp. 185-196.
263
habilidad en este campo, la astronomía. Pues, en la fecha indicada fue testigo y estudioso
de un fenómeno astronómico bastante inusual, un eclipse total de sol que fue ampliamente
estudiado por diferentes científicos y que le reportó a Ulloa la honra de haber sido el único
en haberlo hecho desde alta mar. Dicho avistamiento estuvo plagado de dificultades
científicas y técnicas que el comandante y sus oficiales, desde la nave capitana de la flota,
se encargaron de resolver de la mejor manera posible y que plasmó en un folleto
publicado en 1779796. Como en el caso del tornaviaje no entraremos en mayores detalles
por la cantidad de estudios que se han realizado sobre el tema797 y dado que, en realidad,
lo único que esto vuelve a demostrar son las grandes dotes científicas del marino.
Solo dos días antes de dicho avistamiento, España entró en guerra con Inglaterra
al ponerse de parte de los colonos en su levantamiento con lo que todo lo que había sido
una preparación pasó a convertirse en una realidad. De esta manera, había que poner en
marcha la geoestrategia planeada, de manera conjunta con Francia798, que también se
había incorporado al conflicto con intereses que, aunque en apariencia, eran los mismos
que los de España, poseían una realidad subrepticia. Así, mientras que España
efectivamente solo quería recuperar los territorios perdidos a manos inglesas Francia, por
su parte, unía a este objetivo el deseo de convertirse en primera potencia naval europea.
Motivos dispares que no evitaron la puesta en marcha de dicha estrategia, consistente en
llevar a cabo un desembarco de tropas en Inglaterra y la protección y vigilancia de las
Azores, punto estratégico del tráfico marítimo799. De esta manera una escuadra
comandada por Luis de Córdova partiría de Cádiz con destino a las islas Sisargas,
796 ULLOA, A, El eclipse total de Sol, refractario de sus rayos: la luz de este astro, vista a través del cuerpo
de la Luna o antorcha solar en su disco: Observado en el Océano en el Navío “El España”, Capitana de
la Flota de Nueva España, mandada por el Jefe de Escuadra D. Antonio de Ulloa y practicada la
observación del mismo por el General, con asistencia de otros oficiales del Navío, el 24 de junio de 1778,
Imprenta de Antonio de Sancha, Madrid, 1778. 797 Además de los estudios de Alberto Orte, encontramos otros estudios y referencias al episodio en: LÓPEZ
MORATALLA, T, “Antonio de Ulloa: el eclipse total de sol del 24 de junio de 1778”, en Op. Cit. LIII Jornadas
de Historia Marítima: D. Antonio de Ulloa, pp. 93-120; TORROJA MENÉNDEZ, J. M “La observación de un
eclipse de Sol por D. Antonio de Ulloa”, Revista de Historia Naval, Año 9, nº 34, 1991, pp. 49-66; Op. Cit.
SOLANO, F. DE, pp. 323-329. 798 Debemos apuntar a este respecto que, durante el reinado de Carlos III, se puso fin a la neutralidad
española. La situación cambiaría hasta tal punto que, en 1761, se firma el III Pacto de Familia por el que
España toma parte en la Guerra de los Siete años. Dicho pacto se vio resentido por diferentes aspectos, pero
en el momento propicio se mantuvo y en base a él ambas potencias se aliaron para luchar contra Inglaterra,
en el bando de los colonos exaltados. 799 El peligro se demuestra ya en el cambio de rumbo de la última flota de nueva España para su tornaviaje.
Así, el plan hispanofrances con respecto a las Azores tenía el mismo objetivo que la decisión que la
Secretaría de Marina tomó para la flota; proteger los barcos mercantes y evitar los ataques ingleses.
264
próximas al cabo Finisterre, donde debían reunirse con otra escuadra francesa para,
juntas, llevar a cabo el desembarco en Inglaterra.
Estas fueron las noticias que tuvo Antonio de Ulloa al respecto de la estrategia a
seguir, pues nada se dijo de la defensa de las Azores. Conociendo estos datos, a su llegada
a España y tras haber sido ascendido a teniente general de la Armada800, un nombramiento
que conoció estando en la Corte, donde permaneció un mes presentando informes sobre
lo acaecido durante su comandancia801. Solicitó que se le otorgase un mando en la
escuadra de Luis de Córdova, con la intención de poner fin a un relativamente dilatado
tiempo de espera en el que no había recibido ni reconocimiento por su labor ni destino
para continuar con su carrera. Así, dicha escuadra contaba con tres generales de los que
solo Córdova tenía mayor antigüedad que él802, con lo que se le concede el carpo de
segundo comandante, dirigiendo una división de la misma803. Pudiéndose considerar pues
que, a pesar de lo que Ulloa pudiese esperar, su ascenso y posterior posición en la
escuadra fueron premio más que suficiente para la labor realizada. Pero lo que comenzaría
siendo un premio, terminó por convertirse en una pesadilla para el marino, que
conservaría la Campaña de las Terceras como un borrón en su historial.
Como hemos dicho, la escuadra española parte del puerto gaditano teniendo como
destino las islas británicas, a las que pasarían tras agruparse con los efectivos franceses
en las proximidades del cabo Finisterre. Una vez allí Córdova le ordena que se separe de
la escuadra con cuatro navíos y dos fragatas, haciéndole entrega de unos documentos
lacrados con instrucciones que solo debía abrir cuando se hubiese alejado varias leguas
del resto de las naves de la escuadra. Órdenes que su segundo comandante cumple a la
perfección, encontrándose con el mandato de trasladarse al oeste de las islas más
occidentales de las Azores para proteger a las naves españolas de los ataques ingleses.
Esta es la forma en la que Antonio de Ulloa toma conocimiento de que participaría o,
800 El nombramiento se hace efectivo el 29 de junio de 1778. Relación de servicios de Antonio de Ulloa.
AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, f. 10. Patente de teniente general de la Real
Armada para Antonio de Ulloa, AMN, 0972, exp. 1820. 801 Tanto en Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp. 350-353 como en Op. Cit. ORTE LLEDÓ, A, p. 71-75 se expone todo
este proceso que resulta tremendamente engorroso en cuanto de fechas, viajes y opiniones. Así mismo en
Op. Cit. SOLANO, F. DE, 1979, en el apéndice donde se recoge la correspondencia de Ulloa con Bucareli, se
recogen, dentro de la misma, cartas en las que Ulloa da testimonio de lo que ocurrió en este período de
tiempo. 802 Los otros eran Miguel Gastón y Andrés Cantín, ambos tenientes generales, pero de menor antigüedad
que Ulloa. 803 Sobre las divisiones de la escuadra de Luis de Córdova, Op. Cit. SOLANO, F. DE, 353-357.
265
mejor dicho, dirigiría la segunda de las operaciones establecidas en la guerra contra
Inglaterra804. De este modo, en las instrucciones se le advertía de la más que probable
presencia de naves inglesas en la zona, pudiendo estar agrupadas en una pequeña flota
que la navegaría permanentemente.
En dicho caso, se le insta a capturar y derribar las naves enemigas, no en vano,
cabe destacar que el nuevo monarca español pretendía reformar una Armada que
consideraba se había mantenido prácticamente estática desde la década de los 40 del siglo
XVIII. Por esta razón, entre sus numerosas reformas, se incluye un giro en cuanto a su
modo de actuación en tiempos de guerra, estableciendo que se pasaría de la estrategia
defensiva, seguida hasta el momento, en la que las naves españolas no presentaban batalla
si no eran amenazadas directamente, a la ofensiva, por la que los navíos españoles debían
alcanzar y atacar a las naves enemigas recibieran o no provocación o acometida por su
parte805. Pero, a dicha instrucción se le añade una salvedad que tenía que ver con la
naturaleza de las naves inglesas con las que se encontraran. Pues, si bien, informa de que
lo más probable es que se topara con unos pocos navíos potencialmente bien artillados,
también podía darse el caso de que la escolta de alguna flota inglesa que se enviase a las
Antillas pudiera recalar en las Azores por lo que, en dicho momento, se encontrarían en
inferioridad de condiciones frente al enemigo. Ocasión en la que debía evitar el
enfrentamiento o, de no ser posible, se le instaba a aceptar una derrota honorífica antes
que la huida o la rendición. Un caso que, en el momento de su separación de la flota se
hacía más probable debido a que el comandante Córdova le había advertido de dicha
posibilidad, informándole que las naves inglesas podían incluso triplicar a las suyas.
De esta forma, lo que realmente se estaba haciendo era proporcionarle a Ulloa la
autorización para hacer el corso en la zona indicada. Y, con la idea de dar cumplimiento
804 Tanto en Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp.358-384 como en Op. Cit. PÉREZ-MALLAÍNA, P. E, pp. 16-54 se
describe sobradamente todo lo acaecido en la comandancia de Ulloa en flota destinada a defender las
Azores. Bien es cierto que sus autores utilizan estructuras diferentes y prestan atención a detalles diversos,
hasta tal punto que Peréz-Mallaína transcribe en las páginas siguientes a las indicadas el documento que
Ulloa emplea para la defensa de los cargos por los que se le acusó al final de la campaña. Desde este punto
de vista, es muy poco lo que podemos aportar al respecto de esta etapa de la vida de Antonio de Ulloa, con
lo que nos limitaremos a hacer un pequeño resumen de los hechos, combinando las aportaciones de ambos
autores e incluyendo en dicho resumen, la información de algunos documentos a los que hemos tenido
acceso y que no se recogen en las obras señaladas. 805 Sobre el particular KUETHE, A. J, “La política naval de la monarquía española a fines del antiguo
Régimen” en MARCHENA FERNÁNDEZ, J Y CUÑO BONITO, J, Vientos de Guerra. Apogeo y crisis de la Real
Armada (1750-1823), Ediciones Doce Calles S.L, Aranjuez (Madrid), 2018, Vol. 1, pp. 17-87.
266
a las órdenes que se le habían dado instaura una serie de normas a seguir por las naves de
la flota en caso de necesidad. De este modo, marca una serie de puntos de reunión a los
que estas deberían acudir en caso de separarse del resto de las embarcaciones, así como
un sistema de señales con las que entablar comunicación entre ellas y que reparte entre
sus capitanes para el correcto funcionamiento de la intercomunicación806. En última
instancia, toma una decisión que resulta muy controvertida hasta el punto de ser uno de
los cargos presentados en su contra a su regreso, puesto que decide adelantar el regreso
de las naves. De esta manera contraviene una de las órdenes que marcaban que la flota
debía permanecer en el lugar de destino hasta finales de septiembre de 1779, adelantando
su partida al día 20 de ese mismo mes. Como motivos para haber tomado dicha decisión
Ulloa esgrime las numerosas dificultades a las que se habían tenido que enfrentar durante
todo el viaje y que marcarán una nada exitosa campaña que sólo tendría consecuencias
negativas para España, cuyo gobierno se las hizo pagar al comandante.
Como primer punto, alude a un problema que había estado presente desde el
momento en el que se separaron de la flota de Luis de Córdova, la escasez de alimentos.
En este sentido hay que tener en cuenta que, la flota de Ulloa no zarpó de Cádiz para
dirigirse a las Azores, sino que partió del puerto gaditano al mismo tiempo que la gran
escuadra de Luis de Córdova con destino a la costa gallega. De manera que, cuando tomó
rumbo al que sería su destino, ya llevaban un mes de navegación, con la consiguiente
disminución de alimentos y agua para resistir el tiempo que durase la campaña. Un
problema que se agrava debido a la intención del marino de cumplir las órdenes que se le
habían dado. Así, cuando prácticamente llevaban una semana de navegación desde
Sisargas, avistaron unas naves que se aproximaban hacia ellos desplegando bandera
holandesa. Esto debió activar la memoria de Ulloa que, para poder salir de América
durante la guerra del asiento tuvo que hacerlo en una nave de bandera neutral. Así, intuyó
que se trataba de barcos ingleses que utilizaban dicha bandera con la intención de atacar
a las naves enemigas cuando estas no se encontrasen preparadas para ofrecer respuesta y
resistencia807. Pero la estrategia les sería poca efectiva ya que, la flota española terminó
por percatarse de que no les superaban en número con lo que se mantuvo firme hasta el
806 Sobre el particular Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp. 360-364. 807 Independientemente de que lo Ulloa hubiese vivido en el tornaviaje de la geodésica, la realidad es que
era una estrategia bastante común, en tiempos de guerra, que empleaban todas las potencias navales
europeas.
267
punto de que, al advertir su inferioridad, las naves inglesas iniciaron la huida. Era pues,
el momento propicio para comenzar a cumplir la tarea encomendada, algo que no fue
posible gracias a la destreza marinera de los ingleses y la navegabilidad de sus barcos,
que evitaron que los españoles pudieran alcanzarles. Este episodio causó que las naves se
alejasen de su ruta, por lo que la escasez de alimentos y agua (por el consumo y
descomposición de los mismos) se hizo más acusada, llevando a Ulloa a tomar la decisión
de racionarlos aún más.
Así, una tripulación cada vez más desnutrida tendría que hacer frente a otro de los
grandes problemas a los que se enfrentó la flota, quizás el que causó más estragos
especialmente en la reputación su comandante, los temporales. A los que habrá que sumar
los problemas de reconocimiento de las islas en cuestión ya que, las cartas utilizadas eran
extranjeras debido a la escasa información cartográfica que se tenía en España respecto a
un territorio que se encontraba tan próximo a los suyos808. De esta forma, el 15 de agosto
se enfrentaron al primer temporal que desarboló tres de los navíos y provocó la separación
de la fragata Santa Mónica. Bien es cierto que no fue la única separación pues el Fénix
también se sorprendió solo cuando cesó la tormenta, a lo que Ulloa respondió
retrocediendo hasta encontrarla y conseguir agruparla de nuevo. Una suerte que no corrió
la fragata que optó por continuar el rumbo hasta llegar a las Azores con la esperanza de
encontrarse en el camino con el resto de la flota. Pero debido al estado de las
embarcaciones y al hecho de haber tenido que retroceder, unido a los problemas que
seguirían posteriormente, llevaron a la fragata “a realizar el corso por su cuenta”809 siendo
apresada por una fragata inglesa.
