Los Cuadernos de Música
De Mahler a Brückner
CONVERSACION CON JESUS LOPEZ COBOS
Juan Jesús Ronzón
Vidal Peña
e iudadano de cualquier sitio, pero profundamente apegado a su tierra -en alguna ocasión ha confesado sentir la nostalgia del emigrante- Jesús López
Cobas es, hoy, una de las primeras batutas del mundo.
Moderadamente agnóstico, apolíneo -lírico-, discretamente metafísico, un tanto fatalista y muy pragmático, llegó a la música, como por casualidad, desde la Filosofía. Habla cinco idiomas, estudia sin cesar y bosteza sin remedio antes de los conciertos (« ... es como una reacción física») ...
Por mucho que sus realizaciones más importan-. tes hayan sido en el terreno de la lírica, se rebela contra su encasillamiento como director de ópera. «Con el tiempo yo quisiera volver a lo que fue mi pasión absoluta en mis principios de música, la polifonía, Bach, Handel».
Bruckner ha supuesto hitos importantes en su biografía. Con el Te Deum se graduó en dirección coral en la Academia de Música de Viena. En dos de sus primeros conciertos en nuestro país, «Bruckner para la juventud», interpretó, por los años 74 y 75, la Misa en Fa, el Te Deum y la Séptima Sinfonía, que estos días acaba de dirigir de nuevo en Madrid con la Orquesta Filarmónica de Londres.
Pasaron ya los años en que todas las puertas se cerraban porque aquí « ... hasta que no triunfas, no tienes nada que hacer». Y desde aquella representación de La Flauta Mágica con que, en 1969, debutó en La Fenice, en Venecia, sustituyendo a Peter Maag, su irresistible ascensión le ha llevado a Berlín, en cuya Deutsche Oper, y a partir de la próxima temporada, comenzará su trabajo como Generalmusikdirektor.
Ahora, cuando ya es visitante habitual de los principales teatros del mundo; cuando su cotización ha subido como la espuma y, como confirmando sus palabras, cuando ha triunfado, queremos traerle a España ...
Jesús Lóp�_Cobos.
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-Tras el reviva/ Mahler, se habla ahora de reviva/ Bruckner. Ambos «renacimientos» parecen suponer que hubo un olvido previo. Pero quizá sea un olvido relativo, o se le juzgue tal desde una perspectiva insuficiente, como puede ser la española. ¿Podria usted estimar las dimensiones de ese olvido en otros mundos musicales -el vienés por ejemplo- que usted conoce bien? ¿Se mantuvo en ellos una suficiente tradición interpretativa de esos autores?
-Y o no creo que se pueda hablar de un «renacimiento» bruckneriano en general. De lo que hay que hablar es de un «descubrimiento» de Bruckner por parte de audiencias que le conocían deficientemente o no le conocían, especialmente en los países latinos. En un mundo como el vienés muy apegado a sustracciones musicales ni Mahler ni Bruckner tuvieron buena acogida en su tiempo, pero así como el mundo mahleriano fue de más difícil comprensión y, no hay que olvidarlo, encerraba grandes dificultades técnicas para los instrumentistas, la obra de Bruckner disfrutó de una tradición ininterrumpida debido a su factura más clásica (las sinfonías brucknerianas son a pesar de su longitud, tan simples de analizar en el fondo como una sinfonía de Schubert) y, por supuesto, a su relativa falta de dificultades técnicas.
Y o viví en 1967 durante mi época estudiantil en Viena, el Festival vienés dedicado a la obra completa de Mahler y que marcó el comienzo del «renacimiento» mahleriano. Por el contrario resultaba completamente rutinario en aquellos años oír sinfonías de Bruckner en los programas de las diferentes orqUestas vienesas.
