Shalom, hermanos.
Quiero compartirles unos fragmentos de información sobre el hebreo bíblico para que les sirva de trasfondo
histórico en nuestros estudios hebraicos.
El hebreo en el que escribieron la Miqráh (el Tanakh) los profetas, desde Moisés hasta Malaquías, era un
hebreo muy elevado, muy poético, y a la misma vez era el idioma cotidiano del pueblo israelita en lo que llaman
algunos "los tiempos del Antiguo Testamento". Esto es comparable al español del tiempo de Cervantes, del Don
Quijote, y del mio Cid. Esto es comparable también a la situación del griego clásico frente a lo que ahora llaman
el griego "koiné", esto es griego "común"; lo que sería para los griegos el "hebreo koiné", comparable al "griego
koiné".
Interesantemente, cuando se comenzó a traducir los Escritos Sagrados al arameo, se produjeron los llamados
Targumím, que más que traducciones son paráfrasis (esto es, traducciones libres, no literales). Esto se hizo
necesario cuando Judah regresó del cautiverio de 70 años en Bavel, y ya los judíos no hablaban de manera fluida
el hebreo antiguo, excepto los eruditos y rabinos, y los más letrados del pueblo. Para entonces el hebreo era el
idioma clásico de la religión, de la fe y de la sinagoga, mientras el arameo era el idioma del comercio, de la calle
y de las relaciones internacionales. Ese hebreo clásico y ese arameo pueblerino eran los idiomas que hablaba el
pueblo judío desde los tiempos de Esdras hasta los tiempos de los apóstoles, en el siglo uno de la Era común, y
después.
Cuando se tradujeron las Escrituras Hebreas al griego, la llamada Septuaginta, alrededor de 200 años antes de la
Era Común (antes de Yahoshúa), eso fue para beneficio de los judíos de habla griega que residían en países
donde imperaba el idioma griego, como Egipto, por ejemplo, donde se produjo la Septuaginta. Por eso no se
tradujeron al griego clásico de la época en el que escribieron los grandes pensadores griegos, sino que se tradujo
en un griego hebraizado, altamente influenciado por el hebreo antiguo. Por eso la Septuaginta fue considerada
por los sabios judíos en Israel de aquella época como una traducción "malita". Incluso dice la tradición que los
sabios judíos lloraron de tristeza la primera vez que vieron esa traducción griega de los textos hebreos.
Esto es comparable a cuando leemos traducciones de algún libro inglés hechas al español por un latino que no
domina perfectamente el arte de traducir del inglés al español, que usted encuentra muchas palabras inglesas en
el texto español, y encuentra adaptaciones de palabras inglesas, y giros ingleses, y sintaxis inglesa, y modismos
ingleses. Pues algo así ocurrió con la Septuaginta. Es un libro hebreo vestido con un traje griego; o es como un
hombre griego con alma hebrea. Pues eso es lo que sucede también con los libros del llamado "Nuevo
Testamento". Por más que quiera llamárseles "libros griegos" porque fueron transmitidos en el idioma griego,
son en realidad libros hebreos con un ropaje externo griego. Pero no el griego clásico sino un griego hebraizado
creado por los judíos, con modismos hebreos, con sintaxis hebrea, y con sabor hebreo, que ahora los eruditos
llaman "griego koiné" (“griego común”).
En realidad ese griego del "Nuevo Testamento" era para aquella época casi como un idioma nuevo, comparable
al Yidish que crearon los judíos alemanes mezclando el alemán con el hebreo, y como el Ladino que crearon los
judíos españoles, mezclando el español con el hebreo moderno. Por eso, cuando unos sabios judíos, como Franz
Delitzsch y otros, tradujeron el llamado "Nuevo Testamento" al hebreo, produjeron un "Nuevo Testamento" con
verdadero sabor hebreo, con el sentido hebreo que perdió cuando lo pasaron al griego. Porque el "Nuevo
Testamento" es en realidad, o un libro griego con alma hebrea, o un libro hebreo vestido con ropaje griego.
