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CO LECCIÓN GRAN ANGU LAR
Dirección literaria: Cecilia Repetti Edición: Laura Linzuain
Jefa de Diseño: Noemí Binda Diagramación: Natalia Fernández Responsable de Corrección: Patricia Motto Rouco Corrección: Catalina Larralde Director de Operaciones: Carlos Chevalier Martínez
No está permitida la reproducción total
o parcial de libro, ni su tratamiento in• Valentino, Esteban
Coordinador de Operaciones: Nicolás Palladino Responsable de Preimpresión: Sandra Reina Gerente de Planificación e Inteligencia de Mercado: Vanesa Chulak Fotografía de tapa: @ Phovoir Fotografías de interior: Archivo SM y Silvia Gabarrot
@ Esteban Valentino, 2010 @ Ediciones SM, 2010 Av. Callao 410, 2e piso C1022AAR Ciudad de Buenos Aires
Primera edición: marzo de 2010 Séptima reimpresión: septiembre de 2017
ISBN 978987-573-376-3
Hecho el depósito que establece la ley 11.723 Impreso en la Argentina / Printed in Argentina
formático, ni la transmisión de ninguna
forma o por cualquier otro medio, ya
sea electrónico, mecánico, por
fotocopia, por registro u otros métodos,
sin el permiso previo y por escrito de
los titulares del copyright.
Es tan difícil volver a Ítaca / Esteban Valentino; coordinado por Cecilia Reppeti; edición literaria a cargo de Laura Linzuain; ed., 7' reimp. - Buenos Aires: SM, 2017.
1 12 P.: il.; 21 x 13 cm. • (Gran Angular; 7) ISBN 978-987-573-379 1. Literatura Infantil y Juvenil. l. Reppeti, Cecilia, coord.
II Linzuain, Laura, ed- lit. III. Título.
CDD 863-928 2
ES TAN DIFÍCIL VOLVER A fTACA ESTEBAN VAL ENTINO
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Me gusta contarme mi historia para convencerme de que
este que está aquí acostado soy yo. Me llamo Eduardo. Hace
cinco años que murió papá. Yo tenía siete pero me acuerdo
bien de que lo primero que sentífue mucho miedo y ganas
de irme a acostar. Cuando se quedó así, como dormido,
mamá me dijo que no sabía qué iba a pasar, si iba a
despertar para volver con nosotros o no. Mi mamá no me
miente nunca. Desde que era chico me repite siempre lo
níismo. "Eduardo, aunque sea fea, te voy a decir la
verdad. Porque yo quiero que me creas siempre,
siempre." Como esa vez de papá. Por eso ahora le puedo
creer. Aunque ella no me escuche, aunque ella no lo sepa,
yo estoy 'aquí creyéndole. La siento con mis ojos
cerrados. Con los ojos cerrados siento su mano en mi
frente y su boca que me hace cosquillas en la oreja y me
gustaría reírme no para que deje de hacerme cosquillas,
sino para que sepaque me gusta. Antes, cuando podía
mirarla y decirle y era de verdad yo, no me gustaba, pero
ahora sí, ahora no quiero que pare. A veces hasta tengo
ganas de saltar y agarrarla fuerte, pero no sé cómo se hace
cuando uno está dormido. Bueno, yo digo "dormido"
porque así deben verme, pero no es lo mismo... porque
antes, cuando estaba dormido en mi cama, yo no sabía si
mi mamá me hacía cosquillas en la oreja; y ahora
que estoy dormido en este hospital sí sé. Antes, cuando
estaba dormido en mi cama, no sabía si mi mamá me
tocaba la frente con la mano y ahora que estoy dormido
en este hospital sí sé. Pero eso era antes. Antes. Cuando
dormía en mi cama, pero con la oreja y la piel
funcionándome.
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Síndrome de Melas, Mónica —me había dicho
Fabián, el amigo médico de Federico—. No te voy a volver
más loca con explicaciones médicas pero el asunto viene
con toda la mala suerte del mundo. Primero porque es una
enfermedad rarísima, algo que no anda bien en el código
del ARN. Y después porque es hereditaria, pero en el 98 por
ciento de los casos de madre a hijo. A Federico seguramente
se lo transmitió su madre. Pero que él se lo haya trasladado
a Eduardo es todavía más increíble. Salió todo mal, Moni.
¿Puede volver? —le pregunté.
Puede —me dijo—. Hay derrames internos y eso
provoca esta especie de coma. El cuadro puede revertirse,
pero también puede pasar lo contrario. No sabemos. No está
muy estudiado.
Yo lo escuchaba a Fabián pero estaba como volando. Mi
amor grande estaba en una habitación de ese hospital
horrible como todos los hospitales, durmiendo en un por
ahora que podía ser un para siempre, y mi amor chiquito
estaba sentado afuera y ahora yo tenía que decirle que quién
sabe si el papá... Pero de él, no. Del resultado de sus
análisis, no. Nunca. Que el futuro hable y entonces hablaré
yo, me dije. Pero como me había advertido Fabián, siguió
saliendo todo mal. Federico no pudo volver a nosotros y
ahora Eduardo, como buen varón que rechaza que la mamá
le haga mimos, quiere seguir al papá. O sea, el futuro volvió
a hablar y ahora soy yo la que tiene que hacer oír su voz.
¿Cómo es de fuerte una palabra que grite más que el
tiempo? No lo sé. Pero sí sé que la voy a encontrar. Que los
médicos hagan su trabajo. Yo voy a hacer el mío.
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Estoy hablando con él, con Eduardo. Lo estoy
trayendo de vuelta. Si él necesita de mi voz la va a tener
toda, así el mundo ensordezca.
Aquí estamos los dos, chiquito mío. Yo y tus doce
años que pronto van a ser trece. Te prometí que no te iba
a mentir nunca y voy a cumplir mi promesa aunque ya la
rompí una vez, cuando me enteré de que tu cuerpito de
siete tenía lo mismo que el de papi y no te conté nada
porque me habían informado los médicos que tal vez todo
siguiera bien para vos. Que tal vez no pero que tal vez sí,
me aclararon. Y yo me agarré con todas mis fuerzas de
ese "tal vez sí", porque ya no quería más partidas en mi
alma. Pero fue tal vez no, y por eso estamos ahora los dos
solos en esta pieza de hospital, hablándonos. Ya no voy
a mentirte más ni a ocultarte nada. Lo que tenés se llama
Síndrome de .Melas. Es una enfermedad muy rara que
ataca tu cerebro y te crea allí como pequeñas heridas. Por
eso estás dormido. Vos ya sabés que se puede no volver,
así que no voy a engañarte. Pero también tenés que saber
que sí se puede volver, y yo voy a estar aquí para decirte
cómo. Todos los días voy a estar aquí para ayudarte a
regresar, vida. El viaje de vuelta de verdad lo vas a hacer
vos, pero yo voy a ser como una especie de mapa con los
caminos que tenés que seguir para volver. "Ahora voy a
acercar mi boca a tu oreja aunque sé que no te gusta
porque te hago cosquillas, pero no me importa porque
quiero que me escuches bien. Oíme. ¿Ves? Eso es lo
primero que tenés que hacer. Nunca dejar de oírme.
Aunque no estés de acuerdo, aunque pienses que es una
tontería lo que te digo. Después, cuando sepas qué puerta
es la que hay que abrir, me peleás todo lo que quieras.
Por ahora vas a tener que obedecerme sin protestar. ¿Por
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qué? ¿Cómo por qué? Porque para eso soy su madre,
jovencito. Le falta tomar mucha sopa para mandarse solo,
¿estamos?
Ya me viene con eso de que todavía soy chico. A ver
cuántos tipos con tus años se aguantarían esto que me dijiste,
que tengo lo mismo que papá. Bueno, yo ya me lo
sospechaba. Era mucha casualidad que me quedara dormido
como él y que fuera otra cosa. Y sí, miedo tengo, ¿por qué
te voy a mentir si vos prometiste de nuevo decirme siempre
la verdad? Yo voy a hacer lo mismo, ma. Así, cada
vez que nos decimos, saberños que es cierto lo que
nos decimos y no nos complicamos con el asunto
ese de los engaños. Ah, sobre eso de que me
molesta que me hagas cosquillas en la oreja con la
boca,. creo que ya te dije que ahora sí me gusta.
Bueno, en realidad no te lo dije, lo pensé, pero no
te hagas problemas. Es decir, podés seguir, que no
está tan mal después de todo. Y ya que estamos:
no pienso irme a ningún lado (je, a ver cuántos
tipos con tus años hacen bromas con esto; sí, muy
chiquito...) y voy a empezar a confesarte algunas
cosas que no sabías.
¿Te acordás de aquella vez que apareció el
cuadro de la gorda bailando hecho moco en el
piso y preguntaste quién había sido porque esa
tarde estuvieron los primos en casa, y yo dije que
había sido uno de ellos porque total ya no estaban
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y vos no los ibas a castigar por teléfono? Bueno. No fueron
ellos. Fui yo con un pelotazo. Ustedes se fueron con los tíos
a dar una vuelta y nos quedamos jugando adentro y un tiro
se me escapó y le di con todo al cuadro ese de la gorda.
Después escondimos los pedazos para que no nos retaran y
cuando ellos se fueron los saqué para que los vieras porque
ya había decidido culpar a los primos. Y estuvo bien.
Jugamos y nadie salió perjudicado. Bueno, la gorda, pero
esa nunca me gustó, se merecía el golpazo por gorda yfea y
por meterse justo dondefue mi tiro. Encima ni gol fue...
¿Qué me estás diciendo? Ah, que te vas a ir a trabajar. Pero
¿podés dejar de hablarme en la oreja, si sabés que no me
gusta? Qué ganas de hacerme enojar al cuete. Bueno, te
acabo de decir que me gusta y ahora te digo que no. Me
parece que me estoy haciendo demasiado lío por todo. Voy
a tener que ser más cuidadoso con lo que pienso o no me
voy a entender nada. Sí, ya te oí, te vas a ir a trabajar. Andá,
pero volvé pronto, ¿eh, grandecita?
Voy en el tren camino a mi trabajo y por suerte conseguí
un asiento porque desde que el futuro dijo ló que dijo,
siento como un cansancio eterno y hasta estar parada me
cuesta. Además, así me resulta más fácil pensar porque esa
es otra cosa que me pasa: pienso todo el tiempo. Salvo
cuando estoy con él, que le digo lo que pensé antes. Cuando
salgo para el hospital a la mañana, cuando voy para el
trabajo, cuando vuelvo al hospital a la tarde, cuando me
quedo a dormir allí o cuando me vuelvo a mi casa, pienso.
Ror ejemplo, ahora estoy pensando que dije "mi casa" y la
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verdad que no sé, como decía ese poema que leí una vez, si
yo sigo siendo yo y si mi casa sigue siendo mi casa. Creo
que soy como un caracol, que anda con su techo a cuestas.
Y mi mejor techo está al lado de una cama de hospital, con
un chiquito al que tengo que enseñarle el camino de vuelta.
El resto del mundo me parece una enorme intemperie, con
lluvia y frío, aunque haya sol y calor. Mi único lugar
cobijado es esa cama. Tampoco sé si los demás siguen
siendo tanto "los demás". Están, claro, y hasta me llevan
por delante cuando bajamos del tren y me piden cosas en el
trabajo y yo les doy direcciones en los taxis, pero son como
extras en mi película. Tal vez también los médicos tengan
alguna existencia más..., no sé cómo decirlo, más real. Pero
eso porque son los que me informan cómo sigue esta
película mía. Son los que me escriben parte del libreto. El
resto abunda.
Menos mal que entre la estación y mi trabajo hay apenas
cinco cuadras. Caminarlas me gusta, porque hay muéhos
árboles, poco tránsito y puedo seguir pensando. Pensar otra
cosa ahora. Pensar en un camino que nunca recorrí, pero
que tengo que averiguar cómo es para decirle a alguien
cómo se vuelve. Pensar en aprender de los senderos que se
meten en bosques oscuros o en montañas altísimas y pasan
por abismos impenetrables, para contarle a un chiquito
cómo tiene que ir por esos lugares, qué pasos tiene que dar
para no perderse, para no tener miedo en la oscuridad, para
no correr riesgo de trastabillar y caerse en algún precipicio.
O pensar ahora en sonreír unos centímetros porque mi
jefe, que es un buen tipo, me saluda lindo como siempre y
me dice:
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Hola, Moni, ¿cómo anda todo hoy?
Y yo tengo que hacer como que escucho a este
extra de mi película que ni siquiera libretista es y
decirle:
Bien, Carlos, gracias. Sin grandes novedades. —
Y asegurarle—: Cuando pase algo gordo vas a ser de
los primeros en saberlo—. Entonces me siento al
escritorio y me pongo a hacer mi trabajo y los extras
circulan a mi alrededor y solo caminan en un universo
que está lleno de otros que abundan, algunos libretistas
y dos que existen.
Sé que estoy solo. Lo sé porque no siento ninguna
mano sobre mi frente y ninguna cosquilla en la oreja y
además nadie me habla. Eso es bueno. Un poco de
soledad de vez en cuando también me gusta. ¿y;
grandecita? Sigo haciendo bromas con la historia y vos
no me decís nada. Te cuesta reconocer que así te tapé
la boca con eso de que soy chiquito, ¿eh?, te cuesta.
Bueno, tampoco me decís nada porque ahora no estás,
así que lo mío es otra vez bastante pavo. Así que
Síndrome de Melas. Mirá vos. Melas... vas a pagar
cuando te agarre. Gracioso el nombre del sueño este
que me cayó de golpe. Lástima que solamente sirva
para sacarme. Como en los partidos, cuando el profe me
sacaba y hacía entrar a otro que estaba afuera. Yo no
quería salir pero él me explicaba que todos tenían que
jugar. A mí me daba rabia pero, yo qué sé, así eran las
cosas. Todos tenían que jugar y yo nunca fui de los
mejores. Ahora el profesor Melas me hizo lo mismo.
Me dijo que todos tienen que jugar y me sacó de la cancha.
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¿Quién habrá entrado en mi lugar? y; además, ¿tan mal
estaba jugando? Cuando venga mamá se lo voy a preguntar.
No, no me volví loco. Ya sé que no puede escucharme. Pero
eso no tiene nada que ver. Yo puedo preguntar lo que se me
ocurra. Algún día me entera ré de las respuestas. O no. No
sé.
Tiempo tengo.
Sí, miedo también tengo.
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Ya no puedo esperar más. Ya tengo que empezar mi
trabajo de guía. Y voy a largar con lo que se me ocurrió.
Que no sé si es lo que él espera de mí o lo que esperaría
alguien perdido de su guía pero es lo que puedo hacer yo,
esta yo que soy ahora, tan llena de dudas pero a la vez tan
llena de mi decisión. Estoy regresando, estoy abriendo la
puerta del ascensor. Estoy subiendo al piso indicado y miro
en silencio la pantallita que indica los números porque nada
me importa de esta gente que viaja conmigo, que ni a extras
llegan en mi película. Son apenas- el decorado y no se le
habla a los telones en el teatro. Ahora bajo y mi soledad de
estos pasillos hasta la habitación me hace bien. Bueno, ya
llegué, aquí estoy. Me saco el tapado porque afuera hacía
frío de verdad, y me siento en la silla que está siempre
esperándome al lado de su cama.
Aquí estoy, chiquito. Ya llegué. Te cuento cómo está
el día afuera. Son las siete de la tarde. Ya no hay sol y hace
bastante frío. Yo me tuve que poner el abrigo grueso, ese
que no te gusta nada porque decís que me tapa toda, pero
precisamente por eso me lo tuve que poner. Ah, te digo lo
que se me ocurrió para hoy. Estuve pensando que si yo
estuviera así, como estás vos, una de las cosas que más
rabia me daría sería no poder enterarme de las respuestas a
las dudas que tuviera porque claro, si no me escuchan, no
puedo hacer preguntas. Y esa rabia me distraería de mi
trabajo de encontrar el camino de vuelta. No quiero que eso
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pase con vos. No quiero que nada te
distraiga de eso. Así que voy a hacerme yo
las preguntas que me parece podés hacerte
vos y te las voy a contestar.
Je, je, ¿qué decía yo sobre que nadie me
escuchaba? A ver qué me digo ahora. No, no
soy mago, no adivino el futuro. No, es ella,
en serio. Se le ocurrió sola. Yo no tengo
poderes mentales. Bah, al menos nunca me
dijeron que los tenía. ¿A ver con qué me sale
ahora la grandecita?
Lo primero que me preguntaría es por
qué me pasó esto, qué hice mal. Y yo diría
que la primera obligación que tenés es
olvidarte de hacer esa pregunta. Es tonto
preguntarse por qué nos pasan las cosas
malas que nos pasan. No nos pasan porque
hayamos hecho las cosas mal. Solamente
los tontos se preguntan por qué nos pasan
las cosas inevitables.
Bueno, ahora me dicen "tonto" hasta
dormido. Linda mamá. Dejá, no te
preocupes. En estos díás ya me dije yo
varias veces que era un tarado...
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Bah, -no-.quiero decir que seas un tonto por hacerte esas
preguntas. Digo que es una tontería pensar eso. No hace
falta ser un tonto para pensar tonterías. Así que nada de
pensar eso. Otras preguntas sí, esa no, ¿estamos? Y sí, si
querés también porque soy tu madre. Vas a tener que
aceptar varias de estas órdenes mías aunque no te gusten. Acordate de que además soy tu guía. Y no se le
discute a un tipo que conoce bien un lugar qué
camino hay que tomar. Se lo obedece y a otra cosa. Ya
sé, ahora vas a decirme que yo no conozco para nada
el lugar en que vos estás. Pero no es tan cierto eso.
Yo ya estuve allí con papá y sé bastante de esas
sombras. Además es lo mejor que tenés a mano, iqué
tantas pretensiones! Bueno, sigamos.
Dale, grandecita, hacete, haceme, otra
pregunta y dejá de enojarte todo el
tiempo. Es raro esto de tener dudas
ajenas. Aunque a veces hasta pareciera
que me escucharas.
También me preguntaría cuándo va a
terminar este lío. No lo sé, vida, pero
tené en cuenta que cuando termine tu
parte en esta historia también va a
terminar la mía. Es decir, cuando vos
vuelvas, yo también voy a volver. Cuando
vos encuentres la puerta que hay que
abrir yo taníbién voy a girar ese
picaporte, así que esa duda es tanto
tuya como mía. Igual no creo que nadie
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nos dé nunca una respuesta exacta.
Me parece que vamos a tener que
aprender a conformarnos con esas
seguridades dé cuando eras muy
chiquito: hoy es lunes, afuera
hace frío, me gusta la torta de
manzana. Dejemos las preguntotas,
esas que necesitan de gente muy
sabia, para días que nos podamos
dar esos lujos. Por ahora
conformémonos con que sea lunes,
con que haga frío, con que te guste
la torta de manzana. Aunque ahora
que lo pienso, no estoy segura.
¿Te gusta la torta de manzana?
Sí, grandecita. Lo que pasa es
que no la hacés casi nunca. Pero
me encanta.
Sí. Ahora me acuerdo de que
sí te gusta. Lo que pasa es que
casi no hago.
Es lo que digo. A veces parece que me
escucharas...
Otra duda sería la que tiene
que ver con esta seguridad que
yo tengo de tu vuelta a este
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lado del sueño. De dónde me sale. Es
difícil de explicar... pero a la vez me
es tan evidente como el hecho de que
ahora estás del otro lado. No es una
esperanza estúpida de una mamá que
quiere que su hijo se quede con ella. Es
tan seguro como que mañana va a amanecer.
O sea, puede haber sol o llover o estar
nublado, pero de que va a amanecer no
hay duda. Con tu despertár me pasa algo
parecido. Puede tardar más o menos,
puede haber más o menos problemas, pero
yo sé que vas a abrir los ojos.
