Valle de Lecrín.inddCRITERIOS DE VIABILIDAD PAISAJÍSTICOS Y
AMBIENTALES PARA LA LOCALIZACIÓN DE PARQUES EÓLICOS
VALLE DE LECRÍN
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I. PRESENTACIÓN
2. UN ESPACIO VALIOSO CON NECESIDAD DE PROTECCIÓN
3. LA DELIMITACIÓN DEL ÁMBITO DE ESTUDIO
II. LOS VALORES PATRIMONIALES DEL VALLE
1. LOS VALORES AMBIENTALES
2. LOS VALORES CULTURALES
3. LOS VALORES PAISAJÍSTICOS
1. LOS PARQUES EÓLICOS: COMPONENTES Y PROCESOS
2. LAS OPORTUNIDADES DERIVADAS DE LOS PARQUES EÓLICOS
3. LAS AMENAZAS INDUCIDAS POR LOS PARQUES EÓLICOS
IV. LA PROTECCIÓN LEGAL DEL VALLE DE LECRÍN
1. LA REGULACIÓN SECTORIAL DE LOS PARQUES EÓLICOS. EL TRÁMITE DE
PREVENCIÓN AMBIENTAL
2. LOS PARQUES EÓLICOS EN LA LEGISLACIÓN URBANÍSTICA ANDALUZA
3. ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS. LIMITACIONES SOBRE LOS PARQUES
EÓLICOS
4. EL PLAN DE PROTECCIÓN DEL MEDIO FÍSICO DE LA PROVINCIA DE
GRANADA
5. LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL E HISTÓRICO DEL VALLE DE
LECRÍN
6. LAS VÍAS PECUARIAS DEL VALLE DE LECRÍN
7. LA PROTECCIÓN DE LOS DOMINIOS PÚBLICOS Y BIENES
PATRIMONIALES
V. CRITERIOS DE VIABILIDAD PAISAJÍSTICO- AMBIENTALES
1. LA AFECCIÓN DE LOS PARQUES EÓLICOS SOBRE LOS VALORES
PATRIMONIALES DEL VALLE
2. LA AFECCIÓN SOBRE EL ESCENARIO SOCIOECONÓMICO
3. LA INDUCCIÓN DE RIESGOS ASOCIADOS A PARQUES EÓLICOS
4. CRITERIOS PARA LA DETERMINACIÓN DE LA VIABILIDAD. DELIMITACIÓN
DE ÁMBITOS
Ax: BIBLIOGRAFÍA
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I. PRESENTACION
II. LOS VALORES PATRIMONIALES DEL VALLE
- HIPSOMÉTRICO - CLINOMÉTRICO - FORMAS DE RELIEVE - GEOLOGÍA - RED
DE DRENAJE - HIDROGEOLOGÍA - SUELOS - USOS Y COBERTURA VEGETAL -
PATRIMONIO CULTURAL - ACCESIBILIDAD VISUAL - PERCEPTIBILIDAD
PAISAJÍSTICA - CALIDAD PAISAJÍSTICA - FRAGILIDAD PAISAJÍSTICA (I) -
FRAGILIDAD PAISAJÍSTICA (II)
IV. LA PROTECCIÓN LEGAL DEL VALLE DE LECRÍN
- ESPACIOS PROTEGIDOS - DOMINIO PÚBLICO
- DELIMITACIÓN DE ÁMBITOS. NIVELES DE VIABILIDAD
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Desde los albores de la Humanidad hasta nuestros días, nuestra
especie se encuentra en permanente disputa por
el territorio (incluso en los últimos siglos, con el territorio),
por la obtención de los recursos necesarios para la satisfacción de
sus necesidades de desarrollo.
Esta disputa, que no es más que una contienda indefinida de los
distintos intereses humanos, se recrudece especialmente en aquellos
lugares que pueden considerarse como valiosos. El territorio, por
tanto, es valioso por la presencia de recursos (naturales o
antrópicos) que asumidos como valores patrimoniales son, además,
demandados por distintos intereses socioeconómicos.
El presente documento obedece a la clara vocación que el Valle de
Lecrín presenta como territorio valioso y así lo será en la medida
en que sus recursos puedan ser considerados como valores
patrimoniales demandados. Por ello este epígrafe introductorio
plantea la reflexión principal sobre la que gira todo el desarrollo
metodológico del documento: la demanda de espacios en el Valle de
Lecrín, para la implantación de infraestructuras y usos que den
lugar a un modelo de desarrollo, genera al mismo tiempo
oportunidades y amenazas que, a su vez, entran en conflicto por la
superposición de intereses en su consumo territorial y ello, por
tanto, precisa de una respuesta política que cuanto menos debe
considerar la situación como un reto común.
En la actualidad, dos grandes sectores económicos presentan
iniciativas empresariales sobre el actual modelo de desarrollo del
Valle de Lecrín estructurado en un sistema de asentamientos
rurales, bien articulado internamente, y sustentado por una
agricultura variada pero tradicional, un sector terciario de
servicios básicos de ámbito comarcal, en el mejor de los casos, una
decadente actividad minero- extractiva de futuro incierto y la
escasa presencia de un sector secundario vagamente representado por
algunas empresas de carácter agroindustrial y de apoyo a la
construcción (prefabricados); así, la confluencia de propuestas de
inversión desde el sector energético y desde el sector inmobiliario
son el origen de esta nueva situación en la que oportunidades,
amenazas y conflictos determinan un escenario para la reflexión,
discusión y elección conjunta de las estrategias de desarrollo que,
al menos, permitan a generaciones posteriores la posibilidad de
mantener un debate similar cuando los avatares futuros así lo
aconsejen.
I.1. VALLE DE LECRÍN: NUEVAS OPORTUNIDADES, UN RETO COMÚN Y
precisamente, es este primer Principio de Sostenibilidad el que se
manifiesta en el objeto del presente documento técnico mediante un
encargo que, realizado conjuntamente desde el sector público y
privado, pretende servir como un primer enfoque del conflicto que
se avecina y como un texto más de trabajo para un foro que,
conformado al menos por todos los municipios de la comarca, tiene
la obligación de dar una respuesta conjunta al reto común al que se
enfrenta.
La decisión sobre el modelo de desarrollo del Valle de Lecrín debe,
de este modo, seguir estando en manos de los ciudadanos y
ciudadanas de esta pequeña comarca andaluza y granadina y de sus
órganismos públicos más cercanos, a pesar del empeño, no desdeñable
en cualquier caso, de las políticas supramunicipales e
intersectoriales que abordan los problemas territoriales desde una
óptica a veces demasiado lejana, con modelos contradictorios
incapaces de dar respuestas concretas a problemas concretos.
El clásico lema del movimiento ecologista en la década de los
noventa: piensa globalmente, actúa localmente cobra en el Valle de
Lecrín una renovada vigencia en la necesidad de una planificación
espacial de las nuevas iniciativas como instrumento conjunto para
paliar las consecuencias que, sobre el territorio, serán inducidas
por la confluencia de intereses del sector energético, priorizados
por la localización de espacios para la generación de energía
eólica, y los intereses del sector inmobiliario, apuntados por las
iniciativas de inversión que pretenden moldear un futuro basado en
el desarrollo turístico-residencial.
Antes de entrar en una reflexión algo más profunda sobre el papel
que pueden jugar ambos sectores en la dinamización del tejido
socioeconómico del Valle de Lecrín, cabe recordar el objeto y
alcance del encargo, exclusivamente centrado en la viabilidad
paisajística y ambiental para la localización de Parques Eólicos y
sus posibles consecuencias para el desarrollo de otros sectores
emergentes; es decir, debe quedar patente que el análisis de
viabilidad no pretende la comparación de ambos sectores, ni evaluar
el posible impacto que sobre el territorio produciría cualquier
otra dinámica de crecimiento; no es, por tanto, un documento con
propósito de planificación u ordenación, ni un alegato contra la
energía eólica que, evidentemente, se presenta como una de las
fuentes alternativas de mayor potencial en Andalucía, alimentada
por un recurso tan inagotable como el viento.
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Las propuestas del sector energético están basadas en la presencia
del recurso viento y amparadas en determinadas políticas
sectoriales y/o supramunicipales con objetivos de carácter
global.
La política energética de la Unión Europea plasmada,
principalmente, en la Directiva 96/92 CE del Parlamento Europeo, de
19 de diciembre, sobre normas comunes para el mercado interior de
electricidad, obligó al establecimiento, en el Estado Español, al
igual que en el resto de Estados Miembros, de una nueva regulación
energética articulada en virtud de la Ley 54/97, de 27 de
noviembre, del Sector Eléctrico. En ella, se hace compatible una
política energética basada en la progresiva liberalización del
mercado con la consecución de otros objetivos que también le son
propios, como la mejora de la eficiencia energética, la reducción
del consumo y la protección del medio ambiente. El régimen especial
de generación eléctrica, los programas de gestión de la demanda y,
sobre todo, el fomento de las energías renovables mejoran su encaje
en nuestro ordenamiento.