Dicha pérdida no sería la única pues, pocos días después, avistaron otra nave que
resultó ser una urca española a la que, en lugar de incorporarla a la conserva, decide dejar
marchar siguiendo su rumbo. Una decisión totalmente desafortunada pues también fue
apresada por una nave inglesa, esta vez corsaria810. El enunciado, no sería el único caso
808 Ya hemos hecho referencia al atraso que España padecía en este ámbito, no en vano, la casa de geografía
tenía como uno de sus objetivos introducir mejoras en este aspecto. Así, como vemos, la escasez de material
cartográfico español no se hacía presente solo en los territorios americanos, sino que dicho atraso se
manifestaba tanto en el territorio peninsular como en las costas propias y próximas, siendo el de las azores
un ejemplo muy ilustrativo. 809 Op. Cit. PÉREZ-MALLAÍNA, P. E, p. 19. 810 Este es un detalle que, a penas aparece enunciado en las obras utilizadas y del que en Ibídem, p. 20, se
ofrece un poco más de información.
268
de separación de una nave pues, el tercer y último temporal que padeció la flota, provocó
la separación de la fragata Santa Magdalena. Pero, en dicha ocasión, las consecuencias
no serían tan nefastas ya que su capitán decidió poner rumbo hacia Cádiz a donde llegaría
felizmente, casi al mismo tiempo que el resto de las embarcaciones. Será precisamente
esta fragata la que crea avistar primero la isla Tercera811 pero dicho avistamiento, aún
suponiendo un avance, indicaba que seguían sin encontrarse en la situación correcta. Por
este motivo la flota continuó su derrota intentando de alcanzar su punto de destino,
viéndose nuevamente afectada por otro temporal cuyos efectos estuvieron marcados
precisamente por la posición en la que se encontraban. Así, en esta ocasión, las naves no
perderían el velamen sino que, dada la proximidad de tierra firme, se estrellarían contra
las rocas. Siendo el Gallardo la más afectada, en este caso, con vías de agua que
inicialmente no impidieron proseguir con la navegación pues, aún viendo su situación
empeorada por un tercer temporal, continuó unida a la flota hasta su regreso a Cádiz.
A colación de los problemas de reconocimiento enunciados anteriormente,
debemos reiterarnos en que fueron una constante que se intercaló a veces con los
temporales. Y esto es un punto de suma importancia pues, si a la escasez de
conocimientos sobre aquellas costas y al uso de mapas extranjeros que, probablemente,
no ofrecían datos suficientes como para tener clara la situación de las naves, hay que unir
la acción de los temporales. Así, dichos fenómenos no solo provocarían separación o
rotura de las naves, sino que inevitablemente las sacaría de su rumbo. Algo que, unido a
la falta de visibilidad que provoca el mal tiempo, debió condicionar y mucho los
avistamientos siendo una de las causas de que la flota de Ulloa jamás consiguiera situarse
en la posición adecuada. De esta forma, una vez pasado el segundo temporal, Ulloa
consideró encontrarse en el punto adecuado, con lo que solo le restaba aproximarse a las
islas para confirmarlo. Una intención que se ve truncada por el último de los temporales,
cuyo fin no erradicó la mala visibilidad con lo que hasta el 8 de septiembre no tuvieron
la certeza de haberse situado “siete leguas al oeste de Cuervo y Flores”812. Aunque quizás
la certeza nunca fue tal puesto que, justo ese mismo día, Ulloa decidió regresar a Cádiz
aludiendo que ni las naves, especialmente el Gallardo que contaba con numerosas vías de
811 Isla Terceira (Tercera) la que, por su situación, era la más próxima que la flota tenía en el archipiélago
de las Azores, dado punto desde el que habían partido en la costa gallega. 812 Op. Cit. PÉREZ-MALLAÍNA, P. E, p. 20. Citamos esta obra, pero este dato también se aporta en la obra de
Solano, así como en la información que ambos citan e incluso aportan, en el caso de Pérez-Mallaína,
referente a la campaña en cuestión.
269
agua, ni la tripulación, desnutrida y diezmada por el escorbuto, soportarían más tiempo
en altamar. A colación de esto último, denuncia la escasez de alimentos considerando que
no solo había provocado que los tripulantes enfermasen, sino que no serían bastante para
permanecer más tiempo en el destino y regresar a Cádiz posteriormente813.
De esta forma, a primero de octubre de 1779, Ulloa regresaba en una situación
muy similar a la que lo hiciera El Cano del primer viaje de circunnavegación. En su caso,
había perdido a las dos fragatas, el resto de las naves se encontraban casi ruinosas y la
tripulación regresó menoscabada y raquítica por el escorbuto y el hambre. Así se
encontraba en una clara posición de derrota pues no había logrado cumplir con su
cometido814, pero eso no lo hizo faltar a su deber de informar al secretario de Marina.
Algo que realizó nada más llegar, por medio de una serie de informes en los que le
exponía no solo los hechos sino también los motivos que le habían llevado a dicha
situación. Se puede decir que Antonio de Ulloa era plenamente consciente de que no había
cumplido con el objetivo pero, según él, eso no significaba que hubiese incurrido en la
desobediencia. Pues, al fin y al cabo, cada decisión que tomó la presenta como justificada
y fruto, en la mayoría de los casos, de las circunstancias que rodearon la campaña. Unos
motivos que, aunque inicialmente, parecieron convencer a Gálvez no pudieron ocultar
que Ulloa, además de no cumplir con la premisa fundamental de un comandante que era
mantener unida la flota, tampoco había cumplido con los fines para los que se le envía.
Así, por muy convincentes que pudieran resultar sus explicaciones, Ulloa no llegó
alcanzar una sola nave inglesa y, mucho menos, a presentar batalla con ellas. De hecho,
la única nave que había reconocido y alcanzado resultó ser española y, en lugar de
protegerla, permitió que continuase su camino con las nefastas consecuencias que eso
tuvo. Al margen de eso todos sus avistamientos resultaron ser infructuosos o poco certeros
demostrando así, poca habilidad marinera. Con esto nos referimos, no solo a la cuestión
del posicionamiento pues jamás estuvo seguro de haber situado correctamente la flota al
no conseguir ver las islas. Sino y especialmente, a los momentos en los que divisó naves
813 Es precisamente en este punto donde Pérez-Mallaína hacer referencia a la enfermedad y a los
conocimientos que Ulloa tenía sobre ella. Ver nota 20. 814 De hecho, los objetivos de la primera parte de la ofensiva contra Inglaterra no se cumplieron en ninguno
de los casos. Así, unido al fracaso de Ulloa, se situaba la labor de la escuadra combinada con naves
españolas y francesas, aquella de la que se había separado el teniente general, tampoco pudo realizar el
desembarco en Inglaterra. Y, en suma, se había preparado un ataque por tierra a Gibraltar que tampoco
llegó a producirse. En definitiva, unos resultados nefastos que debieron ser generadores de la ira del
monarca que trató por todos los medios de hacer pagar a los “culpables”.
270
enemigas a las que intentó alcanzar sin éxito, dando muestra que los comandantes de
dichas embarcaciones contaban con mayores conocimientos que él, al optar por
maniobras que impidieron que las naves de Ulloa pudiesen aproximarse a ellas815.
A esto hay que añadir, por supuesto, la ausencia de ataques por su parte, lo que
nos indica que quizás la elección de Ulloa no fue la más acertada. Y es que el teniente
general de la Armada, era un marino de la vieja escuela en la que imperaba la defensa de
los navíos y que no contemplaba el ataque como medida primordial. En este sentido,
podría decirse que esta justificación no es válida, dado que el resto de tenientes generales
de la gran escuadra y su comandante, Luis de Córdova habían sido formados bajo los
mismos preceptos que él. Pero existe una importante salvedad al respecto y es que, a
diferencia de Ulloa, la experiencia naval del resto había sido mucho más amplia, por lo
que bien habían podido adaptarse a los nuevos postulados tácticos que se seguían en la
Armada de Carlos III. De esta manera, nos encontramos con un marino poco
experimentado que simplemente puso en práctica aquello que conocía y que, dado el
lamentable estado de las naves y los estragos del tiempo, jamás tuvo la iniciativa de entrar
en combate con los ingleses.
Aún así, la cuestión pareció caer en el olvido hasta el punto de habilitarle para una
nueva misión que tendría como fin poner remedio a la infructuosa entrada, por tierra, que
pretendió hacerse en Gibraltar. De esta manera, en esta ocasión se optaría por un bloqueo
naval en el que, dada la graduación y antigüedad de Antonio de Ulloa, participaría como
director de operaciones. Todo parecía indicar que, con este nombramiento, se continuaría
con el curso lógico de los acontecimientos, pero una decisión de Ulloa provocó que la
realidad diese un giro de nefastas consecuencias para el marino. Esto se debe a que, dada
su consideración de que encabezaría una flota poco dotada, formada por ocho navíos, seis
fragatas y algunas embarcaciones menores816. Unido a que habiendo partido a mediados
de octubre corrían el riesgo de sufrir los estragos del invierno en una zona muy propensa
a los temporales, tomó la determinación de renunciar al cargo, pidiendo ser sustituido por
un marino de mayores capacidades. En un principio, las razones que esgrime pueden
815 De hecho, existen momentos en los que la separación de la flota y la imposibilidad de alcanzar a las
naves enemigas se justifica por el hecho de navegar por una zona excesivamente amplia. Sobre el particular:
Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 365. 816 Un contingente bastante superior al que comandó en la campaña de las Terceras, donde solo contaba
con cuatro navíos y dos fragatas.
271
considerarse lógicas pues, dada la experiencia que acababa de tener en la costa de las
Azores, hacerse nuevamente al la mar, como responsable de una flota, sabiendo que esta
volvería a ser pasto de los temporales resultaba una absoluta temeridad. Y a esto, podemos
añadir que, si con seis naves le había sido complicado mantener la flota unida en tiempos
de tormenta, aún peor sería preservar la conserva con más de catorce. Con lo que es
probable que, de ahí, surgiese su petición de ser sustituido por un oficial de mayores
capacidades. Un acto sino de sensatez, sí de excesiva sinceridad, que lo único que
consiguió fue afianzar su posición de inferioridad, especialmente después de su
desastrosa experiencia anterior.
A partir de este momento todo comenzó a derrumbarse, en primer lugar, porque
efectivamente se encontró rápidamente a alguien que lo sustituyese, un oficial de rango
inferior al suyo817. Dicho nombramiento supuso para él una absoluta humillación, pues
dejaba bien claro el desafecto existente hacia su persona dentro del gobierno. Desafectos
y menoscabos que no habían hecho más que empezar pues, ya reintegrado en la Isla de
León818, se ordena una investigación para vislumbrar su grado de responsabilidad en los
hechos acaecidos en las Azores. Iniciándose así un proceso que se prolongó durante tres
largos años y que se desarrolló en tres juntas de departamento y dos consejo de guerra819.
Así, en la Isla de León de desarrollaron las dos primeras sobre las que debemos apuntar
que, por normativas, las juntas de departamento tenían carácter reservado. Una condición
que solo se cumplió en parte pues si bien Ulloa no fue informado de los asuntos sobre los
que su persona estaba en entre dicho para poder preparar así una defensa, sí que se
comenzó a correr la voz de que el marino estaba siendo investigado, convirtiendo el
proceso y su persona en pasto de habladurías y rumores. Ambos hechos le indignaron
profundamente, considerándolos pruebas del deseo de ensuciar su buen nombre, con el
agravante de llegar a conocer que muchos de los miembros de dicha junta eran personal
817 Juan de Lángara Huarte, quien accede al mando de la flota del estrecho siendo brigadier para ser
ascendido, en diciembre de ese mismo año a jefe de escuadra. Además, dicho oficial, ya como teniente
general, participó en una de las juntas encargadas de dilucidar el caso de Antonio de Ulloa. De esta manera
fue sustituido y juzgado por oficiales de mayor graduación a la suya, suponiendo uno de los muchos
agravios que padeció el teniente general en dicho proceso. 818 La Isla de León se había convertido en sede del Departamento Marítimo de Cádiz en 1768, de esta
manera era a esta ciudad a la que debía regresar para recibir nuevas órdenes, así como establecer su lugar
de residencia. Un asunto al que haremos referencia más adelante. Sobre el traslado del departamento
marítimo AGMAB, Indiferente General, 4616, ff. 1-78. 819 Esta es la categoría teórica que tuvieron dichos procesos pues, en realidad, veremos que la tercera de las
juntas fue, en realidad un consejo de guerra encubierto, así que por lo que realmente pasó la causa de Ulloa
fueron dos juntas y tres consejos de guerra.
272
técnico del arsenal, con lo que no tenían graduación militar. Hechos por lo que su malestar
e inquietud no dejaban de aumentar, máxime cuando el proceso comenzó a dilatarse en
el tiempo, celebrándose una reunión semanal hasta marzo de 1780820.