Está bien, ma. Si vos estás segura, para mí está bien. Te
digo que no me parece mal. No sé si es
una esperanza estúpida, pero no me
parece mal.
Bueno, amor. Ya es noche tarde. Me
quedo a dormir aquí, con vos. Mañana la
seguimos.
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Ahora estoy solo con las respuestas que me dio y con lat
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preguntas que me sigo haciendo. Ya sé que no tengo que vol
verme loco con eso de "por qué a mí" y que tampoco tengo
que querer saber hasta cuándo va a durar esta historia. "No
hay que distraerse", dice la grandecita. No hay que olvidal el
camino de regreso. Pero es que yo tampoco lo conozco
mucho, mamá. Nunca hablamos de la muerte de pa. Nunca
nos sentamos a conversar sobre lo que le pasó a cada uno en
ese momento- Yo no sabía que yo tenía la misma enfer
medad. Me parece que estuviste bien en no decírmelo. Me
hubiera asustado mucho y no habría servido para nada. Como
el cuento aquel que leí del tipo al que le dicen que se va a
morir un jueves. Y entonces cada miércoles y jueves son una
tortura y al final se muere un lunes cualquiera y el pobre se
pasó la vida temblando todos los jueves. Pero sin saber eso,
igual me sentí distinto a los demás, con más peligros a mi
alrededor, como. si no tener papá me hubiera hecho más
frágil. Ahora que lo pienso me parece que a vos te pasó algo
parecido. Y supongo que ahora tendñás la sensación de que
todo puede volver a pasar y tenés miedo de quedarte todavía
más, ah no sé cómo decirlo, más... rompible. Eso. ¿Quién de
los dos tendrá más noche en este momento, grandecita?
Porque el que se.Puede ir soy yo, ya lo sé, con mi
siempresueño y todo el asunto. Pero la que se va a quedar sos
vos. No se te va a ocurrir esa pregunta (y si se te ocurre es
que me escuchás en serio), pero me vendría bien saber qué te
gustaría más. 'Si pudieras elegir, ¿qué harías?: ¿irte o
quedarte?
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Buen día, amor. ¿Cómo pasaste la noche? Ah,
mirá, aquí me traen el desayuno. Café con leche,
una tostada y mermelada. Debe estar rico, como
siempre. Ahora que se fue la enfermera, te
puedo decir que la verdad tuviste bastante
suerte. No sabés lo linda y jovencita que es. A
vos te encantaría.
Buen día, grandecita. No. No sé lo linda y
jovencita que es pero puedo imaginarlo.
Aunque tampoco sé si tengo ganas de
imaginarlo. Mejor hablemos de otra cosa.
Que la enfermera linda me hace acordar a Camila,
la enfermera tiene la cara de Camila y eso sí me
pone de mal humor.
Rubiecita, chiquita. Una muñeca, -vea,
caballero. Lucía se llama.
Y dale con los ¿cómo se llamaban?, ¿los
diminutivos, eran? Sí, eran los diminutivos.
Que "jovencita", que "rubiecita", que "chiquita".
¿Qué te picó hoy? ¿No te dije que no quiero
que me cuentes más de la enfermera, que me pone'
de mal humor? ¿No me escuchás, tonta? No, no
me escuchás. Para qué me hago el idiota si sé que
no me escuchás.
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Antes de irme quiero contarte algo de ese tipo, ese
griego que tardó diez años en volver a su casa. ¿Cómo
quién? Ese Ulises que te conté un día que era rey de una isla
que se llamaba Ítaca. Sí, el de la mujer que tejía para
retrasar el momento de casarse de nuevo. Que se
llamaba Penélope. La pobre estaba acosada por los
pretendiente que querían casarse con ella para
apoderarse del reino pero como última resistencia se
le ocurrió la idea de deci r que elegiría marido cuando
terminara su tejido. Sin em bargo, para retrasar lo más
posible ese momento, deshacía de noche todo lo que
tejía de día. Los tipos que querían e: trono eran unos
guarangos que vivían a costa de las rique zas de
Ulises y no les importaba nada todo el desastre hacían
porque estaban seguros de que el rey había muert( al
volver a su tierra. Pero no. Ulises tuvo que pasar por
un montón de aventuras para estar otra vez en su
reino, por que en la conquista de Troya se había
ganado el odio eterno del dios del mar, Poseidón, cosa
nada buena si uno tiene que volver a su patria en
barco. Pero su mejor historia es la que le pasó con un
cíclope.
¿Qué es un cíclope?
Seguro que te estás preguntando qué demonios es
un cíclope. Te digo. Un cíclope es un gigante que en lugar
de tener dos ojos tiene uno solo en me.dio de la frente.
Este se llamaba Polifemo y era poderoso y malvado como
nadie. El tema es que Ulises y sus compañeros llegaron
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hasta su caverna, que estaba llena de ovejas y de otros
alimentos, casi como preparados para que ellos se los
llevaran. Los compañeros de Ulises le rogaron a
su jefe que, como el cíclope no estaba, los dejara
cargar todo lo que pudieran y que luego huyeran
de esa cueva siniestra; pero él era un hombre que
disfrutaba antes que nada de vivir grandes
aventuras y no quiso irse sin conocer al terrible
Polifemo.
Cuando llegó, el cíclope les preguntó quiénes
eran ellos. Ulises le respondió que eran
viajeros perdidos y que él debía atenderlos
según las reglas de la hospitalidad que ordena
el propio Zeus, el padre de los dioses. Pero el
monstruo se rió y le respondió que los cíclopes
no le debían obediencia a nadie y que Zeus
podía irse a freír churros. Bueno, no se lo dijo
así porque en esa época no había churros, pero
eso fue lo que quiso decir.
Sí, me imagino al cíclope ese diciendo que
cualquier queja de Zeus que le hable por
teléfono. Pero seguí. Me gusta tu forma de
contarlo.
Y allí nomás se comió a dos de ellos.
Para que no pudieran escapar, cerró la entrada
de la caverna con una roca enorme que solo
alguien con su enorme fuerza podía mover. Al
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día siguiente se comió a otros dos y pensaba devorarse a
todos, pero Ulises era muy astuto y le dijo que después de
almorzar lo mejor era tomarse un buen vaso de vino. Y le
dio una copa que llevaba. El gigante empezó a tomar y a
tomar y a tomar hasta que se agarró una borrachera que no
se podía tener en pie. Y claro, se quedó dormido. Entonces
Ulises y los suyos aprovecharon para clavarle en el ojo un
tronco de árbol con una punta al rojo vivo que habían
preparado en el fuego.„. y, izas! lo dejaron ciego. El cíclope
se puso como loco y empezó a preguntarle a los gritos cómo
se llamaba y Ulises le contestó que se llamaba Nadie.
Parecía tonta la respuesta de Ulises, y sus amigos no lo
entendieron demasiado. Pero cuando los otros cíclopes
quisieron averiguar quién lo había herido, Polifemo les
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respondió que había sido Nadie. Entonces, ellos le dijeron
que no podían hacer nada, porque su herida había sido
voluntad de los dioses. Con los manotazos de ciego que
empezó a dar, el cíclope sacó la roca que impedía la salida, y
así Ulises y los suyos pudieron escapar y volver a su barco
para irse de aquel lugar. ¿Te gustó el cuento, amor?
Muy lindo, grandecita. Está genial eso del
gigante de un solo ojo. Así que el tipo le dijo
que se llamaba Nadie. Nadie está dormido en
esta cama, Nadie tiene miedo cuando no oye
más la voz de la grandecita, Nadie está
empezando a pudrirse de no poder levantar los
párpados.
Bueno, ahora me voy a trabajar. A la
tardecita te voy a contar algo nuevo.
Espero que no tenga que ver con la
enfermerita y sí con el Ulisito. Chau, que te
vaya bien en el trabajito.
Mi vuelta, ¿tendrá que ver con los aparatos?
Sé que me enchufaron varios tubos y que por
ahí' me dan de comer, pero no sé si lo que dice
la grandecita de "volver" tiene que ver con ellos.
No me gusta tener tantas cosas metidas. Debo
parecer como uno de esos robots de las
películas y no quiero. Dale, grandecita, volvé
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rápido que sin vos me cuesta caminar con tanto cablerío.
Bueno, hablando de otra cosa, ahora que nadie escucha lo
que pienso, eso de que la enfermera tenga la cara de Camila
no está tan,mal. Puedo imaginar las manos que me limpian
y que me acomodan y puedo darles una cara a las manos.
No me gustan las manos solas.
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Me hacen acordar a las películas de terror y me dan miedo.
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Muchas veces en esas películas cuando van a matar a
alguien, solamente aparecen las paanos del asesino. No sé
cómo será la carita de la enfermerita, pero pensarla con la
cara de Camila me acorta el susto. Ahora estoy despierto.
Me da algo como risa que los de afuera piensen que para mí
todo es lo mismo, que no se den cuenta de que ahora estoy
distinto de hace un rato, cuando estaba dormido, dormido.
Es decir, dormido estoy siempre, pero a veces estoy
dormido despierto, como ahora, y a veces no escucho nada
ni pienso nada y entonces estoy dormido para ellos y para
mí. Oia, recién ahora me doy cuenta de que para hablar de
los que vienen a verme dije "los de afuera". ¿Eso quiere
decir que yo estoy adentro? ¿Adentro de qué estaré?)
¿adentro de un sueño? Tengo que pensar más sobre eso.
Después. Ahora me quiero dormir dormir.
.ee-ee-ee
Los extras de mi película hoy están tranquilos. No me
los crucé mucho en mi caminata al trabajo y tampoco me
pidieron demasiadas cosas para hacer. Se ve que,ée están
acostumbrando a que no me interesan. Puede ser que no
esté bien, puede ser que tenga que seguir prestándole
atención al mundo que a fin de cuentas sigue teniendo los
mismos problemas que antes; pero no puedo evitar sentir
que desde el sueño de mi chiquito yo estoy entre paréntesis,
esperando simplemente a que él vuelva, a que dos párpados
testarudos se dejen de embromar con eso de seguir cerrados
y se levanten de una buena vez para volver a cerrarse
solamente cuando al dueño se le dé la gana. Pienso en
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Penélope, que se la pasaba tejiendo para
retrasar el momento de tener que elegir un
reemplazan te para su marido, y mirando
hacia el mar, para ser la primera en ver el
barco en el que Ulises regresara. También
su único mundo debía ser esa manta de lana.
También a ella los otros debían interesarle
menos que un grano de trigo de sus
sembrados. Su universo era el telar, los
dibujos del tejido y un hombre que no
llegaba. El mío es una cama. Soy
MónicaPenélope y tejo las ganas de unos
ojos abiertos.
Estoy leyendo cosas sobre el Síndrome de
Melas. Es una rareza increíble la
transferencia de padre a hijo. No se lo voy a
decir a Eduardo porque le va a dar más furia
saber que lo que pasó no tendría que haber
pasado. Va a ser otra especie de mentira, pero
Zeus debe haberla entendido a Penélope
cuando hacía su engaño de lana. Y si no me
quiere perdonar me importa lo mismo que mis
extras. No les doy bolilla a los mortales que
me rodean, miren si me voy a hacer mala
sangre con un inmortal que lo más imporfante
que hace es no morirse.
Estoy volviendo al hospital y se me aéaba
de ocurrir que tampoco le voy a decir más que
29
es mi chiquito. Al menos no se lo voy a decir a él. Alguien
que pelea por volver desde una cama lleno de tubos merece
ser llamado por su nombre. Ya va a cumplir trece. Ah, por
cierto. Tengo que festejarle el cumpleaños.
Y prepararle el regalo.
Ya volví, hijo. Ya estoy aquí, Eduardo.
30
Uy, ¿qué pasó, grandecita?
¿Qué pasó con eso de
"chiquito" y "Eduardito"?
¿Crecimos desde la mañana y
no nos dimos cuenta? Ya sé, te
fue mal en el trabajo y
volviste de mal humor. Como
cuando me portaba mal y me
retabas con nombre y apellido
y tratándome de usted. ¿Te
acordás? "Eduardo Alayes, ¿se
puede saber de dónde viene
con todo ese barro?, ¿estas
son horas de llegar a su casa
y en ese estado?, ¿usted está
seguro de las cosas que
hace?". ¿Eso pasó,
grandecita?, ¿estamos
enojadas?
Habrás notado que no te dije
"chiquito". Estoy segura de que lo
habrás notado porque esas cosas no se
te escapan nunca. O, no se te escapan casi
nunca. En todo caso estoy segura de que
esto no se te escapó. Lo que pasa es
que estuve pensando...
Mirá vos, ¿cómo te contestaba papá
cuando decías eso? Ah, sí: "Bueno, de vez
31
en cuando te va a hacer bien, pero tampoco
exageres".
32
...y me parece que estás aquí,
33
peleándola casi solo. Y que ya tenés casi
trece años (porque no sé si sabrás que
dentro de dos días es tu cumple) y que,
está bien, creo que tengo que aceptar
que ya no sos tan chiquito. Mientras te
hablo me estoy agarrando una mano con la
otra porque me cuesta mucho decirte
esto. Es difícil aceptar que ustedes
crecen, ¿sabés? Es como confirmar que
nosotros nos hacemos más viejos y que ya
no nos necesitan tanto. Pero igual no me
voy a privar todo el tiempo de decirte
"chiquito", porque me gusta y porque
para eso sigo siendo tu madre. ¿Me en
tendió, señor?
Sí, ya te entendí, grandecita. Vas a hacer todo lo posible
pero de vez en cuando se te va a escapar. No es un mal
acuerdo. Pero, además, que yo sea más
grande no quiere decir que vos seas más vieja. No
sé, yo al menos no te veo vieja. Bueno, ahora no
te veo, así que estuvo bien eso que
dijiste de que te agarrabas las manos
porque así puedo seguir lo que hacés. Ah, así que
es mi cumple, mirá vos. ¿En qué estaría pensando
que se me pasó tanto? ¿Qué me vas a
regalar?
Vamos a ver: ¿qué me preguntaría yo
si tuviera trece años y algún adulto me
34
dijera que pronto va a ser mi cumpleaños?
De eso no tengo ninguna duda. Podré estar
más vieja (aunque no tanto, eh, no
tanto), pero todavíá me acuerdo de esas
cosas. Me preguntaría por lo que me van
a regalar. Pero va a tener que esperar,
caballero, porque el regalo va a ser una
sorpresa para ese día. Logue te puedo
decir es que no va a ser una cosa. A mí
me encantaría regalarte, yo qué sé, una
pelota. Pero me di cuenta de que eso me
gustaría a mí y yo no quiero regalarte
algo para el futuro, para que lo uses
cuando despiertes. ¿Entendés, amor? No
quiero hacerme la trampa de darte algo
que me deje a mí más tranquila pensando
en más adelante. Yo no quiero estar más
tranquila, quiero que vos estés más
fel... no, más feliz no, más contento.
Quiero regalar,te algo que disfrutes ese
día y ningún objeto te serviría ahora.
Pero no te digo nada más porque te vas a
dar cuenta y quiero que sea una sorpresa.
Una vez con papá te regalamos una salida
a la cancha y a comer pizza cuando
terminó el partido. Ahora va a ser algo
parecido, aunque de salir ni hablar
porque vos sabés bien que por ahora no
podemos; pero por ahí va a ir la cosa.
35
Bueno, no te preocupes. Yo sé que no me voy a ir a
ningún lado. Ya estoy bastante acostumbrado a esperar,
así que me va a gustar tener que esperar
algo lindo. Entiendo eso de que no va
a Ser una cosa, como la vez esa del
partido y la pizzería, pero para serte
sincero los regalos que más me gustan
son los que se pueden agarrar. Porque
si un regalo no es una cosa, me parece
menos regalo, ¿me entendés? ¿Qué hace
un tipo (o un Eduardo, digamos) cuando
se le regala algo que no puede poner
en ningún lado? No sé, grandecita, no
me voy a hacer más preguntas. Creo que
voy a dejar que me sorprendas.
27
Bueno, hoy es el día. Hace casi tres meses que estamos
durmiendo con Eduardo. Y qué cosa... hace tres meses que
apenas duermo. Qué raro es a veces lo que nos pasa. Él no
despierta y yo no puedo cerrar los ojos. iCuánto daría para
poder regalarle muchos de mis párpados abiertos! Pero hoy
no tengo que pensar en eso, hoy es el cumpleaños y tengo
que llevarle el regalo. Bien, ¿a ver si tengo todo? La olla,
sí; el secador de pelo, sí; el plumero, sí; el tambor, sí; los
jazmines, sí; el guiso que quedó de ayer, sí; un pedazo de
manguera, sí. Listo, está todo. Vamos.
Uy, qué lindo que está el cuarto, con los globos y las
guirnaldas. Hola, Edu. ¿Qué te tenía que decir? Ah, sí, feliz
cumpleaños! No sabés qué preciosa que está la habitación.
Esta Lucía que te tocó es una maravilla. Bueno, trece años,
amor, ¿qué se siente?
28
Nada, mamá, no se siente nada. O sí. Se sienten ganas de
29
sentir. Pero dejá, no estoy del mejor humor. Debe ser que me
hablás de globos que no puedo ver, de guirnaldas que rzc
puedo tocar y de amigos que no están. Me acuerdo de mis
otros cumpleaños y me da rabia.
A ver, por aquí tengo el regalo, esperá que lo preparo
porque es bastante complicado. Ya te dije que no era una cosa,
así que tené paciencia mientras pongo estas cosas... A ver... la
olla, la manguera en la canilla del baño... Se enchufa aquí el
secador... ya está. Ah, ya vino Lucía. Bueh, podemos empezar.
¿Estás preparado?
Sí, grandecita, dale que no aguanto más la curiosidad.
Este regalo no es una cosa, es una serie de sensaciones.
Te voy a regalar cosas para que sientas, Edu, momentos que
tienen que ver con nosotros. Por ejemplo, ¿te acordás qílé
teníamos que hacer cada vez que te lavabas la cabeza, qué era
lo primero que hacía cuando eras más chiquito y te sacaba del
agua? A ver, te ponía arriba del inodoro, ¿y qué pasaba?
No sé, ma, no me la hagas difícil, ¿qué pasaba?
Te secaba el pelo con el secador, con esto —y aquí te
mando todo el aire caliente, mi chiquito, por la cabeza, y te
revuelvo el pelo como te hacía hasta bastante antes de que te
30
durmieras, para que te quede bien seco, bien seco y no te
resfríes porque afuera del baño siempre hace más frío que
adentro y los cambios de temperatura son peligrosos
Aire caliente, aire caliente, "toc, toc, y el agua que se va...".
Como la canción que te cantaba, ¿te acordás? ...toc, toc, y el agua que se va a dormir en el viento para no molestar...
Mirá vos, grandecita, lo que se te ocurrió como regalo.
No está mal este viento que me da en la cara y esas manos
en mi cabeza. Sí, me acuerdo. Me acuerdo del secador rojo
y del "toc, toc" que me cantabas. ¿Qué sigue?
Ahora: el jardín. Cuando volvías de la escuela en
primavera, el jazmín estaba con todas las flores. Me decías
que el jazmín iba a ser tu flor favorita para siempre. A vos
te gustaba ese perfume.
Me gusta, grandecita, me gusta. Todavía estoy aquí.
Bueno, es este. Te traje los jazmines de nuestro jardín
y te muevo los jazmines delante de la nariz.
Seguimos con el olfato. Entrás a casa y hay guiso de
fideos para comer. Hice el guiso que más te gusta —y ahora
31
lo que remuevo es el envase abierto que tiene los fideos y
la carne y el tomate y la cebolla.
32
Pero basta de nariz. Siempre te encantó ponerte plumero
33
en la cara. Nunca supe qué le encontrabas de lin do pero cada
vez que yo lo usaba para quitar el polvo, en cuanto me
descuidaba te lo llevabas a la cara y yo te retaba Pero ahora no
te voy a retar. Te voy a pasar yo misma c l plumero por tu piel.
