Cómo determinar el Valor Razonable
La esencia real de la valoración está en el criterio profesional del valuador más que un
conjunto de reglas
Por Alfred M. King, CAC, DFC1En la actualidad se atribuye a los informes financieros
ajustados a valor razonable la responsabilidad por el colapso de los créditos
subpreferenciales, los fracasos financieros de los bancos, la crisis crediticia y la recesión
actual. El calentamiento global es, prácticamente, el único aspecto por el que no se culpa
al valor razonable (VR) y a la contabilidad ajustada a valor de mercado (AVM)2. Sin
embargo, antes de que se termine este periodo, probablemente se culpará al AVM por el
calentamiento global, la obsesidad y el colapso de los tres fabricantes locales de
automóviles (Big 3)3 de Detroit.
En raras ocasiones los políticos, los grupos de expertos (think tank) especializados, los
columnistas y hasta los periodistas de TV han prestado tanta atención a los temas
relativos a informes financieros, valuación y contabilidad técnica. Combinadas, estas voces
han elevado la temperatura de la discusión al tiempo que arrojan muy poca luz sobre los
asuntos discutidos.
No debería sorprender que el público – descontento con la turbulencia del mercado, los
rescates financieros, los ajustes de la moneda y un mercado de valores en proceso de
desplome – esté listo para apuntar con el dedo a todos y cada uno de los participantes
dentro del sector de negocios. Dado que es fácil culpar al AVM cuando no se entiende
realmente, los reclamos por un “cambio” obligatorio en las reglas de contabilidad han
recibido un impulso sorprendente.
1 [N.de T. - CAC - Contador Administrativo Certificado; DFC - Director Financiero Certificado]
2 [N.de T. - Mark to market- MTM]
3 [N.de T. - Big 3 – GM, Ford y Chrysler]
La cita siguiente referida en una carta escrita por la Asociación de Banqueros Americanos
(ABA) el 13 de noviembre de 2008 y dirigida al Consejo de Normas de Contabilidad
Financiera (CNCF)4 pone el tema central en perspectiva:
“El registro del OTTI [deterioro otro-que temporal, por sus siglas en inglés] con base en el
deterioro crediticio no es controversial en la industria de la banca – las instituciones
financieras entienden por completo la situación y apoyan la necesidad de registrar dicho
deterioro. No obstante, ha habido y sigue habiendo una gran controversia sobre el
registro de las pérdidas basadas en la percepción del valor de mercado (valor justo o
valor razonable), que a menudo resulta en el reconocimiento de las pérdidas que
exceden las pérdidas crediticias o el registro de las pérdidas por instrumentos que
sufren problemas no crediticios y que se ejecutan conforme a los términos establecidos
[se enfatiza con las negrillas]. La erosión de las ganancias y del capital debido a la
percepción del mercado de las pérdidas, o debido a la falta de liquidez que provoca una
baja en los valores está desorientando a los inversionistas y a otros usuarios de los estados
financieros.”
¿Qué es la Contabilidad con Ajuste al Mercado?5
Por muchos años las empresas han logrado reflejar en sus balances el costo de los valores
que poseen. Los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados (GAAP por sus siglas
en inglés) señalan aparentemente que nunca se debe anticipar las ganancias (asentando
los activos a precio alzado) hasta que éstas se ven realizadas. Mientras tanto, las pérdidas
deberán ser reconocidas tan pronto como sea posible. Esto parece una avenida de un
solo sentido: Las “buenas noticias”(ganancias) se ocultaban de los acreedores y
accionistas, pero las “malas noticias” (pérdidas) eran admitidas. La regla que indicaba
llevar las pérdidas “en forma inmediata” significaba realmente que los asientos debían ser
anotados sólo cuando una caída en el valor de mercado de los valores se consideraba
como “otra-que temporal”. Dado que era difícil definir una caída “temporal” en el precio
de mercado, muchas empresas elegían mantener el valor del costo original en el balance
general, revelando como información complementaria el(los) precio(s) de mercado de los
valores negociados que poseían. De esta manera, los accionistas y los acreedores podían
tener una visión de la “verdadera” economía del negocio.
