MATRIMONIO Y FAMILIA
Autor: Msc. Roberto Carlos Cuenca Jiménez
Docente Investigador de la UTPL
¿Qué es el Matrimonio?
El matrimonio es “La unión de un hombre con una mujer, fruto de su amor y
donación”.
El matrimonio como la plenitud del amor que es capaz de sacar a la persona de su
egoísmo para unirla totalmente a lo que ama; hace a la PERSONA más persona,
más creativa, más equilibrada, más dueño de sí mismo, en definitiva, más feliz; es
decir, se da el amor verdadero en el que los dos dejan de decir Yo, para decir
NOSOTROS; porque es eterno y fecundo.
En el matrimonio, la libertad se comprende para realizarse, y se realiza
comprendiéndose; se comprende para liberarse y se libera liberando a otro,
haciendo de él un alguien más libre, promocionando y creando los espacios para
su realización en la libertad.
El amor entre esposos implica exclusividad y lleva la impronta del “para siempre”,
no es la boda la estación de llegada después de un largo viaje, sino que es
estación de partida de algo que puede ser la aventura más maravillosa, increíble,
de nuestras vidas.
El CONSEJO PONTIFICO PARA LA FAMILIA, en el tema de sexualidad humana,
o.c., n.11, señala que: «La sexualidad tiene como fin intrínseco el amor; más
precisamente, el amor como donación y acogida, como dar y recibir. La relación
entre un hombre y la mujer es esencialmente una relación de amor. Cuando dicho
amor se actúa en el matrimonio - que es su ámbito propio—, el don de sí expresa,
a través del cuerpo, la complementariedad y la totalidad del don; cuando por el
contrario falta el sentido y el significado del don en la sexualidad, se introduce una
“civilización de las cosas y no de las personas”; una civilización en la que las
personas se usan como si fueran cosas. En el contexto de la civilización de placer,
la mujer puede llegar a ser un objeto para el hombre, los hijos un obstáculo para
los padres»
El amor verdadero es ese AMOR SIN LIMITE, que es fiel, que es compasivo y
servicial, que no es egoísta, que todo lo perdona, que todo lo espera, que todo lo
cree. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo,
de soportarlo todo. Sólo el amor vive para siempre.
El matrimonio es la salvaguarda de la persona frente a un mundo lleno de
racionalismo y materialismo, es el refugio para la demanda de cobijo. De aquí que
hoy el matrimonio sea una institución de gran estabilidad frente a las amenazas
del mundo externo.
En la antropología el matrimonio es tanto personal y interpersonal, es un
acontecimiento social y a la vez involucra a toda la persona humana, así el
matrimonio es el paradigma de la realización del hombre en sentido más amplio e
integral, por hacer sacar de este hombre todas sus capacidades de desarrollo. De
esta manera, se puede comprender los siguientes elementos antropológicos:
1. El ser con el otro es una realidad originaria de este vínculo, la relación
profunda y constitutiva de un Yo frente a una Tu.
2. El amor que abarca al hombre total, a todo su mundo y a lo que se genera
en el mismo acto amoroso, los hijos y la familia.
3. La aceptación incondicional y mutua entre los que se aman.
4. Esta aceptación del uno al otro lleva a la fidelidad, teniendo en cuenta que
la unión de este amor es permanente.
5. La creatividad y la procreación como acto natural y manifestación del ser
del hombre y la mujer.
El Matrimonio como Sacramento
Materia: Es la donación mutua de los cónyuges que se expresa en el
consentimiento, pues éste se supone expresión de algo interior.
Forma: Es la aceptación de los cónyuges expresado en el consentimiento, que
puede ser por palabras o por preguntas. El contrato matrimonial se realiza en la
aceptación y voluntaria de los cónyuges.
Ministro: Son los contrayentes, los propios cónyuges
Efectos: Como Contrato son, la indisolubilidad y la unidad.
El Catecismo de la Iglesia Católica en el Nº 1660 en relación al matrimonio señala:
“Es la alianza matrimonial por la que un hombre y una mujer constituyen una
íntima comunidad de vida y de amor, fue dada y dotada de sus leyes propias por
el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la
generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido
elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento”.