Sentilo, Edu, sentilo. Estas son las pli, mas. Sentilas, sentilas
todas.
Sí, y están llenándome la cara.
Escuchá: el tambor que te regalaron cuando cum
pliste seis años y con el que nos volviste locos por una se
mana porque no había forma de que te lo quitaras ni de que
lo dejaras de tocar; y hasta que te olvidaste de él fue
bastante difícil tener un ratito de silencio y la casa pare cía
un regimiento preparándose para el combate todo el
tiempo.
O el agua golpeando sobre nuestro techo de chapa cuando
llovía —y le digo a Lucía que abra la canilla del baño y hago
caer el agua con la manguera adentro de la olla—. Escuchá,
Edu, escuchá cómo cae. Sentí, olé, escucha. Este es mi regalo,
amor. Tus sensaciones que vuelven, que no se fueron y vuelven.
Ya entendí, grandecita. Ahora dejame que quiero que darme
con estos recuerdos que me trajiste. Muy lindo todo. Pero yo
sigo sin poder probar el guiso. Y sigo sin poder ver los jazmines.
34
Y para terminar, otro pedacito de la historia de Ulises,
el. que se enfrentaba con tantos problemas para volver a
Ítaca. Resulta que navegando con sus amigos llegó hasta
donde estaban las sirenas. Todos ellos sabían, como buenos
marinos, que si escuchaban su canto se irían sin remedio
hacia ellas y chocarían contra las rocas de los acantilados,
que estaban llenos de los esqueletos de otros hombres que
habían caído en la trampa y se habían dejado encantar por
esas voces maravillosas. Pero Ulises quería escucharlas.
Entonces ordenó que todos los tripulantes del barco se
pusieran cera en las orejas y que a él lo ataran al palo
mayor, para poder oír el canto sin peligro de ordenar a su
tripulación que guiara el barco hacia los acantilados. Así lo
hicieron, pero la voz de las sirenas era dulcísima y contaba
que ellas sabían los secretos que pueden llevar a la felicidad
de los hombres y también conocían el-destino que habían
corrido en esos años todas las personas que Ulises amaba.
Ulises hacía esfuerzos terribles por zafarse y salir corriendo
hacia ellas. Trató y trató pero no sirvió de nada porqúe sus
hombres sabían hacer ataduras muy duras y hasta alguno se
paró y ató todavía más fuertemente a su jefe. Él se lastimó
las muñecas y las piernas y quedó agotado, pero fue el
único hombre que pudo oír la melodía de las sirenas y
contar luego lo que se sentía al escucharla.
Es de noche, amor. Ya son más de las 12, así que tu
cumpleaños legalmente terminó. Espero que te haya
35
gustado mi regalo. Lo pensé mucho, te lo aseguro.
Ojalá haya acertado. ¿Sabés qué acabó de decidirme?
¿Te acordás de cuando leímos•El señor de los anillos,
que Gandalf le dice a Frodo, una vez que se quedan
hablando solos, que lo que tienen que hacer los
hombres es lo mejor que puedan el el tiempo que les
toca vivir? Bueno, eso quise hacer. Sentí que nos había
tocado este tiempo oscuro, cielo, y que si no podíamos
hacer lo que queríamos al menos teníamos que intentar
hacer lo más lindo que se nos ocurriera en estos días
que llevamos aquí. No sé... me gustaría no haberme
equivocado.
Yo tampoco sé, mamá. Creo que los dos estamos
haciendo lo que podemos. A mí también me hubiera
gustado más la pelota pero tenés razón, ¿de qué me hubiera
servido ahora? Estuvo lindo tu regalo. Lo que más me gustó
fue el secador de pelo. Eso del viento en la cara estuvo
bueno.
Ah, y la historia de Ulises y las sirenas también estuvo
buena.
¿Qué te estarás diciendo, Edu? Me pone loca no poder
escucharte.
36
iQue la historia estuvo bien pero que lo que más me gustó
fue eso del secador de pelo, del viento en la cara! ¿Que tenés
en las orejas? ¿Un elefante muerto?
Seguro que te estás preguntando por papi.
37
No, te grité que el que estaba muerto era el elefante, no
mi papá. Pero si querés, dale, seguí. Nunca habíamos
hablado de... de eso.
El otro día, mientras te preparaba las cosas para tu
cumple, se me ocurrió que nunca hablamos de la muerte de
papi. Debe ser porque yo no quería darme por enterada de
que había perdido a mi amor grande y que encima mi amor
chiquito (porque en esa época sí eras chiquito) iba a... tener
que pelear... para... Pero estuve tonta. Tendría que haberte
sentado en un sillón para que me dijeras todo lo que sentías.
Ya te lo dije hace bastante, pero no me escuchás lo que
pienso... lo mismo que hacía yo antes, y vos me retabas
porque no te daba bolilla. Pero igual te lo voy a repetir.
Cuando pasó lo de papá me sentí más, eh, frágil. Ahora
también me siento más frágil. Mirá vos, vengo a descubrir
ahora que ún papá sirve para ser más fuerte. Yo pensaba
que jugar con él a la pelota era jugar a la pelota y listo. A
otra cosa. No sabía que era una especie de cemento. Bah,
en esos días yo no pensaba en eso ni en nada. Lo único que'
me preocupaba era que no me metiera goles, sobre todo
esos tiros despacito, cerca del palo, que eran los que me
daban más rabia. Y él me los acomodaba lo más lento
posible para que me diera en serio mucha más bronca. Era
bueno en eso el viejo. Yo qué sé. Era bueno. Hasta que se
durmió. Y ahora yo que no me despierto por más fuerza que
haga. Tengo miedo de que me pase lo mismo.
38
Debés tener un miedo bárbaro de que todo esto te mine
39
igual que aquello. Pero ya te dije que no, Edu. Ahon, sé que
tengo que traerte de vuelta. Y, sobre todo, vos sabé que tenés
que volver a casa.
Sí, ya sé que tengo que volver, grandecita. El problema es
que no sé cómo. Me pasa lo mismo que a Ulises. Mirá que hago
fuerza para abrir los ojos, eh. Y no hay caso. No se quieren abrir
por nada. Me la paso tirándolos para arriba y siguen más
cerrados que no sé qué. Bueno, ahora estov cansado, ma. No sé
de qué pero estoy cansado. Así que vov a dormirme dormirme.
Ya me pudrí de estar dormido des pierto.
Bueno, Edu. Ya es tarde y la verdad no doy más. Ma ñana
cuando vuelva del trabajo la seguimos. Hasta maña nay
chiquito.
Hasta mañana, grandecita.
Hace tres semanas que fue el cumple de Edu y él sigue
igual y yo sigo igual y el mundo sigue igual. Estoy aquí en
la oficina, arreglando papeles que no me interesan para
mandarles cosas que no me interesan a gente que no me
interesa. Lo único que de verdad me importa sigue dormido
en una cama de hospital. Y ahora encima suena el teléfono
y es una voz horrible que me dice no sé qué de
complicaciones y de dificultades y que mejor vaya y yo ya
no escucho más y manoteo la cartera como puedo y salgo
corriendo y todos me miran y lo que me importa que me
miren pero corriendo llego al tren porque es más rápido que
40
un taxi y corriendo lo tomo y corriendo voy llorando en el
viaje y pidiendo que otra vez no, que no con mi sueñito
dormido. Y bajo del tren y corro hasta el hospital
y subo las escaleras y ahora no me dejan entrar
porque te están haciendo no sé qué cosa y yo me quedo
afuera con una puerta cerrada y mis ganas de prenderle
fuego al universo.
41
El Melas es una suma de minihemorragias —me dice
42
Fabián—. Yo ya te avisé que de ese tema se podía despertar o
no. Eso sigue igual. Pero como el cerebro no está trabajan
do a pleno, las demás funciones del cuerpo también se ven
dificultadas. Ahora tuvimos una complicación
respiratoria Para que entiendas, tuvimos que hacer una limpieza
de los pulmones de Eduardo. Parece que lo peor ya pasó. Pero
no te puedo asegurar que no se vuelvan a repetir cosas así.
Podés pasar a verlo pero hoy solamente un ratito. Ah, y no te
quedes a dormir, al menos por esta noche. Ya mañana, si todo
sigue mejorando, hacés lo que tengas ganas.
Eso me dijo Fabián, amor. Que hubo un problema en tus
pulmones, es como si se hubieran ensuciado, pero que ya te los
limpiaron y que a partir de mañana puedo hacer lo que quiera.
Pero eso es mentira y vos y yo sabemos que es mentira, porque
si pudiera hacer lo que quisiera, te llevaría conmigo a la plaza
y aprendería a patear fuerte únicamente para molerte a
pelotazos. ¿Cómo te decía papá? Ah, sí, para llenarte la canasta.
Hace no sé cuánto que no hago ro que quiero. Apenas hago lo
que puedo y nunca me alcanza.
A mí tampoco, ma. También tengo 'ganas de hacer eso que
decís, lo de la plaza, digo, y todo el asunto, pero igual los que
más me costaban no eran los fuertes sino los que me colocaba
al ladito del palo, como pidiendo permiso. Pero no ahora,
porque lo de la limpieza de mis pulmones me dejó un desastre.
Fue feo, ma. No sé, como cuando alguna ola del mar me
revolcaba y empezaba a tragar agua por todos lados y no sabía
cómo salir, aunque el agua no me llegara a la cintura. Bueno,
algo así. Tenía ganas de llamarte, grandecita, pero ni mi voz de
43
la cabeza me salía. ¿Así que no te podés quedar a dormir aquí?
Es una porquería porque esta noche voy a tener miedo. Ahí está
de nuevo, ma, ahí está otra vez el mar, otra vez se me viene toda
el agua que me revuelca y yo no sé cómo salin Dame la mano,
dame la mano y sacame.
Te veo moverte como no te vi nunca y sé que hay otra
vez complicaciones, sé que otra vez hay que limpiar tus
pulmones y corro a avisar porque es lo único que puedo
hacer porque yo no sé de tu cuerpo más que lo que siempre
supe por afuera y ahora me arrepiento de no haber estudiado
más en estos años todo lo que se hubiera publicado sobre lo
que tenés, como aquel papá de Estados Unidos que
descubrió la cura para su hijo sin ser médico ni nada y yo
que no descubrí ni siquiera la forma de avisar más rápido.
Estoy afuera de tu pieza, chiquito. Ya terminaron 4e
limpiarte por segunda vez y no me dejan entrar pero hoy me
quedo aquí en el pasillo y miro tu puerta cerrada. Mi mundo
se hace cada vez más estrecho. Hasta ayer era una pieza de
tres por tres y ahora es apenas un pasillo y una puerta
cerrada. Estoy diciendo esto en voz alta porque quiero
convencerme de que todo sigue siendo posible y la gente
pasa y me mira. Pero pienso en la vergüenza que te daría si
me vieras y me sonrío sola, y sé que te daría más vergüenza
y me vuelvo a reír y así. Y como ño quiero jugarte sucio
(digo, hacer cosas que sé que no te gustarían solamente
porque no podés verlas), dejo de hablar sola pero no de
sonreír y sigo en mi nuevo mundo de pasillos y de puertas
44
con muchos amigos y muchos parientes que vinieron a
verme para estar conmigo y yo tan sin vos.
Ya pasó una semana de la limpieza de tus pulmones,
amor, así que podemos festejar que hoy se cumplen siete
días de tus pulmones limpiecitos. ¿O se dice "limpitos"?
Bah, no importa. No usemos tanto diminutivo que ya
habíamos quedado en que vos no eras más chiquito sino
grandecito... Es decir, qué tonta que soy. Que vos no eras
más chico sino grande.
Menos mal que te diste cuenta sola, grandecita. ¿Ves?
Yo sí puedo seguir usándolos porque son para mí solo y así
sí vale. Así que una fiesta. Y qué vendría a ser, ¿un
cumplepulmón?, ¿un pulmeaños feliz? ¿Ya pusiste las
guirnaldas? Ya no quiero más festejos acostados, mami.
Quiero pararme.
Aunque ya debés estar hasta el pelo de mis festejos
idiotas.
39
No, grandecita, no son idiotas. Guau, en serio que a veces
me parece que me escuchás. Lo que pasa es que no sé qué hacer
para despertarme y eso me pone triste. Pero no me hagas caso.
Si querés festejar que estoy limpito o limpiecito o como se
diga, lo hacemos y está todo bien, ¿eh?
Con tanto lío que se vino en los últimos días nos
olvidamos de seguir dándole bolilla a los caminos de tu
regreso. ¿Cómo va ese tema, Edu?
No sé, ma. Creo que no va. Yo me siento siempre igual. No
entiendo qué querés decir con eso de que tengo que trabajar
para el regreso, si desde que me quedé dormido no hago más
que empujar para arriba los párpados, para afuera los dedos y
lo único que consigo es cansarme la cabeza.
Supongo que muchas veces te preguntarás cómo se
vuelve, qué podés hacer para despertarte. Nada, amor. Es decir,
nada distinto de lo que estás haciendo. Escucharme. Saber que
estoy aquí. Mientras me escuches es que estás volviendo. Se
empieza a volver por las orejas. Las orejas son las primeras que
vuelven. Tus orejas. Como el día de tu cumple, ¿te acordás?
Primero aparecen las orejas, después la nariz, después la piel,
y al final van a llegar los ojos y la boca. Eso es lo más difícil,
lo que lleva más tiempo. Lo que no tenés que hacer es perder
la paciencia. Volver de la panadería vuelve cualquier
pelagatos. Volver de un sueño como este es bastante más
complicado.
40
Sí, el tema es que a la panadería yo ni siquiera puedo ir.-
Bueno, ahora dejame que estoy cansado. Tanto ir y venir
hace mal. Mañana sigo caminando.
43
Hoy le voy a contar sobre las vacas del Sol. Eso le va a
gustar. Mientras voy en el tren releo la historia porque mi 5
Homero me quedó un poco lejos y ya no me acuerdo tanto de todo
lo que pasa...
Hola, amor, ya llegué. Vine todo el viaje desde el
trabajo pensando en lo que te iba a contar y después de
mucho meditar llegué a una conclusión llena de sabiduría.
Hoy te preparé la terrible historia de las vacas del Sol.
I Uy, grandecita. Muy prometedor tu cuento esta vez... no, muy
sabio en serio. Me imagino la espantosa lucha de Ulit ses contra la
peligrosísima vaca. No, es que de verdad hay cada ternera que
mete un miedo que mejor ni te digo.
44
No te lo conté, bueno, no te lo conté porque hay varias
45
cosas de la vida de Ulises que todavía nos falta conocer, pero
resulta que una vez llegó a una isla que estaba habitada
por una hechicera muy poderosa llamada
Cira que además de ser muy poderosa era
enormemente bella
Ya sé. Y se mandaba sus buenos asaditos con
las vacos esas del Sol. Horripilante.
Bueno, los compañeros de Ulises llegaron
hasta el pa lacio de Circe, ella los hizo
pasar como si fuera la mejor anfitriona del
mundo y una vez que estuvieron adentro, purn,
los convirtió en chanchos. Pero uno de ellos,
Euríloco, pudo escapar y corrió a avisarle a
Ulises. Nuestro hombre volvió y, con la ayuda
de un dios, consiguió rescatar a sus amigos,
hacer que Circe los volviera a su forma
humana y hasta logró que ella se enamorara
de él. Estuvieron un año en el palacio de
Circe comiendo y pasándola bárbaro hasta que
decidieron partir para tratar de llegar al
fin a Ítaca. Pero antes de irse, la hechicera
les previno que por nada del mundo se
detuvieran en la isla donde estaban las vacas
del Sol y sobre todo que, s i las veían, no
les hicieran nada. Ya te imaginarás lo que
pasó.
46
Sí, me imaginaré, pero igual preferiré que
me lo conta rás. O sea, me gustará que me lo contarás vos.
Llegaron a la isla. Ulises se quedó
dormido y sus corn pañeros no pudieron
aguantarse el hambre. Hicieron todo lo
posible pero algunos de ellos dijel?on que
preferían moril aplastados por los dioses que
de hambre, que era la peor de las muertes y
la más indigna para un guerrero. Se ve que
varios estaban bastante cansados de Ulises
porque los metía en un problema detrás de
otro. Así que aprovecharon que el jefe no
estaba y pusieron manos a la obra. Mataron
varias vacas y se las comieron. Como las
vacas pertenecían a Apolo, el dios del Sol,
cuando este se enteró le pidió a Zeus que
castigara a los asesinos. Zeus estuvo de
acuerdo con su hijo en que los culpables
debían ser castigados y, lleno de furia,
mandó un terrible rayo contra el barco, lo
hundió y mató a todos los tripulantes menos
a Ulises, que logró flotar sobre uno de los
mástiles hasta una isla. ¿Qué tal? Una buena
historia, ¿no?
Sí, sobre todo porque Ulises sale vivo. Aunque ahora voy a
pensarlo dos veces cada vez que me prepares una
hamburguesa. Pero no, en serio. Estuvo bueno.
La verdad que esa historia de las vacas no
47
prometía demasiado y al final creo que fue
la mejor. Y Ulises se salva, no nos olvidemos
de eso.
Bueno, voy a buscar más historias de
Ulises a ver con cuál seguimos. Ahora
volvamos un poco a nuestra propia aventura
que está bastante buena para escribirla, no
te vayas a creer. Estuve pensando en lo de
tus pulmones del otro día, cuando hubo que
limpiártelos, y en que te habrás quedado
pensando sobre lo que se puede hacer para que
no te vuelva a pasar.
48
No, la verdad que no, ma. No lo pensé para
49
nada. Me pareció que si había pasado dos
veces era porque podía pasar tres. Yo qué sé,
grandecita, no te puedo decir las cosas que
se me ocurren o las que no se me ocurren
porque no te puedo decir. Pero a ver, contame vos. Te estás
haciendo una experta en hacer de Eduardo. Ya no
sé si me escuchás o te estás volviendo de yo.
Y como ya te dije mil veces que no te voy
a mentir nunca, en esto tampoco lo voy a
hacer. No se puede hacer mucho. O sí, estar
atento, para que si vuelve a pasar te
limpiemos otra vez, y así hasta que te
despiertes. En fin, que al final vas a ser
el tipo con los pulmones más limpios del
mundo. Bueno, amor, ahora me voy a casa que
mañana tengo que hacer varias cosas temprano.
En cuanto salgo del trabajo vengo y me quedo,
¿eh? Esperame que ya sabés que odio que me
dejen plantada.
Chau. Graciosita. 19
Siguen pasando los días y cada vez tengo menos
recuerdos de cómo era todo antes del sueño. Creo que ya me
había empezado a acostumbrar a la ausencia de mi amor
grande, aunque no podría asegurarlo.:. En una de esas lo
50
digo ahora porque desde que empezó el sueño de Eduardo
hasta esa memoria se me hizo borrosa. No es que se me haya
quitado del alma ni nada por el estilo pero se me puso en
suspenso, en una parte del corazón que ya no uso. Tal vez
cuando púeda dejar mi tarea de guía pueda volver a tener un
corazón sin desvanes para guardar los cachivaches más
amados del pasado. Es que me volví toda presente, toda hoy.
Una gran ahora que camina. ¿Qué pensará mi chiquito de
esta madre en polvo, esta madre instantánea que le cayó de
golpe?
