Título del trabajo: La integración de niños con discapacidad en la escuela: diversidad
de aportes y saberes en la construcción de su escolarización.
Autora: Claudia Bruno.
Prof. en Educación de Deficientes Mentales. Lic. en Ciencias de la Educación.
Institución: Centro de Investigaciones: María Saleme de Burnichón. Facultad de
Filosofía y Humanidades. Universidad Nacional de Córdoba.
Dirección electrónica: [email protected].
Palabras clave: discapacidad- escolarización- subjetividad- patologización.
Resumen:
En este trabajo nos interesa problematizar algunas de las múltiples aristas que
se articulan en la configuración de lo que se ha dado en llamar integración escolar de
niños con discapacidad en las escuelas comunes. Interesa especialmente recuperar
aquellos saberes que se entrelazan en el cotidiano escolar para abordar estos
procesos de escolarización novedosos y recientes dentro de las formas reconocidas
en nuestro sistema educativo. Experiencias institucionales y trayectos educativos que,
inscriptos en un marco jurídico que los legitima, toman cuerpo en cada contexto, en
cada escuela y en cada sujeto, a través de un complejo proceso de institucionalización
que modula dicha normativa.
Puntualmente nos acercamos al estudio de los procesos de integración escolar,
en el interjuego de las resignificaciones dadas en los escenarios institucionales
atendiendo especialmente, a las diversas perspectivas que aportan a su construcción,
a nuevas categorías construidas para explicitar estas interacciones entre la educación
común y educación especial. Nos cuestionamos cómo ha sido y cómo está siendo este
encuentro, qué derivaciones para las prácticas escolares y especialmente para la
conformación de identidades y subjetividades en los niños involucrados puede haberse
gestado. En un ensayo por complejizar la mirada en torno a categorías tales como
necesidades educativas especiales, discapacidad, patologías, seguimos el objetivo de
deconstruir discursos cotidianos y normalizados que hablan sobre los niños y sus
formas de estar en las escuelas, poniendo especial atención en la interacción de los
aportes de la educación especial, los enfoques médicos y psicológicos.
Se hace necesario aquí reconocer también la trama social, política, económica
y cultural y las transformaciones recientes en nuestro país en la que estos procesos
son dados: certificaciones que acompañaron a los decires y categorías que se hicieron
presentes para hablar de las diferencias y las desigualdades en los espacios
educativos, y que orientaron la interpretación de algunas de las problemáticas
escolares, hacia la patologización de vivencias y experiencias de niños y jóvenes.
Introducción:
Nos proponemos pensar la expresión de las experiencias educativas de los niños, en
términos de tiempos, eventuales y provisorios, que si bien tienen lugar en este aquí y
ahora, siempre cuentan con un porvenir y remiten a distintos pasados (Nicastro, S y
Grecco, B. 2009: 28). Cuando un niño ingresa a la escuela, se le oferta un encuentro,
que exige un esfuerzo psíquico de incorporación a lo social, una articulación y
reelaboración de aquello primario familiar en una vida compartida con otros. La escuela,
como espacio de lo social, también se constituye en un primer lugar de representación e
imposición. Creadora de discursos y decires, colabora por ello en la producción de
subjetividades en desarrollo. Schlemenson (2000:73) dice que en la escuela cada uno
reelabora en su interior una nueva representación psíquica de sí mismo que, mediante
la confrontación de la realidad e historia permite poner en acción la enunciación de un
proyecto individual a futuro. Se constituye en un lugar de ensayo y oportunidad de
reposicionarse psíquicamente a partir de la relación con otros. Para ello, debieran
disponerse institucionalmente dichos espacios. Ahora: la escuela espera un tipo
particular de niño y de alumno, que cumpla con ciertos saberes de ese oficio o por lo
menos, rápidamente se haga de ellos. Cada vez más, pareciera que hay niños que no
se ajustan a lo esperable, y también cada vez con más frecuencia los recursos que se
encuentran al alcance de la mano de las escuelas para interpretar a la infancia son
discursos y nominaciones provenientes del campo de la medicina. Se hace presente
así un creciente uso de términos que nombran trastornos, enfermedades, síndromes
para explicar “pedagógicamente” aquello que desconcierta. Untoiglich (2013:27) se
pregunta ¿porque la escuela busca, generalmente, el origen del problema por fuera de
la institución?...Los discursos imperantes tanto de profesionales de la educación como
de la salud hacen creer que la escuela y más extensamente la sociedad, es víctima de
niños inadecuados, anormales, enfermos quedando fuera un cuestionamiento posible
de la estructura escolar, las condiciones de trabajo docente, las características de los
procesos de enseñanza y aprendizaje, entre otros motivos para analizar las dificultades
que se presentan.
