CONTEXTOS
No.10- 13 de febrero del 2015.
Boletín semanal de la Rectoría de la Universidad
Técnica Nacional.
Esta semana con información sobre el tema:
AMBIENTE: los efectos del cambio
climático
Costa Rica ya lidia con los efectos del
cambio climático
Informe mundial del Panel Intergubernamental de Expertos
POR Michelle Soto M. / [email protected] -
Enfermedades, escasez de agua y pérdida de alimentos, entre los impactos
Lucha debe dirigirse a reducir vulnerabilidades y buscar adaptarse
Las consecuencias del cambio climático no vienen, ya se están viviendo en todo el
mundo y en Costa Rica, estas se reflejan en el desabastecimiento de agua, los
recortes de electricidad y el incremento de enfermedades.
En Centroamérica , la temperatura aumentó entre 0,7 °C y 1 °C desde
1970, mientras que las lluvias decrecieron un milímetro por día desde 1950.
Esas condiciones más calurosas y secas propician que la distribución geográfica
del mosquito Aedes aegypti , transmisor del dengue, se amplíe. De esta manera, la
enfermedad ya está presente en lugares donde antes no era tan común porque el
frío le representaba una barrera natural.
Otro impacto de ese calor que favorece la evaporación y carencia de lluvias, se
relaciona con el abastecimiento de agua para consumo humano, la irrigación de
cultivos y la generación de electricidad. El 90% de esta producción viene de plantas
hidroeléctricas.
En el escenario futuro, estos y otros impactos podrían acentuarse porque se prevé
que la temperatura aumente entre 1,6 °C y 4,0 °C mientras que las lluvias podrían
disminuir hasta un 22% en 2100.
Así lo dio a conocer el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (IPCC) en su informe Cambio climático 2014: impactos, adaptación y
vulnerabilidad .
Este fue redactado por el Grupo de Trabajo II del IPCC, integrado por 243 autores,
436 colaboradores y 66 editores de 70 países, quienes son expertos en ciencias
naturales y sociales, ingenierías, desarrollo y políticas públicas.
Este reporte corresponde a uno de los tres capítulos que integrará el Quinto Informe
de Evaluación del IPCC, el cual se dará a conocer al público en Dinamarca en el
mes de octubre.
Ya el Grupo de Trabajo I, encargado del capítulo científico, entregó su informe en
2013 y solo resta que el Grupo de Trabajo III, encargado de los temas de mitigación,
dé el suyo la segunda semana de abril.
Con el cambio climático viene un aumento de enfermedades respiratorias,
cardiovasculares e insuficiencia renal crónica, así como las transmitidas por
vectores (dengue, fiebre amarilla y malaria) y virus o bacterias asociadas al agua
(diarreas, cólera y rotavirus).
Vulnerables. Para el IPCC, no es solo que el cambio climático tiene sus impactos
sobre los ecosistemas, sino que estos pueden agravarse debido a las decisiones
tomadas por Gobiernos y personas.
Siguiendo con el ejemplo del dengue, no es solo que el mosquito está presente en
más lugares sino que si no se habilita la infraestructura sanitaria requerida y se
mejora la educación de las personas para eliminar los criaderos, la situación podría
derivar en un alza en el número de casos, convirtiéndose en una emergencia de
salud pública.
“La desigualdad económica se traduce en desigualdad en el acceso a agua, sanidad
y una vivienda adecuada, particularmente para los grupos más vulnerables, lo cual
deriva en menos capacidades de adaptación al cambio climático”, dicta el último
reporte del IPCC.
En este sentido, la lucha contra el cambio climático consiste en disminuir las
emisiones de gases efecto invernadero (GEI) que se liberan a la atmósfera y a
reducir las vulnerabilidades para para no empeorar las cosas.
“Esta es una historia con dos desenlaces, uno que habla de ‘inacción’ y otro ‘del
momento para hacer cambios’. El desenlace, sin duda, está determinado por
nuestras elecciones de hoy”, declaró la costarricense Christiana Figueres,
secretaria ejecutiva de la Convención del Clima de Naciones Unidas, a AFP.
El blanqueamiento de los corales en el Caribe, debido a la temperatura del mar,
dejará sin hábitat a especies de interés para la pesca. Asimismo, las inundaciones
y las sequías traerán consigo pérdida de cosechas.
Aprender a adaptarse. El cambio climático no se puede detener y por eso el IPCC
habla de adaptación para aprender a vivir en el nuevo escenario.
El informe señala la necesidad de que las ciudades modifiquen sus planes de
urbanismo y la infraestructura para tratar y distribuir el agua. En agricultura, se
deberán buscar variedades más resistentes a condiciones de sequía o lluvias
extremas.
Otra medida es fortalecer las áreas silvestres protegidas para seguir contando con
servicios ambientales como captura de GEI, protección de fuentes de agua y
biodiversidad.
La Tierra bajo presiones insostenibles
POR José Rodrigo Rojas M.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), presentó el
décimo informe Planeta Vivo 2014, un esfuerzo que documenta y analiza el estado
de la biodiversidad, la salud global de los ecosistemas, la demanda de recursos
naturales de la humanidad y las perspectivas de revertir las tendencias actuales. El
instrumento de análisis es el Índice Planeta Vivo (IPV), desarrollado por el Dr. Ben
Collen y colaboradores del Instituto de Zoología de Londres. El método se basa en
un sistema multicriterio que evalúa y da seguimiento a la reducción de la
biodiversidad global mediante cambios en la abundancia poblacional de especies
indicadoras alrededor del orbe. El IPV resume los resultados de 2.337 publicaciones
y reportes de 3.038 especies terrestres, de agua dulce y marinas de las cinco
provincias biogeográficas del planeta.
Deterioro ecosistémico. Esta edición documenta el dinamismo de la vida en el globo,
la extrema modificación de los ecosistemas y la demandante irracionalidad del
hombre por recursos naturales. Todos los índices monitoreados coinciden en que la
Tierra está siendo arrinconada y sometida a presiones insostenibles. Los resultados
admiten poco margen de duda sobre el deterioro ecosistémico que ha ocurrido en
cuatro décadas y, aunque es un lapso insignificante para la evolución de la Tierra,
ha sido suficiente para que las últimas dos generaciones humanas reduzcan a la
mitad el tamaño de las poblaciones de fauna.