51
¿Cómo vivía yo antes de quedarme dormido, antes del
52
mar revolcándome en esta playa de hospital con pulmones
sucios y pulmones limpitos, antes de estas charlas de mamá
entre ella y ellayo, entre yoella y ella? ¿Cómo era mi vida
sin el cablerío, cuando despertarme no erq una obligación ni
el final de ningún viaje que no entiendo ni nada, sino abrir
los ojos para ir a la escuela o para ser sábado o martes o
partido o prueba de Historia o Camila, y no enfermera COI/
cara de Camila sino Camila de verdad? Ya no quiero más
Ulises de los griegos, ni peleas contra gigantes estúpidos que
se tragan eso de que un tipo se puede llamar Nadie, ni Ulises
que tienen que atarse para no ir a estrellarse contra las rocas
porque unas tipas con cola de pescado los llaman, ni dioses
que hagan bolsa los barcos porque unos marineros con
hambre se hicieron un asado con sus vacas de cuarta. Ya no
quiero más los viajes de Ulises.
53
Otra vez mi llegada. ¿Cuántas veces llegué ya? ¿Cómo diría
Homero? Ah, sí. iEa, mortales, yo, Mónica, la de relucientes
tobillos, volveré al sitio de mi juramento tantas veces como lo
disponga el padre Zeus, que amontona las nubes, así mi destino le
sea ingrato a los inmortales todos que habitan el vasto Olimpo! No
sería una mala frase para la Odisea. Tiene que ver con Ulises y
además es verdad, aunque mis tobillos ya no sean tan relucientes.
Buen día, Edu. Hablé con Fabián para preguntarle si él me
podía decir cuándo podía pasar algó que apurara tu regreso, y me
contó que hay algunas cosas adentro tuyo que le parece que van
mejor. Me dijo que eso es bueno, pero que tampoco me puede
asegurar nada. En realidad, ya sabía su respuesta, pero ¿sabés? A
veces me pasa lo que te digo siempre que no te tiene que pasar a
vos: perder la paciencia. Tengo tantas ganas de tenerte entero que
me cuesta aceptar que por ahora tengo solamente tu sueño.
54
Acordate de lo que le dijo Gandalf a Frodo, mami. 1 que
55
tenemos que hacer es lo mejor que podemos en el tien, po que nos
toca. ¿Ya te olvidaste, grandecita? Vos me lo leías y me lo dijiste
varias veces en este tiempo. Y despues está Ulises, el que oyó a
las sirenas, el que con el gigan;p de un solo ojo se hizo pasar por
Nadie. Es como yo. Naclie está dormido. Nadie quiere volver.
Nadie es Eduardo. Tengo que dejar de ser Nadie. Eso es lo mejor
que puedo hacer en el tiempo que me toca. Dejar de ser Nadie.
Dejar de sel nadie. Creo que ahora entiendo. Creo que estoy
empezando a entender.
Bueno, ya que tenemos un ratito los dos solos, vol vamos a
nuestra historia de Ulises. Otra cosa que no le conté, y que le pasó
al pobre hombre antes del asunto cle las vacas del Sol, fue el
encuentro con dos monstruos rribles que tenían su morada cerca
de los límites del ma l. Uno de esos monstruos era Escila, la
aulladora, una" bestia con doce patas (que en realidad eran doce
muñones) y sei s cuellos largos, que podían llegar hasta las
mismísimas biertas de los barcos. El otro monstruo, que encima
vivid enfrente de Escila, se llamaba Caribdis y chupaba el aguci
del mar y después la vomitaba. Y claro, si en el agua qti( se tragaba
había un barco, chau barco y chau la gente qtl( estuviera arriba.
Caribdis era la muerte segura para todo y Escila para seis, porque
solamente podía llevarse a un hombre en cada uno de sus cuellos.
Ulises eligió pasar ma cerca de ella y ocurrió lo que tenía que
ocurrir: perdió seis de sus compañeros.
Fuera los monstruos. Pasemos rápido y perdamos lo menos que
se pueda. No, si ya voy agarrando tu paso, grandecita. Escila y
Caribdis, al canasto de la ropa sucia. Que mis amigos no están para
ser el almuerzo de ningún bicharraco, por más bocas que tenga.
56
Tengo que terminar, amor, porque al final, después de
Polifemo y de Circe, y de Escila y de Caribdis, y de Apolo y sus
vacas, y de toda la historia, Ulises llega finalmente a Ítaca. Y ahora
voy a hacer un silencio para darte tiempo a que me preguntes, a
que te preguntes; o sea, a que te/me preguntes.
Sí, ya te entendí, grandecita. Te/me tengo que preguntar qué
pasó cuando el bendito Ulises llegó a la bendita Ítaca. Espero que
le haya ido bien, porque si no, tanto lío para nada.
Supongo que, como corresponde a un chico inteligente,
querrás saber qué pasó con Ulises cuando llegó a su reino. Su
esposa ya no tenía más excusas' para retrasar la elección de su
marido y futuro rey de Ítaca. El truco de la manta ya había sido
descubierto y debía elegir entre los pretendientes que, de paso,
estaban comiendo y tomando a costa de Penélope sin que ella
pudiera hacer nada para evitarlo. Ulises apareció disfrazado de
mendigo, se aguantó las burlas de los pretendientes y, cuando
llegó el momento, tomó su viejo arco, uno que solo él podía tensar,
agarró varias flechas y no dejó títere con cabeza. Así volvió a ser
rey de su tierra y recuperó a su esposa y a su hijo.
57
Lindo, ma. Yo qué sé. Lindo. Pero yo sigo dormido.
58
Ahora estoy sola en la hora de almuerzo en el trabajo, perc ) no fui
a ningún restaurante ni bar ni nada. Me vine hasta la plaza que
queda cerca de la oficina a sentarme debajo de estos árboles que
son tan enormes que necesitan de unos palos gordísimos para
sostener sus ramas más grandes. vuelvo a pensar en Ulises, cuando
por fin pudo volver a su isla, a Ítaca, y a Penélope y a su hijo.
¿Cómo se llamaba el muchacho? Ah, sí, Telémaco. Y cuando pudo
volver a tener a Telémaco entre sus brazos. ¿Qué habrá sentido?
Es tan difícil volver a Itaca si en el camino hay sirenas, cíclopes,
brujas, naufragios. Y cuando finalmente se llega... ¿qué pasara por
la cabeza? ¿Qué estará pasando por la cabecita de mi chiquito
querido? Ufa, otra vez los diminutivos. Bah, ahora estoy sola. Me
puedo permitir ciertas cosas, ¿eh, mi chiquito amadito, eh mi
dormidito loquito? Pero algo está pasando también adentro mío.
Nunca hablé así. Nunca me hablé así. Nunca me permití hablarme
así. Así, digo, con tanta seguri dad de que Ítaca está cerca, de que
Telémaco está cerca, de que la manta de Penélope y el tejido
interminable sirvieron para que un rey volviera a su reino.
Tengo que ir al hospital. Hay un rey que quiere su isla.
Tengo que volver! No hay trabajos a la tarde si hay un rey
que quiere su isla, no hay ni siquiera tarde a la tarde. iHay
solamente un rey que quiere su isla! —y voy gritando como loca
porque ahora sé que lo que me pasa es que no entiendo cómo ni
por qué descubrí que el rey quiere su isla a tener su isla. Con sus
ojos abiertos la va a tener, con dedos enteros la va a tener, con su
boca hablando.
59
iÍtaca, amor, allá está Itaca, amor! —y
todos me mipena por esa mujer tan joven y tan
loca, pero es no saben, no saben, no saben de
todos mis tejidos con lanas. De todas mis noches
tejiendo, esperando, y ahora de golpe sé que
Ítaca está tan cerca, tan a la mano...
Yo no sé de párpados. Pero este de la derecha está más
Y en el tren me voy riendo sola y voy
llorando sola pórque, gracias, isla mía, y alguien
me alcanza un pañuelo y, gracias, pañuelo
ajeno. ¿Y yo cómo lo sé? No sé cómo lo sé, pero
sé que lo sé.
'Tierra a la vista! Sí, amor, es Ítaca. Es tu isla,
majes-
Yo no sé mucho de dedos, pero este dedo gordo del pie se
movió. Poquito, pero se movió.
con
livianito...
60
Yo estaba segura de que encontraría el camino le digo a mi
61
vecino de asiento que me mira raro porque no entiende nada de lo
que le digo, pero igual le sigo contando que nada de cíclopes, ni
de sirenas, ni de brujas hermosas ni de monstruos aulladores de
seis cuellos, sino solo el ca mino. Un camino y una isla. Una Itaca
que espera y una mujer que ha tejido.
Ahora sí que se movió. Ahora, seguro. Ese dedo gorcl() se
movió. No, el dedo solo no, ese pie entero se movió. ¿Y la pierna?
¿A ver la pierna?
Ahora voy tranquila por la calle que llega al hospital. Hoy todos
los caminos son para llegar, todos los senderos van a una sola
cama. No necesito apurarme. La puerta va a estar abierta. Está.
Sí, la pierna también. ¿Y el párpado? También.
El ascensor va a estar en planta baja. Está.
Y de golpe todo este movimiento a mi alrededor que es como
en las películas, pero ahora puedo verlo y esa rubiecita chiquita
debe ser Lucía: y sí, era linda en serio pero sin la cara de Camila;
y allí está Fabián con cara de querer hablarme v me habla; y
supongo que tengo que contestarle y le digo "hola y pucha, qué
pedazo de sonrisa por un "hola" así nomás. 1
Fabián va a estar en la puerta del cuarto con una sonrisa
de oreja a oreja. Está Fabián. Está la sonrisa. Y yo lo abrazo
62
fuerte porque fue un buen libretista. Y entro a ver cómo es
ahora Ítaca. Y él está sentado en la cama, con un piyama
nuevo. Y no tiene tubos. Y está solo él mirándome, y yo me
recuesto contra la puerta y lo miro largo, largo, y apenas me
sale una nada de voz, un como perdón de mi voz de siempre,
y puedo decirle:
Hola, Ulises.
Hola, mami —me dice.
Y entonces sí. Entonces puedo dejar por fin que me venga
todo el llanto de golpe, todo, todo, todo junto, y me empiezo
a resbalar por la puerta hacia el piso, hasta quedarme sentada
con toda el agua que me cae como desde diez meses me cae,
como desde un chiquito dormido me cae, y ya no me importa
nada, ahora de verdad solamente quiero que me digan para
siempre que el tejido está terminado" y que Ulises ha vuelto.
4
64
ESTEBAN VALENTINO
"Soy un contador de historias... y las historias
hacen falta.'
La literatura como antídoto
por Laura Linzuain
Si tuviéramos que contarlo en poquísimas
palabras, podríamos decir que, además de
periodista y profesor, Esteban Valentino es un
escritor fecundo: publicó más de 20 obras y
recibió una enorme cantidad de menciones y
premios por su trabajo literario.
También podríamos contar que se graduó en la
carrera de Letras de la Universidad de Buenos
Aires, y que mucho antes, cuando tenía solo 11
años, comenzó a estildiar las literaturas griega
y latina, que le atrajeron especialmente. Quizá
por eso en varios de sus libros aparecen
alusiones y homenajes a las obras literarias de
la Antigüedad clásica. Entre estos libros, se
encuentra Es tan difícil volver a Ítaca. Aquí
Valentino entrelaza la historia cle Eduardo, un
chico en coma, con escenas de la Odisea de
Homero, texto griego que narra las aventuras der
héroe Odiseol en el regreso hacia su reino en la
isla de Itaca, cuando concluye la guerra de
Troya.
En la presente edición incluimos los fragmentos más
siqnificativos del libro de Homero que nuéstro
autor retoma en Es tan difícil volver a Ítaca.
Pero antes de adentrarnos en el texto griego,
Valentino nos cuenta cómo se convirtió en
escritor, qué importancia tuvieron los libros en
su historia personal y muchos interesantes
detalles de la creación de su novela.
1 Nota de la Editora: Odisea y Penelopea son los nombres
griegos originales de los personajes de la obra de
Homero; en su forma latina, estos nombres son Ulises y
Penélope.
¿Quién es Esteban Valentino?
Originalmente un poeta, que de manera inesperada, a los 11
años, el 2 de octubre del '68, descubrió que se podía hacer poesía, no
para sí sino para que otros I lo leyeran. Por qué se dio eso, no lo sé,
porque mis I aproximaciones a la literatura se reducían a las redacciones
escolares. Y era un razonable lector de libros de aventuras, de
historietas. El día anterior había leído una historieta de Intérvalo, una
revista de la editorial Columbia (...) Ahí había una muchacha, de 30
años, muy linda... pero le agarraba un cáncer y se moría; era una
historieta rara... fuerte... Ella se llamaba Lilian y yo me había
enamorado de ella y se me había muerto mi amor... Y al día siguiente,
ese 2 de octubre yo escribo por primera vez un poema, que se llama
"Poema de amor por Lilian". i El primer poema de mi vida! Entonces
bajé corriendo, se lo mostré a mis padres diciéndoles: "Miren 16 que
escribió un amigo". Y tuvieron la amabilidad de hacer como que me
creían. Y me dijeron que estaba lindo... A la tarde, escribí un segundo
poema, "Adiós a mi amigo"; un amigo mío había m'uerto, cosa que no
era cierta...
66
Ya hay dos puntos Fundacionales en el comienzo de tu obra: que tu literatura, como muchas veces ocurre, surge de la literatura, de otros libros, y...
...y que hay algo oscuro detrás. Cuando me fui a vivir a la
Ciudad de México, años después, estando en Tlatelolco, me
di cuenta de que mi primer poema lo había escrito el mismo
día que ocurría la Matanza
59
de Tlatelolc02 . Fijate que también está ligado con tema de la
muerte; queda mi comienzo como escritor ligado a una derrota.
Después me enteré de que el Movimiento del '683 era muy
interesante... y que lo descabezaron totalmente... Queda
enganchado mi comienzo literario con esa escena.
Justamente en Es tan difícil volver a Itaca, está la presencia importante de otro libro: la Odisea. La mamá, Mónica, elige (entre otras cosas) un texto literario para acompañar a su hijo en un momento crítico. ¿Creés que el arte, la literatura. contribuyen a que podamos explicarnos lo que nos pasa? Y de ser así, ¿cómo Funciona esto en tu novela?
Yo no creo que la literatura pueda cambiar el mundo ; sí me
parece que brinda puntos de apoyo, un espacio de colaboración...
No me parece que Perros de nadie haga que se lleven adelante
mecanismos para eliminar la injusticia... Pero (los libros) sí
pueden ser llamados de alerta, gritos en la noche, señáles de
humo... mensajes. En el caso de (Es tan difícil volver
2 N. de la E.: La Matanza de Tlatelolco, ocurrida pl 2 de octubre de 1968, file la violenta
represión a una manifestación pacífica realizada en la Ciudad { le México por estudiantes
universitarios, intelectuales, obreros, amas de casa y profesionales. El hecho nunca pudo
esclarecerse ya que desde el Estado mexicano se pretendió ocultar toda la información que
pudiera responsa bilizarlo; pero se cree que los muertos fueron varios cientos, sobre todo
jóvenes estudiantes.
3 N. de la E.: Esteban se refiere al movimiento social que fue reprimido el 2 de octubre de
1968.
4 N. de la E.: Perros de nadie es una de las novelas del autor (publicada den tro de esta
colección); narra la historia de dos adolescentes rivales enfren tados en un escenario signado
por la miseria, la marginalidad, la soledad. a) Ítaca, la literatura sería un mapa, una
guía del caminante, una hoja de ruta, pero
el que tiene que caminar es Eduardo. La madre
le dice: "Agarrá para allá, pero el que tenés
que caminar sos vos".
¿Cómo surge una novela tuya? , ¿cómo Fue con
"Itaca "5? Me aparece la idea, es como un
rayo. Esto fue muy claro en "Ítaca". Yo iba
en el colectivo y tuve la imagen de una mamá
hablando con su hijo, que la escucha, pero
no le puede contestar; ese fue el rayo. Me
lo imaginé en una situación de enfermedad.
¿Por qué se te apareció esa imagen?
Fue en 2001, mi esposa me hablaba de Un
milagro para Lorenz06, una película que
habíamos visto en el año 1 96; es decir, vi
la película muchísimos años antes de empezar
a trabajar en la novela. Y en 2002, le
pregunté a un primo mío que es médico si
existía una enfermedad que provocara un
estado de coma del que se pudiera regresar.
Y él me habló sobre el Síndrome de Melas;
sobre esto empiezo a trabajar.
68
Y cuando aparece "el rayo", la idea,
¿n'ecesitás otros elementos de la historia,
por ejemplo, el final?
Sí, exacto. En general, tengo el final, que
normalmente no es el que queda; pero es bueno
contar con
5 N. de la E.: En la entrevista se utiliza la palabra "Ítaca"
(entrecomillada) para hacer referencia, de una manera más
sintética, al título completo de la novela de Valentino: Es
tan difícil volver a Ítaca.
6 N. de la E.: Película estadounidense-de 1992, que cuenta la
lucha de los padres de Lorenzo por salvar la vida de su pequeño
hijo, quien padece una extraña enfermedad y es desahuciado por
los médicos.
61
él, es una guía, un "ir hacia". Con el punto de parti_ da y de llegada,
lo que vaya creciendo en el medio, dará luego el final definitivo y el
tono general de la obra.
una de tus conferencias, dijiste: "Los principios son partes que
Funcionan como la marca registrada de los Son esas primeras
líneas las que nos atan a historia que vendrá... ". En la primera
línea de esta novela, el protagonista afirma: "Me gusta contarme
mi historia para convencerme de que este que está aquí acostado
soy yo", es decir que, además de estar guiado el relato de su
mamá, lo que Eduardo se cuenta a sí lo ayuda a superar la
enfermedad.
Esto es un sueño personal: la idea de escribir comienzos
que sean memorables (Esteban recuerda la primera
frase de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la
Mancha): "En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no
quiero acordarme...". Y en el comienzo de "Ítaca", la
historia que él genera funciona como un ancla. Es un
cable a tierra. Si lo que tengo que hacer es volver a la
realidad y mi única realidad posible es mi narración de .
la realidad, bueno, hagámosla hasta que la realidad
pueda volver. En algún momento, ojalá, la realidad-real
vuelva, por ahora nos quedamos con la realidad-
narrada, que es lo único que yo puedo hacer para
engancharme a la realidad.
de la E.: Novela escrita en 1605 por el español Miguel de Cervante
Saavedra. 勢と
←第ス。ラ学を気当。~ 鬱.ーいのに舜義:きも
。物を: :をを新夛
:要:(物鶩こ.ノ・ 気を尋当を廳
第しこ 0 ー 0 ー 0 ー
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髫鬯第:毎を諺:を.- ^おこリ
ををル毎謇 一に
の 、0ン、、0斈人い
2 謔 へ =.
込ま ~ ャ
Es el relato que ayuda a huir de la muerte, un tema Frecuente en la
72
literatura.
Sí. ¿Y viste lo que pasa muchas veces con los moribu dos en las
películas de acción, del Oeste? Cuando está el muchacho herido:
"Mike, háblame, no te mueras". Es: "No te duermas, hablá,
quedate conmigo". La palabra como un modo de que alguien siga
entre nosotros...
¿Por qué elegiste la Odisea?
Porque es el paradigma del regreso. ¿Qué libro habla del regreso?
Como decía Propp8, todos los héroes viajan: viaja el Quijote, viaja
Frodo, viaja Dulkancellin9. El destino del héroe es salir al camino.
Pero en general es un camino '(hacia". El paradigma del camino
"desde", de vuelta, es la Odisea. Ulises no tiene que ir, tiene que
volver a su casa. Hay otro caso: El equipo cle los sueños10 de
Sergio Olguín, que según yo creo está basado en un texto de
Jenofonte: La expedición de los diez mil, que es el regreso de una
tropa ateniense hacia Atenas; unos tipos que tienen que pasar por
mil obstáculos para llegar a un punto determinado también esto
pasa en El equipo de los sueños, ellos
8 N. de la E.: Vladimir Propp, en su libro Morfología del cuento ( 1a- ed., 1928), analizó los
cuentos populares y detectó una serie de elementos recurren tes que crean una estructura constante en estas narraciones. Uno de estos elementos es el
viaje del héroe: el héroe parte, sale al mundo desde el lugar donde se encuentra al comienzo
'del relato.
