2013
FUNDACIÓ CONCEPCIÓ JUVANTENY Enero/Diciembre 2013
Evaluación del Proyecto de Diagnóstico y Apoyo Técnico Terapéutico para Niños y Jóvenes Víctimas de Maltratos o Abusos Sexuales
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EVALUACIÓN DEL PROYECTO DE DIAGNÓSTICO Y APOYO
TÉCNICO TERAPÉUTICO PARA NIÑOS Y JÓVENES
VÍCTIMAS DE MALTRATOS O ABUSOS SEXUALES
l’Hospitalet de Llobregat, Enero/Diciembre 2013
Coordinadora Carmen Gálvez Psicóloga Raissa Llorca / Oihana Mendiguren
Trabajadora Social Carme Arnau Doctor Antoni Natal
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Presentación
El año 2013 ha continuado siendo un año de crisis y disconformidad social, y esto se ha notado
también en las familias y en las repercusiones que esta situación de estrés ha generado en ellas y
en sus hijos. Se sabe que el estrés provoca malestar, agresividad, depresión y carencias materiales
y emocionales, y que los niños se convierten en las víctimas más vulnerables.
Evidentemente, ante esta situación también hemos tenido que trabajar los profesionales, tanto
en nivel de recursos que cada vez son menos como nivel de la población atendida. De todas
maneras, la dedicación, la empatía y la profesionalidad han continuado estando presentes en
todo el equipo.
Respecto a la formación, los profesionales hemos seguido con la formación continuada, tanto
necesaria en nuestra tarea y también se ha formado y supervisado a todos los profesionales que
nos lo han pedido, sobre todo en el tema del abuso sexual infantil.
Durante este año hemos contado con la colaboración en prácticas de una “Arterapeuta” que ha
trabajado con tres niñas, las cuales presentaban dificultados de mentalización, con unos
resultados espectaculares en poco tiempo.
Por otra parte, este año se han dado diferentes derivaciones e interrupciones del tratamiento
psicológico debido a diferentes factores, uno de ellos es el traslado/sustitución de una de las
psicólogas del equipo por motivos personales.
Todavía queda mucho trabajo para hacer y para investigar, pero pocos son los recursos para
hacerlo. No nos tenemos que olvidar que, en época de crisis, el maltrato infantil aumenta y así
también el riesgo social de cronificar esta situación si no se atiende adecuadamente esta realidad.
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Antecedentes Teóricos
Introducción
A pesar de que se han desarrollado progresos respecto a los programas sociales, continúa
existiendo una necesidad y una concepción política de ofrecer ayuda terapéutica en niños y niñas
víctimas de maltratos y/o abusos sexuales. Aun así, existe todavía un vacío en la hora de ofrecer
una atención médico-psico-social integral a los niños maltratados y/o abusados.
El seguimiento y análisis clínico de nuestra propia casuística y otros autores (Barudy, J.
1998/1999; Cirillo, S. 1989; Gil, @E. 1997; Friedrich, W. 1991; etc.) muestra los grandes daños que
los diferentes maltratos intrafamiliares provocan en la salud de los niños, especialmente a su
salud mental. Estos maltratos son el resultado de la carencia de competencias parentales crónicas
y severas de padres y madres los cuales, a la vez, fueron niños maltratados a su infancia y no
recibieron la ayuda adecuada para intentar superar sus traumatismos.
Con todos estos progresos, todavía es demasiado frecuente, que las necesidades reales de los
niños se encuentren en segundo término respecto a los derechos de los padres. Esto pasa, por
ejemplo, cuando en las políticas sociales destinadas a la infancia se da prioridad -por
consideraciones filosóficas o ideológicas- a la preservación de la familia. Por esta razón, muchos
hijos e hijas de padres incompetentes sufren periodos prolongados de maltratos sin que estos
sean diagnosticados, lo cual ocasiona graves daños para su salud, muchas veces, irreversibles. En
otras ocasiones y enfrente a indicadores evidentes de maltratos, los niños y niñas son retirados de
sus familias y acogidos en una familia ajena o un centro de acogida sin el acompañamiento
psicológico necesario. Y aún así, es demasiado frecuente que los niños sean devueltos
prematuramente a sus padres sin que haya adoptado ningún tratamiento especializado para
estos, y menos todavía para los niños. Por otro lado, existe un déficit importante de recursos
destinados a ofrecer atención terapéutica especializada a los niños, para ayudarlos a reparar el
daño sufrido. Ya sea porque estos recursos son insuficientes y/o los métodos de tratamiento son
inadecuados.
Es por todo esto que quisimos poner en práctica este programa terapéutico, el cual se lleva a cabo
durante más de diez años, y del cual ofrecemos, mediante este documento, una nueva evaluación
con nuevos casos y elementos de juicio, nuevas aportaciones y valoración.
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El Proyecto Piloto de Investigación/Acción
La decisión de desarrollar un proyecto piloto de investigación/acción para dar una respuesta
coherente al sufrimiento infantil provocado por los maltratos y/o abusos sexuales, nació el mes
de mayo del año 2000 en Barcelona. Este proyecto estaba dirigido, en un principio, a niños y niñas
maltratados a sus familias los cuales, por sus secuelas físicas, psicológicas y sociales requerían de
un tratamiento especializado.
Los objetivos principales de nuestra investigación/acción eran: por un lado, determinar cuáles son
las consecuencias traumáticas prevalentes de los maltratos infantiles en el grupo de niños y niñas
tratados y, por la otra, tratar los trastornos médico/psico/sociales provocados por estos
maltratos.