Reuniones periódicas pero escasas, disparidades, cambios en la administración
que afectaron a la composición de la junta821 y, por supuesto, la guerra en que se
encontraba aún inmersa España, fueron las causantes de los retrasos. Emborronando la
situación hasta tal punto que, lejos de tenerse claro, por parte de la administración y del
propio interesado, cuál había sido el resultado, se ordenó la creación de una nueva junta
y la revisión del caso. Con lo que un nuevo presidente y unos renovados miembros se
dedicarían a revisar los haches de la Terceras generando un aumento de la indignación de
Ulloa y una merma en sus esperanzas de que el proceso concluyera con celeridad. Sobre
la primera cuestión, cabe decir que, aún habiéndose integrado un mayor número de
oficiales a la junta, la presencia de dos de ellos fue considerada un agravio para el teniente
general. Los oficiales en cuestión eran Juan de Lángara y Antonio de Albornoz, quienes
habían obtenido ascensos tras haber sucumbido ante los ataques ingleses, siendo estos un
premio “por su valor, que no por su victoria”822. Con lo cual consideraba intolerable que
le estuviesen juzgando dos oficiales que habían recibido premios por acciones más graves
que las que se le atribuían a él.
Por otra parte, en cuanto a la prolongación de la junta, la presidencia de Córdova,
que seguía siendo comandante general de la flota, supondría para Ulloa un motivo de
inquietud. Y no porque desconfiara del que fuera su comandante, sino por el hecho de
que, dada la situación bélica del momento, sabía que tendría que abandonar su labor como
presidente y embarcarse para atender los asuntos navales. Algo que efectivamente pasó,
en junio de 1780, momento en el que el comandante, lejos de desentenderse de la cuestión,
sugirió al rey que el caso de Ulloa fuese revisado por una junta especial. Por razones
lógicas, las cosas no podían darse de manera inmediata de modo que Córdova, que debía
820 En lo tocante al desarrollo del proceso, Solano y Pérez-Mallaína difieren en estructura ya que, mientras
el primero se dedica a describir cada uno de los detalles del mismo, aportando una profusión de detalles
que, incluso, dificultan su entendimiento, Pérez- Mallaína, por su parte, aún describiendo de forma lineal
cada uno de los procesos presta mucha atención a los motivos de la dilatación de los mismos, aportando
una idea algo más nítida de como sucedieron. Así, aún empleando una combinación de ambas, nos hemos
apoyado más en el estudio que realiza este último autor. 821 El director general de la Armada, Andrés Regio, que también hacía las funciones de presidente de la
junta murió en el desarrollo de la misma. Siendo sustituido en ambos cargos por Luis de Córdova. 822 Op. Cit. PÉREZ-MALLAÍNA, P. E, p. 23.
273
conocer perfectamente el entramado burocrático de la administración española, designa
a Juan de Lángara Arismendy como presidente en funciones. Este es un dato muy
interesante pues, el curso de los acontecimientos, quiso que presidiera la junta el padre de
aquel oficial cuya pertenencia a la misma había causado mayor agravio a Ulloa. Y, ante
esto, se podría llegar a pensar, que la suerte del marino estaba presta a empeorar. Sin
embargo, dicho presidente fue el primero que le informó de cuales eran los aspectos de
su comandancia que se estaban investigando, lo que le permitió ir contestando por escrito
a cada uno de ellos. Algo que no serviría de nada pues en este periodo se acepta la
solicitud de Córdova y se constituye una junta especial, que revisaría los hechos por
tercera vez.
Es precisamente esta nueva junta, la que marca la controversia en cuanto al
número de procesos de cada naturaleza que se dieron en el caso de Antonio de Ulloa. Esto
se debe a que, recibida la aprobación real y nombrados el nuevo presidente y los vocales
se establecía que la junta se reuniría a bordo del navío Concepción, “en el cual enarbolaba
su insignia el teniente general Gastón”823, presidente de la misma. Todo ello con el
consiguiente inconveniente de seguir manteniendo como presidente a un oficial de
renombre en la Armada, dada la situación internacional. Pero, aún así, esos no son los
motivos que general la controversia pues un cambio de términos y un nombramiento serán
los que despierten las sospecha del teniente general. Así, entre los miembros de la junta
había un fiscal y se había pasado investigar reparos a hacerlo de cargos contra Ulloa.
Estos dos detalles llevan a pensar al marino que, en realidad, la junta era un consejo de
guerra encubierto824. Pero, independientemente de su naturaleza, la guerra con Inglaterra
tuvo más peso provocando que la causa de Ulloa estuviese entre junio y octubre de 1780
entre el Concepción y la junta de departamento. Idas y venidas que no ofrecieron
resultado alguno para Ulloa pues, aunque la junta exculpaba al entonces comandante de
toda responsabilidad sobre lo ocurrido en las Azores, por Real Orden de diciembre de
1780, se decretaba que Ulloa debería someterse a un consejo de guerra. Una
determinación real que, lejos de garantizar al acusado que el proceso podría concluir a la
mayor brevedad posible, comenzó un intercambio de documentación burocrática que lo
823 Op. Cit. PÉREZ-MALLAÍNA, P. E, p. 24. 824 Sobre el particular: Ibídem, pp. 24-25 y Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp. 372-373.
274
retrasó cuatro meses más825. En dicho proceso, Ulloa no estaría solo ya que,
probablemente en los documentos que envió a la junta para su defensa, inculpó a los
capitanes de las dos fragatas que acompañaban a la flota, haciéndoles responsables de que
hubiesen perdido la conserva826.
Efectivamente el diez de marzo de 1781 comenzó dicho consejo de guerra, que se
prolongó exactamente cuatro meses y en el que Ulloa quiso asumir personalmente su
defensa sobre los ya 26 cargos que se le imputaban827. Estos podían resumirse, como
efectivamente hizo el marino en una serie puntos fundamentales, que no difieren de los
inicialmente expuestos sobre su falta de iniciativa a la hora de atacar las naves inglesas,
el hecho de no haber apresado ninguna, su tardanza a la hora de llegar a la posición
correcta y la falta de certeza sobre la misma, la pérdida de la Santa Mónica y la captura
de la urca Santa Inés828. A pesar de esto, no se le permitió realizar una defensa presencial,
instándole el presidente a que continuara haciéndolo por escrito. En definitiva, todo se
basaba en que Ulloa no había cumplido con la orden de perseguir a las naves enemigas,
aplicándose en otros menesteres que no tenían nada que ver con su cometido. A pesar de
lo cual, el teniente general debió convencer con sus argumentos que se encontraba libre
de toda culpa, con lo que el diez de julio de 1781 es declarado absuelto. Pero aún le
quedaban unos meses de espera hasta recibir la notificación oficial pues, aún habiendo
los vocales manifestado su satisfacción acerca de la solución del juicio829. Quedaba un
pequeño resquicio830 al que las autoridades estatales se aferraron notificándose, en agosto
de 1781, la orden de que el caso fuese revisado por el Consejo Supremo de Guerra. Una
decisión que en nada afectó al resultado pues, en febrero del año siguiente, Ulloa vuelve
a ser declarado absuelto, veredicto con el que el rey se conforma confirmando la
sentencia831.
825 Parte de la documentación sobre el consejo de guerra se recoge en el expediente de Antonio de Ulloa.
Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 47-54. 826 Ibídem, f. 48. 827 Este es un detalle a tener en cuenta pues, mientras en las juntas se discutía acerca de nueve reparos
existentes sobre la actuación de Ulloa, el marino tuvo que enfrentarse a 26 cargos en el consejo de guerra.
Cargos y descargos del Excmo. Sr. D. Antonio de Ulloa. AMN 0130, ms. 149, doc. 11. 828 Sobre el particular: Op. Cit. PÉREZ-MALLAÍNA, P. E, p. 26 y Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp. 374-3739. Ambos
autores difieren en si el resumen de Ulloa constaba de seis u ocho puntos. 829 Tal y como le hicieron saber a Ulloa a través de una serie de cartas personales. 830 Se le seguía culpando por la captura de la urca Santa Inés, ante lo que aludía que Ulloa había
malentendido las órdenes y, por ende, no la incluyó en la conserva de la flota, limitándose a informarla del
peligro y dejarla marchar. 831 Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 55-57.
275
De marino a esposo y padre. Los años finales de un oficial dedicado a la
administración.
Los resultados del consejo de guerra, agraviaron y desprestigiaron a un oficial de
la Armada que, claramente, se había quedado sin apoyos después de una dilatada carrera
al servicio de la Corona. Un hombre que después de una vida entera al servicio de la
Armada recibía como notificación del mayor agravio que había recibido en toda su
carrera, un texto institucional832. Sin justificaciones, ni disculpas, unas palabras
impersonales que no reparaban en nada del daño que se le había hecho a su imagen y a
su honor, en cuya preservación había sido educado desde niño. Al menos, eso es lo que
Ulloa pensó al ver concluido todo el largo proceso en su contra, lo que motivó que
decidiese dejar por escrito sus tres años de infierno. Así redacta un texto que bajo el rótulo
Campaña de las Terceras833, contenía la Justa vindicación de mi honor y noticia
circunstanciada para la inteligencia de mi posteridad, explicando con los documentos
originales la que observé en la campaña de las Yslas Terceras en el año de 1779. Un
documento que, dados sus conocimientos humanísticos decidió depositar en la Biblioteca
del convento de San Acadio de Sevilla dado que su conservación, dentro de su propia
biblioteca o en algún otro archivo familiar, no estaría garantizada. Lo que Ulloa nunca
llegaría a saber es que sus fondos, pasarían a custodiarse en la biblioteca de la Universidad
de Sevilla y mucho menos que, pasados los siglos, el profesor Pérez-Mallaína decidiría
transcribir y publicar su texto aportándole, en palabras del autor “una victoria después de
muerto”834.
Con una inicial sensación de descrédito, se traslada a su residencia gaditana en la
que al fin podrá convivir con su esposa y sus hijos835, de los que se mantuvo separado por
largo tiempo debido a la condición itinerante de su vida. Comienzan entonces los años
más tranquilos y a la vez más personales de Antonio de Ulloa, atestiguados por sus cartas
con Antonio de Bucareli, su disposición testamentaria y el testimonio de Towsend quien
832 Ibídem, ff. 59-60. 833 Este es el título que aparece “en el forro de la vitela de la encuadernación” Op. Cit. PÉREZ-MALLAÍNA,
P. E, Introducción. 834 Op. Cit. PÉREZ-MALLAÍNA, P. E, Introducción. 835 Siete de los nueve hijos fruto de su matrimonio con Francisca Remírez de Laredo permanecían con vida.
Siete de ellos, incluyendo los fallecidos, habían nacido en la isla de León, de hecho, el menor de todos ellos
llegó al mundo mientras su padre se encontraba comandando la flota de Nueva España.
276
le visitó en 1787. Se trata de un período difícil de analizar pues, aunque no se ha hecho,
ni creemos que pueda hacerse dada a la escasez de datos al respecto, un análisis
pormenorizado de la faceta más íntima del marino, sí que existen estudios inherentes a
sus disipaciones testamentarias836 por lo que es muy poco lo que podríamos aportar a este
respecto. De esta manera, tal y como hemos hecho en el apartado anterior, vamos a tratar
de ofrecer una visión general de lo acontecido en los últimos años de su vida, descartando
la información que se encuentra más analizada y centrándonos en aquellos detalles que
puedan resultar más novedosos.
Así, como hemos dicho, el marino se instalará en sus residencias de Cádiz y la
Isla de León, demostrándose que realmente no tuvo una morada fija durante los años que
le restaron. Esto es, hasta tal punto, que resulta imposible saber cuál de las dos era la casa
familiar, aunque quizás este dato pueda carecer de relevancia teniendo en cuenta que, los
testimonios tanto del marino como de su esposa, muestran que se dedicaron a vivir en las
dos, sin suponer esto ningún problema. De esta manera quizás podríamos decir que en los
momentos en los que Ulloa se encontraba dedicado a sus labores en el Departamento
Marítimo837, la familia residía en la Isla de León, mientras que en los períodos de menor
actividad descansaban en su casa de la capital gaditana. Una teoría que extraemos de dos
fuentes, por una parte, un documento fechado en 1789 en el que el capitán general de la
Armada, Luis de Córdova, envía a Antonio Valdés donde le comunica que ha informado
a todos los generales del Departamento de la obligatoriedad de trasladarse con sus
familias a la Isla de León, abandonando las viviendas que mantienen en la capital
gaditana.
836 Sobre el particular Op. Cit. SOLANO, F. DE, pp.387-435; GONZÁLEZ BELTRÁN, J. M, “Ordenando el rumbo
de la familia. La disposición testamentaria de D. Antonio de Ulloa y el destino de los hijos: entre la tradición
y la innovación a finales del siglo XVIII”, Tiempos modernos, nº 38, enero, 2019, pp. 405-432; RAVINA
MARTÍN, M, “Los testamento del Almirante Antonio de Ulloa” en Antonio de Ulloa. Biblioteca de un
Ilustrado, secretaría de publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 2015, p.87-94; RAVINA
MARTÍN, M, 23 Testamentos del Cádiz de la Ilustración, Consejería de Cultura-Junta de Andalucía, Cádiz,
2013, pp. 92-184; TORREJÓN CHÁVEZ, J, “Los negocios privados de Antonio de Ulloa y de la Torre” en XII
Jornadas de Historia marítima. Antonio de Ulloa marino y científico, ciclo de conferencias, cuadernos
monográficos del Instituto de Historia y Cultura naval, Madrid, 1996, pp. 65-89; QUINTERO GONZÁLEZ, J,
“Antonio de Ulloa: un ilustrado en la villa de la Real Isla de León” en Op. Cit. LIII Jornadas de Historia
Marítima: D. Antonio de Ulloa, pp. 45-66. 837 Entraremos más adelante en las labores que realizó dentro de la administración del departamento y en
el resto de sus actividades.