9 N. de la E.: Valentino nombra a Don Quijote, a Frodo y a Dulkancellin, los héroes o
protagonistas de las novelas Don Quijote de la Mancha, El Señor de los Anillos (del inglés
John R. R. Tolkien, ed., 1954) y El día del venado (de la argentina Liliana Bodoc, ed., 2000),
respectivamente.
ION. de la E.: El equipo de los sueños de Sergio Olguín (e ed., 2004).
tienen que rescatar la pelota de Maradona, que está en el medio
de la villa... una novela espectacular. Ese (texto de Jenofonte) era
otro paradigma posible; pero el paradigma obvio del regreso es el
de Ulises.
Además, en la Odisea se suman las aventuras..., y esto es muy atractivo
para que lo escuche un chico como Eduardo. Claro, a un nene, ¿qué le
vas a contar?, ¿la Ilíada? La Odisea es una novela de aventuras; la
Ilíada, en cambio, es un texto heroico, de grandes pasiones puestas en
juego.
Tu obra también tiene una dimensión ética: madre e hijo hablan sobre
la importancia de manejarse con la verdad... Eso me parece que tiene
mucho que ver con mi actualidad. Es algo que me preocupa, la cuestión
de la mentira y la verdad.
¿Por qué te interesó tomar la enfermedad como temá? En mi vida la
enfermedad es un tema personal. Yo creo que si me preguntás
cuál es mi obsesión, yo te diría que es la soledad. Toda mi
literatura habla de las distintas variantes de la soledad. Y y6
siempre pensé en ese tipo al que le dicen: "Señor, tiene cáncer».
Qué solo se debe sentir, ante sí mismo.
Bueno, siempre estamos solos ante nosotros mismos... Sí, es cierto,
frente a nuestros temores, nuestras elecciones, nuestras alegrías;
todo lo vivimos en nuestra soledad. Pero hay circunstancias en
que esta soledad, que es el gran drama humano... Lo que dice
Borges, ¿no?, "el hombre es el único animal mortal",
65
a
es
es decir, es el único ser vivo consciente de que se a morir...
¿y
de
de
de
Creo que en el caso de una enfermedad esa soledad se hace
extrema; y si esa enfermedad mortal, puede ser agobiante.
¿Y tenías la claridad de que Eduardo iba a
vivir?
Es que en esta novela el regreso del héroe era imprescindible.
Era muy catártico (...) Eduardo tenía que vivir. Es como dice
él: "Qué bueno que Ulises vuelve, porque si no, ¿para qué
todo esto? ; tanto laburo, tanta sirena, tanto cíclope... iY
después viene un pretendiente y lo mata!'.
La historia de Eduardo es catártica para el
lector,
para vos como escritor?
Sí, es muy catártico para el escritor... Yo siempre digo que
podría haber estado destinado a ser un asesino serial... si
hubiera nacido en la villa, con padres violentos y que me
abandonaran, probablefnente hubiera sido un asesino serial...
Pero hubo dos cosas que lo evitaron: mi esmerada educación,
la de mi casa y la de mi escuela; con mucha presencia
materna, una linda casa, con olor a comida todos los días,
porque
todos los días se cocinaba imucho!; yo llegaba la escuela, y
el olor de las ollas y las sartenes, todo bullía en la cocina. Esa
fuerte presencia amorosa papá y mamá en casa... Y la otra
cosa que me salvó fue la literatura, como antídoto, como mi
forma que se mueran los otros, poder matar personajes...
iAh, sí que es catártica la escritura! Es que yo siento que me salvó mucho...
66
¿Qué libros "te salvaron"?
La Apología de Sócrates; Antígona... libros que me horadaron
por dentro, que me hicieron un agujero en la panza y se me
metieron (yo le diría a una mujer "te amo con toda mi panza",
no con todo mi corazón, porque lo siento ahí). Un libro para mí
fundacional y que se me metió muy adentro, y que es el que yo
querría haber escrito, es Moby Dick. También El llamado de la
selva... Estoy hablando de libros juveniles, ieh!, de los 12, 13, 14 años... Demián... ll Y después de grande
me volqué mucho a la épica maravillosa, (John Ronald Reuel)
Tolkien, (Howard Phillips) Lovecraft...
¿Y alguna obra literaria te ofreció amparo para esa obsesión por la soledad?
dense Jack London y Demián (1919) del alemán
Sí, muy claramente El extranjero (de Albert Camus). La
sensación de que a él (al protagonista) le pasan cosas que
a veces me pasan... Y no por nada mi libro juvenil favorito
es Moby Dick, la historia de un tipo solo cuya
única obsesión es matar a una ballena.
Según me contaste sos primero poeta,. ¿qué poetas te marcaron?
Me gustó siempre la poesía española. Nunca
me gustó la poesía inglesa, no me mueve un pelo. Me gusta
la poesía latinoamericana: Gonzalo Rojas, (César) Vallejo.
ll N. de la E.: En estas líneas Valentino hace referencia a los siguientes textos: Apología de
Sócrates (393-389 a. C.) de Platón; Antígona (442 a. C.), una de las tragedias del escritor
griego Sófocles; y a las novelas Moby Dick (1851) del estadounidense Herman Melville, El
llamado de la selva (1903) del estadouni-
Me golpeó mucho Miguel Hernández, los místico la poesía
de España. Y estoy muy de acuerdo con (Marco) Denevi cuando
dice que "los poetas han convertido a la poesía en la voz de la
razón, sin darse cuenta de que la poesía es la música de la razón
v no la razón misma. Así les va, nadie los lee...". a mí me parece
muy acertado eso. Yo leo a Eliot. a Ezra Pound y me embola...
Leo a muchos poetas modernos, jóvenes, que me embolan...
incluso en español. Pero leo a Miguel Hernández y al tipo se le
acaba de morir su amigo y se pone a escribir tercetos
Hermann Hesse.
67
encadenadosn, escribe una maravilla! contando que se murió su
amigo.
Y en tu novela aparecen unos versos, los de Federico García
Lorca...
"Porque yo ya no soy yo ni mi casa es
ya mi casa... 'h3
tercetos encadenados son estrofas de tres versos, por la en los que riman
el primero y el tercer verso, y que
En los sonetos aparecen 'dos tercetos encadenado refiere en
este caso a los versos del poema "Elegía' rayo que no cesa, 1936), formado
por una serie cie y que escribió Miguel Hernández a causa de la muer
escritor Ramón Sijé. Es uno de los poemas más conocid0N
l i Claro, y sentí cómo un texto muy conocido como el de i ese
poema toma un nuevo significado apareciendo en una obra nueva.
fue musicalizado y cantado por Joan Manuel Serrat en el
disco Miguel Hernández (1972). Una estrofa del poema que permite ejenl
plificar los tercetos: "No hay extensión más grande que mi herida, / lloro n
desventura y sus conjuntos / y siento más tu
muerte que mi vida".
versos que están incluidos en la novela
pertenecen al poe sonámbulo" del libro
Romancero gitano (1928), del poeta es
García Lorca.
Yo leí mucho a Lorca, y este es un recurso que uso
bastante: utilizar un verso famoso. Y a Mónica le pasa muy
puntualmente eso: ni ella es ella; ni su casa es ya su casa.
Es muy claro: hay un afuera que se impone y cuando ese
afuera es tan poderoso, como un terremoto, no hay
manera de ignorarlo y de decir sigo tomando el colectivo".
iNo, no hay colectivo, porque no hay calle!
¿Qué te queda por decir... o por escribir?
Bueno, la escritura es casi como el ajedrez, uno puede
jugar al ajedrez casi hasta el día de morirse. Ahora, si sos
garrochista, iestás complicado! (risas); un tipo de 70 años
que quiera saltar con la garrocha... En cambio, la de
escritor es una linda profesión, porque hasta el día antes
de morirse uno puede contar cosas. Yo seguiré hablando
de la soledad, supongo... Creo que es mi tema.
Pero ¿sentís que tenés que seguir escribiendo?
Sí, soy un contador de historias... y las historias hacen
falta.
69
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(FRAGMENTOS)
"No hay cosa más dulce que la patria y los
padres, aunque se habite en una casa
opulenta, pero lejana, en país extraño, alejado
de aquellos. Pero voy a contarte mi vuelta,
llena de trabajos, la cual me ordenó Zeus
desde que salí de Troya.'
Estatua de Apolo, que forma parte del templo de Zeus (Museo
Arqueológico de Olimpia, Grecia).
84
Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después
de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo
tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos
hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su
navegación por el ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta
de sus compañeros a la patria. Ni aun así pudo librarlos, como deseaba,
y todos perecieron por sus propias locuras. ilnsensatos! Comiéronse las
vacas del Sol, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el
día del regreso. iOh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más
que una parte de tales cosas.
Ya en aquel tiempo los que habían podido escapar de una muerte
horrorosa estaban en sus hogares, salvos de los peligros de la guerra y
del mar; y solamente Odiseo, que tan gran necesidad sentía de
restituirse a su patria yver a su consorte, se veía detenido en hueca gruta
por Calipso, la ninfa veneranda, la divina entre las deidades, que
anhelaba tomarlo por esposo. Con el transcurso de los años llegó por
fin la época en que los dioses habían decretado que volviese a su patria,
a Itacay aunque no por eso debía poner fin a sus trabajos, ni siquiera
después de juntarse con los suyos. Y todos los dioses le compadecían,
a excepción de Poseidón, que permaneció constantemente irritado
contra el divino Odiseo hasta que el héroe no arribó a su tierra.
Mas entonces había ido aquel al lejano pueblo de los etíopes, los
cuales son los postreros de los hombres y forman dos grupos, que
habitan uno hacia el ocaso y otro hacia el orto de Hiperión, para asistir
a una hecatombe de toros y corderos. Mientras aquel se deleitaba
presenciando el festín, congregáronse las otras deidades en el palacio
de Zeus olímpico. Y fue el primero en habla.r el padre de los hombres
y de los dioses, porque en su ánimo tenía presente al ilustre Egisto, a
quien dio muerte el preclaro Orestes
85
Agamenonida. Acordándose de él, dijo a los inmortales esI tas
palabras:
iOh dioses! iDe qué modo culpan los mortales a los
númenes! Dicen que las cosas malas les vienen de nosotros, y son
ellos quienes se atraen con sus locuras infortunios no decretados
por el destino. Así ocurrió a Egisto, que, oponiéndose a la
voluntad del hado, casó con la mujer legítima del Atrida, y mató
al héroe cuando tornaba a su patria, aunque sabía la terrible
muerte que padecería luego. Nosotros mismos le habíamos
enviado a Hermes, el vigilante Argifontes, con el fin de advertirle
que no matase a Agamenón ni pretendiera a su esposa; pues
Orestes Atrida tenía que tomar venganza no bien llegara a la
juventud y sintiese el deseo de volver a su tierra. Así se lo declaró"
Hermes; mas no logró persuadirlo, con ser tan excelente el
consejo, y ahora Egisto lo ha pagado todo junto.
Respondiole Atenea, la deidad de ojos de lechuza:
iPadre nuestro, Crónida, el más exceléo de los que imperan!
Aquel yace en la tumba por haber padecido una muerte muy
justificada. iAsí perezca quien obre de semejante modo! Pero se
me parte el corazón a causa del prudente y desgraciado Odiseo,
que desde hace mucho tiempo padece penas lejos de los suyos, en
una isla azotada por las olas, en el centro del mar; isla poblada de
árboles, en la cual tiene su mansión una diosa, la hija del tertrible
Atlante, de aquel que conoce todas las profundidades del ponto y
sostiene las grandes columnas que separan la tierra y el cielo.
La hija de este dios retiene al infortunado y afligido Odiseo,
no cejando en su propósito de embelesarlo con tiernas y
seductoras palabras para que olvide a Ítaca; mas Odiseo, que
está deseoso de ver el humo de su país natal, ya siente anhelos
de morir. ¿Y a ti, Zeus olímpico, no se te conmueve el
corazón? ¿No te era grato Odiseo, cuando sacrificaba junto a
86
las naves de los argivos? ¿Por qué así te has airado contra él,
oh Zeus? Contestole Zeus, que amontona las nubes:
i Hija mía! iQué palabras se te escaparon del cerco de
los dientes! ¿Cómo quieres que ponga en olvido al divinal
Odiseo, que por su inteligencia se señala sobre los demás
mortales y siempre ofreció muchos sacrificios a los
inmortales dioses que poseen el anchuroso cielo? Pero
Poseidón, que ciñe la tierra, le guarda vivo y constante rencor
porque cegó al cíclope, al deiforme Polifemo; que es el más
fuerte de todos los cíclopes y nació de la ninfa Toosa, hija de
Forcis, que impera en el mar estéril, después que ella se unió
con Poseidón en honda cueva. Desde entonces Poseidón, que
sacude la tierra, si bien no intenta matar a Odiseo, hace que
vaya errante lejos de su patria. Mas jea! tratemos todos
nosotros de su vuelta y del modo como haya de llegar a su
patria; y Poseidón depondrá la cólera, que no le fuera posible
contender, solo y contra la voluntad de los dioses, con los
inmortales todos.
Respondiole enseguida Atenea, la deidad de ojos de
lechuza:
iPadre nuestro, Crónida, el más excelso de los que
imperan! Si les place a los bienaventurados dioses que el
prudente Odiseo vuelva a su casa, mandemos enseguida a
Hermes, el mensajero Argifontes, a la isla de Ogigia; y
manifieste cuanto antes a la ninfa de hermosas trenzas la
I
87
verdadera resolución que hemos tomado sobre la vuelta del
paciente Odiseo, para que el héroe se ponga en camino. Yo,
en tanto, yéndome a Itaca, instigaré vivamente a su hijo y le
infundiré valor en el pecho para que llame al ágora a los
melenudos aqueos, y prohíba la entrada en su casa a todos
los pretendientes, que de continuo le degüellan muchísimas
ovejas y flexípedes bueyes de retorcidos cuernos. Y le
llevaré después a Esparta y a la arenosa Pilos para que,
preguntando y viendo si puede adquirir noticias de su padre,
consiga ganar honrosa fama entre los hombres.
Canto VI I i Huésped! Primerarnente quiero preguntarte yo
misma: ¿Quién eres y de que país procedes? ¿Quién te dio
esos vestidos? ¿No dices que llegaste vagando por el ponto?
Respondiole el ingenioso Odiseo:
Difícil sería, oh reina, contar menud'amente mis
infortunios, pues me los enviaron en gran abundancia los
dioses celestiales; mas te hablaré de aquello de lo que me
preguntas e interrogas. Hay en el mar una isla lejana, Ogigia,
donde mora la hija de Atlante, la dolosa Calipso, de lindas
trenzas, deidad poderosa que no se comunica con ninguno
de los dioses ni de los mortales hombres; pero a mí, oh
desdichado, me llevó a su hogar algún numen después de
que Zeus hendió con el ardiente rayo mi veloz nave en medio
del vinoso ponto. Perecieron mis esforzados compañeros,
mas yo me abracé a la quilla del corvo bajel, anduve errante
88
nueve días y en la décima y obscura noche lleváronme los
dioses a la isla Ogigia, donde mora Calipso, de lindas trenzas,
terrible diosa; esta me recogió, me trató solícita y
amorosamente, me mantuvo y díjome a menudo que me haría
inrnortal y exento de la senectud para siempre, sin que jamás
lograra llevar la persuasión a mi ánimo. Allí estuve detenido
siete años y regué incesantemente con lágrimas las divinales
vestiduras que me dio Calipso. Pero cuando vino el año
octavo, me exhortó y me invitó a partir; sea a causa de algún
mensaje de Zeus, sea porque su mismo pensamiento hubiese
variado. Enviome en una balsa hecha con buen número de
ataduras, me dio abundante pan y dulce vino, me puso vestidos
divinales y me mandó favorable y plácido viento. Diecisiete
días navegué, atravesando el ponto; al decimoctavo pude
divisar los umbrosos montes de vuestra tierra y a mí, oh
infeliz, se me alegró el corazón. Mas aún había de encontrarme
con grandes trabajos que me suscitaría Poseidón, que sacude
la tierrá: el dios levantó vientos contrarios, impidiéndome el
camino, y conmovió el mar inmenso; de suerte que las olas no
me permitían a mí, que daba profundos suspiros, ir en la balsa,
y esta fue desbaratada muy pronto por 'la tempestad. Entonces
nadé, atravesando el abismo, hasta que el viento y el agua me
acercaron a vuestro país. Al salir del mar, la ola me hubiese
estrellado contra la tierra firme, arrojándome a unos peñascos
y a un lugar funesto; pero retrocedí nadando y llegué a un río,
paraje que me pareció muy oportuno por carecer de rocas y
formar como un reparo contra los vientos. Me dejé caer sobre
la tierra cobrando aliento; pero sobrevino la divinal noche y
me alejé del río, que las celestiales lluvias alimentan, me eché
a dormir entre unos arbustos, después de haber amontonado
serojas a mi alrededor, e infundiome un dios profundísimo
89
sueño. Allí, entre las hojas y con el corazón triste, dormí toda
la noche, toda la mañana y el mediodía; y al ponerse el sol
dejome el dulce sueño. Vi entonces a las siervas de tu hija
jugando en la playa junto con ella, que parecía una diosa. La
imploré y no le faltó buen juicio, como no era de esperar que
demostrase en sus actos una persona joven que se hallara en
tal trance, porque los mozos siempre se portan
inconsideradamente. Diome abundante pan y vino tinto,
mandó que me lavaran en el río y me entregó estas vestiduras.
Tal es lo que, aunque angustiado, deseaba contarte, conforme
a la verdad de lo ocurrido.
Canto IX Respondiole el ingenioso Odiseo:
... ) Soy Odiseo Laertíada, tan conocido de los hombres
por mis astucias de toda clase, y mi gloria llega hasta el cielo.
Habito en Itaca que se ve a diétancia: en ella está el monte
Nérito, frondoso y espléndido, y en contorno hay muchas islas
cercanas entre sí, como Duliquio, Same y la selvosa Zacinto.
Ítaca no se eleva mucho sobre el mar; está situada la más
remota hacia el Occidente (las restantes, algo apartadas, se
inclinan hacia el Oriente y el Mediodía), es áspera, pero buena
criadora de mancebos, y yo no puedo hallar cosa alguna que
sea más dulce que mi patria. Calipso, la divina entre las
deidades, me detuvo allá, en huecas grutas, anhelando que
fuese su esposo; y
de la misma suerte la dolosa Circe de Eea me acogió anti
riormente en su palacio, deseando también tomarme PO!
marido; ni aquella ni esta consiguieron infundir convi( ción
a mi ánimo. No hay cosa más dulce que la patria y lo
padres, aunque se habite en una casa opulenta, pero lejana
en país extraño, apartada de aquellos. Pero voy a contarte
mi vuelta, llena de trabajos, la cual me ordenó Zeus desde
que salí de Troya.
91
ños ni labradíos, sino que el terreno está siempre sin
sembrar y sin arar, carece de hombres, y cría bastantes
cabras. Pues los cíclopes no tienen naves de rQjas
proas, ni poseen
1 N. de la E.: Continúa el relato de Odiseo.
l"Desde allí continuamos la navegación con ánimo
afligido, y llegamos a la tierra de los cíclopes soberbios y sin ley;
quienes, confiados en los dioses inmortales, no plantan árboles, ni
labran los campos, sino que todo les nace sin semilla y sin arada (trigo,
cebada y vides, que -producen vino de unos grandes racimos) y se lo
hace crecer la lluvia enviada por Zeus. No tienen ágoras donde se
reúnan para deliberar, ni le I yes tampoco, sino que viven en las
cumbres de los altos fnontes, dentro de excavadas cuevas; cada cual
impera sobre sus hijos y mujeres y no se entrometen los unos con los
otros.
