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Consigna: A partir del análisis de una pintura y un bajorrelieve pertenecientes a una tumba
egipcia, reconstruir el contexto social y político en el que fueron concebidos y confrontarlos con
una pieza de mobiliario / indumentaria del mismo período.
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Egipto se caracterizaba por ser una región con una sociedad sumamente organizada y todas sus
manifestaciones artísticas estaban fuertemente arraigadas en sus creencias religiosas y místicas.
Las pirámides tuvieron su importancia práctica en los ojos de los reyes y los súbditos. La creencia
era que su función consistía en defender los cuerpos, que eran sagrados, de la destrucción, y que
este tenía que ser conservado para que el alma pase al más allá.
La forma ascendente de la pirámide tampoco era un capricho sino que se pensaba que gracias a
ella se ayudaría a los cuerpos de los difuntos a elevarse. Dentro de la cámara mortuoria se
escribían hechizos para ayudarlo en su jornada hacia el otro mundo. También se perennizaba la
imagen del rey para que este exista para siempre, labrando su rostro en duro e imperecedero
granito, colocados en la tumba en el lugar donde se operaria el hechizo y de esa manera ayudar a
su alma a revivir a través de su imagen.
Las imágenes eran simples y solemnes y mantenían una concentración de las formas básicas de
la cabeza humana. Esta combinación de regularidad geométrica y de aguda observación de la
naturaleza es una de las características principales del arte del Egipto antiguo.
Para los egipcios lo más importante no era la belleza sino la perfección. Cada objeto era
representado en su aspecto más característico. Por ejemplo, se dibujaban la cabeza, brazos y
pies lateralmente porque ayudaba a su compresión, por el contrario, el dorso y sus ojos eran
representados de frente.
El arte egipcio no estaba basado en lo que el artista podía ver en un momento, sino en lo que
sabía que pertenecía a una escena. Había leyes que se debían aprender como las posiciones de
las estatuas o el color de la piel de los hombres que era más obscura que el de las mujeres a la
hora de dibujarlos, o cómo representar a los dioses.
En el Imperio nuevo, fundado después de la catastrófica invasión a Egipto, Amenophis IV rompió
costumbres consagradas por la tradición. Para él había solo un dios. Sus retratos eran más fieles
a la fisonomía humana.
“Uno de los rasgos más estimables del arte egipcio es el que todas las estatuas, pinturas y formas
arquitectónicas se hallan en su lugar correspondiente, como si obedecieran a una ley. A esta ley,
a la cual parecen obedecer todas las creaciones de un pueblo, la llamamos un ESTILO. Las
normas que rigen todo el arte egipcio confieren a cada obra individual un efecto de equilibrio y
armonía.” Ernst Gombrich. Historia del Arte. (pag. 65)
La pintura del Antiguo Egipto fue eminentemente simbólica. Su técnica pictórica fue un precedente
de la pintura al fresco o témpera, ya que aglutinaban pigmentos naturales, extraídos de tierras de
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diferentes colores, que mezclaban con clara de huevo y disolvían con agua para poder aplicarlo
sobre los muros, revestidos con una capa de tendido "seco" de yeso.
Sus procedimientos además del fresco y del temple, fueron el encausto ( colores disueltos en cera
fundida y aplicados con calor) y a veces también el esmalte en joyas, amuletos y azulejos de
revestimiento en muros interiores. Sus colores fueron vivos y variados en cada escena y las más
antiguas pinturas que se conocen fueron policromas, y de colorido uniforme.
Los egipcios pintaban los bajorrelieves, los cuales, por su escasa profundidad, propiciaban la
identificación con la escultura y el arte pictórico. A partir de la dinastía III la pintura sobre los muros
de las tumbas sustituye al bajorrelieve, del cual se adopta las principales convenciones.
Cánones o reglas que se destacan:
Canon de perfil: En pinturas y bajorrelieves, como se ha dicho, las figuras se representaban con
el rostro, brazos y piernas de perfil, mientras que el tronco y el ojo de frente.
Jerarquía: La representación estaba reservada a las figuras de dioses y faraones en las primeras
épocas, posteriormente, también a personajes notables. Las más importantes eran de un tamaño
mayor que las de los demás personajes, y mostraban actitudes hieráticas, ausencia de
expresividad, como signo de respeto. El tamaño tenía relación directa con su importancia social,
así vemos que el faraón es el personaje más alto en las escenas familiares, donde sus mujeres,
hijos, o enemigos son más pequeños; en presencia de los dioses era representado generalmente
del mismo tamaño.
Ausencia de perspectiva: No había profundidad sino yuxtaposición de figuras. El menor tamaño
de algunas no significaba que estuvieran más alejadas, sino como queda dicho, eran menos
importantes, simbolizando así su inferioridad.
Colores planos: Utilizaban el color con tonalidades uniformes, no se hacían gradaciones ni
medios tonos.