El impacto es especialmente alarmante en América Latina, donde se ha
documentado una dramática disminución de 83% del IPV, dato significativamente
mayor al 52% del IPV global. Entre 1970 y 2010, el IPV de las especies terrestres
disminuyó un 39%, una tendencia que se agravó por la pérdida de hábitats, la
ausencia de planificación del uso del territorio, la cacería, la pesca ilegal y la
contaminación de cuerpos de agua.
Debido a contaminación por sedimentos urbanos, ausencia de planes de desarrollo
con visión de cuenca, pérdida y fragmentación de hábitats e introducción de
especies invasoras, el IPV promedio de las especies de agua dulce cayó en 76%.
Respecto a las especies marinas, el IPV bajó un 39%, los descensos más marcados
ocurrieron en los trópicos y en el Océano Antártico y entre las especies más
vulnerables sobresalen las tortugas, tiburones y aves migratorias.
Tareas y desafíos. El informe nos desnuda y evidencia la falta de medidas efectivas
de conservación del patrimonio natural latinoamericano, y aunque no es específico
para Costa Rica, tenemos tareas y desafíos. Superamos la biocapacidad promedio
mundial por persona, que es 1,7, y estamos en el lugar 68 con 2,5 hectáreas
globales per cápita. Usamos más hectáreas globales porque 1) abusamos del
acceso a los recursos naturales; 2) seguimos siendo ineficientes en el uso del agua
y energía; 3) aumentamos, aunque marginalmente, el porcentaje de participación
mundial en la huella de carbono al quemar más combustible fósil para
transportarnos y generar electricidad, especialmente en época seca; 4) producimos
un mayor volumen de residuos sólidos y es probable que ríos y tributarios arrastren
más basura hacia las zonas costeras del Pacífico Central y del Caribe, impactando
negativamente ecosistemas marinos y sitios claramente documentados, como
hábitats marinos esenciales con especies que mantienen la cadena trófica y que
son de importancia comercial; 5) sistemáticamente sometemos el territorio nacional
a un uso insostenible; en la última década cada costarricense consumió un 11%
más de la biocapacidad y sobrepasó lo que el territorio puede proveer, y 6)
engrosamos la “lista roja” de la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza (UICN), con el ingreso de ocho nuevas especies declaradas en peligro
crítico.
El futuro de la humanidad. Los esfuerzos de la “agenda verde nacional”, aunque
exitosos, son insuficientes. Seguimos ignorando alertas y comprometiendo nuestro
futuro como especie dentro del tejido ecosistémico del planeta. Si continuamos
tomando del ambiente más de lo que naturalmente puede reponer, entonces ¿cuál
desarrollo sostenible estamos predicando o practicando?
Si usamos los regalos de la naturaleza como si tuviéramos más de un planeta a
nuestra disposición, ¿cuál será el legado que dejaremos a las futuras generaciones?
Nuestra forma de vida arriesga la seguridad alimentaria, la estabilidad social y el
futuro de la humanidad.
Sin duda, la Tierra ha entrado en un nuevo ciclo, el Antropoceno, donde las
actividades humanas representan el mayor riesgo de alterar abrupta e
irreversiblemente las condiciones de vida. Es impostergable asumir la
responsabilidad de que solo tenemos un planeta, que estamos conectados, y que
los recursos y espacios son limitados. Es urgente la necesidad de proteger nuestro
capital natural, de producir y consumir de forma sostenible y de reorientar los flujos
financieros de manera que los costos ambientales sean realmente reflejados en las
políticas y gobernanza pública, y donde el desarrollo sostenible no dependa del PIB.
Los indicadores de una sociedad exitosa, perdurable y feliz deben ser la defensa y
la conservación de la vida en todas sus formas y en todos los ambientes.
Situación climática mundial sigue
empeorando
POR AP -
El planeta está más caluroso, más contaminado con gases de efecto invernadero,
más atestado y con un clima más imprevisible
Washington
En las más de dos décadas desde que los líderes mundiales se reunieron por
primera vez para tratar de solucionar el calentamiento global, la vida sobre la Tierra
ha cambiado, y no solo el clima. El planeta está más caluroso, más contaminado
con gases de efecto invernadero, más atestado y con un clima más imprevisible.
Las cifras son alarmantes. Las emisiones de anhídrido carbónico han subido 60%.
La temperatura global ha aumentado seis décimas de grado Fahrenheit. El planeta
ha aumentado en ese lapso su población en 1.700 millones de habitantes. El nivel
del mar ha subido 7,5 centímetros. Las manifestaciones de clima extremo se han
incrementado en un 30% en Estados Unidos. Las capas de hielo en Groenlandia y
la Antártida han disminuido en 4,9 billones de toneladas de hielo.
"En pocas palabras, estamos modificando el planeta y empezando a sentir las
consecuencias" , advirtió Michael Oppenheimer, profesor de geociencia y asuntos
internacionales en la Universidad de Princeton.
Diplomáticos de más de 190 naciones iniciaron el lunes las conversaciones en una
conferencia de las Naciones Unidas en la capital de Perú para sentar las bases de
un tratado internacional que esperan concretar el año próximo.
Para establecer cuánto ha cambiado el mundo desde la primera conferencia
internacional de ese tipo —la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992— AP
revisó datos de todo el mundo. El análisis, que incluyó datos desde 1983, se
concentró en intervalos de diez años con término en 1992 y 2013. Esto se debe a
que los científicos indican que los cambios de años individuales pueden ser
engañosos y que las tendencias a más largo plazo son más reveladoras.
Clima imprevisible. Desde 1992 ha habido más de 6.600 desastres climáticos
mundiales con más de 600.000 muertos y $1.600 billones en daños, según el Centro
de Investigación de la Epidemiología de los Desastres, de Bélgica, que rastrea las
catástrofes en el mundo.
No todos los incidentes climáticos pueden atribuirse al cambio climático provocado
por los seres humanos. Pero el clima extremo ha aumentado visiblemente, dice
Debby Sapir, que dirige el centro. De 1983 a 1992 el mundo promediaba 147
desastres climáticos por año. En los últimos diez años, la cifra ha subido a un
promedio de 306 anuales.
Es este aumento el que es "mucho más temible" que el simple aumento de
temperaturas, señala el científico Donald Wuebbles de la Universidad de Illinois.