En efecto, la protección ambiental es un aspecto al que
reiterativamente se alude en todo el texto legal, comenzando por la
exposición de motivos y afectando de manera muy particular al
articulado que tiene que ver con la autorización para las
actividades de producción y distribución de energía eléctrica. En
este sentido, el artículo 21 deja bien a las claras que este
principio, auspiciado por nuestra Constitución, debe ser limitante
a la hora de conceder autorización administrativa cuando establece
lo siguiente:
«Los solicitantes de autorizaciones para instalaciones de
producción de energía eléctrica deberán acreditar los siguientes
extremos:
a) Las condiciones de eficiencia energética, técnicas y de
seguridad de las instalaciones propuestas.
b) El adecuado cumplimiento de las condiciones de protección del
medio ambiente y la minimización de los impactos ambientales
(...)».
De acuerdo con esta Ley, el Estado instrumentó las políticas de
fomento de las energías renovables de la Unión Europea mediante el
Plan de Fomento de las Energías Renovables en España 2000-2010,
revisado recientemente por el nuevo Plan de Energías Renovables
2005-2010 en el que se asume el objetivo de que las fuentes de
energía renovables cubran como mínimo el 12% de la demanda total de
energía primaria.
En el Ánálisis de Objetivos por Áreas Técnicas del citado Plan se
reconoce el papel preponderante de la energía eólica, como el área
que mayor desarrollo viene experimentando y todo ello debido a la
existencia de factores propiciadores de un mayor impulso para su
evolución:
- Existencia de un amplio potencial eólico sin explotar.
- Normativa favorable a conseguir una mayor penetración eólica que
permite consolidar la confianza y el interés de los
promotores.
- Sector industrial maduro.
- Existencia de tecnología y capacidad de desarrollo de fabricación
a nivel nacional.
- La incorporación de mejoras tecnológicas en el comportamiento de
los aerogeneradores frente a red.
- Planificaciones de carácter autonómico que soportan los objetivos
planteados en el Plan Nacional.
Sobre este punto, el Plan estima como “especialmente ambicioso” el
objetivo eólico planteado en la Comunidad Autónoma de Andalucía a
través del PLEAN (Plan Energético de Andalucía 2003-2006) de 2.700
MW en 2006 y una proyección hacia el horizonte de 2010 de 4.000 MW,
y todo ello bajo la premisa de que el Sistema Energético Andaluz
sea más respetuoso con el medio ambiente:
- Empleando sistemas de generación eléctrica más limpios y
eficientes: cogeneración, energías renovables y ciclo
combinado.
- Evitando las consecuencias, tanto sociales como medioambientales,
derivadas de una excesiva concentración territorial de fuentes de
generación eléctrica.
- Fomentando el ahorro y la eficiencia energética.
Además, el PLEAN reconoce que la cuestión energética está en el
corazón del debate sobre la viabilidad ecológica de los sistemas
territoriales y siendo consciente del marco de acción global en el
que debe integrarse la política andaluza en esta materia, determina
que algunos aspectos precisan de un marco territorial
específico.
En este sentido, el Plan preconiza la importancia de la valoración
de las identidades y diversidades del espacio regional, obligando a
que el desarrollo del mismo tenga en cuenta las particularidades
del territorio, de las estructuras y P
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Plan Energético de Andalucía 2OO3-2OO6
Los puntos anteriores se ven reflejados en el objetivo general que
formula el presente Plan Energético:
<<Conseguir un sistema energético andaluz: suficiente,
eficiente, racional, renovable, respetuoso
con el medio ambiente y diversificado>>
El PLEAN es resultado de un complejo proceso técnico y de un
importante esfuerzo de consenso entre la Administración y diversos
agentes económicos, sindicales y sociales de la región. Su
aprobación definitiva por parte del Consejo de Gobierno de la Junta
de Andalucía se llevó a efecto mediante el Decreto 86/2003, de 1 de
abril.
El Plan Energético de Andalucía 2003-2006 (PLEAN 2003- 2006) es el
instrumento de planificación estratégica y de coordi- nación de las
políticas sectoriales en materia de infraestructu- ras energéticas,
de fomento de las energías renovables, así como de las actuaciones
en materia de ahorro, eficiencia y diver- sificación energética que
se desarrollen en Andalucía en el período considerado.
El criterio general para la elaboración del PLEAN 2003-2006 es el
de modificar el sistema energético de Andalucía, hasta alcan- zar
los siguientes objetivos:
Garantizar el suministro energético a todo el territorio y a toda
la población andaluza.
Potenciar el ahorro y la eficiencia en la utilización de la
energía.
Maximizar el respeto al medio ambiente.
Fomentar la diversificación energética.
Mejorar la infraestructura de generación, transporte y distribución
de energía de la región.
Promocionar un tejido industrial competitivo.
Propiciar la formación y concienciación de los ciudadanos.
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de la evolución de sus diferentes ciudades, comarcas y zonas
geográficas, así como los factores y valores ecológicos de su medio
natural, caracterizado justamente por su enorme diversidad.
De lo anterior resulta evidente que la puesta en práctica de muchas
de las estrategias y medidas del PLEAN (especialemente aquellas que
incorporan objetivos ambientales) requieren una perspectiva
territorial explícita para alcanzar una mayor eficacia. Y esta
perspectiva es el resultado de integrar y vincular el Plan
Energético con el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía
(POTA), aprobado recientemente por el Decreto 129/2006, de 27 de
junio.
Como cabía esperar, el POTA apuesta por el fomento de las energías
renovables y la sostenibilidad del sistema energético, con especial
incidencia sobre la necesidad de consolidar en Andalucía los
grandes proyectos eólicos e impulsar a la pequeña y mediana eólica,
así como a los sistemas híbridos con otras energías
renovables.
Sin embargo, en la Ordenación Territorial del Sistema Energético
andaluz se produce un avance decisivo en materia de protección
ambiental, al reconocer explícitamente (a diferencia del PLEAN) que
el Sistema Energético constituye uno de los factores principales de
generación de impactos ambientales a nivel global, regional y
local, y fundamenta la contribución regional-local establecida,
bajo una serie de criterios que, por vez primera, establecen con
suficiente claridad limitaciones territoriales a la implantación de
infraestructuras, como son:
- La identificación de territorios con limitaciones físicas y
ambientales para el desarrollo de las infraestructuras del Sistema
Energético.
- El establecimiento de medidas de protección del paisaje en los
instrumentos de planificación energética general y sectorial, así
como en los proyectos individuales de cada infraestructura.
Paradójicamente, el Valle de Lecrín no parece disfrutar, a criterio
de los designios del POTA, de los valores ambientales, culturales y
paisajísticos mínimos para su preservación de una indiscriminada
propuesta como Zona Eólica para Agrupación de Proyectos Eólicos; en
todo caso, se contemplan con cierta tibieza en relación con las
propuestas que giran en torno a las políticas de desarrollo
rural.
Por supuesto, es oportuno entender que el Plan de Ordenación del
Territorio Andaluz no puede ni debe vislumbrar problemas a una
escala mucho mayor que aquella con la que fue concebido. Es algo
así como pretender ver con un telescopio algo que no mide más de un
centímetro cuadrado. Por ello, es lícito asumir que los problemas a
escala local pueden obtener respuestas más adecuadas desde la
propia acción local, sin por ello perder la perspectiva de
concepción global del territorio.
Es decir, una vez constatado que el potencial eólico del Valle de
Lecrín resulta un recurso muy valorado por instancias que exceden
del ámbito comarcal, es preciso aumentar el nivel de detalle en el
análisis de las evidentes oportunidades que ofrecen estas nuevas
iniciativas energéticas, al objeto de mitigar las amenazas que se
ciernen sobre otros valores patrimoniales requeridos por nuevos
sectores emergentes con incluso mayor capacidad para inducir
economías de escala.
Por este lado, el sector inmobiliario manifiesta un claro interés
para el desarrollo de propuestas basadas en un modelo turístico -
residencial, amparado por una serie de factores que le son
favorables:
- En primer lugar, el Valle de Lecrín es el territorio que sirve de
soporte físico al eje de comunicación más importante que une las
dos áreas más dinámicas de la provincia de Granada: el área
metropolitana y el litoral costero.
- Este hecho, una vez consumada la ejecución de la autovía A-44,
supondrá que la pequeña comarca vallesana sea el territorio de
mayor accesibilidad a dichas áreas, recibiendo de esta manera los
impactos, positivos y negativos, del dinamismo metropolitano y
litoral. En este sentido, el Valle Alto comienza a mostrar
palpablemente un cierto “proceso de metropolitanización” como
consecuencia del incremento del hinterland de la capital a partir
de la explotación del primer tramo de autovía.
- Cabe por tanto, en este contexto, una primera reflexión sobre los
efectos futuros que deben esperarse con la compleción del eje
viario hacia la costa. El agotamiento del modelo turístico de sol y
playa y la creciente demanda de destinos turísticos rurales induce
a la inversión en este sector, a volver la vista hacia parajes como
el Valle de Lecrín, cuyos recursos ambientales y paisajísticos bien
preservados,
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son ahora considerados como valores patrimoniales necesarios para
el éxito de estas iniciativas.