Más aún, al mostrar el costo original en el balance general y los valores corrientes de
mercado en las notas de pie de página o entre paréntesis, la empresa evitaba reportar las
ganancias y las pérdidas por los cambios en el precio de mercado de los valores, a menos
4 [N.de T. - Financial Accounting Standards Board (FASB) de Estados Unidos]
5 [N.de T. Mark-to-Market (MTM) – Valor con ajuste al Mercado (VAM)]
que y hasta que, fueran vendidos realmente. Las empresas estaban satisfechas con este
esquema y había pocos reclamos de los analistas financieros debido a que era fácil ajustar
el balance general de aquellos que querían hacer ese esfuerzo.
No obstante, algunos periodistas, académicos y analistas se quejaban de que este método
permitía que las empresas pudieran elegir a su conveniencia las pérdidas y ganancias.
Mediante la venta de acciones con una utilidad integrada, la empresa podía reportar un
incremento en el ingreso y la ganancia por acción (GPA). Si hubiera habido alguna
ganancia inesperada y la empresa quería compensar la utilidad podía siempre vender los
valores que negociaba por debajo del costo real. Esta combinación que permitía elegir
cuándo reconocer las utilidades y las pérdidas se conocía como la “administración de las
ganancias” y era severamente criticada.
Al mismo tiempo que se llevaba a cabo este debate, los hacedores de política del Consejo
de Normas de Contabilidad Financiera (CNCF) estaban llevando a cabo un cambio
revolucionario en la presentación de informes financieros. Muchos miembros del Instituto
de Contadores Administrativos (IMA®) recordarán que el mantra original de la
contabilidad era “igualar” los ingresos y los gastos. Ésta era la regla de oro para quienes
estudiaban contabilidad al nivel de licenciatura hace más de 10 ó 15 años. El balance
general tenía importancia secundaria en ese ámbito. En muchos aspectos, el balance
general era un residual para llevar los gastos como activos antes de ser igualados con las
utilidades adecuadas. La última manifestación del concepto de igualar eran los impuestos
diferidos, cuyo balance era muy difícil de entender o de explicar.
De modo que el CNCF, en su proyecto del Marco Conceptual llegó a considerar que la
acción de igualar per se no era el punto importante. Dicho Consejo declaró que es mucho
mejor poner el énfasis en el balance general. Al elaborar un balance general correcto, el
ingreso del año resultará de la diferencia entre el patrimonio neto o capital, a la apertura y
al cierre. Este nuevo Marco Conceptual se ha ido colocando en forma gradual con cada
una de las nuevas Normas que emite el CNCF.
Empezando con la Declaración núm. 107 de las Declaraciones de Normas de Contabilidad
Financiera (SFAS por sus siglas en inglés)6, referente a las “Divulgaciones del Valor Justo de
los Estados Financieros”, y con la Declaración SFAS núm. 115 sobre la “Contabilidad para
algunas Inversiones en Deuda y Acciones de Renta Variable”, para concluir con la
Declaración SFAS núm. 133 relativa a la “Contabilidad para Instrumentos Derivados y para
Actividades de Cobertura”, el Consejo emitió el mandato que ordena que casi todos los
instrumentos deberán ser valuados a valor justo de mercado y que los cambios en el valor
6 [N. de T. – Statements of Financial Accounting Standards de EUA (SFAS).]
de mercado de las acciones o títulos cuyos precios estén ajustados al mercado deberán
reflejarse en el estado de resultados (P&G), o en la sección de capital del balance general.
Por lo tanto, ahora los cambios en el valor de mercado deben reportarse directamente.
Luego, hace dos años aproximadamente, el Consejo emitió la Declaración SFAS núm. 157,
relativa a la “Medición del Valor Razonable”. Contrariamente a la opinión general, esta
nueva declaración no requiere de más detalles, o del uso adicional del valor razonable en
los informes financieros, pero ordena que siempre que se requiera el valor razonable, éste
deberá ser determinado de acuerdo con la definición del valor razonable contenida en los
GAAP (por sus siglas en inglés).