El Impacto de los Maltratos en la Salud Infantil
El análisis clínico de nuestra casuística, así como la revisión de la literatura, nos permite enunciar
que los daños para la salud de los niños y niñas maltratados tienen que ver, por una parte, con el
daño sufrido en el interior de sus familias, pero por la otra, son también la consecuencia de la
falta y/o no adecuación de las intervenciones socio-sanitarias para ayudarlos. A este último
aspecto lo hemos denominado efectos iatrogénicos de las intervenciones.
El daño en los niños consecuencia de los diferentes tipos de maltratos intrafamiliares.
Los diferentes tipos de maltratos que los niños sufren, no son ni accidentes ni hechos aislados a su
vida, al contrario, son un cúmulo de sufrimientos los cuales determinarán, en gran parte, su
personalidad, su manera de ser y de relacionarse con los otros. El daño producido por los
maltratos no sólo se expresa por los diferentes traumatismos, sino también por los graves
trastornos de desarrollo infantil.
Los niños y niñas, por su dependencia bio-psicosocial de sus padres y de los adultos en general, a
menudo aceptan los suyos maltratos como legítimos, puesto que los adultos responsables los
camuflan o simplemente los niegan. Así por ejemplo, los golpes y las palizas son presentados
como medios necesarios para asegurar una “buena educación”, o se explican porque los niños se
lo merecen “porque se portan mal”. En el caso de existir abusos sexuales, estos son presentados
como manifestaciones de estimación o métodos educativos para iniciar a las víctimas a la
sexualidad; en los casos más perversos, se los atribuye a los mismos niños y niñas la
responsabilidad o la culpa de provocar a los adultos.
Por lo tanto, el sufrimiento y los traumatismos de los niños maltratados son las consecuencias de
una de las formas más patológicas y abusivas de la comunicación humana. La víctima no sólo es
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maltratada, ignorada, abusada, sino que además, habría “de agradecer” a sus padres el daño que
le hacen y, además, asumir la culpa de lo que les pasa. En esta dinámica, las víctimas pueden sufrir
un verdadero proceso de “lavado de cerebro”, el cual, a nivel conceptual se puede resumir en las
formulaciones siguientes: “te queremos”, “te maltrato, es normal, cállate ”, “si te hacemos daño
es por culpa tuya, además, es por tu bien”, “te ignoramos, no tenemos cuidado de ti, pero cómo
somos tus padres, no nos puedes cuestionar”, “te abusamos sexualmente para ayudarte a
disfrutar de tu sexualidad”.
Es importante recordar que muchos niños/as viven años en situaciones de maltratos antes de que
estos sean detectados y se los intente ayudar. Por otra parte, ellos no tienen otra alternativa que
sobrevivir adaptándose al abuso de poder y a la violencia. Cuando no reciben una ayuda precoz y
eficaz, pueden desarrollar estrategias “de autodefensa”: como agredir a los otros o a ellos
mismos, presentar comportamientos disruptivos, dificultades de aprendizaje, precocidad o
promiscuidad sexual, etc., y/o cuando son mayores, maltratar a sus parejas y/o a sus hijos.
Estas dinámicas explican los diferentes niveles de daño psicosocial provocados por todos los tipos
de maltratos y justifican la necesidad de ofrecer a los niños un apoyo terapéutico singular
específico y especializado.
Los trastornos a los cuales nos referimos son:
• Los trastornos de los vínculos.
• El daño traumático, ya sea físico, psicológico o social.
• Los trastornos de los procesos de socialización y aprendizaje infantil, con la incorporación
progresiva y acrítica de los comportamientos y creencias de sus padres maltratadores, lo cual
comporta una transmisión transgeneracional del maltrato, expresada por la violencia a la
adolescencia, violencia conyugal y/o maltrato a sus hijos.
• Trastornos de los procesos de desarrollo infantil con riesgo de retraso en todos los niveles de
desarrollo, algunos de ellos irreversibles.
• Los trastornos de los procesos resilentes.
Los efectos iatrogénicos de las intervenciones socio-sanitarias
Cualquier intervención destinada a ayudar a un niño víctima de la violencia de los adultos dentro
de su familia puede provocarle sufrimiento. Esto se casi inevitable en la medida que se está
interviniendo una parte importante de su mundo, “su cuerpo familiar”. Las intervenciones socio-
sanitarias para ayudar a un niño o niña maltratado/da, pueden compararse metafóricamente a las
intervenciones quirúrgicas a las cuales algunos niños tienen que someterse.
No porque la cirugía sea dolorosa es necesariamente traumática, cuando esto pasa es porque
algún factor iatrogénico, como la carencia de un acompañamiento psicosocial adecuado, complica
la elaboración del sufrimiento de la intervención.
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Desgraciadamente, a las intervenciones de protección infantil son muchos los efectos iatrogénicos
que los niños pueden sufrir, haciendo que los sufrimientos provocados por la intervención
destinada a ayudarlos, se transformen realmente en una experiencia traumática. Cuando son
maltratados por sus padres, las víctimas infantiles no están en condiciones de darse cuenta de las
incoherencias de los profesionales de diferentes ámbitos que intentan ayudarlos, y por lo cual
corren el riesgo de volver a ser traumatizados por la intervención.
Por ejemplo, en relación a la detección, es evidente que las políticas socio-sanitarias destinadas a
los niños, han mejorado la sensibilidad del mundo adulto sobre la existencia de maltratos
infantiles, produciendo que este fenómeno dramático se considere un problema socio-sanitario
importante.
Esta mayor sensibilización ha permitido sin lugar a dudas una mayor detección, pero los recursos
para el diagnóstico de estos maltratos no son suficientes ni adecuados, como tampoco los
recursos terapéuticos destinados a las víctimas y a sus padres. Por esta razón, se están
produciendo nuevas formas de sufrimientos, no sólo para los niños y los miembros de sus
familias, sino también para muchos profesionales que trabajan en los diferentes programas.
