DE GRANADA A ROMA
Beato Juan ZegríFundador, Mercedarias de la Caridad
“Procuraré en cuanto me sea dado correr como buen pastor en pos de las ovejas extraviadas …”
Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno nació en Granada el 11 de Octubre de 1831. Fue el mayor de seis hermanos en una familia de ascendencia árabe, y de gran arraigo cristiano.
Bautizado al día siguiente de nacer, el 12 de octubre.
Su infancia transcurre feliz. Sus padres Antonio y Josefa le inculcan la devoción a María de la Merced.
El 30 de Septiembre de 1850, cuando tenía 18 años, ingresó en el Seminario de San Dionisio Areopagita
ubicado en la Abadía del
Sacro Monte de Granada.
El día 2 de Junio de 1855 fue ordenado sacerdote en la
Catedral de Granada.
Ejerció el sacerdocio en Huétor Santillán
( 1859-1864)en San Gabriel de Loja
( 1865- 1869)(Granada)
Funda la congregación el 16 de marzo de 1878. M
ALAGA
Así nos legó un lema: “Todo para el bien de la humanidad en Dios, por Dios y para Dios”; un carisma, que hoy hemos definido como: “Servicio de caridad redentora en todas sus formas, en orden a la plena liberación del ser humano”; y una misión: “vivir la caridad, ejerciendo todas las obras de misericordia en la persona de los más pobres”.
“ Curar todas las llagas, remediar todos los males,…, enjugar todas las lágrimas, no dejar un solo ser
abandonado, afligido, …”
ESPIRITUALIDAD MERCEDARIA
Jesucristo Redentor
Caridad Redentora
María de la Merced
“Procuraré ser la providencia visible para los que sufren…”Beato Zegrí
PROCESO DE CANONIZACIÓN
Se inició en 1958. La Iglesia proclamó Venerable al Padre Zegrí el día 21 de diciembre del año 2001
En Roma, el 9 de noviembre de 2003 es
proclamado beato
“Su vida es un desafío para todos los que seguimos su espiritualidad, no tanto por lo
que hizo, sino porque supo amar a la manera de Dios, sirviendo el Evangelio de la caridad a los más necesitados. Él nos revela que la ternura y la misericordia de Dios se hacen realidad en el corazón de los seres
humanos por el misterio de la redención del Hijo y haciendo camino con Él. El Espíritu
Santo introdujo el corazón de Juan Nepomuceno en el corazón humano de
Jesús, aprendiendo en esta escuela el amor a Dios y el amor a los demás. Un amor
encarnado y a la vez místico, que eleva al que lo posee hasta las cimas de la
contemplación y de la paz.”
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