Temperatura. Es casi seguro que el 2014 será el año más caluroso en 135 años de
registros climáticos, dicen los meteorólogos de la Administración Nacional de la
Atmósfera y el Océano (NOAA por sus siglas en inglés) . De confirmarse, sería el
sexto año desde 1992 en que el mundo establece o iguala una nueva marca anual
de calor. El mundo ha establecido seis récords mensuales de calor en 2014 y 47
desde 1992. El último récord mensual de frío fue en 1916.
La temperatura anual en el 2014 es de unos 14.6 grados centígrados , en
comparación con 14.1 c en 1992.
Océanos. El nivel de los océanos ha subido 7,5 centímetros desde 1992 y se ha
tornado más ácido debido a las reacciones químicas causada por la absorción de
anhídrido carbónico, dicen científicos de la NOAA y la Universidad de Colorado.
Cada año la cubierta de hielo se reduce a un mínimo anual en el Artico en
septiembre, una medida que se considera un indicador clave de cambio climático.
De 1983 a 1992, el menor nivel que alcanzó promedió 6,79 millones de kilómetros
cuadrados (4,74 millones de millas cuadradas) , según el Centro Nacional de Nieve
y Hielo.
Tierra. La población mundial en 1992 era de 5.460 millones de habitantes. Hoy es
casi un tercio mayor, con 7.180 millones. Eso significa más contaminación con
carbón.
Algunos de los mayores cambios en tierra son cerca de los polos, donde la gente
no suele verlos. Entre 1992 y 2011, la capa de hielo de Groenlandia perdió 3,35
billones de toneladas de hielo, según cálculos en base a datos del satélite Grace de
la NASA. La Antártida perdió 1,56 billones de toneladas de hielo en el mismo
período.
Aire. Los científicos señalan las emisiones de gases de efecto invernadero,
principalmente anhídrido carbónico, que forman una capa que atrapa calor.
La contaminación por anhídrido carbólico ha aumentado paulatinamente en un 60%
entre 1992 y 2013. En 1992, las emisiones fueron de 24.900 millones de toneladas,
y ahora ascienden a 39.800 millones, según el Proyecto Mundial de Carbón, un
consorcio internacional.
China ha triplicado sus emisiones de 3.000 a 11.000 millones de toneladas anuales.
Estados Unidos ha pasado de 5.400 millones de toneladas a 5.800. India ha
aumentado de 860 millones a 2.600 millones. Solo las naciones europeas han
disminuido sus emisiones, de 4.500 millones de toneladas a 3.800 millones.
Tormentas aumentarán 50% por efecto
del cambio climático
POR AFP -
Investigadores determinaron que por cada grado que aumente la temperatura se
presentarán un 12% más de tormentas
Los científicos analizaron 11 modelos climáticos para llegar a las conclusiones
(AFP.)
Washington
Científico s californianos aseguraron, este jueves, que el cambio climático podría
provocar un aumento del 50% en el número de tormentas a finales del siglo, lo que
desencadenaría más incendios y causaría más víctimas mortales.
"Con el calentamiento, las tormentas serán más explosivas", aseguró el científico
David Romps, profesor de biología en la Universidad de California, Berkeley y
principal autor de este trabajo publicado en la revista estadounidense Science.
"Este fenómeno se explica por el crecimiento del vapor de agua en la atmósfera,
que alimenta el movimiento de las corrientes de aire caliente", explicó. La subida de
estas corrientes calientes hacia las masas de aire frío, cargadas de partículas de
hielo, provoca que haya más descargas eléctricas.
"Ya sabemos que cuánto más deprisa suben las masas de aire caliente a la
atmósfera, más rayos hay. Y cuántas más precipitaciones haya, más rayos habrá
también", añadió el científico.
La mayor frecuencia de estas tormentas eléctricas causaría más heridos y víctimas
mortales, teniendo en cuenta que hoy en día alrededor de 1.000 personas mueren
al año en Estados Unidos por esta causa.
Con esta investigación, los científicos pudieron determinar que el nivel de las
precipitaciones y la velocidad de subida de las masas de aire caliente a la atmósfera
eran buenos indicadores para predecir la frecuencia de las tormentas.
El 77% de las tormentas pueden predecirse a partir de estos dos parámetros.
Después de haber analizado 11 modelos climáticos diferentes, estos investigadores
determinaron que, por cada grado de aumento de la temperatura, crecerían en un
12% el número de tormentas sobre la Tierra.
Los científicos estimaron que, de aquí al final del siglo, la temperatura subirá cuatro
grados de media si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen a este
ritmo, por lo que habría un 50% más de tormentas en 2100.
Expertos urgen detener aumento en
temperatura
Informe sobre cambio climático del IPCC
POR Michelle Soto M. / [email protected] POR | agencias - Actualizado el 3 de
noviembre de 2014
Tiempo para evitar calentamiento global mayor a los 2 °C se acaba, dice reporte
De superar el umbral de los 2 °C, los impactos del cambio climático serán
irreversibles.
Esa es la principal conclusión del Quinto Informe de Evaluación del IPCC,
presentado ayer en la ciudad de Copenhage (Dinamarca).
Este informe reúne lo mejor de la ciencia climática disponible a la fecha y su autoría
recae en más de 800 científicos de 80 países.
Los expertos urgen frenar el aumento en la temperatura.
“No nos queda mucho tiempo antes de que la ventana de oportunidad de seguir en
el margen de los 2 ºC de calentamiento se cierre”, dijo Rajendra Pachauri, quien
preside el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus
siglas en inglés).
Para aumentar las posibilidades de permanecer por debajo de esos 2 ºC a costos
razonables, se deben reducir las emisiones entre un 40% y 70% a nivel mundial
entre 2010 y 2050, y disminuirlas hasta un nivel nulo o negativo en 2100.
“Tenemos la oportunidad, y la elección está en nuestras manos”, declaró Pachauri.
El objetivo del reporte es servir de insumo para la toma de decisiones y por ello, el
IPCC recibió el Nobel de la Paz en 2007.
En los últimos 13 meses, el IPCC fue adelantando los tres capítulos del quinto
informe ( bases físicas , mitigación y adaptación ).
Ayer presentó la síntesis, la cual será clave en la Conferencia de las Partes de la
Convención del Clima (COP 20), por realizarse en diciembre en la ciudad de Lima,
Perú.
“La ciencia ha hablado. No hay ambigüedad en su mensaje. Los líderes deben
actuar. El tiempo no está de nuestra parte”, dijo Ban Ki-moon, secretario general de
Naciones Unidas.
