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Dimensiones polticas del dilogo intercultural. Patrimonios de conocimiento y luchas sociales1
Samuel Araujo
Universidad Federal de Ro de Janeiro
Este artculo discute las dimensiones polticas del dilogo intercultural, puesto en
prctica a travs de procesos de patrimonializacin en el mbito de la cultura, y las
implicaciones de estos en sus respectivos contextos de produccin. En este sentido, mi
intencin es reflexionar sobre los potenciales y los desafos poltico-epistemolgicos que la
colaboracin implicada en el dilogo intercultural tiene para la experiencia etnogrfica, as
como para el desarrollo de experiencias de coautora nativa. Cmo se pueden llevar a la
prctica estas dos estrategias en contextos de reconocimiento y agenciamiento de saberes en
los cuales frecuentemente se evidencian relaciones asimtricas de poder, desigualdad y
explotacin? El camino de mi reflexin comprende: 1) el examen sinttico de literatura crtica
reciente en las ciencias humanas sobre el trabajo colaborativo y la coautora nativa (en cierta
medida, tambin sobre el trabajo aplicado), de cara a un contexto mundial profundamente
transformado; 2) la exposicin del papel desempeado por determinados objetos de las
polticas de patrimonializacin, como las llamadas artes, y particularmente la msica, en
abrir camino a un postura ms colaborativa y coautoral entre sus diversos agentes; y 3) la
discusin sobre las perspectivas abiertas a los procesos de patrimonializacin por un proyecto
de investigacin colaborativa de largo plazo (2003-2012) y coautoral de la praxis sonoro-
1 Traduccin del portugus de Giselle Nova Varela. El autor agradece al grupo de investigacin
interinstitucional del proyecto Mercado, consumo y patrimonializacin. Agentes sociales y expansin de las industrias culturales en Colombia (ICANH-Colciencias, n.o 743-2009), en especial a los investigadores Margarita Chaves, Marta Zambrano y Mauricio Montenegro, por la invitacin a participar
en el proyecto y en sus dos seminarios realizados en 2011 y 2012, as como por la acogida en Bogot
durante este tiempo. El apoyo al proyecto de investigacin Msica e memria na luta pela cidadania fue concedido por las siguientes instituciones: Conselho Nacional de Pesquisa e Desenvolvimento Cientfico
e Tecnolgico (CNPq), y las becas de Produtividade em Pesquisa (2010-2014) y de Iniciao Cientfica
(2011-2013). Tambin recibi auxilio financiero a travs del Edital Universal no. 2 (2011), la Fundao
Carlos Chagas de Amparo Pesquisa do Rio de Janeiro (FAPERJ), diez becas Jovens Talentos a alumnos
de escuelas pblicas de educacin media y el Convnio Petrobrs-COPPETEC-UFRJ (2011-2013), becas
de Iniciacin Cientfica.
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musical, en el espacio social de una favela de Ro de Janeiro, producida con y por sus
residentes.
Colaboracin, participacin y etnografa: una revisin preliminar
Cada vez es ms amplia la literatura en antropologa y en otros campos disciplinares de base
etnogrfica que ha venido insistiendo en la necesidad de autocrtica de sus presupuestos y de
adopcin de nuevos modelos de investigacin, de cara a la igualmente creciente
concientizacin global sobre los condicionamientos polticos y el poder de las representaciones
acadmicas de experiencias interculturales, y al desequilibrio poltico-econmico en el que
tales representaciones se elaboran y se ponen en prctica2. De manera concomitante, parte de
esa literatura ha asumido la tarea de repensar los modos de produccin de conocimiento con
miras a la construccin de un dilogo polticamente autoconsciente y explcito en los propios
procesos de investigacin. Para ello se ha reformulado el peso epistemolgico de la
colaboracin de los sujetos investigados, algo que, por lo menos en Brasil, tambin ha sido una
preocupacin constante de las polticas de patrimonializacin, inscrita en sus documentos
clave. En estas son comunes las referencias a la participacin y colaboracin de los
productores de los bienes patrimonializables en los procesos de inventario y acciones de
salvaguardia, bien sea en las investigaciones en campo o en la gestin de los procesos,
propuestas de un modo muy general, sin especificar los mecanismos a travs de los cuales tal
participacin podra ocurrir3.
De acuerdo con el antroplogo radicado en Estados Unidos Luke Eric Lassiter (2005),
uno de los ms comprometidos de esta corriente, incorporar la colaboracin y la coautora
nativa en la investigacin se convirti, ms que en una cuestin de eleccin, en una necesidad
2 Para una retrospectiva, vase Instituto de Patrimnio Histrico e Artstico Nacional (Iphan) (2010). En
lengua inglesa son ampliamente conocidos el texto de Clifford y Marcus (1986) y el de Marcus y Fischer,
1986), para citar apenas dos ejemplos. 3 Pese a que esta preocupacin se hace explcita en este y otros documentos, hay cierta ambigedad en las
definiciones propiamente dichas de los portadores del saber y de sus respectivos modos de participacin, en algunos casos restringida a las acciones de salvaguarda despus del reconocimiento formal del Estado, y en otros, admitida durante la elaboracin de inventarios bajo la condicin de recibir
entrenamiento por parte de especialistas del Estado.
3
de cualquier trabajo etnogrfico, de cara al actual contexto mundial de relativizacin radical de
la autoridad monolgica del mundo acadmico, de informacin en red y de imbricacin
extrema entre determinantes locales y globales. Esto trae como consecuencia la necesidad de
una mayor politizacin del trabajo acadmico en las ciencias humanas, que ya no son ms
capaces de reivindicar la neutralidad o el distanciamiento frente a los procesos que analizan.
Segn Lassiter (2005), la dimensin poltica presente en las diversas nociones de colaboracin,
coautora y aplicacin tiene una larga historia, aunque no reconocida en el seno de la
antropologa acadmica o mainstream, que se puede trazar desde el compromiso de Lewis
Morgan con las luchas polticas de la sociedad iroquesa a mediados del siglo XIX. De hecho,
prosigue Lassiter, el anlisis de Morgan sobre la vida social iroquesa, expresado en su League
of the Ho-de-no-sau-nee, or Iroquois (1851), debe mucho a la colaboracin de Ely S. Parker, o
Ha-sa-ne-an-da, nativo de aquella sociedad, hasta el punto de considerar que ciertos pasajes
del libro seran tan solo transcripciones de las palabras de Parker o textos de su autora4. Es
interesante tambin comentar la importancia de la conexin directa resaltada por Lassiter
entre colaboracin y aplicacin (sin entrar en el mbito de la eventual coautora) en el trabajo
firmado por Morgan, cuya lectura tanto impact a Karl Marx y Friedrich Engels (Tible 2011),
dos autores cuyos trabajos planteaban una aplicacin poltica. Marx incluso lleg a
reconsiderar en su obra tarda su pensamiento sobre los modos de vida de la sociedad de
acumulacin primitiva, ya no como simples estadios evolutivos sino como ejemplos de
inters para la reinvencin socialista de las relaciones sociales y econmicas (vase Roseberry
1997).