Es importante reconocer, que una parte de las dificultades en el diagnóstico del maltrato infantil,
es consecuencia de las características singulares de las dinámicas familiares y sociales en las
cuales se produce, pero tampoco es menos cierto que a menudo, los profesionales no cuentan
con la formación adecuada, ni con la posibilidad de supervisión, ni mucho menos, con una
evaluación del impacto de sus diagnósticos.
Las carencias actuales en este aspecto, traen como consecuencia numerosos casos de niños que
permanecen mucho tiempo en una situación de desatención, mientras los profesionales
encargados de su protección, encuentran los elementos “objetivos” para validar la existencia de
maltratos. La consecuencia más grave de esto es que, son todavía muchos los niños que
continúan durante periodos prolongados en una situación que les hace daño, sin recursos para
hacer frente a la violencia de sus padres. Por otro lado, cuando se aplica una medida de
protección y se propone un alejamiento de la víctima de su propia familia, nunca se le ofrece un
apoyo psicológico adecuado para ayudarlo a integrar positivamente el sentido de la medida. El
niño ingresa a menudo en los recursos de acogida dependientes de la Administración, con la
vivencia y la representación que él o ella es culpable de los problemas de la casa o, el que es más
grave, asumiendo la culpa del sufrimiento de sus padres, víctimas de un hijo(a) malvado y/o mal
agradecido. Es evidente que esto refuerza los mecanismos de culpabilización utilizados por los
padres abusadores, así como los procesos de designación social de “niño problema”, por los
trastornos conductuales consecuencia de los maltratos que ha sufrido que presenta, por ejemplo,
en la escuela. De este modo, el círculo vicioso se va cerrando alrededor de la víctima, la cual se
auto percibe y es percibida como la responsable y culpable del que ha pasado.
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Por otro lado, los procedimientos para ayudar a las víctimas infantiles son todavía insuficientes y con
frecuencia inadecuados. Desgraciadamente, muchos profesionales del campo de la infancia en
riesgo social, no han tenido la oportunidad de integrar, con la suficiente rapidez, los conocimientos y
experiencias que la investigación clínica sobre el fenómeno de los maltratos en general, y los abusos
sexuales en especial, han proporcionado. Por esta razón, a la falta de recursos financieros se añade
la existencia de prácticas sociales, educativas y terapéuticas, que no siempre responden de una
manera adecuada y coherente a las necesidades especiales de los niños/as víctimas de maltratos, ni
tampoco al imperativo de contrarrestar el daño bio/psicosocial provocado por estas situaciones de
violencia.
Como consecuencia del que hemos expuesto, son numerosos los niños y niñas que, debido a que no
reciben la ayuda necesaria y suficiente, organizan y manifiestan sus sufrimientos de víctimas, a
través de comportamientos violentos y disruptivos, haciéndose daño a ellos mismos y a menudo a
los otros, por ejemplo, victimizando a sus compañeros o a los adultos que tratan de apoyarlos,
ofreciéndoles vinculación y todo tipo de ayuda, como es el caso de educadores y padres
acogedores. Con frecuencia se olvida el hecho que estos niños y niñas no sólo son víctimas de
maltratos en sus familias, sino de un proceso de intervención que muchas veces no responde a sus
problemas, trastornos ni necesidades.
Nuestras experiencias y la investigación clínica, muestran la relación evidente entre las experiencias
de maltratos y la incapacidad que presentan las víctimas al convertirse en adultos, para ejercer de
una manera suficiente y adecuada las funciones conyugales y parentales. Por lo tanto, cuando los
niños no son ayudados a la reparación del daño provocado por sus propios padres, será muy
considerable el riesgo de que estos niños no presenten las competencias parentales mínimamente
suficientes para asumir el cuidado y la protección de los que serán sus hijos, o que, directamente,
los maltraten.
Numerosas son las niñas que, por ejemplo, habiendo sido maltratadas en sus familias, detectadas
tardíamente y ayudadas de manera ineficaz por las instituciones de protección, cuando están
embarazadas no tienen las competencias parentales para ocuparse de sus propios hijos; esto motiva
una intervención no siempre adecuada para “proteger” a la nueva criatura, produciéndose así una
dramática repetición de maltratos, en los cuales las causas que intervienen no son sólo el daño
provocado en el sí de las familias, sino que encontramos además, el daño iatrogénico de un modelo
de intervención protectora, inadecuado e insuficiente.
Los maltratos como obstáculo al desarrollo de capacidades resilentes en los niños
La noción de resilencia hace referencia a la capacidad o recursos de un niño o niña para
desarrollarse normalmente a pesar de las condiciones difíciles en que han vivido. Esta capacidad,
lejos de ser una característica meramente individual, es resultado sobre todo de los procesos
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relacionales en que el niño está inmerso, a partir de su concepción, su vida intrauterina, en el
nacimiento y en su crecimiento como niño y después como adolescente. Entre los factores que se
han podido identificar como variables contribuyentes al desarrollo de la resilencia se encuentran:
El vínculo seguro, es decir, una vinculación sana entre los niños y sus figuras de vínculo. Esta
experiencia ha podido hacer frente a los desafíos adaptativos del crecer. Aunque la experiencia
haya sido deficiente a la familia, es posible, hasta cierto punto, repararla mediante un proceso
terapéutico y de este modo, contribuir al desarrollo de la capacidad resilente.