Una nueva definición y las consecuencias no deseadas
Por casi 120 años la comunidad empresarial ha tenido una sola definición del valor justo
de mercado (VJM), y esto no debe confundirse con la nueva definición del valor razonable
del CNCF. Como referencia la definición estándar del VJM es la siguiente:
“El Valor Justo de Mercado se define como el importe por el que se puede intercambiar
una propiedad entre un comprador y un vendedor interesados, ambos con
conocimiento razonable de todos los hechos relevantes, sin coerción de compra o venta
y de manera equitativa para ambos”.
Esta definición parece muy directa, y de hecho lo es, porque en realidad implica que la
misma definición tiene realmente sólo unas cuantas condiciones necesarias, a saber:
“Intercambio” de una propiedad, generalmente un activo, derivado de una negociación;
Comprador(es) interesado(s);
Vendedor(es) interesado(s);
Igual conocimiento por ambas partes;
Sin coerción;
Equidad para ambas partes.
Ahora veamos la definición de VJ según ha sido incorporada por el CNCF en la
Declaración SFAS núm. 157:
“ Valor justo de mercado es el importe que se recibiría al vender un activo o pagar para
transferir un pasivo mediante una transacción ordenada entre los participantes en el
mercado en la fecha de la medición”. SFAS núm. 157 , 5
Los conceptos clave del valor justo definidos por el CNCF son de manera simple los
siguientes:
Venta (no intercambio),
Participantes del mercado *venta a un “participante del mercado” desconocido+,
Operación ordenada,
Definición aplicable a los pasivos tanto como a los activos.
Las diferencias entre estas dos definiciones se pueden entender mejor en el contexto de
una subasta de arte.
Supongamos que hay una subasta de una pintura de Picasso en Sotheby´s o en
Christie´s. El subastador abre la presentación de ofertas en $20 millones y cuatro rondas
de oferta más tarde la oferta más alta se eleva a $29 millones. De repente, de la nada,
alguien ofrece $30 millones y no hay más ofertas. El golpe del subastador al dejar caer
su mazo indica que ya hay un comprador afortunado del Picasso que se compromete a
pagar $30 millones, sin contar los impuestos y comisiones.
¿Cuál es el valor justo de mercado del Picasso? ¿Cuál es el valor justo de la misma pintura?
Una pista: Las dos respuestas son diferentes.
Según la definición anterior del VJM, el valor se estima en $30 millones. Se ha registrado
un intercambio de $30 millones entre un comprador interesado (nadie apuntó con una
pistola a la cabeza del último comprador), y un vendedor interesado que obviamente
había colocado la pintura a consignación en primera instancia. Suponemos que ambos,
comprador y vendedor son conocedores del arte de Picasso y que saben cuál sería el
precio corriente de venta de otras pinturas semejantes. Finalmente, se da una situacion
equitativa para ambos, ya que participaron voluntariamente en la operación.
Tan sorpresivo como puede parecer, bajo la definición del CNCF el valor justo de la
pintura será solamente de $29 millones y no de $30 millones. Al menos, como se observa
desde la perspectiva del CNCF, el nuevo comprador sufre un perjuicio con la pérdida de
¡$1 millón! ¿Cómo puede suceder esto? Fácilmente, si se sigue la lógica del Consejo con la
definición de VJ en su Declaración SFAS núm. 157.
Al confrontar los resultados de la subasta con la definicion del CNCF usted descubrirá que
su concepto de valor se basa únicamente en la premisa de una venta inmediata a otro
“participante del mercado”. Suponiendo que todos los compradores potenciales del
Picasso a través del mundo hubieran asistido a la subasta, sabemos con seguridad que
existe al menos un comprador prospectivo (un “participante de mercado”) con $29
millones. Más aun, sabemos que no hay otros participantes de mercado con $30 millones,
más que el afortunado ganador de la guerra de ofertas. Esto es cierto, ya que de otra
manera hubiera continuado la puja de ofertas.