En su exgesis de las interrelaciones entre compromiso poltico y colaboracin entre
etngrafos y miembros de las comunidades estudiadas por ellos, Lassiter expone un
sinnmero de ejemplos desde el final del siglo XIX hasta el inicio del siglo XX, como los de Franz
4 Esta impresin es resaltada, segn Lassiter, al inicio del libro en la dedicatoria de Morgan a Parker,
como fruto de nuestras investigaciones conjuntas.
4
Boas, en Estados Unidos, y Maurice Lienhardt, en Francia. Destaca en particular una tradicin
institucional continua y de larga duracin establecida en el Bureau of American Ethnology,
creado en 1879 en Estados Unidos como una unidad de investigacin del Smithsonian
Institution enfocada en las sociedades nativas norteamericanas. Como comentar ms
adelante, el trabajo del Bureau es tambin de importancia seminal para el campo de la
etnomusicologa. Una de sus investigadoras ms activas es Alice Fletcher, cuyo trabajo
colaborativo con Francis La Fletsche, un nativo de la sociedad omaha, result en publicaciones
sobre msica y otros aspectos de la vida social en los que seal explcitamente la
participacin nativa o la coautora.
Por tanto, el trabajo de Lassiter, reseado aqu apenas superficialmente, da cuenta de
ms de un siglo de antropologa fuertemente asentada en la colaboracin, en ocasiones en
coautora con miembros de las sociedades investigadas, que ha tenido como
direccionamientos distintivos generales: 1) la realizacin de trabajos de largo plazo o de
duracin abierta; y 2) la negociacin contextualizada es decir, en terreno de objetivos,
interpretacin y formas de textualizacin y difusin (por ejemplo, textos verbales mezclados
con performances musicales, entre otros), sin descartar la posibilidad de presentar en un
mismo texto puntos de vista divergentes sobre aspectos de las investigaciones conjuntas.
No obstante, una resea crtica tan abarcadora como la de Lassiter aqu mencionada
deja de lado otras corrientes colaborativas, coautorales y aplicadas en estudios sociales con
objetivos semejantes (esto es, de dar voz y poder de autorrepresentacin al otro) e incluso
otras ms ambiciosas. Menciono aqu dos de estos trabajos, de gran repercusin internacional,
desarrollados bajo el agitado escenario poltico latinoamericano de los aos sesenta y setenta,
respectivamente por Paulo Freire, con su Pedagogia do oprimido (1970), y Orlando Fals Borda
(2009), uno de los pioneros de la investigacin-accin participativa. Sin duda, resulta muy
difcil sintetizar aqu los contextos particulares de sus respectivos trabajos y sus complejas y
relativamente distintas matrices tericas, convergentes pese a haberse desarrollado por un
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buen tiempo en desconocimiento mutuo. Aun as, me interesa sealar una diferencia
fundamental entre el trabajo etnogrfico colaborativo tan detalladamente mapeado por
Lassiter, con su innegable potencial poltico de dar voz y autoridad al nativo, y el compromiso
radical de Freire y Fals Borda con el cambio social, no solo en trminos micropolticos, como el
que puede resultar de las colaboraciones de largo plazo y la produccin de textos en coautora
reseadas por Lassiter (referido en trminos como empowerment, autoestima, etc.), sino
tambin en trminos macropolticos, en un proyecto de accin contra o en rompimiento con el
statu quo. Este se relaciona con las luchas por el control del estado o, como es frecuente en el
activismo indgena, con el abierto cuestionamiento a la legitimidad de la propia nocin de
estado (al respecto, vase Fals 2008).
As, en el trabajo de estos dos sentipensantes5 latinoamericanos resuenan las nociones
socialmente naturalizadas de opresin, violencia y explotacin inscritas en visiones de mundo
ms amplias tomadas como base de sustentacin del statu quo. Mientras que Lassiter parece
considerar epistemolgicamente suficiente construir un dilogo slido intersubjetivo entre
investigadores e investigados, Freire y Fals Borda, haciendo eco del Marx de las Tesis sobre
Feuerbach, plantean la crtica y el rompimiento radical con la violencia estructural del statu
quo como su punto de inflexin decisivo. En el estudio de caso discutido ms adelante en este
trabajo, me extender sobre las implicaciones de este conjunto de perspectivas colaborativas,
desde la valorizacin de la llamada voz nativa hasta la bsqueda de una ruptura con el statu
quo, para reflexionar sobre las relaciones entre el mercado, el consumo y los procesos de
patrimonializacin de la cultura.
Arte, msica e investigacin colaborativa: implicaciones recprocas
5 Trmino acuado por Fals Borda para referirse al intelectual involucrado en el proyecto de
investigacin-accin participativa y a su praxis atenta a los contextos de violencia y dominacin en su
dilogo con los grupos con los que trabaja.
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Como ha sido discutido por un sinnmero de autores identificados con la investigacin
colaborativa, una vez se han abierto caminos de negociacin de intereses, metas,
aproximaciones, enunciacin de resultados y modos de difusin a travs del trabajo colectivo
entre etngrafos acadmicos y sus interlocutores, ahora reconocidos como investigadores,
estos pueden presentar a los primeros, es decir, a los etngrafos en sentido estricto, nfasis e
intereses que pueden llegar a ser distintos de aquellos vistos como prioritarios en el debate
ms limitado al medio acadmico (Katzer y Samprn 2012; Lassiter 2006). Un ejemplo bastante
comn de este eventual conflicto de intereses entre investigadores e investigados proviene del
acento que muchas sociedades en las que trabajaban los etngrafos entre el final del siglo XIX
y mediados del siglo XX les daban a manifestaciones pertenecientes a lo que se podra traducir
como artes, incluida la msica (Araujo y Salgado 2011). Tan pronto como se asumen estas
prioridades nativas como objetos de investigacin, frecuentemente se desplaza el foco,
aunque sin apartarse del todo, de temas ms valorados en las formaciones discursivas
sociocientficas, como las estructuras de poder, los ritos de paso, la religin y las prcticas de
curacin.
Volver a la contribucin de Alice Fletcher y su principal interlocutor omaha, Francis La
Flesche, en el trnsito entre los siglos XIX y XX, puede iluminar el potencial del trabajo
colaborativo y su naturaleza negociada en la construccin de saberes para responder,
simultnea y ms horizontalmente, a los valores e intereses de las diversas partes
involucradas, con potencial efecto en los procesos y las implicaciones de la patrimonializacin.