Algunas notas sobre la educación especial.
La retrospectiva de las líneas transitadas por la educación común y la educación
especial en nuestro país, permite identificar variados rumbos en el proceso de
construcción de esa relación, con sus contradicciones y devenires, que hicieron de la
educación especial un campo específico dentro del sistema educativo. Este recorrido se
hace particularmente complejo en relación a la educación de la discapacidad intelectual
y en aquellas relacionadas con cuestiones de orden psicológico. Entendemos que,
siendo construcciones de raigambre social, en necesario reconocer algunos hitos a
partir de la historización de la misma, que nos permitan desnaturalizar sus categorías e
inscribirlas en la complejidad en la cual se originan y se debaten.
Identificamos tres condiciones históricas y sociales que se que se configuraron como
un entramado que sostuvo desde sus orígenes a la educación especial como un
sistema paralelo a la educación común: a fines del siglo XIX los aportes de la ciencia
de corte positivista, la incidencia de la psicometría, las innovaciones de la medicina y
la creciente obligatoriedad de la enseñanza en gran cantidad de países, fueron
algunos de los factores más relevantes que influyeron en ello. Con la obligatoriedad y
la consecuente masificación de los sistemas educativos, se hizo necesario cierto
agrupamiento de los alumnos, ligándolo íntimamente a la gradualidad (ambos rasgos,
intrínsecos a los sistemas educativos modernos).
El sistema educativo común, formuló entonces la enseñanza en escuelas diseñadas
dentro de un encuadre curricular, didáctico y cronológico destinado a la infancia normal
y asienta así las bases de una supuesta anormalidad dentro de lo esperado en la
escuela. Es de imaginar que en esta búsqueda, merced a la concepción positivista
reinante y a la proliferación de gran cantidad de escalas y de herramientas para
designar la discapacidad, ella no tuviera cabida en el sistema educativo común.
La escuela legalizó de ese modo las diferencias, determinando lo que es normal o no
aprender a tal o cual edad y por lo tanto, lo que no lo es. La psicometría ofreció las
herramientas para “etiquetar” al alumnado y así decidir cual recorrido académico era el
correcto para cada niño. La respuesta fue en un principio conformar aulas especiales
dentro de la escuela común. En nuestro país, se encuentra una de las primeras
iniciativas en ese sentido en el año 1902. Puiggrós (1996: 71) recuerda: cuando era
director del Cuerpo Médico Escolar el Dr. Adolfo Valdéz, propone crear clases
especiales en las escuelas comunes, para dar igualdad de oportunidades a niños con
dificultades en el aprendizaje. Así se da lugar a la creación de escuelas especiales
autónomas.
Con la creciente cantidad de niños en las escuelas y como modo de dar respuestas
educativas a lo que la escuela común no podía o a lo que se excedía, se cristalizó la
especialización con la creación de las escuelas especiales, enmarcadas en un
subsistema paralelo. Ahora nos preguntamos: ¿Con qué parámetros o criterios se
delimita lo normal en la escuela? ¿Cuáles fueron las trasgresiones en el origen del
sistema educativo desde las cuales se comienza a definir lo normal, lo esperado en la
escuela? ¿Cuáles son las normas a las que los alumnos deben ajustarse para poder
pertenecer y permanecer en ella?
El campo de la infancia anormal se construye entonces en relación a la educación
normalizada, estandarizada de la escuela común. En el año 1904 el Cuerpo Médico
Escolar presentaba un proyecto de creación de clases especiales para atrasados. El Dr.
Moorne, en un artículo titulado Por la infancia mentalmente anormal, publicado por el
Monitor de la Educación en 1909, sugiere la creación de escuelas especiales para
corregir las anormalidades mentales del niño, antes que llegue a adulto y se vuelva
incurable. La escuela especial aparece como solución al problema de aquellos niños
que no pueden ajustarse a la normativa escolar de la escuela común. Álvarez y Uría
(1996; 90) señala que la denominada educación especial sería impensable sin la
institucionalización de la escuela obligatoria para todos los niños comprendidos en
determinados períodos de edad, y sin el funcionamiento previo de otras instituciones de
normalización, es decir, de instituciones productoras de un tipo de normalidad posible.