- Por último, el escenario debe completarse con las sinergias que,
en materia de desarrollo del ecoturismo, deben esperarse con el
otro gran ámbito potencial: La Alpujarra.
En conclusión, el sector inmobiliario parece apostar por la
implementación de un modelo sobre el que el sector energético puede
inducir una amenaza inherente a la distinta utilización que de los
recursos hace cada uno. No se trata, por tanto, de buscar
argumentos en favor de uno u otro, sino más bien, de encontrar la
compatibilidad entre ambos, aumentando las oportunidades al diluir
el conflicto de intereses. Conflicto que encuentra su campo de
batalla en el distinto consumo que del recurso paisaje se produce
por las dos inciativas.
El uso más consuntivo que del recurso paisaje efectúa un Parque
Eólico condiciona claramente la atracción de inversiones en materia
inmobiliaria, las cuáles participan de este recurso como elemento
activo aunque, por supuesto, en condiciones desordenadas o carentes
de modelo, también pueden afectar negativamente. Las siguientes dos
reflexiones deben ayudarnos a comprender la raíz del conflicto y la
necesidad de estudios pormenorizados como el que acontece, al
objeto de que sea el territorio quien delimite las opciones de
compatibilidad de los diferentes usos existentes y
propuestos.
Imaginemos la situación ficticia en la que el desarrollo
urbanístico participara del consumo del recurso viento ¿Sería, en
este caso, lícito que el sector energético solicitara un reparto
equilibrado del recurso para poder compatibilizar sus distintos
objetivos?
Desde otra perspectiva, la segunda reflexión tiene que ver con la
proyección de la actual dinámica del Valle de Lecrín. En el
hipotético caso de que la comarca fuera el soporte físico de una
agrupación indiscriminada de Parques Eólicos que conllevara al
freno del modelo turístico-residencial, el horizonte de proyección
de la actual dinámica de estancamiento del Valle se establecería en
la vida útil proyectada para los Parques, que como mínimo será de
25 años ¿Podrán al menos mantenerse durante ese tiempo, los
actuales parámetros de calidad de vida del ciudadano del Valle?
¿Serán suficientes los beneficios económicos inducidos por las
eólicas para paliar la pérdida de oportunidades en otros sectores
de menor incertidumbre?
Y por último, ¿Podría ser revertida la situación dos décadas
después?
No sin cierta malicia, la opinión generalizada de foros con
posturas manifiestamente en contra de la explotación
industrializada y masiva de energía eólica, es que la proliferación
de plantas se está produciendo en aquellas zonas en las que la
opinión pública y las autoridades son más permisivas y existe un
importante déficit de información hacia la población en
general.
Como se ha referido anteriormente, el presente documento tiene por
objeto la viabilidad de estas infraestructuras desde la óptica
exclusivamente territorial, al margen, por tanto, de la
socioeconómica, no pretendiendo, en ningún caso, la valoración de
las ventajas o desventajas, en términos económicos, de ambos
modelos, sino más bien con la finalidad de dotar a aquellos que
deben dar respuesta a tanta incognita aquí planteada, de
información pretendidamente objetiva y precisa para tal fin.
La suma de los valores patrimoniales demandados que quedan patentes
en los epígrafes que suceden a éste y cuya máxima expresión se
sintetiza en la calidad del paisaje, convierten al Valle de Lecrín
en un territorio valioso con una identidad propia muy ligada a los
mencionados valores paisajísticos y también ambientales, fuentes de
su riqueza y capacidad de desarrollo endógeno.
Y es esta última aseveración, fruto del análisis y la reflexión
técnica del equipo multidisciplinar que ha participado del
documento, la que ha guiado a la dirección y concepción
metodológica de todo el documento, el cual se ha sustentado además
en dos condiciones necesarias para garantizar la objetividad del
trabajo:
- Prescindir de cualquier tipo de prejuicio sobre el sector eólico
que pudiera incidir negativamente en el desarrollo de lo que debe
ser un estudio profesional, libre y objetivo.
- Y desarrollar el objeto del encargo bajo el desconocimiento
absoluto de la localización exacta de las propuestas de Parques
Eólicos ya existentes.
El presente trabajo está, pues, elaborado desde el territorio y
hacia el territorio, bajo la importante carga emotiva que siempre
supone para un equipo ambiental aportar su experiencia en la
conservación y protección de nuestros valores.
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I.2. UN ESPACIO VALIOSO CON NECESIDAD DE PROTECCIÓN Los espacios
naturales protegidos, de la misma manera, van actualizando su
relación de usos permitidos y prohíbidos en sus límites afectos. De
esta manera, el borrador del nuevo PORN y PRUG del Parque Nacional
y Natural de Sierra Nevada prohíbe expresamente su ubicación dentro
de sus respectivos espacios de protección.
Sin embargo, como ocurre con los planeamientos municipales, el Plan
Especial de Protección del Medio Físico no contempla la regulación
del uso en cuestión, pues apenas era percibido entonces como una
posibilidad y se limita a preconizar la protección paisajística en
sentido genérico.
Cabe destacar, por otro lado, las novedades avanzadas durante la
redacción del presente documento sobre la protección del patrimonio
cultural. Si bien es cierto que, en la actualidad, la protección se
limita a los Bienes de Interés Cultural declarados y su exiguo
entorno, la información obtenida de la Delegación Provincial de la
Consejería de Cultura acerca de la próxima incoación del expediente
de Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico del
Valle de Lecrín, cuyas determinaciones afectarán tanto a la
delimitación propuesta, en los términos municipales de Albuñuelas,
Lecrín y El Valle, como a su “entorno de protección” y “entorno de
protección visual”, sí contiene mayores visos de establecer
limitaciones de carácter territorial sobre usos y actividades que
puedan poner en peligro el patrimonio cultural presente.
En definitiva, el análisis de la viabilidad legal de la ubicación
de parques eólicos en el Valle de Lecrín no corresponde, en el
presente documento, a la mera observancia, por parte de éstos, de
la regulación legal existente, sino más bien, a la cuestión
planteada sobre la presencia de una proporcionalidad bien entendida
entre los valores patrimoniales de su espacio y la fortaleza de su
protección legal.
Las nuevas oportunidades planteadas y el reto común que deben
asumir los municipios del Valle de Lecrín debe comenzar, por tanto,
con la construcción conjunta de un escenario de protección
supramunicipal que, bajo el principio de la solidaridad, establezca
criterios únicos sobre la delimitación y el grado de protección de
sus valores patrimoniales, especialmente los de índole paisajística
y ambiental, que, como se pone de manifiesto en estas páginas, no
conocen fronteras interiores ni límites administrativos.
La necesidad de protección de un territorio debe estar en
consonancia con la cantidad y calidad de sus valores
patrimoniales. La planificación, regulación y gestión de las
actividades respecto a la preservación de los valores corresponde,
por tanto, a la acción coordinada de todas las administraciones
públicas.
Ante la ausencia de regulación explícita, los parques eólicos se
ven sometidos a las determinaciones superpuestas de una serie de
normas, de carácter territorial y/o sectorial, que con distintos
objetivos, suponen toda la protección legal del espacio valioso del
Valle de Lecrín. En el presente documento se realiza un
pormenorizado análisis del escenario legal que afecta al territorio
objeto de estudio con el único fin de dilucidar la idoneidad del
mismo y, sobre todo, su adecuación proporcional al territorio que
pretende proteger.
En este sentido, la Ley 7/1994, de 18 de mayo, de Protección
Ambiental de Andalucía, determina la obligación de regular la
actividad eólica a través de un preciso trámite de evaluación
ambiental; sin embargo, el escaso carácter localista de dicho
trámite implica que la valoración de impactos ambientales se
circunscriban a la ubicación exacta del área afectada por las
construcciones, obviando en gran medida aspectos territoriales y
paisajísticos. Únicamente los núcleos de población, sobre los que
se determina la obligación de mantener un perímetro de 500 metros
libres, parecen contar con un cierto nivel de protección.
Así mismo, en la legislación urbanística la regulación de la
actividad eólica exige una cierta compatibilidad con los valores
culturales y ambientales, aunque esta última quede en manos de una
Declaración de Impacto Ambiental favorable. No obstante, las
afecciones territoriales y paisajísticas se tienen en cuenta, pero
siempre desde una óptica de corrección y minimización de impactos
acaecidos durante las fases de ejecución y explotación y, por
tanto, en el caso de que la regulación local del suelo no
urbanizable no lo prohíba expresamente o el espacio no esté
sometido a una figura de protección ambiental o cultural de
carácter supramunicipal, no se establece limitación alguna a la
implantación de estas infraestructuras.
Tal es el caso de la mayor parte de municipios ubicados en ámbitos
rurales, en los que sus instrumentos de planeamiento, muchas veces
antiguos y desfasados, no contemplan la regulación de la actividad
eólica, sencillamente porque no existía en el momento en que
desarrollaron sus normas.