Desde la publicacin inicial de A Study of Omaha Music en 1893, firmada exclusivamente por
Fletcher (1994), se registra la mencin cuidadosa del papel del informante en el proceso de
investigacin, cuyo enfoque debi mucho al hecho de que La Flesche fuera un cantante de
valor reconocido entre los omaha, con gran conocimiento del repertorio. Sin embargo, el
trabajo investigativo conjunto sobre la msica tuvo que superar algunos prejuicios de la
investigadora, como admiti Fletcher al inicio del libro:
7
Mis primeros estudios resultaron pobres y llenos de dificultades, dificultades que, despus entend, eran producto de ideas preconcebidas, influencia de las teoras generalmente aceptadas sobre la msica salvaje. Los sonidos, las escalas, los ritmos y las melodas que oa, y que despus de meses de trabajo se afirmaran como hechos indiscutibles, permanecan ajenos a esas teoras y yo no los poda hacer coincidir. Por un tiempo considerable estuve ms inclinada a desconfiar de mis odos que de mis teoras, pero cuando intent establecer hechos que concordasen con tales teoras, solamente llegu al fracaso. (Fletcher 1994, 8) Superados tales prejuicios y con la ayuda de los omaha, particularmente de La
Flesche6, el trabajo de Fletcher se destaca notoriamente de los anlisis de msica hechos por
otros autores durante la misma poca, e incluso ms tarde, como bien lo seala Myers (1994),
por su nfasis en los modos y contextos de performance apropiados para las canciones y en las
emociones suscitadas por su presentacin. Fletcher atiende, por tanto, a la experiencia de
campo en gran sintona con las tendencias autocrticas recientes en la antropologa y en
campos afines. Aun as, desde la primera publicacin del anlisis etnogrfico de Fletcher, a este
se le incluye como apndice un extenso artculo sobre la msica de los omaha firmado por su
contemporneo James C. Fillmore, profesor de msica en Estados Unidos e influyente autor de
libros sobre teora musical, en el sentido restricto que Fletcher da al trmino. En su estudio,
Fillmore se apoya en sus propios arreglos para piano de los cantos omaha, basados en las
transcripciones de Fletcher que el mismo msico admite haber corregido. De este modo
hace explcita su intencin prioritaria de servir a los lectores no nativos de un modo
convincentemente cientfico y objetivo.
Puede decirse que, aun despus de ms de un siglo de autocrtica e innovaciones
terico-metodolgicas en los campos de la antropologa de la msica y de la etnomusicologa,
tales modos de constitucin de un objeto por criterios ajenos a los de los sujetos de las
prcticas de su produccin continan sirviendo, aunque tal vez de un modo menos explcito, a
la legitimacin y valoracin por excelencia del trabajo acadmico en los campos de la
antropologa y la etnomusicologa. Esto se refleja hasta hoy en definiciones de patrimonio de
6 Para discusiones ms detalladas de esta larga y compleja colaboracin, vanse Myers (1994) y Lassiter
(2006).
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polticas pblicas y en acciones de grupos e individuos en torno al patrimonio cultural. Ejemplo
de ello son las nociones de msica y tradicin que aparecen en no pocas acciones,
discursos y polticas de los medios acadmicos y extraacadmicos como productos
naturalizados de un proceso histrico de reduccin de diferencias conceptuales. En el primer
caso, reflejan los compartimientos del cuadro kantiano de las artes; en el segundo, sugieren
resistencia a la modernidad y la innovacin, entendidas como procesos de desarrollo
unilineales y devastadores en trminos socioambientales; y en ambos, suprimen visiones de
mundo alternativas que son percibidas como obstculos o residuos frente a la trayectoria del
capitalismo.
Con todo, a partir de los aos setenta se han desarrollado investigaciones bajo
circunstancias y criterios relativamente distintos, que inmediatamente suscitaron discusiones
sobre su grado de distanciamiento y objetividad. En la etnomusicologa, por ejemplo, surgieron
investigadores que no trabajaban en universidades, sino en sectores de la administracin
pblica, como museos y rganos de gobierno, quienes reflexionaban sobre cuestiones
etnogrficas relacionadas con el trabajo en archivos, museos y hasta en empresas fonogrficas
especializadas. A sus contribuciones se les sumaron luego trabajos de naturaleza aplicada,
realizados por acadmicos en colaboracin con sus interlocutores, que apuntaron a la difusin
de sus resultados en soportes diferentes del libro y del artculo acadmico, como discos y
filmes, y expandieron la nocin de soporte mediante la realizacin de eventos. Determinados
foros de discusin, como congresos y simposios, al igual que nmeros especiales de peridicos
acadmicos, abrieron entonces espacio a concepciones colaborativas, participativas y
aplicadas de investigacin, e instauraron en el seno del propio campo acadmico un debate de
naturaleza simultneamente poltica-intelectual en torno a la legitimacin de nuevos papeles,
objetos y formas de produccin de saber. Este segua de cerca las contribuciones de los
nmeros especiales de Ethnomusicology (vol. 36, n.o 3, 1992), sobre el papel del investigador
en la administracin pblica, y de World of Music (vol. 36, n.o 2, 1994), sobre iniciativas de
9
trabajo colaborativo en Australia, inspiradas en gran medida en Paulo Freire y cuyo resultado
fue la fundacin del Center for Aboriginal Studies of Music (CASM) en la dcada del setenta.
Como seal en un artculo reciente (Araujo 2009), una cantidad importante de casos
interesantes de investigacin aplicada y colaborativa vienen siendo presentados por
etnomusiclogos que trabajan en las ciudades en donde residen y que dan cuenta en detalle
de sus modos de negociacin de lugar y agencia junto a los diversos sujetos involucrados en los
procesos de investigacin que desarrollan (Araujo y Grupo Musicultura 2006a, 2006b; 2010;
Araujo y Salgado 2011; Cragnolini 1999; Reyes-Schramm 1987; Reyes-Schramm y Hemetek
2007; Shelemay 1988, 2008). Las mltiples y frecuentemente intricadas cuestiones polticas en
estos escenarios tambin demuestran las limitaciones de la formulacin de objetivos de
investigacin de corto plazo en procesos de larga duracin, as como los potenciales de
modelos de investigacin basados en modos ms horizontales de colaboracin intercultural
para abrir nuevas direcciones terico-metodolgicas en el campo de la etnomusicologa. Esta
praxis de investigacin colaborativa puede incluir formas distintas, algunas veces combinadas,
de pensamiento-accin conjunta entre sujetos acadmicos y no acadmicos, como la
organizacin de festivales (Hemetek 2007), la realizacin de investigaciones conjuntas que
resultan en publicaciones en revistas especializadas (Araujo y Grupo Musicultura 2006a,
2006b), el desarrollo de polticas pblicas (Araujo 2009, 2012), de investigaciones relacionadas
con disputas legales o paralegales en el corto o el largo plazo (Impey 2002; Newsome 2008), y
la participacin de no acadmicos como expositores en foros acadmicos (Andrade Silva et al.