Tipo de color: la piel de los hombres era oscura, ocre, mientras que en las mujeres era más
clara, de un ocre claro; Osiris se representaba con el color de piel verde; el oro o su color
simbolizaban al Sol, etc. Como elementos o motivos de ornamentación, en cualquiera de las
referidas composiciones, estuvieron siempre en boga y son típicas en obras de escultura y pintura
egipcias las flores de loto y papiro, las grecas (adorno formado por una faja más o menos ancha,
en que se repite la misma combinación de elementos decorativos) y los diferentes roleos o volutas
(adorno desarrollado en forma de espira).
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Características según el período
IMPERIO ANTIGUO
Tanto el bajorrelieve como la pintura comparten los mismos temas, representan la vida cotidiana y
la naturaleza con el objeto de que ambas puedan ser recreadas en la otra vida.
En las tumbas, los temas representados son esencialmente costumbristas: la preparación de los
alimentos, del pan o de la cerveza, escenas agrícolas, escenas de caza y pesca, etc.
Posteriormente se añadirán otros como la construcción de barcos, la elaboración de Joyas,
estatuas, tejidos, etc.
IMPERIO MEDIO
Las decoraciones pictóricas, sobre papiro o el cartonaje de sus ataúdes, narraban, por medio de
jeroglíficos, diversas leyendas mitológicas e ideas tomadas del ritual funerario y contenían el
retrato del difunto en la zona correspondiente a la cabeza.
IMPERIO NUEVO
Los asuntos de las pinturas murales decorativas de las cámaras funerarias, consistían en relatos
mitológicos del Libro de los Muertos repitiendo, como en ciclos anteriores, escenas de la vida
cotidiana, sobre todo las que más hubieran de servir para manutención, entretenimiento y solaz
del difunto en la otra vida, según sus creencia.
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Pintura mural en la tumba de la princesa Itet, en el Museo de El Cairo. Friso en la cámara
dedicada al culto de la tumba de la princesa Itet dinastía IV, hacia 2700 a. C. En la parte superior,
escena de caza de aves. En la inferior, escena de trabajos agrícolas.
Pintura mural de la cámara funeraria de Amenemhet. Imperio Nuevo, dinastía XVIII. Data del siglo
XV a.c., de autor desconocido. En este caso pertenece al estilo artístico de los egipcios, más
concretamente al imperio nuevo, donde puede observarse uno de los rasgos fundamentales de las
pinturas cual era la representación de las figuras de perfil y frente a la vez.
Bajorrelieves
Se denomina bajorrelieve a las formas o figuras que resaltan levemente del plano general, talladas
en tablas de madera o realizadas en los trabajos de troquelado en monedas.
Los bajorrelieves egipcios se usaban para las inscripciones jeroglíficas, representaciones de
dioses y faraones, de la vida doméstica, de faenas agrícolas o escenas de ultratumba y sobre todo
para conmemorar las victorias de los faraones.
La técnica fue concebida y utilizada con maestría en el Antiguo Egipto donde una vez erigidos los
muros y pilonos de los templo, expertos artistas procedían a dibujar el perímetro de las figuras y
los rasgos principales, incluso los jeroglíficos que describían la escena; una vez rebajado el
contorno y tallado del interior de las figuras, se pintaba todo el conjunto en colores vivos.
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“El estilo egipcio fue un conjunto de leyes estrictas que cada artista tuvo que aprender en su más
temprana juventud. Las estatuas sedentes tenían que tener las manos apoyadas sobre las
rodillas; los hombres tenían que ser pintados más morenos que las mujeres; la representación de
cada divinidad tenía que ser estrictamente respetada: Horus, el dios-sol, tenía que aparecer como
un halcón, o con la cabeza de halcón; Anubis, el dios de la muerte, como un chacal o con la
cabeza de un chacal. Cada artista tuvo que aprender también el arte de escribir bellamente. Tuvo
que grabar las imágenes y los símbolos de los jeroglíficos clara y cuidadosamente sobre piedra.
Pero una vez en posesión de todas esas reglas, su aprendizaje había concluido. Nadie pedía una
cosa distinta, nadie le requería que fuera original. Por el contrario, probablemente fue considerado
mucho mejor artista el que supiera labrar sus estatuas con mayor semejanza a los admirados
monumentos del pasado. Por ello, en el transcurso de tres mil años o más, el arte egipcio varió
muy poco. Cuanto fue considerado bueno y bello en la época de las pirámides, se tuvo por
excelente mil años después. Ciertamente, aparecieron nuevas modas y se solicitaron nuevos
temas al artista, pero su manera de presentar al hombre y la naturaleza siguió siendo,
esencialmente, la misma.” Ernst Gombrich. Historia del Arte. (pag. 65 y 67)
Akenatón y Nefertiticon sus hijos, h. 1345a.C. Relieve en piedra caliza de un altar, Sección Egipcia
del Museo Nacional Berlín.