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I.3. LA DELIMITACIÓN DEL ÁMBITO DE ESTUDIO Esta comarca la integran
ocho municipios, que constituyen la Mancomunidad de Municipios del
Valle de Lecrín, y que son: Albuñuelas, Dúrcal, Lecrín, Nigüelas,
Padul, El Pinar, El Valle y Villamena. El municipio de Lanjarón,
que antaño se integraba en esta comarca, se excluye desde hace
décadas de la misma para vincularse con La Alpujarra occidental
granadina.
El considerable tamaño de los términos municipales de Padul, Dúrcal
y, sobre todo, Albuñuelas, hace que el ámbito administrativo se
extienda desde el umbral de la depresión de Granada por términos de
Otura y Alhendín, hasta las cumbres de Sierra Nevada, por el este,
hasta las cumbres de las Sierras de Güájares y Albuñuelas, por el
oeste, y hasta la trasversal del río Lanjarón, en el término
prelitoral de Vélez de Benaudalla, por el sur.
I.3.2. EL ÁMBITO FUNCIONAL A los efectos funcionales, el Valle de
Lecrín está configurado por el corredor que supone el trazado de la
antigua carretera N-323. Los pueblos por los que pasa esta
transitada carretera hasta hace poco tiempo se beneficiaron por el
incremento del tránsito comercial y de personas. Los dos
principales pueblos del Valle de Lecrín (Padul y Dúrcal) se ubican
sobre este eje, siendo además los que, tanto en kilómetros como en
tiempo, se encuentran más cercanos a la capital.
Dúrcal constituye la verdadera cabecera o centro comarcal, por sus
dimensiones y servicios que ofrece, a lo que se
Todo territorio es variable en el tiempo (proceso histórico) y en
el espacio (límites geográficos), ampliándose
o reduciéndose, modificando sus límites, creciendo o decreciendo
demográfica y económicamente, etc. El Valle de Lecrín, aún no
siendo un territorio de límites económico- funcionales claramente
consolidados ni un sistema de asentamientos perfectamente
cohesionado, sino que adolece de cierta debilidad en su
articulación y una escasa conciencia social de pertenencia a un
ámbito común, arrastra una tradicional identificación como comarca
y comparte rasgos muy definitorios, en parte derivados de hechos
físicos y en parte de hechos político-administrativos y, en menor
medida, funcionales. Es por eso que pueden identificarse diversas
delimitaciones del Valle de Lecrín que coinciden plenamente en la
zona medular, pero difieren hacia los correspondientes
perímetros.
I.3.1. EL ÁMBITO POLÍTICO-ADMINISTRATIVO Puede colegirse que
actualmente el Valle de Lecrín es, antes que nada, una comarca
administrativa, de raíces históricas no muy alejadas en el tiempo y
de cierta entidad espacial, que se localiza al sur de la provincia
de Granada. Su situación podría calificarse de relativamente
privilegiada por estar equidistante, en un eje norte-sur, entre el
sistema metropolitano de Granada y la dinámica Costa Tropical; y el
eje este-oeste, entre el conjunto Sierra Nevada-Alpujarra, por el
flanco oriental, y las comarcas del Temple y de los Guájares, por
el occidental.
La actual autovía A-44 es el principal eje de articulación de la
comarca dotándola de una gran accesibilidad territorial con el área
metropolitana y la costa.
Núcleo urbano de El Padul
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añaden las comunicaciones y cercanía al resto de pueblos menores de
la comarca. Aún así, no se ha consolidado como un gran centro
funcional debido a la cercanía de Granada y a la debilidad
económica y demográfica del Valle de Lecrín.
Por su parte, El Padul, que es el que presenta mayor peso
poblacional y goza de la mejor comunicación con Granada, no supera
en carácter funcional a Dúrcal por estar en una situación más
periférica que éste respecto al resto de la comarca; además, por su
cercanía al espacio metropolitano de Granada, se encuentra cada vez
más integrado en la dinámica de esta aglomeración urbana, por lo
que sigue unos procesos y actuaciones diferentes a las del resto
del Valle.
Tras estos dos municipios, destaca Talará por su ubicación
estratégica en el espacio de transición entre el Valle alto y el
Valle bajo, habiéndose convertido en la cabecera del municipio
resultante (Lecrín) tras la concentración administrativa de 6 de
ellos, antiguos municipios independientes. Actualmente constituye
un subcentro comarcal por prestar unos servicios más limitados,
beneficiando su condición el hecho de situarse en la mejor entrada
al Valle bajo, lo que hace que su ámbito funcional se extienda más
allá de sus límites municipales. De este modo se puede afirmar que
Talará es el núcleo verdaderamente central en el Valle bajo y con
el que directamente se relacionan Mondújar, Acequias, Murchas,
Chite, Béznar y los núcleos que integran el municipio de El Valle
(Restábal, Saleres y Melegís).
En cambio, los núcleos de Nigüelas, Marchena, Cozvíjar y Cónchar se
relacionan directamente con Dúrcal, que constituye el nodo básico
en el Valle de Lecrín por su tamaño y mejor accesibilidad respecto
a El Padul, que lo complementa como nodo básico, aunque más
excéntrico.
Por su ubicación periférica, Albuñuelas, Pinos del Valle, Ízbor y
Los Acebuches no se vinculan claramente con ninguno de los
anteriores. Los dos últimos núcleos, aparte de relacionarse con su
cabecera local, tienen otros vínculos con Dúrcal-El Padul e incluso
con Motril, por ubicarse en las proximidades de la vía que comunica
Granada con Motril. Finalmente, Pinos del Valle y Albuñuelas, por
su tamaño mediano y lejanía, se articulan y complementan tanto con
Dúrcal-El Padul como con Talará.
Las relaciones funcionales del Valle de Lecrín con otros ámbitos
adyacentes (Alpujarra, Costa, Temple…) son reducidas o, en todo
caso, incipientes. Únicamente existe una clara interdependencia en
las mencionadas relaciones funcionales de Padul y, en menor medida,
Dúrcal, con el espacio metropolitano de Granada.
Núcleo urbano de Dúrcal, en primer plano. Al fondo, el núcleo de
Nigüelas Núcleo de Cónchar
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I.3.3. EL ÁMBITO FÍSICO El Valle de Lecrín en términos meramente
físicos constituye una fosa tectónica donde se ha instalado,
coadyuvando a la evacuación de materiales, una cuenca hidrográfica,
la del río Ízbor, en cuyos límites se inscriben íntegramente los
términos municipales de Dúrcal, Nigüelas, Lecrín, Villamena, El
Valle y El Pinar, además de la mayor parte del vecino municipio de
Lanjarón; en cambio, las áreas occidentales de los municipios
ubicados en la zona oeste de la comarca (Padul y Albuñuelas),
vierten sus aguas hacia otras cuencas.
Esta articulación en torno al cauce del río Ízbor y sus tributarios
le confiere gran unidad física a la comarca administrativa, a pesar
de las mencionadas excepciones de los bordes occidental y
suroriental, así como de la existencia de varias depresiones
internas: la de Padul-Dúrcal (parcialmente endorréica), que
centraliza el Valle alto de Lecrín, y la
configurada por los ríos Torrente-Dúrcal-Albuñuelas que alcanza sus
niveles más deprimidos en el área de Melegís- Restábal y,
lógicamente, en el vaso de la presa de Béznar, espacios
constitutivos del Valle bajo de Lecrín.
En cualquier caso, la ubicación y configuración de la cuenca
hidrográfica del río Ízbor, a parcial resguardo de Sierra Nevada
(drena sus altas vertientes occidentales a través de los ríos
Dúrcal, Torrente y Lanjarón, todos tributarios del Ízbor por su
margen izquierda) y, aunque a través de una angostura, conectada
con el valle del río Guadalfeo, permiten la existencia de un
mesoclima atemperado en la zona agrícola y de asentamiento humano
(si bien se continentaliza en el Valle alto o de la laguna de
Padul), a la vez que se hacen patentes cinco de los seis pisos
bioclimáticos del ámbito mediterráneo.
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I.3.4. EL ÁMBITO-PROYECTO Los objetivos del presente estudio,
centrados esencialmente en el establecimiento de criterios de
viabilidad paisajísticos y ambientales para la localización de
campos eólicos en el Valle de Lecrín, han supuesto la necesidad de
definir un ámbito apropiado a los mismos. De entrada, no era
necesario que coincidiese con ninguno de los ámbitos anteriormente
descritos (comarca tradicional, límites de los ocho municipios
inscritos, espacio funcional, fosa tectónica- red hidrográfica del
Ízbor) por cuanto que el principal criterio a considerar es el
paisajístico, aunque también sea relevante el criterio ambiental.
Sin embargo, en este último caso, los condicionantes, rasgos,
procesos y fenómenos físico- ambientales no se ajustan de forma
estricta a los límites de las cuencas hidrográficas, sino que
obedecen a diversas lógicas. Es por ello que se ha preferido
priorizar los criterios de índole paisajística, si bien es preciso
advertir algunas peculiaridades.