Causa humana. Desde 1950, los cambios en la atmósfera y el océano no han tenido
precedente en otros períodos de la Tierra.
“Nuestra evaluación concluye que la atmósfera y el océano se han calentado, los
volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las
concentraciones de dióxido de carbono han aumentado hasta niveles sin
precedentes desde hace, por lo menos, 800.000 años”, declaró Thomas Stocker,
uno de los autores del informe del IPCC.
Así, y con un 95% de certeza, los científicos responsabilizan en mayor medida a las
actividades humanas por el calentamiento observado desde mediados del siglo
pasado, dada la alta emisión de gases efecto invernadero (GEI) a la atmósfera.
Escenarios. El informe incluye cuatro escenarios de emisiones al 2100. En el más
optimista, la temperatura promedio del planeta aumentaría entre 0,3 y 1,7 ºC, lo que
conduce a un incremento entre 26 y 55 centímetros en el nivel del mar.
En el escenario más alarmista, la temperatura aumentaría entre 2,6 y 4,8 ºC, lo cual
derivaría en que el nivel del mar se eleve entre 45 y 82 centímetros.
“Si se mantienen las tendencias actuales, el cambio climático tiene más
probabilidades de exceder los 4 ºC de aquí a 2100, en relación con los niveles de la
era preindustrial (utilizada como base)”, advierten los expertos del IPCC.
Acción contra el cambio climático
EDITORIAL
Actualizado el 26 de septiembre de 2014 a: 12:00 a.m.
La cumbre de la ONU ha generado presiones y compromisos de importancia
Es impostergable un acuerdo vinculante para sustituir el Protocolo de Kyoto
Por convocatoria de su secretario general, Ban Ki-Moon, el pasado martes se dieron
cita en las Naciones Unidas más de 120 jefes de Estado y de Gobierno, además de
otros representantes del más alto nivel técnico y político, para comprometerse con
una causa de la cual dependerá, en gran medida, el futuro de la humanidad: frenar
e, idealmente, revertir el cambio climático.
La reunión, que contó con la presencia del presidente, Luis Guillermo Solís, como
jefe de la delegación nacional, tuvo múltiples propósitos, entre los cuales destacan
tres. La finalidad más general fue elevar el nivel de conciencia universal –
particularmente, entre quienes toman decisiones– sobre los graves efectos actuales
y tangibles del cambio climático y los enormes riesgos que plantea a futuro, incluida
la supervivencia misma de países y poblaciones. Además, se propuso impulsar a
Gobiernos, empresas e instituciones, a asumir compromisos concretos, entre ellos
de apoyo financiero, en torno a acciones que puedan reducir o mitigar las emisiones
que generan el calentamiento global.
Los dos aspectos anteriores, a su vez, serán claves para el éxito del tercer objetivo
de la reunión: generar ímpetu en el complejo proceso negociador que, en el 2015,
debería desembocar en un nuevo acuerdo global sobre cambio climático, que
reemplace el fallido Protocolo de Kyoto, adoptado en 1997 y vigente, sin carácter
universal, desde el 2005.
La aspiración con el nuevo documento es que, al igual que su predecesor,
establezca claros límites para reducir el calentamiento global, y que estos sean
vinculantes para los países suscriptores. Las negociaciones se dan en el contexto
de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, suscrita en 1992
en la “Cumbre de la Tierra” celebrada en Río de Janeiro. Para nuestro país es un
orgullo que su Secretaría General esté encabezada por la costarricense Cristiana
Figueres, quien ha realizado ingentes y eficaces esfuerzos en este complejo
proceso. Este año, la reunión de la Convención se celebrará en Lima, Perú, pero el
encuentro clave será el próximo en París.
Todo indica que, en sus dos primeros objetivos, la Cumbre de la ONU fue exitosa.
Su impacto en la conciencia universal ha sido evidente y generará una presión
ineludible sobre los líderes políticos y empresariales; además, muchos de los
compromisos suscritos tendrán indudable incidencia en bajar el atroz ritmo del
cambio climático: poco antes de la reunión se dio a conocer que la acumulación en
la atmósfera de dióxido de carbono (uno de los gases que más influyen en el efecto
invernadero) creció en el 2013 al más alto nivel registrado en 30 años. Es decir, el
tiempo se está acabando para evitar desastres de enorme magnitud, que se añadan
a otros que ya se han producido.
Reconocemos, como dijo acertadamente el presidente Solís en su discurso, que la
principal acción contra esta tendencia tiene que ser nacional, y que las decisiones
voluntarias, si son amplias y están bien orientadas, podrán tener importantes
efectos. Sin embargo, será casi imposible frenar y revertir la marcha del
calentamiento global sin un compromiso internacional vinculante, con metas
absolutamente claras, cuantificables y verificables, que sea ratificado y aplicado por
todos los países, en particular los principales emisores.
La mayor responsabilidad histórica por el estado actual de la atmósfera, sin duda,
corresponde a los países más desarrollados, que se industrializaron y adoptaron
sus pautas de consumo en un mundo sin conciencia sobre el cambio climático. Entre
ellos están Estados Unidos, Europa Occidental y Rusia. Ellos deben hacer los
mayores esfuerzos. Sin embargo, la responsabilidad presente también es enorme
para los grandes países emergentes. El primer lugar lo ocupa China, que se ha
convertido en el mayor emisor universal. Aunque, ciertamente, ha aplicado medidas
importantes para reducir la tasa de crecimiento de gases con efecto invernadero,
todavía apuesta masivamente al carbón como fuente de energía. Fue
decepcionante que su presidente, Xi Jinping, no asistiera a la reunión de la ONU.
India y Brasil también tienen un gran compromiso con la humanidad, sobre todo el
primero.
Es tiempo de que esos tres países, y otros emergentes –por ejemplo, Indonesia y
Malasia–, dejen de utilizar el concepto de “responsabilidades comunes, pero
diferenciadas” para eludir una parte de sus deberes con el resto de la humanidad, y
que asuman compromisos más concretos para reducir la producción de gases con
efecto invernadero. Por su parte, los que subsidian el consumo de hidrocarburos,
como Nigeria, Venezuela y todos los productores de petróleo árabes, deben cesar
esas políticas. Y los países desarrollados, además de sus compromisos nacionales,
deben brindar un apoyo relevante a las acciones de prevención y control de impacto
en los países menos desarrollados, incluidos los de ingreso medio.