Aun cuando pudiera parecer ilógico, el daño por la pérdida instantánea fluye directamente
de la definición de la Declaración SFAS núm. 157 de valor justo, no del valor de la pintura
ajustado al mercado. Conforme a la definición de valor del valor justo de mercado,
tenemos la cifra de $30 millones, que fue lo que se pagó de manera voluntaria. Bajo la
definición de valor del valor justo, tenemos la cantidad de $29 millones que es menor que
lo pagado sobre la base voluntaria.
Es muy claro: Si usted cambia la definición de valor justo, cambia también el monto
determinado como valor justo de mercado.
Los bancos frente al valor razonable y el ajuste al mercado
Queda muy lejos del alcance de este artículo resumir la catástrofe financiera que empezó
con la emisión de créditos hipotecarios subpreferenciales a los prestatarios y del
documento subsecuente que se utilizó como garantía de los instrumentos financieros
vendidos por los emisores. La responsabilidad de las empresas calificadoras de crédito
para el otorgamiento de las más altas calificaciones posibles a los fondos comunes de
hipotecas que por sí mismos eran subpreferenciales es difícil de entender y mucho menos
de explicar. El deseo de los inversionistas de obtener rendimientos extra, sumado a la falta
de entendimiento de los riesgos asumidos mediante la inversión en esos valores
ciertamente complicó la situación.
Al mismo tiempo dentro de los últimos 18 meses, muchas instituciones financieras,
incluyendo Bear Stearns, Lehman Brothers y Merrill Lynch encontraron que tenían en sus
libros enormes cantidades de valores. Aunque estos valores estaban calificados como AAA
por Moody´s y por Standard & Poor´s, comenzaron a mostrar serias tasas de
incumplimiento ya que los prestatarios individuales no estaban dispuestos, o no podían
mantener los pagos mensuales de los créditos hipotecarios al día. Las pérdidas se dieron
en cascada a lo largo del sistema de manera muy rápida y similar a un juego de sillas
musicales, los tenedores finales de lo que se ha dado en llamar “valores tóxicos”
comenzaron a sentir el dolor real.
Bajo los GAAP este “dolor” se convirtió luego en un detonante que ocasionó que los
auditores, tanto como los directivos de corporaciones probaran con el valor neto en libros
de los valores para identificar los daños potenciales. Recuerde que al negociar los valores
se deberán ajustar al mercado en cada periodo financiero, pero los valores que se
mantienen hasta su madurez deben ser registrados en el mercado solamente si el
deterioro del precio de mercado presente “es otro-que temporal”. Los precios de los
instrumentos financieros subpreferenciales continuaron cayendo más abajo y fue dificil (si
no imposible) para cualquiera argumentar que “este deterioro actual es sólo temporal.
Veamos si el mercado que lo aloja mejora y los prestatarios pueden seguir haciendo los
pagos (en lugar de salirse de sus casas). ¡Entonces nuestros títulos rebotarán de regreso!”
Conforme los precios de los papeles subpreferenciales siguieron bajando, ocurrieron dos
cosas. Las empresas estaban reportando pérdidas debido al deterioro en el valor de
mercado. Las pérdidas en turno redujeron la reserva de capital que las firmas tenían que
tener a mano debido a que cada dólar de pérdida reducía el capital neto directamente. El
patrimonio cada vez más débil tenía que ser reconstruido. Cuando una compañía tenía
cero en capital neto era una de las evidencias de la bancarrota; conforme el capital neto
declinaba había una presión tremenda sobre los accionistas de estos títulos ahora casi
invendibles (es decir, imposibles de vender a un precio “razonable”) para obtener capital
nuevo.
Una manera de mejorar el balance general era convertir los valores en efectivo. La única
manera de lograrlo era vender las acciones a alguien más – alguien que pudiera pagar y
que le pagará a usted. De repente había mas vendedores que compradores al nivel de
precios que los vendedores esperaban.