La zona medular del ámbito-proyecto no admite ninguna duda: se
trata del corazón del espacio objeto de estudio y en él se
concentra la mayoría de los asentamientos y de los rasgos
definitorios del Valle de Lecrín. Respecto al perímetro, se ha
estimado conveniente que, sin la necesidad de alcanzar los límites
del ámbito físico ni del administrativo (de hecho, ambos superan
notablemente en extensión al ámbito- proyecto), tampoco se
restringiese a la zona medular.
En consecuencia con estas premisas, se ha optado por alcanzar,
siempre dentro de los límites administrativos de los ocho
municipios constitutivos de la comarca, las laderas orográficas que
enmarcan el Valle por todos los flancos excepto por el noroeste.
Sin embargo, en ningún momento se ha contemplado la necesidad de
llegar hasta las cumbres de Sierra Nevada por su extraordinario
alejamiento físico. Si, en cambio, se ha considerado pertinente
ascender hasta los 2.500 metros s.n.m. en las laderas esquistosas
de la cabecera del barranco de Tablate y otros cursos subparalelos
a él, dada la potente exposición visual de tales vertientes. Por
otro lado, la inclusión de un espacio visualmente oculto desde la
inmensa mayor parte del Valle, caso de las laderas de la Loma de
los Castaños y la Pandera (cuenca del río Dúrcal), obedece a su
interés cultural por la abundancia de cortijillos de sierra. El
resto del enmarque septentrional del ámbito se ajusta a divisorias
de agua que, desde la zona baja del Valle, constituyen líneas
culminantes (skyline). Respecto al límite suroccidental, resulta
sensiblemente coincidente con divisorias longitudinales de las
formaciones orográficas que enmarcan el Valle por ese flanco.
Diferente ha sido el criterio en la delimitación del límite
noroccidental: dado que el marco físico y su consecuencia visual se
extiende laxamente muchos kilómetros hacia el noroeste, hasta
fundirse imperceptiblemente con el umbral que separa la fosa
tectónica de Lecrín de la depresión de Granada, se ha optado por
localizar el límite entre los cerros Galera y Majadillas, pero
incluyendo dentro del ámbito (lo que provoca un estiramiento del
perímetro) el único asentamiento existente (caserío de Valcaire) en
decenas de kilómetros cuadrados de ese sector correspondiente a la
Meseta de las Albuñuelas. Algo más al norte, el límite del ámbito-
proyecto elude el núcleo de El Padul para poder ascender sin
requiebros significativos por la cuerda de la Sierra del Manar.
Finalmente, el límite suroriental aprovecha la cuerda que desciende
del Alto de las Llanadas y se dirige hacia Ízbor a través del Alto
de la Hoya de las Bolinas (representa una arista de fuerte impronta
visual), para seguidamente alcanzar la divisoria con el término de
Lanjarón.
En definitiva, el Ámbito-proyecto o, si se quiere, el Valle-
proyecto constituye un espacio circunscrito dentro de los ámbitos
físico y administrativo, pero algo más acotado que éstos en razón a
una mayor proximidad a los núcleos de población del Valle y a los
telones topográficos de cierre visual, como principales criterios
considerados.
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II.1. LOS VALORES AMBIENTALES
La interacción del hombre y el medio, a lo largo de los distintos
periodos históricos de esta singular comarca,
determina la necesidad de realizar un análisis territorial a una
escala de detalle que ponga de manifiesto la imbricación de los
elementos que componen los valores patrimoniales con los
subsistemas físico-ambientales y, muy especialmente, con el
paisaje, testimonio del troquelado secular de las formas de
asentamiento y de los sistemas de explotación de los recursos
naturales. Es por ello que, al valor histórico, patrimonial y
cultural intrínseco del Valle de Lecrín, debemos añadir el valor
natural-paisajístico de su territorio, que por propia concepción,
resulta un bien en sí mismo conformando una unidad sociocultural
indivisa.
II.1.1. UN CLIMA PRIVILEGIADO El Valle de Lecrín disfruta de un
agradable clima durante todo el año debido a: la protección que
ofrece el relieve que le rodea, frente a los vientos fríos del
invierno, y a las brisas marinas que ascienden desde la costa
refrescando las temperaturas durante el verano.
Las diferencias altitudinales permiten diferenciar dos ámbitos
climáticos diferentes.
En las zonas más altas el clima es similar al de la Vega de
Granada, mediterráneo continental, aunque suavizado por una cierta
influencia marítima, de inviernos fríos y con frecuentes heladas y
veranos cálidos. Las precipitaciones son escasas y de gran
irregularidad interanual y estacional, destacando la acusada sequía
estival, que obliga a recurrir al regadío para garantizar los
resultados agrícolas.
Al ascender altitudinalmente, la dureza del clima se intensifica,
lo cual, unido a la falta de suelo agrobiológico, que muestra
desnudo el roquedo, implica un descenso en las actividades
agrícolas, limitadas a puntos muy concretos.
Las zonas más bajas, mucho más resguardadas y convertidas en
magníficas solanas por su orientación meridional, disfrutan de un
microclima, que se diferencia del anterior por la disminución de
las precipitaciones, temperaturas más elevadas y la práctica
ausencia de heladas.
Las precipitaciones disminuyen por la disminución de altura y por
su morfología de zona deprimida, rodeada por relieves abruptos de
mayor altitud, donde los vientos suelen ser descendentes. Sin
embargo, éstas pueden aumentar bajo
Rosa de los vientos. Estación agroclimática de El Padul.
0 5
N
NE
E
SE
S
SW
W
NW
Estación: Padul
los efectos de los ciclones del frente polar o cuando la elevación
del viento, como consecuencia de la proximidad de las montañas
circundantes, afecte, al menos en parte, a la depresión.
El aumento de las temperaturas se debe a la disminución de la
altura, pues el corazón del Valle queda por debajo de los 650
metros y en algunos puntos desciende hasta los 300 metros. Además,
su orientación de solana alarga el período de insolación y atenúa
la oblicuidad de los rayos solares en la zona templada.
Otra causa del aumento de la temperatura en las zonas más bajas es,
por supuesto, la protección que ofrece Sierra Nevada de los vientos
fríos del norte.
Esta benignidad térmica en las zonas más bajas del Valle posibilita
la existencia de cultivos termófilos, como los agrios — naranjos y,
en menor proporción, limoneros — que no resisten los fríos ni las
heladas demasiado duraderas e intensas, pero que pueden resistir
heladas suaves, que contribuyen a la mejor coloración y sabor de
los frutos. Se cultivan asociados con olivos, creándose una
relación simbiótica entre ambos, pues éstos se benefician de las
labores más cuidadas que se da al frutal y los cítricos son
protegidos de los fríos más intensos, vientos del norte y heladas
por los olivos, que en su mayor parte presenta una gran
envergadura.
También existen plantaciones exclusivamente de agrios, aprovechando
las áreas más resguardadas climáticamente.
El problema de las escasas precipitaciones se resuelve mediante la
acumulación nival de las cumbres próximas de Sierra Nevada, que
desciende por ríos y barrancos, tras el deshielo, hacia el embalse
de Béznar, permitiendo el regadío.
El régimen de vientos predominante, según el análisis de los datos
aportados por la única estación agroclimática disponible en la
zona, (El Padul), tiene una orientación NW y una velocidad media de
5,17 Km/h.
Los condicionantes que determinan las descritas variaciones
climáticas dentro del Valle de Lecrín, implican también la
presencia de diferentes pisos bioclimáticos que, desde el
termomediterráneo al oromediterráneo dan lugar a un diverso dosel
vegetal que favorece la gran variedad paisajística presente.
Las variaciones climáticas que se producen en las partes más bajas
del Valle, aumento de temperaturas y disminución de las heladas,
hacen posible la existencia de cultivos termófilos, como los
agrios.
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II.1.2. UN RELIEVE COMPLEJO Y POLIMÓRFICO En el ámbito se presentan
tres unidades geomorfológicas mayores, posiblemente bien
diferenciadas desde el mioceno: vertiente SO de Sierra Nevada, que
forma el borde NE de esta fosa tectónica; sierras meridionales de
Almijara y las Guájaras y meseta de las Albuñuelas, que bordean las
depresiones por el S y el O.; y fosa tectónica de Lecrín con la
bifurcación que constituye la depresión de Albuñuelas.
VERTIENTE SO DE SIERRA NEVADA
Constituye el límite N y NE del Valle de Lecrín y está constituida
por materiales triásicos y paleozoicos, en su mayor parte calizas,
dolomías y filitas, que quedan separadas de las partes deprimidas
por diversas líneas de fallas. A mayor altura se encuentran
micasquistos y pizarras, que forman el núcleo central de los mantos
nevado-filábrides.
De acuerdo con los materiales y las formas estructurales, se
perfilan distintos tipos de relieves: sobre los esquistos y
pizarras de las partes altas, la escasa dureza de estas rocas ha
marcado relieves muy suaves, alomados, con pendiente media de unos
18º, que, excepcionalmente en algunas rupturas, puede superar
ligeramente los 20º. Las calizas y dolomías, por su mayor dureza,
han producido un relieve abrupto y quebrado con cornisas, crestones
y profundas gargantas formadas por los ríos al encajarse en ellos.