2008), entre otras.
Aunque la investigacin colaborativa entre sujetos acadmicos y extraacadmicos es
hoy una tendencia creciente y con mltiples variantes en el campo de la investigacin
etnogrfica-musical7, no hay, simultneamente, ningn consenso sobre si puede o no ser
7 Vase, por ejemplo, el establecimiento de una Seccin de Etnomusicologa Aplicada en el marco de la
Sociedad para la Etnomusicologa, en Estados Unidos, y de un Grupo de Estudios en Etnomusicologa
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reconocida como una forma de produccin de conocimiento segn los criterios de legitimacin
acadmica de distanciamiento, imparcialidad y objetividad. As, no es raro que este tipo de
trabajo sea rotulado de forma defensiva o peyorativa, incluso por algunos de sus practicantes,
como una actividad de extensin universitaria o educacional8. Otro eufemismo, el adjetivo
aplicado, ha sido empleado muchas veces para indicar que el verdadero conocimiento fue
producido en otra instancia, la investigacin propiamente dicha, realizada exclusivamente
por el investigador acadmico y validada en su propio crculo, y no en los procesos de
colaboracin. En contraste, se puede argumentar, como hice en otro artculo (Araujo 2008),
que en este sentido los resultados de una investigacin que son mantenidos en silencio en los
estantes de una biblioteca universitaria, como tesis y disertaciones que atribuyen capital
acadmico a sus autores, tambin pueden considerarse como aplicados, solo que para fines
ms limitados.
Se defiende aqu, por lo tanto, que si la autocrtica del estatuto de conocimiento en
disciplinas de base etnogrfica exige un desplazamiento de los ideales modernos de
objetividad (Pelinski 2000), estas deberan abrirse a niveles ms altos de reflexin sobre la
pretendida neutralidad de sus modos de pensar y producir conocimiento en dilogos
interculturales (Araujo 2008), y dedicarse simultneamente a nuevos experimentos de
investigacin intracultural (Nettl 2004). Esto quiere decir que tendran que volver al estudio de
las sociedades en las que viven los investigadores acadmicos, reconociendo y exponiendo en
su trabajo los muchos dilemas polticos que afectan estas interacciones.
Frente a lo que ve como imperativos de la era posmoderna que demanda nuevas
ecuaciones investigativas, Ramon Pelinski (2000) esboza siete premisas a ser consideradas en
la investigacin etnogrfico-musical: 1) reconocer continuos entre msicas territorializadas y
Aplicada, en el mbito del Consejo Internacional para la Msica Tradicional, la entidad acadmica ms
importante en el campo de la etnomusicologa a escala internacional. 8 El autor de este texto ha sido confrontado, no en pocas ocasiones, con esta postura por parte de algunos
destacados colegas, aun despus de que estos hubieran asistido a las presentaciones orales realizadas en
foros acadmicos por colectivos heterodoxos de acadmicos y no acadmicos, que para tal efecto haban
pasado por la evaluacin de especialistas annimos.
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desterritorializadas, as como entre sus contextos real y virtual de produccin, difusin y
consumo, que permiten la aparicin de nuevas formaciones identitarias; 2) reconceptualizar la
etnografa musical desplazndose de las ideas de recoleccin de campo y de traduccin de
sistemas de pensamiento y taxonomas nativas, hacia una mayor reflexividad que pase por el
escrutinio ms fino de las relaciones entre investigadores e investigados; 3) distanciarse del
ideal de estudio del otro extrao en direccin al otro entre nosotros, encontrado en las
fracturas de formaciones sociales hegemnicas, con nfasis en culturas substancialmente
vividas por el investigador; 4) asumir una postura autocrtica frente a la autoridad etnogrfica y
preguntarse siempre quin representa a quin, de modo atento a la identificacin de la
posicin de los (co)autores en cuanto sujetos; 5) construir texturas polifnicas en el texto
etnogrfico (aqu comprendido ms que como un texto verbal, pues se incluye, por ejemplo, la
organizacin de un festival o la realizacin de un video documental), mediante la yuxtaposicin
de diferentes, y eventualmente contradictorias, posiciones sobre asuntos claves del mismo; 6)
escritura de textos colaborativos que abarque coautoras y mltiples negociaciones con los
diversos agentes sociales involucrados en el estudio; 7) intensificacin de aproximaciones
interdisciplinarias9.
El antroplogo Charles R. Hale (2007) nos recuerda cmo la experiencia del
investigador acadmico en colaboracin con instancias extraacadmicas puede ser difcil y
estimulante a la vez, al comprender una serie de intereses en conflicto, algo usual entre los
propios interlocutores extraacadmicos que tambin pueden entrar en confrontacin con la
formacin y las expectativas del investigador. En la prctica, argumenta Hale, tales conflictos
emergen a medida que los intereses polticos velados o explcitos de las instancias
extraacadmicas chocan con los postulados de objetividad y neutralidad acadmicos que, no
9 No es mi intencin aqu confrontar la sugerencia de Pelinski de que la investigacin interdisciplinar
representa una respuesta al descrdito de las teoras totalizantes, sino solamente sealar brevemente que la
interdisciplinaridad tambin fue central en algunas de las teoras a las que parece referirse. Esto nos
permite pensar que llevar hoy tanto a aquellas teoras como a las aproximaciones que de ellas derivaron
en interrogantes sin precedentes podra conducir a nuevas e interesantes formulaciones.
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obstante, cargan sus propios presupuestos polticos. Recordando a Bourdieu (1984), construir
eufemismos a partir de tales presupuestos en favor de la legitimacin de un conocimiento
acadmico, ubicado supuestamente ms all de la poltica, se inculca desde el inicio de la
formacin del investigador acadmico y reaparece en escenarios ms avanzados, como
criterios para la publicacin y la financiacin de investigaciones, etc.