La presa de conciencia de la realidad individual, familiar y social por muy dura o dolorosa que esta
sea. Mientras el niño es más precozmente ayudado a comprender su situación de víctima de
maltratos, más posibilitados tendrá de buscar creativamente alternativas para hacer frente al mal
sufrido y optar por formas diferentes de relación. Numerosos son los niños/as maltratados que se
dieron cuenta muy pronto de su condición, y que, a partir de esta experiencia, pudieron formular
planteamientos como por ejemplo: “cuando sea grande no haré nunca a mis hijos el que mis
padres me han hecho”. En la medida que la toma de conciencia es casi siempre el resultado de
una relación donde otro ayuda al niño a darse cuenta de lo que pasa, el proceso terapéutico es un
recurso fundamental en este sentido.
El apoyo social. El sentimiento de sentirse apoyado, comprendido y ayudado por otras personas,
tanto de los adultos como de sus compañeros, es otro de los ingredientes de la resilencia. Esto
justifica no con sólo que los profesionales que trabajan con los niños acepten ser parte de las
redes sociales de los niños, sino que además, también acepten el desafío de organizar actividades
terapéuticas de grupo con los niños como complemento de trabajo individual. Es en el grupo,
donde los niños pueden participar de una dinámica social que les permite recibir y también,
apoyar, a sus compañeros que han ido viviendo dificultades parecidas. Además, las dinámicas de
grupo son una posibilidad de nuevos aprendizajes para comunicar, actuar y reflexionar en relación
al pasado para “descontaminarse” de lo que se ha aprendido en los procesos abusivos y
maltratadores. Es evidente que las situaciones de maltratos intrafamiliares, sobre todo cuando
son severos y crónicos, impiden bloquear o alterar los procesos resilentes de los niños. Esto en la
medida en que tienen como consecuencia trastornos del vínculo y traumatismos de diferente
naturaleza, los cuales impiden los procesos de toma de conciencia de la realidad y además,
producen trastornos de la sociabilidad que interfieren en los procesos de apoyo social que los
niños necesitan.
Objetivos del Programa
• Ofrecer recursos terapéuticos especializados y continuados a un grupo determinado de niños y
niñas víctimas de violencia intrafamiliar y extrafamiliar, beneficiarios en su mayoría de una
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medida de protección caracterizada por una acogida residencial o una acogida familiar, y otros
que residen en una casa de acogida para mujeres maltratadas que no disponen de recursos
terapéuticos para estos niños. Aun así, también existe la posibilidad de ofrecer este recurso en
niños derivados de la Unidad de Pediatría Social del Hospital Universitario Hermanos Trias y Pujol,
“Can Ruti”, desde donde vienen con un diagnóstico de posible abuso sexual o maltrato. Aun así,
este año se ha impulsado el ofrecimiento de este recurso a chicos que ya han hecho la mayoría de
edad y que se insertan en un programa de inserción laboral.
• El objetivo fundamental de la psicoterapia con niños víctimas de maltrato y/o abuso sexual es la
de contribuir a la reparación del daño y el sufrimiento traumático de los mismos, volviendo al
niño a su línea de desarrollo, al mismo tiempo que prevenir que estos se transformen en niños o
jóvenes agresores, o bien en adultos que no presentan las competencias parentales mínimamente
suficientes para asumir los cuidados y protección de los que serán sus hijos.
• Ayudar las familias acogedoras a entender las dificultades de estos niños para así facilitar la
relación entre ellos y con su entorno.
• Ofrecer un amplio abanico de dispositivos terapéuticos que favorezcan la respuesta adecuada
para cada demanda específica.
• Facilitar dinámicas de red con los profesionales que se ocupan de ayudar a estos niños
(educadores, padres de acogida, equipos técnicos de centros o programas de acogida familiar,
CSMIJ, EAIAs, DGAIA, ICAA, Maestros-Tutores de las diferentes escuelas, pediatras, etc.). El
trabajo en red tiene que ser la metodología de elección la cual se refiere a la coordinación de los
recursos terapéuticos ofrecidos a estos niños, para evitar así, que los niños sean rehenes de
diferencias de modelos y de actuación entre los profesionales que se ocupan de ellos.
• Ofrecer atención psico-social de apoyo y contención a familias de los niños que atendemos, que
presentan trastornos graves de la personalidad.
• Ofrecer formación, asesoramiento y supervisión a otros profesionales que están en contacto
diario con estos tipos de niños y sus familias.
• Trabajo con los padres de los niños susceptibles de ser tratados en este programa, sea de forma
social sea con tratamientos individuales. También con los padres agresores, que fueron víctimas
de maltratos en su infancia.
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• Recibir formación continuada y especializada por parte de los profesionales.
• Realizar acciones formativas y divulgativas para profesionales psicosociales.
• Realizar supervisiones a diferentes profesionales.
• Continuar evaluando e investigando, de forma objetiva, los resultados del programa a corto,
medio y largo plazo, para modelizar y sistematizar su metodología, transmitir experiencias
realizadas y estudiar su aplicabilidad en contextos diferentes.
Implementación
La primera fase del programa estuvo destinada a un grupo limitado de niños(as) ingresados en centros
o familias acogedoras y a un grupo de niños y niñas víctimas de abuso sexual extrafamiliar.
En una segunda fase, la mayoría de niños atendidos eran niños y niñas en situación de riesgo social,
tutelados por la Administración, e igualmente ingresados en centros residenciales o acogidos por
familias acogedoras. Hace falta pero, hacer mención de la extensión del ámbito de actuación del
Servicio Terapéutico, puesto que también atendimos dos chicas ex tuteladas, una niña derivada
directamente por un Centro de Acogida para Mujeres Maltratadas, como inicio de un programa de
colaboración, y otra niña diagnosticada por la Unidad Funcional de Pediatría Social del Hospital
Universitario Hermanos Trias y Pujol de Badalona.