Las formas kársticas de superficie están poco desarrolladas y se
limitan al lapiaz o lenar, dolinas y pequeñas uvalas y a formas
dolomíticas características como, por ejemplo, la Peña Horadá en la
Sierra de Padul, al pie de la Silleta.
Además de las formas litológicas, existen otras derivadas de la
estructura. Hay sinclinales y anticlinales, en relación con las
curvas de nivel, aunque, teniendo en cuenta la elevación del gran
pliegue de fondo de Sierra Nevada, se distribuyen formando pliegues
en escalera.
Las formas de relieve que se circunscriben a esta macro-unidad
geomorfológica son exclusivamente estructurales de plegamiento,
diferenciándose las tres siguientes:
- montañas abruptas en materiales carbonatados y silíceos
- altas laderas en materiales silíceos
- altas laderas en materiales silíceo-carbonatados
Formas de relieve de la vertiente suroeste de Sierra Nevada (plano
medio y lejano) y de la fosa tectónica de Lecrín (plano cercano y
medio)
Yuxtaposición de las formas de relieve de la depresión de
Albuñuelas (plano corto y medio) y de la meseta de Albuñuelas
(fondo)
SIERRAS MERIDIONALES Y MESETA DE ALBUÑUELAS
Bordean el Valle de Lecrín por el S y O. Están constituidas
fundamentalmente por calizas y dolomías, que aparecen arrasadas por
la erosión en una gran plataforma, que desciende suavemente de S a
N, constituyendo un glacis de erosión sobre calizas. Esta
plataforma presenta dos o tres escalones que pueden corresponder a
períodos distintos de excavado o haber sido producidos por
levantamiento y hundimiento de dovelas distintas al fallarse. En el
S., las alturas superan con bastante frecuencia los 1.300 metros.
Aunque la plataforma va descendiendo suavemente hacia el N, donde
enlaza con el mioceno del Suspiro del Moro, en ella destacan, a
manera de cerros testigos, algunas elevaciones. Está cortada por
los barrancos y torrenteras actuales, que se encajan profundamente
en los materiales calizos. También se pueden distinguir depresiones
suavemente onduladas y rellenas de materiales arcillosos, cuyo
origen se debe a la disolución kárstica.
Desde la meseta de Albuñuelas se proyecta hacia el E una gran
espolón rocoso, que aparece perfectamente definido entre la
depresión de Padul y el Valle de Lecrín por una parte y la
depresión de Albuñuelas por la otra. Por ambos bordes aparece
delimitado por líneas de falla más o menos claras, que lo
convierten en un pequeño horst tectónico.
En las proximidades de Cónchar aflora un relieve más complicado,
constituido por una estructura plegada con características de
relieve invertido, pues la blockformación y los conglomerados que
rellenan el sinclinal quedan a mayor altura que el trías
anticlinal; la inversión tiende a desaparecer y, posiblemente, así
ocurrirá en un futuro más o menos lejano, pues la erosión destruye
más rápidamente los materiales de relleno, poco resistentes, que
las calizas o dolomías más duras.
Las formas de relieve que se circunscriben a esta macro- unidad
geomorfológica son, por un lado, estructurales de plegamiento,
diferenciándose las tres siguientes:
- montañas abruptas en materiales carbonatados y silíceos
- sucesión de cerros en materiales carbonatados
- laderas abarrancadas en materiales silíceos
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Yuxtaposición de las formas de relieve de la fosa tectónica de
Lecrín (plano corto y medio) y de la vertiente suroeste de Sierra
Nevada (fondo)
por otro lado, denudativas de piedemonte, diferenciándose las
- lomas y cerros en materiales detríticos
y finalmente, gravitacionales-denudativas de piedemonte, en
concreto:
- abarrancamientos, derrubios y brechas
FOSA TECTÓNICA DE LECRÍN Y DEPRESIÓN DE ALBUÑUELAS
Se trata de una fosa tectónica perfectamente delimitada, cuyo
contacto con los materiales triásicos de las sierras que la bordean
se realiza por medio de fallas. La unidad de las zonas deprimidas
se ha visto rota por el espolón que la meseta de Albuñuelas destaca
hacia el E, separando la fosa tectónica de Lecrín de la depresión
de Albuñuelas, aunque ambas confluyen y se unen más al E, una vez
superado el obstáculo dolomítico.
Ambas zonas deprimidas fueron colmatadas durante el mioceno por la
activa erosión que atacó las partes que se levantaban y rellenó las
zonas hundidas, al mismo tiempo que los movimientos tectónicos de
ascenso y descenso continuaban actuando. Los materiales miocenos
descansan directamente sobre los materiales triásicos, indicando
una falta de continuidad sedimentaria, que es debida a una emersión
de esta área durante dicho intervalo.
Los materiales miocenos son inicialmente de origen marino, con
diferencias de profundidad y condiciones
de sedimentación, que permiten señalar distintos tramos y
materiales. El piso inferior está constituido por materiales
basales, formados por conglomerados o limos, algunos con gran
contenido calizo, de color amarillento anaranjado y, a veces,
grisáceos, en este caso fáciles de confundir con las calizas
triásicas; sobre ellos descansan limos arcillosos rojizos con
arenas y cantos incluidos, que, a su vez, quedan recubiertos por un
piso de arenas y calizas margosas, las primeras afectadas por una
erosión de tipo alveolar, que puede ser eólica y que es visible en
el corte existente al O de Melegís en la margen izquierda del río
Dúrcal. Encima hay una capa de limos de gran espesor, que alternan
con areniscas; los limos son amarillos, grises y violáceos y, a
veces, igual que las areniscas, aparecen impregnados de un cemento
ferruginoso, que les da cohesión y dureza.
Los escarpes más o menos verticales, correspondientes a las paredes
de los valles encajados en los materiales sedimentarios, han sido
atacados por la erosión propia de un clima muy seco y con lluvias
mal distribuidas, produciendo las formas características de “bad
land” o “malas tierras”, que aparecen muy claras en el barranco de
Chite, en el de Luna, en el del Pleito, etc., por citar algunos de
los ejemplos más típicos.
Estas tres unidades geomorfológicas mayores sufrirán un retoque
continuo a lo largo del plioceno y cuaternario, en el que van a
intervenir los cambios climáticos, que modifican las condiciones de
erosión y sedimentación, y la inestabilidad del subsuelo,
manifestada en el rejuvenecimiento continuo de las fallas y la
actividad sísmica.
Los ríos Dúrcal y Torrente, al acumular a la salida de la sierra
capas sedimentarias de gran potencia, en las que posteriormente se
han encajado para construir sus valles actuales, han descompuesto
la fosa en una serie de unidades menores, que son: depresión de
Padul, valle del río Dúrcal, valle o concavidad Dúrcal-Nigüelas,
valle del río Torrente, depresión de Melegís en la confluencia
fluvial, valle encajado del río Izbor y depresión de Albuñuelas,
independizada del resto del Valle por los distintos bloques que
forman el espolón oriental de la meseta de su nombre.
Por otra parte, la fosa tectónica está limitada por Sierra Nevada
al NE, de la que queda perfectamente separada por una línea de
falla muy clara que se inicia al NO de Padul, bordeando por el N y
NE la depresión de su nombre a una altura comprendida entre los 800
y 900 metros. El labio erguido está constituido por los materiales
triásicos y
paleozoicos de la Sierra y el labio hundido queda recubierto por
los sedimentos miocenos y postmiocenos. La línea de falla no
presenta una sola dirección, sino que cambia continuamente, pues
partiendo del N se dirige hacia el SE describiendo un arco para
salir del término de Padul en dirección E, volviendo inmediatamente
a seguir hacia el SE y después hacia el S, cambiando de nuevo a la
primitiva dirección hasta llegar al río Torrente en el límite de
los términos municipales de Nigüelas y Acequias. La formación de
esta falla se remonta al terciario y su rejuvenecimiento continúa
en la actualidad. El escarpe de falla presenta una alineación de
facetas triangulares, que se conservan bien.
Las formas de relieve que se circunscriben a esta macro-unidad
geomorfológica son muy numerosas; por un lado, formas denudativas
de piedemonte, de los siguientes tipos:
- lomas y/o cerros en materiales detríticos
- mesas y colinas en materiales detríticos duros y blandos
alternantes
- laderas acarcavadas en materiales detríticos blandos
por otro lado, formas kársticas, tales como:
- formaciones travertínicas
- cañones y gargantas en materiales carbonatados
- barrancos en materiales detríticos y detrítico-
carbonatados
y por último, formas fluvio-coluviales y lacustres, en
concreto:
- llanuras de inundación y terrazas aluviales (materiales
detríticos)
- zonas endorréicas, turberas, encharcamientos (materiales
detríticos y orgánicos)
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ENCUADRE GEOLÓGICO. DESCRIPCIÓN DE LA LITOLOGÍA.