Como ha sugerido Hale, el papel de lo que denomina antropologa activista, que tanto
evoca a Fals Borda como a Freire, no es solamente sealar las implicaciones polticas de cada
acto de conocimiento sino producir un salto cualitativo en trminos terico-metodolgicos,
posibilidad abierta por el involucramiento activo con la realidad social a travs del trabajo
colaborativo. En sus propias palabras:
Nosotros [en Estados Unidos] procuramos e imaginamos una relacin de perfecta convergencia entre antroplogos y nuestros aliados. Cuando las contradicciones aparecen, se convierten en causa de desilusin, frustracin, e incluso de abandono de la iniciativa. Alternativamente, defiendo que la antropologa activista alcanza mejores resultados de investigacin precisamente porque sus practicantes estn obligados a vivir e involucrarse con estas contradicciones en mayor medida que aquellos que practican mtodos de investigacin convencionales. (Hale 2007, 104-105)
Esa situacin tiende a presentar desafos inmensos para la estabilidad y la legitimacin
de experimentos colaborativos, pero no puede ser obliterada en una escena global cada vez
ms integrada y crecientemente politizada, y quiz menos an en investigaciones prximas al
lugar de residencia del investigador, en el que actan directamente los varios sujetos en
interaccin (investigadores, comunidades investigadas, instituciones etc.) como agentes
polticamente interesados en procesos sociales de duracin prolongada o vitalicia. En esta
reconsideracin de la teora y la prctica del dilogo intercultural son elementos claves:
nuevos sujetos de investigacin; estrategias interdisciplinares y nuevas formas de produccin
de conocimiento; colaboracin entre mltiples sujetos sociales e instancias institucionales;
cambios en criterios y prcticas institucionales, especialmente acadmicas; pero, por encima
de todo, conciencia micro y macropoltica de las asimetras, las jerarquas y la explotacin. As
reconsiderado, este dilogo ejerce una presin ms incisiva sobre las premisas y las
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manifestaciones del compromiso acadmico con los individuos e instancias colectivas con las
cuales los acadmicos trabajan. As mismo exige accin tanto intelectual como material en
trminos distintos a los que se establecen cuando su interaccin se diluye en ambientes
institucionales relativamente seguros, como los foros acadmicos y gubernamentales. Tal
dilogo requiere tambin de la atencin cuidadosa a la mirada de intereses, alianzas y
estrategias que son constantemente recreadas en contextos complejos y en permanente
cambio, lo que revela la urgencia de experimentos metodolgicos no ortodoxos en
consonancia con aproximaciones ms sensibles a las dimensiones polticas de las relaciones
humanas. En la seccin siguiente pongo en discusin el relato de uno de esos experimentos.
Dimensiones polticas de la produccin de patrimonio cultural
En 2001, la Universidad Federal de Ro de Janeiro (UFRJ) fue sede del 36. Congreso
Mundial del Consejo Internacional de Msica Tradicional (ICTM, por sus siglas en ingls), que
tuvo como uno de sus cuatro temas centrales Las relaciones entre los etnomusiclogos y los
pueblos con los cuales trabajan. A partir de los proyectos de investigacin de dos alumnos de
maestra (Cambria 2002; Marques 2003), el Laboratorio de Etnomusicologa, ncleo de estudio
entonces incipiente de la universidad, ya vena dedicndose a la lectura, discusin y prctica de
trabajos de naturaleza aplicada, basados en procesos de negociacin de intereses y en
estrategias de investigacin entre investigadores y habitantes de las comunidades cuya msica
se tornara foco, aunque no exclusivo, de los estudios en cuestin. La presentacin de estos dos
trabajos durante el congreso del ICTM, as como de otros producidos en Brasil y en el exterior
con una dimensin aplicada explcita, atrajo la asistencia de representantes de organizaciones
no gubernamentales de Ro de Janeiro que trabajaban, o buscaban dar inicio a algn tipo de
trabajo, en el sentido de lo que el autor norteamericano George Ydice (2006) identific como
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una movilizacin de la cultura como recurso10. Al menos dos de ellas haban manifestado
anteriormente su intencin de asociarse con la universidad, en particular con el laboratorio,
para realizar algn tipo de trabajo sobre msica.
A raz de la proximidad de su rea de actuacin con el campus de la UFRJ, aspecto
priorizado a partir de 2003 para el establecimiento de programas de extensin universitaria por
la recin electa rectora de la universidad, se resolvi profundizar las conversaciones con el
Centro de Estudios y Acciones Solidarias de Mar (CEASM)11. Mar es la denominacin ms
amplia con la cual se conoce un rea contigua a la universidad, de contornos un tanto
indeterminados, compuesta por diferentes favelas de Ro de Janeiro, en la que vive una
poblacin estimada de 135.000 habitantes. A partir de presiones comunitarias de las cuales los
futuros fundadores del CEASM fueron protagonistas, en 1994 el Ayuntamiento de Ro de
Janeiro instituy oficialmente el barrio Mar con base en una delimitacin entonces posible,
pero hoy, segn los habitantes, desfasada. El CEASM fue creado en 1997 por el grupo de
habitantes y exhabitantes que haban trabajado por el reconocimiento de Mar como parte de
la ciudad, algunos de los cuales haban militado antes en partidos polticos, asociaciones de
habitantes o entidades del ala progresista de la iglesia catlica, en especial en las comunidades
eclesisticas de base. En ese entonces, la Universidad Federal de Ro de Janeiro ya participaba,
a travs de proyectos de extensin en las reas de salud y educacin, de las acciones seminales
que llevaron a la creacin del CEASM, y ms puntualmente a travs del trabajo, en tanto
participantes activas de las asociaciones de habitantes, de dos servidoras igualmente activas en
el movimiento poltico-sindical de la universidad durante el periodo de redemocratizacin de
mediados de la dcada del ochenta. De este esfuerzo surgieron varias iniciativas de
movilizacin local, entre ellas el Censo Mar 2000 (CEASM 2003), resultado de la accin
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Vase, sin embargo, la crtica a la historizacin del fenmeno que hace Ochoa (2002), en la que expone
que no es tan nuevo, por lo menos en Amrica Latina. 11
Sin familiaridad previa con el campo de la etnomusicologa, los gestores del CEASM haban tenido
experiencias anteriores en la educacin de prctica y construccin de instrumentos musicales. La idea
inicial de mapeo de prcticas locales surgi despus de varias reuniones preparatorias con el equipo de la
universidad.
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conjunta del CEASM, instancias del gobierno municipal, el Instituto de Investigacin Aplicada
Avanzada (IPEA) rgano del gobierno federal dedicado a investigaciones sobre cuestiones
conectadas al desarrollo socioeconmico y la Escuela Nacional de Ciencias Estadsticas
(ENCE). La etapa de preparacin y la aplicacin de instrumentos de recoleccin de este censo
se produjo entre 1999 y 2000, con un contingente de residentes como encuestadores
voluntarios orientados por tcnicos del IPEA y de la ENCE, mientras que la etapa de tabulacin
de resultados fue terminada en 2002 con la ayuda de los maestros de la UFRJ (Sousa 2002).