Los gases de efecto invernadero
alcanzaron un nuevo máximo en 2013
POR AFP -
Ginebra, Suiza.
Los gases de efecto invernadero alcanzaron niveles récord de concentración en
2013, los cuales están perjudicando la atmósfera y los océanos, advirtió la
Organización Meteorológica Mundial (OMM).
"La alarma está sonando", dijo a la prensa Michel Jarraud, secretario general de
esta agencia de Naciones Unidas, al presentar el último boletín sobre concentración
de gases de efecto invernadero.
"Sabemos con certeza que el clima está cambiando, y que las condiciones
meteorológicas se están volviendo más extremas a causa de las actividades
humanas, como la explotación de combustibles fósiles", añadió Jarraud.
Las observaciones de la OMM señalan que las concentraciones de dióxido de
carbono (CO2), metano (CH4) y protóxido de nitrógeno (N20) "alcanzaron nuevos
máximos en 2013".
Además, la tasa de aumento del dióxido de carbono atmosférico entre 2012 y 2013
representó el mayor incremento interanual del período 1984-2013.
A pesar del cambio climático, la mayoría de los países contaminantes siguen
pagando poco o nada por sus emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, dice
científico de la Universidad de Gotemburgo en Suecia.
En 2013, la concentración de CO2 en la atmósfera representaba el 142% más de la
que había en la época preindustrial (año 1750). Las concentraciones de metano y
protóxido de nitrógeno representaban respectivamente un 253% y un 121%
respecto a entonces.
El boletín de la OMM indica igualmente que la capacidad de la Tierra de conservar
la energía solar o hacerla rebotar hacia el espacio, un fenómeno que contribuye al
calentamiento global, aumentó un 34% entre 1990 y 2013, a causa de los gases de
efecto invernadero como el CO2, el CH4 y el N20.
El océano absorbe en la actualidad una cuarta parte de las emisiones totales de
CO2, y la biosfera otro cuarto, lo que limita el incremento de este gas en la
atmósfera.
No obstante, advierte la OMM, la mayor cantidad de gases en los océanos "tiene un
impacto de gran alcance", ya que contribuye a la acidificación, dañina para los
ecosistemas marinos, y por extensión para la pesca, el turismo o el modo de vida
de poblaciones autóctonas.
Cada día, los océanos absorben unos cuatro kilos de CO2 por persona, detalla la
OMM, y afirma que el ritmo de acidificación no tiene precedentes en los últimos 300
millones de años.
"El dióxido de carbono se mantiene durante cientos de años en la atmósfera y
todavía más tiempo en el océano. El efecto acumulado de las emisiones pasadas,
presentes y futuras de este gas redundará a su vez en el calentamiento del clima y
la acidificación de los océanos", advirtió Jarraud.
Todos estos datos apuntan a que el cambio climático "se va a amplificar en el
futuro", advierte el profesor de meteorología William Collins, de la Universidad de
Reading.
El dióxido de carbono es el principal responsable del calentamiento del clima. Su
concentración en la atmósfera aumentó en 2013 en 2,9 ppm (partes por millón), lo
que representa el mayor incremento interanual desde 1984. El CO2 se origina con
la combustión de materias fósiles y con la deforestación.
El metano es el segundo gas de efecto invernadero más importante. Alrededor del
40% de las emisiones de dicho gas en la atmósfera son de origen natural (zonas
húmedas, termitas, etc) y el 60% de origen humano (ganadería, cultivos de arroz,
explotación de combustibles fósiles, vertederos, etc).
El informe fue publicado días antes de la cumbre del clima del 23 de septiembre en
Nueva York, convocada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, para
preparar las negociaciones del año que viene en París, donde se espera alcanzar
un acuerdo histórico que entre en vigor en 2020.
La ONU quiere limitar el calentamiento global a dos grados centígrados respecto a
la época preindustrial. Sin embargo, muchos científicos afirman que, a la vista de
los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero, las temperaturas habrán
aumentado al final de este siglo en más de cuatro grados respecto a la época
preindustrial.
El efecto dominó en el clima
POR Paul Krugman -
Tal vez sea yo, pero los predecibles chillidos de indignación de la derecha respecto
a las reglas sobre el carbono propuestas por la Agencia de Protección Ambiental
(EPA, por las siglas en inglés) de los Estados Unidos parecen extrañamente débiles
y desenfocados. Hablo de que estas mismas personas fueron las que crearon
indignación nacional respecto a paneles de la muerte que no existían. Ahora la
administración Obama sí está haciendo algo que en verdad causará aunque sea
algo de dolor a algunas personas. ¿Dónde están las llamativas y falsas historias de
horror?
Por lo que valen, sin embargo, los ataques contra las nuevas reglas involucran
principalmente las tres C: conspiración, costo y China. Es decir, los derechistas
alegan que no hay tal calentamiento global, que todo consiste en un engaño
promulgado por miles de científicos de todo el mundo; que tomar acciones para
limitar las emisiones de gases de efecto invernadero devastaría la economía; y que,
de todas formas, la política estadounidense no puede lograr cosa alguna porque
China sencillamente seguirá lanzando cosas a la atmósfera.
No quiero decir mucho respecto a las teorías de la conspiración, excepto para hacer
notar que cualquier intento por hallar sentido a la política estadounidense actual
tiene que tomar en consideración este indicador especial de la caída del Partido
Republicano en un estado de locura. Sin embargo, hay mucho que decir en lo que
respecta al costo y a China.
Sobre el costo. Es razonable argumentar que nuevas reglas dirigidas a limitar las
emisiones tendrían algún efecto negativo sobre el producto interno bruto y los
ingresos de las familias. Hasta eso no es necesariamente cierto, en especial en una
economía deprimida, donde las regulaciones que requieren nueva inversión podrían
terminar por crear empleos. Sin embargo, es probable que la acción de la EPA, si
llega a hacerse efectiva, lastimará aunque sea un poquito.