Como Sacramento recibe:
• Gracia santificante
• Gracia sacramental habitual
• Gracias actuales para cumplir los deberes de estado (indisolubilidad, amor,
santificación de los esposos, educación de los hijos, castidad conyugal)
El que contrae un matrimonio cristiano no sólo promete mantener la unión con el
cónyuge, sino crear con él un modo de unidad cada día más valioso, más
semejante a la unidad que tenía Jesús, el Maestro, con el Padre y los seres
humanos; unidad de condición tan alta que le llevó a dar la vida por amigos y
enemigos.
Los esposos, al advertir que su amor es una participación en el Amor que dio
origen al universo, ven asombrados que su matrimonio es una realidad excelsa
que revela en una figura visible una realidad misteriosa y presenta, así, un
carácter sacramental.
La complejidad del vínculo se da en ser una realidad entre dos personas de
diferente sexo y a dos instancias sociales: la civil y la religiosa. Podremos decir
que:
a) Desde la teología el matrimonio es una realidad terrena y a la vez mistérica
en Cristo.
b) Desde la vida, el sacramento del matrimonio es complejo, ya que este no
solo se termina con la muerte de uno de los cónyuges, sino que supone la
plenificación de la vida de las personas que se aman.
Para san Pablo la castidad por el reino es un don que el trata de vivir y desea que
todos los hombres lo vivan, pero está consciente que esta tarea es un don
particular de Dios. No se condena el matrimonio, sino que este es una
salvaguarda a la concupiscencia y así entendida es una obligación moral para no
quemarse (1 Cor. 7, 8- 9). Estas relaciones entre los esposos son de carácter
recíproco y no de una superioridad del hombre hacia la mujer.
Con San Agustín, el matrimonio es bueno, el cual es bendecido por Dios al
comienzo del mundo, y elevado por Cristo a simbolizar la unión del él con la
Iglesia. Por ello alabar la virginidad no es repudiar el matrimonio.
El matrimonio responde así a tres bienes:
a) El de los hijos. b) El de la fidelidad de los esposos. c) El bien del sacramento
como vínculo de unión entre Cristo y la Iglesia.
Siendo la fidelidad del matrimonio aquel bien que se transforma en ley del mismo.
Aquí se percibe la integración de los dos elementos del matrimonio la unidad e
indisolubilidad, siendo así el bien de la prole como único fin del mismo.
Según Santo Tomás, la indisolubilidad del matrimonio garantiza como fin primario
la procreación y la educación de los hijos y moralmente exigida por el fin
secundario, la ayuda mutua.
Los esposos que se hallan dispuestos a consagrar su vida al logro de la felicidad
del cónyuge saben que Jesús está en medio de ellos con un modo muy real y
eficiente de presencia. Este Jesús presente constituye la mayor fuente de energía
de los esposos, la que les permite crear incesantemente su relación amorosa y
elevar su calidad.
Los esposos reciben de dios el don de una nueva responsabilidad su amor
paterno está llamado a ser para los hijos el signo visible del mismo amor de dios,
del que proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra. En virtud de la
sacramentalidad de su matrimonio, los esposos quedan vinculados uno a otro de
la manera más profundamente indisoluble.
FAMILIA Y VALORES
La importancia de la familia
La familia cumple un rol muy importante en la educación en valores y virtudes en
la vida de cada ser humano. Por lo que al redescubrimiento de la familia puede
llegar por sí sola la razón, escuchando la ley moral inscrita en el corazón humano.
La familia, comunidad «fundada y vivificada por el amor» (Familiaris consortio, 18),
encuentra su fuerza en la alianza definitiva de amor con la que un hombre y una
mujer se entregan recíprocamente, convirtiéndose juntos en colaboradores de
Dios para transmitir la vida.
En la base de esta relación frontal de amor, también las relaciones que se
entablan con los demás miembros de la familia, y entre ellos, deben inspirarse en
el amor y caracterizarse por el afecto y el apoyo mutuo. El amor auténtico, lejos de
encerrar a la familia en sí misma, la abre a la sociedad entera, dado que la
pequeña familia doméstica y la gran familia de todos los seres humanos no se
oponen, sino que mantienen una relación íntima y originaria.