277
Así, entre dichos oficiales, se encontraba Antonio de Ulloa que, con el fin de
mantener libre de sospechas sus actuaciones, pide atestiguar cuál era la situación de su
residencia. De este modo y mostrando como prueba su asistencia a las reuniones del
Departamento, atestigua vivir en la casa que desde 1769 se le había facilitado en la Isla
de León838. Si seguimos exclusivamente lo que aporta este documento, podríamos llegar
a pensar que la residencia principal se encontraba en la nueva sede del Departamento
Marítimo. Pero si atendemos al testimonio de Towsend, podemos comprobar que en 1787
seguía conservando su casa en la Calle Descalzas de la capital pues es allí donde le recibe
y donde el viajero inglés afirma que Ulloa tenía su gabinete, que describe con todo lujo
de detalles. Unido a esto encontramos los testimonio de Francisca Remírez de Laredo839
que, en su testamento840, afirma que vive en la misma casa de Cádiz a la que se ha hecho
referencia. Y, además, con motivo de un obsequio que le realiza el virrey Bucareli, el
propio Ulloa le escribe mostrando su agradecimiento y dando cuenta de las viviendas que
conservan y en las que viven indistintamente en ambas poblaciones841.
Esta cuestión, como hemos dicho, tendría que ver con su actividad dentro del
Departamento Marítimo que puede considerarse un desagravio a su padecimiento en los
años anteriores, así como un premio a su brillante trayectoria que destacó especialmente
a nivel administrativo y técnico, amén del componente científico. De este modo, según
su expediente personal en 1792 fue nombrado vocal de la Junta del Departamento,
indicando que hizo las veces de director del mismo y capitán general de la armada ante
la indisposición del marqués de casa Tilly842. Pero la cuestión es que Ulloa ya realizó esta
actividad previamente, en 1788, aunque no aparece reflejada un su hoja de servicios,
quizás por el poco tiempo en que se empleó en ella, a penas tres meses. Dicho dato, lo
recogemos de una carta que envía a Antonio Valdés realizando las funciones de Luis de
838 Carta de Luis de Córdova a Antonio Valdés, Isla de León 18 de septiembre de 1789. Expediente Antonio
de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 79-80. 839 La propia Francisca, a la muerte de su marido, plantea una serie de problemas que se le presentan a tenor
de los pagos del alquiler de las casas que su marido debía mandar construir en la nueva población naval de
San Carlos. Demostrándose con eso que Ulloa participó en la ubicación definitiva del departamento, que
cambió el ordenamiento urbanístico de la Isla de León. Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo
General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 198-202/212-220. 840 Testamento de doña Francisca Remírez de Laredo, AHPC, PNCA 2618, ff. 341r-346r. 841 Desgraciadamente no hemos podido dar con el documento original pues, sobre su pista nos puso una
referencia hecha por Solano quien no cita correctamente el documento, por lo tanto, solo podemos tomar
su libro como fuente. Op. Cit. SOLANO, F. DE, p. 391. 842 Relación de servicios de Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, f.
10.
278
Córdova debido a la indisposición del mismo843. Así mismo y aunque, como hemos dicho,
dicha información no se recoge en la hoja de servicios sí que podemos encontrar la
ratificación de su nombramiento incluida en los documentos que componen su
expediente844. En este sentido resulta, cuando menos, curioso que el teniente general
sustituyese precisamente al oficial que comandó la flota de la que se separaría para acudir
a su misión en las Azores y que, demás, presidió algunas de las juntas que revisaron su
caso. Por esta razón, podemos pensar que este nombramiento, sería una forma de
desagraviarle por los amargos años por los que tuvo que pasar durante un proceso que
dañó, sobre manera su imagen.
De esta forma, se nos presenta a un hombre que vivió sus últimos años a caballo
entre el deber, con el que había cumplido con creces, y la vida familiar a la que se dedicó
plenamente, esforzándose por cumplir también con su condición de esposo y padre. En
relación con esto, no podemos decir que su trabajo en el departamento marítimo fuese su
única actividad. Ya que, su experiencia vital le había convertido en un hombre
absolutamente precavido que no permitiría, como de hecho no lo hizo, que su esposa y
sus hijos quedasen como su madre y sus hermanos habían quedado tras la muerte de su
padre845. Además, la condición de Ulloa no hacía más que empeorar las cosas pues, no se
trataba de un padre usual, debido a la edad tan tardía en la que se había contraído
matrimonio. De esta manera, de darse el caso de su fallecimiento, era muy necesario que
su esposa contase con los medios suficientes como para mantener a sus hijos y garantizar
su correcta formación.
Por esta razón, a partir de 1785, comienza a redactar una memoria testamentaria
donde marca pormenorizadamente el camino que sus hijos deberían seguir durante toda
843 Carta de Antonio de Ulloa a Antonio Valdés, Isla de León 25 de abril de 1788. Biblioteca Lobo 3725.
Colección autógrafos. Biblioteca Luis Berenguer, f. 1v. Cabe añadir que el documento cuenta con una nota
manuscrita del almirante Lobo, en la que se refiere a Ulloa como “uno de los hombres verdaderamente
ilustres de la marina española” 844 Carta de Antonio Valdés a Antonio de Ulloa, El Pardo 18 de febrero de 1788. Expediente Antonio de
Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 136-137. Carta de Antonio de Ulloa a
Antonio Valdés, Isla de León 2 de mayo de 1788. Ibídem, ff. 140-142. Carta de Antonio Valdés a Antonio
de Ulloa, El Pardo 9 de mayo de 1788. Ibídem, ff. 137-139. 845 Ya hemos hecho referencia a cómo la situación, al morir Bernardo de Ulloa, afectó a su madre y al
propio marino, pero no hemos dicho que, quizás las mayores damnificadas fueron sus hermanas pues las
que no consagraron su vida a la Iglesia, quedaron solteras al no poder proporcionar una dote adecuada. Por
este motivo, su hermana María de la O había pasado de vivir con su madre, a trasladarse a la casa de su
hermano, con cuya familia convivió desde el fallecimiento de su madre.
279
su vida846. Pero, por su fuera poco, al margen de lo estipulado en dicho documento, que
fue refutado en su testamento de 1792847, el marino comenzó a hacer gestiones para
garantizar la mejor posición posible para su esposa y sus hijos. En base a esto, en 1787
comienza una serie de diligencia para obtener diferentes beneficios para sus esposa y sus
hijos. Para ellos, solicita el traspaso de la encomienda de Ocaña en el caso de su
primogénito y la concesión del cargo de paja real, para el menor de todos848. Mientras
que, en el caso de las mujeres, solicita que estas formen parte del séquito de la Reina,
nombrándose dama a su esposa y camarista a su hija849. Toda vez, por supuesto, que trató
de ubicar al resto de sus hijos varones dentro de la Armada, de hecho, pide autorización
para que, el menor de estos, pueda entrar en la academia teniendo una edad menor de la
reglamentaria850.
Así, nos encontramos con un padre casi anciano, que trata con sumo amor y
dedicación a sus hijos, tal y como lo atestigua la forma de referirse a ellos. Pudiéndose
poner como ejemplo, tal y como apunta González Beltrán851, la manera en la que habla
de su primogénita, a la que llama Pepita, en su Disposición testamentaria. Así también lo
demuestra el testimonio de Towsend que encontró a un Ulloa que se relajaba con la
ebanistería y que rodeado de sus otros hijos, se dedicaba a jugar con una pequeña que
portaba sobre sus rodillas852. Entrega que no hizo sino acrecentar su preocupación por
ellos, especialmente cuando, por razones obvias, veía su muerte cada vez más próxima.
Pero que no le impidió continuar con su labor científica y divulgativa por medio de la
elaboración de dos obras y el intento de reedición de una anterior.
De este modo en 1791, solicita permiso para imprimir La Marina, fuerzas navales
en la Europa y costas de Berbería, aludiendo que la había modificado para adaptarla a la
realidad del momento e informando de su existencia desde 1773. Desgraciadamente para
él, recibió exactamente la misma respuesta que la vez anterior, considerando el rey que
no era conveniente que dicha obra saliese a la luz por lo que se la devolvía al impresor
846 Disposición testamentaria de D. Antonio de Ulloa, AHPC, PNSF, leg. 120, ff. 92-184. 847 Testamento de Excmo. Sr. D. Antonio de Ulloa, AHPC, PNSF, leg. 105, ff. 41-48. 848 Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 63-74. 849 Expediente de Dña. Francisca Remírez de Laredo, AGP, Personal. Caja 864, Exp. 27. Nombramiento
de Dña. Josefa de Ulloa, AGP, Personal. Caja 256, Exp. 30/ Caja 1050, Exp. 2. 850 Ver nota 34. 851 Op. Cit. GONZÁLEZ BELTRÁN, J. M, p. 419. 852 Op. Cit. TOWSEND, J, p. 308.
280
Gabriel de Sancha853. La misma mala fortuna tuvo su obra Neptuno ilustrativo o ciencia
práctica de la mar para uso de la juventud. En este caso será el también teniente general
de la Armada, José de Mazarredo854, quien considera que a pesar de lo ameno y ágil de
su lectura no cumplía con el objetivo que proponía que era, instruir a la juventud sobre
técnicas navales. Afirmando incluso que su publicación sería una mancha en el brillante
historial bibliográfico con el que contaba Antonio de Ulloa, razones por las que la obra
nunca llegó a difundirse855. Finalmente, la última obra de su vida, fue impresa en 1795,
después de recibir unos informes muy favorables, debido probablemente a la originalidad
de su estructura, donde abordaba diferentes temas relacionados con lo naval a través de
charlas que mantenía con sus hijos mayores856.
En el ínterin de todos estos procesos, su actividad en el departamento marítimo
lejos de cesar se incrementó pues, probablemente debido a su buen hacer cuando sustituyó
a Luis de Córdova, se produjo el ya mencionado nombramiento de 1792. En este caso,
debido al estado de salud del marqués de casa Tilly, Ulloa volvería a tener el mismo
cometido, haciéndose aún mas patente con el empeoramiento de este y su nombramiento,
en 1795, como vocal intendente de la dirección del departamento. Lo que nadie pareció
tener en cuenta es que, a pesar de su buen hacer, Antonio de Ulloa también era un anciano
que se vio obligado a solicitar, en ese mismo año, que se le relevara de sus funciones ya
que no se encontraba en condiciones para seguir desempeñando dicha labor. Una petición
que se tuvo en cuenta solo a medias pues, aunque no se le permitió retirarse, si que se le
concedió dejar de acudir a las reuniones de las que sería convenientemente informado857.
A pesar de esto, su retirada se convertiría en una realidad pues a primeros de julio de ese
mismo año se notifica que había caído enfermo, de lo que parecía ser un constipado,
siendo relevado por Mazarredo a la espera de su recuperación. Algo que no llegó a
producirse puesto que, días después se notifica que su estado había empeorado
diagnosticándosele una pulmonía, que le llevaría a la muerte el 5 de julio de 1795858.
853 Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 107-113. 854 Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico en línea http://dbe.rah.es/biografias/12442/jose-
domingo-de-mazarredo-salazar-de-munatones-y-gortazar. 855 Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 114-123. 856 DE ULLOA, A, Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la Marina, instructiva y curiosa,
Imprenta de Gabriel de Sancha, Madrid, 1795. 857 Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 129-136 /
154-175.
858 Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 180-195.
281
Así, concluye la larga vida859 de este oficial de la Armada, pero no lo harán las
noticias sobre él pues, en sus disposiciones testamentaria, pide que se le entierre en la
iglesia castrense de la ciudad en la que falleciese, revestido con el hábito de la orden de
Santiago y portando sus ropas e insignias militares. Algo que según se atestigua en el
libro de defunciones de la Iglesia de San Francisco de San Fernando, debió producirse de
la manera indicada, el seis de julio de 1795860. Hasta este punto todo habría seguido un
curso normal de no ser porque con motivo de la creación del Panteón de Marinos Ilustres
en 1850, comenzaron a plantearse los generales de la Armada cuyos restos podían ser
trasladados a la Población de San Carlos. De este modo en 1869, se contacta la familia de
Antonio de Ulloa con el fin de conseguir su autorización para que sus restos sean
depositados en el denominado Panteón Nacional en un monumento funerario donde
reposarían junto a los de Jorge Juan861. Los primeros informes, hacen pensar que, en aquel
momento, la Armada no tenía conocimiento de donde reposaban sus restos, pues siguiere
que estos sean traslados en el mismo tren en que lo harían los restos de Federico
Gravina862 a la Isla de León.
Además, dada la tardanza en la contestación del familiar, que terminaría por no
aportar nada al desconocer ellos también el paradero del cuerpo, se acude a su panteón
familiar en Sevilla, donde, por obvias razones, no se encuentra ningún resto suyo ni
referencia a que los hubiere. Por este motivo se decide acudir a la secretaría de la
Comandancia General de marina para indagar sobre su paradero, cuyos informes les
llevan a la Iglesia de San Francisco de San Fernando. Donde correrán con idéntica suerte
pues, dada las obras que se habían realizado en su interior, no había ninguna lápida que
indicase su presencia. Y al intentar acudir a los sacerdotes más antiguos, estos no
recordaban haber tenido referencia alguna sobre el cuerpo del marino. A excepción de
uno de los capellanes que aludía a que, si efectivamente se produjo el enterramiento, la
lápida habría sido sustituida en las reformas del convento o, simplemente los restos, como
tantos otros, se habrían llevado al cementerio. A pesar de todo esto, se crea una comisión
859 Antonio de Ulloa falleció a los 79 años. 860 Libro de defunciones Parroquia de San Francisco de San Fernando, AMN, 1403, ms. 63, nº 90. 861 Figura 15. Anexo. 862 Esto nos hace pensar que, dado que Ulloa había solicitado ser enterrado en el lugar donde tuviese su
domicilio. Al tener una vivienda en Cádiz que aún se conserva y siendo esta la misma ciudad en la que fue
enterrado Gravina, se puede explicar la confusión y el hecho de que quisieran trasladar los restos a la vez.