-Dando por supuesto tanto el reviva/ Mahlercomo el de Bruckner, ¿cree Vd. que en el gusto actual por esos autores podrian intervenir componentes ideológicos (filosóficos), presentes como problemas de nuestra cultura? Nos referimos, por ejemplo, a cosas tales como ese posible escepticismo desgarrado que un Adorno detectaba en Mahler (escepticismo fruto de una cultura que agota sus formas, en un «momento terminal» que mira con nostalgia lúcida al pasado), junto al cual la música de Bruckner podría reofrecer, acaso, su alternativa «religioso-mística»... En esos o en otros términos, ¿piensa usted que las «filosofías», por llamarlas así, que las músicas de Mahler o Bruckner llevarian acopladas, tienen que ver con el renacer de su «actualidad»? Y ciñéndonos a su propio caso -el de un director que, como es bien sabido, hizo estudios de filosofía- ¿cómo considera usted esas resonancias ideológicas en el momento de afrontar el estudio de las obras de esos compositores?
-El discurrir de la historia es cíclico. Por ello notiene nada de anormal que autores que cayeron en el olvido vuelvan a estar de moda. Hay desde luego, una serie de autores, llamémosles clásicos, que nunca «estarán de moda», sino que serán y son la base y la esencia de nuestra vida musical. El resto viene y vuelve a marcharse a tenor de las
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circunstancias históricas. Ni que dudar cabe que las presentes circunstancias ayudan al resurgir de compositores como Mahler y Bruckner. Los escépticos, los que consideran a la cultura en su momento «terminal» se verán atraídos por Mahler, por esa música fruto también de una situación límite, de una premonición de grandes tragedias. De ahí el éxito actual de un Mahler o de un Alban Berg. ¿Se imagina que hace veinte años las Operas de Paris y de Londres pusiesen el cartel de «no hay billetes» bajo el anuncio de Lulú?
Bruckner significa, desde luego, la alternativa. A la salvación por la mística, por la espiritualidad, no por el nihilismo o por la desesperación. Todas las generaciones que se ponen en camino de la India para buscar la felicidad con cualquier «guru» son o serán potenciales aficionados a la música de Bruckner.
Al afrontar el estudio de cualquier compositor son esenciales unas series de conocimientos fuera de los estrictamente musicales y que se refieren a la historia, a la costumbre y a la filosofía de la época. Es por ello por lo que me considero especialmente afortunado por haber tenido esa ocasión única de haber llegado a la música por caminos diferentes. Si a esto añadimos mi «back-ground» de director coral amante y cultivador durante años de la música gregoriana y polifónica, mi afición y mi amor por Bruckner no son más que una consecuencia lógica.
-En su trayectoria de director están presentesMahler y Bruckner, y conocidos momentos de su carrera musical se asocian a esos nombres (el Te Deum con que se graduó en Viena en dirección coral, la Misa en Fa o la Séptima Sinfonía de los conciertos «Bruckner para la juventud», la Octava Sinfonía de hace dos años en Madrid, o, pasando a Mahler, el Klagende Lied o la Primera sinfonía ... ) ¿Podria hablarnos, en general, de sus ideas
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sobre la interpretación de ambos autores: los principales problemas que plantean, sus desemejanzas y sus posibles coincidencias, etc.?
-En mi respuesta anterior hago alusión a lasdiferencias de carácter de esta música. Yo estoy hasta un cierto grado convencido (seguro no lo voy estando de nada) de que se puede ser un gran intérprete mahleriano y no entender en absoluto de la obra bruckneriana y al revés. De lo que estoy convencido es de que para bien interpretar a Bruckner son necesarios una serie de conocimientos musicales de, que, por desgracia, no sean hoy día normales en la formación del director; a saber: canto gregoriano, modos eclesiásticos, polifonía, órgano... estos son los factores que integran el fondo y la esencia de la música bruckneriana. Y la confusión, muy e,xtendida, de considerar la música bruckneriana como una extensión al campo sinfónico de Wagner es, a mi modo de ver, un gran error. Bruckner bebió, como todos, en las fuentes wagnerianas en lo que a instrumentación se refiere; ésto está claro. Pero ello no es sino la vestidura. La forma entronca con la forma clásica de la sinfonía llevada a su mayor amplitud y la esencia va mucho más atrás: arranca de la música polifónica, de la música gregoriana, de los modos eclesiásticos.