Por eso, en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, realza de manera bien
clara que: “El futuro de la humanidad pasa a través de la familia” que, en nuestro
tiempo, ha sido marcada, más que cualquier otra institución, por las profundas y
rápidas transformaciones de la cultura y la sociedad.
Para una mejor contextualización de la familia hay que tener presente su origen y
naturaleza.
Etimológicamente la palabra familia proviene del latín, famulus, un siervo, uno que
cuida y atiende.
La Naturaleza propia de la familia comprende:
• Unión de hombre y mujer. (No desnaturalizar.)
• Voluntad de permanencia, (Cuando están enamorados, jamás piensan
en una separación).
• Es el núcleo de la sociedad.
• En ella se da la maduración de las relaciones humanas.
• Es un ámbito de crecimiento y bienestar.
Si pensamos en nuestras familias, ni se nos ocurre creer que falten estos
elementos, sobre todo los 2 primeros. ¿Y cómo pensar que esto se rompa?
En las Catequesis de S.S. Juan Pablo II, siempre decía que no puede faltar en la
comunidad cristiana un serio compromiso de redescubrimiento del valor de la
familia y del matrimonio (cf. Tertio millennio adveniente, 51). Ese compromiso es
tanto más urgente, cuanto que este valor hoy es puesto en tela de juicio por gran
parte de la cultura y de la sociedad.
En la actualidad, no sólo se discuten algunos modelos de vida familiar, que
cambian bajo la presión de las transformaciones sociales y de las nuevas
condiciones de trabajo. Es la concepción misma de la familia, como comunidad
fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, la que se ataca en nombre
de una ética relativista que se abre camino en amplios sectores de la opinión
pública e incluso de la legislación civil.
La crisis de la familia se transforma, a su vez, en causa de la crisis de la sociedad.
No pocos fenómenos patológicos como la soledad, la violencia y la droga se
explican, entre otras causas, porque los núcleos familiares han perdido su
identidad y su función. Donde cede la familia, a la sociedad le falla su entramado
de conexión, con consecuencias desastrosas que afectan a las personas y,
especialmente, a los más débiles: niños, adolescentes, minusválidos, enfermos,
ancianos...
El Catecismo de la Iglesia Católica nº 2207 indica: La familia es la "célula original
de la vida social". Es la sociedad natural donde el hombre y la mujer son llamados
al don de sí en el amor y en el don de la vida. La autoridad, la estabilidad y la vida
de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de
la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la
comunidad en la que, desde la infancia, se puede aprender los valores morales,
comenzar a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es
iniciación a la vida en sociedad.
La familia, educadora en la fe, en los valores y virtudes; escuela del amor y del
compromiso. “La familia TRANSMITE LA FE cuando cree, ama y espera”. “La
familia, como la mejor escuela de oración y de vida”.
La Familia, primera escuela de amor
El amor como valor primordial en la Familia educa: la sensibilidad, la actitud, los
principios morales, la entrega de valores; lo cual, va constituyendo a sus miembros
de la familia en formarse para la vida en auténticas personas de bien.
La familia nace del amor de los padres y como fruto de ese amor son sus hijos. El
amor es la esencia que crea, que alimenta, que hace crecer y multiplica la bondad.
“La familia constituye el lugar natural y el instrumento más eficaz de humanización
y personalización de la sociedad”. (JUAN PABLO II)
De que nos serviría conquistar y descubrir el mundo entero si no amamos y
somos amados por las tres o cuatros personas que viven a nuestro lado. (José
Luis Martín Descalzo). Amar sinceramente, es renunciar al egoísmo, al
conformismo, el amor exige entrega, sacrificio y donación, eso es precisamente lo
se debe vivir en la familia. Al respecto el Papa actual mencionaba: “Dios quiere el
bien del hombre, de la humanidad, de las familias. Si las familias están bien,
cumplen con lo que les corresponde en la misión educativa, en la procreación
integral, la sociedad está bien”. (Benedicto XVI. V encuentro mundial de las
Familias- Valencia, julio de 2006)
Funciones Básicas de la familia.