282
que ponga en marcha todos los trámites pertinentes no solo para le traslado, sino para la
construcción de un mausoleo donde reposarían los restos con los de su compañero Jorge
Juan como muestra de la grandeza y el honor de ambos marinos. Aunque finalmente esto
no llegaría a realizarse, pues ni la familia ni la administración logró dilucidar cuál era el
paradero de los restos863.
De manera que el proyecto quedó en el olvido hasta la celebración del segundo
centenario de la muerte del marino en la que se creó una comisión encabezada por el
Capitán de Navío Manuel Baturone para la búsqueda de sus restos. Según las
investigaciones del siglo XIX, estos deberían estar en una de las naves laterales de la
parroquia, pero en dicho lugar no se halló lápida alguna. Por el contrario, se localizó una
lápida con una inscripción en la que parecía entreverse el apellido Ulloa. Esta, al
levantarse tenía, según indican los informes del presidente de la comisión, ciertos restos
de un enterramiento que, por un inscripción en un trozo de mármol que había en su
interior, se identificaron con Antonio de Ulloa864. Independientemente de los juicios que
puedan o no emitirse acerca de dicha investigación y de que sus resultados se consideren
suficientes como para mantener que los restos de Ulloa se encuentran en dicha ubicación.
La realidad es que, al no encontrarse ningún resquicio de cuerpo que trasladar, se optó
por conmemorar la figura de dicho marino con una laca conmemorativa, precisamente,
en el panteón de marinos ilustres.
Conclusiones
La vida de Antonio de Ulloa estuvo encaminada a convertirle en un oficial de la
Armada. Así, independientemente de si fue un marino de vocación o no, la realidad es
863 Bien es cierto que se trató de un proceso administrativo bastante complejo que se prologó durante unos
20 años. Expediente Antonio de Ulloa. AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 221-
305. 864 BATURONE SANTIAGO, M. E, “Apostilla al bicentenarios”, en Op. Cit. XII Jornadas de Historia marítima,
pp. 91-98.
283
que su padre, en busca de mantener la posición social de la familia, se preocupa por darles
a sus hijos una esmerada educación con la que podrían acceder a puestos importantes
tanto en la administración como en las nuevas instituciones creadas por los Borbones. Si
bien Antonio no fue el único de los hijos que se encaminaría hacia la Armada, sí que fue
el más destacado de todos, con una carrera inusual marcada por las circunstancias.
Su elección para formar parte de la expedición geodésica supuso un cambio
radical en su carrera profesional. A partir de esta, el aún cadete es ascendido a teniente de
navío, saltándose cuatro grados del escalafón, algo que repercutirá en sus ascensos
posteriores. Superando así las expectativas familiares, especialmente paternas, sobre las
que se había planteado su educación y primera formación, en busca de obtener para él la
condición de oficial de la recién creada Real Armada.
Partiendo pues de esta circunstancia, recibirá además una formación
complementaria, basada en los principales saberes científicos del momento y que
marcaría su imagen pública, ya que a su regreso a España se le vería como un preeminente
científico. Así como la elección de sus destinos que se encaminaron, en la mayoría de las
ocasiones, a tareas relacionadas con los saberes científicos, y su producción bibliográfica
que, aún teniendo un cierto componente relacionado con los naval, se centró
mayoritariamente en la ciencia, el análisis y la descripción, en especial de los territorios
americanos, cumpliendo con las premisas divulgativas que primaban en aquel momento.
Los primeros destinos de Antonio de Ulloa condicionan su formación, que se
desarrolla fuera de la Academia de Guardiamarinas en dos espacios principales, América
y Europa. Así, América será el primer lugar que le instruya y condicione en este caso,
pues será en los territorios del virreinato del Perú donde comience adquirir parte de los
conocimientos científicos que le caracterizarían posteriormente. Estos además son fruto
de sus habilidades y elecciones pues, a lo largo de sus años como miembro de la
expedición fue dejando al margen los contenidos de las ciencias puras, llevándonos a
afirmar incluso que, los aspectos que desarrolló en esta etapa inicial fueron los propios
de un naturalista y humanista. Centrándose más en el entorno que le rodeaba que en los
cálculos y las mediciones astronómicas, materias en las que se destacó su compañero
Jorge Juan. Por otra parte, y a colación de esa primera formación que aún recibiéndose
en los territorios americanos vino, en buena parte, de la mano de los miembros de la
284
Academia de ciencias de París. Igualmente, el otro escenario de su formación sería
Europa y, especialmente, el territorio francés a donde fue enviado para obtener
información técnica acerca de las mejoras en las industria naval que, tanto en aquel reino
como en otros tantos a lo largo del continente, se estaban aplicando. Así, no solo se
instruiría en cuanto a la ubicación y construcción de arsenales y puertos, así como en otras
técnicas inherentes a las mejoras navales y náuticas, sino que se le capacitaría para la
contratación de personal especializado que implantara dichas medidas en España.
Su servicio como oficial de la Armada se centró fundamentalmente en el terreno
de la técnica, amparado por dicha formación y por las capacidades adquiridas y
demostradas. Es decir, los destinos a los que fue accediendo, estuvieron más integrados
en el sistema reformista de la administración española de la época, que buscaba situar a
España como primera potencia naval. De esta manera, su cometido sería aplicar dichos
conocimientos, supervisando diferentes proyectos que mejorasen la calidad y el
rendimiento español desde el punto de vista naval. Supervisó directamente, los planes de
mejora y construcción de arsenales, proyectos relacionados con la hidrografía y el
aprovechamiento y corrección de los sistemas fluviales, y de reconocimiento de las zonas
costeras para obtener así un mejor rendimiento de las mismas.
A tenor de esta política, su nombramiento como gobernador en los territorios
españoles en América, ratificó su papel dentro de dicho entramado administrativo, al
participar en el proceso de mejora de la administración colonial. Bajo estas premisas, se
le destina a Huancavelica, con el fin de que, aplicando los conocimientos en minería que
había adquirido en la geodésica, implantase una serie de mejoras, técnicas y productivas,
en una mina que se presentaba ruinosa y que era fundamental para la extracción de la tan
codiciada plata de las Indias. Así mismo, se le insta a gobernar el recién adquirido
territorio de Luisiana, pues dada su condición de marino, contaba con una asegurada
vocación de servicio y fidelidad al Estado que serían extremadamente útiles para integrar
el nuevo territorio en el sistema colonial español.
Antonio de Ulloa, se va a insertar de lleno en el proceso de militarización del
funcionariado. En el marco del proceso de mejoras administrativas en el que el Estado
hace uso de la formación, en este caso, de los oficiales de la armada, empleándolos en
tres labores fundamentales; la supervisión técnica, con la creación de arsenales, la
285
formación de marinos profesionales y la organización del cuerpo de marinería. Desde este
punto de vista, se da el caso de que Ulloa tomó parte en todas ellas, pues unido a las
labores técnicas anteriormente expuestas, también formó parte del plantel de profesores
de la academia de guardiamarinas. Además de aplicar sus conocimientos y supervisión
en Nueva España, donde no solo dirigiría los trabajos previos a la construcción de un
arsenal en Veracruz sino que, gracias a sus consejos y apoyo, el virrey de Nueva España
implantaría la matricula de mar en el territorio virreinal.
Por el hecho de insertarse plenamente en el proceso de militarización del
funcionariado, podemos llegar a afirmar que Antonio de Ulloa fue más funcionario que
marino. Lo que no le hizo cejar en su empeño de aplicarse en aquello para lo que se había
encaminado su vida, desde su infancia, ser oficial de la Armada. En relación con esto
llega a solicitar, en sus últimos años como gobernador en América, volver a España y
ofrecer sus servicios al Rey, esta vez, como marino. Algo que consiguió pero que no le
deparó muchos éxitos pues, aunque como comandante de la última flota de la de nueva
España tuvo un muy buen desempeño, el hecho de haber querido beneficiar a su cuñado,
un oficial de escasa experiencia naval, con el puesto de oficial mayor, fue motivo de
críticas hacia su persona. Y unido a esto, su escasa experiencia naval, generó que, en su
último destino como oficial de la Armada, fuese sometido a un consejo de guerra a tenor
de los malos manejos que había tenido durante la campaña de corso en la costa de las
Azores. Viéndose quebrantados su honor y su imagen siendo esta probablemente la razón
de que no haya sido reconocido como uno de los grandes oficiales de la armada española
de su tiempo.
Al hilo de este mal desempeño, debemos descartar la idea tan extendida de que,
su problema en este aspecto era que se trataba de un marino teórico, pues esta afirmación
es totalmente incierta. Es posible que se trate de una cuestión semántica, que haga
referencia a que se trataba de un hombre muy formado, pero con escasa experiencia naval.
Pero la realidad es que, si atendemos a su formación puramente como marino, esta fue
fruto de la aplicación práctica. Ya que ingresó en la Academia de Guardiamarinas después
de haber sido aventurero y, debido a su participación en la expedición geodésica, no llegó
a pisar un aula de dicha academia. En este sentido, a pesar del hecho de haberse formado
a bordo de una nave y haber participado en campañas navales que se limitaron a la defensa
de las costas del virreinato peruano durante la Guerra del Asiento, Ulloa no tenía ningún
286
tipo de experiencia como comandante, jamás había dirigido una flota y tampoco había
participado en una campaña naval, no sabía lo que era la guerra abierta en el mar. En
suma, en el momento en el que se establece su comandancia, la situación dentro de la
Armada española había cambiado, nada quedaba de aquellos tiempos en el que Ulloa
tomaría su formación, en el que lo primordial era la defensa de las naves. Así, durante el
reinado de Carlos III, se pasa al ataque como estrategia, algo que mermaba mucho más
las capacidades de Ulloa pues, si ya no contaba con la experiencia suficiente, menos la
tenía en tácticas en las que, ni por asomo, había sido instruido. De esta forma Ulloa no es
un marino teórico, es un marino sin experiencia y de la vieja escuela, con lo que no
encajaba en la estructura de la Armada de Carlos III que tenía en la ofensiva su estrategia
principal.
Lo que sí es cierto es que Ulloa era un marino con una enorme vocación de
servicio, a la que se unía su gran inteligencia social. De esta manera, nunca puso
objeciones a los destinos y misiones que le fueron dados y puso su mayor empeño en
desarrollarlos de la manera más óptima posible. Lo que le generó grandes problemas, en
algunos de ellos, especialmente en Huancavelica y Luisiana. En el primer caso, tuvo que
hacer frente a población criolla dirigente que se negaba a adscribirse plenamente en la
administración española, pues verían mermados sus caudales. Unido a una población
indígena trabajadora, que vivía a merced de dichos dirigentes y que se negaba a integrarse
en el sistema colonial, al suponer esto una pérdida mayor de su identidad. En el caso de
Luisiana, se encontró con una colonia nueva, que se negaba a aceptar su salida del
gobierno francés y su pleno ingreso en el sistema español. Rechazando cualquier medida
implantada por un nuevo gobernador que no veía la laxitud como una opción. Quizás esta
fuera su mayor actitud como marino, su lealtad hacia el organismo superior y su tesón en
hacer aplicar las normas, es decir, su enorme sentido del deber. En relación con esta
vocación de servicio, observamos como Ulloa, amparado por la gran inteligencia social
que mencionamos, sirvió con lealtad de todos sus monarcas y a todos las cabezas de su
gobierno sin importar los cambios que se produjesen en los mismos. De esta manera,
consiguió hacerse de una importante red de relaciones que, de alguna manera, favorecería
sus ascensos y destinos. Y que, al irse disipando a lo largo del tiempo, le dejó también
indefenso y a merced de aquellos que ya no le consideraban apto para emprender ciertas
tareas.
287
A pesar de su peculiar trayectoria, podemos afirmar que Antonio de Ulloa sigue
el estilo de vida propio de un oficial de la Armada en todos los sentidos. Así participa del
nepotismo propio de la administración de su siglo, que se hace aún más patente dentro de
la institución a la que pertenecía. Intentando colocar a miembros de su familia política,
como es el caso de su cuñado en la flota de Nueva España, en puestos preeminentes, no
solo para beneficiarse personalmente, teniendo a uno de los capitanes a su lado, sino para
beneficiar a la familia de su esposa y consolidar su posición dentro de la sociedad de los
españoles a la que él le había dado acceso.
Antonio de Ulloa conformará y se valdrá de su red de relaciones en beneficio propio o de
los suyos. Potenciando en este caso, una de las mayores características que tendrá la
Armada tanto en el siglo XVIII como, en el XIX, donde el nepotismo y la endogamia son
las principales líneas definitorias. Una muestra más de su enorme inteligencia social y de
su capacidad para planear estrategias que favoreciesen tanto a él como a su familia.
Se trató también de un hombre con una gran curiosidad intelectual, que participa
del deseo de la administración borbónica de divulgar el conocimiento desde todos los
puntos de vista. Así, en relación con sus etapas americanas y el desarrollo científico
español, cumple con la premisa de elaborar trabajos de descripción de los territorios
americanos en los que se asentó. De esta manera, no solo le ofrecía al grueso de la
población la imagen de un territorio que desconocían, a pesar de tres siglos de dominación
española, sino también facilitaba a los gobiernos el conocimiento de los mismos, para a
través del mismo, ejercer un mayor dominio sobre ellos. Así, ratifica la idea de que, en el
siglo XVIII, América se presenta como objeto de interés científico, económico y, sobre
todo político. Por otra parte, esta tendencia divulgativa la manifiesta también en el terreno
de la Armada, con obras en las que pretendía instruir a los jóvenes sobre sus usos y
normas. Pero, desgraciadamente para él y debido probablemente a ese hándicap que
hemos desarrollado en el que Ulloa se trataba de un marino de la vieja escuela. Todos los
apoyos que recibió desde el punto de vista científico, fueron prácticamente nulos en todo
lo que tuvo que ver con lo naval. Considerándose sus postulados inconvenientes, hasta
tal punto, que algunas de ellas no llegaron a publicarse.
