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Page 1: Comentario de Texto (Mío Cid) 2

Javi Gombao®

Castellano: Lengua y Literatura Comentario de texto: Poema de Mío Cid

Texto 2: Comentario de texto Poema de Mio Cid (fragm.)

En el siglo XII de la Edad Media surgió un género narrativo específico, la épica, debido a la necesidad que tuvieron los pueblos de ensalzar a sus héroes para estimular a sus guerreros o afianzar el sentimiento nacional. Así pues, el juglar tenía el oficio o “mester” de difundir oralmente estos poemas épicos (cantares de gesta) para tener una función noticiera, lúdica, ejemplar y propagandística. Por tanto, a todo este conjunto literario se le denominó Mester de juglaría. Además, al ser una literatura oral muchos de estos cantares no se han conservado. En cambio, algunos juglares medievales hicieron copias para recordar textos determinados, como es el caso del Cantar de Mio Cid, compuesto por un autor culto anónimo que narra las peripecias de Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador. Esta obra se divide en tres partes o cantares (Cantar del destierro, Cantar de las bodas y Cantar de la afrenta de Corpes) y se desarrolla en dos tramas argumentales, en las que se mezclan de manera verosímil sucesos históricos con hechos y personajes inventados.

Como todo cantar de gesta, el Poema de Mío Cid reproduce y exalta las hazañas de un

héroe nacional histórico, que con el paso del tiempo se han ido convirtiendo en leyenda. Pues bien, en este fragmento del cantar encontramos uno de esos momentos bélicos, narrado con gran viveza. El juglar reproduce de forma muy expresiva y visual una batalla que el Cid y su gente libran contra los moros (“huyen los moros por una y otra parte” / “de estos moros mató treinta y cuatro” / tantos moros yacen muertos que pocos vivos ha dejado”) resaltando la supremacía del bando cristiano (“tan buen día para la cristiandad nace”). Este fragmento empieza con la puesta en marcha de la maquinaria militar del Cid Campeador con sus destacados caballeros (Minaya Alvar Fáñez y Martín Antolínez) y se emprende el ataque contra los moros donde el Cid y sus caballeros salen victoriosos (mio Cid Ruy Díaz la lid campal ha ganado”). El texto finaliza, con la vuelta del Cid y sus guerreros, agradeciendo el éxito de la batalla a Dios (¡Agradezco a Dios… ya que tal batalla hemos ganado!).

Con respecto a la estructura, a lo largo de este fragmento del poema de Mío Cid,

podemos apreciar tres momentos: 1. Momento de la Batalla (versos 1-16). En este segmento se refleja la derrota de dos

caudillos árabes, Fáriz y Galve, por parte de Minaya y el Cid. El final del momento de la batalla lo marca esta expresión: “Tan buen día para la cristiandad nace pues huyen los moros por una y otra parte!”.

2. Visión general del Campo de Batalla (versos 17-25). Aquí, predomina la descripción de los logros de Minaya Alvar Fañez (mató a treinta y cuatro moros) y su estado (está sangrando). El final de este trozo del poema se culmina cuando este destacado caballero dice: “Ahora estoy pagado que a Castilla irán buenos mandados que mío Cid Ruiz Díaz la lid campal ha llegado”.

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3. Vuelta del Cid y sus guerreros (versos 26-32). Esta parte del fragmento refleja el

momento que el Cid y sus guerreros, con sus caballos, se vuelven después de salir victoriosos de la batalla y agradeciendo el triunfo a Dios (¡Agradezco a Dios aquel qué está en alto, ya que tal batalla hemos ganado!)

En términos generales, el tema del Poema de Mío Cid es la pérdida y recuperación, por

dos veces, de la honra del héroe –es decir, su reputación y su rango social-, que alcanza su punto culminante al final de la obra. Por otra parte, podemos deducir que el tema del texto también coincide con los contenidos característicos de la épica, es decir, refleja una hazaña épica partiendo de un hecho histórico. Otro concepto a tener en cuenta es el tono que se caracteriza porque es épico, exaltado y vehemente del recitador, la fuerza comunicativa y la capacidad dramática. Además, el texto participa de la finalidad que inspira estos cantos épicos: el juglar medieval pretende, resaltar la figura de Rodrigo Díaz de Vívar: su marcado protagonismo y liderazgo (“mío Cid Ruy Díaz la lid campal ha ganado”), su voz de mando (“Agradezco a Dios aquel qué está en alto ya que tal batalla hemos ganado!”) y su fuerza (“al rey Fáriz tres golpes le había dado”). El Cid Campeador aparecerá a lo largo del poema como si fuera un héroe, intrépido y valeroso, símbolo representativo del esfuerzo guerrero castellano y se mostrará, como en este caso su cara más humana: es duro en las peleas y las batallas, pero amistoso y cordial con sus capitanes y soldados.