Economics 101 señala que cuando hay más vendedores potenciales que compradores, la
única forma de “desbloquear” el mercado es que los precios bajen a un nivel en el que los
compradores puedan responder. En la segunda mitad de 2007 y durante todo el 2008 los
mercados de valores en Estados Unidos probaron una vez más que la Ley de Oferta y
Demanda estaba viva y bien. En breve, la tesis básica de Economics 101 no había sido
invalidada.
Muchos de los que resultaron afectados adversamente por los eventos del año y medio
pasados están rogando por un cambio sustancial en la contabilidad. Afirman que un
cambio “simple” a los GAAP hubiera impedido los problemas anteriores y hubiera
permitido que la recuperación futura fuera mucho más rápida. Todo lo que el Congreso, la
Comisión de Valores y Cambio de Estados Unidos (SEC por sus siglas en inglés), o el CNCF
hubieran tenido que hacer era rechazar la Declaración SFAS núm. 157 que trataba del
valor razonable. Según estos participantes del mercado, incluyendo la Asociación de
Banqueros Americanos el haber ajustado los valores a valor justo ¡era lo que había
ocasionado el problema!
Las ventas forzadas o liquidaciones no representan un valor justo de mercado y, de
acuerdo con el CNCF y la SEC (por sus siglas en inglés), tampoco reflejan realmente el
valor justo.
De qué manera invalidar el valor justo podría “resolver” el problema
Muchos banqueros han optado por argumentar que fue el requerimiento de ajuste al
valor de mercado del CNCF lo que ocasionó en gran parte el problema, y no
necesariamente que sus inversiones anteriores en valores respaldados por créditos
hipotecarios subpreferenciales y swaps de incumplimiento crediticio hubieran sido
analizados en forma deficiente.
Su teoría es que si el valor justo hubiera sido invalidado entonces hubiera sido más fácil
cumplir con el ajuste al mercado debido a que el “mercado” estaría entonces mucho más
alto. Había habido una “espiral mortal” ya que los precios de venta reportados hicieron
que los precios se fueran más abajo, lo que forzó más ventas, y así sucesivamente.
Invalidar el valor justo haría parecer mejor al AVM, y no hubiera forzado las ventas ya que
el capital no se hubiera deteriorado. Con un potencial suficiente de capital que no hubiera
sido liquidado, los acreditantes de Wall Street una vez más hubieran saltado a bordo y y
todo estaría bien con el mundo. Y lo único que se requería era ¡una suspensión temporal
de la Declaración SFAS núm. 157!
Si tan sólo las cosas fueran tan simples.
No hay duda de que los precios de los valores subpreferenciales se encontraban en una
espiral mortal. Los precios más bajos causaban más ventas todavía y el aumento en ventas
ocasionaba precios aún más bajos. Eso es incontrovertible.
Pero atribuir todo el peso de esta situación a los requerimientos de ajuste al mercado es
ignorar el punto central. Las críticas de abolición de la Declaración SFAS núm. 157 – que
de hecho apoyan al sistema existente – argumentan que no revelar los precios corrientes
es como romper un termómetro cuando se considera que la temperatura es demasiado
alta. Es el calor, no el termómetro lo que ocasiona la molestia. De manera similar, fueron
los precios bajos de los valores subpreferenciales lo que ocasionó el desacomodo
financiero, y no el haberlos ajustado al mercado.
El argumento de que saber la “verdad” es mejor que disfrazar las cosas simplemente para
que se vean mejor es difícil de contradecir. Ajustar los precios de los valores al mercado
tiene sentido, pero si – y solamente si – el “mercado” es acertado.
¿Qué es el mercado real?
Cuando hay un buen precio de mercado, y se tienen activos que no sólo están disponibles
inmediatamente para venta sino que tienen la probabilidad de ser vendidos, entonces
revelar los precios de mercado corrientes deberá ser obligatorio.
Hay dos conceptos independientes incorporados en lo antes expuesto y cada uno es
importante:
Existe un mercado que funciona con compradores y vendedores dispuestos, sin coerción alguna.
Existen activos que podrían ser y serían vendidos en ese mercado.
Observe las dos condiciones. Tomadas por separado, cada una es necesaria, pero no
suficiente para soportar una contabilidad con AVM.