Entendemos que la imagen que proyecta en sus descripciones sobre la población
de los territorios americanos, se ve claramente condicionada por las circunstancias. Así,
288
en el caso de la derivada de la expedición geodésica se centra bastante más en la población
criolla, aquella con la que tuvo una mayor relación, debido a que los trabajos geodésicos
no le permitieron establecer una convivencia real con todos los pobladores americanos.
Limitándose a describir de los estamentos más bajos de dicha sociedad, aquellos que
observaba u oía, sin establecer a penas contacto con ellos. Bien es cierto que, en su
período como gobernador proyecta una nueva imagen, esta vez, bastante más centrada en
la población indígena, siendo incluso la primera vez que aporta datos sobre la fisonomía
se aquellos vecinos. Siendo en este monumento donde se produce un cambio drástico
presentándose una imagen tremendamente negativa, siendo, precisamente en este punto
donde observamos la influencia de las circunstancias. Esto se debe a que su experiencia
en los dos puntos que tuvo que gobernar fue absolutamente nefasta, enfrentándose
constantemente a la resistencia de autoridades y población autóctona. Quienes le
rechazaron como dirigente y como persona, hasta tal punto de que esta situación de
hostilidad se extendió a su familia, al no aceptar el comportamiento de su esposa. Y que
terminó con una salida precipitada de Luisiana, una huida, provocada por un
levantamiento en armas. De esta manera, es totalmente imposible que Antonio de Ulloa
pudiese proyectar una imagen del indígena americano que no fuese negativa, dado que
no conoció ninguna parte buena de esta parte de la sociedad. Bien es cierto que, en su
período en Nueva España, esta cuestión se torna algo más positiva, pero su estancia fue
tan breve y su convivencia tan escasa, que no consigue aportar mucho más a la visión que
ya tenía y que describe en sus obras, llegando a parecerse bastante a la imagen inicial.
Sus diferentes etapas americanas condicionarán su vida, a tenor de una serie de
cambios que serán fundamentales para su desarrollo personal y profesional. Teniendo en
cuenta que, en un primer momento, llegó a aquellos territorios siendo un joven y partió
como un hombre formado. En primer lugar, y fruto también de su red de relaciones, se
desposa con una joven de la alta sociedad criolla. Una unión beneficiosa para ambos ya
que, aumenta el estatus social de la familia de la joven y garantiza el suyo, a la vez que
aumenta su posición económica. Por tora parte, sus largos períodos en América,
provocaron que una carrera que empezó marcada por meteóricos ascensos, se estabilizase
completamente. Esto se dio hasta tal punto que, a partir de su nombramiento como jefe
de escuadra se encontrará en el mismo nivel de ascensos que sus compañeros de
promoción. E incluso, en los tiempos posteriores, verá como oficiales de menor
289
antigüedad que él el superan en grado, cargos y empleos, algo que, unido al proceso de la
campaña de las Terceras, toma como un insulto hacia su persona.
A pesar de las afirmaciones de ciertos autores que lo presentan como un hombre
apocado, la realidad es que Antonio de Ulloa se destacó por poseer un fuerte carácter. De
hecho, las demostraciones que hizo del mismo le generaron enemistades y conflictos de
los que pudo salir bien librado solo gracias a su sistema de relaciones. Dicho carácter
estaba muy unido a su enorme sentido de la defensa del honor, algo lógico teniendo en
cuenta que se trataba de un oficial de la Armada, que tiene el honor y el deber como
premisas principales. Así, por ejemplo, no aceptaría de buen grado, ser sometido y
humillado por las autoridades americanas quienes consideraban que podían tratarle como
a uno de sus siervos sin tener en cuenta que un marino solo debía acatar la autoridad de
sus superiores. Pero aún peor admitiría ser tomado como inferior por unos sabios
franceses que quebrantarían su prestigio y el de Jorge Juan reduciéndolos a meros
figurantes en la geodésica. Unido por supuesto, al rechazo del nombramiento de su
cuñado como oficial mayor de la flota de Nueva España. Esta demostración de carácter
en defensa de su honor, tendría su mayor expresión en el proceso en su contra por los
hechos de la campaña de las Azores. Donde dada su escasez de apoyos pensaría que todo
había sido fruto de una conjura en su contra unido, además, al hecho de que sería juzgado
por oficiales que habían incurrido en errores similares a los suyos y que habían sido
ascendidos en lugar de juzgados. Y por supuesto, al pretender asumir su propia defensa
en el consejo de guerra derivado de dicho proceso y, al no poder hacerlo, dejar constancia
de todas las penalidades que había tenido que sufrir y que habían quebrantado su imagen
y su honor.
A pesar de todo esto, Antonio de Ulloa se va a manifestar como un padre abnegado
y preocupado por el futuro de sus hijos. Su edad avanzada y las circunstancias por las que
tuvo que pasar, generadas por las malas gestiones económicas de su padre, lo
condicionaron de tal manera que sus hijos no se viesen privados de aquello a lo que tenían
acceso por derecho y que él, en su caso, no pudo obtener. Se preocupó, tal y como haría
su padre, de que sus hijos recibiesen la mejor educación. Pero, siguiendo también dicho
ejemplo, aunque en sentido contrario, se preocuparía en asegurarles el futuro
administrando no solo sus caudales sino estableciendo todo el camino que deberían seguir
a lo largo de sus vidas. Algo que hará hasta el punto no solo de dejar por escrito a que
290
deberían dedicarse sus hijos o en qué términos deberían contraer matrimonio sus hijas,
sino valiéndose de su posición para colocarlos, junto con sus esposa, en importantes
puestos en la corte real. Observamos así a un hombre con carácter personal pero no
militar, algo que no estaba reñido con su condición de padre y con el hecho de querer
proporcionarle el mejor futuro a su familia.
Antonio de Ulloa fue un hombre de su tiempo, entendido dicho tiempo como todo
el siglo XVIII. Aún así, se presentan ciertos matices, en función de las diferentes facetas
que lo caracterizaron y desarrolló a lo largo de su vida. Como oficial de la Armada, se
puede encuadrar, sin lugar a dudas en la primera mitad del siglo XVIII. Pues fue un
marino-científico que cumplía con todos los requisitos para formar parte de los altos
cargos de la Armada, pero que, pasado dicho momento, no contaba con las aptitudes para
ser el marino de guerra que se consideraba como ideal. Su formación e inquietudes
intelectuales, permiten calificarlo como un hombre ilustrado ya que su curiosidad abarca
desde la botánica, a la minería, pasando por la humanística e incluso la farmacología y la
medicina. Su condición de hidalgo, lo hacen beneficiario de todas las prebendas
inherentes a un miembro de la baja nobleza sevillana, hecho fundamental que le permitirá
en 1733, acceder a la Academia de Guardiamarinas.
Anexo
291
Martín Ulloa Cabrera María Sosa Zárate
Bernardo de Ulloa Josefa de la Torre Guiral
Martín Antonio Pascual Zenón Fernando Margarita Luisa Mª de la O Josefa Vicente
Francisca Remírez de Laredo
Josefa Mª Mª del Carmen Concepción Bernard
o
Buenaventura Mercedes Antonio Francisco.
Javier Martín José José María
Árbol genealógico de Antonio de Ulloa. Producción propia.
292
Litografía retrato Antonio de
Ulloa. AMN, imágenes 1-037
Figura 1.
Litografía Antonio de Ulloa.
AMN, imágenes 2-090
Figura 2.
Litografía Antonio de Ulloa. Museo
Nacional de Ciencias Naturales.
ACN 0100A/004/00452
Figura 3.
293
Detalle del sistema de triángulos para los cálculos de los trabajos geodésicos. Inserto en una carta
esférica d 1791. AMN, 1016o-003
Figura 4.
Grabado de la fragata Lyz acompañada de pardelas enfrentándose al temporal que la hizo recalar en
Valparaíso por una vía de agua. Relación Histórica
Figura 5.
294
Plano Ciudad de los Reyes, Lima. Relación Histórica
Figura 6.
Balsa indígena de Guayaquil. Relación Histórica
Figura 7.
295
Grabado cronología de los reyes Incas Relación Histórica
Figura 6.
Alegoría de las cuatro ciencias. Relación Histórica
Figura 7.
296
Plano Cipriano Austran. AGS, MPD, 04, 078.
Figura 10.
Plano Mina de Huancavelica parte I. Biblioteca Digital Hispánica
Figura 11
297
Plano Mina de Huancavelica parte II. Biblioteca Digital Hispánica
Figura 12
Objetos de culturas incaicas extraídos de las guacas , Relación Histórica,
Figura 13.
298
Restos palacios reinos Incas. , Relación Histórica,
Figura 14.
Proyecto monumento funerario de Antonio de Ulloa y Jorge Juan para el Panteón de Marinos Ilustres
AGMAB, Cuerpo General, Asuntos Personales, Leg. 620, ff. 180-195.
Figura 15.
299
Fuentes Archivísticas
Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán
Cuerpo General, Asuntos Personales, Legajo. 620, expedientes: 1125; 26; 522; 72; 605;
561; 634; 273; 1021; 474; 592; 583; 586; 1224
Oficiales, Asuntos Particulares, Legajo 535, años: 1756; 1766; 1772; 1779; 1784
Indiferente General, Legajo: 4616
Generalidad. Legajo: 720/L.
Escuadras. Legajo 473, expedientes: 123 1º; 123 2º; 127
Archivo Histórico provincial de Cádiz
Protocolos Notariales de San Fernando: legajo 120, folios 92-184; legajo 105, folios 41-
48.
Protocolos Notariales de Cádiz: legajo 2618, folios 341r-346r.
Archivo Histórico Nacional
Ordenes Militares. Legajo 687, Orden de Santiago, expedientes: 8280; legajo 624,
expediente 148; legajo 687, exp. 8279; expedientillos, nº 7745; legajo 562, exp. 6903.
Archivo General de Palacio
Personal: D. Bernardo de Ulloa. Gentilhombre de la Boca. Caja 1049, expediente 57. Dª.
María Francisca Ramírez de Laredo. Señora de Honor. Caja 864, expediente 27.
300
Archivo General de Simancas
Secretaría de Marina. Legajo 26. Legajo 417, documentos: 055- 0136; 1030-1048. Legajo
418, documentos: 0389-0611. Legajo 419, documentos: 1327-1348. Legajo 428,
documentos: 0120-0602. Legajo 401, documentos: 545-614. Legajo 409, documentos:
788-1119.
Marina. Legajos: 720; 316; 712; 377
Dirección General del Tesoro. Inventario 2: legajo 49, documento 75; legajo 30,
documento, 75. Inventario 24: legajo 183, documentos, 47-48.
Archivo del Museo Naval
0201, ms. 344, documento 3; 0972, expediente 1820; 0130, ms. 149, documento 11; 1403,
ms. 63, nº 90; ms. 850; 440, ms. 1181; ms. 2141, documento 15; 0886, expediente 0164;
0885, expediente 100; ms. 2971; 0510, ms. 1476/000; ms. 2167; ms.812; 0079, ms. 0075
bis, documento 52; 0050, ms. 0052, documento, 195; 0072, ms. 0070, documentos 431,
439, 422; 0073, ms. 0080, documento 041; 0113, ms. 0210, documento 009; 0125, ms.
0141, documento 013; 0182, ms. 0292, documento 009; 0727, ms. 2363, documentos 001,
003, 109, 252, 051-059.
Archivo parroquial de la Iglesia de San Vicente de Sevilla
Libro de Actas de Bautismo, año 1701-1716, f. 351.
Archivo Municipal de Sevilla
Escribanía de Cabildo: tomo 308, secc. V, nº 57
Libro de Actas Capitulares: H-17
Papeles importantes, sección 13, libro capitular de 1705, tomo 21, ff. 320-326.
301
Archivo General de Indias
Indiferente General. Legajos: 333, 1549, 1656, 1632B
Lima. Legajos: 590, libro I; 775; 651, documentos 5-6.
Consulados. Libros: 384, 441.
Santo Domingo. Legajos: 2542, 2542A, 2543, 2585, 2586, 2595.
Cuba. Legajos: 109, 82I, 82II, 2357, 149A, 1055, 1054, 70A, 187A, 2357, 101, 187B,
70B, 174A, 174B, 124.
Contratación. Legajos: 1438, 1443, 1450, 1446, 1437, 1449, 1448, 1447, 1440, 1444,
1441, 1445, 1439.
Obras Antonio de Ulloa
DE ULLOA, A, Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la Marina,
instructiva y curiosa, Imprenta de Gabriel de Sancha, Madrid, 1795.
DE ULLOA, A, Noticias Americanas. Entretenimientos Phísico-históricos sobre la América
Meridional y la Septentrional Oriental, Imprenta de D. Francisco Manuel de Mena, 1772.
JUAN, J Y ULLOA, A, Relación Histórica del viage a la América meridional hecho de orden
de S. Mag. Para medir algunos grados de meridiano terrestre, y venir por ellos en
conocimiento de la verdadera figura y magnitud de la tierra, con otras varias
observaciones astronómicas y phisicas. Imprenta Antonio Marín, Madrid, 1748; Juan, j
y Ulloa, a, Observaciones astronómicas y phisicas hechas de orden de S. Mag en los
reinos del Perú de las quales se deduce la figura y, magnitud de la tierra y se aplica a la
navegación. Impresor Juan de Zúñiga, Madrid, 1748.