"Delante del puerto, no muy cercana ni a gran distancia
tampoco de la región de los cíclopes, .hay una isleta
poblada de bosque, con una infinidad de cabras monteses,
pues no las ahuyenta el paso de hombre alguno ni van allá
los cazadores, que se fatigan recorriendo las selvas en las
cumbres de las montañas. No se ven en ella ni rebaartífices
que se las construyan de muchos bancos (como las que
transportan mercancías a distintas poblaciones en los
frecuentes viajes que los hombres efectúan por mar, yendo
los unos en busca de los otros), los cuales hubieran podido
78
93
hacer que fuese muy poblada aquella isla, nada estéril y sí
excelente para producir en cada estación lo que le es propio,
porque tiene junto al espumoso mar prados húmedos y
tiernos y allí la vid jamás se perdiera. La parte inferior es
llana y labradera; y podrían segarse en la estación oportuna
mieses altísimas por ser el suelo muy pingüe. Posee la isla
un cómodo puerto, donde no se requieren amarras, ni es
preciso echar áncoras, ni atar cuerdas; pues, en abordando
allí, se está a salvo cuanto se quiere, hasta que el ánimo de
los marineros les incita a partir y el viento sopla.
"Mas, así que se descubrió la hija de la mañana, Eos de rosáceos
dedos, los llamé a junta y les dije estas razones:
Quedaos aquí, mis fieles amigos, y yo con mi nave y mis
compañeros iré allá y procuraré averiguar qué hombres son aquellos:
si son violentos, salvajes e injustos, u hospitalarios y temerosos de las
deidades.
'*Cuando así hube hablado, subí a la nave y ordené a los
compañeros que me siguieran y desataran las amarras. Ellos se
embarcaron al instante y, sentándose por orden en los bancos,
comenzaron a batir con los remos el espumoso mar. Y tan luego como
llegamos a dicha tierra, que estaba próxima, vimos en uno de los
extremos y casi tocando al mar una excelsa gruta a la cual daban
sombra algunos laureles, en ella reposaban muchos hatos de ovejas y
de
cabras, y en contorno había una alta cerca labrada con pie
dras profundamente hundidas, grandes pinos y encinas de
elevada copa. Allí moraba un varón gigantesco, solitario, que
entendía en apacentar rebaños lejos de los demás hombres,
sin tratarse con nadie; y, apartado de todos, ocupaba su
ánimo en cosas inicuas. Era un monstruo horrible y no se
asemejaba a los hombres que viven de pan, sino a una
selvosa cima que entre altos montes se presentase aislada de
las demás cumbres.
95
"Entonces ordené a mis fieles compañeros que se
quedasen a guardar la nave; escogí los doce mejores y
juntos echamos a andar, con un pellejo de cabra lleno de
negro y dulce vino que me había dado Marón, vástago de
Evantes y sacerdote de Apolo, el dios tutelar de Ismaro;
porque, respetándole, lo salvamos con su mujer e hijos que
vivían en un espeso bosque consagrado a Febo Apolo.
Hízome Marón ricos dones, pues me regaló siete talentos de
oro bien labrado, una cratera de plata y doce ánforas de un
vino dulce y puro, bebida de dioses, que no conocían sus
siervós ni sus esclavas, sino tan solo él, su esposa y una
despensera. Cuando bebían este rojo licor, dulce como la
miel, echaban una copa en veinte de agua; y de la cratera.
salía un olor tan suave y divinal, que no sin pena se hubiese
renunciado a saborearlo. De este vino llevaba un gran odre
completamente lleno y además viandas en un zurrón, pues
ya desde el primer instante se figuró mi ánimo generoso que
se nos presentaría un hombre dotado de extraordinaria
fuerza, salvaje, e ignorante de la justicia y de las leyes.
'Pronto llegamos a la gruta; mas no dimos con él, porque
estaba apacentando las pingües ovejas. Entramos y nos
pusimos a contemplar con admiración y una por una todas
las cosas: había zarzos cargados de quesos; los
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97
establos rebosaban de corderos y cabritos, hallándose
encerrados, separadamente los mayores, los medianos y
los recentales; y goteaba el suero de todas las vasijas,
tarros y barreños, de que se servía para ordeñar. Los
compañeros empezaron a suplicarme que nos
apoderásemos de algunos quesos y nos fuéramos, y que
luego, sacando prestamente de los establos los cabritos y
los corderos, y conduciéndolos a la velera nave,
surcáramos de nuevo el salobre mar. Mas yo no me dejé
persuadir (mucho mejor hubiera sido seguir su consejo)
con el propósito de ver a aquel y probar si me ofrecería
los dones de la hospitalidad. Pero su presencia no había
de serles grata a mis compañeros.
'*Encendimos fuego, ofrecimos un sacrificio a los
dioses, tomamos algunos quesos, comimos, y le
aguardamos, sentados en la gruta, hasta que volvió con el
ganado. Traía una gran carga de leña seca para preparar
su comida y la descargó dentro de la cueva con tal
estruendo que nosotros, llenos de temor, nos refugiamos
apresuradamente en lo más hondo de la gruta. Luego
metió en el espacioso antro todas las pingües ovejas que
tenía que ordeñar, dejando a la puerta, dentro del recinto
de altas paredes, los carneros y los bucos. Después cerró
la puerta con un pedrusco grande y pesado que llevó a
pulso y que no hubiesen podido mover del suelo veintidós
sólidos carros de cuatro ruedas. i Tan inmenso era el
peñasco que colocó a la entrada! Sentose enseguida,
ordeñó las ovejas y las baladoras cabras, todo como debe
hacerse, y a cada una le puso su hijito. A la hora, haciendo
cuajar la mitad de la blanca leche, la amontonó en
canastillos de mimbre, y vertió la restante en unos vasos
para bebérsela y así le serviría de çena.
"Acabadas con prontitud tales faenas, encendió fuego, y al
vernos, nos hizo estas preguntas:
iOh forasteros! ¿Quiénes sois? ¿De dónde llegasteis
navegando por húmedos caminos? ¿Venís por algún ne.
gocio o andáis por el mar, a la ventura, como los piratas que
divagan, exponiendo su vida y produciendo daño a los
hombres de extrañas tierras?
'*Así dijo. Nos quebraba el corazón el temor que nos
produjo su voz grave y su aspecto monstruoso. Mas, con
todo eso, le respondí de esta manera:
Somos aqueos a quienes extraviaron, al salir de
Troya, vientos de toda clase, que nos llevan por el gran
abismo del mar; deseosos de volver a nuestra patria
llegamos aquí por otra ruta, por otros caminos, porque de
tal suerte debió de ordenarlo Zeus. Nos preciamos de ser
guerreros de Agamenón Atrida, cuya gloria es inmensa
debajo del cielo (itan grande ciudad ha destruido y a tantos
hombres ha hecho perecer!), y venimos a abrazar tus
rodillas por si quisieras presentarnos los dones de la
hospitalidad o hacernos algún otro regalo, como es
costumbre entre los huéspedes. Respeta, pues, a los dioses,
varón excelénte, que nosotros somos ahora tus suplicantes.
Y a suplicante y forasteros los venga Zeus hospitalario, el
cual acompaña a los venerandos huéspedes.
"Así le hablé; y respondiome enseguida con ánimo
cruel:
99
iOh forastero! Eres un simple o vienes de lejanas
tierras cuando me exhortas a temer a los dioses y a guardarme de
su cólera: que los cíclopes no se cuidan de Zeus, que lleva la égida,
ni de los dioses felices, porque somos más fuertes que ellos; y yo
no te perdonaría ni a ti ni a tus compañeros por temor a la enemistad
de Zeus, si mi ánimo no I me lo ordenase. Pero dime en qué sitio, al
venir, dejaste la bien construida embarcación: si fue, por ventura, en
lo
82
más apartado de la playa o en un paraje cercano, a fin de que
101
yo lo sepa.
"Así dijo para tentarme. Pero su intención
no me pasó inadvertida a mí que sé tanto, y
de nuevo le hablé con engañosas palabras:
Poseidón, que sacude la tierra, rompió mi
nave llevándola a un promontorio y
estrellándola contra las rocas en los confines
de vuestra tierra, el viento que soplaba del
ponto se la llevó y pude librarme, junto con
estos, de una muerte terrible.
"Así le dije. El Cíclope, con ánimo cruel, no
me dio respuesta; pero, levantándose de súbito,
echó mano a los compañeros, agarró a dos y,
cual si fuesen cachorrillos arrojolos a tierra
con tamaña violencia que el encéfalo fluyó del
suelo y mojó el piso. Seguidamente despedazó
los miembros, se aparejó una cena y se puso a
comer como montaraz león, no dejando ni los
intestinos, ni la carne, ni los medulosos
huesos. Nosotros contemplábamos aquel horrible
espectáculo con lágrimas en los ojos, alzando
nuestras n-fanos a Zeus, pues la desesperación
se había señoreado de nuestro ánimo. El
Cíclope, tan luego como hubo llenado su enorme
vientre, devorando carne humana y bebiendo
encima leche sola, se acostó en la gruta
'tendiéndose en medio de las ovejas. Entonces
formé en mi magnánimo corazón el propósito de
acercarme a él y, sacando la aguda espada que
colgaba de mi muslo, herirle el pecho donde las
entrañas rodean el hígado, palpándolo
previamente; mas otra consideración me
contuvo. Habríamos, en efectoy perecido allí
de espantosa muerte, a causa de no poder apartar
con nuestras manos el pesadísimo pedrusco que
el Cíclope colocó en la alta entrada. Y así,
dando suspiros, aguardamos que apareciera la
divina Eos.
"Cuando se descubrió la hija de la mañana, Eos de rosáceos
dedos, el Cíclope encendió fuego y ordeñó las gordas ovejas,
todo como debe hacerse, y a cada una le puso su hijito. Acabadas
con prontitud tales faenas, echó mano a otros dos de los míos, y
con ellos se aparejó el almuerzo. En acabando de comer, sacó de
la cueva los pingües ganados, removiendo con facilidad la
enorme peña de la puerta; pero al instante lo volvió a colocar, del
mismo modo que si a un carcaj le pusiera su tapa. Mientras el
Cíclope aguijaba con gran estrépito sus pingües rebaños hacia el
monte, yo me quedé meditando siniestras trazas, por si de algún
modo pudiese vengarme y Atenea me otorgara la victoria. Al fin
pareciome que la mejor resolución sería la siguiente. Echada en
el suelo del establo veíase una gran clava de olivo verde, que el
Cíclope había cortado para llevarla cuando se secase. Nosotros,
al contemplarla, la comparábamos con el mástil de un negro y
ancho bajel de transporte que tiene veinte remos y atraviesa el
dilatado abismo del mar: tan larga y tan gruesa se nos presentó a
la vista. Acerqueme a ella y corté una estaca como de una braza,
que di a los compañeros, mandándoles que la puliesen. No bien
la dejaron lisa, agucé uno de sus cabos, la endurecí, pasándola
por el ardiente fuego, y la oculté cuidadosamente debajo del
abundante estiércol esparcido por la gruta. Ordené entonces que
se eligieran por suerte los que, uniéndose conmigo, deberían
atreverse a levantar. la estaca y clavarla en el ojo del Cíclope
cuando el dulce sueño le rindiese. Cayoles la suerte a los cuatro
103
que yo mismo hubiera escogido en tal ocasión, y me junté con
ellos formando el quinto. Por la tarde volvió el Cíclope con el
rebaño de hermoso vellón, que venía de pacer, e hizo entrar
en la espaciosa gruta a
84
104
todas las pingües reses, sin dejar a ninguna dentro del
recinto; ya porque sospechase algo, ya porque algún
dios se lo ordenara. Cerró la puerta acomodando la
enorme piedra que llevó a pulso, sentose, ordeñó las ovejas
y las baladoras cabras, todo como debe hacerse, y a cada una
le puso su hijito. Acabadas con prontitud tales cosas, agarró
a otros dos de mis amigos y con ellos se aparejó la cena.
Entonces llegueme al Cíclope, y teniendo en la mano una
copa de negro vino, le hablé de esta manera:
Toma, Cíclope, bebe vino, ya que comiste carne
humana, a fin de que sepas qué bebida se guardaba en
nuestro buque. Te lo traía para ofrecer una libación en el
caso de que te apiadases de mí y me enviaras a mi casa, pero
tú te enfureces de intolerable modo. iCruel! ¿Cómo vendrá
en lo sucesivo ninguno de los muchos hombres que existen,
si no te portas como debieras?
"Así le dije. Tomó el vino y bebióselo. Y gustole tanto el
dulce licor que me pidió más:
Dame de buen grado más vino y hazme saber
inmediatamente tu nombre para que te ofrezca un don
hospitalario con el cual te huelgues. Pues también a los
Cíclopes la fértil tierra les produce vino en gruesos racimos,
que crecen con la lluvia enviada por Zeus; mas esto se
compone de ambrosía y néctar.
"Así habló, y volví a servirle el negro vino: tres veces se
lo presenté y tres veces bebió incautamente. Y cuando los
vapores del vino envolvieron' la mente del Cíclope, díjele
con suaves palabras:
i Cíclope! Preguntas cuál es mi nombre ilustre y voy a
decírtelo, pero dame el presente de hõspitalidad que me
has prometido. Mi nombre es Nadie; y Nadie me
llaman mi madre, mi padre y mis compañeros todos.
105
"Así le hablé; y enseguida me respondió con ánimo cruel
:
A Nadie me lo comeré al último, después de sus
compañeros, y a todos los demás antes que a él: tal será el
don hospitalario que te ofrezca.
"Dijo, tirose hacia atrás y cayó de espaldas. Así echado,
dobló la gruesa cerviz y venciole el sueño, que todo lo rinde:
salíale de la garganta el vino con pedazos de carne humana,
y eructaba por estar cargado de vino.
"Entonces metí la estaca debajo del abundante rescoldo,
para calentarla, y animé con mis palabras a todos los
compañeros: no fuera que alguno, poseído de miedo, se
retirase. Mas cuando la estaca de olivo, con ser verde, estaba
a punto de arder y relumbraba intensamente, fui y la saqué
del fuego; rodeáronme mis compañeros, y una deidad nos
infundió gran audacia. Ellos, tomando la estaca de olivo,
hincáronla por la aguzada punta en el ojo del Cíclope; y yo,
alzándome, hacíala girar por arriba. De la suerte que cuando
un hombre taladra con el barreno el mástil de un navío, otros
lo mueven por debajo con una correa, que asen por ambas
extremidades, y aquel da vueltas continuamente: así
nosotros, asiendo la estaca de ígnea punta, la hacíamos girar
en el ojo del Cíclope y•la sangre brotaba alrededor del
ardiente palo. Quemole el ardoroso vapor párpados y cejas,
en cuanto la pupila estaba ardiendo y sus raíces crepitaban
por la acción del fuego. Así como
el broncista, para dar el temple que es la fuerza del hierro,
sumerge en agua fría una gran segur o un hacha que rechina
grandemente, de igual manera rechinaba el ojo del Cíclope
en torno de la estaca de olivo. Dio el Cíclope un fuerte y
horrendo gemido, retumbó la roca, y nosotros,
amedrentados, huimos prestamente; mas él se arrancó la
86
estaca, toda manchada de sangre, la arrojó furioso
lejos de sí y se puso a llamar con altos gritos a los
Cíclopes que habitaban a su alrededor, dentro de
cuevas, en los ventosos promontorios. En oyendo sus
voces, acudieron muchos, quién por un lado y quién
por otro, y parándose junto a la cueva, le preguntaron
qué le angustiaba:
¿Por qué tan enojado, oh Polifemo, gritas de
semejante modo en la divina noche, despertándonos a
todos? ¿Acaso algún hombre se lleva tus ovejas mal de tu
grado? ¿O, por ventura, te matan con engaño o con fuerza?
"Respondioles desde la cueva el robusto Polifemo:
iOh, amigos! 'Nadie' me mata con engaño,
no con fuerza.
"Y ellos le contestaron con estas aladas palabras:
Pues si nadie te hace fuerza, ya que estás
solo, no es posible evitar la enfermedad que envía
el gran Zeus, pero ruega a tu padre, el soberano
Poseidón.
"Apenas acabaron de hablar, se fueron todos; y
yo me reí en mi corazón de cómo mi nombre y mi
excelente artificio los había engañado. El Cíclope,
gimiendo por los grandes dolores que padecía, anduvo
a tientas, quitó el peñasco de la puerta y se sentó a la
entrada, tendiendo los brazos por si lograba echar
mano a alguien que saliera con las ovejas; itan
mentecato esperaba que yo fuese!
"Mas yo meditaba cómo pudiera aquel lance
acabar mejor y si hallaría algún arbitrio para librar de
107
la muerte a mis compañeros y a mí mismo. Revolví toda
clase de engaños y de artificios, como que se trataba de la
vida y un gran mal era inminente, y al fin pareciome la mejor
resolución la que voy a decir. Había unos carneros bien
alimentados, hermosos, grandes, de espesa y obscura lana;
y, sin desplegar los labios, los até de tres en tres,
entrelazando salvaran a mis compañeros.
aparición de la divina Eos.
mons-
llevaba a un
para que
varÓn; mas
entre
al vedi-
manos a la
postura con
aguardamos la
de ro-
pacer, y
balaban en
por los
estaban de
iban ata-
último en
cargado de cosas.
Y
el pos-
ovejas,
las tier-
corrientes
establo
contrario, el
ojo de tu
pernicio-
el vino.
de una
pudieses
109
el robusto Polifemo lo palpó y así le dijo:
110
hablar, para indicarme dónde evita mi furor! Pronto
su cerebro, molido a golpes, se esparciría acá y acullá
por el suelo de la gruta, y mi corazón se aliviaría de
los daños que me ha causado ese despreciable Nadie.
"Diciendo así, dejó el carnero y lo echó afuera.
Cuando estuvimos algo apartados de la cueva y del
corral, solteme del carnero y desaté a los amigos. Al
punto recogimos aquellas gordas reses de gráciles
piernas y, dando muchos rodeos, llegamos por fin a
la nave.
"Nuestros compañeros se alegraron de vernos a
nosotros, que nos habíamos librado de la muerte, y
empezaron a gemir y a sollozar por los demás. Pero
yo haciéndoles una señal con las cejas, les prohibí el
llanto y les mandé que cargaran presto en la nave
muchas de aquellas reses de hermoso vellón y
volviéramos a surcar el agua salobre. Embarcáronse
enseguida y, sentándose por orden en los bancos,
tornaron a batir con los remos el espumoso •mar.
"Y, en estando tan lejos cuanto se deja oír un hombre
que grita, hablé al Cíclope con estas mordaces
palabras:
i Cíclope! No debías emplear tu gran fuerza para
comerte en la honda gruta a los amigos de un varón
indefenso. Las consecuencias de tus malas acciones
habían de alcanzarte, oh cruel, ya que no temiste
devorar a tus huéspedes en tu misma morada; por eso
Zeus y los demás dioses te han castigado.
"Así le dije; y él, airándose'más en su corazón,
arrancó la cumbre de una gran montaña, la arrojó
delante de nuestra embarcación de azulada proa, y
111
poco faltó para que no diese en la extremidad del gobernalle.
Agitose el mar por la caída del peñasco y las olas, al refluir
desde el ponto, empujaron la nave hacia el continente y la
llevaron a tierra firme. Pero yo, asiendo con ambas manos
113
un larguísimo botador, lo eché al mar y ordené a mis
compañeros, haciéndoles con la cabeza silenciosa señal,
que apretaran con los remos a fin de librarnos de aquel
peligro. Encorváronse todos y empezaron a remar. Mas, al
hallarnos dentro del mar, a una distancia doble de la de
antes, hablé al Cíclope, a pesar de que mis compañeros me
rodeaban y pretendían disuadirme con suaves palabras unos
por un lado y otros por el opuesto:
iDesgraciado! ¿Por qué quieres irritar a ese hombre
feroz que con lo que tiró al ponto hizo volver la nave a tierra
firme donde creíamos encontrar la muerte? Si oyera que
alguien da voces o habla, nos aplastaría la cabeza y el
maderamen del barco, arrojándonos áspero peñón. i Tan
lejos llegan sus tiros!