Condición núm. 1. Debe haber un mercado en operación para los precios cotizados a fin
de reflejar el valor real. El problema durante los últimos seis meses es que muchas de las
ventas reportadas fueron forzadas o de liquidación. Las ventas forzadas o de liquidación
no representan el valor justo de mercado y, de acuerdo con el CNCF y la SEC, realmente
tampoco reflejan el valor justo. El problema es que cuando Merrill Lynch vendió unos $30
mil millones de dólares (valor nominal) en acciones de 22 centavos de dólar, algunos
observadores consideraron que se trataba de un precio de mercado de acuerdo con la
definición de la Declaración SFAS núm. 157. El problema es que el uso del CNCF del
término “transacción ordenada” parece haber sido mal interpretado por muchas
empresas.
El término “vendedor interesado” en la definición de VJM sería mucho más fácil de
interpretar. Existen pocas dudas de que Merrill Lynch era un vendedor no interesado
debido a que estaba siendo forzado a vender valores, casi sin importar el precio, para
mejorar su posición de capital. La prensa empresarial, de hecho, comentó en ese
momento que tenían suerte de recibir cualquier oferta debido a que la cuestión real era
cómo el comprador (un fondo de protección) al final podría entenderlo. La operación de
Merrill Lynch era “ordenada” en el sentido de que el comprador pagó al vendedor. No
obstante, el impulso completo de la definición del CNCF sobre el “valor de salida”
significaba que era fácil interpretar los 22 centavos de cada dólar como el “precio de
salida” de Merrill. En efecto, éste es el argumento que ABA utilizó en otra parte de la carta
que se citó anteriormente.
El argumento de ABA realmente reprocha a las grandes empresas contables por tratar de
aplicar “reglas” en relación con el valor justo de un valor en particular y por determinar
mediante esas reglas cuándo existe un daño y en qué momento debe ser registrado. Aun
así, no hay reglas fomales en los GAAP como para lograr la determinación de “mercado”.
La determinación real del valor razonable o valor justo de mercado involucra la aplicación
de un criterio de valoración.
La necesidad de un criterio de valoración es la razón por la que nunca llegaremos a una
contabilidad de valor justo totalmente. Los valores de liquidación difieren de los valores
de un negocio de toda la vida. ¿Quién le dirá a una compañía qué supuesto debe plantear,
si el VJ deberá ser determinado durante una liquidación o bajo un supuesto de negocio de
toda la vida? ¿Y quién determinará si una transacción realizada por una tercera parte,
según reportado por la prensa, era o no era una venta forzada? Las ventas forzadas o de
liquidación no representan al “mercado”. Aun sin especificar el supuesto, ¿cómo se puede
comparar la Compañía A que valora todo como negocio de la vida, con la Compañía B en
la misma industria, que valúa todo a valor de liquidación?
Ambos valores pueden cumplir con la definición del valor justo de la Declaración SFAS
núm. 157, dependiendo del supuesto de que el “participante del mercado” sería el
comprador.
Condición núm. 2. La determinación del valor justo de los activos que no se venderán
parece ofrecer informacion poco útil a los inversionistas y a los acreedores. El propósito
dominante de los informes financieros, de acuerdo con el Marco Conceptual propio del
CNCF es proporcionar información sobre los flujos de efectivo futuros.
En caso de que no haya flujos de efectivo a futuro debido a que la dirección hubiera
determinado que los activos no estan a la venta, ¿cómo es que la medida de proporcionar
información del VJ ayuda a tomar una decisión como inversionista? Se puede argumentar
que la dirección tal vez deberá estar dispuesta a vender cualquier y todos los activos, pero
no hemos llegado al punto en el que los acreedores y los accionistas manejen realmente la
compañía. De hecho, la única vez que los acreedores lograron tomar dichas decisiones fue
después de que la empresa inició un proceso de bancarrota.