El ámbito de estudio se encuadra dentro de las Zonas Internas de
las Cordilleras Béticas, quedando representados los complejos
Nevado-Filábride en el sector nororiental, por encima de los 1.200
metros de altitud, en las laderas de Sierra Nevada; y Alpujárride
en los terrenos que bordean el corazón del Valle, ocupado por
materiales post-orogénicos.
Los materiales Nevado-Filábrides, dada la complicada historia
geológica que han sufrido, presentan múltiples superficies de
discontinuidad tectónica y un alto grado de metarmorfismo; se trata
de mármoles y micasquistos.
Los más antiguos, los mármoles cipolínicos, son de color amarillo
intenso y presentan aspecto brechoide o de masa pulvurulenta y
suelta, según hayan sufrido una tectoninación más o menos
intensa.
Los mármoles brechoides, por su parte, son rocas de matriz
carbonatada, no muy recristalizada e impregnada de óxidos de
hierro, lo que le confiere una coloración amarillento-
amarronada.
En el grupo de micasquistos se distinguen los feldespáticos y
epidóticos, que presentan coloración verdosa y un aspecto brillante
muy característico; grafitosos con feldespato, de colores oscuros;
y micasquistos de grano fino o filitas.
Pertenecientes al Complejo Alpujárride, destacan, por su
abundancia, las filitas y cuarcitas grises y los mármoles
dolomíticos, entre los metamórficos, y las calizo-dolomías y
calizas masivas tableadas, entre los carbonatados.
Las filitas y cuarcitas grises afloran en la vertiente norte de la
Sierra de Los Guájares, son rocas de grano muy fino, de colores
abigarrados, desde verde a violeta, y muchas veces de tonalidades
grises, azules o rojizas.
Con una gran superficie de afloramiento y bordeando a los
materiales post-orogénicos que rellenan las zonas más bajas del
Valle, se presentan los mármoles dolomíticos con intercalaciones
esquistosas.
La fosa tectónica que supone el corazón del Valle, formada por los
movimientos isostáticos post-alpinos, sufrió una intensa actividad
erosiva y sedimentaria a lo largo del plioceno y cuaternario.
Como consecuencia de ello, se fueron acumulando y configurando los
materiales que hoy encontramos en esta zona del ámbito de estudio:
limos, calcarenitas, conglomerados, turberas, travertinos, conos de
deyección, derrubios y aluviales.
Los afloramientos limosos más destacables son los que se encuentran
al sur del río Albuñuelas, formados por un tramo de limos, arenas y
conglomerados de colores rojizos, de origen continental, que se
suporponen directamente a limos y arenas azules y amarillos, de
origen marino.
Las calcarenitas bioclásticas presentan abundante, aunque mal
conservada, macrofauna, siendo de especial interés los fragmentos
de colonias de corales en la zona
Los materiales Nevado-Filábrides afloran en las laderas
nevadenses.
Mármoles dolomíticos en las proximidades de la falla de Nigüelas.
Limos y arenas en el Embalse de Béznar.Limos, arenas y
conglomerados del barranco de Chite.
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Materiales aluviales del río Albuñuelas a su paso por
Saleres.
de Murchas.
En la zona de Cozvíjar, Dúrcal, Nigüelas y Chite, los conglomerados
heterométricos con arena constituyen la litología predominante, de
gran potencia (más de 100 metros), aspecto heterométrico y colores
rojizos en superficie.
La formación de conglomerados del río Albuñuelas, de menor
potencia, presenta cantos de materiales carbonatados
alpujárrides.
La depresión de El Padul constituye otra fosa tectónica, delimitada
por dos fallas: la de Sierra Nevada (El Manar), al norte y la de
Los Molinos (al sur). La mayor actividad de la primera da lugar a
un mayor hundimiento por el norte que por el sur, que se produce al
mismo tiempo que un proceso de colmatación con materiales turbosos
básicos, formados por gramíneas, y detríticos.
La dinámica evolutiva, de hundimiento de la fosa tectónica y
colmatado con material turboso y detrítico ha permanecido
inalterada desde sus orígenes, a principios del Cuaternario, hasta
que en 1779 fue desecada mediante canales de drenaje o
“madres”.
A pesar de la desecación, su dinámica evolutiva no se ha parado,
sino todo lo contrario: la fosa ha seguido hundiéndose y el proceso
de colmatación ha continuado en las madres. De hecho, desde el
abandono de las labores agrícolas y del mantenimiento de las madres
como consecuencia de los fenómenos migratorios de los años 60 y 70,
el humedal
se ha recuperado de forma natural en el sector norte de la
depresión.
En suma, se puede decir que, desde el punto de vista geológico, el
Humedal de El Padul es probablemente el único lugar del mundo donde
se da una turbera básica asociada a una fosa tectónica en continua
evolución, cuyo elemento vegetal principal son las gramíneas
(carrizos).
La litología de la zona se completa con travertinos, que afloran en
la zona de Pinos del Valle, conos de deyección y abanicos
aluviales, derrubios y brechas cementadas y materiales
aluviales.
Los conos de deyección y abanicos aluviales se localizan al este de
Dúrcal y se ven afectados por la falla normal del mismo nombre.
Están constituídos por materiales sueltos de tamaño grava y la
composición de los cantos varía según el área de
alimentación.
Finalmente, los materiales aluviales están ampliamente
desarrollados en el Valle, en torno a los cursos fluviales de los
ríos Dúrcal, Izbor, Torrente, Barranco de Tablate y Rambla de
Cijancos. Se trata de materiales sueltos o mal cementados, no muy
bien rodados y heterométricos.
El Humedal de El Padul es una turbera básica asociada a una fosa
tectónica en continua evolución, cuyo elemento vegetal principal
son las gramíneas.
Limos y arcillas en el río Albuñuelas.
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II.1.3. LA RIQUEZA DEL SISTEMA HÍDRICO El acceso al Valle de Lecrín
desde Granada, por la autovía A-44, atravesando el Suspiro del Moro
— divisoria de aguas entre la vertiente Atlántica y Mediterránea,
entre el Genil y el Guadalfeo —, comienza con un descenso
prolongado hasta llegar a una amplia depresión, con forma ovalada,
limitada: al NE por Sierra Nevada, de la que se encuentra
perfectamente delimitada por una clara línea de falla; al SO por la
Sierra de Albuñuelas; y elevada suavemente sobre los materiales
sedimentarios del río Dúrcal. Se trata de la depresión de Padul,
que constituye el comienzo de la fosa tectónica de Lecrín.
La depresión de Padul es una pequeña fosa tectónica, que presenta
afloramientos de dolomías alpujárrides en sus bordes norte y sur a
cotas muy bajas, lo que favorece la afluencia de aguas desde
amplias extensiones. La naturaleza del terreno, a base de turbas y
niveles detríticos finos de baja permeabilidad, es responsable de
la aparición de numerosos manantiales en los contactos. En el borde
norte, el más representativo es el Ojo Oscuro, mientras que en el
sur son notables los Manantiales de los Molinos, Povedano y los
Mísqueres. Las aguas que manan son drenadas con auxilio de zanjas
(canales o madres en el argot local). Estas madres fueron creadas
en el S.XIX para desecar la depresión para usos agrícolas y evitar,
además, el riesgo de epidemias. Se enumeran a continuación las más
importantes:
- Madre Maestra: Nace en las Fuentes Altas y se aumenta un poco con
las aguas de las Fuentes Bajas, regando en parte la zona del
Arroyo. Baja y bordea Padul por la Rambla y recoge el agua de
algunos manantiales (Fuente de la Salud, Lavadero y algún otro más
pequeño). Desemboca en el Hoyo de Juan el Toto.
- Madre Alameda: Nace en el Ojo Oscuro y desemboca en el Hoyo de
Juan el Toto. Es madre de abundante caudal.
- Madrecilla de Quiti: Sale del Hoyo de Juan el Toto y desemboca en
el Ventano.
- Madre Capucha: Nace en la Fuente del Tío Miguel y con el agua del
Plantel riega la Cenefa de los Ojos. Desemboca en la Madre
Maestra.
- Madre Blanca: Nace en el Plantel y riega la Cenefa de Marchena y
los Prados. Desemboca en la Presa de Perichás.
- Río de los Quinientos: Nace en la alberca del Molino de los
Mísqueres. De día pertenece a los Quinientos y
de noche al Pago de Perichás. Desemboca en la Madre Maestra.
- Río Viejo: Nace en la Fuente de Povedano y riega los Quinientos y
los Cerrillos. Se une al río del Agia.
- Río del Agia: Nace en la Fuente del Molino de los Mísqueres y se
junta con el río Viejo.
- Madre de Perichás: Nace en la Fuente del Tío Miguel y riega
Perichás, el Benazal y los Quinientos.
El Manantial del Ojo Oscuro, tiene su nacimiento en una gran y
profunda poza (ojo oscuro), enclavada junto a una zona de denso
carrizal, en la que nacen de forma diseminada más aguas, dando
lugar entre todas a la Madre de Quiti. Muy conocido también es el
cercano Manantial de la Fuente del Tío Miguel.