Desde entonces, segn admiten los representantes de ambas partes, ha habido
altibajos en los intercambios entre la universidad y el CEASM, tambin en funcin de los
rumbos tomados por la sociedad brasilera como un todo en su largo y doloroso viaje hacia la
(re)democratizacin, que puso frente a algunos de los principales actores la tarea de asumir
nuevos roles, a veces en nuevos contextos regionales y nacionales. De todos modos, el trabajo
conjunto entre el Laboratorio de Etnomusicologa y el CEASM, con miras a una investigacin
sobre la msica local, como fue definida en principio, debe ser comprendida como
parcialmente retomada de un largo e intermitente proceso de colaboracin entre la
universidad y la organizacin de base comunitaria. Este nuevo ejercicio comenz con reuniones
entre investigadores del laboratorio y algunos dirigentes del CEASM en una de las
dependencias de este ltimo para la definicin de objetivos comunes y la elaboracin de un
proyecto inicial. Despus de la primera de ellas, aconteci un hecho de gran inters para la
discusin sobre patrimonializacin, mercado y consumo. Uno de los dirigentes, con formacin
universitaria, funcionario del rea de administracin pblica y evidente conocedor de msica
popular, historia y referencias culturales locales, expres su temor de que una investigacin
sistemtica probablemente imaginando los moldes acadmicos convencionales referidos a la
teora musical en el sentido antes aludido por Alice Fletcher no pudiera encontrar un
campo suficientemente frtil en la poca (2003), dado que las posibles fuentes de inters
podran no estar disponibles (habitantes fallecidos o que residan en regiones distantes) o
16
encontrarse desactivadas (por ejemplo, grupos carnavalescos o de otra naturaleza, por
circunstancias relacionadas con la creciente violencia asociada al trfico de drogas). Pasados,
sin embargo, algunos minutos de su expresin de temor, el mismo dirigente comenz a
enumerar una gran cantidad de nombres y lugares en los que la investigacin podra iniciarse
con provecho, a tal punto que provoc mi comentario de que tal vez ya podramos escribir un
primer artculo tan solo sobre aquella conversacin.
Despus de algunos meses de reuniones semejantes y de asistencia a diferentes
actividades desarrolladas por la entidad, finalmente se deline el proyecto conjunto. Se decidi
dar inicio a encuentros de formacin en investigacin con un grupo de habitantes, mediados
por investigadores del Laboratorio de Etnomusicologa, a partir de los principios participativos
de la pedagoga de Paulo Freire. Tomando como referencia una experiencia anterior en el
campo de la etnomusicologa jurdica basada en el mapeamiento y la reflexin sobre la msica,
las prcticas culturales locales y la conservacin ambiental en Sudfrica (Impey 2002), e
inspirada en principios de la investigacin-accin participativa, el recorte inicial de la
investigacin prevea la participacin de un grupo de quince estudiantes de educacin
secundaria (en Brasil, de edades entre los diecisis y los dieciocho aos), que luego fue
ampliado a veinte estudiantes. Adems de ellos, fueron seleccionados cuatro estudiantes
universitarios de la UFRJ residentes en Mar12, tres del rea de historia y una del rea de danza,
que haban participado en otros proyectos del CEASM, entre ellos el curso preparatorio para los
exmenes de acceso a la universidad (Curso Prevestibular Comunitario, ms conocido como
CPV). Este curso es una de las actividades ms estables y solicitadas en el CEASM, y en otras
entidades que mantienen iniciativas semejantes en reas de favelas y pobres de Ro de Janeiro.
Consiste no solo en cursos de refuerzo de conocimientos instrumentales para la aprobacin del
exigente concurso de las universidades pblicas de excelencia, sino tambin en educacin en
12
De los estudiantes de secundaria, trece eran mujeres y siete hombres. Entre los universitarios haba dos
hombres, ambos estudiantes de historia, y dos mujeres, una de historia y una de danza.
17
nociones de ciudadana y participacin poltica ofrecidos por profesores que generalmente
pasaron por los CPV y se graduaron o cursan carreras en diferentes reas del conocimiento.
El papel de mediacin frente al grupo de participantes, relativamente homogneo por
localizacin de vivienda pero bastante heterogneo en funcin de factores como la franja
etaria, los patrones de (auto)identificacin racial, la trayectoria social y regional, e incluso las
condiciones socioeconmicas, fue asumido por un profesor e investigador con doctorado (el
autor de este texto) y dos estudiantes de mster en el rea de etnomusicologa, as como por
un licenciado en msica de la UFRJ, tambin habitante local, que ms tarde concluira su
mster sobre el papel de la msica en la nica escuela de samba de Mar, el Gato de
Bonsucesso (Duque 2007)13.
Siguiendo los principios participativos de produccin de conocimiento de Paulo Freire
(1970), despus de or, ver y registrar en cuadernos de campo mucha informacin y
perspectivas sobre las actividades locales en las que participaron antes del inicio de las dos
reuniones semanales de formacin en investigacin, los investigadores no residentes,
formados en investigacin convencional y ms familiarizados con la literatura acadmica,
ejercieron desde el primer encuentro un papel mediador. Por cerca de dos meses durante los
dos encuentros semanales, los mediadores hacan preguntas iniciales aparentemente simples
que llegaban a desconcertar a no pocos habitantes que esperaban algo ms elaborado de
investigadores de la universidad: Que es msica para ustedes?, qu msica o sonoridades
han escuchado recientemente?. A medida que alguna conversacin flua, los mediadores
seguan con preguntas sobre lo que los residentes encontraban interesante en los
determinados repertorios de su preferencia o en los disponibles localmente, o aun sobre
paisajes sonoros especficos de Mar (por ejemplo, el constante ir y venir de coches con
sistemas de altoparlantes). Otra actividad que estimul los debates iniciales, pero no
13
A este le siguieron otros tres trabajos de posgrado de participantes del grupo de investigacin sobre la
msica en Mar: dos tesis de maestra escritas por habitantes del lugar (Andrade Silva 2009; Dias da Silva
2011) y una tesis de doctorado (Cambria 2012).
18
dificultades, fue la exhibicin de videos, editados o no, sobre la msica local, algunos de ellos
producidos por otros habitantes en uno de los proyectos anteriores liderados por los
fundadores del CEASM, entonces ya extinto, la TVMar. Estos videos mostraban,
invariablemente, algo ms que los sonidos, como imgenes de localidades reconocidas por los
participantes o la aparente tranquilidad de los habitantes al ocupar las calles en el carnaval,
algo visto hoy como peligroso. De este modo se suscitaron debates sobre la continuidad y el
cambio, as como hiptesis sobre sus condicionantes. Al tiempo, otros videos (comerciales,
etnogrficos, no editados, etc.), producidos en otros contextos y circunstancias, se intercalaron
con estos, lo que posibilit incipientes anlisis comparativos.