Constituyente. Es tejer la trama afectiva del niño, desde que nace y que lo
acompañará para toda la vida. Es como una segunda gestación que le inspira
confianza en sí mismo y en el mundo que lo recibe.
Sobre esta urdimbre se apoyan luego otras urdimbres como los amigos
profesores, etc. De aquí surge el apoyo y la capacidad de aventura.
Pero nos preguntamos: ¿Hoy los padres tienen tiempo para cumplir con esta
misión? El ser humano no crece solo. Hay que cuidarlo en la gestación y más
aun cuando nace.
Función acogedora. Se refiere a la familia como centro de alivio de tensiones.
Hace de contrapunto a las tensiones que el niño debe vivir.
En la Familia no pueden darse tensiones porque es el único sitio donde el
amor es incondicional, te aman por lo que eres, no por lo que haces o produces.
El amor no tiene precio, pero puede con los años llegar la Familia a una
economía fría, donde todo se calcula. La economía del hogar debe ser cálida,
acogedora.
Función Socializadora. La que reproduce, introduce y mantiene la cultura en la
que vive, de lo contrario quedaría fuera de la sociedad.
Para una convivencia armoniosa se requiere normas, códigos, de lo contrario
se vuelve una anarquía. Esta función no puede fallar, porque sin ella la
sociedad se vuelve poco vivible.
Función Liberadora. Es la más difícil e importante y la que más obstáculos
encuentra en la sociedad de hoy por los nuevos modelos y estilos de vida
que pueden destruir lo aprendido en el hogar.
Las barreras que encuentra está función son:
Cultura desenfrenada del consumismo. (Que mis hijos tengan lo que yo
no tuve)¿Qué generación estamos creando si les permitimos todo?
La Familia debe hacerlos libres a través del sacrificio.
Invasión de funciones por parte de otras instituciones.
Proceso de secularización, no hay sentido de trascendencia, todo se
termina aquí.
La Pedagogía del amor
A pesar de la amplia gama de lineamientos educativos, se observan formas que
conducen a error por falta de fundamento, siempre, en los modelos pedagógicos
que los sustentan. Creemos que este problema es debido a que el ser humano,
único sujeto y objetivo de la educación, no es considerado de manera integral, en
sus dimensiones y relación.
Para Fernando Rielo, la propuesta pedagógica de la educación tiene su
fundamento en Cristo, pues está en el texto evangélico la solución a cualquier
planteamiento humano. La respuesta de Cristo al interrogante sobre la educación
no es otra que el AMOR. Amor que nos lleva a la perfección espiritual. “Este es mi
precepto: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn. 15,12). El
objetivo de la educación para la Pedagogía Idente es “Educar en el éxtasis”. Y
mediante el amor se desarrolla el éxtasis; es decir, la capacidad que nos permite
“salir de” nosotros mismos para “llegar a” Dios y, a la vez, olvidarnos de nosotros
mismos dando prioridad a los demás. Una forma de dar prioridad a los demás es
la de “creer en” ellos. Es necesario que nuestros niños y jóvenes sientan cómo
pueden abrirse a la trascendencia de un Padre celeste que nos ama como hijos.
La familia escuela de formación.
La familia es la primera escuela en la formación integral de la persona humana.
"La familia, formadora en los valores humanos y cristianos", el Santo Padre señala
en su carta dirigida al Cardenal Alfonso López Trujillo, Presidente del Pontificio
Consejo para la Familia que “como primera escuela de vida y de fe, y como „iglesia
doméstica‟ la familia está llamada a educar a las nuevas generaciones en los
valores humanos y cristianos para que, orientando su vida según el modelo de
Cristo, forjen en ellas una personalidad armónica”.
También la familia y la escuela comparten un objetivo común; la formación integral
y armónica del ser humano a lo largo de las distintos períodos del desarrollo
humano y del proceso educativo, estas dos partes de socialización aportan los
referentes que les permitan integrarse en la sociedad.
¿Qué le sucede a la familia?
En la actualidad muchas familias están dejando de lado su función educadora
y formativa. Quizá se debe a los cambios que plantean las nuevas condiciones
y estilos de vida, a la prisa o a las exigencias económicas.