302
Bibliografía
XII Jornadas de Historia marítima. Antonio de Ulloa marino y científico, ciclo de
conferencias, cuadernos monográficos del Instituto de Historia y Cultura naval, Madrid,
1996:
BATURONE SANTIAGO, M. E, “Apostilla al bicentenario”, pp. 91-98.
TORREJÓN CHÁVEZ, J, “Los negocios privados de Antonio de Ulloa y de la Torre” pp.
65-89.
LIII Jornadas de Historia Marítima: D. Antonio de Ulloa. Ciclo de Conferencias- octubre
2016. Cuaderno monográfico nº74. Instituto de Historia y Cultura Naval, Madrid, 2016:
GONZÁLEZ DE POSADA, F, “Antonio de Ulloa y Jorge Juan. Disparidad de vidas y
desencuentros”, pp. 67- 93.
JUAN Y FERRAGUT, M “Antonio de Ulloa: su trayectoria como marino”, pp. 33-45.
LÓPEZ MORATALLA, T “Antonio de Ulloa. El eclipse total de sol del 24 de junio de
1778”, pp. 67-93.
NAVAS, A, “Antonio de Ulloa en el contexto de la ciencia española” pp. 15-16.
PEÑA CAMÚS, S, “Antonio de Ulloa y la ciencia española”, pp. 19-33.
QUINTERO GONZÁLEZ, J, “Antonio de Ulloa: un ilustrado en la villa de la Real Isla de
León”, pp. 45-66.
AGUILAR PIÑAL, F, “La enseñanza primaria en Sevilla durante el siglo XVIII”. Boletín de la
Real Academia Sevillana de Buenas Letras: Minervae Baeticae, nº1, 1973, pp. 39-83.
303
ALONSO MOLA, M Y MARTÍNEZ SHAW, C, “La matrícula de mar en las Indias”, en Martínez Shaw,
c y oliva melgar, j. m (dirs.) El sistema atlántico español (siglos XVII-XIX), Marcial Pons,
Madrid, 2005, pp. 271-284.
Antonio de Ulloa. Biblioteca de un Ilustrado, secretaría de publicaciones de la
Universidad de Sevilla, Sevilla, 2015:
RAVINA MARTÍN, M, “Los testamento del Almirante Antonio de Ulloa”, pp.87-94.
SERRERA, R. M Y ELVÁS HINIESTA, M. S, “Grabados y grabadores de la Relación Histórica del
viaje a la América Meridional [1748] de Jorge Juan y Antonio de Ulloa”, pp.77-87.
BARBA BELTRÁN, L Y LÓPEZ VÁZQUEZ, A, “Exvotos marinaros en la Provincia de Cádiz”, en
GULLÓN ABAO, A. J, MORGADO GARCÍA, A Y RODRÍGUEZ MORENO, J. J, El mar en la Historia y en la
Cultura, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 2013, pp. 265-274.
BARRY, D, Las Noticias Secretas de América, Imprenta de R. Taylor, Londres, 1826.
BAUDOT MONROY, M, “La política naval española entre 1700 y 1736. La recuperación del
poder naval de la monarquía.” Tempus, Revista en Historia General, (Medellín)
Colombia, nº9, enero-junio 2019, pp. 1-22.
BAUDOT MONROY, M, La defensa del Imperio: Julián de Arriaga (1700-1754), Ministerio de
Defensa y Universidad de Murcia, ediciones de la Universidad de Murcia, Murcia, 2013.
BEERMAN, E, “Ascendencia de Antonio de Ulloa y su esposa Francisca Ramírez de Laredo”,
Archivo Hispalense, LXV (1982), pp. 35-49.
BERNABEU, S, “Astronomía en la época de Carlos III. La expedición hispano-francesa a
medir el paso de Venus”, Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, 1988.
BLANCO NUÑEZ, J.M, “La marina de la Ilustración y Cádiz”, en Estudios superiores en Cádiz
desde 1748. Armada e Ilustración, Servicio de Publicaciones Universidad de Cádiz-
Ministerio de Defensa, Cádiz 2009, pp.56-57.
304
BLANCO NUÑEZ, J.M, “La marina de la Ilustración y Cádiz”, en Estudios superiores en Cádiz
desde 1748. Armada e Ilustración, Servicio de Publicaciones Universidad de Cádiz-
Ministerio de Defensa, Cádiz, 2009, p.63.
BLANCO NUÑEZ, J.M, La Armada en la primera mitad del siglo XVIII, IZAR, Madrid, 2001.
CALATAYUD ARENALES, M. A, “Antecedentes y creación del Real Gabinete de Historia Natural
de Madrid”, Arbor, nº 482, T. CXXIII, Madrid, febrero 1986, pp. 9-33.
CANO TRIGO, J.M “El manuscrito sobre la expedición Malaspina”, Revista General de
Marina, Vol. 360, Mes. 3 (abril), 2011, pp. 437-441.
CANTÓ GÓMEZ, M. A, en “La vida y la muerte en Novelda”, cd anexo a la revista Betánia nº61,
2014, pp. 229-235.
CARRASCO GONZÁLEZ, M. G, GULLÓN ABAO, A. J Y MORGADO GARCÍA, A, Las expediciones científicas
en los siglos XVII y XVIII, Síntesis, Madrid, 2016.
CARRETE, J, CHECA CREMADES, F Y BOZAL,V, “El grabado en España (siglo XV-XVIII)”, SUMMA
ARTIS, Historia General del Arte, tomo XXXI, Espasa Calpe, Madrid, 1988.
cid rodríguez, r, “Antonio de Ulloa: un científico ilustrado en el tercer centenario de su
nacimiento”, Andalucía en la historia, nº 53, 2016, pp. 44-47.
CORELLA SUÁREZ, P, “La Real Casa de Geografía de la Corte y el comercio ultramarino
durante el siglo XVIII”, Anales del Instituto de Estudios Madrileños, T. XXIV, 1987, pp.
217-236.
DE LA CUADRA Y GIBAJA, E, Historia del Colegio Mayor de Sto. Tomás de Sevilla con un
prólogo de Fr. Zeferino Cardenal González, Imprenta de E, Rasco, Sevilla, 1890.
DE ULLOA, A, La Marina y fuerzas navales de la Europa y costas de Berbería, edición,
transcripción y estudio preliminar de HELGUERA, J, Universidad de Cádiz, Cádiz 1995.
305
DE ULLOA, A, Noticias Americanas. Entretenimientos Phísico-históricos sobre la América
Meridional y la Septentrional Oriental. Edición y estudio preliminar de molina, m,
Universidad de Granada, Granada, 1992.
DE ULLOA, B. DE, Restablecimiento de las fábricas y comercio español. Edición y estudio
preliminar de Gonzalo Anes. Instituto de Cooperación Iberoamericana, Sociedad Estatal
Quinto Centenario, Antonio Bosh editor, Madrid, 1992.
DE VALGOMA, D, Catálogo de pruebas y Caballeros aspirantes. Real Compañía de
Guardiamarinas y colegio naval, Instituto Histórico de Marina, Tomo I, exp. 586 Madrid,
1954.
DIE MACULET, R Y ARBEROLA ROMÁ, A, Jorge Juan Santacilia, de “pequeño filósofo” a “Newton
español”, Edicions Locals/ Augusto Beltrán, Novelda, 2015.
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M, Biblioteca marítima española, imprenta de la viuda de Calera,
Madrid, 1851, pp. 189-201.
FERNÁNDEZ DURO, C, Armada española (desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón),
tomo 6, Museo Naval, Madrid, 1973.
FISHER, J, Minas y mineros en el Perú colonial 1776-1824, Instituto de Estudios peruanos,
Lima, 1977.
FUENTES BAJO, M. D, “El azogue en las postrimerías del Perú colonial”, Revista de Indias,
vol. XLVI, nº 177, enero-junio, 1986, Madrid, pp. 75-105.
GALAN SAUNIER, A, La historia natural en la obra de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. La
platina y sus estudios españoles anteriores a la primera publicación química en España,
tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 1993.
GARCÍA HURTADO, M, “Un viaje por la enseñanza de las primeras letras en España en el siglo
XVIII” en GARCÍA HURTADO, M Y ROMERO PORTILLA, P (eds.) De cultura. Lenguas y tradiciones:
II simposio de estudios humanísticos, Ferrol, 2007, pp.69-86.
306
GARCÍA NÚÑEZ, V, “La biografía como género historiográfico desde la historia
contemporánea española”, EREBEA. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, nº3
(2013), pp. 203-226.
GONZÁLEZ DE CANALES Y LÓPEZ OBRERO, F, “Tres siglos de empleos y divisas en el Cuerpo
General de la Armada Española (1714-2000) empleos de los oficiales generales de la
Armada”. Revista General de Marina, Vol. 256, Mes 4 (abril) 2009, pp. 427-434.
GONZÁLEZ DE LEÓN, F, Noticia histórica del origen de los nombres de las calles de esta
M.N.M.L.Y.M.H ciudad de Sevilla, en cuyas noticias se reúnen las de las fundaciones de
iglesias parroquiales, conventos, obras pías, casas más conocidas de títulos y
mayorazgos: la de los monumentos de la antigüedades y bellas artes que en ellas se
encuentran, la de los sucesos más memorables acaecidos en las mismas, con oras noticias
curiosas, Imprenta de don José Morales, Sevilla, 1839.
GONZÁLEZ DE POSADA, F La expedición geodésica al virreinato del Perú: Jorge Juan y
Antonio de Ulloa. Mediciones y cálculo de un arco de meridiano asociado a un grado en
el Ecuador, A. Torres Miño (director), Universidad da Coruña- Ministerio de Defensa,
2005.
GONZÁLEZ ENCISO, A, “La Marina a la conquista de Italia”, Cuadernos de Historia y Cultura
Naval, capítulo 1, pp. 15- 35.
GONZÁLEZ, F.J, “El Real Observatorio de la Armada y su faceta docente: los estudios
superiores (siglos XVIII y XIX)”, Revista Gades, nº18, Cádiz, 1988.
GUILLEN TATO, J. F, Los tenientes de navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa de la
Torre- Guiral y la medición del meridiano, Caja de Ahorros de Novelda, Madrid, 1936.
GUTIÉRREZ ESCUDERO, A, “Antonio de Ulloa: un científico ilustrado y su crítica opinión sobre
el indígena americano”, Araucaria, Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y
Humanidades, Año 2, Nº 3, primer semestre de 2000, pp. 178-188.
307
HANKE, L. “Dos palabras on Antonio de Ulloa and Noticias Secretas”, Hispanic American
Historical Review, vol. 16, nº 4, 1936, pp. 479-514.
HOCES-GARCÍA, A, “La matrícula de mar en el Caribe a finales del siglo XVIII”, en SÁNCHEZ
BAENA, J. J (coord.) La política naval en el Caribe español durante el siglo XVIII.
Ordenanzas y realidades, Cátedra de Historia y Patrimonio Naval, Universidad de
Murcia, Murcia, 2019, pp. 61-122.
HOYOS, F, Biografía del teniente general de la Armada D. Antonio de Ulloa, Madrid, 1848.
JUAN Y FERRAGUT, M, “Sedes y cuarteles de la Real Compañía de Guardiamarinas”, Revista
General de Marina, Vol. 27, mes 2 (agosto-septiembre), 2017, pp. 261-285.
JUAN, J Y ULLOA, A, Relación histórica del viaje a la América meridional, tomo I.
Introducción y edición de MERINO NAVARRO, J. P Y RODRIGUEZ SAN VICENTE, M. M, Fundación
Universitaria Española, Madrid, 1978.
KAGAN, R. L “La corografía en la Castilla moderna. Género, Historia, Nación", Studia
Historica. Historia Moderna, XIII, 1995.
KUHT. T, La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica,
México, 2005.
LA CONDAMINE, C. M DE, Journal du voyage fait par ordre du roi à l’Equateur, servant d’
introductio historique a la mesure des trois premiers degrés du meridien. París, 1751.
LAFUENTE, A Y DELGADO, A, La geometrización de la Tierra (1735-1744), CSIC, Instituto
“Arnau de Vilanova”, Madrid, 1984.
LAFUENTE, A Y MAZUECOS, A, Los caballeros del punto fijo. Ciencia política y aventura en la
expedición geodésica hispano francesa al Virreinato del Perú en el s.XVIII, Serbal/CSIC,
Madrid, 1987.
308
LAFUENTE, A Y PESET, J. L, “Militarización de las actividades científicas en la España ilustrada
(1726-1754)”, en PESET, J. L (Eds.) La Ciencia Moderna y el Nuevo Mundo, CSIC, Madrid,
1985, pp. 127-147.
LAFUENTE, A Y PESET, J. L, “Política científica y espionaje industrial en los viajes de Jorge Juan
y Antonio de Ulloa”, Mélanges de la Casa de Velázquez, Tomo 17, 1981, pp. 233-262.
LAFUENTE, A, PESET, J.L Y SELLES, M, (Eds.) Carlos III y la ciencia de la Ilustración, Alianza
Editorial, Madrid, 1988.
GONZÁLEZ BUENO, A, Y PUERTO SARMIENTO, F. J, “Ciencia y farmacia durante la
ilustración”, pp. 127-140.
LAFUENTE, A, PESET, J.L “Las actividades e instituciones científicas en la España
ilustrada”, pp. 29-80.
