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Page 1: ciudades: diálogo con el arte por Enrique Figueroa H. - Revista de la Universidad de ... · 2014-02-22 · la presencia de un pensamiento tan vasto en su aprehensión de la realidad

por Enrique Figueroa H.

ciudades: diálogocon el arte

Ubicar a Ramón Xirau dentro de las letrasy dentro de su propia literatura, no es, enprincipio, difícil. En sus libros, principal­mente estudios filosóficos y poéticos, sehace inteligible (yen ocasiones se intuye)la presencia de un pensamiento tan vastoen su aprehensión de la realidad humana,como significativo en la síntesis de suspropias intuiciones.

Desde luego, es un gran acierto deXirau el escribir con imparcialidad, siem­pre sin perderse en el trabajo impersonal,una obra de tan complejos alcances comosu Introducción a la historia de la filoso­fia. O bien, profundizar sin prejuicios ovisiones unilaterales en el mundo realmen­te sobrecogedor de un poeta: OctavioPaz: el sentido de la palabra. A través deestos libros, y de ,Genio y figura de SorJuana Inés de la Cruz, la ubicación deXirau como escritor se ofrece por sí solatan compacta y definitiva como la estruc­tura de su pensamiento y su sentir. Con­ceptualmente, pues, la actitud de Xirauno pude movernos sino a respeto y reco­nocimiento hacia los valores, no dogmáti­cos, más bien conscientes, que la integran.Acaso esa actitud, esa personal valoraciónde la realidad, le haya hecho estudiar laobra de Octavio Paz (un poeta todo ardory pasión) con un poco de frialdad, omejor dicho sin el suficiente apasiona­miento, si bien es cierto e innegable queen su libro sobre Paz ha logrado uno delos más justos y felices acercamientos a laobra del poeta mexicano.

En todo caso, la personalidad literariade Ramón Xirau se había conformadoante nosotros con una imagen en la cualla solidez y la erudición, la amplitud y lariqueza intelectuales, la historia y la filo­sofía, definían esa imagen en términos tanvastos como inmutables. Para decirlo enotras palabras y de una buena vez, noshacía falta de Xirau un libro como Ciuda­des, * con el cual su ubicación dentro dela literatura y la filosofía se renueva yadquiere una dimensión artística.

No pretendemos (sería inútil siquierasuponerlo) que Ciudades entrañe un cam­bio en la ideología de Xirau: ya hemosdicho que su actitud (por otra parte nece­saria) es equilibradamente consciente y endefinitiva imparcial. Lo que sí queremosseñalar es que en el libro que ahora nosocupa, el autor, sin abandonar sus linea­mientos, sin claudicar de sus principios,

* Ramón Xirau: Ciudades. México, AlbertoDallal, editor, 1970. 75pp

permite el libre juego, en su mundo, de loque no puede conceptualizarse, de lo quenunca podrá resumirse en un- determinadoideario. Hablamos, por supuesto, del arte,de lo artístico en la realidad humana. Loanterior define a Ciudades como un librobello. No sólo en lo que respecta a supresentación y contenido; tam bién es belloporque es real. Y su realidad no estriba enque su sentido esté perfectamente referidoa una realidad verificable en cualquiermomento. Muy bien podría ser una obrade ficción y en igual forma nos haríasentir que todo lo que nos rodea se hacemenos obvio y adquiere una dimensiónmás próxima a nosotros. El tex to nofluye enteramente como reunión de obje­tos visuales, como realidad abstracta detan concreta, sino que su lectura nosremite a la concepción de que aun dentrode lo cotidiano es posible entender nues-

. tra presencia como síntesis de símbolos ytrasfondos filosóficos y m íticos, lo cualnos rehabilita como seres religiosos. ¿So­mos religiosos en un sentido espiritual­cristiano, o en un sen tido pagano? Ra­món Xirau es concluyente en este sentido;pero dado que su conclusión alcanza la fea través de la poesía, del mundo del arte,del reconocimiento de la vasta gama devalores y creencias que integran y validanla totalidad de nuestra cultura, no nossentimos excluidos o extraños en su diálo­go con el arte de la ciudad renacentistapor excelencia: Florencia; en su embelesa­da y profunda percepción de lo que fue lacreación artística en Siena; en su palpitarcon la realidad más sensible de Venecia yVerona. La escritura de Xirau es abierta;lo que nos comunica no se define en eleterno carácter contradictorio de los con­ceptos, sino en la armonía de éstos, locual se traduce como libertad absoluta delpensamiento en la expresión de sus intui­ciones más significativas.