Pese a no estar familiarizados con las discusiones acadmicas sobre el poder de las
representaciones o sobre las luchas poltico-discursivas de la posmodernidad, observamos que
los participantes de esas discusiones, especialmente los que contaban con formacin
universitaria, comprendan rpidamente la complejidad de los procesos en los que se
involucraban. Como seal en textos anteriores (por ejemplo, Araujo y Grupo Musicultura
2006a, 2006b), los resultados en trminos de discusin verbal fueron escasos durante varios
meses. Viviendo situaciones opresivas diariamente, entre el fuego cruzado de la violencia
relacionada con el trfico de drogas y sujetas a la ausencia casi completa de alternativas,
incluyendo la falta de los servicios pblicos fundamentales, inicialmente pocas personas se
aventuraron a hacer algn comentario reflexivo ms all de las reacciones ms
inmediatamente esperables (risas, miradas significativas, bostezos, etc.).
En los encuentros durante este periodo, los estudiantes de maestra y el profesor de
msica mencionados prestaban extrema atencin a todas las reacciones as como a las
estrategias, exitosas o no, de provocacin al debate. Sus impresiones fueron eventualmente
transformadas en anotaciones de campo que alimentaron discusiones metodolgicas con el
coordinador del proyecto de cerca de hora y media de duracin, realizadas en el lapso entre
los dos encuentros semanales.
19
El contenido de estas discusiones poda variar, por ejemplo, de un anlisis detallado de
una fiesta con msica y baile ofrecida espontneamente por un residente, al de un extrao
comentario sobre el ruido atemorizador de la invasin de una de las favelas por parte de una
faccin rival a la dominante, generador de reacciones extremas, desde el debate ms
acalorado hasta el silencio ms inquietante. A partir de este tipo de observacin, los
mediadores elaboraban, en consulta con el coordinador del proyecto, posibles estrategias para
los prximos encuentros, como volver a asuntos previamente discutidos, formular nuevas
preguntas que mantuvieran algn nexo con las anteriores, o aun pasar a cuestiones
enteramente nuevas, pero siempre despus de acordar con el colectivo de habitantes qu
rumbo tomar.
Una vez se rompi, por lo menos parcialmente, lo que Freire (1970) denomina cultura
del silencio mediante conversaciones cortas o simplemente palabras aisladas, se pas a un
largo proceso de discusiones cada vez ms alejadas de las percepciones ms inmediatas,
orientadas a reflexiones ms capaces de ejercitar algn distanciamiento, que englobaban
referencias que corroboraban, ampliaban y problematizaban la experiencia directa. Cerca de
nueve a diez meses despus de iniciadas las actividades de formacin, el espacio de
intervencin de los mediadores se fue reduciendo al punto de hacerse, como mucho, una voz
ms en medio de las otras. Esto nunca llev a que se diluyeran las diferencias entre los
diversos sujetos all presentes mediadores y habitantes, o entre los propios habitantes,
pero hizo realidad lo que no pareca posible, esto es, la yuxtaposicin de estas diferentes
posiciones de sujeto, que con frecuencia se encuentran en una contradiccin que puede o no
resolverse, y que constituye en s un aspecto comn a cualquier colectivo, aunque muchas
veces es obliterado en los anlisis acadmicos en favor de generalizaciones simplificadoras.
Las relaciones internas entre los miembros de ese microcosmos social pasaron de la
paralizante desconfianza inicial a las alianzas y los enfrentamientos mutables, y as
prosiguieron las relaciones entre las cerca de cien personas que lo han conformado en diversos
20
periodos durante estos nueve aos de colaboracin. Tambin cambi el espectro sonoro-
musical durante ese tiempo. En medio de un sinnmero de cuestiones comunes a este proceso
participativo, destaco aqu dos que juzgo de inters para la discusin sobre patrimonializacin,
mercado y consumo.
En un contexto como el de Mar, en el que el estigma de ms de cien aos de
criminalizacin de la pobreza y de las favelas en Brasil se intensifica con la accin predatoria de
criminales, de la polica y de otros agentes menos visibles relacionados con el trfico de
drogas, la especulacin econmica, la corrupcin y el control privado de la poltica, la reaccin
de reserva del militante frente al proyecto de investigacin del patrimonio sonoro-musical
comentada anteriormente se amplifica, de manera an ms aguda, en la participacin de
jvenes muchas veces ya acostumbrados a sentirse fracasados y sin perspectivas en la vida. En
contraposicin, lenta y progresivamente, las estrategias participativas aqu comentadas llevan
a los habitantes a desarrollar su conciencia y algn grado de respeto, cuando no inters activo,
por la diversidad. Uno de los casos ms ilustrativos, inmediatamente constatado, fue sin duda
la poca identificacin que la mayor parte de los primeros integrantes tena con la samba, un
hecho en s interesante, siendo este gnero un cono internacionalmente conocido de Ro de
Janeiro14. Sin embargo, despus de haber concentrado buena parte de sus investigaciones
iniciales en la escuela de samba local ya mencionada, el Gato de Bonsucesso, algunos
integrantes del grupo se interesaron por los aspectos sonoros, coreogrficos y
organizacionales de la escuela, as como por su importancia histrica y social como instancia
aglutinadora de los habitantes.
Estos mismos integrantes del grupo de investigacin decidieron fundar en 2005 un
nuevo bloque de carnaval, un tipo de organizacin de samba de proporciones ms reducidas
14
Los participantes debatieron su distanciamiento relativo frente a la samba asociando este gnero con las
generaciones ms viejas, en contraposicin con la preferencia de los jvenes por el pagode romntico y el
funk, considerados ms prximos a la juventud de las favelas. Otra hiptesis en sus discusiones atribua
tal distanciamiento al hecho de la regin de procedencia de los habitantes de Mar es, directa o
indirectamente, el noreste brasilero, un rea en la que la samba no tiene una posicin preferencial.
21
que las escuelas, que aborda temas polticos. Su nombre, Se Benze Que Da, es una alusin a las
dos presentaciones que realizan anualmente atravesando toda la extensin de Mar, lo que
significa pasar por las barreras armadas de las diferentes facciones del trfico. Todos los aos,
desde 2005 hasta hoy, los integrantes de Se Benze Que Da escogen un tema, siempre de cuo
poltico y con un mensaje directo sobre la realidad de Mar, de las favelas y de la ciudad, a
partir del cual componen la msica y organizan todos los aspectos de la presentacin, como la
ropa y utilera alusiva. La msica-tema de cada ao, o samba-enredo, que antes era compuesta
por unos pocos autores individuales, hoy es elaborada en ensayos colectivos que cuentan con
la colaboracin de todos los presentes. Como en las escuelas de samba, los ensayos
constituyen una forma entre otras de recaudar fondos con la venta de comida, bebida y
camisetas, y durante estos se ejercitan los potenciales artsticos, y an econmicos, de baja
intensidad, posibilidad antes inexistente. As, un trabajo de mapeo participativo del patrimonio
sonoro-musical abre perspectivas renovadas de atribucin de valor de uso y valor de cambio,
aqu subordinadas a los propsitos polticos de habitantes y no-habitantes. Estas perspectivas
no se mantienen, sin embargo, sin tensiones internas, casi siempre ocasionadas por lo que
algunos participantes perciben, desde puntos de vista muchas veces contradictorios y en
conflicto, como desequilibrios entre lo poltico, lo artstico y lo econmico, que generan la
polarizacin de las opiniones de algunos integrantes claves. En gran medida hasta este punto
prevalecen las yuxtaposiciones de puntos de vista contradictorios y se mantiene un equilibrio
posible entre las tres dimensiones, pero con algunas fisuras irreconciliables y la ocasional
salida de alguno de los miembros ms antiguos.