"Así se expresaban. Mas no lograron quebrantar la
firmeza de mi corazón magnánimo; y, con el corazón
irritado, le hablé otra vez con estas palabras:
Í Cíclope! Si alguno de los mortales hombres te
pregunta la causa de tu vergonzosa ceguera, dile que quien
te privó del ojo fue Odiseo, el asolador de ciudades, hijo de
Laertes, que tiene su casa en Itaca.
"Así dije: y él, dando un suspiro, respondió:
i Oh dioses! Cumpliéronse los antiguos
pronósticos. Hubo aquí un adivino excelente y grande,
Télemo Eurímida, el cual descollaba en el arte
adivinatoria y llegó a la senectud profetizando entre los
cíclopes; él, pues, me vaticinó lo que hoy sucede: que
sería privado de la vista por mano de Odiseo. Mas
esperaba yo que llegase un varón de gran estatura,
gallardo, de mucha fuerza; y es un hombre pequeño,
despreciable y menguado quien me cegó el ojo,
subyugándome con el vino. Pero, ea, vuelve,
90
115
Odiseo, para que te ofrezca los dones de la
hospitalidad y exhorte al ínclito dios que bate la
tierra, a que te conduzca a la patria; que soy su hijo
y él se gloria de ser mi padre. Y será él, si te place,
quien me curará y no otro alguno de los
bienaventurados dioses ni de los mortales hombres.
"Habló, pues, de esta suerte; y le contesté diciendo:
i Así pudiera quitarte el alma y la vida, y enviarte a
la morada de Hades, como ni el mismo dios que sacude la
tierra te curará el ojo!
"Así dije. Y el Cíclope oró en seguida al soberano
Poseidón alzando las manos al estrellado cielo:
iOyeme, Poseidón que ciñes la tierra, dios de
cerúlea cabellera! Si en verdad soy tuyo y tú te glorias de
ser mi padre, concédeme que Odiseo, asolador de
ciudades, hijo de Laertes, que tiene su casa en Itaea, no
vuelva nunca a su palacio. Mas si le está destinado que
ha de ver a los suyos y volver a su bien construida casa
y a su patria, sea tarde y mal, en nave ajena, después de
perder todos los compañeros, y se encuentre con nuevas
cuitas en su morada.
"Así dijo rogando, y le oyó el dios de cerúlea
cabellera. Acto seguido tomó el Cíclope un peñasco•
mucho mayor que el de antes, lo despidió, haciendo
voltear con fuerza inmensa, arrojole detrás de nuestro
bajel de azulada proa, y poco faltó para que no diese en
la extremidad del gobernalle. Agitose el mar por la caída
del peñasco, y las olas, empujando la embarcación hacia
adelante, hiciéronla llegar a tierra firme.
117
"Así que arribamos a la isla donde estaban juntos los
restantes navíos, de muchos bancos, y en su contorno los
compañeros que nos aguardaban llorando, saltamos a la
118
orilla del mar y sacamos la nave a la arena. Y,
tomando de la cóncava embarcación las reses del
Cíclope, nos las repartimos de modo que ninguno se
quedara sin su parte. En esta partición que se hizo
del ganado, mis compañeros, de hermosas grebas,
asignáronme el carnero, además de lo que me
correspondía; y yo lo sacrifiqué en la playa a Zeus
Crónida, que amontona las nubes y sobre todos reina,
quemando en su obsequio ambos muslos. Pero el dios,
sin hacer caso del sacrificio, meditaba cómo
podrían llegar a perderse todas mis naves de muchos
bancos con los fieles compañeros.
'2Y ya todo el día, hasta la puesta del
sol, estuvimos sentados, comiendo carne en
abundancia y bebiendo dulce vino. Cuando
el sol se puso y sobrevino la obscuridad,
nos acostamoS en la orilla del mar.
"Pero, apenas se descubrió la hija de la
mañana, Eos de rosáceos dedos, ordené a mis
compañeros que subieran a la nave y
desataran las amarras. Embarcáronse
prestamente y, sentándose por orden en los
bancos, tornaron a batir con los remos el
espumoso mar.
*'Desde allí seguimos adelante, con el
corazón triste, escapando gustosos de la
muerte, aunque perdimos algunos
compañeros.
119
Canto X
"Llegamos luego a la isla Eea, dondé
moraba Circe, la de lindas trenzas,
deidad poderosa, dotada de voz, hermana
carnal del terrible Eetes, pues ambos
fueron engendrados por el Sol, que
alumbra a los mortales, y tienen por
madre a Perse, hija del Océano.
'*Formé con mis compañeros de hermosas
grebas dos secciones, a las que di
sendos capitanes, pues yo me puse al
frente de una y el deiforme Euríloco
mandaba la otra. Echamos suertes en
broncíneo yelmo y, como saliera la del
magnánimo Euríloco, partió con veintidós
compañeros que lloraban, y nos dejaron
a nosotros, que también sollozábamos.
Dentro de un valle y en lugar vistoso
descubrieron el palacio de Circe,
construido de piedra pulimentada. En
torno suyo encontrábanse lobos
montaraces y leones, a los que Circe había
encantado, dándoles funestas drogas; pero
estos animales no acometieron a mis
hombres, sino que, levantándose, fueron a
halagarles con sus colas larguísimas. Bien
120
así como los perros halagan a su amo
siempre que vuelve del festín, porque les
trae algo que satisface su apetito; de esta
manera los lobos de uñas fuertes y los
leones fueron a halagar a mis compañeros
que se asustaron de ver tan espantosos
monstruos. En llegando a la mansión de la
diosa de lindas trenzas, detuviéronse en
el vestíbulo y oyeron a Circe que con voz
pulcra cãñtaba en el interior, mientras
labraba una tela grande divinal y tan fina,
elegante y espléndida, como son las labores
de las diosas.
Polites, caudillo de hombres, que era
para mí el más caro y respetable de los
compañeros, empezó a hablarles de esta
manera:
iOh amigos! En el interior está
hermosamente alguna diosa o mujer que
labra una gran tela, y hace resonar todo
el pavimento. Llamémosla cuanto antes.
'*Así les dijo; y ellos la llamaron a voces. Circe se alzó
enseguida, abrió la magnífica puerta, los llamó y siguiéronla
todos imprudentemente; a excepción de Euríloco, que se quedó
fuera por temor a algún daño.
"Cuando los tuvo adentro, los hizo sentar en sillas y sillones,
confeccionó un potaje de queso, harina y miel fresca con vino
de Pramnio, y echó en él drogas perniciosas para que los míos
olvidaran por entero la tierra patria.
"Dióselo, bebieron, y, de contado, los tocó con una varita y
los encerró en pocilgas. Y tenían la cabeza, la voz, las
121
cerdas y el cuerpo como los puercos, pero sus mientes
quedaron tan enteras como antes. Así fueron encerrados y todos
lloraban; y Circe les echó, para comer, fabucos, bellotas y el
fruto del cornejo, que es lo que comen los puercos, que se echan
en la tierra.
"Euríloco volvió sin dilación al ligero y negro bajel, para
enterarnos de la aciaga suerte que les había cabido a los
compañeros. Mas no le era posible proferir una sola pala bra, no
obstante su deseo, por tener el corazón sumido en grave dolor;
los ojos se le llenaron de lágrimas y su ánimo únicamente en
sollozar pensaba. Todos le contemplábamos con asombro y le
hacíamos preguntas, hasta que por fin nos contó la pérdida de los
demás compañeros.
"Así me habló; y le contesté diciendo:
i Euríloco! Quédate tú en este lugar, a comer y a beber
junto a la cóncava y negra embarcación; mas yo iré, que la dura
necesidad me lo manda.
'*Dicho esto, alejeme de la nave y del mar. Pero cuando,
yendo por el sacro valle, estaba a punto de llegar al gran
122
palacio de Circe, la conocedora de muchas drogas, y ya
enderezaba mis pasos hacia él, saliome al encuentro
Hermes, el de la áurea vara, en figura de un mancebo a
quien comienza a salirle el bozo y graciosísimo en la
flor de la juventud. Y tomándome la mano, me habló
diciendo:
iAh infeliz! ¿Adónde vas por esos altozanos,
solo y sin conocer la comarca? Tus amigos han sido
encerrados en el palacio de Circe, como puercos, y
se hallan en pocilgas sólidamente labradas.
¿Vienes quizás a libertarlos? Pues no creo que
vuelvas, antes te quedarás donde están ellos. Ea,
quiero preservarte de todo mal, quiero salvarte;
toma este excelente remedio que apartará de tu
cabeza el día cruel, y ve a la morada de Circe,
cuyos malos intentos he de referirte íntegramente.
Te preparará una mixtura y te echará drogas en el
manjar; mas, con todo eso, no podrá encantarte
porque lo impedirá el excelente remedio que vas a
recibir. Te diré ahora lo que ocurrirá después.
Cuando Circe te hiriere con su larguísima vara, tira
de la aguda espada que llevas cerca del muslo, y
acómétela como si desearas matarla. Entonces,
cobrándote algún temor, te invitará a que yazgas
con ella; tú no te niegues a participar del lecho de
la diosa, para que libre a tus amigos y te acoja
benignamente, pero hazle prestar el solemne
juramento de los bienaventurados dioses de que no
maquinará contra ti ningún otro funesto daño: no sea
que, cuando te desnudes de las armas, te prive de tu
valor y de tu fuerza.
123
"Cuando así hubo dicho, el Argifontes me dio el remedio,
arrancando de tierra una planta cuya naturaleza me enseñó.
Tenía negra la raíz y era blancaf como la leche su flor,
llamándola moly los dioses, y es muy difícil de arrancar para
un mortal; pero las deidades lo pueden todo. "Hermes se fue
al vasto Olimpo, por entre la selvosa isla; y yo me encaminé
a la morada de Circe, revolviendo en mi corazón muchas
trazas.
"Llegado al palacio de la diosa de lindas trenzas, pareme en
el umbral y empecé a dar gritos; la deidad oyó mi voz y, alzándose
al punto, abrió la magnífica puerta y me llamó, y yo, con el corazón
angustiado, me fui tras ella. Cuando me hubo introducido, hízome
sentar en una silla de argénteos clavos, hermosa, labrada, con un
escabel para los pies; y en copa de oro me preparó la mixtura para
que bebiese, echando en la misma cierta droga y maquinando en su
mente cosas perversas. Mas, tan luego como me la dio y bebí, sin
que lograra encantarme, tocome con la vara mientras me decía estas
palabras: "Ve ahora a la pocilga y échate con tus compañeros".
"Así habló. Desenvainé la aguda espada que llevaba cerca
del muslo y arremetí contra Circe, como deseando ma tarla. Ella
lanzó agudos gritos, se echó al suelo, me abrazó por las
rodillas y me dirigió entre sollozos estas aladas palabras:
¿Quién eres y de qué país procedes? ¿Dónde se hallan
tu ciudad y tus padres? Me tiene suspensa que hayas bebido estas
drogas sin quedar encantado, pues ningún otro pudo resistirlas tan
luego como las tomó y pasaron el cerco de sus dientes. Alienta en tu
pecho un ánimo in domable. Eres sin duda aquel Odiseo de
multiforme ingenio, de quien me hablaba siempre el Argifontes que
lleva áurea vara, asegurándome que vendrías cuando volvieses de
Troya en la negra y velera nave. Mas, ea, envaina la espada y
124
vámonos a la cama para que, upidos por el lecho y el amor, crezca
entre nosotros la confianza. "Así se expresó; y le repliqué diciendo:
i Oh, Circe! ¿Cómo me pides que te
sea benévolo, después de que en este
mismo palacio convertiste a mis
compañeros en cerdos y ahora me detienes
a mí, maquinas engaños y me ordenas que
entre en tu habitación y suba a tu lecho
a fin de privarme del valor y de la
fuerza, apenas deje las armas? Yo no
querría subir a la cama, si no te
atrevieras, oh diosa, a prestar solemne
juramento de que no maquinarás contra mí
ningún otro pernicioso daño.
"Así le dije. Juró al instante, como
se lo mandaba. Y enseguida que hubo
prestado el juramento, subí al magnífico
lecho de Circe.
"Cuando Circe notó que yo seguía
quieto, sin echar mano a los manjares, y
abrumado por fuerte pesar, se vino a
mi lado y me habló con estas aladas
palabras:
¿Por qué, Odiseo, permaneces así,
como un mudo, y consumes tu ánimo,
sin tocar la comida ni la bebida"?
Sospechas que haya algún engaño y has
de desechar todo temor, pues ya te
125
presté solemne juramento. "Así se
expresó, y le repuse diciendo:
i Oh, Circe! ¿Qué hombre, que fuese
razonable, osara probar la comida y la
bebida antes de libertar a los compañeros
y contemplarlos con sus propios ojos? Si
me invitas a beber y a comer, suelta a
mis fieles amigos para que con mis ojos
pueda verlos.
"Así dije. Circe salió del palacio con
la vara en la mano, abrió las puertas de
la pocilga y sacó a mis compañeros en
figura de puercos de nueve años.
Colocáronse delante y anduvo por entre
ellos, untándolos con una nueva droga:
en el acto cayeron de los miembros las
cerdas que antes
les hizo crecer la perniciosa droga suministrada por la
127
veneranda Circe, y mis amigos tornaron a ser hombres, pero
más jóvenes aún y mucho más hermosos. Y más altos.
Conociéronme y uno por uno me estrecharon la mano.
Alzose entre todos un dulce llanto, la casa resonaba
fuertemente y la deidad misma hubo de apiadarse.
Canto XI I
"Entonces me dijo estas palabras la veneranda Circe:
Así, pues, se han llevado a cumplimiento todas
estas cosas. Oye ahora lo que voy a decir y un dios en
persona te lo recordará más tarde. Llegarás primero a
las Sirenas, que encantan a cuantos hombres van a
su"encuentro. Aquel que imprudentemente se acerca a
ellas y oye su voz, ya no vuelve a ver a su esposa ni a
sus hijos pequeñuelos rodeándole, llenos de júbilo,
cuando torna a su hogar; sino que le hechizan las
Sirenas con el sonoro canto, sentadas en una pradera y
teniendo a su alrededor enorme montón de huesos de
hombres putrefactos cuya piel se va consumiendo. Pasa
de largo y tapa las orejas de tus compañeros con cera
blanda, previamente adelgazada, a fin de que ninguno
las oiga; mas si tú desearas oírlas, haz que te aten en la
velera embarcación de pies y manos, derecho y
arrimado a la parte inferior del mástil, y que las sogas
se liguen a él; y así podrás deleitarte escuchando a las
Sirenas. Y en el caso de que supliques o
98
129
mandes a los compañeros que te suelten, átente
con más lazos todavía.
"Después de que tus compañeros hayan
conseguido llevaros más allá de las
Sirenas, no te indicaré con precisión cuál
de los dos caminos te cumple recorrer;
considéralo en tu ánimo, pues voy a decir
lo que hay a entrambas partes. A un lado
se alzan peñas prominentes, contra las
cuales rugen las inmensas olas de la
ojizarca Anfitrite; llámanlas Erráticas
los bienaventurados dioses. Por allí no
pasan las aves sin peligro, ni aun las
tímidas palomas que llevan la ambrosía al
padre Zeus, pues cada vez la lisa peña
arrebata alguna y el padre manda otra
.para completar el número. Ninguna
embarcación de hombres, en llegando allá,
pudo escapar salva, pues las olas del mar
y las tempestades, cargadas de pernicioso
fuego, se llevan juntamente las tablas del
barco y los cuerpos de los hombres. Tan
solo logró doblar aquellas rocas una nave
surcadora del ponto, Argo, por todos tan
celebrada, al volver del país de Eetes; y
también a esta habríala estrellado el
oleaje contra las grandes peñas, si Hera
no la hubiese hecho pasar junto a ellas,
por su afecto a Jasón.
"Al lado opuesto hay dos escollos. El
uno alcanza al an churoso cielo con su pico
agudo, coronado por el pardo nu barrón que jamás
le suelta; de suerte que la'cima no aparece
despejada nunca, ni siquiera en verano, ni en
otoño. Ningún hombre mortal, aunque tuviese
veinte manos e igual núme ro de pies, podría
subir al tal escollo ni bajar de él, pues la
roca es tan lisa que semeja pulimentada.
"En medio del escollo hay un antro
sombrío que mira al ocaso, hacia el Érebo, y a
él enderezaréis el rumbo de la cóncava nave,
preclaro Odiseo. Ni un hombrejoven, que
disparara el arco desde la cóncava nave, podría
llegar con sus tiros a la profunda cueva.
Allí mora Escila, que aúlla terriblemente,
131
con voz semejante a la de una perra recién nacida, y es un
monstruo perverso a quien nadie se alegrará de ver, aunque
fuese un dios el que con ella se encontrase. Tiene doce pies,
todos deformes, y seis cuellos larguísimos, cada cual con
una horrible cabeza en cuya boca hay tres hileras de
abundantes y apretados dientes, llenos de negra muerte.
Está sumida hasta la mitad del cuerpo en la honda gruta,
saca las cabezas fuera de aquel horrendo báratro y,
registrando alrededor del escollo, pesca delfines, perros de
mar, y también, si puede cogerlo, alguno de los monstruos
mayores que cría en cantidad inmensa la ruidosa Anfitrite.
Por allí jamás pasó embarcación cuyos marineros pudieran
gloriarse de haber escapado indemnes, pues Escila les
arrebata con sus cabezas sendos hombres de la nave de
azulada proa. El otro escollo es más bajo y lo verás, Odiseo,
cerca del primero, pues se halla a tiro de flecha. Hay un
cabrahigo grande y frondoso, y a su pie la divinal Caribdis
sorbe la turbia agua. Tres veces al día la echa fuera y otras
tantas vuelve a sorberla de un modo horrible. No te
encuentres allí cuando la sorbe, pues ni el éue sacude la
tierra podría librarte de la perdición. Debes, por el contrario,
acercarte mucho al escollo de Escila y hacer que tu nave
pase rápidamente, pues mejor es que eches de menos a seis
compañeros que a todos juntos.
"Así se expresó; y le contesté diciendo:
Ea, oh diosa, háblame sinceramente. Si por algún
medio lograse escapar de la funesta Caribdis, ¿podré
rechazar a Escila cuando quiera dañar.•a mis compañeros?
"Así le dije, y al punto me respondió la divina entre las
diosas:
133
iOh, infeliz! ¿Aún piensas en obras y trabajos bélicos,
y no has de ceder ni ante los inmortales dioses? Escila no
es mortal, sino una plaga imperecedera, grave, terrible,
100
135
cruel e ineluctable. Contra ella no hay que defenderse; huir de
su lado es lo mejor. Si, armándote, demorares junto al peñasco,
temo que se lanzará otra vez y te arrebatará con sus cabezas
sendos varones. Debes hacer, por tanto, que tu navío pase
ligero, e invocar, dando gritos, a Crateis, madre de Escila, que
les dio tal plaga a los mortales; y ella la contendrá para que no
os acometa nuevamente. Llegarás más tarde a la isla de
Trinacia, donde pacen las muchas vacas y pingües ovejas del
Sol. Siete son las vacadas, otras tantas las hermosas greyes de
ovejas, y cada una está formada por cincuenta cabezas. Dicho
ganado no se reproduce ni muere y son sus pastores dos
deidades, dos ninfas de hermosas trenzas: Faetusa y Lampetia;
las cuales concibió del Sol Hiperión la divina Neera. La
veneranda madre, después que las dio a luz y las hubo criado,
las llevó a la isla de Trinacia, allá muy lejos, para que
guardaran las ovejas de su padre y las vacas de retorcidos
cuernos. Si a estas las dejaras indemnes, ocupándote tan solo
en preparar tu regreso, aun llegaríais a Ítaca, después de pasar
muchos trabajos; pero, si les causares daño, desde ahora te
anuncio la perdición de la nave y la de tus amigos. Y aunque
tú escapes, llegarás tarde y mal a la patria, después de perder
todos los compañeros. Así dijo; y al punto apareció Eos, de
áureo trono. La divina entre las diosas se internó en la isla, y
yo, encaminándome al bajel, ordené a mis compañeros que
subieran a la nave y desataran las amarras: Embarcáronse acto
continuo y, sentándose por orden en los bancos, comenzaron a
batir con los remos el espumoso mar.