El higienismo, corriente médica y sociológica de gran auge en los inicios del siglo
XX fue de una incidencia muy significativa en la educación argentina; uno de sus
pensadores más influyentes fue José María Ramos Mejía El cuerpo Medico escolar y
otros organismos que se sucedieron orientados por el modelo médico escolar ejercieron
eficazmente la selección de la población, la implantación de normas de conducta, la
separación tajante entre salud y enfermedad. Puigrrós (1996:72) Empero, unos años
más tarde la Dra. Carolina Tobar García desde la conducción del consultorio psicológico
del Congreso Nacional de Educación propuso estrategias que desde una visión
integradora combinaba aspectos médicos, psicológicos y educativos. Mucho más acá
en el tiempo se presenta la cuestión de la construcción de normalidad en relación a los
parámetros biométricos para indicar nivel de coeficiente intelectual, determinando las
posibilidades educativas, en la escuela especial, en escuela común. Ya en la década de
los „60 en consonancia con los movimientos sociales reinantes en todo el mundo (el
Mayo francés, la huelga general de trabajadores, el movimiento hippie, los procesos se
desmanicomialización de la locura) se da inicio a movimientos en pos del
reconocimiento de mayores derechos a las personas con discapacidad siendo los
Principios de Normalización y Sectorización sus expresiones de mayor incidencia. Se
comienzan así a perfilar un cambio de paradigma en la forma de entender la
discapacidad: se gira la unidireccionalidad de la mirada, siempre dirigida a lo anormal de
la discapacidad, hacia la sociedad de la cual estas personas forman parte. La
integración escolar será la concreción efectiva de estos principios, aplicados en el
ámbito educativo.
Reconocemos en este breve recorrido que dentro de la educción especial argentina,
fueron múltiples y heterogéneos los paradigmas teóricos que la conformaron: la
beneficencia, la psicología, la medicina, algo la pedagogía. Lo que queda en
evidencia en estos orígenes es que la educación de la persona con discapacidad ha
sido un motivo de discusión disciplinar con una impronta de mayor sesgo por parte del
enfoque médico y psicológico que de la pedagogía como su pilar constitutivo.
En consecuencia vemos que en el sistema de representaciones y de significaciones,
la Educación Especial se presenta como una subteorización dentro de lo educativo,
que si bien ha ido transformándose con el paso del tiempo, encuentra en estas
condiciones iniciales algunas huellas que señalan formas de pensar la discapacidad y
su escolarización. Dice Dubrowsky (2005) Historias paralelas, separadas... este
alumno es tuyo, aquel es mío. En cada momento histórico, social se han generado
diversos modos para sostener el principio de homogeneidad. Las disciplinas científicas
han hecho su aporte en cada época para justificar, en consecuencia, la exclusión de
muchos niños de la escuela común.
Concretamente, veremos cómo la fuerte incidencia de los conocimientos aportados
desde la medicina, su vocabulario, la utilización de los diagnósticos de las patologías
para definir a los niños, se expresan en el espacio educativo. Y como consecuencias,
asumiendo forma de pronósticos, para determinar nichos educativos señalados para los
niños que portan discapacidad y también para las posibilidades de abrir (o cerrar) zonas
de saber docente e institucional.
Mariano, los discursos de los otros y la escuela.
Después de todas las escuelas a las que fui, la última fue la
mejor. Recuerdo el primer día, me sentí con mucha vergüenza,
era la primera vez que formaba con chicos comunes, no sabía
con que me iba a encontrar…mi pulso, podía sentirlo como
latía. Me sentía extraño frente a todos esos chicos. Era hora de
empezar algo nuevo, jamás visto por mí… todos querían
hablar, opinar; cuando me dí cuenta que yo no era distinto a los
demás, yo era igual que todos….Luego Graciela dijo lo
siguiente: para todos los chicos nuevos yo soy su maestra…
hay dos chicos nuevos: Mariano y Fani. Me puse colorado,
parecía un rojo oscuro….He tenido pruebas insoportables, a
veces no me salía una prueba y me ponía mal y no había quien
me convenciera de jugar, correr o cosas que me gustaba hacer
a mí. Pasando el tiempo me convertí en un nuevo chico con la
ayuda de Clara, Paula, mi mamá. 1
Mariano tiene hoy 18 años. Es muy agradable y respetuoso en su trato con los demás,
de temperamento aplomado, gusta de la música y del cine. Es muy alto para su edad,
de pelo castaño, boca y labios grandes y orejas puntiagudas. Vive en una ciudad del
Gran Córdoba, en una pequeña casa, junto con su hermano menor.