No creo, por el contrario, que para la correcta interpretación de la música mahleriana sean necesarios conocimientos musicales fuera de los normales de un director de. orquesta. Las dificultades interpretativas estriban en «entrar» certeramente en el mundo mahleriano, comprender su situación anímica y el mensaje que, a través de su música, nos ha querido legar. Sin ser capaz de penetrar en esa situación la interpretación mahleriana presenta problemas muy arduos. En una sola frase podría considerarlo así: Bruckner requiere una preparación «intelectual»; Mahler, «vivencia!».
-Mahler sostuvo que debía haber una tradicióninterpretativa de sus propias obras. ¿Podría hablarnos un poco de los grandes directores mahlerianos y sus características?
-Sostengo que todo compositor necesita, paraser bien interpretado, de una «tradición». Es lo que llamaría estilo; Mahler, también. Lo que ocurre es que como consecuencia de lo que antes h_eapuntado, al tener su música un componente_ eminentemente «vivencia!» hay y habrá tantas mterpretaciones como directores de orquesta. No conozco un compositor que haya sido interpretado de tantos y tan diversos modos. Desqe la interpretación «clásica» de un Bruno Walter hasta la emocional de un Bernstein hay para todos los gustos.
-Que nosotros sepamos, tanto la cuarta como laoctava sinfonías de Bruckner tienen dos versiones (para la cuarta, las de 1874 y 1879-80; para la
López Cobas, dirigiendo la Opera de Berlín.
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octava, las de 1887 y 1890). ¿Qué versiones, y en virtud de qué, le parecen preferibles?
-El tema de las versiones es muy complejo ycreo que su solución se la llevó Antón Bruckner a su tumba. Sabido es cómo Bruckner, en su intento de satisfacer a sus críticos y a los directores de orquesta y con el objeto de que sus obras llegasen a ser interpretadas ( objetivo de cualquier compositor y muy humano) prácticamente revisó todas sus obras, simplificándolas o reduciéndolas a veces. Lo que nadie puede asegurar es que Bruckner, en su fuero interno, lo hiciese por propio convencimiento. Particularmente me siento atraído por las versiones originales, por el íntimo sentimiento de que la primera idea de un compositor es la más genial.
-En relación con Mahler y Bruckner, ¿tiene usted algún proyecto para el futuro?
-Deseo ampliar lo antes posible mi repertoriobruckeriano debido a mi afinidad mayor a este compositor. Especialmente en los próximos años, en mi actividad especialmente intensa con la London Phillarmonic Orchestra, es mi deseo poner este proyecto en práctica.
-Aunque su actividad predominante es la dedirector de ópera, está reconocido como importante director sinfónico. ¿Piensa usted mantener el peso relativo que ambas dedicaciones han tenido hasta ahora en su carrera, o quizá modificarlo?
-Mi actividad fue hasta 1976 predominantemente operística. Desde el citado año la he dividido por mitades entre el campo lírico y el sinfónico y en una temporada como la actual, 1980-81, voy a dirigir unas treinta funciones de ópera y unos ochenta conciertos. A partir de la próxima temporada en que comienzo como Generalmusikdirektor de la Deutsche Oper berlinesa mi actividad queda fijada así cinco meses y medio ópera en Berlín y el resto, conciertos.
-Declaraba usted no hace mucho que, por unaserie de razones, encontraba difícil que le interesara desarrollár su actividad en España. ¿Ha rectificado usted su actitud acerca de su incorporación al mundo musical español?
-Seguramente conocerá usted por haberlo sidoasí suficientemente difundido en los medios de comunicación, que es mi intención colaborar más estrechamente con la Orquesta Nacional, por ahora en calidad de director asociado y, quizás, en un' futuro, como director titular. Y digo quizás porque, deseo volverlo a subrayar, hasta finales de 1982 no estaré en condiciones de saberlo. Para entonces sabré si puedo, a la vez que asumir mi responsabilidad en Berlín (que va hasta la temporada 1985-86) tomar otra responsabilidad como la de la ONE y, a su vez, el Ministerio de Cultura habrá tenido tiempo de poner en e práctica las reformas estructurales, que, a mi juicio, la orquesta necesita.
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