"Por detrás de la nave de azulada proa soplaba próspero
viento que henchía las velas; buen compañero que nos
mandó Circe, la de lindas trenzas, deidad poderosa,
siel
uno
sa-
137
dotada de voz. Colocados los aparejos cada uno en su tio,
nos sentamos en la nave, que era conducida por viento y el
piloto. Entonces alcé la voz a mis compañeros, con el
corazón triste, y les hablé de este modo:
—iOh amigos! No conviene que sean únicamente o dos
quienes conozcan los vaticinios que me reveló Circe, la
divina entre las diosas; y os los voy a referir para que,
bedores de ellos, o muramos o nos salvemos, librándonos
de la muerte y del destino. Nos ordena lo primero rehuir la
voz de las divinales Sirenas y el florido prado en que tas
moran. Manifestome que tan solo yo debo oírlas; atadme
con fuertes lazos, de pie y arrimado a la parte ferior del
mástil (para que me esté allí sin moverme), y sogas líguense
a él. Y en el caso de que os ruegue o mande que me soltéis,
atadme con más lazos todavía.
"Mientras hablaba, declarando estas cosas a mis
compañeros, la nave, bien construida llegó muy presto a la
isla las Sirenas, pues la empujaba favorable viento. Desde
instante echose el viento y reinó sosegada calma, pues
numen adormeció las olas. Levantáronse mis compañeros,
amainaron las velas y pusiéronlas en la cóncava nave; y,
biéndose sentado nuevamente en los bancos,
emblanquecían el agua, agitándola con los remos de
pulirfientado abeto.
"Tomé al instante un gran pan de cera y lo partí con
agudo bronce en pedacitos, que me puse luego a apretar con
mis robustas manos. Pronto se calentó la cera, porque hubo
de ceder a la gran fuerza y a los rayos del soberano Sol
Hiperiónida, y fui tapando con ella los oídos de dos los
compañeros. Atáronme estos en la nave, de pies manos,
derecho y arrimado a la parte linferior del mástil; ligaron
139
las sogas; y, sentándose en los bancos, tornaron batir con
los remos el espumoso mar.
102
espero inlas
de aquel algún ha-
el
141
toy a "Hicimos andar la nave muy rápidamente. y, al hallarnos
tan cerca de la orilla que allá pudieran llegar nuestras voces,
no se les encubrió a las Sirenas que la ligera embarcación
navegaba a poca distancia y empezaron un sonoro canto:
iEa, célebre Odiseo, gloria insigne de los aqueos!
Acércate y detén la nave para que oigas nuestra voz. Nadie ha
pasado en su negro bajel sin que oyera la suave voz que fluye
de nuestra boca; sino que se van todos después de recrearse
con ella, sabiendo más que antes; pues sabemos cuántas
fatigas padecieron en la vasta Troya argivos y teucros, por la
voluntad de los dioses, y conocemos también todo cuanto
ocurre en la fértil tierra.
"Esto dijeron con su hermosa voz. Sintiose mi corazón con
ganas de oírlas, y moví las cejas, mandando a los compañeros
que me desatasen; pero todos se inclinaron y se pusieron a
remar. Y, levantándose al punto Perimedes y Euríloco,
atáronme con nuevos lazos, que me sujetaban más
reciarnente. Cuando dejamos atrás a las Sirenas y ni su voz ni
su canto se oían ya, quitáronse mis fieles compañeros la cera
con que había yo tapado sus oídos y me soltaron las ligaduras.
'JAI poco rato de haber dejado atrás la isla de las
Sirenas, vi humo e ingentes olas y percibí fuerte
estruendo. Los míos, amedrentados, hicieron volar los
remos, que cayeron con gran fragor en la corriente; y
la nave se detuvo porque ya las manos no batían los
largos remos. "A la hora anduve por la embarcación y amonesté a los
compañeros, acercándome a ellos y hablándoles con dulces
palabras:
iOh amigos! No somos novatos en padecer desgracias y
la que se nos presenta no es mayor que la experimentada
cuando el Cíclope, valiéndose de su poderosa fuerza, nos
143
encerró en la excavada gruta. Pero de allí nos escapamos
también por mi valor, decisión y prudencia, como me figuro
que todos recordaréis. Ahora, ea, hagamos todos lo que voy
a decir. Vosotros, sentados en los bancos, batid con los remos
las grandes olas del mar, por si acaso Zeus nos concede que
escapemos de esta desgracia, librándonos de la muerte.
"Y a ti, piloto, voy a darte una orden que fijarás en tu
memoria puesto que gobiernas el timón de la cóncava nave.
Apártala de ese humo y de esas olas, y procura acercarla al
escollo, no sea que la nave se lance allá, sin que tú lo
adviertas, y a todos nos lleves a la ruina.
"Así les dije, y obedecieron sin tardanza mi mandato. No
les hablé de Escila, azar inevitable, para que los compañeros
no dejaran de remar, escondiéndose dentro del navío.
"Olvidé entonces la penosa recomendación de Circe de
que no me armase de ningún modo; y, poniéndome la
magnífica armadura, tomé dos grandes lanzas y subí al
tablado de proa, lugar desde donde esperaba ver
primeramente a ra pétrea Escila que iba a producir tal estrago
en mis compañeros. Mas no pude verla en lado alguno y mis
ojos se cansaron de mirar a todas partes registrando la
obscura peña.
"Pasábamos el estrecho llorando, pues a' un lado estaba
Escila y al otro la divina Caribdis, que sorbía de horrible
manera la salobre agua del mar. Al vomitarla dejaba oír sordo
murmullo, revolviéndose toda como una caldera que está
sobre un gran la espuma caía sobre las cumbres de ambos
escollos. Mas, apenas sorbía la salobre agua del mar,
mostrábase agitada interiormente, el peñasco sonaba
alrededor con espantoso ruido y en lo hondo se descubría la
tierra mezclada con cerúlea arena. El pálido temor se
144
enseñoreó de los míos, y mientras contemplábamos a
Caribdis, temerosos de la muerte, Escila me arrebató de la
cóncava embarcación los seis compañeros que más
sobresalían por sus manos y por su fuerza. Cuando quise
volver los ojos a la velera nave y a los amigos, ya vi en el aire
los pies y las manos de los que eran arrebatados a lo alto y
me llamaban con el corazón afligido, pronunciando mi
nombre por la vez postrera.
"De la suerte que el pescador, al echar desde un
promontorio el cebo a los pececillos valiéndose de la luenga
caña, lo arroja al ponto el cuerno de un toro montaraz y así
que coge un pez lo saca palpitante, de esta manera mis
compañeros, palpitantes también, eran llevados a las rocas y
allí, en la entrada de la cueva, devorábalos Escila, mientras
gritaban y me tendían los brazos en aquella lucha horrible.
De todo lo que padecí peregrinando por el mar, fue este
espectáculo el más lastimoso que vieron mis ojos.
"Después de que nos hubimos escapado de aquellas rocas,
de la horrenda Caribdis y de Escila, llegamos muy pronto a
la intachable isla del dios, donde estaban las hermosas vacas
de ancha frente, y muchas pingües ovejas del Sol, hijo de
Hiperión. Desde el mar, en la negra nave, oí el mugido de las
vacas encerradas en los establos y el balido de las ovejas, y
me acordé. de las palabras del vate ciego,' Tiresias el tebano,
y de Circe de Eea, la cual me encargó reiteradamente que
huyese de la isla del Sol, que alegra a los mortales. Y
entonces, con el corazón afligido, dije a los compañeros:
Oíd mis palabras, amigos, aunque padezcáis tantos
males, para que os revele los oráculos de Tiresias y de Circe
de Eea, la cual me recomendó en extremo que huyese de la
isla del Sol, que alegra a los mortales, diciendo que allí nos
145
aguarda el más terrible de los infortunios. Por tanto,
encaminad el negro bajel por fuera de la isla.
"Así les dije. A todos se les partía el corazón, y Euríloco
me respondió enseguida con estas odiosas palabras:
iEres cruel, oh Odiseo!, disfrutas de vigor grandísimo,
y tus miembros no se cansan, y debes de ser de hierro, ya que
no permites a los tuyos, molidos de la fatiga y del sueño,
tomar tierra en esa isla azotada por las olas, donde
aparejaríamos una agradable cena; sino que les mandas que
se alejen y durante la rápida noche anden a la ventura por el
sombrío ponto. Por la noche se levantan fuertes vientos,
azotes de las naves. ¿Adónde iremos, para librarnos de una
muerte cruel, si de súbito viene una borrasca suscitada por el
Noto o por el impetuoso Céfiro, que son los primeros en
destruir una embarcación hasta contra la voluntad de los
soberanos dioses?
"Obedezcamos ahora a la obscura noche y aparejemos la
comida junto a la velera nave; y al amanecer nos
embarcaremos nuevamente para lanzarnos al dilatado ponto.
"Tales razones profirió Euríloco y los demás compañeros
las aprobaron. Conocí entonces que algún dios méditaba
causarnos daño y, dirigiéndome a aquel, le dije estas aladas
palabras:
iEuríloco! Gran fuerza me hacéis porque estoy solo.
Mas, ea, prometed todos con firme juraménto que si damos
con alguna manada de vacas o grey numerosa de ovejas,
ninguno de vosotros matará, cediendo a funesta locura, ni una
vaca tan solo, ni una oveja, sino que comeréis tranquilos los
manjares que nos dio la inmortal Circe.
el deseo de comer y de beber, lloraron, acordándose de los
amigos a quienes devoró Escila después de arrebatarlos de la
146
cóncava embarcación; y mientras lloraban les sobrevino
dulce sueño. Cuando la noche hubo llegado a su último tercio
y ya los astros declinaban, Zeus, que amontona las nubes,
suscitó un viento impetuoso y una tempestad deshecha,
cubrió de nubes la tierra y el ponto, y la noche cayó del cielo.
"Apenas se descubrió la hija de la mañana, Eos de
rosáceos dedos, pusimos la nave en seguridad, llevándola a
una profunda cueva, donde las Ninfas tenían asientos y
hermosos lugares para las danzas.
"Acto continuo los reuní a todos en junta y les hablé
de esta manera:
iOh amigos! Puesto que hay en la velera nave
alimentos y bebida, abstengámonos de tocar esas vacas, a fin
de que no nos venga ningún mal, porque tanto las vacas como
las pingües ovejas son de un dios terrible, del Sol, que todo
lo ve y todo lo oye.
"Así les dije, y su ánimo generoso se dejó persuadir.
Durante un mes entero sopló incesantemente el Noto, sin que
se levantaran otros vientos que el Euro y el Noto; y mientras
no les faltó pan y rojo vino, abstuviéronse de tomar las vacas
por el deseo de conservar la vida. Pero tan pronto como se
agotaron todos los víveres de la nave, viéronse obligados a ir
errantes tras de alguna presa (peces o aves, cuanto les viniese
a las manos), pescando con corvos anzuelos, porque el
hambre les atormentaba el vientre.
"Yo me interné en la isla con el fin de orar a los dioses y
ver si alguno me mostraba el camino para llegar a la patria.
Después de que, andando por la isla, estuve lejos de los míos,
me lavé las manos en un lugar resguardado del viento, y oré
a todos los dioses que habitan el Olimpo, los cuales
infundieron en mis párpados dulces sueños. Y en tanto,
147
Euríloco comenzó a hablar con los amigos para darles este
pernicioso consejo:
Oíd mis palabras, compañeros, aunque padezcáis
tantos infortunios. Todas las muertes son odiosas a los
infelices mortales, pero ninguna es tan mísera como morir
de hambre y cumplir de esta suerte el propio destino. Ea,
tomemos las más excelentes de las vacas del Sol y
ofrezcamos un sacrificio a los dioses que poseen el
anchuroso cielo. Si consiguiésemos volver a Itaca, la patria
tierra, erigiríamos un rico templo al Sol, hijo de Hiperión,
poniendo en él muchos y preciosos simulacros. Y si, irritado
a causa de las vacas de erguidos cuernos, quisiera el Sol
perder nuestra nave y lo consienten los restantes dioses,
prefiero morir de una vez, tragando el agua de las olas, a
consumirme con lentitud, en una isla inhabitada.
"Así habló Euríloco y los demás compañeros lo
aplaudieron. Seguidamente, habiendo echado mano a las
más excelentes vacas del Sol, que estaban allí cerca (pues
lás hermosas vacas de retorcidos cuernos y ancha frente
pacían a poca distancia de la nave de azulada proa), se
pusieron a su alrededor y oraron a los dioses, después de
arrancar tiernas hojas de una alta encina', porque ya no
tenían blanca cebada en la nave de muchos bancos.
"Terminada la plegaria, degollaron y desollaron las
reses; luego cortaron los muslos, los pringaron con gordura
por uno y otro lado y los cubrieron de trozos de carne; y
como carecían de vino que pudiesen verter en el fuego
sacro, hicieron libaciones con agua mientras asaban los
intestinos. Quemados los muslos, probaron las entrañas; y
dividiendo lo restante en pedazos muy pequeños, lo espetaron
en los asadores.
148
"Entonces huyó de mis párpados el dulce sueño y
emprendí el regreso a la velera nave y a la orilla del mar.
Al acercarme al corvo bajel, llegó hasta mí el suave olor
de la grasa quemada y, dando un suspiro, clamé de este
modo a los inmortales dioses:
iPadre Zeus, bienaventurados y sempiternos
dioses! Para mi daño, sin duda, me adormecisteis con el
cruel sueño, y mientras tanto los compañeros,
quedándose aquí, han consumado un gran delito.
"Lampetia, la del ancho peplo, fue como mensajera
veloz a decirle al Sol, hijo de Hiperión, que habíamos
dado muerte a sus vacas. Inmediatamente el Sol, con el
corazón airado, habló de esta guisa a los inmortales:
i Padre Zeus, bienaventurados y sempiternos
dioses! Castigad a los compañeros de Odiseo Laertíada,
pues, ensoberbeciéndose, han matado a mis vacas; y yo
me holgaba de verlas así al subir al estrellado cielo,
como al volver nuevamente de él a la tierra. Que si no
se me diere la condigna compensación por estas vacas,
descenderé a la marada de Hades y alumbraré a los
muertos.
'Y Zeus, que amontona las nubes, le respondió
diciendo: iOh Sol! Sigue alumbrando a los inmortales
y a los mortales hombres que viven en la fértil' tierra,
pues yo despediré el ardiente rayo contra su velera nave,
y la haré pedazos en el vinoso ponto.
"Esto me lo refirió Calipso, la de hermosa cabellera,
y afirmaba que se lo había oído contar a Hermes, el
mensajero.
"Luego de que hube llegado a la nave y al mar, reprendí a
mis compañeros (acercándome ora ateste, ora a aquel), mas no
149
pudimos hallar remedio alguno, porque ya las vacas estaban muertas.
Pronto los dioses les mostraron
varios prodigios: los cueros serpeaban, las carnes
asadas y las crudas mugían en los asadores, y dejábanse
oír voces como de vacas.
"Por seis días mis fieles compañeros
celebraron festines, para los cuales
echaban mano a las mejores vacas del Sol,
mas así que Zeus Cronión nos trajo el
séptimo día, cesó la violencia del
vendaval que causaba la tempestad y nos
embarcamos, lanzando la nave al vasto
ponto después de izar el mástil y de
descoger las blancas velas.
151
mar separó a los flancos de la quilla,
la cual flotó sola en el agua; y el
mástil se rompió en su unión con ella.
Sobre el mástil hallábase una soga hecha
de cueço de buey; até con ella mástil y
quilla y, sentándome en ambos, me dejé
llevar por los perniciosos vientos.
110
153
"Cuando hubimos dejado atrás aquella
isla y ya no se divisaba tierra alguna,
sino tan solamente cielo y mar, Zeus
colocó por cima de la cóncava nave una
parda nube debajo de la cual se
obscureció el ponto. No anduvo la
embarcación largo rato, pues sopló
enseguida el estridente Céfiro y,
desencadenándose, produjo gran
tempestad: un torbellino rompió los dos
cables del- mástil, que se vino hacia
atrás, y todos los aparejos se juntaron
en la sentina. El mástil, al caer en la
popa, hirió la cabeza del piloto, que
cayó desde el tablado, como salta un
buzo, y su alma geñerosa se separó de
los huesos.
"Zeus despidió un trueno y al propio
tiempo arrojó un rayo en nuestra nave;
esta se estremeció, al ser herida por el
rayo de Zeus, llenándose del olor del
azufre, y mis hombres cayeron en el
agua. Llevábalos el oleaje alrededor del
negro bajel como cornejas, y un dios les
privó de la vuelta a la patria.
"Seguí andando por la na.ve, hasta
que el ímpetu del
"Pronto cesó el soplo violento del Céfiro, que causaba la
tempestad, y de repente sobrevino el Noto, el cual me afligió
el ánimo con llevarme de nuevo hacia la perniciosa
Caribdis. Toda la noche anduve a merced de las olas, y al
salir el sol llegue al escollo de Escila y a la horrenda
Caribdis, que estaba sorbiendo la salobre agua del mar; pero
yo me lancé al alto cabrahigo y me agarré como un
murciélago, sin que pudiera afirmar los pies en parte álguna
ni tampoco encaramarme en el árbol, porque estaban lejos
las raíces y a gran altura los largos y gruesos ramos que
daban sombra a Caribdis.
155
"Me mantuve, pues, reciamente asido, esperando que
Caribdis devolviera el mástil y la quilla; y estos aparecieron
por fin, cumpliéndose mi deseo. A la hora en que el juez se
levanta en el ágora, después de haber fallado muchas
causas de jóvenes litigantes, dejáronse ver los maderos
fuera ya de Caribdis. Solteme de pies y manos y caí con
gran estrépito en medio del agua, junto a los larguísimos
maderos; y, sentándome encima, me puse a remár con los
brazos. Y no permitió el padre de los hombres y de los
dioses que Escila me viese, pues no me hubiera librado de
una terrible muerte.
"Desde aquel lugar fui errante nueve días y en la noche
del décimo lleváronme los dioses a la isla Ogigia, donde
vive Calipso, la de lindas trenzas, deidad poderosa, dotada
de voz, la cual me acogió amistosamente y me prodigó sus
cuidados. Mas ¿a qué contar el resto? Os lo referí ayer, en
esta casa, a ti y a tu ilustre esposa, y me es enojoso repetir
lo que queda explicado claramente.
Enuñâ/cama de hosp•ta dar, o a ron una a rav enfermedad. Solo
parec "ayudarlo!a encontrarel camino dere reso; esa voy teje para él historias, corno?la de Ulises. ¿Oue;lügartendran emlã historia de Eduardo-lasaventüras
griego eseritas
ÉSTEBÀN"VATLEÑITINO nacihen Castelar, provihCiátdeBuenós ren 1956. Es licenciadoen Letras PorlatUhiverSidadde "BüénosAires. AdemáS es periodista ylprofesor¿ 'Ediciones SM%también ha publicadosus ¿libro
3a(Colección El.Batco
*Wde Vaporay Perros de
tapa O{ÊHOVOIR
ISBN 978-987-573-376-3
9 789875 733763
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