En una tercera fase, igualmente la mayoría eran niños y niñas ingresados en centros residenciales o
acogidos por familias acogedoras, pero también se añadieron más niños y niñas del Centro de Mujeres
Maltratadas con el que empezamos la colaboración y, posteriormente continuamos de forma más
regular con la misma.
Hay que destacar que, dentro de esta colaboración, se dio respuesta a la necesidad que recibieran
tratamiento psicoterapéutico las madres de los niños de la Casa de Acogida que estaban en
psicoterapia, lo cual dio inicio a un nuevo planteamiento en el Proyecto, que es el de ofrecer ayuda
terapéutica a familias biológicas en situación de riesgo.
En una cuarta fase, se continuó con la misma dinámica de población, aunque esta había aumentado
considerablemente, así como el número de psicoterapeutas necesarios para cubrir esta demanda.
Aun así, se amplió el dispositivo terapéutico para dar soluciones más amplias a un problema donde
es difícil intervenir, después de diferentes reflexiones.
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Estas reflexiones se podían resumir de la siguiente manera: Se tienen que dar diferentes soluciones
para cada caso en concreto:
• La psicoterapia es indicada cuando se detectan dificultades que bloquean el correcto desarrollo
socio/emocional.
• Se trata de un espacio para pensar y para sentir.
• Es importante trabajar la realidad interna en relación a la externa (percepción), es decir, como el
niño ha vivido las diferentes situaciones. Aun así, trabajar el vínculo como herramienta
indispensable para establecer un nuevo modelo de relación, puesto que está deteriorado.
• La necesidad de un entorno familiar facilitador del proceso terapéutico
• Hace falta un trabajo a nivel institucional
A partir de estas reflexiones se pusieron en marcha nuevos dispositivos para ampliar la atención. En
el siguiente cuadro se puede apreciar el funcionamiento de la Unidad de Tratamientos.
UNIDAD DE TRATAMIENTO ESPECIALIZADOS
DEMANDA INICIAL
ADMISIÓN ENTREVISTA DE ACOGIDA
REUNIÓN EQUIPO TERAPEUTICO
OTROS PROFESIONALES DIAGNOSTICO/PSICOTERAPIA
ENTREVISTAS TERAPEUTICAS ARTERAPIA APOYO INSTITUCIONAL APOYO MAYORÍA DE EDAD
DERIVACIÓN EXTERNA
DERIVACIÓN INTERNA
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Diferentes Proyectos en Funcionamiento
Diagnóstico/Psicoterapia: individual.
Entrevistas Terapéuticas: con las familias y los niños conjuntamente, para tratar problemáticas
puntuales intrafamiliares que no requieran de una psicoterapia.
Arterapia: a través de medios y de procesos artísticos, ayudar a contener y a resolver los
conflictos emocionales y psicológicos.
Dispositivo de Apoyo Institucional: orientado a brindar asesoramiento, atención y formación a los
trabajadores que ejercen su tarea como educadores de los diferentes Centros (de Acogida y
Residencial) y a los que hacen el seguimiento con los niños acogidos a las diferentes familias
acogedoras. Por otra parte, también se ofrece apoyo y asesoramiento a diferentes profesionales
de la red (CDIAP, CSMIJ, escuelas, Servicios Sociales, EAIA).
Servicio de Apoyo a la Mayoría de Edad: para orientar, asesorar y tratar a chicos extutelados y que
están dentro de un programa de inserción laboral. La elección de los niños(as) susceptibles de
participar en el programa, se hace de acuerdo con los profesionales responsables de su acogida,
en función de la intensidad y cantidad de trastornos presentados, manifestaciones del daño,
ausencia de recursos terapéuticos, cronicidad de su situación antes del ingreso, y situación del
estado actual. Aun así, y como ya hemos visto en el anterior cuadro, la demanda es estudiada por
el Equipo Terapéutico y es este el que decide el tratamiento y/o dispositivo más adecuado para
cada caso. Cómo ya hemos comentado anteriormente, tenemos que mencionar que desde el
Servicio de Apoyo Integral a la Mayoría de Edad de la Fundación Concepció Juvanteny se nos pidió
la atención y tratamiento de los dos casos de chicas extuteladas, y desde el Centro de Mujeres
Maltratadas y la Unidad Funcional de Pediatría Social también se nos pidió nuestra actuación.
Los tratamientos han sido realizados sólo por dos psicoterapeutas especializadas en la atención
psicológica de niños, adolescentes y adultos maltratados, con el apoyo, por el diagnóstico y la
supervisión de la evolución de los niños/as, de un psicólogo-psicoterapeuta especializado en este
campo. También se dio apoyo a las familias a través de una trabajadora social, que sigue todos los
casos y apoya a los psicoterapeutas.
También se contó, en momentos puntuales necesarios, tanto con la colaboración de un pediatra,
como con la de un abogado. Al mismo tiempo, se mantuvo la observación de la necesidad de
poder contar, para la próxima etapa, con la participación en el proyecto de uno/a educador/a
social. En este momento, habría que poder contar con un/a administrativo y con un psiquiatra.
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Por otro lado, se nos hizo demanda de tratamiento psicoterapéutico y/o asesoramiento
psicológico desde diferentes lugares, como por ejemplo Servicios Sociales de Sant Andreu y
Hospital Universitario Trias y Pujol para atender adolescentes que sufren enfermedades crónicas.
A la vez, nos vimos en la necesidad de ofrecer apoyo psicológico a madres biológicas de la Casa de
Acogida que traían su hijo a psicoterapia.