“Sólo hubo un hombre que rompió las ataduras del estilo egipcio. Fue un faraón de la decimoctava
dinastía, conocida entonces como imperio nuevo, que se fundó después de una catastrófica
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invasión de Egipto. Este faraón, llamado Amenofis IV, fue un hereje. Rompió con muchas de las
costumbres consagradas por una remota tradición. No quiso rendir homenaje a los dioses
extrañamente conformados de su pueblo. Para él sólo había un dios supremo, Atón, al que
adoraba y al que hizo representar en forma de sol lanzando sus rayos, cada uno dotado de una
mano. Se llamó a sí mismo Akenatón, según su dios, y separó su corte del alcance de los
sacerdotes de los otros dioses, para trasladarla a una población que se conoce actualmente con el
nombre árabe de TelI-el-Amarna. Las pinturas encargadas por él debieron asombrar a los egipcios
de esta época por su novedad. En ellas no se encuentra nada de la dignidad rígida de los
primeros faraones. En vez de ello, se hizo retratar con su mujer, Nefertiti jugando con sus hijos
bajo la bendición del sol”. Ernst Gombrich. Historia del Arte. (pag. 67)
Joyería
La joyería ha cumplido un rol muy importante en la cultura egipcia. A su confección, a partir de la
combinación de metales y piedras preciosas se le atribuye cierto valor simbólico y económico. Las
joyas eran utilizadas tanto por hombres como por mujeres, añadiendo un detalle a la clásica
vestimenta. Eran piezas simples y más complejas, desde anillos, brazaletes, collares hasta
diademas para colocar sobre el cabello, trasladándose, además, a la arquitectura y a la escultura.
Por otra parte, las piezas eran utilizadas como elementos para establecer jerarquías o diferenciar
las clases sociales. Tanto el faraón-dios, como aquellos pertenecientes a su entorno podían
utilizar cierto tipo de elementos o figuras como lo eran la Cobra y el Buitre.
Diadema y Pectoral de Tutankamón
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En determinadas ocasiones, el faraón hacia entrega a sus súbditos de condecoraciones con el fin
de recompensa o distinción. Enviaba a realizar piezas de oro macizo llamados “yebyu” por
ejemplo, la que era entregada a quien se destacaba por alguna actuación.
Estas piezas eran consideradas elementos con un gran valor simbólico. El hecho de que estén
construidas con elementos naturales y lleven representadas figuras como animales, les atribuía un
significado o poder mágico, es por ello que eran apreciados como talismanes o amuletos.
Los talismanes o amuletos son figuras o imágenes consideradas objetos con poderes
sobrenaturales benéficos, como por ejemplo para ahuyentar aquellos malos espíritus que
rodeaban a las personas.
Dentro de los envoltorios de la momia del rey Tutankamón se encontraron 143 piezas de joyería.
Compuestas por amuletos, cadenas, collares, cuellos, colgantes, aretes y adornos para las orejas,
brazaletes y tobilleras, anillos y vainas para los dedos de las manos y los pies, y pectorales.
Réplica procedente de la Exposición "Tutankamón: la tumba y sus tesoros", en Madrid.
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Pulsera de Tutankamón unida por una bisagra y un clip como cierre, también comprende un borde
que divide el escarabajo de lapislázuli. El escarabajo es el símbolo del sol de la mañana. La
pulsera en sí es una joya con incrustaciones de ágata, lapislázuli y vidrio coloreado. Las joyas de
Tutankamón se destacan por su originalidad.
Único broche de la joyería de Tutankamón. Este broche de joyería está construido en oro, plata,
lapislázuli y cristales de colores.
Las características de este diseño se refieren al nombre del trono de Tutankamón, donde
aparecen dos cobras reales, y rematado con media luna de oro y una luna llena en plata. Estos
símbolos garantizaban que el rey estaría protegido durante el día y la noche.
Su altura es de 6,8cm.
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Pulsera del Rey Psusennes I.
Tercer rey de la dinastía XXI, pulsera de oro tallada por su interior y exterior. El rey usaba entre
dos y veinte pulseras en el brazo, esta es la pulsera más grande y más pesada de todas, y se
destaca por su forma y diseño.
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Bibliografía
Gombrich E. H., La Historia del Arte
http://desarrollodelarte.blogspot.com.ar/2010/07/pintura-en-el-antiguo-egipto.html http://www.ecured.cu/index.php/Bajorrelieve
http://orfebreal
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Memoria descriptiva
A partir del estudio de la joyería egipcia me interesé por las imágenes de la joyería de rey
Tutankamón y en particular en la representación de animales considerados amuletos.
Mi propuesta incluye dos prototipos y dos estampas.
Para la realización de las estampas elaboré una síntesis de algunas piezas de joyería del rey,
interesándome particularmente por la Cobra y el Buitre.
Para el diseño de los prototipos me centré en la forma del escorpión y en la de la cobra reflejando
algunas de las características de las joyas analizadas.