Distrito de negocios de Pekín, China. Cuando los países ricos emprendan acciones
para limitar las emisiones de gases del efecto invernadero, podrían gravar bienes
importados de países que no lo hagan. | G. SABRIE/THE NYT
Las afirmaciones de que los efectos serán devastadores, no obstante, no solo son
erróneas, sino inconsistentes con lo que los conservadores afirman creer. Pregunte
a los derechistas en qué forma se las va a arreglar la economía de los Estados
Unidos con suministros limitados de materias primas, tierra y otros recursos, y ellos
responden con gran optimismo: la magia del mercado nos llevará a soluciones. Pero
de manera abrupta pierden la fe en la magia del mercado cuando alguien propone
límites a la contaminación; barreras que se impondrían mayoritariamente en formas
amigables con el mercado, como sistemas de fijación de límites máximos e
intercambio de derechos de emisión. Repentinamente, insisten en que las empresas
serán incapaces de ajustarse, que no hay alternativa para hacer todo lo relacionado
con la energía exactamente de la forma en que lo hacemos ahora.
Eso no es realista y no es lo que dice un análisis cuidadoso. No es siquiera lo que
dicen estudios pagados por personas que se oponen a la acción climática. Como
expliqué la semana pasada, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos encargó
recientemente un informe que estaba dirigido a mostrar los terribles costos de la
política venidera de la EPA –un informe que hizo las menos favorables de las
presunciones posibles en un intento por hacer parecer que los costos eran
mayores–. Aun así, empero, los números salieron embarazosamente bajos. No
tomar medidas drásticas con el carbón no va a lesionar la economía de los Estados
Unidos.
Pero, ¿qué hay en cuanto al aspecto internacional? En este punto, Estados Unidos
es responsable de solamente el 17% de las emisiones mundiales de dióxido de
carbono, mientras que a China corresponde el 27% y esa cifra aumenta
rápidamente. Por eso es cierto que Estados Unidos, actuando a solas, no va a salvar
al planeta. Necesitamos cooperación internacional.
Sin embargo, esa es precisamente la razón por la que necesitamos la nueva política.
Estados Unidos no puede esperar que otros países tomen acciones rigurosas contra
las emisiones al tiempo que rehúsa hacer algo de su parte, por lo que las nuevas
reglas son necesarias para poner el juego en marcha. Y es bastante seguro que la
acción en los Estados Unidos va a conducir a acción correspondiente en Europa y
Japón.
El factor ‘China’. Nos queda China y en días recientes se han producido muchas
afirmaciones cínicas respecto a que aquel país sencillamente seguirá adelante y
quemará cualquier carbón que nosotros no consumamos. Y es un hecho que no
queremos contar con el altruismo chino.
Pero no tenemos que hacerlo. China es enormemente dependiente del acceso a los
mercados de los países avanzados –buena parte del carbón que quema se puede
atribuir, directa o indirectamente, a su actividad exportadora– y sabe que pondría
en riesgo este acceso si rehúsa desempeñar cualquier papel en la protección del
planeta.
Más específicamente, cuando los países ricos emprendan acciones serias para
limitar las emisiones de gases del efecto invernadero, es muy probable que
empiecen a imponer “gravámenes por carbono” a los bienes importados de países
que no hayan emprendido medidas similares.
Tales impuestos deben ser legales de acuerdo con las reglas existentes –la
Organización Mundial de Comercio (OMC) probablemente declarará que los límites
de carbono son efectivamente un impuesto para los consumidores, que se puede
cobrar sobre importaciones tanto como sobre producción local–. Lo que es más, las
reglas de comercio dan consideración especial a la protección del ambiente. Así las
cosas, China se encontraría con fuertes incentivos para empezar a limitar las
emisiones.
La nueva política del carbono, entonces, se supone que sea el principio, no el fin,
de un efecto dominó que, una vez que empiece, debe dar inicio a una reacción en
cadena que lleva, finalmente, a pasos globales para limitar el cambio climático.
¿Sabemos que funcionará? Por supuesto que no, pero es vital que hagamos el
intento.
Traducción de Gerardo Chaves para La Nación
Paul Krugman es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad
de Princeton y Premio Nobel de Economía del 2008
Nuestra última oportunidad para salvar el
planeta
POR Jeffrey Sachs -
MELBOURNE – La humanidad ya casi se ha quedado sin tiempo para abordar el
cambio climático. Los científicos han señalado que un aumento de la temperatura
de dos grados centígrados por encima de los niveles preindustriales colocará a la
Tierra en un terreno peligroso y desconocido. Sin embargo, actualmente vamos
camino de un aumento de cuatro grados o más en este siglo. Ha llegado la última
oportunidad para actuar.
Dicha oportunidad se producirá en diciembre del 2015 en París, cuando los
Gobiernos del mundo se reúnan para la vigésima primera cita anual de las Naciones
Unidas sobre el cambio climático, pero esa vez será diferente. O los Gobiernos
acuerdan la adopción de medidas decisivas, como han prometido, o volveremos la
vista atrás y veremos el 2015 como el año en el que la salud climática se nos deslizó
entre los dedos.
En 1992, los Gobiernos del mundo aprobaron la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático y prometieron evitar “la peligrosa interferencia
antropogénica [inducida por el hombre] en el sistema climático”, reduciendo la tasa
de emisión de los gases que provocan el efecto de invernadero, en particular el
dióxido de carbono, pero, aunque el tratado entró en vigor en 1994, la tasa de
emisiones de dichos gases, incluido el CO2, ha aumentado en realidad.
En 1992, con la combustión mundial de carbón, petróleo y gas, más la producción
de cemento, se lanzaron 22.600 millones de toneladas de CO2 al aire. En el 2012,
el año más reciente sobre el que disponemos de datos comparables, las emisiones
ascendieron a 34.500 millones de toneladas. En lugar de controlarlo, la humanidad
ha acelerado el cambio climático inducido por el hombre.
Ahora ese es el mayor problema moral de nuestro tiempo. La utilización de
combustibles fósiles en todo el mundo amenaza a los pobres, que son los más
vulnerables al cambio climático (aunque los ricos son la causa principal), y a las
generaciones futuras, que heredarán un planeta ya inhabitable en muchos lugares
y con el abastecimiento de alimentos sometido a crisis en gran escala.
Estamos causando ese daño en una época en la que los adelantos tecnológicos
permiten al mundo sustituir los peligrosos combustibles fósiles por fuentes
energéticas con escasas emisiones de carbono, como, por ejemplo, la eólica, la
solar, la nuclear y la hidroeléctrica, y reducir las repercusiones de los combustibles
fósiles utilizando la tecnología para la captura y el almacenamiento de carbono. El
papa Francisco recientemente lo ha expresado perfectamente: “Salvaguardar la
Creación”, ha dicho, “porque, si destruimos la Creación, ¡la Creación nos destruirá
a nosotros! ¡No debemos olvidarlo nunca!”.