A unos dos kilómetros del camino de los Molinos, sale un carril a
la izquierda que conduce al Manantial de Povedano. Las aguas nacen
al pie de un balate de piedra, e inmediatamente se incorporan a una
acequia de riego.
Siguiendo el carril anterior se encuentra el Nacimiento de los
Molinos, posiblemente el más famoso de este área. Las aguas nacen
en el contacto de falla de las calizo-dolomías alpujárrides del
borde sur con el relleno detrítico-turboso de la Depresión del
Padul. Por debajo del camino las ruinas de un antiguo molino nos
muestran la razón del nombre y atestigua el uso que antes se les
daba a estas aguas. A su pie hay más nacimientos, que se van
repitiendo aguas abajo hasta llegar a una surgencia más notable, el
Nacimiento de los Mísqueres, de complicado acceso. Estas
surgencias, y la anterior de Povedano, dan lugar al Río Agia
(realmente un canal o madre). Aquí se encuentra la Turbera de Agia.
Destaca el gran caudal, apenas perceptible por el lento discurrir
de las aguas, que llevan estas madres.
En la Turbera de Agia existen dos pequeños reductos lagunares
conocidos como la Laguna Agia, formados al amparo de antiguos
huecos de turba y alimentados por un lento flujo de aguas
subterráneas que empapan la turba de la depresión, cuyo drenaje
para las labores mineras no es tarea fácil.
Siguiendo el camino se llega a un puente antiguo por donde pasa el
Río Viejo o de la Laguna.
El nacimiento de este río, ubicado en el Ojo Oscuro, tiene un
caudal importante durante todo el año, aunque decrece ligeramente
en verano. La importancia del caudal hace
Encajamiento del río Dúrcal.
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pensar en una captura subterránea de aguas que debían ser
tributarias del río Dílar, y por tanto del Genil.
El río de la Laguna recorre toda la Depresión del Padul, recogiendo
las aguas de las madres y canales de desagüe de la misma, para
buscar finalmente su salida en el extremo sur, abriéndose camino a
través del cono de deyección del río Dúrcal, para unirse a éste en
el límite de los términos de Villamena y Dúrcal. Este camino del
río a través del cono de deyección forma parte de las actuaciones
llevadas a cabo en el S.XIX para la desacación de la laguna y
supone la salida final de las aguas procedentes de todas las madres
y canales de desagüe.
El aislamiento de la laguna de Padul fue tan definitiva, que
incluso cauces fluviales, como la Rambla de Cijancos, que debían
haber desembocado en ella, han cambiado bruscamente su dirección,
guiados, tal vez, por las fisuras de una zona fallada o por el
nivel de base más bajo que marcaba el río Dúrcal, y han ido a
unirse directamente a éste último.
El agua drenada en la Cuenca de Cijancos, a través de una amplia
zona calizo-dolomítica, da lugar al Nacimiento de Alcázar. Este
manantial se encuentra en dirección a Cónchar, al penetrar unos dos
kilómetros y medio en un carril a la izquierda, antes de llegar al
pueblo. Este carril muere sobre un río, tributario del Dúrcal,
cuyos nacimientos tienen lugar unos doscientos metros más arriba,
en una zona enmarañada, de difícil acceso.
Se trata de un magnífico manantial, poco conocido por lo recóndito
de su ubicación, con un caudal medio de unos 300
l/s; las aguas son de mineralización y temperaturas medias. Las
perforaciones que se vienen realizando en la zona de recarga de
este manantial van en detrimento del caudal del mismo.
El río Dúrcal nace en Sierra Nevada, a casi tres mil metros de
altura, en el Puesto del Cura y desciende por un valle abrupto en
el calar de la Sierra hasta los 860 metros, y tras salvar la falla
que limita por esta parte al Valle, penetra en él, abriéndose paso
a través de su propio cono, formado en un momento anterior de mayor
actividad sedimentaria.
Por debajo de Cónchar, el río Dúrcal tiene excavado un notable
cañón en dolomías alpujárrides que, por su baja cota, favorecen las
salidas de más aguas subterráneas.
Al pie del río, en su margen izquierda, están los famosos
manantiales de Urquízar y Bacamía. Para llegar a ellos se pasa
antes por el Puente de Lata, bajo el cual está el Pilar del Mono.
Se enclava en una zona de fuerte arboleda y mucha sombra, muy
conocido en el pasado por ser punto de parada, casi obligada,
cuando se bajaba a la costa por esta carretera.
Tras la travesía de Dúrcal, junto a la ermita de San Blas, un
cartel indica el camino de los baños, a los que se llega tras unos
tres kilómetros de bajada. El camino muere junto al río Dúrcal; a
partir de aquí una vereda cementada conduce a dos coquetos y
antiquísimos estanquitos al aire libre, alimentados por sendas
salidas de agua que corresponden a los Baños de Urquízar. El lugar
bien merece la visita por la tipología de las aguas y la historia
que atesoran los baños, a los que eran muy aficionados los romanos.
Las aguas son
de mineralización media y termales y han gozado desde siempre de
hondo fervor entre las gentes de muy diversa procedencia que han
encontrado en ellas mejoría de sus males. Muy cerca se hallan los
Nacimientos de Bacamía, de propiedades similares, aunque de peor
accesibilidad.
Otro baño de aguas termales, menos conocido, se sitúa más abajo, en
la misma margen del río a la altura de Melegís. Se trata de los
Baños de Melegís desde donde las vistas son excelentes, dominando
la cola del Embalse de Béznar, entre las laderas de olivos y
naranjos, con Restábal al fondo. Antes las aguas caían a una
pequeña alberca, tapada por naranjos y olivos, en un sitio
sumamente aislado y placentero.
En esta zona, en el término de El Valle, el encajamiento del río
Dúrcal comienza a ensancharse para alcanzar la depresión de
Melegís, en cuya formación ha colaborado conjuntamente con los ríos
Torrente y Albuñuelas, a los que se une para formar el río
Izbor.
El río Torrente nace en pleno corazón de la Sierra, en las
lagunillas, al pie del Pico del Caballo y corre por un valle
paralelo al del Río Dúrcal. Uno de sus principales afluentes es el
Barranco del Pleito. Por debajo de Melegís desemboca en el Embalse
de Béznar.
El río Albuñuelas nace en la Meseta de su nombre, en los Becardes,
formando incialmente un barranco, que se une a otros varios y a
diversas ramblas, para constituir definitivamente el río, que es
conocido también con el nombre de río Saleres y río Santo. Uno de
sus principales afluentes es el barranco de Luna.
Encajamiento del río Albuñuelas. Encajamiento del barranco de
Tablate visto desde la zona de los Puentes y la Ermita de la Virgen
de las Angustias y San Antonio de Padua.
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· VALLE DE LECRÍN (GRANADA) · diciembre 2006 30VA LL
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A partir de la Depresión de Melegís, la unión de los ríos Dúrcal y
Albuñuelas (y antes de la construcción del Embalse, también el
Torrente) recibe el nombre de río Izbor, cuyo caudal está regulado
por la presa de Béznar. La finalidad de la misma es triple:
- Defensa contra las avenidas de la cuenca.
- Mejora de los regadíos de la zona costera, con unas 5.000
hectáreas de productos subtropicales y hortícolas extra-tempranos,
de alta rentabilidad.
- Abastecimiento de agua potable de los núcleos urbanos de la Costa
Granadina.
Además garantiza los caudales de concesión a la central
hidroeléctrica de Ízbor y su aprovechamiento se completa con el
embalse de Rules, en el Guadalfeo.
Geológicamente, la cerrada y el vaso del Embalse de Béznar se
encuentran situados sobre las últimas estribaciones Miocenas de la
depresión de Granada. Contienen sedimentos de areniscas molásicas,
impermeables, sobre los que se depositaron conglomerados
Pliocuaternarios y una tabla de tobas y travertinos en cascada, más
modernos y permeables.
Por debajo de la cerrada afloran los mantos de corrimiento del
Paleozoico Alpujárride, con calizo-dolomías y mármoles, esquistos y
filitas permotriásicas.
En la margen izquierda de la cerrada, son destacables las
dicontinuidades del macizo superior, que se revelan como
Vista del Embalse de Béznar desde la Presa.
fracturas subverticales, paralelas y normales al río, rellenas con
materiales arcilloso-arenosos y piedras encontradas.
El barranco de Chite, antes afluente del Ízbor, llega hasta el
embalse por debajo de Lecrín, y se forma por la unión de los
barrancos de la Fuentezuela y de las Colmenillas.
A la entrada de Pinos del Valle, a la derecha, junto a un
polideportivo, nacen las aguas del Juncal, al pie del Crucero de
los Pinos (1.052 m), donde se alza la ermita del Santo Cristo del
Zapato. Las aguas afloran captadas por una especie de mina
perforada en dolomías de la sierra. De caudal abundante, se emplean
en el abastecimiento y son de mineralización y temperatura medias.
Cerca existía un manantial clásico, el Manantial del Calvario, hoy
seco por la apertur