Mariano nació en Buenos Aires donde vivió con su mamá y abuela; nunca conoció a
su padre. En el primer año de vida sufrió reiteradas internaciones debido a neumonías
y reflujo. Durante estas internaciones se le detecta síndrome de Wiliams (síndrome
malformativo, que cursa con dismorfias faciales características: orificios nasales
antevertidos, puente nasal plano, maxilar amplio y boca con labio superior
prominente, etc. Puede acompañarse o no con retraso mental”2). Se le indica a su
madre que tramite el certificado de discapacidad; por ello, obtiene el subsidio y la
atención médica correspondiente. A los dos años nace su hermano (no comparten el
mismo padre) y poco tiempo después se mudan a la provincia de Córdoba. Su mamá
ha estado bajo tratamiento psiquiátrico en reiteradas oportunidades y no logra
sostener un empleo, por lo cual los tres integrantes de la familia siempre han
subsistido a través del subsidio que se le otorga a Mariano.
Cuando tiene 5 años ingresa al jardín de infantes en una escuela pública y luego de
los primeros días en que la madre completa toda la documentación referida al niño, la
convocan para señalarle que la institución no trabaja con niños con discapacidad, que
debe realizar otro diagnóstico y revisar su escolarización…En la nueva consulta
médica se le indica que tiene hiperactividad y se lo medica con Ritalina3.
1 Extracto de relato escrito por Mariano, llamado “Historias de mi vida pasada” que redacta cuando tiene
10 años. Fejerman, Natalio. Neurología Pediátrica. 1988
3 Marca más reconocida de la droga Metilfenidato. La misma es un estimulante del sistema
nervioso central, utilizado comúnmente en el tratamiento medicamentoso del trastorno de déficit de atención con hiperactividad.
De allí en más transitó por diferentes instituciones escolares: otro jardín en el que
culmina el año lectivo; un ingreso fallido a primer grado y la indicación de educación
especial, escuela a la que asiste durante unos meses hasta que luego cierra sus
puertas; al siguiente año un par de meses en otra escuela especial, de la cual es
expulsado debido a su conducta; otro intento de ingreso a escuela común que
fracasó… Finalmente, cuando ya tiene 10 años, una escuela especial de otra ciudad
cercana lo recibe; luego del período de ambientación, informan que Mariano tiene un
coeficiente intelectual promedio al de su edad y debe ingresar a escolaridad común.
Han transcurrido 5 años en los cuales el niño no tiene escolaridad sistemática, y se
suceden fracasos en diferentes instituciones. Mientras tanto su hermano menor asiste
a la escuela sin mayores dificultades. Ante la nueva indicación de escolarización,
Mariano comienza terapia psicológica con un profesional que acompaña al niño y a la
madre en este nuevo intento. Es rechazado en la escuela donde asiste su hermano.
Recurren entonces a la escuela común cercana a su domicilio: una pequeña escuela
pública provincial, que funciona en 2 turnos: mañana 4°, 5° y 6° grado y por la tarde
los grados inferiores.
Ante la posibilidad de matriculación de Mariano, la directora de esta institución justifica
su negativa en: la fama de mala conducta del jovencito….no sabemos cómo tratarlo,
además la escuela está tratando de cambiar su cariz, está más exigente. Se solicita la
intervención de la inspectora zonal, quien señala: el niño debe ingresar a la escuela
que le corresponde por cercanía al domicilio, en el grado que los profesionales
evalúen que corresponde y con acompañamiento de integradora. La directora se ve en
la obligación de recibir al niño, pero indica que se le tome una prueba diagnóstica y en
función de ello se decida la modalidad de su escolaridad. Las profesionales se niegan
a este requerimiento y solicitan que ingrese junto a los demás alumnos el día de inicio
del ciclo lectivo.
Finalmente, el primer día de clases, Mariano ingresa en 5° grado.
La docente de grado, recibe a Mariano dispuesta a trabajar conjuntamente con la
maestra integradora en su proceso de escolarización. Intermedia ante reclamos de
algunos padres que cuestionan a la dirección como van a dejar que ingrese un chico
así, todos sabemos los problemas que tiene, es más grande que los demás del
grupo… La docente le exige a Mariano las mismas normas y estudio que a los demás,
defiende claramente su posición ante requerimientos de la directora frente a
cuestiones pedagógicas y algunos conflictos, que son vistos desde la dirección con
mucho temor.