Durante el año 2013 nos hemos encontrado con casos de difícil abordaje por su complejidad y,
sobre todo, por el tipo de patología, cada vez más complicada debido a diferentes factores y no
sólo del maltrato. Hemos tenido que realizar muchas más coordinaciones y reuniones con todos
los profesionales conocedores de los casos y esto supone ocupar tiempos y espacios con pocos
recursos.
Los profesionales de este programa han seguido con la formación continuada, asistiendo a
diferentes jornadas realizadas por la DGAIA, la Fundación Vicky Bernadet, GRADIVA, San Pere
Claver, Vidal y Barraquer y San Juan de Dios.
Por otra parte, los mismos profesionales han continuado transmitiendo sus aprendizajes y su
experiencia a otros profesionales, ya sea supervisando y asesorando sus casos, ya sea realizando
diferentes cursos y/o sesiones clínicas, sobre todo, del tema del Abuso Sexual, que es el maltrato
que más angustia a los profesionales y el de más difícil detección.
Manteniendo los recursos materiales ya mencionados en la última memoria de actuación,
recordamos que la atención a los usuarios se realiza en un local independiente de los lugares de
residencia de los niños, el cual está dotado de los recursos materiales y infraestructurales que a
continuación relacionamos:
• Dos salas de terapia de juego.
• Una sala de terapia de grupo.
• Dos salas de reuniones para la red.
• Un espacio para recibir a los niños, sala de espera y trabajo administrativo.
• Material de vídeo y de grabación por el trabajo de evaluación y de formación.
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Indicadores previstos para evaluar el programa
Objetivos
• Funcionamiento correcto del servicio terapéutico
• Trabajo en red de los profesionales implicados
• Integración social de las víctimas de maltratos
• Formación de psicoterapeutas
• Disminución de la incidencia del fenómeno del maltrato infantil
• Asumir por los profesionales implicados dinámicas de buen trato
A partir de los objetivos planteados, los indicadores son los siguientes:
• Proporcionar a los niños maltratados elementos reparadores
• Implicación multidisciplinario de los profesionales
• Eliminación de los problemas conductuales y relacionales
• Aprendizaje de nuevas técnicas de tratamiento
• Utilización correcta de los elementos diagnósticos y terapéuticos
• Sensibilización de la sociedad en relación a la existencia de maltratos
• Establecimiento de pautas de actuación por parte de los profesionales implicados en la atención
a los niños maltratados
Resultado esperado
• Reparar y superar el daño producido a los niños maltratados o abusados
• Interrupción de la transmisión intergeneracional del maltrato y el abuso sexual
• Superación de las secuelas producidas por los maltratos
• Implicación y participación de profesionales en las jornadas de formación
• Descubrimiento y diagnóstico de los casos ocultos de maltratos
• Previsión y asunción de las responsabilidades en cada nivel de actuación. Compromiso de
unificación de actuaciones y exploraciones para evitar dobles victimizaciones en niños y jóvenes
• Compromiso de elaboración de protocolos de actuación basados en el respecto a los derechos
de la infancia
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Resultados de la Evaluación
Población Atendida
Durante este año 2013, han sido atendidos un total de 37 casos a nuestra Unidad de
Tratamientos. De ellos, 20 de sexo femenino y 17 de sexo masculino. Las edades han sido
comprendidas entre 3 y 50 años, de los cuales 9 han sido niños, 15 adolescentes y 13 adultos.
Continuamos encontrándonos con casos de diagnósticos negativos de abuso sexual, es decir, que
no dan indicadores de una situación de abuso pero sí se valora una conflictiva conyugal
patológica, con un grave maltrato psicológico hacia los hijos, de forma indirecta. Esto provoca que
se tenga que intervenir a nivel individual con el niño y a nivel familiar, con una coordinación muy
cercana con los diferentes servicios que intervienen desde otro ámbito.
Otros casos, también con un diagnóstico de no abuso sexual, se nos han derivado por patología
mental del niño, de la madre o de dinámicas familiares poco adecuadas que dificultan
enormemente el desarrollo psicoemocional de los hijos.
Por último, hemos detectado un aumento de casos donde el abuso sexual se ha dado entre
menores de edad, con lo cual hemos tenido que trabajar tanto con el agresor menor como con la
víctima.
Características de la Población
Femenino 53%
Masculino 47%
Sexo
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Tipos de Maltratos o Agresión Recibida
Respecto al tipo de maltratos o agresiones que han motivado el ingreso en el programa, o que se
han evidenciado a lo largo de la duración del mismo, podemos afirmar que en orden
predominante son:
También hay que resaltar que continúa siendo más elevado el número de niños que han sufrido
Maltrato Psicológico seguido de Negligencia Afectiva y Abuso Sexual, este último ha aumentado
respecto a años anteriores. Por otro lado, el Maltrato Físico aumenta también y queda en último
lugar la Negligencia Material. De todas maneras, hay que hacer mención que cada tipo de
maltrato puede estar en la misma persona, es decir, que no sólo se mujer un solo maltrato sino
que podemos convivir varios.
CONSECUENCIAS PSICOSOCIALES TRAUMATICAS DE LOS MALTRATOS
Consecuencias Psicosociales Traumáticas de los Maltratos
Las consecuencias psicosociales que generan efectos traumáticos en los niños/as debido de a los
maltratos, los hemos agrupado en los siguientes trastornos, según afecten las áreas afectiva,
cognitiva, comportamental y social de estos. Estos trastornos han impedido o perturbado un
desarrollo evolutivo normal y adecuado de los niños/as. En el área afectiva nos ha interesado
valorar y tratar los trastornos de los vínculos emocionales y de empatía.
