Bosque de Luna

El silencio del mundo, de forma ilusoria, se había originado para ser consumido. La oscuridad de la noche lúgubre, sumida en tenebrosa belleza, hacía que las sombras vivientes del lóbrego bosque se moviesen al compás del libre y vagante viento; y prodújose que los corazones de las jóvenes, en magno sueño, fueron poseídos por el palpitante ritmo del angosto baile de las sombras. La respiración de esos seres se había transformado en las vibraciones previas al grito desesperado de mentes colapsadas por el pánico y el horror.