Transcurridos algunos meses desde el comienzo de clases, docentes de grado e
integradora evalúan que no es necesario un trabajo individualizado con el niño ni
realizar adecuaciones curriculares. Mariano estudia y responde al mismo nivel que
sus compañeros, estableció vínculos positivos y de compañerismo con sus pares, es
solidario con los demás y respetuoso con los docentes.
Mariano, no escolarizado, se ha alfabetizado, espiando lo que su hermano
estudiaba…
Cuando termina el año lectivo el niño es el mejor promedio de su grado,
correspondiéndole ser el abanderado de la escuela. Finalmente esta mención no le
puede ser otorgada por motivos reglamentarios (deben transcurrir dos o más años en
la misma escuela para que un alumno reciba la bandera). La misma directora, en el
acto académico de finalización de ciclo, decide concederle un reconocimiento especial
al mejor promedio.
El niño continúa sin dificultades su escolaridad y cuando finaliza 6° grado, la docente
integradora concluye que no corresponde ya su acompañamiento ya que la
discapacidad no es tal. En cambio, sugiere que Mariano tome algunas clases
particulares en algunas materias, en especial como un modo de contención frente a la
ansiedad que le provoca su ingreso al nivel medio. También se discute la renovación
de su certificado de discapacidad, situación que su madre cuestiona ya que el subsidio
es su único ingreso y modo de filiación social (obtiene obra social y un lugar para vivir)
Hoy Mariano terminó el secundario; participa activamente en el grupo juvenil de su
parroquia; trabaja dando clases de guitarra y quiere estudiar música. Su madre
falleció hace 2 años atrás; vive solo con su hermano aun menor de edad y está
tramitando la tutoría del mismo…
Acerca de los diagnósticos y pronósticos.
Lo genético, los análisis y estudios médicos, la discapacidad y la certificación de la
misma, las condiciones familiares y contextuales, las posibilidades subjetivas, los
aprendizajes, los distintos establecimientos educativos, lo terapéutico. El sufrimiento,
los logros y sus diversas expresiones…
En los primeros años de vida de Mariano se hicieron presentes ciertas palabras,
ciertos términos y explicaciones que decían de él más que un sujeto, un objeto de
esas palabras. ¿Qué sentidos fueron otorgados a esos discursos iniciales, para decir
acerca de Mariano? ¿Cómo pudieron ser apresadas y comprendidas por su familia y
su entorno? ¿Cómo actuaron en su carta de presentación al mundo? ¿Y luego en la
escuela? ¿Qué puede aportar la mirada de otros para re- enunciar o quebrar esa
palabra que lo representa? Cuestiones que nos interesa poner en reflexión cuando
Aurora Ayciriex (2003:59) explica que el diagnóstico como evento es constitutivo para
la subjetividad implicada. No es un evento cotidiano. Es un hecho significativo en la
secuencia narrativa de su existencia.
La definición del diccionario de la Real Academia Española dice del término
diagnóstico: Recoger y analizar datos para evaluar problemas de diversa naturaleza.
En medicina, un diagnóstico busca revelar la manifestación de una enfermedad a
partir de la observación y análisis de sus síntomas. Implica la nominación y la
búsqueda posible de su cura o tratamiento. Implica también una hipótesis, provisoria.
Ahora, los sentidos se desdibujan cuando un diagnóstico se convierte en sinónimo de
pronóstico -y en un ejercicio de interpretación y simplificación- pasa a ser utilizado
como calificativo indiscutido de quien lo porta. Continua diciendo Ayciriex (2003:59):
Cuando la palabra diagnóstica nombra al sujeto, y cuando intenta representarlo,
violenta su realidad, porque es un conjunto de signos que representa
convencionalmente al supuesto mundo subjetivo con un código…
Durante 10 años de la vida de este niño, la mirada de los otros (médicos,
especialistas, familia, diversos establecimientos educativos, docentes, algún
terapeuta) se quedaron con un primer plano, una foto instantánea que congelaba una
historia en construcción de un sujeto. En una imagen que no permitía reconocer los
caminos, las huellas dejadas por los discursos de la enfermedad y los significados
conferidos en un momento dado. Mariano pasó 5 años sin escolaridad, rebotando de
una a otra institución. En ellas no encontró la posibilidad de albergarlo como un
alumno, un niño, un sujeto. El síndrome y la discapacidad, fueron vistos como su
esencia. Su nominación se constituyó en las escuelas por las cuales transitó como una
reafirmación de las diferencias que el diagnóstico médico podría involucrar. Como una
simplificación de la ecuación enfermedad= problema de aprendizaje, que como vimos
en Mariano, no era tal.