Algunos consideran que dar una buena educación consiste en ofrecerles todo
lo que ellos no tuvieron en la niñez. Hoy abunda la confusión en algunos
padres. Esto es un error porque reduce la educación familiar a dar a los hijos/as
todo lo que ellos piden, sin contradecirlos en nada.
Según Monasterio (2001), “estamos construyendo una familia a la carta
(desnatada)”, en la que todo gira alrededor de un buen frigorífico, al cual se
puede acceder a cualquier hora del día.
¿Los padres como son?
Los Padres a lo largo de la historia se han identificado con una serie de estilos
educativos que dependen entre otros factores, de las experiencias vividas por
cada uno de ellos en su familia de origen y de sus personalidades.
Según Patiño Jaramillo, Sor Carmen. (2006), indica una serie de estilos, entre
ellos tenemos:
Padres que protegen demasiado a sus hijos.
a) Tratan a sus hijos como si siempre fuesen pequeños, toman decisiones
por ellos y organizan su vida sin dejarlos que tomen iniciativa y
responsabilidades.
b) Introducen a sus hijos en una urna de cristal, para que no sufran ningún
riesgo ni realicen esfuerzos.
c) Compran los que sus hijos les piden, les dan de comer lo que quieren,
no lo que deben y hacen todo lo que apetece al niño.
d) Son ciegos, no ven o no quieren ver los problemas que posteriormente
aparecerán por su protección excesiva.
Padres muy permisivos.
a) No ponen ningún tipo de normas en sus familias, ni restricciones a
determinados comportamientos de sus hijos/as.
b) Juegan el papel de ser muy tolerantes, sin ser orientadores y guías de
sus hijos.
c) Dicen con frecuencia “que tengan todo lo que mi Padre no me pudo dar a
mí.
d) Suelen ser indecisos en su vida, terminan en la permisividad excesiva
hacia sus hijos.
e) La carencia de normas produce comodidad al momento, pero las
consecuencias posteriores suelen ser muy negativas.
Padres muy inestables.
a) Se caracterizan por su inestabilidad emocional, ya sea por el cansancio en
su trabajo o por problemas con sus compañeros o parejas.
b) Unas veces están contentos, otras de mal humor, de pronto ríen
después gritan y por lo general pasan al castigo con relativa facilitad.
Todo esto produce en sus hijos confusión y ansiedad, ya que no tienen un
modelo de conducta estable.
Padres muy autoritarios.
a) Son los que dicen “Aquí soy yo, él (la) que ordena y manda; la relación
que se produce es de autoridad y obediencia. Nadie cuestiona lo que el
Padre o Madre dice o hace. Si alguien no cumple las normas es
castigado.
b) No existe el diálogo, las órdenes que dan a sus hijos se realizarán sin
explicación.
c) Quieren que sus hijos se parezcan a ellos en todo, no respetan la
diversidad que pueda existir en la Familia y no permiten que sus hijos
tengan un mínimo de intimidad.
“La meta que debemos tener los padres es, proporcionar a los hijos una formación
integral, para ayudarles a alcanzar su madurez humana y en la fe; sean hombres
de bien y auténticos hijos de Dios”.
El gran reto de la paternidad consiste en adquirir la capacidad para dar a nuestros
hijos el mejor ejemplo. La Misión paternal es un privilegio de servir de manera
especial y única a otro ser humano (su propio hijo). El amor de los padres es
especial; quiere al hijo por ser su hijo, no por lo que haga o deje de hacer. Desde
que los hijos están pequeños hay que enseñarles que valen por lo que son y no
por su apariencia o sus logros. No se puede improvisar, hay que empezar desde
que el niño es muy pequeño a crear en él el reconocimiento de su valía y la de los
demás por el sólo hecho de ser personas.
“Sólo siendo mejores como personas engrandeceremos el modelo que les
brindemos” (C.C. Sánchez)
AUTOR:
Msc. Roberto Carlos Cuenca Jiménez
DOCENTE INVESTIGADOR UTPL
PROYECTOS ILFAM
Universidad Técnica Particular de Loja-ECUADOR
San Cayetano, calle Marcelino Champagnat Casilla 11-01-608 Teléfono: (00593) 07 2570 275 ext. 2121 / 2217
E-mail: [email protected]
Top Related