Afirmar que los informes financieros deberán basarse en un modelo de bancarrota en que
todo está a la venta, seguramente destruiría el valor real subyacente de cualquier negocio
de toda la vida. Hay una gran diferencia entre valuar los activos por el propósito para el
que fueron adquiridos y valuarlos como si fueran a ser, o pudieran ser liquidados.
La función del criterio profesional en la valuación
Como he dicho antes atribuir a la contabilidad de ajuste al mercado los problemas de los
informes financieros de las instituciones financieras omite el punto importante. El tema
real está en tratar de hacer que la definición de valor justo del CNCF, que se enfoca en las
ventas a los “participantes del mercado” proporcione información útil y válida. La
definición de valor justo del CNCF es deficiente, como ya se discutió antes. La aplicación
de la atención directa a una meta de los auditores al interpretar cualquier operación
reciente como representativa de manera automática del valor justo simplemente
aumenta el problema.
En efecto, el CNCF y los auditores asumen de manera implícita que el valor justo es un
monto determinado con el único objetivo de aceptar que con esfuerzo suficiente puede
(1) ser determinado por la dirección; (2) debe ser revisado por auditores; y, (3) deberá ser
revelado a los inversionitsas y acreedores. Este defectuoso supuesto es el que se queda en
el corazón de las discusiones no efectuadas entre los participantes en el mundo de los
informes financieros.
El hecho es que el “valor” de cualquier activo nunca es una cifra precisa. Los valores
pueden ser determinados de forma objetiva y sin prejuicios, pero solamente dento de un
rango. Este rango puede ser 10% más o menos del punto medio. Los contadores no
pueden trabajar sin rangos; necesitan una simple cifra en dólares que pueda ser
procesada a través de los asientos de diario en los estados financieros.
No obstante, no hay cajas negras para la valuación en la que se ingresen variables y salte
una respuesta. La verdadera esencia de una valuación es el criterio profesional del
evaluador. Distintos valuadores llegarán a distintas indicaciones de valor en alguna
medida. Normalmente, si dos valuadores reciben el mismo trabajo y los mismos supuestos
básicos (valor de liquidación o valor en uso), en general estarán dentro del 10% de más o
de menos ya antes mencionado.
Desafortunadamente, el CNCF decidió no buscar la asesoría de valuadores profesionales
cuando estaba elaborando la Declaración SFAS núm. 157. Advertimos al Consejo y al
personal de que su definición era defectuosa y que ocasionaría problemas. Ellos
“escucharon” pero eligieron hacerlo a su manera. Por supuesto, es su prerrogativa. Ellos
hacen las reglas. Sin embargo, la Declaración SFAS núm. 157 es fundamentalmente
defectuosa. La definición de valor justo, ahora enaltecida en los GAAP resalta la falta de
comprensión del Consejo acerca de la forma en que los valuadores realmente hacen su
trabajo. Los problemas que ahora enfrentan el gobierno, los inversionistas y las
instituciones financieras han sido insensatamente exacerbados por la Declaración SFAS
núm. 157.
Una vez más, el tema no es la contabilidad de ajuste al mercado, sino la definición de valor
justo utilizada para derivar el así llamado “mercado”. Hasta que se pueda cambiar la
declaración SFAS núm. 157 y los auditores estén dispuestos a aceptar el criterio
profesional de los valuadores, los problemas que golpean los encabezados de prensa
continuarán. Puede ser que no nos guste pero las cosas probablemente empeorarán antes
de que pueda haber una mejoría verdadera. ¡El CNCF y las compañías de auditoría no se
distinguen por su flexibilidad! SF
Texto original :”Determining Fair Value” (Strategic finance, enero 2009).Traducción para
Veritas del Colegio de Contadores Públicos de México por Pilar Vidal.
*Alfred M. King, CAC y DFC, es Vicepresidente de la empresa de valuación Marshall &
Stevens. Puede ser localizado en [email protected].
El Colegio de Contadores Públicos de México, se reserva la reproducción total o parcial de este material.
El contenido de los artículos firmados es responsabilidad del autor, sin que éste necesariamente refleje la opinión del Colegio sobre el tema tratado. Cuando se exprese la opinión del Colegio se especificará claramente.
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