Trastornos del Vínculo: Los trastornos del vínculo los definimos como el resultado de una
ausencia, interrupción o dificultad en el proceso de vinculación que se establece entre el niño y
sus progenitores, el cual los impide establecer una seguridad de base a partir de la cual, él o ella,
llega a ser un sujeto social capaz de vincularse y aprender en la relación con los otros.
Abuso Sexual 48,65%
Negligencia Afectiva 59,46%
Negligencia Material 24,32%
Maltrato Físico 43,24%
Maltrato Psicológico 70,27%
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Trastornos Emocionales y de la Empatía: En relación con los trastornos emocionales,
entendiendo estos como la dificultad en la capacidad de identificar, reconocer, utilizar y controlar
las emociones y sentimientos propios adecuadamente, los cuales emergen de nuestras
interacciones con el ambiente, e influencian nuestras percepciones. Estos trastornos se
manifiestan, por ejemplo, a través de reacciones emocionales inadecuadas, regulación y
modulación de los afectos inadecuados, cambios de humor repentinos, agitación, sensibilidad
emocional, explosiones de ira imprevistas, etc. Este trastorno está presente en casi todos los
niños tratados debido de al maltrato intrafamiliar.
Trastornos Cognitivos: Respecto al área cognitiva, se sabe que existen efectos y consecuencias
considerables, las cuales, en muchos casos llegan a ser irreversibles, debido a experiencias de
maltratos crónicos y severos vividos a la infancia. Cuando esto pasa y se afectan los procesos
cognitivos, es decir, pensamiento, percepción, atención, memoria, conciencia... estamos hablando
de trastornos cognitivos.
Trastornos Disociativos: Estos trastornos se definen como una alteración en la capacidad de las
funciones integradoras de la conciencia y/o de la identidad, un trastorno que afecta los aspectos
afectivos, cognitivos, y comportamiento del niño/a. Sus manifestaciones van desde una pérdida
fugaz y repentina de la conciencia, despersonalización, ausencias, o amnesia psicógena, hasta
trastornos de personalidad múltiple en su expresión más dura. Valoramos aquí por lo tanto, la
presencia de estos trastornos en cualquier de sus manifestaciones.
Trastornos del Comportamiento: En el área del comportamiento, los trastornos conductuales
van, desde la hiperactividad hasta la inhibición conductual, así como dificultades en el control de
impulsos, o pasajes al acto que traen a comportamientos violentos hacia terceros, ya sean niños,
adultos, animales uno objetos, como también conductas autodestructivas. Además, en esta
categoría se incluyen todas las manifestaciones conductuales de experiencias de sexualización
traumática, es decir, victimización sexual de sí mismo o a otro, actividad sexual precoz,
agresividad compulsiva y sexualización del afecto, entre otros.
Trastornos de la Socialización: Definimos los trastornos de la socialización como la tendencia a
exhibir conductas que resultan socialmente inaceptables. Estos trastornos traen al niño o niña a
ser socialmente inepto, con carencia o deficiencia de hábitos alimentarios, de higiene;
comportamientos abusivos que traen a la explotación o manipulación continua, interacciones
disruptivas que niegan o sabotean cualquier tipo de interacción positiva. También pueden
manifestarse comportamientos socialmente inhibidos, evitación, o rechazo de interacciones
relacionales.
Trastornos de los Procesos Resilentes: No es difícil concluir que la población descrita
anteriormente, es la que ha presentado una gran dificultad para desarrollar procesos resilentes,
debido a una ausencia de vinculaciones positivas (trastornos de los vínculos emocionales), falta de
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apoyo social, problemas de marginalidad social, ausencia de apoyo y seguimiento escolar, como
también la imposibilidad de toma de conciencia de estos niños/as de ser víctimas de maltratos y
de injusticia. Todo esto trae a desarrollar procesos psicológicos dañinos, tales como la
culpabilización, estigmatización, sentirse traicionado o abandonado.
Hay que destacar que de entre la población atendida se presentan los siguientes porcentajes, el
trastorno emocional (100%), el trastorno social (51%) que ha aumentado mucho, el trastorno de
conducta (19%), que se ha mantenido, y el trastorno del vínculo (19%) que también ha
aumentado un poco. Por otra parte, hay que destacar el aumento importante de trastornos por
sospecha de abuso sexual (22%) que ha aumentado considerablemente o trastornos por abuso
sexual (13,50%).
Trastornos límites de la personalidad: Este año hemos podido constatar que muchos de los casos
que atendemos, sobre todo en los adultos, sufren este tipo de trastorno consecuencia de una
infancia con vivencias politraumáticas. Son pacientes que no son neuróticos ni psicóticos ni
perversos, sino que las dificultades derivan de la confusión en los límites entre ellos y los otros,
entre el dentro y el de fuera, que se desbordan, se deprimen, intentan suicidarse, son depresivos,
dependientes, ante una realidad externa e interna que no pueden contener ni pensar.
Tipos de Atención Ofrecida y Indicadores de Mejora
El ingreso de los niños al programa ha requerido estrictamente un trabajo previo de reuniones de
los equipos que conforman la red en la que está inmerso el niño. A estas reuniones han asistido,
por ejemplo, directores de centros, tutores, educadores y/o referentes, así como otros miembros
de la red profesional. Por lo tanto, este programa de tratamiento psicoterapéutico individual se
desarrolla en un marco de trabajo en red. Por eso, se ha atendido al 100 % de la población bajo
este marco, es decir, un trabajo que implicó la presencia del tutor o referente del niño en las
sesiones terapéuticas de este (al menos cuatro sesiones en el trabajo terapéutico), contactos
telefónicos semanales con los centros de acogida, entrevistas en los colegios, etc.