Otro punto de inters para la discusin sobre patrimonializacin, mercado y consumo
es el potencial de los procesos de investigacin participativa para desvelar la violencia
simblica, como la presente en Mar, ejercida por nociones producidas por intereses ajenos o
contrarios a los de sus habitantes, que reifican determinadas prcticas sociales, multifacticas
y hasta contradictorias entre s. Esto tiene serias implicaciones en el da a da, y las discusiones
22
en los procesos participativos de investigacin aqu comentados han revelado los diferentes
modos en que en Mar se entienden categoras musicales usadas de un modo restrictivo y
reificado por la literatura acadmica, a la par con las categoras empleadas localmente pero
que tienden a permanecer absolutamente ignoradas en estudios acadmicos del patrimonio
sonoro-musical brasileo. En una investigacin cuantitativa sobre gustos, acceso y consumo
de msica, concebida y aplicada en 2006 por el grupo de habitantes aqu aludido, surgi un
nmero bastante significativo de categoras inditas en la literatura acadmica en las cerca de
mil respuestas a la cuestin qu tipo de msica usted prefiere?, entre ellas, msica que
hace pensar a la gente (para un anlisis de esta investigacin, vase Grupo Musicultura 2011).
A la matriz de pensamiento sobre los procesos de patrimonializacin y su relacin con
la formacin de mercados y patrones de consumo le hace falta, por lo tanto, preguntarse
sobre los criterios y efectos de polticas y aproximaciones an centradas en objetos
construidos en gran medida por literatura de tendencia reificadora, muchas veces ajena o
contradictoria a la praxis de produccin de los mismos objetos.
En respuesta a estos desafos, propongo que la colaboracin y el compromiso colectivo
de las poblaciones afectadas por o excluidas de los procesos de patrimonializacin
implican la difcil, mas no imposible, tarea de trascender los dualismos entre distanciamiento
e intervencionismo, poltico y apoltico, e investigacin acadmica y aplicada.
Consideraciones finales
En conclusin y como provocacin para el debate, se reafirma aqu que resulta
imperativo someter al escrutinio ms fino las formas de investigacin convencionales sobre
cuestiones relativas al patrimonio cultural, en su relacin con la formacin de mercados y sus
implicaciones en trminos de consumo. Es el caso de las investigaciones reflexivas que se
limitan a denunciar la manipulacin y explotacin de la produccin cultural como mercanca,
un proceso que, sin importar el origen o el valor moral que se le atribuya, no debe ser y con
23
frecuencia no es arbitrado por instancias acadmicas. La legitimacin del discurso acadmico
en este plano es a veces ms letal que la ciertamente cuestionable intervencin directa en los
procesos decisorios de colectivos y grupos sociales con los cuales los acadmicos interactan,
que reduce de una u otra manera la agencia de sus interlocutores para articular
autnomamente sus propias iniciativas. Al contrario, ambas aproximaciones resultan en: 1)
procesos y productos culturales fetichizados, definidos y naturalizados en trminos de
ideologas ajenas a sus productores; 2) reconfiguracin formalista de la autoridad, confirmada
por la firma autoral del acadmico; y 3) elaboracin de polticas, agendas de investigacin y
programas de elaboracin de inventarios que refuerzan an ms la hegemona del saber
acadmico, y atribuye a sus agentes la responsabilidad de definir, registrar, preservar,
promover o salvaguardar la diversidad cultural.
Como no pocas experiencias en el mundo lo indican, construir un legado ms
democrtico y transformador constituye un enorme desafo. Invocando, una vez ms, a
Orlando Fals Borda y Paulo Freire, los investigadores sentipensantes del aqu y el ahora deben
mantenerse humildemente conscientes de que los procesos y productos culturales son
permanentemente mediados y resignificados por relaciones de poder y demandan constante
accin-reflexin. Por tanto, no deben permitir que teorizaciones precarias15 se fijen de modo
reificado y opresivo en el curso de interacciones parciales, cuyo efecto ms palpable es la
consagracin casi siempre efmera de la autoridad.
Parece claro que revisar radicalmente el proceso de produccin de conocimiento
requiere de aplicacin extrema, en el sentido de un compromiso poltico reflexivo y de la
adopcin de otra praxis de investigacin, que puede involucrar: 1) la creacin de
oportunidades para que comunidades hoy marginadas del conocimiento acadmico,
legitimado sobre su propia praxis, participen en los diferentes foros que confirman o
15
Por ejemplo, textos en los que se seala de modo reificador la existencia de una relacin entre la samba
y la coexistencia pacfica en las favelas, como opuesta a una relacin inequvoca entre el funk y la
escalada de violencia de los aos noventa (ver Zaluar 2009).
24
cuestionan tal legitimacin; 2) posibilidades de conformacin de equipos de investigacin
integrados por nativos y no-nativos, acadmicos y no-acadmicos; 3) formas y usos nuevos y
autocrticos de documentacin, con nfasis en los que estimulan el debate sobre la historia y
valores de los procesos y productos en cuestin; 4) desarrollo de nuevas capacidades (por
ejemplo, documentacin audiovisual, creacin y administracin de archivos sonoros) entre
comunidades que as lo deseen y que no posean capacidad inmediata para ello; y 5)
concepcin o refuerzo de modos de difusin de conocimiento y de repositorios de
conocimiento locales, bien sea a travs de organizaciones e instituciones comunitarias o de la
promocin de eventos en los que se mezclen formas heterodoxas de reflexin-accin.
Las implicaciones ms generales de esas observaciones pueden ilustrar concepciones
alternativas de patrimonializacin, formacin de mercados y patrones de consumo de bienes
culturales, as como servir a la formulacin de una agenda poltico-epistemolgica ms
amplia, participativa y autocrtica de las relaciones humanas con base en sus saberes y
prcticas. Con la expectativa de que el debate prosiga a partir de la experiencia acumulada,
concluyo as esta parcial contribucin.
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