LAFUENTE, A Y SELLÉS, M, El Observatorio de Cádiz (1753-1831), Instituto de Historia y
Cultura naval, Madrid, 1988.
LAFUENTE, A. “Una ciencia para el Estado: la expedición geodésica hispano-francesa al
virreinato del Perú (1734-1743)”. Revista de Indias, nº43 (172), Consejo superior de
Investigaciones Científicas, 1983, Madrid, p. 549-629.
LINCH, J, La España del siglo XVIII, Crítica, 2009.
LOHMANN VILLENA, G, Las minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII, Sevilla, 1949.
LOSADA, M Y VARELA, C, Actas del II centenario de Antonio de Ulloa, Escuela de Estudios
Hispano Americanos, CSIC, Archivo general de Indias, Sevilla, 1995:
AGUILAR PIÑAL, F, “Antonio de Ulloa y Sevilla”, pp. 45-57.
HELGUERA QUIJADA, J, “Antonio de Ulloa en la época del marqués de la Ensenada:
del espionaje industrial al canal de Castilla (1749-1754)”, pp. 197-199.
309
HOFMAN P. E, Luisiana, Fundación Mapfre, Madrid, 1992; MOLINA MARTÍNEZ, M, “El
gobierno de Antonio de Ulloa en Huancavelica y Luisiana”, pp. 169-184.
LÓPEZ MORATALLA, T, “Antonio de Ulloa: el eclipse total de sol del 24 de junio de
1778”, pp. 93-120.
MORENO, R, “Antonio de Ulloa, descubridor del platino”, pp. 79-96.
ORTE LLEDÓ, A, “Antonio de Ulloa astrónomo”, pp. 185-196.
PUIG SAMPER, M. A, “Antonio de Ulloa, naturalista”, pp. 97-125.
SOLANO, F DE, “Antonio de Ulloa marino”, pp. 219- 241.
LÓPEZ PIÑERO, J.M, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Labor,
Barcelona, 1979.
LOPEZ PIÑERO, J.M, La introducción de la ciencia moderna en España, Ariel, Barcelona,
1969.
MALLIMACI, F Y GIMÉNEZ BÉLIVEAU, V, “Historia de vida y métodos biográficos”, en VASILACHIS
DE GIALDINO (coord.) Estrategias de investigación cualitativa, Gedisa, Barcelona, 2009, pp.
175-210.
MARCHENA FERNÁNDEZ, J Y CUÑO BONITO, J, Vientos de guerra. Apogeo y Crisis de la real
Armada, 1750-1823. Ediciones Doce Calles, Madrid, 2018, Vol. 1:
GARCÍA GARRALÓN, M, “Ciencia e ilustración en la Armada española del siglo XVIII.
La educación de la oficialidad”, pp. 121-123.
KUETHE, A. J, “La política naval de la monarquía española a fines del antiguo
Régimen”, pp. 17-87.
310
MARTÍNEZ, E, DE PAZIS PI CORRALES, M, Ilustración, Ciencia y Técnica, en MARTÍNEZ, E, DE PAZIS PI
CORRALES, M, eds. Ilustración, ciencia y técnica en el siglo XVIII español, Universidad de
Valencia, 2008, pp. 13-23.
MÉNDEZ BEJARANO, M, Diccionario de escritores, maestros y oradores naturales de Sevilla y
su actual provincia, Sevilla, 1925, tomo III, pp. 34-41.
MERINO NAVARRO, J. P, “La misión de Antonio de Ulloa en Europa”, Revista de Historia
Naval, Instituto de Historia y Cultura Naval, nº 4, Madrid, 1984.
MERINO NAVARRO, J.P, La armada española en el siglo XVIII, Fundación Universitaria
Española, Madrid, 1981.
MESTRE A, “Los novatores como etapa histórica”, en Studia Historica. Historia Moderna,
nº 14, 1996.
MOLINA CORTÓN, J, “La conspiración contra Ensenada”, Historia 16, nº23, 1995, pp. 39-46.
MOLINA MARTÍNEZ, M, Antonio de Ulloa en Huancavelica, Universidad de Granada, Granada,
1995.
MORENO DE GUERRA, Relación de los caballeros Cadetes de las Compañías de Guardias
Marinas, Madrid, 1913.
NAVARRO ABRINES, M. C, “La mina de mercurio de Huancavelica (Perú): entre los intentos de
reforma de Antonio de Ulloa y el continuismo de Carlos de Beranguer”, Scripta Nova,
Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, nº 4, Universidad de Barcelona,
1997.
NÚÑEZ PÉREZ, M. G, “La biografía en la actual historiografía contemporánea española”,
Espacio, Tiempo y Forma, serie 5, t.10, 1997, pp. 407-439.
311
O’SCALAN, T, Diccionario Marítimo Español, que además de las definiciones de las voces
con sus equivalentes en francés, inglés e italiano, contiene tres vocabularios de estos
idiomas con sus las correspondencias en castellano. Imprenta Real, Madrid, 183, p. 68.
ORTE LLEDÓ, A, El jefe de escuadra Antonio de Ulloa y la Flota de Nueva España 1776-
1778, Fundación Alvargonzález, Gijón, 2006.
ORTEGA DEL CERRO, P, Siluetas de cambio: experiencias de transformación social de la élite
naval (siglos XVIII- XIX), Tesis doctoral, 2017.
OZAM, D Y TÉLLEZ ALARCIA, D, (eds.), Misión en parís. Correspondencia particular entre el
marqués de la Ensenada y el duque de Huéscar (1746-1749), Instituto de Estudios
Riojanos, Logroño, 2010.
PALAU, M Y OROZCO ACUAVIVA, A (aut.) Malaspina’92: I Jornadas Internacionales, Real
Academia Hispanoamericana, Cádiz, 1994
PAREDES SALIDO, F, Antonio de Ulloa, oficial de la marina, descubridor del platino y
protagonista significado de la ciencia española del siglo XVIII, tesis doctoral,
Universidad de Cádiz, 1995.
PAREDES SALIDO, F, Antonio de Ulloa, un marino ilustrado, Fundación Jorge Juan, Novelda,
2004.
PÉREZ GOYENA, A, “En el centenario de Jorge Juan, sabio marino español. Discordancias
sobre D. Jorge Juan”, “Razón y Fe”, nº 148, Madrid, pp. 545-469.
PÉREZ MUÑOZ, S, Exvotos marineros de la provincia de Cádiz, Diputación Provincial de
Cádiz, Cádiz, 1991.
PÉREZ-MALLAÍNA, P. E, La campaña de las Terceras, Secretariado de publicaciones de la
Universidad de Sevilla, Sevilla, 1995.
312
PEROZO RONDON, E, CALVINO CASILDA, V, FERRERA, S, BLASCO JIMENEZ, D, COSTARROSA, L, ÁVILA, M. J,
LÓPEZ PEINADO, A. J, MARTÍN ARANDA, R. M, “El platino, metal descubierto por el español
Antonio de Ulloa”, 100cia, UNED, nº 9, 2006, pp. 146-151.
PESADO RICARDI, C, De Aventurero a Capitán. Inicios de D. Santiago de Liniers en la Real
Armada Española (1775-1788). Asociación “Mémoire Jacques de Liniers”, 2013.
PIMENTEL, J. F, “La expedición Malaspina en el Pacífico Sur (1792-1793): ciencia y política
internacional durante la Revolución Francesa”, Actas del V Congreso de la Sociedad
Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas: Murcia, 1989, coord. por VARELA
CANDEL, M Y LÓPEZ FERNÁNDEZ, C, Vol. 3, 1991 (La Revolución Francesa y su influencia en la
actividad científica; Comunicaciones libres; Mesa redonda), pp. 1483-1492.
POVEA MORENO, I. M, Retrato de una decadencia. Régimen laboral y sistema de explotación
en Huancavelica (1784-1814), tesis doctoral, Universidad de Granada, 2011.
PUIG-SAMPER, M. A, “Las expediciones científicas a la américa hispana en la primera mitad
del siglo XVIII” ARBEROLA ROMÁN, A, MAS GALVAÑ, C Y DIE MACUET, R, Jorge Juan en la España
de la Ilustración, 2015, pp. 46-62.
RAFAELLI, S, “La Compañía de Caballeros Guardiamarinas: requisitos de ingreso,
aventureros y extranjeros en el siglo XVIII”, en Guardiamarinas 1717-2017. 300 años.
De la Real Compañía a la Escuela Naval, Publicaciones del Ministerio de Defensa,
Madrid, 2017, pp. 123-126.
RAMOS GÓMEZ, L. J, Época, génesis y textos de las “Noticias Secretas de América”, de Jorge
Juan y Antonio de Ulloa, Instituto “Gonzalo Fernández de Oviedo”, Madrid, 1985.
RAVINA MARTÍN, M, 23 Testamentos del Cádiz de la Ilustración, Consejería de Cultura-Junta
de Andalucía, Cádiz, 2013, pp. 92-184.
RODRÍGUEZ CASADO, V, “Don Antonio de Ulloa en la gobernación de Luisiana”, Revista
General de Marina, nº 125, Madrid, 1943, pp. 681-688.
313
RODRÍGUEZ CASADO, V, “Huancavelica en el siglo XVIII”, Revista de Indias, Vol. 2, nº 5,
Madrid, 1941, p. 84.
RODRÍGUEZ CASADO, V, Primeros años de dominación española en la Luisiana, CSIC,
Madrid, 1942.
RODRÍGUEZ VILLA, A, Patiño y Campillo. Reseña histórico-biográfica de estos dos ministros
de Felipe V. Formada con documentos y papeles inéditos y desconocidos en su mayor
parte. Madrid, 1882.
RODRIGUEZ VILLA, A, Zenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada. Ensayo biográfico
formado por documentos en su mayor parte originales, inéditos y desconocidos, librería
de M. Murillo, Madrid, 1878.
SÁNCHEZ ASTUDILLO, M, Prosistas de la colonia, siglos XV-XVIII, Biblioteca ecuatoriana
mínima, Quito-Ecuador, 1960.
SANZ HERNÁNDEZ, A, “El método biográfico en investigación social: potencialidades y
limitaciones de las fuentes orales y los documentos personales”, Asclepio, Vol. LVII,
enero, 2005, pp. 99-115.
SAUNIER, A Y GARCÍA GIMÉNEZ, R, “Recursos naturales observados y/o descritos en la
expedición a Perú (1735-1744) aportados por los españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa
de la Torre-Guiral”, Tecnología y desarrollo, nº5, 2007, pp. 1-18.
SEMPERE Y GUARINO, J, Ensayo de una Biblioteca española de los mejores escritores del
reynado de Carlos III, Gredos Madrid, 1789, Tomo V-VI.
SOLANO, F DE, Antonio de Ulloa y la Nueva España. Con dos apéndices Descripción
geográfico- física de una parte de la Nueva España de Antonio de Ulloa y su
correspondencia privada con el virrey don Antonio María de Bucareli, Universidad
Nacional Autónoma de México, México, 1979.
314
SOLANO, F DE, “Un viaje inédito de Antonio de Ulloa a México al Mando de la Flota de
Nueva España (1776-1778)”, Revista de Historia Naval, Instituto de Historia y Cultura
Naval, Año VI, nº 24, Madrid, 1989, pp. 7-28.
SOLANO, F DE, “Valor y significado de la "Descripción de la nueva España, 1778": obra
inédita de Antonio de Ulloa”, GARMA PONS, S (coord.), El científico español ante su
historia: la ciencia en España entre 1750-1850 : I Congreso de la Sociedad Española de
Historia de las Ciencias, 1980, pp. 223-228.
SOLANO, F. DE, La pasión de Reformar. Antonio de Ulloa marino y científico 1716-1795,
EEHA, UCA, Cádiz, 1999.
SUAREZ SÁNCHEZ, F, “La matrícula de mar en los virreinatos americanos y en Cartagena
de Indias. La disputa de su instauración a finales del siglo XVIII”, Historelo. Revista de
Historia Regional y Local, vol. 11, nº21/enero-junio de 2019, pp. 321-348.
TAPIAS HERRERO, E, El teniente general don Manuel López Pintado (1677-1745): ascenso
económico y social de un comerciante y marino en la Carrera de Indias. Pablo Emilio
Pérez-Mallaína (Dir.), Universidad de Sevilla, Sevilla, 2015.
TORROJA MENÉNDEZ, J. M “La observación de un eclipse de Sol por D. Antonio de Ulloa”,
Revista de Historia Naval, Año 9, nº 34, 1991, pp. 49-66.
TOWSEND, J, Viaje por España en la época de Carlos III (1786-1787), Turner, Madrid,
1988.
TRAVIESO, J. M “Biografía de D. Antonio de Ulloa”, copiada de pavia, f. de, Galería
biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la
misma corporación desde 1700 a 1868, imprenta de J. López, Madrid, 1873, tomo III,
pp. 639-653.
VALVEY, L. F, “La reforma de la metalurgia española en el siglo XVIII tras le viaje de don
Jorge Juan y don Antonio de Ulloa a la América Meridional”, 2º Congreso de Historia
Militar, Temas de historia militar, vol. 3, Zaragoza, 1988, pp. 72-84.
315
VERAS, E, “Historia de vida: ¿un método para las ciencias sociales?”, Cinta moebio, 39,
Universidad de Chile, 2010, pp. 142-152.
WALKER, G. J, Política española y comercio colonial, 1700-1789, Ariel, Barcelona, 1979.
WHITAKER, A. P, “Antonio de Ulloa, the Deliverance and the Royal Society”, Hispanic
American Historical Review, nº. 46, 1966, pp. 357-370.
WHITAKER, A. P, “Antonio de Ulloa”, Hispanic American Historical Review, vol. 15, nº 2,
Durham, 1935.