Sin embargo, para los muchos intereses poderosos existentes, el cambio climático
sigue siendo un juego cuyo objetivo es retrasar lo más posible la adopción de
medidas. Las gigantescas compañías de combustibles fósiles han seguido
presionando entre bastidores contra el paso a la utilización de una energía con
escasas emisiones de carbono y han utilizado su inmensa riqueza para comprar
informaciones en los medios de comunicación destinadas a sembrar la confusión.
El imperio de medios de comunicación de Rupert Murdoch en los Estados Unidos,
el Reino Unido, Australia y otras partes destaca por el papel particularmente cínico
que desempeña en la difusión de propaganda anticientífica.
Aun así, la política del cambio climático puede estar cambiando para mejor, como
lo refleja el contundente mensaje del Papa. El fin del estancamiento podría llegar
ponto por las seis razones siguientes:
En primer lugar, el mundo está dándose cuenta de la calamidad que estamos
causando. Aunque la máquina de propaganda de Murdoch produce un torrente
diario de falsedades anticientíficas, el público ve también sequías prolongadas
(ahora en partes de Brasil, California y el Sudeste asiático, por citar solo algunos
lugares), inundaciones enormes (recientemente en Bosnia y Servia) y olas de calor
letales (en muchas partes del mundo).
En segundo lugar, los ciudadanos del mundo no quieren morir en medio de las
llamas. La opinión pública ha logrado hasta ahora bloquear la construcción del
oleoducto Keystone XL, que aceleraría la producción de arenas petrolíferas del
Canadá, perspectiva escandalosa en vista de que ni Canadá ni los EE. UU. se han
comprometido aún con un plan climático.
En tercer lugar, puede ser que nos esperen crisis climáticas más graves. Este año
podría haber un muy intenso fenómeno de El Niño, cuando las aguas del Pacífico
oriental se calientan y provocan trastornos climáticos mundiales. Un gran El Niño
ahora sería aún más peligroso de lo habitual, porque se sumaría a la tendencia
general al aumento de las temperaturas mundiales. De hecho, muchos científicos
creen que un gran El Niño podría hacer que el 2015 fuera el año más cálido de la
Tierra.
En cuarto lugar, tanto los EE. UU. como China, los dos mayores emisores de CO2,
están empezando por fin a ponerse serios. El gobierno del presidente Barack
Obama está intentando parar la construcción de dos nuevas centrales eléctricas de
carbón, a no ser que estén equipadas con tecnología para la captura y el
almacenamiento de carbono. Por su parte, China ha comprendido que su profunda
dependencia del carbón está causando una contaminación y una niebla tóxica tan
devastadoras, que está provocando una pérdida enorme de vidas, pues la
esperanza de vida se ha reducido nada menos que en cinco años en las regiones
con un enorme consumo de carbón.
En quinto lugar, las negociaciones de París están comenzando por fin a atraer la
atención mundial, tanto del público como de los dirigentes mundiales. El secretario
general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha pedido a los dirigentes políticos
que asistan a una cumbre especial en setiembre del 2014, es decir, 14 meses antes
de que se celebre la reunión de París, para lanzar unas negociaciones intensivas.
La red de expertos de las Naciones Unidas que yo dirijo –Red de Soluciones para
el Desarrollo Sostenible– hará público un importante informe, el próximo mes de
julio, sobre cómo puede descarbonizar su sistema energético cada una de las
economías más importantes.
Por último, los avances tecnológicos en materia de sistemas energéticos con
escasas emisiones de carbono, incluidos los sistemas fotovoltaicos, los vehículos
eléctricos, la captura y el almacenamiento de carbono, las centrales nucleares de
cuarta generación con dispositivos de seguridad enormemente perfeccionados,
contribuyen a la transición a una energía de bajo costo y escasas emisiones de
carbono tecnológicamente realistas, con unos enormes beneficios consiguientes
para la salud humana y la seguridad planetaria.
A partir de este otoño, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible creará
una plataforma, con el fin de que todos los ciudadanos del mundo participen en la
ardua misión de salvar el planeta. La Red ofrecerá en línea, y gratuitamente, un
curso introductorio al cambio climático y después organizará en línea una
“negociación” mundial sobre un acuerdo climático planetario.
Esperamos que centenares de miles, tal vez millones, de ciudadanos interesados
de todo el mundo participen en línea para indicar el camino a los políticos. El control
del cambio climático es un imperativo moral y una necesidad práctica, demasiado
importantes para dejarlos en manos de los políticos, las grandes compañías
petroleras y sus propagandistas de los medios de comunicación.
Jeffrey D. Sachs es profesor de Desarrollo Sostenible, profesor de Política y Gestión
de la Salud y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia.
También es asesor especial del secretario general de las Naciones Unidas sobre
los Objetivos de Desarrollo del Milenio. © Project Syndicate.
Cambio climático aún sin solución
POR Robert Samuelson
Sería saludable —en el sentido de promover la honestidad— que todo informe que
advierta sobre el calentamiento global y el cambio climático (ambos términos son
intercambiables) se presentara con el siguiente descargo: A pesar de nuestra
creencia de que el calentamiento global presenta amenazas catastróficas para
muchos de los 7.000 millones de habitantes del mundo, reconocemos que ahora
carecemos de las tecnologías adecuadas para detenerlo. Pero no hay seguridad de
que eso vaya a suceder, y puede gastarse mucho tiempo y dinero en esfuerzos
vanos y poco económicos.
No soy optimista. Nuestros debates sobre el cambio climático confunden más de lo
que clarifican. Siguen un guion ritualista que ahora vuelve a usarse.
Primero apareció un deprimente informe del Panel Intergubernamental para el
Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), un grupo internacional de
científicos creado por las Naciones Unidas. Halló que la temperatura global se ha
calentado durante décadas, que las emisiones creadas por el hombre constituyen
la causa principal (se dice que las concentraciones atmosféricas son las más
elevadas en 800.000 años) y que, entre sus efectos, se encuentran el ascenso del
nivel del mar, el derretimiento de bancos de témpanos y más olas de calor.