Sin embargo cada vez con más recurrencia este mecanismo se hace presente como
una alianza tácita entre lo escolar y lo médico para mirar a los niños, los aprendizajes y
la diversidad de experiencias posibles de los mismos. Interdisciplina de saberes que
enriquece pero que excede los bordes de lo deseable en muchos casos, cuando se
torna la única forma de mirar la complejidad de la infancia por parte de instituciones
atravesadas por múltiples demandas, muchas de ellas que la exceden.
Aquí debemos recordar también que la normativa de integración escolar se sancionó
en nuestro país, en un periodo signado por una profunda crisis social y económica,
atravesada por la agudización de la fragmentación, exclusión y desafiliación social. El
momento en que comienzan a ingresar en las escuelas comunes los niños con
discapacidad, es concurrente con el aparecer también de nuevas subjetividades,
nuevas infancias, que se encontraban transitando por situaciones de vulnerabilidad
creciente, a la vez que debían sostener sus aprendizajes.(cfr. Lucía Garay 2000:73)
Condiciones estas que se alejan de las expectativas construidas sobre las formas
tradicionales de ser alumno, que en no pocas ocasiones fueron (y aún lo son) leídas
como conductas anómalas (Cfr. Noel: 2009) del oficio de ser alumno.
En este marco coyuntural, hemos observado4 que las instituciones han recurrido a las
herramientas y categorizaciones que provee el marco jurídico de la integración escolar
para interpretar también estas nuevas realidades, que escapan de lo esperado en
función de las expectativas que sobre las infancias escolarizadas se sostienen. Ante la
ausencia de nuevos saberes sociales y escolares que permitieran decodificar las fuertes
transformaciones sociales del momento y las circunstancias que configuran un tipo de
alumno diferente, se apeló a aquellos que provee el marco interpretativo de la
discapacidad, jugando cierta patologización de aquellos niños con discapacidad y
también de aquellos que no la poseen, pero cuyas dificultades escolares son registradas
y explicadas desde el encuadre legal de la integración escolar y sancionadas por un
diagnóstico profesional en muchos casos. No queremos decir con ello que la
construcción colectiva de saberes no sea necesaria, al contrario. Sino más bien,
dilucidar a qué conocimientos se recurren en cada situación, cuales son los que
expresan de mejor manera los recursos que se requieren para la mejora de lo educativo
y para el bienestar de los niños, ampliando y problematizando necesariamente la mirada
acerca de las infancias.
Untoiglich (2013:213) se pregunta: Como alojar las complejidades de la infancia, que se
dan a ver en la institución escolar sin patologizar las diferencias?
Se trataría más bien, de enriquecer lo curricular con la construcción de espacios
subjetivamente significativos en los que la relación con los otros se estructure también
como una preocupación pedagógica; permitirse y permitir ir más allá de las
nominaciones. Dice Skliar (2008:128) la alteridad se configura como el lugar de la
diferencia en el reconocer en el otro no sólo su presencia, sino su existencia.
En la situación que revisamos, lo que se jugó en un momento de la vida de Mariano
fue la posibilidad de sostener una pregunta, una duda; y que abrió la posibilidad de
pensar algo más que un síndrome sobre él. Algunas personas circunstanciales, su
4 Investigación desarrollada durante los años 2010 y 2011 en el marco de la elaboración del Trabajo final
de licenciatura en Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de Córdoba. Directora: Olga Silvia
Avila.
mamá, su docente, la fuerza interior de un niño que se resistía (no a la nominación de
su discapacidad sino a lo que ella representaba para los otros) permitieron abrir una
brecha hacia nuevos sentidos.
Personas e instituciones que significaron y re significaron los diagnósticos e
introdujeron la posibilidad de la variación de las palabras que en algún momento se
instruyeron a modo de sentencia. Posibilidades creativas siempre presentes cuando se
ensaya la posibilidad de instalar una pregunta; cuando se aloja la multiplicidad de
formas de ser niño o alumno presentes. Cuando se ponen en suspenso y en espera
los diagnósticos, cuando se ve más allá de ellos al sujeto.
La educación es el acto de abrir, de ofrecer un sitio para que el que
viene pueda habitarlo sin ser reducido a la lógica de la normalización,
de los discursos de la diversidad, en suma sin ser reducido a lo
esperado. Canciano (2003: 84)
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