En cuanto a los rasgos formales, diremos que este texto ofrece algunas de las

características propias de la épica: la tosquedad y sobriedad de los recursos literarios, el primitivismo de las formas lingüísticas y la incorporación de algunas de las técnicas propias de los juglares, como a continuación señalaremos.

Los recursos literarios no son abundantes y se hallan, en muchos casos, al servicio de

fines como la expresividad, vivacidad, intensidad dramática y realismo debido a que el juglar relata con vivacidad las escenas y transmite una descripción vigorosa con un estilo directo realista. Por esto, destaca la utilización de figuras retóricas sencillas como las enumeraciones tanto de las acciones de los primeros versos, como lo que encontramos en la descripción de lo que se observa en la batalla (“la espada, loriga, ejército, yelmo…”) y los paralelismos (versos 7 y 20) “por la loriga abajo la sangre destellando / por el codo abajo la sangre destellando”. Resulta muy evidente la prolongada anáfora de “por” (versos 2, 7, 9, y 20), patéticas exclamaciones (¡Dios, cómo es bien bárbado!) y la utilización del polisíndeton (“y”) en los versos 6, 12 y 18. La hipérbole también hace su presencia al exagerar la fortaleza del héroe, que es capaz de partir la armadura de malla de acero del moro (“por la loriga abajo la sangre destellando”). De otro modo, nos encontramos con otros recursos literarios de escasa complicación y brillantez como la antítesis “moros” y “cristiandad” (versos 15 y 16). En conclusión, el estilo del Cantar es sobrio, sencillo y expresivo, pues no abundan los recursos artísticos sino aquéllos que responden a una necesidad expresiva, o a dar más intensidad y énfasis a lo que se intenta comunicar. En segundo lugar, este fragmento del Cid presenta aspectos lingüísticos sobresalientes. Entre ellos destaca el narrador en 3a persona (“cabalgó, va, volvió, irse…”)

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y, si bien a lo largo del poema esta presente su omnisciencia y subjetividad, en este fragmento no se percibe con rotundidad este aspecto, salvo en la exaltación desmesurada e hiperbólica de la fortaleza del Cid. El juglar, en el texto, ha combinado majestuosamente la modalidad narrativa de la primera y última parte, donde destaca la acción (verbos) y el movimiento (“anda el caballo”, volvió la rienda para irse del campo”, “andaba Mio Cid sobre su buen caballo”), con la descripción (enumeración de sustantivos: “los rubíes del yelmo , “espada en la mano”…) de la lucha y el caos. Cada uno de estos fragmentos finaliza con el estilo directo, en otras palabras, las voces del héroe y los combatientes que, en ocasiones, incorpora súbitamente sin verbos introductorios para dar agilidad al relato y provocar la sensación de ligereza y viveza dramática (versos 15, 16, 21, 22, 23, 31, 32). Por otra parte, se utiliza el presente histórico en la narración de un hecho pasado; que proporciona gran cercanía y verismo. Muchos de estos rasgos provienen de la necesidad que tiene el juglar de utilizar técnicas específicas de una recitación directa del texto. Con respecto al léxico, observamos la presencia de términos patrimoniales y arcaicos (“sangre destelleando por sangrar”) con el predominio de un campo semántico bélico y guerrero (“espada, ejército, yelmo…”). Por último, en este fragmento destaca la fórmula épica y el epíteto, empleada para calificar especialmente al héroe, el Cid Campeador (“el que en buen hora nasco”)

Para finalizar este comentario sobre el poema de Mio Cid, diremos que, en general, la métrica de la épica es muy irregular y se caracteriza por incorporar series indefinidas de versos monorrimos asonantados –pero no siempre- con una medida variada, aunque predominan los versos hexadecasílabos con una censura o pausa en medio (dos hemistiquios). Toda esta inestabilidad de las formas se puede apreciar en este fragmento en el que específicamente observamos la mezcla de asonancias (a/o en los nueve primeros versos y a partir del verso 17 en adelante, y también rima en a/e localizados en los veros 10 y 16) y la combinación de varias medidas que oscilan entre las doce sílabas y las diecisiete.