Después llegó la Evaluación Nacional Norteamericana del Clima, un estudio
realizado por 300 expertos norteamericanos, que es más alarmante que el informe
IPCC. Comienza:
El cambio climático, que en una época se consideraba como un asunto del futuro
distante, se ha trasladado firmemente al presente.
Los norteamericanos ya sufren el cambio climático. Las inundaciones son más
frecuentes; los incendios forestales son más difíciles de controlar; las lluvias son
más violentas.
Será necesario un impuesto al carbono para ayudar a financiar y estimular las
políticas de ahorro energético y nuevas formas de energía. | JORGE ARCE
Naturalmente, los escépticos (alias los “negadores de la realidad”) denunciaron los
informes. Las pruebas eran exageradas, escogidas convenientemente o ambas
cosas, dijeron Paul Knappenberger y Patrick Michaels, del Cato Institute, un centro
de investigaciones libertario. Consideremos, dijeron, un estudio contrastante
encabezado por un investigador de Harvard. Halló que las muertes a causa del
calor, en 105 ciudades de Estados Unidos, descendieron desde fines de la década
de 1980.
El pimpón retórico —argumento versus contra argumento— sugiere una lucha por
la opinión pública. En realidad, no. Correcta o incorrectamente, el público ya cree
en el calentamiento global. Una encuesta de Pew, de 2013, halló que el 67% de los
norteamericanos ve “pruebas sólidas” de que la tierra se está calentando.
Aunque ese porcentaje ha descendido de un 77% en 2006, el margen es aún
amplio. Los demócratas creen en él más que los republicanos, porque el apoyo del
Tea Party es bajo.
Para los grupos del medio ambiente es útil tener “negadores” del calentamiento
global (y, por supuesto, detrás de ellos las siniestras compañías petroleras) como
complemento. El mensaje subliminal es que una vez que terminemos con estos
neanderthals, podremos adoptar políticas sensatas para “hacer algo” sobre el
calentamiento global.
La realidad es otra. La verdad para una política gubernamental es que: “No tenemos
solución”.
Una mejor opción. Entre 2010 y 2040, la Administración de Información Energética
de Estados Unidos proyecta que las emisiones globales aumentarán casi un 50%.
Alrededor del 80% de la energía global proviene de combustibles fósiles (carbón,
petróleo, gas natural), que son también las principales fuentes de las emisiones de
anhídrido carbónico (CO2). En este momento, no tenemos un reemplazo práctico
para esa energía. Ningún gobierno sensato sacrificará la economía hoy en día –
reduciendo drásticamente la utilización de combustibles fósiles– por los inciertos
beneficios de la reducción del calentamiento global en un futuro nebuloso. (El foco
del informe norteamericano sobre el calentamiento global en el presente, parece
dirigido a salvar esa brecha.)
Y lo que es peor, casi todos los aumentos proyectados en las emisiones globales
provienen de países más pobres, la mitad, solo de China. En cambio, se proyecta
que las emisiones de Estados Unidos (y las de la mayoría de las naciones ricas) se
mantendrán estables en las tres décadas siguientes. El crecimiento económico se
está ralentizando; la eficiencia energética está aumentando, y en Japón y algunos
países europeos, la población está declinando. Puesto que, como es comprensible,
los países más pobres no abandonarán sus esfuerzos para aliviar la pobreza, todo
recorte adicional de las emisiones de Estados Unidos podría ser contrarrestado por
incrementos en China y otras partes. Ese hecho atenúa su atractivo político y
ecológico.
La única esperanza real de neutralizar estos conflictos es con nuevas tecnologías.
Hasta el momento, no ha surgido ninguna solución mágica. Aunque están
aumentando, la energía solar y eólica representan una diminuta porción de la
energía global. “La captura y almacenamiento del carbono” —colocar bajo tierra las
emisiones de CO2 de las centrales eléctricas— se ha discutido durante años.
Hasta el momento, no es viable comercialmente.
En medio de la retórica, hay enorme incertidumbre sobre cuánto calentamiento se
producirá, qué cambios (para bien o para mal) traerá, y con qué facilidad (o no) nos
adaptaremos. Mi preferencia, a menudo declarada, es el establecimiento de
políticas que reduzcan el calentamiento global pero que contemplen también otros
problemas. La idea más obvia es un impuesto al carbono para ayudar a financiar al
Gobierno y estimular las tecnologías de ahorro energético y las nuevas formas de
energía sin carbono.
Si estas tecnologías se utilizaran en todo el mundo, la brecha entre los países ricos
y pobres se reduciría.
No pretendo decir que sería una medida popular ni que las tecnologías deseadas
se materializarán. No obstante, es nuestra mejor opción y tiene la virtud agregada
de ser honesta.
Robert Samuelson inició su carrera como periodista de negocios en The Washington
Post, en 1969. Además fue reportero y columnista de prestigiosas revistas como
Newsweek y National Journal.
Aumento de calor amenaza con liberar
CO 2 en el Ártico
Penetra en el permafrost
POR Michelle Soto M. / [email protected]
El permafrost, capa del suelo que está permanentemente congelada en las regiones
polares, constituye la mayor reserva de carbono orgánico en el planeta.
Ahora, la mayoría de ese carbono yace en los suelos a menos de tres metros de la
superficie y, por tanto, son vulnerables al deshielo.
“El permafrost se está calentando más rápidamente que la temperatura del aire del
Ártico, tanto como de 1,5 a 2,5 grados centígrados en los últimos 30 años”, dijo
Charles Miller, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL de NASA).
“Cuando el calor de la superficie terrestre penetra en el permafrost, amenaza con
movilizar estas reservas de carbono orgánico y liberarlo a la atmósfera en forma de
dióxido de carbono y metano, alterando el equilibrio del carbono del Ártico y
agravando enormemente el calentamiento global”, agregó .
El calentamiento global aceleró el deshielo en el Ártico. |
Así lo alertó Miller, líder de la misión Carbon in Arctic Reservoirs Vulnerability
Experiment (Carve) de la NASA, en un comunicado de esta agencia espacial.
Con esta misión, la NASA busca estudiar cómo el cambio climático está afectando
el ciclo del carbono en el Ártico.
“El cambio climático ya está ocurriendo en el Ártico, más rápidamente de lo que los
ecosistemas puedan adaptarse. Observar el Ártico es como mirar a un canario en
una mina de carbón de todo el sistema de la Tierra (porque sirve de advertencia)”,
explicó Miller.
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