Por eso en nuestro estudios del Apocalipsis, o Jazón, damos importancia a la versión hebrea de este libro, en la
que podemos apreciar un estilo hebreo antiguo, con modismos hebreos y con sintaxis hebrea, que nos transporta
a una mentalidad hebrea que debió haber sido la mentalidad de los apóstoles que escribieron para los primeros
conversos a la fe del Mesías Yahoshúa, quienes eran en su gran mayoría judíos de habla hebrea, y también
gentiles de habla griega pero que asistían a la Sinagoga los sábados, donde escuchaban las lecturas de la Torah en
hebreo antiguo y luego traducidas oralmente en arameo común, y probablemente algunas partes en el griego
común hebraizado de la Septuaginta. Aunque esto último es poco probable porque nos informa el historiador
judío Flavio Josefo que para el siglo uno en Israel se consideraba "peor hablar griego que comer carne de
puerco". El pueblo judío de esa época odiaba el idioma griego y las autoridades griegas latinas. Por eso no puede
ser verdad el argumento de los teólogos cristianos de que el idioma común del pueblo judío en la "Palestina" del
siglo uno era el griego.
Recuerden el caso cuando Pablo pidió a los soldados romanos que lo apresaron que le permitiera hablarle al
pueblo judío congregado en aquel lugar. Pablo le habló en griego al soldado romano y éste se sorprendió y dijo:
¿"Pero tú sabes griego"? ¿"No eres un egipcio..."?, etcétera; y entonces Pablo le explicó la realidad; y el soldado
le permitió hablarle al pueblo judío. ¿Y qué dice el relato histórico? (Hechos 21:35 a 22:2):
Hechos 21:37 "Cuando ya iban a meterlo en la fortaleza, Shaúl le dijo al tribuno: “¿Se me permite decirte
algo?” Y él dijo: “¿Sabes griego? 38 Entonces, ¿no eres tú aquel egipcio que provocó una sedición antes de
estos días, y sacó al desierto a cuatro mil hombres de los asesinos?” 39 Entonces Shaúl dijo: “A la verdad, yo
soy yahudita, ciudadano de Tarso de Cilicia, una ciudad no insignificante. Y te ruego que me permitas hablarle
al pueblo. 40 Como él se lo permitió, Shaúl, de pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Cuando se
hizo un profundo silencio, comenzó a hablar en el idioma hebreo diciendo:
Hechos 22:1 “Hermanos y padres, oigan ahora mi defensa ante ustedes”: 2 Cuando oyeron que Shaúl les
hablaba en lengua hebrea, hicieron aún mayor silencio. Entonces continuó: ..."
Entonces, ¿cómo es posible que los cristianos se traguen la mentira de que el idioma del pueblo judío en el Israel
del siglo uno era el griego, cuando Pablo en este caso le habló al pueblo judío en el idioma hebreo? ¿Por qué no
les habló en griego si ese era el idioma del pueblo? ¡Porque es falso que el griego fuera el idioma del pueblo
judío en el siglo uno! Eso es falso de toda falsedad. La historia nos muestra lo contrario: el hebreo era el idioma
del pueblo judío en el siglo uno, especialmente para discursos espirituales, y el arameo era el idioma común de la
calle para los tratos comerciales y demás. Pero aun aquel arameo era un arameo hebraizado, semejante al español
anglicado que hablan muchos latinoamericanos que viven en Estados Unidos.
Recuerdo que cuando yo era un muchacho, mi papá regresó a Puerto Rico después de haber estado un año
trabajando en Chicago, y vino hablando de "la furnitura" de la casa (el mobiliario); "la yarda" (el patio); "el
rufo" (el techo); "la marqueta" (el mercado), y otros barbarismos que contaminan el español de algunas
personas de habla española que saben también hablar inglés. Pues eso mismo pasaba entre los judíos de habla
griega en los primeros siglos de la Era Común y que residían en países de habla griega, como Egipto, Arabia, y
otros. Hablaban un griego hebraizado; y para ellos fue que se tradujeron los escritos apostólicos originales del
hebreo al griego, resultando en un griego a veces "malito", o al menos tachonado de hebraísmos y en ocasiones
con sintaxis hebrea. Existe evidencia documental de todas estas cosas; pero sólo la ven los que quieren verla. A
los cristianos helenizados de hoy día parece que no les interesa mucho.
Bueno, pues, seguimos en otra ocasión.
Yahwéh immekhá (Yahwéh esté con ustedes).
Yosef
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