En algunos casos, se ha requerido atención pediátrica como consecuencia de los maltratos
recibos. El 20% ha requerido una evaluación psiquiátrica al inicio y/o durante el proceso
terapéutico, ya sea para valorar la necesidad de un apoyo farmacológico, valorar si el ingreso del
niño/a en el programa es pertinente y puede dar respuesta a su cuadro clínico, y acompañar la
evolución clínica de los niños/as.
Respecto a la atención psicoterapéutica propiamente mencionada, el 100% de la población
recibió atención de psicoterapia con sesiones semanales de 45 minutos. No obstante, es
necesario comentar que el 10% de esta población hubiera requerido una atención de dos sesiones
semanales durante los dos o tres primeros meses de su tratamiento, lo cual no se ha podido llevar
a cabo por carencia de recursos.
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Es importante destacar que dentro del grupo de niños actualmente en tratamiento, más del 60%
ya han presentado una mejora relevante en su evolución. Esta mejora se basa fundamentalmente
en la disminución parcial o total de indicadores de trastornos emocionales, cognitivos, del
comportamiento y, sobre todo, de la socialización.
Esta mejora ha sido percibida en conjunto, tanto en el marco terapéutico por parte de la
terapeuta y el mismo niño/a, como por la red social y de profesionales, particularmente por los
padres o tutores del niño, así como en el contexto escolar.
La intervención de una “Arterapeuta” en prácticas nos ha ayudado a entender que hay otras
formas de intervenir cuando los pacientes no pueden pensar, y que hay que diversificar el
tratamiento. Esto requeriría también la necesidad de ampliar los recursos.
Resultados obtenidos por el programa. Cuantificación y Valoración
Resultados
• Realización de nuevos tratamientos en el Servicio de Reparación Terapéutica
• Realización de tratamientos de mantenimiento y continuidad de niños y jovenes que
ingresaron anteriormente en el Programa
• Niños y jóvenes dados de alta del Programa.
Cuantificación
• 37 niños, jóvenes y adultos ingresados en el Programa
• Una sesión semanal (84%), quincenal (13,5%) y mensual (2,5%)
• 7 altas, 6 derivaciones y dos interrupciones
Valoración
• A partir del diagnóstico se proporciona a las víctimas el tratamiento necesario y específico, en
frecuencia y duración, para mejorar su estado psicológico.
• A medida que se avanza en el tratamiento, la periodicidad de las sesiones se puede espaciar en
un planteamiento de continuidad.
• Una vez se valora el estado de las víctimas, después de entre 18 y 24 meses de tratamiento
aproximadamente, es posible darlos de alta y mantener un seguimiento de seguridad.
• Nos hemos encontrado casos más graves que han requerido coordinaciones con CSMIJ por
valoración psiquiátrica.
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Desviaciones respecto a los objetivos previstos
Los objetivos planteados en inicio han sido cumplidos sobradamente, de tal manera que por los
usuarios del servicio se ha asegurado el correcto y coherente funcionamiento del servicio, se les
ha proporcionado los correspondientes elementos diagnósticos y terapéuticos y, según cada caso,
se les ha realizado el diagnóstico necesario y la derivación consecuente al servicio terapéutico
para llevar a cabo el tratamiento psicológico más adecuado, o en otros casos, se han hecho los
tratamientos necesarios para reparar el daño iatrogénico producido a los niños/as y jóvenes
víctimas de maltratos y/o abuso sexual.
Es por todo lo que se ha expuesto, que consideramos que el grado de logro de todos los objetivos
planteados inicialmente ha sido más que positivo, llegando a unos niveles de calidad en el servicio
los cuales permiten exponer la continuidad del mismo, tanto por ellos mismos como por el nivel
de aceptación y demanda de la sociedad de un servicio como es el que es objetivo esta memoria.
Es más, siendo este el decimotercero año de realización del presente programa (recordamos que
se inició en mayo del 2000), nuestra actuación no resulta ser un proyecto, sino un verdadero
programa consolidado, convertido en unidad de referencia para los diferentes servicios externos
implicados en la detección y tratamiento de la figura del maltrato y abuso sexual infantil y juvenil,
de tal manera que estamos convencidos que este es el momento de modelizar y protocolizar
resultados y procedimientos, y así nuestra actuación nos permitirá, si es posible, llegar a poder
tratar, adecuadamente para que superen el daño sufrido, a un número mayor de niños y jóvenes.
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Conclusión
La sociedad actual nos pone en alerta cuando nos presenta, de una parte niños afectados por la
crisis económica y, de otra, niños que buscan el hedonismo y el acceso en el mundo adulto en
todos sus aspectos. Nos encontramos con familias desestructuradas, algunas reconstituidas, con
hábitos poco adecuados donde la sexualidad y el pudor ya no existen, sin límites ni roles claros,
sin autoridad, sin tabúes y con el acceso a nuevas tecnologías donde los niños difícilmente pueden
ser niños sino “robots tiranos adultificados”.
Esto también es maltrato y se convierte en un riesgo social. La crisis y la carencia de límites están
creando una patología de difícil intervención a nivel psicoterapéutico y ante la cual, hacen falta
especialistas muy formados y con recursos para tratar estos tipos de pacientes, su familia y el
entorno social donde se encuentran. Por eso, también, habría que incorporar en el equipo un
profesional de la psiquiatría, puesto que tenemos que contar con la red pública y no siempre es
de fácil acceso.
Este programa no sólo está consolidado y funciona, sino que es del todo necesario para poder
tratar una enfermedad que se extiende a nivel social como una plaga, y dónde no hay suficientes
“agentes” para pararla. Haría falta pues, además, una tarea de prevención para que evitamos
muchos más casos de maltratos y podamos intervenir en los que ya existen. Por eso también
hacen falta recursos, que ahora no tenemos.
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