Ciudades tiene el sello personal de todaobra de Xirau. El hombre es inconcebiblesin la filosofía y la historia. En estesentido el diálogo del autor con el mundoque describe es constante; tiene por baseuna tradición que implica, a la vez queimpulsa, una búsqueda de nuestra propiaidentidad. Si perdimos de vista el elemen­to que nos mostraba nuestra significación,tenemos la filosofía para reencontrarlo yla historia para saber que existe, quesiempre ha existido. Y en tanto esa bús­queda nos maravilla y nos hace sentiragónicos, el hombre se expresa, crea, edi­fica y juega a interpretar la vida. De la

interpretación surge el símbolo, el fantas­ma de lo humano, que si en ocasiones nosengaña y confunde, también nos permiteintuir esa otra realidad en que la poesía sehace vida y la vida poesía; esto es, cuandoel símbolo encarna y nosotros alcanzamosese elemento extraviado; es el instante enque la expresión artística (en la recreaciónde las formas humanas) se transparentatangible y nos comunica vitalmente con elproducto de nuestra búsqueda.

A través de ciudades y a;quitecturas,hombres y obras, Ramón Xirau enaltece'en su libro ese afán de expresión de todoser verdaderamente vivo, esa necesidad demanifestarse ante sus congéneres intentan­do entenderse a sí mismo. El lenguaje de .Xirau posee una textura expresiva sor­prendente. Y si Ciudades es en principiodescriptivo, ante esa ilación sutil de pala­bras, frases y párrafos reverberantes, apa­rece en nosotros la certeza de' que se nosestá atrapando en el tejido de un lenguajeque planea sus contornos, que define suconsistencia para asegurarse nuestra activaparticipación cuando lo descriptivo se su­bordina a la interpretación. Es decir,cuando las palabras describen y descubrenla musicalidad del lenguaje; cuando lasesculturas, las pinturas y las obras arqui­tectónicas evolucionan a partir de trazosfigurativos para entregarnos su sentido, suvinculación con la literatura y se hacenarte: arte de Florencia, Siena, Venecia,Verona.

La simple mención de estas ciudadesevoca en nosotros una multiplicidad deimágenes que inquietantes nos remiten auna serie de nombres y hombres que en elplano cultural le dieron un sesgo de cul­minante plenitud: Miguel Angel y Moisésy David; Leonardo da Vinci y la Giocon­da; Maquiavelo y su hedonismo político;los pintores sieneses y la riqueza con querecrearon un mundo particularmente pro­vinciano; Venecia, que no necesitó degrandes artistas porque ella misma es obrade arte; la Verona que se hace real másallá del idílico drama de Romeo y Julieta.Ciudades retoma el simbolismo de todosestos signos históricos y míticos. RamónXirau ha establecido una mágica relaciónverbo-figura, palabra-imagen mediante lacual la forma expresada no sólo nos entre­ga su sentido y su significado artísticos,sino que se reconcentra en el tiempo desu creación. Tiempo imaginado por elescultor, por el pintor; tiempo de dimen­siones paganas y religiosas; tiempo desimetrías y colores intemporales; tiempode utopías sensuales y humanistas; tiempode plásticos contornos que endurece nues­tro propio tiempo y lo descubre hipótesishecha realidad, realidad que se encierradentro de los estrechos límites de la ob­viedad cotidiana.

Pero Ciudades- no es Qamás podríaserlo) un libro pesimista. Ante todo afir­ma la existencia de ese valor supremo quees el arte. En éste, la realidad humana"deja de ser" para encontrar una verdad:su significado, y un brillo último y defini-tivo: imágenes de escultura y pintura I

transformadas en poesía vital e intempo- 43'ral.